17-los filósofos presocráticos

Upload: franagraz

Post on 05-Mar-2016

40 views

Category:

Documents


2 download

DESCRIPTION

filosofos

TRANSCRIPT

  • [ BIBLIOTECA DE RECURSOS ELECTRNICOS DE HUMANIDADESE-excellence Liceus.com

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    BIBLIOTECA DE RECURSOS ELECTRNICOS DE

    HUMANIDADES

    para red de comunicaciones Internet

    REA: Cultura Clsica Literatura Griega

    Liceus, Servicios de Gestin y Comunicacin S.L.

    C/Rafael de Riego, 8- Madrid 28045

    http://www.liceus.com e-mail: [email protected]

    - 1 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    LOS FILSOFOS PRESOCRTICOS: JENFANES Y HERCLITO

    ISBN - 84-9822-558-2

    Carlos Megino Rodrguez

    Doctor en filosofa y letras

    [email protected]

    Thesaurus de palabras clave: literatura griega, filosofa presocrtica, Jenfanes, Herclito, pensadores jonios, poesa filosfica

    - 2 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    JENFANES

    1. Vida Jenfanes naci en Colofn, ciudad jonia de Asia Menor, hacia los aos 580-75

    a. C., durante la 50 Olimpada. Alcanz una edad avanzada, de lo que tenemos

    constancia por el propio Jenfanes, quien, en unos bellos y desacostumbrados versos

    entre los presocrticos, dice:

    Ya son sesenta y siete los aos

    que agitan mi desvelo a travs de la tierra griega,

    y desde mi nacimiento hasta entonces haban pasado otros veinticinco,

    si es que s hablar con verdad acerca de estas cosas. (21 B 8)1

    Es decir, su propio testimonio nos revela que lleg a nonagenario, y es posible que

    incluso llegara a la centena, toda vez que sabemos que pudo vivir hasta la poca del

    tirano Hiern de Siracusa y del poeta Epicarmo, en los aos posteriores al 478 (21 A

    8). Poco ms sabemos sobre su vida. Como l mismo dice en sus versos, sali de su

    ciudad natal a la edad de 25 aos, seguramente desterrado, por el tiempo en que

    aqulla fue tomada por los medos (548 a. C.). Llev una vida de poeta errante, que

    debi pasar en su mayor parte en Sicilia y la Magna Grecia (21 A 1 = D. L. 9.18),

    donde tuvo conocimiento de la filosofa pitagrica (cf. 21 B 7) y pudo trabar contacto

    con Parmnides, al que la doxografa posterior hara su discpulo (21 A 2, 30, 31).

    Incluso se le consider el fundador de la escuela eletica (21 A 8, 36), quiz debido a

    que se tom al pie de la letra un pasaje irnico del Sofista de Platn (242c-d) en el que

    se dice:

    Junto a nosotros, el clan eletico, que comenz con Jenfanes y aun antes, ha

    expuesto los mitos de que son una sola cosa las que llamamos todas.

    Aqu Platn se refiere, en rigor, a aquellos pensadores monistas que postulaban la

    unidad del ser, los cuales eran fcilmente identificables con los eleticos,

    Parmnides y Zenn, con los que vincula a Jenfanes por ser uno de los primeros en

    defender, segn l, semejante tesis, lo que no implica de suyo que ste fuera el

    iniciador de ninguna escuela de pensamiento2.

    Las fuentes lo han supuesto tambin discpulo de Botn de Atenas (21 A 1 = D.

    L. 9.18) y del fsico Arquelao (21 A 1 = D. L. 9.18, A 6), lo que, en ambos casos,

    parece un error. En el primero, porque slo se conoce a un Botn de Atenas que fue 1 Seguimos en sta y en las citas siguientes tanto la numeracin de la edicin de H. Diels y W. Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker, 1. Band, Berln, 19547, como la traduccin de C. Eggers Lan y V. E. Juli: Los filsofos presocrticos, vol. 1, Madrid, Gredos, 1986 (salvo indicacin en contrario).

    - 3 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    maestro de retrica en el s. V, lo que le imposibilita por motivos cronolgicos. En el

    segundo caso, porque de Arquelao se dice que fue discpulo de Anaxgoras y maestro

    de Scrates (60 A 1), dos filsofos cuyo nacimiento se sita ya en el siglo V, de modo

    que Arquelao no tena edad para ser maestro de Jenfanes. Se ha supuesto que el

    error pudiera provenir de una confusin de nombres entre Jenfanes y Jenofonte.

    Por algunos de sus fragmentos (21 B 1), se puede deducir que se trataba de un

    hombre bien situado, que era invitado a los banquetes aristocrticos para recitar su

    poesa, en un entorno de lujo y abundancia, e incluso de excesivo refinamiento (21 B

    3), en el que era bien recibido. Esta situacin de poeta aristocrtico debi ser tanto

    anterior como posterior a su destierro. No obstante, debi pasar tambin ciertos

    apuros econmicos, si hemos de dar crdito a un testimonio de Plutarco segn el cual

    Jenfanes dijo una vez a Hiern que apenas poda alimentar a dos esclavos (21 A 11).

    Se nos han conservado sobre l cierto nmero de noticias y ancdotas cuya

    historicidad puede ser ms o menos dudosa, pero que ayudan a comprender algo ms

    la vida y el carcter de Jenfanes. As, por ejemplo, se nos cuenta, quiz para ilustrar

    la serenidad ante la desgracia del poeta-filsofo, que sepult a sus hijos con sus

    propias manos, y tambin que fue vendido como esclavo (21 A 1 = D. L. 9.20).

    Otras ancdotas nos hablan de la actitud de Jenfanes respecto de diversos

    temas, como los dioses, la sabidura o la indiferencia ante la maledicencia ajena. A

    partir, probablemente, de las afirmaciones de Jenfanes en contra de las creencias

    religiosas tradicionales, encarnadas en la imagen homrico-hesidica de los dioses, y

    a favor de otra ms respetuosa de la divinidad (por ej., 21 A 1, B 11-16, B 23-25), se

    debieron construir un par de ancdotas que apoyan esa concepcin de lo divino. En la

    primera, se dice que Jenfanes acusaba de impiedad a los que afirmaban que los

    dioses nacen y mueren, debido a que ello supone que no son eternos (21 A 12), y en

    la segunda, preguntado por los elatas si deban hacer sacrificios y entonar canto

    fnebres a Leuctea, una mujer convertida en diosa al arrojarse al mar con su hijo,

    respondi que si la consideraban diosa, no le entonasen cantos fnebres, y si, por el

    contrario, la tenan por mujer, no le hicieran sacrificios (21 A 13). En ambos casos, las

    noticias no parecen tener otra funcin que la de corroborar la imagen de Jenfanes

    como un crtico reprobador del antropomorfismo de las creencias religiosas

    tradicionales, una imagen construida sobre las propias palabras del filsofo (v. 21 B

    14-15).

    Sobre la actitud de Jenfanes ante la sabidura se nos ha transmitido tambin

    una ancdota bastante dudosa, por contarse tambin de Empdocles, aunque

    ilustrativa de un cierto talante elitista que s tiene visos de tener una base histrica. 2 Cf. p. e. Eggers Lan (1986) 277 n. 5 y 278 n. 6.

    - 4 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    Habindole dicho Empdocles que el sabio es inhallable, Jenfanes le habra

    contestado que es natural que sea as, pues es necesario ser sabio para reconocer al

    que tambin lo es (21 A 1 = D. L. 9.20).

    En cuanto a su indiferencia ante la maledicencia ajena, se cuenta que cuando

    en una ocasin el poeta Laso de Hermone le llam cobarde por negarse a jugar a los

    dados con l, admiti sin rubor que lo era, aduciendo que era cobarde y falto de

    audacia slo respecto de las cosas vergonzosas (21 A 16).

    Esta ancdota es interesante tambin porque es sintomtica de una recurrente

    tendencia en las fuentes en presentarnos a Jenfanes no slo como escarnecedor de

    los poetas antiguos, Homero y Hesodo, y de sus enseanzas, sino como un poeta

    independiente y satrico tambin con otros poetas, con los que no parece haber tenido

    buena relacin. As por ejemplo, adems de la ancdota sobre Laso de Hermone,

    tenemos una noticia un tanto enigmtica segn la cual Epicarmo se diriga a

    Jenfanes, al parecer, en tono reprobatorio (21 A 15), y tambin otra en la que se dice

    que Jenfanes llamaba a Simnides avaro (21 B 21).

    Por su diversidad de intereses, Jenfanes debi adquirir fama entre sus

    contemporneos de hombre erudito y polifactico, de la cual parece hacerse eco

    Herclito cuando lo incluye junto a Hesodo, Pitgoras y Hecateo entre los que saban

    muchas cosas, pero eran faltos de una verdadera comprensin de ellas (21 A 3).

    Segn los estudiosos, habra que situar la fecha de su muerte un poco antes

    del 470.

    2. Jenfanes como autor literario Jenfanes se expresa en el lenguaje de la poesa, como harn despus de l

    Parmnides y Empdocles. Escribi en hexmetros dactlicos, dsticos elegacos y

    trmetros ymbicos, los metros propios de la pica, de la elega y del drama,

    respectivamente. No es fcil determinar la correspondencia exacta entre estos metros

    y las obras a las que pertenecan, a excepcin de los dsticos, que es claro que

    proceden de elegas. Los hexmetros referentes a cuestiones teolgicas y fsicas

    podran pertenecer a un poema transmitido bajo el ttulo convencional Sobre la

    naturaleza, aunque es posible tambin que hayan sido extractados de diversos

    poemas en los que se rechazaba la imagen tradicional sobre los dioses o se

    expresaba cierto inters por temas cosmolgicos. Poemas del estilo formal, quiz, de

    los Himnos homricos.

    Este tipo de metro fue utilizado tambin en escritos satricos o libelos

    denominados Silos, en los cuales se pudieron combinar con los trmetros ymbicos

    (como en 21 B 14). Segn testimonio de Ateneo, Jenfanes pudo haber compuesto

    - 5 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    tambin parodias (21 B 22), aunque es posible que con el trmino parodia se refiera

    a una caracterstica de los Silos y no al ttulo de alguna obra. La tradicin le atribuye

    tambin dos poemas, intitulados, respectivamente, La fundacin de Colofn y La

    colonizacin de Elea en Italia, con una extensin de dos mil versos (21 A 1 = D. L.

    9.20), de los cuales nada nos ha llegado.

    La preferencia por el uso de la poesa y por los recursos propios del metro nos

    sitan en el mbito de la cultura oral, dentro de los patrones tradicionales de

    transmisin de las ideas, en los que no hay lectores, sino oyentes, de los que se

    pretende que aprendan de memoria el contenido de los poemas. Esta forma de

    expresin se aleja de la prosa fsica de los milesios, ms en la lnea de los loggrafos

    antiguos, y contina los modelos formales transmitidos, aunque no la ideologa que

    sustentaban. Jenfanes, a diferencia de los rapsodas, que cantaban las epopeyas

    homricas, recitaba sus propios poemas, como los poetas lricos, y se serva de ellos

    precisamente para criticar y contrarrestar, desde una perspectiva personal y racional

    propia, la imagen de los dioses que transmitan dichos poemas, a los cuales, incluso

    parodiaba (21 B 22).

    En las elegas, Jenfanes refleja sus experiencias personales en los banquetes

    aristocrticos como poeta errante, as como sus opiniones sobre ciertas costumbres y

    tradiciones heredadas, con las que se muestra crtico. Describe el lujo y refinamiento

    de los festines a los que acude, cuyo disfrute subordina, no obstante, a una actitud

    moral por parte de los comensales, expresada en la piedad hacia los dioses, en la

    moderacin en la bebida, en la virtud y justicia de las acciones y en el abandono de las

    historias mitolgicas tradicionales, pues no son ms que invenciones intiles contrarias

    a la reverencia debida a los dioses (21 B 1). Censura los honores que se dispensan a

    los vencedores en las competiciones deportivas, que juzga menos merecidos que los

    que le deberan dispensar a l como poeta, dando para ello dos razones: primera,

    porque las victorias deportivas se debe a la fuerza, y la fuerza es inferior a la sabidura

    propia de un poeta como l; y segunda, porque esas victorias no reportan utilidad

    alguna a la comunidad cvica, pues ni la hacen mejor legislada, ni le procuran mayores

    recursos econmicos (21 B 2). Critica tambin la molicie y la vanidad de sus

    compatriotas colofonios antes de la destruccin de su ciudad, en una actitud de

    consciente alejamiento de ese modo de vida (21 B 3). Se refiere tambin al modo

    correcto de mezclar vino en una copa (21 B 5), en un fragmento perteneciente al

    mismo tema simposaco descrito en el fr. 21 B 1. Desde luego, la elega era, en manos

    de Jenfanes, un vehculo til para criticar con irona las ideas y creencias de otros

    poetas y hombres sabios ilustres. Ejemplo de ello es la alusin irnica a la codicia de

    algunos aedos, si es que as cabe interpretar el fr. 21 B 6, as como la ancdota con la

    - 6 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    que ilustra la creencia pitagrica en la reencarnacin de las almas, en la que

    Pitgoras, al ver a un cachorro que era maltratado, interviene en su favor

    argumentando haber reconocido por la voz en l al alma de un amigo suyo (21 B 7).

    No faltaba tampoco la alusin personal a su larga vida errante, dominada ya por la

    vejez (21 B 8-9).

    Pero es el carcter satrico de la poesa de Jenfanes lo que, al parecer, cal

    ms hondo en la posteridad, a juzgar por la recurrencia de los testimonios antiguos en

    aludir a ese carcter cuando se refieren a la obra del poeta (21 A 20-23). Y es

    precisamente en los Silos donde Jenfanes daba rienda suelta a su vena custica y

    mordaz, teniendo como objetivo principal de sus ataques la teologa transmitida por la

    poesa de Homero y Hesodo, contra cuyo desvergonzado antropomorfismo no puede

    dejar de rebelarse la piadosa moralidad de Jenfanes (cf. 21 A 14), adalid de una

    visin mucho ms espiritualista y moralizante de la divinidad.

    Jenfanes, como Platn ms tarde, se queja de que sean educadores de los

    griegos (21 B 10) Homero y Hesodo, poetas que atribuyen a los dioses acciones

    ilcitas e inmorales como robar, engaar y cometer adulterio (21 B 11-12). Segn su

    concepcin intelectualista de la divinidad, no tiene sentido atribuir a sta acciones y

    pasiones humanas que le son ajenas, y menos an, las de ndole ms baja y

    reprobable. Jenfanes pretende ser, ayudndose de los mismos medios de expresin

    y promocin: la poesa pica de transmisin oral, la contraparte de la educacin

    tradicional homrico-hesidica, y, por eso, ataca el fundamento en el que sta

    descansa: la religin olmpica tradicional. Y ataca a sta en su misma base: el

    antropomorfismo. Jenfanes no puede admitir que los dioses nazcan como los

    hombres, ni que tengan la misma voz, vestimenta y figura que ellos (21 B 14), pues

    descubre que admitir eso supone caer en el subjetivismo y el relativismo teolgicos, ya

    que cada raza se imagina a los dioses a su imagen y semejanza (21 B 16), resultando

    que habra tantos tipos de dioses como razas de hombres. Jenfanes lleva incluso el

    argumento hasta el absurdo, pues por la misma razn los animales, si fueran capaces

    de imaginarse a sus propios dioses, se los figuraran tambin a semejanza propia (21

    B 15), de modo que habra tambin dioses-leones, dioses-caballos, etc.

    Pero en los Silos se deban tratar tambin otros temas ms festivos, de ndole

    bquica (21 B 17), ertica (21 B 42) o pardica (21 B 22).

    En el supuesto poema Sobre la naturaleza o entremezcladas en otros poemas,

    Jenfanes expres tambin sus ideas teolgicas, fsicas, cosmolgicas y

    epistemolgicas que, en lo que pueden ser reconstruidas, exponemos seguidamente.

    3. El pensamiento de Jenfanes

    - 7 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    a) La concepcin de la divinidad

    La crtica de la imagen homrica de los dioses, que era la comn entre los griegos, no impidi que Jenfanes partiera precisamente de esa imagen en su

    concepcin de la divinidad. Segn lo poco que conservamos de las declaraciones de

    Jenfanes acerca de ella, las cuales, si hemos de creer a Aristteles, no debieron ser

    tampoco en su origen demasiado claras (cf. 21 A 30), hay una divinidad nica, de

    condicin superior a cualquier otro ser, que no se parece a los mortales ni en figura ni

    en pensamiento (21 B 23, cf. Il. XII 241-2), lo cual, al parecer, no quiere decir que sea

    incorprea y que su pensamiento trascienda la comprensin humana, sino que su

    cuerpo es incomparablemente mayor y su pensamiento de mucho ms alcance.

    Se le describe como inmvil, ya que no le es propio o adecuado moverse de un

    lado a otro (21 B 26). Esta impropiedad parece explicarse por su capacidad para

    mover (lit. sacudir, agitar) todas las cosas sin esfuerzo con la simple voluntad de su

    entendimiento (21 B 25), una capacidad que parece desarrollar la que Homero

    atribuye a Zeus de conmover el Olimpo con un simple asentimiento con la cabeza (Il. I

    528-530; un eco de esta facultad del dios para actuar con el solo pensamiento puede

    verse en Esquilo, Supl. 96-103). Utilizando la terminologa aristotlica, el dios de

    Jenfanes es una especie de causa eficiente, que pone en movimiento el curso natural

    de las cosas con la sola accin de su pensamiento, las cuales domina en cuanto que

    todas se hallan bajo el alcance de su percepcin. Esa percepcin no se realiza

    mediante rganos sensoriales, sino por medio del cuerpo entero del dios (21 B 24, A

    33). Por eso, quiz, diga Digenes Laercio que el dios de Jenfanes es todo l

    entendimiento y pensamiento (21 A 1), aunque lo que parece subyacer a esta

    declaracin es el inters de poner de relieve que es el ejercicio activo del intelecto lo

    que caracteriza propiamente al dios.

    Su unicidad e inmovilidad, de la que poda deducirse, si no lo hizo Jenfanes

    mismo, la inmutabilidad y la igualdad natural de todas sus partes (21 A 35 = Timn de

    Fliunte, frr. 59-60), pudo conducir a que se le considerase esfrico, completo,

    inmutable y eterno (21 A 1 = D. L. 9.19, A 28, A 33, A 35-36), en un intento,

    presumiblemente, de convertirle en precedente del Ser parmendeo (cf. 28 B 8). No

    obstante, de los fragmentos conservados no se deducen necesariamente estas

    implicaciones ontolgicas nacidas de la interpretacin parmendea del dios de

    Jenfanes. Una interpretacin que llev incluso a asimilar ese dios nico con la Unidad

    del todo y a hacer de Jenfanes el iniciador del monismo que sera caracterstico de

    Parmnides y los eleticos (21 A 29-31, A 36). La concepcin de Jenfanes de dios

    como nico en su carcter, por ser el mayor de los seres, tanto mortales como

    inmortales, nace por contraste (y, a la vez, por influencia) del Zeus homrico, al que

    - 8 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    despoja de su carcter antropomrfico, no como abstraccin metafsica de la

    multiplicidad de los seres en un nico ser total, como parece creer la tradicin

    doxogrfica, que, por otra parte, se basa a este respecto presumiblemente en los

    mismos fragmentos que nosotros poseemos. De hecho, como enseguida veremos, la

    idea que tiene Jenfanes del mundo y de sus principios est ms de acuerdo con las

    cosmologas anteriores que con el monismo parmendeo.

    b) Los principios de las cosas

    En su crtica de las doctrinas de los filsofos presocrticos sobre los principios

    de la realidad, Aristteles (Metaf. 989a 5ss.) declara que ninguno de ellos haba

    propuesto como principio a la tierra, por componerse de partculas mayores que las de

    los otros tres elementos y, por tanto, no poder ser stas el origen, al mezclarse, de

    ellos. La consideracin de la tierra como elemento primordial la atribuye a la creencia

    popular, que vendra sugerida por la afirmacin de Hesodo de que la Tierra fue la

    primera en generarse (v. Teog. 116-7). Sin embargo, las fuentes nos han transmitido

    un verso de Jenfanes que dice (21 B 27):

    Pues de la tierra son todas las cosas y en la tierra todas acaban3.

    Interpretndolo en el sentido de que, con l, Jenfanes declaraba a la tierra como el

    principio a partir del cual se generan todas las cosas, en el mismo sentido en que, por

    ejemplo, Tales declaraba como principio el agua, Anaxmenes, el aire o Herclito, el

    fuego (Sexto Emp. Adv. Math. 10.313, 21 A 36).

    Esta contradiccin entre la afirmacin de Aristteles y el contenido del verso de

    Jenfanes parece diluirse si tenemos en cuenta otros dos versos en los que se hace

    referencia al origen de los seres vivos, incluyndose el agua como principio:

    Tierra y agua son todas las cosas que nacen y crecen (21 B 29, A 29)

    y

    Todos hemos nacido de tierra y agua (21 B 33).

    Es posible que el verso del fr. 27 proceda de un contexto en el que se hiciera

    referencia a los seres vivientes, ms bien que a la totalidad de las cosas, de un modo

    parejo a como hace el versculo 3.19 del Gnesis: hasta que vuelvas a la tierra, pues

    de ella fuiste sacado; porque polvo eres y en polvo te has de convertir. En ese

    sentido, Jenfanes pudo partir de la idea general, presente, por ejemplo, en Tales (11

    A 12) y Anaximandro (12 A 30), y que tambin tiene ecos homricos (Il. 7.99), de que

    los seres vivos proceden de la tierra vivificada por el agua, y, de ah, deducir que, en

    virtud de la accin de la humedad del agua sobre la tierra, todos los seres (incluidos

    3 La traduccin es ma.

    - 9 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    los humanos) nacen y crecen de forma natural, hasta que, cuando mueren, vuelven a

    la tierra de la que salieron.

    Esta interpretacin encuentra apoyo, creemos, en la explicacin que se

    atribuye a Jenfanes de la presencia de fsiles marinos en zonas secas de tierra

    adentro, de los cuales dice que proceden de la impresin que dejaron los seres

    marinos en el barro en una poca en que la tierra estaba enfangada por el mar. Lo

    cual implica, por tanto, que para Jenfanes los seres vivos surgan del barro, que no

    es ms que mezcla de agua y tierra. Ahora bien, segn Jenfanes, la mezcla de la

    tierra con el mar es un proceso cclico, de modo que habra pocas hmedas

    alternando con pocas secas, influyendo cada una de ellas en la generacin

    correspondiente de seres vivos. As, el hombre nace en las pocas secas, cuando la

    tierra est sobre la superficie del mar, mientras que perece cuando la tierra, anegada

    por el mar, se hace barro, repitindose a continuacin el ciclo de las generaciones (21

    A 33).

    Por tanto, podramos decir que los principios elementales sobre los que

    edificaba Jenfanes su visin del cosmos y, en especial, de los seres que habitan en

    l, eran la tierra y el agua, los cuales se mezclaban entre s a intervalos cclicos,

    originando as las diversas generaciones de seres vivos.

    c) Ideas fsicas y cosmolgicas

    En sus opiniones fsicas y cosmolgicas, Jenfanes se halla influido tanto por

    la tradicin homrico-hesidica, como por las teoras milesias, desterrando, en todo

    caso, las explicaciones mticas para adoptar una visin racional del mundo que toma

    como elementos primordiales la tierra y el agua.

    As, por ejemplo, concibe la tierra sobre la que nos movemos como un espacio

    limitado por el aire, pero ilimitado en su parte inferior (21 B 28), en una imagen que

    recuerda la concepcin tradicional de la tierra enraizada sobre una vasta sima inferior,

    de enorme profundidad, llamada Trtaro (Il. 8.13-6, Hes. Teog. 725-8). No parece que

    haya que entender esto en el sentido de que la tierra tiene un fondo infinito y que por

    eso se mantiene firme a inmvil, como lo entiende la doxografa (21 A 47), sino ms

    bien en el de que la tierra tiene una parte superficial, delimitada por el aire, que es la

    que pisamos, y otra parte inferior, de una profundidad tan enorme que no podemos

    determinarla, sobre la cual se asienta.

    En cuanto a la superficie terrestre, parece que Jenfanes afirmaba que se va

    sumergiendo poco a poco en el mar (21 A 32), lo que indica que nos hallamos en la

    fase de progresivo enfangamiento de la tierra, que debe culminar con la muerte de la

    raza humana cuando toda ella se convierta en barro.

    - 10 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    Quiz sea precisamente en ese contexto de interaccin del agua con la tierra

    en la que la una parece surgir de la otra, y la otra de la una, en el que haya que

    entender la observacin de que en ciertas cavernas gotea agua (21 B 37), como han

    sostenido algunos estudiosos.

    El importante papel que desempeaba el mar en la concepcin fsica de

    Jenfanes no slo se derivaba de su interaccin con la superficie de la tierra, decisiva

    para la suerte de los seres vivos, sino tambin de su carcter de origen del agua dulce

    y de los procesos meteorolgicos que tienen como protagonistas el agua y el viento,

    es decir, de los ros, las nubes, la lluvia y los vendavales (21 B 30). La imagen del mar

    como fuente de los ros parece un eco del Ocano homrico, gnesis de fuentes,

    pozos, mares y ros (Il. 21.194-7), aunque concebirlo como origen de las nubes y de la

    lluvia parece responder ms bien a una induccin lograda a travs de la observacin,

    en la lnea de las explicaciones milesias de esos mismos fenmenos (cf. p. e.

    Anaximandro, 12 A 11, A 27).

    Otros fenmenos atmosfricos, como el arco iris o el fuego de San Telmo,

    reciben tambin una explicacin desmitologizada y racional, describindose el primero

    como una nube prpura, escarlata y verdosa (21 B 32), y el segundo como nubecillas

    resplandecientes por causa del movimiento (21 A 39).

    Los cuerpos celestes se conciben tambin en los mismos trminos, segn sus

    supuestos componentes elementales, cuya concentracin, inflamacin y modificacin

    los definen y configuran. Sin embargo, no hay coincidencia en las fuentes sobre la

    incidencia de esos componentes. Algunas, por ejemplo, dicen que para Jenfanes el

    sol se compone de la reunin de pequeas partculas gneas que proceden de una

    exhalacin hmeda (21 A 33, A 40), mientras que otras fuentes afirman que tanto el

    sol como las estrellas surgen a partir de nubes en ignicin (21 A 38, A 40; cf. A 32). No

    obstante, la concepcin subyacente en unas y otras coincide en un punto esencial: en

    la idea de que los astros brillantes que pueblan el firmamento, de los cuales el sol es el

    principal, no son sino nubes de fuego originadas por la ignicin de evaporaciones

    hmedas procedentes del mar, una concepcin muy similar a la de Herclito (22 A 1).

    Al parecer, Jenfanes explicaba la alternancia del da y la noche, y las

    consiguientes aparicin y ocultamiento del sol y las estrellas, diciendo que el sol nace

    cada da con la ignicin de las partculas que lo componen, mientras que por la noche

    son las estrellas las que toman el relevo encendindose como carbones, no siendo el

    amanecer y el ocaso sino encendimientos y apagamientos del sol y de las estrellas (21

    A 33, A 38). La creencia de que el sol es nuevo cada da se repite en Herclito (22 B

    6), lo que confirma a este respecto una interconexin de ideas y, posiblemente, un

    influjo mutuo.

    - 11 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    La doxografa le atribuye tambin a Jenfanes la afirmacin de que hay

    mltiples soles y lunas (21 A 33, A 41a), lo que quiz haya que entender en relacin

    con la doctrina del nacimiento diario del sol (y, posiblemente, tambin de la luna) y su

    renovacin en cada da, de modo que habra que contar uno nuevo con cada

    amanecer. Los eclipses se explicaban por la marcha del sol hacia zonas no habitadas

    por nosotros, lo que impeda que se pudiera ver en su totalidad (21 A 41a).

    De todos modos, lo ms probable es que la importancia del sol para Jenfanes

    estribara sobre todo en su funcin: la de surcar el cielo calentando la tierra (21 B 31) y,

    con ello, asegurar el orden cclico del mundo y la generacin de los seres vivos (21 A

    42).

    d) Naturaleza y evolucin del conocimiento humano

    En su concepcin del conocimiento, Jenfanes se muestra como un escptico

    respecto a la capacidad humana de tener un conocimiento evidente y cierto sobre la

    realidad, debido seguramente al contraste que establece entre el pensamiento divino y

    humano, que evidencia la imposibilidad del hombre de alcanzar un tipo de

    conocimiento reservado a la divinidad por la superior naturaleza de su pensamiento y

    por su percepcin omniabarcante (cf. 21 B 23, B 24). Aunque seguramente haya

    tenido peso en la concepcin de Jenfanes el tpico literario de la superioridad

    cognoscente de los dioses o de musas sobre los hombres efmeros, cuya limitada

    naturaleza les fuerza a invocar a stos para alcanzar sabidura y conocimiento (v. p. e.

    Il. II 485, Empdocles, 31 B 2, B 131, Alcmen, 24 B 1), su convencimiento de la

    incapacidad del hombre para conocer ms all de la simple conjetura, ha debido surgir

    de las exigencias de su propia teora antropolgica, que destierra del mbito humano

    toda posible justificacin natural de afirmaciones dogmticas que pretendan reflejar la

    verdad. El saber humano no es ms que opinin y conjetura (21 B 34, B 35),

    apariencia de verdad, de modo que est sujeto al relativismo del juicio personal, sin un

    criterio de certeza externo que determine cmo son las cosas en realidad (cf. 21 A 25,

    B 38). No proviene de la revelacin divina, como pretenda la cultura tradicional, sino

    de la propia investigacin humana, de la cual, sin embargo, se ofrece una visin

    optimista de sus posibilidades, aceptndose la evolucin del saber humano a mejor en

    virtud del mero esfuerzo personal de investigacin (21 B 18), aunque no sea posible

    alcanzar la verdad completa.

    - 12 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    HERCLITO

    1. Vida Herclito era natural de feso, ciudad jonia de Asia Menor. Proceda de una

    familia aristocrtica, descendiente quiz del fundador de la ciudad, Androclo, si hemos

    de dar crdito a la noticia que nos dice que cedi a su hermano sus derechos de

    realeza (22 A 1 = D. L. 9.6, junto a 22 A 2). Una tradicin antigua atribuye su madurez

    hacia el 504-501 a. C., durante la 69 Olimpada (22 A 1 = D. L. 9.1), lo que, segn el

    cmputo convencional de 40 aos para la edad madura, habra que situar su fecha de

    nacimiento hacia el 544-541. No hay razones de peso para dudar de la correccin

    aproximada de esta fecha, que se confirmara si aceptamos que fue contemporneo

    de Jenfanes y del historiador Hecateo, y posterior en el tiempo a Hesodo y

    Pitgoras, como el fr. 22 B 40 parece sugerir, ni tampoco de la noticia segn la cual

    habra vivido 60 aos, siempre y cuando tengamos en cuenta la inseguridad de los

    datos con que contamos, debido principalmente a que stos provienen de fuentes muy

    posteriores a la poca del filsofo, las cuales, en muchos casos, no han tenido otra

    referencia que sus mismos fragmentos para reconstruir los aspectos que ofrecen de su

    vida.

    As ocurre, por ejemplo, con su fama de altivo y desdeoso, deducida de los frr.

    22 B 40-42, y con su misantropa y carcter insociable, que explicara su desprecio

    hacia sus conciudadanos y hacia la poltica de su ciudad, manifestado en el rechazo a

    participar en la vida pblica y en la elaboracin de nuevas leyes, y en su retiro al

    templo de rtemis, primero, y despus a las montaas, para llevar una vida de

    eremita, todo lo cual parece sugerido por los frr. 22 B 1 y B 121, y por la sentencia

    citada por Digenes Laercio (9.3 = 22 A 1), que dice: (dirigindose a los efesios) De

    qu os maravillis, los ms viles de los hombres? No es mejor hacer esto que

    participar con vosotros en la vida pblica?.

    Las noticias que hacen de l un autodidacta que habra aprendido toda su

    sabidura de la mera indagacin de s mismo (22 A 1 = D. L. 9.5, A 1a) parecen

    proceder tambin de las declaraciones del propio filsofo, y en concreto, de la que

    dice: me indagu a m mismo (22 B 101). No obstante, el hecho de que careciera de

    maestros reconocidos debi resultar demasiado extrao a los historiadores antiguos,

    que lo supusieron discpulo de Jenfanes y tambin del pitagrico Hpaso (22 A 1 = D.

    L. 9.5, A 1a), aunque la historicidad de esta suposicin es poco probable (cf. 22 B 40).

    Tambin parece tener como origen los mismos fragmentos del filsofo, la

    historia de la hidropesa que acaba provocando su muerte. Conocemos tres versiones

    muy similares de esta historia: segn la primera, ante la incapacidad de los mdicos

    - 13 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    para curarle la hidropesa, Herclito se entierra con estircol con la esperanza de que

    el calor de ste le seque el agua de su cuerpo, pero no es as y muere; en la segunda,

    los mdicos se niegan a reducirle la humedad de las entraas, lo que provoca que

    Herclito se cubra con estircol y se tienda al sol para secarlas, pero eso le lleva a la

    muerte; y en la tercera, la muerte se produce al ser devorado por unos perros, que no

    lo reconocen por estar cubierto de estircol. En todos los casos, el mal es identificado

    con la hidropesa que le inunda las entraas, lo que remite a los fragmentos en que

    Herclito describe los inconvenientes de un alma hmeda y manifiesta su clara

    preferencia por la sequedad del alma (22 B 117-118), o a aquel en el que declara

    expresamente que para las almas es muerte convertirse en agua (22 B 36). Y en

    cuanto al efecto contraproducente del estircol, se compadece bien con el fr. 22 B 96,

    en el que el filsofo dice que los cadveres deben ser arrojados al estircol.

    Pocos datos ms tenemos sobre su vida, y stos tan inseguros y anecdticos

    como los mencionados. Teofrasto menciona su melancola, que habra influido en el

    carcter de sus escritos (22 A 1 = D. L. 9.6). En Teofrasto la melancola designaba

    ms bien la vivacidad mental y la impulsividad de nimo, pero el trmino se tom en

    un sentido ms prximo al actual, siendo el origen de la tradicin que ve en Herclito

    al filsofo quejumbroso y llorn de la malignidad de los hombres, frente al alegre y

    optimista Demcrito. Tambin se hacen eco las fuentes del asombro y la admiracin

    que Herclito debi despertar en sus conciudadanos, no slo por su saber (22 a 1 = D.

    L. 9.5), sino tambin por la forma enigmtica de expresarse (22 A 3b), aunque el

    filsofo debi rechazar tomar parte activa en la vida de su ciudad y preferir vivir

    apartado de los asuntos pblicos. Otras noticias, como la de que desde una

    invitacin del rey Daro para visitar Persia (22 A 3) o que en las montaas se

    alimentaba de hierbas y plantas (22 A 1 = D. L. 9.3), parecen invenciones tardas

    construidas sobre tradiciones textuales anteriores (cf. p. e. la carta apcrifa citada por

    D. L. 9.13).

    2. El libro de Herclito: su estilo literario Digenes Laercio nos da cuenta de la existencia de un libro atribuido a

    Herclito que se conoca, en virtud de su contenido, con el ttulo Sobre la naturaleza,

    el cual estaba dividido en tres secciones temticas (lgoi): una sobre el universo, otra

    de ndole poltica y otra sobre lo divino. Dicho libro habra estado depositado en el

    templo de rtemis como ofrenda a la diosa y habra sido escrito en un estilo

    deliberadamente oscuro, con el fin de que fuera slo accesible para los ms capaces y

    as evitar el desprecio del vulgo. Tambin se nos dice que dej unas partes a medio

    acabar, mientras que otras las escribi unas veces en un sentido y otras, en otro. Pero

    - 14 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    que, en todo caso, el libro adquiri tanta fama, que surgieron muchos discpulos del

    filsofo a los que se les llam heraclteos (22 A 1 = D. L. 9.5-6).

    Aunque el carcter aforstico de la mayora de fragmentos que nos ha llegado

    ha hecho dudar de la existencia de un tratado sistemtico escrito con frases

    hilvanadas en una redaccin continua, no hay por qu dudar del testimonio de

    Digenes Laercio, que se hace eco de autores que remontan al siglo III a. C., acerca

    de que Herclito compuso al menos un libro, cuyo ttulo original, si es que tuvo alguno,

    no conocemos, pero que pronto recibi el nombre convencional de Sobre la

    naturaleza, comn a la obra de tantos presocrticos clasificados desde Aristteles en

    la categora de los filsofos de la naturaleza, aunque tambin se le designara por otros

    ttulos como Las Musas, Directiva precisa para la regulacin de la vida o Regla de

    costumbres, orden nico de conducta para todas ellas. Lo cual revela que las diversas

    denominaciones de la obra son meras convenciones usadas por escritores posteriores

    y sugeridas por su contenido.

    Se puede creer que Herclito depositara su libro en el templo de rtemis en

    feso, famoso en la Antigedad y considerado una de las siete maravillas del mundo

    antiguo, con la intencin probable de favorecer su difusin, ya que all poda ser

    consultado por cualquiera que accediera al templo. No sabemos hasta qu punto fue

    esto as, pero s que pronto debieron hacerse copias o eptomes de l, ya que parece

    que Parmnides lo conoci (v. 28 B 6.4-9), ecos suyos se aprecian en el tratado

    hipocrtico Sobre la dieta y en Demcrito, y algn que otro ejemplar debi llegar hasta

    Atenas, si merece crdito la ancdota de que Eurpides lo dio a conocer a Scrates,

    quien habra dicho que hara falta un buceador de Delos para entenderlo (D. L. 2.22,

    22 A 1 = D. L. 9.11-12). Asimismo, a lo largo del siglo V a. C. se form un movimiento

    de seguidores de Herclito, cuya relacin con ste se fund en la difusin, a veces

    deformante, de las ideas contenidas en dicho libro y no en el conocimiento de primera

    mano del filsofo. El ejemplo de Crtilo, descrito por Platn en el dilogo homnimo,

    es paradigmtico de cmo pudieron ser esos seguidores.

    En cuanto a la divisin en secciones del libro, parece producto de editores

    posteriores, que pudieron ordenar de un modo temtico y siguiendo criterios estoicos,

    un material que se prestaba, por su carcter sentencioso y epigramtico, a ser ledo de

    diferentes formas y en rdenes diversos. A ello apunta, al menos, la noticia ya

    mencionada, procedente de Teofrasto, de que parte de sus textos estaban a medio

    acabar, quiz porque no seguan una lgica argumentativa clara y unvoca, y otra

    parte estaba escrita a veces en un sentido (o redactada de una determinada manera) y

    otras veces en otro, lo que podra significar diversidad de estilo, duplicidades de

    sentido en los textos, variaciones textuales o contradicciones (aparentes o no) en la

    - 15 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    expresin. Sea como sea, los fragmentos conservados confirman estas apreciaciones

    y permiten suponer que el libro de Herclito era ya, en su versin ntegra, un texto

    difcil y oscuro, susceptible de interpretaciones diversas y falto de una discursividad

    lineal que permitiera la concatenacin ordenada de argumentos e ideas. De hecho,

    existen testimonios que hacen hincapi en la poca claridad de los textos de Herclito,

    debido sobre todo a la falta de conjunciones que conecten las clusulas de las frases y

    a la ambigedad subsiguiente respecto del sentido y el alcance de stas, lo que ofrece

    como resultado un texto deshilvanado y oscuro (22 A 4).

    Este carcter de la prosa de Herclito, enigmtica, sentenciosa, ambigua y

    preada de sentido, que ya en la Antigedad le vali el apodo de el oscuro (22 A 1a,

    3a, Cicern, de fin. 2.5.15), parece responder, como nos dicen las fuentes, a la propia

    intencin del filsofo, quien con ello no slo pretendera dirigirse a una clase especial

    de entendidos, despreciando la ignorancia del vulgo, sino seguir tambin a la tradicin

    gnmica griega, que se puede apreciar en las sentencias de los Siete Sabios y, an

    ms, en los orculos de Delfos, cuyos aforismos enigmticos, ambivalentes y

    susceptibles de mltiples lecturas e interpretaciones, debieron ser el espejo en el que

    Herclito busc reflejarse en su modo de expresin, semejndose as al dios Apolo,

    que ni dice, ni oculta, sino que indica con seales (22 B 93).

    Es caracterstico tambin de su estilo la bsqueda frecuente de la paradoja y la

    anttesis en frases breves y preadas de sentido, en las que el mensaje parece al

    servicio de una sintaxis imprecisa, de un lenguaje alegrico y de una diccin rtmica,

    como si su profundidad de significado slo pudiera sugerirse, apuntarse, sealarse,

    pero no argumentarse. De ah que tambin se dijera de Herclito que escribi muchas

    cosas poticamente (22 A 1a) o que, junto a la oscuridad de su estilo, se alabara

    tambin la brillantez, la brevedad y la densidad de su expresin, a las que se juzgaba

    incomparables (22 A 1 = D. L. 9.7).

    El modo crptico de expresarse, el alejamiento del discurso declarativo sujeto a

    las reglas lgicas de la argumentacin proposicional en favor de otro basado en la

    metfora sugerente, la ambigedad calculada y la polisemia, y el estado fragmentario

    e inseguro de sus textos, vctimas del desinters o incomprensin de una tradicin

    doxogrfica que, o bien ignor desdeosamente al filsofo, o bien manipul su

    mensaje para adecuarlo a sus propios ideales, o bien los trastoc para poder refutarlo

    mejor, hacen muy difcil la interpretacin del pensamiento de Herclito, que ha sido

    objeto, ya desde la Antigedad, de las ms variadas y diversas exgesis. Nosotros

    seguiremos la que es, posiblemente, la ms comn, adoptando, como en el caso de

    Jenfanes, una exposicin temtica, sin prejuzgar ni el orden, ni la disposicin, ni la

    funcin que estos temas pudieron desempear en el conjunto de la obra de Herclito.

    - 16 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    3. El pensamiento de Herclito a) La mltiple funcin lingstica, epistemolgica, lgica y ontolgica del lgos

    La concepcin que tiene Herclito de la realidad depende de forma crucial del

    sentido que otorga a la palabra lgos, de la que se sirve para expresar el concepto en

    el que fundar la racionalidad y, por ende, la inteligibilidad de todo lo que existe. No es

    de extraar, pues, que intente delimitar el sentido y la funcin de ese lgos ya en el fr.

    22 B 1, del que hay consenso en considerar el proemio de la obra. En l se dice que el

    lgos existe siempre, est siempre presente y, en cambio, es desconocido o

    incomprendido por los hombres, aunque lo hayan escuchado o tengan experiencia de

    las palabras y los hechos que suceden en funcin de l y que el propio Herclito

    explica distinguiendo cada uno segn su naturaleza y mostrando cmo es. En este

    fragmento, Herclito, que se apoya en la declaracin de ignorancia de la raza humana,

    comn en la poesa arcaica, sobre todo en la didctica, para realzar y justificar por

    contraste el papel de maestro de verdad que asume el poeta que habla, manifiesta

    estar en posesin de un conocimiento especial, el del lgos, el cual es compartible con

    los dems, y aprehensible a travs de la percepcin, pero que a los hombres les

    cuesta comprender. Dicho lgos tiene, pues, un componente lingstico: es algo

    articulable gramaticalmente y expresable en palabras, y, por tanto, lo tiene tambin

    epistemolgico, ya que es susceptible de conceptualizarse racionalmente y de ser

    comprendido intersubjetivamente. Pero, adems, y es lo que Herclito va a tener ms

    en cuenta, ese lgos tiene un carcter lgico-ontolgico, pues todo lo que sucede lo

    hace en conformidad con l, lo cual parece querer decir que el lgos es tambin una

    especie de razn normativa o medida universal subyacente en las cosas, en virtud de

    la cual todo es como es. El lgos es el criterio de racionalidad del mundo, el orden

    comn a todo y a todos (22 B 2) por el que la multiplicidad de las cosas puede verse y

    comprenderse como una unidad inteligible y racional (22 B 50), presente en todo y

    accesible a la inteligencia de todos. Finalmente, y precisamente por ser comn, el

    lgos tiene tambin un carcter normativo, semejante al de la ley en la polis, que se

    nutre de la nica ley divina, pues extiende su poder sobre todas las cosas (22 B 114).

    b) Inteligencia, comprensin y sabidura

    Pero a pesar de que el logos es comn, y a que Herclito lo revela con su

    discurso, no es comprendido por la gente, que vive segn su conocimiento particular

    (22 B 2). Son como sordos: escuchan sin comprender, y aunque estn presentes,

    estn ausentes (22 B 34), o como los dormidos, que estn vueltos hacia su mundo

    particular, mientras a los despiertos se les revela el orden del mundo como nico y

    - 17 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    comn (22 B 89). Aqullos ven, escuchan, aprenden, pero no entienden, aunque a

    ellos s se lo parece (22 B 17, B 107). Herclito admite que el lgos es aprehensible a

    travs de la percepcin sensorial, pues subyace como razn conferidora de sentido en

    las cosas, y menciona a la vista y al odo como sentidos preferentes de aprendizaje

    (22 B 55), y a la vista como el ms exacto de todos (22 B 101a), pero, sin embargo, y

    a pesar de ser el lgos aquello con lo que los hombres ms tratan, divergen sobre l

    (22 B 72), faltos de comprensin y sabidura verdadera.

    No obstante, Herclito, a pesar de sus quejas, reconoce que el lgos, que es

    tambin armona o proporcin concordante, no es directamente visible (22 B 54), sino

    que es una naturaleza que le gusta ocultarse (22 B 123) Es decir, la verdadera

    configuracin del mundo, de la que da cuenta el lgos, no es obvia para el ojo

    humano, no se deja ver a simple vista, sino que requiere ser buscada y, para ello, es

    preciso una actitud de bsqueda, de esperanza de encontrar lo que se oculta: si no se

    espera lo inesperado, no se hallar, por ser difcil de hallar y de alcanzar (22 B 18). El

    lgos, pues, vendra a ser como el oro, que hay que rastrearlo mucho para encontrar

    poco (22 B 22), pues todo amante de la sabidura debe enterarse de muchas cosas

    (22 B 35). La experiencia de la multiplicidad de las cosas es una condicin necesaria,

    aunque no sea suficiente para alcanzar la verdadera sabidura: se precisa, adems,

    tener el juicio o discernimiento para saber cmo se gobiernan las cosas (22 B 41), es

    decir, poseer un alma que no sea brbara, o lo que es lo mismo, ignorante del

    lenguaje del lgos (22 B 107). ste, que para Herclito es lo nico sabio, no puede

    confundirse con las cosas (22 B 108), sino que est ms all de ellas, aunque no

    porque les sea trascendente, sino ms bien porque en virtud de l se organizan y

    gobiernan. Tiene por eso un carcter divino y nico, semejante al de Zeus, aunque,

    por otra parte, no comparta las caractersticas formales tpicas de esta divinidad tal

    como se presentan en la religin olmpica tradicional. Quiz por ello Herclito diga que

    quiere y no quiere ser llamado con el nombre de Zeus (22 B 32). De todos modos, la

    capacidad de comprensin humana siempre ser limitada en comparacin con la

    divina (22 B 78), pues el comn de los hombres no ve la unidad armnica que subyace

    a la multiplicidad de las cosas, sino que las valora de forma opuesta (22 B 102): son

    como nios frente a la divinidad (22 B 79).

    Es posible que Herclito concibiera el acceso al lgos de un modo similar al

    intento de interpretar los orculos de Apolo, quien no dice, ni oculta, sino que indica

    con seales (22 B 93). Ante la invisibilidad del lgos, el sabio verdadero debe

    esforzarse en buscarlo, viendo y oyendo muchas cosas, pero lo ms importante es

    tener el discernimiento preciso para comprender la verdadera naturaleza de stas, y el

    camino mejor para ello parece encontrarse, segn Herclito, en el interior de uno

    - 18 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    mismo, en la indagacin de s (22 B 101), cumpliendo el principio bsico de sabidura

    del dios: concete a ti mismo. Comprender la razn comn que constituye la

    estructura formal de todas las cosas, incluido el hombre, no consiste en tener muchos

    conocimientos sobre las ms variadas materias, sino en aprehender dicha razn

    buscndola en uno mismo, en la propia alma (su lgos es tan profundo, que es

    imposible hallar sus lmites [22 B 45]), para, despus, aplicar esa misma bsqueda en

    las cosas, distinguiendo cada una segn su naturaleza y mostrando cmo es (22 B

    1).

    La ignorancia de este hecho, disimulada por una vana erudicin, es lo que

    reprocha Herclito a los que pasaban por ser los sabios de su tiempo: los grandes

    poetas y hacedores de mitos como Homero y Hesodo, maestros de Grecia, Pitgoras,

    el prototipo del erudito de vastos conocimientos, Arquloco, el poeta elegaco, y

    tambin los contemporneos del filsofo, Jenfanes y Hecateo. Para Herclito, estos

    hombres, representantes eximios de la intelectualidad griega, son tan inexpertos de la

    verdadera realidad como el comn de los hombres. Carecen de la comprensin, del

    entendimiento (nos) del lgos que gobierna el mundo, sustituyndolo por una multitud

    de conocimientos (22 B 40), que son intiles y falsos. Respecto a Homero, por

    ejemplo, pona Herclito de manifiesto su incapacidad para entender las cosas ms

    evidentes, a pesar de ser considerado el ms sabio de los griegos, y lo ilustraba con

    una ancdota por la que unos simples nios le engaaban con una adivinanza cuya

    solucin radicaba en conocer la clave de lo que hablaban (22 B 56). As, del mismo

    modo que no puede adivinarse un acertijo desconociendo la clave sobre la que ste

    descansa, tampoco puede comprenderse la realidad de las cosas si se ignora el

    carcter del lgos (cf. con la crtica al poeta en 22 A 22).

    La crtica a Hesodo es similar: sabe muchas cosas y es maestro de la mayora,

    pero desconoce que el da y la noche son una sola cosa (22 B 57), es decir, distingue

    por ignorancia (Teogona 123-4: donde Noche y Da son diferentes, al ser uno

    engendrado por otro), lo que, si conociera la unidad de contrarios en que consiste el

    lgos, no tendra dificultad en reconocer como uno (cf. 22 B 106).

    Pero Herclito no se limitaba a manifestar la superioridad de su sabidura sobre

    la reputada como tal por la tradicin, sino que aada su desprecio personal hacia los

    que profesaban sta. As, por ejemplo, de Homero y Arquloco deca que deban ser

    expulsados de los certmenes de poesa y azotados (22 B 42, cf. 22 A 22). Y de

    Pitgoras, que aunque se hubiese esforzado en adquirir conocimientos ms que los

    dems hombres, su sabidura no era ms que erudicin fraudulenta y malas artes (22

    B 129), incluso parece que le llam cabecilla de embaucadores (22 B 81). Quiz

    fuera esta misma clase de gente, ignorante del verdadero conocimiento, la que

    - 19 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    Herclito tena en mente cuando deca que los perros ladran a quienes no conocen

    (22 B 97).

    La sentencia de Herclito contra ese tipo de personaje reputado, digno de fe

    para la gente por su conocimiento y sabidura, pero que slo es custodio de opiniones

    y creencias, es que la Justicia, la divinidad que vigila el buen orden de las cosas y se

    encarga de restituirlo cuando se pierde, se ocupar de esos artfices y testimonieros

    de mentiras (22 B 28).

    c) La configuracin del mundo: unidad de contrarios

    Hemos visto que para Herclito la realidad se estructura segn la unidad del

    lgos, que es comn a todas las cosas. Pero, en qu consiste dicha unidad?

    Herclito responder que consiste en una unidad de contrarios. Ahora bien, esto qu

    significa exactamente? Para comprenderlo, hemos de ver cmo lo expresa el propio

    Herclito. Dice que la unidad surge de todas las cosas, y stas, a su vez, de la unidad,

    en forma de conjunciones de opuestos, como la que se produce entre lo completo y lo

    incompleto, lo convergente y lo divergente o lo consonante y lo disonante (22 B 10): el

    uno lo es en funcin del otro y en la misma medida, en una relacin de

    interdependencia mutua y simultnea que es, a la vez, condicin de posibilidad y

    conferidora de sentido de ambos opuestos. La realidad se configura en pares de

    oposiciones cuyo comn denominador es la oposicin misma, convertida por Herclito

    en razn comn de todas las cosas. No es de extraar, pues, que ste diga que si se

    escucha a esta razn, es decir, al lgos, sea preciso convenir que todas las cosas son

    una (22 B 50), a saber, unidad de contrarios.

    Dicha unidad se define tambin como una concordancia o ajuste de tensiones

    contrarias, como la que se produce en el arco o en la lira, donde lo divergente, es

    decir, la oposicin de fuerzas entre la madera y las cuerdas del arco y de la lira,

    converge en una tensin de opuestos, que es, precisamente, la que confiere utilidad a

    ambos instrumentos y les otorga su razn de ser (22 B 51, cf. Platn, Sof. 242d = 22 A

    10).

    Si todas las cosas se hallan en oposicin mutua, es natural que Herclito

    denomine tambin a sta como guerra y discordia (22 B 80), y que le atribuya el papel

    de padre y rey de dioses y hombres, es decir, de principio generador, rector y juez,

    que determina cmo es cada cual y cul es la funcin que le corresponde en el orden

    de las cosas (22 B 53). La armona, el orden, la estructura del mundo e incluso la

    organizacin de la sociedad, no son posibles sin contrariedad, discordia, guerra y

    conflicto, es decir, sin tensin entre opuestos. Esta tensin entre contrarios es, para

    Herclito, fecunda y fundante, como la generacin sexual, y al mismo tiempo,

    - 20 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    necesaria como principio del equilibrio existente en el cambio y la multiplicidad de las

    cosas, los rdenes y las jerarquas, de modo que nunca pueda haber un extremo que

    domine absolutamente al otro, pues si esto sucediera, el mundo se destruira (cf. 22 A

    22). La oposicin, que es guerra y discordia, se convierte tambin, por lo tanto, y ah

    radica la aparente paradoja del pensamiento de Herclito (y tambin su novedad), en

    principio de permanencia y conservacin del ser de las cosas, y no de su destruccin,

    como lo son, por lo comn, la guerra y la discordia. Quiz sirviera para ilustrar este

    punto el ejemplo del cicen, una bebida compuesta por una mezcla de distintas

    sustancias, de la que Herclito dice que se descompone si no se agita (22 B 125), es

    decir, que necesita de la agitacin, la mezcla conflictiva de sustancias, para mantener

    un equilibrio que le permita ser lo que es.

    El principio de la unidad concordante de opuestos se ha considerado desde la

    Antigedad como la tesis central de la filosofa de Herclito (p. e. 22 A 9a p. 491), y no

    parece que este juicio ande descaminado, habida cuenta de la cantidad de ejemplos

    aducidos por el propio Herclito para ilustrar las distintas formas que puede adoptar

    dicho principio. Siguiendo la clasificacin, en nuestra opinin, ms clara, podemos

    dividir los diversos tipos de unidades de opuestos en las siguientes categoras:

    1. Las formadas por contrarios que se hallan en un mismo objeto, y que son

    juzgados como tales al ser descritos desde diferentes puntos de vista. As, por

    ejemplo, forman una unidad los recorridos recto y torcido del rodillo de cardar (22 B

    59), pues ambos derivan del uso que se hace de ste; los recorridos hacia arriba y

    hacia abajo en un camino (22 B 60), ya que ambos tienen lugar en un mismo camino y

    una sola direccin; y tambin el principio y el fin en una circunferencia (22 B 103),

    pues coinciden en ella. Asimismo, son lo mismo la enfermedad y la medicina, pues

    ambos causan los mismos efectos en el enfermo: mutilan y cauterizan (22 B 58). Es

    posible que pertenezcan a esta categora de contrarios las aguas que fluyen siempre

    distintas sobre los que entran en los mismos ros (22 B 12): las aguas son diferentes,

    porque estn en constante fluir, pero tambin son una, al pertenecer a un mismo ro.

    Platn, quiz por influencia del heraclteo Crtilo, fue ms all en la interpretacin de

    este fragmento, entendiendo que deca que no es posible sumergirse dos veces en el

    mismo ro, de modo que le atribuy a Herclito la idea, que se ha hecho famosa al ser

    aceptada por Aristteles y la doxografa posterior (vase p. e. 22 B 49a, B 91, Arist.

    Fs. 253b 9, Simpl. Fs. 1313.8, etc...), de que todo fluye y nada permanece (Platn,

    Crt. 402a = 22 A 6, Teet. 152e, 160d). Sin embargo, no parece que Herclito

    pretendiera decir que todas las cosas estn en perpetuo cambio, aunque parezcan

    estables e invariables, sino que el cambio en el mundo est sujeto a un equilibro

    - 21 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    constante (ejemplificado en la unidad del ro) entre elementos opuestos (ejemplificados

    en las distintas aguas).

    2. Las formadas por cosas que suscitan efectos opuestos en diferentes sujetos.

    As, el mar es saludable para los peces, pero mortal para el hombre (22 B 61), el cieno

    gusta a los cerdos, pero no al hombre, al revs que el agua limpia (22 B 13, cf. B 37), y

    lo mismo cabe decir de los desperdicios y del oro respecto del asno y del hombre (22

    B 9), o de la arveja amarga respecto de vacas y hombres (22 B 4), pues, siendo los

    mismos, son agradables para los unos y desagradables para los otros, dependiendo

    de quienes los consideren. Otro ejemplo caracterstico de lo que decimos es el del

    arco, que, teniendo nombre de vida (mediante un juego de palabras en griego

    consistente en entender bis, arco, por bos, vida), su efecto es la muerte (22 B 48).

    3. Las que descansan en la sucesin mutua de los opuestos en un mismo

    proceso. Por ejemplo, es lo mismo estar vivo y muerto, despierto y dormido, o ser

    joven y viejo, porque dichos opuestos se suceden mutuamente el uno al otro (22 B 88):

    el vivo se torna en muerto y el muerto puede tornarse tambin en vivo (como p. e. los

    hroes que alcanzan la inmortalidad despus de muertos, o aquellos que, al morir,

    vuelven a la vida reencarnados en otros cuerpos, si es que Herclito pensaba en la

    doctrina de la metempscosis, defendida por los rficos y los pitagricos: cf. 22 B 62),

    el que est despierto puede dormirse y el dormido despertarse, y el joven se convierte

    en viejo y el viejo en joven si tenemos en cuenta, p. e., que en Grecia el nieto sola

    representar una continuacin de la vida del abuelo y, por eso, acostumbraba a llevar

    su nombre (cf. 22 A 19, donde Herclito parece hacerse eco de esta idea refirindose

    a un ciclo padre-hijo-nieto). Otro ejemplo de este tipo de unidad de contrarios es el

    proceso continuo del paso de lo fro a lo caliente y de lo caliente a lo fro, as como de

    lo hmedo a lo seco y viceversa (22 B 126), que son una misma cosa por su propia

    convertibilidad, y tambin vienen a ser una sola cosa, segn Herclito, el da y la

    noche (22 B 57), en virtud de esa misma conexin derivada de la sucesin mutua

    entre ellos. Parece que es esta conexin tambin la que Herclito pretende significar

    entre los opuestos mortal e inmortal, cuando dice, segn nuestra interpretacin del fr.

    22 B 62, que los mortales y los inmortales viven la muerte y mueren la vida de los unos

    y los otros, es decir, que tanto los inmortales como los mortales viven y mueren: los

    inmortales viven porque mueren de su condicin mortal, quiz como hroes o como

    dmones (cf. 22 B 24-25, B 27), mientras que los mortales viven porque mueren a la

    vida propia de los inmortales. Creemos que puede ser una variante de este tipo de

    unidad de contrarios, la que parece deducirse del fr. 22 B 26, en el que se habla de la

    conexin que hay entre el vivo y el muerto a travs del hecho de dormir, por cuanto el

    dormido se halla en contacto con el despierto al derivar su estado de sueo del estado

    - 22 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    de vigilia, y con el muerto al considerarse el sueo como el punto de encuentro entre

    la muerte y la vida. Quiz haya que entenderse de modo similar tambin la relacin

    entre estar despierto y estar dormido, y entre vida y muerte en el fr. 22 B 21: lo que

    vemos despiertos es muerte, porque lo que vemos dormidos es la vida real.

    4. Otra forma de unidad de opuestos es la que se produce por la relacin de

    interdependencia que existe entre stos, de forma que el uno no es posible sin el otro

    y al revs. Tal es el caso de la salud y la enfermedad, del hambre y la saciedad, de la

    fatiga y el reposo (22 B 111), y tambin, como parece indicar el fr. 22 B 23, de la

    justicia y la injusticia. Para que exista el uno debe existir el otro, y en esa necesidad

    mutua radica su unidad.

    d) El principio material del mundo: el fuego csmico

    Si, para Herclito, el lgos es la unidad de medida comn a todas las cosas en

    virtud de la cual se configura la realidad y se realiza el cambio, el principio material que

    subyace al orden eterno de las cosas en que consiste el mundo y que opera segn la

    medida del lgos, es el fuego:

    El orden del mundo, dice Herclito, el mismo para todos, ninguno de los

    dioses ni de los hombres lo ha hecho, sino que ha existido siempre, existe y existir

    como fuego siempre vivo, que se enciende segn medida y se apaga segn medida

    (22 B 30).

    En este fragmento, Herclito expone tres ideas principales: primera, que el

    orden del mundo es eterno, no tiene origen ni fin; segunda, que dicho orden perpetuo

    consiste en fuego inextinguible, principio que garantiza la continuidad y la integridad de

    la materia; y tercera, que el fuego es fuente tambin de los procesos que constituyen

    el orden csmico al encenderse y apagarse, es decir, al transformarse

    alternativamente en otros elementos, realizndose esta operacin segn la medida

    que marca el lgos. Dichas transformaciones del fuego habra que entenderlas,

    seguramente, como fases de un proceso en el que el fuego, sin dejar de ser l mismo,

    se hace menos ostensible cuando aparece como mar o tierra, y ms ostensible

    cuando aparece como sol, como rayo o como vendaval relampagueante producido por

    exhalaciones gneas (22 B 31, cf. 22 A 1 = D. L. 9.8-9). No se trata, como han

    interpretado los comentaristas peripatticos y estoicos, de fases de generacin y de

    destruccin del mundo (22 A 5, A 10), sino de reorganizaciones naturales de las cosas

    en un mismo cosmos existente. El fuego es una especie de patrn de cambio o valor

    de canje que determina la cantidad de materia que cambia de un estado a otro en

    cada caso, es decir, lo que marca la paridad entre las cosas, como el oro respecto de

    las mercancas (22 B 90): habr tantas cosas como fuego se haya canjeado con ellas

    - 23 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    y tanto fuego como cosas se hayan intercambiado por l. El fuego vendra ser, pues,

    la expresin tangible de la medida del cambio en las cosas segn la establece el

    lgos.

    Esta funcin regulativa del fuego podra estar en la base de que se le atribuya

    una capacidad directiva de los procesos de configuracin de las cosas cuando se

    manifiesta en su forma ms pura y refulgente: el rayo (22 B 64). La imagen del rayo

    recuerda aqu la tradicional del poder de Zeus, que tambin gobierna el mundo bajo el

    poder del rayo y, como l, es, en cuanto fuego, tambin divino (22 A 8). Es el dios que

    subyace a las oposiciones de las cosas, que se denominan de una forma u otra en

    virtud de en qu cosa se torne (22 B 67). Es, como tal, principio de orden, y su

    gobierno es, ante todo, control y sometimiento a medida de todas las cosas (22 B 66).

    Este poder del fuego se revela tambin en la forma de otra de sus

    manifestaciones: el sol. Al sol nada se le oculta (22 B 16), todo lo somete a su

    vigilancia y dominio, aunque tambin l mismo est sujeto a medida, esto es, al

    imperio del lgos, pues si lo transgrediera, el orden del mundo se vendra abajo.

    Herclito recurre a las Erinias, las mticas vengadoras de los crmenes de sangre,

    como garantes de la regularidad del sol (22 B 94), lo que constituye, probablemente,

    un intento de salvar la paradoja que surgira si el sol, el astro que tradicionalmente ha

    servido como patrn de la medida del tiempo y, por tanto, del orden y lmite de las

    estaciones (22 B 100) y de los procesos naturales que conforman el funcionamiento

    del cosmos, fuera el causante del desequilibrio csmico que llevara al caos y a la

    destruccin. El sol es una manifestacin del fuego csmico, su forma ms caliente y

    brillante. Por eso responde en su ciclo a la misma regularidad que el fuego: se

    enciende con medida y se apaga con medida (22 A 1, cf. 22 B 30), de ah quiz que

    dijera Herclito que es nuevo cada da (22 B 6), no porque se extinguiera con el ocaso

    y volviera a encenderse con el alba, sino porque cada da resurge con renovada fuerza

    sin dejar de ser siempre el mismo. El sol determina el ciclo del da y la noche (si l

    faltara seran los dems astros los que garantizaran la sucesin da-noche: 22 B 99),

    ilumina y calienta la tierra de un modo regular, al conservar su distancia respecto de

    ella, y tambin es el responsable del cambio de estaciones (22 A 1 = D. L. 9.10-11).

    Es, en suma, la expresin astronmica ms evidente del fuego csmico y, como tal, la

    manifestacin visible de la unidad y del orden que ste representa.

    e) Origen y naturaleza de los astros: consideraciones astronmicas

    Ya hemos visto que, para Herclito, la generacin y el cambio en el mundo se

    realizan segn el esquema del tenso equilibrio entre fuerzas opuestas, determinadas y

    delimitadas por la interaccin del fuego con los dems elementos, de modo que el

    - 24 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    predominio de uno se hace a costa de la mengua de su opuesto y viceversa, segn

    una medida constante. Segn este esquema, el cambio en el mundo se llevara a cabo

    segn un ciclo eterno de mayor o menor predominio del fuego csmico en relacin con

    las dems cosas (cf. 22 B 31, B 90), del modo siguiente: el agua (sobre todo la del

    mar) surgira de la condensacin del fuego; el agua se convierte, por solidificacin, en

    tierra, por un lado, y en vendaval tormentoso y fulgurante (), por otro; en el

    mismo proceso, pero en sentido inverso, la tierra se lica de nuevo y se convierte en

    agua, y de sta, surgen otra vez exhalaciones gneas (otra forma de designar el

    vendaval fulgurante mencionado antes), que son las que alimentan el fuego (22 A 1 =

    D. L. 9.8-9). Y todo ello, segn una proporcin en el cambio de un elemento a otro que

    es equivalente en cada caso.

    Pues bien, los astros, segn Herclito, surgen de esas exhalaciones

    refulgentes, procedentes del mar, que se concentran formando una especie de

    cuencos, con la parte hueca mirando hacia nosotros. El sol es el ms brillante y

    caliente de ellos, ya que est ms cerca de la tierra. Pero la ms cercana es la luna,

    aunque se mueve en una regin menos clara y pura que el sol (22 A 1 = D. L. 9.9-10).

    Digenes Laercio, la principal fuente de informacin a este respecto y del que

    tomamos estos datos, atribuye tambin a Herclito la idea de que el origen de la

    noche, de lo hmedo o del invierno estriba en otro tipo de exhalaciones oscuras que

    proceden de la tierra, distintas de las exhalaciones refulgentes (D. L. 9.9-11), pero

    parece una interpretacin posterior de origen peripattico.

    Los eclipses reciban una explicacin simple y puramente natural: se deban a

    que el sol y la luna volvan sus cuencas hacia arriba, impidiendo as que su luz llegara

    a la tierra. Algo similar a lo que ocurra con las fases de la luna, debidas a que la

    cuenca de sta se iba inclinando poco a poco (22 A 1 = D. L. 9.10).

    No parece que Herclito dijera mucho ms para explicar los fenmenos

    celestes, ni que se interesara demasiado por la astronoma ni por la filosofa natural.

    Es famoso el fragmento en el que dice que el tamao del sol es del ancho de un pie

    humano (22 B 3), con el que pareca dar validez, posiblemente no exenta de cierta

    irona, a la mera percepcin visual en la descripcin de las cosas. Aunque dicha irona

    falta por completo cuando, en contra de Hesodo, que haba distinguido entre das

    buenos y das malos (Trab. 383ss.), dice que es nica la naturaleza de cada da (22

    B 106, cf. B 57), queriendo indicar seguramente que todos los das obedecen a una

    misma causa, que es natural y racional, de modo que resulta absurdo querer

    distinguirlos pretendiendo que tienen efectos diversos sobre el hombre. Es posible

    tambin que Herclito hablara de un Gran Ao, compuesto por 10.800 aos solares

    (22 A 13).

    - 25 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    f) La naturaleza del alma y de la vida psquica. Consideraciones fsicas y escatolgicas

    Herclito, fiel a la idea de que existe una ntima interrelacin entre todas las

    cosas en el contexto de un orden racional nico, concibe el alma humana como parte

    de la estructura fsica del mundo, de cuyos procesos participa plenamente. As, por

    ejemplo, el alma est sujeta a las mismas transformaciones de unos elementos en

    otros que en el fr. 22 B 31 se definan como fases o cambios del fuego: muere si se

    convierte en agua, pero vuelve a nacer del agua despus de que sta se hiciera tierra

    y la tierra de nuevo agua (22 B 36). La comparacin con el fr. 22 B 31, en el que el

    fuego ocupa el lugar que en este fragmento se otorga al alma, conduce a la conclusin

    de que el alma es de naturaleza gnea, anloga quiz a las exhalaciones fulgurantes

    que surgen tambin del agua y conforman los cuerpos celestes (cf. 22 A 15). Es

    posible que Herclito la concibiera como una especie de hlito caliente interno, cuyo

    calor vital se extiende de forma completa y proporcional por todo el cuerpo, de ah que

    sea sensible a todos los estmulos corporales (22 B 67a, B 12).

    Por su misma naturaleza gnea, el mejor estado del alma es el de sequedad, en

    el que es ms inteligente y sabia (22 B 118), de modo que si su conversin en agua

    conlleva su muerte, su humedecimiento, por efecto de la embriaguez, no producir

    otra cosa que una disminucin de sus funciones intelectivas y motoras (22 B 117) y,

    por tanto, un perjuicio a su disposicin natural. Ese perjuicio parece producirlo tambin

    los apetitos del nimo (thyms), cuya satisfaccin se hacen a costa del bienestar del

    alma (22 B 85, B 110). La referencia aqu del nimo como posible sede de los deseos

    y apetitos del alma, parece revelar una concepcin tripartita de la vida psquica en

    Herclito: en primer lugar tendramos el entendimiento (nos, 22 B 40), que es la sede

    de la comprensin del lgos; en segundo lugar, la razn (lgos, 22 B 45, B 115), que

    sera el correlato en el alma de la razn del mundo; y en tercero, el nimo, el agente

    de los apetitos y deseos.

    Por otro lado, si el alma es anloga al fuego csmico (p. e. tiene, como ste,

    una funcin directiva), no es descartable que Herclito hiciera consistir la relacin

    perceptivo-intelectiva entre el alma y el lgos que subyace a todas las cosas, en

    ciertas conexiones, a travs de los sentidos, entre la parte gnea del alma y el fuego

    csmico en que se manifiesta el lgos comn (22 A 16).

    Parece que Herclito admita la idea de que el alma sobreviva a la muerte del

    cuerpo en el Hades, y que su destino en l no era para todas el mismo, como en

    Homero, sino que reciban suertes distintas, segn su conducta en vida (22 B 25). No

    sabemos, sin embargo, qu clase de suertes podran ser stas. El mismo Herclito

    dice que a los que mueren les aguardan cosas que ni esperan ni se imaginan (22 B

    - 26 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    27), sin ser ms explcito al respecto. Parece que algunas almas se convierten, como

    los dmones a los que se refiere Hesodo en Trabajos y das, 121ss., en guardianes

    en vela de vivos y muertos (22 B 63), aunque no sabemos cules; quiz las de los

    cados en combate, de las que Herclito dice que son honradas por hombres y dioses

    (22 B 24) o que, si el fr. 22 B 136 es autntico, son ms puras que las de los que

    mueren por enfermedad. Las almas conservaran en el Hades la capacidad de percibir,

    en concreto, por el olfato (22 B 98), aunque no sabemos qu puede significar la

    conservacin de este sentido (quiz sirva como rgano de discernimiento: 22 B 7), ni

    si sera el nico o se mantendran activos otros ms, como la vista o el odo. En cuanto

    al cuerpo, Herclito no le confiere ningn valor tras la muerte, siendo tan desechable

    como los desperdicios (22 B 96).

    g) Valoracin de las prcticas y cultos religiosos

    Herclito, como Jenfanes, dirige su crtica contra la religin tradicional y, en

    especial, sobre sus prcticas ms supersticiosas y absurdas. Rechaza, por ejemplo,

    los ritos de purificacin basados en el derramamiento de sangre y la adoracin de

    imgenes, como modos errneos de acercarse a los dioses, que lo nico que hacen

    es demostrar ignorancia sobre la verdadera naturaleza de stos (22 B 5). Tambin son

    objeto de su ataque los ritos mistricos, considerando la iniciacin en ellos como un

    acto impo o sacrlego (22 B 14), quiz debido a que ciertas prcticas asociadas a los

    misterios de Dioniso, como el menadismo o el culto flico, podan resultar

    desvergonzadas e irreverentes. No obstante, Herclito considera an ms irreverente

    no realizarle el culto debido al dios, mediante la celebracin de procesiones o el canto

    de himnos a sus genitales, afirmando a este respecto la identidad entre Hades y

    Dioniso (22 B 15), quiz porque Hades era un dios temido, del que los hombres

    piadosos evitaban incluso pronunciar el nombre, y su identificacin con Dioniso

    confera a este un grado de venerabilidad que haba que respetar. Aunque tambin es

    posible que dicha identificacin obedeciera a un juego de palabras entre Ades, el

    nombre del dios, y aidoon, la palabra griega para los genitales, con la que se aludira

    metonmicamente a Dioniso. Si los cultos a este dios podan tener para Herclito un

    aspecto positivo, ste consistira probablemente en su capacidad para apaciguar las

    pasiones y aliviar as los males del alma (22 B 68).

    En todo caso, la actitud crtica de Herclito hacia la tradicin heredada era

    manifiesta, actitud que propona abandonar el pretendido saber recibido de los

    mitgrafos, loggrafos y filsofos anteriores, as como las prcticas religiosas y

    cultuales fundadas en l (no hay que actuar como hijos de nuestros progenitores, 22

    B 74), para buscar el verdadero conocimiento en la comprensin del lgos comn a

    - 27 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    todas las cosas. Aunque bien es verdad que esa actitud de rechazo hacia la tradicin

    no fue absoluta y que tom de ella lo que mejor le convino a su pensamiento (debi

    sentirse atrado, p. e., por los orculos [22 B 92, B 93], cuyo estilo de expresin pudo

    imitar).

    h) Concepcin tica y poltica

    Ya hemos visto que Herclito no tena una concepcin muy favorable de la

    naturaleza humana y ello se manifiesta en sus ideas ticas y polticas, al menos en la

    medida en que podemos conocerlas. Parece que reconoca en el propio carcter el

    papel de responsable del comportamiento de cada persona, al calificarlo como un

    damon, es decir, como la parte divina de uno mismo o el destino personal que

    determina lo que somos y hacemos (22 B 119). Asuma el ideal aristocrtico de la

    superioridad de unos hombres sobre otros, aunque justificada no por el nacimiento, la

    riqueza o el linaje, sino por las hazaas que procuran fama y renombre imperecederos

    (cf. 22 B 24), mientras que despreciaba al vulgo ignorante y falto de entendimiento (22

    B 104), que se ceba como las reses (22 B 29). La cualidad moral determina, para

    Herclito, el valor de la persona, negando, por tanto, la equivalencia de derecho propia

    de la democracia. El mejor vale por diez mil (22 B 49), y su excelencia puede justificar

    jurdica y legalmente que ostente el gobierno sobre los dems (22 B 33). Herclito

    pone como ejemplos de hombres poseedores de esa clase de excelencia a Biante de

    Priene, uno de los Siete Sabios y codificador de las leyes de su ciudad (22 B 39) y a

    Hermodoro (22 B 121), el legislador amigo de Herclito al que desterraron de feso

    por ser ms valioso que los dems, de ah la indignacin del filsofo contra sus

    conciudadanos (22 B 125a). Ahora bien, esta concepcin aristocrtica del poder no

    implica la defensa de un gobierno tirnico, que acte al margen de la ley o por encima

    de ella. De hecho, Herclito, a pesar de sus convicciones antidemocrticas, defiende

    la soberana de la ley, por la que dice que el pueblo debe luchar como lo hace por sus

    murallas (22 B 44), pues toda ley est nutrida por la ley divina, es decir, la ley del lgos

    comn (22 B 114). Y, desde un punto de vista puramente moral, rechaza la soberbia o

    insolencia desmedida (hybris) en el hombre (22 B 43), con lo que asume que no todo

    acto que proviene de un hombre excelente es lcito, sino que debe ajustarse al orden y

    medida de todas las cosas, esto es, a la ley determinada por el lgos. De este modo,

    Herclito adopta una concepcin tica tradicional, que entronca con las mximas

    dlficas que aconsejaban la moderacin y el autoconocimiento. Es posiblemente en el

    aspecto tico y poltico de su pensamiento donde Herclito se muestra ms

    convencional y menos original.

    - 28 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

  • Carlos Megino Rodrguez Los filsofos presocrticos: Jenfanes y Herclito

    Bibliografa sucinta Traducciones en espaol:

    BERNAB, A., De Tales a Demcrito. Fragmentos presocrticos, Madrid, Alianza,

    20022.

    EGGERS LAN, C.-JULI, V. E., Los filsofos presocrticos, vol. I, Madrid, Gredos, 1986.

    RODRGUEZ ADRADOS, F., Lricos griegos. Elegacos y yambgrafos arcaicos, vol. 2,

    Madrid, Alma Mater, 19812.

    Estudios:

    BARNES, J., Los filsofos presocrticos, Madrid, Ctedra, 2000.

    BERNAB, A., Los filsofos presocrticos como autores literarios, Emrita, 47 (1979)

    357-94.

    CAPELLE, W., Historia de la filosofa griega. trad. esp, Madrid, Gredos, 1972.

    CAPPELLETTI, A. J., La filosofa de Herclito de Efeso. Monte Avila, Caracas 1971.

    , Mitologa y filosofa: los presocrticos, Madrid, Ed. Pedaggicas, 1986.

    CORNFORD, F., Antes y despus de Scrates, trad. esp., Barcelona, Ariel, 1981.

    , Principium sapientiae, trad. esp., Madrid, Visor, 1988.

    FRNKEL, H., Poesa y filosofa de la Grecia Arcaica, trad. esp., Madrid, Visor, 1993.

    GARCA CALVO, A., Razn comn, Madrid, Ed. Lucina, 1985.

    GARCA GUAL, C., Historia de la filosofa antigua, Madrid, Trotta, 1997.

    GIGON, O., Los orgenes de la filosofa griega, trad. esp., Madrid, Gredos, 1980.

    GOMPERZ, T., Pensadores griegos. Una historia de la filosofa de la Antigedad, trad.

    esp., t. 1, Barcelona, Herder, 2000.

    GUTHRIE, W. K. C., Historia de la filosofa griega, trad. esp., vol. I, Madrid, Gredos,

    1984.

    JAEGER, W., La teologa de los primeros filsofos griegos, trad. esp., Mxico, F.C.E.,

    19934.

    KIRK, G. S.-RAVEN, J. E.-SCHOFIELD, M., Los filsofos presocrticos, trad. esp., Madrid,

    Gredos, 19872.

    MONDOLFO, R., Herclito. Textos y problemas de su interpretacin, Mxico D. F., Siglo

    XXI, 19732.

    MOREY, M., Los presocrticos. Barcelona, Montesinos,1981.

    NESTLE, W., Historia del espritu griego, trad. esp., Barcelona, Ariel, 1987.

    RODRGUEZ ADRADOS, F., El sistema de Herclito. Estudio a partir del lxico, Emrita,

    41 (1973) 1-43.

    - 29 2006, E-EXCELLENCE WWW.LICEUS.COM

    para red de comunicaciones InternetREA: Cultura Clsica Literatura Griega

    Junto a nosotros, el clan eletico, que comenz con JenfaneHERCLITOBibliografa sucinta