04 el reino de lo urbano y la muerte de la ciudad

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  • 5/26/2018 04 El Reino de Lo Urbano y La Muerte de La Ciudad

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    B reino de lo urbano y la muerte de la ciudad

    Franoise Choay es historiadora de la teora y de las formas urbanasy ha sido profesora en la Escuela Superior de Arquitectura de Bruselas y en la Universidad de Paris VIII. La categora de sus inves-tigaciones y la profundidad de su labor critica, traducidas en publica-

    ciones vertidas a diversas lenguas, han servido de base durantedcadas al avance y difusin de los estudios del urbanismo modernoen todo el mundo y a la refundacin de conceptos fundamentales dela cultura arquitectnica contempornea. Sus esludios de la tratadis-t a clsica y moderna de la arquitectura y el urbanismo permanecencomo referencias inexcusables de cualquier estudioso. Entre sus obras destacan L'Urbanisme, Utopies et ralits (1965) [trad. casi: Urbanismo, utopas y realidade s(1970)], The Modem City: Planningin the 19th Century(1969), La Rgle e t le Modle(1980), y L'AIlegoriedu patrimoine(1992), p ero sus aportaciones se difunden tambin ensu presencia constante en las revistas especializadas ms prestigio-

    sas.

    En 1994 public el articulo Le rgne de l'urbain et la mort de la ville",que plantea una actualizacin necesaria de conceptos presentes enla realidad a los que la teora se mantena ajena.

    CDr>e Mortaroh

    EL REINO DE LO URBANO Y LA MUERTE DE LA CIUDAD

    Franoise Choay

    Europa es hoy triunfalmente urbana. El espado rural y laspoblaciones rurales se reducen da a da mientras se multiplicael nrpero de megalopolis, conurbaciones, comunidades urba-nas, tcnpolis y polos tecnolgicos.

    iCiudad se ha convertido en la palabra clave de la tribu polti-ca, una palabra para iodo de la tribu meditica, !a palabra coar-tada de los clanes de urbanistas, de los urbanizadores, de losarquitectos, de los administradores, de los socilogos que laescrutan, la auscultan y/o pretenden darle forma. Pero es 'urbanizacin sinnimo de produccin de cudad?i

    La situacin urbana actual es el resultado de la transformacinde la ciudad europea que tuvo lugar de forma manifiesta entrela dcada de 1850 y nuestra poca. Sobre el mapa de Europa

    * Este artculo fue publicado en 1994 en: Visiones urbanas: Europa 1870-1933: Laciudad del artista, la ciudad del arquecto, Madrid. ElecaCCCB, pp. 2333 (ver-sin original: La vilie: art et ardiite clure en Europe, 1870 -1993,Pars, dftons duCentre PomcidoL, 199. or 2535)

    encontramos los mismos nombres que en la Edad Media:admiramos la larga duracin de estas construcciones urbanasque llevan por nombre Pars, Npoles, Londres, Miln, y tam-bin Barcelona. Praga, Zurich..., y nos maravillamos ds la vita-lidad actual de esos antiguos conjuntos de ciudades medieva-les, hanseticas o flamencas.

    Sin embargo, lo que se ha producido en el curso de algo msde un siglo no es una trivial evolucin, sino una mttedrf,

    mos^las'.^cuencias que pongan d manifiesto el carcter,la ma^fB&l y fe hstaiia de sta; mutacn|

    Con este fin, esta exposicin confronta dos series de representadones: unas emanan de los arquitectosurbanistas; las otrasde los artistas. Las primeras, al servicio de la acdn, de la i

    deologia y a veces del sueo, son proyectos, unas veces reali-zados, otras no. Las segundas registran la metamorfosis del

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    O reino de lo urbano y la muerte de la ciudad

    quemos al respecto! No se trata de ilustracin, sino de viden-cia, privilegio de los artistas que revelan y dan cuerpo a losfenmenos. As, desde finales del siglo pasado, pintores, gra-

    badores, fotgrafos y cineastas nos confrontan a una dudadbifronte: benfica segn algunos, efigie del progreso y de labelleza, fermento de vida social incluso en el anonimato de lamultitud; malfica segn otros, sinnimo de caos, de perver-sin, de una indigencia y de una fealdad de la que la soberanaesttica del cine ha sabido apropiarse. Sin embargo, a medidaque pasa el tiempo, unos y otros sealan por igual la acumula-cin progresiva de personas, la multiplicacin de las trayecto-rias y la aceleracin de la velocidad, el gigantismo contagioso _de las construcciones verticales y horizontales, la diseminacin

    perifrica y, para terminar, una forma de la ausencia.

    La mirada sucesiva y convergente de pintores, fotgrafos ycineastas nos pone en guardia contra las palabras. La secuen-cia de sus presentaciones obliga a preguntarse si la divinidadbifronte, esta dudadmadre y castradora hoy invocada y conju-rada con pasin y desespero para justificar nuestro trabajo deurbanismo y fundamentar sus virtudes, no es ms que unatrampa; si el viejo concepto y la imagen convenida, en los quetienen cabida desordenada centros histricos, dudades nue-vas, suburbios y megalpolis, no estn funcionando a la mane-

    ra de mito encargado de obviar la impotenda y la angustia, y sino disimulan la inadecuacin de la palabra a la cosa. Los his-toriadores nos han. enseriado, no obstante, que los.trombresji ki suelen cambiar d e lxico cada vez que cambian de costml tiris"!' y que la conservacin de las palabras contribuye a lal.nga duracin de nuestros esquemas mentales, es decir, eneste caso, a su arcasmo.

    /.No ha llegado entonces el momento de admitir, sin sentimeni.ilismos, la desaparicin de la dudad tradidonal y de pregun-tarse sobre lo que la ha sustituido, esto es, sobre la naturalezade la urbanizadn y sobre la nodudad que parece haberseconvertido en el destino de las sociedades ocddentales avan-zadas? Este va a ser mi propsito.

    La palabra y la co sa

    Gomo paso previo a la exploradn del mbito urbano entre1850 y 1950, conviene hacer un rpido excurso referido a tres

    trminos: dudad, urbanismo y tcnica. En el caso de los dos

    primeros se tratar de recordar su acepcin original. Erusuanlo al tercero, por el contrario, se tratar de un enfoque factual y

    no semntico, destinado a poner de relieve el vinculo insufi

    I rmula de Marc Bloch en Apo loga para la his tor ia o e l o lid o de historiador,Mjico, INAH, Fondo de Cultura Econmica. 1996, p. 146 (versin original:

    Apo log a p ou r T iisloire .Parts. A. Colin, 1945. pp. 4041,7a ed 1974).

    dentemente reconoddo que une la tcnica a la dudad y hacedel trmino una palabra clave del mbito urbano.

    Ciudad. Pondremos entre parntesis su sentido institucional:objeto de una convendn, variable segn el pas (en Frantt; 5pobladn de al menos 2.000 habitantes aglomerada en un solo?mnidpiTy que constituye un instrumento administrativo, jur-dico y fiscal).

    En el lenguaje comn actual, dudad" contina designando elluqar o el soporte esttico de,una triple comunicacin queatae al intercambio de bienes, de informaciones y de afedos.Aun'se la contibe como la unin indisociable de lo que los

    romanos llamaban urbs(territorio fsico de la dudad) y civitas(comunidad de los ciudadanos que la habitan), o tambin comola pertenencia reciproca entre una poblacin y una entidadespadal discreta y fija.

    Pero la entrada en la era industrial y las concentraciones demo-grficas sin precedente que sta indujo han hecho mella enesta asodadn ancestral. En 1855, Haussmann lo subrayabaa propsito de Paris en un discurso pronundado ante el conse-

    jo munidpal:

    Es apropiado hablar de municipio para referirse a estainmensa capital? Qu lazo munidpal une a los dos millonesde habitantes que se apian en ella? Podemos acaso obser-var entre ellos alguna afinidad de origen? No! La mayora deellos proviene de otros departamentos; muchos de pasesextranjeros donde conservan sus familiares, sus ms predadosintereses y, a menudo, la mejor parte de su fortuna. Pars espara ellos un gran mercado de consumo; una inmensa canterade trabajo; una arena de ambiciones o tan slo una tita de pla-cer. No es su tierra".2

    Etimolgicamente, la palabra francesa villeprocede del latnvilla, que designaba un asentamiento rural autrquico que amenudo constituy el ndeo de las dudades medievales. Estaetimologa subraya la pertenencia de la dudad europea preindustrial al campo. Mumford, uno de los primeros, nos haenseado que, exc^ p'atanos centrs.conoestionados. Utdudad de la Ed^,Media nojptefca meramente e fcampgfSnoque fmab'a parte Bel carrpo3y esta reladn de interde-pendencia vuelve a ser puesta de relieve en la actualidad porlos historiadores de la dudad europea.4

    2 E. Haussmann, Mmoires, tomo 11, Paris. Havard, 1891, p. 199. Tambin en la Teva edicin Mmoires du baron Haussmann, introduccin general de FranoiseChoay, Paris, Seuil, 2000, pp. 555556.

    3 L Mumford, La Cultura de las dudades,Buenos Aires, Emec, 2* ed., 1957, p.36 (versin origina!: The Culture of CHies,Londres, Secker and Warburg, 1938, p.306).

    4 P. M Hohenberg y L H. Lees, The Making of Urban Europe (1000 -1950), Cam

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    ;El reino de lo urbanoy la muerte de la ciudad

    Tambin aquf la raguc^rtJsi^jnr una asociadn origi-nal y destruy la relacin de complemeritariedad "que una la

    que sg Marx el comunismo debera suprimir. Sin embargo,no fue gracias a una revolucin social, sino a una permanente' & ^ p ^ - o m q ^ ^ 6 t supresin de esta"diferen|f'a veremos que el procesocontinuay tiende a eliminar, enprovecho de una entidad que ya no "es dudad ni campoflos dos|trminos que, lgica y fenomenolgicamente, existan el unopor "el otro.*

    Urbanismo. El trmino es un neologismo propuesto por el cata-ln lldefons Cerda en su Teora general de la urbanizacin(1867) e introducido en Francia, en la primera dcada del pre-sente siglo, por H. Prost y un grupo de practicantes que actua-

    ban en el entorno del MuseSocial. La nocin de urbanismonaci en el marco de una reflexin sobre el impacto espacial dela revolucin industrial: la dudad sufri entonces un trastornoespontneo que pareci del orden de un catadismo naturalincontrolable.

    ". dado "el postulado del espado objetivo y neutro".6 Empez suponerseen evidencialaTratraleza poltica e ideolgica de laf

    ---------

    anff iurrierosas disdplias cientficaspueden contribuir a la organizacin del espado urbano, perouna denda normativa de la dudad es una nodn contradicto-ria. Se ha puesto de manifiesto que las teoras del urbanismorespondan a un pensamiento anacrnico, cosificador y marca-do con el sello de la utopa: la creadn de modelos urbanos haapareado como un dispositivo reductor, el instrumento totalita-rio de una puesta en condidones.

    Por otra parte, y durante el mismo perodo, el trmino urbanis-mo designa tambin otro, procedimiento,, pragmtico y sin pretensan cientfica, que .no pretefc.ya.cambiarla sociedad. sino

    mayor eficacia"el credminto y el movimiento de los flujos'demogrncosv asi como el cambio de escala de los equipa-mientos y de las constmcdones provocados por la revolucinindustrial.

    Desde su creadn, la palabra ha servido para designar dostipos de actuadn diferentes.

    Por una parte, la palabra lbanismo^ designa una nueva discj* K--------- ser denda de a?

    concepcin de las ( ^Postula la posibilidad de un'con'trol completo del hecho urbano y para este fin ha elaborado^teoras plasificables en dos corrientes: una, llamad j resisyta, apunta al progreso y a la productividad; otra, llamada cutus?ralista, Se concentra en objetivos humanistas..Sin embargo, adespecho de sus diferencias, las teoras de ambas corrientesse fundamentan en un procedimiento idntico: anlisis criticode la ciudad existente y elaboracin a contrario de un modelode dud id que puede ser construida y reproducida ex nihilo.

    i ' :El modelo progresista (los CIAM, Le Corbusier) propone un

    objeto urbano separado cuyos componentes estandarizados sereparten en el espacio segn un orden funcional y geomtrico.El modelo culturalista (la dudadjardn de Howard) es, por elcontrario, compacto y muttifundonal. El modelo progresistadomin la escena europea desde los aos veinte, pero no tuvouna aplicadn significativa hasta despus de la SegundaGuerra Mundial y la reconstrucdn.

    En esa misma poca las pretensiones dentficas del urbanismo'terico empezaron a ser desestimadas5 y empez a ser denun

    bridge, Mass., Harvard University Press, 1985.

    5 Cf. en particular, G. C. Agan, A rd iB et ltia e ideologa, Miln, Zodiac, 1957; F.Choay, LVrbanisme, utopies el raBs, Pars, Le Senil, 1965 {trad, cast: B Urbanismo, utopias y realidades, Barcelona. Lumen, 1970). y La Rgle el le Modle, Paris, Le Seuil, 1980; H. lefebwe, Le Droit la vile, Pars, Anthropos,

    Antes induso que la creacin de la palabra urbanismo, elarquetipo de esta actuadn, que seria mejor llamar ordenacinregularizados, aparece con las grandes obras de Haussmann. El verbo regularizar" aparece repetidas veces en susMmoirespara confirmar el papel precursor del prefecto y el

    parentesco de su enfoque con el de los RegulierungsplanedeStbben y de Wagner en Alemania y Austria, as como con losplanes reguladores de los urbanistas franceses Hnard, Prosty Jaussely.

    La tcnica: deus ex machina que mueve los hilos del teatrourbano desde el gran catadismo de mediados del siglo XIX.

    Sabemos que la dudad es un fenmeno demasiado complejopara que pueda ser pensado en trminos de cadenas causalessimples: pone en juego haces de determinadn inscritos en

    budes de retroacdn, cuya complejidad no se agota con unanlisis sistmico. Sin embargo, para explicar las alteradonesespontneas o concertadas que ha sufrido la dudad europea

    5preindusVial, los historiadores han hecho espedal hincapi enlos fadores econmicos y polticos (papel del capitalismo,lucha de dases), as como en fadores demogrficos (creci-miento, masificadn, flujos, todos ellos igualmente condidonados por los adelantos de la salud pblica y de la epidemiologa,y por el xodo rural).

    El papel que ha desempeado la tcnica en la transformacin

    de la ciudad europea ha sido tan escasamente reconocido que

    . 1968 (trad. casL: B Derecho a la dudad, Barcekx ia, Peninsuia, 1969).

    6 H. Lefebvre, Rflexions sur la politique de lespace . Paris, 1970.

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    uc iu umano y la muerte de la ciudad

    merece que le concedamos aqu lugar de privilegio.

    La reflexin (no filosfica) sobre la tcnica y su historia tiendea aislarla en su campo propio, pese al hecho de hallarse impli-cada, simultnea y directamente tanto en la morfognesis delespado urbano como en la gnesis de las mentalidades y delos comportamientos urbanos.

    Cerda fue el primero en calibrar ese poder al hacr de lastoncs de trasporte'el'motor de la historia espacial de las ciddds qu el invento del ferrocarril y el uso de la electricidadvinieron a revolucionar

    A fin de distinguir las etapas de la transformacin ocurrida entre

    1870 y 1990, podemos retomar hoy de manera ms global lasecuencia de innovaciones tcnicas que inauguran y jalonaneste periodo. Los mbitos que se afirman de modo ms nota-ble son:

    La construccin; Cerda no menciona este campo, el papel delcual fue ms tarde destacado por dos historiadores de la arqui-tectura, S. Giedion7 y B. Banham.8 Recordemos que en lasegunda mitad del siglo XIX se perfeccion la fabricacin denuevos materiales (acero, hormign, cristal), cuyos procedi-mientos de aplicacin contribuyeron a cambiar el estatuto delos edificios, transformndolos en objetos tcnicos; los equipa-

    mientos mecnicos y elctricos, que han hecho posible unamayor densidad del tejido urbano al generalizar la construccinen altura (ascensor) y al "acondicionar (aire, temperatura) losedificios, liberndolos asi de un conjunto de restricciones deimplantacin y de dimensionamiento; la industrializacin deledificio, que estandariza el marco edificado y favorece no sloel crecimiento de la periferia de la ciudad, sino que supone unaocupacin difusa del territorio entero disponible para la cons-truccin.

    tos transportes. A partir de 1850, el tren, que permite a lasociedad occidental el acceso a una movilidad en masa sin pre-

    cedentes, se convirti en el factor ms potente de densificacinde las ciudades. Ms tarde, a finales de siglo, secundado porel tranva, y el metro, el tren contribuy de nuevo a su expan-sin. A partir de los aos treinta, el automvil devolvi a lasredes viarias el papel perdido en la expansin de las ciudadese increment an ms la movilidad general, mientras la aero-nutica contribua a fijar los grandes nudos urbanos.

    7 S, Giedion, Mechanization Takes Command, Nueva York, Oxford UniversityPress, 1948 (trad, cast: La Mecanizacin toma el mando,Barcelona, Gustavo Gili,

    1978).

    8 R. Banham, The Architecture of the Well Tempered Environment, Londres,Architectural Press, 1949 (trad, cast.: La Arquitectura del entorno bien dimatizado,

    Buenos Aires, Infinito, 1975).

    Cas. telecomuni caciones. El telgrafo, la radio y el telfono,con sus ltimas aplicaciones informatizadas, han sido respecti-vamente emparejados con las diferentes tcnicas de transpor-te, cuyo funcionamienfo controlaban o controlan. Adems, lastelecomunicaciones fan multiplicado directamente los inter-cambios de informacin entre los ciudadanos, extendido sucampo de accin, transformado su experiencia del espacio ydel tiempo y, con ello, la estructura de sus comportamientos.

    La ltima cara de la urbanidad

    Con sus resplandores, estancamientos y fracasos, en lamutacin urbana, cuyo ineluctable cumplimiento configura

    el tema de esta exposicin, destacan algunos puntos lgi-dos. Sin embargo, su sucesin se ordena a partir de un ori-gen que ha dejado huella en la mayora de las ciudades deEuropa y cuya ausencia lamentamos: la obra deHaussmann.

    B Pars de Haussmann posee valor de lmite: desenlace deuna tradicin y punto de partida de otra. El vnculo de la capitalmetamorfoseada con la ciudad preindustrial es tanto ms fuer-te cuanto que, por una irona de la historia, Pars sigue siendola nica metrpolis cerrada en Europa, encerrada por voluntadde Thiers en el interior del muro anacrnico que slo caer des-

    pus de la Primera Guerra Mundial. Pero, a pesar de esteencierro, juega un papel inaugural gracias a la regularizacinimpuesta por el prefecto. Por primera vez, ste trata el conjun-to de los espacios heterogneos de la capital como una entidadnica a la que un plan global dotar de isotropa. Este plan, quetransform losPars de Balzac en la metrpolis de Zola, permi-ti de modoj>artcular tres logros fundamentales, e insepara:bles. Hizo de la ciudadfpor entero un sistema de comunicacio-nes: un entramado jerarquizado de vas rompe el aislamientode los barrios, comunica los puntos claves y cardinales de laciudad entre s y con las estaciones de ferrocarril, como puer-tas urbanas que conectan la ciudad cerrada con el conjunto del

    territorio nacional. Como corolario, la escala de toda la ciudadaumenta, al conjugar operaciones quirrgicas (aberturas,ensanches) e injertos (integracin de todos los espacios libresntra murosa ambos lados de la barrera del antiguo edificio delos recaudadores de impuestos). Finalmente, dota a toda la ciu-dad de un equipamiento higinico concebido en forma de redestcnicas isomorfas y de un sistema respiratorio de zonas ver-des.

    Si llamamos urbanidad al ajuste recproco de una forma de teji-do urbano y de una forma de convivencia, se puede, con toda

    razn, hablar de una urbanidad haussmanniana. Ciertamente,el ensanchamiento de la escala de las vas, de las parcelas yde los edificios rompi el marco de relaciones sociales de pro

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    El reino de lo urbano y lamuerte de la dudad

    xmidad caracterstico de la ciudad preindustrial; pero slo parasustituirlo por un nuevo marco de convivencia. De una parte, eltejido urbano de plantillas ensanchadas conserv una continui-

    dad que satisfaca a la vista y al cuerpo por la proporcin reci-proca y rigurosa de las dimensiones (anchura y altura) de lascalles, de las aceras y de los edificios que las bordean. Sobretodo, queda encajada en el tejido urbano una estructura apequea escala. Constituida por un mobiliario urbano diversifi-cado, concebido, diseado, producido e instalado con esmero,asi como por rboles y recintos cubiertos de verde, .la ciudadconvierte .las aceras' y los jardines, ei) teatro de relacionesMK S ^S ranfiilmasr(snp

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    B reino de b urbanoy la muerte de la ciudad

    antigua dudad a las nuevas tcnicas. Estas estructuras se handeduddo de un doble anlisis de la situacin espedfica de

    Barcelona y de los componentes de la dudad.en. general, loque convierte a Cerda en el creador de la.geomorfologa urbaft1p a .Adems, si la capital catalana se ve indudda a extenderseenlodas las direcdones por donde lo permitan las condicionesfsicas, este proceso queda conirolado por el dispositivo deldoble mallado ortogonal. ste asegura la continuidad (por ai-reada que sea) y la homogeneidad de una trama edificadacuyas manzanas normalizadas ofrecen una completa libertadarquitednica y, sobre todo, se convierte, gradas a la articula-cin de su reducida escala con el gran sistema viario, en elescenario de inditas formas de convivenda. Por todo ello, el

    plan Cerda debe ser dasificado dentro de la misma categoraque los de Haussmann y Otto Wagner.

    Otros planes cercanos o derivados de estas tres estructurasregularizadoras han asegurado, en otras grandes dudadeseuropeas, la pervivenda de la urbanidad metropolitana nacidaen la segunda mitad del siglo XIX. Hasta mediados del sigloXX, todas esas dudades y muchas otras acogieron e integra-ron, sin verse alteradas por ello, la sucesin y la diversidad deexperiencias y de estilos arquitectnicos nuevos. El modernis-mo (ms barroco en Barcelona, ms pictrico en Praga, Viena

    o Munich, ms reservado en Pars o en Bruselas), el dasicismo estructural de Perret, el funcionalismo de los CIAM o inclu-so el monumentalismo de la arquitectura llamada totalitaria, enItalia o en Alemania, han aportado una nota plstica nueva a laciudad europea sin modificar su estructura.

    Despus de la Segunda Guerra Mundial, la reconstrucdn res-pet en la mayora de ocasiones el permetro de las dudadesdestruidas, limitndose a ampliar y homogeneizar su tejidourbano. Le Havre, que fue reconstruida de arriba abajo con hor-mign por Perret, sigue siendo una dudad tradicional (echada

    nicamente por el material y un estilo arquitectnico.

    Al lado del tipo metropolitano, el de la dudad y la urbanidadpreindustriales no haba desapareado de Europa. An vegeta-ban numerosos asentamientos antiguos y, en otros casos, porejemplo en Italia del norte, en el sur de Alemania o en losMidlands de Inglaterra, la densidad de la antigua"base urbanalimitaba la extensin de las dudades.

    Seales de deconstruccin

    Con todo, no haban faltado desde principios de siglo signosque anunciaban una deconsbuatn^inminente de la dudad;nuropea. Se puede reafizarun rpido resumen sin separar elpequeo nmero de realizaciones de los innumerables proyec-

    tos, sueos y teoras.

    La ciudad lineal

    En 1882, un intelectual espaol, Soria y Mata, publica en elperidico madrileo S Progresoun primer proyecto de ciudadlineal," fruto de su reflexin sobre las nuevas tcnicas detransporte y de telecomunicaciones y las incidencias socialesde stas. Al igual que Cerd, se halla convencido de que lacomunicadn bajo todas sus formas es el futuro del mundo, ycomparte con l el empeo en mejorar las condiciones de ladase obrera. Sin embargo, en lugar de pensar el proceso de

    comunicadn generalizada que es el urbanismo en trminosde implantacin homognea y multidireccional, lo concibe bajouna forma puramente lineal: "una calle indefinidamente prolon-gable de 500 metros de anchura.'

    El eje longitudinal de la Ciudad Lineal reagrupa las vias detransporte (ferrocarriles, tranvas, carreteras), las redes de ser-vicios de distribudn de agua, gas, eledriddad y telfono, ascomo los servidos municipales y de parques. A un lado y a otrode esta espina dorsal, dos franjas longitudinales formadas pormanzanas ortogonales asodan el hbitat individual a los esta

    bledmientos pblicos, comerdales y culturales, y su desarrollotiene lugar pa r passu,conforme a las necesidades.

    Este modelo est destinado a suprimir la concentracin y ladensificadn urbanas; debe evitar la diseminacin de la construcdn a travs del territorio y presen/ar la integridad delcampo. Por ltimo, simplifica al mximo la interconexin de lasredes de servidos.

    Soria imagina de este modo una ciudad lineal ininterrumpida deCdiz a San Petersburgo, planteando por vez primera el pro-

    blema del asentamiento humano a escala mundial. Pero lasambidones de Soria an eran prematuras y slo pudo aplicarsu modelo a las dimensiones de un suburbio madrileo comu-nicado por un carril central de tranva.

    El mismo esquema de desarrollo fue recogido a finales de losaos veinte en la Unin Sovitica por un grupo de arquitectose ingenieros que se daban a s mismos el nombre de desurbanistas" y para quienes la urbanizacin lineal significaba la abo-licin de la ciudad. Conocan la obra publicada de Soria y esprobable que se inspiraran en l. Pero su modelo, ms elabo-

    11 Lo desarroflar ms adelante en numerosos artculos y en la revista Ciudad lineal que l mismo tundo en 1896. Cf. tambin G. R. CoGms, linear planning throughout the worid", Journal of the Society of Architectural Historians, XV1I1,Fdadeffia, octub re de 1959; tambin d el mismo autor en cas i Artu ro Soria y la du dad lineal,Madrid, Revista de Occ idente, 1968.

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    El reino de lo urbano y la muerte de la dudad

    rado y con una zonificacin rigurosa, favoreca objetivos distin-tos: la realizacin del socialismo y la optimizacin de la pro-duccin industrial. Como sealaba M. Miliutin en una importan-te obra terica,2j a .^ en a^ jm o n ta je .h ab a sido trasladada?de la fbrica al nv'd 'Mmfi^f(^yMfo^de?MSMa?tcin conoci un principio de aplicacin en Magnitogorsk{Leonidov, 1929) y en Stalingrado (Miliutin, 1930). Pero en1931, Stalin puso punto final a esas "desviaciones" ideolgicas.

    Los CIAM: Ciudad m quina y desaparici n de la urbanidad

    Le Corbusier se mof de los desurbanistas en nombre de la

    defensa de la ciudad. Pero era acaso una dudad la utopiaque l describi y dise a lo largo de su vida con el nombre deCiudad Radiante? Ms bien se presenta como deconstruc-cin sistemtica de todos, tos tipos anterioras de^ciudads, fetoda forma d aglomracit continua y articulad!. Y es, por lodems,' el mismo tipo de desintegracin y el mismo modelo elque proponen, desde los aos veinte a los aos cincuenta, losplanes de Le Corbusier para Pars, Argel, SaintDi, Alb...

    La Ciudad | Radiante me servir de paradigma para definiresquemticamente el urbanismo de los CIAM, que tuvo en Le

    Corbusier a su instigador en 1928 y a uno de sus principalesprotagonistas ms adelante. Esta eleccin es legtima, ya que,s bien Le Corbusier invent poco en la materia, su gran mri-to", segn Ip palabra de Bruno Taut, es haber dado forma lite-raria a los principios modernos." En este sentido, ejerci unainfluencia Qtemacional sin igual sobre la ordenacin territorialy urbana dspus de la Segunda Guerra Mundial.

    CIAM: Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna. ElCongreso presenta, a intervalos regulares, un momento cul-minante de mltancia y de formulacin doctrinal para tos miem-

    bros de un movimiento que agrupa a arquitectos reunidos porsu fe en la tcnica y una voluntad comn de romper con elpasado; Este movimiento surgi de la crisis abierta en el trans-curso de la segunda mitad del siglo XIX a causa de la transfor-macin de las tcnicas de construccin y la amenaza que dichatransformacin haca gravitar sobre el estatuto de los arquitec-tos. Responde, a su modo, a ia advertencia realizada porViolletleDuc al final de sus Entretiens,donde tema que "el ?papel.de tos airjuiteptos (hubiese) llegado a su fin (y) empeza,do 8'dflMmgnips^ * '

    12 N. Miiuti n, Sotsgowd,Leningrado, 1930: traducido al ngis con notas y comen-

    tarios por G. R. Coflins y W. AHix, Cambridge. Mass., MIT Press, 1974 (trad. casi en: Aynomino, Cario, Orgenes y desarrollo de la dudad moderna. Barcelona,Gustavo Gil, 1972, pp. 285329).

    13 t e Corbusier, La V3le radieuse,Pars, Vmcent Fral, 1933.

    14 E. E. VMeM eDuc , Entretiens su r farM ectu re, Pars, Mot el & Co., Vol. II, 1872,p .445 ;

    Los miembros del CIAM redefinen el papel del arquitecto en lanueva sociedad tecnidsta cuya ordenacin global reivindican.

    Pero romper sin compromiso con su propia tradicin y asimilarla magnitud y el alcance de las transformaciones tcnicas ocu-rridas en su campo hubiese exigido de ellos la adquisicin denuevos conocimientos y de nuevas competencias; la mayorase ahorr este esfuerzo, en favor de una ideologa de vanguar-dia. Combatan por una causa, la modernidad. Luchaban porerradicar las formas y tradiciones arquitectnicas del pasado:

    transatlnticos,..) antes que por procesos o_nuevos sisjemasde"ref3pri|R^Ff priifiran era proyectado como objeto tcnico,como artefacto incluso, segn atestigua la famosa frmula de

    "artefacto habitable" que Le Corbusier tom de OzenfanlCorolarios: el edificio se converta en objeto autnomo, desliqado de toda dependencia o articulacin contextual . llegado elcaso, poda ser reproducido por !a Industria.

    Adems, el nuevo estatuto de objeto arquitectnico contamina-ba el de la ciudad que, participando de tos mismos principios,pasaba al control del arquitecto: transferencia de competenciasavalada por la Carta de Atenas,15que redact el CIAM de 1933.La ciudad se convierte a su vez en una machine vivrey debeasimismo "hacer tbula rasa del pasado". Se excluye conservar

    los centros antiguos como ncleos dinamizadores de un nuevodesarrollo, segn la actuacin del urbanismo regularizador. BPlan Voisin de Paris16es un buen ejemplo: derriba los barriosantiguos y slo conserva algunos edificios aislados convertidosen curiosidades histricas y tursticas.

    Le Corbusier ha proscrito de la Ciudad Radiante la calle quefederaba ios distintos elementos del tejido urbano, haca com-pactas las ciudades antiguas y se haca as responsable de susalubridad y de su desorden." La Ciudad Radiante, higinica yordenada, se sita bajo el signo de lo funcional; la vida urbana

    se reduce a cuatro actividades: el hbitat el trabajo, la circulacin y el odcLas dos primeras se alojan en "unidades" gigan-tes y autnomas cuyos distintos tipos aparecen estandariza-dos. La tercera se concibe como un sistema jerarquizado derutas (hundidas o elevadas), que asegura gracias al automvilla interrelacin de las megaestructuras y su conexin con elterritorio. La cuarta parece tener lugar en las zonas verdesdonde "el suelo pertenece al peatn al cien por cien.17

    15 Documento colectivo publicado en 1933 cuya versin origina! se pcoiic en francs y holands. En 1943 se public una versin comentada por Le Corbusier. Ha sido reeditada, aunque desgraciadamente sin notas explicativas, en ibro de bolsi-

    llo: La Charte d'Athnes, Paris, Le Seul, 1971, col. *PointsArchiEcture (trad.cast: Principios de urbanismo: la carta de Aten as, Barcelona. Ariel, 1971).

    16 Propuesto en 1925 por Le Corbusier, quien le dio el nombre del fabricante de automviles Gabriel Voisin.

    17 Le Corbusier, La VBe radieuse, op. dt., frmula repetida de princpo a fin d libro.

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    E reino de lo urbano y la muerte de la ciudad

    Conjunto discontinuo de megaestaicturas clasificadas en sub proyecto de sociedad global. Su inventor era un reformadorconjuntos discontinuos: la red de carreteras^ofrece la nica.( social. No dibuja su propuesta, sino que la presenta bajo la

    continuidad entre los grande ipmi^tos mirados enUn a f o r ma abstracta de un esquema o diagrama. Objetivo: reparconfiguraci'n geomtricample, quefsjo resultalegible sobr/ tir racionalmente y fijar armoniosamente los flujos demogrfiel plano o desde una visin area. La comunicacin se traduceen circulacin, l'scala local v la urbanidad ceden el sitio porcomnjeto a la escala territorial?

    Este modelo inspir la renovacin urbana y los grandes conjun-tos posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Pero, bajo unafraseologa modernista, la deconstruccin radical de la ciudadno resulta por ello menos anacrnica. Participa de un ciertoftjismo utpico puesto al servicio de una visin paleotecnicista,

    en las antpodas de un pensamiento de la complejidad.

    El privilegio exclusivo que el movimiento moderno concedi ala escala territorial tuvo, no obstante, una excepcin, relativa aalgunos programas munidpales de ciudades obreras. En lneadirecta con la tradidn inaugurada a finales del siglo XIX porlos patrones de industria en Gran Bretaa y Alemania, un pua-do de arquitectos supo concebir y realizar en la periferia urba-na, destinadas a la pobladn obrera o a la de ingresos modes-tos, pequeas ciudades cuya escala, articulacin espadal y tra-tamiento sofisticado de materiales poco costosos, indistinta-

    mente modernos o tradicionales, conformaban autnticosndeos de vida sodal. La obra de Bruno Taut, ejemplar toda-va, objeto de estudio y de restauracin (en las afueras deBerln, por ejemplo), traduce la bsqueda de un contrapuntolocal frente al proceso, plenamente asumido, de la Auflsung der Stdte,>8 de la desagregacin de las ciudades.

    La Garden-City entre dos mundos

    La dudadjardn (garden-dty)de Ebenezer Howard ya no es

    contrapunto, sino contrapropuesta. Le Corbusier la situaba alextremo opuesto de la Ciudad Radiante. Su valor sintomticono reside en una partidpadn, simblica o concreta, en el pro-ceso de desagregadn de la dudad europea, sino en la reac-cin antagnica que le opone. A la amenaza de deconstrucctnque ilustran el difuso estallido del suburbio londinense o el de-sarrollo monofuncional de las dudades del Black Country, laciudadjardn responde con un proyecto de reconstrucdn.

    No debe confundirse la garden-cityde Howard con la cit-jar-din.su homnima francesa, que es, segn los casos, una du-

    dad dormitorio ms o menos lograda. La propuesta de Howarden su libro Tomorrow: A Peaceful Path to Sodal Reform(1898)19es un modelo de dudad completa que subtiende un

    ,E ? Taul, O A u fi s im g d e r S &Se. Hagen, Votkwaang Veriag. 1920.

    . eos y las actividades sociales en aglomeraciones discretas,pequeas dimensiones y casi autrquicas, que no deban exce-der los treinta mil habitantes. Circunscritas por anchos cinturo-nes verdes, agrupan concntricamente todo tipo de institucio-nes y de actividades sociales. Los sectores industrial y agrco-la estn localizados en la periferia, aunque en el interior de laentidad fsica definida por dnturn verde. Estas ciudades estnunidas entre s por una red ferroviaria que hace de ellas un con-

    junto de sistemas interconectados, cada uno de los cuales gra-

    vita alrededor de una ciudad central de sesenta mil habitantes.

    El dispositivo tiene por objeto preservar a un tiempo la dudady el campo, y poner su complementariedad al servicio de laurbanidad y de la calidad de vida, en previsin de la diseminadn de las construcciones, considerada de alto riesgo social ycultural. Permite asimismo operar una pacifica revoludnsodal gradas a un conjunto complejo de mecanismos territoria-les y financieros, que no me propongo describir aqu.

    El esquema de Howard no carece de parentescos con el de

    Soria, y su uso del ferrocarril lo induye en una lgica del de-sarrollo tcnico. No obstante, aun radonalizando la repartidnterritorial, reproduce el modelo fijo y discreto de la dudad preindustrial. Bajo un aspecto sistemtico, remite induso como sunombre ndica a la ruralidad de la ciudad medieval.

    Inglaterra, pas que siempre ha sabido aunar innovacin y tra-dicin, reserv una entusiasta acogida a Tomorrow.Las obrasde la primera garden-city tuvieron su inido en 1903, enLetchworth. El modelo de Howard continu inspirando la creadn de los New Townsingleses despus de la Segunda Guerra

    Mundial. Sin embargo, el esquema howardiano no puede enmodo alguno seguirse al pie de la letra. Esta distanda y las dis-fundones que no logr evitar son consecuenda de la proyecdn anacrnica de la dudad preindustrial, que neutraliza lasinnovaciones de la garden-city.

    Una anticipacin realista

    La perspectiva de la historia nos permite leer hoy la escala terri-torial de la Ciudad Radiante y la rehabilitadn de las pequeas

    escalas de ordenacin local realizadas por Howard como sig-nos de una prxima deconstrucdn de la ciudad europea.

    Sonnenschein, 1898. En la segunda edicin e! ttulo es Garden-Cities of Tomorrow(trad. cast en: Aynomino. Cario, Orgenes y desarrollo de la dudad moderna,

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    El reino de lo urbano y la muerte de la ciudad

    Sin embargo, sin la ayuda de la perspectiva histrica, sin elapoyo de la actuacin utopista y fuera del marco de la ciencia

    ficcin, ios indicios de tal deconstruccin fueron descritos, ysus consecuencias deducibles analizadas20 y aplicadas en lapoca, por un espritu cuya clarividencia no ha sido bien reco-nocida:21el italiano Gustavo Giovannoni (18731943). Su luci-dez responde sin duda a su triple formacin como ingeniero,arquitecto e historiador del arte. Esta adhesin a mltiplesdisciplinas le permite, en efecto, no concentrar su atencin enuna nica escala de ordenacin, asignar un papel indito alantiguo patrimonio urbano y formular un conjunto de hiptesisque todava hoy pueden guiar la reflexin sobre la forma de lasimplantaciones humanas en las sociedades tcnicas avanza-das.

    El espacio urbanizado responde a dos estticas diferentes,una de las cuales implica al ingeniero y la otra al arquitecto.

    El estudio del tejido de los centros urbanos histricos revelauna escala de proximidad que puede servir de principio gene-rador y regulador en la concepcin de nuevos tipos de implan-tacin. /y _.----- y 'A \r-T' iY.

    E; antiguo patrimonio urbano no debe quedar relegado a fun-ciones msesticas; puede efectivamente, y siempre que sunuevo destino sea compatible con su morfologa, ser utilizadopara usos contemporneos, de proximidad, y con ello integra-do en los planes de urbanismo y ordenacin. A este empeo seconsagr en Italia el Giovannoni constructor.

    f

    0 ingeniero Giovannoni haba, comprendido que las grandes'redes de comunicacin y de telecomunicacin concebidas anivel de los territorios se estaban convirtiendo en el canal obfrgado de la urbanizacin y en el instrumento de su disemina-cin. Como tcnico sagaz, presenta la complejidad virtual de

    estas redes, ignorada por los CIAM. Vea en ellas el instrumen-to de una disminucin de la densificacin de las ciudades, desu reduccin a travs de lo que l llamaba un proceso de anturbanizacin, en provecho de una distribucin ms flexible ymenos densa de aglomeraciones menores.

    El Giovannoni arquitecto estimaba, sin embargo, que, si bienlas grandes redes tcnicas de equipamiento son necesariaspara el desarrollo de la nueva sociedad, no son sin embargoSuficientes: demandan la conexin de un complemento, igual-mente necesario y no suficiente: lugares de ocio y reposo cuyapstructura responde, en este caso, a una prctica arquitectni-ca. Dicho de otra manera, el marco espacial de la nueva socie

    jdad implica una dialctica entre dos escalas de ordenacin,

    una territorial, la otra local. Pero se confunden la forma y lasdimensiones de los lugares de ocio y de los de la vida cotidia-na con las formas y dimensiones de las ciudades preindustriales? Segn Giovannoni, el conjunto del patrimonio urbano exis-tente sera sin ninguna duda, fragmentariamente y bajo reser-va de que el tratamiento fuera conveniente, utilizable para estefin. Pero la flexibilidad de implantacin y de dimensionamientoque permite la infraestructura reticulada no dejar de suscitar lacreacin de nuevas tipologas.

    Se sinti implicado entonces el Giovannoni historiador del arte

    y lector de Camllo Sirte, desarrollando, en particular, tres tesis:

    20 G. Giovannoni, "Vecchie citt ed edilizia nuova". Nuova Antologia, No. 995,MSn, 1913; el mismo ttulo fue retomado para un libro. Turin, UTET, 1931.

    21 Vanse los ataques o el silencio deliberado de los historiadores italianos de laarquitectura despus de la Segunda Guerra Mundial. La rehabilitacin de

    Lo urbano contra la ciudad: culminacin de una mutacin

    A partir de los aos sesenta, la concomitancia y la sinergia deun conjunto de innovaciones tcnicas inauguran una fase cru-cial en el proceso de urbanizacin de Europa: el cumplimientode las condiciones necesarias para que culminara la mutacininiciada un siglo antes.

    Entre dichas innovaciones, las ms determinantes se refierenen primer lugar a los transportes y a la comunicacin a distan-cia. Las redes de trenes y metros de gran velocidad; los gran-des aviones que multiplican la velocidad y la capacidad de lasredes areas; las nuevas aplicaciones del telfono con la con-sulta a distancia de datos informatizados y la transmisin inme-diata de datos escritos: todos esos instrumentos confieren asus usuarios una especie de ubicuidad.

    El espacio esclavizado por la velocidad

    La compresin del tiempo necesario para los desplazamientos,as como para la adquisicin y la comunicacin de informacin,anula una parte de las antiguas restricciones y servidumbresespaciales a las que se hallaban sometidos los asentamientoshumanos. Las nuevas velocidades de circulacin favorecenidnticamente dos tipos opuestos de movimientos y de implan-taciones.

    Por una parte, una tendencia a la concentracin focaliza los flu-

    jos humanos en direccin a los polos de atraccin que siguensiendo las metrpolis nacionales o regionales, pero las activi-dades se instalan en las periferias cada vez ms ampliamenteirradiadas, cuya expansin, ligada a la saturacin progresiva delas redes de servicios, coincide con el despoblamiento genera

    \

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    otra parte, una tendencia a la dispersin provoca una descon-centracin que puede ser linea! o puntual. Ejemplos del primercaso: la urbanizacin continua en la linea de la costa o de lascuencas fluviales. Ejemplos del segundo caso: las aglomera-ciones improvisadas en tomo a terminales areas (aerociudades) o de centros de investigacin y universidades (polos tec-nolgicos), las megamquinas comerciales o culturales, que noson imputables a la Influencia americana, sino efecto de unequipamiento tcnico; finalmente, la implantacin difusa dehbitats en zonas rurales, que ha recibido en Francia el nom-bre de rurbanisation.n Puede suceder que todos esos tipos deimplantacin se asocien: as el sueo lineal de Soria ha sido :realizado entre Gnova y Marsella, aunque combinado condesbordamientos laterales, densos o diseminados, que handestruido irremediablemente antiguas poblaciones y paisajesancestrales.

    En otras palabras, la era de las entidades urbanas discretas haterminado. La era de la 'comunicabilidad universal" anunciadapor Cerd y por Giovannoni es tambin la de la urbanizacinuniversal, difusa y explosionada. Ingenieros,23 gegrafos,24demgrafos25 coinciden en Constatar que el modelo de loslugares centrales que serva a W. Christaller26para explicar elcrecimiento y la reparticin de las ciudades ya no justifica unareticulacin generalizada, a la vez ms estable y sobre todomenos concentrada, ni tampoco de las corrientes de urbaniza-cin en forma de filamentos y de tentculos caprichosos que

    ponen en evidencia las nuevas tcnicas de cartografa. Sinombargo, si bien segn la frase de H. Le Bras, 'el paso de una:i)ografia d potos a una geografa de lineas significa la moderm/gSn* no existe modelo, siquiera disipador, que aclare la % fluctuacin y las ncertidumbres inherentes a los nuevos estilosdo poblamiento.

    des y comportamientos urbanos. Un sistema de referencia fsi-co y mental, constituido por redes materiales e inmateriales, ascomo por objetos tcnicos, y cuya manipulacin pone en juegoun repertorio de imgenes y de informaciones, resuena en uncircuito que se cierra sobre las relaciones que mantienen nues-tras sociedades con el espacio, el tiempo y los hombres.2Aeste sistema operativo, vlido y factible en cualquier lugar, enla ciudad como en el campo, en los pueblos como en los subur-bios, se le puede llamar lo Urbano.

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    s a travs del planeta, son, hemos sido, pese a nosotros mi s p r ont o realizados, de ciudades nuevas, el anacronismo de losmos, arrojados al espacio y forzados a vivir en l y a residir en rcuales tiene en Vaudreil (Francia) uno de tos mximos simboalgn lugar, Pero dnde y cmo? los.

    Pensar lo urbano

    Pensar lo urbano es hoy una necesidad.^i^tefKjadeJa ?imagen de la ciudad que la anula responde a un mecanismo d' rdefensa: s niega una realidad que resulta demasiado 'difcil odemasiado desagradable afrontar. Ejemplo: un semanario pari-sino33publica en forma de cuento una proyeccin realista delas posibilidades de deslocalizacin que ofrecen las redes deservicios; los cargos electos consultados condenaron unnime-mente esta fantasa en nombre de la perennidad de la ciudad.

    Pero el mecanismo general oculta formas especificas de resis-tencia, que emanan de modo particular de tos medios profesio-nales.

    Existe en primer lugar la persistencia de un urbanismo cosifcador, atascado en un enfoque fijista de la ordenacin urbana. M.Webber habia de invocar la 'obsession of placeness.MLa acti-tud queda ilustrada por las utopias pseudotcnicas (Y.Friedman, N. Schoffer, P. Maymont) que prosperaron entre losaos cincuenta y finales de tos sesenta. A ellas se opusieron,casi nicos/en su gnero, tos ejercicios del grupo inglsArchigram, fundado en 1961. P. Cook y un grupo de jvenes

    arquitectos britnicos emprendieron una gran limpieza episte-molgica. Recurren a la ciberntica y a la informtica, perotambin a los datos de la economa y de la der.iografa, asicomo a la cultura pop, para presentar en forma de tebeo confi-guraciones? inmediatamente conectables y esconectables aredes tcnicas complejas. Ubicuidad, mov Sdad, reversibilidad;1instantaneidad,.precanedad,; indeterm inism oson sus 'c on cej il' tos operativos*

    La critica de los arcasmos mentales relacionados con la du-dad llega ms lejos todava cuando R. Banham lanza, en la

    senda abierta por Archigram, la propedutica provocadora del'non-plan oa noi!rag9j^...esi)ptneos y .. *d*dihifrarfjs. Pruebas retrospectivas de esta afirmacin sonla completa falta de impacto de Archigram sobre la planifica-cin de la poca y, sobre todo, tos proyectos contemporneos,

    33 Le Point,5 junto 1993.

    34 M. Webber, Explorations into urban structure, op. d t-, p. 147 (trad, cast.: op. dt .p. 135).

    35 Ct. PluginCity (19641966), InstantCit/ (19681971), en Arc hig ram ,Londres, Studio Vista, 1972.

    36 R. Banham, Barker, C. Price, P. Hail, "Nonptan: a n experim ent in freedom", NewSociety,No. 26,1969 , pp. 435443.

    El enfoque fijista de los urbanizadores se ha visto reafirmado

    por la contribucin de ciertas ciencias sociales en el marco dela interdisciplinaridad, entronizada en la poca, tanto en lainvestigacin como en el mbito operativo, para paliar lascarencias tericas del urbanismo. Asi, por ejemplo, la sociolo-ga urbana, apoyada por las investigaciones de la antropologacultural, supo poner en evidencia con exactitud los lazos dedependencia que, en las sociedades tradicionales, vinculan efuncionamiento de las instituciones sociales a la morfologaespacial. Los estudios de Claude LviStrauss sobre la organi-zacin espacial de las sodedadesliomeosttirasriS^ePierreBourdieu sobre las ciudades cabileas, o induso ciertos anli-sis relativos a la estructura de las medinas proporcionabanimportantes enseanzas, susceptibles de ser aplicadas a esca-la de barrios o manzanas, en el caso de minoras econmicaso culturales no integradas en la cultura urbana dominante.Pero estos datos no se podan trasponer legtimamente a lasociedad global, en cuyo seno las nociones de arraigo y de pertenenda local haban perdido su pertinenda y exigen unreplanteamiento en fundn de nuevos parmetros y segn unareladn indita con la temporalidad.

    Asimismo, la historia (de las formas urbanas), tan reveladorapara comprender el pasado y tratar tos antiguos tejidos urba-

    nos, ha servido de aval al historidsmo ldico de arquitectosprcticos afidonados y legitimado que se proyectaran modelos ,caducos L. y R. Krier, Ch. Moore).

    Pero la restenciade la imaoeq fc^c iuda dJ saeta.est IigadaS'S f f l^f s tena ce otra imagen y de otra ilusin, lade h a rqu S S a ^S n^ En efecto, la tendencia apuntada porlos CIAM se h visto confirmada. La arquitectura que actual-mente ocupa los medios de comunicadn ha cambiado deestatuto y ha dejado de tener vocadn local. Obedece a unalgica del objeto autnomo y pasa a ser competencia del inge-

    niero. Pero, si bien la prensa ha convertido a Foster y a losNouvel en estrellas de la arquitectura, quin de entre el granpblico conoce el nombre de Ove Arrup? 0 ingeniero es, sinembargo, el mago detentador de un saber que permite las lla-mativas hazaas de las "torres sin fin que es oficio del arquitedo disean publicista, creador de logos y de imagen. Pues laprofeca de Adolf Loos (de quien Tristan Tzara deca que era"el nico cuyas realizaciones no son fotognicas')37se ha cum-plido: Por culpa del arquitecto, el arte de construir se ha degra-dado, se ha convertido en un arte grfico'.3Esta desrealiza

    37 Citado por P. Toumikiotis, A do lp he Loos ,Paris, Macula, 1991, p. 22.

    38 A. Loos, 'Architecture' (1910), reeditado en Trotzdem, Innsbru dt Brenner Vsr

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    El reino defo urbanoy la muerte de la ciudad

    cin ha aumentado ms con las nuevas tcnicas de simulacinbasadas en imgenes virtuales.39

    Los objetos tcnicos as producidos se inscriben en las redesterritoriales. En las periferias, conforman simples yuxtaposicio-nes inarticulables a conjuntos de escala reducida (vase en laorilla derecha del Sena, en Pars, el aadido megaministerio,megaestadio, supermercado). En otros lugares destruyen lasantiguas ciudades y los campos inmemoriales: aqu, gigantes-cos rincones que hacen aicos los antiguos barrios (vaseBruselas); all, masas heterogneas que apolillan y agujereanpaisajes rurales.

    La arquitectura que operaba a escala local ha desaparecido; lamisma que, cualesquiera que fuesen las tcnicas empleadas,

    exiga una experiencia directa de la tridimensionalidad, unaocupacin de cuerpo entero, el del arquitecto y el de los habi-tantes, que ninguna simulacin puede sustituir, pues la arqui-tectura no es cosa mental. 'Permite su cuerpo a los vivientessalir del conocimiento y reingresar en l,40recuerda Eupalinos.Y este cuerpo arrojado al espacio funda la ntersomaticdad"'que, a su vez, funda la urbanidad. Parapetados en el proyec-to" y bajo la invocacin de la morfologa urbana y otras aparien-cias engaosas, los arquitectos, los urbanistas, las administra-ciones y las colectividades locales se obstinan en no reconocerque, hoy por hoy, ellos slo reconocen una escala local de

    ordenacin espacial.

    Sobre la nueva Babel se ceme una nueva maldicin; la corjfusin d^esSEte^ue confunde la escena urbana y no permitedistinguir la diferencia de objetivos y de actores que en ellacoinciden.

    Reino de lo urbano, desvanecimiento de la ciudad, essalanica de ordenacin: mejor que taparse los oos ante tales evidencias, convendra extraer consecuencias, que hoy slo puedensir enunciadas en forma de interrogantes.

    Interrogantes

    El primero se refiere a la escala local. Esa escala de urbanidadque supieron conservar Haussmann, Wagner y Cerd y a la

    lag. 1931.

    39 P. Quau, Le Virtual, Le Creusot, Chmp Vallon, 1993 (trad. cast: Lo virtual,Barcelona. Paids, 1995).

    40 Paul Valry, Eupalinos o el arquitecto. Murcia, Aparejadores y ArquitectosTcnicos. 1982. p. 13 (versi n original: Eupalinos ou rarchitecte. prcd de rAme

    et la Dense, Pars, Gaflmard, 1924, reed. 1944. p. 11).41 Expresin del filosofe italiano Dino Formaggio enAr te come Idea e com eespe-rienza, Miln, Mondadori, 1976.

    que hoy aspiran los falsos pretextos de los hstoricistas42escompatible con la ordenacin retculada? Es compatible conel laisser-trede la tcnica y con la evolucin de las mentalida

    des que sta determina? Lo urbano no es sinnimo de urbani-dad. Ni tan solo propiedad exclusiva de l auriatjf Podemos,as, volver a Giovannoni e imaginar ncleos de urbanidad, demltiples tamaos y formas, susceptibles de entrar en una dia-lctica con lo urbano homologa a la que en otro tiempo vincu-laba ciudad y campo.

    Pero esta hiptesis es aleatoria. Depende de una toma de con-ciencia colectiva, de una eleccin de sociedad; mejor, de una opcin filosfica. Subsidiariamente, pero solidariamente, impli-ca tambin el destino de la prctica que contina llamndosearquitectura. Sabrn nuestras sociedades redescubrir laesencia de la arquitectura y reorganizar su enseanza?Volvern los arquitectos a aprender la experiencia tridimen-sional del espacio y el arte de la articulacin? Volvern aencontrar el camino de la modestia para devolver a su discipli-na su papel fundador?

    B resto de Interrogantes son tributarios del primero, incluido elde la esttica. Me limitar a plantear el problema de nuestrasherencias. La ciudad histrica, as como el campo de los pue-blos y de los paisajes que hoy conforman un todo puedenser abandonados al consumo cultural nicamente? No ha lle-

    gado ya la hora de volver a hacer obras? La ciudad europea,an presente de forma tan masiva, aunque tan drsticamentedeteriorada, debe yjwdra sejj[ja_vez^conservada^utilizada,corri oBra de arte, como patrimonio social y como incitacin afTreencuentro con los niveles de la urbanidad. An estamos atierpT

    Pero no hay que engaarse. La ciudad europea no va a con-vertirse en una Collage City?3no puede continuar siendo uri;objeto que yuxtapone n estilo nuevo a los del pasado. Slosobrevivir en forma de fragmentos, sumergidos en la marea

    de lo urbano, faros y balizas de un camino todava por inventar.

    42 Cf. La reconstruction de la vffle europenne*. Arc hite ctur e ration nelle ,Bruselas,

    Archi ves de FArchitecture Moderne, 1978.

    43 C. Rowe y F. Koetler, Collage City, Cambridge Mass., MIT Press, 1978 (trad.cas t : Ciudad cotiage, Barcelona, Gustavo GOi, 1981).