02 la oración
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LA ORACIÓN: CONCEPTO. ESTRUCTURA, CONSTITUYENTES Y
NIVELES. TIPOS
ISBN: 84-96359-93-X
Mª ESPERANZA TORREGO SALCEDO ([email protected])
JESÚS DE LA VILLA POLO ([email protected]) THESAURUS Oración, constituyente, predicado, complemento, adjunto, disjunto, funciones, acto de
habla, mensaje, discurso. RESUMEN
La oración es la codificación sintáctica de un acto de habla por medio de una
estructura predicativa (§1). Se estructura en niveles con características sintácticas
propias y que corresponden a diferentes tipos de información (§ 2). El nivel mínimo es
la predicación nuclear; el siguiente la predicación expandida; juntos configuran el nivel
representativo, en el que se expresa la descripción del evento o situación a que hace
referencia el mensaje. Además, la oración puede contener información referente a los
participantes en el acto de habla o a la propia forma del mensaje; estos contenidos
constituyen el nivel presentativo o interactivo de la oración. Los constituyentes de la
oración son el predicado y los elementos que dependen de él, sean éstos, bien
obligatorios o argumentos, bien libres o satélites (adjuntos y disjuntos); dichos
elementos se analizan en términos sintácticos, semánticos y pragmáticos (§ 3). Los
constituyentes de la oración diferentes del predicado pueden ser sintagmas nominales,
adverbios y estructuras predicativas subordinadas. Las oraciones tienen diferentes
funciones comunicativas (asertiva, impresiva, interrogativa y expresiva (§ 4)) y pueden
combinarse en estructuras mayores para configurar un discurso (§ 5).
2
1. La oración. Concepto
Han sido numerosas las propuestas de definición de oración a lo largo de la
historia. Todas ellas comparten la concepción de la oración como el resultado de la
asociación de un determinado tipo de contenido con una forma sintáctica específica.
En la formulación más sencilla posible puede definirse la oración como la estructura
predicativa –combinación de un predicado con los complementos adjuntos y disjuntos
asociados a él– capaz de constituir un mensaje completo o enunciado.
Desde el punto de vista del contenido, un mensaje es la unidad lingüística
mínima de comunicación que un hablante o emisor dirige a un interlocutor. Todos los
mensajes tienen una finalidad, por ejemplo, la de informar (las aserciones), o la de
provocar un comportamiento (las órdenes). Desde el punto de vista comunicativo un
mensaje es completo y autónomo, es decir, no necesita de otros elementos
lingüísticos para poder emitirse.
Todas las oraciones son mensajes, pero no todos los mensajes son oraciones;
es preciso que a su capacidad comunicativa se asocie una determinada estructura
sintáctica predicativa. En este sentido los ejemplos de (1) son mensajes que
constituyen oraciones; los ejemplos de (2) son mensajes no oracionales pues carecen
de la estructura sintáctica predicativa que requiere una oración:
(1a) En la calle, los niños jugaban con un balón el día de aquel infausto evento.
(1b) Quin taces? (“por qué no te callas”, Plaut. Merc. 494)
(1c) mene incepto desistere uictam! (“¡¿desistir yo, vencida, de mi empeño?!”,
Verg. Aen. 1,37)
(2a) ¿Eh?
(2b) ¡Ay!
(2c) ¡Hola!
Desde un punto de vista gramatical, una estructura predicativa está compuesta
por un predicado (generalmente un verbo o forma verbal, aunque no exclusivamente) y
aquellos elementos que dependen de él bien como elementos necesarios o
argumentos, bien como elementos opcionales o satélites (adjuntos y disjuntos). Esta
estructura predicativa describe un evento y la forma en que el emisor desea que esta
descripción sea recibida por el receptor.
De forma paralela a lo que sucede con los mensajes, toda oración tiene una
estructura predicativa, pero no todas las estructuras predicativas son oraciones;
precisan para ello ser un mensaje completo. De acuerdo con este criterio, son una
3
oración los ejemplos de (1) y no lo serán los de (3) porque no constituyen mensajes
completos:
(3a) dum haec Romae geruntur (“mientras estas cosas suceden en Roma”,
Sall. Cat. 32,3)
(3b) Caesare interfecto (“muerto César”, Cic. Phil. 2,28)
A diferencia de los de (1), las frases de (3) contienen una expresión en torno a
un predicado verbal, pero carecen de función comunicativa propia y, por consiguiente,
de autonomía sintáctica y comunicativa. La forma que presentan, por otro lado, en el
caso de (3a) de subordinada introducida por una conjunción, y en el de (3b) con el
predicado en participio en caso ablativo (Tema 15), no corresponde a la que adoptan
en latín las oraciones completas. En conclusión, sólo una estructura predicativa que
constituya un mensaje completo puede recibir la etiqueta de oración.
2. La estructura de la oración
Como hemos dicho, sintácticamente, la oración es una forma de estructura
predicativa. Comparte, por tanto, estructura con otras unidades que no son oraciones,
como son las frases subordinadas, por ejemplo. El análisis de las estructuras
predicativas será válido, por tanto, para todas las unidades lingüísticas de tipo
oracional, sean éstas independientes o no. De ahora en delante denominaremos esta
estructura como "estructura oracional".
La estructura oracional se configura como una estructura jerarquizada formada
por diversos niveles sintáctico-semánticos (García Velasco 2003: 135-176, Bolkestein
1993). La forma mínima que ha de adoptar la estructura oracional requiere la
combinación de un predicado y sus elementos obligatorios. Esta estructura puede
expandirse con la adición de elementos no necesarios de diverso tipo. En (4) se ofrece
un ejemplo en castellano que ilustra la oración en sus máximas posibilidades
estructurales de expansión:
(4) Por si lo quieres saber, sorprendentemente Juan ayudó ayer a Pedro a
sacar el agua.
En una oración como la que ilustra (4) se encuentra información de dos tipos:
por una lado, la que aparece representada en la oración principal, que hace referencia
a una situación en la que un hombre, Juan, ayudó a otro en una tarea. El núcleo de
esta información está constituido por el predicado "ayudó" y los argumentos o
complementos necesarios que son en este caso el Sujeto "Juan” y el receptor de la
4
ayuda "Pedro". Como información adicional y complementaria (adjunto) se nos informa
de la finalidad o destino de la ayuda "a sacar agua". Por otro lado, la oración de (4)
contiene información relativa a las relaciones de los participantes en la conversación
(por si lo quieres saber) y a la actitud del emisor de la frase sobre lo que está contando
(sorprendentemente). Este tipo de constituyentes se denominan disjuntos.
El primer tipo de información pertenece al nivel representativo de la oración y
el segundo al nivel presentativo o interactivo. Un esquema muy simplificado de la
estructura oracional es el que se ofrece en el siguiente gráfico (Pinkster 1995: 5):
(5) Oración
Disjuntos (nivel presentativo)
Adjuntos (nivel representativo no necesario)
Predicado Argumentos (nivel representativo necesario)
Analizamos a continuación los componentes de cada uno de los niveles.
2.1. Nivel representativo de la estructura oracional
La información del nivel representativo de la oración está formada, en primer
lugar, por la estructura sintáctica mínima, formada por el predicado y sus elementos
obligatorios. A esta unidad sintáctica la llamaremos “predicación nuclear”. Los
ejemplos de (6)-(8) contienen oraciones de este tipo:
(6) bellum multiplex fuit
(7) cui dono nouum libellum?
(8) pluit.
Las estructuras mínimas de (6)-(8) se pueden expandir con distintos tipos de
elementos no obligatorios, que aportan informaciones adicionales sobre otros
participantes o sobre las circunstancias en las que se desenvuelve la situación. El
nombre que asignaremos a esta estructura es el de “predicación expandida”; los elementos que se integran en este nivel corresponden a lo que Pinkster (1995)
denomina adjuntos y la gramática tradicional "complementos circunstanciales". En (6’)-
(8’) se ofrecen algunos ejemplos:
5
(6’) bellum multiplex fuit eodem tempore ad Veios et ad Capenam et ad
Falerios, et in Volscis ... (“la guerra fue múltiple al mismo tiempo en Veyos, en Capena
en Falerios y en la zona de los Volscos”, Liv. 5,10,2)
(7’) cui dono nouum libellum, arida pumice expolitum? (“¿A quién le regalo mi
nuevo librito, pulido con áspera pómez?”, Catull. 1,1-2)
(8’) pluit in terris (“llueve en las tierras”, Verg. Aen. 10,807)
En (6’) la estructura mínima obligatoria con el verbo copulativo esse, que
contiene un Sujeto (bellum) y un predicado (multiplex) se expande mediante una
información temporal (eodem tempore) y una espacial locativa (ad Veios, ad Capenam
etc.). En (7’), la estructura mínima con el verbo donare requiere tres elementos, un
Sujeto, un Objeto y un Receptor o Beneficiario, y aparece expandida mediante un
adjunto que es un complemento predicativo ligado por concordancia a uno de sus
miembros, el Objeto. En (8’) la estructura mínima requerida por el verbo no contiene
ningún otro elemento y la expandida incluye un adjunto de carácter locativo.
2.2. Nivel presentativo o interactivo
Además de la información sobre el asunto del que se habla, tan completa como
el hablante decida, dentro de las posibilidades que el predicado le ofrece, la estructura
oracional puede contener otros elementos que no informan sobre el asunto
representado en la oración, sino sobre otros aspectos de la comunicación. Estos
elementos, que son también opcionales, son los que Pinkster (1995) denomina
disjuntos. La gramática tradicional no los clasifica de forma específica. Los elementos
de este nivel de la oración hacen referencia a aspectos variados de la comunicación;
algunos justifican el propio acto de habla, otros avalan la verdad de la predicación,
otros muestran la actitud u opinión del hablante sobre la predicación, otros se refieren
a la forma de presentación del enunciado. Estos tipos de información pueden darse
simultáneamente, como se ve en (4). En los ejemplos que siguen se muestran algunos
tipos de disjuntos:
(9) Quinctia formosa est multis (“Quincia es hermosa para muchos”, Catull.
86,1)
(10) sita Anticyra est in Locride laeua parte sinum Corinthiacum intranti (“Anticira está situada en la Lócride, en la parte izquierda para el que entra en el golfo
de Corinto”, Liv. 26,26,2)
6
(11) ut uero iam ad illa summa ueniamus, quae uis alia potuit homines
congregare? (“para llegar ya a lo importante, ¿qué otra fuerza pudo congregar a los
hombres?, Cic. de orat. 1,33)
(12) ut uerum tibi dicam, pater, ea res me male habet (“para decirte la
verdad, padre, este asunto me pone malo”, Plaut. Asin. 843)
(13) male reprehenderunt (“hicieron mal en desaprobarlo”, Cic. Tusc. 3,34)
Los dativos de (9) y (10), multis y sinum intranti (llamados de “punto de vista” o
iudicantis en Ernout-Thomas 1953: 72), aportan una información necesaria para
conocer el valor de verdad sobre la belleza de Quincia, en (9), y la posición de
Antícira, en (10); el punto de vista que expresan avala la verdad de la proposición; por
tanto, no se sitúan en el nivel representativo de la oración, a diferencia de los dativos
complemento indirecto o Receptor, que sí lo son. El caso de (11) contiene una
subordinada final que no informa de la finalidad de la oración principal, sino sobre la
organización de la información representativa que la sigue. En (12) la final establece
un punto de contacto entre el hablante y el destinatario y justifica el propio acto de
hablar (“para decirte la verdad, (te diré que)”). Por último en (13) el adverbio expresa la
opinión del hablante sobre el contenido de la predicación siguiente, no el modo en que
tiene lugar reprehenderunt.
3. Constituyentes de la oración 3.1. El predicado
Como se ha mencionado arriba, las oraciones, en tanto que estructuras
predicativas, se componen de un predicado, que constituye su núcleo básico, y de una
serie de elementos dependientes de él como complementos, adjuntos o disjuntos. El
predicado es usualmente una forma personal cuando la estructura predicativa es una
oración independiente o una frase subordinada. En otras predicaciones dependientes
menores que la oración, el predicado también puede ser un nombre, un adjetivo o un
adverbio, como se ve en frases como las de (14)-(16):
(14) aduentu Caesaris (“a la llegada de César”)
(15) defectione sociorum anxius (“preocupado por la defección de los aliados”,
Liv. 7,25,7)
(16) ubi terrarum (“en qué tierra” (lit. “dónde de las tierras”), Cic. Att. 11,1,1)
Las relaciones semánticas y estructurales que se establecen entre aduentus
(“llegada”) y Caesar (“César") son exactamente las mismas que se dan entre la forma
7
del verbo aduenire (“llegar”) y Caesar (“César”) en una frase como (14'). Lo mismo
sucede en las oraciones de (15'). (14') Caesar aduenit (“llega César”)
(15') angebant … uirum Sicilia Sardiniaque amissae (“preocupaba al hombre la
pérdida de Sicilia y Cerceña”, Liv.21,5,1)
Por consiguiente, el sustantivo, adjetivo y adverbio de (14)-(16) son predicados
de una estructura predicativa exactamente igual que los verbos en forma personal de
(14')-(15’). La diferencia entre unos ejemplos y otros es que los primeros son
predicaciones, pero no oraciones, por no constituir mensajes completos, mientras que
los segundos son predicaciones que también constituyen oraciones.
El predicado es el elemento central de la oración y determina las características
básicas de los constituyentes obligatorios que deben acompañarle. Algunos estudios
sobre la relación entre los rasgos léxicos de los predicados y sus complementos
obligatorios en griego y en latín pueden encontrarse en Baños et al. (2003).
En las formas más complejas de estructura oracional, es decir, en las oraciones
independientes y en algunas subordinadas, el predicado pertenece a la clase de
palabras de los verbos. En este caso el predicado es el portador de cierto tipo de
información de importancia semántica y sintáctica, que expresa mediante las
categorías morfosintácticas verbales. Junto a las categorías de Tiempo y Aspecto
(Tema 13) y Modo (Tema 14), que tienen un carácter deíctico, es decir, que sitúan el
evento en determinadas coordenadas temporales y de realidad, tienen una especial
relevancia sintáctica las categorías de Número y Persona (Tema 12), que determinan
la concordancia del verbo con el Sujeto, y la de voz (Tema 12).
A las oraciones que tienen como predicado un verbo –y que son denominadas
por ello "de predicado verbal"– las gramáticas tradicionales suelen contraponer otro
tipo de oraciones llamadas "de predicado nominal" u "oraciones copulativas". Este tipo
de estructura oracional presenta como constituyentes fundamentales un Sujeto y otro
nombre o adjetivo que concierta con él y que recibe el nombre de Atributo o predicado
nominal. Es frecuente también que aparezca una forma verbal de un tipo de verbos
denominados "copulativos", cuyo representante más típico es el verbo esse "ser". Los
ejemplos (9) y (10), mencionados más arriba, contienen frases de este tipo.
Muchos gramáticos han considerado que en las oraciones copulativas el
verdadero predicado es el Atributo, mientras que el verbo copulativo sería un simple
soporte de las categorías verbales de tiempo, modo, etc., vacío de contenido
semántico. Por el contrario, otros muchos lingüistas defienden que los verbos
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copulativos se comportan como el resto de los verbos, es decir, como verdaderos
predicados. Según esta concepción el Atributo no sería más que uno de los
argumentos dependientes del predicado.
Una variante de este tipo de oraciones es la llamada "oración nominal pura" en
la que no aparece la cópula. Este tipo de frases se utiliza en contextos muy
expresivos, como refranes, sentencias etc.: omnia praeclara, rara “todo lo excepcional,
es raro”. Compárese con el castellano perro ladrador, poco mordedor.
3.2. Los demás constituyentes
El contenido de una oración como (1a), que repetimos, podría también
formularse como aparece en (17):
(1a) En la calle, los niños jugaban con un balón el día de aquel infausto evento.
(17) Allí, los niños jugaban con un balón cuando apareció la vaquilla.
Nótese que (17) encaja en la definición que hemos dado de oración igual que
(1a): la única diferencia es que varios de sus constituyentes tienen forma distinta de la
de un sintagma nominal ("allí", "cuando apareció la vaquilla"). De esto puede deducirse
que la forma que presentan los diversos constituyentes de la estructura oracional, diferentes del predicado, no es la propiedad que condiciona su función. Así pues, tanto
los nombres, como los sintagmas preposicionales, adverbios y frases subordinadas
pueden desempeñar el mismo tipo de funciones en la oración y deben tratarse, en
cuanto constituyentes de la oración, de la misma manera.
Todos los constituyentes que aparecen en una oración asociados a un
predicado, es decir, los argumentos, los adjuntos y los disjuntos, pueden analizarse
desde tres puntos de vista: sintáctico, semántico y pragmático.
El punto de vista sintáctico especifica el número de elementos necesarios y su
posición estructural; el nivel semántico analiza la relación semántica que se establece
entre el elemento y su predicado (esta es su “función semántica”, también conocida
como "papel semántico" o "caso semántico"); finalmente, el aspecto pragmático
analiza su relevancia informativa. En esta sintaxis no se trata sistemáticamente el nivel
pragmático, pero se menciona al menos en aquellos lugares donde es este nivel el
responsable de la forma final que adquiere la oración. Esto sucede, por ejemplo, con la
voz pasiva (Tema 12) y en el orden de palabras (Tema 22).
9
3.2.1. Constituyentes obligatorios
Los constituyentes obligatorios de una oración o argumentos están
determinados específicamente por el predicado en tres aspectos: en su número, en su
configuración léxica y en el tipo de relación (semántica y sintáctica) que mantienen con
él, que es lo que determina las marcas formales que presentan. El número de
argumentos, su forma y la perspectiva sobre la que se organiza la oración, que
condiciona la voz, pertenecen al nivel sintáctico. La relación semántica que establecen
con el predicado corresponde al nivel semántico.
3.2.1.1. Nivel sintáctico
El número de argumentos que deben acompañar al predicado en una
estructura bien formada varía según los predicados. En latín hay predicados que no
requieren ningún argumento, junto a otros que requieren uno, dos o tres elementos
obligatorios. En los ejemplos (18)-(22) se muestra un caso de cada tipo:
(18) tronat (“truena”)
(19) dormitabo (“me dormiré”)
(20) tu descendis de caelo (“bajas del cielo”)
(21) Catullus Cornelio librum donat (“Catulo le regala un libro a Cornelio)
(22) Caesar urbem moenibus circumdat (“César rodea la ciudad de murallas”)
La información que se ofrece en la oración se organiza tomando como
referencia o punto de partida uno de los argumentos, que recibe entonces la marca de
Sujeto –el caso nominativo, para los nombres en frases con verbo en forma personal,
y el acusativo para las construcciones de Acusativo con Infinitivo-. El Sujeto recibe un
tratamiento sintáctico especial, que se refleja en su concordancia con el predicado,
según las formas, en número, persona y género.
En los predicados de dos elementos obligatorios, hay un tipo especial, que se
denomina tradicionalmente “transitivo”, en el que el segundo constituyente tiene la
función sintáctica de Objeto, marcada por el acusativo (Tema 5). Esta función tiene de
diferenciador el poder recibir también la función de Sujeto en las versiones pasivas de
las oraciones. Véanse los ejemplos (23) y (24):
(23) crateram quem dat Sidonia Dido (“La cratera que le da la sidonia Dido”,
Verg. Aen. 9,266)
(24) qui (sc. seruus) mihi peculiaris datus est (“el esclavo que me ha sido dado
como propio”, Plaut. Capt. 988)
10
En la versión activa (dat) el segundo argumento aparece como Objeto en
acusativo (crateram). En la pasiva (datus est) el segundo argumento del predicado
aparece como Sujeto (seruus).
No todos los predicados de dos argumentos obligatorios requieren un Objeto
en acusativo. Algunos presentan un elemento con la marca de dativo (p.e. nocere)
(Tema 7), ablativo (utor) (Tema 8) o genitivo (memini) (Tema 6). En general, estos
predicados no admiten pasivización. No hay acuerdo entre los lingüistas sobre el
contenido gramatical que aporta el caso en estos complementos. Algunos lingüistas
asocian el contenido de las marcas con los valores funcionales que se atribuyen al
caso cuando es marca de constituyentes libres (dativo = Beneficiario; ablativo =
Instrumento u Origen, etc. ). Otros, sin embargo, opinan que en posición de argumento
los casos son una mera marca vacía, sin contenido semántico sistemático (Pinkster
1989).
Los predicados que requieren un tercer complemento obligatorio tienen, por lo
general, un segundo constituyente con la función de Objeto, es decir, son transitivos.
El tercer constituyente obligatorio requerido por los predicados puede adoptar
diferentes marcas de función. Los terceros argumentos adoptan el dativo (en los
verbos de transmisión material o comunicativa, como “dar” o “decir”) o el ablativo (con
verbos como circumdare (“rodear”) o donare (“regalar”); el genitivo como marca de un
tercer constituyente obligatorio (Tema 6) es menos frecuente, pero también puede
darse en los verbos de “acusar” y los de “castigar” (en general, este caso alterna con
el Ablativo o SP (de + abl.)). Igualmente pueden considerarse terceros argumentos los
complementos de Estimación y Precio. El caso menos frecuente para un tercer
argumento es el acusativo, que está, no obstante, documentado en verbos como
docere aliquem aliquid (“enseñar a alguien algo”) o rogare aliquem aliquid (”pedir a
alguien algo”).
Las marcas preposicionales (Tema 11), en la medida en que son variantes
formales de los casos, pueden codificar como ellos los complementos obligatorios de
los predicados que requieren las funciones semánticas que ellas representan. Así, in +
abl. alterna con el abl. solo para marcar el argumento segundo de verbos como
habitare, pro + abl. codifica el segundo argumento Beneficiario en verbo como pugnare
(pugnare pro patria, “luchar por la patria”). Como muestra de marca preposicional en
un tercer argumento puede citarse el caso de ab + abl. con verbos como prohibere
(prohibere aliquem ab aliquo loco, “mantener alejado a uno de un lugar”). Los ejemplos
podrían multiplicarse.
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3.2.1.2. Nivel semántico Igual que el resto de los elementos nominales de la estructura oracional, los
elementos obligatorios o argumentos mantienen unas determinadas relaciones
semánticas con su predicado, que se denominan “funciones semánticas” o “papeles
semánticos”. Estas relaciones, en general, se manifiestan por medio de marcas
específicas de función. Así, en (20) el segundo elemento obligatorio de descendere
designa semánticamente el Origen del movimiento, función que se marca en latín
mediante el caso ablativo o las marcas preposicionales ab, de, ex + abl. En (21),
Cornelio es quien recibe o se beneficia de la situación: la relación que establece con el
predicado es la de Receptor o Beneficiario y se marca mediante el dativo (Tema 7) (o
en otros predicados, como pugnare, mediante marcas preposicionales como pro+abl.).
En (22) el ablativo moenibus designa el Instrumento con el que alguien circumdat el
objeto. Siempre que se utilicen esos predicados, los elementos que aparezcan en
ablativo (o sus variantes) con descendere, el dativo con dare o el ablativo con
circumdare representarán las funciones semánticas de Origen, Receptor-Beneficiario e
Instrumento respectivamente. Estas relaciones semánticas están específicamente
condicionadas por las características del predicado.
La lista de funciones semánticas que establecen los constituyentes obligatorios
con sus predicados es limitada y no muy amplia. Algunas de las más importantes son
Agente y Fuerza (para el primer elemento obligatorio); para el segundo, Afectado (o
Paciente) con los verbos transitivos, Receptor-Beneficiario (p.e. nocere), Instrumento
(p.e. uti), Origen-Dirección (verbos de movimiento); para el tercer argumento,
Receptor (verbos como dare), Instrumento (verbos como circumdare), etc. (ver cuadro
28). Estas funciones, como veremos, son las mismas que desempeñan también los
adjuntos y algunos disjuntos.
3.2.1.3. Nivel léxico Las características léxicas de los constituyentes obligatorios es otro de los
aspectos que depende en exclusiva del predicado. Así, en el caso de (19) que el
Sujeto sea necesariamente un ser vivo o que el de donare en (21) tenga que ser
humano etc. tiene que ver con la configuración léxica de su predicado. Lo mismo
podría decirse para los demás casos.
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3.2.2. Constituyentes no obligatorios (adjuntos) 3.2.2.1. Funciones semánticas de los adjuntos
Los constituyentes opcionales del nivel representativo de la estructura oracional
o adjuntos aportan información sobre otros participantes en la situación (p.e. el
Beneficiario o la Compañía), o sobre las circunstancias diversas en las que dicha
situación se produce (el lugar, el tiempo, el instrumento, el modo etc.). Por tanto,
también los adjuntos mantienen relaciones semánticas con el predicado. Estas
funciones se marcan mediante una combinación de marcas formales y del contenido
léxico de los términos que las desempeñan: así, por ejemplo, la función de Dirección
se marca típicamente mediante la preposición ad, in + acusativo de un nombre de
lugar; la de Ubicación, por medio de in + abl. de un nombre de lugar, etc. En el caso
de las frases subordinadas, las marcas están constituidas por las conjunciones, el
modo y tiempo de los predicados: por ejemplo, ut + subj. y tiempos de infectum como
marca Finalidad (Tema 23).
Como ya hemos dicho, los argumentos y los adjuntos comparten el sistema de
funciones semánticas. Cuántas y cuáles son las funciones semánticas que
gramaticaliza una lengua, en este caso, el latín, se puede determinar mediante todo un
programa de análisis de los comportamientos sintácticos de los constituyentes, que
derivan de las características de las propias funciones. Las pruebas más importantes
son a) la coordinación y b) la pregunta parcial (para su aplicación al latín y griego, ver
Villa (1989)):
a) Dos elementos con una misma función semántica en general tienen que
aparecer coordinados (25). Por el contrario, cuando desempeñan diferentes funciones
semánticas (26a) o se encuentran en diferentes niveles sintácticos, (26b), no pueden
coordinarse.
(25a) non ob crimina quae fingebantur sed angore, … finem uitae sponte an
fato impleuit (“no por las acusaciones que se inventaban sino por angustia, … puso fin
a su vida tal vez por propia voluntad tal vez por efecto del hado”, Tac. ann. 2,42,3).
(25b) Africae cura erat seu quia ibi summam rerum bellique uerti cernebant seu
ut Scipioni gratificarentur ("Su preocupación era Africa bien porque pensaran que
estaba vuelto hacia allí lo esencial de los hechos y la guerra bien para gratificar a
Escipión”, Liv. 30,3,1).
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(26a) uirgines Vestales cum pueris puellisque aqua e fontibus hausta locum
perluere (“las vírgenes Vestales con los niños y las niñas purificaron el lugar con agua
extraida de fuentes”, Tac. hist. 4,53,8)
(26b) pro ueteribus Heluetiorum iniuriis populi Romani (“a cambio de las viejas
afrentas de los Helvecios hacia el pueblo romano”, Caes. Gall. 1,30,2)
b) Los elementos con la misma función semántica y sólo ellos responden a la
misma pregunta parcial (27).
(27a) oculi dolent. -cur?. -quia fumus molestust (« me duelen los ojos. -¿Por
qué?. –Porque me molesta el humo”, Plaut. Most. 891)
(27b) cur emeris me?. - Tene ego? ut quod imperetur facias ("Por qué me has
comprado ?. –Yo a ti?. Para que hagas lo que se te ordene”, Plaut. Merc. 504)
La primera prueba, la de la coordinación, se deriva de una característica
fundamental de las estructuras oracionales: una función puede aparecer sólo una vez
en cada frase. Para multiplicar los términos que la desempeñan es para lo que las
lenguas utilizan los mecanismos de coordinación. Por ello, cuando dos constituyentes
aparecen coordinados, aunque tengan distinta estructura interna o distinta marca
formal, los reconocemos como desempeñando la misma función: eso sucede en (25a)
con el SP ob crimina y el ablativo angore: aunque tienen distinta marca formal, ambos
desempeñan la función Causa. También es el caso de las oraciones de quia, causal, y
de ut + Subj. final en (25b); en latín y otras lenguas como el griego o el castellano las
nociones de Causa y de Fin pertenecen a la misma noción funcional, como muestran
también los ejemplos de (27). Al contrario, cuando dos constituyentes coaparecen y no
pueden coordinarse, ha de ser porque están desempeñando funciones diferentes; así,
en (26a), cum pueris puellisque y aqua desempeñan las funciones de Compañía e
Instrumento, respectivamente; también puede suceder que se encuentren en niveles
diferentes, como Heluetiorum y populi Romani, en (26b), donde populi Romani
determina a iniuriis y Heluetiorum a iniuriis populi Romani. El criterio de la coordinación
es de gran utilidad a la hora de identificar las funciones de las marcas.
El criterio de la pregunta parcial está justificado por el hecho de que los
elementos de interrogación parcial presuponen la función del constituyente y
preguntan por su contenido referencial. Esto se observa fácilmente en los pronombres
interrogativos que tienen marca de caso: cuando se pregunta, por ejemplo, con el
nominativo quis? (“¿Quién?”) se sabe que la función del elemento por el que se
pregunta es la de Sujeto pero se desconoce cuál es la referencia concreta de ese
Sujeto. De la misma manera, cuando se pregunta cur? (“¿por qué?”) se da por hecho
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que el elemento desempeña la función Causa y, por lo tanto, también será Causa la
respuesta que se de a la pregunta; de ahí que pueda deducirse que las nociones
causales y las finales pertenecen a una función común, que llamaremos Causa-Fin,
como se comentó más arriba. Del mismo modo será Vía la respuesta a un qua? (“¿por
dónde?”) o Modo la de un quomodo? (“¿de qué modo?”) etc..
La aplicación de estos criterios a un corpus de datos suficiente de la lengua
latina permite reconocer un número de funciones gramaticalizadas y las marcas
formales que las desempeñan. El cuadro de (28) contiene una propuesta tipo, que no
está cerrada ni pretende ser exhaustiva, sino únicamente dar una idea aproximada de
las funciones semánticas más importantes, sus marcas formales y los elementos de
interrogación que les corresponden. Estas funciones son válidas tanto para los
argumentos como para los adjuntos y algunos disjuntos. A lo largo de los temas
correspondientes podrán encontrarse más detalles sobre éstas y otras que pueden
proponerse.
Como observaciones más importantes para entender y completar el cuadro
hemos de señalar las siguientes:
a) La columna de Marcas sólo contiene marcadores casuales, adverbiales o
sintagmas preposicionales, pero puede completarse con las marcas oracionales,
como, por ejemplo, ut + subjuntivo para expresar Fin, cum + indicativo para marcar
Tiempo, etc.
b) No se ha incluido el Nominativo entre las marcas, pues éste señala no una
función o papel semántico, sino una posición sintáctica –la de primer argumento–
dentro de la estructura de la oración.
c) Las indicaciones semánticas asociadas a las marcas (/humano/, /animado/,
etc.) sólo recogen contenidos típicos, pero caben desviaciones contextuales,
metafóricas, etc.
d) En algunos casos las funciones que se indican quizá no sean más que
variantes de nociones más amplias y en realidad deberían integrarse en conceptos
mayores. Así, por ejemplo, Agente y Fuerza comparten rasgos dentro de una noción
más amplia de Actor; hay razones para pensar que Fin y Causa son variantes de un
concepto más amplio que podríamos llamar Motivo; las diferentes funciones
temporales comparten rasgos frente a otras, etc.
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(28) Cuadro: Funciones semánticas del latín Funciones Marcas Interrogación
Agente ab+Abl./+humano/ ab quo? (quis?) Fuerza Abl. quo? Intermediario per + Ac. per quem? Afectado (también Meta o Paciente)
Acusativo quem / quam / quid? etc
Receptor Dativo /+hum./ cui? Beneficiario pro + Abl., adversus, contra,
in + Ac./+hum./, Dativo cui?, pro quo? etc.
Compañía Abl./+hum., milit.-adj/ cum, sine + Abl. /+hum./ citra + Ac. /+hum./
quocum?
Instrumento (cum+)Abl./-hum./ per + Ac. Quo? Causa - Fin propter, ob + Ac., Gen.+
causa, gratia quapropter, cur, etc.
Modo Adv. –e / -ter / -im, Abl., cum / sine+Abl.
quomodo, quo pacto? etc.
Circunstancia Abl. cum + Abl. qua in re? Dirección Ac. /lugar menor etc./ in, ad,
sub + Ac. /+lugar/, pro + Abl.
quo?
Origen (o Procedencia) Abl. /lugar menor etc./ ab, de, ex + Abl.
unde?
Vía (o Lugar por donde) Abl /+instrum. de paso/, per + Ac., praeter + Ac., inter + Ac.
qua?
Ubicación (o Lugar en donde)
Locativo, Abl./+ lugar menor etc./, in, pro + Abl., ad, apud + Ac.
ubi?
Referencia de + Abl. de quo? Tiempo nunc, mane etc., ad, in +
Ac.(t. Post.), per + Ac., inter + Ac., post, ante + Ac., ex, ab, de + Abl.
quo tempore?, ubi?
Duración per + Ac., inter / intra + Ac., ab, ex + Abl., in, ad + Ac.
quamdiu?
Plazo (in +) Abl. /+tiempo/ quanto tempore? Frecuencia semel, bis, ter etc., saepe,
semper, numquam, etc. quotiens?
Valor / Precio Genit. / Abl. quanti? Distancia Ac. quantum?
Un ejemplo del tipo de análisis y de resultado al que puede dar lugar la
incorporación de las funciones semánticas al estudio de la sintaxis de la oración en
griego y en latín puede hallarse en Torrego (1998).
16
3.2.2. Condiciones de uso de las funciones semánticas de los adjuntos
Una característica importante de las funciones semánticas de los adjuntos es
que están sometidas a determinadas restricciones de aparición: no todas las funciones
pueden ir con todos los predicados. De hecho, algunas como el Precio o la Distancia
están normalmente restringidas a los verbos que indican “transacción comercial”, para
Precio, (emo, “comprar”, uendo, “vender”, por ejemplo) o “distar”, para Distancia (abeo,
“estar lejos”). Otras, como las que se refieren al espacio, requieren verbos de
movimiento o estado. Las de Instrumento o Fin sólo pueden ir con predicados
controlables (es decir, que tengan un Sujeto capaz de iniciar o detener la situación que
describe el predicado, como “dar”, “hacer”, “matar”, a diferencia de “crecer”, “caerse” o
“morir”). Por último, las de Agente y Fuerza (y, en parte, Intermediario) sólo aparecen
con las marcas específicas recogidas en el cuadro en las versiones pasivas de los
predicados, porque con los predicados activos, estas funciones se encuentran en el
constituyente Sujeto y, por tanto, se expresan en nominativo (Tema 4).
3.3. Constituyentes del nivel presentativo (disjuntos)
Los constituyentes del nivel presentativo o disjuntos son también opcionales.
Aportan diverso tipo de información relevante para el acto mismo de la comunicación.
Como antes se indicó, esta información se caracteriza por no referirse específicamente
a la estructura oracional nuclear o expandida a la que se adjunta, sino a los
protagonistas de la comunicación (el hablante y el destinatario), al valor de verdad del
mensaje, o a algunas circunstancias relativas a su emisión. En lenguas como el latín y
el griego las formas que pueden adoptar este tipo de elementos son, en general, las
mismas que las de los adjuntos, aunque estas informaciones se explicitan con menor
frecuencia y en menor número que las representadas por adjuntos. Esto se puede
observar en los ejemplos ya comentados de (9)-(13). En (9) y (10) es el caso dativo el
que marca el constituyente “punto de vista” (Tema 7); en (11) y (12) la forma que
adquieren los disjuntos es la de una oración final; en (13), la opinión del autor se
marca mediante un adverbio. Esta característica formal es el reflejo del contenido
funcional de estos elementos: aunque no siempre está tan clara la función semántica
que transmiten los disjuntos, puede decirse, en general, que pertenecen al mismo
sistema que las de los argumentos y los adjuntos recogidas en (28).
Con independencia de la función semántica que transmitan, los disjuntos
pueden agruparse según el tipo de información presentativa que aportan. Pinkster
(1995: 40-47) ofrece una clasificación de estos elementos, pero es tentativa y está
17
basada en criterios un tanto heterogéneos. Los ejemplos que ofrecemos a
continuación y que completan los del (9)-(13) ya vistos, están tomados de él. De un
modo general puede decirse que constituyen, al menos, los siguientes grandes
grupos; los que expresan el punto de vista del hablante o emisor del mensaje (9), (10);
los que indican la actitud o valoración del emisor con relación a la situación descrita
(13); los que ofrecen una evidencia en la que se basa el contenido de la oración o una
justificación del propio enunciado (29); los llamados “de estilo”, que se refieren a la
forma en que va a emitirse el enunciado (30); los que se refieren a la finalidad del
propio acto de habla, como (11), (12) y (31):
(29) quae dea est? Bonam esse dea oportet, quoniam quidem est abs te
consecrata ("qué diosa es ésta ? debe de ser la Buena, porque, sin duda, ha sido
consagrada por ti", Cic. dom. 110)
(30) ut breuiter includam quod sentio, ... tam intemperantes in ipsis miseriis
quam sunt ante illas (“para incluir brevemente lo que opino, son tan intemperantes en
sus propias miserias como antes de ellas”, Sen. epist. 98,8)
(31) nam, ne uos falsa opinio teneat, iniussu meo Albani subiere ad montes
(“en efecto, para que no os hagáis una opinión falsa, los albanos subieron a los
montes sin ordenárselo yo”, Liv. 1,38,5)
4. Tipos de oración como acto de habla
Como se ha indicado más arriba, son oraciones las estructuras predicativas
que pueden constituir un mensaje autónomo y completo. A los mensajes también se
los denomina "actos de habla" o "ilocuciones". Los actos de habla –y las oraciones con
ellos– pueden clasificarse de acuerdo con varios criterios. El más importante es el de
su función comunicativa (o fuerza ilocutiva o modalidad) (Tema 14). La función
comunicativa es la intención con la que el hablante emite un mensaje. Las lenguas
reconocen al menos cuatro tipos básicos de ilocuciones o actos de habla: declarativos
o asertivos, impresivos, interrogativos y expresivos. Cada uno de estos tipos está
asociado a unas características formales prototípicas que se examinan en 4.1. En 4.2.
se analizan otras formas menos típicas de expresar estas mismas funciones
comunicativas.
18
4.1. Formas de expresión prototípicas 4.1.1. Actos de habla asertivos o declarativos
Son aquellos en los que el hablante proporciona a su interlocutor una
información sobre un asunto que, desde su punto de vista, es ignorado por el
destinatario (tanto en mensajes positivos como negativos). Un par de ejemplos de este
tipo de función se encuentran en (32)-(33):
(32) ab iis Caesar haec facta cognouit (“César conoció estos hechos por ellos”,
Caes. Gall. 3,18,5)
(33) Cum Saguntinis bellum nondum erat (“Aún no había guerra con los
Saguntinos”, Liv. 21,6,1)
En estos ejemplos, el autor –el emisor del mensaje- presupone que su
interlocutor –en este caso, los lectores- desconocen la información que ofrece. En
(32), se trata de una información positiva y en (33), de una negativa. Ambas
situaciones se transmiten con el mismo grado de certidumbre y por eso el verbo
presenta la forma modal de Indicativo. Cuando la información es negativa, el emisor
está presuponiendo que el destinatario tiene una información equivocada que se
corrige mediante la negación. En el ejemplo de (33) Livio ha contado previamente la
situación de tensión creciente que estaban viviendo los saguntinos por la política
expansiva de los cartagineses; la corrección afecta a la conclusión a la que podría
haber llegado un lector erróneamente.
Los actos de habla asertivos aparecen, por lo general, expresando los
contenidos modales que implican la asunción por parte del emisor de una determinada
situación, sea ésta real –expresada por el modo Indicativo–, posible o irreal. También
van asociadas las aserciones a la negación non y a una determinada entonación. No
podemos conocer con exactitud cómo sería la entonación en latín; si se parecía a la de
las lenguas romances, podemos suponer que lo asertivo tendría una entonación de
final descendente.
4.1.2. Actos de habla impresivos
Mediante una ilocución impresiva, el hablante o emisor no pretende aumentar
la información del destinatario, sino que trata de obtener una determinada actuación
por su parte, es decir, pretende influir en su conducta. Ejemplos de este tipo de
oraciones son (34)-(35):
19
(34) cras petito, dabitur; nunc, abi (“pídelo mañana y se te dará; ahora, vete”,
Plaut. Mer. 770)
(35) ne temere facias (“no actúes a lo tonto”, Ter. Andr. 205)
Con el mensaje de (34), el hablante pretende que el destinatario reaccione de
una determinada manera: que aplace su reclamación para el día siguiente y que
abandone el lugar donde se encuentra en el momento actual. En el de (35), por el
contrario, se trata de impedir un comportamiento irreflexivo.
Hay básicamente dos tipos de actos de habla impresivos: las órdenes (o
prohibiciones) y los deseos. En los primeros, ejemplificados en (34) y (35), el emisor
cree poder modificar directamente el comportamiento del interlocutor por tener
autoridad o control sobre él. En los deseos, en cambio, falta de algún modo esa
capacidad de control, como en la frase de (36).
(36) Vtinam illum diem uideam (“¡Ojalá vea ese día!, Cic. Att. 3,3,1)
Los mensajes impresivos con control, es decir, órdenes y prohibiciones, se
asocian típicamente al modo Imperativo y a determinadas formas modales (el presente
de subjuntivo; ne + perfecto de subjuntivo o caue + subjuntivo presente, en las
prohibiciones), a la negación ne y a una entonación específica. Los mensajes
desiderativos aparecen con subjuntivo y también con la negación ne. Una diferencia
importante es que las oraciones impresivas con control tienen restringidas las formas
temporales de subjuntivo al presente y perfecto –siempre en los actos prohibitivos–,
mientras que las desiderativas pueden formularse para todos los tiempos, tanto los
potenciales como los irreales. En los ejemplos de (37)-(38) se ilustran deseos en modo
irreal:
(37) utinam istam calliditatem hominibus di ne dedissent! (“¡ojalá no hubieran
dado los dioses esa astucia a los hombres”, Cic. nat. deor. 3,75)
(38) quam uellem Romae mansisses! (“¡cómo querría que te hubieras quedado
en Roma”, Cic. Att. 2,22,19).
Un trabajo muy completo sobre los actos de habla impresivos y las partículas
asociadas a ellos lo ofrece el libro de Risselada (1993).
20
4.3. Actos de habla interrogativos
Mediante los actos de habla interrogativos el hablante recaba información de su
destinatario sobre aspectos del mundo que desconoce y que presupone conoce su
interlocutor. Hay básicamente dos tipos de interrogación: la total y la parcial. Con la
primera el hablante busca información sobre todo el contenido de su oración, mientras
que con la segunda manifiesta saber todo el contenido de la oración excepto el del
elemento por el que interroga. Ejemplos de cada tipo se ofrecen en (39)-(40):
(39) Vbi tu cubuisti? // in eodem lecto tecum una in cubiculo (“¿Dónde te has
acostado? // en la misma cama, contigo, en la misma habitación”, Plaut. Amph. 808)
(40) iam fores ferio? (“¿llamo a la puerta?”, Plaut. Men. 176)
Tanto con una interrogación parcial como con una total la pretensión del
hablante es ampliar su conocimiento del mundo mediante la colaboración del
destinatario. La función interrogativa es, por tanto, la opuesta a la asertiva, en cuanto
que con la asertiva el hablante aumenta el conocimiento del destinatario, mientras que
con la interrogativa, es el hablante el que busca un aumento de su propio
conocimiento. La interrogación va prototípicamente asociada al modo potencial
(subjuntivo de presente y perfecto y futuro de indicativo) y también al modo real
(indicativo). Cuando se niega, lo hace con non. La entonación que le corresponde se
marca en la escritura mediante el signo de interrogación, aunque desconocemos casi
totalmente cómo sería en latín.
4.4. Actos de habla expresivos
Hay un grupo de ilocuciones, mucho más heterogéneo que los anteriores, que
se asocia con la expresión de los sentimientos del emisor. Por medio de los actos de
habla expresivos, el hablante expresa sus sentimientos sobre aspectos del mundo que
él toma por sucedidos o factivos. Así, en el ejemplo (41) el hablante da por hecho el
tamaño y la fortaleza y en (42), el poder del amor:
(41) quantus et quam ualidus est (“¡Qué grande y qué fuerte es!”, Plaut. Amph.
299)
(42) Pro quanta potentia regni est, Venus alma, tui! ("Oh, ¡cuán grande es el
poder de tu reino, alma Venus !”, Ov. met. 13,758-9)
Las características formales de los actos ilocutivos expresivos coinciden con
las de los asertivos, como el uso del modo objetivo (indicativo) y de la negación non.
21
Es muy frecuente que los diferentes tipos de actos ilocutivos estén
acompañados de partículas características de refuerzo. Son propias de los mensajes
asertivos partículas como quidem, de los impresivos quin, por ejemplo; fortasse puede
tomarse como ejemplo de adverbio de duda, el intensificador quam de los
exclamativos y utinam de los mensajes desiderativos.
4.5. Formas de expresión menos prototípicas
Como se ha indicado en todos los casos, cada una de las funciones
comunicativas definidas está prototípicamente asociada a una forma de expresión
(modo, tiempo, partículas etc.) y a una entonación. Sin embargo, como en tantos otros
casos de la lengua, una forma de expresión no corresponde siempre a una función en
la comunicación. Algunas veces, con formas de entonación típicamente asociadas a
una función comunicativa el hablante realiza actos ilocutivos diferentes (Tema 14). Así,
en los ejemplos de (43)-(46) aparecen oraciones interrogativas cuya función no es
recabar información, sino dar una orden (43), o una sugerencia fuerte (44), o una
afirmación fuerte, como en la pregunta retórica de (45):
(43) quin tu salutem primum reddis? (“¿Por qué no me devuelves primero el
saludo?” (= salúdame primero), Plaut. Bacch. 245)
(44) Nonne hunc in uincula duci, non ad mortem rapi, non summo supplicio
mactari imperabis? (“¿Es que no ordenaréis que sea llevado a prisión, que se le
arrastre a la muerte, que se le someta al máximo castigo?”, Cic. Catil. 1,27).
(45) Non Clodius insidias fecit Miloni? (“¿No fue Clodio quien puso una
emboscada a Milón?” (= Clodió puso emboscadas a Milón), Cic. Mil. 60)
Los tipos mencionados son los más frecuentes, pero hay otros. Así, como
sucede en castellano, en latín se documenta algún caso de infinitivo usado en actos
impresivos. Por el tipo de textos donde se documenta (inscripciones, textos técnicos),
parece un uso propio de la lengua hablada, vulgar y los testimonios no son muy
frecuentes. Se ofrecen unos ejemplos en (46)-(47):
(46) ne fore stultu (“no ser tonto”, CIL. I2 2174)
(47) in cubiculis, cum parturient, acus substernendum; cum pepererunt, tollere
substramen et recens aliut subicere (“en los cubículos, cuando están pariendo, hay
que poner debajo paja; cuando han parido, quitar el lecho de paja y poner otra recinte”,
Varro rust. 3,9,8)
22
Igualmente se encuentra documentado, aunque raramente, el modo imperativo
en ilocuciones asertivas. Véase el ejemplo (48):
(48) quod manu non queunt tangere, tantum fas habent quo manus abstineant;
cetera rape, trahe, fuge, late (“sólo tienen por conveniente mantener alejadas las
manos de aquello que no pueden tocar con la mano; lo demás, cógelo, agárralo, huye,
escóndete (=lo demás, lo cogen, lo agarran, huyen, se esconden)”, Plaut. Trin. 291)
Además de los mencionados, se pueden encontrar frases con forma de
aserciones y función impresiva. En castellano es frecuente el tipo “vas al quiosco y
traes el periódico”. En latín, este tipo de frase apenas se documenta.
En general, la utilización de estos procedimientos no prototípicos para marcar
la fuerza ilocutiva no es libre, sino que requiere unas condiciones comunicativas
(pragmáticas) determinadas y, por esa razón, produce efectos especiales en la
comunicación; son, desde luego, más expresivas y están más marcadas que sus
contrapartidas prototípicas.
5. De la oración al discurso En los procesos de comunicación las oraciones no aparecen de una en una,
sino combinadas entre sí para dar lugar a unidades mayores que llamamos de un
modo general 'discurso'. El discurso tiene, como la oración, su propia estructura, con
marcas de interrelación sintáctica y semántica entre las oraciones. La forma que
adquiere el discurso viene determinada fundamentalmente por las condiciones en que
se producen los procesos comunicativos. Kroon (1995: 111), en su estudio sobre las
partículas latinas, propone una clasificación de formas del discurso basada en dos
parámetros: (i) el número de participantes que intervienen (uno –monólogo– o varios –
diálogo–); (ii) el número de voces con el que lo hacen: una voz (monólogos y
monólogos dialógicos, es decir, un narrador introduciendo la voz de varios
personajes); dos voces (diálogos y diálogos monológicos, es decir, diálogos en los que
uno de los participantes apenas interviene o lo hace de forma irrelevante).
Hay muchos aspectos de la gramática cuya explicación final se encuentra en el
discurso. Mencionaremos a continuación algunos de ellos. El más claro de todos es el
uso de las partículas. Elementos como enim, nam, autem etc. son procedimientos para
articular las oraciones en los discursos, con un papel comparable al que tienen las
conjunciones en la articulación de predicaciones. Se ofrece un ejemplo en (49):
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(49) Quapropter ille tibi omnia explanabit ; id enim mihi et ad breuitatem est
aptius et ad reliquas res prouidentius (“Por eso él te lo aclarará todo ; eso, en efecto,
para mí es más adecuado en aras de la brevedad y más prudente para los demás
asuntos”, Cic. fam. 3,1)
En (49) las dos oraciones, independientes con respecto a su estructura interna,
se articulan entre sí en el discurso por medio de la partícula enim ("en efecto, pues"),
que hace que la segunda sirva como justificación argumental de la primera (Kroon
1995: 198). Un segundo fenómeno que corresponde al discurso es el uso de la anáfora
(Tema 10) y los fenómenos de elipsis, que sólo pueden explicarse a partir del
entrecruzamiento de oraciones: suele elidirse o señalarse por medio de un pronombre
anafórico aquella información que ya ha sido citada y que puede sobreentenderse
fácilmente del contexto. Así, en el ejemplo de (49) el anafórico id con el que empieza
la segunda frase remite al contenido de toda la oración previa, que de esa forma no es
necesario repetir. Un ejemplo de elipsis se ofrece en (50):
(50) quorum illi partem statim dederunt, partem … paucis diebus sese daturos
dixerunt. Interea suos remigrare in agros iusserunt (“ellos le dieron una parte de ellos
(sc. los rehenes) inmediatamente y otra parte … le dijeron que se la darían unos días
después. Entretanto, ordenaron a los suyos volver a sus campos”, Caes. Gall. 4,27,6)
En (50) el Sujeto iusserunt es illi, como en la frase anterior, pero no es preciso
repetirlo. La propia elipsis del Sujeto es una marca de que el destinatario de la
información debe recuperar ese dato de la frase anterior.
El tercer fenómeno asociado a la estructura y cohesión del discurso es la
elección del Sujeto y los fénomenos de alternancia de voz resultantes (Tema 12). En el
ejemplo de (51) se da cuenta de esto:
(51) His rebus pace confirmata, … naues XVIII … ex superiore portu leni uento
soluerunt. Quae cum adpropinquarent Britanniae et ex castris uiderentur, tanta
tempestas subito coortae est (“Confirmada la paz con estos hechos, zarparon del
puerto superior con viento suave 18 barcos. Cuando éstos se estaban aproximando a
Britania e se les veía desde el campamento, se levantó una tempestad tan grande
que…”, Caes. Gall. 4,28,1-2)
En la frase de (51) se da una información relativa a unas naves que zarpan
hacia Britania. Las naves son en la primera frase información nueva y en la segunda
24
información conocida, recogida por el relativo-anafórico quae, con la que se sigue de
forma cohesionada el discurso. Una vez que quae, como Tópico que es, se elige como
Sujeto de adpropinquarent, la elección de la pasiva del segundo verbo uiderentur es
obligada, para poder seguir la secuencia con el mismo Tópico como Sujeto y presentar
así la información de forma cohesionada. La asignación de la función Sujeto, por tanto,
sólo puede explicarse si tenemos en cuenta la información proporcionada por el
discurso en su totalidad. Finalmente, la secuencia de tiempos y temas aspectuales en los relatos
corresponde, igualmente, al nivel del discurso, pues es esta secuencia de tiempos la
que permite enlazar las diferentes situaciones descritas (52) (Tema 13).
(52) Cuius loci haec erat natura atque ita montium angustiis mare continebatur
ut ex locis superioribus in litus telum adigi posset. Hunc ad egrediendum nequaquam
idoneum locum arbitratus, …, ad horam nonam in ancoris expectauit (“Tal era la
configuración natural de ese lugar y de tal forma se estrechaba el mar por las
angosturas de los montes que desde los lugares más altos podía clavar un dardo en el
litoral. Pensando que éste no era en absoluto un lugar adecuado para salir…, esperó
anclado hasta la hora nona”, Caes. Gall. 4,28,3-4).
La elección del imperfecto y el perfecto en estas frases viene determinada por
el relato: el imperfecto abre situaciones y las mantiene abiertas mientras sobreviene
algún acontecimiento; en (52) aparece en imperfecto la información sobre las
condiciones del lugar; con el imperfecto se crea el escenario dentro del cual suceden
los episodios. El perfecto, en cambio, indica un tiempo pasado acabado, idóneo para
marcar los episodios, la línea central del relato; expectauit en (52) hace referencia al
episodio central que deja el relato preparado para seguir introduciendo información.
Sólo en un ámbito más amplio que la oración, por consiguiente, es decir, en el nivel del
discurso, se pueden explicar estos fenómenos.
Son muchos los fenómenos, por tanto, relacionados con el discurso. Se trata,
sin embargo, de un campo cuyo estudio y sistematización se encuentra todavía en una
fase incipiente y que requiere mucha investigación.
25
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identificación y caracterización en Griego y Latín", Cuadernos de Filología Clásica,
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