1 metodología para estudiar niveles de vida y salarios en méxico
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Metodología para estudiar niveles de vida y salarios en México, 1765-2012.
Segundas jornadas de historia económica de la AMHE
Sesión 10. Desarrollo económico y pensamiento económico en el siglo xx Salón 2247, Agosto 15
2013. 9:30-14:00 y 16:00-18:00 hrs.
El Colegio de México.
Jeffrey Bortz
Miguel Santiago Reyes Hernández
Humberto Morales Moreno1
I
El salario constituye, en la actualidad, la piedra angular para el análisis de los estándares de vida
de la mayoría de la población trabajadora en el mundo. Ello se debe a la ampliación incesante de
la economía de mercado en la producción económica. La ausencia de una medida confiable de este
indicador fundamental en muchos países, ha conducido al uso extensivo de una medida alternativa,
el producto nacional por habitante, como indicador del crecimiento económico. Pero esta práctica
ha propiciado errores evidentes en la estimación del bienestar y el desarrollo, como lo indican los
esfuerzos por generar mediciones alternativas, como el Índice de Desarrollo Humano (IDH),
propuesto por la UNESCO, que a su vez tiene sesgos y limitaciones.
En México no se cuenta con series históricas generales de salarios reales por rama de actividad.
Existen, por supuesto, estudios puntuales y series parciales, que han alimentado publicaciones en
el caso del salario en la agricultura o la minería en periodos específicos, así como trabajos en la
rama manufacturera en regiones, ciudades o sectores para los siglos XIX y XX. Sin embargo, no
existe un estudio general en la materia, lo que entre otras cosas excluye a México de estudios
1 Jeffrey Bortz es profesor titular e investigador en la Appalachian State University, North Carolina, USA e investigador asociado
al proyecto “Canastas de Consumo y Salarios en México: 1521-2012” del Observatorio de Salarios bajo la coordinación del c. a Dr.
Miguel Santiago Reyes, quien es Director y profesor de tiempo completo del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad
Iberoamericana Puebla (UIA-P) y con la ayuda como investigador asociado también del Dr. Humberto Morales Moreno, quien es
el secretario académico del posgrado en ciencias sociales de la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla (BUAP), miembro fundador de la AMHE y profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad
Iberoamericana Puebla (UIA-P). Los autores agradecen la discusión de los investigadores asociados al proyecto Dr. Marcos Águila
Medina de la UAM-Xochimilco como del DR. Mariano Torres Bautista, BUAP. La invaluable ayuda técnica como siempre de los
investigadores asistentes Lic. Miguel Alejandro López López y Lic. Jorge Arturo Abascal Jiménez. (UIA-Puebla).
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comparativos internacionales. El objetivo de esta comunicación es contribuir a llenar la laguna
existente sobre la curva salarial para el caso de México, mediante una extensa revisión histórica de
fuentes documentales, que abarque desde el periodo Virreinal, cuando emerge el sistema salarial
de contratación del trabajo, hasta la actualidad, a partir de la notable riqueza de archivos disponible
en México.
En una apreciación metodológica inicial a este proyecto, los insumos necesarios para construir
series históricas de largo plazo del salario real por rama de actividad económica son:
1) Datos sobre salarios nominales por actividad y jornada laboral;
2) Datos sobre precios nominales de los artículos de las canastas de consumo típicas para las
distintas épocas.
De estos dos tipos de insumos debemos construir índices de precios que nos permitan deflactar
aproximaciones al salario real por etapas históricas cuya periodización debe quedar bien definida
en función de los patrones o pautas de consumo de la población y la continuidad y/o surgimiento
de ciertas categorías ocupacionales sujetas de monitoreo y comparables a lo largo de las distintas
etapas hasta el día de hoy. Este doble tipo de insumos se encuentra disperso en un número
importante de archivos históricos, la mayoría de los cuáles son conocidos y han comenzado a ser
utilizados en diferentes momentos por la historiografía económica. Es por ello que el núcleo del
proyecto se orienta a la recolección de datos de fuentes primarias en estos tres ámbitos (salarios,
precios y canastas de consumo), para poder construir series homogéneas de salarios reales en
algunas de las ramas más significativas de la economía.
Prevemos como las ramas históricas fundamentales: la agricultura, la minería, la industria de la
construcción y la industria textil para el periodo que va del virreinato al inicio del Porfiriato, y en
la etapa moderna y contemporánea (1880-1940 y 1940-2012) además de las anteriores, la industria
ferroviaria, automotriz, eléctrica, y maquiladora. Finalmente, realizaremos la sistematización de
la historia de los salarios mínimos legales, que emergió como obligación jurídica a partir de la
“victoria de los derechos sociales” en el siglo XX.
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Una vez completado el proceso de generación de series nuevas de salarios y precios, mediante una
metodología explícita sobre la calidad de las fuentes y sus limitaciones, se creará un insumo que
permitirá a otros ámbitos de investigación contar con información básica para realizar una variedad
de estudios aplicados, para cada época considerada en el estudio. Uno de los retos futuros de la
investigación es contrastar el estudio en el “long run” de los salarios con otras variable
macroeconómicas (como el desempleo, la inflación, la productividad, el comercio exterior), dentro
del campo de la historia económica. Además, el conocimiento de la evolución del salario real por
ramas de actividad, se convertirá en un insumo estratégico para comprender mejor las razones
históricas de la desigualdad, la pobreza y la exclusión social en México.
II
Analistas, viajeros y observadores extranjeros sobre México en sus distintas etapas históricas, han
hecho referencia a la enorme pobreza que forma parte de la realidad social del país desde hace
siglos. Al mismo tiempo, desde las primeras décadas posteriores a la conquista española, emergió
la evidencia de una notable riqueza minera, que generó grandes volúmenes de exportaciones de
plata y una opulencia extraordinaria para una pequeña minoría de individuos y familias, como por
ejemplo el Conde de la Valenciana, en Guanajuato, o Don José de la Borda, el excepcional y
piadoso filántropo, donador de la Iglesia de Santa Prisca en Taxco. En la época de mayor apogeo
de este último se hizo popular el dicho: “Dios, a darle a Borda, y Borda, a darle a Dios”. Acaso el
autor al que más se ha citado en cuanto al paradójico contraste entre pobreza de la población y
acumulación de riqueza en pocas manos sea al sabio alemán que llegó a México en 1803, Alexandre
von Humboldt. Humboldt dio cuenta de la riqueza minera novohispana, de muchas de las grandes
obras arquitectónicas, de la notabilísima Ciudad de México, “La Ciudad de los Palacios”; pero
Humboldt fue también testigo del maltrato al indígena y sus precarias condiciones de vida.
La Guerra de Independencia dejó al descubierto la bancarrota del Imperio,(Marichal) eliminando
una de las fuentes principales de riqueza para el Imperio español, y garantizó el deterioro y mal
estado de las finanzas de los primeros gobiernos independientes, pues con la crisis de des-
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atesoramiento de las arcas de hacienda, nació la deuda pública, amén de frenar las posibilidades
de mejoría para la población trabajadora. La coincidencia entre una débil República en formación
y el lento ascenso de las ideas republicanas, hasta la Guerra de Reforma y la Intervención Francesa,
condujeron a una creciente autonomía en la vida de las provincias, mas no necesariamente a un
alza en sus niveles de vida. Hacia las últimas décadas del siglo XIX se produjo un rápido
crecimiento industrial, animado por la intervención extranjera en industrias modernas, como los
ferrocarriles y la electricidad, que elevaron la productividad media en el país y se tradujeron en una
modernización y una aparente alza en los niveles de vida, al menos para el creciente número de
trabajadores urbanos, en una alta proporción asalariados2. La desigualdad relativa, sin embargo, no
mejoró, y en cierta manera alentó la emergencia de la Revolución Mexicana de 1910. A lo largo
de cuatro siglos, la desigualdad descrita por Humboldt persistió, aunque hubo una transformación
notable en las tecnologías dominantes, en las relaciones económicas de México con el exterior y
en las formas de gobierno.
A lo largo del siglo XX, la presión del movimiento popular revolucionario en la segunda y tercera
décadas del siglo3; así como el impacto de la Gran Depresión y la II Guerra Mundial4, cuya
influencia fue mediada por el ascenso de la hegemonía de los Estados Unidos en el subcontinente
(Bulmer-Thomas, 1999), empujó a México a avanzar en su proceso de industrialización y las
relaciones salariales llegaron a constituir la norma para la mayoría de la población ocupada que,
además, se volvió predominantemente urbana a partir de la década de 1980. Las casi cinco décadas
que van de mediados de los años treinta a finales de los años setenta del siglo anterior fueron
decisivas en la formación de la moderna clase asalariada mexicana. Pese a que en las últimas dos
décadas también se ha presentado un fenómeno de ampliación del sector de actividades por cuenta
propia y de economía informal, así como una emigración masiva de connacionales al mercado
laboral estadounidense, puede afirmarse que la remuneración salarial es, hoy día, la que determina
los niveles de vida de la mayoría de los mexicanos, incluso de aquellos que forman parte de una
2 Ver por ejemplo, Aurora Gómez-Galvarriato, “”Measuring the Impact of Institutional Change in Capital in Capital-Labor Relations in the Mexican Textile Industry, 1900-1920”, en: Jeffrey Bortz y Stephen Haber, The Mexican Economy, 1870-1930, Stanford University Press, Stanford, 2002, p.306-314. 3 Jeffrey Bortz, Revolution Within the Revolution, Cotton Textile Workers and the Mexican Labor Regime, 1919-1923, Stanford University Press, Stanford, 2008. 4 Enrique Cárdenas, La industrialización Mexicana durante la Gran Depresión, Colmex, México, 1987; Marcos T. Aguila, Economía y Trabajo en la Economía Mexicana. El nuevo pacto laboral, entre la Gran Depresión y el Cardenismo, UAM, México, 2004.
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especie de ejército de reserva de trabajo, nacional e internacional.5 La globalización económica en
la que México se encuentra inmerso, no obstante, no ha logrado paliar las desigualdades en cuanto
a los niveles de vida ente el mundo del trabajo y los ingresos de las empresas modernas, que
concentran extraordinariamente la riqueza social6.
Como escribimos arriba, el salario es la piedra angular en la estimación de los niveles de vida y del
desarrollo económico en México y el mundo. A favor de la afirmación anterior, la centralidad del
salario, es posible citar trabajos de notable influencia en el terreno académico, como la obra de
Kevin H. O`Rourke y Jeffrey G. Williamson, Globalization and History (1999), quienes realizaron
una comparación internacional de alrededor de 14 países europeos, y cinco extraeuropeos (Estados
Unidos, Canadá, Australia, Brasil y Argentina), en la que miden un proceso de convergencia
económica, a partir de la evolución del salario real para el trabajo no calificado a lo largo la mayor
parte del siglo XIX, cuya brecha tendió a cerrarse en el tiempo, en lo que ellos llaman la Economía
Atlántica.7 El presupuesto para poder concluir este tipo de afirmaciones, de importancia teórica
indudable, se encuentra en la disponibilidad de cifras comparables sobre salarios reales en los
países mencionados.
Otro ejemplo sobre el uso de series históricas de salarios reales se encuentra en el estudio del
impacto de las migraciones internacionales. En un estudio que abarca los siglo XIX y XX, Hatton
y Williamson (2005) muestran cómo la inmigración masiva de trabajadores europeos hacia
América (sobre todo Estados Unidos y Argentina) así como países como Australia, a lo largo de la
segunda mitad del siglo XIX y hasta la Primera Guerra Mundial, contribuyeron a cerrar la brecha
entre el salario medio de los países expulsores de fuerza de trabajo (más bajo) y el salario medio
5 Jeffrey Bortz y Marcos Águila, “Earning a Living: A History of Real Wage Studies in Twentieth Century Mexico”, Latin American Research Review, vol. 41, no. 2, 2006. Ver también con un enfoque distinto: Peter Gregory, The Myth of the Market Failure: Employment and the Labor Market in Mexico, Johns Hopkins University, Baltimore, 1989. Una investigación más reciente es Juan Carlos Moreno-Brid y Jaime Ros Bosch, Desarrollo y crecimiento en la Economía Mexicana. Una perspectiva histórica, FCE, México, 2010. 6 La historia económica y social de los niveles de vida en México tuvo un momento estelar en la década de los 80’s del Siglo XX, cuando Nora Lustig comenzó sus estudios pioneros sobre la relación entre crecimiento económico y distribución del ingreso. Véase Distribución del ingreso y crecimiento en México. Un análisis de las ideas estructuralistas, El Colegio de México, México, 1981; “Distribución del ingreso y consumo de alimentos en México”, Demografía y Economía, El Colegio de México, Vol. 14, No. 2, pp. 215-246, México, 1980. Véase también estudios más recientes como el de Boltvinnik y Araceli Damián, Cargando el ajuste: Los pobres y el mercado de trabajo en México, Colmex, México, 2002. 7 Kevin H. O`Rourke y Jeffrey G. Williamson, Globalization and History. The Evolution of a Nineteenth Century Atlantic Economy, MIT Press, Cambridge, Mass., 2000, Introducción y capítulo 2.
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de los países receptores (más alto). El proceso se repite en el siglo XX, en el contexto de la
Globalización, con las migraciones masivas, esta vez en dirección Sur a Norte8, hasta la aparición
de una serie de nubarrones a los flujos de migrantes durante las últimas dos décadas, circunstancia
acentuada por la llamada Gran Recesión y hasta el presente. De nuevo, la estimación de estas
tendencias sería imposible sin contar con series históricas largas de salarios reales por país y región.
Otro ejemplo de aplicación de datos salariales al análisis histórico, esta vez para el caso mexicano,
se puede encontrar en el artículo “Mexican exceptionalism: Globalization and De-Industrialization,
1750-1877”, escrito por Doblado, Gómez-Galvarriato y Williamson (2008). En este trabajo
pionero, los autores sostienen que fueron tres las causas principales del mejor comportamiento
económico de México respecto de otros países atrasados en el periodo entre mediados del siglo
XVIII y finales del siglo XIX: el relativo aislamiento de la economía mexicana frente a la llamada
“enfermedad holandesa”, una mayor autonomía en la fijación de políticas industriales y una mayor
competitividad salarial.9 Con relación a esta última afirmación, los autores pueden hacerla con la
confianza que proporciona la elaboración de cifras de precios y salarios para la industria textil,
elaboradas a lo largo de años de investigación, para los años de 1750 a mediados del siglo XIX,
cifras que contrastan con Inglaterra y la India. El desarrollo textil de la India fue afectado de manera
mucho más directa (y brutal), por la demanda inglesa de algodón; que en el caso mexicano.
Insistimos entonces, en el valor de la generación de datos salariales confiables, para la elaboración
de análisis sólidos en la historia económica contemporánea.
III
Los esfuerzos de la historiografía mexicana en este terreno se presentarán, siguiendo este enfoque
metodológico, en apego a una periodización inicial que consideraría los siguientes años:
8 Timothy J. Hatton y Jeffrey G. Williamson, Global Migration and the World Economy. Two Centuries of Policy and Performance, MIT Press, Cambridge Mass., 2005, capítulos 1, 3, 6, 10. 9 Rafael Doblado, Aurora Gómez-Galvarriato y Jeffrey G. Williamson, “Mexican Exceptionalism: Globalization and De-Industrialization, 1750-1877”, en The Journal of Economic History, vol 68, no.3, septiembre 2008, p.1.
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1) Periodo Virreinal (economía mercantil colonial fuertemente condicionada por el sector
externo). (1600-1820)
2) Periodo del México Independiente (1821-1876)
3) Periodo Porfirista (1877-1910)
4) Periodo “revolucionario”, “milagro mexicano y estabilización”: (1911-1970)
5) Periodo de la Globalización (1971-2012)
Los periodos aquí esbozados son tentativos y admiten diferencias y subdivisiones internas. Por
ejemplo en el caso del periodo revolucionario es factible subdividir entre la etapa de máxima
disrupción revolucionaria, 1910-1920, y la etapa de la llamada reconstrucción de las décadas
posteriores. Así ocurre con cada uno de los demás periodos, sin embargo, estimamos que en un
primer acercamiento estas serían las cinco grandes etapas bajo estudio, y serán las fuentes de
información las que determinen los quiebres y sub-periodos, a saber:
1) Periodo Virreinal (1600-1820) y Periodo del México Independiente (1821-1876)
Desde la obra clásica de Enrique Florescano “Precios del Maíz y Crisis Agrícolas en México”10,
hasta el reciente artículo de José Refugio de la Torre11, la historia de los precios y salarios para el
caso mexicano ha sido objeto de atención de manera dispar. La importancia de estos indicadores
de la dinámica humana, tanto económica como social, no han sido tratados de manera sistemática
para periodos más grandes y áreas de trabajo comparables o equiparables. No obstante los vaivenes
historiográficos, la importancia del estudio de los precios de bienes que reflejan pautas de consumo
históricas y la remuneración del trabajo no han perdido vigencia ni relevancia como vehículos para
medir los mínimos de bienestar social en perspectiva histórica.
Hace ya algunas décadas, quizá bajo la influencia de la pionera obra de Florescano, un grupo de
antropólogos del hoy CIESAS bajo la dirección de Michael Kenny comenzaron a publicar ensayos
sobre los precios agrícolas y las crisis de subsistencia en un enfoque socio-antropológico con miras
10 Florescano, E., Precios del maíz y crisis agrícolas en México. 1708-1810, México: Colegio de México, 1986. 11 De la Torre, José Refugio, "Comerciantes, precios y salarios en Sonora en el periodo colonial tardío. Caracterización de un circuito comercial cautivo", Historia Mexicana, 230, vol. LVIII, número 2, octubre-diciembre, México, 2008, pp. 595-656.
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a establecer una historia de la alimentación y/o pautas de consumo de la población novohispana12.
La relación entre salarios y precios permite comprender niveles sociales, composición y grado
evolutivo de los intercambios económicos y la configuración de la economía de mercado en
México. La perspectiva histórica en larga duración permite comprender el contexto en el que
afloran acontecimientos y coyunturas dispersos y aparentemente dispares. La historiografía
novohispana se ha concentrado mayoritariamente en relacionar el nivel de precios con la inflación
del siglo XVIII y a señalar las tendencias de las pautas de consumo en el “long run”, pero muy
escasamente para medir el nivel y los estándares de vida. Por las razones anteriores consideramos
que el periodo de estudio debe abarcar hasta 1876, intentando medir el cambio entre las pautas de
consumo y los salarios reales de una economía minero-mercantil y agraria, a una economía
incipientemente industrial y urbana que se inaugura con fuerza a partir del Porfiriato. (1876-1910).
2) Periodo Porfirista (1877-1910)
El Porfiriato puede ser considerado a partir de la publicación de la obra central de Haber a finales
de la década de 1980, “Industria y Subdesarrollo”13, donde se planteó la hipótesis del “atraso” o
“subdesarrollo” de la economía mexicana, producto de interferencias institucionales que
provocaban estrechez del mercado, altos costos de operación y transacción, como un país de
sistema fabril y de sectores de enclave de la economía con áreas dinámicas de “desarrollo hacia
adentro”14 pero con defectuosa integración del sistema manufacturero, con niveles de
productividad medios y bajos y con salarios bajos y en caída. Estos salarios parecían ir en declive
en comparación con etapas anteriores y en buena medida también producto de las altas presiones
12 García Acosta, Virginia “Pan, precios y panaderos en la ciudad de México en el siglo XVIII”, en Anales 1984, CIESAS, México, 1986, pp. 223-232; García Acosta, Virginia, “Centros productores y centros consumidores de trigo. Comparación del movimiento de sus precios en el siglo XVIII”, en Virginia Guedea y Jaime E. Rodríguez O. (eds.), Five Centuries of Mexican History / Cinco siglos de Historia de México, vol. II, Instituto Mora-University of California, Irvine, México, 1992, pp. 327-346; García Acosta, Virginia, “Comparación entre el movimiento de los precios del trigo y del maíz y el alza generalizada de precios a fines de la época colonial”, en Virginia García (coord.), Precios de alimentos y manufacturas novohispanos, CMCHCIESAS-IIH, UNAM-Instituto Mora, México, 1995, pp. 173-192; Garner, R., “Price Trends in Eighteenth-Century Mexico”, The Hispanic American Historical Review 65(2) (1985) 279-325; Garner, R., Prices and Wages in Eighteenth-Century Mexico, in L. Johnson and E. Tandeter (eds.), Essays on the Price History of Eighteenth-Century Latin America, Albuquerque: University of New Mexico Press, 1990, pp. 73-109; Quiroz, E., Entre el lujo y la subsistencia. Mercado, abastecimiento y precios de la carne en la ciudad de México, 1750-1812, México: Colegio de México, 2005. 13 Stephen Haber, Industry and Underdevelopment. The industrialization of Mexico. 1890-1940. UCLA Press, (Stanford), Estados
Unidos, 1992. La versión española fue editada por Alianza Universidad. 14 Humberto Morales Moreno, “La industria textil mexicana en el ciclo de las exportaciones latinoamericanas: 1880-1930. Política
fiscal y de fomento en la encrucijada de la revolución”, en: H-industri@/UBA/Argentina, 1, 5, págs. 1-23, 2009. “Economía y
Política. Del Porfiriato a la Revolución (1890-1920)” Mario Contreras y María Eugenia Romero editores, Actividades, espacios e
instituciones económicas durante la revolución mexicana, INEHRM-FAC. Economía-UNAM, 2004.
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inflacionarias del bimetalismo y del equilibrio presupuestal ortodoxo de los asesores económicos
del Presidente Díaz.
El estudio sistemático y organizado de salarios y precios, fortalecería con mayor rigor, la hipótesis
generalizada sobre el Porfiriato que la literatura registra, como la del antecedente del modelo
económico de acumulación y concentración de la riqueza del México Revolucionario. Las series
estadísticas disponibles para determinar tanto el cálculo de las canastas de consumo mínimas, como
la evolución del poder adquisitivo del salario, son tarea pendiente de la historia económica. Por lo
general, el universo estadístico se concreta a las series construidas con los primeros censos de
población de 1895, 1910 y 1921 y las primeras estadísticas industriales de 1930.
Cuando el colectivo formado por Don Daniel Cosío Villegas publicó las estadísticas económicas y
sociales del Porfiriato como fuentes agregadas de su monumental “Historia Moderna de México”
(Hermes, 1966) se privilegiaron los primeros estudios de historia económica y social que
“descubrieron” que esta etapa crucial de la historia mexicana conocida como de “desarrollo hacia
afuera” o “modelo agro-minero exportador”, aunque tuvo un crecimiento económico “acelerado”
(1895-1910), éste no se reflejó en la mejora en las condiciones de vida de la mayoría de la
población15, a partir de que el salario como piedra angular de estimación de calidad de vida y
desarrollo económico venía en declive.
3) Periodo “revolucionario”, “milagro mexicano y estabilización”: (1911-1970)
4) Periodo de la Globalización contemporánea: (1971-2010
Hasta la entrada del modelo de Desarrollo Estabilizador, los salarios en México habían presentado
una dinámica de caída y de recuperación, sin embargo, desde 1951 presentan una recuperación
importante que culmina en el año de 1976, cuando llega a su máximo nivel. A partir de este período
ha presentado una caída constante hasta llegar a representar en 2010 el 22.5% del salario mínimo
de 197616.
15 Ciro Cardoso (coord.), México en el siglo XIX (1821-1910). Historia económica y de la estructura social, 10a. ed., México, Nueva Imagen, 1992. 16 Miguel Reyes, Los Salarios en México, Fundación Friedrich Ebert, Serie Análisis Político, México, 2011.
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A principios de la década de los 80, varios países del continente latinoamericano, incluyendo a
México, implementan políticas que tienen como efecto el debilitamiento del Estado de bienestar.
Este proceso derivó en la consolidación y conformación de grupos económicos monopólicos
insertados a una nueva estrategia de globalización mundial. Este proceso, trajo consigo un elevado
crecimiento de las ganancias de estos grupos en los años 1983-1988 y una drástica caída del salario,
que agrava el deterioro de los niveles de vida de la población. Reyes (2012) en el artículo Los
salarios en México, encuentra evidencia de que en la década de los 80 hubo un incremento de las
ganancias a costa de la caída del salario real con un abrupto descenso desde el inicio de la crisis
económica en 198217. La pérdida de poder adquisitivo del salario real mínimo y promedio desde
esa época a la actualidad, ha conducido a una pérdida de bienestar, no sólo en términos de consumo
mínimo, sino también de precarización laboral18. La caída de los salarios ha representado una caída
importante en los niveles de vida de los trabajadores ya que hay una relación indisoluble entre el
nivel salarial y el nivel de vida de las personas19. G. Hernández y M. Székely (2009) encuentran
evidencia entre 1992 a 2008 de una relación inversa entre la evolución del índice de la masa salarial
y el índice de pobreza de patrimonio20. De manera específica, la pobreza alimentaria y de
patrimonio, de 1992 a 2008, muestra una correlación negativa del 98%, con el salario, esto es, el
salario impacta directamente a la pobreza y los niveles de vida o bienestar mínimos21.
La vinculación de esos mínimos de bienestar, con los mínimos salariales nominales de acuerdo a
cuestiones normativas, implica la realización de un análisis que se dirige a identificar las causas de
la pobreza. Por tanto, si bien es cierto que las estimaciones de pobreza por ingresos se realizan
tomando en cuenta el salario nominal de quien lo percibe, lo que se deja de lado es que esas
remuneraciones son tan bajas que dirigen a millones a la pobreza porque, como en el caso de
México, la Constitución no se cumple en lo relativo al concepto histórico de “salario remunerador”.
17 Idem. 18 Minor Mora, Ajuste y Empleo. La precarización del trabajo asalariado en la era de la globalización, El Colegio de México, México, 2010. 19 Miguel Reyes, Miguel López, Rosalío Valseca y Eduardo Bermejo, Los salarios mínimos y la pobreza, Revista Rúbricas, Universidad Iberoamericana Puebla, Número 3, Puebla, México, 2012. 20 G. Hernández, y M. Székely, "Labor Productivity: the link between economic growth and poverty in Mexico", en Bane, M.J. y R. Zenteno, "Poverty and Poverty Alleviation Strategies in North America", David Rockefeller Center Series on Latin American Studies, Harvard University Press, Cambridge, Massachussets, 2009. 21 CONEVAL-Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social, Tendencias económicas y sociales de corto plazo y el índice de la tendencia laboral de la pobreza (ITLP), 2010, México.
11
La vinculación de los mínimos de bienestar que tanto el CONEVAL considera en ingresos como
los mínimos de bienestar que la Constitución garantiza, no se encuentran ni en la literatura sobre
pobreza o salarios, ni en la política pública (Reyes et al, 2012). La presente investigación, en el
período de la globalización (1971-2010), tendrá como uno de sus objetivos centrales, esa
vinculación de mínimos de bienestar y los salarios en México.
IV
Se estima que ciertas ramas de actividad podrán tener continuidad desde que México era la Nueva
España, hasta la actualidad, como es el caso del salario agrícola, el de la minería, así como el de la
construcción y la industria textil. En otros casos, como en las ramas de la industria automotriz y la
industria maquiladora de exportación, la extensión de las series se reducirá a las décadas
correspondientes a su vigencia, desde su emergencia en el siglo XX hasta lo que va del siglo XXI.
También en el caso de las series correspondiente al salario mínimo (regional, rural, urbano y
profesional), su extensión se reducirá a sus diversos periodos de vigencia, y su naturaleza tendrá
un perfil distinto al del resto de las series, ya que se trata de una fijación institucional y no
determinada directamente en el mercado. Asimismo, aunque la aspiración es construir series
nacionales, esto no siempre será factible y su alcance regional estará determinado por las fuentes
disponibles, lo cual estará debidamente especificado.
La construcción de series de salarios nominales por rama de actividad y el establecimiento de las
canastas de consumo típicas (ponderadas según el uso de los artículos que constituyen la base de
dichas canastas en las áreas de alimentación, vestido, vivienda, salud, educación y
entretenimiento), que junto con los precios nominales, determinarán las bases para el cálculo del
índice de precios al consumo indispensable para deflactar el salario nominal. Se trata, pues, de la
generación de nuevos datos para la estimación de los niveles de bienestar y su ciclo histórico de
largo plazo. Tales cifras servirán de insumo a los trabajos aplicados dentro de la misma temática.
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La metodología considerará inicialmente para la construcción histórica de canastas de bienestar,
algunos trabajos nodales en la literatura22. Sin embargo, la originalidad de este trabajo, consistirá
en la elaboración normativa de canastas por períodos y sub-períodos de estudio, donde estas
canastas de consumo mínimas, respondan a las necesidades que un individuo en condiciones
sociales medias debería consumir. Se parte de una noción de bienestar amplia, donde el salario se
encuentra íntimamente ligado al nivel de vida de los trabajadores y hogares en México. El
establecimiento del salario mínimo de acuerdo a la Constitución Mexicana en la época
contemporánea, será la base metodológica, con la cual las canastas de consumo promedio y
mínimas se construirán para los períodos y sub-períodos precedentes. De manera particular, la
elaboración de un salario ideal de acuerdo a la Constitución, se realizará a partir de las siguientes
consideraciones:
1. La identificación de variables e indicadores para cuantificar el monto del salario,
considerará además de las dimensiones que establece la Constitución Mexicana23, las fuentes de
bienestar que la literatura sobre mínimos de bienestar tiene en sus acepciones sociológicas y
económicas24.
2. Los umbrales mínimos serán establecidos a partir de dos parámetros:
a. Aquéllos que sean consistentes con la metodología de instancias oficiales como CONEVAL
y EVALÚA-DF, así como con la opinión de expertos en la materia a través de la realización de
encuestas semi-estructuradas a profundidad: arquitectos y urbanistas (vivienda y servicios de
vivienda), nutriólogos y médicos (canastas alimentarias), recreación (sociólogos, psicólogos), entre
otros.
b. Aquéllos que sean consistentes con lo establecido por la Constitución Mexicana, de manera
específica, aquellas dimensiones del bienestar para cuyos umbrales si considera la Carta Magna
mexicana como la educación.
22 Leticia Arroyo Abad, Middlebury College, Elwyn A.R. Davies, Middlebury College, Jan Luiten van Zanden, Utrecht University, Between Conquest and Independence: Real Wages and Demographic Change in Spanish America, 1530-1820, CGEH Working Paper Series, Número 20, Holanda, 2011; Moramay López Alonso, Growth with Inequality: Living Standards in Mexico, 1850–1950, Journal of Latin American Studies 39, 81–105, 2007. 23 Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su Fracción VI del Apartado A del Artículo 123. 24 Julio Boltvinnik, Satya R. Chakravarty, James E. Foster, David Gordon, Rubén Hernández Cid, Humberto Soto de la Rosa, Minor Mora(Coordinador), Medición multidimensional de la pobreza en México, Centro de Estudios Sociológicos, Colegio de México, México, 2012.
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3. A partir de la definición de variables e indicadores que correspondan a las dimensiones de
bienestar para el salario mínimo, se ubican las mercancías pertinentes.
4. Se establecen los ponderadores de cada mercancía, mediante el peso que cada uno tiene en
el gasto total del hogar.
5. Se identifican, tomando como punto de partida el inicio del período o sub-período, los
precios de las mercancías utilizadas en el cálculo de ese salario mínimo.
6. Se definen puntos en el tiempo dentro del sub-período de estudio para el seguimiento de
esos precios. En general, dada la disponibilidad de datos, se realizará al menos anualmente ese
seguimiento para el sub-período de 1971-201225.
7. Se analiza la evolución del precio de las mercancías y un análisis comparativo del poder
adquisitivo del salario.
A partir de la realización inicial de ese ejercicio metodológico, donde los datos son relativamente
fáciles de obtener, se plantea adecuar la metodología a los diferentes sub-períodos de análisis,
ubicando las principales limitaciones para ello, tales como la disponibilidad de información
estadística y el trabajo de fuentes primarias para la construcción de la base de datos por sub-período.
Conceptualmente, se considerará además que en cada sub-período, el peso del salario como pago
por la fuerza de trabajo empleada en procesos industriales donde lo producido se dirige a
comercialización interna (mercado interno) o externa (mercado externo) es diferenciado y, que a
medida, que la producción de mercancías se generaliza, lo hace también el sistema salarial de
contratación de trabajo. Por ejemplo, hablar de salarios y precios en un periodo que comprende los
siglos XVI, XVII, XVIII y siglo XIX hasta 1876 implica trabajar con conceptos polisémicos para
el que hay que determinar su significado en cada etapa. Estamos hablando, en primer lugar, de una
terminología variable susceptible de ser relacionada pero que implica justificar la yuxtaposición de
distintas denominaciones usuales, temporal y regionalmente, bajo un único rubro de “salario”.
Considérese para ello, el uso del “partido” en el caso de la minería novohispana, frente al uso de
las “raciones” para el caso de las remuneraciones en especie de la mano de obra agrícola
susceptibles de convertirse en moneda.
25 Para la medición de las condiciones de vida, nos basaremos en los datos del INEGI y fuentes estadísticas oficiales, tales como la ENIGH y de la ENOE para años más recientes.
14
La construcción de canastas típicas de consumo para las distintas épocas, debe también considerar
el salario promedio y mínimo para la época y las ramas fundamentales donde el trabajo por salario
se ubique. Inicialmente, en las ramas de la agricultura, minería, industria de la construcción,
industria textil y, posteriormente, industria ferroviaria, de bebidas, petrolera, automotriz, eléctrica
y maquiladora. Asimismo, la metodología de trabajo implicará no sólo reunir vestigios de series de
precios y salarios, sino sobre todo justificar las comparaciones entre sucesivas listas de diferentes
épocas y lugares, lo que implicará uniformar series de tiempo de precios y salarios, a partir no sólo
de tener ponderaciones y umbrales mínimos diferentes, sino gran parte de las veces, por no contar
con las mismas mercancías base de las canastas.
V
Dos ejemplos contemporáneos de aplicación de la metodología.
Durante la primera mitad del Siglo XX, y producto de la Revolución Mexicana, los trabajadores
tuvieron entre sus conquistas la de incorporar en su constitución nacional un salario mínimo, con
la finalidad de evitar que éste cayera por debajo del mínimo necesario para satisfacer sus
necesidades y las de su familia. Durante el Porfiriato (1877-1911), si bien se había dado un
crecimiento económico importante, la desigualdad e inequidad social fueron muy profundas. La
economía se encontraba controlada y monopolizada en pocos grupos económicos, y una gran parte
de la población sufría carencias en términos de mínimos de alimentación, salud, educación, vestido,
etc. Las condiciones de vida de los trabajadores y de aquellos grupos de población subyugados y
no libres —como los peones acasillados— empeoraban de manera cotidiana, en contraste con la
gran concentración de riqueza en pocos grupos económicos familiares que se asentaban en las
nacientes ciudades, y con grandes propiedades en las áreas rurales que funcionaban como haciendas
con fines de exportación. La revuelta social iniciada en 1910, tuvo entre sus resultados la
liberalización de la fuerza de trabajo de las haciendas para fines de industrialización del país, así
como el establecimiento de otras condiciones laborales, en las que los mínimos de bienestar y
reproducción de la fuerza laboral fueran garantizados.
La promulgación de la Constitución Mexicana en 1917 como una legislación de vanguardia a nivel
internacional, en un país cuya formación económico-social estaba dominada por el capitalismo
liberal, tenía como objetivo el establecimiento de un techo mínimo que evitara regresar a la época
15
del Porfiriato, en la cual los salarios caían por debajo del mínimo necesario para satisfacer las
necesidades de los trabajadores y sus familias. Con ello, también se garantizaba que México
pudiera entrar en una etapa de industrialización, en la que, con mayores salarios, la fuerza de trabajo
pudiera ser más productiva.
En la actualidad, se establece en la Carta Magna que el salario mínimo “deberá ser suficiente para
satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia en el orden material, social y cultural, y
para proveer la educación obligatoria de los hijos.”26 En materia de normativa internacional, la
primera iniciativa sobre fijación de salarios mínimos fue el Convenio 26 de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), seguido posteriormente por los convenios 99 y 131 (Marinakis,
2006). Según la misma OIT, el salario mínimo debe ser “la suma mínima que deberá pagarse al
trabajador por el trabajo o servicios prestados, dentro de un lapso determinado, bajo cualquier
forma que sea calculado, por hora o por rendimiento, que no puede ser disminuida ni por acuerdo
individual, ni colectivo, que está garantizada por ley y puede fijarse para cubrir las necesidades
mínimas del trabajador y de su familia, teniendo en consideración las condiciones económicas y
sociales de los países.”27 Con ese objeto, comienzan a surgir en diversos países —durante la
primera mitad del siglo XX— legislaciones sobre la materia: “el objetivo del salario mínimo fue
proteger a los trabajadores de más bajos ingresos, estableciendo un piso salarial efectivo y digno.
Para conseguirlo, en la medida que este instrumento es efectivo, redistribuye ingresos hacia los
grupos de menor nivel salarial y, de esa forma, contribuye a reducir en parte la pobreza” (Marinakis,
2006). De manera particular, en países de América Latina como México, la legislación en la materia
tuvo un objetivo social para reducir la pobreza y la desigualdad mediante aumentos significativos
al salario mínimo (Marinakis, 2006).
En México, como en algunos países de América Latina, la manera de fijar esos salarios es
mediante una Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami), dependiente del Poder
26 Véase la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, Artículo 123, Apartado VI. Además, La Ley Federal del Trabajo,
en el Artículo 562 plantea que el salario mínimo deberá alcanzar entre otras cosas para satisfacer las necesidades de orden material,
tales como la habitación, menaje de casa, alimentación, vestido y transporte; las de carácter social y cultural, tales como concurrencia
a espectáculos, práctica de deportes, asistencia a escuelas de capacitación, bibliotecas y otros centros de cultura; y las relacionadas
con la educación de los hijos. 27 Conferencia Internacional del Trabajo, OIT (1992)
16
Ejecutivo. A diferencia de Europa, en donde las consultas realizadas con actores sociales se hacen
en función del convenio 131 de la OIT, en México son los grandes grupos empresariales
dominantes quienes en los últimos años han decidido los aumentos en los salarios mínimos. No
obstante que la Conasami se integra con la representación formal de 11 consejeros del sector obrero
y 11 del sector empresarial, las organizaciones gremiales, presuntamente representativas de los
trabajadores, siguen respondiendo a una dinámica corporativa que tuvo su origen en el sistema de
partido de estado con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), por lo que estos grandes grupos
económicos—que concentran la actividad económica del país y tienen representatividad en esa
comisión— son los que, al menos, desde los años 80, establecen los incrementos los salarios
mínimos.
El corporativismo y la falta de un sindicalismo independiente que represente los intereses de los
trabajadores en la Conasami, así como la falta de una clase empresarial con mayor visión de
país—cuyo objetivo se encuentra centrado en no perder espacio y participación en el reducido
mercado interno del país, así como en la rentabilidad y crecimiento de sus negocios fuera de
México—, han dado lugar a la precarización laboral que viven hoy millones de mexicanos.
El salario mínimo: una historia de pérdida de poder adquisitivo
Durante los años de industrialización vía sustitución de importaciones, el salario en México tuvo
momentos de caída y recuperación. En la época de la posguerra y en el sexenio de Miguel Alemán,
el salario mínimo perdió la mitad de su poder adquisitivo, y no es sino hasta 1951 con la entrada
del denominado Modelo de Desarrollo Estabilizador, que registra una tendencia ascendente hasta
1976, cuando llega a su punto máximo. Posterior a ello, y ya con el populismo de Luis Echeverría
(1970- 1976) y José López Portillo (1976-1982), comienza un descenso que finaliza en la crisis de
los 80, con la principal caída del salario mínimo real de todo el siglo XX.28
A principios de los 80’s, México y una buena parte de las naciones latinoamericanas29 ponen en
marcha el modelo neoliberal, en un entorno mundial con debilitamiento del bloque socialista y
28 Véase el documento “El salario mínimo según la Constitución Mexicana”, Observatorio de Salario Justo, UIA/Puebla, 2011. 29 La excepción es Chile, con la Dictadura de Pinochet, había entrado ya al neoliberalismo desde 1973.
17
surgimiento de un capitalismo al que le estorbaba el Estado de Bienestar. Con Ronald Reagan en
Estados Unidos y Margaret Tatcher en el Reino Unido a la cabeza, las privatizaciones, el combate
feroz a los sindicatos y los derechos laborales de los trabajadores, así como el desmantelamiento
del Estado de Bienestar o de los elementos constitutivos de éste, dieron como resultado, por un
lado, una concentración sin precedente de la riqueza y el ingreso y, por otro, condiciones de
precariedad laboral y salarial a nivel internacional30. En México, esa concentración sin precedentes,
en una época de crisis, incrementó la desigualdad: por un lado, grandes grupos económicos
familiares se vieron beneficiados, y una gran parte de la población cayó en condiciones de
mayor pauperización y vio mermada sus posibilidades de ascenso y movilidad social. La crisis de
los años 80, conocida también como la década perdida, en términos de crecimiento económico, fue
el escenario del mayor desplome en términos reales del salario. Durante esos años, el salario
mínimo real, tuvo una caída aproximadamente del 65% en su poder adquisitivo, considerando
como punto de partida 1976.
En la Gráfica 1 podemos apreciar cómo se incrementa el salario real de 1964 a 1976. Aunque la
caída comienza en 1976, producto de los vaivenes de la economía con López Portillo y el boom
petrolero que duró hasta casi 1982, el salario comienza su abrupto descenso ese año al inicio de la
crisis, sigue su caída en el sexenio de Carlos Salinas (1988-1994) y durante la crisis de 1994-95,
en sólo un año tiene una pérdida del 10% respecto a su valor de 1976. A partir de esos años, el
salario ha permanecido prácticamente estancado.
En los últimos diez años, el salario mínimo tuvo una pérdida promedio de 4.5%. La razón está en
la regla para determinar los aumentos al salario, en función de la llamada inflación esperada para
el siguiente año, el objetivo de inflación a partir del cual se establece el salario, siempre tiene un
diferencial negativo con la inflación real. Esta “regla” que se derivó desde los años 80, que permite
la obtención de mayores ganancias mediante la baja de los salarios en un entorno de poca
productividad, genera cada vez menor capacidad de compra. Si comparamos la capacidad
adquisitiva del salario, con el número de canastas alimentarias que el Consejo Nacional de
30 En esta década y producto de la crisis se da un reacomodo en los grupos económicos, desapareciendo unos (Espinosa Yglesias-
Bancomer) y surgiendo otros (Carso-Slim; Cifra-Arango; Sidek-Martínez Buitrón; San Luis-Ballesteros y Alemán, entre otros).
Consúltese por ejemplo a Reyes, Morales, et alii (2011) y Castañeda (2010).
18
Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), publica como parámetro para determinar
el consumo mínimo debajo del cual las personas se encuentran en condiciones de pobreza, el
número total de canastas alimentarias que ese salario podía adquirir en el entorno urbano en 2000
era de 1.69 canastas. Para mayo de 2011, la capacidad adquisitiva había caído a 1.61 canastas,
el equivalente a una reducción del 5.9%. Un ejemplo de lo anterior lo muestra el hecho de que en
el año 2000, si los trabajadores de salario mínimo utilizaran todo su ingreso diario en la compra de
tortilla, podían comprar casi 8 kilogramos, para 2011 sólo 5 kilos.
Una crisis económica generalmente es un ajuste entre lo que realmente puede venderse en
una economía y lo que se sigue produciendo para vender, causada fundamentalmente por la
concentración de medios de producción y riqueza, por la contradicción entre todo el entramado
social que produce mercancías, y por la apropiación privada de lo que se tiene como excedente
social. Entre los efectos que se manifiestan en una crisis, considerando ese desajuste entre lo que
se vende y compra —a partir del poder adquisitivo de la población— y lo que se produce, se
encuentra un ajuste inmediato en esa producción hacia la baja y, con ello, despidos masivos de
trabajadores. Las crisis sirven también para ajustar, de acuerdo con la eficiencia en ventas o
producción o a las condiciones sociales, qué productores y productos se quedan en el mercado y
cuáles salen, qué personas siguen siendo empresarios y cuáles dejan de serlo, qué personas
quedaron sin empleo y protección social y cuáles de ellas se dirigieron a la delincuencia, esto es,
qué personas y grupos de personas ganaron y perdieron socialmente hablando. Con base en los
indicadores anteriores, los trabajadores en general perdieron, en términos relativos su posición
original respecto a 1976 y, con ello, vieron empeorar sus condiciones de existencia y reproducción
social. En contraste, y a diferencia de la creencia popular de que en una crisis “pierden todos”,
grandes grupos económicos bajo el control de unas cuantas familias tuvieron niveles de
rentabilidad sin precedentes. Durante los años 80, la productividad social de la economía se
estancó y con ello el crecimiento del país, pero —no obstante lo anterior— las ganancias de grandes
grupos económicos tuvieron un crecimiento inusitado. El crecimiento promedio anual real de las
utilidades de grupos económicos en el periodo 1983-1988 —como Bimbo (34.8%), Peñoles
(57.6%), Frisco (157%) y Corporación Industrial San Luis (50.77%)— fue inusual y demasiado
elevado. Se vieron casos de grandes empresas que en un año tuvieron un crecimiento inaudito y
19
exponencial en sus ganancias: Frisco, en poder de la familia Slim, con Carlos Slim a la cabeza,
tuvo en 1983 un crecimiento real en la utilidad de 451.5%; Grupo Desc, en 1987, vio crecer sus
utilidades en 107.5%; Cemex, en el mismo año, mostraba un incremento en su rentabilidad en
106.4%; y Corporación Industrial San Luis lo hacía en 385.2% en términos reales. Los grandes
grupos económicos dominantes en ningún caso —con un país en recesión, mayor desempleo y
aumento de la informalidad, entre otros— vieron mermados sus niveles de rentabilidad, al
contrario, la crisis de los 80 fue un periodo de ganancias extraordinarias a costa de una caída sin
precedente en los salarios reales.31
Como resultado de ello, se tuvieron en el periodo señalado altísimos niveles de utilidad neta,
en relación a los activos totales (ROA). La Tabla 1 muestra el ROA para algunos grupos
económicos, entre los que destacan los casos de Cifra y Vitro, con crecimientos permanentes a lo
largo del periodo; y con corporaciones con niveles relativamente muy elevados como Frisco y
Corporación Industrial San Luis32. Los sucesos de la década de los 80, con bajos o nulos
crecimientos en productividad, y la decisión de indexar los salarios a la inflación, como regla
inquebrantable, dieron como resultado que los incrementos salariales, en un entorno de economía
poco competitiva y concentrada, fueran trasladados a los precios y no internalizados por las
empresas a fin de no perder niveles de rentabilidad.
Las tasas de ganancia se ven afectadas en términos generales con los aumentos salariales, mismos
que pueden resarcirse si la empresa los internaliza a través de una mayor productividad. Eso es lo
que ha sucedido y sucede en los países que con aumentos salariales significativos no tienen altos
niveles inflacionarios. Terminamos este ejemplo de la aplicación de la metodología propuesta al
31Sin embargo, como en toda crisis donde hay ganadores y perdedores, también hubo grupos económicos que perdieron
sustancialmente en esa década. Uno de los casos emblemáticos de ello fue el Grupo Alfa, quien con la petrolización de la economía
con López Portillo, además de aprovechar el auge para inversiones en productos derivados del petróleo, incursionó en un sinnúmero
de negocios no relacionados (diversificación horizontal) financiados con préstamos externos que su brazo financiero (Banco Serfin)
conseguía a menor costo que en el mercado interno de capitales. La caída de precios del petróleo, seguida de la crisis económica de
los 80’s dio lugar a que Alfa tuviera un incremento significativo en sus pasivos en dólares. Aún con el rescate del gobierno mediante
FICORCA, programa que asumió con recursos públicos las pérdidas en dólares, Alfa no se recuperó sino hasta finales de la década,
mediante ganancias de capital ficticio en los mercados de valores. 32 Posteriormente, Cifra, que agrupaba a centros comerciales como Aurrerá y Bodega Aurrerá, sería vendido a Wal-Mart.
20
análisis contemporáneo de los salarios en México con el tema de las brechas salariales y la
desigualdad económica.
El análisis de brechas salariales.
Uno de los saldos, tanto de los inicios del neoliberalismo (privatización, desregulación y apertura),
como de la crisis de los 80 fue la formación, por un lado, de empresarios mexicanos con poder
económico internacional que rondaban las listas de Forbes y, por otro, de asalariados mexicanos
cuyo poder de compra era 65% menos de lo que podían comprar en 1976. Ello dirigió al país
inevitablemente a una profundización de la desigualdad económica y social: mientras 10% de los
hogares más pobres en 1984, les tocaba repartirse el 1.49% del producto nacional, para 1994 esa
proporción minúscula, se hacía todavía más pequeña al pasar al 1.16%; en cambio, 10% de los
hogares más ricos que en 1984 se apropiaban de 37.07% de la riqueza nacional, en 1994 había
pasado a apropiarse del 44.78%. En ese mismo periodo, el coeficiente de Gini, pasó de 0.4977 a
0.543933.
Entre diciembre de 1994 y diciembre de 1995, el salario mínimo tuvo una pérdida en términos
reales de 16.1%, mientras el consumo mensual en alimentos per cápita de la población se redujo
de 844 pesos en 1992 a 831 pesos en 1996.34 Todos los indicadores de desigualdad muestran un
aumento de la misma.35 Además, sólo en un año (1995), más de 15 millones y medio de personas
cayeron en pobreza extrema (alimentaria) y casi 17 millones en pobreza total (patrimonio). El
aumento porcentual en el periodo 1994-1996 fue de 87% en cuanto a pobreza alimentaria, 97% en
cuanto a pobreza de capacidades, y 65% en pobreza de patrimonio, siendo las áreas urbanas las de
mayor incidencia.36
33 El Coeficiente de Gini es un indicador de la desigualdad económica, cuyo valor oscila entre 0 y 1, de acuerdo con el cual mientras
más cercano se encuentre a 1, habrá mayor desigualdad en la distribución del ingreso. 34 La cifra sobre la caída del salario mínimo consideró el salario nominal y el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC)
para el Estrato 1. En cuanto a la cifra sobre el consumo mensual en alimentos per cápita, véase el Informe del Observatorio
Latinoamericano de Pobreza, Caso México, UIA-Puebla, 2011, p. 184. 35 Además del aumento en el Coeficiente de Gini (de 0.5441 a 0.5498), los demás indicadores de desigualdad también aumentaron
en sólo un año: la desviación estándar en logaritmos (0.8557 a 0.8731); el coeficiente de variación (1.4149 a 1.5335); el Índice de
Theil (0.4635 a 0.4839) y el Índice de Kakwani (0.1989 a 0.2131). Los cálculos de los indicadores de desigualdad fueron realizados
con base en las ENIGH-INEGI de esos años. 36 La contribución de la pobreza urbana al aumento de 87% en la pobreza alimentaria fue de 46%; mientras que en el caso del
aumento de 65% en la pobreza total, la pobreza urbana aportó 42% del mismo. Los datos fueron obtenidos de Reyes y Morales
(2011).
21
En los siguientes años a la crisis de 1994-95, la desigualdad tuvo movimientos oscilantes al alza y
a la baja, con tendencia a la baja, fundamentalmente por factores externos a la recuperación del
salario. Según Esquivel, Lustig y Scott (2010):
a) Los ingresos por propiedad de capital (ganancias, intereses y rentas), concentrados en la
parte alta de la distribución, aumentan la desigualdad;
b) Las transferencias públicas focalizadas, como el programa gubernamental Oportunidades,
concentradas en la parte baja de la distribución, disminuyen la desigualdad; y
c) Las transferencias privadas como las remesas, concentradas en los niveles medios y medio-
bajos de la distribución, disminuyen la desigualdad a partir de la disminución de las brechas
por niveles de ingreso entre las áreas rurales y urbanas.
Una de las razones por las que la desigualdad muestra oscilación con tendencia a la baja, y en
relación directa con el salario, es la disminución de las brechas salariales hacia la baja. De
esta manera, la distancia entre extremos se hizo menor a costa de una caída salarial. Si bien las
brechas disminuyen, lo hacen a partir de menores salarios en ambos extremos, con caídas más
pronunciadas en la parte alta. La brecha salarial total en 5 años, de 2005 a 2010, pasó de 112 mil
500 veces a 51 mil 282 veces. 282. Esto es, el número de salarios que gana el del extremo
superior en relación con el extremo inferior cayó en más de la mitad. La distancia absoluta o rango
entre los extremos, en sólo cinco años, disminuyó en casi 235 mil pesos.37
Si este análisis lo vemos en una perspectiva de género tenemos que las brechas salariales entre
hombres y mujeres muestran la misma tendencia, observándose en el caso de las mujeres, que la
brecha cae significativamente, a partir de que la diferencia absoluta disminuye en sólo cinco años
en 325 mil pesos. Ello da lugar a que, si bien en términos generales las brechas van a la baja como
producto de caídas salariales con mayor importancia en la parte alta, en el caso de las brechas
denominadas de género éstas aumentan. El número de veces que los salarios más altos entre
hombres y mujeres registrado en 2005 (2.14), se triplica para 2010 a partir de una distancia absoluta
37 Se considera aquí a la brecha salarial como el número de salarios nominales del que recibe la remuneración más baja en razón
del que tiene el salario nominal más alto.
22
en sentido inverso de 100 mil pesos aproximadamente. Esto es, en 2005, el hombre que recibía un
salario nominal mayor, tenía una distancia de 480 mil pesos con la mujer que tenía el salario más
alto. Para 2010, esa distancia se amplió a 571 mil pesos.
Entre 2005 y 2010 se dieron algunos cambios en la población ocupada con ingresos salariales.
En general, cayó la participación del sector primario y secundario (con la industria
manufacturera como líder), y se presentaron aumentos marginales en el llamado sector terciario
con los servicios profesionales, financieros y corporativos a la cabeza. Las diferencias entre
trabajadores de género masculino y femenino no fueron significativas, salvo en la industria
manufacturera, en la que se muestra una caída porcentual en participación mayor entre las
mujeres; y el aumento en el subsector de servicios profesionales, financieros y corporativos, en el
que las mujeres aumentaron su participación. Si los salarios nominales estuvieran ligados a
cuestiones de capacidad productiva y trabajo complejo, dado que los cambios en la participación
de mujeres y hombres en los sectores no se modificó sustancialmente, y en los casos en los se
realizó, se hubiera esperado una mejoría salarial de las mujeres, se observa una ampliación de la
brecha salarial a partir de factores ajenos a la productividad social y trabajo simple y complejo.
Las brechas salariales deberían estar en razón de la complejidad del trabajo realizado y por
tanto de la capacidad de la fuerza productiva en las diferentes ramas de actividad económica. La
mayor equidad entre remuneraciones debería estar dirigida a razón de que a trabajo más simple,
correspondiera el menor salario nominal. Aunque un análisis pormenorizado entre capacidades
productivas y salario nominal —que escapa al objeto y naturaleza de este ensayo— podría dar más
luz al asunto, es presumible que las brechas salariales totales y por género no están en función de
las capacidades productivas. De manera particular, es de conocimiento generalizado que en
México las brechas por género están establecidas, no por la capacidad productiva, sino por
cuestiones de inequidad basadas en la discriminación38.
38 Los datos de la disminución en salarios fueron obtenidos a partir del salario mínimo nominal, comparado con la evolución del
INPC para el estrato 1, el cual está específicamente realizado por las estadísticas oficiales para los productos asequibles con el
salario mínimo. Los datos de productividad fueron obtenidos a partir del valor de la producción a precios de mercado (PIB real) y
su relación con la población ocupada del país. Esto último, aunque genera la limitante de contar entre esta población a empleados y
trabajadores que coadyuvan en la generación de riqueza social, es un indicador de la riqueza social producida por el país, sin la cual
esa coadyuvancia podría ser menor. En todo caso, ese sesgo podría ir también en el sentido de la improductividad de trabajadores
como los que se encuentran en la informalidad y sin impacto en la productividad social, con lo cual la productividad por trabajador
sería mayor y los cálculos aquí obtenidos darían cuenta de una mayor relación entre productividad y salario.
23
Estos dos ejemplos contemporáneos de cálculo de la evolución de los salarios mínimos y el tema
de la brechas salariales permite darnos una idea del potencial de investigación que se tendría si
podemos construir índices históricos para cada uno de los periodos ya señalados en la propuesta
metodológica de esta comunicación.
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