3 - el cuerno del elefante. muestra de lectura

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  • 8/12/2019 3 - El Cuerno Del Elefante. Muestra de Lectura

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    El cuerno

    del elefanteUn viaje a Sudn

    PACO NADAL

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    El cuerno

    del elefante

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    Ttulo original:El cuerno del elefante. Un viaje por Sudn al corazn del Islam africanoPrimera edicin anterior, 2001

    Ttulo de esta edicin:El cuerno del elefante. Un viaje a Sudn

    Primera edicin: marzo de 2014

    de esta edicin, La Lnea del Horizonte [email protected] | www.lalineadelhorizonte.comTel: +00 34 912 94 00 24

    de los textos: Paco Nadal, 2001 de los vdeos, audios y fotografas: Paco Nadal del mapa: BLAUSET, SLP. de la edicin y produccin audiovisual: Meritxell-Anfitrite lvarez Mongay

    De la maquetacin y el diseo grfico: Vctor Montalbn | Montalbn Estudio grfico

    Fotografa de cubierta: Paco Nadal

    Depsito legal: M-5318-2014 | ISBN: 978-84-15958-16-1| IBIC: WTL, 1HBSTImprime: Cofs | Impreso en Espaa | Printed in Spain

    Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproduccin, distribucin,comunicacin pblica o transformacin de esta obra solo puede ser realizadacon la autorizacin de sus titulares, salvo excepcin prevista por la ley.

    EL CUERNO DEL ELEFANTE

    UN VIAJE A SUDN

    -

    PACO NADAL

    -

    COLECCIN

    FUERA DE S. CONTEMPORNEOS

    N2

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    Prlogo: Un sobre con el borde rojo y azul (11)

    1. Viajeros con fecha de caducidad (13)

    2. Qu haces en El Cairo? (21)

    3. Jartum (26)

    4. El regreso deEl Chino (36)

    5. El timbre del Acropol (49)

    6. Un billete con Inshallah Airways (68)

    7. En el corazn de Nubia (77)

    8. La guerra ms antigua de frica (87)

    9. Kush, el reino de los faraones negros (94)

    10. Dios a travs de una ventana (110)

    11. Por fin, el camino (120)

    12. Karima (137)

    13. Atrapado en el tiempo (149)

    14. Era una noche densa, inquietante (160)

    15. Meroe (170)

    16. Ya slo quiero dormir (195)

    Eplogo desde El Cairo (208)

    NDICE

    Periodista, director de documentales yfotgrafo, Paco Nadal es uno de los escritores yviajeros ms inquietos de nuestro pas, y es muyprobable que pase ms tiempo en el extranjeroque en su propia casa. Su tarea profesional

    abarca por igual prensa, radio y televisin y suconocida bitcora de viajes en el diario El Pas,es una de las ms seguidas y ledas entre loslectores y viajeros de lengua espaola. Colaborahabitualmente enEl Viajerosuplemento deviajes de El Pas, realiza un programa semanalde viajes en la Cadena SER, presenta y dirigedocumentales para Canal Viajar, y ha escrito unalarga serie de guas y manuales prcticos de viajepara la editorial El Pas-Aguilar. Toda esta laborle ha consagrado como uno de los prescriptoresde referencia en la esfera digital.

    Como escritor es autor de los relatos recogidos

    enPedro Pramo ya no vive aqu,obra con la

    que gan el V Premio de Narr ativa de Viajes

    Eurostar (RBA, 2010) y la antologa de textos Sihoy es jueves, esto es Tombuct(Aguilar, 2013)

    que rene algunos de los mejores artculospublicados en su conocida bitcora.

    El cuerno del Elefante,esta narracin recuperadaahora felizmente, fue su primer relato largo deviajes y narra un viaje a Sudn realizado en elao 2000.

    PACO NADAL

    MURCIA, 1960

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    Abrir el buzn es una de las actividades ms odiosas queconozco. La carga de misterio de un acto cotidiano tan in-genuo como recoger el correo sucumbi hace mucho tiem-po bajo toneladas de folletos publicitarios, facturas y car-tas de los bancos. Nada hay ya ms previsible que el conte-nido de un buzn. A veces pienso que si los bancos no cur-saran un sobre con su correspondiente cuartilla por cadaapunte de cada una de los millones de cuentas abiertas,o si las pizzeras, los gimnasios y los fontaneros abando-naran la publicidad directa, esas rendijas alargadas comobocas de peces agonizantes que decoran las porteras delas fincas terminaran por exhibirse en los museos de an-tropologa: Buzones, siglo XV II a XX, cajoneras utilizadasen la antigedad para recibir la correspondencia.

    Por eso me extra aquella maana ver el pequeo

    sobre manuscrito en tinta azul, perdido entre un mar deofertas publicitarias. Una carta con la direccin escrita amano es un aldabonazo contra el tedio, una puerta abier-ta a la curiosidad. Aquella llevaba adems ese encantadory t rasnochado borde azul y rojo utilizado para los envosareos; una leyenda en la margen superior izquierda lorecalcaba: By airplane. Detrs, un remite breve: MamiaKiki. El matasellos estaba fechado haca ms de un mes.Dentro, las noticias estaban escritas con la tinta negra de

    PRLOGO

    UN SOBRE CON EL BORDE

    ROJO Y AZUL

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    la tragedia, algo que yo, en ese momento, todava desco-noca.

    No tuve paciencia para llegar a casa y fui abrindola enel ascensor. Era la caligrafa correcta e infantil de Mamia.Un ingls bsico pero legible sobre una cuartilla rayada ados caras. Tras las salutaciones de rigor y los deseos de sa-lud, la narracin se tornaba dramtica: La cosa est cadavez peor; estn matando a mucha gente. Tengo que salirde aqu. Me peda ciento cincuenta dlares para sobornara alguien importante y un par de zapatillas deportivas.

    Esa misma tarde compr unas Adidas del nmero queespecificaba Mamia y al da siguiente solicit los dlaresen un banco. Hice un paquete lo ms opaco posible, dondeno se notara la forma de los zapatos y menos an pudieraintuirse la presencia de dinero, y lo remit, como las misi-vas anteriores, a la nica direccin de contacto que l tenacon el mundo exterior: un amigo rabe empleado en el ae-ropuerto de Dongola.

    Nunca supe si el envo lleg a su destinatario. Es ms,nunca volv a tener noticias de Mamia Kiki. Le escrib denuevo un mes ms tarde. Tampoco hubo respuesta.

    De vez en cuando, los diarios se acordaban de aquellaremota regin de frica y le dedicaban algunas lneas per-didas en las pginas de Internacional. Sudn, la guerrams olvidada. Cuarenta aos de conflicto civil se han co-brado ya un milln de muertos. Un oscuro presagio me

    deca que Mamia era uno de ellos.

    Todos necesitan del acicate de una bsqueda para vivir,para el viajero ese acicate reside en cualquier sueo, decaBruce Chatwin.

    Por qu viajamos? La idea del sueo, del paraso ima-ginado que mantena Chatwin, es acaso una de las razo-nes ms extendidas. Viajamos para descubrir otros mun-dos, para conocer otras culturas, para saborear distintasformas de vida. Viajar nos hace ms tolerantes, dice unproverbio. Seguro? Permtanme que abra en este punto elmayor de los interrogantes.

    Los viajeros medievales e incluso los decimonnicoss se lanzaban al camino en pos de una quimera, haciaterritorios desconocidos para ellos, aunque ya estuvieranexplorados por otros. Para Marco Polo, Amundsen, Vascode Gama o Stanley el viaje se converta en un acto de fe, en

    tanto que la informacin sobre su destino era nula. Partansin billete de vuelta a una aventura vital en la que cada pasoganado era un milagro y, cada da que seguan con vida, unregalo de la Providencia.

    A ellos, el viaje s les haca ms tolerantes.Domingo Bada cambi su nombre por el deAl Bey, aprendi a hablar en rabe y asimilsu cultura. El francs Pierre Ivanoff vivi va-rios aos con los lacandones y los mayas de

    VIAJEROS CON FECHA

    DE CADUCIDAD

    VIAJEROS CON FECHA DE CADUCIDAD

    Escuchaunfragmento

    deestecaptuloenlavoz

    dePacoNadal.

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    13PACO NADAL12

    las selvas de Guatemala slo para conocer mejor su culturay poder desentraar los misterios que la rodeaban. Los via-jeros y viajeras del XIX Flaubert, Chateubriand, Burton,lady Anne Blunt, Rivadeneyra, Gordon Laing o el mismsi-mo Cristbal Bentez aprendan otras lenguas, convivancon los nativos durante largos periodos, se desplazaban enmedios locales, sin prisas, degustando la realidad local,pese a las penurias, incomodidades, hambrunas, traicio-nes de sus guas y asaltos de bandidos que salpicaban susandanzas.

    Ahora, nos guste o no, todos somos turistas, viajeros confecha de caducidad. Partimos con la vuelta cerrada y cerca-na una semana, quince das, un mes, siempre con lavista puesta en el regreso. Si se viaja ms que nunca, porqu somos cada vez ms intolerantes? Quiz la respuesta ladej escrita Joaqun Luna: El turista es un hijo del siglo XXque slo viaja para confirmar sus prejuicios.

    Descartada por obvia la existencia de lugares inex-plorados, aceptado que todos los paisajes, ya sean selvastropicales o ardientes desiertos, nos son familiares y casivecinos por el bombardeo de imgenes que recibimos, laconclusin lgica es que nadie viaja ya para descubrir. Noqueda nada por conocer. Viajamos para huir. Huimos una semana, quince das, un mes los ms atrevidos dela vulgaridad, de los horarios, de la oficina, de la rutina, denosotros mismos; huimos a parajes que la mayora de las

    veces nos decepcionan, porque hay mosquitos, porque losnios tiene mocos y van sucios, porque en los folletos de laagencia y en los documentales de La 2 lucan mucho mssugerentes. Viajamos para olvidar nuestra vulgar existen-cia, pero con el billete de vuelta a ella cerrado y bien guar-dado en la cartera.

    Confieso que aquella primavera yo tambin decid via-jar para huir. La crisis de los treinta no existe, como todoel mundo sabe, pero a m me haba golpeado con la fuerza

    de un ariete lanzado contra una puerta slida, en teora.El problema fue que alguien olvid cerrarla por dentro. Unfracaso sentimental y un hasto en el trabajo eran razonessuficientes para dejarlo todo y largarse, disculpas social-mente aceptadas para dar una espantada sin armar dema-siado estruendo en la cacharrera familiar.

    Decid, adems, viajar solo. Me excitaba la posibilidadde experimentar la soledad en un terreno hostil. Viajar engrupo es como ir al teatro con gafas de sol: no te enteras denada. Hacerlo en pareja se convierte en un crculo acoraza-

    do insensible a cualquier vibracin exterior. Moverse por elmundo sin compaa es la mejor manera de transformarseen una esponja, obligada a absorber todas las sensacionesexternas, a menos que uno quiera permanecer un par demeses en perpetuo silencio, como un ermitao.

    Compr un mapamundi de la editorial alemana Ha-llwag, lo desplegu en la mesa de mi despacho, rescat unviejo libro de mis estanteras,Cmo ir por el mundo, en elque se detallaban las formalidades de entrada y las vas deacceso a cada uno de los pases del globo, y me lanc a labsqueda del escenario ms raro posible para interpretarmi soliloquio. Los requisitos eran dos: un pas conflictivodel que pudiera conseguir el visado en un tiempo razona-ble (los deseos de autodestruccin se apagan y hay que ac-tuar con rapidez) y en el que no encontrara a ningn turis-ta, grupo organizado o pareja de novios en luna de miel.

    Ambas coordenadas se aliaron para confluir en una remo-ta esquina del continente africano: Sudn. Reconozco quees poco romntico y, menos an, literario, pero de esta ma-nera tan visceral y antiacadmica empez a gestarse esterelato. Adems, el Ramadn, el mes de ayuno obligatoriopara los musulmanes, coincida aquel ao con las fechasde mi viaje. La posibilidad de conocer en primera personacmo se viva esa festividad en un pas integrista, domina-do por los imanes, aada un plus de emocin al destino.

    VIAJEROS CON FECHA DE CADUCIDAD

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    PACO NADAL14

    Sudn, el pas ms grande de frica y uno de los mspobres, es el perfecto ejemplo de cmo la nefasta polticade fronteras legadas por la descolonizacin impide el de-sarrollo de un continente entero. Los intereses de la poten-cia colonial, Gran Bretaa en este caso, unieron bajo unamisma bandera y gobierno a dos territorios distintos y an-tagnicos: el norte desrtico y reseco, habitado por rabesmusulmanes que copan todos los puestos en el organigra-ma de poder local; y el sur, verde y casi selvtico, pobladopor negros de creencias animistas y cristianas, que fueron

    durante siglos la materia prima del fructfero mercado deesclavos montado por sus vecinos rabes del norte. No hayque ser premio Nobel para concluir que la coexistencia pa-cfica de ambas comunidades es un sapo dif cil de digerir.La implantacin en 1983 de la Sharia, la estricta ley cor-nica, en todo el territorio termin por sublevar a las tresprovincias sureas y avivar la hoguera de la guerra civilms antigua del planeta, que se ha cobrado ya un millnde muertos y mantiene en la hambruna constante a otrosdos millones de casi cadveres.

    Con estos antecedentes, llam a la embajada de Sudnen Roma, encargada de los asuntos con Espaa. Solicitinformacin para lograr un visado de turista y, en vez delas carcajadas que esperaba or al otro lado de la lnea, elfuncionario me indic que le hiciera llegar el pasaportepor mensajero y en unos das tramitar an mi solicitud. As

    lo hice y, para mi sorpresa, cinco das despus, la Embaja-da de la Repblica Islmica de Sudn en Italia me devolvami documentacin con sus mejores deseos y un preciadovisado en el interior que me habilitaba para recorrer comoturista el pas menos turstico y ms inseguro del mundo.

    IMGENESDEL LBUM PERSONAL

    DE PACO NADAL

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    El cuerno del elefante. Un viaje a Sudn, asom en busca

    de sus nuevos lectores casi quince aos despus de la

    primera vez. Conserva intacta esa dorada luz del Shara

    que tanto am Theodore Monod, quin nos abandon

    el mismo ao en el que el autor de este relato contem-

    plaba la dura proeza de la vida en estos parajes saharia-nos. Es el desierto el que anuda, por azar, dos vidas, la

    una en su viaje de ida; la otra en su viaje de vuelta.

    COLECCIN FUERA DE S

    Un paseo literario por el mundo a travs

    de autores y viajeros de hoy.

    LTIMOSTTULOS:

    CO#1.

    Paisajes del mundo JAVIERREVERTE

    CO#2.

    El cuerno del elefante PACONADAL

    COLECCIN SOLVITUR AMBULANDO

    Clsicos de la exploracin y el viaje para volver

    a recorrer el mundo con una mirada actual...

    LTIMOSTTULOS:

    CL#1.

    Por el HimalayaFRANCISYOUNGHUSBAND

    CL#2.

    Viajes y paisajesMIGUELDEUNAMUNO

    COLECCIN VIAJES LITERARIOS

    Rutas literarias por los escenarios reales o imaginados

    de los ms atractivos escritores y viajeros.

    LTIMOSTTULOS:

    CL#1.

    El Oriente de Joseph ConradSALVADORSEDILES

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    Compr un mapamundi de la editorial alemana Hallwag, lodesplegu en la mesa de mi despacho, rescat un viejo libro de

    mis estanteras, Cmo ir por el mundo,en el que se detallaban

    las formalidades de entrada y las vas de acceso a cada uno de los

    pases del globo, y me lanc a la bsqueda del escenario ms raro

    posible para interpretar mi soliloquio. Los requisitos eran dos: un

    pas conflictivo del que pudiera conseguir el visado en un tiempo

    razonable (los deseos de autodestruccin se apagan y hay que actuar

    con rapidez) y en el que no encontrara a ningn turista, grupo

    organizado o pareja de novios en luna de miel. Ambas coordenadasse aliaron para confluir en una remota esquina del continente

    africano: Sudn.

    Es as, de forma ms o menos azarosa, como el periodista Paco Nadal

    decidi un da recorrer uno de los destinos menos tursticos y ms

    inseguros del mundo, dispuesto a experimentar un viaje en solitario

    a lo largo de una regin azotada por constantes guerras, golpes

    de estado y conflictos tnicos entre la poblacin del norte rabe-

    musulmana y la del sur, niltica, animista y cristiana. Un conflicto

    que ha acabado en tiempos recientes con la particin en dos estados

    independientes.

    Un relato baado en una suave melancola en la que el autor se

    sumerge en sus abismos personales, tanto como en los de un sufrido

    pas del que explora su historia y sus complejidades, descubriendo

    parajes dolorosos y hostiles en la truculenta belleza de un desierto

    baado por los oasis de hospitalidad de las gentes del Nilo.

    Escanea

    este

    cdigo

    y

    podrsve

    ry

    escuchara

    Paco

    Nadalpresentando

    Elcuerno

    delElefante

    El silencio de los oasis, el sonido de las tormentas

    de arena, la precariedad de la subsistencia,

    las noches bajo el cielo estrellado de Nubia,

    el hambre, el miedo, la soledad

    Cunta belleza puede esconder un desierto!

    PACO NADAL

    ISBN:

    978-84-15958-16-1