26 jesús ora por mí -escuela orar.doc

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Con Cristo, en la Escuela de la Oración Andrew Murray 26 Jesús intercede por mí Mas Yo he rogado por tí que tu fe no falte ”. Lucas 22:32. Y....os digo que Yo rogaré al Padre por vosotros”. Juan 16:26. El vive siempre para interceder”. Hebreos 7:25. Todo crecimiento en la vida espiritual está relacionado con la penetración, cada vez más clara, de lo que Jesús es para nosotros. Mientras más yo realizo que Cristo tiene que ser todo para mí y en mí, y que todo lo que hay en Cristo es en verdad para mí, tanto más aprendo a vivir la vida real de la fe, la cual enseña que, muriendo uno para sí mismo, vive del todo para Cristo. La vida Cristiana, no es así, ya más, el vano esfuerzo para vivir rectamente, sino que es el descansar en Cristo y el hallar poder en El como nuestra vida, para “militar buena milicia” y ganar la victoria de la fe. Esto es exacto y verdadero de un modo especial en cuanto a la vida de oración. En la proporción en que esa vida se somete del todo a la ley de la fe, y se revela en la luz de la plenitud y la perfección que hay en Jesús, el creyente comprende que no es necesario que sea más asunto de tensión, ni de cuidados ansiosos, sino una experiencia de lo que Cristo hará para él y en él; una participación en esa vida de Cristo, que, como en la tierra, así también en el cielo, asciende siempre al Padre en oración. Y el creyente comienza -a orar, no sólo confiando en los méritos de Jesús, o en la intercesión mediante la cual nuestras indignas oraciones son hechas aceptables, sino en esa cercana e íntima unión en virtud de la cual El ora en nosotros y nosotros en El (1) . El todo de nuestra salvación es el mismo Cristo : El se ha dado a Si mismo por nosotros; El mismo vive en nosotros. Porque El ora, nosotros también oramos. Así como los discípulos, cuando vieron orar a Jesús, Le suplicaron que les hiciera partícipes de lo que El sabía de la oración, así nosotros, ahora que Le vemos como el Intercesor sobre el trono, sabemos que El nos hace participar consigo mismo en la vida de la oración. ¡Cuán claramente se manifiesta todo esto en la última noche de Su vida! En Su plegaria sumo-sacerdotal (San Juan XVII), nos hace ver como, y lo 1) Sobre la diferencia de tener a Cristo como Abogado o Intercesor, fuera de nosotros, y el tenerle en nosotros, morando nosotros en El y El en nosotros por el Espíritu Santo, Quien perfecciona nuestra unión con El, de manera que nosotros podemos llegar directamente al Padre en Su Nombre, véase la nota de Beck de Tubingen. (Al final de este Capitulo). que, tiene El que suplicar del Padre, y seguirá suplicando una vez que haya ascendido al cielo. Y no obstante, en Su discurso de despedida El había relacionado tan repetidamente Su ida al Padre con la nueva vida de oración de ellos. Esos dos hechos serían últimamente relacionados: el entrar El en Su obra de eterna intercesión, sería el comienzo y la potencia de su nueva vida de oración de ellos en Su Nombre

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Escuela de Oracin

Con Cristo, en la Escuela de la Oracin

Andrew Murray

26Jess intercede por m Mas Yo he rogado por t que tu fe no falte. Lucas 22:32.

Y....os digo que Yo rogar al Padre por vosotros. Juan 16:26.

El vive siempre para interceder. Hebreos 7:25.

Todo crecimiento en la vida espiritual est relacionado con la penetracin, cada vez ms clara, de lo que Jess es para nosotros. Mientras ms yo realizo que Cristo tiene que ser todo para m y en m, y que todo lo que hay en Cristo es en verdad para m, tanto ms aprendo a vivir la vida real de la fe, la cual ensea que, muriendo uno para s mismo, vive del todo para Cristo. La vida Cristiana, no es as, ya ms, el vano esfuerzo para vivir rectamente, sino que es el descansar en Cristo y el hallar poder en El como nuestra vida, para militar buena milicia y ganar la victoria de la fe. Esto es exacto y verdadero de un modo especial en cuanto a la vida de oracin. En la proporcin en que esa vida se somete del todo a la ley de la fe, y se revela en la luz de la plenitud y la perfeccin que hay en Jess, el creyente comprende que no es necesario que sea ms asunto de tensin, ni de cuidados ansiosos, sino una experiencia de lo que Cristo har para l y en l; una participacin en esa vida de Cristo, que, como en la tierra, as tambin en el cielo, asciende siempre al Padre en oracin. Y el creyente comienza -a orar, no slo confiando en los mritos de Jess, o en la intercesin mediante la cual nuestras indignas oraciones son hechas aceptables, sino en esa cercana e ntima unin en virtud de la cual El ora en nosotros y nosotros en El (1) . El todo de nuestra salvacin es el mismo Cristo : El se ha dado a Si mismo por nosotros; El mismo vive en nosotros. Porque El ora, nosotros tambin oramos. As como los discpulos, cuando vieron orar a Jess, Le suplicaron que les hiciera partcipes de lo que El saba de la oracin, as nosotros, ahora que Le vemos como el Intercesor sobre el trono, sabemos que El nos hace participar consigo mismo en la vida de la oracin.Cun claramente se manifiesta todo esto en la ltima noche de Su vida! En Su plegaria sumo-sacerdotal (San Juan XVII), nos hace ver como, y lo1) Sobre la diferencia de tener a Cristo como Abogado o Intercesor, fuera de nosotros, y el tenerle en nosotros, morando nosotros en El y El en nosotros por el Espritu Santo, Quien perfecciona nuestra unin con El, de manera que nosotros podemos llegar directamente al Padre en Su Nombre, vase la nota de Beck de Tubingen. (Al final de este Capitulo).que, tiene El que suplicar del Padre, y seguir suplicando una vez que haya ascendido al cielo. Y no obstante, en Su discurso de despedida El haba relacionado tan repetidamente Su ida al Padre con la nueva vida de oracin de ellos. Esos dos hechos seran ltimamente relacionados: el entrar El en Su obra de eterna intercesin, sera el comienzo y la potencia de su nueva vida de oracin de ellos en Su Nombre de El. Es la visin de Jess en Su intercesin que nos da el poder de orar en Su Nombre: todo el derecho y todo el poder de oracin son de Cristo: El nos hace participar en Su intercesin.

Para comprender esto, pensad primeramente en Su intercesin; El vive perpetuamente para interceder. La obra de Cristo como Sacerdote, no fue ms que un comienzo. Fue como Aarn que derram Su sangre; es como Melquisedec que El ahora vive dentro del velo para continuar Su obra, segn el poder de la vida eterna. As como Melquisedec es ms glorioso que Aarn, as tambin es en la obra de la intercesin que la expiacin tiene su verdadera potencia y su verdadera gloria. Es Cristo Quien muri; antes el que tambin est a la diestra de Dios, el que tambin demanda (o intercede) por nosotros (Romanos 8:34). Esa intercesin es una intensa realidad, una obra que es absolutamente necesaria, y sin la cual la continuada aplicacin de la redencin no puede efectuarse. En la Encarnacin y la Resurreccin de Jess, tuvo lugar la maravillosa reconciliacin, por la cual el hombre lleg a ser partcipe de la vida Divina y de la bienaventuranza. Pero la apropiacin real y personal de esa reconciliacin en cada uno de Sus miembros aqu abajo, no puede tener lugar sin el ejercicio incesante de Su Divino poder como la Cabeza en el cielo. En toda conversin y santificacin, en toda victoria sobre el pecado y el mundo, hay un ejercicio real, una manifestacin real de la potencia de Aquel Quien es poderoso para salvar. Y este ejercicio de Su poder tiene lugar solamente por medio de Su oracin. El pide del Padre, y recibe del Padre. Puede salvar perpetuamente, porque vive siempre para interceder (Hebreos 7:25). No existe una sola necesidad de Su pueblo para la cual El no recibe en Su intercesin lo que la Deidad, tiene para impartir. Su mediacin en el trono es tan real y tan indispensable como lo fue sobre la Cruz. Nada tiene lugar sin Su intercesin de El; la intercesin ocupa todo Su tiempo y todas Sus Potencias; es Su ocupacin incesante a la diestra del Padre.Y nosotros participamos, no solo en los beneficios de esa Su obra de El, sino tambin en la misma obra. Esto es as, porque somos Su cuerpo. El cuerpo y los miembros son uno: La cabeza no puede decir a los pies, no necesito de vosotros. Participamos con Jess en todo lo que El es, y en todo lo que El tiene. Y Yo, la gloria que Me diste, Les he dado a ellos (Juan 17:21). Somos partcipes de Su vida, Su justicia, Su obra; y participamos con El en Su intercesin; no es esa una obra que El hace sin nosotros.

Participamos en esa obra porque somos partcipes de Su vida: Cristo es nuestra vida. No ya yo, sino que Cristo vive en m. La vida en El y en nosotros es idntica, una y la misma. Su vida de El en el cielo es una vida de incesante suplicar. Cuando esa vida desciende y toma posesin de nosotros, no pierde Su carcter; en nosotros tambin es la vida de incesante suplicaruna vida que sin cesar pide y recibe de Dios. Y esto no es como si hubiera dos corrientes separadas de oracin que se levantan la una de El, y la otra de Su pueblo. No, sino que la substancial unin de vida, es tambin unin de oracin; lo que El pide pasa por nosotros; lo que nosotros, pasa por El. El es el ngel con el incensario de oro: A El fueron dados muchos inciensos, el secreto de la oracin aceptable, para que los ofreciese con las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro (Apocalipsis 8:3). Nosotros vivimos, nosotros permanecemos en El, el Perpetuo Intercesor.El Unignito es el nico Quien tiene el derecho de orar; a El nicamente le fue dicho: Demndame, y Yo Te dar (Salmo 2:8). Como en todo lo dems la plenitud mora en El, as tambin la verdadera plenitud de la oracin; El solo posee el poder de la oracin. Y justamente as como el crecimiento de la vida espiritual consiste en la ms clara y penetrante visin de que todos los tesoros son en El y que nosotros tambin somos en El, para recibir cada momento lo que poseemos en El, gracia sobre gracia, as tambin en cuanto a la vida de oracin. Nuestra fe en la intercesin de Jess no tiene que ser solo que El ora en nuestro lugar cuando nosotros no oramos, o no podemos orar, sino que como el Autor de nuestra vida y de nuestra fe, El nos atrae para orar en unin y al unsono con El. Nuestra oracin tiene que ser obra de fe en este sentido tambin, que, como sabemos que Jess comunica toda Su vida en nosotros, El tambin, de esa plenitud de oracin que es de El nicamente, respira en nosotros nuestro orar.Para muchos creyentes, individualmente, fue una nueva poca en su vida espiritual cuando les fue revelado cuan verdadera y completamente Cristo era su vida, y que Cristo permaneca como fiador y garanta de que l seguira siendo fiel y obediente. Fue desde entonces que l comenz realmente a vivir una vida de fe. No menos bendito ser el descubrimiento que Cristo es la garanta para nuestra vida de oracin tambin, el centro y la encarnacin de toda oracin, la cual es comunicada por El por medio del Espritu Santo a Su pueblo. El vive perpetuamente para interceder, como la Cabeza del cuerpo, como el Caudillo y Conductor en ese nuevo y vivo camino que El mismo abri y consagr como el Autor y Perfeccionador de nuestra fe. El provee en todo para la vida de Sus redimidos, comunicando a ellos Su propia vida; El cuida de su vida de plegaria de ellos, incorporndoles en Su propia vida de plegaria de El, dando y manteniendo Su propia vida intercesora en ellos. Yo he rogado por ti, no para hacer que tu fe sea innecesaria, sino para que t fe no falte; nuestra fe y nuestra oracin de fe, son arraigadas en las de El. La palabra es: Si permaneciereis en Mel Intercesor que vive perpetuamente, si oris conmigo y en M: pediris lo que quisiereis y os ser hecho.El pensamiento de nuestra comunin en la intercesin de Jess nos recuerda lo que El nos ha enseado ms de una vez antes, que todas estas maravillosas promesas relacionadas con la oracin, tienen como su propsito y su justificacin la gloria de Dios en la manifestacin de Su reino y la salvacin de pecadores. Mientras oramos solo o principalmente para nosotros, las promesas de esa Ultima Noche tienen que seguir siendo un libro sellado para nosotros. Es a los pmpanos de la Vid que llevan fruto, es a los discpulos enviados al mundo as como el Padre Le envi a El al mundo, para vivir para los hombres que perecen; es a Sus siervos fieles y amigos ntimos quienes hacen suya la obra que El dej, quienes, a semejanza de su Seor, se han hecho como el grano de trigo, que pierden su vida para multiplicarla muchas veces, es a los tales que las promesas son dadas. Tratemos cada uno de hallar cual es la obra, y cuales las almas confiadas a nuestras oraciones especiales; hagamos de nuestra intercesin para ellos nuestra vida de comunin con Dios, y descubriremos, no solo que las promesas de poder en la oracin son verdaderas para nosotros, sino que tambin recin entonces comenzaremos a realizar como nuestro permanecer en Cristo y el permanecer de El en nosotros, nos hace participar en Su propio gozo de El en bendecir y salvar a los hombres.Oh la maravillossima intercesin de nuestro Bendito Seor Jess! A ella, no solo debemos todo, sino que tambin en ella somos recibidos como participantes activos y colaboradores! Ahora comprendemos lo que es orar en el Nombre de Jess, y porque ese orar tiene tanto poder. Es que oramos en Su Nombre, en Su Espritu, en El mismo, en perfecta unin con El; Oh asombrosa, siempre activa y eficacsima intercesin del hombre Cristo Jess! Cundo seremos totalmente posedos por ella; cuando oraremos siempre en ella?

Jess, ensame a orar!

Bendito Seor! en humilde adoracin reverente otra vez quisiera prosternarme ante Ti. Toda Tu obra redentora se ha transformado ahora en oracin; todo lo que ahora Te ocupa a Ti en mantener y dispensar lo que compraste con Tu sangre, es sola y nicamente la oracin. T vives siempre para orar. Y porque nosotros somos en TI y permanecemos en Ti, el acceso directo al Padre est siempre libre y abierto: nuestra vida puede ser vida de plegaria incesante, y la contestacin a nuestra plegaria es segura.Bendito Seor! T has invitado a Tu pueblo a ser Tus camaradas y colaboradores en una vida de oracin. T Te has unido con Tu pueblo, y haces que ellos, como T cuerpo, participen contigo en ese ministerio de intercesin por medio del cual, nicamente, puede el mundo ser llenado con el fruto de Tu redencin y con la gloria del Padre. Con mayor libertad que nunca antes vengo a Ti, mi Seor, y Te suplico, Te imploro: Ensame a orar. Tu vida es oracin, Tu vida es ma! ; Seor, ensame a orar, en Ti, como T!

Y Oh mi Seor! hazme saber de un modo especial, como prometiste hacerlo saber a Tus discpulos, que T eres en el Padre, y yo soy en Ti, y T en m. Haz que la potencia unificadora del Espritu Santo haga de toda mi vida un permanecer en Ti y en Tu intercesin, de modo que mi oracin sea su eco. y el Padre me oiga a m en Ti, y a Ti en m. Seor Jess! haz que en todo est Tu mente en m, y haz que en todo esta mi vida en Ti. As estar yo preparado para ser el conducto por el cual Tu intercesin derrame su bendicin sobre el mundo. Amn.

NOTA

La nueva poca de oracin en el Nombre de Jess, es sealada por Cristo como el periodo del derramamiento del Espritu, en el cual los discpulos entran en una aprehensin ms luminosa de la economa do la redencin y llegan a ser tan claramente conscientes de su unidad con Jess, como de Su unidad de El con el Padre. Su oracin de ellos en el Nombre de Jess es ahora dirigida directamente al Padre mismo: No os digo que rogar al Padre por vosotros, porque el mismo Padre os ama, dice Jess. Mientras que hablando antes con anterioridad a la venida del Espritu, dijo: y Yo rogar al Padre, y El os dar el Consolador. Esta oracin tiene as como su pensamiento central la visin penetrante que ve a nuestro ser unido a Dios en Cristo como de ambas partes el vinculo de la unin entre Dios y nosotros (San Juan XVII, 23; Yo en ellos y T en M); de manera que en Jess vemos al Padre como unido a nosotros, y nosotros como unidos al Padre. Jesucristo tiene que haber sido revelado a nosotros, no solo por la verdad en la mente, sino tambin en nuestra ms intima conciencia personal como la viviente reconciliacin personal, como Aquel en Quien la Paternidad de Dios y Su amor de Padre han sido perfectamente unidos con la naturaleza humana, y esta con Dios. No, tampoco, que con la oracin inmediata al Padre, la mediacin de Cristo pueda ser puesta a un lado; sino que ya no es mirada como algo externo, que existe fuera de nosotros, mas como una real existencia viviente y espiritual dentro de nosotros, de modo que el Cristo para nosotros, el Mediador, ha llegado a ser realmente Cristo en nosotros.Cuando la conciencia de esta unidad entre Dios en Cristo y nosotros en Cristo, no existe, o ha sido nublada por el sentido de la culpa, entonces la oracin de fe mira a nuestro Seor como el Abogado, Quien ruega al Padre por nosotros (Comprense Juan 16:26, con 14:16-17; 9:19-20; Lucas 22:32; 1 Juan 2,1). El aceptar a Cristo as en la oracin como Abogado, no es, segn Juan 16: 26, perfectamente lo mismo como la oracin en Su Nombre. La intercesin de Cristo, tiene como su intencin, el conducirnos hacia adelante hasta llegar a esa ntima, interior condicin homognea de todo el ser, de unin vital con El, y con el Padre en El, en virtud de la cual Cristo es Aquel en Quien Dios entra en inmediata relacin, y Se une a Si mismo con nosotros, y en Quien nosotros, en todas las circunstancias entramos en inmediata relacin con Dios. Aun as la oracin en el Nombre de Jess, no consiste en nuestra oracin en obediencia a Su mandato: los discpulos haban orado as, siempre, desde que el Seor les dice Su Padre Nuestro, y no obstante, El les dice: Hasta ahora nada habis pedido en Mi Nombre. Solo cuando la mediacin de Cristo ha llegado a ser, por la morada del Espritu Santo, vida y poder dentro de nosotros, y as Su mente de El, tal como hall expresin en Su palabra y en Su obra, ha tomado posesin de nosotros y ha llenado y henchido nuestra conciencia personal y nuestra voluntad, de modo que en fe y en amor tenemos a Jess en nosotros como el Reconciliador Quien nos ha hecho positivamente uno con Dios, solo entonces Su Nombre, el cual incluye Su naturaleza y Su obra, ha llegado a ser verdad y poder en nosotros (no solamente para nosotros), y tenemos en el Nombre de Jess el libre y directo acceso al Padre que est seguro de ser escuchado. La oracin en el Nombre de Jess es la libertad de un hijo para con el Padre, la libertad que Jess tuvo como el Unignito. Oramos en el lugar de Jess, no como si pudiramos ponernos en Su lugar, pero hasta donde estamos en El y El en nosotros. Vamos directamente al Padre, pero solo como el Padre est en Cristo, y no como si fuera aparte y separado de Cristo. Donde quiera, en cualquier vida, donde el hombre interior no vive en Cristo, y no Le tiene presente como el Ser Viviente, donde Su palabra de El no gobierna el corazn en Su poder Espiritual, donde Su verdad y vida no han llegado a ser la vida de nuestra alma, es vano creer que una frmula como por amor de Tu Hijo amado pueda servir para que prevalezca nuestra oracin.Christlich Ethik, von Dr. L. T. Beck, de Tubingen, III, 39.