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    POTESTASR,

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    C E

    E:POTESTAS. Grupo Europeo de Investigacin Histrica: R, P M

    D:Pedro Barcel, Juan Jos Ferrer y Vctor Mnguez

    S:Inmaculada Rodrguez Moya

    C R:Dr. Pedro Barcel (Universitt Potsdam)Dr. Juan Jos Ferrer Maestro (Universitat Jaume I)Dr. Heinz-Dieter Heimann (Universitt Potsdam)M.A. Eike Faber (Universitt Potsdam)Dra. Christiane Kunst (Universitt Potsdam)Dra. Vernica Mars (Universitat Jaume I)

    Dr. Vctor Manuel Mnguez Cornelles (Universitat Jaume I)Dr. Carles Rabassa Vaquer (Universitat Jaume I)Dra. Inmaculada Rodrguez Moya (Universitat Jaume I)Dr. Michael Stahl (Technische Universitt Darmstadt)

    C A:Dr. Jaime Alvar (Universidad Carlos III de Madrid)Dr. Michele Cataudella (Universit di Firenze)Dr. Manfred Clauss (Johann Wolfgang Goethe-Universitt Frankfurt am Main)Dr. Jaime Cuadriello (Instituto de Investigaciones Estticas. )Arq. Ramn Gutirrez (Centro de Documentacin de Arquitectura Latinoamericana. Buenos Aires).Dr. Fernando Maras Franco (Universidad Autnoma de Madrid)Dr. Alfredo J. Morales (Universidad de Sevilla)Dr. Jos Manuel Nieto Soria (Universidad Complutense de Madrid)

    Dr. Manuel Nez (Universidad de Santiago)Dra. Pilar Pedraza (Universitat de Valncia)Dr. Flocel Sabat i Curull (Universitat de Lleida)Dra. Rosa Sanz Serrano (Universidad Complutense de Madrid)Dr. John Scheid (Collge de France)

    R, A S:Inmaculada RodrguezDepartamento de Historia, Geografa y ArteFacultad de Ciencias Humanas y SocialesUniversitat Jaume I. Campus de Riu SecAvda. Sos Baynat, sn. 12071 Castelln. [email protected]: 964 729651Fax: 964 729265

    I : Retrato del emperador Augusto, Camafeo, hacia 14-20 d. C.British Museum, Londres.D : Carolina Hernndez TerrazasI: 1888-9867::

    Cap part daquesta publicaci, incloent-hi el disseny de la coberta,no pot ser reproduda, emmagatzemada, ni transmesa de cap ma-nera, ni per cap mitj (elctric, qumic, mecnic, ptic, de gravacio b de fotocpia) sense autoritzaci prvia de la marca editorial.

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    Sumario

    M N R (Universidad de Santiago de Compostela)El Rey en su honra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    M S (Technische Universitt Darmstadt)Auctoritas und Charisma: Die Bedeutung des Persnlichen in

    der Herrschaft des Augustus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    J A E (Universidad Carlos III de Madrid)F L G (Universidad de Sevilla)Un tonto entre los dioses: Vilipendio del monarca. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    J S L (Fundacin Mainel)El gnero de la fiesta. Corte, ciudad y reinas en la Espaa del siglo . . . . . .

    C K (Universitt Potsdam)Der Leichnam des Princeps zwischen Consecratio und Damnatio . . . . . . . . .

    R I G S (Universidad de Harvard)Sorrows for a devout ambassador. A Netherlandish Altarpiece

    in Sixteenth century Castile. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    P B (Universitt Potsdam)Poder terrestre, poder martimo: la politizacin del mar

    en la Grecia clsica y helenstica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    N J (Ruhr-Universitt Bochum)Peregrinos gallegos a Palestina y las relaciones entre los cabildosde Compostela y Jerusaln en el siglo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    M L (Universitt Potsdam)Triumphus Navalis Die rituelle Verherrlichung des Sieges zur see . . . . . .

    J M-P (Universidad de Mlaga)Algunas observaciones sobre la monarqua romana arcaica. . . . . . . . . . . . . .

    Curricula de los autores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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    3POTESTAS. Revista del Grupo Europeo de Investigacin Histrica, No1 2008 ISSN: 1888-9867 - p. 3

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    A

    J M-P

    Universidad de Mlaga

    R: El presente artculo contempla una evolucin de la monar-qua romana en el siglo a travs de tres aspectos principales: el ac-ceso al poder de los diferentes reyes, sus fundamentos ideolgicos y lasupuesta identificacin a la tirana. La conclusin es que la monarquadesaparece por un proceso interno de degradacin, consecuencia de laincompatibilidad de fondo existente entre el regnumy la civitas.

    Palabras clave:monarqua, Roma, poca arcaica, tirana.

    A: is article covers the development of the Roman monarchyin the 6thcentury through three main aspects: the accession to power ofthe different kings, their ideological basis and the supposed identificationof tyranny. e conclusion is that the monarchy disappears in an internaldegradation process resulting from the underlying incompatibility betweenthe regnumand the civitas.

    Keywords: Monarchy, Rome, archaic time, tyranny.

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    194 POTESTAS. Revista del Grupo Europeo de Investigacin Histrica, No1 2008 ISSN: 1888-9867 - pp. 193-211

    Con la denominacin de monarqua arcaica se entiende la segunda etapadel perodo monrquico en Roma,* es decir los reinados de los tres lti-mos reyes segn la lista tradicional (Tarquinio Prisco, Servio Tulio y Tarquinioel Soberbio). Esta divisin no supone aceptar aquella antigua separacin quediferenciaba entre monarqua latino-sabina y monarqua etrusca. No puedehablarse de una transformacin tnica de la sociedad romana, ni siquiera ensu clase superior. Roma fue siempre una ciudad latina y romanos fueron susreyes, aunque alguno pudiera tener un origen extranjero. Pero aun as, no cabeduda que el siglo significa en Roma una poca muy singular, caracteriza-

    da por importantes y profundas transformaciones, y como tal era ya recono-cido desde los inicios de la moderna crtica histrica, con B. G. Niebuhr yA. Schwegler.1

    Sin embargo, la antigua tradicin contempla toda la historia de la Romamonrquica como un conjunto unitario. Su visin se ajusta a la imagen de unalnea ascendente, que tiene su punto de partida en Rmulo y su accin funda-cional alcanza su punto culminante con Servio Tulio y a continuacin cae brus-camente con Tarquinio el Soberbio. Pero si se lee el relato tradicional entrelneas, se observan algunos hechos de no escaso inters. As sucede con NumaPompilio, cuya reforma sacerdotal rebasa el mbito meramente religioso yafecta de lleno a las instituciones fundamentales de la primitiva sociedad ro-mana.2Y algo similar cabe decir sobre Tarquinio Prisco, como veremos ms

    adelante, quien inaugura una nueva fase que supone un cambio radical en elpanorama poltico e ideolgico de Roma.

    Aunque con diferentes planteamientos, las interpretaciones modernas co-inciden en algunas ocasiones con aspectos fundamentales de la presentacintradicional. Por ejemplo, a partir de los sensacionales descubrimientos deA. Carandini en la ladera septentrional del Palatino, ha surgido con no pocafuerza un intento por otorgar validez histrica si no a la propia figura de Rmulo,s al menos a su obra de fundacin.3Segn los seguidores de esta tendencia, la

    *Este artculo se encuadra en el proyecto de investigacin HUM2005-01598, del Ministe-

    rio de Educacin y Ciencia, y en el grupo de investigacin HUM-696, de la Junta de Andalu-ca. Su texto constituye la base de sendos seminarios impartidos en la Universit degli Studidi Pavia, en la Scuola Normale Superiore de Pisa y en la Universit de Paris IV - La Sorbonne,gracias a la invitacin de los profs. Dino Ambaglio, Carmine Ampolo y Dominique Briquel,respectivamente.

    1. B.G. N: Lectures of the History of Rome5 (trad. ingl.), Londres, 1898, p. 88;A. S:Rmische Geschcihte , Tbingen, 1853, vol, ., pp. 694 y ss.

    2. Sobre la reforma de Numa y sus implicaciones polticas, E. M. H: eSignificance of Numas religious Reforms, Numen, 10, 1963, pp. 87-132; L.-R. M:Les collges sacerdotaux, les tribus et la formation primordiale de Rome, , 88, 1976,pp. 456 y ss.; J. M-P: La reforma de Numa y la formacin de Roma, Gerin,3, 1985, pp. 97-124.

    3. As, A. C: Le mura del Palatino, nuova fonte sulla storia della Roma regia,BdArch, 16-18, 1992, pp. 1-18; :La nascita di Roma, Torino, 1997, esp. pp. 491 y ss.; :

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    imagen de Roma como ciudad aparece en una fecha ms o menos coincidentecon la tradicional, y con su punto de referencia topogrfico en el Palatino. Bajoesta perspectiva, las transformaciones urbansticas denunciadas por la arqueo-loga en un horizonte cronolgico en torno al ao 600 a.C., no seran sinoexpresin de la monumentalizacin de una estructura cvica ya conformadacon ms de un siglo de antelacin. Pero esta reconstruccin suscita muy seriasdudas.4

    Por otra parte, hay un aspecto en el cual la coincidencia entre antiguos ymodernos es prcticamente absoluta: la revalorizacin de la figura de Servio

    Tulio. En gran parte de la literatura actual, Servio ocupa una posicin centralen la visin general de la Roma arcaica y se convierte en protagonista indis-cutible de su historia. Todo parece girar en torno a su personalidad y su obra.Es el autntico gozne sobre el cual se mueve el devenir histrico del siglo .Su figura se ve envuelta en la apariencia del tirano o del nomothetes, siemprea imagen de un modelo griego, resaltando su inclinacin hacia la plebe osu oposicin a la aristocracia gentilicia en una situacin intermedia entre lamonarqua y la Repblica. As, en palabras de A. Fraschetti, il generalissimoServio Tullio offre nella sua figura una figura fluida e quasi inafferabile, lim-magine del traspasso a Roma, ..., dalla monarchia allo stato repubblicano.5

    Esta excesiva exaltacin de la figura de Servio se justifica perfectamente a losojos de la tradicin. Los antiguos consideraban a Servio como un gran legisla-

    dor, creador de una nueva organizacin que rompe con lo anterior de maneradrstica, y de ah el calificativo de conditorque le presta Tito Livio.6Su obrasobrepasa adems el propio rgimen monrquico y se convierte en el esque-ma poltico-social de la Repblica. Y aqu es donde descansa la consideracinde esta poca como cnit de la monarqua, en cuanto que paradjicamente elmismo Servio encarna al primer republicano. No en vano la tradicin le saludacomo instaurador de la libertas, trmino que no puede entenderse sino en elsentido que este concepto tena en la Repblica.7

    Remo e Romolo, Torino, 2006,passim; P. C: La grande Roma dei Tarquini e la citt ro-muleo-numana,BCAR, 97, 1996, pp. 7-34; A. G:La fondazione di Roma(trad. ital.),Bari, 1993, pp. 176 y ss.; : Rome et sa fondation: archologie, histoire, mmoire, enMitesde fondaci de ciutats al mn antic, Barcelona, 2001, pp. 245 y ss.; :Les origines de Rome,Pars, 2003, pp. 79 y ss.; : Penser les origines de Rome,, 2007, pp. 40 y ss.; R.R. H-: Te Archaeology of Early Rome and Latium, Londres, 1994, pp. 101 y s.; B. L-G:Une lecture religieuse de ite-Live I, Pars, 1998, p. 24.

    4. Cf. J. P:Les rois de Rome, Bruselas, 2000, pp. 165 y ss.; J. M-P: Re-flexiones en torno a los orgenes de Roma: a propsito de interpretaciones recientes, Orizzonti,2, 2001, pp. 78 y ss.; M. R: ribus und Stadt, Gttingen, 2007, pp. 53 y ss.

    5. A. F: Servio Tullio e la partizione del corpo civico, Metis, 9-10, 1994-95, p. 140.6. Liv., 1.42.4.7. Permtaseme remitir a mi artculo Entre la monarqua y la Repblica segn Livio y Dio-

    nisio de Halicarnaso, enHommages P.M. Martin(e.p.).

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    El siglo supone en Roma, como en general en el Lacio y en Etruria, unapoca de gran riqueza y complejidad histricas. Es una fase de transicin, duran-te la cual se va formando la ciudad, la civitas, y por tanto caracterizada por unacrisis continua en la bsqueda de su propia identidad. En este contexto adquierentodo su sentido las reformas realizadas primero por Tarquinio Prisco sobre lasinstituciones tradicionales (Senado, equitatus, sacerdocios), y a continuacinpor Servio Tulio con la introduccin de una organizacin basada en el censo

    y en las tribus. Nace as un esquema poltico, social e ideolgico que anunciala futura constitucin de la Repblica. Pero conforme se fortalece la estructura

    cvica, se va produciendo una progresiva decadencia de la propia monarqua,que avanza rpidamente hacia formas que revisten un carcter ms personalque institucional. Aunque posiblemente todos los reyes del siglo procuraronconservar cierta apariencia de legalidad conforme a los usos tradicionales, locierto es que la naturaleza y el ejercicio de su poder nada tenan que ver con lamonarqua anterior.

    En este proceso inciden diversos factores. Entre ellos hay algunos de pro-cedencia greco-oriental, pero a la vez resultan quiz ms determinantes lospropios impulsos nacionales. No es necesario por tanto imaginar en Roma undesarrollo paralelo al que contemporneamente experimentaban las ciudadesgriegas o el mundo etrusco. Pensar que las ciudades latinas, Roma incluida,gozaban en el siglo de unas circunstancias similares a las que entonces do-

    minaban en el mundo griego, me parece una aventura no carente de riesgo.Laspleishelenas llevaban recorrido un largo camino que Roma no haba hechoms que empezar: las notables diferencias en los mbitos poltico, social e insti-tucional que se constatan entre ambos mundos en el siglo no avalan en modoalguno la existencia de condiciones similares en referencia al siglo .8Respectoa las ciudades etruscas, es tan escaso lo que se sabe con alguna certeza sobresu panorama poltico e institucional, que toda comparacin con Roma no dejade ser una hiptesis prcticamente indemostrable. As, resulta cuanto menosparadjico que partiendo del supuesto que la situacin es la misma en Etruria

    y en Roma, se trasladen a la primera hechos exclusivamente romanos para, enun extrao viaje de ida y vuelta, justificar su presencia en Roma como ejemplo

    de una manifiesta influencia etrusca.La degradacin de la institucin monrquica se aprecia en primer lugar en

    las condiciones de acceso al poder de los diferentes reyes. Tradicionalmente elrey basaba su legitimidad en el procedimiento de investidura, que contempla-ba diversos pasos desde el interregnum, con la designacin del nuevo monarca,hasta la inauguratiofinal. Pero ya desde Tarquinio Prisco comienzan a ob-servarse ciertas alteraciones, cada vez ms significativas, en la normativa que

    8. Cf. no obstante K. A. R: Politics and Society in Fifth-Century Rome, en Bi-lancio critico su Roma arcaica fra monarchia e Repubblica, Roma, 1993, pp. 129-157, quienestablece algunas comparaciones entre la Roma del siglo y la Atenas arcaica, especialmentela poca de Soln.

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    sealaba la costumbre. El proceso de investidura real de Tarquinio Prisco no esexpuesto en manera idntica por Livio y Dionisio. Al igual que Cicern, Livioresalta la eleccin comicial y omite toda referencia al interregnum.9Por su parte,Dionisio afirma que Tarquinio fue elegido por sus mritos y su designacin seajust a los trmites que exiga la costumbre, incluida la inauguratio.10Pero lasdiferencias no son tan notables. Livio sigue la tendencia que ve en Tarquinioal primer homo ambitiosusde la historia de Roma,11conforme a una imagenprxima a la de algunos polticos de la baja Repblica, y de ah la importanciaque confiere a la eleccin comicial. Pero esto no implica la ausencia del interreg-

    numy tampoco una inhibicin del Senado en el procedimiento de eleccin delrey.12La decisin de Tarquinio de ampliar el nmero de senadores con la crea-cin de lospatres minorum gentium, una nueva nobleza a la que luego abri elequitatus, parece indicar que no todos lospatresestuvieron de acuerdo con sunombramiento. La leyenda de la muerte de Tarquinio, asesinado por unos pas-tores enviados por los hijos de Anco, en el fondo recuerda la oposicin al rey deuna parte de la aristocracia romana, quiz la misma que al poco tiempo apoyla realeza de Servio. Pero la designacin de Tarquinio fue legal.

    El problema principal en la investidura de Tarquinio se encuentra en lainauguratio. El famoso episodio del enfrentamiento entre el rey y el augur AttoNavio,13con el triunfo final de ste, indica que Tarquinio no estaba en posesindel augurium. Con anterioridad los reyes eran tambin augures, condicin quepierden a partir de este momento. El conflicto entre el rey y el augur sugiere unamodificacin importante respecto a la posicin tradicional del rey. Las fuentesno son explcitas, pero de acuerdo con P. Catalano, se puede suponer che si eraavuta una inauguratiocon esito negativo, oppure no si era inaugurato o, infine,che ci fosse concepita una inauguratioche escludeva ilpotere augurale.14Seacomo fuere, esta investidura un tanto irregular determina importantes aspectosde la monarqua de Tarquinio, y llega a afectar tambin a sus sucesores.

    9. Cic.,Rep., 2.10.35; Liv., 1.35.1-6.10. Dion., 3.46.1.11. La expresin figura en E. B :Der Erzhlungkunst des . Livius, Berln, 1964, p. 158,

    y en J. H:Les origines de la Rpublique romaine, Vandoeuvres, 1967, p. 132. Sobre lacuestin, R.J. P: e ambitio of Livys Tarquinius Priscus, CQ, 54, 2004, pp. 630-635;B. M: ite-Live et lhistoire de Rome, Pars, 2006, pp. 185 s.

    12. Cf. E. H : Das institut des interregnums im system der rmischen staatsverfassung,Philologus, 34, 1875, p. 505; J. J:Interregnum und Wahldiktatur, Kallmnz, 1970, p. 56.

    13. Cic., Div., 1.17.31; Liv., 1.36; Dion., 5.71; Val. Max., 1.4.1; Flor., 1.1.5; Apul., Socr., 7;Fest., 168 L; Lact.,Inst., 2.7.8; Auct. vir. ill., 6.7; Aug., Civ. Dei, 10.16; Zon., 7.8. Su Atto Navio,C. B:Die Legende von dem Augur Attus Navius, Elberfeld, 1883 (evolucin de la leyendaen sus diversas versiones); G. P: Attus Navius, SMSR, 40, 1969, pp. 151-208; M.S: Neque Atti Navii nomen memoria floreret tam diu,BStudLat, 34, 2005, pp. 401-439;D. B: Considrations sur la lgende dAttus Navius, Res Antiquae, 2, 2005, pp. 61-82(perspectiva trifuncional).

    14. P. C: Contributo allo studio del diritto augurale. I, Torino, 1960, pp. 567 y s. Lasfuentes son bastante oscuras: Fest., 168 L; Lact.,Inst., 2.7.8.

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    El acceso al trono del sucesor de Tarquinio, Servio Tulio, fue completa-mente irregular. Segn la tradicin, tras el asesinato de Tarquinio, su esposaTanaquil mantuvo en secreto la muerte del rey y proclam a Servio como re-gente; transcurrido un breve tiempo, el mismo Servio se convierte en el nuevomonarca. A partir de este momento, se escinden dos versiones. En el texto deLivio, Servio es presentado como el primero que rein iniussu populi, volunta-te patrum, y no recibi la confirmacin popular sino una vez aprobada la orga-nizacin centuriada y conformada la nueva asamblea surgida de la reforma. 15Por el contrario, Dionisio narra la historia al revs: Servio fue aclamado por las

    curias y conscientemente prescindi de la confirmacin senatorial.

    16

    Estas ver-siones tan opuestas responden a las dos tendencias que existan en la analsticasobre el carcter del reinado de Servio, una aristocrtica y otra popular. Peroambas coinciden en un hecho, a saber que la entronizacin de Servio se produ-

    jo de forma irregular,17lo cual no impide considerarle un monarca legtimo.Ante la escasa confianza del relato tradicional, es necesario acudir a la ver-

    sin etrusca, conocida a travs de las pinturas de la tumba Franois de Vulciy de referencias de algunos autores latinos, sobre todo Verrio Flaco y el em-perador Claudio.18Segn esta versin, Servio Tulio, llamado Mastarna,19era

    sodalisde los hermanos Aulo y Celio Vibenna y con ellos combati con suertealterna, probablemente en la Etruria meridional, hasta que finalmente alcanzel poder en Roma. En su exposicin de los hechos, la versin etrusca difiere

    15. Liv., 1.41.6; 46.1.16. Dion., 4.12.3. Cf. asimismo Cic.,Rep., 2.21.38.17. Sobre las irregularidades constitucionales en la designacin de Servio, K. V F:

    Te Teory of the Mixed Consitution in Antiquity, Nueva York, 1954, pp. 140 y s.; P. C:Contributi allo studio del diritto augurale. I, pp. 412 y s.; R. T: King Servius ullius,Copenhague, 1980, pp. 108 y ss.

    18. Las fuentes y la bibliografa anterior se pueden encontrar en J. M-P:arquinio Prisco, Madrid, 1996, pp. 31 y ss., pp. 255 y ss. Ms recientemente, y bajo perspectivasdiversas, M. P: Origini e storia primitiva di Roma, Miln, 1993, pp. 237 y ss.;G. C: Volcanus, Roma, 1995, pp. 28 y ss.; T.J. C: Te Beginnings of Rome,Londres, 1995, pp. 133 y ss.; W. K: La Grande Roma dei arquini: Die frheste Expansion

    des rmischen Staates im Widerstreit zwischen literarischer berlieferung und historischerWahrscheinlichkeit, Augsburg, 1995, pp. 27 y ss.; D. B:Le regard des autres, Besanon,1997, pp. 6 y ss.; M.C. M: Due studi sulla riscrittura annalistica dellet monarchica,Bruselas, 1998, pp. 59 y ss.; J. P:Les rois de Rome, pp. 192 y ss.; V.E. V: Serviusullius, Roma, 2002, pp. 163 y ss.; G. M: Forme politiche e tipi di governo nellaRoma etrusca del sec. a.C.,Historia, 52, 2003, pp. 49 y ss.

    19. La identificacin entre Servio y Mastarna me parece fuera de duda, de acuerdo conlo que dice el emperador Claudio. La opinin en contra expresada en los ltimos aos porT. J. C: Te Beginnings of Rome, pp. 139 y s., carece de argumentos slidos. La conexinentre macstrnay magister, sobre la cual duda Cornell, est avalada por una inscripcin de Tus-cania (siglo a.C.) que contiene el trmino macstrnev, referido a una magistratura y en uncontexto institucional bajo influencia romana (LE2195; E AT 1.1): cf. ltimamente C. DS: LatinoMagister(capo) - etruscoMastarna- Macstrna: che ordine di redazione?,RFIC, 130, 2002, pp. 430-456.

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    notablemente de la vulgata romana, pero tiene la ventaja de ofrecer un cuadrocomplejo y sugerente, acorde al panorama general que entonces reinaba en elmundo etrusco-latino. A partir de estos datos, se puede suponer que Servio eraoponente de los Tarquinios y que su dominio sobre Roma se produjo con la fuer-za de las armas, quiz aprovechando el vaco de poder provocado por la repenti-na muerte de Tarquinio Prisco. El acceso de Servio al trono de Roma ofrece puestoda la apariencia de ser una usurpacin. Es posible que una vez reconocido de

    factosu poder, Servio se habra sometido a la aprobacin del Senado y del pueblo,con el fin de legalizar su realeza conforme a los usos tradicionales. Pero se tratara

    de una mera formalidad, ya que en realidad el poder habra adquirido definitiva-mente un carcter personal. La decadencia de la monarqua es un hecho.El acceso al trono del ltimo de los reyes, Tarquinio el Soberbio, fue sin

    duda ms violento, aunque desde un punto de vista jurdico es probable queno se distanciase mucho de su antecesor. La tradicin sin embargo no deja deincidir sobre una completa irregularidad: en palabras de Livio, Tarquinio llega reinar neque populi iussi neque auctoribus patribus.20La tradicin enmarcaeste acontecimiento en un escenario propio de la tragedia,21donde Tarquinio

    y su esposa Tulia personalizan la perversidad y la maldad absolutas: los ase-sinatos primero de sus respectivos hermanos, Arrunte y Tulia minor, y luegodel propio rey muestran claramente la imagen que la tradicin forj sobre elltimo de los reyes. El relato analstico parece inspirado ms por una concep-

    cin trgica que histrica, de manera que resulta imposible saber cmo se de-sarrollaron los hechos. Aun as, existen pocas dudas de que Tarquinio lleg alpoder con el uso de la violencia, posiblemente mediante un golpe de Estadodirigido contra su predecesor. Su entronizacin podra considerarse como unausurpacin, ya que no se adapt a las normas acostumbradas, pero podra enten-derse tambin como una restauracin. El mecanismo que llev al poder a Servio ya Tarquinio fue muy similar, pero este ltimo poda invocar el principio dinstico,que aunque sin valor en el sistema tradicional de sucesin, poda ofrecer ciertomatiz de legitimidad frente a la usurpacin de Servio. En cualquier caso, paraalcanzar sus objetivos Tarquinio tena que contar con partidarios influyentes.Livio menciona a los patres minorum gentium, Dionisio a aquellos patricios

    hostiles a Servio por su vocacin democrtica.22Es muy difcil identificar ungrupo determinado, pero no hay que olvidar que, segn Livio, a principios dela Repblica todava exista unafactio arquinianacapaz de alzar al consuladoa dos de sus miembros.23

    20. Liv., 1.49.3; tambin Dion., 4.80.23.21. A.K. M: e Drama of the Tarquins, Latomus, 10, 1951, pp. 13-24; A. B-

    : Scellus Tulliae. Storiografia e tipologia tragica in Dionigi, Livio, Ovidio,PdP, 31, 1976,pp. 148-168; D. B: Tarquins de Rome et idologie indo-europenne (II). Les vicissitudesdune dynastie,RHR, 215, 1998, pp. 435 y ss.; M. S: Una tragedia senza palcoscenico: Tar-quinio il Superbo e i suoi familiari secondo Tito-Livio,BStudLat, 30, 2000, pp. 485-513.

    22. Liv., 1.47.7; Dion., 4.40.4. Vanse asimismo Cas. Dio, 2.11.3; Zon., 7.9.23. Liv., 2.18.4.

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    Un aspecto muy interesante acerca de la visin que sobre la legitimidad de estosreyes se form la tradicin, se encuentra en los prodigios que les afectaron. Comohemos visto, el proceso de Tarquinio Prisco fall en la inauguratio. Esta carenciaayuda a comprender el prodigio de soberana del que fue objeto Tarquinio, cuandoun guila descendi sobre l, le arrebat el sombrero y tras revolotear en el aire,lo deposit sobre su cabeza; su esposa, la etrusca Tanaquil, interpret el prodigiocomo un presagio de realeza.24La leyenda no es etrusca, sino romana, y en ciertosentido Tanaquil asume las funciones del augur.25Naturalmente no puede verseaqu un ritual de sustitucin de la inauguratio, pero su significado es similar: la

    legitimidad de Tarquinio est avalada por Jpiter, seor del guila, quien enva unaseal que predestina al elegido para la realeza. Parece que la tradicin justifica aposteriorila designacin de Tarquinio mediante esta leyenda, en la que el mismoJpiter manifiesta su conformidad adelantndose a la decisin de los hombres.

    Las circunstancias de Servio son diferentes. Su investidura careci de inter-regnumy de inauguratio, y la aprobacin senatorial y comicial lleg a posteriori.La justificacin de su poder, desde la perspectiva de la tradicin, haba quebuscarla por otras vas, pero siempre en referencia a la divinidad. Servio fueobjeto de dos prodigios de realeza. El primero sucedi antes de su nacimiento,cuando en el hogar del palacio de Tarquinio surgi un falo; Tanaquil profetizque el fruto de la mujer que se uniera al mismo sera un hombre superior.26Elsegundo tuvo lugar asimismo en el palacio real: una aureola de fuego rode la

    cabeza de Servio mientras dorma, y de nuevo Tanaquil predijo su futura glo-ria.27En ambos casos se trata de prodigios de soberana, pero a diferencia deTarquinio, no es Jpiter quien se manifiesta, sino Vulcano. Servio es as intro-ducido en el universo de los hroes,28de manera que su realeza no se justificainvocando una razn poltica, sino confirindole una esencia heroica.

    En este momento se podra recordar aquella leyenda sobre el nacimientode Rmulo transmitida por Plutarco y atribuida a un autor por lo dems des-concocido, Promathion.29No faltan opiniones que quieren ver aqu la versinms antigua sobre el origen de Rmulo.30Pero, segn creo, se debe datar en

    24. Cic.,Leg., 1.1.4; Liv., 1.34.8-9; Dion., 3.47.3-4; Sil. Ital., 13.818-820; Auct. vir. ill., 6.3-4; Zon., 7.8.25. Cf. J. G : Tanaquil et le rites trusques de la Fortune oiseleuse, SE, 22, 1953, p. 80.26. Dion., 4.2.1-3; Ovid., Fast., 6.627-628; Plin., Nat. hist., 36.204; Plut., Fort. Rom., 10;

    Arnob., 5.18.27. Cic.,Div., 1.53.121; Liv., 1.39.1-3; Dion., 4.2.4; Ovid.,Fast., 6.635 s.; Plin.,Nat. hist., 2.241;

    36.204; Plut.,Fort. Rom., 10; Val. Max., 1.6.1; Flor., 1.6.1; Auct. vir. ill., 7.1-2; Serv., Aen., 2.683;Zon., 7.9; Lyd., Ost., 5.

    28. R. T:King Servius ullius. A Historical Synthesis, p. 318; C. A: ServioTullio e Dumzil, Opus, 2, 1983, p. 397; M. P: Origini e storia primitiva di Roma,p. 251.

    29. Plut.,Rom., 2.4-8.30. As, S. M:Il pensiero storico classico, Bari, 1966, vol. , pp. 190 y ss.; : An-

    tiche leggende sulle origini di Roma, SR, 8, 1960, pp. 389 y ss.; J. H: Vita quotidiana degliEtruschi(trad. ital.), Miln, 1974, pp. 339 y ss.; G. DA: Il ruolo di Lavinium e di Alba nella

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    una fecha bastante ms reciente.31En definitva, se trata de un relato muy eclc-tico, que toma elementos de diversa procedencia y que en ltima instanciaparece inspirarse en la leyenda sobre el maravilloso nacimiento de Servio. Esta

    versin de Promathion evoca por una parte la insercin de Servio en el mundode los hroes, y por otra la oposicin entre este rey y Tarquinio Prisco, cuyonombre se esconde en el del malvado Tarchetios, sustituto del Amulio de la

    versin cannica.Finalmente, Tarquinio el Soberbio, un rey desptico y cruel, personificacin

    del odium regni, no poda contar con el beneplcito divino. Los prodigios que

    le afectan tienen un significado negativo: no anuncian su realeza, sino su caday la futura gloria de Roma, pero una Roma entendida ya como republicana.32

    Segn podemos observar, la monarqua del siglo es muy diferente de laanterior. Sus reyes carecen de la justificacin tradicional, y de ah la necesidadde disponer de nuevos soportes ideolgicos que garanticen la legitimidad desu superior posicin.

    Pero las condiciones no eran las mismas para todos los reyes. TarquinioPrisco fue capaz de crear un sistema que protagonizado por el rey, se inte-graba plenamente en la ciudad. El ncleo de la ideologa real se localiza en elsantuario de Jpiter sobre el Capitolio, cuya primera fase se eleva a los iniciosdel siglo , y en los rituales polticos que giran sobre el mismo, en especial eltriunfo. Una de las innovaciones que la tradicin atribuye a Tarquinio fue la

    introduccin, a partir de Etruria, de nuevos smbolos del poder.33Estos smbo-los son los mismos que llevaba el triunfador y tambin aquellos que adornabanla estatua de Jpiter Capitolino.34Se crea as un tringulo cuyos vrtices son la

    leggenda delle origini di Roma, en Archeologia Lazilale III(QuadAEI 4), Roma, 1980, p. 159;C. A: enPlutarco. Le vite di eseo e di Romolo, Miln, 1988, pp. 272 y ss. Recientemente,D. B: Stratifications dans la lgende de Servius Tullius, en tre Romain. HommagesCh.M. ernes, Luxemburgo, 2007, pp. 199-235, propone que la versin de la maravillosa concep-cin de Servio fue modelada en poca arcaica a partir de la leyenda de Rmulo, ya consideradocomo fundador de Roma.

    31. E. G: Considerazioni sulla tradizione letteraria sulle origini della Repubblica, en

    Les origines de la Rpublique romaine, Vandoeuvres, 1967, pp. 147 y ss.; J. N. B - N. M.H:Roman Myth and Mythography, Londres, 1987, p. 50.

    32. Liv., 1.56.4-12; Dion., 4.63.2; Cic.,Div., 1.22.44-45. Sobre este ltimo prodigio,W. F:Der Traum des Tarquinius. Spuren einer etruskische-mediterranen Widder-Sonnensymbolikbei Accius (fr. 212 D),Latomus, 35, 1976, pp. 469-503; C. G: Le songe de Tarquin(Accius, Brutus, fr. I-II S.R.F. Klotz), en La divination dans le monde trusco-italique. II,pp. 47-67; A. M: La cacciata di Tarquinio il Superbo, Athenaeum, 61, 1983,pp. 457 y ss.; : Lucio Giunio Bruto, Trento, 1988 pp. 13 y ss.; D. B: Tarquins deRome et idologie indo-europenne (II), pp. 439 y ss.

    33. Dion., 3.61-62; Flor., 1.5.6; Str., 5.2.2 (C. 220); Amp., Lib. mem., 17; Zon., 7.8.34. Dion., 3.62.2. Sobre el ornatus triumphalis, con referencia a las fuentes, J. M:Rmis-

    che Staatsverwaltung, Leipzig, vol. II, 1884, pp. 586 y ss.; W. E: Triumphus,RE, VIIA1, 1939, col.498. Serv.,Ecl., 10.27: triumphantes, qui habent omnia Iovis insignia; Liv., 10.7.10; cf. Suet.,Aug., 94.6;Tert., Cor., 13.1. Sobre el minio: Plin.,Nat. hist., 33.111; 35.157; Serv.,Ecl., 6.22; Isid.,Etym., 18.2.6.

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    realeza, el triunfo y Jpiter, que definen un sistema ideolgico coherente conel rey como protagonista.

    El templo de Jpiter sobre el Capitolio fue creado como sede de la divinidadpoliada, imprescindible en una estructura cvica. Y en efecto, este Jpiter delCapitolio reviste desde su origen un marcado carcter poltico, que le vincula noslo a la ciudad sino tambin a su dirigente. La proximidad entre el rey y Jpiteralcanza su punto culminante en ocasin del triunfo.35Heredado por el magis-trado republicano, el triunfo es en origen un ritual monrquico y por tanto susignificado est en funcin del rey. Su introduccin en Roma es debida a Tarqui-

    nio, quien transform antiguos rituales de victoria con el aadido de nuevoselementos y una componente ideolgica propia. Se trata de una ceremonia deexaltacin tras una victoria militar, durante la cual el rey se sita por encimade sus conciudadanos y se aproxima a Jpiter, con quien comparte los smbo-los, pero sin llegar a identificarse con l. A los ojos del pueblo el rey aparececomo vicario de Jpiter, fuente de toda autoridad, convirtindose en garantede la supervivencia de Roma frente al enemigo exterior. A nivel poltico, el reyasume una posicin de intermediario necesario entre la comunidad y Jpiter,por lo que sus xitos son tambin los de Roma y en ltima instancia se debena la tutela del dios de la ciudad. Esta funcin mediadora del rey se reafirma enotros rituales asimismo dirigidos a Jpiter Capitolino y cuyo origen aparece

    vinculado al triunfo: los ludi Romani, cuya creacin es otorgada por la tradi-cin a Tarquinio, y el epulum Iovis.36

    Un segundo lugar directamente relacionado con el rey es la Regia. Se tratade un pequeo edificio, cuya primera fase se fecha hacia el ao 600, compuestopor un patio y dos pequeas habitaciones, lossacrariaconsagrados respecti-

    vamente a Marte y a Ops. El aspecto quiz ms notable de los cultos practicadosen la Regia es su carcter secreto.37Si se excepta la entrada ocasional de lossalios para sacar los ancilia en procesin, al sacrariumde Marte slo tenanacceso muy pocas personas: durante la Repblica, el magistrado dotado deimperiumy elpontifex maximus, lgicos sustitutos del rey, y adems las llama-dassaliae virgines, que no son otras que las vestales adornadas con elementossaliares.38 Esta misma exclusividad se repite en la capilla de Ops, donde de

    35. Sobre el triunfo, con bibliografa previa, H. S. V: riumphus, Leiden, 1970;F. C:Il Foro Boario, Roma, 1988, pp. 415 y ss.; E. K:Der rmische riumph, Mnich,1988; J. R:Domi militiae, Stuttgart, 1990, pp. 223 y ss.

    36. Vase, con amplio desarrollo, J. M-P: arquinio Prisco, pp. 177 y ss.37. Sobre los cultos de la Regia y el rey, J. M-P: arquinio Prisco, pp. 187 y

    ss. Quiz en relacin a este carcter oculto de los rituales de la Regia sea posible interpretar laconocida terracota del Minotauro, perteneciente a la tercera fase del edificio: el Minotauroera una de las ms antiguas insignias militares romanas, anteriores a la reforma de Mario, cuyosignificado no era otro que proteger el secreto de las deliberaciones de los jefes del ejrcito (Paul.Diac., 135 L; Veget., 3.6.9): vase J. M-P: Una nueva hiptesis sobre el Minotau-ro de la Regia, Orizzonti(e.p.).

    38. Serv.,Aen., 8.3; Fest., 439 L.

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    nuevo solamente podan entrar el pontfice en origen el rey y las vestales. 39Teniendo en cuenta la estrecha relacin que exista entre el monarca, y duran-te la Repblica el pontfice mximo, y las vestales, vemos cmo los cultos de laRegia constituan durante la monarqua un mbito exclusivo del rey, que slopuede explicarse por motivos polticos. Los beneficios que ambas divinidadesproporcionaban a Roma, Marte en el campo de la guerra y Ops en el de laabundancia, slo se garantizaban a travs del monarca, quien de nuevo apa-rece como dispensador de bienes e intermediario necesario entre los mbitosdivino y humano. En otras palabras, la supervivencia de Roma descansaba en

    parte sobre la Regia, y as se comprende como este elemento tan vinculado a lamonarqua sobrevivi al rgimen que en origen representaba.Un tercer pilar de la construccin ideolgica de Tarquinio fue Hrcules.

    Su presencia se observa sobre todo en dos puntos. Las primeras estatuas queconoci Roma fueron erigidas en tiempos de Tarquinio Prisco. Este hechotiene gran relevancia no slo cultural, sino tambin religiosa y poltica, puesimplica un cambio sustancial en la percepcin de lo divino, rompiendo, segnla tradicin, con una ley de Numa que prohiba todo tipo de representacio-nes de los dioses como manifestacin de respeto y piedad.40Pero su vertientepoltica se destaca inmediatamente al considerar que esas primeras imgenesfueron, segn Plinio, aquellas que Tarquinio encarg al coroplasta veyenseVulca, una de Jpiter y otra de Hrcules,41dos de los apoyos sobre los que se

    sustentaba la ideologa del monarca. Es muy posible que este Hercules fictilisfuese el mismo que en ocasin del triunfo era revestido con el ornatus trium-

    phalis, de forma que durante esta ceremonia se produca un acercamiento delrey no slo a Jpiter sino tambin a Hrcules.42Por otra parte la identificacinentre el rey, en este caso Tarquinio Prisco, y Hrcules parece deducirse porotra va, la leyenda de Acca Larentia.

    Dice la tradicin que durante el reinado de Anco Marcio, y en pago de unaapuesta, el aedituusdel ara maximaentreg a Hrcules una prostituta llama-da Acca Larentia, nobilissima scortium. Hrcules prometi a esta ltima que secasara con el primer hombre que encontrase al salir del templo, que resultser un rico etrusco llamado Tarutius; a su muerte, ste dej sus bienes a su es-

    posa, quien a su vez los legara al pueblo romano.43Esta es sin duda la versin

    39. Var.,L.L., 6.21.40. Plut., Num., 8.14; Aug., Civ. Dei, 4.31. Cf. E. G: Dionigi, Varrone e la religione

    senza miti,RSI, 96, 1984, pp. 866 y ss.41. Plin.,Nat. hist., 35.157.42. C. A: Roma arcaica fra Latini ed Etruschi: aspetti politici e sociali, enEtruria e

    Lazio arcaico(QuadAEI 15), Roma, 1987, p. 86.43. Macr., Sat., 1.10.12-17; Aug., Civ. Dei, 6.7; Plut., Rom., 5; QRom., 35; Tert., Nat., 2.10:

    Lact.,Inst., 1.10.4-5; Verrio, enFast. Praen.ad 23 dec. (A. D:Inscriptiones Italiae, XIII.2,Roma, 1963, p. 108). Sobre la leyenda, con bibliografa, J. M-P: arquinio Prisco,pp. 195 y ss.; F. C:Il Campo Marzio, Roma, 1997, pp. 139 y ss.

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    ms antigua de la leyenda de Acca, como ya hace tiempo defendi con buenosargumentos . Mommsen.44En ella se esconde, transfigurado, un ritual de hie-rogamia, pues muy posiblemente tras el nombre de Tarutius se oculta el deTarquinio Prisco,45quien asumiendo la apariencia de Hrcules lleva a cabo unaunin sacra con el fin de asegurar la abundancia. Las beneficios que obtiene lacomunidad no seran otros, trasladados a un plano legendario, que los bieneslegados por Acca al pueblo romano.

    La especial vocacin de Tarquinio Prisco hacia Hrcules no debe sin em-bargo llevarnos a considerar a este hroe (o dios en Italia) como antepasado

    mtico de los Tarquinios, descendientes del corintio Demarato, un Baquada ypor tanto tambin un Herclida.46La presencia de Hrcules en el Foro Boarioes anterior a la llegada de los Tarquinios a Roma, de manera que es muy po-sible que Tarquinio Prisco adaptase, enriquecindolos, antiguos cultos comosostn de su propia ideologa.

    Por las propias circunstancias, la monarqua de Servio exiga un nuevoplanteamiento ideolgico. Pero esta necesidad no implicaba suprimir las nove-dades introducidas por Tarquinio. Todas ellas siguieron funcionando con nor-malidad, pues haban conseguido enraizar en la misma estructura ciudadana,pero a la vez no dejaban de estar muy prximas a la personalidad de su autor.Servio necesitaba pues buscar soportes ideolgicos propios, que fcilmentese identificasen con l. La va elegida fue aqulla representada sobre todo por

    Fortuna, y en menor medida tambin por Diana.Fortuna aparece en Roma especialmente vinculada a la persona de Servio.

    Este es presentado por la tradicin como el favorito de Fortuna, pero es sobretodo en fuentes de procedencia anticuaria donde los vnculos entre ambos sonreafirmados con rotundidad: la diosa otorga el poder al rey, con el cual man-tiene adems una relacin ertica.47La leyenda de los amores entre Fortuna y

    44. T. M: Die echte und die falsche Acca Larentia, en Festgaben G. Homeyer,Berlin, 1877, pp. 91-107 (=Rmische Forschungen, vol. , 1-22).

    45. La identificacin entre Tarutius y Tarquinio Prisco es admitida, entre otros, por E. P:

    Ancient Legends of Roman History, Londres, 1906, p. 80; A. M:Romolo, Trento,1993, p. 115; F. C:Il Campo Marzio, p. 139. Cf. U. P: Mater Larum e AccaLarentia,RIL46, 1933, pp. 941 y s.

    46. As recientemente F. Z: Demarato e i re corinzi di Roma, enLincidenza dellantico,Npoles, 1995, vol. I, pp. 307 y ss.; D. B: La rfrence Hrakls de part et dautre de larvolution de 509, enLe mythe grec dans lItalie antique, Roma, 1999, pp. 105 y ss.

    47. Ovid.,Fast., 6.569 ss.; Iuv., Sat., 7.201; Val. Max., 4.3.3; Plut.,Fort. Rom., 10; QRom., 36. Enel texto analstico este aspecto no es mencionado de manera explcita, pero la presencia de di For-tuna se intuye impregnando todo el relato sobre el reinado de Servio: cf. J. C:Fortuna.Le culte de la Fortune Rome et dans le monde romain, Roma, vol. I, 1982, p. 324; V. F:Servius Tullius sans Fortuna? Ou la figure du roi Servius Tullius chez Denys dHalicarnasse,en Pouvoir des hommes, signes des dieux dans le monde antique, Besanon, 2002, pp. 61y ss.;B. M: ite-Live et lhistoire de Rome, p. 187. Sobre la relaciones erticas entre Fortuna y Servio,J. C:Fortuna. I, pp. 293 y ss.; F. C:Il Foro Boario, pp. 301 y ss.

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    Servio no slo es antigua, sino que probablemente descansa en hechos au-tnticos.48Dice la tradicin que la diosa se introduca en el palacio a travsde una ventana, la llamada porta Fenestella, para unirse a Servio, segn unmotivo de clara influencia oriental. Esta unin slo puede interpretarse enel sentido de una hierogamia,49y por tanto no poda tener lugar en el palacio,sino en el templo que Servio consagr a Fortuna en el Foro Boario. Pero entrela hierogamia de Tarquinio y la de Servio existe una diferencia: en el primercaso, toda la comunidad es la principal beneficiaria a travs de su legtimo re-presentante, mientras que ahora es Servio el primer destinatario de los bienes

    que dispensa la diosa, y en segundo lugar el pueblo.El segundo apoyo ideolgico de Servio fue Diana. Como se sabe, Servioconstruy un Dianiumsobre el Aventino, con el fin de actuar en funcin decentro confederal del pueblo latino.50Pero este hecho suscita algunas dudas,sobre todo en lo que se refiere a su verdadero significado. En efecto, parece queServio quera proporcionar a este templo un carcter panlatino, y que inclusofueron aceptadas algunas influencias greco-orientales, segn se puede obser-

    var por ejemplo a propsito de la iconograf a de la estatua cultual de Diana.51Pero a pesar de ello, no es fcil asumir que los latinos lo hubiesen reconocidocomo un centro propio. Cuando Tarquinio il Superbo logr imponer su hege-mona sobre el Lacio, el escenario del debate entre los enviados de las ciudadeslatinas se localiz en el lucus Ferentinae, que dependa de la ciudad de Aricia, yste era verdaderamente el centro de la alianza latina.52En mi opinin, la clavepara comprender el problema se encierra en el famoso episodio de la ternerasabina sacrificada en el templo de Diana.53Se trata de un prodigio de soberana,

    48. En contra, R.T. R: e Enigma of Servius Tullius, Klio, 57, 1975, pp. 170 y s.;R. T:King Servius ullius, pp. 260 y ss.

    49. M. V: Pyrgi e lAfrodite di Cipro, , 92, 1980, pp. 71 y ss.; F. C: IlForo Boario, p. 307; D. B: Les figures fminines dans la tradition sur les rois trusquesde Rome, , 1998, p. 407.

    50. Liv., 1.45.2-3; Dion., 4.26; Auct. vir. ill., 7.9; Zon., 7.9. Pueden verse asimismo, Var.,L.L.,5.43; Fest., 460 L; Paul. Diac., 467 L.

    51. Str., 4.1.5 (C. 180). Vase C. A: LArtemide di Marsiglia e la Diana dellAventino,PdP, 25, 1970, pp. 200-210. Una intervencin directa de los focenses en la extensin del culto deArtemis en el Occidente es admitida, entre otros, por F. A:Der Ursprung der Etrusker,Baden-Baden, 1950, pp. 63 y s.; G. C: Sullorigine del culto di Diana Aventinensis,PdP, 17, 1962, pp. 57-60.

    52. Cf. C. A: Ricerche sulla lega latina. I, PdP, 36, 1981, pp. 219-233; G. C-: Il lucus Ferentinae ritrovato?, en Archeologia Laialez VII(QuadAEI 11), Roma, 1985,pp. 40-43; F. C: Gli emissari dei laghi laziali: tra mito e storia, en Gli Etruschi maestridi idraulica, Perugia, 1991, pp. 37 y ss.; A. G: Identification dune desse, ,1996, pp. 274 y ss. No resulta fcil aceptar la opinin de R. T:King Servius ullius, pp.311 y s., en el sentido que it cannot be doubted that the Latin federal sanctuary on the Aventinecontinued to be the proper instrument of Rome as the leading power in Latium in the reign ofTarquinius Superbus.

    53. Liv., 1.45.7; Plut., QRom., 4; Val. Max., 7.3.1; Auct. vir. ill., 7.10; Zon., 7.9.

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    mediante el cual Diana proporciona a Roma la hegemona sobre los latinos.En la versin de Plutarco, quiz la ms antigua aparece ya en Varrn y enJuba, el autor del sacrificio es el mismo Servio, y no el sacerdote de Diana, esdecir es el rey quien asume su funcin fundamental de intermediario entre ladivinidad y los hombres.54As el beneficiario directo del prodigio no es tantola ciudad como sobre todo su rey, quien de esta manera justifica su posicinde poder. Surge por tanto la tentacin de considerar que el carcter federal queServio pretenda ofrecer a su templo de Diana era funcional solamente a losojos de los romanos, pero no para los latinos, quienes nunca reconocieron en

    elDianiumdel Aventino un santuario propio. Fortuna y Diana manifiestan portanto una especial dedicacin hacia Servio, a quien proporcionan la suprema-ca, una sobre Roma y otra sobre los latinos.

    El reinado de Tarquinio el Soberbio supone un retorno a los principios quehaban guiado a Tarquinio Prisco, y en efecto, el nuevo rey hizo suyas, magni-ficndolas, varias iniciativas de su antepasado. Pero a la vez tambin aprove-ch algunos elementos identificados con Servio. Si verdaderamente se debeatribuir a Tarquinio la segunda fase del templo arcaico de S. Omobono, comoas parece,55y si a este templo pertenece el grupo escultrico que representa aHrcules y a una diosa armada, estaramos ente un elemento de continuidad, ya la vez de innovacin, entre Servio y Tarquinio. Pero este hecho no autoriza apensar que Tarquinio hiciese suya la ideologa serviana, es decir que se presenta-

    se tambin como favorecido por Fortuna y deudor de la diosa en la concesin delreino. Se trata ms bien de una apropiacin, de manera que aceptando la impor-tancia que Fortuna y su templo haban alcanzado con Servio, fueron adaptadosa los intereses del nuevo gobernante. Hrcules ocupaba un lugar destacadoen la ideologa de los Tarquinios, y as lo mostr el Soberbio no slo con estegrupo que situ en el templo de su adversario, sino tambin, hasta donde co-nocemos, con otro conjunto ornamental sacro localizado en el Esquilino.56

    El grupo escultrico de S. Omobono se intrepreta generalmente como esce-nificacin de la apoteosis de Hrcules, introducido en el Olimpo de la manode Atenea, segn un modelo Pisistrtida y por tanto con un valor tirnico.57Pero no creo que sea sta la lectura correcta. Recientemente se ha demostrado

    54. G. D: Servius et la Fortune, Pars, 1943, pp. 208 y ss.; J. H: Rome et Vies,Pars, 1958, p. 234; C. S: La nozione di prodigio in et regia, SMSR, 62, 1996, pp. 507 y ss.

    55. Puede verse una reciente y detallada discusin en G. A: Larea sacra diS. Omobono. Per una revisione della documentazione archeologica, , 115, 2003, pp.809-835, aunque con conclusiones todava muy hipotticas.

    56. M. C: Artisti etruschi a Roma nellultimo trentennio del secolo a.C.,Prospettiva, 9, 1977, pp. 5 y s.

    57. A. S M: La decorazione architettonica del tempio arcaico, PdP, 32,1977, p. 119; : Lintroduzione di Eracle nellOlimpo,, 24, 1977, pp. 3-15; :Il gruppo acroteriale di Eracle e Athena,PdP, 36, 1981, pp. 60 y ss.; M. P: ServiusTullius la lumire des nouvelle dcouvertes pigraphiques et archologiques, , 1977,pp. 225 y ss.; : Origini e storia primitiva di Roma, p. 288; C. A: Il gruppo acroteriale di

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    cmo este motivo no es exclusivo de Roma, sino relativamente comn en labaja cuenca tiberina, y responde sobre todo a los valores de la tradicin aris-tocrtica.58En el caso de Roma, la ubicacin del grupo en el acroterio del san-tuario de Fortuna indica una imposicin de Tarquinio sobre Servio, de formaque la diosa, que todava gozaba de no escaso fervor entre los romanos, es so-metida al esquema de los Tarquinios. No resulta fcil identificar a la diosa queacompaa a Hrcules, pero segn creo son ms fuertes los argumentos a favorde Fortuna. Sea como fuere, este conjunto escultrico ofrece un significado notanto tirnico, sino en el mejor de los casos dinstico.

    En el reinado de Tarquinio el Soberbio de nuevo es Jpiter, quien ocupa unaposicin central. Fiel reflejo de tal inquietud es el santuario levantado sobre elCapitolio, de excepcionales magnitudes59y consagrado, segn la tradicin, enel primer ao de la Repblica. El templo fue concebido como una extraordi-naria manifestacin de poder, tanto hacia el interior como hacia el exterior deRoma, de ah las diversas interpretaciones que suscita su significado. Refirin-dose al proyecto de Tarquinio, resalta Livio la ambicin personal del rey, quiencon esta obra pretenda dejar testimonio de su reinado y de su nombre, sinocultar adems una expresa vocacin dinstica.60Y en efecto, con anterioridad

    veamos cmo Tarquinio Prisco haba situado a Jpiter en el centro de la nuevaideologa forjada como justificacin de su monarqua, de manera que a travsde determinadas ceremonias, y especialmente el triunfo, el rey se presentaba

    ante la ciudad como vicario de Jpiter y por tanto garante ltimo de su super-vivencia. Con el nuevo y monumental santuario las connotaciones jovianasdel monarca se magnifican, en la bsqueda de un escenario ms acorde a laexpresin del poder real. La divinidad poliada de Roma pasa a encarnar as unideal dinstico en la persona de los Tarquinios.

    S. Omobono, PdP, 36, 1981, pp. 32-36; : Roma arcaica fra Latini ed Etruschi, pp. 85y s.; M. C: Il ruolo degli Etruschi nel Lazio antico, en Greci e Latini nel Lazio an-tico, Roma, 1982, pp. 44 y ss.; G. C: Il maestro dellErcole e della Minerva, OpRom,16, 1987, p. 32; C. G: Servio Tullio, Fortuna e lOriente,DdA, 5, 1987, pp. 94 y ss.;

    T. J. C: Te Beginnings of Rome, pp. 147 y ss.; F. Z: Aspetti culturali di Roma tra e secolo a.C., en Scritti S. Stucchi, Roma, 1996, vol. , pp. 303 y s.; D. B: La rfrence Hrakls de part et dautre de la rvolution de 509, p. 110; V. E. V: Servius ullius,pp. 115 y ss.; G. A: Larea sacra di S. Omobono, pp. 826 y ss.

    58. P. S. L: Archaic terracotta acroteria representing Athena and Heracles: manifesta-tions of power in central Italy,JRA, 13, 2000, pp. 207-219.

    59. Los descubrimientos realizados en el ltimo decenio permiten hacerse una idea mscompleta del santuario, desterrando aquellas dudas acerca de sus extraordinarias dimensiones:A. M S: Le recenti scoperte sul Campidoglio e la fondazione del tempio di GioveCapitolino,, 70, 1997-98, pp. 57-79; E: La grande Roma dei Tarquini. Alterne vi-cende di una felice intuizione,, 101, 2000, pp. 20 y ss.; A. D: Lindagine archeologicanellarea del tempio di Giove Capitolino,, 102, 2001, pp. 323-346.

    60. Liv., 1.55.1: ut Iouis templum in monte arpeio monumentum regni sui nominisquerelinqueret: arquinios reges ambos patre uouisse, filium perfecisse.

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    Pero el templo de Jpiter ofrece tambin una proyeccin exterior no menosimportante que la anterior. No cabe duda que su imponente masa representa-ba asimismo un smbolo palpable de la potencia de Roma, una afirmacin desu hegemona sobre el conjunto del Lacio. Su construccin hay que entenderlatambin en relacin a la poltica desarrollada por Tarquinio en el Lacio, queculmin con el reconocimiento de la superioridad romana. Fue bajo Tarquinioel Soberbio cuando por vez primera Roma concret un proyecto hegemnicosobre el Lacio, ms all de un reconocimiento implcito de una superioridadmilitar romana por parte de los latinos.61Desde un punto de vista religioso,

    este plan se materializ en la eleccin, posiblemente a instancias del propioTarquinio, del santuario de JpiterLatiariscomo centro de la alianza. A esterespecto, cobra especial significado la noticia de la institucin de las feriae

    Latinaepor obra de Tarquinio.62Ciertamente resulta difcil aceptar tal cualeste hecho, pues lasferiae Latinaeson ms antiguas, pero ya no tanto admitirun inters de Tarquinio por adaptar una antigua institucin comn a todoslos latinos en funcin de sus propios objetivos.63Uniendo la condicin de J-piter como patrn de todos los pueblos del nomen Latinumcon aquella otraque le define como divinidad tutelar de Roma, Tarquinio ampla al Lacio supapel de vicario de Jpiter. En otras palabras, el rey de Roma proyecta hacia elexterior la base ideolgica de su poder adaptndola a las propias tradicioneslatinas, con lo cual Jpiter es presentado no slo como garante de la realeza

    de Tarquinio, sino tambin de su cualidad de hegemonde los latinos. En estesentido, una comparacin con el Partenn de Atenas no est fuera de lugar,pues el santuario capitolino proclama el poder y orgullo de la ciudad.64La ideadel Capitolio como centro de Roma, y por extensin del mundo, recibe puesnuevos impulsos con Tarquinio el Soberbio.

    Es muy frecuente leer que la monarqua romana en el siglo es de carc-ter tirnico, segn el modelo contemporneo griego, con especial referencia alas tiranas de la Magna Grecia y de Sicilia. Las razones de tal afirmacin sondeterminadas coincidencias en algunos hechos comunes a los reyes romanos

    y a los tiranos griegos, como la existencia de un poder personal, los grandio-sos proyectos urbansticos y monumentales o una ambiciosa poltica exterior;

    tambin se invocan las estrechas relaciones de Roma con los griegos de Occi-dente o incluso la embajada enviada por Tarquinio el Soberbio a Delfos, por

    61. A.J. T:Hannibals Legacy, Oxford, 1965, vol. , pp. 117 y s.; A. B:NomenLatinum, Pava, 1973, pp. 20 y ss.; M. P: Origini e storia primitiva di Roma, pp. 290y ss.; W. K: La Grande Roma dei arquini: Die frheste Expansion des rmischenStaates, pp. 43 y ss.; T.J. C: Te Beginnings of Rome, pp. 209 y s.

    62. Dion., 4.49.2-3; Auct. vir. ill., 8.2.63. A. B:Nomen Latinum, pp. 20 y s.; B. L-G : Naissance de la ligue latine:

    mythe et culte de fondation,RBPhH, 74, 1996, pp. 91 y s.; A. P: I miti albani e lori-gine delle feriae Latinae, enAlba Longa. Mito storia archeologia, Roma, 1996, pp. 237 y ss.

    64. R.M. O:Early Rome and the Etruscans, Glasgow, 1976, p. 72.

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    otra parte de autenticidad dudosa. Aun admitiendo la validez de estos argu-mentos, la pregunta es si son suficientes para llegar a tal conclusin. El pro-blema no es simplemente terminolgico, sino que al aceptar la existencia dela tirana en Roma, se corre el riesgo de interpretar la historia romana arcaicadesde un punto de vista griego. En otras palabras, Roma, al igual que Etruria,pasa a convertirse en una especie de provincia poltica de Grecia, lo que enmodo alguno es admisible.

    Los reyes romanos del siglo buscaron sus principales apoyos polticosentre los miembros de la aristocracia, y en realidad no poda ser de otra mane-

    ra. As, la primera medida tomada por el rey Tarquinio Prisco, segn el relatotradicional, fue la creacin de los llamadospatres minorum gentium, es decir laadmisin en el Senado y sin duda tambin en el equitatusy en los principalessacerdocios de nuevas familias aristocrticas elevadas al patriciado. La inter-

    vencin de Tarquinio no signific una modificacin sustancial de estas institu-ciones, salvo en el nmero de sus miembros, pero no por ello la medida carecede importancia poltica. El propsito fundamental de la iniciativa del rey noera otro que introducir en las principales instituciones de la ciudad una nuevanobleza que pudiera contrarrestar la influencia de las antiguas familias de laaristocracia gentilicia. El asunto de Atto Navio y la muerte violenta del propioTarquinio tienen al respecto valor de prueba.

    Respecto a Servio Tulio, su definicin como tirano descansa en definitiva

    en la aceptacin de aquella tendencia de la tradicin que ve en este rey a unrex popularis. Pero en realidad son ms tenaces los argumentos a favor de unainterpretacin aristocrtica de la figura de Servio. Segn ha mostrado J.-C.Richard, la imagen popular de Servio es una creacin de los dos ltimos siglosrepublicanos.65Por el contrario, las relaciones del rey con los hermanos Viben-na, sus vnculos con la Repblica patricia, su interaccin en el mundo pseudo-histrico de los hroes, son elementos que sugieren una mayor antigedad dela apariencia aristocrtica de Servio. Tambin sus reformas, aunque se puedenexplicar en el contexto del desarrollo institucional de Roma, se adaptan perfec-tamente a la estructura y a los ideales de la ciudad aristocrtica.

    No se puede negar que el desarrollo del esquema hopltico, probablemente

    ya introducido en Roma por Tarquinio Prisco,66favorece la cohesin interna delgrupo y contribuye a profundizar en la conciencia de pertenecer a una comuni-dad ciudadana. Pero es necesario situar las cosas en su sitio. La falange hopltica

    65. J.-C. R: Recherches sur linterprtation populaire du roi Servius Tullius,RPh,61, 1987, pp. 205-225.

    66. J. M-P: La introduccin del ejrcito hopltico en Roma,Italica, 16, 1982,pp. 33-44; : arquinio Prisco, pp. 226 y ss.; T.J. C: La guerra e lo stato in Romaarcaica (VII-V sec.), enAlle origini di Roma, Pisa, 1988, pp. 91 y 96 y s.; C. A: La cittriformata e lorganizzazione centuriata, en A. M - A. S (eds.): Storia diRoma, vol. I, p. 224; G. V: Studi sul magister populi, Miln, 1989, p. 255; M. R:ribus und Stadt, pp. 89 y ss., p. 266.

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    se identifica a la classisms antigua, formada por todos aquellos que tenanla posibilidad de adquirir privato sumptu el armamento que se exiga a susmiembros. De este grupo participaban no slo la clase media campesina enposesin de los recursos necesarios, sino tambin la aristocracia, posiblementeacompaada por una parte de sus clientes. Los deberes militares se extendantambin a los adsiduims pobres, cuyo armamento, ms simple, les relegabainfra classem. Adems de estas dos categoras (classise infra classem), la so-ciedad romana arcaica comprenda otras dos, el equitatus, que era patrimoniodel patriciado, y losproletarii, quienes no tenan obligaciones militares porque

    carecan de tierra en propiedad.Esta divisin, a primera vista de carcter militar, es el resultado del censo, quela tradicin atribuye a Servio Tulio. Por definicin, un sistema timocrtico escreador de jerarqua, pues implica la clasificacin de los ciudadanos segn su ri-queza, asignndoles un puesto en aquellas funciones que cumple la ciudad. En elcaso romano, es generalmente admitido que los ciudadanos eran censados conun objetivo militar, de forma que a partir de las operaciones del censo se cons-titua el ejrcito, es decir la infantera. Sin embargo, si la organizacin militares inseparable de la poltica, es muy probable que la reforma serviana hubiesetenido tambin una vertiente poltica, que en virtud de la lgica inherente alsistema censitario, otorgaba mayores ventajas a las clases superiores.

    Si traducimos esta situacin a la terminologa poltica de la Grecia arcaica,

    no sera posible hablar de isonoma, sino en el mejor de los casos de eunoma,esto es igualdad en el interior de cada una de las clases, pero desigualdad entrelas clases. Por tanto resulta muy difcil entender la tendencia a aproximar lasrespectivas reformas de Servio y de Clstenes el ateniense;67el paralelo ms cer-cano es sin duda el de Soln. En mi opinin, no sera aventurado pensar que conla organizacin que introdujo en Roma, Servio proporcion a la aristocracia losinstrumentos para asentarse firmemente en el poder con la instauracin de laRepblica.

    Solamente Tarquinio el Soberbio podra aproximarse a la imagen de untirano, y as es presentado por los autores antiguos. No se puede negar queel poder de Tarquinio fue desptico, y por tanto el modelo ms parecido no

    es otro que el de la tirana. Pero Tarquinio era rey y sucesor de reyes, y su rei-nado se enmarca en una tradicin monrquica ininterrumpida. Su acceso altrono no se produce en un contexto de crisis social similar a aqul que habaprovocado la llegada de los tiranos en las ciudades griegas; y tampoco comoconsecuencia de una amenaza procedente del exterior. El rgimen despticode Tarquinio se entiende mejor si se contempla desde una perspectiva romana,

    67. H. L: e Servian Reforms, JRS, 35, 1945, pp. 39 y ss.; T.J. C: Te Begin-nings of Rome, pp. 194 y s.; C.J. S: Servius Tullius, Cleisthenes and the Emergence of thepolisin Central Italy, en Te Development of the polisin Archaic Greece, Londres, 1997, p. 214;J.-C. R: Patricians and Plebeians: the Origin of a Social Dichotomy, en Social Strugglesin Archaic Rome2, Oxford, 2005, pp. 112 y s.

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    es decir como culminacin de un proceso de degradacin de la institucin mo-nrquica, paralelo al propio desarrollo institucional de la ciudad, como antessealaba; pero a la vez tambin como respuesta radical a la dinmica alternade poder y oposicin entre los Tarquinios y Servio Tulio. No se puede olvidarque tampoco Tarquinio el Soberbio desde el apoyo de grandes familias no-bles, como se deduce de la existencia a comienzos de la Repblica de aquella

    factio arquinianaantes mencionada. La monarqua tena su fundamento enla tradicin y cuando Tarquinio Prisco se alej de ella, sembr el germen de sudecadencia. La monarqua no se adaptaba fcilmente al ideal ciudadano.

    El reinado de Tarquinio el Soberbio solamente poda terminar con el na-cimiento de un nuevo rgimen, una Repblica controlada por las grandes fa-milias que al poco tiempo se convierte en una verdadera oligarqua. Pero estaRepblica es la heredera de la ltima monarqua. As lo crean los antiguos queidentificaban en Servio el vnculo entre ambos sistemas polticos. La frase con laque Livio concluye su libro I, y por tanto su relato sobre la poca monrquica deRoma, es muy significativa: los cnsules que inmediatamente sucedieron al de-puesto rey fueron elegidos ex commentariis Ser. ullii.68 En este sentido, sepuede asimismo recordar la imagen de Servio como instaurador de la libertas,idea que ya aparece en un conocido fragmento del poeta Accio (Servius quilibertatem civibus stabiliverat), pero cuyo origen se eleva en el tiempo.69Y enefecto parece que la naciente Repblica patricia asumi el esquema poltico-

    social surgido de las reformas de Servio, quien fue por ello considerado comoel primer republicano. Pero la misma Repblica no olvid a los Tarquinios, delos cuales tom sus fundamentos ideolgicos: Jpiter se ofreca como garantams firme que no la imprevisible Fortuna.

    68. Liv., 1.60.4.69. Accio, fr. 40 R (= Cic., Pro Sest., 58.123). Vanse E. G: Il Brutus di Accio,

    Dioniso, 43, 1969, pp. 373-383; A. M: La cacciata di Tarquinio il Superbo,p. 474; J.-C. R: Recherches sur linterprtation populaire de la figure du roi ServiusTullius, pp. 210 y s.; A. F: Servio Tullio e la partizione del corpo civico, p. 131.