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Bicentenario

“ACCIÓN

La Victoria Olvidada

23 de Marzo de 2017

PINTADO VIEJO”de

Domingo, 23 de Marzo de 1817

El Triunfo Oriental - Artiguista Ignorado

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Prólogo Me ha parecido pertinente el explicar a los participantes de esta Jornada, así como de quienes lleguen a leer esta investigación, los motivos que tuve para presentar esta ponencia durante esta 3er Jornada de Geohistoria en la querida Villa de San Pedro del Durazno.Luego de la fecunda 2da Jornada de Minas en octubre del año pasado, el Profesor Agapo Luis Palomeque tuvo la deferencia de invitarnos a colaborar en la 10a. Edi-ción de la prestigiosa revista “El Canelón” de los amigos del Instituto Histórico de la ciudad de Canelones. Así fue que en un esfuerzo compartido con el muy estimado compañero Enrique Berriel, aportamos una breve crónica referida a este hecho casi desconocido de nuestra historia.Posteriormente, y ya en un plano personal tuve la inquietud de intentar profun-dizar en el tema. Esto fue un poco fruto del interés que me trasuntaron los inte-grantes y compañeros de Identidad Florida, a lo que se sumó el aliento del amigo Palomeque y de uno de los anfitriones de esta Jornada el Licenciado y amigo Oscar Padrón Favre. También corresponde hacerles saber que no estamos solos en esta inquietud, dado que en tiempos recientes, desde nuestro ámbito local, investigadores como el Mtro. Fernando González Calcagno y el Prof. Alberto Lamaita ya han destacado la im-portancia del Combate del Pintado. Incluso recientemente el Gobierno y Legislati-vo Departamental de Florida recordaron esta epopeya.Detrás de este impulso, pienso que estuvo como subyacente mi condición de ex vecino del paraje de Costas del Pintado y de mis idas asiduas al vecino paraje de Villa Vieja para llevar y traer mis vacas del pastoreo que amigos me proporciona-ban durante mi juventud como productor lechero. Nobleza obliga, durante aquel tiempo el infrascrito también era parte de la masa ignorante de aquella proeza.La resultante de todo esto fue que me embarque en este trabajo. Que por cierto adolece de muchas carencias. Espero que mi atrevimiento al menos provoque a que otros con más talento aborden muy pronto el tema, y se realice una investigación a fondo para poner en su justo lugar este hito.Mi otra pretensión, fruto de cierta perplejidad generada en el decurso de mis lec-turas, es de instalar este tema en la agenda de los asuntos pendientes que tiene nuestra historiografía. Por eso y cerrando este introito íntimo con ustedes, aprovecho para dar mi agrade-cimiento a todos quienes, de un modo u otro, me motivaron para presentarles esta ponencia que queda a vuestra consideración y que de pronto pueda ser el detonante de otras más lúcidas.

Fernando Ochoteco Caorsi, Integrante Identidad Florida

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Introducción

Se han cumplido 200 años del reso-nante triunfo del Pintado Viejo. Ese domingo del 23 de marzo de 1817, las fuerzas orientales-artiguistas aplasta-ron la retaguardia de una poderosa división del ejército invasor. Consti-tuyó una victoria de aristas únicas, donde una formidable acción de una División de la Caballería patriota es-tuvo a un tris de borrar de la faz de la tierra aquel destacamento luso-bra-sileño. Tal fue la magnitud del éxito obtenido, que este hecho de armas hizo que el invasor dejara sin efecto su plan original. Tan así fue, que al día siguiente comienza a retroceder abandonando todas sus conquistas recientes (el equivalente a los hoy Departamentos de Canelones y sur de Florida), para retornar en menos de 72 horas al punto de partida de aquella ofensiva militar iniciada en la Plaza de Montevideo. Como si esto fuera poco, y mirado el hecho con la perspectiva histórica necesaria, es más que evidente que este hito béli-co apaciguo los ímpetus lusitanos, lo que permitió reorganizar la resisten-cia artiguista en el Frente Sur, lo que finalmente hizo postergar la llamada “gran derrota” hasta enero de 1820.

Aunque resulta a todas luces incom-prensible, insólitamente este episo-dio histórico ha sido virtualmente

“Acción de PINTADO VIEJO”La Victoria Olvidada

ignorado por parte de los ganadores (para satisfacción de los derrotados), salvándose de esta injustificable omi-sión la excepción de algunos inves-tigadores de tierra adentro y alguna que otra honrosa excepción. A esta extraña circunstancia no escapa gran parte de nuestra academia históri-ca, donde con suerte hay menciones menores, pero donde la mayoría ni si quiera hace referencia a la misma. Por nuestra parte, y sabiendo que la his-toria no es disciplina fácil, hemos solo osado incursionar en este tema con el afán de hurgar en aspectos no aclara-dos sobre el hecho, así como investi-gar e intentar reconstruir este hecho militar hasta donde la información y nuestro limitado rigor metodológico lo permiten.

De antemano le advertimos al lector cual es nuestra composición de lugar al analizar este episodio histórico. De algún modo visualizamos la acción de Pintado Viejo como el epílogo de algo así como una unidad secuencial militar ampliada. Con esa mirada heterodoxa, y que admitimos como muy objetable, decimos que el prólo-go fue el combate de Paso de Cuello, con sus particularidades bien diferen-tes por cierto. Algo de razón le asiste al Coronel Ramón de Cáceres al criti-car el plan táctico más bien defensivo

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durante dicho combate; error que fue enmendado con una oportuna retira-da que evitó una derrota que pudo ser lapidaria para los intereses patriotas. En ese entretiempo de apenas 4 días, el bando que iba perdidoso-las fuer-zas orientales-artiguistas-, además de ganar tiempo y recomponer sus fuer-zas resuelven tomar la iniciativa. Fue así que el domingo 23 en el Pintado Viejo, una exuberante división de la caballería oriental-artiguista realiza un ataque relámpago que deshace la retaguardia enemiga, logrando así la primera victoria artiguista de real significación y con consecuencias du-raderas en el devenir de esta guerra.

Contexto Regional

El Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve, regido por la Casa de Bra-ganza con sede en Río de Janeiro, re-suelve en 1816 poner en marcha una operación militar con el objetivo pri-mordial de anexar la Provincia Orien-tal y, de ser posible eventualmente la actual Mesopotamia argentina; o sea toda la banda oriental del río Para-ná. Este plan expansionista luso-bra-sileño no era nuevo, el Río de la Plata ya estaba en su mira cuando funda-ron en 1680 la Colonia del Sacramen-to, una primera señal en ese sentido. En esta instancia el objetivo es mayor, se buscaba definitivamente transfor-mar al estuario platense en uno com-partido con los fragmentados suceso-res del imperio español, buscando la libre navegación de su flota comer-cial y naval por la cuenca del gran río Paraná, los que incluyen su hermano menor el río Uruguay y su afluente

mayor el Paraguay, asegurándose a través de este el acceso al Mato Gros-so en el corazón del Continente.

Esta decisión geopolítica del Reino de Portugal y su colonia estrella el futu-ro Imperio del Brasil (1822), tuvo la notoria complicidad del gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Ambos polos de poder regional tenían un claro designio, la de aniquilar militar-mente y desmantelar políticamente a la Confederación de los Pueblos Li-bres acaudillada por el hombre fuerte de la Provincia Oriental el General José Artigas, quien con su prédica au-tonomista y republicana era conside-rado, tanto por Buenos Aires al igual que Rio de Janeiro, como una ame-naza a la estabilidad de sus intereses políticos, económico-comerciales e in-cluso sociales, visto la naturaleza con-trapuesta de sus respectivos modelos societarios.

Dicho esto, repasemos cual era la ecuación militar cuando estalla el conflicto. La misma, sin lugar a du-das era de una disparidad abismal entre las fuerzas militares que coli-sionaron. Los lusitanos dispusieron de entre 10 a 16 mil efectivos (según sea la fuente utilizada). Fuerza com-puesta en su mayoría por profesio-nales de la guerra, muy bien dotados en términos de armamento, entre-namiento, y logística. Asimismo no debe perderse de vista que buena parte de su tropa y oficialidad tenían el fogueo de la experiencia adquirida en las recientes guerras napoleónicas. Para oponérsele estuvieron las fuer-zas combinadas de la Confedera-

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ción liderada por su Protector el Gen. José Artigas. Estas además de estar en inferioridad numéricamente, es-taba integrada por una fuerza militar heterogénea, precariamente arma-da, con escasa disciplina castrense, y que se estima rondaron unos 7 mil hombres. Estas milicias estaban com-puestas principalmente por orienta-les, guaraní-misioneros, entrerria-nos, correntinos y charruas. Una tropa mayoritariamente reclutada de entre gauchos, indios, criollos y ne-gros libertos. Sin desconocerlo, por-que algunos podrán sostenerlo así; ciertamente había cierta experien-cia guerrera adquirida previamente durante algunas batallas ocurridas entre las Piedras en el año 1811 y Guayabos en el año 1815, y que ha-bían desarrollado una logística inte-resante. Pero tampoco es menos real que jamás habían tenido que enfren-tar una maquinaria de guerra del porte de aquel ejército portugués. A favor de aquellos aguerridos y temi-bles paisanos jugaban su condición de eximios jinetes, disponían de buena caballada, además de cono-cer la geografía local y sus accidentes mejor que sus adversarios. Por otra parte su compromiso con la causa ar-tiguista fue singular. Hay un relato del Coronel Ramón de Cáceres que nos sentimos obligados a transcribir y que retrata en lo más íntimo el grado de sacrificio y abnegada ad-hesión a que llegaron aquellos paisa-nos cuando nos dice: “... los soldados no tenían más vestuario que un chiri-pacito para cubrir las partes; las forni-turas las usaban a raíz de las carnes; el

invierno fue muy riguroso; los soldados se amanecían en sus ranchos haciendo fuego y cuando se tocaba la diana, que era una hora antes del día, salían a for-mar arrastrando cada uno un cuero de vaca para taparse, de suerte que parecían unos pavos inflados en la formación; lue-go que aclaraba se pasaba lista, y cuan-do se mandaba retirar las compañías a sus cuarteles, quedaban tantos cueros en la línea cuantos eran los hombres que habían estado formados en ella; sin em-bargo estos hombres eran tan constantes y tan entusiastas, que el que salvaba de tan frecuentes derrotas procuraba luego a Artigas para incorporarse y continuar en el servicio. ¡Gloria eterna a aquellos denodados patriotas! ...”(potreros del Queguay, 1818).

Estas fueron pues las únicas ventajas comparativas que tuvieron en aquellas circunstancias, y que les reporto algún éxito circunstancial, como aconteció en este enfrentamiento militar cuyo bi-centenario se cumple este año.

Aun así, la ecuación global en este asunto daba una superioridad os-tensible de las fuerzas armadas por-tuguesas, tanto por tierra como por mar, factor que a la larga será deter-minante en el desenlace final de esta guerra. A esto cabe sumarle el peso adicional de sostener otra guerra simultáneamente con Buenos Aires, conflicto cuyo peso recayó en las pro-vincias confederadas de Entre Ríos y Santa Fe también bajo la égida de su Protector el General José Artigas.

Con este apretado resumen hemos in-tentado pautar cual era la correlación

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militar de los antagonistas al inicio de las hostilidades, con el propósito de comprender mejor los acontecimien-tos posteriores.

Invasión Portuguesa y el Frente Sur

Al estallar el conflicto armado, ya en la primera fase de la misma, los choques armados le son francamen-te desfavorables a las fuerzas confe-deradas. Una seguidilla de derrotas pautan estos primeros meses de la guerra. India Muerta (19/11/1816), el desastre en el Catalán (04/01/1817) y otros reveses presagian un triun-fo rápido de los lusitanos. Para col-mo de males, el 20 enero de 1817 cae mansa y pacíficamente la estra-tégica ciudad-puerto de Montevideo. A continuación focalizaremos el aná-lisis en el Frente Sur. Es por enton-ces que el Comandante portugués, el Teniente General Carlos Federi-co Lecor, quien resuelve llevar a su ejército tierra adentro para liquidar toda resistencia y anexar la región al sur del Río Negro. Eran presa-gios de un desenlace inminente a fa-vor de los invasores y, que ese año seguramente terminaría la guerra. En marzo el ejército al mando del Ten. Gen. Lecor sale de Montevideo con el mencionado plan. Para neutralizar esa ofensiva la resistencia oriental-ar-tiguista empieza a articular mejor una estrategia predominantemente gue-rrillera, cuyo accionar dificultará no-toriamente a los invasores, quienes comienzan a afrontar escenarios que a priori no imaginaban. La sistematiza-ción y consolidación de esta lógica de combate comenzó a dar algunos divi-

dendos, las que en alguna medida de-terminaron que la guerra en territorio Oriental se prolongara casi 3 años. Desde el principio, extramuros de la plaza montevideana, los artiguis-tas intensificaron esta modalidad netamente guerrillera, acosando las partidas enemigas acuchillando sus avanzadas, flancos y retaguardias en varias oportunidades (T. Manacorda: “… desde Casavalle lo van espoleando sin cesar los escuadrones de Lavalleja y Ori-be…”). A pesar de esto, su accionar no pudo impedir la caída de Villa Gua-dalupe, ni tampoco la frustrada em-boscada del 19 de marzo donde ocu-rriera el combate de Paso Cuello. Este cruento enfrentamiento se inició en la orilla izquierda del rio Santa Lucía Grande, mientras el ejército patriota desde su guardia en dicho paso in-tentó resistir el embate de las superio-res fuerzas comandadas por el Ten. Gen. Lecor. Luego de varias horas de combate, y ya entrada la noche, la coyuntura lleva a que el entonces Co-ronel Fructuoso Rivera resuelva una retirada, al comprobar que el avance portugués busca hacer pie en el mar-gen derecho del río. Fue evidente-mente una decisión obligada, pero a su vez estratégica, dado que el desen-lace de este enfrentamiento le estaba siendo francamente desfavorable, por lo que entonces se repliega con rumbo norte a la zona del Paso de la Arena sobre el río Santa Lucía Chico. Desde el paso de la Tranquera los ar-tiguistas reorganizan sus recursos movilizando el grueso de su División hacia la estancia de la Cruz donde “desaparecen”. Desde allí, el coman-

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do de guerra oriental-artiguista bus-cará una oportunidad más propicia para enfrentar la ofensiva lusitana. Así es como llegamos, 4 días después del combate y retirada del Paso de Cuello a otro enfrentamiento militar, entre parte de las tropas de los mis-mos antagonistas, el 23 de marzo de 1817, que es la razón de esta investi-gación, y cuyo bicentenario recorda-mos en estas fechas.

Combate en ciernes (al norte del Río Santa Lucía Chico)

Si bien debe admitirse que la informa-ción disponible sobre cómo fue esta acción es escasa, y a veces aparente-mente contradictoria, pensamos que las versiones y datos que manejamos nos permiten una reconstrucción ve-rosímil de la previa al hecho bélico, así como del enfrentamiento mismo.

Hay 2 documentos que son la colum-na vertebral de esta investigación. El oficio del General Don José Artigas al Gobierno de Corrientes (ver anexo pág. 17), y el parte del Brigadier Ge-neral Bernardo Da Silveira Pinto (Da Fonseca) al Teniente General Carlos Federico Lecor (ver anexo pág. 18). Cabe también consignar que lo res-catado de los infamemente mutilados manuscritos del Presbítero don José Benito Lamas fueron de una valiosa ayuda para interpretar y ensamblar este puzle para recrear aquellas ten-sas jornadas previas.

Hechas éstas puntualizaciones, ha-remos un análisis desglosado de sus distintos aspectos.

Lugar:

Todas las versiones orientales son coincidentes en que la acción ocurrió en el Pintado Viejo, antiguo núcleo poblado por entonces en decadencia y que se ubicaba sobre la Cuchilla del Pintado(entre los arroyos de su mis-mo nombre y el De la Virgen), que es un ramal de la Cuchilla Grande Inferior(a esa altura conocida como Cuchilla de Santo Domingo). Actual-mente aquel paraje se conoce como Villa Vieja, estando en línea recta a unas 3 leguas al noroeste de la enton-ces joven Villa de San Fernando de la Florida (1809). Los portugueses en su parte refieren a: “...cabeceiras do arroio Pintado...”(que puede signifi-car nacientes o inmediaciones). Esto ha generado alguna confusión por-que parece contradecirse con la unánime tesitura oriental, pero este aparente malentendido tiene una ex-plicación. Lo cierto es que en términos geográficos las nacientes de este arroyo se ubican en el actual Pueblo Barceló (Estación Pintado), lugar que dista aproximadamente 3 leguas al norte del Pintado Viejo. En el curso de nuestra investigación hemos po-dido consultar alguna cartografía de este territorio de la que disponían por ese tiempo el imperio portugués. La misma era aceptable de la Cuchilla Grande al este, buena en el litoral At-lántico y el Río de la Plata. A su vez, todo indica que al oeste de la mencio-nada cuchilla y al norte del río Santa Lucía Grande los datos que tenían eran de poca calidad. Este relativa-mente escaso o pobre conocimiento

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del territorio donde ocurren estos he-chos en aquellos días, de algún modo atentó contra una eficaz estrategia del mando lusitano. Para los patriotas la situación era exactamente la inver-sa; conocían al dedillo las cuchillas, arroyos, cañadas, montes, lagunas, pasos y demás accidentes geográficos de la Banda Oriental, constituyendo ello una indudable ventaja para su ac-cionar militar. Para nuestra inteligen-cia, y luego de consultar mapas de la zona, así como de visitas oculares del terreno, pensamos que por vía inter-pretativa haber logrado conciliar esta información que en primera instancia parecía discordante. Parece eviden-te que el problema radicó en que el mando portugués consideró errónea-mente dichas nacientes como las del arroyo Pintado, cuando en realidad se trataba de las nacientes del arroyo de los Conventos (afluente del Pinta-do) y sus 2 tributarios los arroyos o cañadas Guayabitos y Manantiales. Dichas nacientes justamente están en la zona donde efectivamente se asen-taba esa ya entonces desaparecida po-blación. En el caso de tomarse el con-cepto de “inmediaciones” también el parte portugués concuerda con la versión oriental.

Primera comprobación; el desenlace de este combate fue sin ninguna duda en el “Pintado Viejo”(en su cuadran-te centro norte), entre las nacientes del arroyo de los Conventos y el arro-yo Guayabitos, o sea en las inmedia-ciones del arroyo Pintado. Incluso el parte portugués menciona una cuchi-lla. Justamente donde nace el arroyo

Guayabitos hay una cuchilla que está a 137 metros sobre el nivel del mar, encontrándose a pocas cuadras de la actual escuela rural Nº 25 de Villa Vieja. También corresponde decir que hay otra cuchilla de 146 metros donde nace el arroyo de los Conventos que esta unos 1500 metros al norte. Pen-samos que en la primera cuchilla que mencionamos estuvo el rancho que hizo de comando operativo de la re-taguardia que estuvo al mando del Capitán Bento José Duarte.

Día y hora:

Los contendientes coinciden en la fecha del 23 de marzo de 1817 como el día del hecho bélico. También sa-bemos fehacientemente que fue un domingo, google mediante. Sin em-bargo no encontramos información precisa para determinar en que mo-mento del día ocurre el ataque. Nin-guna de las fuentes disponibles nos da expresamente este dato. Tal vez el parte del comandante portugués nos proporcione la única pista cuan-do dice: “...Llegando hoy a este campo, viendo que no había leña para el rancho de los soldados... “. Por deducción esta po-dría ser una evidencia de que razona-blemente esto haya acontecido de me-dia tarde en adelante. Es un elemento indicativo el que pensaban acampar allí un buen rato, cuando menciona la falta de leña. ¿Fue al mediodía o hacia el final de la tarde de esa jorna-da? Realmente no lo sabemos. En la disyuntiva, nuestra primera opción sería avanzada la tarde, dado que todo indica que el ataque de nuestros gauchos tomó a la tropa enemiga en

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una situación de relajamiento y des-canso.

Segunda conclusión: El combate fue el día 23 marzo de ese año, un domin-go y probablemente a las (+ -) 16:00 horas, aunque no estamos seguro de esto último. Acotamos que ese día se puso el Sol a las 19 horas.

Duración:

Considerando lo sorpresivo y viru-lento del ataque (cantidad de muertos y heridos), sumado a una ineficaz de-fensa lusitana (número de prisioneros hechos, así como las ínfimas pérdidas por los atacantes); nos inducen a pen-sar que la acción, si bien fue muy in-tensa, la misma no duró más de hora y media.

Nuevamente, y en respaldo de este raciocinio, recurrimos al parte del Brigadier General Bernardo Da Sil-veira Pinto, que no estaba demasia-do lejos de ese campamento; cuando dice que: “…principio a abrir fuego en aquella dirección; mandé inmediatamen-te aprontar una Compañía de Cazadores y otra de Caballería marche yo mismo a apoyar aquel destacamento…”

Estimación: El combate duró (+ -) 1 hora.

Contingentes en el Combate:

- Fuerzas portuguesas: Del parte del Brig. Gen. Bernardo Da Silvei-ra surge una cifra de 160 soldados (80 infantes, 80 caballería) a lo que habría que sumarle la oficialidad (capitanes, tenientes, sargentos, ca-bos) y “...soldados dispersos, peo-nes y bagayeros de otros campos de

División...”. Por su parte, el Coronel oriental Ramón de Cáceres, que si bien no participó de la acción fue un testigo privilegiado de la historia mi-litar y política de su tiempo, estimó en sus escritos en 200 las fuerzas por-tuguesas acantonadas allí y atacadas por la caballería patriota. Como se puede apreciar estas cifras están en un mismo eje.

- Fuerzas orientales: La Caballería atacante habría sido de unos 300 ji-netes, dato que ya adelantamos será la tenida en cuenta. Esta cifra surge del Boletín Histórico del Ejército Nº104 -105(“... El Coronel Rivera en persona mandó este choque a la cabeza de 300 hombres, el capitán Lavalleja se portó con la bravura que le era de costumbre y los de su misma don José Yupes, don Miguel Quintero y don Pedro Pablo Sie-rra...”) Según el Brig. Gen. Da Silvei-ra cuando llega en apoyo y persigue la guerrilla en su retirada divisó “...una fuerza de 150 hombres más o me-nos...”. El sentido común nos indica que difícilmente el Comandante del Frente Sur oriental-artiguista par-ticipara de un operativo militar de esta naturaleza con menos de esa cantidad de efectivos (300); además el oficial portugués hace solo una estimación a la distancia, y como veremos luego bajo un ostensible estrés emocional que no disimula cuando se hace una lectura deteni-da de todo el parte.

Protagonizaron el combate (+ -) 200 lusitanos y (+ -) 300 orientales.

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El combate propiamente involucró unos: (+ - 500) hombres.

Este subtotal no incluye una parte de la División del Brig. Gen. Da Silvei-ra (+ - 300) quien secundado por el Cnel. Aparicio y el Ten. Cnel. Rosa-do fueron en salvataje de su retaguar-dia. Esta fuerza de apoyo solo logró ensayar una breve persecución de la caballería oriental que iba en retirada.

Total estimado de fuerzas compro-metidas en este combate: (+ -) 800

Saldo de muertos, heridos y prisio-neros en el Pintado Viejo

Cuando se comienzan a cotejar los números y datos que surgen de las di-ferentes crónicas, partes y bandos, hay algo que parece concluyente. Se trató de una incursión fulminante de la caballería patriota sobre un cam-pamento portugués cuya guardia fue completamente sorprendida. Esta hipótesis nos parece la única lógica, considerando por un lado el efecto devastador del ataque sobre dicho destacamento, y al contrastarlas con las mínimas pérdidas sufridas por los atacantes. Este último dato, las insignificantes perdidas orientales, es el hecho que nos convence de estar en lo cierto. Para arribar a este grado de certidumbre debimos necesariamente darle una sensata credibilidad a los 2 documentos fundamentales que ya han sido mencionados y que son los que arrojan luz sobre lo acaecido esa tarde otoñal de 1817(Oficio de Arti-gas, anexo página 17; Parte de Da Sil-veira, anexo página 18).

Oficio de Artigas al Gobernador de Corrientes

El mismo fue redactado basado en el bando enviado por el Coronel Rive-ra a Purificación el 26/03/1817 (3 días después del combate) con datos del triunfo y con sus consecuencias ulteriores (informa sobre el repliegue de Lecor a la Plaza de Montevideo).

El relatorio enviado por el caudillo oriental y protector confederado re-fiere a: “...logrado matarle más de 100 hombres...”, “...hiriendole mucha gen-te...”, “...57 prisioneros...”, habiendo sufrido las huestes artiguistas solo “...dos heridos y un muerto...”. Por otra parte, de la lectura de este oficio se percibe claramente un Artigas alivia-do por la victoria, insuflando el áni-mo a su protegido y aliado estratégico correntino, luego de la seguidilla de recientes contrastes infligidas por las fuerzas portuguesas a la Liga Confe-derada.

Análisis y consideraciones

Los muertos portugueses es una esti-mación que podría ser algo exagera-da. ¿Por qué afirmamos esto? Ante todo concordemos que la caballería patriota comenzó una retirada algo apremiada del campo de batalla, cuando se percata de la llegada del Brig. Gen. Da Silveira en auxilio de su retaguardia. Por tanto no pudo haber una contabilización fehaciente de la cantidad muertos y heridos pro-vocados por las fuerzas orientales al enemigo. En el fragor de la lucha hay otras prioridades en circunstan-cias tan apremiantes. Además se sabe

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que muchas veces, bajo estos contex-tos de alta tensión, muchos heridos y otros que no lo están, ante el shock del terror de la muerte que acecha la simulan. Este fenómeno ha sido una constante en la historia militar de la humanidad; el miedo y el instinto de supervivencia le ganan al coraje y sentido del deber de un soldado en infinidad de ocasiones, lo cual puede amplificar ante los ojos del ganador la magnitud de su triunfo cuando mira el campo de batalla que deja detrás suyo.

Prisioneros, heridos y muerto (orien-tal): los datos sobre prisioneros por-tugueses, como de heridos y muertos propios son datos que deben ser con-siderados fiables. Este tipo de infor-mación es difícil de manipular inter-namente, por estar bajo el escrutinio del mando superior, en este caso el supremo Comandante en Jefe, el Ge-neral D. José Artigas y su cadena de mandos. Además, para respaldar este discernimiento, no perdamos de vista que el mismo Gen. Artigas se trasla-dó poco después de Purificación al Frente Sur a mediados de Abril (a las 3 semanas). Como no podía ser de otra manera, en dicha oportunidad la acción de Pintado Viejo debió ser ob-jeto de un pormenorizado escrutinio y análisis, además del anecdotario correspondiente en los asados y teni-das con sus lugartenientes rememo-rando dicha hazaña.

Por tanto validamos estos datos con-fiados de su veracidad: 57 prisioneros portugueses; mientras los artiguistas tuvieron 2 heridos, 1 muerto y no se

reporta ningún oriental - artiguista apresado por el enemigo.

Parte del Ejército Portugués

Cuando se analiza el parte del Brig. Gen. Da Silveira al Ten. Gen. Le-cor nuestra sorpresa es mayúscu-la. Nos permitimos afirmar esto, por-que un ejército profesional, como lo era el portugués no da cifras. A nues-tro juicio esto no hace más que confir-marnos la magnitud del “...Desastre no Pintado...”(encabezado del parte portugués) al omitirse el número de muertos, heridos y prisioneros. Tó-mese en consideración que el Brig. Da Silveira toma total posesión del campo de batalla finalizada la mis-ma. ¿Cómo no le reporta una cuan-tificación detallada de sus pérdidas al mando superior cuando el proto-colo militar post batalla así lo man-data? Sin embargo este parte nos da otra pista para acercarnos a la cifra de 100 muertos: “… perdió la mayor parte de los Cazadores…” (eran 80 infantes), “…y algunos soldados de Caballería…” (eran 80). Finalmente el Brigadier General Da Silveira le dedica la segunda mitad de su ban-do en responsabilizar del “desastre” al Capitán Bento José Duarte. Entre muchas severas críticas lo termina culpabilizando enteramente por «...la pérdida de muchos valientes sol-dados... “. Los “muchos” (muertos) del Brig. Gen. Da Silveira, con los “...más de 100...”( muertos) reportados por el General José Artigas a la Pro-vincia de Corrientes, coinciden con-ceptualmente en que las muertes fueron muy significativas; pero como

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el bando perdedor inexplicablemen-te evitó dar números, tenemos que dar una estimación con un margen de error mayor en este caso. Lo concreto es que a menos que en los archivos de Río de Janeiro, Itamaraty u otra fuente portuguesa existan datos que no obran en nuestro conocimiento, no podremos saber a ciencia cierta cuan-tos muertos y heridos sufrió el ejército portugués en esa trágica jornada de su historial militar.

Con relación a este asunto, no quere-mos pasar por alto otro hecho que nos llamó la atención. Debe saberse que el propio futuro Barón de la Laguna (se le confiere ese título recién en 1818) Car-los Federico Lecor, no menciona en su oficio al Rey Juan VI la derrota de Pin-tado Viejo (parece que su secretaría se limitó en adjuntar el parte del Brig. Gen. Da Silveira, pero sin comentario alguno). El oficio al monarca detalla el enfrentamiento en Paso de Cuello, justifica su cambio de planes y el re-pliegue a la plaza montevideana por problemas de caballadas y expresa su sospecha de que Rivera buscaba refuerzos militares al norte. Según el Cnel. R. de Cáceres, el Gen. Artigas ya impuesto de la caída de Villa Guada-lupe y la derrota de Paso Cuello ha-bría enviado una importante División al mando del Coronel Andrés Latorre para reforzar el Frente Sur. Lo cierto es que esa División nunca llegó. ¿Se-ría correcto ese dato? ¿En ese caso los servicios informantes del ejército lu-sitano no se lo habrían comunicado a Lecor? ¿Por qué entonces no lo men-ciona expresamente en el informe al

Rey Juan VI? ¿Cancela toda una ofen-siva militar de importancia sólo por una sospecha? Lo real y concreto que sabemos, es que las casualidades qui-sieron que al día siguiente de la de-rrota del Pintado Viejo, el Ten. Gen. Lecor hizo dar marcha atrás a todo su ejército y emprendió su regre-so a Montevideo. Sin duda que eran otros tiempos, y que también asumió sus riesgos al no explicar este revés militar al Rey. Las distancias y el rít-mo con que se movía el acontecer de aquellos tiempos eran otros. Hoy en día, internet y redes sociales median-te esto sería impensable, esto dicho con el fin de contrastar la velocidad con que se mueve el devenir histórico según que etapa de la misma se ana-lice. Para nuestra fortuna, el parte del Brig. Gen. Da Silveira se salvó y tene-mos la evidencia de la derrota portu-guesa y muchos detalles de la misma.

Por lo tanto, y a los efectos de avanzar en este esfuerzo de reconstrucción del hecho histórico que nos ocupa, volve-mos al oficio del 29-03-1817 enviado por el General D. José Artigas a su aliado, al entonces Gobernador co-rrentino Juan Bautista Méndez. Para ese fin, en cierto sentido cambiamos la cifra estimada de muertos en “...más de 100...”, por un aproximadamen-te 100 muertos. Esto no es arbitrario y responde a una lógica matemática que nos lleva a ello y que tiene como referencia los aproximadamente 200 efectivos que componía aquella reta-guardia lusitana.

Ese día murieron aproximadamente 100 efectivos portugueses.

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La otra pregunta. ¿Cuántos heridos sufrieron los lusitanos? En esta varia-ble ninguno da cifras. La lógica mate-mática de aprox.100 muertos, nos da un estimado de 20 a 30 heridos.

Días previos a la Acción

Volvamos por un momento a los mis-mos. Luego que los patriotas cedieran al empuje portugués en el Paso de Cuello y de su retirada hacia el norte del Río Santa Lucía Chico, los mandos rivales buscan una confrontación de-finitoria. A diferencia de lo ocurrido en el Canelon, la Villa de la Florida no será afectada bélicamente.

El trayecto del grueso del ejército oriental-artiguista del Frente Sur en su retirada pasa por la Estancia del Cerro (Pelado), de allí siguió por el margen izquierdo del Río Santa Lucía Chico hasta el Paso de la Tranquera. En este Paso el Coronel Rivera re-suelve dejar 100 hombres y un obus para enfrentar al enemigo en caso de “aparecer”. Luego cruzan el mismo con rumbo a la Estancia ”de los Meri-nos” de la Cruz donde había además un hospital a cargo de don Romualdo Ximeno.

A todo esto, el campamento principal de los patriotas en la estancia de la Cruz, toma conocimiento de que una división portuguesa va hacia la zona del Pintado. En función de esto se traslada una parte de sus fuerzas a di-cha zona. Acampan en un potrero en la margen izquierda del arroyo Pin-tado al sur del ya inexistente Fortín de “San Juan Bautista de la Frontera” cerca de Paso Candil. El Presbítero

Don José Benito Lamas nos relata en sus memorias: “...Esa tarde hubo junta de guerra y en ella se determinó que, ya por evitar la deserción , ya por fomen-tar el espíritu público, y ya por impedir muchos daños, que podían seguirse de la retirada de nuestro ejército en caso de se-guir huyendo del enemigo, se le tomase la retaguardia si se viese que intentase continuar sus marchas y se le hostilizase de todos modos...”(esta información sin duda refiere al día anterior al comba-te - 22/03/1817). Y esto fue exacta-mente lo que sucedió. Para nuestra desgracia manos anónimas le robaron a la posteridad las páginas inmedia-tas con su crónica de esta victoria, así como el resto de los manuscritos de esta fina personalidad que fue el Pres-bítero José Benito Lamas. También el oficio del Gen. Artigas confirma que se atacó la retaguardia. Todo sugiere que el ejército portugués habría arri-bado el día 21 o 22 de marzo al Paso de la Arena sin presencia patriota a la vista. La mañana del día 23, el Brig. Gen Da Silveira se moviliza con una respetable División hacia el Pintado Viejo, haciendo todo suponer que el Teniente General Lecor quedo en el Paso de la Arena. Esa tarde los fron-dosos montes naturales de la cuenca del arroyo Pintado, y la penillanura herbácea circundante al lomo de la Cuchilla de los Faeneros serán cómpli-ces mudos de un estallido de guerra.

Nuestra crónica de la Acción de Pin-tado Viejo

Esa tarde del 23 de marzo de 1817, en aquel paraje histórico, unos 200 solda-dos portugueses descansaban mien-

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tras otros se aprovisionaban de leña y agua. Era domingo y todo presagia-ba que aquella jornada terminaría en cristiana paz. Sin embargo el destino dispuso otra cosa; este destacamen-to lusitano en pocos minutos será víc-tima de la acción guerrillera más letal que sufrió aquel ejército invasor en su larga campaña para anexar a la heroi-ca Provincia Oriental.

Mientras ese letargo ganaba aquel campamento, ya habiendo los vicha-dores culminado su impecable tarea, silenciosamente se apróximaba una división de caballería de unos 300 gauchos orientales-artiguistas con la astucia y el sigilo de un puma.

Los mismos estaban comandados por un gaucho, el Coronel don Fru-tos Rivera; este a su vez era secunda-do por un paisano de esa misma con-dición, el Capitán don Juan Antonio Lavalleja. Estos lugartenientes de don José, junto a otros patriotas, en po-cos instantes habrán de lograr en ese paraje una victoria magistral y crucial en aquella coyuntura dramática para la supervivencia del proyecto arti-guista. Ese día también, seguramen-te sin saberlo, don Frutos y don Juan Antonio terminaron de forjar con esta hazaña, un singular y tumultuo-so compadrazgo que marco la histo-ria de la Patria Vieja.

Así fue que de pronto, aquella serena tarde estalló con un grito de libertad o muerte. Aquellos jinetes ocultos despegaron al unísono, desbordantes de patriotismo y ansias de expulsar al intruso. Su “embestida” furibunda

cae con sus filosas garras sobre la re-taguardia portuguesa. La sorpresa y el desasosiego embargaron a los lu-sitanos. En un caos total esos criollos y mestizos descargaron su arsenal de lanzas, sables y facones con inclemen-te saña sobre el enemigo. En el cuer-po a cuerpo cada soldado parecía su propio jefe. La resistencia fue colap-sando. Mientras transcurría esta des-piadada acuchillada muchos de los defensores aún con vida comienzan a rendirse antes de que ese infierno cobre sus propias vidas.

Sobre el final del ataque, un último foco de resistencia quedaba en un rancho ya “hecho medio tapera”, don-de el Capitán Duarte, un Alférez y un puñado de soldados fueron sal-vados por el arribo providencial del Brig. Gen Da Silveira y su División. La heroica caballería oriental ya se había hecho de más de medio centenar de prisioneros y, casi a la misma velocidad que llegó a esos po-treros, emprendió su retirada victo-riosamente; eso sí, dejando un tendal de muertos y heridos, muchos ago-nizando, en una escena que impacta-rá hondamente en la moral y autoes-tima de aquel ejército portugués.

Cuando arriba al campo de batalla el Brigadier lusitano no sale de su es-tupor ante el “desastre” que aquella demoledora “acción” hizo sobre su retaguardia. Desesperado persigue aquella prodigiosa caballería gaucha para intentar rescatar sus soldados hechos prisioneros. En ese intento y sin quererlo, le regaló a la posteridad lo que el rugir de aquellos valientes

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paisanos-soldados le hicieron sentir a los usurpadores del terruño. Dijo Da Silveira; “... pero viendo que no era posi-ble darles alcance y que probablemente sería asesinado si continuase siguién-dole, hice alto y volví para el campo...”. Son expresiones que se comentan por sí mismas, reflejando el desánimo y terror que infundió esta acción en la soldadesca lusitana y sus mandos.

El invasor tuvo aproximadamente 100 muertos, decenas de heridos, y se le hicieron 57 prisioneros.

Las cifras son elocuentes. La reta-guardia lusitana virtualmente dejó de existir.

La triunfante caballería oriental-ar-tiguista fue la contracara. Tuvo un muerto (desconocemos el nombre del héroe) y 2 heridos. Ese día deja-ron de ser montoneros y se gradua-ron de soldados.

Dijo el Benemérito Contralor de los Hospitales Don Romualdo Antonio Xi-meno en sus memorias:”… Felizmente se ganó la Acción de Pintado Viejo... “

Veredicto unánime: A veces una batalla o combate puede ser objeto de un contencioso o diferente valo-ración en cuanto a su resultante. En este caso hubo un categórico gana-dor con el reconocimiento expreso del derrotado: “Desastre no Pinta-do”. Pocas horas después una retira-da precipitada. De yapa a los pocos meses una “zanja reyuna”… ¿Hay lugar a dudas? No. Solo el silencio intenta olvidarla.

Conclusiones

Como hemos visto, las evidencias son abrumadoras e incontroverti-bles. Ese domingo de aquel 23 de marzo de 1817, las armas artiguis-tas en un ataque relámpago, des-trozaron la retaguardia de aquella división portuguesa. La eficacia de aquella caballería gaucha y sus casi nulas pérdidas nos hacen pensar que fue probablemente la acción mili-tar-guerrillera más perfecta realiza-da durante la resistencia artiguista. Ultimo el 50 % de las fuerzas enemi-gas e hirió gravemente a muchos de los acantonadas en dichos potreros. Su eficacia táctica fue tal, que apresó a más del 25% de la tropa enemiga incluyendo a uno o dos oficiales; los prisioneros fueron llevados a caba-llo como un valioso botín; detalle no menor, considerando que fue una re-tirada apremiada y vertiginosa.

Desde el punto de vista cuantitativo el combate no fue de la envergadu-ra de otros que le precedieron. Sin embargo, evaluada en términos cua-litativos tuvo un gran impacto, por sus efectos sobre el devenir histórico inmediato, siendo una de las más de-terminantes en el curso de la guerra. Considérese que no solo freno el im-pulso al avance del ejército coman-dado por Lecor hacia el centro de la Provincia; sino que consecuentemen-te además provocó su retirada hasta su punto de partida. Innegablemen-te la acción de Pintado Viejo fue un punto de inflexión en el devenir mi-litar de este conflicto en el Frente Sur. Otro factor no menor fue el impacto

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que tuvo esta derrota sobre la moral del ejército lusitano y la afrenta que significó ese “desastre” para el orgu-llo de las fuerzas portuguesas.

Resulta casi paradójico; pero el proyec-to confederado, republicano e inclusi-vo que aquella sociedad de la pradera gaucho-nativa encarnada en el pensa-miento artiguista tuvo una suerte de alargue existencial gracias a este hito.

Reflexión final

No hemos traído caprichosamente esta victoria a la memoria, dado que solo nos plegamos al reducido núcleo de investigadores que reconocen la importancia de la misma. Hicimos nuestra reflexión, e intentamos des-entrañar alguno de sus pormenores. La acción de Pintado Viejo es un sím-bolo genuino y a su vez victorioso de la resistencia artiguista. Corresponde admitir la admiración de aquel gau-chaje por la magia del prestigio de don José Artigas y la de sus apóstoles. Ellos movilizaron aquellos heroicos patriotas en armas para lograr estos imposibles, gracias a un sentido épico de pertenencia a la patria de la tierra invadida. A no dudarlo, aquella ca-ballería gaucha que en el Pintado lle-nó de gloria aquel pequeño y estoico pueblo oriental, ya era un embrión de ejército. Hoy el Ejército Nacional debería de tributarle un homenaje solemne a esta ignorada victoria. Lo mismo pensamos respecto a nosotros los civiles en este particular bicente-nario de aquel soberbio triunfo. Le adeudamos un tributo que ponga en un justo sitial a este hito de la re-sistencia. Así como nos parece justo

homenajear a nuestros muertos aun en las derrotas, con más razón, co-rresponde hacerlo con aquellos que combatieron victoriosamente en ese pago de la Pampa Oriental. Nuestros libros de historia tienen un vacío y, es tiempo de reparar este silencio ver-gonzante. Dicen que la audacia es la puerta a la historia. ¿De ser así? ¿No les sobró osadía a nuestros paisanos en armas? ¿No merece acaso este hito de la epopeya oriental-artiguista ser ubicado en un sitial digno en la histo-ria nacional?

Por último, hay una lección eterna-mente vigente. Cuando no hay me-moria se produce el olvido. Esa pre-misa es crucial para que cualquier sociedad sepa conocerse a sí misma a cabalidad. Por eso consideramos que esa triunfante patriada gaucha ocurri-da en ese paraje floridense (entonces josefino) no merece una suerte de ol-vido perpetuo; sino por el contrario, debe ser rescatada y recordada en toda la dimensión histórica que tuvo.

Queremos finalizar esta ponencia con un sentido homenaje a aquellos deci-didos y valerosos paisanos orientales que cuando se inicia la revolución arrancaron como partidas de vecinos convertidos en soldados de la libertad. Ellos fueron el germen de la naciente patria, de la que son legatarios los uru-guayos. Esperemos que los ciudada-nos que hoy habitan esta tierra bendita recuperen e instalen en su memoria la gloriosa gesta de Pintado Viejo.

Fernando Ochoteco Caorsi Integrante de Identidad Florida

Marzo de 2017

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ANEXO: OFICIO del GENERAL ARTIGAS al GOBIERNO de CORRIENTES

informando del Triunfo en la ACCIÓN de PINTADO VIEJO

Nº 1118 (José Artigas al Cabildo Gobernador de Corrientes. Participa el triunfo obte-nido por Fructuoso Rivera sobre las fuerzas portuguesas, que retrocedieron a la Plaza de Montevideo desde Santa Lucia Chico) 

(Purificación, marzo 29 de 1817)

/Acaban dellegar chasq(ues) de D. ª Frutos anunciándome q.e el 26 del Corr. le atacó al enemigo por retag.a con una Div.sa de Caballería habiendo logrado matarle mas de cien homb.s.Tomándole 57 Prision.s y heridole mucha jente. Por nra parte hubieron dos heridos y un muerto. Con este resultado tan feliz los enemigos aterrados han retrocedido a/ la Plaza desde Sta Lucia Chico Siendo perse-guidos fuertem.te delo q.e a un son de esperanres alg.na ventajas. Tengo la Satisfación de anunciar a V S tan feliz Succesop.a q.e sea celebrado, y su exemplo nos conmueva a mayores glorias. Saludos aV S. con todo mi afecto. Purifc.de 29 marzo 1817.. Jose Artigas

Al M. II.a Cav.do Gov.or Int.no deCorr.tes

--------Archivo General de la Provincia. Corrientes. República Argentina. ActasCapitulares. Legajo Nº33. Libro 112, Año 1817. Manuscrito original: fojas 1;Papel con filigrana: formato de la hoja 212 x 153mm, interlínea de 9 a 10mm; letra inclinada; conservación regular

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“Llegando hoy a este campo, viendo que no había leña para el rancho de los soldados y que si podía haber en dos corrales o potreros de una casa que había sobre la derecha del campo en distancia al menos de medio cuarto de legua, para donde se dirigieron muchos solda-dos dispersos, peones y bagayeros de otros campos de División, mande a aprontar media campaña del 2º Batallón de Cazadores y una del Regimiento de Caballería de Voluntarios Reales formando todos una fuerza de 80 hombres de ambas armas bajo el mundo del Capi-tán Bento José Duarte de este último Regimiento para proteger a la gente que fue a buscar leña a la referida casa. Pasado poco tiempo que el Capitán había llegado a la casa, principio a abrir fuego en aquella dirección, mande inmediatamente aprontar una Compañía de Cazadores y otra de Caballería y marche yo mismo a apoyar aquel destacamento. Cuando iba en marcha fui informado por el cuartel maestro del 2º Batallón que el enemigo había cargado con fuerza contra la casa y que tenía cortada la mayor parte de nuestro Ca-zadores en consecuencia mande ordenar al Coronel Aparicio y al Teniente Coronel Rosado que con el resto de sus Cuerpos me siguiesen; continuando en tanto la marcha, llegue a lo alto de una cuchilla donde está colocada la casa, encontré al capitán Bento José Duarte con el Alférez Martin Rodríguez y alguna gente de su Compañía y vi al enemigo, una fuerza de 150 hombres más o menos, que se iba retirando a la distancia, llevando algunos prisioneros, dejando tirados algunos otros muertos en el campo. Seguí al enemigo por algún tiempo con la esperanza de rescatar nuestros prisioneros; pero viendo que nos era posible darles alcance y que muy probablemente sería asesinado si con-tinuase siguiéndoles, hice alto y volví para el campo. No puedo dejar de considerar al Capitán Bento José Duarte enteramente responsable por aquel desastre por la pésima disposición de la fuerza que le fue confiada; estableció una línea de tiradores muy extensa y una gran distancia de la casa. Sus líneas de tiradores fue embestida en confusa pelea de guerrillas y perdió la mayor parte de los Cazadores y algunos soldados de Caballería. Si el Capitán Bento José Duarte hubiese colocado juiciosamente su destacamento esta-bleciendo sus cazadores en la casa y no en el potrero que estaba inmediato y que se hallaba intacto, y por entre los árboles, que también había próximos conservado a la Caballería de-bajo de la protección del fuego de los Cazadores hubiera podido resistir hasta ser socorrido. Pero a falta de tales disposiciones considero que el Capitán Bento José Duarte es entera y únicamente responsable por la pérdida de muchos valientes soldados. Dios Guarde a V.E en las cabeceras del Arroyo Pintado, 23 de marzo de 1817. III.mo e Ex.mo Sr Carlos Federico Lecor.

Bernardo Da Silveira Pinto, Brigadier General.”

ANEXO: PARTE BRIGADIER GENERAL DA SILVEIRA AL TENIENTE GENERAL

CARLOS FREDERICO LECOR

“Desastre en el Pintado”

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Fuente: Manuscritos Presb. J. Benito Lamas

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*Coronel Fructuoso Rivera

*Capitán Juan Antonio Lavalleja

General José Artigas Jefe de los Orientales y Protector de los Pueblos Libres (ver imagen tapa)

*Capitan Jose Yupes, Capitan Miguel Quintero, Capitan Pablo Pedro Sierra

Protagonistas Orientales - Artiguistas

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*Brigadier General Bernardo Da Silveira Pinto (Da Fonseca)*Cnel Aparicio, Ten Cnel Rosado, Capitan Bento Jose Duarte, Alférez Martin Rodriguez

Rey de Portugal Don Juan VI

Teniente GeneralCarlos Federico Lecor

Protagonistas Reino de Portugal, Brasil y Algarve

*Protagonistas directos Acción de Pintado Viejo.

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Bibliografía

* José Benito Lamas. Manuscritos del Presbítero Don José Benito Lamas, Revista Histórica de la Universidad. Año 1, Nº3, Montevideo, Setiembre 1908, páginas 859 a 861 * Ramón de Cáceres, Escritos Históricos Coronel Ramón de Cáceres (Publi-cados y anotados por Aurora C. de Castellanos) 1959, pág.76 * Boletín Histórico del Ejército Nº 104-105, Enero-Junio, Apuntes del Gene-ral Fructuoso Rivera, páginas 261 y 271. * Romualdo Antonio Ximeno. Memorias R.A.X., Suplemento Extraordina-rio Boletín Histórico del Ejército 1950. Página 253 * Fernando González Calcagno. De Florida: Páginas Sueltas año 2008, Co-lección “Florida Nuestra “ página 45 * Alberto Lamaita Rodríguez. Florida en la Revolución - De 1810 a 1820, páginas 117 a 121, año 2013 * Eduardo Acevedo. Anales Históricos del Uruguay (Tomo I) 1933, pá-gina 275 * Enrique Ariel Berriel. Memorias del Departamento de la Florida año 2013 * Oficio del General José Artigas al Gobernador de Corrientes. 29/03/1817, Archivo Provincia de Corrientes * Parte del Brigadier General Bernardo Da Silveira Pinto (Da Fonseca) al Teniente General Carlos Federico Lecor. 23/03/1817. Desastre no Pinta-do. Archivo Público Nacional. Rio de Janeiro Brasil. Cisplatina. Caja 13. Año 1817. * Archivo Artigas Tomo XXXIII paginas 57- 59 (mismo Parte del Brig. Gen. Da Silveira

* Parte del Teniente General Carlos Federico Lecor al Rey Juan VI. 16/04/1817. Biblioteca Nacional. Río de Janeiro. Brasil. Libro 1. 1817-1819

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