a la orilla del río. boletín académico y cultural desde la amazonía colombiana

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Florencia, Caquetá-Colombia Nº. 1 Marzo de 2015 La institucionalidad local y la agricultura familiar Alejandra Ciro, [email protected] Julián Barbosa, [email protected] La agricultura familiar, la pequeña producción agropecuaria cuya mano de obra es básicamente familiar, produce en el país el 70% de los alimentos. El año 2014 fue declarado por la ONU como el año de la agricultura familiar y todos los ojos están puestos ahora en el tema. En el marco del proceso de paz de la Habana, en el que la agricultura familiar aparece como parte de la columna vertebral del acuerdo sobre tierras, vale la pena preguntarse por el estado actual de la capacidad institucional local para responder a este reto que en el Caquetá signiLicaría la activación de quizás el más prometedor sector económico del departamento. 1 A la Orilla del Río es un boletín propiciado por la Corporación Educativa Jean Piaget que busca abrir espacios para debatir sobre artes, humanidades y ciencias desde la Amazonía colombiana. Las opiniones aquí expresadas no comprometen ni reflejan la posición oficial de la Corporación. Estefanía Ciro Es Economista, Mágister en Historia de la Universidad de los Andes y candidata a Doctora del programa de posgrado de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de México, docente e investigadora del Centro de Pensamiento A La Orilla del Río de la Corporación Educativa Jean Piaget. Consultora independiente. Julián Barbosa Es historiador y politólogo de la Universidad de los Andes, Mágister en Estudios Políticos de la Universidad Nacional de Colombia, docente e investigador del Centro de Pensamiento A La Orilla del Río de la Corporación Educativa Jean Piaget. Consultor independiente. Alejandra Ciro Es historiadora de la Universidad de los Andes, Mágister en Estudios Políticos de la Universidad Nacional de Colombia, docente e investigadora del Centro de Pensamiento A La Orilla del Río de la Corporación Educativa Jean Piaget. Consultora independiente. A LA ORILLA DEL RÍO BOLETÍN ACADÉMICO Y CULTURAL DESDE LA AMAZONÍA COLOMBIANA Atardecer en el Caquetá. Fotografía Julián Barbosa 2015.

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Marzo, 2015. Ciro, A. y Barbosa, J., La institucionalidad local y la agricultura familiar. Ciro, E., La suerte aún no está echada: los acuerdos sobre cultivos de coca de La Habana a la luz del "Modelo Caguán".

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Page 1: A la Orilla del Río. Boletín Académico y Cultural desde la Amazonía Colombiana

Florencia, Caquetá-Colombia Nº. 1 Marzo de 2015

La institucionalidad local y la agricultura familiar

Alejandra Ciro, [email protected]

Julián Barbosa, [email protected]

La   agricultura   familiar,   la   pequeña   producción  agropecuaria   cuya   mano   de   obra   es   básicamente  familiar,   produce   en   el   país   el   70%   de   los  alimentos.   El   año   2014   fue   declarado   por   la   ONU  como   el   año   de   la   agricultura   familiar   y   todos   los  ojos   están   puestos   ahora   en   el   tema.   En   el  marco  del   proceso   de   paz   de   la   Habana,   en   el   que   la  agricultura   familiar   aparece   como   parte   de   la  columna  vertebral  del  acuerdo  sobre   tierras,    vale  la   pena   preguntarse   por   el   estado   actual   de   la  capacidad  institucional  local  para  responder  a  este  reto  que  en  el  Caquetá signiLicaría  la  activación  de  quizás   el   más   prometedor   sector   económico   del  departamento.  

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A la Orilla del Río es un boletín propiciado por la Corporación Educativa Jean Piaget que busca abrir espacios para debatir sobre artes, humanidades y ciencias desde la Amazonía colombiana. Las opiniones aquí expresadas no comprometen ni reflejan la posición oficial de la Corporación.

Estefanía Ciro Es Economista, Mágister en Historia de la Universidad de los Andes y candidata a Doctora del programa de posgrado de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de México, docente e investigadora del Centro de Pensamiento A La Orilla del Río de la Corporación Educativa J e a n P i a g e t . C o n s u l t o r a independiente.

Julián Barbosa Es historiador y politólogo de la Universidad de los Andes, Mágister en Estudios Políticos de la Universidad Nacional de Colombia, docente e i n v e s t i g a d o r d e l C e n t r o d e Pensamiento A La Orilla del Río de la Corporación Educativa Jean Piaget. Consultor independiente.

Alejandra Ciro Es historiadora de la Universidad de los Andes, Mágister en Estudios Políticos de la Universidad Nacional de Colombia, docente e investigadora del Centro de Pensamiento A La Orilla del Río de la Corporación Educativa J e a n P i a g e t . C o n s u l t o r a independiente.

A LA ORILLA DEL RÍO BOLETÍN ACADÉMICO Y CULTURAL DESDE LA AMAZONÍA COLOMBIANA

Atardecer en el Caquetá. Fotografía Julián Barbosa 2015.

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Florencia, Caquetá-Colombia Nº. 1 Marzo de 2015

Al   intentar   dar   cuenta   de   este   problema   uno   se   encuentra   con   un   panorama  desalentador.    Salvo  Florencia,   todos   los   municipios   del  Caquetá son   de   sexta   categoría,   es  decir,   son   los  municipios   que   por   su  poca   capacidad   Liscal   son   los   que  menos  reciben  recursos  de  la  nación,  lo   que   de   entrada   es   un   obstáculo  para   la   capacidad   de   gestión   de   las  administraciones   locales.   No   es  mucho   lo   que   un   alcalde   de   un  municipio   del   departamento   puede  hacer  por  la  agricultura  familiar  en  su  localidad,   tampoco   los   consejos  mun i c i pa l e s .   E l   p re supues to  municipal   para   el   sector   agrícola   a  duras   penas   alcanza   para   pagar   la  nómina  de  las  UMATAS.  Por  su  parte,  los   gremios   de   productores   en   el  Caquetá no   tienen   el   músculo  e c o n óm i c o   p a r a   r e a l i z a r   e l  acompañamiento  y  brindar  asistencia  técnica   a   los   campesinos.  Hoy  en  día  parte  de  los  esfuerzos  de  los  gremios  sigue   siendo   buscar   que   el   alcalde   o  gobernador   de   turno   les   brinde   un  lote   en   comodato   para   poder   operar  administrativa  y  Linancieramente.    

El  año  pasado  y  en  el  contexto  de  las  movil izaciones   campesinas   se  empezó a   hablar   del   llamado   Pacto  Agrar io ,   con   gran   despl iegue  publicitario   por   parte   del   gobierno  nacional.   Allí el   gobierno   estableció que   los   campesinos   productores  debían   formular   proyectos   según   las  necesidades   que   tenían.   Miles   de  c ampes ino s   s e   un i e ron   a   l a  convocatoria ,   -­‐y   ahí hay   que  considerar   lo   que   signiLica   para   un  campesino,  en  términos  de  recursos  y  logística,   aplicar   a   una   convocatoria  de  este  tipo-­‐.  Entre  los  requisitos  que  estableció el   gobierno   estuvo   el   que  todo   proyecto   tenía   que   ser   avalado  por   los   Consejos   Municipales   de  

D e s a r r o l l o   R u r a l   ( C M D R ) ,  conformados   por   los   alcaldes,  productores   y   funcionarios   de   cada  municipio.  En  teoría,  los  CMDR  deben  guiar   las   iniciativas   políticas   en   los  municipios.   La   verdad,   a   estos  conse jos ,   en   pa labras   de   un  productor   “no   los   respeta   nadie,   son  de   papel”.   Así,   después   de   lo   que  signiLicó para   la   gente   cumplir   los  requisitos  de   la   convocatoria  –lo  que  signiLica   para   un   consejero   que   vive  en   una   vereda   desplazarse   hasta   la  cabecera  para  asistir  a  las  reuniones-­‐,  el   gobierno   nacional   ya   dijo   que   no  había  plata  para  el  Pacto  Agrario,  y  de  los   múltiples   proyectos   que   se  formularon  para  el  Caquetá,  ninguno  pasó.  Ahora,  el  gobierno  nacional,  en  p l e n o   a ñ o   e l e c t o r a l ,   a n d a  promocionando   el   proyecto   Pares,  que   deja   en   manos   de   alcaldes   y  gobernadores   e l   ava l   de   l o s  proyectos.   Los   programas   para   el  campo  quedan  de  nuevo  como  lo  que  han  sido:  escenarios  de  manipulación  política  desde  todos  los  frentes.  ¿Qué le   queda   al   campo   entonces?   Las  agencias   de   cooperación,   que   vienen  con   su   re cur sos   e   i n te re ses  extranjeros   a   Linanciar   proyectos  para   el   sector   rural.   Ha   sido   tal   el  copamiento  de  estos  programas  y  los  escasos  resultados  en  el  Caquetá que  es   frecuente   escuchar   que   los  campesinos  no  quieren  saber  nada  de  ellos  ni  participar  en  más  reuniones  o  convocatorias.   Más   aún   cuando   con  cada  programa  hay  un  levantamiento  diferente   de   información   que,   en  zonas   donde   el   conLlicto   armado  sigue   vigente,   el   campesino   se  muestra,   con   razón,   reticente   a  entregar.    

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Florencia, Caquetá-Colombia Nº. 1 Marzo de 2015

El  año  pasado  el  presidente  Santos  se  comprometió con   recursos   en   la  creación   de   un   Comité de   Impulso   a  la  Agricultura  Familiar.  Detrás  de  este  acuerdo   estuvo   Agrosolidaria,   una  agremiación   nacional   que   convoca   a  todos  los  productores  del  campo  para  q u e   s e   e m p o d e r e n   c o m o  transformadores  y  comercializadores  de   sus   propios   productos.   Con   el  cambio   de   Ministro   de   Agricultura  ese   “compromiso” está en   veremos,  sin   embargo   Agrosolidaria   sigue  operando   en   el   departamento,  apoyando   al   productor   caqueteño  para   que   comercialice   a   precios  justos   –tanto   para   él   como   para   el  consumidor-­‐.    Esta   es   solamente   un   ejemplo   de  empoderamiento  de  las  comunidades  campesinas,   sin   embargo,   esta   no  debe   ser   una   iniciativa   que   incumba  solamente   a   los   productores   del  campo,  debe  ser  una  preocupación  de  la   ciudadanía   en   general.   Es   un  compromiso   con   nuestra   propia  soberanía   alimentaria   apoyar   al  sector  agropecuario.  

La suerte aún no está echada: los acuerdos sobre cultivos de coca

de La Habana a la luz del “Modelo Caguán”.

Estefanía Ciro, [email protected]

¿Qué   le   espera   al   Caquetá   ante   la  cuestión   de   los   cultivos   de   coca   en   el  marco   del   pos-­‐   acuerdo?   Esta   semana   se  cumplieron  dos  años  desde  la  primera  vez  que  el  gobierno  de  Santos  y  las  FARC-­‐EP  se  sentaron  para  redactar  el  Acuerdo  General  

de   La   Habana.   Este   proceso   duró   seis  meses,    se  Lirmó  el  25  de  Agosto  del  2012  y  se  instaló  públicamente  en  Oslo  (Noruega)  el   18   de   Octubre   ese  mismo   año   (Santos,  E.,   2014).   Los   temas   que   se   acordaron  dentro  de  la  agenda  fueron  seis:  la  política  de   desarrol lo   agrario   integral ,   la  participación  política,  el  Lin  del  conLlicto,  la  solución  al  problema  de  las  drogas  ilícitas,  l a s   v í c t i m a s   y   p o r   ú l t i m o ,   l a  imp l emen t a c i ó n ,   v e r i L i c a c i ó n   y  refrendación  de  lo  acordado .    1

Este   proceso   de   diálogo   es   una  oportunidad   histórica   no   solo   para   las  partes  sino  para  la  sociedad  colombiana  en  general.   El   éxito   del   periodo   pos-­‐acuerdo  depende   de   la   organización   de   los  múltiples   actores   en   juego   y   su   voluntad  política,   y   también   de   la   manera   en   que  toda   la   sociedad,   entre   ellos   el   sector  privado   o   los   partidos   políticos,   asuman  roles  pensando  articularse  activamente  en  este  reto.    

La  negociación  sobre  los  cultivos  de  coca  y  la  producción  de  pasta  base  entre  la  guerrilla,  el  campesinado  y  el  Estado  no  es  un   asunto   nuevo.   Este   texto   propone   una  lectura   de   los   puntos   acordados   sobre   el  problema   de   los   cultivos   de   coca   a   la   luz  del   surgimiento   histórico   del   campesino  cocalero   en   el   Caquetá   y   los   procesos  organizativos   del   “Modelo   Caguán”.   Así   se  pueden   deshi lar   a lgunos   retos   y  oportunidades   que   los   diferentes   actores  políticos   del   Caquetá   tienen   antes   el   pos-­‐acuerdo.  

En   l a   coyuntura   ac tua l   de l  departamento,   uno   de   los   impactos   más  s igniL icat ivos   de   este   acuerdo   es  precisamente   el   futuro   ambiental   del  Caquetá,  que  ostenta  desafortunadamente  una  de  las  más  altas  tasas  de  deforestación  en   el   continente   (Agencia   de   Noticias  UNAL,   25/01/2013).   Este   asunto   poco   a  poco  se  ha  ido  Liltrando  en  la  preocupación  regional  en  diferentes  foros  y  que  se  suma  

En este momento se está discutiendo el tema de Víctimas, y los expertos que integran la Comisión Histórica del 1

Conflicto y sus Víctimas entregaron sus informes. Transversalmente han funcionado las subcomisiones de género y la de “fin de conflicto”. La información al respecto puede encontrarse en www.mesadeconversaciones.com.co � 3

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al   debate   sobre   los   peligros   ambientales  que  acechan  al  Caquetá  con  la  “locomotora  minero-­‐energética”   (Censat   Agua   Viva,  2014) .    2

Esta  crisis  ambiental  es  un  síntoma  de   las   contradicciones   que   enfrentan   los  diferentes   actores   que   hacen   parte   del  campo   caqueteño   (desde   el   pequeño  c a m p e s i n o   h a s t a   l o s   g r a n d e s  terratenientes,   por   ejemplo).   No   debe   ser  entendida   como  una   consecuencia   aislada  del   cultivo   de   coca   o   de   la   ganadería  intensiva   sino   como   el   resultado   de   la  carencia   de   un   proyecto   integral   y  sostenible   de   desarrollo   rural   serio   y  democrático.   Es   en   este   horizonte   de  acción   en   el   que   se   debe   comprender   lo  acordado  en  La  Habana  sobre  lo  rural  y  los  cultivos   de   coca;   su   fracaso   es   el   nuestro  también.      

Este   texto   inicia   exponiendo   el  funcionamiento  de  la  economía  social  de  la  coca   y   mostrando   el   lugar   que   el  campesino  ocupa  en  esta  cadena.  Después  se   sitúa   históricamente   el   surgimiento   de  los   cultivos   de   coca   en   la   región.  Posteriormente   se   analizan   los   puntos  centrales   de   la   experiencia   del   “Modelo  Caguán”  que  pueden  servir  para  hacer  una  lectura   tanto   del   papel   del   Estado   en   la  región   como   de   sus   aportes   para   la  experiencia   actual   del   diálogo   entre   las  FARC-­‐EP   y   el   gobierno   colombiano.  Finalmente   se   comenta   sobre   los   retos   y  oportunidades   para   la   región   en   esta  

coyuntura   a   la   luz   de   esta   experiencia  pasada.    

1.   La   economía   social   de   la   coca:   la  otra  cara  de  la  globalización  

El   campesino   cocalero   es   un  protagonista   reciente   de   la   historia   de  Colombia   debido   a   la   expansión   de   los  cultivos  de  coca  a   lo   largo  de   la  Amazonia  colombiana  hace  poco  menos  de  cuarenta  años.   Pero   su   aparición   no   es   caprichosa,  la  vida  de  este  campesino  está  marcada  de  experiencias   como   la   pobreza,   e l  desplazamiento,   la   violencia   y   la   crisis  agrícola   del   campo   colombiano   (Molano,  A.,  2001;    Jaramillo,  J.E.  et  al,  1989).  

Su   surgimiento   también   obedece   a  l a   d emanda   d e   e s t upe fa c i en te s ,  a luc inógenos   y   demás   sustancias  psicoactivas  a  lo  largo  del  mundo  a  Linales  del   siglo  XX,  un  negocio  que  es  central  en  el   funcionamiento   de   la   economía   global,  tanto   en   términos   de   movilización   de  capitales,  como  en  la  vida  cotidiana  de  los  habitantes  del  primer  mundo .  Es  por  este  3

mercado,  que  se  calcula  en  17  millones  de  consumidores   de   cocaína   en   el   2012  (aproximadamente  dos  veces  Bogotá),  que  varios   países   en   América   Lat ina ,  incluyendo  a  Colombia  y  a  México,   se  han  visto   envueltos   en   la   “cruzada”   contra   las  drogas,  una  política  de  criminalización  con  resu l tados   var iopintos   y   muchas  encrucijadas .   Recientemente   la   cocaína  4

parece  estar  perdiendo  terreno  frente  a  las  

Uno de los temores es que paralelamente a los acuerdos de paz, la política de extracción minero-energética en el 2

departamento y sus consecuencias ambientales, sigue avanzando en contravía a los intereses de las comunidades del Caquetá.

Según el ultimo informe sobre consumo de drogas en Colombia, se detectó un aumento significativo en el uso de 3

cualquier sustancia ilícita (marihuana, cocaína, bazuco, éxtasis o heroína) tanto en prevalencia de uso como en el uso del último año. Hay mayor aumento de consumo en hombres, en el grupo de edad entre 18-24 años y en los estratos 1, 2 y 3. El uso de cocaína en el último año se mantiene en niveles estables a nivel nacional (Gobierno República de Colombia, 2014; 19-20).

Se calculan que 17 millones son consumidores de cocaína (UNODC, 2013: 2 En el 2012, se estimó que 243 millones 4

de personas entre los 15-64 años (el 5.2% de la población total entre 15 y 64 años) habían utilizado alguna droga prohibida al menos alguna vez en el último año). Hasta los sectores más ortodoxos de la academia colombiana ya se atrevieron a criticar los resultados de la política contra las drogas (Mejía, D., y Gaviria, A., 2012). Desde los 90´s otros autores están mostrando sus debilidades (de Rementeria, 2001; Camacho, A., et all, 1999). � 4

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drogas   sintéticas:   el   Informe   Mundial  sobre  las  Drogas  en  el  2014  de  la  UNODC,  señaló  que   la  disponibilidad  de   la   cocaína  ha   disminuido   en   el  mundo   y   que   el   área  estimada  de   cultivo  a  Diciembre  del  2012  fue   la   más   baja   desde   1990   (UNODC   c,  2014;  10).    

Los   ritmos  f r e n é t i c o s ,  discordantes   y  desintegradores  d e   l a   v i d a  moderna   basada  en   la   eLiciencia,  l a s   u t i l i d ad e s  materiales   y   la  desigualdad,   ha  llevado   a   ampliar  el   uso   de   estas  sus tanc ia s .   La  coca ína   es   un  a l c a l o i d e  estimulante   del  sistema   nervioso  central   altamente  adictivo  que  se  extrae  exclusivamente  de  la  hoja  de  coca,   una   especie   de   planta   cultivada   en  los   países   andinos   y   amazónicos.   La   hoja  de  coca  tiene  diferentes  tipos  de  alcaloides  y  el  más  conocido  es  la  cocaína.  Los  países  donde   estas   plantas   son   nativas,   es   decir,  Bolivia,  Perú  y  Colombia,   concentran   toda  la   producción   de   cocaína   en   el   mundo  (UNODC  c,  2014:  10).    

En   el   occidente   globalizado,   la  cocaína   es   consumida   en   diferentes  formas.  En  el  mercado   se  vende  en   forma  de  bazuco,   el  más   barato   pero   también   el  más   dañino   porque   se   produce   con   los  desechos   de   la   extracción   de   la   cocaína,  químicos  nocivos  como  el  polvo  de  ladrillo,  la   acetona,   insecticida,   plomo   y   gasolina  roja.     También   en   forma   de   crack,   que   se  fuma   en   pipas   y   es   muy   adictivo.   El   otro  producto   es   el   clorhidrato   de   cocaína,   un  polvo  blanco  que   se   esnifa   (algunas  veces  se   inyecta   también)  en  dosis  promedio  de  20   a   50   mi l igramos .   Sus   e fectos  

inmediatos  son  la  excitación  y  la  elevación  de  la  autoestima  (Saviano,  R.,  2014).      

Varios   elementos   caracterizan   este  mercado,   que   como   cualquier   otro,   nunca  está   determinado   exclusivamente   por   la  oferta   y   la   demanda.   Los   precios   de   la  

c o c a í n a   s e  determinan  por  l o s   c o s t o s  e x t r a s   d e l  p r o c e s o   d e  circulación   del  producto   dado  e l   c a r á c t e r  i l e g a l   d e l  producto;   por  e j e m p l o ,   l a  corrupción,   el  mantenimiento  de   los   ejércitos  privados,   las  incautaciones.  También   por  las   relaciones  

con  el  cliente,  pues  se   habla   de   una   demanda   cautiva   y   en  aumento,  y  por  los  mecanismos  sui  generis  que   utilizan   los   narcotraLicantes   en  ausencia  de  un  aparato  formal  de  derecho  que   pueda   “ordenar”   el   mercado   ilegal  (Krauthausen,  C.,  y  Sarmiento,  L.F.,  1993).    

Los   datos   del   narcotráLico   en  Colombia   siempre   han   sido   diLíciles   de  cuantiLicar.   Uno   de   los   más   recientes  intentos   aLirman   que   en   el   2008,   el  mercado  del  tráLico  de  cocaína  fue  de  13.6  billones  de  pesos,  es  decir,  el  2.3%  del  PIB  de l   pa í s .   De   e s to s ,   1 . 2   b i l l ones  correspondieron   al   eslabón   de   los  cultivadores   de   hoja   de   coca   y   0.2   a  quienes   procesaron   la   pasta   base;   2  billones   quedaron   en   la   etapa   de  cristalización   y   la   mayor   ganancia   se  quedó   en   el   tráLico,   que   alcanzó   9.6  billones   (Mejía,  D.,  y  Rico,  A:,  2010:  4).  Es  así  que  el  eslabón  que  menos  se  beneLicia  es  el  que  produce  la  hoja  de  coca  y  procesa  la   pasta   base,   en   el   que   participa   el  campesino  cultivador  y  el  raspachín.  Es  en  

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Cultivo de coca en el Caquetá. Fotografía Estefanía Ciro, 2015.

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este   punto   en   el   que   el   carácter   agro-­‐exportador   y  minifundista   de   la   actividad  se   mezcla   con   la   crisis   general   de   la  agricultura  campesina.    

Los  cultivos  de  coca  se  extienden  en  200   municipios   (de   los   1123   que   tiene  Colombia).   Es   una   actividad   que   se  concen t ra   p r inc ipa lmente   en   10  municipios  del  país  a  pesar  de  que  ha   ido  en  descenso  (Mejía.  D.,  y  Rico,  A.,  2010:  8).  En  el  2013,  la  región  con  mayor  porcentaje  de  cultivos  de  coca  fue  PaciLico,  con  38.5%,  seguida   de   Putumayo-­‐Caquetá,   con   un  24.9%.  En  estos  últimos  10  años,  la  caídas  más   drásticas   de   hectáreas   cultivadas  según   Cerac   y   Dane   fue   la   región   Meta-­‐Guaviare  que  pasó  de  28  mil  en  el  2004  a  7  mil  en  el  2013.  En  el  Caquetá-­‐Putumayo,  el  2007   fue   un   año   en   el   que   el   cultivo   se  duplicó  con  respecto  al  2004,  pero  volvió  a  caer   en   el   2013.   A   pesar   de   esto,   mostró  aumentos   signiLicativos   en   hectáreas  sembradas   en   el   2013   (UNODC   b,   2014:  29).    

Ahora,   no   todos   los   cultivadores  son   iguales.   Algunos   autores   hacen  distinciones:   pequeños,   medianos   y  grandes  cultivos,  que  tienen  características  diferentes,   y   por   lo   tanto   preocupaciones  diferentes   (Ortiz,   C.,   2003;   Torres,   L.  2000).  En  particular  el  pequeño  productor  es   un   típico   colono   campesino,   y   en   el  Caquetá  eso  implica  varias  cosas,  como  se  explicará  a  continuación.      

2.  Surgimiento  del  campesino  cocalero  en  el  Caquetá:  de  espejismos  de  

riqueza  

El   d iscurso   de   “ frontera”   y  “periferia”   del   Caquetá,   tan   interiorizado  en   las   conversaciones   cotidianas   sobre  esta   región   con   la   famosa   frase   “la  ausencia   del   Estado”,   es   una   construcción  política  e  histórica  que  tiene  como  objetivo  legitimar   ciertas   políticas   sobre   la   región.  Esta   dominación   se   evidencia   en   el  carácter  excepcional  de  las  políticas  que  el  Estado   colombiano   ha   desplegado   en   el  

Caquetá,   que   juegan   con   la   doble   cara  estatal:   una   cara   asistencialista   y  paternalista   que   se   conjuga   con   una   cara  represiva   y   militar   (Wacquant,   L.   2010).  Unas  políticas   cada   vez  más   cerradas   a   la  participación   y   construcción   local   de  democracia  y   reLlejo  de   cierta   imposición.  En   últimas,   como   aLirma   Margarita   Serje  (p.   225,   2005),   la   diferencia   es   resultado  de   la   dominación,   no   al   contrario.   Las  características   de   “periferia”   del   Caquetá  con   índices   sociales   y   económicos   tan  bajos,   son   resultado  de   estas   políticas,   no  su  explicación  o  justiLicación.    

Y  es  que  a  lo  largo  de  la  historia  del  departamento,   lo   que   se   ve   es   una  presencia   constante   y   conLlictiva   del  Estado  en  esta  región;  Rafael  Reyes  se  hizo  rico   (y   presidente)   siendo   cauchero   en   la  Amazonía   y   los   congresistas   huilenses   a  mediados  del  siglo  XX  lograron  que  calara  la  idea  de  una  Caquetá  ganadera.    Fue  por  defender   la   soberanía   de   ese   “centro”  amenazada  en  la  Guerra  contra  el  Perú  que  se   dio   un   impulso   a   las   carreteras   y   a   la  colonización   y   la   presencia   del   Estado  también  se  notó  en  los  proyectos  Caquetá  I  y   II   del   Banco   Mundial   que   fueron   muy  importantes   en   los   setenta   a   pesar   de   su  fracaso,   un   periodo   también   con   mucha  movilización   social   y  política   en   la  que   se  logró   parte   de   la   electriLicación   del  departamento,   y   fue   respondida   muchas  veces  con  represión.    

En   los   ochenta   llega   la   Liebre   de   la  coca  que   revolcó   todos   los   estamentos  de  la  sociedad  colombiana  (desde  la  guerrilla  hasta   el   Estado);   también   la   región   fue  testigo   de   la   represión   del   Estatuto   de  Seguridad,   la   expansión   del   M-­‐19   y   el  fortalecimiento  de  las  FARC-­‐EP,  a  la  par  de  la   aplicación   del   Plan   de   Rehabilitación  Nacional.   Fue   en   esa   negociación   con   el  centro   y   los   beneLicios   políticos   que  obtuvo   de   ahí,   que   Hernando   Turbay   se  convirtió  en  el  líder  político  que  fue  en  los  ochenta.   En   los   noventa,   la   ola   de  f um iga c i ón   mov i l i z ó   a   m i l e s   de  campesinos   cocaleros   y   en   el  Caquetá     se  

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ejecutó   el   PLANTE.     En   1998   se   Lirmó   el  acuerdo  de  política   contra   las  drogas  más  ambicioso   de   los   Estados   Unidos   y   con  mayor   injerencia   en   la   región,   el   Plan  Colombia,   donde   el   Caquetá   fue   un   lugar  de  operaciones.    

Es  así  que  el  Estado  colombiano  ha  sido   un   actor   determinante,   constante   y  deL in i t ivo   en   la   h is tor ia   de   este  departamento.   En   vez   de   aLirmar   la  “ausencia  del  Estado”,  la  pregunta  debe  ser  qué   tipo   de   relaciones   estatales   se  establecen   en   la   región,   cuáles   son   sus  prioridades  y  qué  intereses  tienen.    

A  partir  de  esto,  entonces  ¿quién  es  el   campesino   cocalero   del   Caquetá?¿Quiénes  son  los  actores  que  participan  en  esta   primera   etapa   de   cultivo   de   hoja   y  producción  de  pasta  base?    

El   campesino   caqueteño,   y   en  especial   el   cocalero,   es   ante   todo   un  colonizador.   Los   fenómenos   de   la  colonización  en  Colombia  han  conLigurado  política,   económica   y   socialmente   este  país.   Dos   han   sido   los   procesos   centrales  de  construcción  regional  más  importantes  del   siglo   XX:   la   colonización   cafetera   y   la  de   la   Amazonia   y   Orinoquía,   que   se  basaron   en   las   economías   extractivas,  como  la  quina,  el  caucho,  las  maderas  y  las  pieles.   En   este   contexto,   la   colonización  amazónica  se  desarrolló  con  más  fuerza  en  la   segunda  mitad  del   siglo  XX  y   explica   el  rezago  de  la  descampesinización  en  el  país.  Esta   migración   permitió   encontrar   miles  de   hectáreas   disponibles,   escapando  momentáneamente  a  la  presión  del  capital  de   la   agro-­‐exportación   y   del   mismo  Estado,  amortiguando  la  masiva  migración  c ampo -­‐ c i u d ad   y   a umen t ando   l a  asalarización  agrícola  (Legrand,  1988).  

La   Amazonia   colombiana,   al   igual  que   toda   la   región   amazónica   del   Perú,  Bolivia   y   Brasil,   se   convirtió   en   área   de  colonización   esporádica   a   principios   del  siglo   XX   a   través   de   los   mercados  extractivos   de   la   quina   y   el   caucho  (Domínguez,   C.,   y   Gómez,   A.,   1990)   pero  poco  a  poco   la  mediana  y  gran  propiedad  

g a n a d e r a   s e   f u e   i n s t a u r a n d o ,  transformando   el   paisaje   amazónico  caqueteño   en   grandes   potreros   (Ciro,   A.,  2008).    

Una  primera  migración  masiva  llega  entre  1950  y  1960  a   raíz  de  La  Violencia;  estas  personas  llegaron  a  climas  diLíciles  y  tierras   poco   fértiles   pero   al   Lin   al   cabo,  libres   de   violencia   y   disponibles   para   el  trabajo.    

El   campesino   amazónico   enfrentó  el  reto  de  domesticar  la  selva  con  métodos  de   la   cordillera.   Ellos   reprodujeron   la  migración   permanente:   migración-­‐  colonización-­‐conF l icto   y   migración  (Fajardo,  D.,  2009).    Este  ciclo  consiste  en  la  presión  constante  de  los  intereses  de  la  acumulación   de   capital   a   la   que   están  sometidos   los   campesinos   en   la   selvas   y  q u e   s e   d a   p r i n c i p a l m e n t e   v í a  endeudamiento.   Las   raíces   de   las  demandas   y   luchas   políticas   del   campo  amazónico   frente   al   Estado   colombiano  tienen   sus   raíces   en   la   necesidad   de  romper   con   las   condiciones   adversas   y  vulnerabilidad   que   hace   repetir   el   ciclo  (Delgado,  A.,  1987).    

La   coca   es   la   última   expresión   de  este   ciclo.   La   apertura   de   selva   a   lo   largo  del   río   Caquetá   y   selva   adentro   permitió  ampliar   la   frontera   agrícola;   detrás   de  ellos   van   los   terratenientes   apropiándose  de   esta   tierra   desmontada.   Los   cocaleros  entonces  se  internan  más  en  la  selva.    

La   política   de   criminalización   del  campesino   cocalero   y   en   general   del  narcotráLico   se   ha   basado   en   algunas  declaraciones   de   las   Naciones   Unidas  (ONU;   1961,   1971,   1988).   Uno   de   los  países  que  más  ha  desplegado  esta  política  de   la   lucha  contra   las  drogas  con   la  pauta  de  los  intereses  geopolíticos  de  los  Estados  Unidos  ha  sido  Colombia  (Vargas,  R.,  1999;  Tokatlian,  J.  G.,  2001).  La  injerencia  de  este  país   en   la   política   interna   colombiana   ha  utilizado   la   política   anti-­‐drogas   como  caballo   de   Troya.   No   obstante,   la  criminalización   al   cultivador   es   una  característica   particular   del   tratamiento  

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del  fenómeno  en  Colombia,  en  Perú  la  hoja  puede   ser   cultivada   y   se   castiga   el  procesamiento   (El   país   semanal,   23,   01,  2014).    

La  manera  en  que  esta  penalización  afecta  al  campesino  ha  sido  a  través  de  una  e s t r u c t u r a   l e g a l   c a d a   v e z   m á s  c r i m i n a l i z a d o r a   q u e   c o n s i s t e  principalmente   en   el   encarcelamiento,   la  fumigación   y   la   erradicación   forzada,  además  de  la  estigmatización.    

La   participación   de   la   población  encarcelada   por   delitos   relacionados   con  el   narcotráLico   es   alta,   pues   constituye   el  tercer   grupo  de  delitos   con  más  personas  privadas  de  la  libertad.  Entre  2003  y  2009  fueron   privadas   de   la   libertad   por   este  cargo   11   mil   personas   principalmente  “raspachines”,   pequeños   cultivadores,  “mulas”   y   pequeños   distribuidores  (Uprimny,  R.,   y  Guzmán,  D.,   2010:  46).  En  el   2013,   24   mil   personas   fueron  encarceladas   por   la   modalidad   delictiva  “ t rá L i co ,   f ab r i c a c i ón   o   po r te   de  estupefacientes,  14.2%  del  total.    

Colombia   es   el   único   país   en   el  mundo  que  fumiga  con  glifosato,  afectando  no  solo  al  cultivador  de  coca  sino  a   Lincas  alrededor  y  al  medio  ambiente  en  general.  La  aspersión  ha  sido  una  estrategia  central  del   Plan   Colombia,   pasando   de   50   mil  hectáreas   en   el   2000   a   170  mil   hectáreas  en   el   2006   (UNODC,   2013:   84).   Y   el  Caquetá  ha  sido  una  de  las  áreas  de  mayor  aspersión,   alcanzando   el   pico   en   el   2002,  con  18  mil,  seguidas  por  17  mil  en  el  2010  (UNODC,  2013:  85).      

3.  “Modelo  Caguán”:  30  años  de  la  primera  experiencia  de  paz  y  de  sustitución  

de  cultivos  en  el  Caquetá.  

La   experiencia   de   los   diálogos   del  Caguán   durante   la   presidencia   de   Andrés  Pastrana   (1998-­‐2002)   opacaron   otra   que  se   dio   en   ese   mismo   territorio   décadas  antes   y   que   fue   denominada   “Modelo  Caguán”   en   el   marco   de   un   primer  acercamiento   entre   el   gobierno   de  

Betancur  y  las  FARC-­‐EP  entre  1982  y  1986,  momento  que  permitió  que   se   radicara   la  Ley   de   Amnistía,   el   Plan   Nacional   de  Rehabilitación   y   se   creara   la   Comisión   de  Paz.   Más   allá   de   pensar   las   diLicultades   y  obstáculos  de  este  proceso  de  negociación,  el   interés   de   este   texto   es   ilustrar   la  propuesta  para  el  desarrollo  agrícola  de  la  colonización  y  la  sustitución  de  cultivos  de  coca   planteada   en   el   “Modelo   Caguán”   y  sus  resultados.  

En   los   ochenta,   la   Lirma   de   los  acuerdos   de   La   Uribe   (Meta)   entre   el  Estado   Mayor   de   las   FARC-­‐EP   y   la  Comisión  de  paz  del  gobierno  de  Betancur  generó   esperanza   principalmente   en   las  áreas   del   sur   de   Colombia,   donde   el  conLlicto   traía   zozobra   cotidiana   sobre   la  población   y   había   expectativas   precisas  frente   a   la   solución   a   problemáticas  campesinas   como   la   colonización   de   la  Amazonia,  que  exigían  atención.    

En   ese   momento   dos   procesos  centrales   vivió   la   región   caqueteña,   la  colonización   y   la   introducción   de   los  cultivos  de  coca.  La  propuesta  del  Modelo  C a g u á n   f u e   r e s u l t a d o   d e   e s t a s  expectativas,  basadas  en  la  decisión  de  los  campesinos   de   dejar   la   coca   a   cambio   de  un   impulso   transformador   del   Estado  colombiano   sobre   la   productividad   del  campo  caqueteño.    

El   experimento   del   Caguán   tenía  como  objetivo  hacer  del  Caguán  una  región  “pacíLica,   con   un   sitio   en   el   concierto  económico   del   Caquetá   y   reconocida   por  las   autoridades   del   Estado”.   Para   esto   se  redactó   el   Anteproyecto   del   Plan   de  Desarrollo   del   Medio   y   Bajo   Caguán   y   se  propuso   levantar   un   área   de   reserva  forestal   (Mora,   L.,   1989,   p.   156).   También  se   incluyó   la   construcción   de   una   granja  experimental   para   el   desarrollo   técnico   y  cientíLico   de   la   actividad   campesina   en   la  región   y   la   creación   de   una   empresa  agrícola   comunitaria.   La   legitimidad   de  este  proyecto  fue  amplia  gracias    a  la  Lirma  de  29  juntas  de  acción  comunal,  el  comité  de   colonización,   la   asociación   de   juntas  

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comunales   y   los   representantes   políticos  de   los   frentes   XIV   y   XV   de   las   FARC   en  1985   más   la   participación   de   entidades  gubernamentales   como   el   INCORA   (Mora,  L.,  1989,  p.  170).    

Este  anteproyecto  contempló  varios  ejes:   uno   agropecuario,   entre   otros  mediado   por   el   tema   del   fomento  ganadero   y   la   expansión   de   la   ganadería  (priorizando   el   modelo   de   explotación  ex t en s ivo   y   s u s   d e s a fo r t unada s  consecuencias  en  el  territorio  amazónico  y  sobre   la   concentración  de   la   tierra);   el   de  infraestructura  social,  sobre  temas  como  la  educación   y   la   salud,   el   acueducto   y   el  alcantarillado;   la   infraestructura   Lísica,  principalmente   la   preocupación   por   la  electriLicación,   el   mejoramiento   del  t r a n s p o r t e   L l u v i a l   y   l a s  t e l e c omun i c a c i o n e s ;   y   e l   d e   l a  infraestructura  vial  que  incluyó  el  tema  de  una   pista   de   aterrizaje   y   el   desarrollo   de  vivienda  y  locales  públicos  (Mora,  L.,  1989,  p.  178).    

Un   logro   fue   el   levantamiento   de  dos   reservas,   360  mil   hectáreas   en   Santa  Fe     y   7000   hectáreas   en   la   Vereda  Guaquirá.  Para  este  proceso,  el  INCORA  fue  una  entidad  gubernamental  fundamental  y  el  Caguán  empezó  sus  primeros  pasos  con  el   objet ivo   de   convert irse   en   un  “laboratorio   de   paz”   del   país .   La  efervescencia  social  sobre  las  expectativas  de   desarrollo   y   paz   fueron   un   sentir  regional.    

También  quedaron  la  redacción  del  estudio,   la   caracterización   geográLica   y  ambiental   construida   por   el   Inderena,   el  levantamiento   de   la   reserva   forestal,   un  paquete   de   proyectos   multidisciplinarios,  el  levantamiento  topográLico  realizado  por  el   INCORA   y   la   construcción   en   Santa   Fe  del   acueducto   y   el   alcantarillado,   además  de   a l gunas   capac i t a c iones   a   l a s  comunidades.    

No   obstante,   la   esperanza   no  duraría   mucho,   ¿qué   ocurrió?.   Leonidas  Mora   (1989)   en   el   epílogo   de   su   trabajo  reLlexiona   sobre   lo   que   ocurrió   tres   años  

después   de   la   Lirma   del   Anteproyecto  (1985-­‐1988),   mostrando   “el   curso  comple jo   y   contradic tor io   de   un  experimento   político   y   económico   que   se  perLilaba  como  pionero  en  la  historia  de  la  colonización  y  a  servir  como  modelo  para  l a   i n te rvenc i ón   de   l a   Amazon í a  Colombiana”  (1989,  p.  197).    

En  esta  coyuntura  surgió  el  Comité  de   Investigación   y   Transferencia   de  Tecnología,   con   la   participación   de   la  comunidad,   las   FARC-­‐EP   y   las   entidades  gubernamentales.  En  la  visita  de  Betancur  a  Florencia  y  a  Cartagena  del  Chairá  el  28  de   Septiembre   de   1985   se   le   presentó   al  presidente  un  documento.  Este  tuvo  como  objetivo,  según  Mora  (1989)  

“ p r e t e n d e r   e l  reconocimiento   formal   del   comité,  se   buscaba   el   apoyo   presidencial  para  desvirtuar   las  acusaciones  del  ejército   y   de   los   dirigentes   de  liberalismo  oLicialista   a   todas   luces  infundadas,   de   ser   un   instrumento  de   la   subversión   y   sus   principales  impulsores,   auxiliadores   directos  de   la   guerrilla”   (Mora,   L.,   1989,   p.  200).    

En  el  documento  se  enfatizó  la   necesidad   de   obtener   apoyo  presupuestal   para   coordinar   la  participación   de   16   entidades  participantes  entre  la  comunidad,  la  guerrilla   y   el   gobierno   buscando  entre   otras   la   sustitución   de   los  cultivos   de   coca.   La   propuesta   no  partía   de   la   destrucción  del   cultivo  sino  de  un  plazo  de  sustitución  que  iría   a   ser   controlado   por   las  organizaciones   de   la   región,  insistiendo   en   la   necesidad   de  apoyo   técnico,   la   implantación   de  normas   de   protección   de   recursos  naturales,   el   uso   de   multas   y   la  limitación   del   tamaño   de   los  predios  rurales    que  iba  entre  50  y  200   hectáreas.   El   control   de   este  

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proceso   quedaba   en   manos   de   un  Comité   de   Colonización   (Mora,   L.,  1989,  p.  209) .    5

Para  la  segunda  reunión  del  Comité  de   Investigación   y   Transferencia   de  Tecnología  en  el  Caguán,  a  mitad  de  1986,  la   crisis   del   “Modelo   Caguán”   ya   fue  evidente.   Este   fracaso   se   dio   por   varios  elementos:  primero,  el   incumplimiento  de  algunas  de  las  entidades  como  el  gobierno  departamental  a  pesar  de  que  el  Incora,  el  Sena,   el   ICBF  y   la  Universidad  Nacional   sí  participaron.   Un   elemento   fue   la   falta   de  voluntad  política  del  liberalismo  oLicialista  del   Caquetá,   que   criticó   el   proceso   en  varias   oportunidades   e   insistió   en   varias  oportunidades  en  el  cese  de  apoyo  del  Plan  Nacional   de   Rehabilitación   en   el   Medio   y  Bajo   Caguán.   El   resultado   de   esta  desarticulación  política  fue  el  abandono  de  metas  como  la  de  la  educación  y  salud.        

Segundo,   este   escenario  provocó   el  replanteamiento   de   la   posición   del  gobierno   nacional   sobre   el   Caguán,   que  cerró   muchas   puertas   que   ya   se   habían  abierto.  El  marco  del  conLlicto  tuvo  mucha  incidencia,   ya   que   las   tensiones   sobre   las  violaciones  a  los  ceses  y  treguas  de  lado  y  lado   fueron   debilitando   las   relaciones  entre  los  actores.  Y  Linalmente,  la  toma  del  palacio  de   Justicia  por  parte  del  M-­‐19   fue  un   golpe   muy   fuerte   a   la   política   de  acercamiento .    6

Tercero,   el   trasfondo   de   esta   crisis  política   y   social   fue   acompañada   por   la  caída  de  los  precios  de  la  pasta  base  en  la  región,  que  afectó  duramente   la  economía  campesina   regional,   aumentando   la  tensión  entre  los  colonos  tradicionales,  los  cocaleros,   los   comerciantes   y   los  raspachines  (Mora,  L.,  1989,  p.  210-­‐211).  

Finalmente,   hubo   un   proceso   de  desarticulación  y  quiebre  de  las  relaciones  entre   los   diferentes   actores   participantes,  especíLicamente   entre   la   guerrilla   y   la  comunidad.    

Estas   tensiones   estimularon   el  clima   de   guerra   y   amenaza   sobre   la  población   por   parte   de   los   actores  armados,   en  particular  el   ejército;   en  esta  coyuntura   empezaron   a   primar   las  estrategias  militares  por  parte  de  todos  los  actores   en   conLlicto.   Para   la   Tercera  Asamblea   del   Comité   de   Colonización,   el  clima  se  había  puesto  más  enrarecido.  Y  no  fue   para   menos,   esta   tensión   desembocó  en   la   operación  Alfa   Justiciero   desplegada  por  el  ejército  en  1988.    

Para   atender   a   la   población   en  medio  de  la  operación  militar,  el  ejército  y  el   gobierno   diseñaron   un   plan   de   acción  inmediata  donde  participaron  el  Incora,  el  Icbf,  el  Idema,  Ica,  la  Caja  Agraria,  el  Sena  y  el   Servicio   Seccional   de   Salud.   Este   plan  estaba   diseñado   directamente   bajo   el  apoyo   del   alto   gobierno   pero   no   tenía  Linanciamiento   presupuestal   propio   y   la  gobernación   del   Caquetá   no   asumió  ninguna   responsabilidad   en   la   inversión  del   plan;   se   basó   en   el   componente  agropecuario   del   “modelo   Caguán”,   no  aceptó   ninguna   intermediación   por   parte  de   las   organizaciones   comunitarias;   no  asumía   ninguna   responsabilidad   en  términos   de   sustitución   de   cultivos   de  coca,   solamente   apoyo   al   campo.   Fue   así  que   el   Incora   levantó   la   restricción   de   no  titular   predios   con   coca   e   incorporó   la  terminación   de   la   carretera   Paujil-­‐Cartagena  del  Chairá,  que  hacía  parte  de  la  disputa   con   la   guerrilla   por   su   valor  estratégico.    

Sobre el rol de la guerrilla, Mora comentó que a pesar de que tenía que alentar la sustitución y tenían el poder de 5

arrancar plantes, la estrategia que utilizaron fue la de la formación política y la convicción, porque temían perder el apoyo en las bases (Mora, L., 1989, p. 209).

La relación entre comunidad y funcionarios públicos fue canalizada por Carlos Ossa por medio de los consejos 6

municipales de rehabilitación, en el que participaban las iglesias, las autoridades civiles, las fuerzas religiosas y militares (XVII Brigada) y los partidos políticos. El oficialismo liberal fue un gran opositor al “Modelo Caguán”. No hubo lugar para el Comité de Investigación y Transferencia de Tecnología en este espacio (Mora, L., 1989, p. 209). � 10

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Ese   fue   el   Lin   del   “Modelo   Caguán”,  que   como   aLirmó   Mora   en   su   libro,  “continúa   siendo   la   única   alternativa  viable  en  el  largo  plazo,  si  se  crea  un  clima  político  y  de  convivencia  social  propicio.  El  modelo   forma   parte   de   las   utopías  realizables”  (Mora,  L.,  1989,  p.  227).    

Lo   que   estaba   en   cuestionamiento  era  el  tipo  de  Estado  que  era  necesario  que  operara  en  la  región  pero,  como  se  ha  visto  desde   entonces,   primó   la   doble   faceta  estatal   que   articuló   una   atención  asistencialista  al  problema  social  y  rural,  y  el  ala  represiva.    

4.  Los  acuerdos  de  la  Habana  a  la  luz  de  la  experiencia  del  “Modelo  Caguán”  

Un  primer  punto   tiene  que  ver  con  la   participación   de   las   comunidades  campesinas   de   regiones   cocaleras   y  cultivadoras   de   coca.   Mientras   en   los  ochenta   hacían   parte   central   en   la  construcción   de   propuestas   para   el  desarrollo,   ahora   no   es   tan   clara   la  participación.   Esto   no   se   debe   a   la  dinámica   de   las   negociaciones   en   La  Habana,  sino  al  proceso  de  estigmatización  que   el   Estado   colombiano   ha   provocado  sobre   el   movimiento   campesino   cocalero,  donde  el   cultivador  ha  sido  objeto  de  una  “identidad   negativa”   (Ramírez,   M.C,   2011,  pos.   183)   afectando   su   lugar   como   un  actor   político   en   el   país.   Esto   es   evidente  desde   las   negociaciones   de   las   marcha  cocaleras   en   los   noventa   y   en   el   Paro  Nacional   Agrario   del   2013,   cuando  surgieron   una   serie   de   obstáculos   que  impidieron   la   demanda   abierta   del  cultivador   de   coca.   Es   así   que   las  demandas   de   este   grupo   han   sido  silenciadas   a   través   de   la   criminalización,  algo   que   se   reLleja   en   que   no   se   negocia  con  ellos.    

El   llamado   es   que   ellos   deben  seguirse   pensando   como   actores   políticos  centrales   en   el   pos-­‐acuerdo.   Es   necesario  frente   a   esta   estigmatización   que   el  campesino   cultivador   sí   tenga   voz   en   el  

marco  de  la  participación  local  referida  en  los   acuerdos   de   La  Habana.  A   pesar   de   la  “identidad   negativa”,   el   campesino   debe  hacer  el  ejercicio  de  pensar  su  futuro  en  el  pos-­‐acuerdo.   Esto   puede   generarse   a  través  de  foros  dentro  del  Caquetá  o  entre  las   diferentes   organizaciones   campesinas  que  hacen  presencia  en  esta  región.    

Por   otro   lado,   mucho   se   habla   del  escepticismo   frente   a   los   diálogos   de   paz  en  las  principales  ciudades  del  país,  ante  la  voluntad   política   de   las   FARC-­‐EP.   No  obstante,   en   el   campo   en   el   Caquetá   este  sentimiento   también   está   presente   pero  cuestionando   la   voluntad   política   del  Estado.  Para  evitar  lo  que  ocurrió  durante  el   “Modelo   Caguán”,   todas   las   entidades   y  autoridades   gubernamentales   tienen   que  estar   presentes   y   comprometidas,  incluyendo  a  la  gobernación  y  las  alcaldías.  Esta   coyuntura   tiene   como   ventaja   que   la  polarización   política   que   se   vivía   entre   el  Turbayismo  y  otras  fuerzas  políticas  no  se  vive  en  la  misma  magnitud  en  esta  época,  a  pesar   del   saboteo   y   desinformación   de  actores  del  Centro  Democrático.      

Finalmente   se   llevan   ya   varias  décadas  de  una  presencia  permanente  del  Estado   colombiano   en   la   región   y   las  condiciones   del   departamento   no   han  cambiado.  De  hecho   la  crisis  ambiental  es  uno   de   los   síntomas   de   que   la   economía  caqueteña   s igue   dependiendo   del  extractivismo,  entre  otras  de  la  coca  y  de  la  ganadería.  Es  urgente  que   se  desmonte  el  argumento   de   la   “ausencia   del   Estado”,   y  exigir   un   proyecto   serio,   integral   y   de  amplia   magnitud   para   transformar   el  campo  del   Caquetá.   Si   no   es   así,   la   suerte  ya  está  echada.          

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ANEXO  

Comunicado  conjunto  N.36                        La  Habana,  Mayo  16  de  2014  

(Fragmento  del  comunicado)  

Las  Delegaciones  del  Gobierno  y  las  FARC-­‐EP  informan  que:    

Hemos   llegado   a   un   acuerdo,  sobre   el   cuarto   punto   de   la   Agenda  contenida   en   el   "Acuerdo   General  para   la   terminación  del  conLlicto  y   la  construcción   de   una   paz   estable   y  duradera",   tercero   en   discusión,  denominado   “Solución   al   problema  de  las  drogas  ilícitas”    

Hemos   logrado   acuerdo   sobre  los   tres   sub   puntos   del   punto   4   del  Acuerdo  General:    

1.   Programas   de  sustitución   de   cultivos   de   uso  ilícito.   Planes   integrales   de  desarrollo   con   participación  de   las   comunidades   en   el  diseño,  ejecución  y  evaluación  d e   l o s   p r o g r a m a s   d e  sustitución   y   recuperación  amb ien ta l   de   l a s   á reas  afectadas  por  dichos  cultivos.    

2.   Programas   de  prevención   del   consumo   y  salud  pública.    

3.   S o l u c i ó n   a l  fenómeno   de   producción   y  c o m e r c i a l i z a c i ó n   d e  narcóticos.    

Consideramos  que:    

E l   con L l i c to   i n te rno   en  Colombia   tiene   una   larga   historia   de  varias   décadas,   que   antecede   y   tiene  causas   ajenas   al   surgimiento   de   los  cultivos   de   uso   i l ícito   y   a   la  producción   y   comercialización   de  drogas  ilícitas  en  el  territorio.    

La  persistencia  de   los   cultivos  está  ligada  en  parte  a  la  existencia  de  c o n d i c i o n e s   d e   p o b r e z a ,  marginal idad,   débi l   presencia  institucional,  además  de  la  existencia  de   organizac iones   cr imina les  dedicadas  al  narcotráLico.    

Para  contribuir  al  propósito  de  sentar   las  bases  para   la  construcción  de   una   paz   estable   y   duradera   es  necesario,  entre  otros,  encontrar  una  solución  deLinitiva  al  problema  de  las  drogas  ilícitas,  incluyendo  los  cultivos  de   uso   ilícito   y   la   producción   y  comercialización  de  drogas  ilícitas.    

L a   p r o d u c c i ó n   y  comercialización   de   drogas   ilícitas   y  las   economías   criminales   ha   tenido  graves   efectos   sobre   la   población  colombiana,   afectando   el   goce   y  ejercicio  de  sus  derechos  y  libertades.    

El   cultivo,   la   producción   y  comercialización  de  las  drogas  ilícitas  también   han   atravesado,   alimentado  y  Linanciado  el  conLlicto  interno.    

El   Lin   del   conLlicto   debe  representar   una   oportunidad   para  construir   una   solución   conjunta   e  integral   al   problema   de   las   drogas  ilícitas.    

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Es   necesario   diseñar   una  nueva  visión  que  atienda  las  causas  y  consecuencia   de   este   fenómeno,  e s p e c i a lm e n t e   p r e s e n t a n d o  alternativas  que  conduzcan  a  mejorar  las   condiciones   de   bienestar   y   buen  vivir   de   las   comunidades   en   los  territorios   afectados   por   los   cultivos  de  uso  ilícito;  que  aborde  el  consumo  con   un   enfoque   de   salud   pública   y  que   intensiLique   la   lucha   contra   las  organizaciones   criminales   dedicadas  a l   n a r c o t r á L i c o ,   i n c l u y e n d o  actividades   relacionadas   como   las  Linanzas   ilícitas,   el   lavado  de   activos,  el   tráLico   de   precursores   y   la   lucha  contra   la   corrupción,   desarticulando  toda   l a   cadena   de   va lor   de l  narcotráLico.      

Esta   nueva   visión   implica  buscar   nuevas   alternativas   basadas  en   la   evidencia,   que   diferencie   en   su  t ra tamiento   e l   fenómeno   de l  consumo   y   el   problema   de   los  cultivos   de   uso   ilícito,   del   problema  de   la   criminalidad   organizada  asociada  al  narcotráLico.    

Aspiramos   a   un   país   en   paz   y  sin  el  problema  de  las  drogas  ilícitas  y  somos   conscientes   de   que   lograr   tal  propósito   depende   también   de  consensos   y   deLiniciones   de   alcance  global  por  parte  de  todos  los  estados,  en   particular   por   aquellos   que   de  manera   directa   o   indirecta   se   han  visto  afectados  por  este  problema  de  carácter  transnacional.    

Esas   políticas   deben   regirse  por   el   ejercicio   de   los   principios   de  igualdad   soberana   y   no   intervención  en   los   asuntos   internos   de   otros  estados   y   deben   asegurar   la   acción  coordinada   en   el   marco   de   la  cooperación   internacional,   en   la  medida   en   que   la   solución   al  problema   de   las   drogas   ilícitas   es  responsabilidad   colectiva   de   todos  los  Estados.    

Hemos   acordado   que   para  construir   soluciones   sostenibles,  garantizar   los   derechos   de   los  ciudadanos  y  el  no  resurgimiento  del  prob lema ,   l a   po l í t i ca   que   se  emprenda   debe   tener   un   enfoque  territorial   basado  en   la  participación  ciudadana   y   en   la   presencia   y   el  fortalecimiento,   en   términos   de  e f e c t i v i d a d ,   e L i c i e n c i a   y  transparencia,   especialmente   de   las  instituciones   responsables   de   la  atención  social  y  de   las   responsables  de   la   seguridad   y   protección   de   las  comunidades,  ambas  con  un  enfoque  de  derechos  humanos.    

Que   esas   políticas   darán   un  tratamiento   especial   a   los   eslabones  más   débiles   de   la   cadena   del  narcotráLico  que   son   los   cultivadores  y  los  consumidores  de  drogas  ilícitas,  e   intensiLicarán   los   esfuerzos   de  desarticulación  de  las  organizaciones  criminales.    

Que   la  política  debe  mantener  el   reconocimiento   de   los   usos  ancestrales  y   tradicionales  de   la  hoja  de   coca,   como   parte   de   la   identidad  cultural   de   la   comunidad   indígena   y  la   posibilidad   de   la   utilización   de  cultivos   de   uso   ilícito,   para   Lines  médicos   y   cientíLicos   y   otros   usos  lícitos  que  se  establezcan.    

Frente   al   primer   sub-­‐punto  Programas  de   sustitución  de   cultivos  de  uso   ilícito  hemos  acordado  que  el  Gobierno   Nacional   creará   y   pondrá  en   marcha   un   nuevo   Programa  Nacional   Integral   de   Sustitución   de  Cultivos   de   Uso   Ilícito-­‐PNIS,   como  p a r t e   d e   l a   t r a n s f o rma c i ó n  estructural   del   campo   que   busca   la  Reforma  Rural  Integral,  y  con  el  Lin  de  generar   condiciones   materiales   e  inmateriales   de   bienestar   y   buen  vivir   para   las   poblaciones   afectadas  por   cultivos   de   uso   ilícito,   en  particular   para   las   comunidades  campesinas   en   situación   de   pobreza  

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que   en   la   actualidad   derivan   su  subsistencia  de  esos  cultivos,  y  de  esa  manera   encontrar   también   una  solución   sostenible   y   deLinitiva   al   de  problema  de  los  cultivos  de  uso  ilícito  y   a   todos   los   problemas   asociados   a  ellos  en  el  territorio.    

A c o r d a m o s   q u e   l a  transformación  de  los  territorios  y  las  alternativas   para   las   comunidades  afectadas   por   los   cultivos   de   uso  ilícito,   partirán   de   la   construcción  conjunta  y  participativa  entre  estas  y  l a s   a u t o r i d a d e s   n a c i o n a l e s ,  departamentales  y  municipales,  de  la  solución   al   problema   de   los   cultivos  de   uso   ilícito   y   la   superación   de   las  condiciones  de  pobreza.    

El   Programa   requiere   la   más  amp l i a   p a r t i c i p a c i ón   d e   l a s  comunidades ,   inc luyendo   l as  directamente   involucradas   con   el  cultivo,   para   formular,   ejecutar   y  hacer   seguimiento   a   los   Planes  i n t e g r a l e s   m u n i c i p a l e s   y  comunitarios   de   sustitución   y  desarrollo   alternativo,   mediante   un  proceso  de  planeación  participativa.    

Se  garantizará  la  participación  de  la  mujer.    

Un  fundamento  indiscutible  de  la   solución   deLinitiva   al   problema   de  los  cultivos  de  uso  ilícito  se  encuentra  e n   e l   c a rá c t e r   vo l un t a r i o   y  concertado   y,   por   tanto,   en   la  m a n i L i e s t a   v o l u n t a d   d e   l a s  comunidades   de   transitar   caminos  alternativos   a   los   cultivos   de   uso  ilícito,  y  el  compromiso  del  Gobierno  de   generar   y   garantizar   condiciones  dignas   de   vida   y   de   trabajo   para   el  bienestar  y  buen  vivir.    

Acordamos   que   las   diferentes  propuestas   de   las   asambleas  comunitarias   serán   la   base   para   la  c o n s t r u c c i ó n   d e   l o s   p l a n e s  municipales   integrales  de  sustitución  y   desarrollo   alternativo   para   las  

zonas   afectadas   por   cultivos   de   uso  ilícito,   el   cual   se   elaborará   e  implementará   con   la   participación  activa   de   las   comunidades,   incluidas  s u s   o r g an i z a c i o n e s   s o c i a l e s  territoriales.   En   el   marco   del   plan  municipal   y   teniendo   en   cuenta   las  propuestas   de   las   respectivas  asambleas,   se   elaborarán   los   planes  comunitarios,   que   serán   parte  integral   del   mismo.   Tanto   los   planes  municipales   como   los   comunitarios  se  construyen  entre  las  comunidades,  l a s   a u t o r i d a d e s   n a c i o n a l e s ,  departamentales   y   municipales,   y   el  Programa,   como   autoridad   nacional  competente.    

El   plan  municipal   que   integra  las  propuestas  de   las   comunidades  y  está   constituido   por   los   planes  comunitarios   será   la   base   para   la  ejecución  del  Programa.    

Para  la  ejecución  de  los  planes  de   sustitución   se   privilegiará   la  contratación   de   las   organizaciones  comunitarias   y   se   promoverá   la  generación  de  empleo  en  las  áreas  de  aplicación  del  mismo.    

Las   medidas   de   apoyo   por  p a r t e   d e l   P ro g rama   e s t a rán  condicionadas   al   cumplimiento   del  c ronograma   de   compromisos  adquiridos  por   los   cultivadores   en  el  marco  de  los  acuerdos  de  sustitución  y   no   resiembra.   Lo   anterior   en   el  entendido   de   que   el   proceso   de  sustitución   y   su   sostenibilidad  requieren  del   apoyo  del  Gobierno  en  los   términos   acordados   con   las  comunidades.   En   todo   caso   deberá  existir   un   compromiso   pleno   de   no  cultivar   ni   de   estar   involucrado   en  labores   asociadas   al   cultivo,   ni   de  participar   en   las   comercialización  i legal   de   las   materias   primas  derivadas   de   los   cultivos   de   uso  ilícito.    

En   los   casos   donde,   en   el  marco   de   la   suscripción   de   los  

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acuerdos   con   las   comunidades   en   el  marco   del   Programa,   haya   algunos  cultivadores   que   no   maniLiesten   su  decisión   de   sustituir   los   cultivos   de  u s o   i l í c i t o   o   i n c ump l an   l o s  compromisos   adquiridos   sin   que  medie  caso  fortuito  o  fuerza  mayor  a  pesar  de  los  esfuerzos  del  Programa  y  de   las   comunidades   de   persuadirlos,  e l   Gob i e rno   p ro cede rá   a   s u  erradicación   manual,   previo   un  p r o c e s o   d e   s o c i a l i z a c i ó n   e  información  con  las  comunidades.    

En   los   casos   en   los   que   no  haya  acuerdo  con  las  comunidades,  el  Gobierno  procederá  a  la  erradicación  de   los   cultivos   de   uso   ilícito,  priorizando   la   erradicación   manual  donde   sea   posible,   teniendo   en  cuenta   el   respeto   por   los   derechos  humanos,   el   medio   ambiente   y   el  buen   vivir.   Las   FARC-­‐EP   consideran  que   en   cualquier   caso   en   que   haya  erradicación  esta  debe  ser  manual.    

L a   p r o t e c c i ó n   d e   l a s  comunidades,   la   garantía   de   derecho  a   la   vida   y   el   bienestar   de   la  población   rural,   requiere   también  asegurar  el  desminado,  para  lo  cual  el  Gobierno   Nacional,   tras   la   Lirma   del  Acuerdo   Final   y   en   el   marco   de   su  implementación,   pondrá   en   marcha  un   programa   de   desminado   y  limpieza   de   las   áreas   del   territorio  nacional  que  hubiesen  sido  afectadas  p o r   l a   u b i c a c i ó n   d e   m i n a s  antipersonal   y   municiones   sin  explotar.    

E s t e   e s   u n   p r o p ó s i t o  mancomunado   al   que   contribuirán  Gobierno   y   FARC-­‐EP   por   diferentes  medios   y   en   lo  que   le   corresponda  a  cada   cual,   incluyendo   el   suministro  de   información   en   los   términos   que  se   consignen   en   el   Acuerdo   Final   y  como   parte   del   compromiso   mutuo  con   e l   L in   de l   conL l ic to   y   la  construcción   de   una   paz   estable   y  duradera.    

Ilustración:  Alejandra  Ciro.

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