2012 mt1 aprender historia mat-lectura mapas

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Aprender historia a través de las imágenes: mapas, fotos y artes plásticas Los mapas Los mapas Los mapas Los mapas Introducción Introducción Introducción Introducción Hoy en día, no se puede concebir la historia de la cartografía independientemente de una reflexión teórica sobre la naturaleza misma de su objeto (es decir, el mapa), así como sobre sus componentes visuales y sus efectos intelectuales. Si no se formula esta interrogación previa –que fractura y quebranta el “espejo del mundo”, y permite desmontar la arquitectura, la retórica y las formas de materialización del mundo–, el historiador se condena a adoptar un punto de vista conceptual o ideal, que se desliza sobre las imágenes y las encadena en una serie de sentidos ilusorios, en una cinematografía vertiginosa donde un mundo toma forma, se moldea y se depura hasta lograr la imagen estable y familiar que conocemos en nuestros días. Esa imagen es tan familiar que resulta superfluo interrogar sobre su legitimidad, su pertinencia y sus presupuestos. Para abordar la historia de la cartografía, nos hemos apartado deliberadamente del tranquilo curso de la diacronía, apoyado en las convicciones de la historia de las ciencias tradicional (sobreentendida, aunque con matices, como un progreso continuo e irreversible de la razón humana y sus creaciones). En cambio, hemos optado por un avance lento, que abriera sobre la superficie de los mapas las profundidades de sentido, la estratificación de los lenguajes y de los vectores de la comunicación. Renunciando al sueño de una historia universal de la cartografía, fuera del alcance para el investigador individual y aislado, hemos querido privilegiar algunas etapas significativas y lugares problemáticos en los que el mapa se articula con lo visible, con lo decible, con lo memorizable, y con las prácticas imaginarias y didácticas. Frente a la certidumbre de que un mapa es siempre un mapa, hemos preferido la hipótesis de que un mapa puede siempre ocultar otro, y que la geografía no es sino uno de los efectos de sentido suscitados por ese dispositivo (Jacob, 1992).

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Page 1: 2012 Mt1 Aprender Historia Mat-lectura Mapas

Aprender historia a través de las imágenes: mapas, fotos y artes plásticas

Los mapasLos mapasLos mapasLos mapas

IntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducción

Hoy en día, no se puede concebir la historia de la cartografía

independientemente de una reflexión teórica sobre la naturaleza misma

de su objeto (es decir, el mapa), así como sobre sus componentes

visuales y sus efectos intelectuales. Si no se formula esta interrogación

previa –que fractura y quebranta el “espejo del mundo”, y permite

desmontar la arquitectura, la retórica y las formas de materialización del

mundo–, el historiador se condena a adoptar un punto de vista

conceptual o ideal, que se desliza sobre las imágenes y las encadena en

una serie de sentidos ilusorios, en una cinematografía vertiginosa donde

un mundo toma forma, se moldea y se depura hasta lograr la imagen

estable y familiar que conocemos en nuestros días. Esa imagen es tan

familiar que resulta superfluo interrogar sobre su legitimidad, su

pertinencia y sus presupuestos.

Para abordar la historia de la cartografía, nos hemos apartado

deliberadamente del tranquilo curso de la diacronía, apoyado en las

convicciones de la historia de las ciencias tradicional (sobreentendida,

aunque con matices, como un progreso continuo e irreversible de la

razón humana y sus creaciones). En cambio, hemos optado por un

avance lento, que abriera sobre la superficie de los mapas las

profundidades de sentido, la estratificación de los lenguajes y de los

vectores de la comunicación. Renunciando al sueño de una historia

universal de la cartografía, fuera del alcance para el investigador

individual y aislado, hemos querido privilegiar algunas etapas

significativas y lugares problemáticos en los que el mapa se articula con

lo visible, con lo decible, con lo memorizable, y con las prácticas

imaginarias y didácticas. Frente a la certidumbre de que un mapa es

siempre un mapa, hemos preferido la hipótesis de que un mapa puede

siempre ocultar otro, y que la geografía no es sino uno de los efectos de

sentido suscitados por ese dispositivo (Jacob, 1992).

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Especialización docente de nivel superior en educación y TIC. Ministerio de Educación de la Nación

DesarrolloDesarrolloDesarrolloDesarrollo

1. Los mapas

En la actualidad, los lenguajes cartográficos han alcanzado, por un lado,

tal grado de estabilidad que parece que fueran universales: pocas

personas dudarían en asociar la idea de un punto o pequeño círculo

acompañado por un nombre al emplazamiento de una ciudad en una

localización análoga a la que presente el mapa en cuestión.

Por otro lado, algunos mapas recuperan códigos gráficos que funcionan

en diversos dominios de las culturas visuales contemporáneas: así, un

mapa que represente la densidad de población con una gama de

colores que vaya del amarillo al rojo (pasando por los naranjas) nos hará

suponer, incluso antes de leer el cuadro con la leyenda, que las áreas

rojas son las más densamente pobladas porque asumiremos a priori que

la mayor intensidad de color indica mayor intensidad del fenómeno

representado.

Sin embargo, más allá de estos principios básicos, los mapas son

representaciones cuyos mecanismos no son siempre tan evidentes y,

sobre todo, nunca son del todo estables.

No hay una única manera de representar cartográficamente el espacio:

un mismo lugar puede ser objetivado en dos imágenes diferentes, a

veces tan diferentes que resultan difícilmente comparables. Esas

disimilitudes pueden deberse simplemente a que sus autores tienen

habilidades desiguales o a que pertenecen a épocas o culturas

diferentes. En algunos casos, los mapas pueden haber sido readaptados

y reelaborados con el objetivo de hacerlos comprensibles a un público

diferente. Veamos algunos ejemplos.

a. Dos culturas diferentes hacen mapas diferentes del mismo

espacio

Matthew Fontaine Maury (un polifacético marino estadounidense

[1806-1873] que se dedicó a la astronomía, a la oceanografía, a la

geología y a la cartografía) publicó un célebre libro sobre la geografía

física del mar en 1857. En esa obra se incluía un planisferio en el que se

representaban las corrientes marinas clasificadas según su temperatura.

De cierta manera, puede decirse que los sofisticados mapas oceánicos

actuales son versiones más refinadas de los mismos principios que

aparecen en este mapa: líneas para indicar la dirección de las corrientes

y rótulos para señalar si se trata de corrientes cálidas o frías.

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Material de lectura: Los mapas

Fuente: Matthew Fontaine Maury, “Sea Drift and

Whales on which the movements of the sea as

indicated by the thermometer as shone”, en The

Physical Geography of the Sea, Nueva York, 1855.

En cambio, aunque motivados por la misma necesidad de poder definir

rutas seguras y confiables de navegación en alta mar, los pobladores de

las islas Marshall fabrican mapas con elementos naturales que recogen

de los ambientes donde viven: ramas, conchillas y piedras. Estos mapas

no solo son útiles para orientar la navegación entre las islas de los

archipiélagos pacíficos, sino que también son resistentes a las

condiciones en que estos isleños navegan. En el mundo occidental,

estos mapas se conservan como curiosidades en los museos.

Mapa realizado por los pobladores de las islas Marshall.

Museum of Fine Arts, Boston.

Los materiales usados en uno y otro caso “hablan” de las condiciones

previstas para sus usos: en el primer caso, en el estudio o gabinete o en

el camarote de un barco; en el segundo caso, en barcazas abiertas, en

plazas y en otros lugares muy húmedos.

b. Dos épocas distintas suelen utilizar técnicas y códigos

diferentes para representar un mismo relieve

En el siglo XIX, cuando se quería señalar la existencia de terrenos

montañosos en los mapas, se dibujaban cadenas de montañas con un

estilo casi pictórico. Así, por ejemplo, aparece la cordillera de los Andes

en el Atlas de la Confederación Argentina que el médico francés Victor

Martin de Moussy publicó en París en 1965 (luego de haber

permanecido casi catorce años en la cuenca del Plata recogiendo

información, subvencionado por distintos gobiernos provinciales y

nacionales de la Argentina).

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Especialización docente de nivel superior en educación y TIC. Ministerio de Educación de la Nación

Victor Martin de Moussy, 1866. Carte de la Confédération Argentine (detalle).

(Una versión completa de este mapa en alta definición está disponible en

http://www.davidrumsey.com/maps5111.html).

En las representaciones más sencillas, esos dibujos no indicaban

apariencias reales ni alturas (tal vez con la excepción de la cota de algún

pico). En la cartografía francesa decimonónica, a veces se agregaban

textos o siglas sobre la zona sombreada, y de ese modo se sugería el

tipo de pendiente: D (douce, suave) o F (forte, pronunciada). Sin

embargo, era posible que se apelara a un abanico de dibujos más sutiles

para diferenciar formas (cadenas de montañas alineadas, macizos en

bloque, altiplanos).

Fuente: Erwin Raisz, General Cartography,

1938.

Desde mediados del siglo XX, las alturas del terreno se representan con

curvas de nivel, es decir, líneas que unen puntos de igual cota o altura,

como si el terreno estuviera atravesado por distintos planos paralelos

entre sí allí donde el relieve tiene la misma altura. En su transcripción al

mapa, cada zona de contacto entre ese plano hipotético y la superficie

terrestre se dibuja con una línea conocida como curva de nivel. En

términos relativos, allí donde las curvas aparecen más “apretadas” entre

sí, la pendiente es más pronunciada. Por el contrario, allí donde el

espacio entre las curvas se dilata más, el terreno reduce sus pendientes.

Un ojo entrenado puede reconocer unidades geomorfológicas a simple

vista porque las curvas de nivel proporcionan información bastante

precisa sobre las alturas y las formas del terreno (y no se limitan

solamente a señalar la existencia de montañas).

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Material de lectura: Los mapas

Fuente: Erwin Raisz, General Cartography, 1938.

La misma zona representada en la lámina de De Moussy, hoy en día es

cartografiada con curvas de nivel en las hojas topográficas del Instituto

Geográfico Nacional.

Instituto Geográfico Militar, 19, San Carlos de Bariloche.

Es cierto que, en términos generales, podemos considerar que la hoja

topográfica del Instituto Geográfico Nacional incluye información más

precisa acerca del relieve. Sin embargo, sería inapropiado decir que el

mapa de Martin de Moussy es impreciso ya que fue hecho con el mayor

grado de precisión de su época y así fue tomado por quienes lo usaron.

La precisión es también un concepto histórico que no ha tenido siempre

la misma significación ni tampoco la misma (buena) apreciación social.

2. Los mapas y el registro de las exploraciones

A menudo se considera que las exploraciones ultramarinas que los

europeos desarrollaron sistemáticamente desde fines del siglo XV se

tradujeron en la elaboración de mapas más completos y precisos. Se

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Especialización docente de nivel superior en educación y TIC. Ministerio de Educación de la Nación

asume que el conocimiento de la geografía de la superficie terrestre ha

progresado tanto por la posibilidad de navegar y constatar la existencia

de continentes e islas como por el perfeccionamiento de los

instrumentos de medición con los que se registraban esos

descubrimientos. Es cierto que, en especial desde la Ilustración en

adelante, se multiplicaron las empresas colectivas de expediciones que

partían a explorar distintas zonas del globo: en la práctica, eso implicaba

la configuración de una red de agentes que participaban de la

recolección de datos, de las redes de intercambio de información, de la

circulación de textos e imágenes impresas –todo ello en un clima que

era tanto de cooperación como de competencia–. En su conjunto, todas

esas expediciones contribuyeron a la empresa colectiva de hacer,

corregir y actualizar el mapa del mundo. Sin embargo, hay que recalcar

suficientemente que no se trató de un proceso lineal en el que los

conocimientos se acumularon positivamente, ni tampoco hubo una

evolución del conocimiento geográfico basado en datos más certeros

que se correspondiera linealmente con la cantidad de viajes realizados.

Veamos cómo, a veces, se encontraron geografías que no existen.

A mediados del siglo XVI, en los planisferios incluidos en las historias

generales, en los tratados de cosmografía y en otros libros de géneros

similares, aparece un gran continente austral que habría de permanecer

allí hasta que el capitán James Cook y su tripulación completaran su

exploración del Pacífico y demostraran su inexistencia. Los artículos y los

libros consagrados a este “monstruo geográfico”, como lo llama el

historiador francés Numa Broc, coinciden en atribuir la persistencia de

un objeto geográfico que nadie había visto al fuerte peso de las teorías

clásicas sobre la cosmografía y sobre la Tierra: con más o menos

consistencia como para formularlo bajo el modo de una teoría general,

a la mayoría de los eruditos renacentistas les parecía sensato que por

debajo del ecuador existiera alguna masa de tierra que balanceara el

ecúmene y que, al mismo tiempo, dotara de armonía y equilibrio a la

creación (Broc, 1980; Vignolo, 2003).

Sin embargo, la existencia del continente austral no se explica

solamente por la influencia innegable de los libros clásicos. Para

entender la aparición de esa gran masa terrestre meridional (y, sobre

todo, para comprender su larga vida), hay que considerar también los

modos en que fue interpretada la evidencia geográfica disponible (esto

es, básicamente, los datos que se recopilaban en las exploraciones).

Porque, es necesario recalcarlo, el continente austral no es una fantasía

ridícula de gente ignorante. Es, por el contrario, un gran esfuerzo de

interpretación y de representación e inscripción de indicios

efectivamente vistos y registrados durante las exploraciones del gran

océano meridional.

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Material de lectura: Los mapas

Cuando se atravesó el estrecho de Magallanes, pero aún no se había

confirmado la insularidad de Tierra del Fuego, muchos planisferios

asumieron que las costas fueguinas conocidas podían formar parte de

esa gran masa terrestre austral y no hicieron sino prolongar el trazado

costero hasta hacer aparecer un gran islote.

Fuente: Gastaldi, Giacomo

(1562), La universale descrittione

del mondo. Venecia.

A medida que las expediciones se multiplicaban, otros “puntos”

efectivamente avistados –que eran islas– fueron usados para seguir

interpolando puntos que permitieran dar forma a ese gran continente

esperado y verosímil: los puntos reconocidos en las expediciones no

hacían sino conformar empíricamente la geografía del continente

austral. En su conjunto, esos puntos reconocidos servían de apoyatura

para interpolar otros puntos imaginados y, al unirlos con una línea, dar

forma cartográfica a la geografía que se buscaba encontrar.

Desde que se comprendió que el Nuevo Mundo era la Quarta Pars del

ecúmene, se había vuelto verosímil la idea de que era posible seguir

encontrando otros nuevos mundos conforme avanzaran las

exploraciones. En el siguiente texto, publicado en 1589, se explica esta

progresión posible de descubrimientos geográficos:

Prendendo adunque il nome di Geografia e quello di Cosmografia in uno

stesso significato, dico che la terra si può modernamente dividere con

gran comodità e convenevolezza in sei parti principalissime, per essere

quasi dalla natura stesa à questa manera distribuita. La prima è detta

Libia overo Africa, la seconda Europa, la terza Asia con le provincie e

isole a ciascuna vicine e pertinenti, coasi con quelle che son state

ritrovate & aggiunte novamente da moderni, perche si sa che Tolomeo

(come ben prova il Ruscello) di tuta la superficie ò di tutta la

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Especialización docente de nivel superior en educación y TIC. Ministerio de Educación de la Nación

circonferenza della terra non hebbe congnitione. La quarta delle Indie

occidentali non conosciuta da gli antichi è detta America. La quinta parte

settentrionalissima scoperta si ma anconra non ben conosciuta, la

possiamo da una sua isola, overo provincia, chiamare Grutlandia. La

sesta parte australlisima scoperta, ma niente conosciuta, è innominata

fino al presente (Garzoni, 1589: 313).

La cuestión del continente austral ilustra de qué modo las expectativas,

las convicciones y las experiencias inciden sobre las prácticas

cartográficas: en este caso, ese horizonte intelectual que se configuró

con la incorporación de América al imaginario europeo hizo posible que

las exploraciones pudieron efectivamente “descubrir” y dar encarnadura

cartográfica a continentes que jamás existieron.

3. Los mapas y los procesos de formación

territorial de los Estados modernos

Tras la ruptura de los lazos coloniales con el reino de España, las elites

locales se involucraron en los procesos de formación de los Estados. Una

parte de esos procesos implicó la definición de sus respectivos

territorios: al mismo tiempo que estadistas, abogados, militares y otros

profesionales diseñaban la burocracia estatal, también trabajaban en la

delimitación de las fronteras exteriores así como en la administración de

los recursos y las poblaciones circunscritas por esos límites.

Los Estados-nación construyen su legitimidad remitiendo a la existencia

de una comunidad identitaria de la cual provendría su poder y a la cual,

en contrapartida, reclaman una lealtad exclusiva: a esto se denomina

“principio de la nacionalidad”. En América Latina, la inexistencia de

tradiciones nacionales agudizó la necesidad de implementar un

conjunto convergente de políticas que promovieran la formación de la

conciencia colectiva en torno a ideas tales como ciudadanía y

nacionalidad.

Una de las estrategias consistió en poner en circulación mapas que

repitieran una silueta territorial fácilmente reconocible. A través de la

enseñanza de la geografía y a través del uso de esa imagen territorial

como un logo reproducible en los más diversos soportes, se lograría

naturalizar un referente territorial que los ciudadanos internalizarían

como el ámbito ideal de pertenencia.

Benedict Anderson, en la segunda edición de su conocido libro

Comunidad imaginada, incorporó un capítulo titulado “El censo, el

mapa y el museo”. Los definía como tres instituciones que sirvieron para

que el Estado moderno imaginara sus dominios (“la naturaleza de los

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Material de lectura: Los mapas

seres humanos que gobernaba, la geografía de sus señoríos y la

legitimidad de su linaje” [Anderson, 1991: 229]) y para crear

sentimientos de pertenencia en una comunidad. En el contexto de la

formación de los nacionalismos modernos, las siluetas territoriales

fueron transformadas en mapas-logotipos. En su dinámica social, hablar

de mapa-logotipo implicaba asumir que:

“[…] el mapa entró en una serie infinitamente reproducible, que podía

colocarse en carteles, sellos oficiales, marbetes, cubiertas de revistas y

libros de texto, manteles y paredes de los hoteles. El mapa-logotipo

penetró profundamente en la imaginación popular, formando un

poderoso emblema de los nacionalismos que por entonces nacían.”

(Anderson, 1991: 245).

La repetición en serie de siluetas cartográficas hizo que el mapa nacional

se transformara en una imagen tan visible y omnipresente que

cualquiera podría reconocerla.

Para que esta estrategia funcione adecuadamente, es necesario recurrir

a algunas simplificaciones gráficas. Por un lado, esas siluetas pierden la

complejidad del trazado estrictamente cartográfico (por eso las

podemos llamar siluetas y no, por ejemplo, retratos), pero conservan

algunos elementos claves de la forma del territorio que permiten darle

una identidad específica e incluso verbalizable: en el caso del mapa de la

Argentina, la “patita” de Misiones, el pequeño triángulo de Tierra del

Fuego o la “panza saliente” de Buenos Aires. También admite

simplificaciones aún más radicales, como las formas geométricas: se ha

utilizado, por ejemplo, la figura del triángulo para iconizar el mapa

argentino y la del hexágono para el mapa francés.

Por otro lado, la loguificación del mapa requiere la definición de los

elementos esenciales que constituyen ese territorio. Y ello puede

requerir fuertes intervenciones o “reinterpretaciones” acerca de la

extensión, la disposición y los límites de los “territorios reales”.

El mapa de la Argentina tuvo, al menos, dos momentos de intervención

muy fuerte. El primero de ellos consistió en la incorporación de la

Patagonia a la silueta territorial de la Argentina.

Para organizar la presentación oficial que la República Argentina llevaría

a la Exposición de Filadelfia de 1876, fue convocado Richard Napp, un

publicista alemán que trabajaba en la Universidad Nacional de Córdoba,

para coordinar la elaboración de la obra de geografía en la que

consistiría la presentación oficial. El resultado fue Die Argentinische

Republik, una obra que contaba con veinticinco capítulos temáticos y

seis mapas. Uno de ellos es el Mapa de la República Argentina, realizado

por la Oficina Nacional de Ingenieros en 1875 bajo la responsabilidad de

Arthur von Seelstrang y A. Tourmente. Este mapa es considerado el

primer mapa oficial de la Argentina y se le ha reconocido la

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Especialización docente de nivel superior en educación y TIC. Ministerio de Educación de la Nación

particularidad de haber sido la primera obra que incluyó “en forma

explícita y concreta a toda la Patagonia en el mapa del territorio

argentino” (Navarro Floria y McCaskill, 2004: 103).

“Mapa de la República Argentina”, de Arthur von

Seelstrang y A. Tourmente (Buenos Aires, 1975)

Sin embargo, los mapas extranjeros siguieron publicando el mapa de la

Argentina sin la Patagonia (como muestra el mapa que la empresa

norteamericana Rand McNally publicó en la edición de 1897 de su atlas)

y, asimismo, mapas de la Patagonia como una unidad autónoma (como

muestra el mapa de South America-Patagonia del Atlas Popular

publicado en Londres en 1883).

Page 11: 2012 Mt1 Aprender Historia Mat-lectura Mapas

Material de lectura: Los mapas

Fuente: Rand, McNally & Co.’s indexed atlas of the world

containing large scale maps of every country and civil

division upon the face of the globe, together with historical,

descriptive, and statistical matter relative to each...

Accompanied by a new and original compilation forming a

ready reference index... Engraved, printed and published by

Rand, McNally & Company, Chicago and New York, U.S.A.,

1897 (on verso) Copyright, 1894, by Rand, McNally & Co.,

Chicago... (complete in two volumes).

American Geographical Society Library.

Letts’s popular atlas, being a series of maps

delineating the whole surface of the globe,

with many special and original features; and a

copious index of 23,000 names. Complete

edition. Letts, Son & Co. Limited, 33, King

William Street, London Bridge, E.C. Factory

and works at New Cross, S.E. 1883.

El segundo momento de intervención sobre la imagen cartográfica

oficial de la Argentina consistió en la incorporación de la Antártida y las

Islas Malvinas y del Atlántico Sur como parte del territorio argentino

durante la década de los dos primeros gobiernos peronistas. En rigor, no

era solo una política cartográfica aislada, sino que, por el contrario, se

articulaba con otras medidas gubernamentales: por esos años se creaba

el Instituto Antártico y se oficializaba el reclamo de territorios antárticos

ante la comunidad internacional. Mientras que hasta ese momento

había sido posible encontrar libros escolares que se refirieran a las islas

Malvinas como “Malvinas o Falklands” sin que eso significara ninguna

ofensa nacional, desde mediados de siglo XX, esas nuevas geografías

también se introdujeron como contenidos obligatorios en el currículo

escolar: se agregaron mapas especiales y de gran tamaño en los libros

escolares de manera de adoctrinar sobre las “nuevas piezas del

rompecabezas” que acababan de ser añadidas a la por entonces ya

familiar silueta territorial.

Page 12: 2012 Mt1 Aprender Historia Mat-lectura Mapas

Especialización docente de nivel superior en educación y TIC. Ministerio de Educación de la Nación

El sector antártico que reclama el Estado

argentino en los manuales escolares en la

década de 1940

Simultáneamente, se pusieron en circulación mapas de la “Nueva

Argentina” no solo en textos educativos, sino también en publicaciones

destinadas al gran público: se trataba de crear una conciencia territorial

nueva que reforzara la idea de que el territorio de la Argentina tiene

una composición tripartita (continental, insular y antártica), dos

triángulos cuyos vértices están orientados hacia el sur.

En ese clima de intervenciones, se reafirmó la censura de mapas que no

concordaran con esta imagen-logo: aunque se pretenda sostener que la

imagen cartográfica es solo el producto de operaciones geodésicas y

matemáticas, lo cierto es que el mapa de la Argentina es tanto el

producto de la mensura topográfica como el resultado de una serie de

leyes que regulan aquello que se puede inscribir cartográficamente y

aquello que no.

Revista “Argentina”, 1949

Aquí repasamos algunas de las leyes y de los decretos que dieron forma

cartográfica al territorio nacional.

• En 1935, con motivo de la “evidente arbitrariedad imperante en

materia cartográfica con respecto a la representación geográfico-política

del país” (IGM, 1979: 44), se dicta una resolución del Ministerio de

Justicia e Instrucción Pública para que todos los mapas publicados con

fines educativos sean aprobados por la Dirección General del Instituto

Geográfico Militar (IGM).

Page 13: 2012 Mt1 Aprender Historia Mat-lectura Mapas

Material de lectura: Los mapas

• En 1937 el Decreto Nº 114.428 prohíbe publicar mapas que no

representen el territorio nacional en toda su extensión, “lo que

implicaba el reemplazo de todos los mapas de la República Argentina

que estuviesen mutilados por otros que se ajustasen al texto del

decreto” (IGM, 1979: 44).

• En 1940 el Decreto Nº 75.014 determina que toda obra que

incluyera mapas del país y que se presentase al Registro Nacional de la

Propiedad Intelectual, conforme a la Ley Nº 11.723, debería

previamente ser remitida al IGM para comprobar su contenido y si

cumplía los requisitos del decreto citado anteriormente (Decreto

Nº 114.428).

• En 1946 el Decreto N.º 8.944 (compilación de todas las normas ya

enunciadas) prohíbe la publicación de mapas de la República Argentina:

“a) que no representen en toda su extensión la parte insular del

territorio de la Nación; b) que no incluyan el sector Antártico sobre el

que el país mantiene soberanía; y c) que adolezcan de deficiencias o

inexactitudes geográficas, o que falseen en cualquier forma de la

realidad, cualesquiera fueran los fines perseguidos con tales

publicaciones” (Boletín Oficial, 28/11/1946).

En octubre de 2010 se sancionó la Ley Nº 26.651 que establece la

obligatoriedad de utilizar el mapa bicontinental de la República

Argentina en todos los niveles y en todas las modalidades del sistema

educativo, así como también exige su exhibición pública en todos los

organismos nacionales y provinciales.

Esta normativa obliga a eliminar el recuadro lateral que permitía utilizar

una escala menor para representar el sector antártico que la Argentina

reclama y, en cambio, exige que se reduzca considerablemente el

espacio destinado a la representación del sector continental para “hacer

lugar” a la masa antártica sobre la que el Estado argentino reclama

soberanía.

Ese recuadro lateral, que tradicionalmente se ubicaba sobre el Atlántico,

era una solución gráfica que respondía a la necesidad de hacer un mejor

uso del espacio del mapa: en lugar de dedicar medio mapa al contorno

del triángulo antártico, cuya superficie es casi íntegramente un casquete

de tierras congeladas y hielo, se priorizaba dedicar la mayor superficie

cartográfica posible para representar con un grado de detalle apropiado

aquellos territorios en los que viven millones de personas y donde se

realizan las actividades económicas más importantes. Ello no implicaba

en modo alguno la negación del reclamo de soberanía. En rigor, el

“triángulo antártico” también está en esos mapas –ya que, como vimos,

el hecho de incluirlo (o no) no es una prerrogativa individual de cada

cartógrafo o diseñador gráfico, sino que está obligatoriamente prescrito

por ley nacional desde hace ya más de medio siglo–. Así que,

efectivamente, los mapas anteriores también eran bicontinentales. Sin

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Especialización docente de nivel superior en educación y TIC. Ministerio de Educación de la Nación

duda, la manera de presentar este mapa como la reafirmación del

compromiso de las reivindicaciones territoriales sigue estando en

sintonía con la preocupación por socializar e instalar una determinada

silueta del territorio nacional.

Bibliografía citadaBibliografía citadaBibliografía citadaBibliografía citada

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Page 15: 2012 Mt1 Aprender Historia Mat-lectura Mapas

Material de lectura: Los mapas

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• IGM (1979), 100 años en el quehacer cartográfico del país (1879-

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Autor: Carla LoisCarla LoisCarla LoisCarla Lois

Cómo citar este texto:

Lois, Carla (2012), “Material de lectura: Los mapas”, Especialización docente de nivel superior en educación y TIC, Buenos Aires, Ministerio de Educación de la Nación.