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1 CENS 453 – CONSCRIPTO BERNARDI BACHILLERATO ORIENTADO EN CIENCICAS SOCIALES ESPECIALIZADO EN CARTOGRAFIA TERCER AÑO FILOSOFÍA

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CENS 453 – CONSCRIPTO BERNARDI

BACHILLERATO ORIENTADO EN CIENCICAS SOCIALES ESPECIALIZADO EN CARTOGRAFIA

TERCER

AÑO FILOSOFÍA

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PLAN DE LA MATERIA

PRIMER CUATRIMESTRE UNIDAD 1: LA FILOSOFÍA UNIDAD 2: NOCIONES DE LÓGICA UNIDAD 3: EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO

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Estimado alumno: Vamos a abordar en estos módulos un campo del saber bastante atípico y controvertido, exaltado por algunos como el más importante, cuestionado parcialmen-te por otros y hasta denostado por quienes llegaron a negarle toda razón de ser. Es la Filosofía. Y…¿Qué es la Filosofía? ¿para qué sirve la Filosofía? ¿Para qué me servirá a mí personalmente esta materia? A lo largo de los módulos trataré de explicar sistemáticamente los con-ceptos esenciales de esta nueva asignatura. Cada unidad temática estará desarrollada con abundantes ejemplos y gráficos para su mejor comprensión. Las actividades de autoevaluación facilitarán la verificación del apren-dizaje, mientras que las claves de corrección permitirán cotejar aciertos y errores. No vacile en consultar ante cualquier duda que se le presente. Espero que esta materia sea de su interés y aporte elementos útiles para su vida profesional y personal. Le auguro un buen año y desde ya… estoy a su disposición. Profesora Lidia Nora Caffe

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¿Qué es la Filosofía?

La historieta que transcribimos presenta la palabra “filosofía” en tres expresiones diferentes: “tomarse las cosas con filosofía”, “¿ con cuál filosofía?”, y “unas estudiantes de filosofía”. La primera expresión, “tomarse las cosas con filosofía”, quiere decir “aceptar los suceso con sabiduría, resignadamente”; para los estoicos, una escuela filosófica de la antigüedad, el hombre sabio era el que llegaba a la imperturbabilidad, a la impasibilidad y la filosofía era el instrumento para lograr esa calma. La segunda expresión, que en realidad es una pregunta “¿con cuál filosofía?” mues-tra de entrada que no hay sino varias “filosofías”. Este tema hace referencia a los dife-rentes puntos de partida en la búsqueda de la verdad pero que no impiden que en el fon-do, haya una unidad: la tendencia del hombre a filosofar, la pertenencia a la filosofía como una y eterna. La tercera expresión, “unas estudiantes de filosofía” se refiere a las personas que de alguna forma se dedican a la Filosofía. Pero …¿Qué es la filosofía? Comencemos por la etimología. “Filosofía” es una palabra griega que quiere decir “amor a la sabiduría”. Este nombre, según parece, es la creación de Pitágoras, filósofo del siglo VI a de C., y el mismo connota cierta humildad: los filósofos eligieron desde el principio llamarse precisamente “amantes o aspirantes a la sabiduría” y no simplemente “sabios”. Etimológicamente que significa FILOSOFÍA? FILO / SOFÍA Amor Sabiduría

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Pero más allá de la etimología ¿en qué consistía la filosofía?; ¿cómo la entendían los griegos, creadores de la palabra?. Una respuesta clásica es la de Aristóteles, filósofo del siglo IV a. C. La idea de filosofía que tiene Aristóteles ha ejercido una gran in-fluencia a lo largo de la historia del pensamiento occidental y aunque probablemente hoy no sea totalmente aceptable, debe ser conocida, precisamente, por la influencia que ha tenido. Aristóteles parte de señalar que todos los hombres tienen por naturaleza el deseo de saber. Este deseo de saber es innato en el hombre. Por aquella época estaban los hombres que se ocupaban de las cuestiones cotidianas – de los negocios- y aquellos que se ocupaban de buscar un sentido a las cosas y que par-tiendo del ocio y la contemplación; pensaban en el origen y sentido de las cosas, el mundo, el hombre y Dios. El ocio y la contemplación son el origen de la FILOSOFÍA, nace como búsqueda desinteresada de la verdad y de la sabiduría. El filósofo JACQUES MARITAIN define a LA FILOSOFÍA “Como el conocimiento que mediante la luz natural de la razón considera las primeras causas o las razones de todas las cosas”. El filósofo por medio de la razón se pregunta e indaga sobre los principios fundamen-tales de todo lo que existe – Abstrae: profundiza más que la ciencia, buscando las pri-meras causas y las razones últimas de las cosas. Usualmente se entiende por FILOSOFÍA: Conocimiento cierto causa de todas las cosas que el HOMBRE PUEDE CONOCER. A manera de reflexión podríamos decir que:

F I L

COMO IDEAL Surge el deseo de explicar las cosas por sus causas. Es la ciencia de los PRIMEROS PRINCIPIOS. De las ÚLTIMAS CAUSAS.

O S O

COMO ESFUERZO Es la tarea del hombre que piensa en la realidad, se compromete con ella y hace la historia.

F Í A

COMO RESULTADO Es el esfuerzo por adquirir un conocimiento real y profundo de las cosas. La tarea del filósofo es más preguntar y preguntarse que responder

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LOS ORÍGENES DE LA FILOSOFÍA ¿Qué nos mueve a Filosofar? “La historia de la filosofía como pensar metódico tiene sus comienzos hace dos mil quinientos años, pero como pensar mítico mucho antes. Sin embargo, comienzo no es lo mismo que origen. El comienzo es histórico (…). Origen es, en cambio, la fuente de la que mana en todo tiempo el impulso que mueve a filosofar (…). Este origen es múltiple. Del asombro sale la pregunta y el conocimiento, de la duda acerca de lo conocido, el examen crítico y la certeza, de la conmoción del hombre y de la conciencia de estar perdido, la cuestión de su propio ser. Representémosnos ante todo estos tres motivos. PRIMERO: Platón decía que el asombro, es el origen de la Filosofía. Nuestros ojos nos “hacen partícipes del espectáculo de las estrellas, del sol y de la bóveda celeste”. Este espectáculo nos ha dado el impulso de investigar el universo. De aquí brotó para nosotros la Filosofía, el mayor de los bienes deparados por los dioses a la raza de los mortales. Y Aristóteles (añade): ‘Pues la admiración es lo que impulsa a los hombres a filosofar: empezando por admirarse de lo que les sorprendía por extraño, avanzaron poco a poco y se preguntaron por (…) el origen del Universo’.

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El admirarse impulsa a conocer. En la ad-miración se cobra conciencia de no saber. Se busca el saber, pero el saber mismo, no ‘para satisfacer ninguna necesidad’. El filosofar es como un desvincularse de las necesidades de la vida: tiene lugar miran-do desinteresadamente a las cosas, al cielo y al mundo, preguntando qué es todo ello y de dónde viene, preguntas cuyas respuestas no sirven para nada útil, sino que resultan satis-factorias por sí solas.

SEGUNDO: Una vez que he satisfecho mi asombro y admiración con el conocimiento de lo que existe, pronto se anuncia la duda. Los conocimientos se acumulan, pero ante el examen crítico no hay nada cierto. Las percepciones están condicionadas por nuestros órganos sensoriales y son engañosas o en todo caso no concordantes con lo que existe fuera de mí. Nuestras formas mentales son las de nuestro humano intelecto: se enredan en contradicciones insolubres; por todas partes se alzan una afirmaciones frente a otras.”

(Jaspers, La Filosofía, Méjico, F.C.E,}Breviarios, 1965, pp, 15 y 16).

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Jaspers nos está señalando así dos posibles fuentes de error: 1) los sentidos, que tie-nen limitaciones: con luz escasa, por ejemplo, confundimos los colores, 2) la razón, que nos lleva a veces a demostraciones contradictorias (por ej. Se han formulado pruebas racionales de a existencia e inexistencia del alma.). Y a esto añade dos formas de duda que se han dado históricamente: la duda pirro-niana o escepticismo absoluto, propuesta por Pirrón de Elis en la Antigüedad, que con-siste en la negación de cualquier posibilidad de conocimiento, y la duda cartesiana, o esceptisismo metódico, propuestas por Descartes en la Edad Moderna, en la que se busca un camino para llegar a la certeza. Descartes decía “Pienso, luego existo” y esta inferencia era para él incuestionable. ¿Por qué? Luego de mostrar a través de ejemplos la escasa confiabilidad de los sen-tidos, de haber señalado la posibilidad de confundir sueño y vigilia, Descartes había propuesto la hipótesis de un genio maligno capaz de engañarlo en todo momento. Aún así, equivocándose en todo, podía llegar a estar seguro de algo: mientras estaba dudando estaba pensando y al pensar estaba existiendo en tanto ser pensante. La duda metódica parece, sin duda, más viable que la duda pirroniana ya que ésta puede llegar a ser parali-zante. (Si todo conocimiento de la realidad es imposible ¿Qué línea de acción elijo en cada momento?. No me puedo pronunciar ni respecto de lo que es alimenticio o venenoso, ni de cómo trasladarme de un lugar a otro, etc.) TERCERO: según Jaspers el hombre puede mirar hacia fuera –al mundo-, a hacia adentro –a sí mismo-; cuando su mirada se vuelve hacia sí mismo entonces toma con-ciencia de su situación en el mundo: no puede saberlo todo, no puede tenerlo todo, no vivirá indefinidamente, etc. Esto le provoca angustia –que no es sino una “conmoción interior” y lo lleva a formularse nueve preguntas. En las palabras de Jaspers: “Estamos siempre en situaciones. Las situaciones cambian, las ocasiones se suceden. Si no se las aprovecha, no vuelven más. Puedo trabajar por hacer que cambien determina-das situaciones. Pero hay otras que son, por su esencia, permanentes aún cuando se alte-re su apariencia momentánea: no puedo menos de morir, ni de padecer, ni de luchar; estoy sometido al azar; me hundo inevitablemente en la culpa. A estas situaciones fun-damentales de nuestra existencia las llamamos situaciones límites. Quiere decir que son situaciones de las que no podemos salir y que no podemos alterar. La conciencia de estas situaciones límites es, después del asombro y de la duda, el origen, más profundo aún, de la Filosofía (…) (…) El estoico Epicteto decía: ‘El origen de la Filosofía es percatarse de la propia debi-lidad e impotencia’ ¿Cómo salir de la impotencia? La respuesta de Epicteto decía: ‘Considerando todo lo que no está en mi poder como indiferente para mí en su necesi-dad, y, por el contrario, poniendo en claro y en libertad por medio del pensamiento lo que reside en mí, a saber, la forma y el contenido de mis representaciones’. (…) Estos tres influyentes motivos –la admiración y el conocimiento, la duda y la cer-teza, el sentirse perdido y el encontrarse a si mismo- no agotan lo que nos mueve a filosofar en la actualidad.

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En estos tiempos, que representan el corte más radical de la historia, tiempos de una disolución inaudita y de posibilidades sólo oscuramente atisbadas, son sin duda válidos pero no suficientes, los tres motivos expuestos hasta aquí. Estos motivos resultan subor-dinados a una condición, la de comunicación entre los hombres (…) Comunicación que no se limite a ser de intelecto a intelecto, de espíritu a espíritu, sino que llega a ser de existencia a existencia”.

(Jaspers, K.,op. Cit., pp. 16, 17 y 21). EL OBJETO DE LA FILOSOFÍA OBJETO MATERIAL Se denomina objeto material de estudio de una ciencia, a todo aquel sector de la realidad que es analizado e investigado por dicha ciencia. El mismo objeto material puede ser estudiado por distintas ciencias. Por ejemplo: el HOMBRE es el objeto material de varias ciencias, pero cada una de ellas lo estudia desde un punto de vista, un ángulo o un aspecto diferente.

PSICOLOGÍA QUÍMICA

GEOGRAFÍA BIOLOGÍA

HISTORIA SOCIOLOGÍA

OBJETO FORMAL Es el singular punto de vista, ángulo de estudio o aspecto determinado que investiga la ciencia en un objeto material. Es la base para la distinción y clasificación de las ciencias. Es lo que caracteriza y constituye una ciencia. Siguiendo el ejemplo del HOMBRE. SOCIOLOGÍA: el Hombre y su interrelación con los grupos. HISTORIA: el Hombre y su acontecer en el tiempo. BIOLOGÍA: El Hombre como ser vivo. El objeto formal es el enfoque especial de una ciencia sobre un mismo objeto mate-rial y es la base de la distinción entre las ciencias.

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OBJETO DE LA FILOSOFÍA La Filosofía, según Aristóteles, es un conocimiento por las causas, que trata sobre lo universal y lo necesario, es decir, es decididamente parte del saber científico. Aristóteles define a la filosofía de la siguiente manera: La ciencia que se llama Filosofía es, según la idea que generalmente se tiene de ella, el estudio de las primeras causas y de los principios. Según esto, lo distintivo de la filosofía es que se ocupa de causas primeras. ¿Qué quiere decir “causas primeras”? en cada cosa se pueden distinguir causas próxi-mas a la misma y causas más alejadas; con esta distinción se corresponde otra: cada cosa puede explicarse por causas inmediatas o próximas a la cosa, o, por el contrario, puede explicársela buscando sus por qué mas radicales y más remotos. Dicho con otras palabras, mientras las otras ciencias procuran conocer las causas segundas, las causas mas próximas a los fenómenos, la filosofía trata de conocer las causas primeras, las más remotas y radicales. Aristóteles completa esta definición de la filosofía señalando algunos caracteres del filósofo y de la filosofía. 1- Por de pronto concebimos al filósofo principalmente como conocedor del con-

junto de las cosas, en cuanto es posible, pero sin tener la ciencia de cada una de ellas en particular. En efecto, al conocer las causas primeras, la filosofía tiene un conocimiento de cada una. Así, por ejemplo, el filósofo puede saber cuál es la esencia del hombre, pero ignorar el número de huesos que componen su esqueleto.

2- … el que puede llegar al conocimiento de las cosas arduas, aquéllas a las que no se

llega sino venciendo graves dificultades, no le llamaremos filósofo? Esto quiere decir que la filosofía es un saber erizado de dificultades, muy difícil. La búsqueda de los por qué últimos de las cosas no puede ser una cuestión simple o sencilla; por el contrario, abordar las cuestiones más profundas puede llegar a pro-ducir vértigo.

3- A la filosofía se la busca por sí misma, sólo por el ansia de saber.

La filosofía no es un saber utilitario que se busca por sus resultados prácticos o pro-ductivos. Dice Aristóteles que todas las demás ciencias son más útiles pero mejor que la filosofía ninguna. Por ser cultivada por el ansia de saber, se dice que es una ciencia libre o teorética.

4- La filosofía domina a las demás ciencias.

Por estudiar las causas primeras, la filosofía es la madre de todo el resto de las ciencias que se ocupan de las causas segundas. Sólo la filosofía depende de sí mis-ma, por estudiar los primeros principios.

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PROBLEMAS FUNDAMENTALES ¿Cuáles serían ejemplo se cuestiones filosóficas? Señalemos algunas. ¿Qué son las cosas en última instancia? ¿Existe Dios? ¿qué diversos tipos de entes hay? ¿Qué es el conocimiento? ¿Qué es la verdad? ¿Cuál es la esencia del hombre?, etc. Explorar este tipo de preguntas, que naturalmente deben ser precisadas previamente, es lo que hacen los filósofos. Tratar de contestarlas es el objetivo de la filosofía. Para ello, el único ins-trumento de que nos podemos valer es la capacidad cognoscitiva natural del hombre, los sentidos y la razón humana. En la filosofía hay que dar razones, hay que argumentar en defensa de lo que se sostiene: no se puede acudir a la fe o a la revelación. Aún cuando la filosofía aborde el tema de Dios, lo hace de esta manera, argumentando. Los intentos de reemplazar la opinión por el conocimiento se ven siempre frustrados por el hecho de que lo que cuenta como conocimiento filosófico ello mismo aparece como ser objeto de opinión… Ante esta situación uno se siente tentado a definir la filosofía como la disciplina en la que se busca el conocimien-to pero sólo se pueden encontrar opiniones… pero una definición así inadecuada ya que no hace al carácter progresi-vo de la filosofía… en filosofía, como en política o en religión, estamos naturalmente impulsados a definir el “pro-greso” como el movimiento hacia un consenso contemporáneo…si esto no es progreso cuando menos es cambio, y comprender tales cambios es comprender por qué la filosofía, aunque condenada a fracasar en su búsqueda de cono-cimiento, no es a pesar de todo “asunto de opinión”.

Por que no es inútil estudiar filoso-fía ¿Por qué vale la pena estudiar filosofía? En esta época, en la que filosofía es un saber cuestionado, muchas veces tildado de inútil, comúnmente señalado como un saber fuera de las necesidades de los tiempos que corren, y siempre a punto de ser excluído de los programas de estudio, parece una urgencia de la materia expli-car por qué es mejor ocuparse de ella que dejarla de lado. Entre muchas explicaciones posibles, rápidamente podemos encontrar dos razones que muestran a la filosofía como un terreno que conviene seguir abonando, cultivando y, si es posible, hacerle rendir buenos frutos.

1) Porqué a Mendieta (el perro) le parece que la pregunta de Inodoro es filosófica?

2) Qué quiere decir “internarse en la Filosofía”? 3) Es posible “dar de alto” un problema filosófico? ¿Por qué? 4) Cuál será el “remedio” que haría posible “dar de alta” de un

problema filosófico?.

Podemos decirlo de este modo: 1) Por un lado la Filosofía es todavía útil en nuestro tiempo

porque permite establecer diferencias entre el pensa-miento filosófico y el pensamiento periodístico o pensa-miento de opinión. Una cosa es abordar un tema desde una perspectiva filosófica y otra cosa es emitir una opinión sobre el mismo tema.

2) Por otro lado, la filosofía permite distinguir los pensa-mientos confusos de los pensamientos complejos.

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CARACTERÍSTICAS DEL SABER FILOSÓFICO Hemos dicho ya, que la filosofía es la ciencia que trata de explicar la realidad en sus primeros principios y sus últimos fundamentos. Vamos a señalar a continuación los caracteres del saber filosófico

Universalmente válido: Explicativo de los distintos problemas que se pre-sentan en todo tiempo o lugar.

Intelectual: Fruto del trabajo de la razón y basado en concep-tos – juicios y razonamientos.

Conceptual: Racional y metódico:

Distinto de la creencia y de la fe. Ordenado, sistemático, explicativo y evidente.

Autónomo: Parte de algunos su-puestos:

Tiene objeto y método propio. Parte de los primeros principios evidentes, uni-versales y necesarios y desde allí la filosofía trata de dar una explicación de la realidad.

Reflexione sobre esta síntesis. El conocimiento filosófico es la expresión más alta del saber humano. Es una ciencia en cuanto que pretende conocer las cosas por sus causas, pero se dife-rencia de las otras ciencias porque busca conocer las primeras causas; las fundamenta-les. Lo invito a leer el siguiente texto (del autor Obiols, op.cit.) donde se diferencia el saber científico del saber vulgar o por experiencia. La experiencia o saber empírico, es el saber que posee alguien que ha frecuentado mucho un objeto. Así, por ejemplo, el campesino sabe cuando y qué le conviene sem-brar, cuándo cosechar, cómo hacerlo, cuándo va a llover. Este saber lo posee por expe-riencia, años de contacto directo con la tierra han producido en él estos conocimientos. Presentemos otro ejemplo. Cualquier persona sabe que al subir a un colectivo debe to-marse de una manija para evitar caerse. ¿Cómo ha adquirido este conocimiento? ¿Por haber estudiado el principio de inercia? No, su conocimiento es por experiencia: el frecuentar este medio de transporte ha pro-ducido este conocimiento. La ciencia, en cambio según Aristóteles, es el conocimiento de las cosas por sus causas. Un ingeniero agrónomo también sabe cuando y qué conviene sembrar, cuándo cose-char, etc., pero no por haber estado en contacto con la tierra durante años sino por ha-ber estudiado las causas. Quizás un meteorólogo se equivoque al efectuar un pronóstico meteorológico, pero cuando lo realiza se basa en el conocimiento de ciertas relaciones causales. Así, dirá que hay un centro anticiclónico en cierto lugar y un centro ciclónico en otro sitio: esto producirá una diferencia de presión, lo que motivará vientos, los cua-

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les traerán nubes y, en consecuencia, lloverá. Un campesino, en cambio. Mira que se le hincharon los pies y que siempre que a él se le hinchan los pies se producen lluvias. Examinemos los caracteres del saber empírico y del saber científico a la luz de estos ejemplos que hemos presentado 1- El saber científico conoce las causas, el saber empírico no. Por la experiencia se

sabe que algo es, pero no el porque ese algo es. La experiencia muestra, la ciencia demuestra.

2- El saber empírico es un saber de lo individual, mientras que el saber científico es un saber de lo general o universal.

El campesino sabe cultivar su parcela de tierra, pero si se traslada a 1000 km., a otro terreno, su saber es ineficaz. En cambio, el saber del ingeniero agrónomo es aplicable, en principio, a cualquier territorio. Cualquiera puede saber por experiencia cuáles son los caracteres de su gato. El zoólogo estudia el gato el universal “gato”. 3- En relación con lo anterior hay una tercera diferencia. El saber empírico es un saber de lo contingente, el saber científico es un saber de lo necesario. Contingente es algo que es pero que podría no ser o ser distinto. Es contingente que un gato determinado sea de color negro, blanco, gris, en cambio, es necesario que el gato tenga tal aparato digestivo, cierta estructura ósea, etc. Es contingente que el perí-metro del triángulo sea de un metro o diez kilómetros, en cambio, es necesario que la suma de su ángulos interiores sea de 180 grados. Por la experiencia se conoce lo contin-gente, la ciencia se aplica al conocimiento de lo necesario. Hay otras características que enuncia Aristóteles, diferenciadoras de ambos saberes, pero que son menos importantes. La ciencia entonces es el conocimiento de las cosas por sus causas, que versa so-bre lo universal y lo necesario presente en dichas cosas. La experiencia, en cambio, es un saver que surge de frecuentar un objeto, que no co-noce las causas y que sólo llega a lo individual y a lo contigente.

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Breve historia de la Filosofía El siguiente cuadro sintetiza cómo fue evolucionando la Filosofía en cada una de las edades históricas y sus respectivos períodos. Los contenidos del mismo no pretenden abarcar todos los movimientos filosóficos que se han dado, sino fundamentalmente aquellos que, de un modo u otro, serán abordados a lo largo de este curso. A- Los siguientes autores o escuelas serán mencionados en distintos momentos. A me-

dida que vayamos estudiándolos, los ubicaremos en la sección correspondiente de la columna “Filósofos importantes”; en la presente lista se encuentran desordenados.

Sartre Popper Sócrates J.S. Mill Russell Hume Fromm San Anselmo Boecio Berkeley Hobbes Escuela Jónica (Tales de Mileto) Epicteto Epicuro Locke D’Holbach Pascal Leibnitz Kuhn Maimónides Kant Marx Platón Descartes Freud Rousseau Cassirer Scheler Kierkegaard Aristóteles Santo Tomás de Aquino B- La columna titulada “contexto histórico” ha sido completada con los principales

hechos sociales o políticos ocurridos en cada período, de modo de obtener un pano-rama más abarcador del mismo.

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EDAD LA FILOSOFÍA Y EL ÁMBITO DEL SABER

PERÍODO CONTEXTO HISTÓRICO CARACTERÍSTICAS DE LA FILOSOFÍA

FILÓSOFOS IMPORTANTES

A N T I G U A

La Filosofía equivale a la Sabiduría.

1- Presocráti-co (s. VII – V a. C)

2- Atico (s.

V – VI a. c )

3- Helenístico

romano (s. IV a. C V d. C)

Entre los siglos XI y IX a. C se constituyeron las principales ciudades – estado griegas que tuvieron, en principio un gobierno monárqui-co, sustituido más tarde por otro aristocrático. En el siglo VIII a. C. , los griegos fundaron colonias a lo largo del Mediterráneo lo que determinó la aparición de un activo comercio y una próspera industria. Este estrato social medio logró en el siglo VI a. C., el reemplazo de la aristocracia por una democracia (Ver contexto histórico de Sócrates, pág. 36 –38) En el año 405 a. C. Atenas fue derrotada por Esparta, pero la hegemonía de esta “polis” duró poco. Fue vencida en 371 a.c por Tebas, Atenas y otras ciudades opusieron resistencia a Tebas pero las tres “polis” – Atenas, Espar-ta y Tebas- se debilitaron y fueron sometidas por Macedonia. Este reino, ubicado al norte de Tesalia, se había convertido, gracias a su rey Filipo I, en un estado poderoso. Filipo derrotó a la Liga panhelénica en Queronea (338 a. C.) . su tarea de expansión territorial fue continuada por su hijo Alejandro (Magno) quien creó un imperio. A su muerte (323 a. C) se originaron largas luchas por el poder que concluyeron con la desintegración del imperio en varios reinos. simultáneamente iba consolidándose el Impe-rio Romano. Con la victoria final de Octavio Augusto sobre Marco Antonio (31 a C) Gre-cia y sus colonias pasaron a integrar el Impe-rio Romano

Predominio del problema cosmo-lógico (problema del universo). Se busca el origen de todas las cosas. Tiene su desarrollo en las colonias griegas de Jonia y del sur de Italia peninsular y Sicilia. Predominio del problema antropo-lógico (problema de hombre). El advenimiento del gobierno demo-crático en Atenas despierta la preocupación por formar ciudada-nos participativos. El centro de interés se desplaza de la naturaleza al hombre. La filosofía va inclu-yendo un número creciente de problemas y se convierte, sobre todo con Aristóteles, en un saber enciclopédico (abarca Física, Bio-logía, Psicología, metafísica, Ética, Política, Poética, etc.) La Filosofía se transforma en un modo de vida. La ética se torna muy importante (etapa helenística). La filosofía pierde vigor y se vuel-ve poco creativa y repetitiva (etapa romana).

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M E D I A

M O D E R N A

La Filosofía se separa de la Teología pero ambas mantie-nen relaciones mutuas (en general la Filosofía depende de la teología) La Filosofía se independiza de la teología. Del campo de conocimiento que abarcaba se separan de las ciencias parti-culares.

1- Patrística (s. V – VIII)

2- Escolástica (s. VIII – XV) I- Renaci

ci-miento (s.XVI)

Al aparecer el Cristianismo sus primeros adherentes habían sido perseguidos por de-cretos varios emperadores y sólo pudieron practicar libremente su religión a partir del año 313 en que el Emperador Constantino promulgó el Edicto de Milán concediendo libertad de cultos. En 395 el emperador Teo-dosio dividió el Imperio en dos: el de Oriente y el de Occidente. Este fue invadido desde le norte por los germanos, sucumbiendo en el 476. Entre los siglos IX y X se instauró el feuda-lismo luego de la desaparición del Sacro Imperio romano – germano fundado por Carlomagno. En el siglo XIII al surgir la emancipación comunal, el feudalismo co-mienza a declinar. Entre los siglos XIII y XV se produce un incremento de la industria y el comercio. La enseñanza científica se difunde en las Universidades. Ascenso de la burguesía y consolidación

de los Estados nacionales; hegemonía española durante los reinados de Carlos V y Felipe II, en Inglaterra reinado pro-gresista de Isabel I

Descubrimiento de nuevas rutas de ul-tramar y exploración de nuevos continen-tes

Formulación de una revolucionaria teoría científica: el heliocentrismo

Reformas religiosas: luteralismo (Ale-mania), calvinismo (Francia) anglica-nismo (Inglaterra).

Primera elaboración filosófica de los contenidos del cristianismo. Este, aunque surgido en grupos e un bajo nivel cultural, al expandir-se, adopta el lenguaje culto de la Filosofía. Creación de sistemas basados en el aristotelismo y surgidos dentro de las “escuelas” (de catedrales y conventos), más tarde universida-des. Se busca compatibilizar fe y razón. Polémica contra el pensamiento medieval; preparación del pensa-miento moderno. Se revaloriza la Antigüedad clásica –ahora en sus fuentes originales- y se propone un nuevo modelo de hombre –considerando un microcosmos- y de Estado. Hay gran interés por la Gnoseología. Galileo propone el método experimental, sentando las bases de la ciencia moderna.

San Agustín (se lo incluye aquí porque preanuncia esta etapa) Bacon

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La Filosofía ahora independi-zada de la ciencia, la seguirá muy de cerca en su evolución o polemizará con ella.

2- Barroco (s. XVII)

3- Iluminis-

mo (s. XVIII)

1- S. XIX

En el ámbito político: Predominio de Francia: afianzamiento

del poder real con Luis XIII y su minis-tro Richelieu hasta llegar al absolutismo de Luis XIV.

Decadencia de España. En el ámbito cultural: En las artes plásticas aparición del estilo

barroco que rompe con el equilibrio clá-sico y busca el movimiento.

Gran siglo de la literatura francesa. El tipo de gobierno característico de este

siglo fue “el depotismo ilustrado”. Com-binación peculiar de absolutismo monár-quico y pensamiento renovador que se resume en la expresión “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”. Sus principa-les representantes fueron María Teresa y José I (Austria), Carlos III (España), Fe-derico II (Prusia), Catalina II (Rusia).

En Francia Luis XV había conducido la situación económica a un punto crítico, su sucesor Luis XVI fue derrocado du-rante la Revolución de 1789.

El dominio de las tierras de ultramar generó enfrentamientos entre los países colonialistas.

Primera mitad del siglo: después de la

caida de Napoleón Bonaparte que había conquistado diversos territorios, se pro-dujo la restauración, intento de restable-

Se formulan grandes sistemas filosóficos en los que se encarna el espíritu de los nuevos tiempos. Esos sistemas pueden agruparse en dos corrientes divergentes – el racionalismo, que privilegia las verdades de la razón, y el empi-rismo, que destaca la validez de lo puramente fáctico. Se separan del tronco de la Filosofía, la Física (Newton) y la Química (Lavoisier) Las ideas modernas se afianzan y extienden. La confianza en la ra-zón del siglo anterior se ve acom-pañada por un creciente espíritu crítico. Se sueña con un hombre universal e ideal que concilie natu-raleza y razón, defensor de dere-chos humanos y difusor de cultura. Se separa de la Filosofía la Biolo-gía. Valoración de la ciencia y exten-sión del método científico a otras disciplinas. Confianza en el pro-

Spinoza Voltaire Comte

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C O N T E M P O R A N E A

2- s. XX

cer el régimen absolutista, lo que provo-có sucesivas oleadas revolucionarias.

Segunda mitad del siglo: en Francia Luis Napoleón restableció el Imperio, Italia y Alemania se unificaron. La Revolución industrial cobró un impulso acelerado:

Se incorporaron nuevas fuentes de ener-gía (electricidad, petróleo).

Se acortaron las distancias Hubo aportes científicos fundamentales. La rivalidad entre potencias europeas por

sus aspiraciones imperialistas, la paz ar-mada y las alianzas entre estados desen-cadenaron la Primera Guerra Mundial. Esta provocó a su vez la finalización del predominio europeo y produjo cambios sociales profundos (ej. Situación de la mujer)

Nuevas ideologías llegaron al poder: comunismo en Rusia (1917), fascismo en Italia (1922), nazismo en Alemania (1934).

Las crisis socio-económicas, la exacer-bación nacionalista, los sistemas de alianzas y el armamentismo provocaron la Segunda Guerra Mundial: sus conse-cuencias fueron una enorme cantidad de víctimas y grandes cambios políticos y territoriales.

greso indefinido –material y mo-ral- de la humanidad. Las corrientes filosóficas dominan-tes son el positivismo, muy próxi-mo al ámbito científico y el socia-lismo, en todas sus formas, dentro de la filosofía, la Psicología (Wundt) y la Sociología (Comte) que se constituyen en ciencias independientes. Surgen corrientes filosóficas con-trapuestas. 1) negación de la Metafísica.

Aparición de la Lógica mate-mática e interés por la Episte-mología.

2) Revitalización de la Metafísi-ca. Importancia de la Antropo-logía y la Ética. Dentro de esta corriente cabe citar a los mo-vimientos existencialista (I) y vitalista (II).

Bergson

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¿Qué es la Lógica? La lógica es el estudio de los métodos y principios usados para distinguir el buen (co-rrecto) razonamiento del malo (incorrecto). No sólo el estudioso de la lógica puede ra-zonar bien. La persona que ha estudiado lógica tiene mayor posibilidad de razonar correctamente. La lógica ha sido definida como la ciencia de las leyes del pensamiento. No es una rama de la psicología. Todo razonamiento es pensamiento, pero no todo pensamiento es razonamiento. Otra definición de la lógica es aquella que la considera como la ciencia del razona-miento. Pero es aún un tipo de pensamiento y forma parte del tema de estudio del psicó-logo. Al lógico sólo le interesa la corrección del proceso, una vez terminado. La distinción entre el razonamiento correcto y el incorrecto es el problema cen-tral que debe tratar la lógica. Premisas y conclusiones La presentación y examen de algunos términos especiales que el lógico usa en su la-bor contribuirá a dar mayor claridad a la explicación de la lógica propuesta. La inferencia es un proceso por el cual se llega a una proposición y se la afirma sobre la base de otra u otras proposiciones aceptadas como punto de partida del proceso. Las proposiciones son verdaderas o falsas. Dos oraciones distintas pueden, en el mismo contexto, tener el mismo significado y expresar la misma proposición. La diferencia entre oraciones y proposiciones se pone de manifiesto al observar que una oración siempre forma parte de un lenguaje determinado, el lenguaje en el cual es enunciada, mientras que las proposiciones no son propias de ninguno de los lenguajes en que pueden ser formuladas. En diferentes contextos, la misma oración puede ser usada para expresar muy diferen-tes enunciados. Los términos “proposición” y “enunciado” no son sinónimos exactos, pero en el con-texto de la investigación lógica se los usa aproximadamente con el mismo sentido . Para cada inferencia posible hay un razonamiento correspondiente y son estos razo-namientos los que caen dentro del ámbito de la lógica. La palabra “razonamiento” se usa a menudo para indicar el proceso mismo, pero en lógica tiene el sentido técnico ya explicado. Un razonamiento no es una mera colección de proposiciones, sino que tiene una estructura. Al describir esta estructura se emplean los términos “premisa” y “con-clusión”.

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La conclusión de un razonamiento es la proposición que se afirma sobre la base de las otras proposiciones del mismo, y a su vez estas proposiciones de las que se afirma que brindan los elementos de juicio o las razones para aceptar la conclusión son las premisas del razonamiento. “Premisa” y “conclusión” son términos relativos: la misma proposición puede ser premisa en un razonamiento y conclusión en otro. Tampoco es necesario que la conclusión de un razonamiento sea formulado al final o al comienzo del mismo. Puede estar, y a menudo está, entre premisas diferentes ofreci-das en su apoyo. No es posible identificar la conclusión de un razonamiento por su posición en la for-mulación del mismo. Hay ciertas palabras o frases que sirven para introducir la conclu-sión. Entre las más comunes de estos indicadores de conclusión se cuentan “por lo tan-to”, “luego”, “por consiguiente”. Otras más comunes de estos indicadores de premisas son “puesto que”, “porque”, “en tanto que” y “ por la razón de que”. Deducción e Inducción Los razonamientos se dividen en dos tipos: deductivos e inductivos. Aunque todo razonamiento lleva implícita la afirmación de que sus premisas ofrecen algún funda-mento para la verdad de su conclusión, solamente los razonamientos deductivos preten-den de sus premisas que ofrezcan fundamentos concluyentes. En estos casos se usan términos “válido” e “inválido”. Un razonamiento deductivo es válido cuando sus premi-sas brindan un fundamento seguro para la conclusión. Un razonamiento inductivo no pretende que sus premisas ofrezcan fundamentos con-cluyentes para la verdad de su conclusión, sino solamente que ofrezcan algún funda-mento para ella. En la deducción inferimos verdades particulares a partir de verdades generales; mien-tras que en la inducción inferimos verdades generales de verdades particulares. Este método para distinguir entre deducción e inducción tiene cierto mérito, pero no es uni-versalmente aplicable. Si un razonamiento deductivo es válido, entonces su conclusión se sigue con igual necesidad de sus premisas independientes de toda otra cosa. El razonamiento sigue siendo válido aunque agreguemos premisas adicionales al par original. Y si un razonamiento es válido, nada puede hacerlo más válido. Caracterizaremos un razonamiento deductivo como aquel cuya conclusión se des-prende de sus premisas con absoluta necesidad, necesidad que no es cuestión de grado ni depende de manera alguna de cualquier cosa. Y en contraste con esto, caracterizare-mos un razonamiento inductivo como aquel cuya conclusión se sigue de sus premisas sólo con alguna probabilidad que es cuestión de grado y depende de otras cosas.

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¿Qué pasa con nuestros razonamientos? Pensar con claridad no es algo que se produzca natural o fácilmente; es algo que debe aprenderse y practicarse. Aprender a descubrir fallas o debilidades en los argumentos ajenos es un buen comienzo para detectar y eliminar las nuestras. Todos los argumentos del hijo, en la historieta propuesta, contienen errores lógicos. Quizá ya los descubrió, quizá no. En esta unidad nos propondremos esclarecer estas y otras falacias que constituyen un obstáculo para pensar y comunicar con claridad, así como intentaremos conocer cómo se construye en razonamiento correcto, partiendo de sus elementos constitutivos. Si sabe razonar correctamente, llegará más fácilmente a la verdad, y si ha partido de afirmaciones verdaderas, evitará perderse y caer en el error. Si detecta las fallas del pen-samiento ajeno, evitará compartirlas y podrá protegerse de ser manipulado por los me-dios de comunicación, por los políticos, los oradores, los escritores, etc. Los comentarios que siguen examinan en la historieta propuesta, los errores de los argumentos del hijo, a quien llamaremos Juan. ¿Los descubrió ya? 1- “Cualquiera que precie de ser alguien irá a Mc Donald’s esta noche” Con esta afirmación Juan trata de convencer a su padre de que si todos lo hacen, a él también se le debería permitir hacerlo. ¿A quién le gusta que lo dejen de lado?. El ar-gumento de Juan olvida el hecho de que no porque un gran número de personas haga algo, sus acciones son necesariamente adecuadas o importantes (Falacia de apelación al pueblo). 2- “Sebastián consigue el auto de su padre todas las noches y tiene buenas notas” En la primera parte de su afirmación, Juan intenta compararse con Sebastián. Si éste consigue el auto de su padre, entonces Juan deberá conseguir el del suyo. Pero las cosas o personas que son similares en uno o más aspectos, no necesariamente lo son en todos y ni siguiera en algunos otros aspectos. Las necesidades de Sebastián pueden no ser las mismas que las de Juan. Quizá por ejemplo, Sebastián necesita el auto para viajar donde trabaja todas las noches. Las comparaciones pueden ayudar a ilustrar un argumento pero deben referirse a personas o cosas que son semejantes entre sí. En la segunda parte de su afirmación Juan incurre en otro error. El hecho de que Se-bastián tenga altas calificaciones no se infiere a partir del hecho de usar el auto de su padre todas las noches. Lo primero es una conclusión lógica de lo segundo. No hay elemento de prueba alguno de que el auto será la causa de las altas calificaciones más que cualquier otro factor que se pueda mencionar. (Falacia de causa falsa). 3- “Ya sabes que dice Eva Giberti acerc de dar a los adolescentes una oportunidad para

que muestren que son responsables” Muchas personas se sienten impresionadas por los expertos. Tienden a aceptar una afirmación como verdadera si ha sido hecha por una persona famosa o importante. Por supuesto, debemos en cierta medida apoyarnos en autoridades para determinado tipo de información. Pero al margen de sus especialidades, la visión de una persona conocida no debería tener más peso que la de cualquiera otra. Juan incita a su padre en contra de

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Eva Giberti como diciendo, “¿Cómo te atreves a estar en desacuerdo con una persona tan onocida?” (Falacia de apelación a la autoridad) 4- “El hecho de que te hagan boletas por exceso de velocidad , no significa que a mí

también me las hagan. Eres el tipo de padre que no da una oportunidad a sus hijos”. Juan dirige sus ataques hacia su padre como persona. Si en una discusión no se pue-de ganar, siempre se puede intentar degradar al otro. Ese tipo de argumento puede usarse de diferentes maneras; el objetivo es rebajar al oponente haciéndolo parecer estúpido, débil, despreciable, o lo que fuere. (Falacia de ataque al hombre).

(Extraído de: “Language and Logic”, en “Focus” (on Reading and English), Ohio, Xerox Center, Vol. 1 IN° 8, Jan. 4, 1974,

pp. 18 y 19). Traducido y adaptado por M.F. de Gallo .

Ya a esta altura estará en condiciones de definir falacia. Para ello lo ayudaré con es-pacios en blanco y opciones que deberá elegir: Falacia: es un razonamiento (correcto – incorrecto)……………………………………. Psicológicamente (persuasivo – neutro)…………………………………………………. También le proporciono una clasificación de las falacias donde aparecerán las for-muladas por Juan y algunas otras: 1- Apelación a la ignorancia: consiste en tratar de que el otro acepte una conclusión

porque no hay pruebas en contra de la misma. Por ej: “Tenemos que aceptar que hay fenómenos telepáticos porque hasta ahora nadie ha podida probar que no existen”.

2- Causa falsa: consiste en unir dos circunstancias que a veces tienen correlación esta-

dística o que se dan en forma inmediatamente sucesiva una de la otra mediante vínculos causales no comprobados. Por ej.: “Verónica tuvo hoy un día terrible: la re-tó el jefe, discutió con su novio y se desgarró un tobillo; todo esto se debe sin duda a que es nativa de Acuario y estaba fijado por el horóscopo que los de este signo iban a tener hoy un día de nervios”.

3- Composición y división: la primera consiste en atribuir las características propias

de un elemento al todo en el que se integra. El segundo es el caso inverso: consiste en atribuir las características propias de un todo a cualquiera de sus elementos. Por ej.: “Juan es un excelente jugador de rugby; luego, el equipo que él integre tendrá una actuación brillante” (composición). “Me pareció sobresaliente el coro de NN; con seguridad María, que integra el coro, debe tener una voz hermosísima” (divi-sión).

4- Apelación a la fuerza: consiste en recurrir a amenazas más o menos sutiles para

llevar al otro a aceptar una determinada conclusión. Por ej.: “En un gobierno dicta-torial se le dice al director de un periódico: “Sr. Perez, el intendente se siente muy molesto, por la investigación que está llevando a cabo su periódico para aclarar qué ocurrió con la instalación del parque de diversiones PARQUEMAR, de modo que esa investigación no conducirá a ningún resultado positivo”.

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5- Ataque al hombre. Admite dos variantes:

5.1- Ofensivo: consiste en señalar aspectos negativos de la persona que propone una afirmación o argumentación en lugar de atacar a la afirmación o al argumento mis-mo. Por ej.: “No tenemos por qué aceptar la ética kantiana puesto que Kant fue un solterón amargado y aburrido, enfermizamente metódico”. 5.2 – Circunstancial. Consiste en señalar a quien propone una afirmación o argu-mento que aquélla o la conclusión de éste es falsa por la circunstancia especial en que se halla la persona que habla. Por ej.: “Todo lo que la Sra. De Fortabat puede decir sobre la nueva ley impositiva será ignorado ya que al ser rica con seguridad se opondrá a la fijación de impuestos adicionales”.

6- Apelación a la piedad: consiste en buscar la compasión de alguien para que acepte

como verdadera una conclusión determinada. (Se usa a veces en los tribunales). Por ej.: “Un defensor, para probar la inocencia de su defendido, alude al hecho de tener éste hijos pequeños que quedarán desprotegidos si se lo condena” (Es el recurso que Sócrates rechaza en su Apología)

7- Apelación al pueblo: consiste en hacer referencia a lo que hace todo el mundo a la

mayoría o “el pueblo” para llevar al otro a aceptar como verdadera una conclusión. Es el recurso favorito de demagogos y de publicitarios. Por ej.: “Use los jeans NN, son los mejores ya que toda la gente joven los lleva”.

LA LÓGICA Y EL LENGUAJE Con este apunte comenzamos nuestra primera visión del trabajo filosófico. Nos de-tendremos en el apasionante mundo de la lógica, que es la parte de la filosofía que nos enseñará a pensar correctamente. Hoy día el análisis lógico es muy estudiado por multitud de pensadores, ya sean de la filosofía o de otras ciencias, ya que la garantía de que un razonamiento sea correcto constituye un modelo de pensamiento, un instrumento que nos abre un camino para lle-gar a la verdad. Muchos se preguntarán ¿qué es lo que maneja la lógica? ¿con qué trabaja? Pues la lógica trabaja con ideas, con pensamientos. ¿Y cómo podemos acceder a lo que piensa todo el mundo? A esta pregunta contestamos que accedemos por el lenguaje, cada cosa que decimos es expresión de lo que pensamos; consecuentemente, si encontramos es-tructuras, fallas, dificultades, etc., del lenguaje también las podremos aplicar al pensa-miento. Además veremos cómo la “lingüística” o “Filosofía del lenguaje” nos introduce en el actual mundo de la comunicación. Procederemos en esta primera instancia a examinar lo que hablamos, para que sea más fácil saber lo que pensamos. Problemas de palabras El lenguaje es algo que nos resulta tan familiar que generalmente creemos que no esconde secretos ni sorpresas, mucho menos trampas. Sin embargo ¿qué podemos hacer

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cuando alguien dice que “la verdadera democracia consiste en el gobierno de la mayoría con respecto por la justicia social”, sobre todo, si después leemos que algún otro ha di-cho que “la verdadera democracia es el gobierno de la mayoría con la más estricta liber-tad de mercado” ¿Encojernos de hombros y decir que es una opción ideológica? ¿Estu-diar algún libro titulado “Teoría de la democracia” que tal vez no aclare el problema?. Sin desdeñar las opciones anteriores propongo tomar por otro camino: el de investi-gar, en una primera aproximación, las trampas que a veces nos tiende el lenguaje, y los recursos que el mismo nos proporciona. El lenguaje Casi constantemente hacemos uso de los signos. Por ejemplo, decimos que el humo es signo de fuego o que la fiebre es signo de enfermedad. Un signo es, entonces una entidad que, para alguien, remite a otra cosa. A veces, los signos remiten a otras cosas de un modo natural, es decir, hay una relación de tipo causa – efecto tal que el signo, efecto remite al fuego, causa. Por su carácter natural, la relación entre un signo y lo que el mismo designa es descubierta por el hombre. Estos signos se llaman signos natura-les. Pero, además de descubrir signos, el hombre inventa símbolos, es decir, signos con-vencionales. Así, por ej., los aplausos pueden significar aprobación y los silbidos des-aprobación, o mostrarle la lengua a una persona puede significar que me burlo de ella. El carácter convencional de estos símbolos pueden quedar claro si se repara en que en algunas ocasiones, por ej., festivales de música rock, los silbidos sirven también como símbolo de aprobación o, en algunas culturas, mostrar la lengua es una forma de salu-dar. Asimismo, las palabras son útiles símbolos, pues cierto animal recibe el nombre de “perro” en castellano y “dog” en inglés. Cuando los símbolos constituyen una sistema, es decir, una totalidad organizada se-gún ciertas reglas, que sirve para a comunicación, estamos en presencia de un lenguaje. Así, por ej., el castellano o inglés, o el lenguaje de la medicina, son ejemplos de lengua-jes. Todo lenguaje por estar compuesto por símbolos tiene un carácter artificial, pero se llaman lenguajes naturales a aquellos que, como el castellano, inglés o chino, son len-guajes históricamente constituidos, es decir, formados sin deliberación, sometidos a modificaciones constantemente. El lenguaje de la matemática o de la lógica que estudia-remos más adelante son ejemplo de lenguajes formales, rigurosamente construidos. A mitad de camino entre los lenguajes naturales y los formales se hallan los lenguajes técnicos como el de la medicina o del derecho, que son lenguajes naturales con palabras estrictamente definidas. Comenzaré por tratar los lenguajes naturales, diré algo acerca de los técnicos y nos detendremos un poco más detalladamente en los lenguajes forma-les, más precisamente en la lógica. Se llama semiótica a la disciplina que estudia los signos en general. La semiótica se subdivide en tres ramas o puntos de vista que son la sintaxis, la semántica y la prag-mática. Cuando al estudiar el castellano aprendimos que “el sujeto debe concordar en género y número con el predicado”, aprendimos una regla sintáctica de este idioma, pues la sintaxis estudia las relaciones entre los símbolos de un lenguaje con independencia de su significado o de su uso. Cualquier lenguaje natural tiene reglas sintácticas que señalan qué expresiones son correctas en ese lenguaje. Así, por ej., la expresión “muerto

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hombre una” es una expresión mal formada sintácticamente en el idioma castellano. Las incorrecciones sintácticas pueden tornar confusa una comunicación. Cuando un jugador de fútbol, en un reportaje radial, contestó “me es inverosímil ju-gar de defensor o de delantero”, violó una regla semántica del castellano, la que atribuye cierta significación a la palabra “inverosímil” distinta de la significación de “indiferen-te”. La semántica estudia las cuestiones referidas al significado o la relación entre los símbolos y lo que lo símbolos designan. Finalmente, si alguien se dirige a una mujer y le pregunta “¿ Es usted una solterona?” y lo hace inocentemente, es porque ignora el uso peyorativo con que se emplea la pala-bra “solterona”. La pragmática estudia los usos del lenguaje, sus efectos emotivos y los aspectos sociales del mismo. Aunque es posible discutir la distinción entre estos tres puntos de vista, en particular entre semántica y pragmática, o sea, la diferenciación entre significado y uso de una palabra, se puede considerar que la misma es muy útil en una primera aproximación al tema, como la que se está efectuando. Problemas semánticos, ambigüedad y vaguedad Como se dijo anteriormente, la semántica estudia la relación entre los símbolos y lo que éstos designan, la semántica estudia la cuestión del significado. En los lenguajes naturales el significado de las palabras lo encontramos en los diccionarios. Pero, a ve-ces, surgen dificultades en la relación con el significado. Consideremos el significado de la palabra “vela” tal como se encuentra en el diccionario: Acción de velar o permanecer despierto (…) Cuerpo cilíndrico de cera, estearina u otra materia grasa con una mecha en su interior, que sirve para alumbrar. Conjunto de pa-ños de lona, lienzo, etc., que unidos por costuras e izados en los mástiles y desplegados, transmiten a una embarcación el impulso que reciben del viento.

Diccionario Kapelusz de la Lengua. Las palabras que tienen más de un significado se denominan ambiguas o polisémicas. Son ejemplos de palabras ambiguas “fin”, “banco”, “café”. La mayor parte de las veces el contexto permite evitar el problema de significado que se plantea en el caso de las palabras ambiguas. Así, por ej., si un marinero se halla en alta mar, en un velero, y reci-be la orden “Suba la vela”!!!, es dificil que le surjan dudas acerca de cuál es el signifi-cado de la palabra “vela” en este contexto. Sin embargo, en ocasiones, la ambigüedad puede ser menos grosera, más sutil. Por ejemplo, si alguien plantea si el azúcar es o no dulce cuando está en la azucarera, proba-blemente se ingrese en una discusión sin fin en la que algunas personas argumenten que efectivamente ser dulce es una propiedad objetiva del azúcar y que el azúcar es dulce en cualquier lugar que se halle, a lo que otras podrán contestar que dulce es una sensación que experimentamos los seres humanos y tal vez otros animales y que, en consecuencia, el azúcar no es dulce cuando está en la azucarera. En realidad, ocurre que “dulce” es una palabra ambigua, que por una parte significa cierta composición fisicoquímica en la que predominan moléculas de glucosa y por otra parte una cierta sensación que experimen-

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tamos gracias al paladar. En su primer significado, el azúcar es dulce cuando está en la azucarera, en su segundo significado, no lo es. Este primer planteo, si bien tiene cierto trastorno filosófico, generalmente no rebasa los límites de la cotidianeidad. Pero cuando nos encontramos con palabras como justi-cia, arte, pornografía, erótico, sagrado y otras de gran contenido social el significado asignado a la palabra puede constituir un prejuicio o una afirmación real. Todas las pa-labras analizadas son “vagas”, pero, en realidad todas las palabras son en mayor o me-nor medida vagas. Aunque en la vida ordinaria la precisión del lenguaje es más o menos suficiente y una dosis de ambigüedad y de vaguedad son útiles pues permiten expresarnos con economía de palabras, hay ocasiones en la s cuales se pueden plantear problemas. Imaginemos que se quiera favorecer la fabricación de un calzado popular y que al efecto se apruebe una ley que establezca una exención impositiva para las zapatillas, pero no para los zapatos. En ese contexto utilizar simplemente el término “zapatilla” puede acarrear bastantes problemas. Significado y referencia. Lenguaje y realidad Podría pensarse que si una palabra significa algo, la misma debe referirse a algo exis-tente. Si el significado depende de, o está vinculado con la relación entre la palabra y su designado, parece que debe haber algo a lo que se refiere la palabra. Los distintos lenguajes naturales poseen palabras para nombrar objetos. Así, por ej., la palabra “vela” tiene un significado (el que le asigna el diccionario) y se refiere a cier-tos objetos de tela o cera. Hay en la realidad, velas que sirven para alumbrar y velas que sirven para impulsar un navío. En general, las palabras, o al menos los sustantivos de que nos valemos cotidiana-mente, cumplen con estas dos condiciones: tienen un designado, es decir, significan una cantidad de notas características (las que se encuentran en el diccionario) y además, tienen una referencia o referente, es decir, hay objetos que satisfacen las característi-cas señaladas por el designado. Sin embargo, aunque las palabras por el solo hecho de pertenecer a una lengua tienen designado, no todas tienen referente. Así, por ej., la palabra “cíclope” designa a un gi-gante que tiene un solo ojo en la frente, pero no tiene referente, en la medida que no hay objetos que satisfagan las notas características señaladas. Hay, entonces, palabras ambiguas que nombran objetos de distintas clases, palabras vagas que no se sabe si aplicarlas o no a ciertos objetos, palabras que tienen designado y referente y palabras que , aunque tienen designado no tienen referente. En realidad, desde el principio nos estamos refiriendo a las palabras generales o universales que nombran clases o colecciones de individuos como “perro”, por ejemplo, y no a las pala-bras individuales que nombran a un objeto determinado a través de un nombre propio, como “Octavio” o de una descripción definida, “el perro de mi hermano Horacio”. Po ner un nombre individual a cada cosa del mundo sería una tarea infinita o humanamente inabordable, reservamos nombres propios para referirnos sólo a objetos que por algún motivo nos importan: personas como “María Julieta” o “Ana Inés”, peros como “Octa-

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vio” o “Lassie”, ciudades como “Posadas”, “Mar del Plata”. En realidad tenemos pala-bras generales o universales para nombrar clases de objetos que nos interesa nombrar como la palabra “tigre” para nombrar a ciertos felinos o “felino” para nombrar a ciertos animales, o “animal” para nombrar a ciertos seres vivos,etc., pero tampoco tenemos una palabra para cada clase de objetos: por ejemplo, no tenemos una palabra, al menos en castellano para nombrar la “parte de la pared que rodea el marco de una caja fuerte”, pero podemos inventar una, tampoco tenemos una palabra para nombrar al “tigre de piel de color naranja que vive en cautiverio”, y, si nos hace falta igualmente podemos inven-tar una para nombrar a este tipo de tigres. Esto también nos lleva al tema de la defini-ción de que pasamos a ocuparnos a continuación. Solamente digamos que lamentable o afortunadamente no se da una correspondencia biunívoca entre lenguaje y realidad de modo que a cada palabra le corresponda una cosa y a cada cosa una palabra. Por el contrario tenemos palabras a las que no corresponden cosas y cosas para las cua-les no tenemos palabras. También ocurre, los consideramos más adelante, que tenemos, a veces, más de una palabra para nombrar una misma clase de objetos. Definir significa “poner límites” y, en rasgos generales, es encontrar y expresar las notas que le son esenciales a cada palabra (y a lo que esa palabra representa). Pragmática. Los usos del lenguaje La consideración de los siguientes ejemplos nos permitirá entender los principales usos o funciones que tiene el lenguaje. Caso 1: Las mitocondrias proporcionan energía a la célula. Caso 2: Cuerpo a tierra!!!! Caso 3: Andaluces de Jaén Aceituneros altivos. Decidme en el alma ¿quién? ¿Quién levantó los olivos? Miguel Hernandez Caso 4: Juez: José Arias ¿Aceptarías por esposa a Ana Pérez? José Arias: Sí. Juez: Ana Pérez. ¿Aceptarías por esposo a José Arias? Ana Pérez: Sí Juez: los declaro marido y mujer. En el caso 1 ejemplifica el uso informativo del lenguaje. Cuando el lenguaje se usa de esta manera, en general, se emplean proposiciones, que son expresiones declarati-

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vas de las que tiene sentido predicar su verdad o su falsedad. El lenguaje informa-tivo típico es el de las ciencias y más en particular el de las ciencias naturales. En el caso 2 ilustra el uso directivo del lenguaje. A diferencia del caso anterior en el que se suministra información, en el lenguaje directivo el interés principal o único es lograr una conducta. El lenguaje directivo típico es el de las órdenes, los juegos, etc. El lenguaje directivo no es ni verdadero ni falso. En efecto, sería ridículo contestar “falso” o “verdad” frente a una orden del tipo “Manos Arriba”!!!. En el caso 3 es un ejemplo de uso expresivo del lenguaje. En este caso, fundamen-talmente, se intenta poner de manifiesto y/o suscitar en el receptor ciertos sentimientos o emociones. El lenguaje expresivo por excelencia es el de la literatura, en general, y el de la poesía, en particular. Tampoco de este lenguaje cabe predicar verdad o falsedad, a menos en la forma en que se lo hace en el primer caso. En el caso 4 ejemplifica el uso operativo del lenguaje. En el uso operativo, el mero uso del lenguaje realiza un cambio en la realidad (además de la obvia producción de sonidos). Al decir el juez, en determinadas circunstancias “los declaro marido y mujer” dos personas quedan casadas. En este lenguaje importan de sobremanera los detalles formales: sellos, firmas autorizadas, formularios, lugares apropiados. De este uso del lenguaje no se predica verdad o falsedad, pero sí se puede decir que ha sido afortunado o desafortunado. Así por ejemplo, si el presidente tomara juramento a un ministro sin que se librara la correspondiente acta, podría impugnarse lo actuado por el ministro y de las palabras pronunciadas en la ceremonia de asunción del cargo y juramento se diría que han sido desafortunadas, pues no han logrado su cometido. Pero, más allá de estos cuatro ejemplos arquetípicos, en su empleo habitual, el len-guaje cumple funciones mixtas, es decir, en un mismo texto es posible descubrir más de una de las funciones que acabamos de detallar. Por ejemplo es posible que nos en-contremos con un artículo supuestamente informativo que habla de la posibilidad de construir televisores con pantalla plana y su consecuente incremento de la calidad vi-sual. Este artículo tiene varias consecuencias, por ejemplo, la de acrecentar el conoci-miento del que lo lee (función informativa) pero también suscitar un determinado sen-timiento, el de sentirse desactualizado con el televisor que se tiene (función expresiva) y por último generar un cambio en la realidad que podría ser comprar un televisor nuevo (función operativa). Si tomamos en cuenta todo esto hasta podríamos encontrar bastante disfrazada una función directiva en el texto, ya que es como si nos estuviera ordenando comprar un nuevo televisor para no ser unos antiguos. Efectos emotivos del lenguaje Consideremos los siguientes versos contenidos en una tarjeta de fin de año: Este humilde servidor Por mal nombre basurero Hoy como siempre sincero Le augura felicidad Para esta Navidad Y el Ano venidero. El recolector de residuos.

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¿Qué diferencia semántica hay entre los términos “basurero” y “recolector de resi-duos”? Salvada la ambigüedad de “basurero”, ninguna, ambos designan la “persona que diariamente recoge las bolsas que contienen desperdicios y que se colocan en las ace-ras”, pero la carga emotiva es distinta en uno y otro caso; el primer término tiende a desvalorizar o valorar negativamente los nombrado, el segundo, tiende a valorarlo posi-tivamente, así lo hace notar explícitamente el autor que desdeña “basurero” y firma “el recolector de residuos”. Una comunidad lingüística, además de asignar a las palabras un cierto significado, les confiere una cierta carga emotiva, o valorativa a la que se denomina efecto emotivo. Palabras que, desde el punto de vista semántico, tienen un significado muy similar o idéntico, se diferencian, desde la perspectiva pragmática, por sus efectos emotivos. Palabras como “zapatilla” y “calzado deportivo”, “sirvienta” o “mucama”, “peluque-ro” y “peinador” designan prácticamente lo mismo, pero tienen efectos emotivos mar-cadamente distintos: las ubicadas en primer lugar de cada par tienden a desvalorizar lo nombrado, las otras a valorarlo, en relación con la primera. Los casos anteriores no deben confundirse con aquellos términos que expresan una diferencia semántica importante aunque el lego tienda a confundirlos. Por ejemplo, “neurosis” y “psicosis” en el campo de la psiquiatría designan trastornos distintos y se-ría absurdo que alguien dijera “bueno, al fin y al cabo, se trata de nombrar de otra mane-ra a la locura” En ocasiones se utilizan palabras de idiomas extranjeros, a veces ignorando su signi-ficado, sencillamente porque se supone que prestigian. Así, por ej., la tradicional pala-bra castellana “café” se ha visto sustituida por la inglesa “coffee” o por la italiana “caffé”, o también por otros términos que deforman la palabra castellana. Mucha gente está más dispuesta a comprar un pantalón si la etiqueta dice “Will Wiliams” que si lee “el gauchito”, probablemente las expresiones en inglés gozan de cierto prestigio, aunque ambas marcas sean desconocidas. Los efectos emotivos de las palabras pueden variar de una comunidad lingüística a otra o dentro de una comunidad de un país a otro, de una clase social a otra, de una ge-neración a otra . Así, por ejemplo, el aviso de un hotel que decía “Garden estilo francés” y “Phono” puede tener efectos emotivos positivos en algunos sectores socioculturales y negativos en otros para los que la mezcla entre “garden”, palabra inglesa, y el “estilo francés” que se anuncia, junto con la expresión “phono” por “teléfono” puede ser consi-derada de pésimo gusto. La presencia de términos cargados emotivamente puede hacer que la información sea valorada positiva o negativamente. Consideremos el siguiente texto que podría estar tomado de la sección “política na-cional” de un diario cualquiera. En el día de ayer, por la noche, en un restaurante de los suburbios, cuando las copas estaban vacías y los rostros un tanto colorados, ambos líderes políticos, rodeados de un pequeño número de sus acólitos, pusieron la firma al pacto que establece la alianza para integrar listas de candidatos comunes para las próximas elecciones.

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La presencia de términos como “suburbios”, “copas vacías”, “rostros colorados”, “acólitos”, “pacto”, le da a la noticia un tinte negativo. El mismo hecho pudo haber sido descripto invirtiendo sus efectos emotivos de la siguiente forma. En el día de ayer, después de una cena en la que imperó la alegría y la cordialidad, en un restaurante de la zona norte del gran Buenos Aires, ambos líderes políticos rodea-dos de sus más estrechos colaboradores, después de brindar por la unidad nacional, firmaron un acuerdo que establece la alianza para integrar listas de candidatos comu-nes para las próximas elecciones. Pero un periódico netamente opositor también pudo haber empeorado la noticia de la siguiente manera: En el día de ayer, entre gallos y medianoche, en una taberna suburbana, borrachos y rodeados de sus fanáticos ambos jefes políticos firmaron, a espaldas del pueblo, un pacto espurio para integrar listas de candidatos comunes para las próximas eleccio-nes. Vale la pena hacer notar que las descripciones y explicaciones científicas deberían estar despojadas de expresiones muy cargadas emotivamente pero, aunque esto, no sin dificultades, es factible de lograr en las ciencias de la naturaleza, es más difícil en las ciencias humanas y sociales en las que las valoraciones son difíciles de evitar.

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La pregunta apunta a cuáles son los objetos cognoscibles –esto es, que podemos co-nocer- siendo nosotros, los seres humanos., los sujetos cognoscentes, esto es, que cono-cen. La respuesta ingenua será: “El mundo que nos rodea y nosotros mismos”. Si volvemos a preguntar “¿Cómo accedemos a ese mundo que nos rodea?”, otra vez la respuesta ingenua será: “Por medio de la vista, el oído,……….., etc.” ¿Y a nosotros mismos?”. “Por medio de la reflexión”. “Pero, ¿hemos agotado de este modo los objetos cognoscibles”. Podemos conocer los pensamientos ajenos, el bien, a Dios, ……,etc.? Y, en caso de responder afirmativamente respecto de algunos de esos términos ( o de to-dos), “¿cómo accedemos a ellos?” Advertimos, por una parte, que no es tan fácil circunscribir el ámbito de los objetos cognoscibles, y que aún en el caso de hacerlo, tendríamos que clasificarlos de alguna manera. Por otra parte, es indudable que la pregunta acerca de los objetos cognoscibles nos remite de inmediato al sujeto cognoscente. ¿Cuáles son sus fuentes de conocimiento y cuál es la confiabilidad de las mismas? En la vida corriente no otorgamos igual crédito a lo que nos dice un experto que a lo que nos dice alguien que consideramos ignoran-te… aunque no siempre nuestros criterios de selección sean muy atinados. (Baste, para el caso, destacar el interés que despiertan los horóscopos de diarios, revistas, etc. Que no podrían aducir en su favor elemento alguno para su confiabilidad ) Además, hay ti-pos de conocimientos que parecen tener hoy más prestigio que otros –tal es el caso de los conocimientos científicos- y esto nos remitiría nuevamente al modo de adquisición de estos conocimientos, que es, probablemente, lo que los torna más prestigiosos. Posibilidad del Conocimiento Heráclito, filósofo del siglo VI a. C, había señalado “No nos bañamos dos veces en un mismo río”, con esto quería significar que todas las cosas se encuentran en un cons-tante devenir, en un flujo continuo. En efecto, al ingresar al río por segunda vez, las aguas son otras, y aunque es menos perceptible, también nosotros hemos cambiado. Un discípulo de Heráclito, Cratilo fue todavía más lejos que su maestro y afirmó que, en realidad, ni siguiera una vez nos bañamos en el mismo río, ya que las aguas cambian constantemente, instantáneamente. Las palabras, siempre las mismas, en consecuencia, no servían para expresar las cosas en su constante devenir, sólo los ademanes o gestos, siempre distintos, podían expresar el cambio de las cosas. Cratilo concluía que ningún conocimiento era posible. La actitud de Cratilo constituye un extremo en materia de posibilidad de conocimien-to: nada se puede conocer. En el extremo opuesto está la confianza plena en el conoci-miento sin límite alguno. Ésta es, suscintamente planteada, la cuestión de la posibilidad del conocimiento. Pasemos ahora a analizar algunas respuestas a la misma.

a) El escepticismo El término “escepticismo” proviene de un verbo griego “skeptomai”, que significa “mirar cuidadosamente”, “vigilar”, “examinar atentamente”. Ferrater Mora dice: …el vocablo “escéptico” significa originariamente “el que mira o examina cuidadosa-mente”. “Escepticismo” significa entonces “la tendencia a mirar cuidadosamente” – se entiende, antes de tomar ninguna decisión. El fundamento de la actitud escéptica es la

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cautela, la circunspección. El escepticismo, como doctrina filosófica, tiene dos aspectos: uno teórico y otro práctico. Desde el punto de vista teórico, el escepticismo es una doc-trina del conocimiento según la cual no hay ningún saber firme, ni puede encontrarse nunca ninguna opinión absolutamente segura. Desde el punto de vista práctico, el escep-ticismo es una actitud que encuentra en la negativa a adherirse a ninguna opinión deter-minada, en la suspensión del juicio. Tendencias escépticas se encuentran a lo largo de toda la historia de la filosofía. No obstante, los fundamentos de todo escepticismo se hallan en la filosofía antigua, en la escuela de Pirrón de Elis, s. IV – III a. C. La fuente fundamental para el estudio del escepticismo antigua es Sexto Empírico, filósofo griego del s. II.

b) Dogmatismo El vocablo “dogma” significó primitivamente “opinión”. Se trataba de una opinión filosófica, esto es, de algo que se refería a los principios. Por eso el término “dogmáti-co” significó “relativo a una doctrina” o “fundado en principios”. Dicho de otro modo, “dogmático” se opone a “escéptico” en la medida que, mientras los escépticos examinan todas las cosas hasta el infinito, los dogmáticos creen haber encontrado uno o más principios verdaderos y sobre la base de los mismos construyen un sistema filosófico. Así, “dogmatismo” significa lisa y llanamente “no escepticismo” Si consideramos de este modo el término “dogmatismo”, son filósofos dogmáticos to-dos aquellos que han elaborado un sistema filosófico o abordado y resuelto a su manera alguna cuestión filosófica, es decir, los que creen haber hallado al menos una verdad. Si hay algún conocimiento ¿De dónde procede y en qué se fundamenta? En nuestra vida cotidiana damos por sentado que conocemos, que podemos llegar a los objetos y aprehender sus cualidades fundamentales . Al afirmar o al negar, es decir, al emitir proposiciones, pretendemos que las mismas digan la verdad, es decir, se ade-cuen a los objetos que describimos o explicarnos. Sin embargo, al descubrir el error –cuando nos damos cuenta de que las proposiciones que creíamos verdaderas resultan ser falsas -, o cuando caemos en la duda –suspensión de la afirmación o la negación- pode-mos advertir lo problemático que es el acto del conocimiento. Varias son las cuestiones que se suscitan en relación con el conocimiento. ¿Es posible el conocimiento o sólo creemos conocer? Algunos filósofos, los escépticos, negaron que hubiera algún saber firme y seguro y los más radicales de entre ellos llegaron a la abs-tención frente a cualquier juicio. Si hay algún conocimiento, ¿de dónde procede y en qué se fundamenta? Ésta es la llamada cuestión del origen y fundamento del conocimiento que ha recibido dos res-puestas opuestas: la experiencia, la observación sensible según los empiristas y la razón, según los racionalistas. Para los primeros todos los conocimientos, aún los más abstrac-tos, proceden de la experiencia y se fundamentan en alguna experiencia; para los segun-dos, hay conocimientos que son a priori, o sea, independientes de la experiencia, como las verdades matemáticas, por ejemplo.

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Descartes y el Racionalismo La vida de Descartes se extiende entre 1596 y 1650. Durante su juventud estudió en un colegio jesuita donde recibió las enseñanzas escolásticas contra las que reacciona más adelante. Sus más importantes obras son: el Discurso del Método (1637) y Las Meditaciones Metafísicas (1641). Un punto de partida para comprender el pensamiento cartesiano puede hallarse en el comienzo de las Meditaciones Metafísicas donde afirma que a lo largo de su vida ha admitido como verdaderas una cantidad de opiniones falsas y que todo lo edificado so-bre ellas no puede ser sino dudoso e incierto. De este modo, Descartes expresa sus dudas sobre todo aquello que le han enseñado, pero la duda no aqueja a Descartes solo sino que es el sentimiento de la época frente a las transformaciones que han tenido lugar. Si el conocimiento ha mostrado no ser muy firme, es necesario “empezar de nuevo, desde los fundamentos”, es decir, refundar el edificio todo del saber. Para esto es que necesita un método; el elemento esencial de ese método es justamente la duda, ahora transformada en instrumento, no habrá que admitir proposición alguna que no sea indu-bitable. El método es concebido como un camino para descubrir nuevas verdades y como un conjunto de procedimientos sencillos que cualquier persona podría aplicar. Estas características implican una democratización del saber y una concepción revolu-cionaria para la época. El método que propone Descartes consta de cuatro reglas: La primera propone un criterio de verdad, es decir, una pauta para distinguir la ver-dad de la falsedad. El criterio de verdad de Descartes es la evidencia racional. Una idea es verdadera cuando es evidente y es evidente cuando es clara y distinta; una ideas es clara cuando se manifiesta directamente al espíritu y es distinta cuando la idea sólo in-cluye los elementos esenciales. “Claro” se opone a “oscuro” y “distinto” a “confuso”. La segunda regla propone dividir cada cuestión hasta llegar a sus elementos, se trata del análisis que permite llegar a las “naturalezas simples” que son conocidas de modo directo, a través de una intuición intelectual. Conocidos los elementos simples, se impo-ne ahora a reconstruir la totalidad. La tercera regla o de la síntesis recomienda ascender poco a poco hasta el conoci-miento de las cosas compuestas y la cuarta regla, de la enumeración propone revisar todo el proceso para evitar errores u omisiones. Descartes aplica su método a la búsqueda de alguna verdad fundamental, básica e indubitable, sobre la cual edificar firmemente el saber. No la encuentra en los datos proporcionados por los sentidos, ni en las matemáticas. En realidad, puede dudar de todo, y en este momento, Descartes aparece como un es-

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céptico, pero profundizando en la duda descubre que en tanto duda, piensa y si piensa, existe. “Pienso, luego existo” se constituye en la primera verdad. La primera certeza es la existencia del sujeto pensante. La misma existencia de Dios y la del mundo derivarán de esta verdad. Nunca antes de Descartes se le había dado un papel tan fundamental al sujeto pensan-te. La misma existencia de Dios y la del mundo se derivarán de esta verdad. También Descartes es el fundador del racionalismo moderno. La verdad fundamental que ha encontrado es una intuición intelectual que permite a partir de ella por vía racio-nal descubrir las otras verdades. La razón se constituye en la fuente y base del conocimiento humano. Para el racio-nalismo, nuestra conciencia posee ideas innatas, es decir, hay ideas que no proceden de los sentidos, sino que constituyen un patrimonio originario, como, por ejemplo, la idea de Dios. Hume y el Empirismo Mientras en Europa continental se desarrolla el racionalismo, en Inglaterra crece otra rama de la Filosofía Moderna: el Empirismo. Según el empirismo el conocimiento se halla fundado en la experiencia y por expe-riencia se entiende algún tipo de información sensorial. Para los empiristas no hay ideas innatas; por el contrario, la conciencia es una tabla rasa, un papel en blanco por escribir y quien escribe es la experiencia. La escuela empirista británica incluye a Bacon, Berke-ley y Hume. Las principales obras de Hume son el Tratado sobre la Naturaleza Humana (1739) y la Investigación sobre el Entendimiento Humano (1751). Hume empieza estableciendo una distinción entre las impresiones y las ideas. Las primeras están dadas por las sensaciones de cualquier tipo que experimentamos, las se-gundas son huellas que quedan de las primeras en el pensamiento. Una segunda distinción que efectúa Hume es entre impresiones o ideas simples e impresiones o ideas complejas. La impresión o idea de “rojo” es simple, mientras que la impresión o idea de “manzana” es compleja. El criterio que emplea para distinguir entre unas y otras es la indivisibilidad de las primeras frente a las separaciones que se pueden efectuar en las segundas. A partir de estos conceptos básicos, pasa a estudiar las relaciones entre impresiones e ideas y lo primero que le parece digno de destacar es la extraordinaria semejanza entre impresiones e ideas en todos los aspectos excepto en cuanto a su fuerza y vivacidad: las impresiones son más fuertes y vivaces que las ideas. Sin embargo, el parecido entre impresiones e ideas se refiere al caso de las simples porque en el caso de impresiones e ideas complejas, puede no haber similitud. Así, por ejemplo, puedo tener la idea compleja de una montaña de oro, sin que haya tenido la impresión correspondiente.

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En el orden temporal, la impresión precede a la idea y si una persona tiene atrofiado algún sentido, no puede recibir la impresión ni formarse la idea correspondiente. Esto lo lleva a afirmar que las ideas simples derivan de impresiones simples, de las que son más que una copia débil. No hay ideas innatas, ni tampoco ideas universales, las ideas son tan singulares como las impresiones de las que proceden. El principio que Hume ha sostenido, la prioridad de las impresiones sobre las ideas, se constituye en el principio fundamental del empirismo y en el criterio de verdad de las ideas: una idea debe corresponder, en última instancia siempre a la impresión. Si no podemos se-ñalar las impresiones en que descansa una idea, la misma es ilegítima. Hume reconoce a la matemática y a la ciencia natural como los dos únicos conoci-mientos legítimos, siendo escéptico en materia de metafísica y teología. La Ciencia Un epistemólogo contemporáneo, el argentino Mario Bunge en su obra La Ciencia: su método y su filosofía Siglo XX (Bs. As. 1972), caracteriza a la ciencia como “cono-cimiento racional, sistemático, exacto, verificable y por consiguiente falible”. Es preci-so analizar con cierto esta definición. La ciencia es, en principio, conocimiento, es decir interpretación, descripción o explicación de algún objeto; este razonamiento es racional o lógico, porque está compuesto de términos, proposiciones y razonamientos; es siste-mático, es decir, las distintas teorías constituyen una totalidad provisionalmente orde-nada y no una mera sumatoria de proposiciones, es exacto, no porque toda la ciencia haga uso de las matemáticas, sino porque las ciencias emplean un lenguaje claro y pre-ciso, es verificable, porque las proposiciones científicas deben poder ser sometidas a algún tipo de prueba de modo directo o indirecto, y falible, porque precisamente las pruebas pueden invalidar dicho conocimiento. La ciencia es entonces conocimiento capaz de ser sometido a prueba y que se modi-fica permanentemente como producto del resultado de esas pruebas que muestran que ciertas teorías consideradas verdaderas, en un determinado momento, deben ser descartadas o, por lo menos, modificadas, ante nuevas evidencias. Hay una cantidad de conocimientos o pretendidos conocimientos que no cumplen con estas condiciones y que, por lo tanto, no merecen ser considerados conocimientos cientí-ficos, así por ej., aquellos que están expresados en un lenguaje metafórico o poco preci-so, o que no pueden ser sometidos a verificación, como suele suceder con las prediccio-nes astrológicas del tipo “algo importante sucederá esta semana”, que por su vaguedad es irrefutable, pues siempre se puede entender que algo fue, es o será importante. De la misma manera que en el lenguaje común la palabra ”construcción” puede de-signar el edificio terminado o el edificio en proceso, llamamos “ciencia” no sólo al “co-nocimiento científico”, sino también a la actividad productora de conocimiento científi-co, es decir, la “investigación científica”, como cuando decimos de alguien que es un “hombre de ciencia” o que “hace ciencia”. También debe diferenciarse el conocimiento científico de la aplicación del mismo, así, cuando se dice “la ciencia médica” en reali-dad se trata de la medicina que tiene base o se apoya en las ciencias. En general se llama tecnología al conocimiento científico aplicado.

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La distinción entre conocimiento científico, investigación científica y tecnología, aunque importante, no debe ser exagerada ya que hay una estrecha relación entre esas tres caras de la ciencia, se puede decir que la investigación científica produce conoci-miento científico que al ser aplicado suscita nuevas investigaciones estableciéndose un proceso circular. Cuando alguien quiere aprender una ciencia, por ej., la biología, debe por una parte aprender conocimientos biológicos, fundamentalmente una cantidad de teorías centrales, también debe aprender los procedimientos de investigación de esa ciencia y las aplicaciones más importantes de esas teorías. Clasificación de las ciencias A grandes rasgos decimos que cada ciencia toma una porción de la realidad para es-tudiarla, el conjunto de todas las ciencias nos dan una visión total y globalizadora de todo lo real, pero ¿cómo hacemos para agrupar semejante cantidad de contenidos, para ordenarlos como un sistema que sea intelegible? Esta es una tarea difícil y, la epistemo-logía en particular toma esta tarea como propia, y la filosofía en general se enmarca en la búsqueda de la respuesta totalizadora de la realidad. Para ordenarnos más decimos que básicamente las ciencias se dividen en… - Ciencias formales - Ciencias fácticas Las ciencias formales son la matemática y la lógica, se las denomina formales porque utilizan en lenguaje formalizado. Sus proposiciones son siempre analíticas. Las ciencias fácticas son todas aquellas ciencias que estudian los hechos de la reali-dad, como por ej., la física, la biología, la química, la sociología, la astronomía, etc. Las ciencias formales tienen como objeto encontrar las correctas relaciones deducti-vas de sus elementos. Las ciencias fácticas tienen como objeto la explicación, predicción y, según algunos autores, también la comprensión de los hechos. El número y variedad de las ciencias fácticas es grande. Algunas son muy antiguas, como la física, la astronomía y la historia, cuyos orígenes se remontan a la antigüedad clásica. Otras surgieron durante los siglos XVIII y XVII, como la química y la econo-mía. Otras son mucho más recientes, como la lingüística, la sociología y la psicología. En nuestro siglo han surgido, dentro de estas ciencias generales muchas ramas nuevas, como especificaciones de sus objetos de estudio, por ejemplo, dentro de la biología, la genética, la microbiología y la inmunología. Otras ciencias han aparecido como mani-festaciones independientes, aun cuando se ocupen de campos de estudio que en realidad son interdisciplinarios, como ocurre, por ejemplo, con la ecología. La lista de las ciencias fácticas no está terminada. Por un lado surgen disciplinas nue-vas o ramas nuevas de disciplinas viejas; por el otro se reestructuran disciplinas ya exis-tentes, o algunas ramas son absorbidas por otras; a veces también aparecen disciplinas nuevas cuyo campo de estudio se superpone con el de otras ya existentes. Citaremos algunos ejemplos: la informática y la cibernética nacieron en este siglo; la genética y la

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biología molecular son ramas nuevas de la biología; la mecánica estadística es una rees-tructuración de la termodinámica clásica y, por último, el campo de estudio de la ecolo-gía se superpone con el de disciplinas que existían desde antes. Precisamente esta gran cantidad de disciplinas fácticas hace sumamente difícil una satisfactoria clasificación de las ciencias fácticas y son muchas las distintas clasificacio-nes que se han propuesto. Se podría presentar el siguiente cuadro a modo de ejemplo Física Química Biología Naturales Psicología Astronomía Geología Geografía Ciencia fácticas Economía Sociología Sociales Historia Ciencias políticas Lingüística Como suele ocurrir con las clasificaciones en algunos casos surgen dudas con respec-to a dónde situar disciplinas o con respecto a si la clasificación propuesta es exhaustiva, es decir, si no queda alguna disciplina que no tenga ubicación dentro de ella. La psico-logía, por ej., tiene aspectos íntimamente relacionados con lo biológico, pero también otros que son claramente sociales. Alguien podría preguntarse por qué no se han inclui-do disciplinas tales como la medicina, la ingeniería, la contabilidad. La razón es que , se trata de tecnología (ciencia aplicada) más que de ciencias propiamente dichas. Otro ejemplo discutido es el de la historia, si bien se la acepta dentro del campo de los social, la metodología de la investigación científica siempre es aplicable a ella, y que un hecho histórico es irrepetible y nunca el historiador tiene acceso directo a él, además de que es imposible predecir el acontecer histórico. La filosofía por ser tan amplia y por tener tantos campos, además de la subjetividad que trae su formulación, no es considerada ciencia en el sentido antedicho. Pero sin la filosofía no habría ciencia, y la filosofía tiene el marco totalizador de la realidad, del que carecen las ciencias, ya que solo estudian porciones delimitadas de lo real. Por eso se hace necesario el estudio filosófico. Es importante distinguir lo que es ciencia de lo que no lo es. Hoy, como siempre, la sociedad encuentra uno de sus peores enemigos en la ignorancia, y a causa de esta sur-gen pseudociencias que pretenden ayudarnos a vivir mejor pero solo profundizan nues-tra dependencia al engaño y la mentira. El pensador Alvin Toffler caracterizó a nuestra sociedad actual como una “sociedad del conocimiento”. Esto quiere decir que las sociedades que se desarrollan, que crecen, deben tener acceso al conocimiento, y por sobre todo ser creadoras de conocimiento.

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Una de las prioridades de nuestra sociedad es el avance científico. Para esto el investi-gador debe contar con los recursos necesarios para esa investigación y también de la garantía de que el fruto de su esfuerzo contribuirá a mejorar la sociedad y la cultura a la que pertenece. Para este fin es necesario tomar a la educación no como un gasto, sino como una inversión de la comunidad. Las Revoluciones Científicas y el Progreso de la Ciencia De acuerdo con el inductivismo, la ciencia progresa por acumulación, ya que cons-tantemente se descubren nuevas leyes. Para el método hipotético–deductivo, la ciencia progresa al refutar teorías y formular otras más exactas y abarcadoras en un movimiento de infinita aproximación a la verdad. Thomas Kuhn, epistemólogo contemporáneo, en su obra “La estructura de las revoluciones científicas”, de 1962, sostiene la idea de que en el desarrollo científico se producen revoluciones parecidas a las revoluciones políti-cas. De acuerdo con Kuhn, un campo de conocimientos atraviesa inicialmente lo que de-nomina el estado de pre-ciencia, que se caracteriza por la presencia en ese campo de múltiples lenguajes, teorías y metodologías. La salida del estado de pre-ciencia se pro-duce cuando se constituye un paradigma que pasa a dominar el campo. Un paradigma es una teoría que define un campo, un área de problemas y métodos legítimos, incom-pleta para dejar muchos problemas para ser resueltos por los científicos. Kuhn considera ejemplos de paradigmas la física de Aristóteles; la astronomía de Tolomeo y su contra-ria, la de Copérnico, defendida por Galileo, la física de Newton y la química de Lavoi-sier. Se trata de grandes obras a cuya sombra se realiza lo que Kuhn llama la ciencia normal, es decir, la investigación científica que progresivamente va completando el paradigma, al que toma por punto de partida y no se permite cuestionar. Un paradigma puede mantenerse durante siglos sin que surjan anomalías, es decir, sin que se observen o descubran hechos que contradigan las afirmaciones fundamentales del paradigma. Cuando aparecen anomalías, la reacción inicial de la comunidad científica, es decir, de los científicos que educados en cierto paradigma realizan la ciencia normal, es tratar de negar la existencia de las anomalías. Para ello pueden impugnarse las observaciones o las mediciones o los instrumentos, etc. También puede intentar corregirse el paradigma para que dé razón a las anomalías. Pero si las anomalías se acumulan, se produce una crisis de confianza en el paradigma y una parte de la comunidad busca un nuevo para-digma alternativo capaz de dar razón de las anomalías observadas. Si se encuentra un nuevo paradigma, se producirá una revolución científica, es decir, una suerte de rebe-lión contra el paradigma anterior que lo declara inválido y caduco. El nuevo paradigma será aceptado o rechazado por otro sector. Kuhn sostiene que la adhesión a uno u otro paradigma en disputa no puede decidirse acudiendo a una instancia que esté por encima de los paradigmas, ni por medios o procedimientos “científicos”, pues éstos mismos están en disputa. La adhesión a un paradigma u otro es más bien una cuestión emocio-nal que lógica. Todo esto le hace destacar a Kuhn la semejanza entre las revoluciones científicas y las revoluciones políticas. Kuhn ha llamado la atención sobre los aspectos sociales de la ciencia, mostrando que en la correcta producción del conocimiento científico juegan un papel importante las comunidades científicas y sus prejuicios y que, aunque, la ciencia busca superar los condicionamientos ideológicos, no siempre lo logra.

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Otros autores como por ejemplo Karl Popper que plantea un nuevo método científico, el refutacionismo (también conocido como falsación) o Paul Feyerbend en su obra “Tratado contra el método y Adiós a la razón”, hoy en día nos abren nuevas expectati-vas en la forma de entender la ciencia, y hacen de la epistemología una de las discipli-nas claves dentro del campo científico y filosófico.