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El Evangelio de Lucas nos presenta a María como una mujer sencilla y audaz, atenta a los signos de Dios y cauta, disponible y sensata. María vive un sí creyente a la cooperación con Dios en el que manifiesta su plena libertad para asumir, no sólo, lo gozoso de la Encarnación, sino todos los problemas que le ocasionará tal decisión. Por eso su SÍ no es un mero capítulo de la biografía privada de la Virgen, sino que, por el alto nivel de su disponibilidad, en beneficio nuestro y para nuestra salvación, María es la que franqueó al Verbo eterno la entrada en nuestra historia y a nuestra humanidad. Por ello, en nuestra fe católica, María queda asociada a la Salvación.

Este domingo 7 de Diciembre correspondería al segundo domingo de Adviento. Pero como el lunes 8 de diciembre es el día de la Inmaculada Concepción, la Iglesia traslada a este domingo su celebración para que, no pocos, sino muchos cristianos, vivamos su profundo sentido. Porque la Inmaculada Concepción manifiesta que Dios ha querido que María, desde el comienzo de su vida, quede asociada a la Salvación que nos trae Cristo.

Para experimentar el gran sentido que María sea Inmaculada desde su Concepción, tendríamos que fijar la mirada en el Nacimiento de Cristo, donde se unen dos situaciones muy especiales: una, la Encarnación del Verbo, que es la mayor promesa de Dios, sobre la que se sostiene todo el camino del Antiguo Testamento y la que ha ofrecido a la humanidad actual el mayor signo amoroso de Dios; y otra, el SÍ radical de María, que es el mayor signo de disponibilidad y generosidad del que es capaz una persona para cooperar con la obra amorosa de Dios.

La Inmaculada Concepción nos señala que desde el origen, es el género humano y no otro, el interlocutor predilecto de Dios. Que son el hombre y la mujer con quienes Él quiere hablar tú a tú, sin manipulación ni chantajes, sin miedos ni telones de fondo tenebrosos, sin falsas humildades ni engreimientos, sino sencilla y horizontalmente. Y María es quien ha mostrado en forma plena ese modo de responder a Dios. Es decir, María muestra el rostro humano de la respuesta a Dios Padre, en la que las personas ya no quedan atadas a un destino de pecado y muerte, sino que pueden, en cualquier momento de su existencia, disponerse a cooperar con Dios. Y tal respuesta, por incipiente que sea, siempre ayudará a recapitular y transformar el pasado.

María Inmaculada, con este Sí radical que transforma la Historia , nos ayuda a escrutar la calidad de nuestro sí, pequeño o grande, repetido o discontinuo, frágil o sostenido, de cara a nuestra cooperación con el Espíritu quien realiza el Plan de Dios. De ahí que nuestra cooperación en la Salvación deba ser realizada con firme esperanza, pero no con prepotencia. Es decir, con una sobria y humilde confianza en la que experimentamos a un Dios grande y bueno, amigo y cercano, dialogante y fraterno, y así gustemos la gracia a la que somos convocados, reproduciendo en nosotros el modo salvador de Dios.

El Sí radical y libre de María ha abierto el camino al Plan Salvífico para que definitivamente se nos entregue el modelo conforme al cual hemos de vivir los hombres y las mujeres según el querer de Dios: semejantes a su Hijo. Y también, este SÍ de María, asociado a la Encarnación, permite mirar hacia atrás y llegar incluso al momento de su nacimiento para ver la gran obra de Dios. Y en esa mirada retrospectiva, contemplar que Dios ha querido que la Humanidad entera, sea concebida para el bien, para el amor y para la pureza. Por eso, en primer lugar, la fe sencilla venía llamándola Inmaculada desde muchos siglos atrás, y luego la Iglesia proclamó está verdad como contenido especial de la fe (Dogma).

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En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.

Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.

El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; y Él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».

María le dijo entonces al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? El ángel le contestó: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios. María contestó: Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho. Y el ángel se retiró de su presencia. Palabra del Señor.

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[ Continúo ]

Al final, rezo el Padrenuestro,

saboreando cada palabra.

Me sereno para esta cita con Dios.Me acomodo con una postura que implique todo mi ser. Al ritmo de la respiración doy lugar al silencio.( Una y otra vez repito este ejercicio )

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[ Sigo adelante ]

NOTA: La oración preparatoria me ayuda a experimentar libertad de apegos. La repito tantas veces como quiera, dejando que resuene en mí.

NOTA: Este paso merece hacerlo con esmero. Le dedico unos 10 minutos.

Señor, enséñame a responder a tu voluntad con un SÍ generoso, audaz y fecundo como María.

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Deja que la Inmaculada Concepción de María te ayude a fijar tu pensamiento en el nacimiento de Cristo, donde se une lo humano y lo divino.

[ Y continúo la oración ]

Y que esta contemplación te muestre la unión entre la Encarnación del Verbo, como el mayor signo amoroso de Dios y el SÍ radical de María, como el modelo de disponibilidad para cooperar franqueando la entrada del Verbo a nuestra humanidad.

Permite a la Inmaculada Concepción de María que te invite a extender la mirada hasta el momento de su nacimiento donde Dios se complace convirtiendo al género humano en su interlocutor predilecto.

Y así puedas hablar tú a tú con Dios, sin manipulación ni chantajes, sin miedos ni telones de fondo tenebrosos, sin falsas humildades ni engreimientos, sino sencilla y horizontalmente.

[ Continúo la oración ]

Contempla la Inmaculada Concepción de María para que te muestre el rostro humano de la respuesta a Dios Padre que se concreta en el seguimiento de su Hijo.

Y así tú y toda persona, en cualquier momento de la existencia, pueda estar dispuesta a cooperar con Dios, sosteniéndose en la esperanza que transforma todo según la imagen del Salvador.

[ Y continúo la oración ]

[ Comienza el Cierre de la oración ]

InmaculadaEl barro se volvió estrella, la sangre

se volvió gracia en la arcilla de tu cuerpo. ¡Oh Virgen

Inmaculada!

Y la savia de la muerte que a la vida alimentaba,

se secó en tu carne limpia cuando el Señor te hizo el alma.

La presencia creadora vino al Edén de tu casa,

y en las manos te traía ¡oh Virgen Inmaculada!

Porque en ti, Virgen y fiel, ninguna culpa fue hallada,

ni adquirida, ni heredada ¡oh Virgen Inmaculada!

La amistad de Dios contigo transformó toda querella

al hallar tu tierra buena ¡oh Virgen Inmaculada!

La mujer queda admirada y el hombre enternecido,

en tus brazos recogidos ¡oh Virgen Inmaculada!

(Rodero y otros)

Para centrar la experiencia vivida en la Oración, respondo en forma sencilla las siguientes interrogantes:

[ Termino con la oración siguiente[ Termino con la oración siguiente ] ]