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NO. 24. ABRIL 2006. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA NÓMADAS 184

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NO. 24. ABRIL 2006. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIANÓMADAS184

ESCOBAR C., M.R.; MENDOZA R., N.C. JÓVENES CONTEMPORÁNEOS: ENTRE LA HETEROGENEIDAD Y LAS DESIGUALDADESRODRÍGUEZ, R.: LA APUESTA FEMINISTA DE JUDITH ASTELARRA 185NÓMADAS

ORIGINAL RECIBIDO: 25-I-2006 – ACEPTADO: 10-II-2006

* Periodista y licenciada en ciencias de la información de la Universidad de Chile y laUniversidad Complutense de Madrid, respectivamente. Gestora de políticas públicasde género y de cultura, en Chile y en España. E-mail: [email protected]

LA APUESTA FEMINISTADE JUDITH ASTELARRA

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Judith Astelarra, Master of Science y Ph.D. en Sociología por la Cornell University, Ithaca, New York yDoctor en Ciencias políticas y Sociología por Universidad Complutense de Madrid, es una pensadora feministaimportante de las últimas décadas. Su contribución a la acción política, la investigación y el diseño de políticaspúblicas de igualdad de oportunidades ha sido valiosa en el espacio latinoamericano, tanto en las institucionescomo en la academia.

Palabras clave: feminismo socialista, igualdad de oportunidades, reforma agraria, institucionalidad, género, políticaspúblicas.

Judith Astelarra, Mestre em Ciências e Ph.D. em Sociologia pela Cornell University, Ithaca, Nova Iorque e Doutoraem Ciências Políticas e Sociologia pela Universidad Complutense de Madri, e uma pensadoras feministas importantesdas últimas décadas. Sua contribuição para a ação política e desenho de políticas públicas de igualdade e oportunidadesfoi fundamental no espaço latino-americano, tanto nas instituições como na academia.

Palavras-chaves: feminismo socialista, igualdade de oportunidades, reforma agrária, institucionalidade, gênero,políticas públicas.

Judith Astelarra, holds a degree of Master of Science and a Ph.D. in Sociology from Cornell University and adegree of Doctor in Political Science an Sociology from the Universidad Complutense de Madrid. She is an importantfeminist thinker of the last decades. Her contribution to political action, research and the design of equal opportunitypolicies and gender politics has been of great value in the Latin American scene, both in the institutions and theuniversities.

Key words: socialist feminism, equal opportunities, land reform, institutions, gender, public policies.

[email protected] • PÁGS.: 184-195

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Gracias a personas como Judith Astelarra la condición dela mujer ha llegado a ser una realidad visible.

Norbert Lechner

La ciudad resuena de alegría, las calles se des-bordan de personas que cantan y bailan, miles de glo-bos inundan el cielo y muchas mujeres, en unaverdadera acción artística, se ciñen una banda presi-dencial tricolor, simbólico gesto que indica que se sien-ten parte de este momento histórico ¿Qué ha sucedido?Michelle Bachelet ha sido elegida la primera Presidentade Chile. Es el resultado de la lucha de miles de muje-res durante décadas, en un esfuerzo donde la acción,la reflexión y las propuestas para ampliar la democra-cia han ido de la mano. En ese camino que hemosrecorrido ha habido mujeres fundamentales. JudithAstelarra es una de ellas, una de las grandes.

Acaba de recibir en Barcelona la medalla PresidentMacia, de la Generalitat de Catalunya, distinción crea-da en 1938 y recuperada por la Generalitat actual en1983. Con ella se premia anualmente a aquellos tra-bajadores o empresarios que se hayan distinguido porsu constancia, dedicación, experiencia e iniciativa enel ámbito laboral. Para Judith simboliza el reconoci-miento de Cataluña, su tierra de adopción.

La vida de Judith está atravesada por los aconteci-mientos más dolorosos y felices que han convulsiona-do a América Latina, España y también EstadosUnidos. A veces los hechos cambian el curso de suvida, a veces ella es quien influye en el curso de loshechos, desde la acción y el pensamiento.

Judith Astelarra Bonomi, Doctora en Sociología,es una de las pensadoras más importantes de las últi-mas décadas en el espacio hispanoamericano. Argen-tina, española, chilena, amiga de presidentes, políticos,intelectuales y grandes personalidades de AméricaLatina y España, su vida ha transcurrido entre la aca-demia, la política y la militancia feminista. En las dis-tintas etapas de su vida, cada una de estas dimensionesha tenido una importancia diferente.

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Nace en Buenos Aires en 1943. Su padre fue fun-cionario de la CEPAL; su madre, una mujer de clase

alta tradicional que renunció a sus inquietudes artísti-cas para seguir a su marido y criar a sus hijos. Es lamayor de nueve hermanos, de los cuales hoy sólo que-dan cuatro, incluida Judith. La vida la trae a Chile alos nueve años, y en este país vive los más importan-tes acontecimientos de las décadas de los años cin-cuenta, sesenta y setenta. Su formación laica en elcolegio Dunalastair, elección del padre, la prepara paraestudiar la recién inaugurada carrera de sociología, más“femenina” que economía, como hubiera sido su de-seo. Esta vez la opinión del padre se impone.

En la Escuela de Sociología de la Universidad Ca-tólica coincide con algunos estudiantes que seríandestacados intelectuales de la época. “Nunca fui mili-tante de consigna, sino que elaborábamos categoríasideológicas doctrinarias, leíamos mucho y teníamosuna sólida formación”, dice Judith rememorando unade sus épocas felices1 . “Tuvimos grandes maestroscomo Armand Mattelart y Frank Hinkelamert”. Enrealidad, ella pertenece a la generación de pensadoresy dirigentes políticos que fundan partidos como elMAPU y la Izquierda Cristiana. Su grupo de referen-cia, en aquellos años, son los intelectuales demócratascristianos que se van radicalizando con el proceso po-lítico y social del país.

Mientras estudia Sociología, en 1962, recuerda conclaridad la fecha, se encuentra con el libro de ViolaKlein sobre Psicología y condición de la mujer y lasmemorias de Simone de Beauvoir. Ambos libros sonclaves en sus reflexiones. El libro de la famosa escrito-ra francesa le impresiona como el testimonio de unamujer que elige su destino y es capaz de construirlo.Su experiencia de ganar autonomía, a través del en-frentamiento con el padre, es similar. De alguna ma-nera, su compromiso político y su rol de defensora desus hermanos menores ante la autoridad paterna, enlos conflictos familiares, marcan su reflexión posterior.

Corren aires de transformación social en AméricaLatina y Chile no es ajeno. Judith participa de la lu-cha estudiantil desde la Federación de Estudiantes dela Universidad Católica. Sus primeras experiencias laacercan a lo esencial de la vida y de la muerte. Secontacta con la pobreza al punto de ver morir bebésen sus brazos. La campaña presidencial en la que eselegido el candidato de la DC, Eduardo Frei, no cum-ple con sus expectativas. En esa época, cuenta, “creía-

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mos que Frei y Allende podrían gobernar juntos, perola decepción viene cuando gana Frei y la derecha ce-lebra”. Se adelanta a su época, porque en Chile, solodespués de diecisiete años de dictadura, desde 1990,el centro y la izquierda han formado la Concertación,coalición de partidos que ha dado estabilidad,gobernabilidad y desarrollo al país.

En la disyuntiva entre la política y la academia,gana la política. Rechaza una beca en la Universidadde Columbia y elige quedarse en Chile militando enel grupo de izquierda Ranquil. Se involucra de llenoen el proceso de transformación del país, recorre loscampos como parte de su trabajo en la Corporaciónde la Reforma Agraria (Cora) en la zona de Choapa,al norte del país, donde se crean los primeros modelosde propiedad colectiva y asentamientos campesinos.De esa época la recuerdan muchos amigos y amigasen Chile con el sobrenombre familiar de “Magú”.

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En 1966 se empareja con Alberto Herrero, a quienconoce en Israel durante un curso sobre temas agra-

rios. Será compañero de su vida por veintisiete años ypadre de su único hijo, Rodrigo. En 1969 acepta unabeca de la Universidad de Cornell en Estados Unidos,para hacer su doctorado. Regresa a Chile en junio de1971 e ingresa al Partido Socialista. Son los años de laUnidad Popular, y el nacimiento de Rodrigo se pro-duce en medio de la efervescencia cotidiana. En pala-bras de Judith, “era una época en que realmente lopersonal y lo político estaban íntimamente unidos”.

A la pregunta sobre el amor, Judith responde:

No creo en esas parejas absorbentes que se lo tienenque contar todo. Para mí lo que compartes con la pare-ja es una parte de tu vida y de tus sentimientos, pero sedeben mantener los espacios autónomos. Creo que todapareja ha tenido un comienzo romántico importante,pero el romanticismo desaparece con la convivencia.El amor queda, pero la relación debe ser renegociadapermanentemente para que tenga duración en el tiem-po y cambia permanentemente. Durante 27 años, has-ta que murió, Alberto fue mi pareja.

Alberto es trece años mayor y divorciado dos ve-ces, nacido en León, afincado en Cataluña, y luego

Participantes del Seminario de formación de la red de mujer y participación política de la Escuelade Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia, 1997.

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1. Judith Astelarra, de niña.

2. De estudiante en Cornell, se movilizó en contra de laguerra de Vietnam.

3. Con Alberto, su compañero, de regreso de Israel don-de se conocieron.

4. Con sus padres y sus siete hermanos, de pequeños.

5. Con Regina Rodríguez, autora del artículo.

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residente en Argentina. Viaja a Chile a trabajar tam-bién por la reforma agraria y después del golpe regre-san juntos a Barcelona, donde comparte su vida conMagú a quien siempre trata con amor y respeto porsus espacios autónomos. En 1992 muere de cáncer.

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A pesar de sus inquietudes feministas, se mantie-ne más ligada a la política y los estudios académicos.Pero es su paso por Estados Unidos el acontecimien-to que marca el punto de giro definitivo. Al llegar,se encuentra con una gran manifestación pro-abortoque culmina con la aprobación de la ley en el Estadode Nueva York, y se vincula a los grupos feministasnorteamericanos. Es la época en que Betty Friedanha creado la National Organization of Women y unfuerte movimiento estudiantil exige incluir asigna-turas sobre las mujeres en las mallas académicas.Judith ya ha terminado sus cursos, tiene un Masteren Sociología del Desarrollo y su tesis doctoral esuna comparación entre los procesos de reforma agra-ria de los gobiernos de Frei y Allende. De esa etaparecuerda haber vivido a la distancia la muerte de ungran amigo, director zonal de la Cora, apedreado pordueños de fundo, en Linares, cuando cumplía su fun-ción en la reforma agraria.

Al regresar a Chile, intenta incorporar algunaspropuestas feministas en el Partido Socialista, basa-das en análisis de Engels, pero no tiene ningún ecoentre sus compañeros de militancia. Son los añosdel gobierno de la Unidad Popular, un proyectopolítico que moviliza de forma arrolladora a quie-nes lo comparten y a sus detractores. Un gobiernode izquierdas que, sin embargo, no asume ningúnprograma sobre la igualdad de las mujeres, más alláde una vaga propuesta sobre un Ministerio de laFamilia, que nunca se concreta. En junio de 1973,después de un primer intento de golpe de Estadocontra Allende, la familia se traslada a Buenos Ai-res donde ella trabaja como Directora de Extensióndel Gobierno de la provincia de Buenos Aires. Al-berto viaja a Chile el 10 de septiembre de 1973, undía antes del golpe de Estado de Pinochet. Los mili-tares allanan su casa obligándolo a esconderse enlos campos durante tres días hasta conseguir asiloen la embajada argentina.

Con el título de doctora en la mano, obtenido enEstados Unidos, en 1975, emigra a Barcelona juntocon Alberto y Rodrigo, en pleno Año Internacionalde la Mujer. En Cataluña nunca se siente extranjera,porque la experiencia de pertenecer a la familia deun funcionario internacional le permite adaptarse confacilidad. Tal vez en ese “sentirse en casa” reside sufuerza para superar grandes dolores. La represión dela dictadura argentina golpea duramente a su fami-lia. Uno de sus hermanos es detenido y desaparece,su cuñada muere durante la detención, otra herma-na está prisionera en un campo de concentraciónjunto a su marido. El pequeño hijo de ambos nace encautiverio y es entregado a la abuela por los milita-res. Judith asiste a estos dramas, a la distancia, impo-tente. La hermana grande ya no puede proteger a sushermanos.

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Se integra de lleno al movimiento feminista es-pañol, gran protagonista de la oposición a Franco enlos últimos años de la dictadura. Simultáneamente,se instala en la academia y alterna sus actividades enlas décadas siguientes. El dictador acaba de morir ylos movimientos sociales, el de mujeres entre ellos,toman la delantera. Judith trae la experiencia adqui-rida en su paso por Estados Unidos y su debate conlos partidos de izquierda en Chile, donde no habíantenido lugar sus propuestas por los derechos de lasmujeres. Funda el Primer Centro de Estudios de laMujer en la Universidad Autónoma. El objetivo cen-tral que se plantea es el de corregir el sesgo androcén-trico, teórico y empírico, de las Ciencias Sociales.Se trata de incorporar a las mujeres como objeto deestudio en la investigación y de reconceptualizar,desde esta perspectiva, las teorías sociales. Este en-foque lo aplica en sus estudios sobre la participaciónpolítica de las mujeres.

En 1977, junto con Marina Subirats, quien serádespués directora del Instituto de la Mujer de Españadurante el segundo gobierno de Felipe González, or-ganiza las Primeras Jornadas del Patriarcado, aconte-cimiento que reúne a más de mil mujeres que trabajandesde la coyuntura política y feminista hasta la Filoso-fía, la Antropología y la Historia. Un importante con-tingente de mujeres latinoamericanas participa en esas

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Jornadas reproduciendo el debate entre la izquierdalatinoamericana y el feminismo, en una época en quelas dictaduras dominan en América Latina.

Recuerdo a Judith brillante, dueña del espacioque comparte con Cristine Delphi, Empar Pineda ymuchas otras destacadas feministas europeas. La re-cuerdo también acogiendo a las latinoamericanas ya mí en especial, con esa calidez de hermana mayorque la caracteriza. Desde entonces, muchísimos lati-noamericanos/as han pasado por su casa, ya sea parahacer un curso, participar en un seminario o simple-mente viajar por Europa. Ella siempre los acoge, lescocina, usando alguno de sus múltiples artefactos paraaliviar el trabajo doméstico, y entabla interminablesdebates donde siempre aprendemos algo. Su alegríade vivir y su interés por los procesos de nuestros paí-ses son extraordinarios, también su gusto por bailartodo tipo de ritmos, probar nuevas comidas y visitarlos más apartados lugares en insólitos tours que lue-go nos relata en medio de carcajadas contagiosas. Lefascina tanto discutir ideas con un alto funcionariodel gobierno de cualquier país en una mesa política,

como quedarse en silencio contemplando la natura-leza en algún paraje apartado de América Latina.Recuerdo verla llegar a mi casa de Madrid con lasbolsas del supermercado, para surtir mi escuálido re-frigerador de exiliada. Mi hijo cuenta de ella con grancariño: “Cuando yo tenía como siete años, me rega-ló una gatita que trajo en el tren desde Barcelona,siempre iba vestida con mucho estilo y cuando tecompraba un juguete, te hacía sentir que en ese mo-mento estaba contigo, aunque luego hubiera cosasmás importantes”. La mezcla entre la intelectual y lahermana protectora es lo que hace entrañable a estagran mujer.

Los primeros años de la transición española legiti-man el feminismo como una propuesta política, cul-tural y social. Con el primer gobierno socialista eltrabajo de las feministas se traslada a las instituciones.Judith forma parte del Consejo Asesor del Institutode la Mujer. Su compromiso con el proceso democra-tizador de España se orienta a tres áreas de la política:la elaboración de las nuevas propuestas democráticas,la implementación de políticas de igualdad de opor-

De turismo por China con feministas españolas, antes de la Conferencia de Naciones Unidas, 1995.

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tunidades y la investigación en sociología política so-bre participación de las mujeres. Por un lado, su voca-ción política la conduce a entrar directamente en laacción. Por otro, al estar siempre en la universidad, laperspectiva de la investigación le permite reflexionarsobre la acción desde afuera y con categorías analíti-cas, de allí que sea capaz de trasladar experiencias deun lugar a otro y de insertar las políticas públicas endiferentes contextos. En ese sentido, su compromisofeminista no está en la calle y la movilización sino enel diseño y ejecución de soluciones institucionales alos problemas de la política.

En esa época sus principales aportes se refieren a laincorporación de la perspectiva de las mujeres en losconceptos de democracia y ciudadanía. La polémica enaquellos años era básicamente con los partidos de iz-quierda y ella escribe textos tan importantes como “Elfeminismo como concepción teórica y práctica políti-ca”, “Reflexiones feministas para la izquierda latinoa-mericana” o “¿Es posible una lectura feminista deMarx?”, entre otros. La apuesta es entonces por in-cluir la noción de ciudadanía como fundamento delsistema democrático, un escenario que permite la in-corporación de las mujeres. Este debate revaloriza lademocracia como sistema político, un cambio de en-foque que tiene consecuencias hasta hoy en toda lacultura de la izquierda y que adquiere una enorme vi-gencia en el plano latinoamericano.

La reflexión política sobre la democracia llevó a laconsideración de que si bien el espacio de la ciuda-danía era el más idóneo, era preciso introducirle re-formas y ampliaciones. Para ello, se consideróimprescindible hacer propuestas al reformismo radi-cal, como las que planteaba el feminismo en todas lasdemás áreas sociales. Se trataba de revisar las bases dela democracia, puesto que había excluido inicial-mente a las mujeres al negarles los derechos ciudada-nos. El sufragismo, el primer movimiento feminista,ya había puesto a la democracia como un eje centralal ejercicio del poder.

Tanto el sufragismo como el feminismo moderno hantenido siempre esa vocación, puesto que sostenían quela política no debería ser sólo el espacio de la jerar-quía y el poder sobre las personas, sino que debía guiarsepor el principio del servicio público. De allí que elfeminismo moderno haya buscado extender la demo-

cracia desde el ámbito público también hacia el ámbi-to privado.

“El proyecto feminista no puede estar al margendel resto de la sociedad y necesita de la participaciónde los hombres”2.

En relación con el diseño de políticas públicas deigualdad de oportunidades, Judith participa del Con-sejo Rector del Instituto de la Mujer desde su crea-ción en 1983 por el gobierno central, hasta 1990. Esimportante su aporte en los debates y decisiones de lanaciente institución, que incluyen el diseño del Pri-mer Plan de Igualdad de Oportunidades. Durante ladécada de los ochenta colabora con los institutos dela mujer de las comunidades autónomas, especialmenteen el Instituto de la Mujer de Cataluña, del País Vascoy en el de Andalucía. Su contribución es fundamen-tal, dada su experiencia con el gobierno central, en laelaboración de planes de igualdad y su evaluación. Suvida es, como siempre, muy intensa; se traslada porlas ciudades españolas y participa en los encuentrosdel exilio chileno en Europa, manteniendo su com-promiso con España y América Latina. Durante unviaje de sus padres a Europa, muere Verónica, la me-nor de sus hermanos, en un accidente trágico en Ar-gentina. Solo la puede llorar desde lejos.

En cuanto a la investigación en Sociología Políti-ca sobre la participación de las mujeres, Judith partedel diagnóstico siguiente:

La movilización feminista y su impacto en las organi-zaciones internacionales, Naciones Unidas y UniónEuropea, entre otras, ha hecho que los poderes públi-cos hayan decidido implementar políticas públicaspara paliar y, a ser posible, eliminar la discriminaciónde las mujeres. Esto implica cambiar el papel del Esta-do moderno que antes legitimó la discriminación delas mujeres en la sociedad, la política y la economía.

Judith aporta con su acción y su reflexión teóricae investigativa a las reflexiones sobre la participacióndemocrática y la intervención del Estado. En cuanto ala democracia, se trata de redefinir el espacio ciuda-dano desde las nociones de patriarcado y sistema degénero. Ha sido necesario incorporar el estudio sobrelas relaciones de poder al ámbito familiar y asumir, enel ejercicio de la ciudadanía, los nuevos derechos

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sexuales y reproductivos y de cuidado a las personas.Con respecto al Estado, ello ha implicado la obliga-ción de implementar las políticas de género en todassus variantes: igualdad de oportunidades para las mu-jeres, acción positiva y transversalidad.

Al hacer el balance de este período considera que“las políticas públicas y la legislación actuaron ex-plícitamente en la dirección de eliminar la discrimi-nación de las mujeres. Gracias al activismo feminista,el Estado ha debido no solo modificar su actuaciónanterior sino contribuir con su acción a transformarla sociedad patriarcal”.

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Permanece en la academia desde 1977, dondeempieza siendo profesora de sociología, y trabajaun año gratis, a pesar de tener un doctorado en Es-tados Unidos. En 1986 es elegida por el claustro deprofesores como directora del Departamento deSociología en la Universidad Autónoma de Barce-lona; por el claustro paritario de profesores y estu-diantes, vicedecana en 1989, y decana de laFacultad de Políticas y Sociología en 1992. Su acti-vidad en esos años se centra en la universidad. Sontiempos en que las universidades españolas abordanimportantes cambios que las ponen al nivel euro-peo; que son hechas con una gran dosis de dedica-ción por parte de los que detentan estos cargosacadémicos. Los temas de género se convierten tam-bién en líneas de investigación hechas desde laacademia. Judith mantiene también una gran vin-culación con la institucionalidad pública a cargode las políticas de género, pues continúa con su ta-rea de evaluar los Planes de Igualdad de la Admi-nistración Central y autonómica. Combina en estasevaluaciones los criterios políticos con la investiga-ción académica, lo que le permite no sólo abordarla práctica de la política pública, sino la reflexiónsobre las nuevas necesidades y preguntas que sur-gen a partir de su puesta en ejecución. Al respectoexplica: “si bien el feminismo le planteó a laacademia que revisara su quehacer, tanto de inves-tigación como de docencia, el rigor científico haceque la ideología política no deba estar mezclada decualquier ideología, incluso la feminista”. Viaja per-

manentemente por América Latina, participa en laConferencia Mundial de la Mujer en Beijing. Detoda esta práctica institucional surgen nuevos aná-lisis y planteamientos políticos que vierte en libros,artículos de revistas e informes de investigaciónen todo el mundo. Consultorías, cursos y seminariosen distintas comunidades autónomas españolas ypaíses de América Latina ocupan parte importantede su tiempo.

La experiencia institucional muestra que las dis-tintas formas de intervención pública apuntan a ob-jetivos diferentes. La igualdad de oportunidades esuna estrategia para incorporar a las mujeres en la es-fera pública y Judith la considera una respuesta a lasdemandas sufragistas. Vienen a corregir lo que sepuede definir como las “ausencias” de las mujeres.Pero las mujeres también tienen “presencias”, en es-pecial su aporte en el ámbito doméstico. Hoy, connuevas categorías económicas que han permitidocalcular el costo económico que tendrían estas acti-vidades, ha sido posible cuantificarlas. Los resulta-dos fluctúan entre el 40 y el 65% de aumento delPIB en los países considerados. De modo que, comoel trabajo doméstico es hecho de forma gratuita, estoconvierte a las amas de casa en un sector delvoluntariado y, como tal, en la ONG más grande deeste planeta. Esta nueva perspectiva del análisis dela desigualdad hace necesario plantearse otro tipode políticas que cambien la base estructural de lasociedad de género moderna.

El traslado de las propuestas y demandas feminis-tas a las instituciones ha producido una profesionali-zación y especialización. Judith ha estado involucradadirectamente en esas experiencias y constituye suprincipal contribución a los países de América Lati-na que han mirado atentamente a España en rela-ción con las políticas públicas. Sin embargo, de estelado del Atlántico, el Estado tiene sus propias carac-terísticas y limitaciones. Ella ha recorrido muchospaíses latinoamericanos en diferentes momentos, es-pecialmente cuando han puesto en marcha sus insti-tuciones destinadas a promover la igualdad deoportunidades o para evaluar el resultado de su ac-ción. Chile, Argentina y Costa Rica están entre losmás visitados en los primeros noventa, después Boli-via y Colombia, y últimamente México. Pero ha sidoCuba el país que más la ha sorprendido, sobre todo

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por sus movimientos subterráneos. “Sociología ha-bía sido cerrada, porque se consideraba que con es-tudiar marxismo bastaba”, cuenta, pero algunossociólogos seguían ligados a la sociología latinoame-ricana. Cuando se reabre la escuela en los noventa,piden a la Universidad Autónoma de Barcelona for-mar al profesorado y allí va Judith a hacer un cursode género para un Master en Sociología de la Uni-versidad Autónoma de Barcelona, solicitado por laUniversidad de La Habana. Al principio teme la re-acción de la Federación de Mujeres Cubanas conquienes las feministas se enfrentaron siempre en lasconferencias de Naciones Unidas, pero se encuentracon jóvenes ávidos de conocer cosas nuevas, el gé-nero entre ellas. Desde entonces, va siempre a Cubay es acogida con interés y simpatía por los estudian-tes y amigas de la FMC; se publican sus artículos enrevistas cubanas y su libro ¿Libres e iguales? esreeditado sin modificaciones en la isla.

En suma, la experiencia española en el diseñode políticas públicas y los aportes teóricos de JudithAstelarra han contribuido en los procesos de los paí-ses de América Latina y ella siempre ha estado dis-puesta a participar en todo tipo de espacios que laslatinoamericanas abren y donde requieren su apo-yo, considerando compatibles las ideas generales,

pero tomando en cuenta la realidad histórica, cul-tural, económica e institucional de cada país enparticular.

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La década del noventa se inicia con grandes tris-tezas en su vida personal, primero la muerte de Al-berto, su compañero, después de dos años largos concáncer en los que ella está a su lado día tras día. Lue-go, la muerte de su padre y de su hermano José Ma-ría en Argentina. Entre las alegrías se cuenta el regresode la democracia a Chile y el inicio de un procesodonde participa activamente. Histórica es su confe-rencia ante 600 mujeres en el Primer Encuentro deIgualdad de Oportunidades organizado por el reciéncreado Servicio Nacional de la Mujer. Es elespaldarazo a la formulación del Primer Plan de Igual-dad de Oportunidades en Chile, y las feministas lati-noamericanas, españolas y suecas vienen a apoyarlo.Aquí están Magali Pineda, Rosalba Todaro, VirginiaGuzmán, Gina Vargas, Haydée Birgin, Line Bareiro,Carlota Bustelo, entre muchas otras. Los vasos co-municantes de la experiencia de las mujeres funcio-nan a través de estas activistas y pensadoras entre lascuales Judith destaca por su lucidez, reforzada por su

Con sus hermanos, primos y sobrinos en Buenos Aires, 2004.

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presencia activa en la transición española, fuente enla que Chile bebe cada día.

En la década de los noventa, mientras en Chile seconsolida la democracia y en España la derecha esgobierno, Judith dedica su tiempo a profundizar ensus estudios sobre los efectos de las políticas de igual-dad aplicadas en España. Desde su casa que domina elMediterráneo en los altos del monte Tibidabo en Bar-celona, reflexiona:

El principal logro de las últimas décadas ha sido con-vertir la igualdad de oportunidades en política de Es-tado, basada en una estrategia de incorporación de lamujer al espacio público, esto equivale a completar eltrabajo iniciado por las sufragistas. Sin embargo, enlos últimos años, las conferencias de Naciones Unidasasumen las demandas de las mujeres para reconocer losDerechos Sexuales y Reproductivos. Hoy hablamosde los Derechos de Cuidado, esa es la tarea ahora.

Trabaja actualmente en proyectos europeos, esmiembro, como experta, de la Secretaría de Coopera-ción al Desarrollo y pertenece al Consejo Asesor de lafundación Carolina. Ambas son entidades no marca-das por el género, algo que, de algún modo la interpre-ta, porque está convencida de que hay que encontrar

respuestas a la pregunta ¿después de la paridad qué?Los avances realizados en España, de manera aceleradaen el período de la democracia postfranquista, y tam-bién la experiencia de otros países europeos, vienen aconfirmar que no se ha resuelto el problema de la se-gregación vertical y horizontal en la sociedad.

En opinión de Judith, esas respuestas deben com-prender la complejidad del problema, algo que no hasucedido hasta ahora, porque el énfasis ha estado pues-to en lograr el acceso de las mujeres al espacio públi-co. En una entusiasta conversación telefónica seexplaya:

Las categorías del feminismo moderno surgieron delfeminismo radical, entre ellas la del patriarcado. Elfeminismo socialista es una respuesta que, admitien-do el vacío, señala que no es la única dimensiónsocial, sino que hay que combinarla con otros ele-mentos que generan la desigualdad, como las clasessociales. No podemos seguir sosteniendo que lasmujeres hacemos todo mejor y tenemos respuestasdiferentes para todo; que la dimensión patriarcal esel origen y la explicación de todo lo que sucede enla sociedad. En este sentido, hoy el feminismo haproducido avances en la situación de las mujeres,España es un buen ejemplo, pero los nuevos proble-mas requieren respuestas más complejas y proyectosen los que las feministas podamos encontrarnos ensitios diferentes [Es necesario] sacar el género a lasactividades porque de otro modo quienes redistribu-yen su tiempo solo son las mujeres.

En su visión, el camino recorrido nos indica queya no es necesaria sólo la autonomía, sino que los hom-bres, quienes son parte del problema, deben ser tam-bién parte de la solución.

Entre las grandes preguntas que necesitamos res-ponder en el futuro cree que

la principal es cómo salir de la dicotomía del géne-ro que propone dos tipos de identidades personales,dos sistemas de roles y la división de los ámbitossociales en dos. El patriarcado es un sistemadicotómico donde hay superioridad masculina, enla jerarquía cultural y en el reparto de los recursossociales, económicos y demás. Su trasfondo de des-igualdad lo hace insostenible desde la postura demo-

Campaña electoral de Ricardo Lagos, un buen amigo, en Chile.

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crática, pero, suponiendo que el sistema fuera iguali-tario ¿queremos seguir prisioneros de la dicotomía?Hasta ahora hemos puesto el énfasis en la forma comola dicotomía ha producido la dimensión patriarcal,en el caso de las políticas públicas la discriminacióny la desigualdad. Creo que debemos posicionarnosdesde la libertad y proponer que el sistema de génerosea amplio y plural y no dicotómico. Esto sí es unaverdadera revolución cultural.

Judith apuesta hoy por proyectos políticos de ex-perimentación en pequeños territorios. A su juicio, ladimensión local permitiría abordar esa complejidad.Vuelve a retomar una antigua propuesta de las italia-nas en los años ochenta que hablaba de la redistribucióndel tiempo. La Ley del Tiempo, así la llamaron, se pro-pone combinar los intereses de todos los actores de

una comunidad, para mejorar la vida de todos. Es se-guro que la contribución de Judith a las respuestas quenecesitamos será muy importante y aún queda muchocamino por recorrer juntas.

La medalla que acaba de recibir es sólo otro hitoen su camino.

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1 La mayoría de las citas textuales que aparecen en este texto sonproducto de diversas conversaciones sostenidas entre la autora yla protagonista del presente artículo, a lo largo de varios años deamistad.

2 Judith Astelarra, 2003, ¿Libres e Iguales? Sociedad y política desdeel feminismo, Santiago de Chile, Cem.

Presentación de su libro ¿Libres e iguales?, editado por el CEM e ISIS, en Chile.