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1 América Latina: construyendo visión y acción (A) Selección de artículos publicados en El Libertario 1998-2011 Esta es una compilación de lo más relevante propuesto en nuestras páginas, en la búsqueda de elementos para asentar una amplia y actualizada perspectiva libertaria sobre y desde la realidad continental en su conjunto. La lista de artículos es la que sigue, indicando título, autor, número de El Libertario en que apareció, año y página de este “dossier” donde ubicarlo: Pag. - El anarquismo latinoamericano. Á. Cappelletti. # 10, 1998 ………………………………………. 2 - Latinoamérica saqueada. E. Tesoro. # 12, 1998 ………………………………………………… 3 - II EAHCN: No apto para revolucionarios. M. Da Misa. # 17, 2000 …………………………….... 4 - Anarqlat: 3 años de anarquismo on-line. L. Prado. # 17, 2000 ……………………………………. 6 - 10 razones para decirle no al ALCA. Colectivo Arcoiris, Argentina. # 22, 2001 ………………… 7 - A propósito de Cristo-ball. A. Alarcón. # 30, 2002 ……………………………………………… 10 - América Latina y la amenaza de la “integración regional”. Profesor J. # 33, 2003 …………………... 12 - Impactos del zapatismo en América Latina. R. Zibechi. # 36, 2004 ……………………………….. 15 - Resistiendo al militarismo en América Latina. Redacción. # 38, 2004 ……………………………... 20 - La propaganda anarquista en América Latina. D. Sánchez. # 38, 2004 …………………………..... 21 - Mesoamérica resiste. C. Beas. # 40, 2004 ……………………………………………………….. 22 - Movimiento anarquista latinoamericano hoy: realidades y tareas. D. Barret. # 40, 2004 ………………. 24 - John Holloway (Entrevista): “las experiencias con los gobiernos de izquierda van a terminar con una desilusión profunda”. Redacción. # 43, 2005 ……………………………………………………. 29 - Reflexiones en torno a la VI Declaración de la Selva Lacandona y la nueva izquierda latinoamericana. Movimiento Libertario Cubano. # 44 y # 45, 2005 ………………………….... 31 - La izquierda latinoamericana en el poder. H. Decarli. # 45, 2005 …………………………………. 38 - El dilema es estatismo o autonomía. D. Barret. # 46, 2006 ………………………………………... 41 - Declaración Libertaria de Caracas. Encuentro Libertario de Caracas. # 46, 2006 ……………….... 43 - No necesitamos otra guerra más. Antimilitaristas de Latinoamérica. # 53, 2008 …………………... 45 - ¿Latinoamérica dio chance a la paz? Salva. # 53, 2008 …………………………………………… 46 - La izquierda latinoamericana en tiempos posneoliberales. P. Dávalos. # 58, 2010 ………………….47 - ¡El camino es expulsar a las transnacionales! Agrupación La Protesta, Bolivia. # 59, 2010 ……….... 49 - Continuismo y cambio en América Latina. Taller A, Uruguay. # 61, 2010/2011 ………………... 52

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Compilación de textos sobre Anarquismo en America Latina aparecidos en el periódico anarquista venezolano El Libertario

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Selección de artículos publicados en El Libertario 1998-2011

Esta es una compilación de lo más relevante propuesto en nuestras páginas, en la búsqueda de elementos para asentar una amplia y actualizada perspectiva libertaria sobre y desde la realidad continental en su conjunto. La lista de artículos es la que sigue, indicando título, autor, número de El Libertario en que apareció, año y página de este “dossier” donde ubicarlo:

Pag. - El anarquismo latinoamericano. Á. Cappelletti. # 10, 1998 ………………………………………. 2 - Latinoamérica saqueada. E. Tesoro. # 12, 1998 ………………………………………………… 3 - II EAHCN: No apto para revolucionarios. M. Da Misa. # 17, 2000 …………………………….... 4 - Anarqlat: 3 años de anarquismo on-line. L. Prado. # 17, 2000 ……………………………………. 6 - 10 razones para decirle no al ALCA. Colectivo Arcoiris, Argentina. # 22, 2001 ………………… 7 - A propósito de Cristo-ball. A. Alarcón. # 30, 2002 ……………………………………………… 10 - América Latina y la amenaza de la “integración regional”. Profesor J. # 33, 2003 …………………... 12 - Impactos del zapatismo en América Latina. R. Zibechi. # 36, 2004 ……………………………….. 15 - Resistiendo al militarismo en América Latina. Redacción. # 38, 2004 ……………………………... 20 - La propaganda anarquista en América Latina. D. Sánchez. # 38, 2004 …………………………..... 21 - Mesoamérica resiste. C. Beas. # 40, 2004 ……………………………………………………….. 22 - Movimiento anarquista latinoamericano hoy: realidades y tareas. D. Barret. # 40, 2004 ………………. 24 - John Holloway (Entrevista): “las experiencias con los gobiernos de izquierda van a terminar con una desilusión profunda”. Redacción. # 43, 2005 ……………………………………………………. 29 - Reflexiones en torno a la VI Declaración de la Selva Lacandona y la nueva izquierda latinoamericana. Movimiento Libertario Cubano. # 44 y # 45, 2005 ………………………….... 31 - La izquierda latinoamericana en el poder. H. Decarli. # 45, 2005 …………………………………. 38 - El dilema es estatismo o autonomía. D. Barret. # 46, 2006 ………………………………………... 41 - Declaración Libertaria de Caracas. Encuentro Libertario de Caracas. # 46, 2006 ……………….... 43 - No necesitamos otra guerra más. Antimilitaristas de Latinoamérica. # 53, 2008 …………………... 45 - ¿Latinoamérica dio chance a la paz? Salva. # 53, 2008 …………………………………………… 46 - La izquierda latinoamericana en tiempos posneoliberales. P. Dávalos. # 58, 2010 ………………….… 47 - ¡El camino es expulsar a las transnacionales! Agrupación La Protesta, Bolivia. # 59, 2010 ……….... 49 - Continuismo y cambio en América Latina. Taller A, Uruguay. # 61, 2010/2011 ……………….….. 52

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El anarquismo latinoamericano

ÁNGEL CAPPELLETTI - [# 10, enero-febrero 1998]

[El presente extracto pertenece a la presentación del libro El Anarquismo en América Latina, recopilación hecha por Ángel Cappelletti y editada por la Biblioteca Ayacucho en 1990. La inclusión del texto responde al cariñoso recuerdo que guardamos de nuestro compañero a 2 años de su muerte en su natal Argentina, a donde partió luego de muchos años de vida en Venezuela, en los que desarrollo una importante labor pedagógica y de investigación en pro de las ideas libertarias.]

El anarquismo como ideología y como filosofía social surge en Europa en la primera mitad del siglo XIX. Como las diversas modalidades del socialismo pre-marxista, es un producto francés, pues a Proudhon debe su nombre y su primera formulación sistemática, aunque justo es recordar que tuvo dos poderosos padrinos en Inglaterra (Godwin) y en Alemania (Stirner). Como movimiento social de las clases productoras (obreros, artesanos, campesinos) asume primero la forma del mutualismo, desde antes de 1850, también en Francia. En un segundo momento, ya en la década del 60, se convierte en colectivismo con Bakunin y vincula su actividad esencialmente a la Primera Internacional, en cuyo seno llega a constituir, durante un tiempo, la corriente mayoritaria. En esta época, en efecto, la mayor parte de los obreros organizados de Italia, Francia, España, Portugal, Suiza francesa, Bélgica, Holanda, etc., son anarquistas o profesan un socialismo revolucionario afín al anarquismo. Inclusive en Gran Bretaña, el tradeunionismo, con sus moderadas tendencias, se encuentra más cerca de los proudhonianos que de los marxistas.

Ya durante la década de 1860 las ideas anarquistas llegan a América Latina y se concretan en algunos grupos de acción. En las Antillas francesas se fundan Secciones de la Internacional; en México se difunden las ideas de Proudhon y Bakunin y surgen las primeras organizaciones obreras, campesinas y estudiantiles de signo libertario. En los años 70 hay clara presencia de núcleos anarquistas en ambas márgenes del Plata. Desde entonces y durante más de medio siglo, el anarquismo tiene una larga y accidentada historia en muchos de los países latinoamericanos. En algunos de ellos como Argentina y Uruguay, logró la adhesión de la mayor parte de la clase obrera, a través de sindicatos y de sociedades de resistencia, durante varias décadas. En otros, como en México, desempeñó un papel importante inclusive dentro de la historia política y de las contiendas armadas del país. En Chile y Perú, fue el indudable iniciador de las luchas de la clase obrera en su dimensión revolucionaria. Inclusive en aquellos países donde no logró después un gran arraigo sindical, como Ecuador, Panamá o Guatemala, no cabe duda de que las primeras organizaciones obreras que trascendieron el significado de meras sociedades de socorros mutuos y encararon la lucha de clases, fueron anarquistas.

El anarquismo tiene, pues, en América Latina una amplia historia, rica en luchas pacíficas y violentas, en manifestaciones de heroísmo individual y colectivo, en esfuerzos organizativos, en propaganda oral, escrita y práctica, en obras literarias, en experimentos teatrales, pedagógicos, cooperativos, comunitarios, etc. Esta historia nunca ha sido escrita en su totalidad, aunque existen algunos buenos estudios parciales. Más aún, quienes escriben la historia social, política, cultural, literaria, filosófica, etc., del subcontinente suelen pasar por alto o minimizar la importancia del movimiento anarquista. Hay en ello tanta ignorancia como mala fe. Algunos historiadores desconocen los hechos o consideran al anarquismo como una ideología marginal y absolutamente minoritaria y desdeñable. Otros, por el contrario, saben lo que significa en la historia de las ideas socialistas y comprenden bien su actitud frente al marxismo, pero justo por eso se esfuerzan en olvidarlo o en desvalorizarlo como fruto de inmadurez revolucionaria, utopismo abstracto, rebeldía artesanal y pequeño burguesa, etc.

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Latinoamérica saqueada EMILIO TESORO - [# 12, octubre-noviembre 1998] Hace más de cinco siglos comenzó la colonización de Latinoamérica y todavía continúa. España, primero, otras naciones europeas, después. Y de cuya continuación se encarga Norteamérica en los tiempos presentes. Los españoles emplearon la metodología precisa que se empleaban en aquellos tiempos para salir triunfantes en su obra colonizadora. Aquellos tercios o cuadros militares que intervinieron en la invasión, podríamos decir sin rubor alguno los conformaban criminales, muchos de ellos indultados de ir "a galeras" si escogían inscribirse para venir a combatir en las Indias. El emblema o símbolo de estas tropas de choque era el escudo de España. Entonces reinaban los Reyes Católicos que recientemente habían expulsado del país a los judíos y árabes de cuya equivocación todavía se resiente España. Se imponían dos símbolos: la cruz y la espada. La cruz representando nefasta y perversamente a la religión católica, religión representativa de la mayoría de los españoles antes, durante y después del reinado de los Reyes Católicos. Este oscurantismo irracionalmente introducido en las mentes del pueblo español fue posteriormente el mayor obstáculo para que no disfrutaran de un régimen de libertad. La otra parte emblemática de los invasores era la espada como símbolo de dominación, poder, esclavitud y muerte. Guerras contra los indios, muchas veces hasta su exterminio. Torturas, persecuciones, hambre y muertes forman parte de la tragedia infernal que los invasores españoles trajeron a esta "tierra de saqueada gracia". No pudiendo pasar por alto como una de las grandes violencias injustas que realizaron como fue la violación de millares de mujeres indias para satisfacer sus instintos sexuales. Las inmensas riquezas de Latinoamérica fueron saqueadas por los españoles, secundados, tiempos después, por otros europeos. Para ser continuado este saqueo en nuestros días por Norteamérica. Las riquezas que robaron los españoles en su mayor parte fueron a parar a las arcas del tesoro español, menos las que quedaron en manos de los que comandaban aquellos tercios de militares invasores. Esas riquezas, mal obtenidas, fueron malgastadas. El Tesoro Español en aquella época, pronto se quedó exhausto, debido a los gastos extraordinarios que tenia que hacer España por estar en guerra contra algunos países europeos. España se desangraba en los campos de batalla, humanamente hablando, y se arruinaba su economía, no sirviéndole para nada, las grandes riquezas que obtuvo por la fuerza y por el engaño de las grandes poblaciones indias. Allí estaba, siempre presente, el símbolo de la espada para imponer y para matar. Latinoamérica está viviendo un largo periodo de su historia donde actúa criminalmente el Verdugo Vigilante de Norteamérica. No solamente no han dejado crecer nuestras economías, sino que tampoco social y políticamente nos han dejado libertad para nuestro desenvolvimiento social y cultural. El imperialismo yanqui destruyó toda iniciativa de contenido socialista que los gobiernos liberales tímidamente ensayaron a través de este siglo, no teniendo en cuenta para nada el costo de sacrificio que significaba para los latinoamericanos. Ríos de sangre, torturas sin cuento, ruinas de las economías autóctonas fue el precio de esta política norteamericana que solamente, en primer lugar, se favorecían ellos como nación y las grandes oligarquías capitalistas y militares que han gobernado y gobiernan en estos países de Latinoamérica. Centro America, Argentina, Chile, Brasil etc. etc. son

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testigos elocuentes de la criminal política de saqueo seguida por Norteamérica. El hambre, la miseria, la escasez, que en el presente padece todo el continente se le debe en gran parte al coloso del Norte. Ahora los tiempos han cambiado, ya no precisan mandar a sus “marines” para poner y quitar gobiernos y perpetuar las oligarquías de turno, ni para defender sus intereses en estas naciones Latinoamericanas. Después de empobrecerlas ahora se sacan de la manga: "la globalización de la economía mundial". Cómo si el atraso económico, social, político y cultural que padecemos en Latinoamérica, en gran parte debido a las grandes políticas impuestas por ellos se pudiera equilibrar o alcanzar en unos días para poder competir con ellos -y el resto del mundo industrializado- para que rijan las leyes que los organismos internacionales nos quieren imponer de la noche a la mañana sobre la globalización económica mundial. Esta nueva colonización será mucho mas fuerte y larga de la que ya hemos sufridos en otros tiempos. Esta redundará en beneficio del capitalismo mundial y las capas burguesas-capitalistas de estas naciones nuevamente invadidas. Las multinacionales tienen las puertas abiertas en estos países latinoamericanos para hacer y deshacer a su antojo y capricho según marquen sus intereses en perjuicio de los grandes intereses de estos pueblos. A esta dominación sin escrúpulos alguno que dirigen los destinos del mundo, a esta globalización del hambre (en el Tercer Mundo aumentará el hambre debido a la globalización) se le llama democracia. ¿Democracia de quién? ¿Democracia para qué? Distancias abismales debe de haber entre los conceptos de democracia que tenga un capitalista latinoamericano del que tenga un trabajador ganando, cuando lo gana, un sueldo de hambre y viviendo en un rancho dónde toda incomodidad tiene su asiento.

II Encuentro Americano por la Humanidad y Contra el Neoliberalismo: No apto para revolucionarios

MATÍAS DA MISA - [# 17, febrero-marzo 2000] Es lamentable saber que un encuentro destinado a luchar en contra del neoliberalismo se haya convertido en un espacio para la demagogia, la intolerancia y la miseria. Es impresionante darse cuenta cómo los partidos, políticos del Brasil (P.T.S, P.C.R, P.C y en especial el P.T), transformaron dicho encuentro en una parodia, un gran teatro donde los protagonistas eran los candidatos del P.T. quienes, a su vez, lanzaban grandes discursos a favor de su elección a los puestos políticos de Belem de Pará. Gran descaro de estos seudo-socialistas, convertir en una burda campaña electoral un encuentro destinado a confrontar el neoliberalismo. Los principales grupos revolucionarios no tenían ni representación ni voz en el encuentro. Por ejemplo el Movimiento dos Trabalhadores Rurais sem Terra del Brasil. Se ofrecieron muchas ventajas a los grupos comunistas vinculados con el P.T y el P.C, acaparando ellos todo el encuentro. El día en que se inició el "supuesto" encuentro, hubo una proyección de un video del ejército Zapatista; sólo dejaron que se proyectase media hora del mensaje zapatista que tenía una duración de cinco, el resto del tiempo fue ocupado por el PT y el PC. Sin embargo se rescata la presencia de los compañeros zapatistas y grupos indígenas del Brasil, quienes compartieron su danza y su palabra en la inauguración.

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El día siguiente (7 de diciembre), se vendieron los derechos de palabra (sólo tres minutos por persona) a las 20 primeras que entregaron su credencial de participación al encuentro (que originalmente costaba 2,50 $ y terminó costando 5 $). En primera fila se hallaban los miembros del PT. Sólo un par de compañeros Anarquistas lograron burlar el derecho a palabra denunciando la situación social en Brasil y la manipulación del PT, llamando a su vez a todos (as) a la acción revolucionaria. Estos compañeros aclararon que tuvieron que pedir prestadas las credenciales para poder hablar. El primer día de encuentro se desarrolló bajo el descontento de muchos y muchas quienes se habían desplazado de diferentes lugares del mundo y no tuvieron la posibilidad de participar por la manera en que estaba dispuesta la jornada de trabajo. Los delegados del P.T montados en un escenario hablando de los logros de gobierno y brindándole como única posibilidad de participación a las demás personas, de estarse sentadas y aplaudir. Los (as) compañeros (as) anarquistas, caída la noche, se reunieron para demostrar su desacuerdo con la manera en que el P.T. había organizado el encuentro. El hecho de que ellos financiaran el encuentro no les daba derecho a manipular y desviar los objetivos del mismo. Al día siguiente una gran cantidad de compañeros (as) impidieron que se iniciara las jornadas de trabajo, exigiendo que el encuentro fuese de manera horizontal y que se discutieran los objetivos reales del mismo y no las políticas internas de los partidos de izquierda del Brasil. Sin embargo, la discriminación se hizo presente, cuando se llamó a votación, los únicos que podían participar en la misma eran los que tenían la credencial, muchos y muchas rompieron sus credenciales gritando "Neoliberal tiene credencial". Esto produjo casi un encuentro paralelo porque mucha gente abandonó el local, organizando una asamblea paralela que recibió el apoyo de algunos grupos indígenas del Brasil y luego del FZLN. Los organizadores del encuentro americano pertenecientes al PT, acusaban a la Asamblea de los descontentos de boicotear y dividir, siendo ellos los principales saboteadores por utilizar el encuentro con fines de reclutar más militantes a sus filas y de poder asegurarse una buena campaña electoral. Los Acuerdos a los cuales se llegó con el PT fueron: Credencial para todos (as); cambiar las metodologías; auspiciar las mesas redondas; conseguir la bandeja de comida a un real y que se transmitiera en la clausura el vídeo de cinco horas enviado por Marcos al encuentro (que nunca fue transmitido completo). Sólo al día siguiente se logró la participación de los excluidos tales como el movimiento Hip-Hop y los anarcopunks quienes pidieron un minuto de gritos para las compañeras que no pudieron asistir por estar en sus casas lavando, cuidando a sus hijos y siendo maltratadas. El viernes 10 la situación no resultaba muy distinta; el encuentro seguía siendo una farsa pero a esto se le agregaba la presencia de la policía Federal de Belén en la entrada del Campus Universitario. Los desmanes y atropellos se continuaron con idéntica saña el sábado 11. Lo único rescatable de las jornadas de trabajo fueron las mesas redondas donde participaron los zapatistas y otros (as) compañeros(as). De esta Jornada surgió un documento en el que se mostraba el rechazo a la manera en que fue organizado el encuentro, ni leído ni aceptado por los miembros del PT. La presencia de la policía no fue gratuita: un joven fue reprimido al querer entrar al encuentro y no tener credencial; una manera muy "sutil" de querer amedrentar a los miembros de la Asamblea de los descontentos.

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"Ahora quienes realmente buscaban una alternativa revolucionaria, horizontal, asamblearia, se organizaron por eso más allá de manipulaciones y trampas políticas. Y la izquierda institucionalizada en sus más diversas formas, resultó ser tan parte del Neoliberalismo como dice no serlo." Moraleja: para la próxima, no dejemos que nada semejante a un partido político se encargue de encuentros de esta naturaleza.

Anarqlat: 3 años de anarquismo on-line LEONCIO PRADO - [# 17, febrero-marzo 2000] A inicios de febrero de 1997 comenzaba este foro de correo electrónico, con 30 suscriptores desde 6 países, y la esperanza de que la idea de un punto de encuentro en el ciberespacio para la gente ácrata y afín del área iberoamericana pudiera contribuir en algo al relanzamiento de la presencia libertaria en nuestro ámbito, pues se trataba ni mas ni menos que de construir la primera lista electrónica anarquista desde América Latina, abierta a cualquier usuari@ de e-mail que se interesara y escribiese en español o portugués. Hoy, tenemos que valorar positivamente el camino recorrido. Pudimos evitar hasta ahora la trayectoria habitual de esta clase de experiencias en Internet, donde es poco común que se pase de los 6 o 12 meses de existencia; y también es raro que las listas que superen ese periodo logren evitar que su afiliación y volumen de intercambios disminuya sustancialmente. Nuestra lista actual tiene poco mas de 150 suscriptores, una variación muy pequeña respecto al número máximo que hemos tenido (160, en septiembre de 1998). Es interesante agregar que si bien las afiliaciones han variado, pues en estos tres años hemos tenido mas de un centenar de inscritos que ya no están en anarqlat, siempre han venido otras personas a ocupar plaza, lo que de algún modo indica que seguimos llenando una expectativa para much@s interesad@s en las ideas y experiencias del anarquismo, que tienen la posibilidad de ingresar en la red de redes. Sobre los suscriptores actuales, hay que decir que provienen de al menos 23 países (Alemania, Bolivia, Brasil, Canadá, Colombia, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Grecia, Honduras, Israel, Italia, México, Perú, Portugal, Puerto Rico, Reino Unido, Suecia, Suiza, Uruguay y Venezuela), y tal vez hay otros desde donde la gente participa utilizando servicios transnacionales de e-mail como Hotmail o Yahoo. A pesar de que la mayoría de usuarios son de habla hispana, tenemos un@s 25 inscrit@s de lengua portuguesa o galaico-portuguesa, cuya participación es esencial para reafirmar el carácter de anarqlat como vinculo entre l@s libertari@s de Iberoamérica. En cuanto a la participación venezolana, ya somos una decena y hemos expresado las inquietudes, reflexiones y acciones que el anarquismo genera desde nuestro país. Como es corriente en los foros virtuales, algun@s son mas locuaces, otr@s menos y much@s se conforman con ser casi exclusivamente receptores; mientras que el tráfico de mensajes ha sido abundante, heterogéneo y vivaz en la polémica. Habrá quienes prefirieran criterios menos amplios en cuanto a lo que debería circular por la lista, pero la mayoría de los suscriptores parece de acuerdo en que la diversidad de emisores, de temas y de niveles de información permite apreciar la creciente riqueza de la escena libertaria de habla hispana y portuguesa.

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No han faltado los problemas técnicos, que en general cabe atribuir a lo precario del Internet en nuestro medio (tanto en hardware como en software). Los hemos ido superando pero siguen las carencias, de las cuales la principal ha sido la imposibilidad de establecer un archivo actualizado donde se deposite y pueda consultarse lo que pasa por anarqlat, ya que apenas existe una selección de lo que circuló en los primeros 14 meses, disponible en el website samizdata.host.sk. En el saldo de lo positivo, no puede dejar de apuntarse el valioso papel como medio de comunicación entre mucha gente con diversos niveles de afinidad y compromiso con el ideal libertario. Puede ser para trabajos académicos de especialistas, acciones de lucha y denuncia social, movidas culturales varias, solicitudes de información y contacto, o muchas cosas más; anarqlat ha sido un canal que ha cubierto variadas funciones para el movimiento anarquista en América Latina, la península ibérica y otros lugares. Tal vez en este rol se concentra la importancia de lo que se ha alcanzado y lo que pueda lograrse en el futuro con la utilización de este foro virtual libre y para l@s libres... Por último, hay que mencionar un producto que ha derivado de la existencia de la lista anarqlat: la elaboración y actualización de un registro de enlaces web anarquistas y afines, en lenguas castellana y portuguesa, que los suscriptores reciben cada 5 ó 6 meses. La primera vez que se difundió en marzo de 1997, apenas contenía unos 20 sitios en castellano y menos de 10 en portugués. Para febrero de 2000 son mas de 200 en castellano y unos 90 en portugués, comprendiendo una variedad de textos, publicaciones periódicas, información de colectivos, material audiovisual y toda clase de expresiones que evidencian la vitalidad y las expectativas con que el renacido anarquismo latinoamericano ingresa tanto en el ciberespacio como al Siglo XXI.

10 razones para decirle no al ALCA COLECTIVO ARCOIRIS, ARGENTINA - [# 22, abril-mayo 2001] El Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) es un acuerdo que, impulsado por EEUU, pretende asegurar la libre circulación de las mercancías y el capital en todo el continente americano. Negociado en secreto por los gobiernos de 34 países del continente, con excepción de Cuba, dicho acuerdo aspira a concluir su forma definitiva en la reunión que los representantes gubernamentales tendrán el próximo 5 y 6 de abril en Buenos Aires y que sería refrendado por la reunión de los presidentes a realizarse en Quebec, Canadá para fines del mismo mes. 10 Razones Para Decirle No al ALCA 1. El ALCA extenderá a todo el continente un tratado que ya ha probado sus terribles consecuencias sociales El ALCA es esencialmente una expansión a todo el continente americano del NAFTA (acuerdo de libre comercio suscripto por EEUU, Canadá y México en 1994). Durante estos años de vigencia, el NAFTA ya ha probado las consecuencias que trae para los trabajadores, la sociedad y el medio ambiente. Citemos sólo algunos datos de esta situación. Desde la vigencia del NAFTA, por ejemplo,

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un millón de mexicanas más ganan menos que el salario mínimo y 8 millones de familias han sido sumergidas en la pobreza. Por otra parte, en la zona de las maquiladoras, a lo largo de la frontera entre EEUU y México, el crecimiento de la polución y los deshechos químicos, resultado de la supremacía de los intereses comerciales sancionada en el NAFTA, han incrementado dramáticamente las tasas de hepatitis y los defectos de nacimiento. 2. El acuerdo ha sido elaborado en secreto Desoyendo los repetidos llamados a un debate abierto y democrático, las negociaciones del ALCA, iniciadas en 1994, han sido conducidas en el mayor de los secretos. Ni los pueblos de la región, ni el conjunto diverso de organizaciones sindicales y sociales, ni los parlamentos han podido participar en los debates ni conocer el detalle de la marcha de los acuerdos. Por el contrario, con gran cinismo, los negociadores afirman que han tomado nota de las recomendaciones del Foro Empresarial de la Américas y que las mismas han sido aportes valiosos al proceso del ALCA. Así los gobiernos se aprestan, en pocas semanas, a firmar un tratado a espaldas de los pueblos y que amenaza con profundizar radicalmente las terribles consecuencias que depararon las políticas neoliberales vigentes. 3. El acuerdo degradará aún más los derechos laborales y las condiciones de trabajo La experiencia del NAFTA ha demostrado cómo los derechos laborales más básicos y los intereses de las trabajadoras han sido erosionados por estos acuerdos de libre comercio. El objetivo de asegurar la más absoluta libertad al capital para moverse a nivel continental significará, como lo señala nuestra experiencia más reciente, una tendencia a la baja de los salarios y las condiciones laborales. La terrible situación que sufren trabajadoras de las maquilas en México (salarios por debajo del salario mínimo, jornadas laborales de más de 12 horas, ausencia de amparo legal, limitación de la acción gremial, condiciones insalubres de trabajo, trabajo infantil) son un ejemplo próximo de lo que nos augura el ALCA. Por otro lado los efectos de la libre importación de mercancías amenazan con condenar al sector industrial local a una completa desaparición, profundizando así los altos índices de desempleo que ya castigan a nuestro país. 4. El acuerdo exacerbará la destrucción del medio ambiente Tras la firma del ALCA cualquier regulación estatal destinada a preservar el medio ambiente, así como la salud, deberá acreditar que no constituye un obstáculo innecesario al comercio y la inversión reservándose las empresas el derecho a querellar legalmente a los estados. Para nuestro país significará profundizar una política de depredación de los recursos naturales en desmedro del medio ambiente y las poblaciones locales. Así sucede ya en el NAFTA donde, por ejemplo, en el estado mexicano de Guerrero el 40% de los bosques se han perdido por la explotación indiscriminada en estos últimos años, lo que además ha provocado una erosión del suelo y la destrucción del hábitat natural. 5. El acuerdo pondrá en riesgo la vida y la salud de los pueblos El ALCA expandirá las reglas del NAFTA sobre el monopolio de las patentes (particularmente importantes en el sector farmacéutico) a todo el continente así como legalizará los organismos genéticamente modificados, con sus consecuencias sobre el precio de los medicamentos y la salud de la población. Por otra parte el ALCA, como el NAFTA, impedirá, bajo el pretexto de otorgar seguridad absoluta a las inversiones, cualquier regulación estatal aún cuando ésta se apoye en

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consideraciones de bienestar general o de defensa de la salud pública o el medio ambiente. En ese sentido, por ejemplo, Canadá ya ha sido demandado y condenado por prohibir un aditivo para naftas considerado cancerígeno y México enfrenta demandas por causas similares. 6. El acuerdo convalidará y profundizará la privatización de los servicios sociales El proyecto del ALCA se extiende además a los servicios comprometiendo a los estados a garantizar el derecho de las empresas a prestarlos, con la única excepción de aquellos brindados por el estado en forma absolutamente gratuita. Esto abre la posibilidad de la privatización donde ella no ha tenido aún lugar, entre otros sectores la educación y la salud; así como excluye expresamente revertir las privatizaciones ya realizadas. El principio general es transformar los servicios sociales en mercancías, cuyo acceso quede regulado por la capacidad individual de pago. Por otra parte permitiría a las empresas, como ya ha ocurrido en Canadá y México, exigir contar con las mismas exenciones y privilegios que los organismos públicos que los prestan. 7. El acuerdo acelerará la quiebra de las medianas y pequeñas empresas y la desindustrialización La eliminación de las barreras arancelarias, la prohibición de cualquier política estatal destinada a favorecer el uso de bienes nacionales (compre nacional) o privilegiar de cualquier forma el desarrollo local o sectorial, la obligación de abrir las compras o contrataciones del estado en todos sus niveles (nacional, provincial y municipal) que superen un monto mínimo a todas las empresas del continente, entre otras cuestiones, amenazan con condenar a la desaparición a las ya golpeadas medianas y pequeñas empresas así como profundizar la desindustrialización de la economía, proceso abierto en nuestro país desde 1976. Por otra parte, nuestro país ni siquiera podrá beneficiarse de sus ventajas comparativas en el sector de la agricultura dado que los subsidios a este sector (utilizados justamente por los EEUU para sostener a sus productores agrícolas) son una de las pocas excepciones planteadas en el tratado. En este sentido es interesante señalar que un reciente estudio del impacto del ALCA sobre la industria alimentaria de la argentina prevé una leve caída de las exportaciones (4%) y un significativo incremento de las importaciones (entre 30 y 35%). 8. El acuerdo limitará aún más los derechos democráticos de la sociedad Todo intento de regulación estatal, así esté fundado en criterios de desarrollo económico local o nacional, progreso social, bienestar de la población o protección del medio ambiente, puede ser cuestionado con éxito por el capital como lo demuestra la experiencia del NAFTA. Para nuestro país además dicho acuerdo tornará irreversibles las políticas neoliberales implementadas en la última década. En ese sentido las cláusulas del ALCA impondrán, desde hoy y hacia el futuro, un verdadero corset a la voluntad de la sociedad y al propio funcionamiento de las instituciones democráticas. Una prueba de su carácter antidemocrático es que el acuerdo ha sido negociado a espaldas de los pueblos, sin consulta a las organizaciones sociales y sin debate parlamentario. Por eso planteamos, junto a la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur, que dicho acuerdo no puede suscribirse sin antes convocar a la sociedad a expresarse en un plebiscito.

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9. El acuerdo incrementará la pobreza y la desigualdad La aplicación de políticas económicas de corte neoliberal en nuestro país durante la última década han significado un constante incremento de la pobreza, la desigualdad social, la precarización laboral y el desempleo. El ALCA convalidará y profundizará esta situación. En los hechos el ALCA constituirá la creación de una zona económica, de Alaska a Tierra del Fuego, en beneficio de las corporaciones transnacionales norteamericanas y algunos socios locales. De esta manera el acuerdo constituirá en el área económica un nuevo instrumento, que, junto al Plan Colombia y al Plan América intenta subordinar aun más a los países y pueblos de la región a la hegemonía de los EEUU. 10. Porque otra integración es posible Las organizaciones sindicales nacionales y regionales, los grupos ecologistas y de derechos civiles, los movimientos campesinos, indígenas y de mujeres del continente se han pronunciado contra el ALCA. Desde hace varios años dichas organizaciones vienen realizando foros y protestas contra este acuerdo. En la primera semana de abril, cuando en Buenos Aires nos movilicemos contra la Cumbre de Ministros de Economía, en el espíritu de Seattle y del reciente Foro Social Mundial de Porto Alegre, protestas y actividades similares tendrán lugar en casi todos los países de la región. Así juntos todos también acompañaremos las protestas que se realizarán a fin de mes en Quebec. Porque, juntos todos, otra integración justa y solidaria es posible.

A propósito de Cristo-ball ANY ALARCÓN - [# 30, noviembre-diciembre 2002] El origen: Hace quinientos diez años se inició por estas tierras una de las más vergonzosas matanzas en contra de los pueblos originarios. La masacre, el exterminio y los procesos de asimilación continúan hoy, nada ha cambiado en el fondo. Antes era necesario salvar a la “madre patria” y proveer del bendito oro a la corte, salvar al representante de Dios y en nombre de él era necesario civilizar al indígena, mejor dicho, domesticar al indio. En la Gran Sabana, en la Patagonia, en Uruguay, Brasil, Bolivia, Guatemala, en fin, el nuevo dios economía exige que el indígena debe ser salvado y entregado a la lógica del capital en el mejor de los casos, sino la salida a ese “problema” es el exterminio. Las misiones católicas y protestantes obligan al indígena a sentir vergüenza de su cultura valiéndose del terrorismo psicológico aplicado a través del cristianismo, “para despojar al indio de su Libertad y sus bienes, se despoja a los indios de sus símbolos de identidad”, nos dice Galeano. A los indígenas los obligan a vestirse, a sentir pena por sus cuerpos, les dicen feos porque no responden al estereotipo establecido, y los indígenas se visten, pero en muchas ocasiones son sometidos a la burla por no estar a la moda o no “saber combinarse”. La crisis de identidad que producen en los indígenas no es más que parte del saqueo a sus tierras. Es mucho más fácil despojarlos de sus tierras cuando su sentido de pertenencia ha sido roto.

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El credo: Estos procesos de asimilación o de integración del indígena a nuestra cultura están avalados por una gran mayoría que se escuda en el discurso de los derechos humanos, los indígenas deben gozar por igual de todos nuestros derechos y eso significa negarlos. Tienen derecho a ser iguales, pero ¿iguales a que?, lo igual entendido como lo idéntico, el indígena para ser aceptado debe parecerse a nosotros, y para parecerse a nosotros debe tener acceso a nuestro autoritario sistema educativo, amar al psicópata de Dios, y sobre todas las cosas deben olvidar su lengua. Edgardo Lander nos dice: “... en la sociedad del mercado total la diversidad cultural se convierte en un mito en la medida en que, aun celebrando la diferencia, el sometimiento de ésta a la lógica expansiva del mercado establece severos límites a la posibilidad misma de la preservación y /o creación de otros modos de vida. Toda celebración de la diferencia y de la particularidad que ignore la operación de las estructuras trasnacionales de la geopolítica y de la acumulación capitalista no puede sino contribuir a legitimar las dinámicas globales de este sistema-mundo e invisibilizar la operación continuada de la guerra cultural colonial e imperial dirigida a la subordinación de toda diferencia y de toda autonomía” La continuación: Se le acepta en la medida en que se le pueda colonizar, es decir, es tolerable su cultura siempre y cuando se pueda tener la certeza de dominarla, “el racismo convierte al despojo colonial en un acto de justicia” (E, Galeano). El indígena deja de ser y se convierte en un marginado consumidor, ciudadano de última categoría. Así anda por las calles de Ciudad Guayana, el indígena Warao que luego de ser despojado de sus tierras y catequizado, anda sin rumbo recolectando la basura, alcoholizado y enfermo. Es así como hoy algunas familias de buena pro recogen niñas indígenas y las contratan como servicio; forma de esclavizar con elegancia y las indígenas deben callar y obedecer si no quieren correr peor suerte (caso de una niña Pemón, esclavizada y amarrada en las noches para que no se escapara, la justicia del Estado en este caso: enviarla a una prisión para menores). La Masacre más larga de la historia, la masacre más silenciada, la masacre aceptada en nombre de Dios, la masacre pagada por las trasnacionales y avalada por una mayoría. Pero también han sido 510 años de resistencia, 510 de años de dignidad, 510 años de enseñarnos la esperanza en lucha. De dignidad Mapuche, Zapatista, Pemón, Warao y de todos los demás pueblos originarios de este golpeado, humillado pedazo de tierra al que mal llaman Latinoamérica.

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América Latina y la amenaza de la “integración regional” PROFESOR J - [# 33, junio-julio 2003] Kintto Lucas (ver su artículo Ecuador mira hacia America del Sur, IPS, 11/05/2003, divulgado por Argenpress: «Ecuador busca fortalecer una política exterior volcada hacia América del Sur, y un paso en ese sentido será la visita del presidente ecuatoriano Lucio Gutiérrez a su par de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, el 26 de este mes».) y Heinz Dieterich Steffan (ver su texto La Batalla por América del Sur, publicado en Rebelión: «Si Venezuela, Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Ecuador se unen en un Bloque Regional de Poder, con una política económica de desarrollismo, con un mercado regional integrado y protegido por aranceles proteccionistas, con una Cuba fortalecida y asociada a ese bloque, Bolivia con un gobierno mas progresista que sustituya al de Sánchez de Losada y Colombia capaz de hacer fracasar la ofensiva estratégica de Vázquez Uribe-Bush, se abrirán las puertas de la segunda independencia. Este Bloque de Poder Regional (BPR) no podría ser destruido por Washington. Se constituiría en un nuevo sujeto de la política mundial y debilitaría sustancialmente a la potencia neofascista del norte»), apuestan a la integración regional como estrategia de liberación. Dieterich no tiene ningún prurito en defender el desarrollismo como vía reformista de transformación social con el pretexto de la ofensiva yanqui, en lo que se encuentra con las propuestas de la quinta columna de Attac, el PT y el Foro de Porto Alegre de „humanización‟ y „modernización‟ del capitalismo. Aquí cabe la pregunta: ¿Qué tan progresista es ese pretendido bloque de integración regional liderado por Lula? Estos autores desconocen o no aceptan la caracterización que Petras hizo de Lula y del PT (ver artículo de Petras en Rebelión), donde queda manifiesta su subordinación al FMI. Hemos sido testigos todos estos últimos tiempos de como el Banco Mundial y el FMI han aplaudido las medidas de Lula. Si el capital está satisfecho con la estrategia Lula, ¿no es eso un motivo para dudar de las „buenas intenciones‟ de ese bloque? El enemigo es USA, no el capitalismo Veamos otras noticias al respecto: «SANTIAGO. Totalmente de acuerdo en que el Mercosur tenga un rol amplio como bloque representativo de Sudamérica ante la comunidad internacional, se mostró ayer el presidente Ricardo Lagos, al referirse al encuentro que sostuvo por la mañana con el candidato a la presidencia argentina, Néstor Kirchner, quien puntualizó que es fundamental que esta instancia sea la voz de "América del Sur".» Cabe preguntarse qué monos pinta Lagos en toda esta historia, el hombre del capital transnacional que entra y sale tranquilamente en Chile, que ofreció el territorio para desde allí promover inversiones hacia el resto de América Latina y que reprime a sangre y fuego a las comunidades originarias que luchan por su autonomía. Al final están todos, absolutamente todos, con una ligera crítica al presidente de Colombia y al de Bolivia, el resto todos se salvan y están dentro de esta estrategia tan astuta de estos connotados teóricos de la izquierda. Hay una cuestión muy interesante en todo este intríngulis, y es que no aparece el enemigo capitalista, se mete debajo de la alfombra. El enemigo es USA para ellos y no el capital, con el cual hay que establecer el amorío más abierto, veamos en el siguiente artículo como se abre camino a los franceses con este cuento de que el enemigo solamente viene de Estados Unidos:

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«„Venezuela firmó este domingo un contrato de US$ 160 millones para desarrollar la tercera etapa de una central hidroeléctrica para suministrar energía al occidente del país, informaron fuentes oficiales. El acuerdo prevé la construcción en el año 2006 de la represa La Vueltosa, que aumentará la capacidad instalada de la central Uribante-Caparo, ubicada en el andino estado Mérida a 500 km al suroeste del país. El pacto fue suscrito entre el presidente de la estatal eléctrica Cadafe, Nervis Villalobos y Carlos Schellenberg, representante de la empresa franco-brasileña Hidro Alstom-Power durante el programa radiotelevisado "Aló, presidente", conducido por el presidente Hugo Chávez. El mandatario recordó que el trato "está amparado por un acuerdo" entre los gobiernos de Brasilia, Caracas y París y es el primer paso "para impulsar el desarrollo del occidente de Venezuela".» Muy bonito. Para combatir al enemigo USA hay que aliarse al amigo Europa. Por ahí viene alguna luz de todo este misterio. Recordamos que en el Foro de Porto Alegre participaron ministros del gobierno francés y ya en su momento se comentó que la estrategia podía ser intentar aislar a Estados Unidos aumentando los lazos con el capital europeo. Dicho y hecho, ahora vemos que el Forro ha servido también para generar lazos con ese sector del capital. El mismo perro con diferente collar. La visita de los empresarios venezolanos a Brasil para establecer acuerdos con los empresarios de ese país se enmarcan también en esta bella estrategia, donde la izquierda juega su papel de subordinar a las masas para la continuidad de la ganancia. Hermoso. La vieja película la pasan una y otra vez. Chile y Uruguay han sido los chicos malos de la integración latinoamericana, por sus afanes de establecer vínculos y acuerdos directos con USA, lo que Lula ha estado combatiendo para conseguir armar el bloque regional con el cual negociar mejores condiciones de intercambio con el gigante del norte. Pero... ¿quien intercambia?, ¿los pueblos? No señor, las empresas. La idea es que el bloque regional consiga atraer capitales y vender sus productos dentro de USA en mejores condiciones. Los gobiernos van a hacer planes para paliar la pobreza y la miseria, garantizando al capital elevadas tasas de ganancia y un plato de comida de vez en cuando para las favelas. El progresismo de las fieras La ministra de relaciones exteriores de Gutiérrez, de la CONAIE, manifiesta las mejores intenciones en sus declaraciones, pero tanto ella, como las bases de las comunidades originarias de Ecuador han denunciado que los ministros del área económica de Lucio son neoliberales y hay que sacarlos. Si eso no se resuelve, los programas que se realicen a nivel regional serán de pura fantasía, y eso hay que decirlo ahora, no después. Los brasileños están abriendo líneas de crédito bancario para los productos de los países vecinos. La vocación sub-imperialista de los empresarios y militares brasileños no ha mudado un ápice. Luego iremos a ver algo de los militares. Negociar el ALCA en bloque significa priorizar por los intereses de los empresarios locales, lo que parece un tanto anacrónico cuando se verifica la subordinación de éstos y de los ministros a los dictados del FMI, o sea, se trata de la pugna por el reparto de la torta, nada que ver con la segunda independencia que anuncia Dieterich, muy lejos de ello diríamos nosotros, más bien lo opuesto. Se nos quiere ahora vender la idea de que Kirchner sería un progre anti USA, veamos lo que dice este sujeto en su viaje a Chile: «Creo que el rol político tiene que ver con que los pactos de integración no son sólo uniones aduaneras, los procesos de integración responden a la voluntad de poder hablar por una sola voz. Eso pasa por tener políticas macroeconómicas coherentes para tener un pequeño margen entre

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nosotros, qué sacamos con tener aranceles bajos, si los países los devalúan en un 50 por ciento, entonces creo que el tema es más profundo.» El candidato argentino que se enfrentara el próximo 18 de mayo a Carlos Menem, expresó que con Lagos concordaron en la idea de «integrar definitivamente a Argentina y a Chile, que es la misma aspiración que tenemos nosotros muy profunda. La clara integración económica, una visión de avance importante en los proyectos de integración mediante obras de conexión territorial, y no cabe duda que con esta visión clara de integración que tiene el presidente Lagos y que tenemos nosotros, vamos a avanzar en ese proceso rápidamente». Y eso es lo que se nos quiere hacer creer que es un camino progresista, el abrazo y el acuerdo entre fieras. «Los analistas y economistas brasileños dieron su visto bueno a la apuesta de Brasilia por Néstor Kirchner ya que, según informa la corresponsal de la BBC en San Pablo, Denize Bacoccina, en caso de triunfar, su apuesta por la región la fortalecerá en las negociaciones por el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que auspicia Estados Unidos. La próxima etapa tanto de Lula como de Kirchner será conversar con Hugo Chávez para sumar a Venezuela al MERCOSUR». Los uruguayos obviamente no se van a quedar atrás de todo este remolino de la integración capitalista regional, veamos la noticia divulgada por Argenpress: «Tras su llegada a la capital brasileña, Batlle mantuvo una reunión de trabajo con la comitiva que lo acompaña y el embajador uruguayo en Brasil, Agustín Espinosa, para definir los últimos detalles del encuentro que hoy mantendrá con Lula, lo que se reiteró anoche en la residencia del embajador uruguayo. El martes, el gobernante uruguayo viajará al estado de Minas Gerais, en el sudeste del país, para reunirse con empresarios interesados en invertir en Uruguay para después regresar ese mismo día a Montevideo. La posibilidad de lograr acuerdos de cooperación económica a través de líneas de crédito y joint-ventures, la intención de Uruguay de que en el Mercosur se apruebe un protocolo que limite o excluya los subsidios, previendo incluso ante el no cumplimento del mismo sanciones de tipo compensatorio, y el respaldo político a Brasil en los organismos internacionales; serán los temas centrales que estarán hoy sobre la mesa de trabajo en Planalto, aseguraron fuentes diplomáticas». Por otra parte dice el artículo de Dieterich: «La reciente decisión del presidente Hugo Chávez, de construir con Brasil una gran refinería de petróleo en Pernambuco, de comprar aviones de combate a la empresa brasileña Embraer, y no a la competencia imperialista de Estados Unidos y Europa, y de integrarse antes del 31 de diciembre de este año en el Mercosur, culminan esa dinámica que debilita a Washington y a la oligarquía venezolana». Los militares brasileños, que no son ningunos santos, son los que ganan con la venta de esos aviones, y además de eso, lógicamente por debajo, hay acuerdos entre las fuerzas armadas, ya que no es posible vender ni comprar aviones de guerra sin eso. Tampoco estamos de acuerdo con que eso debilita a la oligarquía venezolana, pues quien gana ahí es el bloque capitalista vinculado a Chávez (ver artículo del Tercer Camino de Venezuela publicado en la página de Clajadep). Los teóricos del eje Lula-Chávez-Lucio, el eje Lulú, hoy día nos venden la idea del eje continental capitalista regional.

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Anticapitalista o reformista

Como conclusión de estas notas debemos decir con sinceridad que no vemos muy claro eso de la segunda independencia que hablan algunos, más bien vemos mayor subordinación de los pueblos al capitalismo y creemos llegada la hora de levantar la lucha desde abajo también contra el Mercosur, por lo que proponemos a los grupos y movimientos de la resistencia sumar la lucha contra el ALCA y la lucha contra el Mercosur, ambos como modalidades de integración capitalista contrarias a los intereses reales de los pueblos, por lo que estaremos alzando esas consignas en reuniones y manifestaciones.

Las reuniones de los grupos que actúan en la Acción Global de los Pueblos, AGP, a nuestro entender, deberán incorporar también tareas de denuncia y accionar contra el Mercosur. Por nuestra parte toda declaración u opinión contra el ALCA va a contener también la denuncia del Mercosur.

O se es anticapitalista o se convive con el reformismo. La resistencia de los pueblos contra el capital no puede aceptar alianzas con sectores empresariales y subordinarse a las negociaciones institucionales. Nuestra lucha es contra los gobiernos sumisos a los dictados del FMI y del Banco Mundial y no nos van a desviar a espurias alianzas con sectores del capital con el pretexto de que primero hay que derrotar a Estados Unidos o porque hay que apoyar a Cuba. A Cuba se la apoya derribando los gobiernos, no lamiendo las botas del poder. El enemigo está en cada país y no nos vamos a prestar al juego de confundir al pueblo. A otro perro con ese hueso.

Impactos del zapatismo en América Latina

RAÚL ZIBECHI - [# 36, febrero-marzo 2004]

«El ataque más letal del EZLN no fue contra las fuerzas gubernamentales mexicanas, sino contra las bibliotecas, contra los manuales, contra el saber revolucionario establecido»

Francisco Ferrara

Indagar acerca de la influencia del neozapatismo en los movimientos sociales de América Latina, supone ir más allá de sus aspectos visibles y de las prácticas institucionales. En los nuevos movimientos, las rupturas respecto a las tradiciones heredadas de los sesenta y setenta, no son tan evidentes como las continuidades. Para descubrirlas hay que ir más allá de las expresiones públicas y de los programas, adentrarse en las prácticas, las formas de vida y las relaciones sociales que se construyen en el interior de los movimientos, que son las que van conformando las nuevas formas de hacer política y prefiguran la sociedad que los nuevos sujetos anhelan.

Las huellas del zapatismo pueden rastrearse, por un lado, en algunos de los movimientos más frescos y menos institucionalizados, e incluyen, por otro, algunos temas que se han ido colocando en el centro de los debates por parte de los nuevos actores sociales: la cuestión del poder, la autonomía y la autogestión, los tiempos del “afuera” y del “adentro” y la forma de entender el cambio social, entre los más destacados. Estos impactos, sin embargo, se encuentran mezclados a menudo con ideas y actitudes más “tradicionales”, y, salvo excepciones, la pauta dominante parece ser un impacto relativamente fuerte en los temas relacionados con el poder estatal, y otros más superficiales, en particular los vinculados con los tiempos interiores y la forma de concebir el cambio social.

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La influencia del zapatismo puede rastrearse en buena parte de los movimientos juveniles y estudiantiles de todo el continente; existe fuerte empatía entre los movimientos indígenas continentales y el zapatismo, sin duda porque comparten una misma cosmovisión; por el contrario, fuera de estos espacios el impacto del zapatismo no es tan evidente, aunque la crisis de las izquierdas partidarias y las dificultades que atraviesa el movimiento popular, han convertido al EZLN en un referente necesario, aunque aún lejano. En líneas generales, las huellas que va dejando el zapatismo en América Latina, son más visibles en el movimiento social argentino que emergió en las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, que en el resto del continente. Quizá, por tratarse del más reciente, menos institucionalizado y más abierto de los movimientos que recorren la región.

Poder, contrapoder y antipoder

La ya célebre propuesta zapatista que dice “no queremos tomar el poder”, ha sido retomada por intelectuales y dirigentes políticos y sociales, pero también impregna buena parte de los debates de algunos importantes movimientos del continente. Llama la atención, sin embargo, que el conjunto de los partidos políticos de izquierda de la región -que confluyen en el Foro de San Pablo- sigan ignorando la importancia estratégica de este debate: desde las corrientes más moderadas cercanas a la tercera vía, hasta los movimientos guerrilleros, pasaron por alto durante una década la posibilidad de reconsiderar su propuesta de conquistar el poder estatal como eje desde el cual articular los cambios, y siguen enfrascados en la vieja polémica acerca de las vías, revolucionarias o reformistas, para conseguir el “objetivo final”.

Entre los intelectuales las cosas no son muy diferentes. Los más encumbrados, o los más institucionalizados, han optado por eludir el debate. Otros ingresaron al mismo en tono acusador, reprochando a quienes defienden la tesis de no tomar el poder estatal de mostrar signos de “debilidad” (es el caso de James Petras) o de defender ideas que “conducen a la derrota” (como sostiene el filósofo argentino Rubén Dri). Menos frecuentes han sido los desacuerdos francos no destinados a satanizar al adversario, como la polémica entre Atilio Borón y John Holloway (Borón, 2001; Holloway, 2001). La influencia del zapatismo en Argentina, y el impacto mediático de sus principales tesis, provocó un contra-movimiento que abarca desde los espacios académicos hasta los más importantes movimientos sociales, pero que tiene su punta de lanza en algunos intelectuales y en los partidos de la vieja izquierda.

Por el contrario, la polémica sobre el poder estatal está presente en algunos importantes movimientos, sobre todo en el ecuatoriano y el argentino. En ocasiones, el debate se presenta de forma lateral, quizá para evitar rechazar de plano las propuestas zapatistas, quizá por el enorme prestigio que tienen el subcomandante Marcos y la comandancia indígena. En ambos casos, el debate surge por razones diferentes. En Ecuador, como veremos, fue el resultado de la experiencia del 21 de enero de 2000, cuando el movimiento indígena y militares nacionalistas tomaron durante algunas horas el poder estatal en descomposición. Ese breve asalto al Estado, generó una situación de crisis en las principales organizaciones del mundo indio. En Argentina, los hechos del 19 y 20 de diciembre de 2001 dispararon lecturas ideologizadas de la realidad: desde quienes creyeron ver una situación pre-revolucionaria que habría que encauzar hacia la revolución-toma del poder, hasta quienes pretenden dejar abiertas las preguntas formuladas por sucesos que desafían los saberes de los revolucionarios, como forma de mantener activa la creatividad social.

El impacto del “no tomar el poder estatal” en el movimiento piquetero y asambleario, puede verificarse de forma muy directa: Argentina es el país donde tanto las tesis de Holloway como las del

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EZLN han traspasado las fronteras de la intelectualidad y la militancia para hacerse carne en amplias franjas del movimiento social, contando con una difusión inusitada en otros países latinoamericanos.

Un reciente documento de varios MTD de la Coordinadora Aníbal Verón, un grupo piquetero autónomo de los partidos y las centrales sindicales, señala que “tomamos distancia de las visiones que limitan la idea del poder a la conquista del aparato del Estado, como objetivo y fin último”, y enfatiza en un concepto del poder que parece extractado del ideario zapatista: “El poder no es una „cosa‟ que nos resulta ajena, sobre la cual tenemos que estar a favor o en contra: preferimos entenderlo como una relación social. El poder popular se construye desde y en las bases, con democracia y participación consciente, con relaciones que prefiguren la sociedad que anhelamos” (MTDs, 2003).

Pero las influencias de este debate son más vastas y llegan a otros rincones del continente, sobre todo aquellos donde la población indígena es importante. La experiencia reciente del movimiento ecuatoriano, el más potente del continente junto al argentino, mostró una inflexión a raíz de la insurrección que derribó al presidente Jamil Mahuad en enero de 2000. Luego del levantamiento, el debate sobre el concepto de poder volvió a instalarse con fuerza en el movimiento indígena. Luis Macas, dirigente de la CONAIE, recordó que en lengua quichua ushay, poder, “es la capacidad de desarrollarnos colectivamente” (Macas, 2000:151). El aserto de Macas tiene notable coincidencia con la propuesta de Holloway de diferenciar el poder-hacer (como capacidad humana básica) del poder-dominación. (Holloway, 2003).

Reflexionando sobre la misma experiencia, el trabajo del economista Pablo Dávalos concluye que la insurrección del 21 de enero cierra un ciclo ya que en él se incorporó “la dinámica del poder a un movimiento cuyas coordenadas de acción siempre estuvieron dadas por la capacidad de convertirse en el contrapoder social” (Dávalos, 2001).

Los dirigentes de la CONAIE se fueron apartando del proyecto original de los indios, que descansa en la defensa de un Estado plurinacional que garantice la autonomía de los pueblos y naciones indígenas. La disolución de los tres poderes del Estado, hacia enero de 2000, llevó a que buena parte de la dirigencia cayera en la “tentación” del poder estatal. En ese momento, la CONAIE traspasó el umbral entre movimiento social y movimiento político, pero, al hacerlo, puso en juego “todo su acumulado histórico”, ya que “convertirse en poder significaba dejar de lado su proyecto más estratégico y más a largo plazo, aquel de construir una sociedad verdaderamente plurinacional”.

La CONAIE dejó por un tiempo, de ser el “contrapoder más efectivo que existía en la sociedad, que fue capaz de ejercer un poder de veto efectivo sobre las iniciativas más antipopulares de las elites” (Dávalos, 2001). Más grave aún, es que la opción por el poder (breve en el tiempo pero con consecuencias dramáticas para el movimiento) implicaba dejar de lado “las dinámicas propias de la resistencia y construir formatos más institucionales que sirvan a la larga como mecanismos de control al surgimiento de posibles resistencias por parte de otros actores sociales”. En suma, que no puede el movimiento convertirse en poder sin dejar de lado su experiencia como contrapoder.

Un año después, en enero de 2001, un nuevo levantamiento de las bases, no convocado por la dirigencia, retoma el proyecto original con una plataforma de lucha más modesta. Los dirigentes que se habían destacado un año atrás, adoptaron un perfil bajo por la presión de las bases, que comprendieron que convertirse en opción de poder llevaba a la fractura del movimiento. Una conclusión se impuso: “Más importante que acceder al control del gobierno es transformar a un país desgarrado por el racismo, el autoritarismo y la prepotencia” (Dávalos, 2001).

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En otros casos, como el del movimiento juvenil y estudiantil uruguayo, la empatía de los jóvenes con movimientos como los sin tierra y el zapatismo, fue visible en el tipo de organización que crearon: una coordinadora que llevó adelante las ocupaciones de centros de estudio en el invierno de 1996. Definieron que la coordinadora “no es la dirección del movimiento, porque la dirección depende del movimiento mismo”; discutieron durante horas y días las propuestas pero eligieron sus representantes por sorteo y colocaron las asambleas de centro por encima de la coordinación (Zibechi, 1997:213). Algo similar sucedió en abril de 2000 durante la insurrección por el agua en Cochabamba. Allí, “la multitud reunida delibera directamente”, derogando el “hábito delegativo del poder estatal”, al punto que la multitud redefine el papel de los dirigentes, que en adelante se vuelven sólo transmisores (Gutiérrez, García, Tapia, 2000:170). En ambos casos, la organización del movimiento (ambas asumieron la forma de coordinadoras) se construyó sobre la doble lógica de la mayor dispersión posible del poder y, en paralelo, de reflejar en su seno las redes sociales de los sectores sociales implicados. Esta doble característica ha ganado espacio, cabezas y corazones en la mayoría de los movimientos sociales del continente.

Las nuevas imágenes del cambio social: horizontalidad y comunidad

El cambio social empieza a relacionarse cada vez más con la capacidad de hacer que con la conquista del poder. De ahí la insistencia de los piqueteros de la Verón en que sus iniciativas de producción “prefiguran” la sociedad que anhelan. Una imagen que va ganando terreno entre los nuevos movimientos, es la que muestran numerosos medios: grupos de vecinos, desocupados o campesinos trabajando en emprendimientos colectivos o comunitarios, entre las que destacan las mujeres de los sectores populares. La gama incluye desde clínicas de salud autogestionadas hasta panaderías comunitarias, desde huertas vecinales hasta pequeñas fábricas de conservas, y, en ocasiones, como en un barrio del sur de Buenos Aires, los propios desocupados (que sobreviven con 40 dólares al mes) instalaron una fábrica de bloques con los que construyen sus viviendas cada vez menos precarias.

Estas imágenes sencillas, mucho menos “heroicas” que las que conocimos en los sesenta y setenta, forman parte del nuevo paisaje del movimiento popular. Incluyen la idea de potenciar la autonomía, asentada en la creación de hecho de territorios donde los colectivos van construyendo su nuevo mundo, ganando espacios en los que buscan asegurar el sustento cotidiano pero también establecer relaciones solidarias e igualitarias (Fernandes, 1996).

Desde mediados de los noventa, gracias al doble influjo de la experiencia zapatista y de las nuevas culturas juveniles, fue ganando terreno la idea de horizontalidad. En un principio, se trataba de un rechazo visceral de las prácticas centralistas y jerárquicas de la izquierda y los sindicatos. Puesta a andar, la propia horizontalidad fue ganando espacios, expandiéndose, y terminó enriqueciendo la vida cotidiana de grupos de mujeres, de jóvenes y cada vez más de desocupados y campesinos. Merece destacarse el caso de la organización HIJOS (de desaparecidos por la dictadura) de Argentina. La profundidad de sus definiciones corre pareja con la profundidad de sus acciones: en pocos años se ganaron el respeto del conjunto del movimiento popular, de los medios y los intelectuales, y, sobre todo, consiguieron que la acción que los caracteriza, el “escrache” (concentración frente al domicilio de un genocida para que lo conozca toda la comunidad), haya sido adoptada por amplias franjas de la sociedad en los períodos de mayores movilizaciones. Para HIJOS, la horizontalidad y la reconstrucción de los lazos solidarios destruidos por la dictadura, son ejes tan importantes como el castigo a los genocidas. O sea, cuestiones de principios. «La horizontalidad es una visión particular de la democracia. Podríamos decir que horizontalidad es un camino, y a la vez una forma de caminar ese

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camino (…) La horizontalidad básicamente es un esfuerzo, una demanda a cada uno por poner lo mejor de sí, por no descansarse en las habilidades ajenas, por avenirse a las decisiones y a los tiempos del colectivo. Todas las organizaciones expresan en su forma de trabajar el norte al que quieren llegar. La forma de hacer política es (o debiera ser) una muestra del mundo, la sociedad, en la que quieren vivir». (Zibechi, 2003:58).

Visiones del cambio social: una forma de caminar

De forma muy desigual, va ganando terreno una idea diferente del cambio social. No se trata de una propuesta nítida, acotada y precisa, sino la convicción de que los cambios deben estar ligados a la reconstrucción de los vínculos que el sistema destruye a diario, desde hace ya siglos. Y, por otro lado, la sensación de que los cambios son “entre nosotros”, o sencillamente no son.

La reciente decisión del EZLN de terminar la experiencia de los Aguascalientes y construir en su lugar los Caracoles como espacios de la autonomía local y regional, serán una inspiración estimulante. Los zapatistas decidieron poner en práctica la autonomía de hecho, sin esperar a que el Estado mexicano se las concediera.

No es un camino muy distinto al que ya venían recorriendo, ni muy diferente del que llevan adelante los indígenas ecuatorianos (pero también de otras partes del continente y de México), que decidieron hacerse fuertes en los municipios donde mantienen una hegemonía étnica, para desde ellos crear las bases de la nueva sociedad.

La idea de ir forjando una nueva sociabilidad, nuevas relaciones entre las personas y el ambiente, en los espacios-islas que controlan los movimientos sociales, es ya patrimonio de amplias franjas de personas organizadas, en los más diversos frentes. La metáfora de Marcos, que señala que hay quien “se dedica a imaginar que el timón existe y disputar su posesión”, mientras hay quien “hace de una isla no un refugio para la autosatisfacción, sino una barca para encontrarse con otra isla y con otra y con otra…”, está empezando a ser una forma de vida para una parte considerable de quienes dedican su vida a cambiar el mundo desde los movimientos sociales.

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Mesoamérica resiste CARLOS BEAS - [# 40, noviembre-diciembre 2004] A la parte media del Continente americano, se le llama Mesoamérica; una región formada por más de la mitad de México y los países del área centroamericana. Esta pequeña porción del mundo equivale al 0.5% de la superficie total del planeta, sin embargo su riqueza natural es muy grande ya que posee el 9% de la biodiversidad mundial; su ubicación geográfica estratégica en el circuito del mercado mundial, la ha convertido en estos últimos 500 años en territorio de rapiña, disputa y guerra. Mesoamérica es un impresionante mosaico cultural y actualmente es habitada por unos 65 millones de personas, de ellas unos 15 millones forman parte de alguno de los 50 pueblos indios que habitan en la región. La población indígena es en su mayoría habla la lengua maya, aunque existen pueblos con origen e idioma distinto como son los mexicanos o nahuas descendientes de los aztecas y miskitos, kunas, zapotecas y mixes. Además en las costas de la región existen importantes asentamientos de gente afroamericana. Los nombres de Canek, Yanga, Sandino, Flores Magón, Farabundo Martí, Zapata, Lempira, entre muchos otros, nos recuerdan la intensa y heroica resistencia que han hecho los pueblos de Mesoamérica para defender sus derechos y por lograr su liberación. Mesoamérica es tierra de riqueza pero paradójicamente también es lugar de extrema pobreza e injusticia. La riqueza natural esta acaparada por unas cuantas manos; millones de hectáreas de las mejores tierras son propiedad de terratenientes nacionales y de grandes compañías como la norteamericana Chiquita Brands, heredera de la funesta United Fruit. Las empresas mineras canadienses saquean su subsuelo y contaminan arroyos, ríos y tierras. Una empresa taiwanesa se ha apoderado de los principales puertos de la región y en toda Mesoamerica florecen las zonas francas, donde cientos de miles de jóvenes, niños y mujeres son sobreexplotados por el pulpo maquilador. Tanta injusticia ha dado lugar a prolongadas guerras civiles y a levantamientos sociales, los cuales han sido en la mayoría de las veces pacificados con brutalidad extrema. Una revuelta campesina ocurrida en 1932 en El Salvador tuvo un saldo de más de 30.000 indígenas y campesinos masacrados. En la década de los ochentas del siglo pasado fueron desaparecidas del mapa por lo menos 400 aldeas mayas en Guatemala y se estima que cerca de medio millón de guatemaltecos fueron exterminados en una prolongada guerra civil. Décadas de dictaduras, guerras interminables, sublevaciones y levantamientos ensangrentaron la región toda la segunda mitad del siglo pasado. Ahora la violencia de los poderosos se ha vestido con otros ropajes; ahora en toda la zona hay gobiernos “electos democráticamente”, los cuales en complicidad con las grandes empresas multinacionales y los organismos multilaterales como el FMI y el Banco Mundial, vienen imponiendo una política económica de tierra arrasada. La gran tragedia ahora es la migración forzada. Millones de mesoamericanos están siendo desplazados de sus tierras, ya que las economías locales han sido completamente devastadas; sin empleo ni dinero para trabajar el campo, buscan refugio en las ciudades y en Norteamérica, abandonando todo, familia y amigos, pueblo y país.

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Esta migración ocurre en condiciones terribles, cada año mueren en el intento de llegar a los Estados Unidos, miles de mexicanos y centroamericanos; en el camino son violadas, asaltadas o mueren de sed miles de personas e incluso el tiro al “mojado” es un deporte relevante entre los granjeros de Arizona. A esta tragedia se suma ahora, una nueva ofensiva del gran capital. En Marzo del 2001 el Gobierno mexicano anunció la iniciativa llamada Plan Puebla-Panamá (PPP) a la que se sumaron casi de inmediato los gobiernos del área centroamericana. El PPP es un ambicioso Plan, impulsado por las grandes corporaciones multinacionales que buscan utilizar recursos públicos para crear o modernizar la infraestructura de comunicaciones y energética, con el fin de facilitar el saqueo de materias primas, biodiversidad, trabajo barato y de mercancías. Al considerar al PPP como una Nueva Invasión, decenas de organizaciones indígenas, campesinas y populares de México y Centroamérica se reunieron en Mayo del 2001 en la ciudad chiapaneca de Tapachula, donde acordaron impulsar una campaña de resistencia y de construcción de alternativas populares. Después del Foro de Tapachula, en estos últimos tres años se han reunido cientos de organizaciones sociales de toda la región. Cada vez más el Foro Mesoamericano crece y tiene mayor fuerza, así se ha vivido en Xelaju, Guatemala 2001; Managua, Nicaragua 2002; Tegucigalpa, Honduras el 2003 y recientemente en San Salvador (Julio del 2004). Además de intercambiar información sobre el avance de las trasnacionales y de las luchas de resistencia, en estos Foros también se planean acciones y alternativas conjuntas. En ellos se abordan problemas que van de los despojos y desalojos a poblaciones enteras por la construcción de represas y autopistas hasta las experiencias de las mujeres que trabajan en las maquiladoras o de las cooperativas que impulsan la autogestión productiva. Sin embargo un elemento bastante innovador desde perspectiva de la cultura política mesoamericana fue la discusión ocurrida en una de las mesas del Foro de San Salvador, ya que cientos de personas en su mayoría jóvenes hicieron una crítica a los usos y costumbres autoritarios propios de la izquierda, la cual se señalo ha mirado más a occidente y se ha olvidado de sus raíces indias. Y en un ejercicio de crítica y propuesta radical esta Mesa impulsó ante el azoro de los viejos estalinistas, la necesidad de construir un programa basado en prácticas libertarias, donde no se pueda separar la vida cotidiana de la acción política. Sin lugar a dudas hay un recambio generacional que ya nos anuncia nuevos tiempos de lucha y resistencia por una Mesoamérica Libertaria. Este proceso tiene un poco más de tres años y no ha sido sencillo, la diversidad de actores, la distancia y la falta de recursos de todo tipo hacen difícil que se mantenga y sostenga una coordinación efectiva. Sin embargo creemos que en estos tiempos locos de globalización salvaje, la acción conjunta de nuestras organizaciones y pueblos más allá de las fronteras, es una de las vías que nos permitirá hacer más viable la resistencia mesoamericana y la construcción de un futuro justo, libre y amoroso para nuestras gentes.

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Movimiento anarquista latinoamericano hoy: realidades y tareas

DANIEL BARRET - [# 40, noviembre-diciembre 2004]

Entre los meses de mayo y julio de 2004 tuvimos ocasión de leer, en la página web española A las barricadas -una de las mejores publicaciones electrónicas libertarias en lengua castellana, dicho sea de paso-, un extraño foro cuyo eje polémico se centró en la situación del movimiento anarquista latinoamericano. Allí se llegó a sostener contra viento y marea, por parte de un solitario y exótico “observador” -autodesignado moderador del foro, evidentemente sesgado en sus conclusiones pero tercamente infatigable en el pregón de las mismas-, que “el anarquismo no tiene vida en América Latina”: una lapidaria y prejuiciosa sentencia que no guarda relación alguna con la efervescencia que ha ganado a nuestro movimiento desde hace unos pocos años a esta parte. Es muy probable que esa prédica no respondiera a intenciones demasiado cristalinas y que ella no merezca más respuesta que una juiciosa y significativa indiferencia; pero también es probable que la repetición incansable de dislates de ese tenor induzca a más de una confusión en nuestras propias filas y en sus adyacencias. La sola suposición de que pueda ocurrir algo de este tipo nos empuja ahora a un sereno repaso y a las reflexiones consiguientes.

Vivo y coleando

La primera conclusión que se hace imprescindible marcar, y la llave de paso de cualquiera de las elucubraciones posteriores en lo que a la ubicación de nuestro actual escenario histórico respecta, es que el movimiento anarquista latinoamericano ha cobrado de un tiempo a esta parte una enérgica e intensa vida. Esta afirmación es perfectamente demostrable y no puede tomársela como un espejismo, como una ilusión o como una mera expresión de deseos. Si por movimiento anarquista entendemos a una corriente de pensamiento y de acción perfectamente distinguible y animada por nucleamientos y militantes individuales que parten de bases teórico-ideológicas aproximadamente comunes; que se reconocen y se eligen a sí mismos a partir de lo que dicen ser y que se remiten en su discurso expreso y en sus prácticas a un horizonte libertario compartido; entonces, no cabe ninguna duda que ese movimiento ha crecido significativamente en América Latina en los últimos cinco años; y, con mayor razón todavía, si extendemos el período considerado a diez, quince, veinte o veinticinco años atrás. Puede y debe decirse que ese crecimiento es por ahora exiguo en relación con nuestras expectativas, que no llega a tener todavía una influencia definitoria entre las multitudes oprimidas de nuestro continente y que estamos muy lejos aún de reconstruir los momentos de mayor actividad del movimiento; pero, ubicado el mismo en perspectiva histórica, no hay asomo de incertidumbre en cuanto a que representa un despertar cierto y bullicioso que debe estar en el foco principal de cualquier consideración sobre el tema.

Es posible que la demostración más terminante parezca sólo cuantitativa, parcial y cuestionable; pero, al fin y al cabo, no deja de ser una demostración. Esa demostración sería más o menos así: tómese un indicador cualquiera -cantidad de grupos, de militantes, de publicaciones, de encuentros y hasta de noticias del campo libertario tal como lo hemos delimitado-, selecciónese un período de tiempo en el último cuarto de siglo y elíjase cualquier país de América Latina o, mejor aún, el continente en su conjunto; y entonces se verá, sin ningún lugar a dudas, que el movimiento anarquista latinoamericano ha crecido notoriamente en el lapso que considerado; y se verá también que ese crecimiento se ha concentrado muy especialmente en el último lustro o, a lo sumo, en los últimos diez años. Esto no es una ocurrencia conformista sino que cualquier compañero que haya seguido con cierto detenimiento la evolución reciente del movimiento podrá perfectamente dejar constancia de esa misma convicción;

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una convicción que en ninguna parte se encuentra mejor abonada y documentada que a través del minucioso seguimiento que desde hace unos años ha venido realizando la Comisión de Relaciones Anarquistas de Venezuela. Por lo tanto, muy a pesar de todos los detractores, de todos los confusionistas, de todos los intrigantes y de sus correspondientes dichos, eso es vida y vida renovada.

Tanto es así que bien puede decirse que el actual movimiento anarquista latinoamericano es básicamente juvenil en sus orígenes, en sus motivaciones y en su composición. La abrumadora mayoría de los grupos que se ha podido localizar y relevar no llega a contar todavía con diez años de vida y “tradición”: algunos de ellos tienen sus raíces a fines de los años 90 del siglo pasado y muchos son una novedad absoluta de este siglo XXI recién llegado. Son, en buena parte de los casos, grupos diversos de los clásicos; grupos experimentales, particularistas y propios de una vasta búsqueda colectiva generacional. Allí encontraremos “plataformistas” y anarco-punks, y también anarcosindicalistas, insurreccionalistas, anarcoindigenistas, ecologistas, feministas, anti-militaristas y demás colores del arco-iris libertario de nuestro tiempo. Por lo tanto, una vez más, muy a pesar de detractores, confusionistas e intrigantes y de sus consabidos dichos, eso también es vida y vida renovada; una vida que no quiere reducirse a una faceta conmemorativa sino que aspira a articularse con la problemática propia de su tiempo.

Aun así, hagamos una modesta puesta a prueba de nuestras afirmaciones. Supongamos, junto a ciertos confusionistas más o menos visibles aquí y allá, que el movimiento anarquista no es ni quiere ser otra cosa que capilla o secta con su respectivo conjunto de dogmas codificados e inviolables; tal como cada una de esas cosas habría quedado configurada en tiempos históricos ya bastante lejanos a nuestra peripecia contemporánea. Entonces, si así fuera, encontraríamos que las expresiones propias de ese anarquismo clásico -cualesquiera fueran ellas y hasta un punto en el que bien podríamos cederle a los intrigantes de todo pelo la elección de su más íntima preferencia- también han crecido en los últimos tiempos y también muestran a su modo los síntomas propios de una salud primaveral y la exuberante renovación de sus caudales militantes.

La primera conclusión, entonces, es que el anarquismo latinoamericano cuenta actualmente -dentro de su todavía reducido radio de incidencia, obviamente- con una vida rebosante, impetuosa, pujante e innovadora. Lejos, muy lejos, por lo tanto, de esas estructuras calcinadas y de esos estancados remansos en los que -según se nos quiere hacer creer- sobreviviríamos sin pena ni gloria. Es cierto, por supuesto, que el movimiento anarquista padeció de prolongados períodos de languidez y hasta de letargo; pero no es ésa la situación que hoy se nos presenta a nuestra mirada. Hoy tenemos frente nuestro una efervescencia exultante y un rejuvenecimiento que nos conmueve a los que ya cargamos sobre nuestras espaldas alguna que otra década de militancia libertaria. Esa efervescencia y ese rejuvenecimiento cuentan con razones extraordinariamente hondas frente a las que poco pueden hacer los afanes represivos -siempre al acecho y siempre descarnados- y las muy poco ingeniosas y espasmódicas operaciones de contra-inteligencia que desde ya podemos distinguir en nuestras inmediaciones. A esas razones, precisamente, dedicaremos ahora alguna mínima reflexión.

Un anarquismo de aquí y de ahora

El movimiento anarquista ha sido siempre, lo es todavía hoy y lo será mañana, bastante más que la expresión orgánica de una idea abstracta y sin nexos sociales; muchísimo más que el despliegue inmaculado y la huella colectiva de una entelequia autosuficiente; tanto en América Latina como en cualquier otra parte. Por sobre todas las cosas, el movimiento anarquista es sencillamente incomprensible si no se lo concibe como un inequívoco producto histórico, complejo y de raíces

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múltiples. Aquí y ahora -pero también allá y acullá, antes y después-, el movimiento anarquista se sustancia en un punto de cruce en el que reverberan ciertas configuraciones políticas y económicas más o menos expuestas a una impugnación en profundidad; ciertos modos de pensar, de sentir y de actuar propios de una época y unas sociedades dadas; y también, más importante aún, ciertas luchas encarnadas por movimientos sociales concretos, históricamente pertinentes y en actitud beligerante. Todo lo cual podrá favorecer o no -con alcances variables, naturalmente- una crítica, una postura y una práctica de signo decididamente libertario. Obsérvese el movimiento anarquista que emerge en 1872 luego de la escisión en el Congreso de La Haya de la 1ª. Internacional; obsérvese el movimiento anarquista del período clásico anarcosindicalista de las primeras décadas del siglo XX; obsérvese el movimiento anarquista inmediatamente posterior a la derrota de la revolución española; y en todos los casos se verá que el mismo se corresponde aproximadamente con las condiciones de posibilidad que habrán de pautar, según los casos, su amplio o su limitado radio de acción. Y ¿qué duda cabe? el actual movimiento anarquista sólo puede ser entendido y descifrado si nos conducimos con el mismo criterio teórico-metodológico y no con esos interesados absurdos de ocasión que, insidiosa y obsesivamente, tienden a verlo como un subproducto radicalizado pero aberrante y bastardo del más rancio liberalismo.

El movimiento anarquista de nuestros días, por lo tanto, encuentra su fundamento, sus bases, su justificación y su razón de ser en ese espacio de preocupaciones y luchas sociales en el que, dicho muy esquemáticamente, confluyen el fracaso del proyecto de reestructuración conservadora del orden mundial, el estruendoso derrumbe de sus pretendidas alternativas “socializantes” o “progresistas” y la emergencia protagónica de una floración de movimientos sociales que, vistos en sus efectos de conjunto, se presentan como una amplia contestación militante de todas las relaciones de dominación habidas y por haber. ¿Cómo explicar, si no, que simultáneamente se hayan producido aproximaciones al movimiento anarquista -por ahora tenues, pero aproximaciones al fin- en lugares tan diversos y tan distantes como Pakistán, Israel, Sudáfrica, Filipinas y Nigeria? ¿Y cómo explicar que el mismo fenómeno, en su vertiente latinoamericana, que es la que más nos interesa en este momento, esté apenas anunciándose o directamente produciéndose también en Guatemala, Ecuador, Panamá, Paraguay o República Dominicana; países que ni siquiera tienen fronteras comunes y tampoco contaban hasta nuestros días con un lugar de irradiación libertaria más o menos reconocible? ¿Se tratará acaso, según las “imaginaciones” más febriles, de una intriga procedente de los inexistentes excedentes financieros de la Asociación Internacional de Trabajadores o de la Federación Anarquista Ibérica? ¿Será tal vez la proyección inesperada y mutante del liberalismo en el preciso momento en que esta ideología ingresa nuevamente a una situación de crisis exuberante y ampulosa? ¡No, por supuesto que no! ¡Ni una cosa ni la otra! El humus sobre el que se asienta este resurgimiento anarquista no consiste en conspiración alguna ni tampoco en erráticas derivaciones doctrinarias. Las respuestas son mucho más sencillas, son visibles a plena luz del día y sólo pueden encontrarse en ese complejo caleidoscopio de época al que acabamos de hacer referencia: es la búsqueda afanosa de orientaciones revolucionarias por parte de las nuevas generaciones militantes -en el momento mismo en que se produce un vaciamiento de los horizontes, los caminos, los sujetos y las prácticas hegemónicos en la segunda mitad del siglo XX- lo que reactualiza aquella perspectiva libertaria a la que, una y otra vez, imprudentemente, se tuvo en más de un momento por definitivamente muerta y enterrada.

Lo que hoy se presenta a nuestra mirada es un hiper-espacio creciente en el que confluyen las inagotables tensiones utópicas de las sociedades humanas, la posibilidad y la pertinencia de una crítica radical y, también, el ejercicio de una ilimitada rebeldía. Es en el centro y en los confines de ese irregular territorio, en los momentos y en los procesos que ya no pueden ser interpretados ni

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protagonizados por un “menú” de ofertas ideológico-políticas perimidas, que el movimiento anarquista encuentra el sustrato íntimo y profundo de su actual impulso y de su regocijante ebullición. Ya no es posible pensar radicalmente la crisis de nuestro tiempo ni enfrentarla con ánimo levantisco ni volver a soñar con un mundo nuevo prescindiendo con indulgencia del enorme caudal de insinuaciones que el movimiento anarquista ha encarnado históricamente y hoy persiste en seguir levantando con renovado empuje. Dicho en términos abstractos pero comprensibles, entonces, ésa y no otra es la razón en la que se asienta nuestro actual despertar y es allí donde residen las condiciones de nuestro desarrollo inmediato.

Andar, andar y hacer camino

Esas bases sociales e históricas, esas renovadas condiciones de posibilidad para el desarrollo del movimiento anarquista, no son precisamente episódicas ni habrán de desaparecer de un día para el otro: son raíces profundas; las que podrán presentar diferencias ciertas en cuanto a la intensidad de sus efectos -de un período a otro, de un país a su vecino inmediato, etc., pero que, así y todo, habrán de acompañarnos durante un buen tiempo de aquí en más. Sin embargo, ello no debemos suponer que el mantenimiento del actual despliegue habrá de ser un producto automático y espontáneo de esas mismas condiciones de posibilidad ni tampoco debería llevarnos a creer que la situación está exenta de interrogantes y de problemas a resolver: el reconocimiento de nuestras limitaciones y el trabajo perseverante en torno a ellas se ha vuelto hoy, quizás más que nunca, en una de nuestras urgencias más acuciantes; algo que deberemos anteponer a la celebración más o menos displicente de este reciente y sedicioso despertar de la anarquía. Vale la pena, entonces, que también le dediquemos ahora a este asunto en particular una mínima parte del tiempo y del espacio que se merece.

El reconocimiento básico del cual tenemos que partir es que el movimiento anarquista es débil todavía y que estamos muy lejos aún de hacer sonar nuestras trompetas frente a las murallas de Jericó. Las posibilidades de una práctica revolucionaria sólo podrán sustanciarse y multiplicarse en la medida que la militancia libertaria cuente con un arraigo cierto entre los movimientos sociales reales, sea capaz de impregnar los mismos con su propio estilo y participe de sus luchas protagónicamente. Si bien esto es básico y se constituye en el elemento vinculante por excelencia del movimiento anarquista con la historicidad de la que forma parte, no puede decirse que sea suficiente por sí mismo. Esta intención y este esfuerzo de arraigo social incrementado que exige la actual situación no pueden desligarse del replanteo de las prácticas revolucionarias a poner sobre el tapete de la historia por venir. No hay fórmulas mágicas ni recetarios ni invenciones que puedan resolver nuestros problemas de la noche a la mañana, pero tampoco es posible ya subsanar las dificultades de construcción de novedades o considerar agotado y completo el arsenal de recursos libertarios simplemente apelando a la tradición y a las prácticas que nuestra historia ha cristalizado. He aquí, entonces, un par de senderos a continuar transitando.

Pero no son los únicos que se nos presentan como inevitables. La situación interna del movimiento anarquista está pidiendo a gritos también un conjunto de operaciones que se vuelven cada vez más necesarias en la medida misma en que aumentan las expectativas sobre nuestra actuación y las responsabilidades que nos habrá de demandar cualquier proceso de cambios. Por lo pronto, parece claro que la floración de grupos y la diversidad de los mismos ha funcionado hasta ahora como un elemento de riqueza, como una respuesta cierta a problemas variados y como demostración de pertinencia puntual, pero ello no debería convertirse en un culto a la centrifugación ni en un deleite inconducente por acentuar nuestras propias diferencias ni en la afirmación de una vocación suicida por el desencuentro. El tiempo por venir y sus previsibles demandas habrá de reclamar esfuerzos de

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confluencia cada vez mayores; y no para que los nucleamientos actuales sacrifiquen las identidades que han atesorado sino para que una extendida trama de solidaridades en red permita multiplicar las posibilidades y el vigor del movimiento en su conjunto.

Hay aún, adicionalmente, un flanco que no siempre ha merecido la atención debida. El movimiento anarquista latinoamericano reciente ha demostrado una encomiable capacidad de respuesta en el plano propiamente activista de su accionar, pero todavía no ha plasmado en niveles de suficiencia un proceso de renovación teórico-ideológica que se nos vuelve acuciante. Como ya lo hemos dicho, el pensamiento libertario ha recuperado su capacidad de fascinación en ese campo en el que se fusionan las tensiones utópicas, las posibilidades de una crítica radical y los impulsos rebeldes; pero ello no alcanza si se lo observa desde el punto de vista de las exigencias de una práctica revolucionaria continuada. Es en este plano que se hace preciso dar algo más de nosotros mismos y es a este nivel donde más se siente la necesidad de fortalecer nuestra producción teórico-ideológica. En definitiva: es la fusión de esta producción teórico-ideológica renovada, de esas formas organizativas a plasmar, de esas prácticas ajustadas a los requerimientos de nuestro tiempo y de esa recuperación de protagonismo en los espacios sociales en lucha lo que constituye ese nuevo paradigma revolucionario que hoy estamos exigidos de construir.

Las conclusiones son, entonces, más o menos obvias. El movimiento anarquista latinoamericano ha recuperado en los últimos años parte de su perdida vitalidad y ello es así a partir de una remozada pertinencia histórica, de nuestro pensamiento básico y de nuestras propuestas de acción, difícilmente objetable; una pertinencia que reabre espacios de incidencia social en los cuales volver a sembrar nuestros mejores sueños. Es claro que esto no resuelve por sí sólo los problemas y las exigencias de un proceso de cambios de signo libertario en América Latina y ello refuerza la necesidad de definir, con la mayor inclusividad posible, un proyecto de trabajo sobre nuestras propias debilidades. En tal sentido, puede decirse que es bastante ya el camino recorrido; pero lo importante cada vez más importante de aquí en más- no es el regodeo en los logros ni el mantenimiento conservador de nuestros frutos orgánicos sino sostener la vitalidad de los actuales impulsos. No hay ni puede haber satisfacciones definitivas en aquellas metas que estén más acá del mundo nuevo que queremos construir, porque el nuevo mundo que llevamos en nuestros corazones nos ha dicho y nos sigue diciendo que lo sublime no es llegar sino seguir.

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John Holloway (Entrevista): “las experiencias con los gobiernos de izquierda van a terminar con una desilusión profunda”

REDACCIÓN - [# 43, junio-julio 2005]

Ante el anuncio de la publicación en el país de la obra del irlandés radicado en México John Holloway, decidimos en El Libertario realizarle algunas preguntas vía correo electrónico. Tras la salida de su libro “Cambiar el mundo sin tomar el poder”, veníamos siguiendo los aportes realizados de este investigador en Ciencias políticas y profesor de la Universidad Autónoma de Puebla, compartiendo impresiones epistolares y textos como el que publicamos en nuestra edición 42.

- ¿Crees que un libro como “Cambiar el mundo sin tomar el poder” es parte del esfuerzo mundial por tratar de revisar los errores del pasado y ponerse a tono con los tiempos o es una ruptura con el pensamiento tradicional de la revolución?

Lo veo más bien como parte del movimiento de los tiempos. El neoliberalismo está cerrando progresivamente la posibilidad incluso de soñar en cambiar el mundo a través del estado. Por eso, más y más gente se está planteando la idea absurda de cambiar el mundo sin tomar el poder. Esto implica necesariamente repensar la idea de la revolución.

- El cuestionamiento al poder y a la noción de vanguardia, el rechazo al Estado y la configuración aquí y ahora de relaciones sociales liberadoras son elementos constitutivos del pensamiento anarquista. Estos mismos valores se encuentran en tu libro, pero sin hacer referencia ni a la teoría ni a la larga tradición antiautoritaria del socialismo libertario. ¿A qué se debe esta omisión?

Personalmente vengo de la tradición marxista y pienso en términos de las categorías de esta tradición. No descarto para nada la importancia del pensamiento anarquista, pero Marx sigue siendo para mí el punto de referencia central, sobre todo por su énfasis en la crítica y la centralidad del humano como sujeto activo, como hacedor.

- En tu libro planteas que la identidad es la antítesis del reconocimiento mutuo y la base de la organización social capitalista. Pero tal consideración contrasta con quienes plantean que ante el desasosiego promovido por el capitalismo informacional la identidad es un proceso de construcción de sentido, por lo que los actores pueden asumir una identidad de resistencia frente al nuevo orden mundial. ¿Es posible esta transformación de la identidad en un valor positivo para el cambio social?

No. Creo que es un error pensar en términos de identidades de resistencia. Es decir, entiendo que “los actores pueden asumir una identidad de resistencia frente al nuevo orden mundial”, como dices, como defensa contra el nuevo orden mundial. Pero creo que la defensa es siempre reaccionaria, porque implica que nos encerramos, que dejamos que el capital nos imponga la agenda. Y no se trata de eso: lo importante es que nosotros impongamos la agenda, que nosotros nos entendamos como sujetos. Claro que todos nos definimos (“somos venezolanos contra el imperialismo”) pero si no rompemos la definición en el mismo momento de definirnos (“somos venezolanos y más que eso, parte de la lucha por la humanidad”), la definición se vuelve reaccionario. No es cuestión de negar las identidades sino de ir más allá de ellas. Es la cuestión del Estado: el Estado nos define y si pensamos en términos de identidades, caemos muy fácilmente en la lógica estatal.

- Afirmas que no se puede cambiar el mundo por medio del Estado. Diversos analistas plantean el “giro de América latina hacia la izquierda” debido a que 7 presidentes del continente han asumido el poder impulsados por coaliciones de izquierda. ¿Estamos frente a un fenómeno diferente o se repetirán los errores del pasado?

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No sé. Es claro que la ilusión estatal aun tiene mucha fuerza. Pero también se da un surgimiento impresionante de una izquierda antiestatal (los zapatistas, algunos de los piqueteros, los bolivianos, en parte el movimiento en Ecuador, corrientes en todos los países de América Latina). Creo que las experiencias con los gobiernos de izquierda van a terminar en una desilusión profunda (ya con Gutiérrez o con Lula, por ejemplo), y lo importante va a ser cómo la gente reacciona a esta desilusión – en términos de fundar otro partido “mejor” o en términos de repensar el significado de la política.

América Latina

- ¿Sigue siendo Porto Alegre una tribuna de excepción para los movimientos transformadores?, ¿No ha reproducido lógicas estadocéntricas y el aseguramiento de las continuidades?

Sí a las dos preguntas. Estuve en Porto Alegre por primera vez este año y mi experiencia fue muy positiva. Sí hay un peso estadocéntrico fuerte, pero también una energía autonomista y anti-estatal impresionante, sobre todo alrededor del campamento de la juventud que esta vez estuvo ubicado en el centro del Foro. Yo lo ví como un punto de encuentro importante, y necesitamos estos puntos de encuentro. Pienso que sería un error separarnos de este movimiento: lo importante no son los burócratas del movimiento sino los jóvenes-confusos que acuden a estos eventos.

- Eres coautor del libro “Zapatista, reinventando la revolución en México” y has admitido tu gran afinidad con el movimiento zapatista. ¿En qué momento crees que se encuentra, luego de 12 años de su levantamiento?

Lo encantador de los zapatistas es que siempre nos sorprenden, nunca se encuentran donde pensamos que se encuentran. Dicho eso, creo que se están concentrando ahora en una fase muy importante de consolidar y construir este “otro mundo” dentro de sus propias comunidades. Así veo el desarrollo del último año y medio, a partir de la creación de los Caracoles.

- En una de tus intervenciones en Porto Alegre planteaste la pregunta sobre si aceptar o no las subvenciones estatales para los movimientos sociales. Si se acepta la subvención, a pesar de que ésta no condicione la autodeterminación de los mismos ¿no se estaría legitimando en alguna medida la existencia del Estado?, ¿no sería parte de la experiencia de anti-poder el construir alternativas sin ningún tipo de injerencia estatal?

Sí, pero no vivimos en un mundo puro. Para los rebeldes de las ciudades existe el problema de cómo sobrevivir. Si no tenemos tierra para cultivar los alimentos básicos (como los zapatistas en el campo, por ejemplo) ¿cómo podemos sobrevivir sin recibir dinero del capital (un sueldo o a través del mercado) o del Estado (en la forma de un subsidio de algún tipo). Vivimos en una sociedad sucia y tenemos que manejar estas suciedades. En las discusiones de Porto Alegre, quedé impresionado por la experiencia del MTD Solano en Buenos Aires, que dice que por varios años han arrancado subsidios del Estado para hacer lo que ellos consideran necesario y que eso ha dado buenos resultados. Creo que no se puede construir una regla general, que cada movimiento tiene que enfrentar la cuestión en términos de sus propias condiciones. Sería mucho mejor no tener ningún contacto con el Estado ni con el dinero, pero está difícil.

- Esta entrevista se hace desde Venezuela y no resistimos la tentación de preguntarte tu opinión sobre el proceso político representado por Hugo Chávez...

Es una pregunta que yo les debería plantear a ustedes. Está claro que las rebeldías en Venezuela están hirviendo. ¿Qué es el impacto del gobierno de Chávez en el movimiento de estas rebeldías? Supongo que es contradictorio, pero que en general las debilita. Tú dime.

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Reflexiones en torno a la VI Declaración de la Selva Lacandona y la nueva izquierda latinoamericana

MOVIMIENTO LIBERTARIO CUBANO - [# 44, septiembre-octubre 2005, y # 45, noviembre-diciembre 2005] [* El MLC presenta a consideración y debate colectivo sus reflexiones en torno al pronunciamiento hecho público en julio de 2005 por el EZLN, en el estado de Chiapas, México] El 1º de enero de 1994 entraba en vigencia el Tratado de Libre Comercio entre los Estados Unidos, Canadá y México; y, junto con el nuevo año, para aguar la fiesta de los poderosos, irrumpieron también en el escenario histórico, desde las entrañas mismas de la olvidada Selva Lacandona, “el fuego y la palabra” de los rebeldes zapatistas. En ese entonces, el mundo entero parecía transitar sin demasiados sobresaltos ni enérgicas contestaciones hacia el “fin de la historia” y lo hacía por el camino de la “globalización” y el neoliberalismo; es decir -para no olvidarlo y suponer erróneamente que esas palabras todo lo explican-, por el sendero de las que no son más que las formas presentes asumidas hegemónicamente por el sistema estatal de cuadriculación de los pueblos y el capitalismo transnacional; o sea, los modos actualmente prevalentes de dominación y explotación a gran escala. En un contexto tan escasamente esperanzador, la irrupción zapatista significó un vigoroso soplo de aire fresco y una estruendosa confirmación -anticipada, naturalmente, en innumerables pero menos resonantes gestos de resistencia a lo largo y a lo ancho del mundo- de que la historia seguía su curso y de que nada había detenido la lucha de los pueblos. Así fue saludada desde un primer momento por agrupaciones izquierdistas de diversos pelajes y trayectorias y así fue recibida también por el Movimiento Libertario Cubano, habiendo prestado entonces nuestro apoyo inicial a proyectos comunitarios específicos en la Selva Lacandona como el de la Escuela Anti-autoritaria 1º de Mayo o el Campamento de Solidaridad Directa Mártires de Chicago. Para nosotros, tanto en aquellos primeros tiempos como ahora, la emergencia y el desarrollo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y los hechos que este ha producido se vuelven comprensibles y reclaman una mirada especial en tanto parte de la emergencia y el desarrollo de una nueva izquierda revolucionaria latinoamericana. Es la conformación, el perfil y las orientaciones de esa constelación de agrupaciones y prácticas rebeldes lo que constituye una de nuestras preocupaciones básicas y por ello no podemos menos que inscribir en ese marco nuestra toma de posición sobre el recorrido del EZLN y su desembocadura en la reciente Sexta Declaración de la Selva Lacandona; como también sobre su tratamiento y sus derivaciones. Así lo haremos, entonces, con las solidaridades y los respetos que el movimiento zapatista se ha ganado por méritos propios y cuya proclamación es innecesaria; pero también sin ahorrarnos -en lo que sería una inconcebible demostración de demagogia y oportunismo- las anotaciones críticas que nos parezcan particularmente oportunas en tanto aportes a este lento y trabajoso proceso de consolidación de la nueva izquierda revolucionaria latinoamericana. ¿Cuál izquierda y dónde encontrarla? Comencemos por el principio y démosle respuesta a la madre de todas las preguntas: ¿qué cosa es esa nueva izquierda revolucionaria latinoamericana de la que hablamos? En principio, no hay duda que esa izquierda es la que no ha renunciado a la utopía ni de palabra ni de hecho y la que, a pesar de los pesares, encuentra en ella su principal aliento; una utopía que puede definirse, en trazos muy generales, como una espesa trama de relaciones de convivencia entre seres libres, iguales y solidarios; una utopía capaz de identificar sus lejanos y venerables antecedentes y de recuperarlos enaltecidos en su imprescindible actualización. Esa izquierda que se nutre no solo de la anhelada plenitud propia

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sino también del vacío ajeno y crece en el desesperanzado y ancho espacio abierto por los estruendosos fracasos del “socialismo realmente existente” y por la inmediata defección de la anti-utopía neoliberal. Es la izquierda que ha aprendido a reconocer y a mirar de soslayo los estrechos y marchitados senderos dejados por el vanguardismo de corte guerrillero luego devenido en partido único y excluyente, el populismo civil o militar y el reformismo de corte o inspiración social-demócrata; la izquierda que no se siente representada por ninguna autoridad “revolucionaria” y que cuestiona el concepto mismo de “representación”; que se busca a sí misma entre los clamores del “¡Que se vayan todos”! y la promesa susurrante de “cambiar el mundo sin tomar el poder”; la izquierda que se apoya en la autonomía innegociable de los movimientos sociales de base como matriz de un mundo nuevo y que encuentra en la autogestión y en la acción directa su más genuina forma de ser. Una izquierda de la que, seguramente, el EZLN quiere formar parte y que, en abierta reciprocidad, encuentra en él una de sus expresiones de más amplia visibilidad. Ahora bien; ni esa nueva izquierda ni el EZLN son edificios terminados que respondan a un riguroso y prolijo plan de construcción sino que deben ser concebidos como obras en marcha, pautadas aquí y allá por dudas inevitables y por invenciones que se fundamentan en las necesidades de unas prácticas rabiosamente antagonistas. El EZLN, por ejemplo, se vuelve comprensible si es ubicado como un movimiento guerrillero de transición. Su origen está más o menos marcado por las constantes propias de las guerrillas latinoamericanas de los años 60 y 70: la “liberación nacional” como concepto constitutivo, el orgullo de llamarse y sentirse “ejército”, la mística de las “comandancias”, ciertas reminiscencias simbólicas, etc.; constantes no precisamente exitosas y sobre las cuales el EZLN no parece haber practicado todavía el ejercicio de una crítica en profundidad. Pero su propio contexto de actuación lo fue llevando a adoptar un perfil que ya no responde ni total ni preferentemente al viejo modelo. Y no solo porque la “guerra de liberación” en su sentido clásico duró apenas 12 días sino porque ya el 1º de enero de 1996 -en la Cuarta Declaración- el EZLN nos daba la alegre sorpresa de llamar a la constitución de “una fuerza política que no sea un partido político” e indicar que tampoco aspirara a la toma del poder. Para decirlo en nuestros propios términos de demarcación: ni el viejo vanguardismo guerrillero ni el reformismo socialdemócrata. Ni -mucho menos, por supuesto- los manes del salvacionismo populista que difícilmente se sintieran a gusto entre las anónimas cotidianeidades de la Selva Lacandona. Lo que ya en ese entonces comenzaba a adquirir la mayor relevancia es casualmente lo que a nosotros más nos interesa destacar como piedra miliar de la nueva izquierda latinoamericana: la autonomía de los movimientos sociales de base; una autonomía que, en el radio de acción chiapaneco del EZLN, es la de las comunidades de los pueblos originarios. Marchas y contramarchas del zapatismo En la compleja andadura del EZLN han convivido desde un principio, por lo tanto, las luces y las sombras. Buscando legítimamente ensanchar su respiración y proyectar su lucha a la totalidad del Estado mexicano, el EZLN alternó o hizo convivir guiños y miradas de cierta confianza a la institucionalidad dominante con la consolidación y la expansión de su desarrollo regional autónomo. Las primeras no produjeron otra cosa que reconocimientos mediatizados, pactos incumplidos, aplazamientos, dilatorias y fracasos; las segundas, por el contrario, cimentaron su arraigo en su esfera de influencia inmediata. Y, así como las primeras condujeron a la formación episódica de grandes superestructuras políticas que voluntaria o involuntariamente quedaron libradas a la dinámica del Estado o a su entorno implícito de actuación y luego atrapadas en sus mallas de acero (Convención Nacional Democrática, Movimiento de Liberación Nacional, Comisión de Concordia y Pacificación, etc.), las segundas propiciaron desde agosto del 2003 en adelante la emergencia de un mayor

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protagonismo de las comunidades zapatistas y una quizás saludable redefinición del EZLN; apuntando ahora en este plano -aunque nunca del todo ni con energías uniformemente convincentes- a situarse más como acompañante que como innecesario primer violín. Ha sido esta forma alternativa de pensar la política y este último curso de acción el que permitió la formación de las cinco regiones autónomas en Chiapas y de las (no muy bien) llamadas juntas de buen gobierno; un reordenamiento de los protagonismos que dista de haber sido resuelto y que mucho tiene que ver con los debates y problemas de la nueva izquierda revolucionaria latinoamericana. Luces y sombras, entonces, a través de las cuales el EZLN ha puesto de manifiesto la fusión, sin un plan preconcebido, de elementos viejos y nuevos; combinando -algo bien propio de un movimiento de transición, tal como lo hemos caracterizado- algunas de las prácticas de un ejército guerrillero convencional con las imprescindibles osadías que reclaman las organizaciones de base en la auto-construcción de sus autonomías. Un juego de luces y de sombras que no deja de ejercer sus efectos también sobre la Sexta Declaración y "la otra campaña"; a las que convendrá pasar de inmediato. Cabe comenzar siendo ecuánimes y concordantes: si hay algo que el EZLN ha dejado perfectamente bien claro en su Sexta Declaración de la Selva Lacandona es que se siente defraudado y que los principales agentes del fiasco son los partidos políticos institucionales, con sus dirigentes en primera fila. Las palabras en tal sentido dejan poco espacio para exégesis demasiado complicadas e innecesariamente sinuosas: “los políticos demostraron claro que no tienen nada de decencia y son unos sinvergüenzas que solo piensan en ganar sus buenos dineros como malos gobernantes que son. Esto hay que recordarlo porque ya van a ver ustedes que ahora van a decir que sí van a reconocer los derechos indígenas, pero es una mentira que echan para que votemos por ellos, pero ya tuvieron su oportunidad y no cumplieron.” Oportunidades e incumplimientos que -todo hay que decirlo y con idéntica claridad- recorren país por país la biografía de la democracia “representativa” y se incorporan con ribetes propios a una hipotética historia universal de la infamia. Siendo así, es correcto que el EZLN quiera dejar fuera de sus expectativas de una vez por todas al sistema institucional de partidos, trace una nítida línea divisoria en tal sentido y oriente su mensaje en otra dirección: “un nuevo paso adelante en la lucha indígena solo es posible si el indígena se junta con obreros, campesinos, estudiantes, maestros, empleados... o sea los trabajadores de la ciudad y el campo.” O diciéndolo de otro modo, yendo más allá todavía y ampliando el espectro de movimientos resistentes: “en esta globalización de la rebeldía no solo aparecen los trabajadores del campo y de la ciudad, sino que también aparecen otros y otras que mucho los persiguen y desprecian por lo mismo de que no se dejan dominar, como son las mujeres, los jóvenes, los indígenas, los homosexuales, lesbianas, transexuales, los migrantes, y muchos otros grupos que de por sí hay en todo el mundo pero que no vemos hasta que gritan que ya basta de que los desprecien, y se levantan, y pues ya los vemos, y los oímos, y los aprendemos.” Una red de opresiones, de exclusiones y de dolores parece estar en la base de las preocupaciones y de los deseos del EZLN; y tal vez hasta pueda sentirse que la propia Selva Lacandona palpita por detrás y por debajo de esas palabras, que no por ser deliberadamente sencillas dejan de tener un significado entrañable y profundo a la vez. Se puede coincidir prácticamente por entero también con el horizonte inmediato: la articulación más o menos estable de esos movimientos resistentes detrás de un programa izquierdista de lucha y la puesta en marcha colectiva de una “campaña nacional para la construcción de otra forma de hacer política”. Otra forma de hacer política: la cual debería ser entendida como francamente distinta de aquella desarrollada en forma descarada y contumaz por los partidos electoralistas; siempre embarcados en esa rítmica y espasmódica sucesión de promesas seductoras, de amnesias incalificables y de justificaciones posibilistas. He aquí, por ejemplo, una nueva arremetida zapatista: “Y los partidos políticos electorales no nos defienden, sino que primero que nadie son los que se

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ponen al servicio de los extranjeros, principalmente de los de Estados Unidos, y son los que se encargan de engañarnos, haciéndonos que miramos para otro lado mientras venden todo y se quedan ellos con la paga”. Juicios ilevantables y lapidarios estos que la Sexta Declaración quizás extiende con ciertos matices también al sindicalismo burocrático y de vocación entreguista: “Y si el trabajador estaba en un su sindicato para demandar sus derechos legalmente, pues no, que ahora el mismo sindicato le dice que hay que apechugar que bajan el salario o la jornada de trabajo o quitan prestaciones, porque si no pues la empresa cierra y se va para otro país”. Una forma distinta de hacer política, entonces, sobre la cual no se hacen demasiadas especificaciones pero que seguramente debe ser entendida como una opción por la democracia directa antes que por las “representaciones” jerarquizantes y cristalizadas; una opción por la participación activa de la gente con sus potencialidades a cuestas antes que por la exclusión sistemática de la que siempre se benefician los tecnócratas y los “sabihondos”; una opción por la sinceridad, el diálogo entre iguales y la elaboración compartida de aquellos sueños que habrán de ser comunes antes que por esa insensible y absurda feria de vanidades donde la simulación y la mentira campean a su antojo. La Declaración no lo dice, pues, pero tales cosas bien pueden darse por sobre-entendidas en tanto ellas parecen ser el auténtico camino de formación y desarrollo de las comunidades indígenas zapatistas; las marcas esenciales de su existencia y de su consolidación. Cambio constitucional: una salida a ninguna parte Que no haya definiciones excesivas ni un detallado y sofocante programa al que suscribirse es un hecho saludable, puesto que la presencia de tales cosas sería más una invitación a la adhesión que al diálogo; una consideración de los movimientos sociales de base de la sociedad mexicana más como un auditorio o un recipiente sin contenidos que como un tejido vivo y activo, capaz de producir sus propias palabras y sus propios fuegos. No obstante hay sí un único elemento programático que el EZLN parece tomar como axiomático y tácitamente consensuado, un elemento que puede ser fuente de errores de apreciación y equivocaciones estratégicas múltiples: “una nueva Constitución”. ¿Será ésta una forma elíptica de referirse a las bases constituyentes de una nueva sociedad mexicana y, por lo tanto, el planteo incluye la convicción de que ello requiere ni más ni me nos que una subversión radical de sus relaciones de poder? ¿O acaso se trata de embarcar a los movimientos sociales autónomos detrás de una reforma constitucional convencional cuyos trámites y reglas de juego ya están previamente definidos en la normativa vigente y, por ende, sujetados de antemano en esas mismas relaciones de poder? Por lo pronto, parecería que el EZLN sostiene una concepción nostálgica de la Constitución mexicana que no resiste un análisis en profundidad. Veámoslo: “la Constitución ya está toda manoseada y cambiada. Ya no es la que tenía los derechos y las libertades del pueblo trabajador, sino que ahora están los derechos y las libertades de los neoliberalistas para tener sus grandes ganancias. Y los jueces están para servir a esos neoliberalistas, porque siempre dan su palabra a favor de ellos, y a los que no son ricos pues les tocan las injusticias, las cárceles, los cementerios.” ¿Pero es que México tuvo alguna vez una Constitución que consagrara realmente, sin cortapisas y en la más cabal extensión de los términos “las libertades del pueblo trabajador”? Este tipo de apreciaciones quizás llevan a pensar que el EZLN ha comprendido muy bien las articulaciones de poder que distinguen a los partidos políticos estatales pero que todavía no ha aquilatado lo suficiente aquellas que distinguen al Estado mismo. Y, sin embargo, no hay misterios en esto y también puede expresarse, parafraseando la prosa de Marcos, con palabras bien sencillas: los partidos son como son porque el Estado es como es.

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Que el Estado es una estructura específica de dominación, una forma jerárquica y codificada de las relaciones sociales de poder y un aparato pensado para perpetuarse a sí mismo es algo que debería estar fuera de toda discusión. Siendo así, la correcta descripción que el EZLN hace del sistema estatal de partidos no puede fundarse solamente en la malevolencia, el carácter perverso o la venalidad de sus dirigentes sino que debe encontrar una parte sustancial de su explicación en el hecho de que tales partidos establecen su orientación básica como una operación de captura de las riendas del Estado. Y precisamente por eso es que tales partidos adoptan una configuración que reproduce puntualmente al Estado en su propia escala de actuación: es por eso que los mismos se constituyen como instancias de control y disciplinamiento de sus afiliados; es por eso que asignan atribuciones diferenciales a cada uno de los órganos de su existencia piramidal; y es por eso también que creen que su supervivencia, más allá de cualquier consideración histórica y social, debería ser vivida por los “votantes” -los propios y los ajenos- como una bendición del cielo. Los anarquistas estamos convencidos de estas cosas desde hace más de 130 años y la experiencia histórica subsiguiente no ha hecho más que confirmar puntualmente aquellas viejas intuiciones; y lo ha hecho sin que, desde entonces, se haya presentado una sola excepción ante nuestra ansiosa y expectante mirada. Más aún: si antiguamente se decía que “el poder corrompe” hoy podemos decir incluso que la mera aspiración al poder también lo hace, por anticipado y con holgura suficiente. En esto hay que ser claros y coherentes. ¿Cómo se compagina, entonces, el EZLN que dice “nosotros peleamos por ser libres, no por cambiar de amo cada seis años” con el EZLN que habla de “una nueva Constitución”? ¿Acaso una Carta Magna pactada y transada necesariamente con la organización estatal presente, según el sentido tradicional de la expresión, puede congeniarse con la pelea por la libertad? Parecería que no; y parecería también que la orientación correcta es exactamente la contraria: la pelea por la libertad comienza con la forja autonómica de los movimientos sociales de base y se desarrolla en ella, mientras que la búsqueda negociada de una nueva Constitución está condenada a empantanarse en los tortuosos vericuetos del Estado y en sus incesantes traqueteos. Una conclusión para la que no hace falta ningún estudio erudito de política comparada sino que alcanza y sobra con la propia experiencia del EZLN en parecidas materias. El fundamentado y radical rechazo que se ha hecho del sistema estatal de partidos es un paso conceptual de importancia que ahora solo requiere de su complemento necesario: el rechazo de la angosta senda estatal que permita transitar sin compromisos, ataduras o distracciones por el fértil camino de la autonomía. Es esa autonomía de los movimientos sociales, asentados todos ellos en el marco de actuación territorial que resuelvan darse, la condición libertaria por excelencia: una autonomía que requiere emanciparse de todo poder omnisapiente, externo y superior para que cada colectivo pueda trazarse, con el mayor margen de libertad posible, sus propios objetivos, sus propias relaciones de convivencia y sus propios cursos de acción; sin condicionamientos ni extorsiones, pensándose a sí mismos y a sus devenires y confiando antes en sus propias capacidades que en predestinaciones, mesianismos, ingenierías, conspiraciones o casualidades que -ya se sabe- no condujeron, no conducen y no conducirán a parte deseable alguna. Porque todos podamos “caminar preguntando” y “mandar obedeciendo” Muchas más cosas podrían discutirse solidariamente con el EZLN a propósito de su Sexta Declaración; o, mejor aún, hacerlo con las comunidades zapatistas en pleno y, en general, sobre las vidas y las luchas de los pueblos. Nos gustaría, por ejemplo, profundizar bastante más sobre la “globalización” y el neoliberalismo, de modo que entre todos podamos trazarnos un mapa del mundo que no es representable

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exclusivamente en blanco y negro, ver que en la arena de este circo hay algo más de dos gladiadores y que es necesario identificar toda una trama de relaciones locales que se articulan por conveniencia propia y no por pura obsecuencia con los grandes centros de poder mundial. Porque, en definitiva, el capitalismo también tiene en México su carta de ciudadanía y su faceta transnacional específica, sin la imperiosa necesidad de que sea un agente externo el que le dé vida, lo impulse y lo proyecte. Y consideraciones de ese tipo nos permitirían poner en común, casi con íntegra certeza, la convicción de que no solo los políticos entreguistas y sus corruptelas son los responsables de la situación sino que además hay una cierta gama de capas sociales que también se desvelan por el mantenimiento del statu quo. Tal vez ello nos llevaría a compartir definiciones mucho más marcadamente anticapitalistas, antiestatistas y antiburocráticas que quizás el EZLN ya se haya formulado para sus adentros pero que todavía no ha puesto rotundamente de manifiesto. Nos gustaría reflexionar fraternalmente también sobre una frase de la Sexta Declaración a la que asignamos especial importancia y que ilustra uno de los rasgos distintivos del EZLN durante todo este tiempo: “o sea que arriba lo político democrático mandando y abajo lo militar obedeciendo. O tal vez es mejor que nada abajo sino que puro planito todo, sin militar, y por eso los zapatistas son soldados para que no haya soldados.” Porque, realmente, si fuera “puro planito todo” nadie manda y nadie obedece sino que cada cual actúa a partir de sus convicciones, de sus posibilidades y de sus compromisos con los acuerdos libremente adoptados. Y diríamos también que es paradójico y peligroso eso de que haya soldados para que no haya soldados puesto que entonces -¡qué lío con las palabras!- siempre tendríamos que contar con algunos soldados para que no hubiera más soldados. Porque parece mucho mejor, más directo y más claro decir que somos antimilitaristas; y luego trabajar realmente, de lleno y sin medias tintas por la disolución de todos los ejércitos. Nos gustaría discutir más detenidamente con nuestros compañeros de la Selva Lacandona los motivos por los cuales estamos entusiasmados con la idea de reunir a los movimientos sociales mexicanos en una red amplia y sin exclusiones. Pero, incluso así, querríamos mantener una respetuosa discrepancia respecto a un procedimiento que tal vez no sea el mejor. En efecto, creemos que esa red no debería tener centro alguno y, precisamente por eso, el EZLN no tendría que haberse auto-atribuido el papel de coordinador inicial, asignándose a sí mismo la administración de un diálogo en rueda donde los participantes han sido previamente categorizados y se reúnen según las disposiciones de fecha, lugar y agenda decididos por el CCRI. Seguramente habría sido mejor que las fechas hubieran surgido de una vasta consulta previa, que el lugar fuera equidistante y que la agenda de partida no resultara ser otra cosa que el libre fluir de una palabra plural e irreductible. Pero quizás tampoco quepa desconfiar de las intenciones y sí pensar que esta convocatoria no es más que una urgida necesidad fundacional y que no faltarán oportunidades en el futuro para que las cosas sean de otro modo. Cuba: tan cerca de Chiapas y tan lejos del EZLN Nos gustaría extendernos sobre estas cosas y muchas otras, pero no parece oportuno ahora más que dejarlas planteadas. Sin embargo, hay un tema que no podemos soslayar en este momento y que, en tanto Movimiento Libertario Cubano, nos interesa directa y especialmente. Nos parece magnífico que el EZLN ponga de manifiesto su solidaridad con los pueblos en lucha de América Latina y del mundo y bien podemos hacer nuestras sus declaraciones en tal sentido. Incluso, en la medida que las luchas de los pueblos están en todas partes, creemos que es una buena imagen literaria sostener que no se sabe muy bien donde entregar los testimonios solidarios del EZLN. Lo que no queda claro, entonces, es el mecanismo ideológico y político por el cual todos los pueblos del mundo son

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“inubicables” mientras que el pueblo cubano sí puede encontrar su sede, su residencia natural y su legítima representación en la embajada de su gobierno en Ciudad de México. Planteadas las cosas de este modo es como si el EZLN interrumpiera casi todos sus conceptos, prácticas y aprendizajes en el momento mismo de “desembarcar” en Cuba. Porque ¿qué vinculación natural y coherente puede haber entre un planteo que apunta a exaltar el tejido de la sociedad mexicana a través de sus movimientos sociales de base y otro que supone que su equivalente cubano se encuentra enteramente absorbido por su gobierno? Más aún, ¿el EZLN cree que el gobierno cubano encarna el modelo de la nueva izquierda revolucionaria latinoamericana o que está dispuesto a participar del mismo así sea como discreto acompañante? ¿El EZLN considera que hay que hacer en México lo mismo que ha hecho el Partido “Comunista” en Cuba? ¿El EZLN no supone que es contradictorio e inconsecuente emparentar solidariamente la autonomía de las comunidades de base con un régimen centralizador y excluyente? ¿El EZLN no piensa que la expresión del pueblo cubano puedan ser organizaciones populares autónomas cuya emergencia el gobierno se encarga meticulosa y sistemáticamente de evitar por medio de la represión preventiva? ¿Qué respuestas de fondo, en definitiva, puede dar el EZLN a interrogantes de tanta gravitación? Pero, además, el EZLN no puede desconocer ni haber olvidado que durante cuatro largas décadas los gobiernos cubano y mexicano mantuvieron relaciones carnales; uno de cuyos mejores momentos seguramente puede encontrarse en torno al silencio cómplice del gobierno cubano respecto a la matanza de Tlatelolco en 1968 y al envío de deportistas a las olimpíadas inmediatamente subsiguientes; aun a pesar de los llamados al boicot de las mismas a que entonces convocara la izquierda mexicana. Una relación carnal inter-estatal a la que no le cuesta encontrar su personificación en la amistad de Fidel Castro y Carlos Salinas de Gortari; una parte de cuya fortuna -amasada gracias al expolio de trabajadores mexicanos- es hoy invertida en territorio cubano. A partir de estos antecedentes y de muchos de similar talante, al EZLN no debería resultarle difícil constatar que, para la élite dirigente cubana, el eje de las relaciones internacionales no está constituido por las luchas de los pueblos sino que esas luchas son reinterpretadas a voluntad según el tipo de vinculación que el partido monopólico defina tener con el resto de los gobiernos; siempre y cuando éstos puedan aportarle algo de oxígeno a su capacidad de sobrevivencia. ¿Cómo se explica, si no, que la diplomacia cubana haya apoyado las luchas contra el apartheid en Sudáfrica y también se haya solidarizado casi hasta la extremaunción con el régimen de Suharto en Indonesia, que mantenía una situación parecida en Timor del Este? ¿Qué coherencia puede haber entre suscribirse al derecho de los pueblos africanos a definir su destino y al mismo tiempo enviar tropas de ocupación a enfrentarse a los independentistas eritreos según las necesidades del ajedrez soviético o, ya en un registro virtualmente paródico, entrenar a la escolta militar de Idi Amin? ¿Qué justificación tiene el gobierno cubano para enviar a su vicepresidente a participar en el Foro de Davos y luego al presidente de su Asamblea Nacional a protestar en Porto Alegre contra ese mismo foro? ¿Cómo puede ser que se condene con tanto énfasis el racismo en la Conferencia Mundial de la ONU realizada sobre el tema en Durban y luego se rechacen todas las invitaciones para analizar las razones por las cuales hay una sobre-representación de personas negras en las cárceles cubanas? Y así sucesivamente; hasta donde pueda llegar la curiosidad crítica de quien sea. A todo esto: ¿hace falta que se le recuerde al EZLN las condiciones de vida del pueblo cubano y su imposibilidad absoluta de organizarse autónomamente o tan siquiera de expresarse para enfrentar esa situación? Pensamos que toda referencia concreta al respecto es innecesaria en este momento y queremos creer que la mención a la embajada del gobierno cubano en Ciudad de México no es mucho más que un acto fallido; un lapsus que puede ser enmendado cuando se presente la primera oportunidad. Y queremos creerlo así porque lo que está en juego es mucho más importante y así lo

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hemos insinuado desde un principio. Repitámoslo y tengámoslo presente de aquí en más: lo que importa es la conformación, el perfil y las orientaciones de una constelación de agrupaciones y prácticas rebeldes que hoy están en condiciones de nutrir a la nueva izquierda revolucionaria latinoamericana. En ese trabajo de creación no puede haber descuidos ni ligerezas ni frases de cortesía. En ese trabajo de creación el gobierno cubano no tiene nada para aportar porque los únicos mensajes genuinos que nos permitirán avanzar en el camino de la libertad no habrán de partir de los despachos burocráticos de La Habana sino de bullicios y estrépitos que surgen bien de abajo y que abajo mismo encuentran sus ecos inconfundibles. Es allí donde están los “forajidos” ecuatorianos, la resistencia mapuche, los regantes cochabambinos, las fábricas recuperadas en Argentina, las ocupaciones de tierras en Brasil y, por supuesto, también las búsquedas y ensayos que hoy mismo tienen lugar en la Selva Lacandona.

La izquierda latinoamericana en el poder HUMBERTO DECARLI - [# 45, noviembre-diciembre 2005] Es frecuente escuchar que la izquierda está triunfando en América Latina debido a las victorias electorales capaces de haber alcanzado el gobierno, alcaldías, parlamentos y otros segmentos del poder. Las organizaciones de este sector político vienen de muchas derrotas en varios planos, secuela de una historia realmente deprimente. Primero, el denominado “browderismo” abortó el crecimiento de partidos marxistas, populares y progresistas, por la inhibición ordenada desde Moscú al plantear una alianza antifascista que permitió a la postre el desarrollo de la versión socialdemócrata tropical. Luego, tras la revolución cubana se expandió el foquismo guerrillero como esquema de lucha. Era un esfuerzo vanguardista más impulsado por emociones que por el sentido de la realidad. De igual manera el caso chileno estimuló la incorporación a la legalidad y creó ilusiones, rotas con la asonada dirigida por Pinochet. La resultante de toda esta fase de luchas fue una depresión política, militar y sobre todo moral. Los revolucionarios se hundieron aún más con las dictaduras de la región típicas de la guerra fría y de las frustraciones en las elecciones de varios países. Salvo el caso cubano, la frustración chilena, la experiencia sandinista, lo ocurrido en Grenada y el liderazgo de Cheddy Jagan en Guyana, la izquierda fue un verdadero fracaso tanto en la lucha armada como en la vía del espectáculo comicial. Es conocido el destino de la revolución cubana cuando a más de 40 años la disidencia se castiga con cárcel. La Unidad Popular en Chile creyó en la hipótesis de la pasividad de las clases dominantes y el resultado fue su destrucción. Los discípulos de Carlos Fonseca Amador demostraron una terrible ineptitud una vez que liquidaron a la guardia nacional somocista. La crisis interna en Grenada fue aprovechada por los marines para golpear a su rival soviético. Y al viejo luchador de origen indio, Jagan, los británicos no le permitieron continuar jefaturando el gobierno al advenir la independencia. Los ejércitos guerrilleros tampoco consiguieron alterar la zona. Las muestras sobran: El Salvador con una guerra civil decidida por la ayuda militar gringa; los alzamientos en México, asfixiados por la falta de solidaridad debido a la espalda dada por Cuba por ser el único país no participante en el embargo; los trotskistas y aborígenes guatemaltecos exterminados; el MRT y Sendero Luminoso liquidados en

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Perú; los tupamaros igualmente en Uruguay; la extinción de Alfaro Vive Carajo en Ecuador; la derrota guerrillera en Venezuela; la del Partido Comunista de Carlos Marighela en Brasil y el aplastamiento de la actividad irregular en Bolivia, son ejemplos de la inviabilidad de este tipo de lucha en Latinoamérica, al menos a través de la forma como se asumió. Asimismo, los frentes electorales tampoco funcionaron, en especial por la intervención americana dirigida a impedir progresos en esta área. Ni siquiera en Nicaragua, Estado donde el F.S.L.N., obtuvo el poder por las armas hubo de abdicarlo gracias a unas elecciones determinadas por la conscripción militar y el miedo a la guerra en las zonas fronterizas con Honduras debido a la Contra además de la alta inflación. La representatividad al poder Con estos antecedentes es fácil comprender el por qué grupos considerados como contestatarios se vieron en la necesidad, una vez culminada la confrontación Este-Oeste, de estar presentes en una vida parlamentaria e incluso llegar al gobierno. Ya los intereses hemisféricos yanquis pasaban por incentivar los regímenes representativos. Así las cosas, se presenta la fase capitalista de la globalización propia de un planeta dominado por una concepción neoliberal en la cual la máxima meta es la democracia formal en el ámbito político y el mercado en el económico. Una aplicación económico-social tan rígida como el de la mundialización de la economía con su carga de exclusión social y precarización de la vida no era posible con las dictaduras tradicionales. Organizaciones con un pasado de luchas comenzaron a intervenir en las votaciones en países donde no había una institucionalización por razones históricas y especialmente en el terreno electoral tampoco existía ninguna garantía de imparcialidad. Para ello tuvieron que pactar con los grupos económicos transnacionales a fin de obtener el financiamiento necesario para optar al triunfo en estos eventos. Con el tiempo han avanzado en su eficacia y logrado victorias. Venezuela con Chávez, Uruguay con Tabaré Vásquez, Lula Da Silva en Brasil, Lucio Gutiérrez en Ecuador, el hijo de Torrijos en Panamá, Leonel Fernández en República Dominicana, Néstor Kirchner en Argentina y Ricardo Lagos en Chile, son manifestaciones de lo antes aseverado. Sin contar los éxitos municipales y congresionales del sandinismo en Nicaragua y el Farabundo Martí en El Salvador, amén de los aspirantes con bastantes posibilidades de ganar como López Obrador en México y Evo Morales en Bolivia en próximas elecciones. Surge además una idea peregrina como la de señalar que hay dos izquierdas, una borbónica representada en Chávez y Fidel Castro, y otra moderna cuyos exponentes son Lula y Lagos. Se les señala como fuerzas impetuosas por llegar a verdaderas conquistas sociales, ora por la vía tradicional estalinista, ora por el legalismo de la representación. No obstante, pensar en regímenes de izquierda sin analizar la estructura de poder es absolutamente desequilibrado. Se parte de una premisa falsa como estimar que con el empuje de una organización marxista o revolucionaria alcanzando el gobierno y apalancándose en el Estado se puede proceder a cambiar la sociedad. Es el esquema clásico marxista-leninista: se busca el poder para desde allí orientar la nueva dirección de la sociedad.

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Se trata de un concepto totalmente ilusorio. Las conformaciones socio-económico-políticas no son entidades aisladas de la realidad sino expresión de un mismo patrón: el capitalismo, cuya actual etapa es acentuadamente mundializada. El formato de los Estados nacionales está siendo superado por la instantaneidad de las operaciones financieras y la creciente fuerza de las grandes corporaciones. El capital abraza nuevo roles sin perder su condición existencial. Quien le pone el cascabel al gato El Estado es una expresión de prácticas sociales, no es un objeto cuyo apoderamiento significa consecuencialmente un cambio. No es suficiente con ser ocupado por organizaciones históricamente pujantes por las transformaciones para que ocurra, ipso facto, una metamorfosis. Unas relaciones de poder como las existentes en la América mestiza no pueden ocasionar otra cosa que una entidad opresora donde un grupo mínimo se arroga la representación de toda la sociedad a través de todos los mecanismos coactivos, verbigracia el ejército, el ordenamiento jurídico, la actividad relevante de los medios de difusión de masas y la penetración de las organizaciones sociales. De allí que a pesar de la presencia de nuevas caras a la cabeza del Estado ocurren los mismos vicios inherentes a estas democracias de utilería. La corrupción, la violencia de pobres contra pobres en las barriadas de excluidos, la ineficacia en el ejercicio de la representación, el desempleo, la inflación, la recesión, el militarismo, la concentración de poder y el armamentismo, son efluvios de una modalidad política instaurada en la esencia del andamiaje coercitivo. Así, vemos cómo el régimen chavista está implotando a pesar de atravesar una bonanza económica histórica. La descomposición y los negociados desde los grandes ejes gubernamentales, el aumento de la economía informal, la flexibilización laboral promovida desde el mismo Estado, el autoritarismo, el culto a la personalidad y los planes reformistas asistenciales, nos indican el sentido de este gobierno. El caso de Lula es patético por la corrupción generalizada del Partido de los Trabajadores y sus aliados mientras la miseria crece a pasos galopantes; Ricardo Lagos tiene la voluntad de indultar a un asesino, el general Contreras, a cambio de concesiones en un avenimiento entre cúpulas. La caída de Lucio Gutiérrez obedeció al desmoronamiento de su administración. En fin, estos gobiernos asumidos por la izquierda no se diferencian de los de la derecha en el pasado. Estamos en presencia de un andarivel construido in illo témpore capaz de sujetar el espacio de dominación existente. No puede haber variaciones porque el poder en Latinoamérica no es un lugar rígido donde con cambiar las caras se puede desplazar hacia otros niveles. Es un Estado y unas poliarquías bien instalados incapaces de promover cambios desde el ángulo de una vinculación despótica con la sociedad. De tal manera que no hay modificaciones en las naciones donde la izquierda ha ganado porque haber una o dos, tradicional o contemporánea, no es el problema. Simplemente hay nuevas fachadas con la misma esencia y la sociedad soñada está cada día a años luz porque se repiten las mismas perversidades intrínsecas a la tradición del poder en América Latina y el Caribe. La única forma de estremecer el establecimiento es romper la sustancia del hacerse obedecer a través de una irrupción de la sociedad para autogobernarse sin necesidad de la felonía de la representación. La toma de decisiones debe volver a la gente de donde nunca debió salir.

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El dilema es estatismo o autonomía DANIEL BARRET - [# 46, febrero-marzo 2006] [D.B. es considerado uno de los teóricos más agudos del anarquismo latinoamericano contemporáneo. Proveniente de Uruguay, arribó a Caracas días antes de iniciarse el Foro Social Alternativo para compartir con sus compañer@s venezolan@s y observar directamente la situación del país. Su conferencia en la Universidad Central de Venezuela se tituló "Horizontes de cambio en América Latina", donde expuso un marco para entender los cambios que ocurren en el continente y los dilemas que conllevan para los movimientos de base. Después de Caracas, Barret paró en Ciudad de México para continuar el incesante trabajo de difusión y propaganda que caracteriza a l@s anarquistas. Reproducimos a continuación un extracto de su participación en el FSA.] (...) Pueden situarse varias líneas del fracaso de las políticas neoliberales y las distintas respuestas. Las respuestas más resonantes, que creo merecen poca discusión. En primer lugar, la caída del gobierno de De La Rua en Argentina; en segundo lugar, la caída del gobierno de Sánchez de Lozada en Bolivia; luego la del gobierno de Gutiérrez en Ecuador; nuevamente después la eclosión del gobierno de Meza en Bolivia. Me parece importante situar esto, como un elemento central del análisis, de la reflexión. Este tipo de acontecimientos es lo que llamaría "respuestas movimientistas", que como luego veremos no es la única respuesta que existe en América Latina, y que no es lo único que compone el panorama sobre el cual es necesario optar en nuestra actividad cotidiana. Da poco paño para la discusión el hecho de considerar que ese tipo de episodios representan una respuesta de la sociedad civil. Algunos conceptos y nociones que eran propias de los años 70, son absolutamente inaplicables, allí no hay partidos, ni frentes de vanguardias, ni guerrillas, ni nada que se les parezca. Por un lado, según el país, la gravitación fundamental de los movimientos sociales organizados o de la multitud (no lo confundan con el uso que al término le dan Hardt y Negri), directamente no organizada que funciona por el efecto contagio, y que muestra una reacción de rechazo y de rebeldía frente a situaciones que se habían vuelto insostenibles. En el caso Argentina, hay una proyección que en definitiva trascendió largamente las fronteras del país y que fue la reflexión, luego interrumpida (y una de las cosas que acá se proponen es volver a retomarla a ver cuál es el grado de vigencia que puede tener) que es el significado simbólico del famoso "¡Que se vayan todos!". Que se vayan todos significa una ruptura radical de la esperanza o del tipo de esperanzas que había en los años 70, es una situación totalmente diferente. Ese tipo de cosas era imposible decirlas en aquellos días. Porque de alguna manera, en los sectores de oposición, de izquierda, más o menos institucionales, o incluso extra-institucionales, no lo hubieran aceptado bajo ninguna condición, bajo ningún concepto. Las concepciones eran totalmente diferentes. Después de ese tipo de episodios, ¿a qué nos enfrentamos? Nos enfrentamos a otro tipo de respuestas, porque estas lo que produjeron fueron caídas de gobiernos pero no representaban una alternativa real sustentable en el tiempo, que permitieran algún tipo de avance seguro de los movimientos sociales. Vuelvo a repetir, en esto hay diferencias de país a país. Entonces lo que empieza a producirse es otro tipo de respuestas, que es la respuesta institucional, electoral, lo que algunos llaman "el giro a la izquierda" del electorado latinoamericano. Giro a la izquierda cuyos referentes podemos enumerarlos pero que son perfectamente conocidos por Ustedes. Chile primero, si es que puede considerarse en rigor como un gobierno de izquierda, Venezuela después, Brasil con Lula, Argentina con Kirchner, Uruguay con Tabaré Vásquez, ahora Bolivia con Evo Morales. Hay quien supone que todo esto no es más que una suerte de efecto domino que en el 2006 va a empezar

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a mostrar otros resultados. En Perú, en México, algunos dicen que es posible ganar las elecciones en Nicaragua y El Salvador. Tenemos por un lado dos grandes tipos de respuestas: la "movimientista" que provocó caídas de gobiernos, y la respuesta política-partidaria que lo que representó fue la instalación de nuevos gobiernos. Aquí hay que reconocer que en términos político-electorales se tiene un giro a la izquierda, pero básicamente lo que hay es una renovación de la esperanza. Hasta cierto punto, existe la renovación de un sentimiento, muy propio de los años 70, de considerar la historia en términos evolucionistas, progresivos, que la misma tiene un sentido de avance que personalmente pienso que no tiene. Se tiende a pensar con el criterio de que es una ola absolutamente indetenible, cuando basta repensar la historia de la propia América Latina para darse cuenta que este tipo de cosas ya ocurrieron en otros momentos y que fueron perfectamente reversibles, tan reversible como lo fue el socialismo real cuando se suponía que sus bases y sus pilares eran infinitamente más fuertes. Su ustedes toman un año, no uno cualquiera, el año 1953 tenía más gobiernos populistas y nacionalistas que los que hay ahora. Tenían característica de tal el gobierno de Chaves en Paraguay, el de Ibáñez en Chile, el de Rojas Pinilla en Colombia, el varguista en Brasil, ni hablar del peronistas en Argentina, y el de Jacobo Arbenz en Guatemala. digo esto para incorporar como un elemento más de reflexión que ni estábamos antes ni estamos ahora frente a una historia que permita albergar el optimismo, en el sentido de que habría cosas que se resuelven por la propia dinámica y por la propia lógica interna de la historia. Esto no es así. Lo que hay que plantarse como perspectiva y como visión es algo totalmente diferente. De cualquier manera, a la hora de caracterizar, yo realizaría una pequeña distinción entre los gobiernos populistas propiamente dichos y el reformismo socialdemócrata, porque la dinámica política que generan es diferente. Hay diferencias entre el gobierno de Lula y el gobierno de Chávez, no estoy diciendo que uno sea mejor que otro, sino que generan dinámicas políticas diferentes. Por ejemplo, los gobiernos de perfil socialdemócrata normalmente están basados en una larga trayectoria histórica de partidos de origen obrero, cosa que no ocurre con los populismos. No ocurre acá en Venezuela con Chávez, como si ocurre en Brasil con Lula, en Uruguay con Tabaré Vásquez. No estoy diciendo que haya que optar por uno u otro, sino estoy situando un dato para poder tenerlo en cuenta en el análisis, en el sentido que generan lógicas diferentes. Otra cuestión que es distinta es que la afirmación del funcionamiento democrático-parlamentario es mayor en los partidos o experiencias de corte socialdemócrata que en las populistas. En las primeras, Ustedes se fijarán, no tienen ni las perspectivas, ni la intención, ni las ganas, de fundar un mundo nuevo, mientras que en el caso de los populismos si. Una de las primeras cosas que hace Chávez, bien en el estilo de la Revolución Francesa, es cambiarle el nombre al país. Hay toda una cuestión que de hecho genera mayores esperanzas, mayores expectativas y por lo tanto mayor confusión. La retórica revolucionaria en los gobiernos populistas es muco más acentuada que en los de corte socialdemócrata. Estos están pensados para aceptar la lógica del juego entre oficialismo y oposición, además están pensados para conducirse según la lógica de alternancia de partidos en el gobierno, lo cual es muy probable que ocurra. Mientras que, en el caso de Venezuela, el gobierno de Chávez está pensado para desarrollar un proyecto histórico, es decir un proyecto de décadas, y por lo tanto no está pensado para no gobernar en el período próximo. La dinámica política que ambos pueden generar tiene mucho que ver, entonces, con los movimientos sociales. El reformismo socialdemócrata una vez instalado en el gobierno, y después de los primeros meses, ya no mueve ni entusiasma a nadie. Les pongo un ejemplo próximo. En Uruguay las

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celebraciones del día de elecciones y del día de transmisión de mando fueron transmitidas a todo el continente. Un año después, hicieron un acto de celebración y reunieron a tres mil aburridos que se juntaron en unas sillas para aplaudir sin demasiado entusiasmo. En el caso de los populismos se puede generar mayor efervescencia, y por lo tanto mayor capacidad de cooptación desde el Estado a los movimientos sociales. Me da la impresión, por ejemplo, que acá en Venezuela la desarticulación de los movimientos sociales ha sido más profunda que en Brasil. Uruguay o Argentina. En función de esas dos trayectorias, la movimientista que derriba gobiernos y la otra, socialdemócrata o populista, que instala nuevos gobiernos, se formula lo que sería el dilema básico de los movimientos populares, Lo que tienen por delante; bien el camino estatista o bien el camino de la autonomía. En este momento, en este movimiento pendular de la historia latinoamericana, parecería que lo que se está afirmando es el camino estatista. No sólo por los resultados electorales, no sólo por lo que han representado en términos de desmovilización, y en algunos casos desarticulación, de los movimientos sociales, sino también por lo que genera en términos de esperanzas o expectativas: el depositar en otros la realización de ciertas metas o cometidos históricos (...)

Declaración Libertaria de Caracas ENCUENTRO LIBERTARIO DE CARACAS - [# 46, febrero-marzo 2006] L@s anarquistas reunid@s en Caracas con motivo del Foro Social Alternativo del 23 al 29 de enero de 2006 –procedentes de Alemania, Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, México, Inglaterra, Italia, Rusia, Uruguay y Venezuela- consideramos de importancia volcar una posición específicamente anarquista que dé cuenta de nuestra experiencia y de nuestros intercambios. Con ese espíritu, declaramos lo siguiente: 1.- De acuerdo a nuestras bases ideológicas constitutivas no podemos menos que confirmar nuestro más profundo rechazo a toda forma concebible de dominación y de opresión. En consecuencia, condenamos una vez más y para evitar cualquier clase de dudas, trabalenguas o mediatización, el régimen capitalista y la organización estatal de la sociedad, así como el militarismo, el imperialismo, el patriarcado, el racismo, las diferentes formas de encierro, la destrucción del medio ambiente, las imposiciones de culturas pretendidamente superiores y todo cuanto implique suponer que un ser humano pueda estar por encima de otr@s. 2.- En sentido contrario, amantes de la libertad en grado de lujuria, tampoco podemos dejar de señalar y confirmar nuestra inspiración en valores anarquistas, igualitarios y solidarios que orienten la construcción de una sociedad genuinamente socialista desde el aquí y el ahora; una sociedad organizada sobre bases autogestionarias, federalistas y de democracia directa que vaya mas allá de las artificiales fronteras estatales. 3.- Igualmente, por encima del habitual rosario de buenas intenciones y declaraciones socialistas, consideramos del caso volver a precisar que una sociedad genuinamente libertaria solo puede resultar de la decisión conciente de las sociedades a partir de su tejido de base y que no hay ejemplo histórico alguno que aliente la esperanza en inescrutables legalidades históricas, en ingenierías desde las alturas

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o en mesianismos caudillistas. Antes bien, todo eso no es sino una ilusión anti-emancipatoria que sigue siendo preciso poner en evidencia y en tela de juicio. 4.- Esta afirmación se vuelve particularmente actual y necesaria, por cuanto parece abrirse en América Latina un nuevo ciclo histórico en el cual los pueblos depositan sus angustias y sus esperanzas en variantes socialdemócratas y populistas, llamadas a administrar la crisis del sistema de dominación pero sólo para perpetuar una expresión maquillada y edulcorada del mismo. En consecuencia, reafirmamos, avalados ahora por una rica experiencia histórica, que no hay caminos estatales o vanguardistas hacia una sociedad socialista libertaria, sino que ésta sólo puede contar con un mínimo de credibilidad apoyándose en el protagonismo insustituible de los movimientos sociales de base y en su innegociable asunción autonómica. 5.- Consideramos también que la libertad no es sólo una meta sino además un camino y una práctica. Por ende, no podemos menos que defender las libertades conquistadas y a conquistar en nuestra larga marcha, condenando consecuentemente a todos los gobiernos incluidos los que se reivindican como revolucionarios –y que quede claro, a todos ellos- del continente latinoamericano y de cualquier otra parte que encuentren su inspiración básica en su cercenamiento y en su postergación, sin que nos importen en absoluto las “elevadas” justificaciones pergeñadas por sus delirantes imaginaciones. 6.- Por último, pertenecientes a distintas corrientes y modalidades del pensamiento y la práctica anarquistas y habiendo demostrado en los hechos que es posible establecer un clima de fraternidad y respeto entre nosotr@s por encima de nuestras diferencias, queremos proclamar rotundamente la posibilidad y la necesidad de que nuestro rico y diverso movimiento aproveche las múltiples oportunidades de construir redes solidarias en todos los sentidos concebibles. Ese es y será nuestro compromiso y nuestra tarea inmediata. Organizaciones: Biopolíticos (Colombia). Colectivo Autónomo Magonista, CAMA (México). Federación Libertaria Argentina (FLA). Comisión de Relaciones Anarquistas (CRA) (Venezuela). Centro de Estudios Sociales Libertarios, CESL (Venezuela). Ateneo de Contracultura y Estudios Ácratas La Libertaria, Biscucuy (Venezuela). Periódico The Alarm (USA). Revista Espacio (Ecuador). Kolectivo de Objeción por Konciencia ART (Colombia). Movimiento Libertario Cubano (MLC). Grupo de Estudos Libertários Babilonia (Brasil). Cruz Negra Anarquista (Venezuela). Individualidades: Luís Prat, delegado IWW (USA). Andreas Speck (Alemania). Javier Gárate (Chile). Marina Legaz Bursuk, delegada de F.L.A e I.F.A. (Argentina). Sylvia C. Jiménez (Bolivia). Erika Lagalisse (Canadá). Daniel Barret (Uruguay). Santiago Cadena, revista Espacio (Ecuador). Kristina Dunaeva (Rusia/Brasil). Eduardo Rodríguez, FAL-Valencia (Venezuela). Luís Jiménez, CRA/CA3 (Venezuela). Jim Ochoa, CRA/Unión –Rache y CA3 (Venezuela). Lizardo Said Lugo, CRA/CESL (Venezuela). Salvador Méndez, CRA/CESL (Venezuela). Ender Ynfante (Venezuela). Humberto Decarli (Venezuela). Karina Araujo (Brasil). Iva Gouvea Bocchini (Brasil). Gustavo Rodríguez (Movimiento Libertario Cubano). Sebastián @, Kolectivo de Objeción por Konciencia Art (Colombia) Rob Block (USA). Sarah Coffey (USA). Cristian Guerrero - Arizona Earth First! (USA). Individualidades de Canadá, Colombia, España, Inglaterra, Italia, Francia y Venezuela

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No necesitamos otra guerra más ANTIMILITARISTAS DE LATINOAMÉRICA - [# 53, mayo-junio 2008] Nosotras/os, objetoras y objetores de conciencia y antimilitaristas del Ecuador, Colombia, Venezuela, y toda América Latina y el Caribe, unidos, nos negamos rotundamente a una escalada bélica que desemboque en una guerra que, nuevamente, nos intente dividir. Ya bastante tenemos con el hambre, la corrupción, el militarismo exacerbado, el impúdico gasto militar, la inseguridad ciudadana, el continuo bofeteo a los derechos humanos por parte de nuestros gobernantes, para que nos quieran regalar un conflicto armado más. Una guerra sólo fortalecerá los respectivos nacionalismos de los países en conflicto, aumentando la xenofobia instalada en nuestros países. Fortalecerá a las Fuerzas Armadas, que encontrarán otra razón para incrementar sus presupuestos y servirá para esconder aún más los problemas que nos aquejan como pueblos latinoamericanos y del Caribe: la explotación sin control de nuestros recursos, los altísimos niveles de desempleo, la discriminación y violencia de género, la corrupción y las mafias del poder, las comunidades desplazadas por conflictos bélicos o por monocultivos agrícolas y forestales, el racismo y la discriminación por clase, etc. Nada eso se solucionará por la guerra. Al contrario, significará que esos problemas aumentarán como han aumentado en cada dictadura y guerra civil. Una guerra entre Estados latinoamericanos es, al mismo tiempo, una conflagración civil entre pueblos hermanos, conducidos al matadero por gobiernos militaristas, tanto de derecha como de izquierda. Los únicos vencedores de un enfrentamiento fratricida entre hermanas y hermanos son los comerciantes globales de armas, que desde Estados Unidos hasta la Federación Rusa, construyen laboratorios de guerra y opresión en nuestros países bajo eufemismos como el “Plan Colombia”. Decimos no a la guerra y a sus preparativos. No al fortalecimiento de cualquier militarismo, sea de derecha e izquierda. Sí a la autonomía de los pueblos y de sus luchas. Sí al hermanamiento latinoamericano. Convocamos a una acción conjunta contra el militarismo y la guerra, partiendo desde nuestra convicción de seguir trabajando juntas y juntos por la promoción de la justicia y la solidaridad, fuera de los cuarteles, en cada uno de nuestros países. Antimilitaristas de Latinoamérica y el Caribe Organizaciones: Internacional de Resistentes a la Guerra – IRG/WRI Grupo de Afinidad Antimilitarista de Asunción GAAA (Asunción-Paraguay) Pelao Carvallo, consejero IRG Yeidy Luz Rosa Ortiz, Casa Feminista de Rosa – Quito, Ecuador Periódico El Libertario – Venezuela Xavier León, Grupo de Objeción de Conciencia del Ecuador – GOCE Movimiento Antimilitarista y de Objeción de Conciencia MAOC Chile Adriana Castaño Román, Red Juvenil de Medellín, consejera IRG Acción Colectiva de Objetoras y Objetores de Conciencia (ACOOC) Bogota Kolectivo Utopía Ácrata Libertario -Argentina

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¿Latinoamérica dio chance a la paz? SALVA - [# 53, mayo-junio 2008] ¡Paz!, pedían tod@s luego del alarde belicista que ensangrentó la frontera colombo-ecuatoriana, en la creencia que se avecinaba una guerra. En la cumbre del Grupo de Río los presidentes «decretan» la paz; entonces ¿de qué sirvió toda esta seudo guerra, para qué la efervescencia y el nacionalismo, de qué sirve todo el lenguaje patriota si queremos la paz? Muy sencillo, todo gobierno sigue el «manual patriota y autoritario» y sabe que nunca viene mal un enemigo, alguien que agite el odio interno creado por el nacionalismo, que nos haga olvidar la verdadera causa y cree la necesidad de culpar a quien se nos señala como ajeno. A la memoria vienen varios conflictos de Chávez con Colombia, que al final terminaron en ese choque de manos siempre hipócrita de los poderosos, al final triunfan los intereses de burócratas y burgueses y convenientemente se olvidan amenazas y cuasi-conflictos. Con el faccioso nacionalismo de las masas, hay quienes ven que el mandatario se preocupa por protegernos, y refuerzan un supuesto sentido de pertenecía a una bandera, un himno, una frontera y un escudo, que desde la infancia se nos enseña a venerar sin justificarnos por qué; «la bandera representa por lo que lucharon los próceres de la independencia» te dicen, pero ¿cuál independencia? El himno: las notas de libertad, ¿cuál libertad? Tu territorio representa lo que eres, pues no lo creo, lo que soy es por los amigos, la familia, soy habitante del tercer planeta como tod@s, y un escudo que ni siquiera se por qué tengo que venerarlo, pero debe ser por algo parecido. Desde pequeñ@s nos alimentan para estas situaciones, para caer en fanatismos y sentirnos superiores a lo «ajeno», a querer morir por una bandera, un himno y una frontera ¿Es que acaso ellos han hecho algo por nosotros? Supongo me responderían con lo que he mencionado antes: repitiendo y repitiendo el cuento, una mentira cómo si pudiera llegar a creérsela uno. Ahora pregunto: ¿cuál paz? La situación de esa paz es ciertamente la misma, los poderosos y los medios nos dicen PAZ; pero aun no entiendo ¿cuál paz?, veo en las noticias muertes, robos, violaciones, bombardeos, crímenes, secuestros, y no sigo porque sacaría todo lo horroroso del género humano. Los gobernantes hablan de paz solo para subir en las encuestas, mostrarse como hermanitos de la caridad, mientras en sus narices hay paramilitarismo, corrupción, desplazamientos, desigualdad, etc. Entonces ¿cuál paz? Para nada es deseable un conflicto por decreto, entre personas que no se conocen y se masacran para provecho de personas que sí se conocen pero que no se masacran. Pero no veo la paz, aún veo la opresión, veo que los ricos son más ricos, el poder crece, cambia de color y sigue oprimiendo. La paz no puede darse por decreto, menos de quienes tienen las manos bañadas de sangre. Diré que hay paz cuando no haya ejércitos, ni armas de destrucción masiva, cuándo vea que mi libertad no termina con la del otro, sino que se extiende con la suya. No veré la paz hasta que caigan los poderosos y explotadores. Tiene que venir de abajo, de las luchas de tod@s, pues ni gobiernos ni organismos internacionales ni corporaciones buscaran la paz. Sólo quieren la Pax Romana, esa que los atornilla, les da poder, crea desigualdad. Cuando organizad@s expulsemos todos los males que oprimen y enajenan al humano, cuando rompamos los muros de las cárceles y fronteras, cuándo nos olvidemos del himno y el «patria, socialismo o muerte», cuando nos organicemos, nos apoyemos mutuamente, entonces podremos todos pensar en una paz, libertad e igualdad.

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La izquierda latinoamericana en tiempos posneoliberales PABLO DÁVALOS - [# 58, marzo-abril 2010] Al parecer, América Latina (Abya Yala) estaría ingresando en una época novedosa caracterizada por la recuperación de su soberanía y en un contexto de democracia, participación ciudadana y renovación política, en la que nuevos gobiernos progresistas y de izquierda, tratan de recuperar su soberanía y, al mismo tiempo, emprenden una amplia y profunda redistribución del ingreso a través de fuertes inversiones en educación, salud y bienestar social. Empero de ello, y contrariamente a lo que pueda creerse y esperarse, Abya Yala está entrando en una de las etapas más dramáticas de la acumulación del capitalismo. Si el neoliberalismo fue la avanzada de la guerra monetaria y económica en contra de la región, aquello que se está vislumbrando ahora en el horizonte amenaza con ser más traumático y tenebroso. Abya Yala está regresando en el reloj de su historia a los primeros siglos de la acumulación del capital. A esa etapa en la que el capitalismo no tenía ningún escrúpulo, ninguna frontera, ninguna cortapisa. Ese mundo en el que no había ninguna ontología del hombre, ninguna moral y todo era permitido. Ese mundo se está perfilando en el horizonte de la región pero, lo que es más grave, para legitimarse y sostenerse está acudiendo al expediente de los discursos emancipatorios de la izquierda y de la resistencia de los movimientos sociales. El síntoma de lo que está ocurriendo en Abya Yala puede intuirse en las elecciones en El Salvador cuando el FMLN ganó con un porcentaje mínimo al partido derechista ARENA, o en las elecciones de Uruguay en la que un domesticado Mujica sirve de cobertura para un neoliberal Astori, el verdadero centro del poder, o en la Asamblea de Naciones Unidas, en la que un Miguel D'Escoto acude al economista neoclásico Stiglitz, para comprender la crisis económica del capitalismo. Es un tiempo de la historia paradójico y contradictorio el que está creando estas opciones políticas que, aparentemente, adscriben a tesis críticas con el sistema pero que son altamente funcionales al poder, al capitalismo, a la modernidad. En ese sentido, incluso la elección de Barak Obama en EEUU, marca esa transición en la dialéctica del poder en la que el discurso se mimetiza en función de la acumulación del capital. En el momento actual es más conveniente que la fisonomía del poder tenga el rostro dulcificante de gobiernos progresistas y de "izquierda". Pero esos rostros dulcificantes del poder no atenúan la perversidad inherente a la acumulación del capital y de la lucha de clases. Quizá por ello, haya de considerar que los denominados "gobiernos de izquierda", o "gobiernos progresistas", son el nuevo locus en el que situar las luchas y las resistencias sociales. En todos los gobiernos progresistas, hay una especie de metodología en construcción que se sustenta y se apoya en los discursos y en las prácticas de resistencia y movilización social, para manipularlas y metabolizarlas en función del nuevo poder. Puede ser que se exagere, pero extraña el hecho de que en las retóricas oficiales y de sus discursos laudatorios, casi no se mencionen ni al PPP (Plan Puebla Panamá), ni al IIRSA (Integración de la Infraestructura Regional de Sur América), como los nuevos peligros que afronta la región y que más bien se los presente como oportunidades a no desperdiciar.

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También es extraño que en la retórica oficial, en las campañas electorales y en los programas de gobierno de estos gobiernos progresistas y de izquierda, no se diga nada del avance incontenible del monocultivo sustentado en transgénicos y orientados a la producción de biocombustibles, un proceso que implica, además, una contrarreforma agraria sustentada en la criminalización de las resistencias sociales, y todo con el aval de estos nuevos gobiernos progresistas. Tampoco se dice nada del avance incontenible de la minería; de la profundización de la industria de los servicios ambientales en toda la región, etc. Asimismo, extraña sobremanera que se canten loas a la UNASUR cuando este proceso permite la convergencia con los acuerdos de libre comercio y la creación de los Estados de "seguridad jurídica", que se están formando en la región y en función de la convergencia normativa de la globalización y de la OMC. Extraña también el hecho de que se invisibilicen las formas de resistencia y lucha social y que su ulterior criminalización y persecución no suscite la solidaridad de estos gobiernos progresistas ni de la izquierda que ahora los canoniza. Hay un hilo conductor que va de Atenco (México) a la persecución y criminalización a los mapuches en Chile, pasando por la persecución a la resistencia social y antiminera en Ecuador, la masacre de Bagua (Perú), y las persecuciones a los líderes indígenas en Venezuela, entre otras. Al parecer, hay una misma metodología en la persecución e intentos de manipulación al MST en Brasil, a la CONAIE en Ecuador, a la CONACAMI y la AIDESEP en Perú, a los Mapuches en Chile, entre otros, que busca cerrar todo espacio social a la crítica y al cuestionamiento a estos gobiernos progresistas y de izquierda. Por ello, quizá valga desconfiar en las Misiones (Venezuela), tanto como en los programas Socio-país (Ecuador), como la Red Solidaria (El Salvador), o Familias en Acción (Colombia), como el Bono Juancito Pinto (Bolivia), o la Bolsa Familia (Brasil), o el programa Tekopora (Paraguay), o el bono Mi familia Progresa (Guatemala), o también del programa Oportunidades (México), entre otros, porque no dejan de tener un tufillo a Banco Mundial y a sus estrategias de intervención y control social. Es de suponer que Pronasol (México) creó una metodología de aplicación para toda la región, una metodología exitosa y que ahora se ha convertido, paradójicamente, en un paradigma de intervención al tejido social por parte de los "gobiernos progresistas". Una metodología que tuvo en Prodepine (Ecuador) y Orígenes (Chile) sus marcos de intervención más elaborados. Extraña también sobremanera el hecho de que la izquierda, antaño tan crítica con el neoliberalismo al cual había acotado de tal manera que no existía discurso que no haya sido sometido a la crítica más despiadada, ahora no haya lanzado su voz de alerta con los denominados Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM's), y sus derivas biopolíticas de control y sometimiento. Pero extraña aún más el hecho de que estos ODM's sean la base de sustentación de las políticas sociales de los "gobiernos progresistas". Hace algunos años, el solo hecho de que el Banco Mundial y el PNUD estén detrás de los ODM's nos habrían puesto de alerta, ahora no nos asombra que sean el marco de intervención de la política social de los gobiernos progresistas. Es asombrosa la connivencia de los intelectuales de izquierda que ahora han guardado un silencio dudoso ante hechos brutales de agresión a los pueblos del Abya Yala. Llama la atención que los cambios constitucionales realizados en la región sean vistos como puntos de llegada de procesos históricos, cuando consolidan y ratifican al liberalismo político y económico, y clausuran las propuestas libertarias de los pueblos. Sin embargo, es alarmante la forma por la cual se está cerrando el debate, la crítica y la discusión en la izquierda del continente.

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La izquierda crítica, radical, iconoclasta con los discursos de poder, ahora ha arriado sus banderas de la crítica social e intenta justificar lo imposible. Esa izquierda que apoya, suscribe y adscribe a los proyectos políticos de los denominados gobiernos progresistas, se está convirtiendo en un dispositivo estratégico del poder para cerrar los horizontes de posibles históricos y permitir la transición hacia el posneoliberalismo. Mientras guardamos, como decían los estudiantes en Córdova, un silencio bastante parecido a la complicidad, el continente entero está girando hacia el posneoliberalismo. Una transición que habría sido traumática si hubiese sido efectuada por gobiernos abiertamente neoliberales, pero que se produce sin mayores tensiones gracias a los gobiernos posneoliberales. Una entrada en el posneoliberalismo en el que las burguesías de la región acentuarán los procesos extractivistas, productivistas, y de privatización territorial y criminalización social, y pondrán la región a tono con las derivas y exigencias de la globalización; y todo a ritmo del "socialismo del siglo XXI".

¡El camino es expulsar a las transnacionales! AGRUPACIÓN LA PROTESTA, BOLIVIA - [# 59, junio-julio 2010] Decenas de miles de personas acudieron a la convocatoria formulada por el gobierno de Bolivia a la Cumbre Mundial de los Pueblos por el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra. Pero, además del encuentro de miles de luchadores sociales de muchos países, algo positivo en sí, también surgió La Mesa Popular 18 (distinta a las 17 mesas oficiales que dirigió y digitó el gobierno), con una propuesta de expulsar a las transnacionales. Declaración de la Cumbre La declaración final de la Cumbre recoge reclamos que venía haciendo el gobierno de Evo Morales a los "países desarrollados" (como llama a los países imperialistas), donde la propuesta central es realizar un Referéndum Mundial sobre el cambio climático en el cuál se consulte sobre: nivel de reducciones de emisiones que deben hacer los países desarrollados y las empresas transnacionales; financiamiento que proveerán los países desarrollados; creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática; necesidad de una Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra; necesidad de cambiar el sistema capitalista. Ese referéndum vendría de un proceso vinculado a la formación previa de un Movimiento Mundial de los Pueblos por la Madre Tierra. Además, se demanda reducir las emisiones de carbono en, al menos, un 50% respecto a 1990. Estos reclamos son justos. Es justo que los países imperialistas paguen por los desastres que hicieron. Pero, en las resoluciones y el plan para imponer las demandas, no está un problema importante para los países dependientes, como lo es la acción depredadora de las transnacionales y de la agroindustria generalmente también vinculada a las transnacionales. Como gran medida de lucha, Evo Morales propuso en su discurso de cierre abrir querella a Europa y Estados Unidos en el Tribunal Internacional de La Haya. Pero, resulta que una querella ante ese tribunal no puede conducir a nada, ya que ese tribunal está controlado por Europa y Estados Unidos, es un tribunal imperialista. ¡Poner como forma de lucha una querella ante ese tribunal es una burla! ¡Un engaño!

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Es cierto que no podemos declarar la guerra a Estados Unidos y Europa, pero sí tomar medidas de lucha efectivas, que ni menciona la declaración. Y la primera de todas es quitar sus propiedades a las transnacionales y bancos y liquidar el latifundio en nuestro país y en toda Asia, África y Latinoamérica, entregando la tierra a trabajadores del campo que produzcan alimentos para el pueblo de sus países. Esto es del todo posible. Así como cortar el suministro de hidrocarburos y minerales, preservando nuestras riquezas y defendiendo a la Madre Tierra de la destrucción. El gobierno de Evo Morales y el MAS no propusieron nada de eso. Tampoco lo hizo Hugo Chávez presente en la Cumbre, Además, trataron por todos los medios de impedir que se discutieran las propuestas en ese sentido. Y no lo propusieron porque pese a la retórica anticapitalista, este gobierno defiende el capitalismo en Bolivia, lo maquilla con el nombre de "andino amazónico" y dice que las transnacionales son "socias". Entonces resulta que las principales instituciones del capitalismo imperialista, que son las transnacionales, son "socias" del gobierno de Bolivia (así como del de Venezuela). Esto no es un invento nuestro, sino que además de ser parte evidente de la realidad, lo dijeron reiteradamente los propios Morales y Chávez. "De eso no se habla" El gobierno no quería que nadie denunciara a las transnacionales en Bolivia, como lo que son, depredadoras de la Madre Tierra y explotadoras de los trabajadores. Pero, la realidad mundial, que vivimos cada día en la minería y otros proyectos depredadores, muestra que la "sociedad" con ellas es como la de una oveja con un lobo, algo imposible. El gobierno no sólo quería encubrir a sus socios transnacionales, sino ocultar la depredación ambiental en la que tiene alta cuota de responsabilidad, como el plan IIRSA, que prevé carreteras y gigantescas represas que destruirán millones de hectáreas de selva. Se llegó al extremo ridículo de poner grandes lonas para ocultar la tala de árboles, visible en Tiquipaya, localidad sede de la Cumbre. Exponer centenares de grandes árboles recién talados a la vista de los miles de asistentes a la Cumbre, hubiera sido un espectáculo "inconveniente" para el discurso "ambientalista" y "defensor de la Pachamama". Ese afán de ocultar quiso silenciar a quienes denunciamos los problemas ambientales existentes aquí, causados por las transnacionales y la política oficial. Por eso Morales atacó públicamente a la Mesa 18 y dirigentes del MAS difundieron el rumor que era "de la derecha" (¡sería la primera vez en la historia de Bolivia que la derecha quiere expulsar a las transnacionales!). Así las cosas, la Cumbre oficial y sus resoluciones son en gran medida un fraude a miles de honestos luchadores que vinieron buscando una respuesta de lucha antiimperialista. La Mesa Popular 18 El gobierno no pudo impedir que se formara la Mesa Popular 18 encabezada por el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qollasuyu (CONAMAQ), comunidades del Jach'a Suyu Pakajaqi, la Federación Regional Única de Trabajadores Campesinos del Altiplano Sud, organizaciones indígenas de la Chiquitanía y el Pantanal y el Consejo Indígena del Sur, Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure, Pueblo Guaraní de Charagua Norte, MST Bolivia, Foro Boliviano por el Medio Ambiente y Desarrollo, Bloque de Juntas Vecinales Revolucionarias de El Alto, Agrupación La Protesta, además de organizaciones y personalidades internacionales, como la escritora canadiense Naomí Klein o un representante de la ciudad argentina de Andalgalá, que se rebeló contra la minera Yamana Gold y logró la suspensión de sus actividades.

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La Mesa Popular 18 concluyó sus actividades acordando un documento que marca un camino de lucha antiimperialista para los pueblos, con la expulsión de las transnacionales y el fin del latifundio, camino que sólo podrá recorrerse con la movilización indígena, de los trabajadores, de los oprimidos de la ciudad y del campo. Reproducimos sus partes esenciales: - «Repudiamos al imperialismo, a las transnacionales y a los gobiernos del denominado progresismo latinoamericano que impulsan proyectos de energía y mega infraestructura de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) en territorios latinoamericanos, especialmente territorios indígenas y áreas protegidas, diseñados por bancos, empresarios y constructores privados con una visión neoliberal y explotadora...» - «Ante la falta de voluntad política de los gobiernos del mundo, las organizaciones sociales exigimos la facultad de definir un nuevo modelo de gestión y control directo del patrimonio natural. El control directo de los trabajadores del campo y la ciudad impondrá políticas de gestión de la biodiversidad en función de las necesidades y no de la dependencia de nuestros países.» - «Eliminar el latifundio, la biopiratería y el agronegocio; y recuperar el conocimiento ancestral de naciones y pueblos indígenas originarios campesinos del mundo; la promoción de la producción ecológica, y la reproducción del modelo comunitario, las capacidades de reproducción del bosque y la biodiversidad, para hacer frente al Cambio Climático.» - «Exigimos la reversión y la expulsión de las corporaciones transnacionales... Exigimos la reposición de los bienes naturales depredados y usurpados. Planteamos la suspensión de toda actividad, obra o proyecto extractivo responsable y causante del Cambio Climático, del desplazamiento de poblaciones de sus territorios, y de las afectaciones socio-ambientales en territorios de naciones y pueblos indígenas originarios campesinos.»

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Continuismo y cambio en América Latina TALLER A, URUGUAY - [# 61, diciembre 2010 - enero 2011] [Texto resumido por motivos de espacio, cuya versión completa puede consultarse en la Revista Alter en http://www.alterediciones.com/w.pdf/ALTER_11.pdf] La izquierda latinoamericana vuelve a tener un rol político indiscutible. Rol que se expresa electoralmente. En la década de los 80' cerca de 60 millones de latinoamericanos eran gobernados por la izquierda; hoy son más de 300 millones. Ello es más significativo por que sucede después de ser derrotada en sus intentos revolucionarios de "izquierda armada". Sucede a pesar de sufrir directamente la represión durante años, y en algunos casos décadas de dictaduras feroces. Hoy esa izquierda guerrillera, partidaria del foco guevarista, jerárquica y clandestina; mas antiimperialista que anticapitalista; con objetivos donde primaba la liberación nacional; con prácticas estalinistas en el interior de las organizaciones partidarias, escondidas detrás de la compartimentación, que significó expulsión de discrepantes e incluso, en algunos casos, como fue el del poeta salvadoreño Roque Dalton, su ejecución; retorna siendo parte de los nuevos gobiernos de izquierda y en otros integrando la fuerza mayoritaria. Las nuevas gobernabilidades fortalecen al Estado La izquierda latinoamericana llega al gobierno en medio de un proceso donde la representación política está entrando en crisis como consecuencia de la profunda deslegitimación que se produce por el fracaso de los gobiernos dictatoriales por la secuela de corrupción, destrucción del entramado social y conculcación de todas las libertades liberales y burguesas. Se enfrenta como consecuencia a una conciencia surgida del enfrentamiento a los gobiernos dictatoriales, a un nuevo protagonismo social que no acepta ser representado. Pero también la izquierda latinoamericana se desliza encima de una ola de cambios, de gobernabilidades progresistas en la región, que crea expectativas y esperanzas en amplios sectores de las clases subalternas. Esperanzas que, a poco de caminar, tampoco serán la primera vez en ser traicionadas. La crisis neoliberal y de los partidos gobernantes de derecha es el resultado de su propia deslegitimación y también de décadas de luchas sociales. De estas luchas se produce el surgimiento de fuerzas de izquierda y progresistas que tomando parcialmente las banderas de estos movimientos los canalizan hacia políticas estatales, a políticas electorales para ganar el gobierno. Así las nuevas gobernabilidades aparecen como gobiernos más estables. Son la afirmación de la democracia representativa reforzándola con alguna variante participativa y consultiva. Prestan mayor atención a los movimientos a los cuales hacen alguna concesión buscando nuevos pactos sociales para lograr la calma social. Pero esas políticas reproducen la forma­Estado que muchos movimientos habían cuestionado o puesto al menos en discusión. Y este fortalecimiento del Estado, en algunos casos, abre espacio a las nuevas recetas políticas del capital: bipartidismo y alternancia política. Estos gobiernos de «izquierda» encuentran países con profundas fragmentaciones en distintos ámbitos: cultural, étnico, económico, derechos humanos... En el plano de la integración regional e internacional las nuevas gobernabilidades están planteando políticas, en algunos casos diferentes; al extremo tal que han logrado conjuntamente bloquear el

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proyecto norteamericano de creación del ALCA y han dificultado la aplicación del Plan Colombia. Pero, estas diferencias no significan, en un principio, opciones opuestas sino que se inscriben en el modelo general de recuperación de instrumentos de reconstrucción de los aparatos estatales. Países como Brasil, Argentina, Venezuela, Uruguay han saldado completamente su deuda con el FMI, mientras que a Bolivia y Nicaragua el propio Fondo les canceló la deuda. Este organismo emblemáticamente vinculado con las políticas imperialistas en la región, no ha visto todas las cancelaciones con la misma preocupación. En el caso de Brasil y Uruguay mantienen un buen relacionamiento con el FMI. Las políticas sociales Los Estados en las nuevas gobernabilidades disponen de recursos, que antes no existían y que son producto de la coyuntura favorable del alza de los precios internacionales de las materias primas, para financiar programas de apoyo a los sectores más pobres. Programas recordamos que son promovidos por el Banco Mundial y toda la gama de organismos multinacionales de créditos. Todos estos gobiernos de distinta manera están desarrollando políticas públicas de lucha contra la pobreza y la marginalidad en el trabajo, la educación y la salud. Estas políticas son el buque insignia, el programa estrella, en la búsqueda de nuevos consensos sociales, y de la manifestación del intento de restauración de estados "nacionales" confiables para la inversión de capitales. En el área andina estas políticas de lucha contra la pobreza se vienen llevando adelante desde los gobiernos anteriores a través de planes para el desarrollo y la participación comunitaria promovidos y financiados directamente por el BID. Con estas políticas los gobiernos han logrado neutralizar los movimientos, cooptarlos e integrarlos a las instituciones sociales en algunos casos. Si bien han aumentado los beneficios sociales otorgados a los más pobres, en general se continúa con una política económica para atraer los capitales de las transnacionales. En toda América latina los gobiernos anteriores aplicaron las recetas neoliberales con consecuencias graves que sumieron a amplios sectores de las poblaciones en la miseria más atroz. Los de abajo no tuvieron más remedio que aprender a organizar su supervivencia para continuar con sus vidas. Pero además organizaron su rebeldía que se expresaron en importantes movimientos en todo el continente como el "Caracazo" en Venezuela, zapatistas en México, los indígenas en Ecuador, cocaleros y guerras del agua y del gas en Bolivia, los Sin Tierra en Brasil y "piqueteros" y fábricas recuperadas en Argentina, movimiento mapuche en Chile y últimamente los pueblos amazónicos de Perú movilizándose contra la implementación del Tratado de Libre Comercio. Algunos piensan que la existencia de estos gobiernos de izquierda con mayor sensibilidad social les da a los de abajo posibilidades de fortalecerse y de lograr conquistas hasta ahora inalcanzables con los gobiernos de derecha. Esto puede ser cierto a corto plazo, pero a la larga todos los gobiernos, incluidos aquellos que quieren lograr un mejor reparto social, inevitablemente tienden a manejar, conquistar e institucionalizar los movimientos de base. Las políticas sociales de las nuevas gobernabilidades tienen mayor capacidad para arrastrar atrás de sí a los movimientos al adueñarse de sus banderas y hacer efectivas algunas de sus reivindicaciones. Desembarcan con sus funcionarios y técnicos sociales, muchos de ellos militantes sociales, encuestando, numerando, registrando, neutralizando y controlando. Pero sobre todo impulsando un nuevo estilo de trabajo social donde estimulan organizaciones sociales participativas y "autónomas". Las incitan a que actúen dentro del Estado, reconociéndoles representación institucional, cooptando así movimientos que pasan a definir

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y vestir estos gobiernos como "populares". Las nuevas gobernabilidades necesitan controlar los movimientos, pues ellos son creadores de incertidumbre social porque con sus reivindicaciones cuestionan la naturaleza y estructura de los estados en reconstrucción y espantan a los inversores. Nuevos contextos, nuevas capacidades Sin embargo, es siempre necesaria una mirada crítica hacia los movimientos, hacia su fragilidad, que por supuesto no implica un juicio negativo. Pues de esa fragilidad, de la crisis de referentes, de las incertezas nace ese deseo de creación, de la búsqueda de nuevos sentidos para nuestras vidas. Los movimientos no son puros, son heterogéneos, híbridos, son mezclas de diferencias, con distinto tipos de impurezas, pero de esas mezclas, de ese mestizaje, es de donde pueden nacer las trasformaciones. De lo homogéneo, de lo puro, no hay más que repeticiones, nunca creaciones. Sin embargo, algunos movimientos de base en América Latina siguen impregnados por esa lógica leninista de que la política partidaria es una instancia superior de la política, separando lo social de lo político, afirmando de esta manera su rol de correa de trasmisión de decisiones tomadas en instancias superiores, y cuando no es así, muchos de ellos no van mas allá de reivindicaciones corporativas o de practicas clientelares. La crisis de la representatividad y del vanguardismo no conduce automáticamente al desarrollo de acciones autónomas y a la autoorganización. Dentro de los nuevos grupos de la izquierda radical, muchos reivindican instrumentalmente la autonomía de los organismos de base, pero es una autonomía construida al servicio de una estrategia de poder. Se juega con los conceptos de independencia de clase y autonomía confundiéndolos como si fueran lo mismo. En Uruguay en los años '60 y '70 la independencia de clase significaba la independencia del Estado, de los gobiernos de turno, y de los partidos burgueses; pero no de los partidos y grupos de izquierda. Y ese es el concepto de autonomía que se intenta hacer pasar, autonomía limitada que está al origen de las actuales dificultades de algunos movimientos. La estrategia de poder implica la acumulación y ¿cuál es el lugar por excelencia, según esa estrategia, de la acumulación política sino el partido o la organización política? Para los movimientos sociales, no solo aquellos que se limitan a hacerle solicitudes al Estado en una actitud subalterna; sino sobre todo para aquellos que no quieren quedar atrapados en las redes de las instituciones estatales, parece claro que no se puede seguir peleando igual que antes de estos gobiernos, como si no hubiera sucedido nada. No todo es igual y esta situación actual, que es más compleja, hace necesario la invención de nuevas formas que eviten tanto la cooptación como la marginalización de los movimientos, ¿o será que justamente debemos fomentar la marginalidad misma, en el sentido de que estamos en los márgenes de un sistema del cual queremos salir? Un contexto nuevo que nos exige y desafía a la creación de nuevos conceptos y prácticas, de otras nuevas capacidades, que convoque la alegría de nuestra potencia creativa y emancipadora.