2. las motivaciones que produjeron la expansión europea en el siglos xv y xvi. 2011

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SOBRE LAS MOTIVACIONES ECONÓMICAS Y ESPIRITUALES DE LA EXPANSIÓN  EUROPEA (SIGLO XV)  Abel Ignacio López Forero Profesor del Departamento de Historia de la Universidad Nacional  1. MOTIVACIONES ECONÓMICAS El descubrimiento de América y la expansión portuguesa por las costas de África fueron, en primer lugar, el resultado de la búsqueda de nuevas rutas para viejos productos: los de la especiería y los objetos de lujo. a. Especias Hubo en el siglo XV un aumento de la demanda de mercancías asiáticas. Las especias eran ne- cesarias para la conservación de la carne. Hubo un aumento del consumo de carne, sobre todo en el norte de Europa. Del siglo XV —escribe Kristoff Glamman— tenemos muchas pruebas de que se la consumía no sólo en la mesa del rico sino también de las enormes raciones con que solían atracarse los tra- bajadores del campo, los em- pleados, los criados y otros. Eso es lo que está probado respecto del norte de Europa; en el sur, en cambio, parece que el consumo de carne fue a escala más modesta 1 . La sal, proveniente de Portugal, era el preservador más común. La otras especias se producían en los países tropicales. Las es- pecias eran también necesarias en la farmacopea y utilizadas como estimulantes y afrodisíacos. Entre los productos asiáticos se pueden mencionar: la pimienta, especia más común, se obtenía en la India (en la costa de Malabar) y era usada como condimento y en las cataplasmas; el jengibre de China, de Arabia y de la India, empleado como aromática; la canela de China y Cei-lán, usada como tónico, estimulante y astringente; la nuez moscada, de Célebes y de las Molu-cas (que comprende las islas Tidore, Ternate, Amboima y Banda), empleada en la prepa- ración de salsas y para los dolores de estóm ago; el clavo se ob tenía en las Molucas y era usado en los manjares y en las bebidas aromáticas. Asimiladas a las es- pecias estaban las purgas, base 1 Glamann. Kristoff, "El comercio europeo (1500-1750)", en Cario Cipolla, ed., Historia económica de Europa. Siglos XVI y XVII, Barcelona, Editorial Ariel. 1979, p. 365. 59

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SOBRE LAS MOTIVACIONES ECONÓMICAS 

Y ESPIRITUALES DE LA EXPANSIÓN EUROPEA (SIGLO XV) 

Abel Ignacio López ForeroProfesor del Departamento de Historia de la Universidad Nacional 

1. MOTIVACIONESECONÓMICAS

El descubrimiento de América y laexpansión portuguesa por lascostas de África fueron, en primerlugar, el resultado de la búsquedade nuevas rutas para viejosproductos: los de la especiería ylos objetos de lujo.

a. Especias Hubo en el siglo XV un aumento dela demanda de mercancíasasiáticas. Las especias eran ne-cesarias para la conservación dela carne. Hubo un aumento delconsumo de carne, sobre todo en elnorte de Europa.

Del siglo XV —escribe KristoffGlamman— tenemos muchaspruebas de que se laconsumía no sólo en la mesa

del rico sino también de lasenormes raciones con quesolían atracarse los tra-bajadores del campo, los em-

pleados, los criados y otros. Esoes lo que está probadorespecto del norte de Europa; enel sur, en cambio, parece que elconsumo de carne fue a escalamás modesta1.

La sal, proveniente de Portugal,era el preservador más común.La otras especias se producíanen los países tropicales. Las es-pecias eran también necesariasen la farmacopea y utilizadas como

estimulantes y afrodisíacos.

Entre los productos asiáticos sepueden mencionar: la pimienta,especia más común, se obteníaen la India (en la costa de Malabar)y era usada como condimento yen las cataplasmas; el jengibrede China, de Arabia y de la India,empleado como aromática; lacanela de China y Cei-lán, usadacomo tónico, estimulante yastringente; la nuez moscada, de

Célebes y de las Molu-cas (quecomprende las islas Tidore,Ternate, Amboima y

Banda), empleada en la prepa-ración de salsas y para los doloresde estómago; el clavo se obtenía enlas Molucas y era usado en los

manjares y en las bebidasaromáticas. Asimiladas a las es-pecias estaban las purgas, base

1 Glamann. Kristoff, "El comercio europeo (1500-1750)", en Cario Cipolla, ed.,Historia económica de Europa. Siglos XVI 

y XVII, Barcelona, Editorial Ariel. 1979, p. 365.

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de la medicina galénica: pulpa decañafístula de Egipto, maná dePersia, scamonea de Siria. Hay quemencionar otras plantas conpropiedades diversas: el alcanfor deSumatra y China, un antiespasmódicoy estimulante; costo del Valle del Indo,

que era un tónico; raíz de galanga deChina, antiescorbútica. Paracompletar la lista de mercancías deOriente hay que referirse a la seda deChina, la tela de algodón hindú, laspiedras preciosas de varias clases:esmeraldas y diamantes de la India,rubíes de Ceilán y perlas del GolfoPérsico. Por último, los tintes para lostejidos, escarlata o cochinilla deArmenia, rubia de Arabia, palo brasilde la India y Ceilán; el azul, índigo deBagdad; los amarillos, azafrán del

Levante o de la India; los perfumes,almizcle del Tibet o de China, ámbargris de Omán2.

El avance de los turcos estabadificultando a los europeos el

acceso a los lugares de produccióny distribución de la especiería.

El avance de los turcos estabadificultando a los europeos el acceso alos lugares de producción ydistribución de la especiería. Así queuno de los objetivos de expansión aultramar fue el de llegar a las islassituadas al sur de China y a lascostas de la India, para no tener querecurrir al intermediario musulmánen procura de las mercancías delLejano Oriente.

El emir Osma u Otmán, pertenecientea las tribus turcas que en el siglo XIIIante el empuje mongol, se habíanestablecido entre Siria y el AsiaMenor, fundó a principios del siglo XIVel imperio otomano y dirigió la primeraexpansión que para la fecha de sumuerte, 1326, había llegado a toda lapenínsula de Anatolia. Los otomanos,animados por un espíritu de guerrasanta, favorecidos por la debilidad

militar del imperio bizantino, fueronocupando una tras otra las mayoresplazas bizantinas (Brussa en 1326;en 1327 Nicomedia, a orillas del marMármara; en 1354 construyeron unaplaza en Galli-poli) y fueronextendiendo su influencia a Europasuroriental. Las dificultadesespirituales y políticas que vivíaEuropa en el siglo XIV impidieron unarespuesta unificada y rápida al Islamturco otomano. El papado, en otrostiempos promotor de la cruzada, vivíasu mayor crisis de

credibilidad: entre 1378 y 1417 huboprimero dos papas y después trespapas a la vez. Francia e Inglaterraenfrentaban un prolongado conflicto,la Guerra de los Cien Años, la cualademás involucraba directamente a losreinos de Aragón y Castilla. El imperio

germánico acentuaba sufragmentación política al quedarestablecido mediante la Bula de Oro (1356) el carácter electivo del cargoimperial.

En el siglo XV los turcos otoma-yos yahabían ocupado la penínsulabalcánica, el Peloponeso, el Epiro,Albania, Valaquia (en Rumania),Vosnia (en Yugoslavia), islas del Egeoy del Mediterráneo oriental. El mayoréxito lo obtuvieron en 1453 al apode-

rarse de Constantinopla, dando fin alimperio bizantino. En 1480llegaron hasta Otranto (sur del marAdriático) y estuvieron a punto deocupar Rodas. Por esos mismos añossus incursiones y saqueos llegaban aCar-niola, Carintia y Estiria, pose-siones territoriales de los Habs-burgoen el imperio alemán.

De los italianos, los comerciantesgenoveses fueron los másperjudicados con la expansión turca y

la caída de Constantinopla puestoque aquéllos tenían su centro deintercambio en las islas del marEgeo y en el mar Negro. Allí obteníanel alumbre (valiosa materia primautilizada para desgrasar la lana yfijar el color de los paños), lasmaterias primas colorantes y lamadera. Para compensar laspérdidas, los genoveses buscaronotros mercados y se dedicaron a acti-vidades financieras, lo que lograronhacer con éxito en las

2 Esta lista sobre uso y procedencia de la especiería ha sido tomada de Mousnier, Roland. Siglos XVI y XVII, Vol. IV de laHistoria General de las Civilizaciones, dirigida por M. Crouzet, Barcelona, Editorial Destino, 1967, pp. 59-60, y Parry,

 

John, Europa y la expansión del mundo, México, Breviarios del Fondo de Cultura Económica, 1975, pp. 47-48. 

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plazas de Sevilla y Cádiz. Las rutasque comunicaban la cuenca delMediterráneo con el oriente asiático seredujeron prácticamente a la del marRojo y a la de la zona controlada porel sultán de Egipto. Cabe agregarque la caída de Constantinoplaperjudicó menos el comercio de la pi-mienta, en poder de los venecianos,cuyos intereses estaban bien al surde la capital del imperio bizantino, enSiria, en Chipre y en Alejandría.

b. Metales preciosos 

La búsqueda de metales precio-sos fue otro motivo de la expan-sión europea de finales del sigloXV.

La economía europea recurría enforma creciente a la moneda me-tálica. "Desde la compra de pan y

ropa hasta el pago de impuestos ypensiones reales, la moneda eranecesaria en cantidades cada vezmayores3. Además, los metalespreciosos se buscaban para ex-Iportarlos al Oriente a cambio deespecias, joyas y tintes; allí sedestinaban a la decoración de re-

sidencias y palacios de la aristo-cracia asiática.

No es una exageraciónafirmar que para la épocade los descubrimientos, eloro era estimado como

una de las máximasexpresiones de prestigio y

riqueza material.

La mayor demanda tuvo que ver conel oro. Mientras la plata se utilizabasobre todo en transacciones locales, eloro, el valor del cual era de ordinariodiez veces mayor que el de la plata,era la base de los intercambios alarga distancia. En Europa existíanfuentes de aprovisionamiento de platade fácil acceso; en cambio las minasde oro eran prácticamenteinexistentes; sólo había unos

cuantos yacimientos de placeres,poco rentables, dispersos y de loscuales se obtenían sólo pequeñascantidades. Por otra parte, el oro erautilizado no sólo como instrumentomonetario; también era un objeto delujo en la casa de los nobles y nece-sario en la fabricación de vasossagrados para los servicios litúrgicos.El usar joyas de oro era un distintivo derango y de nobleza. Los grupos másricos de la sociedad disponían de lasmás variadas joyas: sortijas, collares,medallones que se enganchaban alos vestidos y a los peinados.También los artesanos y loscampesinos adornaban sus vestidoscon objetos de oro. Algunoscampesinos solían llevar placas deoro adheridas a cinturones

hechos de lienzo o de seda. En Milán,en Genova, en Venecia, loshilanderos del oro trabajabanalrededor de las catedrales y de lospalacios para los grandes mercadosde Occidente; sus productos sevendían en las ferias de Augsburgo,en las de París y en Colonia. En losmomentos de escasez y dedificultades, los príncipes y los abadeshacían fundir sus vajillas y losartesanos y los campesinoscambiaban las placas de loscinturones por monedas o porsemillas para la cosecha. El lujo era,pues, una forma de atesorar y por sualto precio el oro se convertía en unareserva de valor. Este espíritu desuntuosidad inmovilizaba algunascantidades de metal precioso, amenudo consideradas escandalosas4.

No es una exageración afirmar quepara la época de los descu-brimientos, el oro era estimado comouna de las máximas expresiones deprestigio y riqueza material.

Otros hechos, además de losmencionados, contribuyen a explicarel porqué de la búsqueda de oro.

La coyuntura económica. Como lo haexplicado Pierre Vilar, la recuperacióneconómica que vivía Europa después dela segunda mitad del XV hizo disminuir elconjunto de precios con respecto al oro,de ahí que la búsqueda de este últimoresultase ventajosa. La investigaciónsobre el movimiento de los preciospermite concluir que éstos bajaronentre 1450 y 1500, es decir que en lasegunda mitad del siglo XV los hombresque disponían de oro compraban cadavez más mercancías. En estas cir-

3 Parker, Geoffrey, "El surgimiento de las fínanzas modernas en Europa", en Cario Cipolla,op. cit., p. 410.4 Heers, Jacques, Christophe Colomb, París, Hachette, 1981, pp. 117 y siguientes. 

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cunstancias era natural que existieseafán por encontrar oro5.

Las manipulaciones monetarias porparte de los monarcas puedeninterpretarse como un testimonio de la

escasez de oro. Se acuñabanmonedas menos pesadas, con menosmetal, pero con el mismo valor, o semantenían las mismas piezas (elmismo peso y la misma ley) peroaumentando su valor nominal. Las pro-hibiciones que buscaban evitar lasexportaciones de los metales preciososde reinos y ciudades y las normasantisuntuarias son tambiénevidencias del afán de los monarcasy de los gobiernos de las ciudadespor controlar el mercado del oro y la

plata. Las reglamentaciones quecontrolaban el lujo en el vestirrespondían no sólo al deseo derespetar una cierta modestiacristiana, no obedecían únicamente aun cuidado de segregación social, sinoque buscaban que el oro y la platallegaran preferentemente a lostalleres de acuñación más que a losorfebres y sastres tejedores dehermosos vestidos. En ocasiones sellegó a prohibir la fabricación deobjetos de oro diferentes de cálices y

copones6.

Desde el siglo VIII d. C.hasta el descubrimiento

de América, el oro del quese servía Europa provenía

de una región africana que seextendía desde el

Senegal hasta el Sudán.

El desarrollo de nuevos instru-mentos monetarios, letras de

cambio, moneda escritura, puedeexplicarse, en buena parte, comocompensación de la escasez de oro.

Pero el oro había que buscarlo entierras lejanas, en lugares a los

cuales era difícil llegar.

Desde el siglo VIII d. C. hasta eldescubrimiento de América, el oro delque se servía Europa provenía de unaregión africana que se extendía desde elSenegal hasta el Sudán. Llegar alláera una obsesión para los aventureroscristianos de finales de la Edad Media,excitados por la leyenda acerca de lasinmensas riquezas que allí seencontraban. A mediados del siglo XV el

portugués Diego Gomes se encargó dedifundir en Europa la leyenda quehablaba del rey de Malí, conocido por losviajeros con el nombre de Mansa, Melí oBous, príncipe fabuloso de quien sedecía que poseía todas la minas y quedelante de la puerta de su casa habíauna piedra de oro, nacida de la tierra, deun tamaño tal que veinte hombres nobastaban para moverla y a la cual el reyataba su caballo. Esta versióncontradice lo que se sabe de laproducción de oro en aquel lugar: sólo se

obtenía oro en polvo. La leyenda seconocía desde cuatro siglos antes en lasnarraciones y tratados históricos de lossabios árabes. La El Bekri en 1068 eIdrisi en 1154 hablaron de un gran bloquede oro de treinta libras de peso, al quese le había hecho un agujero que servíapara atar el caballo del rey. Ibn Kal-dum, en 1400, lamentaba no haber vistola piedra porque el sultán de Malí,quien reinó entre 1359 y 1374, la habíavendido a un egipcio. La tradición oralfue difundiendo la leyenda entre los

cristianos. Los viajeros y descubridoresprefirieron seguir la fábula que rendirsea la verdad de los hechos.

El oro africano, que los árabes de-nominaban tiber, de donde viene elnombre en Europa de auri tibe-ri, eraconducido por los mercaderes y lascaravanas musulmanas hacia el nortede África, a Marruecos, Tlemecén,Túnez, El Cairo y un poco más al surhacia Ta-rudante y Sidjümesa. En estoslugares se entraba en contacto con lasmercancías europeas.A cambio de oro, los musulmanesofrecían a las poblaciones minerasafricanas sal de las minas de Tagazay Tafilate (en el Sahara), lingotes decobre de las minas de Thakadaen en elSáhara central, vajillas de cobre fa-bricadas en Valencia y Mallorca con elmineral producido en Cartagena, en

Génova y en Turquía; telas de Europa;perlas de vidrio de Tiro, de Sidón y deVenecia.

5 Pierre, Vilar, Oro y moneda en la historia, Barcelona, Editorial Ariel, 1981, pp. 49 y 59-60.6 Heers, Jacques, op. cit, pp. 121-122.

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De los hombres de negocios, losportugueses, los castellanos y losgenoveses eran los que estaban enmayor contacto con el norte de Áfricay por tanto los más interesados enllegar directamente al oro tiberi.

Se ha llegado a plantear quela agricultura fue la

motivación fundamental dela colonización protuguesa

en las islas del Atlántico.

Fueron precisamente los genoveseslos primeros en organizar ex-pediciones en búsqueda de las tie-rras del oro en polvo. Se tratabade operaciones comerciales, loque no excluía las de corso y lasaventuras militares. En 1291 loshermanos Vivaldi, dos siglos antesdel viaje de Vasco de Gama,intentaron el periplo de África,pasaron el estrecho de Gibraltar,siguieron por la costa occidental deÁfrica y se perdieron más allá delcabo Juby. Los navegantesenviados a buscarlos por el capi-talista que había financiado elviaje, Tedisio D'Oria, descubrieronlas islas Canarias.

Hacia la segunda mitad del sigloXV se reiniciaron las expediciones,después de una larga interrupción,debida, según Pierre Vilar, a que eloro había adquirido valores más

normales en relación con la plata ytambién a que la actividadexpansionista europea habíadisminuido a raíz de la crisis del sigloXIV7. En 1447 el ge-novés AntonioMalfante llegó a

Tlemecén; de ahí partió a Sidjil-mesay a Tualt, lugar éste de encuentro delas caravanas musulmanas. DesdeTualt, Malfante envió una carta a sussocios comerciales en Génova, en laque confesaba que no había encontradoni el oro ni los países de los negros;afirmaba, sin embargo, sudeterminación de avanzar, seguro deencontrarse en la ruta correcta. Sedesconoce cuál fue el resultado finalde la aventura de Malfante.

El humanista, diplomático y via  jero Bennedeto Dei afirmó haberllegado a Tomboctou (capital deMalí) en 1470. Los genovesesemprendieron travesías alrededor de las costas de África. En1455 Antonio UsoJimari llegó aGambia; en 1460 Antonio di Nolivisitó Cabo Verde.

c. Trigo, azúcar. Laesclavitud

La historia de las expediciones a las

islas atlánticas y a las costas deÁfrica tuvo que ver con el trigo, elazúcar y el pescado. Se ha llegado aplantear que la agricultura fue lamotivación fundamental de lacolonización portuguesa en las islasdel Atlántico8. La obtención de trigoimpulsó a los portugueses en susavances en el norte de África."Portugal —escribe Pierre Chaunu—estaba falto de trigo: un año de cadatres, por término medio. Dependíacada vez más de los aportes de lostrigos de Marruecos .

Desde el siglo XII, los cristianoseuropeos cultivaban azúcar enChipre, Sicilia y en otras colo-

nias italianas del MediterráneoOriental. El azúcar era un productoque agotaba rápidamente el suelo, loque hacía necesarias nuevas tierraspara la expansión del cultivo. En loscomienzos del siglo XV un genovés, Gio-vani de la Padua, obtuvo del rey dePortugal una licencia para plantarcaña en el Algarve. El cultivo seextendió a las recién descubiertasislas Azores y Madera, con el apoyotécnico y financiero de losportugueses; de ahí el azúcar seexportaba a lugares tan lejanoscomo Flandes y Constantinopla.

Con el azúcar vino la esclavitud.El capturar esclavos llegó a seruna obsesión para los viajeros alÁfrica.

La esclavitud no había desaparecidodel todo durante la Edad Media.Especialmente en el sur de Europa,Italia, Provenza, Cataluña, las islasBaleares, Portugal, e inclusoAndalucía, los esclavos eranempleados en las casas aristocráticas.

Aun los clérigos, los hombres de iglesiay los conventos poseían para su serviciopor lo menos dos o tres esclavos. Se tra-ta de una esclavitud básicamentedoméstica. Los esclavos servían en lasfaenas de la casa, en el cuidado de losniños, en la compañía de las mujeresque a menudo aportaban una esclavacomo dote. Una proporción alta deesclavos eran mujeres. En su mayorparte eran jóvenes y de raza blanca,tártaras, caucasianas, búlgaras,serbias. Las fuentes de aprovisio-

namiento eran varias: las guerras dereconquista y de cruzada cristiana, lapiratería a lo largo del Mediterráneo, ydespués de 1400

7 Vilar, Pierre, op. cit., pp. 63-64.

8 Godhino, V. M., "Création et dynamisme économique du monde atlantique (1420-1670)",en Annales, Economies, Societés,

 

Civilisations, enero-marzo, 1950.

9 Chaunu, Pierre, La expansión europea, Barcelona, Editorial Labor, colección Nueva Clío, 1972, p. 56.

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en mayor escala el comercio pro-cedente de las plazas italianas delmar Negro y del Egeo. La isla deKíos (en el Egeo) y Cnadía (enCreta) eran los más conocidosmercados de esclavos. Los musul-manes participaban en el tráfico.Ellos traían al Maghreb, además deoro, esclavos que capturaban ocompraban a los jefes de los reinosy tribus africanos, para venderlosluego a los europeos. En 1324 elrey de Malí, convertido al Islam, sedirigía en peregrinaje a la Meca ypasó por El Cairo, acompañado de500 esclavos, cada uno de loscuales llevaba una caña con unpomo de oro puro de tres kilos depeso; la caravana llevaba además80 sacos de oro en polvo, es decir,cerca de tres toneladas en total.

En el momento de los descubri-mientos ya existía un tráfico deesclavos que llevaba por lo menoscuatro siglos de duración.

Después de la segunda mitaddel siglo XV aumentó la demandade mano de obra esclava, debido,en primer lugar, a que el avanceturco cerró a los genove-ses susfuentes de aprovisionamiento, yen segundo lugar al aumento delcultivo de caña. Los portugueses ylos castellanos se encontraronentonces en una situaciónventajosa con respecto a lositalianos, aquéllos podían obteneresclavos en las islas del Atlántico

y en el África.Ahora bien, esta esclavitud, por suorigen y por su función económica,era diferente de la italianamedieval. Los esclavos vivíanahora lejos de la ciudad y apartadosde las familias de sus amos; lasmujeres eran menos numero-

sas. Eran en su mayoría africanos yse dedicaban al cultivo de la caña.Los esclavos capturados se in-tercambiaban por oro en polvo opor productos llevados de Europa:baratijas, tejidos, caballos. Antonio

di Noli aceptó haber recibido seisesclavos por un caballo; losportugueses acostumbraban recibirquince esclavos por un caballo. Eraun comercio que se resolvía en unaespecie de trueque, sinintervención monetaria y en el cualel hombre adulto, la cabeza, seconvirtió en la unidad de valor delos productos ofrecidos a cambio. Elmismo Di Noli, quien llevó a Guineala caña de azúcar, obtuvo del reyde Portugal una autorización para

practicar a gran escala la trata denegros. A Lisboa y a otrasciudades portuguesas llegabannumerosos esclavos que eranvendidos y destinados a losgrandes dominios territoriales yalgunos de ellos al serviciodoméstico. La cantidad de esclavosque llegaba a Portugal preocupó aalgunos moralistas de

la época. Veían con asombro quese pudieran alterar las costum-bres por obra de quienes criabanesclavos como criar palomas, sinpreocuparse por el desenfreno delas esclavas jóvenes. Para algunosde esos moralistas la presencia denegros en Portugal era unaamenaza contra la moral pública.

En conclusión, el Portugal de losaños ochenta del siglo XV era yaun país con una fuerte tradiciónesclavista10.

La actividad pesquera en las costasde Portugal y Andalucía estimulólas travesías lejos de las costas.Existen indicios que hacen pensarque los pescadores andalucesvisitaron las islas Canarias desdefinales del siglo XIV. Una de lasrazones de los viajes a las costasde África era la de ampliar las basesde pesca. En 1449 el rey Juan deCastilla otorgó una concesiónpesquera en el Cabo Boja-dor alduque de Medinasidonia. Desdeaquellos años las carabelasandaluzas visitaban las costas deGuinea en competencia con lasnaves portuguesas. Los marinosfueron aprendiendo que las rutasdel Atlántico ofrecían rendimientosmás preciados que la pesca.Sobresalían los marinos de Palos,quienes eran buenos conocedoresdel mar de Guinea y lo habían na-vegado por más tiempo. No deberesultar extraño, por tanto, queCristóbal Colón se dirigiese preci-samente a Palos en busca de tri-pulación y de buques para su viajede descubrimiento11.

Otra necesidad europea era lamadera. Esta fue escaseando de-bido a la tala de bosques paraproveer las minas y las fundiciones.La escasez era notoria en el

10 Estas consideraciones sobre la esclavitud en el siglo XV provienen de Heers, Jacques, op. cit, pp. 108 y siguientes.11

Céspedes del Castillo, G., "Las Indias en tiempos de los Reyes Católicos", en Historia Social y Económica de España y América, T. II, Barcelona, Editorial Vicens Vives, 1974, pp. 434-435.

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caso del roble y de la encina, in-dispensable ésta para la cons-trucción de la quilla de las naves.Refiriéndose a la región italiana,Fernand Braudel habla de "sede demadera"; los marinos mediterráneos,agrega, habían adquiridogradualmente el hábito de ir a buscarlejos lo que no podían encontrar ensus propios bosques12. El primer comer-cio importante en la isla de Ma-deirafue la exportación a Portugal demadera de buena calidad paramuebles y vigas de casas13.

d. Expansión, burguesía, nobleza y Estado 

absolutista

Los viajes del descubrimientorespondían a los intereses de laburguesía puesto que era laoportunidad de ampliar sus

mercados y de encontrar rutas ycentros de aprovisionamiento. Lasclases nobles, por su parte, estabantambién interesadas en la

expansión. Se trataba de unaoportunidad de aumentar sustierras y con ello sus ingresos.Mientras los nobles de otros paísespodían realizar la expansión enterritorios cercanos a su origen,utilizando caballos en vez de barcos,en Portugal, debido a su geografía,no había otra opción que la deultramar. La escasez de tierras eraapremiante en el caso de los hijosmenores de la nobleza, lossegundones que sufrían la "amenaza

de des-clasamiento"14.

Los viajes deldescubrimiento

respondían a los interesesde la burguesía puesto

que era la oportunidad deampliar sus mercados y deencontrar rutas y centros

de aprovisionamiento.

La conquista de América fue paraalgunos de los que en ella participaronuna continuación de la reconquistamedieval, en el sentido de unaaventura militar que proveía elenriquecimiento mediante el botín y laocupación de tierras. Los primerosconquistadores encontraron enAmérica la oportunidad de llegar aser nobles; buscaban obtener almenos un título de hidalguía. Elhidal-

go pertenecía a la parte inferior de lapirámide social noble, pero, así nofuese muy rico, disfrutaba de losprivilegios de la nobleza.

El hidalgo era un hombre quevivía para la guerra, que podíarealizar lo imposible gracias aun gran valor físico, que regíasus relaciones con los demásde acuerdo con un estricto códigode honor y que reservaba susrespetos para el hombre quehabía ganado riquezas por lafuerza de las armas y no con elejercicio de un trabajo manual15.

Hablando de Portugal, Pierre Chaunu

distingue dos tipos de expansión: unafundamentalmente terrestre, realizadapor la nobleza y de la cual son ejemplosla captura de Ceuta en 1415 y laocupación de Marruecos que tuvo comomóvil la búsqueda de tierras comoprolongación de conquista. La otra,esencialmente mercantil, fue obra dela burguesía, a lo largo de la costa deÁfrica16 .

La conquista de Américafue para algunos de losque en ella participaronuna continuación de la

reconquista medieval, enel sentido de una aventura

militar que proveía elenriquecimiento medianteel botín y la ocupación de

tierras.

Los portugueses primero y luego loscastellanos abrieron el camino haciala conquista de ultra-

12 Braudel, Fernand, El Mediterráneo, y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, México, Fondo de Cultura Económica,1976, Vol. I, p. 187.

 

13 Parry, John, Europa y la expansión del mundo, p. 60.

 

14 Wallerstein, Immanuel, El moderno sistema mundial. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía mundial europea, Madrid, Siglo XXI Editores, 1979, p. 67.

15 EUiot, John, Imperial Spain, Londres, Penguin Books, 1963, p. 32.16 Chaunu,Pierre,op. cit., p. 61

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mar que los llevó a las islas de lasespecias en el Indico y al des-cubrimiento de un nuevo continente.Unos y otros disponían de unaventajosa situación geográ-

La aparente contradiccióndel estado absolutistaconsistía en que era un

aparato para laprotección de la

propiedad terrateniente y

de sus privilegios y almismo tiempo los medios

de que se valía paraejercer esa protección

podían asegurar losintereses de la clase

mercantil.

fica como era el estar situados en laencrucijada entre el Mediterráneo y elAtlántico, en las cercanías de África.

En las costas del sur de Portugal y deCastilla las corrientes oceánicaseran las más favorables como paraemprender una travesía por elAtlántico en las condiciones técnicasde aquella época. A este propósito,escribe Pierre Chaunu:

No existe en todo el Atlánticonorte un lugar más idealmenteadecuado para la navegación ha-cia las aguas cálidas que la líneacostera que va desde el norte de

Lisboa a Gibraltar o posiblementedesde Lisboa al extremo deMarruecos. Solamente allí sepueden encontrar alternativa-mente un viento seguro para salirde la costa al mar, en plenocorazón del océano, en el puntomás bajo de los vientos alisios, enel momento del solsticio deverano, y un viento para volver,

al contraflujo de las latitudes medias

desde el otoño hasta principios de laprimavera 17 

Los dos reinos ibéricos eran, juntocon las ciudades italianas, lasregiones de Europa en las que sehabía alcanzado un mayor desarrollode la economía monetaria, debido enbuena medida a la cercanía con laregión islámica y a que su poblaciónestaba relativamente más urbani-zada. De ahí que en el sur se sintiesecon mayor presión la escasez de oro y

plata.La ventaja de Portugal y Castilla sobrelas ciudades italianas era de carácterpolítico. En Italia no hubo laconsolidación de la monarquíaabsolutista. Y fueron precisamente losmonarcas los encargados de liderar laexpansión descubridora, de otorgar losprivilegios y las facilidades para talempresa; de la monarquía provenía lalegitimidad de la ocupación de losnuevos territorios.

En el Estado absolutista el monarcareclama y busca ejercer la soberanía

en un amplio territorio. Forman partede las atribuciones de la soberanía:la potestad de hacer leyes, laadministración de la justicia, elnombramiento de funcionarios,un

ejército propio y permanente, lafacultad de declarar la guerra a otrosEstados y establecer pactos con ellos,el poder percibir impuestos y emitirmoneda, el control sobre aquellospoderes que reclaman autonomía: lasciudades y la iglesia. La existencia deuna cierta entidad territorial fuecircunstancia que acompañó laformación del Estado absolutista yque resultó de la ampliación delmercado interno y de la configuraciónde algunos hechos propios de unacultura nacional, lengua, religión,tradición histórica común. En estesentido, la monarquía absolutistarepresentó un primer paso hacia laconstitución del Estado-nación. Lasmonarquías absolutistas re-presentaban fundamentalmente losintereses de la clase noble. La aboli-ción generalizada de la servidumbre yla conmutación de las rentas entrabajo y en especie por rentas endinero, hechos ocurridos a finales dela Edad

Media, amenazaban el control quelos señores ejercían sobre suscampesinos dependientes. Ante

esta situación, la nobleza reorganizósu aparato de coerción reforzando elpoder del rey. Frente a su otroantagonista, la clase mercantil, lamonarquía la

17 Chaunu, Pierre, Séville et l'Atlantique, Paris, I, p. 52.

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utilizó para sus fines, aprove-chándose del crecimiento co-mercial. La aparente contradic-ción del Estado absolutista con-sistía en que era un aparato pa-

ra la protección de la propiedadterrateniente y de sus privile-gios y al mismo tiempo los me-dios de que se valía paraejercer esa protección podíanasegurar los intereses de laclase mercantil. Hubo unacoincidencia temporal entre losintereses de la nobleza y los dela burguesía18.

Las monarquías facilitaron y apo-yaron las empresas de conquista.

La coincidencia de intereses sedebía a que buena parte de lasactividades de la burguesía mer-cantil no implicaba una rupturaradical con el orden agrario feu-dal. Tal era el caso de la especula-ción comercial a partir de produc-tos valiosos que ponían "en rela-ción puntos del globo en los quelas condiciones de produccióneran completamente distintas"19.Se trataba del "comercio interme-diario" (carrying trade), en el cual la

principal ganancia no se obtienemediante la exportación deproductos del propio país, sinosirviendo de vehículo al cambiode productos de comunidades po-co desarrolladas comercialmen-te"20. Por otra parte, como lo haexplicado Maurice Dobb, la bur-guesía mercantil de la tempranaedad moderna, cuyas gananciasno provenían ni del trabajo de lossiervos ni de la explotación de unproletariado dependiente, debió

su éxito en buena parte a la explo-tación de una ventaja política, alpillaje disimulado y a la adquisi-

ción de derechos monopólicos que"la protegieran de la competenciay contribuyeran a volcar en su fa-vor los términos de intercam-bio"21. Precisamente en esto con-

sistía la función de la monarquía:otorgar la necesaria protección alos comerciantes y exploradores asu servicio y defenderlos de loscompetidores al servicio de otrosmonarcas.

2. MOTIVACIONESESPIRITUALES

Los intereses materiales de quese ha venido hablando para ex-plicar la expansión europea delsiglo XV estuvieron acompaña-dos de preocupaciones espiritua-

les expresadas en un afánevan-gelizador y en la intenciónde atacar al infiel musulmán.Du-

rante la Edad Media en la pe-nínsula ibérica las luchas deavance territorial habían sidollevadas a cabo contra los mu-sulmanes, esto es, se habían

definido en términos religiosos.En el siglo XV el avance de losturcos otomanos veníaamenazando a la cristiandad,de tal manera que la expansiónatlántica bien puede serconsiderada como una reaccióncontra este hecho. "Sin duda —concluye Immanuel We-llerstein— las pasiones de lacristiandad explican muchas delas decisiones particulares to-madas por los portugueses y los

españoles, tal vez en parte la in-tensidad del compromiso o el ex-ceso de compromiso"22.

a. El miedo al infiel.

La amenaza turca 

Las comunidades cristianas es-tablecidas por los franciscanos ydominicos en la lejana China, enlas tierras del gran Khan, ve-

nían en decadencia. Desde la se-gunda mitad del siglo XV, unatras otra fueron desapareciendo.

Después de 1404, el arzobispadode Khanbalik (fundado a co-mienzos del XIV) no dio signo algunode vida. Se perdió la pista de lasfraternidades que un viajerohabía encontrado en el paíscalmuco hacia 1400. Las montañasdel Cáucaso protegieron durantemás tiempo a los grupos

cherkeses cristianos, a los que serefiere todavía un documento de1486: último resplandor de unallama vacilante23 

18 Esta interpretación del signifícado del estado absolutista con respecto al capital mercantil es de Anderson, Perry, The Lineages of the Absolute State, London, Verso Edition, 1979, pp. 40 y si guientes.

19 Vilar, Pierre, La transición del feudalismo al capitalismo, El feudalismo, Madrid, Editorial Ayuso, 1975, p. 64.20 Marx, Carlos, El Capital, México, Fondo de Cultura Económica, Vol. II, p. 318.21 Dobb, Maurice, Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, Madrid, Siglo XXI Editores, 1974, p. 115.22 Wallerstein, Immanuel, El moderno sistema mundial, p. 69.23 Rapp, Francis, La Iglesia y la vida religiosa en Occidente a fines de la Edad Media, Barcelona, Editorial Labor, colección Nueva

Clío, 1973, p. 120.

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No es extraño, pues, que entre lospropósitos de los expedicionariosestuviese el llevar apoyo a esosgrupos y difundir el mensaje cristiano.La leyenda del preste Juan, de la quese va a hablar más adelante, era unamanera de expresar el afán misio-nero, presente en las concesionesque los papas hacían a losmonarcas. El papa Nicolás V (1447-1455) concedió a Portugal lasadquisiciones territoriales en lasregiones que explorase con elcometido de difundir la fe. Era laprefiguración del patronato que mástarde, a partir del siglo XVI, "debíaponer en manos de los reinos ibéricosla tarea de implantar y organizar laIglesia en sus imperios"24.

La caída de Constantinopla (1453)acrecentó el temor de los dirigentesde la Iglesia que veían en estosavances turcos una seria amenazacontra la cristiandad. El humanistaAe-neas Sylvius Piccolomini, futuropapa Pío II, se expresó en los si-guientes términos:

En el pasado habíamos sido heridosen Asia y en África, es decir enunos países extranjeros. Peroahora hemos sido golpeados enEuropa, en nuestra propia patria.Se podrá objetar que en otrasocasiones los turcos pasaron deAsia a Grecia, y los mongoles seestablecieron en Europa, y losárabes ocuparon una parte deEspaña después de haber pasadoel estrecho de Gibraltar. Peronunca antes habíamos perdido

una ciudad o un lugar comparablea Constantinopla25.

Hay que reconocer que este temor noera sentido ni compartido por

toda la cristiandad europea. Sonnumerosos los ejemplos de inasistenciaa las naciones amenazadas. La ideade que la guerra no era la única formade relación con

La caída deConstantinopla acrecentóel temor de los dirigentesde la Iglesia que veían enestos avances turcos una

seria amenaza contrala cristiandad.

el infiel ya se había planteado desde elsiglo XIII. En 1219 Francisco de Asísintentó negociar un acuerdo entre loscristianos que asediaban Amietta y elsultán musulmán. En 1220 un grupode frailes partió hacia Marruecos enlabor misionera y el dominico Jordán deSajonia organizó misiones en Oriente.Uno de los objetivos de la Summa contra gentiles  de Tomás de Aquinoera refutar los argumentos de losfilósofos árabes, llamón Lull, eminenteintelectual mallorquí, sugirió a variosobispos la conveniencia de crear en lasuniversidades cursos de siríaco, árabey hebreo, propuesta que finalmentequedó en letra muerta. En el siglo XVla idea de guerra santa fue perdiendoprestigio en algunos círculos de inte-lectuales. Wladimiro, un profesorpolaco, planteó en el concilio de

Constanza que para defender unacausa justa un gobernante cristianopodía solicitar el apoyo de un príncipemusulmán. Nicolás de Cusa reconocíaque a Ma-

homa lo había animado una noblevocación, cual era la de lograr eltránsito del politeísmo al mono-teísmo26. La expansión turca enlos Balcanes, advierte FernandBraudel, fue facilitada por el des-contento social allí existente."Una sociedad señorial, inexorablepara el campesino, viose sor-prendida por el choque y acabóderrumbándose por sí sola. Laconquista que marca el fin de losgrandes terratenientes, señoresabsolutos en sus tierras, es tam-bién, desde ciertos puntos de vista,la liberación de los pobres27.Numerosos campesinos europeosmigraron a tierras de los turcos,allí encontraron mejores cond'-ciones como lo fueron las muta-ciones de rentas en trabajo porrentas en dinero.

Fueron infructuosos los esfuer-zos de los papas Calixto III(1455-1458), Pío II (1458-1464) ySixto IV (1471-1474) para lograruna cruzada. El papa Pío IImanifestó su preocupación:

Dormimos un sueño profundo.Hacemos la guerra entre nosotrosy dejamos libres a los turcos paraque hagan lo que quieren. Por losmotivos más vanos, los cristianosrecurren a las armas y libran entreellos sangrientas batallas; mascuando se trata de combatir a losturcos que lanzan blasfemias a lafaz de nuestro Dios, que destruyennuestras iglesias, que desean nadamenos que aniquilar el nombrecristiano, entonces sólo quierenlavarse las manos. En verdad loscristianos se han dividido y se hanconvertido en servidores inútiles28 

Los llamados papales a una cruzadase hicieron más vehementes

24  Ibid., p. 122.25 Citado por Delumeau, Jean, op. cit., p. 346.26 Citado por Delumeau, Jean, La peur en Occident, París, Pluriel, 1978, p. 343.27 Rapp, Francis, op. cit, p. 126.

 

28 Braudel, Fernand, El Mediterráneo, Vol. II, p. 15.

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ante la inercia de los reyes cristia-nos. La idea de cruzada ya noalentaba a las multitudes comohabía ocurrido en otras épocas.Pero la iglesia no desmayaba. Amediados del siglo XV el papa Ca-

lixto ordenó a todos los cristianosque recitasen todos los días el an-  

El debilitamiento del poder papales uno de los hechos

sobresalientes de finales de laEdad Media.

gelus  para implorar al cielo contrala amenaza turca. En 1463 Pío IIdespachó predicadores a todaEuropa con el fin de remover elánimo de las multitudes.

En España sí hubo respuesta a lasexhortaciones papales. En 1455 elrey Enrique IV de Castilla reanudóla reconquista, empresa felizmenteculminada en 1492 con la rendiciónde Granada, último reductomusulmán en la península ibérica.

En febrero de 1502 una pragmáticareal ordenaba la expulsión detodos los moros adultos noconvertidos al cristianismo. Lareina Isabel y el cardenal Jiménezde Cisneros fueron los campeonesde este nuevo espíritu de cruzada.John Elliot escribe refiriéndose alos Reyes Católicos:

Gobernaban un país cuya sensi-bilidad religiosa se había vistoagudizada casi hasta un estadofebril por las milagrosas realiza-ciones de los últimos años. Alver cómo se derrumbaba anteellos

el reino de Granada y se cum-plían finalmente las esperanzasde tantos siglos, era natural quelos castellanos se creyesendepositarios de la santa misiónde salvar y redimir al mundo,amenazado por el nuevo avancedel Islam por el Este.29 

b. Intolerancia religiosa. Apoyomonárquico

Europa en la época de la expansiónvivía un clima de intolerancia contralas manifestaciones religiosas nocristianas, propiciado por teólogos yescritores católicos. Las amenazasque la Iglesia venía enfrentando y

su propia crisis fueron interpretadascomo parte de un vasto complot deSatanás con la finalidad de hacertriunfar el mal sobre el bien.

El debilitamiento del poder papal esuno de los hechos sobresalientes definales de la Edad Media. Losantecedentes hay que buscarlos enel llamado Cautiverio de Avignon(1317-1318), cuando la sede setrasladó a Avignon y el papa seconvirtió en una especie de

funcionario al servicio de losintereses políticos y personales dela monarquía francesa. La crisis deprestigio se prolongó con el Cismade Occidente de 1378 a 1417,cuando la cristiandad soportó variospapas a la vez. A pesar de que elconcilio de Constanza (1414-1417)logró la reunificación formal de laIglesia, "ya era demasiado tardepara rescatar la autoridad universalque antaño había ejercido laIglesia30. En el siglo XV el papado

se estaba

transformando en un principadotemporal que trataba con las otraspotencias católicas como soberanoitaliano y subordinaba así lo quepodrían ser las exigencias de laIglesia a la afirmación de su propio

poder secular.

El poder monárquico de la corteromana, anota un historiador ita-liano, es de un carácter un tantosingular. No se transmite de pa-dre a hijo, pero se acumula enlos miembros de la familia —sobre todo en los sobrinos—cuyo jefe es elevado al solio dePedro. Esta tendencia esevidente a partir de Calixto III(Alfonso Borgia 1455-1458), demodo que en un período de no

muchos decenios se suceden enla máxima jerarquía por dosveces, los miembros del mismogrupo familiar: Borgia, DellaRovere, Piccolomini y Médici; enseguida vendrán los Farnese ylosCaraffa31.

El poder universal que reclamabanlos papas, en realidad, no pasó deser nominal. Se estaba reduciendoa un principado italiano más. Lareputación de corruptos32 hacía que

se fuera perdiendo la confianza enlos papas. Se plantearon dudasacerca del origen divino de laautoridad papal y acerca de losmedios que la Iglesia proponía paraobtener la salvación. John Wicleff(1324-1384), en Inglaterra, al noadmitir los sacramentos negaba laiglesia jerárquica. Para él los sa-cerdotes sólo son los dispensado-res de la palabra; la Biblia deberemplazar al derecho canónico.Juan Huss (1370-1414), en Bo-

hemia, negaba que el papado fueseuna institución de origen divino.Huss murió en la hogue-

29 Elliot, John, Imperial Spain, pp. 105-106.30 Kahler, Eric, Los alemanes, México, Fondo de Cultura Económica, 1977, p. 166.31 Ruggiero, Romano, Fundamentos del mundo moderno. 32 Aunque exagerada, hay algo de verdad en la siguiente afirmación de Eric Kahler: "No hubo crimen, no hubo abuso, no hubo

 

libertinaje que no practicaran los brillantes pero inescrupulosos papas de esa época. Inocencio VIII se ganó el mote de 'padre

 

de Roma' por la cantidad de hijos que engendró.

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ra; sus seguidores, después de unatenaz lucha contra las cruzadasencabezadas por el Papa y elemperador alemán, lograron que elconcilio de Basilea (1436) otorgase lacomunión bajo las dos especies, loque era "una victoria limitada, peroauténtica del sacerdocio universal"33.Un tamborilero, Juan Böhm, enNiklahaussen, Franconia, amotinó alos campesinos contra los clérigos(1476). Como concluye Francis Rapp,"la paz de que gozaba la Iglesia afinales de la Edad Media eraprecaria y su autoridad frágil. Inclusodesarticulada, la revolución de Bohe-mia —hussita— había mostrado cuanpotente podía resultar un movimientoherético"34.

A lo dicho sobre la crisis de la Iglesia,se puede agregar el crecienteespíritu de angustia religiosa que sehabía formado como consecuencia delas calamidades que hubo en Europaen los dos últimos siglos de la EdadMedia: la peste de 1348, que diezmó

en un tercio la población; la Guerra delos Cien Años que enfrentó, entre1337 y 1453, a las monarquíasfrancesa e inglesa; las frecuenteshambrunas; la continua rebelión encampos y ciudades. Los teólogos ypredicadores se encargaron depresentar la situación como resultadodel pecado, obra del anticristo, deanunciar la inminencia del fin delmundo, de suscitar un pavorosotemor a la muerte, de intensifi-

car el culto a la Virgen, a la pasiónde Cristo y a los santos. El viernessanto, escribe Pierre Chaunu, eraentonces de lejos la fiesta másimportante del calendario cristiano35.Jerónimo Sa-vonarola anunciaba ensus vehementes prédicas la llegadadel anticristo. En el siglo XIV aparecióla palabra macabro y en el XV semultiplicaron las danzas macabras."Nunca antes como en el siglo XV sedivulgó tanto el culto a los santos: susreliquias eran objeto de disputas;fueron los protectores deinnumerables cofradías y semultiplicaron sus imágenesconsideradas casi como talismanes"36.

Fue en este contexto religioso en elque se elaboró una nueva imagen deSatanás. Era representado como elmaestro de la maldad, el príncipe deeste mundo, dispuesto a triunfarsobre la cristiandad descarriada.

El surgimiento de la modernidadestuvo acompañado de unincreíble temor al demonio. El

Renacimiento heredó segura-mente conceptos e imágenes de-moníacas que se habían formado ymultiplicado a lo largo de la EdadMedia. Pero le dio una coherenciay una difusión no al-canzadashasta entonces .

Satanás dejó de ser un tentadorrebelde para transformarse en lamanifestación del espíritu del mal:inmanente, poderoso, abordable ydeseoso de ayudar a lahumanidad para servir a sus

propios fines. La tolerancia que laiglesia primitiva mostrara para con

el diablo desapareció. Ahora era elenemigo y no el alborotadortemporal38 

La imprenta, inventada a me-diados del siglo XV, contribuyó a ladifusión de la nueva imagen deSatanás. A los libros especia-lizados en el tema hay que agregarlos folletos, las hojas volantesrepartidas por buhoneros, magosy exorcistas ambulantes. Los

relatos de crímenes y atrocidadesque en ellos se escribían teníancomo finalidad poner en guardiaa las personas contra lastrampas del demonio39.

Hubo una representación mássevera de las penas del infierno,como lo ha mostrado JeromeBaschet en un estudio sobreFrancia del siglo XIV. Lo imaginariopenal retrocedió ante lanecesidad de manifestar el in-

menso poder de la justicia divina.En las representaciones re-trocedieron los castigos que te-nían lugar en paisajes imagina-rios, en valles inmensamentefríos, en abismos, en puentes an-gostos; se dio mayor importanciaa los suplicios realizados concuchillos, horcas, ruedas, a lasmutilaciones, a las torturas enestufas, en sartenes, en forjas,en ollas, lugares y objetos ligadoscon la vida cotidiana. Había que

dejar en claro que no bastabasaber sobre los castigos; habíaque verlos, tenerlos cerca e

33 Delumeau, Jean, La Reforma Protestante, Barcelona, Editorial Labor, colección Nueva Clío, 1973, p. 17.

 

34 Rapp, Francis, La Iglesia y la vida religiosa, p. 157.

35 Chaunu, Pierre, Le temps des reformes, Bruselas, 1984, p. 205.

 

36 Delumeau, Jean, op. cit, p. 8.

37 Delumeau, Jean, La peur en Occident, p. 304.

 

38 Quife, G. R-, Magia y maleficio. Las brujas y el fanatismo religioso, Barcelona, Editorial Crítica, 1989, p. 68.

39 De los escritos en la época de los descubrimientos, sobresalen: El Martillo de las Brujas, del cual se hicieron al menos 34

 

ediciones entre 1486 y 1669, lo que significa 30.000 a 50.000 ejemplares puestos en circulación en Europa por los

 

editores de Franckfurt y de las ciudades renanas (14 ediciones), de Lyon (11 ediciones), de Venecia y París (2 ediciones), de

Nuremberg (4 ediciones); La nave de los locos (1494), obra en la cual el autor, de apellido Brant, hace una enérgica condenade la imprenta, a la cual califica de máquina satánica;El tratado de las penas del infierno (1492); El calendario de los pastores (1491), con un capítulo dedicado a los suplicios del infierno.Véase Delumeau, Jean, La peur..., op. cit, pp. 314-315.

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imaginar mejor lo que se habría de sufriren el infierno40.

Las prácticas mágicas y los ritualescampesinos fueron satanizados.Para los campesinos el demonio no

tenía el carácter tan trágico como elde la élite eclesiástica. El demoniocampesino era una divinidad entreotras, que inclusive podía serbienhechor. El diablo popular era me-nos temible de lo que aseguraba laIglesia. Lo que ésta se proponía eraprecisamente hacer conocer a lasclases populares que, como habíaafirmado San Agustín, no existendemonios buenos. Desenmascarar aldemonio fue una de las empresas dela cultura dominante del siglo XV.

Los turcos, las brujas, losjudíos, los herejes y losidólatras constituían losagentes de Satanás. A

ellos había que derrotarloso incorporarlos a las filasdel cristianismo, aun por la

fuerza.

Tal tarea se extendió a los territoriosde ultramar. El descubrimiento deAmérica permitió constatar que elimperio del demonio era mucho másvasto de lo que los occidentales sehabían imaginado. Los misioneros y lamayoría de la élite católica adhirierona la opinión del padre Acosta segúnla cual, después de la venida de

Cristo y de la ex-

pansión de la verdadera religión por elviejo continente, Satanás se refugióen América donde tenía uno de susbastiones. Las religiones indígenaseran, pues, obra del demonio. Laidolatría, pecado contra la naturaleza,

era calificada de diabólica. Suscreencias y prácticas ritualesconstituían desviaciones que por sísolas, según pensaba Sarmiento deGamboa, eran razón suficiente para

  justificar la intervención y lasoberanía de los reyes de España.En suma los misioneros cristianoshabrán de trasladar a América suinfierno de llamas en donde elloscolocaban a todos los indígenas quehabían vivido en América antes de lallegada del cristianismo, tal como lodeclaró en 1551 un concilio en Lima41.

De manera que los turcos, lasbrujas, los judíos, los herejes y losidólatras constituían, como los hadenominado Jean Delu-meau, losagentes de Satanás. A ellos habíaque derrotarlos o incorporarlos a lasfilas del cristianismo, aun por lafuerza. Una enumeración de lasmedidas adoptadas por losmonarcas, la Iglesia y los

inquisidores en las postrimerías delsiglo XV, sirve para ilustrar el climade intolerancia en el momento deldescubrimiento de América. En 1478los Reyes Católicos obtuvieron delpapa Sixto IV el permiso para fundaren el territorio español un tribunal dela inquisición con la finalidad deperseguir a los cristianos nuevos yque eran sospechosos de continuarcon sus prácticas judías; el 5 de di-

ciembre de 1484 el papa InocencioVIII, por medio de la bula Summis desiderantes afectibus, autorizó lapersecución contra las brujas y exigióque se apoyase a los inquisidores; en1486 dos dominicos, Heinrich Kramer

y Jacob Sprenger, escribieron el másfamoso y difundido manual deinquisidores: El martillo de las brujas; el 30 de marzo de 1492, menos detres meses después de la toma deGranada y unas semanas antes dela firma de los acuerdos con CristóbalColón, los reyes firmaron el edicto deexpulsión de los judíos.

La Iglesia contó, en el caso español,con el apoyo de los monarcas, stosencontraron en los programas deunidad religiosa un instrumento útilde consolidación de su poder. Losprivilegios que tenía la Iglesia comopoder universal eran un serioobstáculo a la afirmación de lasoberanía territorial del absolutismo.Los reyes buscaron controlar elnombramiento de funcionarioseclesiásticos y hacer que la religiónsirviera a sus intereses dinásticos.La inquisición dejó de ser un tribunalcontrolado por el papa, como en la

Edad Media, para serlo por lossoberanos, quienes nombraban a losinquisidores y les pagaban con dinerodel fisco real. Los reyes exigían quelas disposiciones emanadas de lascortes pontificias y de los conciliosprovinciales obtuviesen el pase regioantes de ser publicadas en susdominios; lograron de los papasprivilegios con los cuales extendieronel control religioso a las tierras reciéncon-

40 Baschet, Jerome, "Les conceptions de l'enfer en France au XTV siécle: imaginaire et pouvoir", enAnales, économies,

 

sociétés, civilisations, enero-febrero, 1985, No. 1, pp. 185-207.41 Las consideraciones acá expuestas sobre la actitud de la élite católica acerca del demonio popular y de las religiones

indígenas, provienen de Delumeau, Jean, La peur en Occident, pp. 317-318, 332-333 y 336. Para lo referente a la relaciónentre prácticas mágicas campesinas y demonización, véase Muchembeld, Robert, "L'autre cote du miroir: mythes sataniqueset realités culturelles aux XVI et XVII siécles",Annales, économies, sociétés, civilisations, marzo-abril, 1985, pp. 288-303. 

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quistadas. Por una bula del 13 dediciembre de 1486, Inocencio VIIIconcedió a la Corona española el

derecho de patronato y depresentación de todos los beneficiosen el recién ocupado reino deGranada. Alejandro VI por la bula ínter Caetera de 1493 les otorgó derechosexclusivos de evangelización en lastierras descubiertas por Colón. La Igle-sia brindó también apoyo fiscal. Unabula de 1508 concedió a perpetuidada la Corona todos los diezmosrecaudados en las Indias. Lastercias reales, una de las fuentes deingresos de la Corona, eran de origen

eclesiástico y consistían en la terceraparte de todos los diezmos pagados ala Iglesia en Castilla. En 1494Alejandro VI determinó que lastercias revirtieran para siempre a laCorona.

Colón, ambicioso, era a la vezun hombre religioso

que se creía el mensajero deDios, escogido por Elpara colaborar en la

conversión de los infieles.

Los descubridores y aventurerosdel siglo XV solían mezclar susargumentos materiales con losespirituales. El espíritu religioso yevangelizador no lo separaban delas otras esperanzas materiales;para ellos, "la distinción entre loespiritual y lo material no era

sentida de la misma manera quepor nosotros, así como tampocodistinguían entre la observacióncientífica y los rumores másfantásticos42 

Un buen ejemplo de esta combi-nación de intereses es el caso deCristóbal Colón. De él se ha dichoque estaba obsesionado por el oro.Pierre Vilar observa que las páginasdel diario "entre el 12 de octubre de1492, en que abordó las primeras

islas, y el 17 de enero de 1493, enque emprendió el regreso, contienenpor lo menos 65 pasajes relativos aloro"43. Jacques Heers dice queColón, como hombre de su tiempo yformado en una ciudad definancistas, padecía una fascinaciónpor el oro, una pasión obsesiva quese manifestaba en todos sus actos,sus proyectos, sus iniciativas. Estacuriosidad se puede ver en las citasbíblicas que se encuentran en suspropios escritos y en las múltiples

anotaciones sobre el margen delos libros. En la Biblia él retienesobre todo aquellos pasajes en losque se describen los viajes del reyde Judá y aquellos viajes ordenadospor Salomón en busca de oro.

Colón sabía, agrega Heers, de lafabulosa comarca de Ophir, país deminas que el mismo Colón, su

hermano y sus amigos cartógrafoshabían representado en el pla-nisferio. Colón sabía de los viajes ylas riquezas legendarias de lareina Saba. Colón cubrió de notaslas páginas de su ejemplar del libroImago mundi, escrito por PierreD'Ailly, en el cual subrayó ycomentó las líneas que hablabande oro, plata y piedras preciosas44.

Colón, ambicioso, era a la vez unhombre religioso que se creía el

mensajero de Dios, escogido por Elpara colaborar en la conversión delos infieles. Creía que la conquistade las Indias occidentales y laconversión de los indígenas debíanpreparar la reconquista deJerusalén y que el oro que iba aencontrar debía servir a ese fin. Asílo revela su diario cuando dice queespera encontrar oro y "en tantacantidad, que los reyes antes detres años emprendiesen yaderesasen para ir a conquistar la

Casa Sancta que así dize él aVuestras Altezas que toda la ga-nancia desta mi empresa se gas-tase en la conquista de Hierusa-lem, y Vuestras Altezas se rieron ydixeron que les plazía, y que sin estotenían aquella gana"45. Es difícilpensar, concluye Heers, que a Colónlo animase un total desinterésmaterial y que el deseo derecuperación de Jerusalén estu-viese presente desde el comienzomismo de la maduración de sus

proyectos o desde la llegada aCastilla. Pero sus ideas religiosas noeran simple artificio. Colón se creíade verdad misionero. Si hay queatenerse a los hechos, justo esreconocer que el oro de América, sibien no sirvió para la recupera- 

42 Vilar, Pierre, Oro y moneda en la historia, p. 85.43  Ibid. 44 Heers, Jacques, Christophe Colomb, p. 127.

 

45 Colón, Cristóbal, Textos y documentos completos, Madrid, Editorial Alianza, 1982, p. 101. 

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ción de los lugares santos, sí fueútil en la financiación de la luchaarmada contra los turcos y berbe-riscos del norte de África 46.

El caso de las primeras expedi-ciones portuguesas sirve tambiénpara ilustrar la combinación delos intereses materiales con las

  justificaciones de orden espiritual.El cronista Gomes Eanes deAzurara menciona las" siguientesrazones que motivaron a Enriqueel Navegante a apoyar lasexpediciones marítimas: el deseo

de establecer lucrativos comerciosnuevos e investigar la extensióndel poder de los moros, convertirpaganos al cristianismo y buscaralianzas con todo gobernantecristiano que pueda encontrarse47.Se pretendía "saber si había enaquellos lugares otros príncipescristianos en quienes la caridad yel amor a Cristo estuvieran tanarraigados que quisieran ayudarlecontra el enemigo de la fe"48.Seguramente el cronista se refería a

las tierras en las que gobernaba elpreste Juan.

La leyenda de los reinos delpreste Juan había surgido enEuropa hacia mediados del sigloXII. Se creía que un rey clérigo denombre Juan residía en un reinoen Oriente, más allá de Persia,pero que luego se había dirigidomás al norte. Una crónica hablabadel preste como descendiente delos tres reyes magos. En su reinoél ya había logrado victorias contralos infieles musulmanes. Hacia1165 apareció el texto de unacarta supuestamente escrita porel preste Juan, dirigida al empera-dor bizantino y al rey de Franciacon la promesa de colaborarles

en la recuperación del santo sepulcro.No se ha llegado a saber quiénescribió la carta; de ella hanaparecido más de cien versiones endiferentes idiomas.

El caso de las primerasexpediciones portuguesas

sirve para ilustrar lacombinación de los

intereses materiales conlas justificaciones de

orden espiritual.

En la época del príncipe Enrique elNavegante, primera mitad del siglo XV,los dominios del legendario rey-sacerdote se habían trasladado deloriente a Etiopía. Los portuguesescreyeron que se encontraban cerca delas tierras del preste Juan al arribar a lacosta suroccidental de África. Esto fue

lo que concluyeron al enterarse de queen los presentes que el rey de Beninsolía enviar a otro rey llamado Oganinhabía grabadas pequeñas cruces. En1493 Pero Covilha llegó a Etiopía, cum-pliendo instrucciones del rey Juanpara promover una alianza con elpreste Juan.

Existían otros lugares construidospor la fantasía medieval, de loscuales se venía hablando durante

varios siglos. Encontrarlos era unode los objetivos de los viajeros yaventureros del siglo XV. El paraísoterrenal era uno de esos sitios.Cristóbal Colón creyó haberloencontrado en su tercer viaje, a lolargo de las costas del golfo

de Paria, en la bahía formada porel río Orinoco.

Otro lugar era la isla de SanBrendan. Brendan fue un monjeirlandés muerto hacia el 580,evangelizador de una parte del nortede Inglaterra. De él se decía quehabía emprendido un viaje haciaEscocia y de ahí más allá del océanoen peregrinación a tierrasdesconocidas. Finalmente habríallegado a una misteriosa isla que a lolargo de la Edad Media se llamó islade Brendan. Esta fue una leyenda

que se mantuvo viva en los paísesoccidentales con vínculos oceánicos,islas británicas, Bretaña, norte de lapenínsula ibérica. La misma tradiciónfue adoptada y cultivada por losportugueses y por los colonos de lasislas Canarias, Azores y Madera.Para ellos, Brendan fue una especiede viajero precursor. Más aún, la ideade que existía una isla previamentedescubierta y situada en el Atlánticoera un punto de apoyo a los planes deColón, consistentes en llegar por vía

occidental a los centros donde seconseguían las especias. En Portugalse creía que esta isla había sidoredescubierta (entre el 600 y el 700) ycolonizada por siete obispos, paraluego caer en poder de gruposbárbaros. De ahí que el volver aencontrarla suponía una labor dereconquista cristiana. La existenciade una isla, y según otras versionescon siete ciudades, era algo en loque creían no sólo los viajeros ymarinos sino también los hombresde ciencia y los gobernantes.

En 1462 el rey Alfonso V de Portugalconcedió a un caballero de

46 Heers, Jacques, op. cit., pp. 570 y siguientes. 47 Citado por Parry, John, Europa y la expansión del mundo, p. 38. 48 Citado por Boorstin, Daniel, Los descubridores, Barcelona, Editorial Crítica, 1986, p. 174.

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su corte, llamado Joham Vogua-do,los derechos de justicia y depercepción de impuestos sobre las

islas que él pudiera encontrar. El 12de enero de 1473 el mismo soberanocedió la "isla de las siete ciudades" asu hija Brit-tes. El 12 de julio de 1486Juan II de Portugal otorgó al flamencoFernando van Olmen un pri-

vilegio para ir con dos caballeros aesclarecer el misterio de la isla de quetanto hablaban las leyendas. Van

Olmen se asoció con un portugués,Joao Estreito, rico colono de Madera.Como concluye Jacques Heers, nadademuestra mejor la percepción delmito como una realidad que es tas

concesiones de los monarcasportugueses.

Entre los castellanos la idea de laisla de Brendan suscitó interés,especialmente después de los viajesde Colón. En 1526 Fernando de Troyay Francisco Al-varez emprendieronuna expedición para encontrar la"isla de las siete ciudades". En 1570varios testigos afirmaron bajo ju-ramento haberla visitado. En 1590Juan Abreu, en su obra Historia de las siete islas de la Gran Canaria,identificó la isla más lejana como la deSan Bren-dan. El último viaje oficialpara descubrirla se remonta a 1752.Ralph Morison, el gran biógrafo deColón, anota cómo todavía en el sigloXIX las cartas marinas y los globosterrestres presentaban un océanoAtlántico salpicado de islotesimaginarios49.

49 Lo acá dicho sobre la isla perdida ha sido tomado de Heers, Jacques,op. cit., pp. 136 y siguientes

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