1. intruduccion rel e imp

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  • 7/24/2019 1. Intruduccion Rel e Imp

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    RELIGION E IMPERIO

    INTRUDUCCION

    Una hilera de hombres avanza lentamente, escalerasarriba, hacia lo alto de una pirmide. A medida que ca-da hombre llega a la cima, lo agarran y lo sujetan firme-mente sobre un altar. Se acerca un sacerdote soste-niendo con ambas manos un cuchillo de piedra. ien-tras a lza el cuchillo sobre su cabeza y concentra todala fuerza en la hoja, el sacerdote entona una plegaria y

    a continuaci!n hunde el cuchillo en el cuerpo tendido."l hombre del altar muere en un ba#o de sangre. $esacan el coraz!n, que se deposita en un cuenco. Arras-tran el cuerpo hasta el borde de los pelda#os y lo dejancaer. ientras se desploma rodando y rebotando haciala base, llevan a otro hombre y lo tienden sobre elaltar. %ientos de personas han perecido desde que laceremonia se inici!& otros cientos morirn antes de quetermine.

    'unto a la pirmide hay una empalizada donde see(hiben los crneos de decenas de miles de v)ctimasanteriores. Al igual que los cuerpos destrozados que seacumulan al pie de la escalera, esos crneos pertene-

    cieron a prisioneros de guerra, que fueron sacrificadospara alimentar al Sol. Si el Sol no fuera alimentado conla vigorosa sangre de los guerreros, estar)a demasiadod*bil para su diaria pugna contra las fuerzas de laoscuridad, y el universo ser)a destruido.

    +oy el sol brilla con fuerza, evidentemente es aptopara el combate. ero, y el de ma#ana / el de lapr!(ima semana / el del a#o que viene $a ame-naza de destrucci!n nunca cesa, y la demanda desangre esine(orable.

    Un anciano est sentado, inm!vil, en una habita-ci!n d*bilmente iluminada. %uanto lo rodea atestiguasu riqueza y su poder. $as ropas que viste y el mobi-liario son de la mejor calidad. +ay servidores que vie-nen y van, atendiendo a sus deseos. 0arios ayudantesle estn consultando, en voz baja y con actitud defe-rente. Uno de ellos pregunta y los otros responden& elanciano no habla en voz alta. $a pregunta se refiere alos cultivos que crecen en sus fincas y a los prepara-tivos que se realizan en una de sus propiedades rura-les, donde planea pasar el verano. %ualquiera puededarse cuenta de que est hondamente complacido,aunque no sonr)a ni mueva los ojos mientras escucha."n vez de ello se mantiene reservado y digno, perfec-ta imagen del se#or)o.

    or supuesto, este impresionante viejo es un rey.Asegura que desciende del Sol y sus s1bditos lo reve-rencian como a un dios. +a estado casado varios cien-

    tos de veces, pero su primera y ms importante espo-sa es su hermana. "n ese momento su felicidad pro-viene de 2a inminente visita de su hijo favorito, a quienha designado heredero del trono.

    "ste gobernante anciano e incestuoso, que en estemomento dirige los asuntos de un d)a normal, hamuerto hace treinta y cinco a#os. Su hijo, que le su-

    cedi! en el trono y cenar con *l esta noche, muri!hace tres a#os.

    $os vivos mueren para alimentar al Sol y los muer-tos viven para gobernar una naci!n. 3eambulamosseguramente por el reino de las pesadillas, donde lofamiliar se torna grotesco y lo que no deseamos ni so-#ar acaba ocurriendo.

    4ada de eso. Aunque los acontecimientos antesdescritos sean unas reconstrucciones generales, res-ponden en lo esencial a hechos documentados. %adaepisodio est tomado de una cultura que e(isti! hacemenos de quinientos a#os. $a escena de los sacrificioshumanos y de los crneos colocados en una empali-zada retrata a los aztecas de *(ico5.$a visi!n de uncadver viviente sentado en su palacio pinta a losincas del er1. or e(tra#as que estas imgenes pue-dan parecer a una mentalidad occidental del siglo 66,eran realidades cotidianas para me(icas e incas, lasdos grandes potencias imperiales de las Am*ricas env)speras del descubrimiento.

    ocas civilizaciones antiguas son un drama hist!ricotan puro como la me(ica y la inca. Ambas culturas apa-recieron durante los siglos 6222 y 62 0 de spu*s de %.7tiempos revueltos en esoam*rica y en los Andes%entrales8.A lo largo de dicho periodo poderosos esta-dos regionales entraron en pugna, disputndose la su-premac)a econ!mica y pol)tica. "n este ambiente fe-rozmente belicoso, me(icas e incas aparecen comopeque#as sociedades con culturas nada refinadas.2gnorados o menospreciados por sus poderosos yprestigiosos vecinos, parec)an destinados a perecercomo v)ctimas oscuras y casi accidentales de las lu-chas de los ms fuertes.

    1 9Azteca: es un t*rmino gen*rico para las 1ltimas culturas pre-hist!ricas del valle de *(ico. $os me(icas eran el principal puebloazteca en la *poca de la conquista espa#ola.2

    esoam*rica y los Andes %entrales son reas culturales arqueo-l!gicas. 2ncluyen grandes zonas de *(ico y el er1, pero susl)mites no coinciden con las fronteras modernas. "n los cap)tulos 8 y; se dan definiciones concretas.

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    ero los me(icas y los incas no s!lo sobrevivieron alos penosos conflictos que los rodeaban, sino que pre-valecieron. A comienzos del siglo 60 los dos pueblos,anta#o tan atrasados y poco prometedores, se trans-formaron repentinamente en las ms eficaces mquinasde guerra de la prehistoria del 4uevo undo. Susej*rcitos empezaron a sa li r al e(terior en campa#as

    de conquista y hacia 5 los imperios azteca e 2nca. 3esde lassimas de la insignificancia, me(icas e incas hab)ansaltado a incomparables cumbres de poder y opulen-cia.

    ero los dramas a1n no hab)an terminado. S!lounos decenios despu*s, en un 1ltimo acto digno deS!focles o Sha?espeare, ambos imperios se derrum-baron. / en los dos casos la ca)da fue tan rpida comopara medirse en meses. "n apariencia los imperiosazteca e inca fueron destruidos por la fuerza militar,pero sus derrotas tienen un cariz terriblemente incre)-

    ble. $os ej*rcitos conquistadores contaban s!lo conunos pocos cientosde aventureros espa#oles. "n unastierras donde era posible reclutar decenas de miles desoldados, las escasas fuerzas invasoras deber)an ha-ber sido despreciables.

    "l significado de estos acontecimientos trasciendecon mucho su carcter teatral. $os me(icas y los incasplantean a arque!logos y antrop!logos toda una seriede preguntas enormemente importantes. or qu* seformaron en esoam*rica y los Andes %entrales vas-tos imperios al final de la prehistoria or qu* suspupilos que los construyeron fueron los me(icas y losincas or qu* esos imperios se derrumbaron con tan

    pasmosa rap idez /, por 1ltimo, la ascensi!n y ca)dade los imperios azteca e inca, qu* nos dice sobre laevoluci!n de la cul tu ra en general 0amos a t ra ta rde responder a esas preguntas.

    Religin e imperio

    $as dos vi#etas del comienzo estn directamenterelacionadas con los problemas que acabamos deplantear, ya que esos episodios constituyen un vislum-bre de las religiones de estado de los pueblos me( icae inca. Acaso los sacrif icios humanos en masa paraalimentar al sol y el tra to a los reyes muertos como si

    fueran seres vivos nos choquen como algo suma-mente irracional, pero resultaban totalmente l!gicos ensu propio conte(to ideol!gico. Adems, esas prcticas ylas creencias subyacentes a ellas tuvieron mucho quever con la ascensi!n y ca)da de los imperios azteca einca. 4o cabe una respuesta a los interrogantes hist!-ricos y antropol!gicos que antes formulbamos sin une(amen de la religi!n me(ica e inca.

    "stas afirmaciones resultarn sorprendentes, sinduda, para muchos lectores. "n general, la arqueolo-g)a contempornea aborda las ideolog)as prehist!ricasde forma muy limitada& la mayor)a de los arque!logosse limitan a hacer caso omiso del tema. "ste descuido

    proviene de una difundida visi!n de la religi!n como unafuerza esencialment e conservadora, al servicio delmantenimiento del status quo. Se arguye que las creen-

    cias religiosas son elementos pasivos que reaccionanfrente a otros factores& son no causales y @epifenom*-nicas. / por tanto los estudios sobre el cambio cultu-ral prehist!rico pueden prescindir tranquilamente delas ideolog)as.

    $os arque!logos que disienten en abstracto de es-tas posiciones no han tenido mucho *(ito en su b1s-

    queda de ejemplos en contra. $a mayor)a de las inves-tigaciones arqueol!gicas sobre las religiones no hansido sino anlisis iconogrficos de los estilos art)sti-cos prehist!ricos. ese a los peligros inherentes al in-tento de relacionar los s)mbolos con sus referentes 7las cone(iones pueden resultar enormemente esot*-ricas7, los estudios iconogrficos han proporcionado aveces convincentes identificaciones de divinidades ocreencias concretas. Sin embargo, los dioses o concep-tos as) ident ifi cados han sido casos aislados, cuyasrelaciones con otros aspectos culturales siguen siendovagas. / por ello la ideolog)a tiende a aparecer comopasiva y esttica incluso en las obras de los estudio-

    sos que declaran lo contrario.4osotros sostenemos que la religi!n puede ser, en

    realidad, un elemento dinmico en las transformacio-nes cult1rales y que los ejemplos me(ica e inca cons-tituyen ilustraciones concretas de semejantes proce-sos. 4uestra interpretaci!n t ra ta de corregir las insufi-ciencias ms difundidas de las e(plicaciones arqueol!-gicas del cambio cultural, pero no pretendemos presen-tar la religi!n como una @causa primera universal, si-no que, por el contrario, defendemos e(pl)citamenteuna visi!n multicausal de la evoluci!n cultural.

    Bueremos demostrar, en resumen, que las manipula-ciones de los conceptos y rituales religiosos tradicionales

    desempe#aron un importante papel en la ascensi!n y ca)dade los imperios azteca e inca. "n la primera mitad del siglo60, los dirigentes me(icas e incas introdujeron determina-das reformas ideol!gicas. Aunque estos cambios preten-d)an alcanzar algunos prop!sitos circunscritos, resultarontambi*n adaptaciones sumamente eficaces al entorno cul-tural y natural de esoam*rica y los Andes %entrales, almenos en sus comienzos. $as nuevas religiones de es-tado otorgaron a me(icas e incas una decisiva ventajasobre sus competidores y facilitaron a ambos pueblos laconquista de e(tensos territorios en un tiempo notable-mente breve. "sos mismos factores ideol!gicos origina-ron, sin embargo, a la larga, tensiones culturales inter-nas 7econ!micas y pol)ticas7 imposibles de solucionar."n menos de un siglo los problemas hab)an llegado a unasituaci!n cr)tica, y lo que los espa#oles derribaron e randos estados que se autodestru)an desde dentro.

    Cras presentar los datos bsicos, desarrollaremosnuestros modelos de @adaptaci!n e inadaptaci!n ideo-l!gica mediante el e(amen de otras hip!tesis que sehan aventurado para e(plicar los or)genes de los dosimperios. Codas ellas son inadecuadas en 1ltima instan-cia por lo que trataremos de identificar con e(actitudlos errores de cada una. Cambi*n prestaremos especialatenci!n al hundimiento de me(icas e incas, aconteci-mientos que la mayor)a de los arque!logos se limitan atratar en t*rminos meramente descriptivos. 4uestra finali-dad consiste en e(plicar los or)genes y los derrumba-

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    mientos de una forma que incorpore los hallazgos de an-teriores hip!tesis, aunque evitando sus fallos y limitacio-nes.

    Algunas definiciones !sicas

    +asta ahora hemos estado manejando los t*rminos

    @religi!n, @ideolog)a e @imperio sin definirlos. 4o po-demos continuar actuando de forma tan desenvuelta,pues la vaguedad de los t*rminos induce a confusi!n.or otra parte, unas definiciones e(ageradamente con-cretas distorsionan la realidad, al crear distinciones artif i-cialmente agudas entre fen!menos, culturales que seentrelazan y solapan. 3eseamos encontrar un terrenointermedio para nuestros t*rminos> lo bastante precisospara que resulten significativos, pero no tan precisosque sean falaces.

    Deligi!n e ideolog)a son quizs los t*rminos ms fif)-ciles de definir. Una fuente de confusi!n estr ibo en quee(isten muchas clases de ideolog)a Epor ejemplo, ideo-

    log)a pol)tica o ideolog)a religiosaF. %uando a lo largode la obra nos refiramos a la ideolog)a, aludiremossiempre a la ideolog)a religiosa, tanto si se afirma e(pl)-citamente como si no se hace as) 7lo cual abarca nos!lo la religi!n formal, sino tambi*n las diversas creen-cias metaf)sicas, los valores y conductas que aparente-mente se encuentran al margen de la gu)a de institucio-nes o dogmas religiosos formalizados. Una ideologa es,en este sentido, un conjunto de 2deas interrelaciona-das que proporciona a los miembros de un grupo unaraz!n de e(istir, $a ideolog)a dice a esos miembrosqui*nes son y les e(plica sus relaciones con todos losdems, con la gente ajena al grupo, con el mundo na-

    tural y con el cosmos. Cambi*n establece reglas de ac-tuaci!n, de acuerdo con estas relaciones. Una religinformal es un tipo especial de ideolog)a religiosa, basa-da en las creencias en seres o fuerzas sobrenaturales,con una presentaci!n ms tipificada de dichas creen-cias y, en general, con una estructura institucional.

    "n el caso de me(icas e incas cabe utilizar en mu-chas ocasiones de forma intercambiable los t*rminosreligi!n e ideolog)a. "n el mundo moderno e(isten ideo-log)as filos!ficas y pol)ticas totalmente disociadas de lareligi!n, pero no es ese el caso de las civilizacionesabor)genes mesoamericanas y centroandinas, para lasque la ideolog)a era en el fondo religiosa. "n las cultu-

    ras me(ica e inca el pensamiento religioso, pol)tico yfilos!fico constitu)a un conjunto integrado al que impri-m)a unidad la creencia en un orden sobrenatural. $asubdivisi!n de ese conjunto en categor)as aisladas pue-de redundar en enga#osas atribuciones de la modernaideolog)a occidental a los sistemas de creencias abor)-genes;. or ello, los anlisis de las ideolog)as preco-lombinas han de proceder con suma prudencia y con

    3Aqu) nos referimos s!lo a las ideas con fines anal)ticos, las conduc-tas religiosa y pol)tica de los pueblos me(ica e 2nca son algo msdiferenciables& se hallan, no obstante, estrechamente entrelazadas y

    toda separaci!n resulta en cierta medida artificial. Al fin y al cabo, los2mperios azteca e 2nca s!lo pueden entenderse si se consideran susideas y conductas religiosas y pol)ticas como un conjunto arm!nicoEv*anse los cap)tulos G y

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    funcionarios de los gobiernos coloniales Epor ejemplo,Lrancisco $!pez de M!mara, en *(ico& 'uan olo deIndegardo y edro Sarmiento de Mamboa, en el er1F./ otros ms eran sacerdotes EHernardino de Sahag1n,3iego 3uran, iguel %abello 0alboa, Hernab* %obo, etc.F.

    "l segundo grupo de fuentes, informes oficiales, con-siste en memoriales y otros documentos preparados para

    las administraciones coloniales, civiles y religiosas. "steconjunto de testimonios incluye apartados como los infor-mes de los empadronadores Elas Relaciones Geogrficasme(icanas y andinas, Alonso de Norita, 2#igo Irtiz deN1#iga. etc.F. Cambi*n hay descripciones de las creenciasy rituales religiosos locales redactadas por prrocosconsagrados a la tarea de convertir al cristianismo a losnativos Epor ejemplo, Lrancisco de Avila, ablo 'osephde Arriaga etc.F. Adems, los archivos de *(ico, el er1y "spa#a contienen ingentes cantidades de declaracionesobtenidas en procesos judiciales 7pleitos por la posesi!nde tierras, por derechos de regad)o y dems7. "stos do-cumentos legales contienen valiosos datos antropol!gi-

    cos y en los 1lt imos decenios los etnohistoriadoreshan empezado a publicar y analizar algunos. "(isteasimismo otro 1t il conjunto de datos, tambi*n redac-tados para fines oficiales, que son los primitivos diccio-narios de las lenguas abor)genes.

    Si se consideran por separado los imperios aztecae inca las fuentes espa#olas no son enteramente equi-valentes. "n general, son mucho mejores los datosaztecas. "n *(ico, los espa#oles consolidaron su po-der e implantaron un gobierno colonial estable en unosdos a#os, y casi de inmediato empezaron a recogersus observaciones sobre las culturas ind)genas. "ncambio, los escasos decenios de dominaci!n espa#ola

    en el er1 estn llenos de disputas de facciones, ase-sinatos pol)ticos y rivalidades civiles entre los coloni-zadores. "n este clima de violencia era dif)cil que al-guien se interesara p or recopilar datos sobre el impe-rio inca. Aparte de unas cuantas breves narraciones dela conquista en s), las relaciones sobre la cultura incano empiezan a aparecer hasta unos veinte a#os des-pu*s de la llegada de los espa#oles. 3urante ese in-tervalo, por breve que sea, en las sociedades nativasse hab)an producido graves alteraciones, con lo quese perdi! gran cantidad de informaci!n.

    $a ms llamativa diferencia entre esoam*rica ylos Andes %entrales estriba, sin embargo, en las

    obras de los autores nativos. "n esoam*rica lasfuentes nativas son ms numerosas y adems estnmucho ms pr!(imas en el tiempo al mundo preco-lombino. "(isten relaciones sobre el imperio aztecaescritas despu*s de la conquista, en castellano, porautores ind)genas que beb)an en las viejas fuentesnativas Epor ejemplo, Alva 2(tlil(ochitl, Alvarado Cezo-zomoc, %himalpahinF. Cambi*n poseemos los c!dices,documentos de papel de corteza con la tradicionalescritura pictogrfica azteca. Algunos dat an de losprimer)simos a#os de la era colonial Epor ejemplo, el%!dice endocino, el aggliabecchiano. la atr)culade CributosF& otros pueden ser anteriores a la conquista

    Epor ejemplo, el %!dice Horgia, el Horb!nico y el4uttallF. "n *(ico los pueblos aztecas empezaron a

    hablar por s) mismos en *poca temprana, y lo hicieronms o menos habitualmente.

    "n el mundo andino las voces nativas fueron msescasas y tard)as. "n realidad s!lo dos cronistas te-n)an sangre totalmente ind ia , Lelipe Muamn omade Ayala y 'oan de Santacruz achacuti, ninguno delos cuales era *tnicamente inca. Ambos escribieron

    sus obras unos ochenta a#os despu*s de la conquista,en torno a 5O5=-5O5

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    las investigaciones sobre las instituciones sociales, pol)-ticas y religiosas, en las que la documentaci!n escritaes fragmentaria y presenta las limitaciones antes se-#aladas y los restos arqueol!gicos son mucho menosfciles de interpretar que los materiales relacionadoscon la tecnolog)a o la econom)a de subsistencia. Al en-trelazar los dos tipos de testimonios cabe llegar a un

    cuadro mucho ms amplio que el proporcionado poruno solo de ellos."l valor de esta combinaci!n de informes documen-

    tales y pruebas arqueol!gicas no se limita, ni muchomenos, a la posibilidad de cotejarlos y al refuerzo mutuoque suponen para la investigaci!n de aspectos concretosde las sociedades me(ica e inca. Comados a la vez losdatos arqueol!gicos e hist!ricos, pueden constituir un va-lioso test para evaluar las teor)as antropol!gicas sobre laevoluci!n cultural. %omo dice Qent Llannery>

    $a mayor)a de los recientes estudios evolutivos de los etn!logosson sincrnicos; toman una serie de sociedades contempo-rneas, no relacionadas entre s), en diferentes niveles de desa-

    rrollo y, comparndolas, tratan de imaginar qu* cambios insti-tucionales hubieran llevado de lo ms simple a lo ms com-plejo... $os etn!logos se#alan, con toda la raz!n, la mayor abun-dancia de detalles disponible en sus sociedades contempo-rneas& pero sus reconstrucciones vienen a ser historias @por-que s) (just so), pues casi no e(iste ninguna sociedad sobre laque dispongamos de una profundizaci!n en el tiempo y de unaprueba rigurosa de las causas de la evoluci!nK.

    "n cambio, los datos arqueol!gicos y etnohist!ricosson diacrnicos. Si podemos combinarlos obtendremosuna visi!n enormemente detallada de las formas en queuna sociedad o una tradici!n cultural cambiaron a lo largodel tiempo. odemos proporcionar entonces un anlisisglobal de la dinmica del cambio 7@la prueba rigurosade las causas de la evoluci!n que Llannery e(ige7.3e este modo podemos identificar los aciertos y fallos delas teor)as rivales sobre la evoluci!n cultural.

    7Llannery, 5.JK8> G=G

    %reemos, concretamente, que una combinaci!n dedatos arqueol!gicos e hist!ricos constituye la mejor ma-

    nera de empezar a trabajar con vistas a una definici!ngeneral del papel de la ideolog)a en la evoluci!n cultural"l problema es uno de los ms espinosos de la an-tropolog)a, y hasta ahora no se le ha dado una soluci!nrealmente satisfactoria. 4o obstante, en el cap)tulo

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    2. La e)pansin imperial a*#eca

    "l ascenso, e(pansi!n y ca)da del imperio azteca,asombrosamente rpidos, constituyen uno de los episo-dios ms dramticos de la historia de la humanidad.Rl escenario de este episodio no es menos dramtico>las speras mesetas de *(ico %entral. "l rasgo geo-grfico dominante de *(ico es la gran @0 de lascordilleras me(icanas del "ste y el Ieste entre las quese halla la eseta %entral, la alta meseta del centroy el norte de *(ico. ELigura 5F. 3etrs de los dos bra-zos de la @0 y la meseta, la tierra desciende abrup-tamente hacia las e(uberantes tierras bajas tropicalesde las costal oriental y occidental.

    Lig. 5. "l 0alle de *(ico.$a propia meseta central presenta una complicada

    geograf)a, con altitudes que oscilan entre los 5.=== ylos G.=== metros. Su zona norte est cubierta de desi-ertos inh!spitos, hogar tradicional de @brbaros n!ma-das o semin!madas. Una continua actividad volcnicaha fragmentado la parte meridional en una serie de cu-encas entre monta#as. Una de esas cuencas, el 0allede *(ico, presenta una red de 2agos y lagunas pocoprofundos, unidos entre s) y circundados por volcanesen actividad ELigura 8F. $os f*rt iles suelos volcnicosde ese valle sustentaron una serie le civilizaciones

    e(pan-sionistas."l 1ltimo y acaso el mayor de esos estados e(pansi-onsitas de *(ico %entral fue el que encontraron %or-t*s y sus seguidores en 5. designa espec)ficamente al grupo *tnico dominante de la Criple Ali anza az -teca, el pueblo de las capitales de Cenochtitlan Clatelolco.

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    Cenochtitlan. %!mo un grupo tan secunda-rio se hizotan rpidamente con el poder en el 0alle de *(ico%ules fueron las causas de su fren*tica e(-pansi!nimperialista hasta las tierras costeras %!mo unimperio tan vasto, que englobaba millones de perso-nas, pudo ser tan frgil e inestab le que se desmoron!ante los pocos cientos de hombres de %ort*s Son

    estos los enigmas que e(aminaremos aqu).An#eceden#es 'is#ricos

    $os *(itos aztecas s!lo pueden entenderse desde elpunto de vis ta de la antigua tradici!n mesoamericanade la que los aztecas partieron. Aunque nuestro cono-cimiento del imperio azteca en s) proceda de los volu-minosos informes etnohist!ricos de los conquistado-res y frailes espa#oles, y de sus informantes indios, co-nocemos ampliamente las primitivas civilizaciones de A-m*rica %entral a trav*s de los restos arqueol!gicos. $osc!dices, te(tos pictogrficos en papel de corteza de lospueblos de *(ico, y las inscripciones jerogl)ficas de lacivilizaci!n maya, en el este, contribuyen con sus refe-rencias a la interpretaci!n de esos restos arqueol!gi-cos, aunquea pesar de todos los restos materiales, amenudo escasos, siguen siendo la base principal parareconstruir la evoluci!n de la cultura mesoamericana.

    "sta evoluci!n no constituy! un proceso continuo yuniforme que fuera creciendo gradualmente en com-plejidad cultural. Antes bien, la imagen que nos desve-lan los testimonios arqueol!gicos es la de unos ciclosde desarrollo, e(pansi!n y derrumbe Ecuadro 5F. "stosciclos comenzaron con la civilizaci!n olmeca, en lase(uberantes tierras bajas tropicales de la costa del gol-fo. $os olmecas y los pueblos relacionados con ellos

    construyeron la primera sociedad compleja de %entro-am*rica con muchos de los elementos econ!micos, so-ciales y religiosos que reaparecer)an en civilizaciones su-cesivas. Cras la decadencia de los olmecas, el foco deinnovaci!n y evoluci!n cultural en esoam*rica sedesplaza al 0alle de *(ico. 3esea el a#o 5== d. %.,apro(imadamente, hasta el O==, Ceotihuacn, el pri-mer centro urbano mesoamericano digno de ese nom-bre, rigi! un vasto imperio econ!mico. 3e hecho, Ceo-tihuacan fue s!lo el primero de una serie de estadosdel 0alle de *(ico que dominaron e(tensas regionesde esoam*rica. $a influencia comercial, y posiblemen-te pol)tica, de Ceotihuacn lleg! incluso a los centros

    mayas de las junglas del norte de Muatemala.Una de las pol*micas ms duraderas entre los ar-que!logos mesoamericanos se centra en por qu* el0alle de *(ico consigui! dominar esoam*rica du-rante la *poca de Ceotihuacn& las respuestas de losarque!logos a esta cuesti!n prefiguran las controver-sias que descubriremos en el caso azteca Ecap)tulo GF.

    $a ecolog)a del 0alle de *(ico fue un factor deter-minante de la importancia de la regi!n y un rasgo fun-damental en la sucesi!n de estados e(pansionistas.$os f*rtiles suelos y el medio ambiente lacustre del va-lle proporcionaban ilimitados recursos agr)colas, as) co-mo diversas fuentes de prote)nas animales. A1n ms,

    Tilliam Sanders y otros Ev*ase cap)tulo GF, han aducidoque la diversidad ecol!gica de la regi!n impon)a el inter-cambio de productos y foment! por ello la aparici!n de

    la econom)a de mercado y la naturaleza e(pansiva deCeotihuacn.

    "n cualquier caso, no cabe duda de que Ceotihuacnten)a una pujante econom)a de mercado. $as investiga-ciones arqueol!gicas han descubierto una gran plaza demercado con una entrada estrecha Econtrol estatalF55.%omo en la *poca azteca, es posible que una rica cla-

    se comerciante haya controlado los talleres de artesa-n)a local, as) como el comercio con regiones alejadas.$as distribuciones de mercanc)as duraderas, las reasde almacenaje y los talleres han permitido identificar unbarrio comercial58. $os restos manufacturados demues-tran que esos comerciantes se ocupaban de conseguirproductos no originarios del valle. "l inter*s de Ceotihua-cn por tales productos condujo a establecer avanzadaslejanas en 0eracruz y en las tierras altas de Muatemala.

    Aunque estos rasgos econ!micos eran indudablemen-te de gran importancia para el estado urbano de Ceoti-huacn, resulta igualmente evidente que la ideolog)a in-teresaba vitalmente al pueblo y constitu)a una fuente de

    poder para sus dirigentes. "l gran centro de Ceotihua-cn, con sus macizas construcciones ceremoniales, suspinturas murales complicadas y esot*ricas y sus indus-trias dedicadas a la producci!n masiva de objetos religio-sos Epor ejemplo, estatuillas e incensariosF controlabacla-ramente una compleja religi!n de estado. Dene ill!nE5.JK;, 5.JKOF ha sugerido que el papel de Ceotihuacncomo centro de peregrinaci!n fue fundamental para suascensi!n al poder. Hajo el emplazamiento de la alt)simairmide del Sol hab)a una cueva con un manantial, ras-go geogrfico que la mayor)a de las religiones esoa-m*ricanas consideraban sagrado. 3oris +eyden E5.JK

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    nados se instalaran en las f*rtiles tierras del norte de lacuenca. robablemente la mayor parte de esos intrusoseran en realidad agricultores mesoamericanizados, po-bladores de la franja norte y occidental de la esfera deinfluencia teotihuacana, identificada arqueol!gicamen-te5K. Itros pudieron haber sido aut*nticos @brbaros(teocicimecas), bandas de cazadores n!madas o semi-

    n!madas procedentes del gran desierto del norte de laeseta %entral5.A partir del J== d. de %., una amalga-ma de esos pueblos En!madas guerreros, agricultoresdel norte y los restos de las poblaciones de CeotihuacnFformaron la siguiente hegemon)a e(pansionista de *(i-co %entral, el @imperio tolteca.

    $legados aqu), nuestras principales fuentes de infor-maci!n empiezan a desplazarse de la arqueolog)a a laetnohistoria5J> muchas de las historias ind)genas reco-gidas por los cronistas espa#oles inician su narraci!na comienzos de esta *poca @ostclsica. or desgra-cia, este desplazamiento hacia las fuentes hist!ricasnoredundo, como cabria esperar, en un conocimiento

    ms detallado del per)odo. "n ciertos aspectos, nuestracomprensi!n de la primera mitad del per)odo ostcl-sico es inferior a la de la era de Ceotihuacn, que ha si-do objeto de investigaciones arqueol!gicas mucho msamplias. / lo cierto es que, en los casos en que la ar-queolog)a postclsica y la etnohistoria se solapan, en-tran a menudo en contradicci!n. or ejemplo, las leyen-das de las historias aztecas se remontan a una *pocaen la que un maravilloso pueblo tolteca, grandes eru-ditos y artesanos, gobernaba *(ico en el ostclsicoCemprano desde su hermosa capital de Collan. ero lase(cavaciones arqueol!gicas de esa legendaria Collan,las ruinas de Cula, han revelado un centro ceremonial

    ms bien vulgar, con construcciones y esculturas quehubieran avergonzado a los primitivos artesanos de e-soam*rica8=.

    $as discrepancias de las fuentes etnohist!ricas entres) son a1n ms chocantes. ocas fechas coinciden, in-cluso las referentes a acontecimientos fundamentalesde la *poca, como la fundaci!n de Cula o la ca)da deesa capital tolteca. 3e hecho, si tomamos al pie de la letralas diversas listas dinsticas recogidas en las historiasind)genas, la 1nica forma de sincronizarlas nos dar)avarios gobernantes que reinan ms de un siglo y otrosque mueren dos veces85. $os etnohistoriadores ni si-

    17

    Hr an if f. 5JK8& '. %. Qelley, 5JK5& L.. Qelley. 5JK& 3rummond y uller, 5JK8.18Sahag1n Elib. 5=, cap. 8J. 5J pt 2 2 , pags. 5K=-5F e(amina concreta-

    mente las distinciones entre los diversos tipos de cicimecas e insiste en sudiferente grado de sedentarismo y @mesoamericanizaci!n. Aunque la mayo-r)a de las discusiones sobre los cicimecas remiten primordialmente a pue-blos del ostclsico !ardo Epor ejemplo postoltecasF, cabe adoptar genera-lizaciones para caracterizar cuidadosamente la naturaleza dinmica de laperiferia del norte de esoam*rica en *pocas tempranas. E%fr. 3avies, 5J=>cap. G.F19

    Algunas de las fuentes primarias principales sobre el apogeo tolteca son>Sahag1n, lib. ;, caps. ;-5G y lib. 5=, cap. 8J, 5J pt. 55. pags. 5

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    Mran parte de la confusi!n cronol!gica y de la incon-gruencia se debe tambi*n a factores regionales> actu-almente la mayor)a de los etnohistoriadores piensaque en *(ico %entral se utilizaban diversos c!mpu-tos del tiempo, que daban fechas diferentes para elmismo acontecimiento8;. "l caos cronol!gico se agravaa1n ms a causa del sistema de calendario utilizado en

    toda esoam*rica, el @calendario circular, en el quecada fecha concreta reaparece cada cincuenta y dosa#os8G. or lo tanto, una fecha que podr)a relacionar-se con la del 5.8== d. %. del calendario cristiano tam-bi*n podr)a interpretarse como el 5.8 ;8GF finaliza una reciente revi-si!n de las enredadas y contradictorias cronolog)as et-nohist!ricas con la conclusi!n de que los @aconteci-mientos fechados antes del a#o 5.;K= no deber)antomarse como datos, sino s!lo como hip!tesis que fu-turas investigaciones debern comprobar.

    "l mayor problema estriba en el carcter esencial-mente m)tico o aleg!rico de gran parte de la @historia

    precolombina. $os pueblos mesoamericanos, a causade su concepci!n c)clica del tiempo, al parecer pro-yectaban los acontecimientos hacia el pasado paracrear un precedente m)tico, en una narraci!n inventa-da o distorsionada de las *pocas primitivas. / con fre-cuencia sus historias encajaban, a la inversa, los a-contecimientos ms recientes dentro del molde de su-cesos primitivos o de venerables leyendas. "n vista dedichos problemas y de otros factores de distorsi!n, losestudiosos contemporneos muestran cada vez msprecauci!n ante las fuentes. 4igel 3avies, por ejem-plo, en un reciente e(amen de la etnohistoria del per)-odo tolteca, ha se#alado que las descripciones azte-

    cas del estado tolteca y de su fabulosa capital de Co-llan ECulaF confunden la Collan hist!rica con el primiti-vo y ms impresionante centro de Ceotihuacn, as) co-mo con un generalizado concepto m)tico de @Collan,el arquetipo de ciudad sublime E3avies, 5.JKK> cap. 8F."s posible, adems, que los gobernantes del per)odoazteca hayan e(agerado deliberadamente en sus na-rraciones sobre Collan, puesto que la mayor)a de las di-nast)as de ese per)odo se proclamaban descendientesdirectas o indirectas de los prestigiosos toltecas E3a-vies, 5JKK> cap)tulo 5F.

    ese a la deformaci!n de los detalles, las fuentes et-nohist!ricas ponen de relieve las l)neas generales y

    los temas principales de la historia postclsica. / afor-tunadamente son esos grandes temas lo que nos inte-resa aqu). Alguno de los factores de distorsi!n antesmencionados ilustra en realidad, uno de los temas fun-damentales> la obsesi!n mesoamericana por legitimarsu poder a trav*s de una prestigiosa herencia 7la *lite necesita justificar su gobierno mediante v)nculos his-t!ricos y m)ticos con el pasado.

    23 +asta el decenio de 5JG=, la mayor)a de lo etnohistoriadores in-

    terpretaba las fechas del *(ico %entral como referidas a una 1ni-casecuencia calendrica. $os estudios de ' im *n ez oreno E5JG=. 5J

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    coatl retratan con fidelidad el carcter rpidamentemudable de la religi!n mesoamericana en el per)odopostclsico.

    A juzgar por las representaciones de la propia Cula,tanto etnohist!ricas como escult!ricas, los toltecas ha-b)an heredado el complicado pante!n de los primitivospueblos mesoamericanos. "ste pante!n inclu)a una infi-

    nidad de dioses, patronos de todos los fen!menos cul-turales y naturales imaginables> cuerpos astrales, llu-via, guerra, enfermedades, mundo de los muertos, uni-dades temporales, ciclos del calendario, etc. ero, enlugar de presentar una correspondencia directa entrecada una de las divinidades y los fen!menos, la reli-gi!n mesoamericana es de una complejidad desespe-rante& sus entidades son fluidas, se superponen y mul-tiplican, y su l!gica conceptual desaf)a a1n el anlisisde unas mentalidades occidentales. $as interpretacio-nes generales ms convincentes sobre la religi!n meso-americana ven el pante!n como personificaci!n de seg-mentos concretos o nudos del sagrado orden c!smico,

    un continuo de tiempo y espacio

    8O

    .Aunque los pueblos postclsicos del *(ico %entralheredaron esta complicada cosmolog)a de la *pocateotihuacana, hubo un desplazamiento gradual de susobjetivos, reforzando ciertas divinidades m1ltiples comoCezcatlipoca y combinando otros dioses o aspectos dedioses con las divinidades chichimecas y los h*roes tol-tecas8K. ara nosotros ofrece particular inter*s el cambiogradual de los rituales que aparece aleg!ricamente en laleyenda de Copiltzin Buetzalcoatl> la elaboraci!n decultos de sacrificio humano.

    $os sacrificios humanos son, en s), uno de los aspec-tos ms antiguos de la cultura mesoamericana. "n re-

    alidad, la decapitaci!n ritual es un rasgo difundido portodo el 4uevo undo8. +ay testimonios de sacrificioshumanos entre las primitivas sociedades complejas deesoam*rica, y es posible que e(istieran incluso entrelos cazadores-recolectores del rido valle de Cehua-cn8J. Unos milenios ms tarde Ehacia el G== a. de %.F,las esculturas de Ia(aca representan cautivos muertos ymutilados;= . Cales sacrificios humanos, asociados a laguerra, se convirtieron en una prctica corriente en elper)odo clsico E8== a K==-J== d. de %.F. Un mural delperiodo clsico, en el emplazamiento maya de Honam-pa?, representa a unos prisioneros decapitados;5 .Canto en el arte de Ceotihuacn como en el de la pos-

    terior Cula hay representaciones de !rdenes mil itares;8

    ."n la 1ltima *poca azteca esos guerreros tuvieron unaparticipaci!n primordial en los rituales de sacrificios hu-manos y de canibalismo.

    260*anse, por ejemplo. 4icholson 5JK5 a. $e!n ortilla 5JO b. +unt 5JKK

    Eci r. 3emarest, 5J5, especialmente pags. K5- jaguares, coyotes y guilas Een algunas, lasguilas aparecen devorando corazones humanosF. $asesculturas de Cula indican que los cultos con sacrifi-cios humanos se hab)an convertido en un aspecto pri-mordial de la religi!n de estado en la *poca tolteca.

    $a leyenda de Buetzalcoatl sugiere que la rpida in-tensificaci!n de los sacrificios humanos empezaba aresultar alarmante incluso para los mismos toltecas. U-na vez ms, las fuentes evidencian 2a crisis de identi-dad postclsica> una ambivalente actitud hacia la gue-rra, los sacrificios e incluso el propio linaje *tnico de lospueblos. "sta ambivalencia refleja el desequilibrio din-mico t)pico de 2a esoam*rica postclsica, cuando losestados militares trataron infructuosamente de amalga-mar diversos elementos *tnicos y de encajar las con-cepciones ideol!gicas en una estructura unificada. "lfracaso de estos intentos tiene como resultado la desi-ntegraci!n de la hegemon)a tolteca hacia el a#o 58==.

    $as peque#as ciudades-estado rivales del per)odopostolteca heredaron los conflictivos e irresueltos te-mas postclsicos. "n el valle entraron nuevas oleadasde emigrantes chichimecas, fundi*ndose con los tolte-cas que quedaban;G . 3e hecho, se desplaz! el signifi-cado del propio t*rmino @tolteca, para indicar en ade-lante el elemento ms antiguo y @civilizado del 0alle de*(ico. A medida que el militarismo de las ciudades-estado aumentaba constantemente, la lucha ideol!gi-ca hizo lo propio. Se intensificaron los sacrificios y sereforzaron los aspectos belicosos de las antiguas divi-nidades. Algunos grupos desarrollaron sus propias de-idades protectoras, producto, frecuentemente, de la fu-si!n de los dioses primitivos con los glorificados h*ro-es toltecas o chichimecas;

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    "sta feroz guerra ideol!gica ha dejado rastros en losdocumentos etnohist!ricos> listas dinsticas contradicto-rias, versiones incompatibles de los acontecimientos hist!-ricos y divinidades protectoras introducidas con calzadoren el ya de por s) enredado pante!n mesoamericano. e-ro ninguna de las ciudades-estado militares rivales logr!realmente armonizar las fuerzas centr)fugas del postcl-sico, fuerzas econ!micas, pol)ticas e ideol!gicas. "l *(i-

    to de esa uni!n era un destino reservado a la menosprestigiosa de ellas, a los menospreciados y desde#adosaztecas.

    +ociedad ( religin me)icas primi#i,as-

    %omo hemos visto, en los siglos 6222y 620el 0alle de*(ico, se hab)a fragmentado en ciudades-estado ri-vales y en frgiles alianzas, cada una de las cuales lu-chaba militar e ideol!gicamente, proclamndose he-redera de los toltecas. ero a comienzos del 620apa-recieron dos confederaciones no muy s!lidas que pa-rec)an abocadas a un enfrentamiento ms importante."n el noroeste del sistema lacustre ELigura 8F los tepa-

    necas, cuya alianza se centraba en la ciudad de Azca-potzalco, e(pandieron rpidamente su influencia a pe-sar de carecer de la legitimaci!n que daba un linajems o menos tolteca. "n la orilla oriental del lago Ce(-coco otro grupo heterog*neo, los acolhuas, ejerc)a u-na hegemon)a ms asentada, dominada por una seriede capitales> %oatlinchan, +ue(otla y, por 1ltimo, Ce(-coco. "n medio de las crecientes alianzas de tepane-cas y acolhuas, los estados menores pugnaban por lasupervivencia. "n los lagos de agua dulce del sur, laprosperidad agr)cola contribuy! a la lucha de centroscomo 6ochimilco y el ms poderoso %halco, dondedesde *poca postolteca y acaso antes;O- se utilizaba

    un sistema de aprovechamiento de los lechos de loslagos sumamente productivo, las chinampas o 9jardi-nes flotantes:. "l centro de %ulhuacn, 1ltimo resto del"stado tolteca, se val)a de otra estrategia> las dinas-t)as culhuas comerciaban con los hijos e hijas de sunoble sangre tolteca para ganarse la voluntad de susamenazadores vecinos;K. or este darPiniano panora-ma pol)tico vagaba un insignificante grupito, los me(i-cas, en busca de una tierra propia.

    $os or)genes de los me(icas siguen siendo oscuros.robablemente eran uno de los muchos grupos norte#osinfluidos por los toltecas que entraron en el 0alle de *-(ico despu*s de la ca)da de Cula. A todos estos pueblos

    del valle, del postclsico tard)o, se les llam! aztecas,aunque cada etnia o grupo pol)tico se designe con t*r-minos espec)ficos Epor ejemplo, me(icas, tepanecas,acolhuasF;.Sahag1n y otros cronistas;J recogieron los

    36Armillas, 5.JK5& arsons, 5.JOK& Sanders, arsons, Santley, 5.JKJ

    370*ase, por ejemplo, Delaci!n de la genealog)a y linaje, 5JG5> 8GK.

    38Vase la &o"a 3. 'aha()& *li+. 10. cap. 29, 1950-69: pl. , pa(s. 189-97 escri+e # i/e-

    re&cia los pri&cipales (r!pos "&icos, mie&"ras !e la ma#ora e las cr%&icas re(io&ales(Anales de Cuauhtitln, $himalpahi&, "lilochi"l,Anales de Tlatelolco. e"c. e"alla& lai/ere&cia pero s!perpo&e& las his"orias e los iersos (r!pos # ce&"ros pol"icos &ah!as.39

    0eanse, por ejemplo, Sahag1n, lib. 5=, cap. 8J. 3uran. lib. 8, caps. 8- vol. 8.& #dice Ramre. 5JGG> 8G- Cezozomoc, 5JK& &istoria de losme'icanos por sus pinturas, caps. J-8=,5JG5> 85-8& rigen de los me'icanos, 8OG& 2(tlil(ochitl, lib. 8, &istoria, 5JKK&

    "nales de !latelolco. 5JG. %rist!bal del %astillo, 5J=& Corquemado, lib. 8, caps.5-5=, 5JK vol. 2. %lavijero, lib. 8, 58O> vol. 2. y otros historiadores antiguos .$os manuscritos pictogrficos precolombinos que ilustran las migraciones

    me(icas incluyen el #dice -oturini E5JGGF, el #dice "u/in.

    legendarios relatos de las migraciones del peque#o gru-po me(ica ELigura ;F y los etnohistoriadores modernoshan analizado y discutido ampliamente los detalles desus vagabundeosG=.ero, a pesar de este minucioso es-crutinio de numerosas fuentes, la historia temprana de losme(icas sigue sin entenderse suficientemente.

    Aunque algunos rasgos del relato de la migraci!n pue-

    dan ser ciertos, la posterior necesidad me(ica de legiti-mar una herencia tolteca e(plica muchos detalles de lasnarraciones de los cronistas nativos. Se dice que, tras unaestancia en la propia Cula, los me(icas, despreciados porsu barbarie;G, se vieron empujados de un rea a otra, de-teni*ndose invariablemente en lugares donde e(ist)anfuertes asociaciones toltecas. Se cuenta, por ejemplo, quese asentaron en %hapultepec, donde una coalici!n desus perseguidores les infligi! una aplastante derrota em-pujndoles a 2a dispora; vol. 0 cap. K. , pag. 5;5-K5F yotros historiadores del

    626.

    34or ejemplo. Sahag1n Elib. 5=, cap. 8J, 5J vol. 55 . pag. 5JOF refiere que los

    maldec)an en todas partes. 3uran Elib. 8. caps. ;, G, 5JOK> vol. 8, pgs. ;8, ;F35eoomoc, Crnica Mexca#olt. 1975: 44-49 !r&, li+. 2, cap. 4, 1967: ol. 2.

    pa(s. 37-9 'aha()&, li+. 10, c p. 29, 1950-69: p". , pa(. 196Relacin de la gene-

    alogia y linaje, 1941: 248Historia de los mexicanos por sus pinturas, caps. 12-13,1941: 223-4 rigen de los mexicanos, 1941: 265.3Oor ejemplo, Relacin de la genealoga y linaje, 5JG5> 8GG& rigen de losme'icanos, 5JG5> 8O;&"nales de #uautitlan, 5JK 5

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    ciudad hermana del norte, ClatelolcoG=. Una vez, mscabe desconfiar de los mit!grafos imperiales de Ceno-chtitlan> 2as e(cavacionesarqueol!gicas han sacado a2a luz muchos restos primitivos en ambas islas, y todoparece probar que Clatelolco era la ms antigua de lasdos ciudades, con un origen que data, por lo menos,de comienzos del 6222G5y probablemente de mucho

    antes.

    defiende con argumentos convincentes la fecha de 5;G

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    "n cualquier caso, a mediados del siglo 62 0los me-(icas estaban instalados en las dos islas de Cenochti-tlan y Clatelolco. or esa *poca se convirtieron en va-

    sallos de la poderosa alianza tepaneca, que controla-ba la tierra firme al oeste. Anteriormente los me(icahab)an servido de vez en cuando a otros estados delvalle como mercenarios o tributarios y, si hemos dedar cr*dito a sus historias, se hab)an ganado una re-putaci!n de ferocidadG8. ientras actuaban como gue-rreros ocasionales al servicio de los tepanecas, se vie-ron gradualmente envueltos en los esquemas pol)ticosdel tirano tepaneca, Cezozomoc, soberano de Azca-potzalco. $a participaci!n en 2a alianza tepaneca a-celer! indudablemente la continua asimilaci!n y la e-voluci!n cultural de los me(icas. $os tepanecas adies-traron a los guerreros me(icas para su posterior papel

    de imperialistas militares y proporcionaron un mode-lo de sociedad enormemente estratificada que alenta-r)a las ambiciones de la naciente clase guerrera me-(ica.

    Desulta sumamente dif)cil averiguar la naturalezaconcreta de 2a sociedad me(ica antes de su repentinaascensi!n al poder imperial, en 5.G8, a pesar de lasnumerosas descripciones de cr!nicas y c!dices. "n al-gunos casos, las cr!nicas posteriores proyectan haciael pasado, de forma nada convincente, la estructurapol)tica y social de la *poca imperial. "n otros casos,los c!dices y las historias retratan a los primitivos me-(icas con una nostalgia casi roussoniana, describi*n-

    42or ejemplo, los se#ores culhuas contrataron a los me(icas como guerreros

    durante la *poca en que los tuvieron sometidos EAnales de ClatelolcoF.

    dolos como un grupo rural con una estructura socio-pol)tica totalmente igualitaria. Una vez ms, las incon-gruencias pueden deberse en parte a la posterior ree-

    laboraci!n de la historia obra de la *lite imperial me-(ica.

    $a )ndole contradictoria de las pruebas sobre los pri-mitivos me(icas se debe en gran parte a la naturalezadinmica de su desarrollo& las instituciones pol)ticas ysociales me(icas sufrieron probablemente continuoscambios para adecuarse a su variable suerte y a surpida evoluci!n cultural. $as caracterizaciones concre-tas s!lo valdrn para un momento determinado. Sinembargo, dada la ausencia casi total de datos arqueo-l!gicos de importancia, la cronolog)a de la evoluci!nme(ica s!lo puede tomarse en t*rminos muy genera-les. $a situaci!n se agrava a1n ms a causa de las

    narraciones que confunden los rasgos de institucio-nes tempranas y tard)as, y a causa de los intentos delos propagandistas estatales del siglo 60de crear pre-cedentes hist!ricos o justificaciones aleg!ricas para elnuevo orden imperial. 4o obstante, los estudiosos mo-dernos han podido ofrecer caracterizaciones genera-les de la sociedad preimperial me(ica a trav*s de unenfoque sumamente cr)tico de las fuentes primariasG;.

    4;ara las fuentes primarias de los me(icas preimperiales v*ase la nota ;8&para las fuentes secundarias, nota ;;. or desgracia la ma-yor parte delmaterial primario y su interpretaci!n se refieren a la mi-graci!n, lo cronolog)ao las secuencias dinsticas. Sin embargo, ar-t)nez ar)n E5JOGF. Hruy E5JKF,%astillo C. E5JK8> 5J-GOF, 3avies E5JK;F. Qalz E5JOO> 5K;-J y passm). %aso

    E5J

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    "stos anlisis de la temprana sociedad me(ica descri-ben invariablemente una instituci!n particular, el calpulli (calpultin en pluralF, como centro de la vida me-(icaGG. "l calpulliera la unidad bsica de la pertenen-cia social en la primitiva sociedad me(ica, as) como laprincipal unidad residencial. A mediados del 620se ci-tan quince de esas unidades en la flamante capital me-

    (ica, Cenochtitlan

    G ca-da barrio calpulli pose)a su propia escuela y su propiotemplo, y los guerreros del calpulli habitualmente lu-chaban juntos en un escuadr!nGK.

    Adems de sus funciones econ!micas y organizati-vas los calpultin constitu)an cierto tipo de grupo de pa-rentesco. 4uestras fuentes del 602, los cronistas espa-

    #oles, se mostraron bastante perplejos sobre la e(acta)ndole de lo estructura de parentesco de los calpultin.Alonso de Norita e(amin! el problema, observando supapel de parentesco, as) como sus otras funciones devecindad en general, de unidades tributarias y de-msG. Asimismo, aunque los calpultin eran grupos en-d!gamos unificados, ten)an en apariencia jerarqu)a in-terna. +istoriadores del 626 como organ E5.KKF yHandeller E5.K, 5.=F, adujeron que se trataba deaut*nticos clanes, pero la estrati ficaci!n descrita porlas fuentes no se ajusta a las definiciones convencio-nales de una estructura de clan. Una soluci!n al pro-blema, que goza de amplia aceptaci!n, propuesta por

    primera vez por Qirchhoff E5.J Qirchhoff, 5J %aso, 5JO;> %arrasco. 5JK5& Qatz, 5JOO>55K-85& NanlPij?. 5JO;, 5JOO, 5JKO& %astillo L., 5JK8> K8-K y passini. Sinembargo, son muy pocas las fuentes pri-marias que se ocupan con amplitudde los calpullin y todos los etno-historiadores se alienen fundamentalmente a

    2a -reve y %umaria Relacin de Norita E5JG5 F, en especial a 2as pags. O - J=.+ay im-portantes referencias diseminadas por otras fuentes y %arrasco E5JOKFha compilado otros materiales del 602 relacionados con la naturaleza delcalpulli.4

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    m1n, los maceualtin, y a sus jefes de calpulli. +ay in-dicios de que ya antes de establecerse en Cenochtitlane(ist)a entre los me(icas un alto grado de liderazgo. Se-g1n los mitos de la migraci!n, cuatro teomamas Eportado-res del diosF interpretaban los deseos de la divinidad pro-tectora de los me(icas E+uitzilopochtliF y transmit)an susordenes al pueblo sus ambicionesterritoriales se diluyeron frente a Azcapotzalco, mien-tras que en el propio Cenochtitlan los calpultin goza-ban a1n de considerable autoridad pol)tica y los tierras

    62Relacin de la genealoga y linaje.5.JG5.6;%lavijero, lib. ; 58O> vol. 2, pags. 588-G. %lavijero pone de relieve los efectospol)ticos y sociales sobre los me(icas de sus victorias en 6altocan y las tierras

    y los tributos que 2as recompensaron.6Gara debates recientes sobre los mayeques como clase social v*anse enespecial +ic?s, 5JKG, 5JKO& %aso. 5JO;& Herdan, 5JK

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    calpultin segu)an siendo 2a base principal de la econo-m)a me(ica. S!lo despu*s de la ca)da de Azcapot-zalco pudo la naciente jefatura me(ica ganar su batallainterna contra las instituciones tradicionales de la socie-dad.

    "l sistema religioso de la sociedad me(ica se fueasemejando cada vez ms a los de sus vecinos me-

    soamericanos ms @civilizados, al igual que ocurri!con la evoluci!n de sus instituciones sociales, econ!-micas y pol)ticas. A finales del siglo 620 los me(icascompart)an los dioses y los ri tuales de otras socie-dades del *(ico %entral. "l complicado pante!npostclsico inclu)a antiguas divinidades de la fertilidady la agricultura Epor ejemplo, el primordial dios de lalluvia mesoamericano, Clloc, con sus anteojeras, y6ipe Cotec, patrono de la primavera y la renovaci!nde la naturalezaF, as) como fusiones de dioses-h*roestolteca-chichimecas Epor ejemplo, el familiar Buetzal-coatl y la Serpiente de 4ubes, i(c!atlF. ero lasprincipales divinidades no eran dioses en el sentidooccidental& ms bien eran conjuntos divinos que po-

    d)an revelarse en un sinf)n de aspectos, seg1n lasconcretas asociaciones espaciales y temporales. orejemplo, Cezcatlipoca Eel @espejo humeanteF, quedomin! la rel igi!n postclsica tard)a, pod)a asociarsecon la muerte, la noche, el cielo nocturno Ey por endecon las estrellas y la lunaF, 2a parranda, los banquetes,los tramposos, los hechiceros, el jaguar, la justicia ,el castigo, y con otros fen!menos, seg1n el conte(toconcreto Efestividad, d)a del calendario, punto cardi-nal, etcFO ;

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    pu*s de su transformaci!n con las @reformas religiosasdel primer per)odo imperial. %abe por ello contemplarcon escepticismo el destacado papel de +uitzilopochtlien el pante!n imperial me(ica. $a cosmolog)a imperiallo clasific! como uno de los cuatro dioses mayores delpante!n, adoptando alguno de los aspectos principa-les de Cezcatlipoca y confundi*ndose a menudo con

    Conatiuh, el propio Sol. %abe suponer, sin temor a equi-vocarnos, que fue la posterior reorganizaci!n de la histo-ria y la cosmolog)a por parte del r*gimen imperial laque asign! a +uitzilopochtli tan asombrosas asociacio-nes y atributos, al tiempo que sus e(hortaciones impe-rialistas y su insaciable necesidad de sacrificios ma-sivos. Una deidad tan ostentosamente importante, conambiciones ilimitadas para su pueblo, no parece encajarfcilmente con los primitivos me(icas, agazapados en sufangosa isla a la sombra de las poderosas fuerzas quelos rodeaban. S!lo con la ayuda de los mit!grafosimperiales la divinidad protectora me(ica, antes insig-nificante, pudo abrirse paso, a codazos, hasta las

    alturas del pante!n.Si de los dioses pasamos a su culto, vemos que losme(icas Ecomo las dems ciudades estado del ost-clsico Card)oF no s!lo heredaron de los toltecas elmilitarismo y la obsesi!n por la genealog)a, sino tambi*nsu espeluznante versi!n del ritual religioso mesoame-ricano. $os sacrificios humanos eran esenciales para loscultos de muchas divinidades y en las principalesfestividades del ciclo del calendario. $os sacrificios, comocorresponde a la complejidad de 2a ideolog)a, adoptabanaspectos muy diversos. Seg1n el conte(to sagrado dela ofrenda, la v)ctima pod)a ser decapitada, quemada,ahogada, estrangulada, despellejada viva, despe#ada

    desde una gran altura, muerta en combate r itua l o porinanici!n, empalada en un potro y asaetada con fle-chas, o pod)an aplastarle la cabeza. Un fraile espa#olque acompa#aba a 2as tropas de %ortes describi! as)2a forma ms corriente de sacrificio p1blico.

    Cen)an aquestos naturales templos muy grandes, y encimauna casa de oraci!n, y a la entrada de la puerta, un pocoantes, ten)an puesta una piedra baja, hasta la rodilla, en dondea mujeres o a hombres que hac)an sacrificios a sus dioses, losechaban de espaldas, y ellos mismos se estaban quedos, adonde sal)n un sacerdote con un navaj!n de piedra que casi nocortaba nada, hecho a manera de hierro de lanza, y luego conaquella navaja le abr)a por la parte del coraz!n y se lo sacaba,sin que la persona que era sacrificada dijese palabra& y luegoal que o a la que era, as) muertos los arrojaban por las

    escaleras abajo, y lo tomaban y hac)an pedazos con grancrueldad y lo asaban en hornillos y lo com)an por manjar muysuave, y de esta manera hac)an sacrificios a sus diosesK

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    La crisis de #ransformacin

    %omo hemos visto, los me(icas hab)an sufrido pro-fundos cambios culturales a finales del siglo 620. Hajola tutela de sus vecinos, ms asentados que ellos, a sutradicional estructura calpullin se agregaron nuevasinstituciones pol)ticas y sociales. $os nuevos dirigentes,

    el tlatoani y lospipiltin, obtuvieron importantes victoriaspara los me(icas, con lo que se increment! el papelde la guerra y los tributos en su econom)a y obtuvieronen recompensa la propiedad de algunas de las tierrasconquistadas para la alianza tepaneca. A comienzos del60 los me(icas cas) hab)an alcanzado la condici!n dealiados de los se#ores tepanecas de Azcapotzalco, enlugar de simples vasallos. %oincidiendo con loscambios pol)ticos y econ!micos, la religi!n me(ica sehizo ms militarista y adquiri! un carcter ms estatal.Su dios-h*roe +uitzilopochtli, anta#o una divinidadoscura, evolucion! hasta convertirse en una deidadprotectora del "stado, aunque por el momento no

    impresionara en e(ceso a sus vecinos del valle.ero la naciente estructura estatal de Cenochtitlanno era sino un presagi! de la ine(orable potenciaimperial en que rpidamente iba a convertirse tras laca)da de Azcapotzalco, en 5G8. Antes de esa fechasus amos tepanecas limitaban el poder de los me(icasen los asuntos del valle, la porci!n de tributos que seles asignaba y sus posesiones en las t ierrasconquistadas. s adelante, el desarrollo de unafacci!n antime(ica en la corle del rey tepanecaCezozomoc, a comienzos del siglo 60, puso de relievela e(istencia de esas limitaciones. Al parecer, esegrupo propugnaba la des-trucci!n de los me(icas, a

    quienes consideraba peligro-sos advenedizosKJ

    . $astrabas e(ternas al poder)o de Cenochtitlan se vieronacompa#adas de restricciones internas al poder dela *lite guerrera& el tradicional sistema calpullinconstitu)a una traba para el desa-rrollo de la autoridadde la *lite, y la importancia econ!mica de la guerra ylos tributos segu)a siendo bas-tante e(igua en compa-raci!n con la agricultura inten-siva lacustre de loscampesinos de los calpultin y las actividades de loscomerciantes me(icas de Clatelolco. "sos obstcu losinternos y e(ternos al crecimiento y 2a centralizaci!ndel poder)o me(ica no desapare-cieron hasta despu*sde la serie de acontecimientos que siguieron a la

    muerte de Cezozomoc en 5G8O."n la *poca de su subida al trono, en el decenio de5;K=, Cezozomoc hab)a sido el maestro, consejero ypatrocinador de sus tributarios me(icas, a quienes uti-liz! como peones en sus grandes planes para la alian-za tepaneca. $os guerreros me(icas, al mando de sutercer tlatoani, %himalpopoca, ayudaron a Cezozomocen la gran guerra contra la otra gran potencia delvalle, la confederaci!n acolhua. dirigida por la re-nombrada ciudad de Ce(coco=. "n 5G5 los te-

    7J 0*anse, por ejemplo, 3urn Elib. 8, cap. , 5JOK> vol. 8. pags. OJ-K5F y%lavijero Elib. ;. 5.8O> vol. 2, pags. 588-GF. "s dif)cil dilucidar si las fuentesson ms fiables en esto o cuando intentan justificar la posterior revuelta

    me(ica. Sin embargo, y dada la creciente amenaza me(ica, es bastanteveros)mil que se desarrollase el partido anti-mc(ica de a(tla.8= $a guerra te(cocona-tepaneca es uno de los acontecimientos mejordocumentados de la etnohistoria azteca. Una fuente primaria generalmente

    panecas aplastaron por fin esto alianza rival matandoal rey de Ce(coco y desterrando a su joven hijo, el pr)ncipe4ezahualcoyotl5. A p ar ti r de entonces la hegemon)a deCezozomoc no conoci! rivales en el valle. ero, a diferenciade los posteriores gobernantes imperiales me(icas, Cezo-zomoc no se tom! la molestia de leg itim ar su poder atrav*s de un linaj e tolteca. Su macroestado carec)a, ade-

    ms, de la cosmolog)a imperial unificadora que inspirar)a laduradera e(pansi!n del imperio azteca. 4ada tiene desorprendente, pues, que el reino de Cezozomoc saltara enpedazos tras la muerte de *ste en 5G8O.

    $os acontecimientos que se suceden desde 5G8O a 5G8son b ast ante confusos, ta nto a causa de la complejidadde las i nt ri gas que siguieron a la muerte de Cezozomoc,como debido a las narraciones contradictorias que nos hantransmitido quienes participaron en la lucha por el poder. Ala muerte del rey estall! en Azcapotzalco una guerra desucesi!n, que finaliz! cuando un tal a(tla se apoder! deltrono y, con *l, del control de la alianza tepaneca8. ocodespu*s %himalpopoca, el tlatoanl me(ica, muri! por

    @causas no naturales. $as fuentes no concuerdan en loque a los responsables de la muerte de %himalpopoca serefiere> lo ahogaron unos asesinos, o se su ic id! ahorcn-dose, o bien f ue asesinado en la propia Cenochtitlan;. Seacomo sea, le sucedi! en el poder en Cenochtitlan un nuevotlatoani, 2tzcoatlG.

    "l nuevo gobernante, con sus sobrinos octezuma 2 yClacaelel, acaudillaba una facci!n m il itan te que propug-naba la rebeli!n contra la alianza tepaneca y su nuevo rey,a(tla. Seg1n las historias me(icas, los miembros de esofacci!n defend)an la rebeli!n por considerar a a(tla usur-pador y tirano& al parecer tambi*n le achacaban un tra toinjurioso a su estado e inmoderadas e(igencias de mayo-

    res tributos ;J- vol. 8, pag. K;F. %abe observarc)nicamente que es muy e(tra#o Ey verdaderamente sospechosoF que lasfuentes me(icas, tan cr)ticas frente a la @usurpaci!n del trono tepaneca pora(t la con respecto a sus hermanos mayores, se olvi dendespreocupadamente de tal objeci!n en el caso de la elecci!n de 2tzcoatl en elmismo Cenochtitlan.8

    vol. 8. pags. OJ-K8F e 2(tli(ochtil (&istoria,lib. 8, cap. ;=. 5JKK> KK-F detallan las quejas de los me(icas por el tratoirracional que les daban los tepanecas, que inclu)an insultos, elevados tributosy la negativa de los derechos de acceso al agua y a las rutas comerciales.

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    $a belicosa facci!n de 2tzcoatl prevaleci! en Cenochtitlan ylos me(icas entablaron una alianza con 4ezahualcoyotl,el desterrado pr)ncipe de Ce(coco, para dirigir una coa-lici!n de ciudades-estado rebeldes contra los tepane-casO. osteriormente se les uni! Cacuba, un centro me-nor. "sta @Criple Alianza de Cenochtitlan, Ce(coco yCacuba derrot! a los tepanecas en 5G8, heredando el

    reino de Cezozomoc

    K

    . "sa Alianza se convertir)a en elimperio azteca y con el tiempo los aztecas me(icas deCenochtitlan dominar)an a los estados tributarios de laalianza, cada vez ms numerosos.

    $os acontecimientos que condujeron a la gloriosa as-censi!n de la Criple Alianza poseen muchas de las carac-ter)sticas de un golpe militar. 2tzcoatl era un curtido gue-rrero que hab)a alcanzado el rango de comandante supre-mo de los ej*rcitos me(icas durante el per)odo de vasa-llaje de Cezozomoc.Al igual que su facci!n de guerrerosnobles ten)a mucho que ganar de una rebeli!n contra lostepanecas> la victoria eliminar)a las diversas trabas, e( -ternas e internas, que limitaban el poder de la *lite.

    $as misteriosas circunstancias que rodearon lamuerte del tlatoani me(ica, %himalpopoca, apuntantambi*n a una conspiraci!n mil itar, y de hecho los"nales +e'icanos afirman sin rodeos que 2tzcoat l,como l)der de quienes propugnaban la rebeli!n contralos tepanecas, envi! un grupo de asesinos tacubas amatar a %himalpopoca, con objeto de que *l y la fac-ci!n guerrera pudieran adue#arse del poderJ. Itrafuente confirma la muerte de %himalpopoca a manosde los tacubas, aunque no acusa concretamente a 2tz-coatl de complicidadJ=. uchos relatos cuentan que%himalpopoca se suicidio o que los responsables desu muerte fueron los tepanecasJ5. %abe sospechar,

    8O$a e(tensi!n y la importancia del papel de Ce(coco var)a, como era deesperar. seg1n 2as fuentes. $as fuentes me(icas atribuyen la victoria aClacaelel e ltzcoatl, con 4ezahualcoyotl como un aliado prestigioso aunquedesdibujado Epor ejemplo. 3uran, lib. 8. cap. 5=. 5JOK> vol. 8, pags. K;-5F.8KUna vez ms el poder y la influencia relativos de esos centros han sidoobjeto de considerables discusiones. ese a su asociaci!n nominal, elpeque#o centro de Cacuba era, claramente, una potencia menor dentro de laalianza. "l papel de Ce(coco era fundamental, pero llego un momento en quesu poder econ!mico, militar y hasta pol)tico qued! eclipsado por el deCenochtitlan. "n la *poca de la conquista los tlatoque me(icas manipulaban

    incluso la sucesi!n te(cocana Ev*anse notas 5J5-5J8 a este mismo cap)tuloF.8 %himalpahin menciona a 2tzcoatl como jefe militar e importanteadministrador ya en 5G=K E%himalpahin, 5JO ;-GF. y %lavijero afirmaconcretamente que dirigi! los ej*rcitos me(icas durante tres decenios yascendi! al rango de comandante en jefe E%lavijero, lib. ;. 58O> vol. 2, pag.5GGF. Decu*rdense tambi*n los d*biles derechos hereditarios de 2tzcoatl altrono Enota GF.8Janales me(icanos. 5.J=;9=%himalpahin E2JO 2J=-2F afirma que t an to %himalpopoca como el rey deClatelolco murieron a manos de asesinos de Cacuba Eta mb i* n llamadaClacopnF. 3a a entender, sin embargo, que hab)a muchos @tepanecascomplicados.91 2ncluso estas versiones me(icas que culpan a los tepanecas de la muertede %himalpopoca se contradicen sospachosamente. 3uran Elib. 8, cap. ,2JOK> vol. 8, pginas K5-8F y Covar E5JGG> el tlatoani2tzcoatl, su sobrino y sucesor octe-zuma 2 y Clacaelel,una monumental figura que, se-g1n cuentan, fue el ciuacoatl Egran sacerdote yconsejeroF de los cuatro primeros gobernantes im-periales. Se nos informa de que los nuevos dirigen-tes mandaron quemar los te(tos hist!ricos religio-sos e(istentesJ;,y despu*s acometieron la reestruc-turaci!n de las instituciones econ!micas, pol)ticas, so-ciales e ideol!gicas me(icas.

    $os anlisis modernos han confirmado que cabe ras-trear en esas reformas el origen de cambios cruciales entodos los aspectos de la sociedad me(ica. %astillo E5JK8>G ;;, ;G y passim)han descrito la reestructuraci!n econ!mica de la sociedadme(ica resultante de la desigual distribuci!n de las tierrasy los tributos obtenidos al conquistar a los tepanecas.$!pez Austin E5JO5> ;J-G8F ha demostrado que el siste-ma pol)tico de concentraci!n del poder en un tatloani y enun %onsejo de los %uatro Emiembros todos ellos de la

    familia imperialF se instaur! durante las reformas de2tzcoatl y de su consejero Clacaelel. Hrundage E5JK8> 60-6022, 8-J5F ha observado el considerable aumento depoder y prestigio de la clase militar de los guerrerosdespu*s de su victoria en la guerra tepa neca. CoPnsendE5JKJF ha dado una nueva interpretaci!n de la esculturaazteca como visi!n imperialista del cosmos 7 visi!n cuyoinicio descubre en 5G8K7. 3iversos estudiosos hansugerido que la rpida elevaci!n del dios +uitzilopochtli enel primer per)odo imperial fue resultado del plan depropaganda me(icaJG. Codos estos cambios fueron en

    todav)a hay otras muchas versiones.983avies 5.JKG. 0*ase tambi*n 3avies 5.J=.9;Sahag1n lib. 5=. cap. 8J. 5.J

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    provecho de los nuevos dirigentes y de la nobleza, yconcentraron la riqueza, los privilegios sociales y el poderpol)tico en manos del tlatoani gobernante, de sus gue-rreros ELigura GF y de la clase noble p il l i;. $as reformasreligiosas consolidaron y legitimaron los cambios,proporcionando un conte(to ideol!gico para las nuevasinstituciones y la inspiraci!n para la continua e(pansi!n

    del estado.

    0olviendo a la reestructuraci!n de la sociedad me(ica,hemos de aclarar que no se trata del proceso complicadoy sofisticado que el t*rmino reestructuraci!n implica ennuestros d)as. $a base de la riqueza era la tierra y lostributos. %uando la alianza de ltzcoatl derrot! a los tepa-necas hered! un imperio. $as tierras adquiridas Emuch)si-

    mo ms e(tensas que todas las chinampas lacustres deCenochtitlanF no se repartieron entre los grupos calpullin,unidades tradicionales de posesi!n de la tierra. $a granmasa de tierras y derechos tributarios correspondi! altlatoaniya su *lite guerrera. %uando los gobernan-tes reescribieron la historia, justificaron esta desi-gualdad se#alando que los hombres del com1n no dese-aban la guerra y que s!lo la coerci!n del nuevo r*gi-men logr! volver a los me(icas contra los tepanecas.$a versi!n oficial de los acontecimientos es propagan-da en estado qu)micamente puro. erece la pena re-latar este dramtico fragmento de la historia estatal,ya que @entre l)neas cabe leer la historia de la reor-

    ganizaci!n, tanto econ!mica como social>

    A @ues mirad que as) lo hemos dehacer y cumplir, pues vosotros mismos os dais la sentencia. / as)nosotros nos obligamo, si sal)s con vuestro intento, de os servir ytributar y ser vuestros terrasgueros y de edificar vuestras casos yde os servir... y de os dar nuestras hijas y hermanas y sobrinas

    para que os sirvis de ellas. / cuando fu*redes a la guerra,de os llevar vuestras cargas y bastimento y armas a cuestasy de os servir por todos los caminos por donde fu*redes y,finalmente, vendemos y sujetamos nuestras personas ybienes en vuestro servicio para siempre.

    $os principales y se#ores, viendo a lo que la gentecom1n se ofrec)a y obligaba, admitieron el concierto y,tomndoles juramento de que as) lo cumplir)an, ellos as) lojuraronJO.

    3e all) se volvieron los me(icanos victoriosos y alegresa su ciudad, con muchas riquezas y despojos que en laciudad Wde AzcaputzalcoX hall aron , porque, como estaba all)la corte, estaba all) toda la riqueza de la naci!n tepaneca,dems de que ellos eran mercaderes y tratantes y gente rica...JK.

    Apercibieron a la gente com1n los se#ores que mirasena lo que se habian obligado... $os vecinos todos dijeron que locumplir)an y que les mandasen... que ellos estaban apa-rejados a los servir en todo.

    Clacaelelfue al rey y le dijo> 7@Se#or, estos se-#ores,hermanos tuyos y primos tuyos, que con valor, nimo yesfuerzo han puesto el pecho a la guerra, es bien seangalardonados. /a sabes que nos prometieron los de Azca-putzalco tierras en donde pudi*semos hacer nues tr as se-menteras> no perdamos la coyuntura& vamos y repartamos laque nos se#alaron entre nosotros, pues la ganamos con lafuerza de nuestro brazo. A2 rey le pareci! bien, y mand! quefuesen contados los se#ores que en la guerra se hab)an

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    se#alado, para premiarlos a todos, conforme a susmerecimientosJ.

    Departieron entre s) las tierras dando lo primero y mejory ms principal a la corona real. $uego, entre s) los se#ores,y lo tercero, repartieron a los barrios, tantas brazas para cadabarrio, para el culto de sus diosesJJ.

    "l primero a quien se#alaron tierras fue a Clacaelel, alcual dieron diez suertes de tierra, todas tierras de Azca-

    putzalco, en lugares se#alados de la provincia. A los demsde los principales y se#ores que en aquella guerra sese#alaron, les cupo a dos suertes de tierra cada uno. A lagente com1n que en esto guerra se hall!, como a hombrescobardes y llenos de temor, que se hab)an juramentado deservir a los se#ores y vencedores, no les quisieron dar tierrasni otra cosa alguna, salvo a los que mostraron alg1n coraz!ny br)o y deseo de se mostrar5==.

    As) pues, los historiadores imperiales se tomaron mu-chas molestias para demostrar la justicia de la monopoli-zaci!n de la tierra y la riqueza por parte de una minor)a. $ahistoria de que la gente com1n se @apost! su posici!nsocial y econ!mica es inveros)mil, por supuesto& pero lose(tremos a los que lleg! el nuevo orden para justificar su

    actuaci!n subrayan el carcter repentino y radical delcambio.

    Al lado de estos cambios econ!micos y sociales, losnuevos dirigentes elaboraron un orden pol)tico y le dieronforma. 2tzcoatl cre! mediante decretos imperiales los prin-cipales cargos del nuevo gobierno, cargos que normal-mente combinaban funciones militares, religiosas y pol)-ticas. Lue entonces cuando se introdujo un nuevo pro-cedimiento de elecci!n del tlatoani, arrebatndoles a losconsejos calpullin la elecci!n del jefe y concedi*ndosela ala oligarqu)a a trav*s de la instauraci!n del llamado @%on-sejo de los %uatro, principales consejeros del tlatoani yde cuyo seno deb)a escogerse al nuevo tlatoani=>=. 2tzco-

    atl estableci! una jerarqu)a de t)tulos e inici! programaspropagand)sticos para realzar el prestigio de los reci*nnombrados>

    @"l rey ltzcoatl, vuestro se#or y rey, y por otra parte, pa-riente m)o, muy cercano de todos, os env)a a saludar y diceque, por haceros bien y merced y honraros, conforme a lacalidad de vuestras personas, que os quiere dar dictados yhacer se#ores de t)tulos, juntamente con daros y repartiros lastierras para el sustento de vuestros estados y personas.

    Aparte t)tulos..., labr! y ensalz! estatuas de piedra paraperpetua memoria de sus grandezas. $os historiadores ypintores pintaban con historias vivas y matices, con el pincelde su curiosidad, con vivos colores, las vidas y haza#as deestos valerosos caballeros y se#ores, para que su fama volase,

    con la claridad del Sol, por todas las naciones5=8

    .

    ientras tanto, el omnipresente Clacaelel, en su cali-dad de ciuacoatl, reorganizaba los cargos civiles y reli-giosos. "n el #dice Ramre se cuenta que, como con-sejero supremo del tlatoani 2tzcoatl y de octezuma 2,puso @en mucho orden y concierto todas sus rep1blicas.uso consejos casi tantos como los que hay en "spa#a5=;.Hajo el reinado de octezuma 2 prosigui! su obra deestructurar las clases. "ste segundo aut*ntico emperador

    93urn lib 8. 5.JOK. vol 8.9J3urn lib 8. 5.JOK. vol 8.1==3urn lib 8. 5.JOK. vol 8.

    1=53urn lib 8. 5.JOK. vol 8.1023urn lib 8. 5.JOK. vol 8.1=;3urn lib 8. 5.JOK. vol 8.

    de *(ico promulg! una serie de decretos que defin)anformalmente a los nobles (ppiltin) y a la gente del com1n(maceualtn)=>?. $os privilegios en el ves tir, la propiedady la educaci!n se limitaban a la nobleza. "n el nuevo c!-digo social hab)a normas que restring)an el derecho apracticar la poligamia y a vivir en casas de dos pisossolamente a la nobleza5= una autoridad pol)tica centralizada, unaestructura social y de clases estratificada, una aristocraciaterrateniente y una econom)a en la que destacaban lostributos. ero la hegemon)a de Cezozomoc nunca consigui!sojuzgar plenamente el 0alle de *(ico y fue incapaz desobrevivir a una 1nica sucesi!n. +a de advertirse tambi*nque la uni!n de Cenochtitlan, Ce(coco y Cacuba se hab)avisto precedida por otras @Criples Alianzas de parecida es-tructura5=K&*stas, sin embargo, nunca se hab)an e(tendidoms all del *(ico %entral y se vinieron abajo pronta-mente, fragmentndose en min1sculos estados guerreros."n cambio, la Criple Alianza azteca se e(pandi! por todo el0alle de *(ico y abarc! gran parte de esoam*rica. "nlugar de desintegrarse rpidamente en difusos centros depoder, la hegemon)a de la Criple Alianza fue con el tiempo

    1=G3urn lib 8. 5.JOK. cap 8O. vol 8.1=

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    concentrndose cada vez ms en uno sola autoridadsuprema, el tlatoani de Cenochtitlan.

    %ul fue la diferencia sustancial, el est)mulocompetitivo causante del fantstico *(ito de los me(i-cas $a respuesta a esta pregunta est en la trans-formaci!n ideol!gica que garantiz! las victorias me(i-cas e impuls! la continua e(pansi!n de su estado.

    $a contribuci!n original de los me(icas a la evo-luci!n de esoam*rica consisti! en una ideolog)a quelogr! integrar los sistemas religioso, econ!mico y so-cial en una mquina guerrera imperialista. $os cam-bios ideol!gicos que originaron esta integraci!n fue-ron obra del mismo pu#ado de hombres E2tzcoatl, Cla-caelel, octezuma 2, etc.F que hab)a encabezado elgolpe y realizado las otras reformas. "n realidad, sualteraci!n de los conceptos hist!ricos y religiososeran tanto un intento de justificar sus acciones y deconsolidar su poder como de asegurar la dominaci!nme(ica. "l comienzo de esta reforma ideol!gica estclaramente registrado>

    $as historias se hab)an conservado, pero se quemaroncuando ltzcoatl gobern! en *(ico. Se celebr! un consejo degobernantes y estos dijeron> @"s innecesario que toda la gente delcom1n conozca los escritos, porquecontienen muchas falsedades>el gobierno ser)a difamado y por la tierra se difundir)an s!lohechicer)as5=.

    $a historia se reescribi! en gran parte, comohemos visto, para justificar la actuaci!n de la *lite y suderecho a gobernar. Itra funci!n de los nuevos te(-tos consist)a en combatir la opini!n que de los me(icasten)an sus vecinos. $a mayor parte de los pueblos es-tablecidos en el valle probablemente estaban de acuer-do con los (ochimilcas en @que vergYenza era quecuatro gatos como los me(icanos, gente vil y de pocaestima, hubiesen prevalecido contra los mayores se-#ores y ms lucida gente de la tierra5=J. /a hemosobservado los artificios de los mit!grafos en torno aalgunos de los elementos contradictorios y aleg!ricosde los relatos de la migraci!n, con sus intentos amenudo transparentes de dar a los me(icas un linajesemitolteca. ero, sobre todo, los nuevos historiadoresy mit!grafos se pusieron a alterar los antiguos mitos yla cosmolog)a religiosa con objeto de convertirlos enun culto integrado que sustentara el imperialismomilitar me(ica.

    "sta 1ltima reforma constituy! el logro supremo

    del nuevo orden> la elevaci!n de +uitzilopochtli y laformulaci!n de un culto imperial que un)a la divinidadprotectora, las ambiciones militares me(icas y el sol,en una visi!n de la lucha constante entre las fuerzasdel universo. +emos visto que el +uitzilopochtli preim-perial era un protector divino estrictamente local yque se hab)a desarrollado tard)amente, posible fusi!nde un dios-h*roe me(ica con una deidad acutica msantigua de los lagos del sur. "n el per)odo imperial, yconforme a la nueva preeminencia de los me(icas,+uitzilopochtli lleg! a identificarse tanto con Cezcatlipocacomo con Conatiuh, el sol guerrero55=ELigura

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    "l azteca el pueblo de huitzilopochtli, es el pueblo elegidopor el Sol& es el encargado de proporcionarle su alimento> poreso para *l la guerra es una forma de culto y una actividadnecesaria...55;.

    %onvencidos de que para evitar el cataclismo fi na l eranecesario fo rta lecer al Sol, asumieron la misi!n de proporcionarlela energ)a vital que se encontraba s!lo en el l)quido preciosoque mantiene al hombre con vida. $os sacrificios y las guerrasceremoniales, que eran la principal manera de obtener

    victimas para todos los ritos sacrificiales, eran su actividadfundamental y el aut*ntico n1cleo de su vida personal, social,militar, religiosa y nacional. $a visi!n m)stica del culto de+uitzilopochtli transform! a los aztecas en grandes guerreros,en @el pueblo del Sol55G.

    Aunque algunos elementos de esta visi!n del universoeran viejas creencias mesoamericanas, la nueva cosmo-log)a me(ica los reuni! ligndolos a las necesidadesnacionales y a la vocaci!n imperial del estado. "ste nue-vo papel central de los me(icas y su transmutada divi-nidad protectora tambi*n fueron, claramente, productode las reformas imperiales. 3iversas fuentes atribuyenespec)ficamente la transformaci!n del culto de +uitzilo-pochtli al omnipresente gran sacerdote y consejero delrey, Clacaelel>

    Lue *ste tambi*n quien fungi! como orculo del +uitzilo-pochtli, dios de los me(icas, y quien los gui! por boca de *l 55

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    ser visualizadas y en*rgicamente fomentadas por poderososgobernantes que deseaban unir a la naci!n en torno al esfuerzoimperial55J.

    %omo hemos visto, todos estos cambios se relacionancon la aparici!n de la Criple Alianza, la desigual distri-buci!n de las tierras tepanecas y la reorganizaci!n delpoder pol)tico, obra de 2tzcoatl y de sus colegas. or elloresultan fascinantes los comentarios de CoPnsend a lasinscripciones de un importante monumento me(ica, laiedra del Sol>

    "l 1ltimo elemento fundamental de la iedra del Sol que hayque tener en cuenta es la fecha jerogl)fica =2"catl . 4o cabe lamenor duda sobre la importancia mitol!gica de esa fecha, pues lacitan por lo menos dos versiones del mito originario como fechade creaci!n del actual sol. ero el jerogl)fico tambi*n reapareceen el ciclo del calendario para marcar el a#o de una g*nesis msdirectamente hist!rica> 5G8K, a#o de la subida al poder de2tzcoatl...

    58=.

    Anteriormente, +enry 4icholson hab)a se#alado el ca-rcter sumamente integrado y normalizado de la iconogra-f)a escult!rica azteca585. odemos ahora llegar a la conclu-si!n de que ello se deb)a, al menos en parte, a un controlestrechamente centralizado por el estado de este aspectodel sistema ideol!gico.

    "n 1ltima instancia, fue la creaci!n y el control deinstituciones religiosas y educativas lo que permiti! quepersistieran las revolucionarias reformas religiosas. AClacaelel y octezuma 2 se les atribuye la fundaci!n del

    15JCoPnsend 5.JKJ.18=CoPnsend 5.JKJ.1854icholson 5.JK5 b> 55

    sistema educativo me(ica, enormemente organizado588. "lsistema se compon)a tanto de escuelas locales @debarrio, para la gente com1n, como de escuelas calmecac,que depend)an del estado, para la educaci!n de los sacer-dotes y de los j!venes nobles. $os calmecac, adems deencargar arte religioso e himnos sagrados, se ocupabande difundir el dogma de la *lite y de consolidar las

    creencias. $e!n ortillo E5JO;> ;-8GF ha e(aminado lacapacidad azteca de dis tingui r entre sacerdotes ysabios buenos y malos, prueba del avanzado estado dela filosof)a azteca. ero tambi*n cabe ver esta dife-renciaci!n filos!fica bajo una luz mucho ms c)nica. Alpueblo se le ense#aba a creer solamente en los maes-tros @buenos, que ense#an la @sabidur)a transmitiday que dan una @educaci!n estricta& se le advert)a quedesconfiara de los @falsos sabios que @tienen sus pro-pias tradiciones y las conservan secretamente y por ello@descarr)an al pueblo. As), pues, s!lo el sacerdote adies-trado en el calmecac EBuetzalcoatlF deb)a ser reconocidocomo leg)timo& los otros quedar)an desacreditados, al igual

    que sus @tradiciones secretas. Cras haber reelabora-do la historia y el mito escritos, el estado necesitabacontrolar y alterar asimismo la literatura oral. ronto losrelatos oficiales de la historia y la cosmolog)a se convir-tieron en las versiones aceptadas, gracias a la confianzade los sacerdotes adiestrados en el calmeca en losc!dices escritos0

    s, se#ores nuestros (dice)hay quienes nos gu)an,nos gobiernan, nos llevan a cuestas,en raz!n de c!mo deben ser venerados nuestros dioses,... y los llamados Buequetzalcoa,los sabedores de discursos,es de ellos obligaci!n...

    $os que estn mirando (leyendo), los que cuentan (o refieren lo que leen)los que vuelven ruidosamente las hojas de los c!dices.$os que tienen en su poder la t in ta negra y roja (la sa/idura)y lo pintado&ellos nos llevan, nos gu)an, nos dicen el camino.

    "n el mundo fe li z del reino de 2 tzcoatl, el sacerdote2ndependiente y el que se autotitulaba chamn tendr)an, alo sumo, un papel muy circunscrito.

    As) pues, el adoctrinamiento a trav*s del arte, la educa-ci!n y la literatura consolidaron los cambios forjados por lasmuchas reformas del nuevo r*gimen me(ica. $a ideolog)aimperial, creada por la *lite al alterar cuidadosamente losmitos y tradiciones del pasado, se propag! gracias al

    control estatal del arte monumental, de la historia escrita yde la instrucci!n sacerdotal.

    E)pansin ( consiguien#es #ensiones

    Cras la victoria de 5G8 y la subsiguiente transfor-maci!n de los me(icas, la historia de este pueblo seconvierte en una narraci!n de incesantes conquistas. $osej*rcitos de la Criple Alianza, dirigidos por los guerrerosme(icas, traspasan las fronteras, y con cada campa#acrece el n1mero de centros y tribus que prometenfidelidad y tributo a Cenochtitlan y sus aliados aztecas.$a comparaci!n de la diminuta isla natal de los me(icas

    con la e(tensi!n del reino de octezuma 22 ELigura KF

    1883urn, lib. 8. cap 8O. 5.JOK. vol. 8 pag 85;.

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    muestra la impresionante e(pansi!n del imperio gracias alas conquistas de 2tzcoatl y de los cinco tlatoque que losucedieron. 2nterrumpida s!lo durante la gran hambrunade 5G

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    Aunque las religiones mesoamericanas hab)an impli-cado siempre sacrificios humanos, la cosmolog)a me(icaencuadr! esta necesidad en una nueva y casi mecnicavisi!n del universo. Sus dioses, y en especial el conjuntosolar ConatiuhZ+uitzilopochtli, e(ig)an la sangre y los co-

    razones de v)ctimas humanas para alimentarse en sucontinuo lucha contra las fuerzas de la oscuridad y eldesorden. As) pues, la necesidad de sacrificios humanosno s!lo era ms aguda, sino que adems no conoc)a l)-mites> cuanto mayor fuera el n1mero de cautivos ofrecidosen el altar de los sacrificios, mayor ser)a la fuerza Ey lagratitudF de los dioses. Deveses como derrotas militares yhambrunas no menguaron el celo de los me(icas, sinoque, por el contrario, redoblaron el militarismo. Calesdesastres indicaban el disgusto de los dioses, o advert)ansobre la ruina inminente que su debilidad iba a provocar.$a receta para curar esas dolencias sobrenaturales con-sist)a, ineludiblemente, en ms sacrificios, que e(ig)an

    nuevas victorias para conseguir prisioneros.$a escala de los sacrificios aument!, como puede verse

    en muchas narraciones hist!ricas de los rituales p1blicos definales del siglo 60, as) como en las descripciones de tes-tigos presenciales de los sacrificios masivos a comienzos del602 ELigura F. S. L. %oo? E5JGOF ha calculado, revisando laspruebas de los sacrificios en *(ico %entral, que cada a#ose sacrificaban por t*rmino medio unas 5

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    te(to ideol!gico, veremos que la cosmolog)a me(icaresultaba aceptable y eficaz s!lo en la medida en queproced)a de instituciones religiosas consolidadas y demitos tradicionales. "l sacrificio humano era una tra-dici!n antiguo y venerada en esoam*rica, como loha sido entre muchas culturas de 2a h is toriahumana. $a reforma de la ideolog)a imperial se limit! a

    alterar la escala potencial Ey por ende, 2asconsecuenciasF del sacrificio, asociando directamentela fuerza de los dio-ses as trales a las ofrendas de suscolaboradores mor-tales, los me(icas. "ste ajust e, enapariencia menor, sirvi! tambi*n para enlazar elantiguo conjunto de sacrificios con las ambicionesimperiales del estado.

    $a guerra me(ica y el culto sacrificial integrabantambi*n de forma muy racional todos los planos Eco-lectivo, grupo de inter*s e individualF de las motiva-ciones econ!micas y pol)ticas. "n el plano colectivo, laracionalidad> @secular del culto estatal pod)a obser-varse en la cuidadosa coordinaci!n de las campa#as

    para conseguir v)ctimas sacrificiales con las necesi-dades econ!micas y pol)ticas de los pueblos de la Cri-ple Alianza. 2nicialmente, en la *poca del derrumba-miento tepaneca, 2as reformas ideol!gicas satisficieronla necesidad aguda y urgente de legitimarse que ten)aCenochtitlan. $as reformas de la mitolog)a y de lahistoria proporcionaron al estado la prosapia culturalprecisa, una herencia tolteca. /, lo que es ms impor-tante a1n, los mitos de la lucha solar y de +uitzilo-pochtli otorgaron al estado una sanci!n divina, ele-vndolo a un nivel superior al de sus vecinos. $anueva cosmolog)a confer)a un papel sagrado al pueblome(ica, dndole la identidad nacional y el celo colec-

    tivo necesarios para sobrevivir y t ri un far en el enormeruedo pol)tico al que se ve)an lanzados repentina-mente. As), pues, el culto estatal de contiendas ace-leradas y sacrificios masivos constituy! una oportunaadaptaci!n ideol!gica al ambiente pol)tico del *(ico%entral en el ligio 60. Aunque la modificaci!n de lacosmolog)a me(ica no traspasaba lea fronteras delpensamiento religioso mesoamericano tradicional, setrat! de una medida pol)ticamente racional Ey real-mente astutaF.

    "n ese mismo plano colectivo, tambi*n podemos verel culto esta tal como una adaptaci!n econ!mica. Aun-que su base siguiera siendo la agricultura intensiva,

    las econom)as de las ciudades-estado del *(ico%entral depend)an tambi*n en gran medida de los tri-butos ganados con las conquistas militares. $a cosmo-log)a sacrificial me(ica les dio el impulso competitivonecesario para esas victorias> el fanatismo. "l insa-ciable apetito de sacrificios masivos que los diosesmostraban engendr! tambi*n un infatigable dina-mismo de los ej*rcitos me(icas, una tenacidad que lespermiti! acabar con sus ms obstinados enemigos.$as ventajas de esa tenacidad pueden verse en lapugna entre Cenochtitlan y %halco, uno de los msfuertes competidores de los me(icas por la herenciadel legendario imperio tolteca. %ampa#a tras campa#a,

    la Criple Alianza batall! contra la hegemon)a cha lca .2mpulsados por su culto sacrificial, los me(icas eraninvariablemente los agresores en estos guerras, y por

    ello las batallas se cobraron el mayor n1mero dev)ctimas en las ciudades y tierras chalcas, donde secombat)an. or fin, tras d*cadas de resistencia, el estadochalca qued! agotado por la tenacidad de sus adversarios,ms entusiastas, y la econom)a me(ica cosech! los bene-ficios de nuevas y grandes cantidades de tributo anual ydel control de fuentes adicionales de mano de obra.

    Aunque, como hemos visto, los beneficios econ!micosde los recursos adquiridos en las guerras se distribu)ande forma desigual, ayudaron, no obstante, a toda la so-ciedad me(ica. "n su anlisis de la econom)a del imperioazteca. Lranc*s Herdan ha demostrado que el tributo eraun subsistema diferenciado que, con los mercados y elcomercio a larga distancia, constitu)a la econom)a azteca."l sector de los tributos puede caracterizarse ampliamentecomo de naturaleza @redistributiva. 3e los tributos nos!lo viv)an gobernantes, guerreros y burocracia admi-nistrativa, sino que con ellos se cos teaban planes deobras p1blicas a gran escala, la subsistencia de la po-blaci!n urbana y algunas reservas para *pocas de hambre.

    $os pueblos sojuzgados ten)an la obligaci!n de propor-cionar mano de obra y materiales para proyectos como laconstrucci!n de calzadas, acueductos y sistemas decanales en Cenochtitlan. "stos 1ltimos ampliaron enorme-mente las reas de cultivo, creando ms parcelas de tierrasricas en pantanos desecados y en los lechos de los lagos.or lo tanto, el tributo contribuy! indirectamente a mejo-rar este aspecto bsico del sustento de la poblaci!n me-(ica. %on el transcurso de los a#os, el papel econ!mico delos tributos se hizo a1n mayor, pues en Cenochtitlanaument! enormemente la proporci!n de empleados delestado y de especialistas no agr)co