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    Universidad Nacional de Ro Cuarto Ro Cuarto Crdoba - Argentina

    1ras. JORNADAS

    NACIONALES DE HISTORIOGRAFA

    Actas

    Claudia Harrington

    Eduardo Escudero

    (Compiladores)

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    1ras. JORNADAS NACIONALES DE HISTORIOGRAFAActas

    Claudia Harrington y Eduardo Escudero (Compiladores)

    2015 UniRo editora. Universidad Nacional de Ro Cuarto Ruta Nacional 36 km 601 (X5804) Ro Cuarto Argentina Tel.: 54 (358) 467 6309 Fax.: 54 (358) 468 0280 [email protected] / www.unrc.edu.ar/unrc/comunicacion/editorial/

    Primera edicin:Noviembre de 2015

    ISBN978-987-688-146-3

    Ilustracin de tapa: Johannes Vermeer, The Art of Painting, 1666, leo sobre lienzo, 120 x 100 cm.

    Este obra est bajo una Licencia Creative Commons Atribucin 2.5 Argentina.

    http://creativecommons.org/licenses/by/2.5/ar/deed.es_AR

    1ras. Jornadas Nacionales de Historiografa : Actas / ngel Oliva ...[et al.] ; compilado por Eduardo Escudero ; Claudia Harrington. -1a ed . - Ro Cuarto : UniRo Editora, 2015.

    Libro digital, PDF

    Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-987-688-146-3

    1. Historiografa. 2. Actas de Congresos. 3. Historia. I. Oliva, ngel II. Escudero, Eduardo, comp. III.Harrington, Claudia, comp.

    CDD 907.2

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    ras. J N HD H

    F C HU N R CR C,

    Autoridades de las 1ras. Jornadas Nacionales de Historiografa

    Miembros Comit Acadmico Nacional:O A

    (Universidad de Buenos Aires / CONICET)L A

    (Universidad Nacional del Litoral)R B

    (Universidad Nacional de La Plata)A B

    (Universidad Nacional de La Plata)L M B

    (Universidad Catlica Argentina / CONICET)A C(Universidad de Buenos Aires / CONICET

    O E(Universidad Nacional del Centro de la Provincia de

    Buenos Aires / CONICET)A E

    (Universidad Nacional de Rosario)E G

    (Universidad Nacional de La Plata)C H

    (Universidad Nacional de Ro Cuarto)M S L

    (Universidad Nacional del Nordeste)C L

    (Universidad Nacional de Crdoba)M G M

    (Universidad Catlica Argentina / CONICET)M P

    (Universidad Nacional de Crdoba)N P

    (Universidad de Buenos Aires / Universidad Nacional deLujn)

    G P(Universidad de Oviedo - Espaa)

    M G Q(Universidad Nacional del Nordeste)

    M R(Universidad de Buenos Aires)

    T S C(Universidad de la Repblica - Montevideo)

    M E S(Universidad Nacional del Ctro. de la Prov. de Buenos

    Aires / Universidad Nacional de Mar del Plata)J S

    (Universidad Nacional de Lujn / Universidad de BuenosAires)

    C V(Universidad Nacional de Rosario)

    Miembros del Comit Organizador Local:

    P. C HPresidente

    P. E A. EVicepresidente

    P. M I SSecretaria

    P. V C RProsecretaria

    Miembros Docentes:

    P. H AP. C B

    P. J P CP. M F G

    P. A LP. M M

    P. M C NP. P O

    P. M RP. G RP. D W

    Miembros Graduados:

    P. R M FP. R N O

    P. P I PP. J M T

    Miembros Estudiantes:

    Y A A

    F N BP S C

    R FM HF JJ L

    A P MG R T

    Apoyo Administrativo:

    Lic. B Q

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    Facultad de Agronoma y VeterinariaProf. Laura Ugnia y Prof. Mercedes Ibaez

    Facultad de Ciencias EconmicasProf. Ana Vianco y Prof. Gisela Barrionuevo

    Facultad de Ciencias Exactas, Fsico-Qu-micas y Naturales

    Prof. Sandra Miskoski y Prof. Julio Barros

    Facultad de Ciencias HumanasProf. Pablo Dema

    Facultad de Ingeniera

    Prof. Jorge Vicario

    Biblioteca Central Juan FilloyBibl. Claudia Rodrguez y Bibl. Mnica Torreta

    Secretara AcadmicaProf. Ana Vogliotti y Prof. Jos Di Marco

    Consejo Editorial

    Equipo Editorial:

    Secretaria Acadmica: Ana VogliottiDirector: Jos Di MarcoEquipo: Jos Luis Ammann, Daila Prado,

    Maximiliano Brito, Ana Carolina Savino,

    Daniel Ferniot

    Uni.Tres primeras letras de Universidad.Uso popular muy nuestro; la Uni.Universidad del latn universitas

    (personas dedicadas al ocio del saber),se contextualiza para nosotros en nuestro anclaje territorialy en la concepcin de conocimientos y saberes construidos

    y compartidos socialmente.

    El ro.Celeste y Naranja. El agua y la arena de nuestroRo Cuarto en constante confluencia y devenir.

    La gota.El acento y el impacto visual: agua en un movimientode vuelo libre de un nosotros.

    Conocimiento que circula y calma la sed.

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    Presentacin

    En los ltimos veinticinco aos se registr en la Argentina un notable desarrollo en lostrabajos de investigacin sobre problemas tericos de la Historia y avances que tuvieroncomo resultado la renovacin de la agenda de las prcticas historiogrcas. La necesariareexin del historiador sobre su quehacer, su funcin social, as como las trayectorias his-toriogrcas, las lecturas sobre el pasado y las instituciones en las cuales son inscriptas di-chas lecturas, constituyen espacios de inters en una disciplina como la Historia que ocupaun lugar fundamental en las Ciencias Sociales.

    En este marco desde el Departamento de Historia de la Universidad Nacional de RoCuarto se propiciaron en los ltimos aos una serie de eventos y encuentros de alcancelocal, regional y provincia que tuvieron la intencin de crear un espacio propicio para elintercambio de saberes y experiencias, a saber: Taller de Encuentro e Intercambios sobre memo-

    ria, poltica y gnero 2014); 1 Jornadas Departamentales de Historiografa. Intelectuales, Culturay Poltica en la Argentina del siglo XX 2013); VI Jornadas De Investigacin Cientca del Departa-mento de Historia 2012);Jornadas de Investigacin y Transferencia a la Docencia: Interpretando elmundo de la Cultura desde una perspectiva interdisciplinaria II 2011) yJornadas de Investigacin

    y Transferencia a la Docencia: Interpretando el mundo de la Cultura desde una perspectiva inter-disciplinaria 2009).

    La participacin y calidad de las ponencias presentadas en las jornadas antes mencio -nadas as como la percepcin de la necesidad de instituir un espacio nacional destinado alencuentro, la socializacin y la discusin de temticas anes a los problemas loscos,tericos, histricos y polticos de la historiografa nos motivaron a organizar las 1 Jorna-

    das Nacionales de Historiografa en el ao 2015. El apoyo recibido por parte de destacadosdocentes-investigadores de distintas universidades nacionales y del exterior conrm lanecesidad de afrontar este desafo.

    Uno de los resultados ms importantes de estas Jornadas es la publicacin de las po-nencias presentadas en esta oportunidad. Esta publicacin, que contiene gran parte de losaportes puestos a discusin en las Jornadas, pretende dar cuenta de las agendas de inves-tigacin que en el campo de la Historia de la Historiografa, la Filosofa de la Historia, laTeora de la Historiografa y la Historia Intelectual, se estn desarrollando en la Argentina.Pero tambin contribuir y ampliar el debate en torno a objetos clsicos y renovadores queconforman el humus de este campo tan controvertido, deseado y a la vez temido de la dis-

    ciplina histrica.Algunos datos interesantes a considerar para leer esta compilacin: las diversas voces

    regionales estn presentes. Las realidades pretritas de las historiografas de Salta, Jujuy, LaRioja, el NOA, San Luis, Santa Fe, el noreste, Corrientes, Crdoba, Buenos Aires, la reginnorpatagnica. Se revisitan temas desde lugares nuevos: la Guerra del Paraguay, la TripleAlianza; sujertos: Juan lvarez, Milcades Pea, Arturo Jauretche: institruciones: la Junta deHistoria y Numismtica Americana y otras corporaciones.

    Las voces de otras latitudes latinoamericanas comparten con las argentinas sus preocu-paciones y la memoria y la poltica se constituyen esenciales en relacin a la tarea histo -riogrca para dar cuenta de pasados que no pasan, de presentes que hacen memoria y

    de incertidumbres del futuro Subjetividades, memorias, usos del pasado, preguntas delpresente se entremezclan y se bifurcan en los connes de la reexin histrica.

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    La Filosofa de la Historia y la Teora de la Historiografa se pueblan, al mismo tiempo,de preguntas y actos reexivos. Historiadores, lsofos e investigadores de las CienciasSociales ponen en cuestin temas claves en relacin a lo metodolgico, lo epistemolgico,lo ontolgico. El tiempo y las temporalidades, las discontinuidades y las intersecciones secombinan con metforas e interpretaciones, traducciones y estudios de casos pero tambin

    con el anlisis de referentes tericos y loscos que orientan el pensamiento y las opera-ciones historiogrcas. Y los mencionados actos intelectuales se reencuentran y se mani-estan en la Historia Intelectual esbozada a travs de aproximaciones que dan cuenta delneas de investigacin que se complejizan y descubren nuevos nudos de articulacin quenos invitan a nuevos desafos.

    Como miembros del Comit Organizador Local agradecemos a todos y cada uno de losmiembros del Comit Acadmico Nacional el haber conado en nosotros para la realizacinde estas Jornadas Nacionales. Invitamos a los docentes e investigadores a dar continuidada las mismas como espacio de debate y reexin pero, tambin y fundamentalmente, comoespacio de difusin del rea historiogrca, metodolgica y terica para la formacin de

    profesionales de la Historia. Nuestra gratitud, entonces, a quienes compartieron sus expe-riencias investigativas y docentes, puesto que sin su presencia y participacin este valiosoevento acadmico no hubiese sido posible.

    Eduardo Escudero Claudia Harrington

    Universidad Nacional de Ro Cuarto, noviembre de 2015

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    Contenido

    Presentacin .....................................................................................................................................................5Pensar lo indiciario. El estatuto cognitivo del indicio

    ngel Oliva-...................................................................................................................................................10La echa en el ojo. Algunas In)exiones sobre totalidad y contingencia en eldebate historiogrcoCarlos A. Zambon.........................................................................................................................................25Capitalismo y corporalidad, pistas para una exploracin historiogrcaEsteban Vedia.................................................................................................................................................37

    Consideraciones epistemolgicas sobre el concepto de testimonio en la historiografa.Collingwood, Bloch y los eventos lmiteGonzalo Urteneche.......................................................................................................................................48

    La potica de la historia como re-signicacin de la conciencia histrica. Una hiptesis

    deshistorizanteSebastin Ral Raya ......................................................................................................................................58Calibn y la bruja, marxismo y feminismo.Aproximaciones ecofeministas del procesohistrico de caza de brujas a partir de los aportes de Silvia FedericiGustavo Marcelo Martin..............................................................................................................................72

    Dominacin y Control Social en La Creacin del Patriarcado. Los aportes de Gerda LernerLucia Rubiolo.................................................................................................................................................83Georg Simmel y la historia como existencia espiritualClaudia Alejandra Harrington....................................................................................................................92El concepto de tiempo en el marco de las reconstrucciones de la Historia

    de la Historiografa de la CienciaMara Virginia Elisa Ferro ..........................................................................................................................105Michel Serres, otra forma de hacer Historia de la CienciaMara Virginia Elisa Ferro..........................................................................................................................110

    Gnero y clase social en el estudio de los/as intelectuales. Biografas, identidades, problemas,temticas y formas de abordajeOlga Echeverra y Mara Soledad Gonzlez...........................................................................................116

    Mircea Eliade y el fenmeno de la religin. Connotaciones culturales y signicativasdel campo histrico de las religionesJuan Manuel Chavero y Patricio Ivn Pantaleo......................................................................................130

    Memoria y Experiencia Histrica en la losofa de Walter BenjaminMara del R. Blanco y Hctor R. Bentolila...............................................................................................144

    Ludwig Wigenstein o sobre un historicismo sin historiaHctor Bentolila ...........................................................................................................................................151Los Annales y la historiografa marxista. Una convivencia inmune a la Guerra FraJuan Alberto Bozza......................................................................................................................................159Retorno de la totalizacin y mtodo historiogrcoLuciano Alonso............................................................................................................................................174

    Se puede considerar a la Historia como ciencia en el siglo XIX?Johanna Natal Bertorello ..........................................................................................................................192

    Desfasaje y subversin. El anacronismo como forma de acceso al presenteJoaqun Vazquez..........................................................................................................................................196

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    Anacronismo y crtica en Jos M. AricGuillermo Ricca...........................................................................................................................................202

    Coexistencia de temporalidades y anacronismos en Amrica Latina. Representacionesen la novela Concierto Barroco, de Alejo CarpentierAnah Mazzoni............................................................................................................................................207

    El realismo poltico en Rosas. Una propuesta de anlisis desde la historia conceptual y lahistoriografaBrizuela, Oscar Esteban Brizuela y Ren Javier Galvn........................................................................217

    Hacia una conceptualizacin del campo historiogrco argentino. Analizando loscriterios metodolgicos de los grandes tericosAgustn Rojas...............................................................................................................................................224

    Por una historia de la historia en clave intelectual y discursiva. La construccin de unethos historiogrco en El marxismo olvidado en la Argentina de Horacio TarcusJuan Pablo Giordano...................................................................................................................................237

    La perspectiva histrica de Eduardo B. Astesano. Comunismo, peronismo y

    revisionismo histricoJulio Stortini.................................................................................................................................................251Un recurso vital para sortear los peligros del presente. La Historia en manos deRamn DollGisela Roco Tello........................................................................................................................................268

    Milcades Pea y la voluntad de hacer una historia a martillazos. Apuntes sobreel problema de la dependencia, de la Independencia a CaserosLaura Scopea y Pablo Torres...................................................................................................................281

    Arturo Jauretche y el revisionismo histrico. Notas sobre una relacinJuan Manuel Romero..................................................................................................................................294

    Vicente Sierra discute a Rodolfo Puiggrs. Oposicin poltica e historiogrcadesde la revista del Instituto de Investigaciones Histricas Juan Manuel de Rosas,1940-1942

    Paolo Sebastin Cucco y Pamela Rita Moreno........................................................................................308Destruyendo leyendas y calumnias. Eduardo T. Corvaln Posse, lecturas a partirde sus intervenciones en la revista del Instituto de Investigaciones HistricasJuan Manuel de Rosas 1940-1941)Federico Nahuel Barros..............................................................................................................................317

    Un carcter bifronte sobre la historiografa. Rmulo D. CarbiaJohanna Natal Bertorello...........................................................................................................................327

    La Historia Argentina desde la poltica y la militancia de Jos Hernndez Arregui,en sus obras Imperialismo y Cultura y La Formacin de la Conciencia NacionalToms Argello...........................................................................................................................................332Las experiencias de militancia en el Partido Comunista en los sesenta-setentacomo espacios de constitucin identitariaPaola Bonvillani...........................................................................................................................................347Historia intelectual y nuevos sujetos. Risieri Frondizi, Darcy Ribeiro y su preocupacinpor el rol de las universidades en la cultura latinoamericanaDaniela M. Wagner.....................................................................................................................................358Tle)ernJuan Manuel Testa.......................................................................................................................................371

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    Historiografa de una experiencia del Interior. Acerca de la Revista de Ideologay Cultura, Pasado y Presente Crdoba, 1963-1965)Vernica Cecilia Roumec...........................................................................................................................389

    La negritud colonial y de la etapa independentista en la historiografa sanluiseadel siglo XX

    Cintia Martnez y Fernando Aguirre........................................................................................................398Historiografa de Salta en la primera mitad del siglo XX. Algunas reexionessobre la construccin de identidadesLuz del Sol Snchez....................................................................................................................................407

    Salta y la Nacin a comienzos del siglo XIX.Un anlisis en clave historiogrcaMara Fernanda Justiniano y Mara ElinaTejerina.................................................................................418

    Lecturas omitidas en la crtica historiogrca provincial.El caso de las dos historias en Bernardo FrasRubn Emilio Correa y Marta Elizabeth Prez......................................................................................432

    Los usos del pasado y la historia en la provincia de Corrientes. La gobernacin de Benjamn

    Gonzlez, 1925 -1929Juan Manuel Arnaiz....................................................................................................................................449

    Historiografa de gnero en la Provincia de San Juan, entre las realizacionesdel Encuentro Nacional de Mujeres 1997- 2013). Ediciones sanjuaninas sobrea Historia de las MujeresHernn Videla .............................................................................................................................................463La Revista del Archivo. La red americanista en el NOA 1925-1930)Hctor Daniel Guzmn..............................................................................................................................473

    La gura del hroe nacional en el discurso cinematogrco.San Martn en Nuestratierra de paz 1939)

    Daniel Carmelo Scarcella...........................................................................................................................482

    Hacia una memoria de la poltica en la Escuela de Filosofa FFyH-UNC).Algunos indicios sobre los cambios en las prcticas polticas y disciplinaresdurante la transicin a la democraciaCarolina Alejandra Favaccio......................................................................................................................496Abordaje terico sobre Generacin y Relaciones Intergeneracionales desde lasCiencias SocialesMnica Anal Re y Ruth Ramallo.............................................................................................................504Autoridad y orden para la escuela. El discurso regenerador de Miguel Antonio Caroy su incidencia en el sistema escolar

    Mauricio Puentes Cala...............................................................................................................................519Aportes de los estudios sobre poblaciones indgenas a la historiografa argentinaGraciana Prez Zavala ................................................................................................................................528Aspectos historiogrcos y tericos argentinos en torno al ftbol. Las miradas deEduardo Archei, Pablo Alabarces y Julio FrydenbergMaximiliano Martinez ................................................................................................................................541Herramientas tericas para el anlisis de la historia agraria jujea entre los siglos XIX y XXNicols Hernndez Aparicio.....................................................................................................................551Entre los usos del pasado, del presente y del futuro. Pensar el tiempo histrico a partir de losvnculos entre la historia y la polticaCamila Tagle................................................................................................................................................559

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    Pensar lo indiciario

    El estatuto cognitivo del indicio

    -ngel Oliva-[Universidad Nacional de Rosario]

    [email protected]

    Introduccin

    La cultura popular no es solo el gesto que la suprime, pero se reconstruye a travs delgesto que la suprime

    Paul Ricoeur

    Quiero proponer con este excurso recorrer tres experiencias tericas que ayudan, en lamedida en que trabajemos con ellas, pensar el estatuto cognitivo del indicio, o de lo indi-ciario, suponiendo que su sustancializacin conceptual puede aqu reunir ya un cmulode experiencias que justiquen algo ms que el uso circunstancial de una nominacin sin -gular. Propongo mantener la exposicin en un registro que no he dudado en llamar cog-noscitivo, ya que pienso el indicio como una herramienta para el acceso determinado tipode conocimiento de la realidad histrico social o psquica y cuya vinculacin con una feno-menologa de la interpretacin solo se le apareja en la medida en que decidamos subrayar

    solo su funcin sgnica, y no ser el caso. Las condiciones cognitivas que justican hablar deindicio son discretas e intentaremos rastrear su pertinencia en tres experiencias tericas enapariencia dismiles. Primeramente algunos momentos de la obra del historiador italianoCarlo Guinzburg, quien sobre nales de los aos 70 puso de relieve la existencia de un para-digma moderno de conocimiento alternativo al modelo fsico matemtico o galileano que,expresado en procedimientos no deductivos sino conjeturales, recuperaba las experienciasde saberes antiqusimos ligados a prcticas que abarcaban desde el desciframiento por ras-tros propias de las artes cinegticas, hasta las adivinatorias y manticas. La primera versindel artculo se llam Indicios: Races de un paradigma de inferencias indiciales formando partede un libro coordinado por A Gargani llamado Crisis de la razn y editado por Einaudi en1979. El artculo en castellano se edito en una compilacin de trabajos del autor bajo el titulodeMitos, emblemas indicios. Morfologa e historia1Luego apareci una versin levemente am-pliada del texto en una publicacin dirigida por el cientco social Carlos Antonio AguirreRojas, llamada Tentativas, editada por la Editorial de la Universidad Michoacana en el 2003

    bajo el ttuloHuellas. Races de un paradigma indiciario2, junto con las dos intervenciones queGuizburg sostuvo en el debate pblico organizado por Luciano Cnfora en Milan en el ao1980 bajo el ttulo Intervencin sobre el paradigma indiciario.3Dirigido a resituar falsas con-

    1 Guinzburg, Carlo: Indicios, Races de un paradigma de inferencias iniciales en Mitos, emble-mas indicios. Morfologa e historia. Ed. Gedisa, Barcelona, 1989.

    2 Guinzburg, Carlo Huellas. Races de un paradigma indiciario en Tentativas. Ed Universidad

    Michoacana, Morelia, 20033 Guinzburg, Carlo: Intervencin sobre el paradigma indiciario en Tentativas. Ed Universidad

    Michoacana, Morelia, 2003

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    traposiciones entre racionalismo e irracionalismo4, el artculo hecha luz de manera generalsobre especicidades cognitivas que supone el saber indiciario; se apoya en ejemplos his-tricos de un modo de conocimiento que no puede ser reducido a leyes y cuyas reglas nose prestan a ser formalizadas5. Sin embargo el ensayo de Guinzburg, siguiendo una meto-dologa en ltima instancia historiogrca, no centraba su atencin en la reexin en torno

    a los elementos formales del indicio, aqu utilizaremos su ensayo como un texto mas paraextraer una crtica sobre esos elementos. Tampoco nos detendremos aqu en las contrarieda-des tericas que arrastran las nociones de paradigma y de modelo, cuestiones que el propioGuinzburg se ha encargado de precisar en cuanto a la aplicacin de esas nociones a su art-culo y a su obra. Como suele ocurrir en muchos casos, es en el estricto terreno historiogr-co de la obra de Carlo Guinzburg mas que en sus obras tericas, donde pueden percibirsecon ms claridad las nociones formales que circundan a la idea de indicio; en este sentidosumaremos a esta propuesta algunas consideraciones extradas de un texto presentado porGuinzburg en el Coloquio Ala trace. Enquete sur le paradigme indiciere, organizado por laUniversidad de Lille y que apareci en castellano en la revista mexicana Contrahistorias enel ao 2005 bajo el ttulo Reexiones sobre una hiptesis: el paradigma indiciario, veinticinco aos

    despus6. Por ltimo sern muy tiles algunos ensayos sobre su experiencia historiogrcaaparecidos en una compilacin llamada El hilo y las huellas y editado en castellano por Fon-do de Cultura Econmica en el ao 20107

    Un segunda experiencia terica se circunscribe a dos textos tcnicos y metapsicolgicosde la psicoanalistaargentina Silvia Bleichmar: Simbolizaciones de transicin: una cnica abiertaa lo real,artculo aparecido en el ao 20048; y el segundo, La deconstruccin del acontecimiento,artculo publicado en Tiempo, Historia y Estructura- su impacto en el psicoanlisis contempor-neo, en el ao 20069. Ambos artculos arrojan luz sobre la circunscripcin tcnica del indiciocomo herramienta cognoscitiva en la medida en que se articula con determinado modo depresentacin de lo objetual y en determinada etiologa patolgica. Permiten, aunque no se

    dirijan de manera directa a ese propsito, discernir elementos formales de la especicidadde lo que entendemos por indicio. No se encontraran aqu disquisiciones avanzadas en tor-no a una concepcin de realidad psquica especca que Bleichmar deende centralmente;ni consideraciones, que tomamos por dadas, en torno al carcter vivencial y real de la ca-sustica por ella escogida; no nos interesa desplegar problemticamente de manera intensalas nociones tcnicas de simbolizaciones de transicin, autotrasplantes psquicosni cons-truccionesy dejamos tambin de lado la especicidad sintomatologa que la autora pone

    bajo la diferenciada de lo arcaico- a diferencia de lo primariocuyo signo lgico estara enque sus deformaciones y derivas circulan bajo la actividad de la represin para denir pro-cesos de inscripcin de restos representacionales que no alcanzan a articularse en simbo-lizacin alguna, dando cuenta de fenmenos compulsivos especcos. Sin embargo somosconsientes que todos estos pliegues son absolutamente coetneos al tema cognoscitivo queaqu intentamos pensar y por tanto tendrn su mencin relativa. Por ltimo contaremos

    4 Acha, Omar: Interpretacin y mtodo en Carlo Guinzburg. Revista Estudios Sociales N 18,ao X, Santa Fe, Argentina, 1 semestre del 2000, pag 174

    5 Guinzburg, Carlo Huellas Ibidem6 Guinzburg, Carlo: Reexiones sobre una hiptesis. El paradigma indiciario, veinticinco aos

    despus en Contrahistorias. La otra mirada de Clio. Mexico, 20057 Guinzburg, Carlo: El hilo y las huellas, Ed Fondo de Cultura Econmica, Buenos Aires, 20108 Bleichmar, Silvia: Simbolizaciones de transicin: una cnica abierta a lo real, en Revista

    de Psicoanlisis de la Asociacin psicoanaltica de Crdoba; Ao2, perodo Otoo/invierno,Cordoba, 2004

    9 Bleichmar, Silvia: La deconstruccin del acontecimiento en Tiempo, Historia y Estructura-su impacto en el psicoanlisis contemporneo ; coeditorializado por la editorial de la APA yla Editorial Lugar , Buenos Aires 2006

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    con una tercera experiencia terica que expondremos despus.

    Aspectos formales de lo indiciario en relacin la cosa indiciada

    Permtanme comenzar esta serie formal de elementos extrable del pensar indiciariocon una frase de Carlo Guinzburg: Lo que caracteriza a este saber es su capacidad deremontarse desde datos experimentales aparentemente secundarios a una realidad com-pleja, no experimentada en forma directa 10. De aqu se desprenden ya ciertos elementosde este saber: en primer lugar lo inmediatamente experimentado resulta insuciente parala captura cognoscitiva del fenmeno. Y esto es as por varias razones, entre otras, porqueen lo experimentado se muestra algo solo como efecto de otra cosa que no est presenteen la experiencia. La experiencia que principia el emplazamiento indiciario es siempre laexperiencia de una cosa cuya causa se encuentra ausente. Estando ausente la causa en laexperiencia, la cosa experimentada sustituye a una cosa originaria, pero para nuestro sa-

    ber esto es as, porque la cosa experimentada carece aparentemente de causa. Es decir elprincipio de sustitucin como ejercicio abstractizante proveniente de la experiencia, estdirectamente ligado a la desaparicin de la causa en la experiencia, a su ser mero efecto. Laeducacin en este tipo de saber en el sentido antropolgico supone la insistencia de unaexperiencia del mundo en la cual, ste no se presenta slo de manera transparente, o mejordicho, representa un salto abstractivo del saber proveniente de la falta de transparencia delos fenmenos. Se trata, en consecuencia, de la experiencia de un mundo agujereado por ladiversidad y la contingencia. No importa en un principio si detrs de esta realidad el mun-do es de naturaleza legal o anmico, lo importante aqu es sealar que la experiencia signi-cadora de ese mundo no supone solo formas directas de saber. Guinzburg lo reeja en otrode los artculos: Esta prescripcin metodolgica desemboca en una armacin de ndole

    decididamente ontolgica: la realidad es decididamente discontinua y heterognea.11

    En segundo lugar, la ausencia de las conexiones causales, lleva al saber a tratar con co-sas que han sufrido un aislamiento de su sistema contextual y por lo tanto estn en su lugar,lo sustituyen. Me detengo en esto un instante, la cosa experimentada es una cosa aislada desu contexto de produccin y est en e l lugar de ste, pero y aqu viene lo fundamental -,no necesariamente lo representa, sino que ha quedado en su lugar en una relacin contiguaa su contexto, como efecto de la causa ausente de la experiencia. Volveremos sobre este as-pecto de la contigidad. Entonces esto supone dos cosas: que el saber acta sobre cosas quesustituyen a otras y que para saber algo de la cosa sustituida debe trabajar sobre la natura-leza de los efectos y no de las causas. Sobre esta base se erige un saber que supone la idea

    del mundo como desciframiento, que supone en l cosas presentes y cosas ausentes, cosaspatentes y cosas ocultas, cosas visibles y cosas invisibles, supercies y profundidades. Poreso Guinzburg vincula este tipo de saber con las artes cinegticas y con las adivinatorias;artes que se diferencian por un lado con la adivinacin exttica, que supone certezas paten-tes, pero al mismo tiempo, de los saberes especulativos, ya que permanecen ntimamenteligados a experiencias tangibles y concretas.

    Ahora para perseguir otra de las caractersticas formales del saber indiciario citemosdos pasajes del texto terico: Haba en el saber adivinatorio) una actitud orientada al an-

    10 Guinzburg, Carlo: Indicios Op. Cit pag. 14411 Guinzburg, Carlo: Microhistoria: dos o tres cosas que s de ella en El hilo y las huellas, Ed

    Fondo de Cultura Econmica, Buenos Aires, 2010

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    lisis de casos individuales, reconstruibles por medio de rastros, sntomas e indicios.12Y elotro dice En efecto, se trata de disciplinas eminentemente cualitativas que tienen por obje-to casos, situaciones y documentos individuales, en cuanto individuales y precisamente poreso alcanzan resultados que tienen un margen insuprimible de aleatoriedad.13

    Qu quiere decir exactamente Gunzburg aqu con designar a las situaciones y/o fe-

    nmenos, etc. como individuales?. Por un lado quiere decir que dado el aislamiento con-textual de toda huella, de toda inscripcin, inhibe en un principio de remitirla a una serie,obliga en segundo lugar, a reconstruir su contexto trmino a trmino, esto es, dentro de unacadena singular de elementos, sin referencia inmediata a un sistema codicado. El saberindiciario es saber primeramente despus esto puede complejizarse) de y desde un caso odesde casos. Saber de y desde un caso o desde casos, es sealar su imposibilidad inmediatade remitirlo a una serie, a una norma, a una regularidad.

    Dice Guinzburg, siguiendo el pensamiento de de un ignoto morflogo literario alemnde los aos 30` llamado Andr Jolles, sostiene: el caso es una narracin, la mayor parte dela veces muy breve y muy densa, que subraya las contradicciones internas de una norma, o

    las contradicciones entre dos sistemas normativos. 14El caso, a diferencia del ejemplo quees siempre uno de una serie, seala entonces, las contradicciones de una norma, se ubicaen el lugar de su lmite signicativo, advierte la contrariedad de sus apodicciones, alerta so-

    bre sus posibilidades e imposibilidades formales, y es, en ese sentido, la expresin narrativade esas imposibilidades. Esto es fundamental porque esta denicin de caso est sealandotanto la separacin, como el tipo de conexin que el caso tiene con la serie. No se trata deuna singularidad absoluta. Se trata de una desviacin, volveremos sobre esto.

    Llegado aqu, hemos contorneado lo que quiere decir Guinzburg con el carcter indivi-dualdel caso. La individuacin es tal porque la huella no cumple con todos los elementosformales, estn ausentes las propiedades generales del fenmeno seriado, seala particu -

    laridades, anomalas. Y esto obliga a modicar su relacin con la generalidad. Por eso estesaber no se lleva bien con los principios galileanos, porque por un lado no puede matema-tizarse con facilidad y porque su forma obliga a particularizar su contenido. Esta presenciade la particularidad, lo que Guinzburg llama el elemento individualizante, se convierte en elverdadero obstculo para alojar a disciplinas como la medicina y la historia en el conjuntode ciencias galileanas; y ha sido, siguiendo el recorrido de secularizacin del saber reli-gioso, un parmetro para la gradacin del componente de cienticidad de las disciplinasmodernas. Dice Guinzburg al respecto: Su componente de cienticidad, en la acepcingalilenana del trmino, decreca bruscamente, segn se pasara de laspropiedadesuniversa-les de las geometra a laspropiedades comunes del siglode los escritos y, luego a lapropiedad

    propia e individualde las obras pictricas o, de la caligrafa. Esta escala decreciente conrma

    que el verdadero obstculo para la aplicacin del paradigma galileano era la existencia o node una centralidad del elemento individual, en cada una de las disciplinas enunciadas. Laposibilidad de un conocimiento cientca riguroso iba desvanecindose en la misma medi-da que los rasgos individuales eran considerados de mas en mas pertinentes. 15

    Vemos ahora cmo los trabajos de Carlo Guinzburg y de Silvia Bleichmar permitenagregar un conjunto de cualidades con los que intentaremos ampliar y complejizar la no-cin de indicio.

    12 Guinzburg, Carlo: Indicios Op. Cit pag. 146

    13 Ibidem. Pag 14714 Guinzburg, Carlo: Reexiones Op. Cit. Pg. 15115 Guinzburg, Carlo: Indicios Op. Cit pag. 152 subrayado del propio Guizburg)

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    El trabajo de Carlo Guinzbug con lo indiciario

    El primer libro de Carlo Guinzburg se public en 196616, se trataba del rastreo de lascreencias populares en el norte de Italia, en el Friuli. Sus preocupaciones se centraron en

    la constitucin de la brujera y de su persecucin, tema con el que trabaj durante cuatrodcadas. En aquel primer libro Intent probar que las practicas asociadas a la brujera porlos protocolos inquisitoriales referian en realidad, a antiguos cultos agrarios ligados a lafertilidad de la tierra. Para esto, utiliz una documentacin nica en su gnero: un conjuntode procesos inquisitoriales contra campesinos y campesinas friulanas que le permitierontrazar, en lo micro, la persistencia de una cultura popular y su progresiva transformacinen prcticas encuadradas en la brujera. Por eso, lejos de repetir consideraciones generalesen torno al Sabbat, Guiznburg centr su atencin en una escala menor. Los Benandani enla dcada del 70 del siglo XVI eran campesinos, que nacidos con el amnio, es decir la pla -centa, decan poseer ciertos atributos y capacidad para prcticas nocturnas que realizabanlos jueves de los cambios de estacin. Su funcin folklrica era realizar combates nocturnos

    con haces de hinojos contra los brujos y brujas enviados por el demonio que asolaban loscampos, la suerte de dichas batallas, decan, decidira la suerte de las cosechas. Las luchasse hacan en nombre de Dios. El sentido de la prctica de los Benandani dio una indica-cin a Guinzbug para vincular esta prctica situada con los ritos antiqusimos en torno a lafertilidad de las comunidades campesinas europeas. Abierto el contexto de los protocolosinquisitoriales, en el marco de la Contrarreforma, los jueces del clero, no hicieron otra cosaque encuadrar estas reuniones en el aquelarre. Recordemos que los interrogatorios tenanregularmente ese formato: los jueces exigan del acusado que reconozca una prctica queestaba protocolizada y en la medida en que ste lo haca, era acusado de brujera y conde-nado a muerte.

    Las especicidades del trabajo de Guinzburg se centraron en una reorientacin de lainterpretacin del tema de la brujera. Una interpretacin tradicional y racionalista, sostenaque la brujera no existi como tal y que haba sido una invencin de la ocialidad eclesis-tica. Otra sostena que los supuestos brujos y brujas eran chivos expiatorios de tensionessociales. Por ltimo una variante de la anterior sostena que el aquelarre corporizaba unestereotipo social hostil que se poda ver repetido en guras sociales, como rabes, judosy leprosos. Ninguna de estas interpretaciones, reconoca, en ltima instancia la consisten -cia histrica de una cultura popular no letrada no suprimida del todo por el dominio y lacoercin. Es decir, en la medida en que las interpretaciones no daban reconocimiento a estastradiciones, no podan ver en el escenario del interrogatorio una lucha. Los testimonios delos Benandanien los juicios y los intentos de los jueces de encuadrarlos en los componentes

    habituales, abjuracin de la fe, adoracin del demonio, orgas sexuales, etc., dan cuenta dedos series discursivas irreconciliables y heterogneas. La contrariedad en acto, recabada deestos casos, echaba por tierra visiones que fundan el saber popular y las tradiciones orales

    bajo la nocin homogeneizante de mentalidad colectiva de origen durkheiniana.

    Tenemos entonces, y lo que aqu queremos resaltar no tiene que ser necesariamente pro-ducto de una secuencia cronolgica de pasos cognitivos, la conviccin forjada en escenasformativas que por ahora quedan en caucin, de que la trama de la vivencia histrica seconstituye en y desde la contrariedad.

    Pero Guinzburg no puede an circunscribirla plenamente sino la emplaza en un aparatode prueba. Es desde el interior de la nocin historiogrca de documento, entendido como

    16 Guinzburg, Carlo: Los Benandanti. Brujera y cultos agrarios entre los siglos XVI y XVII,Guadalajara, Universidad de Guadlajara, Editorial Universitaria, 2005

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    ncleos de memorial colectivo sistematizados, en donde el indicio consigue consistenciaponindolo en vnculo con ciertos parmetros de bsqueda. Nuevamente en el caso de losBenandani se expresa el carcter primordialmente pero no exclusivamente fortuito de esteencuentro:

    Pongo de relieve estos detalles triviales porque me permiten recalcar el absoluto ca-

    rcter casual de mi descubrimiento; el interrogatorio realizado en 1591 a un joven boyero,que se llamaba Menichinno Della Nota, relat que cuatro veces al ao sala de noche enespritu, junto a otros como l, nacidos con la camicia, llamados Benandanti palabra para micompletamente ignota e incomprensible en esa poca), para combatir contra brujos en unprado colmado de rosas en or: el prado de Josafat, si triunfaran los Benandanti, la cosechasera abundante, si triunfaban los brujos habra caresta. ) El azar me haba puesto frentea un documento completamente inesperado.) Era como si de pronto hubiera reconocidoun documento que era para mi completamente ignoto un minuto antes; no solo eso, eraprofundamente distinto a todos los procesos de la inquisicin con que haba dado hasta esemomento. 17

    Guinzburg remarca dos cosas: el azar del encuentro y lo ignoto y distinto del fragmen-to encontrado. Pero a la vez, y como si la aparente paradoja no pudiera suscitar decisivasvas cognitivas, habla de reconocimiento, es decir de replicar lo conocido, slo que hasta allel gatillo de dicho reconocimiento no se produce palmo a palmo como mero producto de

    bsqueda. Ahora bien Hay bsqueda? Si, y hay azar? Tambin y hay, adems el encuentrocon lo anmalo. La especicidad terica que se desprende de este trpode est desplegadapor el mismo Guinzburg unos prrafos ms adelante:

    Qu me haba inducido a reaccionar con tanto entusiasmo ante un documento porcompleta inesperado? Esa fue mi pregunta. Considero que puedo contestar: las mismas ca-ractersticas que podran haber inducido a que otro considerase poco relevante ese mismo

    documento o a descartarlo del todo. En la actualidad y con mayor motivo treinta aosatrs el relato de una experiencia exttica realizada por un boyero del Cincuecentoen clavede cuento maravilloso y en trminos absolutamente normales tiene muchas posibilidadesde ser tratado por un historiador serio como un pintoresco testimonio de ignorancia quefuese propio de cuanto eludan con obstinacin la instruccin impartida por las autorida -des eclesisticas 18

    La constitucin, entonces, de lo indiciario aqu, radica en el encuentro ms o menos con-tingente con algo que se distancia levemente del cdigo, del sistema, del encuadre ocial uocioso volveremos sobre esto) del relato, pero las motivaciones del reconocimiento comotal se encuentran tanto en la escena del reconocimiento mismo como en otras escenas expe-

    rienciales que han formado una cosmovisin del mundo sustentada en la contrariedad y elconicto, y que permiten la conversin de un fragmento anmalo tanto en un indicio, comoen un posterior relato conjetural.

    El trabajo de Silvia Bleichmar con lo indiciario

    El abordaje bleichmariano del indicio proviene de su proposicin terica referida a con-cebir un aparato psquico abierto a lo real y por lo tanto una clnica abierta a lo real19; no tanto

    17 Guinzburg, Carlo: Brujos y Chamanes en El hilo y las huellas, Ed Fondo de Cultura Econ-

    mica, Buenos Aires, 2010, Pag 423 subrayado nuestro)18 Ibidem; pg 42519 Bleichmar, Silvia: Simbolizaciones.. Op. Cit.

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    quizs porque lo indiciario sirva de sustento al carcter vivencial determinante que Blei -chmar propone para reponer la nocin de trauma como constitutiva y dinamizadora delaparato, sino mas bien porque lo indiciario aparece aqu tambin, como contigidad ydeslizamiento de un discurso ocial del psicoanlisis y como producto de una experienciaclnica que capta las limitaciones de dicho discurso.

    Oigmosla: la idea de un aparato psquico abierto a lo real, constituido a partir deinscripciones provenientes del exterior y sometidas constantemente a su embate ha sidouna preocupacin central en mi tarea y en la generacin de nuevas herramientas para suabordaje. Tuvo importancia decisiva en ello el hecho de que el estructuralismo del cual parten los primeros tiempos de mi trabajo se mostrara insuciente para abordar las tareas quela prctica clnica me impona, entre ellos la bsqueda de una determinacin que se vierams cercana a la vivencia del sujeto. Cercar los efectos de lo real en el psiquismo, pero deese real que se dene como real libidinal, fue lo que me permiti reposicionar los tiemposmticos como tiempos histricos, y me llev luego a la bsqueda del traumatismo en la de-terminacin tanto de la compulsin como de los trastornos no sintomatizados de la clnicade

    adultos. Ello a partir del descubrimiento de las limitaciones del concepto de interpretacin

    en razn de que las representaciones que producen el sufrimiento psquico no son todasni en ciertos casos la mayora del orden de lo secundariamente reprimido, atravesadaspor el proceso secundario y luego tornadas inconscientes, es decir constituidas a partir dela descualicacin del cdigo de la lengua en la cual estaban insertas y recuperables asmediante la asociacin 20

    Tenemos entonces representaciones que no son todas del orden de lo secundariamentereprimido, tenemos tambin una limitacin prctica del concepto de interpretacin y tene-mos, siendo fundamental la existencia de fragmentos representacionales que provienen delo vivencial, que denotan el clivaje traumtico, que suponen inscripciones no transcribiblespor va asociativa y que se vinculan con modos de compulsin variados.

    Bleichmar agrega en un rico texto anterior: las asociaciones se ven imposibilitadas,como sabemos por nuestra prctica, para dar cuenta de estos fragmentos representacio-nales o de estos modos de compulsin repetitiva que se maniestan de diversos modos: Ysolo la ilusin de que todo lo que aparece en el psiquismo tiene sentido inconsciente,vale decir puede ser ligado a otro elemento que lo signique, ha propiciado el mtodosimblico de interpretacin que caer cuando ya no se sostiene el universalismo biologisistaque se maniesta como paralelismo psicofsico representacional teora de la delegacin o el ahistoricismo estructuralista. Pero es indudable que desde los comienzos del psicoan-lisis la teora simblica de la interpretacin, que se sostuvo ante la carencia de asociacionesllegando incluso a reemplazarlas, vino a llenar una necesidad de sentido cuando este no

    puede ser construido en el proceso asociativo a partir de la interrupcin de toda conexindel material lenguajero. 21

    Ambas citas ponen en evidencia las dos vas con que Silvia Bleichmar va cercando eluso tcnico del indicio, por un lado la constatacin de fragmentos representacionales enel sujeto inscriptos pero no transcribibles. A dicha constatacin Bleichmar le acerca dosconsecuencias que son a la vez clnicas y metapsicolgicas. Vincula estos fragmentos con ladinmica de lo que ha llamado en textos anteriores lo arcaico, como aquello nunca tramita-do en el lenguaje en sentido estricto, sino que opera como fragmento de realidad psquico,adherido a lo vivencial, inscripto pero no articulado en alguno de los dos sistemas que se

    20 Bleichmar, Silvia: La deconstruccin. Op.cit. paginas 5 y 621 Bleichmar, Silvia: Simbolizaciones.. Op. Cit Pag 5

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    rigen por legalidades y contenidos diferenciados.22La correlacin de estos fragmentos re-presentacionales, entonces, con lo arcaico reacondicionan las concepcin dinmica del apa-rato y amplan las vas conictivas de su constitucin. Por otro lado para Bleichmar estasinscripciones no constituyen necesariamente las ms antiguas del aparato, sino que pue-den producirse a lo largo de la vida como material irreductible a todo ensamblaje a partir de

    experiencias traumticas no metabolizables23

    . Recupera para apoyar tericamente dichasrealidades psquicas la nocin freudiana de signos de percepcin sobre la que volveremos.

    Pero estas constataciones perderan sentido, como la propia Bleichmar lo arma, si nofueran anomalas, desviaciones, contigidades, de un discurso dominante ligado a la inter-pretacin de cuo estructuralista y que desde los comienzos del psicoanlisis se sostuvo ante lacarencia de asociaciones llegando incluso a reemplazarla: Sabemos que el psicoanlisis tiene enestos casos su propia autoreexin terica centrada en la nocin de resistencia y que estoopera no solo en relacin al analizando sino tambin respecto de los analistas, pero Bleich-mar no esta poniendo slo el acento en lo que podramos llamar una explicacin metapsi-colgica de los discursos analticos sino en su matrices ideolgicas. La discusin se centra

    en la concepcin de un aparato genticamente constituido por el conicto intrapsquico ala vez que neogeneticamente dinamizado por este conicto y una concepcin panlinguis-tica del de acaecer psquico cuya ahistoricidad pivotea en torno a los procesos ligados a lacastracin.

    Pero llegados a este punto conviene sostener con Bleichmar una fundamental diferen-ciacin Son estos fragmentos representacionales arrancados de la vivencia del sujeto, ins-criptos en el aparato pero no ensamblados al lenguaje, recuperados en torno a la nocin designos de percepcin freudiana, efectivamente indicios? No, el concepto de signos de per-cepcin, - dice Bleichmar- es un concepto metapsicolgico, mientras que el indicio alude aun mtodo de lectura de la realidad, no a su inscripcin24, es decir es un concepto cognos-citivo. Pero estableciendo esta diferenciacin Bleichmar coloca aqu una referencia sobre lasposibilidades semiticas de la nocin de indicio en psicoanlisis, veamos su movimiento:

    El indicio veamos que coloca el trmino entre comillas sera la categora semiticapara abordar estos signos de percepcin, con la intencin de dar cuenta de un elemento den-tro del conjunto heterogneo de representaciones que constituye el psiquismo. Haciendo lasalvedad _se entienden ahora las comillas_ de que las diferencias entre signos de percepcineindicio no son solo efecto de pertenecer a dos campos conceptuales distintos el primero esun concepto psicoanaltico, metapsicolgico, que da cuenta de elemento psquicos que nose ordenan bajo la legalidad del inconsciente ni del preconciente, que pueden ser manies-tos sin por ello consientes, que aparecen en modalidades compulsivas de la vida psquica,en los referente traumticos no sepultables por la memoria y el olvido, desprendidos de la

    vivencia misma no articulables; mientras que el segundo es parte del ordenamiento quepropicia la construccin de un sistema en el cual el sujeto se ve inmerso en un mundo designos que operan la bsqueda produciendo signicacin, en cuyo caso el indicio es inse-parable de la categora de sujeto del enigma, volcado ala resolucin de un interrogante 25

    Si leemos concierta precisin el prrafo Bleichmar est haciendo la salvedad concep-tual para correlacionar lo indiciario solo con estos ejemplos representacionales por qu?porque dado la naturaleza fragmentada de estos signos y dada la perdida casi total de susistema de referencia, no pueden entenderse bajo la dinmica de la funcin signica del sm-

    22 Ibidem, Pag 2

    23 Ibidem, Pag 2 y 324 Ibidem, Pag 325 Bleichmar, Silvia: Simbolizaciones.. Op. Cit Pag 6

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    bolo de la lingstica, que supone que determinado elemento se del capo A se correlacionacon otro quizs ausente) del campo B. De este modo para Silvia lo estrictamente indiciario,en tanto pone en relacin un fragmento aislado de una representacin proveniente de lavivencia con una causalidad ausente, abre indefectiblemente camino a un relato conjetural,el indicio es el indicio de sentido necesariamente conjetural para el sujeto respecto de su

    sistema de pertenencia, reconstruiblepor medio de hiptesis pero no reconstituible.Ahora bien quien es portador de esta conjetura, veamos que dice Bleichmar para acen-

    tuar el carcter tcnico de la nocin de indico que aqu sostenemos: Es decir que el signode percepcin es un fragmento del objeto real, metonmico del objeto real, inscripto pordesprendimiento, provisto de fuerza de investimento a partir de su carcter excitatorio,pero que ha perdido toda referencia al real externo, que existe solo como realidad psquicaen razn de que ha sido incluido en una realidad otra que la realidad exterior de prove -niencia Hasta ah dinmica metapsicolgica, luego dice es este elemento investido, cir -culante, el que puede devenir indicio, cuando cobra para el sujeto el carcter de u signo,cuando hace signo, porque l mismo se ve jado a ste o porque alguien lo subraya en este

    caso el analista y mediante su ligazn cede en su carcter precipitante de la compulsinde repeticin.26

    Los conceptos bleichmarianos de simbolizaciones de transiciny de autotransplantespsquicos, que reeren al sealamiento conjetural que el analista arriesga sobre el sistemade pertenencia del fragmento representacional aislado y que sirve menos para un saberde los hechos vivenciales, como para permitir la apertura a un proceso perelaborativo delo traumtico, estn atados justamente al emplazamiento indicial de signos que subsisten

    bajo la lgica arcaizante del psiquismo. Bleichmar relaciona entonces lo indiciario con estemovimiento tcnico conjetural del analista en el que se emplazan los fragmentos. Anomalay fragmento, una concepcin constitutivamente conictiva del aparato frente a un discursointerpretativista y simbolizante dominante y relato apuntalador conjetural de transicin,circundan tambin aqu la nocin de indicio.

    Lo fragmentario y lo anmalo

    Hemos sumado a las caractersticas formales del indicio y de lo indiciario dos aspectosrelevantes que suponen implicaciones especcos al fenmeno cognoscitivo. Ambos pue-den relevarse correlativamente tanto de una determinada concepcin del aparato psquicoy de la realidad psquica, como de la experiencia historiogrca que trabaja determinadasrelaciones de poder en el pasado: nos referimos a lo fragmentario y lo anmalo

    Nos es especcamente til para pensar estas caractersticas que pulsan hacia el indicio,la diferenciacin que Silvia Bleichmar hace entre fragmento y detalle en relacin a la espe-cicidad que en dicha diferencia se da entre la parte y el todo; siguiendo la reexin delsemilogo italiano Omar Calabrese, Silvia dice lo siguiente:

    Se trata de concebir la relacin entre la parte y el todo, ya que el detalle remite al todo,mientras que el fragmento est carente de ensamblaje, no se conoce el todo de partida. Res-pecto del detalle, se puede armar que el detalle viene de cortar de y es perceptible a par-tir del entero y de la operacin de corte, mientras que en el caso del fragmento, este deriva,etimolgicamente de romper, por lo cual el fragmento an perteneciendo a un entero prece-

    dente, no contempla su presencia para ser denido. Ms bien el entero est en ausencia. Lo

    26 Bleichmar, Silvia: Simbolizaciones.. Op. Cit Pag 8

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    cual es fundamental para el tema que estamos tratando, ya que el fragmento no slo se hadesprendido, sino que puede no remitir necesariamente al todo, no haya a qu remitirlo.27

    Tres cosas nos interesan de este prrafo: primeramente lo ms cercano, el hecho de quela fragmentariedad pertenece a un entero que ya no est y por tanto pierde la posibilidadde ser remitido a l. Ahora bien, y esto es lo ms importante, el sealamiento de la ausencia

    de un referente respecto de lo que es fragmentario no quiere decir estrictamente que nohaya ningn referente, quiere decir que no hay entero al cual remitirlo. Y subrayo esto paraabordar el tercer punto que concierne al fragmento, la diferencia entre fragmento y detallesupone la diferencia activa entre corte y rotura, reere principalmente a la irregularidad dela lnea de demarcacin, con lo cual esta demarcacin irregulardel fragmento nos remiteadems de a la rotura a la contrariedad, al conicto, al choque que es causante de la rotura,el fragmento es un tipo de huella que se la debe suponer como resto de un choque, comoefecto de una rotura, siendo el fragmento lo nico que ha quedado inscripto. Es esta caracters-tica lo que nos obliga a un saber que trabaja con la especicidad de este concepto particularde parte, es decir siguiendo a Blichmar: El anlisis de la lnea irregular de frontera permi-

    tir entonces, no una obra de reconstitucin, como se deca apropsito del detalle, sino dereconstruccin por medio de hiptesis del sistema de pertenencia28

    La documentacin referente a la historia de las clases subalternas es por denicin frag-mentada y distorsionada; sufre como toda documentacin histrica, la accin degradantedel tiempo, pero adems tratndose de huellas que denotan las creencias y acciones decomunidades orales e iletradas, accedemos a su mundo casi exclusivamente por mediode las culturas dominantes, letradas. Los efectos cognoscitivos de esta mediacin son evi-dentes, sus valores y actividades solo pueden emerger cuando aparecen en registros cuyanaturaleza expresa una pugna con las clases dominantes, mediados por las apreciacionesy valores de las clases dominantes, o mayormente an cuando sus voces se despliegan enun conicto abierto. Pero una cosa es expresar generalidades sobre la existencia de esteconicto otra es detenerse en la dimensin cotidiana de esta confrontacin. El trabajo deCarlo Guinzburg ha estado orientado a trabajar este escenario de dominacin en el espaciomicro poltico, para apreciar los procedimientos con que se encarna la dominacin en lavida cotidiana, no apreciables a una escala mayor. Lo fragmentario aqu entonces se vuelveuna de las principales caractersticas del tipo de objetualidad tratada en clave de indicioun indicio de qu? Un indicio de una confrontacin y dicha confrontacin como indiciode un mundo sepultado. En clave de revisin de sus primeros trabajos Guinzburg sealalo siguiente:

    Obviamente, los personajes que vemos en pugna tal como lo presentan esos textos noestn en pie de igualdad; otro tanto podra decirse, aunque en distinto sentido, con relacin

    a los antroplogos y sus informantes. Esa desigualdad en la dimensin del poder real ysimblico) explica por qu la presin ejercida sobre los imputados por los inquisidores paraarrancarles la verdad buscada se vea, en trminos generales, coronada por el xito. Paranosotros, esos procesos se muestran repetitivos, monolgicos, en el sentido de que usual-mente las respuestas de los imputados no hacen otra cosa que entrar en consonancia conlas preguntas de los inquisidores. En algn caso excepcional, sin embargo, nos vemos anteun autntico y cabal dilogo: percibimos voces diferenciadas, netas, distintas, e incluso endiscordia ...) Bajo la mirada de los inquisidores, esos relatos no eran ms que descripcionescamuadas del Sabbat de brujas y hechiceros. Sin embargo, pese a sus esfuerzos, insumimedio siglo salvar la distancia entre las expectativas de os inquisidores y las confesiones

    27 Ibidem. Pag 728 Ibidem. Pag 8

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    espontneas de los benandanti .Tanto esa distancia como la resistencia opuesta por los be-nandantia las presiones de los inquisidores indican que nos encontramos ante un estratocultural profundo, por completo ajeno a la cultura de los inquisidores29

    El vnculo entre lo indiciario y el carcter anmalo de ciertos fenmenos tiene un cos-tado evidente. La anomala siempre se erige en referencia a una realidad seriada, corres -

    ponde a una desviacin de la experiencia teortica , al encuentro, relativamente volunta-rio o acaso ostensiblemente fortuito con un fragmento de realidad desviado de una reglaprctica cognoscitiva. Pero porque esto entrega cierta consistencia, quita accidentalidad alconocimiento indiciario? Dicho de otro modo porque existe cierta conexin hermenuticaentre la objetualidad anmala y el emplazamiento indiciario? Porque el carcter desviadode la anomala no solo seala, indica los lmites e imperfecciones explicativas y heursticasde una regla prctica sino que entrega un haz de signicacin al porqu de esos lmites. Noremite solo al componente procedimental de la regla, remite a su sustrato ideolgico, si en-tendemos por ideolgico no como un conjunto autorreferencial de ideas sin sujeto sino unapraxis social. Lo anmalo alerta sobre el suelo constitutivamente conictivo donde la regla,

    la serie, la norma se asienta y tiembla. No es otra cosa lo que resalta Silvia Bleichmar cuandosiguiendo con perspicacia el famoso libro del paleontlogo y bilogo Stephen Gould sobrelos signos insensatos de la historiade la vida animal en relacin a una va ocialasignada a lasespecies, encuentra una analoga en la historia del psicoanlisis:

    Podemos percibir aqu, en los signos insensatos de la historia, que se expresan en las rid-culas patitas con los cuales el tiranosaurio da cuenta de una evolucin ligada a lo aleatorioy no en el vuelo perfecto de la gaviota, el mismo recorrido que propone Freud: desde losdesechos psquicos a la bsqueda de un sentido que ustedes se dan cuenta de lo genial dela propuesta, que es que la historia se percibe en aquello que precisamente hace ala singula-ridad y fractura lo que se esperaba como evolucin dada. En esta forma que plantea Gould,la evolucin a travs de la seleccin natural, vemos el mismo mtodo con el cual rastrear lahistoria traumtica, no solo de la neurosis, sino constitutiva del sujeto 30

    Ahora bien el emplazamiento indiciario de un elemento anmalo tiene una intensin:devolverle el carcter de realidad consistente a una aparente excepcin, si la anomala nosolo est en posicin de contigidad con una regla prctica, como ya hemos dicho, sino queadems permite verla de otro lado por as decirlo, la revisa en sus supuestos, entonces laintensin de subrayarla tiene que ver con otorgarle a lo diversidad mundana un estatutode cierta juridicidad, en resumen de re estatuir la realidad pasada o deformada, o borradacomo mltiple y conictiva.

    A esto apunta Guinzburg cuando dene la anomala:

    Estoy dispuesto a admitir que el combate entre anomala y analoga iniciado hacems de dos mil aos, con los gramticos alejandrinos es slo aparente: en verdad consisteen actitudes complementarias. Y pese a todo debo confesar que impulsivamente tiendo aidenticarme con el llogo amante de las anomalas por una preocupacin psicolgicaque, no obstante, pretendera justicar tambin en forma racional. La violacin a la norma/en cuanto la presupone contiene en s tambin la norma: no es cierto lo contrario. Quienesestudian el funcionamiento de una sociedad partiendo del conjunto de sus normas, o decciones estadsticas como el hombre medio o la mujer promedio, permanecen de modoinevitable en la supercie. Creo que el anlisis intensivo de un caso anmalo la contempla-

    29 Guinzburg, Carlo: El inquisidor y el antropologo en El hilo y las huellas, Ed Fondo de Cul-tura Econmica, Buenos Aires, 2010, Pg 402-403

    30 Bleichmar, Silvia: Simbolizaciones... Op. Cit Pag 2

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    cin de lo inslito aislado no me interesa) resulta innitamente ms fructfero 31

    El ndice, aquello que aqu nos convoca, seala, en tanto lo dispara el fragmento y loanmalo, los lmites y contrastes de una serialidad agujereada por la contingencia y la con-trariedad y la necesaria recurrencia, como veremos en nuestro ltimo apartado, a la conje-tura cognitiva.

    Indicio, meta abduccin y abduccin creativa

    Que recursos cognitivos se ponen en juego cuando nos encontramos frente a datos queno reclaman antecedentes, cuya naturaleza fragmentaria interpela tambin nuestros proto-colos de codicacin, cuando sus contornos anmalos impiden su serializacin?

    Hemos dado ya ejemplos de vas renegatorias tanto en psicoanlisis como en historiaa la hora de encontrarnos con estas realidades. Pero hay algo mas en esa escena que an

    debemos pensar porque reere centralmente a las condiciones que convierten un dato vi -vencial o histrico en un indicio de realidades sepultadas. Abramos una puerta a este,nuestro ltimo problema con un prrafo de Guinzburg que encuadra la polmica con latradicin historiogrca inmediatamente previa a su produccin, la historia econmica, lahistoire serielle:

    Sin embargo, el lmite ms grave de la histoire serielleaora precisamente por inter-medio de lo que debera ser su nalidad fundamental cita a Francoise Furet) identicarlos individuos con el rol que cumplen en cuanto actores econmicos y socioculturales. Esaidenticacin es doblemente engaosa. Por un lado, pone entre parntesis un elementoobvio: en cualquier sociedad, la documentacin est intrnsecamente distorsionada, ya quelas condiciones de acceso a su produccin estn ligadas a una situacin de poder y, porconsiguiente, de desequilibrio. Por el otro, anula las peculiaridades de la documentacinexistentes, en pro de aquello que es homogneo y comparable32

    Sealar como determinante, para convertir una documentacin en indicio de una escenahistoriogrca distinta, un debate ideolgico centrado en el carcter homogeneizante y abs-tractizante del concepto de funcin social, demuestra que las condiciones de aplicabilidadcognitiva del indicio exceden el problema fortuito del encuentro con una documentacin denuevo tipo, pero a la vez, son condiciones que la hacen consistir

    Veamos esto en la experiencia bleichmariana:

    Pero hay que tener en cuenta que lo principal del elemento traumtico es precisamente

    el elemento metonmico, no metafrico: justamente, que el traumatismo se caracteriza porarrastrar restos de lo vivenciado, y la metfora es la forma de simbolizacin de aquello queha quedado ah, sin anclaje, pero requiere el reconocimiento de su especicidad, porquees all donde encontr los elementos investidos, excitantes, que lo encarnan. Antes de darleentonces una interpretacin hay que reconocerlo como resto del real vivido, signicarlo enese orden, y ensamblarlo respecto al objeto originario en el marco de la relacin de transfe-rencia: De no hacerlo de este modo, la interpretacin no tiene el menor valor para el sujeto33

    El reconocimiento de su especicidad, el reconocerlo como real vivido, no es ya del or-

    31 Guinzburg, Carlo: Brujos y Chamanes. Op Cit. Pg 42432 Guinzburg, Carlo: Microhistoria Op. Cit. Pg 37033 Bleichmar, Silvia : Simbolizaciones... Op. Cit Pag 7

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    den de la huella mnmica, corresponde a los contornos epistemolgicos de la teora, corres-ponde a una eleccin en la teora, que precede a la incumbencia clnica, pero que, otra vezla resinica. En este marco, en el marco de la aparicin de una incongruencia respecto delas concepciones con las que vamos a la realidad psquica e histrica, se inscribe lo indicial.

    Pero Silvia seala ah otro aspecto que es central, dice de no hacerlo es decir de reco-

    nocer con instrumentos tericos, el fragmento como real vivido) no tendra el menor valorpara el sujeto. Con esto resalta el hecho de que el sujeto, frente a la especicidad del signode percepcin freudiana, con su revestimiento traumtico no es el sujeto de una bsque-day dicho esto, el concepto de indicio frente esta zona de la teora tambalea en su ecaciacognitiva. Cito:

    El modelo indiciario no es, necesariamente el que permite la interpretacin del indiciocuando estamos ante elementos que no han sido ledos previamente ni tipicados en uncdigo34

    No esto una paradoja? Un modelo que se vuelve inecaz como mvil del sujeto de unabsqueda frente a las especicidades de una realidad psquica en la que los pensamientospreceden al sujeto; y a la vez esta otra frase:

    Es este elemento investido, circulante, el que puede devenir indicio cuando cobrapara el sujeto el carcter de un signo, cuando hace signo, porque l mismo se ve jado a steo porque alguien lo subraya en este caso el analista y mediante su ligazn cede en sucarcter de precipitante de la compulsin de repeticin 35

    Bien, entonces alguien y algo producen un impasse en las condiciones de conversinde un elemento en indicio. Miramos una virgen en una iglesia e inmediatamente la conno-tamos con sus atributos codicados, aqu no podemos hacerlo porque no vemos nada y novemos nada porque somos portadores de elementos discretos de codicacin. Es el impasse

    de la teora, sus signos de incomodidad e imperfeccin quienes nos permitiran ver algoah donde antes no haba nada o haba lo mismo. Pero si ahora viramos, si pudiramosreconocer lo anmalo, lo fragmentario, no haramos ms con ello que reconocer una grietaen el cdigo.

    Es aqu donde entra el procedimiento abductivo, y con l nalmente, nuestra terceraexperiencia terica: la que realiza Humberto Eco en los lmites de la interpretacin36

    El libro tiene la virtud, entre otras cosas, de ofrecernos una buena clasicacin concep-tual alrededor de la interpretacin y de ponerlos en el marco de una deconstruccin histri-ca. La clasicacin conceptual que Eco ofrece de la abduccin, desplegando las denicionesde Charles Sanders Peirce, pivotea entre dos pilares: las inferencias ante la falta o la presen-

    cia de ley y las inferencias ante la falta o la presencia de casos. Con esto adquirimos ciertaprecisin conceptual: La abduccin es la adopcin provisional de una inferencia, con elobjetivo de someterla a la vericacin experimental, y que se propone hallar, junto con elcaso, tambin la regla37

    Si recuperamos aqu, como por ejemplo lo hizo Freud con la etiologa de la histeria, loque habamos referido del concepto de caso como indicador narrativo de las contradiccio-nes internas de una norma, o de las contradicciones entre dos sistemas normativos, pode-mos armar nuestra conclusin en las palabras de Guinzburg cuando subrayaba que si se constituye en el objeto de una investigacin circunscripta, el caso propiamente dicho,

    34 Bleichmar, Silvia: Simbolizaciones... Op. Cit Pag 5

    35 Ibidem. Pag 836 Eco, Humberto: Los lmites de la interpretacin. Ed Lumen, Barcelona 199237 Ibidem, Pg 263

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    puede conducirnos aponer nuevamente en discusin los paradigmas epistemolgicos do-minantes, al denunciar sus puntos dbiles.38

    El impasse en la teora en sus imperfecciones carga al fragmento antes invisibilizado.Dicho dato, vestigio de una realidad an inslita, se encuadra como indicio de otra realidadsusceptible de legalidad, se convierte en caso, en cuanto a su expresion narrativa, y retor -

    na al conjunto como conjetura problemtica de su sistema de pertenencia. Este recorridocircunda al indicio, que, arribados a este punto, podemos denir como un procedimientode emplazamiento de un fragmento anmalo de una realidad prctica en un sistema depertenencia conjetural

    Qu es entonces este impassen la teora? Es lo que Eco llama meta abduccin, es deciraquella cosmovisin que se forma en nosotros en el contraste de las herramientas hereda-das de codicacin del mundo y nuestra experiencia praxistica. Este sustrato de cualquierempresa cognoscitiva est siempre en nosotros a la hora de desplegar una incertezao a lasespaldas de nuestras certezas). Por eso no es cierto del todo que no sepamos nada de lo que

    buscamos cuando se nos presenta lo anmalo, preexiste una suscitacin cognoscitiva a todo

    movimiento abductivo. Pero s es cierto que en el caso del psicoanlisis, el emplazamientoen esa bsqueda no pertenece al analizando sino al analista. Hay en los casos que Bleich-mar trae entre nosotros una especie impronta cognoscitiva de parte del analista similar alque Freud arriesgaba con el concepto de construcciones39 que conforma el saber conjeturalde una escena probable. Ahora bien esa escena probable es probable dentro de un nmerodiscreto de escenas posibles. La apuesta conjetural, lo que Eco llama abduccin creativa,es una inferencia que tiene como horizonte la invencin y cuyos nicos referentes es muyimportante subrayar que no hay ausencia total de referente) son ciertas huellas y nuestrosparamentaros meta abductivos.

    Quiero terminar con un detalle estimulante que recuerda Humberto eco para subrayar

    el elemento creativo de la abduccin: El sol para Coprnico dice tena que estar en elcentro del Universo porque slo as poda manifestarse la admirable simetra del mundocreado: Coprnico no observ las posiciones de los planetas como Galileo o Kepler. Imagi-n un mundo posible cuya garanta era estar bien estructurado, gestlticamente elegante 40

    Podemos observar aqu en lo exagerado del ejemplo, el vnculo directo entre meta ab -duccin y abduccin creativa. Dejando de lado el hecho de que Eco no duda en llamartextuales a los parmetros meta abductivos, indican algo del contorno de lo que aqu sepresenta como cognoscible, eso es lo que nos interesa. Y yo no convengo en la idea de quela normatividad nueva sea solo creacin, all estn las desavenencias con una losofa abier-tamente deconstructivista, pero s consignar que la conjetura, aquello que transita por el

    terreno no de la identidad con lo perdido, sino por el de la semejanza, se vincula de maneraorgnica a aquello que para Coprnico era la bsqueda de la elegancia y para nosotros, anprecavidos de la imprecacin polmica del concepto, es la ideologa. Pero las coordenadasexperienciales que han forjado este sustrato de lo cognoscitivo pertenecen a otras escenas,son siempre contorno. Y el indicio, como aquel indicador que seala una redireccin delsaber, cobra all, a la manera de una bisagra entre esas dos dimensiones contenedoras de laactividad cognoscitiva, su precisa pertinencia

    38 Guinzburg, Carlo: Reexiones Pag 15

    39 Freud, Sigmund: Construcciones en anlisis en Obras completas Vol XXIII, Amorrortu Edi-ciones, Buenos Aires 1999.

    40 Eco, Humberto: Los lmites Pag 277

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    Bibliografa

    Acha, Omar: Interpretacin y mtodo en Carlo Guinzburg.Revista Estudios Sociales N 18, ao X, SantaFe, Argentina, 1 semestre del 2000,

    Bleichmar, Silvia:- Simbolizaciones de transicin: una cnica abierta a lo real, en Revista de Psicoanlisisde la Asociacin psicoanaltica de Crdoba; Ao2, perodo Otoo/invierno, Cordoba, 2004

    La deconstruccin del acontecimientoen Tiempo, Historia y Estructura- su impacto en el psicoanlisiscontemporneo; coeditorializado por la editorial de laAPA y la Editorial Lugar, Buenos Aires2006

    Eco, Humberto: Los lmites de la interpretacin. Ed Lumen, Barcelona 1992Freud, Sigmund: Construcciones en anlisisen Obras completas Vol XXIII, Amorrortu Ediciones, Bue-

    nos Aires 1999.Guinzburg, Carlo: -Indicios, Races de un paradigma de inferencias iniciales enMitos, emblemas indicios.

    Morfologa e historia. Ed. Gedisa, Barcelona, 1989. - Huellas. Races de un paradigma indiciario en Tentativas. Ed Universidad Michoa-

    cana, Morelia, 2003 -: Intervencin sobre el paradigma indiciarioen Tentativas. Ed Universidad Michoa-

    cana, Morelia, 2003 -Reexiones sobre una hiptesis. El paradigma indiciario, veinticinco aos despusen

    Contrahistorias. La otra mirada de Clio. Mexico, 2005 -El hilo y las huellas, Ed Fondo de Cultura Econmica, Buenos Aires, 2010

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    La echa en el ojo

    Algunas (In)exiones sobre totalidad y contingencia en el

    debate historiogrco

    -Carlos A. Zambon-[Facultad de Humanidades y Ciencias Universidad Nacional del Litoral]

    [email protected]

    La ambicin fustica del marxismo1

    En los primeros aos del siglo XX una serie de procesos y de acontecimientos presagia-ban la inminencia de cambios trascendentales en las sociedades europeas. En los pases msdesarrollados la clase obrera alcanzaba niveles inditos de crecimiento y de organizacinsu expresin poltica ms emblemtica e imponente, el Partido Socialdemcrata alemnSPD) lleg a tener slo en Berlin ms de 90.000 aliados2- y mientras las luchas obrerasfortalecan su consciencia de clase y conatos revolucionarios surgan en diferentes pases,en el este empezaba a hacerse realidad la promesa de una sociedad libre de la explotacincapitalista y sus miserias. La revolucin pareca estar a la vuelta de la esquina en Europa.Historia y consciencia de clase, libro escrito por el marxista hngaro Georg Lukcs y publica-do en Berlin en 1923, es seguramente la expresin terica ms brillante de aquel momentoascendente de las expectativas y del fervor revolucionario de la izquierda. Considerado sin

    embargo el libro maldito del marxismo, descartado por Lenin como marxismo verbal porsu ausencia de anlisis concretos de situaciones concretas, esquematizado por otros comola dialctica contra el materialismo, este texto extraordinario condensa como ninguno laaspiracin marxista de la totalidad como categora central de la representacin -y al mismotiempo del anlisis- de la sociedad capitalista.

    Lukcs arma que la totalidad concreta es la categora propiamente dicha de la reali-dad3. En la sociedad capitalista la clave de su organizacin global viene dada por la estruc-tura de la mercanca, cuya forma penetra todas sus manifestaciones vitales y las transformaa su imagen y semejanza. Se trata de un problema especco del capitalismo desarrollado,en el que la mercanca alcanza la condicin de categora universal de todo el ser social y

    produce la cosicacinde las relaciones humanas y de las formas de comprensin intelec-tual de la sociedad. En este estudio de la cosicacin4, Lukcs parte claramente del examenmarxiano del fetichismo de la mercanca el misterio de la forma mercanca consiste puessimplemente, deca Marx, en que presenta a los hombres los caracteres sociales de su pro -pio trabajo como caracteres objetivos de los productos mismos del trabajo- pero en sudesarrollo integra la explicacin marxista con los planos de anlisis de la racionalizacin deMax Weber.

    1 Agradezco las observaciones, sugerencias y aportes del Dr. Luciano Alonso CESIL-UNL); sialgo interesante se encuentra en este texto, se lo debe atribuir a l.

    2 F.Alvarez-Ura y J.Varela, Sociologa, capitalismo y democracia, Madrid, Morata, 2004, p.324

    3 Qu es el marxismo ortodoxo?, en Historia y consciencia de clase, Mxico, Grijalbo, 1969, p.114 Especcamente tratado en La cosicacin y la conciencia del proletariado, uno de los ensayos ms

    citados del libro.

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    El despliegue de la produccin capitalista, observa el autor, conlleva una creciente ra-cionalizacin. El proceso de trabajo se descompone cada vez ms en operaciones parcialesabstractamente racionales que hacen del tiempo de trabajo socialmente necesario el fun-damento del clculo racional. La racionalizacin basada en la calculabilidadprofundiza laespecializacin, en tanto la computabilidad del proceso de trabajo exige una descomposicin

    muy detallada de cada complejo en sus elementos. La independizacin tcnica de las ma-nipulaciones parciales de produccin permite una segmentacin espacial y temporal de laproduccin de valores de uso. El hombre queda as inserto, como una parte mecanizadams, de un sistema que funciona con plena independencia de l y a cuyas leyes debe estarsometido.

    El desarrollo de la produccin capitalista logra que toda la satisfaccin de las necesi -dades sea realizada a travs del trco de mercancas. Y para hacer posible el desplieguede todas las potencialidades de esa produccin, la racionalizacin debe alcanzar a todas lasmanifestaciones de la vida social:

    Esa racionalizacin y ese aislamiento de las funciones parciales de la so-ciedad tiene, empero, como consecuencia necesaria el que cada una de ellasse independice y tienda a desarrollarse por s misma, segn la lgica desu propia especialidad, independientemente de las dems funciones parcia-lespues cuanto ms desarrollada est la divisin del trabajo, tanto msintensos son los intereses profesionalesde los especialistas p.111-112

    La extensin de la cosicacin a todas las esferas alcanza tambin a las formas de com-prensin de la vida social. La cienticidad parcelaria de las ciencias sociales distorsiona eimpide el conocimiento de lo real:

    Por la especializacin del rendimiento del trabajo se pierde todo cuadrodel conjuntoY cuanto ms desarrollada y y ms cientca sea la cienciamoderna, tanto ms se convertir en un sistema formalmente cerrado deleyes parciales y especiales, para el cual es metdica y principalmente ina-sible el mundo situado fuera de su propio campo y, con l, tambin, y hastaen primer trmino, la materia propuesta para el conocimiento, su propioy concreto sustrato de realidad - La falta cienticidad de ese mtodoaparentemente tan cientco consiste, pues, en que ignora y descuida el

    carcter histricode los hechos5

    Frente a la unilateralidad abstracta de las ciencias sociales -en las cuales las formas fe-tichistas de objetividad presentan los fenmenos de la sociedad capitalista como esenciassuprahistricas-, el materialismo histrico se arma como ciencia social unitaria. Lukcs des-taca enfticamente que lo que distingue radicalmente al marxismo de las ciencias sociales

    burguesas no es la tesis del predominio de los motivos econmicos de la explicacin de lahistoria, sino el punto de vista de la totalidad. Mientras las ciencias burguesas otorgan rea-lidad y autonoma a las abstracciones que resultan de la divisin acadmica del trabajo, dela especializacin disciplinar y del aislamiento temtico de su objeto, el marxismo atraviesay supera esas divisiones al considerarlas como momentos dialcticos: para el marxismo,entonces, no existen ciencias particulares sustantivas sino slo una nica ciencia, unitaria e

    5 p 113 y 7 (subrayado en el texto)

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    histrico dialctica, el desarrollo de la sociedad como totalidad6.

    Y este conocimiento de la realidad constituye a su vez un momento necesario del pro-ceso de transformacin social, la va a travs de la cual el proletariado accede a su auto-conocimiento, la condicin inmediata de su consciencia de clase y de su autoarmacinen la lucha por subvertir el orden social. La dialctica materialista es as una dialctica

    revolucionaria. La funcin histrica de la teora consiste en hacer posible su unidad con lapraxis, iluminar el paso decisivo que el proceso histrico tiene que dar hacia su propio objetivo,compuesto de voluntades humanas pero no dependiente de humano arbitrio, no invencindel espritu humano7.

    Y en tanto el proceso histrico avanza hacia su propio objetivo, los eventuales sucesosque signicaren una interrupcin o una desviacin del decurso histrico, no podran repre-sentar ms que accidentes transitorios, incongruencias efmeras, destinadas a desaparecero a ser absorbidas por el imponente movimiento de la dialctica histrica. Dentro de estalgica, los acontecimientos carecen de entidad signicativa autnoma:

    La cuestin de la captacin unitaria del proceso histrico se presenta ne-cesariamente en el tratamiento de cada poca, de cada campo parcial, etc.En este punto se evidencia la signicacin decisiva de la consideracin dia-lctica de la totalidad. Pues es perfectamente posible conocer y describirmuy correctamente en lo esencial un acaecimiento histrico sin ser por ellocapaz de entenderse ese acontecimiento como lo que realmente es, segn su

    funcin en el todo histrico al que pertenece, o sea, sin conceptuarlo en launidad del proceso histrico8.

    Pero como es bien sabido, el orecimiento revolucionario que este texto incandescente

    anunciaba fue cegado abruptamente por la implacable realidad histrica. Y as, mientras laeconoma capitalista se repona de su crisis ms profunda y la contrarrevolucin y el terro-rismo de estado se imponan en Alemania y en Italia, la esperanza utpica de una sociedadsocialista sufra una metamorfosis muy kaiana por la cual devino en socialismo realstalinista. Lukcs comenzaba a declamar alguna de sus repetidas retractaciones y sus inte-reses se desplazaban del campo de la economa-poltica-sociologa hacia el terreno de lasartes y la literatura.

    Ahora bien: este trabajo propone algunos ejemplos que permiten observar que ni latotalidad como categora histrica, ni el esfuerzo de integracin unitaria de las diferentesdimensiones de anlisis social, presentes en el marxismo y explicitadas de modo brillante

    por Lukcs, se han extinguido; al contrario, constituyen problemas y aspiraciones recurren-tes en la historiografa y en las ciencias sociales y forman parte central de la agenda de ten-dencias actuales que tienen en el marxismo una de sus principales fuentes de inspiracin.Su persistencia se explica tanto por razones epistmicas como histricas y contextuales. Sinembargo, el reujo de la marea revolucionaria clsica en el marco de las condiciones estruc-turales del capitalismo global favorece una relectura heterodoxa del acontecimiento como

    6 Rosa Luxemburg como marxista, enHistoria y consciencia de clase, cit., pp.29-307 Qu es el marxismo ortodoxo, en Historia y consciencia de clase, cit., p.3 (el

    subrayado es mo)8 Qu es el marxismo ortodoxo, en Historia y consciencia de clase, cit., p.14

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    categora histrica.

    1. Una lnea torcida: la totalidad histrica, de Braudel a Ginzburg

    La idea de totalidad histrica, de historia total, como es sabido, caracteriza tpicamen-te la obra de Fernand Braudel. Su pretensin puede de algn modo explicarse como unarespuesta profesional del historiador en un medio en el cual todo proyecto cientco es inse-parable de un proyecto de poder9- frente al desafo lanzado, en el clima intelectual francsde la segunda posguerra, por el desarrollo de las ciencias sociales -que aparecan como msaptas para atender las nuevas demandas de la poca- y por el ascenso de la antropologaestructural de Levi-Strauss, cuya vocacin hegemnica amenazaba con desplazar a la His-toria del lugar predominante alcanzado con la corriente analista10. La historia braudelianaaspira entonces a reconstruir la globalidad de los fenmenos humanos, a la formulacinde una sntesis, que frente a la antropologa estructuralista contar adems con su enraiza-

    miento espacio-temporal. Dosse advierte, sin embargo, que la preferencia de Braudel porla observacin de experiencias concretas antes que deniciones abstractas condujo a unconcep