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© 2006 Editorial Unilit1360 North West 88th AvenueMiami, FL 33172

Primera edición 2006© 2006 por Jonás González

Edición: Nancy PinedaDiseño de la portada: Ximena UrraDiseño y tipografía interior: Juan LópezFotografía de la portada: Inmagine

Reservados todos los derechos. Ninguna porción ni parte de esta obrase puede reproducir, ni guardar en un sistema de almacenamiento deinformación, ni transmitir en ninguna forma por ningún medio(electrónico, mecánico, de fotocopias, grabación, etc.) sin el permisoprevio de los editores.

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas se tomaron dela Santa Biblia, Versión Reina Valera 1960. © 1960 por la SociedadBíblica en América Latina.

Las citas bíblicas señaladas con NVI se tomaron de la Santa Biblia, NuevaVersión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional.

Las citas bíblicas señaladas con RV-95 se tomaron de la Santa Biblia,Reina-Valera 1995. © 1998 por las Sociedades Bíblicas Unidas.

Las citas bíblicas señaladas con RVA-89 se tomaron de la Santa Biblia,Versión Reina-Valera Actualizada, © copyright 1982, 1986, 1987, 1989,por la Editorial Mundo Hispano.

Las citas bíblicas señaladas con RVA se tomaron de la Santa Biblia,Versión Reina-Valera 1909, por las Sociedades Bíblicas Unidas.

Categoría: Vida cristiana /Vida práctica/Economía personalCategory: Christian Life/Practical Life/Personal Finance

Producto 495491ISBN 0-7899-1477-8Impreso en ColombiaPrinted in Colombia

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Dedicatoria

Q uiero dedicar este libro a mi mejor amigo, ami papá, a mi gran campeón que marcó mi vida

con su amor, su pasión por las almas y su obedienciaa aquel que lo llamó, a su Señor. Para él la principalmeta en su vida era algún día llegar a la presencia deDios y escucharle decir: «Jonás, buen siervo y fiel».Y sé que las escuchó decir a su Señor. Te amo y nun-ca te olvidaré.

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Agradecimientos

Q uiero agradecer a mis compañeros de mil bata-llas de «Aquí Entre Nos» y de tantos retiros de

preparación y estudio de la Palabra, Alexander Flores yAdiel Barquero. Muchachos, gracias por su ayuda yentrega. ¡Cuántas encerronas estudiando la Palabra,cuánto tiempo buscando la dirección de Dios, cuántasdiscusiones y debates sobre temas de la Escritura!Estas experiencias maravillosas me han ayudado afortalecer muchos de los principios que expongo enesta obra.

Que Dios los bendiga... y espero que aún pase-mos juntos muchas batallas más.

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Contenido

Dedicatoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3

Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Capítulo 1

Preparados... no endeudados. . . . . . . . . . . . . . . . 19

Capítulo 2

Cosecha del cielo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27

Capítulo 3

Comienzan las plagas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39

Capítulo 4

Se acerca el día de la liberación . . . . . . . . . . . . . . 49

Capítulo 5

Recuento de una jornada . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63

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Capítulo 6

La sangre del cordero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

Capítulo 7

Al otro lado del Mar Rojo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81

Capítulo 8

Alabanza y adoración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85

En conclusión... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95

Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103

Acerca del Autor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105

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I n t r o d u c c i ó n

Soy el hijo

de dos soñadores

El libro de Joel dice que nuestros ancianos tendránsueños. La palabra empleada en este versículo

procede de la raíz hebrea kjalám que significa «atarfirmemente». Ese era don Jonás González Rodríguez.Mi padre era un gran soñador. Le vi en varias etapasde su vida y siempre se ataba con firmeza a ese norteque buscaba.

A los cincuenta y cuatro años de edad recibecomo comisión del Señor iniciar una red de televi-sión cristiana. No se refería a un canal de televisiónen Costa Rica, sino a una red satelital de televisión

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cristiana. Su objetivo no era un pequeño país cen-troamericano, sino el mundo hispanohablante sinimportar en qué parte del globo terráqueo se encon-trara. ¡Qué locura!

Don Jonás siempre conoció el éxito en todo loque emprendía. Sin embargo, en esta oportunidadsu sueño era demasiado grande.

En 1982, dio el primer paso de su gran proyec-to: Solicitó una frecuencia de televisión para CostaRica. Después de cuatro años y muchas luchas, elMinisterio de Gobernación le otorga la frecuenciadel canal 23. Para este tiempo don Jonás se habíaquedado sin trabajo en la Misión Latinoamericana,pues su proyecto no encajaba dentro de la visión deesa institución misionera.

Al poco tiempo, se comenzó a correr el peligrode perderse la concesión para el canal, pues habíasolicitado dos extensiones de seis meses cada una afin de postergar la salida al aire y estaba a punto deperderse la tercera extensión.

Para colmo de males, mi padre sufrió un derramecerebral a inicios de 1987. Como se podrá apreciar,la cosa no pintaba nada bien. Por un lado estábamosa punto de ver cómo se nos iba la última oportuni-dad que nos daba el gobierno de Costa Rica paraponer el canal al aire. De lo contrario, se revertiría elpermiso de usar el canal 23. Por otro lado, mi padre

10 De siervo a señor

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no se encontraba nada bien de salud. Los médicosdecían que don Jonás ya no podría volver a manejary viajar solo, y que quizá lo mejor para su edad eraretirarse.

En este momento don Jonás estaba a pocos mesesde cumplir sesenta años de edad. Esto quizá parecieralógico para el hombre, pero don Jonás tenía unsueño al que estaba atado con firmeza. Producto delderrame, perdió muchas facultades físicas, pero el tenerun sueño y el caminar cada día para lograrlo impedíaque se detuviera para distraerse viendo sus limitacio-nes. Estas limitaciones solo le recordaban que Diostendría que hacerse fuerte en medio de su debilidad.

En cuanto a lo financiero, la cosa también estabamuy mal. En ese tiempo mi esposa, Juanita, mis doshijas y yo, al igual que mis hermanas, Lorena y Priscilla,con sus respectivas familias vivíamos en Dallas. Tra-bajaba como técnico de oftalmología en el CentroOftalmológico de Dallas y tuve la oportunidad deconseguir el contrato de limpieza del edificio. Durantelas noches, veía a mis padres venir a limpiar ese edi-ficio. Nunca una queja, nunca un cuestionar, ya queél sabía que aquello era temporal. Aunque ya teníamas de sesenta años, vería su sueño hecho realidad,pues confiaba que el Dios que le dio la visión le daríatambién la provisión.

Introducción 11

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El nueve de septiembre de 1988 sale al aire laseñal del canal 23 a través de un pequeño transmisorde diez vatios que bautizamos por cariño como «lavoz de la cuadra» por su corto alcance. Sin embargo,aunque solo se abarcaban unas cuantas cuadras, laprimera identificación que se hizo decía: «Este es elCanal 23, el canal cristiano, transmitiendo desde elbarrio de Los Ángeles para Costa Rica y el mundo».¡Mi padre tenía un sueño! Él estaba atado firmemen-te a la visión que le había dado Dios y ni la enferme-dad ni las limitaciones lo podían desatar de aquello.

A principios de 1990, ya el canal 23 contabacon un transmisor de mil vatios en el Volcán Irazú,el punto de transmisión más importante en CostaRica, permitiéndole alcanzar prácticamente la mitadde la población costarricense.

En julio de 1990, regresé a Costa Rica. Creía quelo hacía para comenzar un negocio de óptica. Esopensaba. Sin embargo, comencé a ayudar a mi padrey me contagió con aquel sueño.

En sus inicios, solo estábamos Pablito, Leonardo,mi padre y yo. Ese era todo el personal, del cual solodos eran asalariados y casi siempre lo poco que se lespagaba se les daba a plazos. Mi padre y yo estábamosahí «ad honórem». Y, a pesar de que no podíamos nicubrir el pequeño territorio de Costa Rica, mi padreseguía hablando de alcanzar las naciones.

12 De siervo a señor

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Como a mí, fue contagiando a muchos y al mismotiempo este sueño se fue convirtiendo en el sueño demuchos más. Así aprendí que este no era tanto el sueñode don Jonás, sino que era el sueño de Dios que habíaabrazado don Jonás.

Esta ha sido una de las principales lecciones queDios me ha dado por medio de mi padre. He escu-chado muchísimo acerca de la necesidad de teneruna visión, un sueño. Con todo, nunca he oídomencionar la idea de tener que abrazarse a esa imagenmental que Dios siembra en sus hijos con el pro-pósito de convertirla en la misión de una vida. Nofue hasta que estudié lo que significa soñar en térmi-nos bíblicos que pude comprender la conducta ben-dita y obsesiva de mi padre en cuanto a lo que pudover cuando Dios le mostró su propio sueño.

Creo que la única forma de hacer un sueño rea-lidad es atándose a él. Así lo hizo mi padre. Su perse-verancia y persistencia, pero ante todo su convic-ción, emanaban de un corazón que se rozó con elcorazón de Dios, pero que a la vez quedó prendido yatado por tanto amor mostrado hacia la humani-dad. Atado también por tanta fe de don Jonás haciaDios, y de Dios a su criatura. ¡Sí! Dios le tuvo fe adon Jonás como nos tiene fe a cada uno de nosotros,al depositar en nuestras manos un sueño tan precia-do para Él como lo son almas perdidas.

Introducción 13

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Para hacer tu sueño realidad debes atarte a él,debes atarte al Dios que te lo dio. Debes tener fe enque Dios hará justo lo que te mostró. Sin embargo,necesita un compromiso de ti con característicassobrenaturales. Que dejen evidencia de que en reali-dad hubo un momento de intimidad espiritualdonde el flujo de Dios inseminó tu mente y corazón,de quien, como mujer en cinta, dará a luz lo que vioen el sueño.

A finales de 1991, se empieza a hablar de Enlace.Don Jonás quería que los que se fueran uniendocontagiados por él también lo hicieran bajo unavisión. De ahí que aprendiera que más de una VISIÓNes DIVISIÓN. Por lo tanto, mi padre logró sembrarla visión en muchos, pues para 1996 varios de losque contagió en Centroamérica y Suramérica teníansus canales al aire. Y es así que en noviembre de1996 iniciamos la primera señal satelital a través delSatélite Solidaridad 2. Para este momento habíamosexperimentado la generosidad del pueblo de Dios.

El pueblo de Costa Rica abrazó esta visión y secontagió también con el soñador. Abrazaron la ideade que desde Costa Rica saldría una señal que alcan-zaría las naciones.

Mi padre no quería que la visión girara en torno alSOÑADOR (don Jonás), sino que se ocupó de que lavisión girara alrededor del Sueño de Dios que son las

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almas de las naciones. Los médicos que a inicios de1987 le recomendaron a don Jonás retirarse a des-cansar, tenían razón desde el punto de vista humanoy médico, pero diez años después de aquel derramemi padre experimentaba una de las experiencias máslindas de su vida. A sus sesenta y ocho años de edad,llevaba el mensaje de Jesucristo a Centroamérica yparte de América del Sur por televisión.

Mi padre seguía siendo el mismo. Solo que aho-ra le conocían más y hasta le admiraban muchos.Seguía hablando de lo mismo: Alcanzar a las nacio-nes. Con todo, sabía que faltaba mucho. Ahora elloco Jonás, como lo llamaban algunos, no parecía tanloco. Mientras escribo esta introducción, Enlace estáen cinco satélites, transmitiendo a través de más detres mil seiscientos puntos de transmisión, abarcan-do así cincuenta y seis países. Además, tenemos unaseñal hija, Enlace Juvenil, la cual es una realidadalcanzando a los jóvenes en más de mil treinta y seispuntos de transmisión.

Mi padre partió de este mundo el 13 de diciem-bre del 2004 a los setenta y seis años de edad. Diosme permitió estar a su lado los últimos quince añosde su vida abrazado al sueño de Dios para él. Encierta ocasión, mi padre dijo: «Para mí el vivir essoñar». No concebía estar vivo sin soñar. Siempresupo que los sueños son el lenguaje de los cielos. De mi

Introducción 15

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padre aprendí que un sueño no es solo algo que algunanoche puede tener uno. Aprendí que un sueño es unnorte en la vida. Es una meta a la cual dirigirse. Debeser mayor que nuestra propia vida y se les debe conta-giar a los demás.

En los últimos dieciséis años he aprendido queDios tiene sueños para nosotros también. Nunca nospide hacer algo que Él no haya hecho primero. Si nospide que le amemos, es porque Él nos amó primero.Si nos pide que le demos, es porque Él nos dio pri-mero. Si nos pide soñar con Él, es porque Él nos soñó pri-mero. Somos el sueño de Dios.

Por eso digo que soy el hijo de dos soñadores.Me he atado firmemente a la visión de mi padreterrenal. El lugar que mi padre ha dejado en nuestraorganización y en nuestra vida es uno que nadie pue-de llenar (hablo como humano). He entendido des-de el principio que no puedo llenar su lugar, puesJonás González Rodríguez solo hubo uno. Dios leungió en una forma especial para romper y abrirbrecha en las comunicaciones cristianas en español.

Por otro lado, si todos los contagiados nos uni-mos y seguimos contagiando a otros, el sueño de Diosde alcanzar el mundo hispanohablante para Cristo loharemos realidad.

Como parte de este noble propósito, me propuseescribir esta pequeña novela a fin de despertar en ti

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la fe y la convicción necesarias para que logres ven-cer todo obstáculo financiero que te separe de poderalcanzar el sueño de Dios1. El Señor quiere vertepróspero y en condiciones de participar en su plande salvación para el mundo.

El gran obstáculo que hoy enfrenta la mayoríade los cristianos son las deudas que los ahogan. Poraños, la iglesia ha pasado por alto los principios finan-cieros que encontramos en la Biblia. Hemos hechocaso omiso a los mandatos y advertencias que Diosde forma personal registró en las Sagradas Escriturasen contra de endeudarse. El resultado es una iglesiaenferma, compuesta por familias e individuos enfer-mos en lo financiero.

A pesar de todo esto, Dios no ha cambiado deplanes. Somos nosotros los que debemos predicar suevangelio. Así que es urgente que llegues a ese puntodonde te quiero llevar al invertir tu tiempo y dineroal leer las páginas siguientes. Deseo que aborrezcasla deuda, que renuncies a esa forma de vivir y optespor obedecer a Dios que en su Palabra nos dice: «Nodebáis a nadie nada»2.

Mi oración es que pronto disfrutes de un estilode vida que te proporcione el poder económico de par-ticipar en el sueño de Dios. Mis dos padres soñaroncon esto y, al igual que yo, espero que te ates a esesueño también.

Introducción 17

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C a p í t u l o 1

Preparados... no endeudados

«Cuando Jehová hiciere volver la cautividad deSion, seremos como los que sueñan. Entoncesnuestra boca se llenará de risa, y nuestra lenguade alabanza; entonces dirán entre las naciones:Grandes cosas ha hecho Jehová con estos. Gran-des cosas ha hecho Jehová con nosotros; estare-mos alegres. Haz volver nuestra cautividad, ohJehová, como los arroyos del Neguev. Los quesembraron con lágrimas, con regocijo segarán.Irá andando y llorando el que lleva la preciosasemilla; mas volverá a venir con regocijo, tra-yendo sus gavillas».

Salmo 126:1-6

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—¡G astón, Gastón, despierta, despierta! ¿Qué tepasa? Estás sudando... ¿qué tienes, amor?

¡Despierta!Gastón exaltado se levanta de manera estrepitosa

y le dice a su esposa:—Estaba soñando y pude ver que días después

del rapto los periódicos y los medios de comunica-ción publicaban noticias sobre la desaparición de unagran cantidad de clientes deudores que tenían cuen-

tas pendientes de pago y nadiepodía dar con ellos.

»Esto produjo según expertosfinancieros una crisis de propor-ciones tales que los bancos esta-ban a punto de colapsar. Pres-tamistas, agencias de ventas deautos, agencias financieras, alma-cenes de electrodomésticos, com-pañías de tarjetas de crédito, al

igual que familiares, amigos y vecinos, se encontrabanen la misma situación que el sistema bancario mun-dial. No aparecían los deudores.

»Los templos estaban ahora en manos de losbancos, porque los pastores y representantes legalesque en algún momento se presentaron a gestionar lospréstamos tampoco aparecían por ningún lado y losbancos estaban desesperados.

20 De siervo a señor

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¡Qué sueñomás terrible!

¡Ay, Dios mío,que no me

agarre tarde!

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»Los familiares se encontraban muy molestos, yaque sus seres queridos han desaparecido sin pagarleslo que les debían. Consternados declaraban: “Estosque siempre nos decían que fuéramos rectos, íntegros,que les acompañáramos a la iglesia a buscar de Dios,ahora se fueron sin asumir sus responsabilidades.Nos preguntamos, si en tantas horas de culto nuncaleyeron que en la Biblia dice: “El que debe que pague”1.

»”El hermanito me decía: ‘Jehová Jireh, JehováJireh, Él proveerá. Aunque, por ahora, don Ramón,apúntelo en mi cuenta’. Se llevó tres meses de aba-rrotes y no pagó la cuenta. Así que, al final, el pro-veedor fui yo”.

»¡Qué sueño más terrible! ¡Ay, Dios mío, que nome agarre tarde! Yo quiero pagar todas mis deudas.¡Ayúdanos, Señor! —expresa Gastón preocupado.

—Amor, fue solo un sueño. Tranquilízate y des-cansa que mañana tienes que ir a gestionar el arreglodel pago. ¡Ayúdanos, Señor!

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—¡Gastón, Gastón! ¡Despierta, despierta! ¡Deja dereír! ¡Estás soñando otra vez!

—Mi amor, tuve un sueño diferente al de haceunos días. Pude ver que días después del rapto losperiódicos y medios de comunicación informaban

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que los bancos tenían un problema. Ahora era quetenían ahorros y certificados a plazo de cristianosdesaparecidos. No sabían qué hacer con esos recursos.Los familiares lejanos de los desaparecidos estabanen pugna reclamando los derechos sobre los bienes.

»En el noticiero de la noche contaba Laura Sim-plicia, de veintiocho años de edad, cómo su tío lehablaba sobre lo importante que era obedecer la Palabrade Dios. Además, le decía al periodista: “A pesar deque en su juventud mi tío fue un hombre metido envicios, un día, según nos contaba, tuvo un encuentrocon Jesús. Así que desde entonces su vida comenzó aser diferente, y mi tío empezó a cambiar y prosperar.Dejó de ser desempleado y llegó hasta el punto deser dueño de su propio negocio. Muchas veces fui asu casa a pedirle dinero prestado y siempre me repe-tía aquel mensaje, que para mí era religioso y pasadode moda”.

»La señorita Simplicia se lamentaba de no haberescuchado a su tío, pues corrían los rumores de quehabía sucedido lo que tanto anunciaban los cristianos.

»Entonces Gregorio Fuente, en su despacho legal,narra cómo su bufete está repleto de clientes reclamandoderechos sobre posesiones que dejaron aquellos “locos”.Incluso narraba que en medio de la crisis su hermanale decía cómo su Dios estaba con ella y la protegía.“Yo podía ver las grandes oportunidades que se le

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presentaban y pensaba que era cuestión de suerte osimple casualidad”, decía él, “pero ella siempre se loatribuía al poder de Dios. No sé dónde está ella ahora.Si alguien sabe algo de su paradero, por favor, comu-níquemelo, pues me urge hablar con ella”.

—¡Qué diferente es este sueño, Gastón, compa-rado con el que tuviste la otranoche! En el primero la igle-sia, que es el cuerpo de Cristo,deseaba irse porque su yugoera grande. Sin embargo, eneste sueño, el testimonio delcuerpo de Cristo está acordecon la enseñanza bíblica. Entu primer sueño el estado delcuerpo contrastaba con la con-dición majestuosa de la cabeza.Esa imagen parecía un monstruo deformado que tie-ne una cabeza grande y gloriosa sobre un cuerpopequeño y desnutrido. Y ahora en este sueño elcuerpo concuerda con la cabeza.

Durante esa noche Gastón y su esposa se volvierona dormir con la inquietud del contenido de esossueños. A la mañana siguiente, mientras desayuna-ban, Gastón argumentó con una mirada reflexiva:

«La reputación de Dios está de por medio. Vamosa salir de deudas antes de que partamos de este mundo.

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El Señor nosllama a rendirleculto con totallibertad, peroEgipto no nos

permite hacerlo.

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Cuando nos vayamos de aquí, lo haremos con la frenteen alto, como dignos hijos de Dios... el Dios dueñodel oro y la plata.

»Israel, en su liberación de Egipto, no salió sinrecibir antes su restauración completa. Así que ledevolvieron todo lo que le robaron durante los añosde esclavitud, porque ese era el sueño de Dios. Elpueblo no merecía ese trato, pero Dios en su miseri-cordia lo hizo así, a pesar de que desobedecieron lasenseñanzas de sus padres y se mezclaron con Egiptohaciendo las cosas de acuerdo al sistema de ellos.

»Hoy en día la iglesia esta haciendo lo mismo.No somos nada diferentes al pueblo de Israel. Noshemos contaminado con el sistema del mundo, es decir,Egipto. Aunque nos quejamos como Israel, en elfondo creemos que esta es la forma en que debemosseguir. Trabajamos arduo para Egipto y sacrificamosel tiempo de familia y nuestras energías. A pesar deeso, Egipto sigue en control de nuestra vida.

»El Señor nos llama a rendirle culto con totallibertad, pero Egipto no nos permite hacerlo», con-cluyó Gastón.

24 De siervo a señor

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Reflexiones

Dios llama a la iglesia a rendirle culto con libertad.En esta era contemporánea, sin embargo, muchasveces vemos a un pueblo cautivo y limitado en lofinanciero, incapaz de honrar a Dios con sus bienes.Como resultado, su adoración está cauterizada porla escasez. En gran parte, esto se debe a la abundanciade faraones modernos como la deuda, la falta derecursos económicos y el yugo de jornadas laboralesesclavizantes. Tanto es así que para muchos es unaobligación tener dos trabajos a fin de poder subsistir.

Cuando se trata de libertar a sus hijos, tenemosque entender que Dios está preparado para mover elcielo y la tierra a nuestro favor. Con todo, nuestraresponsabilidad es saber que el Señor ya sonó latrompeta de nuestra libertad. Él ya vino y le ungie-ron para dar buenas nuevas a los pobres y traer liber-tad a los cautivos2. Por lo tanto, nos corresponde anosotros creer la Palabra, confesarla con fe y obede-cerla, pues es en sí misma el sueño de Dios plasmadoen poderosas imágenes descritas a través de inspira-dos escritores.

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C a p í t u l o 2

Cosecha del cielo

«Abrirte ha Jehová su buen depósito, el cielo,para dar lluvia á tu tierra en su tiempo, y parabendecir toda obra de tus manos. Y prestarás ámuchas gentes, y tú no tomarás emprestado».

Deuteronomio 28:12, RVA

J osé se enteró por su padre que Dios le habíaprometido a su bisabuelo, Abraham, bendecir

su descendencia por las generaciones. Desde niñoescuchaba una y otra vez las historias sobre las mara-villas que Dios hizo con su abuelo Isaac y con subisabuelo.

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«Cuando tu bisabuelo era muy viejo, Dios le pro-metió que tu bisabuela, Sara, le iba a dar descendencia.¡Cuánto se rió ella!», le contaba Jacob a José. «No soloporque ya estaba muy viejita, sino porque nunca habíapodido tener hijos. Su vientre era estéril.

»Déjame decirte algo, hijo mío», decía Jacob,«cuando Dios promete algo, Él lo cumple sin impor-tar las circunstancias. Te digo esto porque Sara tuvoa tu abuelo Isaac y entonces Abraham sabía que su

descendencia iba a ser grande.Por eso siempre creyó que Isaacse casaría con una mujer fértil.¿Creerías que se casó con otraestéril? Sin embargo, la promesaestaba dicha. Ya te imaginas lo quepasó... por supuesto que nací yo.

»Hace muchos años meenamoré de tu mamá Raquel.Era muy linda, pero la historia

se repitió una vez más y tu mami también era estéril.Yo no me preocupaba, pero ella sí. Se empezó a sentirmal porque tu tía Lea me daba hijos y ella no. A pesarde eso, la promesa estaba dicha y hoy tú estas aquí.

»Hijo mío, quiero decirte otra vez que Diosdesea multiplicarnos y bendecirnos para que poda-mos bendecir a otros. Acuérdate siempre de Él y sus

28 De siervo a señor

3

Dios deseamultiplicarnosy bendecirnos

para que podamosbendecir a otros.

3

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promesas y no veas las circunstancias. Cuando tu abueloLabán quería aprovecharse de mí, Dios manipuló losgenes de las ovejas para bendecirme. Si mi paga eranlas ovejas negras, aunque un cordero blanco saltara auna oveja blanca, la cría nacía de color negro. Yo nocomprendía cómo sucedía, pero lo vi. Eso pasabaaunque no tenía ningún respaldo científico. Él leprometió a mi abuelo Abraham bendecirnos y lo hizo».

Jacob continuó: «Fue por el sueño de Dios y nopor el de mi abuelo. Nunca se me olvidará que papáme contó de una crisis terrible que hubo comopocas veces se había visto. Todos se estaban yendopara Egipto porque tenían hambre. Así que papátambién iba a ir, pues estaba muy preocupado pornosotros. Entonces Dios se le apareció y le dijo: “Nodesciendas a Egipto, quédate aquí, porque en mediode la esterilidad de esta tierra te voy a bendecir”.

»Porque como te dije antes, José, no importan lascircunstancias, lo que importa de verdad son las pro-mesas. ¡Qué clase de cosecha tuvimos ese año! Papáhizo todo un capital, se hizo poderoso. Teníamosovejas, vacas y muchas cosechas. Fue tanto lo queteníamos que éramos la envidia del pueblo. Loscelos de los vecinos fue tal, que el rey de los filisteosnos pidió que nos fuéramos, pues ya papá era máspoderoso que ellos.

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»Hijo mío, en todo esto aprendí que la cosechano viene de la tierra que está debajo de nosotros,sino del cielo que está sobre nosotros».

5

Todas estas historias de la vida real le enseñaron aJosé el corazón de amor de Dios hacia sus hijos.Aprendió que Dios no los quería en esclavitud.

Aprendió que cuando se queríanaprovechar de ellos, Dios inter-venía de manera sobrenaturalhasta el punto de cambiar lagenética de los animales, tal ycomo lo hizo con su padre Jacobante los abusos de Labán. Tam-bién aprendió de su abuelo y desu papá a fundamentar y dirigirsu vida en los sueños que vie-nen de Dios. No a regir su vidabasado en su entorno, la tierra,ni en sus circunstancias, sino en

el entorno de Dios, el Cielo.

Desde su tierna infancia, y a través de los sueños,recibió en su corazón revelaciones de parte de Diosacerca del propósito para el cual le crearon. Sueños

30 De siervo a señor

3

La aridezde la tierra no

importa sila semillase siembra

en obedienciaa la Palabra

de Dios.

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que le mostraron con sobrenatural exactitud escenasfuturas de su vida que describían la relación que exis-tiría entre él y su familia y cómo se convertiría en elcentro y eje de la misma.

José aprendió también que tres generacionesde esterilidad no son relevantes cuando Dios haprometido fruto. Que la aridez de la tierra noimporta si la semilla se siembra en obediencia a laPalabra de Dios.

Los hermanos de José lo menospreciaron y lovendieron a extranjeros como esclavo. Sin embargo,todo esto sucedió y se permitió porque Dios teníaque preparar provisión para su padre Jacob. De estamanera cumplía con la promesa de protección ybendición que le dio cincuenta y tres años antescuando salió de su casa e hizo voto al Señor.

Con razón Jacob no quería venir a Egipto, puesla solución de los problemas no estaba en Egipto, sinoen la obediencia. Una vez que Dios le confirma quepuede descender a Egipto, Jacob partió en obedien-cia. Por consiguiente, Dios lo prosperó y multiplicó,no solo a él, sino también a su descendencia tal ycomo se lo prometió.

Jacob murió en tierra de Gosén, al igual quetoda esa generación, y allí en Egipto sus descendien-tes empezaron a olvidar el pacto que Dios concertó

Cosecha del cielo 31

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con Abraham. Durante treinta años disfrutaron dela tierra de Gosén, pero debido a que violentaron elpacto de Dios, mezclándose con las prácticas paga-nas de Egipto, la mano del Señor se apartó de ellos ycayeron en esclavitud por cuatrocientos años.

Así como Dios le declaró a Abraham que susdescendientes iban a caer en esclavitud, también ledeclaró que Él mismo los sacaría de esa condicióncon grandes riquezas. Esta promesa de libertad yrestauración financiera que Dios prometió a Abrahames también para nosotros hoy.

32 De siervo a señor

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REFLEXIONES

El Espíritu Santo será el que nos dará a conocer elverdadero corazón de Dios. ¡Qué lejos estamos deconocerlo! Hemos rechazado la libertad a la que nosllama Él. Preferimos la esclavitud que nos propicianesos faraones modernos que nos explotan con nuestraaprobación. Preferimos seguir haciendo ladrillos,aunque tengamos que ir a recoger nosotros mismoslos materiales, si con eso tratamos de conseguir pormedios humanos lo que de por sí Dios nos puededar a través de la obediencia.

La historia bíblica nos muestra y enseña pormedio de tres personajes, entre otros, que el sueñode Dios es que vivamos en libertad. El primero deestos personajes fue Moisés.

La Biblia nos enseña, además, que la voluntadde Dios es que no tengamos deudas con nadie, puesesto es caer en servidumbre pagana que nos alejarádel plan de Dios para nuestra vida. Aun así, preferi-mos desobedecerle porque pensamos que solo pornuestras fuerzas lograremos alcanzar lo que anhelanuestro corazón. Es más, no creemos que Dios nospuede dar, y nos desea dar, lo que anhelamos.

La deuda nos esclaviza y nos subyuga hasta lle-varnos a deshonrar a Dios con nuestros bienes. Incluso

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nos obliga a robarle a Dios tomando sus diezmos.Muchos hijos de Dios han llegado hasta el punto detener que decidir dejar de servir a Dios por tenerque servirle a este sistema salvaje y opresor.

El segundo personaje que nos enseña esto es elprofeta Joel: En este tiempo, nos dice la profecía, elEspíritu Santo se derramará «sobre toda carne, yprofetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestrosancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes veránvisiones»1. Jóvenes, niños y ancianos harán que seconozca el sueño de Dios: una palabra de prosperi-dad y libertad.

Hoy hay señales en el cielo y en la tierra. Lasmismas que se registran en este acontecimientobíblico que no solo fue histórico, sino que tambiénfue profético, y que mostrará de nuevo el corazónperfecto y bondadoso de Dios. Joel lo declara:

No temas, tierra, sino alégrate y regocíjate,porque el SEÑOR hará grandes cosas. Noteman, animales del campo, porque los pas-tizales de la estepa reverdecerán; los árbolesproducirán su fruto, y la higuera y la viddarán su riqueza. Alégrense, hijos de Sión,regocíjense en el SEÑOR su Dios, que a sutiempo les dará las lluvias de otoño. Les envia-rá la lluvia, la de otoño y la de primavera,

34 De siervo a señor

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como en tiempos pasados. Las eras se llena-rán de grano; los lagares rebosarán de vinonuevo y de aceite.

«Yo les compensaré a ustedes por losaños en que todo lo devoró ese gran ejércitode langostas que envié contra ustedes: las gran-des, las pequeñas, las larvas y las orugas. Uste-des comerán en abundancia, hasta saciarse, yalabarán el nombre del SEÑOR su Dios, quehará maravillas por ustedes. ¡Nunca más seráavergonzado mi pueblo! Entonces sabrán queyo estoy en medio de Israel, que yo soy elSEÑOR su Dios, y no hay otro fuera de mí.¡Nunca más será avergonzado mi pueblo!

»Después de esto, derramaré mi Espíritusobre todo el género humano. Los hijos y lashijas de ustedes profetizarán, tendrán sueñoslos ancianos y visiones los jóvenes. En esosdías derramaré mi Espíritu aun sobre lossiervos y las siervas. En el cielo y en la tierramostraré prodigios: sangre, fuego y columnasde humo»2.

Una y otra vez vemos en la Palabra el deseo de Diospara que su pueblo viva en libertad. Si miramos elcontexto histórico del libro de Joel, nos daremoscuenta que una vez más el pueblo de Dios estaba en

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esclavitud. Tenían sus propios opresores. No soloexperimentaron las consecuencias de la desobedien-cia, como lo fue la plaga de langostas, sino que muypronto los subyugarían los babilonios. De esa formatuvieron sus propios faraones. Aun así, Dios no clau-dicó en su deseo, siempre fue el mismo: Que su genteviviera en libertad.

En el caso de Israel, esta historia de liberación dainicio con Moisés, a quien le rechazó hasta su propiagente, por lo que tuvo que esconderse en tierra ajenapor un tiempo, a fin de regresar y sacar a su pueblode las garras de la esclavitud. Lo impactante de estahistoria es que no salieron porque tuvieran deudas,ni por hambre, porque más bien los negocios estabanboyantes. Recordemos que las plagas destruyeron aEgipto y que Dios preservó a Gosén y que la escasezresultante para los egipcios se convirtió en abundanciapara los hebreos. El pueblo partió porque era el tiempode Dios. Ese era el sueño de Dios.

Por último, tenemos que Jesús nos enseña lomismo. Y nuestra historia comienza con Él. Las simi-litudes entre nuestro Salvador y el Libertador de losisraelitas son asombrosas. Jesús vino a traernos libertad,pero al igual que en el tiempo de Moisés, el enemigono quería que naciera: «Hay que matar a todos losniños», se dijo en aquel período3.

36 De siervo a señor

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Dios escondió a Jesús en Egipto, de igual formaque a Moisés, porque tenía un plan de libertad con Él.A Jesús tampoco lo recibieron los suyos y su comi-sión fue guiarnos hacia esa nueva tierra prometida.

El día que muramos no dejaremos un legado dehambre, deudas, ni enfermedad. Dejaremos esta viday saldremos con la cabeza muy en alto y triunfantes,no porque lo merezcamos, sino porque ese es el sueñode Dios.

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C a p í t u l o 3

Comienzan

las plagas

«¡Vamos, SEÑOR, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos!¡Con tu espada rescátame de los malvados! ¡Contu mano, SEÑOR, sálvame de estos mortales queno tienen más herencia que esta vida!»

Salmo 17:13-14, NVI

T rescientos veinte años de esclavitud tenía elpueblo de Israel. Sin conocer otra cosa que

esa forma de vivir, estaban contaminados con el sis-tema del mundo. Aun así, la promesa estaba dicha.

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Miriam aún tiene grabadas las palabras de sumamá: «Consigue un canasto». Sus ojos no podíandar crédito al ver la imagen de su hermanito alejarserío abajo. Ahora, se enfrentaba a una maravillosa rea-lidad... Escuchemos la historia en boca de Miriam.

5

Han transcurrido ochenta años desde aquel inolvi-dable hecho del nacimiento de Moisés. Ahora mihermano volvió a nosotros. Es otro Moisés, no elque habíamos conocido. Cuando regresó del desiertoa Egipto, ¡cómo incomodaba a nuestros hermanosisraelitas! Venía hablando de libertad y que no debía-mos estar bajo esclavitud. La verdad es que nadie lehacía caso.

Entonces empezaron a suceder cosas sorpren-dentes. No podía creer lo que veían mis ojos, todoestaba muy silencioso. Ya no se escuchaba el ruidoque solía oír por la mañana. Ya no se escuchaban losmugidos de las preciosas vacas, ni los relinchos delos caballos.

Salí corriendo de mi casa en Gosén y me fui acaminar. Me daba cuenta de que acababa de ocurrirlo que mi hermano le dijo al faraón el día anterior.Grandes y preciosos camellos tirados en medio de

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los pastizales, vacas y toros... todos muertos. Las ovejas,los asnos y los caballos, por igual, estaban muertos.Los egipcios corrían de un lado para el otro y se pre-guntaban: «¿Te pasó a ti lo mismo? ¿Qué será lo queestá sucediendo?».

Logré escuchar a dos de ellos conversar: «¿Cómoes posible que las vacas más flacas y más baratas, lasovejas más mal comidas y los camellos más débilesestén todavía en pie? Por ahídicen que no ha muerto ni unosolo de los animales de nuestrosesclavos. ¿Los habrán matadoellos? ¿Los habrá envenenadoMoisés?».

El otro le respondió: «¡Impo-sible! Egipto es demasiado gran-de y son muchos los animales.Esto no fue obra de hombres.Algo sobrenatural está pasandoaquí».

Esa noche no pude dormir

y meditaba en todo lo que sucedía. Mi hermano

Moisés estuvo más de cuarenta años fuera y la verdad

es que desde que volvió hablando de libertad, y que

Dios no se agradaba de la condición en la que está-

bamos, se convirtió en el hazmerreír de los israelitas.

Comienzan las plagas 41

3

Los mismoshechicerosdel faraónreconocen

que el dedode Dios

es el responsablede todo esto.

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Todos se burlan de él. Nadie toma en serio sus pala-bras. Solo algunos le han creído.

Yo misma tengo que reconocer que me daba unpoco de vergüenza toda la situación. Sin embargo,después que el agua se convirtiera en sangre y vinie-ran todas esas ranas, piojos y moscas, me di cuentade que sus palabras son ciertas. Los mismos hechi-

ceros del faraón reconocen queel dedo de Dios es el responsa-ble de todo esto.

A la mañana siguiente salí arecorrer las calles de Egipto yencontré a mis hermanos israe-litas recibiendo instrucciones desus capataces egipcios. Les habla-ban sobre el lugar en el que debíanenterrar los montones de ani-males muertos. El panorama eraescalofriante.

Saludé al señor Tabeel, queconversaba con su siervo Rubén,

y escuché la siguiente conversación.

—Véndame doce caballos, por favor —le decíaTabeel a Rubén—. Esos turistas que están alojados enmis posadas vinieron de tierras lejanas para disfrutarde los grandes palacios y conocer la belleza de nues-tra arquitectura. Por eso ahora necesito esos caballos

42 De siervo a señor

3

El Dios de nuestrosantepasados quiere

actuar todavíahoy para traernosbendición comose lo prometió

a nuestros padresAbraham,

Isaac y Jacob.

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para poder tirar de por lo menos tres carruajes y asíllevarlos de nuevo a sus tierras. Ya no desean estar enEgipto con todo lo que está pasando.

—Señor Tabeel, ¿por qué no hacemos lo siguiente?Yo siempre he soñado con tener carretas para ver sipuedo sembrar un poco más en mi terrenito. Le cam-bio dos caballos por dos carretas, y los otros diez caba-llos se los doy en cancelación del dinero que le debo.

—¿Está loco? —le dijo don Tabeel—. ¿No veque esos caballos hasta dan lástima? Esas carretas delas que está hablando son de madera fina. Se cons-truyeron con los mejores diseños y los más carosmateriales. Además, la deuda que usted tiene con-migo es muy grande. No me la cancelaría ni concuatrocientos caballos como estos.

—No hay problema —contestó Rubén—, qui-zá en otra oportunidad podamos hacer algún nego-cio. Hasta luego...

—¡Venga, venga, por favor! —le dijo entoncesdon Tabeel desesperado—. Está bien, hagamos el tra-to, ya que esa gente no se quiere quedar ni un día másen Egipto.

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Historias similares a esta surgían por doquier. Lavoz se había corrido por toda la tierra de Egipto: ¡En

Comienzan las plagas 43

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Gosén había animales para la venta! Aquello parecíaun mercado. Las personas entraban a pie y salían acaballo guiando vacas, ovejas, toros y asnos. Otros salíanmontados en sus propios camellos recién comprados.Crecí viendo siempre a los egipcios en los mejorescaballos y con los mejores ganados, pero ahora salíande Gosén en nuestros pobres animales. Ya tengo másde ochenta años y nunca en mi vida había visto aEgipto comprarnos a nosotros, siempre había sidoal revés.

«Miriam», me dijo más tarde Rubén, «Moisés mecontaba que Dios nos quiere en libertad, que todaslas promesas de Abraham nos alcanzarán a nosotros.También me decía que era muy agradable no estarbajo la opresión de otros. Tengo que decirte queahora sin esta deuda que siempre he tenido quepagarle a don Tabeel, y que parecía que nunca iba aterminar, ya estoy comenzado a entender el mensajede tu hermano.

»Imagínate... además de no tener esa deuda, mequedaron estas dos preciosas carretas. ¿Será cierto loque me ha dicho Moisés? Me dijo que el Dios denuestros antepasados quiere actuar todavía hoy paratraernos bendición como se lo prometió a nuestrospadres Abraham, Isaac y Jacob. Y no solo yo», afirmabaRubén, «muchos aquí en estos días están hablando

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de lo mismo. Tu hermano nos dijo que no conoce-mos el amor de Dios por nosotros y que nos hemosconformado al sistema de Egipto, pero que connosotros los hijos de Dios ese sistema no da resulta-dos y nos lleva a esclavitud. ¡Qué lindo es ver que enestos últimos días muchísimas familias israelitasestán recogiendo un poco de dinero y hasta cancelandodeudas tan grandes como las que yo tenía!»

5

Días después, una noche, Rubén vino a mi casa corrien-do, tocó a la puerta y muy ansioso me preguntó:

—¿Es cierto lo que andan diciendo por ahí?¿Que mañana vendrá otra plaga sobre los egipcios?

—Sí —le respondí—, la Palabra de Dios para elfaraón fue que mañana lloverá granizo y que Egiptodebe recoger todos los animales bajo techo para queno mueran.

—Desde aquella vez que murió todo el ganadode Egipto —me respondió Rubén—, me ha ido muybien vendiendo animales. Hace ya un tiempo quedecidí no vender las hembras, solo los machos. Aunasí, las hembras de todos los animales que tengo nodejan de parir. Espero que mañana muchos egipciosno hagan caso, porque tengo demasiados animales y

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necesito salir de algunos. Solo por si acaso, ya empecéa guardar mis animales bajo techo, aunque ya estode las plagas no me está dando miedo.

—La plaga anterior del sarpullido con úlcerasafectó a todos los egipcios, pero no afectó a ningunode los hermanos israelitas —le respondí.

—Ah, sí... Mi amigo Benjamín me pidió una delas carretas y la llenó con frascos de ungüento desábila. Luego se fue al centro de Egipto y vendiótodo el producto. Además, trajo una lista de encar-gos y ya montó su empresa y hasta contrató perso-nal. Bueno, Miriam, que pases buenas noches. Yome voy a dormir porque mañana me espera un díade muchas ventas.

5

—¡Moisés, Moisés! —llamé con emoción a mi her-mano al verlo pasar frente a mi cuarto y le dije—:Nunca antes había escuchado el canto tan preciosode las aves como en esta mañana.

—Dios hizo huir hacia Gosén todas las aves deEgipto antes de que cayera el granizo —me respon-dió Moisés—. Se destruyeron muchos nidos y ahoralos árboles que antes eran frondosos están hoy sinfruto, sin hojas y sus ramas han quedado como asti-llas. Solo aquí el granizo no destruyó los árboles.

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—Pero escucha un momento, Moisés... Escu-cha el canto de los pajarillos... Es tan fuerte que pareceque alaban a Dios por poder tener este lugar tan pre-cioso en medio de tanta destrucción.

Mientras conversábamos, regresó Aarón que andabapor Egipto observando todo lo sucedido. Sus noti-cias eran devastadoras.

—Egipto se ve destruido. El lino y la cebadaquedaron destrozados. Los árboles están sin fruto.Pude ver animales muertos por todas partes. Sinembargo, hay que decir también que en esta opor-tunidad muchos egipcios al enterarse de la palabraque le dimos al faraón guardaron sus animales yestos se salvaron.

»Moisés, las cosas están cambiando. Ahora seme acercan y me dicen: “Señor Aarón, cuando sepade otra cosa que vaya a ocurrir, ¿sería tan amable deavisarnos para estar preparados?”. ¡Cómo cambianlas cosas, Moisés! Antes ni nuestros mismos herma-nos israelitas nos creían, ni hacían caso, mucho menosel pueblo de Egipto. Ahora nuestros hermanos seportan un poco mejor. Aunque todavía hay algunosque no entienden lo que está pasando, el entendi-miento de algunos egipcios ya empieza a abrirse.¡Qué lástima me da el faraón! Ya varias veces nos haquerido dejar ir, pero Dios le endurece el corazón yno lo hace.

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REFLEXIONES

Eran muchos los años de esclavitud que llevaba elpueblo de Israel, y a pesar de que no conocían otracosa, llegaba el momento del cumplimiento de lapromesa:

El SEÑOR le dijo:—Debes saber que tus descendientes

vivirán como extranjeros en tierra extraña,donde serán esclavizados y maltratados duran-te cuatrocientos años. Pero yo castigaré a lanación que los esclavizará, y luego tus des-cendientes saldrán en libertad y con grandesriquezas. (Génesis 15:13-14, NVI)

Sin embargo, la historia no termina aquí. Diosiba a sacar a su pueblo de Egipto y los iba a redimir«con brazo extendido, y con juicios grandes» (Éxodo 6:6).Veamos lo que sucedió después...

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C a p í t u l o 4

Se acerca el día

de la liberación

«Mas Jehová tu Dios las entregará delante de ti,y él las quebrantará con grande destrozo, hastaque sean destruidas».

Deuteronomio 7:23

Los acontecimientos se precipitaban de mane-ra inesperada para el pueblo de Israel. Todo

era muy extraño, pero la mano de Dios se manifes-taba con poder...

5

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Días más tarde nos encontrábamos cenando Moisés,Aarón y yo, cuando tocaron a la puerta. Era Rubény toda su familia. Se veían muy diferentes con sunueva ropa. Todos venían en aquel carruaje preciosoque antes usaba don Tabeel para transportar a losturistas de otras tierras.

«Adelante, por favor, pasen adelante».«Don Moisés, he escuchado por ahí que mañana

tendremos de nuevo una terrible plaga, esta vez delangostas. Tengo que confesarle que ante su anunciode la plaga de granizo, guardé mi ganado y todosmis animales bajo cubierta por temor a que cayeratambién aquí en Gosén. Sin embargo, esta vez ni memolesté en ir a comprar insecticida... y menos repe-lente. Ahora comienzo a conocer mejor a Dios. Élhace diferencia entre su pueblo y el que no lo es,entre el que le sirve y el que no le sirve1.

»Desde aquel día del granizo hemos tenido laoportunidad como familia de hablar más acerca deDios y recordar todas las cosas que se nos ha enseñadoa través de generaciones. Antes de que regresaras ysucediera todo esto, pasaba mucho tiempo traba-jando y esforzándome para subsistir, hasta el puntode que no tenía tiempo para hablar con Dios. Todostrabajábamos en casa tan duro que cuando llegába-mos no queríamos ni hablar entre nosotros. Lo pocoque hablábamos era más bien discusión debido a la

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escasez y las deudas. Para serte franco, nunca creí quelas promesas que Dios le hiciera a Abraham, Isaac yJacob también fueran para nosotros. Nadie me lohabía explicado así, pero ahora lo entiendo mejor».

Rubén hizo una pausa y luego continuó.«Quiero que sepas, Moisés, que la venta de ani-

males está muy bien. De todo Egipto vienen a com-prar. Cada vez tengo más hem-bras de todos los animales y sonlos vientres más fértiles que heconocido. Los primeros docecaballillos que le vendí a donTabeel eran muy flacos y malcuidados. ¡Pobrecitos! Tienesque ver la calidad de los quevendo ahora. Esto no solo meestá pasando a mí, a muchosde nuestros hermanos les sucedelo mismo.

»Desde el día del granizo,el precio de las naranjas, las uvas, las manzanas y de todaslas frutas que se cultivan en Gosén ha ido subiendo. Elprecio de los huevos, la carne y el pollo ha subido acifras inimaginables. Lo más asombroso es que ya nosomos nosotros los que vamos a comprar a Egiptotoda esta provisión. Ahora son los egipcios, los quevienen a dejarnos su dinero.

Se acerca el día de la liberación 51

3

Ahora comienzoa conocer mejora Dios, Él hace

diferenciaentre su pueblo

y el que no lo es,entre el que le sirvey el que no le sirve.

3

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»Antes de la plaga de la muerte de todos los anima-les nadie quería vivir en Gosén. Ahora se ha convertidoen tierra deseable. ¿Puedes creer que hasta don Tabeelme quiere comprar un pedacito al lado de mi casa?Por años he trabajado para él. Ahora más bien me hacomprado de todo. Casi ni voy a trabajarle porqueme la paso muy ocupado en lo mío.

»Hoy le declaraste al faraón que mañana vendránlangostas. Me preocupa ver la actitud de varios denuestros hermanos israelitas que una y otra vez siguendesaprovechando estas oportunidades para levan-tarse de la miseria, pobreza y esclavitud. Muchosestán todavía en la misma situación financiera, opeor, por el descalabro de la economía de sus amos yno les pueden pagar como antes. Cuando sucedió laplaga de la muerte de los animales, muchos israeli-tas no hicieron nada para aprovechar que en Gosénno murieran nuestros animales. Entonces, cuandoahora ven cómo está cambiando nuestra vida debidoa la empresa que puse de venta de animales, despuésde la plaga del granizo entraron en acción y hoy susituación ha empezado a mejorar.

»Nosotros les hemos hablado a muchos de ellosy ya algunos vinieron hoy a contarme que cuando ledijiste al faraón de lo que va a pasar mañana comen-zaron a alistarse para sacarle provecho esta vez.

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»Bueno, creo que ya es tarde y quiero despedir-me. Te agradezco, Moisés, por ser obediente a Dios.Nos vamos tranquilos sabiendo que nuevas oportu-nidades vendrán para nosotros a partir de mañana».

5

—Una gran oscuridad cayó sobre Egipto. Era elmediodía y más bien parecía como si fuera media-noche —le comentaba su esposa a Rubén—. Aquíel sol estaba precioso y fuera de Gosén se veía comonubes cargadas de agua rodeando las ciudades egip-cias, pero no era lluvia, sino millones de millones delangostas.

En ese momento, se escuchó el cabalgar de loscaballos. Rubén y su esposa se asoman a la ventana.

—Es don Tabeel con toda su familia —dijoRubén.

—¡Vamos, Rubén, salgamos a ver qué pasa!—apremió su esposa.

—¿En qué le podemos servir don Tabeel?—dijo Rubén.

—Si no es mucho atrevimiento —replicó donTabeel—, ¿podrá darnos posada en el apartamentonuevo que construyó en la parte de atrás de su casa?Allá no se puede ni dormir. Al mediodía intentamos

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almorzar, pero esos grillos se nos metían en la comida,en el refresco y se comían nuestro almuerzo antesque nosotros. Se han comido todo lo que teníamosen nuestra despensa, las bodegas donde guardamos

todo el grano y las reservasestán vacías por completo. Estoes devastador. ¡Como si ya nohubiéramos tenido suficiente!

—Pasen adelante, por favor—le respondió Rubén con ama-bilidad—. Vengan todos. Lesprepararemos comida y nos damucho gusto decirles que se pue-den quedar en el apartamento.

—¡Esto está delicioso! —decíauno de los niños de don Tabeel—.¿Me podrían servir un poquitomás?

—Por supuesto —exclamóRubén y dirigiéndose a su espo-

sa dijo—. Amor... ¿me harías el favor de traer un

poco más para el niño?

—He estado meditando mucho sobre las con-

versaciones que hemos tenido en estos últimos días,

Rubén —dijo don Tabeel—. Quisiera que me con-

tara más sobre ese Dios del que usted me ha estado

54 De siervo a señor

3

Hace muchosaños Diosle prometió

a nuestro padreAbraham queÉl bendeciríasu vida y queen él serían

benditastodas las

generaciones.

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hablando. Me ha interesado mucho el tema, máximecon todo lo que está sucediendo en Egipto. He empe-zado a ver la diferencia que ha habido entre su fami-lia y la mía. Todo mi capital y ahorros que tenía pro-ducto de mi esfuerzo y trabajo por años, además deldinero que por herencia me dejaron mis padres yabuelos, se está disipando. Ya no sé qué hacer.

—Justo hoy en mi tiempo devocional —comentóRubén—, recordaba hechos acontecidos a nuestrosantepasados. Sabe, don Tabeel, todos esos años queestuve al servicio suyo trabajando, a veces hasta dosjornadas, no me permitían reflexionar, ni acercarmea mi Dios. Como le decía, esta mañana Dios traía ami memoria cómo esta tierra de Gosén era tierradeseada. Era la tierra más preciosa que tenía Egiptoen los tiempos de nuestro padre Jacob.

»Hace muchos años Dios le prometió a nuestropadre Abraham que Él bendeciría su vida y que en élserían benditas todas las generaciones, le prometióuna gran descendencia. Fue a Dios al que se le ocu-rrió esto, así que fue por el sueño de Dios, y Él lohizo. Prometió bendecir a Isaac y lo hizo, prometióbendecir a toda su descendencia, así es que Jacobrecibió también esa bendición.

»Una gran crisis se acercaba para la tierra deCanaán en esos días de Jacob. Así es que Dios tuvo

Se acerca el día de la liberación 55

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que darle una visión a su hijo José. Esta visión lecostó que sus hermanos lo vendieran como esclavo.Sin embargo, Dios cambió aquello en una bendiciónpara la descendencia de Jacob. Y es que Dios lohabía prometido así. Y fue de esa manera que a losciento treinta años de edad, Jacob y sus descendien-tes recibieron esta tierra de Gosén. Esta era la mejortierra de Egipto. Por diecisiete años Jacob disfrutóde Gosén hasta que murió aquí. Después de él tam-bién murió José.

»¿Cómo es posible que después de tanta bendi-ción y tanta riqueza nuestro pueblo israelita, por sudesobediencia, cayera en esclavitud y, de tierra deseada,Gosén se convirtiera en tierra de miseria, servidum-bre y humillación? —expresó Rubén con vehemencia.

»Ya casi vamos a cumplir cuatrocientos años deesclavitud, pero Dios se ha acordado de nosotros. Élha empezado a restaurar esta tierra. Usted lo ha visto,don Tabeel. Hemos observado señales en los cielos yen la tierra y estas nos confirman que Dios está vivoy que se ha acordado de nosotros —replicó Rubén.

—¿Será posible que pudiera considerar vendermeeste apartamento que nos ha prestado? —preguntódon Tabeel—. Sé que ya le debo mucho dinero, y séque usted me ha esperado suficiente para que pudieravender algunas de mis tierras para pagarle, pero he

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hecho de todo para venderlas. He rebajado el precioa una cuarta parte de lo que empecé pidiendo por ellas.Aun así, nadie me las quiere comprar. En cambioaquí en Gosén ustedes han empezado a construiragregados a sus casas, granjas, establos y hasta peque-ños hoteles y todo está lleno. Vea hoy, por ejemplo,tuve que pasar por la vergüenza de venir a pedirle austed este apartamento aun sabiendo todo lo que ledebo, pero ya tenía tres horas buscando dónde dormiry todo está lleno. ¿Quién puede dormir en Egipto contanto grillo? Usted dice que Gosén fue la tierra másdeseada de Egipto, déjeme decirle que casi cuatro-cientos años después se repite la historia.

Después de una pausa, don Tabeel continuó:

—Gracias, don Rubén, por su amabilidad. ¡Quédiferente ha sido usted conmigo en estos últimosdías! No me ha pagado como me merezco por el tra-tamiento que por tantos años les di a usted y a tantosotros —expresó don Tabeel con humildad.

—Ya no hablemos más, don Tabeel —le respon-dió Rubén—. Mire, los niños se han quedado dor-midos. Estaban agotados. Vayan a dormir que lonecesitan.

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«Pobre don Tabeel», le decía Rubén a su esposaapagando la luz para dormir. «La están pasando muyduro. Sé que muy pronto él se convertirá a nuestroDios. Es tan evidente lo que Él está haciendo connosotros, que ni hay que hablarle para tratar de con-vencerlo con argumentos. Los hechos son lo que leestán hablando fuerte.

»Quería comentarte que Moisés sigue pidién-dole al faraón que nos deje ir a rendirle culto a Dios,pero este sigue sin dar permiso. Yo mismo he estadopensando mucho en esto y la verdad es que estoydudando sobre si ir o no. Moisés quiere que vayamostodas las familias completas y el ganado. En cuantoa esto, tiene razón. Si nos vamos todos y dejamos laspertenencias aquí, cuando volvamos no encontrare-mos nada. Estos egipcios lo han perdido todo yestán viniendo para Gosén. Del otro lado ya no hayárboles, ni plantaciones.

»Todas las construcciones están detenidas y,después de hoy, hasta las bodegas han quedadovacías. Me da tristeza por ellos, pero cuánto me alegropor todos nuestros hermanos que con esta otra plagavan a capitalizar bastante.

»Hasta Marta, esa que nos empezó a criticar alprincipio, ¿te acuerdas? ¿La misma que nos decíaque Dios nos quería en escasez? Hoy está feliz. Ahí

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la vi en el mismo límite de Gosén y Egipto vendiendoinsecticida y repelentes y con su puestito de comidaa diez metros de este lado. Antes de llegar a casa pasépor donde estaba y le dije: “Ay, Martita, qué bien laveo”. Y sonriente me respondió: “Gracias, don Rubén,lo que me hizo cambiar de opinión fueron sus palabrasque estremecieron los fundamentos de mi convicción.

»”Ese día me dijo que cuando pudo pagar susdeudas, y no estar al servicio de otros, logró entrar alservicio de Dios y tener tiempo para acercarse a Él,no para pedirle ayuda, sino para pedirle que le per-mitiera seguir siendo bendecido a fin de bendecir aotros. También me dijo que ahora es que conocía aDios. No a ese Dios que nos habían presentado yque nos quería en una condición de esclavitud ymiseria, sino al que se manifestaba como un Diosamoroso y sonriente. Entonces al explicarme quecomenzó a descubrir la verdadera personalidad deÉl, el lado amoroso y tierno de nuestro Dios quenunca habíamos conocido, desde ese día me dije: Sies cierto lo que dice Don Rubén, yo también lo quiero.

»”Déjeme decirle que ahora de las ganancias detodas estas ventas estoy ayudando a otros. Hasta hecomenzado a diezmar como nos enseñó nuestropadre Abraham cuando le dio al sumo sacerdoteMelquisedec el diezmo de todo.

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»”¡Que bien me siento ahora! Hasta he tenidotiempo para meditar sobre el propósito que Diostiene para mi vida. Sin duda alguna, su propósito es

que yo participe de las bendi-ciones de Abraham a fin de ser uncanal de bendición para muchos.Nunca nadie me habló de esto,ni mis abuelos, ni mis padres, quie-nes siempre endeudados, siemprecargados, siempre trabajando másde lo debido, nunca salieron ade-lante. Sin embargo, ahora puedoreconocer que Dios tiene untiempo... y este es su tiempo.

Es por eso que estoy muy pendiente de lo que haceMoisés. Ese sí es un hombre de Dios. ¡Tantos otrosque nos hablaron tantas cosas! Palabras y más palabras...¡pero este es hasta tartamudo! Pobrecito, ¡le cuesta tan-to! A pesar de eso, ¿para qué hablar? A él no le hacefalta. Con solo levantar esa vara y ver el respaldo deDios con señales y milagros, sobran las palabras”.

»Al final, me dijo: “Bueno, don Rubén, no medistraiga más, por favor. ¿No ve cómo se encuentraesto? Tengo que cobrar”.

»¡Cómo cambian las cosas!», le contaba don Rubéna su esposa. «¡Tanto que nos criticó! ¿Recuerdas? Me

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Ahora puedoreconocer que

Dios tieneun tiempo...

y este essu tiempo.

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decía que tuviera cuidado, porque si llegaba a tenerriquezas, me iba a olvidar de Dios y me iba a llevar eldiablo».

REFLEXIONES

El día de la liberación estaba cerca. Después de tan-tos años de esclavitud y opresión, Dios juzgaría a lanación de Egipto... Y la descendencia de Abrahamtenía garantizada la victoria.

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C a p í t u l o 5

Recuento

de una jornada

«La sangre servirá para señalar las casas dondeustedes se encuentren, pues al verla pasaré delargo. Así, cuando hiera yo de muerte a los egip-cios, no los tocará a ustedes ninguna plaga des-tructora».

Éxodo 12:13, NVI

F ue un día agotador. Las gestiones en el palaciotranscurrían con lentitud. Se avanzaba... es

cierto, pero el corazón del faraón se endurecía y nose rendía al supremo sueño de Dios para su pueblo.

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—Moisés, Aarón, ¡qué dicha que estén de regreso!Ya es muy tarde y hoy es el día 14 del mes. Así que segúnla palabra que Dios te dio, debemos prepararnospara que el destructor pase de largo. De lo contrario,quizá se nos muera Aarón que es el primogénito.Cuéntenmelo todo muchachos. ¿Cómo estuvo lareunión con Faraón? ¿Qué quiere ahora? Si juzgopor la cara de Moisés, la cosa no anduvo bien.

—¡Cómo cambian las cosas! —respondió Aarón—.La primera vez que entramos al palacio del faraón,sus súbditos y magos nos miraban con menosprecioy murmuraban de nosotros. Sin embargo, hoy leescuché decir con gran respeto al jefe de la guardiadel Palacio: “Ábranles las puertas a este gran varón,Moisés”.

—Miriam, ¿te podrás imaginar que el faraónaccedió a que el pueblo saliera de Egipto? Aun así,nos advirtió que debíamos dejar todo el ganado y lasriquezas que Dios ha ido transfiriendo de los egip-cios a nuestra gente como resultado de las plagas quehan caído sobre ellos.

»Ahora sé que Dios me ha enviado no solo alibertar al pueblo de la opresión de la esclavitud,sino para hacerlos volver a sus principios. Es necesario

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que todos entendamos que Dios es celoso de su puebloy de su pacto, y que nos ordena que le sirvamos connuestros bienes en el altar. Por esto le declaré al Faraónque ni una pezuña de nuestros animales se quedaría.No dudé para decirle que no nos íbamos. Si lorecuerdas, la promesa que Dios le hizo a nuestropadre Abraham era que después de todos esos añosde opresión, en la cuarta generación de esclavitud,Dios juzgaría a esa nación. Y la descendencia deAbraham, que somos tú y yo, saldríamos con granriqueza.

»Han pasado cuatro generaciones, a partir denuestro bisabuelo Leví, su hijo Coat y nuestro padreAmram. Ahora nosotros somos esa descendenciaque estableció Dios para esta gran liberación.

»Miriam, para que este pueblo nunca vuelva acaer en esclavitud y que podamos vivir con tranqui-lidad y prosperidad en la tierra que Dios juró quenos iba a entregar, debemos entender que la ofrendade Dios no se negocia con el enemigo. Convencidode esta realidad le declaré al faraón que hasta él nosdaría ofrenda para nuestros holocaustos.

»Por supuesto, ya te podrás imaginar la reacciónque tuvo. Nos prohibió de nuevo la salida de Egipto.Es más, hasta me amenazó de muerte el incircuncisoese, como si tuviera alguna autoridad sobre mi vida.

Recuento de una jornada 65

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»¡Hermana mía, ahora entiendo que nadie mepuede tocar! Así que viviré hasta que cumpla el pro-pósito que Dios me dijo en esa experiencia. No fue amí que se me ocurrió. ¿Recuerdas que te conté lo que

me dijo el Señor? Me dijo queno solo nos íbamos a ir, sinoque nos iban a echar de Egiptoy que íbamos a salir con todaslas riquezas. ¡Cómo olvidar esamañana en medio del pastoreode las ovejas de mi suegro Jetro,al pie del monte Horeb! Ese díase me apareció aquel del que seprofetizó a Eva diciendo que susimiente le aplastaría la cabeza de

la serpiente, aquel a quien nuestro padre Abrahamle entregó sus diezmos, aquel que le profetizó aAbraham de que al cabo de un año tendría un hijo,aquel que luchó con nuestro padre Jacob en Peniel.Imagínate, Miriam, el Mesías me llamó por mi nombrey hablé con Él cara a cara.

Moisés hizo una pausa y sus ojos se le iluminaron.

—En estos últimos días he visto que muchoshermanos que estaban endeudados, en miseria y enenfermedad hoy están libres. Aun así, todavía quedanalgunos israelitas en esas condiciones, pero sé que

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El Mesíasme llamópor mi

nombre yhablé con

Él cara a cara.

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esta promesa de libertad es para todos. Ya hasta donRubén, doña Marta y otros han comenzado a pagarlelas deudas a algunos de sus familiares y amigos. Seestán ayudando entre sí y están poniendo sus pro-pios negocios.

—Quiero contarte, Moisés —le respondióMiriam—, que la fe de nuestro pueblo aumentó demanera considerable. ¡Fue sorprendente el milagroocurrido! Los egipcios estaban tan petrificados detemor por la densa oscuridad que no se podían moversiquiera. A nosotros, en cambio, no nos afectó. Aquíen Gosén teníamos luz, y si caminábamos por lascalles de Pitón y Ramsés, podíamos ver en medio dela oscuridad. Así que muchos aprovecharon la opor-tunidad para observar las riquezas que les van apedir a sus amos en el momento de nuestra libera-ción hecha por la mano de Dios.

Miriam hablaba llena de gozo, pero después,volviendo como de un sueño, les dice a sus hermanos:

—Moisés, ya está cayendo la tarde y aún nohemos preparado el cordero.

Aarón, trae el cuchillo que está junto al fogón.Voy a buscar un recipiente para verter la sangre yque Moisés tome el hisopo y el lebrillo para quemarque con ella los postes y el dintel de la puerta dela casa. Ah, quiero decirles también que ya horneé el

Recuento de una jornada 67

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pan y recogí las hierbas para celebrar la Pascua. ¡Estees el gran día que el Señor ha constituido como cele-bración perpetua para nuestras generaciones!

REFLEXIONES

A solo horas de comenzar el viaje hacia la TierraPrometida, el pueblo de Dios se preparaba para loque sería su libertad de la esclavitud. ¿Qué les depa-raba el mañana? Este era un momento decisivo ensus vidas. Delante tenían retos que aceptar y verdadesque atesorar. Por lo tanto, ¿cómo lograrían su ansiadalibertad?

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C a p í t u l o 6

L a sangre

del cordero

«Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dospostes y en el dintel de las casas en que lo han decomer».

Éxodo 12:7

Cerca de la casa de Moisés, Aarón y Miriam estabala de Rubén... Allí también todo era agitación

y preparativos, pues se acercaba el momento de laverdad.

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—Amor, el cordero ya está listo. Puedes ponerlo enel fuego. Así que voy a ir a marcar los postes de la

entrada, con la sangre. Moisésfue muy claro al decir que nodebíamos pasar por alto ningu-na de las instrucciones que Diosha dado o, de lo contrario, paga-ríamos las consecuencias. Hoy ala medianoche el destructor irádetrás de Dios pasando por latierra de Egipto y entrará en lascasas donde no esté la señal de lasangre del cordero en los postes yen el dintel de cada puerta.

—Rubén, ¿pero qué hare-mos con don Tabeel y su fami-lia? —le preguntó su esposa—.No podemos dejarlos en el apar-

tamento. Todavía no han entendido lo que Dios dijoque sucederá. ¿No crees que deberíamos traerlosaquí con nosotros? Me preocupa sus vidas.

—Sí, tienes mucha razón, lo había olvidado —res-pondió Rubén—. Voy a ir a hablar con él. Preparacuatro puestos más en la mesa. Vuelvo pronto.

Rubén llegó al apartamento de don Tabeel y tocóa la puerta: Ta, ta, ta, ta...

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A la medianocheel destructor irádetrás de Diospasando porla tierra de

Egipto y entraráen las casas

donde no estéla señal

de la sangredel cordero.

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—Don Tabeel —llamó Rubén.

—¿Cómo está, don Rubén? ¡Qué noche tanhermosa está haciendo! ¿No le parece? El cielo estáestrellado y una suave brisa refresca esta bella tierraen Egipto. Tal parece que va a ser una noche muytranquila.

—De eso vine a hablarles. Quisiera que nospuedan acompañar hoy a cenar a casa. Algo muyimportante sucederá a la medianoche. Es muy nece-sario que se queden con nosotros. Por favor, no dejende venir. Es por el bien de su familia. Por cierto, donTabeel, quiero hacerle una pregunta personal. Medisculpa si le parezco indiscreto, ¿pero es usted elprimogénito en su casa?

—Rubén, ¿por qué me hace esa pregunta? ¡Noentiendo su inquietud! —responde intrigado Tabeel—.A decir verdad, soy el mayor de tres hermanos, aun-que toda mi familia vive lejos de Egipto. ¿Pero a quéviene todo esto?

—En este momento no tengo tiempo paraexplicarle con detalles. Ya son más de las siete de lanoche. Mejor en la casa le explico con calma. Vamos,apúrense, que el tiempo apremia. Es mejor que estanoche duerman en casa y que nadie este afuera a lamedianoche.

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—Rubén, espere, ¿qué va a pasar? Dígame, meinquietan sus palabras, no le entiendo...

—Los espero en quince minutos en la casa—dijo Rubén interrumpiéndolo—. Todavía debohacer algo de suma importancia para esta noche. Nome falle, don Tabeel, recuerde que es por su bien. Yausted ha visto lo que Dios ha hecho a través de laspalabras de Moisés contra Egipto.

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Treinta minutos más tarde...—Oiga, don Rubén, ¿por qué está marcando

los postes de la casa con pintura roja?—Bienvenidos, pasen adelante. Pónganse cómodos

y les explicaré en un momento. Ya les hemos prepa-rado una habitación a ustedes y los niños, así quepueden dormir en la sala junto con los nuestros. Enunos minutos estará lista la cena.

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Mientras tanto en la casa de Moisés...—Moisés, Aarón, la comida ya está lista y la

mesa está servida —exclama Miriam en voz alta.Moisés se encontraba junto a la ventana medi-

tando y orando.

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—Dios mío, Dios mío, que esta sangre que hepuesto hoy en los postes de esta casa, que son señalde cobertura y protección contra el destructor, cubraa mis hijos y a mi esposa allá en las tierras de mi suegroJetro. Señor, he sido obedientea tu voz. Te pido que guardesa mi familia y que yo puedareunirme pronto con ellos.Cuando termine la noche, elpueblo y yo saldremos de estanación para ir a encontrarnoscontigo al pie del monte Horeby entonces podré ver de nuevosus rostros...

Aarón saca a Moisés de susmeditaciones y le dice:

—Moisés, no te angustiespor tus hijos. Sé que el Señorha escuchado tu voz, pues Élestá contigo. Sé también queeres un hombre de Dios. Lo sé

porque mientras estabas fuera de Egipto, en la tierra

de Madián, y Dios te llamó y te encomendó esta tarea,

en un instante pude sentir cómo se abrían los cielos.

Entonces aquí desde Egipto pude escuchar la voz de

Dios mientras te hablaba. No puedo explicarte cómo

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Cuandoterminela noche,el pueblo

y yo saldremosde esta nación

para ir aencontrarnos

contigoal pie

del monteHoreb.

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es que esto fue posible, pero lo que sí sé es que le oídecirte: “Usaré a Aarón para hablar en tu lugar, él sal-drá a tu encuentro y se alegrará su corazón al verte”1.

»Fue por eso que salí a tu encuentro. Dios ha sidomisericordioso con nosotros, Moisés. Así que puedesestar confiado que Él mismo guardará a tus hijosmientras cumples tu tarea.

»Vamos, es tiempo de que bendigas los alimen-tos antes que Dios pase por aquí.

Una vez que se sientan a la mesa, Moisés declaraesta oración:

«Señor, tú nos has sido refugio de generaciónen generación. Antes que naciesen los montesy formases la tierra y el mundo, desde elsiglo y hasta el siglo, tú eres Dios...

»Sea manifestada tu obra a tus siervos, y tuesplendor sobre sus hijos. Sea sobre nosotrosla gracia de Jehová nuestro Dios.

»El que habita al abrigo del Altísimo morarábajo la sombra del Omnipotente. Diré yo aJehová: Esperanza mía, y castillo mío; miDios, en quien confiaré. Él te librará del lazodel cazador, de la peste destructora. Con susplumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás

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seguro; escudo y adarga es su verdad. Notemerás el terror nocturno, ni saeta que vuelede día, ni pestilencia que ande en oscuridad,ni mortandad que en medio del día destruya.

»Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra;mas a ti no llegará. Ciertamente con tus ojosmirarás y verás la recompensa de los impíos.

»Porque has puesto a Jehová, que es mi espe-ranza, al Altísimo por tu habitación, no tesobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada.

»Pues a sus ángeles mandará acerca de ti,que te guarden en todos tus caminos. En lasmanos te llevarán, para que tu pie no tropie-ce en piedra. Sobre el león y el áspid pisarás;hollarás al cachorro del león y al dragón. Porcuanto en mí ha puesto su amor, yo tambiénlo libraré; le pondré en alto, por cuanto haconocido mi nombre. Me invocará, y yo leresponderé; con él estaré yo en la angustia;lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de largavida, y le mostraré mi salvación2.

»Señor, permite que esta noche quede escritaen los corazones de tu pueblo. A partir de estedía, y en obediencia a tu Palabra, recordaremos

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que en la celebración de la Pascua nos librastecon mano fuerte y que prometiste enviar alMesías que nos librará para siempre del yugoque nos esclaviza. Sea tu nombre glorificadopor siempre en medio de este pueblo y enacción de gracias comemos estos alimentos.Amén».

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Mientras tanto, esto es lo que sucede en la casa deRubén.

—Don Tabeel, nuestro Dios ha mandado quetodo el pueblo de Israel se reúna en sus casas con susfamilias para celebrar la Pascua. Hoy a la mediano-che se cumplen justo los cuatrocientos años quehemos vivido en esclavitud por causa de nuestradesobediencia. Sin embargo, Dios, en su misericor-dia, se ha acordado de la promesa hecha a nuestropadre Abraham de que traería libertad y grandesriquezas y que, además, nos guiaría a nuestra TierraPrometida la cual fluye leche y miel.

»Hoy será la última plaga que Dios traerá contraesta nación. Y esta no se podrá comparar con ningunacatástrofe experimentada jamás en Egipto.

Don Tabeel, quiero que sepa que hace ochentaaños el faraón decretó que se mataran a todos los

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niños judíos menores de dos años. Así que los guar-dias imperiales los lanzaban al río Nilo.

»Desde la creación, Dios ha establecido un prin-cipio y es que toda semilla traerá cosecha según sugénero. Esto quiere decir que de todo lo que haga-mos, vamos a recibir la justa retribución. Dios nuncaolvidó este acto tan salvaje que hicieron los egipcios.Es por eso que esta noche Egipto recogerá el frutode su siembra y morirán todos los primogénitos,desde el primer hijo del faraón, hasta el primogénitodel siervo más humilde. Cientos de miles pereceránesta noche y habrá un clamor de dolor y llanto comonunca se ha visto en la historiade este país.

—Pero Rubén —replicóalarmado Tabeel—. ¿Qué pasa-rá con mi hijo mayor? Y, en micaso, yo también soy el primo-génito de mi casa. Ayúdeme,don Rubén, no nos deje morir.

—Fue por eso que le pedíque pasaran la noche en mi casa,don Tabeel. Como vio hace unas horas, yo estabamarcando los postes y el dintel de rojo. Usted creíaque era pintura, pero en realidad Dios nos instruyóque se tomara un cordero menor de un año, sin defec-to, y que se preparara asado. Entonces, la sangre del

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Esta nocheEgiptorecogeráel fruto

de su siembra.

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cordero, se debía poner en los postes y el dintel de lacasa como señal de cobertura y protección, a fin deque el destructor pase de nosotros.

—Rubén, no le entiendo nada. Estoy tan nerviosoquenopuedo ni pensar. ¿Cómo es esto del destructor?

—Yo he sido obediente a la palabra que Dios nosdio por medio de Moisés —le respondió Rubén—.Por eso me apresuré a cumplirla y poner bajo el pactode esta sangre a mi familia. Sin embargo, don Tabeel,en estas semanas les he tomado un gran cariño. Tantomi esposa como yo deseamos que nada malo lessuceda. A pesar de eso, debo decirle que la salvaciónno está en nuestras manos. Ustedes son los que debentomar la decisión de aceptar y obedecer a fin de recibirlos beneficios de este pacto que Dios nos entrega hoy.

—Siempre he sido un fiel creyente de los diosesde Egipto —dijo Tabeel—, pero a ninguno he vistoactuar con poder como lo hemos podido experi-mentar con todas las plagas que han venido sobrenuestra tierra. He podido comprobar, Rubén, quesu Dios es el único y verdadero Dios. Yo y mi casaqueremos servir a su Dios y que sea nuestro Diospara siempre. Enséñeme lo que debo hacer.

—Como le expliqué, Dios nos ordenó que cadafamilia debía tomar la sangre del cordero y ponerlasobre los postes y el dintel de la casa en un acto de

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rendición completa a Dios. Por lo tanto, si lo acepta,aquí hay un poco de la sangre del cordero que hemospreparado para que compartiéramos la carne en estacena de Pascua. Puede tomar el hisopo y ponerla en lospostes de la entrada para la protección de los suyos.

REFLEXIONES

¡Qué importante es la obediencia a Dios! Si lo anali-zamos, la aceptación de Dios por fe se manifiestamediante la obediencia. Si ponemos nuestra fe en elSeñor y nos abandonamos a su voluntad, veremosque suceden cosas extraordinarias... como las quesucedieron esa noche durante la celebración de laprimera Pascua.

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Al otro lado

del Mar Rojo

«Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno; sugran amor perdura para siempre [...] Al que partióen dos el Mar Rojo; su gran amor perdura parasiempre. Y por en medio hizo cruzar a Israel; sugran amor perdura para siempre».

Salmo 136:1, 13-14, NVI

La vida comenzó a tomar su rumbo. La manode Dios se manifestó con gran poder y días

después del cruce del Mar Rojo los circunstanciaseran muy diferentes.

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—Don Tabeel, necesito reunir todas las carretas, yel ganado en un solo lugar. Por favor, asegúrese deque los nuevos jornaleros egipcios y etíopes quecontraté la semana pasada le ayuden en la tarea.

—Don Rubén, por un momento pensé que noíbamos a poder pasar todos. Estábamos entre el ejér-

cito que se acercaba por detrás yel mar. Las paredes de agua acada lado fueron lo que me ter-minó de convencer que nuestroDios está con nosotros.

—El poder de nuestro Dioses infinito y Él nunca nos aban-dona. No lo dude...

—¡Claro que no! Aun así,quiero que sepa que estoy muyagradecido por todo lo que hahecho por mí a pesar de lo muchoque lo maltraté cuando fue miesclavo. No solo me tendió lamano, sino que esa noche me

presentó los beneficios de la sangre del cordero sal-vando mi vida y la de mi familia.

»Nunca podré olvidar las horas siguientes cuandolos egipcios tocaban a su puerta rogándole que se

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Esa nocheme presentólos beneficiosde la sangredel corderosalvandomi viday la de

mi familia.

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fuera de Egipto. ¡Fue increíble cómo le traían todaslas joyas y el oro! Yo conocía a muchos de los quevenían. Fue una gran mezclade sensaciones. También fuemuy desconcertante cuando via muchas familias conocidas yamigos que enterraban a sushijos primogénitos. Se trata-ban de niños que en el barriojugaban con mis hijos, peroahora yacían amontonados afin de prepararlos para la sepultura.

—Fue triste, pero esas son las consecuencias delas personas que no quieren escuchar la voz de Dios.

—Prácticamente lo perdieron todo, hasta susriquezas, pues llenamos las carretas con las cosasque le traían a usted, don Rubén, y a otros judíos.Recuerdo que les pedían que se las ofreciera a suDios para que tuviera miseri-cordia de ellos.

»Sin duda alguna, Egipto haperdido todo su esplendor ypoder. Todo se les transfirió alos hebreos. Creo en lo que usteddijo aquella noche... El juiciode Dios se cumplió sobre estatierra.

Al otro lado del Mar Rojo 83

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Prácticamentelo perdierontodo, hasta

sus riquezas.

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El juiciode Dios

se cumpliósobre

esta tierra.

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»Sin embargo, lo que me intriga, Rubén, es hastadónde llegó la obstinación del faraón. Es evidenteque no escarmentó con todas las muestras del poderde Dios. Por eso no quiso reconocer que no hay otroDios como el de Israel y prefirió ver destruido todoun imperio. Es más, el ejército más famoso del mundo,junto con el poderío de sus carruajes y armamentos,yacen ahora en el fondo del mar.

REFLEXIONES

La misericordia de Dios es infinita. Se manifestócon poder en el cruce del pueblo de Israel por el MarRojo y se manifiesta cada día en sus hijos que leaman y obedecen hoy. Es por eso que podemos alabara Dios con el salmista y decir: «Den gracias al SEÑOR,porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre».

84 De siervo a señor

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C a p í t u l o 8

Alabanza

y adoración

«Muchas son, SEÑOR, mi Dios, las maravillasque tú has hecho. No es posible enumerar tusbondades en favor nuestro. Si quisiera anun-ciarlas y proclamarlas, serían más de lo que pue-do contar».

Salmo 40:5, NVI

L as jornadas después de la salida de Egip-to fueron muy intensas. Todos estaban

gozosos. Así que la alegría se manifestó con danzas y

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cantos para alabar y adorar al Dios de los cielos quehizo grandes maravillas y señales.

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—Estoy que no me puedo ni mover —dijo Miriam—.¡Qué días hemos tenido!

—No sé de dónde sacaste fuerzas después dehaber atravesado el Mar Rojo y luego verte danzandoy cantando con el pandero —le respondió su her-mano Aarón—. Todo el pueblo de Israel recibió suliberación en un solo día. Ni uno de los israelitas sequedó allá. A decir verdad, no solo salimos, sino quenos echaron. Hasta nos pagaron con sus joyas y orocon tal que saliéramos de Egipto.

—Sin duda, la emoción no cesa. Aún resuenaen mis oídos el canto de Moisés. Es como si lo pudieraver todavía alzando sus manos al cielo y declarandoa gran voz:

»“Cantaré yo a Jehová,porque se ha cubierto de gloria;ha echado en el mar al caballo y al jinete.

Jehová es mi fortaleza y mi cántico.Ha sido mi salvación.

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Este es mi Dios, a quien yo alabaré;el Dios de mi padre, a quien yo enalteceré.

Jehová es un guerrero.¡Jehová es su nombre!Echó en el mar los carros del faraón y su ejército.Lo mejor de sus capitanes,en el Mar Rojo se hundió.

Los abismos los cubrieron;descendieron a las profundidades como piedra.Tu diestra, Jehová, ha magnificado su poder.Tu diestra, Jehová, ha aplastado al enemigo.

Con la grandeza de tu poderhas derribado a los que se levantaron contra ti.Enviaste tu ira y los consumió como a hojarasca.

Al soplo de tu alientose amontonaron las aguas,se juntaron las corrientescomo en un montón,los abismos se cuajaronen medio del mar.

»”El enemigo dijo:‘Perseguiré, apresaré,

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repartiré despojos;mi alma se saciará de ellos.

Sacaré mi espada,los destruirá mi mano’.Soplaste con tu viento,los cubrió el mar;se hundieron como plomoen las impetuosas aguas.

¿Quién como tú, Jehová, entre los dioses?¿Quién como tú, magnífico en santidad,terrible en maravillosas hazañas,hacedor de prodigios?

Extendiste tu diestra;la tierra los tragó.Condujiste en tu misericordiaa este pueblo que redimiste.

Lo llevaste con tu poder a tu santa morada.Lo oirán los pueblos y temblarán.El dolor se apoderará de la tierra de los filisteos.

Entonces los caudillos de Edom se turbarán,a los valientes de Moab los asaltará temblor,se acobardarán todos los habitantes de Canaán.

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¡Que caiga sobre ellos temblor y espanto!Ante la grandeza de tu brazoenmudezcan como una piedra,hasta que haya pasadotu pueblo, oh Jehová,hasta que haya pasadoeste pueblo que tú rescataste.

Tú los introducirás y los plantarásen el monte de tu heredad,en el lugar donde has preparado,oh Jehová, tu morada,en el santuario que tus manos,oh Jehová, han afirmado.

¡Jehová reinará eternamentey para siempre!”

Cuando el faraón entró cabalgandocon sus carros y su gente de a caballoen el mar, Jehová hizo que las aguasdel mar se volvieran contra ellos,mientras los hijos de Israel pasaronen seco por en medio del mar1.

»¡Qué felicidad! Nunca más volveremos a verleslas caras a nuestros enemigos. Creo que ahora sí no

Alabanza y adoración 89

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hay uno solo de nuestros hermanos que dude deMoisés y de la palabra que le ha dado Dios.

—Sí, aunque observé a muchos israelitas quedeseaban quedarse —respondió Aarón—. A pesar deeso, cuando se percataron de que la gran mayoría nosíbamos, temieron por sus vidas. Si los egipcios veíanque los líderes espirituales partían junto con el pueblo,hubieran matado a los israelitas para robarles sus per-

tenencias. Lo veían venir, por esodecidieron unirse al resto delpueblo que salía. Si no es porese temor, muchos se hubieranquedado en Egipto.

—Después que nos entre-garon las joyas, el oro y todossus tesoros, empezó a salir nuestracaravana —señaló María—. Fuemuy hermoso ver a muchos egip-

cios y personas de otras naciones pedir permiso paraunirse a nosotros.

La gente salió con gran expectativa y fe por loque hizo Dios y hacia dónde Él nos ha de llevar. EnEgipto, por el contrario, la desesperación se apoderóde todos y no quiero ni pensar en el desánimo quehabrá cuando llegue la noticia de que todo el ejército,y hasta el faraón, murieron ahogados en el mar.

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La gente saliócon gran

expectativay fe por lo que

hizo Dios.

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—Aún recuerdo la última conversación que tuve conel faraón —dijo Moisés—. Pude ver su semblantelleno de dolor por la muerte del príncipe herederodel trono de Egipto. Con el orgullo quebrantadorecibí de su propia mano ofrendas para presentar enel altar a Jehová. Después de burlarse, y hasta amena-zarme de muerte, sucedió todo lo contrario. Se cumplióla palabra dicha por mi boca y no su deseo de vermemuerto.

»Aun así, Aarón y Miriam,hay algo que me inquieta sobre-manera y es cómo este pueblose olvida con tanta facilidad denuestro Dios y lo rápido quepierde su fe. ¿Cómo es que nohan aprendido después de ver

la manifestación poderosa del brazo extendido deJehová a favor nuestro para librarnos de la esclavi-tud de Faraón?

»El sueño de Dios se ha cumplido y hoy somoslibres. A pesar de eso, antes de cruzar el mar el pueblodudó de Dios. Hasta quisieron apedrearme cuandovieron que se acercaba el ejército del faraón.

»Sin embargo, una paz se apoderó de mi corazónen ese momento. Cuando vi al Mesías encarnado, elque se me apareció en la zarza ardiente, se presentó y

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¡Jehová reinaráeternamente

y para siempre!

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peleó por nosotros mientras nos quedamos callados.El Mesías se puso entre nuestro campamento y elejército de Faraón y no los dejó acercarse en todala noche.

»Escuché la voz de Dios que me ordenaba: “Extiendetu vara y golpea el mar, que yo me glorificaré en elejército de Faraón, en todos sus carros y sus jinetes”2.

»Mi clamor a Dios es que la fe de este pueblo nofalte. Dios nos llevará a una buena tierra, a la herenciaque prometió a nuestros padres, pero entraremos enella si obedecemos la voz de Jehová y si creemos a sumandato.

Moisés se detiene un momento y parece pensa-tivo. Luego se vuelve a Miriam y le dice:

—Mientras tú danzabas y alababas al Señor porla libertad que nos concedió hoy, vi a don Rubén y adon Tabeel danzar juntos. Es más, mientras atrave-sábamos el Mar Rojo, don Tabeel venía conducien-do una de las carretas de don Rubén. Según me dijodon Rubén, él ha decidido seguir a nuestro Diostambién y entregarle su vida.

»Le doy gracias a Dios porque cerró el Mar Rojodetrás de nosotros. He visto la actitud de muchos denuestros hermanos y, aunque hemos salido de Egip-to, este no ha salido del corazón de muchos.

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»Después de tantos años de opresión, las cosasnos empezaron a salir bien. Justo en este momentoel Señor nos llama a una nueva tierra que fluye lechey miel. El sueño de Dios no es solo la libertad de sushijos, sino que puedan disfrutar de su herencia, quees la tierra en la cual manan todas sus bendiciones.

REFLEXIONES

Estas señales en el cielo y en la tierra no se crearonpara enseñar ni corregir a Egipto, sino para enseñaral pueblo de Dios. Siempre se nos ha dicho que lasplagas fueron para Egipto, pero las plagas tambiénfueron para el pueblo de Dios. No para hacernosdaño ni castigarnos, sino para demostrarnos el poderde Dios y su amor por nosotros, y para transferirnoslo que nos corresponde por heredad.

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En conclusión...

«Al hombre le dijo: “Por cuanto le hiciste caso atu mujer, y comiste del árbol del que te prohibícomer, ¡maldita será la tierra por tu culpa! Conpenosos trabajos comerás de ella todos los díasde tu vida. La tierra te producirá cardos y espi-nas, y comerás hierbas silvestres. Te ganarás elpan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvasa la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porquepolvo eres, y al polvo volverás”».

Génesis 3:17-19, NVI

A través del relato de la experiencia libertadoradel pueblo de Israel, mediante las plagas envia-

das a Egipto, vemos plasmado el sueño de Dios paranosotros. Él quiere colocar al hombre en la posición

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única que ideó para sus criaturas, para sus hijos. Setrata de una posición de dominio y gobierno quegenere prosperidad y multiplicación de lo que es yposee la persona.

Dios no nos quiere ver como siervos mengua-dos, sino como señores de su creación. Y sin dudaalguna, la deuda y la pobreza esclavizan, nos quitanseñorío y dominio.

Se habla de libertad espiritual, se habla de libe-ración del alma, pero poco se habla de la necesidadde experimentar esa libertad gloriosa que tenemosen Cristo en la esfera de las finanzas. Por eso es tanimportante atarnos firmemente al sueño de Dioshaciéndolo nuestro.

Los sueños son el lenguaje del cielo. Fluyenhacia nosotros cuando nuestro corazón se roza conel de Dios. De ese modo se engendra una visión a laque debemos someter nuestro espíritu, nuestra almay nuestro cuerpo, y todo lo que poseemos a través deeste último. Dios nos pide que le creamos a sus sue-ños, a esas imágenes mentales que Él extrajo de supropia mente y las sembró en nosotros. Nuestro éxi-to, nuestra victoria, es alcanzarlos.

Esa victoria Dios la aseguró mucho antes de lafundación del mundo al no dejar la más mínimaposibilidad de derrota para sus hijos en esta tierra.En esto consiste la revelación mesiánico-profética

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del sacrificio pascual establecido como celebraciónperpetua en la terrible noche donde Dios, seguidopor el destructor, recorrieron la tierra de Egipto. Asícomo la sangre del cordero se convirtió en la señalprotectora del pueblo de Dios, hoy la sangre deCristo nos protege e impide que el destructor, seacual fuere, nos pueda tocar.

Apocalipsis dice lo siguiente: «Y le adorarán todoslos habitantes sobre la tierra, cuyos nombres no estáninscritos en el libro de la vida del Cordero, quien fueinmolado desde la fundación del mundo» (Apocalip-sis 13:7-8, RVA-89). Así que este Cordero fue inmola-do antes de la fundación del mundo. Por lo tanto, Diosno tiene plan «B». Cuando nossoñó, cuando nos pensó, supoel precio que pagaría por esesueño que somos nosotros y lopagó. Ese sacrificio dio origen aun derramamiento de sangrepara nuestra salvación y paralibrarnos de la maldición de lamuerte. Dio origen a una seriede dolores y llagas para librarnosde la maldición de la enferme-dad. Y dio origen a una coro-na de espinas para librarnos de la maldición de lapobreza, la escasez y la deuda. Todo esto se puso en

En conclusión... 97

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Esa victoriaDios

la asegurómuchoantes de

la fundacióndel mundo.

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una cruz y se selló con las palabras gloriosas de: «Consu-mado es»1.

El Mesías es el ungido para traer libertad al cau-tivo. Bajo esa unción y autoridad, le invistieron desdeel inicio de los tiempos. Debido a que muy tempranodespués de la creación tuvo que empezar a libertar asus hijos, podemos verlo con Abraham, Isaac, Jacob,los hijos de Jacob, Moisés, etc. Esta unción que poseeel Mesías para libertar a los cautivos se manifestó deforma muy visible en la vida de Moisés y en la mara-villosa vivencia en la liberación de Israel en Egipto,la cual he tratado de plasmar en esta historia. Des-pués de casi cuatrocientos años de una vida de car-dos y espinas, Dios se prepara para eliminar esa mal-dición por medio de su ungido.

Quiero concluir este libro, amigo lector, mani-festando el siguiente rema2. En el principio de la eje-cución del sueño perfecto de Dios, en la creación detodas las cosas, no había cardos ni espinas. Estosrepresentan la terrible consecuencia de la desobe-diencia del hombre a lo estipulado por Dios. Loscardos y espinas son el fruto de una maldición quehay sobre la tierra. Puesto que la tierra es la repre-sentación de todo instrumento que utiliza el hom-bre para producir, multiplicar y ejercer dominio, loscardos y las espinas representan todos los obstáculosque enfrenta la persona para producir, crecer y

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multiplicarse. De modo que son atrasos que ahoganla semilla y ahogan el fruto. Sobra decir que no for-man parte del sueño de Dios. Reitero, estos sur-gieron después que el hombre desobedeció a Dios.En el sueño de Dios no había ni cardos ni espinas.

No es fruto de la casualidad que la corona queponen en la cabeza del Mesías sea de espinas. Éltomó sobre sí esa maldición y la canceló en la cruz.Esa maldición de pobreza y escasez ya quedó can-celada para los hijos de Dios. Así que se anuló todoobstáculo para prosperar, fruc-tificar y multiplicarse. Ya noexiste nada que, desde el pun-to de vista financiero, nos puedaesclavizar. En Cristo somoslibres desde el momento enque creemos que esa corona deespinas la tomó como pago denuestro rescate, de nuestraredención, de nuestra libertadfinanciera.

Tampoco es casualidad que en la visión que tuvoMoisés al pie del monte Sinaí se incluyera una zarzaque, a pesar de que estaba encendida, no se consumíacon el fuego. Dios le muestra una visión a Moiséscompuesta por una zarza, que es un arbusto estéril,lleno de espinas, un fuego que no la consumía y

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En el sueñode Diosno habíani cardosni espinas.

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sobre ella el ángel de Jehová que sabemos es unacristofanía.

¿Qué veía Moisés? Que la esclavitud, la pobrezay la escasez de su pueblo eran constantes e inacaba-bles. Sin embargo, vio también que el Mesías estabasobre ella con autoridad. Muchos piensan que Diosera la zarza, pero no, Dios estaba sobre la zarza. Diosestaba y está en medio de su pueblo con la autoridadpara acabar con esa maldición. Esta visión la pode-mos leer en el capítulo tres y versículo dos del librode Éxodo. En el mismo capítulo tres, pero en el ver-so siete, nos da el significado de la misma. Y es queJehová, en efecto, ha visto la aflicción de su puebloen Egipto y ha oído el clamor. Él conoce los sufri-mientos que producen los cardos y espinas y elMesías descendió para librarlos. Fruto de este encuen-tro es que Dios levanta a Moisés como el profetaque, como tipo de Cristo, tiene claro que su misiónes libertar de la esclavitud a su pueblo. Así que loprimero que Dios hace es levantar un liderazgo conuna palabra profética sobre el pueblo.

En todo el proceso de liberación, el Mesías estu-vo presente y regresa a la escena para guiar al pueblopor el buen camino. Cristo iba marcando el paso,según lo muestra el libro de Éxodo capítulo catorce,verso diecinueve. De aquí podemos aprender queaparte de levantar un líder cuando se trata de que

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logremos nuestra libertad, Cristo va delante de noso-tros. Aunque un líder nos traiga la palabra, Cristo esel que va delante como poderoso guerrero peleandopor nosotros la batalla.

Sin embargo, había un problema, el faraón. Cual-quiera que sea este en nuestra vida, no quiere dejarnosir. Por eso en el mismo versículo vemos que Cristose puso entre sus hijos y el faraón a fin de proteger alos israelitas. De igual forma hoy, Cristo se poneentre nosotros y el enemigopara garantizarnos la victoria.Por eso marchemos hacia esalibertad que Él ya nos garanti-zó, sabiendo que, en primerlugar, ese es el sueño de Dios.Que Él ya ha enviado a muchosprofetas, pero que Cristo vadelante de nosotros y cubrenuestra retaguardia para así tenersegura la victoria en nuestra vida. ¿Por qué lo hace?Porque ese es el sueño de Dios, no porque lo merez-camos, sino porque Él lo ha querido así. Porque Élya nos garantizó la victoria.

Dios ha estado enviando profetas que nos traenuna palabra con la instrucción de salir de la condiciónde cardos y espinas (la esclavitud). Sin embargo, nonos va a dejar solos, pues Él va ir delante de nosotros

En conclusión... 101

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El sueñode Diosse pagó aun preciomuy alto.

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como barrera de protección para que no nos toqueel faraón. Es por eso que Él mismo nos manda quemarchemos confiados hacia esa libertad que yaobtuvo y que nos garantiza la victoria. Eso es posibleporque se trata de su sueño, el sueño de Dios.

La mayor razón por la cual hoy debemos salir dela condición de la esclavitud es debido a que Cristopagó un precio muy alto. Cuando los soldadoshumillaban a nuestro Señor, le pusieron sobre sucabeza una corona de espinas. Sin saberlo, poníansobre el Mesías nuestra esclavitud, nuestra escasez,nuestra condición financiera, nuestros cardos yespinas. Y la sangre que se derramó cuando las espinaspenetraron en su piel, pagó el precio de tu victoria yla mía.

El sueño de Dios se pagó a un precio muy alto.Es un precio demasiado alto para no tenerlo encuenta. Así que no aceptar este sacrificio que se rea-lizó por nosotros sería un acto de ingratitud de mag-nitudes eternas. Por eso debes entender de una vezpor todas que el sueño de Dios para tu vida es quepases de siervo a señor.

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Notas

Introducción: Soy el hijo de dos soñadores

1. Debo aclarar que en esta novela uso una serie dehistorias paralelas a la narración bíblica. Debidoa que la Biblia no da detalles de todos los sucesosque se desarrollaban en medio de la manifesta-ción poderosa de Dios, te conduzco a través de loque quizá ocurriera cuando los personajes bíbli-cos entraron en acción.

2. Romanos 13:8.

Capítulo 1: Preparados... no endeudados

1. Véase Romanos 13:7.

2. Véase Isaías 61:1.

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Capítulo 2: Cosecha del cielo

1. Joel 2:28.

2. Joel 2:21-30, NVI.

3. Véase Éxodo 1:15-22.

Capítulo 4: Se acerca el día de la liberación

1. Véase Malaquías 3:18

Capítulo 6: La sangre del cordero

1. Véase Éxodo 4:14.

2. Salmos 90:1-2, 17; 91.

Capítulo 8: Alabanza y adoración

1. Éxodo 15:1-19, RV-95.

2. Véase Éxodo 14:13-22.

En conclusión...

1. Juan 19:30.

2. Se traduce «dicho», «palabra».

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Acerca del Autor

Jonás González es el presidente de la cadenainternacional de televisión Enlace. En la actua-

lidad, esta cadena transmite su señal a más de cin-cuenta y seis países, a través de cinco satélites queabarcan todo el continente americano, el Caribe,Europa, el norte de África y parte del Oriente Medio.Después de estar por más de quince años al lado desu padre Jonás González Rodríguez, fundador delministerio de televisión, Dios le entrega la responsa-bilidad de continuar este legado.

Además, el Señor le ha levantado como una vozen América Latina, a fin de llevar al pueblo de Diosa una convicción sobre el sueño que Él tiene de que sushijos vivan una libertad financiera. Para esto, ha reci-bido de parte de Dios un mensaje dirigido al pueblo

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hispano en contra de la deuda, y un llamado a crearlo que él mismo ha denominado la cultura del contado.

Como un apasionado de la Palabra, nos ofreceuna revelación fresca y nueva sobre la importanciade la obediencia y la recompensa de aquel que decidecumplir los principios de Dios.

Jonás y su esposa, Juanita, residen en San José,Costa Rica con sus dos hijas, Rebeca y Melissa.

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Enlace es una cadena internacional de televisión quetransmite su señal desde San José, Costa Rica a másde cincuenta y seis países, a través de cinco satélitesque abarcan todo el continente americano, el Caribe,Europa, el norte de África y parte del Oriente Medio,la señal llega tan lejos como Iraq, Israel y Qatar. Conun público potencial de más de cien millones depersonas.

Nuestra misión es llegar con el mensaje de lasBuenas Nuevas de nuestro Señor Jesucristo a cadarincón del planeta en donde haya una persona quehable español.

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El ministerio cuenta también con una segunda señal de televisión vía satélite con veinticuatro horas de programación para jóvenes. Enlace Juvenil se ha convertido en la respuesta de Dios para muchos jóvenes en América Latina que buscan una alterna-tiva de entretenimiento y buenos valores morales y espirituales. En la actualidad, Enlace Juvenil cubre todo el continente americano, el Caribe y su señal llega hasta Europa.

Presidente de Enlace. Jonás González Ortiz:[email protected]

Presidente de Enlace Juvenil. Adiel Barquero González: [email protected]

Nuestra página www.enlace.org www.enlacejuvenil.tv

Oficinas Centrales en Costa Rica

Correo electrónico [email protected] [email protected]

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