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dos años quejándose los vecinos de la planta tóxica que estalló en Córdoba t Ninguna autoridad les hizo caso • En la fábrica de pesticidas ni siquiera estaban cargados los extintores • Los habitantes hicieron una suscripción para contratar especialistas que investiguen las
consecuencias de los derrames venenosos •
Por BEATRIZ FREGOSO Enviada
CÓRDOBA, Ver., 13 de mayo.- Dos años de quejas de los vecinos y cinco incendios fueron el preludio del estallido de la planta de pesticidas Agricultura Nacional de Vera-cruz, S. A., que manejaba sustancias restringidas en otros países y que en México se utilizan para combatir al mosquito transmisor del paludismo. El resultado fue 291 personas intoxicadas el día del incidente y más de un centenar en la semana que siguió.
Mientras tanto, prevalece la incertidumbre y el temor entre alrededor de 2,000 personas que viven en las inmediaciones de la planta debido a los efectos que a mediano y largo plazo pudieran registrar a causa de los plaguicidas que inhalaron, que pueden ser desde enfermedades respirator ias crónicas, hasta malformaciones y cáncer.
Al respecto, ni las autoridades de salud ni especialistas privados contra-
liados para analizar los daños ecológicos del acci-
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dente, ha podido precisar qué será lo que va a pasar al respecto.
' E l titular de la jurisdicción sanitaria de Córdoba, Evaristo González de la O., aseguró que los plaguicidas que manejaba Ana-versa, por pertenecer al grupo de los organofosfo-rados se metabolizan, es decir, el cuerpo los absorbe y no causan daños posteriores.
Sin embargo, Rogelio Lo era y Francisco Badillo, investigadores de la empresa Consultores Ambientales Asociados, S. C. -contratada para analizar los daños ecológicos y a la salud que hubiera provocado el accidente-, señalaron que dependiendo de la cantidad inhalada o recibida de esos compuestos pueden presentarse enfermedades posteriores, principalmente entre la población infantil y anciana..
EL DÍA DE LA EXPLOSIÓN
"¡Mamá, ya empezó la guerra; nos arrojan misiles!", fue el grito desesperado con el que Ernesto Saúl Vargas, de cinco años de edad y quien vive enfrente de las instalaciones de Agricultura Nacional de Veracruz (Anaversa), avisó a su familia de1 inicio del fuego en la planta, cuando escuchó la primera explosión el pasado 3 de mayo.
A ese estallido siguieron otros cuatro que se registraron en el horno de sellado de las botellas en las que Anaversa envasaba plaguicidas de diversos tipos como el malatión, pa-racuat, paratión y pentaclo-rofenol, que provocaron la intoxicación de 291 personas el día del accidente, la evacuación de 1,591 y pérdidas por 1,900 millones de pesos.
Aproximadamente un centenar de personas que viven en los alrededores de
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Octavio Pérez, gerente de Producción de Anaversa, al momento de declarar ante el Ministerio Público. Fue detenido acusado de negligencia y daños a la eco
logía
la planta presentaron cuadros de intoxicación en los siete días posteriores al incidente por el plaguicida que se acumuló en techos y árboles y que cayó con las lluvias registradas en esos días.
Ent rev is tados por EL UNIVERSAL, vecinos de la fábrica narraron que hace aprox imadamente dos años se empezó a producir el plaguicida en la planta, ya que antes era utilizada únicamente como bodega.
A partir de entonces empezaron los malos olores y se cambió la instalación eléctrica, además de que se construyó un aljibe con capacidad para 250,000 lit ros. Paralelamente comenzaron a presentarse enfermedades en las vías respi rator ias que iban desde lar ingi t is hasta asma.
El 3 de mayo la primera explosión se escuchó alrededor de las 13 horas, momento en el que una enorme columna de humo negro empezó a salir del techo. " U n olor nauseabundo se extendió en la zona y el pánico invadió a la gente que empezó a correr, en tanto que algunos empezaron a tener dificultades para respirar y se desmayaron", narró Odilón Fernández Gálvez, quien
Asimismo, destacó que en los días posteriores a la explosión se continuaron registrando intoxicados, afectados por las emanaciones de un arroyo de aguas negras que corre a 200 metros de la fábrica y a donde fue a dar el líquido con el que apagaron el incendio mezclado con los plaguicidas, así como el agua dé lluvia que lavó techos y/árboles./
Por su parte, la profesora/Felicitas Cruz Negra indi/éó quería Cruz Roja re-
que los niños fuéra^sacados de la ciu-
además de que se les /Instrucciones para que
íaran techos, paredes y cortinas para evitar posteriores afectaciones.
Aseguró que desde el día del accidente su familia sufre de comezón y salpullido constante en la piel.
La señora Arcelia de la Llave de Vargas, abuela de Ernesto Saúl y José Roberto, los niños que viven frente a la planta y que fueron los primeros en percatarse del incendio, relató que tras la primera explosión "se volvió de noche". Luego sucedieron tres explosiones seguidas, " l o único que pudimos hacer fue cerrar los tanques de gas y salir corriendo con los niños".
Su cuñada, Clementina Gil de De la LLave, indicó que la ropa que había tendido esa mañana "se derritió, cuando regresamos la encontramos escurrida, como si fuera cera de una vela".
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" E r a un -agregó doña Arcelia- los curiosos que se habían acercado a ver el incendio no nos dejaban salir, tenían las calles bloqueadas. Cuando regresé a mi casa, encontré muertos a mis pollos y mis pajaritos".
Según peritos de la Procuraduría de Justicia del estado, el incidente fue causado por un corto circuito en el horno de sellado, el cuarto que se había presentado en la planta en lo que va de este año, pero los tres anteriores fueron controlados por los trabajadores.
El desastre de Anaversa había sido previsto desde hace tiempo tanto por los vecinos como por trabaja-lores; los primeros habían ólicitado en varias ocasio
nes la reubicación de la planta porque los fétidos olores que despedía estaban afectando a niños y ancianos.
Asimismo, los empleados habían advertido a los administradores de la empresa que algo grave iba a pasar, en virtud de que se habían registrado tres cortos circuitos con pequeños incendios entre marzo y abril de este año, que pudieron ser controlados.
LAS PRIMERAS PROTESTAS
Una carta enviada por los vecinos de la fábrica a la Sedue el 26 de marzo de
te año, se pedía el cierre finitivo de la empresa, icada en la Avenida 11
No. 2147, a diez minutos del centro de la ciudad, debido a que el humo que expedía estaba provocando a la gente, principalmente niños, con enfermedades respiratorias, dolor de cabeza, así como irritación de ojos y garganta.
Posteriormente, el 12 de abril, la directora de la escuela primaria "Guillermo A. Sherwell" -ubicada en la esquina de la fábrica-, Martha Priego Villegas, envió una carta a la Dirección General de Educación Popular de Veracruz, en la que denunciaba la intoxicación sufrida por cuatro de sus alumnas, causada por la inhalación de sustancias tóxicas emanadas de la fábrica y demandaba su reubicación.
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nuncias tuvo respuesta ni por parte de la delegación de Sedue ni por las autoridades municipales a quienes también se pidió su intervención.
Además, el doctor José Antonio Sacre Hazouri, pediatra y especialista en alergias y males de las vías respiratorias con cédula profesional 746727, tras auscultar a una niña que vivía frente a la fábrica, determinó que el asma que padece es causada por la inhalación de tóxicos, por lo que recomendó que "no se exponga a olores fuertes como insecticidas y polvos a fin de evitar que se presenten crisis severas".
Su diagnóstico final sobre el padecimiento de la pequeña fue crisis asmática, sinusit is crónica y asma bronquial.
Agricultura Nacional de Veracruz, S.A., fue establecida en 1969 con el acta número 25725 y en el momento de la explosión contaba con la licencia de func ionamiento de Sedue 5003; de la Secretaría de Salud 90 /070 y de la S A R H ba jo el o f i c i o 734-RD-005-020, como lo reportó la misma empresa en un informe sobre el accidente entregado a la delegación estatal de Desarrollo Urbano y Ecología.
Sin embargo, el edificio en que estaba instalada funciona como bodega desde hace más de 40 años, como lo relataron los vecinos que viven en los alrededores de la fábrica.
Se registró como sociedad anónima, en la cual aparece como administrador Luis Xavier Quijano y como asesor jurídico, Alfonso Quijano, quienes se ostentan también como propietarios. Pertenece además al grupo Dragón, que tiene otra planta de plaguicidas en Izúcar de Matamoros, Puebla y un predio en Chocamán a donde será reubicada Ana-versa.
Sin embargo, se dijo que Anaversa era propiedad de Emilio Azcárraga, luego que pertenecía a un senador y a un general retirado y algunos pensaban que era una paraestatal.
EL RELATO DE U N TRABAJADOR
Tras la explosión, los hermanos Quijano Garmen-dia ordenaron a todos los
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Evaristo González de la O, jefe de la jurisdicción sani
taria de Córdoba
trabajadores que no hablaran con nadie, "especialmente reporteros", sobre lo ocurrido en la planta y cómo se trabajaba.
A pesar de ello, EL UNIVERSAL entrevistó a uno de los empleados, a quien identif icaremos en adelante como Santiago San-toyo, para resguardar su identidad y evitar represalias por parte de los empresarios.
Explicó que el corto circuito registrado el 3 de mayo, fue el cuarto que se registró en lo que va del año; el primer incidente en el horno de sellado se reg is t ró el l o . de marzo; hubo otro el 20 de marzo y el tercero el 14 de abril.
En cada incidente hubo pequeños incendios que fueron apagados por los propíos trabajadores. Santiago Santoyo relató que a raíz de esos problemas, un grupo de empleados habló con el jefe de personal An-tioco Sorcia, a quien le advirt ieron que debía revisarse la instalación eléctrica para evitar un incidente mayor, como el que habría de suceder el 3 de mayo.
Expuso que a finales del año pasado se cambió la instalación eléctrica de la fábrica para instalar el nuevo horno de sellado y un nuevo sistema de iluminación; "desde entonces
empezaron los corto circuitos, lo más seguro es que hayan metido cable de mala calidad".
Dijo que la planta esta dividida en tres galeras, en una se embotellaban Pen-tadragón y Fitom/ntf en otra la del incide/ite, envasaban Foley y-tir tercera servía como bodega del producto.
Trabajaban en dos turnos y producían de 150 a 300 cajas con 15 botellas de nlapinridas *»n rada una.
El día del incidente, destacó, las botellas con el producto salieron encendidas del homo de sellado. Expuso que los envases eran de plástico. "Se derramaron y el fuego se propagó, cuando intentamos apagarlo los extinguidores estaban vacíos, las llamas se expandieron y cuando vimos que no era posible controlarlo, mejor nos flechamos a correr, minutos después explotó el horno de sellado", relató.
Indicó que la noche anter ior , es decir el 2 de mayo, se registró un corto en el horno y un pequeño incendio, en cuyo control se gastaron los extinguidores que al día siguiente estaban vacíos.
LA VERSIÓN DE LA EMPRESA
EL UNIVERSAL intentó entrevistar a Luis Xavier Quijano, uno de los propietarios, quien se negó a responder preguntas.
Ante ello, se tuvo acceso al informe que presentó la empresa a la Sedue sobre el incidente en el que reportaba que "no hubo intoxicados", a pesar de que las autoridades sanitarias atendieron a 291 personas.
Además, la empresa afirmaba que "no es posible que se hubiera formado una nube tóxica, ya que el punto de fusión de los compuestos que manejamos se alcanza a los 300 grados centígrados, temperatura que de ninguna manera se registró en el incendio".
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CLASIFICACIÓN INTERNA \^<^6t^\ NUMHOJAS "agente naranja" que causara infinidad de muertes en la guerra de Vietnam. Puede provocar malformaciones y esterilidad.
El paraquat es un herbicida Áue penetra en la san gie ysprovoca desde llagas y (fiebre hasta un paro cardíaco. Quema los alveolos pulmonares y sus efectos se presentan 3 o 4 veces después de recibir el veneno. No hay antídoto para sus efectos.
El pentaclorofenol se utiliza para conservar madera y prevenir la polilla. Es un compuesto muy estable. Causa daños en el hígado. Su uso se encuentra restr ingido en Europa, Estados Unidos y Canadá. Sus efectos son progresivos y, dependiendo de la dosis recibida, llega a provocar cáncer.
A su vez, la diputada local por el PRD, Rosalinda Huerta, destacó la falta de un plan de contingencia para atender siniestros como el que se registró y destacó la impunidad con que se instalan empresas tan peligrosas como Ana-versa en zonas habitacio-nales.
De igual forma, organizó a los vecinos para contratar a los Consultores Ambientales Asociados, para que en forma privada analizaran los efectos cau-l sados por la explosión y "no depender de la versión oficial, que difícilmente se apegan a lo que realmente pasó". Para ello, los propios vecinos recaudaron los 12 millones de pesos que costará el estudio.
El titular de la jurisdicción sanitaria, informó que a mediados de abril s< efectuó una inspección en Anaversa en la que se detectaron irregularidades como falta de extinguido-res, falta de aseo, falta de equipo de protección de los trabajadores, entre otras y les dio de plazo hasta el 6 de mayo para solucionarlas... pero la explosión sucedió el 3 de mayo, con las consecuencias que conocemos y también las que desconocemos.
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Odilón Gálvez padecía de malestares bronquiales crónicos por vivir cerca de la planta, el día de la explosión resultó severamente
intoxicado
De igual forma, reportó que de acuerdo con un estudio preliminar realizado por la Asociación Mexicana de la Industria de Plaguicidas y Fertilizantes A. C , el día del incendio se derramaron y quemaron 18,000 litros de paratión metílico; 8,000 litros de paraquat; 3,000 l i tros de ácido 2-4-D y 1,500 de pentaclorofenol.
Aseguró que el 85% de esos compuestos se derramó dentro de la empresa y el 15% salió en humo y escurrimientos.
A raíz del incidente, fueron detenidos y consignados tres empleados de la empresa: Octavio Pérez, gerente de Producción; R a y m u n d o C a m a r i l l o Aburto, jefe de Control de Calidad y Calixto Munguía Murillo, obrero.
Fueron acusados de negligencia, estragos y daños a la ecología, delitos de los que se declararon inocentes. "Nosotros no somos los dueños de la empresa, no tenemos responsabilidad en el acc idente" , af i rmó Octav io Pérez, quien tenía un mes y diez días de laborar en Ana-versa.
La empresa pagó la fianza de cinco millones de pesos que se les fijó a los tres detenidos para que salieran libres y les prometió que conservarían su trabajo y seguir ían percibiendo sus sueldos.
A su vez, Evaristo González de la 0., jefe de la jur isdicción sanitaria, informó que a raíz del accidente fueron decomisados e incinerados alimentos de diversos tipos en los comercios cercanos a la fábrica.
Fueron desechados 7.5 toneladas de maíz, 700 kilogramos de pescados y mariscos, 100 de pan, 50 de azúcar, 35 de café, 10 de pollo, 5 kilogramos de queso, 200 de frutas y verduras y 300 de carne de res y puerco.
HABLAN LOS ESPECIALISTAS
Rogelio Loera, de Consultores Ambientales Asociados, explicó el grado de toxicidad de los compuestos que se quemaron en Anaversa y las consecuencias que pueden traer a la gente en exposiciones prolongadas de altas cantidades
El malatión es un plaguicida organofosforado, ext remadamente t óx i co cuando se combina con el agua. Es uno de los compuestos que causa más casos de intoxicación en el campo. Se usa para combatir el mosquito transmisor del paludismo junto con el DDT. Puede provocar paro respiratorio y la muerte, afecta al hígado y al riñon.
A ese grupo pertenece el paratión y causa similares efectos.
El ácido 2-4-D es un herbicida altamente tóxico, combinado con el ácido 2-45-D forman el famoso
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José Roberto Vargas Domínguez, de cinco años de edad vive frente a la fábrica. Porta la mascarilla que le dieron los socorristas de la Cruz Roja para evitar la intoxicación
Dibujos promocionales de los productos que envauba ^ ^ í ^ 0 " 3 ' * V e r a c r u * ' Pintados en la ^rufoa
como tétrica amenaza de lo que podía suceder