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MIÉRCOLES 3 DE MARZO DEL 2010 402 Documental El inquietante Oleg Dou Sus retratos construyen una antropología casi artificial y robótica, en la cual sobreviven rastros de profunda humanidad, de ojos que nos ven Página 16 Escrituras Lo que los demás no ven Desde ‘The New Yorker’, y ahora en libro, Malcolm Gladwell, analiza las últimas tendencias usando los recursos literarios de la no ficción Página 6 La carencia de lo judío El edicto de expulsión de 1492 tuvo efectos culturales devastadores que se han alargado hasta nuestra modernidad Páginas 2 a 5 Pantallas Todos en la cárcel Filmes como ‘Un profeta’ o ‘Celda 211’ demuestran que la vida carcelaria es un lugar simbólico privilegiado para las pasiones extremas Página 26

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MIÉRCOLES3DEMARZO

DEL2010

402

DocumentalEl inquietante Oleg DouSus retratos construyenuna antropología casiartificial y robótica, en lacual sobreviven rastros deprofunda humanidad, deojos que nos venPágina 16

EscriturasLo que los demás no venDesde ‘The New Yorker’,y ahora en libro, MalcolmGladwell, analiza lasúltimas tendenciasusando los recursosliterarios de la no ficciónPágina 6

La carencia de lo judíoEl edicto de expulsión de 1492 tuvoefectos culturales devastadores que sehan alargado hasta nuestra modernidadPáginas 2 a 5

PantallasTodos en la cárcelFilmes como ‘Un profeta’o ‘Celda 211’ demuestranque la vida carcelariaes un lugar simbólicoprivilegiado para laspasiones extremasPágina 26

ÁLVARO DE LA RICA

Si la pregunta fuese porquénohahabidoen la cul-tura española modernaun Einstein, un Freud ounMarx, la respuesta po-

dría parecer pagada y sencilla: por-que apenas quedaban judíos en es-tas tierras. Expulsados de golpepor el edicto de fines de marzo de1492, apenas se ha producido, encuatrocientos años, más que algúnintento aislado de retorno. Sólo enla segunda mitad del siglo XX, lascomunidades judías han ido recu-perando, tímidamente, apenas unpalmodel terrenoperdido en la es-cena española. Los hechos son es-tos, o se podrían enunciar así, peronaturalmente nuestra obligaciónes la de mirar las cosas un pocomás de cerca.Julio Caro Baroja, en su des-

igual historiaLos judíos en la Espa-ña moderna y contemporánea,cuenta la anécdota de unmiembrode la familia Rothschild, aficiona-do a las bellas artes, que viajaba deincógnitoporEspaña yque, en unaiglesia perdida, ante unavirgenmi-lagrosa, preguntó al viejo sacristánque le acompañaba por la clase demilagros que se le atribuían a la ve-nerada imagen. “Llora cuando ve aun judío”.El visitante se quedamu-do, pero espera un rato delante, pa-ra ver quépasa. Al cabodeun tiem-po, nopuedepormenos queexpre-sar que se trata de otro embuste,que él es judío y que la imagen noha derramado ni media lágrima.“Sí –susurra el guía–, pero por fa-vor no lo repitáis, que yo tambiénlo soy”.A la hora de valorar el hecho de

que la literatura española contem-poránea (y la cultura en general)hayaquedado almargende la riquí-sima tradiciónhebraica, la anécdo-ta, seguramente apócrifa, cobranuevos significados, a los que inten-taré llegar al final de estas líneas.Resulta evidente que lo hebrai-

cohaprotagonizado, directa o indi-rectamente, la más alta literaturadel siglo XX. Si hubiera que esta-blecer un canon con las cien, diez,cinco, novelas más logradas del si-gloXX, la única coincidencia segu-ra se produciría en esa trinidad, lacima de dicha elección imaginaria,conformada por A la búsqueda deltiempo perdido,Ulises y cualquierade las narraciones, geniales e inter-cambiables, de Franz Kafka. Lasparábolasdel escribadePragahun-den sus raíces en el judaísmo. Pe-ro, y no es tan sabido, las obras deProust y Joyce se vuelven ininteli-gibles sin esa conexión hebraica.Joyce descubre en Trieste, de lamano de Italo Svevo, la riqueza yuniversalidad delmundo de los ju-díos. El judaísmo es uno de losgrandes temas de la segunda partede la vida deJoyce, ymuyespecial-mente deUlises, cuyo protagonistaes Leopoldo Bloom, hijo de un ju-dío húngaro, y alter ego del artistadublinés, ya no precisamente ado-lescente. Como señaló Svevo, su

3Cultura|sLa

Vanguardia

Miércoles,3

marzo

2010

TEMA

El edicto de expulsión de los Reyes Católicos de 1492 alejó a Españade la modernidad y privó a nuestro país de los frutos de una gran cultura.Y aún al revisar el siglo XX nos preguntamos si aquí hubiera podido surgirun Proust o un Kafka. Indagamos en las repercusiones de esta carencia.

mentor triestino, “lo que da uni-dad al libro es que, al final de la jor-nadaenqueconsiste temporalmen-te la novela, el docto Dedalus llegaa sentir al judío Bloomcomopadresuyo”. Afirmación todo lo discuti-ble que se quiera, pero que tiene elaciertodedirigir la flecha en el sen-tido predeterminado por el propioJoyce.Otra vezestamos ante ladia-léctica mosaica y freudiana del pa-rricidio. Como en Kafka. Y comoen Proust, donde la muerte del pa-dre se convierte, por medio del ju-dío Swann, cuya vereda nuncaabandonará Marcel, en la sustitu-ción del padre. De la relación delProust de À la recherche con elmundo hebraico, poco se puedeañadir a lo señalado acertadamen-te por Juliette Hassine en dos mo-nografías tituladasEsoterismo y es-critura en la obra de Proust (1990),y la posterior ydefinitivaMarranis-mo y hebraísmo en la obra deProust (1994).

Lo mejor de la historia humanaElpeso de la cultura judía en la cul-tura occidental del siglo pasado, yen especial en el ámbito literario,es deslumbrante. Y, qué ha ocurri-doenEspaña. ¿Ha sidopor comple-to ajena a esta extraordinaria ráfa-ga de luz? Creo que a esa preguntase pueden dar dos clases de res-puesta. Una, inmediata, que ten-dría que afirmar que sí, que Espa-ña ha quedado, una vez más, almargen de lo mejor de la historia

humana. Sería interesante analizarla importanciadecisivaqueesto tie-ne en el desarrollo del casticismohispano. Pensemos en la genera-ción del noventa y ocho. Baroja fueantisemita (en realidad fue antito-do). Azorín mostró una indiferen-cia pasmosa ante todo lo que teníaque ver con el mundo hebraico, loque para mí constituye un granenigma pendiente de resolver. ¿YOrtega? Ortega, como siempre, esmás complicado. No es el lugar pa-ra abordar el asunto, pero voy aapuntar algoque siemprehepensa-do al releer su insoslayable ensayotitulado Dios a la vista. Se trata deun texto que habría que poner enconexión, también, con la interpre-tación que hace el filósofo de lasconsecuencias de la teoría de la re-latividad einsteniana (enEl sentidohistórico de las ideas de Einstein). Ylo que se saca de esa especulacióntiene bastante que ver con la no-ción demesianismo judío, tal y co-mo la explica Gershom Scholem alfinal de susConceptos básicos del ju-daísmo (Trotta, 1998). La ideaorte-guiana, según la cual hay un Dioslaico, profano, que está antes ymu-chomás allá de la religión positiva,y que se sitúa a la vista, es decir,queno se puede tocar ymanipular,peroqueestá enel horizonte abier-to e inalcanzable del hombre libre,tiene que ver directamente con elvivir en la irrealidad necesaria dela esperanza de algo por definicióninalcanzable.

Este es para mí el eje de un se-gundo tipo de respuesta, que natu-ralmente apunta a lo esencial. No-sotrosnohemosdadoa luz aningu-no de los Roth, ni a Elsa Moranteni a Clarice Lispector, ni a WalterBenjamin ni a Canetti, ni a Man-delstam, ni tampoco a JosephBrodsky. Cierto. Pero finalmentelos hemos leído a fondo y, en algu-nos casos, hasta los hemos asimila-do. Evidentemente, eso ha sido así

a ambos lados del Atlántico. ¿Esque se puede entender, pongamospor caso, el Diario íntimo de Emi-lioPrados, oMuerte sin fin, de JoséGorostiza, sin la huella hebraica osin sus imágenes? ¿Sepuede enten-der aBorges, lo quepara este signi-fica la escritura, el sistema de sig-nos que rige el mundo, al margende la tradición judía? ¿Sepuede en-tender a Zambrano sin Spinoza?¿Y a Valente sin Celan o sin Ed-mond Jabès? ¿Acaso la metalitera-turadeEnriqueVila-Matas signifi-ca algo al margen de Kafka?

Cada una de estas preguntas ne-cesitaría un largo desarrollo, innu-merables matices y profundizacio-nes. No es este el lugar por acoge-

dor que resulte. Pero todas ellasapuntan,deunmodouotro, a aque-llo que dejó escritoMarina Tsevie-táeva: “Los poetas somos judíos”.

Este dictum pertenece al Poemasin fin, en concreto a los últimosversos del poema duodécimo. Laproposicióncompleta es la siguien-te: “Si es este/un mundo cristiano,los poetas somos judíos”. Qué difí-cil de interpretar, comenzandoporese si condicional con el que arran-ca el verso. Yome quedo con el he-cho de que cristianismo y judaís-mo estén puestos en relación, aun-que se refiera en este caso a una re-lación de antagonismo. Se trata delamanía insensata quehizoque losjudíos fueran expulsados de Espa-ña, y del resto de los incipientes es-tados-nación, en pleno Renaci-miento.La injusticia que les convir-tió, de nuevo, en exiliados que serefugiaban en la ley escrita en losrollos de la Torá y en el abismo desus corazones de carne. Tambiénfue el caso de muchos conversos,marranos o no, protagonistas deun exilio interior, consciente o in-consciente. La raíz estaba planta-da, en lo más hondo de la mismacondiciónde cristianos, odemiem-bros de una cultura de raíz bíblica.Como el sacristán de la anécdota,al que le cuesta reconocer su condi-ción, dentro de cada español hay,lo sepa, lo ignore, o lo rechace, se-millas fecundas de un judaísmoque se transforma y vivifica antecualquier intento de creatividad. |

ISABEL GÓMEZ MELENCHÓNEl escritor israelí Abraham Yehoshúacuenta que su padre siempre se definíacomo judío sefardí, a pesar de que eraya la cuarta generación de la familiaque había nacido en Palestina. Antes, elbisabuelo de su abuelo, el antepasado

de Yehoshúa, había nacido en Salónica,entoncesparte del ImperioOtomano. Yantes, siglos antes, los padres de los pa-dres de sus padres habían nacido en Se-farad, la voz hebrea con que se designala península ibérica. Otro escritor, Ed-garMorin, recrea este vaivéndediáspo-

ras ynacimientos enun libro imprescin-diblepara quienquiera conocer el sefar-dismo de primera mano, Vidal y los su-yos. Vidal era el padre del escritor y filó-sofo francés, había nacido en Salónica ytambién se definía como judío sefardí.Una ciudad, Salónica, que llegó a con-vertirse casi que en capital de los sefar-díes, los judíos expulsados de Españapor los Reyes Católicos y que, en des-igual pago, extendieron por el mundo

la cultura y la lengua del país que tanmal les había tratado, hasta el puntoque, cuenta Morin, la lengua habladapormás de la mitad de la población erael ladino, el castellano del siglo XV, deforma que cuando en el sigloXIX llega-ron a la ciudad otomana un grupo defrailes católicos, todos se quedaronasombrados al oirlos hablar: “¡Qué ex-traño, curas judíos!”.Porque lejos de Sefarad, los expul-

Construyendo lamemoria: Sefarad

¿Se puede entender aBorges al margen de latradición judía? ¿Sepuede entender aZambrano sin Spinoza?

Álvaro de la Rica esprofesor de Teoríade la Literatura yLiteraturaComparada en laUniversidad deNavarra y directorde la Cátedra FélixHuarte de Estética yArteContemporáneo dela mismauniversidad; autor,entre otros, de‘Kafka y elholocausto’ (Trotta)

ENAUSENCIADELOJUDÍO

Detalle de un trajesefardí bordadoque se conserva enel Museo Sefardí,en la sinagoga delTránsito de ToledoFOTOGRAFÍA: HULTON

ARCHIVE / GETTY IMAGES

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Unacondenadel futuro

Las cicatrices de la expulsión

01 Clases de len-gua hebrea en unaescuela judía deLarache, hacia1950

02 Cementeriojudío en la ciudadde Tetuán haciaprincipios del sigloXX

03 Retrato de unafamilia judía enArcila (Protectora-do Español), 1930.Los padres apare-cen vestidos a la‘berberisca’

04 Reunión dedescendientes deAbraham Zacut enToledo en el año1992

05 Encendido públi-co de las velas deJanuká en el Callde Girona en 1998

LAS FOTOGRAFÍAS PERTENE-

CEN A LA AGENCIA EFE Y

APARECIEERON EN LA

EXPOSICIÓN ‘SEFARAD

PHOTO’ QUE TUVO LUGAR

EL PASADO AÑO EN LA

BIBLIOTECA NACIONAL DE

MADRID

JOSÉ ENRIQUE RUIZ-DOMÈNECLa expulsión de los judíos es unade las claves de la historia deEspa-ña.La explica no sólo el fervor reli-gioso de una época sino el despre-cio a la historia de una clase gober-nante, a pesardel esfuerzopara im-pedirla de insignes personalidadescomo Mosén Diego de Valera oHernando del Pulgar. La aniquila-cióndeunpueblonoes simplemen-te física (el genocidio de la shoah, elholocausto perpetrado por los na-zis), también lo es interna, psicoló-gica, como ocurrió durante el sigloXV en los reinos de Castilla y Ara-gón. Un proceso en varias etapas:primera, el ninguneo de una mino-

ría y su omisión de cualquier pre-sencia en la vida social y política,pese a que muchos médicos judíoseran reclamados por los reyes y sushombres de negocios aconsejabansobre finanzas; después, la modifi-cación del estatus de ciudadanopor el de habitante de la judería, elgueto;más tarde, la facilidad con laque se justificaron los pogromos,asaltos y quemas de casas por tur-bas de fanáticos; y, por último, latrágica encrucijada a la que fue so-metido todo un pueblo, abjurar dela fe o abandonar la patria. Nadiepodía creerlo de verdad. Que hom-bres de la inteligencia de Abrahamben Salomón pensaran en volver a

los pocos meses era algo más queanhelo, era la creenciadequese tra-taba de un hecho circunstancial;que las comunidades sefardíes a lolargo y lo ancho del Mediterráneomantuvieran el ladino, esa mezclade castellanoantiguo, hebreo y ára-be, es el indicio de que el retorno ala tierra natal fue una tradiciónmantenida viva de padres a hijos.El 31 de marzo 1492, un edicto

de los Reyes Católicos, redactadopor Tomás de Torquemada, instó alos judíos de laCorona deCastilla abautizarse o, en caso contrario, apreparar el equipaje para salir delpaís antes del 2 de agosto. Mesesdespués, Aragón, Sicilia, Cerdeña,

Navarra y Nápoles promulgaronedictos similares. Muchos españo-les, entre ellos elGranCapitán, fue-ron contrarios a lamedida y expre-saron en público sus diferenciascon lapolíticade los reyes, auspicia-da por los sectores más duros delrégimen. Ese estado de ánimo fuerecogido añosmás tarde por el his-toriadorJerónimoZurita y los arbi-tristas que reflexionaban sobre ladecadencia española al indicar quelos judíos se llevaron consigo la sus-tancia y la riqueza del comercio ycon ellas dieron paso a la mendici-dad, el abandonode los campos y lamiseria. ¿Unmito? ¡Que va! Se que-daron cortos en el diagnóstico ya

sados y sus descendientes realizaronuna aportación cultural decisiva, deBa-ruch Spinoza a más recientementeElías Canetti, de Amsterdam o Londresa Marruecos o Portugal. También enlas colonias americanas, especialmentelos criptojudíos. Pero fue en el ImperioOtomano donde florecieron, gracias ala inteligencia con que fueron acogidospor el sultán: “Aquellos que los man-dan, pierden; yo gano”, fue la famosa

sentencia de Bayaceto II. Las sinagogasde Bulgaria, Rumania, la ex Yugoslavia,Turquía, Grecia se convirtieron en focode expansión cultural de lamano de lossefardíes, muchomás formados y culti-vados que las poblaciones a las que seincorporaban, y descendientes de losexiliados fueron médicos, profesores otesoreros apreciados y bien relaciona-dos con la SublimePuerta. Estambul to-davía ha visto nacer amuchos de los se-

fardíes que han regresado a España enlas últimas décadas del pasado siglo yque conforman el núcleo, junto con losprocedentes del norte de África, de lasrecientes comunidades judías españo-las. Sefardíes de nuevo en Sefarad, unasuerte de viaje a la inversa del que susantepasados habían realizado.

Hace cerca de dos años, el Institutd'Estudis de la Mediterrània organizóen Barcelona, bajo la coordinación de

Maria Àngels Roque, las que quizássean de las más provechosas jornadassobre la cuestión sefardí como puenteentre culturas. Durante cuatrocientosaños, el ladino o judeoespañol (la hake-tía en el nortedeÁfrica) ha sido el pega-mento que ha mantenido la fidelidad aunas raíces cada vez más alejadas entantos sentidos; también la pieza claveen la construcción de la identidad fren-te a los azhkenazíes, los judíos del este

Detalle de unapuerta de la sinago-ga del Tránsito deToledo, edificadaen estilo mudéjaren el siglo XIVFOTO: HULTON ARCHIVE /

GETTY IMAGES

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Los sefardíes expulsados se lleva-fron consigo las llaves de unas ca-sas a las que nunca volverían. Du-rante siglos, lo judío estuvo ausen-te de la realidad española, aunquefísicamente estuvieran cerca enmuchos casos: en el norte de Áfri-ca se asentaron diversas poblacio-nes que al transcurrir de los añosadoptarían y adaptarían costum-bres de las zonas en las que se ha-

bían asentado, y de lamismamane-ra que el ladino se enriqueció contérminos griegos y turcos, la hake-tía lo hizo con voces árabes. Tam-bién los ritos religiosos guardandi-ferencias con los practicados porlos ashkenazíes.La lenta recuperaciónparaEspa-

ña de los judíos comenzó a partirde la segunda mitad del siglo XIX,cuando se instalaron en Madrid o

Málaga miembros de las comuni-dades del norte deÁfrica. Las foto-grafías de estas páginas muestranla influencia berberisca en la vesti-menta en el siglo pasado, a la vezque los restos del esplendor vividoenToledo antes de la expulsión (lasinagoga llamada del Tránsito, an-tes de Samuel Ha Levi) y el regre-so, con la celebración de la fiestade las luces o Januká en el call de

Girona. La recuperación del patri-monio cultural sefardí es uno delos objetivos de la Casa Sefarad-Is-rael (www.casasefarad-israel.es),creada en el 2006 y establecida enMadrid. Paralelamente, las emisio-nes de Radio Sefarad también in-cluyen programas en ladino y lared de juderías divulga el patrimo-nio. Son las nuevas llaves paraabrir las casas de la memoria. I.G.M.

que, con la expulsión, además deperderse un precioso tejido socialdeartesanos en todas las artes y ofi-cios, se cuestionó una actitud cos-mopolita ante el mundo.El principal efecto de las conver-

sionesenmasaparaevitar la expul-sión fue el desarrollo de una cultu-ra de la sospecha sobre los conver-sos, a los que se acusó amenudo deser marranos, es decir, judíos quesólo aparentementehabían abraza-do la religión cristiana. Entonces seviocómounanación supuestamen-te civilizada utilizaba el Tribunaldel Santo Oficio contra españoleshonestos. Porque, al margen de lassombras que caen sobre este polé-mico tribunal creado por el papaSixto IVapeticiónde losReyesCa-tólicos, la Inquisición fueunapode-rosa arma del dogma religioso queobstaculizóeldesarrollodel conoci-miento científico y de la razón. Susólo nombre provocaba un profun-do temor entre la población. El or-gullo de casta vieja, la limpieza de

sangre, la presencia de una ineficazburocracia, la necesidad de repre-sentar, y el rígido nacionalismo deEstado son sus efectos más palpa-bles. Esta es la sustancia de la tesisde Américo Castro: lo judío espa-ñol era el único modo de afrontaruna historia construida a contraco-rriente entre inseguridades y firme-

zas, cuyos principales testigos, Fer-nando de Rojas o Miguel de Cer-vantes, se comportan como si fue-sen conversos, acaso porquequizáslo eran.Laexpulsiónde los judíos conde-

nó el futuro por el presente. Legiti-mó la perezanacional y puso trabasal espíritu de superación, la ambi-ción por lo más grande y lo mejor,que configura los valores de la mo-dernidad, tales como la sinceridad,

la autenticidad, la sensibilidad, elrespeto a la inteligencia, la jerar-quía sostenida en la excelencia delos mejores y la incapacidad de ad-mitir el optimismo (palabra que seusó por primera vez en Europa en1737).El casticismoencambio favo-reció el desarrollo de un imagina-riocolectivodondeprimaba la envi-dia, la mentira, la falta de concien-ciamoral, el pesimismoyel despre-cio a la inteligencia por ignorantespresumidosquehablande las cosascuantomenos las entienden,quedi-jo Gracián.

Que en España los efectos de laexpulsión fueran más destructivosqueenotros países se debe a la rigi-dez y corrupcióndeun sistemaqueno dejaba resquicios a la actividadprivada, incluida la posibilidad deser feliz. Debemos conocer cómose aceptó unhechoasí, identificar alos responsables y los valientes es-pañoles que se opusieron; es lame-jor manera de curar las cicatricesde una vieja herida. |

Imágenespara un regreso

Las conversiones enmasa auspiciaron unacultura de la sospecha

BIBLIOGRAFÍA

Edgar MorinVidal y los suyosGALAXIA GUTENBERG

Esther BendahanDéjalo,ya volveremosSEIX BARRAL

Abraham YehoshúaViaje al fin delmilenioSIRUELA

Mois BenarrochEn las puertasde TángerDESTINO

Jaciento García yRosa TóvarUn banquete porSefaradTREA

Pilar RomeuRamo de sus raícesfloreceráTIROCINIO

Joseph PérezLos judíos en Espa-ñaMARCIAL PONS

Juan G. AtienzaCaminos de Sefa-radROBIN BOOKS

Jonathan RayLa frontera sefardíALIANZA

ocentroeuropeos.Ahora,Yeshoshúa re-conocía en Barcelona que su padre ha-blaba ladino; él ya no. Edgar Morin loha aprendidodenuevo.El genocidiona-zi acabó no sólo con más del ochentapor ciento de los judíos de Salónica, yotro tanto de los países del sureste euro-peo, sino que arrasó una cultura enri-quecida con el contacto con los otros,pero ya herida por las tribulaciones delfinal del imperio otomano, las nuevas

persecuciones, los nuevos pogromos.Durante cuatrocientos años también,Sefarad se situó en el imaginario de losexiliados más como una idea, un patri-monio afectivo ounamitificación de unpasado que se quiere esplendoroso quecomo lugar geográfico: lo sefardita ca-minaba por un lado, lo español porotro. Pilar Romeu, en una de lasmás in-teresantes aportaciones en las jornadasdel Iemed, presentó las numerosasme-

morias, novelas biográficas y testimo-nios (másdedoscientos) escritas por se-fardíes orientales (Turquía) en el pasa-do siglo. Las páginas son prolijas en laconciencia de la procedencia hispánica,gracias a la tradición oral transmitidaen las familias. En el caso de los sefar-díes occidentales, los de Marruecos yMagreb, sucede lo mismo.

La diáspora de los países árabes des-pués de 1948 llevó a numerosos sefar-

díes a Francia, América, Israel. Tam-bién a España. Saki Aciman, nacido enEstambul y emigrado aBarcelona cuan-do contaba solo un año de edad, tampo-co habla ya ladino. Lo entiende. Sus so-brinos ya no. Aciman explica que losnuevos sefardíes son los judíos que aho-ra residen en nuestro país y que estáncreando su nueva cultura. Como la pre-cedente, incorporando a la suya retazosde todas las demás. Sumando. |

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