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Primera edición: agosto 2016

© Derechos de edición reservados.

Edición: Editorial Círculo Rojo.www.editorialcirculorojo.cominfo@editorialcirculorojo.comColección Novela

© Antonio Manrique Solana

Fotografía de cubierta: © Fotolia.esDiseño de portada: © Isabel SánchezMaquetación: Javier Salvador López

ISBN: 978-84-9140-339-5

DEPÓSITO LEGAL: AL 1298-2016

Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida por algún medio, sin el permiso expreso de sus autores. Círculo Rojo no se hace responsable del contenido de la obra u opiniones que el autor vierta en ella. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográfi-cos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

IMPRESO EN ESPAÑA – UNIÓN EUROPEA

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A los queno se esconden

luchan por los suyosdefienden un ideal

sienten, padecen y viven

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NOTA DEL AUTOR

Sabemos que ocurrió, sabemos que a las “salvajes y bár-baras alimañas cántabras que se niegan a llevar nuestro yugo”, los romanos las exterminaron casi por completo. También sabemos que el mejor ejército del mundo, nece-sitó miles y miles de soldados muy profesionales armados hasta los dientes, tropas de infantería, arqueros, caballe-ría que sufrieron muchas más bajas de las que esperaban, maquinaria pesada de guerra,… Sabemos que enviaron a nuestras tierras a sus mejores generales y hasta el empe-rador, el divino Octavio Augusto dirigió personalmente una conquista que duró más de diez años ...

Pero … ¿Conocemos los sentimientos, sensaciones y pensamientos de los nuestros?, ¿Se tuvieron en cuenta en alguna ocasión?. Probablemente nunca lo sabremos y en este terreno es donde se mueve esta historia de “reali-

He querido usar nombres reales, situaciones reales y lugares reales. Por ello hay continuas llamadas de iden-

(*) tanto de vocabulario empleado, como de lo-

de página, cosa que recomiendo hacer. Además una lista

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He tratado de conjugar la realidad de la extensa do-cumentación consultada, con mi imaginación y con ello acercar a todos vosotros una parte de nuestra historia

tratada.

La historia de Pentio, ¿es real? ... ¿Quién lo sabe?. Yo quiero pensar que sí. Los juegos de su infancia con sus amigos, los tonteos de su adolescencia, el aprendizaje de su juventud, la responsabilidad de su edad adulta, … Cuando recorro los lugares que aparecen en esta novela me parece verle enamorado de su familia y peleando por la libertad de los suyos.

¡¡Los cántabros tenemos un Pentio en nuestra sangre!!

Antonio Manrique

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““ Me llamo Pentio, del clan de los Aelaros, de la tribu Avarigi-na, del pueblo cántabro …

Mis días se acaban. Algún día alguien que se adentre por el Mons Vindio encontrará estos pergaminos, los leerá y … ¡¡ Sen-tirá lo que yo sentí !! ””

I

( Año 54 a.c. )

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Frío es lo que puede sentirse cuando la niebla comienza a levantar en el valle del Namnansa (1) . Sus aguas brotan

cerca de las cumbres más altas de la cordillera.

1 NAMNANSA: Actual Río Nansa. Nace en la sierra de Peñalabra, en Polaciones, atraviesa Tudanca, Puentenansa, Herrerías y desemboca en la Ría de Tina Menor en Pechón (Val de San Vicente)

Bravas, heladas, cristalinas, bajan entre pendientes de abundante hierba fresca de un verde intenso buscando los densos bosques de robles, hayas, acebos, abedules, avellanos, castaños, fresnos, algunos tejos y muy estrechos desfiladeros rocosos.

Poco a poco la fuerza del sol se abre camino y va dejando ver un largo y profundo valle rodeado de altas y escarpadas cumbres rocosas en las que la nieve se deja ver de forma abundante, recordando la dureza de los días invernales re-cientemente pasados.

Frío es lo que pueden sentir los lobos que descienden de sus guaridas en las cumbres o salen de sus madrigueras del bosque en busca de alimento y encuentran sus víctimas en los ciervos, venados, corzos, … Los osos pardo comienzan a desperezarse de su letargo, los ciervos y corzos buscan los claros del bosque donde pueden encontrar la hierba abun-dante. Jabalíes, cabras, urogallos (2) y asturcones (3) de pe-queña alzada, corren en libertad con la única preocupación del alimento para sus crías. Los rebecos se mantienen en las altas cumbres nevadas, es su terreno y encuentran su alimen-to entre los claros que va dejando el deshielo.

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Los Avariginos (4) vivimos en pequeños castros (5).

2 UROGALLO: Ave gallinácea comestible de plumaje predominantemente oscuro, patas sin espolones cubiertas de plumas. De unos 80 cm. Vive en los bosques de Robles y Hayas. Se alimenta de brotes de acebo, tejo y helechos. Grita de forma ronca. Pone entre 6-8 huevos entre Mayo-Junio. Actualmente en peligro de extinción.

3 ASTURCÓN: Caballo de pequeña alzada (1,25 mts de media), de grupa inclinada, amplío costal, pectoral muy musculoso y cascos redondeados y muy rsistentes.

4 AVARIGINOS: Tribu mercenaria cántabra con extraordinarias cualidades para la lucha (altos, corpulentos, morenos, largos cabellos). Comían manteniendo el orden jerárquico y la edad. Dormían en camastros de paja, se lavaban con agua fría y limpiaban sus dientes con su propia orina vieja.

5 CASTRO: Asentamiento cántabro que aprovechaba los cerros y lomas elevadas desde el que podían dominar un amplio tramo del valle. En ocasiones sobre riscos peñascosos de difícil acceso.

Estamos repartidos por todo el valle. Aprovechamos los claros que el bosque deja sobre pequeñas colinas desde las que dominamos gran parte del cauce cercano del río. Vivi-mos en lugares altos, así evitamos las frecuentes riadas que provocan los deshielos y las fuertes lluvias. La vegetación es muy espesa en las profundidades de los valles. Nuestros ani-males encuentran mejores pastos en lugares más altos. Sólo cuando llega el frío nos protegemos contra la nieve en luga-res algo más bajos.

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Nuestros poblados no son militares y por eso su defensa no es excesiva; aprovechamos la vegetación que nos ofrece la propia naturaleza y la reforzamos con una muralla de piedra pero no demasiado alta y rematada por una empalizada de maderas afiladas. Abrimos un solo acceso al recinto que ase-guramos durante la noche con una puerta de madera, sobre todo para evitar la entrada de algún animal hambriento y la vigilamos con uno o dos centinelas.

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Ocupamos las dos orillas del río Namnansa, comunicán-donos con puentes de madera y piedra, aprovechando los lugares más estrechos y las altas cumbres que al separar los valles, también nos separan de otras tribus cántabras ...

Algunos de nuestros clanes, se han establecido junto al mar aprovechando lugares más llanos, pero también buscan pequeñas elevaciones para evitar los humedales, allí el clima y la suavidad del terreno, ofrece condiciones más favorables y viven dedicados al pastoreo de ovejas y cerdos, la recolec-ción de alimentos de la tierra y la pesca en el río que ya no

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discurre con la misma bravura; la cercanía del mar suaviza su ímpetu. Otros ocupamos zonas más interiores de montaña donde las condiciones son más duras y el terreno es mucho más escarpado pero la relación entre unos y otros es muy habitual, sobre todo porque en un poblado suelen vivir fa-milias de otros clanes. Nos mezclamos en las aldeas aunque mantenemos nuestros vínculos familiares.

Por el oeste tenemos a los Orgenomescos (6) y Vanidien-ses (7) por el centro con nosotros, Blendios (8), Salaenos (9), Concanos (10) y Coniscos (11) por el este, por el sur Ta-máricos (12) y Plentuisios (13) y por el norte el Cantabricus Oceanus (14).

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6 ORGENOMESCOS: Tribu muy belicosa establecida entre los ríos Salia (Sella) y Deva (Deva), también dominaban la franja costera. Por el sur limitaban con los vanidienses. Su carácter violento lo daba su nombre “los que se embriagan con la matanza”. Corocotta pudo ser su líder

7 VANIDIENSES: Cántabros establecidos en el Noreste de la actual provincia de León, al otro lado del Monte Vindio (Picos de Europa). Con una jerarquía social muy estructurada regida por un jefe y un consejo de ancianos que gobernaban los clanes (Arcaedunos, Aroniaecinos, Cantianos y Corovescos). Su capital fue Vadinium (Crémenes-León). Los hombres vestían túnica negra atada a la cintura, las mujeres vestidos

sujetaban con una cinta en la frente. Eran guerrilleros de armamento ligero (falcata, dardo, puñal y escudo con una pieza metálica en el centro para proteger la mano).

8 BLENDIOS: Establecidos en Campoo, Valle del Besaya hasta la costa (Portus Blendium - Suances). Quizá englobaron a Plentuisios (Valderredible y norte de Palencia-Burgos) y Salaenos (Torrelavega-Suances).

9 ** SALAENOS: Guerreros temibles y amantes de su libertad, tanto que preferían envenenarse con hojas de Tejo, lanzarse vivos al fuego o hacerse matar por sus hijos, antes que caer en manos de los romanos. Obligaron a retirarse a la poderosa Legio I Augusta y fueron los causantes de que Octavio Augusto viniese a Hispania. Vivían en el valle bajo del río Saunium.

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10 CONCANOS: Una de las tribus más guerreras. Al parecer su capital Concana estuvo situada en Congarna-Liébana. Difícil localización exacta.

11 CONISCOS: La tribu cántabra más oriental, vecinos de los aliados de los romanos, los Autrigones. Las armas coniscas eran la falcata, el bipenne, maza de madera, lanza y escudo. La tribu tuvo sus asentamientos en los campos del norte de Burgos y llegaban hasta la costa por los valles del los ríos Megrada (Miera), Sauga (Asón) y Aturia (Agüera)

12 TAMÁRICOS: Habitantes de Tamárica (Velilla del Rio Carrión), en el norte de Palencia. Fronterizos con los Vacceos. En sus tierras se encuentran las Fontes Tamáricas (Lagunas Carrionas), en la vertiente sur de Peña Prieta, de las que la leyenda dice que si la primera vez que se las visita están manando agua se tendrá una larga vida.

14 CANTABRICUS OCEANUS: Mar Cantábrico

Los de más al norte con-tribuyen con los produc-tos de las suaves praderías de los valles cercanos al mar y nos abastecen de pescado, fruta y hortali-zas y nosotros aportamos sobre todo pieles, carne de caza, leche de nuestras

cabras y vacas y vino procedente de nuestras incursiones por los poblados Vacceos (15) y Turmogos (16) de las tierras lla-nas al sur las poblaciones cántabras fronterizas. Las pieles del

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oso pardo y el lobo son muy apreciadas como vestido y abri-go y las intercambiamos por alimentos, telas y otros produc-tos, con los comerciantes que acuden a nuestros poblados con sus mercancías.

Nosotros los del interior, somos expertos cazadores, un oficio que aprendemos desde muy pequeños, acompañando a nuestros padres guerreros en las cacerías. En cada tribu tenemos un castro castellum (17) central en el que nos reu-nimos para nuestras celebraciones, consejos e intercambios.

15 VACCEOS: Vivian en las tierras de Zamora, Valladolid y sur de Palencia. Dominados por los romanos y saqueados continuamente por los cántabros que les robaban trigo y vino lo que Augusto utilizo como motivo para la conquista de Cantabria.

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16 TURMOGOS: Pueblo que vivió en el centro-oeste de Burgos con capital en Segisama (Sasamón-Burgos) que los romanos utilizaron como cuartel general para la invasión.

17 CASTELLUM: Torre de vigilancia romana. También llamaron así al castro central de las diferentes tribus que no tenía carácter militar y por ello sus muros y defensas eran más pequeñas.

En las zonas fronterizas del sur nuestros hermanos cui-dan grandes extensiones de centeno y cebada y hemos cons-truido varios oppidum (18) sobre elevaciones peñascosas de difícil acceso y que son auténticas fortalezas, fuertemente defendidas por altas y gruesas murallas de piedra rematadas por empalizadas muy afiladas, torres de vigilancia por toda su longitud y varios accesos para poder entrar o salir con rapidez. Mantenemos frecuentes encuentros con otras tri-bus cántabras porque somos un solo pueblo, aunque cada tribu tenga sus propias costumbres y organización que todos respetamos y valoramos. Los intercambios son continuos y muchos de nuestros hábitos de vida son comunes. Nos unen las mismas ganas de vivir nuestra libertad, el amor a nuestra tierra y el respeto de las costumbres de nuestros hermanos.

Frío es lo que se puede sentir cuando comienza a despun-tar el día y poco a poco la oscuridad da paso a una incipiente claridad.

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Amanece, poco a poco la luz se va haciendo con el do-minio del interior de las chozas, inundadas de un silencio

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que rompe el aullido de los lobos, el gruñido de los osos, el bramido de los ciervos y el movimiento de las ramas de los árboles agitadas con violencia por el fuerte y cálido viento sur que nos agota más que cualquier duro trabajo.

Son momentos en los que la multitud de ardillas aprove-chan para saquear nuestros almacenes, se llevan todo lo que encuentran y que pueden cargar hasta sus escondrijos en los árboles más altos lejos de nuestro alcance.

18 OPPIDUM: Por extensión de sus campamentos

militares, nombre que daban los romanos a los castros de gran tamaño fuertemente protegidos con altas murallas, fosos y empalizadas.

Grano, bellotas, pan, ... todo es bueno para ellas. Los ni-ños las perseguimos divertidos para jugar con ellas pero los hombres con ganas de capturarlas, su carne bien guisada es tan suave como la del pollo.

Nuestras chozas son estancias circulares. Las construimos clavando en el suelo cada dos pasos, troncos de roble de la

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altura de nuestro hombro y sobre ellos, sujetamos con cuer-das que fabricamos con vainas vegetales entrelazadas, otros troncos de roble que se elevan para confluir en el centro, donde un fuerte tronco también de roble, soporta una te-chumbre que tejemos con ramas de avellano, fresno, cente-no y escoba.

Las paredes las levantamos de piedra y adobe (19) con fuertes varas de avellano. En el interior, un círculo de pie-dras da cobijo a una pequeña fogata que ilumina y calienta el habitáculo. En un lado un camastro de paja en el suelo cubierto con pieles, en otro un banco corrido casi siempre de madera, a veces de piedra, pegado a la pared.

Un pequeño estante de madera con unas cuantas vasijas y recipientes de madera y barro, de diferentes formas y tamaños que elaboramos con nuestras propias manos y co-cemos en unos pequeños hornos que hacemos en la pro-pia tierra. Decoradas con dibujos geométricos con algunos alimentos y unos pocos cantos rodados, que puestos en el fuego, nos sirven para calentar nuestras comidas.

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19 ADOBE: Masa de barro (arcilla y arena) y paja

A veces construimos algunas cabañas de forma más cua-drada. Todas las chozas de las familias cántabras son muy parecidas y se diferencian por las armas del guerrero al que pertenecen, mostrándolas junto a la entrada. La del jefe de la tribu destaca sobre las demás, porque exhibe el cántabrum (20) que identifica a la tribu. Para los animales y para nues-tras reuniones, construimos cabañas de forma rectangular y de mayor tamaño y cercados dentro de los poblados junto a las viviendas.

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Mis padres, Cantia y Acario dormían. Él era el jefe de la tribu, tenía 41 años. Ella, su esposa, unos años más joven. Tenía 39.

La tranquilidad del momento, dio a un enorme y her-moso águila, la confianza necesaria para acercarse y posarse en la techumbre de su choza, donde permaneció hasta que localizó un despistado ratoncillo y se lanzó sobre él, lleván-doselo entre sus garras, seguramente en su nido estarían es-perándola. El batir de sus poderosas alas y su grito de triun-fo, despertó a Cantia, que enseguida comprendió el origen del ruido y por ello no se alarmó. Se movió lentamente para no despertar a su esposo y porque su voluminosa barriga limitaba sus movimientos. Estaba a punto de parir. No fué tarea fácil no perturbar el sueño de Acario que pagaba las consecuencias de la celebración del plenilunio (21) durante la noche anterior. Acarició las largas melenas de Acario con cuidado de no despertarle.

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