2. los sofistas y sócrates

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Historia de la Filosofía Tema 2 Los sofistas y Sócrates: el giro antropológico TEMA 2 LOS SOFISTAS Y SÓCRATES: EL GIRO ANTROPOLÓGICO 1. ¿CUÁNDO Y POR QUÉ APARECEN LOS SOFISTAS? 2. LAS DOS GENERACIONES DE SOFISTAS 3. LOS SOFISTAS: SU FILOSOFÍA 4. PROTÁGORAS DE ABDERA: EL RELATIVISMO 5. GORGIAS DE LEONTINI 6. SÓCRATES DE ATENAS 6.1 ¿QUIÉN FUE SÓCRATES? 6.2 CRÍTICA AL RELATIVISMO, SUBJETIVISMO, ESCEPTICISMO Y CONVENCIONALISMO DE LOS SOFISTAS 6.3 EL MÉTODO SOCRÁTICO 6.4 LA ÉTICA SOCRÁTICA: EL INTELECTUALISMO MORAL 1. ¿CUÁNDO Y POR QUÉ APARECEN LOS SOFISTAS? A mitad del siglo V a. de C. se produce en la filosofía un giro antropológico: se abandonan las explicaciones de la naturaleza y se estudia al ser humano, la moral, las normas, los fundamentos de la sociedad… Los pensadores que llevan a cabo este cambio de orientación son los sofistas y Sócrates. Más que una escuela, los sofistas (‘sabios’, poseedores de sophia o sabiduría) forman un movimiento, son un conjunto de intelectuales que recorre las polis griegas enseñando las habilidades necesarias para el triunfo social y político. Como educadores, crean un auténtico “movimiento ilustrado”, un cambio intelectual profundo hacia la racionalización en las formas de entender la realidad social y en contra de las creencias tradicionales aristocráticas. 1

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Historia de la Filosofía Tema 2 Los sofistas y Sócrates: el giro antropológico

TEMA 2

LOS SOFISTAS Y SÓCRATES: EL GIRO ANTROPOLÓGICO

1. ¿CUÁNDO Y POR QUÉ APARECEN LOS SOFISTAS?

2. LAS DOS GENERACIONES DE SOFISTAS

3. LOS SOFISTAS: SU FILOSOFÍA

4. PROTÁGORAS DE ABDERA: EL RELATIVISMO

5. GORGIAS DE LEONTINI

6. SÓCRATES DE ATENAS

6.1 ¿QUIÉN FUE SÓCRATES?

6.2 CRÍTICA AL RELATIVISMO, SUBJETIVISMO, ESCEPTICISMO Y CONVENCIONALIS-

MO DE LOS SOFISTAS

6.3 EL MÉTODO SOCRÁTICO

6.4 LA ÉTICA SOCRÁTICA: EL INTELECTUALISMO MORAL

1. ¿CUÁNDO Y POR QUÉ APARECEN LOS SOFISTAS?

A mitad del siglo V a. de C. se produce en la filosofía un giro antropológico: se abando-

nan las explicaciones de la naturaleza y se estudia al ser humano, la moral, las normas, los funda-

mentos de la sociedad… Los pensadores que llevan a cabo este cambio de orientación son los sofis-

tas y Sócrates.

Más que una escuela, los sofistas (‘sabios’, poseedores de sophia o sabiduría) forman un movimien-

to, son un conjunto de intelectuales que recorre las polis griegas enseñando las habilidades ne-

cesarias para el triunfo social y político. Como educadores, crean un auténtico “movimiento ilus-

trado”, un cambio intelectual profundo hacia la racionalización en las formas de entender la realidad

social y en contra de las creencias tradicionales aristocráticas.

Su actividad se desarrolla principalmente en Atenas por motivos políticos y culturales. Atenas,

con un gobierno democrático, lleva el peso de las Guerras Médicas1. Tras la victoria griega en el

año 479 a. de C., puesto que todos los atenienses habían colaborado en esa victoria, todos son, pues,

virtuosos y capaces; todos deben ser considerados ciudadanos de pleno derecho (y no sólo los aris-

tócratas, como en los regímenes políticos anteriores). Toda esta nueva realidad toma cuerpo en las

reformas democráticas de Pericles, probablemente el más importante político y legislador de la

Grecia clásica. Sus planteamientos consagran un modelo democrático radical, y el triunfo de la iso-

nomía (la igualdad de todos ante la ley).

1 Contra los medos (nombre con el que los griegos designaban a los persas).

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Se trata de una democracia directa, es decir, un régimen en el que la dirección política es

ejercida por los ciudadanos (hombres libres, de padres atenienses). Eso suponía que todos los ciuda-

danos debían participar en la toma de decisiones políticas en la asamblea de la ciudad o en el ágora,

y en el funcionamiento de todas las magistraturas de la ciudad, que eran electivas o escogidas por

sorteo. Por lo tanto, se hacía preciso, para toda una clase social en ascenso, una nueva educa-

ción en la retórica2, la dialéctica, y en la oratoria3, lo que permite utilizar el lenguaje de manera

eficaz, correcta y persuasiva para convencer al público y hacer triunfar las propias opiniones y pro-

puestas. Pero también una nueva educación en cuestiones básicas de teoría del derecho, del funda-

mento de la democracia, del papel de las leyes…Y serán los sofistas, maestros de todas esas cosas,

quienes, a cambio de dinero, estarán dispuestos a convertir el antiguo “kakós” (malo, inferior,

peor, en cuanto que opuesto al “aristós”, el mejor) en un ciudadano virtuoso (aristós), en un ciu-

dadano excelente, en posesión de la “areté” (virtud, excelencia). Para los antiguos aristócratas esto

era algo escandaloso, al fin y al cabo se nace con la areté, la nobleza es una cualidad hereditaria, no

se puede adquirir y nadie la puede enseñar.

2. LAS DOS GENERACIONES DE SOFISTAS

Se distinguen dos generaciones de sofistas:

a) La primera, desarrollada durante el auge de la democracia ateniense, pretende fundamentar la

convivencia en la razón. Su enseñanza del lenguaje se orienta sobre todo a fomentar el diálogo y ha-

cer conscientes a los ciudadanos de la necesidad de consensuar y pactar las normas de la polis. A

ella pertenecen Protágoras, Gorgias y Pródico.

b) La segunda, desarrollada a finales del siglo V a. de C., con la inestabilidad social y política de

las Guerras del Peloponeso entre Atenas y Esparta, sufre un giro hacia el individualismo: el inte-

rés general de la polis se sustituye por el interés personal, sólo interesa defender la opinión propia

para obtener el beneficio y el triunfo personal. Los sofistas se convierten en meros retóricos, exper-

tos en enseñar el arte de convencer a los demás independientemente de la verdad de las razones usa-

das. A esta generación pertenecen Hipias, Antifonte, Calicles, Trasímaco y Critias. De esta se-

gunda sofística proviene la idea negativa que Sócrates y Platón transmiten de los sofistas4 como

charlatanes, interesados y embaucadores.

3. LOS SOFISTAS: SU FILOSOFÍA2 Retórica: Arte de bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover.3 Oratoria: Arte de hablar con elocuencia (facultad de hablar de modo eficaz para deleitar, conmover o persuadir).4 Sofisma: Razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso.

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Los sofistas, la mayoría extranjeros en Atenas, no defendieron todos doctrinas uniformes. Se

pueden, sin embargo, encontrar algunas coincidencias:

a) LA PREOCUPACIÓN POR LOS ASUNTOS HUMANOS Y POR LA EDUCACIÓN

(PAIDEIA)

La afirmación de que el hombre es la medida de todas las cosas supone situar a los seres

humanos (a cada ser humano) como centro de referencia de todas las cuestiones filosóficas. Desde

esta posición, los sofistas se desentendieron de los temas cosmológicos y teológicos, y se

inclinaron hacia los asuntos prácticos, esto es, hacia las cuestiones morales y políticas: las

costumbres y las creencias, la justicia y el Estado, etcétera.

b) RELATIVISMO, SUBJETIVISMO Y ESCEPTICISMO

Respecto al problema del conocimiento, los sofistas son relativistas, subjetivistas (no exis-

ten verdades absolutas -universales y objetivas- sino sólo relativas) y escépticos (aunque existieran

verdades absolutas sería imposible conocerlas). Piensan que el conocimiento depende de los senti-

dos por lo que no podemos conocer más que los contenidos de nuestras sensaciones. Y las sen-

saciones cambian no sólo de unas personas a otras, sino incluso en la misma persona, dependiendo

de multitud de circunstancias. Por lo tanto, si existe algo permanente en las cosas no podemos cono-

cerlo, sólo podemos afirmar que las cosas son como aparecen a nuestros sentidos.

c) CONVENCIONALISMO SOCIAL Y POLÍTICO: LA CONTRAPOSICIÓN PHYSIS/ NOMOS

La postura escéptica y relativista de los sofistas se refleja también en su crítica a las

instituciones: la polis, el derecho, etc. En la tradición griega5 se consideraba como natural (physis)

aquello que poseía en sí mismo la razón de su propia existencia, lo que no había sido creado por la

voluntad de los seres humanos, las entidades que existían por sí mismas de una manera lógica y de

acuerdo con determinados principios naturales y, en este sentido, la polis, el derecho, la justicia, al

igual que la razón y la lógica (o los animales y las plantas) eran, y surgían, por physis.

Los sofistas, en cambio, sostenían que todas las instituciones y normas morales, jurídicas y

políticas son fruto del acuerdo y la convención (nomos), esto es, que dependen de la voluntad de

los individuos humanos. Ellos son quienes establecen la polis y la obligación de cumplir las leyes.

Lo justo y lo injusto consiste, por tanto, en mera opinión o convención (nomos). De este modo,

defendían que una cosa es la naturaleza (physis) y otra distinta las instituciones, las leyes y los

valores (nomos).

5 Sófocles: Antígona

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d) EL PRAGMATISMO

Los sofistas se preocupan por la consecución de un conocimiento que sirva al hombre, no

por un conocimiento especulativo: el concepto de verdad es sustituido por el de “utilidad”.

En conclusión, las leyes se asocian al éxito individual y social: no son buenas en sí mismas, sino

que se considerará bueno lo que sea conveniente, útil o beneficioso tanto para el individuo como pa-

ra la polis. Sabio es aquél que sabe lo que es más oportuno en cada caso y sabe convencer a los

demás para que así lo acepten.

4. PROTÁGORAS DE ABDERA: EL RELATIVISMO

La más clásica expresión del relativismo sofista la plasmó Protágoras en las siguientes

palabras: El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, y de las que

no son en cuanto que no son.

Se han hecho interpretaciones diversas de lo que puede designar en esa frase el término hombre:

para unos se refiere a cada ser humano, para otros al hombre como especie. Cualquiera que sea el

sentido originario que dio Protágoras al término, la frase pone de manifiesto que este sofista sitúa al

hombre como centro de interés de la filosofía: el hombre mide la verdad y la falsedad, y establece

lo bueno (lo útil) y lo malo (lo perjudicial). En la frase de Protágoras, el hombre es el único

criterio: Las cosas son para mí tal como se me aparecen, y son para ti tal como se te aparecen a ti.

Por eso podemos decir que Protágoras defiende:

a) EL RELATIVISMO EPISTEMOLÓGICO

Todo es relativo, no existe una verdad absoluta, como tampoco existen valores morales

(el bien, la justicia, etc.) absolutos; y como identifica el bien con lo útil afirma que existen cosas

que son más o menos útiles (buenas), y lo propio del sabio es conocer lo que sea más útil y saber

convencer de ello a los demás.

Su relativismo salía reforzado con la doctrina defendida en su obra Antilogías, donde afirmaba que

acerca de cada cosa hay dos razonamientos que se contraponen entre sí. Para Protágoras se pueden

defender dos tesis contrarias sobre un mismo asunto, lo único requerido es tener conocimiento

del tema y dominar el lenguaje.

b) EL AGNOSTICISMO

Sobre los dioses su relativismo adquiere tintes de escepticismo, declarándose agnóstico,

aunque no ateo:

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Respecto a los dioses, no puedo saber si existen ni cuál puede ser su forma pues

muchos son los impedimentos para saberlo, la oscuridad del problema y la brevedad

de la vida del hombre.

No obstante, Protágoras no sostuvo una actitud contraria a la religión pues la respetaba, como

respetaba el nomos, ambos convencionales pero de utilidad a la polis.

c) EL RELATIVISMO CULTURAL

Las distintas culturas tienen distintos nomos, distintas leyes, fruto de diferentes acuer-

dos. Como no existe una naturaleza que pueda justificar unas como mejores o peores que otras, no

cabe valorar las distintas nomos. Para cada pueblo, las mejores son las suyas, o al menos las más

prácticas y eficaces para ellos.

5. GORGIAS DE LEONTINI

Gorgias radicalizó aún más, si cabe, el escepticismo de Protágoras. En su obra principal,

titulada Sobre el no-Ser o sobre la Naturaleza, reaccionó contra los filósofos eléatas y su

pretensión de encontrar la verdad por la vía de la razón, asentó las tres proposiciones siguien-

tes:

-Nada existe,

-si algo existiera no lo podríamos conocer,

-y aunque lo pudiéramos conocer, no podríamos comunicar a otros ese conocimiento.

Lo cual supuso sucesivamente:

a) La negación de la posibilidad de admitir la existencia de una realidad en sí (independiente

del sujeto que la percibe).

b) La separación del Ser (de la realidad) y del conocer.

c) La separación entre conocimiento y lenguaje.

Estas ideas equivalen a afirmar que el mundo por sí mismo no posee ningún sentido y que, por

consiguiente, la interpretación de la realidad depende de los deseos o de la libre disposición de los

seres humanos.

6. SÓCRATES DE ATENAS

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Sócrates (470-399 a. C.) no dejó nada escrito. Lo que se sabe de él nos ha sido transmitido

bien por sus ardientes defensores -Jenofonte, Platón y Aristóteles- o bien por sus detractores -Aris-

tófanes- que lo ridiculizaban.

6.1 ¿QUIÉN FUE SÓCRATES?

Nació en Atenas, hijo de un escultor y una comadrona. Participó en la vida pública como

soldado en las Guerras del Peloponeso y realizando las funciones de jurado y senador. Tras la caída

del régimen de los Treinta Tiranos, fue acusado de impiedad y de corruptor de la juventud y conde-

nado a muerte por la recién reinstaurada democracia. Rehusó la huida que le propusieron sus discí-

pulos, asumió su condena aún sabiendo que era injusta y bebió la cicuta rodeado de sus discípulos y

amigos.

Su objetivo es combatir la degradación moral en que, a su juicio, había caído Atenas

(Guerras del Peloponeso, segunda sofística). Quiere que los atenienses vuelvan a ser buenos ciuda-

danos (como los de la época de esplendor, que buscaban su triunfo en la polis), que todos tengan

claro en su conciencia (daimon) qué conductas son correctas o adecuadas y cuáles no. Para ello,

hace falta conocer cuáles son las virtudes básicas de todo buen ciudadano. Decía que esa era la la-

bor que le había encomendado la voz de un daimon (diosecillo, genio) que sentía en su interior:

Yo no hago más que ir de un lado para otro persuadiéndoos a vosotros, jóvenes o viejos, de

que os ocupéis antes y con más interés del alma que del cuerpo y del dinero […], y si alguno de vo-

sotros ya no se ocupa de ella, no le dejaré pronto y me iré, sino que le haré preguntas y le examina-

ré. Y si me parece que no está en posesión de la virtud, pero dice que la posee, le reprocharé que dé

tan poco valor a las cosas que lo tienen y ame tanto las cosas que tienen poco. Platón. Apología de

Sócrates. Por esta actitud crítica fue llamado merecidamente “el tábano de Atenas”.

6.2 CRÍTICA AL RELATIVISMO, SUBJETIVISMO, ESCEPTICISMO Y CONVENCIO-

NALISMO DE LOS SOFISTAS

Una diferencia básica de Sócrates con los sofistas es su convicción de que existen conoci-

mientos ciertos. Afirma que la verdad existe y que el conocimiento no se puede reducir a las opi-

niones o creencias de cada hombre o sociedad. Su postura sigue la línea de Parménides y puede re-

sumirse en dos tesis que tuvieron gran influencia en Platón y Aristóteles, y, a través de ellos, en la

Historia de la Filosofía:

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a) La ciencia existe. El conocimiento científico es un conocimiento cierto caracterizado por ser

universal (es verdad para todos), necesario (no puede ser falso) e inmutable.

b) Podemos obtener ese conocimiento, pero sólo mediante la razón. Esta es capaz de obtener las

definiciones generales que permiten conocer la auténtica realidad porque es capaz de captar lo in-

mutable, universal y necesario. Como los sentidos se limitan a captar lo concreto o particular, sólo

proporcionan opiniones cambiantes y subjetivas.

Sócrates busca llegar a la definición de los conceptos estableciendo las características que son

comunes a todas las cosas a las que se puede aplicar ese concepto (definiciones inductivas).

Busca conocer la esencia de cada cosa, definir el qué es. Así supera el relativismo de los sofistas e

intenta obtener verdades universales y válidas para todos.

6.3 EL MÉTODO SOCRÁTICO

Podemos obtener conocimientos ciertos si usamos un método adecuado. Frente al monó-

logo sofista, propone el diálogo entre dos o más interlocutores con el objetivo de realizar una

búsqueda en común de la verdad. La discusión irá poniendo de manifiesto la relatividad y parcia-

lidad de las opiniones particulares de cada uno y la necesidad de buscar aquello en lo que todos

coinciden. El acuerdo general al que se llega al final de la conversación es aceptado por todos como

verdadero. Así se logran unas conclusiones o definiciones universales que superan el relativismo de

las opiniones personales.

El método socrático consta de dos fases:

a) IRONÍA

Para Sócrates el origen del conocimiento está en asumir la propia ignorancia, pues quien

cree saber algo nunca iniciará la búsqueda de ese conocimiento. La auténtica ignorancia no es la del

que no sabe, sino la del que no busca conocer porque cree que ya sabe. Esto es lo que critica a los

sofistas, frente a los que se presenta no como sophós (sabio) sino como philosophós (el que ama y

busca la sabiduría).

Por eso inicia su método buscando que los demás asuman su propia ignorancia. Para lo-

grarlo usa como procedimiento la ironía: se muestra como totalmente ignorante (“Sólo sé que no

sé nada”) y pide a los demás que le aclaren sus dudas y hablen del asunto tratado como los sabios

que creen ser. Poco a poco, mediante preguntas sencillas y aparentemente ingenuas, los lleva a

un callejón sin salida, a conclusiones absurdas o contradictorias, evidencia su ignorancia.

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b) MAYÉUTICA

Reconocida la propia ignorancia, comienza la búsqueda del verdadero conocimiento. Só-

crates dirige un diálogo, basado en preguntas y respuestas que permiten a los interlocutores

clarificar la cuestión debatida y descubrir la verdad. Llama mayéutica a este procedimiento con

el que busca establecer definiciones generales y obtener conocimientos universales e inmutables.

Dice que este arte lo aprende de su madre comadrona, y que en realidad él no enseña nada, sino que

sólo ayuda a que su interlocutor capte o dé a luz en su mente las nociones que ya estaban en él mis -

mo (ideas innatas). Por eso se dice que había hecho suya la frase del templo de Apolo “Conócete a

ti mismo” (introspección).

Sócrates considera que su método mayéutico lleva a que la razón, común a todos los seres

humanos, sea capaz de establecer definiciones, es decir, conocimientos permanentes y universales

sobre lo que existe. Esto significa que las definiciones nos indican lo que son las cosas (su esen-

cia, su ser). Esta correlación entre ser y conocer establecida por Sócrates será fundamental en la

Historia de la Filosofía. A él le permite afirmar que si nuestra razón es capaz de definir los valo-

res morales es porque existen por sí mismos (son objetivos) y serán válidos para siempre y pa-

ra todos los hombres. No dependen de ninguna decisión individual ni de ningún pacto o acuerdo

colectivo. La crítica al relativismo y convencionalismo de los sofistas es total.

6.4 LA ÉTICA SOCRÁTICA: EL INTELECTUALISMO MORAL

A Sócrates no le interesa el saber como conocimiento teórico de la realidad (presocráticos),

ni como medio de purificación (pitagóricos), ni como medio para lograr el triunfo social (sofistas).

El saber tiene para él una finalidad y un sentido ético-práctico: permite al hombre conocer

(intelectualismo) qué es el bien y convertirse en un hombre bueno (moral). En efecto, para Só-

crates quien conoce el bien (el comportamiento adecuado o virtuoso) será necesariamente bueno

porque lo aplicará.

Este planteamiento según el cual la virtud depende del conocimiento se llama intelectualis-

mo moral. “El inteligente es sabio y el sabio es bueno”, dice Sócrates en La República de Platón.

Basta el conocimiento del bien para comportarse bien, pues:

-La virtud puede enseñarse y sólo quien conoce el bien puede hacerlo. Llegar a ser bueno, vir-

tuoso, es una técnica que se adquiere como cualquier otra y para poder realizarla debe ser conocida

previamente (como el médico o el artesano, que también deben poseer conocimientos técnicos ade-

cuados para poder realizar bien su profesión). Sólo puede ser justo o piadoso quien conoce qué es la

justicia o la piedad, etc.

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-Nadie es malo por naturaleza o hace el mal a sabiendas, sino que lo hace por ignorancia. Sería

algo tan absurdo como que un buen zapatero hiciese malos zapatos de forma intencionada. Quien

hace algo mal es porque está equivocado, desconoce el bien y cree falsamente que su acción es bue-

na. En consecuencia, al que obra incorrectamente no se le debe castigar, sino instruir, educar.

-Cuando se conoce qué es el bien, necesariamente se hace. La moral es sólo una cuestión de co-

nocimiento, la voluntad no tiene capacidad para decidir libremente.

-En la práctica de la virtud encuentra el hombre su perfeccionamiento y, por tanto, su felici-

dad. Se trata de una idea clave para comprender el intelectualismo moral: si actuar de la mejor for-

ma posible que uno conoce proporciona la felicidad, entonces nadie obrará mal conscientemente

porque sería actuar contra la propia felicidad.

Así pues, ciencia, virtud y felicidad son inseparables: el hombre que conoce lo que es

bueno (ciencia) lo realiza necesariamente (conducta virtuosa) y es feliz. Lo verdaderamente útil pa-

ra el ser humano no son los viejos valores (riqueza, poder, fama, éxito social…), sino los bienes del

alma, aquellos que la hacen más sabia, más virtuosa y, por tanto, más feliz.

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