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Las semillas transgénicas Las semillas transgénicas, o semillas modificadas genéticamente (MG), son semillas, creadas en el laboratorio, de plantas a las cuales se les ha modificado o insertado un gen externo. En ocasiones estos genes provienen de otros reinos, como el animal, lo cual no pasaría nunca en la naturaleza (p.e. el maíz transgénico comercializado actualmente, con genes de una bacteria, o un tomate con genes de pez, el Falvr Savr, que fue retirado de los mercados por su mal resultado). Al estar patentadas, no es posible guardar la semilla y se debe comprar cada año, a un coste más elevado que las tradicionales. Se introdujeron en la década de los 90. Los cultivos mayoritarios en el mundo son 4, concentrados sobretodo en EEUU, Brasil, Argentina, India y Canadá: – la soja: presenta un gen de resistencia a herbicida, con lo cual ha aumentado el consumo de éste (con las consecuencias ambientales y de salud asociadas). Gran parte de este mercado está controlado por Monsanto; sus semillas de soja MG resisten sólo al herbicida creado por la misma compañía, el Roundup Ready. El 82% de la superficie total mundial de soja cultivada en 2014 era MG. el maíz: con genes insertados de la bacteria Bacillus thuringiensis (o Bt) como sistema de pesticida natural. Esta bacteria secreta una toxina tóxica para las larvas de los insectos del taladro. El problema es que ésta es una técnica usada puntualmente como control natural de plagas, pero en este caso, al producir la planta constantemente la toxina, las plagas han desarrollado resistencias. Representa el 30% de la superficie total cultivada el 2014. – el algodón: también con genes Bt. La aparición de superplagas destrozando las cosechas, como en el caso del maíz, está generando graves problemas para el campesinado en los países de cultivo, como en la India. El 68% de la superficie total cultivada el 2014 era MG. – y la colza: con gen de resistencia a herbicida. El 25% de la superficie total cultivada el 2014 era MG. – en EEUU también se encuentran la remolacha, calabazas, alfalfa y papaya. En Europa, el maíz es el único cultivo permitido para uso comercial, siendo España el estado con más hectáreas

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Las semillas transgénicas

Las semillas transgénicas, o semillas modificadas genéticamente (MG), son semillas, creadas en el laboratorio, de plantas a las cuales se les ha modificado o insertado un gen externo. En ocasiones estos genes provienen de otros reinos, como el animal, lo cual no pasaría nunca en la naturaleza (p.e. el maíz transgénico comercializado actualmente, con genes de una bacteria, o un tomate con genes de pez, el Falvr Savr, que fue retirado de los mercados por su mal resultado). Al estar patentadas, no es posible guardar la semilla y se debe comprar cada año, a un coste más elevado que las tradicionales.Se introdujeron en la década de los 90. Los cultivos mayoritarios en el mundo son 4, concentrados sobretodo en EEUU, Brasil, Argentina, India y Canadá:– la soja: presenta un gen de resistencia a herbicida, con lo cual ha aumentado el consumo de éste (con las consecuencias ambientales y de salud asociadas). Gran parte de este mercado está controlado por Monsanto; sus semillas de soja MG resisten sólo al herbicida creado por la misma compañía, el Roundup Ready. El 82% de la superficie total mundial de soja cultivada en 2014 era MG.– el  maíz: con genes insertados de la bacteria Bacillus thuringiensis (o Bt) como sistema de pesticida natural. Esta bacteria secreta una toxina tóxica para las larvas de los insectos del taladro. El problema es que ésta es una técnica usada puntualmente como control natural de plagas, pero en este caso, al producir la planta constantemente la toxina, las plagas han desarrollado resistencias. Representa el 30% de la superficie total cultivada el 2014.– el  algodón: también con genes Bt. La aparición de superplagas destrozando las cosechas, como en el caso del maíz, está generando graves problemas para el campesinado en los países de cultivo, como en la India. El 68% de la superficie total cultivada el 2014 era MG.– y la colza: con gen de resistencia a herbicida. El 25% de la superficie total cultivada el 2014 era MG.– en EEUU también se encuentran la remolacha, calabazas, alfalfa y papaya.En Europa, el maíz es el único cultivo permitido para uso comercial, siendo España el estado con más hectáreas cultivadas (más de 130.000 en 2013, principalmente en Aragón y Cataluña). España es el estado de la Unión Europea más permisivo con los cultivos MG; mientras que 9 países han prohibido el cultivo comercial de maíz MG, en los últimos años en España se han desarrollado el 67% de los experimentos al aire libre. 

Se crean a partir de los años 90 en un nuevo intento de las grandes corporaciones de las semillas y agroquímicos de controlar el mercado. Con el bajón de la Revolución Verde de los años 80, las compañías debían crear algo nuevo para mantener sus mercados.Con la falsa promesa de acabar con el hambre en el mundo, las empresas biotecnológicas prometieron semillas de plantas con mejores cosechas, resistencia a sequía, resistencia a condiciones climáticas extremas, a salinidad, etc. Lo cierto es que, tras casi 2 décadas desde la introducción de estos cultivos, no se ha desarrollado ninguna de estas súper-variedades. Lo único que tenemos en el mercado son plantas que resisten a herbicidas (con lo que ha aumentado mucho el uso de éstos) o plantas con supuesto plaguicida natural (pero al cual ya se han desarrollado resistencias, por lo que no funcionan  y las cosechas se ven afectadas).Al estar patentadas, el campesino debe comprar la semilla cada año, con lo que se genera un suculento negocio para las empresas. De momento, los únicos beneficiados son las grandes multinacionales de las semillas y de los productos químicos agrícolas, que en muchos casos, como Monsanto, son la misma compañía. Actualmente, solo 6 multinacionales (Monsanto, Dupont, Syngenta, Bayer, BASF i Dow) controlan el 60% del mercado de semillas y el 76% de agroquímicos. Algunas de éstas han sido también productoras de material bélico, como Monsanto y el agente naranja de Vietnam, o Bayer (antes IG Farben) y el gas que asesinó a millones de judíos. Las semillas son la base de la cadena alimentaria, y su mercado está privatizado en manos de unas pocas empresas. Algunos nos escandalizamos al pensar en la privatización de ciertos sectores como la sanidad o la

educación, ¿por qué no se habla de la privatización de la alimentación? ¿Por qué los gobiernos no destinan recursos públicos a este sector?  Los transgénicos presentan gran incertidumbre sobre los posibles efectos a largo plazo en el medio ambiente y la salud. Aunque ya conocemos algunos efectos negativos del abuso de agroquímicos, los efectos de los transgénicos en sí no están tan claros. El nivel de conocimiento actual no es suficiente para predecir las consecuencias de la manipulación genética en un organismo, ni su evolución e interacción con otros seres vivos cuando sean liberados al medio ambiente. Aún así, su polen ya vuela libre por los campos y ya llenan nuestros platos. Existen casos de semillas MG que fueron aprobadas para el consumo humano y que años después se tuvieron que retirar de los mercados por sus efectos negativos, como el caso del maíz Bt Starlink, que se retiró por efectos alérgenos, o el maíz Bt176, que contenía un gen de resistencia a antibióticos y que fue retirado tras 10 años de comercialización por el peligro de la propagación de la resistencia a antibióticos. El gran poder que tienen las multinacionales sobre los gobiernos hace que presionen para que se aprueben sin conocer los efectos a largo plazo; en EEUU, por ejemplo, la USFDA, el organismo que da el visto bueno a la comercialización de transgénicos, esconde entre sus altos cargos numerosos ex altos cargos de empresas como Monsanto.Otro de los efectos negativos inesperados, además de la ya mencionada aparición de superplagas, es la aparición de “super-malas-hierbas”. El gen de resistencia a herbicida de los cultivos MG se está transfiriendo a plantas silvestres, con lo cual éstas se tornan resistentes al herbicida, convirtiéndose en  un gran problema para los/as agricultores/as. En EEUU han tenido que abandonar 5 mil hectáreas de soja transgénica y otras 50 mil están gravemente amenazadas; se estima que esta pérdida de cosechas supone un coste de 1 billón de dólares anuales a los agricultores/as.Algunos de los posibles daños sobre la salud se clasifican en (incluso por la propia Comisión Europea): cambio en la composición de los alimentos y toxicidad, respuesta inmune y alergenicidad, propagación de resistencias a antibióticos y transferencia genética horizontal, recombinación de virus y bacterias y residuos tóxicos ligados a los cultivos tolerantes a herbicidas. El glifosato, principio activo del herbicida Roundup, es considerado incluso por la OMS como posible causa de cáncer y contaminación de suelo y agua. El problema es que existen pocos estudios independientes: la mayoría son realizados por la propia industria, que publica sólo los resultados a su favor. Algunos científicos independientes que han publicado resultados negativos para la salud han sido desacreditados. Ante estas incertidumbres, en Europa los grupos antitransgénicos solicitan la aplicación del Principio de Precaución, un principio de la legislación europea según el cual si existe incertidumbre sobre los efectos de algo no se debería comercializar hasta que se conozcan.

Un problema importante ya demostrado es la contaminación genética de cultivos MG a otros convencionales o ecológicos, un tipo de contaminación irreversible. Este tipo de contaminación ocurre en los campos (por polinización cruzada), y durante la siembra, el transporte o almacenaje de los cultivos. Se han descubierto numerosos casos de contaminación en producción ecológica (porque en la producción convencional no se comprueba). Esta contaminación supone una amenaza para la biodiversidad agrícola y para los agricultores/as ecológicos/as, que pueden perder su cosecha, y para el consumidor, que pierde su libertad de elección. En Cataluña y Aragón el cultivo ecológico de maíz prácticamente ha desaparecido, ya que los agricultores no quieren arriesgarse a perder la cosecha y se están dedicando a otros cultivos más seguros (para más información ver el informe “La imposible coexistencia” de Greenpeace).Otro problema de estos cultivos son los campos experimentales, experimentos a cielo abierto. El polen experimental puede volar y contaminar cultivos vecinos, con lo que ya está introducido en el medio sin que se hayan establecido los efectos ambientales o de salud. Un caso importante fue el arroz experimental de Bayer: años después de haber finalizado los experimentos con este arroz, que no recibió la aprobación para consumo humano, se descubrió su presencia en arroz de uso alimentario. Esto supuso la retirada del mercado de este arroz y provocó grandes pérdidas económicas para la industria

arrocera (para más información ver el informe “El Doble Problema de Bayer” de Greenpeace).

Al igual que con los híbridos, se genera una gran dependencia de las multinacionales por parte de los agricultores/as, al incrementar los costes de las semillas (que además no se pueden guardar y se deben comprar cada año) y del pack de productos químicos asociado.Tras años de convivencia con estos cultivos, se ha demostrado que no producen mejores cosechas. Al contrario; al estar asociadas a un modelo agrícola que abusa de los agroquímicos, con graves efectos en la naturaleza y nuestra salud, la seguridad alimentaria de la humanidad está en juego.En conclusión, teniendo en cuenta que los únicos beneficiados son las multinacionales, no se justifican los riesgos ambientales y de salud a los que nos estamos exponiendo, ni los negativos efectos socioeconómicos. Los transgénicos, además de los riesgos que suponen, no son necesarios. La producción agraria ecológica a pequeña escala, que utiliza variedades locales y orientada a mercados locales, tiene una mayor capacidad de generar una alimentación suficiente, segura para nuestra salud y respetuosa con el medio ambiente. Además, este modelo genera más puestos de trabajo.

Las semillas modificadas genéticamente han sido atacadas y defendidas con ahínco. Pero, ¿quién tiene el poder?, ¿cuáles son los mitos que se creen?, ¿cuál es el problema

en Colombia?, ¿por qué quieren proteger las semillas criollas y ser libres de transgénicos?

¿De dónde salieron los transgénicos?

En la naturaleza el intercambio de un gen específico entre diferentes especies no es posible. Pero el ser humano descubrió la forma de modificar genéticamente organismos vivos, utilizando la biotecnología.

¿De dónde salieron los transgénicos?

Seis grandes corporaciones agroquímicas trasnacionales dominan los mercados globales de semillas y pesticidas: BASF, Bayer, Dow, DuPont, Monsanto y Syngenta.

Cifras Grupo ETC

Semillas: hace 20 años 7.000 empresas controlaban el 10%, ahora 10 empresas controlan el 75 %.

Agroquímicos: hace 20 años 65 empresas controlaban el 100%, ahora 9 empresas controlan el 95%

Dato curioso: BASF, Bayer, Dow, DuPont, Monsanto y Syngenta tiene ingresos conjuntos de más de 65.000 millones de dólares en agroquímicos, semillas y rasgos biotecnológicos, según el grupo ETC.

Según el subgerente de protección vegetal del ICA, Carlos Alberto Soto Rave, del 100 % de empresas registradas para producir semillas certificadas en Colombia, sólo el 5 % son de multinacionales: Bayer (algodón), Syngenta (maíz), Monsanto (maíz) y Dupont (maíz) y Dow. El 95 % serían empresas nacionales.

Impactos que se temen de los transgénicos

Impacto medioambiental

Afectación de la biodiversidad:

Germán Vélez, director del Grupo Semillas de Colombia, afirma que “existe la posibilidad de que por medio de la polinización se transfieran las características modificadas a las criollas”. Sin embargo, Monsanto lo niega y dice que eso sólo ocurre “a corta distancia y pueden manejarse con facilidad”. El Instituto Colombiano Agropecuario recomienda 300 metros entre el cultivo transgénico y el no transgénico, pero la investigadora Úrsula Oswald recomienda 5 kilómetros. Alejandro Chaparro, doctor en mejoramiento genético, asegura que la utilización de la tecnología en la agricultura tiene un efecto positivo en la biodiversidad: “Hay suficientes estudios que demuestran que la utilización de esta tecnología en unión con las técnicas

convencionales ha logrado desarrollar cultivos cada vez más productivos reduciendo el área de la agricultura".

Incremento del uso de herbicidas:

David Buffin y Topsy Jewell, miembros del Pesticide Action Network, dicen que los herbicidas, como el glifosato, pueden afectar a otros seres vivos y ser tóxicos. Monsanto, productor del herbicida Roundup, niega esto, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud cataloga su producto como “extremadamente tóxico”. Además, las plantas podrían volverse resistentes a los propios herbicidas. "Existen evidencias en laboratorios, que OGM programados para producir su propio pesticida o resistencia a determinados herbicidas, provocaron resistencia en malas hierbas, lo que obligaría en un futuro a emplear pesticidas cada vez más poderosos”, documentó la investigadora Úrsula Oswald Spring.

Impacto en la salud

Los cultivos de este tipo se han considerado seguros hasta el momento, pero "la falta de pruebas de efectos negativos no significa que los nuevos alimentos transgénicos no entrañen ningún riesgo”, explica la FAO. Uno de los estudios que desató la duda y la polémica fue el de Gilles-Eric Séralini, quien alimentó por dos años con maíz transgénico comercializado NK603 de Monsanto a 200 ratas Sprague-Dawley, SD, las mismas que utilizó la multinacional en sus pruebas de 90 días y con las que afirmó que este tipo de maíz transgénico era tan seguro como el no transgénico. Séralini encontró que “tanto el maíz transgénico NK603 como el Roundup (herbicida) causaron graves daños hepáticos y renales, así como un desarrollo de tumores más frecuente y temprano, que llevaron a un aumento de la mortalidad”. Para la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) “ni el diseño, ni la presentación, ni el análisis de los datos del informe son suficientes”. Inclusive la revista Food and Chemical Toxicology, en la que fue publicado el estudio, pidió retractarse por medio de una carta pública. En el mismo sentido se pronunció el Instituto Federal Alemán para la Evaluación de Riesgos (BfR) y las Academias Científicas francesas al considerar que el estudio tenía graves deficiencias científicas y que había incongruencias que invalidan sus conclusiones. Por el contrario hay quienes creen que en el futuro los transgénicos podrían ofrecer "alimentos con mayor contenido de vitaminas, mayor duración (larga vida) o con la capacidad de crecer en climas extremos desafiando los retos del cambio climático", explicó Agro-Bio.

Impacto socioeconómico

“Los procesos de monopolización llevan hacia una concentración de actividades agroempresariales en manos de pocas empresas transnacionales, destruyendo la economía campesina y los mercados regionales, creando dependencia tecnológica”, asegura la investigadora Úrsula Oswald Spring.

A lo que la doctora Úrsula se refiere es al hecho que el 71% del negocio de las semillas modificadas está en manos de seis multinacionales: BASF, Bayer, Dow, DuPont, Monsanto y Syngenta.

Sin embargo, Alejandro Chaparro, doctor en mejoramiento genético de plantas, afirma: “¿Quién les va a competir en la producción de maíz clavito (variedad criolla)? Eso no tiene ninguna competencia con las multinacionales (...) Entonces no es cierto que esto tenga un efecto negativo en las comunidades, porque son mercados diferentes”.

Por el contrario se han dado resultados positivos en la economía de los países, según el estudio Céleres 2015 los cultivos de algodón genéticamente modificado aportaron a la economía colombiana 134 millones de dólares acumulados entre 2003 y 2015.

La otra amenaza está en la pérdida del conocimiento tradicional que por generaciones los agricultores han desarrollado. La tecnología es foránea en la mayoría de los casos y no siempre corresponde al contexto socioeconómico en la que es puesta en marcha.

5 mitos sobre los transgénicos

Existe gran cantidad de información acerca de los Organismos Genéticamente Modificados, pero no toda es cierta. A continuación Alejandro Chaparro, doctor en mejoramiento genético de plantas e investigador de la Universidad Nacional, desmiente algunas premisas.

Los transgénicos producen cáncer

Hasta el momento no se ha probado científicamente.

Solo por el hecho de sembrar transgénicos va a tener mayores ganancias

El agricultor debe tener en cuenta los demás asuntos que tiene una producción agrícola para lograr las ganancias. Sin embargo, en la revista Plos One un investigador publicó un meta análisis y demostró que hay un efecto positivo en la ganancia de los agricultores por el uso de transgénicos.

Solo la biotecnología ha logrado mejorar las plantas agregando o eliminando características

La biotecnología hace parte de un campo más general llamado fitomejoramiento, impulsado por herramientas convencionales: hibridación y selección. Nosotros utilizamos los fitomejoradores y sobre esos resultados colocamos nuevas características utilizando la biotecnología. En el desarrollo de la humanidad se han utilizado otras herramientas, la biotecnología es la última.

Los agricultores per se hacen mejoramiento genético

Eso es falso porque las herramientas que se necesitan para hacerlo requieren una formación de alto nivel. Lo que sí ha sucedido en el proceso de desarrollo de estos cultivos es su domesticación, que ha sido el resultado de generaciones de agricultores.

Los transgénicos son antinaturales

Ese en un proceso natural, los seres humanos tienen genes que provienen de otros organismos.

Dato curioso: Todos somos transgénicos: "Recientemente se ha demostrado que no se necesita ingeniería para que en una planta aparezcan genes de virus o bacterias. Además, se ha comprobado que en el genoma humano nosotros tenemos un porcentaje de genes virales, bacterianos”, explicó Alejandro Chaparro, doctor en mejoramiento genético de plantas e investigador de la Universidad Nacional.

Semilla nativas vs modificadas ¿una battalla perdida?

En Colombia la principal causa de discordia ha sido la regulación de las semillas. Los agricultores y defensores del medioambiente creen que esta regulación vulnera sus derechos, mientras que instituciones como el ICA la defienden.

¿De quién son las semillas? Esta pregunta, que parecería simple de responder, se ha convertido en el punto de desacuerdo entre dos polos opuestos: los que dicen que las semillas no deben tener dueño y los que piensan que cierto tipo de semillas sí pertenecen a alguien.

La idea de guardar semillas nació hace unos 12.000 años como una forma de mejorar la productividad. Pero desde hace algunos años se han desarrollado semillas modificadas genéticamente por medio de biotecnología, es decir transgénicos. Como dichas semillas son el resultado de investigación científica, las naciones se han puesto de acuerdo para proteger la propiedad intelectual del creador.

En el mundo agrícola existen dos clases de semillas: las criollas y las nativas que usan ancestralmente los pueblos, y las certificadas, entre las que están las que son mejoradas científicamente por multinacionales, en la mayoría de los casos.

Así fue como nació la Decisión Andina y el convenio internacional UPOV 1978 (Convenio Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales), a los que pertenece Colombia y el UPOV 1991, una versión actualizada del anterior. Los convenios pretenden dar los lineamientos para proteger los derechos del obtentor, que es “la persona que haya creado o descubierto y puesto a punto una variedad”.

Adicionalmente, los países pueden hacer normas internas para regular la producción, el uso y la comercialización de las semillas modificadas. Colombia lo ha hecho desde

1976, pero fue hasta el 2010, con la resolución 970 del Instituto Agropecuario Colombiano (ICA), que el ambiente se caldeó.

El recordado documental 9.70 mostraba las imágenes del ICA destruyendo 62 toneladas de semillas de arroz con la ayuda del Esmad de la Policía en Campoalegre (Huila). Era una crítica a la percepción que tenían los agricultores de que se les estaba atacando por reutilizar las semillas e intercambiarlas entre ellos, cosa que ya no se podía hacer según las normas.

El ICA se ha defendido diciendo que la razón por la que incautaron las semillas era un asunto sanitario, “porque eran semillas de costal, estaban envenenadas”, aseguró Carlos Alberto Soto Rave, subgerente de protección vegetal del ICA.

Las quejas por la 970 llevaron a paros agrarios, a un descontento generalizado. En la regulación no se especificaba el tipo de semillas que se regulaba, se perseguían las “ilegales”.

Según el ICA había semillas legales e ilegales y los agricultores vieron en peligro las semillas nativas y criollas que por generaciones han pertenecido a los pobladores. Para ellos las semillas eran de la tierra y no debían tener dueño, menos uno tan poderoso como Monsanto.

La discusión llegó a tal punto, que el presidente Juan Manuel Santos pidió “congelar” la resolución. Sin embargo, para el ICA el pedido era traído de los cabellos.

"Hay una imprecisión en este compromiso y es que yo no puedo quitar la resolución. Decir no aplico la 970 y nadie legisla en semillas no se puede, porque si yo quito la 970 pues quedaría otra vez la anterior”, aseguró a Semana.com Ana Luisa Díaz, directora técnica de semillas del ICA.

Según el Instituto, en ese momento ya se estaba gestando una nueva resolución, la 3168, debido a las quejas recibidas.

Con la nueva resolución, según el subgerente de protección vegetal del ICA, Carlos Alberto Soto Rave, se arreglaron los malentendidos. Pero esto no es lo que piensa Germán Vélez, el director de Grupo Semillas. ¿El problema en la resolución 3168 es semántico?

El ICA vs. el Grupo Semillas

Decimos que vamos a reglamentar únicamente las semillas de cultivar obtenidas por el mejoramiento genético y no a las criollas o a las nativas.

El ICA no aclara a qué se refiere la norma cuando habla de regular semillas con un mejoramiento genético convencional o no convencional. Por lo que podría aplicarse a las semillas mejoradas por los agricultores de forma tradicional.

Se elimina el control de la transferencia a título gratuito de semillas, porque la gente decía: cómo así yo no le puedo entregar a mis vecinos semillas. Sí lo pueden hacer, desde que no sean las modificadas genéticamente.

No queda claro qué pasaría si un agricultor produce y comercializa semillas criollas o no certificadas de las especies nombradas en la resolución: arroz, maíz, algodón, papa, sorgo, avena, cebada, trigo, soya, ajonjolí, maní, yuca y fríjol.

El control policial sanitario continúa. Pero la Policía solo nos acompaña a hacer el control. En el ICA no hay un solo proceso en contra de un agricultor, porque no es nuestro rol.

En los decomisos realizados por el ICA se trata a los agricultores como delincuentes, solamente por producir, guardar y distribuir semillas como lo han hecho desde épocas ancestrales.

Ejemplos de cultivadores de transgénicos

Martín Vargas, un agricultor que lleva 15 años en el oficio, decidió empezar a cultivar maíz transgénico en el 2012. Al principio los cultivos daban muy buena producción, las semillas de las multinacionales Monsanto, Syngenta y DuPont eran casi un milagro. Pero la abundancia acaeció y desde el último semestre de 2015 los agricultores de Campoalegre vieron su producción de maíz fracasar. La promesa de las semillas transgénicas se había disuelto como un espejismo.

“Yo decidí cultivar maíz transgénico porque las casas comerciales y de insumos nos hacían reuniones con las productoras de semillas y nos decían: ‘que esta es la mejor semilla, que le da a usted 12 toneladas por hectárea o más’. Pero es mentira, uno no recolecta más de 6 o 7 toneladas por hectárea. Y en los últimos meses ha sido un fracaso total”, explicó Vargas.

Perder la producción para Martín y para otros 120 agricultores que se han reunido para intentar buscar una solución a su situación ha representado al menos 2.000 millones de pesos en pérdidas.

“Uno pide un préstamo a una casa comercial o a un banco y de ahí es de dónde saca la plata para pagar todo. Entonces como no dio resultado quedamos endeudados y nos pueden embargar”, explicó con preocupación Vargas.

La situación de los agricultores campoalegranos es compleja; para volver a cultivar maíz se necesitan cinco millones de pesos por hectárea. En el caso de Martín que

posee 10 hectáreas, necesitaría 50 millones de pesos adicionales a la deuda que ya tiene en el banco por la cosecha anterior.

Al ver que las semillas no funcionaron pidieron ayuda al Instituto Colombiano Agropecuario (ICA). “Al ICA le mandamos derechos de petición, pero dijeron que era que a nosotros, los agricultores, se nos había olvidado cultivar, teniendo una experiencia de hasta 40 años en esto”, aseguró Vargas.

Según Martín, ellos han sido muy juiciosos siguiendo las recomendaciones que las multinacionales les han dado para sembrar las semillas “con los químicos que ellos dicen”.

Semana.com pidió la versión de los hechos al ICA. Según el Instituto todas las quejas fueron atendidas y después de realizar muestras de laboratorio encontraron diferentes enfermedades que afectaron los cultivos como “achaparramiento del maíz, enanismo arbustivo del maíz y la especie D. maidis que es vectora del virus del rayado fino del maíz”, argumentó el ICA.

Según María Andrea Uscátegui, directora ejecutiva de Agro-Bio ese virus también pudo atacar a una semilla convencional. "Lo que pudo ocurrir es que posiblemente no hubo rotación de cultivos, están sembrando arroz, maíz, arroz, maíz y generalmente son las mismas plagas que atacan a los dos, lo que se busca con la rotación de cultivos es que se corten las plagas, si ellas no encuentran alimento ahí pues se van a otro cultivo", explicó.

Después del fracaso de los cultivos de maíz transgénico Martín está sembrando arroz de nuevo para poder sobrevivir y alimentar a otras seis personas que dependen de su trabajo, pero esta vez con las variedades de semillas de la Federación Nacional de Arroceros.

Los territorios "rebeldes" de Colombia. Algunos lugares del país decidieron declarar su territorio libre de transgénicos de manera autónoma para tratar de evitar sus impactos.

San Lorenzo, un municipio que quiere estar libre de transgénicos

Los pobladores del municipio nariñense prefieren prevenir antes que lamentar, por eso decidieron que querían blindar su territorio de los transgénicos.

“Estamos preocupados por las semillas criollas, porque puede haber contaminación por transgénicos. No queremos que se cultiven por el desequilibrio, por las afectaciones en la salud y sobre todo porque modifican una cultura”, explicó Alba Portillo, promotora de la iniciativa e integrante de la Red de Guardianes de Semillas de Vida.

En San Lorenzo es la misma comunidad la que quiere blindarse y adelanta un proceso con el gobierno municipal para lograrlo. “Creemos que hay una buena voluntad política”, apuntó Portillo.

Para ella la cruzada que han emprendido con el fin de evitar la “dependencia” de este tipo de semillas es un pequeño paso a una meta más ambiciosa: una Colombia libre de transgénicos.

Las semillas criollas y nativas: un tesoro

Hay cientos de personas que se dedican a cuidar las semillas criollas y nativas, es decir las que son propias, se originaron en América y por generaciones han sido domesticadas.

Por ejemplo la domesticación del maíz en Mesoamérica data de cerca de 4.000 a. C. "bajo la forma de una pequeña mazorca con minúsculos granos”.

Tal vez por dicha tradición el maíz es el estandarte de la defensa de este tipo de semillas. Según un estudio realizado en el 2011 por el Grupo Semillas, en la región cafetera de Colombia están en riesgo de desaparecer 38 variedades, entre las que se encuentran: el maíz cuba amarillo, cuba blanco, capio y vela. Se reportan como perdidos los maíces blanquillo, dorado amarillo, dorado blanco y morado.

Perder las semillas es perder la diversidad, el trabajo de generaciones que se dedicaron a cuidarlas y seleccionarlas. La idea, ahora, es conservar y rescatar tradiciones ancestrales para el cuidado de las semillas, para ellos son símbolo de vida, de comunidad e identidad.

Con la Luna

Durante la cosecha la Luna debe estar en una fase específica: cuarto menguante, nunca en luna tierna o llena. "Se hace de esta forma para evitar el ataque de bichos y que en ese momento el contenido de líquidos es menor en las semillas y así es más fácil secarlas y almacenarlas", explica Alba Portillo, integrante de la Red de Guardianes de Semillas.

Otra práctica que según Portillo funciona es sacar la mata completa y colgarla boca abajo por algunos días, en caso de que sean semillas de hortalizas y granos pequeños como el amaranto y la quinua.

Controlar las plagas de forma natural

Según los guardianes de semillas hay diferentes formas de evitar que se llenen de gorgojos.

La primera consiste en guardar el maíz en hojas de eucalipto o utilizar plantas secas como la altamisa, el borrachero, la ruda o el ajenjo.

Otra, y tal vez la más ancestral, es la del ahumado. La idea es que la semilla quede envuelta en humo para que se seque. La forma en la que lo hacían era la siguiente: "antiguamente se ponían las semillas en un soberado o se colgaban sobre el fogón; de esta manera, cada vez que se cocinaba las semillas quedaban envueltas en humo, lo que las secaba y a la vez evitaba el ataque de plagas y enfermedades".

Antiguamente también eran almacenadas en vasijas de barro llamadas "pondos", las cuales terminaban en punta y se enterraban parcialmente en el suelo.

Dichas tradiciones están siendo rescatadas por personas que le han encontrado un significado especial a las semillas: su identidad.

ACTIVIDADES1. Realizar un mapa conceptual teniendo en cuenta las ideas

principales del tema con su respectiva secuencia.2. Haga un acróstico con la palabra Transgénicos.3. Escoge 15 palabras del tema y haga una sopa de letras.4. En un resumen diga las ventajas y desventajas del uso de la

semilla transgénica en la agricultura.5. Haga un crucigrama con 15 palabras y sus respectivas pistas.6. Realice un cuento con su inicio, desenlace y nudo del tema en

mención, mínimo dos hojas. 7. Cómo planificaría la siembra de semillas transgénicas en su

huerta ?