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Vega Torres, Daniel Roberto

El Campo Artesanal: Aporte teórico social y pedagógico / Daniel Roberto Vega Torres. -- Tunja: Fundación Universitaria Juan de Castellanos, Facultad de Ciencias de la Educación, 2013.

354 p.; 13.5 x 21 cm.

ISBN 978-958-9340-79-0

1. Artesanía-Pedagogía 2. Sociología 3. Artesanía - Historia 4. Materiales de enseñanza - Pedagogía.

370.19V422

Reservados todos los derechos© Fundación Universitaria Juan de Castellanos

Área: Educación en ContextosPrimera Edición: Tunja, Octubre de 2013

ISBN 978-958-9340-79-0

©Daniel Roberto Vega Torrese-mail: [email protected]

Fundación Universitaria Juan de CastellanosPBX: (098)7400543 – 7422944www.jdc.edu.coCarrera 11 No 11-44 Tunja – Boyacá Colombia

EditorFundación Universitaria Juan de Castellanos

Coordinación EditorialFacultad de Ciencias de la Educación – Instituto de Investigaciones Facultad de Ciencias de la Educación - INICIEN Educación

Diseño de Carátula y DiagramaciónMario Andrés Jiménez Molina. Jefe Publicaciones JDC

Corrección de EstiloMaribel García Morales JDC

Impresión: Búhos Editores Ltda.Diagonal 57 No 7-34 Tunja (Boyacá)

Impreso y hecho en ColombiaDepósito Legal.

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El Campo Artesanal: Aporte Teórico Social y Pedagógico

Con la colaboración de:

Claudia Villafañe Torres, Sonia Milena Castillo Penagos, Yarith Rocio Ruiz Garrido, Myriam Yanneth Vargas Jiménez, Yamile Esneda Cardozo Moreno, Mariela Londoño Salazar, Lili Serna Hernández, Tiberio Yavinape Pesquera, Gehovani Nercelli Ortega Carrasquel.

Tunja2013

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El Campo Artesanal: Aporte Teórico Social y Pedagógico

PRÓLOGOEl libro de Daniel Roberto Vega Torres y sus

colaboradores es recibido con entusiasmo por Artesanías de Colombia, pues es una manifestación concreta de la relevancia social, cultural, económica y política que ha adquirido la actividad artesanal en Colombia. No sólo por la información que contiene el proyecto editorial en sí mismo o por las elaboraciones registradas en el libro, sino porque uno y otro son una expresión de los espacios que ha ido ganando la actividad artesanal como campo legítimo para la investigación, la documentación y el debate dentro de ámbitos como el académico, que hasta hace muy poco le eran esquivos.

Aunque con algunas excepciones, hasta algo más de dos décadas el fomento, la gestión y la realización de investigaciones relacionadas con la actividad artesanal en Colombia estuvieron ligados a iniciativas propiciadas por Artesanías de Colombia como parte de la necesidad de identificar, registrar, inventariar y describir el trabajo artesanal en el país. Desde mediados de la década del noventa, -aunque lentamente- la dinámica ha ido cambiando y los procesos de investigación, documentación, debate y, en general, de producción de conocimientos sobre la actividad artesanal, han empezado a proliferar en instituciones de educación superior y en organizaciones civiles que han decidido desarrollar de forma autónoma, estas prácticas con perspectivas resonantes o disonantes a la misma de Artesanías

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Daniel Roberto Vega Torres

de Colombia. Como haya sido, todas estas iniciativas han contribuido a la visibilidad y valoración social positiva de los artesanos, de su trabajo y de las artesanías del país. En este orden de ideas, desde Artesanías de Colombia sólo podemos exaltar el trabajo realizado por Vega Torres y el apoyo que tuvo por parte de la Fundación Universitaria Juan de Castellanos, de la misma forma que por todas aquellas iniciativas similares de las que todavía no tenemos conocimiento pero esperamos poder alentar.

Por otra parte, vale la pena recordar de la mano de Vega Torres, que el cambio en la valoración de los artesanos, de su trabajo y de las artesanías, es el resultado de largos procesos históricos que permitieron la emergencia de eso que él mismo denomina “artesanía cultural”. Como lo menciona el autor, el cambio que dio lugar a la “artesanía cultural” esta mediado por dinámicas sociales mediante las que ciertas poblaciones, técnicas que se convirtieron en formas de representación e identificación cultural y, a la vez, en un mecanismo de ocupación y generación de ingresos para algunas poblaciones.

La “artesanía cultural”, cuyo concepto ha sido apoyado por Artesanías de Colombia, ha tenido gran injerencia, porque permite diferenciar las connotaciones, en sentido amplio, que tiene el trabajo artesanal desde hace 70 años con relación a aquellos que se dieron, en lo que hoy es Colombia, desde el siglo XVIII. De manera que el lector encontrará en estas páginas una extensa periodización que, sin embargo, no es continuista ni anacrónica, pues a pesar de realizar una historización de “larga duración”, el autor entiende el trabajo artesanal como una actividad social inserta en relaciones sociales que la producen y le dan especificidad de acuerdo a dinámicas disimiles, distinguiendo así una “sociabilidad gremial artesanal” que delimita entre 1750 y 1838, una “sociabilidad política artesanal” que ubica entre 1838 y 1940 y una “sociabilidad cultural artesanal” que inicia en 1940 y es en la que se configuran las formas de entendimiento, identificación y representación de lo artesanal tal como lo entendemos hoy.

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Aunado a estos conceptos, el autor propone otro que permite entender la especificidad de la actividad artesanal y diferenciarla de otras formas de sociabilidad dentro del capitalismo, éste es el “campo artesanal”. Con este concepto el autor permite entender la actividad artesanal como un espacio en el que los distintos actores (artesanos, instituciones, diseñadores, académicos, etc.) desde sus posiciones diferenciadas, se disputan un lugar de legitimidad a la hora de pensar sobre y/o ejercer esta actividad. Esta aproximación, permite romper el protagonismo que se le ha dado a los objetos o a las técnicas y, sobre todo, a las formas románticas y descontextualizadas de aproximación a la actividad artesanal; pues también le da protagonismo a los actores y los distintos procesos que los ubican en éste y les permite jugar por la reproducción de las condiciones sociales del campo mismo.

Es desde este concepto que Artesanías de Colombia encuentra aquí un aporte invaluable para el trabajo que realizamos, pues la actividad artesanal se convierte en un escenario abierto en el que son posibles múltiples formas de entender y practicar la actividad artesanal, incluida aquella que la concibe como una práctica social que desborda a los objetos y que reconoce las dimensiones éticas, políticas, estéticas, plásticas, culturales y económicas, desde las que es posible cambiar las formas en las que nos hemos habituado pensar, hacer y relacionarnos (incluido el consumo) con esta actividad. En este sentido, el proyecto pedagógico que plantean Vega Torres y sus colaboradores para hacer de esta actividad una forma de fomentar la comunidad y participar ética y políticamente en la cotidianidad, sólo puede suscitar en Artesanías de Colombia la necesidad de continuar trabajando para que este tipo de iniciativas se concreten de forma que le permitan a los artesanos continuar practicando sus oficios y haciendo de éstos un motor para la vida en común, tal como lo muestran los autores con los ejercicios realizados en los departamentos del Guainía y Magdalena con los indígenas Curripaco y Arhuaco, respectivamente.

Aida FurmanskiGerente General Artesanías de Colombia S.A.

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IntroducciónEn tales momentos los seres triviales, un perro, una rata, un insecto, el seco ramaje de un manzano, el serpentino camino trazado por las carreteras de la colina, una piedra musgosa, se me vuelven objetos más preciados que la más bella y generosa amante, en la más dichosa de las noches. En esas criaturas mudas o hasta inánimes encuentro la plenitud y ubicuidad de un amor tan grande que mis colmados ojos no perciben en su derredor nada que no esté lleno de vida. Todo sin excepción cuanto existe o de cuya existencia me acuerdo y cuanto insinúan mis pensamientos más confusos, me parece significativo.

Hugo Von Hofmannsthal

Carta de Lord Chandos

δηλον οΰν ότι τούτους όρους τρεΐς ποιητέον είς τήν παιδείαν, τό τε μέσον καί τό δυνατόν καί τό πρέπον.1

Aristóteles

Política

1 “Es manifiesto, en suma, que en la educación deben establecerse estas tres nor-mas: el término medio, la posibilidad y la conveniencia”. (Traducción. Antonio Gómez Robledo)

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Casi cuarenta años han pasado desde la publicación del libro Artesanía boyacense de Pablo Solano Puerto (1928-2013),2 una obra que podría considerarse paradigmática si se tiene en cuenta que el desarrollo de la Artesanía en el país no había tenido hasta esa fecha una autonomía analítica y académica relevante, sino que dicha actividad se consideraba una parte del folclor regional o un sector de la economía para determinados proyectos estatales. No quiero decir con ello que sea la primera obra en reflexionar sobre la artesanía en el país, sin embargo, lo atractivo del libro es el grado de análisis técnico que puede observarse en la narración de la creación de unos objetos que se pensaban rudimentarios, cotidianos y hasta mundanos. Unos objetos que podrían concebirse como desposeídos de toda importancia tecnológica y científica, se confunden en este libro con una presentación diseñada para la valoración de cualquier ciencia. El lector se enfrenta con una visión etnográfica de un proceso racional, cultural y poético -o como diría Orlando Fals Borda, sentipensante- de la tradición técnica de la región boyacense, presentándose así un primer reconocimiento de aquello que podría tomarse como un objeto autónomo de estudio científico, es decir, claro, distinto, particular y, en específico, nutrido de la vida cotidiana de los pobladores de la zona andina. Fue gracias a este tipo de literatura, en donde lograron confluir escenarios de propuestas, discursos, políticas y manejos conceptuales; el aliciente para iniciar un estudio continuo que a la larga se formalizó en la construcción de lo que denominamos Artesanía.

El libro que se presenta a continuación no escapa en manera alguna del estudio iniciado hace ya varios años por diversos autores, algunos muy reconocidos y otros anónimos a las referencias, y se propone como objetivo principal ser un aporte a ese diálogo, esperando así, más que concretar todo un aspecto teorético, nutrir las posibilidades de ver la realidad estética y cultural de Colombia, reiterando que sólo desde un esfuerzo dialógico conjunto de los actores que construyen la actividad artesanal pueden revivirse continuamente las problemáticas y soluciones para una mejor comprensión de lo diverso, de lo cotidiano y de los saberes que la Artesanía integra.

2 Pablo Solano, Artesanía boyacense (Bogotá: ARCO, 1974).

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La propuesta y aporte se centran en lo teórico social y lo pedagógico, y es desde allí desde donde debe visualizarse otra forma de abordar el problema del campo artesanal, ya que actualmente la literatura se ha centrado en la racionalización económica e instrumental de la Artesanía en un mercado globalizado, dejando a un lado debates pertinentes y formas de concebir lo artesanal en otros escenarios y contextos.

Lo teórico social propende por articular el conocimiento de la Artesanía desde una mirada sociológica e histórica que fundamenta un reconocimiento de esta actividad, constituida por derroteros dispares y hasta contradictorios. El lector podrá encontrar una secuencia narrativa que no implica una secuencia lógica de lo artesanal, pues lejos de ser un proceso evolutivo -en el sentido de planificación racional y orgánica de un objeto-, lo artesanal se concibe desde varias miradas, desde diversos significados y procesos relacionales de comunidades dispersas. Pensar la Artesanía implica reflexionar sobre lo múltiple, aún más si se observa la manera en que ella se renueva constantemente en lo cotidiano, tanto el objeto como su significado; eso es algo que posibilita una problemática para su entendimiento y la identifica culturalmente como una actividad que, a pesar de su institucionalización, exige una constante participación teórica y metodológica para su comprensión.

El aporte pedagógico parte de la colaboración de docentes, que en su práctica situada, sistematizan varias formas de desarrollar el conocimiento lúdico, técnico y cultural para el aprendizaje. Partiendo del diálogo con la comunidad a la que pertenecen, potencializan armónicamente lo artesanal como elemento curricular para el desarrollo de capacidades cognitivas y físicas de los estudiantes en sus contextos. Lejos de ser una calificación laboral, la Artesanía se inscribe en un ambiente sociocultural que permite la socialización de formas de ser en el mundo, para re-crear identidades y revivir tradiciones opacadas por el afán de modernización y estandarización de la información y el conocimiento.

De igual forma, mencionar que este trabajo ha sido posible gracias a la colaboración de la Facultad de Ciencias de la Educación, Humanidades y Artes de la Fundación Universitaria Juan de Castellanos, que junto con el Instituto de Investigaciones

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Científicas en Educación (INICIEN Educación) continúan en la labor de propiciar espacios de investigación educativa que permitan fortalecer las experiencias pedagógicas y formativas de docentes en diversas zonas del país donde la Institución desarrolla su labor académica.

Por último, mencionar de manera general la necesidad de repensar la Artesanía desde las necesidades y posibilidades que tienen artesanas y artesanos en el país, pues es desde la participación activa y abierta de ellos como puede asegurarse que el diálogo no sea una mistificación de igualdad en el discurso, mientras que en la práctica el desarrollo y bienestar son precarios y vienen acompañados de la desigualdad política y económica, imagen que ha identificado esta actividad desde antaño. Esa forma de reivindicación y legitimación que se requiere no debe desarrollarse únicamente en el mercado, sino que debe partir del respeto por la autonomía territorial, cultural y política de cada comunidad y por la posibilidad de existir como sujetos histórico-culturales en un proceso social pensado para la convivencia participativa.

D. R. V. T.

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Primera Parte Teoría Social de la Artesanía

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Capítulo 1.Sociabilidad y Artesanía

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1.1 Conceptualización y diferenciación

Una de las afirmaciones que podemos hacer de la Artesanía en Colombia es que su clasificación permanece anclada en la definición gremial de su aspecto social, delimitando actores y objetos en relación con la pertenencia de la jerarquía Maestro, Oficial y Aprendiz.3 Pese a estas clasificaciones, la Artesanía como actividad social no ha tenido una continuidad lineal y homogénea como la historia oficial ha querido presentarla, tendiendo una serie de redes que atan las diferentes actividades de producción en términos industriales o artesanales, todo como forma de configurar, de forma sistemática, una tradición de producción económica en el país. Sin embargo, lejos de dicho discurso tradicional, la Artesanía es una actividad que adolece de interpretación histórica en una “larga duración” y que en afán de identificarse institucional y legalmente ha dejado por fuera la diversidad discursiva.

El reconocimiento de una conceptualización que mantiene una constante en la identificación del artesano y de sus productos, es uno de los factores de incoherencia y desajuste entre lo propuesto por las instituciones, lo dicho desde las academias y lo reflexionado desde las condiciones laborales de los artesanos. Si nos atenemos a la palabra Artesanía como eje del análisis, el camino por recorrer será presentar una serie de significantes que se acomodarían a la misma, sin tener unos límites reconocibles. Desde las palabras españolas Arte y Artesanía, la diferenciación es más explícita pues comprende tanto la diferenciación académica en la profesionalización del artista, como la propia función y comprensión que ellas tienen en la sociedad.

Pero este problema no compete sólo al contexto latinoamericano. En Inglaterra the crafts y en Alemania Handwerk pueden considerarse como la conceptualización 3 Ley 36 del 19 de Noviembre de 1984. Ley del artesano. Colombia. Diario oficial 36797, 26 de noviembre de 1984.

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del oficio, es decir, una organización pensada desde la producción de predominio manual que no cumple con la organización industrial.4 Con la llegada de la revolución industrial a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, la forma de pensar dichos oficios toma un matiz distinto que opaca toda producción tradicional o medieval. La producción industrial separa la fábrica del taller, y desarrolla un proceso de diferenciación/jerarquización técnica de las labores. Es el movimiento Arts and Craft liderado por William Morris,5 en donde se puede encontrar una escisión entre lo que se concebía como oficio, y la forma en que se reconoce lo cultural como un valor positivo frente a la forma estandarizada de producción. En Alemania, aunque existe una oposición entre oficio artesanal (Handwerk) y Arte (Kunst), sólo se explica por haber existido un movimiento artesanal y artístico (Kunsthandwerk), como contrapeso a la producción industrial (Industrieproduktion).6

En cierta medida, la idea de una escisión en la forma de percibir el trabajo desde lo manual y lo fabril, se centra en la técnica, y deja de lado la organización social, la cual permite definir y conceptualizar la dinámica histórica de la actividad artesanal. Ya lo decía Marx: “No hay revolución técnica, sino únicamente una Revolución industrial. Las máquinas no son sino una fuerza productiva. El taller moderno, que descansa en la aplicación de las máquinas, es una relación social de producción, una categoría económica”.7 La diferenciación 4 Stefan Muthesius, “Handwerk/Kunsthandwerk”, Journal of design history, 11.1, Craft, Modernism and Modernity (1998): 85-95.5 Andrew King, “William Morris Arts & Crafts Aesthetic Rhetoric”, American Com-munication Journal 10 Special (2008).6 Para comprender este proceso se puede revisar la revista de la Asociación de Ar-tes y Oficios de Baviera (Bayerischer Kunstgewerbe-Verein). Kunst und Handwerk: Zeitschrift für Kunstgewerbe und Kunsthandwerk seit 1851. München: Recurso en línea.7 Georges Friedmann y Pierre Naville, Tratado de sociología del trabajo I (México: FCE, 1961/1997): 351.

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no puede descansar en lo manual y lo maquinal, sino que se debe proponer una división que retome la organización social, su producción y su mentalidad.

Para el caso colombiano, la organización gremial es una característica de la Artesanía pensada desde una historia urbana laboral y económica, tanto en la época de la Colonia como en la República; de ella se define la comprensión de la actividad desde el contexto histórico y político. El reconocimiento de la población nacional desde la academia y el Estado instituye la práctica como parte de la cultura, porque debido al tardío proceso de industrialización, los países sólo advierten la importancia del “rescate” a mediados del siglo XX. El valor cultural que se presenta en las actividades cotidianas del campesino y el indígena como estrategia política de reconocimiento tiene un gran impacto en la aceptación de una forma de producción especial para dichas comunidades, que hasta ese entonces permanecía subyugada en la historia nacional. De allí que la Artesanía devenga como reconocimiento cultural en Colombia, es decir, se presente una Artesanía Cultural, de una comprensión organizativa distinta a la que propone la Artesanía gremial.8 En este sentido, aunque no exista un movimiento claro y definido como el Arts and Craft, la Artesanía Cultural en Colombia, más que un movimiento independiente desde los artesanos, surgió como un proceso de reconocimiento desde la teorización social de las ciencias sociales y la transformación económica hacía el capitalismo industrial.

8 Ver: Daniel Vega-Torres, Institución de la artesanía: Entre el patrimonio cultural y el desarrollo. Bogotá: Departamento de Sociología. Universidad Nacional de Colombia, 2009; Daniel Vega-Torres, “El aprendizaje social de la artesanía y su reproducción social en Colombia”. Educación y territorio 2, 1. (2012).

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1.2 Sociabilidad artesanal

La comprensión de lo artesanal en el país ha transcurrido especialmente en una narración histórica de correspondencia lineal del término, llegando así a conclusiones dispares y teóricamente superficiales basadas en la técnica, el material de trabajo y la región. Es usual encontrar en los estudios sobre el tema una diferenciación predispuesta por las condiciones técnicas y antropométricas. Entonces, algo que podría darse por sentado es que la explicación del proceso no debe transcurrir por lo hasta ahora desarrollado. Al igual que la noción de sociedad tiene una historia, la comprensión de la cultura y de las prácticas culturales también es reflexionada históricamente. Junto a ello, el estudio social de la Artesanía ha venido en detrimento, dando por sentada la conceptualización hasta hoy dada, lo que permite comprobar que ha quedado inconcluso el trabajo reflexivo y analítico que visualice el orden socioeconómico sobre el cual se trabaja, en especial las desigualdades de oportunidades que trae consigo dicha conformidad.

Partiendo de la necesidad de la reflexión social de la práctica cultural artesanal, se propende por desarrollar mecanismos conceptuales que permitan integrar tanto los alcances de los objetivos institucionales como las prácticas y reconocimientos autónomos de los individuos, periodizando una historia de la Artesanía que integre su forma actual, más que buscar narrar una adhesión de esta actividad cultural en la historia del país. Uno de los mecanismos propuestos aquí es la idea de observar la integración y organización de una práctica social tomando el término sociabilidad, concepto que nos conduce a dejar a un lado el énfasis en el término para diferenciar y periodizar resaltando la asociación como reconocimiento de identificación del artesano y de lo que produce, tanto como la objetivación de la práctica en instituciones sociales debidamente formalizadas en lo económico y lo político.

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La sociabilidad es un criterio que define el interés y alcance explicativo de la vida en sociedad, es la categoría que se utiliza para desarrollar un alcance comprensivo de las relaciones sociales fuera de un compromiso preconcebido y totalizante; no descansa en el reconocimiento de las ideas o conceptos sino que se desarrolla en situaciones, espacios y actividades concretas de grupos determinados. El término fue primeramente utilizado por Georg Simmel para explicar la aptitud que tiene una persona en relación cotidiana con otras; es la forma de la existencia social libre de todo contenido, libre de motivaciones individuales que se presentan como un impulso, tiene un valor en sí.9

Posteriormente, Georges Gurvitch desarrolla la idea para definir el campo de la microsociología, para definir a las formas de sociabilidad como “el fundamental punto de referencia, aquel por donde debe comenzar todo estudio de la sociedad. Los tipos de agrupamiento y su entrecruzamiento en los tipos de estructuras globales no pueden ser estudiados con provecho, en efecto, sin hacerse cargo de sus elementos componentes más simples: las múltiples maneras de estar ligado por el todo y en el todo o formas de sociabilidad que, en diferentes grados de actualidad y virtualidad, se combaten y se equilibran en cada grupo real”.10 Este autor señala que las formas de sociabilidad, como elemento irreductible de la sociedad, permiten tener distintos grados de intensidad e interdependencia que varían desde las “superestructuras” organizadas, 9 “Sociability is, then, the play-form of association and is related to the content-determined concreteness of association as art is related to reality. Now the great problem of association comes to a solution possible only in sociability. The problem is that of the measure of significance and accent which belongs to the individual as such in and as against the social milieu. Since sociability in its pure form has no ulterior end, no content, and no result outside itself, it is oriented completely about personalities […] the personal traits of amiability, breeding, cordiality, and attractiveness of all kinds determine the character of purely sociable association”. Georg Simmel, “The Sociology of Sociability”. American Journal of Sociology 55. 3 (1911/1949): 255.10 Georges Gurvitch, Las formas de sociabilidad. Ensayos de sociología, (Buenos Aires: Losada. 1941): 13, En cursiva original.

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hasta las formas “infraestructurales” espontáneas de la vida social. A su vez, presenta tres formas que definen ese “Nosotros” dado: La Masa, la Comunidad y la Comunión, estas no serían más que estados diferentes de la conciencia colectiva.

En general lo que permite este concepto, según Gurvitch, es la comprensión dinámica y no jerarquizada de las sociedades, pues no se determina por estructuras preconcebidas o “unidades colectivas particulares” como el “Estado”, la “Nación”, la “clase social”, el “partido político”; sino que se propone un estudio de la pluralidad que corresponda con las formas estructuradas junto con las prácticas “micro-sociales” o formas de sociabilidad. Al tratar un término como el de Artesanía, usualmente se reduce a una estructura dada como necesaria y global. Lejos de ello, la Artesanía comprende varias formas de sociabilidad “cuyas relaciones y diferentes intensidades varían, no sólo desde el punto de vista histórico, sino hasta en arreglo a circunstancias concretas”.11 Esto no quiere decir que sean “fases” históricas de desarrollo lo que se piensa obtener en este estudio; ya que si es necesaria la periodización es sólo en función de dar un orden representativo y cronológico a las formas más sobresalientes de sociabilidad, que se presentaron y diferenciaron a lo largo de la historia artesanal del país.

No obstante, uno de los aspectos que definen el grado de diferenciación y sostenimiento de la forma de sociabilidad es la comunicación, aspecto que resulta de la integración e intensidad. Ésta puede darse de manera espontánea u organizada. “Para que la comunicación sea posible no es sólo necesario que los sujetos compartan un mundo, sino que tienen que ser capaces de comprender este mundo de una forma similar a como el otro lo

11 Gurvitch 20.

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comprende”12 Las formas de sociabilidad artesanal que se buscan son de tipo organizado, donde se comparte “el flujo de las experiencias del otro en el tiempo interior, este vivir a través de un presente común que constituye la experiencia del ‘nosotros’, que es el fundamento de toda comunicación posible”.13 Este grado de interpenetración no es una simple convergencia de individuos en una posición espacio-temporal, es la posibilidad de encontrar un “nosotros” que identifique y represente colectivamente los intereses, disposiciones y objetivos en la organización social, en este caso la artesanal.

Para Maurice Agulhon, el estudio de las sociabilidades es “de algún modo, la historia conjunta de la vida cotidiana, íntimamente ligada con la psicología colectiva”.14 Sin embargo, para que el estudio sea probable debe requerir de concreción y especificación. O sea, , identificar en las asociaciones las actividades, lugares, normas, tiempos y recursos con los cuales se puede crear una práctica social continua. Por ello “la idea de que la vitalidad de las asociaciones es un buen indicador de la sociabilidad general de una colectividad humana no debería dar lugar a objeciones. Cuanto más numerosas y diversas son las relaciones interpersonales, más grupos se ponen en juego: la familia, la parroquia, el trabajo o el grupo de edad son una suerte de mínimo encuadre, al que vendrán a agregarse, o no, el partido político, el club deportivo, la sociedad de beneficencia, o lo que pueda imaginarse. Por otro lado, cuantas más actividades tiene una asociación, más requiere fortalecer su organización interna”.15 Es decir, desarrollar una serie de normas y consensos que sirvan para controlar y dar continuidad a la asociación.

12 Marta Rizo, “George Simmel, Sociabilidad e interacción. Aportes a la ciencia de la comunicación”, Cinta Moebio 27 (2006): 44.13 Alfred Schütz, La construcción significativa del mundo social (Barcelona: Paidós, 1964): 173.14 Maurice Agulhon, El círculo burgués, la sociabilidad en Francia 1810-1848 (Buenos Aíres: Siglo XXI, 1977/2009): 38.15 Agulhon, El círculo burgués 39.

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Según Agulhon, la manera como debe estudiarse una asociación no es mediante la fragmentación como lo propone la historiografía tradicional, en donde se analiza lo político, lo religioso, lo cultural y lo cotidiano separadamente como si fueran categorías abstractas de la realidad social. Estudiar las formas de asociación y producción requiere entender que las relaciones sociales comprenden diversas series de categorías; que la complejidad de las situaciones asociativas implica valores, normas y escenarios contemplados según los intereses y actividades particulares de los individuos que conforman la asociación. Para el caso de la Artesanía, una historia que se contente con la idea de seguir la genealogía del término o concepto puede caer en anacronismos insalvables. Por ello debe pensarse que no existe una sola historia de la Artesanía, sino que la reflexión histórica de la Artesanía debe comprender momentos, formas y hechos discontinuos y contradictorios, donde no participan únicamente los productores y consumidores, sino que se gesta una relación con otros aspectos de la realidad.

Claire Bidart16 presenta cuatro categorías que comprenden el concepto de sociabilidad: el grado de formalidad, en otras palabras, lo organizado/espontáneo (organisée/ spontanée) que posea la asociación; el carácter colectivo/individual (collectif / individuel), el grado de intensidad (intensité) o integración de las relaciones; y por último, la edad (age) de los participantes. Conforme a estas variables, el proceso histórico de la Artesanía presentará cinco aspectos o características representativas de cada periodo:

• La “Formalidad” o institucionalidad, aspecto que permite evaluar el grado de objetivación y legitimación de la práctica social como forma de identificación autónoma y diferenciada de otros campos de la vida humana. De este aspecto se desprenden la normatividad y el consenso grupal o consuetudinario.

• La “Intensidad” o integración que define la cantidad o número de participantes de diversos grupos sociales en la organización de proyectos colectivos, y su continuidad en ellos.

16 Claire Bidart, «Sociabilités: quelques variables», Revue française de sociologie 29. 4 (1988): 624-626.

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• El “Hábitat concentrado” o espacio social colectivo que permite un desarrollo fluido de relaciones sociales, sustentadas principalmente por la rutina y la cotidianidad de las labores internas realizadas por un grupo o comunidad. Este aspecto es de gran relevancia pues delimita las características de los espacios de reunión laboral, esto se ha derivado en darle identidad o clasificación a cada espacio.

• La comunicación o “apertura al exterior”, lo que significa una relación con otras comunidades o grupos mediante diferentes canales y herramientas.

• La “vitalidad” de la asociación política para establecer el tiempo de duración que tuvo ésta y como aspecto resultante de las condiciones anteriores.

De esta manera, más que tratar de definir lo artesanal buscando su origen, la periodización hecha aquí se limita a sintetizar aspectos básicos de organización para poder hablar de formas de producción diferenciadas de lo artesanal desde sus objetivos, discursos, propuestas, condiciones económicas y políticas.

Es importante tener en claro que la base de la periodización se hace desde un análisis sociológico e histórico de la Artesanía como representación cultural. Tomando en cuenta que no deben existir nociones a priori para identificar la Artesanía, como hasta ahora se ha hecho, tratando de insertarla como un fenómeno esencial de la estructura laboral que comprende únicamente una cuestión socioeconómica y técnica, en varios modos de producción. Se plantea que existen varias formas sociales de diferenciación y reconocimiento que permiten explicar la diversidad y la objetivación de prácticas, actividades y discursos de los artesanos. Entonces, el problema teórico y conceptual es reproducir la única clasificación con la cual estamos acostumbrados prejuiciosamente a representar la Artesanía: la Artesanía Cultural, que es la forma objetivada e institucionalizada de lo artesanal, y desde allí llevar a cabo un proceso de identificación y diferenciación mutilado

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de lo social, esperando así encajar la realidad socio-cultural a las normas, objetos y códigos clásicos de la teoría social. De forma similar con lo que propone Roger Chartier como historia cultural de lo social para el caso del texto, el libro y la lectura,17 los artesanos no siempre han producido artesanía, han producido objetos en un mercado [simbólico] que ha transformado al producto en artesanía. Este distanciamiento y separación es lo que permite identificar y construir el o los sentidos socio-históricos de lo artesanal, que en este caso permiten la periodización.

La sociabilidad artesanal posibilita otras clasificaciones que permiten la diferenciación de lo artesanal, puesto que aquello que se involucra en la diferenciación no es la estructura prediseñada de lo social, sino la apertura a identificar diferentes representaciones colectivas de lo artesanal, representaciones que se relacionan con el mundo social en tres categorías:

En primer lugar, el trabajo de clasificación y de desglose que produce las configuraciones intelectuales múltiples por las cuales la realidad está contradictoriamente construida por los distintos grupos que componen una sociedad; en segundo, las prácticas que tienden a hacer reconocer una identidad social, a exhibir una manera propia de ser en el mundo, significar en forma simbólica un estatus y un rango; tercero, las formas institucionalizadas y objetivadas gracias a las cuales los “representantes” (instancias colectivas o individuos singulares) marcan en forma visible y perpetuada la existencia del grupo, de la comunidad, o de la clase.18

De esta manera se genera una relación bidireccional entre las identidades, en este caso el ser artesano y la manera como se han pensado durante distintos momentos los obreros, campesinos, trabajadores y las asociaciones; por otro lado, aquellos grupos que han tenido el poder de clasificar y definir lo que es ser Artesano y Artesanía, como las instituciones gubernamentales, las asociaciones de

17 Roger Chartier, El mundo como representación: Estudios sobre historia cultural (Bar-celona: Gedisa, 1992): 55.18 Chartier 57.

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artesanos urbanos, consumidores y académicos, entre otros. El grado de autonomía en la representación y la participación en la definición, se produce como un aspecto concertado y coaccionado de forma relativa según las condiciones históricas de la sociabilidad artesanal.

No obstante, el querer desarrollar un aspecto histórico cultural de la Artesanía no debe confundirse con querer reafirmar lo cultural en dicha actividad como algo innato; al contrario, es lograr la diferenciación de las construcciones sociales representativas de lo artesanal desde una reflexión histórica de lo cultural.19 Norbert Elias explicaba a principios del siglo pasado la diferenciación y oposición que existió entre civilización y cultura en el continente europeo, dado por las diferencias sociales que sustentaban las naciones, en especial la francesa y alemana, representadas fundamentalmente en la diferencia entre la aristocracia cortesana y intelectualidad de clase media.

La legitimización de esta intelectualidad [alemana] de clase media del siglo XVIII era su autoconciencia y su orgullo residía allende la economía y la política en eso que, probablemente por este motivo, se llama en alemán, «lo puramente espiritual» (Das rein Geistige), en la esfera de los libros, en la ciencia, la religión, el

19 En esta medida, la reflexión de la cultura implica llevar consigo la ca-racterística del objeto de estudio como algo que se considera de uso propio de lo social- o mejor lo comunal- escapándose del monopolio del discurso erudito. A pe-sar de este grado de objetivación la reflexión puede desarrollarse como fenómeno socio-histórico desde el uso de sus elementos empíricos. “Usar la cultura con fines explicativos, interpretativos o de elaboración normativa equivale a utilizar algo que sus propios objetos de estudio utilizan ya en sí mismos, y ello impone condiciones específicas. Sin duda, la reflexividad de los actores sociales es de por sí limitada. La existencia misma de una cultura (como objeto científico que puede ser sometido a un análisis objetivo), supone que quienes en ella participan la consideran como algo obvio la mayor parte de las veces y en la mayoría de sus dimensiones. Sin embargo, la posibilidad de semejante reflexividad se halla inscrita en la estructura misma del objeto. Los elementos empíricos de un análisis cultural (prácticas, discursos, ritos, creencias, etcétera), son objetos de “representación” por parte de los actores (los vo-cablos ingleses de performance o enactment son en este caso más esclarecedores)”. John Crowley y Haydeé Silva Ochoa, “Los usos de la cultura o los límites sociológicos del multiculturalismo normativo”, Revista Mexicana de Sociología, 64. 2 (2002): 6.

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arte, la filosofía y en el enriquecimiento interior, en la «formación» del individuo, principalmente a través del libro, en la personalidad. Coherentemente con todo ello, el hecho de que las consignas en las que se expresa esta autoconciencia de la intelectualidad alemana, consignas como «educación» o «cultura», muestren una tendencia tan pronunciada a trazar una clara línea divisoria entre las realizaciones en las esferas mencionadas, en lo puramente espiritual como lo único que es realmente valioso y las de las esferas políticas, económicas y sociales, muy al contrario de las consignas de la burguesía ascendente en Inglaterra y Francia. 20

Lo importante de esta acotación es que la cuestión cultural viene dada por las condiciones sociales que permiten se diferencie de otros conceptos como civilización, lo cortés, el carácter, etc. Más que una conciencia de élite, en la cual participa de manera excluyente una comunidad elegida desde la monarquía como tradición, la idea de cultura se inscribe en un proceso distinto de organización y representación que se fundamenta en una forma de vida que desarrolla lo espiritual “Geist” y lo cultural “Kultur”. En esa medida se entiende el afán de desarrollar unas ciencias sociales dedicadas a estos dos polos durante el siglo XIX, representado en los trabajos de W. Dilthey con la fundamentación de las ciencias del espíritu o “Geisteswissenschaften”; y del trabajo de H. Rickert con la fundamentación de las ciencias de la cultura o “Kulturwissenschaften”, tendientes a la formalización de lo que ahora conocemos como “ciencias sociales”. La preocupación por reconocer la vida en sociedad adquiere otro camino al transitado por las ciencias naturales o positivas. La idea de comprender la diferenciación en los términos, es ahondar en la descripción del contexto donde surge la necesidad de atribuir lo cultural o espiritual como base de la comprensión de lo social. Eso “puramente espiritual” que habla Norbert Elias es lo que se integra a la definición de la cultura como forma propia de la vida en sociedad. Desde este tipo de pensamiento, 20 Norbert Elas, El proceso de la Civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogené-ticas (México, FCE, 1939/1988): 76.

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es donde se circunscribe que lo cultural no hace referencia a lo culto -como etimológicamente se entiende- sino que se inserta en un sentido histórico - científico de conocimiento de lo social.

De esta manera, se formula la cultura como representación histórica; esa es la condición como debe entenderse el distanciamiento reflexivo que concibe una Artesanía Cultural, pues la atribución cultural a la realidad social es un acontecimiento socio-histórico. Se propone, en este caso particular, que el entendimiento de la Artesanía como estudio analítico produce como resultado una sociabilidad cultural artesanal. Podríamos decir que un enfoque sociológico, según Elías, posibilita entender que en un largo proceso de construcción del campo artesanal se piense como un hecho no planeado de actividades sociales planeadas; es decir, que la identificación de la cultura como base sustancial de la explicación del proceso sería sólo una actividad planeada entre varias que auto-regulan los discursos y prácticas que se reconocen inscritos en el campo artesanal.

Desde esta perspectiva, a continuación se plantea una periodización de la historia de la Artesanía donde se intenta rescatar las particularidades y diferencias que poseen distintas formas de sociabilidad artesanal, pero que de por sí no son excluyentes: la primera representada en la sociabilidad gremial artesanal, desarrollada en el periodo comprendido entre 1750 y 1838, debido a la necesidad de definir lo artesanal dentro de las políticas y reformas borbónicas que involucró tanto la reorganización local y popular de la producción como el reconocimiento del oficio o la actividad por parte de grupos políticos y gubernamentales, acordando la forma gremial como eje de la actividad artesanal. La segunda, la sociabilidad política artesanal, acaecida en el periodo comprendido entre 1838 y 1940. Este periodo ha sido tratado extensamente en la literatura histórica del país, principalmente por la participación política y económica de los artesanos en función de la problemática partidista en la historiografía del siglo XIX y XX. El periodo se extiende a las primeras cuatro décadas

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del siglo XX debido a la influencia de las organizaciones artesanales en la primera fase de la industrialización del país. Por último, la sociabilidad cultural artesanal, que puede entenderse como el grado de institucionalización y racionalización de la Artesanía mediante la construcción de un campo cultural integrado al proyecto político de Nación, que permitió la colonización del territorio desde la acción colectiva académica y económica.