1929. lajous panorama político · ejemplo de demagogia revolucionariaacompañada de políticas...

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Alejandra Lajous 1929. Panorama político 3 El vacío que representó la ausencia del caudillo para un sistema político organizado en torno al po- der personal propició que saliesen a la luz, con toda su brutalidad, viejos problemas que hasta ese mo- mento el grupo en el poder no había considerado indispensable afrontar. Esto es, que a la muerte del general Alvaro Obregón, la fragmentación del po- der político y la falta de legitimidad del poder gu- bernamental hicieron crisis, obligando a la élite "revolucionaria" a implementar nuevos mecanis- mos de cohesión y de control político para conser- varse en el poder: el carisma personal fue sustituído por el proceso institucional. Es fundamental entender que el PNR, (Partido Nacional Revolucionario) fue creado para solucio- nar una crisis concreta, que Plutarco Elías Calles concibió la necesidad y el beneficio de instituciona- lizar políticamente a México cuando su situación personal y la de todo el país alcanzaron un estado crítico de inestabilidad política. Entonces surgió la tesis que abogaba por la superación de la etapa de los hombres necesarios mediante la creación de instituciones políticas, básicamente a través de un partido político auténticamente nacional. En ese momento, la dispersión del poder era una realidad evidente y peligrosa. Los militares obrego- nistas, poderosos y unidos hasta la desaparición de su líder, perdieron en ese mismo instante la seguri- dad de su pujanza y se hundieron en la confusión; no eran capaces de subsistir como reflejo de lo ine- xistente: sin Obregón no podía haber obregonismo. La falta de un heredero claro e incuestionable del grupo y las ambiciones presidenciales de muchos de ellos, los enfrentaba, en última instancia, a to- dos contra todos. No obstante, su naturaleza como caciques regionales les hacía comprender la necesi- dad de implementar la continuación del sistema persona lista, único en el que sabían funcionar y justificarse, ya que su posición como intermedia- rios entre el sistema nacional y el regional requería del reconocimiento de su influencia política y eco- nómica tanto dentro de su comunidad como fuera de ella. Por ello, es posible pensar que el creciente prestigio de Calles, como único elemento capaz de encontrar una solución a la falta de cohesión entre los sustentadores regionales de poder, fuera el fac- tor determinante del éxito del nuevo partido. De ser así, el apoyo que la organización del PNR reci- bió estuvo en función, más que del reconocimiento de los beneficios que la institucionalización política podía acarrear, del esfuerzo de los caciques- militares por tener un nuevo caudillo. Debemos considerar que en este acto, tal vez inconsciente, los caciques-militares sólo pretendían instrumentar aquello que les era conocido: el sistema persona- lista. Sin embargo, la puesta en marcha en 1929, de la institucionalización del país, no tuvo vuelta Alejandra Lajous es investigadora dcllnslitutu de Invesligacio- nes históricas de la UNA M. de donde es egre,ada. Es coautora del Vol. XIII de la /-lisloria e/t! la rt!\'(llucitÍo ole.ú('(JIIa: LIIS il/l cill.1 e/e la illSlilLlcio/lali:ació/I 1.'/1 Méximeditada por El Culegi.u de México. Tiene un libro en prensa: LIIS orige/le.1 e/t!I paf/ido LI- ¡rico 1.'/1 Méxim. La formación del Partido Nacional Revolucionario ¡¡TECHO ETERNO!! c.:..-=. "EUREKA" :'::--- .. 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Las debilidades intrínsecas al sis- tema personalista dieron la pauta al proceso de cambio y se convirtieron en el elemento más noto- rio del mismo. Así, 1929 destaca como el año en que se dieron los primeros pasos firmes para centralizar el poder político diseminado a lo largo y a lo ancho del país, y con ello se inició la construc- ción del sistema de dominación que consolidó el triunfo del grupo revolucionario. .AESTROS y ALUMNOS UNIDOS PRO-UNIVERSIDAD .. . ... . . . . . . . . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. vD ENTRARAN AL PAIS OBREROS DEL EXTERIOR ¡IANUDARAN IEl HOMENAJEA U'-lIlIDI 'REGLAMENrACION CURSOS El 1 CARRANlATUVO AL ACUERDO DEL ,-'7'C'. . 20 DE ABRIL PDO. •5PROXIMO " H[RMOSOmOS i.7.t Lo. ProI ...../1llu _ p,;;.rnIon Radi· '(. . , ca," t'n Mexit:o Drbco,cin POfftr, ftOr Jo MI'nOS_Cinco Mil PelO$ ,f.XCéPCION PARA TéCNICOS. TURISTAS Y TRIPULANTES -

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Page 1: 1929. Lajous Panorama político · ejemplo de demagogia revolucionariaacompañada de políticas altamente conservadoras. En cuanto a su influencia, puede considerarse nula,

AlejandraLajous

1929.Panorama político

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El vacío que representó la ausencia del caudillopara un sistema político organizado en torno al po­der personal propició que saliesen a la luz, con todasu brutalidad, viejos problemas que hasta ese mo­mento el grupo en el poder no había consideradoindispensable afrontar. Esto es, que a la muerte delgeneral Alvaro Obregón, la fragmentación del po­der político y la falta de legitimidad del poder gu­bernamental hicieron crisis, obligando a la élite"revolucionaria" a implementar nuevos mecanis­mos de cohesión y de control político para conser­varse en el poder: el carisma personal fue sustituídopor el proceso institucional.

Es fundamental entender que el PNR, (PartidoNacional Revolucionario) fue creado para solucio­nar una crisis concreta, que Plutarco Elías Callesconcibió la necesidad y el beneficio de instituciona­lizar políticamente a México cuando su situaciónpersonal y la de todo el país alcanzaron un estadocrítico de inestabilidad política. Entonces surgió latesis que abogaba por la superación de la etapa delos hombres necesarios mediante la creación deinstituciones políticas, básicamente a través de unpartido político auténticamente nacional.

En ese momento, la dispersión del poder era unarealidad evidente y peligrosa. Los militares obrego­nistas, poderosos y unidos hasta la desaparición desu líder, perdieron en ese mismo instante la seguri­dad de su pujanza y se hundieron en la confusión;no eran capaces de subsistir como reflejo de lo ine­xistente: sin Obregón no podía haber obregonismo.La falta de un heredero claro e incuestionable delgrupo y las ambiciones presidenciales de muchosde ellos, los enfrentaba, en última instancia, a to­dos contra todos. No obstante, su naturaleza comocaciques regionales les hacía comprender la necesi­dad de implementar la continuación del sistemapersonalista, único en el que sabían funcionar yjustificarse, ya que su posición como intermedia­rios entre el sistema nacional y el regional requeríadel reconocimiento de su influencia política y eco­nómica tanto dentro de su comunidad como fuerade ella. Por ello, es posible pensar que el crecienteprestigio de Calles, como único elemento capaz deencontrar una solución a la falta de cohesión entrelos sustentadores regionales de poder, fuera el fac­tor determinante del éxito del nuevo partido. Deser así, el apoyo que la organización del PNR reci­bió estuvo en función, más que del reconocimientode los beneficios que la institucionalización políticapodía acarrear, del esfuerzo de los caciques­militares por tener un nuevo caudillo. Debemosconsiderar que en este acto, tal vez inconsciente, loscaciques-militares sólo pretendían instrumentaraquello que les era conocido: el sistema persona­lista. Sin embargo, la puesta en marcha en 1929, dela institucionalización del país, no tuvo vuelta

Alejandra Lajous es investigadora dcllnslitutu de Invesligacio­nes históricas de la U NA M. de donde es egre,ada. Es coautoradel Vol. XIII de la /-lisloria e/t! la rt!\'(llucitÍo ole.ú('(JIIa: LIIS il/lcill.1 e/e la illSlilLlcio/lali:ació/I 1.'/1 Méximeditada por El Culegi.ude México. Tiene un libro en prensa: LIIS orige/le.1 e/t!I paf/ido LI­

¡rico 1.'/1 Méxim.

La formación del Partido Nacional Revolucionario

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Para 1929, el nivel de prosperidad económica y so­cial de la élite militar revolucionaria era ya tal, quela mayoría de sus miembros estuvo dispuesta a sus­tituir su potencial político individual por uno degrupo que les diera mayor seguridad y estabilidada largo plazo. La vulnerabilidad política de los je­fes militares se puso en evidencia a partir de la crisissuscitada por el asesinato de Obregón, esto es, apartir de la ausencia de una personalidad capaz decontrolar al sistema caudillista con la fuerza de su·carisma. La institucionalización se reveló, enton­ces, como la medida necesaria para la superviven­cia de los poderosos.

Mucho se ha exaltado la figura de Calles comoautor de este proceso, pero, sin menoscabar el al­cance de su participación, es importante reconocerque el cambio estuvo determinado por la anuenciade los militares. Las debilidades intrínsecas al sis­tema personalista dieron la pauta al proceso decambio y se convirtieron en el elemento más noto­rio del mismo. Así, 1929 destaca como el año enque se dieron los primeros pasos firmes paracentralizar el poder político diseminado a lo largo ya lo ancho del país, y con ello se inició la construc­ción del sistema de dominación que consolidó eltriunfo del grupo revolucionario.

.AESTROS y ALUMNOS UNIDOS PRO-UNIVERSIDAD.. . . . . . . . . . . . . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. ..

vD ENTRARAN AL PAIS OBREROS DEL EXTERIOR¡IANUDARAN Fi~?RI~;~~~;¡~";iii~N~7;;;ARRANZA IEl HOMENAJEA U'-lIlIDI 'REGLAMENrACIONI~ CURSOS El 1:;,;'.::;;:'.;::.;"_:::,,,,,::":;':,~.:::,:,:.:'~:::::;:; CARRANlATUVO ~:~'=.~"::::':::' A L ACUERDO DEL

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atrás; con el tiempo, la utilización constante y dis­ciplinada de ciertas formas condujo a un cambio defondo: se despersonalizaron las fuerzas políticas.Es posible considerar que sus fundadores no tuvie­ron una visión clara de los alcances del incipientepartido.

Los primeros meses de 1929 fueron de febril acti­vidad, ya que en ellos tenía que organizarse, estruc­turarse y reglamentarse el futuro PNR a fin de queen marzo pudiera ser su asamblea constitutiva. Es­tablecer los principios del partido, definir su pro­grama de acción, otorgar las credenciales a los de­legados para asistir a la convención constitutiva yexaminar las candidaturas a la presidencia de la re­pública, eran labores que contaban con pocos díaspara su ejecución, la cual fue posible, pues todas lasdecisio'nes quedaron concentradas en manos de losmiembros del comité organizador encabezado porCalles, y porque los caciques-militares utilizaronsus maquinarias regionales y las estructuras estata­les para darles viabilidad.

El 5 de enero de 1919 se publicó la convocatoriaen la que el comité organizador invitaba a todos lospartidos y agrupaciones revolucionarias de la Re­pública a asistir, el lo. de marzo, a la Primera Con­vención Nacional del PNR que se llevaría a caboen la ciudad de Querétaro. Este documento deli­mita aspectos fundamentales de la naturaleza delnuevo partido: 1) el partido se identificó con la Re­volución Mexicana y, en consecuencia, se justificóen ella; 2) demostró una vaguedad ideológica quelo ubicó como una entidad ecuménica en el campo"revolucionario"; 3) se presentó como una amal­gama dispuesta a respetar la autonomía política lo­cal; 4) utilizó la maquinaria gubernamental para subeneficio, ya que la acreditación de los delegados ala convención fue hecha, en última instancia, porlos presidentes municipales: 5) confundió a los po­sibles miembros del PNR con el pueblo entero.

La convocatoria pintó no sólo al partido, sinotambién la situación política del país, que conti­nuaba polarizada por la guerra cristera. Por ello elPNR se identificó con los postulados de la Revolu­ción Mexicana pero sin legitimarse en premisasideológicas: sólo buscaba la coordinación de lasfuerzas políticas y militares "revolucionarias" paraconservar la hegemonía del grupo en el poder. Porotro lado, el respeto. a la autonomía política localera una condición ind"íspensable para lograr el apo­yo de aquellos a quienes convocaba. La ausencia defronteras entre el partido y el estado fue un elemen­tos peculiar y determinante a su desarrollo, resulta­do de ello la confusión entre el pueblo y los partida­rios: se esperaron 1,400 delegados en Querétaro, enrepresentación aritmética de los 14 millones de habi­tantes de la República Mexicana. Finalmente, con­viene puntualizar que la inscripción de las agrupa­ciones interesadas en afiliarse al PNR fue de pocomás de un mes, lo cual prueba que el

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compromiso de los intermediarios políticos eraefectivo y eficiente pues serían ellos quienestendrían que inscribir a sus organizaciones o, en sudefecto crearlas para ese fin.El segundo documento elaborado por el comitéorganizador apareció el 20 de enero de 1929 ycomprendía una declaración de principios y el pro­grama de acción. Este documento fue una muestrade pobreza ideológica tanto del PNR como del am­biente político en general. El texto es contradicto­rio ya que por un lado alentaba el nacionalismo, yla aspiración de fijar políticas en beneficios de lasclases desposeidas y, por el otro la politica finan­ciera proponía que el país destinase la mayor partede sus recursos al pago de las deudas internas yex­ternas, incluida la deuda agraria, lo cual sólo bene­ficiaría a las clases pudientes: el programa fue unejemplo de demagogia revolucionaria acompañadade políticas altamente conservadoras. En cuanto asu influencia, puede considerarse nula, ya que apa­reció una vez cerrado el plazo de inscripción al par­tido, esto es, que no debió interesar demasiado aquienes de cualquier forma ya habían decididoapoyar al PNR, ni tampoco sirvió para convencer alos opositores del mismo para unírsele.

El proyecto de estatutos, aparecido el 26 deenero, daba a conocer la organización, a nivel na­cional, de la burocracia del partido: las; unidadesbásicas e'ran los comités municipales cuyosmiembros debían ser elegidos por todos los ciuda­danos del municipio que formasen parte del PNR.Por encima, estaban los comités del estado o terri­torio, domiciliados en las capitales respectivas yelegidos por los delegados municipales. La buro­cracia nacional culminaba en el Comíté Ejecutivonombrado por el Comité Directivo Nacional quese hallaba integrado por un representante de cadauno de los comités de las entidades de la República,elegido en la correspondiente convención de estadoo territorío. Finalmente, y con carácter estricta­mente temporal -perlados electorales federales olocales-, existían los comités de distrito. Anali­zando con más detalle los estatutos, se advierte lavoluntad centralizadora de éstos en las facultadesque otorgaban al Comité Ejecutivo Nacional,CEN, esto es que en él quedaba el control casi ab­soluto de las decisiones, ya que las demás unidadesno podían manifestar su opinión mas que 'por soli­citud expresa de éste. Desde luego, esta comunica­ción vertical inhibía la posibilidad de establecer co­municación entre unidades de la misma jerarquía yfortalecía a la cúspide de la pirámide.

La importancia de los documentos reseñadoshasta aquí es clara al paso de los años, pues en ellosse encuentran los cimientos de la institución que hacaracterizado el desarrollo político posterior. Noobstante, debe tenerse presente que en el contextodel momento la élite política centraba su interés enla sucesión presidencial, ya que las particularidades

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Los bomberos arrojando chorros de agua sobre los estudiantes huelguistas.

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de la figura presidencial darían el sello distintivo alproceso de transformación política que el nuevopartido anunciaba. De esto, todos eran conscien­tes, empezando por el mismo Calles, quien segura­mente no deseaba ver su obra concluida por al­guien ajeno a sus ideas. La personalidad de AarónSáenz, reconocido formalmente como el herederológico del obregonismo, presentaba bemoles alproyecto callista al contar, dicho indivjduo, coniniciativa propia y ubicarse claramente a la derechadel espectro político. La transformación, tal ycomo la entendía Calles, solo podría realizarla élmismo y, con ese fin, utilizó su poder. Aquí cabepuntualizar que dicho poder derivaba, en buenamedida, de la capacidad demostrada para imple­mentar la superación de la crisis política a través dela solución institucional. En eso mismo radicaba ladebilidad de Sáenz; su sola personalidad no habíabastado para unir y sacar al obregonismo de su cri­sis.

Así las cosas, Calles jugó con el desconcierto y laconfusión como método de su liderazgo, y triunfó,pues ya nada resultaba claro cuando Pascual OrtizRubio, obscuro general alejado del quehacer po­lítico,' fue reconocido por personajes importantescomo candidato a la presidencia de la República.

Ortiz Rubio era una personalidad política débil

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ya que ni siquiera contaba con los indispensables.conocimientos sobre el medio político en el que ha­bría de moverse. El apoyo que recibió de gentescomo Lázaro Cárdenas, Carlos Riva Palacio,Adalberto Tejeda, Saturnino Cedillo, ManuelPérez Treviño, Luis L. León, Melchor Ortega yGonzalo Santos derivaban del rechazo a la candi­datura de Sáenz o del deseo de complacer a Calles,quien tuvo buen cuidado de no pronunciarse enningún sentido. Su silencio se convirtió en el factorde desconcierto que le permitiría, en el momentoadecuado, capitalizar su poder político.

Ese momento fue la Primera Convención Nacio­nal del Partido Nacional Revolucionario, queahora recordamos como la convención consti­tuyente, pero que en ese momento cobraba mayorrealce porque en ella se dirimiría, necesariamente,la sucesión presidencial. Las dos precandidaturascontaban con fuertes apoyos, aunque siempre denaturaleza escurridiza. Al llegar a Querétaro losdelegados tenían clara conciencia de participar enuna farsa organizada de antemano, y cuyo sentidoconsistía en adiv~nar el pensamiento de Calles. Laconsigna era clara: votar por donde votase lamayoría.

La comedia estuvo planeada y calculada conexactitud. Sáenz mismo cayó en la trampa al pre-

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~entarse en Querétaro. No obstante, para el lo. demarzo visualizó la burla de la que iba a ser víctimay no acudió a la sesión inaugural de la convención.Declaró que tenía conocimiento de que el comitéorganizador manifestaba oposición a su candida­tura y que por ellos se retiraba, reservándose el de­recho para prestar su apoyo y simpatía a un nuevoesfuerzo de unificación de las fuerzas revoluciona­rias. El retiro de Sáenz no se debió a que la Con­vención fuese una farsa -pues qué otra cosa podíaser- sino a que en esa ocasión él era el burlado. Estesuceder tan repentino hizo que aumentara la con­fusión. El mismo día 2 surgió el rumor de que Ma­nuel Pérez Treviño también era candidato a la pre­sidencia de la República. La mayoría de los delega­dos estaba en espera de que se declarara quien erael candidato de Calles cuando se anunció el levan­tamiento escobarista. Este hecho precipitó aún máslas cosas ya que Pérez Treviño solicitó y reiteró suconfianza en la unidad del ejército para dar fin auna rebelión tan injustificada, procediéndose de in­mediato a la selección del candidato presidencial.En cuestión de minutos la Convención se manifestóunánime a favor de Pascual Ortiz Rubio quien pro­testó seguir el programa del partido que lo postula­ba. Esto aconteció el día 4 de marzo, cuando la

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Abandonan la Universidad. Después de más de dos días de permanecer en el edificio de la Universidad Na­ci~nal. los estudiantes la abandonaron ayer. debido a las insinuaciones que les fueron hechas. ya la interven­clon de un enviado del señor Presidente de la República.

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rebelión tenía un día de declarada y se hacía ur­gente que cada quien volviese a sus puestos parapoder combatirla.

La Rebelión E.I'cobari.l'ta

La Rebelión Escobarista puso de manifiesto queuna parte de la élite militar se negó a trocar su po­tencial político por la estabilidad que implicaba laaceptación del PN R y de Calles como rectores de lavida política. La seguridad política no llegó a serun elemento suficientemente atractivo como paraque todos los generales aceptaran la limitación desu poder a, zonas m uy locales.

Cierto que la imposición callista resultaba desa­gradable a muchos grupos de la sociedad entre losque podían contarse los cristeros, los vasconcelis­tas, los villarrealistas, los delahuertistas, los ca­rrancistas y, en general, cualquier otro grupo afec­tado por la Revolución misma. Estos seguramentesentían que la destrucción de Calles aliviaba su si­tuación, pero en lo que se confundieron los milita­res rebeldes fue en creer que ellos serían capaces deaglutinar a dichos grupos. La lucha se gestó y resol­vió entre los elementos de la familia revoluciona­ria, cosa que poco o nada alteraba las limitacionespolíticas del resto de la sociedad que, por conse­cuencia, nunca puso en este movimiento sus espe­ranzas.

Calles no desconocía la posibilidad del surgi­miento de una rebelión, ni las circunstancias quefavorecían a sus opositores. Por ello, es posiblepensar que si no destruyó la conspiración en susorígenes fue porque en ella ubicó la oportunidad deaniquilar a los generales que, siendo miembros dela familia revolucionaria, no estuvieron dispuestosa alinearse en las filas del partido. Asimismo, la po­sible ingerencia en el conOicto de grupos civiles noaumentaba demasiado el peligro militar y sí permi­tía a los callistas aplicar a sus opositores el epítetode traidores a la patria y al orden constituido. Ca­lles se sintió seguro pues contaba con suficienteselementos para triunfar: la mayoría del ejército yel apoyo asegurado de los Estados Unidos. De ahíque las comunicaciones entre los conspiradores, apesar de ser conocidas por el gobierno, no fueroninhibidas. Al contrario, se permitió su desarrollo yaun se fortificaron las posiciones de algunos de losposibles generales rebeldes. La temeridad de Callesy de Portes Gil fue asombrosa: al pedir a uno de losfuturos alzados que enviase sus tropas a la capitalpropiciaron que el estallido del movimiento fuesejustamente en los primeros días de marzo, fecha de­terminante en el desarrollo de la Convención delPNR pues aumentó el ambiente de confusión e in­certidumbre, facilitando con ello la selección deOrtiz Rubio.

La rebelión, conocida en 1929 como la Rebeliónde Marzo duró, como su nombre lo indica, apenasun mes. Durante tres o cuatro días mantuvo un

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tono amenazante y, después de eso, se trató de lapersecución y eliminación de los contingentes re­beldes. Es interesante ver que la participación delos generales Juan Andrew Almazán, LázaroCárdenas. Saturnino Cedillo y Adalberto Tejedademostró, una vez más, la importancia de las"fuerzas rurales". Sobre este punto debe tenersepresente que el gobierno provisional inició su ges­tión repartiendo tierras y concretando, por mediode un decreto presidencial, la organización de lasllamadas "defensas rurales". Estas consistían engrupos de 25 a 50 hombres que, dentro de cada co­munidad, eran organizados y armados. Así, al esta­llar la rebelión, había miles de campesinos que re­forzaron al ejército federal, destacando entre elloslos organizados por Cedillo y por Tejeda.

Sintetizando, la Rebelión Escobarista estalló el3de marzo de 1929 en apoyo al Plan de Hermosillo,redactado por Gilberto Valenzuela y firmado porFrancisco R. Manzo, Aurelio Manrique, RobertoCruz, Fausto Topete, Alejandro 8ay, Ricardo To­pete, Ramón /turbe, Román Yocupicio y ClaudioFox. En él se convocaba al pueblo a levantarse enarmas para acabar con la tiranía de Calles. El gene­ral José Gonzalo Escobar, hasta entonces jefe deoperaciones militares de Coahuila, era reconocido

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como jefe supremo del movimiento libertador.El plan no encontró apoyo en ninguno de los sec­

tores que trató de sumar. Los cristeros y los vas­concelistas advirtieron que la Rebelión de Marzocarecía de los valores morales que ellos buscabanreivindicar, impidiendo con ello su identificación.La rebelión se convirtió, para sus seguidores, enuna broma de mal gusto: los alzados lograron pocoaparte de robar bancos y destruir las vías ferrovia­rias. La rebelión costó al país dos mil muertos ymuchos millones de pesos, pero permitió la elimi­nación de los generales rebeldes y la consolidacióndel PN R. A partir de este momento pudo iniciarseel proceso disciplinario y reductivo del ejército: elproyecto callista estaba en marcha. el poder secentraría en torno al partido.

Fin del conJlicto religioso

El 21 de junio de 1929 se publicaron las declaracio­nes oficiales que dieron fin al connicto relieioso.Este connicto, iniciado en 1926, representó el únicoreto interno con el que tropezó el grupo postrevo­lucionario hegemónico en el poder. La familia re­volucionaria había gestado, después de la caída deHuerta, tres rebeliones militares (la de Agua Prieta.la delahuertista y la de Gómez y Serrano) para diri·mir ambiciones personales. pero cuyo triunfo o de­rrota no implicaba la eliminación del grupo revolu­cionario o de las bases mismas de la Revolución.Por ello. el conOicto religioso destacó como elúnico desafío a la capacidad del nuevo sistema paradetener la presión de la organización tan consoli­dada como la Iglesia Católica, en su intento por fre­nar la acción revolucionaria.

Las dificultades en las relaciones entre la Iglesiay el Estado fueron y aún son comunes a muchospaíses. En México este problema era ya centenario.Su crisis en la etapa contemporánea fue, en granmedida, obra personal de Plutarco Elías Ca­lIes,quien durante su mandato presidencial (1924­1928) pretendió modernizar a toda costa a la na­ción mexicana. Calles quiso orientar su esfuerzopolítico en legislar e institucionalizar todos los pro­cesos sociales, culturales, políticos y económicos,buscando a través de ellos una centraliiación po­lítica que hiciera más coherente y factible el caminodel progreso. Su ansia por imponer un México mo­derno lo llevó a combatir las estructuras tradiciona­les de la sociedad. La Iglesia Católica se presentabaa sus ojos como una entidad retardataria y agresiva,por lo que implementó, en contrataque, una po­lítica claramente anticlerical. Tal acción desenca­denó movimientos sociales tan graves que lograrondeteriorar la efectividad de su proyecto.

En el terreno político, la Iglesia y los católicosmexicanos que veían en ella su baluarte ideo­lógico, no estuvieron dispuestos a ceder su preemi­nencia sin luchar. El enfrentamiento se volviógrave pues suscitó. a través de la huelga de los cul-

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tos, un levantamiento armado que llegó a movili­zar a decenas de miles de campesinos. La guerracristera puso en jaque a los militares revoluciona­rios pues rompió la autoridad y el control que ellosejercían en el territorio nacional. El gobierno nopudo erradicar los focos cristeros, los cuales sopor­taron medidas de extrema violencia en un acto deauténtico fanatismo por sus creencias. La guerracristera no pudo concluirse durante el gobierno deCalles, lo que prueba la magnit~d que alcanzó.

Resulta importante señalar que la existencia deeste conflicto reafirmó la importancia del grupocastrense en el sector revolucionario, haciendo delado al grupo obrero que pretendía rivalizar en lasucesión presidencial. Obregón fue reelecto y elsector militar siguió consumiendo partidas del pre­supuesto que Calles hubiese querido destinar aotros fines. Por otro lado, las relaciones con los Es­tados Unidos tomaron el cariz sumiso de quien ne­cesita la exclusividad en la venta de armas.

Desde 1928 los actores determinantes en esteconflicto deseaban qúe llegase a un fin, aunquefuese negociado. El gobierno mexicano y el Vati­cano, por interferencia del gobienrno norteameri­cano, caminaban en ese sentido. El asesinato deObregón a manos de un fanático religioso inte­rrumpió ese desarrollo. La lucha continuó favore­ciendo al gobierno aunque sin llegar por ello a untriunfo definitivo. En 1929 el ambiente general vol­vió a ser positivo para las negociaciones. En fe­brero de ese año, Dwight Morrow, embajador deEstados Unidos en México, reinició su actuacióncomo mediador en el conflicto entre la Iglesia y elEstado. Su labor consistió en tratar de convencer ala Iglesia de la inutilidad de insistir en un cambio enla legislación vigente, siendo más provechoso a susintereses conformarse con obtener del gobierno su­ficientes garantías como para disolver el temor delos católicos. Morrow deseaba persuadir a ambosgrupos de que actuaran razonablemente, pues es­taba convencido de que sólo se pondría término alconflicto por medio de negociaciones políticas yabandonando la intransigencia. En cuatro meses suopinión se vio confirmada.

Desde mediados de febrero de 1929 Emilio Por­tes Gil había manifestado a Morrow su deseo de lo­grar el arreglo del conflicto religioso, pero la rebe­lión de Escobar interrumpió las comunicacionesentre el gobierno y los prelados católicos. Noobstante, después de una entrevista con el presi­dente, Morrow sugirió al Vaticano, a través del sa­cerdote norteamericano John Burke, representantedel episcopado estadounidense, que dirigiese suscartas direct~mente a la Secretaría de RelacionesExteriores, indicando que Portes Gil estaba listopara negociar, aunque no para cambiar las leyesconstitucionales.

La situación se había complicado porque el go­bierno, aprovechando la movilización militar que

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hizo para combatir a los rebeldes escobaristas, ha­bía reprimido en forma severa a los cristeros. Ellodificultaba la actitud negociadora de la Iglesia,puesto que implicaba el olvido de los esfuerzos ylos sufrimientos de los campesinos rebeldes. Sinembargo, el Vaticano, después de reconocer la im­posibilidad de triunfar por medios violentos,aceptó la negociación. Con ello terminó el impulsopolítico que había dado a los grupos religiosos­militares.

El cambio de posición del Vaticano fue la clavepara la solución del conflicto, como tiempo atrás lofuera su apoyo para alentar el inicio. El Vaticanoentendió ese cambio como la única alternativa paraacabar con una guerra que no le daría el triunfo, ypoder reiniciar la propagación del culto católicoantes de-que fuese demasiado tarde.

A partir de mayo, los representantes del episco­pado mexicano y el presidente de la república em­pezaron a intercambiar públicamente notas amis­tosas. La agresión se cambió en invitaciones mu­tuas a la "reconsideración patriótica", y se abrió laposibilidad de un diálogo con un ambiente propi­cio por ambas partes. Ejemplo de ello fue la exhor­tación que muchos sacerdotes hicieron a sus feli­greses, pidiéndoles una actitud conciliadora. Sinembargo, tales novedades en la política eclesiásticadisgustaron a los fanáticos religiosos, es decir, a losmiembros de la Liga Defensora de las LibertadesReligiosas y a los campesinos cristeros, los cualesmanifestaron su oposición a toda forma de nego­ciación.

El 22 de mayo Leopoldo Ruiz y Flores fuenombrado delegado apostólico por el Vaticano,con lo que resultaba evidente que Roma estaba afavor de un arreglo. Portes Gil, por su parte,acordó que Ruiz y Flores viniese a la ciudad deMéxico, viaje que hizo acompañado por PascualDiaz, obispo tabasqueño que jugó un papel impor­tante al convencer al Vaticano de la incapacidadmilitar de los cristeros para obtener la victoria.

La posición de Roma quedaba clara: el Papa de­seaba ver revocadas las leyes anticlericales, pero siel gobierno consideraba necesario un arreglo antesde que esto sucediera estaba dispuesto a aceptarlo,siempre y cuando el derecho de la Iglesia a existir yfuncionar fuese reconocido. Se trataba de negociar,y cada parte trataría de obtener el máximo pro­vecho de acuerdo a las circunstancias.

Enjunio empezaron las entrevistas. En ellas, Mo­rrow también tuvo una participación importante:sirvió como agente informal de ambos grupos pre­parando en forma aceptable para los contrarios loque debería ser dicho en las reuniones. El gobiernose mantuvo firme, y los prelados, después de con­sultar con Roma, cedieron a las exigencias del go­bierno.

El arzobispo de Morelia y delegado apostólico,monseñor Leopoldo Ruiz y Flores, declaró pública

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Comisionados estudiantiles entregando alseñor Presidente el pliego. de peticiones para'solucionar la huelga que se declaró'en la gran mayoría delas Escuelas Universitarias y Superiores de la capital.

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j ohclalmente que serían reanudados los serviciosreligiosos apegándose a las leyes vigentes. Esta de­claración significaba la derrota total de la Iglesia,pues las "leyes vigentes" eran las mismas que tresaños antes, el 24 de julio de 1926, habían motivadola suspensión de las actividades religiosas.

Sobre la participación de Portes Gil en la solu­ción del conflicto es necesario reconocer que, pesea que el fondo del desenlace estuvo en el cambio deRoma, él se mantuvo firme en la política delineadapor su antecesor, supo encontrar y propiciar el am­biente para el cambio de actitud del Vaticano, y so­bre todo, para hacer menos doloroso ese cambio.

La política agraria, obrera y la autonomíauniversitaria

Política agraria de Emilio Portes Gil

Portes Gil repartió 3.036,842 hectáreas de tierra,beneficiando con ello a 213,981 campesinos. Estascifras implican un ritmo singular en un contextodonde poco se había hecho por poner en práctica laLey del 6 de enero de 1915. Obregón y Calles ha­bían orientado sus ideas agrarias hacia el ideal de laproductividad y no hacia el del reparto agrario.Pensaban que el ejido era ineficiente, y por elloorientaban la modernización de la estructura agra­ria en la formación' de una clase de pequeños pro-

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pietarios imbuídos de espíritu capitalista.El deseo de Calles de evitar que Portes Gil buscase

un cambio en esta política se manifestó claramenteen su intento por cortar toda acción independiente osorpresiva en este terreno, al preparar, con la ayudade su secretario de Hacienda, Luis Montes de Oca,una partida límite para los gastos destinados a las ex­propiaciones agrarias. Sin erribargo, Portes Gilaceptó tal limitación, pues consideró que los diez mi­llones de pesos asignados eran insuficientes. Por ellodecidió no indemnizar de contado, ya que ni la Cons­titución General de la República ni la Ley del 6 deenero ni el Reglamaneto Agrario, contenían disposi­cin alguna que obligara al gobierno a compensar alos afectados de esa manera.

El problema agrario fue el único punto en el quePortes Gil se enfrentó a Calles. Su actitud fue real­mente enérgica, llegando a expresar que si no se ledaba libertad en este terreno, prefería renunciar alnombramiento de presidente electo, que entonces te­nía.

La base sobre la que se cimentaba la posición dePortes Gil consistía en reconocer que sólo a travésde la repartición de tierras podía el gobierno aliarsecon el campesinado, que era por su importancianumérica, el factor determinante de la estabilidadpolítica. El triunfo del gobierno constituido frentea rebeliones existentes en ese momento; como la

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cristera. o movimientos capaces de surgir en elcorto plazo. como la rebelión de Escobar, tenía quefundamentarse, en buena medida. en el apoyo cam­pesino. Las palabras de Portes Gil fueron persuasi­vas aun para Calles:

Creo de mi deber prevenirle y estar preparado paracualquier alteración del orden público. que segura­mente vendrá por parle de descontentos jefes delejército. y la única garantía que tendrá el gobiernoen este caso sera el apoyo de los campesinos. aquie­nespor ningún motivo debemos negar las tierras quesoliciten. I

El gobierno provisional inició su gestión repar­tiendo tierras y organizando las "defensas rurales".Sobre .el reparto de tierras. puede señalarse que es­tuvo condicionado por la necesidad de obtener elapoyo de los agraristas armados. No obstante, valela pena reconocer que la formación de fuerzasagraristas tuvo efectos importantísimos en el largoplazo, ya que dichos grupos sirvieron, cuando me­nos en algunas partes, para radicalizar la reformaagraria: tal sería el caso de Veracruz, bajo la direc­ción del coronel Adalberto Tejeda.

En un sentido más amplio, la formación de estosgrupos y la experiencia de las comunidades campe­sinas que recibieron tierra sentó un precedente quehabría de ser inolvidable. Por ello, las actividadesque las ligas campesinas desarrollaron durante elmaximato. y que fueron la génesis del poder carde­nista, ~uvieron su primer impulso en la políticaagraria de Portes Gil.

Política obrera

La Confederación Regional Obrera Mexicana fuecreada en 1918, y alcanzó su mayor desarrollo du­rante el régimen del presidente Calles. Su poder, enmucho resultado de la habilidad de Luis N. Moro­nes, llegó a rivalizar con el de las fuerzas militares.La oposición abierta a la reelección del generalObregón así lo demuestra. Pero cuando él fue asesi­nado se inició la crisis de la que fuera la centralobrera más importante: Calles tuvo que aceptar,como condición para llegar a un arreglo con la fac­ción obregonista, la renuncia de Morones y deotros líderes cromistas. Portes Gil, al llegar al po­der, desató su odio contra Morones, continuandoasí la política anti-cromista que había sostenidocomo gobernador en Tamaulipas.

La central comenzó a disgregarse desde 1928,pero en 1929 el Estado empezó activamente a bus~

car la eliminación, más que de la CROM misma, desu grupo directivo. Calles no trató de impedirlopues la colaboración de la central obrera ya no eranecesaria para la consolidación del poder "revolu­cionario". Portes Gil se opuso a que los empleadospúblicos dieran contribuciones forzosas a la

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CROMo y con eso destruyó sus fuerzas. A la par,favoreció tanto a la Confederación General de Tra­bajadores. como al grupo comunista reunido en laConfederación Sindical Unitaria de México. 1929se caracteriza por la decadencia de Morones, quienvivió dramáticamente la realidad de una organiza­ción que habiendo sido muy poderosa era total­mente dependiente del Estado, y que su intento poractuar olvidando dicha liga sólo sirvió para exhibirsus limitaciones de una manera más clara.

La autono/llía 1II1i1'l!fsilaria

Otro paso decisivo dado por el gobierno provisio-.nal fue la expedición de la ley que otorgó la autono­mía a la Universidad Nacional. El conflicto estu­diantil que le antecedió fue en realidad poco impor­tante. pero cobró valor porque fue capaz demostrar la fuerza política de la clase estudiantil, asícomo la voluntad del gobierno por acabar con lasreminicencias del régimen prerrevolucionario. Elconflicto nació como consecuencia de la disposi­ción del rector para que los alumnos de las escuelasprofesionales se sometieron a exámenes escritos dereconocimientos tres veces al año, en lugar de unsolo examen oral como hasta entonces se acos­tumbraba. Las sociedades de alumnos de la Es­cuela Nacional de Jurisprudencia y Ciencias Socia­les declararon una huelga general, y de ella se deri­varon desórdenes que decidieron a la rectoría a to­mar enérgicas medidas disciplinarias. Estas, lejosde dar los resultados deseados. suscitaron el apoyoa la huelga de parte de todas las escuelas profesio­nales.

Pronto el problema quedó fuera del control delas autoridades universitarias, quienes para preve­nir crecientes desórdenes hicieron intervinieran lasfuerzas públicas, específicamente a la policía y losbomberos, lo que agravó, en vez de solucionar, elconflicto.

Portes Gil terció retirando a las fuerzas represi­vas, y dialogó directamente con los estudiantes,quienes presentaron ante él un pliego petitorio.Dicho pliego, además de solicitar las renuncias delas autoridades universitarias, educativas y del or­den público, pedía, y esto en nuestra opinión es elmeollo del asunto lo siguiente:

Intégrese a partir de esta fecha. en lo sucesivo dichoConsejo (Consejo Universitario) por un número dedelegados estudiantiles igual al número de delega­dos queformen los directores y profesores de las es­cuelas. dándose en el mismo derecho de voz a un de­legado de la Confederación Estudiantil de la Repú­blica ya un Delegado de la Federación Estudiantildel Distrito Federal; que el Rector tenga en dichoConsejo voto de calidadpara caso de empate. El es­píritu de este acuerdo deberá ser el de que nunca ypor ningún motivo los delegados oficialesy docentescon voz y voto, sean en mayornúmero que los delega-

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dos estudiantiles con elmismo derecho de voz y voto.

Al final del pliego petitorio se decía:

Ellas serán. si usted se digna resolverlas favorable­mente.la máxima conquista revolucionaria de nues­tra clase que. cOl/lola obreray campesina y como to­das las clases sociales de la República, desea quelle­gue hasta ella (La Unviersidad) la obra avanzada yreivindicadora de la Revolución Me.yicana. 1

Portes Gil satisfizo con creces la petición, pues nosólo permitió que delegados de alumnos y exalum­nos pertenecieran al Consejo Universitario, sinoque otorgó la autonomía universitaria, tan deseadapor generaciones.

¿Qué lo motivó'? La respuesta más simplista seríaconsiderar que el surgimiento del conflicto estu­diantille hizo ver la posible recurrencia de los mis­mos, y buscó liberar al ejecutivo federal de tales di­ficultades pasando esa responsabilidad al Rector.Pero pudiera haber otra, derivada del deseo deromper la estructura interna de la universidad que,por la naturaleza misma de sus investigadores ymaestros, poco se había alterado con la Revolu­ción. Dicho de otra manera, era posible que elgrupo político revolucionario del que Portes Gil

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formaba parte. viese con recelo a los maestros deformación porfirista, y a la Universidad Nacionalcomo centro elitista. La admisión de alumnos en elConsejo Universitario era la mejor manera de dejarque soplaran aires renovadores.

El PNR .l' la call1pwla vasconcelista

José Vasconcelos se propuso la quijotesca tarea dedespertar la conciencia política del pueblo y venceren las elecciones presidenciales de 1929. Así, lalucha de Vasconcelos contra el Partido NacionalRevolucionara fue la lucha de un idealista contra larealidad. La desigualdad de los contrincantes entérminos de organización, de capacidad de mani­pulación y de fuerza para imponer sus decisionespolíticas nos da un indicio de lo políticamente ab­surdo del esfuerzo vasconcelista. Empero, el estu­dio de la campaña vasconcelista resulta atractivopor varias razones. La primera es que representa elúltimo esfuerzo de tipo "maderista" por alcanzarel poder: es decir, el último esfuerzo que hubo en elpaís movido por la fe en el libre juego democrático.Pero más interesante que este aspecto, que podría­mos llamar romántico, es que la campaña vascon­celista puso de manifiesto que ya existía en Méxicoun partido únjco.

El PNR. organizado en base a la sumisión de losgobernantes militares a Calles, echó a andar lasmaquinarias políticas locales a fin de garantizar eltriunfo, real o formal, de la candidatura del Ing.Pascual Ortiz Rubio. Esta actitud llevaba implícitala capacidad de imponer decisiones aun cuandohubiera que recurrir a la violencia. El caciquismo,elemento fundamental en el mapa político deMéxico en 1929, convirtió al PN R en una fuerzainfranqueable al aportarle sus organizaciones po­líticas locales. Así, la capacidad organizativa delPN R cobró mayor relieve al ser contrastada·con ladesorganización de quien sólo contó para realizarsu campaña presidencial con la buena voluntad dequienes lo ayudaron y contribuyeron de su peculiopersonal a sostenerla.

El vasconcelismo fue un movimiento político­moralizador apoyado en la autoridad que Vascon­celos había adquirido como educador, tanto en larectoría de la Universidad como en la Secretaría deEducación Pública, y que ejercía sobre un amplionúmero de estudiantes, maestros, intelectuales yprofesionales liberales. El fervor que este movi­miento generó entre sus seguidores llegó, en mu­chos casos, a tener un matiz auténdicamente reli­gioso.

El vasconcelismo, tanto por su naturaleza mora­lista como por el origen de su líder, fue un movi­miento fundamentalmente urbano. Los estudiantesy maestros que se convirtieron en sus primeros se­guidores residían en las ciudades, donde organiza­ron arengas en las plazas públicas, los mercados,

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las vecindades, los parques y en cuanto lugar po­dian. Las peroratas, muchas de las cuales tenían untono académico, resultaban más claras para laclase media que para las masas. A esto se unió lafalta de recursos económicos con que se desarrollóla campaña y que limitó la posibilidad de llevar lapropaganda a áreas rurales o remotas. Además, enéstas, los vasconcelistas resultaron menos convin­centes, tanto por la vaguedad de sus exposicionescomo por su desconocimiento de la problemáticacampesina.

La espontaneidad, motor de esta empresa, esloable en muchos aspectos, pero cuando es la únicaforma de acción, se convierte en una limitantegrave: el entusiasmo no fue capaz de suplir la inex­periencia. Así, los vasconcelistas, carentes de for­mación política y de un buen conocimiento de larealidad del país, no acertaron en otro tema que ala crítica de lo existente ya la promesa de que con elMaestro todo tendría que ser necesariamente me­jor. Su idea fundamental consistía en creer que losproblemas Clel país derivaban de la presencia de"malos políticos", y no de obstáculos socioeco­nómicos y culturales profundamente arraigados.

Dentro de las ciudades pudieron atraer a muchagente, puesto que lograron que el vasconcelismofuese identificado como un movimiento que lu­chaba contra las principales lacras revolucionarias.Miles de personas se adhirieron a la campaña porrazones que ésta no apoyaba; pero que para ellaseran motivo de resentimiento contra el régimen e­xistente.

Por otro lado, y también en agudo contraste conel ortizrubismo, el vasconcelismo careció de ma­quinaria y programa político hasta el momento enque se unió al Partido Nacional Antirreeleccionista(PNA). Pero esta unión fue forzada; el PNA aceptóa Vasconcelos por ser el único candidato de presti­gio que había en el país, y Vasconcelos se unió alPNA sólo para suplir su carencia de maquinaria yprograma político. Este último presentó los proble­mas nacionales en un orden de prioridades bas­tante similar al del PNR, es decir, anteponiendo losproblemas políticos y educativos a los agrarios.Ambos estaban hechos por y para la clase media,ambos dejaban de lado el problema agrario, queera el fundamental en el país.

La promesa del presidente Portes Gil de mante­ner un ambiente de respeto y libertad para que en élse desarrollase la campaña presidencial fue violadasistemáticamente. El asesinato de Germán delCampo, ocurrido en la ciudad de México, tuvogran impacto, pues puso de manifiesto la acción re­presiva del gobierno. La violencia estaba a flor depiel. Baste señalar que en la víspera de las eleccio­nes fue herido en la cabeza el jefe de la policía delDistrito Federal.

El 17 de noviembre de 1929 tuvieron lugar laselecciones. Es imposible conocer la verdad sobreellas, pero es evidente que las cifras oficiales son

falsas. Vasconcelos contaba con un apoyo muchomás numeroso del que se le reconoció. Sin em­bargo, en términos de poder, no tuvo ni el carácterni la fuerza para hacerse respetar; al conocer el re­sultado oficial de la elección viajó a Estados Uni­dos, y desde allí publicó el Plan de Guaymas que notuvo ninguna repercusión pues los miembros de laclase media urbana son incapaces de levantarse enarmas. El Partido Nacional Revolucionario quedóconsolidado, pues como dijera Luis Cabrera:

El PNR, corrompido y todo. es sin embargo un grupounificado por sus intereses bajo la jefatura del gene­ral Calles; rico con la riqueza del erarioJuerte con lafuerza del ejército, y disciplinado con la disciplinaobligatoria pero efectiva de la amenaza del cese. 3

Conclusiones

La obsesión política en 1929 consistió en evitar laviolencia, el caos y las crisis del pasado, por ello, latarea determinante fue la formación y consolida­ción de instituciones políticas, concretamente, delPartido Nacional Revolucionario.

La ambición centralizadora, objetivo fundamen­tal del incipiente partido, tuvo que apoyarse, en pri­mera instancia, en la anuencia de las fuerzas arma­das. Por ello, el PN R sólo fue, en sus orígenes, unacoalición entre algunos jefes militares y caciques,diversas organizaciones políticas estatales, y lasasociaciones obreras y campesinas subordinadas aellos.

El proceso centralizador exigió tiempo yconstancia, no obstante, la eliminación de los prin­cipales obstáculos se dio en el mismo año de 1929:en él fueron derrotados tanto la última rebelión mi­litar promovida por generales "indisciplinados",como los ejércitos cristeros. Despejado el pano­rama, el gobierno, apoyado en el PNR, inició ladespolitización del ejército y, vencida la fuerza po­lítica de la Iglesia Católica, desarrolló su políticamodernizadora.

La política agraria y obrera de Portes Gil, asícomo la autonomía universitaria, se explican comoparte de este proceso de consolidación y moderni­zación. El desenlace de la campaña vasconcelistasirve para confirmar la fuerza del nuevo sistemapolítico.

Notas

l. Portes Gil', Emilio. Quillce O//o.\' de política mexicana,México. Editorial Botas. 194 J. p. 53

2. Ibidem.. pp. 335-341

3. Cabrera. Luis. Veillle ([l/O.\' de.\'pué.\', México. Editorial Bo­tas. 1937. p. 171

AdvertenciaEl presente artículo sólo es una sinlesis parcial del libro Losorígenes del partido IÍllil"lJ 1'11 México. que aClualmente se en­cuentra en prensa.

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