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1 -De la Liebig´s y el Anglo a UPM (ex Botnia): De la Liebig´s y el Anglo a UPM (ex Botnia): De la Liebig´s y el Anglo a UPM (ex Botnia): De la Liebig´s y el Anglo a UPM (ex Botnia): Algunos Algunos Algunos Algunos aportes sobre la trayectoria de la dependencia aportes sobre la trayectoria de la dependencia aportes sobre la trayectoria de la dependencia aportes sobre la trayectoria de la dependencia Lydia Garrido Luzardo Introducción En el presente trabajo se propone presentar un avance de la investigación sobre las relaciones socioeconómicas y culturales que enlazan a dos inversiones extranjeras, Liebig´s-Anglo y Botnia- UPM, en su vinculación con el desarrollo local, haciendo especial énfasis en su abordaje teórico. El proyecto de investigación tiene como objetivo analizar la problemática del limitado desarrollo local que presenta Fray Bentos, a pesar de que dichos emprendimientos sean considerados como verdaderos ‘hitos’ en el desempeño económico del país. Estos dos emprendimientos productivos permiten recorrer más de un siglo de historia económica (de 1868 al presente), siendo los más importantes de su momento histórico; coinciden en una misma localidad espacial, Fray Bentos; y ambos utilizan inicialmente la tecnología de punta disponible. La teoría económica hegemónica -así como las políticas que pretenden promover el dinamismo económico-, vinculan en una formulación lineal la inversión privada (con especial énfasis en captar la inversión extranjera) y la tecnología, al crecimiento económico y el desarrollo. Desde abordajes evolucionistas, se hace foco en la innovación con especial interés en identificar las condiciones necesarias para que este actúe como motor dinamizador de la economía. Algunos, destacan el rol fundamental de los procesos de aprendizaje en la generación, transformación y asimilación de conocimientos (tanto tácitos como codificados). Para quienes, siguiendo dentro de la esfera económica, ven en las instituciones la clave del desarrollo, las ‘reglas del juego’ son las que ordenan las transacciones (como ser a través de sus costes, de los derechos de propiedad, la seguridad institucional, etc.). La reducida sinergia sobre el desarrollo local en el caso a estudio no logra ser explicada completamente por los enfoques esbozados. Si bien en una trayectoria a lo largo de más de un siglo estos dos emprendimientos contribuyeron (y contribuyen) con comparativamente destacado porcentaje del PBI nacional, demostrando significativo aporte al crecimiento; ocuparon (y ocupan) importante cantidad de mano de obra de manera directa e indirecta y de relevante grado de especialización; han sido (y son) empresas altamente innovadoras tecnológicamente que requieren

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AlgunosAlgunosAlgunosAlgunos aportes sobre la trayectoria de la dependencia aportes sobre la trayectoria de la dependencia aportes sobre la trayectoria de la dependencia aportes sobre la trayectoria de la dependencia

Lydia Garrido Luzardo

Introducción

En el presente trabajo se propone presentar un avance de la investigación sobre las relaciones

socioeconómicas y culturales que enlazan a dos inversiones extranjeras, Liebig´s-Anglo y Botnia-

UPM, en su vinculación con el desarrollo local, haciendo especial énfasis en su abordaje teórico. El

proyecto de investigación tiene como objetivo analizar la problemática del limitado desarrollo local

que presenta Fray Bentos, a pesar de que dichos emprendimientos sean considerados como

verdaderos ‘hitos’ en el desempeño económico del país.

Estos dos emprendimientos productivos permiten recorrer más de un siglo de historia económica (de

1868 al presente), siendo los más importantes de su momento histórico; coinciden en una misma

localidad espacial, Fray Bentos; y ambos utilizan inicialmente la tecnología de punta disponible.

La teoría económica hegemónica -así como las políticas que pretenden promover el dinamismo

económico-, vinculan en una formulación lineal la inversión privada (con especial énfasis en captar la

inversión extranjera) y la tecnología, al crecimiento económico y el desarrollo.

Desde abordajes evolucionistas, se hace foco en la innovación con especial interés en identificar las

condiciones necesarias para que este actúe como motor dinamizador de la economía. Algunos,

destacan el rol fundamental de los procesos de aprendizaje en la generación, transformación y

asimilación de conocimientos (tanto tácitos como codificados).

Para quienes, siguiendo dentro de la esfera económica, ven en las instituciones la clave del

desarrollo, las ‘reglas del juego’ son las que ordenan las transacciones (como ser a través de sus

costes, de los derechos de propiedad, la seguridad institucional, etc.).

La reducida sinergia sobre el desarrollo local en el caso a estudio no logra ser explicada

completamente por los enfoques esbozados. Si bien en una trayectoria a lo largo de más de un siglo

estos dos emprendimientos contribuyeron (y contribuyen) con comparativamente destacado

porcentaje del PBI nacional, demostrando significativo aporte al crecimiento; ocuparon (y ocupan)

importante cantidad de mano de obra de manera directa e indirecta y de relevante grado de

especialización; han sido (y son) empresas altamente innovadoras tecnológicamente que requieren

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de encadenamientos ‘virtuosos’; han contado con ‘reglas claras’ institucionales que se verifica tanto

en la elección del país como sede para la inversión como por en el nivel de protecciones obtenidos1;

sin embargo, como lo escriben en la síntesis del Análisis y priorización de los recursos económicos

del departamento de Río Negro de ART Uruguay (Barrenechea, Rodríguez y Troncoso, 2010: 5),

el ingreso per cápita de la población es bajo en la comparación nacional, a lo que se suma la

derivación de parte de la riqueza generada a otros departamentos y países; y a menores niveles y

resultados educativos, siendo además uno de los departamentos que brinda menos mano de obra

especializada y profesional.

En este trabajo partimos de una premisa general que considera que el desarrollo no se explica

únicamente a partir del estudio de los fenómenos que ocurren en la esfera económica. Es necesario

dar cuenta de la totalidad sociocultural donde están imbricados y acceder al proceso performático2

en su despliegue. De ahí que se proponga restituir en la construcción y análisis del problema, la

complejidad empírica que posee y que se proyecta al nivel epistemológico; por lo que, se considera

pertinente evidenciar la interdependencia e interconexión de los fenómenos a estudio, su naturaleza

heteróclita, las relaciones multi causales y su inserción en el contexto más amplio que las abarca.

A modo de tentar una explicación que pueda dar cuenta de los motivos ‘profundos’ a la problemática

observada, es que recurrimos a elementos que puede aportar la teoría institucionalista cognitiva.

Hacemos especial énfasis en los aspectos cognitivos y simbólicos (valores) que están presentes a la

base de la cultura3; y que, al ser de carácter inmanente constelan determinados modos de pensar y

1 Ley de 1948 de subsidios a los frigoríficos extranjeros. Uruguay cuenta con un tratado de promoción y protección de inversiones con Finlandia (TPPI) firmado en 2004, previo a la instalación de la planta de celulosa.

2 “Un análisis performativo considera que la acción no es singular y atribuible al agente, dado que reitera una norma o conjunto de normas, sin que necesariamente haya una consciencia explícita de las convenciones de las que es una repetición. En un símil con el lenguaje, el sujeto aplica unas reglas preexistentes que definen posibles líneas de acción. A la vez, no se trata de un acto teatral al no haber ningún guión previo a representar. En otras palabras, no podemos hablar de una identidad preexistente a través de la cual un acto o atributo puede ser medido o atribuido. Estas dos premisas se contrapondrían con las asunciones del ‘construccionismo suave’, que necesita de un sujeto que "actúe en" o "reproduzca a" el orden social. A su vez, la performance no es prescriptiva y cierta agencia es preservada en tanto que la actividad misma de la iteración introduce variaciones en su misma repetición y supone una rearticulación de prácticas. La performance no es por tanto simple repetición, es también fallo e innovación, así que tiene sentido en tanto que provoca consecuencias. Es en este sentido que, desde un punto de vista político, se considere la perspectiva performativa como herramienta de transformación social, un punto de vista alejado de un ‘construccionismo oscuro’.” (Gutiérrez y Pujol, 2007)

3 Nos referimos a la dimensión simbólica, esfera de valores, marcos cognitivos y conocimientos acumulados (Portes, 2006) que se inscriben en normas, ‘repertorios de habilidades’, roles e instituciones, que a su vez, prescriben comportamientos y relaciones.

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hacer que impregnan de una determinada especificidad a los comportamientos y relaciones

sociales4.

Estos ‘modos’ son difícilmente aprehensibles por marcos teóricos que recurren a leyes o modelos

universales; o aquellos que hacen foco en elementos, que por visibles y concretos (y por lo tanto

pasibles de ser ‘medidos) suelen considerarse como más ‘reales’.

Consideramos que es más pertinente hacer dialogar los múltiples enfoques (que arrojan luz sobre

aspectos parciales de la compleja realidad); tanto aquellos que ven la relevancia principal en los

aspectos tecnológicos como los que hacen énfasis en las capacidades innovativas, como los que

resaltan la importancia de las instituciones de mercado o los derechos de propiedad, y la distribución

del poder, con las condiciones particulares generadas por los modos cognitivos. Serían esos modos

cognitivos que se constelan cultural e históricamente, los que permiten comprender porqué se

configura este sendero de desarrollo y no otro.

4 La estructura social es organizada por la distribución del poder (Portes, 2006) proveniente de diversas fuentes (Mann, 1991); y si bien a modo del análisis es conveniente verlo de manera paralela, los elementos y niveles de la cultura y de la estructura social están entrelazados.

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Fundamentación y Antecedentes

La investigación que se está proponiendo se retrotrae hacia 1866, cuando se inicia la Liebig ´s

Extract of Meat Company (LEMCO) para recorrer la trayectoria continuada por el Frigorífico Anglo y

luego retomar con la instalación de Botnia (actualmente UPM). Tanto la industria frigorífica (instalada

en su momento) como la industria de la celulosa están vinculadas a importantes procesos de

innovación tecnológica.

La LEMCO fue considerada como un complejo industrial de los más importantes en Sudamérica.

Instauró una ‘oleada’ de innovaciones para la región: en 1869 se instala en la planta procesadora la

primera bomba hidráulica de Uruguay; en 1873 llega el primer arado accionado a vapor; en 1883 se

utiliza por primera vez energía eléctrica en Uruguay. Como lo escriben Boretto y Burgueño (2009: 5,8)

[e]l avance tecnológico de Europa, encontró en estas tierras lugar ideal para multiplicar los

conocimientos y encontrar formas y maneras de explotar mejor los recursos.(…) La ciudad de Fray

Bentos, el lugar donde con justicia se dice que ‘nació la revolución industrial en el Río de la Plata’,

retiene con orgullo la riqueza patrimonial de su historia.

En 1924 luego de atravesar algunos problemas comerciales que pusieron en riesgo su permanencia,

es vendida al grupo inglés Vestey, y el establecimiento pasará a ser denominado como Frigorífico

Anglo. El reconocimiento internacional por la calidad y el excelente marketing del producto, abrió las

posibilidades para la diversificación. No en vano llegó a llamarse a Fray Bentos como la ‘Cocina del

Mundo’. Este emprendimiento desde su nacimiento tuvo un fortísimo impacto sobre la localidad de

Fray Bentos y alrededores, constituyéndose en la principal proveedora de trabajo. Los ingleses

aplicaron su modelo de ‘company town’5 que tuvo impacto significativo en la configuración de

percepciones y prácticas de los lugareños. Según las crónicas ocupaban cerca del 40% de la mano

de obra del lugar, además de favorecer un importantísimo movimiento inmigratorio (más de 60

nacionalidades estaban representadas en su plantel).

El Frigorífico Anglo estimuló el desarrollo de emprendimientos adyacentes. Un ejemplo es la Colonia

Tomás Berreta, una colonia de enorme capacidad tecnológica en la producción de frutas y verduras.

Sin embargo, no logró transformarse y encontrar otras formas de subsistencia más allá de la relación

‘monopsónica’ con el Anglo, por lo que entra en un proceso de entropía cuando este cerró. (Arocena

et al, 1994)

5 Se denomina company town al modelo industrial inglés que organiza poblados próximos al lugar de trabajo con el fin de hacer más eficientes las labores de la industria. La vida de la comunidad gira entorno a la empresa, por lo que cuando clausura sus actividades, los efectos económicos suelen ser devastadores. Se promueve un modelo de desarrollo simbiótico que está atado a la suerte del emprendimiento.

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Este modelo de desarrollo fue instalando una dependencia a su trayectoria que quedó fatalmente

unida hasta su cierre definitivo en 19796. A partir de esta fecha y hasta el comienzo de las obras de

Botnia la zona se caracterizó por un agudo estancamiento económico; el mayor guarismo de

desempleo del país, un bajo crecimiento poblacional; con alto porcentaje de personas mayores de 60

años que se vincula a la escasa movilidad y a un proceso de emigración desde el cierre definitivo del

Frigorífico Anglo en 1979. (Arocena et al, 1994; Arocena 2005)

El proyecto Liebig-Anglo estuvo enmarcado en un modelo de desarrollo exportador agroindustrial,

que abarcó dos periodos diferenciados. Un primero que correspondería a lo que se conoce como

Primera Modernización (1870-1900), caracterizado por la exportación de recursos naturales en base

a la tradición monoproductora pecuaria (Caetano, Rilla, 2004; Finch, 2005), para pasar a un modelo

urbano-industrial correspondiente a la Segunda Modernización (1900-1930), sustentado sobre el

proteccionismo industrial (Batllismo) que se continúa en el modelo de Estado Benefactor (el ‘Uruguay

Batllista’, al decir de Finch). Este configuraba un contexto de “mercado nacional protegido,

sustitución de importaciones, regulación social inclusiva de trabajadores industriales y consumo

popular…” (Massera, 2004:41)

El profesor Urteaga (1999: 441) recuerda que “cada época, cada siglo, tiene su propio horizonte de

recursos. Las oportunidades tecnológicas, los precios relativos, la estructura de propiedad y el

sistema de valores que definen que tipo de sustancias o procesos naturales son apetecidos,

buscados y puestos en valor. Todo cambio tecnológico, en particular, modifica la accesibilidad y

disponibilidad de recursos. Expande la gama de funciones o aplicaciones de los bienes conocidos,

permite acceder a nuevas fuentes de energía o materiales”.

La industria frigorífica entra en crisis a partir de la reconstrucción del mercado internacional posterior

a la Segunda Guerra Mundial. También es un hecho que aquella tecnología de punta pasa a estar,

sino obsoleta, si ‘desactualizada’. Por otra parte, se está en pleno desarrollo de otro paradigma

tecno-económico (Pérez, 2008, 2004, 1996), en el cual Uruguay no ha sido un participante activo.

Entonces, con la crisis del Uruguay ‘clásico’ (1955-1973) (Caetano, Rilla, 2004) o crisis del modelo

de sustitución de importaciones (que coincide con el fin del Uruguay Batllista) (Finch, 2005), Uruguay

comienza un periodo de transformación hacia lo que podría caracterizarse como un ‘no modelo’, ya

que las pocas industrias del periodo anterior pasan a ingresar en la ‘noche de los tiempos’ y no

parecería observarse un modelo productivo sustituto (se refleja en lo que ha sido denominado como

6 En 1967 por decreto del Poder Ejecutivo, el Frigorífico Nacional pasa a hacerse cargo de la planta. En 1971 el Estado lo adquiere. Actualmente funciona como “Museo de la Revolución Industrial”.

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década perdida). Se va dando la instalación paulatina del sistema neoliberal que ha prevalecido

hasta nuestros días.

El emprendimiento Botnia – UPM está en un modelo de desarrollo extractivo en base al monocultivo

de eucaliptus, cuyo marco institucional legislativo se fue construyendo desde varias décadas atrás.

Entre 1968 y 1987 se aprueban leyes para el desarrollo forestal en el país. En 1985 la Agencia de

Cooperación Internacional del Japón (J.I.C.A.), a través del “Estudio del Plan Maestro para el

establecimiento de Plantaciones de Árboles en R.O.U.” propulsó las bases del Plan Nacional de

Forestación. En 1989, el Banco Mundial concedió un préstamo a Uruguay que aportó los recursos

iniciales para el afianzamiento del modelo exportador forestal a través de una serie de beneficios al

sector: exoneraciones de impuestos internos, reintegro parcial del costo de plantación, créditos

blandos a largo plazo, desgravación de impuestos a la importación, construcción de carreteras y

puentes. A partir de 1990 las hectáreas plantadas (45.000 ha) crecieron a escala geométrica,

llegando en 2010 en 900.000 ha.

En este contexto, en el año 2003 se presentan dos proyectos para la misma zona, el de la empresa

española Ence (que luego cambiaría su emplazamiento y finalmente se postergaría), y el de la

empresa finlandesa Botnia para la instalación de una planta de celulosa.

En la Carta enviada por el entonces Presidente de la República, Tabaré Vázquez, al Presidente del

Banco Mundial, Paul Wolfowitz, y publicada en el sitio web de presidencia el 4 de octubre de 2005,

hace referencia al sentido estratégico (e histórico) que tiene este desarrollo de enclave forestal.

Haciendo referencia a los megaproyectos de las empresas Botnia y Ence:

Estos emprendimientos son de gran importancia para nuestro país y su gente; ambos proyectos

representan un eslabón fundamental dentro de una larga cadena de inversiones en materia forestal

que se viene desarrollando desde hace más de quince años y que fuera iniciada con la colaboración

del Banco Mundial mediante planes de promoción forestal. Estos proyectos serán importantes

generadores de empleo, utilizarán en su mayoría materias primas nacionales y aportarán dinamismo

al sector exportador uruguayo ayudando así al crecimiento sostenido y sustentable del país.

El 9 de noviembre del 2007, la primera megaplanta de procesamiento de pasta de celulosa, Orión,

de la empresa Botnia comenzó oficialmente a operar. Emplea en el entorno de 300 operarios

directos y 300 en servicios tercerizados y se estima que genera unos 2400 puestos de trabajo

indirecto (Barrenechea, 2005). Sin embargo el esperado impacto positivo no se estaría reflejando en

crecimiento económico y bienestar social. En 2009 Fray Bentos tuvo los guarismos de desempleo

mayores del país.

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Se pueden establecer ciertos paralelismos entre los dos emprendimientos productivos (Liebig´s-

Anglo y Botnia-UPM). Si bien hay ciertas ‘similitudes’, éstas se encuentran principalmente en los

aspectos socioculturales: el origen europeo de la inversión; el fuerte impacto sobre la sociedad

fraybentina; la creación de un barrio ‘propio’; una escuela para que sus hijos reciban la educación

equivalente a la de su país; una cierta no ‘integración’ a la sociedad local; relaciones ‘jerárquicas’

que se proyectan a partir de las relaciones laborales. En definitiva, una cierta ‘distancia en la relación

económica, social y cultural”, que, como lo plantea Gabriela Campodónico (2000) en su trabajo de

reconstrucción de la memoria ligada al trabajo en el frigorífico Anglo, fue típica de la relación

ingleses-‘nativos’. Una experiencia muy similar es la que se estaría viviendo en relación con los

finlandeses del proyecto Botnia-UPM.

En los aspectos de carácter productivo, parecerían ser mayores las divergencias. El Anglo ocupaba

entre 3000 y 5000 trabajadores de manera casi efectiva, en el caso de Botnia fue únicamente

durante su construcción (siendo la mayoría extranjeros). Desde sus comienzos, la Liebig´s-Anglo

fueron industrias que cubrieron todo el proceso de industrialización. El Anglo fue diversificando (y

especializando) su producción en una gama amplísima de subproductos, incorporando toda la mano

de obra localmente. En el caso de las plantas de celulosas, se trata del primero de los procesos

productivos en la cadena de industrialización del papel y sus derivados. Las instancias posteriores

que generan mayor valor agregado, especialización productiva y laboral, además de diversificación

de oportunidades económicas, no son aprovechadas por la región ni por el país por realizarse fuera.

Si bien la instalación de Botnia en nuestros parajes responde a la actual división internacional del

trabajo y de la producción, el cambio tecnológico abre oportunidades para aprovechar otras

trayectorias con mayores ‘derrames’ a toda la sociedad. Las voces que más se oyeron (o tuvieron

trascendencia) como cuestionadoras al modelo, pusieron su acento en la eventual insustentabilidad

ambiental. Sin embargo, parece muy importante hacer foco en la sustentabilidad socioeconómica de

la región. Se vuelve imprescindible realizar un ejercicio prospectivo a veinte años o veinticinco años

para evaluar cuales pueden ser las bifurcaciones o puntos de ruptura que se pueden avizorar en el

trayecto evolutivo hacia estos horizontes temporales, y repensar así los modelos de desarrollo que

queremos construir.

Las investigaciones que de algún modo relacionen los impactos socioeconómicos del Frigorífico

Anglo y aquellos previstos para el emprendimiento de Botnia, pueden considerarse las realizadas por

el equipo de José Arocena (2005), y las menciones a modo de antecedentes descriptivos sobre el

Anglo, en el análisis de impacto socio económico (AIE) que realizara el equipo consultor contratado

por Botnia para su emprendimiento (Botnia, 2004); sin embargo, en ninguna de ellas se ha hecho

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énfasis en las dimensiones cognitivas y culturales, y como ellas se relacionan con los aspectos

económicos, políticos, y sociales del desarrollo.

El problema

El dinamismo económico requiere de la interacción entre actores que ocupan distintos roles y

lugares en la producción primaria, secundaria y de servicios, que se complementan en intercambios

transables, donde cada cual debe estar motivado a intervenir y considerar como satisfactorios,

provechosos o por lo menos, necesarios. La articulación y sinergia son claves para que dicho

dinamismo ocurra y tenga efecto ‘propagador’.

En esta línea de razonamiento, la existencia de emprendimientos que no articulen con la trama local,

no derramarían en beneficio social local, como lo demuestran los resultados del Informe ART

Uruguay para el departamento de Río Negro (Barrenechea, Rodríguez y Troncoso, 2010: 5).

Dicho trabajo fue realizado por economistas especializados en desarrollo local y tuvo como objetivo

el análisis de los recursos económicos y sociales con potencialidad para el desarrollo sostenible del

departamento. Desarrollaron un índice de competitividad (ICR) que intenta medir la capacidad de

generar bienestar a largo plazo. El potencial económico es estimado en la consideración conjunta de

la actividad económica, la infraestructura, el capital humano y los factores institucionales, los cuales

son recogidos a través de diferentes variables7 .

Si bien los hogares del departamento perciben uno de los mejores ingresos del país, el ingreso per

cápita no destaca en la comparación nacional y el crecimiento actual no alcanzaría a toda la

población (denotando creciente desigualdad), debido entre otras cosas, a la deriva de ganancias al

extranjero, lo que resalta la diferencia entre creación de valor (que sí hay) respecto a ingresos de la

población (acceso a dicha riqueza). Las políticas de promoción del desarrollo deberían tenerlo en

cuenta.

En reiterados estudios aparece la falta (o por lo menos importantes problemas) de coordinación,

asociatividad y cooperación; así como falencias a nivel del carácter emprendedor e innovativo de la

sociedad. La problemática se evidencia a nivel de las dificultades de articulación: (i) relaciones entre

(ii) sujetos –actores, instituciones-, y (iii) objeto inmanente –capacidades, tradiciones, conocimientos.

7 Ver para ampliar en Tesis doctoral de Rodríguez (2010) la construcción del indicador DETE (Desarrollo Económico Territorial Endógeno) que reúne los cuatro indicadores arriba mencionados.

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Como hipótesis principal se plantea que existiría (entre otras de carácter más estrictamente

económico y político con las que interactúa) una trama sociocultural que contribuiría con la

capacidad explicativa sobre las reducidas ‘sinergias’ en el desarrollo local observado.

Así daría cuenta el informe de la consultoría contratada por PACPYMES para la iniciativa ‘Fray

Bentos Competitivo’ (PACPYMES, 2007: 15):

Un importante cuello de botella de la competitividad de Fray Bentos está en el nivel meta. Según

Geert Hofstede, un influyente ‘experto’ en el campo de las relaciones entre culturas nacionales,

Uruguay es uno de los países en el mundo con el mayor grado de evasión de la incertidumbre. (…)

En Fray Bentos se añade el ‘efecto Anglo’, es decir, la experiencia cuando toda la localidad dependía

del frigorífico. Este tiempo requería unos buenos obreros y empleados, pero no emprendedores

como hoy. Después del cierre del frigorífico, la intendencia asumía la responsabilidad y dejaba un

espacio muy reducido para el emprendimiento empresarial. Esta mentalidad adversa al riesgo

empresarial no se puede cambiar de la noche a la mañana. Queda el reto para ‘Fray Bentos

Competitivo’ de mostrar poco a poco las oportunidades del cambio.

Ese ‘efecto Anglo’ al cual hace referencia este informe, es un modo constelado en el path dependence del

desarrollo local que lleva casi un siglo y que sería parte del problema. La pregunta es ¿su comprensión,

puede llegar a ser parte de la solución?

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Consideraciones teórico-metodológicas

Para abordar el desarrollo de este trabajo se parte de una consideración constructivista del

conocimiento. Se considera que: (i) el conocimiento es un proceso de construcción social. No se está

por fuera de las concepciones del mundo que se comparten con los miembros de un grupo de

referencia (en el sentido kuhniano); por lo que, los conocimientos que se producen quedan

estructurados a partir de éstas, entonces: “los argumentos, las pruebas, los problemas de

investigación no podrían ser separados del juego social del cual son una parte sustantiva” (Latour y

Callon, 1991: 18). Además, (ii) dichas construcciones están ‘situadas’ en una determinada

concepción particular de la ‘realidad’ (cosmovisiones), la que responde a una posición

epistemológica (e ideológica) del autor.

Por otra parte, se reconoce que al delimitar la problemática de estudio en función de un ‘recorte’ de

la realidad que hacemos calzar dentro del dominio disciplinario en que estamos, realizamos una

‘maniobra artificiosa’, lo que desde el punto de vista epistemológico es la antítesis de lo que Marcel

Mauss abogaba: la necesidad de estudiar los fenómenos sociales como “hechos sociales totales”.

Ello no implica quitar especificidad al ‘tipo’ de estudio (metodológica y de objeto), “sino restituir un

conjunto de donde apareciera la coherencia interna de la sociedad observada” (Paulme, en Mauss

2006: 17); es decir, estudiarlo ‘incrustado’ en la totalidad del hecho social. Es una mirada holística

que pretende captar las interelaciones entre las distintas dimensiones y niveles, y que permite

rescatar el hecho en su especificidad histórica.

Este enfoque se contrapone a lo que quedó instituido como hegemónico. Dentro de los estudios

sociales poco a poco la ‘economía’ pasó a tener la centralidad sobre el resto de las ‘esferas’

sociales. Las tesis de los economistas formalistas se erigieron en el punto de partida de los análisis

económicos, y la definición de Lionel Robbins de la actividad económica como relación entre los

fines y los escasos medios susceptibles de usos alternativos, pasó a ser la más adoptada. La esfera

económica quedaría habitada por el homo economicus y su ‘racionalidad instrumental’. Las

categorías que se usan pretenden ser universales (y por lo tanto ahistóricas), ‘neutras’ y rectoras de

la organización social. Ellas denotan una determinada manera de ‘hacer’ y de ‘pensar’, al decir de

Dufy y Weber (2009: 36) “[s]on herramientas activas de la teoría económica (economics en inglés),

cuyo rol para Callon no es describir la realidad económica (economy), sino darle forma, disponerla,

constituirla”.

Una serie de transformaciones a nivel político, social y académico se entrelazan para comenzar a

habilitarse nuevos espacios de conceptualización que llevan a colocar la creación de conocimiento

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en torno a ‘enfoques’ sobre problemas más que a objetos de estudio que coincidieran con esferas

específicas de la acción social.

En el caso de los fenómenos económicos, el contexto que los contiene desborda el estrictamente

económico. Hay estructuras y correlaciones que develan una organización de la problemática a la

que sólo se puede llegar si se estudian ya no dentro de una esfera en particular sino en la

‘intersección’ de varias de ellas (políticas, jurídicas, culturales, religiosas, etc.). Autoras como Dufy y

Weber (2009: 11) le denominan “teoría de los mundo imbricados”. No se trata de negar los distintos

ámbitos de actividad social ni su importancia para los actores sociales, sino que hace énfasis en la

“construcción institucional de estas distinciones y de los modos en que los actores las representa y

lidian con ellas”. De esta forma se utilizan las definiciones y categorías prácticas aunque sin

naturalizarlas.

Por ‘debajo’ de ciertas leyes, ordenes o principios que los científicos presentan como universales se

encuentran : (i) “ [l]os códigos fundamentales de una cultura […que ] fijan de antemano para cada

hombre los órdenes empíricos con los cuales tendrá algo que ver y dentro de los que se

reconocerá”, y (ii) aquella región ‘intermedia’ en la que una sociedad organiza su episteme de

acuerdo a sus ‘condiciones de posibilidad’ y que encierra en si misma un sentido de inteligibilidad las

cuales deben ser desentrañadas cuasi ‘arqueológicamente’ (Foucault,1993:5).

Esta profundidad de encadenamientos remite a la complejidad de los fenómenos socioculturales en

el abordaje de cualquiera de sus problemáticas. Esta trama se devela en el contexto histórico en el

cual se inserta el objeto de estudio, y desde un abordaje que tiene en cuenta la heteroclitud de los

fenómenos sociales en sus diferentes manifestaciones.

El abordaje metodológico implica un desafío ya que pretende articular múltiples enfoques.

Para el abordaje cognitivo se recurrirá al estudio de las percepciones y mentalidades. Se dispone de

diversas fuentes y técnicas: primarias –interpretación de archivos, diarios de época, entrevistas,

observación participante-; secundarias –publicaciones a modo de memorias, relatos, investigaciones,

historias de vida-.

Al hacer foco en el sistema de regulación, se estudiará la organización institucional a través de las

normas formales (sanciones de carácter jurídico o reglamentario) e informales (costumbres, normas

tácitas, etc). En este sentido es importante evidenciar como fueron evolucionando determinadas

reglas de mercado como ser derechos de propiedad, incentivos a la inversión,

protecciones/liberalización de mercado y laborales, etc. Se hará dialogar con el enfoque cognitivo

para captar los valores y creencias que los impregnan, así como los intereses en pugna de los

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agentes. Tanto aquello que aparece como ‘logros’ como los ‘fracasos’ -o ‘intentos fallidos’-, arrojan

luz sobre las dinámicas de acción (y sus racionalidades).

A modo de captar el sistema normativo, la mirada será más estructural. Interesa la distribución y

posiciones de poder, las luchas por mantenerlos y desafiarlos, las redes asociativas que se

configuran y por las cuales fluyen las distintas fuentes de poder. Se recurre a las mismas fuentes y

técnicas ya mencionadas.

Se articulan metodologías cualitativas y cuantitativas, ya que ambas expresan los fenómenos a

través de signos distintos y complementarios, ya que generalmente captan diferentes aspectos,

niveles o manifestaciones del mismo fenómeno. Se utilizarán indicadores que permitan medir niveles

de desempeño y desarrollo, aspectos visibles de los fenómenos.

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El aporte. Una mirada que integra lo simbólico

Esta investigación, al intentar ir un poco más allá de la constatación de las problemáticas visibles,

integra una dimensión de carácter más simbólico, la de las ‘mentalidades’ e ‘imaginarios’ que

impregnan las instituciones. No podemos dejar de tener presente que éstas tienen un componente

simbólico que se apoya en los aspectos más profundos de la cultura, como ser valores, costumbres,

tradiciones, normas. (Yago Franco, 2003; Portes, 2006).

Portes (2006) siguiendo a Campbell (2004) propone un abordaje epistemológico que:1) revise la

distinción entre esfera simbólica y realidad material, 2) comprenda la relación jerárquica entre ambas

esferas; 3) identifique sus conexiones conceptuales; 4) genere una teoría del cambio social.

Este autor parte de adscribir a la distinción analítica que estableció la sociología entre cultura y

estructura social.

Los diversos elementos de la cultura y de la estructura social, situados en niveles diferentes de

importancia y visibilidad causales, existen simultáneamente y aparecen, a primera vista, como una

masa indiferenciada. Sin embargo su separación analítica es necesaria para entender

adecuadamente los fenómenos sociales, incluidos los fenómenos económicos. No todo es

“restricción del comportamiento”, algunos elementos restringen, otros motivan y otros permiten. En

economía no se ha hecho el trabajo conceptual preliminar necesario para entender estas diferencias.

(Portes, 2006:23)

La cultura es la dimensión simbólica, la esfera de valores, marcos cognitivos y conocimientos

acumulados; la estructura social está compuesta por las personas que desempeñan roles dentro de

una escala jerárquica respondiendo a intereses individuales y colectivos. “La distinción simbólica

proporciona los fundamentos para analizar la diferencia entre lo que “debe ser” o “se espera que

sea” y lo que “es” realmente en diversos contextos sociales. (Merton 1936, 1968a)” (Portes, 2006:19)

Una vez reconocida esta distinción pasa a identificar los distintos elementos que pertenecen a cada

una de ellas de acuerdo a un orden de influencias causales, desde factores “profundos”, no visibles y

relativamente estables, hasta aquellos que aparecen como evidentes en la “superficie” y más

variables. Son elementos “profundos” de la cultura el lenguaje y los valores. Estos últimos abarcan

desde los imperativos fundamentales hasta las tradiciones. Son de naturaleza moral y se infieren,

motivan o restringen a través de las normas. Las normas son directivas, reglas formales o implícitas

para la acción (estas serían las restricciones a las que se refiere North).

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Los valores no son normas, están implícitos en ellas. “La importancia de los valores incorporados en

las normas se refleja en la práctica en el nivel de sanciones anexas a estas últimas”. (Portes,

2006:20) Las normas se inscriben en roles, comportamientos prescritos para quienes ocupan

posiciones sociales particulares (Linton; Newcomb en Portes 2006); los roles vinculan el mundo

simbólico de la cultura con las estructuras sociales reales. Los roles además de las prescripciones

normativas incorporan un repertorio instrumental de habilidades para su adecuado desempeño,

“capital cultural” (Bourdieu, 2008) o “repertorios de habilidades” (Zelizer, 2005). “Los roles son parte

integral de las instituciones pero no son instituciones y la confusión de los dos términos debilita el

poder heurístico de ambos conceptos.” (Portes, 2006:21) Las instituciones son un conjunto de reglas

(plano simbólico) que gobiernan las relaciones sociales. No son estructuras sociales, aunque sí

tienen estructura social. (Giddens 1987, en Ibíd. :25)

Tomado de Portes (2006:24)

Por otra parte y de manera paralela a la cultura, podemos identificar los elementos constitutivos de la

estructura social, teniendo a la base al poder, qué a diferencia de los valores que motivan o

restringen, el poder permite. Se ordena en clases y se manifiesta en estatus a nivel individual, y

colectivamente a través de los actores sociales que lo incorporan en organizaciones. “Las jerarquías

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de estatus se vinculan con el cumplimiento de roles ocupacionales definidos por “paquetes”

diferenciales de normas y repertorios de habilidades” (Ibíd. :23)

Las organizaciones “son lo que los actores sociales normalmente habitan en el curso rutinario de su

vida, y estas incorporan las manifestaciones más visibles de las estructuras implícitas de poder. Las

instituciones constituyen el plano simbólico de las organizaciones; son un conjunto de reglas,

escritas o informales, que gobiernan las relaciones entre los ocupantes de roles en organizaciones

sociales así como la familia, la escuela y demás áreas institucionalmente estructuradas de la vida

organizacional: la política, la economía, la religión, las comunicaciones y la información, y el ocio”

(Ibíd.:24-25)

Cuando falta la separación analítica, “así como la comprensión de que las instituciones y

organizaciones fluyen de los niveles más profundos de la vida social, todo se convierte en una masa

indiferenciada donde el reconocimiento de que “el contexto importa” produce, a lo sumo, estudios de

caso descriptivos y, en el peor de los casos, razonamientos circulares.” (Ibíd. :25-26)

Apoyándonos en Castoriadis (1993) en La institución imaginaria de la sociedad donde realiza un

análisis sobre el fracaso del marxismo y plantea su teoría de transformación de la sociedad, afirma

que no sería la economía lo que determina la sociedad, sino que una sucesión de determinaciones

que se originan en el imaginario social instituyente del colectivo. En palabras de Yago Franco

(2003:108), en su estudio sobre la obra de Castoriadis, dice:

“La imaginación ha sido llevada de este modo a un lugar clave: no determina, pero en ella se originan

las determinaciones que harán que una sociedad sea como es”. “De este modo [Castoriadis] sostiene

que debe entenderse a la institución como a una red simbólica socialmente sancionada, en la que

hallamos combinadas, en proporción y relación variables, un componente funcional y un componente

imaginario. (…) Las instituciones transmiten significaciones imaginarias sociales, las cuales son

apropiadas por los individuos en su proceso identificatorio…, [éstas] producen representaciones,

afectos y actos. Si bien no son visualizables, son inmanentes a la sociedad, forman parte de su

materialidad”

Es así que, para comprender nuestras instituciones y ciertos comportamientos y mentalidades, hay

claves que se encuentran en el imaginario social, donde “la subjetividad es producto de la

incorporación de significaciones imaginarias sociales creadas por el colectivo anónimo de los

sujetos, a partir de su imaginario social instituyente.” (Hornstein, 2003: 15)

Un trabajo de Rial (1986) nos aporta interesantes elementos para aprehender lo simbólico dentro de

las instituciones. “Relacionarse con las instituciones, con su creación y con su despliegue en el

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tiempo y el espacio implica hacerlo con el mundo simbólico … [que] presupone la existencia de una

capacidad imaginaria” ( 1986:17); donde el mito pasa a ser un principio formador de conciencia

social. “El mito consiste en relatos estructurados simbólicamente y por lo tanto con un sentido

‘sobredeterminado’, vinculado emotivamente con situaciones de hecho y destinado a instituir incluso

formas privilegiadas de acción.” (Ibíd.: 20)

Rial delinea algunos de los ‘mitos fundantes’ que expresan el imaginario social que está constelado

en el ethos uruguayo. Mencionará cuatro mitos predominantes consolidados en la primera mitad del

siglo XX; de entre ellos, se nos presenta como muy pertinente para nuestra argumentación el mito de

la ‘medianía’ y el de la ‘diferenciación’. Sobre el primero, escribirá:

Desde comienzos de siglo se creó un estado ‘asistencial’, protector de los sectores subalternos de la

sociedad. Este favoreció muy expresamente la creación de capas medias, acentuando valores

culturales de un estrato que no es protagonista, y que se encuentra en esa zona ambigua en la cual

recibe beneficios de los estratos altos y desea alcanzarlos, pero que al mismo tiempo, se encuentra

mucho mas cercano de los sectores subalternos , a los que pertenece. (…) La mediocridad necesaria

para esa seguridad que se obtenía a través de una posición no protagónica, aceptando el marco de

acción sociopolítico ya propuesto, aseguraba una existencia relativamente fácil, y este mito de

esperanza ha sido uno de los que han presidido la vida uruguaya, cuyas inercias se sienten

claramente en el presente (Rial, 1986: 22)

Este mito actuará como contrapeso del mito de la ‘diferenciación’, que al afirmar una identidad

fuertemente ‘uruguaya’ lo hace sobre una cierta ‘superioridad’ con respecto a ‘otros’. Esta suerte de

oposición antagónica (mediocridad-superioridad) que existe con cierta autonomía instituyente -en la

forma de imaginario colectivo-, nos deja muy mal parados para aceptar e integrar la diferencia, la

que aparece así, como amenazante. Sin embargo, la reinterpretación de las significaciones

imaginarias sociales siempre está presente, de ahí las posibilidades de transformación.

En Redes Innovativas: los espacios intersticiales (Garrido, 2010) se pudo observar las dificultades en

la inter-articulación entre agentes de una red innovativa. Allí se postuló una razón explicativa que

tiene que ver con el ‘modo’ en que vemos y vivimos la ‘diferencia’. En esta investigación se tomará

este postulado para comprobar si aplica también para comprender los motivos que dan cuenta de la

limitada sinergia generada por Liebig-Anglo y Botnia-UPM en el desarrollo local.

El modo cultural de relacionarnos e interactuar con la diferencia, tiene por lo menos dos impactos

que nos interesa considerar. Por un lado, una débil actuación entre diferentes, una falta de

variabilidad intra-grupal disminuye las posibilidades de sinapsis colectivas. En una traducción a la

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biología de poblaciones, este fenómeno induce a la extinción por vía de la no evolución (a no ser que

aparezca una mutación).

En nuestra sociedad, se observa una tradición de ‘homogeneidad’ en la asociatividad, la cual para

mantenerla, impele a fracturaciones sucesivas. En prácticamente todas las áreas de acción colectiva

(empresarial, académica, política, etc) se puede observar la expresión de lo que vulgarmente se

denominan ‘chacritas’, espacios que se ‘atrincheran’ y se defienden de otros ‘diferentes’ que se ven

como amenazantes, dificultando el intercambio y la interacción.

La falta (o dificultad) en espacios de acción compartidos es una de las consecuencias de este ‘modo’

de ver y vivir la diferencia, lo que redunda en poca experiencia de interacción con lo diverso,

empobreciendo oportunidades que promuevan la multiplicidad de ‘puntos de vista’, la creatividad

innovativa y la generación de soluciones inclusivas construidas en conjunto. Uno de los impactos

más generales y negativos es el que transforma al ‘todo’ en menor y no mayor que la suma de sus

partes, lo que redunda en una disminución de la potencia (capacidad) general.

Por otra parte, se observa una identificación muy fuerte con ‘lugares’ o ‘tradiciones’ (principalmente

civiles) que se viven como antagónicas. Hay una identidad de funcionario público, otra de empleado

u obrero, enfrentadas a un empleador ya sea Estado o empresario. Estos últimos comparten una

caracterización en cuanto a rol asistencialista y/o paternalista (cuya dinámica también se reproduce

cuando se relacionan mutuamente: el Estado como patrón, el empresario como cliente) (Zurbriggen,

2006: 19). Este modo de vincularse constela lo que se ha denominado como relaciones rentistas y

clientelistas8 descrita en profusos trabajos (Zurbriggen, 2006). Dichos fenómenos se encuentran

ampliamente extendidos en América Latina y serían expresión de lo que O’Donnell (1997 en

Zurbriggen, 2006: 18) ha acuñado como particularismo “formas de procesar los conflictos y de

distribución de recursos y poder, con fines de satisfacer intereses particulares (la clientela política).”

Sin embargo, como refiere la autora de marras, “este enfoque no es capaz de responder por qué los

empresarios optan por ser rentistas y no innovadores, ni por qué utilizan los contactos políticos para

obtener recursos públicos. Tampoco informa (…) sobre las razones que explican que el rentismo se

mantenga, extienda o transforme a lo largo del tiempo.” (Ibíd.: 19)

8 En Zurbriggen (2006: 18): “rentismo es una expresión usada en la literatura latinoamericana y en otras sociedades subdesarrolladas para expresar la relación entre empresarios y Estado que alimenta la tendencia de la búsqueda de rentas políticas antes que competitivas”. “clientelismo (…) se trata de transacciones de beneficio mutuo, para los dirigentes que ocupan posiciones privilegiadas y para los seguidores que, ocupando posiciones subalternas, obtienen sin embargo una actividad de sobrevivencia o una vía de movilidad social a través del usufructo de las rentas públicas. En principio, todo ciudadano, por su condición de tal, debería acceder a esos recursos por mecanismos más democráticos de distribución de riquezas”.

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Ella, profundizará en cambio, hacia el carácter sistémico y complejo del fenómeno, tendiendo hacia

una comprensión más abarcativa y general. Es así que se preguntará si estos ‘modos’ se buscan o

acaso es el entorno el que los impone a través de un contexto político institucional que estructura el

conjunto de relaciones en las cuales los actores se hallan insertos. De ahí que, se abocará a estudiar

“los diseños institucionales formales e informales (reglas, leyes, valores, rutinas, categorías

tipificadas, etc) imponen a los sujetos que participan en el proceso de elaboración de políticas” (Ibíd.:

19); en otras palabras, “cómo los actores se conducen respecto a otros y como interactúan

condicionados por el contexto institucional en que se desenvuelven” (Ibíd.: 20).

En nuestra hipótesis, el ‘modo’ en que culturalmente nos relacionamos con la diferencia, es decir, la

dificultad de integrar lo distinto en formas más inclusivas y generalistas (de ‘bien común’), empuja a

una propensión hacia conductas particularistas (que es cosa diferente a individualismo) que

impregna las relaciones sociales, y que van en detrimento de tratos igualitarios. Este modo de

vínculos no estimula una interacción res-ponsable (en el sentido etimológico: capacidad de

responder). En su base, se trataría de relaciones que no habilitan transferencia real poder, por lo

cual se reproducen modos en las relaciones sociales donde la interacción no se da entre

actores/agentes que se sienten igualmente empoderados (en el entendido de ‘capacidad de acción’,

capability) aunque tengan diferente cualidad y cantidad de poder; en cambio, hay una aceptación de

un lugar de menor ‘capacidad’, cuasi ‘infantil’ que demanda a su ‘mayor’ (más poderoso) que provea,

resuelva, asista, dé.

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A modo de cierre

La relación simbiótica entre un modelo de gestión empresarial paternalista y un estado asistencialista

habrían motivado una actitud poco emprendedora que constela un path dependence que ha

enmarcado el desarrollo en el transcurso del siglo XX y que como demuestran los informes citados

(PACPYMES, 2007; Barrenechea et al, 2010) perduraría hasta el presente.

Sin embargo, y en acuerdo a como Zurbriggen lo plantea, sólo cambios institucionales no serían

suficientes para modificar este path dependence. Debemos tener en cuenta la necesidad de

descender hasta aspectos más profundos que están instalados en la base de nuestra cultura, y

trabajar desde allí en políticas de largo alcance que logren ‘palanquear’ desde lugares basales hacia

cuestiones más prácticas, como pueden ser aquellas que estimulen modos, no sólo más

participativos, sino con transferencia real de poder (sobre todo orientado a ‘poder hacer’ para poder

ser y tener).

Si bien consideramos la relevancia de la impronta cognitiva de las instituciones (como sistemas de

conocimiento), no lo planteamos como excluyente del sentido regulatorio y normativo9; al contrario,

consideramos que deben articularse para lograr el cambio social deseado.

El abordaje sobre el path dependence no debe quedar restringido a una mirada que devuelva un

curso ‘rígido’ y determinista de los acontecimientos donde “lo que existía ayer determina en gran

parte lo que ocurre hoy y lo que es probable que ocurra mañana” (haciendo referencia a Thelen 2004

y North 1990 en Portes, 2006: 34), es decir, tomando el path dependence como ‘entidad

naturalizada’; sino que, siguiendo a Cardoso de Oliveira (1976) y en una analogía con su noción de

‘identidad contrastiva’, entender la dependencia a la trayectoria como un sendero que se constela

relacionalmente (para defender creencias/identidades/posiciones/intereses), y que tiene carácter

recursivo (Morin, 1995); es decir, que instituye y al mismo tiempo es instituido.

Un enfoque holográfico, relacional y de recursividad, lo saca del ‘fijismo’ cuasi teleológico que

algunos autores le confieren, para pasar a captarlo desde su cualidad multifacética, variable y en el

proceso iterativo de su configuración, que permite articular un (i) abordaje cognitivo: los modos,

mentalidades y/o identidades son ‘construcciones relacionales’ de carácter cognitivo y simbólico;

para comprenderlos se deben visibilizar todas las partes en interacción, los proceso y los

significantes intervinientes ; (ii) abordaje de regulación: las instituciones evolucionan debido al

proceso acumulativo de aprendizaje de los individuos, grupos, sociedades que tienen capacidad

9 Instituciones como sistema de regulación y como sistemas normativos (en Zurbriggen, 2005: 40-41)

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racional de crear y modificar las reglas, y que son transmitidas además, por endoculturación (North,

1994: 360); (iii) abordaje normativo: las instituciones, a su vez estructuran a los individuos, grupos y

sociedades.

Se pretende resaltar además, su contingencia. La historia importa. “La sociedad es autocreación que

se despliega como historia.” (Horstein, 2003:13) Sin embargo, la “historia no es sólo despliegue de lo

ya contenido en el pasado, incluye acontecimientos azarosos: el ruido, el otro, lo distinto, son fuentes

de novedad radical y vías para el aumento de la complejidad. La historia conoce turbulencias,

bifurcaciones, fases inmóviles, progresiones, regresiones, rupturas.” (Ibíd.) De este modo nos

despegamos de cualquier determinismo, quedando habilitada la posibilidad de transformación.

El camino que se constituye es uno y no otro dentro de los posibles. El reconocimiento de ‘otros

posibles’ da apertura al cambio.

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