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6. SEGUIMIENTO DE CRISTO

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6. SEGUIMIENTO DE CRISTO

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CRISTO, CENTRO DE LA MORAL Lo esencial de la moral cristiana, la última

palabra, la clave de todo, es Cristo. La esencia de la moral cristiana, no es un conjunto de principios ni de normas morales, sino una persona real e histórica que ha vivido en esta tierra: Jesús de Nazaret.

Todo lo que hemos dicho está en la moral cristiana, pero no es «lo propio» de la moral cristiana. Todo lo que hemos dicho era necesario decirlo, pero no es suficiente; queda lo más importante.

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• Con el misterio de Cristo la moral cristiana recibe unas dimensiones completamente nuevas: Dios se ha hecho hombre para que los hombres pudiéramos llegar a participar de la vida divina.

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En la Biblia el nombre simbólico del Mesías, es el «Emmanuel» (en castellano, Manuel), que significa «Dios con nosotros».

• Dios ha querido vivir entre nosotros. Pero no solo cuando hace dos mil años vivió en Israel. El misterio de la moral cristiana es que Cristo, «Dios con nosotros», se mete en la vida de cada cristiano. La vida cristiana consiste en identificarse con Cristo; en vivir en él, con Él y por Él.

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EL SEGUIMIENTO DE CRISTO EN VERITATIS SPLENDOR

• Pasamos ahora a ocuparnos de la encíclica de Juan Pablo II sobre la moral, fijándonos exclusivamente en la categoría de seguimiento de Cristo y el giro copernicano que supone en la moral:

• La moral no son normas, ni nada teórico, sino una persona, la especificidad de la moral cristiana tan debatida no se da sobre todo en los contenidos sino en las motivaciones.

• El seguimiento que no hable de filiación, de gracia, de cristificación, se quedará siempre en algo puramente externo. Seguir a Cristo significa un cambio en el ser del cristiano un elevarlo al plano sobrenatural, hacernos otros Cristo, injertados en Él, hijos de Dios. Por eso, Veritatis Splendor abre horizontes nuevos, la moral pasa de ser de mínimos a conducir a la mística.

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1. EL SEGUIMIENTO DE CRISTO EN LA TEOLOGÍAA. Seguimiento en el Antiguo Testamento

• El Antiguo Testamento describe ya el modo de vivir de Israel, su conducta moral, su vida de fe, en términos de marcha, de camino. Un pueblo nómada como era el de Israel expresaba fácilmente su relación con Dios usando imágenes de itinerancia, seguir a Dios es caminar humildemente con él. Dios mismo les hace vivir una experiencia de fe a través de itinerarios de dimensiones geográfico-espaciales, peregrinaciones, éxodos, regreso…

• En el origen de la categoría de seguimiento está la experiencia del éxodo de Dios, que camina con su pueblo y lo guía por medio del arca, de sus representantes y de la ley.

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• En la plenitud de los tiempos, viene Él mismo, en la persona de su Hijo a estar y caminar con los hombres. La existencia terrena de Cristo es interpretada por los apóstoles, como un paso que arrastra a otras personas en su itinerancia, hasta el punto que la vida cristiana puede definirse como camino.

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B. Ven y sígueme: Seguimiento de Cristo en el N.T.

• La relación entre Cristo y la ley moral puede resumirse del siguiente modo: Jesús se sitúa en el centro de los preceptos morales y pide ser seguido e imitado.

• B.1. Jesús está en el centro de los preceptos morales• Los sinópticos hacen observar que, ya desde el principio de su vida pública,

Jesús al predicar su mensaje moral maravillaba a sus oyentes, porque se presentaba con autoridad y con novedad. Lo mismo que Moisés se había presentado como legislador del pueblo elegido sobre el Monte Sinaí, así Cristo retorna la figura de legislador sobre la «montaña». Y más bien, se presenta él como legislador sumo e independiente, superando al mismo Moisés, al haber venido a perfeccionar la ley: «Os fue dicho... pero yo os digo».

• Pero, no radica todavía aquí el aspecto original último de la intervención de Jesucristo en el orden moral. En realidad, este orden tiene consistencia únicamente en su misma Persona y se refiere necesariamente a El, como a su corazón y centro.

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• De este modo la conducta moral, los sentimientos y las actitudes de vida pedidas por Cristo legislador a sus discípulos miran siempre, al menos en su último análisis, a su misma Persona, aunque se refieran de forma insistente y directa a otros. Por ejemplo, la entrada en el Reino, o sea, el amor salvífico de Dios, está condicionado a la «confesión» de Cristo. El discípulo es llamado a adherirse a Cristo y a su palabra como a una roca, si quiere que el edificio de su vida moral no se arruine

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• Las acciones caritativas hechas al prójimo necesitado derivan su rectitud y validez de la relación que tienen con Jesucristo. Es necesario descubrir el rostro de Cristo y alargarle la mano al extendérsela al pobre, al hambriento, al sediento, al enfermo y al prisionero.

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• Todas las personas y todos los bienes, aun cuando sean muy queridos y preciosos, deben pasar a segundo plano ante la exigencia primera de seguir a Cristo.

• Si el nuevo orden moral está centrado en Cristo, el imperativo fundamental de tal orden no puede ser otro que el seguimiento de Jesús.

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B.2. Seguir e imitar a Cristo• Lo primero que aparece en los Evangelios es que los apóstoles siguen

físicamente a Jesús de Nazareth. El seguimiento físico deja entrever una actitud interior más profunda.

• Jesús llama. Esto significa que seguirle es un don, una gracia, una fortuna beatificante. Si habitualmente es el escolar quien busca al maestro para someterse a su magisterio, aquí la relación se invierte porque Jesucristo elige por una libre y gratuita iniciativa. Además hay otra diferencia: el maestro relaciona a sus discípulos con la ley y no a su persona, mientras Jesús afirma con extrema claridad «venid a mí, aprended de mí, seguidme». No se trata pues, de aprender una simple enseñanza o de imitar exteriormente una vida virtuosa, sino que seguir a Cristo significa imitarlo e imitarlo significa conformarse a su estilo de vivir, vivir sus sentimientos, tomar parte en su vida y misión, y, por lo mismo, en su destino. Cuando los apóstoles pidan a los cristianos que tengan en su corazón los mismos sentimientos de humildad y obediencia que Cristo , «vivir como él vivió», obrar como él obró, «perdonar como él ha perdonado», amar como él ha amado, no harán otra cosa que volver a proponer la idea del seguimiento de Cristo a nivel de íntima comunión de vida con Él.

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Seguimiento para todos

• Se ha observado que la expresión seguir referida a Cristo figura casi exclusivamente en los Evangelios. La expresión es usada para subrayar, ante todo y de modo particular, el lazo singularísimo que une a los doce con el Maestro. Pero la llamada no se reduce al estrecho círculo de los doce o de sus discípulos, sino que mira a todos. Efectivamente, se refiere a todos cuando dice: «Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallareis descanso para vuestras almas

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Seguimiento : comunión vital• La imitación, como comunión vital con Cristo, se presenta como

imperativo central del discurso de la última cena, siendo lo más importante amar como Cristo nos ha amado. Después de la Pascua ya no será posible seguir a Jesús. Por eso, para el evangelio de S.Juan, el seguimiento se expresa en un conocimiento mutuo y una comunión vital entre el Señor y su discípulo, que introduce en la relación de intimidad inefable que une al Hijo con el Padre. Seguir no es ya una acción física, seguimiento equivale ahora a creer y consiste en un estar, morar, permanecer mutuo entre el Señor y los discípulos. A pesar del uso de estos verbos que parecen estáticos, se trata de una realidad dinámica, de un verdadero camino en la fe y en el amor, en el que Cristo se hace camino y al mismo tiempo pastor, camino que hace salir de las tinieblas y entrar en la luz, éxodo interior del mundo para entrar (compartiendo el destino de la muerte y resurrección del Señor) en la casa del Padre y poseer la vida eterna.

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• Para S. Pablo, la relación con Cristo se expresa en la identificación con Él, estar en Él, dejar que sea Él quien viva en nosotros. Pero este concepto en S.Pablo tampoco es estático, hay que correr detrás de Cristo para alcanzarlo, como Él nos ha alcanzado.

• Hay siempre un deseo de revivir la experiencia de los discípulos del evangelio, caminar con Jesús, compartir con Él la vida cotidiana.

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• “La palabra griega que traducimos por “conformar” tiene dos sentidos: de una parte, “meterse en la piel” de otro como hacían los del teatro poniéndose la piel de los animales que representaban, y el otro es “sumergirse” como el que se hunde en el agua, en el bautismo, o como dicen los místicos refiriéndose a Jesús: “tú has de perderte en Él”. Así de fuerte es la expresión “conformar”: “hacerse a la forma”, participar de su vida, de sus sentimientos. Es decir, el hijo de Dios se siente motivado, en la medida posible a una criatura, a revivir la vida de Jesús y prolongarla en la propia, porque la gracia que El nos ganó es participación de la que inhabita en su alma: tened en vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús (Phil 2, 5).

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SEGUIMIENTO HASTA LA CRUZ

• El seguimiento de Cristo es participación en su cruz, unirse a su amor, a la transformación de nuestra vida, que se convierte en nacimiento del hombre nuevo, creado según Dios (Ef 4,24). Quien omite la cruz, omite la esencia del cristianismo (cfr. 1Cor 2,2)”. RATZINGER

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C. Seguimiento en la Tradición

• Es obvio que la Teología moral ha hecho siempre referencias explícitas e implícitas a la persona de Jesús en cuanto norma primaria de la vida moral cristiana. Sin embargo, esas referencias cristológicas no han sido formuladas mediante la categoría de seguimiento. Es difícil, por no decir imposible, encontrar en la reflexión teológico-moral antes del siglo XX una comprensión de la vida moral cristiana en clave de seguimiento o un tratamiento elaborado y sistemático del significado moral de esta categoría. moral.

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C.1. Época patrística

• En la época patrística sobresalen tres comprensiones de la vida cristiana que tienen mucho que ver con la vertiente moral del seguimiento.

• 1. el martirio constituye, sobre todo para la conciencia cristiana de los tres primeros siglos, la forma perfecta de seguir a Jesús imitando su muerte y siendo discípulo perfecto del Señor.. Este vocabulario y esta comprensión se encuentran en las cartas de san Ignacio de Antioquia: “Permitidme imitar la pasión de mi Dios…así seré verdadero discípulo; discípulo de Cristo y condiscípulo vuestro.” También aparece este tema en los escritos de san Cipriano, donde el vocabulario de seguimiento está más presente

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2 Una transformación a partir del siglo IV. El monacato, en sus configuraciones concretas en Egipto, Palestina y Siria, la expresión más cualificada del seguimiento de Jesús. La frase acuñada en latín formula acertadamente esta nueva sensibilidad: “nudus sequi Christum nudum”

• 3. Sin embargo, el ideal de seguir a Cristo no puede quedar reducido ni a la forma martirial ni a la forma monacal. En la época patrística encontramos la extensión de ese ideal a todos los cristianos Mediante la identificación agustiniana entre seguimiento e imitación será fácil señalar cómo la imitación de Cristo es la forma cristiana común de seguirlo. Lo expresa bien san Juan Crisóstomo cuando se dirige así a todos los fieles:

• “Que Cristo no cese de mostrarse en nosotros. ¿Y cómo se mostrará? Mediante los actos que hacemos a imitación suya”.

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C.2. Edad Media

• En la Edad Media la idea del seguimiento de Jesús adquiere acentos nuevos, vinculados éstos a apoyar los movimientos espirituales de vuelta al Evangelio. Así, san Bernardo destacará la importancia la vuelta a la vida terrena de Jesús para imitar las virtudes de pobreza, humildad, paciencia, amor, etc.) y para configurar la espiritualidad más encarnada en el humanismo cristiano. El seguimiento de Cristo pobre será la inspiración y el objetivo de las nuevas instituciones religiosas: franciscanos, dominicos, carmelitas, agustinos, etc.

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Para S.Buenaventura, Cristo el ejemplo ético para todas las situaciones, y la tonalidad cristocéntrica de la moral de santo Tomás. De santo Tomás es la afirmación tajante:

• “Hay que decir, como ya expuse, la perfección no consiste en la pobreza, sino en seguir a Cristo: dado que no es suficiente con dejar todo, Pedro añadió lo que es perfecto, a saber: Te hemos seguido.”

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C.3. Edad Moderna

• Ya hemos esbozado las líneas generales de la Edad Moderna. Sólo destacar que se pierde el entronque con los principios teológicos y espirituales y se vincula la moral a la casuística de la pastoral penitencial. Es normal que en esta comprensión de la Teología moral, que tiene vigencia desde el concilio de Trento hasta prácticamente el concilio Vaticano II, tenga poca cabida la categoría de seguimiento. Será en el campo de la espiritualidad donde haya que buscar la función de esta categoría, que ahora se identifica en significado con la imitación de Cristo. Así lo hace expresamente la devotio moderna, una de cuyas expresiones cualificadas es precisamente el libro titulado Imitación de Cristo. Apoyándose en la vuelta al evangelio de la Vita Christi de Ludolfo de Sajonia, san Ignacio de Loyola encontrará su profundo cristocentrismo en el seguir e imitar a nuestro Señor

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• La escuela mística carmelitana del siglo XVI, con santa Teresa y San Juan de la Cruz al frente, transformarán la relación con Cristo en encuentro místico, pero sin descuidar la configuración con Él mediante la práctica de una vida: “en desnudez y en nada”. San Juan de la Cruz dedica dos hermosos capítulos de la Subida del Monte Carmelo (capítulos 7 y 22 del libro 2) a explicar la relación entre seguir a Cristo y negarse a si mismo.

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• La escuela de espiritualidad francesa del siglo XVII interiorizará el seguimiento de Jesús y así Pedro de Bérulle apoyará la espiritualidad cristiana en la conformación con los estados (históricos y místicos) del Verbo. En el siglo XVII la referencia espiritual a Cristo está a flor de piel, si bien con tonalidades moralizantes y concentrando la imitación cristológica en los misterios de la pasión y de la eucaristía sin preocupación expresa hacia la forma de vida del Jesús histórico. San Pablo de la Cruz acentúa la imitación de la pasión de Cristo y san Alfonso de Ligorio centra el seguimiento de Jesús en la práctica de la caridad y de las demás virtudes cristianas, según el esquema de 1 Cor 13.

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• U. Von Balthasar cree que para san Ignacio el seguimiento es, de manera central, obediencia y conecta la doctrina ignaciana sobre el seguimiento con el ethos teutónico y con el imperativo categórico kantiano, llegando a la afirmación siguiente: Ignacio de Loyola eleva definitivamente a la esfera espiritual este ethos, en su meditación “De Regno Christi”, que caracteriza la espiritualidad de su Compañía, la cual es, junto con el prusianismo secularizado, casi el único lugar en que ha continuado vigente este ethos hasta el día de hoy.

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D. Ausencia del término en enciclopedias y manuales

• Si hemos recordado los grandes hitos del uso de la categoría de seguimiento (y de imitación) de Cristo en la espiritualidad cristiana ha sido en primer lugar, para poner de relieve dos constataciones: primera, la presencia continua -aunque con formas diversas- de la referencia cristológica en la vida cristiana; y segunda, la ausencia de estas categorías en la reflexión teológico-moral. Tal ausencia es más evidente en la etapa en que la Teología moral funciona como disciplina independiente, es decir, desde el concilio de Trento en adelante.

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D.1. Enciclopedias

• Por eso, no es de extrañar que no aparezca este concepto en Diccionarios o enciclopedias. Falta este artículo en la enciclopedia Espasa, así como tampoco en la GER, ni en la gran enciclopedia catalana ni en el diccionario enciclopédico Hispano-americano, por tanto ya podemos juzgar que este concepto tan importante para la Veritatis Splendor antes de ella no había sido recogida por enciclopedias, alguna de ellas con clara vocación a la divulgación teológica y formación del pueblo cristiano. Tampoco en los diccionarios que todavía se viene usando entre nosotros como el Diccionario de moral cristiana No aparece en el Diccionario de Teología fundamental de la editorial San Pablo. También echamos en falta el término seguimiento de Cristo en el Diccionario de Teología moral de Roberti, y en los conceptos fundamentales de Teología cristiana de Fries. Así mismo no aparece en el Diccionario teológico interdisciplinar o en el Nuevo diccionario de teología o en el compendio llamado Sacramentum mundi.

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• A la larga lista de ausencias podemos añadir la falta del término sequela o seguimento en la Enciclopedia cattolica, la de suite o sucession en el Dictionnaire de Theologie catholique o en Dictionnaire de spiritualité acétique et mystique

• Lamentablemente, en el campo de la teología Espiritual tampoco aparece en los grandes tratados estudiados en los seminarios así es un término desconocido en el Directorio ascético y Místico de Scaramelli ni en el célebre libro de Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior. Tanquerey ignora el término, ni siquiera lo menciona en un apéndice que trata sobre la espiritualidad del N.T.

• Uno de los autores que más ha escrito sobre teología espiritual Royo Marín en el esquema tradicional de este tratado se atreve a apuntar una breve referencia a Jesucristo como camino.

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D.2. Manuales clásicos de moral

• Desgraciadamente el concepto seguimiento de Cristo es inexistente tanto para Merkelbach, Mausbach o para los manuales de los padres Regatillo y Zalba, así como el manual de Noldin y Schmitt o el de Lanza-Palazzini. Si examinamos su índice son idénticos, con muy pequeñas aportaciones, hablan siempre de poner índice de uno en la misma línea podemos encontrar la obra interesante de Reding Fundamentos filosóficos de la teología moral católica no se aparta mucho de las líneas generales de estos manuales, aunque abunda en la fundamentación filosófica. En el mundo anglosajón podríamos presentar la obra de Connell Outlines of Moral Theology que viene a coincidir con las que hemos presentado antes.

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• El subtítulo de Mausbach-Ermecke es: “La enseñanza de los deberes morales del seguimiento de Cristo como confirmación con Cristo y glorificación de Dios en la construcción de su Reino en la Iglesia y el mundo”. La verdadera renovación de la moral se vislumbra en este subtítulo (excesivamente largo), pero luego en el interior, no se aprecia ningún cambio real. Se queda más en un deseo o una premonición.

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E. Redescubrimiento del Seguimiento

• E.1. Renovación alemana• En el siglo XIX aflora esporádicamente la referencia al

seguimiento de Cristo dentro de la teología alemana. Pero no será hasta el siglo XX cuando se recupere en la reflexión teológico-moral el significado neotestamentario del seguimiento. Desde el punto de vista de los libros de moral, varios teólogos moralistas, siguiendo las huellas de la escuela de Tubinga, intentan estructurar una teología moral positiva de la vida cristiana (y no una moral del confesonario). La moral debe enseñar cómo debe obrar el cristiano, para ser fiel a la gracia y al compromiso de su bautismo, y no tanto qué es o no es pecado. Especialmente en Alemania, éste es el tiempo de las morales cristocéntricas, y Tillmann quizá es el teólogo más destacado

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• Cristo es el todo de la vida moral cristiana, principio, centro y fin. En Cristo, el Padre nos ha dado todo y en Él también nos apremia a amarlo por medio de una vida conforme a la de su Hijo, identificándonos místicamente con Cristo por los sacramentos

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E.2. Renovación francesa

• También en Francia muchos teólogos se esfuerzan por hacer una verdadera renovación de la moral. Thils concluye en 1940 que la necesidad más urgente es hacer de Jesucristo el centro de toda moral El hombre ha de cristificarse por medio de los sacramentos y de la gracia. Tal cristificación debe penetrar todo nuestro ser y nuestro actuar tanto en sus proyecciones individuales como en las sociales

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• Leclercq, ya en 1949, en el prólogo de su libro L'enseigment de la moral chrètienne habla de crisis de la teología moral. Es uno de los pioneros en presentar el problema de la descristianización y de los más aguerridos en contra de los viejos manuales.

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• Gilleman asienta todo el edificio moral sobre la caridad, que a la vez cimiento y cemento que une las partes de la moral. La caridad cristiana surge de Cristo; por eso, construye una moral cristocéntrica, utilizando para ello la categoría de la imitación de Cristo. También pone las bases para superar la separación entre ascética y mística entre moral y espiritualidad: Si la substancia de la vida moral es la caridad, no se puede separar vida moral y perfección, teología moral y teología espiritual. Imitar a Cristo es buscar la santidad

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• Al ser la moral concebida como amar a Cristo, es

también por tanto es un encuentro, con su Cuerpo,

en primero lugar con la Iglesia. De aquí se deriva una moral sacramental,

poniendo especial acento en la Eucaristía. En el

plano del amor al prójimo, considera la moral como

un encuentro con los demás, que son miembros

del mismo cuerpo.

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¿QUÉ QUIERE DECIR VS CUANDO HABLA DE SEGUIMIENTO DE CRISTO?

• La noción de seguimiento de Cristo no la podemos entender como un mero repetir o imitar lo que hizo Jesucristo, sino un cambio interior de la persona, un meterse, injertarse, ser otro Cristo. El cristiano no admira o repite sin más lo que hizo Cristo, adquiere por los sacramentos un ser nuevo, se hace hijo de Dios, otro Cristo, recupera la imagen de Dios borrada por el pecado. Estamos por tanto tocando lo más importante de la vida cristiana, uniendo moral y dogmática, contemplando como una unidad toda la teología cristiana.

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A. Cristo maestro, modelo y vida

• A.1. Cristo, Verbo Encarnado• ¿Por qué Cristo es la ley para el cristiano? La respuesta

nos descubre que la razón está en el mismo ser de Cristo. El es la Ley por ser el Verbo encarnado, el Creador y el Redentor de todo y de cada uno. En cuanto Verbo, Jesucristo representa de forma perfecta el pensamiento y la voluntad de Dios. Es la Sabiduría. Precisamente por esto, Él refleja en sí mismo y revela el designio sapientísimo y amorosísimo de Dios según el cual todas las criaturas y, en primer lugar los hombres, son creadas y guiadas hacia su último fin. Haciéndose hombre, el Verbo no pierde su carácter de ley, sino que lo vuelve a proponer en forma concreta para todos y para cada uno.

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A.2. El personalismo de la moral cristiana

• Como afirma la propia encíclica, seguir a Cristo es el fundamento esencial y original de la moral cristiana. La luz del rostro de Dios resplandece con toda su belleza en el rostro de Jesucristo, «imagen de Dios invisible», «resplandor de su gloria», «lleno de gracia y de verdad»: Él es «el Camino, la Verdad y la Vida». En Jesús de Nazaret, al mismo tiempo que se nos da a conocer la meta (comunión con Dios), se nos manifiesta la vía o camino que conduce a ella:. Además sólo de Cristo viene la fuerza que permite aspirar a la meta y recorrer el camino que conduce a ella: Cristo es no sólo luz y paradigma, sino también impulso que hace posible la recepción de su palabra y la efectividad de su seguimiento.

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• De todo cuanto precede se deduce con absoluta claridad que la ley del cristiano no es una norma abstracta, sino una persona viviente y concreta: Cristo Jesús. Esto le da al moral cristiana realismo, simplicidad y dinamismo:

• 1. Practicidad o realismo: Se trata de seguir a una persona, de imitar a Jesucristo, de vivir como el Señor. Esto es muy distinto de un puro conocimiento y de un simple amor a una idea.

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• 2. Simplicidad y unicidad: La vida moral cristiana, no obstante la multiplicidad de las manifestaciones y la diversidad de preceptos, se presenta simplificada, esencializada, unitaria. Es siempre y en cada caso, seguir a Cristo.

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• 3. Dinamismo: Seguir a Cristo significa caminar con él en un compromiso que no conoce pausas o paradas, ya que el andar por el camino, que es Cristo mismo, comporta la gracia y el empeño de llegar a la perfección del Padre que está en los cielos.

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• Vivir moralmente es algo más, mucho más, que ser los «hombres del deber». Es responder personalmente a una persona, que interpela y como respuesta, seguirle. Es un diálogo personal con una Persona que invita a seguirle. Es diálogo, seguimiento, imitación y comunión de vida con Cristo, ser imagen viviente de Cristo.

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• Los que mejor han entendido el seguimiento de Cristo han sido los santos; porque, por encima de consideraciones teóricas, ellos han sido los que de verdad han seguido a Cristo VS 19

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B.1. Concepto erróneo de seguimiento

• Hay una corriente, muy metida hoy en algunos sectores de la Iglesia católica, que consideran que el reciente Magisterio ha hablado de seguimiento de Cristo, porque la imitación es imposible. Del mismo modo se habla en este sentido cuando se afirma que sólo somos justificados por la fe en Cristo, que todo es gracia, y nosotros somos incapaces de hacer nada, porque somos pecadores.

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• Obviamente manejan un significado del concepto seguimiento de Cristo diferente al que proponemos aquí; un seguimiento autómata, sin hacer una opción personal y sin mérito por nuestra parte. Otros por otra parte, hablan más de imitación porque entienden seguimiento demasiado físicamente. Argumentan esto diciendo que Judas le siguió, pero no le imitó, sino que lo traicionó. Y que hoy somos millones los cristianos que seguimos a Cristo pero no tratamos de configurarnos con Él, y nos quedamos con una religiosidad popular puramente externa e incapaz de afrontar el atroz secularismo que padecemos. Ante está confusión, queda claro que hay que definir qué es seguimiento de Cristo

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• Esta confusión está motivada en gran parte porque el protestantismo opone las ideas de seguimiento e imitación, porque considera la imitación ligada, no tanto a la obediencia de la fe, sino al esfuerzo humano. Por eso, cuando hablamos de seguimiento estamos hablando de algo que implica a toda la persona y que sólo se puede realizar con la cristificación efectiva por la gracia.

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• El seguimiento a Cristo no es posible por nuestras propias fuerzas. Es necesario desterrar de nuestra mentalidad todo voluntarismo. Sólo es posible realizar este seguimiento si Cristo habita en el corazón del creyente.

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• La imitación de Cristo es algo enteramente distinto a una labor de copia de un modelo que se tiene delante, y cuyos gestos, palabras y comportamiento que constituyen la trama de la vida de Jesús hubiera de repetir materialmente. Es el Espíritu Santo el que modela y plasma a los cristianos para hacerlos cada vez más semejantes a Cristo. Por eso todo cristiano está llamado a dejarse guiar por el Espíritu Santo para acoger, interiorizar y luego compartir la singular relación que tuvo Jesús con los hombres y con el Padre, hasta llegar a la entrega de la propia vida en la Cruz. Por tanto, el seguimiento de Cristo recoge los conceptos fundamentales en la dogmática y también en la teología espiritual, podemos hablar de recuperar la imagen de Dios, de ser otros Cristos, y por tanto de filiación divina, injertados en el Cuerpo de Cristo…, etc.

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• La unión con Cristo engendra un ser nuevo: Sepultados con Cristo, hemos resucitado con Él. El amor quiere unir a los amantes, quiere que cada uno viva la vida del otro. Esto se realiza por la acción del Espíritu Santo, que cristifica todo el ser del cristiano, para que el cristiano piense como Cristo, quiera como Cristo y tener sus mismos sentimientos.

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• Esta habitar de Cristo en nosotros, no es una bella metáfora, es algo real; es más, es lo más real para el cristiano. Ser cristiano es vivir en Cristo. Así lo entendió la más primitiva tradición teológica cristiana de la que puede ser un botón de muestra las siguientes palabras de S.Agustín: “Alegrémonos y demos gracias: hemos llegado a ser no sólo cristianos, sino Cristo. Asombraos y alegraos: ¡Hemos llegado a ser Cristo!”

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Identificación plena

• La imitación será plena en el cielo, en el día de la parusía, “el Señor Jesús transformará nuestro cuerpo lleno de miserias conforme a su cuerpo glorioso en virtud del poder que tiene para someter a sí todas las cosas”. Entre tanto el discípulo se esfuerza en “conocerle a Él y la fuerza de su resurrección y la participación en sus padecimientos” .

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• El cristiano, cuando cree, ve purificada, fortalecida e iluminada su razón; y cuando ejerce su inteligencia, comprende y vive con lucidez su vida en Cristo. La eficacia singularísima de Jesucristo, se resalta en seguida, cuando se analiza el proceso humano para cumplir el bien. En el cumplimiento del bien, el hombre pasa por dos fases: Una primera intencional y la segunda ejecutiva. En la primera ve el bien que debe realizar y lo juzga como valor, como algo necesario o útil para la construcción de la propia personalidad. En la fase ejecutiva, el hombre quiere el bien y lo cumple. De este modo, el bien conseguido por la inteligencia es acogido en lo profundo del corazón y encarnado en la vida. Pues bien, en este proceso de la acción moral entra en juego Cristo con una eficacia del todo original. Como Maestro sumo indica con claridad el ideal o valor moral; como Modelo perfectísimo atrae con su ejemplo a la imitación; y como Vida inextinguible ayuda y sostiene al hombre en su realización de los valores.

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Especifidad de la moral cristiana

• No es un qué sino un quién• El juicio moral del cristiano se acrisola por la

oración, que nos purifica y nos da una especial lucidez. La gracia del Espíritu Santo engendra en la razón y en la voluntad del hombre la fe, la esperanza y la caridad y éstas asumen las virtudes humanas regidas por la razón. El Espíritu Santo engendra también disposiciones a recibir las inspiraciones e impulsos espirituales necesarios para llevar a cabo obras perfectas, Sto.Tomás añadirá a cada virtud un don del Espíritu que la perfecciona.

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C.2. Miembros de su Cuerpo que es la Iglesia

• INSERTADO EN CRISTO EL CRISTIANO SE CONVIERTE EN MIEMBRO DE SU CUERPO, QUE ES LA IGLESIA

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• LA IGLESIA NO ANUNCIA A UN CRISTO DEL QUE PROVIENE; PERO DEL QUE, DURANTE SU PEREGRINAR TERRENO, SE ENCUENTRA ALEJADA; SINO A UN CRISTO DEL QUE VIVE, YA QUE CONSTANTEMENTE SE LE ENTREGA. CRISTO ESTÁ REALMENTE PRESENTE EN ELLA, ACTÚA EN ELLA Y A TRAVÉS DE ELLA, Y POR ESO SE HACE, A TRAVÉS SUYO, CONTEMPORÁNEO DE TODO HOMBRE Y DE TODO PERIODO DE LA HISTORIA.

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“EL ERROR DE ALGUNOS MODOS DE PRESENTAR EL SEGUIMIENTO DE CRISTO RADICA PRECISAMENTE EN OLVIDAR QUE CRISTO SIGUE VIVIENDO”.

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C.3. Sacramentos: encuentros con Cristo

• La Iglesia es depositaria no sólo de la palabra que desvela la verdad de Cristo, sino de los sacramentos que comunican su vida. A través de la realidad sacramental de su Cuerpo (Iglesia), signo e instrumento de la salvación del género humano, el Señor sale al encuentro del hombre, como salió hace 2000 años.

• Sin la incorporación sacramental no existe moral cristiana

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a. Por el bautismo, participamos de la vida filial de Cristo

• Nos unimos a Jesucristo con el Bautismo, porque nos une al misterio Pascual de Cristo. Participación real de la vida misma del Hijo de Dios, partícipes de la misma vida filial de Cristo.

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FILIACIÓN• La categoría de la antropología bíblica que mejor expresa la

relación del creyente con Dios en el Hijo y con los demás es la de filiación adoptiva. En el ámbito jurídico del helenismo era la elección y creación de una relación real, con unos derechos que nunca tendría un esclavo. La dignidad de hijos es puro don; es comunicación del ser divino, que constituye al Hijo, comunicación de ese dinamismo que empuja al creyente a morir a la carne y vivir para Dios. Por medio del Espíritu del Hijo, el Padre adopta a los creyentes, comunicándoles algo de sí. Al ser verdaderos hijos, debemos tener total confianza con Dios. Ser hijos en el Hijo es también una apertura a los otros, ponerse al servicio unos de otros, radicalidad a partir de la medida propiamente divina. Este concepto de filiación es vital para entender el de seguimiento, con Lutero podemos decir: “Non imitatio fecit filios, sed filiatio fecit imitatores”.

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• Siempre es clarificadora la vivencia de los santos: «Descansa en la filiación divina. Dios es un Padre -¡tu Padre!- lleno de ternura, de infinito amor. Llámale Padre muchas veces, y dile -a solas- que le quieres, ¡que le quieres muchísimo!: que sientes el orgullo y la fuerza de ser hijo suyo»

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b. La Eucaristía, cumbre del seguimiento a Cristo

• Pero, nuestra inserción en Cristo no alcanza su perfección en el Bautismo, es sólo la Eucaristía la que la lleva a la perfección, donde continuamente es representado el sacrificio de la muerte de Cristo. Ella es el fundamento y raíz de nuestra vida en Cristo y por tanto de la moral cristiana. La Eucaristía es "fuente y cima de toda la vida cristiana".

• "Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua" .

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• La comunión acrecienta nuestra unión con Cristo. Recibir la Eucaristía en la comunión otorga, como fruto principal, la unión íntima con Cristo Jesús. La vida en Cristo encuentra su fundamento en el banquete eucarístico. Lo que el alimento material produce en nuestra vida corporal, la comunión lo realiza de manera admirable en nuestra vida espiritual. La comunión con la Carne de Cristo resucitado, vivificada por el Espíritu Santo y vivificante, conserva, acrecienta y renueva la vida de gracia recibida en el Bautismo. Este crecimiento de la vida cristiana necesita ser alimentado por la comunión eucarística, pan de nuestra peregrinación, hasta el momento de la muerte, cuando nos sea dada como viático.

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• La comunión nos separa del pecado. El Cuerpo de Cristo que recibimos en la comunión es "entregado por nosotros", y la Sangre que bebemos es "derramada por muchos para el perdón de los pecados". Por eso la Eucaristía no puede unirnos a Cristo sin purificarnos al mismo tiempo de los pecados cometidos y preservarnos de futuros pecados:

• La Eucaristía hace la Iglesia. Los que reciben la Eucaristía se unen más estrechamente a Cristo. Por ello mismo, Cristo une a todos los fieles en un solo cuerpo: la Iglesia. La comunión renueva, fortifica, profundiza esta incorporación a la Iglesia realizada ya por el Bautismo.:

• La Eucaristía entraña un compromiso en favor de los pobres: Para recibir en la verdad el Cuerpo y la Sangre de Cristo entregados por nosotros debemos reconocer a Cristo en los más pobres, sus hermanos

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• Finalmente, en la celebración eucarística nos unimos ya a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna cuando Dios será todo en todos.

• En resumen, la Eucaristía es el compendio y la suma de nuestra fe: "Nuestra manera de pensar armoniza con la Eucaristía, y a su vez la Eucaristía confirma nuestra manera de pensar" .

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C.4. Seguir a Cristo radicalmente, santidad

• JESÚS EXIGE QUE SE LE SIGA RADICALMENTE. EN EL LENGUAJE EVANGÉLICO, RADICAL ES EL QUE VA A LA RAÍZ, EL QUE ASUME LA ENSEÑANZA DE JESÚS CON TODAS SUS CONSECUENCIAS

• LA PALABRA QUE CRISTO DIRIGE A SUS DISCÍPULOS: “SÍGUEME” SE CONVIERTE EN UN IMPERATIVO ABSOLUTO E INCONDICIONADO.,

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• LA NATURALEZA RADICAL DEL SEGUIMIENTO DE CRISTO SE MUESTRA IGUALMENTE POR EL TESTIMONIO DE AQUELLOS QUE MÁS AUTÉNTICAMENTE SE HAN IDENTIFICADO CON CRISTO: LOS SANTOS.

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• LA SANTIDAD CRISTIANA ES UNA LLAMADA DIRIGIDA A TODOS, LA SANTIDAD CRISTIANA CONSISTE EN IMITAR Y SEGUIR A CRISTO, CONFIGURÁNDOSE CADA VEZ MÁS CON ÉL HASTA LLEGAR A LA PLENITUD DE LA CARIDAD, QUE ES EL VÍNCULO DE LA PERFECCIÓN. LA SANTIDAD ES LA PERFECCIÓN DE LA FILIACIÓN DIVINA, DECÍA SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ. SEGUIR A CRISTO ES HACER QUE LAS VIRTUDES TEOLOGALES Y MORALES (LAS VIRTUDES PRACTICADAS POR CRISTO) CONSTITUYAN LA INSPIRACIÓN MÁS PROFUNDA Y LOS CRITERIOS DE REGULACIÓN PRÁCTICA DE LAS ACTIVIDADES Y DE LA VIDA, QUE CADA UNO DESARROLLA SIGUIENDO LA PROPIA VOCACIÓN.

• “ES NECESARIO ACORDARSE DE DIOS MÁS FRECUENTEMENTE QUE DE RESPIRAR” SAN GREGORIO NACIANCENO,

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• ORÍGENES DA UNA VISIÓN MUY INTERESANTE DE LA SANTIDAD UNIDA AL CONCEPTO DE IMAGEN DE DIOS: “DESDE ESTE PUNTO DE VISTA, SE ENTIENDE CÓMO A TRAVÉS DE LAS BUENAS OBRAS ALCANZAMOS UNA MAYOR SEMEJANZA CON EL SEÑOR. DIOS DIJO: HAGAMOS AL HOMBRE A NUESTRA IMAGEN Y SEMEJANZA Y HA AÑADIDO LO HIZO A IMAGEN DE DIOS...EL HECHO DE HABER DICHO: LO HIZO A IMAGEN DE DIOS Y DE SILENCIAR LA SEMEJANZA, INDICA QUE EL HOMBRE DESDE LA PRIMERA CREACIÓN HA ALCANZADO LA DIGNIDAD DE LA IMAGEN, MIENTRAS QUE LA PERFECCIÓN DE LA SEMEJANZA LE HA SIDO RESERVADA PARA EL FINAL, EN EL SENTIDO DE QUE ÉL DEBE CONSEGUIRLA IMITANDO A DIOS CON LAS PROPIAS OBRAS”. ORÍGENES DE PRINCIPIIS, 3, 6, 1; (SC 268, 237)

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C.5.Per Maria ad Iesum: La Virgen María: imagen y seguidora perfecta de Cristo

• Nuestra Reina y Señora, la Santísima Virgen María es la mejor seguidora de su Hijo, la que estaba totalmente inhabitada por la Santísima Trinidad. Por ello, es preciso poner de relieve la esencial dimensión mariana de la vida cristiana: “Por su total adhesión a la voluntad del Padre, a la obra redentora de su Hijo, a toda moción del Espíritu Santo, la Virgen María es para la Iglesia, el modelo de la fe y de la caridad. María colaboró de manera totalmente singular a la obra del salvador por su fe su esperanza y ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres” . Por eso es: “nuestra madre en el orden de la gracia”.

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• María es verdaderamente madre espiritual de los cristianos y ejerce una constante mediación maternal: el inmenso tesoro de la gracia de Cristo siempre se nos comunica a través de María.

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María es la mejor imagen de Cristo, su seguidora en todos sus actos,

incluso en la Cruz, por eso también decimos que es Correndentora

• . Es el modelo que la Iglesia y los cristianos deben imitar. “La Iglesia, en la Santísima Virgen llegó ya a la perfección… por eso, resplandece ante toda la comunidad como modelo de todas las virtudes”.

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• “La dimensión mariana de la vida de un discípulo de Cristo se manifiesta de modo especial en una entrega filial a la Madre de Dios, iniciada con el testamento del Redentor en el Gólgota” JUAN PABLO II, Redemptoris mater, 45.

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• “Así como nadie puede ir al Padre Supremo, si no es por medio de su Hijo, así ordinariamente nadie puede ir a Cristo, si no es por medio de su madre” (León XIII)

• “A Jesús siempre se va y se vuelve por María”