1 octubre 2014

Ad-papers

Octubre 2014

1

Ad-papersDirección

Juan Antonio Sánchez Morales

RedacciónJuan Antonio Sánchez Morales

Joaquín García VicenteTatiana Poggi

DiseñoJoaquín García Vicente

Edita Ad-hoc > Arquitectura y TerritorioC/Bendame, 130005 Murcia

Tel (+34) 968 274 278Fax (+34) 968 298 686

[email protected]

Publicación mensual

Licencia: CC BY-NC 3.0 ES

Ad-papers Octubre 2014 3

Desvelaremos de inicio que nuestra escalera es un centro de interpretación. El centro de interpretación de una desaladora, el obligado centro de interpretación de toda desaladora. Y si uno quisiera saber qué es una desaladora o cómo es esta en particular lo mejor es acudir a la propia descripción ministerial . Sí viene más a cuento citar que la nuestra se emplaza en el perímetro del Campo de Dalías, uno de los pocos lugares de la tierra que se reconoce desde el espacio, y que, lógicamente está concebida para su servicio, y en particular para reforzar sus acuíferos moribundos.

Historia de una escalera1

4 Octubre 2014 Ad-papers

Pero si queremos empezar el relato por su origen debemos retrotraernos varios años, en particular a finales de 2006. La historia, pues, será larga, pronto superará los ocho años, pero, tranquilo lector, esto no será su diario. En 2006 se abría la convocatoria del concurso para el proyecto y construcción de la desaladora y entre los documentos requeridos objeto valoración se encontraba una cosa que definían como integración arquitectónica. Toda propuesta debía incorporar alguna forma de discurso arquitectónico que reforzara o complementara el estricto discurso tecnológico e ingenieril. Y a nosotros nos ofrecieron la oportunidad de integrarnos en un grupo de empresas que ya estaban trabajando en la elaboración de una oferta.

Nuestra propuesta era ambiciosa y transformadora. Hasta la fecha las desaladoras eran una superinfraestructura territorial que plantada en casi cualquier lugar no establecía la más mínima relación ni con su entorno inmediato ni con cualquiera de sus contextos, y toda posibilidad de conocimiento se reducía a ese obligado centro de interpretación en el que debían sintetizarse, a costa de una burda simplificación, las características del gran aparato que paradójicamente estaba allí mismo. Partiendo más o menos de este análisis la memoria de nuestra propuesta inicial arrancaba con esta pregunta:

¿Cómo hacer transparente un proceso industrial y convertir el proyecto de arquitectura para una desaladora en un dispositivo de información y de comunicación?

Estos ocho años, entre otras cosas claro, los hemos dedicado a dar respuestas a esta sencilla pregunta.

En el concurso el conjunto de empresas ofertantes aceptó de buen grado la respuesta más evidente: transparentizar la infraestructura y buscar la compatibilidad de su labor técnica con un cierto uso público. Algunas de las imágenes con las que mater ializabamos esta respuesta son las que siguen.


En nuestro inicial delirio incluso llegamos a pensar en la posibilidad de “baños de salmuera”, toda una experiencia de flotabilidad dada su alta concentración salina, Quizá sea el momento de introducir que una desaladora por cada litro de agua que capta del mar después de un complejo proceso de osmosis la transforma en dos medios litros, uno carente de todo y el otro cargado de todo lo que el litro del mar contiene, el primero será el agua producto, el segundo la salmuera.

Pues bien, aquel concurso se ganó, entre otras cosas por la buena puntuación que recibió la propuesta de integración arquitectónica. Pero pronto descubrimos que una cosa era ganar el concurso, o contribuir a ello, y otra muy distinta suponer que unos ingenuos arquitectos iban realmente a incidir en las determinaciones técnicas de una obra verdadera, a introducir algún cambio en los acuerdos consolidados, en las convenciones establecidas.


Pasarán un par de años de redacción de proyecto y luego otros muchos de obras que se interrumpen por las tensiones propias de los modificados necesarios. Y nosotros haciendo dosieres en los que el propósito inicial se va disolviendo, dosieres que no son otra cosa que cesiones, renuncias sucesivas. La instalación pronto se bunkeriza, el acceso público, aunque fuera controlado se deniega y ese centro de interpretación caduco y triste se recupera. A la altura de la versión 8, allá por 2009, ya todo estaba perdido, aunque nosotros ni siquiera fuéramos muy conscientes y aún nos entusiasmara la sistemática reducción del alcance de la propuesta.

Pero aun las cosas se pondrían mucho más feas, ya era de general consenso nuestra molesta presencia. La obra había llegado a una situación extrema de dificultad presupuestaria, todo se decidía desde una vulgar perspectiva económica y nosotros no éramos otra cosa que unos peligrosos distorsionadores.

Aceptamos la obediencia y nos plegamos a desarrollar sin discutir las decisiones, por aquella época ya solo éramos una casi oculta asistencia técnica de la empresa constructora. A la altura de la versión 18 el centro de interpretación era un triste esfuerzo de dar una digna respuesta al acuerdo establecido por otros de lo que forzosamente debía ser: una caja de zapatos.


Pero incluso la “caja de zapatos” costaba demasiado, y después de tanto tiempo insistiendo en que construir esa especie de caseta de perro era una estupidez en realidad ya todo el mundo lo compartía y empezaba a fraguarse el acuerdo de intentar no hacer nada de nada. No lo sabíamos pero era nuestra oportunidad, el momento de dar el golpe. ¿Existía alguna alternativa entre la tradición y la nada que pudiese conformar a todos los agentes implicados?

Ad-hoc > Arquitectura y Territorio es un estudio de arquitectura radicado en Murcia y que sus prácticas se deslizan entre lo experimental y lo arraigado marcadas por un fuerte compromiso político. Sus trabajos abarcan todas las escalas en las que desde la organización territorial hasta el diseño de mobiliario.

1 octubre 2014

Documents