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Delincueancia

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  • HACIA UNAUNIVERSIDAD

    MS INCLUSIVALic. AnaMara Alderete

    2

    SEGURIDAD4

    SUPERAR LASFALSAS DICOTOMAS

    Lic.Magdalena Brocca /Ab. ValeriaPlaza / Lic. SusanaMorales

    6

    ECONOMAS DELICTIVAS,COMPLICIDAD POLICIAL YCONNIVENCIA JUDICIAL

    Entrevista al Dr. Enrique Font12

    EL MISTERIODE LAS TRES FOTOSDr.Horacio Javier Etchichury

    18

    HACIA UN DEFINITIVOCAMBIO DE PARADIGMA

    Dra.Marysel SegoviaDra.Mara Eugenia Valle

    22

    LOS POLTICOSESTN SITIADOS POR

    LOS MEDIOS MASIVOSConversaciones con elDr. Eugenio Zaffaroni

    26

    CUATRO FOTOGRAFAS...TRES MIRADAS 34

    UNA CARA INOCULTABLEDEL CAMPO ARGENTINO

    Dr. Luis DanielHocsman 36

    SOBRE LA CONDICINLABORAL ARGENTINA

    Dr. Csar Arese38

    REFLEXIONESALREDEDORDE CUATRO

    FOTOGRAFASLic. Arturo Borio

    40

    TOCAR LOS NCLEOSDUROS DEL PODER ENARGENTINAIMPLICA DISCUSIONESDE MEMORIA

    60

    SIGUIENDOLA HUELLADr. DanielWunderlin

    48

    CLAROSCUROS DELACTUAL MODELOPRODUCTIVOMgter. Gustavo Soto

    44

    ALIMENTOS42

    UNA DIETAFUNCIONALDr. Pablo RibottaDr. Alberto Len

    52

    UN DERECHOHUMANO ESENCIALMgter. Lidia Carrizo

    56

    EDITORIAL UNC72

    Revista de la UniversidadNacional de Crdoba

    Autoridadesde la UNC

    Rectora:Dra. Carolina Scotto

    Vicerrectora:Dra. Hebe S. Goldenhersch

    Secretario General:Mgter. Jhon Boretto

    STAFF

    Direccin Editorial:Mara Jos Quiroga,Prosecretaria de Comuni-cacin Institucional, UNC.

    Produccin y edicin:Leandro GroshausGino MaffiniAriel Orazzi

    Edicin fotogrfica:Ariel Orazzi

    Diseo Grfico:rea de Diseo,Produccin Grficay Editorial, UNC.

    Colaboraron en estenmero:Ana Sol AldereteCorreccin:Mariana Pirra

    Revista cuatrimestral edi-tada por la Prosecretarade Comunicacin Institu-cional de la UniversidadNacional de Crdoba.ISSN: 1667-6289Propietario: UniversidadNacional de Crdoba. Av.Haya de la Torre s/n, Pabe-lln Argentina, Ciudad Uni-versitaria, X5000GYA,Crdoba.Redaccin: Av. Haya de laTorre s/n, Pabelln Argen-tina, Ciudad Universitaria,C.P. 5000, Crdoba.Tel: 0351 - 4334069/[email protected]

    Impreso enArcngel Maggio S.A.

  • ECONOMAS DELICTIVAS,COMPLICIDAD POLICIAL YCONNIVENCIA JUDICIAL

    Juan Paz y Emilse Barbosa. Medio-Medio. Fotomontaje, fotografa digital, toma directa. Detalle. 2009.

    [Entrevista al Dr. Enrique Font]

    EnriqueFont es abogado, docente e investigador de laUniversidadNacional deRosario y desde 2009 coordina la Se-cretara de SeguridadComunitaria de la provincia de Santa Fe, que desarrolla polticas y programas de participacinciudadana orientadas a la prevencin del delito. Estuvo enCrdoba participando de la presentacin del libro Seguri-dad y poltica criminal desde la perspectiva de los Derechos Humanos, de Valeria Plaza Schaefer y Pablo Semle, editado porla UNC. En dilogo conHHooyy llaa UUnniivveerrssiiddaadd, reflexiona sobre el rol del Estado y las posibilidades concretas de cons-truir e implementar polticas pblicas superadoras de las concepciones represivas.

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    La seguridad viene siendo un temamuy presente en la agenda poltica,meditica y social. Aparece como unode los principales problemas ciudadanos,sin embargo da la impresin de girar casicclicamente sobre los mismos tpicos.Cmo han evolucionado la situacin ylos debates en torno a estaproblemtica?

    Enrique Font: La aparicin de la seguri-dad en la agenda pblica y en la de los me-dios responde a un fenmeno que seraingenuo ignorar, y es que en la segundamitad de los aos 90 hubo un aumentode delitos, particularmente de los delitosoportunistas. Lo que en criminologa lla-maramos los delitos de los dbiles, come-tidos por personas en situacin de vulnera-bilidad, de maneras muy rudimentarias, aveces con ciertos niveles de violencia yotras no. Hubo un aumento, pero hay queser muy cuidadoso, porque es muy difcilmedir las variaciones en los delitos, no hayen la Argentina una tradicin que permitamedirla; por ejemplo, la encuesta de victi-mizacin se empieza a hacer en este pascuando el delito ya es un problema y entraa la agenda poltica. Sin embargo, hay algu-nos indicadores que s podemos tomar,como la tasa de homicidios dolosos, que esun dato bastante fiable dentro de lo que esel delito registrado, y marcan en casi todaslas ciudades del pas incrementos relativa-mente significativos. Digo relativamentesignificativos porque si comparamos conlos restantes pases de Amrica Latina eincluso del continente y metemos a Esta-dos Unidos en la ecuacin, nos encontra-mos que Chile, Uruguay y Argentina sonlos pases ms bajos en delito, tomandotasas de homicidio. Por otro lado, tam-bin es cierto que de una tasa ms o menosbaja 2, 3 y 4 homicidios por cada 100 milhabitantes por ao, depende de las ciuda-des la evolucin en la segunda mitad delos aos 90 hace un crecimiento que llegaa 10, 12, con picos de 20 y ms en algunospuntos del conurbano bonaerense. Luegose ameseta y vuelve a tener una tendenciade baja, hablando de los ltimos 20 aos, de1990 a 2010.Tambin hay otro elemento vinculado a

    la entrada en agenda que es la crisis de legi-timidad de las instituciones policiales, quetienen quizs dos fuentes interrelaciona-das, pero que son diversas. Una es propiade todo proceso de democratizacin: unasociedad que sale de una dictadura, co-mienza a reevaluar el rol de las Fuerzas Ar-madas y la Polica. Las Fuerzas Armadasfueron objeto de una discusin explcitaen la transicin democrtica, pero la Poli-ca en cambio apenas si fue abordada poralgunas universidades y algunos centros dederechos humanos. Una institucin queen un proceso de democratizacin, tardeo temprano debe ser puesta en cuestin.Y la otra cosa que le hace entrar en crisisde legitimidad es el hecho del aumentomismo del delito. Vivimos en una socie-dad donde la idea predominante es que laseguridad es el resultado del tipo de inter-vencin policial. Entonces, los aumentosdel delito hacen poner en cuestin si real-mente esa institucin est cumpliendocon su trabajo. Los que estudiamos esto sabemos que elimpacto de la institucin policial en trmi-nos del delito no es menor, pero no es laclave para hablar de aumentos o descen-sos del delito. Las intervenciones policialesno tienen un impacto significativo, porquesabemos que lo que impacta sobre los ni-veles de delito son fuerzas mucho ms in-tensas en trminos de tensiones que seproducen entre expectativas sociales deciudadana, de inclusin, de acceso a bie-nes y la forma en que esas expectativas re-sultan frustradas para sectores amplios dela poblacin.

    Eso obliga a pensar polticas pblicasde seguridad involucrando ms variablesque la cantidad de policas. Y frente adatos ms o menos fiables y concretoscomo la tasa de homicidios, esfundamental complejizar el fenmenopara evitar las respuestas lineales, casiautomticas.

    E.F.: No tengo datos precisos de Cr-doba, pero en Santa Fe o Rosario queson las ciudades que ms conozco, el por-centaje de homicidios en ocasin de roborepresenta alrededor del 17%, siempre me-

    nos del 20% del total. El resto, como escomn en los homicidios, ocurre entrepersonas que se conocen, porque tienenvnculos de parentesco, de vecindad y enlos ltimos 10 aos porque compartenparticipacin en economas delictivas do-minadas, aprovechadas o gerenciadas porla institucin policial. El grueso de las vc-timas y victimarios en los homicidios sonvarones, jvenes entre 18 y 23 aos, de sec-tores populares de la ciudad, pero no de to-dos los sectores. En Santa Fe hay 5 encla-ves donde se concentran los homicidios yen Rosario 4 como mucho. Lo que coin-cide son estas expectativas y exclusiones,estas inclusiones culturales pero exclusio-nes materiales, superpuesta con la econo-ma de cierta organizacin en trminos dedrogas, armas, captacin de mujeres paraexplotacin sexual y trata, que terminanresolvindose de manera violenta. Un datoms: si uno desagrega estas tasas, Santa Feciudad tiene una de las tasas ms altas de lasciudades medianas del pas. Ha hecho picode 20 homicidios cada 100 mil habitan-tes, cuando Buenos Aires, Rosario y meimagino que Crdoba tambin deben an-dar en 5, 6 o 7 cada 100 mil habitantes porao. O sea, una tasa que triplica o cuadru-plica a otras ciudades de la provincia y esoescandaliza socialmente, pero cuando unogeoreferencia este dato y a la tasa la desa-grega por barrio, se da cuenta que la SantaFe blanca e instruida tiene una tasa suizamenos de 1 cada 100 mil y algunos pa-rias de barrios del sector oeste, tienen tasasmexicanas o colombianas. Ah la otra varia-ble, que es un dato no menor en Argen-tina, tiene que ver con el rol que han ju-gado en el gerenciamiento de economasdelictivas de mayor o menor envergaduray organizacin, las instituciones policiales,con tolerancia y connivencia de los pode-res judiciales, y en algunos casos concretoscon aprovechamientos polticos de esosmecanismos de circulacin de dinero y depoder, si no sera muy difcil que se sos-tengan. Las condiciones sociales pueden si-tuar a grupos completos de personas enuna posicin en la cual su forma de cons-truir identidad, redes, vnculos, reconoci-miento y respeto en su barrio sea pertene-ciendo a una banda, teniendo un arma,

  • participando fluctuantemente en el delito.Ahora, si no hay una estructura que sos-tenga esa actividad y que genere recursosa partir de all, esa actividad no se da. Pen-sar que el delito hace pico en los 90 en laArgentina es pensar justamente la intensi-ficacin de la cuestin social junto con elmomento de mxima corrupcin y degra-dacin del Estado.

    En los debates sobre la seguridadaparecen dos extremos muy alejados:por un lado, el discurso pblico que piderelajar leyes vinculadas a la proteccin delas garantas constitucionales, y por elotro, la idea de que esto no se resuelvehasta tanto no se modifiquensustancialmente las relaciones sociales, lainequidad, la pobreza. En esa grandistancia que hay entre ambos, se puedehacer algo?

    E.F.: Estamos hablando de algo cuyacomplejidad no debe ser simplificada, peroque tampoco impide intervenir, porqueesa es la otra cuestin. Yo desde hace unao soy Subsecretario de Seguridad Co-munitaria de la provincia de Santa Fe y es-tamos llevando adelante intervencionescon mucho xito y mucho aprendizaje.Primero seleccionamos los barrios con ta-sas ms altas de homicidio, tras identificardnde est el problema de los jvenes ma-tndose entre s. En estos lugares tuvimosla oportunidad antes de llegar al cargo,a travs de otro proyecto, de hacer un tra-bajo de investigacin cualitativa de la si-tuacin, y nos encontramos con que los j-venes en general, pero en particular los queconstituan su identidad a partir de la per-tenencia a una banda y participacin fluc-tuante en el delito, tenan vnculo nulo conel Estado. El nico vnculo que haban te-nido, interrumpido, haba sido la escuela,con una salida traumtica en general o ex-pulsiva, y les quedaba el vnculo proble-mtico con la polica. En un contexto demucha violencia, de hipermasculinidad,donde el dispensario o el centro culturaleran vistos como lugares femeninos y porlo tanto rechazados. Tambin nos dimos con otro dato: unaimposibilidad de moverse en la ciudad,

    comn a muchos de los jvenes de secto-res populares, por las prcticas policiales,donde adems, los que tienen pertenenciaa bandas, muchas veces ven restringida sumovilidad a un pasillo o a una cuadra en elpropio barrio por los conflictos con lasotras bandas del propio territorio. Confuerte presencia de armas, funcionan siem-pre como actores intercambiables y peri-fricos de economas delictivas un pocoms organizadas (no en todos los casos,hay un ir y venir en eso). Y un dato ms, elfuturo desde la propia visin de estos j-venes es que se termina muerto. La res-puesta a cmo se imaginan en 10 aos esmuerto, otra posibilidad es preso y estono lo dicen pero ir preso significa morirsejoven en general. Esa es la percepcin defuturo.Por otro lado, y este no es un dato menor,incluso quienes estn construyendo iden-tidad ya vinculada al delito, hacen otrascosas, su vida no es slo el delito, tienenotros tipos de vnculos y contactos. Y tam-bin es cierto que sin ninguna interven-cin del Estado, de ningn psiclogo ni denada, un porcentaje importante, por untema de maduracin y de su biografa,salen y se rescatan de esa actividad. Esoselementos te permiten pensar una inter-vencin que responda al fenmeno talcual como est; primero es reconocerle suidentidad, salir a buscar a aquellos que sondifciles de alcanzar para el Estado, dicin-doles: Te vengo a ver a vos porque vosperteneces a La Banda del Pasillo, a LaBanda del Gauchito Gil, por eso, porquesos se y no porque quiero que seas otro,porque te ests cagando a tiros con aque-llos y por eso vengo a construir un vnculocon vos. La segunda es un vnculo focalizado entrminos de contacto, ah la propuesta fueabrirles el juego a toda oferta que hubiera:esparcimiento, deporte. Nos dimoscuenta que resultaba muy atractivo cual-quier oferta que significara salir, moverse,irse un poco a otro lado. Esto fue una po-ltica posible no desde el rea de seguridad,sino desde el Gabinete Social, e involucra todos los otros ministerios. Porque em-pezar a hacer esto implica repensar la po-ltica, logrs que lleguen a la actividad

    deportiva del verano con el resto de los j-venes y tens los con los profesores deeducacin fsica. Entonces necesits unaestrategia muy cerrada a nivel gobierno entodos sus niveles que te permita rediscutirqu hacer con el profesor de educacin f-sica. Estamos saliendo con una estrategia bas-tante innovadora a nivel de emprendi-mientos sociales, siempre pensando quetiene que competir con lo que tiene deatractivo el delito, con lo cual tiene que sercolectiva, muy flexible pibes que a la ma-ana muchas veces no se van a levantar,que van a estar dados vuelta la mitad delas veces que los vas a buscar, fuerte-mente expresiva, que tenga una fuerza es-ttica que permita comunicar y construiridentidad, y que genere vnculos y recono-cimientos que no sean necesariamente losdel delito. La aspiracin obviamente es re-forzar los procesos que ya existen: si unoscuantos zafan, que zafen algunos ms, quese mueran menos, que caigan menos pre-sos, y empezar a demostrar desde el Es-tado que se puede hacer una polticadistinta. El impacto en el barrio cuando sepuede hacer eso es increble. Y estoy ha-blando de una poltica muy pequea, muypuntual, sin alterar las grandes variablessocio-estructurales que a veces estn fueradel alcance de una gestin.

    En Crdoba, el auge de Blumberg fueinmediatamente despus del motn de lacrcel de San Martn. O sea que mientrasla realidad evidenciaba que las crcelesestaban saturadas y sobrepasadas, elapoyo a Blumberg reclamaba ms poli-cas y ms detenciones; es decir, endure-cer las polticas pblicas porque eran de-masiado garantistas. Y desde all, elmotn como prueba de la violencia de lospresos y la importancia de tenerlos priva-dos de su libertad. Cmo se puede pen-sar una mirada diferente de la seguridaden ese marco de discusin?

    E.F.: Lo primero y fundamental es lograrun acuerdo poltico multipartidario. Unacuerdo base, muy base de qu cosas s yqu cosas no en materia de polticas de se-guridad. Eso es algo que va a costar mucho,

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    pero sin eso va a ser imposible abordarcualquier cambio. Uno podra decir tengolos equipos, tengo la voluntad poltica ytengo presupuesto (que es otro de los te-mas importantes). Pero a todo esto hayque garantizarle viabilidad, porque la se-guridad es un rea donde la oposicinpuede fcilmente atacar a cualquier ejecu-tivo. Sobre todo en ciudades grandesdonde el tema est fuertemente instaladoy arraigado en la agenda pblica. Adems,encarar polticas integrales de seguridadimplica encarar reformas serias dentro delos poderes judiciales y de las institucio-nes policiales, en los lugares donde todavano fueron hechas. Y se trata de dos actoresque tienen gran capacidad para generarconflictos importantes en materia de segu-ridad, por eso un acuerdo poltico es clave. Hoy en Argentina hay un espacio bas-

    tante interesante que es el Acuerdo parauna Seguridad Democrtica, que rene areferentes de varios partidos polticos, ex-pertos, universidades, un abanico impor-tante. All lo que se plante fue unaespecie de piso poltico a construir en la le-gislatura nacional, para llevar a las provin-cias. Lo interesante va a ser la oportunidadde cruzar eso con una experiencia con-creta en territorio. Pero todo eso requierede una madurez poltica que hoy pareceno estar. Hay que trabajar en dos sentidos: la dis-puta cultural y la necesidad de mostrar re-sultados rpidos. Y ah es donde lasreformas de la institucin policial son unpunto clave, porque si hay algo en dondela polica puede influir de manera rpida esdesarticulando economas delictivas: lasredes de desarmaderos, los grandes esque-

    mas de tratas, los puntos fuertes de ventade droga en los barrios que adems sonlos que te meten las armas entre los pibes.Y no es que la institucin policial no co-nozca estos espacios, los conocen porquees el lugar donde van a recaudar, la diferen-cia es que ahora les ests pidiendo quevayan a cerrar. Por otro lado, que el poder judicial secomprometa en llevar adelante investiga-ciones que salgan del hecho chapucero ypueda empezar a liderar investigacionesmucho ms serias, por ejemplo: si se vol-tean 3 o 4 cocinas de pasta base en la ciu-dad en un perodo de 6 o 7 meses, ah hayun procedimiento que depende del poderjudicial y que tiene que ver con cruces dellamadas, circulacin del dinero para ver adnde fue a parar todo ese caudal de efec-tivo. Uno se llevara muchas sorpresas, por

    Juan Paz. Camalenicos. Collage y fibra s/ papel con intervencin digital. 21 cm x 29,5 cm. 2010.

  • ejemplo encontrarse con que el boom in-mobiliario en las grandes ciudades tienebastante que ver con la evasin impositivade la soja y la cocana. Esas son las investi-gaciones pendientes todava.

    Este es un ao fuertemente electoral yel tema de la seguridad va a ser uno de losejes de debate ms importantes. Qucosas hay que tener en cuenta para darese debate y desarmar falsas asociacioneso argumentos falaces?

    E.F.: Primero creo que pensar que se vaa dar una discusin al respecto ya es unrasgo de optimismo importante. No creoque ninguno de los partidos de centro iz-quierda plantee nada ms o menos piola enmateria de seguridad. Por lo general setrata de no hablar, nadie te va a decir si vaa hacer una reforma policial. Posiblementeaparezca una retrica cambiada que se po-dra traducir como profesionalizar la fuerzapolicial, educarla y equiparla mejor. Ms omenos ah se va a terminar la discusin.Sobre todo en los lugares en los que laeleccin est ms peleada, nadie va a hacerpoltica por ese lado. La discusin no esfcil, sobre todo por los tiempos mediti-

    cos, y en eso creo que hay que ser muyefectistas en demostrar por qu la recetaque se viene llevando adelante no funciona,como tampoco les funciona a pases msdesarrollados que vienen aplicando las mis-mas polticas, porque no reduce el delito yestamos cada vez peor. Y despus, pegar endos o tres cuestiones que pueden llegar a lasensibilidad de los que estn con un piede cada lado, por ejemplo, decir que vas ahacer un trabajo serio para combatir el de-lito organizado y dar algunos ejemplos tesuma a los mano dura tambin, y a vos note resta nada en tu discurso porque esa esuna cosa que hay que hacer: cerrar desar-maderos, voltear las grandes cocinas, desac-tivar redes de trata. Lo fundamental a la hora de hablar perosobre todo cuando uno quiere pensar po-lticas es abordar la especificidad del fen-meno porque las variables que intervienenson diferentes: no es lo mismo si habla-mos de los delitos comunes que venimoshablando hasta ac que si uno quiere hablarde red de trata, o de evasin impositiva sis-temtica, o de lavado de dinero. Lo primero que tenemos que hacer es de-sagregar rpidamente el tema y tratar depensar a cada uno en su fenomenologa y

    despus ver cmo se vinculan. Los jvenesde sectores populares vinculados al delitohoy tienen una facilidad para conseguir ar-mas que no tenan hace diez aos. Esto sevincula bsicamente con el temor de unaclase media baja para arriba y de ah un im-pulso a la compra de armas, porque las ar-mas que llegan a estos circuitos no bajaronde un asteroide: las fabric alguien, otroslas compraron y otros las robaron, las re-vendieron. Tambin abordar el rol que cumple la po-lica en la circulacin de armas: si hoy reco-rrs cualquier provincia de la Argentina teencontrs con que el nivel de control queexiste en los arsenales tanto de armas pro-pias como de las secuestradas es calami-toso. Buena parte de las armas que estnapareciendo en delitos importantes hansido robadas a sus legtimos dueos o salie-ron (por corrupcin) de los arsenales po-liciales de donde fueron vendidas o alqui-ladas. Son dos fenmenos distintos: cmolimits o restrings la compra de armas dela sociedad civil, y cmo establecs meca-nismos de control riguroso para las armasdel poder judicial y la polica. Por eso habla-mos de darle mucha especificidad a cadafenmeno, porque las condiciones son dis-

    Dr. Enrique Font

  • tintas, los actores que intervienen cam-bian, y la forma de intervenir tambin.

    Sin embargo, cuando por lo general sehabla en los medios de seguridad se foca-liza puntualmente en los jvenes de ba-rrios perifricos y sectores populares

    E.F.: Ah hay una estrategia comunica-cional bien utilizada, le entro al tema por lasideas que estn bien instaladas y despusme voy a discutir cuestiones ms profun-das: S, estamos muy preocupados por losarrebatos y los motochorros, pero el pro-blema es el alto grado de informalidad quetiene el mercado de motos: porque losconcesionarios te venden sin patente, por-que no se registran cuando se roban y asvamos entrando a la especificidad del fen-meno. El pibe que va y roba un auto de altagama (que se roban con un fierro y con lallave puesta porque no hay otra manera) lolarga en el estacionamiento de un centrocomercial 2 o 3 das para que se enfre porsi tena seguimiento satelital; otra parte(nodalmente conectada porque no se or-ganizan en pirmide) es la que saca el autodel centro comercial y lo lleva al lugardonde lo van a desguazar. Entonces vieneotro momento que es el de juntar las auto-partes y meterlas de Gran Buenos Aires aCapital Federal para hacerlas circular en lasredes de venta al pblico, que es la otrapata del robo de automviles. Y en el otroextremo del robo est el mismo tipo quequiere fusilar a los pibes que roban autoscomprando las autopartes en negro por-que consigue mejor precio. Desarmar la especificidad de cada delitoen trminos de economa tambin te per-mite argumentar muy rpidamente y loentiende cualquiera, porque lo primeropara combatir el robo de autos es que losdueos de esos vehculos no compren au-topartes en negro o de dudosa proceden-cia.

    Cules son los sujetos a los que debe in-volucrar una discusin sobre seguridad?Qu otros actores hay ms all de la poli-ca y el poder judicial?

    E.F.: Esto tiene que ver con la pluraliza-

    cin o multiplicacin de actores dondedar cabida a otras instancias del Estado o ala participacin ciudadana y est pensadocomo una estrategia con la potencial capa-cidad para cambiar la lgica de interven-cin policial. Como decamos antes, la de-finicin con especificidad no slo tepermite entender mejor las condiciones deposibilidad del fenmeno, sino que te dejaver con ms claridad la trayectoria del fen-meno, ver cules son las causas de fondo.En Santa Fe hicimos una experiencia conlas salideras bancarias, antes del quilomboa nivel nacional del ao pasado. Primeromucha especificidad, recopilacin de da-tos, cruce de informacin. Sumamos a labanca pblica y privada, a la Cmara deEmpresas de Seguridad Privada y a las pro-pias empresas, a la Asociacin Bancaria(en representacin de los trabajadores delbanco), a la municipalidad por el controlde las zonas adyacentes y a la fiscala donderecaan estas causas. Lo interesante, en pri-mera instancia, fue la contraposicin deintereses y de cmo en algunos bancos elpersonal de la seguridad privada estabaatento a los movimientos dentro del bancoy, en otros casos, se transformaban en per-sonal de apoyo, repartiendo nmeros, aco-modando sillas, ordenando la cola. Despus te encontrs con algunas estrate-gias ms o menos razonables que estnbuenas para replicar. Por ejemplo, algunosbancos municipales reciban quejas de losjubilados porque los haban estafado conel dinero y descubrieron que los das decobro se juntaban muchos taxistas en laparada para cambiarles el dinero. Lo quehicieron fue que su personal de seguridad,esos das en particular, diera un recorridoms o menos frecuente del banco a la pa-

    rada y los taxistas salan rajando. Eso queparece muy bsico fue una solucin efec-tiva. Meter actores diversos te permite mirarde diferentes maneras el fenmeno y ade-ms empezs a acorralar un poco a la poli-ca. Los bancos empiezan a compartirinformacin respecto de quines hacen lassalideras y cmo, ponen a disposicin lasfilmaciones y as les van quedando pocasexcusas para no responder efectivamenteal problema. Mets presin a la fiscalapara que trabaje los casos de otra manera.El tema de las salideras para las reas de co-mando radioelctrico es un negocio gi-gantesco porque vos agarrs a un tipo con30 mil dlares en el bolsillo y le decsdame la plata y andate. No es slo el arre-glo, incluso cuando no hay arreglo. Ycuando tens estos datos tambin podsabordar la discusin pblica. Bajs las lgi-cas de mano dura, tens un discursomucho ms razonable que el resto, porquede todos estos cruces termins sabiendoms que cada uno de los actores por sepa-rado

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