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PROYECTO GENERAL DE INVESTIGACIÓN
LA SILLA DEL PAPA (TARIFA, CÁDIZ)
Primera fase de Excavaciones
Octubre de 2014 – mayo de 2015
PGI SILLA DEL PAPA. CAMPAÑA 2014-‐2015
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Este Informe final recoge las investigaciones desarrolladas en el marco del PGI “La Silla del Papa (Tarifa, Cádiz): oppidum, necrópolis y territorio (2014-‐2019)”, autorizado por la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía el 03/06/2014, y en concreto los trabajos acometidos en la Primera Fase, autorizada a su vez por resolución de la citada Consejería el 17/10/2014.
Redacción del informe:
Jean-‐Marc FABRE, Elena FERNÁNDEZ, Francisco José GARCÍA
FERNÁNDEZ, Iván GARCÍA, Florian GONZALEZ, Sonia GUTIÉRREZ, Helena JIMÉNEZ, Bastien LEFEBVRE, Pierre MORET, Fernando PRADOS
Coordinación:
Helena JIMÉNEZ, Pierre MORET
ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………....................................................... 1 2. INSTITUCIONES COLABORADORAS Y EQUIPO DE INVESTIGACIÓN............................................................ 2 3. LOCALIZACIÓN GEOGRÁFICA DEL YACIMIENTO….……………………..…..................................................... 4 4. LAS CASAS DEL ÁREA B ….……………….…………………..….................................................................... 7
4.1. LA CASA DEL SECTOR B2 (Florian Gonzalez).….................................................................... 8 4.2. LA CASA DEL SECTOR B3 (Fernando Prados).…................................................................. 19
5. LAS INSTALACIONES ARTESANALES DEL SECTOR A2 (Jean-‐Marc Fabre)................................................ 39 6. EL ÁREA D: HÁBITAT DEL BRONCE FINAL, NECRÓPOLIS PRERROMANA E IGLESIA ALTOMEDIEVAL................. 48
6.1. EL SECTOR D1 (Francisco José García Fernández, Sonia Gutiérrez, Bastien Lefebvre,
Pierre Moret).…............................................................................................................... 50 6.2. EL SECTOR D2 (Iván García)........................................................................................... 74
7. CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS ….……………….…………………........................................................... 82 8. BIBLIOGRAFÍA ………………………………………………………..………....................................................... 83
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DIRECTOR DE LA ACTIVIDAD Pierre MORET, director de investigación, CNRS, Universidad de Toulouse
UMR5608 TRACES Maison de la Recherche Université de Toulouse – Le Mirail 5, allées Antonio-‐Machado F-‐ 31058 Toulouse Cedex 9 Francia
ENTIDADES COLABORADORAS -‐ Conjunto Arqueológico de Baelo Claudia -‐ Agence Nationale pour la Recherche (Francia) -‐ CNRS y Universidad de Toulouse (Francia): UMR5608 -‐ TRACES -‐ Casa de Velázquez -‐ Ministère des Affaires étrangères (Francia) -‐ Área de Arqueología de la Universidad de Alicante -‐ Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla
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EQUIPO DE INVESTIGACIÓN Stéphanie ADROIT Universidad de Toulouse – UMR TRACES Arnaud ANSART CNRS – UMR TRACES Carine CALASTRENC CNRS – UMR TRACES María Paz DE MIGUEL Universidad de Alicante Jean-‐Marc FABRE CNRS – UMR TRACES Elena FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ Universidad de Sevilla Eduardo FERRER ALBELDA Universidad de Sevilla Francisco José GARCÍA FERNÁNDEZ Universidad de Sevilla Iván GARCÍA JIMÉNEZ Conjunto Arqueológico de Baelo Claudia Florian GONZALEZ Universidad de Toulouse – UMR TRACES Ignasi GRAU MIRA Universidad de Alicante Sonia GUTIÉRREZ LLORET Universidad de Alicante Helena JIMÉNEZ VIALÁS CNRS – UMR TRACES Bastien LEFEBVRE Universidad de Toulouse – UMR TRACES María Luisa MILLÁN SALCEDO Conjunto Arqueológico de Baelo Claudia Nicolas POIRIER CNRS – UMR TRACES Fernando PRADOS MARTÍNEZ Universidad de Alicante
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3. LOCALIZACIÓN GEOGRÁFICA DEL YACIMIENTO El yacimiento de la Silla del Papa ocupa el lugar más elevado (457 metros s.n.m.) de la Sierra de la Plata, pequeño macizo formado por afloramientos calizos que discurre perpendicular a la costa, a 4 km de la misma en línea recta (fig. 3.1). Desde esta altura se puede controlar la Ensenada de Bolonia al sureste, la plataforma litoral de Zahara de los Atunes al suroeste y el valle del río Almodóvar al norte. Se trata por tanto de un emplazamiento excelente para el control visual del territorio, tanto de áreas interiores como la antigua laguna de La Janda y las sierras de los Alcornocales como del estrecho de Gibraltar (fig. 3.2.). Los restos de hábitat y necrópolis son visibles en un área superficial de más de 12 hectáreas (fig. 3.4). La organización espacial del yacimiento está estructurada por dos paredes rocosas orientadas de norte a sur, que delimitan un estrecho corredor de unos 420 m de longitud, formando una especie de recinto fortificado natural (fig. 3.3). La zona de ocupación más densa se encuentra encajada entre estas dos paredes rocosas. Los restos de muros están concentrados en este corredor, y un gran número de entalladuras y mechinales marcan el emplazamiento de viviendas adosadas en la roca, en algunos casos con dos o tres pisos superpuestos.
Fig. 3.1. Localización del yacimiento con respecto a Baelo Claudia (ortofoto CNIG-‐PNOA 2014).
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Fig. 3.2. Localización del yacimiento en el Estrecho.
Otras zonas de ocupación menos densa se extienden en plataformas y laderas suaves debajo del sector cimero, hacia el suroeste, noroeste y noreste.
Fig. 3.3. Vista aérea, desde el oeste, del área O. El muro visible en el primer plano es moderno
(foto C. Calastrenc y N. Poirier).
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Fig. 3.4. Plano del yacimiento de la Silla del Papa.
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4. LAS CASAS DEL ÁREA B
El estudio de las estructuras de hábitat comenzó con la excavación de dos casas situadas una frente a la otra al sur del Área B, a cada lado de la calle axial, en la parte más estrecha del corredor natural que atraviesa el yacimiento con un marcado buzamiento de sur a norte (fig. 4.1). Esta zona presentaba dos ventajas para este propósito: la posibilidad de abrir una excavación en área en todo el ancho del corredor natural, sin que la superficie abierta fuese excesivamente grande; y la posibilidad de vincular los resultados de la excavación estratigráfica con el estudio de las huellas en negativo dejadas en las paredes rocosas por los constructores del oppidum. Estas entalladuras (mechinales, repisas, etc.) son especialmente numerosas en las rocas que forman las paredes traseras de las casas B2 y B3.
Se crearon dos equipos de excavación que se dedicaron uno a la casa B2 y otro a la casa B3, dejando de momento sin excavar el espacio intermedio, presumiblemente ocupado por una calle (fig. 4.2).
Fig. 4.1. Vista aérea, desde el noroeste, de los sectores B2 y B3.
Fig. 4.2. Los sectores B2 en primer plano, y B3 en segundo plano, vistos desde el este.
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4.1. LA CASA DEL SECTOR B2 Florian GONZÁLEZ
La casa B2 fue uno de los primeros conjuntos rupestres identificados en el yacimiento. Fue localizada ya en las primeras prospecciones, por la claridad con la que se apreciaban sus tres pisos tallados en una pared rocosa de más de 10 m de altura (fig. 4.3). Esta pared fue objeto de una primera limpieza y un levantamiento topográfico en 2008 con el objetivo de proponer una restitución en tres dimensiones, que fue publicada en 2010 (Moret et al. 2010). La excavación que presentamos aquí es la continuación de aquel estudio. Se trata en este caso de ir más allá de las estructuras visibles, poniéndolas en relación con la planta del edificio (fig. 4.4), y sobre todo dotándolas de un contexto arqueológico y una lectura estratigráfica (fig. 4.5 y 4.6). Los trabajos en este sector se han desarrollado en dos fases de tres semanas consecutivas, en octubre de 2014 y mayo de 2015.
Fig. 4.3. Casa B2, vista desde el oeste (foto C. Calastrenc y N. Poirier).
Una primera limpieza superficial (UE 3101) permitió observar el conjunto de estructuras del sector y su alineación con los entalles en la pared de roca. En seguida afloraron los muros MR3106 y MR3107, paralelos entre sí y perpendiculares a la pared, con una orientación este-‐oeste. Diferentes niveles sedimentarios recientes (UUEE 3102, 3110, 3113, 3125 y 3133) cubrían dichos muros o se apoyaban en ellos, tanto al interior como al exterior del espacio que conforman. Decidimos intervenir en el interior, al considerar que se trataba de una vivienda, dejando por el momento de lado los espacios exteriores.
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Fig. 4.4. Plano del sector B2.
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Fig. 4.5. Sección E-‐W a través del sector B2.
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Fig. 4.6. Secciones N-‐S a través del sector B2.
Bajo los niveles sedimentarios, apareció en primer lugar el nivel UE 3108, arcilloso, homogéneo y compacto. Cubría completamente la parte este del muro MR3107. Su composición y su emplazamiento nos llevaron a interpretarlo como restos de un alzado de barro crudo. Esta hipótesis se confirmó al excavar una parte de dicho alzado, UE 3115, que se conservaba en más de 2 m de longitud en el extremo este del muro. No pudimos documentar evidencias de adobes o tapial, pero parece muy probable que los muros de esta casa tuvieron alzados de barro crudo, aunque el estado de conservación de la estructura, que ha sufrido numerosas bioturbaciones, no permite ser categórico.
El nivel 3105, formado por un sedimento semejante, de arcilla amarilla, muy compacto y homogéneo, apareció al este del sondeo. Se situaba entre los dos muros de la casa, ocupando todo el espacio y con una superficie muy plana, entre dos fosas (UUEE 3103-‐3104 y UUEE 3116-‐3117) pegadas a los muros laterales (fig. 4.6, sección 2). Más abajo, al oeste, el estrato 3118 tenía exactamente la misma configuración. Estaba cubierto al este por una pequeña capa del mismo sedimento pero menos homogéneo, la UE 3112, que interpretamos como producto de la erosión de UE 3105. La naturaleza compacta de estos estratos y su nivelación nos llevaron inicialmente, al finalizar la campaña de 2014, a interpretarlos como niveles de preparación para un suelo.
Los dos niveles 3105 y 3118 estaban separados por una estructura lineal orientada norte-‐sur, UE 3111, formada por un sedimento más limoso de color marrón oscuro (fig. 4.5). Esta estructura reposa sobre la UE 3118 pero la UE 3105 se apoyaba en ella. Esta disposición y la textura del estrato, sumadas al hecho de que se trate de un elemento del alzado, nos llevaron
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a considerarlo el negativo de un posible elemento de cimentación en madera. Apoyaba esta idea la aparición de grandes clavos de hierro, tanto en este nivel como en la UE 3112. Esta hipótesis se vio reforzada, además, por la aparición de un muro de compartimentación subyacente, MR3120, con sentido norte-‐sur y que se apoyaba en los dos muros laterales (fig. 4.7).
Fig. 4.7. Parte trasera de la casa B2, vista desde el noroeste.
En primer plano, en el centro el muro MR3120, y a la derecha el umbral 3135. La interpretación inicial de las capas de arcilla UUEE 3105 y 3118 como niveles de suelo, se hacía entonces inviable, pues de ser así, pertenecerían a una fase muy reciente de la casa, dado que ambos cubrían el muro medianero. La datación moderna de la fosa 3103 por C14 desechó de forma definitiva esa hipótesis, poniendo en evidencia que estos niveles correspondían en realidad a la erosión de los muros de tapial o adobe, que habían colmatado la totalidad del espacio interior de la casa. Los estratos inferiores a la UE 3118, excavados en 2015 (UUEE 3126 y 3134), han proporcionado además varios fragmentos de adobe conservados por la acción del fuego, si bien no se ha conservado ningún adobe entero. Estos niveles han ofrecido, por otro lado, materiales destacados, además de gran cantidad de cerámica (lám. 39, 40 y 45), incluido un ungüentario (lám. 30), numerosos elementos de hierro, tres pondera (lám. 30) de un total de cuatro encontrados en la casa, cuatro objetos de plomo (uno de ellos de forma cúbica, un posible peso), dos monedas de bronce, un clavo de bronce, una varilla de vidrio decorada y un fragmento de vidrio de técnica millefiori (lám. 30 y 31) (fig. 4.8).
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Fig. 4.8. Fragmento de vidrio millefiori de la UE 3118.
Hacia la mitad de MR3107, donde se le adosa el muro medianero MR3120, la fosa 3142 (colmatada por las UUEE 3114, 3122 y 3127) cortaba el conjunto de niveles de abandono y destrucción de la casa. La hipótesis de una zanja de expolio, que explicaría el estado de conservación del muro MR3107 en este punto, es poco probable ya que en todo el yacimiento abundan los bloques en superficie. Al fondo encontramos el umbral UE 3135 que pertenece a una puerta que se abría en el muro MR3107, por lo que podría tratarse de un espacio de comunicación entre las estancias este y oeste. Al este del sondeo (fig. 4.7 y 4.9), el nivel 3105 reposaba directamente sobre la roca madre, la cual está tallada en forma de cubeta (UE 3140), con los lados norte y sur soportando las cimentaciones UE 3109 y UE 3141 de los muros MR3106 y MR3107. No se ha podido documentar ningún nivel de uso en esta cubeta. El estrato 3137, formado por piedras grandes y sedimento compacto, todavía sin excavar, sigue la inclinación del suelo hasta el muro MR3120. Dos agujeros de poste tallados en la roca y de pequeño diámetro, 3128 y 3131, jalonan el espacio en sentido este-‐oeste. Están ligeramente desplazados al sur respecto al eje central de la estancia. Un canal de 30 cm de ancho, UE 3130-‐3129, discurre a lo largo de la pared de roca. No alcanzamos el fondo, pero se trata sin duda de una falla natural retocada con motivo de la construcción de la vivienda, con quizá un canal de evacuación al sur (una losa de cimentación del muro MR3107, un poco desplazada hoy, cubría este canal). Quizá este estuviera conectado con un sistema de desagües en la pared de roca, por encima del nivel de la casa, aunque ningún elemento, ni estructural ni inmueble, permite confirmarlo por el momento.
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Fig. 4.9. Parte trasera de la casa B2, vista desde el sur.
Fig. 4.10. Parte delantera de la casa B2, vista desde el sur.
Al oeste del sondeo (fig. 4.10), no se llegó a finalizar la excavación del interior de la vivienda. Un muro de sillarejo, MR3119, parcialmente visible en superficie, forma un pequeño vestíbulo. El muro MR3121 apareció debajo de la capa supeficial. Aunque no se ha excavado, su paramento interior parece estar alineado con la roca tallada para formar el ángulo noroeste de la casa (UE 3123). Se trata pues del muro de fachada de la casa. El mismo ángulo está trabajado para albergar un poste (UE 3124). La roca está nivelada, como en la parte este de la casa, dándonos la altura del nivel de suelo interior. Hacia el oeste, los procesos erosivos han borrado toda evidencia de la calle. No obstante, pudimos identificar un nivel de circulación, UE 3132, a lo largo de la fachada. Se trata de un
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suelo de guijarros, con numerosos fragmentos de cerámica colocados horizontalmente (entre los que destacaba un gran plato y un ánfora, mal conservados, pero claramente aplastados in situ). Le retiene un par de bloques de piedra alineados, UE 3136, algunos aportados y otros tallados directamente en la roca. Se trata sin duda de una acera. El fragmento de borde del plato que acabamos de mencionar es el único material que podemos relacionar con un nivel de ocupación (de circulación en este caso). La mala conservación de los niveles de ocupación de la casa es un problema importante. De hecho, la acera UE 3132 es el único elemento que puede ser interpretado con toda seguridad como un nivel in situ. En la parte este de la casa sólo se han conservado los niveles de preparación de los suelos. Algunos elementos (el entalle de la roca al oeste o la presencia del umbral 3135) sugieren que quizá sea posible encontrar evidencias de niveles de ocupación al oeste de la casa, protegidos por el muro MR3121. Pero la excavación no pudo acabarse en este espacio y el estado de conservación de la calle, más abajo, no permite albergar esperanzas al respecto. El estado de conservación de la cerámica es malo. Por ejemplo, se halló un fragmento grande de cerámica Campaniense que solo conservaba su barniz negro en una porción ínfima, de apenas varios mm2. Esta observación se confirmó posteriormente, con diversos ejemplos de piezas que habían perdido su barniz. Este fenómeno debido a la bioturbación y a la acidez del suelo es un obstáculo tanto para la identificación de la cerámica itálica como de la fenicia de barniz rojo, o de la cerámica pintada, de la que no hemos podido identificar ningún individuo. Las ánforas no presentaban estos problemas de conservación, pero los fragmentos hallados sobre la acera no tienen formas identificables (en espera del estudio de las pastas). Los fragmentos identificables son todos posteriores al abandono de la casa. Es precisamente en estos niveles de abandono donde se encuentra la mayor parte de ánforas, en las UUEE 3105 (lám. 23 y 24), 3118 (lám. 29) y 3126 (lám. 29). Se trata de ánforas del tipo Dressel 1A y 1B, lo que parece indicar que la casa estuvo ocupada al menos hasta la segunda mitad del siglo I a.C., antes de ser abandonada (fig. 4.11). La mala conservación de los niveles de uso es el hecho que más dificulta la comprensión de la organización interna de la casa. Después de la construcción de los muros este-‐oeste, el espacio interior de la casa fue dividido en dos por un muro de compartimentación, y quizá en tres por otro muro más al oeste que delimitaría un vestíbulo. Resulta más difícil establecer la cronología relativa del muro de fachada, porque lo que se conserva de alzado reposa directamente sobre el sustrato de roca, sin relación estratigráfica directa con los otros muros.
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Fig. 4.11. Selección de materiales de la UE 3105.
Si bien por esta razón no llegamos a entender bien la evolución de la casa en el tiempo, empezamos a comprender mejor su organización interna durante la última fase de ocupación. La casa – o mejor dicho la parte excavada de la casa – es estrecha, con una anchura de sólo 4 m por una longitud de más de 10,20 m. Esta organización es coherente con una trama urbana densada y estructurada, con filas de casas alargadas que comparten sus muros laterales. En el estado actual de conocimiento, es difícil datar el momento inicial de este patrón urbanístico. Lo único que sabemos es que estaba todavía en uso a mediados del siglo I a.C., antes del abandono de la casa.
En esa última fase, la casa se abría al oeste, a la calle. Una acera de guijarros permitía acceder a la misma, cimentada sobre grandes bloques que la separaban de la calzada. Esta acera se conserva únicamente delante de la casa, en un tramo de apenas 2 m. Es difícil por tanto saber si continuaba más allá o se circunscribía a este edificio en particular. No sabemos cuál era exactamente la técnica constructiva empleada para cada muro, dado que sólo se conserva el zócalo de piedra, aunque sí sabemos que la construcción de la casa implicó una técnica arquitectónica mixta, combinando la talla de la roca, la construcción en piedra y barro e incluso el empleo de madera para la sustentación de los diferentes pisos.
No se ha conservado huella alguna de una puerta de acceso desde la calle. Sin embargo, la presencia de un pequeño muro de compartimentación, situado a menos de 2 m del muro de fachada, sugiere la existencia de un vestíbulo, lo que implicaría la presencia de una entrada. Su suelo está parcialmente tallado en la roca y desde allí se accede a una primera estancia de 10 m2, abierta al sur por un umbral. Un muro separa esta estancia de la siguiente, en un plano
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superior, que ocupa una superficie idéntica. El acceso entre las dos se haría por medio de unos peldaños de los que hemos podido identificar el primero. Esta última estancia la cierra la pared de roca al este; su suelo también está tallado en la roca, y separado de la pared por un profundo entalle que continúa más allá de los muros laterales, sin duda utilizado como drenaje o sistema de evacuación de agua. Los pequeños agujeros de poste tallados en la roca evidencian la presencia de estructuras ligeras, compartimentaciones, instalaciones artesanales (como un telar o un torno) o el anclaje de una escalera para acceder a los niveles superiores.
A las dos o tres estancias que componen la casa en la planta baja, tenemos que añadir en efecto los pisos superiores: los entalles en la roca nos indican que eran dos en la parte trasera de la casa, y el poste de carga situado en el ángulo noroeste permite suponer que había igualmente al menos uno en la parte delantera. Quizá habría que aumentar también esta superficie con las habitaciones contiguas, situadas al sur del muro MR3107, con las que las estancias excavadas comunicaban por medio de una puerta de la que se conserva el umbral (UE 3135), duplicando quizá la superficie útil de la unidad doméstica. Esta posible extensión meridional no ha sido excavada aún. Esta organización original de la casa B2, así como el abundante material que ha sido exhumado en su excavación, le conceden un carácter sin duda particular. No obstante hemos de tener en cuenta que la visión que tenemos del edificio corresponde únicamente al estado final de su ocupación. La forma de la casa, así como la comunicación entre los diferentes espacios, han podido cambiar a lo largo del tiempo, aspecto que será uno de los principales objetivos de las futuras campañas.
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4.12. Matriz estratigráfica del sector B-‐2.
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4.2. LA CASA DEL SECTOR B3
Fernando PRADOS 4.2.1. Introducción Durante la campaña de primavera de 2015 se intervino nuevamente en el sector B-‐3 que ya había sido objeto de una limpieza superficial en 2008. En la citada campaña se actuó directamente en un sector que ya había sufrido excavaciones parciales en los años ochenta, habiendo dejado prácticamente a la vista los niveles correspondientes al periodo romano republicano. En 2008 procedimos, pues, a retirar esas capas superficiales, fundamentalmente un gran nivel de relleno vegetal (UE 3000) que en algunas zonas presentaba un espesor cercano a los 50 cm. La limpieza se detuvo en el momento en que se alcanzaron los estratos arqueológicos, que fueron identificados en aquel momento como los niveles de abandono del oppidum de la Silla del Papa. La razón de esta interpretación es que en la interfaz de abandono apareció un ánfora semicompleta del tipo Haltern 70 (fechada a finales del siglo I a.C.) ocupando el interior de la estructura habitacional. La pieza se documentó justo entre el estrato arqueológico y los niveles de relleno modernos, cuya cronología encajaba con los materiales más recientes que habían sido localizados en nuestras prospecciones, y que atribuíamos al abandono del asentamiento de altura y al desplazamiento de la población al nuevo enclave urbano de la playa de Bolonia.
Fig. 4.13. Sector B3 al final de la campaña de 2008.
En la campaña de 2015, tomando en consideración estos datos, se procedió a excavar en este sector, donde se habían documentado hasta tres fases constructivas previamente, correspondientes a una primera estructura habitacional, amortizada como hemos mencionado en época republicana, una segunda estructura de cronología altomedieval,
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erigida sobre los derrumbes de la primera, y un tercer momento de ocupación en el que se reutilizaron algunos bloques, colocados unos sobre otros sin trabar, con la intención de generar un espacio cuadrangular como aprisco para albergar ganado.
Fig. 4.14. Plano del sector B3. Ocre: fase republicana; azul: fase altomedieval.
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4.2.2. Proceso de excavación A continuación pasamos a detallar el proceso de intervención arqueológica que se ha llevado a cabo. La excavación se ha desarrollado por el método tradicional, levantando los distintos sedimentos por niveles naturales, documentando mediante dibujo, fotografía y ficha de registro cada uno de ellos. Inicialmente la intervención se centró en quitar la sedimentación de los últimos años, con la intención de dejar la zona en el mismo estado en el que había quedado tras las citadas limpiezas superficiales de la campaña de 2008. Una vez realizadas estas tareas iniciales, se observó en planta los restos de las intervenciones arqueológicas efectuadas en los años ochenta, con anterioridad a nuestros trabajos en el yacimiento, que, al constar de una sucesión de fosas, en algunas zonas prácticamente habían dejado a la vista los estratos correspondientes a la fase de ocupación romana republicana.
Fig. 4.15. Vista del área de intervención, una vez limpiada superficialmente.
La excavación se concentró, pues, en los dos espacios que estaban delimitados por un muro medianero (UE 3006) con la finalidad de documentar los suelos de uso y las distintas fases de ocupación de la vivienda. Esta aparecía adosada al afloramiento rocoso por su parte posterior, tal y como se observa en las imágenes.
Fig. 4.16. Proceso de excavación del área intramuros. En la parte superior el muro MR3006.
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La intervención no ofreció elementos para distinguir los distintos suelos de uso constatándose únicamente un estrato de relleno generalizado (UE 3012 en el espacio norte y UE 3007 en el sur) y un paquete sedimentario con abundante material que llegaba hasta el contacto con la roca (nivel geológico). Este nivel presuponemos que evidencia el uso último del ámbito doméstico. Este compacto estrato (UE 3020 en el espacio norte y UE 3021 en el sur) presentaba restos de carbón mezclados con un barro verdoso y rojizo, como si procediese de los alzados de tapial o adobe de la estructura, así como abundantes fragmentos de cerámica.
Fig. 4.17. Restos de adobe del alzado original de la vivienda, documentados en la UE 3020.
Fig. 4.18. Selección de materiales de la UE 3007.
Sobre la roca, en el ambiente ubicado al norte y como se aprecia en las imágenes, era llamativo que los fragmentos de cerámica eran mucho mayores y fundamentalmente anfóricos (correspondientes en cronología al último periodo de ocupación del oppidum y con tipos bien reconocibles tales como Haltern 70, Grecoitálicas y Dressel I) que, además, podían ser fechados grosso modo en la segunda mitad del siglo I a.C. La localización en esta zona de entre 5 y 7 individuos anfóricos nos lleva a pensar, como explicaremos más adelante, que se tratarse de un espacio de almacenaje, donde la roca base fue retocada ligeramente y rellenada con tierra compacta para tapar las grietas –diaclasas-‐ naturales. Junto a los materiales republicanos aparecieron algunos pequeños fragmentos de cerámica a mano carenada y bruñida que atribuimos a la I Edad del Hierro. Ello apunta a una primera ocupación de la zona en este periodo, sin que haya sido posible adscribir a ese momento ningún estrato o indicio más allá de los citados hallazgos residuales.
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Fig. 4.19. Excavación de los ambientes intra muros hasta la roca. A la izquierda, el espacio norte y a la
derecha el muro medianero MR3006, que se apoya en la roca adaptándose a su superficie irregular.
Fig. 4.20. Alzado del muro MR3006 en su cara sur.
Una vez alcanzado el nivel geológico –roca-‐ y finalizada la excavación en este sector, procedimos a intervenir en la zona este. Primeramente se realizó una trinchera de delimitación junto al muro MR3017, de 5 m de longitud y de 2 m de anchura, con la intención de localizar la totalidad de su extensión y su posible cierre, junto con los potenciales suelos de uso y niveles de colmatación de la casa. Esta trinchera facilitaría, además, la obtención de toda la secuencia estratigráfica, al menos en su zona interna, así como una sección completa desde el afloramiento rocoso hasta la calle.
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Fig. 4.21. Vistas de la ampliación del corte hacia el este (trinchera de delimitación).
La aparición de diversos hechos constructivos, tales como un pequeño desagüe (UE 3028), un pavimento realizado con fragmentos de ánfora (UE 3027) y un muro de cierre al este de la vivienda (MR3024) provocó la ampliación de la excavación de todo el espacio intramuros, documentando el cierre de la casa a través del muro citado anteriormente, junto a su destrucción y los distintos niveles de abandono.
Fig. 4.22. Ampliación del sondeo y documentación de los niveles de abandono de la casa republicana.
Fig. 4.23. Excavación en área. En el centro, el muro de cierre al este de la casa, parcialmente destruido.
A la izquierda se aprecian los estratos de uso y abandono intramuros y a la derecha la colmatación del área abierta (calle) con bloques caídos.
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La excavación de esta zona propició la lectura completa de la habitación perteneciente a una vivienda de época republicana, con los muros tremendamente alterados por la acción de los procesos erosivos, quizás sísmicos debido a las fracturas y a la inclinación de las diferentes hiladas (fig. 4.24). Igualmente permitió observar cómo tras un hiato de tiempo bastante amplio, en época altomedieval –seguramente en el periodo hispanovisigodo a tenor de los materiales localizados-‐ este sector B3 fue ocupado de nuevo con una estructura doméstica que utilizó el mismo afloramiento rocoso como parte trasera y los muros previos unas veces como cimiento, otras como apoyo o contrafuerte y otras veces simplemente como cantera de extracción de bloques. Cabe señalar que esta casa altomedieval estuvo cubierta por tejas similares a las localizadas en el Área D (iglesia).
Fig. 4.24. Cata realizada bajo el muro republicano. Obsérvese la aparición de la hilada inferior
retranqueada en más de 20 cm por la inclinación debida a la presión del terreno.
La última actuación que hemos desarrollado en el sector fue el tapado con geotextil y arena de las estructuras más débiles, tales como el pavimento de fragmentos de cerámica localizado entre la vivienda republicana y la calle, de cara a su protección y conservación en el futuro.
Fig. 4.25. Tapado y protección de los pavimentos.
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4.2.3. Propuesta interpretativa Una vez descritos los trabajos acometidos, pasamos a presentar de forma sucinta una primera aproximación y lectura interpretativa de las distintas unidades y hechos excavados. A tenor de los distintos elementos, sus relaciones estratigráficas y las evidencias muebles que se han detectado, planteamos la existencia de tres periodos representativos (Republicano, Altomedieval y Contemporáneo), que pasamos a referir: Fase 1 (Republicana)
a) Se caracteriza por la construcción de una estructura habitacional de planta ligeramente trapezoidal, pues presenta su muro de cierre en disposición oblicua, delimitando un espacio aparentemente de pequeñas dimensiones. Esta disposición parece que se debe a que va en paralelo a la roca tallada. Esta primera fase se corresponde con unos mechinales en la zona sur pertenecientes a una segunda estancia de la que no queda constancia de sus límites, al no haber sido excavados en su totalidad.
b) También en época republicana se constata un segundo momento constructivo: la
primera estructura presenta una ampliación hacia el este, tal y como se aprecia en el paramento 3017, que se adosa al 3006 tal y como se observa en la siguiente imagen.
Fig. 4.26. El muro MR3017 se adosa al 3006 para ampliar la estructura doméstica. MR 3008
corresponde a una fase posterior altomedieval.
Con la ampliación la estructura habitacional se alarga hasta prácticamente alcanzar la zona de la calle, presentando un esquema rectangular alargado. El muro adosado (MR3017) tiene la misma anchura que el original (MR3006) y hace esquina en el extremo oriental con otro muro que traba y que sigue una disposición sur-‐norte (MR3024). Este último muro, de una mayor
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anchura, funcionaría como el cierre de la casa al oeste, es decir, como uno de los muros perimetrales. La vivienda, pues, es una estructura que crece de forma progresiva y que ha sido diseñada previamente. Conocemos este hecho ya que el muro de cierre de la casa cubre un pequeño desagüe (UE 3028) que había sido construido previamente. Este desagüe está en parte tallado en la roca y en parte delimitado con lajas de piedra. Parece evidente, por lo tanto, que el muro MR3024 fue levantado al mismo tiempo o inmediatamente después de este desagüe, ya que su paramento dispone de un pequeño hueco para que sea plenamente funcional.
Fig. 4.27. Proceso de excavación de la vivienda republicana.
Se aprecia el pavimento (3027) y el muro de cierre de la casa (MR3024) sobre el desagüe (3028).
Asociado al desagüe y al muro aparece un nivel compacto con una superficie horizontal que fue cubierta con fragmentos de pared de ánforas republicanas (UE 3027), que después fueron partidas en pedazos pequeños en el mismo lugar. La uniformidad de este material y su disposición nos hace pensar que se tratase de un pavimento. Este pavimento, enmarcado por los muros y el desagüe aparentemente se emplazaría en una zona externa de la casa, quizás
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en un patio abierto que uniría la estructura doméstica con la calle. Tanto el pavimento como el desagüe fueron cubiertos por el nivel de abandono (UE 3025) que presenta abundantes fragmentos de cerámica común y de ánforas de cronología republicana, destacando varios fragmentos de boca de Maña C-‐2, ánfora púnica de fabricación gaditana. Este abandono lo identificamos con un tercer momento que pasamos a describir a continuación.
Fig. 4.28. Niveles de amortización y abandono de la casa republicana (3025) y detalle de ánfora púnica.
Fig. 4.29. Vista del sector desde el oeste. En trama amarilla, la vivienda original republicana.
c) El tercer momento que hemos conseguido detectar dentro de la fase republicana es la
destrucción/abandono de la casa. Todo apunta a que la amortización de la estructura fue intencionada y en un espacio de tiempo concreto y nada dilatado. Llegamos a esta conclusión porque el nivel que cubre el pavimento es muy homogéneo y presenta fundamentalmente fragmentos de ánforas que se datan en un mismo periodo,
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siempre en el último cuarto del siglo I a.C. Cabe destacar que el abandono que hemos detectado supuso la destrucción primera del muro de cierre al oeste de la estructura doméstica (MR3024), siempre en su zona central (UE 3025).
Fig. 4.30. Restos de bordes y asas de al menos dos ánforas en el nivel de destrucción UE 3025.
Fig. 4.31. Materiales de la UE 3025 (nivel de abandono de la casa).
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Fig. 4.32. Materiales de la UE 3025 (nivel de abandono de la casa).
La zona central de este muro que fue desmontada o arrasada se cubrió por el mismo nivel de relleno generalizado que hemos detectado en otros puntos (UE 3025). Este hecho se puede apreciar bien en las siguientes imágenes tomadas sucesivamente desde el sur y desde el norte de la estancia.
Fig. 4.33. El muro MR3024 destruido en la zona central (UE 3030).
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Fig. 4.34. Imágenes que demuestran que el nivel de abandono generalizado (UE 3025) es anterior a la
destrucción parcial del muro (MR3024) en su zona central.
Igualmente se aprecia la colmatación del desagüe (UE 3029) con los mismos materiales que cubren la zona de destrucción del citado muro. Todo este relleno sería inmediatamente posterior a la destrucción parcial del muro de cierre (MR3030); ello implica que la destrucción y abandono de la casa fue anterior en el tiempo a la formación del depósito, que fechamos en el último momento de ocupación del oppidum en época republicana. La excavación permitió documentar un gran sillar en el lado norte que aparentemente parecía configurar la jamba de la puerta. Por el lado que hemos intervenido se aprecia que presenta una cara irregular, para ser trabado con el muro MR3024, por lo que no marcaría exactamente en esa zona el vano de acceso, pudiendo estar en la parte no excavada. El gran sillar y el muro al que va trabado (MR3032) conformarían el cierre al norte de la habitación. Probablemente, al igual que el que ha sido excavado (MR3017), no se trata de un muro perimetral, si no de otro muro medianero, quedando los perimetrales norte (de unos 40 cm de anchura) y sur, aún pendientes de excavar. Además, creemos que como el que sí hemos excavado al oeste, presentaría una anchura mucho mayor (55-‐60 cm).
Fig. 4.35. Muros de cierre al norte (MR3032) y refacción altomedieval (MR3034) sobre el nivel de abandono.
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Fig. 4.36. Vista de la casa republicana desde la calle, al este. A la izquierda, la ampliación altomedieval
(MR3026) que apoya sobre la capa de abandono republicana (3025).
Fig. 4.37. Perfil sur de la ampliación del corte.
Fase 2 (Altomedieval) Una vez colmatada y abandonada la estructura doméstica de época republicana, se inicia un proceso de colapso de los muros, que van cayendo generalmente en sentido sur-‐norte, como causa de un proceso erosivo que sigue la misma pendiente de la calle. Este derrumbe de los alzados de piedras y tapial de las estructuras fueron seguidas de un proceso de sedimentación natural, que dejó escasos restos de material, propio de un hiatus en la ocupación de la zona. Por encima de estos niveles de colmatación y derrumbe se levantó una nueva estructura habitacional, que mantiene los ejes oeste-‐este de la casa republicana. La nueva estructura no se apoya directamente sobre la primera, salvo en la parte oriental, donde el proceso sedimentario fue menor por la pendiente del terreno, lo que provocó que los muros
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republicanos aún aflorasen en superficie. Estos muros fueron empleados como cimiento, por tanto, de la nueva casa.
Fig. 4.38. Adosamiento del muro altomedieval al sur de la estructura republicana.
La estructura, prácticamente visible en superficie en el momento de iniciar nuestros trabajos de excavación, presenta una disposición en varias alturas escalonadas, al menos tres bien distinguibles. En su lado oeste se apoya en la roca, al igual que la casa republicana, si bien su muro MR3003 cubre parcialmente los mechinales de la estructura original (UE 3005). El muro MR3003, tal y como ya se pudo ver en la intervención de 2008, está construido directamente sobre el derrumbe de la estructura republicana. Más adelante, aparece a una cota inferior (MR3016) y está compuesto de grandes bloques reutilizados que se levantan sobre un pequeño nivel de abandono que se ubica por encima de los muros republicanos. Finalmente, se apoya y adosa parcialmente al muro republicano MR3017.
Fig. 4.39. El muro MR3003, visible en la parte superior de la fotografía, amortiza los mechinales y se
levanta directamente sobre los niveles de abandono de la casa republicana.
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Fig. 4.40. Muro longitudinal altomedieval MR3016-‐3023 que se apoya sobre la casa previa y sobre los
niveles de abandono, a la izquierda.
En el lado norte, esta estructura, aunque menos intervenida, presenta también una idéntica disposición escalonada, en tres alturas. En el ángulo NE, tal y como se aprecia en la imagen, el muro de la vivienda altomedieval (MR3034) cubre directamente el republicano (MR3032) y sella el derrumbe exterior de este. Justo en la esquina del sondeo se recogieron varios fragmentos de cerámica hispanovisigoda (pertenecientes a pequeños vasos o jarras de pasta gris y base plana) que pueden ser útiles para atribuir una datación aproximada (UE 3033).
Fig. 4.41. Refacción altomedieval sobre el muro de cierre de la casa republicana (MR3032).
En el ángulo SE, al igual que en el anterior, el muro perteneciente a la estructura altomedieval se levantó encima de los niveles de abandono y colmatación de época republicana, tal y como se aprecia en la siguiente imagen.
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Fig. 4.42. Estructura altomedieval sobre los restos de la casa de la fase republicana.
Las intervenciones realizadas con anterioridad a la nuestra habían excavado los suelos de uso asociados a estas estructuras por lo que apenas hay material que se pueda relacionar, si bien en algunos puntos se han recogido cerámicas hispanovisigodas, como se ha adelantado, y algún pequeño ejemplar de galbo vidriado, de adscripción claramente medieval. En la parte más alta, en la estancia más cercana a la pared rocosa, unas grandes losas (UE 3008) cubren niveles republicanos y se apoyan parcialmente en el muro de cierre de la primera estructura comentada.
Fig. 4.43. Pavimento (SU3008) que cubre los niveles republicanos.
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Fig. 4.44. Materiales de la UE 3033 (fase altomedieval).
Fase 3 (Contemporánea) Sobre las losas del pavimento de la casa altomedieval (UE 3008), apoyada en los derrumbes del último momento se levantó un muro de cierre, que hemos interpretado como propio de un aprisco de ganado. Se trata tan sólo de una acumulación de bloques con la intención de generar un espacio acotado, que una vez documentado (en sección y a través de fotografía) fue retirado con la ayuda de operarios para proseguir la excavación, tal y como se aprecia en las imágenes.
Fig. 4.45. El muro moderno a la derecha, señalado con la flecha.
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Fig. 4.46. Proceso de desmonte del aprisco de ganado contemporáneo.
El último momento que hemos identificado a través de la excavación ha sido los restos de la intervención de la década de 1980, encabezada por J. Abellán Pérez, de la Universidad de Cádiz. La huella los sondeos por él efectuados son apreciables en algunos sectores de la nueva excavación realizada por nosotros, sobre todo en la zona en la que los niveles superficiales –capa vegetal-‐ rellenan las fosas de su intervención hasta alcanzar los estratos de abandono de la estructura republicana. Asociado a estas fosas se recuperaron restos de clavos, plásticos y vidrios modernos.
Fig. 4.47. En la parte derecha, la estratigrafía muestra los indicios de la excavación previa. La capa vegetal alcanza los niveles republicanos y prácticamente toca la roca natural.
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4.2.4. Diagrama estratigráfico
Fig. 4.48. Matriz estratigráfica del sector B-‐3.
Fig. 4.49. Sección oeste-‐este del sector B-‐3.
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5. LAS INSTALACIONES ARTESANALES DEL SECTOR A2
Jean-‐Marc FABRE 5.1. Introducción En el sector A2, situado a unos 50 m de las casas descritas anteriormente (fig. 4.1), eran visibles antes de la excavación numerosos entalles en la roca (muescas, rebajes, oquedades, repisas, mechinales, etc.) que fueron objeto de una primera planimetría en 2007-‐2008. Estos entalles, que comprenden elementos recurrentes en todo el yacimiento, como por ejemplo las alineaciones de mechinales, presentan una cierta originalidad en relación con aquellos visibles en las casas cercanas. Se trata en primer lugar de una base de muro tallada en la roca (MR1034) y perpendicular a una pared de roca tallada (MR1043, al norte) que separa dos espacios cuyos suelos, también tallados en la roca, presentan una diferencia de altura significativa (cerca de 0,5 m). Además, este muro semirupestre presenta dos vanos separados por apenas 1,2 m, el primero (PT1047) a menos de 0,6 m de la pared, lo que hace difícil su interpretación como simples accesos al espacio superior. Finalmente, destaca la ausencia de una línea de mechinales en la parte superior de la roca, como se ve en todas las casas cercanas, lo que podría indicar, aunque sin ninguna certeza, la ausencia de una cubierta o techado (fig. 5.1, 5.2 y 5.3).
Fig. 5.1. Ortofotografía vertical del sector A2.
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Fig. 5.2. El sector A2 en curso de excavación, visto desde el sur.
Fig. 5.3. Plano del sector A2.
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Dichos rasgos originales distinguen este sector de otros como B2 y B3 donde se adivinaba enseguida la presencia de estructuras domésticas, razón por la cual se decidió hacer sondeos en este lugar en mayo de 2015. La hipótesis de partida era que se trataba de un taller artesanal, debido sobre todo a la presencia de los dos vanos tan próximos entre sí. El escalonamiento de los suelos podía hacer pensar en un taller oleícola o vinícola, donde la instalación de una presa y de contenedores destinados a recoger el líquido resultante precisara de un desnivel.
Se efectuaron cuatro sondeos (fig. 5.3) para precisar el plano del edificio y determinar su cronología, siendo su función (taller, hábitat u otra) la cuestión principal. 5.2. La arquitectura
Con la pared de roca situada al norte, el muro transversal MR1034 constituye el eje principal que estructura los espacios. La retirada de la capa de humus (UE 1093) permitió descubrir un muro de piedra (MR1049) que prolonga MR1034 cuatro metros hacia el sur, a partir de una grieta que crea un desnivel en la roca. En conjunto, el muro se desarrolla pues en una longitud de 8,6 m. Posee tres vanos, dos en la parte semirupestre, ya señalados, y un tercero (PT1048) al inicio de la parte de mampuestos, de dimensiones equivalentes a los precedentes (74-‐75 cm de ancho). El muro MR1049 está asentado directamente sobre la roca situada 80 cm por debajo. En su extremo sur, hace esquina con otro muro de piedra perpendicular (MR1094) que se extiende en más de 4 m hacia el noroeste. Tiene la misma anchura que el anterior y parece cerrar el edificio, tal y como apunta la ausencia de evidencias hacia el sur, en el sondeo 3. Al noreste de este conjunto, la excavación del sondeo 1 ha permitido exhumar un suelo (SU1044) constituido por la roca tallada, con numerosas huellas de pico. Este suelo no es ni muy plano ni muy regular. Presenta una pendiente de cerca de 3º hacia el noroeste, probablemente voluntaria, y otra muy ligera hacia el suroeste, probablemente involuntaria. Está limitado hacia el sureste por un muro cuya parte inferior está tallada en la roca (MR1045). La parte superior de este muro está formada por bloques de piedras trabadas con barro (1046). El espacio así delimitado presenta una anchura completa de aproximadamente 2,4 m y una longitud superior a 3,3 m. Al contrario de lo que vemos más al oeste (ver infra), la pared de roca (MR1043) no ha sido modificada en este punto y los muros transversales no son perpendiculares a ella. No se ha documentado ninguna preparación destinada a recibir piezas de madera en este espacio, ni en el suelo ni en las paredes.
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Fig. 5.4. Ortofotografía del muro 1045/1046, visto desde el noroeste.
Hacia el noroeste, en el nivel inferior, la limpieza del suelo SU1033 ha revelado diferentes agujeros de escasa profundidad de los que tres (UUEE 1036, 1032 y 1095) están dispuestos en frente de los tres vanos a una distancia entre 0,6 y 0,8 m. Parece claro que estos agujeros pertenecían a dispositivos que unían los espacios superior e inferior por medio de cada vano. En el mismo suelo SU1033 varios entalles estaban destinados a recibir piezas de madera, horizontales o verticales (fig. 5.5), del mismo modo que los agujeros UUEE 1066, 1067, 1068 y 1037, de 2-‐3 cm de profundidad máxima, servían para encajar postes o pilares de sección circular o cuadrangular.
A 1,2 m de los vanos PT1035 y PT1047, la roca ha sido tallada (UE 1103) a lo largo de 3 m, según el mismo eje que el muro 1034/1049, determinando una ligera depresión (3 a 5 cm) hacia el noroeste (ver fig. 5.5). Se trata probablemente de una superficie preparada para albergar una o varias piezas de madera, tipo tablero, como en las partes noroeste de los vanos PT1035 y PT1047.
Fig. 5.5. Entalles del suelo 1033 y vano 1047 destinados a albergar piezas de madera.
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La posición del agujero de poste UE 1037 es significativa. En efecto, en este punto la pared de roca MR1043, que constituye el muro norte del edificio, ha sido tallada a lo largo de 40 cm, como muestra la grieta en la roca representada en el plano, que indica la ubicación de la pared natural. El plano de la grieta está además perfectamente alineado con la pared de roca situada al este del muro MR1034/1049. Al tallar la roca, los constructores le dieron a este espacio una forma más ortogonal ya que el muro MR1034/1049 formaba un ángulo de 78º (y no 90º) con la pared natural. El agujero de poste se ubicó en este espacio ganado a la roca, probablemente para no invadir el piso de madera que proponemos restituir aquí. En efecto, los distintos mechinales o ranuras (UUEE 1038 a 1042; UUEE 1057 a 1061; UUEE 1062, 1096, 1098) y el agujero de poste (UE 1100) estaban probablemente destinados a soportar un piso de madera que prolongaría hacia el noroeste el suelo SU1033 tallado en la roca. Dos alineaciones de mechinales (UUEE 1038 a 1042; UUEE 1057 a 1061) se superponen en la pared de roca MR1043 (fig. 5.6). Si estos entalles son contemporáneos, el nivel superior estaba probablemente destinado a recibir piezas de madera verticales que conformarían un revestimiento o vigas para de un techo, mientras que el nivel inferior servía para sostener el piso intermedio de madera. Otra hipótesis sería la existencia de una modificación del sistema de sujeción del piso, con un cambio en el nivel del mismo. Las tres ranuras (UUEE 1062, 1096 y 1098), situadas 1 m más abajo, pudieron completar el dispositivo de sujeción albergando, por ejemplo, listones oblicuos. En esta hipótesis, el piso de madera estaría sólidamente anclado en la roca en numerosos puntos y podría soportar una carga importante. En esta fase de la excavación no es posible conocer su extensión, pero el agujero UE 1066 situado en el ángulo suroeste del suelo SU1033 pudo también servir para sostener un piso de madera. En ese caso, este último se habría prolongado a lo largo de toda la anchura del suelo de roca.
Fig. 5.6. Entalles en la pared de roca para la sujeción de un piso de madera (ortofotografía).
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El cuarto sondeo, en un nivel inferior hacia el noroeste, ha permitido alcanzar el suelo (SU1099) formado por la roca tallada. Como vemos en la sección (fig. 5.7), este último espacio se encuentra a 3 m por debajo del nivel de suelo contiguo (SU1033). En las paredes de roca, tres grandes mechinales situados a 1,4 m del suelo, pudieron servir para sostener una estructura de madera horizontal (¿suelo de tablones?) o vertical (¿poste?); otro elemento de este conjunto es un agujero de poste (UE 1100) equidistante (2 m) de los tres mechinales, visible en el suelo.
Fig. 5.7. Secciones sur-‐este / norte-‐oeste y norte-‐este / sur-‐oeste del sector A2.
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5.3. La estratigrafía
Las estratigrafías documentadas en los diferentes sondeos son muy repetitivas, relativamente pobres y desde ese punto de vista decepcionantes. Bajo una capa de humus omnipresente (1093), encontramos una capa de aporte sedimentario, UE 1031, formada esencialmente por arcilla y piedras. Parece provenir de la destrucción de los edificios in situ o más arriba. En razón de la fuerte pendiente (25º de sureste a noroeste) su espesor puede ser relativamente importante. En ocasiones esta capa reposa directamente sobre la roca. En otros sectores, esta capa recubre otra UE (1092 sobre el suelo SU1044 al este; 1101 sobre el suelo SU1099 al oeste y 1102 al sur, al exterior del edificio) con la misma matriz arcillosa, pero más compacta y sin piedras. Estas capas, que reposan sobre el suelo de roca al interior del edificio, son ricas en materiales que datan el abandono. Su matriz arcillosa proviene seguramente de la destrucción de los muros de adobe que debían alzarse sobre los zócalos de piedra que se han conservado.
Fig. 5.8. Secciones 4 (sondeo 2) y 3 (sondeo 3).
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La gran mayoría de los materiales que provienen de estas capas de destrucción se datan en época romana republicana y el elemento más reciente es un plato producido en Arezzo, contemporáneo al abandono probable del yacimiento hacia el 20 a.C. También se encuentran en la mayor parte de los niveles excavados fragmentos de cerámica a mano del Hierro I que muestran a la vez la importancia de la implantación en el yacimiento durante esta fase antigua y la intensa actividad erosiva desde la Antigüedad. Un gran bloque de piedra, partido en dos fragmentos, descubierto en la UE 1031 del sondeo 4, merece una atención particular. Las dimensiones de este bloque, que suponen una masa importante (aproximadamente 500 kg), son impresionantes y sin paralelo en los bloques empleados en la construcción del edificio. Su forma es paralelepípeda (aproximadamente 1,38 por 0,43 por 0,43 m) pero una de sus caras largas está tallada en toda su anchura (10 cm de profundidad por 40 cm de anchura). Aunque no corresponde a la forma canónica de los contrapesos conocidos en la bibliografía, este bloque, si es que proviene del edificio, lo que no es seguro, pudo haber desempeñado una función particular (fig. 5.9).
Fig. 5.9. Fragmento de bloque de la UE 1031 con el otro fragmento en segundo plano.
La fase de construcción está representada por las numerosas unidades arquitectónicas descritas anteriormente. A excepción de los muros 1045, 1049 y 1094, se trata exclusivamente de unidades negativas correspondientes a entalles en la roca. La mayor parte de estos entalles estaban destinados a alojar piezas de madera y hay que pensar por tanto en un edificio en que este material perecedero jugaba un papel esencial. Es quizá esta una de las razones por las que la estratigrafía nos parece tan decepcionante con ausencia de testimonio claro de ocupación. La desaparición de los suelos de madera, acompañada de un intenso efecto de cárcava debido a la fuerte pendiente, ha alterado los restos de ocupación que habrá que buscar en sectores protegidos de la erosión.
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5.4. Interpretación provisional
El carácter artesanal del edificio parece confirmado por los hallazgos de este año. La presencia de tres vanos y su perfecta regularidad (hasta tal punto que ha permitido suponer que existía un cuarto vano más al sur a la misma distancia) permiten restituir una alineación de dispositivos, quizá prensas, dispuestos en batería, a caballo entre los dos espacios. Los elementos que normalmente permiten identificar un taller oleícola o vinícola (torcularium), son la presencia de contrapesos y/o de un área de prensado (area), circular o cuadrangular y en general construida con hormigón hidráulico o ladrillos (opus signinum o spicatum). De momento, ambos elementos están ausentes aquí. La ausencia de contrapesos puede explicarse por el pequeño tamaño del sondeo 4, en la parte baja del edificio, pero también por la práctica corriente de la reutilización. La mayoría de los contrapesos conocidos habían sido desplazados tras el abandono del taller (Peña Cervantes 2010, 70).
El área de prensado puede adoptar diversas formas, pero en algunos ejemplos de talleres rupestres identificados en la península Ibérica o en el norte de África, el suelo presenta cubetas que recibían el líquido antes de dirigirlo hacia los contenedores para la decantación o fermentación (Peña Cervantes 2010, 90-‐92, 135-‐140 y 149). De estas cubetas tampoco hay rastro. ¿Debemos imaginarlas en madera, material que los constructores locales empleaban a menudo? En este caso, sería posible desarrollar un poco más la hipótesis del torcularium. Los vanos, regularmente dispuestos en el muro MR1034/1049, podrían indicar el paso de la viga (praelum) o su anclaje en el muro (lingua) probablemente con un armazón de madera (arbores). El gran bloque descubierto en la parte inferior pudo servir para bloquear el praelum en uno de los vanos. El área de prensado (area) se situaría entonces sobre el suelo SU1033, delante de cada vano y más allá de los agujeros UUEE 1095, 1032 y 1036. El dispositivo de accionado podría estar situado en la parte oeste del edificio, dotado de un piso de madera por encima de una fosa, un desnivel útil para colocar un contrapeso, como muestra la restitución propuesta en Munigua (Schattner 2003, 118), aunque hay que reconocer que los indicios con los que trabajamos son todavía muy parcos.
Una de las particularidades de la Silla del Papa reside en el papel importante de la madera en la construcción, demostrada por la multitud de entalles en la roca que sirvieron para alojar postes, vigas o tablones. Resulta por consiguiente muy difícil comprender la organización y la función de un edificio del que solo se conservan las cimentaciones rupestres. Para llegar a una mejor interpretación, hará falta extender la superficie excavada, principalmente en la parte baja, hacia el oeste.
La estratigrafía y los materiales arqueológicos asociados no han permitido hasta la fecha distinguir fases en la historia del edificio, que por tanto no podemos sino relacionar con la última fase de ocupación antigua del oppidum: la época romana republicana. Quizá la continuación de las excavaciones nos permita datar la construcción de este taller.
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6. EL ÁREA D: HÁBITAT DEL BRONCE FINAL, NECRÓPOLIS PRERROMANA E IGLESIA
ALTOMEDIEVAL El área D se encuentra extra muros, en una ancha repisa casi plana, suavemente inclinada hacia el oeste, que se sitúa al pie de la parte más alta del oppidum prerromano (fig. 6.1), con vistas hacia la bahía de Zahara y más allá hasta el cabo Trafalgar (fig. 6.3). Aunque esta terraza es adecuada para el hábitat y está relativamente protegida del viento dominante de levante, nunca ha conocido una ocupación densa. Antes de las excavaciones, sólo eran visibles en superficie tres edificios aislados los unos de los otros y tramos de muros que fueron descritos en una de nuestras primeras publicaciones (Moret et al. 2010).
Fig. 6.1. Vista aérea del Área D desde el suroeste.
En el segundo plano, la cumbre de la Silla del Papa (área M) (foto C. Calastrenc – N. Poirier).
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Fig. 6.2. Fotogrametría vertical del Área D. 1: Iglesia visigoda (sector D1); 2 estructuras 6011 y 6012 (sector D2);
3: muro de sillares; 4 y 5: edificios rectangulares.
Fig. 6.3. Vista aérea del Área D desde el este (foto C. Calastrenc – N. Poirier).
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6.1. EL SECTOR D1
Francisco José GARCÍA FERNÁNDEZ, Sonia GUTIÉRREZ, Bastien LEFEBVRE, Pierre MORET El más grande de los edificios del área D, denominado D1, ocupa el centro de la terraza (fig. 6.3). Ha sido objeto de una limpieza superficial general y de varios sondeos, de los que dos han alcanzado el nivel geológico, en octubre de 2014 (tres semanas) y mayo de 2015 (tres semanas igualmente). Identificado desde hace tiempo como un edificio monumental, pero no datado debido a la ausencia de material cerámico en superficie, ha resultado ser una iglesia de época visigoda construida sobre niveles más antiguos que han proporcionado materiales de la transición entre el Bronce Final y la Primera Edad del Hierro.
Fig. 6.4. Inicio de la excavación del sector D1 en octubre 2014.
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Fig. 6.5. El sector D1 al final de la campaña de mayo de 2015
(foto C. Calastrenc – N. Poirier).
Fig. 6.6. La iglesia vista desde el sureste (mayo 2015). En primer plano, el ábside.
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Fig. 6.7. Plano de las estructuras del sector D1.
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Fig. 6.8 y 6.9. Secciones este-‐oeste y sur-‐norte del sector D1.
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6.1.1. LA IGLESIA DE ÉPOCA VISIGODA La principal estructura exhumada en el sector D1 es una iglesia de época visigoda. Su estudio no ha hecho sino comenzar, dado que los trabajos se han limitado por el momento a una limpieza superficial del cuerpo del edificio principal y dos sondeos en profundidad. Únicamente una parte de las estancias anexas situadas al sur y al norte de la nave han sido descubiertas, por lo que presentamos aquí tan solo unas observaciones preliminares que pueden servir para hacer una diagnosis preliminar del edificio y diseñar la estrategia investigadora que requiere en el futuro.
El edificio, que está globalmente orientado de este a oeste, se presenta bajo la forma de una nave rectangular (D1.a) de aproximadamente 6,50 m por 10 m al exterior (5,10 m por 9,30 m al interior) que se abre a un ábside oriental (D1.b) oblongo de 3,50 m por 4,90 m (2,75 m por 3,25 m al interior), ligeramente desplazado del eje (fig. 6.7). Al sur, la nave se abre a un anexo (D1.d) que parece dar acceso a otra estancia (D1.m) al este, parcialmente descubierta. Al norte, dos espacios son accesibles desde la nave: una pequeña estancia al este (D1.h) y otro espacio no cerrado al oeste que corresponde quizá a una galería (D1.g). De manera general, los muros están construidos en seco y no presentan cimentación. Los alzados conservan una o dos hiladas (figs. 6.8-‐6.9), lo que es suficiente para hacer algunos comentarios sobre la construcción de la iglesia y sobre la cronología relativa de los diferentes espacios. 6.1.1.1. El ábside
Un primer sondeo se realizó al inicio de la campaña de octubre 2014 en la mitad norte del espacio interior del ábside (fig. 6.4), ampliándose luego a la totalidad de la estructura (fig. 6.5, 6.6, 6.10, 6.11). Excepto en la esquina suroeste, donde las raíces de un alcornoque han dejado una fosa que corta los niveles antiguo (UUEE 5025 y 5026), la estratigrafía del ábside se compone de dos capas de derrumbe, 5019 y 5020 (fig. 6.11), la primera con muchos bloques de piedra de todo tamaño procedentes de la caída de los muros, la segunda con una matriz arcillosa compacta y abundantes fragmentos de teja que corresponden a la caída de la techumbre. Estos niveles de destrucción descansan directamente sobre un pavimento de losas (SU5055). No se pudo distinguir ningún nivel de ocupación. Excepción hecha de los fragmentos de tejas, el material cerámico resultó ser muy escaso y poco característico. Solo en la esquina noroeste se encontró un paquete de sedimento ceniciento (UE 5054), con abundante material orgánico carbonizado, que contenía cuatro recipientes de cocina casi enteros. Volveremos más abajo (6.1.1.5) sobre la cronología de estas vasijas que revelan una fase tardía de la historia del edificio en la que el ábside ya no tenía función litúrgica, pues servía de cocina. El pavimento SU5055 apareció roto en dos sitios, en su esquina sureste y hacia el norte debajo del soporte caído (fig. 6.14). Esta circunstancia permitió excavar una pequeña parte
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del estrato sobre el que había sido colocado directamente el pavimento. Este nivel arenoso, con tonos entre amarillento y grisáceo por la presencia de cenizas, contenía pequeños fragmentos de cerámica a mano protohistórica sobre la que volveremos más adelante (6.1.3).
Fig. 6.10. D1.b, ábside de la iglesia, con las UUEE 5019 y 5020 parcialmente excavadas.
Fig. 6.11. D1.b, sección norte-‐sur del ábside, con el soporte del altar caído.
Los muros del ábside se diferencian por su importante espesor (0,85 a 0,96 m) y por el uso de un aparejo doble, sin perpiaños en la parte conservada. Más que cualquier otro lugar del edificio, aquí las dimensiones de los bloques son importantes; algunos corresponden a reutilizaciones de monumentos antiguos. El ábside es el único espacio que presenta un enlosado irregular a modo de pavimento (5055), conservado en tres cuartas partes de su superficie. El soporte de la mesa del altar – un pilar monolítico cilíndrico de 1,20 m de alto por 0,48 m de diámetro, quizá un fuste de columna reutilizado (5085) – ha sido encontrado prácticamente in situ en el centro del ábside, inclinado oblicuamente después de haber arrancado parte de las losas del pavimento que delimitaban el encaje de su base (5081 /
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5084). Este pilar posee en el centro de su parte superior una cavidad cilíndrica identificada como un relicario (figs. 6.11 y 6.13). Se trata, en consecuencia, de un soporte que hace las veces de ara con el loculus abierto en su cara superior. Al final del proceso de excavación, se procedió a su levantamiento y a su reubicación en su posición original (fig. 6.13).
Fig. 6.12. D1.b, ábside de la iglesia en fase de excavación, con su puerta PT5156 cegada.
Fig. 6.13. D1.b, ábside con el soporte del altar reubicado en su posición original.
El altar de soporte único es conocido ya desde la tipología de P. de Palol (1967, 181 y ss.), si bien se relacionaban preferentemente con soportes prismáticos (a menudo aras o cipos romanos reaprovechados); de hecho, el modelo clásico de Palol sugería un gran desarrollo del altar-‐cipo precisamente en la Bética, y en general una persistencia altomedieval del altar rectangular sobre un solo pie o stipes, frente a modelos más “paleocristianos” más antiguos, como los de soportes múltiples que combinan aras y tenantes (4 o 5 stipites) para sostener un tablero rectangular. En términos generales la cronotipología de Palol, aceptada por la mayoría de los investigadores, enfatizaba que en torno a los inicios del S. VII la forma del soporte múltiple se iría sustituyendo por el altar de pilastrilla (es decir, de un único pie prismático) derivado de las aras romanas reutilizadas, con un foco originario emeritense que se extendería a Toledo, vinculándose a la arquitectura visigoda del siglo VII (Sastre 2010, 53-‐54).
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Los descubrimientos posteriores y la reciente sistematización del altar hispano abordada por Isaac Sastre (2009, 2010) han puesto en evidencia que ambos formatos (altar de soportes múltiples y de soporte único) coexisten y perviven durante la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media, incluso en edificios mozárabes, debiendo dejar de utilizarse como criterio de delimitación cronológica entre las arquitecturas de los ss. VI y VII, y las postvisigodas. En todo caso, sugiere I. Sastre que “las dos formas coexistieron, siendo preeminente para la zona del santuario el empleo del altar de ara central y cuatro patas” (2010, 57), argumento que no se cumple en nuestro caso. No obstante, los soportes únicos de sección circular (generalmente columnas romanas reempleadas), como es el caso de nuestra iglesia, son mucho menos frecuentes que los prismáticos de sección cuadrangular y los que se han documentado son discutidos como el de la iglesia cruciforme de Barcelona (Beltrán 1991) o bien carecen de contextualización como el de Valencia, entre otros (Escrivá et al. 1990). En cualquier caso, la pavimentación conservada y el hallazgo inequívocamente in situ del soporte de sección circular con el loculus abierto en su cara superior, en el centro del ábside cuadrangular de la iglesia, demuestran claramente que en este caso se trata de un altar de pie único situado en el centro del santuario, lo que convierte el hallazgo en un referente litúrgico incuestionable.
Ninguna información permite asegurar el tipo de cubierta del ábside, cuya planta cuadrangular obligaría, en el caso de tratarse de una cubierta abovedada, al recurso de una bóveda de cañón de la que en cualquier caso no queda ninguna evidencia, siendo perfectamente factible una cubierta a dos aguas independiente de la nave o incluso a una única vertiente. Sí existen en los niveles de abandono evidencias abundantes de tégulas e ímbrices (fig. 6.10 y 6.12), que evidencian su utilización generalizada en las cubiertas del edificio eclesiástico, sin que se asocien a derrumbes concretos de las techumbres. Aunque este ábside no presenta el mismo eje que la nave y sus muros se apoyan en aquellos, la contemporaneidad de ambos conjuntos es muy probable en la medida en que el acceso entre ellos queda asegurado por un vano contemporáneo a la nave (PT5156, fig. 6.12 y 6.14). Dicho vano marca el transito al santuario en el eje litúrgico del edificio y responde, como es habitual, al acceso monumental al espacio que se reserva litúrgicamente al clero. La monumentalidad viene reforzada en este caso por las dos jambas monolíticas que lo delimitan (5004 y 5005), flanqueadas por dos bloques laterales (5108 y 5109), quizá soportes de cancel, que delimitan un paso central más estrecho. Es interesante señalar que dicho vano presenta evidencias significativas de reformas, con un cegamiento parcial o, más posiblemente, un alzamiento de umbral claramente posterior (5110), ya que apoya sobre un fino estrato de tierra dispuesto sobre el enlosado del ábside, donde sí apoyan directamente las jambas y los bloques adosados.
Estas remodelaciones y su relación con un posible escalón de acceso desde la nave y de un bloque adosado a la jamba meridional del ábside pueden indicar la existencia de un cerramiento litúrgico delante del ábside, como es frecuente en otros edificios religiosos, y recomiendan la excavación en extensión del interior de la nave para comprender la lógica estructural del edifico y de sus espacios litúrgicos.
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Fig. 6.14. Plano y sección norte-‐sur del ábside (espacio D1.b).
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6.1.1.2. La nave A excepción del muro occidental, los muros de la nave son menos espesos (de 0,68 a 0,75 m) y presentan una factura diferente, en aparejo simple: los bloques ocupan toda la anchura del muro y, según su talla, están colocados a soga o tizón, sin que exista una alternancia regular entre ambas disposiciones. Además del acceso al ábside (PT5160), cuatro puertas se abren a la nave: dos al norte (PT5158, PT5159) y una al sur (PT5161), de unos 0,85 m de largo, y una al oeste (PT5157) que servía sin duda de acceso principal, alineado con el eje litúrgico del edificio. Estas puertas se materializan en dos jambas resueltas con sillares colocados verticalmente sirviendo de pie derecho (figs. 6.19 y 6.20); en el estado actual de conocimiento, todas parecen contemporáneas de la nave. Este sistema de jambaje es frecuente en edificios de época visigoda como los de El Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete), perdurando en cronologías islámicas (Gutiérrez y Cánovas 2009, 113).
Fig. 6.15. D1.f, derrumbe del muro de fachada MR5041, visto desde el sur.
Al oeste de la fachada occidental (espacio D1.f), la gran cantidad de sillares y su disposición sugieren que una parte del alzado de la fachada, MR5041, se derrumbó hacia el oeste (fig. 6.15). El análisis detallado del conjunto de elementos ha permitido identificar hiladas a partir de la posición de los bloques en el derrumbe, así como de sus dimensiones. Ha sido posible igualmente proponer una restitución parcial del alzado de esta fachada (fig. 6.16). Las piedras in situ de la primera hilada permiten reconocer que el muro, de 0,75 m de ancho, estaba construido en aparejo doble, a soga (piedras nº 4, 5 y 6) y perpiaño a tizón (piedra nº 3). Los ángulos son reforzados por piedras más altas que corresponden a dos o tres hiladas (nº 1 y 8). El examen de las piedras que conforman el alzado muestra que la mayor parte alcanzaba apenas los 30 a 40 cm, aproximadamente la mitad del espesor del muro. Es
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evidente que este conjunto de piedras no corresponden más que al aparejo exterior del muro; por lo que el material del aparejo interior habría sido expoliado. El hecho de que ninguna piedra tenga una profundidad cercana a los 0,75 m, puede sugerir que el alzado del muro de doble paramento no contenía ningún perpiaño, lo que explicaría la disposición del derrumbe. Entre los sillares, el número 26 presenta unas dimensiones y posición singulares, dado que se trata de un bloque alargado colocado a soga, perpiaño. Este sillar corresponde con toda probabilidad a un dintel de la puerta occidental de la iglesia (PT5157), cuyas jambas desplazadas han sido también identificadas (n° 6 y 10). El examen de la posición de la estas piedras ha permitido reconocer que el bloque 6 fue volcado hacia el sur, mientras que el bloque 10 se giró hacia el oeste. Es asimismo posible restituir un vano de 1,35 m de ancho centrado en la fachada. La altura de la puerta no se conoce, aunque teniendo en cuenta la posición de los sillares en el derrumbe y lo que podría esperarse, es posible que alcanzara los 2 m (fig. 6.16). De ser correcta esta restitución, el vano occidental de la iglesia carece de las adarajas verticales que caracterizan las jambas de los vanos menores, siendo estas conformadas por las propias hiladas de sillares. La disposición de las piedras ha permitido identificar 12 hiladas cuya altura varía, entre 20 y 40 cm con una media de 27 cm. Según la restitución, no se conservan todas las hiladas: si las tres primeras son continuas (numeradas de 1 a 3), existe después un hiatus de cerca de 1 m equivalente probablemente a 3 hiladas; más allá, diez hiladas continuas (numeradas de 4 a 13) son restituibles, sin que sea posible reconocer otros vanos o el eventual remate de la fachada (fig. 6.16). La morfología del derrumbe correspondiente a la testera occidental del edificio sugiere un desplome brusco a partir de la hilada 4, debido a una deficiencia estructural (trabazón insuficiente entre los dos paramentos del muro) o a un posible movimiento sísmico. Las hiladas faltantes (entre la 3 y la 4) debieron ser expoliadas en razón de su posición emergente en el derrumbe y en consecuencia, su mayor accesibilidad.
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Fig. 6.16. Restitución hipotética del muro de fachada de la iglesia (MR5041).
Las hiladas faltantes entre la 3ª y la 4ª no han sido numeradas.
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6.1.1.3. El sondeo D1-‐a: estructures funerarias y niveles protohistóricos Al interior de la nave (espacio D1-‐a), un sondeo de 3 por 2 m ha revelado la presencia de varias tumbas cuyos laterales están formados por pequeñas lajas de arenisca dispuestas de canto a modo de cista (figs. 6.17 y 6.18). Dos de ellas, de forma ligeramente trapezoidal (5064 y 5065), estaban vacías, al menos en la parte que pudieron ser excavadas, dado que se prolongaban más allá del límite oeste del sondeo. La tercera, más pequeña (5113), conserva parte de los restos de de al menos un individuo adulto (en curso de estudio antropológico) y una pequeña jarra cerámica. Sólo la tumba 5065 conservaba parte de su cubierta de piedras planas. La altitud máxima de las paredes laterales de las tumbas coincide con la altitud mínima de la base del muro lateral de la nave (MR5015); lo que incita a pensar que las tumbas fueron excavadas en el suelo de la nave, en ausencia de nivel de suelo conservado. De hecho, la estratigrafía (fig. 6.18) ha aparecido muy perturbada en esta parte de la nave por una gran fosa de época reciente (años 1970 o 1980), relacionada con las labores de explotación del corcho en el lugar, que provocó la desaparición de todo vestigio de suelo antiguo en la mitad sur y este del sondeo. Dicha fosa estaba colmatada por una capa (5028) de tierra pulverulenta y cenicienta donde se hallaron numerosos fragmentos de corcho parcialmente quemados. Bajo ese nivel moderno, varias UUEE (5115, 5059) corresponden al proceso de abandono y destrucción progresiva de las estructuras de la iglesia. Antes incluso de los daños provocados por la fosa moderna, esta fase de abandono había conllevado la degradación del nivel de circulación de época visigoda, de tal manera que resultó imposible distinguir en la estratigrafía lo que pertenecía a la primera fase de destrucción (5115, 5059) y al relleno de construcción subyacente (5051), dado que ambas tenían una misma matriz arcillosa. En definitiva, sólo la disposición de las estructuras construidas, como hemos indicado más arriba, permite restituir la cota probable del nivel de circulación. La UE 5051, muy compacta, reposa directamente sobre el nivel geológico que presenta en este punto una facies irregular mezcla de margas y arenisca descompuesta. Esta UE es anterior a la construcción del muro MR5015 que reposa directamente sobre ella sin fosa de cimentación, y a la excavación de las tumbas. Contiene pequeños fragmentos de cerámica de la transición Bronce Final / Hierro Inicial y carbones dispersos (de los que uno ha brindado la fecha 905-‐805 a.C. mencionada más adelante), pero también en su parte superior algunos fragmentos cerámicos de época visigoda. Por lo tanto, se trata probablemente de un nivel de destrucción de un hábitat de la Edad del Hierro (o un fenómeno de coluvión que habría desplazado sedimentos procedentes de dicha destrucción), que habría sido remodelado en el momento de construcción de la iglesia.
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Fig. 6.17. Espacio D1-‐a: tumbas en el interior de la nave, vistas desde el este.
A la izquierda, a lo largo del muro sur, el sondeo alcanza el nivel geológico.
Fig. 6.18. D1, plano y sección sur-‐norte del espacio D1-‐a.
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6.1.1.4. Los espacios anexos El estudio de las estancias anexas que se sitúan a un lado y otro de la nave, al norte y al sur (fig. 6.7), apenas ha comenzado. Los trabajos acometidos durante la campaña de mayo de 2015 se han limitado a una limpieza superficial y a la excavación parcial de los niveles de derrumbe más recientes. Al norte, las estancias D1.g y D1.h se caracterizan por una técnica de construcción diferente a la documentada en la nave: los muros se componen de dos paramentos de bloques escuadrados cuyo espacio interno se rellena con un núcleo de tierra y cantos; el aparejo es menos cuidado y los bloques reutilizados menos frecuentes. D1.g y D1.h tienen en común el muro que los cierra al norte (MR5031 y MR5107), en paralelo al muro largo de la nave. D1.h es una pequeña estancia rectangular de 3,90 por 3,70 m que tiene como único acceso el vano que comunica con la nave (PT5159, fig. 6.19), mientras que el espacio D1.g, tres veces mayor, se extiende hasta el extremo oeste de la iglesia, sin que se conserve en apariencia esquina o cerramiento alineado con la fachada oriental de la iglesia. Parece por tanto un espacio abierto, quizá una galería. A la vista de las relaciones estratigráficas entre los muros de estos dos espacios y los de la nave, podemos afirmar que la construcción de D1.g y D1.h (fase 3, en amarillo en el plano de la fig. 6.7) es posterior a la de la iglesia, como se aprecia claramente en el adosamiento a cota superior del muro 5033 al esquinal 5010. No obstante, las dos puertas que conducen respectivamente al espacio D1.g (PT5158) y al D1.h (PT5159) pertenecen muy probablemente al estado inicial del muro norte de la nave. Este problema de cronología relativa sólo se podrá resolver con la continuación de las excavaciones en estos espacios y en el interior de la nave basilical. Se aprecia además una refacción posterior de la estancia D1.h (fig. 6.7, fase 4, en verde), materializada en la instalación de un banco corrido a lo largo de los muros este y oeste (BQ5126 y BQ5127). Otra refacción, de la que no se sabe aún si es coetánea o posterior a la construcción del banco corrido, es el cierre parcial de la puerta PT5159 con la colocación de una piedra (5135) que reduce la anchura del vano a unos 50 cm. En la estancia D1.g, a los muros de origen se añaden en la fase más reciente del uso del edificio unos paramentos de peor factura (MR5151 y 5152). Estas transformaciones, que evidencian la adaptación del edificio a nuevos usos, deben ser puestas en relación con la evolución del edificio que se hace patente en diversas intervenciones en las puertas y en los espacios anejos que podrían ser posteriores a su uso litúrgico.
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Fig. 6.19. D1, pieza h vista del norte.
En el lado sur, una puerta PT5161 comunicaba la nave con una estancia de mayor profundidad que anchura (5,25 por 4,65 m) que ha sido descubierta apenas superficialmente (D1.d, fig. 6.20). Esta sala rectangular parece comunicar a su vez, a través de una puerta más estrecha, PT5147, con otra estancia, D1.m, de la que sólo hemos descubierto su ángulo noreste (fig. 6.21). Las relaciones estratigráficas entre estas estructuras y la nave de la iglesia no han sido aún establecidas, puesto que la excavación sólo ha alcanzado el nivel superficial. Podemos señalar, a lo sumo, que la posición central de la puerta PT5161 entre la nave y D1.d puede sugerir que la construcción de la estancia anexa es contemporánea a la nave, si bien su técnica de ejecución es diferente. Los muros de D1.d presentan una fábrica que alterna dobles bloques dispuestos a soga con perpiaños a tizón1 en un aparejo de gran calidad, que contrasta curiosamente con el espacio anejo D1.m, cuyos muros MR5140 y MR5141 presentan un aparejo formado únicamente por tizones alineados. Es además un hecho digno de señalar que coexisten cuatro técnicas de construcción diferentes en la iglesia y sus estancias anexas, que puede estar relacionado con su secuencia cronológica. Una quinta y última fase de construcción queda representada por muros muy mal conservados, construidos con mampostería de aparejo descuidado sobre las capas de destrucción de las estancias D1.d (MR5144) y D1.g (MR5151 – 5152) (fig. 6.7, en azul y fig. 6.20, detrás del jalón). El muro o tabique MR5151, formado por una única hilada de bloques, recuerda algunas estructuras domésticas auxiliares documentadas en niveles islámicos tempranos de El Tolmo de Minateda.
1 Algunos elementos corresponden claramente a reutilizaciones antiguas (sobre todo un sillar almohadillado que proviene probablemente de la muralla del oppidum republicano).
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Fig. 6.20. D1, estancia d y puerta sur de la iglesia (PT5161), vistas del sur. Justo detrás del jalón, tres sillares de un muro tardío (MR5144), probablemente de época emiral.
Fig. 6.21. D1, estancias d (a la izquierda) y m (a la derecha) vistas desde el noroeste.
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6.1.1.5. Cronología Los elementos de datación son todavía poco numerosos, debido a la escasez de material cerámica, aunque ofrecen sin embargo algunos puntos de referencia importantes. Un fragmento de carbón retirado en una de las tumbas del espacio D1.a (UE 5066) ha sido datado por C14 entre 570 y 655 d.C. (Beta-‐396381, fecha calibrada a 2 sigmas). Al tratarse de una tumba situada en el interior de la nave, esta fecha se inscribe muy probablemente en el cuadro cronológico del periodo de funcionamiento de la iglesia (fases 2 y 3). Una segunda datación C14 ha sido extraída de un depósito orgánico carbonizado en un recipiente de cocina fracturado in situ, exhumado en el primer nivel de destrucción (UE 5054) que cubría el enlosado del ábside. Su resultado tiene un nivel de precisión interesante: 720-‐895 d.C. (Beta-‐396383, fecha calibrada a 2 sigmas). Esta horquilla cronológica concuerda con la tipología de la vajilla de cocina hallada en esta UE, de caracterización emiral (fig. 6.22). En concreto se halló un conjunto de seis piezas, tres de ellas cerradas de las que se identifica plenamente una olla de borde exvasado con paralelos en contextos islámicos tempranos como los del arrabal cordobés de Šaqunda (Casal et al. 2005, 195 y fig. 1), y una forma abierta troncocónica con paralelos formales de la segunda mitad del siglo VII al VIII en el sudeste de al-‐Andalus (Gutiérrez M27.2) y en Andalucía, en especial en el Germo en Córdoba (Gutiérrez 1996, 92).
Fig. 6.22. Cerámica emiral de la UE 5054.
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Nos encontramos aquí ante una ocupación residual, posterior a la conquista árabo-‐bereber, de un edificio que no estaba aún arruinado –o no todavía completamente arruinado-‐, pero que había perdido sin duda su carácter sagrado tal y como revela la preparación de comida en un rincón del ábside. La destrucción completa del edificio se hizo sin duda de forma progresiva tras esta frecuentación esporádica que se extendió, como máximo, hasta el fin del s. IX. El estudio de algunos materiales pertenecientes a este periodo permitirá quizá precisar esta cronología. Los muros de la fase 5 mencionados parecen pertenecer también a este último momento de ocupación entre el s. VIII y el IX. 6.1.1.6. Contexto constructivo y perspectivas Resulta prematuro establecer la cronología inicial del edificio religioso, toda vez que carecemos de contextos cerámicos y/o numismáticos precisos correspondientes a los niveles de fundación. La referencia absoluta procedente del uso funerario del complejo religioso sugiere una horquilla comprendida entre finales del siglo VI y mediados del VII. Dicho ambiente remite inexcusablemente a la labor evergética del obispo Pymenius de Asidona a mediados del siglo VII, documentada en tres inscripciones en aras, que aluden a consagraciones de edificios religiosos: capilla de los Santos Mártires de Medina Sidonia (630), capilla de San Ambrosio de Barbate (644) y Alcalá de los Gazules (662), además de otra en un tablero de altar (648) hallado en el Cortijo de la Higuera (Utrera, Sevilla); actividad esta que fue continuada por otro obispo gaditano, su sucesor Theoderacis, en un ara consagrada en la capilla de Santa María de la Oliva, cerca de Vejer de la Frontera (674) (Utrero y Moreno 2015, 123-‐125). El problema es que difícilmente pueden relacionarse estas inscripciones con edificios concretos, excepción hecha de Alcalá de los Gazules, cuyo antiguo hallazgo dificulta su reconstrucción. El resto de las piezas está descontextualizado y su origen topográfico es incierto, pudiendo estar colocadas las piezas de Medina Sidonia y Barbate en edificios posteriores (Ruiz y Herrera, 2014). No obstante, todas estas piezas testimonian a más de la intensa actividad episcopal, la presencia de numerosos templos en el obispado de Asidonia (Utrero y Moreno 2015), a los que Juan Abellán añade la documentación arqueológica de varios edificios eclesiásticos en Bornos, Mesas de Algar y Zahara de la Sierra, y diversos monasterios en la misma provincia de Cádiz, entre los que menciona, sin referencias más precisas, un supuesto monasterio del siglo VII en Silla del Papa, término de Tarifa (Abellán 2002, 127), que podría relacionarse con la iglesia en curso de excavación. Las dimensiones y morfología del edifico de Silla del Papa (un aula rectangular de 6,5 por 10 m con ábside igualmente cuadrangular de 3,5 por 4,9 m) remiten claramente a dos ejemplos de arquitectura religiosa lusitanos: San Pedro de Mérida y la iglesia de Ibahernando (Magasquilla de los Donaire, Cáceres) (Mateos y Caballero 2003, Cerrillo 1983, Sastre 2010). La primera se aproxima en dimensiones a la iglesia de Silla del Papa (aula de 9,10 por 8,30 m y
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ábside de 3,45 por 2,30 m) aunque el aula es más ancha, mientras que Ibahernando es algo más pequeña (7,55 por 3,20 m la nave y 1,55 por 1,50 m el santuario). Las tres tienen aulas rectangulares y ábsides externos, igualmente rectangulares y orientados al este, si bien San Pedro, tiene pilares interiores que la dividen en tres ámbitos a modo de naves, a diferencia de Ibahernardo cuyo reducido tamaño permite una única nave. Las dimensiones de la iglesia de Silla del Papa no permiten descartar categóricamente la existencia de una disposición tripartita del aula con soportes alineados con las jambas del santuario (la disposición interna del aula basilical y su excavación en extensión deberán abordarse en futuras campañas). Ambos edificios, como es usual, presentan el suelo del santuario a altura superior que el de la nave y conservan delimitaciones espaciales (improntas de cancel) en el santuario, que en el caso de San Pedro de Mérida, además del ábside, alcanzan el primer tramo del aula, definiendo un espacio reservado litúrgicamente a modo de transepto donde se ubica también el baptisterio. San Pedro conserva las basas del altar in situ, al menos las traseras, que remiten a un modelo de soporte múltiple, mientras que Ibahernardo presentaba una oquedad central en el opus signinum del santuario que se relaciona con un soporte único más semejante al documentado en Silla del Papa. En cuanto a su cronología, la mayoría de autores (Pous, Palol y Arbeiter) han fechado San Pedro a fines del siglo VI (c. 600) por paralelos estilísticos, características constructivas y litúrgicas (altar y piscina) sin que existan argumentos precisos contrastados. Por el contrario, en Ibahernardo se encontró una inscripción de mármol donde se deja constancia de la consagración de la baselica dedicada a la virgen en época del obispo Horontio en 635. En consecuencia y en el estado actual de la investigación, el conjunto religioso altomedieval de Silla del Papa plantea interesantes perspectivas para el conocimiento de la arquitectura visigoda del siglo VII, en relación a la actividad evergética del episcopado de Asidonia y su penetración en el ámbito rural. Su análisis arqueológico puede arrojar luz sobre el problema de cronología y caracterización de la arquitectura y la liturgia visigoda y postvisigoda, uno de los debates más importantes en la actualidad, en el cual un ejemplo contextualizado como este puede convertirse en un importante referente científico. El complejo permite también abordar la pervivencia de estos edificios y/o complejos religiosos en época islámica, así como la materialización de sus procesos de desacralización y abandono posterior. Interesa, por fin, comprender el edificio en su entorno (iglesia o monasterio) integrado en un conjunto arqueológico y territorial más amplio. La respuesta a estas cuestiones impone, como primeara fase de actuación, la excavación en extensión y en área abierta de la nave basilical, a fin de determinar sus espacios litúrgicos, fases de uso, suelos y remodelaciones y su relación con las estancias anejas.
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6.1.3. EL HÁBITAT DEL BRONCE FINAL Dos de los sondeos realizados en el sector D1 han revelado la existencia de una ocupación inicial datada entre el Bronce Final e inicios de la primera Edad del Hierro. En el espacio D1-‐i, dos muros mal conservados, MR5123 al este y MR5130 al oeste, aparecieron en la base de la estratigrafía, bajo las cimentaciones del ábside de la iglesia (fig. 6.25 y 6.26). El nivel de relleno que colmata estas estructuras (UE 5118) es equivalente al nivel 5075 que apareció debajo del pavimento del ábside. En el sondeo de D1-‐i, debajo de la UE 5118 aparecieron niveles de abandono o destrucción (5122 y 5124) y, descansando directamente sobre la roca, un nivel de relleno o preparación de suelo (5128 y 5129) que incluye carbones, cenizas y abundante material cerámico muy fragmentado, lo que indica que la construcción de la estructura a las que pertenecían los muros MR5123 y MR5130 se hizo en un momento avanzado de la ocupación del sector. Se han hecho dos dataciones radocarbónicas sobre carbones de los niveles protohistóricos alcanzados durante la campaña de octubre 2014. Una primera datación (Beta-‐396382), efectuada sobre un carbón procedente de la UE 5075 (nivel de relleno formado por materiales anteriores a la construcción de la iglesia, pero no directamente relacionado con las estructuras protohistóricas), ha ofrecido el intervalo 1110-‐925 a.C. (calibrada a 2 sigmas). La segunda datación (Beta-‐396380), igualmente sobre carbón, proviene también de un nivel de relleno previo a la construcción del muro sur de la nave, en el sondeo del espacio D1-‐a (UE 5051). Brindó una fecha un poco más reciente: 905-‐805 a.C. (calibrada a 2 sigmas). Las dos fechas no se solapan, lo que indica que estamos ante un periodo de ocupación de cierta duración a lo largo del Bronce Final y del tránsito hacia la Primera Edad del Hierro. Las características de la cerámica encontrada en la UE 5128, con un par de fragmentos que conservan restos de pintura roja que recuerdan el estilo Carambolo (fig. 6.27), apuntan hacia el siglo VIII en cronología convencional. Dado el importante desajuste de los sistemas cronológicos, esta datación convencional es compatible con la segunda fecha radiocarbónica (UE 5051, 905-‐805 a.C.), pero encaja dificílmente con la primera (UE 5075, 1110-‐925 a.C.). Hay que advertir que estas dataciones se han realizado sobre carbones hallados en niveles de relleno heterogéneos, en los que se han podido mezclar sedimentos procedentes de una ocupación del pleno Bronce Final, anterior a los primeros contactos con los fenicios, y otros elementos más recientes. Se esperan para mediados de 2016 más dataciones, hechas sobre restos orgánicos recuperados durante la campaña de mayo 2015 en las UUEE 5128 y 5129. En cualquier caso, estas primeras evidencias de cronología absoluta, junto con el avanzado estado de fragmentación de la cerámica que se encuentra mezclada con carbones y pequeños fragmentos de tapial o adobe quemado, nos hablan de un hábitat estable que se mantuvo durante varias generaciones entre los siglos X y IX a.C. (en cronología radiocarbónica), con una posible perduración a lo largo de la centuria siguiente; aunque es imposible formular una hipótesis sobre la extensión o la disposición del mismo.
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Fig. 6.25. Secciones norte-‐sur y este-‐oeste del ábside (espacio D1.b).
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Fig. 6.26. Las estructuras del Bronce Final en el sondeo del espacio D1-‐i, vistas desde el este.
Fig. 6.27. Cerámica a mano de la UE 5128.
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6.2. EL SECTOR D2 Iván GARCÍA JIMÉNEZ
6.2.1. Descripción de las estructuras visibles en superficie
A unos 30 m al suroeste de la iglesia de época visigoda (fig. 6.2) se hallan los restos de un edificio que ya antes de su limpieza destacaba por la presencia de elementos arquitectónicos singulares: unas dimensiones aparentemente pequeñas, la presencia de ortostatos de gran tamaño, y una planta absidal en la parte mejor conservada. Su proximidad a la iglesia y la posibilidad de que albergara alguna función del ámbito litúrgico o funerario, motivaron una intervención en este punto.
Fig. 6.28. El edificio 6011 del sector D2 al inicio de la excavación, visto desde el noreste.
De aspecto absidal en su extremo este, la estructura (UC 6011) se extiende hacia el oeste donde la menor presencia de elementos emergentes impide una correcta interpretación de su planta (fig. 6.28). La técnica constructiva empleada combina elementos rupestres sin modificación aparente y sillares parcialmente tallados, unidos sin ningún tipo de argamasa. Concretamente, distinguimos un gran ortostato sin huellas de talla (6021), un sillar de aspecto irregular excepto su cara exterior que presenta una superfice plana, piqueteada (6023), y tres sillares con cara exterior curva, cuidadosamente tallada (6020, 6022 y 6024). Son estos sillares curvos los que confieren un aspecto absidal al edificio (fig. 6.29 y 6.30).
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Fig. 6.29. Plano y sección oeste-‐este del sector D2.
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6.2.2. La excavación
Previamente al inicio de la intervención arqueológica se procedió a un desbroce intensivo de la cobertura vegetal que cubría la estructura y su entorno inmediato (fig. 6.30).
Fig. 6.30. Vista del edificio D2 desde el este, después de su limpieza superficial.
A continuación se sinició la excavación al interior de la estructura, con unas dimensiones iniciales del sondeo de 2,8 por 2,5 m. Estas dimensiones se deben al ancho máximo al interior de la estructura en su extremo este y al resto de la superficie que susceptiblemente quedaría al interior del edificio. La primera unidad estratigráfica es la UE 6000, nivel superficial, que se identifica por toda la superficie del área intervenida. Tras su retirada, documentamos la UE 6001, muy similar a unidad anterior, aunque con diferencias en la coloración y presencia de material cerámico fundamentalmente de carácter latericio, como ladrillos y tégulas similares a las documentadas en el edificio D1. Ambas unidades estratigráficas forman parte del mismo proceso de sedimentación, aunque se individualizaron por la diferencia en la coloración, aspecto que podría deberse a la desintegración del material cerámico o a procesos bioquímicos en el estrato húmico superficial. Bajo ambas unidades se documenta la UE 6002; interpretada como derrumbe, estaba constituida por sillarejo de pequeño y mediano tamaño de aspecto irregular, a excepción de algunos que sí presentan regularización en alguna de sus caras (fig. 6.31). Se documentó en toda la extensión del sondeo, interpretándose como la caída de los muros de la Estructura 6011. Asociado a este derrumbe se documentaron fragmentos de material latericio similar al que aparece en la UE 6001.
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Fig. 6.31. Proceso de excavación de la UE 6002.
La retirada de la UE 6002 permitió documentar las UUEE 6003 y 6008. La UE 6003, cubierta por la UE 6002, se extendía por toda la superficie del sondeo de manera regular y manteniendo la horizontalidad. Se trata de un estrato de matriz arcillosa y de alta compactación. Asociado a esta unidad se documentaron de nuevo fragmentos de material latericio; tégulas, tejas y ladrillos. Por todo ello, consideramos esta UE como un suelo o nivel de uso. En el extremo noreste de la estructura UE 6011 y apoyada en la UE 6003, hallamos la UC 6008 (también cubierta por la UE 6002). Se trata de una unidad constructiva de una superficie no superior a los 2 m2, constituida por varios bloques de arenisca, enfrentados entre sí y generando un espacio interno constituido por fragmentos de tégula e ímbrices dispuestos horizontalmente (fig. 6.32). Por su ubicación y su configuración, esta UE podría corresponder a un posible hogar, si bien no pudimos documentar presencia de alta combustión, tanto en el material latericio como en los bloques de arenisca.
Fig. 6.32. Vista de la UE 6008, en la esquina noreste del edificio.
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La continuidad de la excavación de la superficie planteada, pasaba por la retirada de la UE 6003 (nivel de uso), desarrollándose la excavación tan sólo en el extremo oeste, dejando como testigo el extremo este, donde se encuentra la UE 6008 (probable hogar). Una vez retirada la UE 6003 hacia el oeste, bajo ésta documentamos la UE 6004, un estrato de matriz arcillosa aunque de muy baja compactación. Esta UE presentaba abundante material cerámico a mano (¿quizás algunos fragmentos a torno lento?) y material latericio similar al documentado en las UUEE anteriores. La excavación de la UE 6004 permitió documentar, en el perfil oeste del sondeo, una estructura orientada de norte a sur (MR6012). Amortizada por la propia UE 6004, esta estructura se componía de tres grandes sillares rectangulares de arenisca (fig. 6.29 y 6.33), por lo que se planteó entonces la necesidad de ampliar el sondeo hacia el oeste a fin de observarla e interpretarla. Esta ampliación permitió documentar las mismas unidades estratigráficas anteriormente descritas: UUEE 6000, 6001, 6002 y 6003. Esta última, correspondiente al posible suelo, se documenta sobre parte de la UE 6012 (estructura de sillares) aunque en una superficie muy pequeña; había sido además notablemente alterada por la existencia de una gran fosa de un árbol (UE 6005) y el relleno de la misma (UE 6006). La retirada y/o excavación de estas unidades permitió descubrir la UE 6007, constituida por un importante número de bloques de arenisca de gran tamaño dispuesto irregularmente al oeste de MR6012, interpretándose como el relleno interno, a nivel de cimentación, de dicha estructura (fig. 6.34).
Fig. 6.33. Los muros MR6011 (primer plano) y MR6012 (segundo plano), vistos desde el este.
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La excavación finalizó con la retirada y documentación de la UE 6004, bajo la cual se halló la UE 6009. La interfaz de la misma respecto a la UE 6004 presenta aún alteración y abundancia de material latericio. La excavación parcial de la UE 6009, a una cota inferior a la base del muro MR6012, reveló una alta concentración de materiales a mano adscribibles tipológicamente al Bronce Final.
Fig. 6.34. Paramento del muro MR6012 y su relleno interior (6007), visto desde el este.
6.2.3. Sondeo al exterior de la estructura 6011 Finalizada la intervención al interior de la estructura, aún era necesaria una intervención al exterior de la misma. Las dimensiones del sondeo fueron de 0,40 x 0,40m, en la cara externa del sillar 6023 (fig. 6.29 y 6.35). Los niveles documentados corresponden a la UE 6000, el estrato superficial, y la UE 6010, un nivel de matriz arcillosa, compactación media y con alta presencia de materiales cerámicos, destacando la abundancia de material latericio, similar al documentado al interior de la estructura 6011, así como material anfórico republicano, cerámica común a torno y cerámicas a mano. La constatación de la inexistencia de enterramientos en urna descarta por completo la hipótesis, inicialmente planteada, de una estructura funeraria comparable con las de la necrópolis Noroeste. Se puso fin al sondeo sin agotar su potencia estratigráfica. Sus reducidas dimensiones no permitieron obtener suficientes inferencias de carácter histórico al exterior de la estructura, a excepción de la inexistencia de enterramientos y la más que probable reutilización de los elementos arquitectónicos procedentes de algún monumento cercano.
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Fig. 6.35. Foto general y detalle del sondeo exterior de D2.
6.2.4. Interpretación preliminar
Partiendo de la base de que la excavación de la estructura no ha concluido, cualquier conclusión o planteamiento reflejado puede verse sustancialmente modificado con la continuidad de los trabajos. A ello se suma la parquedad de datos que permitan sustentar una cronología, por lo que tras determinar las distintas fases de ocupación del sector, utilizaremos los términos ante quem y post quem como referencias cronológicas orientativas.
En primer lugar, se constata la inexistencia de enterramientos y se descarta la funcionalidad de la estructura como monumento funerario, siendo lo más probable que los elementos arquitectónicos presentes hayan sido expoliados y reutilizados de estructuras cercanas. Los hallazgos materiales de las unidades estratigráficas asociadas a la construcción y uso de la estructura 6011 tampoco han permitido atribuirle una función específica o apuntar al tipo de actividad desarrollada. No obstante, la reutilización de material latericio (tejas) procedente de D1 (iglesia) da pie para plantear una cronología de uso y construcción de D2, al menos, posterior al abandono de la iglesia. Otro aspecto interesante a tener en cuenta es la propia morfología de la estructura 6011; su planta de tendencia ovalada y el suelo rehundido respecto al exterior, parece responder a los modelos de cabañas de época altomedieval documentadas en la península Ibérica, al menos para la zona de la Meseta (Vigil-‐Escalera 2000). La existencia de un posible hogar (UE 6008) plantearía incluso un uso residencial. Quedarían muchos otros aspectos por determinar, como los tipos de acceso a través de rampas o escaleras, frecuentes en estas viviendas. Resulta significativo el hecho de no haber documentado elemento alguno susceptible de formar parte de la cubierta, algo lógico si planteamos su realización con elementos vegetales, aunque es cierto que no hemos podido documentar agujeros de poste que apoyaran su existencia, circunstancia que sólo la continuidad de la excavación podrá confirmar.
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La documentación de otra estructura (MR6012), cuyas dimensiones aún no pueden ser determinadas, advierte de la existencia de una fase monumental anterior, amortizada y por tanto visible en parte, en el momento de construcción del edificio 6011. Dada la inexistencia de elementos fechables en el interior del relleno del muro (UE 6007), tan sólo podemos proponer un terminus post quem basado en el material de la UE 6009 sobre la que se asienta el muro MR6012. Este material, todo a mano, incluye entre otros un soporte con decoración geométrica grabada postcocción en el exterior y una cazuela carenada (fig. 6.36), datables del siglo VIII a.C. Queda abierta para futuras campañas la cuestión de saber si esta potente cimentación pertenece a un edificio de la Primera Edad del Hierro, o si debemos relacionarlo con una fase más tardía de la ocupación de la terraza.
Fig. 6.36. Cerámica a mano de la UE 6009.
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7. CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS Los trabajos realizados en octubre de 2014 y mayo de 2015 han aportado una cosecha de nuevos datos de los que este informe no da sino una aproximación parcial. Algunos puntos merecen ser señalados de manera particular: - Tanto en el área D como en la parte alta del yacimiento, la existencia de una hábitat de
cierta envergadura durante el Bronce Final se va confirmando. Las evidencias que han aparecido en casi todos los lugares donde se han hecho sondeos profundos, dejan entrever una ocupación que se extiende a lo largo de varias hectáreas, aunque no sabemos todavía si era densa o discontinua.
- Por lo que respecta a la última fase del oppidum (época republicana), se empiezan a discernir en el área B las pautas de un urbanismo planificado, aunque adaptado a las peculiares condiciones topográficas del sitio.
- El descubrimiento de una iglesia de la Alta Edad Media, asociada a un hábitat contemporáneo en la cima del yacimiento (sector B3), ofrece por primera vez en el sur de España la oportunidad de estudiar en buenas condiciones de estudio estratigráfico, y en un contexto no afectado por ocupaciones y reformas medievales o modernas, la historia de un lugar de culto cristiano entre los siglos VI y VIII. Este descubrimiento permite reabrir sobre bases nuevas el debate en torno al fin de Baelo Claudia –sabiendo que el enclave urbano de la costa estuvo ocupado hasta el s. VI–, con la posibilidad de un proceso de incastellamento por el que al menos una parte de la población asentada en la costa regresaría al enclave inicial, en altura, de la primera Baelo.
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