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148 23 Lectura En una de las provincias que baña el Volga, cerca del Cáucaso, vivía Iván Petrovich Berestov, hombre honesto y trabajador que repartía su tiempo entre el cuidado de su hacienda, y la administración de una fábrica de tejidos, que le rendía excelentes beneficios. Todos sus vecinos lo apreciaban, menos el que vivía más cerca de él: Gregorio lvanovich Muronsky. Era Muronsky el prototipo del barón ruso que no sabe administrar sus bienes. Viudo y con una hija pequeña, se vino a radicar en el último trozo de tierra que le quedó después de haber derrochado su fortuna en Moscú. Obsesionado por todo lo inglés, gastó sus últimos recursos en el diseño y la realización de un jardín estilo británico. LA CAMPESINA DISFRAZADA Alejandro Pushkin

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Page 1: 23 - magisterjurismexico · no me agrada del todo. —Después te agradará. Es buena, bella e inteligente. —Sí, ciertamente, mas yo no me considero capaz de hacerla feliz. —Eso

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En una de las provincias que baña el Volga, cerca del Cáucaso, vivía Iván Petrovich Berestov, hombre honesto y trabajador que repartía su tiempo entre el cuidado de su hacienda, y la administración de una fábrica de tejidos, que le rendía excelentes beneficios. Todos sus vecinos lo apreciaban, menos el que vivía más cerca de él: Gregorio lvanovich Muronsky. Era Muronsky el prototipo del barón ruso que no sabe administrar sus bienes. Viudo y con una hija pequeña, se vino a radicar en el último trozo de tierra que le quedó después de haber derrochado su fortuna en Moscú. Obsesionado por todo lo inglés, gastó sus últimos recursos en el diseño y la realización de un jardín estilo británico.

LA CAMPESINADISFRAZADA

Alejandro Pushkin

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Hombres tan distintos en su manera de ver la vida es natural que no simpatizaran y con frecuencia se expresaban mal uno del otro. Así estaban las cosas cuando llegó a la casa paterna Alejo, el hijo de Iván Berestov que trataba de vencer la oposición paterna para poder ingresar al ejército. Pero mientras esto sucedía, el joven paseaba a caballo por la aldea estremeciendo de ingenua admiración a las jóvenes campesinas del lugar. Esta admiración de que era objeto Alejo Berestov despertó la curiosidad de Lisa, la única hija de Gregorio Muronsky, quien ante la imposibilidad de conocerlo de otra manera, se disfrazó de campesina, con la ayuda y complicidad de su criada Nastia. Con este atuendo, una mañana muy temprano se apersonó en el bosque, por donde acostumbraba pasar el joven Alejo. El encuentro, natural y poco convencional, despertó el entusiasmo del heredero de Iván Berestov por aquella joven tan bella, dulce, sencilla e ingenua. Tras un breve diálogo, la falsa campesina dijo llamarse Aculina y ser hija del herrero Basilio. A este primer encuentro siguieron una serie de entrevistas que hicieron surgir una sincera comprensión y un auténtico amor entre los jóvenes. Un día ocurrió un suceso que había de torcer para siempre el rumbo de los amores de Lisa y Alejo. lván Petrovich Berestov salió de casa, montado a caballo con una jauría y varios criados. Justamente a la misma hora, Gregorio Ivanovich Muronsky había salido a recorrer, montado en su yegua, sus britanizados dominios. Uno y otro, sin suponer que su rival anduviera por aquellos lugares, corrían animadamente por aquellas soledades, cuando inesperadamente se encontraron de manos a boca. Contrariando sus propios sentimientos, pero teniendo en cuenta que era un hombre civilizado, Ivanovich Muronsky se acercó cortésmente a su enemigo y lo saludó con delicadeza. Berestov respondió al saludo con la amabilidad de un oso que saludase en el circo a los espectadores, bajo la mirada vigilante del domador. En esto, la liebre que iba persiguiendo Berestov salió de entre unas matas, y éste, sintiendo de nuevo renacer el ardor de la caza, echó a correr tras ella a toda rienda, sin despedirse siquiera de Ivanovich. Éste también quiso correr detrás de la liebre, y picando, espuelas a su yegua, echó asimismo a correr. Pero su cabalgadura no estaba acostumbrada a los incidentes de aquella caza, y desbocándose, cuando se hallaba ya junto a un barranco, dio un gran respingo, lanzando al suelo a su jinete.

Petrovich Berestov, en cuanto se dio cuenta de lo ocurrido, corrió en ayuda de su odiado rival, pues entre gente bien nacida el deber de ayudar al prójimo, es lo primero. Lo ayudó a levantarse y lo sostuvo con sus propios brazos para que pudiese volver a montar en la yegua. Al cabo de un rato, descabalgaron de nuevo y se pusieron a desayunar en pleno campo. Entonces entablaron una conversación bastante animada, en un ambiente ya de mayor cordialidad. Berestov se llevó al que hasta entonces había sido un rival a su misma casa, donde le prestó un pequeño coche para que regresara a su heredad más cómodamente. Ante estas inesperadas atenciones, Ivanovich Muronsky se creyó obligado a corresponder con igual delicadeza, invitando a su antiguo rival para que fuese a comer un día a su casa en compañía de su hijo Alejo. Gregorio Ivanovich refirió a su hija lo ocurrido, añadiendo que había invitado a su mesa a los Berestov, padre e hijo.—¿De modo —exclamó— que tendremos aquí a comer a esos hombres? ¡Está bien! Usted, puede hacer lo que quiera; pero yo no apareceré por nada del mundo. Gregorio Ivanovich, sin querer discutir con su hija, se marchó a descansar al interior de la casa. —¿Qué pensaría Alejo cuando me reconociese comprobando que yo no soy Aculina? —pensaba, sobresaltada la muchacha. De repente una idea cruzó por su imaginación. Corrió a exponérsela a Nastia y ambas quedaron entusiasmadas. A la mañana siguiente, Gregorio Ivanovich preguntó a su hija si persistía en su decisión de no dejarse ver de los Berestov.—Papá —respondió Lisa—, los recibiré; pero con una condición: cualquiera que sea la manera que yo escoja para presentarme a ellos, cualquiera que sea mi comportamiento en presencia de los huéspedes, prométame que no ha de extrañarse ni de decir nada.—Sin duda proyectas alguna diablura de las tuyas —le replicó, sonriendo, su padre—. Haz lo que te parezca. A las dos en punto de la tarde, el viejo Berestov y el joven Alejo subieron la gran escalera de la casa, a cuyo pie ya les esperaba sonriente Gregorio Ivanovich. Juntos, pasaron a una sala donde se sirvieron algunas copas de licor, en prueba de cortesía. Al cabo de un rato, la puerta se abrió e hizo su entrada Lisa. El viejo Ivanovich apenas pudo reprimir su asombro. Lisa, su morena Lisa, se había blanqueado la ambarina piel,

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se había pintado exageradamente las cejas y se había dibujado con carmín una boca que no era la suya. Con los cabellos había hecho el mismo disparate. En lugar de llevarlos peinados del modo sencillo que le era habitual, los había acaracolado como una dama de los tiempos de Luis XV. Se había apretado el talle de manera que parecía el de una avispa, y de su cuello se colgó todos los brillantes y perlas que heredara de su madre. Después de un rato de charla, sentáronse a la mesa. Lisa acentuó más su papel de niña boba, mientras Alejo se hacía el distraído, melancólico, pensando que aquella repintada muñeca que tenía enfrente no valía ni para descalzar a la hermosa atractiva muchacha que él suponía hija de un herrero. Por fin, se levantaron de la mesa. Los huéspedes se fueron y Gregorio Ivanovich dio rienda suelta a sus carcajadas. A la mañana siguiente, Lisa se levantó muy temprano y fue al bosque para entrevistarse con Alejo.—Ya sé, —le dijo Lisa en cuanto le vio— que ayer estuviste en casa de los señores de la aldea. ¿Qué tal te pareció la señorita?—La verdad, es —contestó el joven— que no me fijé mucho en ella; pero, me pareció muy poco interesante. —¡Qué pena! —dijo Lisa con aire de verdadero pesar. —¿Por qué? ¿Qué te importa a ti que no me

gustara la señorita? — Porque entonces no debe ser verdad, lo que

dicen... —¿Qué es lo que dicen? —inquirió Alejo.

—Que yo me parezco a la señorita Ivanovich.

—¡Qué disparate! A tu lado parece el más repugnante de los monstruos.

A continuación, Alejo le juró

formalmente que no la cambiaría a ella, Lisa, por aquella señoritinga estirada y cursilona.

—¡Sí; pero por muy ridícula que sea la señorita, yo siempre seré a su lado una pobre lugareña sin gracia ni elegancia! —Eso nada me importa a mí, pues cuando tú seas mi mujer yo te enseñaré a ser fina y distinguida como ella o más aún.—Pero yo no sé leer.—También a eso te enseñaré yo en muy poco tiempo.—Pues cuanto antes, mejor.—Empecemos mañana mismo. Derrochando paciencia y buena voluntad, Alejo empezó a enseñar a leer y escribir a la que creía inculta y rústica muchacha. Al cabo de un par de semanas, la falsa Aculina leía ya de corrido y pasados otros quince días, escribía con asombrosa corrección. Alejo contemplaba muy admirado los procesos de su discípula, lo que hacía aumentar más aún su amor por ella. Entre tanto, la amistad entre los dos viejos señores se había ido haciendo cada vez más cordial y más íntima. Y entonces, de un modo casi simultáneo, se dieron a pensar, que sería una gran cosa para sellar definitivamente su renacida amistad casar a los dos jóvenes. Iván Petrovich Berestov puso manos a la obra, llamando un día a su hijo a su despacho.—¿Cómo es, Alejo, que hace tiempo no me hablas de tus proyectos de ingresar en la Academia Militar?—Sé que era un proyecto que no le agradaba, he decidido abandonarlo por ahora.—Perfectamente. Sin embargo, hay una cosa que yo desearía que decidieses ahora. Me refiero a tu matrimonio. Creo que ha llegado el momento de que te cases.—La verdad, no había pensado todavía en eso…—Tú, no; pero yo, sí... Creo que Lisa Gregorievna Muronsky sería para ti una excelente esposa.—Papá, ¡por Dios!, su proposición me sorprende. No había pensado en nada de eso. —Precisamente porque tú no pensabas en nada dejando pasar el tiempo como un loco, lo he pensado yo por ti.

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—Como usted quiera; pero la verdad es que Lisa Muronsky no me agrada del todo. —Después te agradará. Es buena, bella e inteligente. —Sí, ciertamente, mas yo no me considero capaz de hacerla feliz. —Eso que dices no es más que un pretexto para esquivar lo que te pido —le replicó ya bastante amoscado el enérgico viejo. —Pues bien, papá, puesto que usted me obliga, se lo diré perfectamente. No quiero casarme con Lisa. —¿Te atreverás a desobedecerme? —En esto que me pide, sí. Estoy dispuesto a acatar su voluntad en todo menos en casarme con una mujer que no amo. —¡Pues te casarás, aunque no quieras! ¡Y si te atreves a desobedecerme, te maldeciré, y mis bienes no irán jamás a tus manos! —exclamó en el colmo de la desesperación. Aquella noche, Alejo, en la soledad de su alcoba, evocó la figura de Lisa, y la de Aculina, y el contraste entre ambas evocaciones era tan intenso, que comprendía que amaba tanto a una como aborrecía a la otra. Estos pensamientos le afirmaron en su idea de continuar fiel al amor de la que él creía una humilde hija del pueblo. Los jóvenes se escribían con frecuencia cartas apasionadas, valiéndose de la fiel Nastia. Un día, Alejo, en un momento de exaltada pasión, le escribió a Aculina una carta en la que le anunciaba su propósito de casarse con ella. En seguida puso en práctica la segunda parte de su plan, que consistía en ir a contarle lo que le ocurría al viejo Muronsky, en la seguridad de que éste no desearía para su hija un marido que estuviese enamorado de otra mujer... Y así

llegó hasta la casa de los Muronsky, donde un criado salió a su encuentro muy ceremoniosamente.—¿Está en casa Gregorio Ivanovich Muronsky? —preguntó el joven.—No, señor, Gregorio Ivanovich se marchó muy temprano —le replicó el criado.—¡Qué contrariedad! —pensó Alejo. Pero reponiéndose, preguntó:—¿Y la señorita Lisa Gregorievna ?—Sí, señor, está en casa, y, si usted lo desea, puede recibir al señor. Alejo entró en la casa sin dar tiempo a ser anunciado. Así —pensaba— me explicaré con ella misma, y todo quedará resuelto de una vez. Pero al entrar, la sorpresa le dejó como paralizado. En el gran salón de la casa, sentada junto a una ventana, vio a su amada Aculina, no a la estirada y antipática Lisa que él conocía, sino a la morena, encantadora y vivaz Aculina, que estaba absorta leyendo la carta que él le había enviado por medio de Nastia dos horas antes. Rehecho de la sorpresa, Alejo no pudo reprimir una exclamación de júbilo. Lisa, al oírlo, se levantó e intentó correr hacía el interior de la casa. Alejo se adelantó hacia ella para detenerla.—¡Aculina, Aculina! Lisa forcejeó para librarse de la mano que la sujetaba. Pero Alejo ya no podía engañarse. En aquel momento abrióse la puerta y apareció Gregorio Ivanovich Muronsky.—¡Muy bien! —exclamó—. Veo que vuestro asunto es ya cosa resuelta…—y se sonrió bonachonamente. Los lectores ya se figurarán el desenlace de la presente historia.

Fue un autor versátil, de gran vigor y optimismo, que comprendió las múltiples facetas del carácter de su pueblo. Su prosa, sencilla y sincera ejerció una enorme influencia sobre varias generaciones de escritores rusos posteriores. Pushkin dio definitivamente jerarquía literaria a la lengua hablada, impuso la vigencia de temas y tipos nacionales en prácticamente todos los géneros y supo colocar la literatura de su país en el mismo nivel de madurez y jerarquía que ostentaban los pueblos europeos más desarrollados. Dio un impulso definitvo a las vigorosas novelística y cuentística realistas que habrían de ser uno de los aportes mayores de Rusia a la literatura mundial.(1799-1837) • Rusia

Alejandro Pushkin

Alejandro Pushkin, “La campesina disfrazada”, en Los más bellos cuentos rusos, 2ª ed., (versión sintética), México, Populibros “La prensa”, 1971, pp. 9- 28.

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Lean los siguientes textos y observen las palabras escritas en color. De acuerdo con el contexto, infieran su significado y escríbanlo. Comenten sus respuestas con sus compa-ñeros de equipo. Hagan las correcciones necesarias.

Las definiciones que se ofrecen se refieren a palabras empleadas en la lectura anterior. Completen los recuadros para conocer el vocablo correspondiente a cada una de ellas. Para ayudarlos se han escrito algunas letras.

Era Muronsky el prototipo del barón ruso que no sabe administrar sus bienes.Prototipo:

Obsesionado por todo lo inglés, gastó sus últimos recursos en el diseño y la realización…Obsesionado:

Con este atuendo una mañana muy temprano se apersonó en….Atuendo:

Salió de casa montado a caballo con una jauría y varios criados.Jauría:

Pero su cabalgadura no estaba acostumbrada a los incidentes de aquella caza…Incidentes:

: dicho de una cosa: Que se hace u ocurre al mismo tiempo que otra.L

: evitar, rehusar.Q

: resentido, receloso, irritado.A

: traer algo a la memoria o a la imaginación.

: bondadoso, amable, apaci-

: resolver la trama de una obra dramática, narrativa o cinematográfica, hasta llegar a su final.

: dicho de una cosa: Que se hace u ocurre al mismo tiempo que otra.

: aceptar con sumisión una autoridad o unas normas legales, una orden, etc.

R

C

D

T

C

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Lo que dicenlas palabras

qué¿opinas

¿Ytú,

¿De quése trató?

Y tú,¿qué opinas?

Y tú,¿qué opinas?

¿De quése trató?

Jueguen, escriban, hablen, escuchen...

Jueguen, escriban, hablen, escuchen...

Lo que dicenlas palabras

escriban, hablen, escuchen...Jueguen,

1.

2.

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Dentro de su equipo trabajen con las siguientes cuestiones.

¿Están de acuerdo con el desenlace? Si contestan negativamente, ¿con cuál lo finalizarían?

Lean la definición de lo que es un cuento: El cuento es una narración breve que gira alrededor de un único incidente predominante al que se le da una resolución definitiva (debe prescindirse de todo episodio secundario que pueda distraer la atención del tema principal).

De acuerdo con lo que acaban de leer, ¿cuál es ese único incidente predominante alrededor del que gira el cuento de Pushkin?

Ese único efecto emocional del que se habla al definir el cuento se refiere a la atmósfera que se va creando, cuando el autor, aumentando cada vez más la tensión, nos conduce al desenlace. Vuelvan a leer el cuento y señalen tres hechos que a su juicio sean determinantes de ese interés siempre en aumento que se siente al leer el cuento.

( ) Alejo llegó para convencer a su padre de que le permitiera ingresar en el ejército.

( ) Berestov prestó ayuda a Ivanovich cuando éste se cayó de su yegua.

( ) Lisa se disfrazó de campesina para conocer a Alejo.

( ) Berestov y Muronsky planean casar a sus hijos.

( ) Muronsky se vio obligado a invitar a comer a su antiguo rival.

( ) La falsa Aculina aprendió a leer rápidamente.

( ) Alejo y Lisa se escribían con frecuencia.

( ) La falsa campesina dijo llamarse Aculina.

( ) Berestov le propone a su hijo que se case con Lisa.

( ) Iván Petrovich Berestov y Gregorio Ivanovich Muronsky con frecuencia se expresaban mal uno del otro.

Lean los siguientes textos y organícenlos en forma cronológica. Escriban en los paréntesis el número correspondiente, del 1 en adelante.

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¿De quése trató?

1.

2.

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distribúyanse los papeles de los personajes del relato para que retomen el diálogo que ellos sostienen;

no consulten el texto ni lean los diálogos; improvísenlos usando sus propias formas verbales;

recreen los diálogos, dependiendo del personaje que les haya correspondido interpretar; escríbanlos en las líneas que están debajo de cada ilustración;

tengan clara la personalidad de cada interlocutor, además de su edad y su cultura, para que las formas de hablar sean las adecuadas.

A continuación encontrarán nueve ilustraciones1. Son escenas del cuento de Pushkin que acaban de leer. Reúnanse en equipos de cinco integrantes. Realicen esta actividad de la siguiente manera:

Jueguen, escriban, hablen, escuchen...

1. Ilustraciones de este ejercicio por Cora Franchini.

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