2006 refrito de simposio de cultura colonial

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PONENCIA ACOTACIONES SOBRE LA REPRESENTACIÓN DE LOS HACENDADOS DE MARIANO MORENO _________________________________________________ PRÓLOGO La razón que motiva este trabajo puede consignarse epistemológicamente como una explicación entendida en términos de teleología por metas y funciones. Desde tal premisa metódica, nuestro modelo explicativo atiende a rememorar hermenéuticamente aspectos nodulares de la argumentación explanada por Mariano Moreno en un específico texto en el período de oscilación del saber occidental que desde el Clasicismo conduce (sin trasponerlo) al umbral de la Modernidad. Planteo que tiene como meta significar la lógica argumentativa de un específico sujeto empírico en función del paradigma en que se encuadra. En suma, las razones de esta propuesta atienden a reconocer un marco epistémico (el paradigma clasicista) mediado por la extensa argumentación de un referente concreto. Meta y función atienden a señalar cuáles son los códigos que permiten hablar de un sujeto y de un paradigma clasicista, es decir, subrayar los aspectos que permiten concluir que el clasicismo se encuentra aún vigente. Se trata de (a través de un específico mensaje discursivo) colocar ante los ojos un modelo de saber con el que se cierra definitivamente (habiéndose iniciado en la Hélade hacia el siglo VI a.C.) el pensamiento occidental en su auténtica ontología, aquel que, con el clasicismo ilustrado, alcanzó su expresión cimera. 1

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SIMPOSIO DE CULTURA COLONIAL DE NOVIEMBRE 2005 PONENCIA

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PONENCIA

ACOTACIONES SOBRE LA REPRESENTACIN DE LOS HACENDADOS DE MARIANO MORENO_________________________________________________

PRLOGO

La razn que motiva este trabajo puede consignarse epistemolgicamente como una explicacin entendida en trminos de teleologa por metas y funciones. Desde tal premisa metdica, nuestro modelo explicativo atiende a rememorar hermenuticamente aspectos nodulares de la argumentacin explanada por Mariano Moreno en un especfico texto en el perodo de oscilacin del saber occidental que desde el Clasicismo conduce (sin trasponerlo) al umbral de la Modernidad. Planteo que tiene como meta significar la lgica argumentativa de un especfico sujeto emprico en funcin del paradigma en que se encuadra. En suma, las razones de esta propuesta atienden a reconocer un marco epistmico (el paradigma clasicista) mediado por la extensa argumentacin de un referente concreto.

Meta y funcin atienden a sealar cules son los cdigos que permiten hablar de un sujeto y de un paradigma clasicista, es decir, subrayar los aspectos que permiten concluir que el clasicismo se encuentra an vigente. Se trata de (a travs de un especfico mensaje discursivo) colocar ante los ojos un modelo de saber con el que se cierra definitivamente (habindose iniciado en la Hlade hacia el siglo VI a.C.) el pensamiento occidental en su autntica ontologa, aquel que, con el clasicismo ilustrado, alcanz su expresin cimera. El mtodo retrico y hermenutico que recorre la lectura de la Representacin de Moreno nos autoriza a leer como texto lo que desde otra dimensin historiogrfica slo resultara mero registro arqueolgico.

Por qu escogimos un texto consagrado por la historiografa? Porque su autor le imprimi una significacin singularsima, que su hermano menor reedit (aunque ya en suelo moderno) y de suyo restndole elementos retricos que lo identificaban con su paradigma. Otra razn es que nuestra perspectiva lectora del tiempo acelerado apura las conclusiones argumentales convirtiendo el diseo clsico del texto en moderno, por tanto, dotando de naturaleza histrica a una textura que se define en el plano de la lgica argumentativa.

Dada la relevancia textual slo abordamos aqu el aspecto generalmente ms tergiversado, aquel que tipifica a la Representacin de los hacendados como de un texto de carcter econmico.

DESARROLLO

CONSIDERACIONES RETRICAS

Clasicismo: discurso del tiempo eterno, escrito en trminos de Naturaleza y de Derecho Natural; discurso vertebrado como accin y movimiento en el sentir y pensar subjuntivo, en la modalidad condicional, infinitiva (con tonalidad imperativa) e imperativa en sentido explcito. Discurso, en fin, de la solicitud cordial en el sentir y en el pensar, elegante, del imperativo categrico (thos), aristocracia del pensar que es el decir y el actuar.(7)Discurso que envuelve toda indicacin (todo carcter reforzador) con la humildad mitigadora: sentido de la simetra discursiva. Lugar de la variable atmsfera del si, partcula cannica de orden condicional-causal con la que se vinculan, en el orden lgico relacional, otras del tipo a condicin de que, con tal (que), en caso de (que).

Al decir de los lgicos y gramticos de Port Royal, todo pensamiento (actitud mental condicional, causal y teleolgica) est siempre escrito (explcita o implcitamente) en trminos del verbo ser y de las partculas que y si, partculas que se suponen e interpenetran(8).

Interrogacin directa o indirecta, tensin trgica del discurso, fusin tico-esttica, en esta dimensin se define el ser del Clasicismo, cuyo sentir interrogativo define su episteme; episteme que es suelo compartido de especies y gneros, conciliador de opuestos.

tica del deber ser moral absoluto, esttica de la belleza, intencin ltima de toda la discursividad clasicista donde el thos apolneo tiene como meta domear el pthos dionisiaco.

Corramos, Seor, un velo a meditaciones que anegan el corazn en amargura [] y preguntemos a los enemigos [del libre comercio con Gran Bretaa]: ser justo que se envilezcan y pierdan nuestros preciosos frutos [] Ser justo que las abundantes producciones del pas permanezcan estancadas? [] Ser justo que rogndosenos por los frutos estancados que ya no puede el pas soportar, se decrete su ruina? (Representacin , 63, p. 137)

Recorrer un orden gramatical es adentrarse en una forma de vida: el orden discursivo del clasicismo nos permite encontrarnos con la intencionalidad que lo anim; nunca nos ser dable atrapar su ontologa, pero a travs de la atenta lectura de sus cdigos podremos reconocer las lneas directrices de su entramado cultural. Discursividad (red de significados): ella apresa (en estricto sentido) el todo de una cultura; pues en la dimensin textual queda de manera singularsima atrapada una poca, de la que da cuenta tambin, pero de manera menos saturada, la semiologa de las artes plsticas, de la msica, en tanto se nos ocultan para siempre la gestualidad, los ritmos de la escritura, los matices del decir, de los silencios.

De la cosa-en-si nada podremos conocer, slo nos ser dable saborear algo del mundo de lo fenomnico.

La estructura retrica del discurso clasicista ilustrado se destaca por su intento de reproducir los lineamientos latinos de la oratoria ciceroniana. Recorre, por tanto, los estilos tenue, medio y elevado, segn se trate del auditorio al que el narrador se dirija. Retrica que, si bien no difiere estructuralmente respecto de su antecesora barroca, adquiere mayor claridad y complejidad en la disposicin lgica de sus argumentos. El desafo retrico se encuentra en plasmar el apotegma cartesiano de claridad y distincin, de suyo, huir de cualquier ornamentacin afectada.

La Representacin de los hacendados de pluma de Mariano Moreno, alegato ante el virrey en defensa de los labradores y del libre comercio con Gran Bretaa contra los intereses monopolistas, resulta una alocucin-tipo de estilo elevado. En palabras de Cicern, se tratar de aquel discurso cuyo narrador ser capaz de hablar con tranquilidad, suavidad, introduciendo clasificaciones, definiciones y distinciones, todo con encanto(9).

El narrador del texto clsico de estilo elevado siempre pretende ser el defensor de valores que entiende vulnerados.

La Representacin es rescate del valor de la JUSTICIA y, por lo tanto, traduce a la vez el sentir de lo justo (propio del discurso judicial) y de lo noble (propio del discurso epidctico). Representacin pertenece a la vez a los gneros judicial y epidctico, porque en tanto la accin propia del primero es la de acusar y defender, la del segundo aprobar en censurar. El argumento-tipo del discurso elevado clasicista (no slo el judicial) quiere mostrarse rigurosamente deductivo (entimema), pero el rumbo inductivo se encuentra presente por un imperativo epistmico, en tanto se entiende que slo puede acercarse a los valores supremos desde el plano de la observacin o experimentacin de una realidad emprica concreta. a defender. En tal sentido, Moreno que (como todo narrador) procura agradar y conmover al destinatario (CICERN), se sita entre la demostracin (propia de la ciencia) y la erstica (ris, controversia) pues cualquier argumento puede ser refutado por otro.

Texto paradigmtico de la discursividad clasicista ilustrada. Decir paradigmtico menta texto que responde absolutamente al rigor retrico que exige este modelo de saber.

Hay en l un encadenamiento lgico de los argumentos; cuidado del estilo; construcciones adecuadas. Leer retricamente un discurso impone advertir la presencia implcita o explcitamente marcada de cuatro planos-tipos: EXORDIO (breve presentacin del asunto: dominio del ethos), NARRACIN (exposicin de los hechos referentes a la causa: dominio del logos), CONFIRMACIN o DEMOSTRACIN (pruebas que dan fundamento a la argumentacin y refutacin de los argumentos adversarios: dominio del logos ), EPLOGO (resumen de los argumentos: dominio del pathos).

REPRESENTACIN A NOMBRE DE LOS HACENDADOS DE LAS CAMPAAS DEL RO DE LA PLATA DIRIGIDA AL EXCMO. SEOR VIRREY DON BALTASAR HIDALGO DE CISNEROS EN EL EXPEDIENTE PROMOVIDO SOBRE PROPORCIONAR INGRESOS AL ERARIO POR MEDIO DE UN FRANCO COMERCIO CON LA NACIN INGLESA

Texto de base jurdica (que para el humano clsico implica actitud tico pedaggica) cuya funcin es apelativa pues, habindose dado vista a un expediente se hace una solicitud. La funcin apelativa se asienta (en la presentacin de Moreno) en verbos (denominados por John Austin) judicativos (v. gr., reclamar, suplicar):

Respecto del verbo suplicar debe entenderse su significado (en el siglo ilustrado) como equivalente semntico de recurso antepuesto ante quien ha expedido una norma o resolucin e, igualmente, en trminos de merced.

aquellos hacendados [...] me confirieron sus poderes, para que presentndome ante V.E. [virrey] reclamase el bien de la patria, con demostraciones propias de la majestad del foro y dignidad de la materia (Representacin ..., 7. Concluye el Exordio).

Mis instituyentes [...] hacen a V.E. la siguiente splica: [...] ( 151. Comienza el Eplogo)

El texto clasicista es, desde el ttulo mismo expresin del espritu analtico. Ttulo que resulta una sntesis del eje argumental dispuesta a manera de encadenamiento deductivo que parte de explicitar el referente, el tipo de presentacin, el destinatario de la misma, su razn de ser y los medios para alcanzar la finalidad motivo de la presentacin. Decimos que es sntesis del eje argumental y no de la totalidad de los tpicos que aborda el texto porque el texto clsico en muchos casos (como es el nuestro) se ve recorrido por muchos desvos (digresiones) del eje, pero que son entendidos por el narrador como elementos que inciden en el todo del texto. El carcter de las digresiones tendr distinta jerarqua convirtindose algunos de los desvos en el lugar escogido para atender a cuestiones sustanciales de la argumentacin. Otras, contrariamente, pueden ser requeridas a los efectos de explanar aspectos considerados necesarios para echar ms luz sobre la materia significante.

Mariano Moreno en su Representacin transita por niveles varios de digresin. De suyo la digresin (en el sentido clsico) resulta un elemento que (en todos los casos) quita o agrega tensin al discurso; puede aparecer como elemento mitigador del eje argumental o reforzador cuando, v. gr., el narrador se propone hacer presente a su auditorio hechos que sabe turbarn su nimo (pthos). En la Representacin se observa esta estrategia discursiva (estrategia cognitiva):

Cuando advierte al virrey sobre los peligros que acechan a los gobernantes si su fuerza poltica es precaria:

(a)

Decir que el real erario est sin fondos, es decir que los vnculos de la seguridad interior estn disueltos, que los peligros exteriores son irresistibles y que el Gobierno dbil por falta de recursos efectivos, no puede oponer a la ruina del pueblo sino esfuerzos impotentes. Ojal no fuese sta una verdad tan patente! [...] ( 13)

La tensin discursiva se advierte al evocar la situacin agnica de la Monarqua, ya se trate de aquella que afecta a la metrpoli, ya de la que conmueve a la regin indiana. Cuando igualmente se evoca el status jurdico de las Indias.

El rigor lxico

Un texto (=discurso) es siempre ms expresin de su poca que de su narrador ocasional; de all que responda a cdigos que son especficos de su episteme y que, a veces, no encuentren su equivalente lxico-semntico fuera de ella.

[la] naturaleza [] nos ha destinado al cultivo de sus frtiles campaas, y nos ha negado toda riqueza que no se adquiera por este preciso canal. Si V.E. desea obrar nuestro bien, es muy sencilla la ruta que conduce a l; la razn y el clebre Adam Smith [] apstol de la economa poltica, hacen ver que los gobiernos en las providencias dirigidas al bien general, deben limitarse a remover los obstculos: ste es el eje principal sobre el que el seor Jovellanos fund el luminoso edificio de su discurso econmico sobre la ley agraria, y los principios de estos grandes hombres nunca sern desmentidos [] (Representacin, 56, 134-s.)

Tal ocurre en el presente texto con el empleo de la voz riqueza que resulta el eje del discurso. Suele constituirse en axioma decodificar riqueza por economa, disolviendo una voz en la otra. Podra afirmarse, con ligereza post-moderna, que finalmente se trata de una mera cuestin de palabras. Pero ocurre que, si bien en el texto Moreno refiere a la economa poltica como parte del nuevo sistema imperante, resulta slo una seal identificadora de su gestor (el filsofo Adam Smith), pues le importa aludir a su autoridad para atender a los sustanciales aportes por ste desarrollados en La riqueza de las naciones.

Un error (consecuencia de operar reductivamente) consiste en olvidar que no pocas palabras resisten el ser absorbidas por otras. Eso acontece respecto de riqueza y economa. Representacin no es una muestra de cmo los cambios econmicos se imponen al poder poltico(10), pues para el clsico en el orden del saber no existe la produccin(11), no hay lugar en l para aquello que nosotros denominamos economa. Por otra parte, si bien Adam Smith enuncia la teora de la produccin, el planteo general de su obra an no abandona los fundamentos de la episteme en que se inscribe, de lo cual da cuenta su obra. Obra cuyas lneas innovadoras debern esperar a la segunda dcada del siglo XIX para comenzar a ser descifradas en su patria de origen, all donde haba nacido una nueva realidad material(12).

En suma, este dominio, suelo y objeto de la economa durante la poca clsica, es el de la riqueza(13).

Plantear que el orden de lo econmico impone sus reglas al Estado, resulta una afirmacin que atenta contra el orden de la sana razn, pues supondra afirmar que lo inferior gobierna sobre lo superior.

Por tanto, puede afirmarse que Representacin recoge las impresiones de una singular coyuntura histrica, en la cual el poder poltico yace en extremo debilitado, pero cuya recuperacin (por imperativo de la ley natural) emerger del mismo dominio de lo poltico-institucional (no de otro), pues no se concibe la existencia de otra alternativa. La evocacin del filsofo britnico (tomada adems de las reflexiones sobre la ley agraria explanadas por Jovellanos) apuntaba a subrayar que el rol de los gobiernos en las providencias dirigidas al bien general, deben limitarse a remover los obstculos.

La teora de la riqueza se mide en trminos de escasez / abundancia. A lo largo de la poca clsica es la necesidad la que mide las equivalencias. Es el alimento el que valora los precios, dando a la produccin agrcola, el privilegio que todos le han reconocido.(14) Este es, en sntesis, el argumento central en la Representacin de Moreno: nada de Modernidad la recorre.

Como lo quiere el pensamiento clsico, la medida de cambio es una medida interna, reconocible, se basa en la fertilidad de la tierra y en las posibilidades de intercambio mercantil; estrictamente en ese orden. Circulacin y cambio son los emblemas de la riqueza; riqueza que se concibe como circulacin dentro del continuum temporal.

La filosofa del signo

La moneda como signo

Como la palabra en el lenguaje, la moneda es signo denotativo de la riqueza. Signo convencional, que vale no por la preciosidad que pueda encerrar (tal como ocurri hasta el siglo XVI), sino por representar el valor de las mercancas que coloca en circulacin. Dentro del sistema de cambios, dentro del sistema que permite a cada una de las partes de la riqueza el significar las otras o el ser significada por ellas, el valor representado en la moneda es a la vez verbo y sustantivo, poder de ligar y principio de anlisis y atribucin(15).

En el orden clsico, la moneda, como la palabra, representa, es un doble; medida de identidades y diferencias. El valor de la riqueza se significa en la moneda, as como el valor de la economa moderna se significa en el costo de produccin, en el costo del trabajo, que asumen el rol de medida de valor. La economa se vierte en la historia; la riqueza en el orden de la representacin que el humano expresa como sentir comunitario. La representacin es medida lgica y ontolgica; la historia es medida especfica de lo accidental humano.

La escasez o la abundancia se miden en trminos de perjuicio o de beneficio para la comunidad, no para el individuo aislado.

[] la plata es un fruto igual a los dems, est sujeto a las mismas variaciones, y la alteracin de su valor proporcionalmente a su escasez o abundancia, sostiene en ambos casos la reciprocidad de los cambios [] (Representacin, 102, p. 156 )

La plata no es riqueza, pues es compatible con los males y apuros de una extremada miseria; ella no es ms que un signo de convencin con que se representan todas las especies comerciables, y sujeta a todas las vicisitudes del giro, sube o baja de precio en el mercado segn su escasez o abundancia, siempre que por otra parte no crezcan o disminuyan las dems especies, que son representadas por ella (Ibd., 104, p. 156)

Vosotros, comerciantes [monopolistas] [] Miris en vuestras operaciones el bien del estado? No; el oro es vuestro dios y el objeto de vuestras diligencias, como lo prueba el que siempre os he visto contentos de la escasez y pesarosos de la abundancia (Ibd., 93, p. 152)El tiempo del discurso. Tiempo eletico, tiempo inmvil, eterno, continuo. Nada de cronologas materiales, mensurables, de recurrentes cambios de progreso evolutivo. En realidad, dialctica de tiempos que fluyen, expresin de un humano que se define como siendo, cuyo progreso menta regreso incesante pues, sus avances, estn significados por restauraciones (como si se tratara de las revoluciones del Universo); modalidad reformista que ser la nota distintiva de las revoluciones hispanoamericanas, desplegadas en el cuadro de la mathesis universalis.

Revolucin es voz que entra tarde en el campo poltico desde su prstino enclave en la astronoma(20) (lento movimiento de un astro en todo el curso de su rbita). Para verla circular con semntica revulsiva (en trminos de cambio) en el mundo de lo accidental, habr que esperar a la conmocin que arreci en Francia luego de 1789. La teora del gobierno revolucionario, informa Maximiliano Robespierre, es tan nueva como la revolucin que le ha dado vida.(21) El tiempo de la historia (el tiempo cronolgico del hombre) comenzar lentamente su marcha hasta convertirse en expresin discontinua de un suelo epistmico en el cual los seres vivos ya no se reconocen conviviendo, puesto que se desplazan hacia distintas regiones empricas. Cuando este movimiento alcance plenitud se podr hablar en riguroso sentido de Modernidad.

En el orden de lo poltico-institucional los rasgos eminentemente clsicos del modo revolucionario (su tiempo lento) asoman en ms de un trayecto discursivo de la pieza de Moreno. Se desliza a travs de la genealoga de la legitimidad (del Derecho Natural), que comienza a perder fuerza frente al concepto de legalidad (al Derecho positivo)(22). La conciencia de legitimidad empieza a fracturarse en el mundo hispnico cuando los ltimos sucesos variaron el ser poltico de Espaa ( 51, p. 132). Se observa la deriva en las precisas reconvenciones de Moreno al virrey: no confiri el Soberano a V.E. la alta dignidad de virrey [] para velar sobre la suerte de los comerciantes de Cdiz, sino sobre la nuestra [] ( 79, p. 146). Igualmente el quiebre de la legitimidad monrquica surge de las evocaciones que (marcadas con figuras de repeticin y gradacin) recuerdan a Cisneros los justos derechos de las provincias indianas. En suma, Representacin circula en un mbito agitado por conflictos externos e internos, de los que el alegato del narrador da cuenta en ms de un pasaje:

Uno de los rasgos ms justos, ms magnnimos, ms polticos [de Espaa], fue la declaracin de que las Amricas no eran una colonia o factora [], que ellas formaban una parte esencial e integrante de la monarqua espaola y en consecuencia de este nuevo ser [] (Representacin, 53, p. 133 )

El humano del Clasicismo es, por definicin, desgarro temporal. En el sentir clsico (que es expresin de lo universal) nada se concibe vinculado a un concreto espacio y tiempo. La modalidad indicativa de un preciso aqu y ahora (o de alguna referencia pretrita) es simple marca contingente desde donde parte el narrador para disear el futuro, lugar de efectiva solucin de sus aspiraciones.

Slo si aceptamos las premisas de su discursividad, de su retrica de raz ontolgica y lgica, nos es dable cruzar el umbral que conduce al sentido de la trama. En suma, en el planteo lgico argumentativo est la clave de esta especie discursiva, de la cual Representacin es expresin emprica.

Slo respetando las premisas lgicas no se vern como rellenos las descripciones y el carcter analtico del texto, pues nos dicen efectivamente sobre toda la red de significados: all habla la cultura clsica.

Inserta la Representacin dentro del gnero judicial, Moreno se presenta como narrador omnisciente, adoptando la extensa argumentacin (consta de 163 pargrafos) un ritmo elevado de carcter imperativo, bajo formas aspectuales subjuntivas, condicionales y potenciales. Se trata de modalidades que enuncian la accin del verbo como pendiente del elemento subjetivo y, por tanto, resultan potentes tiempos relativos. Destquese que en el orden clsico el concepto de persona verbal no se encuentra an escindido del de persona real(23): la dicotoma subjetivo / objetivo planteada por Immanuel Kant, slo ser epistmicamente reconocida (aunque modificando muchos de sus presupuestos) en terreno positivista. Clsicamente, el objeto (realidad-en-si) es representacin, imagen o idea del sujeto: se define desde su identidad.

Para el discurso clsico, el eje subjuntivo slo ocasionalmente puede significar irrealidad. Contrariamente, el paradigma o visin del mundo clsico es autntica (efectiva) fuerza subjuntiva.

Los mercaderes que contradicen nuestro beneficio [] sufran ahora el castigo que se les habra impuesto si no hubiesen conseguido burlar la vigilancia del gobierno; y avergncense de implorar ante la respetable autoridad de V.E. que se sacrifique el pueblo para que ellos gocen [] el fruto de sus delitos. (Representacin, 99, pp. 154-s..)

Se trata en la muestra arriba citada del modelo de interaccin natural del discurso clsico elevado: el tono imperativo (especfico de este perodo) se articula con formas de potencial compuesto, presente y pretrito pluscuamperfecto del Modo Subjuntivo y en formas variadas de infinitivo. El juego marcado por el movimiento verbal plantea el sentido trgico, de tensa expectativa, que recorre el perodo y define a la alocucin en su conjunto.

Rasgo denotativo de esta discursividad es la expresin del ser como entidad moral. Se trata de la forma cannica poder / deber + Infinitivo.

Poder conjunto.

es posibilidad de ser, perfrasis que dice de la posibilidad del yo emprico de apropiarse del saber. Poder y deber suponen, en todos los casos, el verbo ser, pues, como quiere el Clasicismo, todos los verbos residen en el verbo ser.

Solamente debe mirarse con horror el vaco de los mejores trabajos productivos del pas [], el vaco en el conocimiento de los verdaderos principios de la economa poltica. (Representacin, 113, p. 160)

Estos son los vacos que debieran temer nuestros mercaderes, y no el de un dinero [] que bajo el sistema prohibitivo nunca podr influir en la verdadera riqueza de la Provincia. (Representacin, 114, p. 160)

Deber ser, ontolgicamente, tiene su paralelo lingstico en el llamado lenguaje prescriptivo.(24)

Pero mi comisin exige ms: YO DEBO DEMOSTRAR la necesidad, la conveniencia y la justicia del plan propuesto ( 10, p. 116)

Frente a la Modernidad que entiende al deber ligado lgicamente con el ser, el Clasicismo lo entiende como expresin ontolgica. No opera por afuera del humano, sino que se encuentra entramado en el ser del hombre.

EPLOGO

Este trabajo pretendi acercarse a una trama histrica para dejar ver algunas notas de la episteme que la contiene. Nos interes asomarnos al espritu de una centuria en la que los humanos advirtieron que la nica fortaleza que los resguardara de los rigores del acaso era la palabra. En ella, pues, depositaron su futuro.

NOTAS

(1) Mariano Moreno, Representacin a nombre del apoderado de los hacendados de las campaas del Ro de la Plata dirigida al Excmo. Seor Virrey Don Baltasar Hidalgo de Cisneros en el expediente promovido sobre proporcionar ingresos al erario por medio de un franco comercio con la Nacin inglesa (Buenos Aires, 30 de septiembre de 1809), en dem, Escritos polticos y econmicos. Prlogo de Norberto Piero. Buenos Aires, La Cultura Argentina, 1915, pp. 111-179.

(2) Michel Foucault, Las palabras y las cosas. Una arqueologa de las ciencias humanas, Buenos Aires, Siglo XXI, 1968, p. 72.

(3) Cf. Rubn D. Salas, El discurso histrico-jurdico y poltico-institucional en clave retrico-hermenutica. Del Clasicismo ilustrado a la Post-Modernidad, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 2004, pp. 13-51. Tambin: Mauricio Beuchot, La retrica como pragmtica y hermenutica, Barcelona, Anthropos, 1998, pp. 116-146; Paul Ricoeur, Tiempo y Narracin (I). Configuracin del tiempo en el relato histrico [1985]. Mxico, Siglo XXI, 1995, pp. 9-29.

(4) Cf. Ludwig Wittgenstein, Investigaciones filosficas [1945]. Barcelona, Altaya (Grandes Obras del Pensamiento Contemporneo), 1998, Parte I ( 7), p. 25.

(5) Cf. M. Foucault, Las palabras..., pp. 213-217.

(6) Cf. Martn Heidegger, El ser y el tiempo [1927]. Barcelona, Biblioteca de los Grandes Pensadores, 2002, (cap. III, La mundanidad del mundo), pp. 66-74.

(7) Cf. Ernst Cassirer, Filosofa de las formas simblicas. El lenguaje [1964]. Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1998, v. I, pp. 232-233.

(8) Roland Donz, La gramtica general y razonada de Port-Royal. Contribucin a la historia de las ideas gramaticales en Francia, Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1967, pp. 12, 54, 152-s.

(9) Cicern, El orador [46 a.C.]. Introduccin y notas de E. Snchez Salor. Madrid, Alianza, 1997, 99, p.77.

(10) Cf. en tal sentido: Tulio Halpern Donghi, Tradicin poltica espaola e ideologa revolucionaria de mayo, Buenos Aires, Centro Editor de Amrica Latina, 1985, pp. 91-s.; Jos L. Romero, Las ideas polticas en Argentina, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 1975, p. 61.

(11) M. Foucault, Las palabras, p. 164.

(12) Cf. Maurice Dobb, Teorias do valor e distribuio desde Adam Smith, Lisboa, Presena (Biblioteca de Textos Universitrios), 1977, pp. 87-89.

(13) M. Foucault, Las palabras, p. 164.

(14) dem, p. 218.

(15) dem, p. 199.

(16) Cf. Algirdas J. Greimas, La enunciacin. Una postura epistemolgica, Mxico, Universidad Autnoma de Puebla, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (Cuaderno de Trabajo 21), pp. 7-14

(17) M. Heidegger, El ser ( 41. El ser del ser ah), p. 177.

(18) Cf. M. Beuchot, La retrica..., pp. 87-100.

(19) Cf. Olivier Reboul, Introduo Retrica, So Paulo, Martins Fontes, 1998, pp. XVII-XVIII.

(20) Cf. Melvin J. Lasky, Utopa y Revolucin, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1985, pp. 311-315.

(21) Maximilien Robespierre, Sobre los principios del gobierno revolucionario [25 de diciembre de 1793]. En dem, La Revolucin jacobina. Prlogo de Jaime Fuster. Barcelona, Pennsula, 1973, p. 123.

(22) Cf. Francisco E. Trusso, De la legitimidad revolucionaria a la legitimidad constitucional, Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1968, pp.1-3.

(23) R. Donz, La gramtica, p. 96.

(24) Cf. R. D. Salas, El discurso histrico-jurdico, pp. 345-347.

Cf. Olivier Reboul, Introduo Retrica, So Paulo, Martins Fontes, 1998, pp. XXII, 47.

O. Reboul, Introduo ... cit., p. 7.

Cf. O. Reboul, Introduo ... cit., pp. 54-62.

Cf. John L. Austin, Cmo hacer cosas con palabras. Palabras y acciones. Barcelona, Paids, 1971(Conferencia XII), pp. 200-s..

Cf. sobre el significado de la voz splica: Vctor Tau Anzotegui, La ley se obedece pero no se cumple. En torno a la suplicacin de las leyes en el Derecho indiano (pp. 69-143), en dem, La ley en Amrica hispana. Del Descubrimiento a la Emancipacin, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1992, pp. 74-78.

M. Moreno, Representacin ... cit., p. 117.