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    LA FORMACIN DE LAS CLASES NACIONALES*

    REN ZAVALETA MERCADO(Bolivia, 1935 - Mxico, 1984). Socilogo y poltico. Ministro de Minas y Petrleo durante el gobierno del Movimiento

    Nacionalista Revolucionario. Acadmico de la Universidad Mayor de San Andrs de La Paz y de la Universidad de Oxford.Director de FLACSO Mxico. Autor, entre otras obras, de: Estado nacional o pueblo de pastores (1956); El poder dual en

    Amrica Latina: estudio de los casos de Bolivia y Chile (1974); Bolivia: Hoy (1982).

    De todas maneras, es inevitable filiar a Bolivia como a un pas perseguido, en un grado todava mayor que lasdems naciones latinoamericanas. Como semicolonia misma, es una semicolonia ms desgraciada que las dems.Los hechos, las naciones, los interesesla asedian de una manera tan intensa que pareceran ser parte de unaconfabulacin. Este acoso, que quiere hacer dao al pas, o que, al servicio de sus intereses hace dao en efecto aun pas que no le importa, crea un ritmo histrico en las clases nacionales, que son las que contienen la nacin.

    Bajo el acecho extranjero, espaol o ingls o norteamericano, anglo-argentino o anglo-chileno, resistiendo a lainvasin econmica y a la invasin cultural, a la enajenacin que fraguan sus agentes y sus clases-agentes dentrodel esquema social del pas, la nacin sobrevive como un factum, disperso consistente e indito en las clasesnacionales. Pocas veces consiguen ellas expresarse como poder y ni aun como pertensin coherente del poderpero realizan una misin de resistencia, de conservacin y de perseverancia en su propio ser, en medio de un pasque, en todos los dems aspectos, est permanentemente ocupado. La nacin fctica, es decir, la nacin inevitabley carnal, hecho a veces pasivo pero presente siempre y existente sin dudas, sobrevive as a pesar de uninterminable acecho, de las catstrofes, de las mutilaciones territoriales, de la instalacin pertinez de la pedagogaoligrquica.

    Son, empero, el propio imperialismo y sus socios locales los que crean las condiciones para que las clasesnacionales despierten de su sueo defensivo. hasta entonces, estos grupos haban entrado a la historia slo por

    irrupciones, desordenando la lgica del sistema pero frustrndose a la vez a partir de su propia inorganicidad. LaGuerra del Chaco es un proceso de agnicin, de reconocimiento de personaje desconocido; moviliza a todos loshoombres activos del pas y la oligarqua misma da lugar a que las clases nacionales, cuyos integrantes eransoldados en su totalidad, se identifiquen. El proceso crea a sus contradictores. Mientras las clases nacionales erannicamente un vasto campesinado, histricamente marginal, osificado y clausurado en una suerte de perplejidad sinsalida, y grupos caticos de las capas medias era fcil para la oligarqua omitir a los primeros y alienar a lossegundos. Pero la explotacin capitalista del estao crea un proletario que es relativamente extenso y moderno. Porun proceso de seleccin, los individuos ms perspicaces, los ms resueltos del campaesinado se hacen proletarios.Esta clase ser la base de la resistencia a la oligarqua minera. Se dira que la movilizacin de las clasesnacionales, que en el Chaco aprenden que son irreemplazables para los combates pero prescindibles y en definitivaajenas a las decisiones del poder, se perpeta en las minas, donde el proletariado vive una suerte de movilizacinpermanente. En el Chaco, las clases nacionales el proletariado, el campesinado y las capas medias entran en

    contacto, se interpretan y crecen con sentido de pacto y, pues la vorgine de los derrumbes de la conduccinoligrquica es ms ostensible que en cualquier momento del pasado, se preparan para responder. La nacin fctica,que persevera en una resistencia introvertida, que insista sobre s misma en una paciencia petrificada, comienza aencontrar, enumerar y evaluar los factores reales que le permirtirn encarar su ingreso orgnico al pas histrico.

    Fuente: Ren Zavaleta Mercado. La formacin de las clases nacionales, en La formacin de la conciencia nacional,Marcha, Montevideo, 1967. Este texto formar parte de la Antologa preparada por Luis Tapia para la Coleccin delPensamiento Crtico Latinoamericano de prxima aparicin.

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    http://es.wikipedia.org/wiki/Boliviahttp://es.wikipedia.org/wiki/1935http://es.wikipedia.org/wiki/M%C3%A9xicohttp://es.wikipedia.org/wiki/1984http://es.wikipedia.org/wiki/Universidad_Mayor_de_San_Andr%C3%A9shttp://es.wikipedia.org/wiki/La_Pazhttp://es.wikipedia.org/wiki/Universidad_de_Oxfordhttp://es.wikipedia.org/wiki/FLACSOhttp://es.wikipedia.org/wiki/1956http://es.wikipedia.org/wiki/1974http://es.wikipedia.org/wiki/1982http://es.wikipedia.org/wiki/1982http://es.wikipedia.org/wiki/1974http://es.wikipedia.org/wiki/1956http://es.wikipedia.org/wiki/FLACSOhttp://es.wikipedia.org/wiki/Universidad_de_Oxfordhttp://es.wikipedia.org/wiki/La_Pazhttp://es.wikipedia.org/wiki/Universidad_Mayor_de_San_Andr%C3%A9shttp://es.wikipedia.org/wiki/1984http://es.wikipedia.org/wiki/M%C3%A9xicohttp://es.wikipedia.org/wiki/1935http://es.wikipedia.org/wiki/Bolivia
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    Frente al acoso, en el pasado, las clases nacionales no haban hecho sino resistir rechazando. Se identifican en

    la movilizacin militar y se reconocen como combatientes y se aperciben de que ser no es solamente resistir sinoque tambin es necesario elegirse. Es el trnsito de la nacin fctica a la nacin para s misma y del pas resistenteal pas histrico en un proceso por el cual, despus de haber resistido a la negacin de la nacin, las clases que lacontienen, niegan la negacin de la nacin y tratan de realizar un Estado nacional, en sustitucin de las semiformasestatales creadas por las clases extranjeras.

    Era, en efecto, no slo una clase opresora sino tambin una clase extranjera. Por su origen, por sus intereses,por sus supuestos mentales, la oligarqua boliviana fue siempre ajena en todo a la carne y el hueso de lasreferencias culturales de la nacin. Los latifundistas y el gran capitalismo minero, vinculado drectamente con elimperalismo, eran sus expresiones fundamentales. En cuanto a los primeros, sus intereses se fundaban en eldespojo y la explotacin de lo ms tradicionalmente nacional, que son los campesinos indios. Antagnicos conrelacin a lo ms diferenciado y original del pas, a lo que en ltima instancia lo define, los latifundistas no podan

    negar en lo econmico, al explotarlos, sin negarlos tambin en lo cultural y as se hacen antinacionales sindificultades porque su propio arraigo haba sido ms bien contingente. Antinacionales como lo era el Superestadominero, por sus intereses econmicos, ambos grupos se sirven sistemticamente de la pegadagoga antiboliviana yresultan culturalmente extranjeros.

    Con sus burcratas y sus polticos, que a veces trabucaban un oficio con el otro, con la trama larga y ancha desus intereses, de sus francachelas y sus corruptelas, el Superestado crea lo que se llam la rosca, apelativo, que esun bolivianismo, que sugiere la clandestinidad de un crculo de conjurados, el privilegio de un encierro calificado yantinacional. Toda la burguesa boliviana se hizo, en mayor o en menor grado, antinacional. Los importadoresporque, de hecho, no eran sino intermediarios de ventas de las manufacturas del imperailismo y los otros sectores,como el industrial y el minero (los llamados mineros chicos y tambin los medianos nacionales), porque aunquepudieron ser la raz de una burguesa verdaderamente nacional, llegaron tarde, mucho despus del Superestado y

    jams pudieron, por consiguiente, evadirse de las alternativas de un poder en el que no influan, al que, por elcontrario, estaban sometidos. En la misma medida en que la burguesa y los latifundistas se hacen antibolivianos,las clases nacionales se radicalizan y, definindose, crecen.

    Sin los campesinos, indios y mestizos en su totalidad, que constituyen un grupo lo anot Tamayo resistente ypersistente, los puntos culturales de referencia que nos permiten hablar de un modo de ser de la nacin no hubieranexistido o se habran diludo en una confusin informe. Su exclusin, que jams pudo convertirse con losespaoles ni con el latifundismo republicano en una disgregacin, el aislamiento y el destierro cultural a que se lessometa metdicamente, se traducan en una inferioridad prctica que serva de excusa al gamonalismo, que seexplicaba as como una parte de paternalismo, irremediable pero, por otra parte, la tarea de latifundismo eraconsevar la inferioridad. La lucha por la tierra es ms bien tona pero se distribuye en la constancia secular de loslevantamientos y los alzamientos que, por lo general, no cobran otra fisonoma que la del terror sin promesas y de lavenganza sin porvenir, seguidos de una precaria movilizacin multitudinaria cuyo signo primerio le haca perder todoobjetivo. Los alzamientos todos terminan con represiones exitosas, frecuentemente sdicas a la manera de las queinstrua el general Montes, aconsejando disparar al cuerpo y no derrochar municin. Cazaban indios azollispadosentre los totorales de Taraco o en las maanas atormentadas de Jess de Machaca y todo era tan fcil que seexplica porque era slo la furia de hombres tan desdichados como desheredados de toda eficacia en las respuestas.No en el campo latifundista y semifeudal sino en las minas, mecanizadas y capitalistas, y en las ciudades es dondese realiza la lucha revolucionaria, localizacin que concentra y acelera los hechos tanto como explica algunas

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    diferencias entre la Revolucin Mexicana, cuyo carcter es dado por las guerras campesinas, y la Revolucin

    Boliviana, que es un movimiento encabezado por el proletariado minero. Es probable que el punto de partida de laRevolucin Boliviana haya abreviado el tiempo de la lucha y reducido su costo humano: arranca, en efecto, delcentro del proceso de la produccin, que son las minas y rompe el poder poltico del Superestado en sus ejes, queson las ciudades y as toma lo neurlgico del pas, en lugar de agotarse en la extensin de la guerra territorial. Peroesta velocidad tiene sus propios defectos. El campesino recibe una liberacin por la que no lucha, por lo menosdirectamente. Es probable que, reducido como estaba a una existencia dispersa y marginal, siendo virtualmente unfellah, si la insurreccin hubiera tomado por escenario el campo, el campesino hubiera tardado en incoporarse a lalucha revolucionaria y sta habra estado sometida a mayores fracasos y retrocesos pero, an prolongndose,hacindose ms sangrienta y colectiva, este tipo de lucha habra tenido, seguramente, el valor de una escuela;habra servido para formar, en un modo ms coherente, la conciencia histrica dentro del campesinado. Es ciertoque, cuando recibe su liberacin, el campesino ingresa al consumo y a la economa de mercado y se mueve congrande facilidad, demostrando ser menos osificado, ms receptivo, completamente apto para concurrir al juego

    econmico moderno, ms rico en reacciones y en iniciativas de lo que se poda suponer pero, ante una situacincontrarrevolucionaria, como la que se present despus, aunque se trataba de hombres ya en todo distintos a losque recibieron la tierra en 1953, su respuesta es dbil. Acostumbrado a las emergencias de un papel conservador,que tiene un esencial valor defensivo en su resistencia a la ocupacin cultural del pas histrico durante lahegemona oligrquica, lo repite despus, en la contrarrevolucin. Defiende su tierra pero no la cobertura poltica desu tierra ni sus intereses posteriores como clase. Vuelve, otra vez, a cumplir un papel defensivo.

    El campesino tiende a existir como masa indeterminada as como el proletariado existe como clase primero ydespus como conciencia de clase, es decir, como grupo estricto, delimitado y coherente. Las capas medias, encambio, hacen un grupo que, por su indeterminacin, se parece al campesinado pero que, a diferencia de l,proporciona un gran nmero de individualidades. Mientras el campesinado resiste y se mueve como multitud, elproletariado acta en cuanto clase y el hombre de las capas medias vive socialmente como un individuo. La riquezade estas capas intermedias en cuanto a personalidades est vinculada con su mayor proximidad a los instrumentos

    ideolgicos y, por tanto, a las ideas como definicin y a la confusin de las ideas. Como un plipo inteligente yavizor, no tienen un destino por s mismas y hasta para definirlas hay que hacerlo por exclusin porque no sonproletarias o no son burguesas y su destino por tanto es errabundo e incierto, creador, impalpable, tortuoso ylcido. Ni siquiera, para diferenciarla del proletariado y de los campesinos, se la puede definir por no realizar trabajomanual porque los artesanos, que realizan su labor con las manos, o los comerciantes pequeos, que hacen trabajomixto, corresponde sin duda a estas dilatadas capas indecisas. Se dice por eso que la llamada clase media es unamedia clase, una clase a medias y para saber lo que son estas capas es menester enumerarlas o decir lo que noson. Se sabe lo que es su gnero prximo pero apenas puede conocerse su diferencia especfica y est a la vistaque su destino, en estas circunstancias, no puede ser sino la ambivalencia y el desdoblamiento.

    En la sola descripcin, el suyo parece un destino desgraciado y disperso y es bien cierto que en ningn sectorcomo en ste la pedagoga oligrquica tiene frutos ms devastadores. Hijas de un pas in tnsamente empobrecido ydesfigurado, acceden con ms facilidad a los instrumentos culturales pero slo en la medida en que puedeofrecrselos el pas desfigurado y empobrecido. En conjunto, no logra hacerse muy culta ni muy rica y laincertidumbre de su destino econmico y su fcil soberbia, en una letradura que no es sino la de los imaginativos,hacen cmoda la implantacin de ciertas mitologas pues el mito suele ser la idea del semiletrado as como latendencia a las ideas abstractas que con furia prosperan y se recrean en estas zonas humanas porque las capasmedias, en contraste con lo que ocurre con los proletarios y tambin con los campesinos, no tienen puntos carnales

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    de referencia y tienden al vagabundeo histrico y al ensuenno ideolgico. Estas caractersticas de duplicacin y de

    inminente falsificacin de s misma de las capas medias, su hybris medular, resultan esclarecidas para explicar lasuerte poltica de los militares y tambin de sub-grupos de complemento, como los universitarios y los maestros.

    Nunca logran darse a s mismas una definicin y estn condenadas a no ser una clase pero al mismo tiempoexpresan ideolgicamente a las clases que luchan y se enfrentan y ahcen explcito el pensamiento de las clasesnacionales como de la oligarqua y as su destino, naturalmente errtil y ticamente desdichado, es a la vez undestino brillante. Como al fin y al cabo el pequeo burgus no es sino un burgus que no ha crecido, su tendencianormal pues flota en un caos de datos remotos e inverificables es servir, implementar y organizar la alienacin enla que est interesada la oligarqua y que promueve el imperialismo. De esta manera, por lo menos en sus fasesms altas, las pequeas gentes se visten igual que la burguesa, pero ms pobremente y comparten con ella susalienaciones, sus prejuicios y sus ambiciones, porque el pequeo burgus es la caricatura del burgus, es unburgus que ha fracasado. Por su misma ambivalencia, suelen tener muchas explicaciones para cada hecho yexplicando y explicando van perdiendo el sentido de la realidad, de lo sdatos gruesos de la realidad y se van

    enajenando de s mismas hasta que nadie es culpable de su frustracin sino sus imposibles ideas. El pathos de lascapas medias consiste en que nunca o casi nunca descubren de dnde viene su perdicin.

    Es un proceso de seleccin el que determina que ciertos sectores de las capas medias se integren a las clasesnacionales pero, cuando lo hacen, su incorporacin es ms lcida que la de los campesinos y los proletarios.Cuando los proletarios se mueven, polticamente son la nacin. Quietos, interdictos, marginados, los campesinosconservan, de hecho, los datos que permiten hablar de la existencia de la nacin como cultura horizontal y colectiva.Pero es la ideologa, es decir, la prctica de la libertad de eleccin, la va por la que las capas medias se agregan ala lucha revolucionaria y, a partir de ese momento, comienzan a expresar ideolgicamente al proletariado y alcampesinado, que no pueden hacerlo por s mismos porque su explotacin ha sido ms intensa y ha consistido,entre otras cosas, en que los medios culturales les han sido negados. No es ms original ni ms avisado elcomportamiento de las capas medias bolivianas ni ms rico que en parte alguna y slo se hace ms tenso por lacapacidad histrica de las clases a las que se adjuntan. Por el contrario, el empobrecimiento y la clausura del pas

    se traducen tambin en una fiesta de prejuicios, de miedos decisivos, de suplantaciones activas y de jerigonzasdoctrinales y en ningn grupo social como en ellas estalla con estridencia tanta el provincialismo cultural.

    Mucho ms vital es la presencia del proletariado, referencia dentro de la cual, en Bolivia, se mencionaprincipalmente y a menudo exclusivamente, al proletariado minero. Se trata de un grupo minoritario numricamentey cualitativamente superior. Cuando se menciona al minero de Bolivia, por las circunstancias en que se ha dadoesta agrupacin, se habla, en la prctica, del proletariado en su estado puro, sometido slo a escasos factores dedesclasamientos. Es el proletariado del tiempo de Carlos Marx. La minera como tal, explotacin capitalistaavanzada en un pas semifeudal todava, crea una clase moderna. Culturalmente, sin embargo, esta clase presentaaspectos todava ms castigados para expresar autnticamente a la nacin. Sus integrantes proceden por logeneral del campesinado pero son, adems, los individuos ms perspicaces y resueltos del campesinado los quedeciden romper su nexo con la servidumbre del latifundio. Es una eleccin en la que caben algunos siglos de lahistoria del mundo: la decisin de hacerse minero contiene el paso del feudalismo al capitalismo. Aislados endistritos remotos, ni siquiera sufren el asedio sistemtico de ciertos factores de desclasamiento, que operan en lasuperestructura, como los proletarios de las ciudades los fabriles, principalmente que, minora nfima acorraladapor el gran nmero del lumpen y las capas medias, padecen un verdadero bombardeo de los mitos, lasmixtificaciones y las predilecciones de los sectores urbanos, cuyo lujo consiste en huir de s mismos, en alienarse.Ex-campesinos o hijos de campesinos, sus datos culturales son tpicamente los propios de la nacin. Con el salarioreciben al mismo tiempo el signo de su dignidad y de su explotacin; el trabajo colectivo y organizado lesproporciona la identidad de clase y cuando afrontan todos los das, las horas enteras de su vida, las seales de unatarea con boca de riesgo, el ritmo esforzado de una vida que concluye pronto, estn ya en condiciones de

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    convertirse en una clase despierta y peligrosa, capaz de analizar sus necesidades, de exigir y de asediar. Alhacerlo, expresan de modo automtico los intereses de la nacin porque asedian, exigen y analizan contra elcapitalismo oligrquico, conecgtado con el imperialismo, que ocupa el pas. Sus intereses de clase manifiestanpeligrosamente, de un modo concentrado, los intereses de la nacin y, por eso, el proletario minero, que resulta deuna seleccin humana del sector ms tradicionalmente nacional que es el campesinado, que se enfrentadirectamente a la clase ms tpicamente antinacional y desnacionalizadora, es la clase dirigente de la Revolucin.Los dirigentes como tales suelen provenir, en cuanto individuos, de las capas medias, que son las que disponen delos instrumentos culturales, pero como clase no son las capas medias ni el campesinado los que toman la iniciativaen las luchas histricas sino el proletariado. La propia voracidad de la oligarqua minera conserv un estado depureza al proletariado minero. En otros pases, en efecto, la elevacin sistemtica del standard de vida se tradujo enuna suerte de desclasamiento del proletariado, por una aproximacin formal cada vez ms flagrante a los modos devida e las capas medias pero eso no ocurri en Bolivia.

    o seguir siendo en el futuro inmediato, su presencia entre las clases nacionales y su lucha sigue siendovigente.

    onalismo agresivo y epansivo, que hace del nacionalismo de lospases industrializados una posicin reaccionaria.

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    Es cierto que esta divisin capas medias, proletariado, campesinado no deja de ser convencional y que el

    campesino, por ejemplo, en la medida en que se enriquece, si puede hacerlo, creando un mundo conceptual entorno a la propiedad de la tierra, se va aproximando cada vez ms, es lo que ha ocurrido en Europa, a lascaractersticas de las capas medias. Es obvio que las contradicciones internaas dentro de cada clase sonabundantes y a veces determinantes. Pero en la medida en que el campesino es un hombre acosado y lo es, sinduda, y l

    * * *El proceso capitalista de la produccin hace un mundo por primera vez mundial. Los pases europeos, en un

    complicado recorrido econmico y cultural que tiene que ver con el antropocentrismo renacentista, la ticaprotestante, el advenimiento de la razn, el crecimiento de la tcnica, las nuevas posibilidades del mercantilismo

    despus de los descubrimientos, a travs de los capitanes de empresa y el ascenso de las burguesas, realizan elconjunto de las caractersticas de la civilizacin capitalista. En un proceso que Trotsky sita, para Europa, entre laRevolucin Francesa y la paz de Versalles se produce la concrecin histrica de los Estados nacionales. Es unproceso que podra llamarse natural. La burguesa conquista sus mercados nacionales y realiza su Estado nacionalque no es sino el Estado en su forma capitalista moderna. La conquista de los mercados interiores se hace pormedio de un proceso de I ndustrializacin y, por consiguiente, crecen las dos clases modernas, que son laburguesa y el proletariado. Cuanto antes haya iniciado una burguesa la unidad nacional y la soberana, atributoste que es esencial del Estado nacional, ms fcil le es tomar su propio mercado interior. Inglaterra fue uno de losprimeros pases que cumpli este proceso y por eso, una vez dominado fcilmente su propio mercado, le fue fcilpasar a ser el pas campen del comercio libre. Pero ningn pas ha crecido nunca sin el proteccionismo y enEuropa misma, pases como Alemania, que es siempre un pas que llega tarde, que tarda en realizar su unidadimprescindible para realizar su Estado nacional, debe ya proteger y hacer exclusivo y cerrado su mercado interior yas se explica la aparicin de las doctrinas proteccionistas a la manera de las de Federico Liszt. Los pasescapitalistas siguen todos este camino. Mientras se indisutralizan, protegen su mercado interno porque, sinprotegerlo, no se industrializaran; una vez industrializados, cuando estn ya en condiciones de competir en elmundo, se lanzan a la conquista de los mercados exteriores y se hacen partidarios del comercio libre. Lacompetencia entre los capitlistas de un pas se convierte en competencia entre las industrias de las nacionescapitalistas y as se lanzan ellas hacia los pases marginales, a la busca de mercados y de materias primas o dereservas de materias primas y de mercados. Salen de s mismos los Estados nacionales y los que llegan tarde alreparto de lo mercados entran a practicar un naci

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    Ahora bien, de una manera o de otra, los pases-objeto, las semicolonias, tambin pretenden realizar su Estado

    nacional, es decir, la forma poltica de su organizacin por la que pueden crear su unidad nacional, su identidadcultural y realizar su soberana, para industrializarse y convertirse en nacionales modernas. Pero la formacin de losEstados nacionales en las semicolonias no puede seguir un curso de crecimiento normal como los procesoseuropeos porque, precisamente, la fase ltima del Estado nacional de los pases opresores, que es el imperialismo,obstaculiza la realizacin del Estado nacional de la semicolonia. La nacin lucha por la defensa de sus recursosnaturales y de su mercado interno pero, en la medida en que logra xitos, perjudica y vulnera la riqueza y lanaturalidad del Estado nacional imperialista. Por eso slo puede hacerlo aprovechando coyunturas de emergenciapoltica en los pases del centro, como las guerras, o movilizando revolucionariamente a sus masas, haciendo laRevolucin. Cuando Lenin escribi que el que no favorece el nacionalismo de los pases oprimidos, favorece elnacionalismo de los pases opresores sin duda tena presente este carcter bsicamente defensivo delnacionalismo de las semicolonias pero, por otra parte, de esta situacin resultan algunos hechos que, en Boliviacomo en las dems semicolonias latinoamericanas, constituyen diferenciales y peculiaridades de los procesos

    revolucionarios de esta clase de pases.

    En primer trmino, se impide al pas llegar a constituirse en un Estado en su forma moderna, en un Estadonacional y como tal cosa no puede lograrse por el simple transcurso del tiempo, por el crecimiento normal, como enEuropa, el pas tiene que invadir, tiene que invadirse a s mismo. Puesto que el status es la exclusin, lapersecucin y la alienacin de la nacin, sta tiene que organizarse para tomar violentamente lo que le deberacorresponder naturalmente. En otras palabras, al no interrumpir nadie el desarrollo histrico, los pueblos europeospudieron ser nacin, naturalmente, como un dato normal de su ser. En los pases como Bolivia, la nacin es, por elcontrario, una decisin histrica, una eleccin. Esto tiene un carcter tan flagrante de lucha e insumisin que nopuede lograrse sino movilizando a las masas que contienen, de un modo o de otro culturalmente como elcampesinado o neurlgicamente como el proletariado a la nacin. Por eso no se puede hablar de nacionalismo enBolivia sin hablar de movilizacin de las masas porque, ciertamente, la nacin no puede avanzar a la formacin de

    su Estado moderno sino con el ascenso y la toma del poder por las clases que contienen o que han conservado a lanacin. De aqu resulta que el nacionalismo de derecha, el nacionalismo hispanizante, tal como vinieron apracticarlo partidos como Flange, resulta apenas el revstimiento de viejos planteamientos ideolgicos antinacionalesde la oligarqua.

    Esta es tambin la razn por la que el nacionalismo se ensambla en la nocin de la lucha de clases, nocin quedespus, por consiguiente, no se resuelve slo en la contradiccin general entre opresores y orpimidos sino en laoposicin y la lucha entre las clases nacionales y las clases extranjeras. Ni siquiera pueden hablarse simplementede la lucha entre la nacin y el imperialismo, de la nacin que se contrapone como un todo a los intereses delImperio. Por la invasin cultural y tambin porque no puede prescindir de la utilizacin de clases-agentes y aun deinvididuos nativos, el imperialismo tiene en la oligarqua y en todos los grupos sociales que se alienan unaquintacolumna dentro del juego histrico que se disputa en el espacio boliviano. La oligarqua, aunque el caso dePatio parezca advertir sobre lo contrario, no es el imperialismo sino su agente; los intereses del imperialismocoinciden con los de la oligarqua y con los de todos los sectores que se han hecho antinacionales cultural oeconmicamente. La alienacin de las clases-agentes explica el carcter de lucha nacional que tienen losplanteamientos de las clases populares. No slo luchan contra una opresin de clase: combaten a una castaextranjera que ocupa el pas y le impide realizarse. El nacionalismo sin el concepto de la lucha de las clases nosera sino otra forma de alienacin.

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