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Editores: Francisco Pascual - Meritxell Torres - Amador Calafat MONOGRAFÍA COCAÍNA adicciones Vol. 13, suplemento 2 2001 Subvencionado por: Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas

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Editores: Francisco Pascual - Meritxell Torres - Amador Calafat

MONOGRAFÍA COCAÍNA

adiccionesVol. 13, suplemento 2

2001Subvencionado por:

Delegación del Gobierno parael Plan Nacional sobre Drogas

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MONOGRAFÍACOCAÍNA

Editores:Francisco Pascual, Meritxell Torres, Amador Calafat

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Indice

VOL. 12. SUPLEMENTO 2 3

PRESENTACIÓN

Presentation

Robles, G............................................................................................................................................... 5

APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LA COCAÍNA. DE LA COCA A LA COCAÍNA.

Historical aproximation to cocaine. From coca to cocaine.

Pascual Pastor, F. ................................................................................................................................... 7

EPIDEMIOLOGÍA DEL USO/ABUSO DE COCAÍNA.

Epidemiology of use/abuse of cocaine.

Bobes, J.; Sáiz, P.A.; González M.P.; Bascarán, M.T. .............................................................................. 23

COCAÍNA: ASPECTOS FARMACOLÓGICOS.

Cocaine: pharmacologia aspects.

Lizasoain, I.; Moro, M.A.; Lorenzo, P.. ................................................................................................... 37

PERSONALIDAD Y USO-ABUSO DE COCAÍNA.

Personality and use-abuse of cocaine.

Sáiz, P.A.; González, M.P.; Paredes, B.; Martínez, S.; Delgado, J.M. ..................................................... 47

VIDA SOCIAL DE LA COCAÍNA.

Cocaine social life.

Calafat, A.; Juan, M.; Becoña, E.; Fernández, C.; Gil, E.; Llopis, J.J. ..................................................... 61

USO RECREATIVO DE COCAÍNA POR LOS JÓVENES DE LA COMUNIDAD VALENCIANA.

Cocaine recreational use in Valencia region.

Torres Hernández, M.A. ........................................................................................................................ 105

USO RECREATIVO DE COCAÍNA Y ASUNCIÓN DE RIESGOS: RESULTADOS CONVERGENTES

EN CUATRO MUESTRAS.

Recreational use of drugs and coping with risks: convergent findings across four samples.

Calafat Far, A.; Fernández Gómez, C.; Juan Jerez, M............................................................................ 123

DEPENDENCIA, INTOXICACIÓN AGUDA Y SÍNDROME DE ABSTINENCIA POR COCAÍNA.

Dependence, acute intoxication and withdrawal syndrome in cocaine users.

Llopis Llácer, J.J. ................................................................................................................................... 147

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COMPLICACIONES ORGÁNICAS DE LA COCAÍNA.

Medical complications induced by cocaine.

Balcells Oliveró, M. ............................................................................................................................... 167

COMPLICACIONES PSICÓTICAS DEL CONSUMO DE COCAÍNA.

Psycotic complications in cocaine users.

Roncero, J.; Ramos, J.A.; Collazos, F.; Casas, M................................................................................... 179

APROXIMACIÓN TERAPÉUTICA DE LA DEPENDENCIA DE COCAÍNA.

Therapeutic approach to cocaine dependence.

San Molina, L.; Arranz Martí, B.............................................................................................................. 191

TRATAMIENTO DEL CONSUMO DE COCAÍNA. INTEGRANDO PSICOTERAPIA

Y FARMACOTERAPIA

Cocaine abuse treatment. Integrating psychotherapy and pharmacotherapy.

Solé Puig, J............................................................................................................................................ 209

COCAÍNA EN EL DERECHO PENAL ESPAÑOL.

Cocaine in the spanish penal code.

Herrero Álvarez, S.. ............................................................................................................................... 227

VOL. 12. SUPLEMENTO 24

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El pasado año 2000, Socidrogalcohol ela-boró y editó, con la colaboración de laDelegación del Gobierno para el Plan

Nacional sobre Drogas, una monografía sobreel cannabis que tuvo una gran aceptaciónentre los profesionales y los estudiosos delsector de las drogodependencias. La razónes bien sencilla, los coordinadores tuvieron elacierto de aglutinar a un nutrido grupo deespecialistas que configuraron una aproxima-ción global y actualizada sobre esta complejaproblemática.

Ahondando en esta perspectiva de acercara un público amplio las investigaciones másrecientes relacionadas con las sustancias deconsumo más frecuente en nuestro país,esta entidad profesional nos ofrece ahoraotra monografía dedicada a la cocaína.

En efecto, la cocaína es, tras el cannabis,la sustancia ilegal más consumida por lapoblación general española. Según los últi-mos datos de que disponemos correspon-dientes a 1999 -en estos momentos se estállevando a cabo una nueva encuesta a lapoblación general- un 3,1% de los españolesde 15 a 65 años afirma haberla probado algu-na vez a lo largo de su vida, mientras que un1,5% lo habían hecho en el año anterior a serpreguntados y un 0,8% en el último mes.Mientras que el consumo ocasional se vienemanteniendo relativamente estable en losúltimos años, el consumo más frecuenteregistra, sin embargo, un leve ascenso.

Por lo que se refiere al sector más jovende la población, concretamente los escolaresde 14 a 18 años, el consumo de cocaína cre-ció progresivamente y en todos los indicado-res desde 1994 hasta 1998. Sin embargo, enla última encuesta, realizada en el año 2000,se produce una estabilización de los consu-mos ocasionales y una reducción de los con-

sumos más habituales que, en el último mes,alcanza al 2,2%. No obstante, se confirma unmayor grado de penetración de la cocaína enla población juvenil.

En consonancia con esta realidad que evi-dencian los datos de consumo, están aumen-tando significativamente las admisiones a tra-tamiento por el uso de esta sustancia,desmintiendo de esta forma la supuesta inca-pacidad de la cocaína para generar demandasasistenciales. Así, en el año 2000, 8.272 per-sonas han demandado tratamiento alegandocomo sustancia principal que motiva estapetición el consumo de cocaína. Esta cifrarepresenta el 17,2% del total de demandasde tratamiento por el consumo de cualquiersustancia. Pero aún más significativo es elhecho de que la cifra de “nuevos” deman-dantes, es decir, de los que acuden a los ser-vicios de atención por primera vez suponecasi la tercera parte (32,1%) del total.

Por todo ello, es indudable la oportunidadde un trabajo como el que ahora ve la luz quepretende, al igual que en el caso anterior, pro-fundizar en el conocimiento integral del fenó-meno ligado a la cocaína, estudiando susaspectos históricos, epidemiológicos, clíni-cos, de tratamiento, etc. Todos ellos sonabordados de forma rigurosa por una serie deespecialistas de reconocido prestigio en elabordaje de esta sustancia.

Antes de finalizar, quisiera destacar muyespecialmente una cuestión que plantean deforma específica los autores de la monogra-fía. Se trata de los nuevos tratamientos paralos usuarios de cocaína, así como las estrate-gias para disminuir el consumo y mejorar lacalidad de vida de estos adictos. La capacita-ción a todos los profesionales de la atencióna las drogodependencias en estrategias ytécnicas de intervención terapéutica ante los

VOL. 13. SUPLEMENTO 2 5

Presentación

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problemas generados por la cocaína repre-senta una de las prioridades del Plan Nacionalsobre Drogas. Durante años hemos adquiridoun valioso bagaje en el tratamiento de losheroinómanos, sin embargo, los adictos a lacocaína reúnen unos perfiles y unas exigen-cias terapéuticas bien diferenciadas que pre-cisan de una adecuación en los procedimien-tos utilizados en la rehabilitación.

Mi felicitación, por tanto, a todos los quehan participado en la elaboración de esta

obra, que estoy seguro va a contribuir a unamayor comprensión del fenómeno del consu-mo de cocaína y a mejorar su prevención ytratamiento. No me queda más que reiterar,una vez más, el compromiso de la Delega-ción en seguir apoyando estudios como éste,que suponen un acicate para los estudiosos yuna ayuda inapreciable a los que tenemos ladifícil tarea de impulsar y planificar las políti-cas de actuación ante los consumos de dro-gas y sus consecuencias.

Presentación6

GONZALO ROBLES OROZCO

Delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas

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7VOL. 13. SUPLEMENTO 2

Aproximación histórica a la cocaína.De la coca a la cocaína.

PASCUAL PASTOR, F.

Responsable Unidad de Alcohología Conselleria de Sanitat - Generalitat Valenciana.

Enviar correspondencia: Dr. Francisco Pascual Pastor. Unidad de Alcohología. C/ El Camí nº 40. 03801 Alcoi. Fax 965543167.

Resumen

La utilización de las hojas de coca por parte de lasculturas incaicas enmarcada en sus costumbres coti-dianas como estimulante, ahorrador de energías yprotector del hambre junto con algunos elementoschamánicos reservados a las castas religiosa o másaltas, fue aprovechada por los descubridores españo-les de las “Américas” para explotar laboralmente a lastribus indígenas. Su consumo, casi necesario, mas-cando las hojas de coca estuvo íntimamente ligadocon las culturas precolombinas.

La oposición de ciertos sectores eclesiásticos notuvo respaldo entre los comerciantes y explotadoresde campos y minas.

Pero la verdadera eclosión se produce con el des-cubrimiento en el siglo XIX de su alcaloide: la cocaína.Ensalzada desde el punto de vista médico y social,hasta principios del siglo XX, prohibida posteriormen-te por la aparición de consecuencias sobre todo deorden psicológico y la constatación de su capacidadadictiva, no ha sido suficiente para que se haya con-vertido en nuestros días en una de las drogas másconsumidas, como droga recreativa, originando pin-gües beneficios en el mercado negro y apareciendonuevas formas adictivas más peligrosas y adictógenasque la propia cocaína.

Palabras clave: Coca, cocaína, basuco, crack, Coca –Cola. Speed ball, historía.

Summary

The use of the cocaine leaves by part of Incascultures remains framed in their daily customs as astimulant, economiser of energy and as a hungerprotector joined with some charming elementsreserved to the religious castes or higher castes atleast. The cocaine leaves was profited by Spaniardsdiscoverers of the “Americas” to exploit at working toIndigenous tribes. Their consumption almostnecessary was by masticating cocaine leaves andwas very tied with the pre- Colombian cultures.

The resistance of certain ecclesiastical sectordidn’t have support between traders and exploiters ofarable lands and mines.

But the true expansion was in the nineteenCentury with the discovery of it alkaloid: the cocaine.It was prised from the medical and social point ofview to the beginning of twenty Century. It wasforbidden later by the appearance of consequencesspecially psychosocial order and the checking ofaddictive capacity. But this haven’t been enough to beconsidered as one of the drugs more consumednowadays, not only as a recreational drug but causingbenefits in the black market and appearing newaddictive habits which are more dangerous andaddictive than the cocaine itself.

Key Words: Coca, Cocaine, basuco, crack, Coca -Cola. Seed ball, history.

LA COCA.

La cocaína se obtiene de las hojas delarbusto del Coca (Erytroxylon coca),planta originaria de los Andes y que se

cultiva en América del Sur, en Indonesia y enalgún estado africano.

La coca es un arbusto de la familia de laseritroxiláceas, con hojas alternas, aovadas yenteras, flores blanquecinas y fruto en baya

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pequeña y roja, crece hasta una altura mediade un metro y contiene hasta 14 – 17 alcaloi-des distintos de los que el más conocido yestudiado es la cocaína.. Existen entre seten-ta y cinco y doscientas cincuenta especiesde eritroxiláceas, aunque las más extendidasson la Eritroxylon coca lam y la erytroxylonnovogratense, destinadas en la región andinaal cultivo para consumo tradicional y su trans-formación en cocaína.

Por lo tanto tendremos que partir del cono-cimiento y el uso de dicha planta en la anti-güedad para conocer mejor sus usos y susefectos, tanto de sus hojas como de su prin-cipal alcaloide.

Por ser originaria del valle de Couca esconocida en gran parte de América meridio-nal, dándose su cultivo desde la región cari-beña y centroamericana hasta la cuenca delAmazonas, para su cultivo son necesariosuna altitud de entre los 500 a los 1.200metros y un clima tropical.

No se conoce ninguna planta en el ViejoMundo que contenga cocaína. El uso de lacoca se data en el año 5000 a.de. C. y se haobservado en restos funerarios del 2500 a deC. Se utilizaba para asistir al finado en la otravida. Se ha encontrado en la boca de lasmomias, así como en sacos llenos de hojas ydispuestos junto a los difuntos en sus tum-bas, para ayudarles a cruzar el equivalenteInca del Estigia.

Alrededor del año 1500 a. de C. se utilizabaun compuesto líquido elaborado a partir de lashojas de coca como anestésico en cirugíacerebral. En las sociedades precolombinas, lacoca servía de planta medicinal, de droga esti-mulante, de objeto ritual y de rito de imposi-ción. Para los indios yunga, fue un arbustoque permitió vencer a un dios maligno.

La coca se mascaba con lima para liarla, enobjetos precolombinos de 1000 a de C. y enestatuillas encontradas en las costas deEcuador y Perú datadas en el s. III a. de C., seobservan seres humanos con los carrillosabultados, llenos de coca (bocado o cocada).

La palabra coca deriva de la lengua aymaray significa simplemente “planta” o “árbol”,

también se dice que proviene del términoInca “ Kuka”, y tuvo un importante uso duran-te su imperio (originario de la región delCuzco) en los siglos XIII al XVI de nuestra era.

Para la tradición incaica fue Manco Copacquien otorgó la bendición de Mama Coca auna humanidad abrumada, para hacerla capazde soportar el hambre y las fatigas. MamaCoca era una deidad equivalente a la diosaCeres de otros cultos, y se incluía la coca enlos sacrificios, en la creencia de que lo másvalioso debía ofrecerse a los dioses.

Los indios de América masticaban las hojastanto de tabaco como de coca como sustitu-to del refrigerio, para elevarse psicológica-mente, como si alcanzaran un éxtasis muyleve.

Las hojas de coca se empleaban comotalismanes y amuletos para prosperar enlides amorosas y otros negocios, sobre todoen ceremonias religiosas, creyendo que lesconvertía en animales poderosos, visionarios,tales como pájaros, sobre todo águilas yotras rapaces, lo que les daba una visión glo-bal del mundo. Servía para adivinar el futuro através de sus efectos estimulantes. Aunqueal parecer no servía para entrar en “trance”,para lo cual solían utilizar la datura que eramás fuerte. La religión Inca conservaba elelemento del chamanismo, y la coca era unade las drogas tomadas por los sacerdotes –adivinos, el adivino quemaba las hojas decoca con el fin de poder “ver” los aconteci-mientos venideros en el espiral de humo.

Uno de los usos más extendidos fue entrelos braceros al norte de los Andes para nonotar el cansancio mientras extraían estaño oplata de las minas o para labrar los campos.Servía además para atenuar el cansancio y elmal de altura en las subidas, cargados de pro-visiones desde las llanuras hasta los altos(Matxu Pichu) al ser un atenuante de la hipo-xia.

En las grandes caminatas, mascaban hojasde coca, para calmar el hambre y la sed cuan-do no podían socorrerse con viandas y elagua necesaria y para gozar de cierta euforia,si cargados con 3 ó 4 arrobas de mercancías

8 Aproximación histórica a la cocaína. De la coca a la cocaína

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las marchas se hacían interminables. Las dis-tancias se contaban por “cocadas”, es decir,por descansos durante los cuales se volvía amascar las consabidas hojas de coca cuyoefecto no solía rebasar los tres cuartos dehora. Puesto que la distancia que podían atra-vesar dependía del terreno, la cocada eratanto una unidad de tiempo como de espa-cio. El efecto anorexígeno de las hojas decoca viene determinado por su importanteaporte calórico en base a proteínas e hidratosde carbono fundamentalmente, además delaporte de minerales (Ca – P – Fe) y vitaminas,sobre todo vitamina A y B. Se calcula que 100gr. de coca aportan unas 305 calorías.

Las hojas se masticaban siempre mezclán-dolas con un polvo alcalino (cenizas vegeta-les, conchas trituradas o cal): el añadido decarbonato cálcico aumenta por diez la con-centración de cocaína en el plasma sanguí-neo. La mezcla alcalina se ponía cuidadosa-mente en la bola para no quemar el interiorde la boca. Actualmente la bola de cal ha sidosustituida por bicarbonato industrial. La hojamascada con sustancias calcáreas permiteuna absorción lenta y progresiva que transfor-ma la cocaína en ecgonina, incrementándoselos efectos benéficos del alcaloide, la bolaalcalina que acompaña al “acullico”(cocada)se denomina llujt’ a.

Ciertos instrumentos usados por los incas,por ejemplo, tubos de oro para la absorciónnasal, sugieren que quizá conocían algún tipode refinado para la planta, a medio caminoentre la hoja y el alcaloide.

En estos países andinos, las hojas eranconsumidas bajo la forma de “tabaco demascar”, se masticaba durante varias horas,anestesiando el aparato digestivo lo que per-mitía no sentir hambre.

Entre los Incas la coca era un manjar, seutilizaba como ofrenda y en múltiples usosmedicinales, era tan estimada que durante laépoca incaica se utilizaba como moneda,siendo parte importante de los tributos deInca.

La clase social acomodada lo utilizaba porgusto pero los pobres lo hacían por necesi-

dad, por lo que la oligarquía concedió el favorde su consumo a soldados, campesinos ymensajeros, el obrero esperaba a parte de susalario una ración de coca.

En 1530, Pizarro se encontró con el imperioInca, su corte usaba la coca de forma liberal,como un privilegio, hacerlo sin autorizaciónera un desafío y un crimen de lesa humani-dad. Se producían panes de coca que consu-mía la nobleza en grandes cantidades.

Durante la conquista de América la Iglesiaintentó suprimir su consumo al considerar queiba unido a rituales religiosos profanos, conde-nándola en la primera asamblea eclesiásticade 1551 y volvió a condenarse en 1567 porestar unida a la idolatría y a la hechicería “Secreía que no poseía ninguna virtud, antes biencausaba la muerte de innumerables indios yarruinaba la salud de los sobrevivientes”, perola medida no surgió efecto debido a las gran-des sumas de dinero que estaba dejandoentre los colonos españoles, que la hacíanservir para explotar a los indígenas.

Como los evangelizadores la considerabancomo un producto demoníaco, fue motivo devarios concilios en Lima (1551 – 1772), el con-sejo de Indias dictaminó que el hábito habíade ser tolerado por la dependencia que losindígenas mostraban de él y porque estabaconsiderada como la “planta sagrada de losIncas”.

La explotación se producía tanto en lasminas como en las mismas plantaciones decoca situadas al borde de las selvas húme-das, a mucha distancia del hábitat natural delos indios andinos, por lo que se produjo laparadoja de incrementarse el consumo entrelos aborígenes e incluso entre los españolesque de esta forma aumentaba su productivi-dad. La conquista de América llevó el consu-mo a todas las clases sociales, otorgando alclero un diezmo del comercio de la coca. Loque llevó a que se legalizase oficialmente enel año 1573, aunque en 1613 se llegó a afir-mar que excepto para el trabajo la mastica-ción de coca era “una actividad social noautorizada.

9Pascual, F.

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Las autoridades de aquella época calcula-ban que entre un tercio y la mitad del cupoanual de los obreros de la coca fallecíancomo resultado del servicio obligatorio decinco meses que debían de cumplir, a causade un insecto díptero y del mal de los Andeso “uta” ( cáncer de nariz, garganta y labios).Se promulgaron decretos desde Lima, eincluso por parte del rey Felipe desde Madrid,intentando regular las horas y condiciones detrabajo.

En la feria anual de Potosí se llegaron aimportar 100.000 cestas de coca, alrededorde 1.300 toneladas. El consumidor mediomascaba 60 - 100 gr. de hojas de coca al día,repartidos en 3 – 5 veces, procurando lashojas más dulces y menos estropeadas,rechazando las amargas y negras por su altocontenido en cocaína, pero el contenido dealcaloide (cocaína) solo es del 0’5 – 0’7% ysolo se absorbe una porción en la digestión,por lo que el consumo medio de cocaínapodía ser de a lo sumo 300 – 700 mgr. cada24 horas. El efecto de una masticación escomparable a la estimulación producida pordos cafés.

En el siglo XVII, sus virtudes estimulanteshacen que parezca muy útil a varios médicosy boticarios españoles al disminuir las fatigasentre los obreros y los soldados.

La práctica de mascar coca todavía persisteen algunas zonas de América del sur con laatribución de propiedades tales como la demitigar el hambre, superar el mal de altura,anular los efectos de las bajas temperaturas eincluso aliviar el dolor de estómago. En lamasticación no aparece euforia y el uso des-aparece cuando disminuyen los grandesesfuerzos.

Aún hoy los aborígenes mascan sus hojasde coca durante hasta 3 horas, junto con unapequeña piedra caliza o polvo de cal queaumenta la salivación, o se emplea en infu-sión, tolerada y legal, para soportar los incon-venientes de las grandes altitudes andinas, elhambre y las fatigas del trabajo.

En Bolivia y Perú, donde la coca es legal, seutiliza en pasta de dientes, chicles, vino y en

de forma más amplia en su versión de té(mate de coca).

Las hojas de coca, remedio omnipresenteentre los Kallawayes, sirven para paliar lasalteraciones gastrointestinales, las contusio-nes, los resfriados y otras enfermedades dela altitud. En gran parte de América del Sur esapreciada también por sus propiedades esti-mulantes. Al calentar o hacer hervir las hojasde coca se liberan ciertos alcaloides que alte-ran al “espíritu”.

Excepto en la cultura de los colonizadoresespañoles, la coca ha estado desconocidaprácticamente para el resto del mundo hastael siglo XIX. En nuestra época, el mal uso deciertas drogas extraídas de vegetales comoes la cocaína se ha convertido en un verdade-ro azote social.

LA COCA DURANTE EL SIGLO XIX.

El naturalista suizo J.J. von Tschudi, escri-bió un libro denominado Travels in Perú,siguiendo y verificando los descubrimientoshechos por Pizarro y tuvo la ocasión de verifi-car las virtudes de la coca al observar comolos porteadores con los que llegó al Perú en1830 podían pasar cinco días sin tomar ali-mento alguno y durmiendo muy poco graciasal consumo de coca.

En el año 1850 Paolo Mantegazza escribióen Milán un tratado sobre la Coca, afirmandoque la propiedad principal de la coca no seencontraba en ningún otro remedio, desta-cando su efecto exaltante que desafiaba lafuerza del organismo sin dejar ningún signode debilidad y lo recomendó para las enfer-medades nerviosas.

Veinte años más tarde Sir Robert Christionla exalta por la capacidad de eliminar la fatigamental y física. Los ciclistas franceses empe-zaron a tomarla y también los soldados delejercito alemán ambos grupos para incre-mentar su resistencia.

A principios del siglo XIX se empezó aobservar los efectos del consumo excesivo a

10 Aproximación histórica a la cocaína. De la coca a la cocaína

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largo plazo, el paso se volvía poco seguro, lapiel amarillenta, los ojos hundidos nublados yrodeados de un anillo morado, los labios tem-blaban y aparecía una apatía general. No obs-tante se aseguraba que el consumo moderadono era simplemente inocuo sino convenientepara la salud. La revista Lancet en un artículode Dowdeswell publicado en 1876, describelos primeros efectos negativos tales comocambios en el pulso y en la temperatura.

En el siglo XIX se llegó a afirmar que: “ lacoca puede usarse con exceso, como todo lodemás, y ser entonces perjudicial para lasalud, pero no deja de ser la droga menosdañina, la más calmante y tónica de las cono-cidas”. Se subrayó su efecto exaltador queinvocaba la potencia del organismo sin dejarsigno alguno de debilidad consecuente.

A finales del siglo XIX alrededor de diezmillones de indios de América del surseguían con su costumbre atávica de mascarcoca, aunque nadie creía en aquel momentoque ese consumo fuese mucho más peligro-so que el hecho de beber café, té o mate. Las estadísticas de las naciones Unidas de1970 indicaban que cerca del 50% de lapoblación adulta de Perú y Bolivia seguíanmascando hojas de coca.

DESCUBRIMIENTO DE LA COCAÍNA: SU

AUGE Y UTILIDADES.

Fue durante el año 1859, el científico ale-mán de la Universidad de Gotinga, Albert Nie-mann, aisló el alcaloide principal de la coca: lacocaína. En el proceso utilizó básicamentealcohol, ácido sulfúrico bicarbonato sódico yéter. Comercializándose rápidamente comoalimento para los nervios y como formainofensiva de curar la tristeza, tensor de lascuerdas vocales se empleaba por los artistasdel Bel canto e incluso una década más tardese atribuía a su uso por parte de las mujeresel otorgarles “sempiterna vitalidad y hermo-sura”.

Entre 1863 y 1865, un químico austriaco,Wilhem Lossen, descubrió la fórmula bruta

de la cocaína. Los cuatro elementos del alca-loide son el carbono, el nitrógeno, el oxigenoy el hidrógeno: C17 H21 O4 N.

Muy pronto y sobre la base de los conoci-mientos previos que se tenían sobre las hojasde coca, la cocaína llega a alcanzar un presti-gio tanto científico como social, que llevará autilizarla como remedio en algunas enferme-dades. Uno de los primeros usos fue la anes-tesia local. El efecto de la cocaína produceacción antifatigante, aumento de la glucosacirculante en la sangre, redistribución sanguí-nea por los diferentes lechos sanguíneos porvasoconstricción, aumento de la tensión arte-rial, incremento de la efectividad de la con-tracción cardiaca y mejor ventilación pulmo-nar, tanto por su efecto directo sobre elcentro respiratorio como por su efecto sobrela musculatura bronquial.

El caso más famoso es el Sigmund Freudque a partir de los informes que al respectohabía elaborado el Dr. Italiano Paolo Mante-gazza sobre los poderes “milagrosos de lacocaína”, empezó a ensayar durante el año1880 su uso para el tratamiento de la neuras-tenia o fatiga nerviosa. Como resultado deestos ensayos el mismo Freud publicó en1884 una monografía denominada “ÜberCoca”, en el que valoraba de forma positiva eluso de la cocaína para el tratamiento deenfermedades como la depresión, el nervio-sismo, la adicción a la morfina, el alcoholis-mo, los trastornos digestivos, e incluso elasma.

En enero de 1885 publicó un segundo artí-culo bajo el nombre de Contribución al conoci-miento de os efectos de la Cocaína, dondeexaminó los efectos subjetivos de su uso.Otros artículos publicados por Freud sobre elmismo tema son una Addenda a partir de suÜber Coca, un artículo sobre el efecto generalde la cocaína y un último escrito sobre elAnsia y temor a la cocaína. Este último lo hacecomo defensa de las acusaciones que yahabía recibido por apología del consumo deuna droga peligrosa., cuyo uso ya estabahaciendo estragos mediante inyección en losadictos a opiáceos. Freud empieza a recono-cer su error, sin aceptar que la cocaína es

11Pascual, F.

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nociva por si misma, pues solo admite efectosnegativos entre los adictos a la morfina, recha-zando la capacidad adictiva de la cocaína.

Solo un año después de la publicación deÜber Coca un neuropsiquiatra vienés, Erlen-meyer, negaba la utilidad terapéutica de lacocaína y advertía sobre sus consecuenciasnegativas. Aunque algunos científicos empe-zaban a temer por los efectos secundarios eincluso por la posible adicción cocaínica,Freud llegó asegurar en el mismo artículo quesu consumo no producía deseo compulsivosino cierta aversión al aumentar la dosis. Peroincluso Freud, pocos años más tarde, pudoexperimentar con un colega suyo los efectossecundarios de la cocaína. El tratamientoconsistió en inyecciones subcutáneas paratratar el dolor por una amputación y la adic-ción provocada por la morfina que su pacien-te y amigo había consumido para mitigar eldolor. Las dosis de cocaína tuvieron que ir enaumento y al cabo de cierto tiempo termina-ron por provocar paranoia, delirios y pérdidade autocontrol. La cocaína no era tan inofen-siva como parecía en un principio.

Durante la década de los 80 (1880) algunoscontemporáneos de Freud siguieron suspasos, y al utilizar la cocaína corroboraron enun principio que no era mucho más adictivaque el café o el té. El uso básicamente erasubcutáneo, pero al tener que aumentar lasdosis empezaba a aparecer cefaleas, pérdidade control mental y graves complicacionescardíacas y respiratorias.

Entre sus utilidades cabe destacar su utili-zación para fortificar el corazón, estimular lacirculación, excitar el espíritu y mejorar lasfunciones digestivas. Se prescribía ademáspara la debilidad, el agotamiento, la neuraste-nia, el estrés, el alcoholismo, la fatiga sexualy la gripe. Toda una panacea, de la que sellegó a afirmar que con su uso se podría inclu-so prescindir de los asilos para alcohólicos, yconseguir su cura radical en 10 días.

Angelo Mariani, químico de Córcega,embotelló y vendió el “Vin Mariani”, a base decocaína con la indicación de prevención de lamalaria, la gripe y “otras enfermedadesdevastadoras”, incluso los cantantes de ópera

lo utilizaban para alivio de sus gargantas..Thomas Edison y el Papa León XIII fueron fer-vientes defensores de esta bebida, incluso elPapa prestó su efigie para la etiqueta y con-cedió la medalla de oro a su inventor.

El vino de coca se prefería frente a losextractos, las infusiones o la masticación. Elvino era un “bordeaux” rojo aromatizado conextractos de la planta. Un vaso de vino Maria-ni podía contener entre 35 – 70 mgr. de coca-ína, lo mismo que una raya actual.

El 2 de septiembre de 1885 el New YorkTimes se hizo eco de las utilidades terapéuti-cas de la cocaína, otorgándole entre otraspropiedades curativas para la fiebre del heno,el catarro, el dolor de muelas e incluso paralos peores resfriados y mareos.

En aquel momento y ante la ausencia deestudios serios no se podía afirmar que fueseuna droga peligrosa.

La compañía farmacéutica Parke Davisempezó a producir productos que conteníancocaína, por ejemplo cigarrillos de coca paralas infecciones de garganta. Creían que el“fármaco” podía servir para curar desde losmareos hasta las hemorroides.

ParKe Davis se sirvió de la popularidad deFreud y de sus investigaciones, pagándole enespecie por declarar que su cocaína era pre-ferible a la de Merck (el otro laboratorio que lacomercializaba), aunque Freud también apa-recía en el prospecto de la cocaína de esteúltimo laboratorio alabando el producto.

La firma Merck hacía llegar entre otrosCocaine (clorhidrato de cocaína), que algunosaños más tarde se conocería entre los usua-rios con el sobrenombre de “la insuperable”.

Su popularidad llevó a que la población lautilizase como un tónico, e incluso a que suutilización pasase a la ficción como en el casode su utilización por Sherlock Holmes que seinyectaba cocaína cuando su mente se que-daba atascada en la resolución de algún caso.Incluso se dice que Robert Louis Stevensonescribió su obra “El Dr. Jekyll y Mr. Hyde bajola influencia de la cocaína (un libro escritointerrumpidamente durante seis días y que

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cuenta con 60.000 palabras). El tercer díarompió el manuscrito y empezó de nuevo”.

La única voz discordante que apareció en elsiglo XIX provino de un naturalista alemán, acuyo juicio la cocaína era un narcótico compa-rable al opio, con perniciosos efectos secun-darios. Luego hasta la segunda mitad delsiglo XX, con las primeras ideas prohibicionis-tas nadie clasificaría la coca entre las sustan-cias narcóticas.

En 1884 un oculista llamado Keller, la utili-zaba en sus pacientes como un buen anesté-sico local. En el ámbito terapéutico este alca-loide se utilizaba para evitar el dolor en lasintervenciones quirúrgicas muy localizadas,sabiendo que era incapaz de actuar sobre lapiel intacta, pero con una absorción y acciónmuy rápida sobre las membranas mucosas,sobre todo en boca, nariz y ojos.

El mismo efecto anestésico hacía que suabsorción a nivel estomacal suprimiese lasensación de hambre, y cuando se inyectaentre las vértebras lumbares LIII y LIV, en laraquianestesia, se pueden operar sin dolorlos miembros inferiores y la parte baja delabdomen hasta el nivel del ombligo.

La cocaína es uno de los estimulantesnaturales del Sistema Nervioso Central, máspotentes que se conocen. Actualmente suúnico uso aceptado en medicina es comoanestésico local y vasoconstrictor, aunque nose utiliza habitualmente en terapéutica, susti-tuyéndose por fármacos mucho menos tóxi-cos y peligrosos.

LA COCAÍNA: FARMACODINÁMICA.

La cocaína es un compuesto cristalino, C17

H21 N O4, de color blanco y sabor amargo; essoluble en agua y reacciona con los ácidosformando sales. Penetra directamente en elsistema nervioso central (S.N.C.) a través deltorrente sanguíneo produciendo una sensa-ción agradable, anestésica y estimulante.

La anestesia se produce al bloquear latransmisión nerviosa y el estímulo al producir

interferencia intersináptica, teniendo capaci-dad de reforzar las norepinefrinas, moléculaso aminoácidos del S.N.C. Los efectos anorexi-zantes e inhibidores del sueño se producen alactuar directamente sobre el hipotálamo, elsistema reticular ascendente y en el cerebelo.

La acción de la droga se hace notar entredos y cinco minutos después de aspirar dosdosis o rayas, prolongándose el efecto esti-mulante durante media hora.

Un uso crónico moderado pasa por la admi-nistración nasal de unos 250 mgr. a lo largode todo el día, distribuido en cinco o sietetomas, lo que provocará insomnio, irritabili-dad, falta de apetito, debilitándose el sentidode autocrítica y lucidez, pero su interrupciónno produce Síndrome de Abstinencia.

El uso concomitante de alcohol permitiráusar más cocaína, lo que exige a la larga mássedación, teniendo en cuenta que este usotiene un fin básicamente recreativo.

Si la administración es intra venosa el efec-to es inmediato.

LA COCA COLA.

En el último tercio del siglo XIX aparecenbebidas con cocaína algunas con contenidoalcohólico, en 1909 existían 69 bebidas distin-tas de esta clase. Entre las primeras que sefabricaron se encuentra la Coca Cola. El ori-gen de esta bebida se debe a J.S. Pember-ton, un boticario de Georgia, que vendía estabebida para tratar los dolores de cabeza, lahisteria, la melancolía y con fines tónicos. Ensu elaboración se empleaban hojas de coca,nueces africanas de cola y una pequeña can-tidad de cocaína, mezcla conocida popular-mente como “dope” (dosis de droga), enforma de jarabe carbónico azucarado.

En 1885 se registró el producto con ladenominación French Wine of Coca, IdealTonic, aprovechando el éxito del vino Mariani,intentándola convertir a partir de sus modifi-caciones en la composición, en la bebida deintelectuales y abstemios. Al principio la

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bebida contenía alcohol que se suprimió anteel establecimiento de la ley seca, añadiendonuez de cola y esencias de agrios, tambiénse sustituyó el agua por agua gasificada. Conestos cambios se consolidaba la Coca Cola,en 1891 el inventor vendió la patente a A.Grigs Candler, (fundador de la Coca – ColaCompany) obteniendo así su fórmula secretaEl jarabe se vendió en barriles de gaseosacomo tónico reconstituyente.

En 1903, la extendida opinión pública con-traria a las drogas, los perjuicios y los testi-monios negativos junto a la reacción adversade la prensa, aconsejaron eliminar la Cocaínapor lo que en 1909, la Coca Cola terminó porsustituir la Cocaína por Cafeína, permanecien-do todos los demás alcaloides de la hoja decoca. En 1920 la Coca Cola se convirtió en labebida nacional de EE.UU., sobre todo a par-tir de la aplicación de la ley seca, llegando aservir de cruzada para los metodistas contrael alcohol.

En 1978 Coca Cola intentó sacar a la ventaun chicle con extractos de coca, como gomade mascar medicinal. La política de Reagan yla competencia de la Pepsi, les hicieron des-istir del intento, retirando el extracto de cocaque aún conservaba la Coca – Cola, el fracasocomercial junto con la respuesta popular obli-gó a los productores a reponer la bebida tra-dicional con la denominación de Coca- ColaClassic. En un conjunto de 54 productosindustriales derivados de la Coca, solamenteCoca – Cola tiene circulación mundial.1

LA DECADENCIA DE LA COCAÍNA.

Para un joven español el consumo de coca-ína representaba una rebelión contra suclase. Con la revolución industrial, se planteóla posibilidad del uso de la cocaína entre losobreros. Pero a partir de 1880, se empezó acuestionar su utilidad y sobre todo se eviden-ció su capacidad adictógena, la conducta psi-

cótica, las convulsiones e incluso algunoscasos de fallecimiento.

Pero en 1885 en el Medical Record seescribieron las primeras advertencias sobre elconsumo de cocaína y aunque se afirmabaque aliviaba la sensación de agotamiento,disipaba la depresión mental y producía unasensación deliciosa de alegría y bienestar,con su uso los efectos secundarios aparecíanen principio de una forma suave, casi imper-ceptibles, pero si su consumo continuaba yse incrementaba creaba un deseo que debíasatisfacerse, el individuo a partir de esemomento se volvía nervioso, febril, insomne,inapetente, quedando al final la sensación de“neurastenia lastimosa”.

Durante ese mismo año un paciente deFreud recibió una sobredosis de cocaína, loque llevó al propio Freud a escribir un artículotitulado “Craving For and Fear of Cocaine”,teniendo que admitir que la cocaína producíaparanoia, alucinaciones y deterioro físico ymental.

En 1887 el Dr. J.B. Mattison (Brooklin) ase-gura que la cocaína produce adicción. Y aun-que se intentó demostrar que coca y cocaínano eran sinónimos a la hora de producirdependencia el hecho es que ante los hallaz-gos negativos de la cocaína, la coca cayó endesprestigio y desuso, conservándose única-mente las escasas utilidades clínicas. Inclusoexperimentos sofisticados fracasaron a lahora de demostrar el incremento de la ener-gía para el trabajo en ausencia de fatiga.

A principios del siglo XX unos creen que lacocaína es mortífera, otros que es una pana-cea y otros hablan de su utilidad o inutilidadsegún personas. Hacia 1900 todas las drogasconocidas se encontraban disponibles en far-macias y droguerías, pudiéndose inclusocomprar por coreo. La legislación españolapermitía que a principios del siglo XX, sepudiesen dispensar drogas y entre ellas pas-tillas y jarabes de cocaína y todo ello de libreacceso para los usuarios.

Aproximación histórica a la cocaína. De la coca a la cocaína

1 Boville Luca de Tena, B. La Guerra de la Cocaína. Temas de debate.. Edit. Debate S.A. Madrid 2000.

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En 1906 el gobierno Federal aprobó la PureFood and Drug Act, exigiendo un cuidadosoetiquetado de todos los remedios patenta-dos, pero no se preveió la venta de cocaína yopiáceos por lo que los problemas de adic-ción y violencia no hicieron más que incre-mentarse.

En 1907, el Estado de Nueva York, colocó ladisponibilidad de la cocaína solo bajo controlmédico, pero el mercado negro se incremen-tó, vendiéndose la cocaína en la calle másbarata que la prescrita por el médico.

En 1910 el presidente William Haward Talfaseguró que el consumo de cocaína era elpeor problema de drogas jamás sufrido enEstados Unidos. Las restricciones se incre-mentaron fuertemente. La cocaína se hizoilegal en U.S.A. en el año 1914. en aplicacióndel Acta Harrison, esta primera ley restringíasu uso a usos médicos, prohibiendo todoslos demás y exigiendo un registro de perso-nas y laboratorios que la usasen.

Las demás naciones se unieron a la medi-da, tres días antes de estallar la primera gue-rra Mundial, se firmaba la Convención de laHaya (1914) con la propuesta dirigida a todaslas Naciones de “controlar la preparación ydistribución de opio, morfina y cocaína”.Luego fue incorporado al tratado de Versalles(1919) donde se hablaba del uso ilegítimo deciertas drogas, entre ellas la cocaína.

En 1925 se convocó una conferencia enGinebra que pretendía fijar los límites para laproducción del opio crudo y coca en cada zonadel mundo. La propuesta planteada por EE.UU.no fue apoyada por las demás naciones.

En los años 30, los usos terapéuticos de lacocaína habían disminuido tanto que solo seutilizaba como anestésico tópico. Incluso susderivados anestésicos como la procaína tie-nen la ventaja de que no entran rápidamenteen el cerebro. La popularidad de la cocaínadisminuyó durante los años 30 y fue sustitui-da por el uso de las anfetaminas.

En 1931 la Conferencia de Ginebra aboga-ba por un control y regulación de narcóticoscon sistemas de cuotas y evaluación denecesidades por países. Entre la I Guerra

Mundial y la Guerra Civil Española, la cocaínafue la droga con mayor demanda, y se utiliza-ba para dar energías al ejercito.

Su consumo se puso de moda y se exten-dió con cierta facilidad como una costumbremás de la época, sus usuarios pertenecían atodos los estratos sociales pero sobre todotuvo cierto prestigio entre aristócratas, bur-gueses y bohemios. Todos ellos influidos porel afán de modernidad con el objetivo de lle-var una vida frívola y mundana, su consumoles permitía aguantar varias noches de juergasin necesidad de descansar ni dormir.

Si bien el consumo inicial se enmarcabaprioritariamente entre los miembros de la altasociedad, progresivamente con el paso delos frívolos años veinte el hábito se extendióa homosexuales, prostitutas y gente delespectáculo y cabaret, la edad de consumoiba descendiendo y la media de los consumoaumentando. En pocos años la cocaína llegóa ser conocida en Europa como la droga delas prostitutas.

Durante los años cuarenta la cocaínaseguía siendo una droga legal, de venta enfarmacias que podía adquirirse con recetamédica al precio de 12’5 Ptas. el gramo. En elCódigo Penal de 1944 ya se consideraba ile-gal el consumo de esta sustancia, especifi-cándose los delitos sobre su venta ilícita, eltráfico, y el consumo.

El uso ilegal estaba restringido a la clasealta, los otros consumidores se tuvieron quepasar al consumo de anfetaminas aunquetampoco tardarían mucho en descubrir susdevastadores efectos.

Un estudio sobre la coca desarrollado enEEUU en 1950, equiparaba los efectos de lacoca a los de la cocaína, atribuyendo a lamasticación de la coca la pobre situación delos indígenas de Bolivia y Perú, olvidando quela causa principal era el subdesarrollo. Por unplanteamiento estrictamente político se quisoconfundir a la opinión pública satanizando deigual modo las hojas de coca como su alcaloi-de, la cocaína.

En 1951 la ley Boggs o Ley de SentenciasMínimas Obligatorias y en 1956 la Narcotic

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Control Act promulgaban penas máximas alos infractores de las leyes antinarcóticos,incluyendo hasta la pena de muerte. En 1957el Comité de Expertos en Drogas Adictivas,declaró que las drogas prohibidas producíanadicción y las no prohibidas solo hábito. Estasleyes se trasladaron a nivel internacional pormedio de la Convención Única sobre Estupe-facientes de 1961, y de su anexo de 1971, elConvenio de Sustancias Psicotrópicas. En laConvención Única sobre estupefacientescelebrada en 1961 se declara que: “ la toxico-manía constituye un mal grave para el indivi-duo y entraña un peligro social y económicopara la humanidad”.

En la España del franquismo el uso de lacocaína también estuvo presente, sobre todoentre personas sin privaciones económicas ycon gran afición a la diversión, fue la droga dela “jet”. En Madrid había un grupo de perso-nas de doble moral formado por aristócratas,tonadilleras, artistas y gigolós, además dealgún torero y famoso del mundo del cine,teatro, etc... que vivían esa doble vida inter-calando su trabajo con veladas de desenfrenoy grandes consumos de alcohol y cocaína.

También es cierto que la inmensa mayoríade los españoles vivían completamente aje-nos a este tipo de “historias” y que las refe-rencias que se tenían sobre el uso de la coca-ína siempre estaban relacionadas con algúntrágico suceso. En la prensa científica solo sepublicaron un par de artículos sobre la cocaí-na y cualquier suceso era acallado por el tipode personas que la consumían.

Pero esto nos hace ver que antes de pro-ducirse el aumento del consumo en los añosochenta en España se había producido enciertos ambientes un consumo ininterrumpi-do de esta droga.

LA PSIQUIATRÍA MÉDICO LEGAL DE

HENRY CLAUDE.

En el año 1933 y como resultado de diver-sos estudio e investigaciones el Dr. ParisinoHenry Claude, dedica un capítulo a la Intoxi-

cación cocaínica dentro de su obra “La Psi-quiatría médico legal”.

Hemos querido hacer referencia especialde esta obra por la brillantez de la exposicióndel cuadro clínico, en una obra de 1933, loque nos permite entender que el conocimien-to de la gravedad de las complicaciones delconsumo abusivo y repetitivo de cocaína noha sido algo desconocido por los médicosdurante el siglo XIX, aunque no se le ha otor-gado la importancia que el cuadro se merecehasta bien entrada la década de los 80.

El autor afirma que la intoxicación cocaínicaes en la inmensa mayoría de los casos decarácter voluntario, desapareciendo el origenmedicamentoso descrito por Freud. Es fácilobservar la intoxicación cocaínica en losmedios en los que es habitual buscar ciertassatisfacciones o impresiones nuevas, entreellas destaca el ambiente artístico propicio aluso para evitar la fatiga y generar cierta exci-tación ficticia.

La intoxicación puede presentarse deforma aguda o crónica no estando exenta nin-guna de las dos de graves alteraciones parala salud del consumidor.

La intoxicación aguda puede acarrear tras-tornos cardiorrespiratorios que pueden llevara la muerte súbita. Los síntomas principalesconsisten en enfriamientos, síncopes, taqui-cardia, angustias precordiales, disnea, polip-nea, avidez por el aire y ansiedad, nauseas yvómitos; trastornos nerviosos y mentales, loque puede llevar al sujeto a estados de reso-lución muscular, colapso, presentando fenó-menos de excitación psicomotriz con sacudi-das musculares.

La excitación puede traducirse por locuaci-dad, risas o lágrimas inmotivadas, tendenciaa la cólera, agresividad y violencias de todasclases.

Describe el autor la aparición de cuadrosconfusionales con alucinaciones o ilusiones,midriasis, elevación de la temperatura corpo-ral y epilepsia. En el transcurso del cuadrodelirante puede entregarse el paciente a todaclase de actos graves ( golpes, tentativas dehomicidio y suicidio, incendios, fugas, escán-

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dalos públicos, rebeliones, rotura de escapa-rates, etc...

Cocainismo crónico – Cocainomanía:

Definida como la absorción habitual decocaína, la describe como consecuencia deun desequilibrio, de una perversión del gustoo como la tendencia en ciertos individuos ávi-dos de goces morbosos. Es la expresión dela depravación voluntaria, relacionada concondiciones de vida que denuncian una pro-funda inmoralidad.

La cocaína es introducida en las fosas nasa-les en forma de polvo, teniendo aproximada-mente cada toma 20 – 30 centigramos dedroga. Algunos adictos se conformaban condos o tres tomas al día lo que representabamenos de un gramo, en cambio otros llega-ban a tomar entre 2 y 5 gramos o aún más.

Explica que como en otros venenos deesta naturaleza, el uso habitual puede deter-minar después de algunas semanas el esta-do de necesidad apareciendo el consabidofenómeno de tolerancia, ya que si no existíaun aumento de dosis aparecía un sentimientode malestar sobre todo expresado en reac-ciones psíquicas y nerviosas. Pero al mismotiempo analiza a algunos sujetos que puedenmantener el consumo de dosis de entreteni-miento que les produce un efecto estimulan-te, sin llegar a consumir dosis verdaderamen-te tóxicas.

La absorción de la cocaína podía ocasionarsegún el consumidor manifestaciones decarácter banal o en cambio resultados franca-mente patológicos.

La fase de iniciación en el consumo suele irsiempre acompañada de satisfacción, aunquecon una serie de molestias acompañantescomo puede ser una impresión penosa defrío en las fosas nasales, una anestesia de lamucosa y una tendencia a desfallecimientosy palpitaciones del corazón, lo que desanimaa ciertos principiantes. Estas molestias sue-len desaparecer y no preocupan al sujeto queexperimenta cierta euforia, sentimiento defuerza alegría y exacerbación de las faculta-des intelectuales, de la palabra y de la memo-ria. De ello resulta un contento, un olvido de

las penas, que, en ciertas personas, más sen-sibles que otras, temerosas de los esfuerzos,despierta el deseo de renovar aquellas sensa-ciones.

Ya en esa época se conocían a artistas yoradores que recurrían al consumo de cocaí-na para sacar mayor partido de si mismosante la necesidad de verificar un esfuerzoparticular, sin seguir luego con un consumoconstante.

En cambio otras personas, más ávidas desatisfacciones iban aumentando las dosisprogresivamente hasta llegar a una especiede embriaguez bastante similar a la embria-guez de las bebidas alcohólicas. Una embria-guez intensa y alegre, con excitación psíquicaestimulante de la imaginación, de las ideas yde la fantasías, con exaltación de las faculta-des intelectuales, este presumible estado debienestar conducía a aumentar las dosis apa-reciendo al cabo de un tiempo la verdaderaexcitación motriz con desorden de los actos,irritabilidad y dependencia.

Con la repetición de este tipo de intoxica-ciones iban apareciendo los primeros trastor-nos psíquicos y del comportamiento, cadavez de mayor potencia y duración para llevaral individuo a la intoxicación crónica o cocai-nismo.

El resultado de la intoxicación crónica era laaparición de trastornos físicos, como el pruri-to, la fatiga en el intervalo de las tomas, lalaxitud, la tristeza y la astenia que conducía alsujeto a esnifar una nueva dosis.

En el terreno psicológico se observarontrastornos del carácter, irritabilidad, celos,dolores precordiales, síncopes, temblores,midriasis y trastornos visuales y auditivos,todo ello acompañado de pérdida de peso,anorexia, temblores y aparición tics con ner-viosismo general.

Realizando el examen médico del pacientese podía observar congestión de las mucosasnasales, costras en el tabique nasal conse-cuentes a repetidas epistaxis, estado saburralde las vías digestivas, congestión del hígado,constipación, exageración de los reflejos ten-

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dinosos y finalmente lesiones cutáneas derascamiento.

Tampoco era raro en las intoxicaciones cró-nicas encontrar estados de caquexia genera-lizada así como la constatación de cuadrosalucinatorios de orden visual precedidas deilusiones. Realmente todo esto desemboca-ba en delirios acompañados de estado confu-sional, insomnio con agitación, ansiedad ytendencias violentas y agresivas.

La gravedad del cuadro, o la impregnacióncocaínica a la que estaba sometido el sujetopodía traer consecuencias incluso despuésde la desintoxicación del individuo dejando unestado depresivo, acompañado de indiferen-cia, inactividad y apatía. Incluso a veces bra-dibpsiquia temblor y fatiga, reversible en oca-siones con el paso del tiempo si el sujeto novolvía a consumir.

Para el tratamiento de desintoxicación sedecía que debido a la naturaleza de su adic-ción se podía suprimir inmediatamente lacocaína sin que fuese necesario tomar cier-tas precauciones médicas y sin tener querecurrir a ningún tratamiento farmacológico osu ingreso en una clínica de desintoxicación.

Como en otras muchas ocasiones el análi-sis de estudios anteriores a nuestra épocanos hace pensar en el poco provecho quehacemos de la historia de la medicina, lareflexión sobre la cocaína y su adicción deHenry Claude es un claro ejemplo de cómoalgunos aspectos que todavía hoy seguimosdebatiendo estaban ya más que corroboradoshace aproximadamente 70 años.

UN NUEVO AUGE EN EL CONSUMO.

Los carteles sud-americanos, intentaronpropagar la cocaína desde 1930 hasta laactualidad. El cultivo de la Coca es práctica-mente monopolio de tres países: Perú, Boli-via y Colombia, seguido de lejos de Ecuadory Brasil. Tradicionalmente el proceso de lahoja se hacía en Colombia pero en la actuali-dad se ha extendido a Chile, Argentina, Brasil

y Panamá, en estos países últimamente seproduce también la elaboración de la cocaína.

El consumo de cocaína durante los años1920 – 1970 se redujo al mundillo de artistas.La cocaína estuvo casi medio siglo relegada apequeños grupos de consumidores pero apartir de los años 70 resurge con fuerza suconsumo, bajo la idea de que era la droga delbienestar frente al malestar teóricamenteproducido por la heroína, es pues su usosinónimo de placer, glamour, sofisticación,clase y lujo.

A finales de los 60 y principios de los 70, lacocaína reapareció, el esnifarla había estadode moda en los años 20, las anfetaminas lasustituyeron por ser más baratas, pero eraninsatisfactorias para los usuarios y la cocaínavolvió a ser preferida en las ciudades esta-dounidenses.

Se aumentó el contrabando y así en 1969,10 libras de cocaína podían dar una gananciade 10.000 dólares que se convirtieron en160.000 dólares en 1.973, y los campesinossudamericanos prefieren las ganancias delcultivo de la coca a la precariedad de la pro-ducción de otra agricultura alternativa. Y esque la propuesta de destrucción de camposde coca no va acompañada en muchas oca-siones de medidas alternativas que ayuden ala supervivencia de los campesinos.

Entre 1960 y 1970, se convierte en el“champañ” de las drogas ya que se creía ino-cua y no adictiva, era la droga de los ricos,popular en los medios de comunicación y enlos círculos de música moderna

La cultura revolucionaria contra la guerradel Vietnam terminó con un consumo muyalto de drogas y con una vuelta al mercadonegro de la cocaína entre otras drogas, sobretodo la marihuana. La cocaína se convirtió enla década de los 70, en EE.UU. en la drogapreferida sobre todo entre las estrellas delrock, corredores de bolsa, artistas, prostitu-tas, hombres de negocio, actores y actrices.

La expansión del consumo en España,debe entenderse como consecuencia directade la expansión del mercado multinacional ydel negocio más lucrativo del mundo.

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El consumo de cocaína se incrementódurante la década de los 70 contraponiendosu efecto estimulante frente al efecto depre-sor de la marihuana. Empezó sobre todo elconsumo intranasal, esnifándose con unacucharilla especial a través de un canuto, unaraya proporcionaba unos 25 mgr. de cocaína.

La cocaína comenzó a llegar a América delNorte a partir de 1976, su consumo no estabamal visto por la creencia de su incapacidadpara producir dependencia física y por sucompatibilidad con el alcohol.

La literatura médica olvidó la experiencia delsiglo anterior y volvieron a exaltar sus virtudesy sobre todo a no considerarla adictógena, porlo que creció la demanda, el consumo y losprecios decrecieron incrementándose la dosispor consumo.

En los años 80 era la droga de la élite queotorgaba cierto status social, consideradacomo una droga de lujo por su elevado coste.En EE.UU. constituía el sueño ideal que pro-curaba el éxito rápido sobre todo entre los“Yuppies”.

En un estudio realizado por el ObservatorioEuropeo de drogas y toxicomanías entreescolares de 15 / 16 años y publicado en1999 en el Extended Annual Report on theStates of the Drug problem in the EuropeanUnion (EMCDDA, 1999), daba las siguientescifras de consumo de cocaína entre la mues-tra mencionada:

Francia 1997: 1’5% Dinamarca 1995: 0’5%

Italia 1995: 3% Países Bajos 1996: 4’3%

España 1996: 2’5% Reino Unido 1997: 1’5%

Considerando además que la tendenciaestadística es hacia un aumento en el consu-mo entre la población más joven..

SITUACIÓN ACTUAL.

Para elaborar un Kgr. De cocaína pura serequieren unos 500 Kgr. de hoja de coca secay distintos productos químicos. La droga sepresenta comúnmente en polvo, en forma de

clorhidrato de cocaína, obtenido a partir de lapasta base, con clorhídrico y extracción deacetona – etanol. Es un polvo blanco, cristali-no y de sabor amargo al cual en los ambien-tes de drogadicción se denomina “nieve”,“coca” y “farlopa”.

El sulfato de coca o pasta base, “suko”,“baserolo” o “suzuki” se obtiene por mace-ración de la hoja con ácido sulfúrico durante 1– 4 días previa exposición a petróleo y carbo-nato potásico. Es una pasta parda – negrafumable que puede ocasionar saturnismo porel tetraetilo de plomo de la gasolina. La coca-ína freebase parece haber aparecido en cali-fornia en 1974

La aparición del consumo de cocaína,denominado “base libre”, permitía a los con-sumidores fumar droga y absorber dosissuperiores. Su obtención es mediante la diso-lución de un polvo cristalino, el hidroclorurode cocaína, en una base fuerte.

El free base o base libre proviene de laextracción del clorhidrato de cocaína con éter,lo que al evaporarse con calor, deja como pre-cipitado los cristales casi puros de cocaínabase, muy potente. Es un polvo blanco –pardo, poco soluble en disolventes polares.

Cuando se habla de cocaína base “crack”,se trata de una forma de presentación en laque se ha suprimido ese átomo de cloro,dejando la cocaína sola. El aspecto es de por-celana y triturado se asemeja a escamas dejabón.

La aparición del crack de cocaína a media-dos de los años 80 se convirtió sobre todo enEE.UU. en producto de masas y con un bajocoste favoreciendo el consumo entre losjóvenes. Es más adictiva y con efectos médi-cos mucho más graves.

El crack es una mezcla de cocaína, debicarbonato de sodio y de amoníaco presen-tado bajo la forma de pequeños cristales. Seusa inhalado en humo después de haberlacalentado. Esta operación provoca ciertoscrujidos “craquements” en francés o “crac-kling” en inglés, origen de su nombre. Lapalabra crack aparece por primera vez en los

19Pascual, F.

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medios de comunicación en el New YorkTimes el 17-11-1985.

Esta forma de consumo provoca efectosmás intensos que la cocaína, llega más rápi-damente al cerebro y sus efectos son másbreves. El uso regular del crack puede provo-car alucinaciones y entrañar comportamien-tos violentos, episodios paranoides e idea-ción suicida, su uso continuo desencadenaefectos rápidos sobre el cerebro, graves alte-raciones de las vías respiratorias y paradasrespiratorias y/o cardíacas, pudiendo entrañarla muerte. El uso del crack afecta a todas lasedades, incluso a los fetos en el útero.

La aparición del crack desterró el éxitoalcanzado por la cocaína, significó la cara mástriste y oscura sobre todo para un sector depersonas que encontraban en ella su fracasoy marginación social.

La administración Reagan abrió una fuertelucha contra la cocaína destruyendo en ciertaforma el gran mercado Americano, lo que sir-vió para desplazar y potenciar el mercadoeuropeo, por este motivo el consumo enEuropa se incrementa y los problemas deriva-dos de la cocaína se multiplican.

España, debido a la gran cantidad de zonasde costa y a la baja vigilancia en algunospuertos se convirtió en una excelente puertade entrada de la droga hacia Europa, poten-ciado por las buenas relaciones con los paí-ses latinoamericanos. A todo ello hay queañadir la existencia de una red de contraban-do ya organizada previamente en torno altabaco lo que permitió la rápida instauraciónde redes de tráfico de cocaína en zonascomo Galicia.

Este paso de la sustancia trajo tambiéncomo consecuencia un aumento del consu-mo en España a finales de los 70 y principiosde los 80. El mercado negro de la cocaína esel más próspero que existe.

En los años 80 aumenta la producción decoca, que se ha logrado estabilizar a finalesde los 90, con el apoyo de la Convención delas Naciones Unidas contra el tráfico Ilícito deestupefacientes y sustancias psicotrópicasaprobada en Viena en Diciembre de 1988.

A partir de los años 90 el consumo decocaína se extiende a todas las clases socia-les incluidas las más bajas y entra dentro delconsumo recreativo de drogas sin valorar losefectos negativos. El aumento del consumoestá proporcionalmente ligado al aumento delocio nocturno, un cambio en la escala devalores basada en el éxito social rápido y enla instauración de una moda de consumorecreativo de drogas.

Existen otras formas de consumo porejemplo la cocaína mezclada en bruto conmarihuana o tabaco, se convierte en unaforma muy adictiva llamada “basuco”. El basu-ko es la parte menos pura y más tóxica porlos restos de azufre o gasolina de la pastabase. Algunos consumidores mezclan cocaí-na con heroína para compensar los efectosestimulantes y alargar la euforia (speedball), olo que es lo mismo “pelotazo rápido”.

Cerca de un 90% de los adictos a la cocaí-na también consumen alguna otra droga,sobre todo depresores como el alcohol, lamarihuana y la heroína, aunque el consumoúnico de cocaína se ha visto incrementado enlos últimos 2 ó 3 años.

Otros modos de consumo es la inyecciónintravenosa de cocaína, e incluso impregnan-do la mucosa genital durante las relacionessexuales, lo que al absorberse provocaría unretraso en el orgasmo por producir anestesialocal.

Sea cual sea el método empleado para suadministración, la cocaína se destruye rápida-mente en sangre, los efectos pueden llegar adurar tan solo 10 minutos. En cambio unaborrachera de cocaína puede durar 24 horas omás, sin necesidad de dormir, con variospicos por hora, seguido de una caída cuandoel suministro de drogas se agota.

En la práctica médica la cocaína se usatodavía como anestésico superficial paraparalizar membranas mucosas, como en losojos, nariz y garganta, en donde su efectivi-dad no ha sido superada.

La situación actual en España, lleva a quecerca del 50% de las urgencias atendidas porel consumo de sustancias psicoactivas estén

20 Aproximación histórica a la cocaína. De la coca a la cocaína

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relacionadas con el consumo de cocaína,habiéndose producido un incremento de másde un 20 % desde 1996. Lo mismo ha suce-dido con las admisiones a tratamiento porcocaína que han pasado de 3000 en el año1996 a cerca de 9.000 en el año 1999. Siatendemos a las muertes por sobredosis elincremento también es notorio, 29% en 1996y 56’3% en 1999 y todo ello a pesar de quesu consumo parece haberse estabilizadoentre la población española2, en todos lossectores de edad excepto entre los 14 a 18años, encontrándonos en el mercado con unadroga más pura y más barata.

Un reciente estudio realizado por Investiga-dores de la Universidad de Emory (EE.UU.)han identificado más de 400 genes que pue-den ser alterados por el consumo de cocaína,ello puede permitir disponer en algunos añosde fármacos sustitutivos de la cocaína o biende medicamentos que puedan disminuir eldeseo de su consumo.

ALGUNAS MEDIDAS CONTRA LA COCAÍNA.

A nivel mundial se intentó obstaculizar laproducción de cocaína evitando que los paí-ses productores accedieran a precursoresquímicos (acetona – éter – ácido clorhídrico),necesarios para la producción del clorhidratode cocaína. El resultado fue la exportacióndel alcaloide como pasta base, proliferandolos laboratorios clandestinos en los paísesreceptores de la misma, con este sistema selogró estancar el precio del producto, alrede-dor de 10.000 Ptas. el gramo de cocaína,pero también es verdad que se fue incremen-tando el proceso de adulteración de la sus-tancia.

La década de los 90 es el Decenio deNaciones Unidas Contra el Uso Indebido deDrogas, intentando además la erradicación

del cultivo de coca y el desarrollo alternativode los países cultivadores.3

Aunque no se han observado resultadoscontundentes, todo ello podría permitir, juntocon otras estrategias informativas y preventi-vas una probable estabilización en el uso dela cocaína, ¿o tal vez un descenso?.

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23VOL. 13. SUPLEMENTO 2

Epidemiología del uso/abuso de cocaína.

BOBES, J.*; SÁIZ, P.A.**; GONZÁLEZ, M.P.**; BASCARÁN, M.T.***

* Catedrático de Psiquiatría. Area de Psiquiatría. Universidad de Oviedo.** Prof. Titular de Psicología Médica. Area de Psiquiatría. Universidad de Oviedo.

*** Colaboradora de Honor. Area de Psiquiatría. Universidad de Oviedo.

Enviar correspondencia: J. Bobes García. Universidad de Oviedo. Fac. Medicina - Area Psiquiatría. Julián Clavería, 6. 33006 Oviedo.e-mail: [email protected]

Resumen

Los datos aportados en los últimos años por elObservatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomaní-as sugieren un incremento en la prevalencia de usode cocaína, de su disponibilidad y de los problemasgenerados por su consumo en la mayoría de los paí-ses europeos. Concretamente, en nuestro país se havenido experimentando un aumento del consumotanto experimental como más regular de la misma.Dicho incremento es especialmente llamativo en losjóvenes, y afecta a todos los grupos de edad deambos sexos. No obstante, el consumo de cocaínasigue situándose muy por debajo de los niveles obte-nidos por otras sustancias tradicionalmente más con-sumidas como alcohol, tabaco y cánnabis.

Paralelo a este aumento de consumo se ha detec-tado un incremento paulatino del número de usuariosde cocaína que solicitan tratamiento en la red asisten-cial, del número de episodios de urgencias hospitala-rias directamente relacionadas con su consumo y delnúmero de muertes por reacción aguda al consumode cocaína.

Otro dato preocupante es el elevado nivel de aso-ciación de cocaína a policonsumo de otras sustancias,básicamente alcohol, tabaco, cánnabis y otros psico-estimulantes.

Por último, cabe reseñar que aunque en la pobla-ción general ha crecido significativamente el nivel deriesgo percibido ante el consumo habitual de cocaína,en la población más joven el nivel de riesgo percibidoha disminuido ligeramente en los últimos años.

Palabras clave: epidemiología, cocaína, percepciónsocial, España.

Summary

Data from the European Monitoring Centre forDrugs and Drug Addiction suggest an increase in theprevalence of cocaine use, its availability, and of theproblems due to its consumption in the majority ofEuropean countries. In Spain an increase in bothexperimental and regular consumption has beenrecorded. Such an increase is especially noticeable inyouths, and this affects all age groups of both sexes.Nevertheless, the consumption of cocaine continuesto be much lower than that of other drugs such asalcohol, tobacco, and cannabis.

A progressive increase in the number of cocaineusers who seek treatment, in the number of hospitalemergencies related to cocaine consumption, and inthe number of deaths due to acute reactions, hadbeen seen in conjunction with the increase of cocaineconsumption.

Another disturbing fact is the association ofcocaine consumption with polyconsumption of otherdrugs such as alcohol, tobacco, cannabis, and otherpsycho-stimulants.

Finally, we emphasize that although the level ofperceived risk from usual cocaine consumption hasgrown significantly in the general population, this hasdecreased slightly in recent years in young people.

Key words: epidemiology, cocaine, social percep-tions, Spain.

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1. TENDENCIAS EN EL USO/ABUSO DE

COCAÍNA EN LA UNIÓN EUROPEA

Para describir y analizar la tendenciaactual de uso/abuso del cocaína en elcontexto europeo creemos que resulta

fundamental tener presente la informacióndel Centro Europeo para la Monitorización delas Drogas y la Drogadicción (EMCDDA) (1).El EMCDDA es una agencia de la Unión Euro-pea que tiene como objetivo proporcionaruna visión objetiva, fiable, y comparablesobre las drogas, la adicción a las mismas, ylas consecuencias de su abuso a nivel de laUnión Europea.

A pesar de que desde el comienzo de ladécada de los 80s cada vez se ha detectadouna mayor preocupación en lo referente a lamagnitud del consumo de cocaína en lamayoría de los países europeos, aún carece-mos de estadísticas fiables que pongan demanifiesto el verdadero alcance de este fenó-meno en una gran parte de los mismos. Losdatos disponibles en el momento actualsugieren un ligero incremento en la prevalen-cia de uso de cocaína, de su disponibilidad(medida a través de las cantidades de cocaínaincautadas) y de los problemas generados porsu consumo en la mayoría de dichos países.

1.1. Consumo de cocaína en la Unión Europea

Conviene tener presente que las metodolo-gías usualmente utilizadas para detectar elconsumo de cocaína (y de otras drogas) tien-den, generalmente, a infravalorar su cuantía.Las encuestas realizadas a nivel nacional endiferentes países europeos ponen de mani-fiesto que las prevalencias de consumo enpoblación general varían de unos países aotros, oscilando entre un 1% o menos en paí-ses como Bélgica, Francia, Irlanda o Suecia,aproximadamente un 2% en Dinamarca yHolanda y un 3% en Reino Unido y España(Figura 1). Entre el 1% y el 6% del grupo de16-34 años y del 1% al 2% de los escolareshan probado la cocaína al menos una vez, sibien algunas encuestas (Italia, Holanda y

España) muestran niveles de hasta un 4%entre los jóvenes de 15 a 16 años.

1.2. Decomisos

En lo que a cantidades decomisadas serefiere cabe comentar que, si bien, las canti-dades aprehendidas fluctúan, la tendenciageneral es ascendente. Esta tendencia esevidente en casi todos los estados de laUnión Europea, pero resulta especialmenteclara en España, Irlanda y Reino Unido. Así,en comparación con 1997, la cantidad total decocaína incautada en la Unión Europea duran-te 1998 disminuyó un 21% hasta alcanzar las34 toneladas, reflejando principalmente eldescenso en España y Portugal. En 1998, lasmayores incautaciones tuvieron lugar enEspaña y los Países Bajos (Tabla 1).

El precio de la cocaína es generalmenteestable en la Unión Europea, si bien baja enAlemania y el Reino Unido.

1.3. Impacto sanitario y social

Las consecuencias socio-sanitarias deriva-das del uso-abuso de cocaína siguen siendono muy elevadas en la mayoría de los paísesde la Unión Europea, si bien, la proporción deconsumidores que solicitan tratamiento porconsumo de cocaína va en aumento enmuchos países, especialmente en el sectorprivado. Todavía no está claro, sin embargo,hasta qué punto guarda esto relación con elconsumo de heroína o se debe a un excesivoconsumo de otras drogas con fines lúdicos.

La cocaína constituye la principal droga demenos del 10% de las admisiones a trata-miento, excepto en España (11%) y los Paí-ses Bajos (17%). Con frecuencia, la cocaínaes la segunda droga de abuso de los consu-midores de heroína en tratamiento (del 15%al 60% según los datos disponibles).

1.4. Perfil de los consumidores de cocaína

En líneas generales, puede decirse que elconsumidor europeo de cocaína se caracteri-

Epidemiología del uso/abuso de cocaína

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25Bobes, J.; Sáiz, P.A.; González, M.P.; Bascarán, M.T.

Tabla 1: Cantidades de cocaína decomisadas en la Unión Europea (1986-1996)

Kilogramos decomisadosPaís

1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000

Alemania 496 1406 2474 964 1332 1051 767 1846 1373 1721 1133Austria 14 21 41 84 58 84 53 55 73 87 99Bélgica 404 89 537 756 1222 2892 479 576 838 3329 2088Dinamarca 10 55 28 40 21 11 30 110 32 58 44España 3461 1852 5382 7573 4454 5350 4016 6897 13742 18418 11688 18111 6165Finlandia 0 11 0 38 0 0 0 0 0 0 2Francia 593 939 1845 831 1625 1715 4743 865 1742 844 1051Grecia 2 2 34 13 9 5 176 9 156 17 283Holanda 517 1425 4288 2492 3433 3720 8200 4851 9222 11489 11452Irlanda 0 3 1 0 10 0 0 22 642 11 333Italia 616 668 805 1300 1345 1101 6636 2603 2387 1650 2144Luxemburgo 5 21 23 14 12 16 16 1 13 9 6Portugal 302 793 360 1094 1860 216 1719 2116 812 3163 625Reino Unido 323 499 611 1078 2248 717 2261 672 1219 2350 2960Suecia 7 5 9 226 61 14 29 4 18 34 19

Total 6749 2885 16438 16504 17690 16884 29007 20626 32270 43181 33926

Modificado de EMCDDA1, PND8

B. Bélgica; DK. Dinamarca; RFA. República Federal de Alemania; RDA. República Democrática de Alemania; S.Suecia; Es. España; F. Francia; UK. Reino Unido; Fin. Finlandia; G. Grecia; Irl. Irlanda; Hol. Holanda.

Modificado EMCDDA1

Figura 1. Prevalencia vida del consumo de cocaína en los

Estados miembros de la Unión Europea.

RD

A

8

7

6

5

4

3

2

1

0

%

B

DK

RFA S E

s F

UK

Fin G Irl

Hol

adultos jóvenestodos adultos

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za por estar socialmente integrado, tener unaedad entre los 20 y los 40 años, poseer unnivel sociocultural y económico superior a lamedia, consume la cocaína de modo intermi-tente, y en general, realiza consumos no muyelevados y dentro de un contexto social ysólo una minoría de los consumidores decocaína suelen desarrollar patrones de consu-mo más intensos y problemáticos.

No obstante, es necesario recordar que lacocaína también es utilizada por grupos másmarginales. Así, los adictos a heroína que tam-bién consumen cocaína (intravenosa o crack,principalmente) constituyen un grupo cada vezmás numeroso con un perfil social muy dife-rente al expresado con anterioridad y que, sinembargo, es similar al del heroinómano clásico.

Por último, merece la pena comentar queen los últimos años el uso de crack ha emer-gido como un problema importante en deter-minados países como Francia, Holanda yReino Unido, habiéndose detectado tambiénsu consumo en otros como Alemania y esca-samente en España.

2. TENDENCIAS EN EL USO/ABUSO DE

COCAÍNA EN LOS PAÍSES DE EUROPA

CENTRAL Y ORIENTAL

En los países de Europa Central y Orientalel consumo de cocaína es relativamente raro,pero a medida que ha aumentado su disponi-bilidad, también ha ido en aumento la preva-lencia, el tráfico y las incautaciones. Compara-da con otras drogas, la cocaína resulta bas-tante cara y su consumo tiende a limitarse agrupos con elevados ingresos (EMCDDA (1).

3. TENDENCIAS EN EL USO/ABUSO DE

COCAÍNA EN ESPAÑA

Al igual que en el apartado anterior hare-mos especial referencia a los datos obtenidospor el Plan Nacional de Drogas a través de susencuestas: La Encuesta sobre Drogas a laPoblación Escolar (se realiza los años pares) yLa Encuesta Domiciliaria sobre Consumo deDrogas (se realiza los años impares). Dadas

las diferencias metodológicas entre ambas(algunas tan obvias como la edad) presentare-mos por separado los resultados de ambas.

3.1. Encuesta sobre Drogas a la Población

Escolar (PND, 1994 (2), 1996 (3) , 1998

(4), 2000 (5).

Esta encuesta se viene realizando de formaperiódica cada 2 años y en ella participan losestudiantes de los centros públicos y priva-dos de enseñanza secundaria y formaciónprofesional, con edades comprendidas entrelos 14 y los 18 años.

Con respecto al porcentaje de jóvenes con-sumidores de cocaína (Tabla 2), cabe señalarque durante los años 1994-2000 se ha experi-mentado un incremento tanto del consumoexperimental (que se ha duplicado entre 1994y 2000) como del consumo más regular (seha producido un aumento de 2.2 veces en lasprevalencias de consumo último año y últimomes en idéntico período). Sin embargo,durante el período 1998-2000 se ha asistido aun ligero descenso en el porcentaje de con-sumidores habituales de cocaína, que hanevolucionado del siguiente modo (consumoen los últimos 30 días): 1.0% en el año 1994,1.5% en el año 96, 2.4% en el año 98 y 2.2%en el 2000. Comparadas estas cifras con lasde Europa occidental se demuestra clara-mente como nuestro país se sitúa en los pri-meros puestos, por encima de la media seña-lada en el epígrafe anterior.

En lo que respecta a la continuidad del con-sumo de cocaína, se observa un incrementoprogresivo de la misma entre el período 1994-1998 y finalmente asistimos a un claro descen-so de continuidad de consumo durante el año2000 (continuidad del 41.7% en el 94, 46.9%en el 96, 50.0% en el 98 y 40.7% en el 00).

El incremento del consumo juvenil de coca-ína afecta tanto a los chicos como a las chi-cas, si bien en estas últimas las prevalenciastienden a ser de menor cuantía que en losvarones (Tabla 2).

El incremento del consumo juvenil de coca-ína afecta a todos los grupos de edad. Dehecho, a medida que aumenta la edad se

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observa un incremento en la proporción deadolescentes que consumen cocaína (Figura2). En esta figura también se puede observarcomo el incremento en el consumo en losúltimos años se produce con más intensidadentre los más jóvenes (en los jóvenes de 16años se han triplicado los consumos y en losde 14 han aumentado 4 veces). En este sen-tido, cabe comentar la precocidad del contac-to de los escolares con esta sustancia (segúndatos de 1998, el 1.6% de los escolares de14 años y el 2.9% de los de 15 consumieroncocaína en el último año).

En los jóvenes, la edad media de inicio alconsumo del cocaína parece estar bastanteestabilizada ya que se observan pocas varia-ciones entre las cuatro encuestas: 15.6 añosen el año 94, a 15.7 años en el 96, y 15.4años en el 98 y 17.7 en el 00.

3.1.1. Características de los escolares con-sumidores de cocaína (PNSD (4)

Como ya se ha comentado los resultadosde la encuesta sobre drogas a la poblaciónescolar 1998, ponen de manifiesto un notable

Bobes, J.; Sáiz, P.A.; González, M.P.; Bascarán, M.T.

Tabla 2: Evolución del consumo de cocaína entre los estudiantes de 14-18 años

según sexo (España 1994-2000)

Alguna vez Ultimos 12 meses

1994 1996 1998 2000 1994 1996 1998 2000

Hombres 2.9% 3.9% 6.0% 6.6% 2.2% 3.3% 5.1% 5.0%Mujeres 1.8% 2.5% 3.8% 4.3% 1.2% 2.0% 3.1% 3.0%

Total 2.4% 3.2% 4.8% 5.4% 1.7% 2.6% 4.1% 4.0%

Modificado de PNSD5

Modificado PND4

Figura 2. Tendencia del consumo en los últimos 12 meses en función de la edad

(datos de la Encuesta sobre Drogas a la Población Escolar, años 1994, 1996, y 1998).

1994 1996 1998

10

8

6

4

2

0

Total18 años17 años16 años15 años14 años

%

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incremento del consumo de cocaína entre losescolares españoles. Este hecho ha justifica-do que el Observatorio Español sobre Drogashaya realizado un análisis más profundo de lasituación para conocer mejor las característi-cas y estilos de vida de los jóvenes consumi-dores de cocaína. Dichas características seresumen a continuación:

• El consumo de cocaína empeora el rendi-miento académico

– la probabilidad de haber consumido co-caína alguna vez tiene una relacióndirecta con el número de cursos repeti-dos

– los consumidores de cocaína presen-tan un número de ausencia a clase muysuperior a los no consumidores

• El consumo de cocaína se relaciona conla disponibilidad económica

– cuanto mayor es la cantidad de dinerode bolsillo disponible más elevadas sonlas prevalencias de uso

• El consumo de cocaína se relaciona conla forma de utilizar el tiempo libre

– el grado de experimentación con cocaí-na se incrementa con el número desalidas nocturnas semanales

– a medida que la hora de regreso a casase hace más permisiva se produce unnotable incremento de la posibilidad deconsumo (regresos después de las 24horas se asocian con progresivos incre-mentos de los consumos)

– las mayores prevalencias se observanentre los escolares que utilizan su tiem-po libre en discotecas, bares y pubs,mientras que la práctica de actividadesdeportivas y culturales se asocian conprevalencias de uso más reducidas

3.2. Encuesta Domiciliaria sobre Consumo

de Drogas (PND, 1995 (6), 1997 (7),

1999 (8)

Esta encuesta al igual que la anterior seviene realizando de forma periódica cada dosaños entre los residentes en el territorio

nacional incluyendo Ceuta y Melilla. Existenalgunas diferencias metodológicas importan-tes entre ambas. En primer lugar, el grupo deedad estudiado varía, no teniendo en el año95 límite superior (se incluyeron personasmayores de 14 años) y sí en el año 97 y 99(se incluyeron personas de edades compren-didas entre los 15 y 65 años). En segundolugar, el método de recoger la informaciónsobre el consumo también cambió, utlizándo-se el método de entrevista en el 95 y deautoinforme en el 97. Teniendo en cuentaestas diferencias que dificultan en ciertamedida las comparaciones directas pasamosa resumir los principales resultados hallados.

En los últimos años, el consumo de cocaí-na permanece estable en la población gene-ral (Figura 3), siendo los porcentajes de con-sumos menos elevados que los detectadosen población escolar, lo cual indica un mayorgrado de penetración de cocaína en la pobla-ción juvenil. Concretamente, en los sectoresjuveniles (20-34 años) los consumos experi-mentales de cocaína son superiores a losregistrados en la población general, localizán-dose los mayores niveles de consumo entrelos varones de 20-24 y 30-34 años (cerca del8% ha consumido cocaína alguna vez). Porotra parte, en la encuesta de 1999 se ponede manifiesto que la continuidad en los con-sumos de cocaína es alta, como lo confirmael hecho de que el 19.3% de las personasque han consumido cocaína alguna vez en lavida lo hicieran también en los últimos 30días.

En cuanto a la edad media de inicio al con-sumo, desde 1995 se está produciendo unaprogresiva elevación de las edades mediasde inicio al consumo: 21.1 años en 1995, 21.3en 1997 y 21.6 en 1999.

Por otra parte, de la encuesta de 1999 sededuce que el consumo de cocaína se sitúamuy por debajo de los niveles obtenidos porlas sustancias más consumidas (alcohol,tabaco y cánnabis), pero supera a la heroína.

En general, la cocaína que se consume ennuestro país suele ser clorhidrato de cocaínacon un grado de pureza variable, pero que

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tiende a ser alto (56% de pureza en ventaminorista).

En lo que se refiere a los patrones de con-sumo de cocaína, existen básicamente dos:uno mayoritario caracterizado por un consu-mo poco intenso, generalmente por vía intra-nasal, y otro minoritario, que se da a menudoentre consumidores de heroína y que respon-de a un consumo frecuente y más importan-te, que se lleva a cabo por vía intravenosa ypulmonar.

3.3. Demanda de tratamiento por uso-

abuso de cocaína en España (PND (9)

Desde 1991 hasta 1999 se ha observadoun incremento ininterrumpido del número deusuarios de cocaína que solicitan tratamientoen la red asistencial (Figura 4). Este incre-mento es especialmente significativo entreaquellos que acuden sin tratamiento previo,es decir, los que acuden a centros asistencia-les por vez primera (supone el 31.0% del totalde admitidos por primera vez en 1999). Envarias comunidades autónomas (Cataluña,Valencia y Murcia) el porcentaje de admisio-

nes por cocaína en los casos tratados por pri-mera vez supera el 45% del total de admisio-nes. El incremento en la demanda de trata-miento por cocaína coincide con un descensode los admitidos a tratamiento a consecuen-cia del consumo de heroína.

De igual modo, desde 1991 se ha detecta-do un aumento paulatino de la proporción dedrogodependientes que, aunque acuden atratamiento por consumo de heroína comodroga principal, manifiestan consumir tam-bién cocaína, habiéndose pasado de un50.6% en 1991 a un 74.8% en 1998 (incre-mento del 47%).

3.4. Episodios de urgencias hospitalarias y

muertes asociadas al consumo de

cocaína en España (PND (9)

En los últimos años, el número de episo-dios de urgencias hospitalarias directamenterelacionadas con el consumo de sustanciaspsicoactivas en que se mencionó la cocaínaha aumentado pasando del 27.4% en 1996, al48.1% en 1999 (año en que se sitúa pordelante de la heroína). En estas urgencias las

Bobes, J.; Sáiz, P.A.; González, M.P.; Bascarán, M.T.

Modificado PND8

Figura 3. Tendencias de los consumos de cánnabis en población española

(datos de la Domiciliaria sobre Consumo de Drogas, años 1995, 1997 y 1999).

vida 12 meses 30 días

%

3.5

3

2.5

2

1.5

1

0.5

0199919971995

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manifestaciones más frecuentes son proble-mas psicopatológicos o cardiovasculares liga-dos a hiperactividad simpática. De formaparalela a este incremento de las urgenciaspor cocaína se ha producido un descenso delas relacionadas con el consumo de heroína(61.5% en 1996 y 41.9% en 1999).

El número de muertes por reacción agudaal consumo de sustancias psicoactivas en lasque se detecta el consumo de cocaína tam-bién continúa aumentando en los últimosaños. Así, entre 1996 y 1999 el porcentaje defallecimientos en que se detectó consumode cocaína pasó de 26.6% al 60.0% (incre-mento del 112%).

Por otra parte, se detectó presencia decocaína en el 5.2% de los 1420 cadáveres deconductores fallecidos en accidentes de tráfi-co analizados por el Instituto Nacional de Toxi-cología.

3.5. Decomisos de cocaína en España

(PND (9)

Como puede observarse en la Tabla 1, lasincautaciones de cocaína en el año 2000 se

situaron en 6165 Kg., volumen similar alregistrado en 1995 y notablemente inferior alde 1999. En el primer trimestre del año 2001se han incautado 10315 Kg. de cocaína, cifraque supera a la totalidad de decomisos detodo el año anterior.

Un indicador para ilustrar la labor realizadaen la represión del narcotráfico, más fiableque el volumen de toneladas de cocaínadecomisada, lo constituye el número de ope-raciones policiales desplegadas a tal efecto.En el período 1995-2000 se ha duplicado lasoperaciones policiales, pasando de las42.000 llevadas a cabo en 1995 a las cerca de90.000 del último año.

3.6. Consumo de cocaína y policonsumo

de otras sustancias (PND (4, 9)

Uno de los datos característicos del consu-mo de cocaína es su elevado nivel de asocia-ción a policonsumo. En la tabla 3 se resumenlos consumos de otras sustancias, a lo largodel último año, detectados entre las personasque en la encuesta a población general reali-zada en 1999 reconocieron haber utilizado

Epidemiología del uso/abuso de cocaína

Modificado PND8

Figura 4. Evolución del número de personas admitidas a tratamiento por cocaína

en España (1991-1998).

7000

6000

5000

4000

3000

2000

1000

01991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999

sin tto. previocon tto. previo

Pacientesadmitidos

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cocaína en el último año y los consumos deotras sustancias, alguna vez en la vida, entrelos jóvenes que en la encuesta a poblaciónestudiantil de 1998 afirmaron haber consumi-do cocaína alguna vez en su vida.

3.7. Datos de consumo en nuestra comuni-

dad (Principado de Asturias)

Desde el año 1995 hemos venido realizan-do repetidamente un estudio sobre la preva-lencia del consumo de tabaco, alcohol, y otrasdrogas entre los reclutas del Regimiento Prín-cipe de Asturias de Noreña. Cada reemplazorellenaba en los primeros días de su incorpo-ración la Encuesta sobre Drogas de la OMS.Un total de 3634 reclutas cumplimentaron laencuesta. Con esta misma metodologíahemos realizado, durante el curso académico1997-98, un estudio sobre datos de consumo

en los estudiantes de secundaria de una zonaindustrial de Asturias (Langreo) y hemos ini-ciado encuestas sobre el consumo entre lapoblación estudiantil de secundaria de los Ins-titutos de Oviedo (curso 1998-99), y con ante-rioridad a los estudiantes universitarios deCiencias de la Salud (1996-97).

3.7.1. Población recluta

Su edad media era de 20.28 años y el100% eran varones. En conjunto, la prevalen-cia vida de consumo de cocaína fue de12.4%%, la prevalencia en los últimos 12meses del 7.9%, y en los últimos 30 días del4.6%. Las tasas de prevalencia por año seexpresan en la tabla 4. De los datos de estatabla se deduce como los consumos en jóve-nes en edad militar se han venido mantenien-do prácticamente estabilizados a lo largo delos 5 años de estudio.

Bobes, J.; Sáiz, P.A.; González, M.P.; Bascarán, M.T.

Tabla 3: Porcentaje de consumidores de cocaína que han consumido otras sustancias

Sustancia Encuenta general 1999* Encuenta estudiantil 1998**

Consumo último año Consumo vida

Alcohol 91.9% 98.5%Tabaco 88.5% 76.5%Cánnabis 81.4% 94.7%Anfetaminas 34.5% 51.7%Extasis 28.7% 45.6%Heroína 4.1% 13.7%Inhalables 4.2% 21.9%

*Consumieron cocaína en el último año**Consumieron cocaína alguna vezModificado de PND8

Tabla 4.Tasas de prevalencia de consumo de cocaína entre los reclutas del regimiento

Príncipe de Asturias (años 1995-1999).

1995 1996 1997 1998 1999 Total

n= 754 n= 1126 n= 971 n= 545 n= 238 n= 3634

Prevalencia vida 13.8% 11.7% 11.2% 12.5% 16.4% 12.4%Ultimos 12 meses 8.2% 6.8% 7.0% 9.0% 13.4% 7.9%Ultimos 30 días 4.1% 4.8% 4.3% 4.6% 6.7% 4.6%

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La comparación de estos datos con los delámbito nacional resulta problemática por lasdiferencias de edad y de sexo (en los reclutastan sólo hombres). Si los comparamos conlos de la encuesta a población estudiantil rea-lizada en 1998, y dentro de ésta con el grupode edad más parecido a la media de nuestrosreclutas, es decir, los estudiantes de 18 años,obtenemos unas prevalencias vida y últimoaño muy similares en ambas muestras. Así,en los reclutas detectamos una prevalenciavida de consumo de cocaína (media años 95-99) de 12.4%, mientras que en los estudian-tes de 18 años (año 1998) es de 11.4%. Lasprevalencias de consumo último año serían7.9% para los reclutas (media años 95-99) y8.8% para los estudiantes de 18 años (año1998). Lógicamente, cuando comparamosnuestros datos, con los datos de la encuestasobre población general del año 1999, queincluye una población de edades comprendi-das entre 15-65 años, nuestras prevalenciasmedias (vida, último año y último mes) sonsiempre más elevadas: 12.4% vs 3.1%; 7.9%vs 1.5% y 4.6% vs 0.8%.

La edad media de inicio al consumo sesitúa por encima de la de los escolares espa-ñoles (15.4 años), siendo para el conjunto delos reclutas de 17.14 (2.62) años. Por años, seobserva un ligero incremento de la edad deinicio al consumo de esta sustancia, de modo

que en esos cinco años se ha retrasado portérmino medio un año la edad de primer con-tacto con la cocaína (edad inicio en el año 95:16.66; año 96: 17.14; año 97: 17.21; año: 98:17.73, y año 99: 17.87 años).

Dada la abundancia de literatura que señalaque el consumo de cocaína, y en general depsicoestimulantes, se asocia a patrones depoliconsumo de otras drogas, hemos calcula-do el riesgo (razón de ventaja u odds ratio)que poseían nuestros consumidores de cocaí-na para consumir otras drogas legales e ilega-les. Tal como puede observarse en la tabla 5,los reclutas que han consumido cocaína algu-na vez en su vida tienen un elevado riesgo dehaber consumido otras drogas. La droga conmás probabilidades de haber sido consumidaes la heroína (34 veces más probabilidades),seguida del cannabis (33 veces más probabili-dades), de los alucinógenos (31 veces másprobabilidades), del éxtasis (25 veces másprobabilidades), y de las anfetaminas (20veces más probabilidades). En general, el ries-go para estos reclutas de haber consumidocualquier otra droga ilegal es 91 veces mayor.

3.7.2. Estudiantes de secundaria de Lan-greo (Sáiz et al (10)

Cumplimentaron la encuesta 816 estudian-tes de colegios públicos y privados de Lan-

Epidemiología del uso/abuso de cocaína

Tabla 5. Estudiantes de secundaria: riesgo (odds ratio) de los consumidores de

cocaína alguna vez en la vida de consumir cada una de las otras drogas alguna

vez en la vida.

Odss ratio I.C. 95%

Estudiantes Militares Estudiantes Militares

Tabaco 11.342 5.573 5.555 – 23.159 3.772 – 8.234Alcohol 6.522 3.862 2.069 – 20.563 1.892 – 7.880Cannabis 29.394 32.982 16.261 – 53.132 22.197 – 49.008Anfetaminas 36.731 19.874 25.675 – 52.549 15.733 – 25.103Alucinógenos 54.163 31.269 36.502 – 80.368 24.505 – 39.900Inhalantes 8.839 12.138 6.255 – 12.492 9.001 – 16.370Tranquilizantes 4.507 6.718 3.192 – 6.365 5.276 – 8.554Sedantes 9.567 9.090 5.409 – 16.921 5.943 – 13.904Heroína 49.973 34.237 25.794 – 96.815 21.183 – 55.335Éxtasis 45.717 24.746 29.505 – 70.838 19.316 – 31.703Cualquier droga ilegal 141.081 91.057 34.925 – 569.892 45.090 – 183.885

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greo. La edad media de la muestra fue de15.9 (1.37) años y el 50.9% de la muestraeran varones. La prevalencia vida de consu-mo de cocaína fue de 2.7% (3.1% para losvarones vs 2.2% para las mujeres, p= NS),en los últimos 12 meses, del 1.8% (2.4%para los varones y 1.2% para las mujeres, p=NS), durante el último mes no se detectaronconsumos en ninguno de los dos sexos. Laedad media de inicio al consumo de cocaínafue de 15.56 (1.65) años (no se observan dife-rencias entre ambos sexos en la edad decomienzo de consumo de cocaína). Tampocose observan diferencias estadísticamente sig-nificativas en cuanto a la prevalencia de con-sumo en función del centro de procedencia(privado o público).

Cabe señalar que nuestras prevalenciasson inferiores a las detectadas en la encues-ta en población estudiantil realizada en el año1998, para el subgrupo de edad de 16 años(similar a la media de edad de la poblaciónestudiada por nosotros), ya que las prevalen-cias vida y último año detectadas en dicho

estudio fueron, respectivamente, 5.6% y4.7%. Si bien, nuestra edad media de inicio alconsumo coincide, prácticamente, con ladetectada en dicho estudio (15.4 años).

3.7.3. Estudiantes de secundaria de Oviedo

Un total de 2862 estudiantes cumplimenta-ron la encuesta. Su edad media fue de 15.8(1.4) años, y el 50.6% eran varones. El 28.4%cursaba 1º de bachiller, el 6.1% 2º de la ESO,el 33.8% 3º de la ESO, el 28.9% 4º de la ESO,y e 2.8% módulos de formación profesional.

La prevalencia vida fue del 6.1% (8.4% paralos varones vs 3.9% para las mujeres, p=.000), la prevalencia en los 12 últimos mesesdel 4.9% (6.8% para los varones y 3.0% paralas mujeres, p= .000), y en los últimos 30 díasdel 2.7% (3.9% para los varones vs 1.6% paralas mujeres, p= .000) (Figura 5). La edadmedia de inicio al consumo fue de 15.73(1.70) años (no se observaron diferencias deedad de comienzo en función del sexo; varo-nes: 15.73 –1.78-, mujeres: 15.74 –1.52-).

Bobes, J.; Sáiz, P.A.; González, M.P.; Bascarán, M.T.

Diferencias significativas entre hombres y mujeres en todas las prevalencias de consumo (vida, último año y últimomes) (p .000).

Figura 5. Prevalencias de consumo de cocaína entre los estudiantes de secundaria.

Último año Último mesVida

9

8

7

6

5

4

3

2

1

0Hombres Mujeres Total

%

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En este caso nuestras prevalencias de con-sumo son ligeramente superiores, aunqueprácticamente superponibles, a las detecta-das en la encuesta estudiantil de 1998 para elsubgrupo de 16 años de edad (5.6% de pre-valencia consumo-vida y 4.7% de prevalenciaconsumo-último año). La edad media de ini-cio al consumo es ligeramente más elevadaen nuestra muestra, aunque con escasasdiferencias (15.7 en nuestros estudiantes vs15.4 en la encuesta de 1998).

Con respecto al consumo de otras sustan-cias, tal como puede observarse en la tabla 5,al igual que en el caso de los reclutas, entrelos estudiantes de secundaria el hecho dehaber consumido cocaína alguna vez en suvida supone un riesgo de magnitud considera-ble para el consumo alguna vez en la vida detodas las demás drogas evaluadas. En concre-to, un estudiante que haya consumido algunavez en la vida cocaína tiene 54 veces más pro-babilidades de haber consumido alucinógenosalguna vez en la vida, casi 50 veces más pro-babilidades de haber consumido heroína algu-na vez en la vida, 46 veces más probabilida-des de haber consumido éxtasis alguna vezen la vida, 38 veces más probabilidades dehaber consumido anfetaminas alguna vez enla vida, etc. En resumen, es 141 veces másprobable que los estudiantes que consumie-ron cocaína alguna vez en su vida hayan con-sumido cualquier otra droga ilegal. Cabe seña-lar que el consumo de cocaína alguna vez enla vida se acompaña de mayores riesgos deconsumo de determinadas sustancias (sobretodo, otros psicoestimulantes, alucinógenos yheroína) en el caso de los estudiantes. Con loque cabría hipotetizar que un uso más precozde la cocaína (la edad de inicio de nuestrosestudiantes fue de 15.73 años frente a 17.20años en los reclutas) podría derivar en unmayor riesgo de policonsumo.

3.7.4. Estudiantes de Ciencias de la Saluddel distrito universitario de Oviedo.

Durante el curso académico 1996-97 untotal de 410 alumnos de la Facultad de Medi-cina y de las Escuelas Universitarias de Enfer-mería y Fisioterapia completaron la encuesta

sobre consumo de tabaco, alcohol, y otrasdrogas. La edad media era de 21.5 años y el80.5% eran mujeres.

La prevalencia vida de consumo de cocaínafue de 3.4% (7.5% para los varones y 2.1%para las mujeres, p= .021), en los últimos 12meses de 1.7% (5% para los varones, 0.9%para las mujeres, p= .026), y en el últimomes del 0.7% (2.5% para los varones vs0.3% para las mujeres, p= .092) (Figura 6).

La edad media de inicio para el conjunto delos estudiantes fue de 18.86 (2.07) años, sindiferencias en función del sexo (18.17 –1.72-para los hombres y 19.86 –1.95- para lasmujeres). Tal como cabía esperar, al sermayor la edad media de este grupo, la edadmedia de inicio es superior a la de los estu-diantes de secundaria.

Las prevalencias obtenidas en esta mues-tra de estudiantes universitarios son práctica-mente superponibles a las detectadas en laencuesta a población general realizada en1999, que serían respectivamente 3.1%,1.5% y 0.8%.

4. PERCEPCIÓN SUBJETIVA DE RIESGOS

(PND (4, 5, 9)

En la población general ha crecido significa-tivamente el nivel de riesgo percibido ante elconsumo habitual de cocaína (en el año 1997un 85.1% de los encuestados pensaban queéste podía generar muchos problemas, mien-tras que en el año 1999 lo pensaban un88.9%) y ocasional de cocaína (en 1997 un74.6% pensaban que podía generar muchosproblemas, y en el año 1999 lo pensaban un79.5%). En la población estudiantil el nivel deriesgo percibido también ha aumentado lige-ramente en los últimos 2 años, situándose enun nivel similar al de población general. Así,en 1996 un 87.8% de los jóvenes encuesta-dos consideraban que el consumo habitualde cocaína podía generar muchos problemas,en el año 1998 lo consideraba un 86.1% y enel 2000 lo consideraba un 88.3%. De igualmodo, en el año 1996, un 67.7% de losencuestados consideraban que el consumoocasional podía ser muy problemático, en el

Epidemiología del uso/abuso de cocaína

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año 1998 lo consideraba un 64.9% y en el2000 un 66.4%.

Por otra parte, cabe señalar que durante elaño 2000 casi la mitad de los jóvenes consu-midores de cocaína reconocieron que dichosconsumos les habían generado algún tipo deproblema, básicamente problemas para dor-mir (33.9%) y problemas de tipo económico(12.5%).

Hay que tener presente que desde unaperspectiva preventiva la variable de riesgopercibido tiene una gran importancia, ya quesu descenso guarda una relación inversamen-te proporcional con el incremento de los con-sumos. Concretamente, entre los jóvenesque consideran que el consumo experimental(alguna vez) o habitual de cocaína puedegenerar muchos problemas sólo hay, respecti-vamente, un 1.5% y un 3.2% de consumido-res y esas cifras aumentan hasta 31.6% y28.4% de consumidores entre los que consi-deran que el consumo experimental o habitualde cocaína no genera ningún problema. Dichode otro modo, a medida que se va relajando laopinión pública sobre los riesgos potenciales

de salud o de cualquier otro tipo que puedeprovocar en consumo de cocaína, las preva-lencias de consumo van en franco aumento.

5. CONCLUSIONES

• España se sitúa en la actualidad entre lospaíses europeos con mayores tasas deconsumo (uso-abuso) de cocaína.

• Las tasas de consumo de cocaína ennuestro país han ido incrementándose,progresivamente en la última década,sobre todo a expensas de la poblaciónmás joven.

• A pesar de que la edad de inicio de con-sumo de cocaína permanece más omenos estable, los mayores incrementosde consumos se detectan precisamenteentre los más jóvenes (14-16 años).

• Se confirma el elevado nivel de policon-sumo asociado al consumo de cocaína,en particular, y de psicoestimulantes, engeneral. Dicho policonsumo se centrapreferentemente en las drogas legales

Bobes, J.; Sáiz, P.A.; González, M.P.; Bascarán, M.T.

Diferencias significativas entre hombres y mujeres en prevalencia consumo-vida (p .021) y último año (p .026).

Figura 6. Prevalencias de consumo de cocaína entre los estudiantes

universitarios de Ciencias de la Salud.

Último año Último mesVida

8

7

6

5

4

3

2

1

0Hombres Mujeres Total

%

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(alcohol y tabaco) y en ilegales (cánnabis,otros psicoestimulantes, alucinógenos yheroína).

• En nuestro país se detecta, cada vez conmás frecuencia, un importante númerode consumidores de heroína y cocaína,que tienen características diferencialesdel cocainómano tradicional.

• La sociedad española “conoce” estadroga, y la percibe como bastante peli-grosa, y por tanto, con elevados riesgos.Si bien, el riesgo percibido disminuye aldisminuir la edad.

• Finalmente, cabe señalar que se estánincrementando paulatinamente el núme-ro de demandas de tratamiento (espe-cialmente en consultas privadas) comoconsecuencia del uso-abuso de cocaína yel número de episodios de urgencia hos-pitalaria y de muertes en los que estáinvolucrada la cocaína, lo cual sirve parasubrayar, por un lado el incremento deuso-abuso de cocaína y por otro, lapotencial toxicidad de esta sustancia

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Existen diferentes formas de abuso de lacocaína que determinan las vías deadministración de esta droga y que

influyen de forma importante en la farmacolo-

gía de la cocaína. En nuestro medio, la cocaí-na se fuma o se esnifa fundamentalmente,pero también se usa por vía intravenosa.

VOL. 13. SUPLEMENTO 2

Cocaína: aspectos farmacológicos

LIZASOAIN, I.; MORO, M.A.; LORENZO, P.

Departamento de Farmacología. Facultad de Medicina. Universidad Complutense de Madrid.

Enviar correspondencia: Dpto. Farmacología Fac. Medicina Univ. Complutense. 28040 Madrid. Tel. +34913941478/64. Fax+34913941478/63

Resumen

Existen diferentes formas de abuso de la cocaína(hojas de coca, sulfato de cocaína, clorhidrato decocaína y cocaína base o crack) que condicionan lafarmacocinética, la actividad farmacológica, la toxici-dad y el grado de adicción de la droga. En nuestromedio, la cocaína se fuma o se esnifa fundamental-mente, pero también se usa por vía intravenosa.

La cocaína atraviesa las membranas celulares deforma rápida. Esnifada o administrada por vía intrave-nosa se encuentran niveles de cocaína en el cerebroen 30 segundos, mientras que fumada sólo tarda 5segundos en tener efectos centrales. La cocaína esrápidamente metabolizada, generalmente por hidróli-sis enzimática para producir benzoilecgonina, ecgoninametil ester y posteriormente ecgonina. Sin embargo,en presencia de etanol, la cocaína es transesterificadaa cocaetileno que posee actividad farmacológica ytóxica.

La cocaína es un potente inhibidor de la recapta-ción tipo I de noradrenalina, dopamina y serotonina, loque facilita la acumulación de esos neurotransmiso-res en la hendidura sináptica.

Las acciones farmacológicas se caracterizan pormanifestaciones de actividad noradrenérgica y dopa-minérgica fundamentalmente, que afecta a los distin-tos aparatos; la intoxicación aguda se manifiesta poruna hiperactividad de estos sistemas.

Palabras clave: farmacología, farmacocinética, benzoi-lecgonina, cocaína, cocaetileno, crack, dopamina.

Summary

The routes of administration of cocaine aredifferent depending on the cocaine source (leaves,sulphate, hydrochloride and crack), and this affectsnot only its pharmacokinetics but also its pharma-cological effects, as well as other aspects such astoxicity, tolerance, dependence and withdrawaleffects of this drug. In our country, cocaine is mainlysmoked or inhaled, and intravenous administrationcan be also used.

Cocaine is rapidly absorbed by many routes.Cocaine produces central effects in 30 seconds afternasal or intravenous administration and in only 5seconds when cocaine is smoked. The major routefor cocaine metabolism involves hydrolysis of its estergroups producing benzoylecgonine, ecgonine methylester and ecgonine as metabolites. An importantmetabolic interaction occurs when cocaine andalcohol are taken concurrently; cocaine is thentransesterified to cocaethylene, which is toxic.

Cocaine is a potent inhibitor of catecholamineuptake by noradrenergic, dopaminergic and seroto-ninergic nerve terminals and strongly enhances theeffects of these neurotransmitters

Pharmacological and toxic effects are derived fromits actions on the catecholaminergic system.

Key words: pharmacology, pharmacokinetics,cocaine, benzoylecgonine, cocaethylene, crack,dopamine.

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FORMAS DE ABUSO

Las formas de abuso de cocaína son degran interés, ya que condicionan la farmacoci-nética, la actividad farmacológica, la toxicidady el grado de adicción de la droga (Tabla I).Fundamentalmente se distinguen las siguien-tes formas de abuso:

Hojas de coca. La absorción es muy varia-ble dependiendo, fundamentalmente, delcontenido de las hojas, de la preparaciónusada y de la presencia o ausencia de sus-tancias alcalinas en la boca del masticador asícomo de la habilidad de éste. Las hojas delos arbustos originarios de Java son por logeneral las más ricas en alcaloides totales ypredomina en ellos la cinamil-cocaína mien-tras que las hojas de Bolivia, Perú y Ceiláncontienen menos alcaloides pero una propor-ción superior de cocaína.

Pasta de coca. También se denomina sulfa-to de cocaína, pasta base o simplementepasta; es el producto bruto o no refinado queresulta del primer proceso de extracción de lacocaína a partir de las hojas de coca. Seobtiene de la maceración de las hojas con

ácido sulfúrico u otros productos químicos(alcalinos, solventes orgánicos, amoniacoetc..). Contiene de un 40 a 85% de sulfato decocaína. Sirve de base para la posterior elabo-ración del clorhidrato de cocaína. Se fuma.

Clorhidrato de cocaína. Es la sal de la coca-ína formada con ácido clorhídrico. Se presen-ta en forma de cristales escamosos blancos,más o menos adulterada; se administra porvía intranasal (para esnifar) o se inyecta porvía venosa (no se puede fumar pues se des-truye por el calor). El esnifado es un modomuy común de usar la cocaína. Debido a laintensa vascularización de la mucosa de lanasofaringe la absorción es rápida así comosus efectos (locuacidad, sensación de ener-gía) que duran entre 20 y 40 minutos. Laadministración de cocaína por vía endoveno-sa es también frecuente. A veces se combinacon heroína (speed ball) para evitar los efec-tos de rebote desagradables producidos porla cocaína. Los efectos farmacológicos y psí-quicos por cocaína endovenosa son inmedia-tos (30 segundos) y potentes pero de breveduración (10-20 minutos), con aparición pos-terior de un intenso crash (disforia, irritabili-dad y alteraciones gastrointestinales).

Cocaína: aspectos farmacológicos

Tabla I. FORMAS DE ABUSO.

TIPO DE CONCENTRACION VIA DE PORCENT. VELOCIDAD CONC. DURACION DESARROLLO

SUSTANCIA DE COCAINA ADMINISTRACION EN PLASMA APARICION MAXIMA EFECTOS DEPENDENCIA

DE EFECTOS PLASMA

HOJAS DE 0.5 - 1.5% Mascado 20 - 30% LENTA 60 30- 60 NOCOCA infusión oral Minutos Minutos

CLORHID. 12 - 75% tópica: ocular 20 - 30% RELATIV. 5-10 30- 60 SICOCAINA genital,intranasal RAPIDA Minutos Minutos LARGO PLAZO

(esnifar)

CLORHID. 12 - 75% parenteral: 100% RAPIDA 30-45 10-20 SICOCAINA endovenosa Segundos Minutos CORTO PLAZO

subcutanea,intramuscular.

PASTA DE 40 - 85% Fumada 70 - 80% MUY RAPIDA 8-10 5-10 SICOCA (Sulfato de cocaína) Segundos Minutos CORTO PLAZO

COCAINA 30 - 80% Inhalada-fumada 70 - 80% MUY RAPIDA 8-10 5-10 SIBASE. (alcaloide cocaína) Segundos Minutos CORTO PLAZO

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Cocaína base. Se obtiene mezclando elclorhidrato de cocaína con una solución bási-ca (amoníaco, hidróxido de sodio o bicarbona-to sódico), luego se filtra el precipitado o sedisuelve con éter y se deja que éste se eva-pore. Existen dos formas de consumo: la pri-mera consiste en inhalar los vapores de baselibre (“free base”), extraída del clorhidratocon solventes volátiles (éter) a muy alta tem-peratura (800ºC) utilizando mecheros de pro-pano. Lo engorroso de su uso (necesidad depipa de agua, éter, mechero de propano)hacen que su uso esté menos extendido. El“Crack” o “rock” es la segunda forma deconsumo. Es una forma de cocaína base quese obtiene añadiendo amoníaco a una solu-ción acuosa de clorhidrato de cocaína en pre-sencia de bicarbonato sódico para alcalinizar-la; se calienta a 98ºC; la base libre precipitaen forma de pasta, que una vez seca tieneaspecto de porcelana, que se tritura en esca-mas; se suele presentar como gránulos de125 a 300 mg (1 ó 2 dosis). Se inhala en reci-pientes calentados o se fuma pulverizado ymezclado con tabaco, marihuana, fenciclidina(PCP), etc., en forma de cigarrillos. La cocaínabase (crack) es la forma que generalmente sefuma ya que la base es más volátil, vaporizán-dose a bajas temperaturas en contraste conel clorhidrato de cocaína que se descomponeantes de volatilizarse cuando se calienta. Elpopular nombre de Crack procede del ruidode crepitación que producen los cristalescuando se calientan.

El crack se difunde muy rápidamente depulmones a cerebro; sus efectos son inme-diatos (5 segundos), muy intensos (se diceque 10 veces superiores a la cocaína i.v. oesnifada) y muy fugaces (4 minutos); su“bajada” resulta tan insufrible que entraña unuso compulsivo y muy frecuente, además esmuy rápida en comparación con la cocaínaintravenosa o esnifada (15 minutos). Se diceque “El crack es el sueño del traficante y lapesadilla del adicto”. El “crack” produce unadependencia psicológica tan esclavizante queresulta casi imposible abandonar su consu-mo, a aquellos adictos que lo han probadovarias veces.

FARMACOCINÉTICA

La cocaína es una base débil con un pKa de8.6. En su forma básica, tanto en sangrecomo en el humo del tabaco que llega a lospulmones, la cocaína atraviesa las membra-nas celulares de forma rápida y eficazmente.Atraviesa la barrera hematoencefálica: esnifa-da o administrada por vía intravenosa seencuentran niveles de cocaína en el cerebroen 30 segundos, mientras que fumada sólotarda 5 segundos en tener efectos centrales.

Absorción: La cantidad relativa de cocaínaque se absorbe a nivel sistémico dependefundamentalmente de la vía de administra-ción. La figura 1 muestra las diferencias tem-porales de los picos plasmáticos que se pro-ducen después de la administración de dosisequipotentes de cocaína por diferentes víasde administración a voluntarios sanos. Laabsorción por la mucosa nasal después deesnifar y la absorción a través del tractodigestivo después de su administración oral

es similar y mucho más lenta que despuésde fumar o después de la administraciónintravenosa. El pico plasmático se producenormalmente a los 60 minutos después de laadministración nasal u oral; aunque como enotros parámetros de la cinética de la cocaína,la variabilidad individual es muy grande, conintervalos de 30 a 120 minutos. La biodispo-nibilidad nasal u oral es de un 30-40%, aun-que la variabilidad es mayor para la vía oral.

Al igual que ocurre con la nicotina del taba-co, la biodisponibilidad de la cocaína fumada

varía entre un 10 a 20%, siendo el porcentajemenor la más común. Cuando hacemosdeterminaciones urinarias de metabolitos decocaína como seguimiento de tratamientos,debemos tener en cuenta que la cocaínafumada presenta una biodisponibilidad baja yvariable.

Las concentraciones máximas venosas yarteriales después de las diferentes adminis-traciones varía enormemente. No sólodepende de las dosis y de las vías de admi-nistración sino también de la frecuencia delas inyecciones. El rango de las dosis de

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cocaína normalmente varían entre 0.2 a 3 o 4mg/Kg, dependiendo de la vía de administra-ción, sin embargo las concentraciones plas-máticas máximas varían en un rango entre 50a 2000 ng/ml o mayor dependiendo de la víade administración y de la frecuencia de lasinyecciones (ver Figura 1).

Distribución: La cocaína después de seradministrada, es distribuida ampliamente portodo el organismo. El volumen de distribuciónvaría entre 1.5 a 2 L/Kg (57% por vía oral yaproximadamente 70% fumada).

Metabolismo: La cocaína es rápidamentemetabolizada, generalmente por hidrólisisenzimática para producir benzoilecgonina(BE), ecgonina metil ester y posteriormenteecgonina (ver Figura 2). En un 1-5% se excre-ta por la orina sin cambios.

Las vías metabólicas están recogidas en laFigura 2. La hidrólisis a benzoilecgonina seproduce en un 45% de una dosis administra-da; porcentaje similar a la hidrólisis a ecgoni-na metil ester. Ninguno de los dos metaboli-tos poseen actividad biológica significativa enhumanos. La norcocaína nitróxido y otrosradicales libres son metabolitos potencial-mente activos, pero se producen en peque-ñas cantidades que generalmente no repre-sentan cantidades farmacológicamentesignificativas en clínica humana.

Cuando la cocaína se fuma, la droga sepiroliza a una serie de compuestos químicosdependiendo de la temperatura. El principalmetabolito es la anhidroecgonina metil ester(AEME), también conocida como metil ecgo-nidina. AEME es farmacológicamente activoen animales, sin embargo en humanos exis-ten muy pocos trabajos y no se conoce conexactitud su perfil farmacológico (podría tenerefectos inotrópicos negativos). AEME sepuede determinar en orina, incluso despuésde que se hayan fumado pequeñas cantida-des; sin embargo este metabolito no aparececuando la cocaína se esnifa o se administrapor vía intravenosa. Por tanto, su interés radi-ca fundamentalmente en el control urinario deconsumo de cocaina fumada en pacientes entratamientos de desintoxicación.

La benzoilecgonina es el metabolito que sedetecta en orina, más utilizado para monitori-zar los tratamientos. Puede ser detectada enorina 3-4 días después del último consumo ypor supuesto dependerá de la cantidad decocaína consumida y del valor de corte quese establezca o de la sensibilidad de la prue-ba. La vía de administración también influyeen la cantidad de BE que se detecta en plas-ma y que se eliminará a través de la orina (verFigura 3). En general, se puede decir que lasmáximas concentraciones y la mayor áreabajo la curva se produce después de adminis-traciones nasales u orales. Cuando la cocaí-na se fuma, aunque los efectos que se pro-ducen son mucho más intensos y precoces,la cantidad absorbida es menor y por tantolas concentraciones de BE en plasma sontambién menores. La figura representa elpatrón típico después de una única dosis pordiferentes vías, evidentemente no correspon-de con el patrón típico del consumo que nosencontramos entre los cocainómanos peronos ayuda a comprender la importancia de lavía de administración a la hora de determinarmetabolitos en orina como seguimiento deun tratamiento.

Alcohol y cocaína: Un capítulo aparte supo-ne el metabolismo de la cocaína en presenciade alcohol. El consumo de alcohol por partede los cocainómanos es muy frecuente, exis-ten estudios que lo cifran hasta en un 99%,ingestas simultaneas en un 77% e ingestasde alcohol en cada consumo de cocaínahasta en un 30%; de ahí la importancia dehacer hincapié en este aspecto. La razón delconsumo simultaneo de ambas drogas noestá del todo aclarado. La potenciación de laeuforia por la ingesta de alcohol puede ser labase de esta asociación, aunque también sehan señalado la disminución de efectos inde-seables como los cuadros migrañosos induci-dos por la cocaína. Independientemente delas razones, la combinación supone un riesgoy un aumento de la morbi-mortalidad asocia-da a la cocaína. Datos epidemiológicos indi-can que la ingesta simultanea de alcohol ycocaína aumenta el riesgo de muerte súbitapor cocaína hasta en 18 veces.

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En estudios in vitro se ha visto que el eta-nol inhibe la actividad de la metilesterasa, dis-minuyendo la hidrólisis a benzoilecgonina. Enpresencia de etanol, la cocaína es transesteri-ficada por esterasas hepáticas a etilcocaína ococaetileno (ver Figura 2) y se incrementa laN-demetilación a Norcocaína. Este metaboli-to –cocaetileno- posee actividad farmacológi-ca y tóxica (fundamentalmente a nivel cardia-co e incluso hepático). Se puede determinaren orina, saliva, cabello o sudor al igual quelos derivados etil de la benzoilecgonina yecgonina etil ester.

Eliminación: El aclaramiento de la cocaínaes muy rápido, variando entre 20 a 30ml/min/Kg. La semivida plasmática es, denuevo, variable con intervalos de 1 a 1.5horas. La benzoilecgonina presenta una semi-vida plasmática de 6-8 horas y la ecgoninametil ester de 3-8 horas.

MECANISMO DE ACCIÓN

La cocaína se comporta como una aminasimpaticomimética de acción indirecta, esdecir, es capaz de remedar las acciones delas catecolaminas no actuando directamentesobre los receptores adrenérgicos o dopami-nérgicos, sino aumentando la disponibilidaddel neurotransmisor en la hendidura sinápti-ca. La cocaína es un inhibidor de los procesosde recaptación tipo I (recaptación de noradre-nalina y dopamina desde la hendidura sinápti-ca a la terminal presináptica; Figura 4) lo quefacilita la acumulación de noradrenalina odopamina en la hendidura sináptica.

El aumento de la biodisponibilidad de dopa-mina por la inhibición de la recaptación tipo Imedia la euforia que produce la cocaína yparece que está implicada en el mecanismode adicción. El consumo crónico de cocaínatambién produce cambios en la disponibilidadde la dopamina. En los últimos años se haimplicado al transportador de la recaptaciónde dopamina no sólo en las acciones conduc-tuales sino también en las acciones bioquími-cas de la cocaína. El transportador de la

recaptación de dopamina controla los nivelesde este neurotransmisor a nivel de la hendi-dura sináptica ya que incorpora rápidamentea la terminal presináptica la dopamina libera-da. En estudios realizados con ratones gené-ticamente deficientes en este transportador,la administración de cocaína no produce efec-tos conductuales ni bioquímicos. Por tanto,parece que dicho transportador es necesariopara la acción farmacológica de la cocaína yaque al bloquearlo, uniéndose de maneraespecífica y con gran afinidad, inhibiría larecaptación dopaminérgica.

El exceso de noradrenalina que se producepor acción de la cocaína, es el responsable dela mayoría de los efectos farmacológicos y delas complicaciones agudas de la cocaína(aumento de presión arterial, dilatación pupi-lar, sudoración, temblor etc…).

La cocaína también bloquea la recaptaciónde serotonina y el consumo crónico de estasustancia produce cambios en estos neuro-transmisores con una disminución de la bio-disponibilidad que se refleja en la disminuciónde los metabolitos 3-metoxi-4-hidroxifeneti-lenglicol (MHPG) y ácido 5-hidroxiindolacético(5-HIAA). Estos efectos sobre la neurotrans-misión catecolaminérgica y serotoninérgicaconstituyen, asímismo, la base de su meca-nismo de acción como droga dependígena.(ver cap. Dependencia a cocaína).

Por otra parte, es conocido que la cocaínafue el primer anestésico local utilizado en clíni-ca. Desde entonces, se han sintetizado unnúmero importante de estos agentes, el pri-mero de los cuales fue la procaína (novocaína)en 1905. La cocaína comparte con todos estoscompuestos el mecanismo de acción anesté-sica local: disminución de la permeabilidad dela membrana a los iones Na+, lo que produceun bloqueo de la conducción nerviosa.

Las soluciones de cocaína utilizadas en clí-nica, únicamente para anestesia tópica, varí-an del 1 al 10 %. Aunque ha sido sustituidapor fármacos más manejables y con menosefectos secundarios, se utilizó en anestesiaoftálmica y en anestesia tópica de la mucosanasal previa a la intubación nasotraqueal.

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ACCIONES FARMACOLÓGICAS

Sistema nervioso simpático y aparato car-

diovascular.

Los efectos por aumento de la actividadsimpática, a través del estímulo de recepto-res a y b adrenérgicos, se manifiestan funda-mentalmente sobre el aparato cardiovascular.Así, la cocaína produce: vasoconstricción porsu efecto simpaticomimético periférico yaumento de la presión arterial por su efectoinotrópico y cronotrópico positivo unido alefecto vasoconstrictor. Bradicardia a dosisbajas por depresión del nodo sinusal y másfrecuentemente taquicardia por estímulosinusal, como consecuencia directa del estí-mulo simpático, tanto central como periféri-co. Aumento de la fuerza de contracción y dela frecuencia cardiaca por un estímulo de losreceptores b1 fundamentalmente. Tambiénproduce midriasis, temblor y sudoración porestímulo simpático.

Temperatura corporal.

Además del aumento de la producción decalor por aumento de la actividad muscular yde la disminución de su pérdida por la vaso-constricción, la cocaína aumenta la temperatu-ra corporal por pérdida del control dopaminér-gico de receptores hipotalámicos reguladoresde la temperatura, por agotamiento de losdepósitos de dopamina, con hipertermia derebote. Esta hipertermia puede ser acompaña-da de convulsiones (análoga a la hipertermiadel síndrome maligno neuroléptico) y que seatribuyó al principio a sobredosis, puede oca-sionar muerte súbita con dosis bajas pero con-tinuas de la droga.

Sistema nervioso central.

La cocaína es un potente estimulante delSNC, aunque sus efectos como tal dependende factores tales como tipo de consumidor,ambiente, dosis y vía de administración. Dosis moderadas ocasionan: elevación del

estado de ánimo, sensación de mayor ener-gía y lucidez, disminución del apetito, insom-nio, mayor rendimiento en la realización detareas, disminución de la sensación de fatiga,hiperactividad motora, verbal e ideativa.

Estos efectos son análogos a los produci-dos por anfetaminas, aunque menos durade-ros hasta el punto que los adictos a cocaínadescriben efectos gratificantes en los mismostérminos que los adictos a anfetaminas. Pasa-do el efecto agudo aparece un periodo de can-sancio, fatiga y disforia, más pronunciadacuanto más rápidos e intensos son los efec-tos producidos por la cocaína. Generalmenteaparece el deseo de droga (“craving”). Estosefectos, como ya se ha comentado previa-mente, se deben fundamentalmente a la inhi-bición de la recaptación de dopamina.

La administración de cocaína por vía endo-venosa da lugar a una sensación de “flash”,intensamente placentera y descrita comosensación análoga al orgasmo sexual.

Se han descrito en los consumidores decocaína alteraciones de la percepción, altera-ciones de la capacidad crítica y discriminativa(decisiones erróneas), seudoalucinacionestáctiles (“bichos” de cocaína en la piel, arenadeslizándose debajo de la piel, etc…), auditi-vas (de sentimientos de autoreferencia concontenidos de crítica y de reproche que le lle-van a situaciones de temor incontrolable) yvisuales (copos de nieve brillantes o colorea-das que son muy apreciadas por los consumi-dores), conducta estereotipada, bruxismo ymovimientos compulsivos.

TOXICIDAD AGUDA

La intoxicación aguda por cocaína se carac-teriza por manifestaciones de hiperactividadnoradrenérgica y dopaminérgica fundamen-talmente, que afecta a los distintos aparatosy sistemas. Las complicaciones orgánicastanto agudas como crónicas se detallan conmayor detenimiento en el capítulo Complica-ciones orgánicas de la Cocaína de Balcells

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Oliveró, M. de esta monografía. Las manifes-taciones clínicas más comunes son:

Aparato cardiovascular: palpitaciones, bra-dicardia o taquicardia, arritmias (fibrilaciónauricular la más frecuente; taquicardia ventri-cular y fibrilación ventricular que es la causamás frecuente de muerte súbita por cocaína),hipertensión e infarto de miocardio. El consu-mo simultaneo de cocaína y alcohol produceel cocaetileno que es un metabolito activo yde mayor toxicidad cardiaca que la cocaína. Supotencial arritmogénico y de producción demuerte súbita es superior a la de la cocaína.

Aparato respiratorio: taquipnea y respira-ción irregular. El crack fumado es el respon-sable de la mayoría de las complicacionesagudas que produce la cocaína; tales como eledema agudo de pulmón (generalmente deorigen no cardiogénico, por aumento de lapermeabilidad alveolocapilar); el “pulmón decrack” de posible origen isquémico (dolortorácico inespecífico, tos productiva de espu-to hemoptoico y a veces hemoptisis franca);exacerbación de cuadros asmáticos; cuadrosde neumotórax, neumomediastino y neumo-pericardio por la realización de maniobras deValsalva para incrementar los efectos de lacocaína y la parada respiratoria que es excep-cional y generalmente tras administraciónintravenosa.

Aparato digestivo: anorexia, náuseas,vómitos, diarreas y las más graves aunqueraras las de origen isquémico (úlceras gastro-duodenales con hemorragia y perforación;colitis isquémicas).

Hepáticas: la cocaína es una toxina hepáti-ca específica. La cocaína es metabolizadafundamentalmente por las colinesterasasplasmáticas y hepáticas, pero una pequeñaproporción de la dosis administrada sigue unavía oxidativa microsómica hepática que con-duce a la aparición de metabolitos reactivosque tiene la cualidad de ser radicales libres(Figura 2). El cocaetileno, metabolito mixtode cocaína y alcohol, tiene también esta pro-piedad. Las lesiones hepáticas agudas tóxi-cas por cocaína son de tipo citolítico.

Metabolismo: hipertermia maligna debidaa un desajuste del control dopaminérgico dela temperatura. Aparece hipertermia, rigidez yagitación. Rabdomiolisis generalmente poradministración intravenosa o por crack, aun-que rara es muy grave.

Ojo: midriasis, vasoconstricción conjunti-val, nistagmus vertical.

Neurológicas: cefalea (la complicaciónmás frecuente); ictus cerebral (en algunoslugares la cocaína es la causa más frecuentede ictus en personas jóvenes), hemorragiacerebral (generalmente subaracnoideas, aun-que la intraparenquimatosas aparecen tam-bién en mayor proporción de lo habitual), con-vulsiones (del tipo de gran mal). El crack, denuevo, es el que más se asocia a la mayoríade estas complicaciones agudas.

SNC: ansiedad a medida que desaparecenlos efectos euforizantes, confusión, irritabili-dad, euforia, alucinaciones visuales y táctiles(como se han descrito anteriormente), altera-ciones de la percepción, reacciones paranoi-des y convulsiones tónico-clónicas. El cocai-nómano puede sufrir reacciones adversasañadidas por mezclar la cocaína con otrasdrogas: con heroína (“speed ball”), benzodia-cepinas y/o alcohol.

Embarazo, feto y recién nacido: el consu-mo de cocaína durante el embarazo se asociaa un riesgo elevado de aborto, de muerte fetalintraútero, de abruptio placentae y de prema-turidad, con inmadurez fetal. Los niños tiendena nacer con menor peso y con menor períme-tro cefálico. Además el síndrome de muertesúbita neonatal es muy elevado (15 %).

La cocaína atraviesa la placenta y produceefectos nocivos en el feto, especialmentelesiones cerebrales isquémicas, que puedenser causa de muerte intrauterina o de dañocerebral definitivo en la vida extrauterina. Lasmalformaciones congénitas son más frecuen-tes.

La cocaína pasa a la leche materna, aunquesus efectos sobre el lactante no se conocen.El consumo de crack en la misma habitaciónen la que está el niño puede tener efectosperjudiciales sobre él.

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Los criterios diagnósticos de la intoxicaciónaguda por cocaína especificados en DSM-IVestán recogidos en la Tabla II.

La dosis mortal de cocaína en inyecciónendovenosa única es de 1 g aproximadamen-te. No existe tratamiento farmacológicoespecífico para la intoxicación aguda porcocaína ya que los síntomas y signos conduc-tuales (tales como agitación psicomotora)pueden ser totalmente diferentes a los sínto-mas o signos fisiológicos (disminución o ele-vación de la presión arterial etc...). Debido aque las complicaciones cardiovasculares,cerebrovasculares, gastrointestinales secun-darias a la cocaína y a que las muertes induci-das por cocaína generalmente ocurren en lasprimeras horas posteriores al consumo decocaína, es muy importante ingresar y moni-torizar al paciente en los servicios de urgen-cias. Afortunadamente la semivida plasmática

de la cocaína es corta (50 minutos) y la mayo-ría de los efectos adversos graves secunda-rios al consumo de esta droga disminuyen enlas primeras horas posteriores a su uso. Eltratamiento del intoxicado por cocaína encualquiera de sus formas de administraciónsería: sedación del paciente, en caso de quesea necesario o que presente convulsiones,mediante diacepan (i.m. ó i.v.; 0.5 mg/kg i.v.en un periodo de 8 horas es suficiente paracontrolar las convulsiones); neurolépticos tipobutirofenonas (haloperidol) para los cuadrospsicóticos, teniendo en cuenta que puedendisminuir el umbral epileptógeno; y antiarrít-micos (en general se desaconsejan los blo-queantes beta adrenérgicos ya que facilitarí-an el estímulo alfa por la cocaína lo queincrementaría los efectos vasoconstrictores ehipertensivos), además de las necesariasmedidas generales y de reanimación.

Cocaína: aspectos farmacológicos

Tabla II. Criterios diagnósticos de intoxicación por cocaína. (DSM-IV).

A. Uso reciente de cocaína.

B. Cambios psicológicos o maladaptación conductual clínicamente significativas (ej. Euforia,alteraciones afectivas; cambios en la sociabilidad; hipervigilancia; sensibilidad interperso-nal; ansiedad, tensión o miedo; movimientos estereotipados; juicio alterado; empeora-miento social u ocupacional) que aparezcan durante o después de un periodo corto deluso de la cocaína.

C. Dos o más de los siguientes síntomas que aparezcan durante o después de un periodocorto del uso de la cocaína.

1. Taquicardia o bradicardia

2. Dilatación pupilar

3. Elevación o disminución de la presión arterial

4. Sudor o escalofríos

5. Nauseas o vómitos

6. Evidencia de pérdida de peso

7. Agitación o disminución psicomotora

8. Debilidad muscular, depresión respiratoria, dolor torácico o arritmias cardíacas

9. Confusión, convulsiones, disquinesias o coma.

D. Síntomas no causados por alteraciones médicas generales y que no aparezcan por otraalteración mental.

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47VOL. 13. SUPLEMENTO 2

INTRODUCCIÓN

El interés por la personalidad y el uso-abuso de sustancias es ya antiguo. Des-de los primeros estudios de Eysenck

buscando una relación entre el consumo detabaco y la personalidad han sido muchos los

investigadores que han dedicado sus esfuer-zos a arrojar alguna luz sobre el respecto.Aunque se acepta que no existe una perso-nalidad prototípica del consumidor de sustan-cias ilegales, existe un elevado interés porconocer el papel que juega la personalidad enel desarrollo de la adicción, especialmente decara a la intervención (1).

Resumen

Objetivos: determinar los rasgos de personalidadasociados al consumo de cocaína. Método: 3634reclutas y 2841estudiantes de secundaria cumplimen-taron el EPQ-A y la Escala de Búsqueda de Sensacio-nes. Cada muestra fue dividida en 3 grupos; G1: noconsumidores de sustancias ilegales, G2: consumido-res de sustancias ilegales diferentes de la cocaína, G3:consumidores de cocaína más otras sustancias lega-les e ilegales. Resultados: Neuroticismo: reclutas yestudiantes mujeres: G2 y G3 puntuaron significativa-mente más alto que el otro grupo; estudiantes varo-nes: sin diferencias entre grupos. Intro-extroversión:reclutas: G2 obtuvo puntuaciones significativamentemás elevadas; estudiantes varones y mujeres: G1 pun-tuó significativamente más bajo que los otros dos gru-pos. Psicoticismo: en las tres muestras diferenciassignificativas entre los 3 grupos, G3 obtuvo las puntua-ciones más altas. Búsqueda de sensaciones: las tresmuestras obtienen los mismos resultados que en psi-coticismo. Conclusiones: existen diferencias de perso-nalidad en función del consumo de cocaína.

Palabras clave: neuroticismo, intro-extroversión, psi-coticismo, búsqueda de sensaciones, cocaína.

Summary

Objective: to determine the personality traitsassociated with cocaine consumption. Methods:3634 military recruits and 2841 secondary schoolstudents completed the EPQ-A and the SensationSeeking Scale. Each sample was divided into threegroups: G1: non consumption of illegal substances;G2: consumption of illegal substances different fromcocaine; G3: consumption of cocaine plus other legaland illegal substances. Results: Neuroticism: recruitsand female students: G2 and G3 scored significantlyhigher than the other group; male students: nosignificant differences among groups. Intro-extroversion: recruits: G2 scored significantly higherthan the other two groups; male and female students:G1 scored significantly lower. Psychoticism: in allsamples significant differences were found amongthe three groups, G3 obtained the highest score.Sensation seeking: the three samples obtained thesame results as those obtained in pscyhoticism.Conclusions: consumption of cocaine is associatedwith specific personality traits.

Key words: neuroticism, intro-extroversion, psycho-ticism, sensation seeking, cocaine.

Personalidad y uso-abuso de cocaína.

SÁIZ, P.A.*; GONZÁLEZ, M.P.*; PAREDES, B.**; MARTÍNEZ, S.***; DELGADO, J.M.***

* Prof. Titular, Area de Psiquiatría - Universidad de Oviedo.** Adjunto Servicio de Urgencias. Hospital San Agustín. Avilés.*** Doctorando, Area de Psiquiatría - Universidad de Oviedo.

Enviar correspondencia: Pilar Alejandra Sáiz Martínez. Universidad de Oviedo. Facultad Medicina - Area Psiquiatría.Julián Clavería, 6-3º. 33006 Oviedo.

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48

Uno de los factores de personalidad que hasido relacionado con la conducta de uso-abuso de cocaína es la “búsqueda de sensa-ciones”(2,3).. Este rasgo, definido por Zuc-kerman (2,4), se caracteriza por la búsquedade experiencias y sensaciones intensas,novedosas, variadas y complejas, y por lavoluntad de experimentar y participar enexperiencias que comporten riesgos de diver-sos tipos (físico, social, legal,...). En un estu-dio posterior, Zuckerman (5) amplia esterasgo de la personalidad pasándolo a denomi-nar “impulsividad no socializada/búsqueda desensaciones” y considerándolo integrador delos aspectos básicos de la impulsividad deGray y del psicoticismo de Eysenck. Además,diferencia en él 4 subdimensiones: búsquedade emociones (aventuras, riesgos); búsquedade excitación (experiencias); desinhibición; ysusceptibilidad al aburrimiento. Diversosautores (6,7) han demostrado la especificidadde estas subdimensiones en cuanto al tipode droga consumida. Concretamente, Zuc-kerman (8), en una revisión de varios estu-dios, pone de manifiesto que, especialmente,las subescalas de búsqueda de excitación ydesinhibición se relacionan con la frecuenciade consumos, siendo los psicoestimulanteslos que muestran las mayores correlaciones.

Con el objeto de aclarar la relación entre lapersonalidad y el uso-abuso de sustancias ile-gales, entre ellas la cocaína, en el Area dePsiquiatría de la Universidad de Oviedo veni-mos realizando, desde el año 1995, un segui-miento del consumo de sustancias en losjóvenes asturianos.

MATERIAL Y MÉTODOS

Sujetos

Los datos del presente estudio se hanobtenido de dos poblaciones complementa-rias, por un lado los jóvenes que se incorpo-ran al Servicio Militar y, por otro, jóvenesestudiantes de secundaria.

La muestra de los reclutas está constituidapor todos los que se incorporaron al Regi-

miento Príncipe de Asturias (Noreña) en losreemplazos habidos desde el año 1995 al1999 (n= 3634). La muestra de los estudian-tes la forman los alumnos de enseñanzasecundaria de los centros públicos de Oviedoque asistieron a clase el día de la encuesta–primavera de 1999- (n= 2841).

La edad media de los reclutas era de 20.28(2.56) años y el 100% eran varones. En elcaso de los estudiantes, la edad media era de15.87 (1.47), sin que existiesen diferenciasestadísticamente significativas en función delsexo (15.85 los hombres frente a 15.89 lasmujeres). El 50.9% eran hombres. En cuantoal nivel de estudios que estaban realizando, el28.4% estaba cursando 1º de bachiller, el6.1% 2º de la ESO, el 33.8% 3º de la ESO, el28.9% 4º de la ESO, y el 2.8% módulos de FP.

Procedimiento e instrumentos de evaluación

En el caso de los reclutas, los cuestionariosse administraron, sin previo aviso y de acuer-do con los servicios médicos del regimiento,un día de la 1ª semana de su incorporación.Tras una breve explicación de los objetivosdel estudio para los que solicitábamos sucooperación y de cómo habían de rellenar lashojas de respuesta, se leían las preguntas envoz alta. Cada recluta contestaba de formaanónima en su hoja de respuestas. Se eligióesta forma de administración (lectura en vozalta) dada la magnitud de los reemplazos,especialmente en los primeros años.

Con los estudiantes se siguió el mismoprocedimiento, aunque al ser las clases muyreducidas no se leyeron las preguntas sinoque a cada estudiante se le proporcionó elcuadernillo de preguntas y la hoja de res-puesta en la que debían contestar.

La encuesta incluía unos mínimos datossociodemográficos (edad, sexo, estado civil,curso, y situación laboral) y las versionesespañolas del Cuestionario de Consumo deDrogas de la OMS (9), del Cuestionario dePersonalidad de Eysenck para Adultos (EPQ-A) (10), y de la Escala de Búsqueda de Sensa-ciones (Forma V) de Zuckerman (11).

Personalidad y uso-abuso de cocaína

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La Escala de Búsqueda de Sensaciones(Forma V) de Zuckerman

Se trata de un cuestionario originariamentedesarrollado en inglés y adaptado a numero-sos idiomas, entre ellos el español, diseñadopara evaluar la dimensión de la personalidaddescrita por Zuckerman como “búsqueda desensaciones”.

Consta de un total de 40 ítems de respues-ta dicotómica sí-no que se agrupan en 4 esca-las que corresponden a las 4 subdimensionesde este rasgo de personalidad: búsqueda deemociones (BEM), búsqueda de excitación(BEX), desinhibición (DES), y susceptibilidad alaburrimiento (SAB). Además, de puntuacionesen estas 4 subdimensiones se obtiene unapuntuación global de la dimensión general debúsqueda de sensaciones. Obtienen puntua-ciones elevadas en esta escala las siguientespoblaciones: deportistas de riesgo, policías,guardaespaldas, delincuentes, consumidoresde drogas, y sujetos a los que les gusta ponera prueba sus recursos personales, entre otros.

El Cuestionario de Personalidad de Eysenckpara Adultos

Al igual que el anterior, se trata de un cues-tionario originariamente desarrollado eninglés que ha sido adaptado y validado envarios idiomas. El EPQ-A fue desarrolladocomo fruto del trabajo sobre otros cuestiona-rios previos. Evalúa las siguientes tres dimen-siones básicas de la personalidad: Neuroticis-mo, Intro-extroversión, y Psicoticismo oDureza. Además, posee una escala de since-ridad que intenta medir la tendecia al disimu-lo de algunos sujetos para presentar un“buen aspecto” (10). Consta de un total de94 ítems de respuesta dicotómica sí-no; 24ítems evalúan la dimensión de neuroticismo,20 la de extro-introversión, 24 la de dureza, y25 ítems evalúan la sinceridad.

Análisis estadístico

En la muestra de estudiantes, los datos seanalizaron de forma independiente en funcióndel sexo dadas las diferencias en cuanto a

personalidad. Por lo tanto, en este estudio sevan a presentar los resultados de personali-dad y uso-abuso de cocaína de tres muestras:reclutas, estudiantes varones, y estudiantesmujeres. A su vez, cada muestra se dividió entres grupos en función del consumo: grupo 1que no había consumido ninguna sustanciailegal; el grupo 2 que había consumido sus-tancias ilegales diferentes de cocaína; y elgrupo 3 que había consumido cocaína aménde otras sustancias legales y/o ilegales. Sepresentan los datos de las tres muestras y lostres grupos dentro de cada muestra para úni-camente una de las tres referencias tempora-les de consumo que explora el cuestionariode la OMS: alguna vez en la vida.

Además se analizó si existía alguna diferen-cia en cuanto a personalidad entre los sujetosque tras haber consumido alguna vez en suvida siguieron consumiendo (presentabanconsumo también en el último mes) y losque ya no consumían (no había consumos enel último mes). Para ello creamos una nuevavariable, suma de consumo alguna vez en lavida y consumo en el último mes, en la quelos sujetos se clasificaban en tres grupos:“abstinentes” (nunca consumo, ni alguna vezni en el último mes); “experimentadores”(consumo alguna vez pero no en el últimomes); y “reincidentes” (consumo alguna vezy en el último mes).

Para determinar la significación estadísticade las diferencias en las puntuaciones en loscuestionarios de personalidad utilizamos elANOVA con la prueba Duncan de compara-ciones múltiples post hoc, la prueba t de Stu-dent, o el cálculo de desviaciones estándarrespecto a la norma según fuese necesario.Para el contraste de proporciones se utiliza-ron las pruebas Chi cuadrado o Z.

RESULTADOS

Características de consumo de cocaína

Consumo de cocaína alguna vez

Contestaron afirmativamente a la pregunta¿Has consumido cocaína alguna vez? el

49Sáiz, P.A.; González, M.P.; Paredes, B.; Martínez, S.; Delgado, J.M.

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12.8% de los reclutas frente al 8.7% de losestudiantes (p= .000) y al 3.9% de las estu-diantes (p= .000). Entre los estudiantes seconstató una mayor prevalencia de consumo-vida dentro de los varones (p= .000).

Al dividir cada una de las muestras en lostres grupos de consumo anteriormente des-critos obtuvimos los siguientes resultados:grupo 1 (ninguna sustancia ilegal) el 54.4%de los reclutas, el 58.0% de los estudiantes,y el 58.5% de las estudiantes; grupo 2 (ilega-les diferentes de cocaína): el 33.2% de losreclutas, el 33.6% de los estudiantes, y el37.6% de las estudiantes; y grupo 3 (cocaínamás otras sustancias legales y/o ilegales) el12.8%, el 8.7%, y el 3.9% de los reclutas,estudiantes varones, y estudiantes mujeresrespectivamente.

Persistencia del consumo (consumo decocaína alguna vez y en el último mes)

Eran “abstinentes”, es decir, no habían con-sumido cocaína ni alguna vez, ni en el últimomes, el 87.2% de los reclutas, el 91.3% delos estudiantes, y el 96.1% de las estudian-tes. Contestaron como “experimentadores”,consumo alguno vez pero no en el últimomes, el 8.2% de los reclutas, el 4.8% de losestudiantes, y el 2.3% de las estudiantes.Finalmente, fueron considerados “reinciden-tes” (consumos alguna vez y en el último

mes) el 4.6% de los reclutas, el 3.9% de losestudiantes, y el 1.6% de las estudiantes.

Características de personalidad

En todos los datos de personalidad que sevan a referir a continuación es necesario teneren cuenta la presencia de una variable confu-sora: el consumo de otras sustancias. En lastres muestras estudiadas (reclutas, estudian-tes varones y estudiantes mujeres) no existenconsumidores “puros” de cocaína, sino queel consumo de la misma se asocia en todoslos casos al de otras sustancias legales y/o ile-gales. Por tanto, es posible que las diferenciasde personalidad, que se exponen a continua-ción, asociadas al consumo de cocaína sedeban, al menos en parte, al hecho de queestos sujetos son policonsumidores. En estesentido, cabe señalar que en las tres mues-tras se observa un claro gradiente del númeromedio de sustancias consumidas cuando sediferencia entre no consumidores de sustan-cias ilegales, consumidores de sustancias ile-gales diferentes de cocaína y consumidoresde cocaína y otras sustancias legales y/o ile-gales (tabla 1). Sin embargo, cuando se realizael análisis de persistencia de consumo decocaína, en la muestra de reclutas y de estu-diantes varones se sigue manteniendo el gra-diente ascendente de número medio de sus-

Personalidad y uso-abuso de cocaína

Tabla 1: Número medio de sustancias consumidas por los

diferentes grupos estudiados

Número medio de sustancias Grupo 1 Grupo 2 Grupo 3 Grupos

consumidas (no ilegales) (ilegales–no cocaína) (cocaína+otras) p distintos

- reclutas 1.52 (0.61) 3.58 (1.26) 6.83 (2.37) .000 1vs. 2vs. 3- estudiantes varones 1.19 (0.70) 3.64 (1.31) 7.01 (2.40) .000 1vs. 2vs. 3- estudiantes mujeres 1.45 (0.68) 3.58 (1.19) 7.00 (1.88) .000 1vs. 2vs. 3

Número medio de sustancias Abstinentes Experimentadores Reincidentes p Grupos

consumidas (1) (2) (3) distintos

- reclutas 2.29 (1.33) 6.31 (2.15) 7.58 (2.60) .000 1vs. 2vs. 3- estudiantes varones 2.08 (1.52) 6.15 (1.83) 7.88 (2.77) .000 1vs. 2vs. 3- estudiantes mujeres 2.28 (1.38) 6.81 (2.01) 7.27 (1.70) .000 1vs. 2,3

ANOVA (prueba post hoc: Duncan)

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tancias consumidas, mientras que en lamuestra de estudiantes mujeres no se obser-van diferencias entre el número medio desustancias consumidas por experimentadorasy reincidentes (tabla 1).

Cuestionario de Personalidad de Eysenck(EPQ-A)

La puntuación media obtenida por los reclu-tas en las 3 dimensiones del EPQ-A fueron11.42 (5.77) en neuroticismo, 13.84 (3.74) enextroversión, y 4.38 (3.38) en psicoticismo. Enel caso de los estudiantes varones las puntua-ciones fueron: 12.59 (4.96) en neuroticismo,14.95 (3.36) en extroversión, y 5.49 (3.29) enpsicoticismo. Los estudiantes puntuaron signi-ficativamente (p= .000) más alto que losreclutas en las tres dimensiones. Estas dife-rencias estadísticas, sin embargo, sólo tienentrascendencia clínica en el caso del psicoticis-mo. Los estudiantes se sitúan en el rango deelevado psicoticismo (percentil 85) mientrasque los reclutas lo hacen en el de normalidad-alto (percentil 80). Las mujeres estudiantesobtuvieron las siguientes puntuaciones: 15.81(4.89) en neuroticismo, 14.68 (3.51) en extro-versión, y 3.84 (2.60) en psicoticismo. Clínica-mente, en las tres dimensiones se sitúan enel rango de la normalidad.

Escala de Búsqueda de Sensaciones (FormaV) de Zuckerman

En la escala de búsqueda de sensacionesde Zuckerman los reclutas obtuvieron lassiguientes puntuaciones: 6.46 (2.72) en bús-queda de emociones, 4.97 (1.83) en búsque-da de excitación, 6.55 (2.11) en desinhibición,4.83 (2.14) en susceptibilidad al aburrimiento,y 22.79 (6.23) en total. Las puntuaciones delos estudiantes varones fueron: BEM 7.63(2.30), BEX 5.18 (1.81), DES 6.87 (2.07), SAB5.56 (1.99) y total 25.23 (5.45). Los estudian-tes varones puntuaron significativamentemás alto (p= .000) que los reclutas en las 4escalas y, consecuentemente, en la puntua-ción total. Al comparar las puntuaciones deestas dos muestras con las de los valores dela población de estudiantes varones españo-les de referencia (11) encontramos diferen-

cias estadísticamente significativas (nuestrasmuestras obtienen puntuaciones más eleva-das) en todas las escalas, excepto en la esca-la BEM en el caso de los reclutas. Cuandocalculamos las diferencias en términos dedesviación estándar, la desviación máximafue de +0.89 en la escala SAB en la muestrade estudiantes.

Las puntuaciones que obtuvieron las muje-res estudiantes fueron: 7.13 (2.41) en la esca-la BEM, 5.77 (1.73) en la BEX, 5.78 (2.23) enla DES, 5.29 (2.92) en la SAB, y 23.91 (5.45)como puntuación total. Comparadas con laspuntuaciones de las estudiantes españolasde referencia (11), puntuaron significativa-mente más alto en todas las escalas y en lapuntuación total. Cuando traducimos estasdiferencias estadísticas en desviaciones conrespecto a la norma encontramos que en tresescalas las desviaciones fueron superiores a1. En la escala DES nuestras estudiantes seencuentran 1.46 desviaciones estándar porencima de la norma; en la escala SAB seencuentran 1.20 d.e. por encima; y en la pun-tuación total en la escala 1.17 d.e. por enci-ma.

Consumo de cocaína alguna vez en la vida

y personalidad

La tabla 2 muestra los resultados obteni-dos en el análisis de la asociación entre uso-abuso de sustancias alguna vez en la vida y elEPQ-A. Los resultados obtenidos en ladimensión de neuroticismo varían de unamuestra a otra: en la muestra de los reclutasy en la de estudiantes mujeres, el grupo 1(e.d., los que nunca han consumido sustan-cias ilegales) obtuvo puntuaciones significati-vamente inferiores a la de los otros dos gru-pos, mientras que en la muestra deestudiantes varones no se encontraron dife-rencias estadísticamente significativas entrelos tres grupos.

En la dimensión de intro-extroversión losresultados tampoco fueron unánimes: en lamuestra de reclutas los grupos 1 (nunca con-sumo de sustancias ilegales) y 3 (consumo

51Sáiz, P.A.; González, M.P.; Paredes, B.; Martínez, S.; Delgado, J.M.

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de cocaína y sustancias legales y/o ilegales)obtuvieron puntuaciones significativamenteinferiores a las del grupo 2 (consumo de sus-tancias ilegales distintas de cocaína), mien-tras que en ambas muestras de estudiantes,el grupo 1 obtuvo puntuaciones significativa-mente inferiores a la de los otros dos grupos.

Finalmente, en la dimensión de psicoticis-mo si hubo unanimidad en las tres muestras,ya que los 3 grupos son significativamentedistintos entre sí, de tal manera que sepuede hablar de un gradiente de psicoticismoen función del consumo: a más sustanciasmayor puntuación en psicoticismo.

Desde un punto de vista clínico, los resul-tados en el EPQ-A sugieren que el hecho deno consumir sustancias ilegales, consumir, oconsumir cocaína más otras sustancias lega-les y/o ilegales se asocia a diferencias de per-sonalidad, de tal manera que a medida que elconsumo es más importante aumentan losniveles de neuroticismo, extroversión, y psi-coticismo. Sin embargo, es necesario seña-lar, que tan sólo la dimensión de psicoticismoadquiere trascendencia clínica, ya que es enla única en la que los consumidores de dro-gas ilegales, independientemente de que lasustancia consumida sea cocaína o no (gru-

pos 2 y 3) se sitúan en rangos iguales o supe-riores al percentil 85.

La relación entre el uso-abuso de sustan-cias ilegales alguna vez en la vida y la escalade búsqueda de sensaciones de Zuckermanse reflejan en la tabla 3. En conjunto, sepuede decir que en las tres muestras las pun-tuaciones aumentan significativamente enfunción del consumo, de tal forma que sonmás bajas en el grupo que no consume sus-tancias ilegales y más altas en el grupo 3 queconsume cocaína más otras sustancias lega-les y/o ilegales. Estas diferencias no son tanclaras en la escala de búsqueda de emocio-nes. Esta escala BEM se comporta de distin-ta forma en las tres muestras: en los reclutasel grupo 1 puntúa significativamente menosque los otros dos grupos; en los estudiantesvarones no hay diferencias estadísticamentesignificativas entre los tres grupos; y en lasestudiantes el grupo 1 puntúa significativa-mente menos que el grupo 3.

Desde el punto de vista clínico, este instru-mento se comporta de igual modo que elanterior, mayor desviación respecto a lanorma en función de la importancia del con-sumo (tabla 4). No obstante, la trascendenciaclínica es escasa: únicamente en la escala de

Personalidad y uso-abuso de cocaína

Tabla 2. Relación entre uso-abuso de sustancias ilegales alguna vez en la vida

y puntuaciones medias (desviaciones estándar) en el EPQ-A.

Grupo 1 Grupo 2 Grupo 3 Grupos

(no ilegales) (ilegales–no cocaína) (cocaína+otras) p distintos

Neuroticismo- reclutas 11.09 (5.64) 11.73 (5.90) 12.06 (5.88) .000 1vs. 2,3- estudiantes varones 12.29 (4.77) 13.09 (5.11) 12.67 (5.50) .018- estudiantes mujeres 15.21 (4.89) 16.63 (4.78) 16.85 (4.83) .000 1vs. 2,3

Intro-extroversión- reclutas 13.65 (3.72) 14.18 (3.69) 13.81 (3.88) .001 1,3vs. 2- estudiantes varones 14.53 (3.57) 15.50 (2.98) 15.69 (2.80) .000 1vs. 2,3- estudiantes mujeres 14.26 (3.60) 15.21 (3.31) 15.91 (3.13) .000 1vs. 2,3

Psicoticismo- reclutas 3.69 (2.84) 4.71 (3.35) 6.51 (4.42) .000 1vs. 2vs. 3- estudiantes varones 4.76 (2.92) 6.19 (3.34) 7.69 (3.90) .000 1vs. 2vs. 3- estudiantes mujeres 3.32 (2.25) 4.47 (2.81) 5.74 (3.20) .000 1vs. 2vs. 3

ANOVA (prueba post hoc: Duncan)

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53Sáiz, P.A.; González, M.P.; Paredes, B.; Martínez, S.; Delgado, J.M.

Tabla 3. Relación entre uso-abuso de sustancias ilegales alguna vez en la viday puntuaciones medias (desviaciones estándar) en la escala de Búsqueda

de Sensaciones (Forma V) de Zuckerman.

Grupo 1 Grupo 2 Grupo 3 Grupos(no ilegales) (ilegales–no cocaína) (cocaína+otras) p distintos

Búsqueda emociones (BEM)- reclutas 6.07 (2.83) 6.90 (2.47) 6.96 (2.59) .000 1vs. 2,3- estudiantes varones 7.49 (2.44) 7.81 (2.06) 7.87 (2.14) .024- estudiantes mujeres 6.95 (2.51) 7.33 (2.25) 7.83 (2.02) .002 1vs. 3

Búsqueda excitación (BEX)- reclutas 4.33 (1.60) 5.51 (1.79) 6.32 (1.70) .000 1vs. 2vs. 3- estudiantes varones 4.54 (1.49) 5.90 (1.82) 6.77 (1.76) .000 1vs. 2vs. 3- estudiantes mujeres 5.12 (1.50) 6.59 (1.61) 7.61 (1.47) .000 1vs. 2vs. 3

Desinhibición (DES)- reclutas 5.84 (2.04) 7.24 (1.87) 7.77 (1.85) .000 1vs. 2vs. 3- estudiantes varones 6.10 (1.98) 7.85 (1.71) 8.30 (1.45) .000 1vs. 2vs. 3- estudiantes mujeres 4.98 (2.12) 6.84 (1.91) 7.56 (1.42) .000 1vs. 2vs. 3

Susceptibilidad aburrimiento (SAB)- reclutas 4.48 (2.10) 5.18 (2.13) 5.42 (2.04) .000 1vs. 2vs. 3- estudiantes varones 5.31 (1.94) 5.88 (1.99) 6.10 (2.04) .000 1vs. 2vs. 3- estudiantes mujeres 4.99 (3.47) 5.64 (1.79) 6.31 (1.78) .000 1vs. 2vs. 3

Total- reclutas 20.73 (5.97) 24.81 (5.58) 26.43 (5.56) .000 1vs. 2vs. 3- estudiantes varones 23.43 (5.11) 27.45 (4.88) 28.88 (4.72) .000 1vs. 2vs. 3- estudiantes mujeres 21.97 (5.13) 26.39 (4.62) 29.35 (3.80) .000 1vs. 2vs. 3

ANOVA (prueba post hoc: Duncan)

Tabla 4. Diferencias, expresadas en desviaciones estándar, entre las puntuaciones obte-nidas por las tres muestras en la escala de Búsqueda de Sensaciones (Forma V) de

Zuckerman y la población estudiantil española de referencia.

Grupo 1 Grupo 2 Grupo 3 Total(no ilegales) (ilegales–no cocaína) (cocaína+otras)

Búsqueda emociones (BEM)- reclutas –.3 0 .1 –.1- estudiantes varones .3 .4 .4 .3- estudiantes mujeres .3 .5 .7 .4

Búsqueda excitación (BEX)- reclutas –.6 0 .3 –.3- estudiantes varones –.5 0 .5 –.2- estudiantes mujeres –.1 .6 1.2 .2

Desinhibición (DES)- reclutas .3 .9 1.1 .6- estudiantes varones .4 1.1 1.3 .7- estudiantes mujeres 1 2 2.4 1.5

Susceptibilidad aburrimiento (SAB)- reclutas .4 .7 .8 .6- estudiantes varones .8 1 1.1 .9- estudiantes mujeres 1 1.4 1.7 1.2

Total- reclutas 0 .5 .8 .2- estudiantes varones .3 1 1.2 .6- estudiantes mujeres .8 1.6 2.2 1.2

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desinhibición (los grupos 2 y 3) y en la pun-tuación total (el grupo 3) de la muestra deestudiantes mujeres se diferencia de supoblación de referencia (estudiantes mujeresespañolas) 2 ó más desviaciones estándar.

Persistencia en el consumo: Diferencias de

personalidad entre los abstinentes, los

experimentadores, y los reincidentes

En la tabla 5 se presentan las puntuacionesobtenidas en el EPQ-A por las tres muestrasestudiadas en función de la frecuencia delconsumo de cocaína. En la dimensión deneuroticismo sólo se observan diferencias enla muestra de reclutas entre el grupo de abs-tinentes (nunca consumieron cocaína) y el dereincidentes (habiendo probado cocaína con-tinuaron consumiéndola), que obtiene pun-tuaciones superiores en esta subescala. En ladimensión de intro-extroversión, de nuevo,sólo existen diferencias en la muestra dereclutas donde el grupo de experimentadores(probaron la cocaína pero no continuaron con-sumiéndola) obtiene puntuaciones más eleva-das que el de reincidentes. Finalmente, exis-

te unanimidad casi absoluta en los resultadosen la dimensión de psicoticismo; en lasmuestras de reclutas y de estudiantes varo-nes se observa un gradiente de tal modo quelas puntuaciones aumentan significativamen-te de un grupo a otro, siendo los abstinenteslos que significativamente puntúan más bajoy los reincidentes los que significativamentepuntúan más alto. En la muestra de estudian-tes mujeres también se observa esta tenden-cia, aunque no existen diferencias significati-vas entre las experimentadoras y lasreincidentes.

Nuevamente, estas diferencias estadísticastan sólo tienen significado clínico en ladimensión de psicoticismo; así, en las mues-tras de reclutas y estudiantes mujeres, losabstinentes se encuentran en percentiles denormalidad (los estudiantes varones abstinen-tes estarían en un percentil límite), mientrasque los experimentadores y los reincidentesde las tres muestras se sitúan en percentilesclínicamente significativos (superiores a P85).

Los resultados de la asociación entre labúsqueda de sensaciones y el seguir consu-miendo cocaína se muestran en la tabla 6. Enlíneas generales, en las tres muestras, se

Personalidad y uso-abuso de cocaína

Tabla 5. Diferencias en el perfil EPQ-A entre los que nunca consumieron (abstinentes),

los que probaron pero no continuaron (experimentadores), y los que habiendo

probado continuaron consumiendo (reincidentes).

Abstinentes Experimentadores Reincidentes p Grupos

(1) (2) (3) distintos

Neuroticismo- reclutas 11.32 (5.75) 12.02 (5.95) 12.32 (5.67) .016 1vs. 3- estudiantes varones 12.58 (4.90) 12.66 (5.58) 12.77 (5.62) .955- estudiantes mujeres 15.76 (4.89) 17.19 (4.60) 16.36 (5.23) .231

Intro-extroversión- reclutas 13.85 (3.72) 14.06 (3.85) 13.28 (3.83) .09 2vs. 3- estudiantes varones 14.88 (3.40) 15.71 (2.93) 15.66 (2.56) .039- estudiantes mujeres 14.63 (3.51) 15.84 (3.26) 16.00 (2.99) .032

Psicoticismo- reclutas 4.05 (3.06) 5.79 (3.94) 8.05 (4.86) .000 1vs. 2vs. 3- estudiantes varones 5.28 (3.14) 7.19 (3.93) 8.27 (3.93) .000 1vs. 2vs. 3- estudiantes mujeres 3.77 (2.55) 6.12 (3.41) 5.18 (2.86) .000 1vs. 2,3

ANOVA (prueba post hoc: Duncan)

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observan diferencias entre los abstinentes ylos otros dos grupos (experimentadores yreincidentes) que obtienen mayores puntua-ciones en las diferentes subescalas y en lapuntuación total. Por tanto, puede decirseque existe un gradiente entre no consumo yconsumo de cocaína, aunque no existen dife-rencias cuando se analiza la frecuencia delmismo (no diferencias entre experimentado-res y reincidentes).

Desde el punto de vista clínico (tabla 7),otra vez son las escalas de desinhibición y lapuntuación total, en la muestra de estudian-tes mujeres, las que mayores desviacionespresentan respecto a la norma, llegando aestar las estudiantes reincidentes 2.6 desvia-ciones estándar por encima de la norma en laescala DES.

DISCUSIÓN

Queremos volver a recordar que en lasmuestras estudiadas no existen consumido-res “puros” de cocaína, sino que su consu-mo se asocia con el de otras sustancias lega-les e ilegales. Por tanto, es posible que lasdiferencias de personalidad anteriormenterelatadas se deban, al menos en parte, alhecho de que estos sujetos son policonsumi-dores y no sean específicas de consumo decocaína.

No obstante, y con las reservas ya mencio-nadas, los resultados obtenidos en el presen-te estudio sugieren la existencia de una aso-ciación entre rasgos de personalidad yconsumo de cocaína en los adolescentes yadultos jóvenes. Así, encontramos que, a

Sáiz, P.A.; González, M.P.; Paredes, B.; Martínez, S.; Delgado, J.M.

Tabla 6. Diferencias en la búsqueda de sensaciones entre los que nunca consumieron

(abstinentes), los que probaron pero no continuaron (experimentadores), y los que

habiendo probado continuaron consumiendo (reincidentes).

Abstinentes Experimentadores Reincidentes p Grupos

(1) (2) (3) distintos

Búsqueda emociones (BEM)- reclutas 6.39 (2.73) 6.97 (2.55) 6.92 (2.59) .000 1vs. 2,3- estudiantes varones 7.61 (2.31) 7.84 (2.36) 7.91 (1.97) .472- estudiantes mujeres 7.10 (2.42) 7.56 (2.30) 8.23 (1.48) .054 1vs. 3

Búsqueda excitación (BEX)- reclutas 4.78 (1.77) 6.23 (1.72) 6.36 (1.72) .000 1vs. 2,3- estudiantes varones 5.04 (1.75) 6.65 (1.83) 6.80 (1.69) .000 1vs. 2,3- estudiantes mujeres 5.70 (1.70) 7.87 (1.36) 7.23 (1.57) .000 1vs. 2,3

Desinhibición (DES)- reclutas 6.37 (2.09) 7.53 (1.88) 8.18 (1.72) .000 1vs. 2vs. 3- estudiantes varones 6.74 (2.07) 8.12 (1.55) 8.50 (1.40) .000 1vs. 2,3- estudiantes mujeres 5.71 (2.23) 7.25 (1.41) 8.00 (1.34) .000 1vs. 2,3

Susceptibilidad aburrimiento (SAB)- reclutas 4.74 (2.14) 5.45 (2.05) 5.39 (2.01) .000 1vs. 2,3- estudiantes varones 5.51 (1.98) 5.97 (1.81) 6.27 (2.24) .005 1vs. 3- estudiantes mujeres 5.25 (2.95) 6.19 (1.71) 6.50 (1.90) .029

Total- reclutas 22.26 (6.15) 26.18 (5.48) 26.76 (5.71) .000 1vs. 2,3- estudiantes varones 24.89 (5.38) 28.28 (4.75) 29.48 (4.87) .000 1vs. 2,3- estudiantes mujeres 23.70 (5.39) 28.91 (3.95) 30.00 (3.56) .000 1vs. 2,3

ANOVA (prueba post hoc: Duncan)

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medida que se agrava cualitativa y cuantitati-vamente el consumo de sustancias ilegalesprogresivamente se acentúan los rasgos depersonalidad, llegando incluso a alcanzar nive-les clínicamente significativos, como en elcaso de la dimensión de psicoticismo.

En el EPQ-A, los resultados varían en cadadimensión. En el neuroticismo es, quizás,donde los resultados son menos claros. Así,mientras que en los reclutas y en las mujeresestudiantes los consumidores de sustanciasilegales (independientemente de que éstasea cocaína o no) son más neuróticos que elgrupo que no consume drogas ilegales, enlos estudiantes varones no se observan dife-rencias en esta dimensión entre los tres gru-pos. En la dimensión de intro-extroversióntampoco existe unanimidad absoluta, los noconsumidores son más introvertidos que losotros dos grupos, que no se diferencian entre

sí, en las muestras de estudiantes varones ymujeres, pero en la de reclutas, los consumi-dores de sustancias ilegales diferentes decocaína son más extrovertidos que los otrosdos grupos. Por último, en el psicoticismo,los resultados son idénticos en las tresmuestras estudiadas: los tres grupos sondiferentes entre sí, de modo que los no con-sumidores de sustancias ilegales son los queobtienen puntuaciones más bajas y los con-sumidores de cocaína (amén de otras sustan-cias), los que obtienen las puntuaciones máselevadas.

Por otra parte, la única dimensión del EPQ-Aque aporta datos diferenciales referentes alnivel de consumo de cocaína vuelve a ser elpsicoticismo, ya que en las muestras de reclu-tas y estudiantes varones se obtienen diferen-cias estadísticamente significativas entre abs-tinentes, experimentadores y reincidentes, y

Personalidad y uso-abuso de cocaína

Tabla 7. Diferencias, expresadas en desviaciones estándar, entre las puntuaciones

obtenidas por los “abstinentes”, “experimentadores”, y “reincidentes” de las tres

muestras en la escala de Búsqueda de Sensaciones (Forma V) de Zuckerman y la

población estudiantil española de referencia.

Abstinentes Experimentadores Reincidentes

Búsqueda emociones (BEM)- reclutas -.2 0 0- estudiantes varones .3 .4 .4- estudiantes mujeres .4 .6 .9Búsqueda excitación (BEX)- reclutas -.4 .2 .3- estudiantes varones -.3 .4 .5- estudiantes mujeres .2 1.3 1.0Desinhibición (DES)- reclutas .5 1.0 1.2- estudiantes varones .7 1.2 1.4- estudiantes mujeres 1.4 2.2 2.6Susceptibilidad aburrimiento (SAB)- reclutas .5 .8 .8- estudiantes varones .9 1.1 1.2- estudiantes mujeres 1.2 1.7 1.8Total- reclutas .1 .8 .8- estudiantes varones .6 1.1 1.3- estudiantes mujeres 1.1 2.1 2.3

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en la de estudiantes mujeres diferencia entreabstinentes y consumidores de cocaína, aun-que no es capaz de discriminar el nivel de con-sumo de la misma (experimental o habitual).

En la Escala de Búsqueda de Sensacionespodríamos decir que a mayor gravedad deconsumo mayor acentuación de este rasgo,resultado que cabría esperar ya que esterasgo de la personalidad está incorporado enla dimensión de psicoticismo de Eysenck(12). Sin embargo, con respecto a estosresultados, consideramos necesario hacer lasiguiente consideración. Los datos de lapoblación de referencia utilizados, claves paradeterminar la acentuación del rasgo ya queésta es expresión de la desviación respecto ala norma, fueron publicados en el año 1985.Creemos que los cambios sociales ocurridosen el transcurso de al menos 14 años (desdeque fueron publicados hasta que administra-mos los cuestionarios a nuestros alumnos)podrían influir de algún modo en magnitud delas desviaciones con respecto a la norma.Incluso los estudiantes que nunca en su vidahan consumido ninguna sustancia ilegal pre-sentan desviaciones con respecto a la normaconsiderables, especialmente en el caso delas mujeres. Por ejemplo, las estudiantes quenunca han consumido sustancias ilegalespresentan una desviación de +.8 en la pun-tuación total en esta escala. Claro está, porotra parte, que las estudiantes que han con-sumido cocaína más otras sustancias casi tri-plican esta desviación con respecto a lanorma, ya que obtienen puntuaciones querepresentan +2.2 desviaciones estándar. Enconclusión, pensamos que sí existe unaacentuación del rasgo en función del consu-mo pero no de magnitud tan grande comolos datos sugieren.

Sin embargo, la Escala de Búsqueda deSensaciones, no es un buen diferenciador dela magnitud del consumo de cocaína (experi-mental o habitual), ya que la tendencia gene-ral es que ambos tipos de consumidoresobtengan puntuaciones similares tanto en laescala total como en las distintas subescalas.

La relación entre los rasgos de personali-dad del modelo PEN de Eysenk y el uso de

sustancias legales (tabaco) ha sido evidencia-da en distintos estudios apuntando a mayo-res niveles de neuroticismo y extroversión enlos fumadores (13-16). Los sujetos con eleva-dos niveles de neuroticismo utilizarían eltabaco como un mecanismo para reducir suansiedad, especialmente en los sujetos intro-vertidos. Si además, este rasgo está presen-te en el contexto ambiental del consumo desustancias ilegales la evitación de estas con-ductas antinormativas sería pasiva, siendopor tanto un factor modulador del consumode drogas (16). Pensamos que estos mismosmecanismos podrían estar implicados la rela-ción entre los elevados niveles de neuroticis-mo y el consumo de sustancias ilegales(independientemente de que ésta sea lacocaína) encontrados en este estudio y enestudios previos (17-20). Del mismo modo, laextroversión sería otra variable que mediaríael consumo a través de la fuerte necesidadque tienen estos sujetos de excitación. Sinembargo, el rasgo que parece ser el predictormás potente de consumo de sustancias ile-gales es la búsqueda de sensaciones (21-22),siendo mejor predictor que la ansiedad, elhumor depresivo, que el MMPI o que elMCMI a la hora de identificar a los no consu-midores, los consumidores experimentales, ylos consumidores de todo tipo de drogas.

Calafat et al (23), proponen dos posiblesexplicaciones a la relación existente entrebúsqueda de sensaciones y uso de drogas.Zuckerman facilita la primera, al tratar deconectar las propiedades farmacológicas decada sustancia con su teoría, y en una mues-tra compuesta por 80 usuarios de drogasencuentra que la búsqueda de sensacionesse relaciona positivamente con el uso de esti-mulantes y alucinógenos e inversamente conel uso de sustancias depresoras. Otra expli-cación, que quizás cuente con más apoyos,podría ser que el buscador de sensacionessea un individuo interesado en los cambiosque las drogas inducen en su comportamien-to, considerando la clase de droga como unelemento secundario. En este sentido, la cul-tura y el mercado actual de drogas favorecenclaramente el policonsumo y van en contra

57Sáiz, P.A.; González, M.P.; Paredes, B.; Martínez, S.; Delgado, J.M.

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de una elección personalizada de drogas enfunción de la personalidad del usuario. Zuc-kerman (8) también tiene en cuenta esa posi-bilidad cuando dice que las personas eligenuna droga buscando un cambio en su estadoafectivo más que unos efectos específicos.

Aunque parece existir un acuerdo entre lamayoría de los estudios en lo referente a bús-queda de sensaciones y uso de drogas, esteacuerdo desaparece cuando se trata de iden-tificar que subescala es la que más correlacio-na con el consumo de drogas. No obstante,como ya se ha comentado parece que lascorrelaciones más intensas se dan con lassubescalas búsqueda de excitación y desinhi-bición (6-8, 24). En nuestro caso, las escalasque más se desvían respecto a la norma sonla de desinhibición y la de susceptibilidad alaburrimiento. Sin embargo, si nos fijamos enla tabla 4, aunque los datos indiquen que lasubescala SAB está más alejada de la normaque la subescala BEX, si hallamos las diferen-cias que existen en cada una de las dos esca-las entre los tres grupos vemos que existeuna mayor acentuación de la subdimensiónBEX que de la subdimensión SAB, en funcióndel consumo. En la escala BEX el perteneceral grupo 3 (consumidores de cocaína y otrassustancias legales e ilegales) implica unaumento de 0.9 desviaciones estándar en lamuestra de los reclutas, de 0.8 d.e. en lamuestra de los estudiantes, y de 1.3 en la delas estudiantes. Por el contrario, en la escalaSAB los incrementos son menores; 0.4 en losreclutas, 0.3 en los estudiantes, y 0.7 en lasestudiantes. En el paso entre el grupo 2 (con-sumir sustancias ilegales diferentes de cocaí-na) y el grupo 3 (consumir cocaína más otrassustancias legales e ilegales), los incrementosson de nuevos más notables en la subescalaBEX que en las otras dos (DES y SAB).

CONCLUSIONES

1. El consumo de cocaína está fuertementeasociado con el consumo de otras dro-gas legales e ilegales.

2. Dicho policonsumo dificulta el estableci-miento de un perfil psicológico propiode los consumidores de cocaína.

3. En este sentido, debemos ser cautos ysólo podemos afirmar que en nuestroestudio aquellos policonsumidores queademás consumen cocaína, muestranun perfil diferencial que se caracterizapor unos por mayores niveles de bús-queda de sensaciones y psicoticismoque los detectados en otros consumido-res de drogas ilegales y en aquellos queno consumen drogas ilegales.

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58 Personalidad y uso-abuso de cocaína

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61VOL. 13. SUPLEMENTO 2

Vida social de la cocaína

CALAFAT, A.; JUAN, M.; BECOÑA, E.; FERNÁNDEZ, C.; GIL, E.; LLOPIS, J.J.

Irefrea España. (Instituto Europeo para el estudio de los Factores de Riesgo en la Infancia y la Adolescencia).

Enviar correspondencia: Amador Calafat (Irefrea) Rambla, 15, 2º, 3ª. 07003 Palma de [email protected]. www.irefrea.org

RESUMEN

La cocaína está de moda en España. El hilo verte-brador del estudio es la dinámica cultural que motiva elconsumo de cocaína y su crecimiento, especialmenteentre los jóvenes. El artículo surge de una investiga-ción cualitativa desarrollada en cinco ciudades españo-las. Se ha realizado observación en locales recreativosy entrevistas en profundidad, 51 en total, a consumi-dores en tratamiento, consumidores que no están entratamiento y profesionales de los centros de trata-miento. El análisis se ha centrado en el colectivo deconsumidores socialmente integrado. Se han destaca-do tres arquetipos de consumidores diferenciados porel uso y significado que dan a la sustancia: los ‘aristo-cráticos’, los ‘recreativos’ y los ‘atrapados’. Se ha des-crito el significado que va adquiriendo la cocaína paralos consumidores de cada uno de estos colectivos, losestilos de consumo, la función del consumo en lasrelación con consumidores de otras sustancias y noconsumidores, los rituales de la compra, la gestión dela economía, el control y el riesgo y, finalmente, laentrada en un programa de tratamiento de algunosconsumidores. El análisis subraya la estrecha relaciónde la cocaína con la búsqueda de placer, la diversión,como ingrediente privilegiado del ritual entre amigos,como fetiche de celebraciones importantes, anzuelopara ‘ligar’, mercancía de negocio y sustancia malignacon capacidad de posesión para aquellos que entranen un proceso adictivo. La comprensión del consumode cocaína supone hacer una diagnosis social presen-tando algunos de los valores más dominantes denuestra sociedad: dominio de lo individual, éxito, con-sumo, subordinación de los medios a los fines, la cre-encia en los poderes mágicos de la ‘tecnología’.

Palabras claves: Cocaína, España, análisis cualitativo,cultura, estilos de consumo, ámbito recreativo,jóvenes.

SUMMARY

Cocaine is fashionable in Spain. The connectingthread of the study is the cultural dynamic thatmotivates cocaine use, and its growth, particularlyamong the young. The article results from qualitativeresearch in five Spanish cities. Recreational establish-ments were observed and in-depth interviews -51 intotal - were carried out with consumers in treatment,consumers not in treatment and professionals in thetreatment centres. The analysis focused on the sociallyintegrated collective. Three collectives have beenhighlighted, differentiated by the use and significancegiven to the substance: the “aristocratic”, the“recreational” and the “hooked”. The significance thatcocaine goes on to acquire for the users in thesecollectives, use styles, the function of use in relation tousers of other substances and non-users, the rituals ofits purchase, the management of finances, the controland the risk and, finally, the entry into a treatmentprogramme for some users and its minimal influenceon those who continue to use are described. Cocaineacquires different significances which are nurtured ineach group, becoming a substance related to pleasure,to having fun, a privileged ingredient of the ritualbetween friends, a fetish of important celebrations, abait to be used in flirting, a trading lever, and malignantsubstance with the capacity for possession for thosewho enter into an addictive process. An understandingof cocaine use involves making a social diagnosis,presenting some of the more dominant values of oursociety - dominion of the individual, success, use,subordination of the means to the end, belief in themagical powers of technology.

Key Words: Cocaine, Spain, qualitative analysis, culture,use styles, pleasure, recreational sphere, youngpeople.

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1. INTRODUCCION

De forma lenta, progresiva y, al mismotiempo, silenciosa, la cocaína ha conseguidoposicionarse en la última década, junto con laheroína, en el grupo de drogas ilegales cuyoconsumo genera más ‘problemas’. Se entien-de por ‘problema’ la relación que genera elconsumo con casos de morbilidad y mortali-dad, con otros tipos de enfermedades socia-les así como por la relación con actos delin-cuentes y violencia (UN.ODCCP 2000)1. Lacoca es una planta que da lugar a una diversi-dad de productos utilizados en ocasionescomo alimento y otras como sustancias psi-coactivas. En los países andinos de América,de donde la coca es original, el cultivo esmilenario y su consumo forma parte de laeconomía y la dieta tradicional (Díaz 1998).De la coca se derivan otros productos quesurgen tras un complejo proceso de transfor-mación: la pasta de coca, el clorhidrato decocaína y el crack (Castaño 2001). Estas sus-tancias son las que se difunden a otros paí-ses integrándose en diversos estratos socia-les, en diversas subculturas y creandonuevos estilos de consumo.

La cocaína se hizo popular en Estados Uni-dos en la década de los setenta y en losochenta su consumo adquirió una extensióntal que fue considerada una epidemia. Lasautoridades norteamericanas iniciaron una

‘guerra’ contra la cocaína y su distribuciónhizo un giro hacia Europa. El comercio de lacocaína se hace internacional en un procesode ‘miniaturización’ de la sustancia, en el sen-tido de que con poca cantidad se logranmuchas dosis y ello facilita el transporte(Westermeyer 1996). En ese proceso Españase convierte en el principal país hacía dondese reconduce el tráfico. Debido a la ubicacióngeopolítica, España se convierte en un espa-cio de frontera entre América y Europa en loreferente al consumo de cocaína. De la coca-ína que pasa por España buena parte sequeda y es consumida aquí, lo que conviertea España en uno de los principales paísesconsumidores de esa sustancia en Europa ydonde se está generando una cultura propiarelacionada con el consumo, cultura que con-vive y se adapta a las culturas de consumode otras sustancias y a su vez todas ellasmuy en relación con la fiesta, la noche, ladiversión y la magia.

La moda del consumo de cocaína se elabo-ra entre la clase media de Estados Unidosmuy implicada con el éxito y el prestigio enuna sociedad altamente competitiva, aunquetambién la cocaína es en aquel país patrimo-nio de clases menos favorecidas que utilizansobre todo crack, práctica que, de momento,ha tenido poco éxito en Europa. Entre no-sotros la cocaína también es adoptada por laclase media y alta en un proceso de imita-

Vida social de la cocaína

“El amor a la servidumbre sólo puede lograrse como resultado de una revoluciónprofunda, personal, en las mentes y los cuerpos humanos. Para llevar a cabo esta

revolución necesitamos, entre otras cosas, los siguientes descubrimientos e inventos. Enprimer lugar, una técnica mucho más avanzada de la sugestión, mediante el

condicionamiento de los niños y, más adelante, con la ayuda de drogas, como laescopolamina. En segundo lugar una ciencia plenamente desarrollada de las diferenciashumanas (...). En tercer lugar un sustitutivo para el alcohol y los demás narcóticos, algoque sea al mismo tiempo menos dañino y más placentero que la ginebra o la heroína. Y

finalmente, un sistema de eugenesia a prueba de tontos...”

(A. Huxley, prólogo a Un mundo feliz, 1969)

1 United Nations, Office for Drug Control and Crime Prevention (2001) World Drug Report 2000.www.odccp.org/wdc_executive_summary_2000_es

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ción, pero su fama va expandiéndose a otroscolectivos, especialmente a los jóvenes en elespacio recreativo. En ese proceso de difu-sión la cocaína está siendo redefinida. En ladécada de los ochenta la cocaína empieza aocupar un espacio importante como drogarecreativa elitista y definida como la droga deléxito y del prestigio.2 A finales de los ochentaya empiezan a detectarse problemas sanita-rios con personas consumidoras de cocaínaen España (Díaz 1992). Sin embargo, la alar-ma social queda sofocada por el impacto queestaba causando la heroína en ese momento,y muy probablemente por una cierta liberali-zación y banalización respecto al consumo dedrogas apoyado por amplios sectores de laclase media. En la década de los 90 el consu-mo de cocaína en España sigue creciendo y,en general, en Europa, hasta llegar a conver-tirse en una de las principales sustancias quecrea demanda de tratamiento. Sin embargolos problemas reaccionados con su consumosiguen siendo considerablemente menoresque en Estados Unidos, aunque en ese paísel consumo ha descendido durante estamisma década, especialmente debido amayor consumo de crack, sustancia muchomás adictiva y propia de grupos marginales(Caulkins 1997; Boyd et al, 1998; Cohen1998; Logan 2000). En Europa el crack se haintroducido, pero mucho menos, en gruposmarginales.

Otro de los colectivos más cercano al con-sumo de cocaína es el de profesionales ‘de lanoche’, a quienes ayuda a mantenerse enactividades que requieren mucho esfuerzo enperiodos cortos de tiempo. Pero también seha expandido a otros ámbitos donde esimportante ser creativo, tener capacidad detoma rápida de decisiones, tener capacidadde relaciones públicas, saber exponer crite-rios y convencer (Díaz 1992). La cocaína esadoptada por colectivos muy integrados y

con prestigio que le crean una etiqueta dedroga limpia vinculada al poder. En los últi-mos años el colectivo consumidor se ha idodiversificando. El grupo de consumidores escada vez más joven. Según los datos aporta-dos en el informe del Plan Nacional sobreDrogas a partir de la encuesta sobre drogasen la población escolar en el año 1998, seobserva un significativo aumento del consu-mo en la población escolar, en edades com-prendidas entre los 14 y los 18 años. Lo másdestacable es que la cocaína aumenta deforma importante respeto a las otras drogas ysobretodo entre los escolares más jóvenes(14 y 15 años). Otro colectivo que empieza adistinguirse, aunque bastante minoritario esel de heroinómanos –algunos en tratamientocon metadona- que recurren a la cocaína. Escurioso que este grupo, con característicasdiferenciales de la figura clásica del cocainó-mano y sobre todo con mayor marginalidad,no han conseguido desprestigiar el consumode esta sustancia permaneciendo el carácterelitista de su consumo. Se habla poco de uncolectivo, las prostitutas, que también pue-den hacer uso de esta sustancia tanto por elestilo de vida como por la disponibilidad eco-nómica.

En este estudio nos vamos a centrar en elamplio colectivo consumidor formado porpersonas socialmente integradas, la mayoríajóvenes que consumen básicamente en elespacio recreativo y algunos en el laboral. Setrata de un colectivo diverso que descubrenla cocaína y la incorporan al ya amplio escapa-rate de sustancias recreativas psicotrópicas.En nuestro país existe ya un extenso bagajede investigaciones sobre drogas, sin embar-go estas siguen siendo insuficientes debidobásicamente a la rapidez en que cambian lasmodas de consumo así como la permeabili-dad del contexto social en incorporar nuevassustancias. El consumo actual de cocaína

Calafat, A.; Juan, M.; Becoña, E.; Fernández, C.; Gil, E.; Llopis, J.J.

2 A. Díaz, M. Barruti y C. Doncel publican en 1992 les linees de l’èxit, un estudio sobre el consumo de cocaínaen Barcelona, donde ya presentan la evolución histórica de esa sustancia y el impacto que estaba causando,en especial entre las clases media y alta.

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sigue abriendo interrogantes acerca de losideales sociales, de los valores que se trans-miten a las nuevas generaciones y cómoestas se preparan para construir su propiasociedad. En el presente estudio se indagaen el significado que adquiere la cocaína, laforma en que se consume, las consecuen-cias y la subcultura que la legitima y le da sig-nificado.

En el año 2000 la tendencia está claramen-te en que el consumo sigue aumentandoentre los jóvenes, baja el precio en el merca-do y se mantiene la idea que es una droga depersonas ‘con prestigio’ lo que le otorga unacarga simbólica importante, como sustanciade alto estatus, pero esta imagen se ha idohaciendo cada vez más compleja dando res-puesta así a otros tipos de necesidades. Aun-que ha ido aumentando de forma notable elnúmero de consumidores que acuden a trata-miento, los ‘problemas’ debidos al consumono afectan demasiado a su imagen entre losconsumidores, aunque algunos cambios yreacciones empiezan a darse.

1.1. Objetivo del estudio

El propósito es indagar en la dinámica cul-tural que rodea y motiva el consumo de coca-ína entre el colectivo consumidor, especial-mente entre los jóvenes, intentandocomprender un poco más por qué está cre-ciendo ese consumo en España. El interés esvalorar si el consumo de cocaína es el resul-tado de una nueva oleada que tiene que vercon nuevos tiempos, nuevas necesidades,nuevos estilos de diversión, nuevos valores eideales. El consumo de drogas es diverso yen constante movimiento, varía según lasmodas, los precios, la publicidad indirecta ytoda una serie de factores asociados. Mien-tras el consumo de drogas siga creciendo,expandiéndose y consolidando deben existirestudios que lo expliquen y lo enlacen condinámicas sociales.

Entender por qué se consume cocaína enla actualidad plantea el reto de cambiar losmodelos descriptivos que dominan el panora-

ma científico-social ante el consumo de dro-gas por un modelo más explicativo que entreen las razones y motivaciones del consumo.Los estudios más recientes sobre el consu-mo de drogas se centran en la descripción defrecuencias, en la evolución de modos deconsumo o en las consecuencias que se deri-van del consumo (Laespada y Salazar 1999,Gamella y Alvarez 1997, Vielva 2000, Calafat2000). Todo ello es una información necesariay privilegiada pero incompleta si no se da unsalto más cualitativo hacia lo cultural dondeexiste un cierto vacío. El significado que seda a las drogas se adquiere en el entramadosocial y cultural en relación con los deseos,mitos, ilusiones o ideales que se van constru-yendo en la sociedad. Entrar en esa dimen-sión es necesario para captar las motivacio-nes y los medios que convierten las drogases sustancias deseables.

En ese sentido existen algunos estudiosque se aproximan a esa dimensión. Con res-pecto al éxtasis se han descrito motivacionesque inducen a su consumo y que explican elcrecimiento de su consumo en España a prin-cipios de la década de los 90 (Gamella y Alva-rez Roldán 1997, Calafat 1998). El consumoelitista de cocaína en Barcelona también diolugar a uno de los mejores estudios cualitati-vos sobre esa sustancia (Díaz, Barruti y Don-cel 1992). Otros estudios recientes se cen-tran en nuevas situaciones marginales,especialmente aquellas que surgen del con-sumo de crack (Barrio 1997, 1998). Un estudionovedoso centrado en Antwerp, una ciudadBelga, presenta el consumo de cocaína porun colectivo que ejerce control sobre el con-sumo a través de estrategias informales,adaptándolo a la vida cotidiana sin demasia-dos problemas (Decorte 2000). Estos estu-dios se han tenido en cuenta y sientan labase para delimitar y diseñar el presente aná-lisis.

Analizar por qué se consume cocaína ennuestro país obliga a dar un giro al “modeloexplicativo” más dominante que trata de darsentido al consumo de drogas. Los estudiosque tratan de explicar la etiología del consu-mo en la población joven y adolescente seña-

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lan algunos problemas surgidos por unainadecuada conexión con el medio social:pobreza (Jessor 1993), fracaso escolar (Taka-nishi 1993), precariedad del trabajo (Conde1999), problemas familiares, falta de oportuni-dades, etc. El consumo de cocaína ya nodebe entenderse como un consumo que serealiza para superar carencias, no es un con-sumo de pobres o desvalidos que les ayuda aolvidar o a evadirse3. Es más bien lo contrario,el consumo actual es una condición paraobtener capital social y con ello lograr mayoréxito, poder, posición social. Las sustanciasson, por tanto, aliadas en la carrera hacíaposiciones prestigiosas, son una tecnologíapara estimular los sentidos y las capacidadesindividuales necesarias en una sociedad com-petitiva. El consumo es instrumental y coaptacon ideales y valores sociales dominantes enrelación al ascenso social.

El consumo y abuso de las drogas no es unhecho aislado o que depende exclusivamentede una decisión individual. Existe una ciertaunanimidad en reconocer la influencia social(Díaz et al. 1992, Jamoulle 2000, Calafat et al.2001), la presión que puede ejercer la publici-dad directa e indirecta (Conde 1999: 107), losvalores éticos (Morel 2000) y la cultura engeneral como un ente colectivo. El consumode drogas, en general, debe comprenderseintegrado en esa dinámica colectiva, pero lasinterpretaciones pueden ser diversas porquecada colectivo social, cada momento históri-co y cada sustancia requieren un análisisespecífico. Entender el consumo de cocaínaen nuestra sociedad actual obliga a superar laimagen del pobre consumidor víctima de unasociedad injusta y desigual, o como un actode rebeldía mal orientado de jóvenes quequieren transformar las condiciones sociales.Una de las principales hipótesis que encua-dran este trabajo es que el consumo de coca-ína se relaciona positivamente con el ascenso

en la posición de prestigio y poder definidocomo un logro individual. Esa toma de posi-ciones se realiza básicamente en el espaciodel ocio, de la fiesta y la diversión, aunquetambién en el espacio laboral y en ocasionesen situaciones en que convergen en esosdos espacios. La cocaína es una sustanciacuyos efectos contribuyen a lograr prestigio,éxito y diversión por lo que se convierte enun instrumento eficaz, en una tecnologíasofisticada y cómoda que facilita el logro debienes muy codiciados.

Indagar en la hipótesis planteada lleva alobjetivo de analizar la cultura que se generaalrededor del consumo de cocaína, lo susten-ta y lo estimula. El enfoque es hacerlo desdela experiencia de los propios consumidores.Ello supone delimitar el colectivo hacia el cualse enfoca el estudio que como ya se ha men-cionado se trata básicamente de jóvenesintegrados en el mundo laboral y educativo,con una familia y vivienda estable, con losrecursos propios de la clase media en nues-tro país, y por ello con una cierta capacidadde elección acerca los estilos de diversión,amistades y proyecto de futuro. Se ha tenidoen cuenta a varones y mujeres de distintasedades, entre los 18 años y los 40. La mitadde ellos en tratamiento y la otra mitad no. Apartir de la experiencia y discurso de los con-sumidores se va a rastrear en el entramadode significados que definen el consumo, tra-tando de vincular esos significados con idea-les de nuestra sociedad, pautas sociales, cre-ación de nuevas necesidades y estrategiaspara satisfacerlas.

Un aspecto que se ha considerado de sumointerés es valorar el efecto que tiene entre losconsumidores el hecho que algunos de suscompañeros necesiten tratamiento, el efectosobre el consumo de los ‘problemas’ de per-sonas cercanas. La imagen que se ha creadode la cocaína es de droga poco peligrosa, lim-

Calafat, A.; Juan, M.; Becoña, E.; Fernández, C.; Gil, E.; Llopis, J.J.

3 Eso ya aparece claramente expresado en los estudios de Calafat et. Al., (2000, 2001), Megias et al., (2000:69-72) cuando se analizan las distintas motivaciones para el consumo de drogas. Los datos muestran que lasrazones ‘positivas’: placer, diversión, curiosidad, moda, amigos, son las más valoradas, mientras las razones‘negativas’: inseguridad, dificultades, problemas, etc. Son poco señaladas como motivos para consumir.

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pia y que puede ser consumida bajo control(Kaplan et al. 1994, Decorte 2000). Sin embar-go, se está produciendo un importante incre-mento de la demanda de tratamiento lo queindica que el abuso y la entrada en la adicciónes uno de los principales peligros por consu-mir esa sustancia. La interrelación entre los‘consumidores con problemas’ y los ‘consu-midores sin problemas’ nos parece esencialpara comprender mejor los significados otor-gados a la cocaína y cómo estos se reconstru-yen de forma diferencial para esos consumi-dores con distintas experiencias.

1.2. Metodología

El presente informe es el resultado de unainvestigación cualitativa realizada en cincociudades españolas. El proceso de recogidade información ha sido entrar en los ambien-tes donde se consume cocaína y escuchar alos consumidores. El primer interroganteplanteado y que ha estructurado la investiga-ción ha sido intentar comprender qué condi-ciones socio-culturales relacionadas con elcrecimiento del consumo, su extensión hacianuevos colectivos, especialmente los jóvenesy los efectos o consecuencias que puedetener ese crecimiento.

La búsqueda de información empírica se harealizado siguiendo un proceso de entrada enlos ambientes. En primer lugar se han visita-

do centros de tratamientos donde existenprogramas específicos para las personas conproblemas con esa sustancia. En los centrosse ha entrevistado a algunas de las personasresponsables, casi todas/os ellas profesiona-les de la psicología y psiquiatría. También enlos centros se ha tenido la oportunidad decontactar con consumidores en tratamiento,intentando que la mayoría hubieran iniciado eltratamiento recientemente. De esta forma, lamemoria del significado que se daba al con-sumo aun era próxima. Estos contactos hanaportado mucha información acerca de losprincipales barrios, locales recreativos, colec-tivos donde hay un consumo más visible enlas diversas ciudades.

Una segunda aproximación ha sido visitaralgunos de los locales más mencionadoscomo favoritos por los consumidores. En loslocales se ha realizado observación de losclientes, el personal que trabaja, la visibilidaddel consumo, y en general de la cultura queda especificidad al lugar: estética, música,juegos, ambiente.

Posteriormente se han contactado a consu-midores que no estuvieran en tratamiento.En ocasiones se ha utilizado el sistema debola de nieve, en otras se ha utilizado la visitaa fiestas o raves para contactar y entrevistara usuarios que han aceptado participar. Lasentrevistas se han grabados y han sido trans-critas. La siguiente tabla describe numérica-mente las distintas entrevistas realizadas.

Vida social de la cocaína

TABLA 1. Entrevistas en profundidad

ciudades Entrevista a consumidores

responsables de centros4 Varones mujeres En tratamiento No están en trat. Total

Palma 1 10 2 7 5 13Vigo 2 5 1 2 4 6Madrid 3 5 1 4 2 9Bilbao 5 6 2 5 3 13Valencia 2 4 2 2 4 8Total 13 30 8 20 18 51

4 Los profesionales entrevistados y centros visitados han sido los siguientes: A. Palmerín (C.A.D. de Ayuntami-neto de Madrid), P. Gómez de Maintenant (Etorkintza; Bilbao); M. J. De Antonio (Cruz Roja, Madrid), J. Llo-rente (Foronda; Álava), J. García San Cornelio (CSM Novia Salcedo; Bilbao), C. Araluce (CSM Uribe Costa, Bil-

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En total se han realizado 49 entrevistas, delas que dos no se han podido transcribir porfalta de grabación adecuada. Trece de lasentrevistas han sido a responsables de cen-tros y 38 a consumidores, aproximadamentela mitad están en tratamiento y el resto no.Las mujeres son minoría porque hay más difi-cultad en encontrarlas, se mantienen más enel anonimato como consumidoras y cuandose las localiza es más difícil que acepten serentrevistadas. Ello también se correspondeun tanto con la realidad diferencial del consu-mo entre género.

2. DIFERENCIAS ENTRE COLECTIVOS:

EDAD Y GÉNERO

Los estudios más recientes realizados en elcontexto europeo sobre consumo de cocaínaconfirman que son muy diversos los consu-midores que adoptan esa sustancia (OMS1994, Van Meerten 1997, Decorte 2000). Lasdiferencias pueden establecerse a partir de laedad, el estatus social, el tener o no proble-mas derivados del consumo, el ser consumi-dor o no de otras sustancias además de lacocaína, etc. Al analizar las motivacionesestas variables marcan diferencias importan-tes en el significado otorgado a la cocaína. Laedad es quizás uno de las categorías quemás ayuda a distinguir estilos de consumodiferenciados. Los profesionales que trabajanen tratamiento diferencian entre ‘consumidortardío’ (los adultos) y ‘nuevo tipo de consumi-dor’ (los jóvenes). El primero, el consumidortardío, es aquel que ha empezado a consumirsiendo adulto y cuando detecta los proble-mas es una persona madura con una vidasocial y laboral estructurada.

“El prototipo, por ejemplo, de un con-sumo tardío sería aquel individuo quetiene una vida mas o menos normal.

Gente, por ejemplo, que tiene un nego-cio, que tiene una cierta representatividadsocial aunque sea en un ámbito reducido,gente normalmente sociable que tieneque mantener relaciones y entoncesempiezan a beber y accidentalmente apa-rece la cocaína” (terapeuta).

El nuevo tipo de consumidor es más joven,más dependiente de su familia y con unasituación laboral sin consolidar.

La cocaína se ha diferenciado, en un primermomento, de otras sustancias por ser máscostosa y formar parte de un estilo de consu-mo de personas adultas, dinámicas, con res-ponsabilidad y abocadas a una vida socialintensa. Pero junto a ese colectivo de perso-nas adultas han ido apareciendo otros nuevos,en especial los jóvenes y adolescentes y conello creando una dinámica de cambio y conti-nuidad. La cocaína mantiene la etiqueta desustancia líder, de sustancia prestigiosa yamuleto del poder. Pero en la medida queentra en nuevos colectivos también cambianlas formas en que se consume y sus conse-cuencias.

“Mi relación con el mundo de la cocaínaempezó cuando empecé a juntarme conamigos, eso fue a los 15 o 16 años(...).Antes de probar la cocaína había consumi-do hachís, éxtasis, tripis, y luego cocaína.Al principio sólo lo consumíamos los finesde semana. Pero cuando yo tenía paravender, entonces ya era día sí, día no. Yempecé a consumir fuerte desde los 18hasta ahora” (consumidor, de 25 años).

2.1. Edad

Según los datos la iniciación en el consumode cocaína acontece a edades cada vez mástempranas. Los adolescentes ya se estánfamiliarizando con esa sustancia, forma parte

Calafat, A.; Juan, M.; Becoña, E.; Fernández, C.; Gil, E.; Llopis, J.J.

bao), F. Camarena (UCA de Alicante), J. Morgado y L. Pérez Ochoa (Proyecto Hombre; Bilbao), T. Parets (Pro-yecto Hombre de Palma), I. Romero (Proyecto Hombre de Madrid), C. Gimeno Unidad de Conductas Adicti-vas de Torrevieja, Director del Centro Alborada de Vigo y otro a la Directora del Programa de Proyecto Hombrede Vigo.

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de sus rituales consumistas del fin de semanao de fiestas muy señaladas. Según datos dela última Encuesta Escolar entre los 14 y 18años hay un porcentaje considerable de estu-diantes que se ha iniciado en el consumo.Existe mayor consumo de cocaína en varonesy dicho consumo aumenta con la edad. Tam-bién es importante señalar que el incrementode consumidores de cocaína es mucho mayorentre los más jóvenes, de 14 y 15 años(Observatorio español sobre Drogas 2000).

El colectivo de los jóvenes suele practicarun consumo iniciático y temporal de distintassustancias. Los jóvenes siguen una ‘carrerade consumo’ en la que prueban distintas sus-tancias en un orden más o menos estableci-do hasta llegar a la cocaína. Con cada sustan-cia experimentan sensaciones distintas y vanaprendiendo a utilizarlas según las circunstan-cias, casi siempre en relación con la vidarecreativa, la noche, los fines de semana y encompañía de amigos con quienes se compar-te la diversión. Para los jóvenes consumido-res el conocimiento de las distintas sustan-cias forma parte de un ritual de iniciaciónentre su grupo de amigos y dentro de la sub-cultura a la que pertenece. Llegar al consumode cocaína es uno de los últimos estadios,previamente han pasado por el alcohol, taba-co, cannabis, LSD, éxtasis y anfetaminas. Lacocaína, es la sustancia cumbre, la del triun-fo, la más apreciada, la más cara, es la queotorga el estatus tan esperado de adulto-líder, da poder y seguridad en uno mismo.

“Antes de consumir había oído que lacocaína era para la gente económicamen-te superior, estaba arraigada a tema defamosos, que era una droga que no teníanada que ver con otras drogas, que nopasaba nada si la consumías, decían quetenía efectos de euforia, que era una pasa-da y al día siguiente todo estaba perfecto,por tanto, era algo bueno. (...) Mi primercontacto con la cocaína fue a los 16 añosen el instituto. A mí nunca me ofrecieron,fui yo que dije: -toma y dame mediogramo para probarlo. Yo mismo me hice laprimera raya y lo probé. Me gustó, erabueno, me metía la raya y no pasaba nada,no me sentía decaído sino al revés, mesentía muy bien.” (consumidor, 21 años).

Entre los nuevos consumidores hay unadiversidad de situaciones. Los consumidoresactuales son más diversos, son más jóvenes,aunque sigue habiendo adultos, algunos sonestudiantes exitosos a otros les empiezan a irmal los estudios, unos están en el mundolaboral bien posicionados y otros no. Entrelos entrevistados una cuarta parte trabajan ennegocios familiares y en ningún caso se hanreferido al mundo laboral como un mundopoco grato, tedioso o mal pagado. La mayoríade los jóvenes viven con sus padres y eltiempo libre lo dedican a su principal interés:la vida recreativa, los amigos y al consumo dedrogas. Algunos están casados o viven consus parejas.

Hay otro grupo de jóvenes que empieza adespuntar. Son adolescentes de 15 o 16 añoscon una historia social y familiar conflictiva.Se mueven en ambientes marginales, suspadres suelen ser también consumidores,están mal o nada vinculados a la escuela,algunos tienen ya historiales en los serviciossociales. Estos jóvenes se inician en el con-sumo al mismo tiempo que en la venta deéxtasis y cocaína. Son vendedores a pequeñaescala, aprendices de un oficio que les permi-te obtener el dinero para su consumo. Laventa de cocaína les aporta un mayor presti-gio que las drogas de síntesis y más compen-saciones económicas con las que puedenmejorar su situación y la de sus familias.

68 Vida social de la cocaína

TABLA 2. Consumo de cocaína, alguna

vez en la vida, entre la población escolar

Edad Consumo %

14 años 1.815 años 3.316 años 5.517 años 7.418 años 11.4

Fuente: PNSD 1998

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“Empecé con el consumo cuando elprecio del gramo estaba a unas ocho milpesetas y yo no me lo podía permitir,entonces empecé vendiendo. Reuní undinero y compré 15 gramos. Hice esacuenta mental de a cuanto me la habíandejado, yo cuanto tengo que sacar, cuan-to va a ser para mi consumo... Entoncesme fui envolviendo en todo ese mundillode gente consumidora de cocaína y ven-dedora de cocaína, gente superior a míque me iba ofreciendo y dando una opor-tunidad” (consumidor de 21 años),

Conseguir dinero fácil y rápido es uno delos mayores deseos de la mayoría de jóvenesy entrar en el ‘trapicheo’ da muchas oportuni-dades para ello. Hacer de ‘camello’ no creaningún estigma entre los consumidores, másbien lo contrario, es una práctica que favore-ce las relaciones y el hacer amigos, los came-llos tienen una imagen de ‘piratas’ urbanos.

[Refiriéndose a un amigo que ha supera-do un problema de adicción] “Esta perso-na estaba totalmente desquiciada, engan-chada y tomando seis gramos en unanoche, en cambio ahora tiene su novia... yhace trapicheo para poder mantener sunivel de vida, es una persona normal,súper controlada que ha mejoradomucho, que esta totalmente curada”(consumidor, de 22 años).

Hacer de ‘camello’ es visto como ‘normal’como cualquier otro oficio que además per-mite un buen nivel de vida. La venta al pormenor de cocaína es una actividad ilegal ycon riesgo y en ese sentido a los camellos seles considera con respeto, de tal manera quepodría decirse que se acompaña de un ciertoprestigio e incluso está idealizada por algunosjóvenes.

Quienes consumen y se mueven en losambientes de consumo la sensación quetransmiten es que los adolescentes se intro-ducen cada vez más en la dinámica de com-prar y vender, incluso ello es valorado enpositivo. Esa entrada de los adolescentes enel consumo y negocio de las drogas en gene-

ral, incluida la cocaína, la comentan práctica-mente todos los entrevistados. Es una per-cepción determinada, posiblemente, por elambiente en que los consumidores actúan yque les transmite una idea distorsionada ylimitada de la realidad en su conjunto.

Género

El mayor consumo a edades más tempra-nas se está acompañando de un aumento delconsumo entre las mujeres. El consumo decocaína por parte de las mujeres no va aisla-do, debe analizarse como un aumento en elconsumo global de sustancias adictivas. Si semiran las estadísticas de consumo entre losmás jóvenes (14 a 18 años) el consumo delas mujeres ya supera al de los varones en lasdrogas legales (alcohol y tabaco). Con res-pecto a las drogas ilegales es menor que elde los varones pero nada despreciable.

El que las mujeres se inicien en ese consu-mo tiene mucho que ver con un proceso deliberalización e igualdad gestionado desdealgunos sectores con intereses en que sea unproceso limitado. Las diferencias de génerohan sido definidas en términos de desigualda-des con un enfoque unidireccional. Es decir,que las mujeres están en posición de desigual-dad respecto a espacios poderosos definidos

69Calafat, A.; Juan, M.; Becoña, E.; Fernández, C.; Gil, E.; Llopis, J.J.

TABLA 3. Prevalencia de consumo de

drogas en el año 1998 por sexos en la

población escolar.

Sustancias Varones Mujeres

(%) (%)

Alcohol 80.7 83.1Tabaco 22.7 33.3Cannabis 27.7 22.8Alucinógenos 5.2 3.1Cocaína 5.1 3.1

Speed/anfetaminas 5.0 2.7Tranquilizantes 3.6 5.6Sustancias volátiles 3.5 2.0Éxtasis 3.1 2.0

Fuente: PNSD 1998

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en términos masculinos. Esa dinámica en lapráctica se traduce en una tendencia a imitaralgunas actitudes culturalmente etiquetadaspara los varones y apropiarse de sus símbolos.

Algunas autoras que consideran “La femini-zación del uso de las drogas” como un fenó-meno relativamente actual lo explican por larelación con la imagen de que el uso de dro-gas se ha visto como un tema de hombres”(Inciardi et al.1993; Taylor 1993). Por ello labanalidad de que consumir tiene una relaciónpositiva con la liberación e igualdad. El tabacoes uno de esos hábitos convertido en símbo-lo de independencia, seguridad en unamismo, ruptura con la tradición, logro de posi-ción social, y otros valores definidos comopositivos. Los medios de comunicación hantenido una enorme responsabilidad en fortale-cer esos vínculos simbólicos de forma muyeficaz y sutil (Shields 1999). También la publi-cidad se ha cebado en definir a la mujermoderna e independiente a través de la entra-da en el consumo, un consumo que no sehabía pensado para ellas y por tanto es unacto ‘prohibido’ a su género como el fumar yel beber (Gallego 1992). Primero fue el tabacoy el alcohol lo que liberaba a las mujeres,ahora además está el cannabis y la cocaína. Elconsumo femenino de cocaína ya tiene imá-genes visibles y prestigiosas en el cine: Sha-ron Stone en Instinto básico y Uma Thurmanen Pulp Fiction crean imágenes atrayentes demujeres con un fuerte poder de seducción.De esta forma el proceso de igualdad y libera-lización de la mujer ha quedado reducido a unmito y atrapado por el propio androcentrismocreado desde Aristóteles 5.

Al valorar las diferencias entre varones ymujeres en relación con el consumo de cocaí-na se destaca que prácticamente todos los

entrevistados coinciden en que las mujeresconsumen menos. Todos los entrevistadosvarones que están en tratamiento han tenidoconflictos con sus parejas que no son consu-midoras, algunas mujeres han optado porabandonar a sus compañeros y otras les apo-yan para que abandonen el consumo. El teneruna pareja no consumidora es una de las cir-cunstancias que abre el conflicto cuando elconsumo empieza a consolidarse. En esesentido las mujeres siguen jugando un papelde cuestionamiento y de protección. Otrasmujeres que optan por el consumo lo hacen,la mayoría, acompañadas de su pareja comoun aspecto más a compartir en la relación.

La opinión de los informantes acerca de lasdiferencias de género se mantiene dentro deesa desigualdad tradicional. Algunos varonesconsumidores expresan claramente su dis-gusto ante la idea de que sus parejas tam-bién sean consumidoras.

“A mi mujer nunca le he ofrecido coca,no sé si hubiese aceptado. A mí de ningu-na manera me hubiese gustado que ellaconsumiese. (...) yo a mi mujer creo queno la habría apoyado nunca [para que con-sumiese], porque sé que no es una cosabien hecha” (consumidor, de 29 años).

Para ellos consumir cocaína es cosa dehombres, es un acto indecente, un juego per-verso para un grupo elegido. Sus mujeresdeben mantenerse sin traspasar la línea de loformal, de la decencia y jugar el papel tradi-cional que ellos mismos pervierten. Paraesos varones sus mujeres son una parte desí mismos, el lado positivo y puro de susvidas. Pero esa manera de discriminar no esúnicamente auto salvadora, también tieneotra acepción: limitar el acceso de sus muje-

Vida social de la cocaína

5 Con Aristóteles se establece un pensamiento androcéntrico. Se adopta un punto de vista central que seasume como hegemónico, el masculino, y se valora como defecto toda cualidad que se aleje del modelo(Amparo Moreno 1986, Sissa 1991) El rol social femenino queda devaluado a partir de la lógica androcéntricadefinidora de las relaciones de poder. En el siglo pasado los procesos socio-políticos orientados hacía la igual-dad se mantienen dentro del modelo existente, sin revisar su estructura y significados, de tal manera que laidea de igualdad dominante refuerza el actual sistema de poder y la dinámica de que sean las mujeres quie-nes intenten igualarse a los varones.

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res al poder, mantenerlas bajo su control nopermitiendo que conozcan sensaciones oexperiencias. El interés en que las mujeresno prueben la cocaína reproduce la situaciónde varones que recurren a la prostitución altiempo que en sus casas mantienen unadinámica puritana y se escandalizarían sisupieran que sus mujeres mantienen un idilioamoroso con otro varón. Sexo y cocaína tie-nen en común que son instrumentos en rela-ción con el poder y en algunas relaciones deparejas el acceso al placer queda limitado alque tiene poder. Si esto se compartiera per-vertiría la dualidad que conforma la relacióntradicional de pareja. En ese sentido, el con-sumo de cocaína por parte de algunos varo-nes no tiene un significado renovador sinomuy conservador al reproducir la dicotomíade la desigualdad establecida.

La opinión de las mujeres que sí consumenestá inmersa en la misma lógica que la de losvarones aunque con el discurso modernizado.La siguiente cita es de una mujer consumido-ra que comenta quienes son los principalesconsumidores de cocaína en su ambiente:

“Son gente que se ganan muy bien lavida y que se lo pueden permitir aunquese estropean mucho. Sería gente de unestatus más bien alto y sobretodo hom-bres, por cuestiones culturales. Esta peorvisto que una mujer consuma drogas aun-que parezca que no. Yo he visto parejasen que los hombres se ponen ciegos dealcohol y hasta el culo de rayas y ellas setoman una coca-cola en la barra. Lo peores que ellas lo encuentran normal y ellosnunca les preguntaran si se quierentomar una raya, no entra en su idea de loque deben hacer las buenas chicas. Hevisto también cosas del revés en que ellase lo mete todo.” (consumidora, 29 años).

Esta opinión y actitud ante las otras muje-res está en la misma sintonía de los varonesque ‘discriminan’ a sus mujeres, o lo que eslo mismo, es una opinión igual de ‘machista’como pueda serlo la opinión de la cita mascu-lina anterior. Las dos posiciones legitiman lasrelaciones de poder establecidas solo que la

actitud del varón pretende que se mantengaintacta y la de la mujer pretende que se per-mita a las mujeres el acceso a ese poder asíestablecido.

Ninguna de las dos actitudes es realmentealternativa porque no cuestionan el acceso alpoder en sí mismo, ninguna de las dos posi-ciones ve en las mujeres que no consumenotra forma de poder y devalúan esa actitud.Cuando la mujer afirma “lo peor es que ellaslo encuentran normal” lo dice en tono dedesprecio y arrogancia, creyendo que ellacomo mujer que sí consume es superior aesas otras mujeres que se mantienen aleja-das del acceso simbólico a un poder definidopor los hombres. Esa mujer ‘más feminista’ve en sus congéneres únicamente subordina-ción y no una forma de resistencia e inclusode trasgresión utilizando como estrategia elpapel de la feminidad tradicional, aquello queen la lógica tradicional es visto como una acti-tud de subordinación pero que si se sabe uti-lizar puede tener un papel invertido.

Siguiendo con los datos respecto al consu-mo de cocaína, en la encuesta realizada a lapoblación femenina a finales de 1999 apareceinformación significativa, que de hecho apoyael análisis de que las relaciones de género semantienen atrapadas en la estructura tradicio-nal. En la siguiente tabla puede verse elaumento del consumo entre la población másjoven en todas las frecuencias, así como undescenso en la edad media de inicio quepasa de los 20 a los 16 años. Las mujeresmás jóvenes, las escolares de 14 a 18 años,son las que hacen crecer el consumo, se ini-cian antes y presentan una muestra de lastendencias actuales.

Todavía la percepción del riesgo ante el con-sumo de drogas entre las mujeres es mayorque entre los varones, pero los cambios en elestilo de consumo de las mujeres muestranque esto también tienden a disiparse. Alobservar datos más detallados con respecto ala edad y el nivel educativo puede verse que apartir de los 13-14 años ya empiezan a encon-trarse consumidoras de esa sustancia, la pre-valencia del consumo aumenta con la edad yes probablemente entre los 19 y 25 años el

71Calafat, A.; Juan, M.; Becoña, E.; Fernández, C.; Gil, E.; Llopis, J.J.

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grupo de edad donde se encuentra el colecti-vo que actualmente es más consumidor. Si seobserva el colectivo de las jóvenes escolariza-das, entre aquellas que tienen 17 años y más,

la población consumidora de cocaína es másdel 10%.

El dato quizás más relevante es el niveleducativo y la posición profesional. A través

Vida social de la cocaína

TABLA 4. Prevalencia y frecuencia de consumo de cocaína en el colectivo femenino

general y en las mujeres escolarizadas

Consumo de cocaína en el colectivo femenino

General % Escolar %

Consumió alguna vez 4,3 7,4Consumió en los últimos doce meses 1,6 6,1Consumió en el último mes 0,7 3,3Edad media de inicio en el consumo 20,0 años 16,3 años

Frecuencia de consumo en el último mes

Menos de una vez por semana 0,6 1,5Una vez por semana 0,1 0,8De dos a seis veces por semana 0.0 0,8Diariamente 0.0 0,2

Fuente: EDIS, el consumo de alcohol y otras drogas en el colectivo femenino (2000)

TABLA 5. Prevalencia de consumo de cocaína en mujeres, diferenciando entre el

colectivo femenino y entre escolares (13-19 años), según edad y nivel educativo

Perfil consumidoras de cocaína Consumidoras escolares de cocaína

Colectivo femenino general

Edad % edad %

14-18 años 4,1 13-14 años 3,519-24 6,0 15-16 4,225-34 2,8 17-18 10,0> 35 - 19 y más 11,3

Nivel educativo Nivel educativo

Primario 0,4 3º ESO 5,3Bachiller elemental 0,9 4º ESO 4,2Bachiller Superior 4,8 1º Bachiller –3º BUP 3,6Medios y Superiores 2,3 2ª Bachiller-COU-FP 1 8,3

FP2 11,4

Han repetido curso

No 2,6Sí, uno 11.9Sí, dos o más 13,7

Fuente: EDIS, el consumo de alcohol y otras drogas en el colectivo femenino (2000)

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de ellos podemos ver cómo aumenta el con-sumo entre aquellas mujeres con más estu-dios, pero también cómo se relaciona el con-sumo con el fracaso escolar. La lectura delprimer dato muestra cómo esa tendencia a la‘masculinización’ aumenta en las mujeresmás adiestradas lo que indica que es una ten-dencia dominante en nuestra sociedad. Otralectura de los datos es que hacen reflexionaracerca de la ineficacia de los ambientes aca-démicos como centros preventivos, comolugares de reflexión y crítica acerca del con-sumo de drogas. Más bien parece que seproduce una especie de acoplamiento entreun mayor estatus educativo y una tendenciaal consumo. La siguiente cita es de un perio-dista, y en ella puede verse la visión de unambiente, de un colectivo a quien la cocaínaes valorada de forma prestigiosa y positiva:

“No hay diferencia entre el consumo dehombres y mujeres, la cocaína ha sidouna droga muy democrática, me pareceinteresante. Seguramente los hombresse meten más, por un límite físico quepermite aguantar más” (consumidor, 29años).

A pesar de esa tendencia hacia una igual-dad ‘masculinizada’ de muchas mujeres, losestilos de consumo entre varones y mujeresson distintos y quizás ello explique que hayamenos mujeres que entran en tratamiento oque tengan problemas con la justicia. Elestigma creado alrededor de la persona toxi-cómana afecta en mayor medida a las muje-res y es otra de las razones de la mayor invi-sibilidad de las mujeres que tienenproblemas (Sterk, et al 1999, Stocco et al.2000). De todas formas son escasos losestudios fenomenológicos del consumo dedrogas recreativas y menos desde las relacio-nes de género. El estudio de Sterk-Elifson, C.(1997)6 da alguna información del significadoque adquiere la cocaína entre las mujeres declase media en Estados Unidos. Para ellas la

percepción del primer consumo era quehabía sido menos excitante de lo que seesperaban, debido en parte a sus elevadasexpectativas. “La experimentación de la eufo-ria asociada con la cocaína al igual que conotras drogas, raramente ocurre en el primerencuentro” (Sterk-Elifson 1997). La forma deobtener la cocaína solía ser a través de uncompañero masculino, una amiga y el propiovínculo de la mujer con el traficante. En lasmujeres entrevistadas se percibe un miedo aque se descubra su consumo de cocaína.Ese temor lleva a un consumo más enmasca-rado pero también más limitado y puede serinterpretado desde distintos paradigmas,como consecuencia de que el contexto socialprotege más a la mujeres, marcando normasmás estrictas o como falta de libertad indivi-dual.

Otros factores que influyen en la promo-ción del consumo de cocaína, especialmenteentre las mujeres, tiene relación con la ima-gen corporal. La cocaína ayuda a perder elapetito y por tanto peso. Esa puede llegar aser una razón muy poderosa para consumirdada la actual presión hacia la delgadez.

La relación de las mujeres con el mercadoilegal también es distinta a la de los varones.Ninguna de las mujeres entrevistadas hamencionado estar implicada en esa actividad.Tampoco las mujeres muestran un interésespecial en ser ellas quienes compran, si tie-nen amigos cercanos prefieren pagar y queotros se encarguen o bien utilizan mediosmás cómodos de comprar como establecerrelaciones más sólidas con camellos de con-fianza y acudir siempre a ellos.

“Consigo la cocaína a través de unapersona conocida que trapichea con ello ycuando quiero le pego un toque y metrae, no me voy a buscarlo a la calle. Si élno tiene yo no cojo de nadie, me arriesgoa que me den mierda y me cobren máscaro. Me sale a unas 10.000 u 11.000

Calafat, A.; Juan, M.; Becoña, E.; Fernández, C.; Gil, E.; Llopis, J.J.

6 “¿Solo para divertirse?: Uso de la cocaína en mujeres de clase media”. RET. Revista de Toxicomanía 10.

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pesetas. Yo lo conozco de toda la vida ytengo mucho trato” (consumidora, 30años).

El que los varones inviten a las mujerestambién es parte del ritual. Hay varios forma-tos, uno es invitar a las mujeres de los ami-gos que consumen muy esporádicamentecomo una forma de galantería y expresión depoder. Otro estilo de invitación está más rela-cionado con una forma de prostitución: invitarpara obtener favores sexuales. La cocaína seconvierte en una poderosa moneda de cam-bio. Las mujeres que aceptan ese intercam-bio tienen un mote, se las llama ‘comebol-sas’.

“Hay muy poca gente que invite, no seinvita así como así, sobretodo a la edadque empezamos. Con los amigos deahora de toda la vida sí que comparto.Aunque a las tías siempre nos invitanmás, tenemos más suerte, nos podemospasar la noche poniéndonos por la cara.Luego nos llaman las ‘comebolsas’. Sontías que van con los tíos para sacarles elperico, nada más. Que luego hagan algocon ellos ya es problema de ellas pero labolsa ya se la han comido primero. Alrevés es más raro, yo no sé de tías quese dediquen a invitar. De todas formas yosiempre he pensado que las tías cuandotienen un vicio son más viciosas que lostíos, no sólo en la droga sino en la bebida,en el sexo y en cualquier situación” (con-sumidora, de 30 años).

3. RAZONES PARA CONSUMIR. EL ILU-

SIONISMO DEL POLVO MÁGICO

Heroína y cocaína están tan hechas para nosotros... quenosotros no estamos hechos para ellas. Son tan eficaces,

tan tolerables. Tan activas en la mejora y aceleración delos procesos fisiológicos, actúan tanto y tan bien, que el

cerebro querría siempre más” (Sissa 2000:177)

En los cuentos de hadas hay un momentomágico cuando el hada madrina levanta la

varita, la sacude, y con ella transforma la rea-lidad. Cuando los consumidores explican lassensaciones que emergen tras el consumode cocaína recuerda la escena de transforma-ción de la cenicienta en una encantadoradamisela dispuesta a abrirse al mundo.

“En un principio el efecto de la cocaínaera hacerme sentir la reina allí dondeestaba. Bailaba toda la noche. Hablaba.Me relacionaba con gente.” (consumido-ra, 24 años)

“Consumir beneficia en que es denoche, cuando sales a divertirte, estás unpoco bajo de energía porque has estadotrabajando y entonces te pega el subidón,te pones más alegre, te cortas menoscon la gente si quieres entrar para ligar, yese es el subidón que te pega, te pone acien y te deja de puta madre” (consumi-dor, de 33 años).

“Consumo de noche para ir de fiestaporque da otro puntillo, igual estoy cansa-do del trabajo o me apetece el puntillo dedrogas y a mí el alcohol tampoco mellama tanto la atención y prefiero unpoquito más la droga. Me gusta estar porla noche más liberado, y la coca me libera,me hace desinhibirme un poco, me hacereír, ...” (consumidor, de 33 años)

Consumir cocaína se convierte en unaespecie de premio que uno mismo se conce-de o de refuerzo ante la energía que se va anecesitar para vivir sin límites un aconteci-miento esperado. No existe una sola res-puesta que explique por qué se consume enla actualidad y en nuestro país cocaína. Aun-que el repertorio de razones es muy variadohay un eje que les da cierta unidad: el deseode superar límites individuales físicos y psí-quicos que permitan estar más activos y sen-tir placer en el lugar y tiempo que se conside-ra apropiado.

Los efectos de la cocaína y su simbologíase vinculan en nuestro contexto cultural conla sexualidad. Pero no tanto porque la cocaínacontribuya a mayor placer sexual, más bien

74 Vida social de la cocaína

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los consumidores expertos desmienten esaidea (lo que no niega que la cocaína puedacontribuir a facilitar la actividad sexual). Coca-ína y sexualidad se emparejan en el nivel designificado simbólico, son dos fuentes de pla-cer y por ello tienen una relación directa conel poder. El acceso al placer ha sido un cami-no restringido a ciertos grupos ‘aristócratas’de los sentidos en posición de privilegio. Porello muy valorado y deseado, porque todoaquello que nos es vendido como propio degrupos privilegiados aumenta de valor. Ennuestro tiempo la cocaína al igual que lasexualidad se han banalizado o ‘democratiza-do’, es decir, están al alcance de quien pue-dan comprarlas, muy coaptadas por el merca-do y sin demasiadas trabas morales. Esosdos instrumentos del placer valorados comoliberadores de una moral represora puedenllegar a convertirse en poderosos instrumen-tos de control social. Si la ciencia ficciónpuede considerarse precursora de aconteci-mientos futuros, esa advertencia ya estáplanteada: “A medida que la libertad política yeconómica disminuye, la libertad sexual tien-de, en compensación, a aumentar. Y el dicta-dor hará bien en favorecer esta libertad. Encolaboración con la libertad de soñar despier-tos bajo la influencia de los narcóticos, delcine y de la radio, la libertad sexual ayudará areconciliar a sus súbditos con la servidumbreque es su destino” (Huxley 2000).

La cocaína es un estimulante deseado por-que responde a las expectativas esperadas.Los expertos consideran la cocaína como unestimulante del sistema nervioso central queprovoca sensación de euforia, inquietud, hipe-ractividad, aceleración, aumenta la comunica-ción verbal y frena la ansiedad y la inhibición(Ochoa 2000). Los profesionales que trabajanen tratamiento tienen muy presente quedeben hacer frente a una sustancia que no esun placebo sino que responde eficazmente alo que se espera de ella:

“...la cocaína no es una droga que haceparecer más inteligente sino que cuandose toma se es más inteligente, no es queparezca que se sea más fuerte sino quecuando se toma se es más fuerte, no es

que parezca que cuando se toma se tienemayor concepto de sí mismo sino que setiene, no parece que se tenga más rendi-miento sino que realmente es así. Es unadroga muy bien diseñada, el que la tomano es que sea gilipollas sino que la tomapor algo.” (terapeuta)

Entre las razones expuestas por los consu-midores para explicar la forma en que se ini-ciaron hay una que domina: la curiosidad. Enlo inmediato esto es así, pero en un planomás de fondo hay otras motivaciones. Losjóvenes oyen hablar de la cocaína a los otros,se crean expectativas y en algún momentooportuno alguien les invita a una raya. Entrelos consumidores se ha extendido un siste-ma publicitario subliminal y secreto que vienereforzado por una sustancia con efectospoderosos sobre la mente. La difusión deuna cierta publicidad sobre la cocaína, su pre-sencia en ciertos ambientes, el hecho de quela mayoría de jóvenes ha oído hablar de ella yse han creado expectativas muestra que latransmisión de información informal es influ-yente.

“Descubrí la coca hace unos tres años.Salía con una pandilla y había un chicoque salía por la noche. Yo sabía que eltomaba. Un día nos fuimos de viaje y meinvitó a consumir y decidí probar. Y empe-cé así, por curiosidad. Y luego o te gusta ono te gusta y a mí, pues me gustó” (con-sumidora, 24 años).

“Antes de consumir había oído que lacocaína era para la gente económicamen-te superior, estaba arraigada al tema defamosos, que era una droga que no teníanada que ver con otras drogas, que nopasaba nada si consumías, decían quetenía efectos de euforia, que era unapasada y al día siguiente todo estaba per-fecto, por tanto, era algo bueno” (consu-midor 21 años).

Pero además de la curiosidad el consumode cocaína es el pasaporte para iniciarse enalgunos ambientes. Los sistemas de inclu-sión y exclusión dependen en ocasiones de

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pagar un tributo y la cocaína parece que esuna moneda efectiva. La siguiente cita es dealguien apasionado por el flamenco quien sepasa noches enteras intentando que lo acep-ten en ese ambiente hasta que descubre lasposibilidades de unas rayas:

“La primera vez que consumí cocaínaeran las ocho de la mañana. Estabamosen una cueva, en una fiesta, donde esta-ba mucha gente importante dentro del fla-menco y de la farándula. En ese ambientea lo mejor no te conocen de nada pero sientras con la cocaína te abren las puertasdirectamente. Es un modo de abrirtepuertas y de relacionarse” (consumidorde 30 años).

Otra forma más social de integración quepermite la cocaína es en aquellos casos enque se desea una movilidad social, cambiar aambientes de más estatus, integrarse en uncolectivo más aceptado y con mejores refe-rencias. La siguiente cita ilustra muy bien elproceso de un ex-heroinómano que sigue lospasos establecidos para esa integración:

“Mi relación con la coca empezó haceunos años. Anteriormente había consumi-do heroína, pero lo dejé porque estuvepreso y además falleció mi hermano y lecogí respeto y lo dejé por completo. Mihermano falleció por la heroína. Al salir dela cárcel empecé a trabajar, sin problemasy sin vicios, empecé a ganar dinero y mecompre un coche. El exceso de trabajome llevó a organizar una fiesta de cocaínay la probé y a partir de ahí, no siemprepero cuando he tenido algún problema herecurrido a ella” (consumidor, 32 años).

En el proceso en que este hombre sale delinfierno y de la heroína, se integra en elmundo laboral, gana dinero, se compra uncoche y se inserta en ambientes donde seconsume cocaína. Los pasos que sigue sonmuy ilustrativos de ese proceso de reconver-sión hacía una vida más prestigiosa y acepta-da. El hecho de que consumir cocaína formeparte de ese proceso siendo considerado un

escalón más es una muestra del vínculo entrecocaína y condiciones de inclusión social.

Una vez satisfecha la curiosidad inicial lacontinuidad en el consumo también dependede una gran diversidad de factores. En gene-ral las razones alegadas son: La búsqueda deplacer y la diversión, da más energía, ayuda aescapar de los problemas (personales, fami-liares, de trabajo...), aumenta la autoestima,da la sensación de funcionar más eficazmen-te y da sensación de superioridad:

“yo cuando consumía cocaína decíacosas y actuaba en ciertas ocasiones queyo por mí misma no era capaz. No es queme lo pasara mejor, me daba energía y enel momento que estaba bien, que estabacon el subidón, pensaba que me comía elmundo, que podía con todo” (consumido-ra, 23 años)

“La cocaína me produce un estado deeuforia, me anima un poco más y a vecesen mi trabajo que es de hostelería, queconlleva mucho vicio, con la cocaína voymás despierto, me olvido un poco más deltrabajo y me lo intento pasar un pocomejor trabajando (consumidor de 22 años).

“Empecé porque me encontraba eufóri-co, me metía una raya y era más sociable,trabajaba más a gusto, hablaba con lagente vacilando... Los primeros efectosson que te deja el cuerpo prácticamentesin cansancio, estás con facilidad de pala-bra, estás ameno para todo, no me impor-taba trabajar, trabajaba mucho mejor. Losprimeros efectos de la coca por lo menosen mí han sido la comunicación, el traba-jar más a gusto y sentir el cuerpo menoscansado” (consumidor, 42 años).

“Toco en un grupo de música y a vecesconsumo en los conciertos porque nor-malmente se me terminan las pilas bas-tante rápido y con el perico tengo pilaspara mucho más tiempo.” (consumidor,28 años).

“El hecho de consumir me da másseguridad, más aguante, más energía, no

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tengo porque divertirme más, muchasveces me puedo quedar hasta bloqueada,y no es que tenga más amigos sino queestoy más sueltita y hablo con más genteque si no consumo que estoy más retraí-da. (...) Mi objetivo es divertirme y paradivertirme tengo que estar más tiempo, ypara eso utilizo la cocaína para que me deel cuerpo de sí. (consumidora, 34 años).

La cocaína altera el estado de ánimo. Freudla etiquetó como “quitapesares”, por ser unasustancia que tiene la capacidad de aliviar lamente o el alma y crear una sensación defelicidad durante el tiempo que duran susefectos. Pero no siempre el consumo decocaína es placentero ni, por descontado, susefectos son permanentes. Las razones porlas cuales se consume va variando en los pro-pios consumidores en la medida en que cam-bian sus expectativas, su estilo de vida o per-ciben algún tipo de adicción y quierencontrolarse. Llega un punto en que algunosconsumidores habituados a la cocaína sesienten mal tras consumir. Eso ocurre cuandoaparece el síntoma de culpa o la percepciónde que hay un problema, de que hay unaadicción que atrapa. Es entonces cuando elconsumo deja de ser una vía hacía el placer yse convierte en otra cosa.

“Consumo cocaína por necesidad,vicio, enganche, no sé explicarlo. Con lasotras drogas suelo disfrutar pero con lacocaína no, no sé explicar por qué me lameto, es como una fuerza superior a mí.Si estoy que me aburro y alguien me ofre-ce pues ‘venga’ una va y una viene ycuando me doy cuenta lo único quepuedo hacer es seguir el ritmo porque labajada que me va a dar es tan grande queme voy a ver lo guarro y lo cerdo que soyy que yo no puedo superar eso. Comopersona y como ser humano que soy mesiento como una marioneta” (consumi-dor, 26 años).

Como vemos en este testimonio, no todoes sentimiento de culpa. La evolución delconsumo crónico de cocaína lleva a que el

consumidor, en este caso adicto, comience aexperimentar los efectos antagónicos a losque en un principio deseaba. La cocaína pasade ser una sustancia ligada a la vida recreati-va y la socialización a ser una droga de con-sumo solitario, oculto en el que la constantees el sentimiento depresivo, la inhibición, elretraimiento social y la rumiación del pensa-miento no exento de ideas paranoides. Atodo ello no es ajeno los cambios experimen-tados a nivel cerebral y las alteraciones en losmecanismos de neurotransmisión, de forma,que el cerebro es incapaz de responder comose espera, a las nuevas administraciones decocaína predominando los efectos paradóji-cos de la sustancia. El cocainómano se veenvuelto en una espiral de consumo en laque no acaba de saber la verdadera razón desu consumo. Intenta recuperar el efecto pla-centero y al mismo tiempo evitar la disforiaque siente sin ser consciente de que, cadavez más, se adentra en la adicción y la sole-dad, alejándose del placer y la integraciónsocial.

El inicio en el consumo de la cocaína, lasexpectativas y las razones para posteriormen-te continuar consumiendo muestran queexiste una imagen sólida y elaborada alrede-dor de esa sustancia. Es una imagen que setransmite de forma muy eficaz a través desistemas informales y que se vincula biencon algunos ideales sociales que estánteniendo mucha presencia en la socializaciónde los jóvenes: el placer, la diversión, elpoder, la integración y el superar límites físi-cos. Pero además, la cocaína permite alcan-zar esos ideales a través de un proceso mági-co, aspirando unos polvos capaces detransformar la realidad convirtiendo al consu-midor en protagonistas de un cuento dehadas. La magia es la protagonista de estahistoria, desde siempre ha estado incluida enlos mitos, en las historias ancestrales y en losjuegos. La ficción, la literatura, el cine y muyen especial la publicidad actual hacen un usoconstante de referentes mágicos. Esta últi-ma, la publicidad, presentan a los jóvenesproductos con capacidades sobrenaturales:teléfonos móviles que hacen libres, bebidas

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que hacen volar, perfumes seductores, com-presas que llevan de viaje a países exóticos,coches que liberan del hastío de la vida coti-diana, y un sin fin de productos más cuyaposesión permite experiencias maravillosasde las Mil y una noches. La magia utilizadapara vender productos no tan solo lograhacer estos más atractivos para los jóvenessino que contribuye a elaborar deseos, a defi-nir ideales y necesidades y proponer estrate-gias para lograr todo eso. La cocaína y lasdrogas son, probablemente, el único produc-to con poderes reales para hacer sentir lasilusiones y expectativas creadas. Son consi-derables los productos anunciados en el aba-nico publicitario que carecen por sí solos delpoder que se les etiqueta, ni los coches libe-ran, ni con perfume se logra seducir a la per-sona deseada, ni se adelgaza bebiendo litrosde algún agua mineral, ni tampoco salenmagos de líquidos limpiadores. Pero lasexpectativas en lograr todo eso sí están ahí,son ilusiones y deseos muy consolidados porel bombardeo publicitario y la cocaína es unade las drogas que logra transportar haciaesas sensaciones mágicas: crear euforia, pla-cer y bienestar. Pocos productos de nuestroalrededor se acoplan tan bien a una sociedadcautivada por la magia del consumo como lohace la cocaína.

4. LA VIDA SOCIAL DEL CONSUMO DE

COCAÍNA

Entre los jóvenes el consumo de cocaínaestá directamente relacionado con la vidarecreativa porque ese es el espacio socialadjudicado al ocio y a la diversión. En losdatos de la Encuesta Escolar (ObservatorioEspañol 2000) también puede verse esa rela-ción. Cuanto más tiempo se tarda en volver acasa más probabilidades hay de consumo.

En todas las entrevista existe acuerdo enque una de las motivaciones que inducen alconsumo es el aguantar más tiempo en elespacio de la fiesta y la diversión, el alargar eltiempo del disfrute.

“Las primeras horas de la marcha sonmás suavecitas y de ambiente más dis-par, estudiantes o tal. A primera hora haygente de todo tipo pero a las seis de lamañana ya no, solo quedan los ‘bocasnegras’, que quiere decir lo más malo detodo. Si sales de marcha, las seis de lamañana, ya es una hora prudente parairse a casa, todo el que se queda a partirde las seis de la mañana, malo” (consumi-dor, de 32 años).

La vida recreativa se ha convertido en unade las principales actividades de los jóvenes,donde invierten tiempo y dinero y alrededorde la cual se está creando una poderosaindustria7. Los estudios existentes sobre dro-gas y vida recreativa insisten en que buenaparte de los jóvenes de hoy pertenecen afamilias estables, con un nivel económicomedio y muchos siguen viviendo con su fami-lia de origen. El espacio del ocio es importan-te para negociar las relaciones y adquirir capi-tal social. Por tanto la inversión de tiempo ydinero en actividades recreativas no es fatuani banal, y posiblemente tiene consecuencias

Vida social de la cocaína

TABLA 6: Consumo de cocaína y hora de

regreso a casa en el fin de semana.

Hora de regreso a casa Consumo de cocaína

%

Antes de las 12 h. 0.6De 12 a 3 (madrugada) 2.8De 3 a 4 (madrugada) 8.2Día siguiente 17.5

7 La revista EKO (abril 2001) está dedicada a describir los “negocios en la noche” en distintas ciudades espa-ñolas: Ibiza, Madrid y Barcelona. En ella puede encontrarse muchos elementos que otorgan prestigio a loslocales recreativos y los convierten en espacios ideales para las relaciones sociales de distintos grupos.

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en las relaciones de solidaridad en otras esfe-ras. La cocaína juega un importante papel enesa dinámica dado que quienes tienen cocaí-na mejoran su posición en las relaciones depoder, por lo menos en el espacio recreativo,son la imagen del éxito, de capacidad de con-sumo, aguantan más tiempo, transmiten sen-sación de mayor disfrute, superan límites físi-cos al lograr que sus cuerpos se mantengancon energía y permanezcan despiertos, pue-den beber sin experimentar embriaguez, etc.

Sustancias y subculturas

Una forma de distinguir entre qué tribus osubculturas se relaciona una persona esconociendo qué drogas consume y qué dro-gas consumen sus amistades (Calafat et al.2001). Hay una división más o menos clara,entre aquellos que sí consumen cocaína yaquellos que consumen otras drogas, espe-cialmente éxtasis. Quienes consumen cocaí-na son además bebedores de alcohol y bas-tantes fuman cannabis. Hay consumidoresde cocaína que forman grupos compactos ycerrados pero la mayoría no lo hacen; haygrupos en que algunos consumen y otros no,entre ellos el ingrediente común es el alcoholy comparte un mismo tipo de diversión.Dependiendo de cómo estén formados losgrupos el consumo se hace más o menosevidente o disimulado:

“Tengo algunos amigos que no consu-men. Saben quienes de nosotros consu-mimos y el día que hay perico no se mez-clan. Normalmente no se mezcla la peñaque no consume con la que consume,algunos sí pero no demasiados. Cuandoestamos con gente que no consume selleva más disimulado, hay una especie deacuerdo tácito, todos consumimos medioa escondidas aunque la gente lo sepa. Simonto una fiesta y todos son consumido-res el perico esta de por medio, las rayasse hacen a la vista y todos tomamos,pero si solo hay tres o cuatro que consu-mimos hacemos viajes hacía el baño o adonde sea, al que no toma ni se lo deci-

mos, se sobreentiende” (consumidor, 28años).

“Los amigos no consumidores no sabí-an que yo consumía y siguen sin saberlo.En los cumpleaños, por ejemplo, cuandonos juntábamos los 6 amigos, procurába-mos repartirnos en coches los consumi-dores y dejábamos a los otros en otrocoche, con la idea de meternos una raya,y los otros a su aire, porque hay vecesque en los locales es complicado para nollamar la atención y por mil cosas” (Con-sumidor, 32 años).

“Si me voy a una cena con amigosmíos de la infancia o con gente del curroentonces no consumo, porque el ambien-te no es de meterse y no es apropiado,no es plan meterme yo solo, yo soy decompañía, de meterte con gente paraestar en el mismo nivel, no para estar yoen un nivel y la gente en otro” Consumi-dor, 33 años).

Los amigos son un ingrediente en el ritualdel consumo. Entre los consumidores más‘aristocráticos’ hay un consumo más exclusi-vo de cocaína y de alcohol. Este grupo marcadiferencias con otros consumidores, especial-mente con los consumidores de éxtasis. Dealguna manera esas dos sustancias dividenestilos de diversión entre dos subculturas. Eléxtasis ha perdido prestigio entre la élite,empieza a estar considerada una sustanciade los más jóvenes, de menor categoría, de‘pacos’ y ‘bakaladeros’ que gustan de unadiversión más vinculada al baile y a la masifi-cación. Entre los consumidores de cocaínamás sibaritas el éxtasis es una sustancia queno les crea alicientes. En cambio si que seobserva en el grupo de los más jóvenes la cir-cunstancia del consumo asociado de psico-estimulantes como el éxtasis de forma prefe-rente y la cocaína de forma secundaria a lolargo de la noche. Lo que es más significativoel que entre los jóvenes que durante algúntiempo han sido consumidores recreativos deéxtasis esta sustancia sea desplazada por lacocaína quedando el éxtasis como una droga

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complementaria y la cocaína como drogaprincipal. Posiblemente esta transición seadebida a la perdida de los efectos agradablesdel éxtasis por aparición de tolerancia inver-sa, lo que ellos suelen atribuir a cambios enla composición y mayor adulteración de laspastillas. Al mismo tiempo comparten escenacon otros consumidores de cocaína más poli-facéticos a quienes les gusta más un poco detodo. Algunos de los comentarios comunesson los siguientes:

“Consumir pastillas o éxtasis me damal rollo, ya consumir cocaína no me dademasiado buen rollo pero lo probé porcuriosidad y me gustó. Lo que me conta-ban de la coca era un efecto que me ape-tecía. El efecto positivo de la cocaína esque me da pilas, me carga de energía”(consumidor, 28 años).

“El éxtasis no me gusta nada, me pare-ce una droga suicida. He tomado dosveces pastillas, pero es una droga que meda miedo porque no sé lo que me estoymetiendo. Aunque con la cocaína no sé sime estoy metiendo cocaína o cualquiercosa de un laboratorio pero me da másconfianza, de una pastilla no me fío” (con-sumidora, 30 años).

“Antes con el éxtasis, hará unos sieteaños, me daba una sensación de bienes-tar, de gloria, de buen rollo y de putamadre y me iba a una discoteca y todobien, y luego empezaron a cambiar loscomponentes y de dos años a aquí entrasa una discoteca que están tomando pasti-llas y te da miedo estar allí, está toda lagente... Pero la cocaína toda la vida hasido igual y seguirá siendo igual” (consu-midor, 27 años).

Por alguna razón la cocaína da la sensaciónde pureza, de que se puede manipularmenos, no se adultera como puede ocurrircon las pastillas, y en general es más saluda-ble. Todos los argumentos están fundamenta-dos en intuiciones, creencias o fe en la sus-tancia. Los mensajes que se incorporan en el

imaginario proceden de fuentes informales,de comentarios que se transmiten entre ami-gos y en el ambiente. La imagen de aquellosque sí son consumidores contribuye a organi-zar esa creencia y por ello los ambientes sonuna gran influencia.

El vínculo que adquiere la cocaína con cier-tos ambientes o subculturas no parece tanen relación con la música o los espacios alter-nativos, como pueden estarlo otras drogascomo el cannabis, LSD o éxtasis. La subcul-tura mayoritaria en la que se consume cocaí-na en España está muy cercana a un consu-mo de elementos de prestigio social: moda,etiqueta, diversión, éxito, juventud, estatus,capital social. Es una subcultura muy depen-diente de esos elementos como parte centralde su identidad, de sus ideales y objetivosvitales. En una entrevista, una profesionalterapeuta afirmó: “Desde el punto de vistasimbólico los cocainómanos son muy indivi-dualistas, aunque sea una droga de ocio”. Y dehecho es así. El logro de todos los idealesque se pretenden alcanzar con la cocaína tie-nen un sentido individual, están orientadoshacia la propia persona consumidora y nohacía la colectividad.

Las sustancias están asociadas a valoressimbólicos que las promocionan y legitiman.El alcohol es la sustancia totémica en nuestracultura, tiene un alto contenido simbólico ysocial. El cannabis se promociona como lasustancia de la solidaridad, de valores alterna-tivos, de la ecología y de la búsqueda de nue-vas utopías sociales (Calafat et al. 2000). Eléxtasis es la droga del amor y de la amistad,está asociada a una conexión espiritual conlos otros, a una mayor conexión con elambiente, la música y el baile (Calafat et al.1998). La cocaína también va asociada a sím-bolos pero todos ellos con un fuerte compo-nente individual e instrumental. En las citasanteriores se ha visto que se consume paradivertirse, para sentir placer, para olvidar pro-blemas, para recuperarse de una borrachera,para sentirse superior, para superar retos,para un mayor rendimiento, lograr mayorcapacidad competitiva, más prestigio, etc.todos los ideales simbólicos que acompañan

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y justifican el consumo de cocaína tienensiempre una trascendencia individual. Todasellas son razones egocéntricas que buscansatisfacciones únicamente personales. Nin-guno de los argumentos recogidos en lasentrevistas hace referencia a un consumo porrazones altruistas, como podría ser ayudar aotro en una tarea difícil, para divertir a losotros, para hacer ver a la familia que uno estáde buen humor, etc. Pero lo que enmascaraese individualismo radical en que acontece elconsumo es que se realiza en contextossociales. De hecho esa tendencia al individua-lismo ya fue señalada por otros autores (Car-son y Edward 1987).

La necesidad de consumir en compañíaviene dada por unas reglas del juego quemarca el ritual. Al hacerlo en compañía elconsumidor participa con otros en un juego,demuestra al lado de quién está, se pactanrelaciones de solidaridad, se demuestra atre-vimiento y los otros sirven de espejo de unomismo. Sin la mirada de los otros el consumoindividual perdería escenario y con ello buenaparte de su motivación estética. Es un consu-mo que se asemeja al deporte de competi-ción; es necesario formar parte de un equipo,pero el logro es individual, el premio y la fotoes para quien gana. La pertenencia a un equi-po tiene sus límites. De hecho, en la carreradel consumo suelen ir cambiando los objeti-vos y llega un momento en que el consumose hace también en solitario, a veces aescondidas. Eso ocurre cuando la adicción seincrementa y el consumo ya no tiene un efec-to positivo, cuando se consume por imperati-vo de la carencia. Es entonces cuando elcocainómano se acerca más a la situación delheroinómano.

Los argumentos que aportan las dos citassiguientes son ejemplos de un consumocuyo único objetivo es uno mismo, la propianecesidad. En el primero la medicalización ala que se somete el consumidor de alcohol ycocaína, sus argumentos para legitimar elconsumo son una reacción egocéntrica einfantilizada ante un advenimiento en su rela-ción de pareja. La segunda cita es una crudaargumentación de que el significado de com-

partir está enraizado en la propia necesidadindividual.

“Las primeras veces me gustó. Era unacosa que tenías allí y la utilizabas un fin desemana porqué ya la conocías. Pero pornada más. Después entre el trabajo y pro-blemas con mi mujer... Empecé a discutircon mi mujer, no por asuntos de drogasporque yo en ese tiempo no consumíamucho. Lo que pasa es que los proble-mas de pareja me llevaron a introducirmecada vez más en la droga, para olvidarmede ellos y pasar. También bebía más,bebiendo más, y conociendo la coca, queen cierta manera hacia que mi cuerpo quehabía bebido no lo notara y podía conti-nuar trabajando. Así me olvidaba de losproblemas, era una manera de escapar”(consumidor, 29 años).

“Yo he invitado muchísimo, he monta-do la marimorena. Y a mí también me haninvitado. Invito a los demás para no sentir-me solo, para no sentirme culpable dehacerlo solo, para involucrar a alguien conmi pena. Mi mujer no quiero que tomepero a los que invito... que les den porsaco. A los que invito es porque si estándonde estoy yo en esos momentos esporque consumen, porque ellos tambiéntienen, en más o menos cantidad y por-que no aguantan la noche” (consumidor,de 29 años).

5. ESTILOS DE CONSUMO

La expansión y difusión del consumo decocaína ha dado lugar a distintos tipos deconsumidores que se diferencian entre ellospor los estilos de consumo, estilos de vida ypor distancias culturales muy sutiles. Losestudios sobre consumo y consumidorestienden a elaborar tipologías para poder gene-ralizar y comparar y elaborar modelos explica-tivos. Desde la dimensión más estadísticadescriptiva se han elaborado distintos tiposde consumidores de cocaína (Green, Picke-

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ring, Foster et al. 1994, Ditton y Hammersley1994). Se trata de: 1) El consumidor elitista,que se desenvuelve en el mundo de losnegocios, arte, diseño, etc. y hace un uso ins-trumental de la cocaína; 2) El consumidorrecreativo, para el cual el consumo es relati-vamente periférico en su vida; 3) El policon-sumidor que consume cocaína y cuya vidagira en torno a las drogas. Desde la dimen-sión más cualitativa Díaz (1992) ha señaladoocho estereotipos (social, circunstancial,situacional, elitista, comercial, disfuncional-compulsivo, heroinómano y ex-heroinómano).

En este estudio se han tenido en cuentaestas clasificaciones, pero se ha optado porclasificar los estilos de consumo a partir de laposición que ocupa el consumo de cocaínaen la jerarquía de los intereses vitales delconsumidor. Es decir, la posición de centrali-dad que ocupa la cocaína en la búsqueda desoluciones a necesidades estructurales (rela-ciones, diversión, economía, integración gru-pal, prestigio). La capacidad de gestionar dis-tintas soluciones y la posición que ocupa lacocaína en esa gestión es lo que se ha consi-derado que marca un estilo. En ello el tenermás o menos dinero no es un factor decisivo(aunque contribuye), también es importantehaber logrado (o estar en proceso de lograrun) un estatus profesional y muy en especialel contexto de amigos. Desde ese punto devista aquí se han dibujado tres arquetiposaunque, como ocurre en muchas ocasionesal clasificar conductas humanas, las diferen-cias entre ellos son poco nítidas y se solapan.

Hay consumidores ‘aristocráticos’ quemarcan un estilo: consumen vía nasal, serodean de consumidores de su misma clase,mezclan lo menos posible la coca con otrassustancias, en todo caso con alcohol y debuena marca; consumen en ocasiones espe-ciales de manera muy discreta, sin llamar laatención y se jactan de saber controlar elconsumo. Se consideran superiores o por lomenos tienen conciencia de ser un grupo conun estatus social alto, muchos son profesio-nales y se mueven en ambientes prestigio-sos. Para ellos fumar porros es algo degra-dante (aunque la imagen del cannabis está

cambiando y convirtiéndose en más presti-giosa), los que van de éxtasis son una tribude mal gusto y los consumidores de heroínaunos fracasados. Quienes están en estegrupo hacen un uso de la cocaína ocasional,como una fuente más de placer de las diver-sas a las que pueden acceder. Consumir dro-gas es disfrutar de la vida y diferencianmucho entre su estilo de consumo ‘inteligen-te’ y el que hacen los otros, un consumo másbanal, más orientado a un consumo masivo oa evadir los problemas. Este es uno de losgrupos menos visibles en los ambientes juve-niles, pero de mucha influencia y capacidaddefinitoria de la cocaína. Puede decirse queesté grupo es quien más contribuye a la defi-nición que la cocaína está adoptando en elimaginario de los consumidores.

Otro grupo son los consumidores ‘recrea-

tivos’ para quienes la cocaína es una drogamás (aunque la más codiciada) de todo elrepertorio que han probado y pueden optarcuando salen a divertirse. Este grupo está for-mado por consumidores más jóvenes denueva incorporación, la mayoría en proceso desituarse en un espacio social más consolidadocomo adultos y profesionales. También utilizancocaína por vía nasal, aunque les gusta pro-barla fumada, pero no es el método que másles gusta, en especial porque sienten ciertaaprensión. Este grupo mezcla todo tipo desustancias, pero sobre todo alcohol y canna-bis. Consumir cocaína y aprender a controlarlaes una finalidad y un reto que no siempre con-siguen. Este grupo conoce a los vendedorespero mantienen una relación muy funcional.Se podría decir que es el grupo mayoritario,por lo menos el más visible. Para ellos la coca-ína está muy vinculada a la diversión y a lasrelaciones grupales en su contexto.

Un tercer grupo son los consumidores

‘atrapados’ o de riesgo, mote que tiene quever con la forma, la cantidad y la relación conel consumo. En este grupo las drogas ocupanun lugar central en su dinámica vital, consu-men diversas sustancias y de forma máscompulsiva, buscan a través de las sustanciasy en el consumo la solución a sus interesesemotivos, económicos y sociales. Se mantie-

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nen muy cerca del narcotráfico, conocen a losvendedores y en ocasiones ellos mismos lohan sido. En ellos la adicción marca toda ladinámica de consumo en el que se alternanperiodos de uso compulsivo seguidos de bre-ves periodos de abstinencia autoimpuestacomo resultado de la saturación cerebral decocaína. El consumo se puede producir porcualquier vía pero la esnifada y fumada sonpredominantes, la vía inyectada también estápresente aunque no sea la habitual. Consu-men cocaína porque tiene más prestigio y encaso de que vendan porque sacan más bene-ficio, pero también hay otras drogas en susvidas: éxtasis, cannabis, alcohol, tabaco, etc.Este grupo es de alto riesgo, no tan solo por-que hacen un consumo abusivo, también por-que se exponen a ser detenidos, entran enuna dinámica de rupturas familiares y creanrelaciones débiles en su contexto de amigosmuy vinculadas a la cocaína. Pero sobretodoporque cuando quedan atrapados en la adic-ción sus vidas aparecen como un conjunto deerrores y quedan vacíos.

Además de esos tres subgrupos existenconsumidores ‘marginales’ y que forman unasubcultura particular. Se trata de algunosheroinómanos o ex-heroinómanos, algunosen tratamiento con metadona, que consu-men cocaína para paliar los efectos de la abs-tinencia o en busca de las sensaciones perdi-das por el consumo prolongado. Otro de loscolectivos son los consumidores de Crackque en España aun son una minoría (Barrio1998), está creciendo más en el sur que en elnorte, especialmente en las Islas Canarias(Santos 2000). En Europa es un colectivo queestá aumentando entre minorías étnicas enlos suburbios de grandes ciudades (Cohen2000, Ingold y Toussirt 2000, Nabben y Korf1999). Este colectivo es minoritario en Espa-ña y su consumo merece ser enmarcado enun análisis social específico.

Rituales del consumo

El lugar, el momento y la forma en que seconsume son parte de un proceso ritual deconsumo. En España la forma más común de

consumo es el consumo inhalado de cocaínaclorhidrato y para la mayoría de los consumi-dores resulta ser la forma más conocida yaceptada. Quienes utilizan otros medioscomo la vía parenteral o la pulmonar suelense consumidores que pertenecen al colectivode heroinómanos o consumidores de cocaesnifada que a lo largo de su adicción hanevolucionado hacia formas de consumo máscompulsivo como la base o crack. El últimoInforme del Observatorio Español (PNSD2001), confirma que la vía intranasal es lamás utilizada (79,5%), la fumada es utilizadapor el 17,4% y la inyectada por el 2,1%.

Aspirar la cocaína se ha convertido en unritual y los instrumentos que se utilizan enfetiches. El cristal, la navaja y el billete enro-llado son los útiles básicos.

“Para esnifar cocaína lo mejor es unbillete de 10.000 Pts.. Personalmente yosiempre he preferido la cuchilla de afeitar,un trozo de madera barnizada, una mesaescritorio y el tubo más largo de lo habi-tual, lo más largo posible porque cuandotomo unas cuantas veces tengo el proble-ma de que se me queda fuera. Cuandotomo la cocaína esnifada se me quedanlos pelotitos afuera. Y si tengo el tubolargo lo meto más a dentro y esnifo masfuerte y se me va todo para dentro, y nohace sangre, ni pelotillas, ni marranadasde esas. No te puedes presentar a casacon la nariz así, canta demasiado” (consu-midor, de 19 años).

Inhalar el polvo, “meterse rayas”, es laforma más conocida y aceptada de consumircocaína porque se considera más limpia yelegante. Entre los consumidores más selec-tos hay una práctica sibarita y escrupulosa.Valoran el buen gusto, la calidad, consumircon medida, y la aceptación de las reglassociales más formales.

“Con mi pareja o con gente de muchaconfianza podemos compartir rulo y lo dela tarjeta si que es sagrado o igual que elDNI” (consumidor, 29 años).

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El valor simbólico de los fetiches está muyen relación con el dinero: hacer rulos con losbilletes, utilizar las tarjetas de banco parahacer rayas, se ha generalizado el uso de lascabinas de cajeros automáticos para prepararlas rayas, etc. Sin duda el consumo esnifadoes el más prestigioso, considerado selecto yel que se adorna de un ritual preparado y pro-pio de un grupo social que mantiene su esta-tus con las buenas formas.

El consumo nasal exclusivo es una de lasdiferencias que separan un tipo de consumi-dor de otro. Quizás lo más importante es quelas otras formas (fumada o inyectada) se con-sideran formas muy agresivas y un tanto cer-canas al consumo propio del heroinómano opoblaciones marginales. Dos de los informan-tes han utilizado estas vías minoritarias y elestilo de consumo es muy distinto al delresto, en el sentido de menos sociable, máscompulsivo y más caro. Si algún tipo de pre-juicio tienen los consumidores de cocaína,especialmente el grupo más selecto, es antela imagen del ‘yonqui’ consumidor de heroína.Consideran a este un fracasado, alguien mar-ginal y lo más lejano a lo que ellos simbolizan.El ‘yonqui’ es una imagen estigmatizada queles aterra y sienten un rechazo absoluto quelinda incluso con un sentimiento xenófobo.

“La cocaína no tiene nada que verfumada que esnifada. El fumar solo tieneefecto cuando se tiene el humo dentro,no es relajación tampoco es euforia, esdifícil de explicar, me quedaba tenso... esen ese momento por eso es tan compul-sivo, cuando terminaba de fumar necesi-taba fumar más porque me había queda-do en tensión. Está mal visto el fumar lacocaína comparado con esnifar, ya sepuede considerar socialmente yonqui.Todas las experiencias que he tenido conla droga hasta que la he fumado han sidobuenas, nunca me había ocasionado nin-gún perjuicio hasta que he fumado” (con-sumidor, 27 años).

“Llega un momento en que la conver-sación gira todo el rato en torno al consu-mo, que rica está, que buena está, que

colocón cogimos ayer, te acuerdas de laque había hace dos meses lo buena queestaba y la mierda que hay ahora” (consu-midor, 42 años).

Tiempo y espacio del consumo

Como ocurre con muchos productos, lacocaína tiene su tiempo y espacio, dos coor-denadas que también contribuyen a definir elbuen o mal uso que se hace de la sustancia.La imagen positiva de la cocaína es la queaportan los consumidores que practican unconsumo controlado. Estos se lo reservanpara momentos ceremoniales de importanciasocial. Hay fechas muy emblemáticas en elcalendario que son : Navidades, Año Nuevo,fiestas patronales, vacaciones de verano, etc.También hay fiestas que están más vincula-das a la vida social del individuo: despedidasde soltero, cumpleaños, bodas, etc. Cada unade esas ocasiones crea expectativas de diver-sión y la cocaína es un refuerzo que ayuda acumplir con esas expectativas.

“En fiestas nacionales, de esas paratodo el mundo, normalmente el nivel deconsumo aumenta pero al mismo tiempodisminuye. Toda esa gente que tomadurante fiestas como Año nuevo no vuel-ve a tomar más. Porque cuando lleganfiestas la cocaína esta superadulterada.Cuando llegan fiestas no sé que hacen,pero hacen unos desmierdes... La genteque sabe compra la coca dos semanasantes. Hay que ser previsor” (consumi-dor, 19 años).

El consumo esporádico es para momentosiniciáticos o para ese grupo selecto que man-tiene un consumo muy controlado. Entre losjóvenes ‘recreativos’ la tendencia es a hacerun consumo mensual y para muchos sema-nal y muy orientado hacia la noche y los finesde semana.

“El consumo de coca es en grupo. Tuquedas los viernes y los sábados parapillar y quedas con cuatro o cinco y pillasdos gramos para todos y entonces coges,

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te pones unas rayas y ya te vas a tomarunas copas o tal. Eso te estoy hablando apartir de las seis o las siete de la tarde ydespués ya te vas toda la noche de mar-cha” (consumidor, 42 años).

Los espacios de preferencia para el consu-mo son los espacios recreativos. Sin embar-go el control que existe en algunos localesdificulta que el consumo se realice in situ. Porello, el coche se ha convertido en un instru-mento casi imprescindible de la vida recreati-va, no solo transporta sino que crea un terri-torio de privacidad. En los aparcamientos delas discotecas es común ver jóvenes en elinterior de un vehículo escuchando música yhaciendo unas rayas. Las casas son otroespacio de consumo siempre que los jóve-nes dispongan o tengan amigos con viviendapropia. Consumir en espacios públicos esuna opción menos frecuente pero se practicacuando ‘no queda más remedio’. El problemaes la visibilidad del consumo, que puede traerconsecuencias legales al consumidor y, nor-malmente, los consumidores no pretendenser transgresores más allá del consumo.Algunos ejemplos que ilustran la forma deconsumo de los distintos estereotipos:

“No me gusta consumir en cualquiersitio. Prefiero consumir siempre en micasa o en casa de gente, en un ambienteque me sienta a gusto. No me gusta con-sumir en un cajero automático, ni en ellavabo de un bareto, aunque lo he hechopero no me gustan los ambientes que noson adecuados y tengo que tomarlo tran-quila” (consumidora, 29 años).

“Normalmente el lugar de consumo del90% de la gente es en su casa. Si me ibacon los amigos de marcha y me traía migramito, no me lo tomaba en la discoteca,sino que salía fuera y me metía mi rayita enel coche. En los baños también es un buensitio. Los fines de semana en los barestomaba la coca en el baño, más que nadapor comodidad.” (consumidor, de 19 años).

“Consumo en cualquier sitio, dondecaiga, ya sea en una casa, en un baño de

cualquier bar o en una esquina de la calle”.(consumidor, 28 años)

La influencia de los amigos, de la tribu y delambiente es muy importante en crear unestilo de consumo. La vida social de la cocaí-na la decide cada grupo y los individuos quepertenecen al grupo tratan de adaptarse.

“No hay duda de que la cocaína es unadroga y no hay duda de que engancha, esfácil que apetezca consumir. Si la peñacon la que uno se mueve consume fre-cuentemente supongo que es muy difícilconsumir poca cantidad y lo que es casiimposible es estar con gente que consu-ma si ya la has probado por que te incitan.Si los otros consumen es difícil no consu-mir” (consumidor, 22 años)

Es verdad que también hay condicionantesneurofisiológicos en la frecuencia de consu-mo de cocaína especialmente cuando el con-sumo es frecuente. Una gran parte de consu-midores, incluidos el grupo de adictos,interrumpen el consumo tras varios días deatracones de cocaína, pero no por su propia“voluntad” o capacidad de control sino porque la cocaína provoca un efecto de satura-ción que autolimita el consumo a periodos deabuso compulsivo seguido de cortos perio-dos de abstinencia, y vuelta a empezar.

El consumo que más se expresa en lasentrevistas es el del fin de semana vinculadoa la diversión, los amigos, la fiesta y la vidasocial. Hay estudios que muestran que esjustamente en consumo de fines de semanalo que dificulta la percepción de problema(González y Collis 1999). Esa frecuencia esquizás la que marca la frontera del peligro enla percepción de los consumidores. Aquellosque limitan el consumo al fin de semana con-sideran que controlan el consumo, que pue-den pasar años consumiendo sin tener pro-blemas, pero se debe tener capacidad demantener en esa frecuencia. Quienes pasanel límite son los que fracasan, pierden laapuesta y se convierten en adictos. De algu-na manera saber mantenerse en la fronteraes un reto para los consumidores, una espe-

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cie de doble triunfo: además del premio porconsumir obtienen el premio del autocontroly esa creencia les fortalece.

Algunos de los consumidores recreativospasan a un consumo regular (entre 3 o 4 díaspor semana) o diario, lo que va emparentadoa un incremento en la cantidad consumida ya la entrada en la trampa de la adicción. Cuan-do eso ocurre el consumo deja de estar úni-camente vinculado a la diversión, también seconsume por necesidad y en soledad. Algu-nos de los consumidores que llegan a eseextremo se esconden de su círculo de ami-gos quienes controlan mejor el consumo, seavergüenzan de su adicción y se inicia un pro-ceso de exclusión marcado por ‘la ley delsilencio’. El estigma de quien cae en la adic-ción lleva el castigo del aislamiento social.

En España no existen estudios longitudina-les realizados a los consumidores de cocaínay por ello la única aproximación a ese procesoson las narraciones de ellos mismos dondeexplican sus experiencias. Aunque es unainformación valiosa no se puede cuantificar ypor ello es imposible de generalizar tenden-cias y cambios en las frecuencias y cantida-des. Tan solo sabemos que los consumidoresde cocaína son diversos y los procesos quesiguen cada uno de ellos también.

Policonsumo.

Todos los datos indican que la cocaína y elalcohol son dos sustancias que se comple-mentan. Prácticamente todos los consumido-res entrevistados vinculan el alcohol a lacocaína. La mayoría afirma que la cocaína lesayuda a controlar los efectos del alcohol, laconsumen para seguir ‘bebiendo’ sin embria-garse. De esta forma los efectos del alcoholquedan latentes, se postergan, y consiguenalargar su participación en la fiesta. Ese efec-to de la cocaína como sustancia que controlaal ‘alcohol’ sugiere una cierta obligatoriedadde consumo de alcohol en algunos espaciosya sean recreativos o laborales. El alcohol es,por tanto, una sustancia clave en la lógica delconsumo de cocaína.

“Mi gran problema era el alcohol, osea, yo soy alcohólico y cocainómano yaque son drogas muy asociadas. A vecessalía de casa pensando que no tomaríacocaína pero el tomar dos copas ya meincitaba” (consumidor de 32 años).

Además de la complementariedad químicay funcional también puede haber una relaciónsimbólica entre esas dos sustancias. Y posi-blemente está estimulado por una industriarecreativa a la que el consumo de alcohol leaporta los mayores beneficios. Hay una espe-cie de transferencia simbólica, la cocaína per-mite beber sin entrar en la embriaguez y portanto ayuda a consumir mucho más alcohol, acambio el alcohol transfiere a la cocaína partede su poder totémico y ancestral al convertir-la en su aliada de la fiesta.

A pesar de que el alcohol es una sustanciaclave en las relaciones sociales, tiene presti-gio y se estimula su consumo, la embriaguezcrea una imagen negativa. Las personas quese embriagan son excluidas, se les ve comopersonas que han perdido el control, que nosaben donde tienen su límite. En la mayoríade locales con control de aforo se impide elque accedan personas que presentan un cier-to estado de embriaguez. Por todo ello lacocaína es una aliada inmejorable.

Además de alcohol hay quienes mezclan lacocaína con otras sustancias, en especialconsumidores con una tendencia más recrea-tiva y menos sibarita. Los más jóvenes expe-rimentan mezclas, descartan aquellas que lessientan mal o que no les ayude a alcanzar susexpectativas. Entre los más jóvenes haypocos que puedan mantener el coste de unconsumo constante de cocaína, lo que leslleva a complementarla con otras sustancias.

“Yo soy politoxicómano aparte demeterme coca. Todo depende de lo quetenga por delante, fumar porros fumosiempre desde que me levanto hasta queme acuesto. El alcohol también, porque lacoca sola me pone mucho más cardíaco ycon el alcohol controlo más” (Consumi-dor, 26 años).

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El problema está en que la sensación sub-jetiva le lleva a pensar a este tipo de consu-midor que la borrachera es menor al igual queel “nerviosismo”, lo que lleva a que las canti-dades que consumen de ambas sustanciaspuedan llegar a ser realmente brutales.

“He combinado la cocaína con otrasdrogas. Me he tomado tres gramos ymedio de cocaína, luego me he tomadomis porros para ir a casa y cenar. Des-pués salía, me tomaba tres pastillitas yalcohol. Luego un tripi y otra vez cocaína.Todo esto no lo he hecho una vez sinomuchas” (consumidor, 19 años).

6. EL MERCADO DE LA COCAÍNA

“La cocaína está en todos lados” es elcomentario más común de todos los infor-mantes. Son varios los espacios donde sepuede conseguir cocaína. Los lugares recrea-tivos son los privilegiados, en ellos suelenestar los proveedores que son conocidos delos consumidores, algunos mantienen unarelación cordial pero estrictamente comercial,otros se hacen amigos. Los más jóvenes con-siguen la cocaína en los locales recreativosque frecuentan los fines de semana. Otroespacio son los sitios concretos donde lagente sabe que se vende, también suelenser lugares recreativos, como bares o pubsdedicados cuyo dueño o camarero se dedicaa vender.

A lo largo de la investigación los informan-tes han nombrado los locales más concurri-dos por los consumidores de cocaína. Aque-llos más mencionados se han ido a visitar yse ha hecho un informe de cada uno. Haylocales de todo tipo aunque la mayoría sonconocidos en la ciudad, tienen renombre yfrecuentados por un público elegante y quemantiene las pautas estándar. Algunos de loslocales son grandes discotecas famosas porel ambiente. La descripción de una de ellasda una idea del ambiente:

“Casi el 90% de la clientela es consu-midora de drogas, principalmente pasti-llas y cocaína. Ello se nota por el ambien-te, por el estado de euforia en que está elpersonal, no porque sea visible el consu-mo. En ese local no se deja fumar porrospero si lo llevas hecho, en la terraza sepuede fumar sin mucho problema. Es unlocal que tiene fama de hacer fiestas a logrande, con buenos espectáculos, gogos,gente extravagante y también gente colo-cada. Cuando alguien quiere pasarlo engrande saben que esa discoteca asegurala diversión. El tipo de clientela es básica-mente de unos 20 a 30 años. La músicaes dance, la gente viste a la moda, bas-tante llamativa, pero de estética cuidada.También se pueden encontrar personasque se salen de la norma como drag-queens o gente que destaca por suaspecto, aunque no es de ambiente gaysí que se encuentran bastantes homose-xuales. En general el público es variado”(discoteca en Palma).

Detectar visualmente el consumo es difícily también lo es detectar el trapicheo delcamarero con los clientes, para ello se nece-sitan muchas horas de barra y ‘colegueo’ enel interior del local. En este trabajo se ha utili-zado la ayuda de informantes que son asi-duos y han ayudado a interpretar situaciones.En una de las visitas se describió al dueño deun pub que hacía de camarero:

“La relación con el dueño puede variarsegún lo que se pida y la confianza que seestablezca. Con las personas que conocees mucho más amigable y parlanchín.Para aquellos que van a comprar unosgramos de cocaína la cosa cambia. El pro-ceso es el siguiente: Te acercas a la barradonde se encuentra él y le dices en vozalta: -una cerveza (por ejemplo), y en vozbaja: X gramos de cocaína. Si te conoce,aunque sea poco te la da, pero si no teconoce no te la da. Si decide dártela secomporta de una forma muy amigable,como si te conociera de pequeño, sacatemas de conversación para que la gente

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no mire lo que hace, entonces tu ponesXXX pesetas debajo del paquete de taba-co y el arrastra el paquete, coge un ciga-rro, coge el dinero de debajo del paquetey te mete la cocaína dentro del paquetede tabaco. En esos momentos es la per-sona más amigable.” (descripción del tra-bajo de observación).

Iniciarse en el consumo es un primer pasoque va acompañado de iniciarse en la com-pra. Es parte del ritual que los primeros con-sumos se produzcan por invitación pero sipersisten se considera ‘gorroneo’. Con lasmujeres hay una mayor tolerancia, se las invi-ta con mayor frecuencia siempre y cuandosea de forma muy esporádica.

Comprar cocaína permite entrar de lleno enel submundo que se genera alrededor de esadroga. No todos los consumidores comprande la misma forma ni a las mismas persona,el estilo de compra está en relación a la impli-cación de la cocaína con la vida de los consu-midores. aquellos más ‘aristocráticos’ no tie-nen interés en implicarse en ese ambiente,su objetivo es únicamente conseguir cocaínade forma discreta y cómoda. Ello da lugar auna cierta jerarquía de traficantes que sirvena distintos tipos de clientes. Un ejemplo deesa situación nos lo presentan los siguientestestimonios de consumidoras del colectivomás ‘aristocrático’:

“Compramos muy poca cocaína y lohacemos en pareja, y normalmente yo nome entero de nada. Nunca compra lamisma persona. Las pocas veces que hecomprado ha sido a través de un amigoque conoce a otra persona, son vías raras,yo no me voy a calles siniestras ni nadade eso” (consumidora, de 29 años).

“Consigo la cocaína a través de unapersona conocida que trapichea con ello ycuando quiero le pego un toque y metrae, no voy a buscarla a la calle. Si él notiene yo no cojo a nadie, me arriesgo aque venda mierda y me cobre más caro”(consumidora, de 30 años).

Otro ejemplo es el de un estudiante univer-sitario que se acerca más a la experiencia delos jóvenes consumidores ‘recreativos’ aquienes les gusta estar cerca del riesgo perono implicarse de lleno, lo viven como unespectáculo de realidad virtual, donde ellosestán en la escena pero solo miran. Para esegrupo el mundo del narcotráfico del cual par-ticipan es un espectáculo emocionante yfuente de diversión:

“El mundo de la venta de cocaína es unpoco mafioso, hay mucho vicio, muchodesespero, mucho mercado negro, no sé,es todo muy sucio, es un submundillo. Enverdad somos como niños pequeños quese nos dice: ‘no abras la puerta’ y la abri-mos. A los consumidores también nosgusta el morbillo de la clandestinidad,como nosotros pagamos y nos vamos nonos enmerdamos tanto como los came-llos y puede llegar a tener su gracia” (con-sumidor, 22 años).

Hay otras formas de implicarse compran-do, manteniendo relación directa con los tra-ficantes, relacionándose con varios de ellos ymoviéndose en sus ambientes. Esa es unaactividad que atrae a muchos jóvenes a quie-nes les gusta conocer un mundo prohibidopara sus mayores, les da superioridad y sen-sación de control de sus vidas. El grado deimplicación es diverso y está muy en relaciónal lugar que ocupa la cocaína en la vida de lapersona, a medida que el consumo se hacecompulsivo la cocaína se convierte en untema central y cotidiano, los amigos son con-sumidores y traficantes, se habla constante-mente del mercado de la cocaína y la vida delconsumidor gira alrededor de la sustancia.Los consumidores recreativos todavía sepa-ran distintas realidades, saben que hay gru-pos de gente que no son consumidores yambientes donde el consumo no está bientolerado. Por el contrario los consumidores‘atrapados’ viven tan implicados con la sub-cultura de la cocaína que creen que todosson consumidores, que en todos los lugareses posible conseguir cocaína, que hay trafi-cantes en cada local. Un ejemplo:

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“Hay camellos en todos los lados, sontíos que conozco porque van siempre alos mismos sitios, son los mismos came-llos que también hacen la ruta, tienen sushorarios y cuando acaba una discoteca vana otra. Los camareros lo saben todo, setrata de llegar a un sitio y preguntar, inclu-so la mayoría de ellos trapichean, y setrata de preguntarles y si te ven fiable,que no eres policía te mandan a uno deellos, es facilísimo” (consumidor, 32 años).

Entre los informantes para esta investiga-ción diez de ellos han participado de la ventacomo una forma de sufragar el coste de supropio consumo. Entre ellos es generalizadala opinión de que en los ambientes recreati-vos aumenta la captación de adolescentesque realicen esa labor de venta. Uno de loscomentarios es el siguiente:

“Cuando empecé a consumir tenía 17años, los chicos de mi edad lo que consu-mían eran pastillas. Pero es que ahoraincluso a los 16 ya están consumiendococaína. Hay camellos mucho mas jóve-nes. Bueno, los camellos gordos son dife-rentes. Todo empieza porque un chavalínva a un camello gordo a comprarle. Cuan-do ese camello ve que el chavalín va acomprarle mucho porque compra para él,para los amigos y tal, es cuando el camellolo enrolla y le dice: -toma te doy tantos yte fío tantos. Todo empieza así, enganchana los pequeños. ‘Te doy tanto’ y ese chavalflipa, y ya se cree el amo del mundo.Hasta que llega el momento que vendenpara consumir. Al principio lo hacen paraganar dinero hasta que lo hacen para con-sumir” (Consumidor, 25 años)

En general hay una cierta valoración positi-va del trapicheo entre los jóvenes, es vistocomo cosa de atrevidos de quienes se losaben montar, que saben jugar con la pica-resca y ‘buscarse la vida’.

“Con un sueldo no te basta para consu-mir. A mí al principio con 140.000 Pts. almes no me bastaba y en cambio ahora

con 140.000 Pts. tengo cojones de tener40 gramos en casa. Antes con 140.000Pts. compraba 10 gramos. Y luego al cabode unos meses aprendí cómo con 50.000Pts. tener 20 o 30 gramos en mi casa. Fuiconociendo gente, me hacía con la genteque me interesaba y procuraba no meter-me en mucha mierda. Y así estoy a flote,consumo lo que quiero, me monto lasfiestas que quiero y no tengo ningún pro-blema” (consumidor, 19 años).

Existe una racionalidad en la gestión econó-mica del consumo. El gasto vinculado al con-sumo puede ser muy diverso. Los más jóve-nes, en su periodo iniciático suelen repartirseun gramo entre varios y pueden gastarsehasta dos mil pesetas semanales. Para aque-llos que se introducen en el tráfico el consu-mo es gratis, es parte de los beneficios queobtienen. Los consumidores de heroína queestán en tratamiento de metadona suelenpracticar un consumo más esporádico y gas-tan menos. Suelen consumir cuando tienendinero, hay quienes gastan una media de 500pesetas diarias. Los consumidores que sí gas-tan, quienes engrosan el mercado, son losconsumidores exclusivos de cocaína o queprefieren esa sustancia, quienes ya han pasa-do la etapa iniciática y se incorporan el consu-mo como parte de la normalidad. Si además,se tiene en cuenta que el gasto de la cocaínase acompaña de otros gastos: básicamentede alcohol, pero también cenas, entradas alocales, prostitución, etc. La diversión resultacara y puede que sea uno de los gastos prin-cipales y enmascarado de muchas familiasespañolas. En los ejemplos siguientes se pre-sentan criterios de gestión del gasto:

“A mí mientras no me falte dinero parapoder comer en la universidad, para podercomprar dossiers de la facultad, para lagasolina de mi coche, lo demás me lopuedo gastar en lo que yo quiera” (consu-midor, de 22 años).

“La cocaína afecta a la economía perocompramos cuando nos sobra el dinero,que no suele ser muy a menudo y eviden-

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temente si no hay un dinero extra quenos podamos gastar en cocaína no lohacemos. Es como cuando nos compra-mos unos zapatos nuevos por capricho...”(consumidora, 29 años).

“En un fin de semana me gastabaunas 200.000 Pts. o 300.000 Pts. Cuandovendía tenia mucho dinero, y en principiotodo muy bien hasta que se me hizo unagujero de 1.000.000 Pts. Y luego vinieronproblemas e historias. Y cuando ya notenía para vender, como yo tenía ese hábi-to y ese rito de vida, pues me buscaba lasmil y unas, comprar para vender...” (con-sumidor, 25 años).

Delincuencia doméstica.

La etiqueta de prestigio que arropa a lacocaína y a los consumidores de esta sustan-cia se ha ido creando en parte por antagonis-mo ante los grupos de consumidores deheroína o cannabis. Los consumidores decocaína se crean una imagen de prestigio yde éxito, detectan dinero y poder, son diverti-dos, parlanchines, activos, visten a la moda,se rodean de fetiches caros: coches, perfu-mes, restaurantes e incluso mujeres. La eti-queta no es únicamente un signo estético,sino que crea un componente simbólico quees lo que contribuye a definir la sustancia, lasexpectativas que se generan sobre ella y alos consumidores. Por todo ello es difícil veren algunos consumidores a un delincuente.

Entre el colectivo de consumidores ‘recrea-tivos’ que van de ‘cocaína’ el dinero dedicadoal consumo es considerable y necesitan de-sarrollar una gestión muy racional de su eco-nomía. Eso no sucede en muchos casos y elcoste se dispara entre aquellos que tienden aun consumo más ‘compulsivo’. Como buenaparte de este colectivo son jóvenes integra-dos en familias estables, con una cierta capa-cidad económica la tendencia al robo ‘domés-tico’ es común. Los ejemplos siguientesilustran algunas de esas situaciones:

“Para consumir me gastaba casi todoel sueldo que ganaba en el bar. Yo ganaba

120.000 Pts. y a final de mes no me que-daba nada. También he robado muchodinero a mis padres. Casi cada semana lerobaba a mi padre diez mil pesetas delbolsillo. También vendía el oro por nada,porque no te daban casi nada” (consumi-dora, 24 años).

“El gramo vale 12.000 o 15.000 Pts.. Alprincipio me lo podía permitir con lo queganaba en el trabajo. Pero al final ya hacía“mangarrufas” en el trabajo. Cogía dineroa mis padres o a mi hermano. Llegas aeste punto porqué el dinero no te bastanunca” (Consumidor, 29 años).

“A mi madre, esta última vez, le quitéalgo de dinero. No valgo para robar a losde fuera pero, lo típico, vas a casa y esmás fácil. He intentado no perjudicar a mifamilia pero llega un punto que si tienespara un par de gramos, ...” (consumidor,32 años).

7. LA CARA OCULTA DEL CONSUMO: DES-

CENSO, FRACASO Y SOLEDAD

Dime cómo ves el mundoExiliado en cada lavabo,Contando cada minuto

Administrándote los gramos.Estopa, Exiliado en el lavabo

La relación con la cocaína se inicia con una‘luna de miel’ en que la sustancia fascina yseduce, algunos aprenden a mantener unarelación intermitente con la sustancia con loque consiguen prolongar durante años o todala vida el encantamiento. Otros pasan a unconsumo más frecuente e instrumental y deellos una parte quedan completamente atra-pados en su seducción. Cuando eso ocurre elencantamiento de los efectos que produce lasustancia desaparecen y solo queda la nece-sidad de consumirla, el impulso dominantede la adicción.

Cuando Freud probó la cocaína creyó queera una sustancia mágica, la solución a los

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pesares y fuente de placer. El sueño duróhasta que descubrió sus poderes adictivos.Entre los consumidores actuales los efectosque les produce la cocaína y la capacidad decontrol están muy en relación al contextosocial del consumidor/a y a la posibilidad desatisfacer sus expectativas vitales a través deotros medios que no sean las drogas. A lolargo de la exposición se han destacado tresarquetipos de consumidores, uno de ellos sonlos que entran en una etapa intensiva de con-sumo, algunos de ese grupo son los que ter-minan buscando ayuda profesional y deman-dan un tratamiento para salir de la adicción.

Prestar atención al grupo de consumidoresen tratamiento tiene un doble interés en estetrabajo, se ha analizado la interrelación que seestablece entre los dos colectivos, aquellosconsumidores a quienes el consumo no lescrea ‘problemas’ y aquellos a quienes sí lescrea y tienen que recurrir a un tratamiento. Y,en segundo lugar, porque este grupo ‘conproblemas’ elabora una nueva definición delsignificado de la cocaína, muy distinto al quedomina el mundo recreativo de la fiesta y ladiversión. Es la otra cara de la luna, el ladoque no brilla y se mantiene oculto pero tanreal como el lado visible. ¿Dónde está latrampa que oculta esa otra realidad?

En buena parte la invisibilidad de los proble-mas del consumo tiene sus razones en elpanorama simbólico que define la cocaína ennuestra sociedad. La adicción resulta difícil dedetectar porque se presenta en un formatodistinto al conocido de la heroína, porque susefectos pueden tardar años en aparecer y esdistinto en cada persona, porque hasta hacepocos años era un consumo practicado por ungrupo social con posibilidades económicascuyos problemas se solucionaban de formaprivada y silenciosa. También porque al ser unconsumo de clase media resulta más difícilvalorarlo de forma problemática. La clasesocial a la que se vincula el consumo de unadroga es muy importante para explicar lamayor o menor legitimación de esa sustancia.Al evaluar la percepción social de la cocaínaes importante tener en cuenta esa etiquetacomo droga de un grupo de posición social

alta. Sterk-Elifson (1997) afirma que “Laausencia de interés en las diferencias entrelas clases se justifica por la opinión de que lasdrogas principalmente usadas por la clasemedia son vistas como ‘drogas buenas queson usadas de manera correcta”. En nuestrasociedad ello es equivalente a fumar marihua-na o aspirar cocaína. “Las drogas y vías deadministración más prevalentes entre los con-sumidores de clase baja se asocian frecuente-mente a la idea de desestructuración de fami-lias y comunidades; en consecuencia, estoshábitos de droga se etiquetan de ‘malos’, porejemplo inyectarse y fumar cocaína y heroí-na” (Musto 1973). Además el uso de drogasse califica de ‘bueno’ porque juega un papelmenos central en la vida de los consumidoresde clase media que el que juega en las vidasde los consumidores pobres. Las drogas que-dan restringidas y definidas por aspectospositivos como la diversión, ocio y placer.

La forma en que se plantean estas dife-rencias contribuye a que los consumidores‘buenos’ e ‘inteligentes’, aquellos que sí con-trolan, se reafirmen en una opinión individua-lizada propia del individuo exitoso que sehace a sí mismo. El siguiente comentario esun ejemplo:

“El riesgo de adicción a la cocaína es unenganche psicológico, que tiene que vercon las inseguridades personales. Hay per-sonas muy frágiles de carácter con pocavida social o con la vida social mal solucio-nada, no me extraña que se enganchenporque con la cocaína tienen una vidillaque no han vivido nunca. Cuanto más con-sumes más quieres, a mi me pasó, notabaque me ponía de mal humor y no me lopasaba tan bien. Es una decisión personalengancharse o no engancharse, es unadecisión de voluntad no es un enganchefísico” (consumidora, 29 años).

Esa opinión es la dominante entre los quemantienen –o creen mantener- un consumocontrolado. De esta forma niegan las condi-ciones sociales y personales que presionanhacia un consumo problemático, niegan lainfluencia del contexto en que se mueven

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algunas personas, niegan las influencias sim-bólicas y de los medios de comunicación queasimilan buena parte de los adolescentes.Una de las consecuencias que se está produ-ciendo con el aumento de consumidores conproblemas de adicción es que crece la intole-rancia por parte de aquellos que defienden elconsumo. De alguna forma tratan de diferen-ciarse de una manera que linda la xenofobiamarcando una distancia que les impida versea sí mismos tras el espejo de quienes sí tie-nen problemas.

“La gente que conozco que ha tenidoenganches fuertes con la cocaína ya losveía venir, los reconozco. Son gente conla que no me relaciono mucho porque noson tipos de caracteres con los que yosuela coincidir, no me hago amiga de uncocainómano porque tengo la teoría quees una gente que tiene una forma deactuar que difiere mucho de como soy yo.Los que conozco son gente que me danmucha pena, son gente muy sola. Songente que aparentemente no se parecenpero que repiten un patrón de conducta”(consumidora, 29 años).

“Yo soy bastante clasista, para mí no eslo mismo que se meta una raya de cocaun tío sin cultura que solo sabe hacerse elchulo delante de cuatro capullos, o unbuen amigo mío que se sabe comportar”(consumidor, 21 años).

Una parte de estos consumidores ‘aristo-cráticos’ actúan como defensores del consu-mo y lo legitiman basándose en la posibilidadde control que ellos tienen la oportunidad deejercer, confundiendo la calidad de la sustan-cia con el control y situando la causa y pro-blemas del consumo en la prohibición:

“Creo que es posible, y que lo tengo,un consumo responsable de cocaína. Laguardo para las fiestas de guardar, notomo más de la debida ni me gasto elsueldo en ella. Consumo responsable-mente y con mucha mesura, no creo queesté mal lo que yo haga y debería poder-

se hacer libremente. Debería estar legali-zado, es un problema político, geográfico,estratégico, es un problema de racismomundial asqueroso” (Consumidora, 29años).

“Por la falta de control de la calidadestán pasando unas cosas horribles y hayuna falta de información por parte de lagente que no sabe donde acudir en milesde situaciones. No se conocen centrosdonde se puede analizar la sustancia,libros que informan... todo eso ayudaría aun consumo más responsable y más con-trolado” (consumidor, 29 años).

Esas opiniones tienen su efecto porque latendencia actual es que la percepción delriesgo ante el consumo de cocaína tiende abajar. Existe cierta conciencia de que la coca-ína hace daño pero también de que puedecontrolarse, al consumirla no se ven síntomasde deterioro y no existe un síndrome de abs-tinencia similar al de las drogas más conoci-das. De alguna manera hay una cierta resis-tencia a asumir los efectos negativos ypredomina la imagen que elabora de la cocaí-na el grupo elitista: La cocaína se definecomo ‘droga limpia’ e integradora, droga quefavorece las relaciones y la desinhibición.

En general, el riesgo percibido por los jóve-nes en relación al consumo de drogas pareceestar más asociado a la frecuencia de dichoconsumo que al tipo de droga (EncuestaEscolar 1998). A pesar de todo ello la percep-ción de peligrosidad de la cocaína en la pobla-ción en general es alta, el 94,6% la conside-ran una sustancia peligrosa (Megías et al,2000). En el debate acerca de la prohibiciónha aumentado en esta última década la opi-nión de que la cocaína debe ser una sustan-cia prohibida. Quienes más defienden quesea una droga legal son los consumidores decannabis (44,1%) y de otras drogas ilegales(60,3%) (Megías et al 2000). La percepcióndel riesgo es un aspecto que merece un aná-lisis complejo porque son también complejaslas estrategias en las que los consumidoresse amparan para gestionar los riesgos ante elconsumo (Calafat et al., 2001). La mayoría de

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consumidores entrevistados tienen concien-cia de que el consumo de cocaína implica uncierto riesgo, a pesar de ello la consumen loque indica que elaboran estrategias de legiti-mación de su consumo.

“Creo que la adicción a la cocaína noes tan grande como con otras cosas. Yoveo que se puede parar. Es más regula-ble. La gente que toma caballo es otracosa, es más una cosa física, que nopuede estar sin ella para que su cuerpofuncione. La cocaína es muy golosa. Esuna cosa que no cansa. Siempre tomaría”(consumidor, 19 años).

“No tengo percepción de riesgo, nopienso en como voy a estar dentro dediez años, prefiero vivir dos años así por-que a mí me gusta y no tengo intenciónde cambiar ni dejarlo, veo muy difícil dejarde salir todos los fines de semana comohago ahora. Aunque fuera madre haría lomismo. No quiero pareja, no quiero cam-biar mi forma de vida” (consumidora, 24años).

Los dos testimonios indican en que existepercepción del riesgo, pero también existenformas de minimizarlo, en algunos casoscomparándolo con otra sustancia y en otrosvalorando más positivamente los efectos dela sustancia que otros beneficios a los cualesse debe renunciar debido al consumo. Apesar de que en España la demanda de trata-miento ha ido creciendo en la década de losnoventa su relevancia ha sido escasa y muyminimizada por ser mucho menor que laheroína. La demanda de tratamiento porabuso de cocaína empieza a crecer a partir de1995 (1.415 personas), en 1997 la demandase duplica (3.129), en 1998 son ya 4.174 nue-vos casos y en 1999 son 6.126 las personasque han entrado en tratamiento8. Quizás laimagen de la cocaína esté en transición. Qui-zás debido a los problemas la cocaína estápasando de ser considerada una sustancia

inocua a ser considerada una sustancia conpoderes adictivos considerables (Galindo2000). A pesar de ello la prevalencia de con-sumo de cocaína sigue siendo mucho mayorque los problemas que cabría esperar. De laFuente (1999) propone tres hipótesis paraexplicar esa diferencia:

• Predominio del consumo esporádico decocaína

• El largo periodo de latencia clínica entreel momento del consumo y el momentoen que aparecen los problemas asocia-dos

• Escasa capacidad para detectar los pro-blemas.

Es importante constatar que entre la cultu-ra de los consumidores se consigue mante-ner una imagen de la cocaína sin riesgos. Lacultura que da significado al consumo decocaína crea en sí misma los argumentosque impermeabilizan el tener en cuenta losefectos negativos. Entre los consumidores seelaboran los criterios de invisibilidad u oculta-ción de los efectos perversos o adictivos desu consumo. El problema, para los consumi-dores, no está situado en la sustancia ni en elcontexto social sino en los individuos, consi-deran que son ellos quienes no saben consu-mir con control y se dejan atrapar. Los consu-midores en tratamiento son definidos comolos perdedores, los que fracasan y su vínculocon los consumidores ‘sin problemas’ quedadoblemente roto. Doblemente porque quie-nes tienen problemas deben abandonar larelación con sus colegas consumidores y ale-jarse de los espacios de consumo. Para quie-nes no tienen problemas también prefierenno saber nada del tratamiento ni de aquellosque no han sabido mantenerse bajo control.

¿Especificidad en el tratamiento?

Los cocainómanos no desean ser etiqueta-dos como drogadictos, por el estigma que

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8 Observatorio Español sobre Drogas (2000, 2001) Informes 3 y 4.

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comporta. Los drogadictos son vistos comoun grupo marginal, deteriorado, enfermo,demacrado, delincuente, que vagabundea porlas calles pidiendo limosna y todo su interésconsiste en lograr una dosis más. La imagendel heroinómano se ha convertido en la ima-gen del drogadicto y ello crea un disfraz queoculta a los nuevos consumidores de otrasdrogas, como es el caso de la cocaína.

“Los jóvenes que llegan al centro sue-len decir que ellos no están como losotros jóvenes que ven (los que consumenheroína). La tendencia es a decir: -Yo noestoy tan mal como ese. Existe el efectode la comparación, incluso a nivel de laadministración de la sustancia. El que lacocaína se aspire y no haya que pincharsees una diferencia simbólica enorme”(Terapeuta).

Un consumidor de cocaína está muy lejosde identificarse con un drogadicto por seruna persona que persigue el triunfo, el ascen-so social y es participativa. Se trata de perso-nas que desean tener éxito, que gustan deser líderes, destacar en sus grupos sociales,son buscadores de imagen y candidatos ahéroes. Quienes consumen cocaína tambiénvaloran en positivo otros ideales sociales vin-culados al éxito: la estética, la indumentaria,los automóviles, el sexo. La imagen de losconsumidores de cocaína es muy distinta a laque se tiene de los toxicómanos, es una ima-gen socialmente prestigiosa y positiva y porello más difícil de detectar.

“Se tiene la idea de que el toxicómanoes aquel que esta en el banco en la esqui-na allí tirado. Cuando la familia entra en elcentro es un paso muy importante paraellos y lo pasan mal. Se da un procesoíntimo de reconocimiento. A nosotros nosdicen: -¿tú crees que mi hijo es un toxicó-mano? Y yo les digo que la cocaína es untóxico y, por tanto, su hijo es un toxicó-mano. La respuesta suele ser: -‘pero si yosoy una persona normal, trabajadora...”(Terapeuta).

El cambio más significativo que se estáproduciendo y se va a producir a nivel del tra-tamiento es que se pasa de una situación uni-forme respecto al tratamiento de los toxi-cómanos a una más plural, dinámica y demayor complejidad. El impacto de las nuevasdrogas recreativas, y en concreto el creci-miento del consumo de cocaína, crea la evi-dencia de que cada sustancia se integra conuna dinámica propia de consumo y subcultu-ra. El espacio del tratamiento se está diversi-ficando, se crean programas donde se tieneen cuenta la dimensión del género, la dimen-sión de la edad, las familias, colectivos dedistintas posiciones sociales y una represen-tación social y simbólica distinta según cadasustancia.

En algunos centros donde se acogen a losconsumidores de cocaína los profesionales seplantean el adaptar sus protocolos a esosnuevos consumidores. En algunos centros yaexisten programas específicos donde se inte-gran los consumidores de cocaína, mientrasque otros centros consideran que sus progra-mas tradicionales son también válidos paralos consumidores de cocaína quienes sonconsiderados toxicómanos igual que los otros.

La llegada a un centro de tratamiento entrelos consumidores de cocaína viene básica-mente determinada por desencadenantessociales y personales y menos por problemasfísicos o judiciales, aunque también los hay. Elaspecto económico es uno de los más impor-tantes, pero también la alteración de la vidafamiliar, los conflictos laborales o el tomarconciencia que entran en una espiral de con-sumo compulsivo. Aquellos que se planteanel tratamiento por problemas físicos es por-que han tenido trastornos psicopatológicos,algunos han tenido que tratarse en urgenciaspsiquiátricas, suelen tener paranoias u obse-siones y en algunas ocasiones taquicardias.

“Me dije que tenía un problema cuandoya pasaba el fin de semana fuera, estabados días sin aparecer por casa o aparecíapara ducharme o cambiarme de ropa. Nosé cuanto consumía pero debía ser bas-tante porque aguantaba dos días estando

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así, sin dormir, por ahí...” (consumidora,23 años).

“A los 22 años yo empecé a ver unriesgo. En mi casa no lo sabían. Teníamucha libertad, me podía ir un sábado yllamar un domingo por la tarde y decirque estaba en casa de un amigo y no medecían nada, yo hacía lo que quería. En eltrabajo me pegaban paranoias. Venía uncliente y creía que se daban cuenta” (con-sumidor, 25 años).

“Vivo con mis padres. Tuve problemascon el coche por la cocaína y el alcohol,porque ya descontrolaba. Cogía el coche ytuve un par de accidentes. En uno deellos en el que me vi involucrada tuve queir a comisaría. Y en casa ya me pusieronlas cosas bien claras: o te curas o te vas.Y fue cuando vi que necesitaba ayuda”(Consumidora, 25 años).

El síndrome de dependencia de la cocaínano es tan evidente como en otras drogasmás conocidas (tabaco, alcohol o heroína). Enocasiones se busca tratamiento para solucio-nar causas indirectas que se hacen más evi-dentes para el ámbito familiar que para el pro-pio individuo consumidor, cuyo centro deinterés gira alrededor del consumo de cocaí-na. Los síntomas físicos y sociales de ladependencia de la cocaína no están muyreconocidos por la sociedad y por ello difícilesde detectar. En ocasiones la evidencia de unproblema aparece ante la sorpresa y el des-concierto del consumidor y sus familiares.Otra forma indirecta de acceder a los centroses por vía judicial, en aquellos casos de per-sonas cuyo consumo les lleva a delinquir ydesde el juzgado las envían al centro comoalternativa a la cárcel.

‘Necesidad’ de un nuevo espacio social

para el cocainómano en tratamiento.

Cuando los consumidores inician un trata-miento su ámbito social y de amistadesqueda alterado, debe abandonar el consumoy con ello el ambiente donde consumía y los

amigos con quienes consumía. El tratamien-to obliga a realizar distintos pasos: 1. La per-sona debe hacer un proceso de desarraigo yruptura de su estructura social. 2. Debe refor-zar las relaciones con la familia y amigos queno son consumidores, precisamente aquellasrelaciones que están más deterioradas, y 3.Debe crear nuevos ámbitos de interés y derelaciones. Este proceso es largo, complejo ydifícil y depende en buena parte del apoyofamiliar que reciba el consumidor.

“Drogas como la cocaína suelen ser uti-lizadas, en su inicio, como una sustanciaque ayuda a la resocialización pero queacaba en la exclusión. La inmensa mayo-ría de los jóvenes se relacionan con otrosque también consumen. Cuando inician eltratamiento y los separas de sus amigosconsumidores se quedan sin nadie, des-nudos a nivel social, lo que tiene conse-cuencias brutales” (terapeuta).

En el contexto de consumo existen relacio-nes fuertes de solidaridad creadas entre elgrupo de amigos que comparte la fiesta, ladiversión y el consumo. Pero ese vínculo soli-dario queda limitado a la relación ‘positiva’ deestar bien, divertirse y consumir. Por ello, labúsqueda de ayuda no suele hacerse entre losamigos con quienes se consume y en lamayoría de ocasiones ni siquiera se les co-menta el problema. Para el consumidor estaren un contexto de tratamiento es humillante,el signo de no haber sabido mantenerse alotro lado de la línea, donde están los fuertes,en el lado donde se consume con control. Losconsumidores que buscan ayuda se convier-ten en fracasados, en pobres desgraciadosque causan pena pero que es mejor mante-nerlos alejados porque su caída es definidacomo debilidad. Los siguientes comentarioshacen referencia a los amigos que se dejanatrás cuando se inicia el tratamiento.

“Con los amigos se habla del riesgo deengancharse pero se suele decir: -a mi nome va a pasar, yo soy más fuerte. (....) Hahabido solidaridad cuando he decididodejar la cocaína por parte de mi novia, mis

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padres, mis hermanos, mi jefe... pero conlos amigos, no lo sé, porque no he habla-do con ninguno. Sé que me dirían: -mealegro de que estés en el programa. Peroyo creo que es falso. Si yo les hubiesecomentado de ir a un tratamiento la res-puesta habrían sido: ve tu que estásenganchado, a mí déjame en paz que yolo controlo...’ Es la típica frase. (consumi-dor, 36 años).

En el proceso de reconstrucción global desus vidas, amistades, vida familiar y pasado elsignificado de la cocaína también es reelabo-rado. Para los consumidores que han asumidoque el consumo es un problema y que quie-ren alejarse de su estilo de vida anterior lacocaína es una especie de enemigo externo,casi omnipotente, con capacidad de atrapar aalguien en cuerpo y alma. La cocaína se con-vierte en un ente terrorífico que atrae porqueda un placer con consecuencias perversas. Lavida del ex-consumidor queda restringida aespacios donde el consumo no sea evidente.Los consumidores relacionan la cocaína con elalcohol, los amigos y ciertos locales. Es ahídonde aparece de nuevo el deseo irresistibley son los vínculos a romper para mantenersefuera de la tentación. Todos ellos mantienen laincertidumbre de sucumbir a la tentación si enalgún momento se les presenta la oportuni-dad y ese es el handicap que deben asumircomo una condición de su futuro.

“A mí me entran ganas de consumircuando bebo alcohol, pero previo a esto,cuando veo a personas que han consumi-do conmigo. Cuando estamos en comi-das, con gente... sé que voy allí para con-sumir” (consumidor, 29 años).

La cocaína pasa a significar para los consu-midores que han entrado en tratamiento unatrampa con consecuencias a muy largo plazo.La abstinencia absoluta parece que estáresultando ser el mejor aliado para superar ladependencia (Galindo 2000). En muchos cen-tros esa premisa es básica. Los consumido-res deben realizar un giro radical en susvidas. En ese sentido los centros y los tera-

peutas actúan como agentes redentores,ayudando a comprender y superar el proble-ma de la adicción. Nuestra sociedad tiene unespacio reconocido para los adictos que equi-parados a los pecadores deben seguir uncamino (laico) de reconocimiento de la falta,arrepentimiento, aceptación de la sanción yredención (Jamoulle 2000).

Para ellos el mundo social del ex-consumi-dor queda dividido en dos bandos, los queconsumen y los que no consumen. Uno delos objetivos en su proceso de separación dela droga es elaborar nuevas metas, nuevasintuiciones y posibilidades vitales. Los añosde consumo los consideran perdidos, mal-gastados y el señuelo de una trampa; paraellos el consumo es una especie de estafaque les ha deparado el destino; han experi-mentado lo que es la necesidad de satisfacerun deseo tirano e intransigente que se con-vierte en insaciable, en un deseo negativoque les ha llevado a un consumo adictivo delcual les va a resultar muy difícil librarse, o porlo menos controlar.

Desde el punto de vista de la prevenciónes un límite el hecho de que la experiencia delos consumidores con problemas no traspaseni influya (o muy poco) en el colectivo de con-sumidores en activo. El nuevo significado quese otorga a la cocaína desde los que están entratamiento, la mirada crítica a los valores quehan motivado el consumo, es una informa-ción que queda limitada al grupo de consumi-dores en tratamiento y a los no consumido-res que se convierten en sus nuevos colegas.Esa barrera entre los distintos tipos de con-sumidores reafirma los elementos básicos dela cultura que gira alrededor del consumo deesa sustancia, vinculada al éxito y a superarlimitaciones físicas en la experiencia del pla-cer y la diversión, todo ello en un plano muyindividual y en relación de competencia conlos otros. La cocaína contribuye a una discri-minación entre los considerados ‘fuertes’ e‘inteligentes’ y los ‘fracasados’ que no mere-cen estar en el colectivo de los que sí consu-men ya que no saben controlar. Por ello,cuando algún consumidor pasa a tener pro-blemas y busca ayuda simplemente queda

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excluido y su experiencia como adicto quedaasumida como parte de la ‘selección natural’en la relación con la sustancia.

CONCLUSIONES

Los efectos neurofisiológicos de la sustan-cia ayudan a explicar el éxito de la cocaínaentre los usuarios, pero además estos efec-tos enlazan muy bien con ideales, valores yobjetivos en relación con el éxito, prestigio,placer, diversión,.... definidos todos ellos apartir de logros individuales. La cocaína es unestimulante muy poderoso, una droga muyseductora y ‘golosa’ como afirman algunosconsumidores. Los consumidores no son per-sonas a las que simplemente les engaña unaficción, una idea abstracta e ideal que luegono existe. No necesita de una campaña publi-citaria, como ocurre con muchos productos,para convencer de algunas de sus cualidadesmágicas. Subrayando la idea de Sissa (2000)la cocaína no necesita de ninguna publicidad,se vende por si sola porque sus efectos sonpoderosos. Por eso es una droga.

La cocaína se ha insertado en la dinámicarecreativa y en menor medida, pero también,en el mundo laboral, dos espacios donde segestionan las posiciones sociales y relacionesde poder. La cocaína ha sido adoptada pormiembros de clase media-alta quienes hancontribuido a definirla como una droga con-trolable e instrumental. En los últimos añosse ha ido extendiendo a otros grupos socia-les, especialmente a jóvenes que la utilizanen la vida recreativa, pero también a gruposmás marginales de ex-heroinómanos.

Los estudios sociales sobre el consumo dedrogas habían mostrado hace años una rela-ción entre ese consumo con problemas socia-les estructurales como son la pobreza, elparo, las desigualdades, la falta de oportunida-des de los jóvenes, etc. Sin embargo, la apari-ción de las llamadas drogas recreativas estárequiriendo un nuevo enfoque, una nuevaaproximación social distinta a ese modelo de‘respuesta perversa’ a problemas sociales. El

nuevo modelo debe analizarse como una ‘res-puesta perversa’ al logro de ideales positivos.Ello supone una aproximación interpretativadistinta y más atrevida. La cocaína responde aideales positivos (placer, diversión, éxito, pres-tigio), se ajusta a mecanismos muy valorados(inmediatez, eficacia, magia) y se ha vinculadoa personas de posición social alta quienesconstruyen su significado y lo transfieren aotros grupos. Por todo ello es más complejodescribir el lado perverso del consumo, por-que la cocaína disfruta de una protección cul-tural elaborada entre quienes participan en suconsumo y su distribución.

La cocaína es la sustancia “reina” y lo esporque como sustancia tiene efectos máspoderosos que otras sustancias en el logrode objetivos socialmente muy preciados. Losmedios de comunicación de masas tienenuna gran responsabilidad en la socializaciónde los jóvenes y en la transmisión de estrate-gias y valores. Es a través de ellos que seestá gestando la idea de una sociedad delbienestar definida por el hedonismo vincula-do al consumo, la supremacía del individuojunto con la invisibilidad de las influenciassociales, el poder omnipotente de la tecnolo-gía capaz de lograr milagros superando loslímites impuestos por la naturaleza, en espe-cial los límites del cuerpo humano (Feathers-tone 2000); La seducción de lo nuevo frentea la banalización de la tradición, dinámica muyarraigada en la cultura norteamericana y conconsecuencias patológicas en términos deansiedad y aislamiento (May 1992). Las nue-vas pautas culturales transmitidas a través delos medios de comunicación de masas secomplementan muy bien con el consumo dedrogas (Becoña 2000) y muy especialmentecon la cocaína.

Se ha indagado en los significados quecontribuyen a otorgar una entidad social a lacocaína. Ello se ha realizado desde la expe-riencia de personas que conviven con la sus-tancia, algunas están en el lado problemático,en centros de tratamiento y otros en el ladopositivo, son consumidores que controlan elconsumo y consideran que la cocaína no lescausa problemas en sus vidas. En los centros

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de tratamiento se ha entrevistado tanto aprofesionales como a consumidores. Se tratade una análisis que surge de una informacióncualitativa y subjetiva con la que se ha pre-tendido describir una cultura, definir significa-dos y dar luz a vínculos simbólicos que empa-rientan el consumo con ideales sociales.

Aunque es cierto que el consumo de cocaí-na puede delimitarse en términos sociales,también lo es la diversidad de colectivos queparticipan de su consumo. Hay jóvenes detodas las edades, aunque predominan losjóvenes más adultos, mayores de 20 años,pero con tendencia a bajar la edad de inicio enel consumo. Consumen hombres y mujeres,aunque ellos (un poco) más. Hay consumido-res con estilos muy distintos en relación alestilo de vida y de ocio de cada uno. Participarde la vida nocturna es sinónimo de estarcerca o dentro del consumo. El consumo decocaína en España tiene mucha presencia enel ámbito recreativo, pero ese ámbito es muydiverso y puede decirse que la cocaína estáen muchos de sus espacios, en las macrodi-cotecas de bakalao, en los pubs, conciertos,festivales, en fiestas privadas o en cenas ínti-mas entre amigos. La delimitación viene dadapor ser el espacio recreativo el privilegiado yentre aquellos grupo implicados con el ascen-so social, con necesidad de éxito y prestigio.

Se han descrito tres arquetipos de consu-midores que conforman la población mayori-taria consumidora de cocaína y son parte dela población socialmente ‘integrada’ e inclusobien posicionada a nivel económico, laboral yrelacional. Las etiquetas son un tanto meta-fóricas pero indicativas del significado queadquiere la cocaína en cada colectivo. Estánlos consumidores ‘aristocráticos’, los ‘recrea-tivos’ y los ‘atrapados’. Se diferencian entreellos por el estilo de consumo y por el lugarque ocupa la cocaína en sus vidas. Los ‘aris-tocráticos’ consumen de forma más sibarita,en ciertas ocasiones especiales y la cocaínaes una fuente de placer más entre otros queforman parte de sus vidas. Los ‘recreativos’hacen un uso de la cocaína en el espacio dela diversión y junto con otras drogas recreati-vas. La cocaína ocupa un lugar importante en

las relaciones y en la fiesta. Algunos de estecolectivo tiende a un consumo más compul-sivo y queda atrapado en la adicción, sonquienes experimentan con más crudeza lasconsecuencias económicas, familiares ypatológicas del consumo. La cocaína les inva-de la vida y se convierte en el centro de susactividades.

La imagen positiva del consumidor decocaína se crea por oposición a la del consu-midor de heroína. Quienes consumen cocaí-na son personas integradas, que buscan eléxito social, obtener mayor prestigio y sonconsumidores de los elementos dominantesde nuestra sociedad. La imagen que desarro-llan del heroinómano es lo opuesto, son losperdedores y fracasados. Ello les lleva a unaactitud casi xenófoba con respecto a los gru-pos marginales, lo que trasciende a su propiocolectivo en aquellos que necesitan entrar entratamiento.

El consumo de cocaína es muy instrumentaly se relaciona con el logro de objetivos indivi-duales: divertirse, obtener placer, mayoraguante físico, mejorar la posición de prestigioen el grupo, etc., sin embargo, el ritual delconsumo es más colectivo, se establecenrelaciones de solidaridad entre los consumido-res para disfrazar el consumo ante los no con-sumidores, para comprar la sustancia, paraesconderse en un lavabo y esnifar. La culturadel grupo es importante en la gestión del con-sumo. La solidaridad entre los miembros delgrupo está muy en relación al consumo y serompe con aquellos que entran en una faseproblemática; estos pasan a ser vistos comofracasados que no han logrado ganar el pulsoa la sustancia, mantenerla controlada y nosaben mantenerse en las relaciones de poder.El éxito está en consumir sin traspasar la líneadel abuso, o por lo menos que la adicción noadopte signos visibles.

La gestión de la economía personal esclave en la cultura de la cocaína, Los consu-midores ejercen una gestión racional que lespermita incorporar el consumo a sus gastos,eligen proveedor y eligen los mecanismospara abastecerse. La racionalidad es distintaen cada uno de los colectivos, según sea la

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relación que tengan con la sustancia. Quie-nes ejercen un consumo ‘aristocrático’ tienensus propios vendedores de confianza que lessirven a domicilio, saben cuanto dinero pue-den destinar para comprar cocaína sin quesus economías se vean afectadas. Los con-sumidores ‘recreativos’ conocen una diversi-dad de formas de proveerse, están más cer-canos a los ‘camellos’ y compran en grupo.Los consumidores ‘atrapados’ son quieneshan perdido el control de la economía, algu-nos roban a miembros de sus familias o en eltrabajo, otros entran en el ‘trapicheo’ comoforma de pagarse su propio consumo, otrosse endeudan con los vendedores y entran enuna situación conflictiva en que se ve envuel-ta toda la familia. Es interesante comprobarque la dedicación al ‘trapicheo’ no implicamarginalidad ni desprestigio dentro del con-texto de los usuarios de cocaína.

La cocaína se complementa con el alcohol.Ese vínculo transfiere a la cocaína parte desus valores positivos en el espacio ritual detal forma que las dos sustancias se fortale-cen mutuamente. La cocaína permite mayorconsumo de alcohol y, a cambio, el alcoholtransfiere a la cocaína parte de su simbolis-mo como sustancia totémica de la fiesta, ladiversión y las relaciones.

La cocaína afecta de forma muy distinta alos usuarios, hay consumidores que consi-guen funcionar sin excesivos problemas, sindesarrollar una adicción hacía la sustancia ysaben gestionar el consumo (Decorte 2000).Para otros es distinto, otros entran en unentramado de problemas de distinta índole.Por tanto, resulta una sustancia peligrosa operversa para algunos, pero no para todos.Ese hecho fortalece la idea de que ‘el proble-ma’ está en los individuos que la consumen,unos son fuertes y otros ‘fracasan’, versiónmuy pertinente en esa dinámica individualistay neoliberal que se acopla tan bien al consu-mo de cocaína.

Los consumidores ‘atrapados’ que entranen tratamiento elaboran otro significado de lacocaína, pasa a ser vista como sustanciamaligna y seductora, una especie de sirenaque con sus cantos atrae al marinero para

devorarlo. Este grupo ha de crear estrategiasque los inmunicen contra el consumo, paraello necesitan reelaborar valores, plantearsenuevos estilos de vidas, establecer un nuevopacto familiar y asumir su ‘debilidad’ frente ala sustancia. Los centros de tratamiento plan-tean su estrategia en orientar hacía ese cam-bio de objetivos vitales, en ese sentido losterapeutas se convierten en guías mesiáni-cos, en educadores y en jueces del bien y elmal.

La cultura de la cocaína crea en su propialógica los elementos que dificultan que laexperiencia de aquellos afectados por la adic-ción y el tratamiento influya en los consumi-dores. La relación queda limitada al plano delconsumo ‘positivo’ y se rompe cuando algu-no entra en tratamiento. Para los consumido-res que gestionan el consumo de forma con-trolada los afectados son individuos conincapacidades y carencias que no saben estara la altura que exige la sustancia. Los consu-midores ‘exitosos’ legitiman así los valoressimbólicamente vinculados a la cocaína: elascenso social, la etiqueta, el buen gusto, elprestigio, la competitividad, la búsqueda deplacer y bienestar, y todo ello definido comosatisfacciones individuales y a las cuales notodos tienen acceso.

La promoción informal que se hace de lasdrogas debe tenerse muy en cuenta paracomprender la extensión de su consumo. Enel caso de la cocaína esa promoción procedede un grupo social influyente, por ser declase media alta, quienes etiquetan la sustan-cia con valores altamente positivos, haciendocaso omiso e invisibilizando las consecuen-cias negativas en ‘los otros’. Es una situaciónde narcisismo de un grupo que se sabe domi-nante, que es profundamente egocéntrico eincapaz de comprender al ‘otro’ si las necesi-dades de ese otro no concuerdan con susintereses y por ello profundamente insolida-rio. Sin embargo, es un grupo con una grancapacidad de disimular su estrategia egocén-trica implicando en sus intereses a toda lasociedad, convenciendo a los otros de quecompartan sus intereses y los defiendancomo propios. Por ello y atendiendo a las

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necesidades de la salud pública las diferen-cias entre colectivos sociales y las relacionesde poder se deben seguir de cerca. En espe-cial porque hay grupos con mayor capacidadque otros en definir necesidades, estrategiassociales, valores, mercado, etc. esos colecti-vos actúan en función de sus propias necesi-dades y menos desde una mirada social, sen-sible a las diferencias y con un proyecto desociedad.

La importancia que está adquiriendo el con-sumo de drogas en el espacio de la diversión,y muy en especial la cocaína, abre la necesi-dad muy urgente de nuevos discursos yespacios en que la diversión no esté subordi-nada al consumo. La orientación del deseo eslo que Sissa propone como la clave pararepensar las drogas. “desear es interesarsepor alguna cosa. Pero la elección del tipo dedeseo orienta una vida ...” (2000: 179). Segúnla autora la filosofía ofrece un remedio contraese deseo insaciable: el pensamiento, la con-veniencia de adquirir un compromiso con unrégimen diferente de preocupación. Desde elpsicoanálisis se propone otro camino paraalcanzar el placer: el esfuerzo. Todo aquelloque se desea lograr debe hacerse por elcamino del esfuerzo (Sissa 2000: 181). Lasdos propuestas, la filosófica y la psicoanalíti-ca, junto con otras sociológicas que se estánelaborando en la dimensión de la ‘fiesta salu-dable’ o club health deberían contribuir a unareordenación de la vida recreativa.

Finalmente subrayar que las drogas pue-den llegar a convertirse en una plaga ennuestra sociedad, y no por las sustancias ensí, sino por el uso adictivo que se hace deellas (favorecido por los componentes quími-cos de las sustancias). La promoción socialde las drogas es la clave, puede ser una pro-moción directa o indirecta, como ocurre conla cocaína, de cualquier forma se crea un dis-curso legitimador que explica la aceptaciónsocial de la sustancia y el incremento de suconsumo. Para hacer frente al uso abusivo delas drogas es necesario influir en la definiciónde los espacios culturales y sociales –espe-cialmente los que tienen que ver con la diver-sión-, elaborando nuevos mitos y utopías.

AGRADECIMIENTOS

1. Esta investigación ha sido subvencionadapor la Delegación del Gobierno para elPlan Nacional sobre Drogas.

2. En esta investigación han colaborado co-mo profesionales: Patricia Llambies,Jordi Bernabeu, Sergio Castelló, Udiárra-ga García, Ana López, Rubén Montesi-nos, Ángel Pérez y Ana Sainz.

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VOL. 13. SUPLEMENTO 2 105

Uso recreativo de cocaína por los jóvenes dela Comunidad Valenciana*

TORRES HERNÁNDEZ, M.A.

Jefe Clínico. Unidad de Alcoholismo y Toxicomanías de Torrent (Valencia)Trabajo financiado por el INID y forma parte del Proyecto SONAR.

RESUMEN

Hemos estudiado a 169 consumidores frecuentesde cocaína, hallados en una muestra de 736 jóvenesentrevistados en las puertas de los lugares de diver-sión de la Comunidad Valenciana durante los fines desemana de 1999. En comparación con los no consu-midores de cocaína de la misma muestra nos encon-tramos que se trata normalmente de policonsumido-res de drogas, con edades de inicio más tempranas endrogas como tabaco, alcohol y cannabis, que salencon mucha más fines de semana al mes y másnoches cada fin de semana, también salen más entresemana y cuando sales lo hacen durante más horas.

También en comparación con los otros jóvenes quesalen los fines de semana se consideran peores estu-diantes, hay menos universitarios y los hay más quetrabajan, con menor dependencia familiar. Los consu-midores de cocaína gastan por fin de semana en drogasilegales 33 € (los no consumidores de cocaína 7,8 €) yen alcohol 24 € (los no consumidores 12 €).

Consideran que la cocaína es una sustancia difícilde abandonar así como el alcohol. Suelen embriagarsecon más frecuencia y tienen más problemas a la horade conducir. Son en conjunto por tanto una poblaciónde elevado riesgo.

Palabras clave: cocaína, vida recreativa, fin de sema-na, Policonsumo, consumo de drogas, jóvenes.

ABSTRACT

We studied 169 frequent cocaine users, in a sampleof 736 young people, interviewed at the door torecreational venues in Communidad Valenciana duringthe weekends in 1999. In comparison with non-users ofcocaine in the same sample, we found that they arenormally multiusers of drugs with earlier ages ofinitiation into such drugs as tobacco, alcohol andcannabis, that they go out more weekends per monthand more nights each weekend. They also go out moremidweek, and when they do go they stay out for longer.

In addition, in comparison with the other youngpeople who go out at weekends, they considerthemselves to be poor students, there are fewer atuniversity and more who are working with lessdependence on their family. Cocaine users spend 33 €per weekend on illegal drugs (non-cocaine users 7.8 €)and 24 € on alcohol (non-users 12 €).

They consider that cocaine is a difficult substance togive up as is alcohol.

They generally get drunk with a higher frequency andhave more driving-related problems. They are, therefore,taken as a whole, a high risk population.

Key words: cocaine, recreational life, weekend,multiuse, drug use, young people.

INTRODUCCIÓN

Todos sabemos que la cocaína es unasustancia de uso cada vez más fre-cuente entre los jóvenes y los menos

jóvenes como acompañante de la vida recre-ativa nocturna. En este estudio deseamosabordar uno de los espacios donde el consu-mo de drogas puede ser más frecuente, quees el de la vida recreativa y lúdica. La cocaína,como sustancia psicoestimulante, puede,

además ser un instrumento para animarse,para pasar la noche despierto y ejercer unasfunciones de refuerzo psicológico muy apete-cible para algunas personas.

El presente trabajo, forma parte de unestudio multicéntrico en la Comunidad Valen-ciana, en el contexto de los lugares de ocio ydiversión a lo largo de los fines de semana,durante 1999. Hemos investigado sobre elconsumo de esta sustancia, en las diversasformas, ambientes y situaciones en la que lausan los jóvenes valencianos

* Trabajo financiado por el INID (Valencia)

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Uso recreativo de cocaína por los jóvenes de la Comunidad Valenciana106

DESCRIPCIÓN DE LA MUESTRA

Tras los estudios realizados en el ámbitoeuropeo y español por la organización IRE-FREA (red europea dedicada al estudio deprevención y los problemas de la juventud enEuropa), sobre el uso recreativo de drogasentre los jóvenes en sus salidas nocturnas,nos planteamos conocer la vida recreativanocturna en la Comunidad Valenciana (Alican-te, Castellón y Valencia). El objetivo principalera investigar como se consumen las sustan-cias que pueden crear dependencia en losambientes habituales de diversión, especial-mente por las noches del fin de semana. Eneste trabajo nos concentraremos en losdatos sobre la cocaína. El incremento deconsumo de cocaína en los últimos tiemposes preocupante en la Comunidad Valencianasegún los datos tanto del Plan Nacional sobreDrogas (1999, 2001) como los diversos estu-dios de IREFREA

Empleamos un instrumento y la metodolo-gía que ha sido común para los diversos estu-dios sobre vida recreativa nocturna propues-tos en los estudios de Irefrea (CALAFAT et al,1999). El cuestionario empleado sirve pararecoger información sobre tipo de lugares fre-cuentados, como van, cuanto gastan, quémotivos tienen para ir, así como el tipo demúsica y ambiente preferidos, las caracterís-ticas sociodemográficas de los grupos dejóvenes y los tipos de consumos que se vie-nen realizando por ellos y algunas caracterís-ticas conductuales de desviación social y deevaluación del riesgo y conductas que impli-caban riesgo para ellos y para los demás, asícomo de búsqueda de sensaciones.

Para realizar la recogida de datos participa-ron una serie de profesionales entrenados ensondeos y encuestas conocedores de losespacios de la vida recreativa nocturna de lastres ciudades de la Comunidad. Los sondeosse realizaron en zonas específicas de ocio yrecreo, que abundan en nuestra comunidad.

Se encuestaron un total de 736 jóvenes delas tres provincias valencianas en las puertasde los lugares de ocio donde acudían repre-sentando a diferentes zonas de diversión de

las tres capitales, buscando una variedad deambientes. Las edades de los encuestadososcilaban entre los 15 y los 24 años. Tambiénse eligieron diferentes tipos de lugares deesparcimiento. Se han elegido para este estu-dio a los que manifestaron que consumíancocaína con frecuencia, lo cual supone ungrupo de 169 jóvenes y 736 no consumidoreso que la habían probado en escasas ocasio-nes. Definimos el consumo de cocaína fre-cuente a efectos de este estudio a aquellosconsumidores de cocaína de varias veces almes, una vez por semana, varias veces porsemana o consumidores diarios. Los encues-tados no han sido elegidos de forma aleato-ria, sino que se trata de una población queaceptó la participación voluntaria con losencuestadores a las puertas de los lugaresde ocio, es decir, en principio un estudio des-criptivo. Cuando hemos deseado compararlas respuestas de los consumidores con lasde los que no lo han hecho, los hemos some-tido a la prueba de �2, aceptando como buenala diferencia de p<0,05.

RESULTADOS

La proporción de consumidores de cocaínacambia en esta muestra según las ciudades(Valencia: 18%, Alicante: 24,6% y Castellón:26,8%) sin que ello tenga que interpretarsecomo una cuestión que tenga relevancia res-pecto al reparto de consumidores en la pobla-ción general de dichas ciudades pues no setrata de un muestreo aleatorio.

La edad media de los encuestados era deunos 22 años, distribuidos en un 14,7% entre14 y 17 años, 56,3% de 18 a 24 y 29% de 25o más. La moda de edad son los 18 años. Porgrupos de edad los consumos de cocaína sonlos siguientes: grupo de jóvenes, consumenel 6,5%, no consumen el 17,1%; desde 18 a24 años, consumen el 57,4%, no consumenel 55,9%. Los de 25 o más son consumido-res el 36,1%, no consumen el 26,9%. Esdecir, el grupo de 18 a 24 son los más consu-midores de cocaína y, a su vez, el grupo deedad que menos consume.

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Torres, M.A. 107

Por grupos de jóvenes nos encontramos las siguientes distribuciones: adolescentes:consumidores de cocaína 15,1%, no consu-midores de ese grupo el 84,9%; jóvenes ‘normalizados’: consumidores 7,7%, resto denormalizados no consumidores 92,3%; ‘fre-cuentadores de after hours’, consumidores el48,2%, no consumidores del grupo 51,8%;‘alternativos’: consumidores el 28%, no con-sumidores el 72% de ese grupo. Por lo queconsideramos que los after hours son losmás consumidores de cocaína, seguidos delos alternativos y de los adolescentes(p=0,000).

Como características generales importan-tes podemos considerar que la mitad de losentrevistados los podemos considerar comohabituales de los after hours, mientras queuna cuarta parte (26%) pertenece a jóvenesinteresados o pertenecientes a movidas alter-nativas. Alrededor de un 12% tienen comocaracterística principal ser muy jóvenes y otra proporción igual los podemos considerarcomo jóvenes más normativos (es decir queno presentan características sociológicasacentuadas como las presentadas anterior-mente).

Por sexo una mayoría (75,1%) son varones,comparado con un 55% de varones entre losque consumen escasísimamente o no consu-men (p=0,000) y una mayoría importante deencuestados son solteros, (82,2%), lo mismoque los escasamente consumidores y noconsumidores (87%). Y es que, como era deesperar para ese grupo de edades, el restode estados civiles apenas estaban represen-tados. Además, se da la extraña circunstanciaque eran más los divorciados o separadosque los que habitualmente viven en pareja.

Ante los hechos señalados, es fácilmentecomprensible que en el 66,3% de los casos,las personas objeto de estudio vivieran consus padres, igual que los no consumidoresaunque estos en una mayor cuantía (77%, p=0,000). Aún así, como ellos mismos confesa-ron, el control que ejerce la familia sobre sussalidas nocturnas es más bien escaso en el42%, por un 4,1% que declararon que era

excesivo, entre los no consumidores se pro-duce la misma situación, junto con un controlfamiliar excesivo en un (7%, p=0,000).

No es fácil, tampoco, clasificar a estosjóvenes consumidores de cocaína por sunivel cultural o de estudios o por cómo seconsideran ellos preparados. Este es un bare-mo poco definitorio ya que las respuestasobtenidas fueron tan diversas como las pre-guntas realizadas. Hay de todo en este grupo.Desde los que son titulados superiores y seconsideran buenos estudiantes, hasta losque no tienen ni la educación primaria y sedefinen a sí mismos como muy malos estu-diantes. Podemos decir que la formación esbastante aceptable en cuanto a nivel de estu-dios, por lo que los consumidores creemosque no deben estar muy faltos de informa-ción. La situación es algo mejor entre los noconsumidores de cocaína, por grupos vemosque los universitarios no consumidores decocaína son un 45% frente a un 24% de con-sumidores frecuentes, los que poseían edu-cación secundaria fueron un 40%, frente a un34% de consumidores y, los que habíanhecho estudios primarios eran un 15%, fren-te a un 43% (p=0,000). Un 49% de los noconsumidores se consideraron buenos o muybuenos estudiantes, frente a un 28% de losconsumidores, por lo que parece ser que esenivel de cumplimiento académico se ve favo-recido entre los no consumidores (p=0,000).

Y claro, si el nivel cultural es diverso, susocupaciones, por fuerza, también debenserlo. Entre la muestra de consumidores decocaína más de un tercio tenían trabajo fijo,una cuarta parte sólo lo tenían temporal y elresto, o estudiaban y trabajaban a la vez, osólo estudiaban. Se da la extraña circunstan-cia -quizás no tan extraña si se piensa quepara consumir drogas se necesita un altopoder adquisitivo- de que sólo el 7,7% esta-ban en el paro. Comparados con los no con-sumidores, vemos que: menos de una cuartaparte tienen trabajo fijo, un 12% trabajo tem-poral, un 20%, estudian y trabajan y un 41%estudiaban y un 20% estudian y trabajan, esdecir, son más los que se dedican a estudiar

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Tabla1. CONSUMOS DE OTRAS DROGAS ENTRE LOS CONSUMIDORES

DE COCAÍNA RESPECTO A LOS NO CONSUMIDORES DE COCAÍNA.

DROGA VARIAS VECES UNA VEZ VARIAS VECES DIARIO*

AL MES* A LA SEMANA A LA SEMANA

ALCOHOL 3,6% 15,4% 47,3% 27,2%

P=0,000 10,9% 27,2% 42% 6%

CANNABIS 7,1% 3,6% 28,4% 47,3%

P=0,000 6,3% 2,3% 13,4% 12,3%

TRANQUILIZANTES 2,4% 0,6%

P=0,000 0,7% 0,3%

HIPNÓTICOS 5,3% 0,6%

P=0,000 0,5% 0,1%

ANFETAMINAS 4,7% 3% 0,6% 1,2%

P=0,000 1,9% 0,5% 0 0

ÉXTASIS 14,2% 4,1% 1,8% 0,6%

P=0,000 2,4% 0,3% 0,7% 0

LSD 4,1% 1,2% 1,8% 0,6%

P=0,000 0,8% 0,3% 0 0

HEROÍNA 1,2% 0,6% 1,2%

P=0,000 0 0 0

TABACO 0,6% 3% 85,2%

P=0,000 1,9% 4,2% 49%

Uso recreativo de cocaína por los jóvenes de la Comunidad Valenciana108

entre los no consumidores que entre los consumidores. Fundamentalmente estaban trabajando y tenían un cierto poder adquisiti-vo un 60% de los encuestados (consumido-res de cocaína), por lo que las posibilidadesde comprar cocaína son importantes. Ade-más de que el nivel socioeconómico familiares medio o medio alto en ambos grupos(p=0,000), por lo que el disponer de algúnpoder adquisitivo facilita dicho consumo(Calafat, et al. 2000)

De todos los datos de la tabla 1, no cabeduda, que lo más significativo es la ingente

cantidad de usuarios frecuentes de cocaínaque consumen diariamente tabaco, alcohol y,sobre todo, cannabis, frente a los no usuariosde cocaína que se mantiene en consumosmuy discretos o muy escasos de las diversassustancias, lo que indica que los consumosde drogas suelen ser diversos y favorecedo-res unos de otros. Y es que, las personas que asocian el consumo de esta sustanciacon otras drogas, sean legales o no, lo hacenen su gran mayoría de forma habitual. No es frecuente el usuario único de cocaína.

A medida que avanza la tabla en las fre-cuencias, las drogas legales mantienen suporcentaje de consumo pero aparecen otras

menos generalizadas entre la población comoel éxtasis, los hipnóticos, el LSD etc...

* En negrita los resultados correspondientes a los consumidores de cocaína.

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Tabla 2.EDADES DE INICIACIÓN AL CONSUMO DE LAS DROGAS EN LOS USUARIOS

DE COCAÍNA EN COMPARACIÓN CON LOS NO CONSUMIDORES DE COCAÍNA.

DROGA HASTA 10 11-15 16 O MÁS MEDIA*

ALCOHOL 6% 70,2% 23,8% 14±2

15±1,7CANNABIS 1,2% 61,9% 38,1% 15±1,78

16±1,8TRANQUILIZANTES — 20,5% 79,5% 18±3,9

18±6HIPNÓTICOS 10,2% 89,8% 18,8±3,7

19±2,9ANFETAMINAS 23,5% 76,5% 17±2

17±2ÉXTASIS 18,8% 81,2% 17±2

17±2LSD 20% 80% 17±1,8

17±1,6COCAÍNA 9,5% 90,5% 18±5

19±1HONGOS ALUCINÓGENOS 37,5% 62,5% 16,5±2,2

16±1,4HEROÍNA 6,3% 93,7% 18,4±2,13

16±0,01TABACO 2,5% 74,7% 25,3% 14,2±1,8

15,5±1,9

Torres, M.A. 109

La edad media más frecuente de iniciaciónal consumo de cocaína (ver tabla 2) es la de18,5 años, con oscilaciones entre más omenos 5 años (13-23 años). Siempre la edadde inicio temprana ha sido un tema preocu-pante en todos los estudios relacionados conla drogadicción por su relación con futurosabusos. En la tabla 2 no es de extrañar quesean el alcohol, el tabaco y el cannabis (porese orden) las primeras sustancias que toma-ron dichas personas, incluso antes de contar

con 10 años de edad. El alcohol y el tabacose sitúan sobre los 14 años, el cannabis a los16 y las anfetaminas o el éxtasis a los 17años. Es preocupante ver como en el períodocomprendido entre los 11-15 años hay un9,5% de los casos que se inician con la coca-ína. Los no consumidores de cocaína o esca-sos consumidores presentan unas edadesrelativamente mayores, a excepción de heroí-na y hongos alucinógenos (p=0,000)

* En negrita la edad media de los consumidores de cocaína.

A la hora de valorar (ver tabla 3) donde seproducen las salidas de estos jóvenes nosencontramos que tanto a menudo como muya menudo acuden por este orden: discote-cas, bares, cafeterías, after hours, clubes yfiestas privadas. Los no consumidores, sue-

len ir con menos frecuencia a bares, púbs,clubes, after hours, parties y otros, y un pocomás frecuentemente a cafeterías. Es decir alugares de menor riesgo de consumo(p=0,000).

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Uso recreativo de cocaína por los jóvenes de la Comunidad Valenciana110

Tabla 3.VIDA RECREATIVA NOCTURNA DE LOS CONSUMIDORES DE COCAÍNA

LUGARES A LOS QUE SUELEN IR

LUGARES NUNCA* A VECES* A MENUDO* MUY A MENUDO* MEDIA*

BARES 3,6% 34,9% 32,5% 29% 2,8±0,8

6,5% 40% 31,2% 22,3%DISCOTECAS 5,9% 37,9% 25,4% 30,8% 2,8±0,9

17,3% 45,3% 22,5% 14,9%PUBS 3% 18,3% 30,2% 48,5% 3,2±0,8

2,7% 22,3% 35,5% 39,5%CAFETERÍAS 29,6% 44,4% 15,4% 10,7% 2±0,9

24,7% 35,6% 26,3% 13,3%CLUBS 65,1% 23,7% 3% 7,1% 1,5±0,8

80,7% 9,8% 6,4% 3%AFTER HOURS 30,2% 43,2% 17,8% 8,9% 2±0,9

75,3% 18,1% 3,2% 3,4%PARTY 71% 20,1% 3% 5,9% 1,4±0,8

86% 11,1% 1,4% 1,4%OTROS 65,4% 16% 7,4% 10,5% 1,6±1

66,6% 18,8% 7,1% 7,5%

* En negrita los valores de los consumidores de cocaína.

En una muestra más amplia de jóvenesque salen de marcha reclutados de la mismaforma pero correspondientes al territorionacional hay algunas diferencias pues prefie-ren primero los bares, seguidos de los púbs(Calafat et al, 2000). Por tanto cabe pensarque es en discotecas donde se produce conmayor frecuencia el consumo de cocaína.

Tipos de música preferidos.

Seleccionar un único tipo de música esdifícil, por eso, las personas preguntadas die-ron una relación compuesta por tres opcio-nes. De entre todas hay que destacar por elnúmero de preferencias al house, líder en laprimera opción. Por detrás, se encontraría elpop y, ya más rezagados, a varios puntos dedistancia, otros como el hardcore, la salsa oel rock.

Los no consumidores de cocaína dieron elsiguiente orden de preferencia del tipo demúsica: Pop, house, rock, salsa y hardcore.

Por lo que respecta al ambiente en que semueven y el tipo de música preferido, hemos

señalado el house, pop y el rock, un pocodiferente a los encuestados españoles en lostrabajos de Calafat (2000) donde cambian elorden por: rock/heavy metal, pop/melódica yhouse en tercer lugar. Sin embargo, los euro-peos entrevistados para el primer trabajoSONAR (Calafat, 1999) hicieron la mismaselección musical que los jóvenes valencia-nos.

Frecuencia de salida los fines de semana.

Otro baremo no menos importante paraanalizar los hábitos de salida es el tiempo quededican a salir. Las respuestas indican que lamayoría de los consumidores de cocaína saletres o cuatro fines de semana al mes, mien-tras que los no consumidores o escasamenteconsumidores lo hacen dos fines de semanao uno. En cada fin de semana los consumido-res de cocaína normalmente salen dosnoches en la mitad de los casos y hasta tres,una tercera parte. Hablamos aquí de nochesen general, pero por acortarlo, la nochemedia siempre es superior a cinco horas demarcha, llegando a extenderse a 15 ó 20 en

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Torres, M.A. 111

algunos casos. Es decir, salir más noches ymás horas es factor asociado con el consu-mo frecuente de cocaína.

El número más frecuente de bares, clubes,etc. que visitan los consumidores de cocaínaes el de 3 a 5 lugares, mientras que los noconsumidores el número que suelen visitares el de 3 ó 4 (p=0,000).

Entre los encuestados para la muestraSONAR española, y los europeos, lo habitualtambién es salir esos 3 ó 4 fines de semanaal mes, a modo de globalización de la formade salir y divertirse.

Salidas durante la semana (lunes a jueves).

Más de la mitad del grupo anterior de jóve-nes salen de fiesta, además, entre semana. Y

aunque hay otra mitad que no sale, los prime-ros cumplen con creces de lunes a jueves.Entre los consumidores de cocaína la fre-cuencia de salida durante la semana es de un30% (p=0,000). De entre estos jóvenes con-sumidores de cocaína que salen entre sema-na, hay casi un 27% que salen todos y cadauno de los días. Otros (un 33%) lo hacen sólouna noche, el resto se reparte entre dos ytres ocasiones. Entre los no consumidores, lomás frecuente ha sido salir una noche el 14%y los que han salido todas las noches hanrepresentado un 4%. Es decir, nos encontra-mos que a mayor número de salidas a lolargo de la semana, hay mayor vinculacióncon el consumo frecuente de cocaína(p=0,000).

Tabla 4. RAZONES PARA SALIR DE MARCHA

RAZONES NADA IMPORTANTE* POCO IMPORTANTE* IMPORTANTE* MUY IMPORTANTE*

BAILAR 13% 31,4% 34,3% 20,7%

P=0,000 13,2% 22,8% 39,6% 23,7%

REUNIÓN CON AMIGOS 1,2% 6,5% 36,7% 55,6%

P=0,000 1% 1,4% 25,4% 71,5%

BUSCAR SEXO 23,7% 21,9% 19,5% 34,9%

P=0,000 39,4% 25,3% 16,6% 18,2%

BUSCAR PAREJA 40,2% 30,8% 13,6% 14,2%

P=0,005 37,5% 30,2% 18,4% 13%

DESCONECTAR DELA RUTINA DIARIA 1,8% 7,7% 34,9% 53,8%

P=0,0004 4,6% 7,2% 38,9% 48,3%

CONSUMIR DROGAS 10,7% 23,7% 36,1% 29,6%

P=0,000 67% 18% 7,7% 6,7%

OÍR MÚSICA 5,3% 25,4% 34,3% 34,9%

P=0,000 6,1% 15,2% 50,2% 27,4%

* En negrita los valores de los consumidores de cocaína.

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Uso recreativo de cocaína por los jóvenes de la Comunidad Valenciana112

La tabla 4 muestra como las razones másfrecuentes en general para toda la muestrapara salir de marcha son reunirse con ami-gos, desconectar de la rutina diaria, oír músi-ca, buscar sexo o bailar. Si ya exploramosseparadamente los datos vemos que para losconsumidores de cocaína un 65,7% conside-ran ‘importante’ o ‘muy importante’ para salirde marcha el consumo de drogas, mientrasque sólo un 14,4% de los no consumidoreslo ven importante. Los no consumidores des-tacan además por valorar más reunirse conlos amigos. Otros aspectos indican algunasdiferencias pero no son tan estridentes.

Entre las razones para elegir un lugar dediversión (tabla 5) el grupo de los encuesta-

dos apenas se diferencia del resto de jóvenesespañoles, cuando eligen un lugar de marchabuscan la afinidad con sus gustos, con el tipode gente, con el tipo de música, etc... Entrelas razones para elegir los lugares de diver-sión entre los que habían consumido cocaína,son consideradas importantes o muy impor-tantes: el tipo de música, el ambiente, el tipode gente que va a los sitios, el tipo de drogasque se pueden obtener, los precios, la posibi-lidad de ligar, etc. Algo diferente se manifes-taron otros grupos españoles encuestados,en los que el ambiente predominaba sobre eltipo de música, como en el caso anterior

Tabla 5. RAZONES PARA ELEGIR UN LUGAR DE DIVERSIÓN

RAZÓN NADA IMPORTANTE* NO MUY IMPORTANTE* IMPORTANTE* MUY IMPORTANTE*

TIPO DE GENTE 10,7% 23,1% 36,1% 30,2%

P=0,000 1,7% 9,2% 41,9% 46%PRECIOS 14,2% 32% 36,1% 17,8%

P=0,000 5,6% 22,1% 45,1% 26,5%DROGAS 16% 28,4% 34,3% 21,3%

P=0,000 62,1% 20% 10% 7,2%DISTANCIA DESDE CASA 27,2% 51,5% 13% 8,3%

P=0,000 21,2% 40,3% 29,9% 7,4%POSIBILIDAD DE LIGAR 26% 20,7% 29% 24,3%

P=0,000 30,2% 26,7% 26,1% 16,2%TIPO DE MÚSICA 5,3% 12,4% 49,1% 33,1%

P=0,000 1,2% 4,7% 49,5% 43,8%AMBIENTE 3,6% 7,1% 34,9% 54,4%

P=0,000 0,5% 1,4% 34,6% 76,9%

* En negrita los datos correspondientes a consumidores de cocaína.

Para los no consumidores, ha sido másimportante el elegir los lugares por el tipo degente, los precios, el tipo de música y elambiente, mientras que no ha sido nadaimportante el consumo de drogas o la posibi-lidad de ligar (p=0,000)

Como sabemos es importante la influenciadel grupo de amigos sobre los hábitos deconsumo y estilos de vida. Quizá por eso, seentienda que la tercera parte de los encues-tados afirmen que “todos” sus amigos sue-

len salir con ellos de fiesta, y que un 36,1%digan que la mitad de ellos. Como vemos sonla mayoría de los amigos los que salen demarcha, muy a menudo formando parte delambiente del consumidor y usuario de vidarecreativa nocturna y que consume cocaína.Ocurre una situación parecida entre los noconsumidores de cocaína, aunque ellos afir-man más bien que son muchos de ellos losque salen, seguidos de todos ellos y la mitadde ellos (p=0,000).

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Tabla 7. PROCEDENCIA DEL DINERO PARA GASTAR LOS FINES DE SEMANA

PROCEDENCIA (p=0,000) CONSUMIDORES NO CONSUMIDORESCOCAÍNA

DE LA FAMILIA 27,2% 52,9%TRABAJO FIJO 36,7% 24,7%TRABAJO TEMPORAL 26,6% 18,5%BECA ESCOLAR 1,2% 0,7%PENSIÓN SEGURIDAD SOCIAL 1,2% 0,1%OTROS RECURSOS (INCLUIDO TRAPICHEO) 7,1% 2,8%

Torres, M.A. 113

La mitad de los usuarios, (un 51%) reco-rren largas distancias para ir a los lugares demarcha, mientras que la otra mitad no lohacen. Junto con eso, una vez que salen, la mayoría visita cuatro lugares de diversión distintos (un 61,7%), mientras que el restoaún alargan más el trayecto. Los no consumi-dores recorren largas distancias en un 23%,mientras que no lo hacen en un 77%, es decir, entre los consumidores hay mayo-res desplazamientos para buscar más vidarecreativa (p=0,000)

La tabla 6 además, no deja lugar a dudasde los medios de locomoción seleccionadospara ir de fiesta: el coche, ya sea propio o deun amigo, y la moto, copan las primeras posi-ciones. Siempre hay un vehículo y eso es unfactor de riesgo para sus vidas y las de losdemás, eso entre los consumidores frecuen-tes de cocaína. Los no consumidores usanmenos el coche propio, más el transportepúblico, el taxi, la bicicleta y otros medios.

Tabla 6. MEDIO DE TRANSPORTE UTILIZADO

MEDIO EMPLEADO SÍ* NO*

MI COCHE 49,7% 50,3%

P=0,000 44,2% 55,3%COCHE DE MIS AMIGOS 69,8% 29,6%

N.S. 62,8% 36,8%TRANSPORTE PÚBLICO 7,7% 91,7%

P=0,000 15,2% 84,4%TAXI 9,5% 89,9%

P=0,000 19,6% 80%MOTO 26,6% 72,8%

N.S. 21,7% 77,6%BICICLETA 1,8% 97,6%

N.S. 3,7% 95,9%OTROS 16,6% 81,1%

P=0,000 34,1% 62,4%

* En negrita los resultados correspondientes a los consumidores de cocaína.

Como era de esperar, la familia es la abas-tecedora de fondos para ambos grupos, másen los no consumidores, mientras que en

estos, es más frecuente el trabajo fijo o eltrabajo temporal.

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Uso recreativo de cocaína por los jóvenes de la Comunidad Valenciana114

Delimitado el tiempo y la forma en la quelos jóvenes salen de marcha, habría que aco-tar de dónde sacan el dinero para gastárseloen esas salidas. Así, la mayoría (tabla 7) reci-ben sus recursos de su propio trabajo (seafijo o temporal), o de la familia. Sólo unpequeño porcentaje (el 7%) señalan “otras”fuentes de financiación entre las que estáincluido el “trapicheo”.

La distribución del gasto (tabla 8) es claro.La mayor cantidad de dinero es para las drogas ilegales, alcohol y tabaco (por eseorden). De lado quedan las necesidades másbásicas como el transporte o la comida. Losno consumidores, lógicamente gastan muchomenos en drogas, alcohol, tabaco y entradasen clubes y otros espectáculos, es decir, noconsumir drogas, implica menos gasto dedinero.

El dinero que suelen gastar en las nochesde marcha, incluidos sus consumos, procede,en primera opción, de su trabajo fijo, su familia, trabajo temporal, otros recursos. Lamedia de gasto en salir durante la semanaes, en primer lugar, en drogas ilegales 5500Ptas., alcohol 4000 Ptas., tabaco 2000 Ptas.,comidas 1000 Ptas., entradas a lugares 1000Ptas. Estas cifras se merecen una considera-

ción seria ya que parte de ese dinero sale delas asignaciones familiares o de los trabajosque desempeñan estos jóvenes que lo usanpara divertirse o pasarlo bien. En el caso delos no consumidores la asignación, comodecíamos, sale fundamentalmente de lasfamilias, por lo que, como hemos dicho ante-riormente, el consumo de drogas es favoreci-do por un mayor poder adquisitivo del jovenque sale de marcha y dispone de más canti-dad de fondos.

En los otros resultados de las investigacio-nes realizadas desde Irefrea con muestrassimilares (Calafat, 1999, 2000), nos encontra-mos que las cantidades gastadas en las salidas nocturnas, también eran cuantiosas,aunque son superiores las obtenidas ennuestro trabajo, y se aproximan más a las deciudades como Madrid o Palma de Mallorca.

Los consumidores, lógicamente, conside-ran el alcohol y el cannabis como las sustan-cias que más enganchan y que, por tantosería más difícil de dejar. A distancia, comose puede observar en la tabla nº 9, queda lacocaína. Esto indica que después del alcoholy el tabaco, es ésta sustancia la más compli-cada de abandonar.

Tabla 8. DINERO QUE GASTAN COMO MEDIA EN SALIR DURANTE LA SEMANA

CONCEPTO MEDIANA* MEDIA*

COMIDAS 1000 1927±2552

1000 1595±1789TRANSPORTE 474 401±1347

474±970ENTRADAS 1000 1468±1844

500 762,66±884,42ALCOHOL 4000 4646±3328

2000 2246,64±1837,7TABACO 2000 2115±1358

650 1038±1166DROGAS ILEGALES 5500 8811±7608

1300 1387±3015

* En negrita los valores correspondientes a los consumidores frecuentes de cocaína.

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Tabla 9. DE TODAS LAS DROGAS CONSUMIDAS

¿CUÁLES SERÍAN LAS MÁS DIFÍCILES DE ABANDONAR?

DROGA CONUMIDORES NO CONSUMIDORES

COCAÍNA COCAÍNA

(n=162) (n=386)

ALCOHOL 38,,9% 42,7%CANNABIS 21,6% 10,1%TRANQUILIZANTES 0,6% 0,5%HIPNÓTICOS 0,6% 0,2%ANFETAMINAS/SPEED 1,2% 0,2%ÉXTASIS 0,6%LSD 0,6% 1%CRAK (BASE) 3,1% 1%COCAÍNA 9,3% 0,2%HONGOS ALUCINÓGENOS 0,6%HEROÍNA/OPIÁCEOS 0,6%TABACO 13% 22,7%

Torres, M.A. 115

A la hora de preguntarles cuales serían lasdrogas que más les costaría abandonar (tabla

9), nos respondieron, en primera opción conel siguiente orden: alcohol, cannabis, tabaco,cocaína, crack y anfetaminas. Por el contrario,los no consumidores, con menos conoci-miento de causa, nos dan el siguiente orden:alcohol, tabaco, cannabis, LSD y crack, estosdos últimos muy alejados. Es decir, informande las que son más corrientes o más accesi-bles (p=0,000). El alcohol y el cannabis, tam-bién suelen ser las drogas que les resultaríanmás difíciles dejar de consumir, como sueleocurrir entre los encuestados europeos yespañoles, así como los consumidores másespecíficos de cannabis (Calafat, Fernándezet al 2000). Es importante señalar que conti-núan consumiendo una droga a pesar dehaber tenido problemas con ella el 58,6%.

Se preguntó si habían consumido drogastras haber tenido problemas con ellas, entrelos consumidores de cocaína y los no consu-midores o escasamente consumidores y nos

encontramos lo siguiente: Los consumidoresde cocaína nos respondieron afirmativamenteen un 56,9%, mientras que los no consumi-dores nos informaron que lo habían hecho enun 33,2% (p=0,000). Es curioso y llamativoque a pesar de conocer algún problema, sesigan consumiendo sustancias. Esto nos indi-ca una persistencia en el mismo, a pesar deque en algún momento puedan no producirlas situaciones tan placenteras que se bus-can.

En la tabla 10 podemos ver cuales son lasdrogas que les han podido ocasionar algúnproblema. Podemos observar que entre losconsumidores de cocaína el alcohol, el canna-bis, la cocaína, éxtasis, LSD y anfetaminas,mientras que los no consumidores de cocaí-na, nos dan el siguiente orden de frecuen-cias: alcohol, tabaco, cannabis, etc., drogasaparentemente más accesibles a los jóvenesen su vida recreativa (p=0,000).

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Tabla 11. DROGAS MÁS DE MODA EN SUS AMBIENTES

DROGAS MÁS DE MODA CONSUMIDORES NO CONSUMIDORES

EN SU AMBIENTE FRECUENTES DE DE COCAÍNA

(P=0,000) COCAÍNA (N=165) (N=511)

ALCOHOL 15,2% 42,6%CANNABIS 12,7% 34,8%ANFETAMINAS 0,6% 0,7%ÉXTASIS 7,9% 4,8%LSD 0,6% 1,1%CRACK (BASE) 0,1%COCAÍNA 58,8% 12,9%HEROÍNA/OPIÁCEOS 2,4% 0,3%TABACO 0,7%SPEED 0,6% 1,1%TODAS ELLAS 0,6%

Tabla 10. CONTINÚAN CONSUMIENDO DROGAS A PESAR DE HABER TENIDO

PROBLEMAS POR CONSUMIRLAS

DROGAS CONSUMIDAS A CONSUMIDORES NO CONSUMIDORES

PESAR DE HABER TENIDO COCAÍNA (N=198)

PROBLEMAS CON ELLAS (N=95)

ALCOHOL 53,7% 76,7%CANNABIS 12,6% 6%TRANQUILIZANTES 1,1%ANFETAMINAS 3,2%ÉXTASIS 7,4% 1%LSD 7,4% 2,5%CRACK (BASE) 1,1%COCAÍNA 8,4% 3%HEROÍNA/OPIÁCEOS 3,2% 3%TABACO 2,1% 6,5%

Uso recreativo de cocaína por los jóvenes de la Comunidad Valenciana116

Normalmente consumen más de una sustancia en una misma noche (alcohol, can-nabis, etc.) el 95,9% es decir la inmensamayoría, cosa que no ocurre entre los no con-sumidores. Por tanto, un elevado porcentajeasocia tomar además alguna droga distinta

de la cocaína: alcohol, cannabis, éxtasis, LSD,heroína, etc. Como sabemos el nivel de ries-gos asumidos por el individuo aumenta conel número de sustancias que se consumensimultáneamente.

Las drogas que ellos consideran más demoda en sus ambientes son: la cocaína, elalcohol, el cannabis y el éxtasis. Para los noconsumidores de cocaína, el orden de fre-cuencia de las drogas más de moda en suambiente es el siguiente: alcohol, cannabis,

cocaína y éxtasis. La diferencia fundamentalestá en la cocaína, que para los primeros essu droga favorita y por la que les hemos con-siderado como grupo de consumidores.(Tabla 11)

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Torres, M.A. 117

Se repite la misma situación que se produ-cía en los estudios de las ciudades europeasy el de las ciudades españolas del estudio Irefrea, en las que se prefería el alcohol, elcannabis, el tabaco, seguidos de la cocaína(nuestro estudio está basado en consumido-res de cocaína). Similares resultados se hanencontrado entre los consumidores de can-nabis, realizado por Calafat et al (2000)

CONSUMO DE ALCOHOL

Por ser una de las sustancias tradicional-mente más consumidas, y en este caso, enel grupo de consumidores de cocaína, ade-más de ser una de las que más aparece enlas respuestas, merece un análisis aparte eseconsumo de alcohol en los usuarios frecuen-tes de cocaína.

Tabla 12. EMBRIAGUECES EN EL ÚLTIMO MES

(P=0,000) CONSUMIDORES DE NO CONSUMIDORES

COCAÍNA (N=169) (N=563)

A DIARIO 3% 0,8%ALGUNAS VECES A LA SEMANA 20,7% 7,6%UNA VEZ A LA SEMANA 13% 10,4%ALGUNAS VECES AL MES 27,2% 24,8%UNA VEZ 14,8% 16,6%NINGUNA 21,3% 39,4%

La frecuencia de embriagueces en los con-sumidores es la de algunas veces al mes,seguidos de algunas veces a la semana y unavez al mes y una vez a la semana. Entre losno consumidores frecuentes de cocaína lasdiferencias en porcentajes y frecuencias sonmuy notorias. Como vemos son porcentajesextraordinariamente preocupantes, es decir,el consumo frecuente de cocaína, suele iracompañado, en muchas ocasiones de con-sumos de alcohol que conducen a la embria-guez, una cuestión nada saludable y sí muypreocupante.

Esto nos pone en evidencia que, compara-dos con los estudios sobre jóvenes europeos

y españoles, hemos encontrado mayores fre-cuencias en nuestra muestra, es decir, seemborrachan más a menudo, lo que asociadoal consumo de cocaína, nos hace pensar quelos riesgos son altos.

En este sentido, por ser una plasmacióndirecta de los problemas que se derivan delconsumo abusivo de bebidas alcohólicas, eraobligado comprobar si habían conducido bajolos efectos de alcohol, hemos encontradocasi un 80% que sí lo han hecho, mientrasque sí lo habían hecho un 51% de los que nohabían abusado de cocaína (notable diferen-cia en contra de los consumidores frecuentesde cocaína) (p=0,000).

Tabla 13. CONSECUENCIAS POR BEBER Y CONDUCIR

(P=0,000) CONSUMIDORES DE NO CONSUMIDORES

COCAÍNA (N=165) (N=552)

SER MULTADO 15,7% 3,4%SER DETENIDO 6,7% 1,9%ACCIDENTE DE TRÁFICO 24,2% 7,4%

Los consumidores frecuentes de cocaínahan tenido muchos más problemas con el trá-fico que los que no la consumen (accidentes,multas y detenciones) lo que nos indica queel consumo frecuente de cocaína entre nues-

tros jóvenes encuestados comporta consu-mo de alcohol y consecuencias negativas encuanto a la seguridad vial. Vemos que nues-tros encuestados han sido multados en másocasiones que los europeos y españoles, han

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Uso recreativo de cocaína por los jóvenes de la Comunidad Valenciana118

sido detenidos, más o menos en la mismafrecuencia que los europeos y más que losespañoles, por la laxitud, según nuestro crite-rio, a la hora de observar y hacerse cumplirlas normativas de tráfico.

Sin embargo, han sufrido menos acciden-tes de tráfico, los del estudio de la Comuni-dad Valenciana, para lo que no tenemos expli-cación lógica.

PERCEPCIÓN DEL RIESGO.

El consumir alcohol, tabaco y cannabisentre los consumidores frecuentes de cocaí-na (ver tabla 14) son consideradas como con-ductas de menor riesgo, mientras que el usode otras drogas es considerado de mayorpeligro, pero no por ello se deja de practicarsu consumo. Destaca especialmente entretodas ellas la escasísima percepción de peli-gro en relación con el cannabis donde lainmensa mayoría no ve ningún o casi ningúnpeligro, lo cual está en consonancia con lasituación actual reflejada a través de los

medios de comunicación. Cuando compara-mos una a una las percepciones de riesgoentre los consumidores frecuentes y los nofrecuentes, nos encontramos lo siguiente,fumar cigarrillos es un poco peligrosa para losconsumidores, mientras que para los no con-sumidores es considerado como muy peligro-sa tal conducta. Fumar marihuana con regula-ridad se considera no peligrosa por losconsumidores de cocaína, mientras que esconsiderada muy peligrosa por los no consu-midores. Con el consumo de éxtasis cada finde semana son coincidentes ambos gruposen considerarlo muy peligroso, igual quesucede con el consumo de LSD una vez almes, ambos lo consideran muy peligroso. Porlo que respecta a la conducta alcohólica nosencontramos con grandes diferencias entreun grupo y otro: tomar 2 bebidas alcohólicasal día es no peligrosa para los consumidoresde cocaína y un poco peligrosa para los noconsumidores. Tomar 4 bebidas alcohólicasen una ocasión, es no peligrosa para los con-sumidores frecuentes y un peligro moderadoentre los no usuarios de cocaína.

Tabla 14. CONSIDERACIÓN DE CONDUCTAS PELIGROSAS

NO UN POCO PELIGRO MUY

PELIGROSA* PELIGROSA* MODERADO* PELIGROSA*

FUMAR UN PAQUETE DE 19,5% 31,4% 29,6% 18,9%

CIGARRILLOS AL DÍA 9,5% 21,9% 33,8% 34,6%FUMAR MARIHUANA 49,1% 31,4% 13,6% 5,3%

REGULARMENTE 16,6% 26,9% 27,8% 28,5%CONSUMIR ÉXTASIS CADA 14,8% 21,3% 20,7% 42,6%

FIN DE SEMANA 1,7% 7% 14,5% 76,6%TOMAR LSD UNA VEZ AL MES 17,8% 17,8% 23,7% 40,2%

2,6% 9,7% 21% 66,4%TOMAR 2 BEBIDAS 50,9% 23,7% 16% 8,9%

ALCOHÓLICAS AL DÍA 21% 32,6% 23,9% 22,3%TOMAR 4 BEBIDAS ALCOHÓLICAS 37,3% 29% 19,5% 13,6%

EN UNA SOLA OCASIÓN 21% 24,7% 31,1% 23%

* En negrita los valores correspondientes a los consumidores de cocaína.

Creemos que los consumidores frecuen-tes de cocaína no tienen muy claro que es lomás arriesgado en sus vidas, por ello son rei-terativos en los mismos y hay una distorsión

de sus creencias en cuanto a los riesgos. Losencuestados tanto en España como en otrospaíses europeos han presentado frecuenciassimilares en cuanto a la percepción de ries-

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Tabla 15. CONSIDERACIÓN DE CONDUCTAS PELIGROSAS

NUNCA* LO HE HECHO, NENOS DE APROX. UNA 2ó3 UNA VEZ A

PERO NO EN DE UNA VEZ UNA VEZ VECES LA SEMANA

EL ÚLTIMO AÑO* AL MES* AL MES* AL MES* O MÁS*

LO QUE ME DA LA GANA, 13,6% 20,1% 16,6% 10,7% 14,8% 23,7%

NO IMPORTA EL QUÉ 37% 21,6% 14.7% 7,6% 6,9% 12%ALGO PELIGROSOPORQUE ALGUIEN ME 27,2% 43,8% 15,4% 4,1% 3% 5,9%

DESAFIÓ A HACERLO 59% 28,5% 6,7% 1,5% 1,5% 2,4%COSAS LOCAS INCLUSOAUNQUE SEAN UN 17,8% 29,6% 24,9% 9,5% 4,7% 13%

POCO PELIGROSAS 42,4% 32,2% 12,3% 5,1% 2,6% 5,1%

Torres, M.A. 119

gos con ciertas conductas y vemos que eltomar éxtasis cada semana, consumir LSDuna vez al mes, fumar un paquete de cigarri-llos al día, fumar marihuana con regularidad,dos bebidas alcohólicas por día y cuatro bebi-das alcohólicas en cada ocasión son sus per-cepciones de riesgo. Ello nos hace plantearque entre los usuarios de cocaína, ya ha habi-do alguna señal de alarma con respecto aléxtasis y el LSD, por las posibles experien-cias negativas que hayan podido producirestas sustancias en ellos o las hayan percibi-do entre sus compañeros.

Necesariamente también, para continuarcon el tema de la conducción, debemos versi manifiestan haber conducido bajo los efectos de otras drogas.Tres cuartas partes(75,6%) admiten haberlo hecho, mientrasque lo habían hecho un 32,7% de los no con-sumidores (p=0,000). No es difícil observarque la situación de riesgo es muy alta paraestos jóvenes encuestados cuando tienen unvolante entre las manos, especialmentecuando además consumen cocaína, tambiénlos que no la consumen, aunque en menorfrecuencia.

Los porcentajes han sido notablementesuperiores a los manifestados por los jóveneseuropeos y españoles, dando una señal dealarma de uso de sustancias y vehículos amotor que resultan “amistades peligrosas

Como sabemos los consumidores de dro-gas puntúan alto en escalas de búsqueda desensaciones. Interesa ahora explorar (vertabla 15) si la submuestra representada porlos consumidores de cocaína recreativos pun-túan más alto todavía que el resto de lamuestra. Nos encontramos que el hacer loque les da la gana, entre los consumidoresde cocaína es de una vez a la semana y entrelos no consumidores es de no hacerlo nunca.El hacer cosas peligrosas, porque alguien lesdesafía ha sido de haberlo hecho aunque noen el último año, mientras que entre los noconsumidores es el no haberlo hecho nunca.Hacer cosas locas aunque sean un poco peli-grosas se produce entre los consumidoresfrecuentes es el de haberlo hecho aunque noen el último año, mientras que entre los noconsumidores no se produce nunca

* En negrita los valores corespondientes a los consumidores de cocaína.

Las respuestas dejan bien claro que lasconductas de riesgo y antisociales son comu-nes en este tipo de consumidores. De hechoel 23,7% reconocen hacerlo una vez a lasemana o más. El escaso respeto por nor-mas sociales es diáfano.

En el caso de las conductas peligrosas,con el desafío como chispa que enciende lamecha, vemos que es poco frecuente unarespuesta peligrosa aunque con una frecuen-cia relativa menor que en el caso de la pre-gunta anterior. Por último, las cosas poco

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Uso recreativo de cocaína por los jóvenes de la Comunidad Valenciana120

reflexivas, clasificadas como “locas” en latabla, y de sometimiento al riesgo, tambiénson escasas -relativamente- en frecuencia,pero existentes.

Al analizar sus conductas de riesgo o anti-sociales, especialmente entre los usuarios decocaína, vemos que las conductas frecuentes(2 ó 3 veces al mes) o una vez a la semana omás, vemos que hacen lo qué les da la gana,no importa lo que sea, en más de un terciode los encuestados, es decir una conductaantisocial derivada de su manera de pensar ysus consumos. En segundo lugar, el hacercosas locas incluso aunque sean un pocopeligrosas, en un 17%, seguidos de los quehan hecho algo peligroso, porque alguien lesdesafió a hacerlo. Vemos que hay una actitudde poco respeto hacia las normas, en unacantidad relativamente importante y, que si loconsideramos junto con el consumo de coca-ína y otras sustancias, podría derivarse enuna conducta no aceptable socialmente.

Con respecto a las cosas que se hanhecho de tipo arriesgado o actitudes antiso-ciales, bien desde los 15 años o en los últi-mos 12 meses, vemos que el conducir sinpermiso, se ha dado más desde los 15 años.El hacer daño a los bienes públicos, ha sidomás en el último año, los robos en tiendas,grandes almacenes, se dio más entre los quelo hacían desde los 15 años, seguidos de losdel último año, el entrar en peleas, se dabamás entre los que lo hicieron desde los 15años, seguidos de los que lo hacen en el últi-mo año. Las conductas antisociales más fre-cuentes entre este grupo de consumidoreshan sido los robos en tiendas y grandes alma-cenes, seguidos de las peleas. Es difícil atri-buir dichas conductas al uso de cocaína, perolo que sí sabemos es que se da entre consu-midores de cocaína, de estos jóvenesencuestados (ver tabla 16).

* En negrita los valores corespondientes a los consumidores de cocaína.

Tabla 16. CONDUCTAS ANTISOCIALES.

DESDE LOS 15 EN LOS ÚLTIMOS NUNCA*

AÑOS* 12 MESES*

HABER CONDUCIDO 16,1% 10,1% 73,8%

COCHE SIN PERMISO 7,8% 7% 85,1%DE CONDUCIR

HABER DAÑADO 31% 9,5% 59,5%

BIENES PÚBLICOS 13,3% 6,5% 80,1%

LLEVARSE COSAS SIN 46,4% 12,5% 41,1%

PAGAR EN LAS TIENDAS 25% 14,1% 60,8%O ALMACENES

HABER PARTICIPADO 36,9% 22,6% 40,5%

EN PELEAS 18,4% 13,3% 68,2%

Los no consumidores, han realizadomenos conductas antisociales, en general ymenos que los consumidores frecuentes, seimplican menos en esos tipos de conflictos,es decir, consumir drogas, puede haber sido

precedido de alguna conducta no aceptablesocialmente y al mismo tiempo, en los últi-mos 12 meses, en que ya tenemos referen-cia de consumos, se pueden asociar dichasconductas, ya más relacionadas con el consu-

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Torres, M.A. 121

mo de sustancias ¿es posible creer que hayantecedentes de conductas antisociales enlos consumidores? ¿Podemos afirmar que lasconductas antisociales van ligadas al consu-mo?.

CONCLUSIONES

Vemos que los consumidores de cocaínase implican en diversos procesos, en los cuales se producen tanto conductas comoconsumos de riesgo que plantean que lasociedad joven valenciana está asumiendosituaciones arriesgadas por lo que respecta alconsumo, que requiere que nos planteemosmodificar nuestras políticas de prevención yla enseñanza del disfrute de la vida recreativasin consumo de sustancias como la cocaína.

Los varones, solteros, de unos 22 años,que viven con sus padres y que se ejercepoco control, además de que su nivel acadé-mico es de grado medio y se consideranestudiantes regulares, son los que consumencocaína con mayor frecuencia.

Los que tienen trabajo fijo o temporal conpoder adquisitivo propio, son a su vez consu-midores de cocaína, inician su consumo conedades más jóvenes que los no consumido-res.

Los consumidores de cocaína van más abares, discotecas, clubes, after hours y par-ties, que los no consumidores. La músicaque prefieren los que hacen uso frecuente decocaína es el house, pop y hardcore, frente apop, house y rock de los no consumidores yéstos van más a púbs y cafeterías. Es decirsus hábitos de música y recreo son más enlugares en que se cierra más tarde y proba-blemente se consuman más sustancias.

Los consumidores salen más fines desemana y más horas que los no consumido-res, lo que facilita, a nuestro entender el con-sumo. Sus razones para salir son más procli-ves hacia el consumo: desconectar de larutina diaria, buscar pareja, buscar sexo, con-sumir drogas y oír música, ya que los no con-sumidores es la de bailar y reunirse con ami-

gos, oír música. El sitio elegido por los consu-midores se debe al tipo de gente, consumode drogas, distancia desde su casa y la posi-bilidad de ligar, es decir actividades que pue-den relacionarse con uso de sustancias, yaque lo no consumidores eligen el tipo demúsica, el ambiente, la gente, los precios,etc. Para ir a esos lugares los que consumenvan con el coche de sus amigos o el propio,mientras que los no consumidores han supe-rado en taxi, transporte público o bicicleta,actividades con menos riesgo.

Gastan más dinero que los no consumido-res en drogas ilegales, alcohol y entradas alos locales, mientras que los no consumido-res gastan mucho menos en todos los aspec-tos. Insistimos, gastar más dinero en salir,supone mayor facilidad para el consumo dedrogas, además de que consideramos quelas cantidades gastadas en drogas o alcoholson elevadas.

En cuanto a las drogas que consideranmás difíciles de abandonar cuando se consu-men son el alcohol, cannabis, tabaco y cocaí-na o crack, igual que los no consumidores,pero con unos porcentajes muy superiores.La contradicción es, saben lo difícil de suabandono, pero se insiste en él. Cuando aña-dimos un criterio personal, qué drogas sonlas que siguen consumiendo a pesar dehaber tenido problemas con ellas, han sido elalcohol, el cannabis, cocaína, crack, éxtasis yLSD, anfetaminas y heroína. Los no consumi-dores dicen lo mismo, pero con unos porcen-tajes netamente inferiores. Lo que indica quesí que estas sustancias son problemáticaspara los consumidores de cocaína que, ade-más las asocian en su vida de recreo.

Tras haber visto el concepto que teníansobre los riesgos de esas drogas, nos dicenque son las sustancias de moda en susambientes, entre los consumidores están:cocaína, alcohol, cannabis, éxtasis, heroína yen el ambiente de los no consumidores elalcohol, el cannabis, la cocaína, éxtasis y LSD¿quién no las conoce? Creemos que por suextensión se facilita el consumo.

El alcohol que se consume es amplio entrelos consumidores de cocaína, con embria-

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Uso recreativo de cocaína por los jóvenes de la Comunidad Valenciana122

gueces frecuentes, con las consecuenciasnegativas con accidentes, multas y detencio-nes, en mucha mayor frecuencia que los queno consumen cocaína, que se embriagan conmucha menos frecuencia. ¿Consumir cocaí-na, facilita las conductas de embriaguez, oembriagarse conduce a consumir cocaína?Este binomio, por desgracia es demasiadofrecuente en la sociedad española, con elpeligro que comporta. Otro aspecto es que elconsumo de cocaína lleva implícito en un75% el conducir bajo los efectos de algunasustancia diferente al alcohol, mientras quelos no consumidores de cocaína, solo lo hanmanifestado en 32%.

Preguntados los jóvenes sobre su posibili-dad de valorar conductas peligrosas y la po-sible aplicación a su manera de pensar oactuar, vemos que los consumidores mani-fiestan no peligrosas, todas las conductaspropuestas, esto nos indica un nivel de ries-go importante, ya que no se percibe el peli-gro indicativo de tales actividades. Aunqueconsideran peligrosas el consumo de éxtasiscada fin de semana y el consumo de LSD unavez al mes, mientras que los no consumido-res las consideran como muy peligrosas ypeligrosas, todas las mencionadas.

Los consumidores de cocaína gustan desensaciones como hacer lo que les da lagana, algo peligroso cuando les desafían ycosas locas aunque comporten riesgo, conmayores frecuencias que los no consumido-res que manifiestan mucho menos tendenciaa esas actividades.

También, las conductas antisociales sonmucho más frecuentes entre los consumido-res de cocaína, frente a los no consumidores,lo que nos indicaría que el consumir esa sus-tancia comporta mayor facilidad de paso a la acción y de actuaciones no apropiadas oantisociales, como por ejemplo conducir sincarné, dañar bienes públicos, peleas, mien-tras que los no consumidores, solo han supe-rado en porcentaje en el aspecto de los robosen tiendas o llevarse cosas sin pagar.

Como conclusión podemos decir que elconsumo de cocaína tiene una cierta exten-sión, ya detectada por estudios diversos y

además de que hay una asociación de consu-mo de alcohol y otras drogas que puedenfacilitar situaciones de cierto riesgo, ademásde indicar que hay un gasto importante ensustancias capaces de crear adicción, asícomo no entender que las salidas nocturnasno son divertidas ni festivas si no van acom-pañadas de consumos de sustancias que,como en este caso se trata de un psicoesti-mulante para favorecer, en algunas ocasionesel poder estar despierto durante esas horas,divertirse más y ser más extrovertido o facili-tar el paso a la acción en diversas situacio-nes.

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123VOL. 13. SUPLEMENTO 2

Uso recreativo de cocaína y asunción de riesgos: resultados convergentes

en cuatro muestras

CALAFAT, A.; FERNÁNDEZ, C.; JUAN, M.

Irefrea. (Instituto Europeo para el estudio de los Factores de Riesgo en la Infancia y la Adolescencia).

Enviar correspondencia: Amador Calafat (Irefrea) Rambla, 15, 2º, 3ª. 07003 Palma de Mallorca. [email protected].

RESUMEN

El presente estudio muestra una descripción de losconsumidores de cocaína hallados en cuatro muestrasde estudios recientes. Dos de estas muestras fueronentrevistadas por Irefrea en entornos recreativosdurante los años 1998 y 1999 (N = 1341 y N = 806respectivamente) y dos forman parte de los estudioscon muestras representativas sobre población escolary domiciliaria realizadas por el PNsD en estos dosaños. Los resultados muestran una clara asociaciónpositiva entre la implicación en la vida recreativa noc-turna y el consumo de cocaína. Los consumidores deesta sustancia tienden a valorar positivamente el con-sumo de drogas, a aceptar el consumo de drogas ensus amigos y pareja, son policonsumidores de drogaslegales e ilegales con mayor inclinación por estas últi-mas y tienen mayor probabilidad de implicarse en eluso problemático y abuso de drogas ilegales que losno consumidores de cocaína. El consumo de cocaínatambién muestra una fuerte asociación positiva con elconsumo de drogas entre los familiares y amigos. Losconsumidores de cocaína muestran también unamenor percepción del riesgo asociado al consumo dedrogas legales e ilegales, una actitud más favorablehacia comportamientos de riesgo asociadas a la con-ducción de vehículos y una mayor frecuencia de estasconductas de riesgo que los no consumidores. Deter-minados entornos sociales, recreativos y culturalespueden estar facilitando y manteniendo el consumode cocaína como un elemento sustancial, dentro deun estilo de vida orientado hacia la diversión, el poli-consumo de drogas y otras conductas de riesgo.

Palabras clave: Cocaína, consumidores, descripción,policonsumo, consumo recreativo, estilos devida., población general, España.

SUMMARY

The present study provides a description ofcocaine users in four Spanish samples in recentsurveys. Two of the samples were interviewed byIREFREA in recreational environments during 1998and 1999 (N =1341 and N = 806 respectively) and theother two form part of a study with representativesamples of the population at school and at homecarried out by PNSD in the same two years. Theresults show a clear positive association betweeninvolvement in recreational night life and cocaine use.Users of this substance tend to positively evaluatedrug use, to accept drug use by their friends andpartner, are multiusers of legal and illegal drugs with ahigher leaning towards the latter and have a higherprobability of being involved in the problematic useand abuse of illegal drugs than non- cocaine users.Cocaine use also shows a strong positive associationwith drug use among family members and friends.Cocaine users also show a lower risk perceptionassociated with legal and illegal drugs, a morefavourable attitude to risk behaviours associated withdriving vehicles and a greater frequency of thesebehaviours than non-consumers. Determined socialenvironments, both recreational and cultural, arefacilitating and maintaining cocaine use as asubstantial element within a style of life orientatedtowards fun, poly druguse and other risk behaviours

Key words: Cocaine users, description, poly druguse,recreational use, life styles, general population,Spain.

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INTRODUCCIÓN

El consumo de cocaína es un tema deestudio de interés creciente en nuestro país.Su visibilidad en los medios de comunicaciónva en aumento, a menudo asociada a noticiasque apuntan a un aumento de la oferta. En laliteratura científica en general (y en la Ameri-cana en particular) hace ya 20 años que se haanunciado un aumento importante de los pro-blemas asociados al consumo de cocaína (Tri-buna Médica, 1989) y se ha puesto de mani-fiesto que la cocaína no es la sustanciarelativamente inocua (Tribuna Médica, 1987)que se había considerado inicialmente ydiversos estudios han documentado lascaracterísticas farmacológicas y los efectosadversos del consumo de cocaína (Nahas,1990; San, 1996; Barrio et al., 1998, VanMeerten y De Bie, 1997).

Los estudios epidemiológicos sobre el con-sumo de cocaína en nuestro país muestranresultados diferentes según sea el tipo demuestras estudiadas. Existe suficiente evi-dencia de que el abuso de cocaína ha alcanza-do una prevalencia muy elevada entre los con-sumidores de opiáceos en tratamiento(Torrens, San, Peri et al., 1990; Boliches, Cer-vera, Valderrama et al., 1994; Barrio, De LaFuente, Royuela et al.; 1998; Barrio, Sánchez yDe La fuente, 1990; Roig-Llavería, Guerrero,Faure et al., 2000). Los estudios sobre pobla-ción general encontraron un probable aumen-to sustancial en la prevalencia del consumode cocaína entre los años 1984 – 1992 (Barrio,Sánchez y De La Fuente, 1990; Barrio, Orta yBravo et al., 1993). Los informes más recien-tes encuentran una estabilización de la preva-lencia en población general durante el periodo1995 – 1999 (Observatorio Español sobre Dro-gas, 2000), aunque si se observa un aumentoentre las mujeres y entre los jóvenes de eda-des comprendidas entre los 20 – 24 años.

Los estudios descriptivos sobre los consu-midores de cocaína son relativamente pocofrecuentes en la literatura, (muy escasos ennuestro país) y sus hallazgos y conclusionestambién varían sustancialmente según setrate de muestras de sujetos en tratamiento

o de consumidores procedentes de muestrascomunitarias. Los estudios descriptivos depacientes dependientes a opiáceos en trata-miento que abusan de la cocaína suelenseñalar que éstos presentan más problemaspsicopatológicos y toxicológicos que los adic-tos a opiáceos que no abusan de la cocaína.Los estudios descriptivos de consumidoresde cocaína en tratamiento tienden a poner demanifiesto las consecuencias negativas delconsumo asociadas al consumo compulsivo ydescontrolado en estos sujetos (Smith,Schwartz y Martin, 1989; Hickey, Brown,Chung et al., 1991; Van Merten y De Bie,1997). Estos estudios tienden a ofrecer unaimagen del consumidor de cocaína caracteri-zada por una alta frecuencia de trastornos poruso de sustancias, afectivos y de personali-dad (Boyd, 1993; Kilbey, Breslay y Andreski,1992; Johnson, Tobin y Celluti, 1992; Yates,1995) y una menor adaptación social(Havassy, Waserman y Hall, 1995).

Algunos estudios descriptivos de consumi-dores de cocaína en muestras comunitariasdesafían los estereotipos de los consumido-res de cocaína que surgen de estudios sobreconsumidores de cocaína en tratamiento ocon problemas judiciales. Según estos estu-dios los problemas derivados del abuso decocaína suelen ser relativamente infrecuen-tes, y aunque casi ningún consumidor escapaa la ocurrencia de algún efecto negativo delconsumo estos son frecuentemente contro-lados mediante una variedad de estrategias.Muchos de los consumidores de cocaínaestán bien integrados socialmente y laboral-mente, y esa integración ejerce un controlsobre el consumo de esta sustancia. Aunquese identifican frecuentemente consecuenciasadversas para la salud, empleo y relacionessociales, estas suelen estar asociadas a laimplicación intensa en el consumo más que acaracterísticas personales de los consumido-res (salvo en un pequeño grupo de sujetosconsumidores de otras sustancias, desem-pleados y con menores recursos personalesy económicos) (Cohen y Sas, 1994; Ericksony Weber, 1994; Hammersley y Ditton, 1994;Harrison, 1994; Mugford, 1994a y 1994b).

124 Uso recreativo de cocaína y asunción de riesgos: resultados convergentes en cuatro muestras

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Otros estudios descriptivos de consumido-res de cocaína en muestras comunitariasintentan establecer una tipología de consumi-dores, como un primer paso para elaborarposteriores modelos explicativos del consu-mo de cocaína en estos subgrupos (Green,Pickering, Foster et al. 1994; Ditton y Ham-mersley, 1994; Martí, 1996). Salvando algu-nas diferencias, estos autores podrían coinci-dir en señalar la existencia de tres tipos deconsumidor de cocaína: 1) El consumidor eli-tista, que se desenvuelve en el mundo de losnegocios, arte, diseño, etc. y hace un uso ins-trumental de la cocaína; 2) El consumidorrecreativo, para el cual el consumo es relati-vamente periférico en su vida; 3) El policon-sumidor que consume cocaína y cuya vidagira en torno a las drogas, incluyendo subgru-pos como los consumidores de opiáceos yjóvenes policonsumidores con antecedentesde problemas legales y baja adaptaciónsocial. Los grupos 1 y 3 serían relativamenteminoritarios mientras que el patrón másgeneralizado del consumo de cocaína estaríarepresentado en el segundo grupo.

Así pues, diversos autores que han estudia-do el consumo de cocaína en muestrascomunitarias sugieren que el patrón de con-sumo más frecuente consiste en consumircocaína con propósitos recreativos. Este con-sumo sería un elemento utilizado instrumen-talmente para la fiesta y entretenimiento,especialmente durante el ocio y el mundo dela noche del fin de semana y generalmenteen el grupo de amigos. En este patrón mayo-ritario de consumo el uso de cocaína no ten-dría porqué ir asociado comúnmente a “pro-blemas de drogas” y formaría parte de unestilo de vida en que los “ritmos” determinanel consumo de cocaína y no viceversa. Esteestilo de vida se plasmaría particularmenteen unos entornos asociados a la vida recreati-va donde algunos ritmos de la “modernidad”y la “post – modernidad” se ajustan peculiar-mente bien al consumo de drogas (Calafat,Juan, Becoña et al, 2000).

Sin embargo, hasta la fecha no se han des-arrollado estudios que analicen los entornosrecreativos en que se desarrolla este consu-

mo de cocaína con el objetivo de esclarecerla función del consumo de cocaína en talesentornos. Tampoco encontramos estudios ennuestro entorno que exploren si el consumorecreativo de cocaína va asociado o no a con-secuencias indeseables (conductas de ries-go, consumo de drogas, etc.).

Objetivos del estudio

El objetivo general del estudio es compro-bar la posible asociación entre consumo decocaína y participación en la vida recreativanocturna e identificar las características quedefinen a los consumidores de cocaína enestos entornos recreativos. Para ello se pre-tende describir la prevalencia y patrones delconsumo de cocaína en muestras de usua-rios de la vida recreativa nocturna, analizar suasociación con las características individualesy patrones de implicación en el “salir de mar-cha” y comparar estas muestras con otrasextraídas de la población general.

Los objetivos específicos del estudio son:

1. Describir a los consumidores de cocaínaque son usuarios de la vida recreativanocturna, atendiendo a las siguientesvariables:a) Características sociodemográficas.b) Consumo de otras drogas.c) Consumo de drogas en la Familia y

los Pares.d) Participación en la vida recreativa.e) Riesgos: percepción de riesgos y con-

ductas de riesgo.

2. Comparar los consumidores de cocaínalocalizados en los entornos recreativoscon los consumidores de cocaína inclui-dos en las muestras nacionales entrevis-tadas por el PNSD en las variables men-cionadas.

MATERIAL Y MÉTODO

Diseño

El diseño del estudio es de tipo transversal,descriptivo, e incluye dos momentos de

125Calafat, A.; Fernández, C.; Juan, M.

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medida de dos muestras independientesentrevistadas en entornos recreativos decinco ciudades españolas por Irefrea durantelos años 1998 y 1999.

La disponibilidad de datos procedentes demuestras representativas a escala nacionalestudiadas por el Plan Nacional sobre Drogasen la encuesta escolar del año 1998 y en laencuesta domiciliaria del año 1999 permite lacomparación de las muestras recolectadaspor Irefrea con las muestras obtenidas en elámbito nacional.

Además, el hecho de disponer de lasmuestras nacionales escolar y domiciliarianos permite estudiar algunos factores asocia-dos al uso de cocaína en dos sectores de lasmuestras recreativas:

1. En adolescentes en edad escolar (entre15 y 18 años) entrevistados en los años98 y 99 en comparación con la muestraescolar Española del mismo rango deedades, y

2. En adolescentes y adultos jóvenes en-trevistados en los años 98 y 99, en com-paración con una población Española dereferencia (encuesta domiciliaria del año1999).

Muestra

En este informe se estudia la relación entreel consumo de cocaína y las variables men-cionadas en el apartado anterior en seismuestras dos de Irefrea y cuatro del PNSD:

1. Los entrevistados por Irefrea en el estu-dio sobre salir de marcha y consumo dedrogas en el año 1998 (N = 1341).

2. Los entrevistados por Irefrea en el estu-dio sobre salir de marcha y gestión delconsumo en el año 1999 (N = 806).

3. De la población evaluada por la entrevis-ta domiciliaria del PNSD en el año 1999se han extraído dos muestras equivalen-tes a las dos muestras anteriores en lasvariables sexo y edad:

a) Una muestra equivalente a la muestraentrevistada por Irefrea en el año1998 (N = 3.383).

b) Una segunda muestra equivalente ala muestra entrevistada por Irefrea enel año 1999 (N = 1.674).

4. De la población evaluada por la entrevis-ta escolar del PNSD en el año 1998 sehan extraído dos muestras equivalentesen las variables sexo y edad a las mues-tras de jóvenes en edad escolar estudia-das por Irefrea en los años 1998 y 1999:

a) Una muestra equivalente en sexo yedad a los jóvenes en edad escolarevaluados por Irefrea en el estudiodel año 1998 (N = 3.133).

b) Una muestra equivalente en sexo yedad a los jóvenes en edad escolarevaluados por Irefrea en el estudiodel año 1999 (N = 3.922).

Las muestras entrevistadas por Irefreadurante los años 1998 y 1999 no son equiva-lentes, ya que en estos dos estudios se utili-zaron diferentes procedimientos para la cap-tación de sujetos:

1. En el año 1998 el estudio se realizó en 5ciudades (Bilbao, Madrid, Palma deMallorca, Valencia y Vigo), mientras queel estudio del año 1999 se realizó encuatro ciudades (Bilbao, Madrid, Palmade Mallorca y Vigo).

2. En el año 1998, el procedimiento paraseleccionar sujetos era su pertenencia auna de las cuatro “culturas” recreativasen cada ciudad: Adolescentes, Jóvenes,“Alternativos” y personas que eranusuarios de los locales “After Hour”. Enel estudio del año 1999, en cada ciudadse entrevistaron 200 sujetos clasifica-dos en grupos de igual tamaño segúngénero (mitad hombres y mitad muje-res), edad (mitad de edad igual o menorde 18 años y el resto de edades supe-riores a 18 años), y consumo de sustan-cias (la mitad consumían algún tipo dedroga ilegal y el resto no consumían nin-guna droga ilegal y consumían comomáximo muy moderadamente alcohol ytabaco).

126 Uso recreativo de cocaína y asunción de riesgos: resultados convergentes en cuatro muestras

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Procedimiento

En los estudios de Irefrea, el instrumentoutilizado para la recogida de datos fue unaentrevista estructurada aplicada a los jóvenesen lugares recreativos. En los estudios delPNSD los datos fueron obtenidos a través deentrevistas domiciliarias y cuestionarios apli-cados en centros escolares.

Las variables utilizadas para el presenteestudio fueron:

a. Características sociodemográficas.

b. Consumo de otras drogas.

c. Consumo de drogas en la Familia y losPares.

d. Participación en la vida recreativa.

e. Riesgos: percepción de riesgos y con-ductas de riesgo.

Todas estas variables no son estudiadasdel mismo modo en los estudios de Irefrea yen los del PNSD, lo cual limita la posibilidadde comparar las muestras en algunos casos.

Los análisis estadísticos fueron realizadoscon el paquete estadístico SPSS, v. 7.5. Seutilizaron los estadísticos descriptivos, lastablas de frecuencia y porcentajes para la dis-tribución de variables. La comparación de lasvariables individuales entre los diferentes gru-pos definidos según el consumo de cocaínase realizó utilizando los estadísticos de la Chicuadrado basados en las tablas de contingen-cia y la prueba t de Student para la compara-ción de medias.

RESULTADOS

Características sociodemográficas de la

muestra.

Las muestras estudiadas por Irefrea estánformadas por 1341 jóvenes en el estudio delaño 1998 y por 806 jóvenes en el estudio delaño 1999. La tabla siguiente resume lascaracterísticas sociodemográficas de estasdos muestras.

Se observan algunas diferencias entre lasdos muestras, debido a los diversos procedi-mientos aplicados para la captación de losparticipantes en ambos estudios sobre la vidarecreativa. Los entrevistados en el año 1999son más jóvenes porque la mitad de la mues-tra eran jóvenes de 18 años o menores. Con-secuentemente, el nivel de estudios es algomás bajo que en el año anterior y trabajancon menor probabilidad porque en su mayorparte están estudiando. También por razonesde muestreo la proporción de géneros estáequilibrada en el año 1999. En ambos casoslos sujetos son casi siempre solteros queviven con sus familias.

CONSUMO DE COCAÍNA

El gráfico siguiente muestra los porcentajesde sujetos en el estudio de Irefrea sobre elsalir de marcha y consumo de drogas en elaño 1998 que han llegado a probar la cocaína,que han consumido pero se declaran no con-sumidores y que consumen cocaína (al me-nos esporádicamente).

Calafat, A.; Fernández, C.; Juan, M.

Tabla nº 1: Características

sociodemográficas de la muestra.

VARIABLE CATEGORÍA %1998 %1999

SEXO HOMBRES 61 50,5MUJERES 39 49,5

ESTADO CIVIL SOLTERO / A 92 92,1CASADO / PAREJA 6 5,8OTRO 2 2,1

ESTUDIOS PRIMARIOS 13,4 11,3SECUNDARIOS 43,2 64,5UNIVERSITARIOS 43,4 35,5

OCUPACIÓN ESTUDIA 41 73ESTUDIA Y TRABAJA 19TRABAJA 34,5 36,1

CONVIVENCIA FAMILIA 76,7 84,7PAREJA 6,5 5,7CON AMIGOS,SOLO, 16,8 7,5OTRO LUGAR

VARIABLE 1998 1999EDAD (Media) 22,6 20,2

TOTAL (N) 1341 806

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Entre los entrevistados en la vida recreativanocturna en 1998, casi la mitad han llegado aprobar la cocaína y casi uno de cada tres con-sumía al menos esporádicamente esta sus-tancia.

El primer resultado relevante de nuestrosestudios sobre el consumo de cocaína con-siste en mostrar la asociación entre la partici-pación en la vida recreativa y el consumo decocaína. Esta asociación se valora a través dela comparación entre nuestras muestrasrecreativas y las muestras equivalentes enedad y género extraídas de los estudios delPNSD sobre la población general y la pobla-ción escolar.

Los estudios de encuestas del PNSD valo-ran la frecuencia del consumo de drogasdurante el último mes y los últimos 12meses. Los estudios de Irefrea valoran elconsumo de la sustancia sin referirse a unperiodo temporal concreto, y el sujeto espe-cifica si en la actualidad consume ocasional-mente, mensualmente, semanal o diariamen-te cada sustancia.

La tabla siguiente muestra los porcentajesde sujetos que son consumidores de cocaínaen nuestros estudios, en comparación conmuestras equivalentes en edad y género aescala nacional. Estas tasas de consumoestán presentadas distinguiendo dos gruposde edades (adolescentes de 18 años o meno-res y el grupo total), lo cual nos permite lacomparación de los resultados hallados en lavida recreativa del año 1998 con las muestrasextraídas de la población escolar y generalrespectivamente.

La tabla incluye resultados sobre dos tiposde prevalencia en el consumo de cocaína: laprevalencia del consumo en los últimos 12meses y el consumo de cocaína mensual(cada mes).

Los resultados observables en la tabla indi-can que:

1. La probabilidad de ser consumidor decocaína entre los adolescentes entre 15y 18 años entrevistados por Irefrea en elaño 1998 es el doble de la probabilidad

Uso recreativo de cocaína y asunción de riesgos: resultados convergentes en cuatro muestras

Gráfico 1. Consumo de cocaína entre los jóvenes que salen de marcha

año 1998 (%)

ConsumeSolo antesNunca

0

10

20

30

40

50

60

30

15

55

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de haber consumido cocaína en los últi-mos 12 meses entre los adolescentesEspañoles escolarizados de la mismaedad y género. La proporción asciendehasta una prevalencia seis veces supe-rior si nos referimos al consumo men-sual de cocaína.

a) Si comparamos el consumo de cocaí-na en la muestra más joven de Irefreaen el 1998 con la observada en elgrupo de jóvenes de hasta 18 años enla encuesta domiciliaria, la prevalenciaes siete veces superior en cuanto alconsumo “anual” y 12 veces superioren el consumo mensual de cocaínaen el estudio de Irefrea sobre losentornos recreativos.

2. Las diferencias observadas en el total dela muestra de Irefrea en comparacióncon la muestra Nacional (encuestadomiciliaria) son aún más llamativas. Laprobabilidad de ser consumidor de coca-ína entre los usuarios de la vida recreati-va en 1998 es 7 veces mayor que la pro-babilidad de haber consumido cocaínaen el año anterior en población generalde la misma edad y género y 11 vecessuperior en el consumo mensual decocaína.

Estos resultados muestran que el consu-mo de cocaína está asociado positivamente ala participación en las actividades que se des-arrollan en los entornos más representativosde la vida recreativa nocturna en nuestras ciu-dades. Los apartados siguientes mostraráncómo este consumo de cocaína también estáasociado a los patrones de participación en la

vida nocturna, además de otra variables indi-viduales y micro-ambientales (familiares ysociales).

Edad de inicio en el consumo de cocaína.

La tabla nº 3 indica las edades promedio enel inicio del consumo de cocaína, tanto en lasmuestras de Irefrea como en las del PNSD.

Los resultados expuestos en la tabla indi-can que:

1. Los consumidores de cocaína contacta-dos por las noches en los lugares recre-ativos se inician en este consumo a eda-des más tempranas (18,8 años) que losque han llegado a consumir en la pobla-ción general equivalente en edad ygénero (19,3 años).

2. Los adolescentes contactados en esosmismos lugares también se inician enedades más tempranas (15,9 años) quelos adolescentes de sus mismas carac-terísticas en edad y género (16,3 años).

Calafat, A.; Fernández, C.; Juan, M.

Tabla nº 2: Consumo de cocaína en la muestra recreativa de Irefrea en el año 1998 y en

las muestras del PNSD en los años 1998 (escolar) y 1999 (domiciliaria).

PREVALENCIA DEL CONSUMO DE COCAINA (EN PORCENTAJES)

GRUPOS DE EDAD JÓVENES (hasta 18 años) MUESTRA TOTAL

12 meses Último mes 12 meses Último mes

Irefrea, 1998 12,8 9,6 30 17Escolar, PNSD 1998 6,2 1,6 - -Domiciliaria, PNSD 1999 1,8 0,8 4 1,5

Tabla nº 3: Edades promedio de inicio

en el consumo de cocaína en diferentes

muestras de Irefrea y PNSD en los años

1998 y 1999.

MUESTRA Edad promedio

de inicio del

consumo

Irefrea 1998 18,8 (a)PNSD – Domiciliaria 1999 19,3Irefrea 1998 - Adolescentes 15,9 (b)PNSD – Escolar 1998 16,3

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(a) La prueba t muestra que este valor pro-medio es significativamente más bajo que elobservado en una muestra equivalente enedad y género extraída de la población Domi-ciliaria del PNSD 1999 (p bilateral = 0,05).

(b) La prueba t muestra que este valor pro-medio es significativamente más bajo que elobservado en una muestra equivalente enedad y género extraída de la población Esco-lar del PNSD 1998 (p bilateral = 0,001).

En resumen, el estudio sobre la vida recre-ativa de Irefrea en el año 1998 sugiere quelos jóvenes que salen de marcha no solamen-te consumen cocaína con mayor probabilidadque sujetos de la misma edad y género halla-dos en la población general, sino que los quellegan a consumir cocaína también se inicianantes en ese consumo.

VARIABLES ASOCIADAS AL CONSUMO

DE COCAÍNA ENTRE LOS USUARIOS DE

LA VIDA RECREATIVA NOCTURNA.

Variables sociodemográficas

Según los estadísticos de contraste basa-dos en la tabla de contingencias (Chi cuadra-do y Odds Ratio), se observan las siguientesasociaciones entre el consumo de cocaína ylas variables sociodemográficas estudiadas:

1. Género: Se observa una asociación sig-nificativa entre el consumo de cocaína yel género en todas las muestras estudia-das, salvo en la muestra de Irefrea de1999 (debido a criterios de selecciónbalanceados por género y consumo):

a. La probabilidad de ser consumidor decocaína es significativamente mayorpara los hombres que para las muje-res entrevistados por Irefrea en 1998,tanto para los adolescentes comopara el total de la muestra.

b. Del mismo modo, el consumo decocaína en los últimos 12 meses tam-bién es significativamente más fre-cuente entre los hombres que entre

las mujeres de las muestras equiva-lentes de los dos estudios del PNSD(población escolar y población gene-ral).

2. El nivel de estudios también está aso-ciado al consumo de cocaína:

a) El consumo de cocaína es significati-vamente más frecuente entre losentrevistados por Irefrea en el año1998 que han cursado estudios prima-rios (40%) que entre los que han cur-sado estudios secundarios (29%) ouniversitarios 26%). (Chi cuadrado =21,5; 2 g.l., p = 0,000). En la muestradel año 1999 también el consumo decocaína es más frecuente entre losde nivel de estudios más bajo (18%)que entre los de nivel intermedio(13%) o superior (12%), aunque lasdiferencias no son significativas.

b) En cambio, entre la muestra equiva-lente extraída de la población generalparticipante en la entrevista domicilia-ria del 1999 ocurre lo contrario, aun-que las diferencias no sean estadísti-camente significativas (p = 0,103). Elconsumo de cocaína en los últimos12 meses es ligeramente más fre-cuente entre los de nivel superior(4,7%), seguidos de los de nivel inter-medio (4,2%) que entre los de estu-dios primarios (3,2%).

c) Si tomamos en consideración algunosindicadores de adaptación escolar,hallamos que el consumo de cocaínaestá asociado a un peor rendimiento yadaptación escolar:

i) En la muestra de Irefrea de 1998, elconsumo de cocaína es significativa-mente más probable entre los que seautocalifican como malos estudiantes(40%) que entre los que autocalificancomo regulares (29%) o buenos(25%) (Chi cuadrado = 18,5; 2 g.l., p =0,000). El mismo efecto se observaen la muestra del Irefrea del año 1999(Chi cuadrado = 39,2; 2 g.l., p =0,000): solo el 6% de los buenos y el

130 Uso recreativo de cocaína y asunción de riesgos: resultados convergentes en cuatro muestras

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15% de los regulares consumencocaína, por el 27% de los malosestudiantes.

ii) Entre los adolescentes de la pobla-ción escolar Española de las mismaedad y género que las muestras deIrefrea, el número de cursos escola-res repetidos (uno, dos o tres cursos)está asociado lineal y significativa-mente con la probabilidad de haberconsumido cocaína en los últimos 12meses (Chi cuadrado = 92,8; 2 g.l., p= 0,000).

3. La ocupación también está asociadasignificativamente al consumo de cocaí-na, especialmente entre los adolescen-tes de 18 años o menores:

a) El consumo de cocaína entre los ado-lescentes de 18 años o menores deambas muestras de Irefrea es signifi-cativamente más frecuente entre losque desarrollan actividad laboral, biensea aisladamente o combinada conlos estudios.

b) También en la muestra equivalente enedad escolar del PNSD se observaque la actividad laboral en los adoles-centes de 18 años o menores estásignificativa y positivamente asociadacon el consumo de cocaína en los últi-mos 12 meses (Chi cuadrado = 37,6;1 g.l., p = 0,000).

4. Edad: Lógicamente, y según sugierenlos resultados de la tabla nº 2 y 3, elconsumo de cocaína es más frecuente aedades superiores a los 18 años.

5. Estatus socioeconómico familiar: Seencuentra una asociación entre el con-sumo de cocaína y el nivel socioeconó-mico en el estudio de Irefrea en el 1998,con una fuerte tendencia (p = 0,053)que indica que los que proceden defamilias de nivel medio – bajo o bajoconsumen cocaína con mayor probabili-dad que los que proceden de familiascon nivel medio – alto o alto o de fami-lias con nivel medio. En el estudio delaño siguiente (1999) se observa que los

que proceden de familias de nivel medio– bajo o bajo tienen mayor probabilidadde consumir cocaína (un 19,7%) que losde nivel medio (14%) o medio – alto oalto (8,8%) (p = 0,024).

En resumen, el consumo de cocaína en lasmuestras recreativas de Irefrea es relativa-mente más frecuente entre varones mayoresde 19 años con niveles de estudios másbajos y peor adaptación escolar, y entre losadolescentes de 18 años o menores conestas mismas características que además tie-nen actividad laboral. En cambio, entre lapoblación general no se observa esta asocia-ción entre consumo de cocaína y un nivel deestudios más bajo, aunque si se observa lamisma asociación con las variables de edad,género, adaptación escolar y actividad labo-ral. Finalmente, los estudios de Irefrea indi-can que, entre los jóvenes que frecuentan loslugares de “salir de marcha”, el consumo decocaína tiende a ser más frecuente entre losque proceden de sectores sociales de nivelsocioeconómico inferior a la media.

CONSUMO DE COCAÍNA Y CONSUMO DE

OTRAS DROGAS

El consumo de cocaína también está aso-ciado en todas las muestras descritas eneste informe al uso abusivo de alcohol y alconsumo de otras drogas legales e ilegales.Esto ocurre tanto en los consumidores decocaína más jóvenes como en los adultos.Las tablas siguientes muestran los porcenta-jes de sujetos que fuman, consumen alcohol,se embriagaron durante el mes anterior y / oconsumen alguna droga ilegal (cannabis,éxtasis, anfetaminas o LSD) entre las dosmuestras de Irefrea y las dos muestras equi-valentes en edad y género de ámbito nacio-nal. La tabla nº 4 ilustra estos porcentajesentre los más jóvenes (de 18 años o meno-res), y la tabla nº 4bis muestra los porcenta-jes relativos a las muestras totales.

Como era de esperar, la probabilidad deesos consumos de tabaco, alcohol (incluyen-

131Calafat, A.; Fernández, C.; Juan, M.

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do la embriaguez), cannabis, éxtasis, LSD yanfetaminas es significativamente superiorentre los que consumen cocaína de todas las

muestras que entre los que no lo hacen,según el estadístico del Chi cuadrado (p =0,000 en todos los casos).

Uso recreativo de cocaína y asunción de riesgos: resultados convergentes en cuatro muestras

Tabla nº 4: Policonsumo entre los consumidores de cocaína de 18 años o menores

hallados en muestras recreativas y nacionales 1998 – 1999.

SUSTANCIA Irefrea 1998 (< 19 años) Irefrea 1999 (< 19 años) Escolar

ALCOHOL 92,3 100 97,7

EMBRIAGUEZ (último mes) 71,8 91,6 87,4

TABACO 92,3 94 72,5

CANNABIS 95 97 91,4

ÉXTASIS 69 44 39,5

LSD 66,6 34,4 46,4

ANFETAMINAS 23 9,4 51

Tabla nº 4bis: Policonsumo entre los consumidores de cocaína hallados en mues-

tras recreativas y nacionales 1998 – 1999.

SUSTANCIA Irefrea 1998 Irefrea 1999 Domiciliaria

ALCOHOL 97,5 98 100EMBRIAGUEZ (último mes) 77,5 85,3 35,5TABACO 88,3 89 81CANNABIS 87,8 87 86,3ÉXTASIS 59,1 46 33,5LSD 38,6 31 36,1ANFETAMINAS 24,6 15,3 44

Como en la tabla anterior, la probabilidadde consumir tabaco, alcohol (incluyendo laembriaguez), cannabis, éxtasis, LSD y anfeta-minas es significativamente superior entrelos que consumen cocaína de todas lasmuestras que entre los que no lo hacen,según el estadístico del Chi cuadrado (p =0,000 en todos los casos).

Resumiendo, los resultados mostrados enlas tablas 4 y 4bis indican que:

1. En realidad, hablar de consumo de cocaí-na (sea en muestras recreativas devarias ciudades, jóvenes escolarizadosde todo el Estado o población generalespañola equivalente en edad y género

a las muestras de Irefrea) implica hablarde policonsumo de sustancias legales eilegales. Nuestros resultados indicanque casi todas las personas que sedeclaran consumidoras de cocaína o quehan consumido esta sustancia en el últi-mo año también beben alcohol (inclusoabusivamente, especialmente entremuestras recreativas o escolares),fuman tabaco y consumen cannabis (almenos ocasionalmente). Entre uno decada tres y algo más de la mitad deestos consumidores de cocaína consu-men también éxtasis y / o LSD o anfeta-minas.

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2. Los resultados observados en las mues-tras recreativas estudiadas por Irefreaen los años 1998 y 1999 son muy simila-res a lo observado en los consumidoresde cocaína en la población domiciliariaen lo relativo al consumo de alcohol,tabaco, LSD y cannabis. Las muestrasde Irefrea consumidoras de cocaínamuestran mayor frecuencia que lapoblación de referencia del PNSD enotros patrones de consumo asociados ala vida recreativa como son el abuso dealcohol y el consumo de éxtasis. Inver-samente, las muestras de sujetos quesalen de marcha y consumen cocaínaparecen consumir anfetaminas conmenos frecuencia que la poblaciónnacional de referencia.

3. Los escolares que consumen cocaínason también policonsumidores de taba-co, alcohol hasta la embriaguez y canna-bis. Cerca de la mitad de estos adoles-centes de 18 años o menores queconsumen cocaína consumen tambiénéxtasis y LSD.

Motivos aducidos para el consumo de dro-

gas y factores que pueden mantener dicho

consumo.

La tabla siguiente resume las razones queestos consumidores de cocaína consideranque motivan el consumo de drogas. Estavariable solo está disponible en la muestra deIrefrea en el año 1999.

Calafat, A.; Fernández, C.; Juan, M.

Tabla nº 5: Razones o motivos aducidos entre los consumidores de cocaína para el

consumo de drogas en la muestra recreativa de Irefrea – año 1999.

MOTIVOS PORCENTAJE

Las drogas ayudan a divertirse más 93,1%Ayudan a estar con los amigos 63,4%Ayudan a evadirse 81,2%El consumo puede resultar placentero 93,1%Permiten estar mejor con uno mismo 63%Se liga más 32%Se experimenta más intensamente el baile y la música 83%Ayudan a mejorar las relaciones sexuales 40%Ayudan a tener una experiencia vital más completa 62,4%

En resumen, casi todos estos consumido-res de cocaína consideran que el consumode drogas en la vida recreativa tiene una seriede ventajas para mejorar el disfrute en unaserie de actividades recreativas durante losfines de semana y consideran ese consumode drogas como potencialmente placenteroen si mismo. Además, más de la mitad consi-deran que el consumo de drogas es útil paraalcanzar necesidades personales más bási-cas, tales como mejorar la experiencia vital yfavorecer la integración personal.

Los consumidores de cocaína están muchomás de acuerdo con todos los ítems señala-

dos en la tabla anterior que los que no consu-men cocaína, (salvo el relativo a que las dro-gas facilitan las tareas de ligar). Las diferen-cias son significativas en todos ellos al nivel p= 0,001 salvo el relativo a la evasión dondeson algo más ligeras (p = 0,01).

Preferencia por drogas legales e ilegales e

indicadores de uso problemático y abuso

de drogas.

En la muestra recreativa del Irefrea en elaño 1998 se exploraban otras característicasdel patrón de consumo de drogas:

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1. Indicadores de la preferencia por unadeterminada sustancia y sustancia máspopular en el entorno social del sujeto.

2. Indicadores de problemas asociados conel uso de drogas: consumo problemáti-co, avisos recibidos de familiares y ami-gos por abuso de sustancias y dificulta-des para dejar el consumo de drogas.

Se observan unas diferencias muy llamati-vas en los indicadores de afinidad por las dife-rentes sustancias entre los que consumencocaína y los que no lo hacen, y las diferen-cias son siempre significativas al máximonivel (p = 0,001 para el Chi cuadrado). Inclusolas diferencias se observan entre los que con-sumen cocaína de un modo esporádico y fre-cuente (al menos mensualmente):

1. La mayoría de los que no consumencocaína señalan que su sustancia prefe-rida en una droga legal (65%), seguidadel cannabis (23%) y otra droga ilegal(12%). Esos porcentajes cambian paralos que consumen cocaína esporádica-mente (19%, 20% y 61% respectiva-mente), y más aún para los que consu-men frecuentemente cocaína (4%, 15%y 82% respectivamente).

2. Los que no consumen cocaína informande que la sustancia más de moda en suentorno recreativo es el cannabis (39%),seguido de cerca por el alcohol (34%) yen menor medida otras drogas ilegales(27%). Esos porcentajes son muy dife-rentes para los que consumen cocaínaesporádicamente (25%, 13% y 63%respectivamente) y aún más diferentespara los que consumen cocaína frecuen-temente (10%, 0% y 90% respectiva-mente).

3. Las sustancias que parece más difícildejar de consumir son las drogas lega-les, tanto los que consumen cocaína(61%) como para los que no la consu-men (84%). Sin embargo, las diferenciasson significativas (p = 0,001), señalandoque los primeros tienden a señalar quesu mayor dificultad es dejar de consumircannabis (22%) u otra droga ilegal (18%)

con mayor probabilidad que los que noconsumen cocaína.

Se observa asimismo que los que consu-men cocaína tienen una probabilidad muchomayor de haber experimentado problemascon el consumo de sustancias que los que nolo hacen, y esos problemas están muchomás a menudo asociados al consumo de dro-gas ilegales. Las diferencias son siempre sig-nificativas al máximo nivel (p = 0,001 para elChi cuadrado).

1. Casi la mitad de los consumidores decocaína (46%) informan de que mantie-nen un consumo de sustancias trashaber tenido problemas con esas sus-tancias, mientras es menos frecuenteentre los que no consumen cocaína(27%). Además, mientras que la mayoríade los no consumidores de cocaínaseñalan en su mayoría que esos proble-mas se asocian al consumo de drogaslegales (73%), la mayoría de los consu-midores de cocaína informan de queesos problemas se asocian al consumode cannabis u otras drogas ilegales(56%).

2. De modo similar, la mayoría de los con-sumidores de cocaína (55%) informande que sus familiares y amigos les han“avisado” de que están abusando dealguna droga, mientras que esto esmucho menos frecuente entre los queno consumen cocaína (29%). Además,de nuevo los avisos por abuso de sus-tancias están asociadas en su mayoría alas drogas legales entre los que no con-sumen cocaína (65%), mientras queestán asociados al consumo de otrasdrogas ilegales (57%) o cannabis (18%)entre los consumidores de cocaína.

En resumen:

1. Los consumidores de cocaína en lamuestra recreativa del año 1998 prefie-ren drogas ilegales y se desenvuelvenen entornos sociales recreativos dondelas drogas ilegales diferentes del canna-bis (cocaína, éxtasis, anfetaminas oLSD) son las más populares. Los no con-

134 Uso recreativo de cocaína y asunción de riesgos: resultados convergentes en cuatro muestras

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sumidores se inclinan por las drogaslegales y se desenvuelven en entornosrecreativos inclinados por el cannabis ylas drogas legales.

2. Casi la mitad de los consumidores decocaína mantienen algún consumo pro-blemático de sustancias que ademássuelen ser ilegales. En cambio, ese con-sumo problemático de sustancias esmucho menos frecuente entre los noconsumidores de cocaína y casi siempreestá asociado al alcohol.

3. Más de la mitad de los consumidores decocaína está probablemente abusandode drogas ilegales, mientras que los po-cos que abusan entre los que no consu-men cocaína lo hacen de drogas legales.

CONSUMO DE COCAÍNA Y CONSUMO DE

DROGAS EN FAMILIARES Y EN EL GRUPO

DE AMIGOS.

El estudio de Irefrea en 1999 y la encuestaEscolar del PNSD recogen información sobreel consumo de drogas entre familiares y ami-gos, con mayor detalle en el primer estudio.En ambos estudios se observa una asocia-ción positiva y significativa entre el consumode cocaína y el consumo de drogas en fami-liares y amigos.

La tabla nº 6 muestra los porcentajes defamiliares y amigos de los consumidores decocaína que consumen tabaco, alcohol (inclu-yendo la embriaguez con frecuencia), canna-bis y otras drogas ilegales.

Calafat, A.; Fernández, C.; Juan, M.

Tabla nº 6: Consumo de drogas legales e ilegales entre familiares y amigos de los

consumidores de cocaína (%)

SUSTANCIA Irefrea 1999 Encuesta Escolar

(18 años o menores) PNSD 1998

Padres Hermano Amigos Padre Hermano Amigos

ALCOHOL 75 63 100 76,4 - 89EMBRIAGUEZ (último mes) - - 100 - - 53TABACO 65 56 100 38 29 90CANNABIS 5 38 100 - - 26ÉXTASIS - - 46 - - 15COCAÍNA - - 42 - - 6OTRAS ILEGALES 5 25 36 - - -

En el estudio de Irefrea, los porcentajesque se indican en la columna relativa a losamigos en la tabla nº 6 responden al porcen-taje de consumidores de cocaína que respon-den que al menos la mitad de sus amigosconsumen tales sustancias. Así pues, todoslos consumidores de cocaína del estudio deIrefrea en el año 1999 de 18 años o menoresindican que al menos la mitad de sus amigosconsumen alcohol, tabaco, se han emborra-chado en el último mes y consumen canna-bis. Casi la mitad afirman que al menos lamitad de sus amigos consumen cocaína(42%) y éxtasis (46%), y al menos uno de

cada tres indica que la mitad o más de susamigos consumen otras drogas ilegales.

En el estudio del PNSD sobre poblaciónescolar, los porcentajes en la columna de losamigos (en la última columna) se refieren alporcentaje de consumidores de cocaína queinforman que la mayoría de sus amigos con-sumieron esas sustancias durante el últimomes.

En resumen:

1. Más de la mitad de los consumidores decocaína menores de 19 años que salende marcha en el estudio de Irefrea en

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1999 tienen familiares que consumenalcohol y tabaco, y más de uno de cadatres tiene algún hermano que consumecannabis.

2. Todos estos consumidores de cocaínaforman parte de redes sociales de ami-gos donde al menos la mitad de estosamigos consumen tabaco, alcohol(hasta la embriaguez) y cannabis. Entreun tercio y la mitad de estos formanparte de redes de amigos donde lamayoría consumen éxtasis, cocaína yotras drogas ilegales.

3. El consumo de sustancias asociadas al“salir de marcha” (embriaguez, canna-bis, éxtasis y cocaína) es mucho másfrecuente entre los amigos de estosconsumidores de cocaína menores de19 años que salen de marcha en el estu-dio de Irefrea que entre los amigos delos consumidores de cocaína de lapoblación escolar del 1998.

Según el estadístico de la Chi cuadrado,existen las siguientes asociaciones significati-vas entre consumo de cocaína y consumo dedrogas en padres y amigos:

1. En el estudio de Irefrea, estos porcenta-jes de consumo de alcohol y cannabisen los padres y de alcohol, tabaco y can-nabis en los hermanos son significativa-mente más altos entre los que consu-men cocaína que entre los que no laconsumen (p = 0.001). El mismo efectose observa en el estudio del PNSDsobre la población escolar 1998.

2. Los consumidores de cocaína de esteestudio de Irefrea en 1999 tienen tam-bién un número mucho mayor de ami-gos que consumen esas sustancias quelos que no consumen cocaína, según elmismo estadístico de contraste (p =0.001). El mismo efecto se observa enel estudio del PNSD sobre la poblaciónescolar 1998.

Por tanto, nuestros resultados sugierenuna fuerte asociación entre el consumo decocaína en los jóvenes que salen de marchay: a) la pertenencia a redes sociales de pares

y amigos policonsumidores de drogas legalese ilegales, y b) la procedencia de familiasdonde se consumen drogas legales (y canna-bis en los hermanos).

Actitudes hacia amigos y pareja consumi-

dores de drogas.

Los consumidores de cocaína que salen demarcha muestran una serie de actitudes favo-rables hacia la integración en grupos de con-sumidores de drogas. La tabla siguientemuestra algunas actitudes hacia la implicaciónen relaciones de amistad cercana o relacionesde pareja entre estos sujetos consumidoresde cocaína entrevistados en el estudio de Ire-frea sobre el salir de marcha en 1999.

Se observan actitudes en cierta medidaparadójicas: casi la mitad de los consumido-res de cocaína del año 1999 afirma que inten-taría hacer cambiar de actitud a un amigo con-sumidor y algo más de un tercio afirma quese preocuparía por ello. Esta preocupación esmayoritaria en caso de que el amigo cercanose embriagase. Sin embargo, la práctica tota-lidad se muestra favorable a implicarse conamigos consumidores, aceptarles su consu-mo de drogas y no romper la relación por ello,indicando una aceptación prácticamente totaldel consumo de drogas en los pares.

En cuanto al consumo de drogas en la pare-ja, las actitudes indican una preocupación rela-tivamente mayor que ante el consumo de dro-gas y abuso de alcohol en los amigos, y unaactitud más orientada hacia la presión contra-ria al consumo, aunque la aceptación es tam-bién casi total a pesar de ese consumo.

Según lo esperable, los consumidores decocaína muestran actitudes mucho más favo-rables que los no consumidores (con diferen-cias al nivel p = 0.001 según la prueba del Chicuadrado) hacia la aceptación del consumoen amigos y pareja. Inversamente, éstos últi-mos muestran una actitud mucho más orien-tada hacia presionar a su amigo o parejaspara que deje de consumir.

136 Uso recreativo de cocaína y asunción de riesgos: resultados convergentes en cuatro muestras

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SALIR DE MARCHA Y CONSUMO DE

COCAÍNA

El consumo de cocaína está asociado signifi-cativamente a una mayor participación e impli-cación con el “salir de marcha”, tanto en lasmuestras de Irefrea 1998 y 1999 como en lamuestra de la encuesta escolar del PNSD. Losconsumidores de cocaína (en comparacióncon los que no consumen esta sustancia) vancon mayor frecuencia a bares, pubs y discote-cas, salen mayor número de fines de semanaal mes y mayor número de días por fin de

semana, salen durante un mayor número dehoras, realizan con mayor probabilidad largosdesplazamientos durante sus salidas y visitanun mayor número de lugares (bares, etc.).

Las diferentes muestras estudiadas (de Ire-frea y PNSD) no valoran del mismo modo losindicadores de implicación con el “salir de mar-cha”. El estudio que analiza con mayor detalleestas variables es el de Irefrea de 1998.

La siguiente tabla resume algunos deestos indicadores en los estudios de Irefrea1998 y 1999, y en el estudio del PNSD sobrela Encuesta Escolar 1998.

Calafat, A.; Fernández, C.; Juan, M.

Tabla nº 7: Porcentaje de sujetos que mantienen actitudes positivas / negativas hacia

el consumo de drogas en amigos íntimos o pareja entre los consumidores de cocaína

(Irefrea 1999).

ACTITUD Amigo Pareja

consumidor consumidora

Le aceptaría 100% 91%Le preocuparía que consumiera drogas ilegales 37% 42,1%Le preocuparía que su amigo bebiera en exceso 67,3% 77,2%Intentaría hacerle cambiar de actitud 43,3% 67%Rompería la relación si siguiera consumiendo 11,1% 25%No se implicaría con un consumidor 12,2% 17,5%

Tabla nº 8: Estilos de “salir de marcha” entre los consumidores de cocaína hallados en diferen-

tes muestras recreativas de Irefrea y en la encuesta escolar del PNSD-1998.

Indicador de implicación en el salir de marcha 1998 1999 Escolar

PNSD-1998

Han salido “de marcha” 3 / 4 fines de semana al mes 75% 75%(***)Salen dos o tres noches por fin de semana 74,6% (***)Han salido tres o más días con sus amigos / semana 72% (***)Han salido “de noche” 2 ó más fines de semana / mes 73,6% (***)Duración promedio de una “sesión de marcha” (horas) 10,7 (***) 8 (***)Vuelven a casa más tarde de las 4 de la madrugada 68% (***) Número promedio de locales visitados por “sesión” 4,5Hacen desplazamientos largos al “salir de marcha” 38,2%(***)Van a menudo a bares 72,5% (*)Van a menudo a discotecas 43% (*)Van a menudo a “After Hours” 33% (***)Van a bares más de 3 días por semana 23% (***)Van a discotecas un día o más por semana 65% (***)(*) = Nivel de significatividad p = 0,05. / (***) = Nivel de significatividad p = 0,001.

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Cuando hay diferencias estadísticamentesignificativas, estas indican mayor implicacióncon el salir “de marcha” entre los consumi-dores de cocaína.

En resumen:

1. La mayoría de los consumidores de coca-ína del estudio Irefrea 1998 salen demarcha todos los fines de semana delmes y dos o tres noches cada fin desemana. Dedican al “salir de marcha”más de 10 horas cada día que salen,tiempo que dedican a visitar 4 / lugares“de marcha” y en ocasiones a hacer lar-gas rutas “de marcha”. Los consumido-res del estudio de 1999 salen durantemenos horas por sesión, probablementeporque en este segundo estudio estánmenos representados los consumidoresque frecuentan los locales “after hour”.

2. Entre los adolescentes de 18 años omenores del estudio del PNSD sobre lapoblación escolar del 1998, también losque consumen cocaína salen más amenudo al mes y a la semana que losque no consumen cocaína, regresanmás tarde a casa y van más frecuente-mente a bares y discotecas.

Gestión de la economía del fin de semana

y consumo de cocaína.

Otro indicador de la implicación con el “salirde marcha” estudiado por Irefrea es el dineroque los adolescentes y jóvenes se gastandurante el fin de semana en estas activida-des. La tabla siguiente presenta las cantida-des promedio que los consumidores de coca-ína de los estudios 1998 y 1999 se gastancada fin de semana en “salir de marcha”.

Uso recreativo de cocaína y asunción de riesgos: resultados convergentes en cuatro muestras

Tabla nº 9: Gastos promedio de los consumidores de cocaína en salir de marcha

(Irefrea, 1998 – 1999).

CONCEPTO MEDIA 98 MEDIA 99

ALCOHOL 4587 (***) 3325 (***)COMIDA 2665 (***) 1225 (*)ENTRADAS A LOCALES 2303 (***) 610 DROGAS ILEGALES 6001 (***) 4453 (***)CINE / TEATRO - 300 ESPECTÁCULOS DEPORTIVOS - 211LIBROS, REVISTAS, etc. - 155BEBIDAS SIN ALCOHOL - 519TABACO 1662 (***) 722 (***)TRANSPORTE 1550 (***) 556 (*)OTROS GASTOS - 144TOTAL 18768 (***) 12220 (***)

(***) = Nivel de significatividad p = 0,001. (*) = Nivel de significatividad p = 0,05.

Todas las diferencias estadísticamente sig-nificativas halladas en ambos estudios indi-can que los consumidores de cocaína se gas-tan más dinero en salir de marcha durante losfines de semana que los no consumidores decocaína.

Cada uno de los consumidores de cocaínadel 98 se gasta en promedio 18768 pesetas

por fin de semana en salir de marcha, lo quehace unas 60 – 70 mil al mes. La variabilidadentre sujetos es muy grande. De esa canti-dad, más del 65% es para tabaco, alcohol ydrogas ilegales. Se observan notables dife-rencias en relación con el estudio de 1999,probablemente debidas a los consumidoresde cocaína que frecuentan “after hours”.

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Cada uno de los consumidores de cocaínadel año 99 se gasta aproximadamente unasdoce mil pesetas durante las salidas de mar-cha de fin de semana, lo que equivale casi aunas cincuenta mil pesetas al mes (teniendoen cuenta que suelen salir todos los fines desemana). Sin embargo, como se observa enla desviación típica de esas cantidades mos-trada en la tabla siguiente, existe una granvariabilidad en esa cantidad de dinero dedica-da a la vida recreativa. De esa cantidad, apro-ximadamente el 70% es dedicado al consu-mo de tabaco, alcohol y drogas ilegales. Algomenos de la mitad de la muestra del año 99(41,2%) se gasta en salir de marcha durantelos fines de semana más de la mitad del totalde dinero del que dispone.

Motivación para salir de marcha y consu-

mo de cocaína.

Los datos anteriores muestran que el con-sumo de cocaína va asociado a una mayorimplicación en el “salir de marcha”. Pero nosolamente se observa en ambos estudios deIrefrea que los consumidores de cocaína seimplican en mayor medida que los no consu-midores en el “salir de marcha”, sino que susmotivaciones para salir también parecen serdiferentes a las de los que no consumencocaína. La tabla siguiente muestra los por-centajes de consumidores de cocaína en losestudios de Irefrea que consideran importan-tes determinadas razones para “salir de mar-cha”.

Calafat, A.; Fernández, C.; Juan, M.

Tabla nº 10: Porcentaje de sujetos consumidores de cocaína que considera importan-

tes diversos factores motivadores para salir de marcha (Irefrea 1998 – 1999).

MOTIVO / RAZÓN PARA SALIR DE MARCHA Irefrea 1998 Irefrea 1999

BAILAR 55 33 (***)CONOCER GENTE DIFERENTE - 64ENCONTRARSE CON LOS AMIGOS 94 (*) 88 (***)ESCUCHAR MÚSICA 79 74 (***)BUSCAR SEXO 48 (***) 46 (***)BUSCAR PAREJA 22 19ROMPER LA RUTINA DIARIA 80 74 (**)TOMAR DROGAS 59 (***) 64 (***)

Las diferencias se refieren a la compara-ción de la importancia de esos factores ymotivos para salir de marcha entre los consu-midores y los no consumidores de cocaínaen las dos muestras.

(***) = Nivel de significatividad p = 0,001.

(**) = Nivel de significatividad p = 0,01.

(*) = Nivel de significatividad p = 0,05.

Para los no consumidores de cocaína esmás importante que para los consumidoresencontrarse con los amigos, bailar y romperla rutina, mientras que para los consumidoresde cocaína son más importantes que para losno consumidores otros factores asociados ala búsqueda de sensaciones (sexo, drogas yla música).

CONSUMO DE COCAÍNA Y RIESGOS:

PERCEPCIÓN Y CONDUCTAS DE RIESGO.

En la tabla nº 10 y anteriores se ha puestode manifiesto que los consumidores de coca-ína son también policonsumidores de otrasdrogas legales e ilegales, que están socializa-dos en grupos de amigos también policonsu-midores y que el consumir drogas es un fac-tor importante para salir de marcha. En estasección se describen las percepciones delriesgo asociado al consumo de drogas y laimplicación en conductas de riesgo asociadasal consumo de drogas entre los consumido-res de cocaína de las diversas muestras estu-diadas.

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Consumo de cocaína y percepción del ries-

go asociado al consumo de drogas legales

e ilegales.

En todas las muestras estudiadas se obser-va que los consumidores de cocaína conside-ran que consumir diferentes drogas legales eilegales es menos peligroso que los sujetosque no consumen esa sustancia. La tablasiguiente pone de manifiesto los porcentajes

de sujetos consumidores de cocaína queconsideran peligroso o muy peligroso cadauno de los patrones de consumo de drogaslegales e ilegales especificados.

Las diferencias estadísticamente significati-vas puestas de manifiesto van siempre haciauna menor percepción de riesgo entre losconsumidores de cocaína que entre los queno consumen, dentro de cada una de lasmuestras.

Uso recreativo de cocaína y asunción de riesgos: resultados convergentes en cuatro muestras

Tabla nº 11: Porcentaje de sujetos que consideran peligroso o muy peligroso el con-

sumo de drogas legales e ilegales entre los consumidores de cocaína, en compara-

ción con los no consumidores (Irefrea y PNSD 1998 – 1999).

CONDUCTA DE CONSUMO DE DROGAS Irefrea 98 Irefrea 99 Escolar Domiciliaria

Fumar un paquete de cigarrillos diario 61 73,5 55(c) 73 (b)Fumar marihuana / cannabis regularmente 27 (c) 22,5 (c) 37 (c) 25 (c)Consumir éxtasis cada fin de semana 77,6 (c) 73,5(c) 83 (c) 87 (c)Consumir cocaína una vez al mes - 18,6 (c) 25 (c) 51 (c)Consumir LSD una vez al mes 70 (c) 44,1 (c) - 72 (c)Tomar dos bebidas alcohólicas diarias 32 (c) 43 (b) - -Tomar 4 bebidas alcohólicas en una sola ocasión 29 (c) 17,6 (c) - -Embriagarse una vez al mes - 9,8 (c) - -

(c) = Nivel de significatividad p = 0,001.(b) = Nivel de significatividad p = 0,01.

Resumiendo:

1. La mayoría de los consumidores de coca-ína de las cuatro muestras consideranpeligroso fumar un paquete de tabacodiario. Sin embargo, hay una cuartaparte de los consumidores encontradosentre la población general, casi un 40%de los consumidores de cocaína entrelas muestras recreativas y la mitad delos consumidores de cocaína entre lapoblación escolar que consideran quefumar un paquete de tabaco diario no espeligroso.

2. El consumo regular de cannabis y el con-sumo de cocaína ocasional son percibi-dos como muy poco peligrosos entrelos consumidores de cocaína encontra-dos en todas las muestras, (salvo entrelos hallados en la población general,

donde la mitad si consideran peligrosoel consumo ocasional de cocaína).

3. El consumo de alcohol es percibidocomo poco o nada peligroso entre losconsumidores de cocaína hallados enlas cuatro muestras.

4. El consumo de éxtasis y LSD son perci-bidos como peligrosos por la mayoría delos consumidores de cocaína halladosen todas las muestras, aunque hay varia-bilidad y un sector de los consumidoresde cocaína los perciben como poco peli-grosos.

Consumo de cocaína y conductas de riesgo

asociadas a la conducción de vehículos.

Más de la mitad de estos consumidores decocaína en nuestras muestras mantienen acti-

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tudes favorables hacia las conductas de riesgoasociadas a la conducción de vehículos y reali-zan tales conductas de riesgo. La tablasiguiente expone estos porcentajes de sujetos(entre los consumidores y los que no son con-sumidores de cocaína) que muestran esa pre-disposición al riesgo y esas conductas de ries-

go. Se observa que (salvo en permitir a unamigo conducir bebido, algo que por otra parteparece ocurrir) la mayoría de los consumidoresde cocaína muestra una actitud favorable alriesgo asociado a estas conductas. También lamayoría de ellos admiten haber realizado cadauna de estas conductas de riesgo.

Calafat, A.; Fernández, C.; Juan, M.

Tabla nº 12: Porcentajes de sujetos que muestran una predisposición favorable al

riesgo y han realizado conductas de riesgo entre los consumidores /

No consumidores de cocaína (Irefrea 1998 – 1999).

CONDUCTA DE RIESGO Irefrea 98 Irefrea 99

Consume No Consume Consume No Consume

Conduciría bajo los efectos del alcohol 61 (c) 15 Viajaría en un coche conducido por alguienbebido 78 (c) 27 Viajaría en un coche conducido por alguienque ha consumido drogas 78 (c) 20 Permitiría a un amigo conducir bebido 15 9 Condujo bajo los efectos del alcohol 71,4 (c) 42 64 (c) 17 Ha viajado en un coche conducido por alguien bebido - 93 (c) 58 Ha conducido bajo los efectos de otras drogas 70,7 (c) 23 -

(c) = Nivel de significatividad p = 0,001.

Todas las diferencias estadísticamente sig-nificativas señaladas en la tabla indican quelos consumidores de cocaína muestran conmayor probabilidad las actitudes de riesgo ylas conductas de riesgo que los que no con-sumen cocaína. En el único ítem que nomuestra diferencias estadísticamente signifi-cativas (permitir a un amigo conducir bebido)también hay una fuerte tendencia en esesentido (p = 0,057).

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

El estudio se basa en una explotación dedatos procedentes de diversos estudios pre-vios, y la heterogeneidad de estos estudioslimita la posibilidad de comparar sus resulta-dos. El estudio desarrollado por Irefrea en1998 (Calafat et al., 2000) constituye el esti-mador más aproximado de las características

de los consumidores de cocaína hallados enlos escenarios más representativos de la vidarecreativa nocturna en varias ciudades y nospermite alcanzar varios de estos objetivos encinco ciudades Españolas (Bilbao, Madrid,Palma de Mallorca, Valencia y Vigo), sin elpropósito de generalizar estos resultados alresto de las ciudades de la geografía nacio-nal. El estudio realizado por Irefrea en el año1999 nos permite describir nuevamente a losconsumidores de cocaína en entornos recre-ativos, y observar si sus características seasemejan a los consumidores hallados en elestudio anterior. En este caso la prevalenciadel consumo de cocaína no puede ser inter-pretada del mismo modo que en el año 1998por motivos de diseño muestral.

La disponibilidad de datos relativos a mues-tras equivalentes en sexo y edad proceden-tes de los estudios más recientes del PNSDsobre la población general y escolar nos per-mite contrastar si la asociación entre consu-

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mo de cocaína y algunas variables individua-les identificada en las muestras de Irefrea esgeneralizable a poblaciones más amplias. Enotras palabras, nos permite verificar si algu-nos aspectos determinados de la descripciónhecha de los consumidores de cocaína halla-dos en las muestras recreativas de Irefreapueden “validarse” en muestras más ampliasequivalentes en edad y género.

El primer resultado relevante de nuestroestudio es la sólida asociación positiva queemerge entre el consumo de cocaína y laimplicación en un tipo de vida recreativa noc-turna que cobra un significado también espe-cífico. Los resultados mostrados en los gráfi-cos 1 y 2 y en la tabla nº 2 relativos a lamuestra recreativa de Irefrea en el año 1998(y en ambos estudios de Irefrea si tenemosen cuenta el rango total de edades) nosdemuestran la asociación existente entre salirde marcha y el consumo de cocaína. Ademásde consumir con mayor frecuencia, los jóve-nes que salen de marcha también tienden ainiciarse más temprano en el consumo deesta sustancia, en una nueva muestra demayor inclinación hacia el uso de cocaína. Lafalta de estudios sobre el consumo de cocaí-na en muestras amplias obtenidas en entor-nos recreativos de nuestro país limita lageneralización de estos resultados. Sinembargo, el tamaño muestral del estudio deIrefrea en 1998 y las tasas de prevalencia enel último año y en el último mes del consumode cocaína en este estudio en comparacióncon población general sugiere que los entor-nos recreativos asociados al salir de marchaconstituyen un “setting” relativamente espe-cífico donde se pueden estar desarrollando yconsolidando patrones de consumo de cocaí-na entre los adolescentes y jóvenes. Diver-sos estudios sobre el consumo de cocaínarealizados en entornos comunitarios demues-tran que la cocaína es muy frecuente consu-mida como una droga recreativa (Mugford,1994a y 1994b), y que tal vez el grupo másnumeroso de consumidores de cocaína seaaquel formado por quienes consumen estasustancia durante el ocio y el mundo de lanoche durante el fin de semana (Martí, 1996).

Así pues, el entendimiento de los mecanis-mos que subyacen a la formación de hábitosde consumo de cocaína en una buena partede los consumidores puede pasar por elentendimiento de la función del consumo decocaína en los hábitos de salir de marcha.

Más aún, los resultados relativos a la aso-ciación entre el consumo de cocaína y losdiversos indicadores sobre el salir de marchamostrados en las tablas nº 8 y 9 (frecuencia,intensidad y duración) demuestran que elconsumo de cocaína está asociado a unamayor implicación con estas actividades.Este resultado no solo se observa en nues-tras muestras recreativas, sino que tambiénresulta cierto cuando se estudian muestrasamplias y representativas obtenidas entre losadolescentes Españoles escolarizados. Haypocos estudios que estudien los estilos devida en muestras comunitarias amplias deconsumidores de cocaína. En uno de ellos(Castro, Newcomb y Cadish, 1987) los auto-res encontraron que los consumidores man-tenían un estilo de vida menos saludable quelos no consumidores, con menor planifica-ción y organización diaria y menor frecuenciade actividades relajantes y reductoras delestrés, etc. En otro estudio sobre valores losautores hallaron que los consumidores secaracterizaban por un patrón orientado hacialos valores personales, mientras los no con-sumidores se orientaban más hacia valoressociales (Carlson y Edwards, 1987). Nuestrosresultados sugieren que el consumo de coca-ína va asociado a un estilo de vida donde elsalir de “marcha” es una actividad más“saliente”, dentro de un estilo de vida “dog-mático” y orientado hacia un tipo de diversióndeterminado como una actividad principal enla vida del sujeto.

Finalmente, los resultados mostrados en latabla nº 10 demuestran que el significado dela diversión nocturna también está construidocon elementos diferentes para los consumi-dores de cocaína hallados en los entornosrecreativos. A los componentes habituales dela diversión (socialización, entretenimiento yfiesta) se les añaden en el consumidor decocaína otros elementos asociados a la esti-

142 Uso recreativo de cocaína y asunción de riesgos: resultados convergentes en cuatro muestras

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mulación sensorial intensa y a la búsqueda desensaciones (sexo y música) en mayor medi-da que a los no consumidores y emerge confuerza el propio consumo de drogas comoelemento esencial de la “marcha”. Así pues,no solamente el entorno recreativo puedefacilitar el consumo de cocaína, sino que elestilo de vida orientado hacia la vida recreativanocturna y el modo de codificación de sus sig-nificados parecen ser variables individualesque facilitan y mantienen ese consumo.

El segundo grupo de resultados que parecemás relevante en nuestro estudio es la sólidarelación que hallamos entre el consumo decocaína y el policonsumo de sustancias lega-les e ilegales. Los resultados mostrados en latabla nº 4 nos llevan a confirmar la idea deque el consumidor de cocaína no es un con-sumidor “puro” de esta sustancia y drogaslegales, al menos en muestras comunitariasobtenidas en entornos recreativos. Estossujetos son también consumidores abusivosde alcohol, fuman y consumen cannabis, y lamitad o más de ellos también consumenotras drogas ilegales. Este policonsumo dedrogas legales e ilegales es especialmentecierto entre los menores de 19 años que con-sumen cocaína, resultado que se observa entodas las muestras (de Irefrea y del PNSD).La única diferencia apreciable entre las mues-tras de Irefrea y las del PNSD parece ser quelas primeras (especialmente la del 1998)superan a las últimas en el uso de éxtasis yLSD, al contrario de lo que ocurre con el con-sumo de anfetaminas.

Un aspecto también destacable de losconsumidores de cocaína de las muestrasrecreativas es su inclinación por las drogasilegales frente a las legales, tanto en elloscomo en su entorno social y recreativo. Eseconsumo de drogas ilegales llega frecuente-mente a niveles de abuso y a un uso proble-mático. Así pues, nuestros consumidores decocaína en muestras recreativas y una buenaparte de la población en edad escolar y pobla-ción general que consumen esta sustanciase caracterizan también por el abuso frecuen-te de alcohol y el policonsumo de sustancias.En otros estudios comunitarios Europeos y

Americanos también se señala que los con-sumidores de cocaína, o al menos una buenaparte de ellos, también suelen ser consumi-dores de otras drogas legales e ilegales (Cas-tro et al., 1994; Hammersley y Ditton, 1994;Mugford, 1994; Ditton y Hammersley, 1994;Martí, 1996). Más aún, los resultados mostra-dos en la tabla nº 5 indican que estos consu-midores de cocaína de las muestras recreati-vas no solamente destacan aspectosfavorables en el consumo de drogas relacio-nados con la diversión, la evasión y la expe-riencia sensorial de la música y el baile. Tam-bién valoran positivamente el propio efectode la sustancia y resaltan aspectos positivospara la socialización y la integración de laexperiencia personal. Estos resultados sobreel consumo de drogas en su conjunto indicanque los consumidores de cocaína en lasmuestras recreativas presentan un estilo devida donde el policonsumo de drogas legalese ilegales ocupa un lugar muy significativo,junto con la implicación en la vida recreativanocturna. Nuestros resultados sugieren queel consumo de drogas (y en ocasiones elabuso y uso problemático de las mismas) noes una conducta tan periférica en la vida delconsumidor de cocaína, a diferencia de loseñalado por otros autores que han descritoa los consumidores de cocaína en muestrascomunitarias en los primeros años de ladécada de los 90.

Este estilo de vida que incluye el consumode drogas como un componente significativono se desarrolla aisladamente del entorno delsujeto, sino que está integrado en el entornorecreativo, social y también, aunque enmenor medida, en el entorno familiar. El usode tabaco, alcohol y drogas en los padres yhermanos (principalmente cannabis) es unode los factores de riesgo para el uso de dro-gas ilegales más comúnmente señalado en laliteratura, sugiriendo que esos factores pue-den favorecer la iniciación en el uso de dro-gas y la escalada hacia el uso de drogas ilega-les (Calafat, Fernández, Juan et al., 2001;Rhodes, Lilly, Fernández et al., en prensa).Nuestros resultados muestran una mayorprevalencia en el consumo de tabaco entre

143Calafat, A.; Fernández, C.; Juan, M.

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los familiares de los consumidores en lasmuestra recreativa de Irefrea que entre losconsumidores de la muestra escolar. Resultaespecialmente relevante la prevalencia deluso de cannabis y drogas ilegales halladaentre los hermanos de los consumidores decocaína, indicando que estos sujetos proce-den de familias donde el consumo de drogasilegales está ampliamente difundido. Engeneral estos resultados sugieren que losconsumidores de cocaína hallados en losentornos recreativos proceden de familiasdonde el consumo de drogas es permitido yen muchos casos incluso modelado.

También es frecuente que el consumo dedrogas entre los pares sea mencionado comouno de los predictores más fuertes del uso dedrogas ilegales. Como ejemplo en nuestroentorno, los autores de un estudio recientesobre el consumo de éxtasis hallaron queconsumo de éxtasis entre los pares resultóser el mejor predictor del consumo de estasustancia (Palmer, Montaño y Calafat, 2000).Diversos autores mencionados anteriormenteestán de acuerdo en que el consumo de dro-gas en el mundo de la noche y el salir de mar-cha se produce muy frecuentemente en ungrupo de pares donde es plenamente acepta-do. Los resultados hallados demuestran clara-mente que el uso de drogas legales y canna-bis y el abuso de alcohol son una normageneralizada entre los amigos de los consumi-dores de cocaína más jóvenes hallados en loslugares de salir de marcha. Nuestros resulta-dos también indican claramente que los hábi-tos de consumo de drogas legales e ilegalesestán sustancialmente más generalizadosentre los amigos de consumidores de cocaínamás jóvenes que salen de marcha que entrelos amigos de los consumidores de cocaínaadolescentes en edad escolar. El salir de mar-cha para estos adolescentes consumidoresde cocaína parece así desarrollarse no sola-mente en asociación con el consumo de dro-gas legales e ilegales, sino también en unentorno social donde casi todas las personasde referencia hacen lo propio.

Nuestros resultados también indican queese consumo de cocaína y otras drogas cons-

tituye frecuentemente en estas personas unelemento de identificación e integraciónsocial, aun reconociendo que ese consumode drogas en ocasiones es problemático y lle-gue a causar preocupación. Los consumido-res de cocaína que salen de marcha aceptancasi plenamente el consumo de drogas ensus amigos íntimos e incluso en sus parejas,mientras que los no consumidores no lohacen casi nunca. Estos resultados relativosa los factores microambientales del sujetoconsumidor de cocaína ponen de relieve lanecesidad de comprender las dinámicas desocialización y selección de pares que inte-gran el consumo de drogas ilegales incluyen-do la cocaína. Si el consumo de drogas engeneral y cocaína en particular se produce yes ampliamente aceptado en el grupo dereferencia, probablemente tenderá a mante-nerse y generalizarse.

La integración del consumo de drogas engeneral y de cocaína en particular en un esti-lo de vida donde se obvian o minimizan losriesgos de diversas conductas tambiénqueda bien patente en las dos muestras deIrefrea, y este resultado es de nuevo validadoen muestras de ámbito nacional. Los consu-midores de cocaína minimizan los riesgosderivados del consumo de alcohol, cannabisy cocaína. Más aún, una mayoría clara deestos consumidores de cocaína que salen demarcha muestran actitudes favorables al des-arrollo de conductas de riesgo asociadas a laconducción de vehículos y se implican eneste tipo de conductas de riesgo para si mis-mos y para otras personas. Estos resultadosrelativos a las conductas de riesgo en la con-ducción de vehículos, junto con los indicado-res de abuso y uso problemático de drogascomentados anteriormente sugieren unaimagen de estos consumidores que no seajusta al estereotipo de persona que previeney controla los riesgos asociados al consumode drogas, sino más bien lo contrario.

Finalmente, las asociaciones entre consu-mo de cocaína y variables sociodemográficasmuestran que el consumo de esta sustanciano es propio de individuos con estatus másfavorecidos. Ese consumo se encuentra en

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todos los niveles sociales, y tiende a ser másprobable entre los individuos varones halla-dos en entornos recreativos y con niveleseducativos y socioeconómicos más bajos.Con la progresiva generalización del consumode cocaína, éste parece generalizarse progre-sivamente a los sectores sociales que tradi-cionalmente se han visto más afectados porel consumo de otras drogas ilegales y quetienden a manifestar con mayor probabilidadsus consecuencias negativas.

Los resultados de este estudio demuestranlas asociaciones entre el consumo de cocaínay una serie de factores intraindividuales ymicroambientales que pueden sustentar elconsumo de drogas en general y de cocaínaen particular entre los jóvenes que salen demarcha por las noches de nuestras ciudadesy probablemente de grupos más extensos deconsumidores. En general nuestros resulta-dos sugieren un prototipo del consumidor decocaína que se encuentra en los entornosrecreativos con un estilo de vida orientado ala diversión, cuya vida integra el consumo dedrogas legales e ilegales, que está integradoen grupos sociales donde el consumo de dro-gas legales e ilegales es normativo, que tien-de a mostrar actitudes favorables conductasde riesgo para la salud y que se implica enconductas de riesgo. Determinados entornossociales y culturales asociados a la vida recre-ativa nocturna parecen estar proporcionandoun medio donde sujetos con mayor afinidadpor el consumo de cocaína y otras drogasdesarrollan, consolidan, refuerzan, mantieneny modelan el consumo de cocaína.

Necesitamos conocer la interacción entreestos factores familiares, sociales, grupales ycómo se integran en la cultura recreativa paradiseñar y aplicar estrategias educativas y pre-ventivas orientadas a desarrollar estilos degestión de la diversión de un modo saludable.Estas estrategias deberán basarse en unconocimiento de las dinámicas de socializa-ción dentro de las familias y en los grupos depares que promueven un estilo de vida orien-tado a la diversión y a la minimización y asun-ción de riesgos, donde el policonsumo dedrogas en general y de cocaína en particular

podría ser uno de los elementos que propor-cionan un sentido a este estilo de vida.

AGRADECIMIENTOS

Este artículo ha sido realizado gracias a unasubvención de la Delegación del Gobierno delPlan Nacional sobre Drogas

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INTRODUCCIÓN

En el campo del uso de drogas existenalgunas sustancias de difícil conceptua-lización dentro de los modelos clásicos

de sustancias adictivas debido a las peculiari-

dades de su adicción. Algunos autores de-fienden que toda sustancia que induce modi-ficaciones en el ámbito psicológico lo hacetambién a nivel molecular en la actividadcerebral, por lo que, en consecuencia, todaslas drogas que actúan sobre el estado de

VOL. 13. SUPLEMENTO 2

Dependencia, intoxicación aguda y síndromede abstinencia por cocaína

LLOPIS LLÁCER, J.J.

Doctor en psiquiatría. Médico coordinador UCA Castelló. Profesor asociado Universitat Jaume I.

Enviar correspondencia: Juan José Llopis Llacer. [email protected]

RESUMEN

En el presente texto se realiza un análisis de variasde las facetas más controvertidas en relación al con-sumo de Cocaína. La discusión sobre la existencia ono de dependencia entre los consumidores de Cocaí-na así como la aparición de un verdadero síndrome deabstinencia por cocaína viene desarrollándose duran-te años entre la comunidad científica.

En este capitulo se analizan las característicasespeciales de la adicción cocaínica al mismo tiempoque se describen las peculiaridades del síndrome deabstinencia. Se analizan los criterios diagnósticosinternacionales revisando la escasa operatividad delos mismos y se recomiendan criterios clínicos másprácticos, así como un diagnóstico dinámico del pro-ceso que permita entender la adicción y planificar laterapéutica. Finalmente se revisa el concepto de into-xicación aguda por cocaína distinguiendo entre la into-xicación por la propia sustancia y las intoxicacionesque obedecen más a los contaminantes, al ambientey la vía de consumo, añadiendo mayor gravedad a lasreacciones tóxicas agudas por consumo de cocaína.

Palabras clave: Cocaína, abuso y dependencia decocaína, síndrome de abstinencia por cocaína,Intoxicación aguda.

ABSTRACT

In the present text, we make an analysis of severalmore controverted topics related to the cocaine use.The discussion about the evidence or not ofdependence among cocaine users, as the appearanceof the withdrawal syndrome due to cocaine, that isdevelopping during years by the scientific community.

In this chapter we analyze the special characteristicsof the cocaine addiction, ath the same time aredescribed the peculiarities of the whitdrawl of cocaine.

Are analyzed the international diagnostic criteria,revising the scarce operativity of them, and werecomend clinical criteria more practics, and also adynamic diagnostic of the processs that permits tounderstand the addiction and to planning theapproaches.

Finally, we revise the concepts of acute intoxicationdue to cocaine, distinguishing between intoxicationby the own substance, and the intoxications due tocontaminant factors, atmosphere and the way ofadministration, that add a high severity of the acutetoxic reactions for cocaine use.

Key words: Cocaine, abuse and dependence ofcocaine, withdrawl for cocaine, acute intoxicationfor cocaine.

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ánimo son adictivas físicamente aunque laprivación brusca de ellas no produzca síndro-me de abstinencia (Washton 95). Tomandoestas afirmaciones como premisas debería-mos suponer que todas las sustancias queactúan a nivel del sistema nervioso centralserian drogas adictivas, incluyendo todo tipode fármacos como los antidepresivos, neuro-lépticos o los mismos nootropos Premisaque, con los conocimientos actuales eninvestigación psicobiológica, queda muy lejosde ser demostrada.

En ese terreno fronterizo entre la adicción yel abuso sin dependencia se ha movido,durante muchos años, la cocaína, creandodiferentes corrientes de opinión científica quepoco a poco han ido comprobando, lamenta-blemente para los consumidores, la intensacapacidad adictiva del alcaloide principal delas hojas de coca.

SOBRE LA DEPENDENCIA DE COCAÍNA

La historia nos muestra como grandesdefensores de las bondades de la cocaína,como es el caso de S. Freud, con el tiempofueron cambiando su opinión respecto de lasustancia, llegando a admitir cierto poderadictivo a la cocaína “... pero solo en aquelloscasos que previamente presentaban morfi-nismo y sobre todo cuando era utilizada porvía subcutánea”.

Más llamativa resulta la descripción, publi-cada a principios de los 80, de lo que entendí-an como dependencia Van Dick y el que fuerarecopilador de los textos de Freud sobre lacocaína, Robert Bick, en la que textualmentedicen: “... la dependencia a cocaína intranasalse manifiesta por un patrón de uso continua-do cuando existe droga a disposición, y enuna abstinencia simple cuando no existe. Elpatrón de conducta es comparable a la demuchas personas respecto de, por ejemplo,los cacahuetes o las patatas chips. Estepatrón puede interferir con otras actividadesdel individuo pero también puede considerar-

se como una forma de entretenimiento.” (VanDick y Bick 1982).

Hasta hace pocos años se persiste en laidea de la inocuidad y falta de capacidad adic-tiva de la sustancia y no solo en opinión depersonas más o menos entusiastas de ella,sino también en tratados de psiquiatría tanreputados como el Kaplan, en cuya ediciónde 1980 se puede leer que la cocaína no cau-saría ningún trastorno si no se utilizara másde 2 ó 3 veces a la semana, lo que equivale arestarle importancia al potencial como drogade abuso de la sustancia y cargar el peso desu mayor o menor uso a la “voluntad” de lapersona.

No es hasta la aparición del DSM III-R quese conceptualiza el diagnóstico de dependen-cia a cocaína. Hasta entonces los criteriosdiagnósticos sólo aceptaban para la cocaínael Síndrome de Abuso excluyendo la depen-dencia, para ello se basaban en que no teníanevidencia de inducción de dependencia física,entendida ésta como la aparición de un cua-dro de tolerancia tras el consumo continuado,ni de síndrome de abstinencia al interrumpirel consumo.

Aunque la definición de Abuso de sustan-cias del DSM III era lo bastante amplia comopara abarcar diferentes casos de consumido-res crónicos de cocaína, la discusión se plan-teaba ante la presencia de un auténtico sín-drome de abstinencia siguiendo el modelo dedeprivación que provocaban los depresores,condición, en teoría, ineludible para calificar auna sustancia como adictiva. También polémi-ca es la potencial adictividad de la cocaína enrelación con la aparición o no de tolerancia,definida como la necesidad de ir incremen-tando paulatinamente las dosis de la sustan-cia para sentir los mismos efectos que en lasdosis iniciales.

La existencia de un cuadro de abstinenciaclásico no sólo es controvertida sino que cla-ramente no se observa. El Síndrome de Abs-tinencia por cocaína aparece pero tiene unapresentación, evolución y característicasespecíficas que, como veremos más adelan-te, lo diferencian del síndrome de abstinenciaclásico por alcohol u opiáceos. En cuanto a la

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tolerancia inducida por cocaína tampocomuestra el patrón habitual. Desde las prime-ras descripciones de su uso crónico se hahablado de la inducción de Taquifilaxia comocaracterística del consumo de cocaína y quese corresponde con un incremento en la fre-cuencia de la administración pero no de lacantidad de cocaína de cada dosis, lo queestaría más relacionado con una conductacompulsiva que con la tolerancia clásicamen-te entendida. A nivel experimental se hademostrado que si a los animales de labora-torio se les da acceso libre a la cocaína seproduce un deterioro progresivo de la saludcontinuando con la autoadministración hastafallecer (Geary 1990).

El consumo crónico de cocaína induce laaparición de tolerancia inversa posiblementecomo resultado de la depleción y agotamien-to de neurotransmisores, con lo que el efectoen usuarios crónicos sería el antagónico alque experimentaban inicialmente. Por ello losnuevos consumos de cocaína no provocaríanestimulación, euforia, locuacidad... sino disfo-ria, rumiación, inhibición conductual y para-noias.

Con el tiempo, la evidencia de un síndromeespecífico con alteraciones fisiológicas y psi-cológicas, que aparecen al interrumpir el con-sumo de cocaína tras un periodo de abuso, yel conocimiento de las bases neurobiológicasdel efecto de la sustancia, han eliminado latendencia a calificar la adicción a cocaínacomo exclusivamente dependencia psicológi-ca. Actualmente se ha pasado a tener encuenta todo el proceso de neuroadaptación ylos cambios conductuales y fisiológicos comoexpresión de una modificación del funciona-miento cerebral inducida por la droga inclu-yendo, por ello, el criterio de dependenciafisiológica ya en el DSM III-R y posteriormen-te en el DSM IV. Aunque en un principio estainclusión fue mediatizada por presionessociales y económicas, más tarde se ha sus-tentado en la experiencia clínica y en loshallazgos psicobiológicos de su mecanismode acción.

La OMS, previamente a la edición de la CIE10 (OMS 92), define la dependencia a cocaína

como un estado resultante de la administra-ción repetida de cocaína en el que sólo tieneen cuenta la dependencia psicológica y elabuso e indica, explícitamente, la ausencia detolerancia, dependencia física y síndrome deabstinencia, señalando que la abstinencia sepresenta como un trastorno psíquico conintenso deseo de droga.

La limitación que la Tolerancia y el Síndro-me de Abstinencia presentan como indicado-res de dependencia quedó subsanada en loscriterios ICD-10 (OMS 92) en los que se restaimportancia a los aspectos fisiológicos nosiendo necesaria la aparición de estos signospara confirmar el diagnóstico de dependen-cia. Queremos señalar que aunque el DSM IVmantiene el diagnóstico de dependencia,sigue exigiendo la aparición de tolerancia osíndrome de abstinencia para cumplir crite-rios de dependencia fisiológica.

Según el DSM IV la característica principalde la dependencia consiste en un grupo desíntomas cognoscitivos comportamentales yfisiológicos que indican que el individuo sigueconsumiendo la sustancia a pesar de la apari-ción de problemas significativos relacionadoscon ella. Se produce un patrón de autoadmi-nistración reiterada que a menudo lleva aldesarrollo de tolerancia, abstinencia y a laingesta compulsiva de la sustancia.

El deseo irreprimible de consumo de cocaí-na, conocido como craving, se observa en lamayor parte de los cocainómanos a pesar deque los criterios diagnósticos DSM no lo tie-nen en cuenta específicamente, pero encambio sí que se contempla en los criteriosde dependencia del ICD 10.

Diagnóstico dinámico vs diagnóstico está-

tico de la dependencia cocaínica.

La adicción a cocaína presenta un cursoprogresivo y crónico que hace referencia alproceso evolutivo de instauración de ladependencia más que a factores de incurabi-lidad, siendo una de las premisas que vienena determinar las posibilidades de intervenciónterapéutica.

Llopis, J.J.

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150 Dependencia, intoxicación aguda y síndrome de abstinencia por cocaína

DEPENDENCIA COCAÍNA. DSM IV

Patrón desadaptativo de consumo de sus-tancias que conlleva deterioro o malestarclínicamente significativo expresado portres o más de los siguientes ítems, en algúnmomento de un periodo continuado dedoce meses.,

1. TOLERANCIA definida por:a) Necesidad de cantidades marcadamen-

te crecientes para conseguir intoxica-ción o el efecto deseado.

b) El efecto de la misma cantidad de sus-tancia disminuye con su consumo con-tinuado.

2. ABSTINENCIA, definida por cualquiera delos siguientes ítems:

a) Síndrome de abstinencia característicode la sustancia.

b) Se toma la sustancia o similar para ali-viar o evitar los síntomas de abstinen-cia.

3. La sustancia se toma con frecuencia encantidades mayores o durante un períodomás largo de lo que se pretendía.

4. Deseo persistente o esfuerzos infructuo-sos de controlar o interrumpir el consumo.

5. Emplea mucho tiempo en actividades deobtención de la sustancia, en el consumo oen la recuperación de los efectos de la sus-tancia.

6. Reducción de importantes actividadessociales, laborales o recreativas debido alconsumo.

7. Continúa tomando la sustancia a pesar detener conciencia de problemas psicológicoso físicos, recidivantes o persistentes, causa-dos o exacerbados por el consumo de lasustancia.

Especificar:Si cumple 1 ó 2: Dependencia fisiológica.No cumple 1 ó 2: No hay Dependencia fisio-lógica

DEPENDENCIA COCAÍNA. ICD 10

Tres o más de las siguientes manifestacio-nes aparecidas simultáneamente durante almenos un mes o en un periodo de docemeses.

1. Evidencia de Tolerancia a los efectos de lasustancia como necesidad de aumentar sig-nificativamente las dosis para conseguir laintoxicación o el efecto deseado, o marcadadisminución del efecto con el consumo dela misma cantidad.

2. Cuadro fisiológico de abstinencia cuandose consume menos sustancia o se terminael consumo, apareciendo el s. de abstinen-cia de la sustancia o su uso con la intenciónde evitar los síntomas de abstinencia.

3. Disminución de la capacidad de controlarel consumo, para evitar el inicio, para poderterminarlo o para controlar la cantidad con-sumida.

4. Deseo intenso o vivencia de compulsióna consumir la sustancia

5. Preocupación con el consumo que semanifiesta por el abandono de otras fuentesde placer o diversiones por el consumo o elempleo de gran parte del tiempo en obte-ner, consumir o recuperar de los efectos dela sustancia.

6.

7. Persistencia en el consumo de la sustan-cia a pesar de sus evidentes consecuenciasperjudiciales, siendo el consumidor cons-ciente de ellas.

Puede ser especificada si se desea, como:Con consumo continuo.Con consumo episódico.

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Durante muchos años la discusión a estenivel se ha centrado en la definición del cursode la enfermedad. Al hablar de dependenciano nos estamos refiriendo a los consumosesporádicos relacionados con el uso recreati-vo de la droga, hablamos del cuadro resultan-te de las modificaciones estructurales queprovoca su uso continuado a nivel de siste-mas de neurotransmisión, junto con la fuertecompulsividad al consumo desarrollada en unintento de reducir la disforia producida por lamisma cocaína.

Para la mayor parte de profesionales losaspectos cruciales del diagnóstico de depen-dencia han sido la tolerancia y el cuadro dedeprivación, aspectos que están en relacióncon la evolución de la patología. Así seentiende que al observar los largos años deconsumo de cocaína en sujetos que no pre-sentaban estos signos la duda ante la exis-tencia de dependencia fuera mayoritaria.

La dependencia a cocaína no es cuantifica-ble, no podemos hablar de intensa o modera-da dependencia. La dependencia se instaura,o no, en un momento de la evolución del con-sumo y el diagnostico con los criterios al usoes en realidad un diagnóstico estático. Laenfermedad es un proceso dinámico, cam-biante, que en el caso de la cocaína presentaun largo silencio clínico, a veces hasta de 10años, con lo que los estudios transversalesde consumidores diagnostican, sobre todo,los trastornos por abuso sin observar ladependencia física.

Dejando de lado características individua-les, alteraciones metabólicas como el déficitde Colinestarasa y los consumos puramentesintomáticos, que inducen respuestas indivi-duales peculiares ante el uso de cocaína,debemos tener en cuenta el curso evolutivoen el que destaca la diacronía y sincronía dela enfermedad de forma que diferentes adic-tos a cocaína presentarían similares caracte-rísticas si los evaluamos en momentos idénti-cos en su evolución. Este enfoque dinámicodel diagnóstico nos permite ver que, en reali-dad, estamos ante un mismo diagnósticopero en diferentes fases evolutivas de laenfermedad. La evolución natural del abuso

de cocaína tiende a la instauración de depen-dencia.

A la hora de programar el proceso terapéu-tico es fundamental tener en cuenta estascaracterísticas dinámicas de la enfermedad.El cocainómano es un enfermo que, en gene-ral, puede abandonar el consumo por símismo, de hecho la mayoría de ellos inte-rrumpen su consumo tras un periodo deabuso por la propia saturación percibida inclu-so manteniendo el acceso a la sustancia. Encambio son incapaces de controlar el deseopatológico instaurando un circulo de atraco-nes de cocaína, interrupción del consumo,síndrome de abstinencia, intenso craving yreanudación del consumo compulsivo condisforia.

Estos mismos enfermos, en fases anterio-res a la instauración de la adicción, presentanconsumos intermitentes y esporádicos, nor-malmente dentro de un contexto de uso lúdi-co en el que con frecuencia se producen into-xicaciones y trastornos de conducta, pero enlos que experimenta el efecto estimulante dela sustancia y conserva la capacidad paramantener la abstinencia.

El adicto a cocaína es diferenciable delsujeto que sufre un trastorno por abuso. Esteúltimo puede experimentar los efectos nega-tivos del consumo pero todavía no ha pasadola frontera hacia un uso compulsivo que seescapa por completo de su control. El consu-midor de abuso puede experimentar conse-cuencias negativas por lo que cesa o reduceel consumo. En cambio cuando el adictoexperimenta esos mismos efectos negativosmantiene e incluso llega a incrementar suconsumo, puede desear parar pero se veimposibilitado a hacerlo sin apoyo externo osin un cambio radical en su entorno. La tran-sición del abuso a la dependencia es siempreposible y va a depender de que el sujeto con-tinúe en el consumo y tenga o no concienciadel problema.

Cual sería la diferencia entre un estadioevolutivo y otro? Básicamente, podemoshablar de instauración de dependencia a par-tir de la aparición de dos signos:

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• Incapacidad para mantener la abstinenciamás allá de la aparición del craving.

• Efecto Paradójico o Tolerancia Inversa,que se caracteriza por la perdida de losefectos estimulantes con el uso crónicode cocaína.

Experimentar los efectos tóxicos de la sus-tancia u observar el incremento del consumoen situaciones no deseadas no suele ser unfactor fundamental en la toma de concienciade la adicción, por el contrario, la motivaciónal cambio comienza a aparecer cuando sepercibe el efecto paradójico del consumo cró-nico de cocaína de forma bastante explícita.“... supe que estaba enganchado cuando des-pués de haber tenido que ir a urgencias poruna taquicardia, de la que pensé que memoría, dije nunca más, y a los dos días esta-ba esnifando otra vez... lo definitivo fue esni-far cocaína a solas, en mi casa, frente a latele y no querer ver a nadie... no podía hablarcon nadie.” ( Varón con 12 años de consumode cocaína).

Diagnóstico clínico de la dependencia a

cocaína.

Diagnosticar implica establecer un criteriooperativo que permita diseñar un procesoterapéutico y desarrollar bases preventivas,pero el diagnóstico de dependencia a cocaínaefectuado con los criterios internacionales nopermite prever la evolución ni programar eltratamiento, ya que al ser un diagnósticoestático no tiene en cuenta la evolución natu-ral de la enfermedad y la necesidad de absti-nencia absoluta o no.

Si diagnosticamos un abuso de cocaínacomo una dependencia podemos tenermayores probabilidades de fracaso terapéuti-co y sobre todo de perdida del paciente yaque tanto la conciencia de enfermedad comola motivación a la abstinencia son muy esca-sas y limitadas a ese momento. Los consu-midores intermitentes aun con periodos deabuso presentan escasa motivación a la abs-tinencia absoluta y la posibilidad de que enun futuro hagan consumos aislados de cocaí-

na sin mayores complicaciones no debe serdespreciada de entrada. En cambio, en enfer-mos adictos una de las características másobservables es que la adicción continua pre-sente aunque el individuo no realice consu-mos de forma continuada. Un cocainómano,aunque llegue a mantener la abstinenciadurante semanas o meses, sufrirá de nuevolos síntomas de adicción al ponerse nueva-mente en contacto con la sustancia, alcan-zando probablemente la misma severidad enlos síntomas que tenia previamente al iniciode la abstinencia, instaurando en poco tiem-po el mismo patrón de consumo. Esta obser-vación clínica nos plantea la duda hipotéticade si las modificaciones estructurales y mole-culares neurobiológicas inducidas por la adic-ción son reversibles o, por el contrario, perdu-ran en el tiempo, de forma que el procesoadictivo podría haber provocado una nuevahomeostasis crónica de los sistemas de neu-rotransmisión en presencia de cocaína.

Es por todas estas circunstancias que, parael diagnóstico clínico de la dependencia acocaína, debemos restar importancia aaspectos fisiológicos como el síndrome deabstinencia y la tolerancia aumentada paratener más en cuenta el fenómeno de neuroa-daptación, el efecto paradójico y los aspectosde uso compulsivo e incapacidad para contro-lar el consumo.

La mayor parte de los adictos hace añosque no experimentan la euforia y las sensa-ciones placenteras de la cocaína. El déficit dela neurotransmisión, sobre todo la deplecciónde dopamina, hacen que experimente disforiay anhedonia constantemente. El cocainóma-no ya no siente placer en situaciones cotidia-nas que antes lo provocaban, como son eldeporte, el ocio o el sexo, experimenta unestado crónico de humor negativo, irritabili-dad, ansiedad, etc. En vez de recuperar ener-gía siente fatiga crónica; sus relaciones socia-les dejan de ser espontáneas y se instaurauna tendencia a la inhibición, el retraimientosocial, el desinterés en conocer nuevas per-sonas y la paranoia. La capacidad mental sedeteriora con déficits en la atención y con-centración y son significativas las cefaleas

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crónicas. La apatía se instaura en diversasesferas vitales incluida la sexual con pérdidadel deseo y aparición de impotencia enmuchos casos.

En general los cocainómanos suelen pre-sentar problemas de conductas compulsivasen relación con el consumo y los periodos decraving, de forma que es habitual la coexis-tencia de otras dependencias, como la ludo-patía, y conductas sexuales compulsivas. Lainstauración de la adicción provoca alteracio-nes en la regulación del apetito y la conductade alimentación con lo que lo más frecuentees observar que los adictos a cocaína, sobretodo los varones, son personas con sobrepe-so, incluso obesidad, y trastornos metabóli-cos. En nuestro entorno es habitual observarque el consumo abusivo de alcohol va parejoal de cocaína, de forma que la mayor parte decocainómanos españoles cumplirían criteriosde abuso de alcohol o de alcoholismo.

Resumiendo todo esto podemos señalarque la dependencia crónica a cocaína da lugara un cuadro clínico caracterizado por:

• Consumo compulsivo de cocaína alterna-do con breves periodos de abstinencia.

• Deseo patológico de consumo que seincrementa durante la abstinencia

• Efecto paradójico o Tolerancia inversa.• Trastornos conductuales en relación al

consumo.• Incremento de conductas compulsivas.• Disforia, anhedonia, apatía e ideación

autolítica.• Retraimiento, inhibición social e ideación

paranoide. • Déficits cognitivos en memoria, atención

y orientación.• Trastornos del sueño• Trastornos de la alimentación y frecuente

obesidad en varones.• Cefaleas crónicas y duraderas.• Lesiones de mucosa nasal en inhaladores

y de mucosa orofaríngea en fumadoresde base/crack.

• Abandono de las obligaciones laborales ysociales.

• Deterioro y desestructuración familiar.

• Frecuentes ausencias injustificadas delhogar.

• Consumo abusivo de otras drogas, prefe-rentemente alcohol.

• Uso continuado de cocaína a pesar de serconsciente de las consecuencias negati-vas que le produce.

SOBRE EL SÍNDROME DE ABSTINENCIA

DE COCAÍNA.

Como hemos visto la cocaína es una de lasdrogas más controvertidas con las que nosencontramos. Las características especialesde su adicción y la sintomatología, tanto delos consumidores de abuso como de los adic-tos, hace que sea difícil definir los patronesbásicos de las drogodependencias aplicadosa la cocaína. Utilizando los modelos clásicosde los opiáceos o el alcohol vemos que lacocaína no encaja en las definiciones al uso.

Como síndrome de abstinencia nos referi-mos al conjunto de signos y síntomas, tantofísicos como psíquicos, que aparecen al des-cender o abandonar de forma brusca el con-sumo de una droga. Este concepto históricoestá directamente ligado al desarrollo de tole-rancia y a la dependencia física, hasta el puntoque, en la mayor parte de tratados diagnósti-cos y terapéuticos, se señala la necesidad deque sobrevenga el síndrome de abstinenciapara poder hablar de dependencia física.

El síndrome de abstinencia implica una res-puesta fisiológica y psicológica a la supresiónde la sustancia adictiva que un individuo havenido consumiendo en forma de abuso ydurante un periodo continuado en el que apa-recen los síntomas antagónicos, la llamadaimagen en espejo, a los que se producíancon el consumo. Al mismo tiempo es conoci-do que el síndrome de abstinencia conllevauna conducta de búsqueda de la sustancia. Alreanudar el consumo el síndrome de absti-nencia remite hasta desaparecer.

En el caso del trastorno por abuso y ladependencia de cocaína los acontecimientosque suceden a la supresión de la droga nosiguen el patrón clásico de la abstinencia de

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drogas depresoras, sino que muestran unacaracterística definitoria: el cocainómano,durante gran parte del síndrome, no presentaesa conducta de búsqueda de la droga. Ade-más, el consumo de cocaína en plena absti-nencia no elimina la sintomatología de ladeprivación.

Las primeras descripciones del cuadro deabstinencia por cocaína se remontan a finalesdel siglo XIX. Hammond, tras comprobar losefectos de la sustancia en un grupo de volun-tarios, describe su autoexperimentación concocaína y destaca el efecto de rebote trastomar una dosis única superior a 1 gramo condepresión, cefalea, fatiga física y mental,insomnio, latido cardiaco irregular, falta deconcentración y deseo vehemente de cocaí-na (Hammond 1887). Muchos años después,en 1958, Chopra y Chopra describen los hábi-tos de consumo oral de cocaína en la Indiadelimitando los síntomas básicos del síndro-me de abstinencia, a saber: depresión, fatiga,intensas cefaleas y conducta de búsqueda dela droga (Nunes y Rosecan 1990).

La descripción definitiva del cuadro de abs-tinencia en un sujeto adicto a cocaína sinotras patologías psiquiátricas asociadas larealizan Gawin y Kleber (1986) tras estudiaruna serie de 30 pacientes que, durante unbreve periodo de tiempo, habían consumidocantidades abusivas de cocaína. Este tipo deconsumo es denominado por los autores“binge” y tendría su equivalencia en el con-cepto español de borrachera o atracón decocaína. El cuadro sintomático tiene un pro-ceso secuencial que se desarrolla en tresfases que arrancan en el mismo momento enque se interrumpe el periodo de atracón, yasea por agotamiento del consumidor o cuan-do la droga ya no está disponible.

Fases del síndrome de abstinencia (Gawin

y Kleber 1986).

1º Fase: “Crash”, dura de 9 horas a 5 días

Rápida aparición de los síntomas de absti-nencia dando comienzo a la fase de bajada o“crash”. Se divide a su vez en tres subfases,

diferenciadas fundamentalmente por la dife-rente intensidad del craving en cada una deellas.

–Temprana: de 6 a 20 horas.• Agitación.• Depresión.• Anorexia.• Intenso deseo de cocaína.

–Media: 6 a 20 horas.• Fatiga.• Depresión.• Anhedonia.• Irritabilidad.• Cefaleas.• Mialgias difusas.• Insomnio con letargia.• No deseo de cocaína.

–Tardía: De 3 a 5 días.• Agotamiento físico.• Hipersomnia con despertar frecuente.• Intensas cefaleas.• Hiperfagia.• Nulo deseo de cocaína.

2ª Fase. Abstinencia. Dura de 1 a 10 sema-nas.

–Temprana.• Normalización del ritmo de sueño.• Normalización del estado de ánimo

(eutimia).• Baja ansiedad.• Bajo deseo de cocaína.

–Media y tardía.• Disforia.• Anhedonia.• Anergia.• Incremento de ansiedad.• Irritabilidad.• Intenso deseo de cocaína. “craving”.• Sucesos condicionantes que exacerban

el deseo de cocaína.

3ª Fase. Extinción: Duración indefinida.

• Eutimia.• Respuesta hedónica normal.• Recuerdo de los efectos agradables de

la cocaína

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• Deseo periódico de cocaína en relacióncon estímulos condicionados.

Evolución del síndrome de abstinencia a

cocaína.

La descripción secuencial de Gawin y Kle-ber (1986) tiene un carácter didáctico que ilus-tra perfectamente las características sintomá-ticas diferenciales de las distintas fases delsíndrome de abstinencia aunque, en muchasocasiones, el proceso se presenta de formaun tanto confusa con solapamiento demuchos de los síntomas. Además en nuestropaís hay que tener en cuenta que la mayorparte de adictos a cocaína presentan simultá-neamente criterios de abuso o dependenciade alcohol, por lo que muchas veces, amboscuadros de abstinencia se superponen provo-cando un cuadro sindrómico inespecífico.

Dentro del cuadro de deprivación es funda-mental tener en cuenta el grado de implica-ción de los diferentes síntomas en cada unade las fases, ya que van a marcar trascenden-talmente la evolución del proceso.

Durante la primera fase temprana de absti-nencia predomina la depresión y el deseo deconsumo en el que el adicto trata de eliminarambos síntomas consumiendo más cantidadde cocaína, pero lo único que consigue esincrementar la disforia, provocar ansiedad ysufrir trastornos paranoides. En cambio,durante las fases media y tardía, el deseo decocaína desciende hasta ser prácticamenteinexistente, predominando el abatimientogeneral. Si se superan las primeras horas deabstinencia, el riesgo de recaída durante estaprimera fase es bajo y la duración del “crash”hasta la recuperación va a depender de ladieta, el descanso y del tiempo necesariopara un restablecimiento del nivel normal decatecolaminas.

La segunda fase de abstinencia consta deun síndrome fluctuante con síntomas opues-tos a los que provocaba el consumo de coca-ína. Se va normalizando el estado de ánimopasando progresivamente a sentir un intensodeseo de consumir, sin necesidad de estímu-

los externos elicitadores. Presenta caracterís-ticas de compulsividad y se ha dado en lla-mar “craving”. El craving es el responsable dela mayor parte de recaídas en esta fase.

Los consumidores crónicos siguen unpatrón de periodos de consumo y abstinenciarepetidos creando un círculo que comprendeperíodos de consumo intenso de cocaína(binges), abandono del consumo y paso a lafase de abatimiento (crash) durante uno odos días, posteriormente siguen un par dedías de abstinencia y vuelve el intenso deseoy la lucha constante por resistirse a la recaídadurante 24 o 48 horas, que a su vez suele darpaso a esa recaída, con lo que se vuelve a ini-ciar el ciclo (Roig 90).

Si no se ha producido ningún consumodurante las fases de Crash y Abstinencia eladicto pasa a la tercera fase o de Extinción,que puede durar desde meses a años, en laque se recupera el estado de ánimo normal yel deseo de cocaína es muy fluctuante, des-encadenado por estímulos particulares paracada persona, sobre todo en relación al abusode otras drogas, preferentemente alcohol.

La mayor parte de los estudios en los quese describen las fases clásicas del síndromede abstinencia a cocaína están realizados conpacientes en tratamiento hospitalario, proba-blemente pacientes con mayor gravedad ensu adicción y también en la deprivación.Según algunos autores las típicas fases de laabstinencia solo se observan en pacientesadictos hospitalizados, en cambio en lospacientes ambulatorios no se encontraron lasfases típicas ni los trastornos del sueño, elcraving era muy bajo y tampoco evidenciarontrastornos cognitivos durante los 28 días deseguimiento (Coffey et al 2000, June et al.2000 ).

Diagnóstico del síndrome de abstinencia.

A la hora de tener un lenguaje común entreprofesionales es necesario utilizar los criteriosdiagnósticos aceptados internacionalmente,aunque, en gran medida, no se correspondencon la abstinencia a cocaína que solemosobservar en la práctica clínica diaria.

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En el caso del diagnóstico de abstinencia elDSM- IV exige la presencia de un malestarsignificativo o deterioro de las actividadesimportantes, en cambio en los criterios ICD-10 se requiere la existencia de signos y sínto-mas característicos de la abstinencia de coca-ína. En cuanto a la comparación con ladescripción fásica de Gawin y Kleber (1986),el DSM-IV difiere al señalar que puedenhaber “ sin formar parte de los criterios diag-nósticos” (APA 1995) la anhedonia y el cra-ving o deseo irreprimible de cocaína, sínto-mas que para Gawin y Kleber son cruciales ydiferenciadores de las distintas fases o esta-dios del síndrome de abstinencia.

La gran variabilidad de un cuadro sindrómi-co que no presenta un patrón común definidoha llevado a la reticencia en su aceptación y ala insuficiente catalogación del Síndrome deAbstinencia por Cocaína, lo que provoca quetodavía hoy sea un concepto discutido pormuchos profesionales e investigadores.

SOBRE LA INTOXICACIÓN COCAÍNICA

AGUDA.

Al hablar de intoxicación por cocaína denuevo nos enfrentamos al mismo dilema. ¿Aque nos estamos refiriendo?, ¿ al efecto fisio-lógico de la cocaína o a sus efectos tóxicos?

Desde el punto de vista médico la intoxica-ción se define como un estado de envenena-miento por exposición a un fármaco u otrasustancia tóxica. Concepto que remite a unasituación de disconfort o reacción desagrada-ble y perjudicial del organismo tras la exposi-ción a la droga.

En cambio las primeras descripciones de laintoxicación cocaínica (Aschenbrandt, 1883;Mantegazza 1859) remiten a los efectos fisio-lógicos percibidos más que a un cuadro deintoxicación. Freud en su famoso articulo“Über Coca” (Freud 1884) ilustra sus expe-riencias de consumo describiendo los efectosque percibió con distintas dosis de cocaína:“...A los pocos minutos de tomar cocaínasiente bruscamente sensación de optimismoy ligereza, como si los labios y el paladarestuvieran recubiertos de pelos y sensaciónde calor en esa zona... sentí durante un cortoperiodo efectos tóxicos. La respiración sehizo lenta y profunda, me sentí cansado ysoñoliento. Bostezaba frecuentemente y mesentía algo embotado. La acción propia de lacocaína empezó en unos minutos. La típicaeuforia se vio precedida por repetidos eruc-tos refrescantes. Inmediatamente despuésde tomar cocaína noté ligera desaceleracióndel pulso y después una moderada acelera-ción..., los sujetos decían experimentar unaintensa sensación de calor en la cabeza...endos casos sensación de mareo. En conjuntolos efectos tóxicos de la coca son de corta

Dependencia, intoxicación aguda y síndrome de abstinencia por cocaína

Criterios DSM- IV para el diagnóstico de Abstinencia de cocaína (292.0).

A. Interrupción o disminución del consumo prolongado de abundantes cantidades de cocaína.B. Estado de ánimo disfórico y dos (o más) de los siguientes cambios fisiológicos que apare-

cen pocas horas o días después del criterio A:1. Fatiga.2. Sueños vívidos y desagradables.3. Insomnio o hipersomnia.4. Aumento del apetito.5. Retraso o agitación psicomotores.

C. Los síntomas del criterio B causan malestar clínicamente significativo o un deterioro de laactividad laboral, social o de otras áreas importantes de la actividad del sujeto.

D. Los síntomas no son debidos a enfermedad médica ni se explican mejor por la presenciade otro trastorno mental.

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duración...parecen debilitarse más aún con eluso repetido de la cocaína... el efecto psíqui-co es de optimismo y duradera euforia...noaparece sensación de excitación. Tambiénproduce necesidad de emprender inmediata-mente alguna actividad, aumento del controlde uno mismo, gran vigor y es capaz de tra-bajar. Uno se encuentra sencillamente nor-mal y pronto le resulta difícil creer que seencuentra bajo los efectos de una droga...Mientras duran los efectos de la cocaína, siuno lo desea puede comer copiosamente ysin asco, pero se tiene la clara sensación deque la comida es innecesaria. Cuando el efec-to comienza a decaer, nada le impide a unodormir, pero también es posible suprimir elsueño sin consecuencias desagradables.Durante las primeras horas del efecto no sepuede dormir, pero no resulta molesto... Esteefecto de la coca que suprime el hambre, elsueño y la fatiga, y permite acentuar elesfuerzo intelectual...”(Freud 1884).

Como vemos en el relato de Freud no sehace distinción entre lo que serian los efec-tos fisiológicos y la sintomatología de la puraintoxicación. En ese mismo artículo el autordescribe los experimentos del entusiastaPaolo Mantegazza con dosis elevadas decocaína calificando los efectos aparecidoscomo síntomas de intoxicación: “...que le pro-dujeron un estado de felicidad notable... undeseo de inmovilidad completa... al aumentarla dosis se sumió en un < sopore beato >, elritmo de sus pulsaciones se aceleró muchísi-mo y le subió algo la temperatura del cuerpo,no podía hablar y su caligrafía era poco firme;más adelante experimentó espléndidas y vivi-das alucinaciones que al principio le produje-ron miedo pero luego fueron alegres... tam-poco esta intoxicación por la coca le produjoningún tipo de depresión ni dejó en el señalde haber pasado por un periodo de intoxica-ción.” (Freud 1884).

Sin ninguna duda esta descripción secorresponde con una intoxicación y no con losefectos fisiológicos de la cocaína, convirtién-dose en una de las primeras descripciones delo que se ha dado en denominar intoxicacióncocaínica aguda y que posteriormente com-

pletará Freud con la descripción de la psicosiscocaínica que sufrió su colega y amigo el doc-tor Von Fleischl tras administrarse durantemeses una dosis diaria de 1 gramo de cocaínasubcutánea y que servirá para que Freud cam-bie sus opiniones sobre la cocaína admitiendoalgunos de los riesgos del consumo.

Efectos tóxicos agudos de la exposición a

la cocaína.

• Excitación nerviosa.

• Intranquilidad.

• Lenguaje incoherente.

• Fiebre.

• Hipertensión.

• Arritmias cardiacas.

• Convulsiones

• Colapso.

• Parada respiratoria.

• Muerte.

La cocaína es un alcaloide con alto poten-cial tóxico, actividad vasoconstrictora mode-rada y graves efectos psicotropos. Presentauna sintomatología por reacción tóxica agudaque puede llegar a comprometer la vida delsujeto con una secuencia de acontecimientosmuy similar a la intoxicación por otro tipo depsicoestimulantes. En el caso de la cocaínadebemos tener en cuenta una serie de cir-cunstancias que modifican las característicase intensidad del cuadro tóxico:

• El tipo de preparado de cocaína que seconsume.

• Los contaminantes que incluye el prepa-rado consumido.

• La vía de consumo.

• El ambiente de consumo.

Es bien sabido, y así lo relata la historia,que los masticadores de hojas de coca nopresentan cuadros de intoxicación, en cam-bio la aparición de nuevas formas de uso decocaína ha ido paralelo al incremento de cua-dros tóxicos agudos. Ya en los textos clásicosse señala esta circunstancia, puntualizando

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los riesgos de la administración subcutáneade cocaína frente a los mínimos efectos tóxi-cos de la ingestión del preparado de hojas decoca. Hay que dejar claro que las dosis decocaína ingerida por los investigadores definales del siglo XIX eran mínimas en compa-ración a las dosis habitualmente utilizadas enla actualidad. Freud en cada una de sus expe-riencias solía ingerir entre 0.005 y 0.1 gra-mos, y recomendaba dosis de 0.1 gramo víasubcutánea cada 8 horas, para el tratamientode la morfinomanía.

Relación preparados de coca e intoxica-

ción aguda.

—Bazuko o Pasta Base de coca.

El Bazuko es el sulfato de cocaína sin refi-nar. Se utiliza para su obtención solventescomo la gasolina y el keroseno. Se consumeen forma de polvo de color tabaco que sefuma mezclado con marihuana o tabaco.

Es la forma más barata, la más contamina-da y la más tóxica. Los restos de keroseno ygasolina provocan acumulaciones de plomo aniveles tóxicos en hígado y cerebro dandolugar a intoxicaciones saturninas. La gran can-tidad de sustancias contaminantes provocandaños pulmonares irreversibles que se hanrelacionado con un incremento del riesgo decarcinogénesis.

Esta no es una forma habitual de consumoen nuestro medio por lo que no es frecuentever intoxicaciones por este preparado.

—Free Base.

Preparado de clorhidrato de cocaína disuel-ta en una base fuerte, normalmente solven-tes volátiles del tipo acetona o éter, que danlugar a un polvo blanco preparado para fumar,altamente tóxico y peligroso tanto en su ela-boración como al fumarlo. El éter sometido aaltas temperaturas se convierte en un explo-sivo que puede provocar graves quemadurasal intentar fumar la base preparada de estaforma.

El consumo de este preparado presentauna alta toxicidad potencial ya que al separar

el alcaloide libre de la sal para, así, poderfumarla se produce una combustión del 80%del alcaloide activo que además, al ser aspira-do el humo, pasa rápidamente por vía pulmo-nar al torrente circulatorio invadiendo el tejidocerebral, con lo que las intoxicaciones agudasson más frecuentes que esnifando o ingirien-do el preparado y muy similares a la toxicidadde la vía intravenosa.

Los contaminantes del free base al pasar ala sangre pueden provocar reacciones tóxi-cas/anafilácticas. El humo de esta base libretiene un 6.5% de cocaína y un 93.5% de par-tículas con tamaño de nanogramos lo que lespermite ser inhaladas y difundirse por todo elaparato respiratorio (Cabrera y Torrecilla 98).

—Crack, Rock y Free base basura.

Variantes de la free base obtenida a partirdel clorhidrato pero sin utilizar solventes volá-tiles, suele añadirse agua y bicarbonato loque al precipitar da lugar a unos cristales quenormalmente se fuman en pipas especiales.Es una variante mucho más fácil de preparara nivel casero que las otras formas fumadas.

Preparado altamente tóxico por que alcan-za directamente el cerebro, provoca patologí-as respiratorias agudas como el “pulmón decrack” al contener muchas más impurezasque la base libre. Es uno de los preparadoscon mayor compulsividad en el consumo porla rapidez de inicio de su acción y la brevedaden la duración. Da lugar a los llamados “bin-ges”, borracheras o atracones de crack duran-te los que un adicto puede pasar varios díasfumando crack en un estado de intoxicaciónpermanente.

Las intoxicaciones agudas por crack estándirectamente relacionadas con el incrementode urgencias por Infarto Agudo de Miocardioy la aparición de Neumotorax o Neumome-diastino por rotura alveolar a causa de lasrepetidas maniobras de Valsalva que realizanpara poder aspirar el humo profundamente.

En nuestro medio la fabricación de crack obase se limita, a nivel casero, a añadir amo-niaco y/o bicarbonato al clorhidrato de cocaí-na disuelto en agua para que al precipitar se

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incremente el tamaño del preparado. Estasformas caseras tienen todavía mayores ries-gos por la gran cantidad de contaminantestóxicos que se añaden.

La intoxicación suele provocar importantescefaleas y en algunos casos se han descritoerupciones maculopapulosas generalizadaspor la adulteración con amoniaco (Perez,Reyes y Hernández 2000). También incre-mentan la frecuencia de aparición de crisisconvulsivas, fallos cardiacos y respiratorios,aumento de la tensión arterial por vasocons-tricción, arritmias y perdida de conciencia.

—Space bassing.

Preparado de consumo desconocido enEspaña. Se trata de fumar Crack mezcladocon PCP.

Provoca una fuerte estimulación con efec-tos alucinógenos con sensación intensa demiedo, paranoias y conductas violentasincontroladas.

La extraordinaria rapidez de acción, entre 8y 10 segundos, y la amplia distribución yabsorción en tejido pulmonar de los prepara-dos de cocaína fumada o inhalada les confie-re una toxicidad aguda potencial similar a lade los consumos por vía intravenosa.

—Clorhidrato de Cocaína snifada.

Forma clásica de consumo del polvo delclorhidrato de cocaína en forma de microcris-tales por aspiración endonasal.

Es la forma de consumo de cocaína conmenor toxicidad aguda potencial, si exceptua-mos la forma de consumo de los mascadoresde hojas.

Debido a su acción irritante, anestésica yvasoconstrictora provoca pequeñas lesionesen la mucosa nasal con aparición de escaras,úlceras y sangrado frecuente lo que añade unfactor de riesgo en la transmisión de enfer-medades infecciosas entre consumidores alcompartir el billete con sangre contaminada.

La sintomatología habitual de la intoxica-ción aguda por cocaína esnifada no complica-

da incluye, según Pérez, Reyes y Hernández(2000):

• Enrojecimiento nasal.

• Congestión ocular.

• Ausencia de colaboración.

• Negación de la causa.

• Agresividad verbal

• Convulsiones.

Por otra parte el Dr. Roig describe lo queserían los efectos adversos en la intoxicaciónaguda por cocaína.

• Desinhibición eufórica.

• Deterioro de la capacidad de juicio.

• Grandiosidad.

• Impulsividad.

• Irresponsabilidad.

• Generosidad atípica.

• Hipersexualidad.

• Conductas extrañas repetitivas de tipocompulsivo.

• Inquietud psicomotora.

• Movimientos estereotipados de boca ylengua.

• Desencadenamiento de psicopatologiaslatentes o compensadas.

—Clorhidrato de Cocaína vía parenteral.

El consumo intravenoso de clorhidrato decocaína, si exceptuamos el riesgo de transmi-sión de enfermedades infecciosas, presentala toxicidad aguda potencial inherente a lapropia sustancia.

La cocaína consumida por vía intravenosatiene una rapidez de acción de 30 a 45 segun-dos con distribución amplia por el torrentesanguíneo que incrementa el riesgo de para-da cardiorrespiratoria y crisis convulsivas. Anivel provoca vasoespasmo en el lugar deinyección siendo frecuente la aparición dezonas de necrosis y ulceraciones.

En relación con esta vía de consumo hayque tener muy en cuenta la toxicidad cardio-vascular sobre todo en el caso de pacientesadictos que reciben tratamiento con antide-

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presivos tricíclicos, ya que el efecto conjuntode ambos fármacos eleva el riesgo de fibrila-ción y parada cardiaca lo que, junto con lossuicidios, convierte esta circunstancia en laprimera causa de muerte en las recaídas decocainómanos que están recibiendo trata-miento.

Una forma clásica de consumo de cocaínaen heroinómanos es el “speed-ball”, mezclade cocaína y heroína inyectada con elevadatoxicidad. El 66% de las muertes relaciona-das con la cocaína se atribuye al “speed-ball”: La cocaína y la heroína no contraponensus respectivos efectos depresores-estimu-lantes, sino que incrementan los efectosdepresores a nivel cardiorrespiratorio quepresenta cada una de las dosis habituales delas sustancias por separado al consumirsesimultáneamente por vía parenteral, (Was-hton 95).

—Toxicidad del consumo de Alcohol / Co-caína.

La observación de la clínica cotidiana en laatención a cocainómanos no revela una cir-cunstancia peculiar, la mayor incidencia decuadros tóxicos agudos cuando se consumende forma conjunta alcohol y cocaína conincremento de las conductas de pérdida decontrol.

La ingesta simultanea de bebidas de fuertegraduación alcohólica y cocaína provoca laformación de un compuesto denominado“Cocaetileno” o “Etylencocaína”, que incre-menta el efecto euforizante de la cocaína, asícomo los efectos tóxicos a nivel cardiovascu-lar y psíquico.

El etanol causa un incremento significativode la concentración plasmática de cocaínaprovocando mayores intoxicaciones. Algunosensayos de laboratorio señalan que si el con-sumo de alcohol sucede temporalmente alde cocaína no se observa esa potenciaciónde los efectos, potenciación que es evidentecuando la ingestión de alcohol es previa a lade cocaína (Sobel et al 98). Algunas hipótesisparecen apuntar a que el alcohol causaría unavasodilatación de mucosas, incluida la nasal,

responsable del incremento de la absorciónde cocaína.

Por otro lado se han señalado los mayoresefectos tóxicos de la administración conjuntade cocaína y alcohol frente a la administra-ción de ambas sustancias por separado, indi-cando que el Cocaetileno es el único metabo-lito tóxico que aparece cuando se realiza elconsumo simultáneo y que por si solo yainduce cambios significativos en la conductade consumo (Etkind, Fantegrossi y Riley, 98).

Intoxicaciones agudas involuntarias

Es evidente que cuando una persona con-sume una droga lo último que desea es expe-rimentar los efectos desagradables o sufriruna reacción tóxica, por lo que hablar de into-xicaciones involuntarias está fuera de lugar.

En cambio hay algunas circunstancias enlas que claramente podemos hablar de intoxi-caciones accidentales ya que en ningúnmomento la persona que sufre la intoxicacióningiere voluntariamente la droga.

Cocaína y embarazo.

Dejando de lado las consecuencias quesobre la evolución natural del embarazo tie-nen los efectos vasculares del consumo decocaína en embarazadas, la cocaína provocaefectos tóxicos en el feto incluso a concen-traciones que aparentemente no serían tóxi-cos para la madre.

La vasoconstricción, taquicardia e isquemiaen el cordón umbilical debida a la cocaínaaumenta el riesgo de hipoxia uterina, roturade placenta y parto prematuro al mismo tiem-po que puede provocar infartos cerebrales enel feto y retraso del crecimiento. El reciénnacido con intoxicación cocaínica presenta elllamado “Síndrome del niño inquieto” carac-terizado por irritabilidad del sistema nerviosoy vegetativo, retraso en la talla y peso, micro-cefalia y suelen asociarse malformacionesgenitourinarias, déficit intelectual y trastornosde conducta.

En relación al uso de cocaína por parte demujeres embarazadas queremos señalar la

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posibilidad que comporta de repercusioneslegales, tal como ya ocurrió en Estados Uni-dos en 1992 (Blume 94), cuando se iniciaronmás de 150 expedientes delictivos contraembarazadas acusadas de abuso prenatal alniño, homicidio y suministrar una sustanciaprohibida, cocaína, a través del cordón umbili-cal provocando intoxicación cocaínica en elfeto.

Intoxicación en “Body Packers”.

Especialmente graves son las intoxicacio-nes en consumidores de cocaína o en peque-ños camellos que ingieren los envoltorios decocaína ante el riesgo de una redada (bodystuffers) lo mismo que entre los muleros otransportadores de cocaína mediante bolasintroducidas por vía rectal (body packers).

En ambos casos la rotura de las envolturasy la consiguiente salida de cantidades masi-vas de cocaína al tubo digestivo provoca unaabsorción inmediata que causa isquemia,oclusión y necrosis intestinal, además detrastornos cardiovasculares que irremediable-mente presentan un pronóstico funesto.

Toxicidad por el ambiente de consumo.

Hace años que es conocida la aparición decuadros clínicos de reacción tóxica aguda poruso de psicoestimulantes caracterizada porhipertermia corporal grave seguida de Coagu-lación Intravascular Diseminada, rabdomioli-sis, fallo hepático e insuficiencia renal (Pérez,Reyes, Hernández 2000).

A nivel experimental se ha comprobadoque los psicoestimulantes son sustanciashipertérmicas para los animales de laborato-rio. El incremento de la temperatura corporalse produce por incremento de la liberaciónde catecolaminas y modificaciones en la fun-ción del eje hipofisario-tiroideo.

Se ha observado que esta hipertermia cor-poral se modifica en relación a la temperaturaambiental de forma que ante temperaturasambientales elevadas, la hipertermia inducidapor cocaína, es mayor incrementando la toxi-cidad aguda.

Marzuck y colaboradores (98) hicieron unarevisión de las muertes por sobredosis decocaína en Nueva York durante el periodo de1990 a 1995. Los autores observaron que lasaltas temperaturas ambientales se asociabansignificativamente con una mayor mortalidaden las sobredosis. Temperaturas ambientalessuperiores a los 31 grados centígrados incre-mentan las reacciones agudas cardiovascula-res con hipertensión, taquicardia, vasoespas-mo coronario, arritmia, hipertermia y muertepor intoxicación cocaínica.

En nuestro medio hay que tener en cuentaestos hallazgos ya que la cocaína, en sus con-sumos de abuso, se asocia a largos fines desemana, ambientes masificados en salas debaile o bares con escasa ventilación. Estascircunstancias hacen que el riesgo potencialde reacción hipertérmica aguda sea elevado.

Intoxicación aguda cocaínica.

Cuadro clínico.

La intoxicación aguda por cocaína no pre-senta, en realidad, grandes diferencias con laintoxicación por otras psicoestimulantes, siexceptuamos la duración de sus efectos.

Clásicamente se han descrito como causasde la intoxicación las alteraciones inducidas anivel de los sistemas de neurotransmisióndopaminérgico y noradrenérgico. En los últi-mos años también se ha puesto de manifies-to, para explicar su toxicidad, la importanciade la acción de la cocaína al disminuir losniveles de serotonina al reducir su enzima desíntesis al mismo tiempo que incrementa laactividad de la tirosinhidroxilasa.

En los consumidores crónicos se ha rela-cionado mayor toxicidad con niveles bajos decolinesterasa en plasma (Hoffman et al 98).Las personas con déficit congénito de pseu-docolineserasa presentan un riesgo altísimode muerte repentina por uso de cocaína, yaque este enzima es fundamental en la meta-bolización de la droga (Pérez, Reyes, Hernán-dez 2000). También se relaciona una mayortoxicidad con las alteraciones en la sensibili-dad del receptor NMDA del glutamato (Dru-

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han y Wile 99; Bell et al 2000, Brackett et al2000.).

La observación de los síntomas presentesen la intoxicación aguda orienta hacia unaalteración de los principales sistemas de neu-rotransmisión con incremento de los efectossimpaticomiméticos de la sustancia. Normal-mente los efectos de la cocaína imitan lareacción del organismo ante un estado dehipervigilancia con descarga de neurotrans-

misores y hormonas endógenas que estimu-lan los circuitos neurales disminuyendo lasensación de fatiga, hambre y sueño. Elincremento de estos efectos hasta nivelespatológicos sería la base de la sintomatologíade la intoxicación.

Si utilizamos los criterios de intoxicación delos manuales diagnósticos internacionalesnos encontramos con que no hay grandesdiferencias entre la CIE-10 y el DSM-IV.

Dependencia, intoxicación aguda y síndrome de abstinencia por cocaína

Intoxicación por cocaína. Criterios DSM-IV

A. Consumo reciente de cocaína.

B. Cambios psicológicos o comportamentales desadaptativos clínicamente significativos.

C. Dos o más de los siguientes signos que aparecen durante o inmediatamente después delconsumo.

1. Taquicardia.

2. Midriasis.

3. Hiper o hipotensión.

4. Sudoración o escalofríos.

5. Nauseas o vómitos.

6. Pérdida de peso demostrable.

7. Agitación o retardo psicomotriz.

8. Debilidad muscular, depresión respiratoria, dolor en pecho o arritmias cardíacas.

9. Confusión, crisis comiciales, discinesias, distonías o coma.

D. Los síntomas no se deben a enfermedad médica ni se explican mejor por la presencia deotro trastorno mental.

A nivel práctico es conveniente diferenciarel concepto de intoxicación fisiológica, porejemplo una arritmia, de la intoxicación prefe-rentemente psicológica, como puede ser untrastorno desadaptativo. El DSM-IV refiereque si el único síntoma de intoxicación esfisiológico pero no existe comportamientodesadaptativo no se puede hacer el diagnós-tico de intoxicación por cocaína, lo que desdela óptica médica nos sitúa en una disyuntivaque debe solucionarse, en la clínica diaria,con criterios prácticos más en consonanciacon lo observado en los casos de pacientesatendidos.

Las complicaciones somáticas graves de laintoxicación aguda por cocaína son:

• Taquicardia y arritmia.

• Fallo cardiaco, isquemia, infarto agudo demiocardio, fibrilación ventricular.

• Hemorragias cerebrales e ictus precedi-dos de intensas cefaleas.

• Crisis comiciales con pérdida de concien-cia.

• Disnea, fallo respiratorio y asfixia.

• Síndrome hipertérmico que desembocaen insuficiencia renal y fallo metabólicogeneralizado.

En relación al riesgo de crisis comicialeshay que señalar que el uso repetido de cocaí-na desarrolla tolerancia a la práctica totalidad

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de sus efectos excepto a la capacidad deinducir hipersensibilidad a sus efectos convul-sivantes. Un consumidor crónico desarrollahipersensibilidad neuronal a los efectos epi-leptógenos, fenómeno conocido como “ kin-dling” mediante el cual dosis que en principioeran agradables y tolerables para el usuarioahora se convierten en dosis tóxicas capacesde desencadenar status epiléptico (Washton,89; Brackett et al 2000).

Los estados de excitación, euforia e incre-mento de actividad deben ser valorados cui-dadosamente y seguidos a lo largo del tiem-po para poder diferenciar una intoxicaciónaguda, que tiende a desaparecer con untiempo de abstinencia, de los cuadros hipo-maníacos en el transcurso de trastornos afec-tivos en consumidores de cocaína.

En el caso de sobredosificación cocaínica laeuforia se acompaña de inquietud, paranoiasy actividad psicomotriz descontrolada. Lalocuacidad va evolucionando hacia la verbo-rrea, la confusión y tensión nerviosa se trans-forma en ansiedad. A veces aparece ideacióndelirante típicamente paranoide y comporta-mientos repetitivos compulsivos. Puede pre-sentar un cierto nivel de megalomanía y crisisde hipersexualidad que suelen tener un com-ponente más intencional que de pasar alacto, con dificultades para mantener relacio-nes sexuales satisfactorias.

La persona intoxicada presenta un senti-miento de mayor capacidad, energía e inclusode mayor eficacia, cree que es capaz de supe-rar cualquier obstáculo llegando a estados deexaltación del humor tales que reproducencuadros hipomaníacos. En casos muy gravesse dan crisis de agresividad y violencia acausa de la ideación paranoide con apariciónde pseudoalucinaciones táctiles dermatozoi-cas que se inician con un prurito irreprimible,lesiones de autorascado y ulceraciones yaque pueden llegar a creer que tienen peque-ños insectos reptando bajo su piel.

En suma el deterioro cognoscitivo y aními-co son los síntomas más frecuentementeasociados a la intoxicación, aunque tambiénpueden aparecer trastornos de ansiedad, alu-cinaciones, ideas delirantes o crisis comicia-

les, hiperpirexia y alteraciones del ritmo yfunción cardiaca, así como accidentes cere-brovasculares. Es característico que los sínto-mas de la intoxicación, sobre todo los psico-patológicos, tienden a desaparecer cuando elsujeto deja de estar expuesto a la sustancia,aunque en algunos casos pueden prolongar-se algunos días más.

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INTRODUCCIÓN

Además de poseer una importantecapacidad adictiva, la cocaína tiene unaelevada toxicidad orgánica. Los meca-

nismos exactos por los que la cocaína produ-ce sus efectos tóxicos en humanos no seconocen en su totalidad pero el número depacientes atendidos en los servicios deurgencias tras consumir cocaína y los casosde muerte secundarios al consumo han ido

aumentando hasta multiplicarse por seis enlos últimos años. En EEUU, se contabilizaronen 1995, aproximadamente 150,000 visitas alos servicios de urgencias secundarias al con-sumo de cocaína, lo que representó un 27%de todas las urgencias por alcohol y drogas(Samhsa, 1997). Datos mas recientes ennuestro país, revelan que las urgencias pordrogas de abuso representan hasta un 4% detodas las urgencias medicas en un hospitalgeneral y la cocaína es la segunda droga impli-cada después del alcohol (Nogué et al., 2001).

VOL. 13. SUPLEMENTO 2

Complicaciones orgánicas de la cocaína

BALCELLS OLIVERÓ, M.

Doctor en Medicina de la Unidad de Alcohología de la Generalitat de Cataluña. Hospital Clínico de Barcelona. España.

Enviar correspondencia: Mercè Balcells Oliveró. Unitat d’Alcohologia esc. 6b soterrani. Hospital Clínic de Barcelona. C/ Villarroel 170.Barcelona 08036. Tel. 93 227 5548 - Fax 93 227 5454. Email: [email protected]

Resumen

Además de poseer una importante capacidad adic-tiva, la cocaína tiene una elevada toxicidad orgánica.Se revisa las distintas complicaciones asociadas alconsumo de cocaína en cada órgano o sistema eintenta explicar los mecanismos etiopatogénicosconocidos así como los posibles tratamientos. Entretodas las posibles complicaciones de la cocaína des-tacan, por su frecuencia y gravedad, las alteracionescardiovasculares que incluyen arritmias, infartos agu-dos de miocardio e ictus, poniendo de relieve, laimportancia del consumo de cocaína en la patologíacardiaca de los pacientes jóvenes. Así mismo, resal-tar, las alteraciones neurológicas, sobretodo las con-vulsiones generalizadas con una elevada mortalidad,las cefaleas, por su elevada frecuencia y las complica-ciones gastrointestinales como las perforaciones yux-tapilórica que requerirán tratamiento quirúrgico.

Palabras clave: cocaína, complicaciones orgánicas,revisión, toxicidad.

Summary

Cocaine abuse has been associated to severalmedical complications besides its addictive potential.We review the distinct medical complications for eachsystem and try to explain the current hypothesisabout their etiology and recommended treatment.Among all possible complications of cocaine, themost common are related to the cardiovascularsystem. The possibility of cocaine effect should beseriously considered in young patients with minimalrisk factors for cardiac disease presenting with myo-cardial infartation, dilated cardiomyopathy, myocarditisor cardiac arrhythmias. They are also of interest, neu-rological and gastrointestinal complications.

Key words: cocaine, medical complications, toxicity,review

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Las complicaciones médicas relacionadas conla cocaína son pues, cada vez mas frecuentesy pueden afectar a una gran variedad de órga-nos revistiendo distintos niveles de gravedady pudiendo incluso provocar la muerte. Entrelas posibles complicaciones destacan las alte-raciones cardiovasculares que incluyen arrit-mias, infartos agudos de miocardio e ictus; lasalteraciones neurológicas como convulsionesy cefaleas y complicaciones gastrointestina-les, renales y pulmonares entre otras.

COMPLICACIONES CARDIACAS

Las complicaciones cardiovasculares aso-ciadas al uso de cocaína abarcan un amplioespectro incluyendo arritmias, isquemia cere-bral, infarto agudo de miocardio y muertesúbita además de asociarse a hipertensión,taquicardia, hiperpirexia y taquipnea.

La primera descripción de toxicidad cardia-ca secundaria al consumo de cocaína apareceen 1978 y una revisión exhaustiva de la litera-tura científica pone de manifiesto que el usode cocaína se ha asociado a prácticamentetodos los tipos de toxicidad cardiaca. (Mou-haffel et al.;1995)

Los efectos de la cocaína sobre el sistemacardiovascular son extremadamente comple-jos y solo parcialmente conocidos. La cocaí-na, a nivel cardiaco, produce un marcadoincremento de la actividad adrenérgica lo queaumenta tanto la contractibilidad como laconducción cardiaca pero, al mismo tiempo,a través de su actividad anestésica, producetambién una disminución de estas mismasmedidas funcionales cardiacas. Así mismo,estudios in vitro sugieren que la alteraciónproducida por la cocaína en la disponibilidaddel calcio a nivel celular estaría directamenteimplicada en su toxicidad a nivel de la muscu-latura cardiaca y vascular (Wang et al.; 2001)

• Infarto agudo de miocardio

El infarto agudo de miocardio es la compli-cación cardiaca más frecuente secundaria alabuso de cocaína.

Minor y colaboradores, encontraron docu-mentados en la literatura médica mas de 100casos de infartos de miocardio secundarios alabuso de cocaína desde 1982 hasta 1991(Minor et al; 1991). Los pacientes eran típica-mente jóvenes aunque el rango iba de los 19años a los 71 años de edad con una media de34 años y prácticamente en su totalidad, eranvarones. Los consumidores habituales oesporádicos estaban afectados por igual yademás, de forma muy significativa, eranpacientes sin otros factores de riesgo asocia-dos para la enfermedad cardiovascular. Laaparición del infarto no se relacionaba ni conla dosis de cocaína ni con la frecuencia deuso o la vía de administración.

En un reciente estudio que analizó datos dealgo más de 10.000 personas se encontró unaclara asociación retrospectiva entre consumode cocaína y ataques cardiacos. Los resulta-dos del trabajo demostraron que los consumi-dores de cocaína tenían un riesgo siete vecesmás elevado de sufrir un ataque cardiaco nomortal que las personas que no consumíannunca la mencionada droga (Qureshi et al.;2001). El estudio concluye que un 25 por cien-to de los ataques cardiacos no mortales entrepersonas menores de 45 años en EstadosUnidos pueden atribuirse al consumo habitualde cocaína poniendo de relieve, la importanciadel consumo de cocaína en la patología car-diaca de los pacientes jóvenes.

• Arritmias

Existe un número de evidencias crecienteque apunta que el uso agudo o continuado decocaína puede desencadenar arritmias cardia-cas. Los mecanismos implicados en la etio-patogenia de este fenómeno son: (1) altera-ciones del automatismo cardiaco por efectodirecto sobre el tejido miocárdico; (2) disregu-lación autonómica por incremento de la esti-mulación adrenérgica y neurohumoral; (3)alteraciones eléctricas resultantes de lainducción de isquemias transitorias y (4)potenciación de las arritmias por reentrada.

Si bien es verdad que no se han realizadoestudios electrofisiológicos sistemáticos en

Complicaciones orgánicas de la cocaína

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humanos, se han documentado repetidamen-te, fibrilaciones ventriculares, taquicardiasventriculares polimórficas y taquicardiassupraventriculares en pacientes con isquemiae infarto de miocardio después del uso decocaína. (Rollingher et al., 1986; Boag andHavard, 1985).

Los niveles circulantes de catecolaminaspueden aumentar hasta 5 veces en pacientesintoxicados con cocaína, siendo bien sabidoque el aumento del tono simpático y de nor-adrenalina reduce la estabilidad eléctrica car-diaca y predispone a sufrir arritmias letalessobretodo en condiciones de isquemia. Asímismo, los estudios post-mortem de tejidocardiaco, encuentran bandas de contracciónen un 93% de pacientes con muerte súbitarelacionada con cocaína. Estas bandas necró-ticas se han asociado a una posible causa dearritmias letales por reentrada (Reichenbackand Moss; 1975). Además, estudios recien-tes han demostrado que el abuso a largoplazo de cocaína se asocia a un engrosamien-to e incremento de la masa muscular del ven-trículo izquierdo. La hipertrofia ventricularizquierda es un factor de riesgo independien-te para la arritmia ventricular y por lo tanto lahipertrofia es otro factor etiológico a tener encuenta para la isquemia de miocardio y lasarritmias del paciente cocainómano (Mouhaf-fel et al.;1995).

Por último, la cocaína en exceso, actúacomo un antiarrítmico Tipo I. Estudios electro-fisiológicos han demostrado que la cocaínaproduce una prolongación del periodo refrac-tario atrial efectivo, del periodo refractarioefectivo AV nodal, del intervalo AH, intervaloHV, y del tiempo de conducción intra-atrialademás de causar bloqueo nodal sinoatrial ynodal atrioventricular (Temesy-Arrmos et al.;1992; Tracy et al. 1989).

• Miocarditis y miocardiopatia

En muchas ocasiones, se han detectadomiocarditis en pacientes cocainómanosmuertos por causas derivadas del abuso dedroga. El estudio histológico del tejido mio-

cárdico de 40 pacientes muertos por consu-mo de cocaína mostró signos de miocarditisactiva en un 20% de los casos (Viramani etal.; 1988). Las causas de la miocarditis son ensu mayor parte desconocidas. Se han consi-derado como posibles agentes causalestanto los agentes infecciosos, como factorescausantes primarios o secundarios, la hiper-sensibilidad del miocardio a la cocaína o acontaminantes de la misma. Por ejemplo,algunos metales pesados con conocida toxi-cidad cardiaca, como el manganeso, puedenestar presentes en las preparaciones decocaína de la calle. Estos metales pesadostambién se han relacionado con el desarrollode la miocardiopatia asociada a la cocaína(Mouhaffel et al.;1995).

• Endocarditis

Se ha descrito una clara asociación entreuso de cocaína por vía endovenosa y endocar-ditis. El uso de cocaína actúa como un factorindependiente para el desarrollo de endocardi-tis y es mas frecuente en estos pacientescocainómanos que en otros pacientes adictosa drogas por vía parenteral (ADVP). Así mismo,el uso de cocaína intranasal también puedeser causa de bacteriemias por estaphilococo(Silverman and smith;1989). Las causas deesta predisposición a desarrollar endocarditispueden ser múltiples, los patrones de consu-mo, las diferencias en la flora bacteriana o unefecto mas directo de la propia cocaína pue-den ser las responsables. Quizás el incremen-to de la frecuencia cardiaca y de la presiónarterial sistémica que acompaña el uso decocaína puede producir lesiones valvulares yvasculares que favorezcan la colonización bac-terial. En los pacientes cocainómanos quedesarrollan endocarditis suelen estar afecta-das con mas frecuencia las válvulas cardiacasizquierdas.

• Pneumopericardio

Se ha descrito también la aparición depneumopericardio en los pacientes consumi-

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dores de cocaína inhalada (Adrouny and Mag-nusson; 1985). La manera típica de inhalar lacocaína forzando la inspiración para aumentarlos efectos de la droga, parece ser la respon-sable de esta complicación.

Así mismo también se han descrito algunoscasos de roturas aórticas tras el consumo.

COMPLICACIONES NEUROLÓGICAS

• Cefalea

La cefalea es un síntoma frecuente en losconsumidores de cocaína. Ante la apariciónde cefalea en un paciente que ha consumidococaína debemos descartar siempre patolo-gía cerebro vascular incluyendo malformacio-nes arteriovenosas o aneurismas.

También se ha descrito la aparición de cefa-leas migrañosas en abusadores crónicos quedescriben esta cefalea como sintomatologíade abstinencia a cocaína con una desapari-ción de la migraña al reiniciar el consumo dela sustancia. Estos y otros hallazgos apuntana la deplección serotoninérgica como meca-nismo desencadenante de la cefalea. Laacción farmacológica de la cocaína es en estecaso la liberación de serotonina al espacioextracelular pero con el uso repetido o adosis altas de cocaína, en última instancia, albloquearse el transportador se desarrolla unadeplección serotoninergica (Neiman et al.;2000). En nuestro medio, Penarrocha y cola-boradores reportan tres pacientes con “clus-ter headache”, que cursa con dolor intenso,de 30 a 120 minutos de duración que se ins-taura entre 1 y 2 horas después del consumode cocaína pero que desaparece a los 5 a 10minutos de inhalar de nuevo la droga. Ningu-no de los pacientes admitió consumo dedroga en la primera visita a pesar de interro-garse sobre consumo de tóxicos directamen-te (Penarrocha et al.; 2000).

• Ictus

El uso de drogas ilegales se ha relacionadoen secuencia temporal con la aparición de

accidentes vasculares isquémicos y hemorrá-gicos, la mayoría de los cuales aparecen antesde transcurrida una hora del consumo de ladroga aunque, también se han observado laaparición de ictus retardados en el tiempo.Los mecanismos etiopatogenicos propuestosson entre otros, la elevación aguda e intensade la presión arterial, las arritmias cardiacas,los vasoespasmos a nivel cerebral, la vasculi-tis, la embolización secundaria a endocarditisinfecciosa o cardiomiopatia dilatada, la embo-lización de material utilizado para la disoluciónde la droga en condiciones no estériles y con-taminantes con toxicidad cardiovascular. Lacocaína se ha reconocido como una causa fre-cuente de accidentes cerebrovascularesespecialmente en personas jóvenes. La roturade un aneurisma o malformación arterioveno-sa se ha detectado hasta en el 50% de lospacientes con ictus hemorrágicos secundariosal abuso de cocaína siendo hallazgos menosfrecuentes pero también descritos, el aneuris-ma cerebrovascular de origen micóticos enpacientes con endocarditis infecciosa (Nei-man et al.; 2000). El pronóstico de los acci-dentes vasculares cerebrales hemorrágicosasociados al abuso de cocaína es incierto. Unestudio reciente realizado por Nanda y colabo-radores, investigó durante un periodo de 6años, los factores pronósticos y diferencialesde los aneurismas cerebrales en pacientescocainómanos. Se detectaron 14 casos quefueron comparados con los 135 pacientes conrotura de aneurisma sin historia de consumode cocaína registrados en el mismo periodo.El estudio concluye que el uso de cocaína pre-dispone a la rotura de aneurismas cerebralesa edades significativamente mas tempranas yde aneurismas de tamaño mucho más reduci-do siendo el pronóstico en cuanto a morbili-dad y mortalidad comparable al de los aneu-rismas cerebrales no asociados a cocaína.(Nanda A et al.; 2000).

Las estructuras implicadas en los acciden-tes vasculares cerebrales relacionados con elconsumo de cocaína suelen ser de localiza-ción poco habitual e incluyen infartos talámi-cos y oclusiones de la arteria espinal. Tam-bién se han documentado ictus neonatales,en recién nacidos de en mujeres que consu-

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mieron cocaína durante el embarazo y hasta15 horas antes del parto (Neiman et al.;2000). Los ictus hemorrágicos se han asocia-do con mas frecuencia al consumo de cocaí-na que los isquémicos pero estos datosestán en revisión y en un estudio con datosdel “Young Adults Stroke Registry” enpacientes menores de 45 años en los Esta-dos Unidos, en el periodo comprendido entre1989 hasta 1998 se identificó la cocaínacomo responsable del 7.60 % de los ictus enadultos jóvenes. La edad media de lospacientes era de 28.3 años. De los 13 casosestudiados, 8 presentaron manifestacionesisquemicas (5 infartos, 2 TIAs y 1 encefalopa-tia con múltiples lesiones isquemicas), 4 pre-sentaron hemorragias intraparenquimatosasy 1 hemorragia subaragnoidea. En ningúncaso el estudio angiografico pudo demostraraneurismas o malformaciones arteri-venosas.La principal vía de administración de cocaínapara estos pacientes fue la intranasal y eltiempo que los pacientes llevaban consu-miendo cocaína hasta el accidente vascularvarió de pocas horas a varios años. El 61%de los pacientes tenían historia de consumode otras drogas (Blanco et al.; 1999).

En conclusión, podemos afirmar que elconsumo de cocaína es una causa suficiente-mente demostrada de ictus especialmenteen adultos jóvenes. Los mecanismos a consi-derar serán diversos y en muchas ocasionessobrepuestos (vasoespasmo, trombosis, pre-sión arterial elevada, embolismos)

• Isquemia cerebral transitoria

Las isquemias cerebrales transitoriassecundarias al uso de cocaína están repetida-mente descritas en la literatura incluyendo laparticipación del sistema arterial vertebroba-silar y cerebral medio (Blanco et al.; 1999).

• Vasculitis cerebral

La vasculitis cerebral parece ser una com-plicación mas frecuente del uso de metamfe-taminas endovenosas pero también se ha

descrito en al menos un caso secundaria-mente al consumo de cocaína intranasal en laarteria carotidea interna. La vasculitis secun-daria a cocaína debe tratarse así mismo, cona la administración de corticoesteroides.(Mouhaffel et al.; 1995)

• Crisis convulsivas

Las crisis convulsivas se asociaron tempra-namente al uso de cocaína. Ya Freud describióel potencial epileptogeno de la cocaína quepuede desencadenar crisis convulsivas inclu-so después de una única dosis. Crisis tónico-clónicas generalizadas y estatus epilepticuscapaces de producir secuelas neurológicaspermanentes e incluso la muerte han sidorepetidamente documentadas secundarias aluso de cocaína (Spivey and Euerle, 1990;Kunisaki and Augenstein, 1994). Las convul-siones son uno de los mayores determinantesde mortalidad asociada a cocaína en humanos(Spivey and Euerle, 1990). Datos epidemiolo-gicos diversos señalan una estimación deentre un 2.3 al 8.4% de los pacientes enurgencias por intoxicación por cocaína requie-ren tratamiento anticonvulsionante (Derletand Albertson, 1989). La cocaína puede pro-ducir convulsiones tras un sobredosis masivaaccidental (“body packer syndrome” en indivi-duos que transportan bolsas de cocaínaescondidas en cavidades corporales), asícomo después de un uso puntual de dosisrelativamente pequeñas de cocaína (Krameret al., 1990; Dhuna et al., 1991). Con el usocrónico de cocaína se disminuye el umbralconvulsivo aumentando la probabilidad deconvulsiones clónicas En modelos animalesse ha demostrado un fenómeno de Kindling otolerancia inversa tras el uso repetido de coca-ína que ocurría por sensibilización neuronal delos receptores cerebrales (Murray, 1986).Datos provenientes de diversos estudios clíni-cos sugieren que el uso crónico de cocaínapuede iniciar y facilitar el desarrollo de cam-bios epileptogenos progresivos y pacientescon historia previa de convulsiones no relacio-nadas con la cocaína presentan una sensibili-dad aumentada a los efectos convulsionantes

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de la cocaína (Kramer et al., 1990; Dhuna etal., 1991; Gasior et al;1999).

La mayoría de las convulsiones descritasson generalizadas pero también pueden apa-recer crisis parciales complejas. Las convul-siones se han visto después de la utilizaciónde cocaína por todas las vías y en algunoscasos pueden ser de difícil control y provocarla muerte. Es interesante remarcar que lamayoría de las convulsiones producidas porcocaína son causadas por intoxicación osobredosificación en contraste con las con-vulsiones provocadas por alcohol o benzodia-cepinas que son secundarias a la abstinen-cia.( Neiman et al.;2000). Así mismo, lasconvulsiones secundarias a cocaína son dis-tintas a las causadas por psicoestimulantescomo los análogos de la anfetamina como lametamfetamina y la metylenedioxymetamfe-tamina (MDMA) o éxtasis. Las principalesdiferencias son: (1) una menor duración de laactividad convulsionante de la cocaína y unamayor duración de la metamfetamina y (2) undistinto perfil de respuesta de los distintosfármacos anticonvulsionantes (Hanson GR etal.; 1999). El tratamiento sistemático y a largoplazo de las convulsiones producidas porcocaína está discutido y los antiepilépticosclásicos parecen tener tan solo una eficaciamoderada. Gasior y colaboradores han estu-diado la respuesta de los nuevos fármacosantiepilépticos en un modelo animal de con-vulsiones producidas por cocaína. El estudiomostró que el clobazam, la flunarizina, lalamotrigina, el topiramato, y la zonisamidaeran poco o nada efectivos como anticonvul-sionantes en este modelo de convulsionesproducidas por cocaína. En contraste, el fel-bamato, la gabapentina, el loreclezol, la losi-gamona, la progabida, la remacemida, el stiri-pentol, la tiagabina, y el vigabatrin producíanprotección dosis dependiente contra las con-vulsiones asociadas a la cocaína en distintogrado y con distintos perfiles de efectossecundarios siendo la Gabapentina el fárma-co con un mejor perfil efectos tóxicos / efica-cia (toxic TD(50)/anticonvulsive ED(50)). Enconclusión parece que los fármacos queincrementan la inhibición neuronal mediada

por el ácido gamma-aminobutyrico de distintamanera que los barbitúricos y las benzodiace-pinas ofrecen la mejor protección para las cri-sis convulsivas producidas por cocaína y quelos antagonistas funcionales de los canalesde Na(+) y Ca(2+) carecen en general deefectividad.( Gasior et al.; 1999)

• Alteraciones motoras

Debido a su acción dopaminérgica las disci-nesis, los tics motores y la ataxia puedenaparecer con el consumo agudo y crónico decocaína. Estas alteraciones suelen desapare-cer con la abstinencia pero hay un recientecaso publicado de discinesias graves que per-sistió mas de 6 meses tras la interrupción delconsumo de cocaína (Neiman et al.; 2000).

COMPLICACIONES RESPIRATORIAS

Las complicaciones respiratorias produci-das por la cocaína dependerán del patron deconsumo y específicamente de la vía deadministración. Las complicaciones de lasvías respiratorias altas son secundarias al usode cocaína intranasal y las complicaciones delas vías respiratorias bajas aparecerán con elconsumo inhalado de cocaína base o crack.

• Complicaciones de las vías aéreas

superiores

Las complicaciones de las vías aéreassuperiores son las mas frecuentes en nues-tro medio en el que el consumo mas habituales en forma de cristales de cocaína esnifadapor vía intranasal. Las complicaciones se pre-sentan en forma de sinusitis, osteítis y perfo-ración del tabique nasal

• Perforación del tabique nasal

La perforación del tabique nasal es fre-cuente y se produce por una combinación delefecto traumático de la inhalación de cristales

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de cocaína a gran velocidad, y los ciclos repe-tidos de vasoconstricción e hipóxia de lamucosa nasal, anestesia de la mucosa y trau-ma. La sintomatología incluye inicialmentecrepitación nasal, epistaxis y dolor y poste-riormente silbidos por entrada de aire en ins-piración. (Oztezcan et al; 2000)

COMPLICACIONES DE LAS VÍAS AÉREAS

INFERIORES

• Función pulmonar

Las pruebas funcionales respiratorias espe-cíficamente la capacidad de difusión demonóxido de carbono (DLCO) esta alteradaen los consumidores de cocaína inhalada ofumada. La contribución de la cocaína o deltabaco o cannabis en esta patología quedapor determinar pero persiste incluso despuésde interrumpir el consumo crónico de cocaínay puede ser responsable de dolor torácico ode disnea.

• Hemorragia pulmonar

La hemorragia pulmonar puede ser masivao de menor grado pero debemos destacarque al menos en un tercio de autopsias depacientes cocainómanos con muerte súbitase detectan macrófagos pulmonares conhemosiderina sugiriendo una elevada fre-cuencia de hemorragias alveolar difusa(Barroso-Moguel et al.; 1999).

• Síndrome del pulmón por cocaína o

“Crack lung”

En consumidores de crack se ha descritoun síndrome caracterizado por infiltrados pul-monares, obstrucción aérea eosinofília eleva-ción de las inmunoglobulinas y prurito. Estesíndrome puede presentarse con fiebre yneumonía que no responde a los tratamien-tos habituales. El cuadro mejora con antiinfla-

matorios aunque puede ser mortal. (Dicpini-gaitis et al.; 1999)

• Otras complicaciones pulmonares

Además en consumidores de cocaína inha-lada se han descrito neumotórax, neumome-diastino y neumopericardio. Estas complica-ciones parecen causadas por el típico patrónde consumo de los pacientes de cocaínabase que implica una inspiración profunda delvapor de cocaína seguido de una maniobrade Valsalva.

Por último, también se ha descrito la apari-ción de edema pulmonares agudo secundarioal uso de cocaína y parada respiratoria centralpor afectación de los centros medulares quecontrolan la respiración que puede causarmuerte súbita. (Nistal de Paz et al. ; 1999).

FALLO RENAL AGUDO

Distintas formas de enfermedad renalsecundarias al uso de cocaína han ido apare-ciendo con el uso generalizado de esta sus-tancia. Las respuestas funcionales hemodiná-micas de la cocaína así como sus efectos eninflamación glomerular y glomeruloesclerosiscontribuyen a la lesión renal. El abuso decocaína se ha asociado a diversas formas defallo renal agudo y a trastornos ácido-base oalteraciones electrolíticas.. El fallo renalagudo descrito en consumidores de cocinapuede ser también secundario a rabdomioli-sis intensa. El cuadro se presenta con necro-sis tubular aguda, elevación del BUN y la cre-atinina, con riñones de tamaño normal y condiuresis conservada. También puede producir-se infarto en la arteria renal. Así mismo, lacocaína puede facilitar la progresión de unainsuficiencia renal crónica. Por último, laexposición a cocaína de forma prenatal se haasociado a anomalías del tracto uro-genital.

En resumen, el manejo clínico de las urgen-cias por hipertensión aguda causada por coca-ína requerirá un manejo multisistémico con

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control de la monitorización cardiaca, controlneurológico y de las funciones renales. (Nze-rue et al.; 2000; Van der Woude , 2000).

RABDOMIOLISIS INDUCIDA POR COCAÍNA

La heroína, la fenciclidina, las anfetaminasy el tolueno se han asociado clásicamentecon rabdomiolisis. Últimamente también lacocaína ha sido asociada a la aparición de rab-domiolisis. El mecanismo de la rabdomiolisisinducida por cocaína puede ser por vasocons-tricción arterial que produciría isquemia tisu-lar, o por acción tóxica directa de la cocaínaen el metabolismo muscular además deincluir trauma grave, compresión de extremi-dades y convulsiones repetidas. Así mismo,las concentraciones elevadas de catecolami-nas pueden producir aumento de las concen-traciones de calcio intracelular lo que iniciaráun proceso de muerte y destrucción celular.(Van der Woude , 2000)

ALTERACIONES ENDOCRINAS

En los consumidores varones se ha de hadescrito ginecomástia, impotencia con dificul-tades tanto para la erección como para la eya-culación y en consumidores crónicos tam-bién perdida de la libido.

En las mujeres consumidoras puede apare-cer amenorrea, infertilidad y galactorrea. Ladopamina a través de la vía tubero infundibularinhibe la secreción de prolactina. La cocaína alproducir depleción dopaminérgica impediría elcontrol inhibitorio resultando en un a elevacióndel la secreción de prolactina que produciríagalactorrea en varones y en mujeres no ges-tantes . Estas complicaciones suelen persistirdurante un largo periodo de tiempo posterior ala interrupción del consumo. (Mello and Men-delson; 1997; Farre et al.; 1997).

ANOREXIA

La anorexia típicamente asociada a la coca-ína se produce principalmente por un efectoa nivel del sistema nervioso central, aunque

puede también encontrarse asociada a cual-quier otra alteración orgánica producida porcocaína.

Actuando a nivel central, probablemente enel hipotálamo lateral, la cocaína puede supri-mir el apetito y producir importante perdidade peso. (Mello and Mendelson; 1997)

COMPLICACIONES OBSTÉTRICAS

Otro capitulo importante es el abuso decocaína en mujeres embarazadas. La cocaínaaumenta la probabilidad de aborto espontáneoincluso en tasas mayores que en mujeresheroinómanas. La cocaína produce desprendi-miento de placenta o mala implantación pla-centaria en un 1% de las mujeres embaraza-das que usan cocaína (103). Además elembarazo incrementa la toxicidad cardiovascu-lar de la droga y produce efectos tóxicos en elfeto a dosis aparentemente no tóxicas en lamadre. La droga disminuye el flujo sanguíneoque llega al útero incrementando la resistenciavascular uterina y disminuyendo la oxigenacióndel feto. Además la taquicardia, vasoconstric-ción y incremento de la presión arterial asocia-da a la cocaína aumentan el riesgo de hipóxiaintrauterina lo que se asocias a múltiples ano-malías congénitas. (Esmer et al; 2000).

COMPLICACIONES GASTROINTESTINALES

El consumo de cocaína se asocia a diver-sas alteraciones gastrointestinales y dolorabdominal agudo.

Se han descrito casos de perforación intes-tinal por isquemia posterior al consumo esni-fado o inhalado de cocaína. El mecanismoexacto de la isquemia intestinal se descono-ce pero se sabe que la cocaína bloquea larecaptación de norepinefrina lo que provocavasoconstricción mesentérica y posteriorisquemia tisular localizada que puede causarla perforación intestinal. (Muniz et al.; 2001)

Feliciano y colaboradores en un recienteestudio describe 50 casos de perforaciónyuxtapilórica en pacientes fumadores de

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cocaína base. El estudio se realizo en un hos-pital público de una gran área urbana y descri-be 50 pacientes (48 hombres y 2 mujeres)con una edad media de 37 años de edad queacuden al servicio de urgencias con dolorabdominal y signos de peritonitis con unamedia de 2 a 4 horas de evolución despuésdel consumo de crack pero hasta incluso 48horas después en algunos casos. Todos lospacientes tenían historia de consumo crónicode cocaína y alcohol y solo en 4 casos habíahistoria de ulcera gastrointestinal previa.Todos los pacientes requirieron intervenciónquirúrgica y se les detecto una perforaciónyuxtapilórica de 3- a 5-mm de diámetro gene-ralmente en el área prepilórica. En los casosen los que se practico biopsia los pacientesdieron positivo para la infección de Helicobac-ter pyonri en todos los casos menos uno. Elestudio concluye que en una parte importan-te de la población masculina consumidora dedrogas que fuma cocaína crack pueden apare-cer perforaciones intestinales yuxtapylóricasdespués del consumo, siendo esta población8 a 10 años mas joven que la que histórica-mente ha presentado perforaciones en áreaspyloroduodenales. (Feliciano et al.; 1999).

Por último, la cocaína puede asociarse apancreatitis agudas en casos de intoxicacio-nes masivas en portadores de cocaína escon-dida (“cocaine body-packers”) (Villegas, et al.;2001).

Por todo ello debemos recordar a los medi-co que examinan pacientes con dolor abdomi-nal agudo que tengan en cuenta el potencialde la cocaína para producir complicaciones eisquemias gastrointestinales.

COMPLICACIONES HEPÁTICAS

La relación entre cocaína y hepatopatía esaun poco clara. En estudios con animales seha demostrado la aparición de inflamación ynecrosis periportal mientras que las regionescentolobular parecen están preservadas.

La toxicidad hepática se vera aumentadapor en consumo simultaneo de alcohol ootras drogas.

CONCLUSIONES

Como hemos visto la cocaína puede afec-tar a prácticamente todos los órganos denuestro cuerpo y presentar múltiples compli-caciones médicas tras un uso tanto agudocomo crónico. Las complicaciones puedenrevestir diversos grados de gravedad y pue-den incluso llegar a provocar la muerte. La víade administración de la droga puede variar losefectos adversos y añadir toxicidad como enel caso de la administración endovenosa decocaína que puede asociarse a todas lasenfermedades infecciosas producidas poragujas infectadas (endocarditis, hepatitis vira-les, infección por VIH, etc.) o por la falta deasepsia al pinchar (celulitis, abscesos enextremidades, sepsis, tromboflebitis etc.) oisquemia o gangrena intestinal en el caso deingesta accidental de cocaína en portadoresde cocaína escondida en diversas cavidadesdel cuerpo. Debemos también tener en cuen-ta que el consumo de cocaína conjuntamentea otras drogas (tabaco, cannabis , alcohol,heroína o otros psicoestimulantes) añadirátoxicidad actuando estas de forma sinérgica ypotenciándose mutuamente. (Ponsada et al.;1999; June et al.; 2000).

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INTRODUCCIÓN

La cocaína es el esterbenzoil de Metilec-gonina que deriva de la planta Erythroxy-lon coca, típica del centro y sur de Amé-

rica. Es un alcaloide contenido en las hojasdel arbusto, que una vez desarrollado puedellegar a producir varias cosechas al año.

Fue usada ampliamente por los nativosamericanos como parte de los rituales socia-les y religiosos. Históricamente estas socie-dades conocían sus propiedades analgésicas,

euforizantes y su capacidad de incrementarel rendimiento y la resistencia.

El alcaloide fue extraído por primera vez dela planta de coca por Gaedcke en 1855 que lollamó eritroxicilina, el asilamiento del alcaloidese realizó por el químico alemán Albert New-man en 1882. Los preparados que se consu-men son las hojas de coca, la pasta de cocaí-na, el clorhidrato de cocaína y la base libre.

Las hojas de coca se mascan o se trituranpara su consumo como infusiones. La absor-ción por estos métodos es escasa. La pasta

VOL. 13. SUPLEMENTO 2

Complicaciones psicóticas del consumo decocaína

RONCERO, J.; RAMOS, J.A.; COLLAZOS, F.; CASAS, M.

Servicio de Psiquiatría. Hospital Universitario Vall D’Hebron. Barcelona.

Enviar correspondencia: Carlos Roncero Alonso. Servicio de Psiquiatría. Hospital Vall D’Hebron. Paseo del Vall D’Hebron 119-129. 08025-BARCELONA. Tel. 93 48942-94 · [email protected]

Resumen

Dentro de las complicaciones psicopatológicas delconsumo de cocaína los síntomas psicóticos son muyhabituales, siendo la paranoia transitoria el máscomún. También pueden producirse las clásicas aluci-naciones de formicación, aunque son poco frecuen-tes. La cocaína puede precipitar la aparición de psico-sis en pacientes vulnerables. En este sentido se harelacionado el consumo de cocaína con peor evolu-ción, mayor número de recaídas, peor respuesta a lostratamientos convencionales y mayor posibilidad deaparición de efectos adversos e indeseados en lospacientes con trastornos mentales como psicosisesquizofrénica o trastorno bipolar. El tratamiento delos pacientes que presentan este tipo de patologíadual, psicosis y consumo de cocaína debe enfocarsedesde una perspectiva global con tratamiento psico-farmacológico y psicoterapéutico.

Palabras clave: cocaína, psicosis, patología dual,dependencia, esquizofrenia, abuso.

Summary

Psychotic symptoms are very usual among thepsychopathological complications of cocaine use,being transient paranoia the most common of thesesymptoms. The typical tactile hallucinations offormication, although rather infrequent, can alsooccur. Cocaine can trigger the appearance ofpsychosis in vulnerable patients. In this respect,cocaine use has been linked to impaired evolution,increased number of relapses, poor responsivenessto conventional treatments and increased chances ofappearance of side and unwanted effects in patientswith mental disorders like schizophrenic psychosis orbipolar disorder. The treatment of patients who showthis kind of dual pathology, psychotic and cocaineuse, needs to be approached from a globalperspective including psychopharmacological andpsychotherapeutical treatments.

Key words: cocaine, psychosis, dual pathology,dependence, schizophrenia, abuse.

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básica se obtiene al tratar las hojas de cocacon solventes orgánicos. Recientemente tam-bién se ha generalizado el hábito de fumar lapasta de coca, comenzando a representar unproblema en Sudamérica. El clorhidrato decocaína es un polvo blanco que se fabrica apartir de la pasta de hojas de coca maceradasy tratadas químicamente con éter y ácido clor-hídrico. Se consume esnifada o se puedeinyectar por vía intravenosa dada su hidrosolu-bilidad. Por vía nasal la absorción está limitadapor los fenómenos de vasoconstricción y porla superficie de absorción y varía entre el 20-30% de la cantidad administrada. Su vidamedia es de 90 minutos y los efectos eufori-zantes pueden durar de 15-30 minutos, des-apareciendo a los 45-60 minutos. Por víaendovenosa la absorción es masiva accedien-do al sistema nervioso casi de inmediato.

La base libre (“free base”) se consumefumada, y se obtiene a partir del clorhidratode cocaína, eliminándose otros alcaloides. El“crack” o “rock” son unos cristales que seobtienen al transformar y calentar la baselibre de cocaína, con una pureza aproximadadel 80%. Al calentarse la cocaína se volatilizay tras inhalarse una gran parte se absorbe enla mucosa alveolar alcanzando rápida y fácil-mente el cerebro, produciendo en pocossegundos una intensa euforia, ya que evita elprimer paso hepático.

La cocaína también se puede consumirfumada mezclada con tabaco o marihuana,denominada “basuco”, o mezclada con heroí-na “speed ball”, (pelotazo rápido), que alargala sensación de euforia y disminuye la pre-sencia del síndrome de abstinencia.

La pureza de la cocaína consumida habi-tualmente se sitúa en torno al 20%. La cocaí-na se metaboliza a nivel hepático por lasesterasas y a nivel plasmático por la seudo-colinestearasa. Sus metabolitos más impor-tantes son benzoil-ecgonina y ecgonina-metil-éster. Hasta un 98´5% es metabolizado antesde su eliminación por la orina (González-Gutiérrez et al, 1993). Se puede detectar sumetabolito inactivo, la benzoil-ecgonina,durante 1-4 días por los procedimientos habi-tuales de laboratorio.

CONSUMO DE COCAÍNA

A finales del Siglo XIX, se difundieron susefectos placenteros y sobre el estado deánimo, siendo utilizada en ocasiones confines médicos como analgésico. En 1884Freud publica una revisión sobre los posiblesefectos medicinales de esta sustancia, aun-que el mismo autor ya en 1887 publicó infor-mes sobre la aparición de “ manía persecuto-ria” en pacientes adictos a morfina queconsumían cocaína. La cocaína se incluyó enproductos de uso común como elixires orefrescos de cola. Tras la aparición de notifica-ciones frecuentes sobre efectos adversos,alteraciones psicopatológicas y casos dedependencia, fue controlada su dispensaciónestrictamente en los Estados Unidos deAmérica a partir de 1914, mediante la LeyHarrison, por lo que en la práctica la hizo ile-gal, disminuyendo su consumo. El médicoalemán Meiner realizó la primera descripciónde la psicosis cocaínica en los años 20.

En los años sesenta y setenta nuevamenteaumentó su consumo, aunque dado su eleva-do precio su uso sólo se generalizó en las cla-ses con alto poder adquisitivo de los EstadosUnidos. Durante estos años se infravaloraronlos posibles efectos secundarios y los riesgosde complicaciones piscopatológicas, conside-rándose la psicosis cocaínica como extrema-damente infrecuente.

En los años ochenta se abarataron el preciocostes de la cocaína y aparecieron nuevasvías de consumo, con efectos psicotroposmás rápidos e incisivos, y mayor relación conla aparición de complicaciones médico-psi-quiátricas. Se describe el concepto de cocai-nomanía como un trastorno complejo concomponentes conductuales psicológicos yneurofisiológicos propios del consumo decocaína.

En la actualidad el consumo de cocaínaestá creciendo en la población. Baste recor-dar el aumento de personas que recibierontratamiento en España por trastornos porconsumo de cocaína, que pasaron de 943 enel año 1991, a 6012 en el año 1998, lo que

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representa un incremento superior al 600%(Fuente PND). Hasta el 75% de los pacientesque acuden a tratamiento por cocainomaníatienen historia de presentar otro trastornopsiquiátrico (Caballero, 2000).

EFECTOS SOBRE LA NEUROTRANSMI-

SIÓN CEREBRAL

La cocaína es un potente inhibidor de larecaptación de dopamina al unirse a la proteí-na trasportadora, siendo especialmenteintensa en las neuronas del núcleo tegmentalventral y del núcleo acumbems. Son bienconocidos los efectos de la cocaína sobre lasvías mesolímbica y mesocortical. Tambiénproduce efectos directos sobre la liberaciónde dopamina en la sinapsis. La cocaína pro-duce una hipersensibilidad de los receptoresD1 y D2 en la membrana postsináptica.

La dopamina ha sido implicada en el siste-ma de recompensa y es un potente inhibidorde la secreción de prolactina. Los agonistasdopaminérgicos D2 pueden tener efectossimilares a la cocaína, mientras que los anta-gonistas D2 podrían tener una acción inhibito-rio sobre alguno de las efectos de la cocaína.Los antagonistas D1 podrían inhibir algunosde éstos como la disminución de la ingesta yel aumento de la actividad psicomotriz.

La cocaína también presenta efectos sobreotros neurotransmisores, siendo conocida sucapacidad para inhibir la recaptación de laserotonina y la noradrenalina, y de estimulardirectamente la liberación de esta última en lasinapsis. Los sistemas serotoninérgico y elopiáceo también han sido implicados en losmecanismos de refuerzo.

EFECTOS AGUDOS DEL CONSUMO DE

COCAÍNA

La administración de cocaína ,además delos efectos anestésicos locales, produce los

efectos psiquiátricos agudos típicos de lassustancias estimulantes. Los más importan-tes son la euforia inicial, que puede derivar endisforia, el aumento de la comunicación ver-bal, de la autoconfianza y de la actividadsexual, la inquietud psicomotora, la anorexiao el insomnio. También pueden aparecerideas sobrevaloradas de grandiosidad y alte-ración de la capacidad de enjuiciar la realidad.La sintomatología es más aguda y repentinasi el consumo se realiza por vía endovenosa ofumada en forma de crack. Se pueden produ-cir cambios conductuales desadaptativoscomo peleas, agitación psicomotora y sinto-matología paranoide.

Los pacientes que experimentan paranoiadurante la intoxicación pueden tener másriesgo de desarrollar psicosis que los consu-men cocaína y no la experimentan (Satel yEdell, 1991). Se pueden presentar alteracio-nes sensoperceptivas con alucinacionesvisuales o táctiles incluso al cabo de una hora(APA, 2000).

A nivel neurovegetativo el consumo agudode cocaína puede producir taquicardia,midriasis, alteraciones de la tensión arterialque pueden incluir crisis hipertensivas, sud-oración, escalofríos, náuseas y vómitos.

La psicosis cocaínica es una de las compli-caciones psicopatológicas más frecuentesrelacionadas con el consumo agudo. Se pro-duce con más frecuencia en los pacientesque consumen base libre o usan la vía intra-venosa. Hasta el 65-70% de los consumido-res compulsivos de cocaína pueden presen-tar sintomatología paranoide cuando estánintoxicados, que cede habitualmente tras 24-48 horas de abstinencia (Caballero, 2000).

EFECTOS DEL CONSUMO CRÓNICO DE

COCAÍNA

Para muchos autores el consumo de cocaí-na crónico produce depresión (Rosecan et al1990), irritabilidad y agotamiento general. Yalos estudios de hace dos décadas situabanentre el 33 y el 50% la prevalencia de los

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pacientes que siguen tratamiento por cocaínay presentan diagnóstico de depresión mayoro distimia (Skodol, 1990), sin estar resueltasu posible relación.

Se han descrito exacerbaciones de ladepresión en pacientes con depresión levede curso crónico, presentándose episodiosmás graves superpuestos, dando lugar a loque algunos autores han llamado “depresióndoble” (Keller et al, 1982)

El abuso de sustancias se ha relacionadocon el incumplimiento del tratamiento enpacientes esquizofrénicos (Owen, 1996).Este hecho, conjuntamente con la elevadafrecuencia de consumo de cocaína entrepacientes psicóticos, puede comportar unfactor de riesgo importante para padecer unmayor número de reagudizaciones.

En diferentes trabajos se ha estudiado lainfluencia del consumo crónico de cocaína enpacientes esquizofrénicos que se ha asocia-do a una mayor presencia de síntomas depre-sivos, menor socialización y empeoramientodel pensamiento abstracto, así como de lamemoria verbal. (Sevy, 1990). Otra diferenciaclínica que se ha relacionado con el abuso decocaína en esquizofrénicos es la menor pre-sencia de síntomas negativos. Respecto alsubtipo de esquizofrenia, los abusadores decocaína presentan con mayor frecuencia eldiagnóstico de esquizofrenia paranoide, res-pecto a los esquizofrénicos no consumidoresde cocaína (Lysaker, 1994). Por otra parteesta descrito que el consumo crónico decocaína puede producir insomnio, alucinacio-nes y síndrome paranoide.

COCAÍNA Y PSICOSIS

Los síntomas psicóticos son una de lascomplicaciones más habituales producidaspor el consumo de cocaína, ya sea agudo ocrónico. La psicosis del cocainómano sueleestar precedida de un periodo de suspicacia,recelo, conductas compulsivas y ánimo disfó-rico. Habitualmente cursa con un importantecomponente de agresividad y agitación.

La paranoia transitoria es el más caracterís-tico de estos síntomas, también pueden pre-sentarse vívidas alucinaciones aisladas, gene-ralmente en el contexto del consumo, y queson criticadas por el individuo, por lo que nocabría hablar de psicosis en este caso sino dealucinosis cocaínica.

La paranoia inducida por cocaína es un apa-ratoso cuadro psiquiátrico que se presentaentre el 53% (Brady et al,1991) y el68%(Satel et al,1991) de los consumidoresque cumplen criterios de dependencia adicha sustancia. La aparición de la paranoiainducida suele variar entre 25 y 57 mesesdesde el inicio del consumo regular, con unamedia en torno a los tres años.

No hay diferencias estadísticamente signifi-cativas en el patrón de consumo, en cuanto ala cantidad de cocaína y el tiempo de depen-dencia, de los individuos que desarrollanparanoia y los que no, tampoco en la edad ola raza. Brady et al. en 1991 encontraron unamayor predisposición en los hombres que enlas mujeres, así como en aquellos que consu-mían la cocaína por vía intravenosa respectoa los que lo hacían vía intranasal.

La psicosis inducida por cocaína suele serautolimitada, y cede sin tratamiento en lashoras siguientes al cese del consumo. Esexcepcional que los síntomas se prolonguenmás allá del periodo de “crash” (hipersomniaque sigue a la abstinencia reciente).

Las características clínicas de la psicosiscocaínica son muy similares en los distintossujetos. Son muy habituales las ideas deliran-tes paranoides, con contenidos de perjuicio ycelotípicos , siendo el delirio más frecuente elde sentirse rodeado por agentes de la ley, opor gente que quiere robarles la droga. Eshabitual la presencia de alteraciones en laesfera afectiva. Casi todos los síntomas deli-rantes y las alucinaciones que les acompañanestán directamente relacionadas con las con-ductas de consumo. Las alucinaciones noson extrañas, y generalmente son congruen-tes con el sistema delirante. Las auditivasson las más habituales (ruidos de gente queles sigue...), seguidas, en menor frecuenciapor las visuales (espías por las ventanas...) y

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las táctiles. Son clásicas las descripciones delas alucinaciones visuales de tener parásitosen la piel o cenestésicas de formicación, enlos que el paciente tiene la creencia de tenerel parásito debajo de la piel. Estas alucinacio-nes son muy típicas de la psicosis cocaínicas,aunque no es habitual su presencia. Con fre-cuencia presentan estereotipias motoras queremedan tareas o gestos sin sentido, comorebuscar la zona que les rodea esperandoencontrar droga, o pellizcarse la piel.

Una vez que aparece un cuadro psicóticoinducido por cocaína, la probabilidad de queéste se repita, con mayor gravedad y asocia-do al consumo de una menor cantidad de lasustancia, es mayor. Este fenómeno se deno-mina sensibilización (Post,1987). La sensibili-zación podría ser responsable también deuna disregulación dopaminérgica que induci-ría el “craving” (Robinson y Berridge,1993), yla recaída (Bartlett,1997).

El bloqueo de la recaptación de dopaminaprovocado por la cocaína parece ser la causafundamental de los síntomas psicóticos, perono la única. La liberación de dopamina seríaresponsable, inicialmente, de los síntomaspositivos, y posterior degeneración de laspropias neuronas del sistema dopaminérgico,lo que llevaría a la aparición de síntomasnegativos. (Lieberman,1990). Por otro lado,los factores estresantes ambientales handemostrado en estudios preclínicos ser capa-ces de provocar un aumento de la liberaciónde dopamina y glutamato en las proyeccio-nes mesolímbicas y el córtex prefrontalmedial, que podría estar implicado en el ori-gen de los síntomas psicóticos.

Parece que la aparición de la paranoia indu-cida por cocaína no se debe únicamente alhecho de superar un cierto umbral; ni en loque a cantidad de sustancia se consume nien el tiempo que se lleva consumiendo, sinoque el desencadenante de este trastorno esla interacción de la cocaína y el entorno conun individuo vulnerable, esto es, con algunaalteración previa al consumo que le predispo-ne a la paranoia; probablemente en el circuitodopaminérgico del sistema límbico. Aunque

la localización cerebral exacta es aún incierta(Horger, 1996).

Resulta de gran interés el diagnóstico dife-rencial entre la psicosis esquizofrénica y lapsicosis inducida por cocaína ya que un diag-nóstico equivocado podría llevar a un aborda-je terapéutico erróneo. Sin olvidar el riesgoque un paciente intoxicado por cocaína tienepara padecer crisis comiciales, infarto agudode miocardio, fallo respiratorio, agitación, oincluso muerte súbita. (Serper,1999). Lospacientes con psicosis esquizofrénicas pre-sentan con más frecuencia trastornos forma-les del pensamiento y delirios bizarros; mien-tras que en las psicosis tóxicas aparecen máshabitualmente antecedentes de tratamientode mantenimiento con metadona, tratamien-tos de desintoxicación, abuso de cocaínaintravenosa e ideación suicida.

En la urgencia psiquiátrica, ante un cuadropsicótico en un paciente con antecedentesde abuso de sustancias psicoactivas hay quepensar siempre en el origen tóxico hasta quese demuestre lo contrario. Así se reduce elposible daño resultante de no tratar un sín-drome de abstinencia, o el derivado de unaexposición innecesaria de los pacientes al tra-tamiento neuroléptico (Rosenthal,1997).

COCAÍNA Y ESQUIZOFRENIA

La prevalencia del consumo de cocaína enlos esquizofrénicos varía entre el 22% y el31%, según estudios (Batel, 2000), aunquehay autores que lo elevan en el 50% (Buc-kley,1998).

Como ya se ha señalado, la realización deldiagnóstico diferencial entre psicosis inducidapor cocaína y el esquizofrénico consumidorde cocaína, puede ser clínicamente complejaen algunas situaciones. Hay autores que hanpropuesto modelos que pudieran permitirdiferenciar a los pacientes esquizofrénicosque consumen drogas de los trastornos psi-cóticos inducidos por el consumo de drogas(Rosenthal et 1997). A nivel clínico la presen-cia de síntomas de primer rango Scheineide-

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rianos, como la difusión, robo e inserción delpensamiento, han sido observados con másfrecuencia en los esquizofrénicos que en laspsicosis inducidas por cocaína, predominan-do en estas últimas la ideación paranoide(Rosse et al 1994).

El aumento del consumo de cocaína en losúltimos años ha sido muy importante tantoen la población general como en los esquizo-frénicos. Al valorar la prevalencia de urinoaná-lisis positivos para cocaína, en pacientesesquizofrénicos y esquizoafectivos que acudí-an al servicio de urgencias, se detectó uncambio desde el 0% en el año 1988 hasta el73% en el año 1996 (Patkar et al 1999). Sepiensa que la cocaína puede estar reempla-zando al uso de otros estimulantes, ya queestos datos suponen un cambio tanto cuanti-tativo como cualitativo en relación a la posibi-lidad de encontrar pacientes esquizofrénicoscon trastorno relacionados con la cocaína.

Se ha sugerido que los esquizofrénicos queconsumen cocaína son los que presentan for-mas menos graves de la enfermedad (Buc-kley,1998). El impacto de la cocaína en el sis-tema dopaminérgico puede ser tanimportante que desencadene un episodiopsicótico agudo en pacientes psicóticos cró-nicos y aumente los síntomas de ansiedad ydepresión Paradójicamente se ha sugeridoque la cocaína podría reducir la sintomatolo-gía positiva y negativa de los pacientes esqui-zofrénicos y mejorar la sintomatología depre-siva, pudiendo ser usado para mejorar suestado afectivo. (Laudet et al, 2000).

El abuso de cocaína podía disminuir la efec-tividad de los neurolépticos (Laudet et al,2000) y facilitar la aparición de efectos secun-darios de tipo distonia aguda y discinesia tar-día (Van Harten, 1998)

El patrón de uso de cocaína de los esquizo-frénicos es más intermitente que en la pobla-ción general por lo que se ha relacionado conlas variaciones en la gravedad de la sintoma-tología positiva y negativa (North et al, 1998).Los cocainómanos con un diagnóstico inicialde esquizofrenia presentan serios problemasde abuso y dependencia del alcohol, proble-

mas psicosociales y mayor número de con-ductas antisociales (Ball et al, 1995)

COCAÍNA Y PSICOSIS AFECTIVAS

Los datos sobre la prevalencia del consu-mo de cocaína en pacientes con trastornosafectivos cada vez son más importantes.Goldberg JF et al 1999 encontraron en unamuestra de 204 pacientes ingresados condiagnóstico de trastorno bipolar I abuso desustancias en el 34 % de ellos, y de éstos el30 % consumía cocaína.

En el estudio ECA (Regier et al, 1990) sedescriben antecedentes de trastorno porabuso de cocaína y depresión en el 35 % delos consumidores. En este sentido, en la lite-ratura la proporción de pacientes con depen-dencia de cocaína y trastornos afectivos varíaentre el 33-50%. Así, se acepta una elevadaprevalencia tanto de trastornos afectivos uni-polares (30%), bipolares (20%) y ciclotimias11 % en dependientes de cocaína (Weiss,1989).

Los trastornos afectivos parecen ser máscomunes entre los familiares de primer gradode los abusadores de cocaína, comparadoscon los familiares de primer grado de pacien-tes consumidores de otras sustancias(Weiss, 1988).

En la práctica clínica diaria puede ser com-plicado diferenciar si el trastorno afectivo quepresenta el paciente consumidor de cocaínaes primario o secundario. De esta manera,los estudios apuntan que la mayoría de lostrastornos afectivos aparecen después de ini-ciar el consumo de cocaína. Para realizar unaadecuada valoración clínica de los síntomasdepresivos se recomienda que hayan trans-currido unas semanas sin consumo. La mayo-ría de los síntomas depresivos que se mani-fiestan en la abstinencia suelen mejoran tras3-4 semanas (Weddington, 1990).

Respecto a las diferencias de género, lasmujeres presentan con mayor frecuenciatrastornos afectivos comórbidos al consumo

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de cocaína. Este consumo, a su vez, empeo-ra la sintomatología depresiva siendo ladepresión y la baja autoestima hallazgoscomunes en mujeres que abusan de cocaína(Sterk-Elifson, 1996).

Los pacientes con dependencia de cocaínay trastornos afectivos se diferencian de aque-llos que no padecen trastornos afectivos, quesuelen ser mujeres, de mayor edad, conmayor prevalencia de trastornos de personali-dad, mayor consumo concomitante de otrasdrogas así como mayor ideación autolítica ypeor adaptación socio-laboral en general(Ochoa, 2000).

En diferentes trabajos se ha detectado uninicio más precoz del trastorno bipolar y unapeor evolución del mismo cuando se asocia aconsumo de cocaína (Sonne, 1994; Stra-kowsky, 1992). Goldberg JF et al 1999 refie-ren que el abuso de cocaína promueve la apa-rición de episodios mixtos en pacientesbipolares y favorece una peor evolución delos episodios maníacos.

Miller et. al, 1989 estudiaron el consumode cocaína en el trastorno bipolar, encontran-do un mayor consumo en episodios manía-cos que en depresivos. El mismo dato fuedescrito por Weiss et al 1988, sugiriendo queel mayor consumo de cocaína durante losepisodios de manía se realizaba con la inten-ción de prolongar e intensificar el estado deeuforia. En este sentido los pacientes pre-sentan durante los episodios maníacosmayor impulsividad, desinhibición y una dis-minución de la capacidad de juicio de la reali-dad, que facilitan el consumo de cocaína enesta fase de la enfermedad bipolar.

Respecto a la influencia de la cocaína sobrela respuesta terapéutica, en un estudio natu-ralístico se halló que los pacientes bipolarescon abuso de sustancias presentaban unamejor respuesta a los eutimizantes anticon-vulsionantes que a las sales de litio. (Gold-berg, 1999)

Los antipsicóticos son uno de los trata-mientos de elección de los episodios manía-cos e incluso pueden ser requeridos en losepisodios mixtos o depresivos de los pacien-

tes bipolares. Van Harten et al 1998 encontra-ron que el consumo de cocaína era un factorde riesgo mayor para desarrollar una distoniaaguda inducida por neurolépticos, teniendolos pacientes psiquiátricos consumidores decocaína un riesgo relativo de 4.4 respecto alos no consumidores.

TRATAMIENTO

La presencia de comorbilidad de depen-dencia de cocaína y trastornos psicopatológi-cos empeora el pronóstico de la evolución dela adicción. En el tratamiento puede ser clavela valoración, el abordaje inicial y la orienta-ción al paciente sobre la necesidad de trata-miento en asistencia primaria o de la redespecializada. Es frecuente la minimizaciónde los consumos y de las complicaciones psi-copatológicas, siendo fundamental la labordel clínico para descubrirlas en sus fases ini-ciales. La detección de las alteraciones con-ductuales, afectivas y psicóticas en estadiosprecoces puede ser crucial para evitar la pre-sentación de episodios agudos de difícilmanejo y en ocasiones con riesgo de auto oheteroagresividad.

En los casos de ligera hiperactividad sedebe adoptar una actitud tranquilizadora yrelajante. Ocasionalmente se puede usaralguna benzodiacepina por vía oral sin quesuelan ser necesario otras intervenciones. Enel tratamiento de la inquietud moderada o dela agitación puede ser útil el uso inicial debenzodiacepinas intramusculares, tipo diace-pan o cloracepato, pudiéndose repetir lasdosis si fueran insuficientes a los 20-30 minu-tos. No podemos obiar la distribución erráticade las benzodiacepinas por esta vía de admi-nistración. En ocasiones puede ser necesariala contención física.

También se recomienda el tratamiento delos síntomas de ansiedad, tipo crisis deangustia, con benzodiacepinas administradaspor vía oral o sublingual.

La sintomatología paranoide leve típica dela intoxicación cede habitualmente tras 24-48

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horas de abstinencia (Caballero, 2000). Siaparecen síntomas agudos de psicosis cocaí-nica pueden utilizarse benzodiacepinas yantipsicóticos, habitualmente intramuscula-res por la frecuencia de la agitación. El trata-miento de las psicosis inducidas por cocaínase basa en la desintoxicación complementa-da con técnicas de apoyo; reservando losantipsicóticos para casos persistentes.

CONCLUSIONES

Los síntomas psicóticos son una de lascomplicaciones más habituales producidaspor el consumo de cocaína, ya sea agudo ocrónico que suelen estar precedida por unperiodo de suspicacia, recelo, conductascompulsivas y ánimo disfórico. La paranoiatransitoria es el más característico de estossíntomas, aunque también pueden aparecervívidas alucinaciones aisladas, generalmenteen el contexto del consumo. Algunas deestas alteraciones sensoperceptivas son criti-cadas adecuadamente por el individuo,encuadrándose dentro de la alucinosis cocaí-nica.

El consumo de cocaína es un fenómenomuy común en la esquizofrenia. Lo más pro-bable es que el origen de la comorbilidad seamultietiológico. Una de las posibles hipótesises la de la automedicación (Casas, 1992,2000, 2001), que propone que los pacientesutilizan los tóxicos para mejorar parte de lasintomatología relacionada con la enferme-dad o con el tratamiento de ésta, sin olvidarel posible origen común de los dos trastornosya sea tanto por alteraciones genéticas comopor disfunción de los sistemas de neurotras-misión.. Estas hipótesis podrían ser compati-bles y complementarias.

Los patrones de consumo de sustanciasestán cambiando dentro de la poblaciónesquizofrénica con un claro aumento del con-sumo de cocaína. El resultado final de esteconsumo en la esquizofrenia es un cursomás tórpido, con mayores dificultades pararealizar un tratamiento adecuado, mayores

posibilidades de exacerbación de los sínto-mas y de recaídas, y la posibilidad de presen-tar episodios de conductas violentas superiora los de los esquizofrénicos que no abusan yque habitualmente no están relacionados conla intoxicación. También es conocido que elabuso de cocaína complica frecuentementeel curso del trastorno bipolar, contribuyendo auna peor evolución del mismo y modificandola respuesta al tratamiento farmacológico,con peor respuesta al litio que los pacientesno consumidores.

La detección de los trastornos relacionadoscon abuso de sustancias no es sistemática-mente evaluada en los pacientes psiquiátri-cos. Los autoinformes presentan mayor dis-crepancia con la detección medianteurinoanálisis que en población general, por loque se recomienda realizar detecciones detóxicos sistemáticamente a todos los pacien-tes que presenten sintomatología psicótica.Es importante poder realizar un diagnósticoadecuado dada la clara influencia en el cursode los diferentes síndromes y la necesidadde abordar tanto la dependencia de cocaínacomo el resto de las alteraciones psicopatoló-gicas, ya sean primarias o drogoinducidas.

El tratamiento de estos pacientes debeenfocarse desde una perspectiva global,tanto psicofarmacológicomente como conpsicoterapia, siendo prometedores los pro-gramas que incluyen intervenciones de auto-ayuda ya que parece que mejoran el autocon-cepto y la satisfacción de las relacionesinterpersonales, siendo muy importantepoder conjuntar las intervenciones farmacoló-gicas con el resto de los tratamientos.

Hoy en día se propone el uso de antipsicó-ticos de nueva generación para el tratamientode los pacientes que presentan comorbilidad,dado que provocan menos efectos secunda-rios, lo que puede facilitar que el paciente noincumpla el tratamiento. Estos fármacosactúan sobre el sistema serotoninérgico loque puede en algunos casos puede significaruna mejoría en los resultados del tratamien-to. En la actualidad parece existir mayor con-senso en el sentido de orientar el tratamiento

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hacia programas que realicen un abordajeintegral de la patología adictiva y la psicótica.

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INTRODUCCIÓN

El progreso en el conocimiento del meca-nismo de acción de la cocaína ha abiertouna serie de expectativas e investigacio-

nes en un intento por mejorar el alcance de

los tratamientos farmacológicos y psicosocia-les (1-20). En la tabla 1 se resumen los distin-tos medicamentos ensayados en la farmaco-terapia de la dependencia de cocaína. Eldesarrollo de estos fármacos ha seguido dosabordajes. Por un lado se han intentado iden-

Aproximación terapeútica de la dependenciade cocaína

SAN MOLINA, L.; ARRANZ, B.

Benito Menni, Complejo Asistencial en Salud Mental. Barcelona.

Enviar correspondencia: Benito Menni. Complejo Asistencial en Salud Mental. C/ Dr. Antoni Pujades,38 08830 SANT BOI DE LLOBREGAT. (Barcelona). Tel. 93 652 99 69

RESUMEN

Objetivo: en los últimos años se han ensayado ungran número de fármacos para el tratamiento de ladependencia de cocaína conjuntamente con diversosabordajes psicológicos. En líneas generales, las estra-tegias utilizadas son adaptaciones de las utilizadaspara el tratamiento de otras dependencias. Material ymétodo: analizar la eficacia clínica del tratamiento psi-cofarmacológico en pacientes con dependencia decocaína. Resultados: los ensayos clínicos abiertos hansido el primer paso para la evaluación de nuevos fár-macos, sin embargo los estudios controlados, dobleciego y aleatorizados son los que permiten confirmar odesmentir la eficacia de los tratamientos. Los gruposfarmacológicos utilizados han sido antidepresivos,eutimizantes, agonistas dopaminérgicos, estimulantesdel SNC, precursores de los neurotransmisores, ago-nistas y antagonistas opioides, y una larga lista de fár-macos que se encuentran en fase experimental y pue-den constituir una alternativa terapéutica para eltratamiento de la dependencia de cocaína. Conclusio-nes: la combinación de terapias farmacológicas y con-ductuales o cognitivas son las que ofrecen mejoresresultados en el tratamiento de los pacientes condependencia de cocaína.

Palabras clave: Tratamiento. Dependencia cocaína.Prevención recaídas. Fármacos

ABSTRACT

Objective: during recent years, several pharmacolo-gical and psychological approaches for the treatmentof cocaine dependence have been developed. Overall,the strategies are similar to those applied in the drugdependence field. Material and methods: to assessthe clinical response to pharmacotherapy in cocainedependent patients. Results: although open clinicaltrials are the first step in the evaluation of newpharmacological treatments, randomized, double-blind, controlled trial are the best instrument toconfirm the efficacy in the treatment programs.Accordingly, different pharmacological agents asantidepressants, mood stabilizers, dopaminergic,serotonergic, CNS stimulants, precursors, opioid, andother experimental drugs, are some examples of thevariety of therapeutic tools now available for thetreatment of cocaine dependence. Conclusions: thejoining of pharmacotherapy and psychotherapy hasshows the best results for cocaine dependentpatients.

Key Words: Treatment. Cocaine dependence.Relapse prevention. Drugs.

VOL. 13. SUPLEMENTO 2 191

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tificar los medicamentos que actúan comoantagonistas de la cocaína y por otro se handesarrollado fármacos análogos de la cocaínacon una acción más prolongada. Entre losantagonistas de la cocaína se incluirían aque-llos fármacos que atenúan los efectos refor-zadores agudos de la cocaína, así como otrosefectos subjetivos. Los antagonistas de lacocaína deben disminuir los efectos eufori-zantes de la cocaína y presentar una correctatolerabilidad y un bajo potencial de abusopara garantizar un correcto cumplimiento deltratamiento farmacológico. El problema queplantean estos fármacos es que inducen dis-foria en la medida que los efectos reforzado-res de la cocaína están mediados por el siste-ma dopaminérgico.

Los fármacos análogos de la cocaína conuna acción más prolongada, serían fármacosque indirectamente bloquearían los efectosagudos de la cocaína al inducir tolerancia cru-zada. En general estos fármacos disminuyenla sintomatología de la abstinencia de cocaínay mejoran el estado de ánimo. Los problemasque plantean son el potencial de abuso y queen algunos casos pueden aumentar el “cra-ving” para la cocaína.

AGONISTAS DOPAMINÉRGICOS

Tras el consumo prolongado de cocaína seproduce una deplección de dopamina en el

SNC que desencadena “craving” y la necesi-dad de consumir nuevamente cocaína, en unintento por aumentar de forma pasajera laconcentración de dopamina sináptica. Estedéficit postsináptico de dopamina se corrigetemporalmente con una nueva administra-ción de cocaína que se acompaña de unahipersensibilidad de los receptores dopami-nérgicos. Partiendo de la hipótesis de ladeplección dopaminérgica como mecanismode acción de la cocaína, se ha planteado lautilización de agonistas dopaminérgicos pararevertir las manifestaciones de abstinencia decocaína, puesto que consigue corregir lahiperprolactinemia y el aumento en la densi-dad de los receptores dopaminérgicos postsi-nápticos. Los agonistas dopaminérgicos queya han sido utilizados en investigación son labromocriptina, la amantadina, la pergolida y lalisurida. A continuación se describen unaserie de estudios abiertos, controlados y enpacientes en mantenimiento con metadonarealizados con estos fármacos (7,8).

La bromocriptina. Es un agonista dopami-nérgico D2 postsináptico y débil antagonistaD1, que no comparte los efectos agonistasnoradrenérgicos o serotoninérgicos de lacocaína. Se ha ensayado con éxito en experi-mentación animal demostrándose que duran-te la abstinencia cocaínica se produce unadisminución del metabolismo cerebral quepuede evitarse mediante la administración debromocriptina.

Aproximación terapéutica de la dependencia de cocaína

Tabla 1. Fármacos ensayados en el tratamiento de la dependencia de cocaína.

Agonistas Bromocriptina, Amantadina, Pergolida, Lisurida, L-dopa/carbidopa

Dopaminérgicos Otros agonistas dopaminérgicosEstimulantes del SNC: Metilfenidato, Pemolina

Antagonistas Antidepresivos Tricíclicos

Dopaminérgicos Otros antidepresivos

Otros tratamientos Litio, Carbamacepina Precursores de los Neurotransmisores: L- triptófano, L-tirosinaAgonistas y Antagonistas Opioides: Metadona, Naltrexona, BuprenorfinaFármacos experimentalesVacunas

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Estudios abiertos

Los primeros estudios con bromocriptinase desarrollaron en 1985. En estos ensayosse observó una disminución del “craving”con mínimos efectos secundarios, por lo quese propuso su utilización en la abstinenciacocaínica. La administración de bromocriptinapor vía oral a dosis crecientes mejoró lasmanifestaciones de “craving”, la anergia y ladepresión observadas durante el síndromede abstinencia de cocaína.

Sin embargo, en un ensayo abierto realiza-do en 25 usuarios de cocaína, se observó quetanto el “craving” como los síntomas de abs-tinencia se reducían minimamente con la bro-mocriptina. En otros casos se ha utilizado elpretratamiento con bromocriptina para anta-gonizar el “craving” para la cocaína inducidopor la administración de cocaína intravenosa.

En un estudio abierto realizado en 10pacientes dependientes de “crack” hospitali-zados, con dosis de bromocriptina de 0,625 a1,875 mg tres veces al día durante 6-20 días,se observó a los pocos días una disminucióndel “craving” y de los síntomas de abstinen-cia, con escasos efectos secundarios excep-tuando las náuseas. Otros autores cuestio-nan estos resultados positivos; así en unensayo abierto ambulatorio realizado en 7pacientes abusadores o dependientes decocaína, la mayoría de ellos experimentaronuna disminución de la euforia y del “craving”sin conseguir la abstinencia en las 12 sema-nas de tratamiento.

En un estudio abierto realizado en 41pacientes con dependencia de cocaína ycomparando la bromocriptina y la pergolida,en lo que respecta a días de permanencia entratamiento, porcentaje de altas voluntarias y“craving”, el mejor resultado fue para la per-golida, seguida por la bromocriptina, mientrasque aquellos pacientes que no recibieron tra-tamiento presentaron un peor resultado.

Estudios controlados

En un primer estudio cruzado, controladocon placebo se observó que una dosis única

de bromocriptina disminuía el “craving” en13 pacientes con abuso de cocaína expues-tos a estímulos de consumo. Sin embargolos sujetos del estudio fueron capaces de dis-criminar entre la bromocriptina y el placebopor lo que no está claro si los efectos de labromocriptina fueron mediatizados farmaco-logica o psicologicamente.

En un estudio doble ciego realizado en 24pacientes adictos a cocaína tratados con bro-mocriptina o placebo durante 6 semanas, seobservó una disminución en el Brief Psychia-tric Rating Scale (BPRS) en aquellos pacientestratados con bromocriptina pero no con place-bo. En este estudio no se evaluó el “craving”o la abstinencia de cocaína. En otro estudiodoble ciego, controlado con placebo, llevado acabo en 36 pacientes abusadores de cocaína,en el que se estudiaron de forma comparati-va, la bromocriptina y la asociación bromocrip-tina-desipramina frente a placebo (12 pacien-tes en cada grupo de tratamiento, durante 99días), la bromocriptina fue superior al placeboen el tratamiento del síndrome de abstinenciade cocaína; sin embargo la asociación bromo-criptina-desipramina fue superior a la bromo-criptina sola y ésta superior al placebo. Enotro ensayo controlado realizado con placeboen 30 pacientes abusadores de cocaína, seobservó que la bromocriptina y la amantadinaeran más eficaces que el placebo durante losprimeros 15 días; sin embargo la eficacia de laamantadina iba disminuyendo hasta ser infe-rior al placebo, siendo la bromocriptina máseficaz en la última etapa del ensayo.

En otro ensayo doble ciego realizado en 14pacientes abusadores de cocaína y compa-rando la amantadina y la bromocriptina adosis superiores a 2,5 mg tres veces al día,ésta última se mostró escasamente eficazpara atenuar los síntomas de abstinencia,produciendo importantes efectos secunda-rios, y una tasa de abandonos del 70%. Adi-cionalmente, en otro estudio doble ciego rea-lizado en 8 pacientes abusadores de cocaínapor vía endovenosa hospitalizados no seobservó que el pretratamiento con bromo-criptina modificara los efectos subjetivos ovegetativos de la administración endovenosa

193San Molina, L.; Arranz, B.

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de cocaína, ocasionando además efectossecundarios que limitan su utilización a nivelambulatorio.

En un estudio doble ciego, controlado conplacebo, realizado en 20 pacientes depen-dientes de cocaína hospitalizados, no seobservaron diferencias entre la bromocriptina(1,25 mg dos veces al día) y el placebo frentea estímulos de consumo. Sin embargo, enotro estudio doble ciego, aleatorizado y con-trolado con placebo, realizado en 29 pacien-tes consumidores de cocaína que acudierona un servicio de urgencias donde se les admi-nistró bromocriptina (1,25 mg tres veces aldía) o placebo durante dos semanas, seobservó una disminución en los controles deorina positivos a cocaína en el grupo que reci-bió bromocriptina, sin que se presentaranefectos indeseables relevantes.

Estudios en pacientes en mantenimiento

con metadona

La bromocriptina a dosis de 2,5 mg/díadurante 4-8 semanas también se ha ensaya-do en medio ambulatorio en 6 pacientes abu-sadores diarios de cocaína incluidos en PMM(dosis media de metadona de 60 mg/día),observándose una disminución del “craving”y del consumo de cocaína en 4 de los 6pacientes. Sin embargo tres pacientes pre-sentaron efectos secundarios que obligaron areducir la dosis.

En un reciente estudio, doble ciego de seissemanas de duración, 24 pacientes recibie-ron bromocriptina y 26 placebo, sin que seobservaran diferencias en el uso de cocaína,los controles de orina positivos a cocaína, el“craving”, la resistencia al consumo y los sín-tomas anímicos, que mejoraron en ambosgrupos a lo largo del estudio.

La amantadina. Es un agonista dopaminér-gico indirecto que provoca la liberación de DAy actúa corrigiendo la deplección dopaminér-gica asociada al consumo prolongado decocaína, disminuyendo la sintomatología deabstinencia.

Estudios abiertos

En un estudio piloto llevado a cabo a nivelambulatorio en 12 pacientes durante 4 sema-nas, la amantadina a dosis de 200-300 mg/díano se demostró eficaz. Además sólo 3 de los12 pacientes completaron el periodo de es-tudio.

Estudios controlados

En un estudio doble ciego realizado durante10 días, la amantadina se demostró superior ala bromocriptina en la tasa de retención al tra-tamiento en 14 abusadores primarios de coca-ína, puesto que la presencia de náuseas,vómitos e hipotensión limitaron la utilidad clí-nica de la bromocriptina. La tasa de abando-nos fue alta en ambos grupos (5 en el grupoamantadina y 1 en el grupo bromocriptina) alno completar los 10 días de tratamiento. Enotro estudio doble ciego realizado en 42pacientes dependientes de cocaína en mediohospitalario, 21 recibieron 100 mg de amanta-dina dos veces al día durante dos semanas ylos 21 restantes recibieron placebo. Si bien nose encontraron diferencias en las autoevalua-ciones de los pacientes, los controles de orinaefectuados durante las dos semanas de trata-miento y durante el siguiente mes, mostraronun menor porcentaje de orinas positivas(17%) a cocaína en el grupo amantadina queen el grupo placebo (47%). Sin embargo, enotro estudio doble ciego y controlado con pla-cebo la amantadina no se mostró eficaz. Enotro estudio controlado con placebo realizadoen 30 pacientes abusadores de cocaína, seobservó que la bromocriptina y la amantadinaeran más eficaces que el placebo durante losprimeros 15 días de tratamiento, aunque laeficacia de la amantadina iba disminuyendohasta ser inferior al placebo.

Es interesante comentar el trabajo realizadopor Weddington y col. por su correcta meto-dología, en el que la amantadina no se mostrósuperior a la desipramina en un grupo de 54pacientes dependientes de cocaína duranteun periodo de 12 semanas, en relación a latasa de retención en tratamiento, al “craving”

194 Aproximación terapéutica de la dependencia de cocaína

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195San Molina, L.; Arranz, B.

y al número de días sin consumo de cocaína.A la misma conclusión se llegó en otro estu-dio doble ciego, realizado en 20 pacientesdependientes de cocaína, que recibieronamantadina (200 mg/día) o placebo y donde laamantadina no mostró ningún efecto.

En un estudio doble ciego controlado conplacebo, y realizado durante 4 semanas en 61pacientes dependientes de cocaína, tampocofue efectiva la amantadina (100 mg tresveces al día) en parámetros como la tasa deretención en tratamiento o los controles deorina a cocaína.

Estudios en pacientes en mantenimiento

con agonistas

En un primer estudio abierto de seis sema-nas de duración realizado en 12 pacientes enPMM se sugirió la utilidad de la amantadina(dosis 200-400 mg/día) para el tratamientodel abuso de cocaína, puesto que este fárma-co producía una disminución del “craving”, delas autodeclaraciones sobre uso de cocaína yde los síntomas depresivos determinadoscon la escala de Beck.

En otros dos trabajos efectuados enpacientes en PMM, en el primero de ellos secomparó la amantadina frente a la desiprami-na y el placebo durante 56 días de tratamien-to sin que se apreciaran diferencias entreellos. En el segundo estudio se comparó ladesipramina frente a la amantadina y al place-bo con un diseño doble ciego, controlado yaleatorizado en 22 pacientes dependientesde cocaína. Si bien se observó una disminu-ción en el uso de cocaína, el “craving” y lossíntomas depresivos, no hubo diferenciasentre los fármacos administrados.

Adicionalmente en un reciente estudio conun correcto diseño doble ciego, controladocon placebo, realizado durante 12 semanasen 94 pacientes dependientes de opioides ycocaína incluidos en PMM, no se hallarondiferencias entre la amantadina (300 mg/día),la desipramina (150 mg/día) y el placebo. Laretención en tratamiento y el cumplimientode la medicación fue muy buena puesto quemás del 75% de los pacientes completaron

las 12 semanas de tratamiento. Aunque elconsumo de cocaína referido por los pacien-tes del grupo amantadina y desipramina fuesignificativamente menor en la 4ª semana,esta diferencia ya no fue significativa en la 8ªsemana y además no se hallaron diferenciasen los controles de orina.

En un ensayo clínico doble ciego realizadoen 21 pacientes dependientes de opiáceosen mantenimiento con buprenorfina (8 mg),que eran además abusadores de cocaína, seestudio de forma comparativa la eficacia de laamantadina (300 mg) frente a la desipramina(150 mg) y la fluoxetina durante 12 semanas.La mayor tasa de retención fue para el grupotratado con desipramina (83.3%) seguido porla amantadina (66.7%) y la fluoxetina (20%).Los pacientes tratados con desipramina yamantadina presentaron menos controles deorina positivos a opiáceos o cocaína.

También se ha ensayado con una metodo-logía doble ciego en 20 pacientes dependien-tes de cocaína, la administración de amanta-dina (200 mg/día) en comparación con elplacebo en la reactividad frente a estímulosde consumo, observando que la amantadinaincrementa la reactividad ante estos estímu-los y sin embargo no disminuye el deseo deconsumo, por lo que se podría cuestionar suutilización en clínica.

La pergolida, un agonista dopaminérgicoD1 y D2, fue introducido en el mercado parael tratamiento de la enfermedad de Parkinsony posee una potencia de 10 a 100 vecessuperior a la de la bromocriptina. En un estu-dio abierto realizado en 21 sujetos depen-dientes de cocaína, la pergolida se mostróefectiva en 16 pacientes que refirieron unamejora en el sueño y otras manifestacionesde abstinencia y una disminución del “cra-ving” hacia la cocaína. En un estudio abiertorealizado en régimen hospitalario durante 30días en 41 dependientes de cocaína, compa-rando pergolida frente a bromocriptina y ungrupo de pacientes sin tratamiento, el mejorresultado fue para la pergolida, seguida por labromocriptina, en relación a los días de per-manencia en tratamiento, altas voluntarias y“craving”.

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En un estudio doble ciego, controlado conplacebo se han descrito escasos efectossecundarios y aunque su eficacia no estácorrectamente establecida, parece un fárma-co seguro excepto cuando existen contraindi-caciones. También se ha investigado su efica-cia en estudios de auto-administración decocaína, observándose una disminución delos efectos subjetivos y cardiovasculares.

La lisurida, como la bromocriptina, es unagonista dopaminérgico de los receptores D2y un antagonista D1, que se ha ensayadocomo fármaco antiparkinsoniano y en ladependencia de psicoestimulantes en animalde experimentación. En humanos, en unestudio doble ciego de 3 semanas de dura-ción, controlado con placebo, se observó unamejoría en algunas de las manifestaciones deabstinencia de los pacientes hospitalizadosaunque no fue significativamente mayor quecon placebo.

OTROS AGONISTAS DOPAMINÉRGICOS

Entre los agonistas dopaminérgicos, tam-bién se ha ensayado con escaso éxito la com-binación de L-dopa/carbidopa, frente a place-bo, sin que se observaran diferenciassignificativas en las puntuaciones de absti-nencia entre ambos tratamientos.

El mazindol, es de un inhibidor de la recap-tación de dopamina que no presenta poten-cial de abuso. En un estudio realizado en 8pacientes abusadores de cocaína incluidos enun programa de mantenimiento con metado-na, se observó una reducción del “craving”respecto al periodo basal, así como unamenor euforia asociada al reinicio del consu-mo de cocaína; sin embargo, en otro estudiodoble ciego cruzado con placebo en 19pacientes también en PMM no se mostróefectivo. El mazindol también se ha estudia-do durante 6 semanas de forma doble ciegoen 43 pacientes dependientes de cocaína, sinque en este caso se observaran diferenciasrespecto al placebo. Sin embargo en otroestudio doble ciego de doce semanas de

duración realizado en 37 pacientes en PMMlos resultados fueron positivos. Diversosautores han alertado respecto a la posibleinteracción medicamentosa entre el mazindoly la cocaína, así como otros riesgos como elaumento del “craving” hacia la cocaínaobservado en 19 pacientes dependientes decocaína en mantenimiento con metadonadurante las dos semanas de estudio.

Algunos estudios recientes de tipo farma-cológico, post-mortem en humanos y degenética implican al receptor D3 en la depen-dencia de sustancias (21), incluso se ha dise-ñado un agonista selectivo D3 (BP 897), quese comporta como un agonista parcial in vitroy actúa in vivo tanto como agonista comoantagonista y que inhibe la conducta de bús-queda de cocaína sin ninguna actividad intrín-seca o efecto reforzador primario, por lo quepodría utilizarse en el futuro para disminuir el“craving” y la vulnerabilidad a las recaídasprecipitadas por estímulos ambientales deconsumo (22). También los fármacos quecomparten con la cocaína la propiedad de seragonistas dopaminérgicos indirectos o queactúan como agonistas directos en el recep-tor D2 pueden reinstaurar la conducta debúsqueda de cocaína; mientras que fármacoscon actividad agonista del receptor D1 blo-quean los efectos de la cocaína, sugiriendodistintos papeles para los receptores D1 y D2en los mecanismos de recaída. Es probableque fármacos con actividad agonista D1, ago-nistas parciales o antagonistas puedan intro-ducirse en la farmacoterapia de la dependen-cia de cocaína (23).

El Pramipexol, un agonista dopaminérgicocon una relativa selectividad para el receptorD3 y que también tiene efectos sobre D4 yD2 se ha ensayado en animal de experimen-tación y en humanos en un paciente condepresión comorbida refractaria (24). Otroagonista D3 (PD 128,907) se ha ensayado enanimal de experimentación observándoseque bloquea la sintomatología psicótica indu-cida por PCP, disminuye la conducta de auto-administración por lo que puede disminuir el“craving” en humanos, produce un efectosedativo similar a la clozapina, no produce

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SEP y disminuye las convulsiones y otrosefectos letales inducidos por la cocaína.

ESTIMULANTES DEL SNC

El metilfenidato o la pemolina también sehan ensayado en el tratamiento de la depen-dencia de cocaína. Ambos fármacos disminu-yen el “craving”, aunque producen toleranciay dependencia, excepto en los trastornos pordéficit de atención del adulto.

En un estudio abierto realizado durante 8semanas en 10 pacientes en PMM, la admi-nistración de pemolina produjo muchos efec-tos secundarios, resultando ser además unfármaco poco eficaz. El metilfenidato tampo-co parece ser un fármaco eficaz en ausenciadel diagnóstico de trastorno por déficit deatención, tal como se observó en un estudioabierto realizado en 5 abusadores de cocaínasin este diagnóstico adicional, debiéndosecontemplar asimismo su propio riesgo deabuso. En resumen, estos dos fármacos nopueden considerarse un tratamiento eficazpuesto que producen resultados practica-mente similares al placebo, pueden empeo-rar algunas de las manifestaciones de absti-nencia de la cocaína, y en el caso de lapemolina, puede ocasionar hepatotoxicidad.

ANTAGONISTAS DOPAMINÉRGICOS

ANTIDEPRESIVOS

La teoría que justifica la utilización de anti-depresivos se basa en el supuesto que lacocaína a largo plazo ocasiona un déficit dedopamina, noradrenalina y serotonina que seacompaña de fenómenos de hipersensibili-dad de los receptores postsinápticos. Estasmanifestaciones se podrían corregir median-te la utilización de antidepresivos por suacción bloqueante sobre la recaptación dedichos neurotransmisores y de hiposensibili-zación de los receptores postsinápticos (1-8).

Antidepresivos tricíclicos

Desipramina. Es un antidepresivo tricíclicoque bloquea la recaptación de distintos neu-rotransmisores y ha sido el más ampliamenteensayado. Parecía potencialmente eficaztanto en pacientes con el diagnóstico especí-fico de depresión como en aquellos que no lopresentaban. También se ha ensayado parareducir el “craving”” hacia la cocaína y asípoder facilitar la abstinencia en sujetosdependientes.

Estudios abiertos

La primera referencia aparece en un estu-dio publicado en 1983 en dos pacientes conabuso de cocaína, en los que la administra-ción durante 14 días de desipramina mejorólas manifestaciones de abstinencia, aunqueel fármaco no tuvo ninguna influencia en elconsumo posterior de cocaína. Posteriormen-te apareció otro estudio abierto realizado en22 pacientes (8 dependientes de anfetaminasy 14 dependientes de cocaína), 19 de los cua-les (86%) refirieron abandonar el consumodurante 2 a 7 días; 15 de ellos (68%) presen-taron controles de orina negativos a anfeta-minas o cocaína. En general los resultados deeste estudio son difíciles de interpretar por-que tras la primera semana de tratamientotan sólo 3 individuos continuaron en el estu-dio. En un ensayo comparativo desipraminacon litio, conjuntamente con psicoterapia;aquéllos pacientes que recibieron desiprami-na mostraron una marcada disminución en el“craving” hacia la cocaína tras 2-3 semanasde tratamiento, independientemente de lapresencia de un trastorno afectivo.

En un estudio abierto, aleatorizado, contro-lado con placebo y realizado durante 40 días,en 20 abusadores de cocaína y 20 abusado-res de fenciclidina (PCP), se comparó la efica-cia de la desipramina con el placebo en dosgrupos de 10 pacientes. La retención en tra-tamiento entre los abusadores de cocaína fueigual que con placebo (80%). Los pacientesque recibieron desipramina mostraron unadisminución de los síntomas depresivos inde-

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pendientemente de que la sustancia deabuso fuera PCP o cocaína.

Estudios controlados

El primer estudio controlado fue un ensayocomparativo, doble ciego desipramina vs pla-cebo con resultados negativos. De los 22pacientes estudiados durante más de 6semanas, 11 recibieron desipramina (100-150mg) y 11 placebo, siendo la tasa de retenciónen tratamiento del 55% para ambos grupos.Los pacientes que recibieron desipraminapresentaron un 64% de orinas negativas,frente a un 70% de los del grupo placebo.Tampoco se apreciaron diferencias en lasupresión de síntomas de abstinencia o enlos autoinformes de los pacientes sobre laeficacia del tratamiento farmacológico. Sinembargo, en otro estudio doble ciego y alea-torizado se compararon 10 pacientes en trata-miento con desipramina frente a 10 a los quese les administró placebo durante un periodode tratamiento de 45 días. Aunque el trata-miento con desipramina fue más efectivoque el placebo en el mantenimiento de laabstinencia, ambos grupos presentaron unatasa de retención del 80% sin que existainformación sobre los controles de drogas enorina. Este mismo autor publicó el mismoaño otro trabajo doble ciego, comparativo dedesipramina asociada a bromocriptina, frentea bromocriptina y a placebo realizado en 36pacientes durante 99 días. Los resultados deeste estudio parecen ser positivos puestoque la asociación desipramina-bromocriptinafacilita la abstinencia de cocaína, al disminuirla disforia; siendo la eficacia de la bromocrip-tina aislada inferior a la de esta asociación ysuperior a la del placebo.

Por contra un estudio doble ciego de 6semanas de duración en el que se compara anivel ambulatorio la eficacia de la desiprami-na, frente al litio y placebo en 72 pacientesdependientes de cocaína, aquellos pacientesque recibieron desipramina presentaron unamayor retención en tratamiento, menor “cra-ving” y un mayor porcentaje de abstinenciaen comparación con el litio o placebo.

En un metaanálisis (14) realizado sobre seisestudios aleatorizados y controlados con pla-cebo, efectuados desde 1985 a 1991, en untotal de 200 pacientes se ha puesto en dudala eficacia de la desipramina. Es interesantedestacar el estudio realizado por Weddingtony col, con un diseño simple ciego, aleatoriza-do y controlado con placebo realizado en ungrupo de 54 dependientes de cocaína duran-te un periodo de 12 semanas. Los pacientesfueron asignados al azar a los grupos desipra-mina 200 mg/día, amantadina 400 mg/día oplacebo, conjuntamente a tratamiento psico-social. A las 12 semanas no se observarondiferencias entre los tres grupos en los con-troles de orina positivos a cocaína, el “cra-ving” o los síntomas psiquiátricos. Tampocose apreciaron diferencias significativas en latasa de retención (desipramina 53% y place-bo 75%).

En un estudio de seguimiento, 43 de los 72pacientes que previamente habían participa-do en un ensayo clínico aleatorizado de 6semanas de duración, mostraban a los 6meses unos autoinformes de abstinencia decocaína significativamente mayores tras trata-miento con desipramina (44%) que con litio(19%) o placebo (27%). El grupo que recibióplacebo presentó mayor frecuencia de depre-sión (36% vs. 6%) y abuso diario de alcohol(36% vs. 15%) que los grupos con medica-ción activa. La capacidad de mantener la abs-tinencia de cocaína durante el ensayo de 6semanas fue el predictor más fiable de absti-nencia durante el seguimiento.

En un estudio ambulatorio realizado en 121abusadores de cocaína que recibieron deforma aleatoria psicoterapia y farmacoterapia(desipramina o placebo) sola o en combina-ción durante 12 semanas y que fueron reen-trevistados al mes, 3, 6 y 12 meses de finali-zado el tratamiento, en todos los grupos seobservó una disminución en el consumo decocaína y una mejoría en el funcionamientopsicológico. La desipramina disminuyó deforma significativa el consumo de cocaínacomparado con placebo en la semana 6 perono en la semana 12 de tratamiento y fue másefectiva para los cocainómanos menos gra-

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ves. En el periodo de seguimiento se pudocomprobar que persistía el efecto del trata-miento, siendo las medidas de consumo decocaína mejores o iguales.

También hay que destacar un estudio dobleciego entre desipramina y placebo realizadoen un grupo de 65 pacientes cocaínómanosen el que no se apreciaron diferencias entreel principio activo y el placebo.

Estudios en pacientes en mantenimiento

con agonistas

Diversos estudios indican que más de un40% de pacientes en programas de manteni-miento con metadona (PMM) presentanabuso de cocaína. Debido a esta elevada pre-valencia diversos estudios han evaluado laeficacia de la desipramina en esta población.En un estudio abierto realizado en 16 abusa-dores de cocaína en PMM, 8 de ellos recibie-ron desipramina y 8 unicamente metadona.Durante las ocho semanas de tratamientoaquellos pacientes que recibieron desiprami-na refirieron un menor “craving” y disforia,así como un menor uso de cocaína.

En otro estudio controlado realizado en 38pacientes en mantenimiento con metadona,24 de ellos recibieron desipramina frente a 14que recibieron placebo durante 84 días. Aque-llos que recibieron desipramina presentaronmenor sintomatología de abstinencia, “cra-ving”, disforia y menor consumo de cocaína.

En otro estudio doble ciego, aleatorizado yrealizado en pacientes en PMM, 35 recibie-ron desipramina y 18 placebo durante 72días, con resultados similares para ambosgrupos en uso de drogas y cocaína, activida-des ilegales, “craving” para la cocaína y con-troles de orina positivos a cocaína.

En un trabajo posterior se estudió de formacomparativa la desipramina frente a la aman-tadina y al placebo durante 56 días, sin quese apreciaran diferencias entre los fármacosactivos y el placebo, presentando el grupodesipramina un porcentaje de abstinentesinferior al grupo placebo (38 vs 55%).

Algunos autores han estudiado las concen-traciones plasmáticas de desipramina y sumetabolito hidroxilado en 72 pacientes trata-dos con desipramina por síntomas de depre-sión o abuso de cocaína. De estos últimos, 11se encontraban en mantenimiento con meta-dona y presentaron unas concentracionesplasmáticas del fármaco inferiores a las delos pacientes depresivos o a las de los cocai-nómanos que no estaban en mantenimientocon metadona, sin que estas diferenciaspudieran atribuirse a las dosis de desiprami-na. Estos resultados sugieren la necesidadde monitorizar las concentraciones plasmáti-cas de desipramina en los pacientes en man-tenimiento con metadona.

En un estudio doble ciego, controlado conplacebo, realizado durante 12 semanas en 94pacientes en PMM que cumplían criterios dedependencia de cocaína, no se hallaron dife-rencias entre la amantadina (300 mg/día), ladesipramina (150 mg/día) y el placebo en laretención en tratamiento y en el cumplimien-to de la medicación ya que más del 75% delos pacientes completaron las 12 semanas detratamiento. Aunque el abuso de cocaína fuemenor en el grupo desipramina en la cuartasemana, esta diferencia desapareció en laoctava semana.

En otro estudio doble ciego, aleatorizado ycontrolado con placebo, realizado durante 12semanas en 59 pacientes en PMM que cum-plían criterios de abuso de cocaína, la des-ipramina no se mostró superior al placebo. El59% de los pacientes completaron las 12semanas del estudio, y el 94% fueron reen-trevistados 1, 3 y 6 meses después del trata-miento. Las comparaciones basales vs lasemana 12, indicaron mejorías en ambos gru-pos. Durante las 12 semanas de tratamientofarmacológico y en el primer mes posterior,los controles de drogas en orina no fuerondistintos en ambos grupos, pero a los 3 y 6meses el grupo placebo presentó de formasignificativa menos controles de cocaína posi-tivos. En este mismo estudio se compararonaquellos pacientes con concentraciones plas-máticas calificadas como terapéuticas (150-300 ng/mL) con el grupo placebo, sin que

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tampoco se apreciaran diferencias entreambos fármacos.

En otro estudio doble ciego, aleatorizado,controlado con placebo y realizado en 22pacientes dependientes de cocaína incluidosen PMM, se estudió la eficacia de la desipra-mina en comparación con amantadina y elplacebo durante 12 semanas. En los tres gru-pos se observó una disminución significativaen el uso de cocaína, el “craving” y los sínto-mas depresivos, aunque sin diferencias entregrupos. Los pacientes con desipramina pre-sentaron sin embargo una mayor tasa deretención en tratamiento y un menor consu-mo de cocaína al final del estudio.

La eficacia clínica de la desipramina (150mg) también se ha estudiado en un ensayodoble ciego realizado durante 12 semanas en21 pacientes abusadores de cocaína en man-tenimiento con buprenorfina (8 mg), demos-trándose la superioridad de la desipraminafrente a la amantadina (300 mg) o la fluoxeti-na (60 mg) en la tasa de retención y en con-troles de orina para opiáceos y cocaína.

Todos estos resultados parecen evidenciarque la eficacia de la desipramina no es supe-rior al placebo. La principal desventaja del tra-tamiento con desipramina es el retraso de 2-3 semanas antes de que el fármaco seaefectivo, así como las elevadas tasas deabandono (20 a 50%), durante este periodoinicial. Por otra parte, se han descrito casosen los que la desipramina ha provocado unaumento del “craving” después de 1 mes detratamiento.

OTROS ANTIDEPRESIVOS

Otros antidepresivos utilizados para el tra-tamiento de la dependencia de cocaína son laDoxepina o la Maprotilina. En un estudioabierto, 9 de 11 abusadores de cocaína com-pletaron las 7 semanas de tratamiento conmaprotilina y 8 se mantuvieron abstinentesdurante un mes como mínimo utilizandodosis de 150-200 mg/día. Los pacientes refi-rieron menor “craving”, ansiedad, disforia o

depresión, sin embargo la mayoría de ellospresentaban otros diagnósticos psiquiátricoscomo trastorno depresivo mayor o trastornobipolar.

Los IMAOS, también han sido ensayadosen el tratamiento de la dependencia de coca-ína. En un estudio abierto realizado en 24pacientes tratados con fenelcina se obtuvie-ron buenos resultados, al igual que en otrotrabajo realizado en 26 pacientes utilizandodosis máximas de 90 mg/día. Se cree que lafenelcina corrige los defectos bioquímicoscausados por el consumo prolongado decocaína, es decir la deplección dopaminérgi-ca, noradrenérgica y serotonérgica. Sinembargo esta combinación farmacológicapresenta algunos riesgos, como la apariciónde crisis hipertensivas que ya fueron descri-tas en adictos a las anfetaminas, por lo queno es recomendable el uso combinado deestos dos fármacos por su posible letalidad.Recientemente ha aparecido otro estudio enel que se preconiza la utilización de losIMAOS como agentes aversivos, ante eltemor de una crisis hipertensiva caso de pro-ducirse un nuevo consumo de cocaína.

La implicación del sistema serotonérgicotambién ha sido estudiada en el campo de laadicción y así se han ensayado fármacoscomo el Bupropión, un antidepresivo desegunda generación, inhibidor de la recapta-ción de la serotonina y la dopamina. Este fár-maco se ha estudiado de forma abiertadurante 8 semanas en 6 pacientes en PMMdependientes de cocaína con unos buenosresultados. Sin embargo, en otro estudiodoble ciego, controlado con placebo y realiza-do en régimen hospitalario en 46 pacientesdependientes de cocaína, el bupropión se uti-lizó a dosis de 100 mg tres veces al día sinexcesivo éxito y en un ensayo clínico multi-céntrico, doble ciego en el que se compara-ron de forma aleatoria 300 mg/día de bupro-pión con placebo en 149 pacientes en PMMtampoco se observaron diferencias. En unintento por mejorar su eficacia también se haensayado conjuntamente con bromocriptinaaunque con resultados escasos.

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Otros estudios han utilizado la Trazodona,un antidepresivo no tricíclico que actúa basi-camente a nivel serotonérgico. En un estudiodoble ciego, realizado en 8 pacientes consu-midores, se compararon los efectos fisiológi-cos y subjetivos de 2 g/k de cocaína oral trasla administración previa de una dosis de 100mg de trazodona o placebo. La trazodona dis-minuyó algunos de los efectos inducidos dela cocaína, como aumento de la presión arte-rial, la midriasis y la disminución de la tempe-ratura cutánea, aunque no la euforia. Otrosautores, en un estudio abierto, refieren lareducción de los síntomas de abstinencia ydel deseo de consumo y recientemente seha ensayado con éxito en los trastornos con-ductuales inducidos por cocaína. La Nefazo-dona, un fármaco con un perfil farmacológicosimilar también ha sido ensayado en experi-mentación animal.

La Fluoxetina, un inhibidor selectivo de larecaptación de serotonina, ha demostrado sueficacia en una gran variedad de trastornospsiquiátricos como la depresión, el alcoholis-mo, el trastorno obsesivo compulsivo y lostrastornos de la alimentación. Así, se hanensayado dosis de 20 a 60 mg de fluoxetinaen combinación con terapia de aconsejamien-to en pacientes con dependencia de cocaína,obteniéndose los mejores resultados condosis de 20 a 40 mg en régimen ambulatoriodurante 12 semanas de tratamiento.

También se ha ensayado en pacientes abu-sadores de cocaína incluidos en PMM yseguidos durante un periodo de 1 a 6 meses.De estos 8 pacientes, 5 fueron capaces demantenerse abstinentes de cocaína (63%)durante los 6 meses del seguimiento. En otroestudio abierto realizado durante 9 semanasen 16 pacientes dependientes de cocaína yopiáceos incluidos en PMM (dosis media demetadona de 52 mg/día), se observó una dis-minución en el consumo declarado de cocaí-na, en los controles de orina y en el “craving”,así como pocos efectos secundarios ocasio-nados por la combinación de fluoxetina conmetadona y sin que se produjeran alteracio-nes en las concentraciones plasmáticas demetadona. En otro estudio doble ciego reali-

zado en 21 pacientes en mantenimiento conbuprenorfina (8 mg), la administración defluoxetina (60 mg) no fue superior a la des-ipramina (150 mg) o a la amantadina (300 mg)durante las 12 semanas de tratamiento en lorelativo a la tasa de retención en tratamientoo al número de controles de orina positivos aopiáceos o cocaína.

La Ritanserina, un antagonista 5-HT2, se haensayado con resultados dispares en animalde experimentación, por lo que aun no se hallevado a cabo ningún estudio en pacientesdependientes de cocaína. Los receptores 5-HT3 también han sido implicados en losmecanismos de la adicción, en base a unaposible disminución de la función dopaminér-gica en el SNC. En concreto, el Ondansetrón,un antagonista selectivo 5-HT3, parece ejer-cer su acción bloqueando los signos de absti-nencia de una variedad de agentes adictivos.Sin embargo, los resultados negativos obteni-dos sobre la abstinencia de cocaína en animalde experimentación no parecen avalar elpapel del sistema 5-HT3 como mediador delos efectos reforzadores de la cocaína. Tam-bién se ha observado que el ondansetrón blo-quea algunos de los efectos subjetivos de lasanfetaminas en voluntarios sanos o que laadministración conjunta de ondansetrón ycocaína en ratas impide el desarrollo de sen-sibilización y tolerancia a la cocaína así comode algunos efectos subjetivos.

La Sertralina, un antidepresivo inhibidorselectivo de la recaptación de serotonina,también ha sido ensayada en el tratamientode la dependencia de cocaína en un estudioabierto en medio ambulatorio realizado en 11pacientes dependientes de cocaína, en elque se pudo observar una disminución del“craving” y una mejoría de las funciones psi-cológicas.

OTROS TRATAMIENTOS FARMACOLÓGICOS

El Litio fue introducido inicialmente comoun agente bloqueante de la euforia inducida

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por cocaína en estudios no controlados y enpacientes con trastornos afectivos simultáne-os al uso de cocaína. En un estudio abiertocon 9 pacientes, se sugiere que el litio puedeser efectivo en un subgrupo de abusadoresde cocaína con trastorno bipolar o ciclotímicoy en casos de psicosis cocaínica. Sin embar-go, en un ensayo clínico abierto, el litio mos-tró escasa eficacia en 10 abusadores de co-caína y tan sólo aquellos pacientes con undiagnóstico comórbido de trastorno bipolarparecían responder a este fármaco. Este fár-maco se utiliza a dosis semejantes a lasadministradas para el trastorno bipolar (profi-laxis de la fase maníaca), (600-1800 mg/día)debiéndose mantener la litemia entre 0,6-1,2mmol/l. El litio parece ser de utilidad en lospacientes con el diagnóstico de personalidadciclotímica o de trastorno afectivo bipolar, nosiendo eficaz si no existen trastornos afecti-vos o si existen trastornos distímicos (depre-sión “neurótica crónica”). Por todo ello esimportante hacer una correcta valoración psi-quiátrica del paciente, ya que un 20-30% delos pacientes con dependencia de cocaínapadecen trastornos distímicos o bipolares.

En un estudio doble ciego, ambulatorio de6 semanas de duración en el que se comparóel litio con la desipramina o el placebo en 72pacientes dependientes de cocaína, el litiomostró una eficacia inferior a la desipraminaen la disminución del “craving” y en la tasade retención en tratamiento. De los 72pacientes que participaron en este ensayo,43 fueron seguidos a los 6 meses, observán-dose que los autoinformes de abstinencia decocaína fueron significativamente mayoresen los pacientes tratados con desipramina(44%) que en aquellos tratados con litio(19%) o placebo (27%). Incluso algunos auto-res consideran que la administración de litiopuede estar contraindicada en estos pacien-tes.

Partiendo de la hipótesis de que el “cra-ving” puede ser una manifestación neurofi-siológica del fenómeno del “kindling” se haensayado la eficacia de la Carbamacepina conresultados dispares tanto en animal de expe-rimentación como en humanos.

Estudios abiertos

En un ensayo realizado en 21 pacientescon un consumo de cocaína de seis años deduración, 6 de los 13 que aceptaron participaren el estudio, refirieron una disminución del“craving” y del número de días de consumode cocaína tras 100 días de tratamiento condosis de 200-400 mg/día de carbamacepina,mientras que en los 7 restantes se obtuvie-ron resultados parciales. En otro estudio rea-lizado en 16 consumidores de “crack”, la car-bamacepina fue eficaz en 7 pacientes yparcialmente eficaz en 6, declarando lospacientes una reducción en el número dedías de consumo de cocaína durante unperiodo de 100 días.

En otro estudio abierto realizado en 35usuarios de cocaína, 26 de ellos mostraronuna disminución variable del consumo decocaína, una correlación entre el grado decumplimiento de la medicación y la disminu-ción del consumo, la intensidad, frecuencia yduración del “craving” tras la administraciónde cocaína; sin que hubiera modificacionesen los 9 pacientes que no recibieron el fárma-co. Sin embargo, en este estudio los autoin-formes de uso de cocaína no se validaron concontroles de orina.

Estudios controlados

En un primer estudio doble ciego, cruzado,controlado con placebo, realizado durante 20días en 32 usuarios de “crack”, la carbamace-pina disminuyó de forma significativa elnúmero de controles de orina positivos acocaína en comparación con el placebo.

En 1995, en un mismo número de la revis-ta Drug and Alcohol Dependence se publica-ron los resultados de tres ensayos clínicosindependientes, doble ciego, sobre la eficaciade la carbamacepina en la dependencia decocaína que merecieron un comentario edito-rial justificando su publicación conjunta en lamedida que todos ellos mostraron resultadosnegativos. El primero de ellos es un estudioaleatorizado, doble ciego y controlado con

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placebo, en el que se administraron 600mg/día de carbamacepina a 40 varonesdependientes de cocaína. Durante las 12semanas de tratamiento no se apreciarondiferencias significativas entre fármacos en lorelativo al uso de cocaína, consumo de alco-hol y síntomas de ansiedad y depresión. A lostres meses de finalizado el tratamiento far-macológico, la única diferencia que pudoapreciarse fue que los sujetos tratados concarbamacepina refirieron un menor consumode alcohol. El segundo estudio se llevó acabo de forma doble ciego en 62 pacientesdependientes de cocaína que fueron tratadosdurante 8 semanas a nivel ambulatorio concarbamacepina o placebo. Durante este tiem-po pudo apreciarse en ambos grupos unaumento significativo en el número de con-troles de orina negativos a cocaína, una dis-minución en el uso de cocaína (cantidad dedinero gastada y cantidad de cocaína consu-mida), así como una disminución en los sínto-mas de depresión y psicopatología general.Sin embargo no pudieron apreciarse diferen-cias entre la carbamacepina y el placebo. Elúltimo estudio se realizó en 82 sujetosdependientes de cocaína que durante 10semanas fueron asignados a tratamiento deforma aleatoria y doble ciego con carbamace-pina o placebo. Ambos grupos no presenta-ron diferencias en la tasa de retención en tra-tamiento, muestras de orina positivas acocaína y deseo de consumo o efectossecundarios referidos por los pacientes.

Algo similar ocurrió en un estudio dobleciego comparativo de carbamacepina condesipramina y placebo realizado en un grupode 65 pacientes cocaínómanos que participa-ron en un programa de tratamiento en régi-men ambulatorio.

En un estudio de reciente publicación, se haobjetivado que dosis de 400 mg/día de carba-macepina y las concentraciones plasmáticasde este fármaco se correlacionan con unareducción en las determinaciones urinariaspositivas de cocaína, con una disminución del“craving”, del número de días de consumo ycon una mayor retención en tratamiento.

Estudios en pacientes en mantenimiento

con metadona

En un ensayo clínico abierto realizado en 12pacientes en PMM, seis de ellos estuvieronen tratamiento con carbamacepina durante144 días refiriendo una disminución en el usode cocaína que fue documentada por contro-les de orina realizados al azar. Por el contrario,los seis pacientes que sólo tomaron el fárma-co durante unos 17 días no mostraron ningúncambio en sus consumos de cocaína.

A todos estos estudios habría que añadir elposible potencial de abuso de la carbamace-pina en algunas subpoblaciones de pacientesalcohólicos o toxicómanos y sus posiblesefectos secundarios de tipo hematológico.

Otros estudios

En un estudio doble ciego, cruzado y con-trolado con placebo se determinaron los efec-tos de la carbamacepina tras una dosis únicade cocaína base fumada. Seis pacientes varo-nes usuarios de cocaína recibieron 400 mgde carbamacepina o placebo, durante unperiodo de 5 días cada uno. Al final de los 5días, se administraron 40 mg de cocaínafumada. En los pacientes del grupo carbama-cepina se observó un aumento significativode la frecuencia cardíaca y de la presión arte-rial diastólica en comparación con el grupoplacebo, sin que se observara ninguna modi-ficación de los efectos subjetivos. Por estarazón, los autores aconsejan precaución en eluso de la carbamacepina para el tratamientodel abuso de cocaína puesto que puedeincrementar los efectos cardiovasculares dela cocaína. No obstante algunos autores con-sideran que el hecho de que la retención entratamiento fuera más alta que con placebodurante las 6 primeras semanas de trata-miento y que el consumo de alcohol fueramenor debe tenerse en cuenta a la hora deevaluar la posible indicación de este fármaco.

PRECURSORES DE LOS NEUROTRANS-

MISORES

Puesto que la administración prolongadade cocaína produce una deplección de dopa-

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mina, noradrenalina y serotonina con unahipersensibilidad resultante de los recepto-res, algunos autores recomiendan el uso deaminoácidos, solos o en combinación conantidepresivos, para el tratamiento de lospacientes adictos a cocaína. El L-Triptófano esel aminoácido precursor de la serotonina, y laL-Tirosina el precursor de la dopamina y lanoradrenalina. La razón de su uso es quepueden facilitar o inducir la síntesis y la res-tauración de los depósitos depleccionados delos neurotransmisores implicados. Sin embar-go, su eficacia no ha sido establecida. En ani-mal de experimentación, el L-triptofano redu-jo la conducta de refuerzo inducida porinfusiones de cocaína.

En un estudio realizado en 25 pacientesabusadores de cocaína, la asociación de pre-cursores con imipramina produjo unos resul-tados positivos, con una menor sintomatolo-gía de abstinencia, “craving” y consumo decocaína. Sin embargo, en un estudio poste-rior no se ha confirmado que la administra-ción de aminoácidos afecte al “craving” o aluso de cocaína. Así en un estudio doble ciegode 6 meses de duración realizado en mediohospitalario en 29 sujetos dependientes decocaína, la administración de estos precurso-res no disminuyó de forma significativa lossíntomas de abstinencia o el “craving” haciala cocaína. También se ha ensayado la utiliza-ción de L-Triptófano como modulador de lareactividad frente a estímulos de consumo,por lo que podría ser un factor implicado enlos procesos de recaída.

Además en un reciente estudio se ha com-probado la relación entre un síndrome carac-terizado por eosinofilia y mialgia y la adminis-tración de triptófano, por lo que no serecomienda la utilización de este precursorpara el tratamiento de la dependencia decocaína hasta que este trastorno fatal hayasido suficientemente clarificado.

AGONISTAS Y ANTAGONISTAS OPIOIDES

Otra estrategia utilizada para el tratamientodel abuso de cocaína en pacientes en PMM

es incrementar las dosis de Metadona. Diver-sos estudios han examinado la eficacia dedosis altas vs bajas de metadona en la pre-vención del abuso de distintas sustancias,incluyendo la cocaína. La disminución de ladosis de metadona en respuesta al abuso decocaína en estos pacientes disminuye por logeneral la eficacia del tratamiento de ladependencia de opiáceos. En cuatro estudiosse ha examinado el efecto producido por elaumento de la dosis de metadona en combi-nación con un aumento de las tomas domici-liarias, en pacientes con abuso de cocaína yotras drogas incluidos en PMM. En el primerestudio, el aumento de la dosis de metadonano ocasionó ningún efecto. En el segundoestudio se observó que la combinación dedosis altas (80 vs 50 mg) con un aumento delas tomas domiciliarias (5 vs 2 tomas porsemana) fue más efectiva. En ambos estu-dios se asoció una variable no farmacológica(tomas domiciliarias) con una variable farma-cológica, no pudiéndose diferenciar el efectoaislado producido por el aumento de la dosisde metadona. En el tercer estudio se siguió laestrategia de aumentar o disminuir las dosisde metadona en función del consumo decocaína, observándose que el incremento delas dosis de metadona consiguió una absti-nencia de cocaína en un 80% de los pacien-tes, frente a un 33% en el grupo en el que seredujeron las dosis. En el cuarto estudio elaumento en las dosis de metadona en 6pacientes también se acompañó de una dis-minución del consumo de cocaína al alcanzaruna dosis media de metadona de 115 mg/día.

La Naltrexona. Ya en 1976 se planteó lahipótesis de que los antagonistas opioidespodían bloquear el efecto euforizante de lacocaína. Aunque en los primeros ensayosrealizados en animal de experimentación nose observó este efecto, estudios más recien-tes han podido constatar que la administra-ción de naltrexona conlleva una disminuciónen la autoadministración de cocaína, confir-mando la participación del sistema opioide enel refuerzo inducido por cocaína y sugiriendoque la naltrexona ejerce este efecto a travésde su acción en el SNC.

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En estudio realizado en nuestro país en 50pacientes dependientes de opiáceos, seobservó un aumento en el consumo de alco-hol y una disminución en el consumo decocaína tras la administración de naltrexona;y en nuestra propia experiencia, en un estu-dio doble ciego, controlado con placebo reali-zado en pacientes dependientes de heroínaque también consumían cocaína, aquellosque recibieron naltrexona (50 mg/día) a lolargo de 6 meses de tratamiento presentaronuna disminución en el consumo de cocaína yuna menor positividad en los controles deorina en comparación con el grupo placebo.

La Buprenorfina es un opioide sintético conun interesante perfil farmacológico, compor-tándose como un agonista parcial o biencomo antagonista frente a los agonistaspuros bloqueando sus propiedades reforzado-ras. Su administración en animal de experi-mentación produce una marcada disminuciónde la autoadministración de cocaína mientrasque en humanos se han descrito resultadospositivos en un grupo de 41 pacientes depen-dientes de opioides que también utilizabancocaína y fueron tratados con buprenorfina ocon metadona. Entre aquellos pacientes querecibieron buprenorfina, los controles deorina indicaron una menor utilización de coca-ína en comparación con el grupo metadona.En un estudio realizado en 138 adictos aopioides se comprobó que fármacos como lanaltrexona o la buprenorfina disminuían elconsumo de cocaína de 5 a 8 veces en com-paración con el tratamiento con metadona.Asimismo, en un estudio abierto utilizandodosis de 4 y 8 mg de buprenorfina para el tra-tamiento de 22 pacientes con el doble diag-nóstico de dependencia de opiáceos y cocaí-na, la retención en tratamiento fue del 91% alas 12 semanas, observándose una disminu-ción en el uso de opiáceos y cocaína y en el“craving”, y con unos mínimos efectos secun-darios con ambas dosis. Sin embargo, en unestudio doble ciego realizado en 51 pacientescon doble diagnóstico y comparando la meta-dona con la buprenorfina, ambos fármacosmostraron igual eficacia en la retención entratamiento, y en los controles de orina posi-

tivos para opiáceos y cocaína. También enotro estudio doble ciego realizado durante 24semanas en 110 pacientes dependientes deopioides y cocaína, no se observó que labuprenorfina fuera superior a la metadona enel consumo de cocaína.

En otro estudio se evaluó si dosis elevadasde buprenorfina y metadona presentaban unaeficacia superior que dosis bajas de ambosfármacos para disminuir la utilización de opiá-ceos ilegales, y comprobar asimismo si labuprenorfina era superior a la metadona en ladisminución del consumo de cocaína. Untotal de 116 pacientes fueron asignados alazar a cuatro grupos de tratamiento de man-tenimiento con dosis altas o bajas diarias debuprenorfina sublingual (12 o 4 mg) o demetadona (65 o 20 mg) en un diseño dobleciego de 24 semanas de duración. Las varia-bles de resultado fueron la retención en trata-miento y el consumo de opiáceos ilegales yde cocaína, mediante la determinación toxi-cológica en orina y los autoinformes de lospacientes. Se observaron unos efectos signi-ficativos del tratamiento de mantenimientocon ambos fármacos en las tasas de consu-mo de opiáceos ilegales, sin observarse dife-rencias significativas en la tasa de retenciónen tratamiento o en las tasas de consumo decocaína. La proporción de controles de orinapositivos fue menor en el grupo de 65 mg demetadona (45%), seguido del grupo de 12mg de buprenorfina (58%), del de 20 mg demetadona (72%) y del de 4 mg de buprenor-fina (77%). Se detectó un contraste significa-tivo entre el grupo de pacientes que recibie-ron 65 mg de metadona y los dos grupos detratamiento a dosis bajas, y entre el grupo de12 mg de buprenorfina y los dos grupos detratamiento a dosis bajas. Estos resultadosavalan la superioridad de dosis altas debuprenorfina o metadona en los programasde mantenimiento, frente a la utilización dedosis bajas, en relación con la reducción deluso de opiáceos ilegales. Sin embargo, noavalan la superioridad de la buprenorfina fren-te a la metadona en la disminución del con-sumo de cocaína en pacientes en programasde mantenimiento.

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FÁRMACOS EN FASE EXPERIMENTAL

Muchos otros fármacos han sido ensaya-dos para el tratamiento de la dependencia decocaína como: flupentixol, buspirona, gepiro-na, nifedipina, amperocide, clorhidrato de m-clorofenilpiperacina, fenfluramina, disulfiram,alfa-metil-paratirosina, gabapentina, baclofeny un largo etcétera, si bien la mayoría de ellosse encuentran en fase experimental (16,17).También se ha planteado la combinación dediversos fármacos para mejorar la eficacia detratamientos aislados o bien para tratar la fre-cuente asociación entre el consumo de coca-ína y otras sustancias, así se ha planteado lautilización de naltrexona en pacientes conconsumos de cocaína y alcohol.

Otra de las estrategias terapéuticas ensa-yadas consiste en considerar a las drogascomo agentes infecciosos, desarrollandovacunas para inducir inmunidad frente a losefectos negativos de su uso. Diversos estu-dios han demostrado que es posible vacunare inducir inmunización activa contra los efec-tos psicoestimulantes de la cocaína (19,20).Sin embargo, este tipo de vacuna no secorresponde totalmente con el concepto clá-sico de vacunación y con la efectividad alargo plazo de las vacunas recibidas en lainfancia. En definitiva, se ha demostrado quela inmunización activa contra la cocaína o quela transferencia pasiva de anticuerpos antico-caína es capaz de neutralizar los efectos psi-coestimulantes y reforzadores de la cocaínaal impedir su llegada al cerebro o bien deantagonizar de forma reversible una conductaaprendida de autoadministración de cocaína.En su aplicación terapéutica en humanos, losanticuerpos formados tras la vacunación neu-tralizarían un consumo posterior, pero en lamedida que los anticuerpos antidroga forma-dos tras la vacunación tienen una efectividadlimitada en el tiempo y que las drogas noposeen por sí mismas capacidad inmunogéni-ca, resulta evidente que se requerirá unavacunación periódica y frecuente para poderproteger contra los efectos de estas sustan-cias (25).

PSICOTERAPIA VS FARMACOTERAPIA

Un aspecto relevante en el tratamiento dela dependencia de cocaína es el estudio de laeficacia de la combinación de farmacoterapiay psicoterapia. En un interesante estudio ale-atorizado se ha comparado la combinación depsicoterapia con farmacoterapia (desipraminao placebo) en un ensayo clínico realizado anivel ambulatorio en 139 abusadores de coca-ína. Aunque todos los pacientes experimenta-ron alguna mejoría, ningún tratamiento mos-tró un efecto significativo hasta las 12semanas. Durante las primeras 6 semanasde tratamiento, la desipramina fue más eficazque el placebo pero no a las 12 semanas.Puesto que se detectó una respuesta diferen-cial a los distintos tratamientos en distintossubgrupos de pacientes (como aquellos consíntomas depresivos o con una mayor grave-dad de la adicción), el estudio enfatiza lanecesidad de desarrollar tratamientos espe-cializados para distintos subtipos de abusado-res de cocaína (26).

Aunque las alternativas propuestas sonmuy interesantes, desde un punto de vistateórico se requiere la realización y publicaciónde estudios controlados doble ciego y conasignación al azar para evaluar la correcta efi-cacia clínica de todos los fármacos y trata-mientos psicológicos mencionados anterior-mente (9). En líneas generales, lasestrategias utilizadas para el tratamiento delos cocainómanos son adaptaciones de aque-llos esquemas utilizados para la dependenciade heroína u otras drogas. Los ensayos clíni-cos abiertos son el primer paso para la eva-luación de nuevos fármacos. Sin embargo,hay que tener en cuenta que existe una ele-vada correlación entre el cumplimiento de lamedicación prescrita (independientementedel fármaco ensayado) y el resultado clínico.Así, paradojicamente, en ensayos clínicossobre eficacia farmacologica, el cumplimientodel fármaco prescrito puede deberse más alas características de los individuos y/o al pro-grama de tratamiento que a la eficacia intrín-seca de la medicación. Los pacientes quevoluntariamente toman la medicación prescri-

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ta en estos estudios abiertos, pueden sersimplemente más cumplidores, tanto con lamedicación como con el objetivo de alcanzarla abstinencia. Por otra parte, muchos hallaz-gos obtenidos en ensayos clínicos abiertos ocon muestras pequeñas no se reproducencuando estos estudios se realizan de formarigurosa en condiciones doble ciego. Por estarazón, los ensayos clínicos controlados y ale-atorizados son también esenciales para esta-blecer el nivel de eficacia de los tratamientosen el terreno de la adicción. La aleatorizaciónelimina el sesgo de la asignación a tratamien-to, garantiza la validez estadística y equilibralos grupos de tratamiento (5).

CONCLUSIONES

Aunque actualmente no existe consensosobre el tratamiento de la adicción a cocaína,recientemente se han producido una serie deavances tanto en experimentación animalcomo en humanos. Todos los abordajes tera-péuticos comparten unos objetivos comunes:mantener el paciente en tratamiento, conse-guir la abstinencia y prevenir la recaída. Unaserie de fármacos como los agonistas y anta-gonistas dopaminérgicos y opioides y los fár-macos serotonérgicos han sido ensayados enel tratamiento de la dependencia de cocaína.Sin embargo tan sólo unos pocos handemostrado ser eficaces en estudios dobleciego, y en muchos casos los resultadospositivos iniciales no han sido confirmadosposteriormente (27). Las intervenciones detipo no farmacológico también se han ensa-yado con relativa eficacia, con especial énfa-sis en aquellos métodos que pueden dismi-nuir el “craving” o las recaídas. Los estudiosactuales sugieren que la combinación de tera-pias farmacológicas y conductuales o cogniti-vas son las que ofrecen mejores resultadosen el tratamiento de estos pacientes.

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VOL. 13. SUPLEMENTO 2 209

Tratamiento del consumo de cocaína.Integrando psicoterapia y farmacoterapia

SOLÉ PUIG, J.

Psiquiatra

Enviar correspondencia: Complejo Asistencial en Salud Mental Benito Menni, C/ Dr. A. Pujadas 38, 08830 Sant Boi de Llobregat, Barcelona. E-mail: [email protected]

RESUMEN

Puesto que el consumo de cocaína está aumentan-do en España entre adultos jóvenes y adolescentes ytiene consecuencias médicas y legales potencialmen-te graves, hay que redoblar esfuerzos para mejorarlos resultados terapéuticos. Hay disponibles diferen-tes enfoques farmacológicos y psicoterapéuticos, porlo que hay que prever desarrollos prometedores enambas modalidades de tratamiento. Pero suelen abor-darse de forma no integrada, por lo que se desapro-vechan oportunidades de mejora de resultados.Debería aspirarse a una doble integración terapéutica:la integración entre farmacología y psicoterapia, y laintegración entre enfoques psicoterapéuticos diferen-tes. Todavía se carece de indicaciones específicassegún trastorno tanto farmacológicas como psicote-rapéuticas. La farmacoterapia para la cocaína y otrasdrogas aún se basa en los antidepresivos y la medica-ción psiquiátrica disponible, y la psicoterapia en losenfoques individuales, grupales y familiares disponi-bles en los entornos asistenciales de salud mental.Se propone una visión integrada del tratamiento delconsumo problemático de cocaína como sistema máseficaz de abordaje.

Palabras clave: cocaína, dependencia, tratamiento,farmacología, psicoterapia.

SUMMARY

Since cocaine use is increasing among Spanishyoung adults and teenagers and causes potentiallysevere medical and legal consequences, efforts mustbe made to increase treatment outcomes. Differentpharmacological and psychotherapeutic approachesare available, so that promising developments can beforeseen in both treatment modalities. Still, both arecarried out in a not integrated basis. In doing so, bet-ter outcome opportunities are wasted. Double treat-ment integration should be aimed: the integrationbetween pharmacology and psychotherapy, and theintegration among different psychotherapeutic appro-aches. Still, disorder-specific pharmacological andpsychotherapeutic indications are lacking. Pharmaco-therapy of cocaine and other drugs is still relying onantidepressants and the usual psychiatric medication,and psychotherapy on the individual, group and familypsychotherapeutic approaches available in mentalhealth settings. An integrated view of cocaine abusetreatment is necessary to be successful.

Key words: cocaine, dependency, treatment, phar-macology, psychotherapy

Sherlock Holmes cogió su frasco ... y su aguja hipodérmica... “¿Cuál toca hoy?”, pregunté.“¿Morfina o cocaína?.” Levantó los ojos lánguidamente... “Cocaína”, dijo; “una solución alsiete por ciento. ¿Quiere probarlo?” “No, por supuesto”, respondí bruscamente... Sonrió antemi vehemencia. “Quizá tenga usted razón, Watson”, dijo. “Supongo que es una mala influen-cia física. Pero lo encuentro tan trascendentalmente estimulante y clarificador para la menteque su acción secundaria es cosa de un momento.”

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1. INTRODUCCIÓN

La cocaína se ha convertido en sustanciade consumo creciente en España ymerece mayores esfuerzos terapéuticos

por la gravedad de sus consecuencias psi-quiátricas y médicas (San et al, 1996). Lostrastornos relacionados con la cocaína se dancon más frecuencia entre adolescentes yadultos jóvenes (Observatorio Europeo de lasDrogas y las Toxicomanías, 1999). El indicadortratamiento del Observatorio Español sobreDrogas (Plan Nacional sobre Drogas, 2000)ha demostrado que, frente al descenso deadmisiones a tratamiento por heroína, a fina-les de la década de 1990 hubo un importanteaumento de las admisiones a tratamiento porconsumo de cocaína -más de un 11%- lla-mando la atención el rápido ritmo de creci-miento de estas admisiones pues en sólodos años, de 1996 a 1998, se duplicó. La pre-valencia del consumo de cocaína es en laactualidad elevado y ha ido aumentando enlos últimos años. La cocaína es el estimulan-te epidémicamente más consumido despuésde la nicotina. La cocaína es la segunda sus-tancia, después de la heroína, más mencio-nada como generadora de urgencias, con unaumento importante en los últimos años:30% en 1997 y 37% en 1998. La prevalenciade este consumo entre escolares es elevaday creció significativamente en la década ante-rior (Plan Nacional sobre Drogas, 2000). Losindicadores de oferta como las incautacionesseñalan un aumento sostenido de la presen-cia de cocaína en todos los mercados euro-peos (Observatorio Europeo de Drogas y deToxicomanías, 1999).

Fumar cocaína implica una progresión másrápida desde el consumo hasta el abuso o ladependencia que cuando se esnifa, es decir,cuando se consume fragmentada en polvoque se inhala por vía intranasal que es laforma más utilizada (Smelson et al, 1999).

Hoy día está claro que el consumo decocaína conlleva alteraciones mentales nopocas veces graves (Ochoa E, 2000) y enalgunos casos, mortales (Ruttenber et al,1999). Los daños neuroconductuales que pro-duce serían dosisdependientes (Bolla et al,1999).

2. ABORDAJE TERAPÉUTICO

El abordaje terapéutico integrado, es decir,la integración de farmacoterapia y psicotera-pia, es lo que se considera actualmentecomo el abordaje de elección. Ello facilitaalcanzar los objetivos del tratamiento en lospacientes con trastornos por consumo decocaína. El epígrafe del tantas veces citadotexto del Dr. Arthur Conan Doyle utilizadopara encabezar el artículo, ilustra, precisa-mente, que en el tratamiento de adiccionesse hace imprescindible tener en cuenta lamotivación e influir técnicamente en ella pormedio de la psicoterapia. En sustancias quecomo la cocaína carecerían de síndrome deabstinencia físico fácil de observar, los aspec-tos psicosociales del tratamiento cobranmayor importancia si cabe. Tratamiento inte-grado, en fin, quiere decir que enfocamos elproceso terapéutico intentando abarcar todala complejidad biopsicosocial de los consumi-dores problemáticos de cocaína, y por ellojunto a la farmacoterapia incluimos la psicote-rapia, los abordajes individual, familiar y gru-

Tratamiento del consumo de cocaína210

“¡Pero considérelo bien!” exclamé seriamente. “¡Piense en lo que puede costarle! Puedeque su cerebro, tal como usted dice, se active y excite, pero esto es un proceso patológico,morboso, que implica cambios progresivos en los tejidos y que como mínimo puede dejarleuna fatiga permanente. También sabe cuán negro lo ve usted todo una vez pasados los efec-tos. Está claro que no vale la pena. ¿Porqué usted, sólo por un mero placer pasajero, searriesga a perder las grandes facultades con que ha sido agraciado?”“...Es que detesto la necia rutina de la existencia. Yo anhelo (I crave) la exaltación mental...”

A. CONAN DOYLE

El Signo de los Cuatro

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pal y las intervenciones de índole informativay terapéutica.

En general, la elección de un centro para eltratamiento se basa en las características clí-nicas del paciente, sus preferencias, lasnecesidades terapéuticas y las alternativasdisponibles (Beck, 1991). Al igual que ocurrecon el tratamiento de los demás pacientes,en pacientes consumidores de cocaína debeoptarse por el entorno (setting) terapéuticomenos restrictivo y que menos interfiera enla vida cotidiana, siempre que sea capaz dealbergar un tratamiento seguro y lo más efi-caz posible.

Está claro que la mayor parte de consumi-dores problemáticos de cocaína pueden sertratados eficazmente en programas ambula-torios, tan válidos como el tratamiento hospi-talario y, por definición, más eficientes en términos de relación coste/beneficio (Com-pendium 2000). Los tratamientos que hanresultado eficaces en determinadas poblacio-nes de pacientes con abuso de cocaína sonlos de litio en pacientes con un trastornobipolar y los antidepresivos en pacientes condepresión (Ochoa, 2000). Sin embargo,teniendo en cuenta los datos existenteshasta la fecha, no cabe prever que estos tra-tamientos por sí solos reduzcan el consumode cocaína, por lo que debe acompañarse detratamiento psicosocial apropiado (Washtonet al, 1988).

2.1.Tratamiento de la intoxicación

Dado que no existe un antídoto específicopara la cocaína, el tratamiento es de tipo sin-tomático y de apoyo (San et al, 1996). La into-xicación por cocaína puede inducir deliriosparanoides. Aunque los neurolépticos son efi-caces, muchos individuos se recuperanespontáneamente en unas horas al cesar elconsumo de cocaína, por lo que no suelenrequerir tratamiento. Los pacientes que pre-sentan agitación psicomotriz pueden requerirsedación con benzodiacepinas o con neuro-lépticos; la administración puede ser oral oparenteral.

El consumo agudo de cocaína puede pro-ducir hipertensión, taquicardia y crisis convul-sivas. Los datos obtenidos en animales y laexperiencia clínica sugieren que debe evitar-se los bloqueadores adrenérgicos y los anta-gonistas dopaminérgicos en el tratamientode la intoxicación aguda por cocaína. Las ben-zodiacepinas se utilizan con frecuencia en laintoxicación aguda por cocaína, y se han des-crito también resultados favorables conenfriamiento ambiental. No hay pruebas deque los medicamentos anticonvulsivos per-mitan prevenir las crisis epilépticas inducidaspor la cocaína, por lo que hay que contraindi-car su empleo para este fin (Galaner & Kle-ber, 1999).

En resumen, y según sea la sintomatologíaque muestre el caso de sobredosis, la con-ducta terapéutica a seguir es la siguiente(American Psychiatric Association, 1995):implantar tratamiento cardiorrespiratoriocuando haga falta, efectuar lavado gástrico yadministrar carbón activado si la ingesta seha producido en las últimas 2 o 3 horas, tratarla hipertermia con enfriamiento externo yparacetamol, tratar la arritmia cardiaca conantiarrítmicos e incluso cardioversión, tratarlas crisis hipertensivas con nifedipina o capto-pril por vía sublingual, y tratar las convulsio-nes tónico-clónicas generalizadas con diace-pán por vía intravenosa. En este último casohabrá de haber ulterior derivación neurológi-ca. En caso de intensa agitación psicomotriz,el paciente tendrá que estar en ambientetranquilo, desaferentizado, sometido a suje-ción mecánica si es preciso. También deberárecibir benzodiacepinas.

2.2.Tratamiento del síndrome

de abstinencia

La interrupción del consumo de cocaína nosuele causar síntomas de abstinencia. Lo fre-cuente es la abulia y el deseo de consumir denuevo. Sin embargo, hay personas que expe-rimentan síndrome de abstinencia entrepocas horas y varios días después del ceseagudo o en plena reducción de un consumo

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intenso y prolongado de cocaína (Washton,1989).

Las características clínicas y la duración delsíndrome de abstinencia de cocaína soncuestiones todavía discutidas y mal definidas.Se suele hablar de una fase aguda de sensa-ción de gran “bajón” (crash), un periodo dedeprivación menos pronunciado, y una fasede extinción que dura de 1 a 10 semanas(American Psychiatric Association, 1995).

El síndrome de abstinencia agudo seobserva después de periodos de consumofrecuente a dosis altas. Puede haber sensa-ciones intensas y desagradables de depre-sión y fatiga, acompañadas a veces de ideasde suicidio, pero lo usual son síntomas relati-vamente leves de depresión, ansiedad, apa-tía, insomnio o hipersomnia, enlentecimientopsicomotor, y aumento de apetito, todo locual va desapareciendo a lo largo de días osemanas. Hay que señalar aquí que consumircocaína puede estar parcialmente motivadopara control del propio peso (Cochrane et al,1998), tal como sucede con el consumo denicotina.

Hace algún tiempo se pensó que agonistasde la dopamina como la amantadina seríaneficaces para reducir los síntomas de absti-nencia de cocaína, el deseo de la droga y elconsumo posterior de la misma, pero no seha logrado confirmar. De igual modo, losestudios con bromocriptina no han prospera-do. Es posible que exista un subgrupo depacientes que respondan a alguna forma defarmacoterapia con reducción del deseo de ladroga y, posteriormente, con disminución delconsumo. Sin embargo, hasta la fecha losdatos de investigación son poco convincen-tes (Compendium 2000).

2.3.Tratamiento sintomático antipsicótico

Debe conocerse el tratamiento de los cua-dros psicopatológicos por consumo de cocaí-na, para cuya evaluación nos valdremos delos libros de referencia diagnósticos DSM-IVo CIE-10 . El tratamiento de las psicosis porsustancias incluye situar al paciente en

ambiente desaferentizado, es decir muy tran-quilo, efectuando sujeción mecánica en casode agitación o inquietud psicomotriz. Inicial-mente es mejor indicar benzodiacepinas queneurolépticos, pues con éstos cabe el riesgode empeorar la hipertermia y aumentar elriesgo de crisis convulsivas. De todos modos,es usual indicar haloperidol por vía intramus-cular.

En caso de que persista el cuadro psicóti-co, el psiquiatra deberá prescribir neurolépti-cos. De primera intención quizá optemos porlos de última generación como la risperidona,la olanzapina o la quetiapina, por el plus detolerabilidad que se acepta tienen los atípi-cos. Sin embargo, también puede recomen-darse la clorpormacina en dosis alrededor de75 mg/día, pues presenta una semivida deeliminación (t1/2) lenta, unas 30 horas, sien-do todavía el patrón de referencia de losantipsicóticos. Se obtienen también excelen-tes resultados con tioridazina (t1/2 tambiénde unas 30 horas) y levomepromazina (t1/2entre 16 y 77 horas). Ello es extensible tam-bién al haloperidol, con una t1/2 algo menor,de unas 18 horas. La t1/2 de la 9-hidroxi-ris-peridona, el metabolito activo de la risperido-na, es de unas 24 horas, suficiente tambiénpara neutralizar el efecto psicotomimético dela cocaína. La semivida de la cocaína es de 7a 13 horas. La semivida de eliminación de lacocaína, al contrario que en el caso de loscannabinoides (en que su vida media prolon-gada favorecería la indicación de antipsicóti-cos de parecida cinética lenta), no hace quetengamos que decantarnos por neurolépticosde farmacocinética disímil a la media, por loque en la práctica utilizaremos los usuales. Lapsicotomímesis por cocaína se manifiestadurante las primeras horas siguientes a lainhalación o ingesta. De ahí que también neu-rolépticos de vida media más breve que losenumerados más arriba, como la perfenacina,loxapina, y clozapina, con t1/2 que no rebasanlas 12 horas, se adapten bien al periodo acubrir y den una buena respuesta antipsicóti-ca. En la práctica todos los neurolépticos pue-den ser indicados. Lo importante es que elmédico prescriba el neuroléptico con el que

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se halle más familiarizado. En el momento desalir a la luz este trabajo son de primera elec-ción los antipsicóticos olanzapina, risperido-na, quetiapina y flupentixol, por un perfil detolerabilidad acorde con los estándares actua-les.

El diagnóstico de delírium por cocaína, raropero existente (Ruttenber et al, 1999), obligaa la monitorización hidroelectrolítica del enfer-mo, como si de un delírium tremens se trata-ra. El tratamiento de urgencia puede ser laadministración intramuscular de 25-50 mg declorpromacina o de 5-10 mg de haloperidol,aunque también de 10 mg o más de diacepáno 50 mg o más de clorazepato (Compendium2000). Puede estar indicado administrar tam-bién antipsicóticos en el síndrome de absti-nencia por cocaína, pues no pocas veces apa-recen síntomas de la serie psicótica yentonces vale la pena prevenir complicacio-nes en este sentido.

Los antidepresivos son los medicamentosmás prescritos para afrontar el consumo decocaína y también de anfetaminas. Quedaclaro que se trata de una indicación genérica.En este campo hay que reiterar que todavíano disponemos de una medicación específica(San et al, 1996), que puede tardar en llegar.Además de tricíclicos como la imipramina,puede prescribirse inhibidores selectivos dela recaptación de serotonina como fluoxetina,paroxetina, fluvoxamina, sertralina y citalo-pram, por su mayor tolerabilidad. Aunqueapenas se dispone de experiencia con venla-faxina, nefazodona, mirtazapina y reboxetina,su uso en medicina de la adicción tambiénparece prometedor (American PsychiatricAssociation, 1995).

En cuanto a las reacciones adversas,ansiosas, por intoxicación aguda reciente, hayque indicar lavado gástrico y, eventualmente,administrar benzodiacepinas vía oral y/o víaparenteral (Galanter & Kleber, 1999).

2.4. Farmacoterapia para cocaína

Aunque diversos estudios han presentadoresultados prometedores con el empleo de

diversos agentes farmacológicos, no hay nin-guna medicación con la que se haya demos-trado una eficacia clara en el tratamiento dela dependencia de la cocaína (San et al,1996). Por ello no hay que tener prisa paraindicar farmacoterapia como medida inicial enlos pacientes consumidores de cocaína o deanfetaminoides. Sin embargo, en pacientescon abuso o dependencia de cocaína gravesy en quienes no responden al tratamientopsicosocial habría de indicarse antidepresivose incluso ansiolíticos, esto último con cautelapor el indudable riesgo de adicción a las ben-zodiacepinas. Medicaciones más eficaces yespecíficas deberían aparecer en un futuro.

Se han venido estudiando numerosasmedicaciones diferentes en la búsqueda deun tratamiento farmacológico eficaz. Lamayor parte de estas investigaciones se hanvisto dificultadas por problemas metodológi-cos, como la falta de controles adecuados yde medidas homogéneas de evaluación delos resultados (por ejemplo, análisis de orinaen vez de notificación propia), falta de estan-darización del tipo y la “dosis” de las inter-venciones psicosociales acompañantes, faltade claridad respecto a la importancia deldeseo de droga (craving) en el mantenimien-to de la dependencia de la cocaína, el papeldel deseo de la droga en el curso natural delsíndrome de abstinencia cocaínica no tratado,y falta de coincidencia en cuanto a definir elcraving (Galanter & Kleber, 1999).

Los medicamentos investigados han sido,entre otros, la desipramina, carbamazepina,pergolida, L-dopa/carbidopa, fluoxetina, flu-pentixol, bupropión, amantadina y maprotili-na. Todos estos fármacos han presentadoresultados más o menos prometedores, aun-que en ensayos no controlados y relativa-mente pequeños. No se recomienda el usodel IMAO fenelcina por riesgo de crisis hiper-tensivas durante las recaídas cocaínicas(American Psychiatric Association, 1995).

El agonista-antagonista opiáceo mixtobuprenorfina pareció presentar tambiénresultados prometedores en ensayos clínicosde diseño abierto en el tratamiento depacientes con doble dependencia de cocaína

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y opiáceos, pero recientemente no han podi-do ser replicados. Al respecto, colegas esta-dounidenses (American Psychiatric Associa-tion, 1995) han sugerido que dosis altas debuprenorfina (12-16 mg/día) pueden resultareficaces, pero esta hipótesis ni siquiera tienevalidez de fachada (face validity): en Francia,donde se prescribe buprenorfina (Subutex) adosis 10 veces mayores de promedio que enel resto de Europa, hay un doble consumo decocaína-heroína que es similar al de España ydemás países europeos (Solé Puig, 1999).

Los intentos de encontrar un fármaco quebloquee o atenúe los efectos subjetivos (porejemplo, euforizantes) de la cocaína hanincluido ensayos de imipramina, desipraminaen EE.UU., bromocriptina, trazodona, neuro-lépticos y otros. No hay pruebas convincen-tes de que ninguna de estas medicacionesresulte eficaz en esta indicación (San et al,1996).

2.5. Psicoterapia en trastornos por cocaína

Aunque hay abordajes psicoterapéuticosprometedores en estudios preliminares, nohay ninguna modalidad de tratamiento para laque se haya demostrado de manera uniformesuperioridad respecto a las demás en lospacientes con dependencia de la cocaína.

El conocido estudio de Carroll, Rounsavilley colaboradores (1994) por el que se compa-raba farmacoterapia y psicoterapia ya inferíala necesidad de desarrollar tratamientosespecíficos para distintos subtipos de consu-midores de cocaína. De momento y sinentrar en el tipo concreto de tratamiento psi-cosocial a indicar, lo que se acepta es que lapsicoterapia ambulatoria intensiva, a ser posi-ble más de una vez por semana, centrada enla estabilización de la abstinencia, sería elabordaje de elección (Karabanda et al, 1999).La terapia familiar, la psicoterapia individual ola terapia de grupo una vez por semana ten-dería a ser insuficiente, y en cambio una fre-cuencia a partir de dos veces por semana,con o sin medicación, mejoraría el resultado(Crits-Christoph et al, 1997). Cualquiera que

sea el abordaje psicosocial elegido, se tiende,por tanto, a intensificar el tratamiento. El pro-blema de este tratamiento sobreintensivo, aaplicar dos veces por semana o más, es quequizá sea eficaz, pero parece ser menos efec-tivo (práctico) y sobre todo menos eficiente(relación coste/beneficio). El ejemplo históri-co de tratamiento psicológico sobreintensivoes el psicoanálisis, que sólo una minoría debeneficiarios se ha podido permitir.

2.5.1. Terapia cognitivo-conductual

Los estudios fiables que demuestran la efi-cacia de las estrategias cognitivoconductua-les en los pacientes con dependencia de lacocaína son escasos. Los estudios con con-tratos de contingencia, es decir, con compro-misos de cumplimiento, han puesto de mani-fiesto la obtención de resultados positivosdurante el período en el que el contrato ocompromiso está en vigor, mejorando elcumplimiento terapéutico y la abstinencia. Elrefuerzo social combinado con incentivos y laterapia de exposición a estímulos tambiénhan merecido estudios. Las mejorías obteni-das no suelen estar a la altura de los esfuer-zos terapéuticos empleados, por lo que hayclaramente falta de eficiencia. Habría, portanto, cierta eficacia, pero escasa efectividad.La opinión que se está abriendo camino enmedios científicos es que si el abordaje cog-nitivoconductual en general y la prevenciónde recaídas en particular han dado resultadoen adicción a la nicotina, el psicoestimulantedel tabaco, entonces también debería ser útilpara abandonar el consumo problemático delestimulante cocaína (NIDA, 1998).

2.5.2. Terapia psicodinámica

Todavía más escasos son los ensayos con-trolados de tratamientos de orientación psi-codinámica del abuso o la dependencia de lacocaína. Tanto en formato individual como degrupo parece aumentar la tasa de retención,pero esto debe confirmarse con más datosde eficacia (NIDA, 1998).

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2.5.3. Terapia interpersonal

En trastornos graves por cocaína, la pre-vención de recaídas de índole cognitivocon-ductual sería algo más eficaz que la terapiainterpersonal, aunque para los pacientes concocainodependencia moderada ambos trata-mientos resultarían igual de eficaces (Roun-saville et al, 1993). En cualquier caso, losseguimientos terapéuticos de un año o másponen de manifiesto un efecto positivo de lapsicoterapia a largo plazo (Klerman et al,1984; Elkin et al, 1989).

2.5.4. Psicoterapias comparadas

Ya en los años 1980, Kathy Carroll, BruceRounsaville y colaboradores (Carroll et al,1994) empezaron a comparar el tratamientode prevención de recaídas cognitivoconduc-tual con la psicoterapia interpersonal. En unestudio de 12 semanas llevado a cabo en 42pacientes ambulatorios con trastornos porconsumo de cocaína no observaron diferen-cias significativas en cuanto a los resultadosglobales del tratamiento entre los dos gru-pos, si bien los pacientes con problemas deabuso de cocaína más graves evolucionabanligeramente mejor con la técnica de preven-ción de recaídas. En un segundo estudio delos primeros años 1990, Carroll, Rounsaville ycolaboradores (Rounsaville et al, 1992) asig-naron aleatoriamente 139 pacientes a una delas cuatro situaciones siguientes: a) preven-ción de recaídas y desipramina; b) tratamien-to clínico y desipramina; c) prevención derecaídas y placebo, y d) tratamiento clínico yplacebo. Al final de las 12 semanas del ensa-yo, todos los grupos presentaron una mejoríasignificativa, pero no hubo ningún efecto prin-cipal de la psicoterapia o la medicación. Lospacientes con mayor intensidad basal de con-sumo de cocaína presentaron mejor resulta-do con la prevención de recaídas que con eltratamiento clínico, mientras que en los quetenían un trastorno de consumo de cocaínamenos intenso la evolución fue mejor condesipramina que con placebo. En los depresi-vos, los resultados en cuanto a abstenersedel consumo de cocaína fueron mejores queen los no deprimidos, y estos pacientes evo-

lucionaron mejor con la prevención de recaí-das que con el tratamiento clínico usual. A los6 y 12 meses de control evolutivo, quienesrecibieron prevención de recaídas presenta-ban menor consumo de cocaína que quienesrecibieron el tratamiento clínico usual. Esinteresante señalar que no hubo diferenciasde consumo de cocaína entre los individuostratados con desipramina y los tratados conplacebo.

También en los años 1990, el grupo de Hig-gins (Higgins et al, 1994) comparó el trata-miento conductual, consistente en contratode contingencias y refuerzo comunitario, conel aconsejamiento tradicional del tipo “12pasos” de Alcohólicos Anónimos, medianteun estudio de asignación aleatoria. Aunque eltamaño de la muestra fue relativamente bajo,los resultados obtenidos indicaron mejormantenimiento del tratamiento a las 24semanas (58% en comparación con 1 1 %) ymayor abstinencia a las 16 semanas (42% encomparación con 5%) en los pacientes trata-dos con terapia conductual. En este ensayo,todos los pacientes recibieron refuerzocomunitario, pero sólo un grupo recibió valescomo premio por contingencias. En dichogrupo se observó mayor probabilidad decompletar las 24 semanas de tratamiento(75% en comparación con 40%), mayor dura-ción media de la abstinencia continuada decocaína, y mejoría significativa en cuanto alconsumo y la sintomatología psíquica.

Hay acuerdo creciente en que la terapiapsicodinámica breve de Luborsky (1984)–para su aplicación en drogodependenciasvéase Luborsky et al, 1995-, muy parecida ala psicoterapia interpersonal, demuestratener parecida eficacia a la que tiene la tera-pia cognitivoconductual (Carroll et al, 1995).Todos estos procedimientos psicosociales,junto al enfoque motivacional de Millner yRollnick (1992), son las cuatro psicoterapiasde primera elección en el tratamiento de tras-tornos por consumo de sustancias.

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2.5.5. Grupos de autoayuda

En Estados Unidos de América suele utili-zarse el abordaje del tipo “12 pasos” de Alco-hólicos Anónimos, en el tratamiento de ladependencia de la cocaína, que ha resultadoútil para reducir la tendencia a las recaídas(Wells et al, 1994). La participación en progra-mas de autoayuda mejoraría los resultados,con independencia de otros factores relacio-nados con el tratamiento (Weiss et al, 1996).

3. TRATAMIENTO INTEGRADO COMO

TERAPIA DE CESACIÓN DEL CONSUMO

DE COCAÍNA

El consumo de cocaína conlleva alteracio-nes en las esferas cognitiva, emocional (esta-do de ánimo) y psicosocial beneficiarias dediagnóstico y tratamiento y con una evoluciónclínica aproximadamente predecible. Tambiéncon el consumo de cocaína, tal como siem-pre ocurre en caso de problemas por consu-mo de sustancias, la conceptualización deenfermedad puede conducir a malpraxis si nose abordan las condiciones psicosociales,interpersonales y de rol, que contextualizan elconsumo, abuso, o dependencia de dichassustancias (Budney et al, 1991).

La cocaína se sabe que se asocia al usorecreativo. Se ha demostrado que el ambien-te o setting en que el consumo tiene lugar vaa determinar en gran manera los efectos(Nowinski et al, 1994). Existe escasa literatu-ra acerca de los efectos de la cocaína en laconducta social, lo que se explicaría por lasdificultades metodológicas que comportadicho análisis (Shaner et al, 1997). Para ellosería necesario recrear in vitro el entorno enque se desarrolla el uso, con sujetos volunta-rios que consumieran cocaína y en dosisestrictamente controladas. En la práctica,dichos estudios se han basado en cuestiona-rios o entrevistas semiestructuradas, consujetos que en el momento de la evaluaciónestaban, o parecían estar, abstinentes. Nohabía, por tanto, un entorno similar al del con-sumo y tampoco había un grupo control.Dichas deficiencias técnicas hacen que sea

muy difícil la extrapolación de los resultadosobtenidos.

Cuando se han creado las condiciones ade-cuadas controlándose las distintas variablesque intervienen, se ha observado que losefectos farmacológicos del consumo decocaína dependen en gran medida de varia-ciones situacionales, que los efectos de dosisrelevantes de la droga no siguen un patrónlineal, y que una misma cantidad de la sus-tancia puede presentar efectos muy diferen-tes, en función de si se toma en un lugarfamiliar o extraño, en compañía de amigos odesconocidos, y si se asocia o no a consu-mos de alcohol y demás psicotropos (Was-hton, 1990a).

Al margen de estas consideraciones, quenos ayudan a situar el tema desde una pers-pectiva más amplia, aquí nos centraremos enlos aspectos terapéuticos de este tipo deconsumo. En primer lugar, cabe decir queuna cosa es tratar las secuelas próximas oremotas del consumo de cocaína, y otra estratar el hábito de “esnifar” rayas de cocaínao tomarse pastillas anfetaminoides siguiendola ruta del “bakalao”. Esto último es precisa-mente lo que corresponde al concepto deterapia de cesación, que presenta una nota-ble dificultad psicológica. En este sentido,son de sobras conocidos los obstáculos moti-vacionales que un dependiente de nicotinadebe salvar, tanto si decide cesar de fumarcon asistencia técnica o por si solo (Daley etal, 1998).

Las estadísticas acerca de los hábitos deconsumo de la población general nos mues-tran que, en su historia natural, el consumode cocaína decrece con la edad (Silverman etal, 1996). Esto parece cumplirse menos enlos casos en que el consumo haya supuestoel primer peldaño en la toma de contacto conotras sustancias ilegales. En efecto, nos esta-mos refiriendo al clásico, aunque siemprepolémico, concepto de escalada en el consu-mo de drogas, en la que de forma clara inter-viene una presión grupal tendente a menos-preciar el riesgo de posibles dependenciasposteriores.

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Además de estos dos factores reforzantesdel consumo de cocaína, es decir, la sustan-cia en si misma (refuerzo primario) y el climagrupal inductor (refuerzo secundario), en elcaso del hábito de inhalar cocaína hay queañadir el obstáculo principal: que el usuariono suele sentir la necesidad de dejar de con-sumir. Aun en el caso de que aqueje moles-tias y refiera síntomas, normalmente no lorelacionará con su consumo. Ello sucede por-que, en un contexto de uso múltiple de psi-cotropos, la cocaína quizá no se incluya entrelas principales drogas nocivas, por ejemplo laheroína e incluso el alcohol. Pero el consumode cocaína es evidente que puede conllevaradversidades. La negación de las mismas porparte de quien las sufre es simplemente unejemplo más de la distorsión atributiva quetípicamente muestra cualquier consumidorde sustancias de abuso: nicotina, alcohol,heroína, cocaína, etc. (Higgins, 1996).

¿Es entonces posible la terapia de cesa-ción del consumo de cocaína? Sí, a condiciónde dotar de suficiente contenido psicopeda-gógico a la intervención terapéutica, conside-rando a priori que no pocos consumidorespueden abandonar el hábito sin someterse aningún tipo de tratamiento. Sólo aquellos quehan decidido abandonar las sustancias y no lohan conseguido por sus propios mediosserán los que realizarán algún tipo de deman-da, normalmente en centros públicos espe-cializados o bien en gabinetes privados.

En general, si la implicación con la drogano es muy profunda y se cuenta con un míni-mo de recursos personales, lo más aconseja-ble es optar, de entrada, por modalidadespoco intrusivas como el tratamiento ambula-torio o bien la participación en grupos deautoayuda para cesación, si éstos existen yestán disponibles. Sólo en caso de consumosparalelos de otro tipo de drogas, o bien siaparece sintomatología psiquiátrica, habría deplantearse otro tipo de intervención. Laopción preferible en estos supuestos sería lade la asistencia en régimen cerrado, esto es,un recurso de tipo residencial que dotara demayores garantías al proceso de deshabitua-ción, por lo menos en sus inicios.

Existen diferentes abordajes terapéuticospara tratar este tipo de drogodependencia,pero cualquier tipo de intervención orientadaal cambio (Prochaska et al, 1992) debería par-tir de las siguiente premisas:

1) La cesación del consumo de cocaína pro-vendrá de una terapia principalmente psi-cológica y pedagógica, en régimen ambu-latorio, similar a la terapia de cesación delhábito tabáquico.

2) Se centrará en pacientes adolescentes yadultos jóvenes, los principales afectados,como forma de prevención secundaria.Aunque es evidente, también, que tendráen cuenta cualquier franja de edad.

3) Los terapeutas deberán evitar dar pie aque los pacientes adolescentes les identi-fiquen automáticamente con los padres. Siéstos desean intervenir o necesitan ayuda,es mejor derivarlos a otro equipo terapéu-tico.

4) Los terapeutas han de ser concretos enlos contenidos. La interacción gestual,complementaria de la verbal, es importan-te. El estilo de interacción terapeuta-paciente no debe ser sólo vertical (autori-dad), pero tampoco falsamente horizontal(compañerismo). Si es oportuno, cabeechar mano de juego de roles, manualida-des, instrumentos musicales, dibujos,collages, etc. Cuanta mejor formación psi-coterapéutica y psicofarmacológica tengael profesional concernido, tanto más bene-ficiado resultará el paciente (Washton,1989).

5) El objetivo es, también aquí, la responsabi-lización del consumidor de cocaína en rela-ción a sí mismo y a los demás. Es meta dela terapia psicosocial desactivar prejuiciosy falsas atribuciones, así como clarificar elcampo motivacional de cada paciente paraque sus intenciones de salud se convier-tan en realizaciones concretas.

6) El aquí y ahora del paciente importa másque su pasado. Siempre es meta de laterapia despertar expectativas de futuroen el paciente, tratando de activar sus pro-pios recursos personales.

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La terapia de cesación del consumo decocaína requiere un estilo terapéutico semidi-rectivo/directivo. Al principio, el terapeutaopta por una pasividad aparente, omitiendohacer muchas preguntas y planes. Puede quequien consume cocaína no exprese quejas alrespecto o no sea muy consciente de ellas.De ahí que no suela haber demanda de ayudainmediata y explícita para dejar de consumircocaína; lo habitual es que se consulte pordepresión (Ochoa, 2000). Esta realidad, tandistinta de la del heroinómano que urgevehementemente la asistencia, le impone alterapeuta una actitud inicialmente de acepta-ción, para ulteriormente entrar en las posi-bles clarificaciones y soluciones. La terapiade cesación que juzgamos posible, en lapráctica únicamente indicada si hay fuerteconsumo continuado durante tiempo, puedeesquematizarse como sigue.

El programa comienza con la desintoxica-ción ambulatoria del paciente, cosa que signi-fica abstinencia de cocaína y eventual admi-nistración de ansiolíticos y/o antidepresivos.Sucede como en cesación antitabáquica, enque también puede prescribirse benzodiace-pinas para neutralizar en sistema nerviosocentral el efecto psicoestimulante, pero siem-pre con la cautela inherente al peligro dedependencia de hipnótico-sedantes.

En terapia de cesación de consumo decocaína no disponemos de técnicas aversivascomo por ejemplo la técnica de fumar deforma rápida en tabaquismo. Esto no nosdebería preocupar, porque entre los inconve-nientes de las técnicas aversivas se señalanlas dificultades de mantenimiento de susresultados, debidas a que entonces el objeti-vo es meramente el de la interrupción o dis-minución de la conducta problema y no la ins-tauración de nuevas formas alternativas deconducta. Por eso, con el fin de lograr bue-nos resultados, tales técnicas aversivas siem-pre deberían asociarse a otro tipo de inter-venciones, de tipo individual o grupal, quedesde una vertiente positiva de activación delos propios recursos personales de cadapaciente, modificara las atribuciones cogniti-vas que da el sujeto a los efectos de la sus-

tancia. En la práctica, una vez más, rigen losmismos principios que en toda la psiquiatríade la adicción, por lo que las técnicas aversi-vas serán una indicación secundaria o inclusodesechable.

Durante las dos o tres primeras semanasde desintoxicación, el cliente deberá acudir alambulatorio a diario, y si no es posible, cuan-to más frecuentemente mejor. Es obvio quela ansiolisis farmacológica sólo tiene sentidomientras haya ansiedad. El médico no debedilatar el periodo de prescripción de benzo-diacepinas por el conocido problema de ladependencia, potencialmente grave. Sinembargo, tampoco deberá acortarlo por exce-so de alarma ante dicha yatrogenia, puesentonces podría quedar comprometido ya deentrada el éxito del tratamiento.

En cada sesión, si ello es factible, se toma-rá muestra de orina para detección de cocaí-na y otras sustancias consumidas en el entor-no, con el doble propósito de comprobar siefectivamente hay abstinencia y, más quenada, alentar (refuerzo social) al paciente. Elterapeuta, además, puede anticipar aconteci-mientos al paciente (que puede sobrevenirinsomnio por nerviosismo, etc.), con lo que elpaciente recibe un mensaje de dominio técni-co que le tranquiliza, y le afianza así su senti-do de seguridad en una abstinencia sólo muyrecientemente adquirida. Más tarde, llegadoel momento en que se comprueba que laorina está establemente limpia (drug free),incluso podrá haber muestras visibles desatisfacción (alborozo) en el grupo terapéuti-co, con el consiguiente efecto reforzador.

Superada esta primera etapa de la desinto-xicación, la monitorización terapéutica o des-habituación debe prolongarse todo el tiemponecesario. Como referencia sugerimos unaño, tiempo durante el cual se seguirá apli-cando técnicas de carácter psicológico, conel fin de poder favorecer dicho proceso.

3.1. Abordaje individual

Es probablemente la parte más importantedentro del abordaje destinado a la deshabi-

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tuación, debiéndose considerar los aspectosgenerales anteriormente comentados. Den-tro de las diferentes escuelas psicológicasexistentes, nos centraremos en las cognitivo-conductuales, las interpersonales, y las psico-dinámicas. Según sea la formación del psi-quiatra o del psicólogo clínico que hace laterapia, las técnicas de dichas escuelas seaplicarán de forma separada o integrada. Latendencia actual es a integrar las psicotera-pias. La gravedad de los trastornos adictivosjustifica la necesidad de la doble integraciónterapéutica: de las psicoterapias entre sí y deestas y la farmacoterapia. La psicoterapia seorientará hacia el aumento de la concienciade problema, normalmente baja, así como aincrementar la motivación, usualmente tam-bién escasa, por abandonar definitivamenteel consumo. Los tratamientos eficaces inclu-yen aconsejamiento y orientación, enseñanzade habilidades adecuadas, y refuerzo de laconducta alternativa apropiada.

El psicoterapeuta puede organizar un siste-ma de incentivos: pagar deudas, que lospadres asignen algún dinero en pago de pres-taciones, etc. De esta manera se intenta neu-tralizar la inercia de pasividad que todavíamuestra el paciente, llevándole a avanzar en elprograma de rehabilitación. En esta planifica-ción de incentivos ocuparán un lugar clave losallegados. Si éstos no existen, es el equipoterapéutico quien se erige en familia sucedá-nea, y los mensajes de aprobación/desa-probación logran tener alguna fuerza modula-dora en la manera de conducirse el paciente.

Siempre hay que tener en cuenta que loscambios generales de comportamiento oactitudinales pueden deberse a factores dis-tintos del consumo de cocaína, como elmismo proceso evolutivo que es la propiaadolescencia, que conlleva manifestacionesde indolencia (se ha hablado de letargo pube-ral), o bien los rasgos de personalidad ya exis-tentes, los diversos factores socioculturalesque puedan favorecer la pasividad, así comoel consumo concomitante de otros psicofár-macos. A su vez, podría plantearse la hipóte-sis de que los consumidores presentan unamayor tendencia a recurrir al uso de cocaína

precisamente porque se sienten apáticos,hecho que explicaría que diferentes estudiosno hayan encontrado diferencias significativasentre los adolescentes universitarios queconsumen cocaína y los que no lo hacen.

La realidad clínica nos presenta a un grupode adolescentes y adultos jóvenes con grandificultad para desarrollar una vida diaria losuficientemente gratificante como para noreiniciar el consumo, sobre todo cuantomenor es su edad de inicio. El consumo decocaína normalmente dificulta el proceso demaduración del individuo, sobre todo cuandoel consumo ha comenzado en la adolescen-cia, que es la etapa vital en la que el individuoaprende a adoptar una conducta activa antelos problemas. Desde esta perspectiva seexplica el hecho de que los consumidoreshabituales puedan presentar dificultades paraplantearse objetivos, quizá por menor autoes-tima que la de los no consumidores (Barberet al, 1996).

Para concluir, cuando la asistencia delpaciente se vuelve intermitente y con escasamotivación para proseguir con el tratamiento,se aconseja una actitud de aceptación delhecho. Dicha aceptación implica mostrarsedisponible para recuperar la relación si elusuario decide su reinicio. Aunque la mayoríade los pacientes deshabituados vuelve a con-sumir, se espera de ellos que no lo hagan contanta intensidad, es decir, que pasen a serconsumidores sobrios (si es que ello es facti-ble).

3.2. Abordaje grupal

El consumo de cocaína como cocaínasuele iniciarse dentro del propio grupo depares, en edad juvenil y con un escaso cono-cimiento de las posibles consecuencias nega-tivas que puede entrañar a medio o largoplazo. Cabría hablar, por tanto, de un típicoejemplo de presión grupal, que suele acen-tuarse cuando el grupo es un referente másimportante para el joven que la propia familia(Compendium 2000).

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Las sesiones terapéuticas grupales ofre-cen un marco muy adecuado para el entrena-miento en técnicas de relajación así comopara la prevención de otras posibles drogode-pendencias y la prevención de recaídas(Daley, 1993), puesto que rentabilizan lasintervenciones y favorecen la adquisición dehabilidades sociales que después se extrapo-larán a otro tipo de situaciones.

Las intervenciones grupales deberían par-tir, en teoría, de una adecuada selección desus participantes, adoptando los criteriosmás adecuados en función de los objetivosperseguidos. Es evidente que hay que huir deuna aplicación de los mismos demasiado rígi-da e incluso defensiva por parte del terapeu-ta. Damos aquí, como ejemplo, tres criteriosde selección que creemos exigentes: nodeberían impedir la celebración de sesionesgrupales tentativas, más flexibles:

1) Exclusión de psicopatologías incapacitan-tes. En caso de diagnósticos duales(abuso de sustancias junto con trastornospsíquicos) se prioriza el seguimiento indivi-dualizado. El equipo terapéutico siemprehará una valoración personal de cada caso.

2) Edades homogéneas: sujetos con un altohistorial de consumo no deberían coincidircon adolescentes recién iniciados, puestoque las problemáticas asociadas tienenpocos puntos en común y por posible ries-go de resultados contraterapéuticos.

3) Ausencia de consumos asociados de otrasdrogas ilegales, pero no de tabaco y alco-hol (Brady et al, 1995).

En la práctica, como sucede en los gruposterapéuticos con pacientes alcohólicos, hayautoselección, tanto espontánea del mismopaciente como orientada más o menos implí-citamente por el terapeuta que lleva el grupo.

Al margen de los grupos terapéuticos decarácter estructurado y que suelen estar diri-gidos por un profesional, también existengrupos de autoayuda para consumidores de cocaína en los países anglosajones(Janowsky et al, 1999). En nuestro entornoes más difícil encontrarlos, hasta el punto deque no tenemos noticia de ninguno que per-

dure en el tiempo, formalmente estructurado,en nuestro medio. Los grupos de autoayudase han desarrollado a partir de las experien-cias de los ya clásicos grupos de AlcohólicosAnónimos. Se basan en el principio del apoyomutuo entre personas con un mismo proble-ma, e inciden mucho en los aspectos emo-cionales de la relación persona-sustancia(Nowinski et al, 1994).

3.3. Abordaje familiar

Cuando un profesional de la salud sospe-cha que un menor de edad está utilizandococaína como cocaína y otras sustancias deriesgo, debería confirmar el diagnóstico yvalorar los resultados tanto con el posibleconsumidor como con sus padres. Deberíautilizar un discurso firme, de apoyo, y porsupuesto de índole no acusatorio. La inter-vención debería aportar referentes apropia-dos para la rehabilitación, así como propiciarun seguimiento posterior del caso.

La educación global a la familia acerca delo que representa el consumo de tóxicos ysus riesgos, y la monitorización clínica delpaciente en aras de la consecución de la abs-tinencia son los primeros pasos para poderconcluir con éxito el proceso de rehabilita-ción. Gran parte de las reglas del sistemafamiliar especifican la manera en que el joveny allegados deben actuar, puesto que la fami-lia modela, canaliza y delimita la conducta deljoven.

Dentro del amplio espectro de intervencio-nes con o para la familia que se desarrollanen un servicio para drogodependientes, enlos casos de fuerte consumo de cocaína hay,como mínimo, dos niveles diferentes deactuación: por un lado, el asesoramiento a lafamilia, y por otro, mucho más complejo, laintegración de la familia dentro del tratamien-to del consumidor. Veamos cada uno de ellos:

3.3.1. Intervención informativa:

No son pocas las demandas generadas porpadres u otros familiares en relación a la posi-ble sospecha o falta de información sobre un

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posible consumo de cocaína por parte delhijo, normalmente adolescente. La consultasuele iniciarse con los siguientes términos:“encontré esto en el bolsillo del pantalón”,“llegó a casa que no era él/ella”, “va con ami-gos que se drogan”, etc.

En esta situación, el primer objetivo es elde lograr, en la medida de lo posible, una des-dramatización del hecho, valorando si se hanproducido o no cambios relevantes en la con-ducta del paciente potencial. Es obvio quedesdramatizar no equivale a minimizar, y elterapeuta es, por definición, un aliado de losaspectos sanos de su paciente, no de losproblemáticos. Áreas importantes a analizarson: nuevas amistades, rendimiento escolary/o laboral, actitudes con la familia, incremen-tos en el gasto de dinero, cambios de la ima-gen externa y del carácter, cambio en loshorarios, etc.

En caso afirmativo en uno o varios deestos ítems, las sospechas iniciales deberánindagarse con mayor profundidad. Sin embar-go, hay que insistir en el hecho de que lospadres deben actuar como tales y no comopseudodetectives, partiendo de que una posi-ción excesivamente inquisidora puede produ-cir el efecto contrario al deseado. En muchasocasiones es conveniente reconducir a lospadres a otras posibles vías de exploración,dirigiéndolos a los profesores o a los amigosdel hijo, los cuales tienden a presentar unavisión más objetiva de la situación por no lle-var la carga emocional propia de la interac-ción familiar.

En el primer contacto, si la familia lo solici-ta, habrán de abordarse las posibles conse-cuencias, a corto y medio plazo, del consumode cocaína, ofreciendo una alternativa de tra-tamiento para el afectado, en caso de quesea necesario. En este punto hay que valorarlos pros y los contras de la intervención (indi-cación intervencionista) o la no intervención(indicación conservadora). Por supuesto, hayque descartar previamente que el consumosólo haya sido un hecho esporádico en la vidadel sujeto, sin otras consecuencias asocia-das, ya que entonces es inútil intervenir.

Lo que nunca debe hacerse es sobrecargara los allegados con una cantidad mayor deinformación de la que éstos puedan asimilar.Queda claro que en circunstancias comoéstas no es bueno ofrecer clases magistra-les. En un primer contacto siempre será pre-ferible programar una segunda intervención adejarse llevar por la ansiedad de los padres,que tienden a querer arreglarlo todo milagro-samente de una sola vez. El profesional de laterapia no debe correr el riesgo de hablar enexceso y proferir juicios precipitados.

3.3.2. Intervención terapéutica:

La familia juega un papel importante en eldesarrollo de la motivación del paciente:constituye su red de apoyo social básica. Porello, será preciso establecer de forma conjun-ta pautas específicas de interacción familiarque favorezcan la buena marcha del procesode recuperación (CSAT, 1998). Entre ellasdestacan:

1) normas de actuación familiar, que debenser coherentes entre los distintos miem-bros de la familia;

2) entrenamiento en habilidades de comuni-cación, que suelen distorsionarse duranteel tiempo de dependencia; y

3) contrato de contingencias o acuerdosentre las partes afectadas, para lo cualpueden utilizarse las analíticas de orinacomo forma objetiva de control y de ir res-tableciendo la confianza de la familia en elpaciente (Budney et al, 1996).

3.4. Controles de orina

Los controles de orina o urinálisis paradetectar cocaína, en la práctica sus metaboli-tos, y eventualmente otras sustancias deriesgo, tienen sobre todo finalidad terapéuti-ca, con un innegable aspecto fiscalizador,cosa que es positiva sin ambages siempreque el consumidor lo acepte mínimamente.Por lo tanto, constituye una estrategia decontrol en términos preventivos o de disua-sión que los profesionales concernidos debe-

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ríamos asumir perfectamente (Braithwaite etal, 1995). Monitorizar metabolitos diana conrepetidos e irregulares, no predecibles, con-troles de orina constituye una indicaciónracional atendiendo a todas las premisascientíficas y psicosociales contempladas eneste contexto. Los controles de orina funcio-nan, se muestran útiles y son, según la expe-riencia de la mayoría de profesionales, indis-pensables. Esto no debería sorprendernos,pues se ha demostrado hasta la saciedad queel tratamiento forzado, por orden judicial, dela heroinodependencia no es menos benefi-cioso que el tratamiento estrictamente volun-tario (Crits-Christoph et al, 1997). Por tanto,hay que decir que es altamente terapéuticoel componente disuasivo –psicológicamentepunitivo, en el sentido del efecto de reprochesocial que tiene sobre el interesado- del con-trol de orina para detección de sustanciascomo alcohol, benzodiacepinas, heroína,cocaína, anfetaminas, y, en general, aquellassustancias en que hay mayor adecuación far-macocinética entre estos controles y los psi-cotropos a detectar (Galanter & Kleber, 1999).

Como es bien sabido, la motivación porsanar se nutre fundamentalmente de dostipos de fuentes actitudinales. El primero esel conjunto de atractores normativos que gra-vitan sobre el paciente, como las ganas decurarse, de disfrutar de más bienestar, desalir de la exclusión social, etc. El segundotipo de motivación es de índole evitativo y entérminos de cesación del hábito no es menosimportante que el anterior. Es el miedo delfumador ante pronósticos oncológicos o car-diológicos sombríos a corto plazo y que porfin le fuerzan a abandonar el tabaco. Es elmiedo de acabar en la cárcel, en caso de malcumplimiento, que siente el heroinómanobeneficiándose del principio judicial modernoterapia-en-vez-de-castigo. Y es también eltemor al reproche social y al fracaso que sien-te el paciente sometido a controles de orinaen caso de dar positivo. Vale la pena disponerde este factor motivante e integrarlo conhabilidad y sentido de la proporción en el con-junto del proceso terapéutico (Miller y Roll-nick, 1992). En relación a ello, es evidente

que en los centros de nuestro país especiali-zados en drogodependencias, tanto ambula-torios como hospitalarios, la detección siste-mática de cocaína y demás drogas de abusodebería ser rutinaria. En un marco clínicogeneral, en cambio, este screening o cribadosólo tiene sentido en las subpoblaciones dedrogodependientes, de enfermos psiquiátri-cos y de pacientes de difícil diagnóstico, enespecial entre adolescentes y adultos jóve-nes (Washton, 1990c).

Para concluir señalar que cuando el Obser-vatorio Europeo sobre las Drogas (Plan Nacio-nal sobre Drogas, 2000) define operativamen-te el consumo problemático de sustanciasilícitas, habla sobre todo de tres tipos dedroga problemáticas que son la heroína, porsupuesto, pero también la cocaína y los anfe-taminoides. Vemos, pues, que los trastornospor consumo de cocaína y sustancias de usoasociado constituyen un tema sin duda gravey preocupante, siendo a todas luces necesa-rio que sepamos ofrecer el mejor tratamientoposible a los numerosos pacientes que losufren y que no es otro que los tratamientosfarmacológico y psicosocial integrados en lapráctica.

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1. INTRODUCCIÓN

El objeto del presente estudio es el trata-miento de la cocaína y sus derivados enel derecho penal español. Ello nos obli-

ga, en primer lugar, a definir cuales son lassustancias que se consideran drogas ilícitas

en este ordenamiento jurídico. A continua-ción, habremos de examinar las conductasrelacionadas con dichas sustancias que resul-tan castigadas (consumo, tenencia, donación,venta y otras) y, en su caso, con que tipo desanciones: administrativas o penales. Por últi-mo, dentro del ámbito penal, precisaremos

VOL. 13. SUPLEMENTO 2

Cocaína en el derecho penal español

HERRERO ÁLVAREZ, S.

Abogado

Enviar correspondencia: Sergio Herrero Álvarez. Pintor Mariano Moré, 22, 3º A. 33206 Gijón (Asturias).

RESUMEN

Se examina la regulación de las drogas en el dere-cho español, contenida fundamentalmente en el Códi-go Penal de 1995, actualmente en vigor. También seanalizan las sentencias sobre esta materia del TribunalSupremo. La legislación penal española no contieneuna regulación precisa de algunas cuestiones relativasa las drogas. Por ello, la jurisprudencia reviste granimportancia, al haberse encargado de rellenar esosvacios legales. España considera como drogas ilícitaslas sustancias catalogadas en los tratados internacio-nales existentes, entre las que se incluye la cocaína entodas sus formas de preparación. El consumo de dro-gas ilegales es sancionable administrativamente conmultas, pero no constituye delito. Tampoco es delito latenencia de drogas para el consumo propio. El tráficode drogas es delito penado con prisión, cuya duracióndepende, en parte, de la nocividad de la sustancia y,en parte, de la gravedad de la conducta delictiva. ElCódigo Penal distingue entre drogas “duras” y “blan-das”, en función del peligro de la sustancia para lasalud de sus consumidores. La cocaína se consideradroga “dura”, y su tráfico se sanciona con pena mínimade tres años de prisión y pena máxima que puedealcanzar veinte años y tres meses de prisión.

Palabras clave: Código Penal español, jurisprudencia,penas, trafico de drogas, autoconsumo, cantidadde notoria importancia, España.

SUMMARY

A review of Spanish regulations of drug use andtrafficking, mainly in current Penal Code of 1995, ismade. Sentences given by the Supreme Court arealso reviewed. The Spanish laws have not an specificregulation on some questions related with drugs. Dueto this, jurisprudence is extraordinarily useful toresolve open legal questions in this field. In Spain,illicit drugs are considered those which are socatalogued in international treaties, as cocaine in anypresentation. Drug consumption is not considered asan offence, but it is punished with a fine. In the sameway, it is permitted drug possession for self-use. Drugtrafficking is punished with imprisonment, whichduration depends on the risk for the health of thesubstance and on the severity of criminal behaviour.The Spanish Penal Code distinguishes between ‘soft’and ‘hard’ drugs, based on the risk for health. Cocaineis considered as a ‘hard’ drug, and its trafficking ispunished with imprisonment with a minimum ofthree years and a maximum of twenty years andthree months.

Key Words: Spanish Penal Code, jurisprudence,punishment, drug trafficking, self-consumption,notorious drug quantity.

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las distintas penas aplicables, que dependende la nocividad de cada droga y de la grave-dad de la conducta delictiva ejecutada. Entodo caso, el análisis se desarrollará aten-diendo a la realidad cotidiana del proceso deaplicación de las normas jurídicas concerni-das, es decir, indagando las pautas interpreta-tivas que emanan de las decisiones jurispru-denciales en la materia, para lo cual hemosmanejado las sentencias del Tribunal Supre-mo español (STS en adelante) dictadas hastaenero de 2001.

La acción nacional en materia de represióndel tráfico de drogas se desarrolla, en Españay en la práctica totalidad del ámbito europeo,hispanoamericano y anglosajón, en cumpli-miento de los tratados internacionales previa-mente suscritos por cada país. Dichos conve-nios obligan a las naciones firmantes acastigar penalmente el tráfico ilícito de dro-gas, entre las que se encuentra la cocaína entodas sus formas de presentación o prepara-ción con efectos psicoactivos.

La regulación de los delitos relativos al trá-fico ilícito de drogas se encuentra, en la legis-lación española, bajo la rúbrica de delitos con-tra la salud pública, en los artículos 368 a 378del Código Penal de 1995, en vigor desde eldía 25 de mayo de 1996.

El artículo 368 del Código, centro de toda lanormativa en examen, sanciona a quienes“ejecuten actos de cultivo, elaboración o tráfi-co, o de otro modo promuevan, favorezcan ofaciliten el consumo ilegal de drogas tóxicas,estupefacientes o sustancias psicotrópicas, olas posean con aquellos fines”. La penacorrespondiente a los responsables de esosdelitos oscilará entre tres y nueve años deprisión, cuando la droga objeto de tráfico seauna sustancia o producto “que causen gravedaño a la salud”, y se mantendrá entre uno ytres años de prisión en los demás casos, esdecir, cuando la droga de que se trate no seagravemente dañina. Además, en todos lossupuestos, la pena privativa de libertad iráacompañada de otra pena de multa, cuyacuantía dependerá del valor de la droga,suponiendo entre el tanto y el triplo de dichovalor, si se trata de sustancias gravemente

dañinas, y entre el tanto y el duplo cuando setrafique con otras sustancias.

Por otra parte, el artículo 369 del CódigoPenal tipifica nueve supuestos distintos enlos que las penas de prisión que han de impo-nerse serán las superiores en un grado a lasestablecidas en el artículo 368. Finalmente, elartículo 370 crea unos tipos delictivos supera-gravados, en los que las penas de prisión aimponer son las superiores en dos grados alas penas básicas del primer artículo citado. Atodo ello ha de añadirse la existencia, juntocon las penas de prisión indicadas y las mul-tas correspondientes en cada caso, de diver-sas penas de inhabilitación detalladas en elartículo 372.

Del conjunto de preceptos mencionados, yde los demás relativos al tráfico ilícito de dro-gas, surgen importantes problemas de inter-pretación y aplicación, dada la llamativa inde-finición de la norma penal en bastantesaspectos, que hace especialmente importan-te la jurisprudencia en la materia. Como vere-mos, ha sido el Tribunal Supremo quien hatenido que, en muchas cuestiones, llenar elvacío legal.

2. CONCEPTO DE DROGA ILEGAL

El artículo 368 del Código Penal (en adelan-te CP) no define el objeto material del delitodescrito. La ley penal no ofrece un conceptode droga ilegal, limitándose a considerarcomo tales, las sustancias tóxicas, estupefa-cientes y psicotrópicas, mas sin enumerarlasni definir sus características.

Se trata de lo que se denomina una leypenal en blanco, es decir, una norma penalincompleta en la que la conducta sancionableno se encuentra totalmente descrita en ella,debiendo acudirse, para su integración a otranorma distinta, de naturaleza extrapenal, concuyo indispensable complemento resultasuficientemente precisada cual es la actua-ción punible. La constitucionalidad de estetipo de construcciones normativas ha sidoadmitida por el Tribunal Constitucional espa-

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Herrero, S. 229

ñol, fundamentalmente en sus sentencias(en adelante STC) 62/1982, 122/1987 y127/1990.

El Tribunal Supremo ha mantenido reitera-damente la consideración como norma penalen blanco del anterior artículo 344 del CódigoPenal de 1973. Ese precepto está derogadopor el Código Penal de 1995, pero su textocoincide en este aspecto con el nuevo artícu-lo 368 CP, que lo sustituye. Como norma enblanco se le conceptúa, entre muchas otras,en sentencias de 11 de octubre de 1974, 22de junio de 1981, 25 de octubre de 1982, 4de febrero de 1984, 7 de mayo de 1984, 15de noviembre de 1984, 19 de enero de 1985,15 de julio de 1985, 4 de marzo de 1988, 12de julio de 1990, 24 de diciembre de 1992, 28de abril de 1994, 25 de mayo 1994, 27 desetiembre de 1995, 5 de febrero de 1996, 18de marzo de 1996 y 11 de setiembre de1996. En ese mismo sentido se inclina la doc-trina penal mayoritaria.

El artículo 368 del Código, como ley penalen blanco, deberá ser completado con lalegislación administrativa relativa a las drogasilegales, constituida esencialmente por la Ley17/67 de 8 de abril de 1967 sobre estupefa-cientes, cuyo su artículo 22 dispone: “No sepermitirán otros usos de los estupefacientesque los industriales, terapéuticos, científicosy docentes autorizados con arreglo a la pre-sente Ley. Los estupefacientes deberán serusados o consumidos precisamente para elobjeto con que hayan sido suministrados porel Servicio o dispensados por las farmacias,considerándose prohibidos cualquier cambioo consumo aunque se lleve a cabo por la

misma persona o Entidad que haya obtenidolegalmente los estupefacientes, a no ser queobtenga, también reglamentariamente, laautorización o prescripción para el nuevo usoo consumo”.

En cuanto al concepto en sí de sustanciaestupefaciente, la Ley 17/67 se remite a larelación de productos que considera y definecomo tales el llamado Convenio Único sobreestupefacientes, de 30 de setiembre de1961, ratificado por España el 3 de setiembrede 1966, que es, por tanto, el primero de lostratados internacionales que complementany concretan la ley española. Su texto incorpo-ra como anexos cuatro listas de sustancias.La lista I comprende, entre otros productos,el opio, la heroína, la morfina, la metadona, lacocaína y el cannabis. La lista II incluye lacodeína y el dextropropoxifeno. La lista III serefiere a preparados que no se prestan a usoindebido y, finalmente, la lista IV se dedica alas mezclas o preparados, sólidos o líquidos,que contengan las sustancias de las dos pri-meras listas. La citada Ley española de 8 deabril de 1.967 dispone, en su artículo 2, quese consideran estupefacientes las sustanciasincluidas en las listas I, II y IV del ConvenioÚnico, así como también, en lo sucesivo,aquellas otras que se incorporen al Convenioen el ámbito internacional, o en el ámbitonacional por el procedimiento reglamentarioque se establece, que se ha ido ejecutandoposteriormente y hasta el momento a travésde diversas órdenes ministeriales.

El otro texto internacional trascendente enesta materia es el Convenio de Viena sobresustancias psicotrópicas de 21 de febrero de

CUADRO 1

Art. 368 Código Penal

Los que ejecuten actos de cultivo, elaboración o tráfico, o de otro modo promuevan, favo-rezcan o faciliten el consumo ilegal de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psico-trópicas, o las posean con aquellos fines, serán castigados con las penas de prisión de tresa nueve años y multa del tanto al triplo del valor de la droga objeto del delito si se tratarede sustancias o productos que causen grave daño a la salud, y de prisión de uno a tres añosy multa del tanto al duplo en los demás casos.

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1971, que cuenta con dos anexos, el primerocon cuatro listas de sustancias psicotrópicas,referidas respectivamente a alucinógenos(LSD, THC, DMT, STP, DOM y otros), anfeta-minas, barbitúricos y otras sustancias (talescomo la anfepramona, el meprobamato y lametacualona). Por su parte el segundo anexodel Convenio comprende y relaciona sustan-cias que, no siendo propiamente psicotrópi-cas, se consideran asimilables a ellas: entreotras sustancias, las benzodiazepinas, el fen-proporex y la etilanfetamina. Al igual que ocu-rre con el Convenio sobre estupefacientes,también éste sobre psicotrópicos contieneun mecanismo de actualización periódica delas sustancias incluidas en sus listas anexas.

En consecuencia, la ley penal española hade ser completada, en cuanto al objeto mate-rial de los delitos contra la salud pública, conlos listados de drogas contenidos en los Con-venios internacionales de los que España esparte, de forma que la inclusión o no de unasustancia determinada en dichas listas, perió-dicamente actualizadas, lo que determine suconsideración legal como droga a efectospenales en nuestro ordenamiento jurídico, yla consecuente persecución de su tráfico.

La cocaína se encuentra incluida en el Con-venio internacional de 1961 sobre estupefa-cientes y se considera, por tanto, comodroga ilícita en el derecho penal español, exi-giendo dicho tratado que la sustancia conten-ga al menos un 0,2% de principio activo paraser calificada como tal estupefaciente.

3. CATEGORÍAS LEGALES EN FUNCIÓN

DE LA NOCIVIDAD DE LA DROGA

La ley penal española divide las drogas ile-gales en dos categorías, atendiendo a lamayor o menor nocividad de sus efectos. Ladistinción fue introducida en la reforma delCódigo Penal del año 1983 y aplaudida por lamayoría de la doctrina penal. Se refiere elCódigo a “sustancias que causan grave dañoa la salud”, cuyo tráfico se sanciona más seve-ramente, siendo menores las penas cuando

el tráfico se produce con otras drogas “blan-das” no tan nocivas. Sin embargo, el Códigono determina qué sustancias concretasdeban ser consideradas legalmente comoespecialmente dañinas. Ha tenido que ser lajurisprudencia la que clasificara en una u otracategoría cada una de las drogas ilegales con-tenidas en los tratados internacionales yamencionados.

La cocaína y todos sus derivados han sidosiempre calificados como droga que causagrave daño a la salud (STS de 25 de octubrede 1983, 8 de febrero de 1984, 29 de abril de1985, 18 de noviembre de 1987 y 12 de juliode 1990, entre muchas otras), y ello con inde-pendencia de su forma de presentación ogrado de pureza. Así, se ha consideradodroga especialmente dañina tanto el crack(STS de 6 de febrero de 1991, 20 de enero de1992, 20 de mayo de 1993, 16 de noviembrede 1994 y 20 de noviembre de 1997), comola mezcla de cocaína con heroína o speedball(STS de 21 de mayo de 1993), como, recien-temente, una sustancia conteniendo cocaínacuya pureza solo alcanzaba el 3,7% del pro-ducto (STS de 7 de noviembre de 2000).

Como drogas causantes de grave daño a lasalud se consideran también la heroína (STSde 17 de febrero de 1984, 23 de febrero de1984, 12 de diciembre de 1984, 10 de julio de1987, 18 de enero de 1991 y 23 de enero de1992), el LSD (STS de 5 de octubre de 1983,8 de febrero de 1984, 11 de mayo de 1984, 1de junio de 1984, 15 de febrero de 1988, 31de marzo de 1990 y 28 de setiembre de1992), la mescalina (STS de 17 de setiembrede 1999), las anfetaminas (STS de 20 de abrilde 1996, 19 de octubre de 1996, 16 de abrilde 1997, 1 de julio de 1997 y 3 de febrero de1998) y las sustancias de diseño: MDMA(STS de 11 de octubre de 1993, 24 de enerode 1994, 31 de enero de 1994, 1 de junio de1994, 25 de junio de 1994, 15 de noviembrede 1994, 12 de diciembre de 1994, 10 deenero de 1995, 15 de febrero de 1995, 3 demarzo de 1995, 6 de marzo de 1995, 17 deabril de 1995, 18 de mayo de 1995, 27 desetiembre de 1995, 14 de febrero de 1996, 11de setiembre de 1996 y 10 de julio de 2000),

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MDA (STS de 5 de febrero de 1996 y 25 deabril de 1996) y MDEA (STS de 27 de setiem-bre de 1994, 1 de abril de 1996 y 1 de julio de2000).

En la categoría de drogas menos dañinasse encuentran jurisprudencialmente hachís,marihuana, grifa y aceite de hachís, entrecientos más de resoluciones, en las STS de 4de setiembre de 1983, 20 de febrero de1984, 3 de diciembre de 1984, 24 de julio de1991, 15 de octubre de 1991, 24 de setiem-bre de 1993 y 8 de noviembre de 1995 y 17de octubre de 1996.

La misma calificación de escasamentedañosas otorga la jurisprudencia a la meta-cualona (STS de 28 de abril de 1994), el dex-tropropoxifeno (STS de 11 de febrero de 1991y 29 de noviembre de 1993), el alprazolam(STS de 21 de diciembre de 1995, 5 de juliode 1997 y 1 de febrero de 1999) y el flunitra-zepam (STS de 18 de mayo de 1998 y 20 dejulio de 1998).

En relación con la distinción entre drogasmás y menos nocivas, ha advertido el TribunalSupremo que la inclusión de la sustancia enuna u otra categoría legal debe ser alegada yjustificada en cada proceso penal por la parteacusadora. Por ello, si la acusación se formulaúnicamente por delito de tráfico de drogasblandas, no puede el tribunal sentenciadorcondenar por tráfico de sustancias gravemen-te dañosas, dado que se vulneraría el princi-pio acusatorio (STS de 28 de junio de 1999).

4.TENENCIA Y CONSUMO DE COCAÍNA

El artículo 368 CP considera autores deldelito de tráfico de drogas a quienes “ejecu-ten actos de cultivo, elaboración o tráfico, ode otro modo promuevan, favorezcan o facili-ten el consumo ilegal de drogas tóxicas, estu-pefacientes o sustancias psicotrópicas o lasposean con aquellos fines”. Ello supone unaextraordinaria amplitud de la conducta típicasancionable. Prácticamente cualquier actua-ción que propicie o permita el consumo deotra persona va a reputarse delictiva. Tan sólo

quedan fuera del tipo penal el autoconsumoindividual o colectivo de la sustancia y latenencia previa a ese consumo propio.

El consumo de droga ni es actualmente niha sido nunca objeto de sanción penal enEspaña, y lo mismo puede afirmarse de latenencia previa al consumo. La redacción delartículo 344 CP dada por la Ley 44/1971 de 15de noviembre, que estuvo vigente hasta lareforma operada por la Ley Orgánica 8/1983de 25 de junio, incluía en la descripción de lasacciones típicas delictivas la ejecución “ilegí-timamente” de actos de tenencia de drogas.Sin embargo, tal expresión siempre fue inter-pretada jurisprudencialmente en el sentidode restringirla a la tenencia preordenada a ladistribución posterior de la sustancia ilícita(STS de 6 de abril de 1973, 16 de octubre de1973, 31 de octubre de 1973, 7 de diciembrede 1973, 21 de marzo de 1974, 20 de enerode 1975, 5 de mayo de 1975 y 24 de noviem-bre de 1975, entre otras), advirtiendo nuestroTribunal Supremo que “como el consumo dedrogas o estupefacientes es atípico, para quela mera tenencia se repute delictiva, esmenester que quede acreditado que la poseí-da no se hallaba destinada al propio consu-mo” (STS 20 de marzo de 1980). A partir de lareforma del Código de 1983, desapareciócualquier posible duda interpretativa, al elimi-narse del texto del artículo la referencia a la“tenencia” de droga.

La atipicidad penal del autoconsumo y de latenencia de droga para ello, no obsta a queesas conductas resulten castigadas en elámbito administrativo, con multas y otrasposibles sanciones no privativas de libertad.

La Ley Orgánica 1/1992 de 21 de febrero,sobre Protección de la Seguridad Ciudadana,califica como infracciones administrativas, sinrango delictivo, las conductas que describesu artículo 25-1º, consistentes en “el consu-mo en lugares, vías, establecimientos otransportes públicos, así como la tenencia ilí-cita, aunque no estuviera destinada al tráfico,de drogas tóxicas, estupefacientes o sustan-cias psicotrópicas, siempre que no constituyainfracción penal, así como el abandono en lossitios mencionados de útiles o instrumentos

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utilizados para su consumo”. Esas conductasse reputan infracciones graves a la seguridadciudadana y se sancionan administrativamen-te con multa de importe comprendido entrecincuenta mil una pesetas y cinco millonesde pesetas, a lo que debe añadirse que susautores “podrán ser sancionados, además,con la suspensión del permiso de conducirvehículos de motor hasta tres meses y con laretirada del permiso o licencia de armas, pro-cediéndose desde luego a la incautación delas drogas tóxicas, estupefacientes o sustan-cias psicotrópicas”, según establece el artícu-lo 28 de la Ley, cuyo análisis más detalladoexcedería del objeto de nuestro estudio.

5. LA PRUEBA DEL DESTINO AL TRÁFICO

Al resultar impune penalmente la tenenciade droga cuando está destinada únicamenteal consumo propio, y delictiva cuando, al con-trario, tiene por finalidad su distribución aotras personas, determinar cual de esas dosintenciones animaba en cada caso al posee-dor de la droga va a resultar crucial en múlti-ples procesos penales, en los que se encuen-tra probada la tenencia de la sustancia perosin acreditación directa de ningún acto de trá-fico de la misma.

Cabe evidentemente, la confesión porparte del sujeto de su intención de traficarcon lo incautado, así como la posible declara-ción testifical de quienes habían concertadola compra de la droga a su poseedor (STS 19de febrero de 1990), casos estos en los quese contará con prueba directa del ánimo ten-dencial de traficar con la sustancia. Ahorabien, cuando esas pruebas no existen, hayque acudir a la prueba indirecta o indiciaria.

Ante el hecho, pues, de la posesión dedroga y la alegación de su autor de dedicarlaa su propio consumo, será preciso valorarjudicialmente el conjunto de indicios disponi-bles para inferir el destino final de la sustan-cia, y para esa apreciación el Tribunal Supre-mo viene señalando como esenciales lossiguientes hechos:

a) Acreditación o no de la condición de con-sumidor del portador de la droga, y de canti-dad habitualmente consumida por el mismo.

b) Cantidad de droga poseída.

c) Distribución de la droga en dosis ya pre-paradas para su posible distribución y presen-tadas en la forma habitual en el mercado ile-gal.

d) Tenencia de productos utilizados habi-tualmente para adulterar la droga.

e) Ocupación de instrumentos utilizadoshabitualmente para dividir la sustancia endosis, tales como dinamómetros, balanzasde precisión, cuchillos con señales de habersido calentados para cortar mejor hachís, paji-tas de plástico para contener cocaína, peque-ños recortes de plástico para confeccionarbolsitas termoselladas con heroína, speed ococaína, etcétera.

f) Circunstancias del hallazgo policial de lasustancia, lugar de aprehensión y razonesesgrimidas por el poseedor de la droga paraencontrarse allí.

g) Incautación de cantidades notables dedinero sin procedencia lícita justificable.

h) Existencia en poder del poseedor de ladroga o en su domicilio de notas o contabili-dades manuscritas indicativas de ventas dedrogas.

i) Grabaciones, con autorización judicial, deconversaciones telefónicas de esa personarelativas a operaciones de compraventa dedrogas.

j) Trasiego continuo de consumidores dedrogas en el domicilio de la persona a la quese le ocupa la sustancia, con visitas muy bre-ves, como indicio de posibles operaciones deventa al menudeo.

k) Actitud adoptada al producirse la ocupa-ción policial de la droga, intentando deshacer-se de ella, ocultarla o darse a la fuga.

Del examen detenido de todo el materialprobatorio existente en cada caso ha de sur-gir, motivadamente, la convicción y decisiónjudicial sobre el destino o no al tráfico ilegalde la droga poseída, si bien algunos de losposibles indicios mencionados poseen esca-

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sa fuerza persuasoria a la hora de alcanzarconclusiones racionales e indubitadas al res-pecto, abundando las críticas doctrinales enesta materia. Así, por ejemplo, el último delos hechos relacionados como posibles indi-cios, el comportamiento de quien intenta queno le sea hallada policialmente la droga quelleva consigo, no permite inferir una intenciónde tráfico ilegal. Como la propia jurispruden-cia ha admitido “parece lógico ocultar ladroga que se transporta, se destine al tráficoo al propio consumo, pues el que la poseebien sabe que, en cualquiera de los doscasos, se le descubren, se la han de interve-nir” (STS de 12 de diciembre de 1992).

Lo que sí resulta claro es que la alegaciónpor la persona en posesión de la mismasobre su destino exclusivo al consumo propiohabrá de ir acompañada de la demostraciónde su condición de consumidor de esa sus-tancia (STS de 2 de febrero de 1994 y 24 demayo de 1996, entre muchas otras), median-te las oportunas pruebas documentales (his-toria clínica, enfermedades o padecimientosconcomitantes o derivados de la drogodepen-dencia, atención recibida en unidades o cen-tros especializados de deshabituación, etc.) ypericiales (informe del médico forense uotros especialistas). A ser posible, convendrátambién la acreditación, al menos de formaaproximada, de la cantidad habitualmenteconsumida por el sujeto.

6. LÍMITES CUANTITATIVOS DEL

AUTOCONSUMO

Existencia del consumo y cantidad objetodel mismo son, como hemos visto, dosextremos que resulta fundamental acreditarpara mostrar el destino de una sustancia alautoconsumo penalmente no sancionable,variando enormemente, en cada caso, la can-tidad que cada persona pueda tener almace-nada con esa finalidad. Se plantea entoncesel posible límite cuantitativo, a partir del cual,como criterio general, pueda considerarseque la cantidad de la droga indica ya su desti-

no al tráfico, por exceder de lo que un consu-midor medio puede razonablemente tener ensu poder en previsión de futuros consumospor su parte. La respuesta jurisprudencial noes excesivamente clara, como vamos a ver acontinuación, examinando las principalesresoluciones dictadas sobre esta materia.

Se afirma por el Tribunal Supremo que “hayánimo de traficar si se trata de una cantidadque excede de la que razonablemente estádestinada al propio consumo, y que estáobjetivamente preordenada al tráfico, porexceder de las previsiones de consumo deun drogadicto” (STS de 2 de enero de 1998),y una corriente jurisprudencial viene mante-niendo que ha de atenderse a la cantidad quepueda consumirse en cinco días como máxi-ma admisible para el autoconsumo atípico,aplicando para cada día la dosis media ordina-ria, según la droga concreta de que se trateen cada caso (STS de 5 de junio de 1997 y 16de setiembre de 1997).

En aplicación de esa tesis, la STS de 28 desetiembre de 1990 confirmó la condena enun caso de aprehensión de 65 gramos decocaína en el domicilio del acusado, afirman-do que “excede de la cantidad destinada alconsumo la que supera la que el procesadoutiliza durante un maximun de tres a cincodías. Incluso partiendo de la declaración delprocesado de que esnifaba de 4 a 5 gramosdiarios - lo que el propio letrado recurrentepone en duda - la cantidad intervenida seextendería a dos semanas de consumo”.

Previamente, la jurisprudencia había consi-derado cantidades indicativas para el tráficode cocaína, en supuesto de hecho diversos,las de 8 gramos (STS de 19 de setiembre de1983), 26,2 gramos con una riqueza del 35%(STS de 26 de enero de 1990) y 25 gramoscon una pureza del 49,56% (STS de 16 dejulio de 1990).

La STS de 7 de noviembre de 1991 afirmaque “la cantidad de cocaína ocupada, 14,97gramos, excede a la que un consumidormedio suele utilizar. También este argumentoencuentra apoyo matemático, pues si el pro-cesado ha declarado que la papelina que lle-vaba era para esnifar cocaína, y visto que el

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contenido de aquélla era de 0,1 gramo, esclaro que tal décima de gramo implicaba laexistencia de 149,7 dosis de consumo,número que evidentemente es también signi-ficativo del propósito de venta; y que elhecho de llevar el procesado en el bolso demano toda la cantidad de cocaína ocupada enel momento de su detención, tras un serviciode seguimiento por la policía, que sospecha-ba sus conexiones y que por ello fue seguidola noche de autos desde N., donde residía,hasta C., a cuya circunstancia de llevar enci-ma aquella cantidad de droga, dio la inverosí-mil explicación de que se había olvidado desacarla del bolso”.

Por su parte, la STS de 9 de octubre de1992 consideró que excedía de la normal pre-visión de acopio de un consumidor medio lacantidad en aquel caso incautada, que ascen-día 13,34 gramos de cocaína.

Una cantidad superior a los 20 gramos decocaína de notable pureza no fue por símisma denotativa de su destino al tráfico, enla STS de 27 de octubre de 1983, que revocóla condena impuesta inicialmente al poseedorde la droga, afirmando esta resolución que“si al recurrente se le ocuparon 21,8 gramosde cocaína de una pureza del 75% y el con-sumo que hacía de tal sustancia era nadamenos que el de 2 gramos diarios, no esposible, con tales datos, deducir de ellos queel acusado se dedicaba a la venta de tal pro-ducto cuando los propios jueces de instancia,conscientes de no poder describir ningúnacto concreto que supusiera tráfico de dro-gas, principian la narración del suceso que seenjuicia con la penalmente inexpresiva frasede que la Policía Judicial de Zaragoza recibióuna información confidencial en el sentido deque Alfonso Z.F. se dedicaba a comerciar concocaína, y como dicha información no apare-ce en la sentencia constatada por pruebaalguna - por lo que ningún valor en concienciapuede dársele - y el volumen de la sustanciaaprehendida sólo permitía a su tenedor cubrirsus necesidades durante 10 días, lo que noes inusual, es claro que se infringió el citadoartículo”, dejando sin efecto, en consecuen-cia, la condena dictada.

Sin embargo, un año y medio más tarde,se confirmó la sentencia condenatoria dicta-da contra el poseedor de una cantidad similar.Afirma la STS de 29 de abril de 1995 que “losveinte gramos intervenidos con la purezaindicada del 24% representan casi cinco gra-mos absolutamente puros de cocaína. Eneste caso únicamente existe el dato objetivoque refiere tal cantidad, pues no se encontra-ron objetos complementarios que hubieranayudado al juicio de valor. Se ha consideradocomo normal el depósito o la tenencia porparte del drogadicto de cantidades quesupongan acopio para el propio consumodurante 5 días (sentencia de 28 de enero de1993), aunque es muy difícil establecer apriori (sentencia de 6 de marzo de 1992)reglas fijas sobre la cuantía que el drogode-pendiente precise, que dependerá de la cali-dad del producto y de las necesidades que elhábito le imponga”. Luego, tras diversas con-sideraciones complementarias y el repaso dela principal jurisprudencia hasta entoncesexistente, concluye esta sentencia que “aun-que no se encontraran útiles complementa-rios para el tráfico, es evidente que los 20 g.exceden de los permisibles para el propioconsumo si el cocainómano necesitas nomás de dos gramos diarios (sentencia de 28de abril de 1993). La concurrencia de princi-pios activos en la proporción indicada del24% abunda en la tesis asumida por la ins-tancia, pues tal grado de pureza es inclusoexcesiva para el consumo como no se lacorte con los habituales productos adultera-dores”.

Resulta pues complicado establecer, a lavista de las resoluciones del Tribunal Supre-mo, un límite cuantitativo de sustancia enprincipio destinada al autoconsumo. Un buencompendio de la doctrina jurisprudencial, connumerosas citas de resoluciones anteriores,se contiene en la relevante STS de 26 demarzo de 1999, que confirma la absolucióninicial decretada por la Audiencia Provincial deGuadalajara a favor de dos acusados, ambosconsumidores habituales de fin de semana,que tenían en su poder conjuntamente 26gramos de cocaína de elevada pureza.

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Advierte esta STS de 26 de marzo de 1999que “la fijación de límites cuantitativos quesirvan para fundamentar el juicio de valorsobre la intención del acusado en orden a dis-tinguir la tenencia para el consumo, la tenen-cia delictiva para traficar o la tenencia delicti-va de notoria importancia, la fijación de taleslímites, se repite, es una cuestión ciertamen-te irritante por los agravios comparativos quepueden originarse si se hace caso omiso delos supuestos de caso concreto (ver senten-cias de 5 de octubre de 1993, 15 de octubrede 1992 y 12 de junio de 1991). Siendo ellono obstante necesario para orientar la justainferencia de los jueces, se ha hablado, encuanto a la cocaína, de unos 8 g. como canti-dades que en término medio podría estimar-se propia para el consumo durante tres ocinco días. Siempre será reglas discutibles,solo orientativas. Eso dice la sentencia de 17de enero de 1997. La abundante doctrina deesta Sala refuerza no solamente la peculiari-dad de cada caso sino también el peligro deestablecer unas reglas estáticas, rígidas einamovibles ..... No se olvide que nos move-mos, subjetivamente, en el área de lo volitivo,intelectual o anímico a la hora de juzgar sobrelos hábitos personales o sobre la drogode-pendencia. De ahí, insistimos, el peligro delas conclusiones inamovibles. Piénsese sobretodo en que las posibilidades económicas delconsumidor y las posibilidades de conserva-ción de la droga sin detrimento de su calidadpueden dar lugar a juicios distintos que nuncaserían por ello contradictorios”.

Abordando el análisis concreto del caso encuestión, insiste esta resolución en que “elproblema es difícil. Ahora se trata de pocomás de 26 g. de cocaína, con una purezamedia del 70%, poseída para el autoconsu-mo de los dos acusados absueltos, los cualesson consumidores habituales en los fines desemana, en la ciudad en la que pacífica ylaboralmente conviven, ciudad tan alejada dela capital del Estado como para justificar elviaje realizado a ésta para hacer acopio delalucinógeno. De otro lado no existen indiciosde clase alguna que de alguna manera seña-len cualquier clase de actividad delictiva, en

el mundo de la droga, por parte de los acusa-dos. La resolución de la cuestión debatidaestaría en el análisis del razonamiento llevadoa cabo por los jueces de la Audiencia que vie-ron y oyeron lo que otros ojos y oídos no vana percibir después. Ese razonamiento, lógico,racional, completo y sensato, lleva a una con-clusión absolutoria que, en base a lo expues-to y atendiendo al supuesto de caso concre-to, lejos de la rigidez y de la inmovilidad, esteTribunal no considera justa su rectificación”.

En conclusión, la jurisprudencia no ha seña-lado con claridad una cantidad de cocaína apartir de la cual se considere inferible, a partirdel solo dato cuantitativo, el destino de ladroga al tráfico ilegal, si bien, cierto númerode sentencias sitúa ese límite teórico, deforma puramente orientativa y con todas lasreservas y salvedades pertinentes, en torno alos 8 gramos de esta sustancia.

Lo anterior no supone, obviamente, que latenencia de cantidades inferiores de droga nose sancione como destinada al tráfico, si talposesión va acompañada de otros elementosindiciarios que acrediten suficientemente esedestino. A modo de ejemplo, en este sentido,la STS de 15 de junio de 1995 mantuvo lacondena de una persona, declarada comoconsumidora de cocaína y encontrada enposesión de una cantidad inferior a los cincogramos, señalando, respecto a esa condiciónde cocainómano que “el dato no es en símismo decisivo porque es conocida en elámbito de esta delincuencia la hipótesis dedrogadictos en los que confluye la doble con-dición de consumidores y vendedores, sien-do la venta la fórmula que les permite finan-ciar el consumo; y en este caso - entrando enel aspecto sustantivo del tema - es razonableque el Tribunal sentenciador se haya inclinadoa esta última tesis, dando al consumo uncarácter accesorio, porque la posesión de ladroga, aunque sea en la pequeña cantidad de4,92 gramos, tiene significación indiciaria porel elevado grado de pureza (74,25%) que per-mite el corte o adulteración en la venta almenudeo, en que no suele pasar del 15% elprincipio activo, con lo que la posibilidad deventa y difusión no puede descartarse; son,

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además, circunstancias que no se conciliancon la simple calidad de consumidor la pose-sión de la droga fuera del domicilio y escondi-da cuidadosamente en el calzado, y no guar-da coherencia con el nivel económico delsujeto en situación de paro sin que consteningresos distintos en la fecha de autos, el dis-poner de un vehículo provisto de teléfonomóvil, de 40.000 pesetas, que era el preciode la droga adquirida y de 36.500 en efectivo.Finalmente, el alto al automóvil por las fuer-zas de seguridad no fue un hecho de puroazar, sino por sospechas de transporte quepasaron como tales al hecho probado. Enconsecuencia, y aun aceptando la cualidad deconsumidor de cocaína del acusado, los ele-mentos que facilita el factum son suficientespara deducir la dedicación al tráfico”.

7. ACTOS DE TRAFICO Y AUTORÍA

DELICTIVA

Sobre el concepto de tráfico afirma la STSde 16 de junio de 1987 que “tráfico equivale atransmisión de una cosa a otra u otras perso-nas, es decir, a traslación de la propiedad oposesión de las mismas, gratuita u onerosa-mente, total o parcialmente, directa o indirec-tamente, siempre y cuando, claro está, latransferencia implique promoción o favoreci-miento del consumo de drogas tóxicas, estu-pefacientes o psicotrópicas”.

El mero transporte de la droga, incluso sininterés económico por el transportista, cons-tituye también acto típico penalmente, dadoque contribuye a propiciar el consumo ilegalde la droga transportada por sus destinatariosfinales. En tal sentido, afirma la STS de 30 desetiembre de 1997, que “asumir el encargode transportar una cantidad de droga hastauna discoteca es poner una condición nece-saria para cerrar el círculo de distribución detal mercancía, y en su acto de tráfico del quese responde como autor”. En el mismo senti-do, STS de 21 de enero de 1998 y 21 defebrero de 1998.

El texto legal configura con gran amplitud laconducta típica delictiva, hasta el punto dehacer que se difumine o, al menos, revistaenorme dificultad, la distinción técnico-jurídi-ca entre actos directos de ejecución delictiva(autoría en sentido propio), actos de colabora-ción imprescindible para el delito (coautoríapor cooperación necesaria) y actos de ayudameramente útil, pero no estrictamente nece-saria, para la comisión del delito (complici-dad). Por ello, la jurisprudencia viene decla-rando que la figura de la complicidad en losdelitos contra la salud pública es de difícilapreciación, dada la amplia tipicidad estable-cida en el artículo 368 del Código (STS de 3de marzo de 1987, 19 de setiembre de 1987,10 de octubre de 1995, 10 de octubre de1997 y 4 de octubre de 2000), siendo tansólo posible su aplicación en supuestos demínima colaboración mediante conductasauxiliares en beneficio del verdadero trafican-te (STS de 15 de enero de 1991).

En concreto, se han calificado de complici-dad hechos como el mero acompañamiento alos compradores para indicarles el domiciliode quien vendía la droga (STS de 9 de julio de1987), la ocultación ocasional y de brevísimaduración de una pequeña parte de la drogaposeída por otro (STS de 30 de mayo de1991, 30 de mayo de 1997 y 15 de octubrede 1998) o la ayuda prestada por quien no eradueño de la droga a otra persona poseedorade la misma para que intentase hacerla des-aparecer ante la intervención policial inmedia-ta (STS de 16 de junio de 1995). Fuera deesos excepcionales casos, cualquier interven-ción en el tráfico se considera incluida en elamplio tipo penal analizado.

Los delitos de tráfico de drogas no requie-ren, en ningún supuesto, el ánimo de lucroen su autor. Por ello, la donación de droga hasido considerada siempre como delictiva porla jurisprudencia (STS de 6 de abril de 1989,19 de mayo de 1989, 22 de octubre de 1990,4 de febrero de 1991, 3 de mayo de 1991, 25de enero de 1992, 14 de octubre de 1993, 26de noviembre de 1994 y 6 de junio de 1997).Sin embargo, hay casos especiales de entre-ga de drogas que el Tribunal Supremo ha con-

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siderado no sancionables penalmente. Engeneral, se trata de la transmisión de dosismínimas y gratuitamente a una persona queya es previamente adicta a la sustancia, porparte de un familiar o persona allegada adicho consumidor y con la intención de evitar-le los sufrimientos del síndrome de abstinen-cia o de ayudarle a intentar una paulatina des-intoxicaciòn mediante el consumo de dosisdecrecientes (STS 2 de noviembre de 1992,18 de diciembre de 1992, 29 de mayo de1993, 15 de julio de 1993, 16 de setiembre de1993, 6 de octubre de 1993, 16 de marzo de1994, 8 de abril de 1994, 27 de mayo de1994, 11 de junio de 1997, 14 de julio de 1997,22 de enero de 1998 y 22 de setiembre de2000).

El consumo compartido de una droga entreusuarios habituales de la misma viene siendotambién considerado no delictivo (STS de 12julio de 1984, 6 de abril de 1989, 23 de marzode 1991, 2 de noviembre de 1992, 25 demarzo de 1993, 27 de setiembre de 1993, 7de febrero de 1994, 18 de setiembre de 1997,3 de noviembre de 1997 y 27 de octubre de1999).

El Tribunal Supremo reputa igualmente atí-picos los actos de compra colectiva de drogadestinada al consumo de los que la adquieren(STS 25 de mayo de 1981, 11 de noviembrede 1992 y 27 de enero de 1995), e incluso, lacompra por encargo de un grupo, del cualforma parte el encargado adquirente de ladroga y destinando ésta al consumo de esepropio grupo (STS 18 de diciembre de 1992, 4de febrero de 1993, 18 de octubre de 1993 y3 de junio de 1994).

Un problema probatorio peculiar que enocasiones se plantea es la valoración penalde la actuación de otras personas que convi-ven en el mismo domicilio con el autor direc-to de los actos de tráfico de drogas. La juris-prudencia es, en este punto, especialmenteclara: la mera convivencia domiciliaria ni es,en si misma, un acto de cooperación con eltraficante ni sirve de prueba de participaciónen los actos de tráfico.

Al respecto, la STS de 26 de julio de 1993ya proclamaba que “el hecho de la unión

matrimonial y el dato de viajar juntos no pue-den ser, por sí solos determinantes de la infe-rencia de la participación de la esposa” en eltráfico ilícito llevado a cabo por el varón, sor-prendido con la droga en el automóvil dondese hallaban ambos.

La STS de 30 de diciembre de 1993 afirmaque “bajo la fuerza de los principios constitu-cionales, no puede admitirse ningún tipo depresunciones de participación. No es correc-to ni ortodoxo en forma alguna atribuir alhombre el tráfico por el hecho de llevarlo acabo la mujer o viceversa, por la circunstanciade la convivencia de ambos en el mismo pisoo vivienda y el mayor o menor conocimientoque uno de ellos tenga del tráfico que realizael otro. No se puede, por ello, atribuir la pose-sión de la droga para su venta o el tráfico dela misma indiscriminadamente a los dos. Hayque probar, fehacientemente y por mediosplenos de aptitud incriminatoria o de cargo,que uno y otro llevaron a cabo actos que ellegislador incorpora al núcleo de cada uno delos tipos en alguna de las modalidades departicipación”.

En el mismo sentido se ha pronunciado enbastantes más ocasiones la jurisprudencia.Incluso conociendo uno de los convivientesel tráfico desarrollado por otro en el domicilio,ello no le convierte en partícipe si no sedemuestra una contribución concreta alhecho delictivo (STS de 13 de octubre de1994, 14 de octubre de 1994, 20 de setiem-bre de 1995, 28 de noviembre de 1997, 6 deoctubre de 1998, 12 de mayo de 1999, 4 deabril de 2000 y 29 de mayo de 2000).

Importa, por último, señalar que la naturale-za típica del delito de tráfico de drogas impideapreciar la figura del delito continuado, pre-vista con carácter general en el artículo 74.1del Código Penal, cuyo tenor “el que, en eje-cución de un plan preconcebido o aprove-chando idéntica ocasión, realice una plurali-dad de acciones u omisiones que ofendan auno o varios sujetos e infrinjan el mismo pre-cepto penal o preceptos de igual o semejantenaturaleza, será castigado, como autor de undelito o falta continuados, con la pena señala-

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da para la infracción más grave, que seimpondrá en su mitad superior”.

La STS de 20 de febrero de 1993 puso derelieve el carácter de delito permanente deeste tipo penal, contraponiéndolo a otroscasos de delito continuado. Por su parte laSTS de 18 de diciembre de 1993 consideróexistente un delito único de tráfico de drogas,rechazando la aplicación de la continuidaddelictiva, en un supuesto de venta a una plu-ralidad de compradores. También negaron laposible apreciación del delito continuado lasSTS de 18 de marzo de 1999 y 30 de setiem-bre de 1999.

Recientemente, la STS de 3 de julio de 2000reiteró que “la singular estructura del delitocontra la salud pública en la modalidad de tráfi-co de drogas, permite entender que una plura-lidad de actos realizados por el mismo sujetoque favorece el tráfico o el consumo ilegal porotras personas constituye un solo delito aun-que esté integrado por varias acciones”.

En la misma línea, la STS de 23 de octubrede 2000 destaca que “la naturaleza del delitode tráfico de droga, de mera actividad, per-manente y de peligro abstracto, hace difícilsu consideración como delito continuado. Ensu amplia expresión tipificadora se integrantanto la posesión y tenencia para el tráfico,como los actos aislados de este tráfico y lareiteración de esta clase de actos, puesestos actos de disposición y entrega frag-mentaria a otras personas de las drogas enrazonable cercanía temporal se realizan yasobre un delito consumado por la meratenencia y detentación de esas sustanciascon ánimo de entregarlas a cualquier otrapersona con finalidad de ilícito tráfico”.

8. PENAS APLICABLES

El delito de tráfico de drogas que causangrave daño a la salud, entre ellas la cocaína,se castiga en el artículo 368 CP con pena deprisión de duración comprendida entre tres ynueve años y, además, con pena de multa,cuyo importe dependerá del valor de la drogaobjeto del delito: una vez calculado, se

impondrá una multa de cuantía comprendidaentre esa cifra y el triplo de la misma. El artí-culo 377 CP establece que a estos efectosese valor de la droga “será el precio final delproducto o, en su caso, la recompensa oganancia obtenida por el reo, o que hubierapodido obtener”.

En la práctica judicial son tenidos en cuen-ta, como medio probatorio fundamental, losinformes que elabora periódicamente la Ofici-na Central Nacional de Estupefacientes(OCNE), dependiente del Ministerio del Inte-rior, relativos al precio medio de las drogas enel mercado ilícito. Refiriéndose al primersemestre de 2001, el precio estimado por laOCNE para la cocaína adquirida por kilogra-mos es de 5.678.193 pesetas, con una pure-za media del 74%. El precio de la misma sus-tancia comprada por gramos supone 9.779pesetas/gramo, con una pureza media, enesta forma de presentación, del 53%. Porúltimo, el informe cuantifica la dosis de coca-ína habitual en el mercado en algo menos deun quinto de gramo (184 miligramos), conuna pureza del 44% y un precio de 2.190pesetas/dosis, lo cual equivale a un precio de11.902 pesetas/gramo.

A las penas de prisión y multa que se impon-gan en cada caso, ha de añadirse otra penacuando el delito haya sido cometido por empre-sario, intermediario en el sector financiero,facultativo, funcionario público, trabajadorsocial, docente o educador, en el ejercicio desus respectivos cargos o profesiones. En estoscasos, el artículo 372 CP, ordena imponer, ade-más de las penas correspondientes ordinaria-mente al delito, la de “inhabilitación especialpara empleo o cargo público, profesión u oficio,industria o comercio, de tres a diez años”. A losefectos de este precepto, se consideran facul-tativos a los médicos, psicólogos, personas enposesión de título sanitario, veterinarios, farma-céuticos y sus dependientes.

Como supuesto todavía más grave, seimpondrá, junto con la pena de prisión y la demulta, la pena de inhabilitación absoluta dediez a veinte años cuando el delito fuere reali-zado por una autoridad, o un agente de laautoridad, en el ejercicio de su cargo.

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La condena por delito de tráfico de drogasconllevará, a tenor de lo dispuesto en el artí-culo 374 CP, además de las penas señaladas,el comiso de las sustancias ilícitas, que seránposteriormente destruidas con arreglo al pro-cedimiento reglamentariamente establecido.También serán objeto de decomiso los equi-pos y materiales utilizados para la elaboraciónde la droga y, en general, los vehículos,buques, aeronaves y otros posibles bienes yefectos de cualquier naturaleza que hayanservido de instrumento para la comisión deldelito. Por último, serán igualmente decomi-sados todos los bienes provenientes del tráfi-co y las ganancias obtenidas con ellos, cua-lesquiera que sean las transformaciones quehayan podido experimentar.

Se exceptúan del comiso los bienes e ins-trumentos de lícita posesión que pertenezcana un tercero de buena fe no responsable deldelito, por ejemplo, el titular del vehículo quelo cede o alquila al autor del tráfico sin cono-cer que va a ser utilizado para la comisión delmismo.

Dispone también el Código Penal la posibili-dad de que los bienes, efectos e instrumen-tos objeto del comiso puedan ser aprehendi-dos y puestos en depósito desde el primermomento del proceso penal por la autoridadjudicial, con el fin de garantizar la efectividaddel comiso. Incluso puede acordar el juez quedurante la tramitación del procedimiento esos

bienes puedan ser utilizados provisionalmentepor la policía, con las debidas garantías parasu conservación. Una vez sea definitivo elcomiso, alcanzada la firmeza de la sentenciacondenatoria en que se haya acordado, losbienes quedan adjudicados al Estado.

9. TIPOS AGRAVADOS DE TRAFICO DE

DROGAS

Además de la distinción que efectúa el artí-culo 368 CP entre drogas “duras” y “blan-das”, el artículo 369 CP establece otra impor-tante diferencia entre conductas básicas detráfico de drogas y actuaciones especialmen-te graves. Al tipo básico de tráfico de cocaínale corresponden las penas ya examinadas. Enlos supuestos de tráfico especialmente gravelas penas a imponer serán la de prisión conduración de nueve años a trece años y seismeses, y además la de multa de cuantíaentre el valor de la droga y el cuádruplo delmismo.

Existen en el Código Penal nueve supues-tos distintos de tráfico especialmente grave,recogidos en el citado artículo 369, coinciden-te en su contenido con el anterior artículo344 bis a) del Código Penal de 1973.

De esos nueve tipos agravados el quemayor problema interpretativo suscita es el

CUADRO 2. PENAS APLICABLES EN EL DELITO DE TRAFICO DE COCAINA

Penas TIPO BASICO TIPOS AGRAVADOS TIPOS ULTRAGRAVES

ART. 368 CP ART. 369 CP ART. 370 CP

PRISION mínimo: 3 años mín.: 9 años mín.: 13 años 6 mesesmáximo: 9 años máx.: 13 años 6 meses máx.: 20 años 3 meses

MULTA tanto al triplo tanto al cuádruplo tanto al séxtuplovalor droga valor droga valor droga

INHABILITACION (para empleo o cargo público, profesión, industria o comercio)ESPECIAL 3 a 10 años

INHABILITACION (si el hecho lo comete la autoridad en ejercicio de su cargo)ABSOLUTA 10 a 20 años

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Cocaína en el derecho penal español240

de su apartado 3º, relativo a los casos en que“fuere de notoria importancia la cantidad dedrogas tóxicas, estupefacientes o sustanciaspsicotrópicas objeto de las conductas a quese refiere el artículo anterior”. Nos detendre-mos en su análisis.

El texto legal no se pronuncia sobre la can-tidad de droga a partir de la cual se puedaconsiderar de notoria importancia, dejandopues su concreción a la labor jurisprudencial,lo que ha motivado abundantes y duras críti-cas doctrinales contra la utilización de un con-cepto jurídico tan sumamente indeterminado.Se aduce que la creación de un tipo penalabsolutamente abierto supone atribuir al juezla facultad libérrima de determinar lossupuestos de hecho en los que va a imponer-se una pena superior en grado, lo cual resultamuy difícilmente compatible con la necesidadde taxatividad de los tipos penales y con elpropio principio de legalidad. No obstante, laconstitucionalidad del uso de este tipo de

conceptos relativos, precisados de concre-ción judicial, ha sido reiteradamente admitidapor el Tribunal Supremo y por el TribunalConstitucional, encontrándose pues zanjadala cuestión (STS de 16 de diciembre de 1986,11 de noviembre de 1989, 12 de febrero de1993, 17 de junio de 1993 y 25 de noviembrede 1996; STC 62/82 y 133/87).

En líneas generales, la jurisprudencia havenido estableciendo como razón de la agra-vación el mayor peligro potencial que suponepara la salud pública una cantidad elevada dedroga, al poder alcanzar su difusión a unnúmero considerable de personas (STS de 12de febrero de 1993 y 28 de abril de 1995).

El límite concreto de la notoria importanciase ha señalado por el Tribunal Supremo calcu-lando la cantidad que supondrían 200 dosismedias de cada tipo de droga (STS de 9 deoctubre de 1987). Con ese criterio, ha afirma-do que la cantidad de notoria importancia seiniciaría a partir de 120 gramos de cocaína

CUADRO 3

Art. 369 Código Penal

Se impondrán las penas privativas de libertad superiores en grado a las respectivamenteseñaladas en el artículo anterior y multa del tanto al cuádruplo cuando:1º. Las drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas se faciliten a menores de

dieciocho años o disminuidos psíquicos, o se introduzcan o difundan en centros docen-tes, en centros, establecimientos y unidades militares, en establecimientos penitencia-rios o en centros asistenciales.

2º. Los hechos fueren realizados en establecimientos abiertos al público por los responsa-bles o empleados de los mismos.

3º. Fuere de notoria importancia la cantidad de drogas tóxicas, estupefacientes o sustanciaspsicotrópicas objeto de las conductas a que se refiere el artículo anterior.

4º. Las citadas sustancias o productos se faciliten a personas sometidas a tratamiento dedeshabituación o rehabilitación.

5º. Las referidas sustancias o productos se adulteren, manipulen o mezclen entre sí o conotros, incrementando el posible daño a la salud.

6º. El culpable perteneciere a una organización o asociación, incluso de carácter transitorio,que tuviere como finalidad difundir tales sustancias o productos aun de modo ocasional.

7º. El culpable participare en otras actividades delictivas organizadas o cuya ejecución se veafacilitada por la comisión del delito.

8º. El culpable fuere autoridad, facultativo, funcionario público, trabajador social, docente oeducador y obrase con abuso de su profesión, oficio o cargo.

9º. Se utilice a menores de dieciséis años para cometer estos delitos.

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(STS 29 de abril de 1988, 20 de setiembre de1989, 2 de febrero de 1990, 24 de enero de1995, 5 de julio de 1999, 15 de noviembre de1999 y 20 de setiembre de 2000).

La doctrina jurisprudencial sobre la fronteracuantitativa de la notoria importancia fue con-figurándose durante la vigencia del CódigoPenal de 1973, en cuyo antiguo artículo 344bis a) 3º se establecía el tipo agravado a quenos venimos refiriendo. Al producirse la entra-da en vigor del nuevo Código de 1995, queelevó, en general, las penas imponibles en losdelitos de tráfico de drogas, se planteó laposibilidad de elevar, correlativamente, loslímites jurisprudenciales de la notoria impor-tancia. Los argumentos a favor se apoyaban,esencialmente, en la necesidad de guardarcierta proporcionalidad entre la gravedad delhecho y la de la pena correspondiente, que,en el tipo agravado por la notoria importancia,llega a superar a la prevista para delitos deviolación (castigados en el artículo 179 CP conpena de seis a doce años de prisión) y casialcanza la del delito de homicidio (sancionadocon pena de diez a quince años de prisión enel artículo 138 CP). A ello se añade que laposesión o transporte de cantidades de drogaque superan la barrera establecida para lanotoria importancia se da cada vez más enescalones muy bajos de la escala delictiva,tratándose, en muchas ocasiones, los conde-nados de meros correos o transportistas sinrelevancia en las organizaciones delictivas, acuya dirección son ajenos. Sancionar a esaspersonas con una pena mínima de nueveaños de prisión resulta injusto por excesivo y,además, obliga a tratar sin distinción casos deaprehensión de muy diferentes alijos dedroga. Piénsese en la posesión de, por ejem-plo, 200 gramos de cocaína y la de 20 kilos dela misma sustancia. En ambos casos la penaoscilará entre nueve y trece años y medio deprisión, lo que es susceptible de producir,incluso, un indeseado efecto criminógeno: sila pena que puede acarrear el delito es lamisma ¿que motivo existe para traficar con200 gramos en vez de con 20 kilos?

Pese a todo, el Tribunal Supremo ha soste-nido el criterio preexistente sobre los topes

de la notoria importancia para cada sustancia:se mantiene pues la frontera en los 120 gra-mos de cocaína (STS de 25 de octubre de1999, 15 de noviembre de 1999, 1 de juniode 2000, 10 de julio de 2000 y 2 de enero de2001).

La pervivencia del límite cuantitativo ante-rior es justificada por las razones expuestasen la STS de 4 de mayo de 2000, que afirma“la doctrina de esta Sala Segunda ha concre-tado el concepto jurídico indeterminado de lacantidad de notoria importancia que, comoelemento normativo, configura el subtipoagravado previsto en el art. 369.3 CP, y haestablecido que dicho subtipo habrá de seraplicado cuando, tratándose de cocaína, lasustancia aprehendida supera los 120 g. depeso neto. Es cierto que tras el incrementode las sanciones para este tipo de activida-des delictivas que introdujo el CP vigente,algún sector doctrinal ha apuntado la posibili-dad de que ese incremento punitivo vinieraseguido de una reforma del criterio jurispru-dencial sobre la notoria importancia, eleván-dose los parámetros hasta ahora utilizados, afin de conseguir un equilibrio con la mayoragravación sancionadora establecida por ellegislador de 1995. Pero no debe olvidarseque cuando éste decide aumentar la pena auna actividad delictiva que se ha convertidoen una de las amenazas más relevantes parala sociedad, ya era conocedor del conceptode notoria importancia acuñado por el TS y,sobre el conocimiento de este dato, adoptóla decisión de elevar la pena mínima a impo-ner estableciéndola en nueve años de pri-sión, en lugar de la hasta entonces vigentede ocho años y un día de prisión mayor (art.344 bis.a CP 1973) cuando se trata de sus-tancias que afecten gravemente a la salud.Alterar ahora la definición y el alcance queesta Sala Segunda ha efectuado del conceptoen cuestión supondría una suerte de subver-sión a la voluntas legislatoris si se tiene encuenta que una de las razones que le hayaimpulsado a incrementar las penas para losdelitos de tráfico de drogas es la de potenciarel efecto disuasorio que la pena supone paralos eventuales delincuentes, es decir, la pre-

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vención general, que se vería seriamentecomprometida en el caso de que se modifica-ra al alza el elemento de notoria importanciaque examinamos”.

En cualquier caso, es preciso destacar quelo que se tiene en cuenta para comprobar sise ha superado el tope de la notoria impor-tancia no es el peso total de la sustanciaincautada, sino la parte de ese peso corres-pondiente a droga pura, descontando la parteque corresponda a adulterantes o excipientes(STS 19 de diciembre de 1988 y 13 denoviembre de 1989). De esa forma, de unalijo, por ejemplo, de 200 gramos de cocaína,con una pureza del 55%, se computarán sólolos 110 gramos de sustancia pura, con lo queno se aplicará el tipo agravado, ya que estese inicia con los 120 gramos mencionados deesa droga.

Igualmente hay que advertir que la jurispru-dencia viene descontando también, para com-probar la superación de la barrera de la notoriaimportancia, la parte de la droga poseída quese encuentre destinada al autoconsumo. Asípues, en los casos en que se considere pro-bado, por una parte, la posesión de cierta can-tidad de droga destinada al tráfico y, por otrolado, la adicción del sujeto a esa sustancia y elconsiguiente destino de una parte de lo pose-ído al consumo del mismo, habrá que deduciresta última parte del total del alijo para deter-minar si el resto, objeto del tráfico ilícito,supera o no el límite de la notoria importancia(STS de 15 de octubre de 1991, 30 de abril de1993, 9 de diciembre de 1994, 19 de setiem-bre de 1995 y 19 de julio de 2000).

Para hacer la deducción expresada, la sen-tencia deberá determinar la cantidad dedroga que considera probado fuese a dedicar-se al autoconsumo del acusado, siendo lla-mativo que en algunas resoluciones se seña-lan al respecto cantidades ciertamenteelevadas. Como muestra servirán dos.

La STS de 19 de setiembre de 1995 confir-mó la condena, dictada sin aplicar la agrava-ción por notoria importancia, contra el posee-dor de 209 gramos de cocaína de una purezacomprendida entre el 63 y el 68%.

Convalida esta resolución el criterio de laAudiencia Provincial que había inaplicado lanotoria importancia “porque entendió que elacusado, que era consumidor de tal clase dedroga, tenía destinada para su propio consu-mo alguna parte de la cantidad de cocaínaque poseía, cifrando tal parte en treinta gra-mos, con lo cual, ya se calculara sobre elpeso bruto, ya sobre el resultante de drogapura, en ningún caso la cantidad destinada aterceros sobrepasaría la cifra de 120 gramosque viene siendo considerada como límitemínimo”.

Se continua añadiendo que “la cifra de 30gramos calculada por la sentencia recurridacomo la que el acusado tenía para su consu-mo personal se encuentra dentro de lo razo-nable, conforme a los datos que al efecto senos ofrecen como probados. Un consumo de2 a 4 gramos diarios para unos 10 días alcan-zan como total los mencionados 30 gramos.Por otro lado, el límite indicado de 120 gra-mos para la aplicación de la agravación espe-cífica que estamos examinando y la reduc-ción de la cantidad que se calcula para elautoconsumo cuando el reo al tiempo quetraficante es adicto al uso de la droga, sondoctrina reiterada de esta Sala de lo Penal delTribunal Supremo”.

La STS de 19 de julio de 2000 mantuvo lainaplicación del tipo agravado por la notoriaimportancia a una condenada sorprendida enel Aeropuerto de Madrid-Barajas con 445,3gramos de cocaína en el doble fondo de suszapatos. Como la droga tenía una riqueza del46,6%, el alijo contenía 207,5 gramos decocaína pura, sobrepasando, pues, el límitejurisprudencial de 120 gramos de sustancia.Sin embargo, esta sentencia señala que, enel caso concreto enjuiciado, había “quedadoacreditado del análisis del cabello de la proce-sada llevado a cabo por el Instituto Nacionalde Toxicología, que la misma ha venido con-sumiendo cocaína de forma habitual y reitera-da desde mayo de 1998 hasta su detención”.Por ello, se continua, “no es descartable queparte de la sustancia que transportaba Fran-cesca estuviera destinada a su propio consu-mo. Dada la relativa proximidad de las cifras

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que se manejan, resulta necesario precisarcuál es esa parte de droga no destinada a ter-ceros. El Ministerio Fiscal dice que utilizandocriterios jurisprudenciales, la cantidad desti-nada al propio consumo será, como máximo,de 40 gramos, es decir, 4 gramos diariosdurante diez días, lo que dejaría como desti-nado a terceros 167,5 g. de cocaína, cifratodavía superior al indicado límite de 120 gra-mos. Ahora bien, ese acopio de droga paradiez días que resulta lógico en circunstanciasde vida normales, puede ser superado cuan-do, como ocurre en el presente caso, ladroga se va a buscar a un país tan lejano deItalia como es Venezuela, situación en la queno es ilógico pensar que se adquiere parauno mismo una cantidad superior a la normalaprovechando su mejor precio, como afirmala acusada”.

Por tanto, concluye la sentencia, “en estascircunstancias, dada la proximidad de lascifras que se manejan, no es posible asegu-rar, con la trascendental repercusión que elloimplica en la pena privativa de libertad aimponer, que la cantidad de cocaína ocupadaa la procesada en la ocasión de autos, unavez deducida la destinada al propio consumo,superara los 120 gramos. Por ello el motivoúnico del recurso interpuesto por el Ministe-rio Fiscal debe ser desestimado”.

10.TIPOS ULTRA AGRAVADOS DE

TRÁFICO

Además del tipo básico y de los agravados,existe en el Código Penal un tipo ultraagrava-do de tráfico de drogas, contemplado en elartículo 370 CP y castigado con pena de pri-sión de duración mínima de trece años y seismeses, y máxima de veinte años y tresmeses, y con multa con cuantía comprendidaentre el valor de la droga y su séxtuplo.

El contenido de este precepto es coinci-dente con el del anterior artículo 344 bis b)del Código Penal de 1973, pudiendo, portanto, trasladarse las referencias que hace la

jurisprudencia a ese artículo al art. 370 CPahora vigente.

Este tipo especialmente grave se aplica endos supuestos: cuando las conductas de trá-fico de drogas, además de encajar en algúntipo agravado del artículo 369 CP, revistanextrema gravedad, y cuando los reos hayanactuado como jefes de organizaciones delicti-vas dedicadas al tráfico.

El texto legal no ofrece ningún detallesobre el concepto jurídico indeterminado“conductas de tráfico de extrema gravedad”,en otra laguna más que ha debido cubrir lajurisprudencia. Obviamente, se vuelven aplantear en este extremo las mismas objecio-nes doctrinales, aun acrecentadas, que cues-tionaban la constitucionalidad del conceptoabierto de notoria importancia, las cuales, sinembargo, no han sido acogidas por la juris-prudencia penal y constitucional. Examinare-mos ahora las resoluciones más relevantes alrespecto.

La STS de 19 de junio de 1995 afirma que“nos hallamos ante un concepto - extremagravedad - sumamente indeterminado, por loque suscita dificultades en relación a las exi-gencias propias del principio de legalidadpenal en su vertiente de lex certa, de talmodo que algún autor ha afirmado su incons-titucionalidad por no respetar dicho principioreconocido en el art. 25 de nuestra Ley Fun-damental. Sin compartir tan radical postura(véanse las sentencias del TC 105/88, 69/89 y150/91 entre otras), sí hemos de decir quelas debidas garantías del ciudadano exigenuna aplicación muy cuidadosa mediante unainterpretación restrictiva de la mencionadaexpresión legal”.

Tras establecer ese punto de partida, seocupa esta resolución de advertir que la extre-ma gravedad no puede identificarse con unacantidad elevadísima de droga. Afirma la sen-tencia que “en tal línea de interpretación res-trictiva, entendemos que no basta una exacer-bación en la cantidad de droga para aplicar laagravante penal aquí examinada. El legisladorha previsto una agravación por la cantidad deprimer grado, las del nº 3 del art. 344 bis a(cantidad de notoria importancia) y sobre ésta

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podría haber establecido otra segunda referi-da a los casos extremos al respecto, pero nolo ha hecho así, pues no habla de extremacantidad, sino de extrema gravedad”.

¿Cuales son entonces los casos en quedeba aplicarse este tipo hiperagravado?. LaSTS que estamos comentando señala que hade atenderse, fundamentalmente, a cincogrupos de elementos que sistematiza así:

“1. Aunque no único, como ya hemosdicho, el criterio de la cantidad, ha de ser con-siderado imprescindible en estos casos. Si decantidades pequeñas o normales se tratara,parece claro que nunca habría de aplicarse laagravación de segundo grado a que nos esta-mos refiriendo.

2. Otro criterio para la valoración de laextrema gravedad puede ser el de que con-curran en el supuesto varias de las conductasrelacionadas en el art. 344 bis a). Sin embar-go, la del nº 6 (pertenencia a una organiza-ción, aun transitoria) parece que poco puedeañadir a la reprochabilidad del hecho, pues sepruebe o no su existencia, es lógico pensarque una organización siempre ha de existirpara traficar con droga en las cantidadesextremas a que nos estamos refiriendo ...

3. Otro elemento que puede determinar unmayor reproche social contra estas conduc-tas, puede ser el uso de elementos especial-mente preparados para este tráfico ilícito,como ocurrió en el caso presente en que seutilizó un remolque frigorífico preparado paratransporte de fruta en el que se había cons-truido un departamento aislado donde seocultaba la mercancía prohibida.

4. Ha de tenerse en cuenta, además, elpapel que cada acusado desempeña en elhecho. Los jefes, administradores o encarga-dos de la organización prevista como agrava-ción específica en el nº 6 del art. 344 bis a) enel mismo precepto que estamos examinando,pero en un inciso segundo separado por laconjunción disyuntiva “o” tienen asignada lamisma pena con que se sancionan los casosde extrema gravedad. Por ello, no puede exi-girse tal condición (de jefes, administradoreso encargados) para aplicar la agravación del

inciso 1º, pues si así lo hiciéramos dejaríamosa este inciso sin contenido (interpretaciónabrogatoria prohibida por el art. 117.1 de laConstitución Española). Ahora bien en el ladoopuesto de la organización están los merospeones a quienes se encomiendan funcionessubalternas, que carecen de toda capacidadde decisión. Entendemos que a estos merossubalternos no cabe aplicar nunca la agrava-ción específica aquí estudiada. A tales perso-nas de último rango la sociedad no les repro-cha una “conducta de extrema gravedad” queparece habrá de aplicarse solamente a losjefes, administradores o encargados, por apli-cación del inciso 2º, o a los escalones inter-medios por aplicación del 1º.

5. Otro criterio que podría tenerse en cuen-ta es si se actúa en interés propio o al servi-cio de otra persona, para excluir de tal extre-ma agravación a estos últimos”.

La STS de 16 de febrero de 1999 aplicó eltipo hiperagravado en un supuesto de trans-porte de 1.754 kilogramos de cocaína.

Por su parte, la STS de 20 de marzo de1999, resumiendo la jurisprudencia anteriorinsiste en que “la propia indeterminación delconcepto extrema gravedad exige una inter-pretación restrictiva y de minucioso examenen cada caso concreto”, añadiendo que “enesa línea restrictiva la jurisprudencia señalacomo elementos que han de tomarse en con-sideración los siguientes: el criterio de la can-tidad como ineludible aunque no único; laconcurrencia simultanea de varias de lasagravaciones que se recogen en el precepto;y el uso de grandes elementos de transporteespecialmente preparados para el tráfico ilíci-to (fletaje de barcos, camiones de un ciertotonelaje, etc)”.

En igual dirección, resalta la STS de 9 deoctubre de 1999, que “el legislador, tanto enel Código de 1973 como en el vigente de1995, ya ha previsto una agravación importan-te de la pena por la llamada agravación de pri-mer grado, es decir, la notoria importancia, yla agravación de segundo grado solo puedereferirse a casos extremos en que nosencontremos ante una cantidad de drogaenormemente elevada, ciertamente extrema

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o absolutamente excepcional. Incluso estahiperagravación no puede basarse únicamen-te en la cantidad objeto de tráfico, sino querequiere otros elementos cualitativos queacentúen al límite la gravedad de la conductaexaminada en su globalidad, o lo que es lomismo, hay que fijarse en el conjunto de ele-mentos objetivos y subjetivos que conformanel concreto comportamiento enjuiciado”.

Esta resolución termina confirmando lacorrecta aplicación del tipo hiperagravado porla extrema gravedad a un caso concreto quedescribe de la siguiente manera: “una opera-ción de tráfico de drogas de cantidad extremay excepcional que incluye 3.775 kg de hachís,como parte de una partida más voluminosa,descargada en las costas gallegas en tressucesivas etapas, más otro desembarco de600 kg de cocaína. Todo ello en operacionesrealizadas con la intervención de numerosaspersonas, controladas por el acusado, inter-vención de embarcaciones varias, transporteen planeadoras, traslado a otras lanchas parael desembarco, empleo de vehículos terres-tres, y encomienda y control de la distribu-ción, todo ello en los términos precisos quelos hechos probados reflejan. En definitiva setrata de una operación de gran escala que porla cantidad, número de personas intervinien-tes y uso de grandes elementos para su rea-lización cumple las exigencias que la doctrina

de esta Sala precisa para la apreciación de laextrema gravedad”.

Por el contrario, la STS de 16 de diciembrede 1999 no consideró aplicable este tipo a unsupuesto de transporte en un pesquero dealgo más de 800 kg de cocaína por no apre-ciar la concurrencia de otros factores objeti-vos y subjetivos, añadidos al dato cuantitati-vo, que hicieran calificar esa conductadelictiva como extraordinariamente grave.

Por último, la STS de 24 de octubre de2000 mantiene la negativa a aplicar la agrava-ción en cuestión si el único dato cuantitativode la cantidad de droga no va unido a otroselementos, tales como la existencia de unaorganización criminal bien estructurada y lautilización de medios o métodos especial-mente sofisticados o aptos para ejecutarimpunemente el delito.

Afirma esta resolución que “esta agrava-ción requiere unos requisitos de carácterobjetivo, pero también subjetivos. Entre losprimeros cuenta, no cabe duda, la cuantía dela droga aprehendida y su pureza, pero a ellosse deben añadir otros elementos sobre laforma de realizarse la acción, como son losinstrumentos materiales para llevarla a efec-to, la organización previa y, en conjunto, loque podríamos denominar la logística espe-cialmente preparada. En cuanto a lo subjetivo

CUADRO 4

Art. 370 Código Penal

Los Jueces o Tribunales impondrán las penas privativas de libertad superiores en grado a lasseñaladas en el artículo anterior y multa del tanto al séxtuplo cuando las conductas en éldefinidas sean de extrema gravedad, o cuando se trate de los jefes, administradores oencargados de las organizaciones o asociaciones mencionadas en su número 6º. En esteúltimo caso, así como cuando concurra el supuesto previsto en el número 2º del menciona-do artículo, la autoridad judicial podrá decretar, además, alguna de las medidas siguientes:a) Disolución de la organización o asociación o clausura definitiva de sus locales o de los

establecimientos abiertos al público.b) Suspensión de las actividades de la organización o asociación, o clausura de los estable-

cimientos abiertos al público por tiempo no superior a cinco años.c) Prohibición a las mismas de realizar aquellas actividades, operaciones mercantiles o nego-

cios, en cuyo ejercicio se haya facilitado o encubierto el delito, por tiempo no superior acinco años.

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no cabe duda que debe tenerse en cuenta elpapel o rol que hayan podido jugar los acusa-dos en la operación en cada caso concreto,pues, insistimos, la norma nos habla deacción peligrosa y ese peligro no puede acha-carse lo mismo a personas que juegan unpapel importante y decisivo en la accióndelictiva que a aquellos que son simplesmandatarios o asalariados. Así a guisa deejemplo, no se puede aplicar el mismo bare-mo de peligrosidad o medir por el mismorasero al capitán del buque que transporta ladroga que a un simple marinero aunque seatambién componente de la tripulación”.

En el caso concreto objeto de la sentencia,se había aprehendido 118 kg de cocaína, de laque el Tribunal Supremo afirma que “es ciertoque nos encontramos ante una cantidad dedroga muy elevada e importante, que podríadeterminar la aplicación de la agravación enconjunción con otras circunstancias, auncuando tampoco puede calificarse de extre-ma o absolutamente excepcional”. Sin embar-go, continua afirmando esta resolución “en elcaso actual al margen de la cantidad de drogaocupada no se aprecia la concurrencia deotras circunstancias de agravación del art.369, pues la sala sentenciadora no estimaacreditada la pertenencia a una organización,ni consta tampoco que el velero de recreoutilizado para el transporte dispusiese decompartimentos ocultos o estuviese espe-cialmente acondicionado o preparado paraese tráfico ilícito. Por otra parte, desde laperspectiva subjetiva, no consta que los acu-sados representasen un papel principal en laformación o diseño de la operación sino quemás bien se presentan como simples colabo-radores últimos o recaderos del tráfico ilícitode que se trata, apareciendo en el primerplano y corriendo el máximo riesgo al partici-par en las fases más comprometidas de laoperación, pero sin constancia de que susconductas vayan más allá de esta interven-ción, directa e inmediata pero no necesaria-mente principal”. En consecuencia, no se apli-ca el tipo hiperagravado por la extremagravedad.

Analizada ya la jurisprudencia relativa a esteconcepto jurídico indeterminado, resulta obli-gado repetir aquí, con más motivo, la críticaya formulada a la desproporción punitiva queexiste con otros delitos que se encuentranentre los más graves del Código Penal. Queuna conducta de tráfico de drogas, por másgrave que llegue a ser, pueda ser castigadacon una pena máxima (veinte años y tresmeses de prisión) superior incluso a la penamáxima imponible por un delito de asesinato(veinte años) nos parece manifiestamenteinjusto.

11. CONCLUSIONES

El examen efectuado de la regulación en elderecho penal español y de la producciónjurisprudencial sobre la cocaína nos conducea las siguientes conclusiones:

a) El derecho español considera como dro-gas ilícitas las sustancias definidas comotales en los Convenios internacionales sobrela materia, entre las que se incluye la cocaínaen todas sus formas de preparación (clorhi-drato de cocaína, crack u otras) y con inde-pendencia del grado de pureza con que sepresente el producto final.

b) El consumo de las drogas mencionadases ilegal en España, por lo que puede sersancionado administrativamente con multas.Sin embargo, no constituye delito. Tampocoes delito la tenencia de dichas sustanciasdestinada al autoconsumo de su poseedor ysin ánimo de transmisión a otras personas,pero esa intención de tráfico de la sustanciase presume cuando lo poseído supera clara-mente el acopio previsible para un consumode pocos días. En muchas ocasiones se plan-tean dificultades probatorias a la hora de dilu-cidar el destino o no al tráfico ilegal de ladroga incautada a su tenedor.

c) Se considera legalmente tráfico de dro-gas cualquier acción de difusión, distribucióno entrega de la sustancia a otras personas, ode favorecimiento del consumo ilegal porellas. El tráfico de drogas se califica como

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delito y se castiga con penas de prisión ymultas, cuya severidad depende, en parte, dela nocividad de la sustancia y, en parte, de lagravedad de la conducta delictiva. El CódigoPenal distingue entre drogas “duras” grave-mente dañosas para la salud y drogas “blan-das” que no causan ese grave daño. Por otrolado, el Código diferencia las conductas bási-cas de tráfico de drogas de otras actuacionesmás graves.

d) La cocaína y todos sus preparados seincluyen en la categoría legal de sustanciasque causan grave daño a la salud, y su tráficose sanciona con penas de prisión de duración

comprendida, en principio, entre tres y nueveaños, además de multa y otras posiblespenas accesorias de menor entidad.

e) Los delitos de tráfico de cocaína se san-cionan más gravemente cuando la cantidadde droga objeto del tráfico excede de 120gramos de sustancia pura, en cuyo caso lapena a imponer oscila entre nueve años ytrece años y seis meses de prisión. En casosexcepcionales de tráfico a gran escala porparte de bandas organizadas, la pena máximaaplicable puede alcanzar los veinte años ytres meses de prisión.

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Presentación. Gonzalo Robles ..................................................................................................................................................................................................................................................... 5

APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LA COCAÍNA. DE LA COCA A LA COCAÍNA.

Historical aproximation to cocaine. From coca to cocaine.Pascual Pastor, F. ............................................................................................................................................................................................................................................................................................ 7

EPIDEMIOLOGÍA DEL USO/ABUSO DE COCAÍNA.

Epidemiology of use/abuse of cocaine.Bobes, j.; Sáez, P.A.; González M.P.; Bascarán, M.T. .............................................................................................................................................................................................................. 23

COCAÍNA: ASPECTOS FARMACOLÓGICOS.

Cocaine: pharmacologia aspects.Lizasoain, I.; Moro, M.A.; Lorenzo, P. ................................................................................................................................................................................................................................................ 37

PERSONALIDAD Y USE-ABUSO DE COCAÍNA.

Personality and use-abuse of cocaine.Sáiz, P.A.; González, M.P.; Paredes, B.; Martínez, S.; Delgado, J.M. .......................................................................................................................................................................... 47

VIDA SOCIAL DE LA COCAÍNA.

Cocaine social life.Calafat, A.; Juan, M.; Becoña, E.; Fernández, C.; Gil, E.; Llopis, J.J........................................................................................................................................................................... 61

USO RECREATIVO DE COCAÍNA POR LOS JÓVENES DE LA COMUNIDAD VALENCIANA.

Cocaine recreational use in Valencia region.Torres Hernández, M.A. ............................................................................................................................................................................................................................................................................. 105

USO RECREATIVO DE COCAÍNA Y ASUNCIÓN DE RIESGOS: RESULTADOS CONVERGENTES EN CUATRO

MUESTRAS.

Recreational use of drugs and coping with risks: convergent findings across four samples.Calafat Far, A.; Fernández Gómez, C. Juan Pérez, M. ........................................................................................................................................................................................................... 123

DEPENDENCIA, INTOXICACIÓN AGUDA Y SÍNDROME DE ABSTINENCIA POR COCAÍNA.

Dependence, acute intoxication and withdrawal syndrome in cocaine users.Llopis Llácer, J.J. ............................................................................................................................................................................................................................................................................................ 147

COMPLICACIONES ORGÁNICAS DE LA COCAÍNA.

Medical complications induced by cocaine.Balcells Oliveró, M.. ..................................................................................................................................................................................................................................................................................... 167

COMPLICACIONES PSICÓTICAS DEL CONSUMO DE COCAÍNA.

Psycotic complications in cocaine dependence.Roncero, J.; Ramos, J.A.; Collazos, F.; Casas, M. .................................................................................................................................................................................................................... 179

APROXIMACIÓN TERAPÉUTICA DE LA DEPENDENCIA DE COCAÍNA.

Therapeutic appproach to cocaine dependence.San Molina, L.; Arranz Martí, B.. ......................................................................................................................................................................................................................................................... 191

TRATAMIENTO DEL CONSUMO DE COCAÍNA. INTEGRANDO PSICOTERAPIA Y FARMACOTERAPIA.

Cocaine abuse treatment. Integrating psychotherapy and pharmacotherapy.Solé Puig, J........................................................................................................................................................................................................................................................................................................ 209

COCAÍNA EN EL DERECHO PENAL ESPAÑOL.

Cocaine in the spanish penal code.Herrero Álvarez, S. ........................................................................................................................................................................................................................................................................................ 227

Indice