37116781 la guerra de los cardenas guajira

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  • La guerra de los Crdenas y los Valdeblnquez (1970-1989) Estudio de un conflicto mestizo en La Guajira

    Nicols Crdenas Angel 620340

    Simn Uribe Martnez 620401

    Monografa para optar al ttulo de Politlogo

    Dirigida por Marta Herrera Angel

    Carrera de Ciencia Poltica Universidad Nacional de Colombia

    2004

  • AGRADECIMIENTOS

    El presente trabajo es el resultado de una investigacin que se llev a cabo en Bogot y en diferentes lugares de la costa Atlntica durante un perodo de un ao (julio de 2003 julio de 2004). A lo largo de todo este tiempo contamos con la ayuda de una gran cantidad de personas, cuyos aportes y apoyo permanente fueron fundamentales para la investigacin. En Bogot contamos con la ayuda invaluable del Taller Interdisciplinario de Formacin en Investigacin Social, Umbra. A Mnica Hernndez, Juan Camilo Nio, Jorge Luis Lzaro, Luis Berneth Pea, Bladimir Rodrguez, Sonia Torres y Marcela Riveros, agradecemos sus incontables aportes, correcciones y sobre todo sus mltiples y rigurosas lecturas del texto. De manera especial agradecemos a Marta Herrera ngel por aceptar dirigir la monografa, por su terco e incansable empeo en darle rigor a la investigacin y por su dedicacin generosa y constante. Agradecemos tambin a Laura Restrepo, Hernando Corral y Enrique Egurrola, cuyos relatos nos adentraron en la historia de los Crdenas y Valdeblnquez. Nuestro recorrido por la costa se prolong por cerca de tres meses (octubre-diciembre de 2003) y fueron muchas las personas que nos recibieron y ofrecieron su ayuda a nuestro paso por Riohacha, Villanueva, Palomino, Dibulla, Santa Marta y Barranquilla. A todos ellos muchas gracias por su hospitalidad, sus relatos y alegra inagotables. A Laureano David, Hugo Carrillo, Jarol Ferreira, Pablo Cuadrado, Azael de Jess Ramrez y a los profesores Euclides Moscote, Justo Prez Van-Leenden, Eider Fajardo y Armando Lacera Ra, agradecemos haber compartido con nosotros sus recuerdos, conocimientos y experiencias. A los dibulleros por dejarnos convivir con ellos y conocer un poco de su historia. A Sixta Arvalo, Arilis y Robert Pereira, Juan Carlos, Elsy Hernndez y Juan Daz, por acogernos y brindarnos su amistad. A Camilo Arbelez por ofrecernos su casa y recomendarnos en Dibulla, sin su ayuda nuestra estada all no hubiera sido igual. Agradecemos tambin a Carlos Crdenas, Gonzalo Uribe, Felipe Camacho, Giangina Orsini y Maria Elisa Balen por su lectura del texto, sus correcciones y aportes al trabajo. Finalmente a nuestras familias, amigos y amigas por su solidaridad y apoyo.

  • TABLA DE CONTENIDO PRESENTACIN de Marta Herrera ngel INTRODUCCIN I. PRIMERAS PESQUISAS LOS DIBULLEROS Y SU HISTORIA CAPTULO 1. LOS CARDENAS Y VALDEBLANQUEZ EN LA HISTORIA DE DIBULLA 1. Los orgenes tempranos del dibullero (siglos XVI-XIX) 2. El actual Dibulla (siglos XIX-XX) 2.1 Los Crdenas y Valdeblnquez: pioneros en la colonizacin dibullera de la Sierra Nevada 2.2 El contrabando 2.3 Dibulla y la colonizacin cachaca de la Troncal 2.4 La bonanza y el auge de la violencia II. HABLANDO SOBRE EL ORIGEN DE LA GUERRA CAPTULO 2. EL CONFLICTO DE LOS CARDENAS Y VALDEBLANQUEZ ORIGENES Y CAUSAS 1. El parentesco en los Crdenas y Valdeblnquez: familias extensas bilaterales 1.1 Los matrimonios mixtos y la poliginia multiterritorial del hombre dibullero 1.2. El apellido y la autoridad en la familia dibullera 1.3 De la unin de hecho a la unin legal 1.4 El compadrazgo y los lmites difusos del parentesco 2. Los orgenes del conflicto 2.1 La maldicin kogui 2.2 Un lo de faldas, un conflicto de honor 3. El concepto de honor y su importancia en el conflicto 3.1 El honor y los sexos: el hombre como guardin de la sexualidad femenina 3.2 La familia, ejrcito de proteccin. Las afrentas de honor y la culpa colectiva 3.3 La justicia por la propia mano. El conflicto entre honor y legalidad 4. El principio de reciprocidad wayu y su influencia en la cultura mestiza 4.1 La importancia del parentesco en los conflictos wayu 4.2 Blanco lo hizo, blanco lo paga. La reciprocidad ente wayu y alijunas 4.3 El conflicto mestizo III. LA GUERRA CAPTULO 3. EL DESARROLLO DEL CONFLICTO 1. La venganza de sangre entre los Crdenas y Valdeblnquez Eso fue la guerra ms cruel que hemos vivido en La Guajira

  • 2. El culupuy o marimbero guajiro 2.1 La naturaleza violenta del guajiro: A un guajiro no se le pita 2.2 Una vendetta guajira a la siciliana 3. El parentesco y el conflicto: el conflicto prcticamente se les traslada a unos primos 3.1 Los Crdenas y los Gmez Ducad 3.2 Los Valdeblnquez y Enrique Coronado 4. Las ciudades escenarios del conflicto Unos en Barranquilla y otros en Santa Marta, y ah sigui la guerra 4.1 Expulsin de Santa Marta: fue a raz del temor de toda la gente 4.2 La vendetta guajira se traslad a Barranquilla 5. Los mediadores y los pactos de paz: ms que todo atizar, a encender el mallal 5.1 El Estado en el conflicto: Utilizaron hasta la autoridades 5.2 La muerte de Pacho Crdenas: En una reunin en una gallera rompieron un pacto 6. El recrudecimiento del conflicto: Eso fue muerto de uno y otro lado 6.1 Las zetas y la guerra entre hombres 6.2 Esa regla se rompi despus de la muerte de Briceida 6.3 1980: hasta en prisin mueren los Crdenas 7. La cacera a Too Crdenas: el final de la guerra? 7.1 Esa guerra se acab por sustraccin de materia 7.2 Las guerras no son buenas ni ganndolas CONCLUSIONES EPLOGO BIBLIOGRAFA ANEXOS 1. Lista de entrevistados 2. rboles genealgicos 3. Cronologa del conflicto MAPAS 1. rea de estudio 2. La Ramada y la Provincia de los Guanebucn

    3. Contactos humanos en Dibulla durante el perodo colonial 4. Colonizacin dibullera de la Sierra Nevada de Santa Marta RBOLES GENEALGICOS 1. Descendencia de Francisco Eduardo Crdenas 2. Matrimonio Valdeblnquez Levette 3. Los Crdenas Ducad 4. Los Gmez Ducad 5. Los Crdenas Coronado 6. Los Valdeblnquez Mena 7. Los Valdeblnquez Levette y Enrique Coronado

  • MAPA 1 REA DE ESTUDIO

    Fuente: Instituto Geogrfico Agustn Codazzi, Atlas de Colombia, IGAC, 1977, pp.40-41.

  • PRESENTACIN

    Para los colombianos de mi generacin la historia que Simn Uribe y Nicols Crdenas analizan forma parte de la memoria colectiva. El enfrentamiento entre las familias Crdenas y Valdeblnquez trascendi los lmites locales y durante mucho tiempo ocup a la prensa de difusin nacional. El conflicto y la coyuntura en que se insert fueron noticia, pero lo que la noticia no logr fue develar la estructura sobre la cual la confrontacin se teji y dinamiz, la lgica que le dio sentido y que, en su propia efervescencia, transform a la estructura. Como los autores bien lo sealan en su texto, era necesario considerar el conflicto como el resultado de la confluencia de causas estructurales y coyunturales., pero adems, tener en cuenta que estructura y coyuntura no son esferas aisladas sino que se encuentran en constante juego, modificndose y adaptndose mutuamente y de forma permanente.. Sobre esa base, el problema alrededor del cual se estructura el anlisis de este libro es el de la tensin entre los factores estructurantes del conflicto y la dinmica que se gener y que introdujo sensibles transformaciones en la estructura. Como los autores lo precisan, el conflicto entre las familias Crdenas y Valdeblnquez no fue el nico enfrentamiento entre familias guajiras que se dio en la poca, pero su manejo como noticia, como acontecimiento, puso de relieve elementos estructurales de la sociedad en la que se desarroll. Lo fundamental de esos elementos estructurantes no radic, sin embargo, en los hechos que con mayor insistencia se difundieron, los actos violentos y la llamada bonanza marimbera, sino precisamente en aspectos ms silenciosos, menos espectaculares que el conflicto en s y, en ltimas, mucho ms cotidianos para el pas. Se trata de la dinmica social de familias, de comunidades mestizas, es decir, de gentes cuya organizacin social se ha estructurado con base en sistemas de significacin procedentes de dos o ms culturas. Lo que Nicols y Simn muestran con gran acierto es el proceso de configuracin de una sociedad en la que participaron los indgenas Kogui de la Sierra Nevada de Santa Marta, Wayu de la pennsula de la Guajira, los blancos o Alijunas y los afrodescendientes, cada uno con sus diversas prcticas culturales. Esa sociedad en la que todos tienen un poco de todos, pero cada uno y unos ms que otros se coloca y se asume como distinto: el Alijuna, el Kogui, el Wayu, el afrodescendiente. Y lo que este libro termina por mostrarnos es una sociedad mestiza Guajira, en la que el que se asimila como blanco, aunque sea dominante, ha sido el ms permeado por la base cultural nativa y tambin por la africana. En realidad no es blanco, es mestizo y es mestizo Wayu o Kogui. Es un mestizo distinto al mestizo Muisca de Tunja y al mestizo Muisca de Bogot. Las races a las que se articul el invasor son tan variadas como somos los mestizos de hoy en da. Mestizos Quimbayas, Sindaguas, Malebes, Pijaos, Panches... Se trata de races negadas, escondidas, silenciadas, pero siempre presentes. Entre los muchos aportes del texto, la calidad del anlisis que adelantan y sus cualidades narrativas, es de resaltarse precisamente su preocupacin por profundizar tanto en las dificultades conceptuales que implica el concepto de mestizaje, entendido en un sentido

  • amplio como lo precisan los autores, como en las caractersticas y la dinmica de las sociedades mestizas. Se trata de un tema que ha sido muy poco trabajado por los investigadores, lo que resulta altamente significativo, si se considera la importancia demogrfica y cultural de estas sociedades en un pas como Colombia, en el que la mayora de los pobladores somos mestizos. El caso del mestizo Wayu presenta en todo caso una peculiaridad que lleva a visibilizar esas races. A diferencia de lo que sucedi con muchos otros grupos indgenas, el Wayu impuso clara y abiertamente varias de sus prcticas culturales a los blancos que buscaban ejercer su control sobre ellos. La prctica del pago como compensacin de una ofensa, por ejemplo, con todas las bases ideolgicas y la ritualidad de la cual se acompaa se ha hecho valer como ley durante siglos, ms all y contraponindose a la legalidad colonial y luego a la republicana. Ms eficiente que estas ltimas, la prctica del pago muestra su origen cultural, lo evidencia, lo pone de relieve. Aqu le es difcil al mestizo mimetizarse con el blanco, con el ganador, y es en parte esa insubordinacin a lo blanco lo que desata la persecucin de los medios, de la prensa nacional, siempre atenta a fortalecer el blanqueamiento, los valores y las miradas de la metrpoli de turno. Pero, de otra parte, y este es otro de los grandes mritos del anlisis que ofrece la obra, la incorporacin de los sistemas de significacin de origen no es integral y si la venganza de sangre se impuso para limpiar el honor agraviado, no parece haber sucedido lo mismo con los mecanismos de conciliacin. La venganza se prolog por cerca de dos dcadas, hasta que las dos familias quedaron parcialmente exterminadas, llevando as el conflicto a sus ltimas consecuencias. No se aprecia, como sucede en las comunidades Wayu, la intervencin de un intermediario especializado que diera va al establecimiento de mecanismos de solucin para poner fin al conflicto. En una coyuntura en el que la abundancia de dinero dinamiz la confrontacin, un valor como el honor, que usualmente operaba como un eficiente mecanismo de control social, deriv en el encadenamiento de muertes que vengaban ese honor vulnerado. En trminos de los medios, el nfasis y la condena se coloc en el conflicto, en los actos violentos, en la agresin, en la barbarie. Se dej de lado precisamente aquello que constituye el nudo central del problema y del conflicto mismo. Una estructura social mestiza, Guajira, cuya riqueza va mucho ms all de los mecanismos para manejar el conflicto. Es esa riqueza cultural la que emerge del anlisis que nos presentan los autores, dos prometedores jvenes, cuya pasin e inters por el tema los llev a compenetrarse con el trabajo a pesar o tal vez debido a sus diferentes personalidades. Fue un equipo que trabaj sorprendentemente bien y digo sorprendentemente precisamente por sus diferencias, pero tambin por sus semejanzas, tal vez ms peligrosas para un trabajo en equipo. Ambos capaces, talentosos, apasionados, con ideas propias y dispuestos a la crtica y a la polmica, pero y tal vez fue eso lo que los llev al xito de su misin, al dilogo. Ese dilogo fue muy fructfero no slo para ellos, sino para el colectivo que los acompa en su proceso de elaboracin del texto. Los integrantes del Taller Interdisciplinario de Formacin en Investigacin Social, Umbra, tuvimos la fortuna de seguir paso a paso su proceso y de enriquecernos y aprender de sus hallazgos. La lectura de sus textos, la discusin de sus planteamientos, su riqueza argumentativa, su manejo del tema y, por qu no decirlo, su empecinamiento, hacan de las sesiones dedicadas a su investigacin horas

  • extremadamente giles en trminos del aprendizaje. De otra parte, su receptividad a las crticas, comentarios y sugerencias de los integrantes del Taller agiliz e hizo ms fructferos sus esfuerzos. Ellos, a su vez, respondieron en forma recproca y solidaria al inters con que sus compaeros acogieron su trabajo y fueron serios y rigurosos en su acercamiento a los otros trabajos que se discutan en el Taller. Todos los integrantes del Taller nos sentimos muy orgullosos de los xitos de Simn y Nicols: de la defensa de la tesis, la ratificacin de su calificacin de laureada y recientemente la seleccin de su trabajo como el mejor trabajo de grado en el rea de Ciencias Sociales y Econmicas en el dcimo Concurso Nacional Otto de Greiff de 2006, as como de las puertas que se les abren para continuar sus aportes a la investigacin. Slo me resta decir que ha sido para m un placer muy grande haberlos conocido y tenido la oportunidad de trabajar con ellos. De ellos y de los dems integrantes del Taller es mucho lo que he aprendido, pero incluso ms importante que ese aprendizaje, que valoro infinitamente, es la vitalidad, la riqueza afectiva, el inters y la generosidad de todos ellos, el aporte ms grande para darle sentido a la cotidianidad y a los retos que sta impone. Marta Herrera ngel Profesora Asociada Departamento de Historia Universidad de los Andes

  • INTRODUCCIN

    Durante el ao 2002 realizamos un viaje por las estribaciones de la cara norte de la Sierra Nevada de Santa Marta, entre los municipios de Ro Ancho y Palomino, ubicados sobre la Troncal del Caribe, carretera que comunica a Santa Marta con Riohacha. Preguntando a algunas personas, la mayora colonos venidos del interior del pas, sobre la historia reciente del lugar, nos llam la atencin que muchos de los relatos giraban alrededor de la bonanza marimbera, una poca comprendida entre mediados de los setenta y comienzos de los ochenta del siglo XX, durante la cual la Sierra Nevada se convirti en el principal centro productor de marihuana del pas. Algunos con quienes hablamos haban llegado a la regin detrs del negocio de la marihuana, atrados por la prosperidad que prometa la bonanza y la ilusin de hacerse a una vida mejor. Los relatos evocaban unos aos de abundancia y derroche, pero tambin de conflictos violentos que dejaban muertos a diario: invasiones de los colonos a las grandes haciendas del litoral y desplazamientos forzosos de indgenas de la Sierra para apropiarse de sus tierras y sembrar all la marihuana, enfrentamientos entre marimberos guajiros y cachacos por el control del trfico y delincuencia comn, entre otros1. Los problemas tendan a agudizarse por la poca legitimidad de instituciones del Estado en la zona como el ejrcito y la polica, que son muy recordados por sus abusos permanentes y la corrupcin generalizada.

    Entre las historias de la poca de la bonanza, que se fueron multiplicando durante nuestra permanencia all, nos interes particularmente una. En parte porque era la primera vez que oamos hablar de ella, pero sobre todo por que se trataba de un fenmeno de violencia cuya explicacin pareca encontrarse mucho ms all de la bonanza marimbera. Se trataba de un conflicto entre dos familias oriundas de Dibulla, un pueblo de La Guajira ubicado sobre el mar Caribe, a unos 50 kilmetros al sur occidente de Riohacha. Casi todos con quienes hablamos en ese entonces tenan algo que decir sobre la guerra de los Crdenas y Valdeblnquez, como es conocido el conflicto en toda la regin. Las versiones eran muy parecidas y se referan siempre a la historia de dos familias guajiras, que por muchos aos fueron protagonistas de enfrentamientos sangrientos, dejando en estos cientos de muertos. Aunque algunos sostenan que todava sobrevivan algunos de uno u otro lado, el consenso general era que ambas familias haban desaparecido por completo. Tambin se deca que tanto los Crdenas como los Valdeblnquez haban sido grandes marimberos, llegando a adquirir gigantescas sumas de dinero durante la bonanza, las cuales utilizaban para costear la guerra. Sin embargo, al preguntar por las causas del conflicto, la respuesta era siempre la misma y giraba en torno al hecho que eran guajiros que se mataban por leyes guajiras propias de los indgenas wayu. Fue imposible durante ese viaje ahondar ms en el tema, pues las versiones venan de boca de colonos campesinos del interior, cuya percepcin sobre los guajiros era la de unos seres de naturaleza violenta que habitaban un territorio donde prevalecan costumbres indgenas, las cuales explicaban por s solas un conflicto como el de los Crdenas y Valdeblnquez.

    1 Cachaco es el trmino con el que el habitante de la Costa Atlntica colombiana suele denominar a todo aquel que proviene o es oriundo del interior del pas. Marimbero fue el trmino acuado durante la bonanza marimbera para designar a quienes se vincularon a la produccin y/o comercializacin de la marihuana.

  • La cosa qued as por cerca de un ao, luego del cual decidimos plantear el conflicto de los Crdenas y Valdeblnquez como un posible tema de monografa de grado, debido a un inters por estudiar a fondo un fenmeno de violencia concreto sucedido en una coyuntura histrica especfica, como lo fue la bonanza marimbera. Sin embargo, nos encontramos en ese momento con varios obstculos que nos revelaron la dificultad y complejidad de la investigacin. En primer lugar, estaba el problema de la viabilidad, si se quiere fsica, de la misma. Con las versiones que tenamos quedaba poco o nada claro. Nos preocupaba el hecho de que se afirmara que no haba sobrevivido nadie, lo que generaba una inquietud sobre si podramos acceder a fuentes de primera mano sobre el conflicto. Por otro lado, si encontrbamos sobrevivientes, se trataba de una historia espinosa episodios y era de esperarse una aversin natural a tocar el tema por parte de estos y aquellos que hubiesen tenido algo que ver con el conflicto. Estaba adems la barrera infranqueable que implica ser cachacos indagando entre costeos, lo cual, por cierto, pudimos comprobar a cabalidad durante el trabajo de campo. Por ltimo, aunque habamos estado anteriormente en la costa y tenamos algunos vnculos de amistad con personas que nos podan ayudar en el transcurso de nuestro trabajo, no conocamos a nadie en Dibulla y ramos conscientes de que la situacin inestable de orden pblico poda significar en algn momento un obstculo mayor para la investigacin2. Por suerte no tuvimos ningn problema al respecto y en cuanto a nuestra estada en Dibulla, una afortunada casualidad hizo que el trabajo all fuera altamente productivo. Conocimos en Santa Marta a un mdico bogotano que aos atrs haba vivido en este pueblo, quien nos recomend con algunos dibulleros y adems nos prest su casa que todava conservaba all. El haber llegado a Dibulla de su parte fue recibido por los dibulleros como una relacin de parentesco con el mdico del que terminamos siendo sobrinos-, que como veremos ms adelante, fue fundamental en nuestro trabajo. En segundo lugar, no tenamos idea de cul podra ser el punto de partida para abordar el problema. La nica pista eran las versiones recogidas en el primer viaje, que atribuan el origen y desenlace del conflicto a leyes guajiras propias de los wayu. Lecturas posteriores que traan escuetas referencias a los Crdenas y Valdeblnquez y a otros conflictos similares sucedidos durante la poca de la bonanza, dejaban en claro que no eran indgenas wayu sino familias guajiras donde permanecan vigentes costumbres indgenas, algunas de las cuales explicaban el desencadenamiento de guerras familiares.3 El que se denominaran familias guajiras, nos llev a suponer inicialmente que la respuesta se encontraba en que ambas familias eran mestizas descendientes de wayu, arrojndonos a la bsqueda de estudios sobre mestizaje en La Guajira. No obstante, luego de una revisin exhaustiva de fuentes bibliogrficas, no encontramos trabajos

    2 Dibulla, al igual que muchas de las poblaciones ubicadas entre Santa Marta y Riohacha, fue escenario durante los aos 2001 y 2002 de fuertes enfrentamientos entre las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y grupos de autodefensas locales por el control de la cara norte de la Sierra Nevada. Aunque a nuestro pas por all el conflicto paramilitar haba cesado casi por completo, la amenaza constante de nuevos conflictos y los permanentes homicidios de campesinos e indgenas, dejaban entrever una situacin de violencia latente en toda la regin 3 Al respecto vase: Alfredo Molano, Fernando Rozo, Juana Escobar, Omayra Mendiola, Aproximacin a una historia oral de la colonizacin de la Sierra Nevada de Santa Marta. Descripcin testimonial (indito), Bogot, Fundacin Pro-Sierra Nevada de Santa Marta, 1988, pp.7 y 9; Alfredo Molano, Diagnstico del orden social en la regin del Caribe, Bogot, Corpes, 1990, p.18; Alfredo Molano, Contribucin a una historia oral de la colonizacin de la Sierra Nevada de Santa Marta (indito), Fundacin Pro-Sierra Nevada de Santa Marta, Bogot, 1988, pp.7 y 25; Daro Betancourt y Martha Garca, Contrabandistas, marimberos y mafiosos, Bogot, Tercer Mundo Editores, 1994, p.65; Guillermo Rodrguez Navarro, Margarita Serje de la Ossa, Edgar Rey Sinning, Mapa cultural del caribe colombiano, CORPES, Santa Marta, 1993, p.125; Jos Daza Sierra, Marihuana, Sociedad y Estado en La Guajira, Bogot, Tesis de grado de sociologa, Universidad Nacional de Colombia, 1988, pp.76-77.

  • dedicados exclusivamente al estudio del mestizaje. La literatura dedicada a los wayu es por el contrario muy abundante. Autores como Eduardo Barrera, Hernn Daro Correa, Socorro Vsquez, Jos Polo y Otto Vergara, han elaborado trabajos antropolgicos e histricos, donde se analizan a profundidad aspectos propios de la sociedad wayu tales como su organizacin social, poltica y econmica, la estructura familiar, sus costumbres, mitologa, etc.4 Algunos de estos autores desarrollan el tema de los conflictos, aun cuando de este problema se han ocupado con mayor nfasis otros como Weildler Guerra y Benson Saler, quienes han centrado su atencin en las formas y la estructura del sistema normativo wayu.5 La lectura de estas fuentes y otras similares, pese a no estar directamente relacionadas con el tema en cuestin, nos fueron muy tiles en una fase avanzada de la investigacin. En definitiva, hallamos que muchas fuentes desarrollaban extensamente distintos aspectos de la vida wayu y en cambio, era muy poco lo existente alrededor del mestizo guajiro y menos lo relacionado con los conflictos entre mestizos. Adems de las menciones espordicas y sucintas en la prensa escrita, uno de los pocos aportes lo encontramos en la literatura.6 En cuanto a las versiones encontradas en la prensa, el conflicto de Crdenas y Valdeblnquez era sealado generalmente como una vendetta guajira, donde se mezclaban argumentos que iban desde afirmar que se trataba de una guerra de clanes donde permaneca vigente la Ley del Talin (ojo por ojo, diente por diente), hasta sugerir que todo se explicaba por leyes propias de las mafias, reduciendo el conflicto a una serie de rivalidades comerciales.7 De la informacin que nos dejaban las primeras averiguaciones poco o nada habamos sacado en claro. Haba una tendencia general a asimilar el conflicto con la relacin que ambas familias tenan con La Guajira, sobre cuyos habitantes se construy por mucho tiempo un estereotipo

    4 Algunos de estos trabajos son: Eduardo Barrera, Mestizaje, comercio y resistencia. La Guajira durante la segunda mitad del siglo XVIII, Bogot, ICANH, 2002; Jos Polo Acua, Contrabando y pacificacin indgena en una frontera del Caribe colombiano: La Guajira (1750-1800), Cartagena, Revista Aguaita Nmero 4, Revista del Observatorio del Caribe Colombiano, julio de 2002; Alberto Tarazona, Raza y Violencia. Un estudio sobre La Guajira Siglo XVIII, Bogot, Tesis de Grado de Antropologa, Universidad Nacional de Colombia, 1975; Hernn Daro Correa y Socorro Vsquez, Los wayu. Entre juya (el que llueve), Mma (la tierra) y el desarrollo urbano regional, Geografa humana de Colombia, Nordeste indgena, Bogot, Instituto Colombiano de Cultura Hispnica, 1993, pp.215-292; Otto Vergara Gonzlez, Los Wayu. Hombres del desierto, Ardila Gerardo (ed.), La Guajira de la memoria al porvenir, Bogot, FEN-Universidad Nacional de Colombia, 1990, pp.139-161. 5 Vase: Weildler Guerra, La disputa y la palabra, La Ley en la sociedad wayuu, Bogot, Ministerio de Cultura, 2002; Weildler Guerra, Los conflictos interfamiliares wayu, Bogot, Revista de antropologa y arqueologa Vol. 9 (1-2), Universidad de los Andes, 1996, pp.81-92; Benson Saler, Principios de compensacin y el valor de las personas en la sociedad guajira, Caracas, Universidad Catlica Andrs Bello, 1986; Federico Guzmn, Venganzas de sangre entre los way frente al derecho penal colombiano, Bogot, Revista de antropologa y arqueologa vol.9 (1-2), Op.cit., pp.93-106; Michel Perrin y Jos F. Uliyuu Machado, La Ley Guajira, Justicia y venganza entre los guajiros, Revista Cenipec, Mrida, no. 9, 1985, pp. 83-118. 6 Principalmente la novela de Laura Restrepo Leopardo al sol, cuyo argumento se basa en los Crdenas y Valdeblnquez. Laura Restrepo, Leopardo al sol, Bogot, Editorial Planeta, 1993; vase tambin: Juan Gossain, La Mala Hierba, Bogot, Editorial Oveja Negra, 1981; Jos Soto, Jepira, Bogot, Arango Editores, 1989; Osvaldo Meja Marulanda, La Venganza nunca muere, en: Vctor Bravo Mendoza (comp.), Cuentos Genricos de autores guajiros, Editorial Lealon, Medelln, 1989, pp. 63-72. Fuente importante de informacin fueron revistas de la poca como Alternativa y Semana, junto con los diarios El Tiempo, El Espectador, el Diario del Caribe, El Heraldo y El Informador, entre otros. 7 Algunas referencias que ilustran lo mencionado son: Mafia en la costa. Un fantasma con nombres y apellidos, Revista Alternativa No.205, marzo 26-abril 2, 1979; Alarma en Santa Marta, El Espectador, julio 11, 1977, p. 2 A; En Santa Marta Vendettas a la Siciliana, El Heraldo, Septiembre 10, 1974, pp. 1-4.

  • como un individuo de naturaleza violenta.8 Con la bonanza marimbera, se reforz este estereotipo y guajiro se volvi sinnimo de mafia, contrabando, armas, vendetta, venganza, etc., lo que contribua a oscurecer la historia de los Crdenas y Valdeblnquez. Primero estaba el problema de saber qu significaba guajiro. Roberto Pineda Giraldo, un antroplogo que estuvo trabajando all hacia mediados del siglo XX, sealaba que si anteriormente la palabra guajiro se refera exclusivamente a los indgenas wayu, ya no se poda afirmar lo mismo, pues sta se aplicaba ahora al habitante del departamento de La Guajira, ya fuese indio, mestizo, blanco o mulato. Segn el autor, resulta imposible establecer una separacin entre los wayu y el resto de los habitantes del departamento para efectos de su estudio, pues segn l, su destino se encuentra indisolublemente unido.9 Esto ayudaba a identificar a estas familias como guajiras, despejando el problema de asociar este trmino con los indgenas wayu. Quedaba por resolver el significado de mestizo, cuyas referencias en trabajos acadmicos continan siendo aisladas y marginales, siendo por lo general percibido desde una perspectiva antropolgica etnocntrica que seala los efectos generalmente negativos- de este mestizaje sobre la identidad cultural wayu, pero sin intentar analizar el problema a fondo, y sobre todo, sin adentrarse en el estudio de los orgenes y desarrollos del mestizo guajiro como tal.10 Durante nuestro paso por Dibulla y otros lugares de La Guajira, nos encontramos con que el problema del mestizaje era algo ms complejo de lo que habamos pensado. Por un lado, el trmino mestizo es entendido all exclusivamente como el hijo de wayu con alijuna, como es considerado al interior de esta etnia todo aquel que no es wayu11. En este sentido, la gran mayora de los dibulleros no se consideran mestizos sino simplemente dibulleros. Pero entonces, cul era el origen del dibullero? Hallamos que detrs del discurso local era posible fijar una lnea divisoria en la memoria colectiva relativa a la historia del lugar. Hasta mediados del siglo XIX, la narracin se encontraba llena de sucesos inciertos de carcter inmemorial: se mencionaba la existencia de indios guanebucn antes de la llegada de los espaoles a comienzos del siglo XVI, pero estos aparecan como unos habitantes de naturaleza incgnita que se habran extinguido tan pronto aparecieron los colonos peninsulares; luego, durante la poca de los espaoles, que comprenda el perodo colonial, se evocaba simultneamente la presencia de indgenas aruacos12 de la Sierra, wayu, cimarrones y espaoles, sin que fuera posible establecer un patrn cronolgico en el poblamiento del lugar. Posteriormente, hacia la mitad del siglo XIX, los dibulleros coincidan en sealar que a partir de all era posible hablar de las primeras familias dibulleras, las cuales se habran encargado de construir el Dibulla actual. Sus apellidos seran transmitidos de generacin en generacin y con ellos la memoria, articulando el discurso con acontecimientos definidos en el tiempo y el espacio. Revisando los archivos parroquiales de Dibulla, encontramos efectivamente que fue a partir de la mitad del XIX cuando se estableci una parroquia y comenzaron a ser registrados los bautizos, matrimonios y defunciones. Este hallazgo

    8 Weildler Guerra, Los conflictos interfamiliares wayu, Op.cit., p.82. 9 Roberto Pineda Giraldo, Dos guajiras?, Gerardo Ardila et.al., La Guajira de la memoria al porvenir, Bogot, Universidad Nacional de Colombia, 1990, p.27,273. 10 Al respecto vase los trabajos de: Gloria Triana, El Mestizaje, Guhl Ernesto, Brgl Hans, et. al., Indios y blancos en la guajira, Bogot, Ediciones Tercer Mundo, 1963, pp. 115-120; Hernn Daro Correa, Los wayu: pastoreando el siglo XXI, Francois Correa (ed.), Encrucijadas de Colombia Amerindia, Bogot, ICAN-Colcultura, 1993, pp.203-228; Alberto Rivera, La metfora de la carne sobre los wayu en la pennsula de La Guajira, Bogot, Revista colombiana de antropologa, volumen XXVIII, 1990-1991, pp. 87-136. 11 Para los wayu, la palabra wayu significa gente en idioma wayunaiki, mientras que alijuna refiere a toda persona no wayu. Eduardo Barrera Monroy, Mestizaje, comercio y resistencia, Op.cit., p.28. 12 Los dibulleros designan generalmente con el trmino aruacos a sus vecinos los kogui, al igual que todos los indgenas de la Sierra, sin aplicar distincin alguna entre los diferentes grupos tnicos que ocupan el macizo.

  • fue de gran ayuda y nos permiti, entre otras cosas, identificar en algunos de los primeros registros presencia de apellidos indgenas wayu y kogui emparentados con dibulleros. En resumen, nos dimos cuenta que los dibulleros posean un origen mucho ms complejo de lo que creamos. En un sentido estricto, no podamos asignarles la categora de mestizos, si atendamos a que en La Guajira el mestizo es entendido estrictamente como la mezcla indio wayu-alijuna. Por otro lado, la categora mestizo resultaba problemtica si tenemos en cuenta que la clasificacin tradicional heredada del perodo colonial califica al mestizo como la mezcla blanco-indio.13 La poblacin dibullera no era el resultado exclusivo de sta mezcla, sino el producto de un mestizaje cultural y biolgico prolongado entre distintos grupos humanos (africanos, wayu, kogui, europeos). Sin embargo, en un sentido ms amplio, la palabra mestizo puede ser entendida en un contexto genrico que hace alusin a las combinaciones mltiples de grupos humanos, abandonando la sinonimia que histricamente guarda la palabra con los descendientes de blanco e indgena.14 Para los fines de la investigacin, la utilidad de poder considerar a los dibulleros como mestizos (en el sentido genrico del trmino), resida ms en un sentido cultural que racial o biolgico, ya que esto nos permita comprender la identidad de una poblacin como resultado de la convergencia de elementos de culturas diferentes. Aqu fue de mucha utilidad el podernos apoyar en el trabajo etnogrfico The people of Aritama,15 de Gerardo y Alicia Reichel Dolmatoff. Esta investigacin explora a fondo la conformacin de una cultura mestiza en Atnquez, una poblacin ubicada sobre la vertiente oriental de la Sierra Nevada, mostrando cmo el atanquero es un mestizo resultado de los intercambios sociales, econmicos y culturales sostenidos por varios siglos entre indgenas kankumo e inmigrantes criollos descendientes de espaoles. Una de las conclusiones a la que llegan los autores es que la mezcla de diferentes culturas se evidencia en la personalidad del mestizo, donde en algunos rdenes de la vida prevalecen elementos propios de la cultura criolla y en otros de la cultura indgena. Algo similar suceda en Dibulla y donde lo vimos con mayor claridad fue al acercarnos a la historia de los Crdenas y Valdeblnquez. Estas familias haban sido parte de la colonizacin dibullera de fines del siglo XIX de San Antonio, un poblado kogui de la Sierra Nevada. All vivieron juntos por ms de medio siglo y llegaron establecer relaciones de compadrazgo con los indgenas kogui, muchos de los cuales huyeron a otros lugares escapando a los abusos de los dibulleros. Posteriormente ambas familias se vincularon al contrabando y durante la bonanza marimbera se convirtieron en grandes marimberos. Al indagar sobre las causas y orgenes del conflicto, encontramos que las versiones orales esgriman argumentos que iban desde atribuir el conflicto a una maldicin kogui, hasta explicarlo como resultado de una disputa de honor ligada a una mujer, pasando por relacionarlo con los conflictos entre indgenas wayu. Quedaba descartada la posibilidad de que el conflicto se tratara de un enfrentamiento de origen comercial ligado a la marihuana, porque todas las versiones afirmaban que su origen era anterior a la bonanza marimbera; en lo que s coincidan todas, era en que fue gracias a los recursos econmicos provenientes de la bonanza, que el conflicto cobr unas dimensiones inusitadas, volvindose famoso no slo en la costa sino en todo el pas. Nos enfrentbamos entonces a un conflicto inmerso en un fenmeno coyuntural como la bonanza marimbera, pero cuya explicacin

    13 Virginia Gutirrez de Pineda, La familia en Colombia. Transfondo histrico, Bogot, Universidad Nacional de Colombia, 1963, p.180. 14 Elisabeth Cunin, La competencia mestiza. Chicago bajo el trpico o las virtudes heursticas del mestizaje, Revista Colombiana de Antropologa, volumen 38, Bogot, 2002, pp.11-44, p.16. 15 Gerardo and Alicia Reichel Dolmatoff, The people of Aritama. The cultural personality of a colombian mestizo village, Chicago, The University of Chicago Press, 1961.

  • slo poda hallarse en la articulacin de una serie de elementos estructurales, propios de la familia dibullera. Lo anterior nos llev a definir el conflicto de los Crdenas y los Valdeblnquez como un conflicto mestizo, queriendo decir con esto que no es posible atribuirle una nica respuesta y afirmar, por ejemplo, que se trat de un conflicto que sigui patrones culturales de origen wayu, kogui, africano o espaol. Pensar el conflicto como mestizo nos obligaba precisamente a buscar aquellos elementos estructurales subyacentes al mismo, e identificar al interior de stos influencias culturales presentes en la cultura dibullera, ya fuesen wayu, kogui, africanas o hispnicas. Pero volvamos sobre la historia. Con la informacin recogida durante el trabajo de campo, tanto en fuentes orales como en la revisin de peridicos locales, nos bamos enterando mejor del conflicto. Sus inicios se remontaban al 16 de agosto de 1970, cuando fue asesinado en Dibulla Hilario Valdeblnquez Mena por Jos Antonio Crdenas Ducad. Este acontecimiento dio paso a una serie de venganzas de sangre que se prolongaron por cerca de 20 aos, hasta la muerte de Hugo Nelson Crdenas, el 11 de abril de 1989, quedando ambas familias parcialmente exterminadas. Con la bonanza, los escenarios del conflicto se trasladaron a las ciudades de Riohacha, Santa Marta y Barranquilla, donde se establecieron ambas familias. Qu haba dado origen al asesinato de Hilario? Aunque las versiones giraban en torno a una mujer o un lo de faldas, no concordaban unas con otras, y no pudimos establecer la verdadera causa, pues los pocos familiares directamente involucrados en el conflicto con los que establecimos contacto, nos manifestaron que no queran rememorar esa historia. Lo que nos llam la atencin fue la referencia a que todo se deba a un problema de honor, cuya resolucin slo encontraba salida por medio de la venganza. Muerto Hilario, los Valdeblnquez optaron por vengar su muerte asesinando a un Crdenas, a lo que estos respondieron de igual manera y as sucesivamente, degenerando en una cadena indefinida de venganzas. El honor y la venganza de sangre se convertan entonces en elementos estructurales muy relacionados que articulaban el conflicto, sobre los cuales deba girar en adelante la investigacin. Igualmente, los Crdenas y Valdeblnquez pasaban a ser dos familias arquetpicas dibulleras y en alguna medida guajiras, pues su conflicto, pese a ser el ms famoso, no fue el nico durante esa poca y encontramos casos parecidos en otros lugares de La Guajira. Por otro lado, dado que se trataba de un conflicto entre familias y no individuos, stas pasaron a ser el centro de la investigacin. Fue a partir del estudio de las estructuras familiares en Dibulla, que pudimos relacionar el honor y la venganza con el parentesco. El hecho que los dibulleros y en general los guajiros afirmaran que la familia actuaba como un ejrcito de proteccin, nos revel el carcter colectivo que asume el honor y la venganza en los conflictos: cualquier ofensa o afrenta contra el honor de un individuo significa una afrenta dirigida contra su familia; en consecuencia, la responsabilidad de restituir el honor no recae solamente en el individuo sino en sus parientes. Esto fue precisamente lo que sucedi entre los Crdenas y Valdeblnquez, y que nos llev a suponer inicialmente que se trataba de un conflicto similar a los existentes entre clanes wayu. No obstante, en el caso de los wayu, el parentesco se fija por va matrilineal y la responsabilidad de cobrar una ofensa es asumida nicamente por los parientes uterinos, es decir, los del lado materno como hermanos y tos, dejando de un lado la familia del padre.16 En el caso de los Crdenas y Valdeblnquez, pudimos determinar que los involucrados en el conflicto eran por lado

    16 Weildler Guerra, La disputa y la palabra, Op.cit., p. 76-77.

  • y lado parientes consanguneos de filiacin paterna y materna, aunque en gran mayora de la segunda, dejando entrever una influencia en el sistema de filiacin de parentesco tanto wayu (matrilineal) como hispnico (bilineal), lo que de paso nos revelaba la naturaleza mestiza del conflicto. Quedaba por resolver el problema de por qu el conflicto de los Crdenas y Valdeblnquez haba desencadenado en una serie indefinida de venganzas de sangre. Si ambas familias fueran wayu, lo lgico sera que el mecanismo impuesto por el cdigo de reciprocidad al interior de este grupo indgena, el cual establece que todas las ofensas y daos causados a alguien requieren de una compensacin material por parte del agresor y su familia a la familia del agredido,17 hubiera llevado a contemplar el pago de la ofensa a la familia agraviada (en este caso los Valdeblnquez) con el fin de restituir su honor lesionado, al haberse derramado sangre de uno de sus miembros. Pero a diferencia de los wayu, no hallamos aqu ningn mecanismo de compensacin diferente a la venganza, al optar los Valdeblnquez por lavar la sangre de Hilario mediante la sangre de un Crdenas. Tampoco hubo, como hay en los wayu, un intermediario especializado o palabrero que asumiera el papel de mediador entre ambas familias. Este aspecto, muy relevante en el conflicto de los Crdenas y Valdeblnquez, fue el que termin sugirindonos la validez y pertinencia de la investigacin para una disciplina como la ciencia poltica. Por qu se convirti la venganza de sangre en la nica salida al conflicto? Por qu no hubo un tercero capaz de asumir el papel de mediador entre las dos familias? Un guajiro nos contestaba que

    .....ahora las vainas las arreglan ms, s, porque ya entonces llega la fiscala y la vaina, los entregan. En esa poca, cuando los Crdenas y los Valdeblnquez, en esa poca no haba ley, no haba nada, no haba polica, no haba un carajo, eran los mismos pueblos que arreglaban.18

    Esta afirmacin nos revelaba tres elementos muy importantes para el anlisis del conflicto. Por un lado, el apartado en esa poca no haba ley, no haba nada, no haba polica, no haba un carajo, eran los mismos pueblos que arreglaban, nos sealaba la necesidad de considerar el conflicto como el resultado de la confluencia de causas estructurales y coyunturales. Un factor estructural como el honor ayudaba a explicar por qu dos familias se vieron envueltas en un conflicto. Autores como Pitt-Rivers sealan que acudir a la justicia ordinaria en conflictos de honor significa mostrarse vulnerable e incapaz de resolver los problemas por cuenta propia, lo cual es una conducta que pone entredicho el honor del agraviado.19 Pero por otro lado, en el caso de los Crdenas y Valdeblnquez, la opcin de tomarse la justicia por la propia mano se vea facilitada por el contexto coyuntural de la bonanza marimbera. Como veremos en el captulo 3, el Estado, a travs de instituciones como la polica y el ejrcito, actu la mayora de las veces como espectador, e incluso como parte, al verse vinculados algunos de sus miembros con las familias en ms de una ocasin. Esta suma de factores dejaba camino libre a la venganza de sangre como el curso natural -o si se quiere predecible- del conflicto. Por otro lado, la afirmacin eran los mismos pueblos que arreglaban, nos sugera la importancia del honor en el plano de las relaciones sociales entre los dibulleros. No era el honor la causa que explicaba por s sola el origen del conflicto entre ambas familias, sino la transgresin a un cdigo de honor muy arraigado en la estructura social de Dibulla. En efecto, durante la investigacin encontramos que el honor juega un papel poltico preponderante en la organizacin social de

    17 Eduardo Barrera, Mestizaje, comercio y resistencia, Op.cit., p.45. 18 Entrevista a Carlos Fernndez, Palomino, noviembre 20, 2003. 19 Julian Pitt Rivers, Honor y Categora Social, Op.cit., p.30.

  • comunidades como la dibullera, al involucrar relaciones de poder entre los individuos y las familias. El honor es un factor condicionante en el comportamiento de los dibulleros, ya que al establecer cul es una conducta honrosa o deshonrosa, define las formas de ser y de actuar de los individuos que son socialmente aceptadas. Igualmente implica una vigilancia permanente entre las personas, pues el honor de alguien requiere ser reconocido por el resto de la comunidad, y es ante los ojos de la comunidad que el honor de un individuo o familia puede quedar entredicho.20 En el Dibulla de la bonanza marimbera, cuando el honor de alguien era cuestionado por una u otra razn, este cuestionamiento adquira un carcter pblico, pues se dice que en esa poca todo el mundo se vea la cara a diario.21 Por ejemplo, en el caso de los Crdenas y Valdeblnquez, el honor de los ltimos se vea lesionado ante el resto de las familias dibulleras, al haber asesinado los Crdenas a uno de sus miembros; para restituir el honor de su familia, los Valdeblnquez deban vengar su muerte. El problema es que al no existir mediadores o terceros efectivos y reconocidos como legtimos por toda la comunidad, al no haber ley, el mecanismo de la venganza de sangre se convierte en una amenaza latente en los conflictos entre familias. Es por esto que autores como Rene Girard sealan que en las sociedades donde no existe un sistema penal capaz de imponerse como un tercero neutral en los conflictos, los males que la violencia puede desencadenar son tan grandes, y tan aleatorios los remedios, que el acento recae sobre la prevencin.22 En Dibulla, el cdigo de honor juega un papel dicotmico, al servir, por un lado, como principio preventivo de los conflictos al condicionar el comportamiento social de los individuos (definiendo cual es una conducta honorable y cual no lo es), y por el otro, cuando hay una transgresin de dicho cdigo, incentivando el conflicto al obligar al agraviado a desafiar a quien le ha ofendido como nico medio de restituir su propio honor. En resumen, esto nos llevaba a concluir que el conflicto de los Crdenas y Valdeblnquez haba sido un conflicto mestizo ocurrido por fuera de los parmetros impuestos por la justicia ordinaria, al no acudir las partes a las instituciones del sistema judicial del Estado y optar por la justicia privada a travs de la venganza. Al tratarse de una disputa de honor, el medio de la venganza se constituira en un instrumento tradicional y legtimo de hacer justicia ante los ojos de la comunidad, si bien era considerado ilegal ante los ojos del Estado. Si adems considerbamos que el conflicto se haba desarrollado en un contexto coyuntural como la bonanza marimbera, donde por un lado hubo un acceso ilimitado a recursos econmicos para financiar la guerra por cerca de 20 aos, y por otro, unas instituciones estatales con poca legitimidad, el resultado predecible era que el peso de la tradicin a la hora de resolver un conflicto se impusiera sobre los instrumentos legales del Estado diseados para imponer justicia. Sin embargo, sta conclusin, pese a basarse en una descripcin detallada y rigurosa del conflicto, dejaba la impresin de que el conflicto no poda explicarse simplemente como resultado de una serie de factores mecnicos que funcionaban como una especie de ecuacin, donde factores estructurales (honor, parentesco) + factores coyunturales (bonanza marimbera) = venganza de sangre. Nos enfrentbamos al problema de cmo interpretar esa diferencia entre el antes cuando los Crdenas y los Valdeblnquez y el ahora. Esto nos revelaba una tendencia de cambio en las dinmicas de los conflictos en un lugar como Dibulla: mientras hace relativamente poco el hacer

    20 Ibid., p.27. 21 Autores como Simon Roberts sealan que las disputas tienden a permanecer latentes en comunidades donde los disputantes viven cerca, ya que permanecen todo el tiempo vindose las caras (face to face), mientras que en sociedades ms numerosas los implicados casi nunca se ven la cara luego de resueltos los conflictos. Simon Roberts, Order and dispute. An introduction to legal anthropology, Penguin books, 1979, p. 51. 22 Ren Girard, La violencia y lo sagrado, Barcelona, Editorial Anagrama, 1983, p.26.

  • justicia por cuenta propia era el curso predecible y esperable de los conflictos, con el paso del tiempo tenda a ser ms comn acudir a un tercero representado por la autoridad judicial; no obstante, a nuestro paso por all encontramos que aspectos como el honor seguan jugando un papel relevante en las relaciones sociales. Entonces, cmo abordar un conflicto como el de los Crdenas y Valdeblnquez, donde elementos como el honor y el parentesco no operan en la vida real como estructuras rgidas -aunque poseen una rigidez aparente para el observador- sino que se adaptan permanentemente a situaciones cambiantes? Fue precisamente la dinmica cambiante del conflicto lo que nos dio la respuesta. Camos en cuenta que inicialmente nos haba costado mucho trabajo comprender y describir dicha dinmica, en buena medida porque creamos que las conductas derivadas del honor se constituan en una serie de reglas mecnicas y estructurantes del orden social, que operaban como normas rgidas sin importar las circunstancias en las cuales se producan y reproducan. Mirado de esta forma, pensbamos que para explicar el origen y desenlace del conflicto entre los Crdenas y Valdeblnquez bastaba, por un lado, con analizar detalladamente el funcionamiento del cdigo de honor en Dibulla, y por otro, con tener presente la ausencia de un tercero mediador entre las partes, derivada del contexto histrico de la bonanza. Sin embargo, a medida que avanzbamos en la investigacin camos en cuenta que el conflicto no segua unos parmetros totalmente definidos y predecibles, sino que al encontrarse inmerso en una coyuntura histrica particular la bonanza marimbera- muchas de las reglas del conflicto no se cumplan al pie de la letra; en otras palabras, el conflicto, ms que ser el resultado de la confluencia de factores estructurales y coyunturales, era la articulacin de los mismos, lo que nos llev a considerar que estructura y coyuntura no son esferas aisladas sino que se encuentran en constante juego, modificndose y adaptndose mutuamente y de forma permanente. Por ejemplo, la frase muy comn entre los dibulleros de que el honor es slo entre hombres se cumpla solo de manera parcial en el caso de los Crdenas y Valdeblnquez: los nios y las mujeres, que en un comienzo estuvieron marginados del conflicto, se vieron poco a poco involucrados hasta convertirse en blancos potenciales para ambas familias. En cuanto a las estructuras de parentesco, las cuales establecen en un conflicto quines deben participar y quienes quedan excluidos del mismo, nos encontramos que frente al caso de los Crdenas y Valdeblnquez, si bien stas estructuras fueron el principal elemento articulador de las familias en disputa, se generaron otro tipo de alianzas ligadas al negocio de la marihuana, vindose involucrados en el conflicto individuos no ligados por parentesco consanguneo a las familias como escoltas, sicarios, socios comerciales y miembros del ejrcito y la polica. Algo similar ocurra con la venganza, pues aunque nos comentaban que en los conflictos es muy comn la existencia de zetas o fechas especficas escogidas para vengar a alguien, las cuales coinciden generalmente con los aniversarios de muerte de una vctima, no fue sta la regla seguida por los Crdenas y Valdeblnquez, de los que nos comentaban con frecuencia que se mataban donde fuera y cuando fuera sin importar el lugar, el da ni la hora. No obstante, como veremos en el captulo 3, hallamos algunas de estas zetas a lo largo del conflicto, como por ejemplo el asesinato de Sabas y Moiss Valdeblnquez Levette el 16 de agosto de 1974 en la ciudad de Santa Marta, exactamente 4 aos despus del asesinato de su primo Hilario Valdeblnquez.

  • Aqu fue de gran ayuda podernos valer de los trabajos de Pierre Bourdieu,23 ya que este autor muestra cmo las sociedades se estructuran a partir de prcticas, las cuales, lejos de ser una mera ejecucin de reglas, son el producto de la relacin dialctica entre una situacin especfica socialmente estructurada (coyuntura) y un sistema de disposiciones duraderas (habitus) que funciona como una matriz de percepciones, apreciaciones y acciones, haciendo posible el cumplimiento de tareas infinitamente diferenciadas al interior de una sociedad.24 Uno de los elementos ms relevantes de la teora de Bourdieu, surgido de su crtica a los anlisis estructuralistas, es precisamente su concepcin del funcionamiento de la sociedad a partir de prcticas, cuyo fundamento segn el autor no deriva de reglas inconscientes y automticas, sino de estrategias concebidas como un sistema de principios generadores y organizadores flexibles y adaptables a condiciones cambiantes.25 Es por esto que al referirse el socilogo francs al honor, que analiza a profundidad a partir de sus trabajos etnogrficos realizados en Cabilia (Argelia), sostiene que ste no se constituye en una serie de leyes mecnicas o una axiomtica abstracta que estructura la dialctica del desafo y la rplica en los conflictos sociales, sino que conforma una disposicin inculcada (sentido del honor) desde la infancia, constantemente reforzada y exigida por el grupo, y mediada por estrategias inscritas a su vez en contextos o coyunturas especficas.26 De lo anterior sacbamos en claro que elementos tales como el honor y el parentesco no operan como normas rgidas en una sociedad como la dibullera, sino que forman un sistema de disposiciones estructuradas en forma de prcticas, las cuales se ajustan constantemente a coyunturas donde intervienen los intereses de los actores sociales mediante el uso de estrategias, dirigidas a su vez a la acumulacin de diferentes tipos de capital.27 En este sentido, el estudio de un conflicto como el de los Crdenas y Valdeblnquez, que en trminos de Bourdieu podra ser considerado como una prctica, se constitua en un fenmeno ideal para visualizar la dialctica del cambio en una sociedad particular, donde los elementos estructurales se mantienen a lo largo del tiempo, pero se moldean y adaptan a condiciones cambiantes expresadas en forma de coyunturas. Teniendo en cuenta lo planteado hasta el momento, creemos que el estudio del conflicto de los Crdenas y Valdeblnquez, al analizar a fondo un fenmeno de violencia concreto sucedido en un contexto histrico y geogrfico definido, se constituye en un aporte a la ciencia poltica y especficamente a los estudios sobre la violencia en Colombia. Esperamos adems que esta

    23 Para esta investigacin nos valimos especialmente de las siguientes obras del socilogo francs: Pierre Bourdieu, Outline of a Theory of Practice, New York, Cambridge University Press, 1977 (1972); El Sentido Prctico, Madrid, Taurus, 1991 (1980); La Dominacin Masculina, Barcelona, Anagrama, 2000; El sentimiento del honor en la sociedad de Cabilia, J.G. Peristiany, El concepto de honor en la sociedad mediterrnea, Barcelona, Editorial Labor, 1968, pp. 175-239; The Forms of Capital, John G. Richardson (ed.), Handbook of Theory and Research for the Sociology of Education, New York, Greenwood, 1986, pp. 241-255. 24 Pierre Bourdieu, Outline of a Theory of Practice, Op.cit., p.72. Para Bourdieu, el habitus depende de unas estructuras objetivas (economa, lenguaje, etc.), pues stas definen las condiciones en que dicho habitus es producido, mientras que la coyuntura determina las condiciones en que ste opera. Ibid., pp.79-87. 25 Francisco Vzquez Garca, Pierre Bourdieu. La sociologa como crtica de la razn, Espaa, Editorial Montesinos, 2002, p.76. 26 Pierre Bourdieu, El Sentido Prctico, Op.cit., pp.175-176. 27 Para Bourdieu el capital es trabajo acumulado, bien en forma de material, bien en forma interiorizada o incorporada y se puede dividir en capital econmico, social, cultural y simblico. Como veremos en el captulo 2, el honor y el parentesco constituyen formas de capital, lo que ayuda a comprender el por qu no obedecen a reglas mecnicas y se encuentran mediados por intereses. Francisco Vzquez Garca, Pierre Bourdieu. La sociologa como crtica de la razn, Op.cit., p. 97.

  • investigacin contribuya al estudio del mestizaje en La Guajira y sirva como un incentivo a futuras investigaciones en este campo, tan poco explorado en sta regin del pas. Somos conscientes de que la complejidad del tema y las nociones limitadas de los autores en campos como la etnografa, la antropologa y la geografa, dejarn vacos que esperamos poder resolver en trabajos posteriores.

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    Para terminar, esbozaremos brevemente la estructura y metodologa de la investigacin, que se llev a cabo entre julio del 2003 y mayo del 2004. El trabajo estuvo dividido en tres fases. La primera transcurri entre los meses de julio y octubre, durante los cuales nos dedicamos a recoger informacin en bibliotecas y centros de investigacin con el fin de elaborar el proyecto de investigacin. Durante esta fase nos concentramos principalmente en la revisin de tesis de grado, artculos especializados e investigaciones que giraran alrededor de la bonanza marimbera, al igual que trabajos antropolgicos y etnografas relativos al mestizaje en La Guajira, los indgenas wayu y la poblacin dibullera. La recoleccin y lectura de la bibliografa disponible nos permiti hacernos a una idea general del contexto histrico y geogrfico en el que tuvo lugar el conflicto, e igualmente nos remiti a problemticas de carcter terico que posteriormente serviran como material de apoyo en el anlisis del conflicto. Tambin iniciamos una revisin exhaustiva de prensa en diarios nacionales como El Tiempo, El Espectador y El Espacio, y regionales y locales como El Diario del Caribe, El Heraldo y El Nacional de Barranquilla y El Informador de Santa Marta. Esto nos permiti ubicar algunas referencias al conflicto, aunque la mayora no pasaban de ser menciones marginales de asesinatos que se asociaban generalmente con el trfico de marihuana y el contrabando. En general, nuestras nociones sobre el conflicto no pasaban entonces de ser una serie de datos aislados y a veces contradictorios provenientes de la prensa escrita y textos de carcter literario y periodstico, los cuales terminaban por aumentar la confusin frente al tema. Con un proyecto de investigacin ya casi concluido, iniciamos la segunda fase de la investigacin, que consisti en un trabajo de campo realizado entre finales de octubre y mediados de diciembre de 2003. Durante este tiempo recorrimos varios lugares de la Costa Atlntica en busca de informacin. La historia del conflicto determin nuestro desplazamiento a sitios diferentes, que haban sido en otro momento los escenarios del mismo. Fue as como el trabajo de campo se transform en una especie de investigacin itinerante, que nos llev desde Barranquilla hasta Riohacha, pasando por Santa Marta y pueblos de la Troncal como Palomino, Mingueo y Dibulla. Tambin recorrimos otros lugares de La Guajira como Villanueva y El Molino, en busca de informacin sobre conflictos similares al de los Crdenas y Valdeblnquez. Desde un comienzo tropezamos con la dificultad de llegar a la historia a partir del testimonio oral. Resultaba muy difcil explicar el objetivo del trabajo, ya que para muchos era inconcebible que la historia de los Crdenas y Valdeblnquez fuera motivo de una investigacin acadmica. Por otro lado, era comprensible que en algunos casos la gente no quisiera hablar de un tema como ste ante unos cachacos desconocidos. Sin embargo, con el tiempo logramos ganarnos la confianza de algunas personas, lo que nos permiti acercarnos a su conocimiento y apreciaciones sobre el conflicto. En Dibulla, donde permanecimos por cerca de 20 das, las cosas fueron ms fciles gracias a que, como anotbamos ms arriba, desde un principio nos asociaron como parientes del mdico. All llevamos a cabo varias entrevistas con personas muy cercanas a los Crdenas y Valdeblnquez, algunas ligadas a ellos por vnculos de parentesco consanguneo,

  • cuyos testimonios fueron muy valiosos no slo frente al conflicto, sino para enterarnos de muchos aspectos sobre la historia de Dibulla y los dibulleros. En cuanto a los miembros de las familias que estuvieron directamente involucrados en el conflicto, hallamos a unos pocos, pero nos manifestaron que preferan no tocar el tema. Otra de las fuentes de informacin importantes fue el archivo parroquial de Dibulla. Gracias a los libros de bautismos, matrimonios y defunciones, en los cuales encontramos registros de los dibulleros a partir de la mitad del siglo XIX, fue posible reconstruir los rboles genealgicos de ambas familias, los cuales nos proporcionaron elementos de anlisis muy importantes (ver anexo 2). Tambin se adelant la revisin de prensa en Barranquilla y Santa Marta, en los archivos de El Heraldo y El Informador, que se vio facilitada porque ya contbamos con ms informacin sobre el desenlace del conflicto, gracias a algunas referencias en los testimonios orales y a fechas de defunciones de miembros de las familias recolectadas en los cementerios de Riohacha, Dibulla y Santa Marta. A partir de la compilacin y sistematizacin de todos los datos recogidos en prensa, fue posible llevar a cabo un seguimiento cronolgico del conflicto a partir de 1970, cuando se produjo el asesinato de Hilario Valdeblnquez, hasta 1989, cuando muri Hugo Nelson Crdenas (ver anexo 3). Finalizado el trabajo de campo, regresamos a Bogot, donde iniciamos la ltima fase de la investigacin, que abarc los meses de enero a julio de 2004. Lo primero fue ordenar y clasificar la totalidad de la informacin disponible, trabajo que se prolong por cerca de un mes, debido a labores especialmente dispendiosas como la trascripcin de entrevistas. Con base en estas entrevistas, elaboramos una crnica extensa en la que incorporamos en forma de dilogos las diferentes versiones sobre la historia. La metodologa que usamos fue la siguiente: escogimos tres escenarios distintos Bogot, Dibulla y Santa Marta- en los cuales habamos realizado entrevistas. En cada uno de los escenarios excepto Bogot, donde slo trabajamos con una entrevista- pusimos a conversar a diferentes personajes, los cuales no necesariamente se conocan o vivan en el mismo lugar. En el caso de Dibulla, por ejemplo, reunimos las entrevistas realizadas all, as como otras que tuvieron lugar en partes diferentes de La Guajira; luego escogimos la casa del mdico y recreamos all un espacio imaginario donde se encontraban todos estos personajes y entablaban una larga conversacin, en la cual nosotros intervenamos como los cachacos sobrinos del mdico. En la medida que las entrevistas haban seguido una estructura similar en la mayora de los casos, el trabajo consisti en seleccionar en los testimonios transcritos los temas que nos interesaba tratar historia de Dibulla, bonanza marimbera, conflicto de los Crdenas y Valdeblnquez-, y exponerlos en forma de dilogo. La ventaja de seguir este mtodo era la posibilidad de presentar un documento tan valioso como el testimonio oral, logrando a la vez confrontar diferentes puntos de vista sobre un mismo tema. En Santa Marta proseguimos de la misma forma, aunque escogiendo en este caso el Parque San Miguel, aledao a la casa donde por varios aos vivieron los Crdenas y tambin escenario importante del conflicto. Por razones de seguridad, no presentamos los nombres completos de los entrevistados, optando a veces por usar sus apodos y en algunos casos cambiando sus nombres; al final incluimos una lista de todas las entrevistas con sus respectivas fechas (ver anexo 1). En cuanto a las profesiones que les adjudicamos, la mayora son reales con algunas pocas excepciones. Los testimonios son totalmente verdicos y en ningn caso tergiversamos la informacin facilitada por los entrevistados. Finalmente, la crnica qued divida en tres partes y elaboramos para cada una un captulo de anlisis, apoyndonos en otro tipo de fuentes primarias y secundarias recogidas en Bogot y

  • durante el trabajo de campo. La estructura del trabajo consiste entonces de seis captulos, tres de crnica (numerados como I, II y III) y tres de anlisis e interpretacin (siguiendo la numeracin 1, 2 y 3), intercalados unos con otros y siguiendo la secuencia crnica-anlisis-crnica y as sucesivamente hasta el final. Los captulos de anlisis se estructuraron de la siguiente manera: El primer captulo presenta un contexto histrico y geogrfico de Dibulla y tiene como objetivo principal identificar y describir algunos de los aspectos ms significativos en la historia de poblamiento del lugar y su relacin con el carcter mestizo de la cultura dibullera, e igualmente introducir al lector en la historia de de las familias Crdenas y Valdeblnquez. Este captulo se encuentra dividido en dos partes. En la primera mostramos cmo durante el perodo de la Conquista y la Colonia el proceso poblamiento del lugar estuvo dibujado por la movilidad y los contactos prolongados entre diferentes grupos humanos (cimarrones, europeos e indgenas guanebucn, wayu y kogui), de los cuales fue surgiendo el dibullero. Uno de los aspectos ms importantes que sealamos aqu es cmo el carcter dinmico e inestable de este proceso estuvo estrechamente relacionado con la ubicacin geogrfica de Dibulla, al constituir un lugar de frontera entre el Mar Caribe, la pennsula de La Guajira y la Sierra Nevada de Santa Marta. En la segunda parte, que abarca desde la fundacin del municipio a mediados del siglo XIX hasta el presente, nos centramos en la colonizacin dibullera de San Antonio en la Sierra Nevada y en los antecedentes y el auge de la bonanza marimbera. La descripcin de estos procesos hace referencia constante a la historia de ambas familias desde su establecimiento en el poblado de San Antonio en la Sierra Nevada a finales del siglo XIX y comienzos del XX, hasta su vinculacin con el trfico de marihuana y el inicio del conflicto, a comienzos de la dcada de los setenta del siglo pasado. En el segundo captulo se analizan los orgenes y las causas del conflicto, tomando como punto de partida la familia dibullera, con especial nfasis en las estructuras de parentesco, buscando por un lado identificar las influencias culturales presentes en stas estructuras (especialmente la hispnica y la wayu por ser las ms visibles), y por otro, relacionar lo expuesto con el caso de los Crdenas y Valdeblnquez, para lo cual nos valimos principalmente de los rboles genealgicos de ambas familias reconstruidos a partir de los archivos parroquiales de Dibulla. Finalmente describimos las hiptesis existentes frente al origen del conflicto y analizamos a profundidad el problema del honor, ya que este permite ligar muchos de los elementos esbozados a lo largo de los dos primeros captulos. Por ltimo, el tercer captulo se ocupa del desenlace del conflicto desde la muerte de Hilario Valdeblnquez en 1970 hasta el asesinato de Hugo Nelson Crdenas en 1989, y busca mostrar cmo un altercado de honor entre ambas familias termin generando una cadena de venganzas de sangre por cerca de 20 aos, dejando una cantidad indefinida de vctimas. Mostramos de qu forma el conflicto contribuy a reforzar un estereotipo violento del habitante de La Guajira no slo en la Costa Atlntica sino en el resto del pas. Tambin analizamos de qu manera las relaciones de parentesco al interior de las familias jugaron un papel esencial en el desarrollo del conflicto, la importancia que tuvo para el mismo la coyuntura histrica de la bonanza marimbera, el papel del Estado, los mediadores y los escenarios en los que tuvo lugar.

  • I. PRIMERAS PESQUISAS1

    Era muy poco lo que conocamos acerca de la historia de los Crdenas y los Valdeblnquez. Es ms, casi nada sabamos, tan solo rumores aislados referidos todos a la ferocidad del enfrentamiento entre dos familias guajiras sucedido por all en los aos setenta, cuando en la costa Atlntica estaba en auge la produccin y comercializacin de la marimba, la marihuana sembrada en la Sierra Nevada de Santa Marta. La escasa informacin que tenamos provena de unos pocos libros que tocaban el tema. Un amigo guajiro nos introdujo con cierto sigilo La Noche de las Lucirnagas,2 advirtindonos que ah reposaba casi que lo nico escrito sobre la bonanza, descrita con espectacularidad y rimbombancia. Coincidencialmente por aquellos das una amiga guajira nos prest Leopardo al Sol,3 novela escrita por la colombiana Laura Restrepo. La novela, segn nos cont luego la escritora, haba nacido de sus pocas de periodista cuando realiz una crnica que fue publicada en la revista Semana.4 All contaba la historia de las dos familias con algunos apartes hasta ahora desconocidos por nosotros. Por ejemplo, que eran de Dibulla en la Guajira, que al parecer todo haba empezado por un Crdenas y un Valdeblnquez, quienes peleando por una mujer haban desatado el primer muerto del lado de los Valdeblnquez, y que de ah para adelante fue muerto de un lado y muerto del otro, trasladando la guerra de su natal Dibulla a las ciudades vecinas de Santa Marta, Riohacha y Barranquilla. La otrora periodista utiliz la informacin recopilada en su investigacin para la elaboracin de esa crnica y de un guin para llevar la historia a la televisin. Muy pronto lleg la advertencia de los Valdeblnquez: si se realizaba la telenovela, la sede de la televisora RTI sera volada con una bomba. Eso qued as por un tiempo, hasta que el guin para televisin se convirti en una novela, la cual se serva de la historia de ambas familias para nutrir la ficcin encarnada en la historia de los Barragn y los Monsalve. Contrario a lo que sucedi con la telenovela, los Valdeblnquez autorizaron su publicacin: Que escriba todo lo que quiera, que nosotros por ac no leemos.

    Poco a poco empezbamos a tener ms informacin. Sin embargo, sabamos lo difcil que sera poder hablar sobre esa historia con personas que la hubieran vivido de cerca. Era un tema ms que espinoso. El panorama se empez a despejar cuando a travs de un amigo en comn, conocimos a Kike, un msico samario con mucho que contar sobre la historia que nos ocupaba. Su infancia haba transcurrido en Santa Marta y Villanueva, en el sur de La Guajira. De sus vivencias en Santa Marta quedaron recuerdos varios, que involucraban la historia de los Crdenas y los Valdeblnquez. En una tarde bogotana, gris por cierto, pronto nos vimos sentados en la sala de su apartamento en el barrio La Macarena, rodeados de una batera, tambores y paredes recubiertas con empaques de huevo para aislar el sonido y evitar quejas de los vecinos. Kike nos contaba que igual se quejaban, hasta llegan con la polica, nos deca. Sin necesidad de preguntas ni explicaciones iniciales, Kike inici su historia con un estilo descomplicado y espontneo, que pronto nos hizo sentir ms cachacos que nunca.

    1 Elaborado con base en entrevista realizada a Enrique Egurrola y Javier Rocha en septiembre 26 de 2003 en Bogot. 2 Jos Cervantes Angulo, La noche de las lucirnagas, Plaza & Jans, Bogot, 1980. En su cartula se advierte: todo lo que usted quera saber sobre el trfico de la marihuana colombiana desde el primer embarque hasta el nacimiento de una nueva clase socioeconmica: la marimbera. 3 Laura Restrepo, Leopardo al sol, Editorial Planeta, Bogot, 1993. 4 Laura Restrepo y Fernando Alvarez, La maldicin de una estirpe, Revista Semana no. 94, febrero 21-27, 1984, pp. 27-32.

  • Yo viva en el edificio Katime, calle 14 nmero 6-29, en el centro en Santa Marta. En ese edificio no haba nadie marica, hasta que se mud una familia. El pelao era culo e picao, andaba con unos Nike de pega pega. Oye y t qu, cmo es que te llamas? Yo soy Hugo Nelson Crdenas Crdenas, Crdenas? S viejo Kike, Crdenas de los que tuvieron el problema, Los de la bomba?, los Crdenas? S, s, pero toda esa vaina ya pas marica, Ah, no, todo bien, que tal, firme. Se va Hugo y me dice un amigo, no marica este man bacano y todo, pero este man todava tiene la vaina esa con los Valdeblnquez. Hombe qu es eso, eso manes ya nada, esa guerra ya se acab, eso ya no existe ninguno de esos. Mami cmo te parece que Hugo es de los Crdenas, Ay! no me digas eso, a mi me da miedo que t andes con ese pelao, que no s que cosa, porque no joda, esa vaina es peligrosa y que tal. No pero esa vaina ya se acab, deca yo, por amistad, si me entiendes. Pero igual nosotros nos hicimos amigos y Hugo era como mi mejor amigo. O sea, con otros amigos salamos todos los das a joder la vida, culo e amistad, l se quedaba en mi casa, yo me quedaba en la casa de l, era sper buena gente, bamos a la playa, jugbamos Atari y mi mam ya lo quera. La mam de Hugo se llamaba Libertad Crdenas, ya yo la conoca. Tena dos hermanas, una que se llamaba Indira y otra que se llamaba Ivonne. La mam era comerciante, cada ratico viajaba a Maicao y toda esa cosa. Entonces Libertad Crdenas dejaba a mi mam encargada de los hijos de ella, si entiendes, para cualquier vaina, si me explico, entonces a veces tocaba que almorzaran en mi casa o mi mam iba all y alguna vaina, preparbamos comida o alguna cosa y la vaina... Kike interrumpi su narracin al tiempo que encenda un cigarrillo y tom una bocanada de humo como si ste hiciera ms vvidos sus recuerdos. Pronto aprovechamos su silencio y formulamos una pregunta, antes que fuera l quien escogiera el rumbo de la conversacin: Cmo fue eso de la bomba? La bomba del Parque San Miguel, que le decan Parque de los Crdenas, pero realmente se llama Parque del cementerio San Miguel. La casa de los Crdenas quedaba en el costado derecho del cementerio, ah en el Parque San Miguel. Entonces cuando eso, Hugo tena como 5 aos y lo metieron abajo de una cama, pero l estaba en la casa de al lado y esa vaina explot. Y despus que explot cayeron como 25 manes ms de los Valdeblnquez, porque eran los Crdenas y los Valdeblnquez que se agarraron a plomo marica, entonces los que quedaron vivos de la bomba los terminaron de matar, si me entiendes. De ah se perdieron, fue la poca que Hugo se fue para Maicao, para La Guajira, Uribia y toda esa vaina.

    Foto 1. Diario del Caribe, febrero 4, 1981 Foto 2. El Bogotano, febrero 4, 1981

  • Intrigados con un evento del que no tenamos conocimiento y aprovechando la concentracin de Kike, quien fuma de su cigarrillo, formulamos la pregunta de rigor: Cul era el problema que tena la familia de Hugo? A la par con la bocanada que sala de su boca, empezaron a desfilar las palabras: Todo comenz porque el pap de Hugo se comi a una mujer de los Valdeblnquez. El problema fue porque las mujeres enloquecen al mundo entero, hasta la revolucin francesa fue por una vieja... Ah empez toda la vaina. Realmente los Crdenas eran indios, los Valdeblnquez tambin. Eran esas familias numerossimas, todo el que tuviera nexos de cario, de afecto, se lo bajaban. Hicieron buen billete con la bonanza, la bonanza marimbera. Hugo me contaba que l alcanz a vivir esa poca, los casones que tenan esos manes, los carros, toda la vaina. Al pap de Hugo, Too Crdenas, que le decan chichi mouse -a Hugo tambin le pusieron chichi mouse- lo mataron, fue horrible, lo cogieron por all y lo cogieron a tiros y toda la vaina. Mejor dicho como el man era el duro y Hugo era el hijo directo, el man haba dejado hijos por todas partes. Es que eso era un mes mataban a uno, un mes mataban a otro, se daban plomo entre ellos y con sicario. Pronto nos dimos cuenta que Kike nos poda hablar sobre la parte de la historia que se desarroll en Santa Marta. Pero y entonces viejo Kike, cmo se viva en Santa Marta en esa poca? Yo respir la atmsfera esa de que la venganza est ah latente, y ta y un muerto, y de quin era?, no de los Valdeblnquez, y despus de un mes o a los dos meses, ta otro muerto, y qu?, de los Crdenas. Entonces se respiraba esa atmsfera de la guerra entre esas dos familias y quien estuviera en el medio se lo llevaban. Ese temor era as en Santa Marta. Era una amenaza vivir al lado de algunos Crdenas o de los Valdeblnquez, como en la poca de Pablo Escobar vivir al lado de un polica o al lado de una estacin de polica, t sabas que ah iba a pasar algo.

    Foto 3. Hugo Nelson Crdenas. Diario del Caribe, Abril 12, 1989 Foto 4. El Heraldo, Abril 12, 1989 Por los ojos de Kike flameaban los recuerdos de aquella poca y de su amigo de infancia, Hugo Nelson Crdenas Crdenas. Y Hugo?, preguntamos casi al unsono.

  • Hugo nunca, el man naci con toda esa energa de todo lo que haba vivido, todo lo que haba pasado. Claro, no era un picao, es que el man era entre comillas la verguita, si me entiendes, la verguita. Ya Hugo no tena rencor, Hugo andaba en otro paseo, sabroso, o sea, l nunca pensaba en vengar la muerte del pap o cosas as. No, nada, el man estaba fresco con esa vaina, otra nota. O sea el man era para que estuviera vivo, porque ya l no tena por qu estar en esa vaina. El odio fue muy hijueputa. Yo una vez tena como una gripa, una vaina y a mi me haban incapacitado como dos das. Al tercer da deba ir al colegio, pero como mi mam era enfermera, ya yo tena excusa para no ir al colegio. Entonces, no, no voy a ir a la primera hora, voy a ir a la segunda hora, dije yo, culo e flojera. Nosotros de costumbre tenamos que Hugo me timbraba tran chacata y nos bamos, si me entiendes, nos bamos por la avenida del Ferrocarril caminando. En la avenida del Ferrocarril cogamos el bus, un directo avenida Libertador. Nos bajbamos en el Seminario como de costumbre. Pero como ya yo tena dos das de no ir al colegio, ya Hugo saba que para qu me timbraba y no me timbr. Y mi mam me dijo que no fuera al colegio, y yo, no hombe qu! Qudate si t ests mal todava y que tal. No, no yo si voy a ir, porque ya estaba bien, pero voy en la segunda hora. Entonces ra me ba. Cuando yo me estoy baando marica, suenan unos tiros as, pa pa, dos tiros. Mi mam los oy porque despus me dijo que los haba odo, si me entiendes, pero realmente es que la puerta del apartamento la estaban prcticamente partiendo y era una vecina, como con una manta guajira, una manta para dormir. Vena llorando, loca, vuelta mierda, gritando, Celia!, Celia! como que mataron a Hugo. Qu viaje marica, yo vi la vaina y yo dije, qu pas?, cmo as?, cmo es la vaina?, y llega un amigo que estudiaba de tarde en el Liceo Caribe, ese no se levantaba temprano, hey!, ven, ven marica, vamos. Mi mam deca, no salgan! Nosotros, vamos!, vamos! Mi mam, no sale nadie de aqu!, no sale! La otra seora tambin, no sale nadie de aqu!, aqu los encerramos! Mam!, seora Celia!, mataron a Hugo no joda!, como no voy a salir, que no s que cosa. Salimos los cuatro a ver que era lo que haba pasado. A Hugo le haban metido dos tiros en la cabeza, uno entre la nariz en la boca y otra aqu, como en la sien. Cuando eso Hugo tena catorce aos, si me explico, cuando la bomba l tena como cinco aos, pero cuando l andaba conmigo tena como trece, catorce aos y Hugo tena la misma edad que la ma. Yo no lo vi, lleg la ambulancia, se lo llev y yo no lo poda creer, se lo llevaron para la clnica y mi mam, cmo era enfermera, busc de cunto medico pueda haber bueno y se fueron para all, para atender a Hugo. Y mi mam me dijo, l se salva, l se salva porque l esta vivo, no est muerto. Ese fue como el alivio de todo el mundo. Entonces nos fuimos para la casa de Hugo, la mam estaba viajando, las hermanas estaban llorando y la abuelita de Hugo tambin estaba llorando. Yo ese da le met que culo e puo a la pared, llorando contra un escaparate de la casa de l, porque yo senta que el man se iba a morir. Cuando llega mi mam otra vez al edificio como tres horas despus, porque el man dur como dos horas y media vivo, lleg con una falda rosada, la tena llena de sangre y sali llorando, dando la noticia que se haba muerto Hugo. Cogi y me abraz, y me dio fuerza y me dijo, mira las llaves, me las dio Hugo cuando se estaba muriendo. Cuando Hugo se estaba muriendo, cogi las manos, se las abri a mi mam y le dio las llaves del apartamento y le dijo, dile a mi mam y a todos que yo estoy bien, que yo s que me estoy muriendo, pero estoy bien. Mi mam lleg con las llaves agarradas y me cont esa vaina y le cont a todo el mundo. Kike apag el cigarrillo, refresc su garganta con un vaso de agua y continu hilando su relato: En ese momento Libertad Crdenas que era la mam de Hugo vena fletada desde Maicao. Fletada es que, si t no le pones la chancleta a esa hijueputa camioneta yo te zampo un tiro, si entiendes, porque te voy a pagar son 500.000 pesos, no joda!. Despus de que llega mi mam,

  • llega como a los 20 minutos Libertad Crdenas. Se baj de una cuatro puertas, de esas as de Maicao, blindada y todo, porque ella tena apoyo de ciertas personas que conocieron al pap de Hugo. O sea con decirte que no se demor ni dos horas en llegar desde Maicao hasta Santa Marta, por Riohacha se vino, a travs de la Sierra Nevada. Marica la vieja gritaba as y todava me queda el recuerdo, se tir de rodillas en la puerta del edificio y grit, Dios Mo tantas esperanzas!, tantas ilusiones!, tantas ilusiones!, repeta como veinte veces, tantas ilusiones! gritaba y gritaba, chichi mouse!, chichi mouse!, chichi mouse! Se muri Hugo, si me entiendes, culo e viaje. Eso fue no joda, todos los colegios banda de guerra, todo el mundo que nos conoca. Mejor dicho ese da fue noticia, hasta en el noticiero sali y toda la vaina, porque si fue noticia en Santa Marta, tiene que ser noticia en todo Colombia, si me explico. Ya era el tumulto de gente abajo en mi edificio o sea era la prensa si entiendes, todo el mundo quera saber. Adems eran los Crdenas y Hugo era el ltimo de los Crdenas, el ltimo, que lo estaban dejando crecer para que le doliera ms a la mujer. Eso fue en abril de 1989. El silencio pronto nos devolvi a aquella fra tarde capitalina. El golpeteo de la lluvia en la ventana nos sac de la trgica escena de un nio de 13 aos, quien esperando el bus del colegio recibe dos disparos que acaban con su vida. Ahora ramos nosotros quienes fumamos para calmar un poco la impresin producida por el relato. Cmo as que lo estaban dejando crecer?, preguntamos. Con gran dominio de la palabra, Kike retom su narracin: Porque resulta que los manes no queran matar a Hugo tan chiquitico si me entiendes, sino que lo queran dejar crecer para que le doliera ms a la mujer, si entiendes. Fue culo e vaina hijueputa haberlo dejado crecer para que le doliera ms a la vieja. Eso fue el problema, que lo dejaron coger confianza, dejaron pasar tiempo. El nunca hablaba de eso, l estaba tan seguro como que nunca le iba a pasar nada, pero la venganza entre ms deja pasar el tiempo ms hijueputa es todava, t no la esperas. La venganza fue tan hijueputa que se prest para hacer eso. Una vendetta en la cual hasta brujera mi hermano, despus vas a saber por qu. De pronto la brujera esa es otra vaina ya ms hijueputa, como que t clavarle una mala intencin a alguien, seguro, eso ya es brujera. Pero lo cierto fue que Indira se muri como dos aos despus de cncer, una pelada de diecisiete aos, incluso le encontraron la muequita con alfileres y huevonadas, pero pues imagnate eso. Ivonne en cambio est viva, se envejeci, pareciera que tuviera cuarenta aos. Libertad en este momento est en Riohacha, sola, tiene un puestecito de ropa. La mam de Hugo se sinti culpable de que lo hubieran matado, el otro ao como que lo iban a mandar para Mxico. La historia de la vendetta esa familiar termina con la muerte de Hugo, ya despus de eso ya no hubo nada. Si la nica que queda es Libertad Crdenas, para qu la van a matar si no hay nadie que sufra. Libertad Crdenas no me poda ver, esa mujer me vea y se pona a llorar, porque lo primero que le llegaba a la mente era que as estara Hugo, estara igualito a mi. Vaina hijueputa no joda, t no lo crees, pero esa es la historia de Hugo Nelson Crdenas Crdenas. Muy pronto el relato tom otro rumbo. Las aventuras de cuatro adolescentes en Santa Marta unidos por la amistad, el Atari, la playa y el sexo. Luego de la muerte de Hugo, Kike y su primo Pablo fueron enviados a Villanueva para que cambiaran de aire y olvidaran un poco lo sucedido. Para nosotros tambin era hora de partir. Empezaron a llegar los msicos de la banda de Kike, que con seguridad interrumpiran el silencio y la paz de los vecinos. Paradjicamente habamos conocido de entrada el aparente final de la historia: finalizando la dcada de los ochenta, haba sido muerto un nio de apellido Crdenas. Puede que fuera el ltimo Crdenas que faltaba por

  • morir producto del enfrentamiento con los Valdeblnquez, pero con toda seguridad no era el primero.

    LOS DIBULLEROS Y SU HISTORIA

    Foto 5. Cayuco en playas de Dibulla

    Luego de algunas semanas de permanencia en la costa, durante las cules seguimos rutas distintas en la bsqueda de pistas sobre los Crdenas y Valdeblnquez, nos encontramos una maana a comienzos de noviembre en las afueras de Dibulla. Sabamos desde un comienzo que los orgenes de estas dos familias guajiras se situaban en este pueblo a orillas del mar Caribe, pero decidimos tomar caminos diferentes para llegar all, con el fin recorrer algunos escenarios y recoger testimonios que nos situaran mejor en su historia. Uno haba tomado la ruta del Valle, que atraviesa en direccin nor-oriental el valle que se forma entre la Serrana de Perij y la Sierra Nevada de Santa Marta. Despus de estar por algn tiempo en Villanueva y El Molino, municipios ubicados al sur del departamento de La Guajira, donde recogi algunas versiones sobre la guerra de los Crdenas y Valdeblnquez, as como de otras familias guajiras durante la poca de la bonanza marimbera, pas algunos das por Riohacha, donde realiz otras entrevistas. El otro se dirigi directamente a Santa Marta, ciudad que fue el principal escenario del conflicto, pues all se estableci una de las dos familias a comienzos de los aos setenta del siglo pasado y tuvieron lugar muchos de los enfrentamientos. En ste lugar hizo algunas entrevistas a personas que vivieron la poca de la bonanza marimbera y que tambin recordaban algunos episodios del conflicto. Igualmente, inici una revisin del nico peridico samario que circulaba en esa poca, El Informador, revisin que tom varios meses por el estado precario de su archivo: los ejemplares del diario estaban incompletos y muchos se encontraban descompuestos por la humedad, cosa que por lo dems careca de importancia alguna para los funcionarios del peridico, para quienes la palabra archivo sonaba tan extraa como absurda. El horario de atencin se reduca a unas pocas horas los sbados, que dependan del tiempo libre del encargado del archivo, personaje que alternaba este oficio con el de portero, mensajero y recepcionista; por ltimo, el encargado, que siempre mostr una repulsin evidente por la bodega destinada al archivo, se cercen un pedazo de dedo con una sierra de carpintera, hallando en ste infeliz suceso la excusa perfecta para no pisar el archivo por un buen tiempo. Esa maana la cita era en Casa Aluminio, un punto sobre la Troncal del Caribe a unos 50 kilmetros al sur occidente de Riohacha, desde donde sale el camino a Dibulla. Lo primero que sigui al reencuentro fue un rpido intercambio de impresiones de viaje, al tiempo que recorramos en una camioneta Ranger de placas venezolanas que varias veces al da transita los 10 kilmetros que separan a Dibulla de la Troncal. Nos preocup un poco la dificultad que habamos tenido ambos al acercarnos a personas que estuvieron muy cerca de la guerra o de alguna de las familias, pues en Bogot nos haban hablado de la facilidad y abundancia de las

  • versiones orales sobre la misma. Camos en cuenta que no slo estaba el inconveniente de ser cachacos en la costa, cachacos inexpertos en el arte de conversar e indagar, sino que adems nos enfrentbamos a una historia no tan reciente como para ser noticia comentada en las esquinas, pero tampoco tan lejana como para volverse historia. Tampoco sabamos qu nos poda esperar en Dibulla, pues ninguno de los dos haba estado antes all y salvo algunas referencias histricas encontradas en lecturas previas al viaje, era muy poco lo que conocamos sobre el lugar. Nuestro nico contacto era Camilo, un mdico bogotano que treinta aos atrs haba llegado a hacer el rural de medicina y termin por quedarse a vivir en el pueblo. No lo conocamos pero una amiga suya nos habl de l y nos dio las seas para llegar: debamos ir hasta la calle de la marina y preguntar por Sal si puedes, el nombre de su casa.

    Foto 6. Casa de Camilo, almendro y playa Foto 7. Burro de Juan Diaz Llegamos a Dibulla a medio da y a primera vista nos pareci un lugar desolador. En las calles a medio pavimentar no se vea sino uno que otro perro sediento buscando una sombra para echarse, y todo el mundo pareca refugiado en algn escondite huyndole al calor. Al comienzo slo vimos algunas miradas curiosas asomarse por entre los umbrales de las casas, y el nico lugar donde divisamos alguna actividad fue una enramada al fondo de la calle donde nos haba dejado la Ranger. Era el restaurante de Ftima, una matrona dibullera que atenda el sitio y ofreca la mejor sopa de guineo del pueblo. Le preguntamos por Camilo y nos dio las seas, Ah, el mdico, tienen que bajar una cuad