02 texto impreso - cuento - ratón de camo ratón de ciudad (1)
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8/18/2019 02 Texto Impreso - Cuento - Ratón de Camo Ratón de Ciudad (1)
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Adaptado desde http://www.guiainfantil.com/1002/raton-de-campo-y-raton-de-ciudad.html
Ratón de campo, ratón de ciudad.
Érase una vez un ratón que vivía en una humilde madriguera en el campo. Allí, no le hacía
falta nada. Tenía una cama de hojas, un cómodo sillón, y flores por todos lados. Cuando sentía
hambre, el ratón buscaba frutas silvestres, frutos secos y setas, para comer. Además, el ratón tenía
una salud de hierro. Por las mañanas, paseaba y corría entre los árboles, y por las tardes, se tumbaba
a la sombra de algún árbol, para descansar, o simplemente respirar aire puro. Llevaba una vida muy
tranquila y feliz, pero el ratón tenía un sueño: conocer las grandes ciudades del mundo … y si
resultaba, vivir como en la más grande y hermosa de todas.
Un día, su primo ratón que vivía en la ciudad, vino a visitarle. El ratón de campo estaba muy
contento, pues pensó inmediatamente que su primo le contaría miles de historias sobre la gran
ciudad. El ratón de campo le preparó un delicioso banquete, donde el plato central fue una riquísima
Crema de Hierbas con un toque de queso y alfalfa; pero al ratón de la ciudad, acostumbrado a comer
comidas más refinadas, no le gustó, “Demasiado campestre”, dijo. Desde ese momento, la estadía
del ratón de ciudad se transformó en algo muy incómodo, pues la tranquilidad del campo lo
perturbaba y lo hacía sentir pésimo; decía que la vida en las praderas era demasiado aburrida y
mientras que en la ciudad era emocionante y llena de momentos inolvidables. Así que, cansado de
estar en el campo, acabó invitando a su primo a viajar con él a la ciudad para comprobar que allá se
vive mejor. El ratón de campo estaba feliz porque cumpliría su gran sueño.
Nada más al llegar a la ciudad, el ratón de campo pudo sentir que su tranquilidad se acababa.
El ajetreo de la gran ciudad le asustaba, pero también sentía que estaba por fin cumpliendo su sueño
de recorrer las grandes ciudades del mundo. El ratón de ciudad reconocía que había peligros por
todas partes, “Pero eso le da el toque de aventura que necesita toda persona culta como yo” le decía
a su primo campesino.
En la ciudad había ruidos de coches, humo, mucho polvo, y un ir y venir intenso de las
personas. La madriguera de su primo era muy distinta de la suya, y estaba en el sótano de un gran
hotel. Era muy elegante: había camas con colchones de lana, sillones, finas alfombras, y las paredes
eran revestidas. Los armarios rebosaban de quesos, y otras cosas sabrosas. En el techo colgaba un
oloroso jamón. El ratón de campo pensaba que se vivía muy bien, y que los horrores del tránsito y el
ruido era un costo muy mínimo para vivir en la ciudad.
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8/18/2019 02 Texto Impreso - Cuento - Ratón de Camo Ratón de Ciudad (1)
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Adaptado desde http://www.guiainfantil.com/1002/raton-de-campo-y-raton-de-ciudad.html
Los dos ratones cenaron tranquilamente. Al cabo de un rato se sentaron a un costado del
piano para ver cómo pasaba la noche; conversaban amenamente y reían bebiendo distintos brebajes
deliciosos, pero de pronto vieron a un gato que se asomaba husmeando a la puerta de lamadriguera. Los ratones huyeron disparados por un agujerillo. El ratón de campo se sintió a salvo por
un instante, pero unos segundos después vio una uña enorme y brillante de gato que se acercaba a
su gorda pancita. El ratón de campo soltó un grito tan agudo que asustó al gato y le permitió escapar.
Mientras huía despavorido, pensaba que esto era lo peor que podía pasar, que nunca podría
haber algo peor que ese gato. Fue en ese momento, cuando el ratón de campo oyó los gritos de una
mujer que, con una escoba en la mano, intentaba darle en la cabeza con el palo. El ratón, más que
asustado, volvió a la madriguera, dijo adiós a su primo y decidió volver al campo lo antes que pudo.
Los dos se despidieron y el ratón de campo emprendió el camino de vuelta.
Durante el camino pensaba en lo tonto que había sido al querer cambiar su vida por la de la
ciudad; pensaba en los pancitos sabrosos que le dejaba la ratona del vecino y en la leche caliente que
Doña Carlota no se bebía y que él acostumbraba tomar en las mañanas.
Desde lejos el aroma de queso recién hecho, típico del campo, hizo que se le saltaran las
lágrimas y lloró en silencio un ratito, con una gran sonrisa que iluminaba su rostro.
De vuelta en su hogar, el ratón de campo pensó que su vida estaba bien, que era muy feliz, y
que la tranquilidad del campo era lo justo que necesitaba; pero algo tenía muy claro, no iba a
renunciar a sus ansias de conocer el mundo. Así que fue corriendo a su baúl, sacó su antiguo
mapamundi, su libro sobre naturaleza y se propuso conocer todos los campos del mundo, porque
bien puede no ser un ratón de la ciudad, pero en el campo no hay nadie quien le gane. De eso está
seguro.