2011: ¿el parteaguas del evismo? bolivia después del conflicto del tipnis

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E vo Morales irrumpió en la histo- ria de Bolivia como la encarna- ción de las aspiraciones de las gran- des mayorías populares, y marcó un momento histórico por cuanto sinte- tiza un programa de país que recoge las aspiraciones de reconocimiento de ciudadanía de los pueblos indí- genas. Pero esto no debe ocultar que la potencia de Morales proviene de la aglutinación de un variopinto abani- co de fuerzas sociales, conformado por cocaleros, campesinos, comer- ciantes informales, mineros, comuni- dades indígenas y también profesio- nales de las clases medias. Hablamos de una multiplicidad de grupos so- ciales, en su mayoría marginados por el Estado, con el que se relacionaron para arrancarle concesiones y, por ende, frente al cual nunca ejercieron una ciudadanía plena; se trata de am- plios segmentos sociales que tradi- cionalmente vivieron de espaldas al 2011: ¿el parteaguas del evismo? Bolivia después del conflicto del Tipnis PABLO ROSSELL ARCE Evo Morales protagonizó un momento histórico cuando asumió la Presidencia de Bolivia, empujado por una masa de actores de origen indígena-campesino que nunca antes habían logrado tal nivel de acceso a los espacios de poder estatal. Su primera gestión de gobierno (2006-2009) estuvo marcada por una serie de hitos que consolidaron su liderazgo, en el ámbito de un programa nacional-popular con el que enfrentó con éxito a la oposición de derecha. Su segunda gestión, con un liderazgo ya sólido, está marcada por la sucesión de luchas de poder entre quienes integran su base social. El reciente conflicto por el Tipnis se enmarca en la tónica de estas disputas internas. Pablo Rossell Arce: economista con estudios de maestría en Políticas Públicas y Desarrollo. En los últimos años ha sido consultor de varios organismos internacionales y ha trabajado como asesor en diversas entidades del gobierno de Bolivia. Palabras claves: modelo de desarrollo, conflicto social, Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Secure (Tipnis), Evo Morales, Bolivia. n COYUNTURA Este artículo es copia fiel del publicado en la revista NUEVA SOCIEDAD N o 237, enero-febrero de 2012, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

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Pablo Rossel Arce

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  • Evo Morales irrumpi en la histo-ria de Bolivia como la encarna-cin de las aspiraciones de las gran-des mayoras populares, y marc un momento histrico por cuanto sinte-tiza un programa de pas que recoge las aspiraciones de reconocimiento de ciudadana de los pueblos ind-genas. Pero esto no debe ocultar que la potencia de Morales proviene de la aglutinacin de un variopinto abani-co de fuerzas sociales, conformado

    por cocaleros, campesinos, comer-ciantes informales, mineros, comuni-dades indgenas y tambin profesio-nales de las clases medias. Hablamos de una multiplicidad de grupos so-ciales, en su mayora marginados por el Estado, con el que se relacionaron para arrancarle concesiones y, por ende, frente al cual nunca ejercieron una ciudadana plena; se trata de am-plios segmentos sociales que tradi-cionalmente vivieron de espaldas al

    2011: el parteaguas del evismo?Bolivia despus del conflicto del Tipnis

    Pablo Rossell aRce

    Evo Morales protagoniz un momento histrico cuando asumi

    la Presidencia de Bolivia, empujado por una masa de actores

    de origen indgena-campesino que nunca antes haban logrado

    tal nivel de acceso a los espacios de poder estatal. Su primera

    gestin de gobierno (2006-2009) estuvo marcada por una serie

    de hitos que consolidaron su liderazgo, en el mbito de un programa

    nacional-popular con el que enfrent con xito a la oposicin

    de derecha. Su segunda gestin, con un liderazgo ya slido,

    est marcada por la sucesin de luchas de poder entre

    quienes integran su base social. El reciente conflicto por

    el Tipnis se enmarca en la tnica de estas disputas internas.

    Pablo Rossell Arce: economista con estudios de maestra en Polticas Pblicas y Desarrollo. En los ltimos aos ha sido consultor de varios organismos internacionales y ha trabajado como asesor en diversas entidades del gobierno de Bolivia.Palabras claves: modelo de desarrollo, conflicto social, Territorio Indgena y Parque Nacional Isiboro-Secure (Tipnis), Evo Morales, Bolivia.

    n coyuntura Este artculo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 237, enero-febrero de 2012, ISSN: 0251-3552, .

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    Estado y construyendo organizacin social en lo que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud) denomina los huecos de ese Estado1, es decir, en una ambivalente dinmica de legalidad/ilegalidad (o informalidad).

    Pero tan diverso como es el abanico de fuerzas sociales que llev a Mora-les a la Presidencia es el abanico de aspiraciones y demandas que est de-trs. El comn denominador de estas corrientes sociales es su pretensin de superar su situacin de sujetos subor-dinados, en un entorno histrico fuer-temente marcado por un manejo del poder de tipo seorial. Por otro lado, mientras que los valores del evismo2 nacionalismo econmico, soberana y ciudadana para la poblacin de ori-gen indgena se han legitimado fren-te a los paradigmas seoriales y neo-liberales, se multiplican demandas particularistas de los diversos grupos de su propia base social. El reciente conflicto por el proyecto de construc-cin de una carretera en el Territorio Indgena y Parque Nacional Isiboro-Secure (Tipnis) es, probablemente, un hecho emblemtico en ese sentido.

    El Tipnis es un rea protegida que fue declarada Parque Nacional en 1965 y se constituy en Territorio Indgena a principios de la dcada de 1990, como uno de los ms importantes logros de la Marcha por el Territorio y la Dignidad3, una larga caminata hacia La Paz encabezada por la Confedera-cin de Pueblos Indgenas del Oriente

    Boliviano (Cidob). Actualmente, este territorio de una superficie superior a los 12.000 km2 est habitado por ms de 60 comunidades indgenas, cuya economa es esencialmente de pesca y recoleccin, aunque varias de ellas se dedican hoy a la agricultura y la venta de madera e incluso participan de ciertos circuitos de turismo ecol-gico.

    Por otro lado, Bolivia exhibe impor-tantes dficits de infraestructura en comparacin con sus vecinos latinoa-mericanos; en la actualidad, las dos capitales de departamento del norte amaznico del pas (Trinidad y Co-bija) carecen de vinculacin camine-ra adecuada con el resto del pas4. En ese sentido, la vertebracin interna (integracin fsica del pas) ha sido una de las ms importantes priorida-des para Morales, quien ha retomado un programa vigente desde la Revo-lucin Nacional de 1952.

    As, en 2008 el gobierno inici el proceso para la construccin de una carretera entre San Ignacio de Moxos (departamento de Beni) y Villa Tunari

    1. pnud: El estado del Estado en Bolivia. Informe na-cional sobre desarrollo humano, pnud, La Paz, 2007. 2. Ver lvaro Garca Linera: El evismo: lo na-cional-popular en accin en osal. Observatorio Social de Amrica Latina ao vi No 19, 7/2006, pp. 25-32. 3. Ver Silvia Molina y Miguel Lora: Costos socia-les y ambientales de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, s./f., .4. V. mapa interactivo de la Red Vial Funda-mental en Administradora Boliviana de Carrete-ras, .

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    (departamento de Cochabamba), obra que estaba proyectada desde aos atrs con el objetivo de unir las ciudades de Trinidad y Cochabamba. El proyecta-do tramo ii de la ruta atravesaba el Tipnis, motivo por el cual los indgenas de las comunidades del parque, enca-bezados por la Cidob, se opusieron a la iniciativa y marcharon durante ms de 60 das con amplio apoyo de sectores urbanos de clase media en el mbito nacional. Esto culmin en una complicada y tensa negociacin en la ciudad de La Paz, que dio paso a la promulgacin de una Ley Corta5 que declara el Tipnis como territorio intangible. Hasta el momento, el caso del Tipnis es, de lejos, el ms intenso conflicto dentro de la propia base social que ha encarado el gobierno.

    Este artculo ensaya algunas inter-pretaciones del conflicto, situndo-lo en la perspectiva de la trayectoria del gobierno de Morales a lo largo de sus dos mandatos presidenciales: el primero, comprendido entre 2006 y 2009, y el segundo, iniciado en enero de 2010. El argumento que gua este texto sugiere que cada periodo pre-sidencial est marcado por momen-tos polticos con caractersticas es-pecficas, y que la consolidacin de un cambio de grandes proporciones en la cultura poltica boliviana se ha producido mediante el trnsito de una situacin en la que las disputas polticas enfrentaban al oficialismo con adversarios polticos que estaban fuera de la propuesta de cambio, a

    una situacin en la que las pugnas de poder ocurren entre los grupos que enarbolan la bandera del proceso de cambio.

    Evo Morales en la Presidencia: n primer momento (2006-2009)

    En 2006, Morales lleg al gobierno de Bolivia como el primer presiden-te de origen indgena, portando un programa que bien podra ser carac-terizado como nacional-popular. Nacional, en el sentido de que de-construye valores referenciales de las capas oligrquicas para cons-truir una nacin ms densa, y tam-bin en el sentido de que reafirma el principio de la soberana nacional. Popular, porque se basa en movi-mientos de masas que construyen su identidad frente a las elites do-minantes y al sistema tradicional de dominacin6.

    Hay que destacar que el primer man-dato de Morales se vio favorecido por un contexto internacional inusual-mente propicio para los pases pro-ductores de materias primas y recur-sos energticos: entre 2003 y 2008, los precios de las exportaciones de Boli-via se incrementaron en ms de 200%

    5. El Deber, 25/10/2011. 6. Hugo Cancino: La reemergencia del dis-curso nacional-popular en la nueva izquierda latinoamericana. Para una discusin de los movimientos nacional-populares en Dilogos Latinoamericanos No 13, 6/2008.

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    en el caso de los minerales y hasta en 65% en el caso del gas natural7; el cre-cimiento promedio de Amrica Lati-na en esos aos se situ por encima de 3%. En el mismo periodo, Bolivia creci ms de 4% anual y desde 2006 logr supervits externos y fiscales inditos.

    Durante su primer mandato, Morales logr algunos avances que marcaron una rotunda diferencia frente a sus antecesores:

    - la nacionalizacin de las activida-des estratgicas8, que permiti captar el grueso de la renta gasfera del pas y generar excedentes en minera y servicios;- la redaccin y promulgacin de una nueva Constitucin Poltica del Esta-do, que institucionaliza el ejercicio de ciudadana de los sectores popu-lares de origen indgena-campesino y establece las bases de un nuevo pacto social.

    En el mbito del desarrollo econmi-co, las nacionalizaciones de las acti-vidades y empresas estratgicas faci-litaron un flujo de caja incrementado para el Tesoro de la Nacin, lo que hizo posible la aplicacin de polticas sociales redistributivas basadas en transferencias directas de renta, como el bono Juana Azurduy para embara-zadas y madres9, el bono Juancito Pin-to para los nios escolarizados10 y la Renta Dignidad para los mayores de 60 aos11.

    En el mbito de las relaciones inter-nacionales, el acontecimiento ms importante del periodo es, sin duda alguna, la expulsin del pas del em-bajador estadounidense en septiem-bre de 2008, acusado por el gobierno de Morales de promover y apoyar accio-nes de desestabilizacin. En el mbito poltico, la primera ges-tin de Morales qued marcada por el intenso grado de polarizacin en-tre las elites afincadas en las regiones del este y sur del pas: por un lado, Santa Cruz, Tarija, Beni, Pando y cir-cunstancialmente Chuquisaca la lla-mada media luna, cuya vocacin productiva gira alrededor de los hi-drocarburos, la ganadera y la agri-cultura de exportacin; y por el otro, los movimientos sociales populares (indgenas, cocaleros, campesinos y urbano-populares), cuya base social mejor organizada est en el occiden-te del pas12. En este primer momento poltico de la gestin de Morales, los

    7. Comisin Econmica para Amrica Latina y el Caribe (Cepal): Anuario estadstico de Am-rica Latina y el Caribe 2009, Santiago de Chile, Cepal, 2010.8. P. Rossell Arce: Cmo sorte Bolivia la cri-sis econmica? Retos en Ola Financiera No 5, 1-4/2010, pp. 193-202.9. Para recibir el bono, las beneficiarias deben cumplir con una serie de controles pre- y postna-tales. V. .10. V. .11. V. .12. V. Fernando Mayorga: Conflictos y acuer-dos polticos 2006-2008 en Rolando Costa (ed.): Del conflicto al dilogo. Una mirada hacia el futuro, fes-Ildis / fbdm, La Paz, 2009.

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    indgenas de tierras bajas aglutinados en torno de la Cidob se constituye-ron en parte de las fuerzas de apoyo del presidente y se articularon con indge-nas y campesinos de las tierras altas bajo el mando del Pacto de Unidad.

    Como efecto de la polarizacin po-ltica, los conflictos se manifestaron con diferentes grados de intensidad y violencia en los territorios de la media luna y fueron resolvindo-se, en lo coyuntural, mediante el uso de la fuerza pblica en su momen-to requirieron la intervencin inclu-so de las Fuerzas Armadas y, en lo estructural, mediante una larga su-cesin de actos electorales que fue-ron consolidando paulatinamente el liderazgo de Evo Morales:

    - la eleccin de los representantes a la Asamblea Constituyente, que favore-ci al oficialismo con 51% de los vo-tos, en julio de 2006;- el referndum revocatorio de julio de 2008, en el cual Morales obtuvo 67% de los votos en favor de su con-tinuidad;- el referndum para la aprobacin de la nueva Constitucin del Estado en enero de 2009, en el cual se apro-b el texto constitucional con 62% de los votos;- las elecciones generales de diciem-bre de 2009, en las que Morales obtu-vo un segundo mandato presidencial con un histrico 64% de los votos.

    Los hitos de la primera gestin de Evo Morales se enmarcan en una

    fuerte corriente de nacionalismo en lo econmico y en el plano de las re-laciones internacionales mbito en el cual, por otra parte, se mantiene hasta hoy un tinte latinoamericanis-ta. Por otro lado, se produjo un reor-denamiento del pacto social median-te la nueva Constitucin Poltica del Estado, vigente desde 2009, y las mencionadas polticas redistributi-vas. Esa corriente nacionalista fue producto del rechazo popular a los resultados de dos dcadas de neo-liberalismo ortodoxo. En esta lnea, se puede comprender la mencionada nacionalizacin de las actividades es-tratgicas (hidrocarburos, parte de la minera, electricidad, telecomunica-ciones) como la construccin de un relato que expresa los antagonismos actuales como una querella entre la nacin y la antinacin o, para el caso, el pueblo contra la oligarqua y las transnacionales.

    Al mismo tiempo, el gobierno de Mo-rales promovi activamente una se-rie de pactos internacionales, como la Alianza Bolivariana para los Pue-blos de Nuestra Amrica (alba), la Unin de Naciones Suramericanas (Unasur) y, ms recientemente, la Co-munidad de Estados de Amrica Lati-na y el Caribe (Celac), constituidos con la pretensin de superar la hegemo-na estadounidense en la regin.

    La redaccin y la aprobacin de la Constitucin Poltica del Estado en 2009 lograron, entre otros efectos,

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    mantener movilizadas a las bases del evismo; la defensa de la nueva Cons-titucin se erigi en una bandera de lucha que fij posiciones y consolid el discurso oficialista, arrinconando y estigmatizando la retrica de la opo-sicin de derecha como un discurso antipatritico. Por su parte, la polti-ca de bonos acerc al Estado a la po-blacin bajo la forma de ayuda direc-ta y universal, una modalidad que las familias pobres desconocan en el pasado; as se gener una identifica-cin unvoca entre el beneficio recibi-do en efectivo y el gestor de tal bene-ficio: Evo Morales.

    Sin embargo, el hito ms valorado y ms significativo para las grandes masas de la poblacin de origen ind-gena-campesino es el cambio en sus posibilidades reales y potenciales de acceso al poder, no solo por la va de la participacin en instancias gu-bernamentales de toma de decisiones, sino tambin a travs de la dirigencia de las organizaciones de base, que hoy gozan de una influencia signifi-cativa en la definicin de algunos as-pectos de las polticas pblicas. Para estos sectores, Morales personifica la ruptura de una especie de apartheid nunca formalizado, que exclua a los bolivianos de origen indgena-cam-pesino de los espacios de poder y que estuvo vigente en Bolivia hasta 2006. Este liderazgo tiene la capacidad de solidificar una adhesin poltica/emo-tiva de largo plazo que se asemeja aunque parece ms profunda a la

    que logr el Movimiento Nacionalis-ta Revolucionario (mnr) entre el cam-pesinado, luego de la reforma agraria de 1953.

    El segundo momento de n Morales en la Presidencia (2009 hasta el presente)

    Actualmente, Evo Morales se encuen-tra transitando la mitad de su segun-do mandato presidencial. Este mo-mento est caracterizado por una prdida de brillo en la imagen del go-bierno, ocasionada por el natural des-gaste que acarrea el tiempo y por la forma en que el conflicto poltico se ha trasladado desde la lucha contra un adversario externo al evismo la antinacin, la oligarqua, los neo-liberales a la lucha entre las distin-tas corrientes particulares que cada movimiento social encarna.

    Morales asumi este mandato en un entorno inmejorable: gan con total transparencia las elecciones de di-ciembre de 2009 y logr un porcenta-je de votacin que hara palidecer de envidia a cualquier poltico; las me-didas de nacionalizacin de las ac-tividades estratgicas mostraban su xito al permitir la captura de los ex-cedentes que los altos precios de los productos de exportacin generaban, y la oposicin poltica de derecha se sumi en un descalabro del que no se recupera hasta hoy. En ese entor-no, las prioridades de Morales en ma-teria de gestin estatal se dirigieron

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    hacia el mbito econmico, y el pre-sidente intensific los esfuerzos del Estado para ejecutar un ambicioso programa de infraestructura. Pero, al mismo tiempo, en este periodo se empezaron a multiplicar las pugnas polticas internas entre las diversas corrientes de la base social del evis-mo13. Por ejemplo, informacin de Fundacin unir Bolivia da cuenta de que en la primera mitad de 2010 los conflictos de carcter poltico-ideolgico estuvieron relacionados con pugnas en torno de las listas de candidatos para las elecciones loca-les dentro del propio oficialismo; en ese mismo periodo, surgieron conflic-tos de carcter econmico a partir de disputas por el control de los recur-sos naturales en sectores y regiones afines al Movimiento al Socialismo (mas) y, para el ao 2011, se puede observar que las organizaciones que protagonizaron la mayor cantidad de conflictos son las cooperativas mine-ras, los sindicatos campesinos y de transportistas, las juntas de vecinos, las organizaciones indgenas etc.; es decir, sectores afines al proyecto po-ltico de Evo Morales.

    Una constante a lo largo de las lti-mas dcadas de la historia del pas es el conflicto salarial, que protagonizan ritualmente los sindicatos afiliados a la Central Obrera Boliviana (cob) du-rante los primeros meses de cada ao. El gobierno de Morales no ha sido in-mune a este tipo de conflictos, a pesar de haber intentado estrechar alianzas

    con una cob que expres al principio un apoyo distante y condicionado a Morales y que, en el ltimo ao, se ha decantado por el enfrentamiento directo con el gobierno. Un elemen-to caracterstico de los conflictos in-ternos del evismo es que, cuando logran sacudir la agenda nacional, exigen la intervencin del presiden-te en persona como juez de ltima instancia14, en un intento por esqui-var la funcin del Parlamento y de las autoridades sectoriales.

    Las presiones por una mayor eficien-cia en la gestin econmica llevaron al gobierno de Morales a eliminar, en diciembre de 2010, la subvencin a los precios internos de los carburan-tes, vigente desde 199715. El impacto de esta medida, que los sectores po-pulares bautizaron como gasolina-zo, gener masivas demostraciones

    13. Esta tendencia a los enfrentamientos in-ternos estaba presente antes de 2010, con epi-sodios graves: un bloqueo de caminos en la zona de las yungas de La Paz, electoralmente comprometida con Evo Morales, se sald con dos manifestantes muertos en 2009. Caranavi consigue una planta de ctricos y Alto Beni tendr la suya en La Razn, 12/5/2009. 14. Las demandas sociales se dirigieron masi-vamente hacia el nivel central del Estado: en 2011, 46% de los conflictos. Fundacin unir Bolivia: Informe sobre la conflictividad en Bolivia. Enero a junio de 2011, unir, La Paz, 2011.15. Se estima que la subvencin a los precios de los carburantes estuvo por encima de los us$ 300 millones; para 2011 se situ en us$ 633 millones y se espera que en 2012 llegue a los us$ 755 millones. V. Ministerio de Hidrocar-buros y Energa: Boletn Energtico ao 2 No 61, 9-15/11/2011, .

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    de descontento social en todo el pas, pero particularmente en las ciudades de La Paz y El Alto, dos baluartes de la base social del oficialismo. Luego de das de intentos infructuosos por cal-mar la convulsin con anuncios de me-didas paliativas, el gobierno finalmen-te decidi dar marcha atrs y restaurar la subvencin el 31 de diciembre. No obstante, el conflicto por el gasolinazo modific las expectativas de las movi-lizaciones sociales que se dieron pos-teriormente, dado que fue la primera vez que el gobierno de Morales debi revertir una de sus decisiones de ma-nera absoluta y contundente.

    En ese contexto explota el conflicto del Tipnis, el ms severo que Mora-les haya enfrentado en relacin con su base social. Si bien la marcha de los in-dgenas del Tipnis cuestionaba el tra-zado de la carretera entre Villa Tunari y San Ignacio de Moxos que atravesa-ba su hbitat, no se puede entender ese episodio sino en el marco de un conflicto que los indgenas de las tie-rras bajas mantienen con el gobierno desde, por lo menos, un ao atrs. En efecto, una de las races del enfrenta-miento por el Tipnis en 2011 fue la in-conclusa resolucin de su antecedente ms inmediato: la marcha de los ind-genas de tierras bajas en 201016, cuyas demandas se centraban en el logro de la asignacin de una cuota significa-tivamente ms alta de escaos para parlamentarios indgenas que la que finalmente fue establecida en la Ley Electoral. Ambas marchas, la de 2010

    y la de 2011, fueron encabezadas por la Cidob. La marcha de 2010 no logr su objetivo principal y pudo ser desar-ticulada por el gobierno en la ciudad de Santa Cruz, a ms de 700 km de La Paz, lo que implic una prdida de po-der por parte de la confederacin in-dgena.

    Este 2011, la propuesta de construc-cin del tramo San Ignacio de Moxos-Villa Tunari encerraba una serie de elementos que tenan la cualidad de devolverle a la Cidob la iniciativa poltica: el trazo propona atravesar un rea protegida; los afectados eran in-dgenas cuyos derechos colectivos han sido constitucionalizados justamente bajo este gobierno, y el principal im-pulsor del proyecto Evo Morales se mostraba en los foros internacionales como un firme defensor de los dere-chos de la naturaleza. Pero al mismo tiempo, el contenido programtico central en el conflicto del Tipnis est referido a la orientacin del modelo de desarrollo. La propuesta de la ca-rretera se constituye en un hito ma-terial y simblico de la preeminencia de un modelo de desarrollo conven-cional (integracin fsica del pas) y conlleva los riesgos de la expansin de la frontera agrcola en detrimento de la preservacin de zonas boscosas vrgenes.

    16. Lorenzo Solz y Claudia Vedia: Bolivia, nue-va marcha indgena en Cidob, , 1/7/2010.

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    El avance de la marcha de los indge-nas del Tipnis logr por supuesto la adhesin de las figuras polticas de la oposicin, que nunca pudieron superar el estigma del oportunismo, pero tambin la de amplios segmen-tos de clase media urbana. El recibi-miento multitudinario de la marcha en la ciudad de La Paz es elocuente al respecto. Las clases medias urbanas, cuyas prcticas cotidianas de consu-mo excluyen por completo cualquier consideracin ambientalista, expresa-ron sin embargo su apoyo a los diri-gentes de la Cidob con un discurso ra-dical de defensa de la Madre Tierra.

    No quedan muy claros los motivos por los cuales esta adhesin se dio de ma-nera tan intensa; se puede especular, por ejemplo, que ya se nota cierto re-chazo a las actitudes del gobierno en relacin con quienes intentan desde el oficialismo expresar pblicamente sus desacuerdos y juzgar acerca del rumbo que toma el proceso. La respuesta que ha dado el gobierno a este tipo de ex-presiones ha sido contundente y se ha centrado en la descalificacin moral e ideolgica de los descontentos. Tam-bin es posible ver en la actitud de las clases medias urbanas un rechazo al uso de instrumentos legales para sus-pender autoridades regionales oposito-ras que fueron en su momento elegidas por voto popular, en un intento de cam-biar los tableros regionales de poder17.

    Pero, sin duda, el acontecimiento que concit el rechazo generalizado de la

    poblacin fue la violenta interven-cin policial que sufrieron los mar-chistas el da 25 de septiembre, en un intento del gobierno de resolver el problema por la va de la fuerza18. La intervencin fue televisada y trans-mitida al pas de inmediato. La reac-cin de la opinin pblica fue de tal intensidad que el gobierno tuvo que resignarse a que horas ms tarde los marchistas retomaran su medida vi-toreados en cada localidad por donde pasaban. Este acontecimiento da la imagen del gobierno y activ el apoyo de una gran cantidad de gente que en otras circunstancias no habra salido a las calles.

    En relacin con el modelo de desarrollo, el conflicto por el Tipnis ha reflotado viejas tensiones entre las organizacio-nes de indgenas y las de campesinos que conformaron el Pacto de Unidad como plataforma de apoyo a la reali-zacin de la Asamblea Constituyente, sobre la base de la demanda de tierra y territorio, entre varias otras19. En este

    17. Desde 2010 fueron suspendidos dos alcaldes de ciudades capitales, y actualmente los depar-tamentos de Tarija y Beni tienen gobernadores interinos porque tambin se suspendi a los titulares a travs de medidas jurdicas.18. La polica interviene la marcha por el Tipnis en La Razn, 26/9/2011.19. En este artculo, solo aludimos a algunos aspectos de las complejidades de las a menudo inestables fronteras identitarias entre campesi-nos e indgenas. V. la Declaracin del iii Encuen-tro de las Organizaciones Indgenas, Originarias y Campesinas, La Paz, 20 de junio de 2006, disponible en .

  • 13 Coyuntura2011: el parteaguas del evismo? Bolivia despus del conflicto del Tipnis

    punto, es importante destacar que am-bos conceptos marcan significativas diferencias en los horizontes de pro-greso social planteados por cada tipo de sujeto. Para las organizaciones que se autorreconocen como esencialmen-te indgenas, el territorio es lo central, puesto que se constituye en la base de una vida econmica fundada en usos y costumbres ancestrales. Las organi-zaciones indgenas especialmente las de tierras bajas propugnan el acceso al territorio y la gestin de los recursos naturales bajo formas comunitarias. Para las organizaciones que se auto-rreconocen como esencialmente cam-pesinas, en cambio, la demanda central es el acceso a la tierra cultivable y la gestin individual o, en el mejor de los casos, familiar, del recurso tierra20.

    En la disputa que as se plantea, se puede entrever el impulso de un sec-tor el campesino, compuesto ma-yoritariamente por poblacin de as-cendencia quechua y aymara, cuya organizacin poltica y econmica al-rededor de los sindicatos agrarios per-sigue fines de expansin territorial y de acceso a la tierra entendido como un recurso econmico, mientras que los indgenas del Oriente pregonan la preservacin, no la expansin de su modo de vida. Los reclamos del sector campesino por la titulacin individual de las tierras en detri-mento de la titulacin colectiva dan indicios de la formacin de un cam-pesinado protocapitalista, que en el largo plazo se vera beneficiado

    por el usufructo de la tierra en tanto capital productivo gestionado de ma-nera privada21.

    En el campo de la compleja disputa poltica, la realizacin de la marcha indgena coincidi con el primer pro-ceso electoral para elegir a los miem-bros del rgano judicial, en un he-cho desconocido hasta entonces en el pas y en Amrica Latina. Las elec-ciones se dieron das antes de la lle-gada de la marcha a La Paz. Duran-te las semanas previas a la eleccin, toda la gama de partidos de la opo-sicin hizo campaa para convertir las elecciones judiciales en un plebis-cito reprobatorio de la gestin de Evo Morales, en un intento por llevar a su cauce la fuerza poltica del descon-tento de las clases medias urbanas. Y en efecto, en el conteo oficial, los votos vlidos sumaron alrededor de 42%, un porcentaje similar al de los votos nulos22. No obstante, es dudoso que estas cifras puedan interpretarse como un indicador adecuado del res-paldo popular a la figura de Morales;

    20. Hay disputas en el oficialismo por nuevo rgimen de tierras en Pgina Siete, 4/8/2011. 21. Los cocaleros son un ejemplo paradigm-tico de esta identidad campesina mayoritaria en regiones como los valles y el trpico de Cochabamba. La futura ley de tierras divide ms a indgenas y campesinos en Pgina Siete, 24/10/2011.22. tse: Participacin ciudadana fue del 79,7% para elegir a 56 magistrados en comicios de octubre en Cambio. Peridico del Estado Pluri-nacional Boliviano, 11/11/2011, disponible en .

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    si bien este ha cado en las encuestas, sigue siendo sin duda el lder poltico con mayor capacidad de arrastre en el mbito nacional.

    Si el conflicto del Tipnis ha genera-do algn debate sobre los horizontes deseables de sociedad uno de esti-lo desarrollista y otro ms apega-do al respeto por la naturaleza, tal debate parece estar de alguna mane-ra ya zanjado en la esfera dirigencial del gobierno de Morales. El programa que el presidente tena bajo el brazo al jurar su segundo mandato indica explcitamente una ruta desarrollis-ta convencional para la Bolivia de los prximos aos, y esto ha sido refren-dado por las prioridades en la asig-nacin de los recursos pblicos.

    En resumen: durante el segundo pe-riodo de Evo Morales, la tnica del conflicto poltico est marcada por las pugnas de poder dentro de su base social. En ese contexto, el con-flicto por el Tipnis cobra sentido como una lucha de poder y, de alguna ma-nera, de cosmovisin entre los pue-blos indgenas del Oriente, por un lado, y campesinos y colonizadores, por el otro23.

    Interpretaciones, presunciones n y tendencias

    Los movimientos recientes en la po-ltica boliviana son el reflejo de una tendencia que interpela el accionar de Evo Morales desde el interior del

    evismo. El conflicto del Tipnis, que ha sido el de mayor trascendencia en este periodo, ha surgido desde las bases que erigieron el movimiento nacional-popular que llev a Mora-les a la Presidencia, y desde un mbi-to programtico la defensa de los de-rechos de los pueblos indgenas y de la naturaleza que forma parte de los postulados constitucionales del go-bierno actual.

    En ese marco, pese a la importancia que los actos electorales han cobrado como termmetro de la vigencia del liderazgo de Morales, sera equivo-cado colegir que los resultados de la eleccin judicial son un indicador de aprobacin o de desaprobacin de la gestin presidencial. Igualmente inco-rrecto sera atribuir a la cifra del resul-tado electoral la cualidad de preservar un margen respetable de aceptacin de Morales.

    En primer lugar, el mandato del pre-sidente no estuvo en juego durante el acto electoral. De haber sido as, lo ms probable es que se hubieran activado las lealtades de largo plazo generadas por los logros de ciudada-na de las capas populares de origen campesino, que an ven en Morales a

    23. Diferenciamos la identidad campesina/co-lonizadora y la indgena a partir de las formas de organizacin sociopoltica de cada una: el campesinado se articula mediante formas modernizantes de organizacin (el sindicato agrario), mientras que los indgenas recurren a (y defienden) las formas ancestrales preco-lombinas.

  • 15 Coyuntura2011: el parteaguas del evismo? Bolivia despus del conflicto del Tipnis

    la persona que les dio la posibilidad real de acceder al poder y de aspirar a la ocupacin de cualquier espacio de la vida social, econmica y pol-tica de Bolivia. Por lo tanto, el voto nulo puede representar tanto a la de-recha como a la izquierda opositoras, y tambin a los simpatizantes del go-bierno que desean enviar al poder una seal en pro de una actitud ms conciliadora.

    Ahora bien, qu tendencias se per-ciben una vez que los marchistas del Tipnis han regresado a sus lugares de origen? Una primera tendencia es que el carcter desarrollista de la gestin de Evo Morales se mantendr e inten-sificar. Y esto es as no solo porque esa tendencia se plasm claramente en la oferta electoral de su segundo man-dato24, sino tambin porque aunque esto no siempre se ve con claridad son los campesinos y colonizadores, con sus enormes capacidades de mo-vilizacin y de organizacin, quienes estn detrs de ese programa. En la reciente cumbre de diciembre de 2011, los empresarios privados se sumaron con entusiasmo al programa.

    Una segunda tendencia es la profun-dizacin en la prdida de iniciativa poltica de la oposicin de derecha, al menos en los grandes temas de la agenda nacional. Estos grandes temas se presentan desde el interior del evis-mo, lo que deja un espacio marginal para que la oposicin de derecha a lo sumo se adhiera reactivamente a las

    demandas de las organizaciones so-ciales.

    Asociada a lo anterior, se percibe en la poblacin boliviana una tendencia a desacoplar las lealtades polticas nacionales y las lealtades locales. En lo nacional, el gobierno se hace cargo de los grandes lineamientos; en lo lo-cal y regional, se mantienen espacios para las otras tendencias polticas, en tanto tengan la sensibilidad de repre-sentar las voluntades colectivas terri-toriales. As, es probable que en los prximos aos el evismo se vea obli-gado a compartir el poder en los es-pacios regionales y municipales.

    Una tercera tendencia est funda-mentada en el debate que puede lle-gar a darse en la sociedad boliviana acerca de la pertinencia de profun-dizar la va desarrollista de progre-so social, en contraposicin a una va ideolgicamente anclada en el discurso de la Pachamama (el vivir bien), que an no muestra claridad programtica. En ese sentido, es po-sible imaginar que los liderazgos in-dgenas de tierras bajas se animen a articular una corriente poltica expl-citamente ambientalista.

    Para Evo Morales, queda claro que la capacidad de mantenerse en el poder

    24. mas-ipsp: Bolivia pas lder. Programa de go-bierno, 2009, disponible en .

  • 16nueva SoCiedad 237Pablo Rossell Arce

    se basa en tres pilares: primero, en la consolidacin de las lealtades de las masas populares nacionales (con de-mandas de produccin y desarrollo econmico); segundo, en la capaci-dad de seguir actuando como media-dor de ltima instancia en los conflic-tos internos del bloque oficialista; en tercer lugar, en la posibilidad de que la crisis financiera que azota el cora-zn del capitalismo mundial llegue a Sudamrica con el rezago suficien-te como para pensar en un aterrizaje suave, que no ponga en riesgo el cre-cimiento y la bonanza de la econo-ma boliviana en los prximos tres aos.

    Si el liderazgo de Morales logra ca-pear una catstrofe econmica global, seguramente encontrar nuevos retos en la relacin Estado-sociedad a raz del xito econmico de su gestin. La lenta pero consistente reduccin de la

    pobreza en Bolivia ha ensanchado la clase media en el pas, que en los lti-mos aos creci en un milln de per-sonas25. En el futuro, esto implica el crecimiento de una masa de votantes cuyas aspiraciones estarn cada vez ms marcadas por el acceso a bie-nes de consumo, por hbitos urbanos ms alejados del disciplinamiento de las prcticas polticas sindicales, por identidades ms individualizadas y menos corporativas, pero tambin por imaginarios de progreso social ms alineados con la Bolivia indus-trial del programa de gobierno con el que Evo Morales alcanz su segundo mandato.

    25. Datos de Cambio, 8/11/2008 y Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud): Los cambios detrs del cambio. Informe de Desarrollo Humano en Bolivia, pnud, La Paz, 2010.

    Re vis ta de CultuRa y CienCias soCiales

    2011 Gi jn No 68-69

    LA SOCIEDAD DIGITALEspecial 25 aos (1986-2011)

    sus CRip Cio nesSus crip cin per so nal: 30 eu rosSus crip cin bi blio te cas e ins ti tu cio nes: 45 eu rosSus crip cin in ter na cio nal: Eu ro pa - 60 eu ros (in clu ye gas tos de en vo) Amrica y otros pases - 80 eu ros (in clu ye gas tos de en vo)baco es una publicacin trimestral de cicees, C/ La Muralla, 3 entlo. 33202 Gijn, Espaa. Apartado de correos 202. Tel./Fax: (34 985) 31.9385. Correo electrnico: , . Pgina web: .