066 y tu mamá también, dirigida por el mexicano alfonso cuarón

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Una mujer, dos adolescentes, una travesía y un beso.

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Titulo originalY tu mamá también(And your mother too)

DirecciónAlfonso Cuarón

RepartoGael García BernalDiego LunaMaribel VerdúAndrés AlmeidaAna López MercadoMaría AuraVerónica LangerDaniel Giménez Cacho (Voz)

GuiónAlfonso CuarónCarlos Cuarón

Año2001

Fotografías

Luisa Cortés (Maribel Verdú)

Tenoch Iturbide (Diego Luna)

Julio Zapata (Gael García Bernal)

Buscando la Boca del Cielo

Advertencia----------------Este listado de mis cien,y más, películas favoritases una excusa para escri-bir sobre éstas, de formapaulatina y contarle a loseventuales lectores porqué me parecen notoriasy maravillosas. El texto noes una reseña, por lo quese sugiere haber visto, deantemano, la película.------

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Titulo originalY tu mamá también(And your mother too)

DirecciónAlfonso Cuarón

RepartoGael García BernalDiego LunaMaribel VerdúAndrés AlmeidaAna López MercadoMaría AuraVerónica LangerDaniel Giménez Cacho (Voz)

GuiónAlfonso CuarónCarlos Cuarón

Año2001

Fotografías

Luisa Cortés (Maribel Verdú)

Tenoch Iturbide (Diego Luna)

Julio Zapata (Gael García Bernal)

Buscando la Boca del Cielo

Advertencia----------------Este listado de mis cien,y más, películas favoritases una excusa para escri-bir sobre éstas, de formapaulatina y contarle a loseventuales lectores porqué me parecen notoriasy maravillosas. El texto noes una reseña, por lo quese sugiere haber visto, deantemano, la película.------

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Encontrando otras bocas

Con el Sabas (Andrés Almeida)

Miembros Charolastras

Calentando motores

México para no turistas-----------------------

Uno no se extraña, después de ver esta película, que Diego Luna y Gael García Bernal hayan llegado tan lejos en el mundo de la actuación; lo entregan todo: len-guaje, gestualidad, conjugación entre ambos, sentido del humor y una como-didad absoluta con el papel. El lector dirá que bastaba con ser ellos mismos: mexicanos y adolescentes; pero eso no deja de ser un sosma: que uno sea con-trahecho, cojo y jorobado no quiere decir que le sea innato actuar como Ricardo III. En el mismo sentido, pocas cosas son tan complicadas como hacer el papel, en escena, de uno mismo; inclusive Rintintín debió ser meticulosamente escogido, no cualquier perro puede hacer de perro. Y, aunque no afecta la película, me parece que Maribel Verdú es oja, no da la talla, sabe llorar pero no mucho más.

El narrador en off es un acierto, enriquece la película con datos, en su mayoría, transversales a la trama pero que permiten la comprensión del ambiente social que vive México. Si se entiende el todo se entiende la parte, o por lo menos sirve de acercamiento a la dinámica de los perso-najes: el uno rico, Tenoch, y el otro clase media baja, Julio, unidos por la demo-cracia escolar –por ponerlo de alguna manera– descubriendo, apenas, su sexua-lidad y disfrutando de la libertad que se

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Encontrando otras bocas

Con el Sabas (Andrés Almeida)

Miembros Charolastras

Calentando motores

México para no turistas-----------------------

Uno no se extraña, después de ver esta película, que Diego Luna y Gael García Bernal hayan llegado tan lejos en el mundo de la actuación; lo entregan todo: len-guaje, gestualidad, conjugación entre ambos, sentido del humor y una como-didad absoluta con el papel. El lector dirá que bastaba con ser ellos mismos: mexicanos y adolescentes; pero eso no deja de ser un sosma: que uno sea con-trahecho, cojo y jorobado no quiere decir que le sea innato actuar como Ricardo III. En el mismo sentido, pocas cosas son tan complicadas como hacer el papel, en escena, de uno mismo; inclusive Rintintín debió ser meticulosamente escogido, no cualquier perro puede hacer de perro. Y, aunque no afecta la película, me parece que Maribel Verdú es oja, no da la talla, sabe llorar pero no mucho más.

El narrador en off es un acierto, enriquece la película con datos, en su mayoría, transversales a la trama pero que permiten la comprensión del ambiente social que vive México. Si se entiende el todo se entiende la parte, o por lo menos sirve de acercamiento a la dinámica de los perso-najes: el uno rico, Tenoch, y el otro clase media baja, Julio, unidos por la demo-cracia escolar –por ponerlo de alguna manera– descubriendo, apenas, su sexua-lidad y disfrutando de la libertad que se

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tiene cuando los padres son ausentes: por demasiadas responsabilidades sociales, como los Iturbide, padres de Tenoch y cercanos al Presidente de la República; o por trabajo, como es el caso de la madre de Julio, huérfano de padre desde chi-quito. Conocen una española, mayor que ellos, casada y, por razones que no son claras al principio, ella acepta ir a la playa con el par de adolescentes.

Ellos van en su cuento romántico-sexual, un triángulo amoroso posibilitado por la ligereza con que la española decide tomarse las cosas y por grandes canti-dades de tequila y marihuana. Mientras tanto el espectador conoce México; planos muy abiertos de las carreteras, de las ran-cherías que van dejando atrás, de los que se suben y se bajan de los buses –ca-miones les dicen allá– de las ventas ambu-lantes y, de manera repetida, la autoridad haciendo requisas, husmeando y dete-niendo gente. La narración en off, sobre pistas en silencio, cuenta historias alea-torias pero ilustrativas de la vida mexicana, de la vida que tocamos con sólo mirar por la ventana del carro o acercarnos a comprar una artesanía, o con sólo decir buenos días, o pedir una cerveza en una tienda adyacente a la carretera. Imposible hablar de miseria, vemos personas rebus-cadoras, ricas en lenguaje, en comida, en tradiciones y festividades; vemos familias juntas, niños sonrientes y bien alimen-

tados; vemos un México distinto a Puerto Vallarta, Acapulco, Paseo de la Reforma, la Zona Rosa, Chapultepec o el Museo de Antropología.

Hay varios factores válidos para el análisis. El primero es que se trata de una película que celebra el advenimiento de un partido distinto al PRI, a cargo del destino de los mexicanos; y qué mejor que una película que muestra con suma libertad el des-equilibrio social y la sexualidad sin tapujos, con el ánimo de mostrar un renovado aire, por lo menos, en lo social. Lo segundo es que el guión tiene el acierto de no incurrir en ningún tipo de comentario o diálogo moral sobre la temática de la película, esa imparcialidad demuestra, además, el tipo de respeto que más agradece el espec-tador y es que le dejen hacer sus propios juicios de valor o –más importante aún– de no hacerlos si esa es su preferencia. Lo tercero es que la cámara es brillantemente entrometida, como los personajes y como el ritmo impuesto por el guión-producción-dirección, se mete en los baños, debajo del agua, a las cocinas; enfoca sin miedo intimidades y muestra más de lo que la escena necesita, se excede –como ya se dijo– en información visual y logra que el espectador tenga un mayor grado de integración con la narración cinematográ-ca. Lo cuarto son los indicios, principal-mente en boca de la española que regaña como niños chiquitos a sus compañeros

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tiene cuando los padres son ausentes: por demasiadas responsabilidades sociales, como los Iturbide, padres de Tenoch y cercanos al Presidente de la República; o por trabajo, como es el caso de la madre de Julio, huérfano de padre desde chi-quito. Conocen una española, mayor que ellos, casada y, por razones que no son claras al principio, ella acepta ir a la playa con el par de adolescentes.

Ellos van en su cuento romántico-sexual, un triángulo amoroso posibilitado por la ligereza con que la española decide tomarse las cosas y por grandes canti-dades de tequila y marihuana. Mientras tanto el espectador conoce México; planos muy abiertos de las carreteras, de las ran-cherías que van dejando atrás, de los que se suben y se bajan de los buses –ca-miones les dicen allá– de las ventas ambu-lantes y, de manera repetida, la autoridad haciendo requisas, husmeando y dete-niendo gente. La narración en off, sobre pistas en silencio, cuenta historias alea-torias pero ilustrativas de la vida mexicana, de la vida que tocamos con sólo mirar por la ventana del carro o acercarnos a comprar una artesanía, o con sólo decir buenos días, o pedir una cerveza en una tienda adyacente a la carretera. Imposible hablar de miseria, vemos personas rebus-cadoras, ricas en lenguaje, en comida, en tradiciones y festividades; vemos familias juntas, niños sonrientes y bien alimen-

tados; vemos un México distinto a Puerto Vallarta, Acapulco, Paseo de la Reforma, la Zona Rosa, Chapultepec o el Museo de Antropología.

Hay varios factores válidos para el análisis. El primero es que se trata de una película que celebra el advenimiento de un partido distinto al PRI, a cargo del destino de los mexicanos; y qué mejor que una película que muestra con suma libertad el des-equilibrio social y la sexualidad sin tapujos, con el ánimo de mostrar un renovado aire, por lo menos, en lo social. Lo segundo es que el guión tiene el acierto de no incurrir en ningún tipo de comentario o diálogo moral sobre la temática de la película, esa imparcialidad demuestra, además, el tipo de respeto que más agradece el espec-tador y es que le dejen hacer sus propios juicios de valor o –más importante aún– de no hacerlos si esa es su preferencia. Lo tercero es que la cámara es brillantemente entrometida, como los personajes y como el ritmo impuesto por el guión-producción-dirección, se mete en los baños, debajo del agua, a las cocinas; enfoca sin miedo intimidades y muestra más de lo que la escena necesita, se excede –como ya se dijo– en información visual y logra que el espectador tenga un mayor grado de integración con la narración cinematográ-ca. Lo cuarto son los indicios, principal-mente en boca de la española que regaña como niños chiquitos a sus compañeros

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de viaje y les dice, en un par de oportuni-dades “…sólo os falta follar juntos…” o algo así y que hace comentarios reexivos sobre la vida en relación con la muerte. Lo quinto es el lenguaje soez, la jerga, que por grosera que sea, entre los dos amigos, no deja de ser vinculante, de singularizar la relación; llamarse “charolastras” entre ellos y tener un maniesto, una reglamen-tación es típico de una cercanía muy gran-de, como también lo es tirarse pedos por chanza o –aunque jueguen a salvaguardar el honor– compartir sexualmente a las no-vias.

Son muchos los factores de análisis, hay otros, inclusive. A lo que quiero llegar es que un factor que queda descartado por completo es el de la homosexualidad. Por ningún motivo hay el peligro de una relación homosexual entre ambos chicos; los comentario de la española son para puntualizar en su estrecha cercanía y no en su preferencia sexual, es quizá también una forma de incitarlos a que estén los dos con ella. Sin embargo, un beso entre los dos amigos, llevados por la pesadez de la rumba y el sexo monolítico ¡que por n sucede! entre los tres, echa por la borda toda la amistad. Y ¡eso! es la manifestación del machismo mexicano, del mero macho de sombrerote ranchero, bigotazo y pistola al cinto; dos amigos pueden superarlo todo, menos la más mínima sospecha sobre su hombría. Tenoch y Julio no se

vuelven a ver nunca, salvo una tarde para tomar café; una última escena, en la que el espectador se entera que Luisa, la española, murió de cáncer a los pocos días de su travesía juntos.

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de viaje y les dice, en un par de oportuni-dades “…sólo os falta follar juntos…” o algo así y que hace comentarios reexivos sobre la vida en relación con la muerte. Lo quinto es el lenguaje soez, la jerga, que por grosera que sea, entre los dos amigos, no deja de ser vinculante, de singularizar la relación; llamarse “charolastras” entre ellos y tener un maniesto, una reglamen-tación es típico de una cercanía muy gran-de, como también lo es tirarse pedos por chanza o –aunque jueguen a salvaguardar el honor– compartir sexualmente a las no-vias.

Son muchos los factores de análisis, hay otros, inclusive. A lo que quiero llegar es que un factor que queda descartado por completo es el de la homosexualidad. Por ningún motivo hay el peligro de una relación homosexual entre ambos chicos; los comentario de la española son para puntualizar en su estrecha cercanía y no en su preferencia sexual, es quizá también una forma de incitarlos a que estén los dos con ella. Sin embargo, un beso entre los dos amigos, llevados por la pesadez de la rumba y el sexo monolítico ¡que por n sucede! entre los tres, echa por la borda toda la amistad. Y ¡eso! es la manifestación del machismo mexicano, del mero macho de sombrerote ranchero, bigotazo y pistola al cinto; dos amigos pueden superarlo todo, menos la más mínima sospecha sobre su hombría. Tenoch y Julio no se

vuelven a ver nunca, salvo una tarde para tomar café; una última escena, en la que el espectador se entera que Luisa, la española, murió de cáncer a los pocos días de su travesía juntos.

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“¡Te das cuenta quesomos hermanos

de leche, cabrón!”

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