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Informalidad laboral y neoliberalismo en México José A. Alonso Herrero* [ 51 ] El texto inicia con una revisión de las interpretaciones sobre el fenómeno de la informalidad laboral en América Latina por parte de las escuelas cepalina, neomarxista y neoliberal, destacando en particular las propuestas que en esa última escuela desarrolló Hernando de Soto, así como el apoyo de Vargas Llosa a esas propuestas. Sobre esa base, se analiza la amplia acogida que los planteamientos de Hernando de Soto tuvieron en México, los cuales fueron incorporados en una suerte de versión neoliberal de la informalidad y, por tanto, pasaron a formar parte del llamado “cambio estructural” impulsado inicialmente en el sexenio de Miguel de la Madrid, con lo cual en el sector manufacturero mexicano la informalidad asumió un conjunto de características que resultaron de un estado permisivo, unos empresarios voraces y la supuesta “creatividad” de los trabajadores pertenecientes a dicho sector informal. El texto, concluye proponien- do una visión alternativa de la informalidad laboral, que permita superar el carácter distractor que ha venido jugando la versión neoliberal de esa informalidad. Informalitu and Neoliberalism in Mexico The text starts with a review of the interpretations about the phenomenon of informal employment in Latin America by CEPAL, neo-Marxist schools and neo-liberal, highlighting in particular proposals that Hernando de Soto developed in that last school, as well as the support of Vargas Llosa to those proposals. On that basis, we review the wide reception that the approach of Hernando de Soto had in Mexico, which were incorporated into a sort of neo-liberal version of informality and, therefore, became part of the so-called "structural change" initially propelled into the Presidency of Miguel de la Madrid, thereby in the Mexican manufacturing sector the informal sector assumed a set of characteristics that resulted from a permissive State, a few rapacious businessmen and alleged "creativity” of workers belonging to the informal sector. The text, concludes proposing an alternative vision of labor informality, which enables to overcome the distractor character which has been playing the neo-liberal version of that informality Aportes, Revista de la Facultad de Economía, BUAP, Año XVII, Número 46, Septiembre - Diciembre de 2012 * José A. Alonso Herrero es Sociólogo español residente en México desde 1974. Actualmente colabora en el Instituto de Ciencias de Gobierno y Desarrollo Estratégico de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

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Informalidad laboral y neoliberalismo en México

José A. Alonso Herrero*

[ 51 ]

El texto inicia con una revisión de las interpretaciones sobre el fenómeno de lainformalidad laboral en América Latina por parte de las escuelas cepalina, neomarxistay neoliberal, destacando en particular las propuestas que en esa última escuela desarrollóHernando de Soto, así como el apoyo de Vargas Llosa a esas propuestas. Sobre esa base,se analiza la amplia acogida que los planteamientos de Hernando de Soto tuvieron enMéxico, los cuales fueron incorporados en una suerte de versión neoliberal de lainformalidad y, por tanto, pasaron a formar parte del llamado “cambio estructural”impulsado inicialmente en el sexenio de Miguel de la Madrid, con lo cual en el sectormanufacturero mexicano la informalidad asumió un conjunto de características queresultaron de un estado permisivo, unos empresarios voraces y la supuesta “creatividad”de los trabajadores pertenecientes a dicho sector informal. El texto, concluye proponien-do una visión alternativa de la informalidad laboral, que permita superar el carácterdistractor que ha venido jugando la versión neoliberal de esa informalidad.

Informalitu and Neoliberalism in Mexico

The text starts with a review of the interpretations about the phenomenon of informal employmentin Latin America by CEPAL, neo-Marxist schools and neo-liberal, highlighting in particularproposals that Hernando de Soto developed in that last school, as well as the support of Vargas Llosato those proposals. On that basis, we review the wide reception that the approach of Hernando de Sotohad in Mexico, which were incorporated into a sort of neo-liberal version of informality and,therefore, became part of the so-called "structural change" initially propelled into the Presidency ofMiguel de la Madrid, thereby in the Mexican manufacturing sector the informal sector assumed aset of characteristics that resulted from a permissive State, a few rapacious businessmen and alleged"creativity” of workers belonging to the informal sector. The text, concludes proposing an alternativevision of labor informality, which enables to overcome the distractor character which has been playingthe neo-liberal version of that informality

Aportes, Revista de la Facultad de Economía, BUAP, Año XVII, Número 46, Septiembre - Diciembre de 2012

* José A. Alonso Herrero es Sociólogo español residente en México desde 1974. Actualmente colabora enel Instituto de Ciencias de Gobierno y Desarrollo Estratégico de la Benemérita Universidad Autónoma dePuebla.

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IntroducciónEl sexenio de Miguel de la Madrid Hurta-do (1982–1988) marca el inicio de la estra-tegia neoliberal implantada gradualmentedesde entonces en México. A partir de esadécada se han publicado, dentro y fuera delpaís, centenares de libros y artículos en proy en contra de este modelo de desarrollo.Todos los aspectos económicos, sociológi-cos, políticos y culturales han salido a deba-te. Pero existe un tópico que permaneceoculto entre el follaje de las discusionesacadémicas. Se trata de la interpretaciónteórica de la informalidad laboral propues-ta por los defensores del capitalismo neoli-beral. No es un tópico nuevo, sin embargo.Su creador es el economista peruano Her-nando de Soto que ha expuesto su interpre-tación en múltiples publicaciones, entre lasque destacan sendos libros (1987, 2001).Su punto de vista resultó tan novedoso yfuncional para los estrategas neoliberalesque no escatimaron elogios y reconoci-mientos a nivel mundial. Más aún, los «vi-sionarios» estrategas estadounidenses notardaron en reconocer (The Economist, ene-

ro 3, 1992) al «Liberty and DemocracyInstitute» (ILD) de Lima, cuyo director eraHernando de Soto por su agresividad inte-lectual y la habilidad para liberar las ener-gías productivas de la población margina-da peruana (y latinoamericana, añadimos)que padece la opresión de la burocraciaestatal. En consecuencia, el ILD peruanoobtuvo en 1992 la segunda posición en unaescala mundial de los veinte «think-tanks»diseminados por todo el globo terráqueo,sólo antecedido por el Stanford Institutede California. Los elogios continuaron enel año 2001, cuando reconocidos promoto-res del neoliberalismo subrayaron admira-dos el «descubrimiento» teórico de Her-nando de Soto y su equipo que vino a llenarun vacío estratégico1. No es, por tanto, untema baladí para los críticos del neolibera-lismo vigente el analizar con rigor concep-

A veces los economistas cuentan mejores historias que los novelistas.La que refiere Hernando de Soto en El otro sedero es una de éstas»

Mario Vargas Llosa, 1986

1 En el libro El misterio del capital (Soto, 2001)personajes destacados no dudaron en mostrar suaprecio. Jeane Kirkpatrick («un libro pionero»),Andrés Oppenheimer («Hernando de Soto ha tocadouna tecla fascinante»), Javier Pérez de Cuéllar («unaporte clave»), Hans Gert Braun de Suiza («un librorevolucionario»), Margaret Thatcher («el libro puede

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tual el papel que la informalidad laboraldesempeña en la construcción teórica neo-liberal.

Surgen de inmediato innumerables pre-guntas al respecto. ¿Es todavía oportunodiscutir el tema de la informalidad en Méxi-co?, ¿no se trata de un concepto ya supera-do por las nuevas teorías de innumerableseconomistas que prefieren hablar de laproductividad y de la competitividad?,¿cómo construir hoy día una respuesta alensamble teórico generado por el ILD enLima con el apoyo de connotados econo-mistas estadounidenses y europeos? Si to-davía parece conveniente tratar con dete-nimiento el tema podemos preguntarnos¿qué papel desempeña hoy día la informa-lidad laboral en el México del siglo XXI?Nuestra respuesta es que la interpretaciónneoliberal de la informalidad laboral juegaun papel clave en el México neoliberal,firmemente establecido en nuestro paísdesde la entrada en vigor del Tratado deLibro Comercio (TLCAN). De ahí que seaimpostergable comprender y desentrañarla construcción teórica de la informalidadlaboral. La tarea concluirá cuando proce-damos a elaborar una interpretación teóri-ca alternativa de la informalidad laboral.

Procederemos, en primer lugar, a ex-poner la información existente hoy díasobre el sector informal en la economíamexicana a principios del siglo XXI. Este

será, en segundo lugar, el punto de apoyoobjetivo para entender la actualidad y per-tinencia coyuntural de la interpretaciónneoliberal de la informalidad laboral. Entercer lugar será necesario explicar cómoencaja la opinión de Hernando de Sotodentro de la estrategia socio–económicavigente en México. Una vez aclarados estostemas expondremos una visión alternativade la incontrolable informalidad laboralque predomina en la economía mexicana.

Panorama actualde la informalidad laboral en MéxicoLa información oficial sobre este tema estan abundante que la tarea no consiste en labúsqueda de los datos pertinentes, sino enseleccionar sólo aquellos que resulten másiluminadores. El economista José Luis Cal-va (El Universal, 1, octubre, 2009) presentadatos oficiales que sintetizan la situación deMéxico. Según la UNCTAD (Organizaciónpara el Comercio y el Desarrollo), la econo-mía mexicana se contraería en 2009 a tasaanual de -8%. En América Latina, Méxicosería el país con peor desempeño económi-co en 2009. La CEPAL, por su parte, estimóque el PIB mexicano se contraería a tasaanual de -7%, muy por abajo del promediolatinoamericano, cuya caída del PIB seríadel 1.9%. De ahí que, según el Pew Resear-ch Center, el 78% de los mexicanos estuvie-ra insatisfecho con la dirección del país yque el 94% considerara que el problemaeconómico es muy grave. Datos confirma-dos por la encuesta levantada el 17 deseptiembre del 2009 por el Gabinete deComunicación Estratégica del Congreso,

crear una nueva revolución»), Milton Friedman («unacombinación maravillosa»), Francis Fukuyama («unapropuesta prometedora»), entre muchos otros se hi-cieron lenguas para exaltar la contribución teórica ypráctica de Hernando de Soto.

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según la cual el 93.6% de los encuestadosrechazaban el aumento de impuestos a loque la gente compre, incluyendo medici-nas y alimentos. Tendencias confirmadasen la misma época por el economista DavidIbarra (El Universal, 27-febrero-2009), se-gún el cual «en la medida en que se libera-ron las fronteras y desaprendimos a produ-cir, las importaciones crecieron explosiva-mente. En 2007, las importaciones de ali-mentos y productos agrícolas ascendierona 49% del producto nacional agropecua-rio». El mismo David Ibarra sintetiza lasituación caótica del país al afirmar:

La obtención de divisas se debilita con rapi-dez: las ventas de petróleo (crudo), las expor-taciones de maquiladoras (cada día más forá-neas), las remesas de los emigrantes, el turis-mo y la inversión extranjera. A lo anterior seañade la salida de capitales golondrinos…

En efecto, recursos financieros de em-presas y particulares mexicanos por 57,700millones de dólares fueron transferidos alexterior en los tres primeros años del sexe-nio de Felipe Calderón Hinojosa (La jorna-da, 26-febrero-2010). Según el Banco deMéxico, en 2009 fueron transferidos al ex-terior recursos de mexicanos por 18, 562millones de dólares, más del doble de los quesalieron en 2008. Finalmente, añade La Jor-nada, ésta salida reciente de divisas superóvarias veces la ocurrida en los tres primerosaños del sexenio de Ernesto Zedillo.

¿Cómo inciden estos datos macroeco-nómicos en el sector laboral y en las mayo-rías mexicanas? A mitad del actual sexenio

los pobres se situaban cerca del 35% de lapoblación y los indigentes sumaban el 10%.Mientras que la desigualdad era galopantepues el 10% de las familias pobres recibíanmenos del 2% del PIB, pero el 10% de lasmás ricas percibían el 40%. La estructuralaboral mostraba que el 60% de la pobla-ción ocupada estaba en el sector servicios,para la cual la informalidad representabamás de la mitad. La tasa de ocupación delsector no estructurado, en el que los traba-jadores carecen de los servicios mínimos,llegaba al 28% de la fuerza de trabajo.Datos más recientes (La Jornada, 19-abril-2012) muestran que 26.4 millones de mexi-canos se emplean en el sector informal(55.3% de la población ocupada), según elINEGI. La economía informal ha sido larazón principal del crecimiento del em-pleo en el presente sexenio, periodo en elcual 3 millones 441 mexicanos se sumarona sus filas (Centro de Análisis Multidiscipli-nario de la UNAM).

Este centro (CAM) aclara que, según laOIT, el sector informal «está integrado portodas aquellas empresas no constituidas ensociedad que forman parte de los hogares,dedicadas a la producción de bienes oservicios, con la finalidad de generar em-pleo e ingreso». El CAM encontró quedurante el presente sexenio el sector infor-mal ha empleado a más de la mitad de lapoblación ocupada. Una parte del sector,los negocios no constituidos en sociedad,creció el 6.1%, mientras que el sector infor-mal de los hogares lo hizo en 22.5%, ambosentre 2006 y fines del 2011.

En resumen, el sector informal ha sido

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la principal razón de crecimiento del em-pleo en este sexenio de FCH. Estos datosempíricos, que podrían multiplicarse ‘adnauseam’, son el punto de partida de dosestrategias que conviene explicitar ahorapara poder entender más tarde nuestracrítica de la interpretación neoliberal de lainformalidad. A grandes rasgos encontra-mos dos posturas polarizadas ante estacrítica situación. Autores como Arturo Al-calde, Graciela Bensusán y José Luis Calvainsisten en denunciar las malas expectati-vas de la economía mexicana y del sectorindustrial, en concreto. Se requiere, afir-man, generar un modelo de desarrollo queno esté basado en la fuerza de trabajo cadavez más barata, sino que aplique políticasde apoyo al sector nacional manufacture-ro. La vertiente opuesta se encuentra enar-bolada, entre otros, por el partido hoy díaen el poder. Antes del año 2000 el PAN«propuso un novedoso cambio a la legisla-ción laboral. Sugería promover la produc-tividad… ampliar la contratación colectivay reformar el sistema de justicia…» (Alcal-de, 11 de febrero de 2012). Ya en el poder,explica Alcalde, se olvidó el PAN de suspropuestas y asumió los planteamientos dela COPARMEX como propios. Ahora susobjetivos están centrados en «facilitar eldespido libre y barato, reducir la estabili-dad en el empleo y destruir por la vía de latercerización (outsourcing) la responsabili-dad del empleador».

Principales interpretacionesde la informalidad laboral en América LatinaLa amplitud de la temática relacionada con

el sector informal en el actual mundo glo-balizado y, más en concreto, en México yAmérica Latina exige que seleccionemosdos aspectos claves al iniciar nuestro análi-sis. En primer lugar hay que precisar dequé informalidad trataremos. Pueden dis-tinguirse tres áreas principales: la informa-lidad en el sector servicios, la informalidaden el sector comercio y, finalmente, lainformalidad en el sector industrial o ma-nufacturero. Hernando de Soto y su equipoenfocaron sus investigaciones de campo y,por ende, sus construcciones teóricas aldoble campo de los servicios y del comercioy al mundo de la construcción en las zonasurbanas marginadas. Nuestro análisis, porel contrario, se basa en la informalidad enel sector industrial o manufacturero. Unrasgo típico de este último sector es lamayor ‘invisibilidad’. Las actividades in-dustriales, sobre todo si son domiciliarias,gozan del dudoso privilegio de ser másdifícilmente detectables por las autorida-des fiscales, al menos en las zonas urbanasmarginadas.

En segundo lugar y con el mismo obje-tivo de acotar nuestro objeto de análisis espreciso tener en cuenta la excelente tipolo-gía expuesta por la socióloga venezolanaVanessa Cartaya (1987). Aceptamos su di-visión en tres escuelas principales: la cepa-lina, la neomarxista y la neoliberal de Her-nando de Soto. Tener presentes las princi-pales características de cada perspectivateórica permite captar con más precisión la«originalidad» de la interpretación pro-puesta por Hernando de Soto, tan vitorea-da por las huestes neoliberales.

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La primera escuela es la promovida porla OIT y el PREALC (Programa Regionalde Empleo para América Latina y El Cari-be) (Portes, 1995: 28). Este enfoque secentra en las empresas informales. VíctorTokman (1987) explica el surgimiento delsector informal como un ‘excedente es-tructural de la fuerza de trabajo’ propi-ciado por el alto grado de concentracióneconómica y la adopción de tecnologíasintensivas en capital que impiden absorberuna siempre creciente oferta laboral. Des-de nuestra perspectiva, crítica de la posi-ción neoliberal, es importante subrayar lacoincidencia en este punto de ambas inter-pretaciones, la cepalina y la propuesta porHernando de Soto. En definitiva, ambasadmiten la existencia de dos sectores dis-tintos y separados en las economías lati-noamericanas. Según ambas escuelas, elproblema del sector informal es la falta deintegración a la economía formal. Para laCEPAL, los trabajadores informales nopueden integrarse a la fuerza de trabajo«formal» por la falta de espacios producti-vos. Mientras que para Hernando de Sotolos campesinos llegados a la ciudad deLima no pudieron incorporarse a las acti-vidades económicas legales debido a laexcesiva regulación pública, generada porlos gobiernos populistas de América Lati-na. En ambos casos nos encontramos conun amplio sector de la población que no seintegra a la economía formal. En ambasinterpretaciones, por tanto, informalidades desintegración, desarticulación, ruptu-ra. Para la escuela cepalina, en la opiniónde Tokman, esta separación es consecuen-

cia de la falta de espacios laborales. Lostrabajadores informales son agentes so-brantes para el buen funcionamiento de laseconomías nacionales.

En la concepción neoliberal la rupturaes más violenta. Los informales rechazan elorden legal mercantilista impuesto por losgobiernos populistas. En este contexto esjusto reconocer que en una primera fase elequipo de Hernando de Soto realizó im-portantes trabajos de campo en diversasciudades peruanas para captar el núcleo delos movimientos migratorios del campo ala ciudad. Como en México (Alonso, 1991),los investigadores peruanos constataronque en la base de las migraciones se hallabala multiplicación de la miseria a lo largo devarios lustros porque «el ingreso promediode los peruanos ha decaído persistente-mente desde hace diez años y ahora—1986— tiene el mismo nivel que haceveinte años» (De Soto, 1987: 6). La trans-formación de emigrantes a «informales»tiene lugar porque los nuevos habitantesde la ciudad tuvieron que recurrir al expe-diente de hacerlo «ilegalmente». Aunqueesta «ilegalidad» no se practicó con finesantisociales (como el narcotráfico, por ejem-plo), sino «utilizando medios ilegales parasatisfacer objetivos esencialmente legales,como construir una casa, prestar un servi-cio o desarrollar una industria». De ahídeduce Hernando de Soto, en buen lógicaneoliberal, que la sociedad está mejor ser-vida si la ley nominalmente aplicable esviolada que si es cumplida.

La conjunción de las variadas investiga-ciones de campo con los presupuestos neo-

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liberales le permite a Hernando de Sotoformular su tesis fundamental: la informa-lidad se produce cuando el Derecho impo-ne reglas que exceden el marco normativosocialmente aceptado. En consecuencia, elEstado no ampara las expectativas y prefe-rencias de quien no puede cumplir talesreglas. La imposibilidad de los informalespara cumplir todas las reglas y la incapaci-dad del Estado para exigir su cumplimien-to generan al alimón la situación socialconocida como «informalidad». Las conse-cuencias empíricas de esta situación sonque los «informales» han ido ganando es-pacios en los márgenes de las ciudades, endonde se adueñan de gran parte del mer-cado y se apropian de terrenos para vivircon el objetivo de prestar innumerablesservicios públicos no ofrecidos por el Esta-do. En conclusión, Hernando de Soto for-mula la consecuencia lógica de tales proce-sos urbanos: «a medida que los ‘informales’han avanzado, el Estado peruano se ha idoreplegando». Desde nuestra perspectivacrítica es importante recordar esta afirma-ción: «a más informalidad, menos Estado»,porque se convertirá en la clave teóricaindispensable para comprender el sentidode la estrategia neoliberal desde la pers-pectiva de su comprensión de la «informa-lidad».

En oposición a ambas interpretacionesdualistas de la informalidad laboral se en-cuentra la teoría neomarxista porque esexplícitamente antidualista. Autores comoMoser (1978, 1984), Portes (1989 y 1995) yRoubaud (1987), son algunos de sus prin-cipales exponentes. Su tesis básica es que la

mayor parte de las empresas del sectorinformal están directamente vinculadas alsector formal, pero a través de relacionesde subordinación. Los lazos existentes en-tre las pequeñas empresas y el sector capi-talista dominante son muy diversos y varia-dos, pero incluyen hoy día la crecientesubcontratación o maquila y la presenciade trabajadores del exterior. A partir deestas observaciones y apoyados en las múl-tiples investigaciones de campo realizadasdurante décadas en México y en otrospaíses de América Latina pudimos cons-truir un continuum de la interacción a nivelde empresa entre el sector formal e infor-mal (Alonso, 2003; 1997):

— Grandes empresas nacionales omaquiladoras transnacionales querara vez desarrollan relaciones direc-tas y permanentes con talleres infor-males.

— Empresas medianas y algunas pe-queñas que, sobre todo en épocas decrisis o de excesiva demanda, acudende manera temporal pero sistemáticaa la subcontratación en talleres infor-males.

— Empresas pequeñas y algunasmicro (mejor equipadas tecnológicamente) que usan de manera habitualy sistemática la subcontratación seacon talleres micro o con talleres situa-dos en hogares. En este nivel florecela nueva versión del Putting-out systemo maquila domiciliaria.

— Empresas micro y talleres domicilia-rios que trabajan en la clandestinidad(informalidad) total o parcial, pero

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que producen para alguna cadenacomercial (Liverpool, El Palacio deHierro, etc.).

— Finalmente se encuentran los micro-talleres o maquiladoras domiciliariasque actúan por su cuenta, sin tenerconexión con el sector formal. Ellosse encargan de la producción ydistribución en mercados locales yregionales (Alonso, 1997; 2003).

Este continuum abarca empresas de am-bos sectores, formal e informal, y nos ofre-ce un punto de partida empírico sobre elcual construir un concepto de la «informa-lidad laboral» que no sea meramente des-criptivo y que se imponga como una alter-nativa a la interpretación neoliberal. Estaserá la tarea que llevaremos a cabo en laúltima sección. Ahora es importante subra-yar el «acierto» demostrado por Hernandode Soto y sus compañeros del ILD al inven-tar una interpretación de la informalidadurbana y laboral que encaja de lleno con lospresupuestos teóricos y con la estrategia delos autores neoliberales. Milton Friedmany Francis Fukuyama nunca hubieran recu-rrido a un concepto tan sospechoso comoel de la informalidad laboral para debilitaral estado «populista» latinoamericano.

Fue el laureado «democráta» peruano,Mario Vargas Llosa, el primero que captóel acierto teórico de su compatriota quienacababa de descubrir, no el misterio delcapital —título del segundo libro de Her-nando de Soto (2001)—, sino la certeraeficacia de la informalidad para desbarataral estado mercantilista latinoamericano.En el prólogo del primer libro de Hernan-

do de Soto el escritor Mario Vargas Llosaanuncia que «la economía informal apare-ce como una puerta del salida del subdesa-rrollo» porque las víctimas del mercantilis-mo ya la comenzaron a franquear. Ellas, noel estado peruano, son las que inventannuevas fuentes de trabajo y se han puesto atrabajar al margen de la ley. Vargas Llosano duda en comentar las cifras obtenidaspor el ILD peruano: el 83% de los merca-dos limeños han sido construidos por los«informales», quienes también se las arre-glaron para construir viviendas por la fa-bulosa suma de 8,319 millones de dólares,mientras que el Estado peruano sólo habíainvertido 173 millones con el mismo fin.

En consonancia con Hernando de Soto,el novelista se apresura a rechazar «uno delos mitos más extendidos sobre AméricaLatina según el cual su atraso es conse-cuencia de la equivocada filosofía del libe-ralismo económico que adoptaron esasnaciones en sus constituciones… Esta aper-tura de sus economías a las fuerzas delmercado las habría hecho presas fáciles dela voracidad imperialista y habría origina-do las abismales desigualdades internasentre pobres y ricos» (2001: XXI)2. Lasolución que se propone es la alternativa dela libertad, que es incompatible con regí-menes autoritarios o totalitarios. ¿Cuál es,entonces, la función del Estado si admiti-

2 El segundo libro de Hernando de Soto El misteriodel capital (2001) ha concitado la misma eclosión dealabanzas ditirámbicas por parte de autores estado-unidenses y europeos. He aquí algunos ejemplos:Wendell Cox (Illinois): «Podría ser uno de los libros deeconomía más importantes de cualquier siglo». Janet

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mos esta perspectiva? Ambos autores pe-ruanos no ignoran la presencia del Estado,pero dados los problemas sociales y cultu-rales del Perú el Estado debe conservar unafunción redistribuidora, mientras durenlas desigualdades económicas endémicasen los países latinoamericanos. Hecha estaconcesión, Mario Vargas Llosa vuelve ainsistir en que lo fundamental es que «esteEstado recuerde siempre que, antes deredistribuir la riqueza, hay que producirla.Y que para conseguirlo, es indispensableque la acción estatal sea lo menos obstruc-tora de la acción de los ciudadanos, ya queéstos saben mejor que nadie lo que quiereny lo que les conviene.

En resumen, hemos expuesto en estasección el mensaje central de la interpreta-ción de la informalidad creada a lo largo devarias décadas por el economista Hernan-do de Soto y sus colaboradores del ILD. Lascitas incluidas confirman la excepcionalrecepción que esta teoría neoliberal haexperimentado por parte de economistas ypolíticos americanos y europeos. Nos tocaahora examinar el impacto y encaje de talestrategia económica en el contexto deMéxico durante las últimas décadas.

Estrategia neoliberale informalidad en el contexto mexicanoEl contraste entre las dos interpretacionesdel sector informal, expuesto en la secciónprevia, nos permitirá dilucidar la acogidaque experimentaron las elucubraciones deHernando de Soto sobre la informalidadlaboral en México. Los diversos investiga-dores de la informalidad habíamos experi-mentado por años el silencio o la escasavaloración de nuestras publicaciones sobreel tema. La informalidad laboral nuncaocupaba las primeras páginas en los perió-dicos, ni en los noticiarios televisivos. Pero,de repente un investigador peruano apare-ció en las páginas centrales de la prensaescrita y su testimonio oral se reprodujo através de entrevistas en la televisión priva-da. A los seis meses de la primera ediciónperuana de El otro sendero (1986) aparecióla primera edición mexicana en mayo de1987 gracias al interés mostrado por laEditorial Diana. Esta casa editorial, nadasospechosa de izquierdismo, se encargó dela primera publicación en México. Así escomo la informalidad laboral se convirtiódesde entonces en un tópico del dominiopúblico. Más exactamente, la versión neo-liberal de la informalidad se presentabacomo un ingrediente constitutivo del cam-bio estructural promovido por primera vezdurante el sexenio de Miguel de la MadridHurtado (1987).

La reacción en México a la propuesta deHernando de Soto no se hizo esperar.Carlos Arriola (1987, 136-141) captó elsignificado profundo de la tesis presentadapoco antes por el economista peruano. Ni

Bush (The Times): «El libro de Hernando de Sotorealiza una sobrecogedora alquimia». WilliamF.Buckley Jr.(The National Review): «Este libro cambianuestra manera de comprender de dónde viene elcapital. Las consecuencias de ello podrían estremeceral mundo». Siguen veinte comentarios más del mismoestilo. Como es sabido, Mario Vargas Llosa, tras sufallido intento de llegar a la presidencia del Perú ydespués de la ruptura con Hernando de Soto, optópor instalarse en Madrid y en Nueva York con lo cualconsiguió distanciarse de la informalidad peruana.

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el problema es el Estado, mercantilista enopinión de Hernando de Soto, ni la pana-cea es una iniciativa privada libre sin regla-mentación burocrática. Sería inaceptableun Estado que claudique de su funciónrectora de la economía y de su papel deárbitro y regulador de la vida social. Acep-tamos, pero matizaremos, el comentariode Arriola según el cual «la existencia de unEstado fuerte sigue siendo la mejor garan-tía de paz social, sobrevivencia y unidadnacional».

Llegamos, por tanto, al núcleo de nues-tra tesis básica. En el sector manufacturero,el crecimiento y las características del sec-tor informal se derivan de la colaboraciónsurgida entre un Estado permisivo y adel-gazado, unos empresarios voraces que pre-firieron abaratar de mil maneras la fuerzade trabajo y la creatividad de los ‘trabajado-res informales’. Abundantes investigacio-nes empíricas realizadas en México porantropólogos, economistas y sociólogos enzonas urbanas y rurales muestran los ras-gos de un sector informal manufacturero,surgido y fortalecido gracias a la colabora-ción de los tres factores mencionados. To-maremos como punto de partida la defini-ción de la economía informal propuestapor Castells y Portes (1989: 12). La econo-mía informal, afirman, no es una condiciónindividual, sino un proceso generador deingresos, cuya característica básica es noser regulado por las instituciones de lasociedad y que se desarrolla en un entornolegal y social en el que actividades similaressí están reguladas.

La pregunta es: ¿por qué unas activida-

des que generan considerables ingresosmonetarios, en las que participan miles detrabajadores urbanos y rurales y de cuyaexistencia los gobiernos locales y federalestienen pleno conocimiento han existidodesde hace décadas y, en México, se hanincrementado en los últimos treinta años?La respuesta se obtiene al analizar el papeldesempeñado por cada uno de esos tresfactores. La generación de ingresos en elsector informal manufacturero es impen-sable sin la colaboración del Estado. Elsismo de 1985, que destruyó miles de vi-viendas y empresas en el Distrito Federal,dejó al descubierto el funcionamiento de laeconomía informal en la industria del ves-tido capitalina. Tres semanas después delterremoto, el Secretario del Trabajo (Arse-nio Farell Cubillas) se refirió al desastrelaboral y empresarial como «una colusiónmonstruosa» entre empresarios y sindicatoslos cuales actuaron con pleno conocimien-to de los gobiernos en turno y quienes, a suvez, habían tolerado tal situación durantedécadas. Pues bien, esa industria funciona-ba gracias al esfuerzo y colaboración demiles de costureras domiciliarias que resi-dían en el Distrito Federal, en los munici-pios marginados de la Zona Metropolitanade la Ciudad de México (ZMCM) y enlugares tan alejados como San Martín Tex-melucan (Puebla). Largas investigacionesrealizadas en la ZMCM por distintos gru-pos (Alonso Jorge, 1981; Alonso José, 1991ay 1991b) durante la década previa habíanmostrado el funcionamiento de la indus-tria del vestido durante la época de laposguerra. Una costurera de Nezahualcó-

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yotl explica el funcionamiento del negocio:

Cuando el empresario recibe por primera vezel material ya cosido, solamente si él estásatisfecho con el trabajo realizado, entoncescontinúa la relación laboral. A pesar de loestablecido en el artículo 318 de la Ley Fede-ral del Trabajo no se especifican por escritolas condiciones concretas de trabajo y, porconsiguiente, tampoco se entrega una copia alos inspectores de la Secretaría del Trabajo.

Así es fácil comprender cómo existenmiles de trabajadoras domiciliarias que seencuentran plenamente integradas al pro-ceso industrial de México y cuyos nombresjamás aparecen en los censos oficiales, nien los documentos pertinentes de la Secre-taría del Trabajo (Alonso José, 1991b: 51).Esta carencia de contrato laboral escrito deninguna manera acarrea amenaza o inse-guridad para los empresarios. Ellos tienenun sistema de seguridad perfectamentediseñado y avalado por la protección efi-ciente del gobierno, explícitamente reco-nocida por Arsenio Farell Cubillas. La mejorgarantía consiste en exigir y conservar elrecibo original de las máquinas de coser(en Nezahualcóyotl la mayoría de las cos-tureras eran dueñas de las máquinas decoser). En este mundo de la marginalidadurbana e industrial sí había contados em-presarios que exigían que el taller domici-liario estuviera oficialmente registrado paraevitarse problemas con las autoridades la-borales, pero —en el caso opuesto— nofaltaba tampoco el empresario que exigíala entrega del título legal de posesión del

lote urbano en el que residía la costureraantes de permitir la salida del materialcortado de sus instalaciones. Estas prácti-cas ilegales nos permiten comprender loshallazgos obtenidos por la investigación enNezahualcóyotl (Alonso José, 1991: 61).En la ZMCM existían dos tipos de empre-sarios en la industria del vestido: los lega-les, que cumplían los requisitos mínimosde la Ley Federal del Trabajo y los empre-sarios «piratas». Estos empresarios eranconocidos por las autoridades empresaria-les y gubernamentales. De ahí que el presi-dente de la Cámara del Vestido formularaviolentas acusaciones contra las ‘empresaspiratas’ enfrente del Subsecretario de In-dustria (Confederación de Cámaras In-dustriales, 1972: 3-6).

Los ingresos económicos de la actividadindustrial clandestina (es decir, informal)en aquella época eran considerables. Heaquí los cálculos de una costurera:

Los viernes este señor (empresario pirata,aclaramos) recibía al menos 5,000 piezasterminadas. El pagaba once pesos por pieza(entonces un dólar eran 12,50 pesos. Hoydía son más de 13,000). Los costos totales deproducción por pieza oscilaban alrededorde 35 pesos y después él vendía cada vestidoa 70 pesos. En mi opinión, su ingreso netosemanal superaba los 100,000 pesos (unos4,000 dólares de entonces).

Estos datos objetivos nos permiten com-prender por qué Arsenio Farell Cubillas serefirió después de los terremotos del año1985 a la «colusión monstruosa» entre el

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gobierno, los empresarios y los sindicatos.Las investigaciones empíricas mencio-

nadas previamente, tuvieron lugar en lasdécadas anteriores a la entrada en vigor dela estrategia neoliberal en México. CarlosSalinas de Gortari, quien fuera el promotorde la apertura comercial en los años ochen-ta (Miguel de la Madrid Hurtado, 1987),fue el patrocinador de los encuentros entrelos gobiernos de Canadá, Estados Unidos yMéxico para imponer el Tratado de LibreComercio de Norte América (TLCAN) efec-tivo desde 1994. ¿Qué ha ocurrido con elsector informal manufacturero en Méxicoen la última década del siglo XX y laprimera del siglo XXI? La investigaciónrealizada por Huberto Juárez (2004) en lazona de Tehuacán (Puebla) confirma yacentúa las tendencias manifestadas pre-viamente en diversas regiones de la Repú-blica Mexicana. Los promotores de la aper-tura neoliberal en México afirmaban quecon el TLCAN el país se incorporó a lacompetencia internacional y la situaciónpara las empresas mexicanas cambiaba ra-dicalmente. Ya era inconcebible seguir conla estrategia de la sustitución de importa-ciones (ISI), adoptada por México despuésde la Segunda Guerra Mundial (Rubio yBaz, 2005: 31). Ahora había que seguir laspautas del comercio internacional marca-das por Adam Smith y David Ricardo. Seimponía el cambio, según estos ideólogos,de una economía basada en actividades debaja productividad hacia sectores de altaproductividad. La clave radicaba en la es-pecialización y ésta, en la apertura comer-cial. Según esta teoría, los resultados son

envidiables porque «el comercio obliga alas personas a abandonar industrias y acti-vidades de baja productividad para con-centrarse en aquellas en que la productivi-dad es más alta, pues esto se traduce ensalarios más elevados y una mayor cantidadde bienes y servicios» (Rubio y Baz, 2005:33).

¿Los resultados obtenidos desde enton-ces confirman estas predicciones? Ni lasinvestigaciones realizadas sobre la indus-tria del vestido en Tlaxcala y Teziutlán(Puebla), ni las llevadas a cabo a principiosdel siglo XXI en Tehuacán (Puebla) confir-man estos buenos augurios (Alonso José,2011; Juárez, 2004). En ambos estados, elcurso seguido por las empresas mexicanasy el sector laboral es el mismo. México apartir del año 2001 no reaccionó frente alas medidas adoptadas por las empresastransnacionales (en adelante, ETs) radica-das en Estados Unidos principalmente.Las empresas del vestido mexicanas su-cumben porque la producción mexicana seconvierte casi totalmente en fruto de laactividad maquiladora. Surge así, una nue-va integración y subordinación de las em-presas mexicanas. Sobreviven y, a veces, seexpanden si logran buenas conexiones conlas redes industriales y comerciales estado-unidenses. Las cuales, hostigadas por lacreciente competitividad china, se apoyanmás en las empresas que en el mercadomexicano. Las conexiones internas entrelas empresas poblanas y tlaxcaltecas, a ve-ces de larga tradición, se debilitan hastadesaparecer. La expresión de Huberto Juá-rez (2004: 140) es muy gráfica: «los gringos

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fueron en busca de América Latina porqueen Asia les salieron respondones».

En otras palabras, las NICs (nacionesnuevamente industrializadas) de Asia apli-caron el «ascenso industrial» (industrialupgrading) con lo cual se hicieron máscompetitivas que las estadounidenses. Ladiferencia radical entre el éxito actual delas industrias asiáticas y el fracaso de lasmexicanas no estriba en la apertura almercado internacional, sino en el tipo decolaboración existente entre los gobiernosde Corea del Sur, por ejemplo, y sus em-presas transnacionales. Hace cincuenta añosel gobierno y las empresas coreanas recha-zaron el ser puramente maquiladores, esdecir, sólo ofrecer mano de obra barata alas empresas transnacionales. El gobiernocoreano creó e impuso reglas firmes a lasETs y al gobierno de Estados Unidos paralograr día a día el desarrollo de la industriaautóctona coreana. De ahí que hoy encon-tremos en Puebla y Tlaxcala empresas condueños y fuerza de trabajo mexicanos, peroque emplean maquinaria coreana. Pocossaben en México que las empresas delvestido coreana explotan la fuerza de tra-bajo superbarata de Guatemala desde 1962.

Mientras el gobierno de los EstadosUnidos a través del AMF y del TLCAN hafavorecido la relocalización de sus empre-sas hacia países acogedores como México,el gobierno y los empresarios mexicanos sehan dejado seducir por la apertura neoli-beral y se han olvidado del «ascenso indus-trial». Al visitar las empresas del vestidopoblanas o tlaxcaltecas sólo encontramosmaquinaria de Estados Unidos, de Asia o

de Europa. La fuerza de trabajo mexicanaes excelente, pero superbarata. La falta devisión y de creatividad del gobierno y de losempresarios mexicanos ha repercutido enla clase trabajadora.

Conclusión: hacia una visiónalternativa de la informalidad laboralLa situación socio-económica de México,brevemente expuesta al comienzo del artí-culo, demuestra la necesidad imperiosa decambiar el rumbo en el desarrollo del país.La estrategia neoliberal, como es sabido,responde a los intereses de las ETs casisiempre radicadas en países del centrocapitalista. La versión neoliberal de la in-formalidad, como hemos comentado, es alo sumo un distractor tan llamativo que hasorprendido a los mismos autores que ge-neraron el liberalismo vigente. No es posi-ble en América Latina desconocer las tra-bas burocráticas que obstaculizan el des-empeño de los empresarios de cualquiernivel. Pero los trabajadores y los microem-presarios, que actúan sumidos en la infor-malidad laboral, no chocan en primer lu-gar con los enredos de la burocracia oficial.A ese nivel, ni siquiera son objeto preferidode las insidias sindicales. Los trabajadoresy los empresarios «informales», por unaparte, y las organizaciones sindicales, porotra, se ignoran mutuamente. El gobiernomexicano manipula al sector informal pormedio de las muy variadas «colusionesmonstruosas».

Por ende, el primer cambio radical re-quiere la denuncia de las innumerablescolusiones todavía existentes entre las cú-

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pulas gubernamentales y los empresariosnacionales. En este sentido, no basta conreconocer que «el objetivo medular de lapolítica gubernamental debería ser el hacerposible que los recursos nacionales, el traba-jo y el capital se desplieguen con elevados ycrecientes niveles de productividad» (Rubioy Baz, 2005: 48). Un primer paso acertado,que ambos autores explicitan, consiste enreconocer el éxito indudable de países comoChina, Corea del Sur, Japón y otras nacio-nes del Sudeste Asiático. Según la termino-logía wallerstiniana, lo que estos países sehan planteado no es evadir la actual globa-lización –tarea imposible, por lo demás-,sino abandonar la periferia de la econo-

mía-mundo capitalista. Con este objetivoen mente, cada país asiático ha emprendi-do los cambios estructurales imprescindi-bles en el sistema educativo, en el sistemacientífico y tecnológico, en el sector financie-ro, etc. Pero todos estos cambios dimanan deun cambio radical en las élites gubernamen-tales, empresariales y sindicales. El día enque las élites mexicanas y latinoamericanasdejen de ser «periféricas» podrán llevar acabo los cambios imprescindibles necesariospara erradicar la «‘informalidad laboral».Sin olvidar que hoy día el virus neoliberalafecta a las élites del centro capitalista, lascuales promueven dentro y fuera de suspaíses las estrategias neoliberales.

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