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A contratiempo Epistemología, historiografía y marxismo César Rendueles 1

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A contratiempoEpistemología, historiografía y marxismo

César Rendueles

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“– ¿Cómoseatrevea impugnara los clásicos?¡Vamos,hombre,todo nuestro sistema de pensamiento moderno...Twit alzó la mano.–Excusadme.Todavíano he terminado.Toda nuestraentrañablehistoriografía,empezandopor la quenoslegaronlos griegoshastala denuestrofallecidocolegaGibbon,es,enel mejordelos casos,unamezclade rumores,informesde terceramano,intencionadasdistorsiones y puras ficciones inventadas para elautoengrandecimientodelos partícipesy desuspartidarios.Y, porsi fuera poco, resulta que además esa mezcolanza detergiversacionesy desatinosse ve aún más distorsionadapor elpunto de vista del mismo historiador”T. C. Boyle, Música acuática

“El príncipe de Wei hizo construir un dique contra lasinundaciones. Por ello, algunos historiadores elogian suhumanitarismo.Peroolvidanque,recurriendoa la fuerza,obligó ahaceresetrabajoa muchagentequenadateníaquetemerde unainundación al no poseer tierras, y que ademásexigió fuertesimpuestospara financiarlo, por lo que puede decirse que loconstruyópensandoenla recaudación.Hay otroshistoriadoresquetomanestoen cuentay critican al príncipede Wei. Estosolvidanqueel diquefue unaestupendaproteccióncontralas inundacionesy queal príncipede Wei le costómuchísimomantenera la genteunida y distribuirla convenientemente.A estosdos tipos de historiadoresles falta el Gran Método. Laprotecciónofrecidaa la gentedeWei bienpodíatransformarseenunaexacciónpermanente.Ya podíantodosrascarsela faltriqueraparapagarlos impuestosmientrasoíancomoel aguaseestrellabacontrael dique.Y el príncipedeWei podíaconstruirel diqueconunamanoy con la otra exigir el dinero. Peroen el relatode loshechosaparecenunadiscordanciay unadisyuntivaqueobliganalos historiadores a decidirse por una u otra causa”B. Brecht,“Sobreel GranMétodo(dificultad dela historiografía)”en Me-Ti. Libro de los cambios

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Prólogo

La expresión“a contratiempo”seutiliza en músicacuandounanotaseencuentraa caballo

entredos compasesy no llega a ocupartotalmenteel primero. Se expresaasí una cierta

asimetríaentre una melodía y la estructuraformal en la que nos comprometemosa

expresarla.De algúnmodo es una buenametáforade lo que ocurreen historia,dondelos

estudiospositivossiempreparecenrebosar la pobreimagengeneralquenos formamosde

unaépocao deunatema.Ahorabien,no todoslos marcosconceptualessoniguales,algunos

sonmuchomásexactosqueotroso, al menos,resultandemayorutilidad.En último término

cabepensarquéocurriríasi existieseunateoríaquediesecuentademodoriguroso,aunque

sustancialmentediferenteal dela historiografía,delos hechosqueestaúltimaestudia.¿Sería

una especiede “armonía” que permitiría guiar las “composiciones”de los historiadores?

¿Qué constricciones impondría a las investigaciones positivas?

El presenteestudio,enefecto,pretendehacersecargodela relaciónepistemológicaentrelas

investigacioneshistoriográficasconcretasy cualquierteoríageneralque se puedaplantear

acerca del objeto de estudio del que se ocupan dichas investigaciones.

El Capítulo 1 es una introducciónen la que se presentael problemade un modo muy

descriptivo,casi periodístico.Por un lado planteo las razonespara elegir como modelo

teórico la economíade Marx tal y comoapareceen El Capital. Por otro, explico por qué

tiene sentido hablar de historiografía en general “algo que hoy muchos historiadores

pondrían en duda” y niego que sea hoy un campo más problemático que hace algunos años.

En el Capítulo 2 intento hacer una caracterización del saber historiográfico siguiendo muy de

cercalos argumentosal respectode PaulVeyne.Asimismo,planteoalgunascríticasa ese

modelorelacionadasconel conceptodecausalidadqueVeyneconsideray conla recusación

que hace de su utilidad en historia.

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En el capítulo 3 intento haceruna elaboraciónepistemológicadel capítuloanterior.Esto

significa, básicamente,dar cuentade en quésentidoson conocimientoslos conocimientos

historiográficos.Para ello recurro a argumentosprocedentesde distintos autoresde la

tradiciónpragmatista.Trasestepasoplanteounaposibleformaderelaciónentreestetipo de

saber y ciertos conocimientos teóricos centrados en el campo de estudio historiográfico.

En el capítulo4 estudiociertaslimitacionesmuy importantesqueseplanteanen el capítulo

anteriorrelativasa la proyecciónde unateoríageneralsobreel campohistoriográfico.Para

ello utilizo algunosde los argumentosfundamentalesen el debatesobre la explicación

funcional que marcó el nacimiento del marxismo analítico.

En el capítulo5 ejemplificoa travésdelos casosdeMarx y Polanyicómounainvestigación

teóricay otra historiográficaprocedende modosmuy distintosy cómo una interpretación

epistemológicapuede solventaralgunas“contradicciones”aparentesentre ellas que, en

realidad,sonpuntosde contacto.Unade las conclusionesfundamentalesde estecapítuloes

quesi bien la teoríade Marx puedeser verificadamedianteinvestigacionesespecialmente

diseñadasa tal efecto,su aplicacióna distintasinvestigacioneshistoriográficas(e inclusola

decisión sobre la validez de dicha aplicación) necesitade una considerablemediación

hermenéutica.

Madrid, Septiembre de 2001

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I. La “crisis” del marxismo y la transformación de la historiografíacontemporánea

“ ¡Qué gran puerilidad el desdénmanifestadohacia Marx entodo estedescarríoidealistaa que la mayoríade las vecessereduce el estudio de las civilizaciones!”Fernand Braudel1

Si uno preguntaa cualquierpersonacon estudiosuniversitariosacercade Kant, Hume o

inclusoPlatón,por no hablardeFrege,contodaseguridadobtendráun gestodesorpresa,un

encogimientode hombroso, en el mejor de los casos,una oscuratesis a duraspenas

espigadade entrebituminososrecuerdosprocedentesde algún libro de bachillerato.Casi

nadiese juzgacompetenteparahablarde estosautoresy muchomenosinteresadoen ello.

En cambio, bastacon mencionarel nombre de Marx para que hasta el más humilde

quiosquero se adentré en una concluyente exégesis de fuertes repercusiones

epistemológicas2.

Pero ni siquierahace falta ofender a los quiosqueros,bastacon leer a GeorgeSteiner,

siempretan sentencioso:“El análisismarxistade la historiaseha mostradounilateraly con

frecuenciaha violado de maneragroserala evidencia.Las crucialesprediccionesmarxistas

simplementeno sehancumplido,y no creoquesenecesiteserun técniconi un economista

profesionalpara darsecuenta de hastaqué punto se ha equivocadoel marxismo, por

ejemplo,respectode la pauperizaciónde la claseobrerao en cuantoa la profecía,repetida

unay otravez,sobreel inminentederrumbamientocatastróficodel capitalismo”3. Lo irónico

esquesí quehacefalta serun técnicocompetenteparasaberque los salariosrealesllevan

treintaañosdescendiendoenOccidentey que,en el restodel mundo,ni siquieraalcanzana

cubrir los costesdesubsistencia.Esmás,no sólohacefalta serun bueneconomistaquesepa

1 F. Braudel, La historia y las ciencias sociales, Madrid: Alianza, 1986 p. 180.2 Debo esta idea, como muchas otras a lo largo de este escrito, a Carolina del Olmo.3 G. Steiner, Nostalgia del absoluto, Madrid: Siruela, 2001, pp. 31-32.

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realizarlos cálculoscorrectamentesino que,dadoel contextoideológicoactual,seprecisa

cierta capacidadparasuperarel autoengaño,el natural optimismode nuestrotiempo que

lleva a negar lo evidente. Y es más difícil de lo que parece.En La trampa de la

globalizaciónse cita el casoparadigmáticode un alto ejecutivoque aún creevivir en los

añoscincuenta,en un mundode honestascasasajardinadasy suburbiospequeñoburgueses,

deprobospadresdefamilia quelogranmantenerconholguraa los suyosy, endefinitiva,de

las bondadesinequívocasdel signo (capitalista)de los tiempos.Su hija y su yerno, en

cambio,conocenmejor la realidadlaboral;sabenquea pesardetenerdosbuenosempleos–

redactordeFortuney asesoradeunacongresista–cadavez seenfrentana másdificultades

parallegara fin demesy quelascosassólopuedenir a peor4. Sonprecisamentelos técnicos

del FMI y el Banco Mundial quienesmás alarmadosparecenante la posibilidad de un

hundimientodel sistemafinancierointernacionalquedejaríala crisis de los añostreintaen

unaanécdotabursátil.El tipo de crítica a Marx queSteinerejemplificacon tantaprecisión

consistebásicamenteen afirmar en voz muy alta, “¡Los salariosen el sectorsiderúrgico

renano subieron el mes pasado! ¡Marx estaba equivocado!”.

Tras más de un siglo escuchandocansinosargumentosacercadel fracasode las teorías

marxistas,del evidenteerror de sus “pronósticos” parececomo si de golpe todas esas

supuestasprediccionesque, de hecho, Marx nunca llegó a plantearse hubieranhecho

realidad.ComodecíaEdwardLuttwak, miembrodel muy conservadorCenterfor Strategic

and InternationalStudies: “El turbocapitalismoes un mal chiste: lo que los marxistas

afirmabanhacecienañosy queentonceseraabsolutamentefalso,seestáconvirtiendoahora

en realidad.Los capitalistasse enriquecencadavez más mientrasla clasetrabajadorase

empobrece”5. Desde hace treinta años, la miseria urbana se ha radicalizadopor todo

occidente,justamentedesdeel momentoen el que seabandonóel proyectokeynesianode

corregir“artificialmente” el capitalismomediantela intervenciónestatal.La conclusióndel

proceso que la tradición marxista llamó “imperialismo” y ahora se conoce como

globalizacióneconómicaha sumidoen la indigenciamásabsolutaa trescuartaspartesdel

mundo;hastael punto de que todo un continente,África, se da casi por perdidopara la

economíamundial. La preocupacióngeneralizadapor el agotamientode los recursos

naturalesda buenacuentade una nuevaconcienciade los límites físicos del capitalismo6;

resultadifícil ya olvidar quesetratade un proyectocultural finito de dudosoéxito y no de

una tendencia natural.

4 Cf. H.-P. Martin y H. Schuman, La trampa de la globalización, Madrid: Taurus, 1998, p. 208-209.5 Citado en H.-P. Martin y H. Schuman, La trampa de la globalización, op. cit., p. 155.6 Cf., por ejemplo,el clásicode N. Georgescu,La ley de la entropíay el procesoeconómico, Madrid: Visor,1996.

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Todoestodejaenunasituaciónextrañaa todala tradiciónmarxistaque,al menosdesdelos

añossesentadel siglo XX, seha esforzadoen explicarpor quéen ningúncasopodíahaber

enEl Capital “predicciones”o, mejordicho,cómola argumentaciónquemanteníaMarx no

conllevabaen principio prediccionesde ningún tipo sino conclusiones. En todo caso la

argumentación positiva, la que se ocupa de verificar y pronosticar, necesitará

ineluctablementede una importantemediaciónqueapliquelos modelosa casosconcretos.

En ciencia esamediaciónse denomina“laboratorio” y precisade grandesinversionesen

materialy trabajoa fin de que las conclusionesse transformenen predicciones7. Pero,de

repente,es como si todasaquellasoscurasprofecíasde las que se reían los liberalestras

achacárselasinjustamente a Marx se hubieran ido cumpliendo una por una. El

turbocapitalismode los añosochentay noventaha convertidoel mundoen un gigantesco

laboratorioen el que unos cuantospremiosnovel de economíarealizanun experimento

entrópicoque ha agudizadola miseriade millones de personas.En realidad,la historia se

repite puesotro tanto (aunquea menor escala)ocurrió en los años treinta, con la sutil

diferenciade que entoncesmuchamás genteparecíadispuestaa aceptarlo obvio8. Sin

embargo,no se trata de aprovecharsede la coyuntura.Lo que la situaciónactualpermite

afirmar no es la validez del modeloeconómicomarxistaen cuantomodelo,decisiónque

dependedeotro tipo derazones,sinola definitiva idoneidaddeesemodelofrentea otrospor

su adecuación a la realidad empírica9.

Y, sin embargo,resultacuriosala delirantesituaciónacadémicaen la quesiguesumidala

obra de Marx. El problemano es que se trate con excesivaseveridadsus tesis sino la

absolutafalta de rigor a la horade analizary juzgarsu obra.En realidad,las críticasbien

informadasde lasposicionesdeMarx suelendarpie a un debatesumamentecomplejotanto

económicacomo epistemológicamente10. Por el contrario, las críticas meramenteerísticas

caen constantementeen eso que Aristóteles llamaba una metábasis–una transposición

ilegítima de planos–,de modoque el hegelianismojuvenil de Marx demostraríala índole

metafísicade su doctrinalaboraldel valor. Marx constantementeseve obsequiadocon un

auténticoaluvión de regalosenvenenados:una de las formasmáseficacesde refutar a un

autoresafirmar la relevanciade todosy cadaunodesustextos,sin importarcuandofueron

7 Un análisisno muy convencionalpara los tiemposque corren de esospeculiaresartefactosque son losinstrumentoscientíficossiguesiendoel de G. Bachelard,por ejemplo,en Epistemología, Madrid: Alianza,1989, pp. 162-167.8 Cf. J. A. Schumpeter,“Can CapitalismSurvive?”en J. A. Schumpeter,TheEconomicsand SociologyofCapitalism, Princeton:PrincetonUniversityPress,1991.La respuestaquedaSchumpeterasupropiapreguntaretórica es, por cierto, negativa.9 Véaseel interesantísimoartículode D. Guerrero,“Nerón, la economíay los bomberos”en El País, 27 dejulio de 2001. Respectoal creciente formalismo y alejamiento de la realidad social de la economíaconvencional véase W. Leontieff, “La economía académica” en Archipiélago, nº 33, otoño 1998. 10 Véase Ian Steedman (et al.), The Value Controversy, Londres: New Left Books, 1981.

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escritosy aunquese trate de cuatrotrivialidadesgarrapateadasen unacuartilla. Es asíque

filósofos de grancompetenciaexegéticaen otroscampos,cuandoseenfrentana la obrade

Marx se conforman con citar unos cuantos lugares comunes como “materialismo”,

“dialéctica” o “destino” (se trata de una prácticatan generalizadaque seríainjusto citar

algún ejemplo). Tal vez deberíaalertar a estosautoresla existenciade una amplísima

literaturamarxista,conalgunasobrasdeenormerigor filosófico, quehacemásdecincuenta

añosqueno seinteresapor esetipo deproblemasdearomamáso menosleninistae incluso

los consideraabsolutamenteespurios.Hoy en día es casi impensableun escritoacadémico

sobrecualquierautorqueno seaMarx, con quienparecequecualquierlibertadeslegítima,

en el queno sehagamencióna la recepciónfilosófica a la queel comentadorseadscribe.

Piénsese,por ejemplo,ya no sólo en Aristóteles11 sino tambiénen Nietzscheo incluso en

Kant: a nadie se le ocurre hablar de Kant sin aclararsi consideraque hay que leer las

Críticascomoun precedentefilosófico dela etologíamoderna,al mododeKonradLorenz,o

másbiencomoun proyectoontológicoheideggeriano.Desdeel puntodevistadela exégesis

filosófica la situación crítica y filológica de la obra de Marx no es catastróficapero sí

francamentemala12. Estono tienequever tantocon la calidadde la fijación, datacióny, en

definitiva, ediciónde unostextosdispersosy variopintoscomoconel usoindiscriminadoy

acríticoquesehacedel corpus. Haréun símil, si alguienpretendieraexplicarquela teoría

del silogismo aristotélico es claramenteplatónicay teológicapodría intentarlo de varias

maneras;unadeellasseríarecurrira algunodesusfragmentosjuvenilesqueseconserva,el

Protrépticopor ejemplo.Perosin dudatanaudazintentole valdríaunagrancarcajadade la

academia.En efecto,pareceunaevidentepeticióndeprincipio recurrir a unaobraquetodo

el mundo reconocecomo platónicaparademostrarel supuestoplatonismodel Aristóteles

maduro.Esto mismo podría decirserespectoa casi cualquierautor en el que se pueda

establecerunaclaray evidenteevolucióno inclusodeaquellosqueteníanunadiversidadde

intereses.Pongamosel caso de Newton, ¿alguiense atreveríaa refutar los Principia

afirmandoque se trata de una obra de alquimia o de teología?Pueslo cierto es que la

alquimia y el misterio de la trinidad fueron los asuntosa los que más páginasdedicó

Newton13. Lo que intento decir es que incluso en el casode que a Marx efectivamentele

hubierainteresadoHegely la escatologíacripto-cristianaesono diríani unapalabrasobresu

teoría del plusvalor. No importa si Marx se olvidó de Hegel con la edad como decía

Althussero, por el contrario,llegó a comprenderloy a interesarsepor suobraensumadurez

11 E. Berti ha publicadoun libro en el queserecogealgunasde las principalesrecepcionesdel aristotelismosólo en el siglo XX: E. Berti, Aristotele nel Novecento, Bari-Roma: Laterza, 1992.12 Una opinión de la que participa F. Martínez Marzoa, La filosofía de El Capital, Madrid: Taurus, 1984.13 Cf., por ejemplo, J. M. Keynes, Ensayos biográficos, Barcelona: Crítica, 1992, pp. 335 y ss.

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comoquiso demostrarSacristán.Lo relevantees queen el Marx autor de El Capital sólo

influyó una(escasa)filosofía positivistamáso menosambiental,lo queequivalea decirque

cadavez le interesómenosla filosofía.Aún más,unaescasafilosofía positivistao cualquier

otro equivalente(un ideal ilustrado,un impulsoempirista...)esalgo asícomola músicade

fondoquesiempreacompañala prácticacientífica.Poresoel Marx queaquínosinteresaes

el autordeunaúnicaobraincompleta14 enla queestápresenteunaconsiderablevoluntadde

sabery un escasointeréspor reflexionar sobre el saberen sí mismo. En lo que sigue

consideraréque cuandohablo de Marx hablo de El Capital y, fundamentalmente,de la

doctrina “económica”; por tanto, acepto que las escasasreferencias a otras obras

relacionadas,comolos Grundrisseo las Teoríasde la plusvalía, sonsusceptiblesde crítica

filológica al margende mis argumentospropiamentedichos.Quizásla mejor manerade

zanjarla cuestiónrespectoa los supuestosdesatinosmarxistassearecordar,unavezmás,esa

célebrecarta de Marx en la que desautorizaa quienesreducensu teoría de la sociedad

moderna a una filosofía de la historia:

Ahora bien ¿qué aplicación a Rusia puede hacer mi crítico de este bosquejo histórico? Únicamente esta:

si Rusiatiendea transformarseenunanacióncapitalistaa ejemplode los últimos paísesde la Europa

occidental–y por ciertoqueen los últimosañoshaestadomuy agitadapor seguiresadirección–no lo

lograrásin transformarprimeroenproletariosa unabuenapartedesuscampesinos;y enconsecuencia,

una vez llegadaal corazóndel régimencapitalista,experimentarásus despiadadasleyes,como las

experimentaronotrospueblosprofanos.Estoestodo.Perono lo esparami crítico.Sesienteobligadoa

metamorfosearmi esbozohistóricode la génesisdel capitalismoenel Occidenteeuropeoenunateoría

histórico-filosóficade la marchageneralqueel destinole imponea todo pueblo,cualesquieraseanlas

circunstanciashistóricasen queseencuentre,a fin de quepuedaterminarpor llegar a la forma de la

economíaquele asegure,junto con la mayorexpansiónde laspotenciasproductivasdel trabajosocial,

el desarrollomáscompletodel hombre.Perole pido a mi crítico que me dispense(me honray me

avergüenza demasiado)15.

Por supuesto,esta aclaraciónde Marx tan sólo invalida cierto número de objeciones

particularmentetrivialesa su teoríade la sociedadcapitalista.En cambio,desdeel puntode

vistaqueaquínosinteresa,plantealos términosdel problema,no los resuelve.En realidad,

mi intenciónen lo quesigueesexplicar la relaciónentreunateoríacualquieraquesehaga

cargodel objetodeestudiopropio de las“cienciassociales”(no sesi el hombre,la historia,

la sociedado la cultura) y los conocimientosefectivosque hemosadquiridoa travésdel

desarrollode estossaberesen el siglo XX. Está claro, por tanto, que consideroque la

cienciassocialesno tienennadade científico en sentidoestricto,aunquetambiéncreoque

14 Cf. G. Albiac, “Karl Marx, la crítica y las armas” en Los filósofos y sus filosofías, Barcelona: Vicens, 1983.15 Cartade Marx al directordel OtiechestviennieZapiski, finalesde 1977,en K. Marx – F. Engels,Sobreelmodo de producción asiático, Barcelona: Martínez Roca, 1969, pp. 169-70.

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hanhechounaimportantecontribuciónepistémica.Lo interesanteesaveriguarquérelación

guardaríanesosconocimientosconunaauténticateoríaquesehicieracargode suobjetode

estudioy, por esteprocedimiento,aclararqué tipo de conocimientosson.El hechode que

hayaelegidocomotérminodecomparaciónla teoríamarxistaobedeceevidentementea que

creoquese tratade una teoríaverdadera;sin embargoaúnmásimportanteesqueseauna

verdaderateoría. No importaquétipo de análisisteóricoseconsidere,los problemasserán

con toda seguridadmuy similares pues afectana la dificultad de definir los conceptos

historiográficos concretos con la estabilidad y uniformidad que requiere un teorema.

Precisamenteuno de los problemasque intentaréabordares que en historia o en ciencias

socialesno existeun procedimiento“sencillo” (tal vez deberíadecir “claro”, puesno creo

que los experimentoscientíficos seanen absoluto sencillos) para establecerel tipo de

experimentocrucialquenospermitevincular la experienciaconla teoría16. En realidadla no

experimentalidadde facto no es una objeción tan fuerte como se podría pensary cabe

recordarque durantemucho tiempo la física se encontróprecisamenteen esasituación.

Comoveremos,el problemadelascienciassocialesy, muy enespecial,de la historiaesque

son estructuralmenteno experimentales,en la medida en que se ocupande fenómenos

específicosqueno estánplenamentedefinidos.En consecuencia,el conjuntodeexperiencias

que,por ejemplo,la teoríamarxista“subsume”es claramenteproblemáticoy no se puede

definir en términoshempelianosde coberturalegal. Como veremosesta indeterminación

obedece a causas epistemológicas importantes.

Hastaaquí hemosestablecidodos elementoscuya relación pretendemosanalizar.Por un

lado,estála teoríadeMarx sobrela sociedadmodernaquedebesercomprendidaconcierta

caridadhermenéuticaparalimitar la labor erísticade susatacantes.Por otro, seencuentran

las investigacionessobreelementosconcretosde la sociedadcontemporánea.Estesegundo

ámbitode estudioestárepresentadotípicamentepor la historiaantesquepor la sociologíao

por la antropología.Aunqueesmásquedudosoqueexistaunadiferenciaesencialentreestas

disciplinas,lo cierto esquelos historiadoreshansabidocomprendermejor quesuscolegas

sociólogoslos límites de susconocimientosy se han embarcadocon menosfrecuenciaen

generalizacionesespuriasque, en realidad,pertenecenal ámbito de la filosofía política.

Desdeluegomuchossociólogos,comoMax Weber,hanpracticadoestetipo de“historia” y,

a suvez,no sonpocoslos historiadoresa los quetientala metafísicadepacotilla.Así, no es

tantoquela historiografíaseael sabersocialmásrigurosoy avanzadocomoquelo quede

interesantetienen las cienciassocialesse parecemucho a lo que generalmentese llama

16 Conestonomerefieroa la ya extensatradicióndeinvestigacionespensadasespecíficamenteparasometeraprueba las tesis de El Capital sino al estudio de acontecimientos históricos concretos.

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historia.De igual modo,lo quede trivial, vacuoy másbien ridículo tienenestasdisciplinas

se parece bastante a formas un tanto pasadas de moda de filosofía política.

Si bienesciertoquela antropología,la psicologíao la sociologíahanrealizadoaportaciones

relevantesa la historiay, engeneral,al conocimientodela realidadsocial,másquenadahan

ampliadolos puntosdevistao hanabiertonuevoscamposdeinterés.Estodemuestra,frente

a lo quepudieraparecer,queseha sobrevaloradomuchola diferenciade perspectivaentre

historiadoresy sociólogospero tambiénque se ha sobrevaloradomucho la convergencia

entre historia y sociología.Así, cuandotantos medievalistascomentanel supuestogiro

antropológicode sus investigacionesy su renovado interés por las mentalidades,las

relacionesde parentescoo lo simbólico lo primero que a uno le viene a la cabezaes los

pocoslibros de antropologíaque debenhaberleído17. El rigor del análisisde las distintas

formas simbólicas cristianas medievales, desde la herejías populares al purgatorio,

sencillamenteno tiene parangóncon ningún estudioetnológicoal uso18. Algo tan básico

comola competenciafilológica delos medievalistasenlo quetocaa distintasformasdelatín

medievaldeja en ridículo la forma en que muchosetnógrafosse limitan a chapurrearla

lenguade la tribu sobrela que luegoescribenvoluminosasmonografías.En todo caso,la

sociologíaha aportadoun cierto interéspor el análisiscomparativoy las generalizaciones

que, sin lugar a dudas,los historiadoreshan sabidodesarrollarinfinitamentemejor que

cualquiersociólogo.Así, no creoqueseaaceptableel puntode vista de PeterBurke acerca

del “encuentro” entre sociólogos e historiadores19. Más bien, al modo de Braudel,

deberíamosafirmar que la historia ha sabidoarracimarmuy distintasperspectivasjunto a

importantessaberesauxiliares(demografíay economía,sobretodo)20. Es cierto, de todos

modos,que no sólo PeterBurke sino otrosautorescomo Tilly o Abramshan revitalizado

desdeprincipiosde los añosochentala ideadeunaconvergenciaentrehistoriay sociología

queen su momentoya habíanplanteadoCarro Mills 21. Desdeluegopareceevidentequeel

objeto de estudio es el mismo para ambasdisciplinas pero, en términos generales,los

historiadoresse han hechocargo de él con más rigor y sensatezque los sociólogos.En

definitiva, en lo sucesivo utilizaré el término historia para denotar un conjunto de

17 Por supuesto,es sólo una forma de hablar.Véasea modo de ejemplo, J. Le Goff, El nacimientodelpurgatorio, Madrid: Taurus, 1981, p. 17. 18 Tal vezseaestala razóndequea A. Cardínle parezcananecdóticoslos esfuerzoscríticosdeJ.-C.Schmitten La herejía del SantoLebrel, pues“nada añadea lo ya sabidosobrelas supervivenciaspaganasen elOccidente Medieval” (A. Cardín, Tientos etnológicos, Gijón: Jucar, 1988, p. 167). 19 Cf. Burke, Sociología e historia, Madrid: Alianza, 1987.20 Cf. F. Braudel, La historia y las ciencias sociales, Madrid: Alianza, 1968, p. 133.21 E. H. Carr, ¿Quées la historia?, Barcelona:Ariel, 1984, C. Wright Mills, La imaginaciónsociológica,Madrid: FCE, 1993; C. Tilly, As sociology meetsHistory, Orlando: Academic Press,1981; P. Abrams,Historical Sociology, NuevaYork: Cornell University,1982.En cualquiercasoestasaportacionesestánmuyrelacionadascon el éxito de la “historia social” y con el consiguienteataquedesdeposicionespostmodernascontra esta escuela,

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investigacionesquela historiografíaacadémicanormalejemplificabien peroqueno tienen

por quéestarinstitucionalo editorialmentelimitadasa esteámbito.Estonoslleva a plantear

unacuestiónimportante:¿enquéestadoseencuentrala historiografíahoy endía?,¿acasono

es problemática incluso su caracterización como una disciplina unitaria?

La atomización de la historia

No conozconingún estudioacercade la situaciónactual de la historiografía(a menudo

descritaen términosde “crisis”) que deje de resaltarcomo rasgopredominantela gran

diversidadde interesese investigacionesque actualmentevive la disciplina22. Tal vez el

autor que mejor anticipó esta diversificación historiográfica fue Foucault:

La nocióndediscontinuidadocupa[hoy] un lugarmayorenlasdisciplinashistóricas.Parala historia

en su forma clásica,lo discontinuoera a la vez lo dadoy lo impensable;lo que seofrecíabajo la

especiede los acontecimientosdispersos(decisiones,accidentes,iniciativas,descubrimientos),y lo

quedeberíaser,por el análisis,rodeado,reducido,borrado,paraqueaparecierala continuidadde los

acontecimientos.La discontinuidaderaeseestigmadel desparramamientotemporalqueel historiador

tenía la misión de suprimir de la historia, y que ahora ha llegado a ser uno de los elementos

fundamentalesdel análisis histórico. Esta discontinuidad[...] constituye en primer lugar una

operacióndeliberadadel historiador(y no ya de lo querecibe,a pesarsuyo,del materialqueha de

tratar).[Así], el temay la posibilidadde unahistoriaglobal comienzana borrarsey seve esbozarse

los lineamientos, muy distintos, de una historia general23.

Hay que recordarque en esta épocaFoucaultse encontrabaembarcadoen un proyecto

legitimatoriofrancamentemantecosoque,pesea quefinalmentequedóen aguade borrajas

(no sellegarona construirfacultadesde“genealogía”),haespoleadodeun modonefastolas

ansiasteoréticasdemuchosinvestigadoressociales24. De hecho,el precedenteinmediatodel

interéspor objetosde estudiono convencionalesseencuentraen la historiografíamarxista

que no necesitóde tantos aspavientosmetodológicospara investigar las prisiones, los

campesinosy los bandoleros.No obstante,hayqueresaltarquealgunasdelasconsecuencias

actualesde estetipo de tesis foucaultianasque se difundieronen los añossetentafueron

bastanteinesperadas.En realidad y pesea lo que retrospectivamentepuedaparecer,la

22 El texto fundamentalen estesentidosiguesiendoF. Dosse,La historia en migajas, Valencia:EdicionsAlfons el Magnanim,1988. Muchos coincidenen señalarque el detonantede las reflexionessobreestaatomizaciónde la historiafue la publicacióndeJ. Le Goff y P. Nora (eds.),Faire de l’histoire, 3 vols., París,1974[trad. esp.Hacer la historia, Barcelona:Laia, 1978]. Respectoa la atomización,aúnmásprofundasicabe,en los EstadosUnidos véaseP. Novick, That Noble Dream, The “Objectivity Question” and theAmerican Historical Profession, Cambridge: Cambridge Univesity Press, 1988. 23 M. Foucault, La arqueología del saber, Madrid: Siglo XXI, 1970, pp. 13 y 15.24 UnarigurosacríticadeesteproyectodesdeunpuntodevistahabermasianoapareceenT. McCarthy,Idealese ilusiones, Reconstrucción y deconstrucción en la teoría crítica contemporánea. Madrid: Tecnos, 1992.

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posiciónde Foucaultno seenfrentabaal tipo de historiaquesegeneralizótras la segunda

guerramundialy queAnnales representóa la perfección,esahistoriografíaqueseesforzaba

por adornarsecon cierta pátinacientífica, estructuraly cuantitativa.Más bien creo que el

planteamiento foucaultiano se consideraba una consecuencia o desarrollo de la mejor historia

anteriory, en todo caso,unacorrecciónde lasexcesivasambicionesdeesta.El enemigode

Foucaultseguíasiendola historia rankeanaantesque Braudel, una historia de batallasy

reyesque, a lo sumo,persistíacomo figura del espíritupero que hacíamuchoque había

desaparecido de la historia académica.

Resultadifícil establecercon precisióncuándosedesvanecióesasensaciónde continuidad

perolo ciertoesqueendeterminadomomentola apuestapor el pluralismocomenzóa verse

comounarupturarespectoa la tradiciónde Annales, la historiografíamarxistao la historia

cuantitativa.Hastaentonces,y pesea las intensasdisputasmetodológicasentrelas distintas

escuelas,existíaunaespeciede consensotácito en lo quetocaa la unidadde la disciplina.

Esteacuerdotenía muchoque ver con el hechode que la historiografíahubieralogrado

independizarsede la tutelafilosófica paraguiarsepor cánonesepistémicos.Precisamente,la

versiónmás radical del atomismoque hoy parecehaberseimpuestoguardauna estrecha

relacióncon el ataquea eseconsensode postguerracomoacríticoo ideológicoy el intento

dereconstruiralgunaclasede fundamentoepistemológicoparala historiaquela legitimey,

dealgúnmodo,guíe.Buenapartedelastesisdelos historiadoresmáscomprometidosconla

deconstrucciónde la historia se adscribena un vago proyectode recomponerla antigua

tutela filosófica con argumentossacadosdel propio arsenalteóricode los historiadores.El

problemaes que estateoretizaciónde la historia ha sido una catástrofefilosófica por la

pobrezay parcialidadde los razonamientospuestosen juego.En mi opinión, la clavepara

valorarconjustezala situaciónactualde los estudioshistóricospositivosesteneren cuenta

queno secorrespondencon el paupérrimonivel de las justificacionesepistemológicasque,

por alguna oscura razón, se empeñan en postular sus autores.

En cualquiercaso,lo ciertoesquela mayoríadelasrecensionesdel panoramaactualhacen

hincapiéen la superacióndel puntodevistadela historiadela antiguaescueladeAnnales y

del modelo de Braudel en aras de un pluralismo radical. Y no lo es menos que las reflexiones

metaempíricasde la corriente mayoritaria de la historiografíacontemporáneatienden a

caracterizarsepor su oposición a una historia “estructural, analítica, cuantitativa y

moderna”25. Más aún, el pluralismo epistémico característicode la historia actual ha

rebasadocon muchoel ámbito académicopara inundar las páginasde los periódicos.En

25 S. Sueiro,“Modos y modasdela historiografíaactual” enA. Alted (ed.),Entre pasado y presente. Historiay memoria, Madrid: UNED, 1995, p. 15.

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efecto,pesea quelos debatespúblicosacercade la política educativahistoriográficasuelen

tenermuchode ideológico,no esmenoscierto quesehanalimentadode unaproliferación

real de programasde investigación,así como de una suertede democratizaciónde la

perspectivahistoriográficaquehaceociosala jerarquizacióndelasdistintasposibilidadesde

estudioy enseñanza.Por supuesto,es estauna situaciónque afectaa todas las ciencias

humanas.En sociología,por ejemplo,es ya un tópico el abandonocontemporáneode las

grandesteorías generalistasen beneficio de microinvestigacionesdedicadasal estudio

exhaustivode un dominio empíricoreducidoy, dicho seade paso,generalmentede interés

para los poderesfácticos que financian la investigación.No obstante,la situaciónde la

historia es un tanto distinta. Lo que se planteano es el despreciopor una teorización

generalistaestéril en aras del estudio empírico sectorial, sino que se consideraque la

atomizaciónde los estudioses relevantedesdeun punto de vista gnoseológico.En otras

palabras, se entiende que la diversidad inconmensurablede intereses investigadores

constituyeunapruebadela imposibilidaddegenerarauténtica“teoría” historiográfica,ya no

digamosprincipios legaliformes.Es esteel punto de vista que han mantenidovocestan

autorizadascomoPeterBurke,GeorgesDuby o JaquesLe Goff frentea la disidencia,máso

menostradicionalistay reactiva,de historiadoresmarxistascomo Eric Hobsbawm.Para

muchoshistoriadorescontemporáneosel surgimientodenuevasperspectivashistoriográficas

–microhistoria,cliometría,historiade lasmentalidades,historiaoral o historiadelas formas

simbólicas(por citar algunosde los camposde estudio más cacareadosen los últimos

tiempos)–es un acontecimientorelevantemetahistóricamenteen la medidaen que añade

nuevas“perspectivas”a un poliedro infinito, la experienciahumana,cuya totalidadresulta

imposible de recomponer y sería absurdo jerarquizar.

Sin embargo,desdeun punto de vista espistemológico,estamera recepciónde lo dado

resultamuy insatisfactoria.No se trata, por supuesto,de que la filosofía debailustrar la

práctica del historiador con la típica arrogancia decimonónicacripto-hegeliana,una

condescendenciaresponsablede que la relación de los historiadoresprofesionalescon

cualquiertipo de filosofía de la historia estépresididapor la desconfianza26. Las distintas

formas de investigaciónson perfectamentelegítimas,por parciales,regionaleso incluso

caprichosasque seany, en todo caso,su campode debatey validaciónes el propio de la

disciplinahistórica,no los textosdefilosofía.La cuestiónessi estapluralidadimplica,como

parecensuponermuchoshistoriadores,una cierta inconmensurabilidadde la explicación

histórica que abocade iure al escepticismoepistemológico.Porquelo cierto es que la

prácticahistoriográfica,el rigor y la minuciosidadconquesediscutenlasinvestigaciones,la

26 Cf. Le Goff, Pensar la historia, Barcelona: Paidós, 1991, p. 76.

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forma en que secontrastanlas hipótesiscon los datosempíricospareceinvalidar de facto

esta última posibilidad. Así pues pareceexistir un claro desequilibrioentre la práctica

epistémicay la concepciónespistemológicaqueactualmentetienende su propio trabajolos

historiadores.Es como si el miedo a la idea de “destino”, el temor a recaer en una

concepciónmetafísicade la historia de raigambreagustinianahubieracortocircuitadola

confianza en la sólida realidad gnoseológica de la historiografía contemporánea.

Y lo curiosoesque,comointentarémostrar,estaindecisiónformal implica justamenteque

no se ha superadola visión de la historia hegelianana;es decir, que no se ha logrado

comprenderel enormecorteepistemológicoquelos conocimientoshistoriográficos(seacual

seasu naturaleza)establecenfrentea los propiosacontecimientoshistóricos,las res gestae.

En estesentidoresultade gran interésla posiciónde Hobsbawmque consideraquedicha

pluralidadde “historias”27 implica de hechounadinámicaconvergenteen lo quetocaa los

mecanismosepistémicosque pone en juego la práctica de los historiadores:“La nueva

historia de hombres y mentes, ideas y acontecimientoscabe verla como algo que

complementa–envez de suplantar–el análisisdeestructurasy tendenciassocioeconómicas

(...) Optar por ver el mundo a travésde un microscopioen lugar de un telescopiono es

ninguna novedad.Mientras aceptemosel hecho de que estamosestudiandoel mismo

cosmos,la elecciónentre microcosmosy macrocosmosconsisteen seleccionarla técnica

adecuada”28.

Por muy razonablequeparezcala afirmaciónde Hobsbawm,lo cierto es queno estánada

claro que todos los historiadoresaceptasenestar estudiandoexactamente“el mismo

cosmos”.Muy enespeciallos máspostmodernospodríanponerloen duda.Paramuchos,la

atención a lo raro y desviado,a los fenómenosmarginalesimplica una comprensión

claramentedistintade los fenómenoshistóricos.Cadavez esmásfrecuenteque la “nueva,

nueva historia” recurra a argumentossacadosdel arsenal heideggeriano(“el ser es

interpretación”,etc)parajustificar susposiciones.El fenómenoesmásrelevanteenaquellos

terrenosdondela formamismadel objetodeestudioesclaramentepolémicacomoesel caso

del arte,el derechoo la psicología.No obstante,el problemaesque,unavez aceptadaesta

posición para ciertos ámbitos, no existe ninguna buena razón para negar a priori la

posibilidad de extender esta comprensión polémica al resto de acontecimientos.

Si unohicieracasode lo queseanunciaen algunoslibros metodológicos(y, sobretodo,en

los prólogos)podríapensarseque las facultadesde historia se han llenadode derridianos

27 Pluralidadqueya sereivindicaen M. Foucault,Las palabras y las cosas, Madrid: Siglo XXI, 1991,p. 358.PorciertoquenohacemuchoM. Trontti comentabaenunaconferencialo pueril queresultala ideadequeunconcepto cambia radicalmente por el mero hecho de ponerlo en plural.28 E. Hobsbawm, Sobre la historia, Barcelona: Crítica, 1997, pp. 193-94.

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completamenteincapacesde reconocerla existenciade un mundocompartido.En cambio,

cuando uno lee los trabajos de todos esos que, por lo visto, están transformandola

historiografía occidental encuentrapoquísimasdiferencias(a excepción,tal vez, de la

eleccióndel objetodeestudiopropiamentedicho)con la historiografíaanterior.Con todoel

jolgorio textual que se ha organizado,cabríaesperarcierta diferenciareal en el modo de

hacer historia. A fin de cuentas, ¡en antropología ha ocurrido! Los antropólogos

postmodernoshan escrito fascinantesdisparatesque ninguna revista de historiografía

aceptaría29. Los estudiosde “género” en historiamedievalsonestudiosde historia,sin más,

cuyo objeto de estudio son las mujeres30. De igual modo, las críticas al programa

metodológico de la historia cuantitativa no invalidan su enorme utilidad en muchas

investigacionescontemporáneas.Así, por poner un ejemplo muy conocido, en Los

guardianesde la libertad NoamChomskyEdwardS. Hermanhacenun análisiscuantitativo

de la prensaamericanade enormerelevanciaparademostrarsu alianzacon el poderaún

antes de entrar a valorar sus contenidos31.

Desdeluegoesciertoquela historiacomparteconla antropologíadelasúltima décadasuna

paradójica búsqueda de fundamentos teóricos. No resultaría tan paradójica si no fuera porque

no serecurrea Hempel,Carnapo Husserlsino a Derriday Foucault.La meraideade que

algúntipo de tesisfilosófica puedaproporcionara unainvestigaciónhistóricafundamentos

másfirmes queunaargumentaciónbasadaen pruebaspositivasy en su discusiónracional

en la comunidadde investigadoreses, en mi opinión, sencillamenteextravagante.No

obstante,si esastesis filosóficas son las de autoresque se esforzaronen discutir la idea

mismade “fundamento”y la concepciónde la filosofía comosaberde segundogradoque

reflexionaa partir del materialquele suministranlascienciasempíricas,la cosacomienzaa

parecer absurda.

En realidad, la historiografíamodernase ha caracterizadotradicionalmentepor un vivo

debatesobrelas característicasde la disciplina y del “oficio del historiador”,por recordar

una expresión que popularizó Marc Bloch32. Es cierto que en estas reflexiones se

entremezclabancuestiones de muy diverso tipo –desde argumentacioneséticas a

epistemológicas–pero,en términosgenerales,sepuededecir queplanteabanunadiscusión

acercadelos distintosenfoquesdel objetodeestudio,eranreflexionessobrela mejor forma

29 Creoquela obraparadigmática,enestesentido,siguesiendoC. Geertz,J. Clifford (et al.), El surgimientode la antropología postmoderna, Barcelona: Gedisa, 1992. Resulta particularmente interesante la introducción,muy crítica,del compilador,CarlosReynoso.No obstante,comoessabido,el texto clavede la antropologíapostmoderna es J. Clifford y G. Marcus, (eds.), Retóricas de la antropología, Gijón: Jucar, 1991. 30 En ocasionesel estilo es incluso un tanto “anticuado”. Un casorecientemuy ilustrativo es la seccióndedicada a los estudios de género en L. K. Little (ed.), Debating the Middle Ages, Oxford: Blackwell, 1998.31 Cf. N. Chomsky y E. S. Herman, Los guardianes de la libertad, Barcelona: Crítica, 1990.32 Cf. Apología para la historia o el oficio de historiador, México: FCE, 1998.

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de abordardeterminadosacontecimientosy unacrítica de otrospuntosde vista rivales.Sin

duda en este tipo de escritos metateóricosabundan los argumentos filosóficos y

epistemológicosmáso menosingenuosperoéstosen ningúncasoconstituíanla médulade

la argumentación.Nadie considerabaque una reflexión acercade, por ejemplo, la teoría

semánticade la verdadde Tarski fuera particularmenterelevanteparaestablecerla mejor

manerade comprenderlas invasionesvisigodas.Es cierto que hubo debatesenconados

acercadela cientificidaddela historiapero,en realidad,lo queestabaenjuegoerala mejor

manerade encontraresa cientificidad, el mejor modo o métodode propiciar ese corte

epistemológico que, por supuesto, nunca llegó.

La situación actual es totalmentedistinta. Si hemosde creer a Gerard Noiriel, que ha

rastreadola génesisinstitucionaly editorialdel “giro lingüístico” enhistoriografía,el origen

dela influenciadelastendenciaspostmodernasfue un encuentrosobrela historiaintelectual

europeacelebradoen Cornell en 198033. El volumenresultantede eseencuentrocontinua

siendounareferenciabásicaparacomprenderesefenómenoy unodesuseditores,Dominick

LaCapra, es un insigne factótum del movimiento34. A través de una enrevesada

argumentaciónLaCaprapretendeestablecerla fundamentaciónepistemológicade la historia

sobre bases“textuales” pretendidamentederridianaso heideggerianasen virtud de la

dependenciade los historiadoresde los documentos35. Desdeentoncescierta historiografía

anglosajonaparecehabersesumidoen un maelstrompostestructuralistafrancamentedifícil

de digerir:

Si, en efecto,la alianzacon las filosofías“fundamentalistas”le hapermitidoa la historiaintelectual

cuestionarla hegemoníade la historia social, los partidariosdel linguistic turn (aunquesobreeste

punto guardenun silencio absoluto)hanpuestofin a una dependenciaparacaeren otra. Haciendo

suya la disputafilosófica sobrelos fundamentosdel conocimiento,han contribuidoa difundir los

argumentos que los investigadores-epistemólogosfranceses pusieron en circulación en la

investigaciónhistóricaenlos añossetenta.Antes,unainvestigaciónpodíaevaluarseen funcióndelos

nuevosconocimientosaportadosal ámbito correspondienteo de la novedaddel punto de vista

propuesto.Para los partidariosdel linguistic turn, en cambio, el elementoesencialsometidoa

evaluación es la teoría introducida36.

Así las cosas,el trato con estoshistoriadorescon ansiasepistemológicases francamente

difícil. Porunapartehanllevadolas tesisdeHeidegger,Derriday Foucaulta unaespeciede

enloquecidaparodiaen la quea la menoroportunidadseplanteanargumentosmáso menos

33 G. Noiriel, Sobre la crisis de la historia, Madrid: Cátedra, 1996, p. 130.34 Cf. D. LaCapra y S. Kaplan (eds.), Modern European Intellectual History. Reappraisalsand NewPerspectives, Ithaca y Londres: Cornell University Press, 1982.35 Cf. “Rethinking Intellectual history and Reading Texts” en D. LaCapra y S. Kaplan, op. cit.36 Noiriel, op. cit. p. 141.

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existencialessobreel ser,el conocero la concienciasocial.El problema,por tanto,esque

resulta muy complicado discutir esta clase de argumentosen términos filosóficos

medianamenterigurososa causade que la situación institucional de estoshistoriadores

propiciael idiolecto.Un fenómenoparticularmentefascinanteesla formaenquenumerosos

historiadorestratan de sentar para cada obra tesis ontológicas de una radicalidad

adolescentey francamenteirreflexiva. Así, un estudiosobrelos cánticosde las recolectoras

de algodónen el Missouri de los añoscincuentano quedarálegitimadopor el interésdel

historiadorsinoqueprecisarádeun análisissobrela estructuradel Da-Seinconla oportunas

correccionesa Heidegger.En realidad,la discusióncon la tradiciónhermenéuticadel siglo

XX puedeser enormementefructífera37 e incluso unarecepciónpositiva de estasescuelas

filosóficas no tiene por que pasarpor el relativismo o, sencillamente,la sinrazón. El

problemaesquecon estetipo de argumentacionespostestructuralistasuno nuncadiscutea

Heideggersino una especiede replanteamientode bachilleratode ideasapenasdigeridas

sobre la causalidad o sobre la relación entre realidad y representación.

Sobre todo llama la atenciónla absolutadesatenciónde las corrientesanglosajonasde

historiaa supropiatradiciónde filosofía analíticade la historia.Caberecordarqueen 1973

Hayden White, uno de los autores clave para entender la apoteosis teoreticista

contemporánea,aún vinculabasu obraa unadoble línea de trabajo:por un lado la “teoría

continental”deFoucaulto Heideggerpero,por otro, la filosofía analíticadeDantoo Dray38.

En realidad,el propioWhite daunapistaparaentenderdedóndeprocedeel giro actualdela

metodologíahistoriográficaanglosajona.Enefecto,los trabajosclásicosdeteoríaliterariade

Northorp Frye39 o de teóricos del arte como Auerbach tenían una considerablecarga

filosóficaque,sin embargo,aúneratratadaconconsiderablerigor y seceñíaa unostérminos

comprensiblesdesdeel canonfilosófico normal.Estees el casotambiénde otrosgrandes

popes de la crítica literaria como Bloom, Trilly o Steiner.

En cualquier caso, tiene que quedar claro que no se trata de plantear una crítica

corporativistaa estudiososajenosal círculo filosófico académico;más bien al contrario.

Seríaabsurdonegarquealgunasde las obrasmásimportantesde la historiade la filosofía

sonobrasdecientíficos.De hecho,comole gustaresaltara Victor GómezPin,hastano hace

muchola diferenciaentrefilósofo y científico eradifusa.De igual modoWittgenstein,uno

de los filósofos más importantesdel siglo XX, carecíade cualquierbagajefilosófico y

37 La mejor crítica que conozco del constructivismopostmoderno(en la línea del que emplean loshistoriadores)esla de Ian Hacking,¿Construcciónsocialdequé?, Barcelona:Paidós,2001.Hackingtomaenconsideraciónlos argumentosconstructivistascon la máximacaridadhermenéutica,esdecir, da argumentosen su favor mucho más elaborados que los de los propios constructivistas para luego criticarlos.38 H. Whyte, Metahistory, Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1973, p. 6.39 H. White cita (op. cit. p. 3) como referencia fundamental la Anatomía de la crítica de Frye.

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Chomskyha hecho aportacionesmuy interesantes,a pesarde que su utilización de los

clásicos siempre resulta un tanto abusiva o cuando menos intempestiva.

En resumen,existe una contaminaciónambientepostestructuralistaen historia que, por

fortuna,no ha afectadotantocomoen otrasdisciplinasa los contenidospositivossi bienha

generadouna ingenteproduccióneditorial tan filosóficamentehuera,como retóricamente

engoladay pretenciosa.En todocaso,el linguistic turn ha llevadoa un desmesuradointerés

por fenómenoshistóricamenteminoritariosy, típicamente,raroso desviados.La discusión

del interés o no de estos estudiosno tiene por qué dependernecesariamentede los

presupuestosteóricos que sus autores plantean, por lo que tales “fundamentos” son

epifenoménicosrespecto a la investigación que puede ser evaluada según cánones

convencionales.Lo cierto es que son muchos los autoresdifícilmente sospechososde

“cientifismo” queya handadola voz dealarma.Sindudala referenciabásicaenestesentido

es Lawrence Stone y el debate que desencadenó en la revista Past and Present40; no obstante,

también Carlo Ginzburg lo ha señalado con cierto aire nostálgico:

Ahora tengola impresiónde que hemospasadode un extremoa otro. Antropólogos,historiadores,

filósofos (aunquecon importantesexcepciones)se han obsesionadocon la dimensióntextualde su

investigaciónhastael puntoderechazarla posibilidaddeestableceralgunarelaciónentreel textoy la

realidadextratextual,como si postularlafuera pecar de ingenuidadculpable.La palabramágica

“narración”,narrative, lo abarcatodo: eséstaunanocheen la quetodoslos gatossonpardos,en la

que toda distinción entreficción y realidad,devieneindemostrable.Todo se ha convertidoen sel-

referential. Los antropólogosse miran en el espejo, los filósofos escribenuna historia de la

historiografíasin historia,e inclusoentrelos historiadoresla inmundapalabra“realidad” sólo puede

ser pronunciada tras haber sido desinfectada, tras haberla puesto entre comillas41.

Ginzburg aciertaal señalarla narratividadcómo uno de los tópicos más cacareados.El

asunto es importante porque sencillamentese debe a un uso abusivo de un término

polisémico. En efecto cuando A. C. Danto planteó la necesidad de entender

epistemológicamentela historia (history) en términos de un relato (story) trataba de

establecerlos criterios de significatividad de los acontecimientoshistóricos en abierta

polémicacon el modelode coberturalegalde Hempely siguiendoexplícitamentelos pasos

deDray42. La ideaqueDantotratabadeexpresarconesejuegodepalabraseraunadistinción

40 L. Stone, “History and Post-Modernism”, Past and Present, n°, 131, 1991. 41 C. Ginzburg, “El ojo del extranjero” en Archipiélago n° 47, 2001, p. 91.42 A. C. Danto,Historia y narración, Barcelona:Paidós,1989,pp.45-46.A vecesseolvida queoriginalmenteHempel planteosu argumentaciónen relación a la historiografía,tal vez el campo menosadecuadoparapreciarsus virtudes. Cf, C. G. Hempel, “La función de las leyes generalesen historia” en Hempel,Laexplicacióncientífica, BuenosAires: Paidós,1979 y W. Dray, Laws and Explanationin History. Oxford:ClarendonPress,1957.Dray seocupódel asuntode la narritividadmuchodespuésen W. Dray, “Narrativeversus Analysis in History” en Philosophy of Social Science n° 15, 1985.

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crucialentrehistoriay teoríaa partir deciertascaracterísticasfundamentalesdeambostipos

de discursos–como la localización espaciotemporal del primero43– en un sentido que

utilizaremos,muy matizado,másadelante.A partir de esteplanteamientoDanto buscaba

ciertascaracterísticassintácticasdel discursohistóricodeun modoque,a fin de cuentas,no

lograbadespegarsedela esteladeHempel.Dantovio connitidezel problemaperono acertó

a darconunasoluciónquea todaslucesno seencuentraenla formalizacióndela distensión

diacrónica44. En realidad,enla formulacióndeDanto,la ideadenarratividadaludíaal hecho

dequelos estudioshistoriográficoscarecendeunasintaxislógica bien estructuradaaunque

sepuedeestablecerciertascaracterísticasformalespresentesen distintostipos de discursos

no científicos.Por decirlo deunaforma menospomposa,la historiano sólo usael lenguaje

de la vida cotidiana sino también su forma de argumentación.

Por su parte HaydenWhite, el otro gran referenteteórico del renacerde la narración,en

Metahistory tansóloestablecíaun análisisdesdeel puntodevistadela crítica literariade la

filosofíadela historiadel siglo XIX. Si bienesciertoque,después,White reelaborósustesis

en los términosperfectamenteininteligibles de la filosofía francesa,con abundanteuso de

utillaje semiótico45, Metahistory es una obra considerablementeortodoxa.Su propósitoes

establecerlas preconcepcionesqueciertosenfoqueshistóricossuponenen el públicoal que

va dirigido (un tema clásico de la teoría literaria):

He planteadocómo en historiografíael campo histórico se constituyecomo dominio de análisis

aceptablea travésde un acto lingüísticode naturalezatropológica.El tropo dominantemedianteel

que esteacto constitutivosedesarrolladeterminarálos tipos de objetosque puedenaparecercomo

datosy lasposiblesrelacionesqueseconcibenentreellos.Lasteoríasqueseelaboranparadarcuenta

delos cambiosquetienenlugarenesecamposólotendránvalidezexplicativade“lo quesucedió”en

la medidaen queesténen consonanciacon la forma lingüísticaen la queel campofue prefigurado

como un posible objeto de percepción mental46.

Cuandolos propioshistoriadoresrecogieronel testigode la narratividadhicieronreferencia,

al menos al principio, a un interés por fenómenosa los que la historia estructuraly

cuantitativano dedicabala suficienteatención.Las reflexionesde Stone47 tuvieron tanta

repercusiónporque se hacíaneco de determinadaslíneas de investigaciónque algunos

historiadores,fundamentalmentevinculadosa la microhistoriay la historia oral, estaban

protagonizandoy les dabala oportunidadde asimilar cierta unidad metodológicay, así,

43 A. C., Danto, op. cit., p. 92.44 Ibid. p. 99 y ss.45 Cf. H. White, El contenido de la forma, Barcelona: Paidós, 1992.46 H. White, Metahistory, op. cit. p. 430.47 Cf. LawrenceStone,“The revival of Narrative:reflectionson a new old History”, en Past and Present, n°85, nov. 1979; trad esp. en Debats, n° 4, 1983

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ganaren respetabilidadacadémica.En realidad,si el artículodeStonepretendíadar cuenta

dealgomásquedeun cambiodeinterésenel objetodeestudioelegidopor los historiadores

desdefinalesdelos añossetenta,la críticaeraobvia:resultafrancamentedifícil decirenqué

sentidono esnarrativoel Mediterraneode Braudely sí lo esCipolla48. Es evidentequeen

ambosestudioshay elementosepistemológicamentemuy similarese incluso,en opinión de

Hobsbawmque respondióa Stone, también hay elementosepistémicoscercanos49. En

cualquiercaso,lo ciertoesquesi ya el planteamientodeStone–muchasvecesaliñadoconla

propuestaetnográficade Geertzacercade la descripcióndensa50– generóun considerable

revuelo, como antes señalabaGinzburg, la mezcla con el postestructralismoha sido

sencillamentefatal. Los malentendidosacercadel significado de la “narratividad” han

proliferadode tal modo queel único puntoen el que la postmodernidadparecemostrarse

unánime es en la necesidad de criticar “textualmente” una realidad siempre sospechosa.

A pesarde todo, en lo sucesivoutilizaré bastantela idea de la índole “narrativa” de la

historiografíaenel sentidoplanteadopor Dantoy, sobretodo por Ricoeur,paradesignarsu

índoleno teorética.Si hedecididoconservarel término,a pesardelos absurdosabusosa los

queha sido sometido,esporquemepareceun calificativo másexpresivoque“descriptivo”

queparecedenotarun conocimientosuperficial,sin la menorreferenciaa la estructuradelos

acontecimientos.Debeentenderse,no obstante,queenel sentidoenel queutilizo la palabra,

tan narrativo es Wallerstein,CristopherHill y la historia cuantitativacomo Ginzburg, el

Thompsonde Whigs and Hunters o la Natalie Davis de El regreso de Martin Guerre.

“Narrativo” designaun tipo de conocimientodistinto del teóricoqueni por eso dejadeser

conocimientoni se tieneporqueparecera una novela(aunqueseahistórica).Así pues,ni

siquierale doy al términola especificidadquele confiereHabermassiguiendolos pasosde

Dray y Baumgartner51.

Un tercertópico fundamentalenel medioambienteintelectualcontemporáneoquehatenido

unagranrepercusiónen historiaesel asuntode la ciencia“indeterminista”.Si bien tantoel

linguistic turn como la defensamilitante de la historia narrativapertenecena sectoresde

historiadoresrelativamentebiendefinidosy casisiempreabiertamentepostmodernos,la idea

de una supuesta revolución epistemológica que se sigue directamente del paradigma cuántico

48 AmbosejemplosaparecenmencionadosenPeterBurke,“Historia delos acontecimientosy renacimientodela narración” en P. Burke (ed.) Formasde hacer historia, Madrid: Alianza, 1995, pp. 291 y 299. Burkerecuerdamuy acertadamentecómoRicoeurhablade la obrade Braudelcomode unanarraciónhistóricaconun “casi argumento”.49 E. Hobsbawm, “Sobre el renacer de la narrativa” en Sobre la historia, Barcelona: Crítica, 1998.50 Cf. C. Geertz, La interpretación de las culturas, Barcelona: Gedisa, 1987.51 J. Habermas, La reconstrucción del materialismo histórico, Madrid: Taurus, 1979, cap. 7.

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y de algunosteoremasmatemáticosestámuchomásextendida.Infinidad de historiadores

que en otros aspectosse muestranrazonableso incluso directamenteconservadores,no

dudan en recurrir a alguna supuestaparadoja del comportamientode los fotones a

temperaturascercanasal cero absoluto para establecerciertas peculiaridadesdel saber

histórico.Obsérveseque el procedimientoes muy similar (aunqueinverso)al de la teoría

postmodernaque recurre a versiones anti-epistemológicasde la hermenéuticapara

fundamentarel saberhistórico.Así, muchosautoresquepretendendesacreditarlas antiguas

ansiascientifistasde la historiografía,subrayanel presuntoprocesode desfundamentación

queha experimentadola física contemporánea;de estemodo,parecedecirse,la historiano

cientifista queda científicamente fundamentada (o desfundamentada, según se mire).

De hecho, las referenciasa la física cuántica y a las teorías del caos están tan

alarmantementeextendidosentrelos historiadoresqueessorprendentequeSokalno leshaya

dedicadomásatención.Despuésdetodo,los autoresquecritica en Imposturas intelectuales,

a pesarde la considerablevacuidadde sus discursos,tan sólo utilizan la terminología

científicaa modode ejemploy su constanteabusode estasmetáforasesmásaburridoque

preocupante.En cierto sentido,resultamáspreocupantela carenciapor parte de muchos

historiadoresde una idea medianamenteadecuadade la ciencia contemporáneay, sobre

todo, la utilización sistemáticade esa cosmovisiónespuria para establecertesis cuyo

auténticomarco de discusiónes el debatemetodológico.Un autor tan importantecomo

Immanuel Wallerstein no duda en relacionar, con una audaciasorprendente,la crisis

estructuralde la economía-mundocon una presuntacrisis del universalismocientífico a

causade los descubrimientosde la física del siglo XX 52. Como de costumbreel único

referenteparatalesafirmaciones(en estaocasiónno se cita a Gödel) es Ilya Prigogine,a

quienel premionoveldequímicaparecehaberdadocartablancaparasentarcátedraacerca

decuestionesciertamentealejadasdelos tubosdeensayo.Encualquiercaso,Prigoginetiene

todo el derechodel mundoa hacerlas reflexionesfilosóficasque le plazcan,lo queno es

lícito esquelos historiadores,sociólogosy filósofostomensusargumentosepistemológicos

como si estuvieranfundamentadosteóricamentey no fueran intrínsecamentepolémicos53.

Muchosno comprendenquelas tesisde Prigoginetienenel mismoestatutoepistemológico

queel “Dios no juegaa los dados”deEinsteiny no hay razónparacreerqueestaúltima es

unaafirmaciónfilosóficamenteirrelevante.Tal vez seacierto que la cienciaha muertode

éxito perolo fundamentalaquíesla palabra“éxito”. No seentiendemuy bienenquésentido

se puededecir que el conocimientodel comportamientoindeterministade micropartículas

52 I. Wallerstein, Unthinking social science, Cambridge: Polity Press, 1991, p. 31.53 Cf. Ibid. p. 34.

22

quesemuevena velocidadescercanasa la dela luz constituyeun fracasodelasaspiraciones

gnoseológicasilustradas.Lo que ha ocurrido es justo lo contrario.El augecontemporáneo

del irracionalismo lleva a utilizar tesis científicas exitosaspara justificar una supuesta

macro-crisisoccidental,un malestarculturalgeneralizadoqueobligaríaa retornara distintas

formas de emotivismo:

Aunque estos principios que subyacenal método científico han permitido grandes avances

tecnológicos,las últimas investigacionesparecenponerlosen tela de juicio. La física cuántica,el

estudio de los elementosmás pequeñosde la materia, ha revelado que la existencia y el

comportamientodeestaspartículasno seadecuaal modeloquerecogennuestrasnocioneshabituales

de causay efecto.A principios del siglo XXI parecedemostradoque,por ejemplo, las partículas

subatómicasde las que todo estácompuestono puedentenersimultáneamenteuna posicióny una

cantidadde movimiento definidos, lo cual carecede sentidodesdeel punto de vista de la lógica

humana54.

Estacita procededeunafamosaexpertaennuevasreligionesquesefue a vivir a unacabaña

dela India consugurú trastenerdiversoscontactosextrasensorialesenel transcursodeuna

experienciacercanaa la muerte.La cuestiónesqueel párrafoanteriorpodíahaberlofirmado

cualquierhistoriadorde renombree inclusocabedecir queFisherhabladel temacon más

propiedadque muchosintelectuales“serios” (al menosempleabien la terminología).Por

ponerotro ejemplo,Fontanallega a afirmar trasun par de citasde Prigogine:“El universo

intelectualpopperianoenel quela cienciaeraidentificadaconla capacidaddepredecirhace

tiempo que se ha venido abajo. Semejanteconcepciónperteneceal viejo mundo del

determinismolaplaciano,y no a unafísica quesebasaen las matemáticasdel caosy opera

con objetos fractales”55.

Al margen de la controvertida cuestión de si alguna vez ha existido un “universo

popperiano”–porlo visto Fontanano estáal tantodequePopperseocupóenabundanciade

la mecánicacuántica–,al margende queresultafrancamentedifícil entenderquédemonios

pintanaquílos fractalesy al margendequela referenciaa lo quemuyampulosamentesedio

a conocercomo“teoría del caos”estátraídapor los pelos56, lo importanteantesde nadaes

recordarqueunodelos puntosfundamentalesquela físicamodernaengeneral(y no sólo la

física contemporánea)impusoa la filosofía fue, precisamente,el fracasode unametafísica

naturalizada.Como ha señaladoHilary Putnam:“CiertamenteNewton no era positivista

54 Mary Pat Fisher, Las religiones en el siglo XXI, Madrid: Akal (en prensa).55 J. Fontana, La historia después del fin de la historia, Barcelona: Crítica, 1992, p. 30. 56 En sudescargohayquedecir queesunaprácticageneralizada:“En los últimos tiempossehapublicadounmontónde artículossobrecaosescritosbastantea la ligera. Un término técnico,aplicadoen principio a unfenómenode la mecánicano lineal, ha acabadoconvirtiéndoseen una especiede etiquetapara designarcualquierclase de complejidado incertidumbre,real o aparente”,M. Gell-Mann, El quark y el jaguar,Barcelona: Tusquets, 1995, p. 44.

23

perorechazóconvigor la ideadequesu teoríadela gravitaciónuniversalpudierao debiera

leersecomo una descripciónde un hechometafísicoúltimo (...) Hay versionestanto del

electromagnetismocomode la gravedadbasadosen la accióna distancia;hay versionesde

ambasenqueun agentefísico extenso,el campo,medialas interaccionesentrelos cuerpos

distantes; hay incluso versiones espacio-temporalesde la teoría de la gravitación

newtoniana”57.

Lo queintentodecir esquesólo alguienqueno ha reflexionadolo bastantesobreNewton

puedepensarque de la antiguafísica se seguíade suyo un paradigmafilosófico realista

mientrasla física cuánticapropicia el relativismo.Ni siquieraes de suyo evidenteque la

acción a distancia newtoniana basada en la continuidad sea más intuitiva que la

discontinuidad cuántica. De hecho, el energetismo machtiano –una epistemología

particularmentepoco intuitiva– fue un intento de estableceruna visión de la naturaleza

acordecon los datosde la cienciadecimonónica.Tal vez hayasido Bachelardquienmejor

comprendióla enormedistanciaquemediaentreel conocimientocotidianoy el científico,

unadistanciano suturabley quedía a díaseincrementa.ParaBachelardla imagencorrecta

dela realidadesla de la físicamatemáticay no hacefalta ningunamediacióndeesaimagen

pero,encualquiercaso,la interpretaciónesrelativaal contenidoempíricoqueorganiza,por

lo quepretenderquelos fotonesjueganalgúnpapelen nuestraconcepciónde la historiao

de la religión es,cuandomenos,sofístico.Y lo cierto esquelos libros de físicacuánticaal

uso apenasdedicanun párrafo introductorio a explicar que seguiránla interpretaciónde

Copenhague.Lo cual no significa quelas cuestionesde interpretaciónno seanimportantes

sinoquesondesegundogradoo filosóficas.Poresoresultaociosala siguienteafirmaciónde

Bloch: “La teoría cinética del gas, la mecánicaeinsteniana,la teoría de los cuantahan

alteradoprofundamentela ideaqueayer todavíaseformabacadacual de la ciencia.No la

han rebajado,pero la han suavizado.Han sustituido en muchoscasoslo cierto por lo

infinitamenteprobable:lo rigurosamentemensurabepor la nocióndela eternarelatividadde

la medida”58. Por lo menos Bloch es coherentecon su argumentacióny utiliza este

razonamientopara demostrarla posibilidad de llamar “ciencia” a la historia y no para

negarlo.Sin embargo,lo que Bloch no pareceentenderes que “indeterminación”,en el

contextocientífico contemporáneo,es una voz técnicay no una tesis epistemológica.Es

decir,no esun argumentoescépticosinojusto lo contrario,la negaciónprecisay materialdel

escepticismo:un conocimiento,un teoremacientíficoque,comocualquierotro teorema,no

se parece en nada a nuestra visión cotidiana del mundo.

57 H. Putnam, Racionalidad y metafísica, Madrid: Teorema, 1985, p. 47. 58 M. Bloch, Introducción a la historia, México: FCE, 1988, p. 19.

24

Hay que decir que si en historia estasideasneosofísticashan tenido tanta aceptaciónes

porquesesuelenplantearparacombatirlos modeloshistóricosdemasiado“deterministas”y,

enparticular,el economicismo.En realidadesmuy curiosoqueFontana,en la cita anterior,

saquea colación a Laplace. PrecisamenteLaplace mostró un tipo de indeterminación

gnoseológicaque podía ser salvada probabilísticamente,los gases laplacianos están

ontológicamentedeterminadosaunqueno podamoscalcularla posicióndesuspartículascon

exactitud.Justolo contrarioocurreen física cuánticaqueesunateoríacon unosíndicesde

precisiónnuncaconocidosy mejor fundamentadamatemáticamenteque ningunaotra. La

indeterminacióncuánticano tiene nadaque ver con la de Laplace,es una propiedaddel

sistemay no del conocimiento.A no serqueFontanaestédispuestoa demostrarqueen la

historiahumanaoperanfenómenoscuánticosno se entiendeen qué sentidopuedeestaral

margende la determinación-indeterminacióndeLaplace59. La historiatampocosepareceen

nadaa los sistemascomplejosqueseestudianen física:no esquela historiahumanatenga

un límite depredictibilidadmuy bajo,esqueno tieneningunoporquesencillamenteno es

unaciencia.Decir quenuestroconocimientode la historiahumanaseparecea la teoríadel

caos es un auténtico insulto para cualquier físico. La historia es compleja por

indeterminaciones conceptualesmuy anterioresa la complejidadontológica.Desdeluego

seríaridículo negarque la mecánicacuánticatieneciertaspeculiaridadesanti-intuitivas,no

estoymuy segurodequeseanmásproblemáticasquela accióna distanciaaunquesin duda

son más complicadas.En cualquiercasolo interesantees que no hay ningún símil en el

mundohumanode esetipo de peculiaridadesfundamentadasteóricamentesino que,por lo

que sabemos,el mundo histórico es clara y literalmentelaplaciano60. Sencillamentehay

demasiadasvariablesenel comportamientodelos hombrescomoparaintentarpredecirlo;en

palabras de Bertol Brecht: “la física acaba de comprobar que las partículas son

indeterminablesy susmovimientos,impredecibles.Se presentancomo individuos dotados

delibre albedrío.Perolos individuosno estándotadosdelibre albedrío.Si susmovimientos

59 En realidad, sé que todo esto es bastanteinjusto con Fontana,pues lo que el criticaba era el idealdeterministadeLaplace,la ideadequealguienqueconocieralas posicionesde todaslaspartículasmateriales“tendría antessus ojos tanto el futuro como el pasado”.Esta idea, como mostró Nagel, es internamenteinconsistentedadaslas característicasde la mecánicaclásica(E. Nagel,La estructura de la ciencia, Paidós:Barcelona,1981,p. 263).Lo quemeparececriticabledela propuestadeFontanaessupretensióndesustituiruna metafísicanaturalizadade corte deterministapor otra indeterminista.El modelo de Laplace es muycriticableperopor razonesexternasa la validezdela físicanewtonianay muy “anteriores”a lasteoríasfísicasdel siglo XX.60 En realidad, lo que intento decir, es que la interpretación ontológica del mundo histórico está“indeterminada”dadonuestroconocimientoactual.Ahorabien,dadoquetodoel mundopareceaceptarqueelmodelodeterministaesmásintuitivo queel indeterminista,estamerarazónfilosófica bastaparaoptarpor elpunto de vista determinista.

25

sondifíciles de predeciressólo porqueparanosotrosexistendemasiadasdeterminaciones,

no porque no haya ninguna”61.

Por decirlo de otro modo, la indeterminaciónteóricade la física cuánticaes un logro del

conocimientono un asilo de la ignoranciaspinozianocomoocurrecon la libertadhumana.

Esto viene al hilo de la increíblecantidadde historiadoresque se empeñanen conservar

como un presupuestoesencial–y por tanto un motivo suficiente para criticar sin más

aquellasnarracionesqueno incidan en él– el libre arbitrio de las accioneshumanas62. Sin

dudaesun pobrehomenajea Kant darporsentadolo quetantosesfuerzosle costóencontrar.

A cualquierale parecería,másbien,queresultabiendifícil no serdeterminista,tandifícil al

menoscomo el debatesobreel libre albedríoque se prolongo durantevarios siglos. En

ausenciadeun mecanismoteóricoquedecuentadela indeterminaciónenel contextoquese

está discutiendo(la historia y no los fotones) la libertad es un presupuestoclaramente

problemático63, otra cosaes la pretensiónilegítima de conocertodaslas determinacionesy

“predecir” el futuro. Por esoconvienerecordarque la teoríadel caostieneque ver con el

periodode tiempoduranteel cual el comportamientode un sistemaespredecible.Algunos

sistemaslo sonmuchotiempo (el sistemasolar)y otrospoco (el tiempoatmosférico)pero

ninguno lo es infinitamente.En cualquiercaso,reconozcomi incapacidadpara imaginar

siquiera en qué sentido este increíble avancedel conocimientoque permite determinar

inclusodurantequéperiododetiempoun sistemaseconservarácomotal deberíapropiciarel

escepticismo64.

Epistemología e historia

Hemos visto tres formas muy actualesde fundamentarla historiografía, todas ellas

paradójicamente“antifundamentalistas”:el giro lingüístico,la índolenarrativade la historia

y el recursoa la físicamoderna.Unade laspeculiaridadesdeestemododeprocederesque61 B. Brecht, Me-Ti. Libro de los cambios, Madrid: Alianza, 1991, p. 196.62 Así, PeterBurke,por ejemplo,defiendea Braudelde la acusaciónde determinismoafirmandoquesiemprepensóen explicacionesplurales(Cf., P. Burke, La revoluciónhistoriográfica francesa, Barcelona:Gedisa,1993, p. 45).63 Justamentela versión clásica tanto del azar como de la libertad se expresabaen términos de efectosecundario, ya fuera a través del cruce de cadenas causales en el caso del azar o de la ignorancia de la totalidadde las determinaciones en el caso de la libertad.64 En nuestropaísha tenido lugar un interesantísimodebateentreA. Fernández-Rañaday A. Escohotadoacercadel asuntodel caos.Escohotadopublicó haceun par de añosuna obra en la que fundamentabasupropuestade liberalismo político en argumentoscientíficos sacadosde la física contemporánea(A.Escohotado,Caosy orden, Madrid: EspasaCalpe,1999).Fernández-Rañadale mostróhastaquépuntohabíaconfundidolascosas,primeroensureseñadel libro (Revistadelibros, abril 2000)y, después,enunapacientecontrarréplica(“Desordeny Caos. La estrategiade la confusión”, Claves de la razón práctica nº 108,diciembre 2000) a la grosera respuesta de Escohotado (Claves de la razón práctica nº 106, octubre 2000).

26

legitimaciertahistoria(postmoderna)mientrasquecondenaotra(clásica)al olvido y estono

por el contenidoempíricode las obrasen cuestiónsino por suspresupuestosteóricos.De

algúnmodolaspáginasquesiguenpuedenentendersecomoel proyectocontrariopuntopor

punto.

El tipo deestudiognoseológicoqueaquíseguirépartede la basede quehay conocimiento;

no constituyeuna propuestade reformaepistémicasino un análisisde las condicionesde

posibilidad de la validez de los sabereshistóricos.Evidentementela situaciónde crisis

intelectualquevivimos podríasuponerun obstáculoimportantea un proyectotal, comolas

páginasanterioreshantratadodemostrar.No obstante,pesea los muchosdebatesquesehan

producido,creoquela incidenciade la postmodernidaden la historiografíaha sido mínima,

meramentenominal. Una de las razonespor las que entiendoque la historia es auténtico

conocimientoa diferencia,por ejemplo,de la psicologíaesporquelos propioshistoriadores

(cuandono hablandemetodologíasinoquedebateninvestigacionespositivas)denuncianlas

tesisespuriasy muestranunafuerteresistenciaa la metafísica65. Poresoesposiblerealizar

un análisisepistemológicoconstructivoenvezde limitarnosa la críticay la denuncia,como

ocurriría si estudiásemos el psicoanálisis lacaniano.

En resumen,lo quehastaaquíhemosintentandomostrara modode exergoesque,por una

parte,la crisis del marxismocomoteoríade la sociedadmodernaes ficticia e ideológicay

que,por otra, la transformaciónposmodernade la historiografíaha sido epifenoménicaen

distintos aspectosque van desdelos fundamentosepistemológicosque algunosautores

pretendenbuscaren la filosofía postestructuralistaa prácticasde legitimación naturalista

derivadasde ciertasinterpretacionesde la física del siglo XX. La crisis de la historia tiene

que ver con una comprensiónparcial de la labor epistemológicao, más bien, con una

confusiónentre estaclasede reflexiones(típicamentede segundogrado,al menosdesde

Croce) y las discusionesmetodológicasentre historiadoresque popularizaronBloch y

Febvre.

Lo queenúltimo términolaspáginasanterioresintentabanplantearesquesepuedeanalizar

la relaciónentrehistoriografíay teoríasin recurrir a la cienciaficción ni a la hipotésisdel

cronistaideal de Dantosino desdeun estudiodel materialempíricodesarrollado,al menos,

en el último siglo. No hacefalta imaginaruna teoría de la historia total ni tampocouna

historiografíaperfecta,con los conocimientosde los quedisponemos(teóricose históricos)

essuficienteparaentenderla relaciónquelos uney la naturalezade cadauno.De ello nos

ocuparemos en la siguiente sección.

65 Véase,la crítica que haceJ.-C. Schmitt de P. Bergeren “Religion, Floklore and Societyin the MedievalWest” en L. K. Little, Debating the Middle Ages, op. cit.

27

II. Conocimiento histórico y conocimiento teórico

“La historia carecede método;pedid, si no, que os lo muestren.La historia no explica

absolutamentenada,si esquela palabraexplicartienenalgúnsentido;encuantoa lo queen

historia se llama teorías, habrá que estudiarlo con más detenimiento.

Entendámonos.No bastaconafirmar unavez másquela historiahabla‘de lo quenuncase

verádos veces’;tampocose trata de sostenerque la historiaes subjetividad,perspectivas,

que interrogamosel pasadoa partir de nuestrosvalores,que los hechoshistóricosno son

cosas,que el hombrees comprendidoy no explicado,que no es posibleuna cienciadel

hombre.En definitiva, no se trata de confundir el ser y el conocer;las cienciashumanas

existenrealmente(o, al menos,aquellasquemerecencon justicia el nombrede ciencia)y,

así como la física fue la esperanzadel siglo XVII la de nuestrosiglo es una física del

hombre. Pero la historia no es esa ciencia, ni lo será nunca”66.

De estamaneratan abruptaprologabaPaul Veyne en 1971 su obra Cómose escribela

historia. La intervencióndeVeyneseproduceenun momentoextrañotantoenel campode

la propia historiografíacomo en el de la epistemología.Las distintas vertientesde ese

extrañofenómenoliterario llamado“historia total” comenzabana presentarclarossíntomas

de cansancio.En realidad,a másde treinta añosvista, casipareceobligadoafirmar que la

“historia total” no existió nunca sino que fue algo mucho más importante para el

conocimientohistóricoy muchomenosimportanteparala epistemología.Lo quesepresentó

como una “metodología” particular fueron las muy diferentes reflexiones, a menudo

ingenuasy un tanto desmañadas,de historiadoressorprendidospor los extraordinarios

progresosde la disciplinacuandoselibró de las antiguasconstriccionesideológicas;fue la

historia estudiadacon másrigor que antes,sin más.Los fenómenossometidosa examen

66 P. Veyne, Cómo se escribe la historia, Madrid: Alianza, 1984, pp. 9-10.

28

habían sido liberados de una abigarradatextura de prejuicios políticos, religiosos y

culturalesparaserconsideradossegúnsu interéscomoobjetosdeconocimiento.El proceso

a travésdel cual los intereseshistoriográficosobtuvieronciertaautonomía,esdecir,la forma

en que el interésdel historiador–la “pura curiosidadpor lo específico”de la que habla

Veyne67– seconvirtió en el principio rectorde la historiografíano deberíaconfundirsecon

algunapresuntacientificidad de la historia –por muchoque algunoslo vieran así en su

momento–, sin embargo, tampoco hay que infravalorar sus efectos.

Veyneescribeen un momentoextrañoen el quemuchasnuevas“ciencias” muy exóticase

ideologizadas(semiótica,genealogía,psicoanálisis,etc.) padecíanuna extraña ansiedad

legitimatoriadestinadairremisiblementeal fracaso.Por regla general,hoy sesueleaceptar

quela escuelade Annalessucumbióa esteambienteintelectualjustoen el momentoen que

triunfaba institucional y académicamente,como tan agriamenteha señaladoFontana68.

Apenasdosañosantesde la publicaciónde Cómoseescribela historia sehabíaproducido

un relevogeneracionalen la direcciónde Annalesqueresultaríacrucial69; por muchoquese

intenteremontarla institucionalizaciónde la historiade las mentalidadesa Febvreo Duby70

sólocuandoMarc Ferro,Le Goff y Revelpasarona primerplanoseprodujola pretensiónde

un cambioen la forma de hacerhistoria71. En realidad,a pesarde la afición a las algaradas

metodológicasde los fundadoresde Annalesy de los historiadoresanglosajones,siempre

fueronconscientesde los límites del debatey supieronver los puntosdecontactoentrelas

distintasperspectivassobreun mismo asunto.En cambio,con el relevo generacionalde

Annalesse produjo una contaminaciónmuy pronunciadadel medio ambienteintelectual

francésde la época.No es que la historia de las mentalidadeshayadejadonuncade ser

historia sin más pero, desde el principio, destacó por su atención a ciertas modas

epistemológicasdedudosofuturo,comola queacompañóa la antropologíaestructuraly a la

arqueologíafoucaultiana.Poresono sedebeinfravalorarla influenciadela nouvellehistoire

en esahipertrofia teórica(unaontologíaparacadamonografía,pareceserel lema)que ha

propiciado la atomizaciónde la historiografía72. A principios de los años setentalos

67 Op. cit. cap. 4. 68 Cf. J. Fontana, La historia. Análisis del pasado y proyecto social, Barcelona: Crítica, 1982. 69 VéaseC. A. Aguirre, “Convergenciasy divergenciasentre los Annalesde 1929 a 1968 y el marxismo.Ensayo de balance global”, en Historia Social, nº 16, primavera, 1993.70 Cf. J. Le Goff, “Las mentalidades,unahistoriaambigua”enJ. Le Goff y P. Nora (eds.),Hacer la historia,Barcelona: Laia, 1980. 71 Creoqueel usodel conceptode “mentalidades”antesde su institucionalizacióndefinitiva en la décadadelos setentaera intencionadamenteimprecisoo estabadirectamenterelacionadocon la noción marxistadeideología.Véaseal respecto,G. Duby, La historia continúa, Barcelona:Debate,1993,cap. IX. TambiénF.Dosse,La historia enmigajas.De “Annales” a la “nueva historia”, Valencia:EdicionsAlfons el Magnanim,1988, p. 219-222.72 J.Fontana,La historia despuésdel fin dela historia, Barcelona:Crítica,1992,p. 81 y F. Dosse,op.cit., pp.173 y ss.

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historiadores comenzarona sentir una extraña envidia de los antropólogos y las

investigacionessobreaspectosculturalesy simbólicoscomenzarona tomargranfuerza.En

realidad,no hayquellamarsea engaño,los estudiossobrementalidades,clínicaso procesos

dealfabetización(al menoslos másinteresantes)siemprehantenidomásquever conBloch

queconBaudrillard.Detodosmodos,esciertoqueaquella“nuevahistoria” fue el origen(al

menoscronológico)de las migajasque componenel panoramahistoriográficoactual, si

prescindimosde los autoresmarxistasy braudelianosque no atraviesanprecisamentesu

mejor momento editorial y académico.

A pesarde que Veyne se mueveen estebituminosoecosistemaintelectual(consideraque

Foucault,literalmente,ha “revolucionadola historia”) supuntodereferenciasiguesiendola

historiaestructural73. Esto es importanteparaentenderque Cómose escribela historia no

pretendedecir a los historiadorescómodebenhacersu trabajosino explicarlesque,en sus

debatesmetodológicos,no necesitansumirseen procelosasidealizaciones.Por extrañoque

parezca,buenaparte de los escritosmetodológicoshistoriográficosse dedicano bien a

señalarlos límites del restode enfoqueso bien a mostrarque,a travésde algúnmisterioso

mecanismo,son complementarios,se necesitany encajanentre sí de un modo tal que la

historiacomodisciplinaseparecesospechosamentea esamiradadel Dios de Leibniz74. No

es el casode Veyne. Paraél la historia estábien comoestáy se limita a señalaren qué

consistenesosconocimientosy cómo se llega a ellos. Estereconocimientoimplica que la

pluralidad de escuelasy enfoqueses válida y no particularmenteproblemática.Lo que

Veyneatacason las reflexionesmetodológicasde infinidad de historiadoresquepretenden

dotar de una importancia privilegiada a lo que no es más que el fruto de su interés personal.

En realidadhay buenasrazonespara pensarque Veyne estáen lo cierto; el pluralismo

historiográficoesconsecuenciade unanaturaldiversidadde interesesde investigación.Sin

embargo,comohemosvisto, en los últimos añosseha otorgadoa estatesisunarelevancia

teórica inusitada;se suponeque constituyeun punto de ruptura respectoa la tradición

anterior. Para Veyne la pluralidad era más bien un mecanismopara cortocircuitar las

validacionesexternasa la indagaciónempírica,sin importarsi esaexterioridaderafilosófica,

metodológicao ideológica:si ciertainvestigacióndacuentadel inminenteadvenimientodel

socialismotantomejorparael socialismoperoesono hacedichoestudiomejorni peor,otro

tanto ocurre con las monografíassupuestamentedialógicas, cuantitativas,estructurales,

73 Cf. Veyne, op. cit., pp. 148-50. La oposición de Veyne al proyecto de historia estructural de Braudel no debeserentendidacomounacríticadel rigor “estructural”ni deBraudelni, engeneral,de lasescueladeAnnalesala que Veyne se adscribe.74 Un clásicoenestesentidoesLe Goff, Pensarla historia, op. cit.; Porel contrario,un intentoconspicuodeestablecerla superioridaddel enfoquepropioa travésdeargumentosfilosóficosesF. Ferrarotti,La historia ylo cotidiano, Barcelona: Península, 1991.

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centradasen la historiaoral, feministas,etc.Hoy, en cambio,paramuchosla diversidadde

intereseslleva implícita una tesisepistemológicade grancaladoacercade la historiay su

conocimiento.En parte,las páginasquesiguentratande explicarpor quéno estrivial esta

última opinión,cuálessonlos límites de esa perspectivay cómopuedendarseargumentos

convincentesen contra que no pasenpor afirmar que la “nueva historia” es una historia

equivocada.Creo que la visión de su propio trabajo que tienen muchoshistoriadores

contemporáneoses resultado de una confusión fundamental entre cierto tipo de

conocimientoque entra en juego en historiografíay lo que Hobsbawmha llamado una

“compartimentaciónen contenedoresde la historiaqueno secomunicanentresí”75. No hay

ningunacesuraontológicaen el campode la acción humanamás allá de nuestrapropia

ignoranciay la progresivafragmentaciónque se ha producidoen historiografíadesdeque

Veyne escribió este libro puede reconsiderarseen términos de convergenciareal sin

necesidadde conjugarlos diversosenfoquescomo pretendeLe Goff. Obviamente,como

veremos,una cuestióndistinta es si el hecho de que la atomizacióndel conocimiento

históricoseaepifenoménicatienerelaciónconalgunasupuestaunidadde la historiareal.De

hecho,el principal motivo de desorientaciónde algunoshistoriadorescontemporáneoses

pensar que el proceso de disolución de los metarrelatoslegitimatorios conlleva una

relativizaciónde su conocimientoacercadel pasado76. Es como si algunoshistoriadores

siguieranpresosdeesosmetarrelatosdeformaquesudisoluciónlesabocaal escepticismoy

les hacerenunciarde antemanoa entenderqué forma de conocimientoesesaqueentraen

juegoensu trabajo77. Aunquede hecholos argumentosquehandadodistintoshistoriadores

parafundamentarestetipo de posturashansido por reglageneraltesisfilosóficamentemuy

precarias,lo cierto es que hay argumentosmuchomáspoderososparamantenerlasy es a

estos últimos (aún si no se han planteado explícitamente) a los que hay que hacer frente.

A pesar de todo esto, conviene tener en cuenta que Veyne no habla tanto para los

historiadorescomoparalos epistemólogos78. Intentahacercomprendera los filósofos de la

75 E. Hobsbawm, Sobre la historia, Barcelona: Crítica, 1998, p. 79.76 Por cierto que sería poco honesto dejar de señalar que Veyne ha participado en las décadas siguientes de estaderivapostmodernahaciael relativismo.Véase,P.Veyne,¿Creyeronlos griegosensusmitos?Ensayosobrela imaginación constituyente, Buenos Aires: Granica, 1987. J. Elster ha criticado este “relativismocognoscitivo” en Psicología política, Barcelona: Gedisa, 1995, p. 77 .77 Véaseenestesentidola críticaaVeynedeJ.BouvesseenLe philosophechezlesautophages, París:Minuit,1984,pp. 110-114.Bouvessehaceunacríticaclásicadel escepticismocomodoctrinaautorrefutativa,esdecircomo un “cientifismo de segundo grado” o “cientifismo del no-saber”. 78 Este “elitismo” no podía más que causar desconcierto entre sus colegas. Veyne “multiplica, como por placer,las referenciasa filósofos que la mayoríade suscolegasjamáshan leído, parahacerobservacionesque lamayor parte de las veces no confirman más que lo que los historiadores(Seignobosy Marc Blochespecialmente)habíandicho ya muchoantes”,(G. Noiriel, Sobrela crisis de la historia, Madrid: Cátedra,1997, p.107).

31

historiaenquéconsisterealmenteesahistoriaqueellos tansoloseimaginan.El mismoaño

que Veyne publicabaCómo se escribe la historia, Georg Henrik von Wright publicaba

Explicación y comprensióntras casi una décadade gestación.Esta obra constituyeuna

poderosasistematizaciónanalítica(y por tantocomprensibleparalos filósofosanglosajones)

de las corrientes“hermenéuticas”dyltheianasvinculadasa la filosofía de la acción.El libro

de von Wrigth fue un importanteacontecimientointelectualen la medidaen que, como

veremos,cerrabael círculo de las posibilidadesde explicación “cientifista” (utilizo el

términoconmuchosreparos)al ofrecerunaalternativaaparentea las corrientespositivistas

deudorasde Hempel79 en un sentido que ya había sido anticipado por Dray80. Las

oscilacionesquea partir deaquísurgen,enespecialla influyenteobradeDanto,semoverán

en un círculo gnoseológicoque Quintín Racioneroha calificado muy elocuentemente

de “argumentomegárico”en historia81. Por muy groseraque resultela generalización,en

esencia,todoslos autoresdela filosofíaanalíticadela historiaintentabanno tantodarcuenta

del tipo de conocimientoimplícito en la historiografíacontemporáneacomo de salvar la

inteligibilidad de los acontecimientoshistóricos (o sea, su identidad) a pesar de ese

conocimiento precario.

Pero Veyne no sólo se enfrenta a esta doble cara, legaliforme o intencionalista, de la filosofía

analíticade la historiasinoquehaceunapropuestapositivadeenormeenvergaduraquecasi

nunca ha sido adecuadamentereconocida.Por alguna oscura razón, su obra suele ser

mencionadade pasadacomo uno de los defensoresde la narratividadsin repararen que

constituyeuna de las aportacionesmásimportantesa la epistemologíade la historia,a la

alturadecualquieradelasobrasclásicasy, enmi opinión,conun claroprecedenteenCroce,

un autorque,dicho seade paso,hasido sistemáticamentemalinterpretadoe infravaloradoa

causade unamáximatan célebrecomo,a la luz de los resultados,desafortunada82. Por eso

hayquedecirqueVeynesealejatambiéndeaquellascorrienteshermenéuticasno analíticas

–especialmenteGadamerperotambiénHeidegger–quehandesarrolladoun graninteréspor

la escriturade la historia desdeun punto de vista muy diferente al de Von Wright o

Davidson.Suproblemaera(y es)justoel contrariodel de los analíticos:la imposibilidadde

diferenciarla historiografía,como un sabercon algunacargaespitémicadeterminada,de

cualquierotra forma de discursode estructuranarrativa.En estesentidoresultacuriosoque

79 En términosgeneralesel modelonomológicodeductivode Hempeles,sin duda,unade las elaboracionesfilosóficasmásinfluyentesdel sigloXX (tal y comoreconocíaDavidsonen1976).Lo quea menudoseolvidaesqueestemodeloseplanteóprimeramenteenrelacióna la historia.Una reelaboraciónposteriorigualmenteconocidaaunqueaplicadaa las cienciassociales(que parecíanentoncesmás“legaliformes”) es la obra deNagel, La estructura de la ciencia, op. cit., cap. VIII y IX. 80 W. Dray, Laws and Explanation in History, Oxford: Clarendon Press, 1957.81 Q. Racionero, “Postmodernidad e historia” en Anales del seminario de metafísica n° 31, 1997.82 Me refiero, claro, al adagio “toda la historia es historia contemporánea”.

32

Veyneno supieraver un precedenteen Althusser(Foucaultfue bastantemásreceptivo),ya

que a pesarde la mantecosaprosa de Para leer El Capital la escisiónentre teoría e

historiografíaes uno de sus puntos clave, precisamenteel que desatólas iras de E. P.

Thompson en su libelo Miseria de la teoría.

Por supuestoni quedecir tienequeotrascorrientesde la filosofía continental,alejadasdel

conceptoanglosajónde epistemología,tuvieronunagraninfluenciaen Cómoseescribela

historia83. El propioVeyneseñalael pesodecisivodeRaymondAron84, perotambiénsedeja

notar la huella de Paul Ricoeur. Ya Historia y verdad se hace cargo de importantes

problemasepistemológicos(sin dudamásdesarrolladosen Tiempoy narración) queVeyne

plantea,lo de menosessabersi por primeravez,congranprecisión.En realidad,essabido

que Veyne recogebuenaparte de su bagajeepistemológicode H. I. Marrou, a su vez

radicalmentedeudorde la obrade Aron. Marrou,un personalistacristiano,seadscribióa la

hermenéuticadyltheianaenun momentofrancamenteincómodopero,sobretodo,estableció

la importanciadeunacríticafilosófica rigurosadela historiografíafrentea lasmetodologías

de historiadoresque, como decíaPaul Ricoeur, hablancomo “artesanosque reflexionan

sobresu oficio” 85. No insistiré en estaherenciade Veyne ya que implica la referencia

obligadaa un debatetípicamentefrancésy casitanabsurdocomoel de la “dinamicidad”de

la historia en el contextoanglosajón.Efectivamenteel propósitotanto de Aron como de

Marrouescombatirconenergíala tradiciónrealistadurkheimianaen favor deautorescomo

Simmelo Weber86. Si bienesciertoquepartedel trabajodeVeyneguardarelaciónconesta

polémica, aquí no nos atañe en lo más mínimo.

La obra de Veyne (al margendel hechoanecdóticode que seauna de las pocasobras

epistemológicamenterelevantesescritaspor un historiador)marcaun punto crucial en la

filosofía de la historia.No creoquenuncaantessehayaseñaladocon tantaclaridaden qué

consisteel conocimientohistóricoy no enquedeberíaconsistir.Hay quetenermuy presente

que,a pesarde lo queel título desuobrapodríasugerir,Veyneno esel BrunoLatour dela

historiografía. En ningún caso contraponela suciedad de la investigación histórica,

polvorienta,llena de prejuiciosy envidias,a su aspectotal y comosepresentaen los libros

de texto. Veyne es un historiador de primer orden que cree firmemente que hay

conocimientohistórico pero tambiénqueno se pareceen nadaa lo que la mayoríade los

83 Paraunarevisiónexhaustivadel contextoenel queaparecela obradeVeynevéaseG. Noiriel, op. cit. Cap.3.84 R. Aron, Introduccióna la filosofía de la historia. Ensayosobre los límites de la objetividadhistórica,Buenos Aires: Siglo XX, 1984.85 P. Ricoeur, Tiempo y narración I, Madrid: Cristiandad, 1987, p. 179.86 Cf. Noiriel, op. cit. De aquíqueAron saludasecontantaalegríala obradeVeyneensureseñaparaAnnalesy aprovechasela ocasiónparacriticar a Bourdieu(“Commentl’historien écrit l’epistémologie.A proposdulivre de Paul Veyne”, Annales, noviembre, 1971, pp. 1319-1354” ).

33

epistemólogosse ha esforzadoen discutir. Es un hechoque los planteamientosde Veyne

puedenderivar en argumentosescépticospero eso no deberíaser excusapara dejar de

examinarsuvalidez;entodocaso,si susideasresultanconvincenteshabráqueconsideraren

qué sentido se sigue de ellas necesariamenteel escepticismoo si existe alguna salida

gnoseológicamente plausible a las aporías que plantean.

Un saber sublunar

El nervio de Cómoseescribela historia esla caracterizaciónde la historiografíacomoun

saberque utiliza formas de explicación cercanasa los conocimientoscotidianosy, por

consiguiente,distantesen algún grado del tipo de explicación típicamentecientífica.

Raymond Aron lo expuso con enorme fuerza:

Los sistemasy acontecimientossocialesson,en el sentidoepistemológicodel término, indefinidos:

en cuantovividos por los individuos, observadospor los historiadoreso los sociólogos,no están

parceladosde suyo en subsistemasdefinidos, ni reducidosa un pequeñonúmero de variables

susceptiblesde ser organizadasen un conjuntode proposicionesligadasunasa otras; de ninguna

teoríapuedededucirsecomoconsecuencianecesariala condenaa muerteindustrial de millonesde

judíos por los hitlerianos87.

Por supuesto,esteargumentoimplica un reconocimientode hechode una distinción –

discutibleen cuantoa su gradoperoevidenteen susextremos– entredoxay episteme, es

decir,entreciencia-conocimientoy opinión-ideología-ignorancia.No importademasiadoel

términoquesecoloqueencadaextremodela oposiciónni tampocoel carácterrelativodela

disyunción,es decir, el hechode que nuncahaya ignoranciaabsolutacomo tampocohay

conocimientoabsoluto.La idea de que incluso cuandoseñalamosy nos limitamos a decir

“ahí” hay una especiede saberprimitivo en juego (una “certeza sensible”) o de que,

paralelamente,cuandoutilizamos sofisticadosconceptosfísicos nos limitamos a aceptar

comoverdaderaunametáforamuerta,marcaun extrañopuntode encuentroentreHegel y

Nietzsche particularmentecaracterísticodel mundo que nos ha tocado vivir, siempre

rodeadosdenoumeno, siempreenclaustradosen las redesdenuestrapropiaexperiencia.Lo

diré deotro modo,lo relevanteaquíesaceptarla meradiferenciarelativa,la meradistancia,

entreconocimientoe ignorancia,sin prejuzgarlos límites de cadauno de los términoso su

87 R. Aron, “Qu’est-ce qu’une theorie desrelationsinternationales”,Revuefrançaisede sciencepolitique,XVII (1967), p. 848. Citado en P. Veyne, “La historia conceptualizante” en J. Le Goff y P. Nora (eds.), Hacerla historia, Barcelona: Laia, 1980, vol. I, p. 78.

34

relación.Si seadmiteesto,esdecir,si serechazael escepticismo88, no seráparticularmente

difícil aceptar que en algún sentido hay también una diferencia crucial entre los

conocimientos que desde Galileo llamamos “científicos” y típicamente la “física

matemática”y otro tipo desaberes(medicina,crítica literaria, técnicasdeportivas,estategia

militar, etc.).De nuevo,seríaunapeticiónde principio establecerdesdeestemomentoqué

saberestal y como los conocemoshoy día son los que estánal margende la “ciencia”

propiamentedichay cuálesno o, peor todavía,cuálesson los criteriosparasu inclusióno

exclusión:estoesprecisamentelo quehay quediscutir. Lo queVeyne intentabademostrar

es que la explicaciónhistóricaes substancialmentediferentede la explicacióncientífica y

esoni siquieraexigeaceptarquehayaefectivamenteconocimientocientífico sino tan solo

que puedahaberlo.Una manerade enfocarel asuntoes mantenerque en historia no hay

explicacionesenabsoluto,perocreoqueestodaunaideadeuniformidaddescriptivaqueno

secorrespondecon las muy distintasformasde estudiarla historia.Por esome parecemás

adecuado hablar de dos modos muy distintos de explicar.

Veynesedacuentaconprecisióndequeel objetodel saberhistórico,aquelloqueinteresaa

los historiadoresy aquellode lo quehablanlos historiadores,no sepuededar de antemano

comodefinidosinoquerespondeaun perspectivismoqueensentidoestrictoesinsuperablea

pesarde que, como veremos,la continuidadde la investigaciónatenúanotablementesus

efectos.Por supuesto,se puedemanteneren distintossentidosque tambiénlos científicos

consideran su objeto de estudio desde una cierta perspectiva.

a) Sepuedepensarquela biología,la físicay la químicaobservanun mismoobjeto(por

ejemplo,un perro) desdedistintospuntosde vista. Esto no es exactamenteasí.La

biologíay la químicavenrealmenteel mismoobjetoy no un objetoanálogoy espor

esoquela unapuede“reducirse”a la otra89. Hay unacomunicabilidadesenciala los

objetos científicos que relativiza la compartimentación de la ciencia.

b) Sepuededecirqueun astrónomotieneunaperspectivapropia(científica)frentea un

astrólogo, un marino o un poeta a la hora de ver un astro.

c) Se puedeafirmar que Galileo, Newton o Einstein teníandistintasperspectivasdel

espacio y del tiempo.

88 No hay ningunamanerasimple de refutar el escepticismoen principio. Precisamenteuno de los puntosclavesdeestetrabajoserávercómosepuedeutilizar unmodelodecríticarefutativaparacombatirestetipo deargumentos.89 JonElsterha defendidovigorosamenteestaidea:“En términosgeneraleslas disciplinascientíficaspuedenestaren dos clasesde relación entre sí: reduccióny analogía.La reducciónadoptala forma de explicarfenómenosenciertonivel enla jerarquíade lascienciasenfuncióndeun nivel inferior (...) La reducciónestáenel nucleodel progresode la ciencia”(J. Elster,Tuercasy tornillos, Barcelona:Gedisa,1993,p. 79). ErnestNagel ha analizadocon muchodetalle la noción de reducciónteóricay sus líimtes en La estructurade laciencia, Barcelona: Paidós, 1981, cap. XI.

35

El último de los tresargumentosestípicamentekuhniano,su fuerzano dependetantode la

evolución de la ciencia como de que los científicos pueden elegir entre distintas opciones. En

realidadesteargumentopuedeestablecerseendosvertientesmuy distintas,el relativismode

sobraconocidode Kuhn o en distintas versionesde “realismo interno” o de “realismo

pragmático”,comolasquehamantenidoPutnam,máso menosdeudorasdePeirce90. Según

estaúltima vertiente,en términosmuy generales,el último argumentose rebateseñalando

que no es lo mismo examinar la génesisde los conocimientos,la forma en que un

investigadorllegó a cierto hallazgo −esto es, el “contexto de descubrimiento”− que la

legalidad interna de esos hallazgos −el “contexto de justificación”.

Tal vez la objeciónmásfructíferaseala de b). Pues,en efecto,no hay quepensarqueeso

quedesdeGalileollamamos“ciencia” esunaespeciedesuperperspectivaqueaúnatodaslas

demássino, más bien, una perspectivaparticular a la que llamamos “verdad” –y es

francamentedifícil encontrarbuenosargumentosen favor deesenombre,tandifícil comola

historia de la filosofía–, pero que ni mucho menos agota el objeto real. En caso de que no sea

posibleaccedera estedominio, como esel casode la historia contemporánea,no hay por

qué pensaren una diferenciaesencialde los acontecimientossino, más bien, del tipo de

conocimientosqueestamosponiendoenjuegoparaenfrentarnosa ellos,y habráquepensar

enquésentidocalificaremosdeverdaderoso defalsosesosconocimientos(deesotratatodo

este embrollo, a fin de cuentas).

Desdeel punto de vista de su justificación, la perspectivadesdela que hablantodaslas

teoríascientíficasno sólo esúnica91 sino que internamenteno es ningunaperspectiva.Por

supuesto,se podríadecir que estacaracterística−su pretensión(ya se considereloable o

arrogantementeteológica)de no ser una perspectivamás sino un forma de ver las cosas

radicalmentedistinta− es justamentelo que caracteriza la perspectivacientífica. Sin

embargo,setratadeun recursoal infinito quedejalascosasexactamenteigual queestaban.

Con independenciade que la cienciaseaunamaneramásde ver el mundoo unainstancia

privilegiadaparaaccederal ser de las cosas,lo cierto es que en susdominioslos objetos

90 Sin ir más lejos y a modo de ejemplovéasesupra la cita de H. Putnamprocedentede Racionalidadymetafísicay, engeneral,I. Hacking,op. cit. No mesientoparticularmentecomprometidoconel proyectodelrealismointerno. En general,me pareceinteresantecomo programade mínimos frenteal relativismoy, enparticular, creo que tiene importantes aplicaciones en el análisis del conocimiento histórico.91 Esimprescindibleparael desarrolloderazonamientoqueintentoplantearqueseacepteesteargumentoconciertagenerosidad.Soy conscientede las posiblesobjecionesquemerecela ideade una“ciencia unificada”,aunquesospechoquetienenmásquever conel viejo proyectopositivistadellevarlaa buenpuertoqueconsucaracterizacióncomo ideal normativo. No obstante,lo que aquí me interesaes poner de manifiesto ladiferencia entre conocimiento cotidiano y conocimiento científico.

36

aparecencomodadosen virtud de queson consideradosmatemáticamente92 y las posibles

perspectivasquesepuedadesarrollarrespectoa esosobjetosdadosennadaalteranel objeto

deestudiopropiamentedichodesdeel puntodevistadesujustificación.En otraspalabras,si

bien los “graves” actualestienen muchasmás propiedadesque los de Galileo e incluso

podemosconsiderarlosdesdedistintos puntosde vista teóricos,siguensiendoel mismo

objeto de conocimiento(una pura fórmula matemática),por esola física actual tienealgo

quedecirseconNewtony nadaconAristóteles.La matematicidad,la formalidadradicaldel

conocimiento(¡y de la experiencia!)en física, la ruptura con la experienciacotidiana,

implica la posibilidaddeconsiderarlos objetosdeestudiodesdeel puntodevistadeun ideal

normativoque,si seprefiere,sepuedesituarcomohacePeirceen unacomunidadideal de

investigadoresfuturos. En cambio,en historia las perspectivasson constitutivas, sólo por

analogíasepuededecirquela batalladeFabrizioy la deNapoleónsonla misma,por mucho

que el conjunto de acontecimientosal que hacenreferenciasea idéntico. Análogamente,

dudaríamosen afirmar que un juego de ajedrezpara tres jugadoressiguesiendoajedrez

(aunqueno hay un límite firme que permitaseñalarqué modificaciónes crucial paraque

deje de ser definitivamenteajedrez)y seguramenteconsideraríamosque el ajedrezes de

algún modo inconmensurablecon el parchís(aunquetal vez no con el ajedrezpara tres

jugadores)en el sentidode que no sabríamosqué hacercon una ficha de parchísen un

tablero de ajedrez(y sólo en esesentido,ya que se puedenestablecermuchosdiscursos

razonablescomparandoambosjuegos).En historiapasaalgo parecido,no estoysegurode

quela historiadel feudalismorománticatengamuchoquever conlos estudioscuantitativos

de los archivosde Cluny acercade las oracionesfúnebres;por supuesto,no me atreveríaa

decir quesoninconmensurablespero tampocome pareceun disparateafirmarlo93. En otras

palabras,no estoysegurodequeel monjePrimaty, por ejemplo,Huizingahablenparanada

de lo mismoy, en todocaso,quienafirme queesasínecesitaráintervenircríticay por tanto

polémicamentesobre la recepciónde la tradición. Esto significa, evidentemente,que el

objeto de conocimientoen historiografía está afectadopor una notable contingenciae

indeterminaciónquelo aproximaa la explicacióncotidiana94. Porsupuestosedirá que,al fin

y al cabo,los conceptosde la cienciase han ido demostradocontingentesa lo largo de la

92 “Matemáticamente” en ese sentido tan luminoso que propone Heidegger en La pregunta por la cosa, BuenosAires: Memphis, 1992.93 Una versión fuerte de este razonamientopuede encontrarseen Th. S. Kuhn, “Conmensurabilidad,comparabilidady comunicabilidad”en ¿Quéson las revolucionescientíficasy otros ensayos?, Barcelona:Paidós,1989. En mi opinión, Kuhn fuerzamucho las cosasal aplicar la idea de la indeterminaciónde latraducciónde Quine,una tesissemántica,al ámbitognoseológicamentedébil de la historia.La cosaesmáscomplicada todavía porque se trata de una historia muy especial, como es la historia de la ciencia.94 Estaideaya fue planteadaensumomentopor Gardiner,si bien justamenteparamantenerla tesiscontraria:la existenciadeprincipioslegaliformesimplícitosen dichomododeexplicación.Cf. Gardiner,TheNatureofHistorical Explanation, Oxford: University Press, 1952.

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historia,a travésde su falsacióny que,por tanto,popperianamente,deberíamosderivarde

esacaracterísticade la prácticacientífica la definición de la cienciaen general.La única

respuestaposible es que, de nuevo con Peirce, lo conceptos de la ciencia son

estructuralmentesincrónicosenvirtud, por ejemplo,desu referenciaa unacomunidadideal

de investigadoresfuturos:sepuedepensarla estructurade estructurasen la quefinalmente

esosconceptosseanverdaderos.Dicho de otro modo,la lógicade la investigacióncientífica

no esnecesariamenteigualquela lógicadel conocimientocientífico.Porsuparte,el casode

la historia resultabastantemáscomplejopuesel tipo de explicaciónqueentraen juegono

sólova mostrandosucontingenciaa medidaqueavanzala investigaciónhistoriográficasino

que es sincrónica,estructuralmentepolémica95. Los objetosde estudiohistoriográficosno

tienendesuyounaidentidaddefinidasinoqueseconstruyenpolémicamente.Si abundamos

en el anterior ejemplo basadoen los juegos de mesa,se puedecaracterizarel tipo de

identidadquecaracterizael objetode estudiohistoriográficoen términosde meroparecido

de familia96.

Muy relacionado con esta contingencia característicadel conocimiento histórico, se

encuentrael hecho de que los historiadoresse interesentípicamentepor el estudio de

“acontecimientos”concretos(seala formacióndeunacivilización en tornoal Mediterraneo,

Waterlooo la nariz de Cleopatra).Así, por ejemplo,dice Veyne,si Juansin Tierra pasara

por delantedenuestrosojos: “Al verlo pasarpor segundavez,el historiadorno diría ‘ya lo

sé’ comodiceel naturalista‘ya lo tengo’cuandosele entregaun insectoqueya posee.Esto

no significa que el historiadorno piensecon conceptoscomo todo el mundo, ni que la

explicación histórica puedaprescindir de modeloscomo “el despotismoilustrado”97. Es

decir,cadaunodelos acontecimientos,sin importarsugeneralidad, esdesuyorelevante(es

decir, interesanteparasu estudio)y no como ejemplarinductivamentesignificativo de un

génerouniversal,comoocurreenciencia.Dicharéplicaal cientifismosecorrespondepunto

por puntocon la objeciónclásicaal proyectode una filosofía sustantivade la historia;un

proyecto que, pese a lo que comúnmente se afirma, Marx rechazó con particular claridad:

En diversospasajesdeEl capitalaludoal destinoquelescupoa los plebeyosde la antiguaRoma.En

su origen habíansido campesinoslibres, cultivandocadacual por su cuentasu propia fracción de

tierra. En el curso de la historia romana fueron expropiados[...] Los proletarios romanosse

transformaron,no en trabajadoresasalariados,sinoenunachusmadedesocupadosmásabyectosque

95 Parauna interpretaciónbuenistade estacaracterísticadel conocimientohistórico véaseE. Moradiellos,“Últimas corrientesen historia”, Historia Social, nº 16, primavera,1993. El artículo es particularmenteinteresanteporquehacehincapiéenel aspectocognoscitivo,no arbitrarioo mítico, dela historiografíaa pesarde estas peculiaridades. 96 La famosísimaexpresiónremite a L. Wittgenstein,Investigacionesfilosóficas, Barcelona: Crítica, 1988,§66-§71. 97 P. Veyne, Cómo se escribe la historia, op. cit. p. 18.

38

los “pobresblancos”quehuboenel surdelos EstadosUnidos,y junto conello sedesarrollóun modo

de producciónque no eracapitalistasino que dependíade la esclavitud.Así, sucesosnotablemente

análogospero que tienen lugar en medioshistóricosdiferentesconducena resultadostotalmente

distintos.Estudiandopor separadocadaunadeestasformasdeevolucióny comparándolasluego,se

puedeencontrarfácilmentela clavedeestefenómenoperonuncasellegaráa ello medianteel passe-

partout universal de una teoría histórico-filosófica generalcuya supremavirtud consisteen ser

suprahistórica98

Tieneespecialimportanciala última partede la anteriorcita de Veyne.Esteinteréspor la

concreciónno significaquelos historiadoresselimiten a toparsealeatoriamenteconhechos.

ComodecíaLucienFebvre,“el historiadorno va rondandoal azara travésdel pasado,como

un traperoen buscade despojos,sino que partecon un proyectoprecisoen la mente,un

problema a resolver, una hipótesis de trabajo a verificar”99. La historiografía utiliza

dispositivosconceptualesque en ocasionesalcanzanuna gran complejidad,al igual que

cualquierade nosotrosen nuestravida diaria. Lo que intenta señalarVeyne es que los

conceptosy modelosde la historiografíano son formalmentecomo los de los científicos.

Esto no significa que, si estamosparticularmenteociosos,no podamos“formalizar” los

conocimientoshistóricos100, el problemaesqueel objetode investigaciónno seciñe (como

enel casode la física) a ciertascondicionesde la formalidadquela hacenfructíferay, así,

resultainsignificante.En historiacualquierderivaciónformal queno seatrivial estásujetaa

objecionesextra-formalesporque lo que se cuestionaconstantementeson las premisas

mismas. Se trata de un asunto particularmentebien estudiado por Leibniz en su

sistematización metafísica del futuro contingente aristotélico101:

Sepodrá,pues,resolverestaclasededificultades,por grandesqueparezcan(...), con tal de considerar

bienquetodaslasproposicionescontingentestienenrazonesparaserasímásbienquedeotro modo,o

bien(lo queeslo mismo)quetienenpruebasapriori desuverdad,quelashacenciertasy quemuestran

quela conexióndel sujetoy el predicadoenestasproposicionestienensusfundamentoenla naturaleza

de uno y otro; pero queno tienen demostracionesde necesidad;puestoqueestasrazonessólo están

fundadasenel principio decontingenciao de la existenciadelascosas,esdecir,en lo queeso parece

lo mejorentrevariascosasigualmenteposibles,mientrasquelasverdadesnecesariasestánfundadasen

el principio de contradiccióny en la posibilidado imposibilidadde lasesenciasmismas,sin tenerque

ver esto con la voluntad misma de Dios o de las criaturas102.

98 Marx, op. cit., p. 170.99 L. Febvre, Combates por la historia, Barcelona: Ariel, 1970, p. 22.100 Hay una larga tradición de banalidadsociológicaal respecto.VéaseStanislavAndreski, Las cienciassociales como forma de brujería, Madrid: Taurus, 1973.101 Aristóteles, en De interpretatione, plantea la necesidadde hacer una excepciónal principio de nocontradicciónen las afirmacionesrelativasal futuro paraevitarproposicionesabsurdas.Véaseal respecto,P.Aubenque, La prudencia en Aristóteles, Barcelona: Crítica, 1999, p. 108.102 Leibniz, Discurso de metafísica, Madrid: Alianza, 1972, parágrafo 13, p. 72.

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Si bienel campoelectromagnéticono tienenadaquever conun campoflorido ni un sofocón

de veranocon la temperatura,en cambioel Mediterráneo o la revoluciónfrancesasiguen

siendorelativamenteparecidosa esemardondedeniño mebañabao a esagranescabechina

dearistócratasdela quehablabala BaronesadeOrczy.ComobiensabíaHegelunonecesita

de un dispositivo gnoseológicotan poderosocomo Dios y su providenciapara que el

“matadero”de la historiaempíricase conviertaen algo no sólo moralmenteracionalsino,

sobre todo, unívoco. Los conceptoshistóricos “no son propiamentetales, es decir, un

conjuntode elementosunidosnecesariamente,sino másbien representacionescompuestas

que provocan una ilusión intelectiva, pero que en realidad son únicamenteimágenes

genéricas”103. Comoilustra unahermosaleyendapascaliana,si disponemosde unoscuantos

siglos y de una noción adecuadade lo que es un triángulo estamosen condicionesde

conocermultitud de propiedadesde cadatriángulo concreto104. Una noción adecuada,es

decir comprensiblepara un usuario normal, de conceptostales como “revolución”,

“reinado”, o “democracia”nadadice acercade tomar palaciosde invierno, conflictos de

investiduraso colegioselectorales.Por supuestounacuestiónimportantees si unanoción

adecuadaparaun usuario experto, es decir, paraun historiador,dice algo acercade todos

esosacontecimientos.Y lo ciertoesquepodríaserel caso,ya quea sunociónderevolución

puedeantecederel conocimientodemultitud derevolucionesconcretas.De estemodo,para

el expertola voz revoluciónseríael “resumen”de ciertasnotascaracterísticaselaboradasa

lo largo de una larga tradición crítica, incluso podríanser “notas polémicas”(Dobb dijo,

Febvredijo, etc.).De hechoasíocurríaen la Academiaplatónica:cuandosepronunciabala

expresión “tercer hombre”, todos los oyentes recordabanuna extensa tradición de

discusionessobre el recurso al infinito. No obstante,¿hay alguna diferencia entre ese

resumeny la nocióncotidianaderevolución?¿acasoyo no hesacadomi ignoranteconcepto

derevoluciónde ciertascaracterísticassimilares,por muchoqueprobablementeseanfalsas

o, cuando menos, novelescasy cinematográficas?¿puededecir el historiador que su

conceptoderevoluciónno tienenadaquever conel mío comodiceel científicoconjusteza

que su concepto de temperaturano tiene nada que ver con mi concepto de calor?

Obviamentehay unaconsiderabledistanciaepistémicaentreel conocimientohistóricoy la

comprensióncotidianadela historia,por otraparteno hayun corteepistemológicoclaro.La

distanciaqueefectivamenteexisteesla correccióncríticadelasnotascaracterísticasa través

dela investigacióndemuchoscasosconcretos,peroel resumenensí no essubstancialmente103 P. Veyne, op. cit., p. 90104 La hermanadePascalasegurabaqueestehabíadeducidolos ElementosdeEuclidespor supropiacuentaalos doceaños.Véase,por ejemplo,G. Albiac, Pascal, Barcelona:Barcanova,1981,p. 35 y ss.Casicon todaseguridad,la historia es apócrifa sin embargoremite a fascinantesaporíassobre la justificación de ladeducción y la idea de conocimiento sintético en matemáticas.

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diferente.Es decir, los conceptoscientíficossintetizanuna materiaprima ya mediada,ya

abstraída,consideradasóloenunospocosaspectosy necesitandeunasegundamediación105

paraenfrentarseal mundo.Los conceptosde la historia (y en generalde nuestralengua

común)sonmerasabstraccionesde la diversidadempírica.Ahorabien,esono significaque

esas abstraccionessean siempre del mismo nivel o que no se pueda intervenir

gnoseológicamentesobreellas.Lo queocurreesque,enprincipio,no sepuedensintetizaren

una forma de conocimientode tipo científico. O, mejor dicho, en casode que se pudiera,

sería un conocimientomuy distinto del que conocemoscomo “historia”. Por esosiempre

ocurrequecuandoun astrónomoo un físico intentadiscutircontodasubuenaintencióncon

astrólogosy nigromantes,lo único que puedehaceres ponercarade estupefacciónpor la

ligerezaconqueutilizan el término“energía”.En cambiocuandoun historiadordiscutecon

filósofoso políticospuededecir: “Todo lo queustedsabeacercadeRomaeslo quehavisto

enGladiator” o “ustedno tieneni ideade la RevoluciónFrancesa,ustedni siquieraconoce

la fechadenacimientodeRobespierre”;peroenningúncasodeberíapoderllegara afirmar:

“su conceptoderevoluciónno tienenadaquever con el quemanejamoslos historiadores”.

Y si dijeraestoúltimo sencillamenteestaríarepitiendolo primero.La distanciaqueseparala

revolucióndelhistoriadordela del políticoesla deunatradicióndeinvestigaciónquehaido

enriqueciendognoseológicamenteunageneralidadideológica(en el sentidode cotidiana)a

través de la investigación rigurosa.

En historia la generalidadtieneun contenidognoseológicoincomparablementemenosrico

quecualquierconcreción.Aquí la intensiónguardacon toda claridaduna relacióninversa

con la extensión.Hay que hacerun matiz fundamentalparaque esto tengasentidoy es

recordarlo queal principio afirmábamos:el “acontecimiento”históricono estádefinido de

antemano.No importa mucho si el objeto de conocimientoes espacio-temporalmente

inmenso o apenas abarca unos pocos metros durante unos instantes, lo crucial es

precisamentesu carácterespacio-temporalmentedeterminado.Comoveremosestosignifica

que no hay algo así como “hechos históricos” previos al conocimientohistórico. En

cualquier caso el concepto de acontecimiento,como objeto de conocimiento de la

historiografía,no coincide con esanoción intuitiva de “acontecimiento”vinculadaa una

comprensióncotidianade la acciónhumana.No analizarélas formasenquesehandefinido

los distintos tipos de acontecimientosy su nivel de generalidad,bastacon repararen el

hechodeque,en principio, no hay ningunarazónparapensarquela revoluciónfrancesa,el105 Estamediaciónentrela fórmula matemáticay el mundoseda de dos formasdistintaspero íntimamenterelacionadas:un laboratoriodondesesuprimeaquelloque distorsionala fórmula (el rozamiento)o fórmulasadicionales sobre el rozamiento que convierten el mundo en laboratorio.

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arrabalurbano,la muertedeJulio Césaro el procesodealfabetizaciónenla EdadMediason

objetosde estudiocon algunadiferenciaesencial.Es decir, cuandoVeyne afirma que la

historiografíase interesapor lo concreto106 no deberíamospresuponerningún rangoen un

árbol de Porfirio. En principio los hechosque rodeanla vida de un individuo no son más

concretosni estánmásdefinidosqueun procesosecular.Así, la indeterminacióndel objeto

deestudiode la historiaespreviaa la demarcacióndel nivel relativode generalidaddeese

objeto.En estesentido,los trestiposdehistoriadelos quehablaBraudelsufrenpor igual la

indeterminacióndel objetodeestudioy si hayalgunadiferenciaentreelloshabráqueaportar

argumentosadicionales107. De algunamanerala historiaestructuralestan “particular” como

la historia de un molinero.

Así pues,en la afirmacióndeVeyne“la historiaseinteresapor lo concreto”,la disyunción

abstracto-concretorespondea un criterio epistemológicoy no ontológico. Esto es, no

significa quedebainteresarsepor la saludde los prisionerosde la Bastilla antesquepor la

revolución francesa sino que del estudio de la revolución francesa no cabe deducir nada de la

revoluciónrusa.En estesentido,la concreciónde los conceptosde la cienciaresideen su

capacidadpara abstraersedel infinito perspectivismoque suscita lo real en nuestra

experienciacotidiana.El contenidoepistemológicoconcretode,por ejemplo,el conceptode

fuerzatiene que ver con su matematicidad,estoes, con el hechode que no pertenezcaa

ningúnenteenconcretosino a unagranpluralidad.Mientrasenhistoriaceñirseal ahí esel

únicomododeaveriguaralgo(sin prejuiciodequeeseahíseaun procesode largaduración

o inclusode dudosaexistenciacomola Guerradel Peloponesoo el arteradical),enciencia

esimprescindiblerompercon la concienciasensiblehegeliana.La historiaesun saberen el

que el perspectivismoes constitutivo y, por eso, la certezasensible,el máximo nivel de

vacuidad,el ahí ostensivo,son justamente los modelosabstractoscomo “revolución”,

“burgués”, “imperialismo” o “soldadoespañol”.A diferenciade la falsa concreciónde la

certezasensibleaquí esta “falsa abstracción”se presentacomo un intento de eludir la

investigación histórica de lo que realmente sucedió en todos y cada uno de sus detalles.

La indeterminacióndel campode lo históricoafectaal hechodequeno sepuedahaceruna

reconstruccióncoherentede los nivelesde generalidad,estospermanecencomo enfoques

diferentesy no comounasucesiónde conjuntosmenores,comounaseriede muñecasrusas

que llega hasta la muñeca individual. Por mucho que sepamosde todas las aldeas

mediterráneasno surgirándesuyoenfoquesestructuralesy, viceversa,la largaduraciónnada

nosdice en principio de la microhistoria.Aunque,una vez más,nos movemosaquí en el

106 En realidad, Veyne aclara que, en realidad se refería a lo “específico”, op. cit. p. 47. 107 Cf. Braudel, “La larga duración” en La historia y las ciencias sociales, op. cit.

42

horizontede la justificación epistemológica.En la práctica, las grandesinterpretaciones

estructuralestiendena exigir unainmensalabordeinvestigacióndecasosparticulares(como

demuestrala vida deestudiodeMarx o Braudel).Lo queocurreesquela estructurafinal es

menosunasíntesisdeesoscasosqueunaselecciónde los significativossegúnunoscriterios

de un nivel gnoseológico distinto.

Así pues,sedirá, existennivelesquesepuedenordenar.Efectivamenteinclusocabeir más

lejos y jerarquizar los distintos camposde estudio,como hace Braudel, segúncriterios

perfectamenteobjetivos(supermanenciaa lo largodel tiempo,por ejemplo).Lo importante

es tener presentes dos matices:

1) Esajerarquizaciónpuedeserperfectamenteobjetivay, sin embargo,noexplicarnada

respectoa la concreciónde otroscamposdeestudio:el Mediterráneono actúacomo

universalde las aldeasmediterráneassino como contexto,como telón de fondo o

mejor, como uno de los decoradosposibles.A su vez cada aldea actúa como

accidente, como anécdota del Mediterráneo.

2) Aunqueel criterio seaobjetivono estáobjetivamentedado.Esobjetivoenel sentido

de que no dependedel capricho del historiador sino que estásujeto a discusión

racionala la luz depruebasmaterialesy argumentoscoherentes.Perono esobjetivo

en el sentidode que hayaalgo en los propios acontecimientoshistóricosque nos

fuerce a adoptar esta ordenación y no otra.

No obstante,si el criterio de Braudeles particularmentebuenono es a causade la mera

extensiónespacio-temporalde los camposde estudioque proponesino porqueaprovecha

ciertascaracterísticaspropiasde todanarraciónhistóricagnoseológicamentesignificativalo

cual,enel contextohistoriográficocontemporáneo,equivalea decir todanarraciónhistórica

significativa. Ocurre sin embargoque nos da la impresiónde que la extensiónespacio-

temporalequivalea extensiónlógica,lo cualcomoyahemosseñaladono tieneporquéserel

caso.

Si intentamos conectar la historia estructural con la de acontecimientosde menor

generalidad,rara vez vamosmás allá de trazar los límites de posibilidado de establecer

argumentosfuncionales(lo veremosen los siguientescapítulos).Y si vamos más allá

estaremostransformandoel objetode estudiosegúnun nuevopuntodevista. Estosignifica

básicamenteque, si bien no se puede descartar(e incluso cabe suponer)una relación

explicativaválidaentrelos fenómenosestructuralesy las situacionescoyunturales,tampoco

hayningúncriterio firme paraafirmarenprincipio la validezdeunaexplicaciónenconcreto

o, tan siquiera,de algunaen general.Comoveremos,aúnsi identificáramosunaconexión

43

lógicamenteválida entreun acontecimientode largaduracióny otro coyuntural−y esmás

difícil de lo queparece− esprecisoexaminarcasoporcasosi esaconexiónestáoperandoallí

enconcreto.Estonoquieredecirqueno podamosyuxtaponerla historiadel Mediterraneo,la

de los mediostécnicos,la de España,la del campesinadocastellanoy, finalmente,la de un

molinero manchego.Lo que quiere decir es, justamente,que se trata de una mera

yuxtaposiciónquecareceráde los nexoslógicos(aunqueesalógicaseameramentenarrativa

o retórica) que encontramosen cada uno de esosniveles a menosque encontremosy

postulemos explícitamente un mecanismo teórico que explique la conexión.

Perspectiva y relativismo

El argumentode la indeterminacióndel objeto de estudiode la historia planteaciertos

problemasgnoseológicosgraves.En palabrasde Veyne: “¿Cómohacerque un hechosea

más importanteque otro? ¿Acasono es todo una nebulosagrisáceade acontecimientos

singulares?”108. Este es sin duda el punto crucial del debate. Hasta ahora, sólo hemos trazado:

a) Una distinciónentreel objetode estudioy el objeto real, tantoen historiacomoen

ciencia aunque de distinto signo en cada caso.

b) Una distinción entre el objeto de estudiode la cienciay cualquierotro objeto de

estudiopropio de la explicacióncotidiana(historia,estética,política, filosofía, etc.).

En ningún casohemosestablecidola falsedado futilidad de estesegundotipo de

conocimientoy ni siquierahemosaventuradouna forma clara de distinguirlo del

científico. Tan sólo hemos afirmado que hay una distinción fenomenológica.

Llegadosa estepunto, lo fundamentales aclararcomo se puedellegar a algunaclasede

conocimientoen historia si el objeto de estudioadolecede la “corrupción” sublunarque

estableceb). Si todoslos hechossonigual deimportantesseráimposibleestableceresaclase

de núcleoestablede inteligibilidad al que llamamosconocimiento.Por supuestohay que

tenermuy presentelo quehemosestablecidoen a): no buscamosacontecimientosde suyo

relevantesquenospermitanorganizarla historiarealal mododelasfilosofíasdela historia;

hablamossiempredel campode fenómenosal quese enfrentael historiadortraselegir un

temadeestudioque,por suparte,guardadistintosparecidosdefamilia –y, enconsecuencia,

108 P. Veyne,op.cit. p. 33. Desdeun puntodevistaweberiano,Schützescribía:“El problemadetodacienciasocial puederesumirseen la siguientepregunta,¿cómoson posibleslas cienciasdel contextosubjetivodesignificado?” (A. Schütz, La construcción significativa del mundo social, Barcelona: Paidós, 1993, p. 251).

44

diferencias–con otros temasde estudio109. Dado que no se puederealizarla operaciónde

reducir los fenómenoshistóricosa un puñadode elementoscon unaspocaspropiedades

definidascon lasqueoperar(la meraextensión,comoqueríaDescartes)y, por consiguiente,

todas sus dimensionesparecenontológicamenteigual de relevantes,el conocimiento

históricopareceestarsujetoa un perspectivismofenoménicoradical. Esto pareceun buen

argumentoa favor del escepticismoen historia110. Una primeraobjecióna estopodríaser

que, precisamenteporque los conceptosno están saturados,muy leibnizianamenteel

perspectivimono implica un relativismo.Los puntosde vista,aunquepuedanseropuestos,

literalmenteno puedensercontradictoriosy, por tanto,siemprecabediscutir racionalmente

tanto los presupuestos de los puntos de vista como proponer nuevas opciones adicionales que

muestrenque la oposiciónno era tan necesariacomoparecía.No obstantela respuestade

Veyne es más prolija:

Los hechosno existena la manerade los granosde arena.Los hechosposeenuna organización

natural,que le es dadaal historiadoruna vez que ha elegidoel objeto de su investigación,y que

ademásesinalterable.La laborhistóricaconsisteprecisamenteen reconoceresaorganización:causas

dela Guerrade1914,objetivosmilitaresdelos beligerantes,incidentedeSarajevo.La objetividadde

las explicacioneshistóricasdepende,en parte,de que el historiadorvaya máso menoslejos en su

explicación.Estaorganizaciónde los hechos,propiadel objetode estudioelegido,les confiereuna

importanciarelativa(...); la elecciónde un temade historiaes libre, peroen cadatemaelegidolos

hechosy susrelacionessonlo quesony nadiepodrácambiarlos;la verdadhistóricano esrelativani

inaccesible,como si se tratara de una inefable superaciónde todos los puntos de vista, de un

“geometral”111.

Y también,

El historiador puedeelegir librementeel itinerario que va a seguir para describir el campo de

acontecimientos, y todos los itinerarios son igualmente legítimos (aunque no igualmente interesantes).

Admitido estoquedapor decir que la configuracióndel campode acontecimientostiene existencia

propiay quedoshistoriadoresquehayantomadoel mismocaminoveránesacampodeigual manera

o discutirán con objetividad acerca de sus discrepancias.

Estoes,dadala eleccióndel campodeestudio,la organizaciónde esecampoaparecerácon

ciertas constriccionesobjetivas. De la convicción de que en historia nunca podamos

desgranarunívocamentelaspartesobjetivamentedadasdeun acontecimientocomplejopara

109 La libertad del historiadora la hora de elegir su objeto de estudioes uno de los puntoscentralesdelplanteamientode Veyne;F. Braudelexpusoestamismaideadiciendoque“la historiaesuno de los oficiosmenos estructurados de la ciencia social” en F. Braudel, La historia y las ciencias sociales, op. cit., p. 117.110 ¡Y en nuestravida cotidiana!Nuestrolenguajecomún,a diferenciade los lenguajesformalizados,poseetodas las características gnoseológicas que estamos trazando a propósito de la historia.111 P. Veyne, op. cit., p. 34

45

mostrarsuarticulación−ya queni el todoni laspartesencuestiónestándadosdeantemano−

no sesiguela tesisabsurdade queno podemossabernadadel mundohistórico.Del hecho

de que no haya átomos históricos, individuos desnudoscuyos movimientos podemos

recomponerhastaarticularlas civilizaciones,no deberíaseguirsequelos objetosde estudio

están vacíos, sin ninguna clase de entramado objetivo que los defina: la indefinición lo es del

objetode estudio,de nuestroconocimiento,no de las cosasmismas. Así pues,tenemosque

darle la vuelta a la pregunta inicial. Si todos los acontecimientostuvieran la misma

importanciano habría conocimientorespectode la historia, pero sabemosque tenemos

accesoa ciertasformas(todo lo polémicasy débilesque se quiera)de conocimientodel

pasadoluegono todoslos acontecimientostienenla mismaimportancia.Ahora,pues,habrá

que estableceren qué consisteesa diferencia o, lo que es lo mismo, en qué consiste

“conocer” en historia.

Dicho llanamente,lo queVeynenosrecuerdaaquíesque,en cadaterrenode investigación

determinado,no todoslos hechostienenla mismaimportanciaaunqueseanequivalentesen

términosgenerales.Esto es más complicadode lo que parecepues,en efecto, se da un

fenómenoderetroalimentación:la eleccióny la definicióndel objetodeestudio,y por tanto

la determinacióndelos fenómenosrelevantes,sontanpolémicascomolas formasenquese

articulan esoshechos.Por así decirlo, lo que aquí nos interesaes que aceptarque hay

conocimientohistóricosignifica aceptarquealgunoshechossonrelevantesy otrostriviales

aunquede ningún modo implica ningún prejuicio acercade cuálesson esoshechos.Si se

quiereexpresardesdeel puntode vista del contextode descubrimientosepodríadecir que

ser historiadorequivale a asumir la posibilidad de que sus futuras investigacionessean

susceptiblesde discusión racional en virtud de ciertas constriccionesexternasllamadas

“hechos”.Lo que ocurre,claro, es que el procesode investigaciónconsistejustamenteen

averiguary discutir cuálessonesos“hechos”quesuponemosqueestándados. Peroauna

sabiendasde que no hay un grado cero de la escriturahistórica, se puedeaceptaresa

“organización natural de los hechos” de la que habla Veyne en términos de un

reconocimientogeneralde la existenciade conocimientohistóricoaúnsin prejuzgarde qué

claseeseseconocimientoni suscondicionesdeposibilidad.La “demostración”deestosólo

puedeserostensiva,lo másqueuno puedehaceresseñalarlos volúmenesde historiografía

o tal vez recurrir a una“demostración”refutativa,mostrandoquehay posibilidadde error,

quealgunoshistoriadoresmetieronla patasoberanamente.Estoquieredecirquecontestara

la pregunta“¿cómoesposible,en general,el conocimientoen historia?”esmuy distinto de

demostrarqueefectivamentehay,en general,conocimientoen historia.Otro asuntodistinto

46

es que esa“organizaciónnatural” de la que habla Veyne tengamuy poco de natural en

sentidoestricto.No hayningúntipo decomprensiónpuramenteingenuadel pasado.Poreso

tan a menudolos pioneros,quienesdesbrozanalgún campoinexplorado,son objeto de

puerilesacusacionesde ideología.Quienesvienendetrástienenel campoya aradoparala

crítica,parala discusiónacadémica.Creoqueestaausenciadeenfrentamientodirectoconel

fenómenoes lo que llevó a Croce a establecersu conocida,y a menudomalinterpetada,

distinción entre historia y crónica112.

Ocurreasí que el hechode quesimultáneamentetengamosuna gran libertad a la hora de

elegir un temade estudioy de queel conocimientoresultanteno seaunívocosino queesté

sujetoa objecionesqueno lo “refutan” definitivamente,marcala posibilidad,aunqueno la

necesidad,de cierta incomensurabilidadentrelos objetosde estudio(¡no entrelos objetos

reales,laspropiasresgestae!). La amplituddeesaposibleincomensurabilidadesjustamente

lo quehayquediscutir aunqueya hemosseñaladosomeramentecómoestadiferenciapodía

interpretarseen términosde parecidosde familia. Inconmensurableaquí quieredecir, por

ponerun ejemploparticularmentemanido,queno hayargumentossencillosparadecidirsi el

protestantismode los capitalistases una función de la afición de estosal capitalismoo

viceversa. Los argumentos que se pueden dar en favor de una u otra tesis serán:

a) historiográficosy, por definición, concretos:implican una peticiónde principio ya que

presuponenunaeleccióndecampodeestudioqueuno puedeocultarcuantoquierapero

que sigue presente.

b) metahistóricos:del estilo de “dado que, por ciertasrazonesde peso,producir es más

importanteque rezar…”(o viceversa).En realidad,estassonlasrazonesquepuedeuno

darde las eleccionespresentesen a). No hay ningunarazónparadespreciarestetipo de

argumentos,sólohayqueentenderqueno sondesuyoconocimientoshistóricosy quesu

proceso de ideación y discusión es otro que el de la historiografía propiamente dicha.

En ningúncasodeberíapensarsequelos argumentosmetahistóricosno puedenapoyarseen

conocimientoshistóricos.En cierto sentidomuy importante(la supervivenciadel género

humano)producir es másimportanteque rezar.No creo quehagafalta insistir en queel

problemaes justo ese“en cierto sentido” ya que alguien podría creer que la salvación

espiritualdel génerohumanoes másimportanteque su supervivenciafísica. Ahora bien,

hay que observarla importantevariaciónque introduceel conocimientohistórico en esta

discusiónmetateórica.Pues,enefecto,quienafirmala prioridaddela producciónrespectoal

rezo a partir de sus conocimientoshistóricos,por equivocadosque puedanestar,no sólo

afirma supropiaconvicciónsinoel hechode quea lo largodel tiempolos hombres,si bien

112 B. Croce, Teoría e historia de la historiografía, Buenos Aires: Escuela, 1955, cap. I.

47

hanrezadomuchoy dedistintasformas,no suelendejarsemorir dehambreparaacudira la

iglesia (si bien esto último no es imposible y, en ocasiones,así ha ocurrido). Esto no

significa que el oponentedeba callarse,puede plantear muchos y buenosargumentos

empíricamenteinformados pero ya en un nivel gnoseológico.La asimetríaahora será

epistémica, no moral.

En definitiva, la inconmensurabilidadgnoseológicano se puedesuperarpero sí se puede

transformary reducirprovisionalmentesusefectosa travésdela discusiónmetaempírica.Lo

que en ningún casoes aceptablees bloquearde antemanola discusiónidentificandouna

instanciade sentido privilegiada, de modo que ciertos objetos de estudio sean de una

categoríaespecialcon anterioridadtantoa la propia investigacióncomo a la discusiónde

segundogradoy, sobretodo, estableciendodispositivosde absoluciónde estoshechosal

estilo de la “astuciade la razón”. A lo sumopodemosestablecerla validez formal de una

posiciónmetateóricadeterminadadadala hipótesisde ciertoshechosque la historiografía

deberáconfirmaro no (estaesla apuesta,comoveremos,deG. A. Coheny, en general,del

materialismohistórico).Uno puedemarearla perdiz todo lo quequierabuscandomodelos

abstractospara integrar dos objetos de estudio (el protestantismoy el capitalismo)

vinculadosa un único objeto real (los capitalistasde religión protestante)−en esoconsiste

básicamentela (mala)sociología−, perocuandoterminede escribirvoluminosastipologías

encontraráqueel problemasehalla justamenteenel mismopuntodondeWebery Marx lo

dejaron.Sin embargo,por insatisfactorioquepuedaparecer,estoimplica quesehandejado

fuerade juegomuchasotrasopciones.La grancantidadde secuenciasentrelos hechosque

permite la investigaciónempírica no debería hacernosolvidar todas las que la propia

realidad de los hechos nos obligan a desecharcomo prácticamenteinexistentes(el

capitalismoy el zoroastrismo,etc)o a considerartriviales(el capitalismoy el coleccionismo

de mariposas).

No obstante,viéndolo desdeel punto de vista opuesto,en historia sí ocurre que todo es

grisáceocomoqueríanNietzschey Foucault113: no hay génerosseparadosy, por tanto,no

operaningúnmecanismodemetábasiseisallo genos. La relevancia“dada” de unoshechos

frente a otros esposteriora la eleccióndel historiadory, por tanto,no cabedescartarque

surjan nuevas tramas en las que aparezcanrelevancias y conexiones inesperadas.

Precisamenteuna de las escasasvirtudes de la corrientede cultural studiesposterior a

RaymondWilliams y Jamesoneshabermostradolo pocodefinidoqueestáde antemanoel

campodeestudiohistoriográficoy cómolo queparecíainsignificantepuedellegara tener,al

113 Cf. M. Foucault, Nietzsche, la genealogía, la historia, Valencia: Pre-textos, 1988, p. 11.

48

menos,un remoto interés114. En principio, el mero hecho de que coexistala forma de

produccióncapitalistay una personaque practiqueel zoroastrismodeberíapermitir hacer

unahistoriasobre“zoroastrismoy capital”. En principio, no hay ningunarazónno retórica,

ajenaal marcode discusiónacadémico,paradesecharlos vínculosinfinitamentedébilesa

excepcióndel mero sentido común del historiador.Así pues, del mismo modo que el

conocimientoen historia presuponíala existenciade hechosque tras elegir el objeto de

estudioaparecíancomo “dados”, del mismo modo, digo, el conocimientoen historia (y,

sobre todo, su progreso)presuponeun cierto consensometahistórico,ciertas nociones

comunescontingentesquepermitandescartarasuntoscomo la “vocacióncristocéntricadel

universo”(no me lo invento,esel título de unatesisdoctoralaprobadaen unauniversidad

españolay públicamentealabadahaceañospor un conocidoarticulista).Por mucho que

desdelos añossetentalos historiadoresinsistanmachaconamenteen que todo esdigno del

interésdel historiador115, lo cierto esqueinclusoen la partemásinsignificantede esetodo

está implícita una matriz metateóricaconsensualque da cuenta de las inclusionesy

exclusionesde determinadosacontecimientoshistóricos.Ese es, en efecto, el papel que

cumple las distintas “escuelas” historiográficas que tanto proliferan últimamente.

Recapitulemos.Hemos aludido a la aceptaciónde la fuerza de los hechoscomo una

condición de posibilidad de la historiografía.Como dice Veyne, “el campohistórico se

encuentraindeterminadoconunasolaexcepción:todo lo queseencuentradentrodeél tiene

que haber sucedidorealmente”116. Sin duda ese es un primer punto de consenso,una

precondición117. Obviamentelos problemascomienzancuandono se puedealcanzarcon

satisfacciónni siquieraesteprimer nivel, comoocurreen el casodel arte, la músicay, en

general,de aquellasrealidadesculturalescuyarecepciónha sufrido unagranvariacióna lo

largodel tiempo.El problemaenestoscamposesquelas estrategiasparaquelos “hechos”

se muestren,es decir, la delimitacióndel campode estudioestáparticularmentesujetaa

objecionesincluso de índole estrictamentematerial118. Las propiasestratagemasparaque

surja esa determinacióndada por la realidad del objeto de estudio son radicalmente

conflictivasy, a pocoqueseprofundiceun pocoen la crítica, las identidadestradicionales

114 Un caso fascinante por su barroquismo es H. Schwartz, La cultura de la copia, Madrid: Cátedra, 1998. 115 Cf., entreotros,J.Le Goff y P. Nora(eds),Hacer la historia, op. cit. vol I, p. 7, J. Gardiner(ed.),What ishistory Today?, Londres: McMillan, 1988, p. 1 o P. Veyne, op. cit. 116 Op. cit. p. 20.117 Aunquesólo en principio, comienzaa haber“historia” con elementosde ficción. Cf. S. Schama,Deadcertainties, Nueva York: A. Knopf, 1991.118 No se tratade unacuestiónacadémica,las legislacionessobrederechosde autor incluyen una fascinantecantidadde sutilesespecificacionesquelindan con lo metafísico.VéaseM. Rosler,“Lookers,Buyer,Dealersand Makers: Thoughts on Audience” en B. Wallis (ed.), Art After Modernism, Nueva York: MOMA, 1984.

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saltanpor los aires119. Por eso,en ocasioneslos historiadoresdel artesesientelegitimados

paraaceptarun total relativismo y es prácticamenteel único ámbito de la historiografía

dondeha tenidoun influjo real (al margende las simpatíasy veleidadesmetodológicasde

cadacual)el postestructuralismo.Y por esotambiénsontanabundanteslas “tipologías” en

historia del arte120.

ParaVeyne el objeto de estudiodel historiador,esainstanciagnoseológicaen la que se

muestrancon distinto relieve los hechos,es una “trama”: “la tramaes un fragmentode la

vida real queel historiadordesgajaa su antojoy en el quelos hechosmantienenrelaciones

objetivasy poseentambiénunaimportanciarelativa[...] Estatramano siguenecesariamente

un orden cronológico: al igual que un drama interior puede desarrollarseen distintos

planos”121.

La nociónde tramacomometáforadel objetode estudiodel historiadoresmuy útil porque

libera la “elección” del investigadorde cualquiersupuestaconstricciónderivada de las res

gestae–unaimposibleconstricciónpre-gnoseológica–al tiempoquesalvala objetividady

veracidad(en cierto nivel) de la investigaciónhistórica,la muestraarticuladasegúncierta

sintaxis.Perola eleccióndeunatramano sólopresuponeunaciertaconsideraciónrespectoa

los hechosinternosa esatrama (su índole inteligible) sino tambiénrespectoal resto de

tramasposibles.La tramaesun conjuntode fenómenosno necesariamenteconsecutivosen

los que se observancotassignificativas y que, a su vez, se recortasobreun fondo de

normalidad. Dos tramasdistintas,como la ciudadeuropeao las viudasen la Florenciadel

siglo XIV, tienenelementosde significatividady trasfondosde normalidadmuy distintos.

Los acontecimientosa estudiarno se insertansobreel majestuosotelón de fondo de la

historia universal sino que cada trama implica cierta diferencia respectoal resto de

investigacionesposibles.Un nivel evidentedediferenciaciónserála posiciónrelativadeuna

tramarespectoa distintoscontextos,perootro criterio muy importanteesla índoledel objeto

de estudio.De estemodo,la diferenciade las tramaspermitela clasificaciónde objetosde

estudio muy distintos en tipos de historiografía ajenosa la epocalidad:micro-historia,

historia oral, historia política, historia estructural,etc. Cadauna de esas“subdisciplinas”

remitea un consensosobreel parecidodesusdistintosobjetosdeestudio(y no a algunode

los infinitos malentendidossobreel “método”). Así puesestadiferencialidadno saturada

119 Un buenejemploesIvan Gaskell,“Historia de las imágenes”en P. Burke (ed),Formasde hacerhistoria,Madrid: Alianza, 1993. Gaskell analizaalgunosde las aporíasprácticasque se derivandel difícil estatutoconceptual de la historia del arte, en especial aquellas relativas a la tasación de obras y las subastas.120 Un ejemploparticularmentefarragosoesH. Bauer,Historiografía del arte. Introduccióncrítica al estudiode la historia del arte, Madrid: Taurus, 1980. 121 Op. cit. p. 34.

50

permitetambiénformas de identidadno saturadaque evitan el delirio de que cadatrama

fuera un objeto de estudio absolutamente distinto.

La metáforadela tramapermiteentendermejorporquéla inconmensurabilidaddeenfoques

enhistoriaestásujetaa la mismaindeterminaciónquela propiahistoriay, por tanto,permite

progresosepistémicosde importancia.La razónde quehaya“avances”en historiografíaes

justamentela posibilidadde transformarel objetodeestudioa medidaquesediscutesobre

él, a medidaqueseinvestigacadavez con másprofundidadlo ocurrido.La profundizacion

en la comprensióndel pasadopuedellevar a queaquelloqueformabapartedel contextode

normalidadse conviertaen partede la tramao, sencillamente,a tenerque abandonarese

enfoqueen arasdeotro enel quelos hechosqueel historiadorhabíadesgajadosevuelvan

comprensibles.Típicamenteunodelos mayoresavancesdela escueladeAnnalesfue liberar

a la historiadel enfoquepropio delas fuentes122. Así, la relevanciadelos hechosrecortados

en ciertastramasvarió considerablementee incluso surgieronpuntosde vista alternativos

másfructíferosparaexplicarlos hechosrecortadosen lasantiguastramas,muy dedicadasal

espectropolítico. En realidad,la comprensióncotidianade ciertosacontecimientosquenos

rodeantambiénestásujetaa estalaborcrítica.Así, por ponerun ejemplomuy claro,cuando

se produjeron las crisis bursátilesde Extremo Oriente y Brasil la prensaeconómica

convencionalsólo pudo hablarde “histeria colectiva”. Lo cierto es que el pánicobursátil

existe y juega un papel importante a la hora de fomentar la aparición de profecías

autocumplidas.Pero tal vez se pueda investigar mejor; es posible recurrir a un marco

espacio-temporalmásamplio,esdecir, adoptarcomoobjetode estudioel propio trasfondo

denormalidadde las crisis (el marcode la libre circulacióndecapitalesa partir de los años

ochenta),recurrir al trasfondode normalidadde esteúltimo (el mercadomundial tras la

crisis del petróleo)o incluso recurrir a otro tipo de tramacomo la historia de la asimetría

entre capital financiero y productivo a lo largo del siglo XX. La trama como objeto de

estudio de la historiografía debe ser comprendidaen el contexto de una tradición de

investigaciónque la va transformandomaterialmentemedianteuna mejor comprensiónde

los hechosrealesque recortay sus relacionescon otros objetosde estudio.Esta mejora

inclusollega a propiciarsu abandonopor otrosobjetosde estudiosin dudaadyacentespero

másfructíferos:aunquedepurásemosdetodossuserroresmaterialesla RomadeGibbonhoy

seguiríasin serun temadeestudioaceptablecomosí lo es,por ejemplo,el cultivo decereal

en las coloniasromanasen África o el vocabulariode las meretricesen la Romade Nerón.

Aunque,enrealidad,estoestergiversarlas cosaspuesfue limpiandodeerroresla Romade

122 Otro tantosepuededecirdela historiaanglosajona.Cf., H. J.Kaye,Loshistoriadoresmarxistasbritánicos,Zaragoza: Prensas Universitarias, 1989, p. 7 y ss.

51

Gibboncomodejódeserinteresante.Lo queestosignifica,enresumidascuentas,esquepor

la mismarazónqueno sepuedeestablecerun criterio estableparalos parecidosde familia

tampocohaypor quémantenerlasdiferenciasdefamilia. Podemosmedircráneosy lunares,

compararcoloresdeojo y cabello,indagarsobreel carácter.Desdeluego,en ciertosentido

no habremosavanzadomucho, los parecidosde familia que establezcamostras todas

nuestrasinvestigacionesno seránmásfijos queantes,seránigual depolémicosy nuestratía

podráempecinarseenquelasdosmicrasdediferenciadeun lunarhacenquemi primay yo

seamos“iguales”, como antesdecíaque teníamoslos mismosojos123. Peroen otro sentido

hay una enormedistancia,la que separael conocimientode la ignorancia.Lo que separa

unos parecidos de otros no es la índole polémica y dudosa de unos y el carácter

inconmovible y cierto de otros sino el abismo del conocimiento.

La maneraen queprogresala historiaseparecea la maneraen queprogresala traducción.

En cierto sentido,la traduccióndeRealede la Metafísicaesmejor quela deRoss,por otra

parteesun disparatehacerestaafirmación,entreotrascosasporqueunaesunatraducción

griego-inglésy la otragriego-italiano.Lo quehaceposiblecompararlasesun siglo decrítica

filológica y filosófica delasobrasdeAristótelesperola versióndeRealeestátansujetaa la

indeterminaciónde la traducciónde Quine como la de Ross.Por otra parte,en aquellos

aspectosno relativos al conocimiento, por ejemplo estéticos,se puede decir que la

traduccióndeRossesmuysuperior;y nohayningúncriterio firme paradecidircualdeestos

dos criterios metateóricoses mejor exceptouna cierta confianzaen los resultadosde la

discusión racional a lo largo del tiempo, eso que Peirce llamaba el “sentido común crítico”.

Causalidad

De algún modo la noción de tramacomo metáforadel objeto de estudiopareceponeren

entredichola aplicaciónde una noción rigurosade causalidaden historia.Tanto la trama

comola ideadenarratividadpretendenhacerhincapiéenla especificidadde las conexiones

que saca a la luz la investigaciónhistórica, ¿cómohablar de causalidaduna vez que

aceptamos el escaso peso de la generalidad?:

El problemade la causalidadenhistoriaesunasupervivenciade la erapaleoepistemológica;sesigue

suponiendoque el historiadorexponelas causasde la guerraentreAntonio y Octavio de la misma

maneraque el físico exponelas de la caídade los cuerpos.La causade la caídaes la gravedad,que

tambiénexplica los movimientosde los planetas,y el físico va del fenómenoa su principio; de una

123 Es importanteseñalarque la única forma de romperestaindeterminaciónseríaencontrarun dispositivoteórico que permitiera la definición objetiva de relaciones,por ejemplo, un análisis del ADN en el queaparecieran ciertos índices objetivos de pertenencia a un linaje frente a otro. Ni que decir tiene que esta rupturade la indeterminación no obliga a abandonar los niveles latos de interpretación.

52

teoríamásgeneraldeduceel comportamientodeun sistemamáslimitado; el procesoexplicativova de

arribaabajo.El historiador,en cambio,se limita al plano horizontal: “las causas”de la guerraentre

Octavioy Antonio sonlos acontecimientosque la han precedido,exactamentecomolas causasde lo

que ocurreen el acto IV de Antonio y Cleopatrason lo que ha ocurrido durantelos tres primeros

actos”124.

Obsérveseque la objeciónquehaceVeynea la causalidaden historiaesmuy similar a la

objeciónhumeanaa la causalidadengeneral:de los objetosno sederivansusrelaciones.En

todocaso,parecedecirVeyne,cabehablarde causalidadallí dondesecompruebaunagran

regularidadenla conexiónentresistemasdefenómenos,unaregularidadquepermitehablar

metafóricamentede un conocimientolegaliformede la naturaleza.Pero“explicar” la causa

deun acontecimientohistóricoessólonarrarlodeotro modo,no apareceningúnnexológico

de por medio.

Cuando Veyne habla de causalidadhace alusión a una asimetría entre la ley y los

acontecimientosquesubsumey no a unasucesióndeacontecimientos:esdecir, la ley haría

explícita la relaciónque une dos objetos.Dado que en historia ni hay leyesni las puede

haber,sólo operaríauna “causalidadsublunar”125 no legaliforme.El argumentode Veyne

tienemásfuerzade lo quea primeravista puedeparecer.No setratasólo de proponeruna

restricción en el uso de la voz “causa”, como si Newton hubiesedemostradoque los

hombressiemprehabíanusadomal el término. Evidentementepodemosseguirusandola

palabracausaennuestravida cotidianasiemprequeno pretendamosestablecerningunaley.

El punto central de la argumentaciónde Veyne es que ninguna secuencianarrativa es

susceptiblede generalizaciónya que en historia lo que interesason los acontecimientos

concretosy no los universales.Por tanto,inclusoenel casodequeseanfenómenosdelarga

duraciónnosinteresaráncomosecuenciasespecíficasy no comoley quesubsumedistintos

casos.

Esainvariabilidaduniversalhaceque unapartedel cursode la historia sereduzcaa la aplicaciónde

esquemas,de los que el historiador no habla, ya que el acontecimientoimplica diferencia. Los

acontecimientosformanunatramadondetodoesexplicable,perocuyaprobabilidadde sucederno ha

sido la misma. Aunque los impuestosexcesivosfueran causade la revuelta, ésta no se produjo

necesariamente; los acontecimientos tienen causas, pero éstas no siempre tienen consecuencias126.

Estoesmuy importantepuessignificaque,hayao no auténticasleyesqueafectenal dominio

epistémicoqueestudiala historia,estaspuedenser ineficacesrespectoa la tareaespecífica

124 P. Veyne, op. cit. p. 71125 Ibid. p. 99.126 Ibid. p. 100.

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del historiador.Esaerajustamentela cuestiónquenosplanteábamosal principio respectoa

la relación entre teoría e historia.

No obstante,antesde abordardirectamenteesteasuntohay quecuestionarla distinciónque

haceVeyne entre causalidadsupralunar(o teórica) y causalidadsublunar(o cotidiana).

Resulta curioso como puede estar operando aquí lo que Stove ha calificado como

“deductivismo” escépticodeudor de las tesis humeanasmás radicales127. ¿No estará

cometiendoesemismoerror Veyne?¿Noexigirá demasiadoa la explicación? Lo cierto es

que, al menosdesdecierto punto de vista, así es. La característicatípica de la tradición

escépticaanti-racionalista–en la líneade Hume,Poppero Veyne–es tomarcomomedida

del conocimientosólo cierto tipo de saber matemáticamenteideal y no la ignorancia

cotidiana.Si estoya esimportanteenfísica lo esmuchomásenhistoriapor la sencillarazón

de que es un tipo de conocimiento inseguro y aproximado.

Paracomprenderestohay queentenderque lo relevanteen la afirmaciónde la causalidad

legaliforme es cierto desnivelepistémicoentre la ley-causay los fenómenos-efectoque

aquellasubsume.Lo significativo de estaasimetríaes que respetala objeción de Hume

respectoal non sequitur de las relacionesa partir de los objetos, ya que no obliga a

pronunciarsesobrela naturaleza(convencionalo no) de la propia relación.Creo que, en

muchasocasiones,en historiografíase da una asimetríaepistémicaanáloga(aunqueno

legaliforme)quehacelegítimoutilizar la nocióndecausaenun sentidono trivial. Dicho de

otro modo,aún antesde examinarlos problemasque planteala nociónde causahumeana

que utiliza Veyne, hay que decir que prima facie existen usos de causalegítimos en

historiografía;ciertosacontecimientos-causasondedistintonivel queotrosacontecimientos-

efectos.En la tradiciónmetafísicaclásicaesaasimetríadependíadela existenciadedistintos

géneros ontológicos que concluían en la especie ínfima, el individuo plenamente

identificado.Así, segúnel célebreejemplode Aristóteles,es necesarioqueCoriscomuera

(ya que Corisco es un hombrey necesariamentemortal) pero cómo y cuandomorirá es

finalmenteaccidental.En un casooperaunacausaabstracta,en otro unacausapertinentey

concreta. Para Aristóteles esa concreción implica una accidentalidad que no es

gnoseológicamenterelativarespectode la necesidadde la mortalidaddel hombre(o seano

esunafunción denuestraignorancia).Sepuedereconstruirla forma en queCoriscollega a

morir pero se llega a un punto en el que no se puedeir másallá y sólo cabehablar de

“libertad” en el hombre o de “azar” en el caso de la naturaleza128. 127 D. C. Stove,Poppery después, Madrid:Tecnos,1995.StovehablaenparticulardePopper,Kuhn y Lakatosy reivindica una recuperación del inductivismo de Carnap y Hempel (pp. 149-50).128 El lugar clásicode esteplanteamientoes el Libro VI de la Metafísicaaristotélica.Véaseal respectoC.Diano, Forma y evento,Madrid: Visor, 2000, donde se analiza la diferencia entre el planteamientodeAristótelesy el de la lógica estoica.Diano recuerdacómo para los estoicosno existía esteelementode

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La lectura contemporáneade esta idea sólo puedeser interpretadaen los términos,ya

planteados,de contexto de normalidad-anécdota.El historiador elige libremente –sin

ninguna constricción por parte de los hechos reales– un objeto de estudio. Nuestro

reconocimientodela especificidaddeeseacontecimientoderivadequeesteserecortasobre

un trasfondode normalidady del conjunto de fenómenostriviales que lo circundan129.

Veyne, como mostrabasu última cita, reconocela importanciadel contextoa la hora de

establecerla especificidadde un acontecimientoperoafirma justamenteque estoobliga a

negarla validez de la causalidaden historia.El contextoes justamenteaquelloqueno da

cuentade la concrecióndel objeto de estudioaunquetodo objeto de estudioconcretolo

presuponga.Frente a esta tesis, en las páginas que siguen intentaré demostrar dos

afirmaciones básicas:

a) En ocasiones(aunqueni muchomenossiempre)el contextoes fundamentalpara dar

cuenta de la especificidad de una trama. Esto ocurre justamente cuando determinada elección

del objetodeestudio–ya seapor razonesintelectualeso ideológicas–dejamuchosaspectos

oscuros que otra trama distinta permite explicar mejor.

b) De ninguna ley se deduce la especificidadde un acontecimiento(a no ser que

consideremosque los teoremasson acontecimientos).La explicación de un fenómeno

concretosiemprerequiereargumentosconcretos–derivadoso no de leyesgenerales–que

expliquen la diferencia que establecerespectoa cierto trasfondode normalidad.De la

diferencia entre conocimientosteóricos y cotidianos no se sigue una distinción entre

causalidad teórica o legaliforme y causalidad sublunar o cotidiana.

La tesisa) sebasaen el reconocimientode la distinciónfundamentalentrehechosy causas

y, por tanto,enla posibilidaddeasimilarcausaa explicación.Puedequeenhistoriaexplicar

algo seasólo narrarlo de otro modo pero si la diferenciaentre una y otra narraciónes

epistémicamenterelevante,es aceptablecaracterizaresa distancia relativa en términos

causales.Kuhn, citandoa Piaget,haresaltadoesteaspectocon granagudeza.Setratadeun

lugar comúnepistemológicoparticularmenteevidentepero, tal vez justamentepor eso,a

menudo se olvida y da pie a numerosos malentendidos:

Debemosconsiderarel conceptode causaen dos sentidos,el estrechoy el amplio: el concepto

estrecho proviene de la noción, egocéntrica al principio, de un agente activo, que empuja o jala, ejerce

una fuerzao manifiestaun poder.Está muy cercadel conceptoaristotélicode la causaeficiente,

noción que tuvo un papel muy importanteen la física técnicaduranteel siglo XVII, cuandose

indeterminación y existía una necesidad absoluta para acontecimiento. 129 La elaboraciónmásrigurosaqueconozcode la ideade trasfondoesla deJohnR. Searle,La construcciónde la realidad social, Barcelona: Paidós, 1997, pp. 142 y ss.

55

analizaronlos problemasde los choques.El conceptoamplio es, a primera vista, muy diferente.

Piaget lo describecomo la noción generalde la explicación.Describir la causao causasde un

acontecimiento es explicar por qué ocurrió130.

Creo que es cierto que este tipo de explicacionescausalesno son frecuentesen las

investigacioneshistóricas tomadasde una en una. En cambio, son muy habitualessi

consideramosuna tradición de investigaciónmásamplia sobreun mismo asunto.Aunque

cadamonografíao artículo se ocupesólo de la narraciónde un conjunto de fenómenos

relacionados,las variacionesde enfoqueque dan pie a las distintospuntosde vista sobre

esosfenómenospresuponenun tipo de preguntaeminentementecausal.Esdecir,muchasde

las vecesen las que un historiadorproponeuna interpretacióndistinta de ciertos hechos

antesestudiadosponeenjuegoun tipo deexplicaciónclaramentecausal.Porsupuesto,no es

que la estructuracausalde algunosargumentoshistóricosse derivede su índolepolémica

sino que es en la polémica donde mejor se observa ese aspecto causal131.

Pondréun ejemplo(reconozcodeantemanoquemuy caricaturescoy casificticio). No hace

muchosañoslos paísesdel sudesteasiáticoeranconsideradosmodélicospor los poderes

económicosmundiales;sospechoqueno eraunaopinióncompartidapor sussúbditos,pero

estono vieneal caso.Hastadondelos gobiernosdel lugarsabían,cumplíana rajatablatodas

las normaseconómicasconocidas:baja inflacción, monedaestable,inversión pública en

infraestructuras,mercadode trabajoliberalizado,tipos de interésbajosy todo lo quefuera

menestera juicio del FMI. Todo iba viento en popay en los kioscosde mediomundolos

libros sobre las nuevasmodalidadesdel “peligro amarillo” eran una garantíade éxito

editorial. Y de repente Indonesia se hundió, su economía prácticamente desapareció.

Esta es una secuencianarrativa,qué duda cabe,aunquees una secuencianarrativamuy

insatisfactoriaya que sólo hemosestablecidola contigüidadtemporalde la bonanzay la

crisis.Perorealmentesetratade unasecuenciahechaa la medidade lo queesegobiernoy

los economistasdemediomundo“sabían”enaquelmomento.Al pocotiempodeinciarsela

crisis,el gobiernoindonesiodescubrióqueel grupodehedgefundsmáspoderosodel mundo

habíalogradoatacarsusistemamonetarioparasacarbeneficioenel mercadodedivisas.De

nuevosepuedeestablecerunasecuencianarrativahechaa la medidadelo quesesabeahora.

Sin embargo,me sientoinclinadoa considerarque el gobiernoindonesioentenderáqueel

130 Th. S. Kuhn, La tensión esencial, México: FCE, 1982, p. 46131 Poresosontanciertascomotriviales lasafirmacionesdequeenEl Mediterráneoy el mundomediterráneode Braudel no hay preguntascausales(Cf. A. Megill, “Relatandoel pasado:‘descripción’, explicaciónynarrativaen la historiografía”,en Historia Socialnº 16, 1993).Un buenejemplode cómosurgeestetipo depreguntasencuantoseconsiderala articulaciónde distintasinvestigacionessemuestraenel repasoquehaceWallersteinde las distintastesissobrela “revolución de los precios” del siglo XVI en El modernosistemamundial I, Madrid: Siglo XXI, 1979, pp 96 y ss.

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ataquede los hedgefunds fue la “causa” de que se hundierasu economíay creo que es

perfectamentelegítimo que lo hagaasí.Perohagámoslomáscomplejo.De repentetoda la

región,quehastael momentoerala cabezavisible deun nuevocapitalismo,sehunde.Y de

nuevopodemosestableceruna secuencia:lo que ha ocurrido, por ejemplo, es que se ha

producidoun ciclo recesivoa nivel mundial en el mercadode derivados(o cualquierotra

cosa por el estilo). Así pues, podemos narrar los siguientes hechos ordenados

cronológicamente:1) bonanzaneo-liberal-2)ataquede los hedgefunds- 3)crisis indonesia-

4)recesión en el mercado de derivados- 5)crisis regional.

Comoseve entodosestoscasosseenunciabaprimerounasucesióndeacontecimientoscuya

relaciónno estabani muchomenosclara(típicamente1 y 3, o 3 y 5). Así quea continuación

seenunciaunaoraciónqueafirma algoquela anterior“ignoraba” (2 y 4). Desdela anterior

oración la segundadesempeñaun papel causal,si bien a partir de la segundase puede

recomponeruna nuevanarraciónen términosde meracontigüidad,o sea,narrativos.Esta

distintadisposicióndel conocimientodesdeel propioconocimientoy desdela ignoranciaes

muy aristotélicaperoexplicatambiénpor quéa Colingwoodle gustabantantolasnovelasde

detectives132. Enefecto,lasnovelaspoliciacasclásicasno seleenparasaberlo quevaa pasar

a continuaciónsino paraconocerqué ha pasadoen realidad, aunquesabemosque tras el

final se puede recomponeruna historia trivial y aburrida: robo-asesinato-investigación-

detención.Evidentementenadiehadichoquela historiatengaqueserintrigantey, dehecho,

no esraroqueunamonografíahistóricasedesarrollelinealmentesin necesidadderecurrira

estoscortescausales,los acontecimientosestudiadosno tienenqueplantearningúnmisterio.

De hecho la idea de linealidad tiene que ver menos con la sucesiónconsecutivade

acontecimientosqueconla ausenciadel recursoa causascomomediodenarración.También

es importante señalar que, las característicasque hemos establecidodel objeto de

conocimientoen historia impiden pensaren una super-narraciónque agotela totalidadde

contextospor la sencillarazónde que la relaciónque une las distintastramases de mero

parecido.

Ahorabien,aunquesepuedehacerunareordenaciónnarrativadelo queanteserancausas,el

procesono funciona exactamenteigual en el otro sentido.De una liberalización de la

circulacióndecapitalesno sededuceunamaniobraagresivade los hedgefunds. Estoquiere

decir dos cosas:

a) Seguimoshablandode historiografía y, por tanto, nos interesalo concreto,no las

posibilidades abstractas.

132 Cf. R. G. Collingwood, Idea de la historia, México: FCE, 1946. Véaseal respectoC. Roldán, EntreCasandra y Clío, Madrid: Akal, 1997, p.199.

57

b) Peroun ciclo bursátilrecesivoesalgomuy concretoquepuedeestudiarla historiay no

sólo formanpartede su concreciónaquellosotrosacontecimientoscon los queengrana

en una cadenanarrativa concretasino también el hechode que hagamás o menos

verosímilesdistintasposibilidadesdehechosaccidentaleso anecdóticos(precisamentea

esollamamoscontextoen unanovela).En otraspalabras,un contextode liberalización

de la circulaciónde capitalesy mercadointernacionalde divisases una condiciónde

posibilidad (aunqueni suficiente ni necesaria) de la existenciade hedge funds lo

suficientementepoderososcomoparaacabarcon unaeconomíanacional,el sistemade

Breton Woods, en cambio, no lo es.

Por consiguiente,en historiala ideade causatienequever con la posibilidadde encuadrar

cierto acontecimientoen un sistemadereferenciadistinto del consideradohastaentoncesy

en el que una nuevanarraciónaclareaquellospuntososcurosde dicho acontecimiento.

Como veremosen breve,esto es menosexótico de lo que parecey no es peculiarde la

historiografía sino que algo muy similar ocurre cuando, por ejemplo, explicamos el

movimiento de un cuerpo en concreto.Lo que sí es típico de la historiografía es la

indeterminaciónde esoscontextos,la imposibilidadde reducirlosa merasrelacionesde

contigüidady, por tanto,establecerunareduccióndefinitiva deunosconocimientosenotros.

Estaes la razónde que el recursoa causasen historia se muestrepreferentementeen la

discusión, ya sea dentro de una tradición de estudios o entre distintos enfoques.

En resumen:podemosafirmarquecausaenhistoria esla mediaciónentredoscontextosde

normalidadno dados. Pordecirloen términoscercanosa Wittgensteinllamamoscausaa la

regla de transformaciónde un juegoen otro siemprequeseentiendaqueel juegono está

definidoantesde la investigaciónaunqueestasí presupongaqueseráun juegodefinido.La

asimetríacontexto-accidentees una condición de posibilidaddel saberhistórico, sin ella

difícilmentediríamosquehay conocimientode ningúntipo en historia.La dilucidaciónde

unatramaa travésde un análisisdistinto del contextoesuna condiciónde posibilidaddel

avancedel saberhistórico, sin ella difícilmente diríamosque una narraciónes mejor que

otra.Sepuededecirquela explicación(y por tantoel recursoa causas)objetivamenteno es

másquela distanciarelativaentrela narraciónepistémicamentemejor y la peor– y en un

sabercomola historiaesfrancamentedifícil establecerquéexplicaciónes la mejor –, pero

esadistanciaesinternamentecrucial paracaracterizarla historiacomoun sabery no como

un mito junto a otros.

58

Veynedecía,comoveíamosantes,quelasregularidadeso esquemasqueformanel contexto

esjustamentelo queno seestudiaen historia.Puesbien,cabehablarde “causa”enhistoria

cuando,pesea todo,nosvemosobligadosa hablarde dichosesquemas,a replantearnossu

nivel de generalidady su naturalezaparaesclarecerel objetodeestudioqueenrealidadnos

habíamospropuestoestudiar.La causalidades una función de la ignorancia,como tantas

vecessehaseñalado.Esliteralmenteunapregunta(másbienperpleja)por el “¿porqué?”133.

Nadalo ilustra tanbiencomola formaenquelos líderesasíaticospreguntabanal FMI ¿por

qué?,¿porquéa mí? ¿quéhe hechoyo mal?Efectivamente,los paísesdel sudesteasiático

habíanhechotodos susdeberesy, segúnla teoría neoliberal,deberíanmantenerseen un

sistemade perfectanormalidadde desarrolloy bonanza;en consecuencia,la crisis fue un

acontecimientomisteriosoparamuchos.Luego se supoque ciertasmaniobrasfinancieras

habíanoperadocomo causaagentey másadelantese demostró(al menossegúnalgunos

pensamos)queel contextodenormalidadqueplanteabael neoliberalismoeraficticio, estaba

completamenteequivocado.El auténticocontextode normalidadera el de una debilidad

estructuraldelaseconomíasrealesa causadeunahipertrofiadelastransaccionesfinancieras

propiciadapor sucesivasadministracionesnorteamericanastras la crisis del petróleo.En

consecuencia,ahora podemoshacercomo Gowan134 y contar desdeel principio que en

realidadno hubo tal mediaciónentredistintossistemassino queuno de ellos (la bonanza

neoliberal)era epifenoménicode una tendenciaa la crisis global propia del capitalismo

mundialpost-BretonWoods.Por supuestoestono niegala eficaciacausalde las maniobras

de los hedgefundssino que explica por qué un puñadode premiosnovelesde economía

pudieronhundirenla miseriaa millonesdepersonascontantafacilidad.Esdecir,ahoraesas

maniobras forman parte de una secuencia coherente.

Sin embargo,esdifícil dar razonesdepesoa favor deestasexplicacionesa excepcióndesu

mayor poder explicativo. E incluso eso no obstapara que se puedaplantearobjeciones

importantesa estosenfoques,casi siemprederivadasde su excesivaextensión.Por eso

tambiénes“legítimo” quedarseenun sistemadenormalidadanteriory negarsea ver causas

por encimadeél quepermitanunanuevanarraciónde los acontecimientos.Esteesel caso

133 Éstaafirmaciónenningúncasodeberíatomarsecomoun intentodediscutircon Dray cuandodicequelaspreguntasacercadel por quéenhistoriaseresuelvenenpreguntaspor el cómo(op.cit. cap.VI). Lo únicoqueafirmamosaquí es que la preguntapor el “por qué” es relevantepara comprenderla forma en que seestablecendistintos“cómo”. Dadoquehemosaceptadodeantemanola indeterminacióndel objetodeestudiode la historiografía,esevidenteque los “por qué” no puedenreíficarsecausalmenteexcepto,tal vez, comoprogramasmetateóricosen polémicacon otras propuestaspero nuncacomo argumentosempíricos.Y, enefecto, Dray planteabauna respuestaal intento de Gardiner de conservartendencialmenteel modelonomológico-deductivo tras la explicación cotidiana. 134 Me refiero a P. Gowan,La apuestapor la globalización, Madrid: Akal, 2001.No obstanteparailustrar miargumentaciónvaldríacualquierade lasobrasrecientesacercade esteasunto,por ejemploLa dinámicade laturbulenciaglobal de Brennero las conocidasobrasde SusanStrange,Mad Moneyy, sobretodo, CasinoCapitalism.

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de PaulKrugmanque,pesea reconocerqueen el momentode la crisis asiáticasehizo un

análisisradicalmenteerróneode su naturaleza,ni siquieratomaen cuentala posibilidadde

recurrir a un instrumentalteóricodistinto135. Así, resultasignificativo la cantidadde veces

queescribeel adverbio“milagrosamente”respectoa procesosanormalesdesdeel puntode

vista dela economíaconvencional,o la cantidaddeacontecimientosqueensuopinión“aún

no hemoscomprendidomuy bien”. La cuestiónesqueesosprocesosy esosacontecimientos

sonsin lugar a dudaslos mássignificativosde la historiadel capitalismoy aquellosquela

historiaeconómicamarxistamejorhaconseguidoexplicar.Tal vezseaun tantoinjustopero

da la impresiónde quela negativade Krugman a considerarcontextosmásampliosqueel

de la propiacrisis tienemuchode ideológico,puesderivade unaaceptaciónde las formas

económicascapitalistascomo únicas posibles, dotadasde una naturalidad que aborta

cualquier explicación que no respete la estabilidad de ese marco de normalidad .

En ciertosentidono dejadeserverdadqueenhistoriasólohaycausalidadcuandooperaun

agentenatural externo(por ejemplo un terremoto)pero lo que nuestroejemplo anterior

sugeríaesque,hastadondenosotrossabemos, ciertosfenómenosinterrelacionados(estoes,

ciertas tramaslibrementeescogidaspor el historiador) actúancomo terremotoso como

ecosistemasrespectoa otras. El problema, evidentemente,es que de hecho no son

fenómenosexternosy por tantotodo sedebea unainconsistenciagnoseológicairreductible

ya que no existe la supernarracióntotal. En el contextode los conocimientoscotidianos

llamamoscausa(o libertad, segúnse mire) a esainconsistencia,a esedesnivelentredos

sistemas fenoménicos que expresa la pregunta por el “por qué”.

De todosmodosesciertoqueenhistoriografíaexplicarpor quéocurrióalgono esdeningún

modo explicar qué ocurrió, como en aparienciaocurre cuandohay leyes generales.La

segundade las tesis que, como anunciábamosal principio de estasección,pretendemos

estableceraquí afirma que la situación de la historiografía es general. Un ejemplo

historiográficotípico esel análisismarxistade las causasde la segundaguerramundial.En

estainterpretaciónsesuelerecurrir –denuevo,resumodeun modocaricaturescoy contoda

probabilidadficticio– a un nivel narrativodistintodel ámbitodiplomático-militarvinculado

al sistemaeconómico-político.Una posible respuestade los historiadoresno marxistases

que cuandose dice que las causasde la segundaguerra mundial fueron ciertos ciclos

económicos,enrealidad,la tramaestudiadaesla dedichosciclosenlos quela guerraesuno

de los hechosrelevantesa narrar.Así, para los marxistasla guerraseríauna especiede

soluciónkeynesianabastantegroseraaunqueeficaza la crisiseconómicadelos añostreinta.

135 Cf. P. Krugman, El retorno de la economía de la depresión, Barcelona: Crítica, 2000.

60

Evidentementeestono dejadeserciertoperono lo esmenosque,enalgúnsentido,sabemos

algomásal modomarxistaquecuandodecimosquela causade la guerrafue la invasiónde

Polonia.Tambiénsepuederespondera estodiciendoque,enrealidad,la invasióndePolonia

no esla causade la guerrasino su principio y que,en general,en historiano tienesentido

hablardecausas.De nuevolos marxistaspodríanafirmarque,enesecaso,el principio dela

guerrafueronciertascrisiseconómico-políticasdelargoalcancey quejustamentellamamos

causaa la diferenciagnoseológicaentrela reconstruccióngeneralde estacrisis y la guerra

quese inicia con la invasiónde Polonia.Creoqueesobvio queeseplus epistémicono es

suficientecomoparaquedejedeinteresarnosunahistoriadetalladadel sistemadetrincheras

alemanasen Normandíaque,obviamente,no se deducede la crisis del patrónoro, perosí

introducela concienciadequeexistela posibilidaddeestudiarotra tramacercanaen la que

el contextodepazquepresuponeel estudiodeunaguerraquedadifuminadodemodoquela

causa anterior (la invasión de Polonia) pasa a formar parte de una nueva narración.

¿Enqué sentidose puededecir que estanoción contextualde causano es peculiarde la

historiografíasino que afecta a muchasotras formas de explicación?La cosa tiene su

enjundiapuesVeyneaceptaqueen historiaoperaunacausalidad“sublunar”; la cuestiónes

queel valor deesetipo decausalidadparece,ensuinterpretación,despreciable.Y, enefecto,

la validezdeun conceptodecausaoperativoenhistoriatienequever consuhomogeneidad

respectodeunanociónmásgeneral.Parahacermecargodeesteasuntorecurriréal análisis

quehaceMcintyre del conceptode causadesdeun puntode vista opuestoal queponeen

juegoHume.Tradicionalmentequieneshandefendidola causalidadhistóricalo hacíanpara

afirmar, al menosimplícitamente,la existenciade leyesen el tipo de conocimientosque

sacana la luz los historiadores.En cambio,lo queaquíintentoplantearesla posibilidadde

discernir entre distintas explicacioneshistóricas no en virtud de su mayor adecuación

inmediataa un objeto real siempre indefinido sino por su mayor capacidadepistémica

mediatao relativa (más adelante,trataréde aclararcuál es el lugar de la adecuaciónen

historia).

PrecisamenteMcintyre abordael problemade la causalidada partir de las aporíasque

resultandela aficióndetantoshistoriadoresal pluralismocausal.Anteshemoshabladodela

diferenciaentreafirmarquela invasióndePoloniao la crisisdel patrónoro fueronla causa

dela segundaguerramundial.En realidadlo habitualesno sólopostularambascausassino

añadirmuchasotras,incluidosfactorespsicoanalíticosrelacionadosconla infanciadeHitler.

Porsupuestoestepluralismoequivaledehechoa unanegacióndela eficaciadelconceptode

causaen historiografía,tal y como Veyne expresabacon muchamás coherencia.Desde

luego, sería absurdonegar la existencia de muy diversos factores en la constitución

61

específicade un acontecimientoen concretopero, como apuntábamosantes, lo que se

discuteaquíy lo quepermitehablardeexplicacióny decausaesla posibilidaddeestablecer

algunoo algunosdeesosfactorescomoprincipales.En cambio,explicaMcintyre, el hecho

de que en historia no haya leyes generaleslleva a muchosa creer que no hay la menor

jerarquíaentrecausasy “la innovaciónde algúnnuevotipo de causarara vez se haceen

detrimentodel surtidode causasexistentes.En las versionespluralistaslos hábitosde aseo

de Lutero comparecen fácilmente al lado del capitalismo como una causa de la Reforma”136.

ParaMcintyre estaincapacidadparadecidirsepor unacausaconcretaa la horade explicar

un acontecimientoforma parte de la herencia del modelo humeanode la causalidad

entendidacomorelaciónquemediaentretipos de acontecimientosy estadosde cosas–en

vez de entre acontecimientosy estadosde cosasindividuales–y es razón necesariao

suficientede su efecto.El problemano es ya sólo que las crisis monetariasno siempre

causenla guerrasino quemuchoshistoriadoresdirían quees francamentedifícil establecer

un conceptogeneralde crisis monetariahistóricamenterelevante,en el sentidode que un

conceptotal sóloplantearíalos términosdel problemarealqueesdarcuentadela crisisy de

sus efectos. Parece que, dado que no se puede establecer el tipo de regularidades que para los

humeanossonsinónimode causa,sólo sepuedehacerunaenumeracióndescriptivade los

factoresque entranen juego en determinadoacontecimiento.Sin embargo,este tipo de

aporíassongeneralesy no serestringenal ámbitodela historia.Nuestrofirme conocimiento

de ciertossistemasnaturales(que no tiene parangóncon lo que sabemosde los sistemas

culturales)no implica necesariamentesu eficaciacausal.F = m · a designacierto tipo de

relaciónentreciertosfenómenos,la eficaciacausalde dicharelaciónen cadacasoconcreto

esunasuntodistinto.Porsupuestola escasavariabilidadcontingentedefenómenoscomolos

sistemasplanetariospuedellevar a asimilar la estructuralegaliformecon la causapero es

que, justamente,en historia tratamoscon un tipo de causasconstantementedistorsionadas

por intervencionescontingentesy, por lo demás,la exigenciade exactituden física es

inmensa.En generales imposibleestablecer“si paracadaconexióncausalparticularque

identificamoshay algunageneralizaciónlegaliformeen esperade versepropuesta”137. Esto

significa que, excepto para aquellasrelacionesen las que es dudoso que existan dos

fenómenos(comola presióny la temperatura)unaley científicano especificaunarelación

causal posible y mucho menos predicciones138.

136 A. Mcintyre, “Causalidade historia” en J. Mannineny R. Toumela(comps.),Ensayossobreexplicaciónycomprensión, Madrid: Alianza, 1980, p. 57.137 Ibid. p. 60.138 Ibid. P. 69.

62

De estemodo,al desvincularel conocimientode causasparticularesdel conocimientode

generalizaciones,damosun granpasoparaaceptarlos distintosgradosdeexactitudcon que

podemosconocerdistintosconjuntosde fenómenossin caeren el escepticismotípico tanto

de los pluralistascausalescomode quienesafirman la ineficaciade la nociónde causaen

historia. En efecto, en historia surgen muchasconexionescausalesconcretaspero no

generalizacioneslegaliformes,esoquieredecirqueenhistoriano hayinducciónmatemática

(o sea,deducción)perono quenosirvael conceptodecausapues,por muchoquelasteorías

sean deductivas,las explicacionescausalesnunca lo son (o al menos nunca lo son

totalmente).Si bien hay una diferenciaesencialentre el conocimientoque tenemosde la

historiay el conocimientoque tenemosde la naturaleza,la diferenciaen cuantoal tipo de

explicacióncausalqueentraen juegoen cadaconocimientosólo lo esde gradoya quelas

explicacionestienenquever con fenómenosconcretos.Dicho de otro modo:en historia,la

probabilidadconla quesepuedeafirmarun causaesmuchomenorqueenfísica justamente

por las característicasnarrativasdel conocimientohistórico y no por las peculiaridadesde

una presunta causalidad histórica.

En realidad,la exigenciapor partede los humeanosde generalizacionesparareconocerla

existencia de causas es una forma de negar que haya en absoluto causas como, por otra parte,

Russellafirmó a las claras.Del mismomodo,unade las basesdel modelode Popper,si no

su característicaprincipal,esqueningúnprocedimientoinductivobastaparaestableceruna

generalizaciónválida. El escepticismo,por tanto, se traslada a la verificación de la

generalizaciónen vez de afirmarsedirectamentede la incongruenciade la nociónde causa

como en Hume pero, en esencia, se basa en un deductivismo muy similar. Para Mcintyre, por

el contrario,identificarunacausano espor reglageneralidentificarunacondiciónnecesaria

y suficiente,ya que el hechode que unacausaproduzcaun efectodeterminadonadadice

sobre cómo puede producirse en general este efecto.

En su propuestade un conceptode causaalternativoMcintyre recurrea un razonamiento

muy cercanoal que hemosmantenidorespetoa la índole constitutiva de la estructura

contexto-accidenteen la descripciónhistóricasignificativa.Lo importantede la noción de

causaes que marca una diferencia respectoa cierto estadode cosasque, de no haber

mediado esta particular intervención causal, habría producido algún resultado distinto:

Una causaesaquelloquehaceun resultadocualquiera diferentedel quehabríasido en otro caso(...)

Los agentesque intervienenen el mundo−trátesede nubesde gasen movimientodentrode sistemas

planetarioso deaguadelluvia cayendosobregranito− no seencuentransóloconcadenascausalessino

tambiéncon órdenescausales.Entiendopor ordencausalun conjuntointerrelacionadode elementos,

comoun sistemaplanetarioo unaestructuracristalinao sistemaseducativosdealgúngénerodondelas

63

relaciones entre estos elementos sólo pueden formularse en los términos de algún tipo de

generalización139.

Porun lado,la nocióndecausaestáradicalmenteasociadaa la deexplicaciónquedistingue

entre las intervencionescausalesy el orden causalpreexistenteen el que se producela

intervención;por otro, las explicacionesen las cienciashistóricasno son deductivassino

jerárquicas.

Mcintyre se da cuentainmediatamentede que, así las cosas,el problemaes que “lo que

tomamospor causaintervinientey lo quetomamospor regularidadesencursodela situación

de fondo dependerá de algún otro criterio. En todas las disciplinas históricas tal criterio viene

dadopor lo queerigimosen temade nuestranarraciónhistórica”140. En historiografíaese

criterio esparticularmentepolémico.Lo importanteno essi cierto contextoespertinenteo

no, sinoqueparaun mismoacontecimientola eleccióndel objetodeestudiodeterminarála

regularidadsobrela queserecortanlos hechosrelevantes.Si bien en todacienciahistórica

como, por ejemplo, la medicinaesta indeterminaciónes importante,en historiografíaes

crucial. Dado que en historia no podemos“reducir” mecánicamenteciertos fenómenosa

otros(hormigasa células,estasa moléculasy estasa átomos)el puntode vista de nuestra

narraciónesestructuralmentediscutible.Lasperspectivasno secomplementany la elección

deciertalíneade investigaciónafectaa la posibilidaddeconocermejoro peorun fenómeno

y no sólo al hecho de conocer distintas propiedades.

Recuperemos ahora la discusión sobre las causas de la guerra mundial:

La tesis marxista que los pluralistastanto han vituperadopuedeentenderseahoracomo sigue. La

cuestiónmásacucianteal abordarla guerramundialno es:¿cuálesfueronlas causasde la guerra?Es:

¿porquétodoslos esfuerzosparaconjurarunagranguerraeuropeafracasaronen el último momento?

Los marxistasno consideranque causarala guerrauna intervenciónagresivaexternaqueda al traste

conunordenpreexistente;venun ordenestablepreexistentequetiendepor supropiadinámicahaciala

guerra de modo que ninguna causa pacificadora pueda intervenir para evitarla141.

En efecto, como veremos, la estrategiade los historiadoresmarxistas es típicamente

reconstruirla narraciónen un nivel contextualelevadoantesque buscarcontinuamente

“causas”superioresde fenómenosaccidentales.Por retomarel ejemplode la crisis asiática,

lo que ha sido interesante para los marxistas es comprobar hasta qué punto fueron inútiles los

esfuerzosdel FMI y el BM por controlarla crisis y cómoexisteun ordencontextualque

“explica” la aparicióndeesetipo decrisis.Evidentementeunaposibleobjeciónal marxismo

139 Ibid. p. 66.140 Ibid. p. 69. Searle plantea una tesis similar aunque en términos de estructura causal, loc. cit. 141 Ibid., p. 71.

64

esquela elecciónde“ese” nivel denarraciónenvezdeotroaúnmásestructural(comoenel

casode Braudel)es arbitraria.Es absolutamentefundamentalcomprenderbien estepaso

paracuandoabordemoslas diferenciasentre Marx y Polanyi.No obstante,hay queseñalar

ya que la respuestamarxistadeberíaconsistir en recordarque la elecciónde su punto de

vista dependede una discusiónmeatempíricaque, al menosen su opinión, es de índole

teórica.En esesentidolos marxistashan aceptadoun “programade investigación”142 bien

definido que les indica dondebuscarpero no qué buscar,el marxismoen historia tiene

mucho de apuesta y eso con independencia de su validez formal como teoría e, incluso, de su

verdad como teoría tras su verificación empírica.

Repasemosel razonamientoque hemos seguido. Hemos visto que en historiografía

llamamos causa no tanto a lo que sucedió “antes de” cómo a una intervención sobre un orden

preexistentequecambiael rumbodeacontecimientos.Desdeluegoestorestringebastantela

posibilidaddehablardecausasenhistoria(frenteal pluralismo)puesexigela identificación

con ciertaexactitudde un contextoprevio (por esola nociónde causatienemáspesosi se

consideraunatradiciónde investigacionesen vez deunainvestigaciónconcreta).La mayor

parte de este tipo de trasfondos que podemos aceptar con cierto consenso son

extraordinariamenteresistentesal cambio.En palabrasde Braudel,“todas las existencias,

todaslasexperiencias,sonprisionerasdeunaenvolturademasiadogruesaparaserrotadeun

sologolpe;límite depoderdeun utillaje quesólopermiteciertosmovimientos,por no decir

ciertas reacciones o innovaciones metodológicas”143.

Por otra parte,hemosvisto que estanoción de causaes perfectamentelegítima y en todo

similar a la queseusaencienciao, al menos,enciertasramasdela ciencia144. La diferencia

esenciales que en historia no hay ningún criterio interno a la propia disciplina para

establecerqué son regularidadesen cursoy qué causasintervinientes;aunqueel dominio

estructuralimplica una regularidadpara acontecimientosmenosresistentesal cambio, lo

estudiamoscomoespecificidady no comogeneralidady, por tanto,dicepocodesdeel punto

devistadelos eventos.Sin embargo,hemosvistoquela nocióndeordenpreexistenteera,en

142 Hastadondeyo sé la expresiónpertenecea Lakatosque,en cualquiercaso,es quien la ha popularizadocomo una especiede tercera vía entre Poppery Kuhn (cf. I. Lakatos, La crítica y la metodologíadeprogramas científicos de investigación, Valencia: Teorema,1981). Evidentementeaquí el conceptodeprogramade investigacióntiene un sentidomuy diferenteal que Lakatospone en juego puesse aplica adisciplinas no científicas.143 F. Braudel, La historia y las ciencias sociales, op. cit. p. 52.144 Creoqueel modelodecausalidadqueplanteaMcintyre puedeconsiderarseparadigmáticoya seaenestaoen formulacionesparalelas.Así, un autor tan distinto como GustavoBueno hace un planteamientomuysimilar: tambiénparaél unaideade causano metafísica(causasui) o insignificante(merasecuencia)implicauna diferencia respecto a una identidad previa. Cf. G. Bueno, “Causalidad” en Román Teyes (ed.),Terminologíacientífico–social, Barcelona:Anthropos,1988,72-80y J. B. Fuentes,“Nota sobrela causalidadapotética a la escala psicológica”, El basilisco 1, septiembre-octubre, 1989, p. 57.

65

general,constitutivadel tipo de objetodeestudiode la historiografía,con independenciade

queseao no causalmentesignificativa en cadaunade las investigacioneshistoriográficas

concretas.En estesentidoAlthusserentendióperfectamenteque la ideade acontecimiento

históricamenterelevanteteníaquever con la diferenciaqueintroducedichoacontecimiento

respectoa unaidentidadprevia:“Un hechohistóricoesel queproduceunamutaciónen las

relacionesestructuralesexistentes”145. No obstante,comoseñalócon notableprecisiónPerry

Anderson146, Althusser no consigueresolver el problemaporque concibe las relaciones

estructuralesdemasiadoal margende la elección del historiador.La caracterizaciónde

Althussersólo sirve para aquelloshechosrelacionadoscon las estructurasentendidasen

sentido sustantivoantesque lógico. Aun al margende que estemosde acuerdoen la

importancia fundamental de esas instancias de sentido, lo que aquí intentamos es

comprenderla sintaxisde las regularidadesen historiacon independenciade su naturaleza

específica,es decir, sin importar si se trata de una trama intelectual,una biografía o un

procesosecular.Es por eso que hemospreferidoexpresarla idea de identidadprevia en

términosdiscursivosde“contexto” o de“reglasdejuego”. No obstante,la tesisdeAlthusser

esdeutilidad paraplantearnosla cuestióndesi existealgunamaneradeestablecerla distinta

importanciade lascausasteniendoencuentaquela diferenciacontexto-accidenteestádada

por el objeto de estudio propio de la historiografía.

Llegadosa este puntohemosrecorridoel argumentoen todasu circularidady sólo queda

recurrir a una argumentaciónad hominem. Es decir, hemosvisto cómo el historiador

seleccionaun objetode estudioen virtud de su mero interésintelectual,unavez hechaesa

elecciónel fenómenoa investigarse le presentacomo dado (ya que los acontecimientos

realessonlos mismosparacualquiercortegnoseológicoqueserefieraa ellos)y, por tanto,

podráconsiderarlas conexionescon otroscortesposiblessi bien, en principio, seránmero

contextosin interéso meraanécdotasin interés.Efectivamente,hemosvisto quese podía

recurrir causalmenteal interésdel contextopara resolveralgún enigmapero la situación

subsiguientevolvía a sernarrativay sóloen la reconstruccióndela polémicaseobservaban

los vínculos causales.

Así las cosas,sólo quedamostrarquede forma recurrentebuenapartede los historiadores

han tendido a considerarque cierto nivel que parecíacontextualera, en realidad,muy

significativo.Estosignificaríatambiénquesehaproducidoun progresivoacuerdosobrequé

escontextoy quéanécdotaparadistintoscamposdeestudio.Si estoesasí,sepodráafirmar145 L. Althusser, Para leer El Capital, Mexico: Siglo XXI, 1973, p. 112.146 Cf. P. Anderson,Teoría,política e historia. Un debatecon E. P. Thompson, Madrid: Siglo XXI, 1985,p.15.

66

quedicho contextorecurrenteen la historiografíaacadémicatieneunagraneficaciacausal

encuantomecanismopararesolverenigmas.Mostraralgoasísignifica tambiénexponerlas

razonespor lasqueel procesocontrario(la proliferaciónde investigaciones“coyunturales”)

ha sido un fenómeno de muy distinto signo.

67

III. Los progresos de la historiografía

La argumentacióndel capítuloanteriorexplica,entreotrascosas,por quéquienesniegansin

másmaticesla causalidadenhistoriaenvirtud deun esquemahumeanotiendena pensaren

una noción de causaeficiente y adecuadatípica (literalmente)de la mirada divina que

observa y entiende los objetos reales en su pureza, sin mediacionesepistémicas.

Precisamentelos argumentos de Mcintyre apuntan a la necesidad de buscar una

jerarquizacióndelascausasenfuncióndelconocimientohistóricoefectivoy nodeunalarga

cadenadel ser.Así, segúnsuspropiaspalabras,el modelode causalidadquedefiendeesel

queestaríapresenteenla escueladeAnnales, concretamenteenBraudely PierreVilar147. En

realidadresultasignificativo que historiadoresy filósofos de muy distinto signo (incluido

PaulVeyne)coincidanen considerarquealgo importantesucedióen la antiguaescuelade

Annales148. El adjetivo “antigua” pretendesubrayarque no me interesalo más mínimo

discutirsobresi susherederoshansidofielesal espírituoriginal o, comoafirmaFontana,se

han dejadoenredarpor una excesivaatencióna las modasintelectuales.Lo que resulta

interesanteparael profanoes que la mayoríade los historiadoresconsiderael trabajode

Bloch o Febvrecomo un paradigma(o sea,un buen ejemplo) de lo que hoy llamamos

cabalmenteel oficio del historiador.Esono suponeningúndeméritoparaMenéndezPelayo,

Herdero Tucídides149 perosí quieredecirquehayalgoen la obradeBloch y Febvrequeha

sido progresivay polémicamenteaceptadocomoconstitutivode la disciplina.Creoqueese

“algo” es justamente el hecho de haber identificado, de forma metodológicamente

satisfactoria,un escenariogeneraldela empresahistoriográficaque,por un lado, liberó una

147 Op. cit. p. 73.148 Véase,en general,P. Burke, La revoluciónhistoriográfica francesa.La escuelade Annales:1929-1989,Barcelona:Gedisa,1993.Deberíaserevidentequetomola escueladeAnnalesmeramentea mododeejemplocasi unánimementereconocido.En realidad,para dar cuentade estatransformacióncasi valdría cualquierescuelay no me importa reconocerquesientounaparticulardebilidadpor la historiografíamarxistainglesa.Parauna comparaciónque resaltalas muchascoincidenciasentreAnnalesy los anglosajonesvéaseC. A.Aguirre, “Convergencias y divergencias entre los Annales de 1929 a 1968 y el marxismo”, loc. cit.149 Si se prefiere un ejemplo contemporáneo, cabe contraponer la historia académica y el periodismo.

68

gran cantidadde nuevasinvestigacionesposiblespara los historiadoresy, por otro, abrió

paso a una mejor comprensiónde aquellosacontecimientosdeficientementeexplicados.

Evidentementeeseescenario,como cualquierotro componentede la historiografía,no se

expresaen un puñadode proposicionesdefinidassino que estácompuestopor un vago

marcoconvencionalque,precisamentepor su ubicuidad,tiendea no destacar.Consisteen

una especie de acuerdo tácito para expurgar del escenario académico “líneas de

investigación”, por llamarlas de algún modo, como la que ejemplifica un tanto

histriónicamenteesta “Nota Importante” que el editor anteponeen 1953 a la edición

española de los Ensayos de Tayne:

Hipólito Tayne,uno de los críticos literariosy de artemásadmirablesde Francia,carecióde ideas

religiosas.Su racionalismoera explicableen su épocay en su país,envueltospor completoen la

atmósferadeletéreadel enciclopedismodecadentey dela razóndelicada.Porello convieneadvertira

sus lectores que sus referenciasa ideales, a ideas, a estimacionesde religión católica son

absolutamenteerróneasy que, por ello, cualquier espíritu ortodoxo no debe darles la menor

trascendencia,valorándolas en pura relación de la personalísimaactitud del gran crítico

racionalista150.

No se trata sólo de que existaun consensoacadémicogeneralizadosobrelo queen rigor

pertenecea la historia–por supuestono me refiero a los acontecimientosconcretossino al

tipo de asuntosque interesanal historiador151– sino de que eseconsensoha dado como

resultadoun conocimientomás profundo del pasado.En el artículo “¿Ha progresadola

historia?” el historiador Eric Hobsbawm escribe:

Siguesiendocierto que la historia se ha alejadode la descripcióny la narrativaparaacercarseal

análisis y la explicación; ha dejado de concentrarseen lo singular e individual a favor de la

determinaciónde regularidadesy la generalización(...) ¿Todoestoconstituyeun progreso ? Sí, un

progresomodesto(...) Ya he dicho que estono puedeagotarlas actividadesde los historiadores.

Tambiéndeberíaserobvio quela historiano puedesubsumirsebajoel título dealgunaotradisciplina

proyectadasobreel pasadocomo,por ejemplo,la sociologíahistóricao la biologíasocial.Es y tiene

que ser sui generis y, en este sentido, los reaccionarios históricos tienen razón”152.

150 H. A. Tayne, Ensayos de crítica histórica, Madrid: Aguilar, 1953.151 En estesentido,resultamuy interesantela entrevistaaJ. Fontanasobrela polémicaacercadela enseñanazadela historiaenEl País, domingo2 dejulio de2000.Fontanavienea decirquela Academiadela Historiaseencuentratotalmenteal margende los interesesacadémicosestándarde la historiografíaactualy vive sumidaen pseudo-problemas decimonónicos.152 E. Hobsbawm,Sobre la historia, Barcelona:Crítica, 1998, p. 77. Quienesacusana Hobsbawmdeconservadourismoepistémico,seolvidan dequeesel autordeobrascomoBandidoso Rebeldesprimitivosyque las escribióen una épocaen la queocuparsede esetipo de temas“marginales”no eraprecisamenteunbuen negocio académico.

69

Así, a pesarde que Hobsbawmaceptaque “todo estudio histórico entrañahacer una

selección”y que “no hay un criterio generalpara hacerdicha selección”153, cree que la

historiografía profesional ha estado moviéndoseen cierta dirección por pura inercia

científica, esadirección es justamentela de una empresaque, muy insatisfactoriamente,

podemosrelacionar con un proyecto materialista:“Si digo que esa tendencia,que ha

continuadoprogresandode modo inexorable, era general, no es debido a que quiera

minimizar la influenciaespecíficade Marx y el marxismoen ella. Lo quetrato de haceres

másbien mostrarquela historiografíahaestadomoviéndoseen ciertadireccióna lo largo

de un periodo de varias generaciones,con independenciade la ideología de quienesla

cultivan, y –lo más significativo– contra la resistenciafortísima e institucionalmente

arraigada de los profesionales de la historia”154.

Esdecir,paraHobsbawmno estantoquelos historiadoreshayanido decantandosu interés

por la historia materialistasino que, a pesarde la variedadde intereses,a pesarde la

multiplicación de objetosde estudio,se han visto obligadospor la propia lógica de la

disciplina a practicar historia materialista (más que materialismo histórico) tanto si

estudiabanlas tendenciasheréticasde un párrocobretóncomo si estudiabanla inflación.

Evidentementeesalógicainternaesmeramenteretóricay significaque,encadaencrucijada,

el desvíocercanoa un marcoconceptualqueintuitivamentepodemosllamar“materialismo”

ha resultadomás fructífero y verosímil, ha redundadoen un conocimientomás“valioso”

desdealgún punto de vista que otras eleccionesposibles.Por expresarlomedianteuna

máximacontundente:“la historiade la disciplinaqueinvestigael pasadoesunahistoriade

convergencia y no de separación”155.

Así pues,creo que Hobsbawmha identificado correctamenteuna cierta dirección de la

historiografía moderna que la antigua escuelade Annales ejemplifica y que ha ido

impregnandodesdelos manualesescolaresde historiahastalas discusionesmásesotéricas.

Es útil tomar como ejemplo Annalesporqueparecemenosmarcadaideológicamenteque

otrasopciones.Sin embargo,tal vezel paradigmadeprogramadeinvestigacióncomúnsean

loshistoriadoresmarxistasanglosajones,no tantoensutrabajodentrodel PartidoComunista

ingléscomoen su aperturaal restode la academiacon la fundaciónen 1952de la revista

Past and Present156. En estesentido,Richard Johnsonha habladode una “estructurade

153 Ibid. p. 73.154 Ibid. p. 75.155 Ibid. p. 9. 156 Aunquela fundaciónde la revistacorrió a cargode clásicosdel marxismobritánicocomoDobb, Hilton,Hill, Morris o el propioHobsbawmsiemprecontóconautoresajenosa estatradicióncomoLawrenceStone.Un análisismuy completode esteasuntoapareceen H. J. Kaye, Los historiadoresmarxistasbritánicos,Zaragoza: Prensas Universitarias de la Universidad de Zaragoza, 1989, pp. 15 y ss.

70

sentimiento”parareferirsea unaconvergenciasimilar a la queHobsbawmmencionaen el

trabajoconjuntode autoresqueno sólo va másallá de la ideaconvencionalde historiador

marxistasino incluso del oficio de historiador157: ademásde Hilton, Hill, Hobsbawmo

ThompsonhayquecontarconBriggs,Hoggart,Genoveseo inclusoRaymondWilliams. De

hechola ideade structure of feeling perteneceal propioWilliams quela entiendecomouna

comunidadintelectual imprecisa,de algún modo “disuelta” en el medioambientesocial,

frente a otras influencias más conspicuas158. La caracterizaciónde Williams recoge,

posiblementecon mayor elegancia,la idea de programade investigacióncomouno de los

criterios metateóricosimportantesen historia. En cualquier caso, lo que Hobsbawm

planteabaacertadamenteerala ideadequela historiografíaal completosehabíaembarcado

en un programade investigaciónde largo alcanceque, vagamente,podíamoscalificar de

materialistay quedeningúnmodoserestringeal materialismohistóricoo a la historiografía

marxista.En realidadya Peircehabíaplanteadouna idea similar respectoa la cienciaen

general:“Empiezaa ser un imposibleque un hombrepenetreen el pensamientocientífico

actual y no tenga tendenciasmaterialistas”159. Evidentemente,esta comprensióndel

materialismocomoel esfuerzofilosófico por acallarnuestranaturaltendenciaa la metafísica

y dejar hablar al conocimiento160 no equivalea la idea de materialismocomo estrategia

metateórica de la historiografía, si bien tal vez tengan algún punto de contacto.

Centrémonos,de momento,en cómo la propuesta“materialista” en historiografíapuede

significar dos cosas bien distintas.

En primer lugar, es cierto que se ha establecidocon cierto rigor visiones generalesde

grandesconjuntosde fenómenosmuy diferentes,algoasícomometarrelatos empíricamente

fundados,mapasvagosde regularidadesparticularmentepersistentes.Creoqueestetipo de

narracionesde segundogrado–esasqueleemosen los manuales,con las quenadieestáde

acuerdopero casi nadie afirma que son falsas–son algo así como la explicitación del

proyectode investigacióngeneralde la historiografíamoderna.Anteshacíamosreferenciaa

las posiblesdiferenciasentrelos conceptoshistóricosdeun usuarionormaly de un usuario

experto. En realidad, veíamos,no hay una diferencia esencialentre las elaboraciones

académicasy las cotidianas,tan sólo los separasu cargagnoseológica.Si bien las agrias

discusionesde los medievalistas,punto por punto, hacenmás que dudosoque se pueda

hablar de la Edad Media, no son óbice para que exista una instanciaretórica de grado

superiorenla queseconjuganesasdiferencias.Estosignificaríaaproximadamentequeseha157 Cf. R. Johnson,“Culture andtheHistorians”en J. Clarke,C. Critchery R. Johnson(eds.),Working-ClassCulture. Studies in History and Theory, Londres: Hutchinson, 1979.158 R. Williams, Marxism and Literature, Oxford: Oxford University Press, 1977, pp. 133-134159 Ch. S. Peirce, El hombre, un signo, Barcelona: Crítica, 1988, p. 86. 160 Este es, en esencia, el planteamiento de C. Férnandez Liria, El materialismo, Madrid: Síntesis, 1998.

71

aceptadoquela historiaestructuraltieneunapotenciadiscursivaquetrasciendela de mero

objetode estudiojunto a otros:si bien epistémicamentelas tesisdeWallerstein, Braudelo

Blochsonenormementediscutibles,quedadeellasun vagoconjuntodenotas(máso menos

polémicas),unaseriede límites que la academiaacepta.Sonmuchoslos historiadoresque

reivindican, con razón, la necesidadde una visión de conjunto que no se corresponde

exactamentecon ninguna investigación concreta. Bien, pues ese impreciso escenario

intelectualde la historiografía,inevitablementecercanoa la filosofía de la historia,es hoy

esoqueHobsbawmllama materialismo.De hecho,sepodríaentenderesteconsensocomo

la sustitución de las tesis de filosofía de la historia que orientabanel pensamiento

historiográfico típicamente ilustrado y agustiniano por metarrelatos inmanentes

empíricamenteinformados. Así, la tesis de la índole materialista de la historiografía

académicacontemporáneapuedeentenderse(aunquepodríaaducirsequeno esasícomolo

ve Hobsbawm)comoun antídotometateóricofrentea los dispositivosonto-teológicosde la

filosofía de la historia moderna. En efecto, el requisito de ser una cosmovisión

empíricamenteinformada hace que sea estructuralmentecontingente y plenamente

susceptiblede ser sustituida por otras estrategiasque se considerenmás adecuadaso

interesantes y, por tanto, refractaria a intentos de utilización como arma legitimatoria161.

Así pues,creo que hablarhoy de historiografíamaterialistaes,en términosgenerales,tan

tautológicocomolo eshablardecienciamaterialista(aunque,enprincipio, por razonesbien

distintas).Ahora bien, lo que en realidadnos interesaaquí respectoa la argumentación

anterioresestablecerno tantosi hahabidounaciertaconvergenciaenla concepcióndeesta

empresaintelectualo, másexactamente,desusprogramasdeinvestigación, comoaveriguar

en qué medidaesaconvergenciaha afectadoa cadaobjeto de estudio.Es decir, debemos

analizarla posibilidaddequeparacadatramaestudiada(de los procesossecularesa la mera

biografía)sehayaproducidounauniformizaciónde ciertascaracterísticasdefinitoriasde lo

que forma partedel contextode normalidadde cadainvestigaciónconcreta.Ni que decir

tiene que la academiaal completoclamaríaal cielo anteuna afirmación tal y recordaría

infinidad deestudiossobrelo simbólico,lo religioso,la historiaoral, la historiadesdeabajo,

delasmujeres,delos esclavos,dela vida privada,de los urinarios,dela técnica,etc.Quien

así pienseni siquieraha empezadoa entenderlo que aquí estáen juego. Porquelo que

resultaevidenteesquela inmensamayoríade lasinvestigacionesdelas“mentalidades”,por

ponerun ejemploparticularmentecacareado,andanmuy cercade lo quela mayoríade los161 Estosignifica quelas tesisde Lyotard en La condiciónpostmodernaeranclaramenteexcesivas.Paraunaversiónmásmatizadade la función legitimatoriadel relato histórico véaseJ. F. Lyotard, “Apostilla a losrelatos”,enLa postmodernidad(explicadaa los niños), Barcelona:Gedisa,1984,pp. 27-33.Tambiénafecta,aunquesin dudade distinto modo,a la argumentaciónde Foucaulten Genealogíadel racismo, Madrid: Lapiqueta, 1992, cap. 4.

72

filósofos calificarían sin ambagesde materialismovulgar. Esta es tambiénla opinión de

Hobsbawm:

Se puededecir sin temor a equivocarseque hacemedio siglo, al menosen Gran Bretaña,sólo un

historiadormarxistasehubieraatrevidoa sugerirque lo que mejor explica la aparicióndel concepto

teológicodepurgatorioenla EdadMediaeuropeaesquela economíadela Iglesiadejódedependerde

las donacionesde un númeroreducidode noblesricos y poderososy pasóa dependerde una base

financiera más amplia. Sin embargo,¿quiéncalificaría de seguidor ideológico, y todavía menos

político, o simpatizantede Marx al eminentemedievalistade Oxford sir RichardSoutherno a Jaques

Le Goff, cuyo libro reseñó el primero, de acuerdo con estos criterios, en la década de los ochenta?”162.

Resultacuriosocómo la tradición marxistaha dedicadomiles de páginasa los problemas

que entraña el determinismoeconómico, a establecercomo se podría otorgar cierta

importancia a la producción sin negarla a otros ámbitos socialespara que finalmente

historiadoresmuy alejadosdel “determinismo” no tengademasiadopudor en explicar la

ansiedadde los jóvenesflorentinosdel siglo XIV comoel resultadode la combinaciónde

una inflación seculary las antiguasleyes de dote. Cuandouno observalos enrevesados

vericuetosque recorreBajtin163 para que la determinaciónde la economíano determine

demasiado, resulta fascinante con qué despreocupaciónlos postmodernos hacen

afirmacionesquea un severointérpretede la segundainternacionalle hubieranparecidoun

tantorígidas.En suma,la mayoríade los contraejemplosde investigacioneshistóricas“no

materialistas”encajanradicalmentecon lo que Hobsbawmha definido como tendencia

materialistay, másbien,seoponeno biena formasmuy burdas(y, sobretodo,antiguas)de

funcionalismo economicistao bien a investigacionesmuy especializadasde historia

económica.Estoúltimo, precisamente,por los argumentosanteriores,no esdeningúnmodo

una “oposición”.

Ahora bien, lo que nos interesaaquí no es tanto dar cuentade estacuestiónde hecho(el

materialismode la historiografíacontemporánea)cuantoanalizarsi existealgúnmecanismo

propio del discursohistórico que propicie o refuerceesta tendencia.Es decir, hay que

analizar si, al margen del programade investigaciónen el que consideroque se han

embarcadomayoritariamentelas cienciassocialesincluso a pesarde sus declaraciones

programáticasexplícitas,hay algo en la estructuragnoseológicade los discursoshistóricos

(¡no en las res gestaemismas!) que favorezcaesta dirección. Esto significaría que la

comprensiónintuitivamentematerialistadela historia(opuestaal “idealismo”) tendríaalgún

162 E. Hobsbawm,Sobre la historia, op. cit. p. 10. El libro reseñadode Le Goff es El nacimientodelpurgatorio.163 Cf. V. N. Voloshinov(seudónimo),El marxismoy la filosofíadel lenguaje, Madrid:Alianza,1992.El textose suele atribuir a Bajtin.

73

punto de contactocon una visión técnicadel materialismocomo esfuerzofilosófico por

oponerseal festejodela ignorancia,enun sentidoqueanteshemosmencionadoy queCarlos

Fernández Liria ha analizado con mucha precisión.

Lo que tiene que estarclaro es que,por definición, no puedehaberningunanecesidadde

narrarla historiaal modomaterialista(repito,estoequivalea “al modocontemporáneo”).Ni

siquiera, y esto es lo importante, hay ninguna necesidaddado un interés puramente

cognoscitivoya que,aúntrasestaprimeraconstricción,los puntosde vista del investigador

respectode las res gestaesiguen siendo múltiples. Sin embargo,el hecho de que la

estructuradescriptivasignificativadela historiografíaimpliqueunaidentidadpreviasobrela

queaquellaserecortapuedeconllevarun mecanismode“refuerzo” deaquelloscontextosde

mayor potenciaepistémicapues, como hemosvisto, estospuedencontribuir a resolver

aquellaszonasoscurasdela tramahistórica,estoes,constituyenla explicaciónhistórica.En

realidad,estaes una forma un tanto rimbombantede decir que la mejor forma de conocer

muchosacontecimientosmisteriososdenuestravida cotidiana(esdecir,allí dondeno media

ni un teoremani un laboratorio)no sueleser buscarlas intencionesde los agentes,o la

moralidad de sus acciones sino el horizonte de normalidad material sobre el que se recortan e

inciden.

Historiadoresy científicos socialeshan reconocidocómo aspectosmuy distintos de su

comprensióndelasaccionesdelhombreengranabanmuybienconsu“sustento”,por utilizar

unaexpresiónquehahechocélebreKarl Polanyi.Bien esciertoquela cosano tienemayor

misterio:sencillamentelos hombresquerezan,luchan,intercambianobjetos,seenriquecen,

viajan o escribense las tienenque ingeniaral mismo tiempoparallenar el estómago.Por

eso,esevidentequelasformasmediantelasqueel hombreseprocurasusustentono sonun

mal escenariogeneralde la historia,aunqueen ningúncasose puedenegarque,de algún

modo,esun escenarioarbitrario.La ventajadeestaperspectivamáso menos“materialista”

consisteen queno estádadoqueel hombresubsistapero,sobretodo,no estádadoen qué

consistesubsistirpor lo queadmiteunagradacióncasitanampliacomolos distintosobjetos

de estudioque dicho sustentocontextualiza.Esto implica que por muy vago que seaeste

telónde fondoen generalestá(o puedeestar)historiográficamenteinformadoen particular.

Sin dudasubsistiren unacoloniaartísticade NuevaInglaterrano tienedemasiadoquever

consubsistirenun gulagsiberiano.Sin embargo,hayun ciertoparecidode familia evidente

derivadode que en amboscasosla subsistenciacumpleuna función epistémicaanáloga,

constituyeun buentransfondodenormalidad–untelóndefondoverosímily empíricamente

falsable–paramultitud de investigaciones(seael régimendisciplinario o las expresiones

literarias) frente a otros contextos posibles e interesantes pero más limitados.

74

En consecuencia,¿quesignificaría“narrar la historiaal modomaterialista”?Puesnadamás

que privilegiar aquellosenfoquescuyo contexto de normalidadseael del “sustentodel

hombre”,por usarla expresióndePolanyi.Es decir,no tantoelegir comoobjetode estudio

el “sustentodel hombre”comocentrarseen aquellastramasqueserecortensobreesetelón

de fondo en vez de sobreotros. A pesarde lo que puedaparecerse trata de una tesis

problemáticaya que dependiendode que el historiadorelija uno u otro objeto de estudio

variará su contexto. Hay que recordarque lo que hemosdefinido como “contexto de

normalidad” es una característicasintáctica de cualquier descripción o explicación

historiográficay no un cierto nivel de explicacióno un conjuntode elementossustantivos.

Como hemos visto, es una característicade gran importancia porque determinarála

posibilidad de incidencia causal (no legaliforme) entre fenómenosy, por tanto, de

explicación de aquello que no se siga de suyo en cierta secuencia de acontecimientos.

Unaformacuriosa(y espuria)deprobarhastaquépuntolos historiadoreshanido aceptando

queel contextodenormalidaddesuestudioesciertanocióndematerialidadbastantegrosera

seríamostrarcómoseesfuerzanendemostrarla independenciadesusrespectivosobjetosde

estudiorespectodela economía.Lo queestoquieredeciresqueconsideranqueel contexto

quepodríaser(aunqueno es)eficazsobrela narraciónhistóricaesjustamentela economía.

Porsupuestohay un sofismaen esteargumento:del hechode quenieguenquela economía

tengainfluenciaensuobjetodeestudiono sesiguequeconsiderenqueesel únicoelemento

contextualquepodríatenereficacia.Sin embargo,a pesarde la trampalógica, creoqueel

argumento saca a la luz hasta qué punto ha variado el ambiente intelectual de la

historiografía, hasta qué punto no es ya el de Menéndez Pelayo.

SegúnMarx los hombreshoy acudenal mercadocomoenla EdadMediaacudíana la iglesia

o enGreciaal ágora,peroni el mercadoni el ágorani la iglesiasecomen164. La aceptación

deestatesisdeaparienciatan inocenteimplica queseacualseael objetodenuestroestudio

histórico tendremosque dejar lugar paraque los hombrescoman.Y los historiadoreshan

mostradocon su trabajo que esa forma de procederes un excelentemétodo que ha

transformado la historiografía.

No hacetantotiempo,sencillamentenadiepensabaenestostérminos.Establecerel contexto

es ya determinarqué puede alterar la narración, o sea, qué nivel puede llegar a ser

significativoaunquedehechono intervenga.Cuandoahoraestudiamosa lasreinasregentes

burgundiassin duda una parte importante del contexto es, como siempre, el de las

genealogíasde reyesy cómoa causade la muertede susmaridosen gloriosabatallaestas

mujeresllegarona reinar.Perolo característicodesdehaceun siglo es que en la inmensa

164 Cf. K. Marx, El capital, Madrid: Siglo XXI, 1984, Libro I, vol 1, p. 100, nota 33.

75

mayoríadelos casossehaescogidoun puntodevistacercanoal contexto“material”. Buena

partede los historiadores,sin importar sus interesesinvestigadores,han entendidoque el

reinado de las reinas burgundiassólo se recorta significativamentesobre un fondo de

normalidadque incluya sus “medios de subsistencia”,por expresarlocon una fórmula

particularmenteincómoda.Aún más,creoquela razóndeesteinteréspor enfocarsuestudio

de modo tal que incluya un cierta dimensión “económica” implica el reconocimiento

implícito dequeesecontextoen concretotieneunaeficaciacausalen el sentidoquehemos

establecido: una potencia explicativa muy grande.

Por supuesto,los límites de la explicaciónhistórica obligan a rechazarcualquier tipo de

relaciónnecesariaentreel contexto“material” y cualesquieraobjetosde estudio.Aquí sólo

planteamos,con argumentoscasi ostensivos,que estaforma de procederha dadomejores

resultadosepistémicosperono que estosseantodoslos resultadosposibleso interesantes.

Cuandoabordamosel expresionismoabstractodesdeel puntode vista del mercadodel arte

tal vez ya no resultaanecdóticoquela CIA financiasea los epígonosde Pollok en Moscú.

Esto no deslegitimabajo ningún conceptootrasaproximacionesa la historia del arte del

siglo XX, por ejemplo,estéticas,en las que el contextopuedeser las precomprensiones

filosóficas que dieron lugar a la recepcióndel vanguardismoeuropeopor las corrientes

pictóricasnorteamericanas.Lo queocurreesqueel primer enfoquetieneunagranpotencia

en la medida en que dispara conexionescausalesascendentesgnoseológicamentemuy

poderosaspor su estabilidady extensión(en estecaso,por ejemplo,ciertasinterrelaciones

entre estado,capital y medios de comunicación),permite una multiplicidad de nuevas

narracionesen otrosnivelesy unajerarquizacióncausalcoherente.Si nosenfrentamosa la

vida deun parado–el hechode quehablemosde la vida deun paradoy no, por ejemplo,de

un jovensolteroen2001,estableceya un contextodeterminado–estamosencondicionesde

remontarnosa narracionesdeordensuperiora pocoqueestemosdispuestosa no entender, a

poco que estemosdispuestosa preguntarcon aire de perplejidad.Pero, ¿por qué no

trabaja? ¿Esun vago?¿Acasole sobrael dinero?Obsérvesequesi estudiamosa un joven

soltero,anecdóticamenteen paro,las preguntasdel estilo ¿porquéno secasa,por ejemplo,

consuhermana?,¿oconsumadre?,¿porquévagadesesperadopordiscotecasdeextrarradio

buscandonovia?No disparanlasmismacadenadeexplicacionescuandonosremitimosa la

“prohibición del incesto”.No pretendodiscutir si lasexplicacionesde los etnólogossobreel

incestoson válidas o no; sencillamentecreo que hay una diferenciaobvia entre nuestro

conocimientosobreun asuntoy otro. Tampocohay ningunarazón para que la primera

preguntaseamásesencialquelassegundasperoa lo largodeestesiglo hemoscomprobado

quelas respuestasa la primeraestabandotadasde un mayorrigor y de unamayorpotencia

76

explicativa. Por supuestouno siempre puede decir que esto es trivial (sin duda es

contingente),aunquetambiéncabepensarquealgohemosdescubiertosobrela historiao, al

menos,sobrenuestroconocimientode la historia. Es evidenteque existennumerosase

interesantísimasinvestigacionesque no sólo no remitena contextoseconómicossino que

prescindenpor completodeesetipo decontexto165. El problemaesquesuelenremitir a poco

y, en consecuencia,dejanpocomargenpararesolverlas incógnitasde tipo “¿porqué?”.Si

los historiadorestienden a buscar programáticamenteenfoquescuyos contextos sean

“materiales” es justamenteporque suele ser una buenaestrategiapara rellenar aquellas

lagunas,aquelloshuecosde la estructurahistoriográfica.En estesentidoesen el quePaul

Veyne escribía:“A travésde la elaboracióny la crítica de los conceptosprogresapoco a

poco el análisisdel mundohistórico (...) Cuandoel análisishistórico se lleva lo bastante

lejos,no importaya apenasla distinciónentrehistoriay sociología,o no esya másqueun

problema lexicográfico y corporativo”166.

Si algo nos ha enseñadoel último siglo de historiografía es que resulta muy difícil

sobreestimarla importanciade la “economía”en la vida de las personasy que,comobien

señalóPolanyi frente a los formalistas,una de las funcionesesencialesdel conocimiento

histórico es establecerqué es economíaen cadacaso(con su cargasimbólica, familiar,

política y religiosa)167. Esaes,claro, la razónde mis reparosa la hora de utilizar palabras

como “material”, “medios de subsistencias”,etc. En realidad sólo pretendíaseñalarla

importanciade un repertoriode conceptosunidos,unavez más,por un parecidode familia

(economía,producción,etc) y que,al fin y al cabo,tal vez no quedarantan mal resumidos

con la metáforade la “base” o “infraestructura”,el esqueletode un edificio168. Estoquiere

decir que allí dondeel marcode normalidadparacasi cualquierfenómenosocial sea,por

ejemplo,la familia, podemosapostar(y el términoestécnico)a quela producciónnoandará

muy lejos.

Las regularidadesrelativasa la “infraestructura”permitendispararunaseriede narraciones

adyacentesal tema principal que otros marcos no permiten. Esto tal vez no sea

particularmenteimportanteparacadainvestigaciónenparticularperosí lo esparaestablecer

la agrupaciónde historias(de programasde investigación)segúnesosparecidosde familia

165 Un ejemplo particularmenteinteresantees P. M. Klein (cord.), El valor con conocimientode causa,México: FCE,1994.No obstante,no hacefalta rebuscartanto,y sepodríacitar comoejemplomuchasobrasclásicas acerca del ambiente intelectual de una época, como El otoño de la Edad Media de Huizinga.166 P.Veyne,“La historiaconceptualizante”enJ. Le Goff y P.Nora (eds.),Hacerla historia, Barcelona:Laia,1978, vol. I, p. 102.167 Cf. K. Polanyi,El sustentodelhombre, Barcelona:Mondadori,1994,. Véasetambiénla introduccióndeH.W. Pearson, donde se recuerda el debate entre formalistas y sustantivistas.168 Respectoa los límitesde la metáforavéaseM. Godelier,Lo ideal y lo material, Madrid: Taurus,1988.Lavieja ideadela relaciónbase-superestructurahasidorenovadadeun modomuy convincentepor G. A. Cohen,vide infra, cap. IV.

77

cualitativos:historiaoral, cliometría,etc.Antesdecíamosquela proyeccióndematerialismo

en cadainvestigaciónse concretabaen la búsquedade un contextomaterialen cadacaso.

Por eso,la “infraestructura”no es tanto lo queestudiala historia económicacomo lo que

permite que a las expresiones“oral”, “de las mentalidades”o “de las mujeres” preceda

cabalmente el término “historia”.

Hechos y discursos

En las páginasanteriores,en especialen la segundasección,he manejadocon libertad

rayanaen el libertinaje algunosde los análisis acercade la historiografíaque Quintín

Racionerohahechoenun artículopococonocidoperoenormementeinteresante169. La razón

de que no lo haya citado hastaahora es que, por una parte, el artículo de Racionero

constituyeuna revisión muy erudita y mucho máselaboradaepistemológicamentede los

planteamientosde Veyne; por eso he preferido enfrentarme directamente a esos

planteamientos.Por otra parte,Racioneropodríaestaren contra de lo que he expuestoa

propósitode la causalidady, sobretodo,de los “progresos”de la historia,aunquetampoco

estáparticularmenteclaro. Además,el texto de Racioneroimplica una discusióncon la

prácticatotalidaddela filosofía de la historia(analíticao sustantiva)y hepreferidoesperaa

plantear mi posición antes de comenzara determinarsu significado respectoa otras

alternativas.Uno de los inconvenientesde haberobradoasí es que ahoratendremosque

volver sobre algunas de las caracterizacionesde la historiografía que hemos visto

anteriormente.En efecto,un asuntoclave como es la primacíadel interésdel historiador

constituyeuna auténticaruptura respectoa la concepciónfilosófica y tradicional de la

historiografía. No es muy habitual que los historiadoresy menos aún los filósofos

reconozcanque la mayor importanciade ciertoshechosfrente a otros no se siguede los

propios hechos sino que debe ser establecido en otro nivel de discusión.

Unodelos mayoresméritosdeRacioneroeshabersedadocuentadequeel comienzodeesta

situación puede datarse con cierta precisión. Así, estableceuna acertada línea de

demarcaciónentrela historiografíaantiguay la moderna,no tantoentérminosdesudistinto

contenidocomo de su sintaxis filosófica. DesdeGrecia hastaalgunasescuelashistóricas

medievalesperviveunacomprensiónde la historiasimilar a la quehemosestablecidomás

arriba –aunque,desdeluego, sin susambicionesepistémicas–y sólo con el triunfo de la

169 Me refiero a “Postmodernidade historia. (Tareas de la investigación histórica en tiempos de laposthistoria)” en Anales del seminario de metafísica, n° 31, 1997.

78

escatologíacristiana,vinculadaa la afirmacióndeun destinouniversalde la humanidad,se

inicia una transformaciónfilosófica de la historiografíaquesehizo dominante.El antiguo

historiadorrecurríaa un ciertocriterio, un telos, queguiabala investigación(moral,político,

intelectual,etc) del quedependíael sentidode los hechosinvestigados.La cuestiónesque

ese telos era externo a los acontecimientos,a las propias res gestae. La mirada del

historiadorhacíaque unabatallafuerael lugarpropicioparaquelos ateniensesdemostraran

sumayorvirtud o la demostraciónpatentedela estupidezdelos políticosincapacesdeevitar

una escabechina:“El sentido se descubrecomo pertenecientea los hechospero sólo a

condiciónde no identificarse con ellos: de concebirse,en suma,comouna irrupción desde

fueradeellosque,precisamentepor suexteriorirdad,puedeasilarsignificativamenteel flujo

confusode los fenómenos,organizándolosy presentándolosde unamaneradeterminadaen

vezde otrasigualmenteposiblesy concebibles”170. Racionerocalifica, creoquesiguiendoa

Peirce171, estaconcepciónen términosde “historia comodepósito”frenteal modeloque,a

partir de San Agustín, habríatriunfado: una visión de la historia basadaen la noción de

“destino” presenteclaramenteno sólo en las filosofías de la historia tradicionalesy, en

particularenHegel,sino enla obrade buenapartede los historiadores.Lo queintroducela

noción de destinoes justamentela intención de localizar en las propias res gestae una

dimensiónsignificativa objetiva que determinesu auténtico sentido, que reconcilie los

avataresde lo real con el destinonaturaldel relatohistórico:ahorael telos esinternoa los

propios hechos históricos. El historiador moderno, por tanto, debe limitarse a buscar aquellos

acontecimientosauténticamentesignificativosqueseanexpresivos del procesototal.Esmuy

importanteentenderque,en lo quetocaa esteproblema,en nadacambialas cosasdejarde

estudiarreyes y batallase investigar,por ejemplo, la demografía.O, mejor dicho, los

cambiosepistémicosde la historiografíacontemporáneacambianmucholascosaspero,por

esomismo,es máspatentesu incongruenciarespectoa los planteamientosfilosóficos que

localizanel sentidode la historiaen los propiosacontecimientos.Dicho de otro modo, los

fenómenosmayoritariossólosonmásrelevantesqueotrossi lo quesebuscaesla frecuencia

y cualquierrelevanciaadicional,cualquierplus semánticodebeestablecerseen otro nivel

que ya no pertenecea los hechossino a su interpretación.En cambio, la filosofía de la

historia ha buscado siempre alguna forma de que la índole privilegiada de ciertos

acontecimientosfrente a otros surgierade suyo de los propios hechos,de que estuviera

inscrita en las res gestae:

170 Q. Racionero, op. cit. p. 189.171 Ch. S. Peirce, op. cit., p. 248

79

Si hay un mediode accedera la comprensiónde los agentesproductoresde los sucesos– seantales

agenteslas personalidadesrelevantesde la historiao, coextensivamente,otrossujetosmásamplios,

como las formasde cultura,las civilizaciones,los universossimbólicos,etc.–entoncesesa éstosa

quienesperteneceel sentidode las res gestae, el cual, por ello mismo, debedesprendersede la

historia, en vez de ser puestopor la investigación.Una vez másésta,la investigación,tiene que

subordinarse,asípues,a la verdadde lo quela historiaescondeentantoqueobjetodeconocimiento.

Y toda la cuestiónse centraen encontrarla escrituraadecuada–la lógica– que hagaposible la

aprehensión o captura de la verdad inmanente propia de la historia172.

Esto supondría que, a pesar de sus grandes diferencias, las distintas posiciones

epistemológicasquesehanocupadode la historiaoperaríantodassobrela búsquedadeuna

comprensiónunívocade los acontecimientoshistóricos.Lo queaquímásnos interesaes la

crítica que,a partir de estospresupuestos,haceRacionerotanto de la epistemologíade la

historiacomodela propiainvestigaciónhistóricapositivacomenzandopor lascorrientesde

“Ilustración historicista” que han surgido a partir de Dilthey y Droyssen:

Las construccionesdeHintikka o deVon Wrigh suponen,por ejemplo,que la comprensiónremitea

un procesode variables(sobrela accióno sobrela intencionalidadde los agentes),cuyaimposible

determinaciónsemánticano obstruyela posibilidadde descubrirla sintaxis,definiday reconocible,

que de todosmodosles corresponde.Es tantocomo decir que las variablesno son tan variableso,

mejor,queno lo sonmásallá declasesfijas deposibilidades,definidasenlo quepodríamosllamarel

entornohumano.Pero esto no estámuy alejado,en el fondo, de lo que proponela hoy apenas

recordada,pero en su momentomuy influyenteLaw coveringTheoryde Hempel,sobretodo si se

interpreta en la forma más débil de P. Gardiner173.

Lo ciertoesqueMcintyre ensu crítica a Von Wrigh no dejó de señalarsussimilitudescon

Hempel,a pesardequeVon Wrigh reniegade la teoríadecoberturalegaly, enconcreto,la

reelaboraciónde Gardinery prefierea Dray174. ParaRacionerotodosestosplanteamientos

expresanpor igual la idea de que“el sentidoesel destinode los fenómenoshistóricosen

tantoqueexpresanparael conocimientola naturalezade eseprocesoo de esesistemaque

llamamoshistoria”175. La críticadeestacomprensióndela historiaimplica,enesencia,poner

de manifiesto cómo la filosofía de la historia ha tratado siemprede referir los sucesos

históricosa un sujeto que da cuentade su auténticosentidoy que permite que cobren

significación. Como hemosvisto, no importa si ese sujeto estáencarnadopor procesos

objetivosy no por accionesdepersonasconcretas,el problemasiguevivo ya queo bienesos

procesosremitena sujetoso son ellos mismosquienesproducenla historia.Los reyes,la

172 Q. Racionero, op. cit. p. 192.173 Ibid. p. 193.174 G. H. von Wright, Explicación y comprensión, Madrid: Alianza, 1979, p. 45.175 Q. Racionero, op. cit. p. 201.

80

producción, la cultura de una nación o la razón cumplen una función equivalentede

depositariosdel auténticosignificadodel devenirhistórico.Racionerocita expresamentea

Althussery, muy acertadamente,su Respuestaa John Lewis comoejemplode las aporías

queresultande estaúltima postura.En efecto,unavez que los sujetosdel significadoson

procesosobjetivosquesólosepuedenestablecera travésde la investigacióny, unavezque

se prescindede un Espíritu que organiceesosprocesos,pareceevidentela necesidadde

renunciarpor completoa la posibilidaddeun sentidoanteriora la intervencióngnoseológica

del investigador.El sentidognoseológicodeun proceso(o seasuconocimiento)seestablece

enla investigación,la verificacióny la propuestade nuevospuntosdevista.La ideadeque

esesentidoestádadoesinsignificantea pocoqueseacepteesaindeterminaciónradicalde

los acontecimientoshistóricosque el carácterpolémico del conocimientohistoriográfico

ponede manifiesto.En realidad,creoquela mayorpartede los enrevesadosrazonamientos

de Althusseren torno a la idea de un “procesosin sujeto” tiene mucho que ver con la

comprensiónde esteproblema;sin embargono es menoscierto que nuncase atrevió a

romperdefinitiva y claramentecon suspresupuestospolíticosacercade la luchade clases

como motor de la historia e incluso del sentidode una sociedadcomunistarespectoal

capitalismo. Precisamente, en el próximo capítulo analizaremos la forma en que G. A. Cohen

ha intentadoreconstruiruna filosofía de la historia claramenteteleológicasin recurrir a

instanciasde sentido sino a mecanismosautomáticosde selección.Como veremos,el

problemadedichainterpretaciónesquepresuponeunahistoriografíaqueno secorresponde

en absolutocon el modelonormal tal y comoaquí lo hemosdescrito(al margende ciertas

peculiaridades del tipo de explicación que utiliza).

En definitiva,Racioneroproponeunadistinciónentre“hechosy discursos”muy similar a la

diferenciaciónentreobjeto real y objeto de conocimientohistórico que hemosmantenido

aquí.Estadistinciónvienea significar que“las resgestaeseacreditansólo enun horizonte

óntico; y que exclusivamente adquieren consistencia ontológica, como hechos o

acontecimientos, cuandoson estructuradosy comprendidosen un ordende significaciones

discursivas, que infiere ya la contingencia y la pluralidad de sus referencias posibles”176.

Así, puesseentiendeahoraporquéhemosinsistidoenestablecertantolos criteriosdelo que

enhistoriaconstituyeexplicación–y, másengeneral,conocimiento–comodelos avancesen

esosconocimientosdesdeun puntodevistaexternocuyaúnicareferenciasemánticaes,enel

mejor de los casos,un mecanismode “refuerzo” resultantede ciertascaracterísticasde la

estructurade la narraciónhistóricaperoque,en general,sedebea determinadasposiciones

metateóricas.

176 Ibid. p. 202.

81

Hasta cierto punto podría pensarseque la crítica radical de Racioneroresultaun tanto

injusta. En efecto,Gardinerplanteauna revisión del modelo hempelianoa la luz de una

mejor comprensiónde cuantohay deconocimientoen la recepcióncotidianade lo real que

noestáparticularmentealejadani del modeloquehemosplanteadomásarribani tampocode

la interpretacióndel conocimientohistórico en términospragmáticosque,como veremos,

proponeRacionero.Igualmente,la críticadeAlthusserresultaun tantoextrañasobretodosi

setieneen cuentaquelos reprochesde E. P. Thompsony, en generalde la mayoríade sus

atacantes,sebasanjustamenteen haberdejadola historiografíatotalmenteal margende la

teoríaabandonándolaa la merarapsodia.La tesisde Althussereraquehabíaunadiferencia

esencialentreel tipo de verdadqueentraen juegoen cienciay el queestápresenteen la

historiapositiva;y si bienesciertoqueatribuyóa ciertaintervencióncientíficala capacidad

desentarlos principiosparaun conocimientoteóricodel campodefenómenosqueestudiala

historia(esasería,justamente,la “revoluciónteórica” de Marx), su reflexión en lo quetoca

al trabajo de los historiadoressólo puedeconcluir en términosde una liberación de los

interesesinvestigadores.Aunqueprobablementeestemostensandola interpretaciónpor el

ladocontrarioal queproponeRacionero.Puesescierto,comodecíamosantes,queentodala

obradeAlthusserestápresenteun intentopor conjugarestadimensión pragmáticaen unos

términos leninistasque vician cualquier interpretaciónserena(tal y como indicó en su

momentoSacristán).En cualquiercaso,en lo que aciertaRacioneroes en señalarque ni

Gardiner ni Althusser, como dos extremos paradigmáticos,aciertan a entender la

importanciadel relativismo epistémicoen historiografíacomo mecanismognoseológico

operativoy no como inconveniente.Justamente,lo que hemosintentadohastaaquí no es

demostrarquehay conocimientoa pesar de esterelativismosino cómoes el conocimiento

históricodado esterelativismo.El propio Racioneroexplicacongranfuerzaen quésentido

pueden tener validez objetiva los conocimientos históricos a pesar de su índole discursiva:

Aplicada estaautonomíade los discursosa nocioneshistóricascualesquiera,y sobretodo al de las

nocionesde mayor intensión,estoquieredecirqueno hay ningúnobstáculoquelimite su usoo que

impida su reconocimientoepistémico,en la medidaen que se considerennocionesadecuadasa la

descripción(o a la explicación) histórica y denoten,además,hechospositivos suficientemente

documentados.Estobastaparaasignarlesrealidady verdad.Puesseríaabsurdocreer,enefecto,que

entidadescomolos Estadoshistóricos,o codificacionesdevalor comolos contenidosenlos universos

de cultura,o dedesarrollomaterialcomolos queproveela extensiónde la economíacapitalistay la

globalizaciónmundialde los mercados,seríaabsurdocreer,digo, quetodosestoshechosno actúan

estructuralmente como instanciasrealesde producciónde fenómenosen el marco de la acción

histórica. Sin embargoestereconocimientono les prestaotra significación ni, por lo tanto, otra

necesidadquela queprocededeesadimensiónestructural(queessólo discursiva,al margende que

ademáspuedadeterminarprocesosde instituciónmaterialy, enesecaso,aparecercomosocialmente

82

aceptadao impuesta)sin que estanecesidadpuedaanular la naturalezacontingente,tanto de su

existenciacomode su configuraciónobjetiva.Decir, por ejemplo,quela lógica del mercadoesreal

no quiere decir que sea inevitable177.

Lo quehe intentadoplantearen la primerapartede estasecciónes justamentequenuestro

conocimiento de esas instancias estructurales que dan sentido a ciertos fenómenos

relevantesno esde igual signoen todoslos casosy quelas estructurasgnoseológicamente

“materiales”,aunqueontológicamentediscursivas,al margende su duración, tienen una

eficaciaexplicativo-causalmayorqueotro tipo deestructurasenvirtud tantodesuextensión

(afectan a una gran cantidad de objetos de estudio) como de su intensión (nuestro

conocimientodeestosprocesoses“mejor” que,por ejemplo,el delos universosculturales).

Sueficaciaexplicativa,planteabayo, no sebasaenargumentosfuncionalesni muchomenos

“deductivos”–los fenómenosparticularesno sesiguendesuslímitesestructurales–sinoen

su capacidadparaconstituircontextosde normalidadmuy eficaces.Paraello me basabaen

la ideadequela explicaciónhistóricarequiereun contextodeidentidadpreexistente–lo cual

significa, entre otras cosas, que no siempre hay explicación en una secuencia

historiográfica– y de que el materialismo clásico, en términos generales,estabaen

disposiciónde obtenermejoresresultadosepistémicosque otro tipo de interpretaciones.

Estoy de acuerdocon Racioneroen que no hay razonesontológicaspara esto sino sólo

“discursivas”o “gnoseológicas”.De hecho,comoveremos,unadelasvirtudesdela filosofía

dela historiadeCohenfue mostrarcómo,por muchoqueunateoríasustantivadela historia

pretendaprescindirde nocionesteológicasno puederenunciara ciertaspreconcepciones,

todo lo básicasque se quiera, sobre la naturalezahumanay cierta teleología,todo lo

inmanentequesequiera.Ahora bien,creoqueel propio Racionerodaunaclaverespectoa

nuestroconocimientode la historiaquenosresultaráde granutilidad másadelante.Aunque

estasestructurassólo tenganrealidaddiscursivala (sangrante)realidadde sus efectosse

deriva de que son discursossocialmenteaceptadoso impuestos. Así pues, un análisis

históricoque partade la basede la aceptaciónde esosdiscursosestaráen condicionesde

realizarun desarrolloteórico, ahorasí, de la mecánicaque sigueesasprácticasy de sus

efectos reales sin poner en jaque la contingenciade los acontecimientoshistóricos.

Evidentementeestateoríano seráunahistoriografía,no darácuentade la especificidadde

los hechos reales sino de cierta lógica interna a ciertas estructurasontológicamente

discursivasy socialmenteaceptadaso impuestas.No obstante,la realidadde susefectos,su

índole de matriz discursivapara acontecimientosreales,haceque a efectosprácticossea

177 Ibid.

83

trivial insistir en la índolediscursivade,por citar un ejemploqueparecegustara Racionero,

el capitalcirculante.ComoveremoscreoqueEl Capital de Marx puedeserinterpretadoen

estos términos incluso a pesar del propio Marx.

No obstante,los ejemplospuedensermuy distintospuesel razonamientoafectaa cualquier

discurso socialmenteaceptadoy susceptiblede ser explicado en términos teóricos. Si

logramosexplicarformalmenteel juegode “gallina” 178 no predeciremoscuántosaccidentes

de cochese producirána causade las apuestasentreadolescentesni cómose desarrollará

concretamenteningunode esossiniestros,peroresultadifícil afirmar queeseconocimiento

no aportanadaa la investigación.Aunque,desdela otracaradel problema,la posibilidadde

estudiarformalmenteun discursono quita legitimidada otrosenfoquescuyointeréssea,por

ejemplo,el estudiode la psicologíaadolescente,los ritos de pasoen EstadosUnidos o la

apuestacomofenómenomoral. La explicaciónformal de un discursorealmenteaceptadoo

impuesto, como veremos inmediatamente,contribuye a la historiografía señalandoun

caminodeestudiocuyointerésepistémicohaquedadodemostradoteóricamente–delmismo

modo, el interésmoral de otro tipo de investigaciónpodría establecerseen la discusión

filosófica o religiosa– pero no garantiza el éxito de la investigación histórica positiva.

Cómo se conoce la historia

Ya PaulVeyneinsistíaenquela historiografía,al igual queel restode “cienciashumanas”,

esuna“praxeología”179; pretendíaresaltarasícómoel repertorioconceptualde la historiaes

muy cercanoal queutilizamosennuestraexperienciainmediata,vinculadaa la acciónantes

quea la teoría.Veyneno seaventuraa pensarquétipo de estructurasgnoseológicasentran

en juego en estetipo de conocimientosprácticos,tan sólo pretendeseñalarsu distancia

respectoal conocimientocientífico. En estesentido,a lo largo de las páginasanteriores

puede haber llamado la atención el uso recurrentede nocionessacadasdel repertorio

conceptualdela filosofía dela cienciapost-kuhniana.En efecto,si bienestetipo deanálisis

de la cienciacomoempresahumanatiendena ser pocoeficacesparaentenderqué es una

178 Se trata de uno de los modelos clásicos de la teoría de juegos. Su origen es curioso pues se basa en la escenafinal deRebelde sin causa, dondeJamesDeancompiteconotroconductora verquienesel último quesaledelcochetrasenfilar un acantilado.PosteriormenteBertrandRussellaplicóestemodeloa los dilemasestratégicosde la guerranuclear,una versión que se conocecomo “gallina estándar”(W.Poundstone,El dilema delprisionero, Madrid: Alianza,1995,pp. 292y ss).Estoúltimo da cuentadel carácterabstractode la teoríadejuegos que, a diferencia del planteamientode Marx, se puede aplicar a cualquier discurso que repitadeterminadopatrónlógico (seala crisisdelos misilesdeCubao lascarrerasdecoches).En el último apartadode estecapítuloargumentoprecisamenteque estadiferenciaes la que haceque la teoríade Marx tengalaespecificidad que exigimos del conocimiento histórico.179 Op. cit., p. 164.

84

teoría científica, son considerablementeventajosospara analizar aquellas formas de

conocimientoquenecesitan,siquieraimplícitamente,deunadimensióncomunicativay, así,

polémica,como es el casode la historiografía.No deberíaresultarextraña,por tanto, la

forma en que hemosutilizado las Investigacionesfilosóficasde Wittgenstein.En términos

generalesla tradiciónde pensamientoqueseremontaa estaobraresultade interésparael

asuntoque aquí nos ocupa,pueshacehincapiéen la índole consensualde la semántica

implícita en ciertos tipos de conocimiento.

Evidentementehay una diferenciaesencialentreel escepticismodeclaradode Kuhn y un

intento normativo de otros puntos de vista como el de Peirce. En cualquier caso, de momento

nos interesarecordarsomeramentela antiguaraigambrede estasideasa fin de ver cómo

hastano hacetanto tiempocabíahablarde conocimientoinclusodentrode un contextode

justificación praxeológico.

El enriquecimientodel pensamientohistóricoa travésde los siglosse desarrollapor medio de una

lucha contranuestratendenciaespontáneaa trivializar el pasado,y se traduceen el aumentodel

númerodeconceptosdequedisponeel historiadory, por consiguiente,en la ampliacióndel catálogo

de interrogantesque serácapazde planteara susdocumentos.Cabeimaginaresecuestionarioideal

comoun catálogode“lugarescomunes”o topoi y de“verosimilitudes”semejantea los queelaboraba

la retóricaantiguaparausodelos oradores(digamosdepaso,sin la menorironía,quela retóricatuvo

granimportanciay quesueficaciapraxeológicaes,sin duda,considerable).Graciasa ellos,el orador

sabíaen cada caso qué aspectosdel problemadebía “pensar en plantearse”;tales catálogosno

resolvíandificultades,sino queenunciabanla totalidadde las posiblesdificultadesacercade lasque

era necesario reflexionar180.

Ahora seentiendeen quésentidoinsistíamosantesen quealgo parecidoal “materialismo”

constituíala líneadirectrizdela historiografíacontemporáneay por quéestono equivalíaal

estudiodirectode,por ejemplo,las relacionesdeproducciónsino a darun giro metateórico

(a menudosutil) a las perspectivasde estudio para que incluyeran cierto contexto de

normalidad que otros enfoques no contemplaban.Aún más, esta pauta para el

enriquecimientognoseológicoen un ámbito “sublunar” de indeterminacióndel objeto de

estudiorespondea una largatradición queseremontaa Aristóteles.En efecto,la “tópica”

aristotélicaconstituyeun buenmodelode cómolos saberesprácticospuedenencontraruna

guíaenla recepcióncríticadelo queefectivamente“se dice”. Allí dondeno esposiblepasar

al ámbito teórico no hay por qué renunciara la verdad sino que se puede intervenir

polémicamentesobrelas opinionesmásplausibles.Conocerla historiaes parecidoa saber

quéhacero saberquédecir,nuncasepuedeestablecerconprecisiónenquéconsistiráantes

180 P. Veyne,op. cit., p. 144, véasetambiénpp. 144 y 145,nota4. Racioneroproponeuna ideaenteramentesimilar, op. cit. p. 210.

85

del momentode actuaro hablar,si bien podemosproponeresquemasformalesque sirvan

comoprogramasestratégicos(o de investigación)en función de su probadaprobabilidado

verosimilitud.No hay en principio ningunarazónesencialparabuscarla causade la crisis

bursátilde Brasil en los movimientosestructuralesdel capitalfinancierode finalesde siglo

XX en vez de en ciertascostumbresatávicasde los inversoresen los mercadosbrasileños

relacionadascon algún dilema freudiano vinculado a una lactancia traumática (las

explicacionesdel FMI no suelenser,en esencia,muy diferentesde esteúltimo tipo). Esto

significa, entre otras cosas,que los modelosgnoseológicospara ámbitosno científicos,

dondeel objeto de estudioadolecede una gran indeterminación,son constitutivamente

comunicativos181. Comohemosvisto, en historiala identidaddel objetode estudioo, dicho

llanamente,la certezade que dos tesiscontrapuestasestánhablandode lo mismono está

dadade antemano.Aunque,por otra parte,a diferenciade los discursoscientíficos,sí está

dadoque dos tesiscontrapuestaspuedanestarhablandode lo mismo. Los conocimientos

históricospresuponenla posibilidaddeconfrontarsea otrastesisaunquetambiéndeelegir la

másprobabley verosímil.Paraentenderestoesprecisorecordarsomeramentela diferencia

que establece Aristóteles entre ciencia y dialéctica.

El uso hegelianode la dialéctica,popularizadopor eseextrañogéneroliterario llamado

marxismovulgar, ha arruinadoel uso y los distintos maticesdel antiguo significadodel

términodialécticaaúnpresenteen la escolástica.Inclusomarxistasmuy recientesconobras

particularmentesofisticadas182, se ven obligadosa defenderuna concepciónde la historia

dialécticaporquelesresultamenosestática,másdinámica. En realidad,si bien los marxistas

son los únicos que se atrevenya a verbalizarlo un importantenúmero de los trabajos

metodológicosdehistoriadoresdeprimeralíneaadolecendeestadeficientecomprensiónde

la naturalezadel conocimiento,de estaconfusión tan típica entre conocimientoy objeto

conocido.Cuandose dice que la realidadde la historiaes dialécticao dinámicase quiere

decir,enrealidad,queno la conocemoscomoconocemoslascélulaso los neutrones.Así, se

proyectasobrela realidadciertaspeculiaridadesde nuestroconocimiento.Casisiemprese

olvida queHegelnecesitódeun descomunaldispositivoteológicoparaquela asimilaciónde

lo lógico y lo real pudierafuncionarpero que,una vez que se renunciaa la eficaciadel

Espíritu, la idea carece por completo de sentido.

181 La ideade reglaconstitutivafrentea reglaregulativa,comoessabido,procedede JohnSearle(ActosdeHabla, Madrid: Cátedra,1980,p. 42) y sirveparadesignaraquellossistemasdecomportamientoque,comoelajedrezy adiferenciadela circulaciónautomovilística,no existenantesdequeseenunciensusreglas.La ideade conocimientohistoriográfico,en efecto,carecede sentidoal margende la posibilidadde establecertesisdistintaso abiertamenteopuestaspuesllamamoshistoriaa un saberqueseocupadeestudiaracontecimientoscuya identidad es muy débil.182 Por ejemplo, D. Harvey, The Limits to Capital, Londres: Verso, 1999.

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ParaPlatón,encambio,la dialécticaerabásicamenteunacienciauniversaly no unarelación

entrecosaso acontecimientos183, unacienciaquepuedellegara descubrirla lógicainternade

la totalidadde lo real. Hastatal puntoes importanteesteasuntoen el esquemafilosófico

platónicoque se puededecir sin ambagesque el punto de ruptura de Aristótelescon la

tradiciónanterioressu afirmaciónde la imposibilidadde estacienciauniversal.Si bien la

teoríade las ideaspodríahabersido reformuladaen términoshilemórficos,todo el proyecto

platónicose desmoronasin una cienciatotal que permitacomprenderinmediatamentelos

nexosque unen las cosas.En palabrasde Enrico Berti: “Aristóteles apreciala dialéctica

socrático-platónicaen la medidaen que tiene el mérito de superarel materialismoy el

empirismo de los presocráticos,descubriendolos universales,los conceptosque son

indispensablesparahacerciencia.Peroal mismotiemporechazala pretensión,implícita en

la doctrina de las ideas, de identificar esa dialéctica inmediatamente con la ciencia”184.

Es de sobra conocido el periplo de Aristóteles desdesus escritos platonizantesa su

concepciónmaduraen lo que toca a la dialéctica185. Ya desdeel Peri ideon se ve la

imposibilidadde quelos primerosprincipiossefundengnoseológicamentea sí mismos,de

que las ideas sean gnoseológicamentesubsistentes186. En realidad, se trata de una

problemáticaqueresucitócon enormefuerzaentrelos matemáticosdel siglo XIX 187: ¿Cuál

esla legitimidaddelos axiomas?,¿cómoseestablecenlo primerosprincipios?En la primera

versiónaristotélicade la dialéctica(la queconservamosen los libro VI-VII de los Tópicos)

la dialéctica es un instrumento para establecer la identidad de las definiciones de las ciencias

particulares188. En términosmuy generalespodemosdecir que Aristótelesse da cuentade

que para estableceresasdefinicionesno contamoscon una referenciaeidéticaen la que

reflejarnossinoconunapluralidaddeusoslingüísticoshomónimos.La tareadela dialéctica

seríarescatara partir de estapluralidadlingüísticauna identidadquesirva comobasepara

lasciencias:“La demostraciónde las definicionesconsisteahoraenbuscar,medianteel uso

deesquemasdicotómicos,todoslos contextosenquepuedeaparecerel nombredel objeto,a

fin de compararen cadacasola identidadde su definición.Talescontextosfuncionan,así

183 Soyconscientedequeestaesunaafirmacióngroseray pocomatizadaqueprobablementeno hacejusticiaaPlatón y desdeluego no se la hacea Hegel. Tan sólo pretendoresaltarla diferencia entre la dialécticahegeliana y la platónica tal y como aparece en la trilogía compuesta por Teeteto, Sofista y Político.184 E. Berti, Profilo di Aristotele, Roma: Estudium, 1979, p. 87.185 Cf. E. Berti, Aristotele:dalla dialettica alla filosofia prima, Padua:CEDAM, 1977, p. 89 y, del mismoautor, La filosofia dil primo Aristotele, Padua: CEDAM, 1962, p. 186 y ss..186 Sobreel De ideis, un escritodel jovenAristótelesquecadavezacaparamásel interésde los especialistas,véaseE. Fine, On Ideas.Aristotle’s Criticism of Plato`s Theoryof Forms, Oxford: Clarendon,1993y W.Leszl, Il “De Ideis” di Aristotele e la teoria platónica delle idee, Florencia: Olschki, 1975187 Cf. M. Kline, La pérdida de la certidumbre, Madrid: Siglo XXI, 1985.188 Esta es la tercera “utilidad” de la dialéctica según el enunciado de Top. I, 101 b.

87

pues,como‘lugares’ (tópoi) del ‘silogismode las definiciones’y, deestemodo,el método

de selección de esos lugares recibe con toda justicia el nombre de Tópica” 189.

Lo importanteaquíesquela decisiónde esoslugaressólo sepuedeestableceren discusión

con aquellosoponentesqueniegancierta definición que pareceverosímil.Estees el caso,

tan famoso, del libro IV de la Metafísica en el que se estableceel principio de no

contradiccióndesautorizandoa quieneslo nieganmediantela refutacióndesusargumentos.

Es decir, Aristótelesestableceallí una dicotomíaa favor o en contradel principio de no

contradicción y al refutar una de las tesis da por buena la otra. Pero aceptar esto es ya aceptar

queno haymaneradeprobarel principio al margendeestemodelopolémico(y, sobretodo,

discursivo)enel quela opinióncontrariaaparececonciertavalidez,conciertaplausibilidad,

pesea quesedemuestrefinalmentefalsa190. Paraciertosasuntos,algunosdeunaimportancia

epistémicaradical,comoel ejemploanterior,no podemossalir del ámbitode los discursos,

no existeunaexterioridad a la quereferir sin másnuestrasaveriguaciones.Si estoesasíno

es tanto porque estemosencerradosen algún tipo de cárcel lingüística como porqueno

podemosconstruirun “laboratorio” filosófico o historiográfico.Los argumentosholísticos

tiendena serpocointeresantesjustamentepor sucarácterexistencial:no secomprendemuy

bien en quécambiaríalas cosasno vivir en la “cárcel del lenguaje”.Frenteal relativismo

holista aquí planteamosciertos límites del conocimientohistórico (entre otros) que se

derivan de la imposibilidad de establecer enunciados plenamente determinados y su correlato

físico (el experimento);setratadeunatesisgnoseológica,no ontológica.Evidentementelas

tesishistoriográficasdebenserverificadasa la luz de los hechosperodadoquela identidad

tantode la recepciónde los hechoscomode los argumentosno tienela purezamatemática

queobservamosenfísica,sudesarrolloy afirmacióntienelugarenel ámbitodela polémica:

las tesishistoriográficasno sedemuestransino queseargumentana la luz de los hechoso,

como dice Aristóteles, se “razonan a partir de cosas plausibles”191.

La dialécticaaristotélica,así,esun instrumentoparaseleccionarentrediscursosopuestosy

generarnuevosdiscursosmásafinados(ya seapolítica,epistemológicao estéticamente).Su

característicaprincipalesquesetratadeun saberno limitado a ningúngéneroenconcreto,a

ningunamateriadeterminada,sinoquesirveparahablarrazonablementedecualquierasunto

engeneralaunquesin la exactitudy la veracidadpropiadelasciencias.La cuestión,claro,es

¿cómose justifica la pretensiónde que la dialécticageneraconocimientode algunaclase?

Evidentementeno es conocimiento verdaderoen el sentido científico pero sin duda

189 Q. Racionero, “Introducción” a Aristóteles, Retórica, Madrid: Gredos, 1990, p. 32. 190 Aunque,por otra parte,esta“demostración”exige preconcepcionesontológicasmuy relevantes;cf. T,Calvo, “El principio de no contradicción en Aristóteles” en Méthesis, vol I, 1988. 191 Aristóteles, Tópicos, I, 100a30.

88

otorgamosunaconsiderablevalideza susconclusiones,¿dédondesurgeesaconvicción?Si

no hay desdeun principio referenciaextradiscursiva,¿cómoverificar nuestrastesis?En

realidad la preguntaes un tanto tendenciosaya que como hemosvisto, en el esquema

aristotélico, es justamente este conocimiento el que proporciona la definición de los primeros

principios de las ciencias particulares.Esto quiere decir que cuando cuestionamosla

posibilidaddel conocimientohistóricoestamoscuestionando,enrealidad,la posibilidaddel

conocimientoen general.Por esoantesseñalábamosla diferenciaentredemostrarque hay

efectivamenteconocimientohistórico y estudiaren quéconsisteel conocimientohistórico.

No hay ningunabasefirme paraestablecerdefinitivamentelo primero,no hay puntosfijos,

las cosasen sí estánirremediablementealejadasy la únicasoluciónal escepticismoradical

esdepositarciertaconfianzaen nuestrarazón:la mejor justificaciónquepodemoshallar en

generalpara nuestrosconocimientoses solamentefilosófica. Así las cosas,Aristóteles

planteaque las opinionesson un punto de arranqueaceptablepara comenzarun periplo

crítico de asuntosajenosa la ciencia. No obstante,no vale cualquieropinión, hay que

escogerlas másfirmementeasentadas,aquellasquetodosreconocencomoverdaderasy, si

no sontodos,la mayoríao, al menos,los mássabios192. Aristótelesllamaa esestesistemade

“opiniones”éndoxa, unaformatécnicadeexplicarpor quéescasitandifícil estartotalmente

engañadocomo conocerabsolutamentela verdad.Dentro de esteesquema,las opiniones

funcionan aproximadamentecomo la concienciasensiblehegeliana,una forma de pre-

conocimientomuy insatisfactoriaperoun puntode partidaaceptableya que“correspondea

una misma facultad reconocerlo verdaderoy lo verosímil y, por lo demás,los hombres

tiendenpor naturalezade un modosuficientea la verdady la mayor partede las vecesla

alcanzan.De modo que estaren disposiciónde discernir sobrelo plausiblees propio de

quien está en la misma posición respecto a la verdad”193.

Esto no significa que podamosconocer la historia operandomeramentesobre nuestros

conceptos.Todo lo contrario,demuestralo difícil quees hacerhistoria, lo muchoqueuno

debeinvestigarenarchivos,compararconotrosestudios,hacerestadísticas,cotejarconotras

fuentes.Pero también demuestraque todo eso sería finalmente inútil sin presupuestos

básicosintradiscursivos;significa que,como le gustabadecir a Croce,no hay en historia

“cosaen sí”194. Nuncaestamosen el mundoen la total ignoranciade forma queoperemos

meramentea travésde estímulossensoriales.Las estructurasmitopoiéticassonel puntode

partida y, en sentido estricto, la única pruebadel saberen generales el propio saber:

renunciaral escepticismosignifica presuponerun correlatoentresery logoscuya“prueba”192 Cf., por ejemplo, Aristóteles, Tópicos, I 100b 20-25.193 Aristóteles, Retórica, I, 1355 a 15-20.194 Cf. B. Croce, op. cit. p. 42 y ss.

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sólo puedeser ostensiva195. En este sentido,hay que suponercomo dada una humilde

correspondenciacon lo real entre aquellasopinionesmáximamentecompartidaspor una

comunidad.Precisamenteel propósitodePeirceeraestablecerun tipo de“correspondencia”

no mentalistasino operatoriaa travésdel análisisde las intervencionessobrelo real que

permite la estructurade creenciasde una comunidad.Esa estructuraes la que hace,

precisamente,quelos acontecimientosno seangnoseológicamentehomogéneos,quealgunos

tenganmayor o menor relevanciaque otros. No debeconfundirseestatesis con ninguna

clasede pensamientosalvajeestructurado,todo lo contrario,intentaexplicarsin recurrir a

intervencionesteológicasel progresodel conocimiento.Una funciónparecidadesempeñala

ideologíaen Althusser,comorelaciónimaginariacon las condicionesrealesde existenciao

incluso, forzando un poco las cosas, la estética trascendental kantiana.

En definitiva,desdeel puntodevistaaristotélico,cabríaentenderla historiografíacomouna

ramade la dialécticaquesehabríadesgajadopor especialización(comoesel casoexplícito

de la retórica196) de modo que lo que cuentason las opinionesacercade la realidadde la

comunidadde investigadorescomo usuariosexpertos y no de toda la comunidadde

hablantes.Algo parecidoocurreen la distinciónentredóxay éndoxa, Aristótelesdiferencia

las opinionescualesquierade otras proposicionesno científicaspero que por su enorme

verosimilitud se asemejan a enunciados bien definidos. Los éndoxa son aquellas

proposicionesmáximamenteplausiblespor estarconstruidasa partir deun fondo lingüístico

comúnque constituyenla baseparauna intervencióncrítica sobrelo real. Las tesis que

comparteunacomunidad,o la mayoríao los mássabiospresentanalgunaveracidad,algún

tipo de “correspondencia”con lo real si así se prefiere.No es una correspondenciatotal

(signifique eso lo que signifique) pero sí al menoslo suficientecomo para comenzara

investigar.La tesisde los libros másmadurosde Tópicoses justamenteque lo plausible

puedeseridentificadoendistintogradoconlo probabley, así,esposiblehacerun tránsitode

la arenapolémicaa la arenacientíficasi seexpresalas tesisen términosde mayoro menor

probabilidad.Es decir, la verdadde los discursoshistóricosnuncaes la de los discursos

científicos, son conocimientos probables197.

Las tesisy razonamientosde la historiografíarespondena estemodelode saberprobabley

verosímil.Por esodecíamosantesqueno existeconocimientohistóricopreteórico.No hay

una cesura clara entre las antiguas historias ingenuas y las historiografías técnicas

contemporánease inclusolasúltimaspresuponendealgúnmodolasprimeras.Enhistoriano

195 Cf. L. Wittgenstein, op. cit., §27-§30.196 Aristóteles,Retórica, I, 1356a 25. Respectoa la distinciónentreretóricay dialécticavéaseP. Ricoeur,Lametáfora viva, Madrid: Trotta, 2001, p. 45 y ss.197 Respecto a todo este asunto véase Q. Racionero, “Introducción” a Aristóteles, Retórica, op. cit., p. 34.

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partimosdeunaprimeradefiniciónparaluegoembarcarnosconfirmezaenel estudiode un

génerobien delimitado.Por el contrariocadaacontecimientotiene toda la indefinición de

esosprimeroselementos, la únicamanerade avanzares ir transformandoestosdiscursos.

Pero,¿cómo?Pues,efectivamente,la historiografíano se desarrollaen discusionesen el

ágorasino a travésde unalabor duray solitariaen bibliotecasy archivos.Todo lo anterior

no poneen dudaquela historiografíasedediquea establecerquépasorealmente, tan sólo

traza los límites de ese “realmente”. Así, el criterio de verificación de las tesis

historiográficasno sonlas “cosasmismas”198 (ya seanestasdocumentos,imágeneso restos

arqueológicos)sinosistemasdeopinionesqueduplican199 los acontecimientospasadossegún

la imagen espistémicamentemás plausible generandoidentidadescontingentes.Uno

sencillamenteno comparasu tesisdoctoralsobreIsabel la Católicacon Isabella Católica,

ella es tan sólo una fuentede los elementospositivosque serviráncomo “pruebas”de las

argumentaciones.Y uno tampococomienzadesdecero a estudiara Isabel la Católica,es

más,uno debeelegir con cuidadoquesistemadeéndoxatomacomopuntode partida(si el

de la mayoría o el de los más sabios)pues puedeser un mal negocio historiográfico

inclinarsepor la primeraopcióny estudiarsu vida a partir de la ideade queel gobiernode

los Reyes Católicos marcó el destino de España en lo universal.

La relaciónde estasidentidadescontingentescon los sucesosrealessólo podráestablecerse

en términosde lo queprobablementeocurrió.La lacraquenosimpide tenerconocimientos

verdaderosen historia esmuy anteriora las deficienciasde las fuentes.Tiene quever con

cuestionesclásicasde semiótica–como, por ejemplo, si las pinturaso la músicatienen

significado–antesque con cuestionesde metodología;se parecemása un debatepolítico

quea una fórmula matemática.Ahora bien, la historia esunadisciplina infinitamentemás

desarrolladaque la estéticao la política, su posición gnoseológicani siquierase puede

comparar.Y cuandoun historiadorafirma queprobablementeocurrió algo de cierto modo

estáponiendoenjuegoconocimientosquea duraspenaslogramosimaginarcuandodecimos

que probablemente“las obras de Klee se reducena tramas casi inmaterialesaunque

rigurosísimas” o que “para Shylock la ley y solamente la ley es la instancia suprema”200.

Estaidea del carácterprobablede los conocimientoshistóricostiene una segundautilidad

respectoa la idea de causalidaden historia en la medida en que permite concebir las

asimetrías cualitativas en términos cuantitativos, de más y menos. Los fenómenos

198 Creoqueel discutiblepapelquejueganlas“cosasmismas”encienciano vieneaquíal caso.Lo importanteesel distinto valor epistémicoqueatribuimosa cadatipo de conocimiento,ya queeseesel único parámetrocon el que contamos para establecer su relación con lo real.199 La expresión es de Q. Racionero, loc. cit.200 E. Lisciana-Petrini,Tierra enblanco.Músicay pensamientoa inicios del siglo XX, Madrid: Akal, 1999,p.78 y A. Bloom, Gigantes y enanos, Barcelona: Gedisa, 1991, p. 76.

91

estructurales,esoslímites de posibilidad paraacontecimientosrealestan extrañospor su

caráctergnoseológicoy, así, discursivo, pueden entenderseahora como expresión de

frecuenciasestadísticasimplícitas 201. En cuanto horizontesde normalidad,es decir, en

cuantosistemasde acontecimientos,constituyenmeramenteunafunciónde probabilidadde

ciertosacontecimientosrespectoa otros.Dadoel contextodel sistemadedotede la Bretaña

del siglo IX son más probablesciertos enlacesmatrimonialesy, en general, ciertos

acontecimientosfamiliares que otros. Y, respectoa esosotros, es probableque tengan

carácter conflictivo. Es esto lo único que se dice cuando se habla de “sistema” en historia.

Estepasode lo cualitativo a lo cuantitativoaparececon muchaclaridaden la Retóricade

Aristóteles202. Uno de los métodosdeargumentaciónmáseficacesesreducir las diferencias

esencialesa cuestionesde grado.Si estamosdiscutiendosobrela bondadde ciertapolítica

agrariasin dudaa nadallegaremosdiciendo:“es buena”y “es mala”. Debemosexaminaren

quéaspectosesbuenay malay, a travésdedistintosdispositivoscomola comparación,ver

hastaquépuntoesbuenay mala.A pesardetodo,convieneno regocijarsedemasiadoenlas

similitudesentredialécticae historiografíay, sobretodo(al mododeHaydenWhite),conlas

equivalenciasentreretóricae historiografía.En realidadlo quenosofreceAristótelesesun

sistemaparticularmentecompletoenel quecienciay dialécticaencuentransulugarcongran

precisión.Hoy sólo podemosmirar esesistemafilosófico con envidiae intentarrecogerlas

migajas que podamos.Y lo cierto es que los restosque anteshemosenumeradohan

cristalizado en la filosofía contemporánea a través de autores variopintos.

Sin duda así ocurre con Wittgenstein, Ricoeur o incluso Apel. No obstante,y muy

relacionadocon esteúltimo, hay que remontarsea Peirceparaencontrarun modelo muy

completodepragmatismono escéptico.Enprimerlugarporque,ya desdesusprimerospasos

filosóficos, Peirce se marca como objetivo establecerla dimensión comunicativa del

conocimiento,a partir de la comprensióntantodel trasfondodeopinionesdeunacomunidad

como de un ideal normativo de verdad científica al que se puedeaspirar mediantela

investigación.Así mismo, Peirce estableceun modelo de cómo se opera sobre esos

conocimientosen funciónno de procedimientosdeductivoso inductivossinoabductivos203.

Si esta idea resulta en general fructífera, lo es aún más aplicada a la historia. Los

201 Cf. infra, cap. IV.202 Aristóteles, Retórica I, 1363b 5-15. 203 Danto ha sostenidoque la relaciónentreuna narracióny los datosque la sustentanesabductiva(A. C.Danto,Historia y narración, op.cit., p. 68).En términosgenerales,la ideadeabducciónformapartedelo queIan Hacking ha denominadoel “método de las hipótesis” (op. cit. p. 322) y es cercanatanto al métodohipotético-deductivocomo a la metodología de Popper. Si me interesa resaltar la especificidad delplanteamientode Peircees porquepara él la abducción–es de decir, la forma en que ante un problemapostulamosconjeturasque luego sometemosa examen–no es tanto una metodologíacientífica como unaestructuragnoseológicafundamental.Así, se entiendemejor en quésentidotieneaplicaciónen la historia apesar de las dificultades que nos podamos encontrar a la hora corroborar las hipótesis planteadas.

92

historiadores,en efecto, planteanuna hipótesisplausible a la luz de los conocimientos

disponiblesy trabajanen su corroboraciónen un contextoen el que la plausibilidades

constitutivay no meramentetransitoria.La importanciadel procedimientoabductivosedebe

a quetrabajacon doslimitaciones.En primer lugar,el conjuntode tesisdel queseparteno

sedebeaceptarcomocerrado,estan sólo unaguíabasadaen cierto conjuntode opiniones

compartidaspor los investigadores;estosignifica que el desarrollode las hipótesispuede

llevar a replantearlas tesisiniciales.Por otra parte,recogela ideade unaidentidadrelativa

delasdefinicionesbasadaensuplausibilidad: lashipótesisseplanteana la luz deunaparte

de las pruebasnecesariasy se buscael restoa travésde esaorientación.El propio Peirce

poneun ejemplomuy gráficodeestoúltimo. Peirceofreceunascuantascaracterísticasdeun

tipo de personas conocidas como “mugwump” (cosmopolitas, de talante liberal....):

Sonestasopiniones,entreotras,lasqueconstituyenlasseñalesvisiblesdeun mugwump. Ahorabien,

supongamosqueencuentrocasualmentea un hombreenun ferrocarril, y queal empezara conversar

con él veo quemantieneopinionesde estetipo; naturalmentepasoa suponerque esun mugwump.

Esto es inferenciahipotética.Es decir, seleccionoun cierto númerode característicasfácilmente

verificablesdeun mugwump, encuentroqueestehombrelas tiene,e infiero quetienetodaslasdemás

que integran a un pensador de esta índole204.

Si aplicamosestaidea a la historiografía,se puedeplantearque los avancesde la historia

empíricaseproducenmedianteapuestashipotéticas.El historiadorapuestapor un enfoque

concretodesuinvestigacióny, deentretodaslasposibles,eligeunaformadedeterminarun

objetode estudioirremisiblementevagoen función de su plausibilidady probabilidad. Por

esotiene tanta importanciaen historia la idea de programade investigacióncomo marco

generaldentrodel cualestablecerunaseriedehipótesisdetrabajoy descartarotras205. Eraen

esesentidoen el que afirmábamosque el programade investigacióndel materialismose

había convertido en el marco general de verosimilitud de la historiografía contemporánea. La

elecciónentrelos programasdeinvestigaciónobedeceobviamentea criteriosmetaempíricos

(de nuevo discursivos) aunque empíricamenteinformados. En este sentido, resulta

fundamentalla conocidaaportaciónde Putnamen Razón,verdade historia, dondepropone

la posibilidad de discutir racionalmentelos juicios de valor no sólo por su idoneidad

operativasinotambiénenlo quetocaa sucontenido206. Pormuchoqueparezcaalejado,esto

204 Ch. S. Peirce, op. cit., p. 271.205 Chomskyponeun ejemplomuy buenodecómola ideadeabducciónfuncionacomolímite delashipótesisadmisibles.En efecto,los principiosdela lingüísticageneraldancuentadelascondicionesinnatasquelimitanlos supuestosque se puedenplantearparaexplicar el aprendizajede una lenguapor partedel niño. Cf. N.Chomsky, El lenguaje y el entendimiento, Barcelona: Seix Barral, 1971, p. 282206 Una vez más,deboa Quintín Racionerola indicaciónde estareferencia.Cf. “Postmodernidade historia”,op. cit., p. 196.

93

tieneunaimportanciafundamentalparael asuntoquenosocupa.Puesenefecto,la supuesta

inconmensurabilidadde los “enfoques” historiográficos es muy similar a la supuesta

inconmensurabilidadde los fines de la acción humana. Al entender las posiciones

metateóricasentérminosdeestrategiasretóricas,Putnamabrela posibilidadengeneralpara

el tipo de resoluciónpolémicade los distintospuntosde vista que,segúnhemosplanteado,

ha funcionadoen la historiografíadel último siglo. Putnamhaceuna incisiva crítica al

utilitarismobenthamianodominante;ensuopinión,los finesno sonparámetrosindividuales

fijos cuyo origen no es racional sino que se puedendiscutir y afinar. Esto no conlleva

necesariamenteun consensualismoo, al menos,un consesualismomayoritaristasino la idea

de que el procesoimplícito en tratar de convencera la mayoría(o, con Aristóteles,“a los

más sabios”) juega un papel importante en lo que conocemos como racionalidad207.

No obstante,paracomprendercabalmentela posicióndePutnamhayquetenerencuentalos

esfuerzosque ha dedicadoa establecerun modelo de verdadacordecon estacrítica del

utilitarismo.Si en Razón,verdade historia planteabala posibilidadde discernirentrefines

medianteun modelovirtualmenteequivalenteal dela dialécticaaristotélica,ensucríticadel

funcionalismoesbozala necesidadde concebirla semánticaen términospragmáticossin

renunciara la dimensiónveritativa. La raigambrepeirceianade un proyecto como este

pareceevidente(a pesarde que ni siquierase nombraa Peirce)ya que el propósitode

Putnamesestablecer,tras los pasosde Quine, la conexiónentrelos problemasrelativosal

significadoy la “fijación delas creencias”208. Representacióny realidadpuedeserentendido

comounaextensióndel planteamientoquehemoshechoaquí respectoa la indefinición de

los objetosde estudiono científicosa la totalidadde la semántica.Así, Putnamplanteaque

es enteramenteerróneoconsiderarlos significadoscomo entidadesteóricas:“no existen

criterios de identidadde significadoexceptuandola prácticareal de interpretación”209. En

realidad, la intención de Putnam es profundizar en el tema del “realismo pragmático”

expuestoen Razón,verdad e historia y, para ello, carga las tintas en la necesidadde

considerarsin ambagesunatesiscomoverdaderaa pesardequeel únicocriterio firme de la

verdad, según un conocido lema, sea su “aceptabilidad racional ideal”:

Paramuchosestosignifica que la ‘aceptabilidadracional’ (y la noción de mejor o peor situación

epistémica,quetambiénutilicé) eraparamí másbásicaque la verdad;y queestabaofreciendouna

reduccióndela verdada nocionesepistémicas.Nadamáslejosdemi intención.Lo quehepropuesto,

simplemente,es que la verdady la aceptabilidadracional son nocionesinterdependientes(...) El

hechode queunasituaciónepistémicaseabuenao maladependerá,principalmente,de quemuchos

207 Cf. H. Putnam, Razón, verdad e historia, Madrid: Tecnos, 1988, pp. 178-179.208 H. Putnam,Representacióny realidad, Barcelona:Gedisa,1990.“La fijación de lascreencias”esel títulode uno de los artículos más conocidos de Peirce.209 Op. cit. p. 17.

94

enunciadosdistintos seanverdaderos.La esenciadel ‘realismo interno’ es la hipótesisde que la

verdadno trasciendeel uso. Enunciadosdiferentes–incluso enunciados‘incompatibles’ segúnla

semántica y la lógica clásicas– pueden ser verdaderos en la misma situación pues las palabras (incluso

las mismas palabras lógicas) se usan de modo diferente210.

EvidentementePutnamva muchomásallá de nuestrospropósitosaquí,ya quetomacomo

punto de partidael holismode Quine respectoa los enunciadoscientíficos.Sin embargo,

creo que su razonamientoes impecableaplicadoa los enunciadoshistoriográficosy, en

general, a los aristotélicamente“dialécticos”. La práctica de fijar los conceptos

historiográficosy las secuenciasde acontecimientossignificativos,no consisteen observar

los acontecimientoscomosi estuvierandepositadosen unavitrina y elaborardiscursosque

se ciñen a ellos dócilmente.Las afirmacionessobre lo sucedidoen el pasado(o en el

presente)en ningún casopuedendesligarsede una práctica investigadoraque operacon

significadosdúctiles,no matemáticos.Poresolos acontecimientosqueanalizael historiador

(en tanto que significativos) presuponenuna textura de opiniones que establezcasu

aceptabilidad racional, una red sobre la que interviene la interpretacióndel historiador

guarnecidotanto por su trabajosobrelas fuentescomopor susrazonamientos.Es en este

sentidoenel quePutnamescribeque“afirmar quedospalabrastienenel mismosignificado

(y/o referencia)es decir solamenteque existeuna buenaprácticainterpretativaque iguala

sus significados (o referencias)”211. Desde luego, hay que tener en cuenta que estas

afirmacionesestán escritasen polémica con una tradición funcionalista,concretamente

Fodor,embarcadaenla elaboracióndeunasemánticacientífica.Estoúltimo quieredecirque

no debe confundirsecon cualquierade las formas de relativismo ingenuo típicamente

postmodernas.Las verdadesde Putnamno son poco verdaderas,lo que ocurre es que

precisanestructuralmente–esdecir, no sólo parasu descubrimientosino parasu existencia

como verdades–de una prácticainterpretativaque muestresu validez en cierto horizonte

semántico.En cualquier caso entiendo que las objecionesque se puede hacer a este

planteamientoson de distinto calado.Podríaser (y creo que es el caso)que estetipo de

argumentossencillamenteno seande granutilidad paraestudiarel conocimientocientífico,

en la medidaenqueen esecontextolo quenosinteresajustamenteeslo quelos conceptos

tienendeverdadero(cómoy por quélos consideramosasí)y no laspeculiaridadesgenerales

de la verdad.Sin embargo,sonabsolutamentefundamentalescomoinstrumentosde trabajo

paracomprendertantolos lenguajesnaturalescomolos conocimientosquedeellosderivan,

así ocurre con la historiografía.

210 Op. cit. pp. 176-177.211 Op. cit. p. 182.

95

Y si hubiese teoría…

Sin embargo,¿esimposiblequeexista“teoría” en historia?La respuestadebeser rotunda:

no. Lo que ocurrees que si existierateoríaen historia no se pareceríaen nadaa lo que

conocemosporhistoria.Incluso,si existierateoríaenhistoriapodríadarseel casodequenos

siguiera interesandola historia rapsódicaque conocemoshoy212. No debemosdejarnos

engañarpor lo ocurridocon la física antiguatrasla apariciónde la física matemática.Si se

abandonófue porquecognoscitivamenteerabastantepobrey, en realidad,como recuerda

Kuhn, cuandosusaplicacionesastronómicasresultaronde cierta utilidad no se abandonó

totalmente.Así, los planteamientosdela astronomíaptolemaicaaunseusanenlos manuales

denáuticao detopografíadondeesdegranutilidad salvar los fenómenos213. Así pues,nada

indica que seaimposibleque existateoríarespectoal dominio de cosasque se estudiaen

historiaaunqueenningúncasoseríanecesarioqueeseconocimientosuplantaseo ni siquiera

transformasedecisivamentela historiografía.En todocasohabríaquediscutirenquésentido

afectaríala teoríaa la historia sublunar. Por otra parte,es evidenteque una teoríasobre

ciertosfenómenoshistóricosen nadasepareceríaa una teoría de la historia por la misma

razónquela física no explicalos avataresdeun objetollamado“naturaleza”.Sin embargo,

no esmenoscierto queparaquepudiésemoshablarde teoríaenhistoria,esateoríadebería

hacersecargono sólo de los fenómenoshistóricos(los hombres,suscuerposy susmentes,

ciertosprocesoseconómicos,ciertaspautasensu reproducción,etc.)sino de los fenómenos

históricosdesdeel puntode vistaqueinteresaa la historia tal y comola conocemosahora.

Por esohay que recordar,con Sacristán,que “una cosaes gritar ‘¡teoría!, ¡teoría!”, como

‘¡thálassa,thálassa!’los griegosde Jenofonte,y otra echarsea navegarde verdad,hacer

ciencia en serio”214.

Tampococonvieneconfundirestaobjecióna Althusserde Sacristáncon los argumentosde

E. P.Thompson.Miseriadela teoríaes,sin la menorsombradeduda,unodelos libros más

disparatadosquesehanescritosobreasuntosrelacionadosconla epistemología,dehechoes

un buenejemplodecómono seescribeun libro defilosofía.No tengola menorintenciónde

discutir unaobraquesebasaen unanulacomprensiónde lo quecritica (algo queel propio

212 Cf. P. Veyne, op. cit., p. 115.213 T. S. Kuhn, La revolucióncopernicana, Barcelona:Ariel, 1996,pp. 67-8. Por otra parte,el procesoquellevó al abandonodel paradigmaptolemaicoa favor deunavisión realistadel mundofue máslento de lo quegeneralmentese reconoce.Cf. W. R. Shea,La revoluciónintelectualde Galileo, Barcelona:Ariel, 1983,p.132.214 M. Sacristán, Panfletos y materiales III. Intervenciones políticas, Barcelona: Icaria, 1984, p. 249.

96

Thompsonreconoce215). En realidad,no setratade defendera Althussersino de plantearen

generalla posibilidaddeun estudiodesegundogradosobrela historiaquevayamásallá de

consignarunascuantasobservacionesen algunasocasionesagudas,en otrastriviales y en

otrassencillamentefalsas,sobreel trabajodel historiador216. Piénseseque lo queSacristán

achaca,con mucharazón, a Althusseres una mala comprensióntanto del paradigmade

ciencianormal comodel canonfilosófico occidentaly si algo haceThompsones acentuar

este defecto217.

¿Quéformapodríatenerunateoríaenhistoria?Porejemplo,la deunateoríade juegos.Eso

no significa quela teoríade juegosseauna teoríahistóricasino que,en principio, plantea

basesalgorítmicasaplicables(entre otrascosas)a fenómenosque sin duda interesana la

historiografía.Evidentementeno hay queextraerconclusionesapresuradas,puesotro tanto

ocurreconla estadística,por ejemplo.Lo queintentodeciresqueunateoríaqueadopteeste

planteamientopodráser,al menos,formalmenteválida.Poresoenel casodeMarx podemos

hablar de teoría. La parte teórica de El capital son sus desarrollosaproximadamente

“económicos”, es decir, aquellos que se construyen desde el punto de vista del

individualismometodológico.Lo queocurreesqueesel restodeEl capital el quehaceque

estosdesarrollosvayanmásallá de un modeloeconómicoparacomponeruna teoríade un

sistemahistórico en concreto,de un conjunto de individuos que actúancon importantes

constricciones heredadas y susceptibles de ilustración: la sociedad moderna.

Por supuestosólo metafóricamentesepuedeafirmar queMarx utiliza unateoríade juegos,

ya quesetratadeunaideamuy posterior.Lo quela metáforaindicaesqueMarx, a partir de

los movimientosindividualesdedistintosactoressociales,componelascaracterísticasdelas

estrategiascolectivas viendo en qué sentido se siguen consecuenciasde la interacción

distintasa las quecabríasuponer.Por esolas famosas“contradicciones”del capital (y, por

excelencia,la tasadecrecientede ganancia)sonen sentidotécnico“dilemas” comolo esel

“dilema del prisionero”: incongruenciasentre las intencionesde cadauno de los actores215 E. P. Thompson, Miseria de la teoría, Barcelona: Crítica, 1982, p. 16.216 PerryAndersonhadiscutidoconbastanteelocuencia–y paciencia–los planteamientosdeThompsonenP.Anderson, Teoría,poítica e historia. Un debatecon E. P. Thompson, Madrid: Siglo XXI, 1985.Una buenaexplicación de por qué los temoresde Thompson respectoal mecanicismodel estructuralismoestáninjustificados aparece en G. A. Cohen, La teoría de la historia de Karl Marx: una defensa, Madrid: Siglo XXI,1986, pp. 81-85.Por último, respectoa la nefastainfluenciametodológicade ThompsonvéaseG. Noiriel,Sobrela crisis dela historia, op. cit., pp.110-111.Encualquiercaso,debequedarclaroquela incompetenciafilosófica de Thompsonno tienenadaquever consu extraordinariaobracomohistoriador,cuyacalidadestáfuera de toda duda.217 No me regodearéenumerando,por ejemplo,las ocasionesen que Thompsonafirma que Spinozaes unfilósofo escéptico.En realidadla única defensasensatadel modelode Thompsonque conozcopasa,hastadondeyo lo entiendo,por el total abandonode la literalidad de sustesisen favor de un vago “marxismopolítico”. Cf. E. MeiksinsWood,“The Politicsof TheoryandtheConceptof Class:E. P. ThompsonandHisCritics”, Studies in Political Economy, 9, 1982.

97

individualesy el resultadode su interacción.La accióncolectivano es coherentecon la

acción individual. En este sentido Marx se ciñe a la declaración programática de Arrow:

[En el presenteestudio]nospreguntamossi esformalmenteposibleconstruirun procedimientopara

pasarde un conjunto de preferenciasindividuales conocidasa un modelo de formación de las

decisiones sociales, satisfaciendo el modelo en cuestión ciertas condiciones naturales218.

Las teoríasde juegosson,efectivamente,teorías.Lo queocurrecomoseñalabien Veynees

queoperancomola demografíao la meteorología.Sonmodelosmeramenteformalesy por

esopueden(y deben)concebirsecomounaramade la matemáticaaplicaday no comouna

teoría de la sociedado de la ética219. Es en este sentido en el que los economistas

convencionalesacostumbrana decirquela economíaesun métodopararesolverproblemas

antesqueunacienciasustantiva.En realidad,en el planteamientode JohanHuizingade la

idea de juego como modelo para comprenderciertas formas de interacciónhumanaera

imprescindible una importante carga semántica. Sin embargo, ya von Neumann y

Morgensterninclinaronel procesohaciaun elevadogradode formalidad(y, seamosjustos,

operatividad)aunque,paraello, tuvieron quepresuponeresas“condicionesnaturales”que

menciona Arrow220.

No esesteel casode Marx. La teoríadel valor trabajotiendea serel puntode partidade

desarrollosmatemáticamentesofisticadosacordescon el estadocontemporáneode la teoría

económica.Sin embargo,creo queescomúna todoslos economistasmarxistasla idea de

que, pese a sus posibles inconvenientes,hay poderosasrazonesepistémicaspara no

renunciara estabase:justamentesu cargasemántica.Por consiguiente,El Capital de Marx

no esprimeramenteunaeconomíasino unateoríade la sociedadcapitalista.Comosubrayó

Polanyi (creyendoerróneamentecontradecira Marx) la evidencia de que la sociedad

capitalistase componeen buenamedida de categoríasque ella mismainterpreta como

económicasesel problemaa explicary no unacuestiónde hecho.Efectivamente,lo queel

propio Marx considerabasu principal aportaciónfrente a los economistasclásicoses el

análisisde la fuerzade trabajo,puesconstituyeunaherramientainstrumentalindispensable

para mostrar algunasde esasincongruenciasentre los movimientos individuales y los

resultadoscolectivoso, desdeel otro lado del problema,las constriccionescolectivasa los

movimientos individuales.

218 K. J. Arrow, Elección social y valores individuales, Barcelona: Planeta, 1994, p. 15. 219 W. Poundstone,op. cit. cap. 8. Respectoa la inevitableasimetríaentredecisióneconómicay decisiónpolítica véase M. Vázquez Espí, “Valores, medidas y teoría de la decisión” en Archipiélago, nº 33.220 Porciertoqueunacuestiónsimilar suscitóunatempranaobjecióndeWebera lospsicologistasrespectoa la“naturalidad” de la teoríade la utilidad marginal,Max Weber,“La teoríade la utilidad marginaly la ‘leyfundamentalde la psicofísica’”enEl problemade la irracionalidad en las cienciassociales, Madrid: Tecnos,1985.

98

¿Cómose las ingeniaMarx paraquesu teoríatengaunacargasemánticaconcretay no sea

un casode lógica aplicada?Puesa travésdel análisisdel repertorioconceptualque los

propiosimplicadosen lassociedadmodernaaceptancomonormativo.Antesdeesoestá...la

primera frasede El Capital, la mera constataciónde un hechoacercadel “aspecto”que

nuestrasociedadpresentaríapara un observadorexterno, para un etnólogo de nuestras

excéntricascostumbres.El hecho de que la sociedadmodernase presentecomo una

“inmensaacumulacióndemercancías”221 dirige la atencióna aquellosdiscursosqueregulan

esaacumulación.Del mismomodo,si unatribu sepresentacomounainmensaacumulación

de rezoso de casamientosentreprimos,haremosbien en buscarlos discursosqueregulan

esascaracterísticas.Esto quieredecir que el materialismode Marx, comoel de la historia

moderna,no tienequever conunanocióningenuao naturaldeproducción(ni muchomenos

demateria),másbienpresuponequela producciónsehayainsertaen las prácticassociales

dominantes.Estoeslo queexplicaMarx deun modoun tantoextrañoparael puntodevista

actualen la primeraparte(“Mercancíay Dinero”) del Libro I de El Capital; en particular

sueleresultarextenuantela distinciónentrevalor de uso,valor, forma del valor y magnitud

del valor, etc.Lo quevienea decirMarx a travésdeun análisisestrictamenteinternoesque

el intercambioesunaprácticasocialy política,unaformaculturaldevivir el mundono muy

distintadel intercambiode primos o de los ritos de circuncisión;no hay nadanaturalen

ellos y hay queexponera las clarasen quémedidaesosritos tan extravagantestienenque

ver con la subsistencia, tal y como se había indicado en la Ideología alemana222.

Así pues,Marx secentraenaquellasnormasqueregulanla aparienciamásinmediatade la

sociedadcapitalista.Es decir, buscalas leyesque codifican el ritual del intercambioy lo

hacedemodotal queengranenconsu“uso”, connuestroestarenel mundoa travésdeestas

costumbres.Estevínculosientalasbasesparaconocerel contenidomaterialdela estructura

formaldeesosritos.PoresoaMarx no le sirvela teoríamarginalistay necesitadeunateoría

laboraldel valor aunque,evidentemente,los motivosparaelegir el trabajocomosustancia

sonposterioresa la decisiónde queno sirve una teoríapuramenteformal223. En cualquier

casose podría objetar que, a fin de cuentas,el intercambiono es la característicamás

conspicuade la sociedadmodernasino,por ejemplo,el protestantismo,el ansiadecambio,

221 En realidad,lo quedice Marx esque“ la riquezade las sociedadescapitalistasen lasquedominael mododeproduccióncapitalistasepresentacomounenormecúmulodemercancías”(K. Marx, El Capital, op. cit., I,1, p. 43, la cursivaesmía).No obstante,dadoquelo queMarx pretendeeshallar la ley querige lassociedadescapitalistasy dadoqueestatienemuchoquever con la riqueza,el hechodeque la riquezasepresentecomoun cúmulo de mercancías,permiteafirmar metafóricamenteque la propia sociedadse presentacomo unaacumulacióndemercancías.De igual modo,si la sociedadespartanaestuvieraregidapor lasleyesdela virtudguerrera se podría afirmar metafóricamente que se presenta como un cúmulo de batallas.222 Curiosamente J. Huizinga plantea una idea similar en Homo ludens, Madrid: Alianza, 1972, p. 153.223 D. Guerrero, Historia del pensamiento económico heterodoxo, Madrid: Trotta, 1997, p. 62 y ss.

99

el desconciertopostmoderno...¡o la Ilustración!Tal vez la primerafrasede El Capital sea

sencillamenteengañosao al menospoco exacta.Se podríaachacara Marx haberelegido

comomarconormalde comportamientola construcciónde la sociedadde mercadoa partir

de las conductasindividualesporqueesacaracterísticade la sociedadmodernale venía

mejor que otras, por ejemplo, por su índole cuantificable.Desdeluego es una objeción

importantey la respuestasólo puedeserrefutativa.En palabras,de Wallerstein,la clavees

que en los últimos siglos, en caso de conflicto, parececomo si siempre venciera el

capital224(enel siguientecapítuloabordaremosesteproblemaen términosmásformales).No

es queya no hayafamilia, religión o vida intelectualsino que la existenciade todasestas

dimensionesde la vida humanaparecensupeditadasa que no incordien demasiadoal

capitalismo (con lo cual casi siempre terminan por jugar algún papel en su reproducción). No

deberíahacerfalta decir, por retomarun asuntoque hemostratadoanteriormente,que el

hecho de que “siempre venza el capital” no entrañaninguna fatalidad histórica como

tampocolos “dilemas” (contradicciones)dela sociedadcapitalistaimplicanningunaclasede

obligatoriedad de su disolución.

En definitiva, la primera parte de El capital cargacon el peso(epistemológico,que no

historiográfico)dedarmaterialidada un modeloformal. Desdeluegola concreciónhistórica

de esemodeloperteneceal restode la obra,dondeseestudianlas peculiaridadesde cierto

mercado(el del trabajo)quehacenqueunospocosseenriquezcansin robo aparentey, por

tanto,sedacuentade la desigualdaddeclase.Sin embargo,esen la primerapartedondese

insiste en que no se trata de una estructuralógica cualquierasino del modo en que se

organizacultural y espiritualmentela vida material. Por eso, la interpretaciónde este

apartadosiemprees muy delicaday los economistasburguesestiene parte de razón al

señalarunadiferenciaesencialconel restodeEl Capital, dondeMarx selimita a derivarlas

conclusiones.De algún modo, no deja de ser cierto que se trata de una secciónmuy

metafísicao, mejor dicho,esesapartedecualquiercienciaquesólopuedesermetafísica;a

ella pertenecenenunciadoscomo “supongamosun espacio y un tiempo absolutos”,

“supongamosun puntosin extensión”,etc.Estetipo deproposiciones,comoveíamosantes,

sólopuedenserestablecidosmedianteunadiscusióndialéctica(enel sentidodeAristóteles)

o, entérminosactuales,“filosófica”. Porsupuesto,tambiénla economíaburguesaestállena

depresupuestosmetafísicosde estetipo –másbien torpes,dicho seade paso– comoocurre

conla justificaciónescolardela ley deutilidad marginaldecreciente.En todocasosepuede

acusara Marx de excesode honestidady de excesivodetallismoal intentar fundar estos

224 I. Wallerstein, El Capitalismo histórico, Madrid: Siglo XXI, 1988, p. 2

100

presupuestoscon demasiadosmiramientos. Pero para quien le guste el detallismo

epistemológico,comodeberíaserel casode los filósofos,estaprimerapartees importante

paraasegurarla cargaempíricadelasconclusionesposterioresrespectoal sistemasocialque

formalizany queno seancomola teoríade,por ejemplo,Arrow. Marx no selimita a buscar

el mejor modeloformal queda cuentade los comportamientosindividualesen la sociedad

modernasinoquesecomprometea buscarloa partir de los discursosnormalesy normativos

querigenesasociedad,talescomola equidad enel intercambio.Lo quela primerasección

pretendesacara la luz esqueesosdiscursossonunaparteimportantedel modoenqueselas

entiendencon el mundo.Por eso,sepuededecir queMarx buscaalgo asícomolos éndoxa

dominantes de nuestra sociedad225, aquellas regularidades nomológicas que son

fundamentalesparaexplicar la apariencia(sorprendente)de una sociedad.En estecasose

tratadela validezdel intercambio,deciertasnormasquehacenqueel intercambioseajusto.

Pues,en efecto,ya es sorprendenteque se intercambiecosastan distintascomo maderay

lienzo. Lo que intenta Marx en sus capítulos “metafísicos” es justamentelo que han

pretendidolos antropólogosa lo largo del siglo XX: mostrarque el exotismode ciertas

costumbres,susingularidad,tienemuchoquever conun sistemacomplejodevida enel que

juegaun papelesencialla reproducciónde las condicionesde vida. Los presupuestosde

nuestrasociedad,los éndoxa, queplanteaMarx son básicamentelos principios del estado

liberal tal y como quedaronestablecidostras las revolucionesburguesas,se trata de ese

archicitado “reino de la libertad, la igualdad y Bentham”226.

Es importante insistir en que esta forma de establecerlas regularidadesque rigen el

comportamientode un colectivo a lo largo del tiempo sólo puedeestablecersemediante

argumentosaristotélicamentedialécticos (casi me atreveríaa decir que eminentemente

retóricos)y no formanpartedeuncapítulodela historiadelasmentalidades.Marx recurrea

una especiede tópica que, irónicamente,se resumebien en ese frontispicio ilustrado:

igualdady libertad.Buscaaquellosdiscursosexpresivosde la prácticafundamentalen la

sociedadmoderna,la producciónde mercancías,pero no en su concreción(efectivamente

muy diversay compleja)sinocomoejessincrónicosque,evidentemente,no puedenmásque

serabstractos.Recomponerla forma enqueestosprincipiosoperanrealmenteen cadacaso

serála inmensatareadela historiografía(por muchoqueMarx enmuchasocasionestambién

225 Existe una espantosatradición de aristotelismomarxista que ha puesto su granito de arena en eloscurecimientodeMarx. Uno desusmáximosrepresentanteses,sin duda, Aurelio Artetaperola bibliografíaesmuy amplia.Poresocreoqueesnecesariomanejarconmuchaprecauciónestas“metáforas”filosóficas.LaideadequeMarx buscalos éndoxadela sociedadmodernapretendeayudara comprenderquéquieredecirsubúsquedadela “ley fundamentaldela sociedadmoderna”,enquésentidosepuedeentenderqueunasociedadtiene leyes sin ni siquiera postular la existencia de la historia como proceso unitario y universal. 226 GabrielAlbiac rastrealos orígenesdeesteasuntoenel jovenMarx a partir dela distinciónentrehombreyciudadano, G. Albiac, Desde la incertidumbre, Barcelona: Plaza y Janés, 2000, pp. 233 y ss.

101

se ocupede ello). Dicho de otro modo,El Capital no exponelo que pensamostodoso la

mayoríasino aquellosdiscursosqueorganizanla vida real de todoso la mayoría.Uno no

tienepor quécreersequehayun intercambiojustoy aceptableenel mercadodetrabajopara

tenerque trabajare incluso paraalegrarsede conseguirun trabajo.Hay una infinidad de

formas de relacióncon estasnocionescomunesy el reconocimientode su “falsedad” o,

mejor, de su no naturalidadno conducea su desvanecimientopues también hay una

infinidad de mecanismosde imposición. Ambas infinidades son estudiadaspor la

historiografía, en algunos casos con un éxito fascinante.

Esto viene al hilo de cierta pretensiónde la “historia de las mentalidades”de ser una

instanciaprivilegiadadeconocimientodeunasociedad.Paraalgunos,encontrarlasnociones

comunesdeun colectivo,o sea,los éndoxa, equivaldríaa explicaresasociedad.Así, Gaston

Bouthoulafirmabahacetiempoque“la mentalidadconstituyela síntesisevidentey dinámica

de cadasociedad...de modoqueunasociedades,esencialmente,un grupode personasde

mentalidadanáloga”227. No debeconfundirseestetipo de afirmacionescon la tareadeMarx

que,másbien,consisteendiseñarla lógicade la interacciónindividual ennuestrasociedad.

La “mentalidadmoderna”,a lo sumo,puedeser invocadacomopresupuestoparadescartar

otrasescalasde utilidad propiasde los agentesimplicados(morales,religiosas,familiares)

queno entranenjuegoenel intercambiocapitalistae inclusosonconflictivas.Porotraparte,

recomponerla sangrientaformaenquelos miembrosdeunasociedadllegarona aceptaresas

tablasde utilidad frente a su obvio interésreal es (ha sido) tareade los historiadores.En

efecto,todavíahay zonasde Españadondeserecuerdacómolos trabajadoresabandonaban

las minasen épocade siega.Marx presuponeunasociedaden la quenadiequiereo puede

irsedesiegasinoquela mayoríadebeacudirdíatrasdíaa supuestodetrabajoparaganarse

un sueldo“justo”, sin importarsi paraello debeperseguireseempleopor mediomundoa

travésdefabulosasmigracionescontinentales.De igual modo,de laspremisasqueestablece

Marx cabederivar otrasposibilidadeslógicas.Una de ellas por la que los marxistashan

sentidociertadebilidadsellama“revoluciónsocialista”y, justamente,lo quehademostrado

el marxismo analítico (por muy irritante que resultesu minuciosidad)es que se puede

demostrarlógicamentelas ventajasparalos trabajadoresde estaopción228. Aunque,desde

luego–y creoqueestáesunade las razonespor la quelos analíticossehanganadocierta

mala prensa–, también se puede demostrar otras cosas mucho menos agradables.

El Capital es una obra un tanto excesiva,pues está obligadaa cargar con sus propios

fundamentos.Sin embargoesteexcesoes el que haceque el marxismotengautilidades

227 Citado en E. Mitre, Historia y pensamiento histórico, Madrid: Cátedra, 1997, p. 126228 F. Martínez Marzoa seguía un razonamiento similar en De la revolución, Madrid: Alberto Corazón, 1976.

102

conceptualesquetransciendenel merocálculoformal deutilidades.Por ejemplo,Ivan Ilich

podíaafirmar que,en realidad, los cochesamericanoscirculana seiskilómetrospor hora.

Trasestaboutadeseexplicacómoanálisisalternativosde lasrealidadeseconómicaspueden

depararresultadossorprendentes.Ilich, sencillamente,consideróla realidad cultural del

transporte inserta en nuestro trato general con el mundo:

El varónamericanotípico consagramásde1500horaspor añoa suautomóvil:sentadodentrodeél,

en marchao parado,trabajandoparapagarlo,parapagarla gasolina,los neumáticoslos peajes,los

seguros,las infraccionesy los impuestosparala construcciónde las carreterasy los aparcamientos.

Le consagracuatrohorasdel díaen lasquesesirvedeél, seocupadeél o trabajaparaél. Sin contar

con el tiempoquepasaenel hospital,en el tribunal,enel taller o viendopublicidadautomovilística

ante el televisor.Estas1500 horasanualesle sirven para recorrer10.000kilómetros, es decir, 6

kilómetrospor hora.Exactamentela mismavelocidadquealcanzanlos hombresenlos paísesqueno

tienenindustriadel transporte.Con la salvedaddequeel americanomediodestinaa la circulaciónla

cuartapartedel tiemposocialdisponible,mientrasqueenlassociedadesno motorizadassedestinaa

este fin sólo entre el 3 % y el 8 %229.

De igual modohacepocoSusanGeorgecomentabalo ridículo queeraquela contratación

deun mayornúmerode segurosa costadel aumentode la delincuenciao de los terremotos

se consideraseun beneficio. Marx intenta plantearuna forma de explicar estasaporías

respectoal trato material con el mundo pero respetandola normalidadde la sociedad

capitalista,esdecir,aceptandoquesetratadeunasociedady no deun proyectodesuicidio

colectivo.Esestala razón,por otraparte,de los “elogios” de Marx al capitalismoquetanto

escandalizaban a Hannah Arendt.

En mi opinión es absolutamentefundamentalcomprenderque tal vez existanrazonesno

coyunturalespara que la teoría de Marx se restrinja al capitalismo.La propia sociedad

capitalistatieneciertaspeculiaridadesquela hacensusceptiblede ser teorizada.En primer

lugar las reglas“fundamentales”–enun sentidoqueaclararemos–de nuestrasociedadson

relativamenteestables,simplesy cuantificablespero,sobretodo,esasreglasponenen juego

los propios medios de subsistencia,la economíaen sentidoestricto. Evidentemente,las

estructurasmatrimoniales,la iglesiao el ágorahantenidosuspropiasnormasconstitutivasy

hantenidounafuerzadecisivaen distintassociedades.Peroesasreglasno poníanen juego

directamentela tierra,el trabajoy el dinero;la economíaestabatotalmenteincrustadaenlas

relacionessocialesque,precisamente,asegurabanqueaquellano sedesintegrasea causade

los dilemasque se siguende la interacciónirrestrictade los interesesindividuales.En la

229 I. Illich, Energía y Equidad, Barcelona: Seix Barral, 1974.

103

sociedadmodernapor primeravezlas reglassociales,el sistemadeéndoxa, soneconómicas

y no familiareso decualquierotro tipo. En estesentidoel tópicoacercade la escisiónentre

economíay sociedadno esparticularmenteacertadoperosí muy expresivo.La cuestiónes

queenel capitalismo,porprimeravez,la mayoríadela poblaciónlo apuestatodoa un juego

arriesgadoen el que le van sus mediosde subsistencia.En estesentido,Ellen Meiksins

Woodhaseñaladoacertadamentela imposibilidaddeconsiderarel análisisespecíficodeuna

sociedad que se hace en El capital en términos de una “filosofía de la historia”:

El carácterexclusivodel capitalismo,lejos de constituir un problemaparael marxismo,es la base

misma de su existenciateórica. Fue Marx quien por primera vez proporcionóuna explicación

sistemáticade este fenómenoexclusivo: en realidad fue Marx quien reconocióque exigía una

explicacióny queno sepodíadar por sentado,comoalgo inscrito en la naturalezahumana,ya fuera

en el desarrollonaturalde la razónhumanao en la propensióna “trocar y cambiar”o en la codicia

humana,y/o en la indolencia.Y siguensiendolos marxistasquienesestánrealizandolos másserios

esfuerzos por desarrollar y perfeccionar esta explicación230.

Precisamenteestamismaautorahainiciadoenlos últimosañosundebatequeobligaa exigir

ciertasprecaucionesa la horadeentenderla teoríadeMarx comounateoríadejuegosavant

la lettre. Estametáforano deberíaser interpretadaliteralmenteo relacionadadirectamente

conel marxismo de la elecciónracional.En efecto,Roemer231 ha tratadode hacersecargo,

segúnun proyectodeJonElster232, dealgunosproblemasclásicosdel marxismo,enconcreto

de la división de clases,desdeel punto de vista de la teoría de juegos expurgando

explícitamentecualquierreferenciaa la teoríadel valor-trabajo.Esto ha concluidoen una

definición de clase en términos de estrategias,un proyecto muy bien fundado

matemáticamenteperocuyautilidad final paraafrontarlos problemasdel marxismoresulta,

cuando menos, dudosa233.

En realidad,Woodve aquíunproblemahabitualentodoslossistemasbasadosenla elección

racionaly esquesólosirvenparaexponerlo quehayqueexplicar234. De algúnmodotantola

versiónde Roemercomola de Wright se quedanen los primeroscapítulosde El Capital,

establecen(tal vez con másdetalley rigor queMarx) quétipo de juegosentranen juegoen

230 Ellen Meiksins Wood, “El marxismo y el curso de la historia” en Zona abierta, n° 33, p. 5.231 Véase, sobre todo, J. E. Roemer, Teoría general de la explotación de las clases, Madrid: Siglo XXI, 1989.232 Ya en “Marxismo, funcionalismoy teoría de juegos”, Zona abierta, n° 33, 1984, en el marcode unadiscusióndel funcionalismode G. A. Cohen pero, sobre todo, en Making Senseof Marx, Cambridge:Cambridge University Press, 1984.233 En estesentido,la aportaciónde E. O. Wright resultacuriosa.PorunaparteWright insisteen quellegó ainteresarsepor el enfoquede Roemeral considerarlos problemasque entrañabael análisisempíricode lasclasesmedias;por otra parteno le satisfacesumodeloe intentaplantearotro en el quela producciónjuegueun papel más destacado. Cf. E. O. Wright, Clases, Madrid: Siglo XXI, 1994.234 Como el propio Elster, por otra parte, reconoceen J. Elster, “Nuevas reflexiones sobre marxismo,funcionalismo y teoría de juegos”, Zona Abierta n° 43-44, 1987, p. 35.

104

la sociedadcapitalista.La cuestiónesqueMarx va másallá deestadescripción,puesexplica

desdelos propiospresupuestosdeesasociedadalgunasimportantesaporíasquesesiguende

la normalidadburguesa.Es importanteentender,tal y comohemosplanteado,quela teoría

laboral del valor es, másque una teoríaeconómica,una teoría etnológica. Su función es

sentarlas basesde un modelo que explica (y no sólo describe)la especificidadde la

autocomprensiónmayoritaria y/o dominantede unasociedadconcreta. Marx aceptaqueel

estudioconcretodela génesisdelas“preferencias”(admitidaso impuestas)delos miembros

de la sociedadcapitalistaes asuntode la historiografía,lo que él pretendees justamente

explicaresaescalade utilidad, algo francamenteajenotantoa la teoríade juegoscomo,de

algún modo, tambiéna la historiografía.Aunqueestoúltimo es discutible.Digamosque,

desdeel planteamientoque hemoshecho,Marx estableceun puntode vista teórico,cuyos

conceptosestánplenamentedefinidosy al que la historiografíaes,en principio, ajena.La

claveesese“en principio”, puessonmuchoslos historiadoresquepor las característicade

su objeto de estudiose aproximanen aparienciaa este enfoque,si bien con resultados

irregulares235. Másclaro resultael problemaen lo quetocaa la revisiónde las tesisdeMarx

desdeel puntode vista de la teoríade juegosquetantoha proliferadoen los últimos veinte

años. De nuevo es Wood quien mejor ha comprendido las limitaciones de este enfoque.

Efectivamente, resulta difícil entender como el modelo del “marxismo de la elección racional” [MER]

puedeescaparaunacompletacircularidad,algoasícomoquelos individuosacumulancapitalporque

son acumuladoresde capital. El propio impulso de acumular capital no se puede reducir a

propiedadesindividualesindependientesde lasestructurassociales[...] En el mejorde los casos,esto

significa que la partemásimportantedel trabajodebeser realizadaantesde aplicar el modelodel

MER y sin contarparanadacon suayuda.Todo el análisishistóricode las estructurasde las quese

derivan los atributos de los individuos relevantesdebe ser hecho antes, y justamentecon las

herramientasdel materialismohistóricoconvencional.El modelodel MER debetomar como dado

justamentelo que se necesitaexplicar. Las propiedades“individuales” que motivan la “elección

racional”debenserdeducidasdelos macroprocesosquehayqueexplicar.El modelodel MER puede

“explicar” lasestructuraso “macroprocesos”sólo en términosdeaquellasmotivacionesindividuales

cuya presencia debe ser deducida de las propias estructuras236.

El carácterno formalistadela teoríamarxistala dejaenunaposiciónfrancamenteincómoda

frente a la historiografía.No es fácil explicar hastaqué punto es de aplicación la teoría

235 Es el caso de G. Arrigui, El largo siglo XX, Madrid: Akal, 2000.236 E. M. Wood, “Rational Choice Marxism: Is the Game Worth the Candle?” en New Left Review, n° 177,1989, p. 45. Este artículo criticaba a A. Carling, “Rational Choice Marxism”, New Left Review n° 160, 1986que respondió en “In Defence of Rational Choice: A Reply to Ellen Meiksins Wood” y, por su parte, Woodcontraatacó en “Explaining Everything or Nothing?” ambos en New Left Review n° 184, 1990.

105

marxistaenhistoriografíao si, másbien,comodecíaLe Roy Ladurie,sóloesinteresanteen

la medidaenquesedejaatrás237. Evidentementelasestructurasquesederivandela teoríade

Marx sondiscursivas–sonconocimientosy no objetos,comocualquierotra estructura–,el

problema es que no se correspondenplenamente con ningún objeto de estudio

historiográfico en concreto: las estructurasde Marx no son como las de Braudel o

Wallerstein,sonespecificasde la “sociedadcapitalista”perono son la “economía-mundo”

del siglo XIX, por ejemplo.Deberíaya resultarevidentequeestosucederíacon cualquier

teoríaenhistoriay noenparticularconla deMarx. El problemaesla irrupcióndeunateoría

en un dominio de estudiospolémicoquenos sigueinteresando,que la teoríano logra (ni

pretende) desplazar. Así, pues, ¿qué relación guarda la teoría con la historiografía?

Pordeprontola historiografíamarxistatienealgodeapuestaabductiva. Esla apuestadeque

la teoría ha señaladoel lugar de estudio, la idea de que la trama seleccionadaha sido

seleccionadacon anterioridady explicada formalmenteen otro lugar. Insisto en que esa

explicación no es una explicaciónhistoriográfica,tan sólo sirve como indicador, como

letrero luminoso,paraunaexplicaciónque,paselo quepase,serácotidianay contingente.

Así, la teoríaa lo sumopuedeestablecerderivacionesde lo quedeberíaocurrir a partir de

ciertoséndoxa(propiedadprivada,libertadde comercio,mercadode trabajo,etc). Esto no

significa que todos los acontecimientosque se vayan a analizarsigan estasnormas.Sin

embargo, resulta interesantesiquiera para darse cuenta de que un acontecimientoes

relevante por su anormalidad.

En muchasocasionesla explicación formal actuarácomo contrafáctico.Si un gobierno

decideimpulsar medidaskeynesianas,esamedidano rebatela teoríade Marx que sigue

siendoel contextode normalidadfrente a la que se recortaeseacontecimeintodiferencial

consistenteenunalimitación de la libertadde mercado.Así la teoríamarxistaservirácomo

índice hipotéticode dóndebuscaren la historia empíricalo significativo, lo normal y lo

decididamenteanormal, o sea, como guía contingentede lo que estudiar y de cómo

estudiarlo.Lo queanteshemostradoesqueestetipo de apuestasestánpresentesinclusoen

las explicacionesmás cotidianas de la historia y sea cual sea el enfoque elegido

(microhistórico,cultural, etc). El hechode que la apuestaaquí tengaun considerablerigor

formal sólo permite afirmar que se puedediscutir por separadode las investigaciones

empíricasy con una precisiónconsiderablepero no que seauna instanciaprivilegiadade

sentido.La dominanciade lasrelacionesdeproduccióncapitalistaennuestrasociedadesun

enunciadode distinto orden que aquellosque describenesasrelacionesen generalo su

aplicaciónconcreta.Por tanto,no hay ningunamanerade demostrara priori que hay una

237 Citado en E. Mitre, op. cit. p. 132.

106

asimetríacausal en virtud de la cual, respectoa un fenómenoconcreto, determinada

estructurade conocimientosgoza de un mayor poder explicativo, siquiera mediante

mecanismosfuncionales,quecualquierotro elementohistoriográfico(la moda,la dieta, la

religión, etcétera).Por esonuncadeberíatomarsela teoríamarxistacomounaexcusapara

no investigarrealmentelo sucedido.La razónesjustamentela quehabíamosaducido,según

un argumentodeMcintyre,paraestablecerla validezdela nocióndecausaenhistoriografía.

Las leyes no explican fenómenosconcretos,e incluso cuandolas leyes de la sociedad

capitalistasonalgomásqueel contextodenormalidady entranen juegoenunaexplicación

historiográficaconcreta(y lo cierto es que no es algo habitual)es precisoaclararen qué

sentido lo hacen.

Esono obstaparaque las leyesmarxistasseanauténticasleyesen su dominio formal. La

objeciónde Le Goff, quiendecíaquesonsólo tendencias,espropiade alguienqueno tiene

la menorideade lo queesunaley científica238. Efectivamente,enel mundoreal, la ley dela

gravedadactúasólo comounatendenciaquela másleve ráfagade viento estádispuestaa

“anular”; del mismomodo,si mecolocoenla espaldaun motora reacciónno niegola ley de

la gravedad,ni la aplicaciónde medidaskeynesianasniega la ley de la tasade ganancia

decreciente.Tanto la ley que estableceque una interacción basadaen las acciones

individualescaracterísticasdeunasociedadcapitalistaconducea distintascrisiscomola ley

dela gravedadsonmerasfórmulasqueexigenun considerabletrabajodeinterpretaciónpara

comprendersu presenciaen el mundoreal. Las leyes que planteaMarx son formalmente

leyes y, evidentemente,materialmentetendencias.No hay ni una sola ley científica que

opere como algo distinto de una tendencia en el mundo real.

La asimetríaentre teoría e historia hace difícil establecerlos criterios de verificación

empíricade la teoría de Marx, puesrequiereuna serie de dispositivosconceptualesque

fácilmenteseconviertenen argumentosad hoc parasalvarla teoríafrentea las pruebasen

contra.Lo que deberíaresultarevidentees que ningún enfoquepuramentehistoriográfico

puederefutaro confirmartotalmentela teoría,aunquesin dudaesun medioexcelentepara

estableceren dóndedeberesidir el pesode la prueba.La teoríade Marx, como cualquier

otra,utiliza enunciadosplenamentedefinidos(no polémicos)frentea los dela historiografía

y necesitadeun auténtico“laboratorio” paraverificar los teoremas.Estono deberíallevar a

renunciara buscarpruebasempíricasde la teoría–dehecho,hay todaunatradiciónen este

sentido239– pero sí debería prevenir respecto a demostraciones o impugnaciones apresuradas. 238 J. Le Goff, Pensar la historia, op. cit. p. 46.239 Cf. Guerrero,Historia del pensamientoeconómicoheterodoxo, op. cit., cap.10. En concreto,resultadeenorme interés A. Shaik, Valor, acumulación y crisis, Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1990.

107

Entenderla teoríade Marx como un modelo formal construidoa partir de instrucciones

empíricasmuy detalladassignifica afirmar, comohizo Marx explícitamente,quesi alguien

aplica ese modelo, que hasta la fecha sólo había sido desarrolladoen Inglaterra,

probablemente(a menos que concurran circunstanciasexternas) obtendrá resultados

similares,perosi cambiaalgunosde los factorespuedeobtenerresultadosdiferentes.Esaes

justamentela tesisque se planteaen la cartade 1877 que hemoscitado anteriormentey,

sobre todo, en esta otra: “El análisis hecho en El Capital no ofrece, pues, razones ni en pro ni

encontradela vitalidadde la comunarural,peroel estudioespecialquehehechosobreella

me ha convencidode queestacomunaes el punto de apoyode la regeneraciónsocial en

Rusia;peroa fin dequeella puedafuncionarcomotal habráqueeliminar primeramentelas

influenciasdeletéreasque la sacudende todos lados y luego asegurarlelas condiciones

normalesdeun desarrolloespontáneo”240. Porconsiguienteunahistoriadel capitalismoserá

unahistoriadecómoel mundollegó a aceptaresemodeloy decómodistintascircunstancias

le dierondistintaspeculiaridades.Seentiendeasípor quéel énfasisen la discursividadno

implica unafalta de realidad,sólo significa quela difusión del capitalismo,lejos de serun

proceso metafísico, se desarrolló a través del convencimientode los burguesesy la

imposición a la plebe de ciertas prácticascon todo un universo cultural asociado.Esta

imposición,como hemosvisto, aceptainfinidad de maticesrealesy, sobretodo, algunas

alteracionesmuy significativas.Una de ellas,queveremosen el apéndicefinal, afectaa la

“gran transformación”queexperimentóel capitalismoa partir delos añostreinta,un proceso

particularmenteinteresantea fin de ejemplificar la relaciónentreteoríae historiaqueaquí

hemos analizado.

Inmediatamentese planteandos problemas.En primer lugar, resultadifícil renunciara la

ideade quela teoríaexplica la historia real.De algúnmodola ideade queesaexplicación

tan sólo señalael lugar de trabajo de la historiografíaconstituyeel planteamientodel

problemaantesque su solución. Hasta aquí hemosvisto cómo ninguna teoría está en

condicionesde invalidar la pluralidad de investigacioneshistoriográficas,muchasde las

cualesquedaránlegítimamenteal margende dicha teoría. Ahora hay que analizar con

precisiónla relaciónepistemológicaentrelos límites sintácticosqueestablecela teoría–los

límites conceptualesdentro de los que comprendemosuna variedadde acontecimientos

concretos– y la historiografía vinculada a esa teoría.

En segundolugar,y muy relacionadoconel problemaanterior,ya en Marx perosobretodo

enautoresposteriores,la teoríaessusceptiblede adquirir dimensionesdiacrónicaso, mejor

240 K. Marx, Sobre el modo de producción asiático, op. cit. p. 172.

108

dicho,procesuales.Tal vezel mejorejemplodeesteanálisisprocesualseael famosodebate

sobre la transición del feudalismo al capitalismo241 pero está implícito en numerosas

discusionessobrelas “fases” del capitalismoo en ciertos cambiosestructuralescomo el

predominiodel capitalmonopolistao del capitalfinanciero.Estetipo dedesarrollostieneun

estatusambiguo, es difícil señalar hasta qué punto son teóricos y hasta qué punto

historiográficos.

Si seconsideraambosproblemasconjuntamenteno es raro quealgunasde las reflexiones

másinteresantesobrela validez de la explicaciónfuncional hayansurgidoal hilo de una

propuestarenovadade unafilosofía sustantivade la historia.En efecto,el planteamientode

G. A. Cohenviene a ser una especiede contraejemplomaximalistade las tesis de Paul

Veyne.

241 Cf. P. M. Sweezy,M. Dobb,C. Hill (et al.), La transicióndel feudalismoal capitalismo, Madrid: CienciaNueva, 1967.

109

IV. De la función al límite: ¿qué determina en la “determinación en última

instancia”?

Funciones

Cuando,en 1977,G. A. CohenpublicóLa teoríade la historia deMarx: unadefensanadie

podríahabersupuestoqueiba a convertirseen la obradereferenciaparaunatradicióndeya

másde treinta añosy, comoha señaladoJonElster,que daríalugar a la únicaescuelade

pensamientoqueen rigor puedellamarsefilosofía marxista.Paraentenderhastaquépunto

resultainopinadosuéxito hayquerecordarqueno corríanbuenostiemposni parala versión

ortodoxadel materialismohistórico que proponeCohenni, en general,para un tipo de

análisismáscomprometidocon la claridady el rigor queconincorporara la argumentación

los últimos devaneossemióticos,etnológicoso psicoanalíticos.La resacaestructuralista,

desdeluego,no dejó muchascosasen claroaunquesí unaespeciede vagaunanimidada la

horadedenostarlas teoríasmarxistasclásicascomovulgaresy primitivas.En estecontexto

Cohenhizo un planteamientoparticularmentecompactode la teoríade la historiade Marx

segúnla líneasmaestrasestablecidasen el famosísimoPrólogode 1859242. Lo queCohen

veníaa plantearesquelo queaquellosbrevespárrafosexponíanmuy esquemáticamentede

ningúnmodoera tan trivial comomuchagentepretendía(marxistasy no marxistas)y que

abandonaresos términos de forma coherenterequeriría,en todo caso, un considerable

esfuerzofilosófico. Ni la doctrina de la basey la superestructurani la determinación

tecnológicadel cambiosocial a gran escalason tesistriviales en absolutoy no bastacon

invocar el fin de la metafísica para que su enorme fuerza empírica se disuelva243.

242 K. Marx, “Prologo” en Contribución a la crítica de la economía política, Madrid: Siglo XXI, 1980.243 Respectoal asunto de la superestructura,Terry Eagleton daba una respuestaingeniosa a algunas“objeciones” triviales: “No quiere decir [la doctrina de la base-superestructura]que las cárcelesy lademocraciaparlamentaria,las aulasescolaresy las fantasíassexualesseanmenosrealesque las aceríaso lalibra esterlina.Las iglesiasy los cinessontanmaterialescomolas minasde carbón;lo únicoquepasaesqueno puedenserel último catalizadordel cambiosocialrevolucionario”(Terry Eagleton,Ideología, Barcelona :Paidós, 1997, pp. 113-117).

110

Porotra parteCohensecomprometíaexplícitamentea plantearel debatecon la claridadde

la tradiciónanalítica(fue asícomosurgióel nombrede marxismoanalítico).No pretendía

estudiarhistoriográficamentelos escritosdeMarx sinohacerun desarrollodesufilosofía de

la historia coherentecon sus ideasmerceda un conocimientoexhaustivo(y en ocasiones

extenuante)desuobra.Bien,puesla apuestadeCohentuvo un éxito inmediatoy numerosos

pensadoresrelevantesquesehabíandesvinculadotiempoatrásde las discusionesmarxistas

anteel sorprendentegradode vacuidadque habíanalcanzadose reengancharonal debate

que, esto es lo importante aquí, alcanzó una considerable profundidad filosófica.

La propuestade G. A. Cohenconsisteen estableceren qué sentidose puedeentenderla

evolucióndelasdistintassociedades–la “historia”– comounprocesoenel queexistecierta

lógica, un movimiento no aleatorio. Para llevar a cabo este proyecto Cohen necesita

establecerla validezde un modelode sociedaden el quelos cambiosdel conjuntoa largo

plazoquedanexplicadospor la eficaciacausalde unaparte.Cohenafirma quehay pruebas

suficientesdequeel Marx madurosustentóestaopinióny, sin lugara dudas,unaimportante

tradiciónmarxistaconsideraqueesesala basedel materialismohistórico.Sin embargo,el

proyectode Cohenno tiene parangónpor la firmeza con que intenta tomarseen serio la

teoríadela historiadeMarx presentadaenel Prólogo.Frentea estedesarrollolos numerosos

intentosdefundarunatradiciónteóricaapartir del eslogan“la luchadeclasesesel motorde

la historia” no pasan de ser elaboracionesmás o menos bienintencionadaspero

tremendamente inocentes.

Por eso,la propuestade Cohenno debeserentendidacomounaversiónmásde teleología

ingenuahumanista,comoun desarrollohegelianotristementesecularizado;en todocasose

acercamása la ideaalthusserianade“procesosin sujeto”.Esdecir,el criterio delprocesode

cambio histórico no sería la realización de una esenciaimplícita de algún modo en

acontecimientospasadossinounacondicióndeposibilidadinmanentede lassociedadesque

orienta en cierta dirección sus transformaciones.Cohen niega explícitamenteque este

procesotenga nada de necesario:nada impide la posibilidad de una “inversión” o del

estancamientocomo en el caso, clásico en las discusionesmarxistas, del modo de

producciónasiático.Cohense pronunciaen contra de la realidadempírica de estasdos

últimastesislógicamenteposibles,aunquela caracterizaciónfinal del materialismohistórico

también sirve para ellas. Se trata de la doctrina que afirma que “la historia es,

fundamentalmente,el desarrollode la capacidadproductivadel hombrey quelas formasde

111

sociedadsurgeny desaparecenen la medidaen que permiteny promueven,o impiden y

obstaculizan, ese desarrollo”244.

Esteproyecto,a fin decuentas,esun desarrollocoherentedela conocidasentenciadeMarx

acercade la relación entre basey superestructura;Cohenañadeciertas tesis (que Marx

explicitaenotroslugaresigualmentefamosos)relativasal sentidoenqueestarelaciónpuede

afectaral cambiohistórico.La razónde queesteprocesotan evidentementeteleológicono

impliqueun finalismo metafísicoobedecea ciertosrequisitospreviosa la teoría.En primer

lugarciertaspreconcepcionesbásicassobrela “naturalezahumana”:“Nos centraremosenun

dato histórico sorprendente:que las sociedadesrara vez reemplazanfuerzasproductivas

superiorespor fuerzasproductivasinferiores”245. La explicaciónanalíticadeestacuestiónde

hecho se realiza a través de tres argumentos:

a) Los hombres son en cierta medida racionales, en un aspecto aún por especificar.

b) La situación histórica de los hombres es una situación de escasez.

c) Los hombres poseen una inteligencia de un tipo y un grado que les permite mejorar su situación246.

Evidentementeno corren buenostiempos para esta clase de afirmacionesy una buena

objeciónes que los requisitosque impiden que la teoría seametafísicason ellos mismos

metafísicos,sin embargosetratade afirmacionestan básicasy generalesqueresultadifícil

no darlescierto crédito. En segundolugar, es relevanteel hechode que el criterio de

cambiofundamentalseael desarrollotecnológico–la “capacidadproductivadel hombre”–y

no cualesquieraatributosmorales,políticos,etc.Estacaracterísticadel modeloevolucionista

deCohentieneimportanciaenla medidaenquela tecnologíaes,tal vez,la únicadimensión

humanaen la que parecedifícil dudarde que ha habidoun progresoclaro a lo largo del

tiempo.Por otra parteesteprogresono deberíaser tomadoen el sentidoabsolutode una

redenciónpuescadavez somosmásconscientesde lo poco adaptativoque puedeser el

progresotecnológicosin una regulaciónestrictaque limite su uso individual. Así pues,la

mejoradela capacidadproductivasemuestrabásicamenteenel tiempocadavezmenorque

se necesitapara colmar ciertas necesidadesbásicas de subsistenciaque permiten la

reproducción de una sociedad.

La argumentacióndeCohentomacomopuntodepartidala demostraciónde la prioridadde

las fuerzas productivas–los medios de producción y la fuerza de trabajo– sobre las

relacionesde producción.A su vez, la fuerzade trabajotiene mayor importanciaque los

244 G. A. Cohen,“Respuestaa ‘Marxismo, funcionalismoy teoríadejuegos’deElster” enZonaAbiertanº 33,p. 65.245 G. A. Cohen, La teoría de la historia de Karl Marx: una defensa, Madrid: Siglo XXI, 1984, p. 166246 Ibid., p. 168

112

mediosdeproducciónpuesincluyeunadimensióncognoscitivaclaveen la evoluciónde las

fuerzasproductivas:estáconstituidatantopor la fortalezacomopor lashabilidadestécnicas.

Al hilo de esteplanteamientoCohenelaboraunallamativacaracterizaciónde la nociónde

“material” como calificativo opuestoa “social” antesque a “ideal”247. Es por eso que el

conocimiento científico, algo “espiritual”, puede ser una fuerza productiva material.

Las relacionesde producción,por su parte, consistenen el poder económicodel que

disponenlosmiembrosdeunasociedadsobrelasfuerzasproductivas.Enconsecuencia,“las

relacionesde producción son o bien relacionesde propiedadpor personasde fuerzas

productivaso bien relacionesquepresuponenestasrelacionesde propiedad.Por propiedad

se entiendeaquí no una relación legal sino una relación de control efectivo”248. Estas

relacionesson constitutivas de la “estructura económica” – que se contraponea la

superestructura–,perolo característicodel planteamientodeCohen esqueendichabaseno

entran en juego las fuerzas productivas. Las fuerzas productivas son una mera “capacidad” y,

por consiguiente,no constituyenla estructuraeconómica;no son algo que existaentrelos

individuosdeunasociedadsinounafuerzaqueposeen249. ParaqueestotengasentidoCohen

estableceuna interesantedistinción entredos nocionesde base(externae interna)que le

llevan a concluir que “las fuerzas productivas se encuentrandebajo del fundamento

económico”250. La exclusiónde las fuerzasproductivasdel fundamentoeconómicoesclave

paraestablecersu primacíaexplicativasobrelas relacionesde producción.De estemodo,

Cohenpuedeplantearcoherentementeque,en la relaciónde laspersonasconsusmediosde

subsistencia,la naturalezade estosmediosexplica la relación;la sociedadestáobligadaa

ajustarsea un desarrollo“extrasocial”(entendidoestoenun sentidomuy particular)comoes

el crecimiento de la capacidad productiva del ser humano.

Si aquínosinteresala obradeCohenno esparareivindicarla validezdela versiónfilosófica

del materialismohistórico como paradigmahistoriográfico –más bien al contrario. Lo

importanteesqueCohensedacuentadequeel objetivodel esquemadeMarx esestablecer

la fuerza explicativa de ciertos estratosepistémicossobreotros: “he mantenidoque las

relacionesde produccióncorresponden al nivel de desarrollode las fuerzasproductivasy

sona su vez la base sobrela quesealzala superestructura.Creoqueestoesunaforma de

decir que el nivel de desarrollode las fuerzasproductivasexplica la naturalezade las

relacionesdeproduccióny queéstasasuvezexplicanel carácterdela superestructura.Pero,

247 Ibid., p. 108.248 Ibid., p. 37. 249 Ibid., p. 40.250 Ibid., pp. 32-33.

113

¿quétipo deexplicaciónseofreceaquí?Mantengoqueen todoslos casosnosencontramos

con una especie de explicación funcional”251.

Cohenharepetidohastala saciedadla importanciade no atribuir la explicaciónfuncionala

la escuelasociológicafuncionalistade,por ejemplo,Malinowski o Merton.La insistenciade

Cohentiene sentidoen la medidaen que dentrodel marxismoha habidouna importante

tradición crítica que se ha dedicadoa rebatir estasteorías,en especial,a causade su

capacidad legitimatoria e intrínsecamenteconservadora252. En efecto las sociologías

funcionalistas tienden a plantear entre los distintos grupos sociales una especie de

solidaridadorgánica,de formaqueinclusolasactividades“disfuncionales”(delito, rebelión,

etc.)encuentranun modoretorcidodecontribuira la cohesiónsocial.Evidentementeeneste

tipo de argumentacionessiemprese recurrea versionesmás o menossofisticadasde la

“astucia de la razón” hegeliana,es decir, se tiende a considerarla sociedadcomo una

totalidad expresiva en la que cada una de las partes contribuye al desarrollo del todo y afirma

a su modo la naturaleza intrínseca del conjunto.

Porel contrario,la explicaciónfuncionaltal y comola planteaCohenesun tipo derespuesta

a unapreguntaacercadel por qué, explícitamentesegúnel modelohempeliano253, enla que

un sucesoseexplicaen términosdesuefecto.Algunosejemplosdeestetipo deexplicación

causal tan peculiar son: “Las aves tienen los huesoshuecosporque los huesoshuecos

facilitanel vuelo”, “Estadanzadela lluvia esejecutadaporquemantienela cohesiónsocial”,

“El protestantismocobró fuerza a comienzosde la Edad Moderna en Europa porque

promovía el desarrollodel capitalismo”. La peculiaridadde este tipo de explicaciones

causalessederivade la generalizacióndeunaforma lógica distintivaque,grossomodo,es:

“ocurrió la causae porquecausaríael efectof o, dicho menosconcisamenteperocon más

propiedad,ocurrió e porquela situacióneratal quecualquiersucesodel tipo E causaríaun

sucesodel tipo F”254. Esto descartaotras posibilidadesde que la causase explique en

términosde su efecto como una imageninvertida de la causalidadoridinaria (ocurrió e

porqueocurrió f) u otros que violenten la disposicióndiacrónicade la causay el efecto

(ocurrió e porque causó f).

Una explicaciónfuncionalesunaexplicaciónen la queun hechodisposicionalexplicaqueocurriera

el tipo desucesoenunciadoenel antecedentedela hipótesisqueespecificala disposición(...) Si esta

exposiciónescorrecta,las principalestesisexplicativasdel materialismohistóricosonexplicaciones

funcionales,porquelas superestructurasmantienenunidaslas basesy las relacionesde producción,

251 G. A: Cohen, “Respuesta a ‘Marxismo, funcionalismo y teoría de juegos’ de Elster”, op. cit., p. 67.252 Cf. N. Laurin-Frenette, Las teorías funcionalistas de las clases sociales, Madrid: Siglo XXI, 1976.253 G. A. Cohen,La teoría de la historia de Karl Marx, op. cit., p. 276. De ahí que,aquí, las objecionesdeDray a Hempel puedan ser relevantes.254 G. A. Cohen, “Respuesta a ‘Marxismo, funcionalismo y teoría de juegos’ de Elster”, op. cit., p. 67.

114

controlanel desarrollode las fuerzasproductivas:estossonhechosinnegablesde los que Marx era

consciente.Y sin embargoafirma que el carácterde la superestructurase explicapor la naturaleza

productiva (...) No conozco otra manera de hacer que el materialismo histórico sea coherente.255

Unanociónbásicaenestaargumentaciónesla de“hechodisposicional”,del tipo “los huesos

huecosfacilitan el vuelo” o “el protestantismopromovíael capitalismo”.En consecuenciael

augedel protestantismoquedaexplicadopor ciertadisposicióndela sociedadque haceque

el protestantismopromueva el capitalismo. Como señala Elster es esta naturaleza

disposicionalla que da cuentadel misterio de que el explananssiga en el tiempo al

explanandum: “el explanandumdebe ser una pauta de conducta,no un sucesoaislado.

Podemos,así, explicar la pauta indicando cómo la conductaproduce en un momento

concretolas consecuenciasque tienen el efectode manteneruna conductasimilar en un

momentoposterior”256. Una objeciónobvia queCohenrecogeesqueel hechode queestos

hechosdisposicionalestenganlugar no significa que seanla auténticaexplicaciónde un

hechoconcreto.Puedeque la sociedaddel XVI requiriesedel protestantismoparaque la

burguesíaascendiesey, sin embargo,que fueranlos hábitoshigiénicosde Lutero los que

llevarona la difusión de la reforma.Comoesobvio estosólo refutaaquellasexplicaciones

funcionalesque,enrealidad,sonpseudo-explicaciones:“La existenciadela falaciaposthoc

ergopropterhocno descalificaa todaslas explicacionescausales,comotampocola falacia

comparablede suponerque si algo es funcional se explica por su función o funciones,

descartatodaslas explicacionesfuncionales”257. No obstante,lo que aquí nos interesaes

observarcómo la explicaciónfuncional necesitade un conjuntode hechosdisposicionales

queoperancomo identidadprevia explicativa. Así mismo, el materialismohistórico toma

como punto de partida un importanteconjunto de hechosdisposicionalesque Cohenen

ningún caso cuestiona.

Cohenpostulala explicaciónfuncional como una alternativalógicamenterigurosaa ideas

intuitivas pero oscurascomo la “determinación en última instancia” de Engels o la

“causalidadestructural”de Althusser258 y, en efecto,un modelo de explicaciónfuncional

puedeexplicarcoherentementela “independenciarelativa” de la superestructura.El propio

Cohenponeel ejemplode cómoel aparatojurídico queel conjuntode la sociedadrespeta

puededar cuentade la propiedadde los mediosde producciónsin recurrir a argumentos

adicionales.La tesisdeCohenesqueestosólocontradicela doctrinadela determinaciónde

255 Ibid. p. 68.256 J. Elster,“Nuevasreflexionessobremarxismo,funcionalismoy teoríade juegos”,ZonaAbierta nº 43-44,abril-septiembre de 1987, p. 26257 G. A. Cohen, La teoría de la historia de Karl Marx, op. cit., pp. 311-12.258 Ibid, p. 309.

115

la basesi no serecurrea un argumentofuncional:“El contenidodel sistemalegalseexplica

por su función,queescontribuir a sostenerunaeconomíade un determinadotipo (...) Las

estructuraslegalessurgeny desaparecenen la medidaenquesostieneno frustranformasde

economía que son favorecidas por las fuerzas productivas”259.

No dejadeserciertoqueestosólodemuestraquedeterminadastesis,comola dela primacía

de las fuerzasproductivas,hande serexpresadasen términosfuncionalesy no la cuestión

sustantivadela validezdedichastesis.Precisamentela objecióndeJonElsteresquecuando

Cohen demuestrala necesidadde recurrir a explicacionesfuncionales, en realidad,

“contribuye a mostrarhastaqué punto es poco plausiblela tesisde la primacía”260. Y, en

efecto,Cohenproponela idea de que es correctoafirmar la validez de cierta explicación

respectoun conjuntode fenómenosauncuandono sesepacómolos explica.Por ponerun

ejemplorecurrente,escorrectodecir queunacerilla ardeporqueha sido frotadacontrauna

superficieásperaaunquedesconozcamosla relaciónentrela fricción, el calor, el oxígenoy

la combustióny, por tanto,no sepamoscon exactitudcómoestesucesoexplicael primero.

Por supuestoesto no significa que debamosconformarnoscon esta precaria situación

epistémica.Por el contrario las auténticasexplicacionescientíficasdan cuentade alguna

forma de mecanismoque explica con precisiónel “cómo”. Lo que dice Cohenes que en

ausenciadeestetipo deexplicaciónexhaustiva,unaexplicaciónfuncionalesváliday, si uno

se mantienedentro de sus límites lógicos, también puedeser verdadera.En efecto, en

biología las explicacionesfuncionalesson aceptablesporque,desdeDarwin, existe un

mecanismoteórico(la selecciónnatural)queda cuentade la relaciónfuncionalentrecierto

tipo de huesosy la capacidadde volar. En este sentido Cohen hace una comparación

archicitada(y muydiscutida)dela situacióndel materialismohistóricoconel evolucionismo

pre-darwiniano.En suopinión,el problemadela teoríadeLamarckesquedio unarespuesta

inaceptablea la cuestiónde cómosurgíanciertosrasgosadaptativosperoesono obstapara

reconocerqueacertóal comprenderquelos animalesteníanrasgosadaptativosal medioque

variabana lo largo del tiempo.Supropuestahubierasido aceptablesi la hubieraenunciado

en términosde una explicaciónfuncional no comprometidacon la forma concretade esa

evolución.

En un breveapartadoCohenexponecómola explicaciónfuncionalestásujetaa las mismas

reglasdefalsacióny confirmaciónquecualquierotraformadeexplicacióncausal261. Si bien

tienerazónencuantoal hechodequeentérminoslógicosno suscitaproblemasparticulares,

lo cierto es que obvia con muchocuidadola forma en que se planteanlas explicaciones259 G. A. Cohen, “Respuesta a ‘marxismo, funcionalismo y teoría de juegos’ de Elster”, op. cit. p. 69.260 J. Elster, Making sense of Marx, Cambridge: Cambridge University Press, 1984, p. 31.261 G. A: Cohen, La teoría de la historia de Karl Marx, op. cit., cap. 9.5.

116

funcionales.En otraspalabras,¿cómoprocedeel materialistahistórico paraproponersus

tesis?,¿dedóndesurgen?Pues,enefecto,la ausenciadeun mecanismoteóricoquehagaque

el hechofuncional resulteexplicativo no significa que las explicacionesfuncionalessean

necesariamentefalsas pero parece evidente que las deja en la misma situación

estructuralmentepolémicaen la que se encontrabanla totalidadde las tesishistóricas.En

realidad,Coheneludecon muchocuidadola cuestiónde que el materialismohistórico no

sóloha sido criticadopor la formade explicaciónqueproponesinopor las tesissustantivas

que Cohen sustancia en cuatro:

1) El nivel de desarrollode las fuerzasproductivasen una sociedadexplica la naturalezade su

estructura económica, y

2) su estructura económica explica la naturaleza de su superestructura

Piensoque1) y 2) sonexplicacionesfuncionalesporquede otra forma no podríareconciliarlascon

otras dos tesis marxistas, a saber que

3) la estructura de una sociedad promueve el desarrollo de sus fuerzas productivas

4) la superestructura de una sociedad estabiliza su estructura económica262.

Si bien entiendo que Cohen tiene razón al defender la validez de las explicaciones

funcionalescreoque seequivocaal defenderla validezde los principiosdel materialismo

históricocomoteoríade la historia.No esqueestosprincipio no seanplausibles(lo sony

mucho) sino que para que lo seanuniversalmentees precisoestableceruna considerable

cantidadde tesisintermediasque los adaptena cadasituaciónhistoriográficaconcreta.De

estemodo, la tesis de la determinaciónde las fuerzasproductivaspierde fuerza para el

análisisde la sociedadcapitalistaque es, precisamente,dondetiene pesoespecífico.El

materialismohistórico es una metateoríapara la que se puedendesarrollarestrategias

retóricas muy convincentespero, entonces,se difumina el programa de investigación

marxista, teóricamentefundado en El Capital, que indica el camino para un estudio

específicode la sociedadmoderna.Así como todo el mundoentiendemuy bien quépuede

significar en nuestrasociedadla determinacióneconómicade la cultura, por ejemplo, la

situaciónno esla mismaparacualquierotraépocao contexto.Conestono quierodecirque

todoel mundoreconozcacomoun presupuestoaceptablela determinacióneconómicaen la

sociedadcapitalista,tansólo queresultamásfácil ponersede acuerdoacercadequéseestá

hablando.Por el contrario,en una tribu africanala idea de que la economíadeterminala

estructurafamiliar y ciertadivisión genérica,másquefalsa,esirrelevante263. En realidad,no

262 G. A. Cohen, “Respuesta a ‘Marxismo, funcionalismo y teoría de juegos’ de Elster”, op. cit., p. 71.263 Creoqueestaesla granlecciónquepuedeofrecerGodelier,comobuendiscípulodePolanyi,al insistir enque,en todo caso,la división infraestructura-superestructuraesfuncionaly no institucional.M. Godelier,Loideal y lo material, Madrid: Taurus, 1989, p. 158.

117

dejade tenerpartederazónDiegoGuerrerocuandoafirma la importanciadequeCohenno

aceptela teoríadel valor-trabajo264. Si dedicatantoesfuerzoa fundamentarlasexplicaciones

funcionalesdel materialismohistórico en general es porqueno reconocela superioridad

gnoseológicade las explicacionesteóricas concretas de El Capital. Así, busca una

legitimidadfuncionalde las investigacionesmarxistasen su pertenenciaa un proyectolato

de materialismo histórico.

Ni quedecir tienequeel materialismohistóricode Cohenquesigueel Prólogode 1859no

tiene mucho que ver con la caracterizaciónque hemos hecho de la historiografía

contemporáneacomoguiadapor ciertatendenciamaterialista.Lo quehemosmantenido,de

un modocercanoa Polanyi,esquecuandolos historiadoresy antropólogoshanbuscadolas

mentalidades,los símbolosy las estructurasde parentescose han tropezadorepetidamente

con algo que,a regañadientes,podemoscalificar de baseeconómicao producción.Estono

tiene ningún misterio: para rezar, casarse,procrear,o escribir hay que estarvivo y, así,

comer.Lo que ocurre es que esta esferade la producciónsólo analíticamentese puede

escindirde los rezosy los matrimonios.Así, comohemosvisto, los historiadorestienenque

establecerun criterio de investigaciónmuy definidoparalograr (conbastantetrabajo,dicho

seade paso)escribirunahistoriaeconómicade la Córdobadel siglo XI. ¿Hacambiadoesto

en nuestrasociedad?Sí y no. Una de las críticas esencialesde Marx a los economistas

burgueseses que han confundidouna forma concretade organizarla produccióncon la

interaccióncon el medioensí misma.En realidadla economíasiguesiendotan ritual como

siempreo tal vez más. Este plus es el que hace que la sociedadmodernaviva en la

convicciónde la escisiónde los fenómenoseconómicos;comohemosvisto, Marx partede

esta autocomprensión para analizar cómo esa escisión mítica engrana con la producción real.

Esto no quita validez a la argumentaciónde Cohen sino, más bien, al proyecto del

materialismohistóricoque,entreotrascosas,requierepostularunaunidadrealde la historia

en virtud de cierto tipo de fenómenos(el desarrollo tecnológico de los medios de

producción)queactuaríancomosujetoparala predicacióndel restodeacontecimientos.En

nuestro análisis anterior planteábamosque, en historiografía, este tipo de referencias

causalessólo son válidas si presuponenla reconstrucciónnarrativadel argumentoen un

nivel superioren el quela relaciónsujeto-predicadosereinterpretacomomerasucesiónde

acontecimientos.Por eso insistíamos también en la imposibilidad de encontrar una

supernarracióntotal. La peculiaridaddel materialismohistórico es que, a diferenciade la

historiografía,pretendeser la faseprevia a unaauténticaexplicacióncientífica quecuente

con mecanismosteóricos y, en consecuencia,considera que puede prescindir de la

264 D. Guerrero, Historia del pensamiento..., op. cit., p. 173.

118

indeterminacióndel objetodeestudiohistoriográfico.He mostradoquesi bienconsideroque

las consecuenciasprácticas para la investigación de un proyecto tal han sido muy

beneficiosassólo puedenmantenersecomo estrategiaretóricay no como tesissustantiva.

Una tesis filosófica sustantiva tiene el defecto de obviar que “producción” y

“superestructura”sonasuntosmuy diversosdependiendodel acontecimientoy del enfoque

y, por tanto,debensituarseen un lugar demasiadoalejadodel campode batallaempírico

para ser corroboradas.Por ejemplo, me pareceque hablar sencillamentede modo de

producciónfeudalresultasumamentearriesgadoy contrarioa la tendenciaa la especificidad

(creo que epistémicamentepositiva) de la historiografía contemporánea.Igualmenteel

conocimientodel desarrollo tecnológico sólo es posible en función de estrategiasde

investigación muy distintas.

El enormeaciertode Coheneshabermostradocómolas explicacionesfuncionalesno son

lógicamenteincorrectasy puedenllegar a serun sustitutoaceptable(esdecir verosímil)de

una auténticaexplicaciónteórica.Sin embargo,como veremosmás adelante,estoquiere

decir que son una forma (un tanto endeble)de explicaciónhistoriográficaque sólo tiene

sentido dadas las condicionesde este tipo de conocimiento. De hecho, el debate

característico del marxismo analítico que inició Elster con su crítica de Cohen giró en torno a

la validezo no (engeneral)delasexplicacionesfuncionalesy noacercadelos principiosdel

materialismohistórico.Pero,en especial,las tesisde Cohenson muy importantesparael

asuntoqueaquínosocupa.La historiografíamarxista,por el programade investigaciónque

acepta,tendráciertatendenciaobvia a establecercomohechosdisposicionaleslos procesos

decreacióndeplusvalor.Creoquesiemprequeesteproyectosehamantenidodentrode las

fronterasde la sociedadmodernaha dado unos resultadosfrancamentesatisfactoriosy

demuestrala fecundidadde la explicaciónfuncionalcuandoel antecedenteestáfirmemente

establecidoporunaelaboraciónteórica.Lo queheplanteadoantesesqueesteproyectosuele

dar unosresultadosmuchopeorescuandoseextiendea aquellassociedadesrespectoa las

queno disponemosdela mismabaseteórica.Poreso,enmi opinión, la identidadpreviaque

designanlos hechosdisposicionalesquedamejor descritaen términosde contextoy, del

mismo modo, la idea de jerarquizacióncausalcomo modo de explicaciónpor causasen

historiografíame parecemenosequívoca.La idea de jerarquizaciónrecogeparte de las

característicasde la explicaciónfuncional pero es menosrestrictiva en la medidaen que

aceptaexplícitamentequela ordenaciónesrelativaa la demarcaciónde la identidadprevia.

Estoquieredecir,por ejemplo,quesepodríamantenerquela crisisdelos añostreintafue la

causade la segundaguerramundial sin que esonos lleve a decir que fue la causade que

AlemaniainvadieraPolonia.La relatividaddel contextode referenciaes importanteen la

119

medida en que permite contemplar una interrelación de factores más compleja y la

comparacióndedistintasposibilidadesexplicativas.Cohenseciñea un modeloíntimamente

hempelianoprecisamentepor su adhesiónal materialismohistórico como filosofía de la

historia; en cambio, la idea de Mcintyre de causalidadimplica una crítica radical de las

filosofíassustantivasde la historia.De todosmodos,en amboscasosconocemoscon cierta

precisiónfenómenospropios de dos contextosde investigacióndiferentes(los mediosde

produccióny la estructurajurídica,por ejemplo,o la crisis económicay la segundaguerra

mundial) y planteamosuna relaciónentreambas.En estesentidodecíamosque causaen

historiaes la mediaciónentredoscontextosde normalidad(v. g. paz-guerra)queno están

dados de antemano, en el sentido de que dependen de la elección previa del historiador.

Mecanismos

Lasexplicacionesfuncionalesni muchomenossonpatrimoniodela tradiciónhistoriográfica

marxista.Así, Jon Elster, tal vez el principal detractorde la validez de la explicación

funcional, haceuna dura revisión de El pan y el circo de Paul Veyne por sus“deslices”

funcionalistas265. A Elster le llama la atenciónel libro de Veyne porque consideraque,

precisamente,Cómo se escribe la historia es una excelente recusacióndel tipo de

explicaciónfuncionalistaqueplanteaCohen.En efectola desacreditaciónde la explicación

causalenhistoriay dela aplicacióndeleyesgeneralesquehaceVeyne,conllevala búsqueda

demecanismosde explicaciónparafenómenosconcretos.Sin embargo,en distintoslugares

Veyne no sigue su propios principios metodológicos:

Quizásel ejemplomásclaro quenosofreceVeynede esefuncionalismodudososeencuentreen el

análisisquehaceel autorde los collegia romanos.Si lo he interpretadocorrectamente,Veyneparte

de dos premisas:1) todos tienen necesidadde participar de la fiesta, y 2) la fiesta pierde su

significación si todos participan de ella. De estasdos premisas,Veyne deducela aparición de

“pequeñosgruposcuyasdimensionespodíanestarlimitadaspor un propósitooficial, deacuerdocon

el cual podíanseleccionarselos miembros”.Estoseranlos collegia, cuyafunción manifiestano era

otraqueunaselecciónarbitrariarealizada“con el fin de” facilitar la funciónlatentedepermitirlea la

gente pasar buenos momentos.Bien puedo creer que este efecto era una consecuenciano

premeditada,no reconociday agradablede los collegia, pero ¿cómo podemosdecir que esa

consecuenciaexplica la instituciónmisma?(...) “Con el fin de” implica la existenciade una agente

con una intención; en este caso ¿quién es el sujeto? 266

265 La referenciaa VeyneesrecurrenteenElster.VéasePsicologíapolítica, Barcelona:Gedisa,1995, capítulo1; Uvasamargas, Barcelona:Península,1988.p.167; “Nuevasreflexionessobremarxismofuncionalismoyteoría de juegos” op. cit., p. 29, etc.266 J. Elster, Psicología política, op. cit. p. 67.

120

Toda la labor intelectualde Jon Elster –ya desdesu tempranocontactocon la escuela

neohegelianafrancesa267– puedeentenderseen términosde una lucha contra las distintas

modalidadesdeexplicaciónsocialbasadaenel sujetocolectivoo, lo quea efectosprácticos

vienea serlo mismo,enlos procesossin sujeto.ParaElsterla unidaddeanálisisenciencias

socialeses el individuo, cualquier explicación que tome en consideraciónotro tipo de

entidadesperteneceráa algunaforma de exégesissocial más o menosacertadapero en

ningúncasoserácientíficay a duraspenasracional268. Elsterpiensa,creoqueconrazón,que

la teoría de juegos ha marcadoun hito importanteen este proyecto de individualismo

metodológicoen la medidaen quepermitequela comprensiónde la interacciónestratégica

delasconductasindividualesno caigaenun recursoal infinito ( del estilode“yo piensoque

él piensaque yo pienso...”) graciasa la noción de punto de equilibrio. Frente a esta

explicación detalladade cómo la interacción de los individuos da lugar a estrategias

colectivasespecíficasy diferenciadasde los deseosparticulares,el funcionalismopostularía

típicamente“un propósitosin actorproponenteo, entérminosgramaticales,un predicadosin

sujeto”269. Si bienestetipo deexplicaciónesrecurrenteencienciassocialesElsterindicacon

precisiónque,enel casodel marxismo,siempreacabanconvirtiéndoseendistintasversiones

de la teoríade la conspiración,de modoquehastael hechomástrivial esexplicadopor su

función parael capitalismo.El auténticoproblemaderiva de la imposibilidadde concebir

teóricamente a la clase capitalista como un órgano corporativo; por sus propias

característicasse trata de individuos en competiciónentre sí. Por eso,ya desdeMarx, la

teoría del estado es el terreno abonado para la explicación funcional. Según, Elster a partir de

1850Marx dejadepensarqueel estadoesun meroinstrumentoenmanosdelos capitalistas

y sedacuentadequealgunasdesusdecisionestienenencuentalos interesesde los obreros

o, al menos, sus interesesinmediatos. Precisamente,la cuestión crucial es que estas

decisiones“anticapitalistas”acabansiendoventajosasparael capitalismoa largo plazo al

resolveralgún dilema derivadode la imposibilidadde acuerdocolectivo.Estedispositivo

epistémico,segúnElster,escaracterísticode la explicaciónfuncional270. La mayorpartede267 Cf. el capítulo “Going to Chicago” de J. Elster, Egonomics, Barcelona: Gedisa, 1997.268 A diferenciadel estrictoindividualismoqueElsterplanteacomoúnicavía parala cienciasocial,JohnR.Searleha propuestouna noción rigurosade “intencionalidadcolectiva” que no se basaen la interaccióncooperativasino en el hechode que un conjunto de individuos compartaestadostales como creenciasodeseos.Frente a los intentos de reducir el nosotros a una colección de yoes, Searle plantea que laintencionalidad que existe en cada individuo adopta primitivamente la forma de un “nosotros pensamos”. Esto,evidentemente,le aleja de las formas más burdaso metafísicasde colectivismo. Cf. J. R. Searle,Laconstrucción de la realidad social, Barcelona: Paidós, 1997, pp. 41-44.269 J. Elster, “Marxismo funcionalismo y teoría de juegos” en Zona Abierta nº 33, p. 24.270 PrecisamenteCohen(La teoríade la historia..., op. cit., p. 326) recogeun casomuy similar comoejemplode la necesidadde postularla explicaciónfuncional: “La generalizaciónquesugerimos(y queno esuna leyuniversal)es que se producencambiossustancialesen la estructuraeconómicaque favorecenel bienestarinmediatode la clasesubordinadacuandoestaclaselucha por ellos y ademásincrementan– o al menospreservan– la estabilidaddel sistema”.La objeciónde Elster consisteen que esto requierela tesis,muy

121

las explicaciones funcionales son planteadascomo si tuvieran un funcionamiento

algorítimico (es el casode la selecciónnatural) pero luego se aplican a estrategiasque

contradicen ese mecanismo:

A vecessedicequeel Estadorepresentaal “capital engeneral”,quees(lógicamente)másimportante

que los muchoscapitalesindividuales.Por supuesto,estoesunadrásticaviolación del principio del

individualismo metodológicoaquí defendido.Es cierto que a menudoexiste la necesidadde una

accióncapitalistaconcertada,pero la necesidadno creasu propiasatisfacción.La necesariaacción

colectivapuedeno materializarseaunsi esconsideradaposibley deseable,a causadel problemadel

francotirador,y a fortiori si la necesidady la posibilidadpasaninadvertidas(...) Másaún,cuandolas

accionesdel estadosirven a los interesesdel capital frente a los capitalistasindividuales,hay que

aportarpruebasque demuestrenque estaconsecuenciatiene capacidadexplicativa, es decir, que

existeun mecanismopor el cualla políticadel estadoesconfiguradapor los interesescolectivosdela

clasecapitalista.El mecanismono tiene por qué ser un proyectointencional,pero hay que aportar

algún mecanismo para que la explicación sea tomada en serio271.

En realidad,Elstertiendea confundirlos casosenlos queMarx habladel estadoy los casos

en los queexcluyesu acción.Comoveremos,el estadoapareceprecisamenteparaexplicar

desviacionesconcretas respectoa un proceso estrictamentemecánico y general. Esa

correcciónqueexplicaun casoparticularno varíael contextodeidentidadprevioy generale

incluso en ocasionesse puededecir que lo refuerza,de ahí que sealícito describirlaen

términosfuncionales.Ni quedecir tienequeestaperspectivade estudiono esúnicay si en

vez de la lógica de la interaccióncapitalistaestudiamos,por ejemplo,las expectativasde

vida de los obreros,la intervencióndel estadosí que tiene incidenciacausal(cambiala

identidadprevia).De algúnmodo,es cierto quela generalizaciónde unateoríadel estado

capitalistamedianteexplicacionesfuncionalesen el nivel de estudioen el que se mueve

Marx constituyeun salto cualitativo de dudosalegitimidad. No obstante,investigaciones

comolasdeGowan,Arrighi o Poulantzas,muestranquela intervenciónestatalestanubicua

quela afirmaciónacercade queel estadovela por “el capitalen general”puedeentenderse

en términos de una estrategiade investigación,como un resumen de un mecanismo

recurrente que ha permitido en muchas y distintas ocasionesresolver los dilemas

autodestructivospropiosde la sociedadcapitalista.En realidad,pretendosostenerqueesasí

precisamentecomo hay que interpretar semánticamentelas explicacionesfuncionales

lógicamenteválidas. En cualquiercaso,Elster tiene razón al afirmar que la explicación

funcional no debe tomarsecomo una excusapara no investigar los hechostal y como

comprometida,de que los gobernantesestánpensandoen velar a largo plazopor los interesescapitalistasobiensenecesitanmecanismosqueexpliquencómohansurgidoesasconsecuenciascolectivasinesperadasdedecisiones individuales de los gobernantes cuyo propósito era otro. 271 J. Elster, “Marxismo, funcionalismo y teoría de juegos”, op. cit., p. 37.

122

ocurrieron concretamente;idealmentese debería llegar a establecerlas motivaciones

particularesde los gobernantesquepromulgaronlas leyespertinentes.Y lo ciertoesquela

intervenciónestatalen los asuntosde los capitalistashasido de diversosigno,por ejemplo,

políticas keynesianas,defensade los intereseseconómicosnacionaleso prevenciónde

insurreccionespopulares.El problemadeElsteresquebuscaun mecanismoteóricogeneral

y no la merarecurrenciadecuestionestantrivialescomoquemuchosgobernantestienenun

estrechocontactofamiliar y personalcon altosempresarioso quedependende su apoyoy

financiaciónparallegar al poder.En estesentido,paraentenderla argumentaciónde Elster

hay que recordarsu compromisocon la búsquedade unafundamentacióncientíficade las

cienciassocialesa partir de la teoríadela elecciónracional.Poresola explicaciónfuncional

le parececlaramenteinsuficienteo, como él dice, “de segundoorden”272, respectoa las

expectativasde análisisexhaustivoqueplanteala teoríade juegos.Los análisisestratégicos

permiten establecerconexionescausalesde un modo que no está al alcance de la

historiografía al uso y superar la indeterminaciónconectiva propia de la explicación

funcional: “Supongamosque hemoshalladoque una normadadahaceque todosesténen

mejorescondicionesde cuantopuedeser el casosin esanorma.Existe aún un gran paso

hastala conclusióndequela normaexisteporque hacequetodosestemosmejor. A menos

queespecifiquemosel mecanismopor el cual los beneficiosno intencionalesde la conducta

guiada por la norma sostienen la norma, esta visión es una mera aseveraciónsin

fundamento”273.

La ventajade este análisispor mecanismos(y no por leyes) es que se ciñe bien a las

condicionesde especificidadtípicas de la historiografíay las cienciassociales.De igual

modo,no recurrea presupuestosdela psicologíacognitivasinoquesemantienenenunnivel

deformalidadimportante.Sin embargo,afirmarqueestamosen condicionesdecomprender

los mecanismospsicológicosque dan cuentade las accioneshumanases como decir que

Llull inventóla computadora.Aunqueresultepocoeleganterecordarlo,los análisisquehace

Elster acercade los “mecanismos”implícitos en las adicciones,por ejemplo,son de una

trivialidad asombrosa274; en términosgenerales,siemprequedesciendede la argumentación

metodológica a las investigaciones sobre un fenómeno concreto el resultado es

decepcionante.Puedeque esténmucho mejor fundadasque la verborreahabitual de las

distintasescuelaspsicológicasconsumetafísicadepacotillaperoni siquieratienenla carga

empíricaquetan mal administranalgunasde estasúltimas.Frentea ambosplanteamientos

yo diría que la mejor manerade hablarde las adiccionessueleser a travésde un estudio272 J. Elster, “Nuevas reflexiones sobre marxismo, funcionalismo y teoría de juegos”, op. cit., p. 31.273 J. Elster, Tuercas y tornillos, Barcelona: Gedisa, 1990, p. 123.274 Cf. J. Elster, Egonomics, op. cit.

123

“histórico”, en el sentidode cercanoa los hechos,polémico,meramenteprobabley sobre

todo poco comprometido con las “leyes” de la mente, la conducta, el ego o la glándula pineal

(o sea,un estudioaristotélicamentedialéctico).Resultaimposiblesabersi con el tiempola

clasede análisisque proponeElster llegará a hacersecargo del objeto de estudiode la

historiapero,porel momento,tantoéstacomo,por extensión,la partemásinteresantedelas

cienciassocialessontípicamenteno teóricas.Esverdadquealgunosde los mecanismosque

planteaElstery, muy en particular,la disonanciacognitivaaparecena menudoen obrasde

historiadorespero lo ciertoesqueconstituyenunaparteínfima de susplanteamientos.Aún

así, creo que es francamentedifícil mantenerque la historiografíaactual no constituye

conocimientoen absolutoaunque,sin duda,no constituyeel tipo de conocimientoal que

Elster aspira.Si bien en ocasioneslos historiadoresrecurrena mecanismosintencionales

individuales, como exige Elster, también utilizan muy a menudo explicaciones funcionales.

Las explicacionesfuncionalesen historia son inversasy complementariasde la idea de

jerarquizacióncausal.Si investigoel protestantismoenel siglo XVII y surgenlagunasmáso

menosmisteriosases probableo, al menos,verosímil que la ampliacióndel marcode mi

investigaciónme lleve a ciertasprácticascomercialesque me permitirán reconstruirmás

exhaustivamentequéesel protestantismodel siglo XVII, en el sentidodedar cuentade los

cambiosquesupusorespectoa la situaciónanterior.La jerarquizaciónaquíconsisteenhaber

elegido(en virtud de la evidenciaempíricadisponible)las prácticascomercialesen vez de

otros factoresque propiciaronel convencimientode los protestantes,como puedenser la

inconsistenciaracionalde la teologíacatólicao la inmoralidadde los jerarcasde la iglesia.

En realidad,cualquierargumentaciónque no explicite cómo los mercadereseligieron el

protestantismoo, pocoimportaaquí,cómolos protestantessehicieronmercaderes,quedará

por debajo de las expectativas de Elster. Según el programa del individualismo metodológico

hay que establecercon claridad si la intención de los individuos que aceptaronla ética

protestanteera gozar del espíritu del capitalismoo este fue un efecto marginal de la

indignaciónante la corrupciónde la Iglesia. Si bien aceptoque estenivel explicativo es

superior, lo cierto es que los historiadorestiendena contentarsecon una narracióncon

sentidoen la queun conjuntodeacontecimientosquededefinidoconla mayorespecificidad

posible. Por mucho que no sepamospor qué los mercaderesholandesesse hicieron

protestantesy en cambio los campesinoscastellanosno, parece relevante para una

comprensióncabaldel protestantismoseñalarque fue una religión de mercaderesy no de

campesinos.Hemos repetido en distintas ocasionesque esto no quiere decir que del

124

capitalismo se deduzcael protestantismo275. Sin embargosería absurdonegar que, en

aquelloscasosdegranrecurrencia,la meraseleccióndeciertalíneaargumentalpor partedel

historiadorpresuponela aceptación(al menosenpotencia)deunamatrizdeacontecimientos

muy similar a la ideade explicaciónfuncionalqueplanteaCohenrespectoal materialismo

histórico. La idea que hemosmantenidoacercade la importanciade los programasde

investigaciónhistoriográficoses la expresiónen la práctica de estaspreseleccioneso

precomprensiones de fenómenos significativos. Dicha selección previa sólo es ilegítima en la

medidaen que mantengamosla índole teórica(y por tantounívoca)de los conocimientos

queorienta.La articulacióndedistintosobjetosdeestudioa partir deciertosparecidoslatos

lleva a establecerniveles de interpretaciónconsiderablementediferenciadostanto en su

naturalezacomo en su nivel de generalidadpara analizar distintos fenómenos.Muy a

menudolos historiadoresnecesitanvincular fenómenosmuy diversosenunaúnicanarración

coherente;esto les obliga a recurrir a explicacionesfuncionalesque, si bien no explican

exhaustivamente,añadenrespectoa la mera descripciónla comprensiónde que dichos

fenómenosconformanun sistemacoherentey estable:unaidentidadpreviao contexto.Los

collegia y la diversión del pueblo romanoson asuntosmuy distintos cadauno con sus

propiasnormasde funcionamientoque,esoes lo único queafirma Veyne,se trabaroncon

coherenciaduranteciertotiempo.Aceptamossin dudaqueserprotestantey sermercaderson

dos asuntosdistintos que puedenrelacionarsede distintos modos,sin embargolo que la

historiografíadiscuteesen qué consisteconcretamente, en un momentodeterminado,ser

mercadery enquéconsisteserprotestante.Por esoElsterinsistetantoenel individualismo

metodológico:la exigenciade no desviarsede aquellasentidadescapacesde plantearuna

estrategiadeacción(personaso instituciones),deno adentrarseenel ámbitoequívocodelos

discursossignificativos276 (y por tanto interpretables)respondea la necesidadde que la

recurrenciatengalugar del lado de la teoría(los mecanismos)en vez del de los fenómenos

particularescuya naturalezasuponeuna precomprensiónque no surge de suyo de los

acontecimientos.En el ejemplo de Veyne los collegia “explican” la coherenciade cierta

situaciónenla medidaenquemuestranquesi lascosashubieransidodeotro modo(aunque

no de cualquier otro modo) las fiestashubieransido imposibles.Veyne sacaa la luz el

contrafácticohistóricode un dilemacolectivoqueno sellegó a producir,si bien esverdad

que no explican cómo se solucionó efectiva y concretamenteel dilema, es decir, si la

275 Por cierto que Elster hace gala de cierta mala fe cuandoafirma que Veyne “deduce” la explicaciónfuncional. Vide supra. 276 Cf. J. Elster, Uvas amargas, op. cit., p. 148 y ss. Lo que Elster critica son aquellasexplicaciones,típicamentelas psicoanalíticas,en las que todo tiene un “significado oculto” o una “función latente”. Elproblemaen historiografíaes,por el contrario,quenadatieneun significadoplenamentedefinido y esoesloque obliga a poner en juego variados dispositivos exegéticos.

125

solución fue casual o intencional. Hasta cierto punto es cierto que la explicación funcional va

poco másallá de una descripción,lo que añadees la posibilidadcontrafácticade que el

trasfondode identidaddescritoserompa.La explicaciónfuncionalsecentraen las junturas,

en los nexos que componen una situación dada –la relación entre ciertos hechos

disposicionalesy determinadosacontecimientos–y, por tanto, indica en qué sentidoesos

nexos contribuyen a la estabilidad de dicha situación.

Límites

Hasta aquí hemos planteado, en esencia, dos tesis complementarias:

1) La indeterminacióndel objeto de estudio en historia hace que la explicación

funcional legítima (aquella que no pretendedar cuentadel cómo) seauna forma

aceptable de conocimiento histórico aunque con importantes limitaciones.

2) A menosque se aceptela validez de una teoría sustantivade la historia (seael

materialismohistórico o cualquier otra) el papel de los argumentosfuncionales

quedaráreducido al de meras estrategiasretóricas, índices de dónde buscar la

ordenaciónjerárquicade un conjuntode factoresgeneralmenteno cerrado;en otras

palabras,no seránargumentoshistóricospropiamentedichos.Aún enel casodeque

esaestrategiaestéteóricamentefundada,esosóloafectaa la capacidaddeconvicción

de dicha estrategiay a la forma de discutirla pero no le otorganingunaprioridad

lógica (aunque sí epistémica).

Paraalgunosno habrádudadeque2), dondeseafirma quelos argumentosfuncionalesson

merasestrategiasretóricas,contradice1), dondesedicequelos argumentosfuncionalesson

formas aceptablespero limitadas de conocimientohistórico. En realidad,2) expresalos

límitesdeesasformasde conocimiento.Lo quedice2) esquepor detalladoy acertadoque

sea un argumento funcional nunca puede ser aceptado como conocimiento del

acontecimientoqueexplicafuncionalmentesinoqueesun argumentodeotro grado.La tesis

de Cohenes que eseotro nivel, por su parte,es una teoríade la historia, la tesisque yo

planteoesquefuncionacomometateoríaempíricamentecargada277. En estesentido,aunque

el conocimientodel mercantilismodel XVII seaexhaustivosólo actúa como estrategia

epistémicarespectoal conocimientodel protestantismo.Unaformamuy habitualdeintentar

saltarselasrestriccionesqueimpone2) –relativasa la relaciónexógenaentrelos fenómenos

277 Por los razonamientosanterioresdeberíaser evidenteque ciertos argumentospuedenser metateóricosrespecto a otros y, sin embargo, ser estudiados historiográficamente en su propio nivel.

126

que se pueden conectar mediante argumentosfuncionales–es hablar de que ciertos

acontecimientosconstituyen“límites” estructuralesde otros. Con estegiro se intentaque

dichosacontecimientossemantenganenuncontinuoidealsin ningún“salto” metateórico,es

decir,sin quemediela eleccióndeningunaestrategiadeinvestigación.Creoquehaybuenas

razonesparamantenerque estoes falso o, al menos,que estásujetoa restriccionesmuy

importantes.

Esteproblemapertenecea un conjuntomásamplio de cuestionesreferidasa la asimetría

causalque han sido analizadascon gran rigor por Levine, Sobery Wright. En términos

generales,es habitual que los investigadoresmarxistasafirmen que las relacionesde

producciónestablecenlos límitesdentrode los quesemuevenlasdistintaseleccionesdelos

actoressociales.Creoqueesunaafirmaciónbásicamentecorrecta.En el capitalismo,como

en cualquier otra sociedad,hay opcionesque rara vez se presentano que, en caso de

presentarse,generanimportantesconflictos278. En consecuencia,se sueleafirmar que las

causasgeneradasporestoslímitessondesuyomásimportanteso másfundamentalesquelas

causasde la selecciónde opcionesespecíficasdentrode esoslímites.Frentea estoLevine,

Sobery Wright ponenun buen ejemplo de cómo en ocasioneslas seleccionesson más

importantes que los límites:

Imagíneseel siguientecaso:un individuo elige un perade una cestade fruta. Hay dos causasen

juego: la variedadde frutas que hay en la cestay las preferenciaspersonalesde entrelas distintas

frutasqueexisten.Supóngasequehay treintatipos de fruta en el mundoy queveinticincode ellos

estánla cesta,¿Cuálesla causamásimportantedela elecciónindividual deunapera,la composición

de la cestade fruta o los gustosdel individuo?La respuestaestáindeterminadadadala información

especificada.Podríaser que, aunqueen la cestaestuvieranlos treinta tipos de fruta, el individuo

siguiera escogiendouna pera. En este caso, el límite estructural de la elección individual es

irrelevante.Porotraparte,si el individuo hubierapreferidounade las frutasexcluidas,el procesode

limitación seríauna parte importantede la explicaciónde la elecciónfinal. En generalno hay un

mediosencillodeestablecersi la reduccióndeposibilidadesrepresentadaspor los “límites” esmayor

o menor que la reducción representada por la “selección”279.

Esteargumentopuedepareceranti-intuitivo en muchossentidos.En realidad,lo único que

niegaes que se puedaestableceren general una asimetríacausalcualitativaa partir de la

distinciónentrelímitesy elecciones.Si la exclusiónsistemáticadeciertasposibilidadesque

vanendetrimentodel interésdelos capitalistas,por ejemplo,sonrelevantesparaexplicarlas

accióngubernamentalhabráqueargumentarcómoestoesasíenesecasoconcreto.El hecho

de que los cocheseléctricosseansistemáticamenteexcluidosde las opcionesde las que278 Elster explica que lo que la genteadquierepor socializaciónes una “estructurade preferencias”.En“Marxismo, funcionalismo y teoría de juegos”, op. cit., p. 40.279 Levine, Sober y Wright, Reconstructing Marxsim, Londres: Verso, 1992, p. 149.

127

disponeel consumidormedio, tiene que ver con ciertos límites a la oferta derivadosdel

papelque jueganen la economíaindustriastan poderosascomo la del petróleoy la de los

automóviles,así como de la relaciónde éstascon gobiernospoco dispuestosa crear las

infraestructurasnecesariasparamediosde transportealternativos.Sin embargo,se podría

objetar,no hay manerade demostrarquesi la industriade los cocheseléctricoscompitiera

en igualdadde condicionescon la de los cochesde gasolinala primera opción sería la

preferida.

Levine,Sobery Wright danunabuenaexplicaciónde por quéestetipo de objecionesson

válidas sin que esto impida que las afirmacionesde los límites causalespuedanseguir

teniendouna gran fuerza epistémicaen otros niveles de discusión.En esta ocasiónel

ejemploesunatesismuy convincentede Ann Orloff y ThedaSkocpolacercadel momento

en el quedistintospaísesintrodujeronsistemasde seguridadsocial280. En dichaexplicación

no juegan ningún papel los límites estructuralestípicos de la economíacapitalista.Sin

embargo,esto no significa que exista ninguna clase de conflicto con el modelo de

explicaciones marxistas:

En términosmuy generales,el análisismarxistadel desarrollocapitalistaexplicapor quéningúnpaís

capitalistatenía programasde seguridadsocial en 1850 y por qué todos los paísescapitalistas

desarrolladosteníanalgunaforma de seguridadsocial en 1950. La estructurade las relacionesde

propiedadcapitalistay las condicionesde la reproducciónde la acumulacióncapitalistaexplicanlos

límites de posibilidadbásicosde dichaspolíticasredistributivas.No obstante,dentrode esoslímites

hay una granvariedadde factoreshistóricamentecontingentes–contingentescon respectoa teorías

del desarrollocapitalista–queexplicanlos distintostiposdevariaciónespecíficacomo,por ejemplo,

el momentode la introduccióninicial de los programasde seguridadsocial. Al elegir un aspecto

relativamentedetalladode la política social, los límites estructuralespasana segundoplano y los

mecanismos políticos se hacen más importantes281.

No intentaré traducir punto por punto esta argumentacióna los términos en que he

caracterizadoanteriormenteel tipo deconocimientoqueentraenjuegoenhistoriografía.Sin

embargo,creoqueesevidentequela especificidaddel objetodeestudiohacequelo queen

ciertosnivelessonformasdeidentidadmuy fuertesy resistentesal cambiosólooperencomo

contextosin demasiadointerésen otras investigaciones.La cuestión,por tanto, es cómo

interpretaraquellasinvestigacionesconcretasenlasquelos límitesestructuralessí jueganun

papelcausal.En realidad,comoya hemosvisto, la soluciónfue planteadapor Aristótelesen

280 El tematieneunagranimportanciaparala tradiciónmarxistapuesguardaunarelaciónconla formaenquela claseobreraexperimentalas crisis cíclicasdel capitalismo.Cf., por ejemplo,E. Hobsbawm,Historia delsiglo XX, Barcelona: Crítica, 1995, p. 103.281 Levine, Sober,Wright, op. cit. p. 150. El problemade la variacióncontingentedentrode ciertoslímitesexternosreaparececongranclaridad,si bienenel contextode la “elección” entredistintasteoríascientíficas,en Ian Hacking, ¿La construcción social de qué?, op. cit.

128

la Retórica: hay que convertir las asimetríascausalescualitativasen asimetríascausales

cuantitativas,en cuestionesde másy menos.La idea de límite estructuralapuntaa saltos

gnoseológicoscomo los que expresala noción de jerarquizacióncausal.Lo que ocurrees

que estajerarquización,presuponela posibilidadde una narraciónde rango superiorque

suturelasasimetríascualitativas,unanuevanarraciónenla quesehablarádegeneralidadde

acontecimientosantesquedeacontecimientosprivilegiados.El conceptodeasimetríacausal

cuantitativaes estándartanto en cienciassocialescomo en biología y respondea dos

criterios:

a) la distribuciónen la población:“Es naturaldecir quefumar esunacausamásimportante

del cáncerde pulmónque la exposiciónal plutonio si hay máscasosde cáncerde pulmón

causadospor el tabaquismoque por la exposiciónal plutonio. Estaafirmaciónno implica

queel tabacoseaun agentecarcinogénicomásimportantequeel plutonio.La ideadequeel

plutonio es, intuitivamente,más ‘peligroso’ que el tabacoes compatiblecon la primacía

causalde esteen función de su distribución”282. Sin embargo,¿enquémomentola mayor

eficacia de una causaneutralizala mayor frecuenciade otra? Para hacer frente a este

problema hay que tener en cuenta otro factor:

b) la potenciade unacausa:“Dos carcinógenospuedensercausasigualmentefrecuentesde

cáncer(y por tanto igualmenteimportantesen lo que toca a la distribución) a pesarde

distribucionesmuy diferentes si la propiedad menos frecuente es lo suficientemente

cancerígena”283.

La combinaciónaritméticade la distribucióny la potenciapermiteestablecerla importancia

relativa de una causa.En consecuencia,teniendoen cuentaambosfactores,afirmar la

primacíadel tabacocomo causadel cáncerde pulmón “significa mantenerque, dada la

potenciarelativay la distribuciónde los dosagentescancerígenos,el tabacoesla causamás

importante dentro de determinada población”284.

Por supuesto,aquíno pretendemosentendercuantitativamentela relaciónentredoscausas

(por ejemplo, la religión y el capitalismo) que en cualquier caso difícilmente podrían

medirse.La cuestiónesenquétérminosepistemológicoshayqueentenderla primacíacausal

delasrelacionesdeproduccióncapitalistateniendoencuentaquela tesisdeesaprimacíaes

historiográfica,con todos los límites epistémicosque estoconlleva.Intento mantenerque

siempreque en historia se habla de límites estructuraleso de funcionesse deberíaestar

manteniendohipotéticamentequesepuedereconstruirunanarraciónde gradosuperiorque

da cuentacaso por caso de la primacía causalde cierto fenómenoen función de su282 Levine, Sober, Wright, op. cit. p. 136.283 Ibid.284 Ibid., p. 138.

129

distribucióny potenciarelativa. Evidentemente,muchasde las teoríasconspiratoriasmás

burdasde algunosmarxistasen las queaparecenexplicacionesfuncionalesno respetaneste

criterio. La eleccióndel segmentoa estudiartambiénserárelevantea la horadedeterminar

la importanciade una causa:probablementeel tabacono fue la causade cáncermás

importanteen los alrededoresde Hiroshimaen 1946. Las causasestructurales,en cuanto

expresión de asimetrías causalescuantitativas, sólo sirven para acontecimientosde

considerableduración,es decir, muy resistentesa ser modificados.Así, como veíamos,

puedeque el capital no seala causadel momentoconcretoen que ciertospaísescrearon

sistemasdeseguridadsocialy que,sin embargo,seacausalmenteexplicativoparanivelesde

mayorgeneralidady enlapsostemporalesmásamplios.Estosdistintosniveles,comohemos

visto, sonobjetosdeestudiodiferenciadose igualmentelegítimosy no merasabstracciones

de la “auténtica” investigación.Si aplicamoslos dos factoresque determinanla primacía

causalcuantitativaa la tesisde la primacíacausal(en la sociedadcapitalista) del modode

producción capitalista nos quedan los siguientes argumentos complementarios:

a) La relacionesdeproduccióncapitalistasonmáximamenteuniversales. La pruebadeesto

noessóloquenoquedeni unsoloelementodela vida socialqueno seasusceptibledepasar

por el mercado.Es muy relevanteel hechode que,por reglageneral,inclusolos modosde

producciónno capitalistaque se conservanhayanperdido su autonomíay dependandel

capital parasu reproducción.Como veremosen el capítulodedicadoa Polanyi estaes la

explicaciónde los famosos“residuosfeudales”.A menudoestauniversalidaddel capitalha

sido entendidaen términosde ontología285, creo que se trata de una recepciónclaramente

defectuosa pues implica la idea de asimetrías causales cualitativas.

b) Las relaciones de producción capitalista tienen la máxima potencia causal en las

sociedadescapitalistas, es decir, en casode conflicto tienenuna mayor probabilidadde

imponersequecualquierotracausa.Si unareligión impidecumplir la jornadalaboralcomo

esdebido,esareligión cambiaráo severácondenadaa la marginalidad.Podríaparecerque

esteargumentoincurre en ciertapetición de principio. En efecto,si una religión consigue

imponersu criterio sobreel del capital(en Afganistán,por ejemplo)entoncesesasociedad

ya no podráserdescritatotalmenteen términoscapitalistas.La aparentecircularidadremite

a la ideadequela eleccióndedescribirla sociedadcontemporáneacomocapitalistasesigue

derazonesdistintasde la propiainvestigaciónbasadaenestospresupuestos.En realidad,es

evidente que ninguna sociedadse puede describir totalmenteen términos capitalistas.285 Comoessabidolos máximosrepresentantesdeestaposiciónsonToni Negri y, enEspaña,GabrielAlbiac.TambiénF. MartínezMarzoaparecehabersucumbidoa la tentaciónontologistaaunquesu casoesun tantodistintopues,enefecto,planteael asuntodesdeun puntode vistaexplícitamenteheideggerianoy, por muchoque la reflexión de Heideggersobre la técnica me parezcaclaramentemetafísica,he de reconocersucoherencia.

130

Precisamentela cuestiónqueaquítratamosdeestableceresque,si hubieraformasdemedir

los fenómenossociales,sepodríaestablecercoherentementecuándounadescripcióncomo

sociedadcapitalistaes más eficaz epistémicamenteque una descripcióna partir de la

estructurafamiliar o religiosa dominante.De algún modo las investigacionesmeramente

probablesy polémicasde la historiografíapuedenser entendidascomo sustitutivasde una

medida exacta y por eso el argumento sigue siendo válido en ausencia de esta última.

Evidentementeambastesis guardanuna estrecharelación con la versión de la prioridad

causaldeMacintyrey, engeneral,conla interpretacióndedichaconcepcióndela causalidad

enhistoria.La ventajadeentenderasílascosas286 esquesóloseafirmaciertadistribuciónde

unaestructurade preferenciasentrela poblacióno, al menos,entrelos agentessocialescon

capacidaddecisoria que controlan tanto los aparatosideológicos del estadocomo los

aparatosrepresivosdel estado287. Esto significa que allí donde no operenestascausas

sencillamenteno operarán, sin más. Esto se contraponea la idea de asimetríacausal

cualitativaen la que se ontologizalas estructurasde tal modo que incluso allí dondeno

jueganningún papeldeberíanestarpresentes.Quedaclaro, por tanto,que los argumentos

funcionales en historia son un resumen explicativo de un programa de narraciones

historiográficasconvencionales.Setratade un resumenquecumpleunafunción importante

al indicar qué contextoes el másprobableparaunainvestigacióndeterminada.Esto,a su

vez,tieneunaimportanciacrucialpuesdeterminaráenquénivel seencuentrala explicación

históricade aquellosfenómenosignotos.En consecuencia,esracionalbuscarlas causasdel

momentode la aparicióndelos sistemasdeseguridadsocialenlasrestriccionesqueimpone

la economíacapitalistaaunqueal final se demuestreque no era esala causareal. Pero

también es cierto que la probabilidad de acertar se incrementaa medida en que la

investigaciónhistoriográficaseacercaal nivel de generalidady al objetode estudioquela

teoría de Marx demarca.

Lo másprovechosode la argumentaciónanti-funcionalistade Elsterconsisteen queresalta

la necesidadde no ofrecerjustificacionessupuestamenteepistemológicasque suplantenel

286 No deberíaser necesarioinsistir en que sólo es una manerade entenderlas cosas. Evidentementeenhistoria no hay unidadescomunesque permitancompararla potenciacausaldel capitalismocon la de lareligión; de igual modo sería francamente difícil medir su distribución. 287 No soy muy partidario de esta terminología althusseriana(Cf. L. Althusser, Ideología y aparatosideológicosdel estado, BuenosAires: NuevaVisión, 1988). No obstante,pesea sus inexactitudcreo quereflejabienla ideadequelo importanteno essólounaestructuradepreferenciassinotambiénla capacidaddedifundirla y decombatirlasestructurasalternativas(paraunavaloraciónpositivadela estrategiaalthusserianavéaseT. Eagleton,Ideología, Barcelona:Paidós,1997). Respectoa los mecanismosconcretosa travésdelosqueesteprocesotienelugarcreoqueno siempresetieneencuenta(ni siquieraElsterlo hace)la importanciade la disonanciacognitiva.La optimizaciónde unatradición recibidaaunqueseainsatisfactoriaesun factoresencial en la aceptación universal del capitalismo.

131

cómodeunaexplicaciónfuncional.La accióngubernamentalenunaeconomíacapitalistano

puedeser explicadamedianteuna teoríadel estadoal uso sino que hacefalta establecer

cómo se realizan concretamentelas “conspiraciones”estratégicasgubernamentalesque

resuelvenlos dilemascolectivosdelos capitalistasindividuales.Así, acabamosdever cómo

la tensión entre las tesis estructurales(sean o no explicaciones funcionales) y las

investigacionesconcretaspuederesolverseentérminosde unaasimetríacausalcuantitativa.

Estosignificaquesólo sepuedehablardeun límite causalestructuralsi resultaconcebible

su traducciónal tipo de causasconcretasque postulael individualismometodológico.No

obstante, frente a esta última posición, se pueden hacer importantes investigaciones

suponiendomeramenteesaposibilidadaunqueno sepuedaverificar dehecho.En realidad,

creo que buenapartede las confusionesimplícitas en muchasargumentacionesmarxistas

respectoa la ideade límite causaltienenquever con el hechode quelas tesisestructurales

del marxismotienencarácterteórico.No todoel mundoentiendeconprecisiónquela teoría

de Marx se refiere al dominio de la historia precisamenteporque explica discursos

socialmenteaceptados(y, por tanto,conefectosreales) antesqueacontecimientos.Esestala

razónde quela verdaddelas tesisdeEl Capital sólo afectea los discursos(y susprácticas

asociadas)que aquellasexplican; en consecuencia,allí dondeno esténpresentesdichos

discursosno necesitanser postuladoscomo explicativos(es el casode los ejemplosque

ponen Levine, Sober y Wright).

En definitiva,el hechodequeel mododeproduccióncapitalistano seael contextode todos

los acontecimientosdela sociedadcapitalistano deberíasermayormenteproblemático.Más

bien al contrario,los problemassurgenen aquelloscasosen que dicho contextoes eficaz

pueses necesarioexplicar las desviacionescontingentesde unamatriz teóricao, dicho de

otro modo, cómo las leyes se conviertenen tendencias.En este sentido es interesante

observarqueen El Capital hay numerososargumentosfuncionalestécnicamenteválidosen

la medida en que cuentan con mecanismos teóricos adecuados para dar cuenta de ellos288. Por

esoElsterseequivocadeplanocuandoatribuyea Marx la utilizacióndeun sujetocolectivo

como“el capital”. Típicamenteseequivocaal analizarla producciónde plusvalorrelativo,

en la medidaen que puedeser interpretadono comoun efectointencionalsino comouna

consecuenciadel desarrollo tecnológico que propicia la competencia.No es que los

capitalistassepongande acuerdoparadisminuir los costesde producciónde manode obra

sinoque,dadoquela produccióndemediosdesubsistenciaesun espaciomercantilmás,es

lógico que se vea igualmente afectado por las mejoras en la productividad.

288 J.Nobleserefierea estosargumentosentérminosde“teoríafuncional”. J.Noble,“Marxian functionalism”en T. Ball y J. Farr (eds.), After Marx, Cambridge: University Press, 1984, p. 111.

132

En realidad,el problemade la argumentaciónde Elster (como antesde Cohen)es que no

aceptala validezteóricadelos desarrollosdeEl Capital y pretendeextenderlascríticasdel

materialismohistóricoengenerala la teoríaeconómicadeMarx. Creoqueen amboscasos

el no reconocerla distanciaquehayentrela teoríay los saberesprobablesy polémicosesla

fuentedel error.Setratadeunaconfusiónya antiguaquehaproducidoel curiosoefectode

quealgunosde los críticosmástajantesde Marx hayanplanteadoteoríasque,en rigor, son

aplicacioneshistoriográficas del programa marxista. Este es el caso, como veremos

inmediatamente,de Karl Polanyi.Los argumentosteórico-funcionalesde Marx sonválidos

en la medidaen quesonestrictamentemecánicos.Por supuestoescierto queEl Capital es

una obra complejaen la que Marx también intenta dar cuentade fenómenoshistóricos

concretosen los queestápresenteuna injerenciaexterna(típicamenteestatal)queresuelve

los dilemasindividuales.En estecaso,escierto queabundanlas explicacionesfuncionales

no teóricasdel tipo propuestopor Cohen.La cuestiónes que aquí no se pretendeun

conocimientocomo el que proporcionala teoría laboral del valor sino algo cercanoa la

historiografía.

En el siguientecapítulointentarémostrarcómo,en los “capítuloshistóricos”de El Capital,

Marx proponeprogramasde investigaciónderivadosde la teoríaparaanalizarfenómenos

concretos recurrentes.Intentaré ejemplificar así en qué consiste en historiografía un

programade investigacióny cómo, en el mejor de los casos,es tan sólo una instancia

intermediaentre la teoría propiamentedicha y las investigacioneshistóricaspropiamente

dichas.Paraello compararéa Marx con un autor comoPolanyique realizóel movimiento

contrario: a partir de un análisis de las consecuenciashistóricasdel liberalismo radical,

derivo un programa de investigación general conocido como substancialismo.

Efectivamente,creoque no se ha resaltadolo suficientehastaqué punto los capítulosque

Marx dedicaen El Capital a la “acumulaciónoriginaria” y La gran transformaciónde

Polanyison textosquese complementancon enormeprecisión.Por otra parte,creoquela

recuperacióncontemporáneade Polanyi por multitud de economistasburguesesobedecea

un proceso “materialista” muy parecido al que hemos visto en historiografía.

133

V. Apéndice: La “acumulación originaria” en Marx y Polanyi

Un frecuentemotivo de confusiónal leer El Capital es pasarpor alto la importanciaque

otorgaMarx a la fuerzaretóricade un argumento.Estees el casode algunosimportantes

pasosargumentativoscomo,por ejemplo,los capítulosXXIV y XXV del Libro I, enlos que

seestudiala “acumulaciónoriginaria” y la “teoríade la colonización”.Así, Marx comienza

por aceptarprovisionalmenteel mito burguéspor excelencia,segúnel cual la acumulación

decapitalfue fruto del titánicoesfuerzodeun pequeñogrupodeselfmademenque,frentea

unainmensacatervade vagos,gorronesy fanáticospueblerinos,fueroncapacesdecrearde

la nadaun auténticoy fecundoimperio de la valorización.Marx accedea discutir en el

terrenopropiodela ideologíaburguesaparacriticar, estoes,sometera examen,susmitemas

sin poderseracusadodepeticióndeprincipio.Porquelo ciertoesque,a sumodopietista,la

economíapolítica no ha dejado de indicar un verdaderoproblema: la génesisde las

estructurassocialesqueposibilitanla valorización.El propioMarx señalaquesuexposición

dela articulacióndelos ciclosM-D-M’ y D-M-D’ tieneíndolecircular289. Comohemosvisto

esestaunacaracterísticaqueatañeno al objetodeestudiodeEl Capital o a sumetodología

sinoa lo que,desdeGalileo,conocemoscomo“ciencia”. Cuandoenunciamosunaley física

cualquiera,exponemoslas condicionespara que un conjunto de fenómenospermanezca

estableperono el procesoa travésdel cual esosfenómenoshanllegadoa sometersea una

ley. Por contraposición a este saber circular, decíamos que la historia es un saber “narrativo”.

Poreso,hayqueevitarconfundirambostiposdeconocimientoy no debemosinterpretaresta

circularidad teórica en términos mítico-narrativos.En otras palabras,al plantearnosel

problema de la génesisde la estructuracapitalista, el origen de esa sincronía cuyas

condicionesdereproducciónsehaexpuestoa lo largodel Libro I deEl Capital, no tenemos

289 Cf. K. Marx, El Capital, Libro I, vol 3, p. 891. Madrid: Siglo XXI, 1975.

134

másrazonesparacreernoslaslegitimacionesburguesasdelasqueteníamosparadarcrédito

a las fantasíasque pretendíanque el plusvalorsurgía,como por arte de magia,del mero

intercambio.Si vamos a estudiar la génesisde una sincronía,su proyecciónhistórica,

habremosde abordar la cuestión radicalmente;es preciso plantearseno sólo cómo se

acumularonhistóricamenteesoscapitales,sino, sobretodo, cómo llegarona ser capitales.

Por tanto,la primeracuestiónquehabráquesolventaratañea cómoesposiblequehubiera

capitalesqueacumular.Setrata de explicar la génesisde aquelloselementossimplesque,

dispuestos en determinado orden, constituyen una sistema particular:

Esnecesarioqueentrenencontactodosclasesmuydiferentesdeposeedoresdemercancías;a un lado

los propietariosde dinero,de mediosde produccióny de mediosde subsistencia,a quienesles toca

valorizar, mediantela adquisiciónde fuerza de trabajo ajena,la sumade valor de la que se han

apropiado;al otro lado, trabajadoreslibres, vendedoresde la fuerzade trabajopropia y por tanto

vendedores de trabajo290.

La tesisde Marx esde sobraconocida.Puestoqueel usode la fuerzade trabajoentendida

comomercancíaconstituíael núcleosintácticodel procesode valorización,la constitución

histórica de tal elemento marcará el estudio de la génesisde la sociedadmoderna.

Tendremosque preguntarnoscómo y por qué se produjo el acontecimiento,sin duda

singular,dequegrandesmasasdepoblaciónsedirigieranal mercadoa venderno gallinaso

tomates,sino fuerza de trabajo. Aquí nos encontramosde nuevo con un extraordinario

motivo retórico,puesMarx consiguemostrarqueel procesoa travésdel cualsedesposeyóa

millones de personasde susmediosde subsistenciaadoptala aparienciailustradade una

liberación.Quienesperegrinancon devociónal mercadolo hacenlibremente,de hechose

trata de personasque se acercana una prodigiosalibertad mística,puesni siquieraestán

atadasa la mundanapropiedaddelos mediosdesubsistencia.Comoessabido,al considerar

estaemancipacióndesdela perspectivadelasclasessocialessemuestrasuauténticatextura,

apareceentoncescomo una expropiación. Sin embargo,es preciso señalar un matiz

importante:al localizar la génesisde la fuerzade trabajoen estaexpropiación,no seniega

que exista toda una dimensiónpragmática adyacenteque ni mucho menosha quedado

explicadaal indicar la “causaprimera”(si semepermiteel chistemetafísico)del capital.Lo

quela teoríadel plusvalornosproporcionasondatosparaestablecerunaapuestaepistémica:

la formación de la sociedadmodernadependede un acontecimientoinaugural llamado

expropiación.Comohemosvisto en los capítulosanteriores,la forma concretaqueadopta

esteprocesoesotro asuntomuy distinto.Ahorabien,si nossituamosenel puntodevistade

la teoría–enla perspectivainversaa la de la historiografía–,sepuededecir queesa“causa290 K. Marx, loc. cit., p. 892.

135

primera” constituye una transparenciaque sólo se muestra articulando los diferentes

dispositivospragmáticos,las distintashistoriasconcretas,las variacionescontingentes.Por

eso resulta fundamentalreconstruirla trama conflictiva en que se gestaestadimensión

económicaantesque pretenderalguna eternidadpura en la sucesiónde los modos de

producción.Comomuchoshistoriadoresanti-economicistashanseñalado,lo ciertoesqueno

bastacon desamortizary expropiar;la liberación de los campesinosescondiciónnecesaria

pero ni mucho menos suficiente. Cuando se desposeea una gran población de sus

condicionesde subsistenciano aparecencomopor artede magiaprietashilerasde obreros

disciplinados,sino una gran turba de muertosde hambresin la menorganade trabajarsi

puedenevitarlo. Marx se da cuentade que los elementosdisciplinarios son una parte

radicalmente constituyente de esta acumulación, es decir, de esta violencia original:

No bastacon quelas condicionesde trabajosepresentenen un polo comocapitaly en el otro como

hombresqueno tienennadaquevender,salvosu fuerzade trabajo.Tampocobastacon obligarlosa

quesevendanvoluntariamente.En el transcursode la produccióncapitalistasedesarrollaunaclase

trabajadoraque, por educación, tradición y hábito reconoce las exigenciasde ese modo de

producción como leyes naturales, evidentes por sí mismas291.

No repasaremosaquí, una vez más,las formasque adoptaesaviolencia capazde liberar

fuerzade trabajomediantela disoluciónde las comunidadestradicionales.En los capítulos

anteriores hemos visto las peculiaridades que se seguían del carácter no teórico de la historia.

Ahora veremos cómo afecta a una teoría su aplicación a un objeto de estudio narrativo.

El lugar de la “acumulación originaria” en El Capital

Aun hoy, comoenel siglo XIX, eshabitualal abrir cualquiermonografíatoparsedebruces

conalgúntipo de“introducciónhistórica” quecumpleel sanopropósitode“contextualizar”

la temáticaquese desarrollaráa continuación.Es paradigmáticoel casode las biografías:

antesde enterarnosde los avataresque jalonaronla vida de algún ínclito personajeresulta

obligatorio darsecuentade que “vivió una épocaturbulenta” (si en su siglo hubo alguna

revuelta,por lejana que fuera), o “en un siglo de luces y sombras”(si vivió duranteel

barroco)o “en unaépocadedesconcierto”(si setratadel helenismo).Los capítulosXXIV y

XXV del libro I de El Capital se presentancon estaaparienciade contextualización.Es

decir, como uno más de esoscapítuloshistóricos que, tras unos brevesescarceoscon

cuestiones“metodológicas”,inician cualquiermanualde economíaburguesa.Incluso,como

explicaRosdolsky,“en las popularizacionesde la economíamarxista,a menudose tratael291 K. Marx, El Capital, loc. cit., p. 922 (la cursiva es mía).

136

capítulodela ‘acumulaciónoriginaria’ comounadigresióndeMarx, ciertamenteimportante

ensí misma,perosolamentehistórica, y que,enel fondo,caefueradel análisispropiamente

económico.Nada puede ser más erróneo”292. Un equívoco en el que, como el propio

Rosdolsky indica, incluso Rosa Luxemburgo cae. Sin embargo,sólo tras exponer la

acumulaciónoriginaria es posible comprenderrealmenteel desarrollo de los capítulos

anteriores,esto es, comprenderqué es el capital (aquello de lo que se trataba,a fin de

cuentas):“La acumulaciónoriginaria es un elementoconstituyenteella misma y, por

consiguiente,contenidadentrodel conceptodel capital”293. Porsupuestoestopuedellevar al

error inverso,estoes,leer estecapítuloonto-teológicamente,comosi sepudieseestudiarla

historia, al uso idealista, como un progresivo y progresista desenvolvimiento de conceptos.

Antes de considerarla acumulaciónoriginaria como elementoconstituyente,es preciso

entenderque en los capítulosXXIV y XXV estáen juego, al menos,una reformulación

radicaldel proyectohistoriográficomoderno,esasíqueaquípuedeentenderseen susjustos

términosqué significa aquella“aperturaal continentehistoria” que Althusser294 atribuíaa

Marx. Antes de nada,hay que decir lo que la acumulaciónoriginaria no es. No es una

historia del capitalismo, ninguna historia se solventa en sesentapáginas.Además, las

analogías no acostumbrana ser un buen recurso en historiografía y Marx alude

constantementeal “caso inglés”295. Marx no se limita a exponerun estudiohistórico sino

que,másbien, estableceun programade investigaciónteóricamenteinformadoqueservirá

de guía para distintos estudioshistoriográficos.En realidad, este programase ha ido

estableciendoa lo largodetodoel Libro I deEl Capital peroenunadimensióncircular a la

quela historiografíatienedifícil accesosi no esa travésdedispositivosmetafísicos.En este

sentidola acumulaciónoriginariaes la traducciónde esacircularidadteóricaen elementos

conceptualesque aún no tienen concreciónhistoriográficapero sí estándispuestosen el

ordende la diacronía:el primerodeestoselementos,el fundamental,esla expropiación. En

efecto,la expropiaciónda cuentade los dosdispositivosenfrentadosque,en un principio,

Marx sehabíapropuestoexplicar,estoes,el capitaly la fuerzade trabajo.Al extraerestos

dos elementossimples del dominio conceptualy proyectarlosen la diacroníahistórica

apareceun nuevoconceptopuente(la expropiación)quenospermiteleer en cierto sentido

teórico, expuestoa lo largo del Libro I, los acontecimientosreales.Por supuesto,como

veremosal final, estaproyecciónteórica no estádada teóricamentesino que implica una

toma de postura estrictamente política, relativa a la asunción de la perspectiva de clase. 292 R. Rosdolsky, Génesis y estructura de El Capital, Madrid: Siglo XXI, 1987, p. 316.293 Ibid.294 Cf. L. Althusser, Lénine et la philosophie. Paris: François Maspero, 1969, p. 20.295 Es fundamentalrecordar,como másadelanteaclararé,que el “caso inglés” desempeñala función de unlaboratorio científico.

137

Segúnel esquemaquehemosvisto enlos capítulosanterioresno esdeningúnmodogratuito

queestoscapítuloshistóricosesténsituadosal final de la obra.Marx no pretendeque los

propiosacontecimientoshistóricostengande suyo un cierto sentidosino que esesentido

dependedeun criterio externoa los hechosqueél ha explicitadoa lo largode todoel libro

primerode El Capital. En estesentido,Marx sealejanotablementede las filosofíasde la

historia–y, dichoseadepaso,creoqueestealejamientooperativotienemuchomáspesoque

ciertastesiscoyunturalessobreel destinode la sociedadmoderna–y aceptade hecholos

fundamentos epistemológicosde la historiografía positiva tal y como los hemos

caracterizado.En otraspalabras,Marx por unaparterecuperaunaconcepciónantiguade la

historia,ajenaa los constructosideológicoscristiano-hegelianosy, por otraparte,encuentra

ciertasleyesde la sociedadmoderna.Es fundamentalteneren cuentaquese trata de dos

asuntostotalmentedistintos.Lo queocurreesquesonasuntosqueengrananperfectamente,

tanbienquepuedellevar a error: si lo quequeremosreconstruiresla historiaqueforjó esas

leyes fundamentalestendremosun criterio externo a los hechos,ciertamente,pero no

necesariamentearbitrario. No obstante,este carácterverdaderoes independientede su

devenirhistórico,la verdad,stricto sensu, no deviene.En realidad,habríaquedecir queal

investigarla prehistoriade la ley fundamentalquerige la sociedadmodernano seinvestiga

la historia de la sociedadmodernasino la génesisde una estructura teórica, o sea,la

disposicióndiacrónica,el ordensintagmático,de unos teoremas.Y habríaque decir esto

precisamenteparaevitar el teoreticismo:sólo de estemodoserespetala espesae inmensa

texturaquecomponela sociedadmodernay queno sepuedereducira los movimientosde

mercadoy a la producción.En otraspalabras,hemostenidoquesalir de unasincroníapara

estudiarsu génesis,peroestono basta,hay queestablecerlos conceptosteóricosque,en el

mismo nivel epistemológicoque esasincronía,actuaráncomo telos (al modo clásico)de,

ahorasí, la historiografíapropiamentedicha, estees el papelque cumple la acumulación

originaria296 y su disposiciónsucesivade elementosconceptualesque dan cuentade un

sangrientoconflicto. Porparadójicoquepuedaparecer,sólodeestaforma los estudiosdeE.

P.Thompsonentornoa los procesosdisciplinariospuedenteneralgúnsentidoy engranaren

los esquemasdeMarx. Sóloasí,diferenciandola génesisdela estructura-capital−estoes,la

aparición,difusión e imposiciónde ciertoselementosidealeso discursivos− de la historia296 A estasalturasno deberíasernecesariodecir queestosconceptosno procedende unaintuición pura,sinoquelesprecedeun inmensotrabajoempíricoderecogidade datos,lo queocurreessencillamentequeaquínoanalizamosel problemadesdeestaperspectiva,sinodesdela teoríaya construiday suarticulación(estoes,enlenguajeescolar,su justificación) enel másclásicosentidognoseológico.Por tanto,nosetratadenegarqueelcapítuloXXIV seaunahistoriografía,unabuenahistoriografíaincluso,sino de queno esesala función quecumple en el esquemade El Capital. Precisamentepor eso es posible entender que las sucesivasinvestigacionesde tantoshistoriadoresquehanahondadoen el temaqueMarx proponeen dichocapítulonorefutan el planteamiento de Marx, que se encuentra en otro nivel de discusión.

138

efectivaen su inmensacomplejidad,podremoscomprobarque estaúltima instanciapuede

serinvestigadacondiferentesteloso interesesinvestigadores(la educación,la economíay el

intercambio, la prisión...) que puedenconvivir con esa “ley fundamental” sin pedirle

permiso297, porasídecirlo.Porotraparte,sólodeestaformasepuedeentendercómounaley

históricay su génesisno implica una ley de los acontecimientoshistóricosni tampocola

génesisde un acontecimientosino, más bien, un compleja transparenciasemióticaque

demarca los límites de lo que se puede hacer y decir con sentido en el interior de una cultura.

Esto deberíadejar claro la rupturade Marx con el paradigmaagustiniano-hegeliano.Sin

embargo,másimportanteaúnes comprenderdefinitivamenteel papelmetahistórico(como

expresadeclaracióndel teloshistoriográfico)que,segúnhemosexpuesto,cumpleel capítulo

dela acumulaciónoriginaria.Esdecir,estecapítuloenningúncasoniegaqueotrosprocesos

históricosresultarandecisivosen la génesisde la sociedadmoderna,sino másbien afirma

que, aceptadasdeterminadasleyes o regularidadesque dan sentidoa estasociedad298, lo

esencial en orden a investigarla es una ruptura inaugural en cierto nivel: el nivel

aproximadamente“económico”queesasleyesestablecen.Por eso,seconsiderala sociedad

feudal sólo en la dimensiónrelativa a los mediosde subsistencia,pueses justamentela

dimensiónque permite suturar la ruptura entre dos épocas,constituyendoun continuo

conceptualquenosremiteal continuodiacrónicodelos procesoshistóricos.Al considerarel

medioevosólo en el aspectoen que se articula con sentidocon la ley de la sociedad

moderna,se destruyeel mito teológico de los periodos299. La “acumulaciónoriginaria”

traduce,por así decirlo, la ley sincrónicaal dominio de la diacronía,esto es, lejos de

restringiry reducir,abreun inmensocampode investigaciónen el quedebeestudiarselos

modosen que esa totalidad se articula. Por supuesto,esta investigaciónse hace ahora

conforme a un criterio determinado y explícito, pero resulta difícil entender en qué sentido se

puedeentendertal cosacomounareducciónsi no esen el de renunciaral ámbitopsicótico

de la equivocidad tan caro al romanticismo.

La reproducción de un origen

297 La expresiónes de C. FernándezLiria, El materialismo, Madrid: Síntesis,1998, p. 188. En el capítuloanterior intentábamosaclararen qué consisteeste “sin permiso”. Un término clásico para designarloes“sobredeterminación”aunque,veíamos,eramejor expresarlocomoexplicaciónfuncional,como mecanismoespecífico o como límite estructural para variaciones contingentes.298 Quedaclaro,pues,queesasleyesno pertenecena la historiamisma,a las resgestae, sinoquecomponenloque, con Peirce, podríamos denominar la conducta con sentido que es posible reconstruir teóricamente. 299 Carolinadel Olmohaseñaladoconagudezaque,enrealidad,todoslos argumentosquehepropuestoenloscapítulosanterioresapuntana la posibilidaddeconcebirlosperiodoshistóricosracionalmentecomoun marcometateóricomásentreotros(por ejemplo,temáticos).En realidad,aquítansólopretendoalertardelos riesgosde recaer en un modelo histórico metafísico basado, por ejemplo, en la noción de “modo de producción”.

139

Estossupuestosqueoriginariamenteaparecíancomocondicionesde su devenir-y que,por tanto,

aúnno podíansurgir de suaccióncomocapital-, sepresentanahoracomoresultadosde su propia

realización,comorealidadpuestapor él: no comocondicionesdesu génesis,sino comoresultados

de su existencia300.

El procesocapitalistade producción,consideradoen su interdependenciao como procesode

reproducción,no sóloproducemercancías,nosóloproduceplusvalor,sinoqueproducey reproduce

la relación capitalista misma: por un lado el capitalista, por la otra, el asalariado301.

Estosdos textosde Marx resultanmeridianos,el enfrentamientoentrecapital y trabajador

libre que aparecíacomo condición de posibilidad es reproducidopor el capital: aparece

como resultadodel modo de produccióncapitalista.Esto en realidadhacereferenciaa la

noción misma de “condición de posibilidad”, aquello que constituyesintácticamentelo

empíricoaparecefenoménicamentecomo su resultado.Tan es así que podríamosllegar a

creerque la mercantilizaciónde la fuerza de trabajo obedecea una lógica expansióndel

mercadohábilmenteconducido por intrépidos exploradoreshasta terrenos ignotos. Ya

sabemosque,al menosen el dominio causal,estono ocurreasí: la capitalizaciónexige la

disposiciónestructuralde ciertoselementosen cierta relación.De estemodo,hemosvisto

que en los capítulosXXIV y XXV no se exponeuna “historia”, sino que más bien se

traducenlos elementossincrónicosde la teoría del modo de producción capitalista a

elementosconceptualesapropiadosparaguiar unahistoriografíadeesemododeproducción.

Como ha indicado Hans Medick, es preciso aceptar con claridad la ruptura entre el

planteamientoteórico-circularde El Capital y la diacroníahistórica–rupturaquepodemos

aceptaren la medidaen que quedasuturadaen los capítulosXXIV y XXV– analizando

cuidadosamente la acumulación originaria discontinua en el sistema feudal302.

El cumplimiento de este proyecto lo constituyen, sin duda, las investigacionesde

Wallerstein,un auténticopuntoy aparteenel campodel materialismohistórico.Wallerstein

haconseguidocontinuaresahistoriografíade la transiciónenel propiomododeproducción

capitalista.La tesisdel carácterinicial de la distinciónperiferia-centropermiterastrearlos

modosen que las formas de intercambioentranen relación, desdeel principio, con los

procesosde acumulación,intercambioy producción.Si bienenel ordencausalesnecesario

privilegiar estos últimos, las conexiones reales deben ser examinadasen toda su

300 K. Marx, Elementosfundamentalespara la critica de la economíapolítica (Grundrisse), Madrid: SigloXXI, 1971, p. 421.301 K. Marx, El Capital, op. cit, I, 2, p. 712.302 Cf. H. Medick, “La transicióndel feudalismoal capitalismo:renovacióndel debate”enR. Samuel,Historiapopular y teoría socialista, Barcelona: Crítica, 1984, pp. 177-190

140

complejidad.El desarrollodel capitalismose muestraasí como productode conexiones

específicasde una división extrarregionaldel trabajo y, en consecuencia,como una

imposiciónindirectaa travésdedispositivosde desigualdadmercantil.Comoveremos,esto

último lejos de desbaratarel planteamientode la acumulaciónoriginaria lo refuerza,pues

dota de la inmensacomplejidadde la urdimbre empírica a lo que no era más que una

oposiciónlógica. En definitiva Wallersteindescubredentrodel mercadomundial (entidad

que no es nada más, aunquetampoco nada menos,que un instrumentoheurístico) la

divergenciacomplementariademodosdeproducciónenoposiciónconjugada,queya no son

consideradosa travésde la figura literaria del “residuo feudal”. Si podemosdecir que las

tesisde Wallersteinson la mejor interpretacióndel pasodel feudalismoal capitalismoes

precisamenteporqueresuelvela mantecosacuestiónde las “supervivencias”,demuestraasí

estarhaciendoauténticahistoriografíaquesearticulaconenormecoherenciaconlastesisde

Marx. Estoúltimo puederesultarun tantoextraño,a fin decuentasWallersteinpareceprima

facie otorgaral intercambioun cierto privilegio sobrela producción.En realidad,lo único

queocurreesque,al igual queMarx (y frentea muchosmarxistas),esmuy conscientede

quelasmercancíasno sólohayqueproducirlas,tambiénhayquevenderlas.Ante los hechos

no valen las prioridades teóricas: producción y mercado deben articularse coherentemente.

Esevidenteque,por razonesinternasa la investigaciónqueaquíno nosafectan,Wallerstein

modifica considerablementela forma en que Marx proponela cuestiónde la acumulación

originaria. Sin embargo,también hay ejemplosde cómo se puedendesarrollarun buen

númerodeestudiosinteresantessin moverseun ápicede los términosqueMarx emplea.A

continuaciónveremosla utilidaddeconservarel planteamientooriginaldeMarx nocomoun

estudiohistoriográficosino como un programade investigaciónflexible que contribuyea

explicar ciertas “anormalidades” históricas.

Es evidenteen quésentidose puededecir que el capital producetrabajadoresasalariados

libres, sin embargolo que ahoranos importa es preguntarnossi el capital reproducela

acumulaciónoriginaria misma. En principio pareceun disparate,¿cómovan a expropiarse

variasveceslos mediosde producción?Cabesuponer,aunqueciertamentehay pruebasen

contra,que la historiano esuna películacon variospases:los capitalistasno padecenuna

peculiarneurosisobsesivaqueles lleva a entregardisimuladamentecadanocheparcelasde

tierraa los agricultores,paraasípoderdarseel gustazodeexpropiárselaspor la mañana.Por

supuesto,no se trata de plantearuna múltiple expropiaciónsucesiva, sino de un estrato

teórico que por su circularidad podamos tipificar como reproductivo.

En estesentido,resultamuy interesantela aportacióndeClaudeMeillassoux.A pesardelos

interminables(y francamenteinjustos)insultosquedirigea unamultituddeeconomistasque

141

él consideraburgueses,revisionistaso liberales,la obrade esteantropólogonosvienemuy

bienprecisamentepor lo estrictamentequeseatienea la teoríamarxistadel valor. Frentea

las teoríasquepretendenexplicarel subdesarrolloen términosde intercambiodesigual303,

Meillassouxconsideraquela ofertay la demandasoninoperantesparaexplicarla tasaen la

que se fija el salarioa largo plazo y, además,entiendeque la represiónpolítica no es,ni

muchomenos,una instanciaextra-económica.La clave del problemadel subdesarrollose

encuentra,así, en las condicionesparticularesde la producciónde los elementosde la

reproducción de la fuerza de trabajo que permiten pagar salarios ínfimos.

En principio, una agricultura de baja intensidad,como la de los paísesindustrialmente

subdesarrollados,deberíaelevarbrutalmenteel preciodela fuerzadetrabajo,ya quea fin de

cuentasse determinapor su costede reproducción.Sin embargo,la fuerza de trabajo es

excepcionalmentebarata.Por otraparte,enesospaíses,los capitalesdeberíanrevertirsobre

el sector menos industrializado, pues resulta un apetecible territorio virgen para la

explotación.Sin embargo,estono ocurreasí,en estospaísesla agriculturaesun sectorcasi

totalmente abandonadopor el capitalismo. La única solución, según Meillassoux, es

reconsiderarla teoría de la acumulaciónoriginaria. En los paísessubdesarrolladosla

agriculturade alimentaciónpermaneceal margende la esferade produccióncapitalista,

“pero estáen relacióncon la economíade mercadomedianteel abastecimientode manode

obra en el sectordoméstico”.Por tanto, “esta economíade alimentaciónpertenecea la

esferade la circulación del capitalismo,mientrasque permanecefuera de la esferade

produccióncapitalista”304. De estemodo, el vínculo entredos sectorescon relacionesde

producción diferentes no es coyuntural, sino que debe considerarsecomo parte del

mecanismode reproduccióncapitalista.En realidad,puedequeMeillassouxsupervalorela

problemáticade la periodizaciónde los modosde producción.Como hemosexpuesto,las

diferenciasentrelos distintosmodosde producciónno seexpresanen términosdesucesión

cronológica,sino de distinción teórica que se proyectasobreel análisis empírico de la

historia.Poreso,esposiblecomprenderla articulacióndelos modosdeproducciónno ensu

sucesión,sinoensuarticulacióncontemporánea,esdecir,sincrónica.Ahorapuedeversecon

mayor claridadpor qué es precisoentenderque la escisiónque sacaa la luz el capítulo

XXIV esuna traducciónde la teoríaqueselimita a marcarel guión deciertainvestigación

propiamentehistoriográfica(aunquede ningúnmodoquita valideza otrosprogramas).Las

condicionesfeudalesdeproducciónsonoperativasenel capitalen la medidaenquelo esel

vínculo de la sociedadcapitalistacon la feudal: la acumulaciónoriginaria.O, desdela otra

303 C. Meillassoux, Mujeres, Graneros y Capitales, Madrid: Siglo XXI, 1977, p. 131.304 Ibid., p. 137.

142

caradel problema,podemosdecir quela acumulaciónoriginariapermiteentenderla esfera

teóricade la reproduccióndela fuerzade trabajomásallá del dominioeidéticodel mercado

deconcurrenciaperfecta.En otraspalabras,el capítuloXXIV deEl Capital, consu inocente

apariencia,supone una vía doble que conecta teoría e historia respetandosu mutua

independencia.Por una parte permite detectarnúcleossintácticosde inteligibilidad en la

masano articuladade hechoshistóricos,pero tambiénpermite inundarsemánticamentela

sintaxisteóricaconsituacionesqueya no sonsóloejemplos, y estoesfundamental,sinoque

dotande contenidoveritativo al sistema.Así, sólo metafóricamentepodemosdecir –con

Meillassoux– que se articulan orgánicamente el modo de producción capitalista y el feudal.

La acumulaciónoriginaria sólo ilustra un aspectode la disolución de toda una cultura:

precisamenteaquelaspectoqueessusceptibledeengranarenlos mecanismosdeproducción

capitalista. Por eso no se puede hablar de pervivencia del feudalismo, pero si de

conservacióndel modo de produccióndoméstico,en la medidaen que es preservadosin

autonomía,sin posibilidadde reproducción.En la periferia el capitalno producehombres

libres asalariados,sino la expropiaciónmismaque,en el centroconstituyóhombreslibres

asalariados.La violenciaesvivida estructuralmentecomopresente.El robono consistetanto

enquesepaguensalariosinjustos,comoenqueserecurraa unaviolenciabrutalparapagar

salarios“justos” (esdecir,parapagarlo quecuestareproducirla fuerzadetrabajo).En otras

palabras,los beneficiosno provienensólo del trabajo impago, sino de la expropiación

estructuralde mediosde subsistencia.Es unaexpropiaciónestructuralen la medidaen que

no esunaexpropiacióntitular y definitiva. No setratasólo de queseecheal trabajadorde

sus tierras, sino de que se mantiene su economía doméstica como parte del sistema.

Estaargumentación,integradaen un nivel “macro” es precisamentela que Wallersteinha

elaborado con enorme coherencia. El razonamiento es de sobra conocido,

En el capitalismohistórico,comoen los sistemashistóricosanteriores,los individuoshantendidoa

vivir dentrodel marcodeunasestructurasrelativamenteestablesquecompartenun fondocomúnde

ingresos actuales y capital acumulado, a los que podríamos llamar unidades domésticas

[households]305.

Lo queno estanconocido,y tienegranimportancia,esla aperturadeesteplanteamientode

aparienciaeconomicistaal análisisdel dominio ideológico.Wallerstein306 ha tipificado el

papelfundamentalde las ideologíasracistasy sexistasen la economía-mundo.Retomando

nuestro planteamientoanterior, podríamosdecir que, si en el centro la acumulación

originariaconstituyehombresformalmentelibres,la violenciadela acumulaciónestructural

305 I. Wallerstein, El capitalismo histórico, Madrid: Siglo XXI, 1987, p. 13.306 Cf. E. Balibar e I. Wallerstein, Raza, Nación y Clase, Madrid: IEPALA, 1991.

143

allí dondeel modelodomésticoesfuncionalconstituyepersonasmarcadaspor su razay su

género.Este enfoque,que combina los planos ideológico y productivo, constituyeuna

auténtica apertura teórica que permite reubicar buena parte de las más interesantes

investigacionesen torno al racismoy al sexismo.Como en el caso de la acumulación

originaria,tenemosahoraunaguíateóricaqueorientala historiografía.Así, por unaparte,la

ideologíano aparececomomeramentededucida dela producciónpero,por otra,no adquiere

una fantasmagóricaautonomíasin la menor relación con los límites materialesde una

civilización. Desdeestepuntode vista,el racismoy el sexismono semuestrancomotareas

pendientesde la Ilustración,como desgraciadasrémorasque con buenavoluntady mucha

pacienciaalgúndíaseresolverán,estoes,precisamentecomoresiduosfeudalesqueperviven

en la modernidadperoqueel progresoineluctablesolventará.Al eliminar los “residuos”de

lasrelacionesdeproducción,tambiénlo hacemosenel planoideológico.Racismo,sexismo

e integrismo son la cara oscura de la liberación ilustrada.

Nada puedeentendersesi no se aceptaque el integrismo es en realidad la modernidad del

subdesarrollo como es el liberalismo la modernidad del desarrollo, y que lo que hace a uno

violento y al otro inocente, al primero totalitario y al segundo“democrático”,no esla diferencia

entre sus respectivosdiscursos(desdeluego no desdeñable)sino, justamente,la diferenciaque

existe entre el subdesarrollo y el desarrollo a efectos tanto sociales como individuales307.

Ni que decir tiene que estaes una buenailustraciónde cómo los argumentosfuncionales

puedenser,dentrode ciertoslímites, de gran utilidad. Desdeluego,no disponemosde un

mecanismoquedecuentadela formaenqueel racismoo el integrismoresultafuncional en

nuestrasociedad.Sin embargohemoscomprobadocómoen distintoscasosconcretos(de la

Alemanianazia Argelia) muchascrisiscapitalistassesaldabanconun procesoanti-liberalsi

no con la puray simplebarbarie.Estosprocesossepuedenreconstruirnarrativamentecon

exactitudy sepuedeestablecertantosunivel dedependenciacomosucontingenciarespecto

a los procesosmacroeconómicos.Creo que no es ilegítimo, por tanto, plantear la

funcionalidaddel racismoen el capitalismocomo “resumenexplicativo” de los análisis

historiográficos concretos siempre y cuando no se olvide su índole narrativa.

Polanyi, el condicional contrafáctico y la física matemática

Hastaaquíhemosseñalado–y nadamásqueseñalado–,un puntoen el quela dimensión

histórico-empíricay la dimensiónteóricasearticulanconcoherencia.Llegadosa estepunto,

la figura de Karl Polanyiemergecon fuerza;en efecto,pocoscómoél supieronintegrarlos307 S. Alba Rico, Las reglas del caos, Madrid: Anagrama, 1995.

144

acontecimientoseconómicosensutexturapolítica.Lo ciertoesqueestaesla razóndequela

obradePolanyi,trasun largoletargo,hayasidorecuperadapor la tradiciónmarxista,a pesar

del explícitorechazodePolanyidel enfoquedeMarx. Seimpone,por tanto,explicarenqué

sentido la crítica de Polanyi a cierto Marx es, en realidad,una excelentelectura de la

acumulaciónoriginariatal y comoMarx la expone.A tal efecto,esnecesarioquedemosun

pequeño rodeo de unos veinticinco siglos.

En el capítulo IV de la Física aristótelicaapareceun curiosopasajequeno ha dejadode

sorprender a numerosos lectores:

Además,[si existierael vacío] nadiepodríadecir por quéun cuerpomovidosedetendráenalguna

parte. ¿Por qué aquí y no allá? Luego o tendrá que permaneceren reposo o se desplazará

forzosamente hasta el infinito, a menos que algo más poderoso se lo impida308.

En efecto,Aristóteles,juzgadosumarísimamentepor haberimpedidola matematizaciónde

la física, pareceenunciar la ley de inercia veinte siglos antesde que se le pasarapor la

cabezaa Galileo. Por supuestono es estepeculiarepisodiocientífico el que nos interesa

aquí,sino la forma quetieneAristótelesde enunciarla quees,sin lugar a dudas,la piedra

angularde todala físicamoderna.PorqueAristótelesenunciala ley de inerciaprecisamente

paranegarla. El cursode la argumentacióngira en torno a la existenciao no del vacío, la

respuestade Aristóteleses inapelable,si hubieravacío la inercia seríauna realidady, por

tanto,estaríamosabocadosa ver los cuerposenperpetuoreposoo enconstantemovimiento.

Es obvio que esto no ocurre, es decir, es evidente que no hay inercia. Luego... no hay vacío.

Cuando,por su parte, Galileo discuteen el Dialogo dei MassimiSistemicon Simplicio,

intentandoexplicarle por qué la ley de inercia es el principio fundamentalque rige el

comportamientode los graves,seencuentracon el mismotipo de objeciones.Galileo pone

constantementeejemplos imaginarios con esferas perfectamentepulidas sobre planos

perfectos que sí cumplirían la ley de inercia. Es decir, intenta hacer una analogía

experimental, con finesexplicativos,quetraspongael papelde los cuerposen el vacíoenel

dominio fenoménicodonde,en efectoni nuncase ha visto un centímetrode vacíoni, por

consiguiente,operala ley deinercia,comobiensabíaAristóteles.En realidad,Galileohabla

debolasperfectamentepulidas,perolo quenecesitaesmásbienun círculo matemático, una

purafórmulanumérica.En otraspalabras,lo quedescubreGalileoesquela ley deinerciano

sólo funcionaríaen un hipotético vacío real, sino que operamucho mejor en el “vacío”

teórico que permiten las matemáticas.Este descubrimientoconstituye la partida de

nacimiento de toda la física-matemática moderna.

308 Aristóteles,Phis., 214a19-24(trad.esp.GuillermodeEchandía,Aristóteles,Física, Madrid: Gredos,1995,p. 254).

145

Ahora la preguntaes¿guardaalgunarelaciónel enunciadonegativodela ley de inerciaque

haceAristótelescon el positivo de Galileo?Desdeluegounaprimerarespuestapodríaser

negativa:sólo en un sentidomuy lato puedeconsiderarsequeAristótelesenunciala ley de

inercia.Sin dudaes cierto, pero no es esolo que nos interesaaquí,sino comprobarcómo

desdeperspectivasdiferentesuna misma ley aparececon distinto valor. La aperturadel

espacio matemáticogalileano abre un vacío en el que la ley de inercia tiene gran

importancia.Por contra,Aristóteleses capazde entenderla posibilidad lógica de esaley,

perono su operatividadepistemológicaen ordena conocerun mundoen el quede hecho

nunca se cumple.

La tesisquequierodefenderesqueestoesprecisamentelo queocurreenel casodePolanyi

y Marx. Polanyiseniegaobstinadamentea dejarqueseabraun espacioteóricoenel quese

muestrenlas leyes de una sociedad.Y, ciertamente,tenía excelentesrazonespara su

testarronería,pues el marxismo vulgar siempre ha permitido que los desarrollos

conceptuales, lo lógico, se adelante a la realidad pretendiendo usurparla muy

hegelianamente.La llamadadePolanyia los fenómenoscorrespondeaun contextopolémico

en el que sus oponentespretendíanque la “ley de la tasade gananciadecreciente”,por

ejemplo,teníavalor de“ley dela historia”. En definitivaPolanyirecelaba,conmucharazón,

de la confusión del objeto teórico con el objeto real.

Polanyi insisteunay otra vezen queel espaciovacíode la concurrenciaperfecta,del libre

mercado,fue un proyectoutópicoquea puntoestuvode destruirla sociedad.Por tanto,no

conseguiremosexplicar fenoménicamentela sociedadmodernaatendiendoa eseno-lugar.

Los liberaleshan pretendidoque la libre concurrenciamercantil era la basepolítica de

nuestrasociedad.Polanyidemuestraqueestono esasí,históricamentenosólola sociedadha

tenidoque serprotegidadel mercado,sino que incluso el propio mercadoy la producción

hannecesitadodeauxilio. La historiarealdela sociedadmodernademuestraquedefactoel

mercadolibre no existe.Así, Polanyielabora,comoAristóteles,unaargumentaciónbasada

en un condicionalcontrafáctico.Si hubiera libre mercado, la ley de la tasade ganancia

decreciente,por ejemplo,habríaacabadocon el capitalismo.Estono ocurre,luegono hay

mercado libre. Si hubiera libre mercado, el patrón oro funcionaría como equivalente

universal. Esto no ocurre, luego no hay mercado libre.

Frentea Polanyi,Marx insisteen extraerlas leyesdela sociedadmoderna“con la precisión

de lascienciasnaturales”.Parahacerlotienequepartir de los propiospresupuestosinternos

deesasociedad.Sacara la luz esospresupuestosesel cometidodel repertorioanalíticoque

constituyelas seccionesprimeray segundadel Libro I de El Capital. TodoEl Capital parte

de la hipótesis(queserácorregidaensu momento,perono antes)de que,en efecto,no hay

146

estafaen los intercambiosy, sin embargo,seproduceunagananciateóricamenteimposible

enel canjedeequivalentes.Otracosamuy distintaesqueMarx, al mostrarcómoseproduce

eseincrementode valor que permitela ganancia,abrauna vía política paraconsiderartal

cosacomoun robo. Peroel casoes que Marx, por las característicasde su proyecto,sólo

puedepartir de las leyesque, en principio, deberíangobernarla sociedadcapitalistapara

mostrarcuál es el secretoque permiteque permanezcan.Esto último es muy importante,

Marx proponelas leyesde un periodohistóricoen la medidaen queesasmismasleyesno

son históricas. No expresa,por tanto, las leyes que llevarán a sucumbira la sociedad

capitalista,sinomásbienla maneraquetienela sociedadcapitalistadepermanecer,suforma

dereproducirsea travésde crisis cadavez máspronunciadasqueobligana haceresfuerzos

cada vez mayores para mantener el sistema.

Marx abre un espacioteórico donde se muestranunas leyes que, precisamentepor no

correspondera ningún fenómenoconcreto,permitenexplicar un dominio muy amplio de

fenómenos.Del mismo modo, la esferamatemáticade Galileo, comopura fórmula, podía

prescindirde todas las condicionesde rozamientoque sufren las esferasreales:por no

correspondersecon ningunaesferaconcretapodíaexplicar el comportamientode todaslas

esferasengeneral. Marx partedel supuestodel mercadolibre, supuestoquedefacto, como

Polanyi muestramedianteun condicionalcontrafáctico,nuncaha existido de forma pura.

PeroMarx esperfectamenteconscientedel carácterteórico-idealde su planteamiento.Aún

más,sabeque el punto de contactoentre las fórmulasy un mundo impuro que nuncase

pliega a ellas, es un recinto en el que se puedesuprimir el rozamiento,un laboratorio

científico que, en su caso, adopta la forma de todo un país309.

El asuntoahoraes,unavezdelimitadalasperspectivasdesdelasquehablanMarx y Polanyi,

perspectivasopuestas(teóricay fenomenista,respectivamente),el asunto,digo, essabersi

esaoposiciónde perspectivasse puedeconjugaren cuantoa los contenidos.Es decir, si

podemosconsiderarque Polanyi está exponiendoalgo muy similar a Marx desdeuna

posiciónepistemológicadistintao, en otraspalabras,si hay algún puntode contactoentre

ambasperspectivas,comoocurríaenel casodeAristótelesy Galileo.La tesisquedefenderé

esque,enefecto,el capítulodeEl Capital dedicadoa la acumulaciónoriginariaesesepunto

decontactoy que,deestemodo,la críticadePolanyia Marx puedeserentendidacomouna

buenalecturadeMarx. Polanyicalificadeutópicoslosproyectosliberalesy, enefecto,Marx

sesitúade lleno en eseno-lugar,pero lo haceconvirtiéndoloen un no-lugarteórico,en un

imposible vacío que muestra las cosas tal y como son.

309 Cf. K. Marx, “Prólogo” a la primeraedición de El Capital, I, 1, pp. 6-7. Estaes la razónde que seanimportantísimos los estudios empíricos que tratan de verificar las tesis de Marx en el “mundo real”.

147

De Polanyi a Marx

La tesis de Polanyi es de sobra conocida.El capitalismodel siglo XIX desarrollóun

proyectosocial literalmentesuicida,unaespeciede enfebrecidopotlach, en el quea punto

estuvo de sucumbir la sociedadmisma. Las pretensionesdel liberalismo se parecen

sospechosamentea las de la palomakantianaquecreíaqueen el vacíopodríavolar mejor.

La utopíadel gran mercadolibre convirtió en mercancíasla tierra, el trabajoy el dinero,

pues son elementosfundamentalespara la industria. En ese proceso se desarticuló

radicalmentela estructuraantropológica,los vínculos que constituyenuna sociedadal

supeditarlos materialmente al mercado. Sin embargo:

Es evidentequetrabajo,tierra y dinerono sonmercancías,en el sentidode que,en lo quea estos

treselementosse refiere,el postuladosegúnel cual todo lo quesecompray sevendedebehaber

sido producidopara la venta es manifiestamentefalso. En otros términos,si nos atenemosa la

definiciónempíricade la mercancía,sepuededecirquetrabajo,tierra y dinerono sonmercancías.

El trabajono esmásque la actividadeconómicaque acompañaa la propia vida -la cual, por su

parte,no ha sido producidaen función de la venta,sino por razonestotalmentedistintas-(...). La

tierra por su parte es, bajo otra denominación,la mismanaturalezaque no es producidapor el

hombre; en fin el dinero real es simplementeun signo del poder adquisitivo que, en líneas

generales,no es en absolutoun productosino una creacióndel mecanismode la bancao de las

finanzas del Estado310.

Polanyi,en efecto,se refiere a una “definición empíricade mercancía”,algo radicalmente

ajenoal métodode Marx que,másbien, construyeunadefinición teóricao, si seprefiere,

transcendental.Es por esoqueresultaextraño,en términosmarxistas,afirmar queel dinero

no es una mercancía.En realidad,Polanyi se refiere aquí a los problemaspolíticos que

surgencuandose crea un mercadodel dinero. Sin entrar a considerarqué es el dinero,

compruebaque en el momentoen que se transformaen mercancíasurgeninnumerables

conflictos. De ahí deduce,desdesu perspectivaantropológica,que el dinero no es una

mercancía. Marx, por el contrario, entiende que, de iure, el dinero siempre es una mercancía,

aunen el casodequetodavíano sehallaconstituidoun mercadodel dinero.En realidad,la

critica dePolanyia Marx partedeestepunto;rechazala teoríadel valor-trabajoporentender

precisamenteque la fuerzade trabajo no es una mercancía.La respuestaa estaobjeción,

obviamente,esqueMarx en su obrano entraa considerarcual esla esenciadel trabajo, se

310 K. Polanyi, La gran Transformación, Madrid: La Piqueta, 1997, pp. 127-28.

148

limita a constatarque segúnlos parámetrosmercantilesel valor de una mercancíaestá

constituidopor la cantidadde trabajocontenidaen ella y que,en la sociedadburguesa,la

propiaposibilidadde introducir trabajoen mercancíasseha mercantilizado.Polanyi,como

buenantropólogo,insisteen que es imposibleconsiderar la fuerza de trabajo como una

mercancía pues,

la pretendidamercancíadenominada“fuerzade trabajo”no puedeserzarandeada,utilizadasin ton

ni son,o inclusoser inutilizadasin queseveaninevitablementeafectadoslos individuoshumanos

portadores de esta mercancía311.

Y, ciertamente,Marx estaríadeacuerdoenestepunto.Justamenteesestolo quepermiteque

su análisis teórico de la sociedadburguesaadquieradimensionespolíticas. Es importante

recordarque, en un principio, Marx haceuna especiede análisis,por usar la expresión

nietzscheana,“extramoral”, esto es, etnológico: parte de aquellos ritos cotidianos que

constituyenla sociedadmodernacomo,por ejemplo,la constitucióndel valor de un objeto

en relación al trabajo contenidoen él. Marx demuestraque en el centro de estemarco

nomológicoseencuentrala consideracióndela fuerzade trabajocomomercancía.Mientras

Marx semantieneenla perspectivaindividual estosmitosmantienensuvigor, suapariencia

de legalidad.Es al situarseen la perspectivade clasecuandose inicia la destrucciónde la

apariencia:

La ilusión generadapor la forma dineraria se desvanecede inmediato, no bien tomamosen

consideraciónno al capitalistaindividual y al obreroindividual sino a las clasecapitalistay a la

claseobrera.La clasecapitalistaentregaconstantementea la claseobrera,bajo la formadineraria,

asignadossobreuna partedel productocreadopor estaúltima clasey apropiadopor la primera.

Tambiénconstantemente,el obrerodevuelvea la clasecapitalistaesosasignadosy obtienedeésta,

así,la partequele correspondedesu propioproducto.La forma mercantildel productoy la forma

dineraria de la mercancía disfrazan la transación312.

Frentea la esterilidaddelos análisisdeLouis Dumont313, Marx tieneexcelentesrazonespara

partir de la aparienciaindividualistaqueofrecenuestrasociedad.Comohemosmostrado,el

nervio de la argumentaciónde Marx consisteen destruir esaaparienciaa partir de ella

misma.Estaesla razóndequeal principio aludiésemosa la cargaretóricadelos desarrollos

de Marx. La retórica reapareceallí donde,por alcanzarseun límite másallá del cual no

disponemosde recursoscientíficos, es preciso recurrir a la crítica, al examen de la

consistenciaque los ritos tienen.Así, al comprenderla mecánicainterna, la lógica de la

311 Ibid., p. 129.312 K. Marx, El Capital, I, 2, p. 697.313 Cf. L. Dumont, Ensayos sobre el individualismo, Madrid: Alianza, 1987.

149

aparienciaburguesa,se hace posible indagar de forma fundamentadaen tensionesmás

profundasquevertebranesaapariencia.Lo quePolanyino llegó a comprenderesqueesta

teoría constituye una auténticacrítica del economicismo.Hay textos de Polanyi que,

literalmente,podríahaberfirmadoMarx. Así, a propósitode lassociedadesprimitivas,y en

contraposición a la sociedad moderna, afirma Polanyi:

Puestoque no hay una organizacióneconómicaseparada,sino que el sistemaeconómicoestá

incrustadoen las relacionessociales,tienequeexistir unafuerteorganizaciónsocialqueseocupe

deaspectosde la vida talescomola división del trabajo,la distribuciónde la tierra,la organización

del trabajo,la herencia,etcétera.Lasrelacionesdeparentescosuelensercomplicadasporquetienen

que ofrecer la base de una organizaciónsocial que sustituya a una organizacióneconómica

separada314.

ParaPolanyi el capitalismoes un escándaloantropológico, una auténticadistorsiónde lo

queconstituyela normadelasrelacionessociales.ParaMarx el capitalismoesun escándalo

político. Veremosqueen estadivergenciasemuestraun problemaespecíficorelativo a las

posibilidadesde una antropologíacientífica. Antes de eso,es precisoseñalarque en “la

acumulaciónoriginaria” es donde,al plantearseel verdaderocarácterde la producción

capitalista,lasperspectivasdeMarx y Polanyiquedancoherentementearticuladas.Eslógico

queasí sea,al menossi se aceptala interpretaciónde estecapítuloque hemospropuesto,

puesconstituyela traduccióndel dominio eidético-teóricoal ámbitofenoménicodel queno

se despegaPolanyi. De hecho, toda La gran transformación podría considerarseun

desarrollode los capítulosXXIV y XXV de El Capital. En estoscapítulosMarx muestrala

grantransformaciónquesupusoel capitalismorespectoa las codependenciastradicionales,

del mismo modo en que Polanyi muestra la gran transformación que supuso el

intervencionismoestatalposteriora 1929.En amboscasossalea la luz la brutalidadque

suponeconvertiren mercancíasla tierra y la fuerzade trabajo.En amboscasossemuestra

las desastrosasconsecuenciasquesesiguende la destrucciónde los lazossocialesen aras

del liberalismoburgués.Pero,sobretodo,en amboscasossemuestraqueel individualismo

liberal no es meramenteuna corrienteintelectual,sino la expresiónjurídico-formal de un

conflicto mucho más profundo.

En realidad,sepuededemostrarqueMarx distinguióconmuchaprecisiónla naturalezadela

tierra y el trabajode la del capital;setratade tresfactoresqueintervienenen el procesode

producciónperoqueno tienennadaquever entresí, sonmuy distintos.Esmás,Marx ataca

con fuerza a la economía burguesaque confunde el proceso social de producción,

históricamentelimitado a una sociedad,con la materiasubyacente(la tierra y el trabajo).

314 K. Polanyi, El sustento del hombre, Barcelona: Mondadori, 1994, p. 147

150

Mientrasla tierra y el trabajodesignanfactores“materiales”que“resultancomunesa todas

los modos de producción”, el capital es una estructura social315. En palabras de Cohen:

El errordel economistano consiste, comoa vecessedice,ensuponerqueel capitalismoesla única

forma económicaposible. Por supuesto,sabe que ha habido otras. Consistemás bien en su

incapacidadde discriminar contenidoy forma dentro del mismo capitalismo,lo que le lleva a la

conclusióndequela formaestan eternacomoel contenido,dequedadoquela producciónrequiere

siempremediosde producción,requieretambiénsiemprecapital.No seequivocacuandoinicia un

discursohistóricamenteno específicoacercadela producción.El propioMarx tambiénlo hace,y eso

esperfectamentelícito. Peroel economistaintroduceen estediscursoconceptosespecíficosde una

forma social, por ejemplo cuando utiliza el término “capital” como sinónimo de medios de

producción316.

Hay,no obstante,unaciertatensiónteóricaentrePolanyiy Marx. Polanyivive unaépocade

éxitos para la antropología,entiendeque las investigacionesde Boas o Malinowski han

sentadouna basesólida sobrela que reconstruirel estudiode la sociedady, sobretodo,

criticar la idea de “hombre económico” de la economía clásica317. Sin duda el desarrollo de la

antropologíacultural hamarcadoun hito en las investigacionessocialesquenadie,y menos

un marxista,puedeeludir318. En efecto,la críticadela sociedadmodernaquerealizaPolanyi

a partir de esta base teórica y de su confianzaen la fundamentaciónde la disciplina

antropológica resulta muy eficaz. Sin embargo...

Sin embargo,hemosasistidoa un cierto desmoronamientode las pretensionesoriginalesde

la antropología.El universalismo,tanto en etnologíacomo en lingüística,ha mostradosus

límites,parecehaberciertafronteraa partir de la cual lasexplicacionesgeneralessevuelven

insignificantes, se convierten en vaguedades. La neosofística postmoderna se ha

aprovechadode esta coyunturapara declarar la imposibilidad de la antropologíacomo

disciplinacientífica,el carácterrelativo de todoconocimientoy la parcialidadde la mirada

del observador.El errorde esteplanteamientoesevidente:quehacercienciaantropológica

seamuydifícil no significa que seaimposible. En cualquiercaso,la situaciónactualde la

antropologíadeberíaponernosenguardiafrentea laspremurasa la horadedeclararqueuna

tesisestáfundamentadaantropológicamente.Creoque,dealgúnmodo,estoeslo queocurre

enMarx quien,por supuesto,sóloal final desuvida comenzóa interesarsepor el estudiode

lo quehoy conocemoscomoantropología.Sin embargo,estabaenormementefamiliarizado

conla antropologíafilosófica decimonónicay suspretensionesde fundamentaciónabsoluta.

Así, Marx era muy conscientede que el arsenalteórico del que disponíaparaanalizarla315 K. Marx, El Capital, III, 8, p. 1039.316 G. A. Cohen, La teoría de la historia de Karl Marx, op. cit., pp. 117-118317 Cf. Ibid. p. 124.318 Cf. M. Godelier, Teoría marxista de las sociedades precapitalistas, ed. cit. p. 153.

151

comunidaden cuantotal eraenormementelimitado. Por esoresultaimportanteinsistir en

que Marx sigue un camino formalmente(y sólo formalmente)cercanoal de la teoría de

juegos para reconstruir la complejidad comunitaria a partir de la apariencia individual.

Cabría preguntarse,como ya he planteado,si hoy disponemosde una antropología

esencialmentedistintade la queconocíaMarx. Sin dudahemosmejoradomucho,casitanto

como en historia, pero igual que en historia no lo suficiente como para disponer de una teoría

holísticaquesustituyaa la crítica internadeMarx. En El capital separtedel individuo para

reconstruirteóricamenteunacolectividadmediantela críticasistemáticadela visión queuna

sociedadtiene de sí misma; es tras estareconstrucción−y no antes,de forma acrítica−

cuandoel individuo semuestra“determinado”(escriboel términocon muchísimosreparos)

por la colectividad.En estesentido,la teoríamarxistaes,con enormediferencia,la mejor

etnologíaquejamássehayarealizado,quizáspor las propiaspeculiaridadesde la sociedad

modernay su individualismo formal. Lo que aquí nos interesaes constatarla radical

importanciadel pasoquedaMarx parasuplir estascarencias:puestoqueno disponemosde

instrumentalteóricoadecuadoparaestudiarla comunidaden cuantotal, parecedecirMarx,

situémonosenunplanopolítico,situémonosenla perspectivapolíticadel enfrentamientode

clase. Estecaráctersustitutoriode la clasessociales,en principio, podría versecomo un

inconveniente:en efecto, la teoría de las clasessocialeses, definitivamente,una de las

asignaturaspendientesdel marxismo.No obstante,cabever eseperjuicio teóricocomouna

apasionanteinstanciadeconexiónentreteoríay praxis. La políticasemuestraasícomouna

atalaya muy escarpada pero ineludible a fin de comprender nuestra sociedad.

152

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