32neumonias.pdf
TRANSCRIPT
CAPITULO 32
NEUMONÍAS POR OTROS AGENTES BIOLÓGICOS
AFECCIONES PULMONARES POR HONGOS
El aumento de las enfermedades infecciosas en el mundo a expensas
del creciente número de individuos que tienen afectada su competencia
inmunológica, significa un enorme reto para el equipo de salud en términos de
diagnóstico y tratamiento. En aquellas condiciones que fallan los mecanismos
defensivos del huésped para enfrentar los procesos infecciosos, se producen
las denominadas infecciones oportunistas, donde alcanzan un lugar cada vez
más importante, por su frecuencia, difícil diagnóstico y elevada mortalidad, las
micosis sistémicas o micosis profundas. Los pulmones son el principal órgano
afectado en las micosis profundas y constituyen además el punto de partida
para la diseminación a otros órganos, de ahí que con frecuencia se aborde el
tema con el nombre de micosis pulmonares.
Los hongos pueden producir enfermedad pulmonar por dos
mecanismos principales: alérgicos y por infección.
Mecanismo alérgico. La gran mayoría de los hongos patógenos viven en el
medio ambiente (suelo y agua), donde participan en la degradación de
materias orgánicas y contaminan el aire con apreciables cantidades de
esporas, que son capaces de inducir sensibilización en individuos
susceptibles. Con una exposición de magnitud suficiente y dependiendo del
tipo de hongo, del lugar de las vías aéreas donde se depositen las esporas y
de la susceptibilidad individual, se pueden producir rinitis, asma bronquial o
neumonitis por hipersensibilidad (alveolitis alérgica). Estos cuadros son
tratados en los capítulos correspondientes a cada tema.
Mecanismo infeccioso. Existen dos categorías de hongos capaces de producir
infección pulmonar: a) los hongos de los géneros Candida, Aspergillus y
mucorales que infectan especialmente a pacientes inmunodeprimidos
produciendo cuadros neumónicos, y b) los hongos dimórficos, como el
Histoplasma y Blastomyces spp., que son capaces de infectar a huéspedes con
aparato inmunitario normal, originando infecciones crónicas. Finalmente, el
criptococo es un hongo que se comporta en forma intermedia, ya que si bien
produce enfermedad pulmonar preferentemente en inmunodeprimidos, es
también capaz de infectar, aunque infrecuentemente, a sujetos aparentemente
normales.
Se ha podido establecer que en los pacientes con neutropenia y uso de
esteroides, es donde más inciden las infecciones oportunistas por hongos. Por
otra parte, existe cierta afinidad entre el microorganismo patógeno y el estado
de inmunodepresión que afecta al huésped, así por ejemplo, en trasplantados
de hígado, corazón y pulmón es frecuente la aspergilosis; en trasplantados
renales, la histoplasmosis y la zigomicosis; en enfermos con SIDA es más
frecuente la criptococosis, la histoplasmosis y la paracoccidiomicosis; y en
pacientes neutropénicos, la candidiasis y la aspergilosis.
Neumonías por hongos
Existen múltiples hongos capaces de causar neumonías en el huésped
inmunocomprometido, pero nuestro país está incluido en la distribución
geográfica de sólo algunos de ellos. Afectan siempre a pacientes con
alteraciones inmunitarias y deben incluirse en el diagnóstico diferencial de las
neumonías agudas, de alta frecuencia en estos pacientes. Su comprobación
diagnóstica y tratamiento son complejos y corresponden, generalmente al
especialista.
Aspergilosis
Los hongos del género Aspergillus spp. merecen una mención especial
por su capacidad de causar afecciones muy diferentes según el terreno del
paciente. Son hongos ambientales muy frecuentes y aun cuando existen
numerosas especies capaces de producir enfermedad en humanos, el
Aspergillus fumigatus es el responsable de la mayoría de los casos. Las
afecciones más frecuentes ocurren a nivel del pulmón y son la aspergilosis
colonizante (aspergiloma), la aspergilosis invasiva, la aspergilosis crónica
necrotizante y la aspergilosis broncopulmonar alérgica.
Estos hongos pueden causar los siguientes cuadros clínicos que
ocasionalmente se superponen:
Aspergilosis alérgica. Es una forma especial de asma bronquial, que se
describe en el capítulo correspondiente. Además, se pueden observar
neumonitis por hipersensibilidad.
Aspergiloma. Consiste en la colonización de una cavidad preexistente por
Aspergillus spp. Con escasa frecuencia este cuadro puede ser provocado por
otros hongos, razón por la cual se utiliza también el nombre micetoma. La
mayoría de los casos se asocian a secuelas cavitarias de tuberculosis, pero
también puede verse en bronquiectasias, cáncer, infartos, sarcoidosis, etcétera.
Esta forma de aspergilosis es secundaria a enfermedad pulmonar
crónica. Se sabe que un 12% de los pacientes con tuberculosis cicatrizada
desarrollan aspergiloma. El hongo coloniza una cavidad preexistente y produce
una colonia redondeada ("bola de hongo") cuyo desarrollo es saprofito, ya que
no hay invasión de la pared bronquial o el parénquima vecino. La pared suele
estar tapizada por el hongo y por tejido de granulación; algunas veces hay
inflamación crónica y fibrosis aledaña.
La enfermedad es de lenta evolución (años) y suele pasar desapercibida
por algún tiempo; puede ser uni o bilateral y tiene localización preferencial
apical. La cavidad en la que se ubica el hongo está comunicada con el árbol
bronquial. Los sujetos pueden ser asintomáticos o manifestarse por tos
crónica y hemoptisis, la que puede ser masiva. El aspecto radiográfico,
consistente en una masa dentro de una cavidad, es usualmente característico.
El tratamiento con antifúngicos por vía sistémica no es útil, ya que éstos no
alcanzan al hongo. y su manejo quirúrgico es controvertido, ya que es
frecuentemente asintomático. No obstante, se acepta que la cirugía es útil en
casos con hemoptisis masivas, que tienden a repetirse. El diagnóstico se basa
en la radiografía de tórax y en la demostración de anticuerpos específicos, que
son altamente sensibles. El desarrollo inicial del hongo y su presencia en el
tejido, origina un estímulo antigénico y más del 90% de los pacientes poseen
anticuerpos precipitantes anti-Aspergillus; por ello, las pruebas serológicas
tienen mucho valor. El aspergiloma puede progresar hacia la forma invasora en
presencia de tratamientos inmunosupresores. La terapia del aspergiloma es
difícil y depende en gran parte de la resección quirúrgica, la cual no es siempre
posible dada la enfermedad de base. Las drogas antimicóticos no son muy
efectivas posiblemente por su dificultad para penetrar al interior de una cavidad.
Aspergilosis invasiva. Se observa en enfermos con inmunodeficiencia grave, la
mayoría relacionadas con neoplasias hematológicas (leucemia, linfoma), pero
también se asocia a enfermedad renal crónica, trasplantes, granulocitopenia,
quimioterapia y SIDA. La enfermedad se debe a inhalación de esporas por los
individuos susceptibles. Generalmente se presenta fiebre, dolor pleurítico,
taquicardia y hemoptisis. Los dos tipos más comunes de compromiso
pulmonar son el infarto hemorrágico y la bronconeumonía. Es posible observar
diferentes cuadros clínico-radiográficos, como neumonías, bronconeumonías,
abscesos pulmonares o compromiso intersticial difuso. El examen
histopatológico suele descubrir una bronconeumonía necrotizante con invasión
de los vasos sanguíneos por el hongo, dado su gran tropismo por dichas
estructuras, y formación de trombos sépticos. Las lesiones varían desde
pequeños focos bronconeumónicos hasta una neumonía hemorrágica
generalizada. La invasión a través del árbol traqueobronquial puede alcanzar
sitios tales como diafragma y esófago. En aproximadamente la mitad de los
casos se observan lesiones extrapulmonares, con formación de abscesos
cerebrales, hepáticos, renales, esplénicos, etcétera. Aun cuando en pacientes
con factores de riesgo el hallazgo del hongo en expectoración o los cambios
serológicos son sugerentes, el diagnóstico de certeza se confirma con el
estudio histológico de biopsias pulmonares o la identificación del germen o de
sus antígenos en muestras no contaminadas. Las pruebas serológicas no son
confiables en pacientes inmunosuprimidos. El uso de procedimientos
invasivos es corriente y debe procederse a la biopsia pulmonar. El diagnóstico
se hace por la observación de las hifas septadas y ramificadas.
El pronóstico es generalmente malo y depende de la gravedad de la
neumonía y de la enfermedad de base. Los resultados del tratamiento no son
siempre satisfactorios dadas la tardanza en la iniciación de la terapia y la
limitación en el número de agentes antimicóticos activos disponibles. Al
momento, sólo puede recomendarse la anfotericina B sola o acompañada de
itraconazol. La anfotericina B es un antibiótico fungistático o fungicida
dependiendo de las dosis y de la sensibilidad del hongo. Esta droga es
extremadamente tóxica, ya que suele producir fiebre y calofríos en el 50% de los
casos, flebitis, alteraciones hemodinámicas y compromiso de la función renal
en el 80%. Por estas razones la anfotericina se administra de acuerdo con
pautas muy estrictas, en dosis crecientes y controlando parámetros vitales. La
anfotericina debe administrarse durante 6 a 8 semanas. Considerando la
frecuencia y gravedad de las manifestaciones adversas, la indicación de
anfotericina B debe estar siempre plenamente fundamentada, idealmente
mediante histología.
Candidiasis
Si bien existen varias especies, la Candida albicans es la responsable
de la mayoría de las infecciones pulmonares. Este es un microorganismo que
coloniza normalmente en pequeñas cantidades la cavidad bucal y puede
aumentar su número si se producen condiciones favorables, tales como uso de
antibióticos, esteroides, o enfermedades asociadas a un déficit inmunitario.
Generalmente el paciente con candidiasis tiene alteraciones fisiológicas
y de orden inmune, que comprometen la integridad de los tegumentos, alteran
la flora normal o impiden la normal expresión de la inmunidad. Casi siempre
existen factores predisponentes representados por trastornos metabólicos,
enfermedades mieloproliferativas, inmunosupresión iatrogénica o adquirida.
Por todo lo anterior, la candidiasis constituye el mejor ejemplo de una micosis
oportunista.
La enfermedad pulmonar se debe a la aspiración de secreciones
bucofaringeas en pacientes con alteraciones inmunitarias importantes, tales
como uso de inmunodepresores, agranulocitosis, quemaduras extensas,
cirugía abdominal o torácica extensa, desnutrición y alimentación parenteral,
trasplantes, neoplasias, SIDA, etcétera. También es posible la introducción del
germen por catéteres endovenosos. El cuadro clínico es el de una neumonía
bacteriana y no tiene manifestaciones radiográficas características.
El diagnóstico puede confirmarse demostrando el hongo en los tejidos o
en muestras no contaminadas. La biopsia es absolutamente indispensable en
las formas pulmonares. El aspecto histológico es variable e inespecífico, salvo
por el hecho de observar directamente el agente dentro del tejido afectado.
Predomina la reacción granulomatosa inflamatoria, en la cual se observan
células tipo polimorfonucleares, mononucleares y, a veces, plasmocitos; estos
focos encierran las levaduras tanto en forma de blastoconidias como de
seudomicelios.
Las pruebas serológicas son sugerentes pero son poco sensibles y no
son específicas. Existen pruebas para la detección tanto de antígenos como de
anticuerpos circulantes. Una nueva modalidad diagnóstica consiste en la
detección de antígenos en lugar de anticuerpos en el suero y otros líquidos
orgánicos. Desafortunadamente, su sensibilidad no es tan alta como sería
deseable. El hallazgo del hongo en sangre y orina es altamente sugerente, pero
puede ser un fenómeno transitorio. El tratamiento de elección es la anfotericina
B, algunos autores aconsejan combinarla con 5-fluorocitosina. Esta última
droga no debe suministrarse por sí sola puesto que induce rápidamente
resistencia. Algunos investigadores han tenido éxito en el tratamiento de formas
sistémicas con los imidazoles orales, especialmente el fluconazol, dada su
potencia y posibilidad de administración endovenosa en casos graves.
Mucormicosis
La mucormicosis es una enfermedad causada por hongos ambientales
del orden Mucorales que se presenta en el huésped con defectos de su
inmunidad; es la micosis más aguda y fulminante que se conoce. El orden
Mucorales se divide en varios géneros, cuatro de los cuales están relacionados
con enfermedad en el hombre: Rhizopus, Mucor, Absidia y Rhizomucur; las
especies de Rhizopus son las más frecuentemente aisladas de procesos
patológicos. La enfermedad se ha vuelto más prevalente, debido al aumento de
tratamientos prolongados con esteroides, agentes supresores y drogas
citostáticas. Las manifestaciones clínicas suelen afectar el sistema nervioso
central, aparato respiratorio, gastrointestinal o cutáneo.
Estos gérmenes son patógenos en pacientes inmunodeprimidos,
especialmente diabéticos con coma cetoacidótico, o enfermos con linfomas y
leucemias. El hongo tiende a invadir los vasos, por lo que el compromiso
pulmonar se caracteriza por infartos y hemorragias, con o sin excavación. El
paciente tiene fiebre persistente con compromiso marcado del estado general.
Los infiltrados pulmonares, inicialmente unilaterales, progresan y se
consolidan. Este síndrome, también puede ser causado por Aspergillus spp.
Las radiografías pueden revelar también lesiones variadas, infiltrados únicos o
múltiples, consolidación, cavidades, derrame pleural y formación de masas
("bola de hongo"). La enfermedad pulmonar puede observarse aisladamente o
en conjunto con el compromiso rino-cerebral característico.
Debido a que los exámenes de esputo no son siempre efectivos para el
diagnóstico, se aconseja utilizar procedimientos invasivos para obtener
biopsias pulmonares, destinadas a estudios histológicos y micológicos. El
tratamiento de elección es la anfotericina B, se emplean dosis más altas que
las usuales, 1 a 1,5 mg/kg/día. La duración de la terapia depende del paciente y
el uso de las formulaciones liposomales de la anfotericina B ha sido
promisorio.
Criptococosis
El Cryptococcus neoformans es un hongo ambiental frecuente que se
encuentra especialmente en las deposiciones de palomas. La enfermedad se
produce por inhalación de esporas y afecta, en la mayoría de los casos, a
huéspedes inmunodeprimidos, especialmente aquellos con linfoma, leucemia,
lupus o SIDA.
Enfermedad sistémica de curso generalmente subagudo o crónico; la
forma primaria es casi siempre pulmonar pero no necesariamente sintomática.
El hallazgo histopatológico accidental de lesiones residuales pulmonares por
criptococo en personas sanas, permite afirmar que la exposición al hongo es
frecuente y se ve seguida de formas subclínicas. Sin embargo, y antes del
advenimiento del SIDA, el número de casos era relativamente bajo, lo que
demuestra la existencia de una resistencia efectiva. Es muy probable que el
período de latencia sea prolongado y que la infección primaria asintomática se
transforme en enfermedad manifiesta sólo cuando ocurren fallas en la
inmunidad, como sucede en un número importante de individuos infectados
con VIH; en éstos, el paso a la etapa del SIDA se marca por la aparición de
criptococosis clínicamente manifiesta cuando los recuentos de CD4 llegan a
cifras por debajo de 200/mm3.
Una vez inhaladas las conidias o los basidiosporos, dan lugar a la
aparición de focos infecciosos en el parénquima pulmonar; éstos suelen ser
transitorios pero se acompañan de diseminación. En la mayoría de los casos,
los focos infecciosos cicatrizan espontáneamente. En algunas personas, sin
embargo, la multiplicación del microorganismo no es controlada y se
manifiesta la enfermedad.
En el pulmón la enfermedad se manifiesta frecuentemente como un
nódulo o masa pulmonar solitaria, aunque también pueden ser múltiples. En
algunos pacientes, la lesión primaria pulmonar tiende a la progresión, dando
un cuadro inespecífico de naturaleza crónica y variada severidad. Un foco
pulmonar activo representa peligro constante de diseminación, no sólo al SNC
sino también a riñón, piel, huesos, próstata, glándulas adrenales y otros
órganos.
El hongo tiende a diseminarse y tiene especial predilección por el
sistema nervioso donde produce meningitis, que es la presentación más
frecuente, o se comporta como un tumor cerebral. Si se obtienen biopsias, el
diagnóstico suele ser certero, especialmente con las coloraciones especiales
(PAS, plata metenamina, mucicarmina). Lo más notorio es la presencia de
zonas quísticas en las cuales se observan las levaduras rodeadas de cápsula;
frecuentemente, la inflamación es mínima. El tratamiento de elección es
anfotericina B asociado a 5-fluorocitosina.
Infecciones por hongos dimórficos
Los hongos dimórficos tienen la característica de habitar en regiones
relativamente restringidas del planeta, por lo que las enfermedades causadas
por ellos sólo se observan en los habitantes o visitantes de esas zonas
geográficas. Los hongos dimórficos se llaman así porque adoptan tanto la
forma de levadura como la filamentosa o de micelios. La patogenia de estas
enfermedades es muy parecida a la de la tuberculosis: causan una infección
asintomática en la mayoría de los individuos, pueden producir pequeñas
lesiones pulmonares que se calcifican durante la primoinfección o inducir
infecciones pulmonares progresivas con formación de granulomas y lesiones
fibroretráctiles o enfermedad diseminada, en una minoría de los enfermos.
En Chile se encuentran casos esporádicos de histoplasmosis, pero no
se ha comunicado infección por otros hongos dimórficos, tales como
Coccidioides, Paracoccidioides y Blastomyces spp. El diagnóstico de
histoplasmosis se plantea sólo excepcionalmente, en casos de nódulos
pulmonares (histoplasmoma) o de lesiones fibroretráctiles de causa
desconocida. No obstante, es conveniente tener presente esta posibilidad
diagnóstica en pacientes que hayan viajado a lugares en que el problema es
endémico.
La histoplasmosis es una micosis de origen pulmonar primario, pero
que generalmente se disemina a otros órganos, especialmente a los del
sistema reticuloendotelial. En la mayoría de los casos la infección pasa
desapercibida o se manifiesta por síntomas respiratorios leves. Si se
exceptúan los pacientes infectados con VIH, sólo unas pocas personas hacen
formas sintomáticas. La histoplasmosis puede presentarse en forma aguda,
subaguda o crónica, de acuerdo al huésped y al tamaño del inóculo infectante.
La enfermedad se adquiere por inhalación de las esporas del agente causal, el
hongo dimórfico Histoplasma capsulatum, cuyo hábitat natural son los suelos,
especialmente aquellos contaminados con excretas de aves y murciélagos.
En general, el diagnóstico de una infección por hongos dimórficos se
puede efectuar mediante exámenes serológicos o pruebas cutáneas. No
obstante, al igual que en la tuberculosis pulmonar, la demostración de infección
no implica necesariamente la presencia de enfermedad, por lo cual la única
forma de efectuar un diagnóstico de certeza es demostrando el hongo en
tejidos o en secreciones no contaminadas. El tratamiento, en casos graves es
anfotericina B y en casos menos graves se puede utilizar otros agentes como
ketoconazol o flucitosina.
INFESTACIONES PARASITARIAS DEL PULMÓN
Los parásitos que pueden afectar al pulmón son numerosos. Muchas de
estas enfermedades están circunscritas a algunas áreas geográficas del
mundo, debido a que los parásitos requieren condiciones ambientales o
huéspedes animales que sólo se encuentran en ellas. En la tabla 32-1 se
enumeran algunas enfermedades parasitarias con compromiso pulmonar
ordenadas según el cuadro clínico.
Tabla 32-1
CUADROS CLINICOS OBSERVADOS EN ALGUNAS PARASITOSIS PULMONARES
Neumonía en inmunodeprimidos.
Toxoplasma gondii
Crytosporidium
Síndrome de Loeffler
Ascaris lumbricoides
Ancylostoma duodenalis
Strongiloides stercoralis
Toxocara canis
Absceso pulmonar y empiema pulmonar
Entamoeba histolytica
Echinococus granulosis
Nodulo o masa pulmonar
Echinococus granulosis
En nuestro país, los parásitos que comprometen el pulmón son
escasos. En este capítulo sólo describiremos brevemente las dos
enfermedades más frecuentes, que son el quiste hidatídico pulmonar y el
compromiso pulmonar por nematelmintos que pueden producir un síndrome
de Loeffler.
Hidatidosis pulmonar
El hombre puede ser huésped intermediario del Equinococcus
granulosus, verme cuyo huésped definitivo es el perro. Los parásitos adultos
viven en el intestino de este último y sus huevos son eliminados al ambiente
con sus deposiciones. La infección del hombre y ganado (especialmente ovino)
se produce al ingerir alimentos contaminados con huevos del parásito o
directamente por contacto con el perro. El parásito pasa al torrente sanguíneo y
se localiza en las vísceras del huésped intermediario. El ciclo se cierra cuando
el perro ingiere vísceras de animales que contienen los quistes ("bolsas de
agua").
Los huevos ingeridos se transforman en larvas en el intestino, que
migran a través de la circulación portal y se alojan en el hígado y pulmón.
Ocasionalmente, algunas larvas pasan a la circulación general para localizarse
en riñón, bazo, cerebro o huesos. Si bien muchas son destruidas por las
defensas naturales, algunas sobreviven y dan origen a un quiste que crece
lentamente. En el tórax, la gran mayoría se ubica en el parénquima pulmonar;
con menor frecuencia se les observa en la pleura, mediastino o diafragma.
En enfermos con quiste hidatídico existe casi siempre el antecedente de
haber vivido en zonas rurales con contacto estrecho con perros que se
alimentan con deshechos de la matanza de animales. Aun cuando el quiste
puede alcanzar gran tamaño, los síntomas son escasos, inespecíficos o
pueden estar ausentes. Ocasionalmente puede haber síntomas relacionados
con la compresión de estructuras torácicas. Los síntomas más característicos
se producen cuando el quiste se rompe a un bronquio y se elimina con la tos
una gran cantidad o vómica de líquido claro. En la expectoración que sigue a la
vómica pueden reconocerse escólices al microscopio, o, a simple vista,
membranas de vesículas hijas que semejan hollejos de uva. Además, puede
haber hemoptisis, fiebre, urticaria e hipotensión por anafilaxis.
La mayoría de los casos se diagnostican como hallazgo en la radiografía
de tórax de una masa pulmonar que varía en tamaño desde 1 a 10 o más cm
de diámetro (Figura 32b-1). Sus bordes son bien delimitados y su forma es
usualmente esférica u ovalada, aunque puede tener lobulaciones. La
naturaleza quística de la masa puede ser demostrada por la tomografía
computada, que diferencia claramente el contenido líquido. La ruptura del
quiste a la vía aérea produce imágenes características:
• Si se introduce aire entre el quiste y el periquiste, formado por tejido pulmonar
colapsado, se observa un halo periférico llamado neumoperiquiste.
• Si penetra aire al interior del quiste, se observa una imagen hidroaérea (Figura
32-1), donde las membranas pueden flotar y producir el signo del camalote
(nenúfar o flor acuática).
Figura 32-1.- Quiste hidatídico. Se observa una masa redondeada en el lóbulo superior
derecho y una imagen cavitaria en el tercio medio izquierdo con líquido en su interior en cuya
superficie existen irregularidades dadas por una membrana que flota(signo del camalote)
La calcificación es infrecuente. Una vez roto, el quiste puede infectarse y
producir un absceso pulmonar.
Ante una imagen sospechosa, el diagnóstico puede confirmarse
mediante la intradermoreacción de Cassoni o serología. Las pruebas
serológicas permiten un diagnóstico específico, pero para que tengan algún
valor se requiere de una reacción antígeno-anticuerpo, lo cual requiere de una
respuesta inmunológica del huésped y del contacto de su sistema inmune con
los antígenos (fisura o rotura de la capa germinativa). Ninguna de las técnicas
permite por sí sola establecer el diagnóstico de certeza por lo que suelen
asociarse al menos dos de ellas. La inmunoelectroforesis (arco 5) es un
examen de uso frecuente, fácil ejecución, muy específico pero poco sensible,
por lo que un resultado negativo no descarta el diagnóstico. La
hemoaglutinación tiene una sensibilidad de 80% en lesiones hepáticas y 65%
en lesiones pulmonares, presenta reacciones cruzadas con la triquinosis y la
fasciolasis. El examen de ELISA Ig G ha logrado desplazar a los anteriores
debido a su sensibilidad de un 93% y valor predictivo positivo elevado. A
diferencia de otras parasitosis, la eosinofilia es infrecuente. Debido al riesgo de
ruptura y reacción anafiláctica, no se aconseja intentar una punción del quiste
con propósitos diagnósticos. En pacientes con hidatidosis pulmonar es
necesario descartar la presencia de quistes hepáticos.
El tratamiento de elección es quirúrgico y consiste en la resección del
quiste, sea aisladamente o mediante lobectomía. Durante la operación existe el
riesgo de ruptura con diseminación en la cavidad pleural y un eventual shock
anafiláctico. Para evitar la diseminación se puede inyectar formalina o yodo en
su interior, con lo que se produce la muerte de las escólices. La eficacia del
tratamiento quirúrgico se ve limitada en casos con quistes múltiples, que
pueden hacerse aparentes después de la cirugía, obligando a reintervenciones
que empeoran el pronóstico. Con el tratamiento quirúrgico se han comunicado
tasas de recidiva de hasta 10%, mortalidad que varía entre 0-20% y tasas de
complicaciones que fluctúan entre 25-40%; es por ello que el tratamiento
médico aparece como una alternativa en casos seleccionados de siembra
pleural o peritoneal y pacientes de elevado riesgo quirúrgico. Los
benzoimidazoles (mebendazol y albendazol) son drogas antihelmínticas que
inhiben la incorporación de la tubulina dentro de los microtúbulos y de esta
manera bloquean la captación de glucosa por parte del parásito, interfiriendo
con ello en su homeostasis. Desde su introducción hace treinta años existen
más de 1.500 casos documentados y controlados, de los cuales una pequeña
proporción son quistes pulmonares. Los resultados revelan que 30% de los
pacientes presentan desaparición de los quistes, en 40-50% hay degeneración
y/o significativa reducción de tamaño, y solamente en 20-30% no hay cambios
morfológicos.
Es una enfermedad endémica en varios países del mundo, afecta
principalmente a regiones agrícolas y ganaderas. En Sudamérica las mayores
incidencias reportadas corresponden a Argentina, Chile, Uruguay y Brasil. En
Chile se diagnostican entre 700 y 800 casos nuevos anuales, con una letalidad
cercana a un 8%. De los casos notificados, se estima una tasa incidencia de
2,38 por 100.000 habitantes. La distribución geográfica es muy variable, con un
aumento de la incidencia a medida que se avanza hacia el sur, así por ejemplo
la incidencia en la cuarta región es de 4,0, en la novena región es 48, la décima
región muestra tasas de 60 y Aysén alcanza cifras de 80 por 100.000
habitantes. Las regiones más afectadas son la undécima y duodécima, debido
a la abundancia de ganado ovino.
Prevención. La estrategia consiste en romper el ciclo biológico del
parásito, con particular énfasis en las zonas endémicas, lo que se logra
desparasitando los perros periódicamente, práctica de medidas higiénicas
básicas: agua potable, lavado correcto de verduras, evitar dar las vísceras de
los animales faenados ilegalmente a los perros y canes relacionados.
Ascaridiasis pulmonar
La ascaridiasis es una de las parasitosis más comunes del hombre y se
calcula que la cuarta parte de la población mundial está infectada. Se encuentra
íntimamente relacionada con la desnutrición y con ella comparten la
distribución geográfica con mayor predominio en países tropicales. La forma de
presentación más frecuente es la infección crónica, la cual contribuye en gran
parte al proceso que lleva a la desnutrición. Esta infección ocasiona alrededor
de 60.000 muertes cada año. Puede ocurrir a cualquier edad, siendo mucho
más frecuente en los niños de edad escolar y persistiendo en la adultez. Afecta
por igual a ambos sexos. Se disemina por contaminación fecal del suelo y se
transmite por contacto mano-boca. Los huevos pueden sobrevivir por años en
condiciones desfavorables.
El hombre se infecta al ingerir alimentos contaminados con huevos de
Ascaris lumbricoides, que se desarrollan en el suelo después de ser
eliminados en las deposiciones. A continuación el parásito continúa su
desarrollo en el intestino, las larvas migran a través de la pared y llegan al
pulmón por vía hematógena. Desde los vasos pasan a los alvéolos, suben por
la vía aérea, son reingeridos y se instalan en el intestino delgado donde llegan
a adultos (Ciclo de Loos). Otro parásito que efectúa un ciclo similar es el
Ancylostoma duodenalis, que penetra habitualmente a través de la piel de las
extremidades inferiores.
Durante el pasaje por el pulmón se puede producir una reacción alérgica
que causa tos seca, dolor retroesternal y disnea. En algunos casos puede
presentarse hemoptisis. Suele haber fiebre, signos pulmonares inespecíficos u
obstructivos y en algunos pacientes se desarrolla una erupción cutánea
pruriginosa. En el hemograma hay leucocitosis con eosinofilia alta. La
radiografía de tórax muestra áreas de condensación no segmentarias de
bordes mal definidos. La extensión de las sombras es variable, pudiendo llegar
a comprometer la mayor parte del pulmón en infestaciones masivas.
Típicamente, las sombras son muy variables en el tiempo sin mediar un
tratamiento. Estas características radiográficas forman el llamado síndrome de
Loeffler, que puede ser provocado también por drogas y por hongos.
El diagnóstico de ascaridiasis pulmonar se basa en la presencia del
síndrome de Loeffler, eosinofilia y la demostración del parásito. En rigor, este
diagnóstico sólo podría hacerse identificando el parásito en expectoración; sin
embargo, el hallazgo de huevos de ascaris en las deposiciones se considera
suficiente. El tratamiento de elección de la parasitosis son los benzoimidazoles
(mebendazol, albendazol), pamoato de pirantel y citrato de piperazina.