200b

Upload: keith-montgomery

Post on 18-Jul-2015

226 views

Category:

Documents


3 download

TRANSCRIPT

200 MICRORRELATOS DE TERRORHomenaje a Edgar Allan Poe

Edicin: www.artgerust.com - 2011 Diseo cubierta e interiores: www.artgerust.com - 2011

GERST CREACIONES S. L. (www.artgerust.com), 2011 ISBN Papel: 978-84-939816-0-0 ISBN PDF: 978-84-939816-1-7 Depsito Legal:

Esta obra est acogida a una Licencia CreativeCommons. Se permite a cualquier usuario el libre uso de esta creacin siempre que su fin no sea para uso comercial, prohibindole su transformacin, exigidole que, en todo caso, reconozca a quin pertenece la autora.

II Certamen de Microrrelatos de Terror ArtGerust

200 MICRORRELATOS DE TERRORHomenaje a Edgar Allan Poe

PrlogoTodos porfiamos en ser ReynoldsWe safely may trust to a gleaming that cannot but guide us alright, since it flickers up to Heaven through the night. Ulalume Nada hay mejor que disfrutar de las disciplinas clsicas. Escribiendo en mi gabinete estos instantneos y apasionados renglones, he escuchado a Andr Caplet, su piececilla orquestal Le Masque de La Mort Rouge una tenebrosa demencia para harpa, y ahora disfruto de otra de Florent Schmitt, tude pour Le Palais Hant. Ambas, como es preceptivo, estn inspiradas en un cuento y un poema de Poe. As pues, la atmsfera en que me solazo no puede ser ms propicia para ensalzar con admiracin otra labor clsica: La Lid Literaria, microrrelato en mano, Homenaje a Nuestro Weir Inmortal, Edgar Allan Poe. 7

De esta guisa, clamo currente, no puedo sino asombrarme del delicioso beneficio que supone para nuestros espritus que hayan alentado la continuidad con ste II Certamen. Comprobar cmo una vez ms, desde las neblinas del anonimato, cada cual ha ido escribiendo, febril y vocacional, liliputienses y honrosas piezas para ste libro pintoresco y hecho con cario por todos que, por ende, hace pertenecer a la fratra de Ulalume, el privadsimo y ttrico Cosmos del poeta de Boston. Edgar Allan Poe durante su infancia escuch arrobado historias en las oficinas de su padre adoptivo, John Allan, muy cosmopolitas para la poca, de quienes all se dedicaban al comercio a lo ancho del globo, y de igual forma tuvo facilidad en disponer de obras literarias de los gneros y autores clsicos, y desconocidos tambin. Todo le fue vlido para sus argumentos, mientras su alma briosa se procuraba las ms inslitas lecturas, como las del explorador de las nieves perpetuas, Reynolds, a quien dice la leyenda que en sus postreros instantes en el Hospital Universitario de Baltimore llamaba con desesperacin. El Maestro es inalcanzable y, con lo modestos que somos todos, no clamar nuestros nombres desde un reino junto al 8

mar; lo que creo es que merced a tareas tan interesantes y fecundas como este Certamen se procura que pertenezcamos ms a su mundo, y hoy todos somos un poquito Reynolds. Podemos fiarnos, confiados en su brillo, que no puede sino guiarnos por el buen camino, titilante en el cielo a travs de la noche. Ulalume Adis, y no olvidemos alguandre que los ensueos son las nicas realidades posibles. Eureka Edgar Allan Poe

El Ente del Preventorio

9

Y all dentro est la voluntad que no muere. Quin conoce los misterios de la voluntad y su fuerza? Pues Dios no es sino una gran voluntad que penetra las cosas todas por obra de su intensidad. El hombre no se doblega a los ngeles, ni cede por entero a la muerte, como no sea por la flaqueza de su dbil voluntad. Joseph Glanvill [Comienzo del cuento de Ligeia, de Edgar Allan Poe]

EL DESCUBRIMIENTOLos hermanos, en la burla sdica al pequeo, no se cansaban de repetir, adoptando voces de ultratumba: la calavera detrs de ti. Los mayores acudan a consolarle con argumentos que no disipaban su terror, mientras sus hermanos reciban serias reprimendas. Poco a poco cedi la presin y su angustia se fue relajando. Pero he aqu que aquella tarde, frente al abuelo dormitando y con la espalda casi completamente pegada a la pared, descubri que la calavera caba en ese hueco milimtrico. 1952 Carmela Snchez Gmez

13

LA CHICA DE LA CURVASoy la chica de la curva. Una de ellas, porque componemos un formato de xito que se ha convertido en un clsico, como el noble decapitado o la dama de blanco. A m esto me gusta; presto un servicio a la DGT y dejo a los tos con la boca abierta. Con el tiempo he ido perfeccionando mi puesta en escena: aad al vestido blanco una cazadora vaquera rada y ensangrentada, que luego dejo en un lugar bien visible del cementerio, y me aseguro de tener las manos glidas cuando agarro el brazo del conductor al acercarnos a la curva. Lo que tengo pendiente es el efecto final de la desaparicin. Ya tengo varias costillas rotas por lanzarme en marcha de los vehculos, as que en el psiquitrico se han empeado en atarme a la cama por las noches. Ahora ya no me importa, peor fue el susto que me llev cuando me di cuenta de que estaba VIVA. aderezade Beln Senz Montero

14

DICTADO MALDITOLee, escribiente. Por supuesto, Seor. La primera noche de 1621 un intruso penetr en mi alcoba. En un santiamn me maniat al sitial y me amordaz. Despus, me arranc sin piedad los ojos de las cuencas. Nadie oy nada; ni mayordomos ni canes. El dolor fue insufrible, hasta tal punto que perd el conocimiento. Recuerdo al despertar el castillo en llamas; y tambin gritos de un lacayo vociferando que el mismsimo diablo haba lanzado a las pocilgas los ojos y los brazos del amo. Mi fiel escriba me levant despacio. La eterna oscuridad imperante no evit que sintiera su sobresalto, obviamente al percatarse de los dos huecos vacos en mi rostro y de los muones chorreando sangre. Me haban guillotinado ambos brazos... Est bien. Acabaremos maana. Estoy cansado. Prefiere que siga yo? Insensato!, si desconoces lo ocurrido. Se equivoca, Seor. Yo escrib esta historia... y ahora la rubricar con las entraas de su corazn y la saliva de su lengua. adso Miguel Alayrach Martnez

15

CUENTOS PARA DORMIRAn no haba amanecido del todo en aquella noche de invierno. Fuera en el jardn, el intenso viento meca sin csar los dos alcornoques bajo una ntida luna que reflejaba todo su odio en el escabroso estanque. La pequea despert contenta al escuchar el dulce murmullo. Se puso la batita rosa, baj los escalones y cogi el afilado cuchillo del primer cajn de la cocina. Con el pelo algo alborotado y una sonrisa preciosa, degoll a su madre en un santiamn. Despus, le arranc de cuajo los ojos de las rbitas y se los ech al insistente gato que no dejaba de maullar. Tras un leve bostezo, regres a la cama, no sin antes quemar la cuna de su hermanito; con l dentro. Clara abraz su peluche y en cuestin de segundos se qued profundamente dormida, mientras la sombra que viva en el armarito blanco le arropaba y le susurraba el final de Metzengerstein. adso Miguel Alayrach Martnez

16

HOY NO EST MI ALMAHoy no est mi alma, se rompi en pedazos como trozos de cristal que envenenan los andares perezosos que hoy arrastro conmigo. El tiempo anda de mi mano y deja sordo a mis odos. Hoy no est mi alma, cobarde envuelta en piedra! Se desliza por mi cuerpo y sigilosa, huye de estereotipos color carne. Las agujas del reloj se clavan en mis yemas. Mis dedos lloran; mis ojos sangran. Mi alma, hoy no est. Mi cuerpo tartamudo busca a tientas la respuesta perdida, como la mirada ausente que busca el horizonte y no encuentra ms lnea que la que lo separa de la vida. Las horas cuelgan del techo, el tiempo cae a mis espaldas. Pero hoy no est mi alma, me irrita la piel, y me estremezco. aduren

17

EL MIEDOUn camino angosto se abra ante m, haca fro y estaba oscuro. Slo escuchaba mi respiracin y los pasos y gritos de aquel que me persegua. Corra, corra por aquel camino que siempre era el mismo. No deba de estar muy lejos de m, pues ya poda ver su sombra y la del hacha que blanda como si fuese una pluma. Ca, recuerdo que ca y la sombra sigui hacia delante. Era mi miedo, yo haba dejado de correr, pero l segua creciendo. airama Mara Jos Berbeira Rubio

18

LA ANCIANA DE LA OSCURIDADEstaba demasiado oscuro cuando decid salir a caminar... Inverness, tanto fro y niebla, pero la amaba. Los escoceses me dijeron que tuviera cuidado con los perros negros que ladran por la noche y siguen a la Anciana de la Oscuridad. Conoca su folklore, pero tambin era racional. Camin por senderos pedregosos que conducan a las colinas. El aire fro me reanim. Sent los pasos a mi espalda, gir, nada. Continu. Nuevamente los pasos arrastrndose, pero ahora mi nuca reaccion con ese fro raro. Ahora ser carne para la Anciana? y re. Y por qu no? respondi una voz cascada. Luego no sent ms que miedo. aisling Ana Silvia Karacic

19

LA PESADILLA DEL SEOR VALDEMARLa proximidad de la muerte es un peso abrumador en la conciencia de los seres humanos. Encontrndome en ese estado, acept participar en un experimento de mesmerismo con mi querido amigo P, con los resultados narrados por l y conocidos por el pblico. Bajo los efectos de la hipnosis los dolores de mi enfermedad se atenuaron notablemente. Agonizaba inmerso en una relativa paz. Sin embargo, al fenecer, ni lograba regresar a la vida ni seguir el camino hacia la luz eterna. Indescriptible la angustia de esos meses, cuando mi alma ansiaba desprenderse sin fortuna de mi cuerpo inservible. Me encontraba en un tnel oscuro, levitaba junto a almas en pena, no consegua despertar ni dormir, me senta tan impotente como los seres que son enterrados prematuramente. No existe afliccin mayor en este mundo. Por eso, rogu despertar y al fin pude descansar en paz. Morir es ms natural que vivir. alejandrorobaina Amado Flix Rodrguez Alfaro

20

LA GRUTANo era mucha la distancia hasta la salida, aunque requera rodar previamente hasta el suelo y girar mientras bajaba para encarar la misma y huir gateando. Llevaban la mitad de la altura ganada y su velocidad de descenso haca pensar que era muy posible salir de all, slo caba esperar que ninguna de ellas aterrizara sobre la lnea de paso y que las que fueran llegando al suelo no corrieran demasiado. Cientos de ellas, unas mayores que otras, iban descendiendo a distinto nivel colgando de su abultado abdomen por un robusto hilo blanquecino y sus ocho patas desplegadas y arqueadas esperando con ello amortiguar bien la cada sobre el primer objeto que rozaran. Moverse sera delatarse, quedarse all quiz el fin. Saba que no deba esperar ms pero le resultaba inevitable fijarse en una de ellas que estaba ya muy prxima a posarse sobre su pecho. alfacots

21

PALOMA BRAVAEn la ciudad de Ascalonia tenan gran respeto por las palomas, crean transformarse en ellas despus de la muerte, no atrevindose a comer ni matar ninguna por el temor de comerse o matar a sus parientes. Pero ayer apareci Columba Vitae en vuelo rasante y picote mi cabeza, ca al piso de rodillas y sent chorrear mi cara; al tantear con las manos y verlas manchadas de sangre record los coscorrones de mi padre prohibindome apuntar palomas con la gomera. Cuando retorn insistente, aleteando para posarse en mi hombro, la mir con furia, entonces arranc mis ojos con su pico dejndome ciego. Por suerte, los ciegos no ven lo que comen y, a veces, tampoco diferencian entre una u otra carne de ave bien sazonada, aunque resucite el tufo de algn pariente cercano. Alguacil

22

ETERNAMENTE JUNTOSCogidos de la mano se dirigieron hacia el cementerio. Cerraron la gran puerta metlica tras de s. Dispuestos a dar rienda suelta al deseo largamente contenido, se acercaron a uno de los panteones. Una pequea puerta metlica, totalmente oxidada y con unos empolvados cristales, daba acceso a un amplio espacio interior. El muchacho mir a su acompaante. Al no ver duda en su cara, procedi a intentar forzar la cerradura. Desde dentro un golpe seco para cerrar la puerta les aislaba completamente del mundo exterior comenzando lo que iba a ser una meloda desencadenada de pasin. Te quiero. Te amar siempre dijo la muchacha entre gemidos de placer no contenidos. No dejar que la distancia ni el tiempo nos separe nunca susurr l. No haba pasado ni una hora y ellos sintieron haber vivido toda una eternidad. Cuando se dispusieron a salir, aquella puerta llena de herrumbre no cedi. Golpes, esfuerzos, gritos, lloros, todo fue en vano. aliciauriarte

23

LA CUERDAA pesar del fro segu caminando y llegu hasta un camino que separa las lindes. En ese lugar en el que dice la gente que se presenta el espritu de Abelardo, un hombre que se ahorc en uno de aquellos rboles. A los pocos pasos encontr en el suelo el cabo una cuerda que se adentraba entre los rboles. Qu habr al otro lado de esta soga? Ser un animal, o quizs una maleta llena de dinero Y si al final de la cuerda est Abelardo? Qu tontera! De pronto unos matorrales se movieron en la direccin de donde vena la soga y todo el vello de mi cuerpo se eriz. Solt aterrorizada la soga Quin sabe lo que se puede hallar en el otro extremo de una cuerda que te encuentras en medio del campo? Cualquier monstruo de una pesadilla incluso yo misma. Eso! pens quien estaba al otro lado de la cuerda. Incluso yo misma. alpegon Ricardo Lampert

24

LO INESPERADOPretender entrar en la casa era una locura. Bastaba mirarla de lejos para no querer llegar muy de cerca. Rejas oxidadas y despintadas. Paredes que olvidaron su pintura. Cerramientos maltrechos que ya no cerraban nada. Lo peor era lo de adentro. Nadie en el barrio saba a ciencia cierta, pero todos sostenan con cierta certeza incierta que no haba gente adentro. Haba ruidos que nadie poda explicar: viento, segn unos; lamentos, segn otros. Alguna luz encendida revelaba alguna presencia, decan, o un falso contacto, crean. Ahora, todo se redimensionaba porque la pelota haba cado adentro. Todos huyeron frente a la nica opcin que le quedaba al dueo. Como sentado enfrente, no resolvera el dilema, menos con una tormenta inminente, se decidi a encarar la decisin como una aventura. Entrar fue fcil. Encontrar la pelota no. Los truenos le dieron miedo, pero la mirada desorbitada del linyera harapiento que se sorprendi por el intruso que lo descubri lo mat del susto. amagni ngel Magnfico

25

EXPASINEl taxidermista hizo un trabajo estupendo, sobre todo con el nio, la madre tena un brillo opaco en la mirada que delataba su coqueteo con la muerte y la nia sonrea en exceso, sin embargo el ex marido los encontraba faltos de expresividad. Un tanto contrariado por el escaso reconocimiento de sus obras, el taxidermista no se lo pens dos veces. Ahora lucen los cuatro, vestidos con pieles y taparrabos propios de los Neandertales en la antesala del museo etnogrfico de una ciudad europea de gran renombre. El disecador ha encontrado muchos ms clientes en los foros de divorciados y ha empezado una campaa de divulgacin de sus obras en Amrica tras el xito obtenido en Europa. amapola

26

HAY ALGUIEN AH?Estaba sola en la apartada casa. Como todas las noches antes de acostarme, sub al saln con mis labores de punto. En el silencio de la noche, cualquiera de los exiguos ruidos que durante el da pasan desapercibidos, nos inquietan, y, aunque la sensatez recomiende no evaluarlos, van acrecentndose hasta que acaban resultando alarmantes. Pero cuando decid retirarme, me percat de que no estaba sola... A medida que bajaba las escaleras, tuve la sensacin de que alguien se deslizaba detrs de m. Sigilosamente. Un sudor fro se apoder de m. Me par en seco. Silencio. Volv a descender, y pom... pom... A cada uno de mis pasos le segua un golpecito seco. No me atreva ni mirar hacia atrs... pom... pom... El torturante golpe contra la madera se acercaba... Armndome de valor, me volv. Momento en el que pude ver, bajando acompasadamente, escaln por escaln, al inocente ovillo de mis labores que, deshacindose a una cierta distancia, segua mi estela. Anafrances Ana Francs de Velasco

27

MI MADREHemos estado de visita. Mi madre iba vestida muy de acuerdo con su hermoso tipo y personalidad. Es otoo pero un regalo de los dioses mantiene las temperaturas veraniegas y antes de la cita hemos estado en la playa. Me he baado y nadado llena de energa y felicidad. Sus amigas le han ofrecido una merienda deliciosa y las conversaciones giraron en todas direcciones como es habitual. Ella cumpli noventa y seis mayos hace nada y las amistades que frecuenta son ms jvenes. Firman, como yo, para llegar ah y as, aunque yo, siendo su hija s que nunca alcanzar su estela. S, ha sido otro hermoso da. Apenas han ocurrido dos hechos muy lamentables: yo he despertado del profundo sueo llorando. Y, naturalmente, mi adorada madre lleva muerta ciento veinte exactos das. Y de nuevo el terror de dormir me paraliza! anagun Ana Mara Lezcano Fuente

28

LATIDO INCESANTECuando duermo con la oreja pegada a la almohada oigo como late mi corazn: es un bum bum incesante, y hasta hace poco me haca soar con cosas inconexas: el ataque de los hsares hngaros a mi barca bajo un puente sobre el Danubio, por ejemplo. El otro da, sin embargo, descuid mi posicin y el bum bum, se convirti en un una tamborada inquietante; baj un nivel de mi subconsciente y not presencias inamistosas: llenas de odio, y no saba por qu. El ritmo del tamborileo aument, y baj otro nivel; haba velos colgantes, o puede que telaraas, y tena miedo: detect presencias malignas. Pens en rezar, mas no poda, no me dejaban, me haban agarrotado, y baj otro nivel, aument la cadencia del corazn, aument mi terror, mi alma se acercaba al sepulcro, vea cruces y medias lunas, y no entend. Dnde estaba, haba muerto y me enterraban, dnde? angelowsky2diab

29

VACACIONESQuera unas vacaciones diferentes. Le hablaron de un pueblecito que viva de los turistas. Decidi ir. Los lugareos eran hospitalarios, hasta un lmite casi agobiante. Desayunos abundantes, almuerzos increblemente sabrosos y la cama ms cmoda que haba probado jams. Y a precio de risa. Mientras reflexionaba, se acord de Maruja. Qu haba sido de aquella mujer de la habitacin de al lado? Aquella entradita en carnes, con la sonrisa tan agradable y aquellos enormes pies. Segn le cont llevaba alojada all un mes y de repente, simplemente, desapareci. Estas mujeres... Haba aumentado de peso desde que haba llegado y que la ropa empezaba a apretarle. Caray! Esos desayunos, hummmmmm. Aquella maana despert en una habitacin ttrica, encadenado a la pared. Haba manchas en el suelo, en la pared, sobre la mesa... Una pierna humana, todava llevaba un zapato de mujer inusualmente grande... En la pared colgaba un cuadrito hecho a punto de cruz: Los turistas son nuestro sustento. anna Ana I. Usn Martn

30

AILNadie querra cerrar los ojos ni quedarse dormido ante el adictivo espectculo tras aquel gran ventanal. El cielo vestido de naranja se funda con el espejismo del arcoris que sin pudor se reflejaba en el suelo de la habitacin. Salvador nos haba arropado a las dos. Haca semanas que no dormamos bajo techo, ni comamos un plato caliente, pero con el paso de los das logramos desarrollar la capacidad de olvidar casi todas nuestras necesidades bsicas. El miedo hace que no pienses en dormir, ni en comer y eso limita el resto de las necesidades. A veces no piensas ni en pensar. Slo en huir. Huir y desconfiar. No s qu fue lo que nos hizo fiarnos de aquel ser encantador de aspecto sobrio. Sus ojos reflejaban la paz que necesitbamos. Sin preguntas. Slo nos confortaba. Cuando vi las tijeras perd la cuenta de los soles y las lunas... Pero s recuerdo que nos dio para 42 platos calientes. annalammer Anna Lammer

31

ENG Y CHANGNacieron unidos por el esternn y por un costado. Durante aos consultaron a muchos doctores, pero nunca se pudo determinar si compartan o no el hgado y ningn cirujano quiso arriesgarse. Han llevado una vida normal, dentro de lo posible. Han sido dueos de una plantacin, se han casado, han tenido hijos. Pasan ya de los sesenta aos. Chang ha estado bebiendo demasiado ltimamente y ha sufrido algunos problemas de salud. Eng lleva una temporada durmiendo mal. Esta noche, Eng se ha desvelado de nuevo. Como siempre, procura estarse quieto para no despertar a su hermano. Ha empezado a recordar. Las imgenes se van sucediendo. La infancia en el lejano Siam. El viaje en barco a los Estados Unidos. Los espectculos en que los exhiban. La riqueza. Sarah y Adelaide, la doble boda. La ruina y el forzoso regreso al circo. De repente, se sobresalta. Algo sucede. Chang se estremece. Se queda rgido. No respira. Est muerto. antonimo Antonio Gonzlez Snchez

32

AUSENCIAPasaron varios meses sin que Silvia recibiera noticias de Mario, simplemente un da desapareci as, sin ms. Esa noche hubieran celebrado su primer aniversario y ella lo esper en el andn, como cada viernes. Apeado el ltimo pasajero, recorri todos los vagones y tom asiento donde l acostumbraba a hacerlo. Cerr los ojos y una glida brisa comenz a erizar cada vello de su cuerpo mientras una intensa luna llena tmidamente se colaba a travs de las ventanas. Abri los ojos y encontr a Mario enfrente, mirndola, haba regresado. Acompame, no tengas miedo, le dijo. Ella obedeci y a la vez que le tenda su mano una densa niebla desdibujaba su figura. Lejos quedaba ya la estacin y el mismo enamorado que no falt esa noche a su cita, como cada viernes, dejando caer otro ramo de flores sobre las vas y el mismo mensaje junto a l: Siempre te querr, Silvia. Tu mitad que no te olvida, Mario. anyuri Victoria Snchez Aranda

33

CONTEMPLANDO SU MUERTEAll estaba l fuera de su cuerpo contemplando cmo los mdicos hacan mil y una cabriolas intentando salvarle la vida. La sensacin ms extraa que jams haba sentido en su vida le recorra mientras flotaba en el techo de aquel quirfano, vea como su cuerpo perda la vida y simplemente no poda hacer nada. Si no hubiera entrado en aquella pelea nunca hubiera llegado hasta all, pero en ese momento ya no importaba notaba como su cuerpo mora y l se esfumaba en un haz de invisibilidad. Un amargo llanto comenz a inundarle respondiendo a su eterna pregunta de si las almas podan llorar, esa fue la ltima respuesta que obtuvo en su vida, la que ms haba buscado y nunca podra compartirla con nadie. Contempl por ltima vez la que para l era la siniestra sala al mismo tiempo que uno de los doctores certificaba su muerte. Todo se haba acabado. apb1488

34

EL CALLEJNTras su paseo cotidiano recolectando trastos, Gabriel se sent entre el cubo de basura y los pals subindose las solapas radas de su chaqueta. Cerr los ojos y tap sus odos, pero esa noche no escuch nada. Desde haca unos meses cuando ya empezaba a oscurecer, un grito aterrador inundaba el callejn y segundos ms tarde un reguero de sangre iba a parar a la alcantarilla justo al lado de sus pies; entonces se acurrucaba abrazando sus rodillas, esperando que aquella visin se esfumara y poder quedarse dormido hasta la maana, pero esa noche otro pordiosero se coloc a su lado y con los ojos desorbitados le zarande diciendo: Ya viene! Ya viene! Vete de aqu, estpido! Si te persigue me va a encontrar a m tambin! No, hoy viene a por ti dijo el intruso mientras Gabriel escuchaba el sonido desgarrador de su propia garganta. arabyhela

35

VACASonaban a muerto. Las campanas agonizando como el da lluvioso, sealando la hora en que iban a enterrarlo. Siempre quiso un hijo, pero se fue a la tumba completamente solo. El sacerdote lea los salmos acelerando el ritmo cuando pequeas gotas empezaron a caer sobre el papel. Mir el agujero. La tierra hmeda se llenaba de pequeos charcos y un Amn fue la ltima palabra de la tarde. No par de llover en toda la noche y, poco a poco, la tumba se llen de agua. A la maana siguiente el cadver flotaba sucio y bocabajo en la fosa. El hijo del enterrador, acostumbrado a jugar corriendo entre las lpidas, decidi sentarse junto al foso y darle con el palo al cuerpo, desconoca el temor a la muerte. A la hora de cenar su padre sali a buscarlo, pero slo pudo encontrar junto a la fosa sin cadveres la gorra verde que le puso aquella maana. arabyhela

36

LA MIRADA NEGRAEn 1921, en Bahrpur, en norte del Pakistn, hubo un brote de sagortenia (la apodada mirada negra). Se trata de una enfermedad que afecta a los ojos, progresivamente nubla la visin hasta que la pierdes en un noventa por ciento. El proceso se toma apenas unos das, puedes notar la ceguera creciente con el paso de las horas. El iris se ennegrece hasta que tiene el aspecto de ser slo pupila. Por aquel entonces desconocan las vas de contagio y por la zona comenz a correr el rumor de que la enfermedad se transmita por la mirada de los contagiados. Si te clavaban esos ojos negros a los tuyos, te quedabas ciego, decan. De modo que se extendi por la zona la prctica de a sacarle los ojos a los enfermos. Hoy da en Bahrpur no est bien visto llevar gafas de sol, por temor a que oculten una mirada negra o unas cuencas vacas. ascilto

37

LAS SUERTESDurante aos he frecuentado los ambientes ms esotricos de mi ciudad, videntes, mdiums... No me malinterpreten, ni crea en ello ni era la curiosidad la que me mova. Todo lo contrario! Encontraba de lo ms divertido esas farsas y nada me gustaba ms que seguirles el juego para al final descubrirles. Fue por medio del conocido de un amigo de mi amigo A. H. que consegu una cita con el adivino ms reputado del pas. Aquella tarde en su estudio y por medio de las suertes me ley el futuro. Abri la Biblia al azar y ley la primera palabra sealada con el dedo. Por supuesto no le encontraba ningn sentido, ni tampoco a la segunda pero le haca creer que eran tremendamente reveladoras mientras hacia un gran esfuerzo para no rerme. Al leer la tercera palabra se me desencaj la cara, juntas tenan un significado funesto para m. Esta vez no me contuve, lo mat. auldreekie

38

EL DONEl llanto de un nio me obliga a abrir los ojos. He cambiado la comodidad de mi dormitorio por la frialdad de una cuneta. Dentro del coche destrozado el nio llora. Est cubierto de sangre y a mi inters responde que el intenso dolor de antes ha desaparecido por completo y me ruega que busque a sus padres porque tiene miedo, a lo que me comprometo. De nuevo me encuentro en la seguridad de mi dormitorio, aunque el fro perdura en mi interior. El recuerdo del pequeo convulsiona todo mi ser. Creo ver al infante sentado junto a m. La noticia estrella del medioda es el accidente de un turismo que ha costado la vida de un pequeo de ocho aos. La visin de su fotografa me impacta y suelto los platos, hacindose aicos. La imagen que me devuelve el espejo me dice a diario que se quedar conmigo hasta que cumpla mi promesa porque as se siente protegido. ayax

39

Ganador del II Certamen de Microrrelato de Terror ArtGerust. Homenaje a Edgar Allan Poe.

AS ES LA MUERTEMe gustaba salir a andar. Una hora al da para mantenerme en forma y respirar aire puro. Siempre me cruzaba con gente que tambin sala a pasear por la misma zona. Normalmente nos saludbamos y seguamos cada uno nuestro camino. Pero ayer, cuando sal, no me cruc con nadie, y eso me extra mucho. Y tampoco en el portal me he cruzado con nadie, ni hay gente si pongo el televisor. Llevo as ms de un da. No veo a nadie en ningn sitio, sin embargo, y esto es lo ms terrible, lo escucho todo perfectamente, personas hablando, claxon de coches, seguidores celebrando los goles de sus equipos, mis hijas llorando Ver un mundo desierto y escuchar un mundo habitado es la peor de las torturas. Nadie sabe lo terrible que es hasta que lo sufre uno mismo. Los vivos lo llaman muerte. bandida Mara Lpez Gil

41

ZOZOBRACaminaba por la acera. Miraba los extremos de la calle ausente. Oscureca. Una pelota danzaba desde lejos, saltaba en direccin a ella. La bola se clavaba lentamente en el pavimento, movida por un viento desconocido. La pelota aument velocidad y comenz a perseguirla. La nia corra dejando en su paso esquinas grises, los espacios que recorra en su desesperacin iluminaron su memoria: iba hacia su hogar. La pelota rozaba su espalda acosndola, estampando quemaduras que provocaban chillidos. Al ver que se acercaba a su destino, la nia con seguridad dio la vuelta, decidida a ver el mal que la persegua. La bola haba desaparecido. Arregl sus colitas y abri la puerta de su hogar, la sala estaba vaca. Entr en su habitacin y se acost arropada con sabanas cargadas de polvo. Su mente repasaba el eco de la pelota poseda. Al rato percibi, tras la puerta del armario, el sonido que la haba atormentado horas antes. balbi Lady Laura Liriano Balbi

42

CHIMENEAEl estudio de aquel palimpsesto al calor de la chimenea lo sumi en un letargo casi hipntico. Un sbito crepitar de las llamas le devolvi a la consciencia. Se haba sumergido en una extraa ensoacin cuya recurrencia comenzaba a incomodarle. Desech con un leve movimiento de cabeza los ltimos vestigios del sueo y volvi a la lectura. No bien haba posado sus ojos sobre el papiro cuando son el aldabonazo. Fue un sonido tan brutal como inesperado, nadie en su sano juicio llamara en puerta ajena durante una noche invernal como aquella. No eran horas de visita, decidi. Y se repanting en el silln. Se haba sobresaltado, s, pero era normal a esas horas intempestivas, no haba nada de que preocuparse. Nunca pens que el macizo roble de la puerta cediera con tanta facilidad a la siguiente llamada, racionalmente se sorprendi del araar de las garras y el idioma sibilante. Apenas le dio tiempo a lanzar al fuego el documento. barrabas

43

LA RECOMPENSAEmpec como cualquiera, disfrutando de su lectura, paladeando sus poesas cual nctar y ambrosa, apropindome de sus miedos cual si fuesen mos. Estudi su vida, su obra. Dej una rosa negra en su ltima morada. Intent emularlo Pecado! hasta que comprend mi blasfemia. Entonces quebr mi pluma y ocult las tintas donde no pudiese encontrarlas. Lo incorpor a mi vida, que le dediqu integra, lamentando aos infantiles desperdiciados en juegos y estudios. El busto de Palas, un falso retrato de Ella frente a mi silln. En todo quera homenajearlo... Hasta que perd la cordura y, como a l, me gan el opio y la botella. As me encontr, perdido y enfermo, la noche en que, al creerme muerto en la barra de un sucio tugurio, sent su mano helada en el hombro atravesar mis ropas y congelarme el alma. Feliz por vez primera, ojal pudieses escuchar su voz. Finalmente, Poe estaba aqu. Es hora de partir, acompame, ser tu recompensa. belugar Alejandro R. S. Santagati

44

LA BESTIASe sent junto a la fogata con el Winchester 66 calado entre los brazos. Pasara la noche en vela. Si la bestia se atreva a manifestarse, la llenara de agujeros. A medianoche, el fro lo oblig a liberar una de sus manos del Yellow Boy para poner agua a hervir. Cuando su garganta acoga el primer sorbo de caf, los arbustos se agitaron. Antes de que la taza tocase el suelo, dispar. Una mano emergi entre el sotobosque acompaada de una splica. Sin dejar de apuntar, le orden a la voz que se mostrase. Al ver a la chica, baj el rifle. Entre lgrimas, le cont que despus de arrojarla su caballo haba huido. Haca horas que deambulaba a merced de la bestia. El hombre no supo cmo disculparse por lo acontecido, pero Treinta descuartizados en seis meses le meten miedo a cualquiera, dijo, mientras dejaba el Winchester a un lado para vendarle el brazo. Treintiuno, replic la joven. beowulf75 Gabriel Bevilaqua

45

MALDITO CONSEJOLos problemas se amontonaban y yo me deslizaba en una espiral infinita hacia el abismo. No vea el final. Estaba sumido en un pozo negro de melancola. Gracias a un amigo de la infancia, he decidido dar otro rumbo a mi vida. Hastiado y desorientado, un cambio de aires poda ayudarme a resolver mi situacin y flotar sobre la desesperacin que me tena atrapado. He seguido su consejo y he dejado todo atrs para irme con l. Probablemente, haya sido la decisin ms acertada que haya tomado nunca. Una aldea pequea, de interior, alejada de cualquier carretera principal. El tpico sitio al que solo se llega pretendiendo ir o perdindote. En invierno est poblado nicamente por los lugareos. En verano recibe ms visitas, su enclave y paisaje ofrecen un atractivo singular. Sus gentes son trabajadoras, alegres y parlanchinas. Incluso algunas veces, como hizo mi amigo, hablan con los vivos y nos invitan a venir aqu. blackymdn M. Nuevo

46

CUESTIN DE OLFATOLuis posea un extrao Don. Era capaz de oler la muerte. Nunca se equivoc en sus veinte aos de profesin como celador en el hospital de enfermos terminales. l siempre deca que era un olor caracterstico; una mezcla entre amargo y agrio que emanaba el paciente con veinticuatro horas de antelacin. Deca que el olor era el sudor de uno de los jinetes del Apocalipsis que vena a buscar su presa para llevrsela con ella. Esta noche se ha despertado sobresaltado entre sudores y escalofros. Ha vuelto ese temible olor a su olfato. Esta noche es diferente a todas las dems y por eso grita hasta desgaitarse entre convulsiones de su propio cuerpo. Est de vacaciones y se halla solo en su casa de campo y por eso siente un ataque de pnico. Cree escuchar los cascos de un caballo que se le est acercando. Y grita cada vez ms y ms... bolivarrock Manuel Romero

47

DEL OTRO LADO DE LA PUERTACuando sales del bar hacia la medianoche en ese barrio triste donde vives, alcanzas a ver la silueta furtiva proyectada en el muro, y no es la tuya. Ests sobrio an, aunque un poco cansado. La calle desierta hace eco slo de tus pasos y, sin embargo, sientes que alguien ms camina a tu lado, alguien que no ves. De repente es la angustia, la vieja angustia de tu infancia y de toda la vida. Aprietas el paso ya con pnico hasta llegar a la puerta de tu casa. Cuando entras, echas el seguro y pasas el cerrojo. Respiras por fin algo aliviado. Pero es ante el espejo cuando descubres, con horror, el hueco negro que devor tu rostro y todo tu ser, el hueco de tu miedo que ha esperado por aos. Y oyes afuera, del otro lado de la puerta, tu propia voz llamando, gimiendo con desesperacin. brunosalomon2009 Pedro Arturo Estrada

48

PASOS DE SOLEDADAprieta el paso huyendo del ruido que desde hace tiempo le acompaa, ruido de pasos que no soporta, mira de reojo hacia atrs, en un gesto hbrido de deseo de intimidar y miedo de intimidado, y siempre encuentra tras l los mismos pasos, que le acompaan por el medio de la plaza mayor, en el Metro, tan slo en la consulta del psiclogo aguardan a que salga en la sala de espera, para volver a acompaarlo durante el resto del da; en el descansillo de la escalera estn tambin, y cuando entra en casa le esperan ya en el hall, se duchan con l, y en la cama se convierten en un suave ruido en cada vuelta de insomnio, est solo y lo sabe, slo ellos le acompaan... campechano Juan Carlos Fernndez Galeano

49

TARDE DE PRIMAVERAA las seis de la tarde de un apacible da de primavera el parque infantil est lleno de nios que juegan en los columpios, haciendo carreras, saltando, riendo y manchndose con la tierra, mientras las madres les vigilan aburridas. Aprovechando el bullicio de toda esa chiquillera, ella, con un aspecto anodino, entra sigilosa en el parque. Sin que nadie preste atencin a su presencia se pasea entre los diversos columpios hasta detenerse junto al tobogn, donde ha visto un peligroso remache afilado, y lo acaricia durante largo rato, con destreza. Entonces, echando un vistazo alrededor, seala a un nio: Quiero a ese!, exige la Muerte sin derecho a rplica. carjo Rafa Heredero

50

SOLICITUD ACEPTADATodo empez con un concurso de relatos de terror. S, parece un comienzo poco original, pero en realidad esto no es un relato. Djenme explicarles. En el concurso quise hacer un homenaje al clsico si has ledo esto vas a morir, parodiando los correos electrnicos que todos conocemos, del tipo No rompas la cadena, etctera, y tonteras similares. As que escrib un relato en realidad un supuesto correo reenviado a varios usuarios donde la muerte anuncia en serio su inexorable visita. Despus, por curiosidad, envi un mensaje a la ficticia direccin que haba inventado con un nombre absurdo para la muerte, queriendo comprobar si exista realmente, y sorprendido recib de inmediato miles de correos que han saturado mi cuenta, donde slo aparece un nico aviso repetido una y otra vez: SU SOLICITUD HA SIDO ACEPTADA. Y empec a sentir miedo, miedo de verdad. Por eso les deca que esto no era un relato. Es, cranlo, una peticin de ayuda. carjo Rafa Heredero

51

MAUSOLEOUna agradable tarde de otoo, en el parque, se oyen gritos y risas de nios alborotados. Las madres observan tranquilamente desde el borde del arenal. En un banco hay un chico sentado, fijando el vaco, concentrado quizs, pensando en sus cosas. Y as, sin motivo alguno, su mirada desciende hasta el suelo y se queda all, parada en la arena, entre surcos y trazos caprichosos, como queriendo contar todos sus cristales. De fondo sigue oyendo el gritero, pero este se va haciendo ms dbil, sofocado por una incipiente apata que le impregna los sentidos hasta atrofiarlos. Absorto observa las piedrecitas que desmenuzan su consciencia. Sin or ya siquiera. El viento arrecia, se vuelve ms fro. La oscuridad le parece palpable y, cual presencia maldita, le recorre un escalofro. Sobresaltado levanta la cabeza. No hay nadie, no ve nadie, solo una hoja danzando caprichosamente entre las estructuras donde antao jugaban los nios. catzl

52

MIRADA QUIETALos peregrinos tocaban a su puerta y los invitaba a entrar, luego les convidaba un vaso de agua turbia y ellos gustosos beban un sorbo, quedaban inmviles y fros convertidos en estatuas de piedra, con el alma atrapada y viva soltando un gemido dbil. Ella los tomaba de la cara y los besaba en la frente, luego les susurraba al odo que descansaran en paz; y les confesaba que la luz de sus ojos no se apagara nunca. A veces me soaba en su cueva, rodeado de miradas quietas y susurros. Luego perciba que aunque despertara en mi cama las estatuas seguiran all. Pero un da no logr despertar. Ella estaba a mi lado. Advert que en mi mano derecha llevaba un cuchillo y se lo clav en el pecho. Solt un gemido dbil y detuvo su mirada. Las estatuas pestaearon. chechele Cecilia Dalla Lasta

53

MRMOLComo hiciera tantas veces en mi niez, acud al cementerio un domingo por la maana para visitar la tumba de mi padre. Llova. Cuando llegu adonde siempre haba estado su lpida, ahora no haba ms que un trozo gris de mrmol sin pulir con una esquina rota y sin inscripcin alguna. Haca muchos aos desde la ltima vez. Regres, la lluvia ahora pareca aptica, como sin ganas de caer. Sobre un pequeo promontorio a la derecha del camino, un grupo de personas asista a lo que supuse era un entierro. El que oficiaba hizo gestos para que me acercase. Cuando llegu a ellos, sus miradas se dirigieron hacia la lpida que rodeaban, yo segu esas miradas. Me qued plido, clavado al suelo: mi nombre figuraba grabado en el mrmol junto con la fecha de nacimiento y el da de hoy. Te estbamos esperando escuch a mis espaldas. Me gir hacia el que hablaba y descubr que era mi padre. chosky Francisco Jos Rubio Consuegra

54

TPICOTe sonar a tpico lo que voy a decirte, pero en esa curva me mat en accidente hace dos aos. Ocurri maana. Querrs decir que ocurrir maana Como en el tpico, cuando mir por el retrovisor, ya no estaba en el coche. Dud de si realmente la haba recogido haciendo autostop o si la haba creado mi fantasiosa mente. Por qu viajaba en el asiento trasero? Llegu a la fbrica donde tena cita para la entrevista de trabajo y decid olvidar el incidente, al menos mientras durase la entrevista. Cuando lleg mi turno y pas al despacho de la responsable de Recursos Humanos me qued blanco, como un trozo de mrmol: era ella, la de la curva. Te parecer un tpico me dijo, pero tu cara me suena. Quedas contratado, comienzas maana. Ah, y conduce con cuidado chosky Francisco Jos Rubio Consuegra

55

EL CNDORAbri los ojos; lo ceg la luz. Lade como pudo la cabeza y, al inclinarla, degust un poco de su propia sangre. Comprob que le faltaban dos dientes y le molestaba la hinchazn del ojo, y tambin que una gruesa maroma lo envolva y ataba de pies y manos. Un pequeo inconveniente que se sumaba a todos los anteriores. Con el ojo que tena menos inflamado ote los alrededores. Estaba tumbado en medio de una llanura amarillenta. A lo lejos se distingua un bosquecillo, del que entraban y salan ciervos y conejos y donde se agitaba una barahnda de pjaros. Pero slo a uno prest atencin. Sobre su cabeza machucada sobrevolaba el cndor, en crculos cada vez ms apretados y cercanos. A medida que bajaba distingua mejor la gola del cuello, las alas enlutadas, el pico hurao dispuesto a despedazarle las entraas. Cerr los ojos; lo ceg el dolor. circe Elena Marqus Nez

56

EL TRATAMIENTOEstoy muerto pero existo. Este axioma, tan veraz como el de Descartes, podra postularlo gracias al Dr. Sandoval, quin rob mi cadver hace cinco aos para seguir realizando, de manera extraoficial, sus experimentos con clulas madre, los cuales fueron suspendidos por la ltima legislacin neo-tica. Sin embargo, en los dos ltimos aos, soy yo mismo quien se procura esta existencia, ya que Sandoval muri sin que el pobre diablo pudiese aprovecharse de sus propias investigaciones. Tuve entonces que entrar en su laboratorio para robar las ltimas dosis del tratamiento. Cuando se acabaron me procur donantes jvenes. Ahora mi jardn est sembrado con los despojos de quienes rapt y asesin para darme vida. Lo hice sin causarles dolor, ya que la muerte no me ha arrebatado la compasin. Como tampoco me arrebat el temor, ya que tengo pesadillas con la posibilidad de que me atrapen y me encierren en una celda sin que pueda seguir el tratamiento, pudrindome poco a poco. comandantetaylor Andrs Cardiel Martnez

57

LA SALIDALa galera cedi con tan mala fortuna que todos sobrevivimos. Despus de que el polvo pulverizado se asentase fui el primero que se dio cuenta de la aterradora situacin. Estaban atrapados en un cubculo de roca viva. Yo yaca frente a ellos, aplastado por titnicas moles granticas. Mi cuerpo no haba sufrido dao pero era imposible liberarme. Mi vientre quedaba expuesto entre la roca y mis ojos podan ver desde las grietas cmo la desesperacin se adueaba de todos. Buscando una salida que no encontraron, me vieron. No poda hablar por la presin, pero les escuch cmo me daban por vivo. Mejor hubiese sido no or o morir. Una suave brisa que sala de mi costado y baaba mi espalda les revel la nica salida Y mi cuerpo se interpona! No pudieron sacarme, no pudieron darme una muerte compasiva. Por fin comenzaron a excavar en mi vientre para poder salir. Al fin y al cabo, hacer galeras era nuestro trabajo. comandantetaylor Andrs Cardiel Martnez

58

REFLEJOSlo dos horas de sueo, pens y el terror lo invadi cuando se dio cuenta de que su reflejo sonrea, pero l no. conunojosolo

59

T GANASEl ltimo golpe desplaz a su oponente ms all de la luz. Inquieto giraba sobre s mismo en busca de ms enemigos. Miedo. Miedo a golpes traicioneros nacidos de la oscuridad que lo envuelve. Asesinos que atacan despechados cubriendo su rostro con mscaras. Tras unos minutos decide silenciar sus movimientos para escuchar su entorno. Pese a los nervios, miedos, ansiedades, pnico junto al resto de emociones que se puedan o se deban sentir al defender tu vida el nico que segua en pie estaba realmente satisfecho. Un sorprendente torrente de emociones positivas lo embriagaba masajeando su ego mientras saboreaba ahora la parte dulce del poder. Pasos. En medio del embriagador festn, el hombre ahora poderoso espera a su siguiente oponente. Unos pasos acercndose en la penumbra. La mscara ya no le molesta. Tan solo le gustara deshacerse de la cadena que presiona su pie. Ser su liberador o su verdugo. La duda lo mata. cornelius

60

CIENTO SESENTA PALABRASCiento sesenta palabras, y morirs. Aunque aquello me pona y la emocin me embargaba, el pnico me impeda zafarme de la idea de que si iba sumando palabras me acercara peligrosamente al atractivo nmero. Hice un esfuerzo sobrehumano para dejar de pensar en ello y respir aliviado al comprobar que contando todas las palabras pensadas, pronunciadas y anotadas an estaba lejos de las fatdicas ciento sesenta. Mereca la pena correr el peligro y pensar alguna otra: ruina, estupro, desmembramiento, autopsia. Siniestro total, delirio de celos, crimen perfecto, hemorragia cerebral. Ensaamiento, encarnizamiento, venganza, sadismo. Terror, ms terror. La atraccin fatal de la situacin lmite, del peligro de muerte o de la transgresin que dispara la adrenalina. Difcil resistirse pero todas las pasiones son as: irracionales, descontroladas, emocionantes. Y para ya o llegars al punto de no retorno. Menos mal, lo logr, por los pelos pero lo logr. Contndolas, incluso estas ltimas, me quedo en ciento cincuenta y siete. Y cay fulminado. corvinato Ricardo Crisstomo Pizarro

61

RUIDO EN LA OSCURIDADSe acurruc en un rincn de la celda, tapndose los odos con tanta fuerza como pudo, pero, aunque amortiguado, segua escuchando aquel sonido que le erizaba el vello del espinazo. Durante unos segundos que se le antojaron horas, permaneci enrollado sobre s mismo, apretando los codos entre las rodillas para mantener las manos bien pegadas a las orejas. Muy lentamente, alz los ojos y liber los odos. Poda escuchar las gotas de humedad lamiendo las piedras del cubculo, la cola de una rata al deslizarse por un agujero, el crepitar de una antorcha lejana en el corredor, su propia respiracin agitada pero no el ruido de las cabezas cortadas al rodar sobre ellas mismas, amplificado por la oscuridad y la vacuidad de la prisin. Seguramente el verdugo haba parado para vaciar un pellejo de vino y jugar su habitual partida de dados con el carcelero. cristinasimon

62

TODO EST ESCRITOMojaba una y otra vez la pluma de ganso. Su pulso firme y los bellos trazos de su acadmica caligrafa inundaban las hojas del voluminoso tomo a la par que el oscuro literato de mirada torva escupa las palabras a velocidad vertiginosa mientras se atusaba el negro bigote. La historia haba finalizado, y una vez se hubo secado la tinta, el joven escribano cerr el libro con estudiada lentitud, intentando calcular infructuosamente el nmero de historias escritas en el mismo. Mir a los cansados ojos del literato con una mezcla de temor y reverencia, mientras ste le alargaba los cincuenta dlares prometidos, espetando a modo de despedida: Bienvenido a la inmortalidad. El sol brillaba en la ciudad de Baltimore, y el joven escribano se senta extraamente aliviado a pesar de conocer el momento y la forma exacta de su muerte, pues ya estaba escrito. As fue como decidi dedicar sus ltimos das a poner en orden su vida. dandan Daniel Santos Aragn

63

POSESINImponente y cegadora. As luca su bruida armadura mientras desmontaba de su orgulloso caballo. Cuando parti de la aldea lo hizo a travs de semblantes lgubres y malos augurios. Ahora, delante de aquella inocente criatura recordaba las palabras del decrpito campesino, ponindolo en guardia contra la pura encarnacin del mal. Nada mencionaba el cdigo de caballera sobre asesinar infantes, y no crea que hubiera honor en ello, pero el centenar de cuerpos mutilados alrededor del muchacho insufl en su nimo la fortaleza suficiente para descargar un mandoble que parti en dos la pequea figura que le sonrea maliciosamente desde el suelo. La salva de vtores que acompa su regreso se fue apagando a medida que los entusiastas aldeanos percibieron algo raro, casi infantil, en su mirada, y slo cuando la espada comenz a silbar sobre sus cabezas comprendieron que el caballero no haba vuelto solo. dandan Daniel Santos Aragn

64

ADVERTENCIASsshhhh silencio por favor pudiste escuchar eso? Al principio son como un susurro nervioso, proveniente de algo escondido entre las sombras que tmidamente intentaba llamar la atencin. Luego el susurro se convirti en un leve gemido jadeante, mezclado con un intenso sonido agudo, como si alguien rasgara las paredes con sus punzantes uas. Al final de todo eso, adems me pareci haber escuchado risas. No te alarmes todava, es muy comn que los variados sonidos de una casa puedan confundirnos y estimular nuestra imaginacin, debido a que el odo es el ms engaoso de los cinco sentidos, y por eso a veces llegamos a percibir cosas que en realidad no estn donde creemos que estn. Pero si en este momento llegaras a estar solo/a y escucharas algo parecido a lo que yo escuche, te recomiendo que por un instante dejes de leer este libro de microrelatos, para observar si hay alguien (o algo) inesperado detrs tuyo y grita si necesitas ayuda. danielvoissart Daniel Villalba

65

LA VOZ DE LA CONCIENCIALa mat y ahora viene a buscarme. Cuando cae la noche siento su presencia en cada rincn de la casa y un fro inexplicable invade cada centmetro de mi cuerpo. No puedo dormir. En mi habitacin, oigo cada noche el crujir de la puerta al abrirse o... la dej abierta? Me estoy volviendo loco. A veces, siento hasta que me toca, y una voz de ultratumba me susurra tu sitio est conmigo. Es su voz, la conozco. No puedo dormir. Por qu me atormenta? Por qu no acaba con esto de una vez? A veces pienso que es todo fruto de mi imaginacin, que no hay nadie ms que yo en esta oscura casa. Ser mi conciencia la que me acosa? Lo que sea, acabar conmigo, lo s. No puedo dormir. Cae la noche... vuelve el fro... ya est aqu, escuch la puerta. No puedo dormir... daphnia

66

NOTA ENCIMA DE UN CADVERNo quiero ni debo ocultar que mi mente est enferma desde hace ms tiempo del que puedo recordar. Muchos me han tomado por loco, otros por cruel, y algunos, los menos, han llegado a comprender mi naturaleza. He vivido, es cierto, pero no de la forma que se requiere para tener la sensacin de nacer en cada instante. La bsqueda de una felicidad grotesca e irreal me ha llevado a despreciar las pequeas alegras que el alba trae consigo, y he dejado crecer la hierba en relaciones humanas que habran merecido un trato lleno de cordialidad. Pero a ustedes, que an pueden or estas palabras angustiosas que mis dedos escriben, les ruego que no me juzguen con la severidad de un redentor, y lo digo porque soy consciente de que les ser imposible no hacerlo; mas recuerden que, como slo los condenados conocen, el primer castigo del culpable reside en que jams ser absuelto por su conciencia. deividdigiel David Gmez Lpez

67

UNA TRAICIN AGORADATodas las maanas se paseaba por delante de los compaeros con aires de grandeza; y es que haba escalado posiciones de una forma increblemente rpida, dejando tras de s una estela de muerte. Uno a uno, los superiores le dejaban paso falleciendo en extraas circunstancias; y es por eso que las acusaciones y amenazas de muerte hacia l aumentaban da a da, fruto de los deseos de venganza y la codicia. Hasta que una noche se despert alterado, confuso por una pesadilla que recordaba en esos momentos con extraa exactitud, en la cual se encontraba delante del espejo, y su imagen se demacraba en cuestin de segundos, como si los aos pasasen a la misma velocidad que estos. Mientras intentaba retomar el sueo, escuch un fuerte golpe. Asustado, pero ya acostumbrado a vivir con miedo, encendi la luz. Lo ltimo que alcanz a ver esa noche fue a su sombra con un cuchillo. Llevaba demasiado tiempo a la cola didac Diego Ropero Oliver

68

LOS OJOS DE SAYNDaba un paso tras otro, titubeante, con cadenas en los tobillos. La muerte aguardaba con el rostro cubierto y el descomunal filo, de un rojo lquido y chorreante, apoyado en el suelo. Las muecas me dolan, las tena despellejadas a causa de los grilletes. El corazn me lata con fuerza, trastornado, y el aire careca de brjula en mi interior. Tena la cabeza ya apoyada, girada hacia la parcial justicia de ese lugar, cuando alcanc a ver la mirada del ejecutor. Ese hombre estaba ms muerto que yo. Me estremec ante el hecho de que alguien fuera capaz de vivir as. Sin previo aviso, alz el arma y la baj con rotundidad y destreza, clavndola en la tierra. Sin retirarla, me mir y, con ese gesto, arranc un pedazo a mi alma. An se escuchaban los ltimos estertores de la primera vctima cuando sus ansias de sangre se focalizaron en m. diego-sempai

69

LA HUIDASe encerr bajo llave. Tapi puertas y ventanas con las tablas de los muebles que haba roto con ese propsito. Levant la alfombra de la sala que disimulaba una trampa en el piso, y tironeando de una hendidura abri la entrada al pasadizo que lo llevara a una serie de galeras subterrneas de la poca victoriana. Ahora se senta a salvo. Exhausto, se recost sobre un viejo camastro. La tenue luz de una vela se iba apagando a medida que esta se consuma. Lo ltimo que vio antes de que la oscuridad se lo tragara por completo fue un par de ojos que lo escrutaban con codicia, suficiente para darse cuenta de que su esfuerzo haba resultado intil. Jams podra librarse de ella. doloressanz Liliana Cristina Garca

70

NOISECruch! Gruch! Glups! Fueron los sonidos que la hicieron despertar. Sus ojos buscan alguna luz que la saque de esta oscuridad. Cruch! Gruch! Glups! Agudiza el odo intentando adivinar el sonido que le ha conseguido desvelar. Escudria en su memoria algo que se asemeje a esos sonidos guturales y rtmicos. Tras su incertidumbre, sbitamente llega a su mente la imagen de su amado. Lentamente su temerosa mano lo busca entre las sbanas en vano. Algo la agarra y esta vez el sonido no la engaa. Cruch! Gruch! Glups! Siente como muerden su mano con tal fuerza que un trozo desprenden de ella. De un salto el dolor le hace levantarse. Prende la luz. Cae. El grito de la mujer se escucha a kilmetros, al ver con lo que ha tropezado. La cabeza de su amado. Desprendida del cuerpo de un gran bocado. Pronto el silencio vuelve a la casa salvo el sonido que a la mujer molestaba. Cruch! Gruch! Glups! dsv007 Daniel Santana Villalba

71

LA HIJALa adoptamos ya crecida. Tena unos seis aos y hablaba perfectamente nuestro idioma pese haberla recogido en Rusia. La vea triste, as que, en un gesto de acercamiento a ella, le dije si le gustara conocer a su verdadera madre algn da, a lo que me respondi que ya saba quin era ella. Pronto la alegra se torn rareza. La nia desapareci una noche, y regres a casa cerca del alba. Al da siguiente la segu. Entr en casa de una vecina muy mayor y sali con ella de la mano. Se acerc a una zona muy oscura del jardn y all la entreg a una mujer alta y joven, vestida de negro, de huesudas y arrugadas manos y demacrada por alguna enfermedad. Al da siguiente, me enter de que la anciana haba muerto. Y le pregunt a la nia quin era la mujer de aspecto triste y lgubre que vi la noche anterior. Era mi madre. La muerte. ecos Daniel Ramos Casorran

72

EL ORFANATO RUSOTras la guerra, las televisiones y canales de la red nos bombardeaban con anuncios que decan que adoptsemos un nio ruso. La violencia se haba cebado especialmente con aquella regin. Fuimos al mayor orfanato de Mosc, que a la vez ostentaba el ttulo de el ms grande del mundo. All haba miles de nios de corta edad. Todos con aparente buena salud y comportndose de manera poco habitual. No jugaban. Con nosotros, otras doscientas familias que se llevaban a sus nuevos hijos a un nuevo pas. La directora del centro, de luctuoso negro nos atendi en nuestro idioma y, sin expresin alguna en su rostro, nos dijo lo emocionada que se senta. Semanas ms tarde, ya en casa me enter de que ciento cincuenta de esas familias haban muerto asesinadas. Los nicos supervivientes haban sido los hijos adoptivos. Acabo de ver en frente de casa a la directora del centro y no oigo a mi mujer. Temo por mi vida. ecos Daniel Ramos Casorran

73

INVASINSe agit y comenz a mutar adaptndose al nuevo entorno cual serpiente que muda su piel. Funcion, empezaba a eludir las defensas naturales del enemigo. Prosigui inexorable su transformacin, poco a poco logr cambiar de estado slido a uno mucho ms lquido y fue despegndose, muy lentamente, del entorno que le rodeaba hacindose ms flexible. Creca, se multiplicaba y avanzaba. Oh s!, avanzaba incontroladamente a pesar de los desesperados ataques qumicos y radioactivos con que intentaban atacarle intilmente. Apag sus interruptores internos y vari su aspecto totalmente, estirndose, desinhibindose, progresando. La victoria era ya imparable, inexorable, total y absolutamente inevitable. Doctor, por favor, dgame la verdad. Lo siento, es un tumor maligno y la metstasis ha invadido ya casi todo su cuerpo. elcaminante

74

ES POR SU BIENEl seor Garca debera dejar de fumar, la tos cada da va a ms. Y no lo digo yo porque me moleste el humo, que conste. El seor Garca debera dejar la empresa, los disgustos le matarn cualquier da. Tampoco lo digo por los improperios con los que le obsequi ayer cuando me despidi, que quede claro. El seor Garca s puede seguir bebiendo, unos tragos al da no le pueden hacer mal a nadie. Y la vida est para vivirla. Que no se me olvide llamar a la secretaria del seor Garca para decirle que ayer, mientras repona el cianuro de la planta textil, para finalizar mi ltima jornada, se me derramaron unas gotas dentro de su botella de whisky. elcuervo Rafael Moya Ruiz

75

INTRIGACada noche repeta el mismo ciclo. Atravesaba la pared de la habitacin de su amada donde ella lo esperaba, vestida sobre la cama, como la primera vez en que la hizo suya. Verta en ella su desenfrenada pasin y terminaba asfixindola con la almohada. Luego, se lanzaba por la ventana y mora sobre la acera. Y as, hasta la noche en que no la encontr. En ese momento, supo el tiempo que l hubiera demorado en pasar a la dimensin definitiva si no fuera un asesino. elegue Elena Guede Alonso

76

CUANDO EL DIABLO SE SUBE A TU ESPALDAPadezco desde la adolescencia de parlisis del sueo. Consiste en que mi cerebro activa la conciencia antes que el cuerpo. Vamos, lo contrario que un sonmbulo. He investigado sobre el tema, me inquiet descubrir que en frica se llama a este fenmeno cuando el diablo se sube a tu espalda, y que en muchos otros sitios lo consideran una especie de posesin. Pero ya lo tengo superado. Al menos eso pensaba hasta hace un momento. Al despertar, paralizado, sin poder abrir los ojos siquiera, he percibido inmediatamente que no estaba solo. Alguien o algo est conmigo en la habitacin, y no he recuperado el movimiento en dos o tres minutos como habitualmente. Han debido pasar horas. Noto cmo el odio que desprende ese ser, o lo que sea, llega hasta m como en ondas. Intento gritar, pero es intil. Estoy perdiendo el juicio. Quiero que esto termine. Deseo la muerte. S que sonre. elescodijo

77

NO TE GIRESEstaba sentada frente al ordenador, navegando en un mar de pginas web que se enlazaban hasta el infinito. Sin saber cmo, ante ella se abri una web donde nicamente apareca la frase NO TE GIRES, SI VALORAS TU VIDA NO MIRES DETRS DE TI. Casi de inmediato noto esa sensacin, ese hormigueo que se tiene al ser observado fijamente. Menuda chorrada pens, ni que fuera la mujer de Lot. Pero no se gir. Por si acaso. Se le eriz el vello de los brazos, un escalofro recorri lentamente su columna vertebral. Not la boca seca, y el corazn acelerado. Era una locura, una broma de un quinceaero que de algn modo sugestionaba al que entraba en la pgina. Pero no se gir. No se gir, principalmente porque en la esquina superior derecha de la pantalla vio el reflejo de algo horrible, con una forma vagamente humana. Y el brillo de unos dientes y unas garras largos, muy largos... elescodijo

78

SINSENTIDOLa estrangul. Nadie sabe por qu ni lo vio venir. Parecan la pareja perfecta, siempre yendo y viniendo. Un da, el hombre cambi el carcter. Pareca juntarse con muchos haraganes sucios, ltimamente. Si fue el contexto o la psicosis lo que lo produjeron, slo Dios, de saber, podra. S sabemos que, cuando se peg el tiro, ya no quedaba esa imagen de l. Un completo sinsentido, lamentablemente. elmuloasimov

79

ANTES DE OLVIDARTETena que caminar, no poda detenerse pese a que arrastraba su pie derecho completamente roto, aunque asombrosamente no le dola. La mujer le miraba desde el suelo, abrazndose las rodillas mientras temblaba arrinconada en una esquina. Su rostro le era terriblemente familiar, pero nunca antes haba contemplado tal terror en unos ojos humanos. De qu tendra miedo? Sinti deseos de consolarla, un breve atisbo de aquella humanidad que le haba acompaado durante sus ltimos treinta aos de vida. Acarici los cabellos de la trmula joven tratando de transmitirle parte de la calma que le inundaba a l mismo. No poda comprender porque tena tanto miedo si solo estaban ellos dos en el cuarto. Quiso pronunciar su nombre segundos antes de olvidarlo, pero su garganta slo emiti gemidos de ultratumba que la dejaron tan inmvil que ni siquiera respiraba. Entonces se abalanz sobre ella con un movimiento compulsivo, mientras que su boca se abra con holgura feroz. Tena hambre. eneida Melina Vzquez Delgado

80

PAVORFue al llegar al porche del chalet adosado, y observar aterrorizada las pisadas y el reguero de sangre que sobre el suelo completamente blanco rebasan los confines de la parcela, cuando las nuseas y el pnico se apoderaron de ella. Entr en la cocina y all, en la mesa, un cuchillo ensangrentado an goteaba sobre el suelo. Temerosa y angustiada se asom al saln, donde justo en ese momento y en el televisor, en la pelcula Psicosis, Norman Bates estaba acuchillando en el bao a la mujer. Su escalofriante msica la hizo estremecer. Una voluminosa y alargada sombra apareci tras de ella y, cuando iba a desfallecer, una voz con un estpido y forzado acento americano le dijo: Feliz da de Accin de Gracias, querida. Era su marido que, con un pavo muerto bajo el brazo y empapado de sangre, entr en el saln. Lo mir odiosamente y le grit: Malditos seis t y tus americanadas. enrique11 Enrique Giraldo

81

LA CABEZALa cabeza de pelo pegajoso y piel griscea descansaba dentro de la nevera junto a unas latas de Coca Cola. Chorreaba abundante sangre por el cuello seccionado, del que colgaba una viscosa masa de msculos, venas y tendones desmadejados. Los estantes inferiores se empapaban de gotas de sangre ennegrecida. Sac una manzana, la botella de leche y cerr la puerta, silbando una alegre meloda. Se prepar un caf mientras en un bol aada cereales y trozos de fruta. Tena un apetito voraz y un humor inmejorable. Devor el desayuno con fruicin mientras degustaba una casi olvidada alegra y la satisfaccin por el trabajo bien hecho. Respir paz y sosiego. Al abrir de nuevo la nevera para guardar la botella de leche, todo se vino abajo en un instante. La cabeza haba abierto los ojos. Los labios resecos despegaban en una mueca repugnante, escupiendo una de sus frases favoritas: Cario, no te olvides de fregar los cacharros. ericverbot

82

MUERTE EN SAN CRISTBALDecan en los suburbios de San Cristbal que si alguien te segua silbando La Marsellesa y te girabas para ver quin era, ese alguien te degollaba. Una leyenda urbana tan absurda como todas, pero cuando Antonio escuch el silbido detrs suyo, se puso ms bien nervioso. S, seor agente, yo estaba silbando una cancin Qu cancin? Una que escuch en una peli vieja, Torreblanca, creo. Prosiga. Entonces vi que al tipo de enfrente le estaba dando algo, como un ataque de ansiedad. Le dije: Psst, eh t, pibe! Para robarle? Le increp usted? Que no, oiga! Ya le he dicho que el tipo no estaba bien. Y el tipo le oy? Que si me oy? Se ech a correr como un poseso! Pero luego par. Se gir con calma, como recapacitando, mirando hacia m. Y entonces? Entonces pas el autobs. El muy loco se haba parado en medio del cruce. eris J. Turull 83

DUENDESA la gente le dan risa, los nios los pintan a menudo, hay series de dibujos animados cuyos protagonistas son ellos, muchos jvenes se los tatan Les llaman duendes, trasgos, follets, gnomos, leprechauns y gustan a todos porque llevan ridculos capirotes. Pues mirad, a m me ha tocado uno sin capirote, el mo es de los de gorrito de bufn con cascabeles. Y no me hace ninguna gracia, ninguna. Ahora mismo me ha encerrado en la cocina. Y quizs no me importara tanto si la casa no estuviera ardiendo. eris J. Turull

84

ME QUIERE MUCHO, POQUITO, NADAEl grito que ara los silencios del amanecer comenz cuando ella se lanz desde lo alto de la casona. El tiempo devor la pintura de la mansin, el jardn de margaritas y la juventud de esta mujer que agoniza. Me quiere mucho, poquito, nada, jugaba la nia... Me quiere... confirmaba la adolescente. El pueblo se divida entre la burla y la piedad oyendo desde las calles aquella frase sin pausas cuando comenz el xodo de jvenes que enviaban cartas anunciando la bsqueda de un futuro mejor. Me quiere mucho..., oyen los policas que buscan las razones del suicidio. Suben las escaleras mientras aumenta un olor nauseabundo y el sonido que repite ...poquito, nada. El desvn es un macabro jardn de margaritas con ojos en el centro y falanges como ptalos. Me quiere..., el oficial apaga la grabacin y una fotgrafa inmortaliza ese horror de soledad y muerte. erredos Raquel Rivera

85

LA LLAVE DEL MIEDOHay a quien sus tutores cuidan previniendo el mal. De nio, no sal de mi habitacin. Hasta adolescente, no entr al saln. Ya adulto, en el stano, encontr la libertad. A m: Me protegan? Me cuidaban? No s. Tengo cuarenta aos y salgo por primera vez de casa al entierro de mis padres. Ellos odiaban el mundo. Anteayer falleci pap. A la maana siguiente las llaves estaban bajo mi almohada y mam se haba quitado la vida. El miedo la mat. Mierda de miedo que salpic toda mi vida. Ya en casa. Una a una, como pastillas, engullo cada llave ayudado con leja. Una a una, recuerdo cada sensacin al haber salido hoy de casa, ninguna me asust, al contrario. Queda la ltima llave, de la puerta de entrada, la ms grande. En este trago tan largo, odio intensamente a mis padres. Tardo toda la noche en morirme. Ya sin aliento, quiero salir de casa y muero riendo. Est cerrada. eskopinya Sergio Bolvar

86

EFECTO DE POEDurante aos, un sicpata ha venido acumulando los ojos de sus vctimas en recipientes colmados de agua. Despus de cada homicidio, el asesino extrae cuidadosamente las esferas y examina las caractersticas de cada ojo. Sobre su casa, reposan libros, cuadernos rayados, lpices y una que otra gota de sangre que se confunde con un sinnmero de notas. Una noche, mientras trabaja, un cuervo se posa sobre su ventana. Al verlo, el asesino siente terror. El ave le recuerda de manera irremediable su infancia y, especialmente, el da que su padre se lo regal cuando cumpla siete aos. A partir de ah, los aos que dur crindolo y el da que escap por esa misma ventana a la que esa noche retornaba sin razn alguna. El cuervo se lanza sobre el hombre, lo descarna a picotazos sin piedad y, en franca rplica del pasado de su dueo, le da sentido al dicho popular. estebandublin

87

TODAS LAS NOCHESTodas las noches mi padre entra en mi cuarto. Lo hace en silencio, consciente de lo malsano de su acto. Arrastra hasta mi cama su hedor y se queda all, de pie. Antes no dudaba en tocarme, ahora se limita a contemplarme. Cree que yo no s que est ah. Cree que duermo, ajena a su presencia. No es as. A veces abro los ojos. Veo cmo extiende sus brazos y trata de asir la colcha. Veo cmo recorre el contorno de mi cuerpo con sus dedos. Sonre, pero es una sonrisa vaca, sin vida. Me aterra. Quiero gritar. Suplicarle que se marche, que me deje sola. No lo hago. Si lo hiciera, despertara a mi madre. Ella no lo entendera. Cmo podra? Le descubri hace un ao y hundi un cuchillo en su pecho. Defensa propia, aleg. Tras or mi testimonio, le creyeron. Cmo podra explicarle que desde ese da me visita todas las noches? eximeno Santiago Eximeno

88

MIEDONo pudo evitar mirar de reojo la puerta del apartamento. Afuera se escuchaban pasos y el sonido de unas llaves. El miedo se apoder de l. Eran ellos, haban regresado. El pomo gir y aquellos hombres entraron. Sin embargo, all dentro no vieron a nadie. El fantasma, aterrado, se haba metido debajo de la cama. franzesk Francesc Barber Pascual

89

BROMISTASl, tan peliculero, siempre estaba bromeando con que haba una nia rubia correteando por nuestra nueva habitacin. Le quitaba el sueo (y la sbana), me deca. Cuando se cansaba, por lo visto, la pequea rostro plido se tumbaba a nuestros pies respirando como un len. Yo cambi por aquel entonces mi frase de buenas noches por un pues ya estamos los tres. l me miraba serio, con los ojos desorientados, y yo solo dej de rerme la noche que nos quedamos solas por primera vez. fridakalva Ana Haro

90

EL AMIGO INVISIBLEMe haba tocado Marcos, el nuevo becario, para el amigo invisible del laboratorio de qumica. Me gusta. Marcos es medio alto, medio guapo, inteligente total, de lo ms mediocre, y aun as lo mejorcito de por aqu. Que aqu todos somos eminencias y ya se sabe: cerebrito igual a jodidamente feo. Por eso mis colegas se ren de m cuando les cuento que me tiro a cuatro tos diarios. Creen que soy, en todos los sentidos, el mayor cerebrito del campus. Mi supuestamente exagerada fantasa sexual debe excitar a Marcos. Propuso que nuestro regalo mutuo fuera una cena ntima. Ofrec: en mi casa. Acept inmediatamente. Quedamos all. Parece ser que l era el primer interesado en que nadie se enterara. Camuflado en los entrantes le administr mi sintetizado secreto de tadalafilo y curare. Marcos es mi quinto tetrapljico con ereccin perpetua. Ya veris cmo mis compaeros se burlan cuando les diga que esta noche me lo monto con cinco hombres. frijulin

91

JARDINES PERDIDOSVivamos rodeados de plantas aromticas. En una algaraba de humedades. El agua vena de canales subterrneos, directa a nuestro vergel. Nos cuidbamos los unos a los otros, sobre todo porque ramos tan pocos. ramos felices. Recuerdo el orificio en el muro. Lo atraves. Acab estrellndome en un pasadizo para m desconocido. Anduve horas. Pareca interminable. Al final de uno de los pasillos se vea una luz meliflua. La salida. Ante m, largos caminos pedregosos, veredas secas y resquebrajadas. El celeste amordazado apenas dejaba adivinar el entorno. Cuando pens que no poda caminar ms, me sent en uno de los muchos montculos que arbitrariamente amueblaban los campos. Era esponjoso y cmodo. Me qued traspuesta, despus descubr con horror que los bultos eran humanos. Cuencas sin ojos, piernas sin pies. Corr despavorida, gritando sin orme, porque los sonidos no tenan eco. Sigo vagando entre muertos. No he vuelto a encontrar la entrada a los jardines secretos. fugu Mei Morn

92

HACIA EL LUGAR MS OSCUROEl viejo nazi se mora, y como muchos moribundos vio llegar a su madre, muerta aos atrs, cuando l era un adolescente. Logr apenas balbucear: Mam, viniste a buscarme. El rostro de la mujer se ensombreci y dijo: No, debe haber un error, vine a ver la cara del hombre tan temido que llen de almas inocentes el lugar donde habita mi espritu, pero no eres mi hijo, aquel nio que yo amamant no habra hecho tanto mal. As despareci esa dulce imagen y vinieron otras, amenazantes y hostiles, que llevaron su alma negra haca el oscuro lugar donde son arrastrados aquellos a quienes ya no reconocen ni sus propias madres. furtiva Marta lvarez

93

MIEDO INVERTIDOLlevan como un lustro gastando la misma broma: se acercan indolentes, descuidados, cuando solea el medioda por la vereda de los panteones. Entonces golpean en mi lpida enmohecida (pum-pum-pum) me hacen despertar de mi rancio delirio; desentumecerme. Y grito desde el subsuelo hasta que pueden orme. Despus corren, corren como corderitos libres, rindose; enarbolando su estpida guasa para volver maana. Putos vivos venid en la negra bruma de la noche y llamad, si os atrevis. garven

94

LA LLAMADATumba limpia. Hecho. Placa pulida. Hecho. Flores nuevas. Hecho. Ya casi est todo. Siempre tan eficiente, siempre tan puntilloso! Lo decas tan seguido que ahora extrao orlo. Extrao verte. Te extrao, amor. Slo falta guardar el celular en el compartimiento que mand hacer. Oculto de todos, pero no de ti. No importa que me crean loco, s lo que o esa noche. Estaba a punto de calentar la comida cuando recib tu llamado, eran las once de la noche y estabas de viaje a un congreso. Tu voz se escuchaba lejana, con prisa, pero siempre tan amorosa. Amor!... Hola? Fabin?! S! Slo llamaba para decirte cunto te amo y que te cuides. Yo tambin te amo. Pasa algo? La respuesta nunca lleg. El bus donde ibas haba chocado una hora antes. Cuando llamaste ya estabas muerta. Parece imposible, pero eras t. Guardo el celular y me marcho. An tengo esperanzas de que un da vuelvas a llamarme. Geovarius Laura Eleonora Gimnez 95

EL SABLE Y LA NOCHEPracticbamos esgrima; la bella finalista del combate que nos atae hoy, y a m que era el otro finalista, era mi novia. Ya saben de la prudencia y delicadeza de un deporte como este, puro y casto, blanco, pero no ingenuo. Ella se da cuenta que est enamorada de m, ella gana la final. Ella disputa ms finales, tantas que llega a ser mi esposa, cada final que vence est ms cerca del amor verdadero, eso cree, nunca llega a sangrar; es un deporte de bondad. Una noche, aos despus, lleg ensangrentada. El amor no est en el combate, ni en tu hgado, ni en la sangre de este cuchillo, estaba en mis ojos le contest yo, sin obtener rplica. Cmo pudo seguir disputando finales tras vencer al amor? Tuve que ahondar el filo en mitad de esa carne; carne, es lo nico que somos. gpiqueras Germn Piqueras

96

FANTASMAQu curiosa es la existencia...nada mejor que entretenerse en los detalles que nos rodean y destriparlos para convencerse de que la vida es un juego de caprichosas contradicciones. Tras el accidente que me arrebat la pierna y la redujo a un amasijo necrosado, mi mujer se sumi en una bsqueda compulsiva de terapias efectivas contra el dolor fantasma. Dio con una tcnica nueva, que engaa al cerebro mediante ilusiones pticas creadas con espejos. Al mover mi nica pierna, el reflejo me dice que muevo el miembro ausente y el dolor va muriendo. Una macabra atraccin de feria que me ha devuelto la vida. Ahora, al ver el charco de sangre oscura que va ensuciando el parquet, pienso que resulta paradjico que haya sido un espejo el que acaba de empujar a mi esposa por las escaleras... un golpe letal. Mi nombre es Salvador, y s, es una caprichosa contradiccin. gravelove

97

CAMBIOSSin que pudiera evitarlo, mi esposa se convirti en algo diferente. Los cambios aparecieron gradualmente. Se abalanz sobre m cuando le dije que era necesario que visitara a un mdico. Ca al suelo y perd el conocimiento. Cuando despert descubr que tena el cuerpo paralizado. Apenas poda levantar la cabeza. Desde entonces, ella me visita cada da y prepara, con sus enormes mandbulas, la dulce pasta con que me alimenta. No comprendo por qu me mantiene con vida, ni por qu, cuando acerca la cabeza a mi abdomen, creo ver en sus ojos facetados un destello de orgullo maternal. greenman

98

MAANA DE SEPTIEMBRELey, orden, parecen slo tonteras, pero la humanidad se acostumbr a ciertas cosas... Una maana, vienen con la noticia de que la polica est en huelga, me parece algo tonto, pero de pronto entiendo la situacin, en un pas sin policas, todo vale. Recomiendan los noticieros quedarse en casa, claro, pero mis hijas estn a varios kilmetros, en su escuela... Incluso desaparecen los buses, muchos prefieren volver a casa o refugiarse en grupos, otros se arman y saquean tiendas, almacenes, bancos, todo; golpes, gritos, es zona de guerra... Se escuchan disparos... Es una carrera y no hay que regresar a mirar, simplemente tengo que llegar con mis nias, aunque no sea posible, slo puedo ver sus ojos en mi mente y esas sombras alrededor... griforexus Christian Flores Sevillano

99

EL CADVER DESAPARECIDOEl viejo se plant delante de la mujer. Al principio ella no lo reconoci. Seora, me recuerda? Soy el detective que investig la desaparicin de su marido hace treinta aos. S que usted lo asesin. Nunca encontramos el cadver, nunca pudimos probar nada, pero s que usted lo hizo. No se preocupe, el crimen prescribi. Es... slo curiosidad. La mujer contempl al anciano, desdeosa y altiva. S, lo hice. Yo lo mat. Aquella Navidad... Cmo se deshizo del cadver? Vigilamos su casa, la registramos exhaustivamente... S, lo s. Sus hombres fueron muy concienzudos. Ha ledo usted un relato sobre una carta que se oculta a los ms meticulosos registros dejndola prcticamente a la vista? S, lo he ledo. Pero... La mujer lo interrumpi. Yo hice lo mismo... y sali bien. En efecto, sus hombres registraron la casa hasta el ltimo rincn. Pero ni el ms avispado de sus detectives sospech de aquel mueco de Pap Noel colgando del balcn... hank66 Andrs Moreno Galindo

100

AMNESIADara cualquier cosa por recordarlo todo con nitidez, por conocer el origen del sudor fro que le empapaba la ropa a todas horas, de la opresin en el pecho que le robaba el aliento. No sabra decir desde cundo vagaba por la ciudad, escrutando caras y paisajes en busca de la chispa que encendiera sus recuerdos, convencido de que, en algn lugar, se esconda algo o alguien que le recordara por qu aquella culpa pesaba sobre l como una losa helada. El sol se escondi tras el horizonte dejando atrs otro da sin respuestas. Como cada anochecer, regres a casa sin saber qu haba hecho de l la sombra de quien era. Ella dorma, como todas las noches. Su cara cada vez ms plida, las ojeras azuladas enmarcando unos ojos casi enterrados en sus cuencas. Ni siquiera recordaba la ltima vez que la haba visto despierta. Bes sus labios glidos. Quizs al da siguiente recordara por fin el pecado cometido. haule

101

EL ESCONDITEAna, enferma en cama, tema quedarse sola en aquella casa tan grande y tenebrosa. Por la maana hubo algo de vida en ella, con su hijo Julin jugando al escondite con sus amigos y los obreros terminando de tapiar una habitacin del piso inferior, pero al atardecer stos se marcharon y un autobs vino a recoger a los nios para su viaje de fin de curso, as que qued sola durante varios das. Esa primera noche, al igual que las cinco siguientes, el miedo no la dej descansar. Crea escuchar lamentos por los pasillos, golpes, gritos ululados por el viento y llantos desesperados que se introducan en su cabeza impidindole cerrar los ojos. Cuando, al quinto da, el director del colegio la llam para interesarse por el motivo que haba impedido a Julin acudir al viaje, Ana no entendi. Hubo que derribar la nueva pared para encontrar el cuerpo sin vida del nio que, al parecer, escogi el escondite equivocado. heimdal Fidel Morell

102

EL ESCARABAJO PLATEADOA Luis le extra encontrar aquel curioso escarabajo plateado en su jardn. Tena el tamao de una almendra, dos enormes pinzas y pareca muerto. Asombrado, lo guard en un tarro de cristal y lo dej sobre la mesilla de noche. De madrugada, despert con un fuerte dolor en la mueca y, al encender la luz, pudo ver el tarro vaco sobre la mesilla y al insecto horadando su carne y deslizndose dentro de su brazo. El dolor fue tan intenso que cay de la cama, mientras senta a aquel bicho subindole por el hombro hasta el cuello. Aterrorizado, se arrastr hasta la cocina, cogi un cuchillo y comenz a apualarse la garganta una y otra vez, una y otra vez. Al da siguiente, le encontraron desangrado en el suelo, con el cuello desgarrado. Pero lo que realmente fascin a todo el mundo fue el extrao escarabajo plateado que haba dentro de un tarro sobre la mesilla de noche. heimdal Fidel Morell

103

COSAS DE NIOEra una tarde lluviosa; la casa estaba llena de gente. Muchos eran familiares y a otros no los conoca. Ese da, y muy a mi pesar, me haban vestido de traje y corbata, supongo que para no desentonar con el resto de invitados. No me dejaban pasar a aquella habitacin, pero todo el mundo entraba en ella, y salan con lgrimas en los ojos; yo tena curiosidad. En un momento de silencio total, me fui colando entre la multitud y me met en la habitacin. No haba nadie dentro; cerr la puerta. All estaba Mara, mi prima mayor, vestida con su traje de comunin que iba a estrenar en un par de das. La vi all tumbada, quieta, callada, como si estuviera rezando. Entonces me acerqu a ella, le puse el almohadn en la cara e intent despertarla por segunda vez. henry Enrique Moreno Martnez

104

REZARRezar en voz baja. Eso hace el paracaidista desde hace das. Rezar en voz baja mientras el viento agita con levedad la enorme telaraa donde permanece adherido. Rezar en voz baja sus oraciones. Y no dejarse intimidar por los esqueletos que penden alrededor. hermanastro Javier Puche

105

EL PASILLOApenas poda conciliar el sueo en aquella maana fra del mes de octubre. Estaba solo en casa, todos haban salido, o eso, al menos, crea. An estaba retozando en la cama cuando empec a or ruidos provenientes del fondo del pasillo. Aquel en que la noche anterior a mi perro, Bolny, se le encresparon los pelos del lomo cuando no paraba de mirar hacia el fondo de ese oscuro pasillo. Mi perro haba tenido la misma reaccin que aquella otra noche cuando no par de gruir, con el rabo entre las patas, con la mirada desencajada hacia el mismo pasillo que ahora volva a tener vida. A la maana siguiente la alarma de mi perro tuvo su razn de ser. Catalina, mi vecina, muri aquella noche en su dormitorio, que justo lindaba con la esquina de mi pasillo. Hoy mi perro no est pero noto cmo mis vellos se han puesto de punta. Ella ha venido a por m. imiranda Ildefonso Miranda Prez

106

EL ESPEJO 5No saba si achacarlo a las copas que se haba tomado, o simplemente al dolor de cabeza que desde haca dos horas le estaba atormentando, pero pareca que todo le daba vueltas. Cada vez que se tumbaba la habitacin pareca girar y girar. Finalmente se levant y se dirigi al cuarto de bao. Necesitaba darse una ducha, tal vez si se refrescaba un poco conseguira detener aquel incesante baile que los objetos que le rodeaban efectuaban. All se encontraba, frente al espejo de su aseo, y pareca que la cosa iba a mayores. Ahora era aquel trozo de cristal el que pareca ondular. De repente empez a emitir extraos destellos de vivos colores. Acerc la mano y sinti el miedo recorrer sus venas, lo haba atravesado. Pensaba que todo era producto de su imaginacin y alarg de nuevo el brazo. Ahora vive prisionero en el otro lado de su propio espejo. iossiffvanvalens PepeRamos

107

MANCHAS DE HUMEDADDicen que hace ms de cincuenta aos vivi en esta casa una nia que nunca dorma. Que pasaba horas y horas buscando frenticamente rostros humanos en las manchas de humedad de la pared. Quienes pudieron verla, asomada alguna vez a la ventana, contaron a los gritos de la locura de sus ojos y todos ellos murieron destrozando sus cabezas entre s. Y yo trato de dormir pero no puedo. Slo logro descansar de a ratos, cuando la oscuridad me ampara y no permite que distinga como se insinan cada noche esos ojos de loca en la pared. irinova

108

TRADICIN FAMILIARY de pronto retorn a la luz, desorientado, como quien acaba de salir de un lugar al que ha llegado de forma insospechada. Su cuerpo desnudo era objeto de todas las miradas. Bajo aquellas miradas horrorizadas y la sangre todava caliente que lo cubra casi por completo, dejaba entrever un destello de inusitada emocin. Era tal cual se lo haban contado. Era fcil, casi no haba que hacer nada, slo estar en el lugar y en el momento adecuados, cualquier motivo es vlido para perpetuar la tradicin familiar y dejarse llevar por la ira, para sucumbir a la furia y hacerse llegar en volandas hasta el desdichado de turno, un pequeo empujn final y asunto concluido... En cuanto lo dejaron caer al suelo y pas a ser un simple instrumento de venganza, recuper la fra y dura indiferencia propias de un palmo de acero y cinco dedos de madera. ixtab Sergio Estbanez Sez

109

DIAGNSTICOEl asesino con personalidad mltiple se encontraba asfixiando a su psiquiatra cuando ste, ya moribundo, le pregunt: Respndeme solamente a una pregunta Quin de vosotros lo ha hecho? Dgamelo usted respondi el enfermo, para eso es el Doctor. jabugo Pablo Aguinaga

110

GAJES DEL OFICIOLlevo aos garabateando palabras de consternacin, sanguinolentas y carcomidas por los intersticios de la noctmbula veleidad. Me levanto con la mente en una lbrega calle donde alguien puede dar rienda suelta a sus instintos ms viciados, ultrajando a seoritas de pulcras enaguas y rimbombantes pechos, y me derrengo a horas intempestivas con la sonrisa trazada en la cara, por haber desenterrado a un tipo para robarle la medalla dorada que su mujercita le plant en la solapa cadavrica. Varios lustros escribiendo matanzas, suicidios explcitos, alabanzas en nombre del espcimen de la guadaa, sangre, sesos y rocanrol. Demasiada imaginacin descuartizada para un tipo que morir ermitao, rancio, manitico, entumecido por largas horas de asiento, ciego por el monitor de su trabajo, afligido por no escuchar los gritos de la progenie... Morir sin pisar la celda de mi impudicia, y eso que he matado a ms personas que el nauseabundo estrangulador de Londres. javichukubrick Javier de la Calle

111

LTIMA PARADAAnduvo al menos cuarenta minutos hasta que divis la parada. Maldijo para su adentros al dubitativo transente que tan mal le haba indicado, como si en el fondo hubiera querido que no la encontrase. Anestesiado por el calor, subi al autobs que arranc con un ronquido asmtico. Al entrar, sus ojos le devolvieron una muchedumbre derrengada que invada cada metro cuadrado del autocar, esparcidos los pasajeros por el pasillo, subidos los unos encima de los otros, en los asientos, en las barras de acero cubiertas de manos, en las puertas. Boque en busca de aire, sus piernas flaquearon. Con estupefaccin, divis un asiento vaco en la ltima fila y porfi por llegar hasta l. Nadie le impidi sentarse, ni la anciana ni el obeso que la asfixiaba. El asiento lo engull y volvi a quedarse vaco sin que el autobs interrumpiese su marcha hacia ninguna parte. jaws Jaime Angulo

112

EL BANQUETE NOCTURNODesde una vieja hamaca meciendo bajo la galera de la casa de mi infancia, contemplaba extasiada el campestre paisaje nocturno. La felicidad de estar de regreso me quitaba el sueo. Repentinamente, las sandas baadas de luna llena ejercieron en m el mismo hechizo magntico de antao y, como en los viejos tiempos, me sumerg en el sembrado con el machete en mano. Tomar sanda a hurtadillas en el campo, bajo la noche iluminada, era uno de los mayores placeres de mi niez. Primero haba que hacerlas sonar golpendolas suavemente con los dedos hasta encontrar el sonido perfecto que indicara la ms dulce, la ms caldosa Cuando por fin encontr la sanda perfecta levant la cuchilla yla baj con todas las fuerzas de mis ansias! En ese mismo instante un grito desgarrador me despert: parada junto a mi cama, mi hija gritaba aterrada, frente a m el machete incrustado en la cabeza de mi esposo! jazminesenelaire Sonia Ruiz Daz Tzanxoff

CANCIN DE RAYUELAAna, la dulce Ana, ataviada con su vestido de blanco pulcro saltaba a la cuerda en su jardn haciendo volar las cintas ailes de sus tirabuzones dorados. Cantaba una cancin infantil cuya meloda recordaba una de esas canciones con las que jugaba a la rayuela cuando era nio. Tres, seis, la piedra no veis cantaba la nia. Accion la cuerda del cortacsped y este empez a rodar con estridencia sobre la hierba, ensordeciendo la meloda de Ana. Ana era tan dulce, tan deseable, tan virginal Reviva en mis pensamientos esa tarde en la que pude acariciar su pureza. Repentinamente, Ana se gir con gesto brusco y alz el brazo. Me seal con el dedo extendido y cara de odio. En ese momento el cortacsped encontr una piedra en el camino que atranc las cuchillas, haciendo que una de ellas saliera despedida y seccionara mi cartida. Ana sonri malvolamente y sigui cantando. Tres, cuatro, cumplido el trato jcapsir Josep Capsir, Capi

LA MUECA DE PORCELANAEsa noche, Ana se haba empeado en recoger las joyas y cuadros de valor del casern de nuestra difunta Ta Felisa. Vmonos! susurr histricamente. Las linternas nos delatarn... Ya va! replic Ana. Toma! Sujeta esta mueca mientras cierro. Y... esta mueca? pregunt extraado. Tiene ms de ochenta aos. En cualquier tienda de antigedades nos darn una fortuna... Mientras introduca los lienzos en el maletero, Ana colocaba las cajas en el asiento trasero. Vamos? Ana asinti y puse el coche en marcha. A travs del retrovisor pude ver a la mueca de porcelana sentada en el centro con su vestido blanco de mil filigranas. De pronto me pareci que me guiaba un ojo y sonrea. Ana, la mueca... empec a decir. Al girar la cabeza hacia mi prima, el espanto tom mi cuerpo. Ana me miraba sonriente, con sus pupilas dilatadas y su tez blanquecina, casi porcelnica. Su carcajada maliciosa me hizo estremecer. jcapsir Josep Capsir, Capi

115

EL BROKERSi lo admito llevo despreciando a la humanidad desde que tengo conciencia, nunca llegue a entenderla, ni a ella ni tampoco sus motivaciones, la libertad el amor todas esas moadas de escasa rentabilidad. Desde las alturas os oigo gritar, criticar contra el sistema pero fuera del no sois nada slo ruido. Un fuerte portazo le interrumpi, durante un momento, el susto lo controlo con un buen lingotazo de brandy. Sus sombras comenzaron a proyectarse a las paredes de la habitacin, como si tuvieran vida propia danzaban sin apuro alguno molestndome, convirtindolo en un carnaval. Demasiado brandy eso ser. Tire la copa e intente huir pero donde fuese ellos me seguan. Lanza un grito de desesperacin al vaci. Nadie contesto. Derrotado me sent, comprend mi destino, slo era un simple mortal, y nada me diferenciaba de los que despreciaba. Me cre especial, pero mi final sera de lo ms comn, el inicio de ot