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LA CATEDRAL HABITADA HISTORIA VIVA DE UN ESPACIO ARQUITECTÓNICO


Eduardo Carrero

LA CATEDRAL HABITADA

HISTORIA VIVA DE UN ESPACIO ARQUITECTÓNICO

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Director de la colección: Daniel Rico Camps

Consejo asesor:José Manuel BlecuaFàtima BoschSalvador CardúsRamon PascualGonzalo PontónBorja de RiquerJoan SubiratsJaume Terrades

© del texto: Eduardo Carrero Santamaría, 2019© de esta edición: Edicions UAB, 2019

Imagen de la cubierta: Catedral de Ávila

Edicions UABServei de Publicacions de la Universitat Autònoma de BarcelonaEdifici A08193 Bellaterra (Cerdanyola del Vallès)Tel. 93 581 10 [email protected]/publicacions

ISBN: 978-84-947993-3-4Depósito legal: B.9602-2019Impreso por Gràfiques JOU, SLImpreso en España – Printed in Spain

No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

Este libro es de Jaime y de Maria


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Índice

Palabras previas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Una introducción justificada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

La gestión del espacio litúrgico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35El escenario del culto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39Capillas mayores, girolas y transeptos . . . . . . . . . . . . . . . . . 43El coro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69Antecoros, trascoros, púlpitos y otras plataformas . . . . . . . . 103

El medio de la música y la liturgia dramatizada . . . . . . . . 108Cuerpos santos en la catedral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119Arquitectura para una religiosidad particular . . . . . . . . . . . . 137

Capillas segregando el espacio de la iglesia . . . . . . . . . . . 145Los ricos dominios de la muerte. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161La apertura de recintos privados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 182Los cementerios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195

La catedral y el rey. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211¿Arquitectura para coronar a un rey? . . . . . . . . . . . . . . . . . 214

El rey en la iglesia. Ver sin ser visto o presidir coro y altar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 242


10 LA CATEDRAL HABITADA

La arquitectura de la vida cotidiana. . . . . . . . . . . . . . . . 251La catedral de los libros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 252

La colección dispersa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263Libros para ser vistos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 266Libros de coro y canto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 272Regular el espacio. Cartelería catedralicia . . . . . . . . . . . . 279

La palabra y el canto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289Los niños de coro, el maestro de música y el organero . . 296El lugar de la enseñanza. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 300Normativas del espacio docente. Escuelas y claustros

al declinar el Medievo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309La catedral y los fieles. La arquitectura del sacramentario

y el bendicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 316La parroquia de la catedral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 320Los dueños del tiempo. Las horas, los cielos

y el territorio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 337Escenificar la política y la justicia . . . . . . . . . . . . . . . . . . 349

El clero capitular, entre el claustro y la ciudad . . . . . . . . . . 356

Epílogo. Políticas funcionales de un espacio fragmentado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 391

Glosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 411Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 415Índice geográfico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 435


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Palabras previas

Este trabajo es una primera síntesis de una línea de estudio que me ocupa desde hace años: la aproximación al edificio históri-co desde su uso, partiendo del axioma de que la función no perdura eternamente y que el espacio fue alterando su destino a partir de nuevas necesidades. Avanzar hasta un trabajo más amplio y de estas características era el paso lógico después de una tesis doctoral, ya lejana, dedicada a la arquitectura para las formas de vida de los cabildos catedralicios en los reinos de León y Galicia. Entonces me las vi con los problemas de la topografía claustral o con la inserción urbana de la catedral, los palacios de los obispos y otros edificios envolviendo a la igle-sia. Pero el uso de la iglesia y su adecuación funcional debían ser algo muy diferente.

Cuando por primera vez me enfrenté a la posibilidad de trabajar sobre este tema, tenía la monografía de Alain Erlan-de-Brandenburg como referente próximo en el tiempo. Pron-to me di cuenta de que mi enfoque variaba notablemente. De hecho, el estilo artístico en arquitectura no era lo que me interesaba en tanto que argumento de reflexión y menos aún a la hora de analizar los usos de un edificio. Mi pretensión era



olvidarme del estilo y plantear única y exclusivamente la pers-pectiva funcional, aquella que Émile Mâle (†1954) invocaba como básica a la hora de trabajar sobre el Medievo y que, desde entonces, quedó suspendida en una tierra de nadie en-tre la historia del arte y los documentos.

En 1958, Henri Lefebvre definía el espacio mediante ca-tegorías sociales, físicas y mentales, que su uso hacía partícipes en igual medida. A pesar de centrarse en el contexto urbano contemporáneo, la propuesta de Lefebvre es perfectamente aplicable al espacio construido de una catedral. Un espacio histórico es innegablemente físico, tiene un uso social y se percibe desde una perspectiva abstracta, mental. La propuesta ha tenido una notable fortuna en la historiografía de la cultura medieval anglosajona. Las digresiones sobre el espacio en fun-ción de género, a partir de hechos concretos como la guerra o la muerte, la idea espacial de paisaje — ya construido ya sono-ro—, han alcanzado un lugar propio en las estanterías de las bibliotecas universitarias. Con ellas se entremezcla la noción de espacio sagrado que aquí más pudiera preocuparnos. Pero frente a toda esta teorización reciente, sobre el uso suele pa-sarse de puntillas, primando escuelas artísticas y cronologías y, en ocasiones, interpretaciones que sobrepasan con creces lo ‘historiable’. La función, que nos invita a pasear de una a otra de las categorías definidas por Lefebvre, también tiene la ven-tura de traspasarlas, al obligarnos a reflexionar sobre su con-fluencia y a su necesaria evocación en un espacio pasado. Un espacio que se vuelca en el tiempo. La reflexión sobre el espa-cio pasado distorsiona nuestra limpia y segura visión contem-poránea, obligándonos a recapacitar, pero siempre a través del conocimiento histórico. Solo el testimonio documental nos permite la exégesis del devenir temporal del espacio. En algu-nos casos, los usos se documentan; en otros, no. Es entonces cuando el juego comparativo nos permite hacer propuestas de interpretación para arquitecturas — y adelanto problemas—


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marcadas por su singularidad: en una Europa de catedrales cada catedral es única.

En este sentido, no he querido hacer un anecdotario sobre acontecimientos sorprendentes o noticias llamativas acerca del uso del espacio catedralicio. La noticia documental debe ser nuestra prueba y nuestro apoyo, no nuestro objetivo. De he-cho, me sorprendió gratamente que mi amigo, el entusiasta Harry Seydoux, me descubriera hace ya más de diez años la fi-gura del canónigo inglés Mackenzie Walcott (†1880). Walcott es tildado en las referencias biográficas al uso como un «ecle-siólogo» y creo que es el adjetivo más acertado que se le pudie-ra dar. En una cincuentena de artículos y libros, el reverendo Walcott insistió denodadamente en la importancia de nuestro conocimiento sobre la liturgia, los usos particulares de cada catedral, el mobiliario y, por supuesto, su inserción urbana en una demarcación propia. Algo lógico para un inglés que vivía la preservación de conjuntos catedralicios en un marco tan evo-cador como los Cathedral Closes.

Este modo de análisis fue una práctica habitual en muchos de nuestros eruditos canónigos decimonónicos, que historia-ron sus catedrales con la intención de recoger no solo maestros arquitectos y etapas de construcción, sino también usos y fun-ciones. Entre ellos, me gustaría destacar a Josep Sanchis y Si-vera (†1927), que con su «guía» de la catedral de Valencia fue capaz de redactar un auténtico vademécum de la Seo, en el que la explicación diacrónica de su fábrica se entrevera con cientos de noticias sobre las razones de tal o cual espacio, el vaciado de referencias interesantísimas en por de las actas capi-tulares o las singularidades de su actividad litúrgica. Ya en el siglo xx, esta forma de historiar el mundo eclesiástico a través de su expresión arquitectónica fue desarrollada por Eamon Du-ffy. En 1992, su Desnudez de los altares (Stripping of the Altars) — en alusión a la ceremonia de desnudar la iglesia durante el Viernes Santo— se convirtió en un auténtico referente meto-



dológico para cualquier historiador del arte, uno de esos libros que consigue hacer cambiar los parámetros de análisis desde una perspectiva metodológica. Pero, sobre todo, la obra de Duffy es un ensayo básico para entender y reenfocar el mundo de las creencias y su expresión cultural en el periodo inme-diatamente previo a la reforma anglicana de la Iglesia de Ingla-terra.

Decía Michael Camille que hay dos perspectivas para acercarse a la arquitectura, la de un catalogador que diseccio- na y clasifica formas y la del experto en iconografía, que busca las imágenes y quiere leer el edificio a partir de ellas. No son las dos únicas formas de hacerlo. Aquí he querido profundizar en la «iconografía de la arquitectura» que nos planteó Richard Krautheimer en 1983, aunque en su propuesta tuviera mucho más que ver con un intento de puesta en práctica de las tipo-logías arquitectónicas de Nikolaus Pevsner (1976), que con otra cosa. Cuando propongo hacer iconografía, ésta es del es-pacio, entendiendo por tal nuestra interpretación sobre su uso del mismo modo a como intentaríamos discernir las razones, los porqués, la intrahistoria de un cuadro, un retablo, un con-junto escultórico o una miniatura. En este libro trataré de ca-tedrales de fundación medieval, de los usos y las formas en que se gestionó su espacio, intentando evitar, en la medida de lo posible, mezclarlas con las de otras instituciones religiosas como parroquias, monasterios o conventos. En el caso con-creto de la iglesia de la abadía benedictina de Westminster, su papel en el ceremonial de coronación de los reyes de Inglate-rra la convierte en un ineludible elemento de análisis. En otras ocasiones, han sido sobre todo las parroquias las que han ser-vido para ilustrar aquello que documentamos, pero ha desapa-recido en la catedral.

Personalmente, me interesa proponer una suerte de teoría de la recepción, una aproximación que tenga mucho de cono-cimiento sobre la organización del espacio arquitectónico y,


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también, de interés en aproximarnos a la percepción sensorial del mismo como último fin. Para explicarme, traeré aquí a colación una obra que se aleja de nuestro marco de análisis en muchos sentidos, pero que explica lo que me interesa. Se trata de un lienzo en el que un grupo de cantantes se enfrentan a interpretar la música vocal en una iglesia calvinista, sin los ins-trumentos musicales prohibidos por la Reforma (Fig. 1). Obra de Hendrik Van Steenwijck o de Abel Grimmer (Museo Na-cional de Arte, Arquitectura y Diseño de Oslo) es la «Capilla de noche con cantores», modelo habitual en la pintura de gé-nero barroca holandesa, propensa a las escenas de costumbres en el interior de iglesias. Lo que me interesa no es el tipo de música interpretada ni si se trata de una iglesia reformada. Lo que quiero destacar es el hecho de que represente una expe-riencia, que no debió ser muy dispar de la de cualquier grupo de cantores en cualquier iglesia europea del siglo xii en ade-lante. En una capilla lateral, tras una reja de madera entre-

Fig. 1. Hendrik Van Steenwijck (atrib.), Iglesia de noche con cantores, Oslo, Nasjonal-museet for kunst, arkitektur og design (Foto: Nasjonalmuseet for kunst).



abierta, el conjunto se reúne agolpado alrededor del facistol. El marco arquitectónico es el de una gran iglesia a oscuras, de la que vemos un contraluz de los arcos entre las naves, la pe-numbra de las bóvedas de la girola y los soportes del interco-lumnio que recogen la luz que emerge de una capilla en la que se canta. La evocación del espacio y su función, su circunstan-cial uso como lugar para ensayar la música o celebrar un oficio puntual y particular, el momento del día en el que tiene lugar y que obliga a iluminar circunstancialmente un grandioso edi-ficio que queda en penumbras alrededor de la escena, por el que se mueven las sombras del resto de los asistentes, que hue-le a incienso y a cera quemada y suena a canto llano y a polifo-nía. Así evocaba Balzac la imagen de la catedral de Tours en los primeros párrafos de Maese Cornelius.

Los temas de este libro se organizan en torno a tres gran-des bloques, dedicados a la vida litúrgica — es decir, el uso re-ligioso del edificio—, a la catedral como escenario de los ritos reales y, por último, a la vida cotidiana y sus efectos sobre la arquitectura. Cada apartado se subdivide a partir de las funcio-nalidades que motivaron una gestión compleja del espacio, hasta transformarlo o, en ciertas y pocas ocasiones, obligar a la creación de un tipo de edificio para un uso concreto. Ya me había ocupado de algunos de estos temas en artículos puntua-les, editados en revistas y libros de investigación. Ahora he evitado las notas para hacer la lectura más amena y con la in-tención de dotar al conjunto del texto de una unidad que el formato de diseño más académico suele eliminar con las llama-das a la referencia bibliográfica. El glosario que al final acom-paña al texto intenta solucionar la dificultad de los términos que usamos en la jerga especializada para referimos a muchos espacios desde una perspectiva funcional. Por fin, el lector in-teresado puede encontrar una selección de títulos en la que, para el más exigente, siempre faltará algo. Una bibliografía ex-haustiva sobre catedrales y cabildos nos llevaría un volumen


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completo, por lo que he optado por limitarla a los trabajos en los que también se ha primado la visión funcional por encima de la cadena de etapas constructivas. Junto a estos, las mo-nografías básicas y más recientes sobre cada catedral. Con «bá-sicas» me refiero a las de los canónigos y eruditos de los si-glos xvii, xix y xx que citaba líneas antes y que siguen siendo una fuente de información primordial. De las monografías más recientes, recojo las aportaciones más cercanas en el tiempo y que han servido para renovar los estudios de muchos de los edificios referidos en el texto.

Acabo estas palabras queriendo anunciar al lector mi con-vencimiento de que nuestra aproximación a la realidad mate-rial de un edificio histórico en un momento determinado de su historia es tan parcial como para que cualquier cosa — por muy extraña que pueda parecer— fuera real y allí tuviera lu-gar. Pensemos que, a pesar de grandes guerras, eras digitales, pactos sociales y crisis económicas y de valores, somos hijos muy dependientes del siglo xix y sus revoluciones culturales. Además de herederos del Romanticismo, desde un punto de vista conceptual nuestras imágenes eclesiásticas son las de la Iglesia decimonónica, beata y mojigata; la de Pío Nono y la piedad de mujeres de toca, que se extendió hasta mediados del siglo xx. Es la imagen de la catedral de Oviedo en la Vetusta de La Regenta. Muy lejos, por tanto, de la Iglesia previa al Concilio de Trento, la anterior a la globalización litúrgica de los misales de fines del siglo xvi, mucho más heterodoxa de lo que pudiéramos pensar. Y para muestra, un botón. Los lecto-res de literatura medieval, renacentista y barroca conocen bien la costumbre de ir a otear a la iglesia a las jóvenes casaderas, a las casadas accesibles o a las viudas que allí asistían: pasearse por los oficios para ver a quién se iba a pretender después, en un escaparate que, en otro momento, se hacía difícil con una mu-jer que pisaba poco la calle y lo hacía cubierta. Como en el romance de la misa de amor o en Espíritu olímpico de Los Pla-



netas. Menos conocida es la costumbre de los niños de Mon-doñedo, que jugaban a la pelota en el interior de la catedral, algo que a su sacristán le trajo no pocos disgustos. Se trata de anécdotas, de las que hay muchas entre la documentación ca-tedralicia. Pero en el momento en que las anécdotas pasan a integrarse en un discurso sobre el uso de la arquitectura como actrices de pleno derecho es cuando podremos percatarnos de que un edificio fue construido con unos fines y que evitarlos nos deja sin el porqué para primar el cuándo y el cómo de su arquitectura.

Este trabajo se ha visto beneficiado de la compañía, las opiniones, el intercambio de pareceres, las visitas conjuntas e, incluso, las noticias — a veces inéditas y generosamente regala-das— de mis amigos. Por eso, me gustaría dar las gracias a Harry Seydoux (†2012), con quien viajé por los Closes de las catedrales de Inglaterra buscando casas de capellanes, y a Aní-sio Saraiva y Rosário Morujão por nuestro peregrinar catedra-licio del norte al sur de Portugal. De igual modo, a Diego Conte, Nicolás Menéndez, Ana Zamora, Gisela Ripoll, Ra-quel Alonso, Miguel Ángel González, Pilar Alguacil, Pepe Rey, Juan Ruiz y Tom Nickson. Y a Daniel Rico que, ade-más, consiguió que dejara de prometerlo y me sentara a acabar el libro de una vez. A todos ellos mi más sincero agradecimien-to. Confío en continuar charlando con vosotros sobre los teja-dos y torres de las iglesias.

A mis hermanos. A Gloria, con, por y después de todo.

Parets del Vallès, 21 de julio de 2018


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