07 - el cahchas de los short peludos

Louise Rennison

EL CACHAS DE LOS SHORTS

PELUDOS

salamandra

Foro Libros de Vampiros y algo más

2

Traducción del inglés de

Libertad Aguilera Ballester

Título original: Startled by hisfurry shorts

Ilustración de la cubierta: Jani. Spennhoff

«Startled by hisfurry shorts», Copyright del texto © Louise Rennison, 2006

Traducido con licencia de HarperCollins Publishers Ltd.

Quedan reconocidos los derechos de Louise Rennison como autora de la obra

Copyright de la edición en castellano © Ediciones Salamandra, 2007

Publicaciones y Ediciones Salamandra, S.A.

Almogávers, 56, 7° 2a - 08018 Barcelona - Tel. 93 215 11 99

www. salamandra, info

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autorización escrita de los titulares del "Copyright", bajo las sanciones

establecidas en las leyes, ia reproducción parcial o total de esta obra por

cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento

informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler

o préstamo públicos.

ISBN: 978-84-9838-134-4

Depósito legal: B-48.069-2007

1a edición, noviembre de 2007

Printed in Spain

Impresión: Romanyá-Valls, Pl. Verdaguer, 1

Capellades, Barcelona


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En memoria, y con todo mi amor, del vicario Dezzo.


4

una nota de Georgia

Queridos colegas y coleguitas globales:

(A ver, un momento, cuando digo «globales» no quiero decir que

tengan formas esféricas, sino que están repartidos por todo el mundo.)

¿Dónde estaba yo antes de que lo entendierais todo mal? Ah, sí, ¿sabéis

cuánto os quiero a todos? MUCHO. Mirad cuánto. Os amo, es UN hecho.

¿Por qué si no iba a pasar tanto tiempo revolviendo entre mis cajones

creativos (¡toma ya!) para escribir otro diario?

De hecho, como les digo a todos los que quieran escucharme (más

bien nadie), soy prácticamente una santa con forma humana. Pero te lo

agradecen muy poco. Por ejemplo, el otro día ayudé a una ancianita a

cruzar la calle. No tenía por qué hacerlo. De hecho, había salido a

comprar un nuevo brillo de labios y tenia mucha prisa. Pero lo hice, ¿y

sobéis qué recibí a cambio? ¡Un paraguazo! Me dijo que no quería cruzar

la calle, que estaba esperando a su amiga ¡para ir a clases de pole dance!

Ésta es la clase de mundo en que vivimos.

Los pirados carrozones, tipo Elvis Attwood, los padres y tal, dicen

que a las jóvenes sólo nos importa el brillo de labios y los morreos. Yo

respondo: JA JA JA. Si se tomaran la molestia de leer obras de geniosidad

como las mías, pronto repararían en que hacemos muchas cosas útiles y

creativas. ¿Quién inventó términos como «meódromo» y «cagódromo»

que se oyen en las escuelas de todo el mundo? Antes de que me dignara a

inventar la expresión «nunga-nungas», qué absurdos nos sentíamos

llamando a nuestras sustancias pectorales, esto... pechos.

¿Lo veis?

Creo que sí que lo veis.

Adiós y que Dios os bendiga a todos.

Y también staluegos.

Georgia

PD. También inventé ataque de nervis e i. de o. (ida de olla), y demás.

PD 2. Y el bailecito disco inferno vikingo.

PD 3. Podría seguir, pero con tanta creatividosidad estoy agotada y me he

quedado zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz


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en la tierra del fiasco.

Sábado 18 de junio

21.00 No me puedo creer que esté otra vez colgada en la percha del

romance.

Y de nuevo en el horno del amoooor.

Y probablemente de camino hacia la panadería del dolor.

E incluso puede que me detenga a comprar un pastelito en la

confitería de la agonía.

Calla, cerebro. Calla.

miro las estrellas por la ventana de mi habitación

21.01 En mi libro La meditación para los muy atrasaditos dice que mirar el

universo, las estrellas y todo lo de ahí fuera es relajante.

Ommmm.

21.03 El libro de meditación está mal. Dios mío, las estrellas son de lo

más incordiante. Venga a parpadear y a titilar como intermitentes

imbéciles. ¿Por qué estarán tan contentas?

21.03 y medio Os digo por qué están tan contentas: porque no son yo.

No saben nada de la llamada del Cachondismo y los morreos. ¿Acaso un

dios del amoooor les ha anunciado a alguna de ellas «dentro de una

semana, te digo si quiero salir contigo o no»? Claro que no.

En cualquier caso, ¿para qué sirven las estrellas? Ni siquiera puedes

leer bajo su luz. Ahí están suspendidas. Como linternas con la pila a punto

de agotarse.

21.04 Estar ahí suspendidas no es exactamente un trabajo, la verdad.

21.05 Podría decirse que no me encuentro en absoluto más calmada.

21.10 Estar en la panadería del dolor es muy, muy aburrido. Son las nueve

y diez de un sábado por la noche y estoy en mi cuarto. Sola. Estoy en el

mejor momento de mi...esto...cachondismo y joie de vivre y no está

pasando nada. Nada de nada.

Esta casa parece una tumba. Voy a...


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Vaya, mi querida hermanita ha abierto la puerta de una patada y me

ha tirado encima a mi gato Angus.

—¡Hollaaaa, Gingey! Estamos aquí. ¡¡¡Holla!!! Mira cómo baila mi

culito. Sex bom, sex bom, ¡¡¡soy una sex bom!!!

Cielo santo, Gott en Himmel. Angus se ha puesto furioso al verse

lanzado de ese modo, y en cuanto ha dejado de estornudary sacudirse a lo

gato, me ha clavado las uñas en el tobillo. Aaaaaay. Lo que me faltaba: voy

camino de la confitería de la angustia con la pata coja.

Libby se ha subido el vestido por encima de la cabeza y ha empezado

a sacudir el culete como una bailarina de pole dance. ¿De dónde saca esos

movimientos?

Acaban de volver del manicomio, es decir, la residencia del abuelo,

así que debe de haberlos sacado de allí. He visto a los internos en lo que

ellos llaman el salón común. Fingen jugar al dominó, pero en secreto

practican para volverse tarumbas. Y probablemente se pavonean con sus

pañales para la incontinencia.

Luego entra mamá haciendo de mamá y toma en sus brazos a Bibbs.

—Hora de irse a Nonolandia, señorita.

Libby sigue cantando y retorciéndose en los brazos de mamá, que

repara en mí, que estoy en mi cuarto.

—¿Qué haces aquí, Georgia? ¿Por qué estás aquí encerrada?

Respondo:

—Aunque nadie parece darse cuenta, de hecho éste es mi cuarto. O

sea, mi espacio. Resulta que estaba en la cama.

Mamá dice mientras sale de la habitación:

—Claaaro, tienes que estar cansadísima, te pasas el santo día

acarreando de un lado para otro el brillo de labios y el rímel.

Mu, muu graciosa. ¡Qué va!

21.25 He pasado encerrada en mi habitación más o menos veinticuatro

horas, quitando alguna que otra salida para tomar un tentempié e ir al

baño. Bueno, y una rápida escapada a las tiendas para obtener artículos de

primera necesidad. Rímel y un nuevo portanunga-nungas. Y un ejemplar de

Cosmo. Hace más de veinticuatro horas que Masimo me dejó en la puerta

de casa con la promesa de que me haría saber si quería que fuera o no su

novia. ¿Por qué admití que quería que fuera mi novio en serio? ¿Por qué,

por qué?

21.26 ¿Y tres veces por qué? ¿Por qué, por qué, por qué? ¿Por qué no

podría ser una mujer sofisticada e insensible, para variar? Por una vez

habría podido quedarme calladita y potenciar mi halo de naturalidosidad y

savoir como se llame.


7

21.30 Si hubiera jugado bien mis cartas, habría podido tener montones de

novios. Todos al mismo tiempo. Masimo el semental italiano sería el novio

de fin de semana, y Dave el Risas pondría su toque personal a los días

entre semana lluviosos. E incluso tendría a mi antiguo dios Sexy (cuyo

nombre no mencionaré ni que me maten), como una especie de novio a

distancia kiwilandés. Pero no, tenía que decirle a Masimo que quería ser su

única novia»

21.40 En su momento me encantó morrearme con Masimo bajo las

estrellas. Entonces las estrellas no me sacaban de quicio. Nada lo hacía.

21.42 ¿Cómo es posible que vuelva a habitar la tierra del Fracaso?

Estábamos morreándonos a la luz parpadeante de esas imbéciles estrellas,

y al siguiente instante el tío se pira al Late and Live con la sosa de Lindsay,

el insecto palo ése.

La vieja Calzones Mustios me persigue. Primero tentó a ya sabéis

quién, cuyo nombre no mencionaré ni que me maten, aunque como pista

diré que empieza con «R» y termina con «obbie». Y ahora va por

Masimo» La odio, la odio.

Pero así es la vida, ¿no? Bueno, la mía, en cualquier caso: maravillosa y

genial un momento, y al siguiente asquerosa y una merde total.

21.45 ¿Cómo era aquello que dijo Charlie Dickens en su famoso libro

Oliver Tontín? Ah, sí, «Vive Dios y sepan vuesas mercedes que el mundo

no es sino un teatro y que no es menos cierto que no somos más que

actores en él. Recontra.» ¿O fue Billy Shakespeare?

¿Quién sabe? ¿A quién le importa? ¿Y qué significa, de todos modos?

¿Y a qué se debe que ninguno de esos barbudos antediluvianos sepa hablar

como Dios manda?

¿Qué significa todo?

Medianoche Oh, no puedo más. ¿Cuántas horas tienen que pasar antes

de que Masimo me dé su respuesta? Quizá debería llamarlo y decirle que

no hablaba en serio cuando le

dije que quería que fuera sólo mi novio. Podría decirle que mientras

yo le siga gustando también puede salir con la pava de Lindsay.

00.10 Pero entonces podría morrearme con él después de que se hubiera

morreado con ella, y eso significaría prácticamente que me habría

morreado con Lindsay. Eso no hay quien lo soporte.

00.20 Antes me morreo con Angus.


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00.26 Fijo que Angus da mejores morreos que ella.

Mucho mejores.

00.30 Las patas del gato son más bonitas, sin duda.

00.31 Bueno, al menos tiene más.

00.36 Todo el mundo se ha ido a la cama. Y los mininos están fuera. Los

oigo maullando y bufando en el jardín. Ahora el bizco, Gordy, es

prácticamente un adolescente en años gatunos. Seguro que hace

malabarismos con la pelota como Oscar, el supuesto hijo del señor y la

señora Vecinos-de-Enfrente, también conocido como Pervertidote. No, lo

que quiero decir es que finge hacer malabarismos, pero en realidad no les

quita el ojo de encima a las féminas mininas.

00.39 De hecho, Gordy sería mucho mejor malabarista mientras observa a

las pavas que Oscar, pues es capaz de hacer ambas cosas al mismo tiempo:

poner un ojo en la pelota mientras con el otro se come a las mininas. Así

ser ojituerto tendría sus ventajas.

00.41 Oooh, no puedo dormir Tendré que leer un libro de sabidurología.

00.42 En mi libro (bueno, oficialmente es de mamá) Cómo conquistar a

cualquier hombre pone que si finges sentir lo que sientes, sentirás que lo

sientes.

¿Cómo?

00.45 Por ejemplo, dice: «Si vas a una fiesta y sientes timidez, entra en la

habitación con una sonrisa de oreja a oreja. Endereza los hombros, levanta

la cabeza, deja que los brazos te cuelguen relajadamente a los lados.

Entonces, aunque no estés muy segura de ti, ¡nadie lo notará!»

Mola. Ensayo delante del espejo.

Amplia sonrisa, brazos sueltos, balanceo. Gran sonrisa, hombros

hacia atrás, cabeza alta, balanceo, balanceo. Brazos sueltos, balanceo,

balanceo.

00.52 Sí que es verdad: parezco muy segura de mí misma. Sólo hay una

pega: con los brazos sueltos balanceándose soy igualita que un orangután.

Un orangután llamado Ralf, probablemente. ¿Y quién quere tener un

orangután seguro de sí mismo por novia?, me pregunto yo.


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00.54 Ralf, el orangután seguro de sí mismo, con un pijama de los

Teletubbies. Que sólo llevo por pura comodisidad. No tenía ni idea de que

iba a tener que llevarlo en una fiesta aparentando autoconfianza.

Calla, cerebro, calla.

Domingo 19 de junio

mi habitación

10.00 Sigo en la misma percha del amor.

El mismo horno del dolor.

Idéntica panadería de la... cállate ya,

Normalmente hablaría con Dave el Risas sobre este asunto del Dios

del Amoooor. Después de todo, es el Maestro del Cachondismo y el

rey de los calzones oficial. Cuando lo recuerdo cantando «¡Las colinas

cobran vida con el sonido de los calzones!» todavía me río como una

hiena. Le pediría que me ayudara con su sabidurosidad sobre los chicos,

pero se ha puesto un poco rarito con todo ese rollo de lo bien que

estaríamos juntos los dos, así que últimamente no me hace mucha gracia

verlo.

11.00 Mutti asoma la cabeza por la puerta.

—Nos vamos al Waterworld. ¿Quieres venir?

Mi respuesta:

—¿Te has vuelto loca?

Lo digo en un tono interrogante y educado, pero aun así ella se pone

como un basilisco.

—Mira que eres maleducada, joder.

Casi estoy a punto de mencionar que las palabrotas denotan falta de

vocabulario, pero no lo hago porque me siento mu, pero que muu

cansada.

11.30 La loca familia suiza ha salido «rugiendo» en el payasomóvil —

también conocido como el ridículo Robín Reliant de tres ruedas de

papá—, y me ha dejado sola en el Cháteau de la Profunda Desesperación.

11.35 Me estoy volviendo loca. Voy a tener que llamar a doña Bragas

Gigantes, y confiar en que no empiece a soltarme el rollo de los

excrementos de murciélago.


10

Llamo a jas.

Jas está tan metida en Jasytomlandia que ni siquiera repara en que me

encuentro en la panadería del dolor. No habla más que de sí misma.

—¡Cómo mola que Tom esté aquí de nuevo! Sólo lo vi ayer un

poquitín. Va a traerme su colección de la flora de Kiwilandia y va a ser

tan... tan...

—¿Indescriptiblemente aburrido? —interrumpo.

—Tengo que colgar.

—Jazzy, cariñín, ¿puedo ir a verte? Necesito tu ayuda.

—No.

habitación de Jas

hora de comer

Estoy tirada entre la triste colección de peluches de Jas, en su mayoría

búhos, mientras ella hace chorradas delante del espejo. ¿Qué está

haciendo?

Le digo:

—Jas, si no dejas de boquear como una carpa es imposible que pueda

contarte un asunto, un asunto muy importante y lleno de tragicismo que

me atañe a mí, tu más cara amiga.

¿Qué estás haciendo?

—Practico el fruncimiento de labios.

—¿El qué?

—Fruncir los labios. Bueno, es que anoche tuve un problemilla al

morrearme con Tom.

Aunque mi mundo se está desmoronando por momentos, siempre

me interesan las historias de morreos.

—Cuenta, cuenta.

—Bueno, al principio, mientras lo esperaba, estaba bastante de los

nervios.

—¿Y te toqueteabas el flequillo de esa forma tan irritante tuya?

—No sé; en cualquier caso, cuando llegó yo estaba como un flan.

Pero en cuanto sacó sus chismes todo fue bien.

—¿Quééé?

—Ya sabes, las fotos esas de Kiwilandia; así que las miramos un rato.

Hasta que me calmé. De hecho había una chulísima de Robbie...

Genial. Para acabar de arreglarlo ahora estábamos hablando sobre

una persona que yo había jurado no mencionar ni que me mataran.

—¿Estaba Robbie tocando la guitarra y jugando con marsupiales?

Jas ni me escuchaba.


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—Bueno, y entonces, mientras las mirábamos, Tom se me acercó

más y me rodeó con un brazo. Y entonces, bueno... ya sabes, empezamos

a morrearnos y tal.

—¿Y tal? ¿Dónde está «y tal» en la escala del morreo? ¿A qué

número llegaste?

—Bueno... cinco y un poquito de seis. Molo mucho, en serio. Me

sentía como si me estuviera fundiendo con él y entonces... bueno... tuve

una especie de espasmo labial.

—¿UN ESPASMO LABIAL?

diez minutos después

Al parecer se estaba pegando el lote de su vida cuando de repente sufrió

el espasmo.

—Me dio un calambre en los labios y como que se me agarrotaron.

—¿Y cómo te quedaron?

Me hizo una demostración. Caramba. ¿Sabéis cuando le estás dando

de comer a un bebé y no le gusta, y parece que se le van a salir los ojos de

las órbitas y su cara sufre un espasmo y a continuación le sale la comida

disparada de la boca? Bueno, si no lo sabéis, creedme, yo sí. Libby es capaz

de enviar el arroz con leche al otro lado de la habitación.

Mientras Jas me enseñaba su cara paralizada, le dije:

—Perdona que te lo diga, Jas, pero no es que estés muy favorecida, la

verdad.

—Espero que se deba a la sequía del morreísmo que he sufrido —

replicó—. Hacía siglos que no me daba el lote, así que... pues eso, me

faltaba práctica... pero no volverá a ocurrir.

—Me alegro.

—Porque ahora sigo una tabla de ejercicios. ¿Te los enseño?

—No.

—Vale. Mira, consiste en fruncir los labios, relajar, fruncir, relajar. ¿Lo

ves?

No le dije nada y me limité a observarla con ojos como platos igual

que los búhos mientras ella ponía morritos y luego relajaba la boca. Era

una mezcla de Mick Jagger y un idiota. No necesariamente en ese orden.

Pero ya estaba lanzada.

—Y luego, para el esprín final, lengua en punta, lengua en punta.

Cristo, qué horror, estar allí mirándola mientras sacaba y metía la

lengüecita como un ratón enloquecido. Afortunadamente, conseguí

meterle una gominola en el gaznate para poder contarle la triste historia

de mi semental italiano.


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—¿Así que le dijiste que o se convertía en tu novio sólo para ti o adiós

muy buenas, arrivederci, Masimo? —preguntó Jas sin dejar de mascar.

—Sí, pero...

—En nombre del pijama mastodóntico de Fina, ¿en qué estabas

pensando, Georgia? ¿Te has vuelto loca?

—No, no estoy loca, Jas. Pero tengo una amiga, parecidísima a ti, por

cierto, que me dijo: «Sé tú misma.»

—¿Qué?

—Dijiste que ser tú misma y auténtica era como tener una nariz

generosa. Como la mía. Las palabras exactas fueron: «Sólo porque tienes

una nariz generosa, no vayas a la tienda de disfraces de narices; deja que tu

nariz sea libre y salvaje.»

—¿Qué tonta del culo dijo eso?

—TÚ, Jas.

—¿Ah,sí? Bueno, vale, pero no lo decía en un sentido literal. Es

evidente. Todo pasaba en la cabeza. Quiero decir, FINGIRÍAMOS ir a la

tienda de disfraces de narices. No me refería a que fueras TÚ misma de

verdad. Eso es una estupidez.

La habría matado en ese mismo instante. De hecho, si atacara su

estúpido flequillo de repente, se podría asfixiar con la estúpida gominola, y

eso sería fantástico.

Por desgraciaba había captado su interés.

—A ver si lo entiendo, ¿así que va a decidirse entre tú y la pava de

Lindsay? Caramba, ¿y ella lo sabe? Porque si lo sabe estás igual de muerta

que un Donut. Más muerta aún.

Gracias, amor.

13.30 El timbre de abajo suena y un minuto más tarde Tom entra saltando

en la habitación.

—Hey, Georgia... Paisha, que dicen nuestros colegas kiwilandeses.

¡Mola verte!

Y me da un abrazote típico de tío. Me encantó. Sobre todo al pensar

que no volveré a sentir el jersey de un chico junto a mi cabeza en lo que

me queda de vida, tal como van las cosas.

Se sentó en la cama, nos miró a las dos y preguntó:

—¿Puede saberse de qué estáis hablando? ¿De pintalabios?

Ambas nos mostramos ofendidas. Tom siguió probando:

—Bueno, pues... ¿de la paz mundial, los cuatro delanteros del

Manchester United, de morreos?

Con la dignidosidad que me caracteriza, repliqué:


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—Aparte de los chicos tengo otras cosas en la cabeza, Tom. Sabes

perfectamente que hay más cosas en el mundo.

—¿Así que todo ha terminado con el semental italiano?

—No, bueno, esto, a lo mejor... oh, no lo sé.—Y canté como un

canario porque era muy agradable poder hablar con un ejemplar de los

chicos. Y, para ser un chico, Tom no está del todo pirado.

Al final, se tumbó entre la familia de búhos de peluche de Jas y dijo:

—Guau.

Me lo quedé mirando.

Él se me quedó mirando.

—Guau requeteguau.

—Ya lo sé, lo mismo pienso yo —comentó Jas.

¿Qué les pasa, son los gemelos telepáticos idiotas o qué?

—¿Qué piensas? —le pregunté a Tom.

—Bueno, ya sabes que acaba de salir de una relación importante y,

bueno, el tío no está nada mal, ¿verdad? Y no es que a mí me gusten los

tíos, pero hay que reconocer que tiene buena pinta. Podría conseguir a

cualquier pava que se propusiera.

Jas asentía como si Tom fuera la doctora Ruth, psiquiatra de

Hollywood, o algo por el estilo. Y se le arrimó cantidad. Patético.

Tom siguió hablando:

—Georgia, ¿y no crees que él, bueno, ya sabes, puede estar un

poquito preocupado por tus, esto... rarezas?

—¿Rarezas? —pregunté—. ¿En qué sentido?

—Bueno —contestó Tom—: cuando te preguntó la primera vez si

querías tomar algo, te marchaste a bailar como una posesa Two Little Boys

de Rolf Harris.

Pero por el amor de Dios, ¿es que jamás voy a librarme de mi

chifladurismo?

—¿Y qué otra cosa puede hacer un ser humano cuando sus

atrapachicos se quedan pegadas? —respondí.

Jas seguía asintiendo con cara de entendida en la materia.

—Sí, sí, ya sé lo que quieres decir—le aseguró a Tom—. Puede que

tenga miedo de salir con ella, y la verdad,¿quién va a culparle?

Estaba a punto de abalanzarme sobre su garganta cuando su madre

llamó a la puerta y dijo:

—¿Puedo entrar un momento Jas? Papá y yo nos vamos al huerto

comunal y después quizá pasemos por el club a echar una partidita de

cartas, así que he dejado la merienda preparada en la cocina. Ya sé cuánto

coméis los adolescentes. Hasta luego.

Su mutti y su vati se van al huerto comunal. La mamá de Jas llevaba

katiuskas, pantalones de la talla adecuada para una madre y chaqueta. Es


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probable que su vati ni siquiera sepa que existen pantalones de cuero. Mi

vati conduce un coche de payaso y mi madre apareció anoche con la

camiseta del revés. ¿Cómo voy a saber cómo debo comportarme? ¿Por

qué algún dios del Amooor habría de querer nada conmigo? Oh, no, por

favor, no te pongas a lloriquear.

Tom me miró y me rodeó con un brazo.

—Oye, Georgia, si no te elige a ti, él se lo pierde. Eres fabulosa;

todos lo sabemos.

Incluso Jas tuvo un momento de ternura.

—Sí, eres, esto... fabulosa, y eres tan, ya sabes... tú. Quiero decir, que

no serías tú si no fueras tú, ¿no?

¿Pero de qué estaba hablando?

Tom rebuscó algo en su mochila.

—Tengo algo que enseñarte, Gee.

Oh, cielos, ahora iba a sacar sus tritones o algo parecido, en un

momento como aquél. Me pasó un montón de fotos. Ah, bien, eran de su

viaje a Kiwilandia. Qué interesante. Bueno, no tanto.

Les eché un vistazo. Árboles, más árboles, ovejas, árboles, la peña de

Kiwilandia, todos luciendo botazas, pantalones cortos y barbas

extravagantes. ¡¡¡Y los hombres son igual de chungos!!! Jajajajaja. Oh, calla,

cerebro. Más ovejas, cacas de wombat, géiseres, más barbas, ovejas,

árboles, ovejas y... entonces vi la foto de ya sabéis quién. El dios Sexy

rompecorazones original. Sonriendo a la cámara. Con sus soñadores ojos

azules. Moreno. En un río con pantalones cortos. Gracias a Dios, lo aparté

con mano firme y no sentí nada.

un minuto después

Fuaaa. Y también argfs argfs.

de vuelta a mi habitación del dolor

19.00 Me he sentido fatal en casa de Jazzy Spazzy. Tantas manitas y risitas,

es patético. Bien habría podido ser yo la mujer del hombre invisible La

señora hombre invisible.Venga besitos y besitos. «Ooooooohhh, Tom, ¿te

gustan mis zapatos nuevos? Oooohhh, Tom, tengo un buhito nuevo.»

Patético. Jamás haría eso delante de nadie. Tampoco tengo que

preocuparme, porque si Masimo elige a la pava de Lindsay, pasaré el resto

de mi vida en un monasterio lésbico.


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cinco minutos después

La vida se ha convertido realmente en una merde tan grande que no puedo

ni hablar con mi mejor amiga porque está OCUPADÍSIMA con su novio.

Bueno, pues que así sea: si prefiere a Tom que a mí, es asunto suyo.

Voy a evitarla con mano firme.

CANTIDAD,

Como evito a Robbie.

No ocupará espacio en mi cerebro. No queda sitio para nadie más en

la confitería de la agonía; está hasta los topes.

Y, en cualquier caso, Masimo es el único.

A lo mejor.


Odio a Jas. Mi supuesta amiga del alma.

Pero os voy a decir una cosa de balde: jamás sabrá cuánto daño me

ha hecho. Puedo estar sufriendo un montón, pero al menos conservo mi

dignidosidad.

Eso no pienso perderlo por nadie.

un minuto después

He llamado a Jas.

—Jas, ¿tú qué crees que dirá Masimo? ¿Crees que quiere salir

conmigo? ¿Tú saldrías conmigo si fueras él?

—Jopé, no empieces otra vez con el rollo bollero.

—Jas, sólo te estoy pidiendo que te imagines que eres él para saber

qué pensarías de mí si fueras él. Quiero decir, tú no elegirías a la pava de

Lindsay en lugar de a mí, ¿verdad?

—Hombre, ella tiene los brazos bastante bonitos.

—Jas, ésa es la respuesta incorrecta. La respuesta correcta es:

«Claro, yo te elegiría a ti siempre, Georgia, criatura egregia.»

—Bueno, pues si ya sabías la respuesta, ¿para qué me preguntas?

—Y por cierto, ¿qué quieres decir con que tiene los brazos bonitos?

Es un insecto palo, y por lo tanto tiene brazos como palillos ridículos. Y a

diferencia de los insectos palo, la ridiculez va más allá: también tiene una

frente ridicula, y unos pies ridículos y...

—No la he visto descalza, ¿y tú? ¿Cuándo le has visto los pies?

—Jas, no sé si le he viste los pies, pero sé que son lamentables.

De todos modos, para ya con sus pies. ¡Me importan un pepino sus

cutres pies!


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—Bueno, no he empezado yo con los pies. Sólo trataba de ser

educada.

Le cuelgo el teléfono. Quizá esté sufriendo un ataque de nervios.

Mejor voy a comer algo dulce.

en la cocina

Nada para comer, por supuesto.

Necesito, y voy a tomar, azúcar.


Nunca comáis pan con azúcar. Es asqueroso.

19.30 Mejor me pongo a pensar qué llevaré el día que venga Masimo.

Podría ser el factor decisivo entre la felicidosidad y la tristosidad.

Tengo que asegurarme de que no me vea con el uniforme de la

escuela. Sólo serviría para recordarle que aún voy a la escuela.

Creo que voy a practicar sonrisas en el espejo.

19.40 Oh, lo que me faltaba, tengo un grano sin cabeza en la barbilla.

Perfecto. Seguro que para el viernes habrá crecido hasta convertirse en

una enorme segunda barbilla roja llena de pus.


Estupendo, me he quedado sin crema para los granos. Podría echarle un

poco de perfume; a veces funciona. ¿Qué pone en CosmoGIRL! respecto a

las alertas de grano?


Al parecer se supone que puedes convencer a un grano de que

desaparezca si lo animas a sacar cabeza. Hay que aplicar vapor en la zona.

Con algo que haga vapor.


He tenido la cara encima de una olla hirviendo durante el último año y

medio,y aunque ahora está toda roja y sudorosa, el grano sigue ahí tan

contento y sin cabeza. En los consejos de belleza de la Cosmo pone que se


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puede usar un emplasto para sacarlo. ¿Qué puedo usar tipo emplasto? Ahí

dice que una bolsa de muselina con hierbas y cosas dentro.

en el baño

Acabo de mirar en el cajón de las medicinas y hay unas naranjas mohosas,

la pierna del muñeco Pantalitzer de Libby,y caca de gato seca. Pero qué

asco.

en la habitación de Mutti y Vati

He encontrado emplastos para callos en un cajón. A lo mejor sirve. Me

pegaré uno encima del grano sin cabeza.

un minuto después

¡Qué guapa! Estoy horrible.

Pero ¿quién dijo que el amor no hacía sufrir?

un minuto después

¿Y quién dijo que no tuviera que ver con emplastos para callos?

20.10 Jo, noto cómo palpita el grano. Espero que el emplasto para callos

no saque nada más. No me gustaría levantarme sin barbilla.

vagando por la casa más sola que la una

20.15 Bien podría ser huérfana, a juzgar por el caso que me hace mi

familia. Se han marchado felices y contentos hace años, y me han dejado

todo el santo día sola con cinco míseras libras. Se largan y asustan a la

gente durante horas y horas.

Los odio.

Da un poco de miedo quedarse sola en casa. Ni siquiera están los

gatos. ¿Y si un preso evadido aparece en medio de la noche y entra en la

casa para conseguir comida y lo que sea? No se quedaría mucho rato, os

lo aseguro.


Jamás pensé que llegaría el día en que me alegraría de oír el gemido a

medio gas del payasomóvil de Vati, pero ha llegado.


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Vuelo a refugiarme en mi cuarto.

alerta de pirados

un minuto después

Bang, bang, crash. ¿Por qué nadie de mi familia puede abrir una puerta con

normalidad? Siempre liándola cuando seres hambrientos con dos barbillas

intentamos dormir.

Mamá sube a mi cuarto. No sé por qué se molesta en tener uno para

ella.

Se sienta en la cama y me mira, ¿Qué pasa? ¿Tengo monos en la cara?

—¿Me puedes explicar por qué llevas un emplasto para callos en la

barbilla? —me pregunta.

Mi respuesta:

—Oh, déjame en paz, por favor.

—Georgia, ¿qué te pasa? En serio, pareces preocupada y enfadada...

¿qué te pasa?

Y entonces no sé qué ha ocurrido, pero se lo he contado.

—Le dije al semental italiano que quería que fuera mi novio y él

contestó: «Vaya, esto va en serio», ya sabes con ese acento que mola

tanto, y entonces Dave el Risas dijo: «¿Qué pasa si te gusta alguien de

verdad y vas y la pierdes?», y Jas dijo: «La pava de Lindsay tiene los pies

bonitos y a lo mejor eso le gusta»... a lo mejor les gustan a los italianos,

son una raza antigua e igual les gustan los pies... y entonces se ha

presentado esta complicación sin cabeza, así que me he puesto el

emplasto para callos... y él se decidirá el viernes, y quedan cinco días...y el

colmo de los colmos es que el dios Sexy original, cuyo nombre no

mencionaré ni que me maten, llevaba pantalones cortos, en un río,

probablemente chuleando delante de sus colegas los wombats... Oh, ¿qué

más da?

De hecho, para ser una tonta redomada que se pasea por ahí

luciendo sus nunga-nungas tan contenta, mamá ha estado bastante maja. Y

al parecer lo ha comprendido.

Cosa que me sorprende, dado que yo no sé lo que digo la mayoría

del tiempo.

Y estoy dentro de mi cabeza. Es triste.

22.00 Mamá me da un beso, y yo hasta le dejo que me abrace. Un

poquito. Me ha dicho que el emplasto para callos no funcionará, pero que

mañana me consigue una crema para secar el grano sin cabeza.

Me ha dicho que debería mantenerme ocupada con una lista de cosas

por hacer hasta el viernes para no tener tiempo de volverme loca.


19

Buena idea. Empezaré a escribir la lista ahora mismo.

dos minutos después

Aquí está mi lista:

Hacer los ejercicios de no volverme loca

22.35 Mamá me trae a Bibbs a la cama. Estaba dormida, aún agarrada a las

gafas y al tubo de bucear. También se agarra a la estatua de Nuestro Señor

Jesucristo, o Sandra, como se llama ahora con el vestido de la Barbie y el

maquillaje. Es el nuevo mejor «migo» de Libby. Miro a Bibbs a la media luz

de mi habitación. Qué dulce es cuando está dormida, Tiene las pestañitas

largas y rizadas y hace un mohín con su boquita rosa. Me abrazo a ella, se

da la vuelta y me rodea con sus bracitos. Ooooooohhhhh. Digo en voz

baja:

—Buenas noches, hermanita. Te quiero.

Y ella contesta dormida:

—Nas noches, Ginger. Tiquiero.

Ooooohhh. Por lo menos ella me quiere.

—Ginger, mecho caca nel pijama —susurra después.

Medianoche Después del traslado de emergencia de la hermanita cagada,

me meto otra vez en la cama del dolor sola. Aunque no totalmente sola

porque aún quedan restos de la peste y Sandra/Jesús sigue en la cama

conmigo.

2.00 Me despierto de un sueño.

He soñado que mantenía una conversación con Jesús. Estaba

cabreado porque no le gustaba el vestido y decía que ese pintalabios no le

favorecía. Que le acentuaba el naranja de la piel.

Me pregunto si es un mensaje de mi subconsciente para que sea más

religiosa.

Lunes 20 de junio

8.00 El Corpulento (Vati) grita:

—¡Georgia, levántate YA! Tienes cinco minutos para arrastrar tu

culo aquí abajo.

Pero qué basto es. ¿Cómo osa mentar el nombre de mi culo en vano?


20

Mi encantadora hermanita irrumpe inesperadamente en mi cuarto

para recoger a Sandra. Lleva un impermeable transparente y unas bragas

minúsculas que debía de usar cuando era bebé.O, probablenente, se las ha

robado a algún pobre niño de la guardería. Tengo que decirle a Mutti que

recuerde a las madres que no dejen a sus críos solos cuando Libby ande

cerca. Se me ha acercado, poco a poco porque las bragas enanas le

impedían dar pasos normales, se ha metido en la cama conmigo, ha

agarrado a Nuestro Señor y lo ha abrazado.

—Voy a levantarme para ir a la escuela, Bibbs —le he dicho.

—Abracitos, abrazosines—ha respondido.

La he achuchado un poquito y besado en la frente. ¿Es normal

desayunar krispies de arroz en la cabeza de tu hermana?

Mutti ha irrumpido en la habitación con un vestido concebido para

una prostituta adolescente.

—Georgia, ¡LEVÁNTATE! Son las ocho y diez. Vas a llegar tarde.

Mi respuesta:

—¿Llegar tarde para qué? ¿Para pasar seis horas de tristeza en Stalag

14, donde seré torturada por las Juventudes Hitlerianas, y a continuación

doce horas de aburrimiento extremo y hambruna en casa?

Ni me ha escuchado. Sólo ha dicho:

—No seas tonta. Cómo te gusta ser la reina del dramón.

¿Todo el mundo tiene una vida como la mía?

lavándome los piñitos


Ojalá fuera viernes y pudiera quitármelo de la cabeza de una vez. Masimo

viene y dice: «Lo siento, Georgia, no puedo ser tu novio en exclusiva.

¿Cómo se dice? Ah, sí, hasta la vista, pringada. Pringada, pringada y más

que pringada, ¿lo pillas?»

Y así podré volver a mi habitual estado de ánimo aburrido y

deprimido.

un minuto después

He pillado un trozo de tostada de la cocina para conjurar la muerte. Angus

mascaba alegremente algo en su cesto. Está mejor alimentado que yo.

Mientras salgo por la puerta de casa oigo a mamá aullando como un

alma en pena.

—¡Bob, Bob, esa horrible cosa peluda se está comiendo mis medias!

¡¡¡Detenlo, detenlo!!! ¡Atrápalo con esa silla!


21

Después oigo un estrépito y a papá gritando y maldiciendo. Mamá

aún no ha terminado.

—Pues claro que no te has roto la pierna, Bob. Bueno, eso no

importa, quítale... Mierda, se ha metido en la habitación de la ropa. Oh,

cielo santo, se va a hacer caca en la ropa planchada. ¡Ya está! ¡Se las come,

se las come!

8.40 Jas estaba en el muro de su casa con Tom cuando he subido la colina

resoplando. Miraban algo dentro de un paquete de papel marrón. Jas

hablaba con la voz de niña tonta que usa siempre que Musculitos anda

cerca. Cualquier día de éstos se pone a cecear, os lo juro. Patético.

Empieza:

—Ooooooh, Musculitos, pero qué interesaaaaante. Mira esto,

Georgia. —Y me tiende la bolsa de papel marrón.

En la bolsa había un tritón. ¿Es que hemos superado ya el Valle de los

Locos de Remate y hemos entrado de lleno en el Mundo de los Pirados

Declarados?

—Tiene unas marcas muy poco habituales —afirmó Jas—.Voy a

llevarlo a clase de biología para enseñárselo a la señorita Baldwin.

—Eso, buena idea —repiqué yo—. Pelota.

Pero ni siquiera se ha enterado de que la he llamado lameculos de las

profas porque estaba demasiado ocupada haciendo el imbécil con su

novio.

Tom nos ha dejado en la esquina para irse al instituto. Mientras

besaba a Jas en la mejilla, ésta se toqueteaba tanto el flequillo que he

pensado que le había dado un ataque repentino de baile disco inferno. AI

final se han separado. Pero sólo después de que le lanzara besitos volando

y él pretendiera atraparlos y devolvérselos durante dos trillones de años.

Pobre chica, totalmente perdida en Jaslandia.

—Oh, mola muchisisisisisisimo que esté aquí otra vez.

—¿Así que mola mucho que esté aquí otra vez? —he preguntado.

Pero no lo ha pillado. Sólo ha vuelto a empezar.

—Oh, sí, mola muchisisisisisisísimo que haya vuelto. Jamás podría

estar sin novio; qué triste sería. Imagínate no tener novio. Ah, vaya, de

hecho supongo que te lo puedes imaginar bastante bien.

Pero mira que puede llegar a ser burra. No le he pegado porque la

violencia está mal, y porque caminaba demasiado deprisa para poder darle

una patada. Me he limitado a decir:

—Qué comprensiva eres, Jas. Es alucinante la empatía que eres capaz

de mostrar.

—Ya lo sé. ¿Sabes una cosa? A veces es como si pudiera leerle la

mente a Tom.


22

—¿En serio? ¿Como cuando te mira a los ojos y no dice nada, pero tú

sabes lo que está pensando?

—Sí, de ese palo.

—Sí, yo también podía leer sus pensamientos mientras te miraba hoy.

—¿De verdad?

—Sí, estaba bastante claro que pensaba: «Pues vaya imbécil de novia

que me ha tocado en suerte.»

entrando coja en Stalag 14

Ya no me hablo con Jas. Es muu violenta. Puede que tenga que apuntarme

a un grupo de apoyo para víctimas de la violencia amiguil. PEÑUZ

(Protección Específica contra Ñoñas Ultra Zumbadas).

Asamblea

Estoy en el otro extremo de la fila de la Panda de las Fantásticas junto a

Rosie. No en mi habitual posición junto a Jas Perra Rabiosa. Les ha dado a

Ellen, Jools, Mabs y Ro Ro gominolas de su alijo secreto, pero no me

importa porque paso totalmente de ella. Para empezar, sólo tiene novio

gracias a mis excelentes habilidades para el acoso. Si no fuera por mí,

seguiría siendo la señora Triste en el estante de la vida.

un minuto después

Como yo.

Oh, Dios.

Ni siquiera el bailecito de hombros disco de Rosie durante Jerusalén

ha conseguido obrar su magia habitual. Aunque cuando ha cantado «Y

Jerusalén fue construida entre estos oscuros y satánicos calzones», no he

podido resistirlo y me he unido al ataque de risa de la Panda. Las

Juventudes Hitlerianas han tenido que amonestarnos.

Fina, nuestra amada y elefantiásica directora, estaba en plan

gelatinoso total. Vestía un insólitamente atractivo jersey amarillo canario.

Deben de haber necesitado por lo menos diez ovejas para hacerlo.

Cuando pierde los papeles se pone a temblar entera. Pero cada parte de

su cuerpo tiembla independientemente. La barbilla y la papada, los

mofletes, las pechugas. Si existiera la modalidad de lucha libre gelatinosa,

sería la campeona.


23

un minuto después

Uf, y sigue. Uaaaaah. ¿De qué está hablando?

—... Nada de perder el tiempo en los lavabos... En mi época, suerte

habríais tenido de vivir en una caja de cerillas... Sólo quedan diecinueve

días para la representación de Macbeth; espero que se lo hayáis dicho a

vuestros padres... Bla, bla, bla. ¡Y a mí qué!

Entonces, entre las oscuras nieblas del aburrimiento, como un perro

que tiene buen oído, me doy cuenta de que han mencionado mi nombre.

Mientras regreso al mundo consciente oigo que dice:

—Georgia Nicolson y Rosie Mees, acudan a mi oficina

inmediatamente después de la reunión.

Cielo santo, ¿qué nuevo infierno me espera?

Miré a Rosie y ella me devolvió la mirada. Me encogí de hombros, y

ella hizo lo mismo. Miré a la Panda encogiendo los hombros, que a su vez

los encogieron (me refiero a la panda, no a mis hombros, claro. No quiero

decir que mis hombros tengan vida propia y puedan encogerse solos).

¿Qué hemos hecho?

Mientras salíamos en un Invernal País de las Maravillas del

encogimiento de hombros, Ojo de Halcón apareció de la nada como la

novia de Drácula y ladró:

—¡Basta ya de encogerse de hombros!

—Al parecer ahora encogerse de hombros es un delito capital —le

dije a Rosie—: Ni se te ocurra asentir con la cabeza sin querer, por el

amor de Dios.

fuero de lo oficina de Fina


En la sala de espera del terror estamos Rosie y yo y un par de

despavoridas de primer curso jugando con sus coletas. Guau.

¿Te acuerdas cuando a las gemelas Bummer les dio por organizar el

festival de coletas cortadas? —ha dicho Ro Ro.

Ah, las Bummer. Jackie y Alison. Antes de que las expulsaran del

colegio por robar en las tiendas llevaron el acoso a extremos

inimaginables.Tenían, por ejemplo, la costumbre de usar a las de primero

como sillones. Y en un momento particularmente inspirado pegaron con

superglue a una de las enanas a un banco. Durante su campaña anticoletas,

solían cortar pedazos de las coletas de las de primero cuando pasaban y

colgárselos de las mochis en plan cabelleras.

—Me pregunto qué habrá sido de las Bummer —comentó Rosie.

—Con un poco de suerte estarán en el talego.


24


Fina ha preferido que entraran en primer lugar las despavoridas enanas.

Han salido cinco minutos más tarde rojas como tomates, llorando y con

hipo. Le doy a una de ellas un moquero y le pregunto:

—¿Qué habéis hecho?

—He-hemos di-dibujado —balbucea la enana pelirroja—- un ratón

con un...un… sujetador...en la pizarra en...en... natus.

—Bien hecho, chicas —las animo—, seguid así; confiamos en

vosotras.

Rosie les pega unas pamaditas en la espalda, un poquitín fuerte, la

verdad. Me ha parecido que les salían los pulmones por la boca.

—Trabajum buenum, idiotae enanae —sentencia Rosie en latín. Y las

niñas se han marchado la mar de contentas.

—Me gusta pensar que nos consideran ejemplos de mujeres hechas y

derechas —comento.

—Sí, pero no te olvides de que tú estás fatal de la cabeza —replica

Rosie.

Después oímos a nuestra bienamada jefa vociferar:

—Pasad.

Allá vamos. A que nos pegue un sermón monumental por algo que

claramente no hemos hecho. Sea lo que sea.

Fina estaba haciendo garabatos en su escritorio. La silla en la que

debía de estar sentada (a menos que levitara) se hallaba totalmente oculta

de nuestra vista a causa de su gelatinosidad. Me pregunto si no será una

silla especialmente reforzada. Es probable que exista una tienda de

muebles especiales para circos en la que consiga todo lo que necesita.

¡Imaginaos el tamaño de su bañera! Oh, noooo, lo que me faltaba, ¡ahora

se me ha metido en la cabeza la imagen de Fina en pelotas!

Fina levanta la cabeza por fin.

¿Qué habremos hecho?

—Os he mandado llamar para devolveros esto.

Guau, ¡esto sí que no me lo esperaba para nada! Me da una bolsa.

¡¡¡Los cuernos de bisonte!!! ¡Vuelven los cuernos de bisonte! ¡¡¡Bien!!!

Cuernos especialmente traídos de Burguerlandia para la Panda. Acaricié

los cuernos y recordé la primera vez que me los puse, montada en un

taburete búfalo del Gaylords mientras sonaba Rawhide. Que no se diga que

la peña hamburguesera no nos ha dado nada de cultura aparte de Elvis. De

hecho, como he dicho muchas veces a quien quiera oírme (es decir,

nadie), tenemos mucho que agradecer a nuestros coleguis


25

norteamericanos por...fundamentalmente cosas que empiezan con «h»:

como la hamburguesa, los hot dogs, el hip-hop...

Fina seguía con su rollo:

—A mí me gustan las bromas como a la que más, pero hay un

momento y un lugar para cada cosa, y llevar cuernos de bisonte durante la

clase de alemán no es el lugar ni el momento adecuados. Irónicamente,

ambas sois unas niñas muy listas, pero malgastáis vuestro talento haciendo

tonterías. No vais a conseguir un empleo de persona tonta, eso lo sabéis.

No le contesté «La señorita Wilson lo ha conseguido» porque, como

dice Fina, hay un momento y un lugar para cada cosa, y tal y tal.

Estuve encantada de recuperar los cuernos, y todo el asunto me

ayudó a pensar en Fina con cariño. En realidad no es una vieja

megaelefanta tan mala. Cuando nos dirigíamos hacia la salida, pensé en

decirle como si yo fuera un alegre extraterrestre del Doctor Who: «Le

ofrezco mi mandíbula en señal de paz.» Pero después pensé que mejor

que no.

Alemán

Herr Kamyer parece haber venido a currar vestido de payaso. Los

pantalones son tan cortos que bordean la zona bermudas en vestimenta

piernil. Y jamás existe una buena excusa para ponerse un chaleco de

rombos. Aunque te hayan criado con una dieta estricta de spangleferkel.

Me lo he quedado mirando. Daba gusto verlo, en serio. Era un goce

para los ojos. Siempre podría salvar el día en el circo de los payasos.

Parpadeó al vernos.

—Guten morgen, Georgia y Rosie.

Nos cuadramos a la vez dando un taconazo y contestamos:

—Jawohl Kommandant.

Me senté con Rosie en nuestras confortables sillas de la última fila. En

algunas clases no nos dejan sentar juntas por alguna razón loca que se me

escapa. Algo así como el desorden de déficit de atención. Me saqué el

chicle de la boca y me acomodé sobre los brazos para dar una cabezadita.

Pero presentí que unos ojos diminutos y brillantes me miraban

enloquecidos. Abrí los míos. Era Jas. Sólo me miraba. Mira todo lo que

quieras, señorita persona-me-estás-mirando. Se morííííía de ganas de saber

para qué habíamos ido al cuartel general de Sermón Monumertal y por

qué habíamos vuelto tan contentas. Pero a partir de ahora será la última

en saber nada de mí.


26

quince minutos después

Es imposible dormir a gusto en Alemán; en cuanto te quedas un poquitín

traspuesta empiezan los gritos. Venga Achtung! y Schnell! y Raus raus! y

más Spangleferkel! Cielo santo. Ya que me había despertado, mejor me

ponía a hacer algo. Saqué los cuernos. Desperté a Rosie de un codazo y le

dije:

—Mira en mi regazo.

—Como ya te he dicho, Georgia, eres una muchacha muy atractiva,

pero no estoy interesada.

—Nooo —insistí—. Mira, en serio. Mira bien. Empápate de la visión.

¡Los cuernos de bisonte han vuelto! —Hice un bailecito con un cuerno en

cada mano.

—Suenan las campanas de Inglaterra —contestó Rosie—. ¡Los días

de regocijo han vuelto!

en el recreo

Sí, sí, sí, vaya que sí, aunque estoy colgada en la percha del amoooor tengo

los cuernos de bisonte para consolarme. Mientras nos dirigíamos

tranquilamente al cuartel general de la Panda, detrás del patio de jugar a la

pelota, he dicho:

—Debéis saber que lo siento en lo más profundo de mi ser, los

cuernos de bisonte son un símbolo de esperanza. El hecho de que Fina

nos los devolviera es una señal del Niño Jesús, es el comienzo de una

nueva era.

—¿Quieres, estoo, quieres decir... esto, quieres decir que la gente

será mucho más espiritual y regresará a la naturaleza y oirá la llamada de la

tierra y…? —-ha preguntado Ellen.

¿Está pirada?

—No —le he contestado—: lo que quiero decir es que Masimo será

mío, mío, mío y sólo mío.

Les he dicho a las chicas de la panda, cuando Jas no podía oírnos, a

quien estoy ignorez-vouseando que no veas. Ella, a su vez, hacía un

ignorez-vous inverso fingiendo que escuchaba atentamente lo que decía

Ellen. Les he dicho a las otras:

—En cierto sentido, quiero que llegue el trimestre de otoño porque

supone el regreso de la boina. Imaginad la escena: una fría mañana en

Stalag 14, el día gris, lleno de pervertidas lesbianas y «profesoras» sádicas,

se extiende ante nosotras; pero entonces, por encima de la colina, más allá

de los chicos de Foxwood que prenden fuego a sus pedos y se comportan

como unos niñatos, llega una visión que levanta los espíritus. ¿Puede ser?


27

¿Será cierto? Recortada contra el cielo se ve una estampa gloriosa. El

retorno de la Panda en uniforme de invierno. Luciremos con orgullo unas

boinas con cuernos de bisonte añadidos. ¡Bien!

La panda irrumpe en un espontáneo saludo klingon. Quizá todo vaya

a salir bien.


Cuando llegamos a nuestro cuartel general, Rosie se puso sus cuernos.

Paseaba arriba y abajo para disfrutar de la magnificencia de sus propios

cuernos. En cuanto todas los tuvimos puestos, proclamé:

—Quizá éste sea un buen momento para repetir el manifiesto de la

Panda, porque algunas personas que no nombraremos para ahorrarlas la

vergüenza, a ti me refiero, Jas, parecen olvidarse de la Panda cuando

aparecen los chicos.

Jas no dijo nada, se limitó a enderezarse los cuernos y alisarse el

flequillo. Por si acaso tenía un ataque de agresividad como el de la mañana,

me puse detrás de Rosie, pues aún me dolía el tobillo.

—Sí, una para todas y todas para una, y una para el camino y venga

—dijo Rosie.

Jas seguía toqueteándose el flequillo, así que Rosie nos rodeó con sus

brazos a Jas y a mí y dijo:

—Olvidemos el pasado, démonos las manos y que reine la era del

Cuerno.

Mabs, Jools y Ellen nos miraron.

—Una para todas, una para el camino y todas para una —dijo Mabs.

Le tendí la mano primero a Jas, cosa mu, muu bonita por mi parte,

dado que había sido yo la pateada. Pero así soy yo de guay. Siempre la

primera en ofrecer la mano de la amistad.

Tras un instantejas tendió la suya. Rosie arqueó las cejas, y la Panda

asintió sabidurológicamente.

—Ahora abrazaos —dijo Rosie.

Jas me dio un abracito, y yo le di otro más o menos igual. Hubo un

poco de contacto nunga-nunga, así que me aparté deprisa y dije:

—Esto... abrazo de grupo, abrazo de grupo.

Todo terminó en un abrazo de grupo que por poco me hace salir los

ojos de las órbitas. Jools estaba tan emocionada que empezó a aullar:

—Una para todas, todas para una, una para el camino y una para... lo

que sea. ¡¡¡Hip, hip, hurra por Inglaterra y por la Panda!!!

Terminamos con un hornpipe marinero (que debo decir que fue una

idea espontánea mía, porque Inglaterra es, después de todo, una nación

marítima muy conocida por sus danzas de marineros).


28

Entonces la pava de Lindsay y Monica la Increíblemente Lerda

aparecieron a la vuelta de la esquina, con sus distintivos de monitoras.

¿Cómo pueden ser tan memas? Siéndolo, no hay otra explicación. Nos

siguen a todas horas; ¿es que no tienen vida propia? Lindsay se ha hecho

algo alarmante en el pelo. De algún modo, le ha crecido un palmo (me

refiero a unos veinte centímetros, no a que le haya salido una mano de la

cabeza, aunque también podría ser). Se ha hecho extensiones. Craso

error. Son espectacularmente cutres y horteras.

—Vaya, vaya —ha dicho—, ¿así que practicando jueguecitos para

alguna de vuestras fiestas de pijama? ¿Habrá limonada y galletas?

¿Cómo Masimo puede siquiera pensar en morrease con ella? Da más

asco que un bocadillo de pelos. Me recompuse con gran dignidosidad y me

ajusté los cuernos, que con la emoción de la danza marinera se me habían

caído un poco encima de un ojo.

—Tienes el pelo extrañamente...esto, extraño, perdona que te lo

diga.

—Me importa un pito lo que digas. De hecho me importa un pito

hasta que respires.

En ese momento sonó el timbre del final del recreo. Y ella añadió:

—Volved dentro, porque como una sola llegue tarde, os pongo una

falta de conducta a todas.

Uyuyuy, factor miedo diez. Ya le gustaría a ella. Sin embargo todas

nos dirigimos entre gemidos y quejas al edificio de ciencias. Lindsay nos

gritó por detrás.

—Y quitaos esos cuernos, imbéciles.

—-Encantadora —comenté—, no puede ser más encantadora.

Insisto: es encantadora en todos los aspectos.

16.15 Vuelvo a casa con Jas y Ro Ro. Jas hasta ha hecho las paces

conmigo. Es que no soporta estar a mal conmigo. Especialmente ahora,

que algo mu merde y odure ha ocurrido.

—No puedo creer que nos hayan confiscado los cuernos OTRA VEZ

—ha dicho Ro Ro—: ¿Cómo puede ser tan chunga la vida en Stalag 14?

Pues siendo mu, pero que mu chunga, no hay otra explicación.

Tendríamos que escribir a los periódicos. Con todos los traumas que

arrastramos, estamos prácticamente condenadas a caer en la drogadicción

a los diecisiete.

—Sólo los hemos recuperado durante dos horas —he dicho yo—.

¡Qué asco de vida! Volvemos a estar sin cuernos.

—No sólo eso —ha dicho Jas—: encima nos han castigado dos

noches.


29

—¿Has pensado alguna vez en visitar los hospitales para animar a la

peña Jas? —le he preguntado yo—. Porque si lo has pensado, no lo hagas;

no digo más.

—Cuando hemos empezado el baile del bisonte en natus —ha dicho

Rosie-—, pensaba que la señorita Baldwin estaba mirando el tritón de Jas.

—Y lo estaba —ha añadido Jas—. Se la veía muy interesada en sus

manchas peculiares. Tom me ha dicho que es, de hecho, único en su

especie porque...

—Jas, ¿te puedes callar? —la he interrumpido.

Ella, por su puesto, ha pillado un mosqueo instantáneo y ha

contestado:

—Ha sido el derrumbamiento de taburetes lo que ha llamado su

atención.

Merde.

—E incluso entonces -—ha seguido machacándome Jas—, creo que

nos habría dejado en paz. Pero tú tenías que ponerte respondona.

¿Qué? ¿Qué? ¿Ahora resulta que ha sido culpa mía? Eso le he dicho a

doña Bragasapretadas.

—¿Por qué siempre el dedo acusatorio me apunta a mí?

Jas ha seguido dale que dale:

—Porque cuando te ha preguntado qué estabais haciendo, le has

contestado que era un día de celebración vikinga. Ahí ha sido cuando ha

saltado.

Buuuuu.

Después de que Jas se fuera a casa, Rosie y yo hemos saltado un

ratito para alegrarnos el ánimo. Creo que nuestros días de saltitos están

contados, porque tengo las nungas demasiado grandes. Hemos tenido que

sentarnos en un banco cerca del parque.

en casa

Todo tranquilo en el frente pirado. Me espatarro en el sofá.

Oh, Dios: todavía quedan marts, miércs, juevs y todo el viernes hasta

que conozca mi destino del amoooor, ¿Por qué necesita una semana para

pensárselo? ¿Por qué no ha dicho sin más «Claro que quiero ser tu novio.

Eres una Gatita Sexy de primera calidad»?

Dave el Risas habría dicho eso.


30

un minuto después

La verdad es que echo de menos a Dave el Risas, pero es que no acaba de

apetecerme llamarlo. Aún no sé qué quería decir con lo de que yo no

pillaba lo mío y lo suyo. ¿Pillar qué?

Pensaba que era él el que decía que sólo íbamos a ser jóvenes una

vez y que había que sacarle el jugo a la vida.

¿Querría decir que sólo quiere sacarme el jugo a mí?

Vaya.

No, no puede querer decir eso.

¿O sí?


Cuando Masimo dijo que me daría una respuesta dentro de una semana,

me pregunto si se refería al tiempo de los chicos o al tiempo de las chicas.

Si una chica dice una semana, eso es lo que quiere decir, pero la semana

de un chico podría significar cualquier cosa. Como cuando yo le digo a la

Panda «staluego», eso es lo que quiero decir, que nos vemos luego. Pero

cuando un chico te dice «staluego» puede querer decir «paso de ti, tía».

veinte minutos después

Pero qué aburrimiento. Me voy al parque a practicar mi fingido paso

cargado de confianza a un sitio donde tenga espacio para balancear los

brazos. A ver si funciona y alguien se cree que me siento segura de mí

misma.

en el parque

Aquí estamos. Venga, hombros atrás, brazos relajados, camina, camina y

balancea, balancea. Los pies en línea recta. Contoneo de caderas. Ése es

un movimiento atrapachicos muy conocido. Balanceo, balanceo, cadera,

cadera. Ah, sííí, funciona, me siento supersegura. Hola, árbol, me siento

mu, muu segura. La cabeza arriba.

Y entonces fue cuando vi a Dave el Risas dándose un garbeo con sus

colegas. No lo había visto desde que me habló de «lo bien que habríamos

estado juntos». Oh, por favor, que esté normal y no en plan ignorez-vous.

Me vio, y se me quedó mirando desde el otro lado de la calle. Sólo mirar,

sin sonreír. Oh, no. Era horrible. Ya no quería ser mi colega. Pensé que iba

a echarme a llorar.

Pero entonces gritó:


31

—Ciao, Georgia. Ho due gatti e un maialino!

—¿Cómo?

—Pensaba que te encantaba el idioma pizzaliano —gritó—-. Pensaba

que te gustaban los tíos italianos. Ya sabes, con sus mariconeras colgadas

del hombro. «Ooh, ¿has visto qué pantalones más chulos llevo?», «Ooh,

cuidado, que la lluvia me despeina», y todas sus paridas.

Oh, no, así que me guardaba rencor e iba a portarse fatal conmigo,

etcétera, etcétera. Dave el Pocarrisa. Pero entonces me sonrió. Siempre

ha tenido una sonrisa preciosisísima. Me alivió un montonazo. Le sonreí

también, y ni siquiera contuve los orificios nasales, de lo contenta que

estaba de que siguiéramos siendo amigos. Pero no cruzó ni nada, siguió

caminando con sus colegas. Después volvió a gritar:

—Oiga, señorita, no tienes ni idea de lo que te he dicho en

pizzaliano, ¿verdad?

—¿Qué?... Sí.

—No, no tienes ni pijotera idea —repitió Dave.

—Te equivocas.

—Sí, seguro. Te he dicho «tengo dos gatos y un cerdito».

—Eso es mentira.

—¿Ah, sí?

¿De qué va este tío?

Entonces se dio un golpecito en la nariz.

—Te veo el viernes en el ensayo de MacInútíl. ¡Prepara los calzones

para un poco de acción!

¡Qué fresco!

Aun así, parecía de buen rollo, así que a lo mejor aún le gusto. Eso

espero.


Aún no sé qué querría decir con lo de y si te gusta alguien y dejas que se

vaya.

¿Se referiría en serio a él y a mí?

¿Querrá decir que quiere salir conmigo en plan novios de verdad?

un minuto después

¿Por qué habrá dicho que tiene dos gatos y un cerdito?

Los chicos son, sin ninguna duda, un completo y total misterio.

Y eso es un hecho innegable.

Sin ningún tipo de dudosidad.


32

subiendo por mi calle

Oscar estaba delante de su casa. Hacía malabarismos con el balón,

escuchando música y al mismo tiempo comiendo una barrita Mars como si

tal cosa.

—¿Qué pasa, tía? —dijo con un tono que él piensa que mola

cantidad.

Pero apartó un momento el ojo del balón, que rebotó contra la

pared. Entonces fingió que lo había hecho adrede, se dejó caer al suelo de

rodillas y gritó:

—¡¡¡Goool!!! —como si hubiera marcado un gol.

Pero ¿qué les pasa a los tíos?

20.00 ¿Corno se puede llegar a ser tan desagradable? Mamá me ha dicho

que Angus se ha comido sus medias y que si veo que las saca por el ojete,

¡que tire de ellas!

—Mami —he replicado—, ¿tan mal vas de medias que vas a ponerte

unas que hayan estado en el ojete de Angus?

—No, sólo las quiero para estrangularlo con ellas —me ha

contestado.

Es una persona mu violenta e irracional.

en la cama

Estoy pensando en positivo y balanceo mucho los brazos mientras

me imagino un discurso de aceptación para cuando el dios del Amoooor

me diga que quiere salir conmigo.

Vale, éste es mi discurso de aceptación:

—Aah, Masimo, qué encantadora sorpresa verte... ¡¡¡Ooooh,

monstruo peludo!!!

Ése no es el discurso. Gordy acaba de saltar del armario y ha utilizado

mi cabeza como almohadilla de aterrizaje para no hacerse daño en las

patitas saltando directamente al suelo.

Bueno, sigamos con mi discurso de aceptación:

—Aah, Masimo, che bella sorpresa! Qué encantadora sorpresa verte

esta... Un momento, ¿cómo se dice en italiano noche? Nokio? No, no

puede ser; se pensará que estoy hablándole del móvil. Lo buscaré más

tarde en mi libro de Italiano para supertontos. En cuilquier caso, sigamos

con el discursio de acheptachioni—-: Ah, ¿así que quieres que sea tu novia?

Bueno, eso mollaria molto. Grachias.

Directo y al grano; creo que ésa es la clave.


33

Martes 21 de junio

7.30 Anoche soñé con Masimo, pero no hablaba con el bonito acento

pizzaliano; decía cosas del palo «Demasiao» y «Qué pasa, tío». Y lo más

alarmante de todo es que cantaba en un grupo que se llama los Cagada

Total. Yo estaba en el concierto y se me acercaba y me decía: «Pilla el

chándal, que has ligao.» Y mientras nos íbamos con su Vespa, empezó a

cantar The Funky Moped de Jasper Carrot. Me he despertado con sudores

fríos. ¿Qué querrá decir?

Miércoles 22 de junio

18.00 ¿Cuánto más puede durar esta tortura? Por un lado los días

parecen muy, muy largos, como si reptaran cual días caracoles; por otro

lado, en unas horas nos plantamos en viernes. ¿Cuántas exactamente?

Bueno, ahora son las 18.00, por lo que esta noche son seis, más

veinticuatro de mañana y... esto, bueno, ¿a qué hora llamará el viernes?

¿Contará desde la hora en que me dijo que me lo diría de la semana

pasada? Podría ser. Eran las 17.45 del viernes pasado cuando me lo dijo,

así que a las 17.45 de este viernes se cumplirá una semana. Pero con los

chicos nunca se sabe. ¿Y si lo cuenta desde que llegó a casa? ¿Serían eso las

18.15? O puede que no fuera a casa directamente; a lo mejor se fue de

tiendas para pillar algo de comida, después se encontró con alguien, y no

llegó a casa hasta las 20.00. Oh, Dios.

18.30 He llamado a Jas presa de la desesperación.

—Jas, ¿tú qué crees? ¿Me llamará o se pasará por aquí?

—Estoo, ni idea.

—Sí, pero ¿qué opinas? ¿Qué harías tú si tuvieras que decirme que

quieres o no quieres salir conmigo?

—Esto... pero yo no quiero salir contigo. Yo te lo diría y punto. De

hecho, te lo estoy diciendo.

—Jas, te estás poniendo de lo más borde.

Y de lo más clásico e inmediato es el megamosqueo que se pilla Jas,

sin motivo aparente. Pero yo no estaba de humor para sus mosqueos. Le

he dicho:

—¿Qué opina Tom?

—Espera que se lo pregunto —me ha contestado.


34

Cielo santo, pero ¿es que están unidos por la cadera?

Ha vuelto a los pocos minutos y me ha dicho:

—Tom dice que va a investigar un poco a ver qué saca. Le doy las

gracias, pero en mi corazón de corazones me pregunto si dejar que Radio

Jas averigüe cosas es una buena idea. Ahora ya es demasiado tarde.

20.30 Tom irá al club de billar esta noche y los Dylans Salvajes están

jugando un torneo. Oh, porfavorporfavorporfavoooor.

Medianoche Jas dice que me contará lo que averigüe mañana porque

Tom la llamará a primera hora. ¿Cómo se supone que voy a dormir en

estas condiciones?

Jueves 23 de junio

echando abajo la puerta de casa de Jas

7.50 La mamá de Jas abre la puerta limpia y vestida como una persona

normal. Y sonriente. Caramba. Qué relajante y normal es esto; no me

extraña que Jas tenga novio y no esté en la percha del amor todo el

tiempo. Ha recibido una educación normal y corriente, y no ha estado en

manos de unos imbéciles como yo.

—¿Quieres una tostada, cariño, o tal vez te apetece un huevo pasado

por agua? —me pregunta la mamá de Jas.

¡¡¡Un huevo pasado por agua!!! Guau, es como estar en un libro de

Los Cinco; en cualquier momento aparecerá el padre de Jas con una

alegre sonrisa y el periódico debajo del brazo.

un minuto después

El padre de Jas se presenta con una alegre sonrisa y el periódico debajo

del brazo. Lo más sorprendente es que, aunque me sonríe, no dice nada.

De nada. ¿Cómo se puede ser tan guay? No me ha preguntado nada, ni me

ha contado un chiste chungo, se ha limitado a sentarse a leer el periódico.

Como un padre normal. Hasta es posible que tenga una pipa.

un minuto después

¡¡¡TIENE una pipa!!!


35

Y ni siquiera la enciende. Se limita a chuparla placenteramente y no

agobia a la peña con el humo.

Alucinante.

de camino a Stalag 14

8.30 Espero a que Jas me cuente lo ocurrido en la sala de billar. No voy a

preguntarle nada; tengo demasiada orgullosidad. Ella canturrea desafinando

a más no poder. Qué espanto.

Entonces empieza a hablar de MacInútil y su papel de Lady Macbeth.

¿Pero a quién le importa? Va y me suelta:

—¿Has practicado tu llanto en la parte en que Macduff descubre que

su esposa y sus hijos han sido asesinados?

Yo me la quedo mirando. Si piensa que soy yo la que tiene que

practicar el llanto, está muy equivocada; es ella… como siga soltándome

ese rollo tan malo un poco más.

Pero tiene la misma sensibilidad de un ladrillo. Y sigue dale que te

pego.

—¿Sabes cuando digo eso de la mancha? Dime, ¿a ti qué te parece?

¿Tendría que decir «FUERA, maldita mancha» o «Fuera, MALDITA

mancha», o mejor «Fuera, maldita MANCHA»?

Al final he saltado. Si se piensa que puedo hablar de manchas en un

momento como éste, está más loca de lo que pensaba. Y no parece

posible. Así que le he contestado:

—Jas, es irrelevante la manera en que pronuncies mancha.

Jas se ofende un montón.

—Te equivocas: toda la representación depende de eso.

—No estoy hablando de la representación. Sólo digo que es

irrelevante porque no llegarás viva a MacInútil como no me cuentes

inmediatamente que pasó anoche en el billar. ¿Qué ha dicho Tom?

Ha puesto una cara sospechosa y ha empezado a tocarse el flequillo.

He contenido las ganas de apartarle la mano con un guantazo. Y ella va y

me pregunta:

—¿Quieres medio chicle?

—No.

—¿Y una gominola negra? Son tus prefes y...

—Jas.

—Bueno, recuerda, no mates al mensajero.

—¿Qué?

—Sólo te cuento porque me lo has pedido; no es culpa mía.


36

Asamblea

Al parecer Lindsay se presentó en la sala de billar y estuvo unos veinte

minutos hablando con Masimo, después se largó. He intentado preguntarle

a Jas si mantuvieron una charla de morreos, pero ella me ha contestado

que Tom se fue a la parte de atrás a jugar al billar.Típico de los tíos. Sólo

piensan en chorradas. Tom es incapaz de recordar cómo iba vestida

Lindsay, pero al parecer le contó a Jas todas las puntuaciones de cada

partida y cuánto duró cada una.

¿A quién puede importarle semejante memez?

Mi vida es una merde doble. Y media. Es la pura verdad.

en el recreo

La Panda ha hecho lo imposible por levantarme el ánimo. Pero ni siquiera

cuando Rosie se ha metido la falda por las bragas y ha caminado por la

clase como si tal cosa fuera normal he superado el mal rollo.

Y estoy segura de que la pava de Lindsay sacudía deliberadamente sus

ridiculas extensiones como una panfila para demostrarme que había

hablado con Masimo. Con un poco de suerte se las pillará en una taquilla y

le arrancarán la cabeza.

en la cama

19.30 Bajo las mantas. Con la luz apagada.

Mamá irrumpe en mi habitación como un búfalo.

—¿Qué haces en la cama? —pregunta.

—Bueno, imagínatelo —respondo desde debajo de las mantas—,

lanzamiento de pesos, nada del otro mundo.

¿Qué se piensa que hago en la cama con la luz apagada?

Enseguida se mosquea.

—Qué maleducada eres, Georgia. No es culpa mía que te hayas

obsesionado con un chico. Y tampoco soy tu criada. Llegas y lo dejas todo

tirado de cualquier manera. Soy una persona, ¿sabes?, y no estoy aquí para

ordenar, cocinar y limpiar para ti.

Esas palabras me han reanimado, a pesar de todo mi tragicismo.

Me incorporo y me quito los parches de pepino de los ojos.

—¿Limpiar y cocinar? ¿Limpiar? ¿Cocinar? He comido un sandwich de

queso para cenar, después de dos horas de mates. Y lo he preparado yo.

Gordy se ha comido la mitad mientras rebuscaba en el frigorífico con la

esperanza de encontrar algo verde, pues no me gustaría contraer el

escorbuto. Y resulta que sí había algo verde, pero el MOHO no me gusta.


37

—Mira, qué buena idea, ¿por qué no limpias TÚ de vez en cuando el

frigorífico? —ha respondido mamá a grito pelado—. ¿Es que no tengo

derecho a ser yo misma? Ya sabes que los jueves voy a aeróbic. Me

mantiene en forma.

—Ya te gustaría —he contestado.

—¡¡¡Eres HORRIBLE!!! —ha vociferado hecha un basilisco.

Y ha dado un portazo. Qué infantil.

19.45 Yo no soy horrible. La horrible es ella.

20.00 ¿Qué hora es?

¿Sólo las ocho? Oh, cielosanto»

21.00 No puedo dormir.Tendré que hacer mis deberes de francés para

quitarme de la cabeza a Masimo y a Lindsay. ¿De qué hablarían durante

veinte minutos?

21.10 Allá voy. Capítulo catorce de mi libro de francés. Jools y Jim y su

fantástica excursión al Bois de Boulogne. ¿Por qué se entusiasman tanto por

ir a un bosque? Es como leer la versión franchute de Jas y Tom. Podría

escribir un libro que se llamara Jas y Tom y su fantástica excursión al Bois de

Boulogne.

Es evidente que nadie lo compraría de lo aburrido que sería.

Samedi

Jas a dit avec sa bouche stupide: «Ooooh, c'est magnifique, c'est la bonne

tritonne!!!»

Tom a dit: «Oh, la la.»

Les idiots chantent: «Non, je ne regrette rien!!!»

Y así todo el rato. ¡¡¡Qué cenutrios!!! ¿Y ahora qué va a pasar? ¡Me

muero de ganas de saberlo! A lo mejor encuentran unos escargots y...

zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz.


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al borde de la locosidad

Viernes 24 de junio

Alba

Los pájaros cantan, las nubes se levantan, el corazón me palpita. ¿Y si viene

a buscarme después de Stalag 14? ¿Y si decide espontáneamente venir a

recogerme después de la escuela? Eso es lo que hacen los chicos. No

piensan en los preparativos necesarios: el maquillaje, el estado de ánimo

estudiado y tal.

Oh, cielos, por las barbas de mi abuela.

Además, si piensa que la diferencia de edad es una desgracia, lo

último que necesita es verme con la estúpida camisa y corbata del

uniforme. Llevaré una muda extra por si acaso. Después del ensayo de

Maclnútil tendré que volar al vestuario de las fulanas.

un minuto después

Pero ¿y si no sabe lo del ensayo de Maclnútil y viene a la hora normal de

apertura de la cárcel?

Aunque mantenga la situación bajo mínimos—brillo, base, máscara—,

me va a llevar por lo menos diez minutos, y además tengo que cambiarme.

Oh, qué estrés. ¿Por qué tengo que ir a la escuela? He estado yendo los

últimos diez años y mira lo que he conseguido. Aún sigo en la escuela, eso

es lo que he conseguido.

7.40 Me preparo la mochi. He metido la ropa y el maquillaje

imprescindible. Es evidente que no me queda sitio para los libros y los

deberes. C´est la vie. Da igual, para empezar sólo voy a la escuela porque

en algo tengo que ocupar el tiempo y de paso para evitar que mi mutti y

mi vati vayan a la cárcel. Aunque no sé por qué me preocupo. Mamá aún

me ignorez-vousea. Es mu, muu inmadura.

8.10 Mamá ni me ha deseado buenos días ni me ha mirado cuando he

entrado en la cocina. Sigue tope mosqueada por lo que dije de su forma

física. De que ya le gustaría estar en forma, me refiero. A lo mejor me he

pasado un poquitín.


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8.15 Quizá no, después de todo. Cuando mamá se ha agachado para darle

a Libby una cuchara con que comer el huevo pasado por agua y las

tostadas, ha volcado una taza de té con sus nunga-nungas.

8.20 He dicho «staluego» cuando me piraba, pero doña melones

descomunales no ha respondido.

Mi encantadora hermanita, por desgracia, sí. Me ha besuqueado y ha

dicho:

—Tu almuezo, Ginger, ñam. —Y me ha enchufado una tira de tostada

mojada en el huevo. Y ya masticada, por cierto.

8.30 Jas está de lo más requeteguay. Es mu, muu, pero que mu molesto, y

me está llevando al borde de la locosidad.

Le pregunté qué pensaba que decidiría el dios del Amoooor. Sabe

que hoy es el gran día. Intenta ponerse filosófica sobre mi situación, como

si fuera un monje barbudo o de ese palo. Me ha dicho:

—«¿Qué será, será, whatever will be, will be, the future is not ours to

see, qué será, será?»

Le he contestado:

—No vuelvas a cantar Que será otra vez, Jas, a menos que desees

recibir una hostia bien dada.

Se ha limitado a arquear las cejas, pero sé que en su cabeza está

cantándolo otra vez.

Asamblea

Nos arrastramos hasta el salón de actos bajo la mirada de la pava de

Lindsay y su colega increíblemente lerda Mónica. No hay señales de Ojo

de Halcón, perra guardiana y Oberfúhrer.

Oh, cielos, espero que no la hayan raptado unos calamares sin

querer.

Fina hoy va totalmente vestida de marrón, lo que la convierte en un

bhaji de cebolla gigante. Como de costumbre, tiene algo deprimente que

decirnos:

—Sentaos, chicas.—Nos resistimos a arrullar como palomas porque

ya está muy lanzada—: Me ha llamado la atención el hecho de que algunas

de vosotras, chicas, os estáis enrollando la falda por encima de la cintura

para hacerla parecer más corta. Madame Slack ha dicho que ha visto un

grupo de chicas esta mañana y que desde lejos le ha parecido que se

habían olvidado la falda en casa. Es una costumbre ridícula y da mala

imagen a la escuela. Cesará inmediatamente.


40

Pero bueno, cómo se le va la olla. ¿Es que no tiene otra cosa en que

pensar? ¿Qué tiene de malo enseñar un poco de rodilla para alegrar a la

nación?

Fina ha terminado con las rodillas y anuncia un tema aún más

aburrido.

—Y ahora hablaremos de la prevención de incendios; un asunto de

suma importancia. El señor Attwood tiene algo que deciros.

—Confiemos en que sea «adiós» —susurro a Ro Ro.

—Pensaba que se iba a retirar —contesta Ro Ro—. ¿Por qué sigue

vivo? ¿Por qué no se ha marchado al gran hogar para porteros que hay en

el cielo?

Elvis sube arrastrando los pies hasta el escenario y se ajusta las gafas.

—Gracias, señora directora. Lamento comunicaros que la semana

pasada, durante el ensayo de la obra, hubo varios incidentes relacionados

con el uso indebido de los extintores de incendios. Fueron empleados

para lo que algunas idiotas gustan en llamar «luchas de espuma». Me vi

atrapado en una de esas «luchas de espuma» y hasta hoy no he

recuperado la audición en el oído izquierdo.

»Pero hay un asunto todavía más grave: descubrí una de mis mantas

antiincendios encima del potro del gimnasio, al parecer la había dejado allí

un muchacho de Foxwood.

Cuando le pregunté al culpable por qué había retirado una parte

importante del equipo antiincendios, contestó —Elvis hizo una pausa para

consultar su triste diario de soplón-—: "Pensaba que el potro podía

enfriarse. Aunque ya estamos en junio, por las noches hace un frío que

pela."

La panda en pleno sufrió un ataque de risa, pero tuvimos que

transformarlo en tos para que no nos pusieran un negativo por rnala

conducta. Se me había olvidado el incidente con el potro del gimnasio y

Dave el Risas. Estaba claro que Elvis había estado fisgando.

—¿Le habría hecho gracia a aquel chico si se hubiese prendido fuego

y la manta que yo habría usado normalmente para extinguirlo no estuviera

en su sitio?—prosiguió el portero—. ¿Le veis el chiste ahora?

Yo medio levanté la rnano, pero Madame Slack estaba de sustituta de

Ojo de Halcón en el turno de mirar con odio, así que simulé que me

picaba la oreja.

¡Qué felicidad! Al parecer Ojo de Halcón se ha tomado el día libre

para asistir a algún congreso (el congreso de la crueldad, probablemente)

donde refrescará sus técnicas de odiar a las niñas. Volverá con un látigo y

un pastor alsaciano la semana que viene. Pero mirándolo por el lado

bueno, ¡me puedo poner tanto maquillaje como quiera para esta tarde!

Sólo tenemos a. la señorita, Wilson y a Herr Kamyer. ¡¡¡Hurra!!!


41

detrás del polio de jugar a la pelota

en el recreo

—Estoy súúúúper nerviosa -—he anunciado a la Panda—: Me va a dar

algo, seguido inmediatamente de un ataque de nervios. Si fumara, no

seríais capaces de distinguir mi cabeza por culpa del humo. Me fumaría

diez al mismo tiempo» Y también una pipa. Decid algo para calmarme.

—¿A qué hora...—intervino Ellen— a qué hora va a llamar... quiero

decir, te dijo que te llamaría o te dijo te veo luego... porque si es el rollo

ese de los «staluegos», bueno, eso podría querer decir... esto, no sé qué

podría querer decir.

—Ellen, muchas gracias, chica.

—¿Para qué sirven los chicos exactamente? —quiere saber Jools.

—¿Cómo? —inquiere Mabs.

—No, en serio —repite Jools—, ¿para qué están?

—Para morrearnos —contesta Rosie.

—Sí, es verdad —conviene Jools—-, pero ¿aparte de eso? Por

ejemplo, mira Rollo. Me gusta y tal, pero aparece, nos vamos al cine y nos

damos el lote. O nos vamos a dar un paseo y nos damos el lote. O nos

damos el lote sin más. Cosa que mola, no digo que no. Pero lo cierto es

que, mayormente, no tengo ni idea de qué palo va. Dice cosas del tipo:

«Tengo la primera edición completa de los comics Beano.» ¿Qué se

supone que tengo que pensar de eso?

Nos encogimos de hombros en plan apoyo.

—Pienso que el error está en que crees que tienes que hablar con él

—dice Rosie—. Es mucho más tranquilizador tener un novio extranjero

que además esté loco.

—Lo siento, Rosie, pero creo que te equivocas —interviene Jas—.

Tom y yo hacemos todo tipo de cosas juntos. No sólo nos morreamos.

—Buuuuh —la abucheo yo.

Pero Jas ya ha zarpado rumbo a Jaslandia.

—Quiero decir que lo importante es elegir a alguien con el que

tengas cosas en común.

No, por favor, que no empiece con los moluscos.

Rosie estaba engullendo una galleta de mermelada, pero aun así se las

apañó para soltar le bombazo.

—Ah, sí, estoy de acuerdo. Por eso Sven y yo vamos a casarnos.

¿Qué?

Todas nos la quedamos mirando.

Ella nos mira a su vez.

—No puede ser —digo.


42

Rosie abre la boca y me muestra su galleta a medio comer. Cielo

santo. ¿Es que la tensión de salir con Sven la ha conducido a niveles jamás

alcanzados de chaladura?


Aunque intento convencer a Rosie de que admita que nos está tomando el

pelo, insiste en que está al borde del altar.

—Ah, sí, claro, ¿y cuándo te has prometido? ¿Ha sido hace un

minuto, cuando te has aburrido de escuchar a Jas hablando de ella y de

Musculitos?

—Tienes una mente muy desconfiada, Georgia —contesta Rosie—:

Sven me propuso matrimonio hace unas cuantas semanas.

—¿Cómo sabías lo que te estaba preguntando? Por lo general, nadie

entiende nada de lo que dice.

—Sus ojos hablaban por él —contesta Rosie.

—¿Ahora tiene ojos parlanchines?

No decía más que chorradas, burradas y memeces.

Pese a todo, Ellen estaba entusiasmada con la imaginaria boda de

Rosie.

—Oh, me encantan las bodas. ¿Puedo ser dama de honor?

—Fijo, podéis ser damas todas -—contesta Rosie—. Estoy pensando

en pedirle a Herr Kamyer que sea matrona de honor. Tiene las piernas

perfectas para ello.

Mientras sonaba el timbre le pregunto a la sonrojada novia:

—¿Qué piensan tus padres del asunto? Supongo que estarán

contentísimos de que te cases a los quince años y medio con un pirado.

—Sí, desde luego.

Mates

Aunque sé que miente más que habla, Rosie ha conseguido sacarme de la

cabeza mi propia vida. Durante algunos instantes de algunos instantes soy

capaz de olvidar que me hallo en la percha del amooor.

un minuto después

Lo que me recuerda que sólo quedan cuatro horas para la cuenta atrás.

Mejor empiezo a ponerme la base de maquillaje. Me pondré la base, los

reflejos y la primera capa de rímel en Mates, y después seguiré con la

segunda capa de maquillaje y la primera capa de sombra en Física. La

señorita Wilson no me reñirá. Aunque lo intente, puedo convencerla de


43

que me estaba metiendo en mi personaje. Porque como todo el mundo

sabe, los terratenientes escoceses usaban pintura azul y tal.


No es fácil maquillarse cuando tienes que estar prácticamente plana

encima del pupitre para que no te pillen. En serio, la escuela es un

palaaazo. Y un sinsentido. La señorita Stamp está otra vez con el rollo de

pi. De pronto me doy cuenta de que se me ha abierto el apetito. Me

pregunto si Jazzy Spazzy llevará algún Comosellamen oculto en su persona.

Rosie ha empezado a repartir notas:

Queridas todas:

Sven y yo nos hemos decidido por una boda vikingo en honor a sus raíces.

Ello implicará mucho levantamiento de pesos, dado que la novia y el novio son

transportados tradicionalmente alrededor de la ciudad en una réplica de

drakkar. Os sugiero que empecéis con un programa de puesta a punto. Y estoy

pensando sobre todo en Ellen. No quiero que las festividades se vean

empañadas por ningún tipo de mantecosidad.

Sinceramente vuestra,

La novia

P.D. En breve prepararé una lista de boda.

P.P.D. Mientras tanto, se agradecería un chicle de sobra.

Le contesto:

Querida novia:

Con suerte habremos recuperado los cuernos de bisonte para la boda. Por

cierto, ¿cuándo es?

Sinceramente tuya,

Una amiga que te desea lo mejor

en el recreo de la tarde

Resulta que la boda de Rosie está planeada para su vigésimo primer

cumpleaños.

—Perdona que te lo diga, pero si no me equivoco, para eso faltan

más de cinco años —le he recordado.

—Sí, pero una boda bikinga no puede improvisarse. Hay que

encontrar las cubas.


44

—¿Las cubas?

—Oh, sí, para el hidromiel y tal. ¿Te enseño la versión vikinga de

Vamos a la discoteca que haremos durante la recepción?

—No, se me podría correr la base de maquillaje —respondo.

—Venga, ¡si te va a ENCANTAR!

Nos obligó a patearnos el patio de jugar a la pelota y nos mostró el

nuevo baile disco inferno vikingo. Antes de darme cuenta, ya estábamos

repitiéndolo todas. De acompañamiento cantábamos Jingle bells, jingle bells

porque, aunque Rosie es reconocida como la más experta en

Vikingolandia, no se sabía ninguna canción vikinga.

—¿Qué tiene de malo Edelweiss de Sonrisas y calzones? —pregunto.

Pero, como de costumbre, doña Bragas Apretadas ha contestado:

—Es una canción austríaca. De Austria. Que no es Svenlandia.

Ya estamos otra vez. Siempre comiéndose el coco con los países y su

ubicación.

—Mira, Jas, sólo estamos practicando el baile vikingo y, primero,

Rosie no se casa hasta dentro de cinco años,y probablemente ni siquiera

entonces, y segundo, no tenemos ni pajolera idea de cuál es el país de

Sven. Y tercero, me estás poniendo de los nervios y pareces haber

olvidado que estoy en la percha del amoooooor.

Eso le cerró el pico. Tendría que pensar en los demás más que en sí

misma.

Como yo.

Aunque no sé por qué lo hago, porque es aburridísimo y no tiene

ningún sentido.


Hemos perfeccionado el baile disco inferno vikingo. Es espectacular, no

puedo negarlo. Y en cuanto nos devuelvan los cuernos, será cien por cien

je ne sais quoi, ejemejem, y estará cargado de altivosidad.

Justo antes de que empiece una tarde llena de merde pura y sin

adulterar (Física), Rosie gritó:

—Vale. Una última vez. ¡Vamos a triunfar, chicas! «Jingle bells, jingle

bells, jingle all the way. Oh, qué divertido es pasear en trineo.» ¡¡¡Bien!!!

Y entonces bailamos todas juntas. Taconazo, taconazo a la izquierda,

puntapié pierna izquierda, puntapié. Brazo en alto, puñalada, puñalada a la

izquierda (ésa es la parte del saqueo). Después taconazo, taconazo a la

derecha, puntapié pierna derecha, puntapié: Brazo en alto, puñalada,

puñalada a la derecha. Rápido giro sobre una misma con las manos alzadas

a Thor (o a quien sea) Después levantamos un cuerno para beber ficticio

alternitivamente a la izquierda, luego a la derecha, al cielo, sacudinos todo


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el cuerpo, nos apiñamos y caemos de rodillas lanzando un grito triunfante

de «¡¡¡CUERRRRRRRNO!!!»

Genial.

ensayos de Maclnútil

16.10 He finalizado mis preparativos premaquillaje del maquillaje. De

camino al salón de actos he visto a la pava de Lindsay bronqueando a las

de primero que pintaron un ratón con sujetador. Las tenía inmovilizadas

contra la pared. Estaban asustadísimas. Probablemente le habían visto las

rodillas. La pava de Lindsay les decía a las enanas:

—¿Por qué estabais fuera del colegio en el almuerzo? ¿Eh?

No han respondido nada. Sólo la miraban y parpadeaban como si

fuera una especie de pulpo que acabara de surgir de la nada para

interrogarlas. Con las extensiones que lleva y su frente inexistente es fácil

confundirse. Me pregunto si Masimo le habrá visto la cabeza últimamente.

Ah, sí, claro que se la ha visto, acabo de acordarme del desastre del billar.

Merde, y además qué patética es, ¿no tiene nada mejor que hacer que

perseguir a Masimo? Da igual, en ese momento Cabezapulpo seguía

despotricando.

—¡Bueno, estoy esperando! ¿Qué hacíais fuera del colegio?

Las enanas se han puesto a tragar aún más saliva, y una de ellas ha

contestado:

—N-n-no lo sééééééé.

—Vaya, así que no lo sabes —ha replicado Lindsay—: Bueno, os voy

a decir lo que haré. Primero dejaré que os lo penséis. Hasta que lo sepáis.

Y mientras pensáis, podéis limpiar el armario de deportes después de

clase, el lunes.

—Pero, pero...glup, glup... el lunes yo tengo clase de violín —-ha

contestado una de ellas.

—Pues mira, este lunes te la saltas —le ha espetado la pava de

Lindsay—. Largo.

Las dos lloronas se han marchado lloriqueando por el pasillo. Cuando

me he cruzado con Pulpowoman le he echado mi peor mirada. Pero no he

dicho nada. Después he clavado los ojos en el lugar en el que debería estar

su frente, en caso de que la tuviera. Se ha echado una mano a dicha como

si le hubiera crecido una antena o algo.Juas juas juas juas, ¡sí! ¡Funciona! La

campaña de mirar las frentes inexistentes continúa.

—¿Llevas maquillaje? —ha preguntado.

—Es para la obra.

Antes de entrar en el salón de actos me ha dicho:

—Un consejo, señorita: pareces una fulana ridicula persiguiendo a

Masimo de ese modo. Te hace parecer lo que eres: una niñata boba y


46

patética. Creo que eres ridicula y él piensa que eres ridicula. Es demasiado

educado para decirlo, pero me contó que le das mucha pena. Haznos un

favor a todos, a ti la primera, y deja de ponerte en ridículo. No es para ti.

Aunque la odio un millón y medio y sé que es una mentirosa, he

notado que me ponía colorada.


La panda está en el vestuario de las fulanas, preparándose para el

asombroso espectáculo de los chicos de Foxwood. La escuela entera está

en alerta de histeria máxima. Hasta he visto a un par de primero con un

poquito de brillo en los labios. Es una locura, en serio, porque tampoco es

que estemos encerradas en un convento. De verdad, hay tías que carecen

de la más absoluta autocontrolidad cuando se trata de chicos. No he

podido acercarme al espejo para comprobar mi maquillaje final, pero me

gusta pensar que he logrado un look natural. A diferencia de Ellen. Su

brillo de labios era tan espeso que parecía que hubiera metido los morros

en un tarro de miel. Hasta Jas se ha rizado las pestañas. ¿Por qué? Tom ni

siquiera aparece en MacInútil.

—¿Por qué te rizas las pestañas si tu supuesto amado no va a estar

aquí? —le he preguntado.

Ha balbuceado algo sobre Lady Macbeth, añadiendo que el rizado de

pestañas forma parte del detalle histórico, y que va a llevar calzones

auténticos de la época debajo del vestido, y ya no ha parado. Ojalá no le

hubiera preguntado nada.

Les he contado a la panda lo que me ha dicho Lindsay.

—Es una zorra de campeonato —-ha comentado Jools.

—¡¡Pulpowoman no dice más que GILIBOLLECESBRR!! —ha añadido

Ro Ro.

—¿Por qué no la liquidamos? —ha sugerido Mabs—. Total, nadie se

dará cuenta,

Me encanta que se preocupen y me den consejos sensatos, pero aun

así, como Elvis Presley dijo, «Estoy superconmocionada, auuuuu».

Le digo a Jas mientras nos dirigimos al salón de actos:

—Prácticamente ha venido a decir que estaba acosando a Masimo.

¿Cómo se atreve?

—Bueno, tiene razón —-contesta Jas—. Lo que pasa es que no lo

sabe.

—¿Qué te enrollas?

—Bueno, intentaste dar con él en Burguerlandia, ¿no?

—Bueno, sí, pero...


47

—¿Te acuerdas cuando llamaste a todos los se llamaban Scarlotti de

Nueva York…?

—Bueno, sí...

—Y al final acabaste pidiendo comida en un chino de Nueva York. Y

estábamos en Memphis.

Oh, Dios, sigue contándolo, no te cortes, ¿por qué habrías de parar?

—Jas, eso fue antes de que ganara madurosidad —le contesto.

Jas se ríe.

Cosa que la hace parecer tonta.


¿Y si Masimo está en la puerta del colegio? Echaré un vistacito con

naturalidosidad a todas horas, para ver si ha venido.


Camino por el borde del patio hacia las puertas de la escuela. No hay

indicios del dios del Amooooor. Por si acaso está ahí pero fuera de mi

campo de visión, camino balanceándome y con los brazos relajados.

Cuando me acerco a la puerta el señor Attwood aparece de improviso

procedente de un parterre y ataviado con su traje completo de pirado:

mono, gorra y extintor de incendios incluido. Pero ¿qué le pasa a este tío?

—¿Qué está haciendo aquí, señorita? Tendría que estar en el salón de

actos. Si no estoy informado de dónde se encuentra todo el personal,

podrían tener lugar bajas imprevistas en el supuesto de un incendio grave.

¿A esto ha llegado la raza humana?

de vuelta en el vestuario de las fulanas

para una revisión final de maquillaje


Cielos, apenas puedo mover los ojos, de tanto rímel que me he puesto.

Estoy al borde de un ataque de ansiedad. Y para el colmo de los colmos,

estoy un poco nerviosilla y emocionada de ver a Dave el Risas otra vez.

Mientras nos acercábamos a la puerta del salón de actos he dicho:

—¿Hacemos una rápida demostración del baile disco inferno vikingo

entre bastidores para que Dave y sus colegas sepan que la fiesta de

MacInútil ha empezado?

—No creo que a Dave el Risas le interese que le enseñes nada —ha

replicado Jas—, no sé si me explico.


48

La he taladrado con la mirada, pero ella no se ha dado por aludida.

Por otra parte, a la sola mención de Dave el Risas, Ellen se ha puesto

hecha un flan.

—¿Dices que, esto, Dave el, esto, Risas no le interesa... que Georgia

le enseñe nada? Quiero decir... ¿Eso qué significa?

Afortunadamente en ese momento entramos en el salón y todos sus

nervios se desvanecieron cuando los chicos nos saludaron gritando:

—¡¡¡Nunga-nungas!!!

Dave el Risas estaba al frente de la multitud de hombres, fingiendo

contenerlos mientras nos decía:

—Circulen, señoras, circulen, aquí no hay nada que ver. Nada que

ver—como si fuera un policía en un accidente de tráfico.

18.00 Tras la hora y media de caos que la señorita Wilson llama

«ensayo», nos han soltado de Stalag 14. He hecho una escapadita al

vestuario de las fulanas para enrollarme la falda y ponerme encima la

camiseta de encaje negro. La Panda aún seguía enfrascada en MacInútil

Rosie interpretaba su parte del «ojo de tritón» pero ha improvisado y

añadido un «ñam, ñam».Si lo hace la noche del estreno nos ejecutarán a

todas.

La verdad es que sería para bien. Estoy en la percha del amor y tengo

ganas de ir al meódromo cada cinco segundos. ¿Y si está aquí? ¿Qué

tendría que hacer yo? ¿Un despliegue de helada glaciosidad o un atisbo de

promesa oriental oculto en mi sonrisa? He puesto a andar a la Panda

delante de mí para poder revelarme en mi mejor ángulo cuando lo vea.

Mientras cruzábamos el patio, he visto que Masimo no me esperaba a

la puerta de la escuela para recogerme. En cierto modo, me he sentido

aliviada. No sé por qué. Por lo menos no he tenido que aguantar a todas

las mironas viéndome hacer el capullo delante de él. O desmayarme, que

sería lo más probable. O dirigirme a toda pastilla al cagódromo.

Además, me dijo que me lo haría saber en una semana, y la semana

no empezó en las puertas de la escuela, ¿verdad? Empezó en mi casa. Así

que tampoco tengo que preocuparme hasta que llegue a casa.


Me pregunto si Masimo pensará que volver a casa en grupo es guay o es

un poquito infantil. Aunque no siempre cojeamos y fingimos ser las

Jorobadas de Notre Dame. Sólo lo hacemos cuando resulta apropiado. Ya

sabéis, en las partes del recorrido aburridas o en clase. Puedo estar tan

llena de madurosidad como cualquiera. Más o menos.


49


Dave y su panda saltan de detrás de unos arbustos y casi nos da un ataque

al corazón. Ellen se ha puesto tan roja que he pensado que iba a

explotar.Me ha parecido un poco raro, aunque agradable, que estuviera

con nosotras. Aunque no habían pasado ni diez minutos desde la última

vez que lo vi.


Dave andaba hacia atrás a lo Michael Jackson pero en patoso, sacando culo

y alargando el cuello al tiempo que gritaba:

—¡¡¡Sois mis perras!!!

—Eh, tío —ha dicho Rollo—, no te pases, yo no soy nada tuyo.

—No —ha contestado Dave—: ¡¡¡sólo las perras son mis perras!!!

Ellen, convertida en un tomate andante por causa de Dave, me ha

dicho:

—Oye, esto, oye, ¿no te parece que... esto, es muy chungo que nos

llame perras? ¿No es... poco respetuoso con las mujeres?

—Sí, pero nos está hablando a nosotras.

—Ah, sí, entiendo.

Pero es evidente que no entiende nada. Está tan colgaaaada de Dave

que probablemente se pondría una barba postiza si él se lo pidiera.

Cosa que, por cierto, podría ocurrir.

Por no hablar de que llegará a casa a las tantas, pues vive en la

dirección contraria.

Dave seguía andando al revés.

—A ver, mis perritas. ¿QUIÉN ES PAPAÍTO?

—Nosotras no decimos papaíto —le contesto—, nos parece cutre.

Decimos «vati».

—¿QUIÉN ES EL VATI? —responde Dave.

Y Jas, Rosie, Ellen, Jools, Mabs y yo hemos tenido que contestar.

—Tú eres el vati.

Momento en el cual Dave, también conocido corno El Vati, tropieza

con el múrete del parque y se la pega.

Muu amusant

18.15 Ya sólo quedamos Dave y yo. Vamos caminando. Los demás se han

ido todos a casa. Hasta Ellen se ha dado cuenta de que no podía seguir

hipnotizada por Dave como un...esto...tomate hipnotizado, y se ha subido

a un autobús camino a su casa. Creo que esperaba que le pidiera que me


50

acompañara a casa para que luego mi padre la llevara. Pero es que no

puedo, no con todo el movidón de Masimo.

Antes de marcharse, Ellen le ha dicho a Dave:

—Te veo la semana que viene, pues.

—Ya te echo de menos —le ha contestado Dave.

Y Ellen ha alcanzado nuevos niveles de tomatosidad. Oh, Dios, me

pregunto cuánto tardará en colgarse al teléfono en plan: «Oye, cuando

dijo que estaba como... esto... echándome de menos... bueno, ¿eso qué

significa... está tipo echándome de menos o...?»

Cuando se ha marchado, he mirado a Dave con las cejas levantadas.

Él ha arqueado las suyas a su vez. Yo he levantado las mías aún más y he

asentido con la cabeza inteligentemente. A su vez él ha asentido con la

cabeza inteligentemente.

Dave sabe perfectamente lo que quiero decir. Sabe que Ellen esta

looooooca por él. Y aunque no lo supiera, en realidad parece pensar que

todo el mundo está looooooco por él. Todas las chicas de la obra actúan

de forma ridicula con él, incluso cuando se muestra mu, muu maleducado.

Me alegro de que sigamos siendo colegas del alma, y de no sentirme rara

con él más. Bueno, no demasiado. Aún evito hablar con él del tema del

semental italiano.

Cuando Jazzy Spazzy ha llegado a su casa, me ha dado un abrazo

inesperado y rne ha dicho:

—Espero que todo vaya bien. Llámame luego.

La escena ha sido muy conmovedora. Pero sus palabras daban a

entender que había algo que «tenía que ir bien». Para zafarme de las

posibles preguntas de Dave sobre lo que «tenía que ir bien» y tal, he

dicho:

—¿Has visto cómo alarga los abrazos un poquito más de la cuenta?

Definitivamente se ha cambiado de acera. Tendré que ponerme en alerta

bollera. Mientras interpretaba al memo de Macduff he notado que me

estaba mirando las mallas.

—¿Y quién no? —ha contestado Dave.

—De hecho, tú no. Te has quedado hipnotizado con los melonazos

de Melanie Griffiths.

—Tienes una mente muy desconfiada, gatita. Como bien sabes, estoy

muy concienciado con las medidas de seguridad y me aseguraba de que

Melanie no tropezara y se hiriera en la escena de los malabarismos.

—¿Concienciado con las medidas de seguridad?

—Sip.

—Lo que estás es pirado.

—No, tú estás pirada.

—Esto... no, ya verás como el pirado eres tú.


51

Entonces me agarró y empezó a hacerme cosquillas. ¡¡¡Oh, no,

cosquillas de oso!!! La siguiente fase después de las cosquillas de oso,

¡suele ser un cuatro en la escala de morreos! Mis labios casi empezaron a

boquear como si fueran los labios de un perro de Pavlov.

Entonces dejó de hacerme cosquillas. Me sujetaba los dos brazos,

como si me tuviera inmovilizada. Tenía la cara muy cerca y me miró. Con

ojos soñadores. Con esa dulzura premorreo. Mi cerebro estaba a punto

de tener unas palabritas conmigo: «Llamando a todas las extremidades,

llamando a todas las extremidades, y eso os incluye a vosotros, ¡labios!

Basta de boquear. ¡¡¡Estamos en alerta de morreo!!! Recuerda que eres un

bicho peludo. Esto, quiero decir, que casi eres la novia de un dios del

Amooooor.»

Entonces, justo cuando mis labios desarrollaban su propio cerebro y

pensamiento «Oh, mierda, ¡danos un mordisco!», Dave me ha soltado y

me ha dicho:

—Mala, mala, Gatita Sexy. Adiós.

Y se ha marchado.

Canastos, por poco me caigo al suelo cuando me ha soltado.

¿Pero qué le pasa conmigo?

18.25 Por si acaso Masimo me estaba esperando he subido toda mi calle

contoneando las caderas, los brazos sueltos, el pelo natural. Pero no

estaba.

en mi habitación

18.45 Estoy en mi cuarto delante del espejo de cuerpo entero, con mis

bragas invisibles. He puesto el tocador enfrente de la puerta para que no

entre nadie y me sorprenda en toda mi naturalidad.

Si salto, mis nunga-nungas prácticamente me abofetean.

Así que tengo que asegurarme de no saltar delante de Masimo.

Venga, la lista:

¿Cuerpo completo libre de granos? Sí.

¿Gen orangután exterminado? Sí.

¿Cuatro capas de base de maquillaje natural? Sí.

¿Sombra aplicada para que alejen el ojo de rasgos menos afortunados

como una enorme napiosidad? Bueno, he hecho lo que he podido.

¿Pelo que no parezca abombado? Sí, señor.

¿Lápiz de labios y brillo para conseguir ese toque de sofisticosidad

más allí de mi edad y un atisbo de promesa oriental? Brillo de labios sabor

a delicia turca. Hum, qué rico.

Acorazado potemkin y braguis para más adelante. Bien.


52

Todo en orden.

Y ahora, la ropa, hummm... Vaqueros apretados, pero no tan

apretados que no pueda pasar la pierna por encima de su... Vespa. ¿O me

pongo la falda con los flecos? Sí, sí, mucho mejor.

¿Mejor?

19.00 Creo que voy a ponerme otra vez los vaqueros. Parecen más

desenfadados.

19.15 Pero no poseen tanta gatitasexualidad. Me pondré otra vez la falda.

19.30 ¿Y si hace un frío que pela? Mejor los vaqueros.

19.45 Otra vez la falda.

19.55 Vaqueros, ya está. No me vuelvo a cambiar.

19.58 ¡Falda!

19.59 No hay vuelta atrás. Llevo los vaqueros puestos y ahí se quedan.

20.00 Aún no ha llamado. El único destello argentado de esperanza es que

la loca familia suiza está otra vez fuera y disfruto de algo de privacidad.

20.05 Suena el teléfono. ¡¡¡Oh, cielos!!! Bajo las escaleras a saltos. Con

Angus y Gordy pegados en cada pierna. Ya me parecía que estaban

sospechosamente tranquilos; debían de acechar al otro lado de la puerta

esperando a que saliera de la habitación. Mientras bajo continúan

agarrados, aunque en cada escalón se dan un golpe en la cabeza. ¿Es que

no sienten dolor?

Por desgracia, no. Llego al teléfono con las piernas envueltas en gato

y respiro hondo para calmarme. Ommmmm.

Descuelgo el auricular.

—¿Georgia?

—¡Jas! ¿Por qué me llamas?

—Porque quería saber si estabas al teléfono con Masimo. No sabía si

ibas a contestar.

—¿Por qué no iba a contestar al teléfono si suena?

—Porque, como te he explicado, no habría sonado si estuvieras

hablando tú y...

—Mira, Jas, te tengo que dejar.


53

—No ha llamado, ¿no? Se nota. Suenas superfatal. ¿Te sientes

horrible? Yo en tu lugar estaría hecha una mierda. ¿Has estado llorando?

—No, yo...

—Tiene que ser horrendo que te dejen. Especialmente cuando en

realidad no has sido, ya sabes, no has sido su...

—Jas.

—¿Qué?

—Calla.

—Eh, sólo estaba siendo colega.

—Bueno, pues no lo seas.

—Vale, no lo seré.

—Guay

Le he colgado el teléfono inmediatamente para que no pudiera

ponerse hecha un basilisco. Me he adelantado en el basilisquismo por una

vez. Juas juas y juas.

20.10 Al final he conseguido librarme de los mininos mojándolos con el

teléfono de la ducha. He puesto mucho cuidado en sólo mojarles la cabeza

y no mis vaqueros. Detestan la idea de la limpieza, y se han marchado de

un salto, estornudando y sacudiéndose como gatos chalados, y han salido

afuera para revolcarse en alguna caca de zorro y otra porquería.

20.30 A lo mejor tiene concierto con los Dylans Salvajes.

21.02 O a lo mejor la pava de Lindsay ha dicho la verdad y Masimo cree

que soy patética. Y le doy pena. Por eso es tan educado conmigo.

21.03 A lo mejor se ha retrasado porque está diciéndole a la pava de

Lindsay que parece un pulpo.

Ojalá.

21.08 A lo mejor está saliendo con ella. Oh, nooooooo.

Venga, prepárate para la lucha, prepárate para la lucha.

21.10 Tengo que consultar mi manual de chicos Como conquistar a

cualquier hombre.

21.20 Oh, Dios, Dios, Dios, ¡he hecho lo contrario! Dice que no hay que

dejarles saber a los chicos lo que quieres, porque se sienten presionados.

Ohhhh nooooo.


54

21.30 Es cierto, ¿no? Con los chicos hay que mostrar glacialidad a todas

horas. Recuerdo cuando Dave el Risas me dijo que había desplegado mi

glacialidad inadvertidamente con Masimo al pirarme corriendo cuando me

pidió ni número.

Oh, ojalá pudiera llamar ahora al Maestro del Cachondismo. Lo echo

de menos.

Sólo en plan colegas.

Últimamente no me dice nada bonito.

Aunque hoy me ha dicho: «Gatita Sexy mala.»

21.32 Antes decía que a pesar de tener diploma de chalada, era una

persona encantadora y graciosa. Y eso es agradable. Justo lo que diría un

buen colega.

21.33 Pero si sólo es un colega, ¿cómo es que hemos llegado al número

seis?

21.34 Pero mis días de traserosidad colorada han terminado. Dave el Risas

jamás volverá a utilizar la técnica de mordisquitos en el labio conmigo. Lo

que es una pena. Calla, calla, voz del cachondismo.

21.35 Tampoco entiendo por qué me preocupa abandonar el

Cachondismo en mi cabeza cuando en realidad nadie me está pidiendo que

sea su única novia.

Ya me puedo quitar el maquillaje.

21.40 No, ¿para que limpiarme y tonificarme? No veo ningún sentido a

poseer una piel bien tonificada si nadie va a decirte: «Caramba, qué piel

más tonificada. ¿Quieres ser mía?»

abajo

21.45 Miro por la ventana del salón a la calle oscura. También me puedo

ir a la cama. Y quedarme allí para siempre. Miré al cielo oscuro. ¿Seguro

que hay ahí arriba un tío con barba que se preocupa por mí? Quizás

debería ir más a la iglesia. Mi última visita no fue lo que podría llamarse un

éxito rotundo, tras el accidente con la jubilada. Que en honor a la verdad

debo decir que montó un número por una tontería. Los ancianos pueden

ponerse mu histéricos. Sólo le prendí el velo con mi vela votiva. No

debería haber llevado materiales acrílicos, pues suponen un riesgo de

incendios. Ya antes de eso, no me lo estaba pasando muy bien. En su

sermón, el vicario Llámame-Arnold dijo:


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—Todos venimos al mundo solos, y nos marchamos solos.

No sé por qué se molesta en ir a la iglesia a deprimir a la peña.

21.46 Aunque por una vez tiene razón. Estoy más sola que la una.

21.48 Ahora sí que estoy deprimida de verdad. Miro fuera al oscuro vacío

de la vida. La larga y oscura calle de la vida, que en la distancia se prolonga

hasta la nadasidad.

Y entonces casi me da un ataque de nervios porque Angus y Gordy

han aparecido de repente en el alféizar. Maullaban patéticamente y me

miraban a los ojos a través del cristal. Bueno, Angus. Abrían las bocas y

maullaban con ganas.

Era una señal. Han presentido mi dolor y han sido arrastrados hasta

la ventana de la agonía para consolarme. Maullaban al unísono con mi

aullido interno.

Lo raro es que no los oía. He abierto la ventana. Y ellos seguían con

los patéticos maullidos mirándome fijamente a los ojos. Y entonces he

reparado en por qué no podía oírlos. Porque no hacían ningún ruido. Sólo

fingían que maullaban.

Bueno, pues que se queden fuera. ¿Por qué tendría que ser buena

con ellos? Nadie es bueno conmigo. Y además, me han usado de

tentempié gatuno y me han molestado, y después se largan a jugar sin

pensárselo un minuto.

Espero que nieve.

cuatro minutos después

Eso sería de lo más inusual a principios de verano, pero se ajustaría a mi

estado de ánimo.

Y les estaría bien empleado a los gemelos tarados peludos.

en mi habitación

22.00 Oh, maravilla de las maravillas, los locos han vuelto. Los oigo

cantando «Nos vamos todos a Dublín, qué verdín, qué verdín» con

acentos irlandeses cutrísimos. Voy a fingir que duermo.

Me meto en la cama completamente vestida y apago la luz.

Me arrebujo en la cama y mis pies tocan algo peludo. Que empieza a

ronronear. ¡Los gatos! ¿Cómo se han metido en mi cama? La ventanita de

mi habitación está abierta, ¿pero cómo han subido hasta ahí?

Probablemente tengan un equipo de rápel gatuno escondido entre las


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cañas de pescar de papá. Demasiado tarde para sacarlos porque oigo un

ruido horrendo subiendo por las escaleras. Por favor, por favor, que no

sea Vati que entra para cantarme canciones irlandesas, y bailar tristemente

con los pantalones enrollados.

Era Mutti, porque he oído cómo le gritaba a papá:

—Bob, prepara una taza de té. Meto a Bibbs en la cama y le echo un

vistazo a Georgia.

Entonces he reparado en qué era el ruido horrendo. Era mi querida

hermanita roncando como un cerdito. Los ronquidos se han amortiguado

cuando mamá se ha metido en la habitación de Libb, y la he oído cerrar la

puerta. A lo mejor se marcha. Pero no. Mi puerta se abre y mamá se

acerca a la cama. Casi siento su presencia con los ojos cerrados. Susurra:

—Gee, ¿estás despierta?

Finjo roncar. Y justo entonces los mininos se revuelven. Algo

húmedo y rasposo me toca los pies. Oh, Dios, las lenguas. ¡Me estaban

chupando con esas horribles lenguas! Puaj, puaj. Qué asco, no puedo

soportarlo. Pero tengo que aguantar; aguanta, Georgia.

Fue como cuando en Latín nos hablaron de Esparta. Dos chicos

espartanos fueron a robar gallinas, vieron al granjero que se acercaba, y se

las metieron en los pantalones (o lo que llevaran los espartanos). El

granjero dijo:

—Eh, chicus, ¿habéis vistus alguna de mis gallinae? (En traducción

aproximada.)

Bueno, pues los chicos le contestaron:

—¿Tus gallinae? Nosotrus non, colegum.

Y e! granjero dale que te pego:

—Pues yo piensum que vosotrus...

Y mientras tanto las gallinas les picaban y les rascaban el pirindolo. Al

final, el granjero se marchó y los chicos consguieron llegar a casa, dieron

las gallinas a sus mamas y murieron de las heridas. Y toda Esparta los

honró porque no se habían desmoronado bajo la presión. Como he dicho

muchas, muchas veces, el Latín es una mierda.

¿Por dónde iba? Bueno, sí, pues en ese momento para mí era lingual.

Estaba siendo sometida a una tortura lingual. Y no podía gritar ni nada.

Mamá me tocó el pelo. En ese instante, las lenguas alcanzaban la parte de

atrás de las rodillas. Oh, Dios mío, si iban más allá, no creo que pudiera

soportarlo

.

22.10 Al final mamá se marchó. Encendí la luz y levanté las mantas para

descubrir a los comepiernas peludos.

—¡Largo de mi cama, YA! —grité.


57

Parpadeaban a causa de la luz. Angus me puso una pataza en la pierna

y sacó las uñas. Me miró, y yo lo miré con mi expresión más severa. Sé

perfectamente que me comprende. Soy, después de todo, su ama. Soy su

enorme ama pelada y sabe que es su obligación hacer lo que yo le digo.

De otro modo, ya puede ir despidiéndose de los tentempiés para mininos.

Miró y remiró y sacó la punta de la lengua. ¡Estaba haciendo esa idiotez

gatuna suya de gato con lengua colgante! Gordy me miró con uno de sus

ojos, después se quedó dormido y se cayó rodando.

¿Para qué?

Angus se acomodó y se sobó también. No tenía energías para hacer

nada, así que volví a taparnos a todos con las mantas. Tenía ganas de

llorar. Y lo hice. Las lágrimas empezaron a acumulárseme en los ojos. ¿Por

qué me pasaba esto?

En realidad no soy mala persona. Bueno, he sido un poco chunga con

Jas, pero eso es comprensible. No soporto volver a la escuela. Lindsay se

enterará de lo ocurrido y me hará la vida imposible.

Qué triste, pero qué trste estoy, y qué sola.


Los gatos han empezado a estornudar con violencia bajo las mantas y a

abrirse paso hacia la parte de arriba de la cama.


Tengo la cabeza de Gordy a un lado y la de Angus al otro. Creo que

presienten mi dolor.


¡¡¡Angus me ha metido la lengua en la oreja!!! ¡No me imagino nada más

asqueroso! Puede que no tenga novio, pero he llegado al número seis en

la escala de morreos con mi gato.

Sábado 25 de junio

8.30 Cuando me he despertado pensaba que me había vuelto ciega. Como

anoche no me quité el rímel, se me habían pegado los ojos.


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Me he arrastrado hasta el baño. Aún no se ha levantado nadie, por

supuesto. Oigo roncar en todas las habitaciones.

en el baño

Me miro en el espejo. Tengo el pelo totalmente enredado, y la sombra de

ojos y el rímel se me han corrido de modo que parezco un panda.

Además, he debido de dormirme sobre la cara, porque tengo la nariz

aplastada. Pero ¿a quién le importa? La nariz se me podría extender por

toda la cara, por lo que a mí respecta.

Me convertiría en una nariz con brazos y piernas. Una nariz andante

como Vati. No le gusto a nadie. Jamás tendré novio.

cocina

Abro la puerta a los gatos porque los señoritos no se dignan a salir por la

gatera. Allí estaban, sentados delante de la puerta, mirando la gatera y

maullando. En cuanto he abierto, se han lanzado como flechas por encima

del muro al estanque de peces de don Vecino-de-al-Lado. Lo hacen

siempre. Todas las mañanas se van al estanque de peces y lo miran. Saben

perfectamente que no quedan carpas en ese estanque. Lo saben porque se

las comieron ellos. ¿Es que creen que ha ocurrido un milagro por la noche

y el Gran Minino del Cielo ha provocado una lluvia de peces?

Ja, me gustaría decirles que no existe el Gran Minino del Cielo.

en mi habitación

de regreso a mi lecho del dolor

10.00 Aún llevo el maquillaje de panda. Me gusta. A lo mejor no me lavo

la cara nunca más. Sonidos de vida en el piso de abajo. Mamá grita:

—Georgie, nos vamos a nadar. ¿Quieres venir?

Ni siquiera me molesto en contestar. Pandawoman no va a nadar Se

queda en su cuarto como Lady Havisham en ese libro de Dickens. ¿Cómo

se llama? Cutres esperanzas, creo. Bueno, pues la tal Lady Havisham va a

casarse, pero su prometido no aparece el día de la boda, así que se queda

vestida de novia pillando telarañas durante años y años. Hasta que se

quema entera con una vela. Es un cachondo, ese Charlie Dickens. Ya le

gustaría. Tendría que juntarse con Llámame-Arnold.

treinta minutos después

Se han marchado todos. Solita, sin perrito que me ladre. OTRA VEZ,


59

Ya sé qué va a pasar. La Panda estará llamándome toda la mañana y

preguntándome qué ha ocurrido.


Me pregunto si estuvo con la pava de Lindsay anoche. Imagino su cara el

lunes. Toda henchida. Agitando su extensiones por ahí como una imbécil.

Argj. Oh, no lo puedo soportar. Debo huir.

un minuto después

Podría pillar el tren que enlaza con el barco rumbo a París y vivir en una

buhardilla.

Podría sacar todos mis ahorros e irme.

Au revoir tout le monde.


No tengo ahorros. Se me había olvidado que me los gasté en aquellos

zapatos mutiladores que el médico tuvo que quitarme con métodos

quirúrgicos.

en el cuarto de Libby


Detesto hacer esto, pero estoy desesperada. Tendré que asaltar el cerdito

de Libby. Me perdonará dentro de unos años, y sabrá que su hermana

mayor ya no aguantaba más.


¿A qué tipo de mente se le ocurre meter judías secas en un cerdito hucha?

A menos que crea que es un cerdito de verdad. Es probable que sea

así.

El cuarto de Libby parece salido de una película de terror. Hay

pedazos de muñecas por todas partes, y montañas de bragas asquerosas

con cosas pegadas.

11.00 Oigo el timbre de la puerta.

Paso de abrir. Probablemente será don Vecino-de-al-Lado que viene a

decirme que los gatos han atrapado a su esposa en el invernadero. O que

se han comido a los caniches idiotas.


60

O será la policía porque el abuelo ha escandalizado a los vecinos con

su modelo de surf.

En cualquier caso, no pienso abrir.

11.05 El timbre vuelve a sonar. Lárgate ya.

11.07 El timbre suena otra vez. No voy a bajar.

11.10 Suena el teléfono. Dios, ¿y ahora qué?

11.11 Supongo que debe de ser alguna de la Panda. A lo mejor tendría

que hablar con alguien sobre mi dolor interior. Total, estoy aburridísima y

deprimida.

—Hola, Cuartel General de los Corazones Rotos.

—Ciao, Georgia.

¡Era Masimo! Su voz sonaba gloriosa a más no poder, y cañera y

mmmmmmm.

La mía, por supuesto, era como la de una ratona imbécil.

—Esto... ciao.

—Georgia, yo... cómo se dice... mi dispiace... perdona que no te

llamo, pero anoche se hace demasiado tarde... estaba... bueno, pero ahora

estás dentro.

Intenté sonar alegre y llena de naturalidosidad. No como la

Pandawoman en que me había convertido.

—Ah, bueno, bueno, ahora estoy, estoy dentro como dos cosas

que... están dentro... dentro... de la tierra. Jajajajajaja.

¿Acabo de reírme en voz alta, o era una risa de mi cerebro?

Se hizo una pausa y Masimo añadió:

—¿Me dejas pasar dentro, entonces?

—Sí, claro —le contesto—, cuando llegues llama al timbre y...

Sonó el timbre.

Oh, Dios mío, no me lo puedo creer, ¡¡¡está en la puerta!!!

—Pero, esto, no estoy... decente —le dije por teléfono.

Se rió. Pero no lo oí por el teléfono, sino al otro lado de la puerta.

Veía su silueta a través del cristal helado.

¡Tendría que hablar con él a través de la puerta! Pero si yo lo veía

por el cristal, eso quería decir que él también podía verme a mí. Me aparté

de la mesa del teléfono. No sé por qué. Vi mi reflejo en el espejo. Gott in

Himmel, parecía un miembro de la familia Rabben; ya sabéis, esa de mi

libro de alemán. De hecho, parecía un Rabben que hubiera sido criado por

lobos.

No podía abrir la puerta en ese estado.


61

—Esto, tengo que vestirme.

Se volvió a reír.

—Bueno, pero por mí no hace falta.—Y se rió—.Te esperaré fuera.

Ah, y aquí están tus gatos.

—No dejes que se acerquen a tus pantalones —le advertí.

—Esto... chè? —balbució, pero yo ya subía por la escalera

escopeteada.

cuartel general de la histeria


Rápido, rápido, ponte algo encima. Algo sexy y aun así naturalmente

matutino. ¿Vaqueros? ¿Falda de flecos? ¿Vaqueros, falda de flecos? ¿Falda

de flecos, vaqueros? OH, NOOOO, NO PIENSO VOLVER A PASAR

POR ESTO.

¿Vaqueros con la camiseta de «Dale caña, cañera»? Sí, sí, eso es,

adelante.


No tengo tiempo de purificar y tonificar, así que me limpio los ojos de

panda y reaplico rímel y lápiz de labios. Me tiembla la mano, así que no me

atrevo con el perfilador de ojos; habría acabado con cruces y ceros por

toda la cara.

Y para la pièce de résistance, mi cerebro estaba manteniendo una

pequeña conversación consigo mismo. Oh, fantástico: «Masimo sonaba

bastante relajado y alegre, ¿no te ha parecido? No en plan voy a darte la

patada.» «Sí. Y ha dicho eso de upor mí no hace falta" cuando he subido a

vestirme. Eso ha sido como un despliegue de traserosidad colorada, ¿no te

parece?» «Sin duda.»


Vuelo al baño. Compruebo que sigo con el pelo abombado. ¡¡¡Oh,

noooo!!! Me lo aplasto con gel todo lo que puedo. Después me trago casi

la mitad de un tubo de dentífrico. La nariz parece algo aplastada, así que

me meto los dedos en los agujeros para darle un poco más de forma.

un minuto después

Ahora sólo me queda practicar una sonrisa espontánea. La lengua detrás

de los dientes y sonríe. Bien, bien.


62

La risa de pirada se me descontrola.

¡¡¡Juasjuasjuasjuasjuasjuasjuasjuas!!!

Y un veloz arranque de baile disco inferno vikingo para reprimir la

necesidad de enseñárselo. Taconazo, taconazo, puñalada, puñalada,

apiñamiento y ¡CUERNOOOOO!

un minuto después

Lista.

¿Gafas de sol?

Guay.

Gafas de sol puestas.

Abro la puerta.

Y respiro.

Ahí estaba junto a la puerta. Su Vespa estaba aparcada en la calle, y él

se hallaba sentado en el sillín dándome la espalda, mirando a los mininos.

Don Vecino-de-Enfrente debía de haber estado limpiando el coche,

porque había un cubo de agua jabonosa que Gordy estaba bebiendo. Tenía

la barblla llena de espuma. Angus, por su parte, estaba dentro del coche,

tumbado frente al volante. Ah, sí, y también estaba Naomi, con la cabeza

asomando del asiento del copiloto. Don Vecino-de-Enfrente iba a ponerse

como un basilisco cuando los encontrara, Pero ¿y qué?

No dije nada. En parte porque estaba supernerviosa, pero también

porque mi sonrisa me impedía formular palabra alguna. Masimo debió de

presentirme a su espalda porque se dio la vuelta. Por poco me desmayo.

Llevaba una camiseta azul, superguay, con cremalleras, y gafas de sol. Se

quitó las gafas, y a la luz del sol sus ojos eran casi amarillos. Eran

increíbles, con unas pestañas tan largas y rizadas que parecía estar medio

dormido. Se bajó de la moto y caminó lentamente hacia mí. Hasta camina

a la italiana, tipo como si bailara muy despacio. Es alto, y lleva el pelo algo

más largo que los chicos de aquí, y lo tiene moreno y un poco rizado. Se

me había olvidado lo supercañón que es. Apenas podía moverme, pues

había perdido todo el control motor.

Él seguía acercándose. A lo mejor me quitaría las gafas y me diría:

«Caramba, Georgia, ¡estás preciosa!» Como dicen en las pelis cutres. O

me quitaría las gafas, vería mi nariz aplastada en todo su esplendor, y me

las volvería a poner rápidamente. Calla, cerebro, ¡no te metas en esto!

Tras lo que parecieron tropecientos años, lo tuve ante mis ojos. El

tío seguía sin soltar prenda. Se agacha hacia mí y pienso: «¡Que suenen las

campanas de Inglaterra! ¡Va a besarme! ¡Todo va a ir bien!»

Me quita las gafas, pero después me da un beso en una mejilla y luego

en la otra. ¿Qué significaba eso? ¡Eran besos de tía bollera en estéreo!


63

-—Vamos a dar un voltio por ahí, cara —propone.

Conseguí asentir con la cabeza, que sorprendentemente no se me

cayó al suelo.

Era una mañana espléndida y soleada. Me tendió su casco extra y me

subí a la parte de atrás de la Vespa. Mientras encendía el motor, yo estaba

demasiado nerviosa para tocarle, pero por otro lado, tampoco quería salir

disparada hacia atrás cuando arrancara. Pongo las manos en la parte de

atrás del sillín, pero él me dice:

—Sujétate a mí.

Así que poso las manos en su cintura» Sólo un poquito. Pero él me

agarra las manos y estira de ellas para que le rodee la cintura con los

brazos. Acto seguido arranca.

Qué contenta estaba de volver a estar con él. Tomó la calle principal,

que estaba llena de gente. Por desgracia, no vi a nadie que conociera. Me

habría encantado que nuestra querida Pulpowoman nos viera. Después

giramos y salimos de la ciudad. Confié en que el casco no me diera el

famoso peinado estilo Ricardo III, tan popular entre los delincuentes

psicóticos. Ya me preocuparía por eso luego.

No hablamos. Bueno, él preguntó:

—¿Estás bien? —Y yo asentí con la cabeza tranquilamente hasta que

me di cuenta de que no podía verme a menos que fuera medio lechuza y

pudiera girar la cabeza trescientos sesenta grados. Así que grité:

—¡Sí, guay!

Por desgracia, mientras hablaba, me tragué un insecto. Era gordo,

debía de ser mitad insecto mitad murciélago, Casi muero asfixiada

mientras intentaba escupirlo.

Gracias a Dios, Masimo no podía verme.

Al oírme toser y carraspear Masimo preguntó:

—¿Qué has dicho?

Arrj, arrj, ¡tenía el culo del bicharraco en la gargania! Pero no podía

contárselo al dios del Amoooor. Al final, conseguí escupirlo y grité:

—Nada, sólo cantaba una canción.

Él se echó a reír y me apretó la mano. Cielo santo.


Se detuvo junto a los bosques de Downland y me ayudó a bajar de la

moto. Confiaba en que no me quedaran restos de bicho alrededor de la

boca, o pegados al brillo de labios.

Dejamos los cascos en el asiento, y empezamos a caminar hacia los

bosques. Mientras caminaba detrás de él aproveché para arreglarme el

pelo. Canastos, parecía cemento. Me temblaban las rodillas.


64

No dijo nada hasta que llegamos al bosque, y entonces se sentó en un

árbol caído y dio unas palmaditas al espacio junto a él.

¡Oh, qué superguay, supergenial y supertodo! Masimo se disponía a

morrearme. Gracias a Dios, me había puesto cantidades industriales de

brillo de labios. Pero ¿qué ocurriría si no sabíamos a qué lado poner la

cabeza y chocábamos?

Me gira la cara hacia él, me mira a los ojos y como que suspira.

¿Y si me daba el mal de Jas, tenía un espasmo labial en plena sesión

morreril y tenía que fruncir, relajar, fruncir, relajar? ¿Y lengua en punta,

lengua en punta?

Entonces me besó. Fue un beso bastante potente y tuve que

agarrarme al tronco porque no quería poner en escena mi mundialmente

famoso número de «niñata cayéndose de un tronco».

Oh, cómo molaba volver a morrearme con él. Me puso las dos

manos en la espalda y me apretó contra él. ¿Qué hacían mis brazos ahí

como pasmarotes? Recordé las clases de besos con el chico pulpo. ¿Qué

había dicho de los brazos? Ah, sí, pon los brazos en su cintura. Lo intenté.

Bien. Los brazos me obedecían. Buen trabajo, brazos. No sé cuánto

tiempo hemos estado besándonos porque no llevaba reloj, y mi cerebro

se había desconectado. Podría haber estado así el resto de mi vida.

Oh, gracias, Niño Jesús, mis oraciones no han sido en vano. No has

estado, como creía, demasiado ocupado para molestarte por mí. Te

prometo que te rescataré del mundo travesti en cuanto llegue a casa. Y te

haré unas sandalias nuevas. Y una barba.

Al final Masimo se apartó de mí. Me dio un besito en la boca para que

tuviera tiempo de recuperarme. Me puso una mano en la mejilla y me

miró a los ojos. Mi cerebro dejó de funcionar literalmente. Me sonrió, con

una sonrisa superdulce. Oh, lo amo, lo amo. Me volvió a besar con

suavidad en la boca y me acarició el pelo. (Segurísimo que le molo, con

diez kilos de gomina encima,)

Entonces se aclaró la garganta y me dijo:

—Ah, la encantadora Georgia, te he echado muy de menos. Creo

que eres... cómo se dice... loca. De hecho, todos los Dylans Salvajes lo

dicen: «Sí, esa chica es loca.» Pero les gustas. Y a mí me gustas. Mucho.

Dom me contó que intentaste ligar con su padre y te caíste por el tambor.

¿Es que iba a tener que aguantar que me recordaran ese asunto toda

mi vida?

Además, eso fue cuando estaba con Robbie, el chico cuyo nombre no

volveré a mencionar mientras viva. Ejem, bueno, da igual; esto molaba

mazo. Me daban ganas de cantar Las colinas resuenan con el son de los

calzones, pero no lo hice.


65

Entonces Masimo me apretó un hombro y se levantó. Se volvió para

ponerse enfrente de mí y me dijo:

—Me pediste... me dijiste que me querías para ti, cómo se dice en

Inglaterra... que querías que saliéramos, ¿verdad?

Oh, sí, sí, sí, mi dios del Amoooor, máquina del pop, eso es. Pero aún

no había terminado...


66

de vuelta a la confitería de la agonía

en mi habitación

16.00 Ya no estoy en la percha del amor He salido de la percha, me he

metido en el horno del amor y me han tomado por una tarta en la

confitería de la agonía. Ahora estoy tirada en la basura de la

desesperación. Con toda la cara manchada de tarta.

Masimo me ha dicho que no quiere que sea su novia. No quiere que

nadie sea su novia. Dice que es demasiado joven para tener una relación

seria con cualquiera. Le gustaría seguir viéndome, pero como antes. Ha

dicho que sólo quiere «divertirse».

Divertirse.

Ha dicho que soy «una chica encantadora».

Aunque no lo bastante encantadora, al parecer.

No podía soportar seguir con él después de lo que me ha dicho. Me

ha rodeado con sus brazos y me ha preguntado:

—¿Podemos seguir viéndonos? ¿Puedo llamarte?

He logrado reunir suficiente dignidosidad para contestarle:

—No, me parece que no.

También ha dicho:

—Me da mucha pena.

Entonces, por algún motivo, he dicho tranquilamente que iba a

acercarme a ver a unos colegas que vivían al Otro lado del bosque. Me he

largado, y allí se ha quedado él.

A los pocos minutos, he oído su Vespa marcharse. Y estaba sola en el

bosque.

Y tampoco tenía amigos que vivieran en el bosque.

Y me ha llevado dos horas volver a casa. Estaba tan hecha polvo por

la noticia de que Masimo no quiere salir conmigo, que ni me he dado

cuenta de la caminata.

Cuando he vuelto había cientos de mensajes en el contestador.

Todos de la Panda. Tipo:

—Llámame.

—Llámame ya.

Y uno de Sven:

—¡¡¡Hey, señorita!!!

Pero no me he visto con fuerzas de devolver las llamadas.


67

17.00 Mamá me ha traído una taza de té. He intentado ocultar mi rostro

detrás de un libro, pero los lagrimones mojaban las páginas. Además era

Cenicienta.

—No te preocupes —ha dicho mamá—, al final siempre aparecen los

príncipes, y los zapatos...

Pero entonces se ha dado cuenta de que estaba realmente hecha

polvo y me ha abrazado. Me he puesto a llorar como una Magdalena. Se lo

he contado todo.

—Él, yo —hipido, mocos—, cuando ha venido, ha dicho... al principio

pensaba que no venía, pero entonces... y luego... al bosque... nos hemos

morreado, pero yo no me he caído del tronco... entonces él ha dicho no y

yo he ido a visitar a mis colegas del bosque... que no tengo.

Mamá me ha dicho que pronto me sentiré mejor.

—No —le he contestado—, no voy a sentirme mejor nunca.

—Que sí —ha insistido ella.

Y yo he preguntado:

—¿Cuándo? ¿Dentro de cuarenta años, cuando esté muerta?

¿Cuándo voy a sentirme mejor, hoy?

—Bueno, hoy no —ha respondido.

—¿Esta semana, entonces?

—Bueno, puede que no esta semana.

—¿La que viene?

Al final, ha dicho que me sentiré mejor «en algún momento».

No es que sea un futuro muy halagüeño, ¿no?

Me ha preguntado si quería pescado frito, pero no puedo comer

nada. Estoy como si doce tíos cabreados me hubieran machacado el

estómago. Y después hubieran llegado sus colegas y me hubiesen saltado

encima para divertirse.

18.30 Libby ha entrado para enseñarme sus zapatos de payaso. El tío

Eddie le ha comprado cosas en la tienda de bromas. Normalmente me

habría hecho reír, sobre todo porque lleva esas gafas con los ojos de

muelle. Pero le he dicho:

—Hoy no, Bibbsy. Me duele la cabeza. Tienes que estar calladita.

Por increíble que parezca, se ha marchado diciendo «chsss» e

intentando caminar de puntillas con los zapatones. Ha salido al recibidor,

aún sin hacer ruido y diciendo «chsss» y ha cerrado la puerta con sumo

cuidado. Después ha gritado:

—¡¡¡Mamiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!

Mamá ha gritado a su vez:

—¿Qué pasa, Bibbs?


68

—Ginger tiene dolor de cabeza. ¡CIERRA EL PICO, POR EL AMOR

DE DIOS!

¿De dónde sacará ese lenguaje espantoso?


Me he vestido y he salido a la noche. Nadie me echará de menos.

20.30 Me he subido al árbol del jardín de delante y me he sentado. Como

una lechuza abandonada. Tengo los ojos hinchados, pero puedo ver la

cocina de los señores Vecinos-de-al-Lado por la ventana. La señora

Vecina-de-al-Lado lleva puesta una bata de franela rosa. Hummm, qué bien

le sienta. Ojo, tampoco se le puede echar la culpa. Está casada con el tío

más gordo y más aburrido del universo (no, no es mi vati, eso sería

bigamia). Los caniches están sentados a la mesa de la cocina, bebiendo

agua de unos platitos. Qué asco. Y llevan unos pijamitas puestos. Lo juro.

Ahora don Vecino-de-al-Lado entra a trompicones en el escenario

pesadillesco. Lleva un batín y se le pueden ver las piernuchas...

esforzándose por aguantar el enorme culo. Son unas piernas muy blancas.

Recuerdan más a brotes de judía que a piernas.

¡Qué asco, por Dios, por poco me caigo del árbol! Don Vecino-de-al-

Lado ¡no lleva pijama! ¡Debajo del batín va en bragas invisibles! ¡He sido

expuesta a su desnudosidad! Cuando ha recogido a uno de los caniches

idiotas, se le ha abierto el batín. Sin querer he presenciado una película

porno.

He cambiado rápidamente de posición para darles la espalda a los

Vecinos-de-al-Lado.

Naomi está en el muro de los Vecinos-de-Enfrente, arrastrando el

culo y maullando. No es que sea muy romántico, la verdad, pero al

parecer es el único modo que conoce para comunicar su amor a Angus.


Bueno, los maullidos y el arrastrar de culo han funcionado, porque ahí

llega el gato piojoso tras cruzar la calle. Olisquea alrededor de Naomi.

Literalmente. Y tampoco es que ella se haga la difícil. A menos que

consideréis que tenderse espatarrada y boca arriba con el culo en la cara

del otro es hacerse la difícil.

Pero ésa es la dura realidad de la vida.


69


Me pregunto qué estará haciendo Masimo ahora. ¿Disfrutando de su

libertad? Seguro que no está pensando en mí. Probablemente diga que

todas las chicas son encantadoras. Me pregunto si habrá llevado a otras al

bosque.

La única cosa que se me ocurre que es peor de lo que ahora estoy

pasando es que Masimo empiece a salir con la pava de Lindsay. Seguro que

ella accederá a todo lo que le pida, tipo «¿Puedes ponerte una bolsa en la

cabeza cuando salgamos a la calle?», cosa que, debo decir, en su caso me

parece una petición comprensible.


Llevaba tanto rato en el árbol que me enfrié y se me agarrotaron los

músculos, así que pensé en regresar a mí lecho del dolor. Aunque sólo

fuera para cambiar de escenario de depresión. Pero entonces he

escuchado voces y Mark el Boca Grande ha aparecido con sus colegas,

también conocidos como los Niños Estropicio, y se han sentado en

nuestro muro debajo del árbol. Todos fumaban como carreteros. De esa

manera cutre en que fuman los tíos cutres: dando caladas megaintensas y

luego casi ahogándose de la tos. Y sin parar de hablar mientras se ahogan.

Y de soltar gilipolleces.

Por encima de la humareda y de las toses, he oído a Mark el Boca

Grande decir:

—Sí, Charlotte, la de las tetas grandes, se tocaba el pelo cantidad, así

que me parece que está hecho.

Mientras tosía y se rascaba los granos, otro de los superlerdos ha

replicado:

—Creo que podríamos montárnoslo los cuatro, con su colega de los

ojos caídos.

¿Se han vuelto locos?

Entonces ha llegado el Pirado Pequeño: Oscar. A sus padres les

encantaría enterarse de que se junta con lo más pringado de toda la

ciudad.

Mark el Boca Grande le pregunta:

—¿Un cigarro, tío?

Qué bien. Me encantaría ver a Oscar ahogándose. Pero por desgracia

ha contestado:

—No, gracias, tío, acabo de apagar uno.

Sí, en tus sueños, Niño Estropicio en miniatura, enano ridículo.


70


Dios, pensaba que escuchar a Jas era aburrido, pero en comparación con

éstos es doña Personalidad Chispeante en Bragas. Jamás volveré a

criticarla por hablar de ratones.

Los chicos han dejado de tirar ceniza en nuestro jardín el tiempo

suficiente para ponerse a hablar de una «paliza» que estaban preparando.

Nada como un poquito de violencia recreativa para impresionar a las

damas.

Y entonces se han puesto a chocar los cinco. ¿Por qué lo harán?

Al final la panda de focas se ha marchado y he podido bajar del árbol.

Si todos los chicos son como éstos, quizás la soltería no esté tan mal.

21.30 Cuando he vuelto a casa, todo estaba extrañamente silencioso. He

abierto la puerta del salón y he visto una escena horrible,

horrible.¿Recordáis esas noticias en que unas personas llegan a casa y se

encuentran que la pared está embadurnada de la sangre y los restos de su

gato y hay un tipo con un hacha tarareando para sí en calzoncillos?

Bueno, pues peor.

Mutti y Vati estaban juntos en la sala.

Solos.

En el sofá.

El uno al lado del otro.

¡¡¡Y Mutti le rascaba la barba a Vati!!!

Domingo 26 de junio

Le dejo una nota a mamá:

Mamá:

He ido a la iglesia. Aún estoy hecha puré y no tengo ganas de hablar con

nadie. ¿Puedes contestar al teléfono por mí y decir que he ido a ver al abuelo?

Volveré a la hora de la comida, aunque no pueda comer nada.

Te quiero,

Georgia

P.D. No le cuentes nada a papá.


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P.P.D. Si tienes canelones de esos del Waitrose, me los podría comer, porque no

hay que masticar mucho.

camino de la iglesia

9.45 Bueno, Dios no puede decir que no lo intento. He rescatado a su

único hijo, el Niño Jesús, de la caja de los juguetes de Libby y le he quitado

el vestido de la Barbie. No he podido limpiarle todo el colorete, pero le

he fabricado un pie de repuesto con Blu-Tack. Está encima de mi tocador,

y ni siquiera Libby puede subir ahí. Y los mininos tendrían que levantar

andamios y una polea para bajarlo. Ojo, que los veo capaces. A veces

cuando están detrás del sofá, supuestamente ronroneando, creo que en

realidad están taladrando.

La última vez que fui a la casa de Dios, Llámame-Arnold perdió la

paciencia conmigo. Lo que me parece muy poco cristiano por su parte, la

verdad. Después de todo, el incidente de la jubilada y su chal quemado no

ocasionó mayores daños. Y fue culpa de la vieja, que además me hizo daño

en el hombro con el bolso, y yo ni siquiera me quejé.

Aun así, para que no se me acusara de charlar con Dios sólo cuando

quiero algo, me he puesto a practicar la humildad antes de llegar. Mientras

caminaba, he probado una oración para mis adentros: «Dios, qué grande

eres. Y omnipotente, no impotente, como dije una vez por error. Sólo

quería decirte lo impresionados que estamos aquí abajo con tus

maravillosas acciones. En particular esa de convertir el vino, no perdón, el

agua en vino,y la de caminar sobre las aguas. Sé que eso lo hizo el Niño

Jesús, pero en el fondo eres tú el que está detrás de todo. Eso lo sé. Lo

que pasa es que no te mola fardar. No es que no pudieras si quisieras.

Que seguro que puedes fardar de todo. Perdona mis pecados, y mí

adulación rastrera, pero es que eres superguay.»

de vuelta en casa y otra vez en mi habitación

12.30 Qué pérdida de tierrpo.

Y encima rara.

La señora del órgano (que no me parece a mí que tenga nada de

normal, a menos que medir un metro ochenta, vestir un conjunto de

punto y lucir una barba de cuatro días sea normal) ha tocado una

selección de canciones de espectáculos. No creo que los pirados de

avanzada edad que componían la mayoría de la congregación hayan

reparado en ello, pero personalmente considero que a la casa de Dios no

le pega Chitty Chitty Bang Bang.

Y tuvimos que unirnos al coro. Con gestos.


72

Llámame-Arnold ha dado su sermón sentado a nuestros pies encima

de un puf. Me parece que ha hablado fundamentalmente de los helados.

¿Quién sabe?

¿Qué más da?

No estaba escuchando.

tarde

Pero a lo mejor el gesto de ir a su casa ha logrado que Dios piense que no

soy tan mala persona, porque de algún modo la visita me ha animado.

Bueno, no es que me haya animado que no veas, aún estoy fatal, pero he

decidido mirar el lado bueno del asunto todo lo posible. De hecho,

Masimo no dijo que yo no le gustara. De hecho, dijo que le gustaba, pero

que no quería novia. Eso no es culpa mía; así son las cosas. Y además, a

Dave le gusto, y tengo buenas colegas, y no soy una niña africana

desnutrida. (De hecho, me he pasado con los canelones.)

Así que me preparo para la lucha con mano firme.


73

prepararse para la lucha

Lunes 27 de junio

Prepararse para la lucha. Ése es mi lema de hoy.

8.30 Hablando de prepararse para la lucha, Jas me estaba esperando. No

puede mantener las bragas quietas, en serio.

Empieza:

—¿Y bien? ¿¿¿Y bien???

Le digo:

—¿Y bien qué?

—Pues qué va a ser, ¿qué ha pasado con Masimo? ¿Qué te dijo? Te

he llamado tropecientas veces.

—Ya lo sé.

—Te hemos llamado todas las de la panda.

—Ahora no quiero hablar de eso; es un asunto personal.

—¿Te ha dejado, entonces? Bueno, tampoco es que pudiera dejarte

oficialmente puesto que no estabais saliendo oficialmente. Así que

hablando en sentido estricto no eres una mujer abandonada. Y eso mola,

en lo que se refiere al orgullo.

¿Cómo?

Asamblea

La Panda de las Fantásticas al completo me mira, pero yo mantengo una

gran dignidosidad. Quizá me paso un pelo, porque Ro Ro susurra:

—¿Qué te ocurre? Estás más tiesa que una escoba. ¿Es que has tenido

que hacer una visita de urgencia al cagódromo?

No hay indicios de la pava de Lindsay, así que aún no hace falta que

finja alegría.

en el recreo

Les cuento a la Panda de las Fantásticas lo que ha pasado. Todas han

estado fenomenales. En plan darme consejos sabios y eso. Rosie ha dicho:

—Cómete todos mis palitos de queso que quieras.— Y hasta me ha

abierto el paquete.

Todo el mundo se ha portado superbién conmigo.


74

Aparte de Elvis, que ha llegado quejándose de que no habíamos

recogido los envoltorios y que los tiráramos a la papelera. Le he dicho:

—Usted piense, señor Attwood, que cuando vaya a la Gran

Conserjería del Cielo, podrá recoger basura durante todo el día. Podría

construir un pequeño cobertizo hecho de basura, y tejer ropa con...

Se ha marchado farfullando y quejándose.

—Incluso en plena tragicosidad —le he dicho a Jools—, todavía soy

capaz de arrojar luz en las vidas de otra gente.

Biolo

¿Realmente es necesario que nos peguemos la paliza que es venir al cole

para aprender que alojamos unos cuatrocientos tipos de bacterias distintas

en el estómago?

¿Y que los pedos están compuestos de por lo menos cinco gases

distintos?

Eso podría resultar útil cuando alguien se suelte un cuesco. Podemos

inspirar profundamente y comentar:

—Sí, sí, me parece percibir efluvios claros de sulfuro, con un punto

de alubias de lata.

Juegos

Natación

En épocas de cutrerío lo que hay que recordar es que siempre hay alguien

peor que tú. Hablo, por supuesto, de la repugnante P. Green, No quiero

ser chunga con ella, pero debo decir que tiene un aspecto muy

desafortunado. Y que no hace nada por mejorarlo. Hoy, en la piscina,

llevaba un pedazo de bañador que, bueno, no era normal. Lleno de

volantes y con una falda pegada. Se ha zambullido por el lado hondo entre

aplausos irónicos; la enorme faldota se le

ha llenado de agua y la pobre chica se ha hundido sin dejar rastro.

Han sonado los silbatos, alguien ha dado la alarma antiincendios, y en

medio del caos, a Elvis le han atizado con un salvavidas descontrolado. No

me preguntéis cómo. Bueno, podéis preguntarme cómo. Con la emoción

del intento de rescate, Rosie se ha dejado llevar y ha empezado a repartir

salvavidas con alegre abandono y je ne sais quoi. Elvis, como de costumbre,

estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Cosa que, por

cierto, siempre le pasa.

¿Y, además, por qué hace de socorrista? Seguro que se presentó

voluntario y Fina es demasiado tonta para advertir sus inclinaciones de

pervertido. Le está bien empleado que


75

le aticen en la cara con un tubo de goma. Ahora bien,por un simple

golpecito en las napias ha armado una bronca descomunal. ¿Y es correcto

que un bedel-conserje-pervertido emplee palabras como «joder» delante

de menores con mentes impresionables?

Entonces ha ocurrido lo más espeluznante del mundo. Cuando la

estudiante de educación física en prácticas ha pescado a la repugnante P.

Green, la ha subido a la superficie y la estaba arrastrando hacia un borde

de la piscina, la señorita Stamp se ha arrancado los pantalones del chándal

y se ha sumergido al tiempo que gritaba:

—Sigue respirando, Pamela.

Mientras estábamos sentadas en el borde observándolas pescar a la

repugnante P. Green, he comentado amablemente:

—Van a necesitar cuatro personas para sacarla de la piscina: sólo el

bañador debe de pesar como cuatro toneladas.

—¿Por qué lleva la señorita Stamp medias de mohair? —ha dicho

Rosie.

No llevaba medias de mohair. Las medias de mohair eran SUS

PIERNAS. Jamás había visto un gen orangután tan exacerbado. Si hubiera

habido enanas de primero en la piscina habrían salido corriendo a los

vestuarios despavoridas y gritando: «Corred, corred. Es un marimacho,

que viene el marimacho.»

15.00 Aún no hay señales de la pava de Lindsay.

Estoy preocupada y aliviada al mismo tiempo.

¿Dónde estará?

A lo mejor está mordisqueándole la oreja al Dios del Amoooor. A

pesar de que me he preparado para la lucha todo lo humanamente posible,

presiento que se avecina un gran espectáculo de lloriqueos.

16.10 Llegaba tarde a béisbol cuando he pasado por delante del armario

de deportes, y allí estaban las dos enanas de primero a quien la pava de

Lindsay les había metido la bronca. Ordenaban los palos de hockey.

Mónica la Increíblemente Lerda les explicaba cómo hacerlo. Por desgracia,

me temo que el orden de los palos de hockey es un asunto realmente

importante para ella. En un mundo perfecto, estaría casada con Elvis. (No

me refiero al rey del rock, claro, sino a ese que debería haber recibido una

pedrada, en lugar de un golpe de flotador.)

Mientras las canijas arrastraban las cosas de un lado a otro, le he

preguntado a MIL, con total naturalidosidad:

—¿Hoy estás sólita, Mónica? ¿Qué le ha pasado a Lindsay, ha

contraído la peste bubónica?


76

—Aunque no es asunto tuyo lo que haga Lindsay —ha contestado

MIL—, te diré que hoy ha asistido a una conferencia, así que yo la suplo en

sus tareas. ¿Te parece bien?

—Muy bien, Mónica. Estoy convencida de que eres capaz de hacerles

la vida imposible a las peques de primero tan bien como cualquiera.

en casa

Lo he dicho antes y lo diré otra vez: atizar mamporros a diestro y

siniestro calma los nervios cantidad. En béisbol me ha animado mucho

arrearle a la pelota y ver cómo las jugadoras se desperdigaban como

conejitos locos con pantalones cortos. De nuevo, la repugnante P. Green

se ha llevado la palma de las comediantas. Desde luego, hoy no ha dejado

pasar una oportunidad. A lo mejor le doy un premio. Cuando le tocaba

batear, le ha atizado a la pelota con todas sus fuerzas, ha fallado, ha

perdido el equilibrio, se ha caído hacia atrás, y le ha arreado con el bate a

Katie Steadman,que estaba de receptora y a su vez se ha caído de espaldas

sobre la señorita Stamp. Era como ver una partida de bolos elefantiásica

(con eso quiero decir con un elefante como bola).

18.30 El contingente de pirados al completo, por una vez, está en casa.

—Esto te animará, Georgia —ha dicho papá.

He mirado a mamá, mamá le ha dirigido a él su peor rnirada y él ha

farfullado:

—No... es que haya que animarte... esto... por nada. Pero... ¡tengo

grandes noticias! ¡Maisie ha hecho punto otra vez! Creo que te ha dejado

un detalle encantador en tu habitación. En cuanto a mí, no sé cómo he

podido vivir antes sin esto.

Y mientras pronuncia estas palabras levanta los pies en el aire. O lo

que tendrían que haber sido pies, y que en cambio es una especie de

calcetín gigante para meter los dos pies dentro. Un descomunal calcetín

calienta pies en sutiles tonos morados y amarillos.

A mamá no le ha ido tan mal, una polvera de lana, o eso pensaba

hasta que me ha enseñado el chaleco de ganchillo.

—Creo que es, esto... —ha balbuceado— bueno, me parece que me

lo pondré más adelante.

—No, por favor —le he pedido.

Se ha marchado a la cocina riéndose a carcajadas. ¿Por qué está todo

el mundo tan contento? Probablemente han bebido una copa de más. O

sufren senilidad precoz. Lo que me faltaba. No pasa nada, me alquilaré un

pisito guay en Notting Hill y la policía me traerá a Mutti y a Vati a casa

después de encontrarlos haciendo picnic en una isleta de tráfico. Querrán


77

que les pase por la batidora toda la comida. Noooooooooooooooo. Calla,

cerebro, calla ya.

En cualquier caso, cuando sea mayor me dará igual porque me habré

entregado al Señor y estaré en un monasterio lésbico rizando el rizo, digo

rezando el rezo.

en mi habitación


Oh, fenomenal. Justo lo que siempre había querido. Y muy adecuado para

pasar un largo y caluroso verano. ¿Cómo habrá adivinado la novia del

abuelo el tamaño de mi cabeza para hacerme un pasamontañas de lana?


No lo ha adivinado, ésa es la respuesta.

Además, normalmente los pasamontañas tienen un agujero en la

parte de delante para asomar los ojos, ¿no? Si no, francamente, no me ha

hecho un pasamontañas, sino un calcetín de cabeza. Pero, por favor, que

nadie diga que no sé disfrutar de la vida.

un minuto después

Bajo a trompicones por la escalera con el calcetín de cabeza puesto para

enseñarles a mis padres el encantador regalo.

—La intención es lo que cuenta—ha declarado mamá.

—Lo sé —he respondido—, por eso voy a llamar a las autoridades

ahora mismo. Alguien que es capaz de tener estas intenciones debe estar

encerrada para prevenir daños.

Cuando me he quitado el pasamontañas muerta de risa, he visto que

Mamá llevaba puesto el chaleco de ganchillo. Y sólo llevaba el sujetador

debajo. Los agujeros del ganchillo eran tan grandes que se le salía una

nunga entera por uno. Así eran de grandes esos agujeros.

—Jolín, Connie, estás muy sexy —ha comentado papá, y acto seguido

se ha levantado con los pies dentro del calcetín, se ha acercado dando

saltitos y se ha abalanzado sobre mamá.

Pero qué requetedesagradable.

Me he pirado al salón y he encontrado a Libby con sus nuevas

orejeras de punto. Las llevaba encima de los ojos y decía:

—Molan, son calentitas.

Suena el timbre.


78

—Gee, ve tú, ¿quieres? —dice mamá—. Tu padre cree que se le ha

vuelto a descoyuntar la espalda.

Típico.

Voy a abrir.

Es el tío Eddie.

Uf, hoy tenemos una diversión tras otra. Le brillaba la calva a la luz de

la luna e iba vestido de pies a cabeza con polipiel: un aspecto fabuloso,

para un huevo duro. Me revuelve el pelo y dice:

—Nunca te comas algo más grande que tu cabeza.

Y entra dando tumbos en el salón para unirse al resto de los pirados.

en la cocina

Mutti acaba de entrar en busca de vino tinto para los pirados de avanzada

edad. Aún lleva el chaleco de ganchillo. Chasqueo la lengua en señal de

desaprobación y me da un beso en la mejilla.

¿Eh?

un minuto después

Milagro de los milagros, ¡hay algo para comer! Macarrones con queso.

Ñam, ñam. La chaladura me abre el apetito.

Me los estaba zampando cuando he oído que empezaba la «música».

Están riéndose a carcajada limpia en el salón. Conozco ese estado de

ánimo, ahora vendrá... exacto, tenía razón, Dancing Queen, de Abba.

¿Por qué estarán tan contentos? Dales una bolsa de plástico de

colores bonitos, y se podrán fuera de sí del alegrón. Me pregunto si no

seré adoptada. Qué distinta soy de ellos.

—¡Georgia, tráenos algo para picar! —grita Vati.

Es evidente que no soy adoptada. Vati es demasiado vago para

rellenar los papeles.

Ya subía a mi cuarto cuando Vati ha dicho:

—Gee, si nos traes algo para picar a lo mejor aflojo la mosca.

tres minutos después

Cuando he vuelto al salón con el aperitivo, no me ha sorprendido la

horrenda visión de mamá con el chaleco de ganchillo de prostituta sentada

en el regazo de papá y delante del tío Eddie. El tío Eddie, que tenía la copa

de vino apoyada sobre su estómago, decía:


79

—Estaba en el restaurante de currys y la camarera vino a

preguntarme cómo estaba mi biryani. Me estaba comiendo el curry y ella

prácticamente había apoyado las peras en mi hombro.

—Oh, Dios, has dicho «peras» —lo he interrumpido—: ¡pero qué

desagradable!

—Sólo he dicho «peras» por respeto a tu madre —ha contestado el

tío Eddie—: Normalmente digo «tetas».

He subido a mi cuarto. Me han entrado náuseas.

en mi habitación

20.30 ¿Pero a qué tipo de gente se le ocurriría organizar entre semana

una fiesta de disfraces de curas y fulanas para celebrar el hecho de que

papá y sus colegas del fútbol sólo perdieron por diez goles en el último

partido? A mis padres, os lo juro.

Vati entra en mi cuarto con pinta de pirado de cara roja vestido con

alzacuellos y medias negras. Por desgracia, es verdad que se parece

bastante a Llámame-Arnold. Lo sigue el tío Eddie, también con medias

negras y camiseta. Se ha dibujado flequillo con lápiz de ojos alrededor de

toda la calva, como si fuera un monje loco. Cielo santo.

—Te voy a contar un chiste para que te animes un poco, Gee -—dice

el tío Eddie.

—Padre, tío Eddie —respondo yo—, si pudierais marcharos para

siempre y hacer el cabra en cualquier otra parte, sería un detallazo.

Gracias.

Pero él sigue dale que dale:

—Bueno, pues esto es un tío que llega a una casa llevando a rastras

una caja. Y va y dice... y dice...

Y entonces empieza carcajearse y a toser tanto que me he planteado

hacerle la maniobra de Heimlich, cosa que me apetecía bastante. Agarrar a

alguien por detrás y sacudirlo puede liberarte de muchos ataques de

nerviosidad.

Por desgracia, se ha recuperado solo y ha continuado:

—Bueno, pues va y le dice a la mujer que le abre la puerta: «¿Es usted

la viuda Jones?», y ella contesta: «Bueno, soy la señora Jones, pero no soy

viuda», a lo que él le responde: «Espere, porque no sabe lo que llevo en la

caja.»

Y entonces le ha dado tal ataque de risa que ha tenido que sentarse

sobre sus ridículas medias. No volverá a levantarse nunca más. Es un

hecho.


80

22.30 Las fulanas y los curas están en el jardín. Han sacado los altavoces

para que todo el mundo pueda disfrutar de la alegría de Down Down, Viva

l'm Down, de Status Quo.


Papá ha traído una tarta con una gran candela romana a modo de vela en

el medio.

un minuto después

Papá está soltando un estúpido discursito que afortunadamente no puedo

oír, pero veo el constante movimiento de su mandíbula, así que debe de

considerarlo gracioso.

un minuto después

Ahora se agacha para encender el cohete.

un minuto después

¡¡¡Absolutamente genial!!! Papá se ha prendido fuego al bigote. ¡Está

ardiendo!

Creo que ahora podré dormir bien. La vida tiene su lado bueno.

Martes 28 de junio

en la cocina

Durante el desayuno he reparado en que papá iba perfectamente afeitado.

Le he preguntado:

—Vati, ¿qué ha ocurrido con el pequeño castor que moraba en tu

barbilla?

Pero ha pasado de contestar; sólo ha gruñido y se ha marchado a

«trabajar».

11.00 De camino a clase de Inglés, he parado en el vestuario de las fulanas

porque he sentido una repentina urgencia urinaria. Cuando he salido, me


81

he encontrado con Lindsay. Cabezapulpo ha vuelto. ¿Es que nunca

seremos libres?

Caminaba con sus piernas palo, atusándose las horterísimas

extensiones. He pasado olímpicamente de ella, pero en cambio Lindsay

tenía algo que decir:

—Georgia Nicolson, vaya, vaya, por una vez no estás rodeada de tus

tontas amigas. Me alegro de que siguieras mi consejo con Masimo. Me

gustaría decir que te echamos de menos anoche en el club, pero mentiría.

En cualquier caso, acabó mucho más tarde de tu hora de acostarte, duró

hasta las nueve y media.

Lo sabe, lo sabe. Masimo debe de haberle contado lo que pasó. Oh,

qué horriiiiible. No creo que pueda soportarlo.

Inglés

en el gimnasio

No puedo pensar en nada más que en el hecho de que Lindsay sabe qué

ha pasado. La señorita Wilson quiere que nos «ambientemos» para

Maclnútil, así que volvemos a tener un

timo de taller en el ginnasio.

La señorita Wilson, que iba vestida con su triste pichi —sí, os juro

que llevaba un pichi—, divagaba:

—¡Ah, es emocionante! Sólo quedan unos días para la gran noche.

¡Venga! Vamos a reunir energía. ¡Sintamos esa energía, chicas!

Mientras hablaba, estábamos tumbadas en las colchonetas del

gimnasio. O en el caso de Rosie, colgada boca abajo en las espalderas.

Como un murciélago con bragas negras de puntilla. El señor Attwood

aparecerá dentro de un minuto con su pervertida antena en alerta

máxima.

La señorita Wilson intentaba captar nuestra atención dando

palmadas. Buena suerte.

—Chicas, ¿no puedo... no podría contar con vosotras para...? Esto,

Rosie, ¿te importaría bajar de las espalderas? Y las chicas de debajo del

potro, ¿podéis salir de ahí ya? Quiero que empecemos el taller intensivo

de hoy metiéndonos físicamente en los distintos personajes.

—¡Dios nos libre! —he murmurado a Jools—: no tendremos que ser

verduras otra vez, ¿verdad? No estoy de humor para el baile de las

calabazas, o lo que sea.

Al final, nos hemos levantado y la señorita Wilson nos ha gritado que

nos moviéramos así y asá y hemos tenido que obedecer.

—Macbeth se siente torturado por sus acciones —ha sugerido—.

¿Cómo se siente? ¿Qué aspecto tiene? No, Rosie, no creo que Macbeth,


82

esto, quisiera ahorcarse con una cuerda de saltar. ¿Te importaría dejarla?

Vale, primero imaginaos el andar cansino de alguien que estuviera muy

deprimido.

Brutal. Gracias, Dios. Eres un colega.


La verdad es que aunque no me hacía falta imaginar el andar cansino de un

tío muy deprimido, porque yo era una tía MUY deprimida, a medida que

se presentaban oportunidades para hacer comedia me he ido animando. La

Panda de las Fantásticas ha representado una magnífica cojera en grupo

como si fueran las jorobadas de Notre Dame.

—Muy bien, chicas —nos ha felicitado la señorita Wlson—, pero el

hombre no está tullido, sólo muy deprimido. Y la depresión no va

acompañada necesariamente de tanto babeo. Dejad que vuele vuestra

imaginación. Cuando dé unas palmadas y grite, la siguiente chica tiene que

cambiar de personaje y —ha dado una palmada— ahora es una jovencita

grácil que se apresura para encontrarse con su novio... ¡y cambio!

Oh, pero qué cruel es la vida. Si Dios es omnicomosellame, seguro

que se está partiendo el pecho. De mí. Primero una persona deprimida,

ahora una jovencita que va a verse con su novio. Dios fingió que no le

importaba que tardara tanto en rescatar a Nuestro Señor de la caja de

juguetes de Libby, pero ésta es su venganza. La repugnante P. Green

saltaba como una majadera. Si yo fuera el novio por el que daba esos

brincos me refugiaría en el hogar para novios solicitantes de asilo.

Rosie hacía su famosa imitación de un orangután. De hecho, era muy

realista, y ésa es su forma de caminar cuando va a encontrarse con Sven.

Para Jas era un día de maniobras de toquetearse el flequillo, y de

hecho, cuando pensaba que no la estaba mirando, sacaba morritos y luego

relajaba la zona. Y también practicaba un poco lo de la lengua en punta.

Aún está obsesionada con su espasmo labial. Qué triste, da igual.

Ellen aún seguía sentada en un banco y vacilaba. Sonará el timbre

antes de que se levante para encontrarse con su novio imaginario. Así que

en ese frente no hay cambios.

La señorita Wilson animaba a la gente y paseaba a nuestro alrededor

para mostrarnos cómo caminaría ella de ir a encontrarse con su novio

(con una cara terrorífica, triste y a la vez sonriente de un modo

alarmante). Después me ha dicho:

—Georgia, sigues cojeando. Y andas muy jorobada.

Vaya que sí, y no sólo por fuera.


83

de camino a casa

16.30 Comentamos la pesadillesca jugada de Lindsay la pava.

—¿Qué te hace pensar que lo sabe? — dice Rosie.

Les he relatado todo lo que me había contado del club.

— Ah,ya veo, no digas más, no digas más — ha contestado Rosie — :

parpadea, parpadea, asiente, asiente. — Y ha empezado a hacer la movida

esa suya del perro loco asintiendo y masticando. Se le han unido todas. De

pronto me he encontrado en el salón de los perros asentidores de la vida.

A Jas, por una vez, se le ha ocurrido un plan sensato.

— ¿Sabes qué? Le preguntaré a Tom qué está pasando.

— Me ha mirado desde debajo del flequillo y me ha sonreído con

bastante dulzura — . Y le advertiré de que, bueno, ya sabes, no vaya por

ahí anunciándolo a los cuatro vientos.

He estado a punto de darle un beso.

— Gracias, Jas, a veces eres la mejor colega, y yo, bueno, yo...

Rosie se ha percatado de que estaba al borde de un ataque de llorera

y ha intervenido con rapidez:

— Hey, ¿a que no sabéis qué libro escribió Tarzán, eh, eh?

Negamos con la cabeza, esperándonos lo peor. Y lo obtenemos.

—El señor de los monillos.

Debo confesar que de tan cutre me ha hecho reír.Un poquito.

—Oh, por cierto —comenta Jools—: iba a deciros que Katie

Steadman va a dar otra fiesta este fin de semara y que estamos invitadas.

Las fiestas no pueden apetecerme menos, pero supongo que tendré

que seguir siendo yo.

Viernes 1 de julio

13.00 ¡Algo inusualmente guay ha pasado! Creo. A lo mejor.

Normalmente a la hora del almuerzo nos obligan a salir al patio y

helarnos mientras las Juventudes Hitlerianas (las monitoras) se repantigan

en el cálido interior. Ése es el motivo por el que nos introducimos

subrepticiamente en los laboratorios de ciencias, normalmente el de física,

de modo que si hay una repentina incursión de las juventudes podemos

meternos en las cabinas de laboratorio y cerrar las puertas. Y quedarnos

allí escondidas hasta que se marchen. Como medida de seguridad adicional

nos agachamos debajo de las ventanas para que no nos vean desde fuera.

Y nos cubrimos con las batas de laboratorio por si acaso alguien entra y


84

no tenemos tiempo de poner en práctica la estrategia dentro-de-las-

cabinas-de-laboratorio.

De hecho, resulta que hoy hace un calor de morirse. Al menos

ochenta y dos grados centígrados a la sombra.

—¿No podríamos salir fuera? —pregunta Ellen—: En vez de, quiero

decir, esto, estar aquí a punto de morirnos de calor debajo de un montón

de batas... o algo.

El resto de la panda ha empezado a asentir. Tenía que tomar el

control de la situación con mano firme y le he respondido:

—Sí, sí, por supuesto que estaría muy bien sentarnos fuera al sol, e

incluso ponernos morenas... Pero recordad a la buena reina Isabel: una

directora es una directora, y jamás toleraremos los modos tiránicos de...

Da igual, todo el mundo debajo de las batas de ciencias. ¡Pareced

naturales!

un minuto después

¿Por dónde iba?

Ah, sí, debajo de la ventana. Que estaba abierta. Estábamos

comentando lo de la boda. Rosie ha dicho:

—Sven no sabe qué ponerse.

—Oh, cielos —he contestado—:¿Y por qué se preocupa por eso?

Nunca habrá boda. Ni siquiera dentro de cinco años y medio.

—-Ah, bueno —ha respondido Rosie—, tú es que siempre has sido

una cínica, Georgia; eso es porque has estado en el horno del amor

demasiadas veces. Pero resulta que vamos a tener un ensayo de boda

dentro de poco.

—No digas PAVADAS.

Rosie ha arqueado las cejas.

—Bueno, ¿y qué te parece mejor, los pantalones de campana o los

lederhosen tiroleses?

Estábamos a punto de ponernos a discutir si pantalones de campana

o tiroleses cuando hemos oído voces y hemos tenido que callarnos

ipsoflauto. Especialmente porque nos hemos dado cuenta de que eran la

pava de Lindsay y MIL (Mónica la Increíblemente Lerda). Las oíamos muy

claramente, hablando fuera de la ventana. Hemos formado en una

convincente pila de batas de ciencias y hemos puesto la oreja.

—Bueno, ¿y qué te dijo exactamente? —ha preguntado MIL.

-—Dijo no quería nada serio porque acababa de salir de una relación

importante y estaba, bueno, ya sabes, tomándose un respiro de las

relaciones importantes —ha contestado la pava de Lindsay.

—¿Y qué vas a hacer? —ha preguntado MIL.


85

—Bueno —ha respondido la pava de Lindsay—, pues le voy a hacer

cambiar de opinión, por supuesto. Lo único que me preocupa un poco es

que empezó a decir que había tenido que disgustar a alguien que le gustaba

mucho, y me sonó como si se refiriera a alguien de aquí, no de Italia. Pero

no quiso decirme quién.

—¿Y tienes idea de quién puede ser? —ha preguntado MIL.

Entonces la pava de Lindsay ha dicho las palabras fatídicas:

—No creo que sea posible, porque es la tía más tonta que me he

echado a la cara, pero... bueno... no, no puede ser. No es tan imbécil ni

está tan desesperado.

—¿No querrás decir...? —ha insinuado MIL.

—-Ya lo sé, parece increíble, ¿verdad? Pero voy a estar pendiente,y si

veo que es ella, bueno,.. Es que no puede ser ella, y punto.

Y después se han marchado.

Rosie ha asomado la cabeza por la pila de batas y me ha mirado. Yo

le he devuelto la mirada y me ha hecho un gesto con el pulgar hacia abajo.

—¡Tía, estás muerta! ¡La has palmado pero bien! Devuélveme la

invitación de boda. Se la daré a alguien que esté viva para el día de la

celebración.

reunión de la panda de emergencia


—¿Creéis que ella cree que soy yo? —he preguntado.

—Bueno, a mí me parece bastante concluyente, ¿no? —ha contestado

Jas—. Ha dicho «la tía más tonta que me he echado a la cara».

—No sabía que habías estado viéndote con Masimo, Tom el Rey de

las Tortas va a disgustarse mucho.

Eso le ha cerrado el pico. Pero no a mí.

—Si soy yo, en cierto sentido mola, porque Masimo le dijo que esa

persona que a lo mejor soy yo le gustaba bastante. Y eso mola, ¿no?

—Sí —ha comentado Jools—, pero ¿y si no eres tú?

Oh, Dios. ¿Y si le gustan dos tías tontas?

Física

¿Seré yo?

¿Lamentará haberme disgustado?

Oh, qué mierda, estoy de nuevo en la percha del amor. Paso de las

tartas de la agonía.

Física es hoy inusualmente aburrido. Estamos haciendo estadística.

¿Por qué?

Rosie me ha pasado una nota:


86

«Que lo sepas, las estadísticas vitales de Fina son: 84, 76, 84. Y eso

sólo en la zona de la papada.»

Le hago el saludo klingon.

No puedo evitar pensar y repensar en el asunto de Lindsay la pava.

Por un lado, me muero de la emoción de que Masimo pueda estar

disgustado por haberme disgustado, porque eso querría decir que le

disgustó disgustarme. Cosa que es bon. Por el lado negativo, si soy yo, la

pava de Lindsay va a matarme.

Pero, aunque sea yo, eso aún significa que no va a salir conmigo.

Aunque podría estar deseándolo en secreto.


Tengo que hacerle ver que soy yo lo que quiere. Tengo que seguir los

consejos de Cómo conquistar a cualquier hambre, y aumentar mi

misteriosidad y glacialidad para que vuelva como una goma elástica a mí. A

lo mejor si tuviera un novio falso, se pondría celoso y repararía en sus

errores.


Tengo que preguntarle a Dave el Risas qué cree él que tengo que hacer.

un minuto después

No, no puedo por todo aquello que dijo de dos personasque se gustan y

meten la pata. Y además empezará otra vez con su rollo de Pizzalandia y

de que Masimo es una chica disfrazada a la que sólo le importa su pelo.


Pero la verdad es que le gusto, a Dave el Risas.


Y a mí me gusta él. Le gusto a Dave el Risas, él me gusta a mí. Tan sencillo

como un anillo.

un minuto después


87

No es que seamos niñatos. Lo que se necesita aquí es madurosidad. Cosa

que a mí me sobra. Dave y yo podríamos salir juntos sólo gustándonos.

Eso estaría bien. Sería divertido.

un minuto después

Superdivertido.

Super, superdivertido.

¿Qué hay de malo en que un chico y una chica que se gustan se

diviertan? A mí me encanta salir. A Dave le encanta salir. A los dos nos

gusta divertirnos.

Se me ocurren todo tipo de cosas que podríamos hacer juntos. Todo

tipo de sitios a los que podríamos ir.

un minuto después

Podríamos ir, bueno, no sé, podríamos, esto... bien, por ejemplo, lo

primero que se me pasa por la cabeza, esto... bueno, hay un concierto de

los Dylans Salvajes en un par de semanas. Podríamos ir allí a divertirnos.

un minuto después

A bailar y a pasarlo bien.

un minuto después

A bailar y a pasarlo bien delante de Masimo; ¡¡¡a ver qué tal le sienta!!!


Oh, cielos, he vuelto a convertir en mi mente a Dave el Risas en un pato

de reclamo.

Un pato de reclamo que da mordisquitos en los labios. Que morrea

mu, pero que muu bien.

Jamás usaría a Dave de ese modo. Ni en un trillón de años.

un minuto después

Se olería algo, además.

un minuto después


88

A menos que me armara de sutilosidad.

Y que lo morreara hasta el alma.


Hay que acabar de una vez con la traserosidad colorada interna.

¡¡¡Apártate de mí, trasero colorado!!!

cuartel general de los prados

también conocido como ensayos de Maclnútil

16.30 La señorita Wilson nos ha dado su discursito «enardecedor» en el

ensayo, pero Rosie le ha estropeado el efecto eructando muy alto. Le ha

dicho a la señorita Wilson que era un «intercambio gaseoso previo a la

actuación». Que nadie diga que no aprendemos nada en Natus.

Curiosamente, no había señales de Dave el Risas. Espero que no haya

contraído la peste.


No sé si soy sólo yo, pero hay un estado de ánimo generalizado de

histeria. Quizá se deba a que únicamente queda una semana para la

representación y nadie,aparte de Jas, la empolla bragas, se sabe su papel

como es debido.

Cuando estábamos a punto de pedirle a Norman el Grano Humano

que sustituyera a Dave en la iluminación, la puerta se ha abierto de par en

par y ha entrado él en la sala con la corbata alrededor de la cabeza como

si estuviera ido.

La señorita Wilson ha empezado a echarle lo que ella entiende por

bronca, es decir:

—Bueno, mira, esto es... quiero decir, hace diez minutos que hemos

empezado, y, esto, un poco de puntualidad estaría muy bien.

—El tiempo espera a los calzones —ha contestado Dave—. Pero ya

estoy aquí; que empiece la función.

Ha saludado a sus colegas y luego se ha acercado al lugar donde

estaba yo en el escenario. Yo he mantenido la mirada gacha porque

pensaba que iba a darse cuenta de que había estado pensando en usarlo

como pato de reclamo. Entonces va y suelta:

—Eh, señorita,a ver si deja usted de mirarme las partes.

He intentado cabrearme, pero es que las cosas que dice me hacen

mucha gracia, así que al final he acabado sonriéndole.

Empezamos el ensayo a lo grande, con la escena de las brujas:


89

—Dobla, dobla, la zozobra / arde fuego, hierve, calzón. —Rosie, en

un arrebato de inspiración, ha dejado de remover el caldero y ha

ejecutado un pasito del baile vikingo disco inferno. Aún tenía la rama que

usaba para remover, pero la empleaba para interpretar libremente.

Puñalada, puñalada a la derecha, puñalada, puñalada a la izquierda y

¡CUERNOOO!

Dave y yo hemos irrumpido en un aplauso espontáneo, pero la

señorita Wilson le ha pedido a Rosie que dejara de hacer el tonto.

—Me he limitado a introducir un toque de vikinguismo en la obra,

señorita Wilson —ha respondido Rosie—. Creo que a Billy le habría

gustado.

La señorita Wilson se abrochaba los botones de la chaqueta con

nerviosismo.

—Rosie, los vikingos no tienen nada que ver con el Macbeth de

Shakespeare.

—¿Está segura, señorita Wilson? —ha preguntado Dave—. A lo

mejor Billy no se lo contó todo.

Al final, la señorita Wilson ha conseguido que todos volviéramos a

nuestros puestos en la obra. Durante un rato las cosas han ido

relativamente bien. Pero luego todo se ha venido abajo. La repugnante P.

Green ha accionado involuntariamente la pistola que usamos para la

escena de la batalla, y Dave ha empezado a gritar «Sálvese quien pueda,

sálvese quien pueda», y a correr como un loco. Elvis Attwood ha llegado

jadeando con el cubo antiincendios listo para cubrir de arena a quien fuera

que estuviera quemándose. Le ha dicho a la repugnante P. Green que

anduviera con ojo, y que en el futuro se fijara dónde ponía el culo, y se ha

largado dando zancadas a manipular sus extintores. La señorita Wilson ha

conseguido que subiéramos otra vez al escenario, pero entonces hemos

empezado a ensayar la escena del banquete. Bueno, para ser sincera debo

decir que nadie cree que la escena improvisada de los malabarismos y el

comedor de fuego sea una buena idea. Melanie es negada para los juegos

malabares con naranjas. Lo que hace es tirarlas al aire, desde donde caen

más o menos por todas partes antes de que las recoja. No es lo que yo

entiendo por juegos malabares. Eso es más bien el juego de tirar naranjas

por los aires. Y como le he dicho a la señorita Wilson:

—¿No habría escrito Billy Shakespeare esa escena si hubiera pensado

que era una buena idea?

—Bueno —-ha respondido la señorita Wilson—-, esto, es una

pregunta interesante, Georgia, porque, verás, en la época isabelina, la obra

era, esto... bueno, una especie de fiesta movible. Los actores adaptaban el

texto a... bueno, sus propias ideas. Como, esto... y yo pensé en los

malabarismos y, esto, el fuego y tal.


90

—Bueno —ha intervenido Rosie —: ¿y qué pensaba el Burdo de

Avon de su idea?

La señorita Wilson ha empezado a toquetearse los botones de la

chaqueta de lana otra vez.

—Bueno, por supuesto no puede... bueno, no podía comentar mi

idea porque como sabéis...

—¿Estaba enfadado con usted porque no quería salir con él, señorita?

—ha preguntado Dave.

de camino a casa

Los sospechosos habituales. Como siga volviendo a casa con nosotros,

Ellen va a ponerse cachas. Debe de estar haciendo unos quince kilómetros

extra cada día, tal es su amoooor por Dave el Risas.

—¿Habéis visto cómo la repugnante P. Green miraba a Norman el

Grano Humano? Pude oler el romance entre bambalinas —ha dicho Rosie.

—Os pido perdón —ha comentado Rollo—. Se me ha escapado

durante la escena de las brujas.

Jools se ha echado a reír como una loca de atar. En serio. Las chicas

pueden llegar a ser unas verdaderas pringadas cuando andan chicos cerca:

Ellen babeando por Dave, Jools

partiéndose con chistes de pedos y Jas con Tom de la manita. Gracias

a Dios yo conservo algo de orgullosidad.

—El señor Attwood es una mujer regordeta —ha dicho Dave—: ¿no?

—Bueno —ha contestado Ellen—: no es... quiero decir, no es

ninguna mujer.

Me la he quedado mirando. Dave se la ha quedado mirando.

No veo ningún romance en el séptimo cielo entre ella y Dave.


Quedamos sólo Dave y yo. Ellen llegará a casa a medianoche otra vez. Al

final se ha subido al autobús, sin dejar de mirar a Dave como una lunática.

Él le ha dado un besito perezoso en la mejilla y Ellen por poco se cae de

culo. Cuando se ha marchado, Dave se me ha quedado mirando y ha

empezado:

—¿Qué pasa? ¿Qué pasa?

Pero él lo sabe muy bien. La luz se ha reflejado en sus ojos y parecía

súper, no sé... a lo mejor es la época del año, pero creo que tengo un

poquito de Cachondismo Generalizado. Pero no, no, la mía no es la vía del

cachondismo.

—No me importaría ser chica por un día —ha dicho Dave.


91

—Guau, ¿quieres decir en plan comprender qué se siente cuando

tienes movidas de chicas? —le he preguntado.

Se ha quedado pensativo. Dave puede ser realmente profundo y

agradable y es tope guapo. Oh, cielos, si intenta plantarme un morreo, no

creo que tenga fuerzas para resistirme.

Entonces ha dicho:

—-Sí, exactamente, si fuera chica por un día, me lo pasaría entero

delante del espejo mirándome las nungas, Y me las tocaría cuando

quisiera. Staluego,gatita.

Y se ha marchado bastante rápido. Qué raro. Normalmente me

acompaña casi hasta casa, pero hoy no lo ha hecho. A lo mejor tiene que

ir a jugar al fútbol o algo. O ha quedado con alguien. Una chica,

probablemente. Una cita.

casi en casa

Bien. Le haría bien tener una cita. Nada que ver conmigo.

en mi habitación

Me pregunto quién irá a la fiesta de Katie Steadman.

Es probable que Masimo no vaya.

Aunque Dave sí, diría yo.

A lo mejor con su nueva novia misteriosa.

Fijo que es de lo más normal.


92

colega del siglo

Sábado 2 de julio

en el centro

hora del almuerzo

Aunque yo no estaba de humor, la Panda de las Fantásticas ha ejecutado

un maratón de baile fuera de una tienda de discos. La música estaba tan

superalta que se oía en la calle, así que hemos pensado que íbamos a

permitir a los clientes disfrutar de nuestro disco inferno. Creo que se han

quedado impresionados, aunque se han oído los habituales gruñidos de los

jubilados.

13.30 La plaza Churchill estaba llena de chavales pululando; se daban

palmadas entre sí y en general actuaban como niñatos. Uno de los pavos

se ha puesto a mirarnos las nungas y se ha estampado contra un

escaparate.

El tema de la fiesta de Katie es «rock».

Eso quiere decir que tenemos que ir de chicas rockeras y guitarristas;

en ese plan. Supongo que será díver, y además, tampoco voy a impresionar

a nadie, así que qué más da cómo vaya.

Boots

Me he comprado un carmín y un pintauñas rojo superoscuro y sé que

mamá tendrá algún top ridículo de lúrex o lycra para prestarme. Y llevaré

mis botas de gamuza tres cuartos.

por la tarde

En la habitación de la vida, me estoy emperifollando para pasar otra larga

tarde haciendo el ganso y bailando como una tonta. Pero qué más da, no

debo olvidar que bien podría ser la persona que le gusta a Masimo y a la

que no quiere causar disgustos. ¡¡¡Claro que sí!!! Aunque es posible que

noooooo. Por lo menos mis colegas estarán allí, y también Dave el Risas.

Un plan con amigos estupendo.


93

torre del reloj

19.00 Jools, Mabs, Ellen y Jas ya estaban allí cuando he subido por la

cuesta. Toma Jeroma pastillas de goma, iban de rockeras de arriba abajo.

Todas van de negro con un poquito de negro. Hasta Jas se ha peinado el

pelo hacia atrás. Como no voy a morrearme con nadie esta noche, me he

arriesgado con las atrapachicos. Me he comprado unas en Boots con

brillantes falsos. Me parecen mu pero que muu chulas.

— ¿Dónde está Rosie? — -he preguntado a la panda.

— Me ha llamado antes de salir — ha contestado Jools — y me ha

dicho que Sven tenía problemas para meterse en los pantalones, así que

nos veremos en casa de Katie.

Cielo santo.

en casa de Katie Steadman

19.40 La casa está chulísima, la verdad. Katie ha puesto luces de discoteca

por todas partes, y un chico vestido de cuero de la cabeza a los pies

(humm,qué bien lo pasará esta noche, que hace un calor infernal) está

junto a las pletinas.

19.45 ¡Hay lucecitas colgadas en los árboles del jardín! Casi estoy

empezando a animarme.

Katie nos ha ofrecido unos tentempiés y ha dicho:

—Va a venir todo el mundo: todos los de bachillerato, la peña de

Foxwood,los chicos de St.John, a ver, quién más,ah, sí, la Dama y sus

colegas, y las chicas de Moorgrange traerán más basca. Hasta he visto a

Dom, el de los Dylans Salvajes, y me ha dicho que intentarían pasarse.

Se ha marchado y yo me he quedado allí plantada. Me he vuelto hacia

Jas, que estaba zampándose su rollito de salchicha como si no hubiera

comido nada en quince días, y eso que ya hemos engullido unos palitos de

queso por el camino.

—¿Has oído eso, Jas? ¿Lo has oído? ¿Lo has oído? ¿Has oído eso?

—Munnnf—ha soltado sin dejar de masticar.

—Jas, ¿eso es un sí o un no?

—Nnfff.

Lo he tomado por un sí.

—Los Dylans Salvajes van a venir, ¿sabes lo que significa eso? Significa

que Masimo va a venir, porque es de los Dylans Salvajes.

No parecía interesada en lo más mínimo, pues se hallaba demasiado

ocupada atiborrándose de salchicha y cotilleando, a ver quién había venido

y con quién estaban y tal. Qué superficial es, la verdad.


94

Estaba a punto de contarles a las demás lo del Diosdel Amooor y

pedirles su consejo de panda cuando se ha oído un oleré lirí lará lará cucú.

Sven acababa de llegar. Canastos, llevaba los pantalones más apretados que

he visto en mi vida. Y una chaqueta de vaquero con flecos y sombrero de

vaquero a juego. Ambos plateados. Ignoro qué tipo de grupos de rock

tendrán en Laponia,o donde quiera que proceda, y tampoco quiero

saberlo. Rosie no iba mucho mejor. Llevaba un vestido minúsculo y botas

hasta el muslo con gafas de sol. (No me refiero a que las botas llevaran

gafas de sol; no eran tan famosas.)

Sven se nos ha acercado.

—-¡Hey,chicas sexy! ¡Tomadme! ¡¡¡Usadme, bellezas animales!!!

Y entonces nos ha agarrado una por una, nos ha tumbado de espaldas

y nos ha plantado un beso en la boca, Es totalmente inútil intentar razonar

con él o con Rosie. La música ha empezado y se ha marchado a ejecutar

una de sus alarmantes coreografías. Es imposible comprender cómo se las

apaña para abrirse de piernas con esos pantalones. Katie ha tenido una

buena idea al sacar todas las cosas de la habitación. El disc-jockey vestido

de cuero parecía preocupado. Fijo esperaba elegir discos que le gustaran a

Sven.

20.45 La fiesta está en lo mejor. Han llegado millones de personas.

Aunque Masimo o los Dylans Salvajes brillan por su ausencia. Tengo los

nervios destrozados. Voy al meódromo cada dos segundos. ¿Debería

quitarme las atrapachicos para evitar accidentes?

un respiro en el jardín

21.30 Como de costumbre, la fiesta se ha convertido en una morreatón.

Dama ha llegado con sus colegas y se ha venido derechito hacia mí.

—Hola, preciosa, ¿te acuerdas de mí?

Oh, sí, vaya si me acuerdo de Dama. Desde que usé mi técnica de los

ojos pegajosos con él en una de las fiestas de Rosie, era como mi esclavo.

No me importaba, pero sólo lo usé para poner celoso a Dave el Risas.

Y hablando del rey de Roma, me pregunto dónde estará. Aunque

tampoco es que me importe demasiado.

Dama me ha estado mirando la boca y después ha bajado la vista

hacia la zona nunga. ¿En serio piensa que eso es sexy? Entonces me ha

dicho:

—¿Te apetece, ya sabes, salir fuera conmigo?

—Ya estamos fuera —le he contestado.

Cualquier persona normal habría visto la luz entonces, pero no

Dama.


95

—-Sí, pero ¿quieres venir aún más fuera?

¿Está pirado? No pienso usar la técnica de los ojos pegajosos nunca

más. Me estaba preguntando si podía dejarlo allí plantado y salir pitando

sin más cuando Dave el Risas ha aparecido a mi lado. Me ha guiñado un

ojo.

—Buenas noches, buscadores de sensaciones.

Jamás me he alegrado tanto de ver a alguien en mi vida. Le he

ofrecido mi mejor sonrisa, sin preocuparme siquiera por si mi nariz se

expandía por toda la cara.

—¡¡¡Dave!!! ¡Genial que hayas venido!

Parecía un poco sorprendido.

—Tranquilo, soldado. Ya sé que soy guapo, pero...

Lo he agarrado del brazo.

—Me encanta esta canción; vamos a bailar —le he dicho, y lo he

arrastrado hasta la pista.

media hora después

Debo decir que me parto de la risa con Dave; además, baila superbién.

Sabe hacer eso de saltar como los guitarristas y te tronchas de risa. Hasta

nos hemos puesto espalda contra espalda como si tocáramos la guitarra y

nos hemos agachado juntos hasta el suelo y luego nos hemos alzado otra

vez. Todos han aplaudido.

22.40 Rosie sujetaba un par de copas y me hablaba de su encantadora e

imaginaria boda.

—Me parece que los canapés tendrán forma de reno.

Entonces su «prometido» ha aparecido por detrás de ella y le ha

bajado las bragas. En serio. La pobre se ha quedado con las bragas a la

altura de los tobillos y no se las podía subir porque tenía las manos

ocupadas. Sven se ha marchado ejecutando su baile loco y gritando «Oh,

jah, oh, jah», con sus pantalones de color eléctrico brillando en la pista.

—Cógeme las copas —me ha pedido Rosie—: ¡cielo santo, cielo

santo, corre, corre!

Pero yo me desternillaba de risa y no podía. Quería ayudarla, pero

era demasiado gracioso.

Al final ha tenido que acercarse a una mesa arrastrando los pies con

las bragas por los tobillos para dejar los vasos. Después se las ha subido y

se ha marchado furiosa a cantarle las cuarenta a su «prometido». Mu

divertido, la verdad.


96

23.00 Por un momento he perdido a todo el mundo, y estaba tan

acalorada con el baile que he salido fuera a tomar el aire. Estaba apoyada

contra la pared cuando Dave se ha dejado caer por la puerta ventana. Ha

sido verme y soltar:

—¡Es nuestra canción, gatita! ¡Vamos a rocanrolear!

Ha intentado arrastrarme dentro, pero yo no me he dejado.

—Oh, no puedo, tengo demasiado calor, necesito un respiro»

-—Espere, señorita, conseguiré unas bebidas.

Ha desaparecido dentro y lo he visto abriéndose paso por la pista

como si fuera el amo, deteniéndose a bailar con grupos de chicas. Pero

qué ligón es.

Ha regresado bailando también con las bebidas y hemos ido a

apoyarnos en un árbol al final del jardín. Hacía una noche de verano

maravillosa y yo ya no les guardaba rencor a las estrellas. De hecho, me

han recordado mi noche con Masimo. Me he preguntado si el Dios del

Amoooor vendría. Entonces he pensado que sí venía ahora, le estaría bien

empleado verme con Dave en un extremo del jardín. Sería una buena

insinuación de glacialidad.

Mientras me bebía mi copa he mirado a Dave por encima del borde

del vaso, y él me ha mirado a mí. Ha parecido que pasaban años, mientras

seguíamos mirándonos. Entonces me ha quitado el vaso de la mano y lo ha

puesto en el banco. Ha agarrado mi cabeza con ambas manos (no quiero

decir que rne la haya arrancado del cuello) y se ha inclinado para besarme.

Me ha dado esos mordisquitos en el labio típicos suyos. Guau, nadie puede

negar —por mucho que aaaaame al Dios del Amoooor— que Dave es un

hacha en morreos. Ya estaba entrando en la fase rodillas como flanes y

cerebro líquido cuando Dave ha parado. No, no, no, ¡¡¡no pares otra vez!!!

—Oh, no, señorita, no voy a pasar otra vez por esto.

—Y tras darme un cachete en el culo ha desaparecido dentro de la

casa.

¿Qué? ¿Qué?

¿Por qué me ha dado un cachete? ¿Por qué ha dejado de

mordisquearme? ¿Qué significa «no voy a pasar otra vez por esto»?

Me iba a dar un ataque de nervios.

Me he quedado en el jardín un rato y después he vuelto a la casa en

busca de la panda. Sven había tomado el control de la música y el disc-

jockey le decía:

—Esto, ¿podrías devolverme mi equipo, colega?

Sven lo ha rodeado con un brazo. Hmm. Entonces le ha dado un beso

en los labios al disc-jockey. Pensaba que el Chico de Cuero estaba a punto

de potar. Pero era un temerario, eso hay que reconocérselo, porque ha

forcejeado con Sven por recuperar los mandos. A Sven no le ha


97

importado, se ha limitado a quedarse abrazado al Chico de Cuero y a

asentir al ritmo de la música.

Jools y Rollo se morreaban y bailaban al mismo tiempo, así que no

me iban a servir de nada. Jas se había vuelto a casa pronto porque quería

estar «fresca» para su paseo con Tom por la mañana. He visto a Ellen

hablando con Dave el Risas, así que no me he acercado. No he encontrado

a Mabs en ninguna parte. Estará probablemente morreándose con alguien

debajo de un montón de abrigos. Cuando se trata del cachondismo

generalizado, tiene muy poca orgullosidad.

Me he ido a la cocina y he visto a Ro Ro haciendo acopio de

tentempiés para Sven.

—¿A que es cachondo? —me ha preguntado.

—Pues tampoco hay para tanto, encanto —le he contestado.

—Me lo estoy pasando bomba —-ha dicho Katie al entrar en la

cocina—. Hay cantidad de peña, ¿verdad? Superenrollada. Es una pena que

los Dylans no hayan podido venir, pero Dom me ha dicho que tenían una

reunión muy importante.

Oh, típico.

Mientras salía de la cocina he visto a Dave abandonando el salón con

la chaqueta puesta. Pues sí que le he dado un disgusto si se va tan pronto a

casa.

—Dave, ¿te vas? A lo mejor...

Y mientras lo decía, he visto a Emma Jacobs, de St.Mary, salir con el

abrigo puesto. Dave la ha agarrado de la mano y me ha dicho:

—Sí, nos damos el piro, colega. Cuídate, chávala —se ha despedido

mientras Emma lo miraba toda arrobada.

A continuación han salido y han desaparecido en la noche.

No tenía ganas de contarles a las demás lo que ha pasado así que les

he dado unos minutos a Dave y a Emma y me he escabullido yo también.

Me sentía muy rara.

23.30 Estoy bastante literalmente a la deriva en el mar de la vida.

Y sin un maldito remo.

Ni canoa siquiera.

¿Por qué el hecho de que Dave se marchara con otra me hace sentir

tan rara? Me está bien empleado porque sólo iba a usarlo como pato de

reclamo. Aunque no era sólo eso, porque en realidad me gusta, y cuando

lo besaba se me olvidó todo lo demás. Incluso el hecho de que estoy

locamente enamoraaaada de Masimo.


98


Las calles están muy tranquilas y veo casas iluminadas en las que la gente

se divierte. Y yo estoy fuera, en la calle de la no diversión.

Estoy llena de confusionidad. A veces me siento tan desesperada que

casi desearía ser como Jas. No me refiero a su obsesión por las bragas

grandes,sino por el modo en que ama a Musculitos y no piensa en nada

más. A lo mejor es porque a él ella le gusta de verdad y no se fija en

ninguna otra, y eso la anima. O a lo mejor porque su mutti y su vati son

como son. Igual si tuviera por padres a una prostituta y a un pirado no

sería tan feliz y creída. Además, se ha ido a casa sin venir a preguntarme si

estaba bien. Así que no tengo otro remedio que odiarla.


Dom vive en alguna parte cerca de aquí. De hecho, creo que ésta es su

calle. Me pregunto si aún saldrá con aquella chica. Espero que sí; todo el

mundo parece quedarse con todo el mundo. No son esclavos del

cachondismo.

un minuto después

¡Cielo santo, ahí está Dom con su novia! Están sentados en el portal. Debe

de ser su casa. No quiero que me vea volviendo sola a casa. Le dirá a

Masimo que me vio caminando tristemente como una pirada sorda, y eso

sí que será el fin de cualquier oportunidad que pueda tener gracias a mi

glacialidad y entusiasmo. Si camino superlentito hacia atrás, puede que no

repare en mí, y después puedo dar la vuelta a la esquina y...

Dom levanta la mirada y me ve caminando hacia atrás.

— Hey, Georgia — grita — , ¿qué pasa?

Oh, cielosanto.

Saludo con naturalidad.

— Hola, Dom... esto, es que, se me han caído, esto... las llaves.

Dom se levanta.

— Vaya, qué coñazo, espera que te ayudo a buscar. Ah, y Masimo

está dentro. Le diré que estás aquí.

Nooooo.

Casi le grito:

—NO... esto, quiero decir que no le molestes, yo...

Pero Dom ya se ha metido dentro, seguido de su novia, que me

miraba de una manera rara. Fijo que tiene radar femenino: fijo que sabe

que no se me han caído las llaves y sencillamente caminaba por la calle más


99

sola que la una.¿Podría esconderme antes de que volvieran? Sí, sí, eso es;

eso es lo más sensato. Me agacharé debajo de un coche y se marcharán.

agachada debajo de un coche

treinta segundos después

Sí, sí, esto funcionará. Si me quedo aquí se marcharán, y todo arreglado. Sí,

sí. Quietecita como un ratón. Soy un ratoncito pequeñito e invisible.

Mientras me agacho, aparece un hombre paseando su perro. Se me

queda mirando y me pregunta:

—¿Estás bien, guapa?

—Sí, sí, yo... —contesto:

—¿Has perdido algo?

—No, esto, quiero decir, sí, sí, mis llaves. —(Largo de aquí, chucho,

largo, largo, ¡deja de chuparme, chucho!)

Oigo voces al otro lado de la calle y el señor Vecino Loco grita:

—Dominic, aquí hay una señorita que ha perdido sus llaves, ven a

echar un vistazo, ¿quieres? Por la noche no veo muy bien.

¿No te bastaba con venir a espiar a gente perfectamente inocente

escondida detrás de un coche, estúpido fisgón? ¿Por qué no podía ser

como nuestros vecinos, un pirado poco dispuesto a hacer favores? Pero,

oh, no, tenía que venir a AYUDAR. ¿Ahora qué voy a hacer?

un minuto después

Desde mi posición en el suelo veía un montón de piernas. Esto había

superado lo Casi Casi Terriblemente Trágico y empezaba a rozar lo Uf Ha

Salido Todo Súper Mal.

Entonces oí claramente las palabras:

—¿Georgia? Ciao. Come stai?

Excelente, acababa de aterrizar un Dios del Amoooor.

¿Cómo cree que estoy?

Me deja porque no soy un dechado de sofisticosidid, y ahora me

encuentra agachada debajo de un coche en medio de la noche, con un

perro chupándome el culo.

Lo único que podía hacer era levantar la mirada con aire de quien

está acostumbrada a mostrar naturalidosidad a todas horas.

Lo hago. Levanto la mirada, sonrío y digo:

—Caramba, Masimo, qué... ¡sorpresa! Sí, sí, estoy, esto...

perfectísssima, gracias.—Me levanto rápido y añado—: ¡Ajajá! ¡Aquí están!

No miraba a Masimo deliberadamente..

—Anda, genial, ¿dónde estaban? —preguntó Dom.


100

—Ah, se me deben de haber caído del bolso cuando... cuando he

sacado... esto... la linterna.

¿Por qué habré dicho eso? ¿Qué clase de persona lleva una linterna

en una calle perfectamente iluminada? Os diré qué clase de persona. Una

persona imaginaria que no para de contar trolas. Menos mal que era de

noche; por lo menos no podían darse cuenta de que tenía las mejillas

escarlata con un matiz remolacha.

Me he arriesgado a echarle un vistazo a Masimo y he visto que medio

sonreía. ¿Es que tiene que estar tan cañón todo el tiempo? Entonces se me

ha encendido la bombilla, a lo mejor pensaba que estaba acosándolo, que

estaba escondida detrás de los coches mirándolo. Oh, noooo.

—Esto... vengo de... la fiesta de Katie.

—Ah, sí, qué pena que no pudiéramos ir —ha dicho Dom—.Aunque

la verdad es que los pantalones ceñidos no son lo mío. Pero, esto.,tu top

mola.

He mirado mi indumentaria. Genial. ¿A que parecía una prostituta

acechando por las calles con botas hasta el muslo y vestida de lúrex? Pero

qué bien me lo monto, Dios.

—Ah, gracias. Sí, ha sido superdíver, pero, vamos, un poco

chiquillada, ya sabes, la peña bailando sin parar de hacer el tonto, ese tipo

de cosas, así que he tomado un atajo para volver a casa y...

Masimo, que hasta el momento apenas había abierto la boca, ha

dicho:

—A lo mejor tendría que acompañarte a casa, por si acaso... pierdes

otra cosa... no sé, tu... ¿cómo se dice en inglés?

Le dice algo a Dom en italiano, y Dom se ríe y traduce:

—Brújula.

Oh, Dios, se están riendo de mí.

He sentido que me daba un mal rollo totalmente incontrolable. Iba

directa a Estación Central Ataque de Nervios, así que lo mejor que podía

hacer era pirarme cuanto antes.

—Estaré bien, gracias. Os deseo buenas noches a los dos.

Vale, genial, encima ahora sueno como una gilipollas salida de una

novela de Dickens. Me extraña que no haya añadido «y cada palo que

aguante su vela».

Masimo me ha tocado con suavidad el brazo.

—Venga, Georgia, vamos a dar un paseo. Ciao, Dom.

—Ciao —ha contestado Dom, y entrado en su casa.


101


Caminamos por la calle en silencio. No puedo recordar si me he repasado

los labios antes de salir de casa de Katie. Me he ido con tantas prisas, que

ni se me ha ocurrido pensarlo.

Igual podría darme un repasito rápido, meter la mano en el bolso,

buscar el brillo, desenroscarlo con una sola mano y ponérmelo en la boca

mientras miro hacia abajo. O fingir que miro hacia atrás y aplicármelo

entonces, o fingir una tos. No, no me atrevo a hacer más movimientos de

bolso. ¿A lo mejor en algún espejo de algún coche? No, no, demasiado

bajo. ¿Y en el espejo de un autobús que pase o de una grúa? Calla, calla»

—¿Te lo has pasado bien en la fiesta? -—pregunta Masimo.

—Ah, sí, superbién y casi he rozado el megabién.

Masimo sigue (con la voz más increíble del mundo):

—Dom ha dicho que esta noche después de la reunión a lo mejor

íbamos a una fiesta, pero no ha dicho que tú estarías allí, y yo he pensado,

me parece que no estoy para fiestas. No estoy de humor para bailar.

¿Qué significa «no estoy de humor para bailar»? ¿Qué no le apetece

bailar, o que no está de humor para bailar, es decir, que está triste? Y si

está triste, ¿eso qué significa? Además, también ha dicho que no sabía que

yo iba a estar allí; ¿es que habría ido si lo hubiera sabido? ¿O quiere decir

que...? Oh, calla ya, cerebro, calla. Ojalá dejara de hablar y me tomara en

sus brazos, eso lo arreglaría todo.

De vez en cuando, mientras caminábamos, nos chocábamos y era

como sentir un electroshock. En serio, no se me ocurría nada que decirle

aparte de «¡Dame un morreo, dame un morreo, glorioso semental italiano

del Amoooor!».

Cuando hemos llegado a mi calle, Masimo se ha detenido y me ha

mirado:

—-Georgia, la última vez que nos vimos, no quería... bueno, quería

decirte, spiegare... explicarte que...

—Oh, no tienes nada que explicar —he contestado rápidamente—,

en serio, lo entiendo.

Masimo me toca el brazo otra vez.

—Creo que te he hecho daño y no quería... no es lo que quería.

Yo…

Le he sonreído con mi sonrisa más increíblemente falsa y le he dicho:

—En serio, de verdad, estoy chachi piruli.

—¿Estás diciendo que... estás bien? —Parecía perplejo—¿Que no

pasa nada?

—Sí, sí, claro.

Me sonríe.


102

—Eso está muy bien, cara. Me alegro mucho. A lo mejor podríamos

ser amigos y...—Oh, no, ha vuelto ha decir la palabra «amigos». Saca un

boli y un papel de uno de sus bolsillos y empieza a escribir—. Toma mi

número, ¿me llamarás y podemos pasar buenos ratos? A lo mejor salir a

cenar y a bailar, Sì?

No digo nada. He pensado que iba a echarme a llorar. Me he limitado

a mantener la sonrisa. De hecho estaba sonriendo tanto que

probablemente iba a tener que seguir sonriendo siempre porque la cara se

me había quedado paralizada. Me ha puesto el pedazo de papel en la mano.

Yo he seguido sonriéndole.

Entonces se agacha y me da un beso en la mejilla.

—Eres un encanto. Me gustas mucho, Georgia. Llámame. Podemos

ser... cómo se dice aquí... superbuenos colegas. Ciao.

Y se marcha por donde hemos venido. Se da la vuelta, me saluda y

me envía un beso. Yo le devuelvo el saludo, aún sonriendo, cantando esa

vieja canción de mierda, Smile Though Your Heart is Breaking, sonríe, aunque

se te parta el corazón.

en mi habitación

Sólo yo y la noche.

Y Angus, Gordy, Libby y sus juguetes.

No quiero ser su «colega».

Estoy hasta el gorro de los llamados «colegas».

Hasta el desgraciado de Dave el Risas me ha dicho, «nos vemos,

colega».

¿Cómo he podido pasar de «Gatita Sexy» a «colega» en menos de un

día?

No quiero «pasarlo bien» con Masimo.

¿Qué espera que haga? ¿Acercarme por su casa para tomar un café y

luego decirle «Bueno, me piro, nos vemos, colega»?


¿O estar por allí como una «colega» acompañante mientras él sale con

otras chicas en los conciertos de los Dylans Salvajes? ¿Gritándole cuando

se vaya con alguien «¡Eh, suertudo! ¿Cómo te lo montas, eh? Nos vemos,

colega. ¡No hagas nada que yo no haría! ¡Eso te abre perspectivas!» Rrrr.

¿Colega?

No pienso ser su «colega», porras.

Ni siquiera tengo ganas de ser «colega» de los «colegas» que ya

tengo.


103

Ya tengo bastante con ser «sólo colega» de Dave el Risas.

En el idioma de cualquiera, con ese «ser colega» basta y sobra.

trece minutos después

Colega.

Domingo 3 de julio

Jas llama por telébno.

—Gee, ¿estás levantada?

—No,

—Bueno, ¿puedo pasar por ahí?

—¿Por qué? ¿Es que Tom ha salido solo a cazar babosas? Pensaba que

ibas a SALIR DE EXCURSIÓN hoy con él, y que por eso no pudiste

despedirte de tu mejor amiga anoche.

—Esto... no, sólo quería verte, y charlar y arreglarnos y esas cosas.

—Se ha ido a cazar gusanos sin ti.

—No.

—¿Entonces qué?

—Bueno, han empezado una liguilla de fútbol los domingos y, bueno,

ya sabes, es guay para él y tal. Y además, está cumpliendo una misión,

porque le he pedido que se entere de cómo están las cosas con Masimo.

—Ajá.

—¿Qué quieres decir con ajá?

—Pues ajá de los ajases de toda la vida.

—¿Puedo ir a tu casa?

—Si quieres. Podemos practicar ser colegas, dado que ése va a ser mi

logro vital. Probablemente saldré en la tele como «colega del año».

Jas y yo en mi cama, comiendo cereales

12.00 Jas cree que mi casa es «diver». Dice que es encantador que

tengamos para comer sobre todo galletas y que mi padre se prenda fuego

a la barba día sí día también. Y que los gatos hayan estado en casa del

vecino desenterrando los huesos que los caniches idiotas habían enterrado

tan cuidadosamente en el montón de abono vegetal.


104

Y que ahora se los estén comiendo a los pies de la cama. Oigo los

horribles ruidos que hacen, pero estoy demasiado cansada para que me

moleste.

Mi casa no es diver.

Es triste.

12.15 Jas casi me hace reír al salir de la cama y añadir unos pasos al baile

disco inferno vikingo. Es algo parecido a olisquear el ambiente. Va así: paso

a la derecha, paso a la izquierda, y olisquear, olisquear. Como haría un

bisonte vikingo. Como si intentara encontrar su presa. En caso de que

existieran los bisontes vikingos.

Genial.

12.30 Me estoy preparando para perdonar a Jas. Se ha mostrado

agradable casi todo el rato desde que ha llegado. Ha dicho que le parece

que la nariz me está encogiendo. Lo ha estropeado añadiendo «o eso, o te

está creciendo la cabeza».

Aun así, la intención es lo que cuenta. Más o menos.

¿Me estará creciendo la cabeza de verdad?

Mientras la medíamos, le he contado lo que pasó en la fiesta de Katie.

Le he contado que Dave el Risas acabó marchándose con Emma.

—Pero a ti no te importa —me ha dicho Jas—, porque estás

enamorada del semental italiano.

—Sí, eso es sin duda un hecho, pero, bueno, conozco a Dave desde

hace mucho, y él insinuó que tal vez deberíamos estar juntos.

—Sí, lo dijo, ¿pero tú qué piensas?

—¿Qué quieres decir con qué pienso? ¿Cómo voy a saberlo?

—Bueno, yo sé que Tom es mi único novio.

—Sí, pero eso es porque tú eres superaburrida, esto, quiero decir,

esto... porque estás tan ciega de amoooor que no oyes la llamada del

Cachondismo Cósmico.

—Ya.

Qué pesadaaaaaa, pero supongo que está siendo ella misma.

Como estábamos en plan tan íntimo y tan superamigas como antes, le

he desnudado mi corazoncito. Le he contado que al volver a casa me

encontré con Masimo y un perro me chupó el culo.

—Puf, colega.

Ha dicho la palabra maldita, pero la dejo pasar. Y ha añadido:

—¿Así que ahora vas a intentar pasar de él?

—Sí, he intentado el plan de prepararme para la lucha, pero soy

incapaz. Y puede resultar muy agobiante, sobre todo con este calor.


105

Nos ha dado un ataque de risa porque, todo hay que decirlo, aunque

yo sea la única que lo diga, a pesar de estar tope desesperada, y en la

confitería de la agonía y tal, sigo siendo la monda.

Cuando hemos recuperado la energía tras engullir otro paquete de

gusanitos, he seguido:

—Voy a tener que pensar que no existe e ignorez-vousearlo.

—¿Así que cuando vayamos a los conciertos de los Dylans Salvajes

fingirás que es un producto de la farsa?

—No, no fingiré que es un producto de la farsa. No tendré que

hacerlo, ¿y sabes por qué? Porque no voy a ir al próximo concierto de los

Dylans Salvajes.

—Caramba.

Asentí mientras masticaba un gusanito.

—Eso es un hecho grabado en piedra.JAMÁS volveré a pisar un

concierto de los Dylans Salvajes.

—Caramba.

—Me dio su número de teléfono y me dijo que lo llamara, para salir

en plan colegas.

—Caramba.

—Jas, ¿puedes decir otra cosa aparte de caramba, por favor?

—Vale.

—Pero te diré lo que voy a hacer con su número de teléfono. Voy a

ir al bosque y quemarlo de manera ceremonial, para no caer en la

tentación de llamarlo nunca, ni siquiera en los momentos más oscuros de

gelatinosidad.

—Car... esto... canastos —balbució Jas.

en el bosque

15.00 He quemado el papel con el número de Masimo y lo he enterrado

bajo un roble. (Bueno Jas ha escarbado un poquito de tierra con una

ramita que ha encontrado y lo hemos tapado con eso. Y tardado bastante,

porque ha encontrado una seta que pensaba que era una seta «especial».)

21.00 Ni siquiera siento tragicosidad. Siento nadasidad.

Y no es fácil de decir, creedme; sobre todo la palabra tragicosidad.

En cualquier caso, jamás volveré a sentir nada.

Bien.

Estoy harta del amor.

Es cosa de gilipollas.

Me limitaré a sentarme en mi cuarto el resto de mi vida sin hacer

nada.


106

22.00 Pero qué aburrido.

Tan aburrido como clase doble de mates seguida de discursito de

Fina sobre cómo era la vida cuando ella era niña e iba al Colegio Oficial de

las Niñas Tristes con la reina Isabel y Pulgarcito o quienquiera que

entonces aburriera a la peña.

22.10 He sacado mis cartas del anterior dios Sexy. No sé por qué las

guardo. O sus fotos. Sólo para torturarme. Tendría que tirarlas a la

papelera con el resto de mi vida.

Pondré todas las cosas que tengo suyas juntas y haré lo que se

supone que hay que hacer para seguir adelante con tu vida: reducirlas a

pedazos y ceniza y jamás mirar atrás. ¡Abajo la antigua vida! ¡Bienvenida la

nueva vida monástica lésbica!

22.15 Robbie escribió: «Me gustaría mucho saber de ti. Pienso mucho en

ti.»

Bueno, es agradable, ¿verdad? Por lo menos no menciona la palabra

«colega».

22.30 A lo mejor le escribo. Igual le hace ilusión saber de una monja

lesbiana. ¿A quién no?

22.35 ¿Qué daño puede hacer? Total, está lejísimos; mucho más allá del

océano Transiberiano, o como se llame. En la tierra de los delincuentes

pelmazos y de los chismes que explotan.

22.45 ¿Qué le voy a decir? Debo pisar la fina línea que separa la glacialidad

de la amistosidad. Con un punto de «no sabes lo que te estás perdiendo,

mi querido y emplumado amigo».

Medianoche Ha sido bastante difícil escribir la carta. Pero en mi nuevo

estado de ánimo de desnudar por completo mi corazoncito se lo he

contado todo. He pensado: «¡Qué caramba! ¡Sálvese quien pueda! Aquí

estoy, la auténtica Georgia. La real, que ya no se avergüenza de erguirse

altiva y orgullosa. Quemada en el horno del amor, engordada en la

confitería de la agonía y…» Lo que sea ¿qué iba diciendo? Antes de

empezar otra vez con el rollo de la confitería.

Ah, sí, honestidad.

00.03 Evidentemente, me he ahorrado los episodios en los que me he

puesto en el más absoluto y total de los ridículos. Le he contado todo lo


107

de los cuernos de bisonte, y de la boda vikinga. Hasta le he mencionado

que Herr Kamyer podía ser la matrona de honor.

00.05 De hecho, escribir todo esto me ha animado bastante. Tampoco

parece tan mala vida cuando piensas en las horas de diversión que

pasamos la Panda de las Fantásticas, a pesar de las Juventudes Hitlerianas,

los padres, el gen orangután, los granos sin cabeza y tal.

No he podido evitar añadir algunos detalles sobre la pava de Lindsay

y su alucinante existencia de insecto palo. Me ha parecido un toque

maestro de aparente enrolladosidad contarle:

Supongo que sabrás que Lindsay es monitora y que desempeña su tarea

muy bien; algunas de las de primero no volverán a salir solas nunca.

Además, ha vuelto a ponerse a la cabeza de las tendencias de la moda

gracias a sus interesantes extensiones de pelo. Esa clase de valentía rara

vez se ve fuera de los circos hoy en día.

Digamos que al hablar del tema chicos he dado un rodeo. He

mencionado a los Dylans Salvajes de pasada porque habría parecido raro

que no lo hiciera. Sólo he dicho:

He ido a unos cuantos conciertos, y han estado bastante bien. Tienen un

cantante nuevo, que se llama, no sé, Masingo, o algo parecido. Parece

majo, aunque tipo gabachete. Vi al vati de Dom, y creo que se ha olvidado

de la época en que se pensaba que quería enrollarme con él porque creía

que era un agente musical famoso. Hablando de vatis, el mío, tan gordito

como siempre, se ha predido fuego a la barba, así que en ese frente no ha

habido cambios.

Para entonces ya había perdido todo tipo de inhibiciones. Me había

aliviado mucho contarle a un chico todo (más o menos), ¿y qué tenía que

perder? Tampoco tenía que seguir impresionándolo.

00.07 No sabía cómo terminar. ¿Quedará bien «con amor»?

Desde luego no pienso poner «de tu colega».

Al final he optado por: «Bueno, me piro, vampiro. Molaría volver a

verte. Cuídate. Con cariño, Georgia.»

Y he añadido un beso.

Pero me ha parecido que podía interpretarse como demasiado

coleguismo, así que he añadido un par más.

Tres besos.

Así vale


108

No implica traserosidad colorada rampante. Implica je ne sais quoi

con un punto de añoranza.

00.12 Pero probablemente tenga una novia que se llame Gayleen.

O Noelene o Joelene.

Y sea un wombat.

Lunes 4 de julio

de camino a Stalag 14

8.20 Llevo un brazalete negro porque hoy es el día en que los

burguerlandeses nos tiraron todas las bolsas de té al mar y dijeron que ya

no querían que siguiéramos gobernándolos.

Eso fue cuando se inventaron su propio idioma, y mira adonde les ha

llevado.

Al lavabo de la vida.

Y a llevar panties en lugar de bragas como debe ser.

Pero ya se apañarán con sus cosas.

Y que se envuelvan en tanto papel de alumiiiiinio como quieran.

Nosotros, en la tierra de Billy Shakespeare, no somos rencorosos, y

los querremos siempre.

Hasta que recobren el juicio y nos dejen volver a gobernarlos.

8.30 Me he encontrado con Jas en la puerta de su casa y enseguida me ha

tomado del brazo en plan amiguitas; lo que mola un montón. Pero no la he

dejado seguir.

—Punto en boca.

Se me ha quedado mirando.

-—¿Que te han cosido la boca?

-—NO, Jas, lo que quiero decir es que no cuentes nada del tema

Dave el Risas ni de que soy «colega» de Masimo.

—Sé cuándo debo tener el pico cerrado.

—Te equivocas.

8.35 Cuando hemos llegado al buzón que hay al pie de la cuesta que lleva

al «colegio», me he preguntado si debería enviar la carta al dios Sexy.

Hrnmm. Se lo he preguntado a Jas, cosa que ha sido un terrible error.


109

—Pensaba que estabas enamorada de Masimo o de Dave el Risas, y

ahora escribes a Robbie.

—Ya lo sé.

—Es como si salieras con tres pero ninguno fuera tu novio.

—Cierra el pico, Jas, tú no eres el niño Jesús.

—Ya lo sé, sólo digo que el niño Jesús estaría muy decepcionado

contigo.

—De eso nada. Me amará muchísimo haga lo que haga, y por cierto,

haga lo que haga, seguro que le parece más interesante que lo que haces

tú, oh, santa Fauna. Hey, Jas, ¡no seas tan faunurrona! Jajajá, ésa le gustaría

a Jesús; ¡un juego de palabras religioso-ecológico! Es posible que me haya

vuelto histérica. ¿Qué tengo que hacer? Ayúdame, pequeña Jazzy, ¿la envío

o no?

Ha puesto cara pensativa, cosa siempre alarmante, y después ha

dicho:

—Bueno, usaremos la lógica. Si vemos aparecer una furgoneta blanca

dentro de un minuto, la envías. Pero si la conduce un tío con gorra de

béisbol, tendrías que esperar hasta esta tarde, y si...

8.40 Un cartero extraordinariamente pirado y cascarrabias me ha evitado

el problema cuando ha venido a vaciar el buzón. Me ha arrancado la carta

de la mano y la ha metido en su bolsa.

-—Esto... aún no había decidido si quería enviar esa carta —he

balbuceado.

—Largo, al colegio —se ha limitado a contestar.

Qué majo, ¿no? Como siempre digo a quien quiere escucharme

(nadie), el asunto con los funcionarios es que tendrían que funcionar, esto

es, hacer lo que la gente les pide. Pero no hay manera de que lo pillen.

14.00 Cuarenta y cinco años encerradas en Stalag 14, sólo interrumpidos

por dos patios tipo sandwich.

¿Habré hecho bien enviando la carta?

14.30 Qué más dará. Total, con mi suerte, o no llegará o el tío pasará de

contestar, y entonces habré sido rechazada por prácticamente todos los

hombres de la tierra.

14.35 Eso es, voy a concentrarme en mi carrera profesional. Bien podría

convertirme en una monja lesbiana multilingüe.

en el pasillo, tropezando de camino a Francés


110

No he soltado ni pío, más muda que un pez sin lengua, y eso que la Panda

de las Fantásticas ha estado preguntándome cómo me iba el frente

romance. Cuando le he dicho a Rosie:

—No ha pasado nada. No hay nada que comunicar.

Se me ha quedado mirando como si tuviera monos en la cara. Pero

yo no he abierto el pico.

Habría sido buenísima en la Resistencia francesa durante la guerra si

alguien se hubiera molestado en pedírmelo.

Cosa que no hicieron.

Pero, aunque hubiera estado viva, tampoco habría aceptado por

aquello que dijeron los franceses de que los ingleses no éramos más que

unos monos comequesos vendidos.

¿O lo dijimos nosotros de ellos?

Bueno, es igual. Basta ya de hacerme preguntas con truco.

15.00 Por error me he pasado y resulta que he entregado los deberes de

Francés a tiempo. Pensaba que a Madame Slack le iba a dar algo, pero no,

mira tú qué lástima.

—¿A quién se lo has copiado? —-me ha preguntado únicamente.

Lo que en mi opinión no contribuye gran cosa a las relaciones

profesor-alumno en estos turbios tiempos.

de camino a casa

16.30 Por una vez en toda mi vida escolar; vuelvo a casa sola. Le he dicho

a la Panda de las Fantásticas que tenía que salir pitando para ir al médico,

pero no es verdad. Aunque si dejara que mamá se saliera con la suya,

pasaría todas las horas que estoy despierta en la consulta del doctor

Clooney, para que ella pudiera alelarse con él. Es sólo que no me atrevía a

arriesgarme a que Dave el Risas y sus colegas nos acompañaran, como si

todo fuera normal. No sé por qué no quiero verlo. Pero me ha sentado

mal lo de él y Emma Jacobs.

Tampoco soy la única ofendida: a Ellen le ha dado prácticamente un

patatús al enterarse. Durante el recreo, en el cuartel general de la Panda

de las Fantásticas ha contado que él se fue a casa con Emma y se ha puesto

en plan:

—¿Cómo... y por qué? ¿¿¿Por qué??? —preguntaba mientras tenía un

arrebato total de sacudidas de cabeza.

He tenido que practicar la máxima glacialidad y ejecutar

extravagantes estallidos de baile disco inferno vikingos para que la Panda

de las Fantásticas no me preguntara por qué me marché tan pronto, y si

pasó algo que me molestara, y cómo me siento y tal.


111

Pero es mi pequeño y doloroso secreto que no pienso compartir. La

única persona que sabe algo es doña Bragazas Gigantes.


Y le he recordado a Radio Jas que ha jurado guardarme el secreto.

un minuto después

Así que la Panda de las Fantásticas ya debe de saber todo lo que ha

pasado.

un minuto después

Y probablemente todas las veces que he ido al lavabo últimamente.


Mientras bajaba por la colina, he visto a las dos enanas de primero, las que

soportaron la bronca de la pava de Lindsay, dando saltitos. Y cuando digo

saltitos, digo saltitos. ¿Saltaba yo también a su edad? Fijo que no. Cuando

las he adelantado parecían agotadas,saltando a la pata coja y cargadas con

las enormes mochilas. Supongo que en alguna ocasión me imaginaría que

volvía a casa cabalgando, pero no cargada con una cartera tan pesada.

La vida es un asco.

cuartel general de entrenamiento para el monasterio

lésbico, alias, mi habitación

por la noche

Me dedicaré a la búsqueda de la sabiduría...

Zzzzzzzzzz.


112

MacCalzones

Miércoles 6 de julio


Afortunadamente, la Panda de las Fantásticas ha encontrado un tema más

interesante que yo. Se están concentrando en la boda vikinga Rosie-Sven

con ganas.

—Tengo una idea chachi para el traje de Sven —ha dicho Rosie—.

Reuniré los materiales el viernes, en el ensayo de vestuario de MacInútil.

No ha querido desvelar más, salvo que a Sven «le va a encantar».

Eso es algo que en realidad ninguna quiere ver.

16.30 Vuelvo a casa sólo con la pequeña Jazzy Spazzy, que murmura para

sí su papel de Lady MacInútil. Espero que no se esté volviendo

espasmódica o como se diga cuando alguien es dos personas al mismo

tiempo.

Pensar en volver a ver a Dave el viernes me pone un poco de los

nervios. Voy a tener que practicar la mierda del «colegueo» con ganas. Y

hasta con entusiasmo. ¿Qué hace un colega cuando ve a otro colega? ¿Qué

hago yo cuando veo a mis colegas?


En el caso de Jas, os lo diré en un minuto si deja de hablar de granos.


Por desgracia, he dicho lo que tenía en la cabeza en voz alta.

—Jas, si no dejas de hablar de granos, voy a tener que matarte.

Jas ha dejado de farfullar.

—¡Fuera los malditos granos! —ha exclamado, y ha añadido—. No la

tomes conmigo porque te entra el Cachondismo Cómico con todos los

chicos que pasan mientras que ellos sólo quieren ser tus colegas.


Aquí está mi receta para alegrarse el ánimo: elige una amiga,

preferiblemente una con un flequillo que dé mucha rabia y bragas más


113

grandes de la cuenta, y cuando esté soltándote la chapa, empújala

hábilmente en una zanja y sal corriendo.

Jajajá.

Superdivertido ver a Jazzy Spazzy caerse cuan larga es encima de la

hierba.

Jajajá.

Viernes 8 de julio

cuartel general de MacInútil

16.50 Ensayo de vestuario delante de toda la escuela a las 17.30.

La tensión se acumula. La función va a a empezar, la función…

Zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz.

La señorita Wilson nos ha dado su mundialmente famosa charla

energética, pero hemos conseguido mantenernos despiertas. Al parecer, el

honor de todo el colegio descansa sobre nuestros hombros. Tenemos dos

noches de lucirnos en mallas gritando escocesadas para convencer a todo

el mundo de que ir al colegio no es una completa pérdida de tiempo. Y no

sólo una excusa para gente que no tiene nada mejor que hacer que

trabajar allí, gente como Ojo de Halcón, Fina, Madame Slack, Herr Kamyer

y el pirado en fase terminal Elvis Atwood, que en algún sitio tienen que

meterse si no quieren molestar a la gente de la calle.

Afortunadamente, tenemos a la señorita Wilson al mando, así que

todo irá, bueno, de mal en peor.

Jas me miraba como el indio cabreado aquel de una peli de

mohicanos: Chingachgook. Éste iba por la vida con un sombrero adornado

con una pluma, seguía la caca del bisonte y vigilaba a la peña. Jas lleva sin

hablarme dos días debido al incidente de la caída involuntaria en la zanja.

Pero sobre todo me ha mirado con cara de juez cuando ha entrado Dave

el Risas con sus colegas.

17.00 Me he mantenido a distancia de seguridad de Dave, pero no

demasiado para que no pensara que lo evitaba. Me he quedado cerca de

Ro Ro, Jools y la Panda de las Fantásticas. La repugnante P. Green no

paraba de venir a tranquilizarme y preguntarme si mi espada era cómoda.

Cree realmente que soy su marido, cosa que probablemente es lo más

trágico que me ha sucedido. Y eso es MUCHO decir.


114

Con todo, nadie puede acusarme de ser el tipo de persona que no

sabe encajar los golpes. Creedme, he encajado MUCHOS golpes en mi

vida. Espero que mi cerebro deje pronto de decir MUCHO. Y lo espero

MUCHO.

Sólo queda una hora para subir el telón. Aunque como Norman el

Grano Humano está a cargo del telón, tengo esperanzas de que esta

representación nunca vea la luz, literalmente.

He estado ocupada en «maquillaje» con Ro Ro hasta que la señorita

Stamp (¿y qué tendrá esta función que ver con ella? ¿Es que hay alguna

escena de deportes lésbica? Puede ser; la verdad es que no me ha dado la

real gana de verla entera, sólo cachos) ha venido y se ha hecho cargo de

las pieles falsas. Ha obligado a Rosie a quitarse el bigote, que en realidad

era un homenaje a la propia señorita Stamp.

Estaba haciendo mis ejercicios de calentamiento con Rosie, esto es,

cuerno a la derecha, cuerno a la izquierda, cuando Dave el Risas ha pasado

a nuestro lado, guiñando el ojo y cargando pedazos de muro de castillo.

Afortunadamente, llevaba tres palmos de base de maquillaje, así que no ha

podido ver lo mu, muu colorada que me he puesto. Al pasar, he estallado

en carcajadas cuando Jools me ha pasado su rama de bruja. Dave se me ha

quedado mirando. Jools se me ha quedado mirando. Normal, porque lo

único que había dicho era «¿Me aguantas esto mientras voy al

meódromo?»

Lo que no es exactamente un chiste.

Pero quería hacer saber a Dave que estoy guay y que no me ha

afectado en absoluto el morreus interruptus de la fiesta de Katie. Y que

me importa un rábano con quién o con qué se marchó la otra noche.

Ellen, por su parte, tenía su propia manera de pasar de él. Más bien

hilarante. Me ha dicho:

—Voy a hacerle saber a Dave exactamente lo que pienso de su

conducta. Quiero decir que eso es lo que voy a hacer. Porque es lo que

debería hacer, ¿no? Quiero decir, ¿tú crees que debería? Porque yo creo

que tú deberías… tú deberías… bueno, lo que sea, ¿qué opinas?

Dios de cielo.

No debería haberse molestado, porque su actitud pasota le ha

durado dos minutos. Dave ha llegado cubierto de cartones y ha

preguntado:

—¿Creéis que mi actuación es un poco acartonada, chicas? —Ellen se

ha puesto como un tomate y ha empezado a reírse como una pirada. No

es exactamente lo que yo entiendo por actuar como una pasota.

En cuanto a moi, en cambio, debo reconocer que he actuado

divinamente. He esbozado una media sonrisa para indicar que soy una


115

persona con sentido del humor, pero no el tipo de chica a quien le

importen las chorradas de Dave el Risas.

17.50 Jas ha pasado a mi lado ya vestida, mariposeando como la señora

MacInútil. Le he dirigido una de mis sonrisas más atractivas, pero ella me

ha ignorez-vouseado. Ya volverá al redil; ¿qué otra idiota le escucharía

cuando hablara de los ratones de campo? Yo no salgo hasta dentro de un

rato, así que Rosie y yo hemos vuelto a la caja de atrezo para rebuscar

entre las cosas. Tela.

Rosie ha sacado una nariz falsa.

—¿Crees que si me la pongo para buscar un efecto de dis narices se

dará cuenta alguien?

De pronto recordé los buenos tiempos, aquellos días del año

anterior en que la vida era tan sencilla. Yo amaaaaba al dios Sexy y casi era

su novia. Representábamos Peter Pan, y como en esta ocasión, muchas

merluzas iban por ahí en mallas. (Aparte de la repugnante P. Green, que

hacía de perro). A Rosie y a mí nos habían prohibido actuar en la función y

nos habían relegado al atrezo. Encontramos unas pieles muy teatrales, y

cada vez que le dábamos a la pava de Lindsay, que estaba en el escenario,

una espada o lo que fuera, nos poníamos más pieles encima. Al final de la

representación teníamos unas manos enormes y peludas y Rosie se había

puesto una ceja descomunal y patillas. Cómo nos reímos mientras

recibíamos un castigo triple. Qué días tan, tan felices, aquellos previos a la

solteronería.

De repente Ro Ro dijo:

—Voy a ocultar estas pieles, y me las llevaré a casa para la boda

vikinga.

En ese tipo de situaciones es inútil (dado que Rosie está como una

verdadera cabra) hacer preguntas.

20.30 Algunas merluzas hasta han aplaudido al final mientras saludábamos.

Yo sólo he tenido un desafortunado incidente representando mi papel,

pero no creo que nadie se haya dado cuenta.

de camino a casa con la panda

21.10 Jas sigue de morros y camina todo lo lejos de mí que puede. Y le ha

dado a todo el mundo menos a mí una gominola de su alijo secreto. No

me importa porque creo que las guarda en sus enormes bragas.

Después, a lo lejos, hemos visto a Dave el Risas y sus compinches

siguiéndonos. Donner und Blitzen. Iba a ignorez-vousearlos con mano firme.


116

—Se me ha caído la barba en medio de la pelea de espadas —les he

dicho— y he tenido que seguir con una sola mano mientras me aguantaba

como tranquilamente la barba con la otra. ¿Os habéis dado cuenta?

—Sí —ha contestado Ro Ro—: ¿quién no se ha dado cuenta?

Parecías Macduff el Afectado, el tipo más amanerado de toda Ochcocia.

Genial

Va a ser que no.

21.15 Dave y sus compinches hacen como que caminan a cámara rápida

para alcanzarnos. Nos van a pillar en un minuto. No, ya no puedo

soportar más el asunto este de los «colegas». Así que he dicho a la panda:

—Mirad, me apetece correr un poco, así que me adelantaré. Nos

vemos mañana para la representación final de la tomadura de pelo.

Se han quedado mirándome flipadas mientras me alejaba corriendo.

Al cabo de un minuto me he dado la vuelta y Dave el Risas estaba

corriendo también. Oh, noooooooo. He acelerado, pero me ha alcanzado

y se ha puesto a correr a mi lado, sin dejar de mirarme. Con la mirada fija

en el tetamen, y ni siquiera llevaba el acorazado potemkin doble puesto.

Maldita sea.

aún corriendo


Era ridículo. Mientras corríamos uno al lado del otro Dave me ha rodeado

con un brazo, así que hemos corrido en tándem.

Al final el peso de mi tetamen ha acabado ganando y he tenido que

aflojar el paso.

—¿Estás cabreada conmigo, gatita? —ha preguntado Dave.

Me he vuelto hacia él y ente jadeos le he dedicado la mejor de mis

sonrisas:

—Dave, ¿por qué tendría que estar cabreada contigo?

Se me ha quedado mirando.

—Entonces es que estás cabreada.

Mierda.

—Porque sabes que como no quieres salir conmigo estoy saliendo

con otra persona —ha añadido—. No pasa nada, ¿no? ¿O es que tengo

que estar solo siempre por si acaso a ti te apetece un achuchón rápido?

De hecho, así expuesto, he pensado: «Pues mira, sí, eso es

exactamente lo que me gustaría.» Pero no me ha parecido normal

decírselo.

Intentaba pensar en algo normal para decir pero, si he de ser sincera,

jamás he recibido educación en este tipo de cosas: nada de lo que mis


117

padres hayan dicho podría pasar jamás por una conversación normal. Da

igual, porque mientras rebuscaba en mi cerebro algo que estuviera en la

categoría de las cosas normales que se dicen, mi cerebro ha decidido

marcharse por su cuenta de vacaciones a Cachondilandia. He empezado a

pensar en el modo en que se le rizan las pestañas a Dave y en cómo se le

tuercen las comisuras de la boca… Y entonces él me ha dado un beso

rápido en la mejilla y ha vuelto con sus colegas.

Mierda.

Medianoche Así que ésta es mi fabulosa noche: se me ha caído la barba y

Dave el Risas me ha visto las tetas fuera de control.

Y no hay duda: está saliendo con Emma.

Cosa que no me importa.

Demasiado.

diez minutos pasada la medianoche

He decidido emplear el arte para expresarme. Mañana ofreceré la

representación de mi vida. Mi papel consiste mayormente en lloriquear y

pelear, y Dios sabe que en eso tengo práctica.

Le haré ver a Dave que puedo estar tan llena de madurosidad y

sofisticosidad como el más pringado.

Sábado 9 de julio

Aunque intenté darles una fecha errónea, Mutti, Vati, Abuelati y Maisie

acudirán a ver la obra esta noche.

19.00 Llevo unas cuatro toneladas de cola en la barba. Con la suerte que

me caracteriza, no podré quitármela al final de la representación y tendré

que entrar inmediatamente en el monasterio lésbico.

19.05 Entre bastidores hay un descontrol de mallas total. Jas va por ahí

con su daga del demonio, murmurando para sí su papel. Es muy

estresante. Va diciendo: «Quitadme la ternura y llenadme de los pies a la

cabeza de la más ciega crueldad… ¿Es un puñal lo que veo ante mí?»

Y después da puñaladas como una maníaca.

Como una pirada.

Cosa que es.


118

Tengo que acordarme de no hacerla enfadar cuado esté cortando el

pan.

Tampoco es que vaya a tener oportunidad de hacerla enfadar poque

sigue ignorez-vouseándome

19.30 Se abre el telón, para mi sorpresa. Veo por un agujero que hay en

las cortinas de los lados del escenario que la sala está a los topes. Oh,

fenomenal. Mi «familia» está en primera fila.

la escena del banquete

20.30 No todo va tan mal.

Aparte de Dave chapuceando al máximo con los efectos de sonido.

En la escena del banquete, que debería haber empezado con música de

gaitas, se oían sonidos de gaviotas. Cosa que debe de haber sorprendido al

público un poco.

Pero entonces, después de que Jas y su «marido», Honour Stevens,

también conocido como MacInútil, el barón de Cawdor, mariposearan con

sus invitados (que tienen las horas contadas), ha empezado la escena de

entretenimiento improvisada. Dios sabe que todos intentamos advertir a

la señorita Wilson de que suprimiera el asunto de los juegos malabares y

el fuego, ¿pero nos escuchó? No. Melanie hacía lo que podía con las

naranjas, las lanzaba por los aires y se le caían y tal. Aún se desanimaba

más por los mirones (los chicos de Foxwood), apiñados a un lado del

escenario y desesperados por las sacudidas de nunga-nungas. Así que las

naranjas salían despedidas por todas partes, a la izquierda, a la derecha y a

todas partes. Y he oído claramente que mi abuelo comentaba:

—Es una gran chica.

Pero la pièce de cómo se llame fue Ellen en las tareas de conjurar el

fuego. Cualquiera que piense que es sensato darle fuego a alguien tan

pringado como Ellen tendría que ingresar en una residencia, francamente.

Bueno, el caso es que Ellen tenía un papel especial que se enciende y

parece que te has pegado fuego a las manos. Pero en realidad no. Prendes

el fuego (o tus manos, como cree el público) y al final el papel se quema y

desaparece en el aire sin hacer daño. Ésa es la teoría de la combustión

espontánea. Y la noche anterior, dicha combustión había tenido lugar sin

problemas.

Al césar lo que es del césar, como yo digo siempre. Ellen encendió el

papel y la combustión empezó a tiempo y sin incidentes. Pero entonces

acercó demasiado las llamas a la barba falsa de Norman el Grano Humano,

y el resto ya es historia. De hecho, el mismo Norman el Grano Humano

por poco se convierte en historia. Al prendérsele la barba, Norman salió


119

del escenario, y se arrastró a un lado con bastante rapidez. A continuación

vino el momento de gloria de Elvis. Apareció como el Bombero Loco con

su extintor y roció a Norman el Grano Humano y a la repugnante P. Green,

que resulta que estaba a su lado, con una buena ración de espuma. La

barba se apagó, pero Norman y P. Green pasaron sus buenos cinco

minutos dando tumbos como un par de gallinas sin cabeza.

Muu gracioso.

21.30 Estábamos en la gran escena de lucha cuando el bosque de Birnam

sube a Dunsinane. Todo el mundo iba disfrazado de árbol y tal, y yo le he

dicho a Rosie:

—Oh, es un triunfo, querida, un triunfo, mi amor.

Y lo era, hasta que Dave el Risas, técnico jefe y un verdadero capullo,

ha atacado:

He pensado de verdad que a la señorita Wilson se le había ido la

situación de las manos y habría que trasladarla en helicóptero a una unidad

segura. Ha tenido un ataque de nervios total cuando Dave (a las luces) ha

sumido todo, no sólo el escenario, sino también las bambalinas, las

pamplinas y las mandolinas, en la más absoluta oscuridad.

La mayor parte del bosque se ha caído del escenario. En ese

momento yo estaba a un lado del escenario, y en la oscuridad más total,

he notado que alguien me pellizcaba el culo. ¡¡¡EH!!!

Estoy convencida de que ha sido Dave, pero cuando las luces se han

encendido, ponía cara de verdadera sorpresa y decía: «¿Qué ha pasado?

¿Qué?» a todo el mundo. Ha contado que se había caído encima del

interruptor sin querer.

¡El público ha aplaudido a los que hacían de bosque mientras se

precipitaban encima del público! Han pensado que formaba parte de la

interpretación moderna, cosa que sólo demuestra lo insensatos que son

los padres en general.

21.45 Aunque sea yo la que lo diga, he estado magnífica como Macduff.

De hecho, he llorado de verdad, lo que no me ha resultado muy difícil,

teniendo en cuenta mi vida. Cuando he bajado del escenario le he echado

un vistazo al público y hasta Ojo de Halcón parecía tener los ojos

húmedos. Dave el Risas me ha dado un abrazo cuando he pasado a su lado

y me ha dicho:

—Bien hecho, gatita. Eres una actriz como la copa de un pino, y esa

túnica les sienta particularmente bien a tus nungas.

Ooooh, es para matarlo.


120

21.55 Se han puesto en pie para la ovación. Bueno, aquellos del público

que podían hacerlo. He reparado en que el Abuelati no ha conseguido

levantarse de la silla hasta que el resto ha empezado a sentarse.

22.20 ¡¡¡Hurra!!! Fina ha declarado un armisticio gracias a nuestra mu,

muu chachi pilongui representación. ¡¡¡Nos ha devuelto los cuernos a la

Panda de las Fantásticas!!!

Lo hemos celebrado con un pequeño baile disco inferno vikingo, pero

no creo que ella lo haya pillado. Se ha ido a charlatanear con los pirados

de avanzada edad.

Al señor Atwood parecía que fueran a darle una medalla por sus

habilidades apagaincendios. Iba por ahí dando la brasa a todo el que

quisiera oírle.

—Sí, por suerte había estado practicando para una emergencia como

ésta. Tengo un monigote en mi huerto al que pego fuego con regularidad,

y he logrado reducir el tiempo de extinción a diez segundos.

Santo cielo, qué vida más fabulosa tiene.

He contado que todas ejecutamos el baile disco inferno, pero Jas no

bailó. Sigue de morros. He oído que le decía a Jools que estaba agotada

por la emoción que había puesto a su papel. Aún no se por qué: sólo

apuñala a alguien y después da la brasa con las manchas. En cualquier caso,

se ha marchado antes que nosotras, toda acurrucadita con si novio. Se

apoyaba en él como si fuera un elfo paralítico. Patético. Se ha despedido

de todo el mundo excepto de mí.

No podrá ignorarme siempre.

volviendo a casa con el resto de la panda

22.45 Me he negado a meterme en el coche de locos de mis padres.

—¿No quieres volar en la noche en el Coche de Amor? —me ha

preguntado Vati.

Puff, cielo santo. Y lo ha dicho delante de todo el mundo. Y la

camiseta y los pantalones que llevaba le apretaban. Si existe un libro

titulado Cómo ser el más chungo del mundo, desde luego él lo tiene.

El Abuelati ha insistido en enseñarles a la panda sus dientes postizos

antes de que pudiéramos meterlo en el autobús con su novia, cubierta de

ganchillo de la cabeza a los pies. Hasta el bolso era de ganchillo. Y el

monedero.

Medianoche Cuando he entrado en casa, Mutti me había preparado una

cena especial y Libby decorado la cama. Bueno, lo que quiero decir es que

se ha puesto su disfraz de hada y ha envueto en oropel a todos sus


121

«migos». Y me refiero a todos sus «migos» sin excepción: la Barbie

submarinista, el caballo Charlie, la cabeza de Pantalitzer (que es lo que ha

quedado de ese muñeco después de que Gordy le arrancara los brazos en

uno de sus ataques gatunos), y varios trozos de verdura. Estaban todos

apiñados en mi cama, esperándome. Daba grima verlos, de verdad.

Especialmente porque la luz estaba apagada, y cuando la he encendido ahí

estaban todos, en la cama. Libby ha gritado:

—Hola Gingey, ¡¡¡ZORPREZA!!!

No es broma. Hasta Gordy, Angus y Naomi estaban allí, atados con una

bolsa de la compra para que no pudieran escapar.

Intentad poneros el pijama con una niña pequeña con alas agarrada a

una pierna.

No es fácil.

¿Pero qué lo es?

Domingo 10 de julio

13.30 Dejadme deciros algo: jamás vayáis al parque con una niña pequeña

agarrada a la cintura.

Libby no me deja en paz.

14.00 Al final he conseguido mi árbol privado para escapar de ella. Tengo

que recuperarme de la agotadosidad tras la representación. Si pudiera

encajar el culo entre un par de ramas, podría echarme una siestecita.

¡Ni soñarlo! Los mininos están liándola en el pino de don Vecino-de-

al-Lado, trepando por el tronco con ese sistema suyo de usar todas las

patas a la vez.

—Eh, vosotros dos, bajad de ahí. ¡Ni se os ocurra subir a ese árbol!

—les he gritado, y les he lanzado cosas.

Curiosamente ha funcionado. Los dos han parado, se han tumbado en

una rama y me han mirado, bostezando. Se han acicalado un rato los

bujeros del culo, y después han vuelto a trepar con todas las patas a la vez.

Entonces he oído un motor de Vespa en la distancia acercándose más

y más. Y era él: ¡Masimo en su Vespa! ¡Al final de la carretera y en

dirección a mi calle! ¡¡Guau!! Me pregunto si habrá oído hablar de mi

impresionante representación de Macduff. Callacallacalla.

Oh, Dios, ¿cómo voy a bajar del árbol sin que me vea? De hecho,

creo que se me ha quedado atascado el culo. Genial. Y no llevo encima el

brillo de labios. Oh, merde, merde, merde, merde! ¿Qué puedo hacer?


122

Igual es sólo una visita de «colega».

Y en ese momento, Masimo ha pasado por delante de mi casa y no se

ha parado.

Pues claro.

Así es mi vida.

14.30 Oh, un día fantástico. En serio, fantástico, fantástico en todos los

sentidos. Estoy otra vez en la percha del amor, comiendo tartas de agonía;

con el culo atascado en un árbol.

cuatro minutos después

Me he desatascado, pero me parece que me he magullado el bujero.

Subiendo por el camino del jardín de un modo muy extraño

Creo que se me está hinchando el culo.


Para la pièce de résistance, los mininos se han quedado atascados de verdad

en el pino de al lado. Encima de todo. Están en las ramas más altas

balanceándose peligrosamente, llorando y tiritando.

He corrido a casa y le he suplicado a mi vati que hiciera algo.

—Podrían caerse y matarse —le he dicho.

—Bien —ha contestado él.

18.00 Al final han llamado a los bomberos. No creo que en toda vuestra

vida hayáis visto algo tan vergonzoso como mi madre. Cuando los

«chicos», como llama a los bomberos, han sacado las escaleras

prácticamente babeaba. Se reía y decía ridiculeces del palo:

—Oh, debéis tener los brazos muy fuertes, para manejar esas

manguerotas.

Yo la miraba, pero ella pasaba de mí olímpicamente.

Al final, ha telefoneado como si nada a sus colegas de aeróbic y todas

han venido a observar a los «chicos», soltando risitas como un puñado de

pánfilas. Qué vergüenzaaaa.

18.25 «Ben», el nuevo amigo bombero de mamá, se ha subido a lo alto de

la escalera para rescatar a los mininos. Estaba tendiendo una especie de

red desde la escalera, y cuando casi conseguía llegar a ellos, Angus y Gordy

han dejado de temblar y maullar, han bajado correteando alegremente del

árbol y se han escondido en la maleza.


123

Increíble.

Son el demonio encarnado en pantalones peludos.

Han estado jugando con los bomberos.

Lunes 11 de julio

Jas ya se había marchado a Stalag 14 cuando he llegado a la puerta de su

casa.

Asamblea

Y se ha puesto en el otro extremo de la Panda de las Fantásticas, no en su

lugar habitual a mi lado.

¿Cuánto tiempo aguantará?

Esto es una maratón de ignorez-vouseo.

Francés

Me he acurrucado a su lado, pero ha ido moviendo la silla más y más lejos

hasta que casi se ha sentado en las rodillas de Ellen.

Educación Física

—Me gustan tus pantalones de hoy, Jas —le he dicho.

Pero aún estaba mosqueada.

cuartel general de la Panda de las Fantásticas

La Panda de las Fantásticas ha estado todo el día dándome la brasa con

que levante el ánimo. Quieren ir al concierto de los Dylans Salvajes el

sábado, y dicen que no pueden a menos que yo vaya también, porque,

sino, no será todas para una y una para todas. Además, Rosie tiene ensayo

de boda vikinga en medio del concierto. Quiere disfrazarse y probar el

baile vikingo del bisonte. Tiene el confeti, pero afortunadamente le faltan

las cubas.

Han intentado sobornarme con palitos de queso, ¡qué patético, Dios!

Cuando digo «la panda», no me refiero a Jas, que aún sigue pasando

de mí. Es un récord mundial para ella.


124

—Jas, ¿vas a esquivarme con mano firme para siempre? —le he

preguntado.

No ha contestado. Rosie no paraba de darme el coñazo.

—Venga, Gee, ven al concierto, porfa, porfa, porfa. Sé buena, no me

estropees mi gran día. Sólo te casas con un vikingo loco una vez en la vida.

Y además, ¿qué vas a hacer si no? Llorar, te pasarás el día llorando, seguro.

—Habrá chicos guay —ha dicho Jools.

—Mira —le he contestado—, Masimo estará allí y querrá ser mi

«colega», y Dave el Risas irá con la tonta de Emma y…

Oh-oh.

—¿Qué quieres decir con que Dave el Risas estará con Emma? —ha

balbuceado Ellen—. ¿Es que, esto… te importa? Quiero decir, ¿te ha…?

—Eso —ha dicho Jas—. ¿Qué quieres decir con lo de Dave el Risas?

Me he hincado de rodillas.

—Habla, es un milagro, ¡¡¡puede hablar!!! Dios le ha devuelto el don

de la palabra.

Jajajajá. Ya no puede dar marcha atrás; me ha hecho una pregunta.Ha

roto su voto de fría indiferencia. ¡¡¡He ganado, he ganado!!! (Y de paso

Ellen se ha olvidado del follón con Dave el Risas.)

Pero me sentía magnanicomosediga en la victoria.

—Te quiero, Jazzy, y siento mucho el incidente de la zanja. Pero es

que te pusiste mu, muu pesada, mi querida amiguita.

Se ha puesto otra vez de morros, pero sé que está harta de no

hablarme.

13.30 He anunciado que a lo mejor voy al concierto de los Dylans

Salvajes. Pero si voy, la Panda de las Fantásticas tendrá que cuidarme como

si fueran mis perras guardianas. Así se lo he dicho.

—Si me dejáis sola y desaparecéis por ahí para morrearos, dimito de

la Panda de las Fantásticas, os lo juro.

—Será una velada magnífica —hadicho Rosie—. Todas llevaremos

nuestros recién liberados cuernos y demostraremos al mundo que el

romance vive.

—Esto, no creo que debamos preocuparnos por los cuernos —he

declarado—. Quiero decir, ¿por qué no los reservamos para nuestros

momentos íntimos y…?

—¿Es que no estás orgullosa de llevar tus cuernos? —ha contestado

Rosie.

—Sí, por supuesto, pero…

Rosie ha pegado su cara a la mía y ha gritado:

—¡¡CUERNOOOOOOOO!!

Oh, Dios mío.


125

Hemos hecho un voto solemne de la Panda de las Fantásticas, y una

interpretación rápida del baile disco inferno… con cuernos. También

hemos añadido oficialmente el paso inventado por Jas de olisquear. Jas

parecía toda emocionada.

Mientras nos amontonábamos una encima de la otra en el suelo para

el grito final de ¡¡¡Cuerno!!!, la pava de Lindsay ha aparecido en su ronda

diaria. Se está dejando crecer el pelo para poder cortarse las extensiones.

Hum, qué atractiva es. ¡Qué va! Nos ha mirado; nosotrs le hemos

devuelto la mirada desde el suelo. Cada vez tiene las piernas más flacas, lo

juro. A lo mejor está siguiendo una dieta para adelgazar las piernas.

—Levantaos, gilipollas —ha dicho—. Sois una vergüenza, es que no

se salva ni una.

Qué lenguaje más encantador utiliza, ¿verdad?

Nos observó mientras pasábamos a su lado. Yo iba la última, y me ha

dicho en voz más baja:

—No te creas que no lo sé todo sobre ti. Eres una imbécil llorona y

patética.

¡¡¡Por los pelos de la barba de mi abuela, está hablando de mí!!!

Alemán

Le he escrito una nota a Ro Ro:

¿Y si la pava de Lindsay sigue viendo a Masimo? Y podría ser, porque

carece por completo de orgullosidad. ¿Y si va con él al concierto de los

Dylans Salvajes? No podría soportarlo.

Ro Ro me ha contestado:

Una para todas y todas para una. Ya pensaremos en alguna táctica si va

con él, pero no irá. Él dijo que no quería nada serio con nadie. Y además:

¡¡¡Cuernoooooooooooooooo!!!

¿Pero qué dice?

¿En qué quedamos, pues? ¿Voy o no voy?

de camino a casa

Jas y yo somos superamigas otra vez. Jas estaba pegándome un rollo de las

profundidades ocultas de su personalidad que ha descubierto como Lady

MacInútil, mientras Rosie precticaba eructos, cuando hemos visto a las

enanas de primero saltando delante de nosotras.


126

Cuando las hemos alcanzado, le he preguntado a una de ellas:

—¿Puede saberse qué hacéis?

Estaba sin aliento y toda roja, pero ha conseguido contestar:

—Esto, estamos saltando, señorita.

¿Señorita?

—Sí, ya lo veo, pero ¿por qué? —le he preguntado.

—No lo sé —ha respondido.

¿Cómo se puede estar tan mal de la cabeza?

Rosie las miraba.

—Me pregunto si no serán familia de Sven.

Miércoles 13 de julio

Sigo sin saber si iré al concierto o no.

Me alegro de que Jas y yo volvamos a ser amigas. Me ha dado dos

gominolas y una galleta con mermelada, por lo que debo reconocer que se

ha enrollado bien. Aunque sea mu, muu aburrida, en realidad la adoro,

pero no en plan bollera, eh, no os equivoquéis.

16.10 De camino a casa sola. Cosa poco habitual. Jas se ha marchado con

Tom de expedición de abastecimiento, y el resto ha ido al centro a

comprar maquillaje a tope. Tampoco hay señal de Dave y sus colegas.

Soy, de hecho, Georgia Sincolegas.

Oh bueno, ésa es la dura verdad de la vida en la confitería de la ago…

¿Son ésas que saltan otra vez las peques?

No puede ser.

un minuto después

Pues sí, lo eran. Están saltando como piradas de camino al parque.

un minuto después

Y ahí está Mark el Boca Grande y los Niños Estropicio. ¿Qué hacen las

saltarinas con ellos? Espero que no vayan a recibir lecciones de morreos,

de verdad. Me da más asco que un bocadillo de pelos. Si Mark el Boca

Grande besa a alguna, se las comerá vivas. Sé que le gustan menudas, pero

esto es ridículo. ¿Qué está pasando?

Las chicas le entregan algo a Mark, sin dejar de saltar.


127

un minuto después

Todos los Niños Estropicio se ríen y fuman mientras las enanas se

marchan saltando.


Alcanzo a las saltarinas, que están tumbadas detrás de un arbusto.

—Oye —les digo—, ¿qué estáis haciendo?

—Nada —contesta una de ellas—. Sólo estamos tumbadas.

—Porque estamos cansadas de saltar —dice la otra enana.

—Eso ya lo veo, pero ¿POR QUÉ? ¿Es que estáis mal de la cabeza? ¿Y

qué hacíais con Mark y sus colegas?

Se ponen más rojas que tomates en una convención de tomates

media hora después

Resulta que Mark y sus colegas las están atormentando a base de bien.

Obligan a las enanas a entregarles toda la pasta del almuerzo y todo el

dinero que les hayan dado para chuches, y si no llevan nada encima, las

obligan a volver a casa saltando. Y siempre aparecen por sorpresa para

que las niñas no sepan cuándo pueden parar de saltar.

¿Qué les pasa a Mark y sus colegas? ¿Es que no tiene nada mejor que

hacer? Jamás pensé que llegaría el día en que tuviera que decir esto, pero

son peores que las gemelas Bummer en sus días de gloria.

En la cama

No dejo de pensar en las tontas de las enanas saltarinas.

Medianoche ¿Y si obligaran a Bibbsy a volver saltando a casa?

00.10 Sí, como si tal cosa fuera posible. Me gustaría conocer al chico que

consiguiera obligarla a hacer lo que sea.

00.15 Pero las enanas son unas pobres lloronas indefensas.

00.30 Oh, jolines, no tengo otro remedio que salvarlas.


128

Jueves 14 de julio

En el recreo busco a las enanas y les digo:

—Vuestro días de saltos se han terminado.

en el parque

16.30 Mark el Boca Grande y los Niños Estropicio están haciendo

chorradas por ahí, esperando a sus víctimas saltarinas.

Las enanas se esconden detrás de un arbusto mientras yo me acerco

a ver a las bolas de sebo.

17.00 Espero a que pare de mirarme las nungas, y le digo a Oscar:

—Vale, enano pervertido, voy a decirle a tu madre que fumas, y

entonces serás un enano pervertido muerto.

Los otros Niños Estropicio empiezan a soltar risitas.

—Y si no paráis de molestar, difundiré en la escuela que todos tenéis

verrugas infecciosas. Ninguna chica querrá morrearse con vosotros. Lo

digo en serio.

17.30 Las enanas me han seguido todo el camino a casa hasta la puerta.

Iban diciendo:

—Gracias, Georgia. ¿Quieres gominolas, Georgia? ¿Cuál es tu color

favorito? ¿Qué grupo te gusta más, Georgia?

Cielo santo. Lo que me faltaba.

Colegas peques saltarinas.

19.00 Aún no sé si ir al concierto o no.

Me da la sensación de que hace años que no me dan un morreo.

¿Sabéis por qué? Porque no me he morreado con nadie en años.

La últimavez fue el morreusd interruptus con Dave en la fiesta de

Katie. Hace dos semanas.

¿Quién me parece que morrea mejor, Dave o Masimo?

Bueno, Masimo, claramente, dado que es el Dios del Amooooor. Y

hace esa movida tan guay de los besos en el cuello, que sólo de pensarlo

me tiemblan las piernas como un flan.

Por no hablar del cerebro.

19.40 Por otro lado, Dave es el rey de los mordisquitos en los labios.

Me pregunto si los chicos pondrán notas sobre diez en morreos

como hacemos nosotras.


129

Tengo que preguntarle a Dave.

No, será mejor que no. No sé cómo lo hace, pero siempre adivina lo

que pienso, y seguro que sabrá que estaba pensando en él.

Viernes 15 de julio

10.00 Cuando he pasado por delante del cuartel general de Fina hoy, he

reparado en que habían colgado la foto del curso. Me he parado a mirar

porque quería saber si se podían ver los bellos granos que la Panda de las

Fantásticas nos habíamos pintado en el labio superior, especialmente para

la foto.

un minuto después

Ajajá. Sip, hay que mirar muy bien, pero ahí están. ¡¡¡La revolución empieza

aquí!!! Desde el movidón con las narices de cerdo el año anterior, cuando

nuestra claramente hilarante broma de contruirnos narices de cerdo con

cartones de huevos trajo consigo malas notas de conducta masivas y

ordure, nos hemos concentrado en la sutilosidad. ¡Han colgado la foto y

nadie se ha enterado!

un minuto después

Dios, qué panda de pringadas que son las de sexto. Mira en qué estado

está la chaqueta de MIL. Y está al lado de Culobabas Cabezapulpo, la pava

de Lindsay. En ese momento me percaté: ¡¡¡a la pava de Lindsay le habían

pintado un bigotillo de Hitler!!! La mano de Dios en su faceta más

divertida.

Qué contenta y entusiasmada me he puesto.

Era una señal: ¡una señal cósmica!

hora del almuerzo

Les he contado a la Panda de las Fantásticas lo de la foto, y hemos

ejecutado un baile disco vikingo triunfante.

—Vamos a verla —ha dicho Rosie.

—No —he intervenido—: debemos comportarnos con

naturalidosidad. Si vamos todas en manada, alguien nos verá, mirarán la


130

foto, y el dedo acusador nos apuntará. Aunque, desgraciadamente, no

seamos culpables.

—Me pregunto quién lo habrá hecho —ha comentado Ellen.

—¿Quién le tiene tanta rabia? —ha preguntado Jools.

—No, Jools —he añadido yo—, la pregunta es: ¿quién NO le tiene

tanta rabia?

de camino a casa

Así es como la Panda de las Fantásticas al completo ha verificado que la

pava de Lindsay es ya un miembro oficial de las Juventudes Hitlerianas.

—Si la señorita Stamp le ve el bigote, va a ser amor a primera vista.

17.00 Mientras giraba la esquina de mi calle, me he fijado en dos cabecitas

que se meneaban detrás de mí. Eran las enanas saltarinas. Cielo santo,

ahora, encima, soy «colega» de dos niñas de primero. La enana pelirroja

me ha preguntado:

—¿Te ha parecido gracioso el bigote que llevaba la pava de Lindsay?

Las he mirado y me ha parecido que estaban muy satisfechas consigo

mismas.

—Sí, mola mazo, pero ¿cómo lo sabéis?

Han empezado con las risitas y me han dicho:

—Lo hemos hecho por usted, señorita.

Flipas. Me aman y piensan que las he salvado. Me he convertido en

una mezcla de Superman y Jesús. Aunque Jesús no llevaría mallas.

Sábado 16 de julio

11.00 Jas al teléfono en pleno frenesí braguno:

—Gee. Ooooooooooohhhhhhhhh.

—¿Qué pasa? ¿Qué pasa?

—¡¡¡Oh, es superemocionante!!!

—¿Has descubierto un nuevo tipo de babosa?

—No.

—¿Unas bragas de cuello alto?

—No… oooh, ojalá pudiera contártelo.

—A ver si me entero, Jas, me has llamado para decirme algo que no

puedes contarme, ¿es eso?

—¡¡¡Sí!!!


131

—Adiós, pues. Gracias.

Le he colgado.

Jas al teléfono

treinta segundos después

—Te voy a contar un poquito, venga.

Espero. Oh, cuánta tensionidad. Mejor dicho, qué tediosidad. Será

alguna historia coñazo referente a la vida de Jas. Si me dice que ella y

Musculitos van a celebrar una boda doble con Rosie y Sven, puede que

pierda la poca cabeza que me queda. Fijo que querrá una boda en el

bosque. Tendremos que vestirnos como elfos y acurrucarnos en las

ramitas y…

Jas ya estaba pegando el rollo.

—Tom dice que si vienes al concierto esta noche, te vas a llevar una

supersorpresa.

—¿Por qué? ¿Lo han anulado?

—Noooo… oooh, ojalá pudiera decírtelo, pero lo he prometido. Oh,

es tan… oh, bueno, da igual, ahora tienes que venir, por favor, ¿vendrás?

Venga, ven.

—Di: «Porfa, ven, te quiero, eres mi mejor amiga.»

Una pausa

—¿Es que no quieres que vaya? —le he preguntado.

—Esto, bueno… Porfa, ven, te quiero, eres mi mejor amiga.

—Me lo pensaré. Adiós.

¡¡¡Genial!!! He ganado, jajajajá. Jazzy Spazzy ha tenido que decir que

me quería. Jejé.

Ahora no voy ni que me maten.

15.00 Acabo de decidir otra vez que sí que voy a ir al concierto. En parte

para largarme de casa porque esta noche viene el Abuelati. Y porque lo

que Tom tiene que contar me ha picado la curiosidad. Quiero decir, si

sólo fuera Jas la que insistiera para que fuera, tendría mis sospechas,

porque su idea de lo que es «emocionante» y «guay» es distinta de la mía.

Pero en general Tom no está loco del todo para ser un chico.

16.00 Me pregunto qué puede ser. ¿Habrá hablado con Masimo? Dijo que

intentaría averiguar qué pasaba. A lo mejor le ha dicho que el temita de

los «colegas» era un error.

17.00 ¿Qué demonios voy a ponerme?


132

18.30 El Abuelati se ha presentado con su ropa de «tiempo libre». ¿Es

normal que los octogenarios vistan trajes de tela escocesa propios de los

músicos de jazz de los años cuarenta? ¿Con sombrero a juego? ¿Y que se

pngan colorete en las mejillas?

He bajado a decir hola, a pesar de estar mu, muu ocupada intentando

encontrar algo que ponerme para el concierto. El abuelo estaba en la

puerta de casa lanzando a Libby por los aires. Le he saludado con la mano,

él me ha devuelto el saludo y ha sonreído. No llevaba los dientes puestos.

Le he preguntado a mamá:

—Mamá, ¿por qué mi venerable abuelo va maquillado?

Se ha limitado a dirigir la mirada al cielo y ha dicho:

—No me tires de la lengua. Dicen que las mujeres se vuelven

lunáticas cuando se hacen mayores, pero comparadas con los hombres

son unas santas. Ahora dice que va a empezar a hacer esquí acuático.

—¿Piensa ponerse un traje de neopreno? —le he preguntado.

—Eso me temo.

Cielo santo.

Después de que el Abuelati me diera la habitual moneda de diez

peniques «para que compre algo bonito» (¿cómo qué, medio sello?), he

regresado a mi tocador.

Tiene que haber algo perfecto que pueda ponerme para hacer que

Masimo desee deseperadamente no ser mi colega.

19.00 Lista por fin. Al final he optado por ponerme la falda escocesa

plisada, botas y un top cruzado. He bajado confiando en escabullirme por

la puerta sin un interrogatorio nazi de Vati, pero por desgracia justo en

ese momento salía de recoger una ración extra de pasteles salados en la

cocina. Me ha mirado de arriba abajo.

—Esto, Georgia, no sé si te has percatado, pero me parece que se te

ha olvidado ponerte la falda.

Oh, mu, muu amusant.

Mamá ha salido de la cocina con Gordy, que se resistía, y lo ha echado

de la casa dando un portazo. Aullaba y ha empezado a lanzarse contra la

puerta. Mamá ha ido al salón y ha dicho:

—Libby, no lo metas más en la nevera.

—Le gutaaa.

—Ya sé que le gusta. Se ha tumbado encima de la mantequilla. Es

asqueroso.

Vati ha continuado poniéndose pesado con mi falda.

—¿Has visto esto, Connie? Mira en qué estado cree que va a salir de

casa. Hasta puede verse lo que ha tomado a la hora del té.


133

¿De qué habla? Y además, me hace gracia, qué he tomado a la hora

del té. No he tomado nada, a la hora del «té». En esta casa no se

merienda.

—Oh, por el amor de Dios, Bob, es la moda —ha contestado

mamá—. Todas parecen idiotas, no sólo ella.

On, pues vaya apoyo, viniendo de alguien que lleva una camiseta tan

apretada que sus nungas parecen dos brazos extra. Pero no he dicho nada

porque he visto una oportunidad para escapar mientras discutían sobre el

rollo de la moda.

Vati seguía dale que te pego.

—Oh, ¿así que está muy bien que parezca una prostituta porque es la

moda? Supongo que si los bikinis de cuero fueran moda, no te importaría

que tu hija adolescente saliera con uno puesto.

—No seas tonto, Bob. Los bikinis de cuero nunca estarán de moda.

—¿Qué los bikinis de cuero no están de moda? —ha intervenido el

abuelo—. ¡Id a decírselo a Maisie y al resto de las chavalas de la

Asociación Hogareña!

No puedo permitir que esa imagen se meta en mi cerebro. Pero por

suerte ha dejado a papá tan patidifuso, que he conseguido salir por la

puerta y escapar.

torre del reloj

Por un minuto había olvidado lo nerviosa que estoy. Seguro que estoy

sufriendo un ataque al corazón; me va a cien por hora. Tengo que

recuperar las riendas. Ésta va a ser la prueba definitiva de glacialidad.

Jas, Ellen, Mabs y Jools estaban junto a la torre del reloj. Nos hemos

hecho el saludo especial klingon. Jas estaba muy pesadita, acercándose a

mí, abrazándome y diciendo:

—Oooooohhhh, qué emocionada estoooy.

Si esa cosa «emocionante» que tanto la emociona tiene algo que ver

con alguna forma de ganado, voy a tener que liberarla de todas sus

miserias, simple y llanamente. Un coscorrón en plena cabeza debería

bastar.

Nos hemos puesto en camino hacia el concierto.

—¿Dónde están Ro Ro y Sven? —he preguntado.

—La novia y el novio han llamado por teléfono —ha contestado

Mabs—: y han dicho que nos veremos allí.


134


Siento que cada paso me acerca más a mi destino. Aunque no sé qué

esperar. Ha dicho que quiere ser mi colega; fin de la historia. A lo mejor

hay alguien que me guste. Sí, fijo.

en el tocador de las fulanas

Irónicamente, por una vez en mi vida, ni se me encrespa el pelo ni tengo

granos sin cabeza acechando. He decidido no ponerme las atrapachicos. Al

principio he pensado en marcarme un farol doble con Nuestro Señor. He

pensado en no ponérmelas porque podría acabar la noche entrando en el

frente morreos, y podrían escurrírseme, con las trágicas consecuencias

que cabe esperar. Pero luego he pensado que SÍ debería ponérmelas,

porque eso implicaría que pensaba que no iba a haber acción morreística,

y Dios pensaría que eso es muy triste, y me daría una sorpresa

proporcionándomela. Pero luego he pensado que si conoce todos

nuestros pensamiento, incluso cuando estamos en el váter, también,

debería saber que quería marcarme un farol doble. Así que al final lo único

que importa es la mosca que le haya picado ese día a Nuestro Señor.

Tendría que sugerirle a Llámame-Arnold que diga eso en un sermón

cuando quiera deprimir al personal. Si Dios está en plan golpeador,

golpeará hasta el fonde de Su corazón, y si está en almibarado, tampoco

importa qué me ponga encima.

Al final no he podido ponerme las atrapachicos rectas, y después de

clavarme el cepillo del rímel en un ojo, he decidido dar por perdido el

asunto atrapachicos.

Aun así, la anterior aplicación de rímel era perfecta, y llevaba bien

puesto el brillo de labios. Unos morritos apetitosos y tal. Me estaba

inspeccionando de perfil, sonriendo y mostrándome segura de mí, cuando

Jas ha salido del baño.

—¿Qué ocurre, Georgia? Pareces un pez en una pecera. ¿Es que

intentas pescar piropos? ¿O quieres que te vean fresca y natural? —Y ha

empezado a reírse a carcajada limpia. Está convencida de que es muy

graciosa. Luego me ha vuelto a abrazar de esa manera tan rara, y ha

dicho—: Grrr.

¿Qué está pasando aquí?

20.30 Los Dylans Salvajes saldrán en un minuto. Voy a tener que ir al

meódromo en dos.


135

20.35 El club está a tope. No veo a Dave el Risas y sus colegas. A lo

mejor no vienen. No hay indicios de la feliz pareja. Ni de la pava de

Lindsay.

—Oh, demonios —le he dicho a Jas—: no veo a la pava de Lindsay

por ningún lado. Espero que no se haya caído por una alcantarilla mientras

venía. Sería una tragedia. Bueno, no tanto.

20.40 —Oh, mira, ahí está Dave —ha dicho Ellen—: jo, qué guapo,

¿verdad? Me parece, creo, me paece que está solo. Yo no veo a Emma, ¿tú

la ves? ¿La ves?

A este paso voy a tener que apuntar a Ellen en la lista de los

asesinatos, detrás de Jas.


Llega Tom. Entra y ve a Jas. Levanta un pulgar en dirección a ella, que le

devuelve el saludo. ¿Cómo pueden llegar a ser tan chungos? No hace ni

una hora que se han visto. Es patético. Pero cuando eres la solterona de la

parroquia resulta bastante emocionante. Supongo que tendría que

alegrarme por ellos. Y de verdad me alegro. Pero si Jas me abraza una vez

más, la mato, lo juro.

los Dylans Salvajes en el escenario

Al ver a Masimo en el escenario se me ha revuelto el estómago. Pero qué

rebueno que está. De hecho, no sé por qué demonios tendría que gustarle

yo: es claramente un diez, y como Jas me recordó tan amablemente, una

vez yo saqué un cero sobre diez por mi nariz. De hecho, mi media en

rasgos es un seis y medio. Y los seises y medio no salen con los dieces: ésa

es la ley de la jungla del morreo.

media hora después

Los Dylans Salvajes molan. Son cañeros de verdad.

Ya sé que estoy atrapada en la percha del amooor y tal, pero la

música es tan guay que todo el mundo ha perdido la chaveta. La Panda de

las Fantásticas está dando su mundialmente conocido espectáculo disco

inferno. Todas menos Rosie y Sven, quiero decir. ¿Dónde se habrán

metido? Probablemente estén morreándose detrás del puesto de bebidas.

Ojalá estuvieran aquí.


136

media hora después

Aún seguimos bailando. Le muestro a Masimo joie de vivre y savoir faire.

Me estoy asando, pero no me importa. Un poquito de brillo saludable

es bonito en una chica.

—Caramba, estás como un tomate —me dice Jas—. Parece que

hayas metido la cabeza en una cuba de aceite hirviendo.

Oh, genial. He salido disparada al tocador de las fulanas para una

sesión de refrescamiento y acicalamiento.

de vuelta al club


Dave, Rollo y Tom se nos han acercado y se han unido a nosotras en una

suerte de semi baile disco inferno vikingo. Pero sin los cuernos: Rosie es la

encargada de los cuernos. Dave ha añadido algunos pasos de su propia

cosecha, aunque me ha soprendido bastante al saltar a mis brazos. He

conseguido aguantar su peso un minuto antes de que bajara. Anda que no

me hace reír. Hasta hemos bailado agarrados un poquito de disco. Depués

se ha marchado y me ha gritado:

—¡Me marcho al meódromo, pero no daré tregua a los caballos!

Mientras ejecutábamos nuestros pasos de baile delante del escenario,

quiero pensar que Masimo me miraba admirado. O eso o pensaba «a mi

nueva colega le falta un tornillo».

Pero me niego a ponerme triste.

De hecho, Masimo me sonreía bastante cada vez que cruzábamos

miradas. Pero no soy tan tonta para creer que eso significa algo.

—¿Has visto a Masimo mirándome? —le he preguntado a Jas.

—Olvídalo, es agua pasada.

Hombre, gracias.

22.45 Estaba bailando hacia atrás cuando alguien me ha dado una patada al

tobillo con toda su mala leche. Me cago en la mar salada. Y también ay. Me

he dado la vuelta y allí estaban la pava de Lindsay y Mónica la

Increíblemente Lerda. Habrán entrado sin que yo reparara en el rastro de

baba. Estaban bailando de un modo excepcionalmente cutre con sus

colegas cutres de Cutrelandia.

—Eh —le he dicho a Lindsay.

Y ella se me ha acercado, sonriéndome con una sonrisa superchunga.

—Oh, vaya, me has pisado bailando.

Y entonces ha saludado a Masimo, que le ha hecho un gesto con la

cabeza y le ha sonreído, para acabar de fastidiarme del todo.


137

—Chica —me ha dicho Jas—, está claro que te odia. Te vas a

enterar. No quiero ni pensar lo que te espera.

Hombre, gracias. Qué alegría me ha dado, pues me quedan otros dos

felices años en Stalag 14 con un insecto palo sádico que me odia. Tendré

suerte si acabo la escuela con todas las extremidades intactas.


Los Dylans Salvajes han hecho una pausa.

Estoy al borde del ataque de nervios porque no sé cómo manejar la

situación. No puedo quedarme aquí, y que Masimo baje del escenario y

me encuentre como el pasmarote del siglo. Ya sé: iré y hablaré con Dave

el Risas, eso molará. Y también me alejará de Jas y Tom, que parecen

haber perdido el juicio. No paran de mirarme, abrazarme, y reírse como

tritones entusiasmados. Aún no hay indicios de Ro Ro y Sven.

He vuelto a la barra, donde vi a Dave por última vez. Allí estaba,

apoyado en ella, hablando con sus colegas. Perfecto. Estaba a punto de

decirle algo cuando ha aparecido Emma. Dave me daba la espalda, así que

no me ha podido ver, y Emma ha aparecido y le ha dado un beso en la

mejilla. Y entonces, delante de todo el mundo, la rodea con los brazos y le

planta un morreo como Dios manda. No cabía ninguna duda. Nada de un

besito en la mejilla, sino auténtica acción labio-contra-labio. Me han

entrado naúseas, en serio. Cuando al final ha dejado de besarla, le ha

rodeado la cintura con un brazo y le ha pedido una copa. Como si fueran

novios en serio. Me he quedado de pasta de boniato.

He vuelto al tocador de las fulanas, y en ese instante me he

encontrado a Masimo, que salía del vestuario. Me ha visto, ha sonreído y

ha empezado a caminar hacia mí. Oh, Dios, ¿qué hago? ¿Qué haría un

colega? ¿Darle una palmada en el hombro y hacerle el saludo klingon? No

sé, no sé. Nunca he tenido colegas chicos.

Sólo había una solución. Me he mirado el reloj, he parecido

sorprendida, me he dado una palmada en la frente como quién ha olvidado

una cita y me he metido a toda prisa en el tocador de las fulanas.

en el tocador de las fulanas

Os digo por qué parecía sorprendida al mirarme el reloj. Porque no llevo,

de ahí el porqué.


138

un minuto después

Además, ¿qué tipo de persona tiene una cita en el tocador de las fulanas?

Una idiota, ese tipo de persona.

Una triste gilipollas.

Yo.

un minuto después

Me siento en el váter con la cabeza entre las manos. ¿Qué podría ser peor

que esto? Jas, Mabs y Ellen vienen a buscarme. Les cuento lo que ha

pasado.

—Bueno, no importa —dice Jas—, a lo mejor ocurre algo realmente

GUAY.

—Sí, y a lo mejor Hitler era un hombre encantador, aunque

incomprendido.

—Esto —empieza a decir Mabs—: creo que hay algo más que

deberías saber.

¿Ah, sí, como qué? ¿Llevo toda la noche con el vestido metido en las

bragas?

—Venga, dímelo, total, ¿qué puede ser peor que lo que ya está

pasando? Ah, ya sé, la pava de Lindsay está con Masimo.

En ese mismo instante, Lindsay entra de golpe en el tocador de las

fulanas con Mónica detrás. Lindsay tiene la cara roja, se la ve agitada y

parece a punto de echarse a llorar. De modo que hasta en los mayores

marrones queda siempre un resquicio de esperanza.

Pues no, porque oigo cómo Lindsay se queja a Monners:

—¿Cómo puede Masimo presentarse con una tipa italiana? ¿Cómo?

En cuanto nos ven se van al otro extremo del lavabo.

He mirado a Mabs.

—Bueno, sí —me dice—, ésa era la otra cosa que debías saber.

en el club

Tenía que verlo con mis propios ojos. Masimo estaba sentado en una mesa

junto al escenario y se arrimaba a una de las chicas más guapas que he

visto en mi vida. No lo digo porque sí, sino porque lo era: era guapísima.

Un diez y medio, podría decirse.

Radio Jas debía de haber emitido la noticia, porque Ellen se ha

acercado subrepticiamente, y Jools y toda la panda. No puedo llorar.

—¿Sabes qué? —me ha dicho Ellen—, me he acercado como quien

no quiere la cosa y estaban hablando en pizzaliano.


139

Me había quedado de piedra y no podía dejar de mirarlos. Masimo le

acariciaba la cara a la chica italiana y le apartaba el pelo.

Tengo que irme a casa.

He echado un vistazo a la sala porque me sentía como si todos

supieran lo capulla que era. Veo a Dave el Risas en el bar con Emma. Ella

hablaba con Rollo, y Dave la rodeaba con un brazo. No sé por qué, pero

de repente él ha levantado la vista y me ha mirado a los ojos. Después ha

mirado a donde estaba sentado Masimo con la chica italiana. Le ha dicho

algo a Emma y le ha dado un beso en la mejilla. Oh, no, más y más agonía.

Tengo que salir de aquí.

—Me voy a casa, Jas. No puedo soportarlo.

—No, no, por favor, no te vayas. Esto… a lo mejor pasa algo tipo

guay.

Me la quedo mirando.

—¿Como qué, Jas? ¿Qué se apague el sistema de riego automático?

Mientras decía eso, veo a la pava de Lindsay que agarra su abrigo y se

marcha furiosa. Antes pasa hecha un basilisco junto a la mesa en la que

está sentado Masimo, pero él ni se entera; sigue hablando con su amiga.

Vaya nochecita, Dios.

—Bueno, no recuerdo la última vez que me lo pasé tan bien —digo a

la panda—. Creo que fue cuando tuvieron que llevarme al hospital con

escarlatina. Voy a tener que pirarme.

Mientras iba a buscar mi abrigo, ha aparecido Dave el Risas.

—Oh gatita, ¿qué voy a hacer contigo?

Me lo quedo mirando, y se me llenan los ojos de lágrimas. Me pasa

una mano por encima de los hombros, y pienso: «Cómo me gustaría que

me cuidaras en este momento.»

Pero está Emma, así que me he recompuesto (más o menos). Tengo

que prepararme para la lucha con mano firme. Recordar mi orgullosa

herencia náutica y seguir el ejemplo del Burdo de Avon. Como sir Billy

Shakespeare dijo en momentos de estrés: «Ya dará la vuelta a la montaña

cuando tenga que darla.»

Me aparto de Dave y entonces oigo una voz detrás de mí que aúlla:

—¡CUERNOOOOO, CUERNOOOOOO!!!

tocador de las fulanas

Estaba sentada en el váter OTRA VEZ (prácticamente vivo allí) con la

cabeza entre las manos cuando los cuernos de Rosie aparecen por debajo

de la puerta.

—¿Por qué has salido corriendo de ese modo? —ha dicho Ro Ro.


140

—Bueno, tú estás acostumbrada a Sven.

—Ahí no te falta razón — ha respondido Ro Ro—: ¿pero qué tiene

eso que ver?

—Bueno, sus pantalones peludos me han dado un susto de muerte.

de vuelta al club

Dave y sus colegas estaban reunidos alrededor de Sven, admirando sus

shorts. Estaban confeccionados con trozos de viejas pieles del teatro y un

par de viejos gayumbos Sven había completado su atuendo con los

cuernos de bisonte y unas Martens peludas. Y ahí acababa todo.

Rosie llevaba una falda de cuero y una suerte de aguanta nunga-

nungas metálico hecho con tapas de cacerolas.

—¿Por qué luces una ceja enorme? —le he preguntado.

—Es un conocido traje de novia vikingo. ¡Ponte los cuernos!

Al encasquetarme Rosie los cuernos en la cabeza, ¡Masimo aparece

delante de mí!

Se queda mirando los cuernos, y tras unos instantes, me dice un poco

nervioso:

—Scusi, Georgia, ¿puedo hablar contigo?

Bueno, genial, ahora que llevaba los cuernos iba a tener que ser

colega de Masimo mientras me contaba lo de su nueva novia.

Dave me mira un poco raro (¿y quién no?) y entonces me dice:

—Estaré cerca por si me necesitas.

Y se marcha al bar.

Oh, nooooo, me he quedado sola. Sólo tenía a mi cerebro para

ayudarme. Que Dios nos amparase a los dos. Oh, noooo, Masimo estaba

encantador. Mirándome con esos ojos dorados, suaves y derretidores que

tiene. Basta de ojos derretidores, nada, nada de nada.

Y entonces he recordado que seguía con los cuernos puestos. Me los

he quitado y los he mirado como si no los hubiera visto nunca.

—Cielo santo, ¿cómo habrán llegado hasta aquí? —he preguntado, y

los he tirado al suelo.

—¿Puedes salir afuera conmigo, para que charlemos un poco?

No. No. Nada de charlas. Nada de colegas que sólo charlan. No.

A lo mejor se refería a él, su amiga y yo. A lo mejor quería que fuera

colega también de ella. No la veía por ninguna parte, pero podía aparecer

en cualquier momento para decirme que también ella quería ser mi colega.

No pienso pasar por más humillaciones. Le diré: «No, no voy a salir fuera

contigo, colega», y punto.

Pero por supuesto lo he seguido fuera como un corderito. No, en

realidad he querido decir como un chivo expiatorio. No se veía a la tipa


141

italiana por ninguna parte. Probablemente estaría en casa, cocinándole una

pasta para cuando volviera de pasar un rato charlando con sus «colegas»

cornudas. Toda la Panda de las Fantásticas al completo me observaba

mientras seguía al Dios del Amoooor. Otras chicas me lanzaban puñales

con la mirada; no hacía falta que se preocuparan.

Fuera, hacía una noche estupenda. Ah, genial, y habían salido todas las

estrellas para contemplar el siguiente y fascinante capítulo de la saga

«Georgia es una niñata».

Masimo se recuesta contra la pared y me mira. Por favor, no me

mires así, porque me partes el alma.

—¿Puedo explicarte las cosas? Gina ha venido de Italia. Es…esto, era

mi novia, aquella que te dije. Esa de la que estoy tan enamorado, y luego

rompemos, y… bueno, te digo que no quiero nada serio.

Sí, sí, ya he estado en esta particular confitería de la agonía antes. No

sabía qué decir, así que pensé que mejor me ponía a practicar mis

habilidades de colega. Respiro hondo, me relajo, intento aparentar

naturalidosidad y coleguismo ante todo, y pregunto:

—¿Has visto los resultados del fúmbol esta tarde?

Se me queda mirando como si estuviera pirada.

Y lo estoy.

Entonces se ríe.

—¿Los resultados del fútbol?

Asiento con la cabeza enérgicamente.

—Georgia, Gina ha venido para decirme que tiene un novio nuevo.

¿Cómo?

Sigue mirándome.

—Estaba muy, ya sabes, se le estaba rompiendo el corazón después

de que nosotros lo dejamos, así que me pareció, bueno… duro para ella,

duro para mí tener otra novia. Ahora me dice que está mejor. Así que

todo está bien.

¿Ah, sí? ¿Pero qué está pasando aquí?

Seguía mirándome.

—Así que, signorina Georgia, ¿qué dices? Ahora soy un hombre libre

para ti. Si todavía quieres que salgamos juntos.

Estaba haciendo mi interesantísima y mundialmente famosa imitación

de pez de colores con trastornos en el aprendizaje, cuando Jas y Tom

aparecen por la puerta, fuera de sí de la emoción.

¿Qué es lo que les pasa? ¿Y por qué vienen a molestarme ahora

cuando prácticamente tengo a un Dios del Amooor en mis brazos?

Oigo que llega un coche detrás de mí y cómo la portezuela se abre y

luego se cierra con un portazo. Estoy demasiado paralizada para hacer

nada, y además, me siento como en una película a cámara lenta.


142

Masimo mira por encima de mi hombro. Parece realmente

sorprendido cuando dice:

—Ciao. ¿Pero cuándo has vuelto?

Me doy la vuelta, y veo que el que ha salido del coche es Robbie.

Robbie.

Robbie, cuyo nombre no iba a volver a mencionar ni que me mataran.

Robbie, que estaba en Kiwilandia.

Tocando la guitarra en los arroyos.

Dándose el palo con marsupiales.

Sólo que no estaba allí.

Estaba aquí.

Me quedo, bastante literalmente, sin habla.

El dios Sexy ha vuelto a aterrizar.


143

Menciones al foro Libros de Vampiros y algo más,

gracias al cuál y a su administradora y creadora, BELLA

DE CULLEN, puedo difundir este libro.

Escaneado y transcrito por mí, ESEY, miembro del

foro.

Pinchando estos enlaces podéis visitar el foro y el

blog.

www.devampirosyalgomas.foroactivo.com

www.devampirosylagomas.blogspot.com

http://www.devampirosyalgomas.foroactivo.com/

http://www.devampirosylagomas.blogspot.com/

07 - el cahchas de los short peludos

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