LA PARROQUIA LUGAR PRIVILEGIADO DE LA NUEVA EVANGELIZACION

Carta Pastoral 2014 / Diócesis de Tuxpan, Ver.

Presentación

Me dirijo a todos ustedes, hermanos que integran esta Iglesia diocesana de Tuxpan: sacerdotes, religiosas (os), agentes laicos, familias y miembros todos del Pueblo de Dios, para presentarles la Carta Pastoral que escribimos en este año 2014, el primero del V Plan diocesano de pastoral, año dedicado a la Parroquia como lugar privilegiado para la Nueva Evangelización.

La finalidad de esta Carta es invitar a todos y, de manera especial a los agentes de pastoral, a que reflexionemos y profundicemos sobre la importancia y la necesidad de encontrar caminos nuevos para evangelizar, de cara a los enormes desafíos y condicionamientos que encontramos en la realidad actual. Necesitamos, por tanto, entender la esencia y los cómos de la Nueva Evangelización que la Iglesia nos está proponiendo, para que la realicemos con entusiasmo y creatividad y podamos respaldar estos esfuerzos con el testimonio de vida, de manera que pueda incidir en la realidad.

En el caminar de la Iglesia universal, a partir del Concilio Vaticano II y bajo la guía del Espíritu Santo, han surgido innumerables inquietudes acerca de los caminos para evangelizar y de cómo lograr que el evangelio llegue a más personas y con la mayor profundidad, frente a los enormes desafíos que presenta la cultura actual.

Fue así como surgió esta idea de una Nueva Evangelización, que se ha venido desarrollando en el magisterio de la Iglesia, a partir del Concilio, desde los años sesenta. El detonador fue Vaticano II, convocado por el Papa Juan XXIII y concluido por el Papa Pablo VI, un acontecimiento que generó grandes expectativas e impulsó diversas iniciativas, orientadas hacia una renovación general de la Iglesia. A través de la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi Pablo VI canalizó la inquietud de la Iglesia, en orden a encontrar caminos nuevos para evangelizar. Y fue precisamente Juan Pablo II quien acuñó el término y fue invitando a asumir, con gran ardor, el proyecto de la Nueva Evangelización. Al asumir el pontificado en 2005, el Papa Benedicto XVI, dio continuidad a este proyecto, clarificando y concretándolo, al instituir un Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, nombrando como presidente al Arzobispo Rino Fisichella.

En México y en varios países de América latina comenzaron a surgir los planes diocesanos de pastoral, hacia la década de los ochenta, buscando una metodología de comunión y participación que involucrara a sacerdotes, religiosas y laicos, para ir generando una manera nueva de evangelizar, como el magisterio de la Iglesia nos sugería, particularmente en América latina, a partir de Puebla, luego con el documento de Santo Domingo y, más recientemente, a través del documento de Aparecida.

Se insistía en partir de la realidad, buscando iluminarla con la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia, para descubrir juntos las necesidades y urgencias, buscando finalmente definir las prioridades a trabajar. Siguiendo esta metodología, en la diócesis de Tuxpan hemos definido, para este año 2014, la prioridad de la Parroquia como lugar privilegiado de la Nueva Evangelización. Además de invitar a profundizar el tema de la Nueva Evangelización, la carta invita también a reflexionar en la parroquia, ya que es el nivel de Iglesia donde ha de concretarse la tarea de la Nueva Evangelización.

Valdrá la pena profundizar el ser y quehacer de esta estructura eclesial, ya muy antigua, pero que se considera insustituible, a pesar de que nos adentramos ya en la segunda década del siglo veintiuno. Las reflexiones que presentaré sobre la parroquia se asoman apenas al Concilio Vaticano II, ya que este acontecimiento trascendental del catolicismo la revalora y la vincula estrechamente a la comunidad de

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los fieles, inyectándole un dinamismo especial que la sacude y la lanza a convertirse en promotora de una nueva manera de evangelizar, ante los enormes retos del mundo actual.

Nuestro V Plan diocesano de Pastoral.

Tocaremos, aunque sea de paso, los ejes pastorales transversales, que definimos en nuestro V Plan diocesano, ya que la Biblia, la Familia, la Educación y las Vocaciones han de ser tomados en cuenta de manera permanente, buscando que inspiren y dinamicen toda acción pastoral en el espíritu de la Nueva Evangelización, ya que hemos de iluminar siempre la vida y la acción pastoral con la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia, buscando generar Educación, crecimiento y formación, en orden a apoyar las Familias en su importante servicio, precisamente, de educar en la fe, formar personas y generar crecimiento y desarrollo entre sus integrantes. Pero igualmente hay que despertar y acompañar procesos formativos hacia las distintas vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales.

Pidamos a Jesús Buen Pastor y a María nuestra Madre del cielo, patrona de esta Iglesia particular de Tuxpan, que nos conceda ardor, entusiasmo y creatividad para buscar los nuevos caminos que hagan llegar el evangelio hasta los últimos rincones de nuestro territorio diocesano y que logre encarnar cada vez mejor en la vida y la cultura de nuestra gente.

Tuxpan, Veracruz, Mayo de 2014, año de la Parroquia

Juan Navarro Castellanos

+ Obispo de Tuxpan

ANTECEDENTES DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN“Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación” Mc 16, 15

1. El Señor Jesús envió a los 12 apóstoles y a los apóstoles de todos los tiempos a anunciar la Buena Nueva de la salvación. Esta es la razón por la que tenemos que anunciar el mensaje en cada época, en cada lugar y cultura. Es por esta razón que buscamos impulsar el proyecto de la Nueva Evangelización, que implica audacia en los discípulos misioneros para encontrar los caminos que puedan conducirnos a una acción pastoral que responda a las expectativas de mucha gente de hoy y a la sed de Dios que experimentan los seres humanos. A partir del concilio Vaticano II se despertaron muchas inquietudes que buscaban una manera nueva de evangelizar, ante los grandes desafíos que han venido generando los cambios culturales. Diez años después de Vaticano II el Papa Pablo VI convocó un Sínodo sobre la evangelización. De ahí surgió la importante exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi, (Para anunciar el Evangelio).

Este es el motivo del documento: “Nuestros propósitos en este décimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, cuyos objetivos se resumen, en definitiva, en uno solo: hacer a la Iglesia cada vez más apta para anunciar el evangelio a la humanidad del siglo veinte…. “En diversas ocasiones, ya antes del Sínodo, pusimos de relieve la importancia de este tema de la evangelización. Las condiciones de la sociedad nos obligan, por tanto, a revisar métodos, a buscar por todos los medios el modo de llevar al hombre moderno el mensaje cristiano, en el cual únicamente podrá hallar la respuesta a sus interrogantes y la fuerza para su empeño de solidaridad humana. Y añadíamos que, para dar una respuesta válida a las exigencias del Concilio que nos están acuciando, necesitamos absolutamente

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ponernos en contacto con el patrimonio de fe que la Iglesia tiene el deber de preservar en toda su pureza, y a la vez el deber de presentarlo a los hombres de nuestro tiempo, con los medios a nuestro alcance, de una manera comprensible y persuasiva”. 1

No aparece todavía el término Nueva Evangelización, sin embargo, ya se está hablando de un nuevo modo de anunciar el evangelio y de explorar los diversos caminos que puedan lograr tal objetivo. De hecho la exhortación, Para anunciar el Evangelio, contiene un análisis muy certero de los cambios que estaba generando el fenómeno de la contestación, muy generalizada ya en ese tiempo en diversos países y que venía condicionando la acción evangelizadora de la Iglesia.

Evangelizar las culturas

2. De la misma manera el Papa Pablo VI afirmó con claridad que “La ruptura entre evangelio y cultura es sin duda alguna el drama de nuestro tiempo, como lo fue también en otras épocas. De ahí que hay que hacer todos los esfuerzos con vistas a una generosa evangelización de la cultura, o más exactamente de las culturas. Estas culturas deben ser regeneradas por el encuentro con la Buena Nueva. Pero este encuentro no se llevará a cabo si la Buena Nueva no es proclamada”. 2

El Evangelio, y por consiguiente la evangelización, no se identifican ciertamente con la cultura y son independientes con respecto a todas las culturas. Sin embargo, el reino que anuncia el Evangelio es vivido por hombres profundamente vinculados a una cultura y a la construcción del reino, no puede por menos de tomar los elementos de la cultura y de las culturas humanas. Independientes con respecto a las culturas, evangelio y evangelización no son necesariamente incompatibles con ellas, sino capaces de impregnarlas a todas sin someterse a ninguna.

Por lo anterior, Pablo VI señalaba con claridad la importancia de una forma nueva de evangelizar: “Lo que importa es evangelizar -no de una manera decorativa, como un barniz superficial, sino de manera vital, en profundidad y hasta sus mismas raíces- la cultura y las culturas del hombre en el sentido rico y amplio que tienen sus términos en Gaudium et Spes, tomando siempre como punto de partida la persona y teniendo presentes las relaciones de las personas entre sí y con Dios”. 3

¿Cómo evangelizar?

3. La insistencia de Pablo VI para que la evangelización fuera de verdad nueva se encuentra explícitamente en el párrafo que viene a continuación, señalando que se trata de un asunto difícil y de todos los tiempos: “Este problema de cómo evangelizar es siempre actual, porque las maneras de evangelizar cambian según las diversas circunstancias de tiempo, lugar, cultura; por eso plantean casi un desafío a nuestra capacidad de descubrir y adaptar. A nosotros, Pastores de la Iglesia, incumbe especialmente el deber de descubrir con audacia y prudencia, conservando la fidelidad al contenido, las formas más adecuadas y eficaces de comunicar el mensaje evangélico a los hombres de nuestro tiempo”. 4

La exhortación menciona puntos importantes que son válidos, en nuestros días, como contenidos fundamentales para la nueva evangelización: la liturgia, la primacía del testimonio, la exigencia del conocer los nuevos medios de comunicación, la piedad popular… En síntesis, la actualidad de la exhortación Para anuncia el Evangelio, es incuestionable y su conclusión es una interesante invitación para todos nosotros. El documento hace una atenta exhortación a los obispos y a los sacerdotes y diáconos, colaboradores del los obispos para congregar el pueblo de Dios y animar espiritualmente las comunidades locales. Exhorta igualmente a los religiosos y religiosas, testigos de una Iglesia llamada a

1 Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, n. 2 y 3.2 Ibid, n. 203 Ibid, n. 204 Ibid. n. 40

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la santidad y, por tanto, invitados de manera especial a una vida que ofrezca testimonio de las bienaventuranzas evangélicas.

4. Pero exhorta también a los laicos: familias cristianas, jóvenes y adultos, a los dirigentes, a los pobres tantas veces ricos de fe y de esperanza, a todos los laicos conscientes de su papel evangelizador al servicio de la Iglesia o en el corazón de la sociedad y del mundo. Es necesario que nuestro celo evangelizador brote de una verdadera santidad de vida y que, como lo sugiere Vaticano II, la predicación alimentada con la oración y sobre todo con el amor a la Eucaristía, redunde en mayor santidad del predicador.

El mundo, que a pesar de los muchos signos de rechazo de Dios, lo busca por caminos insospechados y siente su necesidad, exige a los evangelizadores que le hablen de un Dios a quien ellos mismos conocen y tratan familiarmente, como si estuvieran viendo al Invisible. El mundo exige y espera de nosotros sencillez de vida, espíritu de oración, caridad para con todos, especialmente para los pequeños y los pobres, obediencia y humildad, desapego de sí mismos y renuncia. Sin esta marca de santidad, nuestra palabra difícilmente abrirá brecha en el corazón de los hombres de este tiempo. Corre el riesgo de hacerse vana e infecunda. 5

¿Qué entendemos por Nueva Evangelización?

5. El Arzobispo Rino Fisichela, presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, ha estudiado a fondo este tema y nos dice que el término aparece por primera vez, como si fuera un inciso, en el documento de Puebla de 1979. Veamos el texto: “Situaciones nuevas que nacen de cambios socio-culturales exigen una Nueva Evangelización: emigrantes, grandes conglomerados urbanos, masas de todos los estratos sociales en precaria situación de fe, grupos expuestos a la influencia de las sectas y las ideologías que no respetan identidad, confunden y provocan divisiones”. 6

En 1979 el Papa Juan Pablo II, en un viaje a Polonia usó también por primera la expresión Nueva Evangelización. En una homilía expresó lo siguiente: “Donde surge la cruz, se ve la señal de que ha llegado la Buena Nueva de la salvación del hombre mediante el amor. Donde se levanta la cruz, esta la señal de que se ha iniciado la evangelización”. Más tarde, hablando de otra cruz que se levantó para las celebraciones del nuevo milenio, también en su tierra natal, dice que con la cruz hemos recibido una señal: que en el umbral del nuevo milenio -en esta nueva época, en las nuevas condiciones de vida-, vuelve a ser anunciado el evangelio. Se ha dado comienzo a una Nueva Evangelización, como si se tratara de un segundo anuncio, aunque en realidad es siempre el mismo. La cruz está elevada sobre el mundo que gira.7

6. Juan Pablo II con toda la fuerza de su magisterio, introdujo la fórmula “nueva evangelización”. Es difícil saber si el Papa pudo imaginar el movimiento real que generaría esta fórmula. Señalaba, sin embargo, de manera plástica, el camino que había que recorrer y encontraba en las diversas formas de la pastoral una confirmación afortunada. La razón, porque a partir de aquí, numerosas realidades eclesiales comprendieron que su acción debía dirigirse hacia este horizonte. Muchos entendieron la urgencia y se aplicaron a sí mismos las palabras de San Pablo: “Para mí es un deber predicar el evangelio. “¡Ay de mí si no predicara el evangelio!” (1 Cor 9, 16), y volvieron a llevar entusiasmo y fuerza donde se habían infiltrado el cansancio y la confusión. 8

7. La conmemoración de los quinientos años de evangelización en América fue un motivo para que desde Haiti, en 1983, el Papa Juan Pablo II dijera que la conmemoración del medio milenio de evangelización tendría su significación plena si obispos, presbíteros y fieles laicos se comprometían a

5 Cf. Ibid, n. 766 Cf. Fisichella Rino. La Nueva Evangelización. Ed. Sal Terrae, pag. 257 Cf. Ibid. Pag. 268 Cf. Ibid. pag. 19

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una Nueva Evangelización. Nueva en su ardor, nueva en sus métodos y nueva en su expresión. El Papa señaló, a continuación, algunos presupuestos fundamentales para la Nueva Evangelización:

Se necesitan más vocaciones sacerdotales. Urge mayor vitalidad en la Iglesia latinoamericana, que será imposible si no cuenta con sacerdotes numerosos y bien preparados; esto exige más vocaciones y una preparación adecuada en el aspecto espiritual, doctrinal y pastoral. Lograr lo anterior sería como adelantar el futuro de la Iglesia.

Falta mayor Protagonismo de los laicos. Vaticano II y el documento de Puebla 79 hablan con fuerza sobre la importancia de los laicos en la Iglesia y en la sociedad. Juan Pablo II señaló que la celebración de los quinientos años de evangelización en América, debe encontrar a los obispos, juntamente con sus Iglesias, empeñados en formar cada vez a más laicos, para que colaboren eficazmente en la obra evangelizadora. 9

Hacia el año 2000 el Papa Juan Pablo II invitaba igualmente a obispos, sacerdotes y laicos de América Latina a asumir un compromiso, no de reevangelización, sino de una Nueva Evangelización. Nueva en el ardor, en sus métodos y en su expresión. El Papa invitaba, a través de esta propuesta, a renovar esfuerzos por predicar el evangelio de Jesucristo a todos los que buscaran la verdad.

8. Pero, ¿Qué tiene de “nuevo” esta Nueva Evangelización, de la que habló el Papa Juan Pablo II? No es “nueva” en términos de su mensaje y contenido. La persona, la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, quien es el mismo ayer, hoy y siempre sigue siendo el contenido de la Nueva Evangelización. Sin embargo, el testimonio de Jesucristo que da la Iglesia debe adaptarse a la gente de cada época y de cada lugar. Aunque la Nueva Evangelización incluye a los que nunca han oído de Cristo, va más allá para dirigirse a los que viven en culturas históricamente cristianas. Pueden ser cristianos bautizados que han oído de Cristo, pero para quienes la fe cristiana misma ha perdido su significado personal y su poder transformador.

La Iglesia existe para evangelizar. Estas palabras del Papa Pablo VI nos recuerdan que la evangelización es medular para la identidad y la misión de la Iglesia en el mundo. La evangelización es también central para la identidad y la misión de todo cristiano. Evangelizar es “ante todo dar testimonio, de manera simple y directa, de Dios revelado en Jesucristo, en el Espíritu Santo, dar testimonio de que en Su Hijo, Dios ha amado al mundo, desde que en Su Verbo Encarnado Él ha dado el ser a todas las cosas, y nos ha llamado a la vida eterna. Por la virtud del bautismo, todo cristiano es llamado a dar testimonio, con su palabra y su acción,  de la verdad y la belleza de la fe en Jesucristo.10

Nueva en el ardor, en los métodos y en la expresión

9. Monseñor Rino Fisichella, señala que, al conmemorar quinientos años de la primera evangelización, la Iglesia tiene necesidad de un entusiasmo misionero renovado para no quedarse anclada en el pasado. La trilogía nuevo “ardor, nuevos “métodos” y nueva “expresión” confirma la idea de un modo renovado de situarse con respecto a la nueva evangelización de parte de los creyentes. El Papa reta a las Iglesias Latinoamericanas a renovarse a sí mismas, dando vida a nuevas formas expresivas de anuncio en un nuevo contexto social. 11

10. Nueva en su Ardor. Se trata del entusiasmo, la alegría, el vigor y la convicción con los que se anuncia el Evangelio. La clave está en que quien hace el anuncio de Cristo sea un «hombre nuevo», alguien que haya aceptado la conversión y esté profundamente unido a él para lograr la santidad. Este nuevo ardor es volver a predicar como lo hicieron los primeros discípulos que, siendo hombres muy sencillos, transformaron el mundo. Un ejemplo lo tenemos en los primeros cristianos, que eran constantes en la

9 Cf. Juan Pablo II, Discurso al Celam, Haití, 198310 Cf. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, n. 2911 Cf. Fisichella Rino. La Nueva Evangelización. Ed. Sal Terrae, pag. 28 y 29

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escucha de la Palabra, en la fracción del pan y en la vida fraterna. Esto atraía a muchos y cada día crecía el número de creyentes. (Cf. Hch 5, 42-47).

Tenemos también el texto de los discípulos de Emaús, quienes después de escuchar a Jesús en el camino y de reconocerlo en el partir el pan, se preguntaron: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?» (Lc 24, 32) y presurosos regresaron a Jerusalén para comunicar lo sucedido. Los obispos en Aparecida decían: «Aquí está el reto fundamental que afrontamos: mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo» (DA, 14). Se trata del ardor de los santos, como San Francisco de Asís, Santa Teresa de Jesús, San Juan María Vianney. Nos dice mucho a nosotros el ardor de San Rafael Guizar Valencia, nuestro santo veracruzano. Tenemos igualmente un magnífico ejemplo de ardor en los nuevos santos Juan XXIII y Juan Pablo II. 12

11. Nueva en sus métodos. Los tiempos cambian y los retos y desafíos para el anuncio del Evangelio son distintos. La Nueva Evangelización a la cual estamos convocados exige de nosotros actitud creativa y resuelta, siempre fiel a la esencia de nuestra fe. En vistas a ello, debemos estar abiertos a la asimilación de aquellas herramientas y métodos que contribuyan a las necesidades pastorales, haciendo más asequible la presentación de la fe a los hombres y mujeres de hoy.

Nuevos métodos significa igualmente poner todo lo que esté a nuestro alcance para pasar de una pastoral de conservación a una pastoral misionera, que salga al encuentro de los alejados y, en fidelidad al Espíritu Santo, busque responder con valentía y audacia a los desafíos que se presentan para el cumplimiento de la misión de la Iglesia. De ahí la necesidad de una gran creatividad y, como dice el documento de Aparecida, de una «conversión pastoral», que tenga muy en cuenta el contexto histórico en el que vive la Iglesia, lo cual debe llevar a vivir y promover una espiritualidad de comunión y participación, en la que se dé amplio espacio al dinamismo de los laicos para que ejerzan su liderazgo y su responsabilidad eclesial, lo mismo que los jóvenes (cf. DA, 365-372).

En estos tiempos es necesario saber utilizar los medios de comunicación y las redes sociales, a través de los cuales podemos y debemos dar testimonio de la fe, encontrar muchas personas, debatir, opinar, informar y cumplir una tarea evangelizadora, puesto que es en ellos donde hoy en día se encuentra la gente, particularmente los jóvenes, para entablar relaciones y comunicarse. La Nueva Evangelización debe estar encaminada a hacer posible que el hombre y la mujer, de esta sociedad secularizada, vuelvan a sentir la alegría de la presencia y de la cercanía del amor de Dios en sus vidas. 13

12. Nueva en su expresión. Se trata de buscar un lenguaje que, sin traicionar el sentido profundo de los misterios de nuestra fe, sea comprensible al mundo presente y se adapte a las diversas situaciones y a las diversas culturas. Esto exige revitalizar los lenguajes tradicionales que se han utilizado en la catequesis, en la liturgia y en los demás medios de comunicación de la fe. La Iglesia debe entrar en diálogo con la cultura actual para romper las distancias que separan al hombre de hoy de las riquezas del Evangelio y hacerle sentir la cercanía y deseo de solidaridad y comunión que inspira la catolicidad de la Iglesia. Iglesia y cultura actual se necesitan mutuamente. La nueva expresión se logra cuan el mensaje es algo vivencial, por lo que es necesario que quien evangeliza dé testimonio con su vida y sea coherente con la fe que profesa. En los comienzos de la Iglesia los primeros cristianos convencieron por su testimonio de vida; por el servicio desinteresado a los demás y por el amor que se tenían; así fue creciendo la comunidad (cf. Hch 2, 42-47).

Estas nuevas expresiones no se refieren exclusivamente a las palabras que se utilizan para comunicar verbalmente, sino que hacen referencia también al lenguaje que brota del «mandamiento nuevo», del

12 Cf. Ruiz Arenas Octavio, L’osservatore Romano, Ed Esp., Ago 12 de 2012, pag. 4, ss13 Cf. Ibid. Pag. 4, ss

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mandamiento del amor, que convoca al diálogo, al servicio, a la solidaridad, a la búsqueda de la justicia, de la igualdad y de la promoción humana. La Nueva Evangelización, recordaba Juan Pablo II, debe incluir, por lo tanto, entre sus elementos esenciales el anuncio de la doctrina social de la Iglesia, que sirve para indicar el recto camino a la hora de dar respuesta a los grandes desafíos de la edad contemporánea (cf. CAnnus, 5). 14

13. Los signos de los tiempos nos mueven a la búsqueda de una renovada vivencia de la fe. En un mundo construido de espaldas a Dios, donde la fe está en permanente cuestionamiento, donde los valores han sido desterrados de la vida cotidiana de las personas, donde toda referencia a Dios o lo sobrenatural han sido mutiladas, cuando no suprimidas del todo, donde el ser humano ha llegado a tal grado de deshumanización que es incapaz de comprender la grandeza de la fe y el dinamismo del amor, porque no posee las categorías para hacerlo, se hace cada vez más urgente el anuncio de la Buena Nueva, pero de una manera renovadora, vivificante, audaz, en sintonía con la mentalidad de los tiempos actuales, con sus desafíos y necesidades, capaz de responder a los interrogantes de hoy, capaz de llenar los vacíos que aquejan los corazones de tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo. Es claro que en nuestra Diócesis de Tuxpan y en cada comunidad concreta necesitamos buscar el nuevo ardor, así como los nuevos métodos y la nueva expresión que impacten y atraigan a las personas, para que logren afianzar su fe y encontrarse con Jesucristo.

La hora de la Nueva Evangelización

14. En la exhortación apostólica sobre los Fieles Laicos, del año 1988, el Papa Juan Pablo II animaba a la Iglesia, señalando con especial énfasis, que ha llegado la hora de emprender una Nueva Evangelización. Afirmaba además que, de cara al mundo actual y a los diferentes desafíos que vivimos como miembros de la Iglesia, sólo una Nueva Evangelización puede asegurar el crecimiento de una fe límpida y profunda, capaz de hacer de estas tradiciones una fuerza de auténtica libertad. Ciertamente urge en todas partes rehacer el entramado cristiano de la sociedad humana.

Hizo un llamado a los fieles laicos, quienes por su participación en el oficio profético de Cristo, están plenamente implicados en esta tarea de la Iglesia. En concreto, les corresponde testificar cómo la fe cristiana constituye la única respuesta plenamente válida a los problemas y expectativas que la vida plantea a cada hombre y a cada sociedad. Esto será posible si los fieles laicos saben superar en ellos mismos la fractura entre el Evangelio y la vida, recomponiendo en su vida familiar cotidiana, en el trabajo y en la sociedad, esa unidad de vida que en el Evangelio encuentra inspiración y fuerza para realizarse en plenitud.

15. Esta Nueva Evangelización —dirigida no sólo a cada una de las personas, sino también a enteros grupos de poblaciones en sus más variadas situaciones, ambientes y culturas— está destinada a la formación de comunidades eclesiales maduras, en las cuales la fe consiga liberar y realizar todo su originario significado de adhesión a la persona de Cristo y a su Evangelio, de encuentro y de comunión sacramental con Él, de existencia vivida en la caridad y en el servicio. Los fieles laicos tienen su parte que cumplir en la formación de tales comunidades eclesiales, no sólo con una participación activa y responsable en la vida comunitaria y, por tanto, con su insustituible testimonio, sino también con el empuje y la acción misionera entre quienes todavía no creen o ya no viven la fe recibida con el Bautismo. 15

Benedicto XVI y la Nueva Evangelización

16. El Papa Benedicto XVI hizo de la Nueva Evangelización un tema medular durante su pontificado, al tiempo que invitaba a todos los fieles a tomar parte en este proyecto que ofrece una nueva propuesta del mensaje básico del evangelio al mundo. El Papa se dirigió al Consejo Pontificio para la promoción

14 Cf. Ibid., Pag. 4, ss15 Cf. Juan Pablo II, Los Files Laicos, n. 34

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de la Nueva Evangelización, señalando el por qué de esta institución y más concretamente las razones para buscar una Nueva Evangelización, que consiste en intensificar la acción misionera, para responder al mandato de Cristo: “El término «Nueva Evangelización» recuerda la exigencia de una modalidad renovada de anuncio, sobre todo para aquellos que viven en un contexto, como el actual, donde los desarrollos de la secularización han dejado graves huellas incluso en países de tradición cristiana. El evangelio es el anuncio siempre nuevo de la salvación obrada por Cristo para hacer a la humanidad partícipe del misterio de Dios y de su vida de amor y abrirla a un futuro de esperanza fiable y fuerte. Subrayar que en este momento de la historia la Iglesia está llamada a realizar una Nueva Evangelización quiere decir intensificar la acción misionera para corresponder plenamente al mandato del Señor”. 16

17. Los cambios acelerados que vive la sociedad actual han creado una condición inesperada para los creyentes, que requiere una atención particular en orden al anuncio del evangelio, a fin de dar razón de la propia fe en realidades diferentes a las del pasado. La crisis que se experimenta conlleva los rasgos de la exclusión de Dios de la vida de las personas, de una indiferencia generalizada respecto a la fe cristiana misma, hasta el intento de marginarla de la vida pública. En las décadas pasadas todavía era posible encontrar un sentido cristiano general que unificaba el sentir común de generaciones enteras, crecidas a la sombra de la fe que había plasmado la cultura. Hoy, lamentablemente, se asiste al drama de la fragmentación que ya no permite tener una referencia unificadora; además, se verifica con frecuencia el fenómeno de personas que desean pertenecer a la Iglesia, pero que están fuertemente plasmadas por una visión de la vida en contraste con la fe.

18. Anunciar a Jesucristo único Salvador del mundo es, en estos tiempos, una tarea más compleja que en el pasado; pero nuestra tarea permanece igual que en los albores de nuestra historia. La misión no ha cambiado, así como no deben cambiar el entusiasmo y la valentía que movieron a los Apóstoles y a los primeros discípulos. El Espíritu Santo que los impulsó a abrir las puertas del Cenáculo, constituyéndolos evangelizadores (cf. Hch 2, 1-4), es el mismo Espíritu que mueve hoy a la Iglesia hacia un renovado anuncio de esperanza a los hombres de nuestro tiempo.

San Agustín afirma que no se debe pensar que la gracia de la evangelización se difundió sólo hasta los Apóstoles y que, con ellos, aquella fuente de gracia se agotó, sino que “esta fuente se manifiesta cuando fluye, no cuando deja de manar. Y fue así como la gracia a través de los Apóstoles llegó también a otros, que fueron enviados a anunciar el Evangelio... Es más, ha continuado llamando hasta estos últimos días a todo el cuerpo de su Hijo Unigénito, esto es, a su Iglesia extendida por toda la tierra” (Sermón 239, 1). La gracia de la misión necesita siempre nuevos evangelizadores capaces de acogerla, a fin de que el anuncio salvífico de la Palabra de Dios no desfallezca en las condiciones mudables de la historia. 17

19. El Papa invitaba a trazar un proyecto capaz de ayudar a toda la Iglesia y a las distintas Iglesias particulares en el compromiso de la Nueva Evangelización; un proyecto en el que la urgencia de un anuncio renovado se haga cargo de la formación, en especial para las nuevas generaciones, y que se conjugue con la propuesta de signos concretos adecuados para hacer evidente la respuesta que la Iglesia pretende ofrecer en este momento peculiar. Si, por un lado, toda la comunidad está llamada a vigorizar el espíritu misionero para dar el nuevo anuncio que esperan los hombres de nuestro tiempo, no se podrá olvidar que el estilo de vida de los creyentes necesita una credibilidad genuina, tanto más convincente cuanto más dramática es la condición de aquellos a quienes se dirige.

Al final, citando a Pablo VI, en su exhortación Para Anuncia el Evangelio (EN), recordó el valor del testimonio de vida, como condición indispensable para impulsar la Nueva Evangelización: Por todo lo anterior, queremos hacer nuestras las palabras del Papa Pablo VI, cuando, a propósito de la nueva

16 Benedicto XVI, Discurso al Consejo para la Nueva Evangelización17 Cf. Ibid,

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evangelización, afirmó: “Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir, mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo, de pobreza y desapego de los bienes materiales, de libertad frente a los poderes del mundo, en una palabra, de santidad” (EN 41). 18

Sínodo del 2012

20. El Papa Benedicto XVI convocó un Sínodo sobre la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana, que tuvo lugar en octubre de 2012. Los lineamentos para este sínodo señalaban: La Nueva Evangelización ha sido siempre presentada, cada vez con mayor claridad, como el instrumento, por el cual es posible enfrentar los desafíos de un mundo en acelerada transformación, y como el camino para vivir el don de ser congregados por el Espíritu Santo para realizar la experiencia del Dios, que es para nosotros Padre, dando testimonio y proclamando a todos la Buena Noticia el evangelio de Jesucristo. 19

La Nueva Evangelización consiste en el coraje de atreverse a transitar por nuevos senderos, frente a las nuevas condiciones en las cuales la Iglesia está llamada a vivir hoy el anuncio del evangelio. Nueva Evangelización quiere decir trabajar en nuestras iglesias locales para construir caminos de lectura de los fenómenos y escenarios sociales, culturales, económicos, políticos y religiosos, permitiendo traducir la esperanza del evangelio en términos practicables. Esto significa que la Iglesia se edifica aceptando confrontarse con estos desafíos, siendo cada vez más la constructora de la civilización del amor. 20

20. Por su parte, el Instrumento de trabajo para el Sínodo precisaba en torno a la novedad del evangelio que ha de buscar la Iglesia frente al mundo de hoy: La evangelización consiste en el ofrecimiento del evangelio que transfigura al hombre, a su mundo y a su historia. La Iglesia evangeliza cuando, gracias a la fuerza del evangelio que anuncia (cf. Rm 1,16), hace renacer cada persona, a través de la experiencia de la muerte y de la resurrección de Jesús (cf. Rm 6,4), impregnándola de la novedad del bautismo y de la vida según el evangelio, de la relación del Hijo con su Padre para sentir la fuerza del Espíritu (cf. Ef 2,18). Esta es la experiencia de la novedad del evangelio que transforma a cada ser humano. 21

Viaje a México

21. En su viaje a México el año 2012, el Papa Benedicto XVI, afirmó que la Nueva Evangelización es una necesidad, ante la gran transformación y la gran confusión que vive la humanidad. Necesidad en el sentido que el evangelio debe expresarse en modos nuevos, ya que el mundo necesita una palabra orientadora ante la confusión que se vive en estos tiempos. Hay una situación común en todas partes: la secularización, la ausencia de Dios, la dificultad de experimentarlo como Alguien que tiene que ver con nuestra vida.

Vemos pues que en los tiempos actuales, en los contextos y condicionamientos que vivimos, se necesitan grandes esfuerzos para renovar la vida de fe en nuestra diócesis de Tuxpan y, a la vez, en cada comunidad parroquial, ya que cada realidad tiene sus propios desafíos. Igualmente se hace necesario discernir para encontrar los caminos, ante tantos cambios culturales y sociales, y poder así asumir tareas y responsabilidades en orden a continuar con la proclamación gozosa del Evangelio de Jesucristo. 22

El Papa Francisco y la Nueva Evangelización

18 Cf. Ibid,19 Cf. Lineamentos, Sínodo de la Nueva Evangelización, n 120 Cf. Ibid. n. 521 Cf. Instrumento de trabajo, Sínodo 2012, n. 3122 Cf. Carta pastoral Jubileo 2012, Tuxpan, n. 67

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22. El Papa Francisco asumió los resultados del Sínodo sobre la Nueva Evangelización y, en base a ellos, elaboró la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, (Alegría del Evangelio), que ha sido muy bien acogida por los fieles católicos. A partir del título de la exhortación, para el Papa Francisco la Nueva Evangelización es mensaje que anima e infunde esperanza, es “alegría del evangelio que llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”.

La finalidad de este documento: “En esta exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos, para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años”. Algunos opinan que ese trata del programa de su pontificado y de la Iglesia, en el periodo que él estará al frente. Por otra parte, el Papa afirma que “quienes se dejan salvar por Jesucristo son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento”. La razón de esa liberación es porque con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. 23

La urgencia de esta nueva forma de evangelizar responde a los riesgos y desafíos del mundo actual, que con su múltiple y abrumadora oferta de consumo puede conducirnos a una tristeza individualista que anida en el corazón que se deja llevar por el afán de la avaricia y la comodidad, de la búsqueda enfermiza de placeres artificiales y de una conciencia aislada. Cuando se clausura la espiritualidad en los propios intereses, ya no queda espacio para los demás, ya no caven los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no brota el entusiasmo por hacer el bien. Sin embargo, esa no es la opción de una vida digna, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado. 24

23. El Papa hace una invitación a todos los bautizados a renovar el encuentro con Jesucristo, en cualquier situación y lugar donde se encuentren, o por lo menos habrá que tomar la decisión de dejarse encontrar por él, de intentarlo cada día con perseverancia. Éste es el momento para decirle a Jesucristo: “Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores”. ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido! Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Jesús nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase. ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante! 25

“Hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua”, señala el Papa. Aclara que la alegría no se vive del mismo modo en todas las etapas de la vida, además cuentan también las circunstancias que para muchos son sumamente difíciles. Sin embargo, poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, como una secreta pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias, pues el amor del Señor no se ha acabado, no se ha agotado su ternura. Mañana tras mañana se renuevan. ¡Grande es su fidelidad!... Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor» (Lm 3,17.21-23.26).26

24. Cuando la Iglesia convoca a la tarea evangelizadora, no hace más que indicar a los cristianos el verdadero dinamismo de la realización personal: “Aquí descubrimos otra ley profunda de la realidad: que la vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros. Eso es en definitiva la misión”. Por consiguiente, un evangelizador no debería tener permanentemente cara de funeral. Recobremos y acrecentemos el fervor, “la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas. Y ojalá el mundo actual –que busca a veces con angustia, a veces con esperanza– pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y

23 Cf. Francisco, Evangelii Gaudim, n. 124 Cf. Ibid, n. 225 Cf. Ibid. n. 326 Cf. Ibid. n. 6

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desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo”.27

Toda la exhortación está impregnada de este espíritu de la Nueva Evangelización, por lo que invito, a quienes no se hayan acercado a ella, para que aprovechen este estupendo mensaje y al conocerlo a profundidad, se animen a asumirlo, a vivirlo y también a difundirlo.

Nueva Evangelización en el V Plan Diocesano

25. El Marco de Realidad del V Plan diocesano se ubica claramente en el espíritu de la Nueva Evangelización, ya que insiste en la necesidad de que el mensaje de salvación llegue a todos y se encarne en las culturas de este tiempo, respondiendo a los condicionamientos y necesidades del mundo actual. Más adelante, el número 282 describe aspectos de la Nueva Evangelización que se perciben, de manera concreta, en el caminar de esta Iglesia particular de Tuxpan.

“El proyecto pastoral de la Diócesis, que es camino de pastoral orgánica, debe ser una respuesta consciente y eficaz para atender las exigencias del mundo de hoy, con indicaciones programáticas concretas, objetivos y métodos de trabajo, de formación y valorización de los agentes y la búsqueda de los medios necesarios, que permiten que el anuncio de Cristo llegue a las personas, modele las comunidades e incida profundamente mediante el testimonio de los valores evangélicos en la sociedad y en la cultura”. 28

26. La experiencia adquirida, a través de la pastoral planificada a lo largo de 28 años ha permitido construir una experiencia pastoral asumida en comunión y participación. Además de fortalecer la identidad diocesana y el sentido de pertenencia eclesial, han tomado fuerza los procesos comunitarios en las parroquias y en los organismos diocesanos. El recorrido a través de los planes de pastoral ha permitido ir madurando la respuesta a las necesidades de evangelización hacia la construcción de la Iglesia Diocesana. La celebración del Jubileo Diocesano ha sido una magnífica oportunidad para constatar lo que hemos crecido como comunidad diocesana. 29

En el Marco Doctrinal el nuevo Plan pastoral señala, expresamente, que queremos realizar la Nueva Evangelización, con entusiasmo y ardor, con nuevos modos y caminos, respaldados por el testimonio de vida. Como discípulos de Cristo queremos realizar la Nueva Evangelización, asumiendo el impulso misionero y llenos de la audacia del Evangelio. Queremos vivir la frescura y novedad del encuentro con Cristo y seguirlo con afecto y esperanza. Queremos relanzar la acción misionera con fidelidad en las nuevas circunstancias de la realidad que viven las personas, familias, comunidades y pueblos. Queremos asumir los desafíos y exigencias que implica presentar la novedad del evangelio hoy para suscitar discípulos y misioneros del Reino. 30

27. Inspirado ya en el documento de aparecida y en el lenguaje y la visión del Papa Francisco, el siguiente párrafo nos propone detalles interesantes en la búsqueda de una evangelización acorde a los tiempos que estamos viviendo: “Creemos que nuestra Diócesis será una comunidad de discípulos en estado permanente de misión a partir de la acción pastoral ordinaria, que cada comunidad será un poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo. Necesitamos fortalecer las estructuras pastorales para llevar la frescura del anuncio. Para esto, habremos de desinstalarnos de la comodidad, el estancamiento y la tibieza, pasando de una pastoral de conservación a una decididamente misionera”. 31

27 Ibid. n. 1028 V Plan Pastoral, Tuxpan 2014, MR, Introducción, antes del n. 28229 Cf. Ibid, n. 28230 V Plan Pastoral, Tuxpan 2014, Marco Doctrinal, n. 10131 Ibid, n. 102

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Para vivir la misión necesitamos la conversión pastoral en las personas y en las estructuras de la Iglesia, en la organización de los decanatos y de las comisiones diocesanas de pastoral, para encontrar nuevas formas de anunciar el evangelio. Necesitamos salir al encuentro de quienes se han alejado de la Iglesia, de quienes viven en la tibieza e, incluso, de los que aun no creen. Para lograr esto, hay que impulsar la iniciación cristiana en las parroquias, para formar auténticos discípulos y misioneros. 32

LA PARROQUIA A PARTIR DE VATICANO II“Se reunían para la enseñanza de los Apóstoles,

la vida común, la fracción del pan y las oraciones” (Cf. Hech 2, 42)

28. Uno de los grandes frutos del concilio vaticano II fue vincular la noción de “parroquia” a la “comunidad de los fieles”. De hecho, la constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la Liturgia, en el número 42, describe la parroquia como “reunión de fieles”.33 Por su parte, el decreto Ad Gentes, sobre la acción misionera de la Iglesia, en el número 30, llama a la parroquia, comunidad. 34 Finalmente, el decreto Apostolicam Actuositatem, sobre al apostolado de los laicos la llama célula de la diócesis.35

La palabra parroquia tiene su origen en la lengua griega clásica y significa «vivir junto a». Originalmente significa ser vecinos, ser comunidad o vivir como comunidad. En la Iglesia primitiva, los escritores de aquel tiempo identificaban los términos parroquia, iglesia, reunión o asamblea cultual.

Siguiendo la enseñanza conciliar, el nuevo Código de derecho Canónico (1983), antes de ofrecer las normas sobre el oficio del párroco, establece los lineamientos en torno a la “comunidad de los fieles”. La parroquia aparece aquí constituida por dos elementos profundamente compenetrados y a la vez complementarios: La comunidad de fieles y el servicio pastoral del ministro ordenado, a cuyo cuidado es puesta la parroquia. Con la expresión “una determinada comunidad de fieles”, describe a la parroquia, y cuando habla de “porción del Pueblo de Dios”, la refiere a la “Diócesis”. De esta manera delimita una y otra entidad eclesial, aunque en ambas encontramos un marcado aspecto comunitario. 36

29. La comunidad parroquial se constituye así en un verdadero sujeto de acción pastoral y abarca a todos los fieles de un determinado territorio sin exclusión ni discriminación alguna. Como comunidad y porción de la Iglesia diocesana, el ministerio pastoral ejercido a favor de esta, principalmente por el párroco, constituye una prolongación del ministerio episcopal en la diócesis. El párroco como pastor propio, en cuanto enviado a tal comunidad y no a otra, tiene un compromiso de justicia con ella en el ejercicio de su misión de pastoreo a través de las funciones parroquiales concretas, desempeñando un auténtico ministerio de coordinación y guía de la comunidad peregrina.

La parroquia es, en este sentido, nuevamente una comunidad de fieles en camino, bajo la presidencia del párroco asignado como pastor y a la vez peregrino con su comunidad, quien “comparte junto a” los demás fieles (“paroikoi”) no sólo un espacio geográfico sino incluso un contexto concreto con características y estilos de vida propios; juntos, comunidad y pastor, se esfuerzan por hacer realidad los valores del Reino de Jesús, a través del testimonio creyente fortalecido por la acción pastoral y evangelizadora, mientras se encaminan a la Patria definitiva.

30. De este modo, impulsados por espíritu del concilio Vaticano II, a cincuenta años de su apertura, y su afán de retorno a las fuentes, nos invita a renovar la vida parroquial y la identidad de esta porción de la

32 Cf. Ibid, n. 10333 Cf. Vaticano II, Sacrosanctum conc. n. 4234 Cf. Vaticano II, Ad Gentes, n. 3035 Cf. Vaticano II, Apost. Actuositatem n. 1036 Cf. derecho Canónico, c. 369

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Iglesia, la cual está llamada a ser no un ente aislado sino una sociedad de personas concretas, con quienes, compartiendo la misma fe en Jesucristo, vida y esperanza de nuestros pueblos y viviendo en una continua interrelación convertida en una auténtica comunión fraterna, continuemos sin desfallecer nuestro peregrinaje por este mundo, construyendo juntos el Reino que anhelamos.

El Papa Juan XXIII se expresaba así de la parroquia: “La Parroquia es como una fuente a la que todo el mundo viene a calmar su sed”. Es una fuente de agua viva que Jesucristo ofrece a cada uno. Por su parte el Papa Pablo VI decía que “la Parroquia tiene una misión indispensable de gran actualidad; ella debe crear la primera comunidad del pueblo cristiano”.

31. “La parroquia es una determinada comunidad de fieles constituida de modo estable en la Iglesia particular, cuya cura pastoral, bajo la autoridad del obispo diocesano, se encomienda a un párroco, como su pastor propio” (CIC 515, 1). Es el lugar donde todos los fieles pueden reunirse para la celebración dominical de la Eucaristía. La parroquia inicia al pueblo cristiano en la expresión ordinaria de la vida litúrgica, le congrega en esta celebración; le enseña la doctrina salvífica de Cristo; practica la caridad del Señor en obras buenas y fraternas. San Juan Crisóstomo dice de la parroquia: “También puedes orar en casa; sin embargo no puedes orar igual que en la Iglesia, donde son muchos los reunidos, donde el grito de todos se eleva a Dios como desde un solo corazón. Hay en ella algo más: la unión de los espíritus, la armonía de las almas, el vínculo de la caridad, las oraciones de los sacerdotes”. 37

Documento de Puebla

32. La parroquia realiza una función en cierto modo integral de Iglesia, ya que acompaña a las personas y a las familias a lo largo de su existencia, en orden a la educación y al crecimiento de su fe. Es centro de coordinación y de animación de comunidades, así como de los grupos y movimientos. En la parroquia se abre más el horizonte de comunión y participación. La celebración de la Eucaristía y de los demás sacramentos hace presente, de modo muy claro, la globalidad de la Iglesia. Su vínculo con la comunidad diocesana está asegurado por la unión con el Obispo, que confía al párroco, su representante, la atención pastoral de la comunidad.

La parroquia es para los cristianos el lugar de encuentro, de fraterna comunicación de personas y de bienes. En la parroquia se asumen una serie de servicios en la dimensión misionera y en la promoción de la dignidad de la persona humana, llegando así a los migrantes más o menos estables, a los marginados, a los alejados, a los no creyentes y, en general, a los más necesitados. 38

Christifidelis Lici

33. Juan Pablo II en su exhortación sobre los Fieles Laicos, dijo que la Parroquia es el lugar donde los ministerios y carismas de todos los fieles laicos, esenciales a la vida de la Iglesia, pueden ser valorados. Ella no es en primer lugar una estructura, un territorio, un edificio, una comunidad de personas cumpliendo un cierto número de funciones sociales; Ella es ante todo, la familia de Dios, fraternidad que no tiene más que un alma, una casa de familia, fraternal y acogedora; es la comunidad de los fieles. 39

Después de la familia la Parroquia es la primera escuela de fe, oración y educación moral, dijo en 1985 el Papa Juan Pablo II. La Parroquia tiene por vocación reunir a los fieles de un territorio, sin distinción de origen, status social o edad; no sólo por afinidades, sino en razón de la proximidad. Reúne a los hijos de Dios que fácilmente se podrían dispersar.

37 Cf. Catecismo de la Iglesia, n. 2179

38 Cf. Puebla 79, n. 64439 Cf. Los Fieles Laicos, n. 26

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La comunión eclesial, aun conservando siempre su dimensión universal, encuentra su expresión más visible e inmediata en la parroquia. Ella es la última localización de la Iglesia; es, en cierto sentido, la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas . Para la renovación de las parroquias y para asegurar mejor su eficacia operativa, también se deben favorecer formas institucionales de cooperación entre las diversas parroquias de un mismo territorio. 40

Documento Santo Domingo

34. Este documento latinoamericano (1992), se inserta en la visión de de la parroquia que ofrece la exhortación sobre los Fieles Laicos (1988). La parroquia, comunidad de comunidades y movimientos, acoge las angustias y esperanzas de los hombres, anima y orienta la comunión, participación y misión. “No es principalmente una estructura, un territorio, un edificio, ella es" la familia de Dios, como una fraternidad animada por el Espíritu de unidad"

Si la parroquia es la Iglesia que se encuentra entre las casas de los hombres, ella vive y obra entonces profundamente insertada en la sociedad humana e íntimamente solidaria con sus aspiraciones y dificultades. La parroquia tiene la misión de evangelizar, de celebrar la liturgia, de impulsar la promoción humana, de adelantar la inculturación de la fe en las familias, los grupos y movimientos apostólicos y, a través de todos ellos, a la sociedad... La parroquia, comunión orgánica y misionera, es así una red de comunidades. 41

35. Sigue todavía lento el proceso de renovación de la parroquia en sus agentes de pastoral y en la participación de los fieles laicos. Es urgente e indispensable dar solución a los interrogantes que se presentan a las parroquias urbanas para que éstas puedan responder a los desafíos de la Nueva Evangelización. Hay desfase entre el ritmo de la vida moderna y los criterios que animan ordinariamente a la parroquia.

Señala además algunas líneas en orden a fortalecer la misión de la parroquia. Habla de renovar las parroquias, sectorizando la pastoral, mediante pequeñas comunidades, en las que pueda aparecer la responsabilidad de los fieles laicos. Cualificar la formación y participación de los laicos, capacitándolos para encarnar el evangelio en las situaciones específicas donde viven o actúan. Propone que en las parroquias urbanas se deben privilegiar planes de conjunto en zonas homogéneas para organizar servicios ágiles que faciliten la Nueva Evangelización. Insiste también en mejorar la calidad de la atención y los servicios: renovar su capacidad de acogida y su dinamismo misionero con los fieles alejados y multiplicar la presencia física de la parroquia mediante la creación de capillas y pequeñas comunidades. 42

Documento Aparecida

36. Estamos ante un documento valioso que ha logrado importantes avances en la reflexión pastoral de latinoamericana. Son abundantes las referencias a la parroquia, como estructura básica donde se ha de concretar la Nueva Evangelización. En su apartado sobre Comunión de los Discípulos Misioneros en la Iglesia, destaca el papel de la parroquia como el nivel donde se vive comunión. A la diócesis la llama lugar privilegiado de comunión, y a la parroquia la destaca como comunidad de comunidades.

“Entre las comunidades eclesiales en las que viven y se forman los discípulos misioneros de Jesucristo sobresalen las parroquias. Ellas son células vivas de la Iglesia y el lugar privilegiado en el que la mayoría de los fieles tienen una experiencia concreta de Cristo y la comunión eclesial. Están llamadas a ser casas y escuelas de comunión”.

40 cf. Ibid. n. 2641 Cf. Santo domingo, n. 5842 Cf. Ibid., n. 59 y 60

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Es urgente una valiente acción renovadora de las parroquias a fin de que sean de verdad espacios de la iniciación cristiana, de la educación y celebración de la fe, abiertas a la diversidad de carismas, servicios y ministerios, organizadas de modo comunitario y responsable, integradoras de movimientos de apostolado ya existentes, atentas a la diversidad cultural de sus habitantes, abiertas a los proyectos pastorales y supra-parroquiales y a las realidades circundantes” 43

37. La renovación de la parroquia exige reformular sus estructuras, para que sea una red de comunidades y grupos, capaces de articularse logrando que sus miembros se sientan y sean realmente discípulos y misioneros de Jesucristo en comunión. Desde la parroquia hay que anunciar lo que Jesucristo “hizo y enseñó” (Hch 1, 1) mientras estuvo con nosotros. Su Persona y su obra son la buena noticia de salvación anunciada por los ministros y testigos de la Palabra que el Espíritu suscita e inspira.

La Palabra acogida es salvífica y reveladora del misterio de Dios y de su voluntad. Toda parroquia está llamada a ser el espacio donde se recibe y acoge la Palabra, se celebra y se expresa en la adoración del Cuerpo de Cristo, y así es la fuente dinámica del discipulado misionero. Su propia renovación exige que se deje iluminar siempre de nuevo por la Palabra viva y eficaz.44

Es urgente que las parroquias sean verdaderamente misioneras. Es limitado el número de católicos que llegan a nuestra celebración dominical, es inmenso el número de los alejados, así como el de los que no conocen a Cristo. La renovación misionera de las parroquias se impone tanto en la evangelización de las ciudades como del mundo rural, que nos está exigiendo imaginación y creatividad para llegar a las multitudes que anhelan el evangelio de Jesucristo. Particularmente en el mundo urbano se plantea la creación de nuevas estructuras pastorales, puesto que muchas de ellas nacieron en otras épocas para responder a las necesidades del ámbito rural. 45

38. Habrá que buscar la formación de los agentes para la evangelización. Los mejores esfuerzos de las parroquias han de centrarse especialmente en la formación de laicos misioneros. Solamente a través de la multiplicación de ellos podremos llegar a responder a las exigencias de evangelización en el momento actual. Es importante recordar que el campo específico de la actividad evangelizadora laical es el complejo mundo del trabajo, la cultura, las ciencias y las artes, la política, los medios de comunicación y la economía, así como los ámbitos de la familia, la educación, la vida profesional, sobre todo en los contextos donde la Iglesia se hace presente solamente por ellos.

39. Nos recuerda Aparecida que el modelo de vida eclesial lo tenemos en las primeras comunidades, que vivían con equilibrio y profundidad el triple ministerio. Siguiendo el ejemplo de la primera comunidad cristiana (cf. Hch 2, 46-47), la comunidad parroquial se reúne para partir el pan de la Palabra y de la Eucaristía y perseverar en la catequesis, en la vida sacramental y la práctica de la caridad. La Eucaristía, en la cual se fortalece la comunidad de los discípulos, es para la parroquia una escuela de vida cristiana. En ella, juntamente con la adoración eucarística y con la práctica del sacramento de la reconciliación para acercarse dignamente a comulgar, se preparan sus miembros en orden a dar frutos permanentes de caridad, reconciliación y justicia para la vida del mundo.

La Eucaristía , fuente y culmen de la vida cristiana, hace que nuestras parroquias sean siempre comunidades eucarísticas que viven sacramentalmente el encuentro con Cristo Salvador. Ellas también celebran con alegría

En el Bautismo : la incorporación de un nuevo miembro a Cristo y a su cuerpo que es la Iglesia. En la Confirmación : la perfección del carácter bautismal y el fortalecimiento de la pertenencia

eclesial y de la madurez apostólica.

43 Cf. Aparecida, n. 17044 Cf. Ibid., n. 17245 Cf. Ibid., n. 173

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En la Penitencia o Reconciliación : la conversión que todos necesitamos para combatir el pecado, que nos hace incoherentes con los compromisos bautismales.

En la Unción de los Enfermos : el sentido evangélico de los miembros de la comunidad, seriamente enfermos o en peligro de muerte.

En el sacramento del Orden : el don del ministerio apostólico que sigue ejerciéndose en la Iglesia para el servicio pastoral de todos los fieles.

En el Matrimonio : el amor de los esposos que como gracia de Dios germina y crece hasta la madurez haciendo efectiva en la vida cotidiana la donación total que mutuamente se hicieron al casarse. 46

40. Atención a la pobreza. Ante el duro flagelo de pobreza que vive la mayoría de la gente, recordemos que Jesús vino para que todos tengamos vida en plenitud. La parroquia tiene la hermosa oportunidad de responder a las grandes necesidades de la gente. Para ello tiene que seguir el camino de Jesús y llegar a ser buena samaritana como él.

Cada parroquia ha de esforzarse por concretar en signos solidarios su compromiso social en los diversos medios en que ella se mueve, con toda “la imaginación de la caridad”. No puede ser ajena a los grandes sufrimientos que vive la mayoría de la gente y que con frecuencia son pobrezas escondidas. Toda auténtica misión unifica la preocupación por la dimensión trascendente del ser humano y por sus necesidades concretas, para que todos alcancen la plenitud que Jesucristo ofrece.

41. Apreciar y organizar la pastoral de la reconciliación. No hay que olvidar que vivimos en una cultura marcada por un fuerte relativismo y una pérdida del sentido del pecado que nos lleva a olvidar la necesidad del sacramento de la Reconciliación para acercarnos dignamente a recibir la Eucaristía. Como pastores estamos llamados a fomentar la confesión frecuente. Invitamos a nuestros presbíteros a dedicar tiempo suficiente para ofrecer el sacramento de la reconciliación con celo pastoral y entrañas de misericordia, a preparar dignamente los lugares de la celebración, de manera que sean expresión del significado de este sacramento.

Igualmente pedimos a nuestros fieles valorar este regalo maravilloso de Dios y acercarse a él para renovar la gracia bautismal y vivir, con mayor autenticidad, la llamada de Jesús a ser sus discípulos y misioneros. Nosotros, obispos y presbíteros, ministros de la reconciliación, estamos llamados a vivir, de manera particular, la intimidad con el Maestro.

Somos conscientes de nuestra debilidad y de la necesidad de ser purificados por la gracia del sacramento, que se nos ofrece para identificarnos cada vez más con Cristo. A la vez con plena disponibilidad tenemos la alegría de ser ministros de la reconciliación, también nosotros hemos de acercarnos frecuentemente, en un camino penitencial, al Sacramento de la Reconciliación.47

42. El documento destaca a la parroquia como espacio fundamental para generar comunión y aportar esta dimensión tan descuidada en nuestra sociedad. Las parroquias son células vivas de la Iglesia y lugares privilegiados en los que la mayoría de los fieles tienen una experiencia concreta de Cristo y de su Iglesia. Encierran una inagotable riqueza comunitaria porque en ellas se encuentra una inmensa variedad de situaciones, de edades, de tareas. Sobre todo hoy, cuando la crisis de la vida familiar afecta a tantos niños y jóvenes, las parroquias brindan un espacio comunitario para formarse en la fe y crecer comunitariamente.

Por tanto, debe cultivarse la formación comunitaria especialmente en la parroquia. Con diversas iniciativas, especialmente con la Eucaristía dominical, que es “momento privilegiado del encuentro de

46 ibid., n. 174 y 175

47 Ibid., n. 176 y 17716

las comunidades con el Señor resucitado”. Los fieles deben experimentar la parroquia como una familia en la fe y la caridad, en la que mutuamente se acompañen y se ayuden en el seguimiento de Cristo, viviendo la unidad en la diversidad.

43. Si queremos que las Parroquias sean impulsoras de evangelizadores, deben ser también lugares de formación permanente. Esto requiere organizar instancias formativas que aseguren el acompañamiento y la maduración de los agentes pastorales y de los laicos insertos en el mundo. Las parroquias vecinas también pueden aunar esfuerzos y ayudarse a través del decanato, sin desaprovechar las ofertas formativas de la diócesis, de la provincia y a nivel nacional. 48.

A continuación se presentan seis criterios básicos que, en una apretada síntesis, resumen el espíritu de Aparecida y de la Nueva Evangelización y su aplicación en la parroquia:

Las decisiones se toman en común. Hay que tomar muy en serio los consejos parroquiales. Importancia de la realidad histórica que vivimos. Partir de la realidad en nuestros proyectos Revisar la propia vida eclesial. Que encarnemos el evangelio en la vida y las acciones. Corresponsabilidad de todos los bautizados Protagonismo laical Planificación pastoral

Evangelii Gaudium

44. En Su Exhortación apostólica Alegría del Evangelio, el Papa Francisco pide que seamos una Iglesia en salida. Hablando de la pastoral de conversión, el Papa Francisco invita a una renovación de la Iglesia, que implica, por supuesto, la renovación parroquial.

La parroquia no es una estructura caduca; es “la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas”. Ha de estar en contacto con los hogares y con la vida del pueblo, nunca separada de la gente. Ella es presencia eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra, del crecimiento de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la adoración y la celebración. A través de su acción, la parroquia alienta y forma a sus miembros para que sean agentes de evangelización. Es comunidad de comunidades, santuario donde los sedientos van a beber para seguir caminando, y centro de constante envío misionero. Hay que reconocer que el llamado a la renovación de las parroquias no ha dado aún suficientes frutos en orden a que estén todavía más cerca de la gente, que sean ámbitos de viva comunión y participación, y se orienten completamente a la misión. 49

45. El Papa nos invita a superar las actitudes rutinarias y nos invita a ser audaces y creativos para encontrar los criterios y los caminos que nos lleven a responder adecuadamente al proyecto del Señor y a las necesidades de nuestra gente. La pastoral en clave de misión busca abandonar el cómodo criterio pastoral del “siempre se ha hecho así”. Habrá que ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las parroquias. Una definición de objetivos y tareas, sin una adecuada búsqueda comunitaria de los medios para alcanzarlos está condenada a ser mera fantasía. Lo importante es no caminar solos, contar siempre con los hermanos y especialmente con la guía de los obispos, en un sabio y realista discernimiento pastoral. 50

46. “Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio”. 51

48 Ibid., n. 304-30649 Cf. Evangelii Gaudium, n. 2850 Cf. Ibid., n. 3351 Ibid., n. 20

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La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan. La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. Los evangelizadores tienen así “olor a oveja” y éstas escuchan su voz. Fiel al estilo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie. 52 La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del evangelio. 53

47. Evangelizar es hacer presente en el mundo el Reino de Dios. El Papa Francisco comparte sus inquietudes acerca de la dimensión social de la evangelización precisamente porque, si esta dimensión no está debidamente explicitada, siempre se corre el riesgo de desfigurar el sentido auténtico e integral que tiene la misión evangelizadora. Nos recuerda que el kerygma tiene un contenido social: en el corazón mismo del evangelio está la vida comunitaria y el compromiso con los otros. El contenido del primer anuncio tiene una inmediata repercusión moral cuyo centro es la caridad. 54

48. “Confesar a un Padre que ama infinitamente a cada ser humano implica descubrir que “con ello le confiere una dignidad infinita”. Confesar que el Hijo de Dios asumió nuestra carne humana significa que cada persona humana ha sido elevada al corazón mismo de Dios. Confesar que Jesús dio su sangre por nosotros nos impide conservar alguna duda acerca del amor sin límites que ennoblece a todo ser humano. Su redención tiene un sentido social porque “Dios, en Cristo, no redime solamente la persona individual, sino también las relaciones sociales entre los hombres”. Confesar que el Espíritu Santo actúa en todos implica reconocer que él procura penetrar toda situación humana y todos los vínculos sociales….

El misterio mismo de la Trinidad nos recuerda que fuimos hechos a imagen de esa comunión divina, por lo cual no podemos realizarnos ni salvarnos solos. Desde el corazón del evangelio reconocemos la íntima conexión que existe entre evangelización y promoción humana, que necesariamente debe expresarse y desarrollarse en toda acción evangelizadora. La aceptación del primer anuncio, que invita a dejarse amar por Dios y a amarlo con el amor que Él mismo nos comunica, provoca en la vida de la persona y en sus acciones una primera y fundamental reacción: desear, buscar y cuidar el bien de los demás”. 55

49. La Palabra de Dios enseña que en el hermano está la permanente prolongación de la Encarnación para cada uno de nosotros: “Lo que hiciste a uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hiciste conmigo” (Mt 25,40). Lo que hagamos con los demás tiene una dimensión trascendente: «Con la medida con que midas, serás medido» (Mt 7,2); “Sean compasivos como su Padre es compasivo. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados; den y se les dará”. Lo que expresan estos textos es la absoluta prioridad de la “salida de sí hacia el hermano” como uno de los dos mandamientos principales que fundan toda norma moral y como el signo más claro para discernir acerca del camino de crecimiento espiritual en respuesta a la donación gratuita de Dios. Por eso mismo “el servicio de la caridad es también una dimensión constitutiva de la misión de la Iglesia y expresión de su propia esencia”. 56

52 Cf. Ibid., 2353 Cf. ibid., 114

54 Cf. Ibid., 176 y 177.55 Ibid., n. 17856 Ibid., n. 179

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50. Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo. Basta recorrer las Escrituras para descubrir cómo el Padre bueno quiere escuchar el clamor de los pobres.

La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria. El Papa, al dirigirse a los miembros de la Iglesia católica, expresa con dolor que la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual. La inmensa mayoría de los pobres tiene una especial apertura a la fe; necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición, su Palabra, la celebración de los Sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y de maduración en la fe. 57.

V Plan Diocesano de Pastoral

51. En nuestro V Plan hemos expresado un ideal de las parroquias que quisiéramos tener, para vivir efectivamente la Nueva Evangelización.

Necesitamos parroquias que sean expresión concreta de la comunión que viven las personas que creen y esperan en Cristo, lugar privilegiado para vivir una experiencia concreta de Iglesia. Ellas son las comunidades eclesiales en las que viven y se forman los discípulos misioneros de Jesucristo, donde sus miembros están llamados a participar en la planeación y ejecución de programas pastorales en comunión con la pastoral decanal y diocesana.

Las parroquias son casas y escuelas de comunión, de celebración sacramental, de testimonio de fraternidad, promotoras de carismas, servicios y ministerios. Necesitamos organizarlas comunitariamente, de modo que integren los movimientos existentes. 58

52. Queremos parroquias kerigmáticas, que sean espacios de iniciación cristiana, lugar privilegiado donde la persona pueda encontrarse con Jesucristo, en sus agentes de pastoral, servicios, catequesis, liturgia, pastoral social, etc. Que sean espacio de formación de discípulos y misioneros en una experiencia concreta de comunidad.

Parroquias cuya estructura sea red de comunidades y grupos capaces de articularse para que cada uno de los miembros tenga sentido de pertenencia y sean realmente discípulos misioneros de Jesucristo en comunión. La Palabra habrá de ocupar un lugar privilegiado en las parroquias para que se proclame y se acoja, se estudie y se medite; que sea iluminadora para cada del cristiano. Que en nuestras parroquias la lectura orante de la Biblia (Lectio Divina) sea un espacio privilegiado para el encuentro con la Palabra. 59

53. Queremos hacer de nuestras parroquias comunidades celebrativas, donde se vivan los sacramentos, donde la eucaristía sea la fuente y la cumbre de la vida del discípulo misionero que alimenta la vida de los discípulos. Confesamos que la gracia sacramental que se recibe en los sacramentos, especialmente en la reconciliación y la eucaristía, fortalecen a los miembros para dar frutos de caridad, reconciliación y justicia. Queremos desarrollar en nuestras parroquias la pastoral del domingo, el día del Señor y de los cristianos.

La parroquia ha de atender las pastorales específicas, las prioridades pastorales diocesanas y sectores concretos, como son los niños, jóvenes, migrantes y enfermos. El anuncio del Evangelio ha de llegar a los rincones de nuestra Diócesis a través de los agentes bien formados para que la alegría del

57 Ibid., n. 187 y 20058 Cf. Plan Diocesano, Tuxpan 2014, Marco Doctrinal, n. 196-197 59 Cf. Ibid., n. 198-199

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Evangelio ilumine y transforme nuestra realidad diocesana. Necesitamos parroquias vivas y dinámicas, alimentadas de la Palabra y la Eucaristía. 60

54. Queremos parroquias misioneras, que a partir del encuentro con Cristo, la reconciliación, la experiencia de vida comunitaria y la formación discipular, salgan a anunciar el gozo del evangelio. Habremos de desarrollar la imaginación y la creatividad para hacer llegar el mensaje a las personas alejadas, poco evangelizadas o que no han oído hablar de Cristo.

Que la parroquia impuse la formación kerigmática, integral y permanente de los discípulos misioneros a través del itinerario de formación discipular donde se asegura la formación en las dimensiones humana y comunitaria, espiritual, intelectual, pastoral y misionera. Que nuestras parroquias se conviertan en ambientes que expresen vivamente el amor de Cristo, atentos a responder a las necesidades de la gente, con actitudes solidarias al estilo del Buen Samaritano. Cada parroquia debe concretar signos solidarios de compromiso social en su ambiente. 61

AGENTES PARA LA NUEVA EVANGELIZACION“Caminas con nosotros para hacernos tus discípulos misioneros” Lc. 24, 15

La Evangelización es tarea de todos

55. Todo bautizado que se encuentra de verdad con Jesucristo, el maestro lo va convirtiendo en discípulo misionero y lo llama a vivir la misión en un ámbito concreto. Por ello afirmamos que todos los miembros de la comunidad parroquial son responsables de la evangelización en cada ambiente. El Espíritu Santo que actúa en Jesucristo es también enviado a todos en cuanto miembros de la comunidad, porque su acción no se limita al ámbito individual, sino que abre siempre a las comunidades a la tarea misionera, así como ocurrió en Pentecostés (Cf. Hch 2,1-13). 62

La Nueva Evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados. En virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero (Cf. Mt 28,19). Cada uno de los bautizados es un agente evangelizador, y sería inadecuado pensar en un esquema de evangelización realizado sólo por actores calificados, donde el resto del pueblo fiel sea sólo receptivo de sus acciones. Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo; ya no decimos que somos “discípulos” y “misioneros”, sino que somos siempre “discípulos misioneros”. Por supuesto que todos estamos llamados a crecer como evangelizadores. Será importante procurar una mejor formación, una profundización de nuestro amor y un testimonio más claro del Evangelio. 63

El Obispo impulsor de la comunión.

56. En su exhortación La Alegría del Evangelio, el Papa Francisco señala que obispo ha de fomentar siempre la comunión misionera en su Iglesia diocesana siguiendo el ideal de las primeras comunidades cristianas, donde los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 4,32). Para eso, a veces estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos.

60 Cf. Ibid., n. 200 y 20161 Cf. Ibid., n. 202 y 20362 Cf. Aparecida, n. 17163 Cf., Evangelii Gaudium, n. 120 y 121

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En su misión de fomentar una comunión dinámica, abierta y misionera, tendrá que alentar y procurar la maduración de los mecanismos de participación que propone el Código de Derecho Canónico y otras formas de diálogo pastoral, con el deseo de escuchar a todos y no sólo a algunos que le acaricien los oídos. Pero el objetivo de estos procesos participativos no será principalmente la organización eclesial, sino el sueño misionero de llegar a todos. 64

Como sacramento de Cristo, pastor y cabeza de la Iglesia, el obispo es el primer responsable de construir la comunión. Al ser cabeza en el ministerio jerárquico en la diócesis, le pertenece conferir este ministerio y hacer nombramientos para realizar la comunión y la edificación de la Iglesia con fraternal colaboración y corresponsabilidad, favoreciendo así el espíritu de participación y corresponsabilidad en los organismos diocesanos. 65

Sacerdotes misericordiosos.

57. A los sacerdotes les recuerdo –señala el Papa- que el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible. Un pequeño paso, en medio de los límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar dificultades. A todos debe llegar el consuelo y el estímulo del amor salvífico de Dios, que obra misteriosamente a cada persona, más allá de sus defectos y caídas.

Y concluye este tema con una exhortación interesante: Un corazón misionero sabe de esos límites y se hace “débil con los débiles […] todo para todos” (1 Co 9,22). Nunca se encierra, nunca se repliega en sus seguridades, nunca opta por la rigidez autodefensiva. Sabe que él mismo tiene que crecer en la comprensión del Evangelio y en el discernimiento de los senderos del Espíritu, y entonces no renuncia al bien posible, aunque corra el riesgo de mancharse con el barro del camino. 66

Los presbíteros, discípulos misioneros de Jesús Buen Pastor, han sido llamados a colaborar en comunión y obediencia con su obispo para la santificación de la comunidad cristiana. Están unidos en fraternidad sacramental con los demás presbíteros, consagrando su vida al anuncio, celebración y testimonio del evangelio. Es importante que vivan su identidad para que puedan ser testigos de lo que predican y puedan ser verdaderos servidores de la comunidad. Presbíteros que amen a su pueblo y sean solidarios con ellos, hombres de misericordia, cercanos a todos, pero especialmente a los pobres y necesitados. Presbíteros que salgan al encuentro de los alejados, que sepan animar a los caídos, orientar a los confundidos, que tengan contacto permanente con el rebaño, “que huelan a oveja”. 67

Vida Consagrada, don del Padre a la Iglesia

60. La vida consagrada es un don del Padre por medio del Espíritu Santo a su Iglesia, y constituye un elemento decisivo para su misión. En comunión con los Pastores, los consagrados y consagradas son llamados a hacer de sus lugares de presencia, de su misma vida fraterna en comunión y de sus obras, espacios de anuncio explícito del Evangelio, principalmente a los más pobres, como lo han hecho en nuestras tierras desde el inicio de la evangelización. De este modo colaboran, según sus carismas, a la generación de cristianos discípulos y misioneros, y de una sociedad donde se respete la justicia y la dignidad de la persona humana. 68

Reconocemos que el carisma propio de cada Instituto Religioso presente en la diócesis de Tuxpan, es una riqueza que contribuye con su espiritualidad propia en la construcción de la Iglesia diocesana a través de su vida contemplativa, sus aportes en la pastoral educativa, en los servicios sociales y la

64 Cf. Ibid., n. 3165 Cf. Plan Diocesano, Marco Doctrinal, n 21266 Cf. Evangelii Gaudium, n. 44 y 45 67 cf. Plan Diocesano, Marco Doctrinal, n 217, 218 y 21968 Cf. Aparecida, n. 216 y 217

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acción pastoral en las parroquias. Valoramos su presencia y su acción pastoral en las comunidades y en otros espacios. Su vida de oración y sus trabajos continúa la misión de Jesús, al animar y acompañar la evangelización, en un ambiente de comunión y participación eclesial. 69

Protagonismo de los Laicos

58. La comunión y la participación de los fieles laicos en la vida de la parroquia es parte esencial de su misión. El Concilio Vaticano II señala que “Dentro de las comunidades de la Iglesia la acción de los laicos es tan necesaria, que sin ella, el mismo apostolado de los Pastores no podría alcanzar su plena eficacia”. Esta afirmación radical se debe entender, evidentemente, a la luz de la “eclesiología de comunión”: siendo distintos y complementarios, los ministerios y los carismas son necesarios para el crecimiento de la Iglesia, cada uno según su propia modalidad.

Los fieles laicos deben estar cada vez más convencidos del particular significado que asume el compromiso apostólico en su parroquia. Los laicos han de habituarse a trabajar en la parroquia en íntima unión con sus sacerdotes y las religiosas, a exponer a la comunidad eclesial sus problemas y los del mundo y las cuestiones que se refieren a la salvación de los hombres, para que sean examinados y resueltos con la colaboración de todos; a dar, según sus propias posibilidades, su personal contribución en las iniciativas apostólicas y misioneras de su propia comunidad parroquial. 70

59. Esta indicación que hace el Concilio, respecto a la colaboración de todos, debe encontrar un desarrollo adecuado y estructurado en la valorización más convencida, amplia y decidida de los Consejos pastorales parroquiales, Invito yo mismo a que tomemos muy en serio el papel de los mecanismos de comunión y participación, y particularmente, el consejo parroquial, procurando formar a sus miembros, acompañándolos solidariamente y apoyándolos de manera efectiva.

En las circunstancias actuales, los fieles laicos pueden y deben prestar una gran ayuda al crecimiento de una autentica comunión eclesial en sus respectivas parroquias, y en el dar a la Nueva Evangelización y al empeño misionero dirigido hacia los no creyentes y hacia los mismos creyentes que han abandonado o limitado la práctica de la vida cristiana.

60. Si la parroquia es la Iglesia que se encuentra entre las casas de los hombres, ella vive y obra entonces profundamente injertada en la sociedad humana e íntimamente solidaria con sus aspiraciones y dramas. A menudo el contexto social ha generado gran deshumanización. Pero en el corazón de todo humano permanece siempre el deseo de poder experimentar y cultivar unas relaciones más fraternas y humanas. La respuesta a esta aspiración puede encontrarse en la parroquia, cuando ésta, con la participación viva de los fieles laicos, permanece fiel a su misión: ser en el mundo el “lugar” de la comunión de los creyentes, ser, “signo e instrumento”, ser la casa abierta a todos y al servicio de todos, ser la fuente de la aldea –como la llamaba el Papa Santo, Juan XXIII- a la que todos acuden para calmar su sed. 71

IV. EJES PASTORALES TRANSVERSALES

61. En nuestro V Plan diocesano de pastoral hemos definido cuatro ejes pastorales transversales, que habremos de tomar en cuenta de manera permanente, con la finalidad de que inspiren, iluminen y dinamicen toda acción pastoral en los distintos niveles de nuestra iglesia diocesana de Tuxpan.

Esta intención tiene un fundamento sólido y pleno de lógica, ya que nuestra vida toda y nuestras acciones pastorales buscan ser una respuesta sincera y generosa a la Palabra de Dios y al Magisterio de la Iglesia, tratando de generar Educación, crecimiento y formación en nosotros mismos y en el Pueblo

69 Cf. Plan Diocesano, Tuxpan 2014, Marco Doctrinal, n. 236 y 237 70 Cf. Los Fieles Laicos, n. 2771 Cf. Ibid., n. 27

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de Dios. Pensamos especialmente en las Familias, en su importante servicio como educadoras en la fe, formadoras de personas y generadoras de crecimiento y desarrollo entre sus miembros. Hay que despertar y acompañar procesos formativos hacia las distintas vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales.

La Palabra de Dios

62. El Señor Jesús nos ha recordado de muchas maneras la importancia de escuchar y vivir su Palabra; veamos el siguiente texto: “Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad y la verdad los hará libres”. (Jn 8, 32). Es escuchando la Palabra como podremos ser de verdad discípulos del Señor, atentos a su voz, interesaos en su mensaje y disponibles para vivir a la luz de esa sabiduría, que nos conduce a la libertad y nos orienta hacia la salvación.

En la exhortación apostólica Verbum Domini el Papa Benedicto nos dice que cada ser humano es destinatario de la Palabra, es llamado a entrar en diálogo de amor con Dios mediante su respuesta libre. “Dios nos ha hecho a cada uno capaces de escuchar y responder a la Palabra divina. El hombre ha sido creado en la Palabra y vive en ella; no se entiende a sí mismo si no se abre a este diálogo. La Palabra de Dios revela la naturaleza filial y relacional de nuestra vida. Estamos verdaderamente llamados por gracia a conformarnos con Cristo, el Hijo del Padre, y a ser transformados en Él”.72

63. Más arriba hablamos de la primera comunidad, modelo de vida cristiana, ya que nos inspira y nos anima a vivir el evangelio aún en el siglo veintiuno. Nos dice el texto sagrado que eran constantes en la escucha de la Palabra, en la celebración de la Eucaristía, en la oración y su vida fraternal y solidaria era una atracción para mucha gente, de manera que cada día se agregaban nuevos miembros a la Iglesia naciente. (Cf. Hech. 2, 42-47).

Escuchaban la Palabra con seriedad y perseverancia, la rezaban, la celebraban en la Eucaristía y la vivían, pues los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común. Dice el texto (v 46) que “íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón”. Y esto se proyectaba a la comunidad como un estilo de vida sumamente atractivo que atraía a muchos (v 47): “ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse”.

64. En la Palabra escuchamos igualmente de labios del Señor Jesús que el amor es lo más importante en nuestras vidas: “Les doy mi mandamiento nuevo, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado”. Y añadió también: “En eso conocerán que son mis discípulos, en que se amen los unos a los otros como yo los he amado” (Cf. Jn 13, 34-35).

  De cara a tantas situaciones de duda y confusión, de violencia y atropellos, de ambición desmedida del dinero, de placeres y aun de soberbia y poder, el Señor nos ilumina y nos anima a vivir el gran dinamismo del amor, como esa fuerza capaz de darle rumbo a nuestras vidas y de asumir nuestro compromiso de servir y animar a los demás a vivir, de acuerdo a ese magnífico proyecto que Jesús, Palabra de Dios que vino a nosotros nos ha enseñado.

La Educación

65. Los obispos mexicanos hemos lanzado recientemente (2012), una propuesta seria para una pastoral educativa. “Educar para una nueva sociedad”. Son reflexiones y orientaciones sobre la educación en México. El documento es fruto de un trabajo de dos años de consultas con especialistas y de una revisión hacia el interior de la Iglesia.

Los obispos reconocemos que tenemos en México una emergencia educativa. Ya no somos capaces de ofrecer a los jóvenes lo que es nuestro deber transmitirles. Estamos en deuda con ellos también en lo

72 Cf. Verbum Domini, n. 2223

que respecta a aquellos verdaderos valores que dan fundamento a la vida. Se ha descuidado el objetivo esencial de la educación, que es la formación de la persona, para hacerla capaz de vivir en plenitud y de dar su contribución al bien de la comunidad. Por ello crece, desde diversos sectores, la demanda de una educación auténtica y el redescubrimiento de la necesidad de educadores que sean verdaderamente tales. Dicho pedido asocia a los padres (preocupados, y con frecuencia angustiados, por el futuro de los propios hijos), a los docentes (que viven la triste experiencia de la decadencia de la escuela) y a la sociedad misma, que ve amenazada las bases de la convivencia.73

66. Algunas propuestas para la educación:

Un criterio fundamental en la educación es recuperar la centralidad de la persona . La persona ha de ser el fin de las instituciones, programas y de la acción pastoral de la Iglesia: escuelas, universidades, catequesis, liturgia, religiosidad popular, obras de promoción e iniciativas de caridad, etc. Todo esto supone paciencia, perseverancia y estímulos que animen y ayuden a un discernimiento y opción vocacional sin violentar la libertad. La verdadera educación promueve la formación de personalidades maduras, capaces de tomar sus propias decisiones y disponibles al compromiso solidario con los demás.74

Hacer de toda instancia eclesial y de acción pastoral un servicio educativo. Toda acción eclesial ha de enfocarse a la gran tarea de “evangelizar educando y educar evangelizando. Desde el anuncio del kerigma, la catequesis infantil, los retiros y cursos de formación, la predicación y en general todo el ministerio profético debe tener un enfoque educativo. Igual la liturgia como la celebración comunitaria de la fe, es para los católicos nuestro principal y más grande espacio educativo. La Doctrina social de la Iglesia es la sabiduría que los cristianos hemos ido adquiriendo para ver, juzgar y actuar en medio del mundo conforme al evangelio.

67. Los obispos, así como nuestros colaboradores en el ministerio, - presbíteros y diáconos-, hemos de redescubrir nuestra vocación como educadores atendiendo a la luz del evangelio y con gran cuidado las necesidades, expectativas, lenguajes, símbolos y expresiones de los hombres y mujeres de nuestra época. Haciendo un esfuerzo de esta naturaleza podremos realizar con nuevo vigor el mandato apostólico de Jesucristo: “hagan discípulos a todas las gentes” (Mt 28,18-20). Fijar la mirada en Jesús, y trabajar con amor, en la clave de una espiritualidad de comunión y esperanza, procurando “educar evangelizando y evangelizar educando”, teniendo presente aquello que decía san Agustín: “No basta con hacer cosas buenas, hay que hacerlas bien”. 75

Es fundamental impulsar y promover a los maestros, ya que son artífices directos de la educación. Reconocer la importancia y la necesidad de su aporte en la sociedad. La promoción del maestro implica también un auténtico diálogo y cooperación entre los padres de familia, los educadores y los hijos-educandos. Con audacia y creatividad hacer de todos los ambientes lugares pedagógicos. Debemos involucrarnos todos: sacerdotes, religiosas, laicos, ya que todos podemos aprender y todos podemos contribuir a edificar una comunidad educativa, que eduque evangelizando y evangelice educando. 76

La Familia

68. El V Plan diocesano señala que en la diócesis queremos impulsar la pastoral familiar como eje transversal de toda la acción pastoral, proclamando el evangelio de la vida, promoviendo la cultura de la vida y trabajando para que los derechos de la familia sean conocidos y respetados. Queremos que

73 Cf. Educar para una nueva sociedad, Presentación.74 Cf. Educar para una nueva cultura, n. 6175 Cf. Educar para una nueva cultura, n. 6576 Cf. Educar para una nueva cultura, n. 66

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la familia se desarrolle como una comunidad de discípulos misioneros, formadora integral de personas. Pero necesitamos atenderla adecuadamente por ser la célula básica de la sociedad y una institución fundamental para la vida. 77

La familia es el lugar donde de manera natural se nace, se crece y se muere. Es el único ámbito donde las personas son queridas por lo que son, no por lo que tienen o hacen. Por esta razón la familia está blindada y permanecerá siempre. La Familia, célula básica de la sociedad es la primera sociedad natural.

69. Nos dice el Evangelio de Lucas que el niño Jesús crecía en edad, sabiduría y gracia delante de Dios y delante de los hombres. Jesús nació y vivió en una familia concreta aceptando todas sus características propias y transmitió una excelsa dignidad a la institución matrimonial, constituyéndola como sacramento de la nueva alianza (Mt 19, 3-9). En esta perspectiva, la pareja encuentra su plena dignidad y la familia adquiere su solidez. (Lc 2, 52). Agradecemos a Cristo que nos revela que “Dios es amor y vive en sí mismo un misterio personal de amor” y, optando por vivir en familia en medio de nosotros, la eleva a la dignidad de ‘Iglesia doméstica’. La familia es espacio y escuela de comunión, fuente de valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida humana nace y se acoge generosa y responsablemente.

70. Para que la familia sea “escuela de la fe” y pueda ayudar a los padres a ser los primeros catequistas de sus hijos, la pastoral familiar debe ofrecer espacios formativos, materiales catequéticos, momentos celebrativos, que le permitan cumplir su misión educativa. Está llamada a introducir a los hijos en el camino de la iniciación cristiana. La familia, pequeña Iglesia, debe ser junto con la parroquia el primer lugar para la iniciación cristiana de los niños. Ella ofrece a los hijos un sentido cristiano de existencia y los acompaña en la elaboración de su proyecto de vida, como discípulos misioneros. 78

Queremos una pastoral familiar que propicie que cada familia sea en verdad, formadora de personas, educadora en la fe, comprometida en el desarrollo integral de los miembros. Para ello urge mejorar la catequesis, sobre el ideal cristiano de la vida familiar, que incluya una espiritualidad de la paternidad y maternidad. Es necesario prestar mayor atención pastoral al papel de los hombres como maridos y padres, así como a la responsabilidad que comparten con sus esposas respecto al matrimonio, la familia y a la educación de los hijos. 79

Las vocaciones

71. Creemos que la vida es un regalo de Dios que se ha enriquecido con el don de la fe que nos une a Cristo. El encuentro con Cristo llena de sentido nuestra vida en la Iglesia, comunidad de los discípulos misioneros. En esta comunidad Dios nos llama a una vocación específica para crecer como discípulos misioneros, en el sacerdocio, la vida consagrada, el matrimonio o la vida célibe.

El discernimiento y el cultivo de la vocación inician en la familia y continúa en la comunidad cristiana. Queremos que en las familias y las comunidades parroquiales se ofrezca especial atención a los niños y jóvenes, para ayudarles a descubrir el sentido de su vida y el proyecto vocacional que Dios tiene para cada uno, acompañándoles en el respectivo discernimiento. 80

72. Es importante que en las parroquias se promuevan iniciativas vocacionales, a través de acciones específicas, poniendo en contacto a los jóvenes con la Palabra de Dios, generando espacios y momentos de reflexión y discernimiento y de oración comunitaria por las vocaciones. Invito a los sacerdotes para que junto con padres de familia y otros agentes promuevan la creación del equipo

77 Cf. Plan Diocesano, Tuxpan 2014, Marco Doctrinal, n. 13678 Cf. Aparecida, n. 30279 Cf. Cf. Plan Diocesano, Tuxpan 2014, Marco Doctrinal, n. 13980 Cf. Ibid., n. 145 y 146

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vocacional parroquial, con la finalidad de que promuevan primero la oración por las vocaciones en una Hora Santa mensual por las vocaciones.

Podrán también acompañar y apoyar a los jóvenes (ellos y ellas) que manifiesten inquietud vocacional, de manera que logren hacer un serio discernimiento y tomen las decisiones adecuadas para darle rumbo a su vida. La comisión diocesana de pastoral vocacional los podrá asesorar para que el equipo se consolide y pueda ir generando iniciativas. En algunos lugares podrán organizar eventos para ofrecer algún apoyo económico a quienes ya están en el seminario o quienes vayan a entrar.

73. Algunas Frases sugestivas de Evangelii Gaudium

La nueva evangelización es un compromiso espiritual que implica protagonismo de cada uno de los bautizados.

Anunciar la Buena Nueva con la vida antes que con las palabras La puerta cerrada nos hace daño, Jesús es la puerta que nos abre el camino hacia Dios. Como Dios, aprendamos a ser misericordiosos con todos Los sacerdotes asépticos no ayudan a la Iglesia que está en tiempo de misericordia, necesitamos

curar las heridas de la gente. Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su

misericordia. Hay que vivir con alegría las pequeñas cosas de la vida (…) No te prives de pasar un buen día. La sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero encuentra muy difícil

engendrar la alegría. Si quieres vivir con dignidad y plenitud, el camino es reconocer al otro y buscar su bien. La vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. Madura cuando nos

damos a los demás. Todos tienen derecho de recibir el Evangelio y los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin

excluir a nadie. La Iglesia no crece por proselitismo sino por atracción. Los evangelizadores tienen 'olor a oveja' y éstas escuchan su voz. La parroquia tiene que estar en contacto con los hogares y con la vida del pueblo. Necesitamos expresar las verdades de siempre en un lenguaje que permita advertir su permanente

novedad (…) Una cosa es la sustancia, y otra la manera de formular su expresión. Los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio. Nunca los dejemos solos. La familia atraviesa una crisis cultural profunda. El matrimonio tiende a ser visto como una mera

forma de gratificación afectiva. El aporte de la familia a la sociedad supera el nivel de emotividad. El matrimonio no procede del

sentimiento amoroso efímero, sino de una unión de vida total. La formación de laicos y la evangelización de los diversos grupos, sobre todo de profesionales e

intelectuales, constituyen un desafío pastoral importante. La homilía no puede ser un espectáculo entretenido, no responde a la lógica de los recursos

mediáticos, pero debe darle el fervor y el sentido a la celebración. Con mucho cariño quiero recordar a los párrocos la necesidad de dedicar un tiempo de calidad a

preparar las homilías.

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Nos hace bien renovar cada día, cada domingo, nuestro fervor al preparar la homilía, y verificar si en nosotros mismos crece el amor por la Palabra que predicamos.

El predicador necesita también poner un oído en el pueblo, para descubrir lo que los fieles necesitan escuchar.

La homilía es la piedra de toque para evaluar la cercanía y la capacidad de encuentro de un Pastor con su pueblo

INDICE

Presentación

I. ANTECEDENTES DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

1. Evangelizar las culturas2. Cómo evangelizar, un problema es permanente3. ¿Qué entendemos por Nueva Evangelización?4. Nueva en el ardor, en los métodos y en la expresión5. La hora de la Nueva Evangelización6. El Papa Benedicto XVI y la Nueva Evangelización7. El Papa Francisco y la Nueva Evangelización8. V Plan Diocesano

II. LA PARROQUIA A PARTIR DE VATICANO II

1. Documento de Puebla2. Christifidelis Laici3. Documento Santo Domingo4. Documento Aparecida5. Evangelii Gaudium6. V Plan Diocesano de Pastoral

III. AGENTES PARA LA NUEVA EVANGELIZACION

1. La Evangelización es tarea de todos2. El Obispo impulsor de la comunión. 3. Sacerdotes misericordiosos.4. Vida Consagrada, don del Padre a la Iglesia

5. Protagonismo de los Laicos

IV. EJES PASTORALES TRANSVERSASLES

1. La Biblia2. La Educación

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3. La Familia4. Las Vocaciones

Frases sugestivas de Evangelii Gaudium

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