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"LA LEY DEL ESPEJO" de Yoshinori Noguchi "Una regla mágica que da solución a cualquier problema en la vida" La ley del espejo nos cuenta la historia de un ama de casa, Eiko Akiyama, preocupada porque su hijo, Yuta, es maltratado e ignorado por sus compañeros del colegio. La imposibilidad de solucionar los problemas de su hijo le hacen sentirse impotente, y el sufrimiento que ello implica le lleva a buscar ayuda en un amigo, Yaguchi, un experto en solucionar problemas empresariales y personales. La Señora A (ama de casa de 41 años) tenía una preocupación. Su hijo que iba en 5to año de primaria estaba siendo maltratado por sus compañeros. Más que ser maltratado casi había llegado hasta la violencia. Sus amigos lo habían sacado del grupo, normalmente le echaban la culpa cuando pasaba algo. Su hijo insistía que “no lo estaban maltratando”, pero siempre tenía un semblante triste y la señora A sufría. A su hijo le gustaba el beisbol pero como sus amigos no lo invitaban a jugar, él salía al parque y jugaba a cachar la pelota con la pared. Hace aproximadamente 2 años, hubo un período en que su hijo jugaba con sus amigos beisbol. En una ocasión de regreso con las compras, la señora A pasó al lado de las canchas de la primaria donde su hijo estaba jugando beisbol con sus amigos. Su hijo había cometido un error y alrededor de él lo estaban acusando fuertemente. Los compañeros de equipo sin tolerancia, lo acusaban en voz alta. −¡Oye tu, eres muy torpe en tus movimientos! −¡por tu culpa nos quitaron 3 puntos! −¡si perdemos es por tu culpa! La señora A pensó −En verdad mi hijo no tiene gran capacidad física, pero como hijo tiene puntos buenos, es un niño con un corazón muy noble. Le daba coraje a la señora A al ver que no pudieran reconocer los puntos buenos de su hijo. Fue muy sufrido ver que su hijo que ante las terribles cosas que le decían sus compañeros de equipo, sólo sonreía y pedía disculpas.

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"LA LEY DEL ESPEJO"de Yoshinori Noguchi

"Una regla mágica que da solución a cualquier problema en la vida"

La ley del espejo nos cuenta la historia de un ama de casa, Eiko Akiyama, preocupada porque su hijo, Yuta, es maltratado e ignorado por sus compañeros del colegio.

La imposibilidad de solucionar los problemas de su hijo le hacen sentirse impotente, y el sufrimiento que ello implica le lleva a buscar ayuda en un amigo, Yaguchi, un experto en solucionar problemas empresariales y personales.

La Señora A (ama de casa de 41 años) tenía una preocupación. Su hijo que iba en 5to año de primaria estaba siendo maltratado por sus compañeros. Más que ser maltratado casi había llegado hasta la violencia.

Sus amigos lo habían sacado del grupo, normalmente le echaban la culpa cuando pasaba algo. Su hijo insistía que “no lo estaban maltratando”, pero siempre tenía un semblante triste y la señora A sufría.

A su hijo le gustaba el beisbol pero como sus amigos no lo invitaban a jugar, él salía al parque y jugaba a cachar la pelota con la pared.

Hace aproximadamente 2 años, hubo un período en que su hijo jugaba con sus amigos beisbol. En una ocasión de regreso con las compras, la señora A pasó al lado de las canchas de la primaria donde su hijo estaba jugando beisbol con sus amigos. Su hijo había cometido un error y alrededor de él lo estaban acusando fuertemente.

Los compañeros de equipo sin tolerancia, lo acusaban en voz alta.

−¡Oye tu, eres muy torpe en tus movimientos!

−¡por tu culpa nos quitaron 3 puntos!

−¡si perdemos es por tu culpa!

La señora A pensó −En verdad mi hijo no tiene gran capacidad física, pero como hijo tiene puntos buenos, es un niño con un corazón muy noble.

Le daba coraje a la señora A al ver que no pudieran reconocer los puntos buenos de su hijo. Fue muy sufrido ver que su hijo que ante las terribles cosas que le decían sus compañeros de equipo, sólo sonreía y pedía disculpas.

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Después al poco tiempo de esto, dejaron de invitar a su hijo a jugar beisbol. Parece que le dijeron −Tú nos haces perder al equipo, por eso ya no te invitamos a jugar.Para el hijo, el hecho de no ser invitado a jugar fue lo más doloroso.

Sus comportamientos de enojo hacia la señora A aumentaron al punto de llamar la atención, se puede comprender . Sin embargo, su hijo jamás le habló de su sufrimiento y tristeza. Lo más doloroso para la señora A es que su hijo no le abrió su corazón.

−Yo estoy bien − insistía su hijo.

Si la señora A le decía− Voy a pedirle a un amigo que es bueno, que te enseñe a jugar.

−No me molestes −le respondía−. Déjame en paz”.

Cuando le dijo − te cambio de escuela.Le contestó −si haces eso te odiaré el resto de mi vida−.

Ante la situación de su hijo, la señora A no podía hacer nada y sentía una gran impotencia.

Un día su hijo después de regresar de la escuela recién que había ido al parque, regresó de mal humor.

−¿Qué pasó? − le preguntó −.

−Nada− le contestó − no le dijo lo que había pasado.

Con una llamada telefónica pudo descubrir la verdad.

Esa noche, una señora nueva en el vecindario le llamó por teléfono.

−¿Señora A, le dijo algo su hijo?

−¡Eh, no!

−Hoy en el parque estaba columpiando al pequeño de mis hijos, y llegó su hijo como siempre a jugar a tirar la pelota contra la pared. En eso llegaron 7 a 8 compañeros de la escuela y le dijeron: “Vamos a jugar a la pelota, ¡Quítate, estorbas!”, encima de eso uno de sus compañeros lo golpeó con la pelota y su hijo luego se fue. Me sentí muy mal porque no pude hacer nada estando ahí −le dijo la vecina.

La señora A quedó pasmada.

−¡Cómo es posible que se haya callado algo así! −Pensó.

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Era muy triste para la señora que su hijo no le contara a pesar de que estaba sufriendo así. Ese día no tuvo valor para preguntarle a su hijo lo que había pasado.

Al día siguiente, la señora A decidió hacer una llamada telefónica a una persona. Esta persona era un veterano de su esposo, el señor B.

La señora A nunca había hablado con el señor B, aunque hacía una semana que su esposo ya le había dado la tarjeta del señor B.

Tenía 20 años aproximadamente que su esposo no había visto al señor B, y caminando por la calle casualmente se encontraron. Como estaban muy emocionados por el encuentro después de un largo tiempo, entraron a una cafetería y platicaron durante 2 horas. El señor B es consultor de administración de empresas. Por lo que le dijo el esposo: “el señor B es buen conocedor de Psicología y es especialista en solucionar problemas empresariales y personales”.

Hablando sobre su hijo, “creo que te servirá de apoyo” −le comentó y le entregó la tarjeta.

−¿Por qué no hablas con él directamente? −le dijo el esposo a la señora A−. Él ya sabe del problema− y así le entregó la tarjeta.

−¿Por qué tengo que consultar esto con un desconocido? −le contestó−¿Por qué tú no consultas directo con él?

−A mí me preocupas tú, por la situación de nuestro hijo −le dijo el esposo− tú eres la que continúa sufriendo, consulta esto con el señor B.

−¿Dices que yo soy la del problema?¡Es normal que esté sufriendo! −exclamó la señora A−. Soy su madre, como tú te la pasas en el trailer todo el día estás muy tranquilo, ¿no? Quien realmente cría al niño soy yo. Tú no sufres conmigo, no tengo por qué consultar al señor B. Después de todo, es obvio que el señor B no sepa nada sobre criar hijos.

Así dijo la señora A y tiró la tarjeta de presentación sobre la mesa.

Sin embargo, por lo que había pasado el día anterior (Lo que la vecina le había platicado por teléfono), la señora A estaba tan deprimida que “se agarraría hasta de la paja” por solucionar el problema.

−Este sufrimiento es insoportable, no importan quien sea pero deseo que me ayuden.

Cuando pensó esto, se acordó del señor B. Felizmente enseguida encontró la tarjeta. Una hora después de que su hijo había ido a la escuela, tomó la decisión de llamar por teléfono al señor B.

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En ese momento la señora A ni siquiera se imaginaba lo que pasaría ese día. La recepcionista contestó y enseguida tomó la llamada el señor B.

La señora A sólo dijo su nombre, y al escuchar la voz tan radiante del señor B, se preguntó −¿Será que podré consultar esta preocupación?. Después ya no le salieron las palabras pero el señor B le dijo:

−Usted es la esposa de mi amigo (diciendo el nombre del esposo).

−Sí, es así.

−¡Ah! Mucho gusto en conocerla.

−Este... ¿mi esposo le comentó algo?

−Sí, su esposo me dijo algo, que está sufriendo por lo de su hijo.

−¿Puedo consulatrle? −le preguntó.

−Ahora tengo una aproximadamente hora, si le parece bien, déjeme escucharla por teléfono −contestó el señor B.

La señora A le platicó sencillamente que su hijo era maltratado, sus amigos lo habían sacado del grupo, y también lo que había pasado el día anterior.

Después de escuchar todo, el señor B habló.

−Usted está sufriendo bastante, ¿no? Cómo padres no hay mayor sufrimiento que este, ¿no es así? −dijo el señor B.

Después de escuchar esto, la señora A empezó a llorar.

Al darse cuenta el señor B que la señora A estaba llorando, esperó a que ella se calmara y continuó.

−Señora, si usted realmente desea solucionar este problema, seguramente no será difícil.

La señora A no podía creer las palabras “no será difícil”, porque era una preocupación que no se había resuelto por años. Pero tenía la esperanza de que las palabras del señor B fueran verdad.

−Si realmente se resuelve haré lo que sea, estoy decidida− dijo la señora. Pero, ¿qué tengo que hacer para que se resuelva?”.

−Bueno, entonces vamos a buscar. Primeramente, lo que se puede ver claro es que usted se encuentra maltratando a alguien muy cercano.

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−¿Eh?¿qué significa eso? − exclamó la señora.

−Estoy yendo muy rápido ¿verdad?, antes de hablar primeramente sería bueno explicar la parte teórica pero eso tomaría mucho tiempo y ahora no dispongo de ese tiempo− dijo el señor B. Por eso, empezaremos con las conclusiones, teóricamente hay explicaciones de la causa, después le daré el nombre de unos libros de psicología que le servirán de referencia.

Empecemos con las conclusiones.

−El hecho de su querido hijo esté siendo maltratado por otra persona, es porque a una persona a la que debería tener gratitud, no la tiene, y es alguien a quien usted ha venido maltratando en su vida− le explicó el señor B.

−¿El hecho de que mi hijo sea maltratado tiene que ver algo conmigo?¿qué relación hay? Parece una plática de carácter religioso− dijo la señora.

(Nota: Esta teoría o fundamento psicológico, favor de revisar en otros artículos aparte del que se da en el programa. Al final de este artículo, se encuentran diferentes puntos de consulta)

−Aunque piense así, no hay problema−dijo el señor B−. Por nuestra educación se nos ha enseñado una ciencia material que se basa en objetos que conseguimos ver. Lo que ahora le estoy diciendo es una ley que la Psicología desde hace tiempo atrás ha descubierto.

−Es más fácil de comprender si piensa que es lo mismo que se vino diciendo por la religión desde la antigüedad −le explicó el señor B.

−Por favor hábleme de esa teoría.

− Lo que sucede a nuestro alrededor viene a ser el “resultado de algo” −dijo el señor B. Ese resultado sin falta tiene causa.

−Además, sería bueno que pensara que la realidad de su vida es el espejo de su sentimiento. Por ejemplo, al ver el espejo dice “¡ah! estoy despeinada” o “parece que hoy no tengo buen color del rostro”. Así se puede dar cuenta. Si no tuviera espejo, uno no puede darse cuenta de cómo está, ¿no es así?. Por eso, piense que su vida es su espejo.

−Gracias a la vida que es un espejo, nos percatamos de nuestra propia figura, podemos obtener el motivo para cambiar nosotros mismos. A fin de cuentas la vida, está hecha para que podamos crecer.

−¿Mi preocupación es el reflejo de algo de mí? −le preguntó la señora.

−El resultado que se está dando es que su querido hijo está en problemas por estar siendo maltratado.

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−La causa que podemos pensar es que usted, “está maltratando a una persona a la que al contrario debería darle mucha importancia” −le explicó el señor.

−¿No será que usted está maltratando a alguien muy cercano a usted al cual debería agradecer? −le dijo. La persona más cercana…¿cómo es usted con su esposo?

−Tengo gratitud a mi esposo −dijo la señora. Gracias a que trabaja manejando un trailer, la familia podemos comer.

−¡Qué mejor que eso! −dijo el señor B. Ahora, ¿Usted le da la importancia que debe a su esposo? ¿Admira a su esposo? −le preguntó.

Cuando la señora A escuchó la palabra “admira” a su esposo se quedó perpleja. La señora A en esos días estaba descuidando o tratando muy ligeramente a su esposo. Para la señora A, su esposo tenía un carácter de “un poco superficial”. Lo veía como “una persona sin formación”.

Ciertamente, la señora A había terminado una carrera de 4 años y su esposo sólo la preparatoria. Además no sólo eso, su forma de hablar era ruda, y sólo leía la revista semanal.

El pasatiempo de la señora A era la lectura, ella no quería que su hijo se pareciera a su esposo. La señora A le dijo esto también al señor B.

−¿Usted piensa que el valor de una persona es determinado por su educación, sus conocimientos o la prudencia? −preguntó el señor B.

−¡No, jamás he pensado así! −exclamó. Pienso que cada una de las personas tiene sus cualidades o su talento.

−Entonces ¿por qué menosprecia a su esposo al pensar que no tiene educación? −le preguntó.

−Dentro de mí tengo esa contradicción, ¿no es así? −dijo la señora.

−¿Cómo se lleva con su esposo? −preguntó el señor B.

−La actitud de mi esposo me enfurece, a veces nos peleamos.

−¿Qué piensa su esposo sobre lo de su hijo? − preguntó el señor B.

−Mi esposo me dice siempre me estoy quejando del problema de mi hijo− contestó la señora. Pero como no acepto su opinión ni sugerencias, por lo mismo nunca he consultado con él. Quizás mi esposo es el tipo de persona de la que menos aceptaría un consejo.

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−Comprendo −dijo el señor. Parece haber otra causa fundamental. Antes de solucionar el hecho que no acepte a su esposo, primero es necesario solucionar otra cuestión.

−¿Una causa fundamental? −preguntó la señora.

−Sí, es necesario de que solucionemos la causa fundamental del hecho de que usted no pueda aceptar a su esposo. Déjeme preguntarle, ¿usted tiene gratitud a su padre?”

−¿Eh?¿a mi padre? Por supuesto tengo gratitud −exclamó la señora.

−¿Hay algo dentro de su corazón que no pueda perdonarle a su padre? −preguntó el señor B.

Para la señora A, las palabras “no puede perdonar” la pusieron a reflexionar. Ella pensaba ciertamente que había cosas que no podía perdonarle a su padre. Pensaba que por ser su padre le tenía gratitud, pero su padre no era de su agrado.

Después de casarse, cada año en la fiesta de los muertos o año nuevo, regresaba para visitar a la familia. Sin embargo, la plática con su padre sólo llegaba al saludo.Recordando, desde que iba en la preparatoria, trataba a su padre como a un extraño.

−No he perdonado a mi padre, y me temo que no podré perdonarlo− comentó.

−Así es ¿no? −le dijo el señor B. Disculpe si esto no le ha servido. ¿Quiere dejarlo hasta aquí? ¿Desea intentar algo más?

−¿La causa de mi preocupación tiene relación realmente con mi padre y mi esposo? −preguntó la señora A.

− Una vez que lo haga va a comprender− le contestó el señor.

−Entiendo, ¿qué es lo que debo hacer? −preguntó.

−Entonces −dijo el señor B. Desde ahora le pido que haga lo que le voy diciendo. Escriba en un papel sin reservas todo lo que “No pueda perdonar a su Padre”. Puede usar frases de enfado. Puede utilizar estas frases: “Eres un tonto o eres un canalla o te odio”.

−Si recuerda algún suceso en forma concreta, ese suceso también puede escribirlo, “en ese momento yo tuve tal sentimiento”. Esa pena y amargura, escríbalo todo en un papel, sin reservas plásmelo en el papel. Escriba hasta que se sienta satisfecha, una vez que haya escrito lo

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suficiente por favor llámeme por teléfono. Le voy a dejar mi número del celular.

La señora A dudaba en que esto pudiera ayudar a resolver el problema de su hijo. Sin embargo, era mejor hacerlo a no hacer nada. −Puede haber alguna posibilidad −pensó y así se decidió en hacerlo.

−Si esto puede resolver mi preocupación, haré cualquier cosa− pensó la señora.Además por no entender el fundamento de lo que le había dicho el señor B, sintió que su explicación había sido un poco misteriosa.

Después de terminar la llamada, la señora A trajo papel para reportes y se puso a escribir así como sentía acerca de su padre.

Cuando era pequeña, su padre había sido en cualquier cosa quisquilloso. Cuando llegaba la cena en muchas ocasiones se volvía la hora del sermón. Además, cuando la señora A y sus hermanos no actuaban como su padre quería, enseguida él alzaba la voz y gritaba, era un padre así.

Llegó a pensar muchas veces −¡Mi padre no tiene interés en lo que siento!

−Me desagradaba cuando tomaba licor y empezaba a quejarse de su trabajo− escribía la señora A.

−Además, como era supervisor de una empresa constructora, y su trabajo era en el lugar de la obra, muchas veces regresaba con su uniforme sucio de arena y tierra y así cenaba, eso también me desagradaba.

La señora A escribió todo lo que sentía por su padre.

Cuando se dió cuenta había escrito muchas veces palabras extremas como: “No tienes sentimientos” o “ no estás capacitado para ser padre”. Se acordó de un suceso. Pasó cuando iba en preparatoria, un domingo tuvo una cita con un amigo de la escuela, justo cuando iba caminando con ese chico fue vista por su padre. Después sin hacer preguntas, su padre le dió un sermón . Su padre no podía perdonar la mentira de que “iría a pasear con unas amigas”.

Aun recordaba las palabras de su padre en ese momento:

−¿Estás saliendo sin tener remordimiento de estarle mintiendo a tus padres? ¡Eres una persona que no vale la pena! −le dijo su padre.

Mientras se acordaba, se le salían las lágrimas de rabia. Era un texto de despecho.

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−¿Como papá tiene ese caracter, me dan ganas de mentirle, no comprende que la causa está en usted? −le reprochaba la señora A.

−Además de eso, “eres una mujer que no vale la pena!” ¡qué palabras más crueles!.

−decía quejándose la señora A.¡No sabes cuánto me has lastimado!

−¡Al contrario, eres un padre que no vale la pena!

−Después de eso, no pude abrir mi corazón a mi padre, ¡él mismo se lo buscó!

−Mientras escribía no dejaba de llorar la señora A.

Cuando se dió cuenta ya era más de medio día. Ya había escrito cerca de 2 horas. Escribió en garabatos el texto lleno de enojo en 10 hojas.

No sabe si gracias a que escribió sin reservas o por haber llorado todo lo que quería, se sentía más aliviada.

Después de dar la 1 pm, la señora A llamó por teléfono al señor B.

− ¿Pudo perdonar a su padre?” −preguntó el señor B.

−Para ser sincera, no pude llegar hasta ese punto. −contestó. Pero, estoy dispuesta a hacer lo que pueda. Si es algo perdonable, deseo perdonar y quedarme tranquila.

−Vamos a ver. El perdonar a su padre, no es para el beneficio de alguien más, es para la propia libertad que se perdona −decía el señor B. Prepare más papel. Después, escriba como título “Lo que puedo agradecer a mi Padre”. Ahora, ¿hay alguna cosa por la cual tenga gratitud a su Padre? −le preguntó.

−Primeramente el que haya trabajado para poder criarnos−decía la señora A. Gracias a que mi padre trabajaba la familia podía comer, y ...que me haya criado.

−Eso escríbalo en el papel por favor. ¿Hay algo más? −preguntó el señor B.

−Mm, Cuando iba a la primaria, me llevaba frecuentemente al parque y jugaba conmigo.

−Eso también escríbalo por favor. ¿Hay algo más?

−Más o menos eso− dijo la señora A.

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−Ahora prepare otro papel y escriba como título “ Lo que deseo pedir perdón a mi Padre”. ¿Hay algo que quisiera pedir perdón a su Padre? −preguntó el señor.

−No hay nada especial que me llegue a la mente, pero por decirlo así, “haber estado en su contra dentro de mi corazón, quizás".

−Aunque no lo sienta en realidad está bien, vamos a empezar por la forma −dijo el señor B. Por el momento, escriba lo que acaba de mencionar ahora.

−Ya lo escribí, usted dijo que vamos a empezar por la forma, ¿qué tengo que hacer?

−¿Está bien?, ahora es el momento de ser valiente−explicándole el señor B. Quizás puede ser que este sea el momento de mayor valentía en toda su vida. Yo le voy a dar la propuesta, es un proceder al que quizás usted se oponga totalmente. Usted decida si lo va a poner en práctica o no. A partir de este momento, llame a su padre por teléfono y exprese las palabras de gratitud y lo que quiera pedirle perdón. Si no le nace el sentimiento, puede expresar lo que anotó en el papel, ¿está bien?

−Puede leer lo que usted escribió en ambos papeles: “ Lo que puede agradecer a su padre” y “ lo que quiere pedir perdón a su padre”. Una vez que se lo transmita, puede enseguida cortar la llamada, ¿desea intentarlo?

−Mm...Ciertamente, tengo que ser valiente como no lo he sido hasta ahora en mi vida −dijo la señora A. Pero si esto me sirve para solucionar mi preocupación, pienso que habrá valido la pena haber sido tan valiente. Sin embargo es difícil...

−Hacerlo o no, eso usted lo decide −le explicó. Yo también creo que vale la pena ser valiente por lo menos una vez en la vida. Ahora yo tengo que atender el siguiente pendiente, me disculpo por tener que dejarla. Si llega a hacerlo, llámeme por favor. Después le indicaré el siguiente paso.

Para la señora A las palabras: “ Aunque sea de forma, está bien”, fueron un gran alivio.

−No tengo sentimiento de “pedir perdón” −exclamó.

−Quien estuvo mal fue mi padre. Creo que está equivocado el que yo tenga que pedir perdón. Pero si se trata de leer solamente lo que está escrito en el papel, puedo hacerlo.

Si es así −pensó, ya está decidido que es mejor hacerlo.

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[Voy a llamar por teléfono], le nació el sentimiento.

Así, cuando estaba llamando por teléfono, se sintió extraña. Si no fuera por este motivo, quizás, la señora A nunca le hubiese llamado en su vida a su padre.

Poco después de haberse casado, al llamar por teléfono a su casa contestó su padre, y ella le dijo inmediatamente: “soy yo, ¿me puedes pasar a mamá? Sin embargo ahora cuando llama y dice sólo “Soy yo”, su padre enseguida llama a su esposa diciendo “Hey! es A, te llama por teléfono”.

Su padre sabe que “A no tiene ningún asunto a tratar con él”.

Pero hoy iba a hablar por teléfono con su padre. Pensó que si vacilaba, iba a ser más difícil llamar por teléfono, así que decidió llamar inmediatamente.

Quien contestó fue su madre.

−Soy yo−dijo la señora A.

−¡Eh! ¿Eres tú?¿estás bien? −contestó su madre.

−Mm, ahí estoy pasándola...oye mamá ¿está papá?

−¿Eh?! ¿Papá? ¿Tienes algún asunto con tu padre?

−Sí, algo− dijo la señora A.

−Mm, eso es muy extraño, ¿qué asunto tienes con papá?

−Eh! Este...es una historia un poco rara y como es complicada de explicar, ¿me puedes pasar primero a mi papá?

−Entiendo, espera un poco.

El padre se demoró un poco en contestar.

−Hasta ahora mi padre me desagradaba. Me había rehusado a abrir mi corazón a mi padre. ¿Agradecer y pedir perdón a ese padre? Pensando lógicamente no podría –pensaba.

Sin embargo, si no fuera por la preocupación de su hijo, la señora A no hubiese tomado la actitud que normalmente cualquiera puede hacer ante ese problema aún más profundo.

“Si con esto me libera de mi preocupación, “me agarro hasta de una paja”, haría cualquier cosa”.

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Ese pensamiento la llevó a actuar.

−¡Eh, cómo! ¿un asunto conmigo? −contestó su padre.

La señora A sin darse cuenta de lo que decía, toda nerviosa empezó a hablar.

−Eh, este..., yo..., hasta ahora no te había dicho..., pensé que sería mejor decírtelo así que llamé por teléfono, eh...,este..., papá..., pienso que tu trabajo en la obra fue bastante difícil. Y que te esforzabas en trabajar por nosotros y que también me criaste.Este..., cuando era niña, me llevabas al parque ¿no?Cómo decirlo..., “fue gratificante”, creo que no te he dicho palabras como de gratitud.

Por eso, por lo menos una vez pensé en decírtelo...

−Y además quería disculparme por haber estado en contra tuya, dentro de mi sentimiento −dijo la señora A.

No pudo decir claramente “ Gracias” ni “perdóname”. Sin embargo, lo que tenía que decirle por lo pronto lo dijo. Pensó que en cuanto su padre empezara a hablar, colgaría el teléfono. Sin embargo no venía ninguna respuesta de su padre.

Cuando pensó: “Si no me dice algo, no puedo colgar...” en eso se escuchó por el auricular la voz de su madre.

−¡Hija! ¿Qué le dijiste a tu padre?

−¡¿Eh?! −contestó asombrada.

−¡Tu padre se ha roto en llanto!¡ Le dijiste algo terrible, ¿no?!

Desde el auricular se escuchaba el sollozar de su padre.

La señora A quedó pasmada por el shock. Desde que había nacido, nunca había escuchado llorar a su padre. Para ella su padre había sido muy fuerte. Ahora estaba escuchando el sollozar de ese padre.

Con tan sólo transmitirle gratitud de forma, ese fuerte padre estaba sollozando. Al escuchar el llanto de su padre, se le derramaron las lágrimas.

−Mi padre deseó haberme querido mucho más −pensó. No cabe duda que deseo haber tenido más conversaciones de padre a hija. Sin embargo, yo siempre rechacé su cariño. Fue algo triste para mi padre. Mi padre fuerte que había soportado cualquier sufrimiento en el trabajo, ahora se había

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roto en llanto. El no poder transmitirle su cariño a su hija debe haber sido muy sufrido.

Las lágrimas de la señora A se volvieron un sollozo. Después de un momento se escuchó nuevamente la voz de su madre.

−¡Hija, ¿ya estás más calmada?¿me puedes explicar?!

−Mamá, ¿me puedes pasar otra vez a Papá? −preguntó la señora A.

Su padre tomó la llamada.

Padre sollozando le dijo −Hija, perdón, yo no fui un buen padre. Te hice sufrir mucho. (Melancólicamente otra vez empezó a sollozar)

−Papá, perdóname, perdón por haber sido mala hija. Y además...muchas gracias por haberme criado −otra vez melancólicamente sollozando.

Después de un breve momento se escuchó nuevamente la voz de la madre.

−¿Qué pasó? Cuando estés más calmada me explícare. Por ahora voy a colgar.

Aún después de haber colgado, la señora A se quedó por un momento aturdida. Por más de 20 años había detestado a su padre. No lo había podido perdonar. Siempre había pensado que ella era la víctima. Se había quedado con la idea de esa parte de su padre, no había podido ver esa otra parte. El cariño de su padre, la debilidad de su padre, la inhabilidad, no había podido ver esto.

−Cuánto habrá sufrido a mi padre. Cuánto habré hecho sufrir a mi propio padre −le pasaron muchos pensamientos por la mente. Ahora pudo comprender las palabras del señor B: “Primeramente está bien que empiece por la forma, el sentimiento vendrá después”.

−En una hora más o menos va a llegar mi hijo −cuando pensó ésto sonó el teléfono. Al contestar era el señor B.

−Bueno −dijo el señor B. Me surgieron de 40 a 50 minutos así que llamé. Hace un rato tuve un asunto pendiente y sentí que la conversación había quedado inconclusa.

−La verdad es que llamé a mi padre −le contestó la señora A. Fue muy bueno haber llamado. Y ha sido gracias a usted.

La señora A le explicó brevemente cómo había sido la conversación con su padre.

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−¿Ah sí? −dijo el señor B sorprendido. ¡Qué bueno que tuvo el valor para actuar!

−Había pensado que mi mayor problema era que mi hijo es maltratado −dijo la señora A. Pero no haber podido perdonar a mi padre durante largos años pienso que era un problema mayor.

−Gracias al problema con mi hijo pude reconciliarme con mi padre, me da la impresión que fue bueno que mi hijo tuviese ese problema.

−Hasta este punto consiguió ver positivamente la preocupación de su hijo ¿no es así? −dijo el señor B. Hay reglas en el subconsciente, estudiando esto, podrá entender lo siguiente: en verdad, cualquier problema que sucede en nuestra vida, ocurre para que nos demos cuenta de algo muy importante. En resumen, no suceden por casualidad, suceden por necesidad. Es decir que nunca va a ocurrir un problema que uno mismo no pueda solucionar.

−Los problemas que suceden, son problemas que uno mismo puede solucionar −le explicaba el señor B. Si toma los problemas en forma positiva, con cariño, después sin falta se sentirá favorecido al punto de decir −¡Qué bueno que tuve este problema, gracias a este problema!...

−Sí, así es−contestó la señora. Pero me preocupa que el problema con mi hijo aún no se haya resuelto.

−Pienso que para el problema de su hijo aún falta mucho por resolver −decía el señor B. Pero puede ser que para solucionarlo usted haya dado un gran avance. Porque es algo que está ligado con el mundo del sentimiento. Si solucionamos la causa, el resultado tiene que ser diferente.

−¿En verdad se va a solucionar el problema con mi hijo? −preguntó la señora A.

−Pienso que eso dependerá de usted −le contestó. ¿Qué le parece que pongamos un poco de orden? Lo que le hace sufrir más a usted es que su hijo no abra su corazón, ¿no es así? Usted me dijo que como madre, lo más lamentable era no poder hacer nada por su hijo, que no quería sentir un sufrimiento mayor que este.

−Sí, así es −contestó la señora A. No me comenta que está siendo maltratado. Me gustaría poder ayudarlo pero me rechaza diciendo: “Déjame en paz”. Siento impotencia. Comprendo la tristeza de mi hijo, como madre no hay mayor sufrimiento que el de no poder hacer nada.

−En verdad es un gran sufrimiento. Pues bien, ahora ya debe comprender quién sintió este sufrimiento, ¿no es así?” −dijo el señor B.

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−¡Eh!, ¿quién? −por un momento guardó silencio la señora A.

En ese momento le vino a su mente el rostro de su padre.

−!Eh! este sufrimiento difícil de aguantar, es el sufrimiento que sintió mi padre durante largos años! −pensaba la señora A. El sufrimiento de que su hija no le abriera su corazón. El sufrimiento de que su hija lo rechazara. El sufrimiento como padre de no poder hacer nada. Es el mismo sufrimiento que estoy pasando. Este sufrimiento lo sintió mi padre por más de 20 años. Se le derramaron las lágrimas por las mejillas.

− Ahora comprendo, yo hice sentir a mi padre de la misma manera, no?Fue así de doloroso, comprendo el sollozar de mi padre −exclamó la señora A.

−Los problemas que ocurren en la vida, ocurren para que podamos comprender algo muy importante.

− Entiendo nuevamente el sufrimiento de mi padre. Gracias a mi hijo, creo que comprendí algo. Gracias a que mi hijo no me abrió su corazón −decía la señora A.

−Su hijo, su padre y usted están conectados en el fondo del sentimiento. Su hijo está mostrando la misma postura que usted tenía frente a su padre. Gracias a eso usted pudo darse cuenta de esto.

−Deseo agradecerle a mi hijo −dijo la señora A. Tengo ganas de decirle: “¡Me hiciste darme cuenta de algo muy importante, gracias! Hasta ahora desde el fondo del sentimiento le reprochaba diciéndole: “¿Por qué no me cuentas?”.

−Ahora ya comprende el sentimiento de su hijo? −preguntó el señor B.

−Cuando era una niña, me molestaba que mi padre fuera quisquilloso, que siempre me estuviera diciendo las cosas. Ahora pensando, eso también era el cariño de mi padre, en ese tiempo fue una carga para mí. Ahora, creo que mi hijo piensa lo mismo. Creo que mi cariño forzado ha sido una carga para él.

−Cuando usted era una niña ¿Qué tipo de padre le hubiera gustado que fuera su padre ? −preguntó el señor B.

−Me hubiera gustado que me tuviera confianza. Que dijera: “No hay problema porque se trata de mi hija”... −por un momento la señora A se quedó callada. Creo que no he tenido confianza en mi hijo −dijo.

Si no me hubiese ayudado el señor B, no podría solucionar el problema con mi hijo” −pensó. Y estaría preguntando esto y aquello, dando mi sermón... quiero confiar más en mi hijo.

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−Usted, ya comprendió el sufrimiento de su padre, ahora lo siguiente es llevar el mismo planteamiento con su esposo. ¿Se acuerda de lo que le dije cuando usted me llamó en la mañana? − preguntó el señor B. La causa de que su hijo, que es muy importante para usted esté siendo maltratado, es porque usted está maltratando a una persona muy cercana”.

−Sí, lo recuerdo −contestó la señora A. Le dije que no puedo sentir admiración por mi esposo.

−Y ahora, ¿Me puede decir otra vez su apreciación sobre su esposo? −preguntó el señor B.

−A pesar de todo −decía la señora A. Termino viendo a mi esposo como una persona que no tiene cultura o como un desconsiderado. Con el problema de nuestro hijo, yo he llegado hasta este grado de preocupación y él es tan optimista que no ve la razón. Por eso, con mi esposo, llego hasta pelearme con él pero no le consulto nada seriamente. Aunque él me de algún consejo no lo puedo tomar en cuenta.

Cuando empezó a hablar hasta aquí, la señora A se dió cuenta que la postura frente a su esposo se parecía mucho a la postura frente a su padre.

−Se parece mucho a la postura que tenía frente a mi padre −exclamó la señora A.

−Así es, en la mayoría de las mujeres, la postura frente a su padre, se refleja en la postura frente al esposo −dijo el señor B. Bueno, escuchando lo que dice, parece que su esposo tiene confianza en su hijo, ¿no es así?

−¡Ah, así es !, es algo que debo aprender de mi esposo, ¿no? Parece que mi hijo le confiesa lo que le está pasando. Como siente que mi esposo le tiene confianza le abre su corazón. No podía ver en absoluto la parte positiva de mi esposo −exclamó la señora A.

−Comprendo, usted podía sentir eso ¿no? −dijo el señor B. Bueno, le voy a dejar una tarea, usted decida si la va a hacer o no. Hoy en la tarde, tiene los 2 papeles de “Lo que puedo agradecer a mi padre” y “Lo que deseo pedir perdón a mi padre” ¿Verdad? Escriba en esos papeles lo que pueda agradecer a su padre y lo que desee pedir perdón, escriba todo lo que pueda. Puede utilizar la cantidad de hojas que requiera. Una vez que termine prepare otra hoja. En ese papel coloque como título: “¿De qué forma o con qué sentimiento me hubiera gustado haberme relacionado con mi padre?”. No va a escribir para que sienta remordimiento por la forma de haber llevado su relación con su padre en el pasado. Debe encontrar la clave de la forma en que se debe relacionar con su esposo de ahora en adelante. Y hay otro punto, cuando su hijo se duerma en la noche, mientras que ve a su hijo durmiendo, desde el fondo de su

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corazón, susurre 100 veces “gracias”. ¿Qué le parece desea hacerlo? −preguntó el señor B.

−Sí, sin falta lo haré −contestó.

Al poco rato de terminar la llamada, su hijo regresó. Al llegar su hijo lanzó su mochila en la entrada de la casa y como siempre tomó su guante y su bola y se fue al parque.

−Ayer sus amigos lo corrieron y hoy ¿otra vez estaba yendo al parque? − el corazón de la señora A estaba lleno de preocupación.

La señora A, sin distraerse en su preocupación, se puso a hacer su tarea. Le llegaron a su mente muchas cosas que podía agradecer a su padre.

*El persistió en su trabajo arduo de supervisor en la obra y así sustentó a la familia.

*Cuando la señora A era una niña, tuvo fiebre alta a media noche durante varias ocasiones, cada vez que sucedía esto, la llevaba en coche al hospital de urgencias. (Para la labor física de su padre, salir en la medianoche debe haber sido muy desgastante).

*Cuando era niña, me llevaba frecuentemente al mar o al río, me enseñó a nadar.

*Cuando era niña, me gustaba el melón, cada año en mi cumpleaños, siempre regresaba del trabajo con un melón.

*Cuando era niña, el hijo del vecino me llegó a molestar y él fue a reclamarle a su casa.

*Yo entré a una universidad particular y él sin quejarse costeó mis estudios (En ese entonces debió ser una gran carga para la familia).

*Cuando obtuve mi puesto en mi trabajo, pidió sushi a domicilio (Fue un pedido muy suntuoso. Esa ocasión le dije que “no me gustaba el sushi” y no comí. Mi padre quedó descorazonado).

*Para mi ajuar, compró una cómoda de madera de paulonia muy cara.

Escribiendo “Lo que deseo agradecer”, como efecto en cadena le llegaba a su mente “Lo que deseo pedir perdón”.

Mientras escribía “Lo que deseo agradecer” y “Lo que deseo pedir perdón” se le salían las lágrimas.

−Hasta este punto he sido querida. ¡A pesar de haberlo rechazado, continuó queriéndome! −decía. ¡Cómo me aferré a no perdonarlo, no me

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percaté de su amor. Y a pesar de esto fui tan querida, no he hecho nada por él. Casi nunca he cumplido mis deberes filiales con mis padres”.

También se dio cuenta que no sentía admiración por el trabajo de su padre. Pensaba que el trabajo de su padre era “sucio” o “poco intelectual”. A pesar de que gracias a que su padre continuó con ese trabajo, ella pudo ir a la universidad. Ella consiguió sentir admiración y gratitud por el trabajo de su padre. La imagen que tenía del trabajo de su esposo era “poco intelectual”, por lo mismo la imagen que tenía de su esposo era de “una persona sin cultura” que le daba repulsión, era idéntica a la imagen que tenía de su padre.

Debo tener muchas cosas que puedo agradecer a mi esposo también. Mientras pensaba esto, continuó preparando la hoja que tenía como título: “¿Qué sentimiento me hubiese gustado tener cuando me relacionaba con mi padre?” Con esta hoja, en seguida vino a su mente el texto.

Me hubiese gustado comprender el amor y cariño que se encontraba en el fondo de las actitudes de mi padre. Me hubiese gustado comprender que al igual que yo no soy una persona perfecta, mi padre también podía ser poco hábil e imperfecto. Haber podido agradecer lo que hacía por mí. No sólo por haberme querido sino haber hecho algo que lo hiciera sentir feliz.

Además de esto, decir las cosas que nos desagradaban y mutuamente construir una relación agradable. Pensó que ciertamente, ésta debería de ser la forma para relacionarse en lo futuro con su esposo.

“Mi esposo trabaja por nosotros. Continúa siendo mi compañero de vida. Había olvidado la gratitud hacia mi esposo. Quizás esta es la primera vez que tengo un pensamiento tan sumiso hacia mi esposo. Puede ser que haya cierta relación con haber podido tener gratitud hacia mi padre. El día de hoy voy a expresar mis palabras de gratitud a mi esposo”.

Mientras estaba pensando esto, la señora A se dió cuenta que afuera ya estaba oscureciendo. Pensando bien, hoy no he hecho casi ningún quehacer en la casa.

Desde que hablé con el señor B como a las 9 de la mañana, todo este día me enfrenté a mi misma.

−La cena ¿qué voy a hacer? −exclamó.

Cuando estaba pensando esto su hijo regresó.

−Oye mamá, escucha esto −dijo el hijo.

−¿Qué? ¿Pasó algo? −contestó muy sorprendida.

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−¿Conoces a mi compañero C, no? La verdad es que C me golpeó con la pelota ayer en el parque.

−¡Ah! ¿sí? C es el niño que más te molesta ¿no? −le dijo la señora A.

−Hace un rato cuando estaba regresando del parque me lo encontré ahí, y me dijo “ perdón por siempre estar molestándote”.

Mientras la señora A decía −¡Eso pasó! − era como si estuviera experimentando un milagro. Entonces, le surgió una gran gratitud desde el fondo de su corazón.

En vez de preparar la cena, la señora A pensó en hablar con su hijo, así que pidió comida a domicilio.

En lo que llegaba el pedido, la señora A le dijo a su hijo:

−Perdón por haberme entrometido tanto en tus cosas hasta ahora, pero de ahora en adelante voy a tomar cuidado para no ser tan fastidiosa. Cuando haya algo en que necesites la ayuda de mamá sin pena dime, confío en tí.

Su hijo en verdad puso una cara de contento y le respondió: “Entendí, gracias”. Tal parece que mi hijo quería tener la confianza de sus padres.

Su hijo continuó diciendo −Hoy como que algo está raro, ¿Habrá alguna cosa buena?

La señora A también se quedó feliz.

En eso llegó el pedido.

−Voy a esperar a papá, así que ve adelantando la cena.

−¿Eh? −dijo muy sorprendido el hijo −¿Qué pasó? Si siempre adelantamos.

−Hoy tengo ganas de cenar junto con papá −decía la señora A. Papá se esfuerza en el trabajo y cuando regresa está muy cansado y si se come el guisado frío se va a sentir muy solo.

−¡Entonces yo también voy a comer junto con ustedes! − dijo el hijo. Es más divertido si comemos los 3 ¿no?

−En verdad eres un niño muy considerado, te pareces a tu papá.

−Estás rara, siempre dices que mi papá no tiene delicadeza.

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−Sí ¿verdad? −dijo la señora A apenada. Yo estaba equivocada, papá es muy amable, varonil, fuerte. Es todo un hombre.

−Tu siempre me dices que si no estudio, sólo podré tener un trabajo como el de mi papá, ¿no es así? −dijo el hijo.

−Perdóname, eso también es un error mío −dijjo la señora A. El trabajo de papá es admirable. Es un trabajo que trae beneficios a la sociedad. Además gracias al trabajo de papá es que también nosotros podemos comer.

−Mamá ¿en verdad piensas eso? −preguntó el hijo.

−Sí, eso pienso −contestó.

Cuando la señora A le dijo esto, la sonrisa de su hijo fue la sonrisa más feliz de ese día.

Los hijos originariamente, respetan a sus padres y éstos son el modelo para su crecimiento. Las palabras de la señora A para su hijo, fueron como si le diera el permiso para “poder admirar a su padre”.

Para el hijo no hubo mayor felicidad que esta.

Después de un momento, el esposo regresó y los tres comieron el arroz con huevo y pollo, fríos. Fue de tal la alegría para el esposo que lo hayan esperado a que llegara, que estaba de muy buen humor. Aunque el arroz con huevo y pollo estaban fríos, el esposo comía diciendo −¡Qué rico,qué rico!

Durante el baño del esposo, el hijo se fue a dormir.

Mientras veía a su hijo durmiendo, la señora A empezó a decirle desde el fondo de su corazón “gracias”.

No sabe si fue el efecto de estar repitiendo estas palabras pero, desde lo más profundo de su corazón empezó a sentir gratitud.

−Por este hijo llegué a pensar que estaba sufriendo pero, gracias a mi hijo llegué a comprender algo muy importante. Puede ser que haya sido orientada por él en verdad. −Pensando así vió a su hijo como si fuera un angel.

Sin darse cuenta empezaron a derramarse sus lágrimas. (En verdad, este ha sido un día de mucho llorar).

En breve sonó el teléfono. Al ver había llegado un fax. Era la letra de su madre que le había escrito a continuación:

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Hija:

Tu padre me platicó lo que pasó hoy. Mientras me platicaba estaba llorando. De la alegría a mí también se me salieron las lágrimas. Tu papá me dijo: “Después de 70 años de vida, este ha sido el día más alegre de mi vida”.

Cuando estaba cenando, tu papá que siempre se toma una copa dijo : “Si tomo una copa y me emborracho, no podré saborear esta sensación de alegría y sería una pena...” Hoy no tomó. ¿Cuándo vienes?

Estamos ansiosos por verte.

Tu mamá

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Era inimaginable que mi padre que siempre tomaba en la cena, hoy no haya tomado.

−¿A qué grado habrán colmado de felicidad el corazón de mi padre, las palabras que le dije? −pensó la señora A.

Nuevamente los ojos de la señora A se llenaban de lágrimas.

−¿Qué pasó? ¿Estás llorando? −le preguntó su esposo que acababa de salir de la ducha.

La señora A le platicó todo lo que había pasado ese día. Que le había llamado al señor B en la mañana. Que durante la mañana, le había escrito en garabatos una carta de reclamo y dolor a su padre. Por la tarde, le había llamado por teléfono a su padre y que se habían reconciliado.

−¿Eh, tu padre también se puso a llorar? −le preguntó admirado.

Mientras escuchaba su esposo también se le llenaron los ojos de lágrimas.Además, el niño que molestaba a su hijo, le había pedido perdón.

−¡Oh, existen cosas misteriosas, no sé muy bien sobre el método del señor B pero, qué bueno que a tí también te haya aliviado!

En seguida la señora A llorando le pidió perdón a su esposo. Su esposo también llorando, la escuchaba.

Al otro día, la señora A le informó al señor B lo pasado y le agradeció de corazón.

Parece que su esposo también ya le había llamado a primera hora en la mañana.

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−Su esposo también me llamó −contestó el señor B. ¡Qué alegría haber podido ayudar en algo! Me admira su valor y fuerza de acción. De ahora en adelante su actitud es muy importante.

−Todos los días tómese el tiempo para decir 100 veces de corazón “muchas gracias” a su padre, a su esposo y a su hijo. Le voy a recomendar unos libros. Le voy a enviar la lista por fax y usted escoja varios y sin falta cómprelos y léalos.

Lo que pasó ese día por la tarde:

−¡Ya llegué! −con voz muy viva había regresado su hijo.

−¡Mamá, oye, mis amigos me invitaron hoy a jugar con ellos beisbol! ¡Voy para allá y regreso!

El hijo tomó su guante y se fue volando. Nuevamente los ojos de la señora A se le llenaron de lágrimas. Como se le hizo un nudo en la garganta no pudo decirle “¡Que te vaya bien!”.

FIN