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Fachada del Hospicio de San Fernando de Madrid, de Pedro de Ribera; Fachada del Hospicio de San Fernando de Madrid, de Pedro de Ribera; Se trata de una fotografía que nos muestra la fachada del Hospicio de San Fernando de Madrid ejemplo de arquitectura barroca española del siglo XVIII ( comienzos) del llamado Barroco decorativo u ornamental español o churrigueresco obra de Pedro de Ribera. El edificio de función asistencial patrocinado por la monarquía tiene planta cuadrada organizada en torno a varios patios pero lo más destacado es la fachada en cuyo comentario nos centraremos. Podemos apreciar el empleo de un lenguaje arquitectónico barroco propio del barroco ornamental

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Fachada del Hospicio de San Fernando de Madrid, de Pedro de Ribera;

Fachada del Hospicio de San Fernando de Madrid, de Pedro de Ribera;Se trata de una fotografía que nos muestra la fachada del Hospicio de San

Fernando de Madrid ejemplo de arquitectura barroca española del siglo XVIII ( comienzos) del llamado Barroco decorativo u ornamental español o churrigueresco obra de Pedro de Ribera. El edificio de función asistencial patrocinado por la monarquía tiene planta cuadrada organizada en torno a varios patios pero lo más destacado es la fachada en cuyo comentario nos centraremos.

Podemos apreciar el empleo de un lenguaje arquitectónico barroco propio del barroco ornamental español que emplea el lenguaje arquitectónico clásico del Renacimiento con una sintaxis distinta para crear un efecto de sorpresa y magnificencia. La fachada se organiza en dos cuerpos y varias calles a modo de retablo. En el inferior la puerta es de medio punto y está flanqueada por dos pilastras que soportan un entablamento. En el superior un vano de medio punto sobre pilastras alberga un grupo escultórico. Dos pilastras sobre las que se han adosado dos estípites ( elementos de soporte de fuste piramidal invertido) típicamente barrocos soportan un entablamento sobre el que aparece un frontón. El material de construcción es el ladrillo, típico del Barroco madrileño debido a su baratura y las posibilidades expresivas de su contraste

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con la piedra. La portada tiene el sentido ascensional del Barroco y se prolonga más allá del límite superior del segundo piso para ser enmarcada en un frontón curvo y partido.

Lo más destacado de la obra son los elementos decorativos que cubren la totalidad de la portada en un claro horror vacui. Es evidente el dominio de lo decorativo sobre lo constructivo típico del Barroco ornamental español. No en vano es uno de los edificios más significativos del llamado barroco decorativo y ornamental español del siglo XVII que reacciona contra la austeridad de los edificios herrerianos de finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII. Estos elementos decorativos además de cubrir todo el espacio tienen una gran fantasía y originalidad y se apartan del lenguaje clásico. Así observamos cortinajes que no responden al lenguaje clásico basado en columnas y entablamentos apreciándose un la originalidad del Barroco español respecto de francés y el italiano que siempre tienen un fondo clásico. Estos cortinajes están tomados de la llamada arquitectura efímera que se construía con maderas y telas para ocasiones especiales como la entrada de los reyes en una localidad. El gusto por lo curvilíneo típico del Barroco se ve además en los vanos elípiticos de la fachada. Estos elementos decorativos tienen gran volumen dotando a la fachada de un intenso claroscuro que la dota de dinamismo.

La obra refleja el marco histórico y cultural de la España de finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII. La España del momento experimenta el declive del Imperio español hasta la llegada de una nueva dinastía borbónica. Las dificultades económicas explican el empleo de materiales modestos como el ladrillo y el intento de crear un efecto de lujo mediante la abundancia de elementos decorativos. Poco a poco se impondrá un estilo barroco clasicista inspirado en el francés impuesto por la dinastía borbónica a un barroco ornamental como el que representa el edificio comentado.

fachada del Obradoiro de la catedral de Santiago de Compostela, de Casas y Novoa;

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Fachada del Obradoiro de la catedral de Santiago de Compostela, de Casas y Novoa;

La fotografía nos muestra la fachada de los pies del edificio de la Catedral de Santiago de Compostela, ejemplo de arquitectura barroca española del siglo XVIII del llamado Barroco ornamental o decorativo español. La obra, debida a Francisco Casas y

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Novoa, es un ejemplo la escuela regional del barroco gallego que se adosa a la fachada románica del Maestro Mateo. Nos centraremos en el análisis de la fachada construida en el material típico del Barroco gallego: el granito.

Podemos apreciar el empleo de un lenguaje arquitectónico plenamente barroco. De este modo se emplean los elementos constructivos de la arquitectura clásica pero de un modo distinto para crear un efecto sorprendente. En primer lugar destaca la monumentalidad de la obra bien característica del Barroco: la fachada se impone por sus enormes dimensiones. La fachada se organiza a modo de retablo en dos cuerpos separados por entablamentos y divididos en calles por columnas exentas de orden clásico que en el cuerpo superior atraviesan dos pisos por lo que son columnas de orden gigante. La calle principal se corona por un segundo cuerpo con vano donde se recorta la escultura en bulto redondo del apóstol Santiago y que se remata con un frontón curvo partido muy barroco. La fachada se encuadra por dos altas torres ( románicas hasta el cuerpo de campanas) que la dotan de un sentido ascensional puramente barroco opuesto a la horizontalidad de muchos edificios renacentistas. Además la fachada se eleva sobre un alto podio al que se accede por una escalinata monumental de dos rampas que dota a la misma de un aspecto escenográfico. Las columnas exentas y no adosadas a las fachadas tienen gran volumen y contribuyen a crear un efecto de claroscuro que dotan de dinamismo a la fachada. Otro elemento típicamente barroco es el juego de volúmenes, con unas primeras torres de dos cuerpos que se adelantan a la fachada principal delante de las cuales aparece el cuerpo de la escalera. La abundancia de vanos acristalados tiene la función de permitir la iluminación del Pórtico de la Gloria románico sobre el que se levanta esta fachada pantalla.

Los elementos decorativos son abundantes y contribuyen a dotar a la obra de una imagen de riqueza y monumentalidad. El horror vacui es propio del llamado Barroco ornamental o decorativo español de la segunda mitad del siglo XVII que se prolonga en la primera mitad del XVIII en conflicto con el barroco clasicista traído por la dinastía borbónica ( por ejemplo el Palacio Real). Estos elementos decorativos son elementos vegetales de gran volumen y esculturas de bulto redondo en nichos y cubren la totalidad del espacio en un horror vacui típico del Barroco ornamental español del siglo XVII. En algunas partes se emplean elementos decorativos típicos del Barroco gallego.

La obra se inserta en el marco histórico y cultural de la España del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII en el que la Iglesia patrocina un arte grandioso que subraye su carácter de Iglesia triunfante frente a la Reforma protestante.

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Plaza Mayor de Madrid, de Juan Gómez de Mora;

La Plaza Mayor de Madrid

Se trata de la fachada de la plaza mayor de Madrid, ejemplo de arquitectura barroca española del siglo XVII y siglo XVIII. Proyectada por Juan Gómez de Mora en el estilo del Primer Barroco español de tradición herreriana, es transformada en el siglo XVIII por Juan de Villanueva en estilo neoclásico. Presenta planta rectangular y en el centro de la misma se eleva una escultura ecuestre el rey. La función es múltiple como sucede con las plazas mayores barrocas españolas: es un espacio mercantil y donde tienen lugar las fiestas religiosas, populares ( torneos, toros) y cortesanas, pero también tiene función residencial de ahí las fachadas típicas de edificios domésticos con balcones y ventanas.

Si nos fijamos en el alzado podemos ver que como la mayor parte de las plazas mayores barrocas españolas se encuentra totalmente cerrada no interrumpiéndose por calles a diferencia de las plazas renacentistas como la de Valladolid. El acceso se hace por pasajes que se abren con arcos de medio punto. De este modo se da al conjunto una mayor unidad. La plaza se rodea de edificios de viviendas organizadas en tres alturas con sencillos vanos regulares que son los balcones. Se elevan sobre portales de estructura adintelada. Se cubre con tejado de pizarra. Carece de elementos decorativos. Carece de decoración. La sencillez constructiva y la austeridad del edificio nos recuerda que nos encontramos ante un ejemplo del primer barroco español que sigue de cerca el modelo del arte escurialense del último tercio del siglo XVII caracterizado por el empleo del lenguaje clásico de forma pura y el dominio total de lo constructivo sobre lo decorativo. La ausencia total de decoración, el planismo de la fachadas, la ausencia del juego de volúmenes remiten de nuevo a este estilo herreriano o escurialense que domina el primer arte cronológicamente barroco.

Dentro de la plaza destaca la llama Casa de la Panadería que muestra también las reformas realizadas por Juan de Villanueva en el siglo XVIII. Los tres pisos se elevan sobre un soportal de arcos de medio punto sobre pilares cuadrados a los que se adosan columnas de orden clásico que soportan un entablamento. Vemos por tanto el empleo de un lenguaje clásico de gran pureza. El edificio se encuadra por dos torres coronadas por chapiteles que siguen el modelo del arte herreriano. Los motivos decorativos se encuentran totalmente ausentes salvo un gran escudo en la parte central. De nuevo podemos ver el empleo de un lenguaje constructivo que sigue el modelo del arte herreriano. La única licencia decorativa es el típico

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contraste de colores propio del barroco madrileño entre la gris piedra granítica de los soportales y los muros de rojo ladrillo.

El contexto histórico en el que se desarrolla es el la España del siglo XVII, más concretamente en una ciudad de Madrid que es la nueva capital con los Austrias menores que encargan toda una serie de edificaciones tendentes a dotar a la ciudad de un empaque monumental.

Retablo de San Esteban de Salamanca, de José Benito Churriguera.

Retablo de San Esteban de Salamanca, de José Benito Churriguera.

La fotografía nos muestra el retablo de la iglesia del convento de San Esteban ejemplo de arquitectura barroca española del siglo XVII ( finales) encuadrable en el llamado Barroco ornamental o churrigueresco. El autor es José Benito Churriguera que crea un modelo de retablo que tendrá gran influencia en el arte español del siglo XVIII. Recordemos que un retablo es una estructura arquitectónica generalmente de madera en España organizado en varias calles verticales y distintos cuerpos sobre un basamento o predela. Se decora con relieves, esculturas de bulto redondo y cuadros. Tiene su origen en el Gótico ( y más remotamente en los frontales de altar románicos) alcanzando gran desarrollo en el Renacimiento y sobre todo en el Barroco. Algunas de sus esculturas son pasos procesionales.

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Podemos apreciar el empleo de un lenguaje arquitectónico barroco propio del barroco ornamental español que emplea el lenguaje arquitectónico clásico del Renacimiento con una sintaxis distinta para crear un efecto de sorpresa y magnificencia al servicio de la grandeza de la Iglesia Católica de la Contrarreforma. Si analizamos el retablo observaremos un alto podio o predela sobre el que se elevan dos cuerpos. El cuerpo inferior dividido en tres calles separadas por columnas torsas o salomónicas que procedentes del barroco italiano tienen un gran desarrollo en el Barroco español. Estas columnas de fuste helicoidal dotan al retablo de un gran dinamismo. Las columnas soportan un entablamento que aparece partido. El cuerpo superior está dividido en tres calles separadas por pilastras sobre las que aparecen estípites, soportes típicos del Barroco que presentan forma de pirámide invertida. La estructura no se corona por frontón clásico sino por un guardapolvo semicircular en cuyo centro aparece un escudo.

La estructura del retablo presenta un sentido ascensional muy típico del Barroco. La claridad propia de los retablos renacentistas, con calles y cuerpos organizados claramente por los elementos arquitectónicos ha desaparecido en favor de un aspecto inicial de confusión que pretende dar a la obra una impresión de lujo. Lejos de planitud de los retablos renacentistas se busca un efecto sorprendente al jugar con la sucesión de espacios que avanzan hacia el espectador y otros retranqueados. El gran volumen de las columnas crea intensos efectos de claroscuro que animan la superficie del retablo. A este efecto de lujo y grandeza contribuye el uso del pan de oro sobre la totalidad del retablo.

En cuanto a los elementos decorativos, es claro su predominio sobre los elementos constructivos en un claro horrror vacui muy barroco. Las columnas se cubren de hojas de vid y racimos de uvas que aluden a la eucaristía, en las calles laterales las esculturas de los santos en hornacinas y angelotes que sostienen escudos cubren la totalidad del espacio. Por su parte las esculturas presentan los rasgos de la plástica barroca con figuras plenas de movimiento, posturas inestables, exagerada gestualidad y paños flotantes que las dotan de movimiento. Son unas figuras que parecen querer escapar de las hornacinas en las que se encuentran al liberarse del marco arquitectónico.

La obra refleja el marco histórico y cultural de la España de la Contrarreforma en que la Iglesia patrocina un arte monumental que manifieste el poder de la verdadera fe frente a las iglesias protestantes. La explicación del dogma, del culto a los santos y la Virgen tienen en los retablos su vehículo de expresión como apoyo a los sermones.

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.:Piedad, de Gregorio Fernández,

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Piedad, de Gregorio FernándezSe trata de un conjunto escultórico de bulto redondo tallado en madera conocido

como La Piedad, ejemplo de escultura barroca española del siglo XVII de la escuela castellana y debida a Gregorio Fernández. Responde al género del paso procesional tan típico de la escultura barroca española. Presenta una imagen frecuente en el arte cristiano desde el Gótico, la Piedad, es decir la representación de la Virgen que sostiene el cuerpo muerto de Cristo después del descendimiento de la cruz. Como es habitual en la escultura barroca española el material es la madera frente al mármol habitual en Francia o Italia y ello es debido a que estas esculturas que suelen formar parte de los retablos son sacadas en procesión.

El lenguaje artístico es el propio del Barroco español de un gran naturalismo, de un sincero naturalismo lejos de la belleza ideal del Renacimiento. Así el canon de la figura de Jesucristo es un tanto alargado, en la tradición del Manierismo español de la segunda mitad del siglo XVI. Ello se aprecia en la figura de Jesucristo que muestra un gran naturalismo en su anatomía donde el autor muestra tendones, costillas y músculos con gran detalle.. La gestualidad es amplia, teatral, en el Barroco como vemos en la figura de la Virgen que levanta los brazos siguiendo el modelo del Manierista Juan de Juni. La expresividad intensa es propia del Barroco, sobre todo en el Barroco español como vemos en la boca entreabierta de un exhausto Jesucristo muestra un rictus de dolor en el rostro o en el grito desesperado de la Virgen que gime y eleva sus ojos hacia lo alto. La finalidad de la escultura barroca española de temática religiosa es devocional, pretende suscitar la emoción religiosa mediante la identificación con el dolor del fiel con recursos como los señalados. El deseo de realismo lleva a los escultores barrocos al empleo de los postizos como las uñas de asta o los ojos de cristal. En este caso el cuerpo de Cristo muestra chorretones de sangre seca, y moretones que evidencian las huellas de la Pasión. Las esculturas barrocas españolas emplean estofados de colores más sencillos, cercanos al espectador, lejos de los suntuosos esgrafiados y abundantes tonos dorados del Renacimiento español buscándose así un mayor realismo. Los paños son amplios, dotando a la figura de la Virgen de gran monumentalidad al tiempo que introducen fuertes claroscuros. En el paño de pureza se aprecia el gusto por las formas angulosos, quebradas, que dotan a la obra de claroscuro. Logra dar al cuerpo de Cristo la rigidez de un cadáver descendido de la cruz

La composición forma una gran diagonal señalada por la imagen de Cristo rompiendo con las composiciones piramidales del Renacimento ( por ejemplo la Piedad

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de Miguel Ángel del Vaticano) Los perfiles son abiertos con un brazo de la Virgen que se separa del cuerpo dotando así a la figura de un mayor dinamismo. Las superficies son policromadas con un encarnado que dota de mayor realismo a la figura y unos colores que como hemos visto renuncian a los dorados de la pintura policromada renacentista española.

La obra se enmarca en el contexto histórico de la España de la Contrarreforma con un arte realista, cercano, que conmueva al fiel y transmite las verdades de la fe católica puestas en cuestión por la Reforma protestante.

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La oración en el huerto, de Salzillo

La oración en el huerto, de Salzillo

Se trata de un conjunto escultórico de bulto redondo tallado en madera policromada conocido como La Oración en el Huerto de estilo barroco español debida Francisco Salzillo del siglo XVIII ( mediados) . Se trata de un conjunto de contenido religioso: cuando Jesús se retira con varios apóstoles a rezar en el huerto de Getsemaní antes de su juicio y condena y es confortado por un ángel. Los apóstoles duermen mientras Jesús permanece en vela. En este caso el autor junto a los apóstoles que duermen muestra a un ángel junto a Jesucristo. Una iconografía que con Salzillo pasa de la pintura a la escultura de bulto redondo. Cabe destacar el empleo de la madera policromada típica del Barroco español en contraste con el predominio del mármol en el barroco clasicista francés o en el italiano. Ello se explica por pertenencia de estas obras a retablos y su empleo como pasos procesionales.

La obra utiliza un lenguaje barroco atento a la representación verista de la realidad. Así las figuras muestran una anatomía lejos del canon clásico y con rostros que son verdaderos retratos y sin idealización alguna en el caso de los apóstoles. Parecen figuras tomadas de modelos reales como los de la pintura de Carvaggio o la

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escuela naturalista de pintura española ( Ribera). El escultor aparece atento a las calidades y las texturas de un escultor barroco: el rostro avejentado de San Pablo que duerme junto a su espada, el terso rostro juvenil del ángel o el aspecto etéreo y vaporoso de las alas del ángel. El deseo de realismo de la escultura barroca española se aprecia en el uso de postizos y el empleo de verdaderas telas como la que cubre la figura de Jesucristo que es una de las llamadas “ imágenes de vestir”. El rostro de Jesucristo se presenta con gran naturalismo, con encarnado que muestra un tono demacrado La expresividad intensa del rostro de Jesucristo, con los ojos llorosos e implorantes y elevados hacia el cielo es también típicamente barroca. La figura del ángel en ligera serpentinata y con contraposto remite también a un barroco clasicista de origen italiano. Tanto esta figura como las demás consigue la estereometría necesaria en un paso procesional. La gestualidad del ángel es barroca, ampulosa, en el caso del ángel.

La obra de Salzillo presenta algunos rasgos propios por influencia italiana. Algunas figuras como la del ángel presentan un canon clásico, si bien un tanto estilizado como en el Manierismo, una belleza ideal y un estudio clásico de su anatomía. Este gusto por la belleza ideal del ángel y la ausencia de elementos desagradables de la escuela castellana del siglo XVII acercan la obra de Salzillo al Rococó que busca lo amable, lo delicado y gracioso.

La composición presenta una estructura piramidal que culmina en la figura del ángel y el rostro de Jesucristo. El conjunto presenta en la figura del ángel un perfil abierto con las alas desplegadas y el brazo separado del cuerpo dotando así al conjunto de un mayor dinamismo. La superficie de la obra presenta la típica policromía barroca que renuncia a los estofados de gran ornamento basados en esgrafiados y abundancia de dorados que eran típicos del Renacimiento español. En este caso el dorado se limita a la figura del ángel que así atrae la atención del espectador.

La obra ha de entenderse en el contexto de la España del Barroco que concede gran importancia a las manifestaciones religiosas católicos en la plaza con procesiones de las cofradías que sirven para ilustrar a los fieles en las verdades defendidas por la Iglesia Católica criticadas por la Reforma Protestante.

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Inmaculada del facistol, de Alonso Cano;

Se trata de una escultura de bulto redondo tallada en madera de estilo barroco español del siglo XVII de la escuela andaluza obra del arquitecto y escultor Alonso Cano. Se la conoce como Es una obra de temática religiosa que muestra a la Virgen María como María Inmaculada que sigue la iconografía habitual al presentarla sobre un conjunto de cabezas de ángeles y con aspecto casi infantil para subrayar la idea de pureza. Su función original era decorar un facistol o gran atril para los libros litúrgicos, de ahí su sobre-nombre. Destaquemos que se trata de una talla pues en el barroco español predomina la escultura de madera frente al predominio del mármol y el bronce en el barroco italiano y francés.

El lenguaje escultórico es propio del barroco atento a una representación verista de la realidad pero que en el caso de Alonso Cano tiene una gran impronta del clasicismo. Ello se aprecia en el rostro de la Virgen de una belleza ideal y el recurso al contraposto clásico. EL canon es un tanto estilizado lejos del clásico y en la línea del Manierismo. La obra presenta gran contención en su gestualidad y expresividad, una contención muy clásica lejos de la exageración barroca. Pero los grandes paños que dotan de volumen a la figura y de intensos claroscuros así como la renuncia a los estofados de complejos esgrafiados son bien barrocos. La figura muestra un sentido delicado, gracioso, típico de Alonso Cano que anticipa el Rococó.

La composición se articula en torno a gran vertical formada por la Virgen. Es una obra de contornos cerrados, lejos de los abiertos contornos frecuentes en el barroco, algo que subraya introspección de la Virgen. La superficie es la típica de la talla policromada barroca, pintada con colores delicados en los encarnados del rostro y con unos estofados sin esgrafiado.

La obra refleja el marco histórico y cultural de la España de la COntrarrreforma donde la Iglesia emplea el arte como medio para transmitir los valores de la Iglesia católica criticados por la Contrarreforma. Si los protestantes niegan el culto a los santos y la Virgen en el mundo católico se extiende la idea de la Inmaculada Concepción que luego será convertido en dogma por la Iglesia Católica.

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Magdalena penitente, de Pedro de Mena

Se trata de una escultura de bulto redondo tallada en madera de estilo barroco español del siglo XVII debida a Pedro de Mena de la Escuela andaluza. Es una obra de tema religioso, habitual en el barroco español, que muestra a Magdalena vistiendo un tosco sayal de palma trenzada. Como es habitual en la escultura barroca española se trata de una obra tallada en madera y luego policromada, en abierto contraste con los materiales clásicos ( mármol y bronce) empleados en el barroco italiano y francés. Forma parte posiblemente de un retablo elemento arquitectónico que alcanza gran desarrollo en el barroco español.

El lenguaje escultórico empleado por el autor es de un sincero naturalismo típicamente barroco que presta atención a la representación de la realidad objetiva. Se busca no la representación de la belleza ideal sino conmover al fiel. EL artista se complace en la representación verista de las texturas y las calidades como el áspero vestido de la mujer. Se pretende contrastar el lujo de la vestimenta de María Magdalena antes de su conversión con la pobreza de sus vestidos cuando opta por la vida de

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renuncia a los bienes terrenales. La búsqueda del mayor naturalismo conduce a la escultura barroca española al empleo de postizos como ojos de cristal y astas de toro en las uñas. La figura muestra una anatomía lejos del canon clásico, un tanto estilizada, siguiendo la pauta del Manierismo español. Ello contribuye a transmitir la idea de la vida ascética de la mujer y de ahí su delgadez. La santa magdalena está dotada de gran sentido del volumen y al girar levemente sobre sí misma en ligerísima serpentinata dota la imagen de estereometría. La gestualidad es un tanto teatral, barroca, con la mano abierta sobre el pecho en diálogo con Cristo. La expresividad intensa, como es habitual en el Barroco y especialmente el español, un rostro dolorido y gimiente.

La composición es sencilla predominando las líneas verticales que contribuyen a la espiritualidad de la obra…. Los perfiles cerrado contribuyen a la idea de ensimismamento. Las superficies presentan la policromía típica de las tallas del barroco español donde los encarnados contribuyen al realismo de la obra así como unos estofados de telas sencillas lejos de los dorados y esgrafiados del Renacimiento español.

La obra se inserta claramente en el marco histórico y cultural de la España de la Contrarreforma donde el arte barroco se convierte en un instrumento para transmitir los valores de la Iglesia Católica en este caso el de la penitencia. El culto a los santos, negado por la Contrarreforma, se convierte en uno de los objetivos habituales de las esculturas españolas. .