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MACROECONOMÍA ECONOMÍA MARTES 19 DE AGOSTO DE 2008 28 Imagine que hace un año cayó en un profundo sueño del que acaba de despertar y quiere ponerse al día de la situación económica mundial. Sufriría una verdadera conmoción. Como en el verano pasado, la economía mundial crece a buen ritmo. El FMI prevé que este año el crecimiento global se sitúe en 4.1% frente a un promedio de 3.4% registrado desde 1990. Lo que más sorprende es la inflación. En julio, el fondo predi- jo que la presión de los precios permanecería “contenida en lo general, pese al fuerte crecimiento global”; hoy, el índice inflaciona- rio de las economías avanzadas es el más alto desde 1992, al pasar de 2.2% en 2007 a 3.4% este año, según los cálculos del FMI. El índice de las economías emergen- tes y de los países en vías de desa- rrollo pasó de 6.4% a 9.1%. Observando esta información y los altos precios de alimentos y petróleo –todavía al alza respecto de sus niveles del año anterior, pese a la baja reciente– el inme- diato paralelo histórico no sería con los principios de los años 30, como a menudo se sugiere, sino con la inflación seguida de estan- camiento de los 70. El pronóstico del FMI de una ralentización de la economía mundial durante el segundo semestre de 2008 es coherente con los altos precios de las materias primas. Uno no habría esperado que las tasas de interés de EU se redujeran de 5.25 a 2 por ciento, ni que las tasas reales de interés de Asia fue- sen negativas, y las europeas más o menos iguales a las de hace un año. Signos de recalentamiento Así, luego de un año de congela- miento, la economía mundial tiene todos los signos de un recalenta- miento, no de otra gran depresión. Sin embargo, esa verdad global pasa inadvertida para los políticos, muchos de los cuales hablan de los altos precios de la energía y de los alimentos como si no tuvieran nada que ver con ellos. El presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, afir- mó ante el Congreso en julio que los problemas de EU se habían “agravado por el rápido creci- miento del precio de la energía y otras materias primas”. Jean-Clau- de Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE), se lamen- ta del “nivel inquietante de las tasas de inflación, producto en gran parte de la fuerte subida del precio de la energía y los alimen- tos a escala global”. Mervyn King, gobernador del Banco de Inglate- rra, insiste en que la creciente inflación británica se debe a “acontecimientos en el balance global de la oferta y la demanda de alimentos y energía”. Tales sentimientos son compar- tidos en el mundo en desarrollo. Hablando después de la reunión anual del Banco de Liquidaciones Internacionales, Zhou Xiaochuan, gobernador del Banco del Pueblo de China, afirmó que “el precio internacional de energía y otras materias primas influye negativa- mente en la inflación” de su país. Puede que a escala individual estas declaraciones sean acertadas, pero en conjunto carecen de senti- do. El mundo no puede importar inflación. Si cada país tiene políti- cas para mantener su demanda y “pondera” un alza temporal de las materias primas, quizá la demanda global continúe superando a la oferta durante algún tiempo. Como aseveró King al Parla- mento británico, refiriéndose al panorama global: “El mayor reto para la economía global en su con- junto no es el precio del petróleo en sí. Creo que hay mecanismos que acabarán por equilibrar la oferta y la demanda. Se trata de asegurar una política monetaria internacional que no contenga un excesivo ímpetu inflacionario”. De lo que se deduce que el mundo, no los países por separado, tendrá que sufrir las consecuencias de la crisis crediticia para reducir el ritmo del crecimiento global hasta mantener la inflación bajo control. ¿Cómo ha llegado la economía mundial a esta realidad? Sin duda, la causa principal del alza de pre- cios de las materias primas y de la crisis crediticia han sido los bajos tipos de interés a escala global. El dinero barato fomentó el rápi- do crecimiento. Entre 2004 y 2007, la economía mundial creció al ritmo más rápido en 30 años. Esto alentó a los inversionistas a producir más y comprar nuevos activos. La bonan- za produjo condiciones de préstamo más cómodas para estadunidenses de historial crediticio irregular, que antes no habían podido adquirir inmuebles, coches y bienes de con- sumo duradero. El gasto de EU en importacio- nes mantuvo la rápida expansión de la producción asiática y de los exportadores de petróleo, favore- cido por tasas de cambio competi- tivas y rígidos lazos monetarios. Mientras tanto, la moderación del consumo contribuyó a la circula- ción del capital de los países pobres a los ricos y evitó un sobre- calentamiento de la economía. Durante mucho tiempo, éste pareció ser un círculo virtuoso, denominado “Bretton Woods II”, en referencia al sistema de tipos de cambio que funcionó a partir del final de la Segunda Guerra Mun- dial hasta principios de los años 70. Casi todos los economistas pensaron que la versión del siglo XXI sería tan poco sustentable como su antecesora al depender de déficit comerciales estadunidenses cada vez mayores. Esto causó gran preocupación por los “desequili- brios globales” y abundaron las predicciones de que éstos acaba- rían por liquidar la confianza en el dólar estadunidense. Ninguna de las catastróficas previsiones se materializó. En cambio, la fractura crucial sucedió cuando el incumplimiento cre- ciente entre los deudores hipoteca- rios de EU socavó las bases de la expansión crediticia y obligó a contraer los balances financieros, lo que, desde entonces, ha amena- zado al mundo financiero. El año pasado, el rápido creci- miento económico global acabó por afectar las restricciones de capacidad. La demanda de materias primas y alimentos siguió superan- do a la oferta global, lo que provo- có que los precios se dispararan, que aumentara la inflación y se des- gastara más el poder de compra de las economías más prósperas. La mayoría de economistas se veían optimistas cuando irrumpió la crisis crediticia, en agosto del año pasado. La crisis de las hipote- cas de riesgo no afectaría al crédi- to para hogares y empresas, soste- nían, y los préstamos subprime eran muy pequeños para afectar la salud del sector financiero. Los banqueros centrales dieron la bien- venida a lo que consideraban una deseable revaloración del riesgo. A medida que agosto avanzaba y la crisis empeoraba, las perspec- tivas económicas y la política comenzaron a cambiar. El BCE y la Fed ofrecieron ayudas de emer- gencia para las instituciones finan- cieras. A mediados de septiembre, la Fed había reducido sus tasas en medio punto porcentual y el BCE aplazó una subida que había anun- ciado previamente. Desde enton- ces, EU ha flexibilizado su políti- ca fiscal y monetaria. Cada banco central tiene que realizar un delicado balance. Si per- mite que la inflación alta se vuelva normal en una economía, puede desarrollarse una espiral de precios y salarios, que requerirá una políti- ca mucho más estricta en el futuro. Pero si permite que la economía se debilite aún más, podría desarrollar- se un círculo vicioso, con más crisis bancarias que reducirían las pers- pectivas de crecimiento. Respuesta unitalla Las condiciones son diferentes en cada país. Como expresó en su informe anual el Banco de Liqui- daciones Internacionales, el banco de los bancos centrales, se debe descartar “una respuesta unitalla”. CONGELAMIENTO GLOBAL Detalle de una movilización a principios de mes en Tegucigalpa, Honduras, para protestar contra el aumento de precios en alimentos y servicios básicos en el país, donde la inflación llegó a 6.8% en la primera mitad de 2008 Foto Reuters LA JORNADA

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◗ MACROECONOMÍAECONOMÍA • MARTES 19 DE AGOSTO DE 200828

Imagine que hace un año cayó enun profundo sueño del que acabade despertar y quiere ponerse aldía de la situación económicamundial. Sufriría una verdaderaconmoción.

Como en el verano pasado, laeconomía mundial crece a buenritmo. El FMI prevé que este añoel crecimiento global se sitúe en4.1% frente a un promedio de3.4% registrado desde 1990.

Lo que más sorprende es lainflación. En julio, el fondo predi-jo que la presión de los preciospermanecería “contenida en logeneral, pese al fuerte crecimientoglobal”; hoy, el índice inflaciona-rio de las economías avanzadas esel más alto desde 1992, al pasar de2.2% en 2007 a 3.4% este año,según los cálculos del FMI. Elíndice de las economías emergen-tes y de los países en vías de desa-rrollo pasó de 6.4% a 9.1%.

Observando esta informacióny los altos precios de alimentos ypetróleo –todavía al alza respectode sus niveles del año anterior,pese a la baja reciente– el inme-diato paralelo histórico no seríacon los principios de los años 30,como a menudo se sugiere, sinocon la inflación seguida de estan-camiento de los 70. El pronósticodel FMI de una ralentización de laeconomía mundial durante elsegundo semestre de 2008 escoherente con los altos precios delas materias primas.

Uno no habría esperado que lastasas de interés de EU se redujerande 5.25 a 2 por ciento, ni que lastasas reales de interés de Asia fue-sen negativas, y las europeas más omenos iguales a las de hace un año.

Signos de recalentamientoAsí, luego de un año de congela-miento, la economía mundial tienetodos los signos de un recalenta-miento, no de otra gran depresión.Sin embargo, esa verdad globalpasa inadvertida para los políticos,muchos de los cuales hablan de losaltos precios de la energía y de losalimentos como si no tuvierannada que ver con ellos.

El presidente de la ReservaFederal (Fed), Ben Bernanke, afir-mó ante el Congreso en julio quelos problemas de EU se habían“agravado por el rápido creci-miento del precio de la energía yotras materias primas”. Jean-Clau-de Trichet, presidente del BancoCentral Europeo (BCE), se lamen-ta del “nivel inquietante de lastasas de inflación, producto engran parte de la fuerte subida delprecio de la energía y los alimen-tos a escala global”. Mervyn King,gobernador del Banco de Inglate-rra, insiste en que la crecienteinflación británica se debe a“acontecimientos en el balanceglobal de la oferta y la demanda dealimentos y energía”.

Tales sentimientos son compar-tidos en el mundo en desarrollo.Hablando después de la reuniónanual del Banco de LiquidacionesInternacionales, Zhou Xiaochuan,gobernador del Banco del Pueblode China, afirmó que “el preciointernacional de energía y otrasmaterias primas influye negativa-mente en la inflación” de su país.

Puede que a escala individual

estas declaraciones sean acertadas,pero en conjunto carecen de senti-do. El mundo no puede importarinflación. Si cada país tiene políti-cas para mantener su demanda y“pondera” un alza temporal de lasmaterias primas, quizá la demandaglobal continúe superando a laoferta durante algún tiempo.

Como aseveró King al Parla-mento británico, refiriéndose alpanorama global: “El mayor retopara la economía global en su con-junto no es el precio del petróleoen sí. Creo que hay mecanismosque acabarán por equilibrar laoferta y la demanda. Se trata de

asegurar una política monetariainternacional que no contenga unexcesivo ímpetu inflacionario”.De lo que se deduce que el mundo,no los países por separado, tendráque sufrir las consecuencias de lacrisis crediticia para reducir elritmo del crecimiento global hastamantener la inflación bajo control.

¿Cómo ha llegado la economíamundial a esta realidad? Sin duda,la causa principal del alza de pre-cios de las materias primas y de lacrisis crediticia han sido los bajostipos de interés a escala global.

El dinero barato fomentó el rápi-do crecimiento. Entre 2004 y 2007,

la economía mundial creció al ritmomás rápido en 30 años. Esto alentóa los inversionistas a producir más ycomprar nuevos activos. La bonan-za produjo condiciones de préstamomás cómodas para estadunidensesde historial crediticio irregular, queantes no habían podido adquiririnmuebles, coches y bienes de con-sumo duradero.

El gasto de EU en importacio-nes mantuvo la rápida expansiónde la producción asiática y de losexportadores de petróleo, favore-cido por tasas de cambio competi-tivas y rígidos lazos monetarios.Mientras tanto, la moderación del

consumo contribuyó a la circula-ción del capital de los paísespobres a los ricos y evitó un sobre-calentamiento de la economía.

Durante mucho tiempo, éstepareció ser un círculo virtuoso,denominado “Bretton Woods II”,en referencia al sistema de tipos decambio que funcionó a partir delfinal de la Segunda Guerra Mun-dial hasta principios de los años70. Casi todos los economistaspensaron que la versión del sigloXXI sería tan poco sustentablecomo su antecesora al depender dedéficit comerciales estadunidensescada vez mayores. Esto causó granpreocupación por los “desequili-brios globales” y abundaron laspredicciones de que éstos acaba-rían por liquidar la confianza en eldólar estadunidense.

Ninguna de las catastróficasprevisiones se materializó. Encambio, la fractura crucial sucediócuando el incumplimiento cre-ciente entre los deudores hipoteca-rios de EU socavó las bases de laexpansión crediticia y obligó acontraer los balances financieros,lo que, desde entonces, ha amena-zado al mundo financiero.

El año pasado, el rápido creci-miento económico global acabópor afectar las restricciones decapacidad. La demanda de materiasprimas y alimentos siguió superan-do a la oferta global, lo que provo-có que los precios se dispararan,que aumentara la inflación y se des-gastara más el poder de compra delas economías más prósperas.

La mayoría de economistas seveían optimistas cuando irrumpióla crisis crediticia, en agosto delaño pasado. La crisis de las hipote-cas de riesgo no afectaría al crédi-to para hogares y empresas, soste-nían, y los préstamos subprimeeran muy pequeños para afectar lasalud del sector financiero. Losbanqueros centrales dieron la bien-venida a lo que consideraban unadeseable revaloración del riesgo.

A medida que agosto avanzabay la crisis empeoraba, las perspec-tivas económicas y la políticacomenzaron a cambiar. El BCE yla Fed ofrecieron ayudas de emer-gencia para las instituciones finan-cieras. A mediados de septiembre,la Fed había reducido sus tasas enmedio punto porcentual y el BCEaplazó una subida que había anun-ciado previamente. Desde enton-ces, EU ha flexibilizado su políti-ca fiscal y monetaria.

Cada banco central tiene querealizar un delicado balance. Si per-mite que la inflación alta se vuelvanormal en una economía, puededesarrollarse una espiral de preciosy salarios, que requerirá una políti-ca mucho más estricta en el futuro.Pero si permite que la economía sedebilite aún más, podría desarrollar-se un círculo vicioso, con más crisisbancarias que reducirían las pers-pectivas de crecimiento.

Respuesta unitallaLas condiciones son diferentes encada país. Como expresó en suinforme anual el Banco de Liqui-daciones Internacionales, el bancode los bancos centrales, se debedescartar “una respuesta unitalla”.

CONGELAMIENTO GLOBAL

Detalle de una movilización a principios de mes en Tegucigalpa, Honduras, para protestar contra el aumento de preciosen alimentos y servicios básicos en el país, donde la inflación llegó a 6.8% en la primera mitad de 2008 ■ Foto Reuters

LA JORNADA

28 18/8/08 22:53 Página 1

◗ MACROECONOMÍAMARTES 19 DE AGOSTO DE 2008 • ECONOMÍA 29

Traducción de textos: Jorge AnayaEN ASOCIACION CON INFOESTRATEGICA

Cuando la restricción crediticiaestalló, hace un año, los pesimistaspredijeron una recesión global. Losoptimistas, en contraste, pensaronque el resto del mundo podría desa-coplarse de los problemas del mer-cado inmobiliario estadunidense.

Nadie previó que la restricciónvendría acompañada de altísimosprecios del petróleo. En cierto mo-do, el alza de las materias primas hasido el lado oscuro del desacopla-miento. Pero por fin el panoramaha comenzado a cambiar. Luego dellegar a 147 dólares por barril, el 11de julio, el crudo ha caído por abajode 120 dólares. El índice Reu-ters/Jefferies CRB de materias pri-mas descendió 10% en julio, lamayor caída mensual desde marzode 1980. El oro se ha deslizado porabajo de 900 dólares por onza; elmaíz, más de 30% desde principiosde julio, y el cobre está en su nivelmás bajo en seis meses.

Son datos que inducen optimis-mo en los mercados financieros. Lacarestía de las materias primas haafectado a los consumidores delmundo desarrollado. Al mismotiempo ha elevado la inflacióngeneral, lo que ha dificultado quelos bancos centrales reduzcan lastasas de interés. Incluso si los pre-cios de las materias primas ya nobajaran más, los índices inflaciona-rios podrían disminuir este año.

La pregunta crucial es: ¿por quédisminuyen los precios de las mate-rias primas? Si, como piensa tantagente, se expulsara del mercado a

la especulación, todo estaría bien.Los únicos perdedores deberían serciertos fondos de cobertura.

Pero si los precios de las ma-terias primas disminuyen por-que la economía global ha cho-cado contra la pared, es otroasunto. Las cifras recientes sondeprimentes; al menos para queEuropa y Japón se preocupen.El PIB de Alemania, según seinforma, ha caído 1% durante el

segundo trimestre. Las ventasminoristas en la zona euro caye-ron 3.1% anual de junio a junio.La producción manufacturerabritánica se ha estancado ocaído durante estos cuatromeses. En Japón, la producciónindustrial ha caído durante dostrimestres consecutivos.

Aunque las recientes cifras eco-nómicas de EU hayan sido, enbalance, ligeramente mejores que

las esperadas, una recesión enEuropa y Japón implicaría unaperspectiva muy sombría para losrendimientos corporativos; despuésde todo, ha sido el crecimiento delas exportaciones lo que ha sosteni-do a los fabricantes estadunidenses.

Una explicación alternativa seríaque los altos precios del crudo hanhecho su trabajo. Cuando la deman-da de un producto es muy inelásti-ca, se requiere una gran alza de pre-cios para expulsar del mercado alcomprador marginal. Ese compra-dor finalmente se dio por vencidocuando la gasolina llegó a casi undólar por litro. De acuerdo con elMinisterio de Transporte, los esta-dunidenses condujeron 15.4 milmillones de kilómetros menos enmayo que el año pasado. Mientrasla demanda se contraía, la oferta dela OPEP se elevó durante los tresmeses anteriores. En la agricultura,la oferta y demanda han estado máscerca del equilibrio, ante la elimina-ción de controles de exportación ycosechas mejores que las esperadas.

Toda esta incertidumbre ha pro-vocado la volatilidad de las bolsas.Y no ha ayudado el hecho de que laminería y las reservas de energíatengan ahora un peso enorme en losprincipales índices; el 5 de agostolas reservas de energía del índicemundial MSCI estaban 21% pordebajo de su registro más alto.Pero, después de un junio y un juliobastante deprimentes, hay signosde que el humor mejora un poco.La confirmación de que, por el mo-mento, la Reserva Federal manten-drá sus tasas de interés ayudó a queel índice S&P 500 llegara a 2.9% el5 de agosto.

Pero es difícil creer que las bol-sas se repondrán decisivamente sinla participación de los mercados decrédito, donde comenzó la lamen-table historia. Aquí, si se hace casoomiso del sector bancario, hay sig-nos esperanzadores. Tomemos porejemplo el interés adicional, o dife-rencial, sobre la deuda europea nofinanciera calificada en grado deinversión. En junio de 2007 era de30.5 puntos básicos (menos de latercera parte de un punto porcen-tual), de acuerdo con DresdnerKleinwort. El 1º de abril casi sehabía cuadruplicado a 118 puntosbásicos. Pero ahora está alrededorde la cuarta parte de un punto por-centual por debajo de su pico.

Los bancos son una historiadiferente. En junio de 2007, losbancos europeos pagaban apenas63 puntos básicos por arriba de losbonos gubernamentales. En marzo,cuando se desplomó Bear Stearns,ese diferencial se había más quequintuplicado, a 342.5 puntos. Sinembargo, el pico no ocurrió hastamediados de julio (gracias a laspreocupaciones sobre Fannie Maey Freddie Mac) y los diferencialesaún están unos puntos por abajo deese registro.

El peligro, como advierte Wi-llem Sels, de Dresdner, es una fase2 de la crisis, con una deuda inco-brable que se trasladaría de lashipotecas de riesgo a las tarjetas decrédito, los préstamos automáticosy los créditos apalancados emiti-dos por grupos de capital privado.Considerando las recientes dificul-tades para elevar su capital, antenuevas quiebras los bancos podrí-an reaccionar volviéndose másconservadores en sus financia-mientos, lo que presionaría aúnmás a la economía. Un año des-pués del inicio de la crisis, el finalno está aún a la vista.

FUENTE: EIU

Un turista observa un lingote de oro en el museo del Banco de Inglaterra, enLondres, en marzo pasado. El banco británico mantuvo hace dos semanassu tasa de interés en 5%, en espera de que baje la inflación ■ Foto Reuters

POR AHORA, TODO INCIERTO

Los países del golfo Pérsico yde Asia, y las economías en víasde desarrollo, están atrapadosentre la demanda popular de rápi-do crecimiento y las restriccionesderivadas de una inflación másalta, lo cual resulta aún más dañi-no por el hecho de que los alimen-tos y el combustible representanuna proporción más alta de losgastos en los países pobres.

Hasta ahora, la prioridad hasido mantener el crecimiento. Elalza de precios comenzó con losalimentos y la energía, pero ahorase ha generalizado, y hay señalesde presión sobre los salarios. ElBanco de Desarrollo Asiáticoadvirtió el mes pasado sobre elpeligro de “repetir los errores quecometieron las naciones industria-lizadas antes de la gran inflaciónde los años 70”.

Es más difícil tratar con el pro-blema de una acción colectiva: laspolíticas correctas para economíasindividuales no necesariamente loson para el mundo. Aquí es dondeel FMI debería dar un paso ade-lante para salir del punto muerto.Pero la impotencia del fondo paragarantizar el cambio de políticas

de países que no tienen necesidadde su financiamiento ha sido evi-dente durante el año pasado.

En su reciente Panorama econó-mico mundial, el FMI resaltó cómoEU, la zona euro, Japón, China yArabia Saudita acordaron políticas“mutuamente consistentes” en 2006para combatir los desequilibriosglobales y hacer de la economíaglobal un lugar más seguro. El mespasado, John Lipsky, el número dosdel fondo, insistió en que considera-ba importantes esas propuestaspolíticas. Pero se ha visto obligadoa aceptar que ha habido poco pro-greso en su ejecución.

La moneda china se ha aprecia-do ante el dólar, pero no pormucho, sobre una base comercial.EU ha abandonado la consolida-ción presupuestaria en favor depaquetes de estímulo. Los proyec-

tos de Arabia Saudita para invertiren su población una mayor partede sus ingresos petroleros hancoincidido con el aumento de pre-cios de energía. Europa y Japónson periféricos a la acción y, decualquier manera, han tenido pocoimpacto sobre los desequilibrios.

Lipsky se vio forzado a con-cluir: “Aunque la depreciación deldólar favorezca la reducción deldéficit de cuenta de corriente deEU, no ha sido suficiente para ali-viar los desequilibrios y los ries-gos. En cambio, podrían surgirnuevas desalineaciones y los ries-gos pueden cambiar”.

¿Qué sigue para la economíamundial? Si debe creerse en lospronósticos, todo estará bien. Laeconomía mundial se desaceleraráapenas lo suficiente para garantizarque el periodo inflacionario sea

temporal; los mercados financierosse recuperarán de manera gradual,y la economía mundial seguirá cre-ciendo aproximadamente 4.5%anual en forma indefinida.

Esto parece demasiado atracti-vo y tal vez sugiere una tasa sus-tentable de expansión económicamundial más rápida de que lo queindican los años recientes. Comoconcluyó el informe anual delBanco de Liquidaciones Interna-cionales: “Siendo la inflación unaamenaza evidente y actual, y antetasas reales por debajo de susregistros históricos en la mayoríade los países, lo más apropiadoparecería una tendencia globalhacia una constricción monetaria”.

Muchos banqueros centralespiensan que el acuerdo general esdemasiado optimista. En privado,abunda el pesimismo. Están segu-

ros de que cometerán algún error,pero no tienen idea en qué. Y cadacual quiere que otro tome las deci-siones realmente difíciles.

EU y Europa quieren que Asiaendurezca su política y revaloricesus divisas para reducir la infla-ción. Asia, sin embargo, insiste enque su política cambiaria es sólode su incumbencia, defiende sussorprendentes índices de creci-miento y de exportaciones indus-triales, y responsabiliza de la crisisfinanciera a las economías avanza-das. Los productores petrolerosconfían en controlar el auge ener-gético sin sucumbir a una espiralinflacionaria o a una repentinarecesión mundial que provoqueuna drástica caída del precio delpetróleo.

Pese a las discrepancias, pocosdudan que la economía mundialatraviesa un momento difícil,entre la espada de la recesión y lapared del recalentamiento. Y serequerirá una notable coordina-ción de políticas globales y unaenorme dosis de suerte para evitarcualquiera de ambos riesgos.

FUENTES DE LAS GRÁFICAS: FMI; THOMSON DATASTREAM;

MORGAN STANLEY

◗ Pese a la baja de

precios de

mercancías, persiste

la preocupación

JOR29-18082008 18/8/08 22:52 Página 1