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C O F I ADE LA REPRESENTACION

H E C H A

POR DO N G A S P A R JOVELLANOS

Á L A M A G E S T A D

DE CARLO S IV.DESDE SU DESTIERRO.

l l u e g o que llegué á esta reclusión d i­rigí á V . M. la representación de que acom paño copia , porque en la am ar­gura de m i situación , y cierto com o estaba de mi inocencia , ;á quién po­día acudir con mas confianza que á V. M. que es el suprem o d eilnsor de sus V asallos? Pero intim idados por el apa­rato y rigor do m i tratam iento quun-

tos pudieran tom ar alguna parte en mí a livio y d efen sa, he sabido con el m a­y o r dolor que aquella hum ilde suplica no llegó tod avía á las reales manos de V. M . , y entre tan to continuo en una afrentosa confinación , sin que hasta ahora se m e h aya intim ado orden al­guna , ni hecho saber de otra m ane- f a , qual sea la causa de tan rigoroso p ro ced im ien to , ni qual la voluntad de V . M. acerca de m i existencia. ¿E s po­sible , Señor , que baxo el justo gobier­no de V . M. , y á nom bre de un R ey tan hum ano y virtuoso , se niegue á un vasallo distinguido lo que se co n ­cede á quantos viven á la som bra de su protección y justicia ? Si se me tie­ne por reo , ¿ por qué se me niegan los derechos de ta l? ¿y por qué tras­torno de los principios de ju sticia y de hum anidad se hacii preceder el castigo al ju icio y la sentencia ?

N o Señor , V . M. no es capaz de tolerar por mas tiem po tan notoria y escandalosa vibración. Y o conozco bien la rectitud de su anim o y la bondad d e su corazón , y sé que d o cabe en

uno ni en otro , que sin previo ju icio ni sentencia se abandone un inocente á suerte tan horrible. Y o hie sido tra­tado com o un facineroso , y todavía pesa sobre m i opinion la infam ia de es­te concepto. M i fid elid ad , m i religión, m i conducta y mi fam a han sido de una vez , no y a atacadas y puestas en duda , sino denigradas , envilecidas y escarnecidas á los ojos del publico. Mi opinion antes integra y sin m ancilla, ha padecido con m i existencia c iv il j ¿y á sem ejante opresion se añadirá la in­justicia de cerrarm e las puertas á la defensa y desagravio? ¿y se negará á un hom bre de honor y de m érito lo que el derecho divino , natural y po­sitivo (estos derechos cu y a protección confió á V . M. el A ltisim o ) conceden al mas infeliz y depravado delinqiiente ? Y o ignoro de donde me puede venir tan to m al. Si algunas aparentes sospe­chas dieron causa á él , oygaseire , y y o las desvaneceré en un punto. Pero si algún indigno delator osó poner su infam e boca sobre m i opinion y mi ino­cencia , para sorprehender á los Minis­

tros de V . M . , sígaseme tam bién , y póngasele cara á cara conm igo , para que y o le convenza , le confunda , y le exponga á toda la indignación de V . M . , y á la execración y horror del pu­blico.

Im ploro por tan to la justicia de V . M. no solo para mi , sino para todos los hom bres de bien , porque no h a y alguno á quien no interese m i desagra­vio. I.a opresion de mi inocencia am e­naza la seguridad de la suya , y el a- tropellam iento de mi libertad pone en peligro y hace vacilante la de todos mis conciudadanos. E sta justicia se la debe tam bién V . M. á sí m ism o ; la debe á las tiernas inalterables virtudes que abri­ga en su corazon ; y la debe en fin á los dulces nom bres de R ey ju s to , bue­no y p ia d o so , sobre que libran su con­fianza y su consuelo todos sus V asallos. E l cielo conserve la augusta persona de V . M. dilatados años , com o se lo rue­go. C artuxa de M allorca 8 de O ctubre de 1801. = Señor , á los R. P . de V . M.

Gaspar de Jovellanos.

C O P I A .Señor : = Sorprehendído en mi ca­

m a al rayar el dia 13 de M arzo u lti­m o por el Regente de la R eal Audien­cia de Asturias , que á nom bre de V . M. se apoderó absolutam ente de mi per­sona y de todos mis papeles ; sacado de m i casa antes de am anecer el siguien­te dia , y entre la escolta de soldados que la tenian c e rc a d a ; conducido por m edio de la capital y pueblos de aquel Principado hasta la C iud ad de L e ó n ; de­tenido allí recluso en el C on ven to de Franciscos descalzos por espacio de diez dias sin trato ni com unicación alguna; llevado despues entre o tra escolta de C aballería , y en los dias mas santos de nuestra re lig ió n , por las Provincias de C astilla , R ioja , N av a rra , A ragón y C ata lu ñ a hasta el P uerto de Barce­lona i entregado allí al C apitan G ene­ra l , y de su orden nuevam ente reclu­so en el C on ven to de nuestra Señora de la M erced ; y finalm ente com o si se quisiese dar en m i un nuevo exem plo de rigor y de ig n o m in ia , ó com o si y a no fuese digno de pisar el continente es»*

p a ñ o l, em barcado en un correo , tras­ladado á P alm a , presentado á un C a - pitan G e n e r a l, y conducido al destier­ro y confinación de esta C artuxa ; he sufrido con resignación y silencio por espacio de quarenta dias todas las fati­g a s , vexaciones y hum illaciones que pue- d tn oprim ir á un hom bre de honor : he pasado el bochorno de aparecer com o reo de E stado en m edio de mi nación, que me v io arrastrar con escandalo á m as de doscientas leguas de m i dom i­c i lio , y arrojar á esta otra parte de los m ares : y por fin estoy padeciendo en esta vergonzosa reclusión las mas crue­les privaciones , sin que hasta ahora se m e h aya notificado orden alguna , ni hecho saber qual puede ser la causa de tan duro é ignom inioso tratam iento.

P ero en m edio de esta am argura, lo que pone el co lm o á m i desgracia, y hiere m as vivam en te m i co ra zo n , es la dolorosa idea de que me h ayan ro­bado la gracia de V. M ., y el concep­to de fiel y reconocido vasallo suyo. Porque Señor , ¿cóm o será posible que á nom bre de V . M. se hayan com etido

en m i persona tan rigorosos y no v is ­tos atro p ellam ien to s, si antes no se hu­biese preocupado su real anim o con hi im presión de algún delito que me h i­ciese digno de ellos? ¿ N i cóm o cabria en la suprema justicia de V . M. , ni en la rectitud de su piadoso co razo n , que m andase tratar tan ignom iniosam ente á un vasallo que algún dia poseyó su au­gusta confianza , si no hubiese sido re­presentado á sus ojos com o reo de gra­vísim a culpa , y tal , que le expusiese á los extrem os de su real indignación? M as ¿ q u á l, S e ñ o r , puede ser este d e­lito que se pretende acusarm e ? Si es conocido , si está probado , ¿cóm o es que no se em pezó interrogándom e acer* ca de él , haciéndom e los cargos que se crea resultar contra m í , oyen d o mis satisfaccion es, y adm itiéndom e aquella defensa, que el derecho natural y posi­tiv o conceden , y que V . M . no niega al mas infeliz de sus Vasallos ? y si no h a y tod avía pruebas de ta l delito , si ha sido concebido por alguna m aterial equ ivo cación , ó figurado y supuesto por algún delator calum nioso , com o no

puedo dexar de tem er , ¿por qué en vez de inquirir y averiguarle , se ha em ­pezado despojándome de m i libertad, de mi estado y de todos mis derechos? ¿Por qué arrojándom e del suelo de m i patria , desterrándom e á una Isla re­m ota , confinándom e en una triste re­clusión , y condenándom e á tantas ver- g;üenzas y á tantas privaciones? ¿Por qué al m ism o tiem po que se m e da el con­cepto de delinqüente, se m e pone á tan ­ta distancia , y en tan absoluta im po­sibilidad de ser acusado y defendido? ¿P or qué en fin á toda indagación , á toda a cu sa ció n , á todo ju icio se ha he­ch o preceder una pena tan acerba y tan infam atoria?

¿Por q u é , Señor? Q uando y o o lvi­dado de los nobles principios de mi edu* c a c io n , de las altas obligaciones de mi e s ta d o , y lo que es m as , de los Ínti­m os sentim ientos de am or que profeso á V . M. , y de gratitud á las bondades que ha derram ado sobre mí , hubiese tenido la desgracia de incurrir en algu­na culpa , ¿quál no deberla ser su enor­m idad para corresponder á tan acerba

, 9pena com o la ̂que se ha executado en m i persona? A una pena que robándo­m e mi honor y e s ta d o , me ha puesto en una verdadera m uerte c iv il , y me hubiera quitado m il veces la vida na­tu ral , si el va lo r que me inspiran mi inocencia y m i confianza en la justicia de V . M. no me hubiese confortado y hecho superior á ella.

A caso para justificar tan rigorosos procedim ientos se habrá creido que mis delitos y sus pruebas se hallarían en m is papeles , y ta l vez con este solo fin se ocuparon súbitam ente y sin ex­cepción alguna ; pero , Señor , si antes de esta ocupacion no existían contra mí pruebas de algún delito , ¿cóm o es que por alguna aparente sospecha ó por a l­guna delación calum niosa se ha tom a­do conniigo tan violenta y extraña pro­videncia? ¿Pues qué allanar la casa de un hom bre que está en posesion de su in o c e n c ia , escudriñar hasta sus últim os retretes , invadir y ocupar sin distin­ción alguna todos sus papeles , cuyos papeles en que debían estar consagra­dos no solo sus in tereses, sus derechos.

sus escrito s, y el fru to de sus estudios y trab ajos, sino tam bién sus pensamien­tos , sus aficciones , sus flaquezas , las confidencias de sus am igos y parientes, y en una palabra los mas Íntimos se­cretos de su conciencia y de su vida; no habrá sido lo m ism o que invadir y vio lar el mas sagrado de todos los deposites? ¿N o habrá sido p ro fa n a r, a- tropellar y h ollar con los pies la mas preciosa de todas las propiedades , la m as intim a , la mas religiosa , la mas identificada con la vid a y existencia del hom bre ? Q uando el mas glorioso t itu ­lo de V . M. com o Soberano y Padre de sus Vasallos es el de protector de esta propiedad sa g ra d a , que las leyes de to­das las naciones , y las m axhiias de to ­dos los gobiernos han m irado siem pre com o libre y exenta de toda jurisdic­ción , de toda inspección , de todo in­sulto , ¿cóm o se pudo interponer su augusto nom bre para autorizar en quien menos la m erecía , una violencia tan escandalosa ?; N o m e quejo y o , Señor , tan am ar­

gam ente de esta violencia , porque te­

m a el escrutinio de mis papeles , pues m as bien ce le b ra ría , si celebrar pudie­se , que baxo del piadoso nom bre de V . M. se ofreciese á los ojos de la N a ­ción un exem plo tan nuevo de opre­sión y arbitrariedad : un exem plo que habrá llenado de aflicción á todos sus felices Vasallos , cu ya libertad , cu ya seguridad , cu ya propiedad personal y dom estica han sido violadas en la mia: y d ig o , S eñ o r, que la celebraría ; por­que ¿qué se hallará en mis papeles si­no una interrum pida serie de testim o­nios , que acredíten mi inocencia y la integridad de m i vid a consagrada por espacio de treinta y quatro años al serr v ic io de V . M. y al bien com ún? ¿Qué se hallarla sino los continuos esfuerzos de m i zelo , siempre y constantem en­te dirigidos al bien y á la gloría de mí N ación ? ¿ Q ué se hallaría , sino que m is estudios , mis m editaciones , mis escritos , m is viages , y todos los pa­sos y acciones de m i vid a han sido siempre reguladas por tan dignos obje­tos ? Y pues me debe ser licito el g lo­riarm e de ello quando tan cruelm ente

se trata de ennegrecer m i reputación, que lia sido siempre el idolo de m i v i­d a , y es h o y el unico patrim onio que deseo conservar ; ¿qué se hallaria en m is papeles sino que desempeñando con exactitud é integridad los distinguidos cargos y com isiones que la piedad de V . M . y de su augusto Padre se dignaron confiarm e , y consagrando mis pobres talentos al bien de m i patria , he lo­grado labrarm e esta reputación pura y sin m ancha , que h o y hace mi unico consuelo , y que jam ás me robará ni am ancillará la calum nia , si la protec­ción y justicia de V . M. no me aban­donasen ?

N o quiera D ios que V . M . atribuya á orgullo esta seguridad. E n medio de la ignom inia y abatim iento en que me h allo sum ido , m al pudiera caber en m i alm a tan liviano pensamiento. N o S e ñ o r , estoy m u y lejos de creerm e li­bre de im perfecciones , flaquezas y de­fectos , y antes reconozco que mi na­tu ral franqueza y docilidad m e pueden haber hecho incurrir en ellos nías fre­quentem ente que á otro alguno ; pero

en m edio de este sincero reconocim ien­t o , m i razón y m i conciencia m e auto­rizan para asegurar á V . M. que el m as rigoroso examen de m i conducta y mis escrito s, n u n c a , nunca podrá acreditar que y o , ni com o M agistrado , ni co­m o hom bre publico , ni com o hom bre re lig io so , ni com o ciu d ad an o, h aya co­m etido jam ás advertidam ente el m e­nor delito que m e hiciese indigno de la gracia de V . M. y del aprecio de m i N ación.

E sto es , Señor , lo que me inspi­ra tan noble seguridad , y lo que me hace llegar á los pies de V . M. con tan­ta confianza. N o la pongo ciertam ente en n)i m érito , que al cabo no es otro que haber cum plido fielm ente con las obligaciones de estado ; pero la pon­go en la protección y justicia de V. M. que no pueden perm itir que la calum ­nia triunfe de mi inocencia , ni menos abandonar un vasallo , que consagrado desde su prim era juventud al servicio de V . M. , despues llenado dignam ente los cargos del M inisterio de la Real A u ­diencia de Sevilla , A lculde de C asa y

C o rte , Consejero de Ordenes , y Secre­tario de G racia y Justicia , despues de haber desempeñado con zelo y desinte- res m uchas arduas é im portantes com i­siones , despues en fin de haber obte­nido los mas honrosos testim onios de aprobación y aprecio , así de V . M . y su augusto Padre com o de la opinion publica , se hallaba en los cincuenta y ocho años consagrando el u ltim o tro ­zo de su vid a á m ejorar la educación publica , y á perfeccionar un estable­cim iento que V . M. fundó , y se dignó confiar á m í z e lo , que sino le fa lta su augusta protección , será algún día el mus gloríosoL m onum ento de su R e y - nado. ^

E n fe , Señor , de estas verdades, que estoy pronto á sellar con m i san­gre , ocurro hum ildem ente y lleno de confianza á V . M. , no y a para im plo­rar su gracia , sino para clam ar su su­prem a justicia. Sí he sido calum niado, y o m e ofrezco á confundir y desvane­cer qualquíera im putación ó calum nia que se haya levantado contra m i ; pero si alguna m aterial equivocación ó apa­

rente sospecha ha dado causa á m i des­gracia , y o me ofrezco tam bién á des­vanecerlas , y en quaiquiera caso ju sti­ficar plenam ente á V . M. , que lejos de m erecer el rigoroso tratam iento con que esto y oprim ido , -he sido siempre por m i inocencia y fid elid ad , mis servicios y por la plena integridad de m i con­d ucta acreedor á la gracia de V . M. y al aprecio de la N ación. A sí que rue­go hum ildem ente á V . M. , que obran­do según los principios de piedad y ju s­ticia , inseparables de su piadoso cora­zon , se digne m a n d a r:

1.° Q ue si algún delito se me hu­biese im putado ante V . M. , se me ha­ga desde luego cargo de-^él, y se me oygan mis defensas según las leyes.

2. ̂ Q ue quaiquiera ju icio que contra m í se h aya de in sta u ra r, se instaure y siga ante quaiquiera T ribu n al publica­m ente reconocido , ora sea el Consejo de E stado , de que so y m ie n íb ro ; ora el de Ordenes , com o C aballero profeso que soy de la de A lcantara j ora ante el Consejo R e a l , que es el prim er T r i­bunal c iv il de la N ación j ora en fin

(poi\’,ue se me ha trasladado á esta Is­la ) ante el A cuerdo de su R eal A udien­cia , pues en ellos ó en qualquiera otro estoy pronto á responder de m i con­ducta.

3.° Q ue declarada que sea m i in o­cencia , de que estoy bien seguro , se digne V . M. no solo reintegrarm e en m i antiguo estado , sino de reparar inte­gram ente y en la form a que mas fue­re de su real agrado , la nota y b a l- don que tantas violencias y atropella­m ientos com etidos en m i persona ha­yan podido causar en m i reputación y buen nom bre. A si lo espero de la jus­ticia y rectitud de V. M ., por cu ya pre­ciosa vid a y prosperidad ruego fervoro­sam ente al cielo.

C artu xa de Jesús N azareno de M a­llorca 24 de A b ril de 1801.

S e ñ o r , A L . R . P. de V . M.

Gaspar de Jovellanos,

V A L E X C r A A ID C C C V Iir.

Con licencia : Por Salvador Faulí.

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