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La proclamación de la independen- cia en 1816 permi- tió aglutinar fuerzas y enfrentar el riesgo de perder la autonomía conquistada desde 1810. El 9 de julio de 1816, los congresales reunidos en San Miguel de Tucumán aclamaron unánimemente la inde- pendencia de las Provincias Unidas de América del Sur. Lucha por la independencia de México. Fresco de Juan El sacerdote Manuel Hidalgo dio comienzo a la lucha por la independencia de México, en 1810. Luego de su derrota, la causa fue continuada por José M. Morelos, quien, en 1814, declaró la independencia del país. Ese mismo año, Fernando VII recuperó el trono español y decidió enviar tropas a América para reinstaurar el régimen colonial. En poco tiempo, Bolívar fue derrotado en Venezuela; ü'Higgins, en Chile, y Morelos, en México. LA INDEPENDENCIA El Congreso de Tucumán y la Declaración de la independencia A fines de 1815, el futuro inmediato de la revolución rioplatense se presentaba muy sombrío. Una situación internacional adver- sa, las divisiones políticas internas y las de- rrotas sufridas en el norte del territorio vol- vían crítico el destino de la revolución. Los monarcas aliados europeos, vencedo- res de Napoleón, habían acordado la restau- ración de las monarquías y del orden ante- riores a la Revolución Francesa. También acordaron el respeto de los derechos de cada corona sobre sus antiguos dominios colo- niales. En España, Fernando VII había recu- perado el trono y demostrado la firme deci- sión de restablecer su dominio en las colo- nias sublevadas. Así, en varios puntos de \ América, como México, Venezuela y Chile, los realistas lograron derrotar a las fuerzas patriotas. Al mismo tiempo, en el Río de la Plata crecía el temor de que llegasen tropas de España para reprimir a los revoluciona- rios. Frente a esta crítica situación internacio- nal, el gobierno rioplatense estaba realizan- do, desde hacía un tiempo, gestiones diplo- máticas con varias naciones, incluida Espa- ña, para negociar una salida política que permitiera conservar la autonomía y evitar las represalias de la corona espafíola. El go- bierno también recurrió a la mediación bri- tánica para lograr sus objetivos. Las funcio- nes diplomáticas fueron ejercidas, principal- mente, por Manuel Belgrano, Manuel de Sarratea y Bernardino Rivadavia. Paralela- mente, desde 1814, San Martín se hallaba en Mendoza, organizando una fuerza expe- dicionaria con el fin de cruzar los Andes y enfrentar a los españoles en Chile y en Perú. Entre las diferentes alternativas que bara- - >-' , al :J ..J'. 0.0 o' - a E , e :Q o g ª: 9 I .D ,;: i:;o ,--, o''" 1 " , a.. 'f ., , '( . <l ' .. m, e• e ; @ 92

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La proclamación de la independen­

cia en 1816 permi­tió aglutinar

fuerzas y enfrentar el riesgo de perder

la autonomía conquistada desde

1810.

El 9 de julio de 1816, los congresales reunidos en San Miguel de Tucumán aclamaron unánimemente la inde­pendencia de las Provincias Unidas de América del Sur.

Lucha por la independencia de México. Fresco de Juan Ó'Gor¡p~~1961. El sacerdote Manuel Hidalgo dio comienzo a la lucha por la independencia de México, en 1810. Luego de su derrota, la causa fue continuada por José M. Morelos, quien, en 1814, declaró la independencia del país. Ese mismo año, Fernando VII recuperó el trono español y decidió enviar tropas a América para reinstaurar el régimen colonial. En poco tiempo, Bolívar fue derrotado en Venezuela; ü'Higgins, en Chile, y Morelos, en México.

LA INDEPENDENCIA

El Congreso de Tucumán y la Declaración de la independencia

A fines de 1815, el futuro inmediato de la revolución rioplatense se presentaba muy sombrío. Una situación internacional adver­sa, las divisiones políticas internas y las de­rrotas sufridas en el norte del territorio vol­vían crítico el destino de la revolución.

Los monarcas aliados europeos, vencedo­res de Napoleón, habían acordado la restau­ración de las monarquías y del orden ante­riores a la Revolución Francesa. También acordaron el respeto de los derechos de cada corona sobre sus antiguos dominios colo­niales. En España, Fernando VII había recu­perado el trono y demostrado la firme deci­sión de restablecer su dominio en las colo­nias sublevadas. Así, en varios puntos de

\ América, como México, Venezuela y Chile, los realistas lograron derrotar a las fuerzas patriotas. Al mismo tiempo, en el Río de la Plata crecía el temor de que llegasen tropas de España para reprimir a los revoluciona­rios.

Frente a esta crítica situación internacio­nal, el gobierno rioplatense estaba realizan­do, desde hacía un tiempo, gestiones diplo­máticas con varias naciones, incluida Espa­ña, para negociar una salida política que permitiera conservar la autonomía y evitar las represalias de la corona espafíola. El go­bierno también recurrió a la mediación bri­tánica para lograr sus objetivos. Las funcio­nes diplomáticas fueron ejercidas, principal­mente, por Manuel Belgrano, Manuel de Sarratea y Bernardino Rivadavia. Paralela­mente, desde 1814, San Martín se hallaba en Mendoza, organizando una fuerza expe­dicionaria con el fin de cruzar los Andes y enfrentar a los españoles en Chile y en Perú.

Entre las diferentes alternativas que bara­

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jaba la dirigencia política rioplatense para do para reprimir a Artigas, bajo las órdenes adecuarse a las circunstancias y legitimar la de Álvarez Thomas, no acató la orden y se revolución, la solución monárquica contaba sublevó en Pontezuelas. Ante la crítica si­con suficiente consenso. En cambio, se tuación, Alvear renunció y la Asamblea de consideró una traición la gestión secreta de 1813 fue disuelta. A fines de 1815, la pers­Manuel J. García -enviado por el director pectiva de disgregación política y de una supremo, Carlos M. de Alvear, a Río de Ja­ 'ofensiva española, se vio agravada por la

1neiro, en 1815- destinada a solicitar, por derrota de Rondeau -jefe del Ejército del­intermedio del embajador inglés, el protec­ Norte- en Sipe Sipe y por nuevos enfrenta­torado británico sobre el Río de la Plata. mientos internos -{;omo el planteado entre Esto significaba, como expresaban las ins­ el caudillo salteño Güemes y Rondeau- e trucciones a García, que "Estas provincias hizo evidente la necesidad de convocar un desean pertenecer a Gran Bretaña, recibir nuevo congreso constituyente para afrontar sus leyes, obedecer a su gobierno y vivir la situación. La elección de la ciudad de bajo su influjo poderoso", sin condición al­ San Miguel de Tucumán como sede de ese guna. congreso tenía un fuerte contenido político:

La gestión diplomática de García agudi­ simbolizaba el intento de la elite política zó la crisis política interna y la oposición al porteña de lograr el apoyo del interior del gobierno instalado en Buenos Aires. La territorio. oposición ya no sólo provenía del Litoral El Congreso, reunido en marzo de 1816, artiguista, que tenía un proyecto político di­ eligió director supremo a Juan Martín de ferente de organización estatal y una acti­ Pueyrredón. El nuevo director era miembro tud inflexible a favor de la independencia, de la Logia Lautaro y 'contaba con el reco­sin~o tarr1bién de las fijas porteñas y de otras nocimiento tanto de Buenos Aires como J2rovincias del hÚerior. El ejército convoca- del Interior. Desde su cargo, Pueyrredón - \ ..

brindó un imp0t:tante apoyo a la campaña que preparaba San Martín en Cuyo.

, '

. Por la Independencia

Juan Martín de Pueyrre­dón, diputado por San Luis, se convirtió en el nuevo director supremo.

"¡Hasta cuándo esperamos declarar nuestra indepen- rt,. ~~ dencia! ¿No le parece a ! ~ ~ usted una cosa bien ridí- '_~ '~;]~~!r4 ~ cula, acuñar moneda, te- \~ ~(~!q t'l

ner el pabellón y cucarda ~ .:~ r nacional y por último ha- '0> ..!../.,' ....~ "Debía esperarse que eJ Congreso general tomase medidas para restable­cer la guerra al soberano ,~, "~n"¿~ cer la unidad del Estado. Este era el primero y principal encargo de nuestras de quien en el día se cree de­ instrucciones. No había otra que el nombramiento de Director Supremo por pendemos? ¿Qué nos falta más que decirlo? el Congreso [...] y nosotros nos lisonjeamos de haber evitado recayese el

. nombramiento en algún enemigo mortal de los Porteños [...l. Luego que sePor otra parte, ¿qué relaciones podremos em· prender, cuando estamos a pupilo? Los enemi­ declaró la independencia, los Diputados de Buenos Aires nos propusimos en­gos (y con mucha razón) nos tratan de insur­ trar en las tareas de la Constitución. Inspiramos la idea de que se establecie­gentes, pues nos declaramos vasallos. Esté U. se primero la forma de Gobierno [...j. No fue difícil reunir la generalidad de seguro que nadie nos auxiliará en tal situación. dictámenes a favor de la Monarquía Constitucional, como la más adecuada a [...] Ánimo, que para los hombres de coraje se la naturaleza y necesidad del país, y la -más propía para acabar con la anar­han hecho las empresas. Veamos claros, mi a­ quía. Pero en este primer paso encontramos un atolladero que nos obligó migo; si no se hace, el congreso es nulo en to­ volver atrás, dejándolo enteramente abandonado. La desconfianza, el desa­da~, sus partes, porque reasumiendo éste la so­ fecto V la rivalidad contra Buenos Aires, se habían descubierto públicamente :Jf:Yanía, es una usurpación que se hace al que desde que llegamos aquí [...l resultó de aquí no poder arribar a una sanción se cree verdadero, es decir, a Fernandito." quedando hasta hoy indecisa la forma de Gobierno."

ANTONIO SAENZ. SAN MARTiN. Informe a la Junta Electoral de Buenos Aires.

Carta al diputado por Mendoza, Godoy Cruz. Tucumán, 1.0 de febrero de 1817. Mendoza, 12 de abril de 1816. ·i

~ .'ót •

.. ¿A qué se refiere el diputado Sáenz con la necesidad de "restablecer la uni­-~ ,,-Qué motivos argumentaba San Martín para in­ dad del Estado" y. más adelante, con la mención de "anarquía"?

sistir en declarar, urgentemente, la indepen­dencia7 .. ¿Por qué existía un sentimiento antiporteño entre muchos de los diputados?

LA INDEPENDENCIA 93

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El 9 de julio de 1816, bajo la presidencia del representante por San Juan, Francisco N. Laprida, el Congreso proclamó la inde­pendencia de las Provincias Unidas de América del Sur, declarando que era "[...] volurhad unánime e indubitable de estas provincias romper l?s violentos vínculos que las ligaban a los¡ reyes de España, recu­perar los derechos de que fueron despoja­das, e investirse del alto carácter de nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli." (Acta de Decla­ración de la independencia.) La proclama­ción de la independencia fue, de algún mo­do, una respuesta a los continuos requeri­mientos de San Martín, quien la considera­ba indispensable para legitimar su proyecto de emprender la ofensiva militar en otras re­giones de América del Sur. Al mismo tiem­po, la declaración facilitaba la representa­ción y las negociaciones de las Provincias Unidas en el exterior.

La reunión de un congreso y el acto de proclamar la independencia tuvieron tam-

Población estimada para 1817, según un contemporáneo .

UNIDAS NO UNIDAS PROVINCIAS LIBRES

Buenos Aires 120.000 Paraguay 100.000 Córdoba 75.000 Misiones 40.000 Tucumán 60.000 Santa Fe s/d Salta 60.000 Entre Ríos 50.000 Cuyo 75.000_ Banda Oriental (190.000) Distritos no incluidos 75.000

HENRY BRACKENRIDGE. Viaje a América del Sur 1817-1818.

Buenos Aires, Hyspamérica. 1988 (v.l J.

• Brackenridge aclara que la falta de censos apropiados hace que los datos sean imperfectos. Señala también la frecuente omisión de "los indios civiliza­dos" y que "de los no civilizados nunca se da noticia".

- ¿A qué se debe el título de "Provincias libres"? (Una pista: el Alto Perú no figura en la lista.)

- ¿Por qué no figuran en el cuadro las provincias de La Rioja, Catamarca, Jujuy, San Luis, entre o­tras?

- ¿Por qué Brackenridge incluyó entre las "provin­cias no unidas" al Paraguay y a la Banda Orien­tal?

• ¿En qué fecha se realizó el primer censo de la provincia donde viven?

LA INDEPENDENCIA

bién un fin unificador. Éste se puso en evi­dencia pocos días después, en el manifiesto del 1. o de agosto, que anunciaba "el fin a la revolución [y] el principio al orden", ya que entendía que la expansión de la revolu­ción había producido la "anarquía" de los pueblos.

Las opiniones de los representantes pro­vinciales fueron unánimes en torno de la declaración de la independencia; sin em­bargo, estaban divididas en cuanto a la for­ma de gobierno, manifestándose la oposi­ción entre tendencias pro monárquicas y pro republicanas; o entre centralistas y fe­derales, esta última defendida por la repre­sentación cordobesa. Cada tendencia pre­sentaba, además, matices diferentes: por ejemplo, en el seno de la corriente pro mo-

Salón de la Casa de Tucumán donde scsionó el Congreso Constituyente que e19 de julio de 1816 declaró la indepen­dencia.

Acta adicional de la Declaración de la independencia

"Reunidos los Señores Diputados [... ] to­mando la palabra el Sr. Medrana pidió que pues se había de pasar al Ejército el acta de In­dependencia, y fórmula del Juramento de ella,

, después de las expresiones Sus sucesores, y metrópoli, se agregase, y de toda otra domina­ción extranjera, dando por razón que de este modo se sofocaría el rumor esparcido por cier­tos hombres malignos que el Director del Esta· do, el Gral. Belgrano y aun algunos individuos del Sobo Congreso. alimentaban ideas de en­tregar el País a los Portugueses[... ]"

Sesión secreta del 19 de julio de 1816.

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nárquica había quienes proponían la corona­ fluencia de Artigas, no habían enviado re­ción de un príncipe europeo, mientras que presentantes. otros, como Belgrano, eran partidarios de Sin embargo, haciendo uso de sus facul­un sucesor de la dinastía incaica. tades constituyentes, el Congreso sancionó,

La falta de acuerdo y la diversidad de in­ a fines de 1817, un Reglamento Provisorio tereses obligaron a postergar la organiza­ para el ordenamiento y la administración ción constitucional de las Provincias Uni­ de los poderes del Estado y para la regula­I

das. Además, el Congreso no era totalmente ción de los derechos y deberes de los habi­representativo, ya que las provincias litora­ tantes. En ese momento, el Congreso ya se les y la Banda Oriental, todas bajo la in- había trasladado e instalado en Buenos Ai­

res, ante la posibilidad de un avance realis­ta sobre Tucumán. En Buenos Aires, el Congreso cumplió funciones legislativas y Cielito de la Independencia de asesoramiento al Poder Ejecutivo. Entre tanto, la guerra continuó desarrollándose

[oo.] en los distintos frentes y el gobierno siguió "Hoy una nueva Nación enviando emisarios rioplatenses al exterior, en el mundo se presenta, en gestión diplomática. pues las Provincias Unidas proclaman su Independencia.

. . .Cielito, cielo festivo, cielo de la libertad, Análisis dél discurso: la~ identidades políticas .

.' "', .jurando la Independencia no SQmos esclavos ya.

Según los estudios del historiador José C. Chiaramonte, en 1810, Y Los 'del Río pe la Plata durante bastante tiempo más, no existía un sentimiento nacional argentino.

- cahtan con áclamación, Éste sería el resultado del largo proceso que condujo a la contrucción de un su libertad recobrada estado nacional. De allí que coexistieran, después de la independencia,

• a esfuertos de su valor. diferentes identidades políticas ("americana", "rioplatense o argentina", "provincial") que expresaban formas alternativas de satisfacer la necesidad

[.00] de organizar un nuevo estado, en reemplazo del colonial.

Los constantes argentinos juran hoy con heroísmo eterna guerra al tirano, guerra eterna al despotismo.

[oo.] . ~"::"'\l\

Cielito, cielo cantemos, ~:

cielito de la unidad, unidos seremos libres, sin unión no hay libertad.

Todo fiel Americano hace a la Patria traición si fomenta la discordia y no propende a la Unión.

[oo.]

Cielito, cielo dichoso, cielo del Americano, que el cielo hermoso del Sud es cielo más estrellado."

BARTOLOMÉ HIDALGO. Cielitos y diálogos patrióticos.

Buenos Aires, CEAL, 1979.

• En este "Cielito de la independencia" se puede observar la coexistencia de identidades a la que se refiere Chiaramonte. Marquen en el texto esas identidades y señalen también con cuál de ellas se relaciona la palabra Patria.

Cielito. Acuarela de Carlos E. Pellegrini, 1831. El cielito era un baile popular de la campaña que se acompañaba con canto y guitarra.

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Entre 1817 Y 1820, la Guerra

de la independen­cia cambió de tác­ticas y de escena­

rios, situación que produjo una cierta descentralización de los esfuerzos, y

coexistió con la guerra civil.

La guerra En el norte, la Guerra de la independen­

cia adoptó la táctica defensiva, sugerida por San Martín, que tendía a impedir el avance español hacia el interior del territorio y, al mismo tiempo, provocar el desgaste de sus fuerzas y evitar su aprovisionamiento. La resistencia a las incursiones realistas tuvo a Salta como principal escenario y a las fuer­zas locales, comandadas por el gobernador Güemes, como protagonistas.

En el este, la resistencia a los portugueses que ocupaban la Banda Oriental fue asumi­da por las fuerzas de Artigas. Frente al con­flicto, el gobierno de las Provincias Unidas mantuvo una actitud prescindente y ambi­gua, coherente con la prioridad que otorgaba a su lucha contra Artigas -el desgaste de las fuerzas artiguistas favorecía la política cen­tralista del Directorio y de sus aliados del Interior- y a la.s tratativas que, paralelamen­te, desarrollaba en la corte portuguesa para

La batalla de Maipú según una litografía coloreada publicada en Londres, en 1819.

Fray Lui.s Beltrán en su taller de armamentos, según un óleo de Mario Anganuzzi. Apenas mstalado en Mendoza, San Martín se dedicó a organizar el ejército. Además de reunu y entrenar las tropas, debía proveerse de annas y municiones, pólvora y unifor­mes. En El Plumenllo, en las afueras de Mendoza, funcionó el taller de armamentos a cargo de Fray Luis Beltrán.

LA INDEPENDENCIA

instaurar el régimen monárquico en el Río de la Plata.

Más allá de las fronteras, en 1817, San Martín inició la guerra contra los españoles de Chile. Su plan estratégico -conocido co­mo Plan Continental- consistía en liberar Chile y desde allí atacar por mar el Perú, centro del poder realista. El plan y la coor­dinación con revolucionarios de otras regio­nes -como Bernardo O'Higgins, de Chile­le dieron un carácter continental a las gue­rras de la independencia en Hispanoaméri­ca, a la vez que sacaron del aislamiento a la revolución rioplatense.

Las fuerzas que llevaron a cabo esa em­presa fueron preparadas, entre 1814 y 1816, en Mendoza, bajo las órdenes de San Mar­tín, gobernador de Cuyo. Con ese fin se movilizó a la población cuyana y sus recur­sos económicos; además, el gobierno cen­tral destinó gran parte de los recursos del Estado para financiar la expedición. A las fuerzas locales se unieron las de los revolu­cionarios chilenos quienes, bajo las órdenes de O'Higgins, se habían refugiado en Men­doza luego de haber sido derrotados por los españoles en Rancagua (1814).

"Yo me tomo esta licencia [de escribirle] ansioso de uniformar nuestro sistema y hacer cada día más vigorosos los esfuerzos de América. Ella ciertamente marcha a su ruina dirigida por el impulso de Buenos Aires [...]. Su preponderancia sobre los pueblos le hace mirarlos con desprecio y su engrandecimiento le sería más pesaroso que su total exter­minio.[...] Por fortuna los pueblos se hallan hoy penetrados de sus deberes y su entusias­mo los hace superiores a los peligros [...]. Contener al enemigo después de la desqracia de Sipe-Sipe debe ser nuestro principal ohjeto. Por acá no hacemos menos esfuerzos por contener las miras de Portugal. [... ] La fría indiferencia de Buenos Aires y sus agentes en aquella corte me confirma de su debilidad. Nada tenemos que esperar sino de nosotros mismos."

JOSÉ G. ARTIGAs. Carta a Martín M. de GÜemes.

Purificación, 5 de febrero de 1816.

¿A qué sistema se refería Artigas? ¿Por qué sostenía que sólo podían contar con sus oro­pias fuerzas para contener al enemigo? '

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La travesía de los Andes se inició en ene­ro de 1817. con más de 5.000 hombres y u­nos 10.000 animales (mulas y caballos). El hábil manejo de la información sobre los movimientos del enemigo y la falsa infor­mación que se hizo llegar a los españoles antes de atravesar la cordillera permitieron a San Martín y al Ejército de los Andes combatir exitosamente a los realistas. Éstos sufrieron una grave derrota en Chacabuco, en febrero de 1817, que permitió al ejército argentino-chileno entrar en Santiago, donde O'Higgins fue designado Director. El 12 de febrero de 1818, Chile proclamó su inde­pendencia. Poco después, la resistencia rea­lista fue derrotada en Maipú (abril de 1818) y finalizó el dominio español en Chile.

Luego de que la idependencia de Chile quedó asegurada, San Martín evitó interve­nir con su ejército en las guerras civiles rio­platenses y, con el apoyo de Q'Higgins, se dedicó a armar una flota para proseguir has­ta el Perú. Adquirió embarcaciones inglesas y r~cluto marinos británicos; la jefatura de la escu<\dra fije encargada al irlandés Lord Cochr~ne. La expedición se inició en agosto de ·1820 y, un año más tarde, el 21 de julio de 1821, San Martín proclamó la indepen­dencia del Perú, país del que fue nombrado Protector.

Encuentro de San Martín y Bolívar en Guayaquil, según un grabado de I...evy de 1853. En 1822, el interior del Perú aún permanecía bajo el po­der realista. En Guayaquil, San Martín se entrevistó con Simón Bolívar -libertador de Venezuela y Nueva Gra­nada, que integraron la Gran Colombia (actuales territo­rios de Venezuela, Colombia y Ecuador)- para pedirle apoyo militar. Ante la falta de acuerdo, San Martín se retiró del Perú para no entorpecer la continuación de la guerra. En 1824, en la batalla de Ayacucho, uno de los ejércitos de Bolívar, comandado por Antonio 1. de Sucre, derrotó definitivamente a las tropas españolas.

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fí\ Camino de Los Patos1..0 (San Martin. Soler y O'Higgins)

CD Camino de Uspallata (Las Heras)

o Columna de Lemos

Campañas de San Martín a Chile y al Perú. En el eroquis están indicados los recorridos terrestres y marítimos llevados a cabo por

• San Martín y su' ejército. El gtue"s~ del ejército cruzó los Andes por el norte de Mendoza -por los Patos y Uspallata-; las columnas menores atravesaron la cordillera a la altura de La Rioja, San Juan y el sur de Mendoza. La función de estas columnas menores (en total unos 800 hombres) era distraer al enemigo y dispersar sus fuerzas. Se han indicado los principales triunfos de San Martín con banderas azules y la derrota de Cancha Rayada con una verde.

LA INDEPENDENCIA 97

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El costo de la guerra y las finanzas públicas

.La necesidad de financiar la Guerra de la independencia (además de sostener al Esta­do surgido de la révolución) llevó a los go­biernos de la primera década revolucionaria a imponer fuertes cargas a la comunidad. Se trató, en su mayor parte, de impuestos indi­rectos y de contribuciones voluntarias y for­zosas. Estas últimas incluyeron a españoles y disidentes políticos y, a veces, a residentes extranjeros. Otras formas de obtener recur­sos para mantener los ejércitos y los gastos militares fueron la confiscación de bienes a los enemigos y la incautación de todo lo que no era vendido o entregado voluntaria­mente por sus poseedores.

Los principales ingresos fiscales, como se puede observar en el cuadro de la página siguiente, p~ovenían de los impuestos al co-

Esclavos y provisiones para el Ejército de los Andes

"Mucho he celebrado la liberalidad con que se ha prestado esa provincia en !a dación de esclavos: vaya ver si tan noble ejemplo produce aquí algún fruto. Pensaré despacio y avisaré si los 500 ó 600 negros que debe producir la exacción resuelta deban agregarse para formar un nuevo batallón ... "

JUAN M. DE PUEYRREDÓN Carta a San Martín, 10 de septiembre de 1816.

"A más de las 400 frazadas remitidas de Córdoba, van ahora 500 ponchos, únicos que se han podido ~contrar; están con repetición libradas órdenes a Córdoba para que se compren los que faltan al completo, librando su costo contra estas cajas.

[...) Está dada la orden más terminante al gobernador intendente para que haga regresar todos los arreos de mulas de esa ciudad y de la de San Juan.

Está dada la orden para que se remitan a Ud. mil arrobas de charqui, que me pide para diciembre: se hará. [...)

Van todos los vestuarios pedidos y muchas más camisas. Si por casualidad faltaren de Córdoba en remitir las frazadas, toque Usted

el arbitrio de un donativo de frazadas, ponchos o mantas viejas a ese vecin­dario y el de San Juan: no hay casa que no pueda desprenderse sin perjuicio de una manta vieja; es menester pordiosear cuando no hay otro remedio. Van cuatrocientos recados.

Van hoy por el correo en un cajoncito los dos únicos clarines que se han encontrado.

[...] Van los 200 sables de repuesto que me pide. Van 200 tiendas de campaña o pabellones, y no hay más. Va el mundo. Va el demonio. Va la carne. [...] no me vo~lva lld. a pedir

más, si no quiere recibir la noticia de que he am¡meci~oJllOrcado de un ti· rante de la fortaleza." •

JUAN M. DE PUEYRREDÓN. Carta aSan Martín, 2 de noviembre de 1816.

• ¿Qué significa el último párrafo? ¿Qué presiones tenía Pueyrredón?

LA INDEPENDENCIA

mercio exterior, principalmente de los dere­chos de importación. Estos impuestos fue­ron suplantando a los que, durante el perío­do colonial, fluían desde Potosí por la ex­portación de plata. Los impuestos a las im­portaciones, por ser indirectos, recaían so­bre el conjunto de los consumidores.

Estos recursos y los obtenidos de otros impuestos no eran suficientes para sostener los ejércitos y la guerra. Entonces, se apeló con frecuencia a las contribuciones o em­préstitos voluntarios y forzosos, en dinero o en especies, sobre todo después de 1815, cuando el Estado central dejó de percibir las rentas del comercio del Litoral "por es­tar ocupadas por las armas enemigas las provincias de la Unión más productivas", como señalaba un decreto de 1818.

Los empréstitos y las contribuciones de dinero eran generalmente solicitados a los comerciantes. Tenían el carácter de deuda pública y, por lo tanto, el Estado se com­prometía, mediante la entrega de un pagaré, a su devolución y al pago de intereses. Sin

::

embargo, los que no podían esperar hasta la devolución transferían esas órdenes de pa­go, por una parte de su valor oominal, a otros que se beneficiaban con la transac­ción. Una parte de los que compraban las

la penuria fiscal .

"¡Ah, amigo, en cuántas amarguras nos he­mos visto con el maldito empréstito! Hasta aquí no se han sacado más que 87 mil pesos de los españoles: los ingleses se han rehusado abiertamente, y [de) 141 mil que les cupieron no han entregado más que 6.700. [...). En su­ma, es imposible sacar el medio millón en nu­merario, aunque se llenen las cárceles y cuar­teles. Admírese Ud. al oir, que ayer perdía el papel del empréstito 25%, cuando no se ha sa­cado aún la sexta parte. El resultado de todo esto es que el Estado no se remedia; que el comercio nacional se arruina; que los ingleses, únicos introductores, utilizan exclusivamente toda la quiebra del papel; que no entra un pe­so en aduana; y lo peor y más ruinoso de todo es que el crédito público se destruye de un modo escandaloso. Estoy ahogado, estoy de­sesperado."

JUAN M. DE PUEYRREDÓN. Carta a San Martín,

2 de septiembre de 1818.

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órdenes de pago, entre los que se contaban los medios, evitar que el costo de la guerra numerosos ingleses, eran grandes comer­ recayera sobre los sectores propietarios ciantes -importadores-exportadores, pro­ porteños. Decidió, entonces, reiterar las veedores de artículos destinados a las fuer­ contribuciones forzosas que, además de zas militares (alimentos, vestuario, armas, afectar a los españoles, se destinaron tam­etc.)-, que así se convirtieron en fuertes bién a los opositores políticos. Así, en acreedores del Estado. Esta posición era 11819, las contribuciones forzosas represen­ventajosa, pues no sólo recuperaban sus

I

taran más del 11 % de los ingresos. préstamos, descontándolos de los derechos de aduana que debían pagar, sino que tam­bién obtenían otras prerrogativas económi­cas y una mayor influencia política.

El aumento de las dificultades financie­ras del Estado, en 1816 y 1817, repercutió sobre el pago de las remuneraciones y la manutención de las fuerzas militares. El problema recaía principalmente sobre la tropa, ya que la oficialidad tenía prioridad para cobrar sus sueldos. El apoyo al Ejérci­to de los Andes y el crecimiento de la deu­da pública obligaron al gobierno a elevar los impuestos a las importaciones para au­mentar sus recursos. La medida provocó un aumento 8el cont~a.bando y el gobierno tu­VQ que rebajarlos 'nl,1evamente, en 1818. Al año siguiente,~al mismo tiempo que aumen­taban la penuria fiscal y las presiones de los Frente a la Aduana. Acuarela de E. E. Vidal, 1817. acreedores, el gobierno intentó, por todos

. . . ,

Ingr~sos y gastos del período . . ,.,' . ,

, INGRESOS' :I8111,l'B ts" GASTOS '1811/l815 1816/1819 De Potosí 420.844 Cuerpos militares 4.598.818 1.818.687

veteranos 3.555.585 J.063.385 De cajas del Interior 181.684 expediciones 939.346 679.105

milicias 107.887 76.197Comercio exterior 6.453.318 5.976.328 Importaciones 5.677.038 5.096.350 Sueldos militares 435.756 386.204 Exportacione s 776.280 879.978 oficiales 419.689 376.438

tropa 15.515 9.256 Impuestos a propiedades, enganches 552 510 comercio y producción 2.806.037 2.141.256

Gastos militares no espec. 1.732.424 291.094Ingresos por acciones de guerra y dispos. de Establecimientos militares 936.680 291.231 propiedad enemiga 1.270.368 117.732

Compra de bienes· 1.179.391 507.349 Contribuciones forzosas 596.108 638.158

Otros gastos 3.540.119 3.632.131Préstamos y donativos voluntarios 136.460 527.921 TOTAL 12.423.188 6.926.696

Otros ingresos 1.921.878 1:747.833 • Incluye compra de vestuario, esclavos, armas, etcétera.

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Elaboración en base aTUllO HALPERIN DONGHI.

Guerra y finanzas en los orígenes del Estado argentino (/791-1850). Buenos Aires, Ed. de Belgrano, 1982.

LA INDEPENDENCIA 99

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La independencia Cambios en la economía de las Provincias Unidas trajo apa­.,ven la sociedad rejados importan- posrevolucionarias tes cambios en la economía y en la La guerra prodl,¡Jo alteraciones y pérdi­sociedad riopla- das de diversa índole. Ya vimos cómo la

tenses. Estos cam­guerra consumía buena parte de los recur­sos del Estado y de la población. También bios se debieron a significó el reclutamiento y la pérdida de la combinación de hombres, lo que, además de afectar a la su­ciertas circunstan­pervivencia de sus familias, privaba de ma­

cias derivadas de no de obra a las actividades productivas. La la guerra, como la lucha contra los realistas y la guerra civil pérdida de merca­diezmaron la riqueza ganadera de vastas re­dos tradicionales, giones, por ejemplo, Santa Fe y Entre Ríos,

tanto por el consumo y los saqueos de los ya los efectos, to­ejércitos como por las matanzas que hacían davía incipientes, sus dueños para anticiparse a ellos y apro­

de la liberaliza­vechar los cueros. ción del comercio Los contlictos bélicos en los distintos

exterior. frentes alteraron el comercio interregional, al afectar no sólo al abastecimient9 de la población sino también a los ingresos de los sectores mercantiles dominantes de las provincias, que controlaban los resortes lo­cales de la producción y del intercambio. El tráfico comercial entre el Interior y Bue-

El desequilibrio eConómico. social y cultural " . I

~ - ~ , . .' ~ ~'

"Primera de las provincia~que se desprendió de España, Buenos Aires fue también la primera que se unió a Europa, esa Europa cuyos representantes eran Inglaterra en el campo de la actividad económica y Francia en el terreno del pensamiento político y social. Y al acercarse más a Europa, el abismo que separaba a la provincia del resto del país se hizo más profundo. Econó­mica y cultural mente, Inglaterra y Francia parecían estar más cerca de Bue­nos Aires que Tucumán, Mendoza y hasta Córdoba. En la configuración eco­nómica de la joven república, Buenos Aires ocupaba una posición que era ú· nica por más de un concepto. Vastos recursos naturales, un mercado interno relativamente grande, acceso al mar libre y directo, eran ventajas que ningu­na de las provincias hermanas poseía en grado similar. La explotación de las riquezas naturales requería comparativamente poco capital. El cuero, la car­ne, el sebo y otros subproductos de la industria ganadera encontraban fácil­mente mercados en Europa, Brasil, Cuba y América del Norte. En estos mis­mos mercados obtenía la provincia los artículos elaborados y alimentos que no podía producir. De este modo, Buenos Aires era, en cierta medida, econó­micamente independiente' del resto del país. [...] Como consumidora de la producción y la industria del interior y como int~rmediaria' ele su' corriente comercial con los países extranjeros, Buenos Aires-g0'f\9aide una posición semimonopolista."·

MIRaN BURGIN. Aspectos económicos del federalismo argentino.

Buenos Aires, 50Iar/Hachette, 1975.

nos Aires se interrumpió por el conflicto en el Litoral; también, hasta 1817, se mantuvo

b:cerrado el comercio con Chile. La pérdida eldel Alto Perú produjo la crisis económica elmás profunda y duradera, aunque no afectó

al espacio rioplatense de manera uniforme. c rUna de sus principales e inmediatas conse­1<cuencias fue que el territorio, sobre todo el

Interior, se quedó sin metálico, ya que la c

mayor parte de la plata provenía del Potosí. e eEste metal, que permitía las transacciones

regionales e internacionales, se obtenía a fI

cambio de la provisión de mulas (criadas e r: dinvernadas a lo largo de la ruta que vincula­bba Buenos Aires y Potosí) y de otros bie­

nes, como vacunos. Además, las ciudades -y sus comerciantes- que servían de nexo entre Buenos Aires y el Alto Perú, princi­palmente Córdoba, Tucumán y Salta, per­dieron el papel de intermediarios en el trá­ c

fico de efectos extranjeros y producciones j

locales que se desarrollaba entre ambos po­los. En el caso de Buenos Aires, los efectos de la pérdida del mercado altoperuano y del flujo de plata potosina fueron compensados con un cambio económico que, esquemáti­camente, significó, a mediano plazo, el pa­so de una economía basada en la exporta­ción de plata a otra dedicada a la exporta­ción de productos ganaderos del área bo­naerense, a través del puerto y de su adua­na. Este cambio, aún incipiente, definiría los rasgos característicos de la economía rioplatense de las décadas siguientes y acentuaría su papel hegemónico en la re-

Convoy de mulas v¡iíateras. Acuarela de E. E. Vida!' Las mulas podían llevar alrededor de 200 kg de carga y recorrer diariamente entre 30 y 40 km de distancia.

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gión, alterando el antiguo equilibrio. Para fines de la década de 1810, sin em­

bargo, las ventajas de esa transformación eran aún tenues: la expansión productiva era escasa y no alcanzaba a pagar la cre­ciente afluencia de artículos extranjeros. De allí el desequilibrio que se verificaba en la balanza comercial a favor de las importa­ciones. La apertura del comercio exterior comenzaba a definir así una nueva relación económica con las naciones industriales eu­ropeas, principalmente con Inglaterra, ca­racterizada por la dependencia. Por otro la­do, aunque los productores ganaderos se beneficiaron con la liberalización del co­mercio, las aspiraciones de los comercian­tes criollos no se vieron totalmente satisfe­chas, ya que el control del intercambio ex­terior pasó en buena medida a manos de los comerciantes ingleses instalados en Buenos Aires, quienes tenían los contactos directos y los medios para acceder a los puertos de ultramar. También disponían de dinero para la compra de biepes lecales, en un período q).l~ se ~aracterizó 'por la escasez de metálico.

Pese a las 'dificultades, la apertura al co­mefcio diretto con el exterior fue un princi­pio económico y una reivindicación de ha­cendados y comerciantes bonaerenses. El Litoral también reclamaba la apertura co­mercial, aunque condicionaba su reclamo a la posibilidad de acceder al mercado ultra­marino sin la intermediación porteña.

En cambio, la libertad de comercio no fue totalmente aceptada por el Interior, cu­yas producciones (textiles, vinos, aguar­dientes, azúcar, artesanías en cuero, etc.) no podían competir ventajosamente con los ar­tículos, más baratos, importados del exte­rior, sobre todo en el mercado porteño, ha­cia donde destinaban el grueso de su pro­ducción. En esa situación de competencia jugó un papel muy importante la incidencia del alto costo del transporte de los produc­tos hasta Buenos Aires, que los encarecía aún más con respecto a los extranjeros: ya no se contaba con la protección de una po­lítica comercial y aduanera restrictiva (co­mo la colonial) para absorber ese costo.

Estancia en San Pedro. Acuarela de E. E. Vidal. El vacuno criollo de la época de la independencia no difería demasiado del traído por Garay a fines del siglo XVI. Era enjuto, con patas largas y grandes cuernos o guampas. La rusticidad del animal s6lo permitía obtener, además del cuero, una carne escasa y de mala calidad.

El comercio de 1822

IMPORTAOONES Al Río DE LA PLATA

Origen Porcentajes del Príncipales productos valor de las

ímportaciones

Gran Bretaña 50,9 textiles de algodón y lana Resto de Europa 19,8 ferretería, textiles Brasil 12,5. azúcar, yerba, ron, arroz, café EE.UU. 12,0 harina y maderas Otros 4,8

H.S. FERNS. Gran Bretaña yArgentina en el siglo XIX.

Buenos Aires, Solar/Hachelle, 1979.

. ."

La "papeleta de conchabo" '.' :

Reiterando una vieja práctica colonial, un decreto del 30 de agosto de 1815, dictado por el gobernador intendente de Buenos Aires, disponía que "todo. individuo que no lenga propiedad legítima de que subsistir, será repu­tado¡de la clase de sirviente" y quedaba obligado a llevar una "papeleta", fir· ft'!áda por su patrón y por el juez, que debía renovar cada tres meses. "Todo individuo de la clase de peón que no conserve este documento será reputa­do vago." Los declarados "vagos" debían prestar cinco años de servicio mili­tar o, en su defecto, dos años de "conchabo" obligatorio al servicio de un pa­trón.

LA INDEPENDENCIA 101

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Al finalizar la década de 1810, los cam­Súbditos británi­bios acarreados por la revolución y la gue­cos residentes en

el Río de la Plata rra alteraron la importancia relativa de las (estimación) antiguas ciudades y regiones, las que ten­

dieron a buscar una salida a las nuevas con­1809 124 diciones. Los conflictos entre los diversos 1824 1.355 intereses económicos de los grupos domi­1831 4.072 \

nantes locales pasaron a ocupar, si no el

H.S. FERNS centro, al menos gran parte de la lucha polí­op. cito tica y de las disputas en tomo de la forma

de organización del Estado. Las transformaciones del orden social

posteriores a la independencia no fueron fa­vorables a todos los sectores de la sociedad. Los cambios en las elites, con el desplaza­miento y la confiscación de los beneficia­rios del poder virreinal, el empobrecimien­to de ciertos sectores de la elite criolla y el ascenso de otros, la presencia de nuevos ac­tores en el comercio -como los ingleses­fueron configurando nuevas relaciones de poder. A ell~s se agregaron las crecientes diferencias entre la sociedad porteña y las sociedades provinciales.

En otros sectores de la sociedad, la vieja estructura social jerárquica se mantuvo en

La cuestión económica y el fedéralismo . . . . .

El historiador Miran Burgin señala que "... Ia defensa económica se convir· tió en uno de los factores más importantes de los 'que produjeron la apari· ción de ese particularismo político cuya expresión programática fue la con· cepción federalista de la organización nacional. Y el problema económico se transformó en una cuestióo...política en la que los derechos de los Estados se cuadraron contra la centralización [...y] atravesaron las divisiones adminis­trativas."

MIRaN BURGIN. Aspectos económicos del federalismo argentino.

Buenos Aires, Solar/Hachette, 1975.

La siguiente nota es un fragmento de la publicada por la Gaceta de Bue­nos Aires que expresaba la interpretación del gobierno central sobre las ten­dencias federales:

"Los federalistas quieren no sólo que Buenos Aires no sea la capital, sino que, como perteneciente a todos los pueblos, divida con ellos el armamen­to, los derechos de aduana y demás rentas generales: el') una palabra, que se establezca la igualdad física entre Buenos Aires y las demás provincias, corrigiendo los consejos de la naturaleza que nos ha dado un puerto y unos campos, un clima y otras'circunstancias que le hal'\ hecho físicamente supe· rior a otros pueblos..." .

. ¡ Gaceta de Buenos Aires, 15 <fe{jiciembre de 1819.

• ¿Cuáles son, según el texto, los intereses económicos relacionados con la concepción federalista?

LA INDEPENDENCIA

la mayoría de las provincias, más allá del proclamado igualitarismo de los revolucio­narios de Mayo y de las medidas tendien­tes a democratizar la sociedad. Tanto la po­blación indígena como la negra y las lla­madas castas continuaron ocupando una posición subalterna con respecto a los sec­tores propietarios blancos, 10 que se evi­denció en las relaciones de trabajo, en las condiciones de vida y en la legislación re­presora de la "vagancia". La esclavitud so­brevivió por muchos años, hasta su total prohibición en 1853. En varias provincias, por ejemplo, en Córdoba, estos grupos fue­ron objeto de discriminación y excluidos del ejercicio de derechos civiles, como el de participar en las elecciones o el de reci­bir estudios superiores. Paradójicamente, la guerra y la movilización de sect6res popu­lares rurales y urbanos dieron lugar a una cierta democratización y a la difusión (co­mo en los ejércitos de Artigas o de Güe­mes) de los principios de libertad e igual­dad. No obstante, existía el temor a la irrupción de tensiones sociales latentes en la llamada, peyorativamente, "chusma" o "plebe"; por ejemplo, Juan Manuel Beruti señalaba en sus Memorias curiosas que aquella se hallaba " ...deseosa de abatir a la gente decente, arruinarlos e igualarlos a su calidad y miseria". Este temor y el interés por la conservación del orden social jerár­quico fueron un denominador común entre los sectores dirigentes de la época.

La opinión de dos comerciantes ingleses

"Otra fuente de contrariedades para noso­tros era la envidia y los celos de los pequeños comerciantes [se refiere a los comerciantes correntinos] que se imaginaban que nuestras gigantescas operaciones los perjudicaban. En su ceguera de topos no podían ver -y acaso no querían ver- que aunque se abría ante no­sotros un vasto y nuevo campo de operacio­nes, el antiguo y estrecho de ellos no era afec­tado. Nosotros no ejercíamos el monopolio. Había mucho lugar para la libre competencia de todos. Pero así y todo los presuntos peque­ños monopolistas se quejaban de que, al pa­gar altos precios arruinábamos el comercio..."

JUAN Y GUILLERMO PARISH R08ERTSON. Cartas de Sud-América.

Buenos Aires, Emecé, 1950.

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